Está en la página 1de 14

LOS SISTEMAS PERCEPTIVOS DE LA PIEL

PIEL

El tipo de piel que cubre la mayoría de nuestro cuerpo contiene pelos, ya


sea notables o casi invisibles. Otra clase, llamada piel gruesa, que se encuentra
en las plantas de los pies, las palmas de las manos, y las superficies lisas de los
dedos, carece de folículos pilosos. La piel gruesa es parecida a la piel delgada a
excepción de que su capa externa es más gruesa y tiene una mezcla más
compleja de receptores. Esta complejidad probablemente está relacionada con el
hecho de que esas áreas son sensibles a la estimulación, ya que las usamos
(especialmente nuestras manos) para explorar activamente las propiedades físicas
de los objetos (Carlson, 1991; Vallbo, 1981).

La piel puede dividirse en tres capas (véase la Figura 7). La epidermis, o


capa externa, que tiene muchas capas de células de la piel que se descaman y
mueren. La dermis es la capa que reemplaza con células nuevas a las que se
descaman. Estas células nuevas se mueven hacia la superficie y toman el lugar de
las células epidérmicas conforme éstas se eliminan. Por debajo de la dermis se
encuentra el tejido subcutáneo, que contiene tejido conectivo y grasa. También
observe que la piel contiene una gran cantidad de venas, arterias, glándulas
sudoríparas, folículos pilosos y receptores. El espesor de la piel varía
inmensamente: la piel de la cara mide 0,5 mm (tanto como una página de este
libro); la de las plantas de los pies es aproximadamente diez veces más gruesa
(Sherrick y Cholewiak, 1986).

Diseminada a lo largo de la piel, se encuentra una amplia variedad de tipos


de receptores, que se distinguen por su estructura y probablemente por
diferencias funcionales. A pesar de tal variedad, todos los receptores de la piel son
terminaciones de neuronas que llevan información desde la piel hacia niveles de
procesamiento más elevados. Algunos receptores de la piel tienen terminaciones
nerviosas libres, estos receptores no presentan cubiertas o cápsulas en el
extremo más cercano de la epidermis. Por el contrario, los receptores de la piel
con terminaciones encapsuladas, tienen pequeñas cubiertas en el extremo más
cercano a la epidermis. Estas terminaciones difieren en tamaño, forma y grado de
organización, lo que sugiere la posibilidad de diferencias funcionales.

Figura 7. Diagrama esquemático de un corte de piel.

TEORIAS DE LOS SENTIDOS DE LA PIEL

La primera que mencionaremos, la teoría de la especificidad, se basa en el


pensamiento lógico que hemos expuesto. La teoría de la especificidad está
fundada en la doctrina de energías nerviosas específicas, idea propuesta a
principios del siglo XIX por el fisiólogo Johannes Müller, la cual dice que nervios
sensoriales diferentes tienen su propio tipo característico de actividad, y por tanto,
producen sensaciones distintas. Más tarde, el investigador von Frey, amplió la
doctrina de las energías nerviosas específicas sugiriendo un tipo particular de
estructura de receptor para el tacto, el calor, el frío y el dolor. Así, la teoría de la
especificidad establece que cada una de las diferentes clases de receptores
responden de manera exclusiva a una sola clase de estímulo físico (por ejemplo,
dolor) y que cada clase de receptor es entonces responsable de una sola clase de
sensación.

Se ha acumulado mucha evidencia en contra de la teoría de la especificidad


de Frey. En una investigación común, los investigadores toman una aguja
puntiaguda y se pican hasta localizar una pequeña región especialmente sensible
al dolor. Luego retiran una pequeña muestra y con un microscopio se determinan
qué clase de receptores se encuentran bajo la superficie. El procedimiento se
repite para localizar receptores que pudieran estar asociados con el tacto o la
temperatura. Por último, estos mutilados investigadores concluyeron que tal tipo
de receptor no estaba relacionado con tal tipo de sensación.

Una segunda teoría, la teoría del patrón, sugiere que el patrón de impulsos
nerviosos determina la sensación. Así, cada clase de receptor respondería a
muchas clases diferentes de estimulación, pero más a una que a otras. Un
receptor en particular puede responder enérgicamente a un estímulo de frío,
menos a uno del tacto, aún menos a uno doloroso y muy poco a uno de calor. Al
final, el cerebro puede interpretar un código en términos de la fuerza relativa de las
respuestas de un receptor. Melzack y Wall (1962) incorporaron algunos aspectos
de cada teoría para sus propósitos. Su artículo ahora se considera como un
progreso en la teoría de la sensibilidad de la piel, y los supuestos básicos aún
parecen correctos (Sherrick y Cholewick, 1981). Estos autores rechazaron la idea
de que cada receptor diferente es sensible, específicamente, a una sensación en
particular, mientras que aceptaron la idea de que los receptores difieren. En
concreto, cada clase de receptor está especializado de manera tal que puede
convertir una clase particular de estímulo en un patrón peculiar de impulsos.
Sentimos dolor si los impulsos de una clase de fibra son los dominantes. Por el
otro lado, si los impulsos de otra clase de fibra nerviosa son dominantes,
sentiremos calor, frío o presión.

