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EL MÉTODO HISTÓRICO-CRÍTICO Y LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA

El método histórico crítico es el método indispensable para el estudio serio y


consciente del sentido de los Textos Sagrados. Puesto que la Biblia, en cuanto “Palabra de
Dios" es también transmitido en lenguaje humano, o mejor dicho, ha sido compuesta por
autores humanos (con inspiración divina) en todas sus partes y todas sus fuentes, por lo que su
comprensión requiere (más que otros ejemplos de textos sagrados antiguos) la utilización de
este método.
Este método sigue las siguientes etapas:

1. LA CRÍTICA TEXTUAL:

Practicada desde hace mucho tiempo, es el punto de partida de las investigaciones


científicas. Apoyándose sobre el testimonio de los manuscritos más antiguos y mejores, así
como sobre el de los papiros, el de las traducciones antiguas y el de la patrística (o de los
llamados "padres de la Iglesia"), procura, según reglas determinadas, establecer un texto
bíblico tan próximo al texto original como sea posible. Para ello el texto es sometido entonces
a un análisis lingüístico (morfología y sintaxis) y semántico, que utiliza los conocimientos
obtenidos gracias a los estudios de filología histórica

(filología = Ciencia que estudia los textos escritos y, en ellos, la estructura y la evolución de
una lengua y su desarrollo histórico y literario, así como la literatura y la cultura del pueblo
o grupo de pueblos que los han producido.).

La crítica literaria se esfuerza luego por discernir el comienzo y el final de las unidades
textuales, grandes y pequeñas, y de verificar la coherencia interna de los textos. La existencia
de duplicados, de divergencias irreconciliables (como las añadiduras o las omisiones de
porciones de la escritura), y de otros indicios manifiesta el carácter compuesto de algunos
textos, que se dividen entonces en pequeñas unidades, de las cuales se estudia su posible
pertenencia a fuentes diferentes.

La crítica de los géneros procura determinar:

- Los géneros literarios - Sus características y rasgos específicos


- Su ambiente de origen y contexto - Y su evolución en el tiempo.

La crítica de las tradiciones sitúa los textos en las corrientes de tradición (por ejemplo
las tradiciones católicas-romanas, inglesas-anglicanas, luteranas-liberales, calvinistas-
reformados, pentecostales-evangélicos, etc.), de las cuales procura precisar la evolución en el
curso de la historia. Es decir, la crítica textual estudia las modificaciones que los textos han
sufrido antes de quedar fijados en su estado final (quizá, el texto bíblico tal como llegó a
nuestras manos) y analiza ese estado final, esforzándose por discernir las orientaciones que le
son propias, muy cerca de las intenciones originales de los autores, y cercana a la
interpretación de nuestros tiempos, con nuestros propias tradiciones y paradigmas. Mientras
las etapas precedentes del estudio han procurado explicar el texto por su origen, en una
perspectiva que evoluciona a través del tiempo (o "diacrónica"), esta última etapa se concluye
con un estudio de los hechos y acontecimientos que suceden ahora, en nuestro momento (o
"sincrónico") y se explica allí el texto en sí mismo, gracias a las relaciones mutuas de sus
diversos elementos, considerándolos bajo su aspecto de mensaje comunicado por el autor a
sus contemporáneos. La función "pragmática del texto" (o las circunstancias del texto) puede
ser tomada entonces en consideración.
Cuando los textos pertenecen a un género literario histórico o están en relación con
acontecimientos de la historia, la crítica histórica complementa a la crítica literaria, para
precisar el alcance histórico, en el sentido moderno de la expresión, de los textos estudiados.

¿CÓMO APLICARLO?
Como ya hemos mencionado, lo que busca el método histórico-crítico es encontrar el mensaje
más cercano al original, el cual podamos contextualizar a nuestros tiempos, y para llegar a ello,
podemos reducir todo el proceso sometiendo el texto a las siguientes preguntas:

1. Paternidad literaria: ¿Quién fue el autor 4. Fecha: ¿Cuándo se escribió?


del libro? 5. Contexto: ¿Qué sucedía en ese tiempo?
2. Destinatario: ¿A quién se escribió? 6. Propósito: ¿Cuál era el objetivo del
3. Lugar: ¿En dónde se escribió? autor?

1. Para establecer la paternidad literaria de un libro de la Biblia, es necesario depender de las


evidencias que encontramos dentro y fuera del él. Estas reciben el nombre de evidencias
internas y externas. En algunos casos la evidencia sobre quien haya sido el escritor es
profunda, mientras que en otros, escasea. Con este fin se debe leer el libro buscando
referencias directas o indirectas al escritor. Por lo que toca a las evidencias externas,
tendremos que depender del fruto de la investigación bíblica realizada por los eruditos. Con tal
fin es conveniente leer obras de introducción bíblica, compendios, o libros sobre crítica
histórica.

