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Estudios Constitucionales

ISSN: 0718-0195
nogueira@utalca.cl
Centro de Estudios Constitucionales de Chile
Chile

Rivera Santibáez, José Antonio


El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del tribunal constitucional y su impacto en
el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia
Estudios Constitucionales, vol. 4, núm. 1, julio, 2006, pp. 33-65
Centro de Estudios Constitucionales de Chile
Santiago, Chile

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Estudios Constitucionales, Año 4 N° 1, ISSN 0718-0195, Universidad de Talca, 2006
La eficacia vinculante
El precedente de la jurisprudencia
constitucional emanadode
delalaCorte Suprema de
jurisprudencia delJusticia
TribunalenConstitucional
EE.UU. y Argentina
y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia
José Antonio Rivera Santibáñez; páginas 33 a 65

EL PRECEDENTE CONSTITUCIONAL EMANADO DE LA


JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y
SU IMPACTO EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO Y LA
ACTIVIDAD DE LOS ÓRGANOS ESTATALES EN BOLIVIA
The constitutional precedent emanating from decisions by the
Constitutional Court and its impact on the legal system
and activity of state organs in Bolivia

José Antonio Rivera Santibáñez *

RESUMEN

El autor aborda a partir del concepto de jurisprudencia, la existencia de una


jurisprudencia del Tribunal Constitucional de Bolivia, la fuerza vinculante de ella y
su impacto en el sistema jurídico y en los demás órganos estatales.

PALABRAS CLAVE

Tribunal Constitucional. Precedente, Sentencia Constitucional, Vinculación de


poderes públicos, Eficacia Persuasiva.

* El autor es ex Magistrado del Tribunal Constitucional de Bolivia; catedrático titular de Derecho


Constitucional en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba, profesor visitante de las
universidades Andina Simón Bolívar, Domingo Savio y Los Andes, en postgrados de Derecho
Constitucional y Derecho Procesal Constitucional; Profesor Honorario de la Universidad de Huá-
nuco, Perú; Profesor visitante de la Escuela Superior de Derecho de Mato Grosso, Brasil; miembro
de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales; miembro del Instituto Iberoamericano de
Derecho Constitucional; académico de número de la Academia Nacional de Ciencias Jurídicas;
miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional; miembro honorario
del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional; autor de varios libros y ensayos sobre
Derecho Constitucional, Derecho Procesal Constitucional y Derechos Humanos. Correo electróni-
co: riverasa@gmail.com. Recibido el 30 de marzo de 2006. Aprobado el 15 de mayo de 2006.

Estudios Constitucionales 33
José Antonio Rivera Santibáñez

ABSTRACT

Beginning with the concept of case law, the author discusses the decisions of
Bolivia’s Constitutional Court, its obligatory force, and its impact upon the legal
system and the other branches of government.

KEY WORDS

Constitutional Court. Precedent. Constitutional decision. Obligation of the or-


gans of the state. Persuasive effectiveness.

1. CONCEPTO Y NATURALEZA
JURÍDICA DE LA JURISPRUDENCIA

Según la doctrina de las ciencias jurídicas, la palabra jurisprudencia tiene di-


versas acepciones, por lo mismo ha sido definida desde diversas perspectivas.

Así, en el Derecho Romano Ulpiano la definió como “la noticia o el conoci-


miento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo injusto”.

En una segunda acepción, basada en la teoría formalista del Derecho o la


corriente positivista se define como la serie de sentencias uniformes emanadas
de los máximos tribunales de justicia en las que, a partir de una interpretación de
la ley aplicable al caso concreto, se uniforman o unifican los criterios respecto a
la aflicción de las disposiciones legales para juzgar de igual forma en una misma
cuestión.

Desde la perspectiva de la corriente “anti-formalista” o “teoría reformista del


derecho” se define la jurisprudencia como el conjunto de criterios emanados de
los tribunales al interpretar, integrar y aplicar los supuestos normativos de la Ley
en la resolución de un caso concreto sometido a su conocimiento.

Sin abandonar los conceptos generales de la jurisprudencia, a los fines del


presente módulo, de manera específica se podría afirmar que la jurisprudencia
constitucional es la doctrina que establece el Tribunal Constitucional, como máximo
guardián y supremo intérprete de la Constitución, al interpretar y aplicar la Ley
Fundamental, así como las leyes, desde y conforme a la Constitución, al resolver
un caso concreto, creando subreglas a partir de la extracción de normas implíci-
tas, la integración o interrelación de las normas constitucionales. En definitiva, se
podría decir que es una parte de la sentencia emitida por el Tribunal o Corte
Constitucional, donde se concreta el alcance de una disposición constitucional,

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El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

es decir, en donde se explicita qué es aquello que la Constitución prohíbe, per-


mite, ordena o habilita para un tipo concreto de supuesto de hecho, a partir de
una de sus indeterminadas y generales cláusulas.

La naturaleza jurídica de la jurisprudencia está relacionada con el lugar que


ocupa en el sistema de fuentes del derecho dentro de un sistema constitucional.
Al respecto, corresponde señalar que existen dos escuelas o corrientes principa-
les. De un lado se tiene la escuela identificada como la del Derecho Judicial o
Jurisprudencial, que se sustenta en el sistema jurídico anglosajón, práctico y
empírico por naturaleza, en ella la jurisprudencia es la fuente principal de Dere-
cho, de tal manera que los jueces al momento de dictar sentencia consultan los
antecedentes que existan en el conjunto de sentencias precedentes; esta co-
rriente se enfatiza en la noción de “precedente”; en ella la ley escrita ocupa un
lugar secundario. De otro lado, se tiene la escuela identificada como la de Dere-
cho Legislado, que se sustenta en el sistema jurídico franco-germánico-romano,
más especulativo y abstracto, en ella la ley escrita es la principal fuente de dere-
cho; de manera que la jurisprudencia ocupa un lugar secundario.

En los sistemas constitucionales que se inscriben en la escuela del Derecho


Legislado del sistema franco-germánico-romano, mucho se ha discutido sobre
la fuerza carácter vinculante de la jurisprudencia; debate en el que se pueden
identificar dos posiciones contrapuestas.