DE LA PIEL AL CEREBRO

Los receptores de la piel están


distribuidos por todo el cuerpo, de
manera que la tarea representa un
mayor reto y es más complicada.
Un aspecto importante de la
transmisión nerviosa es que la
información viaja desde los
receptores de la piel hacia el cerebro
a través de los sistemas:
espinotalámico y lemnisco.
Figura 8. Muestra algunas de las
áreas pasan finalmente la información a la corteza somato-

Nuestros procesos sensoriales frecuentemente dividen las tareas en dos


sistemas, cada uno de los cuales tiene una función que realiza mejor. Por
ejemplo, el sistema espinotalámico tiene fibras nerviosas pequeñas y
transmisión más lenta. (Probablemente resulte de utilidad recordar que el sistema
espinotalámico es pequeño y lento mientras que el lemnisco es largo o grande). El
sistema lemnisco, sin embargo, tiene mucha más precisión que el
espinotalámico. El sistema del lemnisco podría determinar que nuestra piel está
siendo estimulada por dos gotas de agua, separadas pocos milímetros, mientras
que el sistema espinotalámico las interpretaría erróneamente como una sola gota
grande. Los sistemas espinotalámico y lemnisco sensoriales del cerebro. (véase
Figura 8).
La Figura 9 ilustra la relación entre áreas corporales y el área de la corteza
somatosensorial que procesa la información táctil que proviene de esas áreas.

LA DISTRIBUCIÓN DE LA PERCEPCIÓN CUTÁNEA

La distribución cutánea se registra por la estimulación mecánica de la


superficie del cuerpo. En el hombre, esta información se recibe
predominantemente a través de la piel, sobre todo de ciertos apéndices. Los
animales inferiores recaban la información cutánea no solo a través de la piel, sino
también de otras estructuras superficiales externas, como el cabello, las uñas, las
garras, los bigotes, etc. Como hemos indicado, los tipos principales de información
que proporciona la piel son:

 Presión o tacto: Percepción táctil


 Dolor: Percepción de dolor
 La temperatura: Percepción de frío o calor

Si se trazara una cuadrícula sobre una parte de la piel de un sujeto vendado y se


explora de manera sistemática los cuadros de ésta turnándose con una varilla
caliente, una fría, un cabello y una aguja, es probable que el sujeto reporte las
experiencias cutáneas de calor, frío, presión y dolor respectivamente, lo que hace
suponer que las regiones de la piel no son uniformemente sensibles a todos los
estímulos. Algunas pueden ser sensibles solo a un contacto ligero y otras solo a la
temperatura. En otras palabras existe una distribución de distintas regiones que
son sensibles a diferentes tipos de estímulos.
Figura 9. El homúnculo de
Penfield nos muestra la
correspondencia entre
regiones de la corteza
somatosensorial y las partes
corporales, vista de frente.
Mientras mayor sea el
tamaño del área corporal
ilustrada, mayor será el área
de la corteza dedicada a la
entrada de información de
dicha parte.

PERCEPCIÓN TACTIL

El tacto incluye la sensación producida por la deformación de la piel, esto


es, la piel resulta ligeramente distorsionada al tocar o ser tocada por un objeto.
Las sensaciones de la presión sobre la piel son importantes en diferentes áreas.
Por ejemplo, el tacto es importante para los niños y sus padres en el desarrollo del
apego entre el infante y sus padres (Brown, 1984). Los efectos de un ligero toque
pueden ser sustanciales. Por ejemplo, un grupo de estudiantes calificó al personal
de una biblioteca y las facilidades que les prestaban de manera más positiva si el
empleado tocaba sus manos, aunque fuera brevemente, al regresarles sus
credenciales de la biblioteca (Fisher, Rytting y Heslin, 1976). También, considere
cómo difiere el mensaje de una palmada o un apretón de manos del de un golpe
en la nariz. Finalmente, la importancia del tacto en las interacciones sexuales
resulta obvia.

