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SISTEMA SENSORIAL

(Generalidades)

SISTEMA SENSORIAL

El ojo humano es el primer elemento del sistema sensorial: en este caso, la visión, para
el sistema visual.

El sistema sensorial es parte del sistema nervioso, responsable de procesar la


información sensorial. El sistema sensorial está formado por receptores sensoriales y
partes del cerebro involucradas en la recepción sensorial. Los principales sistemas
sensoriales son: la vista, el oído, el tacto, el gusto, el olfato.

El campo receptivo es la parte específica del mundo a la que un órgano y unas


determinadas células del receptor responden. Por ejemplo, el campo receptivo de un ojo
es la parte del mundo que éste puede ver.

Estímulo
Cada estímulo tiene cuatro aspectos: tipo (modalidad), intensidad, localización, y
duración. Ciertos receptores son sensibles a ciertos tipos de estímulos (por ejemplo,
diversos mecanorreceptores responden lo mejor posible a diversas clases de estímulos
al tacto). Los receptores envían impulsos siguiendo ciertos patrones para enviar la
información sobre la intensidad de un estímulo (por ejemplo, un sonido ruidoso).

ANATOMÍA FUNCIONAL 1
La localización del receptor será lo que dará la información al cerebro sobre la
localización del estímulo (por ejemplo, estimular un mecanorreceptor en un dedo enviará
la información al cerebro sobre ese dedo). La duración del estímulo (cuánto tiempo dura)
es transportada hasta los receptores.

Sistema sensorial
Célula receptora
Una célula receptora sensitiva está especializada para transformar la energía del estímulo
en una señal nerviosa.

Podría ser una neurona u otra célula que excita a una neurona sensitiva por medio de
una comunicación sináptica. Estas células están especializadas para detectar una única
clase de estímulo.

Un estímulo es una forma de energía proveniente del exterior capaz de despertar una
respuesta sensitiva. Éste tipo de energía puede ser de diversos tipos, ya sea química
(quimiorreceptores), mecánica (mecanorreceptor) o electromagnética (fotorreceptores).
Las células receptoras sensitivas forman, en organismos multicelulares, distintos tejidos
que se organizan en órganos sensitivos.

Las células receptoras pueden dividirse en dos grandes grupos: los interorreceptores y
los exterorreceptores. Los primeros responden a estímulos en el interior del organismo y
los segundos responden a estímulos externos y ajenos. Existen además los llamados
propioceptores, que detectan la postura y la posición de nuestro cuerpo.

Órganos sensitivos
Son estructuras especializadas para la recepción de un tipo de energía específica.
Contienen receptores similares y tejido no nervioso. Se dice que los órganos de los
sentidos poseen “modalidad sensitiva” y “cualidad sensitiva”. La modalidad hace
referencia a los distintos estímulos que somos capaces de detectar (luz, sonido, olor,
gusto, etc.) y la cualidad a, dentro de una estimulación, diferenciar patrones (LUZ:
distintos colores; Olor: distintos olores, etc.).

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Información sensitiva
La información sensitiva, viaja en forma de potenciales de acción de igual amplitud pero
de frecuencia variable y solo son discriminada en el cerebro. El cerebro no determina el
tipo de estímulo porque todos llegan como potenciales de acción, sino a través de donde
llegó el potencial. Cualquier actividad que llegue de los fotorreceptores se decodificará
en el centro de la visión como luz; si, por algún motivo, llegase al centro del oído, se
interpretaría como sonido.

Para evitar “malas interpretaciones”, los órganos sensitivos están equipados con
sistemas que aíslan a sus receptores del contacto con otro tipo de energía estimulante.

Así, cuando recibimos un golpe en un ojo, vemos estrellas.


Conversión de energía en una señal eléctrica Consta de cinco pasos:

- Absorción: Debe absorberse la energía estimulante.


- Transducción: La energía debe convertirse en un evento eléctrico.
- Amplificación: Un estímulo muy débil puede desencadenar un potencial de acción
intenso.

- Integración y diseminación: El potencial debe propagarse hacia el sitio donde se


inicia el impulso. Los potenciales del receptor iniciados en distintos sitios de la
célula receptora pueden sumarse y generar un impulso mayor.

- Codificación y transmisión: Los receptores convierten el estímulo en una serie de


potenciales de acción que aportan información sobre la intensidad y propiedades
temporales del estímulo.