La primera, que anclada en el positivismo clásico o la corriente del formalis-


mo, sustenta la tesis negativa, es decir, la tesis de que la jurisprudencia, siendo
una fuente auxiliar del Derecho no tiene fuerza vinculante ni horizontal ni verti-
cal; tiene su base en el pensamiento de Montesquieu respecto a la labor mera-
mente subsuntor, sin creatividad alguna, del Juez en la creación del Derecho,
pues habrá de recordar que según el citado tratadista, el juez debía limitarse a
pronunciar las palabras de la ley; en ese marco de pensamiento, el juez no
interpretaba ni integraba las normas consignadas en la ley, por lo mismo sus
decisiones no creaban Derecho, por consiguiente no se constituían en una fuen-
te de Derecho.

La segunda, sustentada en el neopositivismo y, principalmente, en las co-


rrientes “anti-formalistas” o “teorías reformistas del Derecho”, que plantea la
tesis positiva, en sentido de que la jurisprudencia, al ser fuente directa del Dere-
cho, tiene fuerza vinculante tanto horizontal como vertical. Esta corriente recono-
ce en el juez un papel activo en la creación de Derecho, pues es el juez el que
mediante la integración, la interpretación o interrelación de las normas que con-
forman el ordenamiento jurídico desarrolla una auténtica labor de creación de
nuevas normas de origen jurisprudencial, lo que en la práctica constituye una
verdadera creación de Derecho.

Estudios Constitucionales 35
José Antonio Rivera Santibáñez

Al respecto, uno de los principales exponentes del positivismo, como fue


Hans Kelsen, en su Teoría Pura del Derecho, sostuvo la tesis de que “la jurispru-
dencia o función judicial no se limita a concretar la abstracción de la Ley, ni tiene
carácter meramente declarativo (...) el Tribunal hace algo más que declarar o
constatar el Derecho ya contenido en la ley, en la norma general. Por el contra-
rio, la función de la jurisdicción es más bien constitutiva: es creación del Dere-
cho. Pues la sentencia judicial crea por completo una nueva relación: determina
que existe un hecho concreto, señala la consecuencia jurídica que debe enlazar
a él y verifica en concreto dicho enlace (...). Por esta razón, la sentencia judicial es
una norma jurídica individual”.

Es importante señalar que en el constitucionalismo contemporáneo se ha


logrado superar la tesis negativa del positivismo clásico y de las corrientes for-
malistas del Derecho, respecto a la fuerza vinculante de la jurisprudencia, pues el
concepto del sistema de fuentes del Derecho se modifica porque se atribuye
fuerza vinculante y el carácter de fuente directa o principal del derecho a la juris-
prudencia especialmente la constitucional; pues los jueces constitucionales en
particular, y los jueces ordinarios en general, al decidir los casos sometidos a su
jurisdicción, crean en ocasiones Derecho, puesto que precisan el alcance de las
normas jurídicas existentes, o llenan vacíos y resuelven contradicciones del or-
denamiento jurídico.

2. LA FUERZA VINCULANTE DE LA
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional se refiere a la obliga-


toriedad horizontal (para el propio Tribunal o Corte Constitucional o tribunales
ordinarios de su misma jerarquía), y vertical (para los jueces y tribunales de jerar-
quía inferior) que despliega la parte de la ratio decidendi de una sentencia cons-
titucional. Ello supone que la doctrina constitucional creada, es decir, las subre-
glas creadas por el intérprete de la Constitución, extrayendo de las normas implí-
citas de la Constitución o integrando normas del bloque de constitucionalidad,
tienen que ser aplicadas obligatoriamente, por el propio Tribunal Constitucional,
por el resto de los órganos del poder público, por lo mismo, por los jueces y
tribunales que forman parte del poder judicial, en la resolución de todos los
casos que presenten supuestos fácticos análogos.

Es importante señalar que la doctrina contenida en la jurisprudencia constitu-


cional se constituye en el precedente obligatorio, dada la fuerza vinculante de la
jurisprudencia; ese precedente se constituye en una técnica indispensable para
el mantenimiento de la coherencia en la aplicación del ordenamiento jurídico
dentro de un sistema constitucional; especialmente cuando se trata de la inter-
pretación y aplicación de las normas de la Constitución; pues como sostiene

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El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

Carlos Bernal Pulido, en su obra El Derecho de los Derechos,1 dada la vaguedad,


la apertura semántica y estructural de sus enunciados, y su conexión con la
política y la ideología, la Constitución sólo puede ser operativa si se concreta en
una red estable de precedentes que determinen para un conjunto de casos es-
pecíficos qué es lo que está constitucionalmente prescrito; esa red de preceden-
tes debe suplir la abstracción de la Constitución; es un mecanismo sin el cual el
texto de la Constitución difícilmente podría tener fuerza como norma jurídica.

Entonces, el respeto al precedente constitucional obligatorio contenido en la


jurisprudencia cumple funciones esenciales en el ordenamiento jurídico del Esta-
do, incluso en aquellos que tienen sistemas de derecho legislado. En efecto,
cabe señalar que el respeto al precedente constitucional por parte del propio
Tribunal Constitucional, así como por los demás jueces y tribunales inferiores,
cumple funciones esenciales en un Estado social y democrático de Derecho.

Al respecto, siguiendo la línea de razonamiento de la Corte Constitucional de


Colombia, se pueden identificar básicamente las siguientes funciones. En primer
lugar, por elementales consideraciones de seguridad jurídica y de coherencia del
sistema jurídico, pues las normas, si se quiere que gobiernen la conducta de los
seres humanos, deben tener un significado estable, por lo cual las decisiones de
los jueces deben ser razonablemente previsibles. En segundo lugar, y directa-
mente ligado a lo anterior, esta seguridad jurídica es básica para proteger la
libertad ciudadana y permitir el desarrollo económico, ya que una caprichosa
variación de los criterios de interpretación pone en riesgo la libertad individual,
así como la estabilidad de los contratos y de las transacciones económicas, pues
las personas quedan sometidas a los cambiantes criterios de los jueces, con lo
cual difícilmente pueden programar autónomamente sus actividades. En tercer
lugar, en virtud del principio de igualdad, puesto que no es justo que casos
iguales sean resueltos de manera distinta por un mismo juez. Y, finalmente,
como un mecanismo de control de la propia actividad judicial, pues el respeto al
precedente impone a los jueces una mínima racionalidad y universalidad, ya
que los obliga a decidir el problema que les es planteado de una manera que
estarían dispuestos a aceptar en otro caso diferente pero que presente caracteres
análogos.