2. En ocasiones es fácil determinar el destinatario, es decir, la persona o personas a quienes se


escribió el libro. Así es el caso de la primera carta de Pablo a los Corintios, ya que lo menciona
en su introducción (1 Co 1:2), pero en otros casos es un asunto complejo. Howard F. Vos ilustra
este problema: “En el caso de Gálatas, existe la controversia de si fue dirigida a las iglesias del
norte o del sur de Galacia; en Efesios se presenta la dificultad textual de la palabra Efesios que
no aparece en los más antiguos manuscritos; en Santiago, el lector deberá decidir a quiénes se
refiere la expresión: “las doce tribus que están en la dispersión”. Con frecuencia en todo libro
no se hace alusión a ningún destinatario en particular, y el estudiante se enfrenta a la
necesidad de determinar a quién fue escrito, basándose en el tenor general del libro. Esto lo
ilustra especialmente el Evangelio según Mateo”.

3. Pocos libros de la Biblia mencionan dónde fueron escritos. Y aunque de este asunto no
depende la validez de su contenido, es importante para identificar el contexto que va
aumentar información al tenor del escrito y las expresiones utilizadas en este, con lo que
facilita la comprensión correcta del libro. Para ello podemos utilizar libros de consulta sobre el
tema.

4. Las fechas en que se escribieron los libros de la Biblia sí son de importancia estratégica, ya
que con frecuencia se encuentran íntimamente ligadas al problema de la paternidad literaria.
Conviene establecer aproximadamente el año en que el autor escribió el libro. No es raro que
encontremos alusiones directas e indirectas de tipo cronológico dentro del texto mismo, pero
para ello debemos permanecer muy alertas en la lectura. Observemos la manera como el Dr.
Walter Dunnett decide la fecha aproximada en que Pablo escribió la carta a los colosenses:
“Después del arresto de Pablo en Jerusalén, al fin de su tercer viaje misionero (Hechos 21:30-
36), fue llevado a Cesarea y de allí a Roma. Estando en Roma (Hechos 28:30, 31), Epafras vino a
verlo desde Colosas para informarle sobre las condiciones de la iglesia (Col 1:8; 2:4 y sig.). Si la
fecha de la prisión en Roma es de los años 60 o 62 d.C., entonces la fecha de esta carta puede
fijarse alrededor de los años 60 o 61 d.C.”

5. La hermenéutica (o la interpretación de los textos en su contexto) ayuda a comprender


6. Por último, nos interesa descubrir el propósito que el autor haya tenido al escribir su libro.
En el caso del Evangelio según Lucas, no es difícil hacerlo ya que su autor claramente menciona
su deseo de que “Teófilo” conozca bien la verdad “de las cosas en las cuales has sido instruido”
(1:4). Lo mismo pudiéramos decir de la Epístola a los Gálatas, ya que el apóstol principia (1:6)
indicándoles su sorpresa de que tan pronto se hayan alejado de Cristo, etc., queriendo decir
con esto que su objetivo era corregir sus desviaciones doctrinales. Otros libros parecen
haberse escrito principalmente como un archivo histórico de acontecimientos, con el fin de
guardar su memoria para la posteridad.

Mientras que en otros métodos de estudio bíblico se recomienda con insistencia que el
estudiante no recurra al auxilio de los libros de consulta, en el caso del presente método lo
consideramos indispensable. La idea no es, claro está, hacer a un lado la Escritura para
dedicarse a leer los resultados de la erudición bíblica. Más bien, con la Biblia en la mano,
avanzar comparando y verificando los argumentos de los estudiosos de la Biblia, con el firme
propósito de formarnos un criterio personal sobre aquello que nos parezca más apagado a la
integridad de las Sagradas Escrituras.

APORTES

La búsqueda del sentido original de la Escritura, literal y simbólico, es una tarea esencial de la
exégesis (Explicación o interpretación de la obra de un autor o de un texto concreto,
especialmente bíblico), y para llevarla a término es necesario determinar el género histórico
de los textos. Y esto se realiza con la ayuda del método histórico-crítico, que de modo sobre
todo diacrónico, permite conocer el significado expresado por los autores y redactores.

LÍMITES

Pero el método histórico-crítico no basta, al dejar en la sombra numerosos aspectos de los


escritos que estudia, por lo que resulta insuficiente y han de aplicarse otros métodos.
Fuente: Documento de la Pontificia Comisión Bíblica,“La Interpretación de la Biblia en la
Iglesia”.

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