Potencial de los receptores


Se produce ante la despolarización graduada de un receptor en respuesta a un estímulo.
Se propaga en forma pasiva desde las dendritas, pasando por el soma, hasta el segmento
inicial del axón. En este último sitio desencadena, por generar una despolarización capaz
de alcanzar el umbral, la apertura de canales de sodio dependientes de voltaje que
generarán un potencial de acción.

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SISTEMA DEL TACTO
TACTO

El sentido del tacto es aquel que permite a los organismos percibir cualidades de los
objetos y medios como la presión, temperatura, aspereza o suavidad, dureza, etc. En el
ser humano se considera uno de los cinco sentidos actuales. El sentido del tacto se
encuentra principalmente en la piel. Órgano en el que se encuentran diferentes clases de
receptores nerviosos que se encargan de transformar los diferentes tipos de estímulos
del exterior en información susceptible para ser interpretada por el cerebro. La piel se
divide en tres capas: epidermis, que es la capa superficial, la dermis y la hipodermis que
es la capa más profunda. La epidermis está constituida por tejido epitelial y en su estrato
basal o germinativo encontramos la denominada melanina, que es el pigmento que da
color a la piel, y la dermis por tejido conjuntivo. En esta capa encontramos los anejos
cutáneos que son las glándulas sebáceas, las glándulas sudoríparas, el pelo y las uñas
y la hipodermis formada por tejido conjuntivo adiposo. Debemos tener en cuenta que
aunque principalmente el sentido del tacto se encuentra en la piel, también lo
encontramos en las terminaciones nerviosas internas del organismo, pudiendo percibir
los altos cambios de temperatura o el dolor. Por lo que es el más importante de los cinco
sentidos permitiéndonos percibir los riesgos para nuestra salud tanto internos como
externos. La parte que gobierna el tacto en el cerebro es el lóbulo parietal.

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Contacto
Cuando nos describimos como seres sensibles, lo que queremos decir es que somos
conscientes. El significado más literal y amplio es que tenemos percepción sensorial.

Los pliegues tactilares sirven para detectar el calor frío dolor o cualquier otro sentimiento.

Para entender, tenemos que usar la cabeza, es decir, la mente. En general, se piensa en
la mente como algo localizado en la cabeza, pero los hallazgos en psicología sugieren
que la mente no reside necesariamente en el cerebro sino que viaja por todo el cuerpo
en caravanas de hormonas y enzimas, ocupada en dar sentido a esas complejas
maravillas que catalogamos como tacto, gusto, olfato, oído y visión.

El tacto pertenece al sistema sensorial cuya influencia es difícil de aislar o eliminar. Un


ser humano puede vivir a pesar de ser ciego, sordo y carecer de los sentidos del gusto y
el olfato, pero le es imposible sobrevivir sin las funciones que desempeña la piel. El tacto
afecta a todo el organismo, así como a la cultura en medio de la cual éste vive y a los
individuos con los que se pone en contacto.

En muchos aspectos, el tacto es difícil de investigar. Todos los demás sentidos tienen
un órgano clave que puede ser estudiado; para el tacto, ese órgano es la piel, y se
extiende por todo el cuerpo.

LA PIEL
La piel se encuentra en estado de renovación debido a la actividad celular de sus capas
profundas, varía de textura, flexibilidad, color, olor, temperatura, sabor y otros aspectos.

Lleva consigo su propia memoria de experiencia, define nuestra individualidad.

La punta de los dedos y la lengua son más sensibles que otros puntos del cuerpo. Las
partes más pilosas son generalmente las más sensibles a la presión, también es más

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delgada la piel donde hay cabello o vello. El sentido del tacto no está en la capa externa
de la piel, sino en la segunda, en la dermis.

Receptores de la piel
Receptores
Mecanorreceptores Exteroceptores Corpúsculos de Meissner
de la piel Corpúsculos de Pacini
Receptores de Merkel
Corpúsculos de Krause
Corpúsculos de Ruffini
Receptores de los folículos pilosos

Quimiorreceptores Exteroceptores Nocioceptores (receptores del


dolor)
Interoceptores
Termoreceptores Exteroceptores Receptores del calor y el frio

Los receptores sensoriales de la piel detectan los cambios que se producen en el entorno;
a través del tacto, la presión y la temperatura. Cada tipo de receptor está inervado por un
tipo específico de fibra nerviosa. Los distintos mecanorreceptores se distinguen por el
tamaño de su campo receptivo, la persistencia de su respuesta y el margen de
frecuencias al que responden, Se necesita todo un ejército de receptores para crear esa
delicadeza sinfónica que llamamos caricia. Entre la epidermis y la dermis se encuentran
los diminutos corpúsculos de Meissner, parecen especializarse en las partes no pilosas
del cuerpo (las plantas de los pies, las puntas de los dedos, el clítoris, el pene, los
pezones, las palmas y la lengua). Las zonas erógenas y otros puntos hipersensibles
responden muy rápidamente o ligeramente en todo.