La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional (precedente obligato-


rio) tiene su fundamento en el resguardo del derecho fundamental a la igualdad
de la persona en la aplicación de la ley, así como del principio de la seguridad
jurídica; pues si el propio Tribunal Constitucional o cualquier otro juez o tribunal
no observa ni aplica el precedente obligatorio creado por la jurisprudencia cons-

1
Bernal Pulido, Carlos. 2005. El Derecho de los Derechos. Bogotá. Colombia. Ed. Universidad
Externado de Colombia, p. 155.

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José Antonio Rivera Santibáñez

titucional, al resolver un caso posterior que tenga supuestos fácticos análogos,


vulnera el derecho fundamental a la igualdad, ya que con esa actitud otorga
injustificadamente un trato diverso a dos individuos o situaciones jurídicas idén-
ticas o análogas.

Cabe señalar que, en el marco de respeto al derecho a la igualdad, que importa


el recibir la misma protección y trato de las autoridades judiciales; éstas no pueden
otorgar diferentes consecuencias jurídicas a dos o más situaciones de hecho aná-
logos, sin que exista una justificación razonable para el cambio de criterio.

3. LA FUERZA VINCULANTE DE LA
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
EN EL SISTEMA CONSTITUCIONAL BOLIVIANO

En el sistema constitucional boliviano la jurisprudencia constitucional está


dotada de la fuerza vinculante, pues así lo disponen las normas previstas por los
arts. 4, párrafo segundo y 44.I de la Ley Nº 1836.

En efecto, el párrafo segundo del art. 4 de la Ley Nº 1836 dispone expresa-


mente que “los tribunales, jueces y autoridades aplicarán a sus decisiones la inter-
pretación adoptada por el Tribunal Constitucional”. De otro lado, el 44.I de la
citada Ley dispone que “los poderes públicos están obligados al cumplimiento de
las resoluciones pronunciadas por el Tribunal Constitucional. Las sentencias, decla-
raciones y autos del Tribunal Constitucional, son obligatorias y vinculantes para los
Poderes del Estado, legisladores, autoridades y tribunales”.

Las normas referidas tienen su base y sustento constitucional en las normas


previstas por los arts. 121.I y IV de la Constitución, conforme se explica a conti-
nuación.

En primer lugar, cabe señalar que el legislador ordinario, cumpliendo la remi-


sión constitucional efectuada por el Constituyente, ha emitido la Ley Nº 1836
para desarrollar las normas previstas por la Constitución; toda vez que el art. 121.IV
de la Ley Fundamental prescribe que “la ley reglamenta la organización y funcio-
namiento del Tribunal Constitucional, así como las condiciones para la admisión
de los recursos y sus procedimientos”. En ese marco, el legislador ha desarrolla-
do las normas previstas por los arts. 116.IV y 119.I de la Constitución, la prime-
ra, que asigna al Tribunal Constitucional la potestad del control de constituciona-
lidad, y la segunda, que consagra la independencia del Tribunal Constitucional
en el ejercicio de su función jurisdiccional. De manera que, como se dijo ante-
riormente, si el Constituyente le ha asignado al Tribunal Constitucional la potes-
tad de ejercer el control concentrado de constitucionalidad otorgándole la inde-
pendencia, este órgano se constituye en el máximo intérprete de la Constitu-

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El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

ción, en cumplimiento de esa función interpreta la Constitución, así como las


disposiciones legales impugnadas confrontándolas con la totalidad de las nor-
mas de la Ley Fundamental, como resultado de dicha confrontación expide fa-
llos con fuerza de cosa juzgada constitucional.

En consecuencia, el legislador ha cumplido con el mandato constitucional al


establecer, a través de las normas de la Ley Nº 1836, la vinculatoriedad y obliga-
toriedad de las sentencias constitucionales.

En segundo lugar, cabe señalar que la norma prevista por el art. 121.I de la
Constitución ha consagrado la cosa juzgada constitucional, cuando dispone que
“contra las sentencias del Tribunal Constitucional no cabe recurso ulterior algu-
no”. La cosa juzgada constitucional, como se dijo anteriormente, alcanza al de-
cisum o parte resolutiva, como a la ratio decidendi o razón de ser de la sentencia
constitucional en la que se consignan la doctrina constitucional, así como las
subreglas creadas a través de la interpretación constitucional. En consecuencia,
al operarse la cosa juzgada material, la sentencia, en su parte de la ratio deciden-
di, adquiere la fuerza vinculante y en su parte resolutiva el carácter obligatorio.

Al respecto, el Tribunal Constitucional, en su SC 058/2002, de 8 de julio,


interpretando la norma prevista por el art. 44.I de la Ley 1836, en concordancia
con lo previsto por el art. 121 de la Constitución, ha definido que “la vinculato-
riedad de las Sentencias del Tribunal Constitucional, implica que los poderes
públicos que sean aplicadores del derecho, se encuentran sujetos a la manera
de cómo los preceptos y principios de la Constitución, han sido interpretados
por el Tribunal Constitucional. En consecuencia, por la eficacia vinculante de di-
cha interpretación, los poderes públicos están obligados a seguir la doctrina
constitucional que ha resultado de las resoluciones dictadas por el Tribunal Cons-
titucional en todo tipo de procesos constitucionales (..) el art. 44-I de la Ley del
Tribunal Constitucional, impugnado de inconstitucional en el presente Recurso,
es una norma que importa la eficacia vinculante que tienen las Sentencias Cons-
titucionales con relación a los Poderes Públicos en general y a los Tribunales
ordinarios en particular, que implica que la autoridad está obligada a seguir no
únicamente el fallo o decisión del Tribunal Constitucional, sino principalmente la
ratio decidendi o fundamentaciones de sus resoluciones”.