ASPECTOS SENSORIALES DEL TACTO


Nuestro sentido del tacto surge de la estimulación de diferentes tipos de
receptores, de los cuales los más estudiados son las terminaciones nerviosas
encapsuladas llamadas corpúsculos de Pacini. Los corpúsculos de Pacini son
los órganos terminales sensoriales más grandes en el cuerpo, y son muy sensibles
a las depresiones en la piel. Algunos son más sensibles al inicio del estímulo y
otros al final, están localizados estratégicamente y existen entre unos 1000 a 1500
en la palma de la mano.
La información del tacto es transmitida por cuatro canales diferentes: los
corpúsculos de Pacini proporcionan información o llevan a un canal, los tres
canales restantes reciben información de un tipo de fibra de adaptación rápida
(AR) o de dos tipos de fibra de adaptación lenta (AL). Los corpúsculos de Pacini y
las fibras de adaptación rápida responden a cambios en la estimulación, pero
cesan de responder cuando hay presión continúa sobre la piel y la fibra de
adaptación lenta siguen respondiendo ante la presión continua de la piel.

La actividad somatosensorial se produce por la estimulación de los


receptores de la piel en una de dos formas. En el tacto pasivo, un objeto es
colocado sobre la piel; por el contrario, en el tacto activo el sujeto activa
interacciones con el medio explorando objetos y tocándolos. Es importante
examinar ambos tipos de estimulación debido a que ciertos aspectos de la
investigación sugieren que producen percepciones diferentes.

Tacto pasivo
Es la percepción que se realiza cuando un objeto es colocado sobre la piel,
y es capaz de variar dependiendo de la zona de donde se realice la estimulación.
La misma que puede ser analizada a través de umbrales absolutos (punto límite
en el cual se reporta la mitad de las veces) y umbrales de discriminación de dos
puntos (capacidad para notar que dos puntos están siendo tocados en lugar de
uno sólo).

En el experimento de Weinstein (1968), se encontró diferencia entre la


sensibilidad entre las mujeres y varones, concluyendo que:
a. Las mujeres son más sensibles al tacto que los hombres, en diversas
partes del cuerpo, es decir presentan umbrales más bajos;
b. Las partes del cuerpo varían en sensibilidad, por ejemplo: se es más
sensible en la cara que en el pie;
c. Las mujeres y varones defieren en sus patrones específicos de
sensibilidad.

Adaptación al tacto

En la adaptación al tacto, la intensidad percibida de un estímulo táctil


repetido disminuye con el tiempo. Esta mañana, cuando usted se vistió,
probablemente notó la presión de su cinturón, sus calcetines y su reloj. Sin
embargo, rápidamente estas sensaciones desaparecieron. Tal vez ni siquiera
estaba consciente de algunas de sus prendas de vestir hasta que leyó este
párrafo.

Parece que nos damos cuenta de un estímulo mientras su peso oprime


nuestra piel. Sin embargo, cuando el movimiento de la piel cesa, ya no lo notamos
más. Una vez que el estímulo es eliminado, nuestra piel se mueve hacia arriba y
nosotros nos damos cuenta de las sensaciones de presión una vez más. Como
usted puede inferir a partir del análisis de los corpúsculos de Pacini, el movimiento
de la piel es un factor importante en la percepción del tacto.
Los estudios más elaborados fueron realizados por Nafe y Wagoner (1941),
quienes se dedicaron a la piel gruesa del muslo, en el área cercana a la rodilla. Sin
embargo, como señala Carlson (1991), la adaptación al tacto no puede explicarse
como "fatiga" en los procesos del receptor. Por el contrario, la adaptación puede
probablemente ser atribuida a la construcción mecánica de los receptores. Por
ejemplo, los corpúsculos de Pacini responden mejor cuando el receptor está
inclinado por la presión o cuando es liberado. Sin embargo, bajo presión
constante, la terminal nerviosa simplemente flota dentro de todas las capas
protectoras y no continúa produciendo señales después de la estimulación inicial.

Tacto activo

Hasta aquí hemos analizado situaciones en las cuales un individuo se


sienta pacientemente, esperando a ser picado, aguijoneado y estirado. Pero la
mayor parte de las experiencias táctiles en el mundo son mucho más activas.
Recordemos que en el tacto activo como su nombre lo indica el sujeto activa
interacciones con el medio explorando objetos y tocándolos. ¿Qué pasaría si a
una persona se le presentaran cien objetos comunes (por ejemplo, peine, disco,
clip, martillo, tenedor) y se le pidiera que los identificara basándose solamente en
el tacto activo?. Como se imaginará, la gente puede identificar los objetos con una
precisión casi perfecta después de una breve exploración táctil (Klatszky,
Lederman y Metzger, 1985). Los aspectos activos del tacto han sido enfatizados
especialmente por Gibson (1966).