Sensibilidad táctil
La sensibilidad táctil, se divide en dos tipos, los cuales, para llegar al encéfalo, siguen
vías sensitivas diferentes:

- Sensibilidad protopática: es la sensibilidad más primitiva y difusa, poco o nada


diferenciada, que responde a todos los excitantes cutáneos dolorosos, al calor y

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al frío extremos y al tacto grosero; el sujeto no puede localizar con exactitud el
lugar en el que obra el estímulo, ni discriminarlo. Esta sensibilidad es la primera
que reaparece cuando un nervio sufre una lesión. La segunda neurona se cruza a
la altura de la médula. Sensibilidad propia del Sistema Antero Lateral (SAL) o
Espinotalámico anterior.

- Sensibilidad epicrítica: es la que asegura una discriminación más fina, localizada


y exacta, permite apreciar el estímulo de poca intensidad, normalmente ejerce
influencia inhibitoria sobre el sistema protopático, siendo está más reciente.
(Responsable de la capacidad de reconocer formas y tamaños). A diferencia de la
otra, su segunda neurona se cruza a la altura del bulbo raquídeo a nivel de C1 en
la "decusación sensitiva" formando las fibras arcuatas o arqueadas. Propia del
sistema de los cordones dorsales.

- La sensibilidad termoalgésica (temperatura y dolor) se transmite al encéfalo por


una vía diferente.

El tacto nos enseña que vivimos en un mundo tridimensional, nos enseña que la
vida tiene profundidad y contorno;

Un acercamiento a la piel humana caucásica.

• Presión
Los Corpúsculos de Pacini responden muy deprisa a cambios en la presión y
tienden a reunirse cerca de las articulaciones, en algunos tejidos profundos, así
como en las glándulas genitales y mamarias. Son sensores gruesos, en forma de

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cebolla, y le dicen al cerebro qué es lo que los presiona y también qué movimientos
hacen las articulaciones o de qué modo están cambiando de posición los órganos
cuando nos movemos. No se necesita mucha presión para hacerlos responder y
enviar mensajes al cerebro; son sensibles a las sensaciones de vibración o
variación, especialmente las de alta frecuencia.7 En ciertas condiciones de
estimulación, solo es necesario que se dé un desplazamiento de 0.001 mm sobre
la superficie de la piel para sobrepasar el umbral de presión y percibirlo como
presión, aunque los umbrales de presión no son iguales para todas las regiones
de la piel. Así, la región más sensible a la presión es el rostro, le siguen en su
orden, el tronco, los dedos y los brazos; las regiones inferiores son las menos
sensibles. En general, las mujeres tienen umbrales más bajos de sensibilidad a la
presión, en otras palabras son más sensibles a la presión que los hombres.

• Temperatura
Los Corpúsculos de Ruffini se hallan a cierta profundidad bajo la superficie de la
piel y registran la presión constante; son sensores de temperatura. No puede
sorprender que la lengua sea más sensible al calor que muchas otras áreas del
cuerpo. A diferencia de otras informaciones táctiles, las de temperatura le dan
cuenta al cerebro de cambios tanto altos como bajos, con frecuentes
actualizaciones. El cuerpo responde inmediatamente a los cambios de
temperatura, y sentimos el frío con un espectro corporal más amplio que el que
tenemos para sentir el calor. Muchas más mujeres que hombres dicen tener las
manos y los pies fríos, lo que no debería sorprender a nadie. Cuando el cuerpo se
enfría, protege antes que nada los órganos vitales (por eso es tan fácil que se
congelen las extremidades); en los humanos, protege los órganos reproductores.
Cuando los labios se nos ponen azules o el frío nos insensibiliza los dedos de los
pies, es porque los vasos sanguíneos se comprimen y el cuerpo sacrifica las
extremidades para mandar más sangre a la esencial sección interna.