4. EL PRECEDENTE OBLIGATORIO CONSTITUCIONAL.


SU IMPACTO EN EL DESARROLLO DEL SISTEMA
CONSTITUCIONAL BOLIVIANO

Los precedentes obligatorios emanados del Tribunal Constitucional boliviano


han tenido un significativo impacto en el sistema constitucional boliviano, cuyos
resultados es posible identificar en una triple dimensión.

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José Antonio Rivera Santibáñez

En la primera, en la consolidación, fortalecimiento y profundización del pro-


ceso democrático, en cuyo ámbito los precedentes obligatorios han contribuido
a la solución de los conflictos sociales y políticos por las vías previstas por la
Constitución; así, con la SC 0075/2005, de 13 de octubre, que declaró la cons-
titucionalidad del Decreto Supremo de convocatoria a la selección de ciudada-
nos por voto popular para la designación de Prefectos de Departamento; la SC
0076/2005, de 13 de octubre de 2005, que declaró constitucional el Decreto
Supremo por el que se convocó a las elecciones generales para Presidente y
Vicepresidente de la República, diputados y senadores; o, en su caso, han con-
tribuido a canalizar el ejercicio de la democracia participativa a través de los me-
canismos constitucionales como el referéndum popular; así, con la SC 0024/
2004, de 8 de julio, que declaró la competencia de la Corte Nacional Electoral
para organizar y administrar el proceso el referéndum popular convocado por el
Presidente de la República Carlos Mesa, para consultar al pueblo sobre la adop-
ción de la política energética del Estado; y la SC 0069/2004, de 14 de julio, que
declaró constitucional el DS 27449 de 13 de abril de 2004, mediante el cual, el
Presidente de la República, convocó a referéndum popular para la aprobación de
la política energética del Estado.

En la segunda, en el pleno goce y ejercicio efectivo de los derechos huma-


nos, a cuyo efecto el Tribunal Constitucional ha desarrollado una sólida doctrina,
sobre la base de la interpretación de las normas constitucionales, así como las
normas convencionales sobre la materia, aplicando los principios de la fuerza
expansiva de los derechos humanos, pro hómine y pro libertate, preferencia
interpretativa y preferencia normativa, de la interacción y promoción; de manera
que mediante la jurisprudencia constitucional se han creado subreglas que han
posibilitado dar concreción normativa a las cláusulas abstractas de la Constitu-
ción expandiendo el catálogo de los derechos fundamentales consagrado por la
Ley Fundamental o se han desarrollado los contenidos esenciales de los derechos
fundamentales, subreglas que se han constituido en precedentes obligatorios que
vinculan a todas las autoridades y funcionarios públicos, modificando en ellos su
visión y el comportamiento respecto a la obligatoriedad de preservar y resguardar
los derechos fundamentales; así la SC 1662/2003-R 17 de noviembre, mediante
la cual se han integrado al bloque de constitucionalidad las normas de los trata-
dos y convenciones internacionales sobre derechos humanos, con lo que se ha
ampliado el catálogo de los derechos fundamentales de las personas; o la SC
0600/2003-R, de 6 de mayo, en la que el Tribunal Constitucional ha extraído de
las normas implícitas de los arts. 16 de la Constitución, 8.1 y 25 de la Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos, la norma que consagra el derecho
de acceso a la justicia o la tutela judicial efectiva, no consagrado expresamente
en el catálogo de los derechos fundamentales de la Ley Fundamental.

En la tercera, en proceso de constitucionalización del ordenamiento jurídico


del Estado, es decir, el proceso orientado a lograr la total impregnación de las

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El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

normas jurídicas ordinarias por las normas constitucionales; en cuyo ámbito el


Tribunal Constitucional ha procedido al saneamiento del ordenamiento jurídico,
expulsando aquellas disposiciones legales que son contrarias o violatorias de los
valores supremos, principios fundamentales, derechos y garantías constitucio-
nales así como las demás normas orgánicas de la Constitución; de manera que,
a través de los precedentes obligatorios creados por la jurisprudencia constitu-
cional, ha afianzado el sistema de valores y principios fundamentales como ba-
ses esenciales del sistema constitucional boliviano; así, SC 004/1999, de 10 de
julio, que ha declarado inconstitucional el art. 37 de la Ley de Telecomunicacio-
nes porque la misma era incompatible con la norma prevista por el art. 20 de la
Constitución que consagra el derecho a la intimidad y privacidad declarando
inviolable toda comunicación privada; la SC 004/2001, de 5 de enero, que ha
declarado inconstitucional los arts. 20 inc. h), 46 inc. b) y 48 inc. j) del D.S.
Nº 24423 del Régimen de Migración, por ser contrarias al principio de la reserva
legal y vulnerar los derechos fundamentales de la libertad de expresión y la
libertad de tránsito o circulación de las personas extranjeras; o la SC 095/2001
de 21 de diciembre que ha declarado inconstitucional los arts. 1 y 5 de la Orde-
nanza Municipal Nº 202/2002 HAM-HCO 168/2000 por vulnerar los principios
fundamentales de la legalidad y seguridad jurídica, así como el derecho a la
propiedad privada consagrados en la Constitución.

4.1. En la protección y defensa


de los derechos humanos

En el ámbito de protección y defensa de los derechos humanos, el Tribunal


Constitucional, que tiene entre sus atribuciones el de conocer en grado de revi-
sión las sentencias pronunciadas en los recursos de Hábeas Corpus, Amparo
Constitucional y Hábeas Data, a partir del inicio de sus funciones jurisdiccionales
en junio de 1999, se ha alineado a la tesis permisiva respecto a la procedencia
del amparo constitucional contra las sentencias judiciales con aparente calidad de
cosa juzgada, con la finalidad de otorgar protección inmediata, efectiva e idónea a
los derechos fundamentales restringidos o suprimidos de manera ilegal o indebi-
da por los jueces y tribunales en la substanciación de los procesos judiciales.