Estamos acostumbrados a creer que la visión es un sentido tan importante


que ignoramos las capacidades del tacto activo. Por ejemplo, considere la
capacidad del tacto activo al determinar como se “siente” un objeto. Si usted fuera
a comprar un colchón nuevo para su cama, ¿confiaría en su sentido de la visión o
en su sentido del tacto?.
La percepción de los objetos por el tacto recibe el nombre de percepción
táctil. La percepción táctil incluye, ocasionalmente, colocar una mano sobre un
objeto sin realizar ningún movimiento. Más frecuentemente, buscamos
información adicional y, por tanto, movemos las manos explorando activamente
las características del objeto.

Es posible que no le sorprenda saber que el tacto activo es en general más


preciso y útil que el pasivo. Por ejemplo, cuando un pequeño punto presiona la
piel, basta, para detectarlo, que mida 10 micrómetros (un micrómetro es la
milésima parte de un milímetro). Esta capacidad perceptual es bastante
impresionante, hasta que se compara con el umbral para el tacto activo, el cual
puede ser incluso menor (Johansson y La Motte, 1983). Cuando se le permite al
sujeto mover un dedo sobre una superficie, es mucho más sensible a pequeñas
irregularidades.

James Gibson, que tuvo una influencia importante sobre la teoría de la


visión, también señaló la importancia del tacto activo. De acuerdo a su enfoque
general de la percepción, propuso que el estudio del tacto activo proporcionaría
más información acerca de las actividades diarias de la gente, mientras que la
información acerca del tacto pasivo sería bastante menos útil. Gibson (1962)
comparó la percepción activa y pasiva utilizando seis cortadores de galletas
metálicos que tenían la forma de una lágrima, una estrella, un triángulo, etc.
Cuando el molde era presionado contra de la palma de la mano (percepción
pasiva), la precisión era de sólo 29%, cuando se pedía al sujeto que palpara cada
cortador (percepción activa), la precisión se elevó hasta 95%.

Heller (1984) extendió los hallazgos de Gibson utilizando nueve moldes para
probar tres clases de tacto:

1) Exploración activa con el dedo índice.


2) Tacto pasivo, en el cual el borde de un cortador era rotado sobre la punta de
un dedo.
3) Estimulación estática, en la cual el cortador de galletas era presionado sobre la
punta de un dedo pasivo.
Se utilizaron dos períodos de exposición, de 5 y 30 segundos, para cada
condición. Los resultados de Heller demostraron que el tacto activo producía una
precisión de identificación muy elevada. De hecho, la gente con sólo una
exposición de cinco segundos de contacto activo, era más precisa que los
participantes de cualesquiera de los dos grupos pasivos con exposición completa
de 30 segundos. Heller propone varias explicaciones para estos resultados. La piel
simplemente puede tener una “precisión” pobre cuando está inmóvil y pasiva.
Además, la gente puede experimentar más sensaciones posteriores con el tacto
pasivo que con el tacto activo; esto es, la piel puede temblar ligeramente después
de que haya sido tocada en forma pasiva, una sensación que puede desviar la
atención hacia estímulos nuevos. En cualquier caso, podemos concluir que el
tacto activo nos proporciona información útil acerca de los objetos, aún cuando la
exposición sea breve.

Sin embargo, para discriminaciones más simples el tacto activo parece tener
poca ventaja sobre el pasivo. Tanto los ciegos como quienes ven, fueron
igualmente buenos para determinar cuál de dos superficies era más suave,
independientemente de si sintieron el estímulo abrasivo, contacto activo o pasivo
(Heller, 1989c). De manera interesante, los no ciegos tenían un mejor desempeño
discriminando la lisura de lijas finas al basarse en el tacto más que en la visión.
Como veremos en la próxima sección, el hallazgo bastante más común es que la
información visual tiene preferencia sobre la del tacto.

Aplicaciones del tacto activo


Una aplicación importante del tacto activo es el desarrollo de material para
ciegos. El sistema mejor conocido fue desarrollado por Louis Braille, un francés
ciego que vivió en el siglo XIX. Estaba desilusionado por la difícil tarea de tratar de
leer el número limitado de libros que eran preparados especialmente con
versiones realzadas de letras comunes. Después de todo, nuestro sistema visual
puede distinguir rápidamente una P de una R, pero la tarea representa un reto
mucho mayor para nuestro sistema táctil.