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• El dolor
Existen receptores especializados en la sensación de dolor. Esta sensación es
muy útil para la supervivencia del individuo pues actúa como un mecanismo de
alarma que detecta situaciones anormales posiblemente nocivas. La finalidad del
dolor es prevenir al cuerpo de un posible daño. El dolor, algunos dicen que es una
respuesta de receptores específicos a peligros específicos, mientras otros piensan
que se trata de algo mucho más ambiguo, una estimulación sensorial extrema de
cualquier tipo, porque en el delicado ecosistema de nuestro cuerpo, un exceso de
cualquier cosa podría perturbar el equilibrio. Cuando sentimos dolor, suele doler
el sitio localizado, pero responde el cuerpo entero.

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SISTEMA OLFATORIO
OLFATO

Zona cortical: gusto y olfato.


El olfato (del latín: olfactus) es el sentido encargado de detectar y procesar los olores. Es
un quimiorreceptor en el que actúan como estimulante las partículas aromáticas u
odoríferas desprendidas de los cuerpos volátiles, que ingresan por el epitelio olfatorio
ubicado en la nariz, y son procesadas por el sistema olfativo.

La nariz humana distingue entre más de 10 000 aromas diferentes.


Las sustancias odorantes son compuestos químicos volátiles transportados por el aire.
Los objetos olorosos liberan a la atmósfera moléculas que percibimos al inspirar. Estas
moléculas alcanzan la mucosa olfativa, que consta de tres tipos característicos de células:
las células olfativas sensoriales, las células de sostén y las células basales, que se
dividen aproximadamente una vez al mes y reemplazan a las células olfativas
moribundas. Los 20 o 30 millones de células olfativas humanas contienen, en su extremo
anterior, una pequeña cabeza con cerca de 20 pequeños filamentos sensoriales (cilios).

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El moco nasal acuoso transporta las moléculas aromáticas a los cilios con ayuda de
proteínas fijadoras; los cilios transforman las señales químicas de los distintos aromas en
respuestas eléctricas.

Las prolongaciones nerviosas de las células olfativas alcanzan el bulbo olfatorio a través
de micro-orificios del cráneo; el bulbo es una porción anterior del cerebro, que se ocupa
de la percepción de los olores. Estas prolongaciones nerviosas terminan en los
glomérulos, pequeñas terminaciones de células olfativas de forma esférica donde se
procesan las señales aromáticas que luego son conducidas por células receptoras
especiales. La información llega primero al sistema límbico y al hipotálamo, regiones
cerebrales ontogenéticamente muy antiguas; responsables de las emociones,
sentimientos, instintos e impulsos, tales regiones almacenan también los contenidos de
la memoria y regulan la liberación de hormonas. Por este motivo, los olores pueden
modificar directamente nuestro comportamiento y las funciones corporales. Sólo más
tarde parte de la información olorosa alcanza la corteza cerebral y se torna consciente.

Anatomía
En los seres humanos el esqueleto de la nariz es principalmente cartilaginoso. El dorso
de la nariz se extiende desde la raíz hasta el vértice de la nariz. La superficie inferior de
la nariz está atravesada por dos aberturas, las narinas (orificios nasales). La piel sobre la
parte cartilaginosa de la nariz es más gruesa y contiene numerosas glándulas sebáceas.

El esqueleto de soporte de la nariz se compone de hueso y cartílago hialino. La porción


ósea de la nariz consiste en los huesos nasales, las apófisis frontales de los maxilares,
la porción nasal del hueso frontal y su espina nasal, y las porciones óseas del tabique
nasal. La porción cartilaginosa de la nariz está compuesta por cinco cartílagos principales:
dos laterales, dos alares y un cartílago del tabique nasal.

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Los cartílagos alares, en forma de U, son libres y móviles; dilatan o contraen las narinas
cuando se contraen los músculos que actúan sobre la nariz.

El tabique nasal divide la nariz en dos cavidades nasales. Posee una parte ósea y otra
cartilaginosa, blanda y móvil.

- Lámina perpendicular del hueso etmoides: Constituye la parte superior del tabique
nasal, desciende desde la lámina cribosa y se continúa, superiormente a esta
lámina, con la crista galli.

- Vómer: Hueso delgado y plano, forma la porción posteroinferios del tabique nasal,
con una cierta contribución de las crestas nasales de los huesos maxilar y palatino.