En la SC 111/99-R de 6 de septiembre, la que se constituye en la sentencia


hito o generadora de la línea jurisprudencial que crea el precedente obligatorio,
el Tribunal Constitucional se ha alineado en la tesis permisiva, sosteniendo la
procedencia del amparo constitucional contra las decisiones judiciales con apa-
rente calidad de cosa juzgada, para tutelar los derechos fundamentales o garan-
tías constitucionales que hubiesen sido lesionados en la tramitación del proceso
judicial o en la emisión misma de la resolución judicial. Para fundamentar su
posición el Tribunal Constitucional desarrolló la doctrina de nulidad de una deci-

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José Antonio Rivera Santibáñez

sión judicial que lesiona el contenido esencial de un derecho fundamental; así


en la citada sentencia constitucional sostuvo que “cuando una resolución ilegal
y arbitraria afecta al contenido normal de un derecho fundamental, no se puede
sustentar su ilegalidad bajo una supuesta ‘cosa juzgada’; en cuyo caso inexcu-
sablemente se abre el ámbito de protección del Amparo Constitucional; consa-
grado por el art. 19 de la Constitución Política del Estado”; a su vez en la SC 504/
01 de 29 de mayo, ha señalado que “cuando una resolución ilegal afecta al
contenido esencial de un derecho fundamental no se puede sustentar su ilega-
lidad bajo una supuesta cosa juzgada, en cuyo caso se abre el ámbito de aplica-
ción del Amparo Constitucional”; pues en criterio del Tribunal Constitucional los
actos o decisiones que de manera ilegal o indebida restrinjan o supriman un
derecho fundamental o garantía constitucional están viciados de nulidad y un
acto nulo no nace a la vida jurídica, por lo tanto la cosa juzgada no se opera
materialmente; así lo ha entendido en su Sentencia Constitucional Nº 338/01-R,
de 16 de abril, cuando al fundamentar su decisión ha señalado que “los actos
de los recurridos se encuentran viciados de nulidad y atentan contra los dere-
chos del recurrente a la legítima defensa y al debido proceso, sin que su supues-
ta ejecutoria impida la tutela de los derechos conculcados”.

La posición asumida por el Tribunal Constitucional para adoptar los prece-


dentes referidos tiene su base en los fundamentos normativos y doctrinales que
expresan a continuación:

1°. Bolivia, por definición expresa de la norma prevista por el art. 1.II de la
Constitución es un Estado democrático y social de Derecho, se entiende de De-
recho Constitucional; empero, no existe Estado democrático constitucional si las
autoridades o funcionarios disponen de poderes ilimitados; o de existir límites
impuestos éstos carecen de efectividad para controlar el campo de su actuación
válida. De manera que un adecuado funcionamiento del Estado democrático
constitucional y el desarrollo equilibrado de las relaciones entre las personas
particulares y el Estado, conlleva el establecimiento de límites al accionar de las
autoridades o funcionarios. Esos límites están previstos por la Constitución con
la distribución de funciones a los órganos de poder, la delimitación de compe-
tencias y atribuciones, la proclamación de los derechos fundamentales y la fija-
ción de las garantías constitucionales. En consecuencia, cabe señalar que, allí
donde una autoridad pública pueda traspasar el límite fijado por la Constitución
y sus actos u omisiones sigan, no obstante, teniendo valor jurídico, no sirve
tener Constitución o, como sostuvo Lassalle,2 ésta es apenas una hoja de papel
sin contenido material alguno.

2
Lassalle E., Ferdinand. 1996. ¿Qué es una Constitución? 7ª ed. Colofón S.A. México, p. 25.

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su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

Entonces, si se toma en cuenta que el respeto a los derechos fundamentales


es uno de los más importantes límites que la Constitución impone a los órganos
del poder público, así como a sus autoridades y funcionarios,3 es fácil entender
que los Jueces y Tribunales de justicia no pueden estar exentos de esos límites;
por lo mismo no puede alegarse la inimpugnabilidad de sus sentencias en aquellos
casos en los que éstas vulneren franca y abiertamente los derechos fundamen-
tales o garantías constitucionales de las partes que intervienen en el proceso.

De contrario, admitir que las sentencias judiciales no puedan ser impugnadas


a través del Amparo Constitucional invocando la autoridad de cosa juzgada, así
aquellas violen la Constitución, colocaría a los jueces y tribunales por encima de
la Ley Fundamental, convirtiéndolos en un poder omnímodo, lo cual es inadmi-
sible en un Estado democrático constitucional. Porque en los hechos, la senten-
cia judicial prevalecería sobre la Constitución no obstante su incompatibilidad;
en cuyo caso ésta, límite supremo, frente a las sentencias, dejaría de ser la Ley
Fundamental del ordenamiento jurídico del Estado; en consecuencia, las senten-
cias y sus autores, los jueces, no tendrían límites.

Cabe recordar que en un Estado democrático constitucional, el control cons-


titucional de las leyes, actos administrativos y sentencias, tiene por finalidad el
que ninguno de los tres órganos del poder público, mediante actos ordinarios,
puedan modificar la Constitución, norma básica de la convivencia pacífica y lími-
te infranqueable a la acción de las autoridades públicas instituidas para llevar
adelante los fines del Estado. Empero, esa finalidad se vería fracturada si se
admite la tesis de la no-impugnación de las sentencias judiciales por la vía del
Amparo Constitucional, pues ello significaría permitir que las sentencias judicia-
les puedan convertirse en vehículos de reforma material de la Constitución. Es
fácil entender que, si una sentencia puede violar los límites de la Constitución –el
respeto a los derechos fundamentales– sin perder ni arriesgar por ello su validez
y eficacia, allí tendríamos un medio ordinario con capacidad para alterar el con-
tenido y alcance de la Constitución. Ello es simplemente incompatible con los
principios fundamentales que sustentan el sistema constitucional del Estado.

3
Al respecto cabe citar las normas previstas en los arts.: 6-II “La dignidad y la Libertad de la
persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado”; 34 “Los que
vulneren derechos y garantías constitucionales quedan sujetos a la jurisdicción ordinaria”; 35
“Las declaraciones, derechos y garantías que proclama esta Constitución no serán entendidos
como negación de otros derechos y garantías no enunciados que nacen de la soberanía del pueblo
y de la forma republicana de gobierno”; 116-VI “Los Magistrados y Jueces son independientes en
la administración de justicia y no están sometidos sino a la Constitución y la Ley”; 228 “La
Constitución Política del Estado es la ley suprema del ordenamiento jurídico nacional. Los tribu-
nales, jueces y autoridades la aplicarán con preferencia a las leyes, y éstas con preferencia a
cualesquiera otras resoluciones”; y 229 “Los principios, garantías y derechos reconocidos por
esta Constitución no pueden ser alterados por las leyes que regulen su ejercicio ni necesitan de
reglamentación previa para su cumplimiento”.

