El hambre es una de las manifestaciones más extremas de la marginalización y la
pobreza, y constituye una de las más flagrantes violaciones de los Derechos Humanos. Abordar la lucha contra el hambre como sector prioritario implica hacer una apuesta por una Estrategia que integre diferentes puntos de vista, desde los Derechos Humanos, el desarrollo social, económico, agrícola y pesquero, hasta la nutrición y el medio ambiente. La integración de estas diferentes perspectivas debe lograr dar respuestas a la población en situación de inseguridad alimentaria e incidir en acciones eficaces que aborden las causas que originan esta situación. El punto de partida fundamental de esta Estrategia es que las raíces del problema del hambre y la malnutrición no están en la falta de alimentos, sino en la falta de acceso de grandes segmentos de la población a los alimentos disponibles, entre otras razones, a causa de la pobreza y la desigualdad. Para ello, la Estrategia enfatiza en la consideración de la alimentación como un derecho humano, e insiste en la necesidad de fomentar la creación de políticas públicas e instituciones con capacidad para lograr una distribución y acceso más equitativos a los recursos y servicios, promover el desarrollo del tejido socioeconómico, y dirigir los esfuerzos a favorecer la inclusión social y la inserción productiva de la población más vulnerable. La puesta en marcha de esta Estrategia requiere también hacer una apuesta firme de fortalecimiento de capacidades institucionales y humanas. Para esto plantearemos una propuesta que conlleve a la planificación de la solución de conflicto: el hambre. 1. Acceso a alimentación adecuada y digna para la población en situación de mayor vulnerabilidad. Esta población está constituida por familias que sobreviven con ingresos obtenidos en condiciones laborales precarias como trabajadores asalariados, o bien, personas excluidas que no cuentan con los medios que les permita garantizar una alimentación digna tanto en el medio rural como en el urbano28. Los gobiernos de los países en desarrollo deben facilitar las condiciones idóneas para que los segmentos de población más marginados cuenten, al menos, con los recursos mínimos para la adquisición de alimentos suficientes, y establecer redes o programas de protección social alimentaria para aquellos/as que no tienen opciones a un acceso digno a los alimentos ACTUACIONES PRIORITARIAS: Prevención y combate al hambre ocultas, redes de protección alimentaria 2. Fomento de sistemas de producción sostenibles: aprovechamiento racional y sostenible de los recursos naturales en los sectores productivos (agropecuario, pesquero). La mayor parte de la población de los países y regiones más pobres depende del sector rural y de la explotación de recursos naturales como motor del desarrollo. Considerando el crecimiento de población, la presión sobre el medio ambiente y la paulatina destrucción de la biodiversidad, la agricultura y la pesca, deben afrontar el desafío de incrementar la disponibilidad y el acceso a los alimentos a partir de los medios de vida existentes, sin destruir los recursos naturales (agua, suelo, aire, diversidad). Numerosos estudios realizados han demostrado que los rendimientos de las familias campesinas, incluso en áreas marginales, pueden multiplicarse por tres y por cuatro utilizando técnicas adaptadas localmente. En este sentido, cualquier estrategia futura que pretenda incrementar la seguridad alimentaria deberá enfocar su atención hacia la mejora de los sistemas de producción de las familias campesinas y de los sistemas de explotación de la pesca artesanal. ACTUACIONES PRIORITARIAS: Promover programas de semillas y material vegetativo adaptadas localmente, desarrollar iniciativas dirigidas al manejo sostenible del agua, promover el manejo integrado de los cultivos y plantaciones, mejorar los sistemas de pesca artesanal.