El término cavidad nasal se refiere a su totalidad o a sus mitades derecha o izquierda.


- Área olfatoria: Contiene el órgano periférico del olfato; la acción de olfatear
transporta el aire a esa zona.

- Área respiratoria: Se calienta y humedece antes de pasar a través del resto de la


vía respiratoria superior hacia los pulmones.

Inervación: Los nervios olfatorios, encargados de la olfacción, se originan en las células


del epitelio olfatorio.

Senos paranasales: Están llenos de aire, son extensiones de la porción respiratoria de


la cavidad nasal en los huesos frontal, etmoides, esfenoides y maxilar.

Los senos frontales derecho e izquierdo se hallan entre las tablas externa e interna del
hueso. Raras veces tienen el mismo tamaño. El tamaño de los senos frontales varía
desde unos 5 milímetros hasta grandes espacios. A menudo un seno frontal está dividido
en dos partes: una parte vertical y una horizontal, y ambas partes pueden ser grandes o
pequeñas.

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Los senos esfenoidales están localizados en el cuerpo del esfenoides y pueden
extenderse sus alas. Se hallan divididos desigualmente y separados por un tabique óseo.

GLÁNDULAS PITUITARIAS
Los receptores químicos del olfato son:
• La glándula pituitaria roja: Se ubica en la parte inferior de la fosa nasal y está
recubierto por numerosos vasos sanguíneos que calientan el aire.

• La glándula pituitaria amarilla: Se ubica en la parte superior de las fosas nasales


y presenta tres capas:

o Células basales

o Células de sostén

o Células olfativas

Las células olfatorias son células nerviosas receptoras de estímulos químicos provocados
por los vapores. En la pituitaria amarilla se encuentran las glándulas serosas de Bowman,
que libera un líquido que mantiene húmedo y limpio el epitelio olfatorio.

Para estimular estas es necesario que las sustancias sean volátiles, es decir, han de
desprender vapores que puedan penetrar en las fosas nasales, y que sean solubles en
agua para que se disuelvan con la mucosidad y lleguen a las células olfatorias. Éstas
transmiten un impulso nervioso al bulbo olfatorio y de este a los centros olfatorios de la
corteza cerebral, que es donde se aprecia e interpreta la sensación de olor. Se cree que
existen siete tipos de células olfatorias, cada una de las cuales sólo es capaz de detectar
un tipo de moléculas, éstas son:

- Alcanforado: olor a naftalina.


- Almizclado: olor a almizcle.
- Etéreo: olor a fluidos de limpieza en seco.
- Floral.
- Mentolado.

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- Picante.
- Pútrido.
En 1991 se descubrieron los primeros genes de las proteínas receptoras del olor. Estas
moléculas receptoras residen en la membrana de células sensoriales, que retienen un
aroma y envían el mensaje correspondiente al cerebro a través de una cadena de
reacciones químicas. En 1996 fue caracterizado el primer receptor olfativo humano.

SISTEMA AUDITIVO
Estructura del oído

Oído, órgano responsable de la audición y el equilibrio. Se divide en tres zonas: externa,


media e interna.

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Las partes más externas del oído son el pabellón auditivo, que es la zona visible del oído,
y el conducto auditivo, que está encerrado y atrapa la suciedad. Este canal transmite los
cambios de presión de aire y las ondas sonoras al tímpano, o membrana timpánica. En
el tímpano comienza el oído medio, que también incluye la trompa de Eustaquio y los tres
pequeños huesos vibrantes del oído: martillo, yunque y estribo. La cóclea y los canales
semicirculares constituyen el oído interno. La información pasa desde el oído interno al
cerebro vía nervio auditivo.

El oído externo es la parte del aparato auditivo que se encuentra en posición lateral al
tímpano o membrana timpánica. Comprende la oreja o pabellón auricular o auditivo
(lóbulo externo del oído) y el conducto auditivo externo, que mide aproximadamente tres
centímetros de longitud y presenta dos zonas: una externa que es fibrocartilaginosa y otra
interna que es ósea

Oído interno
El oído interno es un laberinto de conductos enredados que contienen fluido y que están
relacionados con el sentido del oído y con el equilibrio. Hay tres canales dentro de una
estructura con forma de caracol llamada cóclea. Las vibraciones sonoras, amplificadas
por los huesos del oído medio, viajan por estos canales y mueven pequeños pelos que
estimulan fibras conectadas a su vez con el nervio auditivo. Los sonidos procedentes del
exterior, se codifican de esta forma para viajar al cerebro. La parte posterior del oído
interno alberga los canales semicirculares. Estos canales, conectados entre sí por una
estructura llamada vestíbulo, son sensibles a la gravedad, a la aceleración y a la postura
y movimientos de la cabeza.