Estudios Constitucionales 43
José Antonio Rivera Santibáñez

2°. Frente a la tesis de la cosa juzgada como límite al alcance del Amparo
Constitucional en la tutela de los derechos fundamentales y garantías constitu-
cionales, cabe recordar que la cosa juzgada no es un derecho fundamental sino
un principio procesal que tiene su fundamento en la Ley ordinaria, pues el legis-
lador la ha instituido con la finalidad de imprimir un carácter definitivo e inmuta-
ble a los fallos judiciales; sin embargo, ese carácter se adquiere cuando la deci-
sión judicial se ajusta a las normas previstas en la Constitución, de contrario se
somete al control de constitucionalidad para reparar los actos ilegales o indebi-
dos en que incurra la autoridad judicial.

En ese marco de razonamiento, la procedencia del Amparo Constitucional


contra la decisión judicial con aparente calidad de cosa juzgada no puede ser
calificada como un acto violatorio de la Ley procesal, debido a que dicho control
tiene su base en la Constitución, y en el marco del principio de la supremacía
constitucional la Ley Procesal que consagra la cosa juzgada tiene que subordi-
narse a la Constitución y no a la inversa. Sustentar una posición irreductible de
que el Amparo Constitucional no procede contra una sentencia judicial pasada
en calidad de cosa juzgada significaría que la Constitución –que consagra los
derechos fundamentales y las garantías constitucionales– se subordine a la Ley
procesal, lo cual resulta inadmisible en un Estado Democrático Constitucional,
porque resultaría un desconocimiento absoluto del principio de la supremacía
constitucional.

3°. De otro lado, en el marco de la invocación de la autoridad de cosa juzga-


da como límite a la procedencia del Amparo Constitucional como vía de tutela
efectiva e idónea de los derechos fundamentales, es importante tener presente
que, conforme al principio de legalidad, una sentencia judicial solo adquiere la
autoridad de cosa juzgada si ella es fruto de un proceso substanciado con res-
guardo de los derechos fundamentales consagrados en la Constitución y las
leyes orgánicas que forman parte del bloque de constitucionalidad.

Los actos o decisiones que lesionan los derechos fundamentales o garantías


constitucionales no pueden ser considerados válidos, por lo mismo, no surten
un efecto legal, por cuanto el respeto de los derechos fundamentales es una
condición de validez de todos los actos estatales. En esa línea de razonamiento
cabe señalar que los actos jurisdiccionales violatorios de los derechos funda-
mentales consagrados en la Constitución o las leyes que forman parte del blo-
que de constitucionalidad, carecen de legitimidad y validez legal, por lo mismo
no pueden merecer acatamiento, porque un acto nulo no nace a la vida jurídica.
En consecuencia, la pretendida cosa juzgada sólo se opera en apariencia, es
decir, no se produce en derecho sino de hecho, no siendo oponible como impe-
dimento para la procedencia del Amparo Constitucional en tutela a los derechos
fundamentales vulnerados.

44 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

Si la Constitución ha consagrado los derechos fundamentales y garantías


constitucionales, como una concretización de los valores y principios fundamen-
tales de la libertad, la igualdad, la dignidad humana y la justicia, se entiende que
una restricción o supresión de los mismos significa una violación de la propia
Constitución, de manera que la decisión, así sea judicial, se convierte en in-
constitucional, por lo mismo susceptible de control por la vía del Amparo Cons-
titucional para reparar sus efectos, máxime si se toma en cuenta que el Recurso
de Inconstitucionalidad, en el sistema adoptado en Bolivia, no procede contra
las resoluciones judiciales.

Entonces, tomando en cuenta lo referido precedentemente, pretender que


aquellas sentencias judiciales que desconocen los valores, principios y derechos
fundamentales, no se sujeten al control constitucional por la vía del Amparo
Constitucional, es librar la vida comunitaria al arbitrio de los tribunales y jueces.

4°. La procedencia del Amparo Constitucional contra las decisiones judicia-


les, per se no afecta ni lesiona el principio de la cosa juzgada, pues simplemente lo
difiere en el tiempo, es decir, posterga momentáneamente la verificación de ese
acontecimiento procesal, ya que la cosa juzgada se operará una vez que concluya
el proceso de control de constitucionalidad realizado a través del Amparo.

Así, la jurisprudencia constitucional creó el precedente obligatorio respecto a


la procedencia del amparo constitucional contra las sentencias judiciales con
aparente calidad de cosa juzgada, en aquellos casos en los que dicha decisión
sea emergente de un proceso judicial sustanciado con una abierta y grave lesión
de los derechos fundamentales o garantías constitucionales de alguna de las
partes, en cuyo caso, a juicio del Tribunal Constitucional, se ha viciado de nuli-
dad el acto procesal por lo que no se ha operado la cosa juzgada material.

El precedente obligatorio creado por la jurisprudencia constitucional ha cam-


biado radicalmente la conducta y posición de los tribunales y jueces de Amparo,
quienes han pasado de la posición pasiva que habían asumido en el pasado
próximo hacia una conducta activa en la protección de los derechos fundamen-
tales y garantías constitucionales en el ámbito judicial, frente a los actos u omi-
siones de las autoridades judiciales que, en la substanciación de los procesos
judiciales ordinarios, los vulneran con mucha frecuencia. En efecto, hasta la
emisión de la SC 111/99-R, de 6 de septiembre, los tribunales y jueces de Am-
paro declaraban improcedente el Amparo Constitucional contra las sentencias
judiciales pasadas en aparente calidad de cosa juzgada, ello porque la Corte
Suprema de Justicia, que era la instancia máxima del control de constitucionali-
dad, se había alineado a la tesis negativa respecto al tema; de manera que los
tribunales y jueces de Amparo en primera instancia y la Corte Suprema de Justi-

Estudios Constitucionales 45
José Antonio Rivera Santibáñez

cia como instancia de revisión declaraban improcedente el Amparo Constitucio-


nal sin siquiera examinar el fondo.