El sistema Braille es difícil para los novatos; si usted puede conseguir un


libro en Braille y una copia del código, vale la pena tratar de descifrar una parte. La
mayoría de los ciegos no aprenden Braille nunca. Los ha que pueden leer unas
100 palabras por minuto, velocidad impresionante pero considerablemente lenta
en comparación con las más o menos 250 palabras por minuto de los no ciegos
leyendo un impreso común (Foulke, 1982).

Ya hemos visto que nuestro sistema táctil es menos capaz de percibir


estructuras y patrones, como la escritura Braille, de lo que es nuestro sistema
visual. La combinación de información visual y táctil, habitualmente dará mejores
resultados en tales tareas (Heller, 1985). Sin embargo, a falta de información
visual, el tacto puede utilizarse para la tarea de reconocimiento de un patrón,
como en la lectura de Braille, sin embargo, esta tarea de la lectura sólo mediante
el tacto se hace mucho más difícil si la orientación de las letras Braille no es
estándar (Heller, 1987a).

Se han desarrollado otras ayudas táctiles para los ciegos; por ejemplo,
varios sistemas para permitirles que exploren pinturas de líneas realzadas, como
las descritas en la investigación de Heller (Heller, 1989a; Kennedy, 1982).
También han sido diseñados mapas de las calles de una ciudad, los túneles para
peatones y los Centros Comerciales (James, 1982).
El tacto puede ser útil para los sordos igual que para los ciegos. Por
ejemplo, con el método de Tadoma un sordo o sordo y ciego, coloca su mano en
los labios y en la mandíbula de la persona que habla para captar las sensaciones
táctiles de su voz, como el flujo del aire, el movimiento de labios y mandíbulas, y la
vibración (Loomis y Lederman, 1986). También se ha desarrollado varios sistemas
para presentar exposiciones táctiles de los patrones de la voz (Ccarrey, 19888;
Kirman, 1982).

Una aplicación final, pero muy importante, del tacto activo se presenta en la
medicina. El médico debe palpar la piel de su paciente para determinar la
localización, tamaño y forma del feto dentro del útero de una mujer embarazada o
un apéndice inflamado (Loomis y Lederman, 1986). Considere también la utilidad
del tacto activo para detectar el cáncer de mama. En Estados Unidos, en 1985,
aproximadamente 1169 mil mujeres presentaron cáncer de mama y 38,400
murieron de esta enfermedad (Diem y Rose, 1985) ya que la detección temprana
del cáncer hace más probable la sobreviva, el autoexamen de la glándula mamaria
es una herramienta indispensable para combatir la muerte por ese cáncer, debido
a que el autoexamen es un procedimiento sin riesgo, se recomienda que toda
mujer de más de 20 años lo realice de manera rutinaria. Las estadísticas sugieren
que la mujer que examina sus glándulas mamarias una vez al mes buscando
posibles protuberancias o masas, reducirá el riesgo de morir de cáncer en un 15%
(Foster, Constanza y Worden, 1985).

Probablemente el tacto no sea importante para nuestras vidas como la


visión o la audición. Por el otro lado, es útil en muchas fases de nuestra vida
diaria, y también tiene aplicaciones importantes al ayudar a ciegos o sordos y en el
diagnóstico médico.
TACTO Y VISION

La revisión de numerosos estudios indica que cuando hay discrepancia


entre el tacto y la visión, la gente por lo común confía más en la visión. Como dice
Rock (1983), la visión gana y la percepción táctil es recalibrada de modo que
iguale lo que vemos. Por ejemplo, Power (1981) decidió investigar si el triunfo
visual podía ocurrir con objetos familiares. Power pidió a los sujetos que
examinaran una moneda de 20 centavos australianos. Cada participante llevaba
puestos lentes especiales que distorsionaban la forma de la moneda. En lugar de
perfectamente redonda, la moneda se veía ovalada. La mitad de los participantes
vio el eje vertical 80% más largo que el horizontal, y la otra mitad el eje horizontal
80% más largo. Mientras observaban la moneda, la palpaban activamente.
Después se les pidió que dibujaran el objeto. Los dibujos mostraron un porcentaje
de distorsión del 75%, la gente dibujó lo que vio, no lo que sintió. La experiencia
visual era tan dominante que la gente –aun los psicólogos que suelen ser tan
suspicaces- estaba convencida realmente de que la moneda era una imitación
oval producida en el laboratorio. Así, en el estudio de Power, la visión fue tan
dominante que venció al tacto aun cuando los objetos eran familiares.

También podría gustarte