Está en la página 1de 2

El Tacto

La percepción táctil nos transmite las primeras impresiones sensoriales que experimentamos los
humanos, incluso antes de que nazcamos. Nos sirve para que nos ubiquemos en el entorno y
para relacionarnos con él de forma segura. Innumerables receptores convierten la piel en el
órgano más extenso (se estima que una mano posee unos 17.000). Para que la información de
los estímulos táctiles llegue desde nuestra superficie cutánea hasta la corteza cerebral debe
cumplir diversas etapas.
Gracias al Tacto, sabemos si algo es: liso, rugoso, duro, blando, caliente, frio., es por medio del
tacto que la personas no videntes han logrado leer, por medio del conocido Alfabeto Braille, que
consta de unos puntos en alto relieve, que es identificado por la yema de los dedos.

También se emplea el término tacto como metáfora en las relaciones interpersonales, para


referirse a una comunicación empática, delicada o considerada: “Decirse las cosas con tacto”,
por ejemplo, significa hacerlo de buena manera, sin lastimarse.
En estos tiempos de COVID, todo hay que hacerlo con tacto.

 Mecanorreceptores: Estos perciben estímulos tales como presión, vibración y textura,


este tipo de receptores cutáneos se clasifica según la función que tenga la terminación
nerviosa, es por eso que podemos encontrar los siguientes tipos:

 Corpúsculos de Meissner. Responden ante el tacto suave.

 Corpúsculos de Krause. Recibe las sensaciones de frío. 

 Corpúsculos de Ruffini. Reaccionan ante los estiramientos y el calor.

 Corpúsculos de Pacini. Responden ante la presión y a las vibraciones. 

 Corpúsculos de Merkel. Reciben los cambios de presión y las diferentes texturas.

 Termorreceptores: Como su nombre indica, estos perciben la temperatura de los


objetos. Hay dos categorías básicas de termorreceptores: los de frío y los de calor.
Están ubicados en la dermis y se distribuyen por todo el cuerpo, pero los receptores
para el frío están más agrupados que los de calor. La densidad más alta de
termorreceptores está en la cara y las orejas, motivo por el que la nariz y las orejas
siempre se enfrían más rápido que el resto del cuerpo.
 Nociceptores: Hay más de tres millones de receptores de dolor en todo el cuerpo.
Estos se encuentran en la piel, los músculos, los huesos, los vasos sanguíneos y algunos
órganos. Dichos receptores pueden detectar el dolor que es causado por estímulos
mecánicos (corte o raspado), estímulos térmicos (quemaduras) o estímulos químicos
(veneno de una picadura de insecto).

 Propioceptores: Detectan la posición de las diferentes partes del cuerpo, además de


su relación con el entorno. Los propioceptores se encuentran en los tendones, los
músculos y las cápsulas articulares. Esta ubicación permite que dichas células detecten
cambios en la longitud del músculo y la tensión muscular. Sin propioceptores, no
podríamos hacer cosas fundamentales como alimentarnos o vestirnos.

También podría gustarte