A partir de la creación del referido precedente constitucional obligatorio los


jueces y tribunales de Amparo han concedido tutela a las personas que, como
parte procesal, fueron víctimas de la vulneración de sus derechos fundamenta-
les, de manera que han anulado las decisiones judiciales adoptadas por los
jueces ordinarios en los procesos judiciales en los que se vulneraron esos dere-
chos fundamentales.

La creación y la aplicación del precedente obligatorio de la procedencia del


amparo constitucional contra sentencias judiciales con aparente calidad de cosa
juzgada emergentes de acciones de hecho violatorias de derechos fundamenta-
les, ha tenido un importante impacto en las actividades de los jueces y tribunales
ordinarios, quienes han tomado sus previsiones para cuidar que los procesos
judiciales se substancien con absoluto resguardo y protección de los derechos
fundamentales y garantías constitucionales de las personas.

4.2. En el proceso de implementación


del nuevo sistema procesal penal

Uno de los ámbitos en los que mayor impacto positivo han tenido y tienen
los precedentes obligatorios creados en la jurisprudencia constitucional, es el
procesal penal; pues en la fase de transición del sistema inquisitivo al sistema del
juicio oral acusatorio, y la implementación misma de este último, la labor de la
jurisdicción constitucional fue de vital importancia en la medida en que elaboró
una sólida doctrina y creó los precedentes obligatorios a partir de la interpreta-
ción de las normas de la Ley Fundamental, así como de las normas procesales
penales desde y conforme a la Constitución; desarrollo una sólida doctrina cons-
titucional que permitió una pacífica, ordenada y regular transición de un sistema
procesal penal a otro.

Sin temor a incurrir en un exceso de valoración, se podría sostener que el


Tribunal Constitucional boliviano, a través de su jurisprudencia y los precedentes
creados en ella, contribuyó significativamente al proceso de implementación del
nuevo sistema procesal penal, resolviendo los aparentes conflictos entre las nor-
mas procesales del nuevo Código de Procedimiento Penal con el sistema de
valores supremos, principios fundamentales, y los derechos fundamentales de
las personas consagrados en la Constitución.

En el proceso de implementación del nuevo sistema procesal penal, oral acu-


satorio en reemplazo del sistema inquisitivo, como era de esperar surgieron pro-

46 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

blemas en diversos órdenes, especialmente en lo referido a la protección y res-


guardo de los derechos fundamentales y garantías constitucionales de los impu-
tados o procesados y, en su caso, de las víctimas; problemas que tienen su
origen, de un lado, en la inadecuada interpretación de las normas constituciona-
les y de las normas procesales en concordancia con la Constitución; y, de otro,
en las aparentes contradicciones de las normas procesales con la Ley Funda-
mental.

En esa diversidad de problemas surgidos en el proceso de implementación


del nuevo sistema procesal penal, se puede identificar uno con connotaciones
para las víctimas y los imputados; es el referido a la extinción de la acción penal
por retardación de justicia o la mora judicial, prevista por los arts. 27.10); 134 y
la Disposición Transitoria Tercera, del Código de Procedimiento Penal.

4.2.1. La extinción de la acción penal en la etapa preparatoria

Conforme a la configuración procesal prevista por la Ley 1970 del Código de


Procedimiento Penal, el proceso penal se desarrolla en tres partes, a saber: 1) La
Etapa Preparatoria; 2) La Etapa Intermedia y 3) El juicio propiamente dicho (oral
y público). A su vez, cada Etapa está integrada por subetapas o fases claramente
marcadas, cumpliendo cada una de ellas una finalidad específica dentro de la
genérica que todas ellas tienen en su conjunto; así, la Etapa Preparatoria se halla
integrada por tres fases: 1) Actos iniciales; 2) Desarrollo de la etapa preparatoria,
y 3) Conclusión de la etapa preparatoria.

En resguardo del derecho del imputado o procesado a un proceso en un


tiempo razonable y sin dilaciones indebidas, consagrado por el art. 8.1) de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y art. 14 del Pacto Internacio-
nal de Derechos Civiles y Políticos, el legislador boliviano ha previsto que los
procesos penales tendrán una duración máxima de tres años, así lo dispone el
art. 133 del Código de Procedimiento Penal; en concordancia con dicha norma
procesal, el legislador también ha previsto que la etapa preparatoria tendrá una
duración máxima de seis meses, así lo dispone el art. 134 del citado Código.
Asimismo ha previsto extinción de la acción penal por mora judicial, como gé-
nero, y la extinción de la acción en la etapa preparatoria, como especie.

El art. 134 del Código de Procedimiento Penal, de manera textual dispone lo


siguiente:
“Artículo 134.- (Extinción de la acción en la etapa preparatoria)
“La etapa preparatoria deberá finalizar en el plazo máximo de seis meses de
iniciado el proceso.
(...)

Estudios Constitucionales 47
José Antonio Rivera Santibáñez

“Si vencido el plazo de la etapa preparatoria el fiscal no acusa ni presenta otra


solicitud conclusiva, el juez conminará al Fiscal del Distrito para que lo haga en el
plazo de cinco días. Transcurrido este plazo sin que se presente solicitud por
parte de la Fiscalía, el juez declarará extinguida la acción penal, salvo que el
proceso pueda continuar sobre la base de la actuación del querellante, sin per-
juicio de la responsabilidad personal del Fiscal del Distrito”.

En la aplicación de las normas procesales glosadas emergieron problemas de


interpretación con relación a los siguientes temas: a) el momento en que se
considera iniciado el proceso a los fines del cómputo del plazo de duración
máxima de la etapa preparatoria; b) a partir de qué momento se computa el
plazo cuando existe una pluralidad de imputaciones formuladas sucesivamente;
c) oportunidad en que debe presentarse la imputación formal, y d) sí la extinción
se opera de hecho o de derecho.