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El oído medio

Se encuentra situado en la cavidad timpánica llamada caja del tímpano, cuya cara externa
está formada por la membrana timpánica, o tímpano, que lo separa del oído externo.
Incluye el mecanismo responsable de la conducción de las ondas sonoras hacia el oído
interno.
Es un conducto estrecho, o fisura, que se extiende unos quince milímetros en un
recorrido vertical y otros quince en recorrido horizontal. El oído medio está en
comunicación directa con la nariz y la garganta a través de la trompa de Eustaquio, que
permite la entrada y la salida de aire del oído medio para equilibrar las diferencias de
presión entre éste y el exterior. Hay una cadena formada por tres huesos pequeños y
móviles (huesecillos) que atraviesa el oído medio. Estos tres huesos reciben los nombres
de martillo, yunque y estribo. Los tres conectan acústicamente el tímpano con el oído
interno, que contiene un líquido o laberinto, se encuentra en el interior del hueso temporal
que contiene los órganos auditivos y del equilibrio, que están inervados por los filamentos
del nervio auditivo (ver Sistema nervioso). Está separado del oído medio por la fenestra
ovalis, o ventana oval. El oído interno está constituido por una serie de cavidades óseas,
comunicadas entre sí, constituyendo el laberinto óseo; a su vez, dentro de estas
cavidades óseas existen otras cavidades membranosas que constituyen el laberinto
membranoso, que está lleno de un líquido denominado endolinfa. Entre el laberinto óseo
y el membranoso existe otro líquido denominado perilinfa. Morfológicamente podemos

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diferenciar en el oído interno tres partes: cóclea o caracol, vestíbulo y tres canales
semicirculares.

SISTEMA DEL GUSTO Y OLFATO

Los receptores para el gusto son las papilas gustativas que se encuentran principalmente
en la lengua, pero también están localizadas en el paladar y cerca de la faringe. Las
papilas gustativas pueden detectar cuatro gustos básicos: salado, dulce, amargo, y agrio.
La lengua también puede detectar un sabor llamado "umami" por receptores sensibles a
los aminoácidos.

Generalmente, las papilas gustativas en la punta de la lengua son sensibles a los gustos
dulces, mientras que las papilas en la parte posterior de la lengua son sensibles a los

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gustos amargos. Las papilas gustativas en la parte superior y a los lados de la lengua son
sensibles a los gustos salados y ácidos. En la base de cada papila hay un nervio que
envía las sensaciones al cerebro. El sentido del gusto funciona en coordinación con el
sentido del olfato. El número de papilas varía de una persona a otra, pero mayores
números de papilas aumentan la sensibilidad a los sabores. Las mujeres, generalmente
tienen un mayor número de papilas gustativas que los hombres. Como en el caso de
daltonismo, algunas personas son insensibles a ciertos sabores.
Los órganos del Gusto, que tienen por misión el percibir y enviar al cerebro el sabor de
las cosas que introducimos en la boca, se encuentran en los Bulbos o botones gustativos,
localizados en la Lengua. Es ésta un órgano musculoso fijo por la base al suelo de la
boca y con la punta libre, de forma que puede realizar toda clase de movimientos. La
superficie de la lengua está cubierta por una mucosa que tiene una serie de salientes
denominados Papilas Linguales que son de diferentes formas, las bases de estás papilas
tienen numerosas terminaciones nerviosas. Cuando una sustancia penetra en la boca es
disuelta por la saliva produciendo una corriente nerviosa que nos produce la sensación
del gusto, la cual es transmitida al cerebro a través de los nervios correspondientes. La
lengua tiene otras utilidades como es ayudar en la masticación e ingestión de los
alimentos, y sobre todo en la articulación de las palabras cuando hablamos (las
consonantes principalmente).

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La percepción del gusto se debe a la presencia de las papilas gustativas, que son unos
receptores especializados.
Estos receptores detectan principalmente cuatro sabores básicos: salado, ácido, dulce y
amargo.

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