Los problemas de interpretación de las normas procesales citadas por sí solas


no tendrían relevancia constitucional alguna; empero, los resultados de la inter-
pretación colisionaban con la Constitución, toda vez que vulneraban los dere-
chos de las víctimas o, en su caso, de los imputados, ello en razón a que las
interpretaciones de las normas procesales realizadas por los jueces cautelares no
fueron realizadas desde y conforme a la Constitución; de manera que los casos
fueron llevados ante la jurisdicción constitucional por las vías tutelares de ampa-
ro constitucional o, en su defecto, el hábeas corpus. De manera que el Tribunal
Constitucional, al resolver las acciones tutelares sometidas a su conocimiento,
ha interpretado las normas procesales referidas desde y conforme a la Constitu-
ción, creando los respectivos precedentes obligatorios, que los describe y expli-
ca a continuación:

a) Definición del momento en que se inicia el proceso a los fines del cómputo
del plazo de duración máxima de la etapa preparatoria.

Como se tiene referido precedentemente, uno de los problemas surgidos en


la interpretación de las normas procesales que regulan la extinción de la acción
penal en la etapa preparatoria es el relacionado a la determinación del momento
en que se inicia el proceso penal a los fines del cómputo de duración máxima de
la etapa preparatoria, del juicio oral.

En efecto, los operadores del sistema procesal penal establecieron diferentes


entendimientos respecto al momento que debe considerarse como el inicio del
proceso penal; así, los fiscales entendieron que el proceso se inicia con la pre-
sentación de la imputación formal, en cambio los abogados defensores enten-
dieron que se inicia con la presentación de la denuncia o sindicación en sede
judicial o administrativa; unos jueces asumieron la interpretación de los fiscales y

48 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

otros la de los abogados defensores. A ello contribuyeron, de un lado, la no


previsión expresa por la norma procesal; y, de otro, la existencia de las normas
previstas por el art. 5 del mismo Código de Procedimiento Penal, las que de
manera textual disponen lo siguiente:

“Artículo 5 (Calidad y derechos del imputado). Se considera imputado a toda


persona a quien se atribuya la comisión de un delito ante los órganos encarga-
dos de la persecución penal. El imputado podrá ejercer todos los derechos y
garantías que la Constitución, las Convenciones y los tratados internacionales
vigentes y este Código le reconozcan, desde el primer acto del proceso hasta su
finalización.
Se entenderá por primer acto del proceso, cualquier sindicación en sede judi-
cial o administrativa contra una persona como presunto autor o partícipe de la
comisión de un delito”.

La norma prevista por el segundo párrafo del citado artículo, fue aplicada por
algunos operadores del sistema procesal penal, de manera supletoria ante la au-
sencia de una previsión expresa en el art. 134 del Código de Procedimiento Penal.

La diversidad de entendimientos extraídos de la norma procesal prevista por


el primer párrafo del art. 134 del Código de Procedimiento Penal generó incerti-
dumbre en los usuarios del sistema, con el potencial peligro de que se lesionen
los derechos fundamentales de las víctimas o, en su caso, de los imputados, al
asumir los jueces cautelares una u otra posición respecto a las solicitudes de
extinción de la acción penal en la etapa preparatoria; pues si se asumía el enten-
dimiento de que el inicio se opera con la sindicación o denuncia en sede judicial
o administrativa contra una persona, se corría el peligro de que ningún proceso
penal pueda prosperar, con lo que se lesionaría el derecho fundamental de acce-
so a la justicia o tutela judicial efectiva; en cambio se asumía el entendimiento
que se inicia con la presentación de la imputación, sin que se cite al imputado,
se corría el riesgo de que se lesione el derecho a la defensa de éste.

El caso fue llevado al tribunal constitucional por la vía de una acción de Am-
paro Constitucional, por personas a quienes se las había sindicato de haber
incurrido en delitos de orden público y contra quienes se abrió la investigación
respectiva. Los recurrentes impugnaron las actuaciones del Fiscal de Materia,
planteando como problemática el hecho de que en vez de imputarlos formal-
mente al inicio de la investigación, conforme a lo previsto por el art. 300 del
Código de Procedimiento Penal lo hizo después de un año, el 11 de mayo de
2002, presentando la acusación el 15 de mayo del mismo año; que, la etapa
preparatoria del juicio duró más de un año y no los 6 meses señalados por ley;
que el Juez Cautelar debió declarar la extinción de la acción penal en la etapa
preparatoria, conforme a lo previsto por los arts. 134 y 130 Código de Procedi-

Estudios Constitucionales 49
José Antonio Rivera Santibáñez

miento Penal, toda vez que el Fiscal de Distrito no se pronunció expresamente


en el plazo de 5 días ante la conminatoria expedida, sin embargo no obró de esa
forma; por lo que consideraron lesionados su derecho al debido proceso, en sus
elementos de la presunción de inocencia, el derecho a la defensa, así como la
lesión de sus derechos fundamentales a la dignidad humana y la seguridad
jurídica.

Sometido a su conocimiento el caso, el Tribunal Constitucional lo resolvió


mediante la SC 1036/2002-R, de 29 de agosto, en la que expresó, entre otros,
los siguientes fundamentos jurídicos:

“(...) la Etapa Preparatoria (...) se halla integrada por tres fases: 1) Actos inicia-
les; 2) Desarrollo de la etapa preparatoria, y 3) Conclusión de la etapa preparatoria.

”1) La primera fase, es decir, los actos iniciales o de la investigación preliminar


(arts. 284 y siguientes CPP), comienza con la denuncia, querella o con la noticia
fehaciente que reciben las autoridades llamadas por ley (Policía-Fiscalía), sobre la
comisión de un delito.

”2) La segunda fase, esto es, el desarrollo de la etapa preparatoria, empieza


con la imputación formal (arts. 301.1 y 302 CPP), y representa el inicio del proceso
penal. Los supuestos 2), 3) y 4), que acoge el art. 301 no hacen al desarrollo de la
Etapa Preparatoria, pues son opciones alternativas a la imputación formal.

”3) La tercera fase se denomina conclusión de la etapa preparatoria, y está


constituida por los ‘actos conclusivos’, entre los cuales se encuentra la presenta-
ción de la acusación por el fiscal al juez o presidente del Tribunal (art. 323 CPP).

”De lo anterior se extrae que, aunque la ley no lo diga claramente, el proceso


penal se inicia con la imputación formal, a partir de la cual corre el término de los
seis meses de duración de la Etapa Preparatoria establecida por el párrafo prime-
ro del art. 134 CPP”.

Sobre la base de esa delimitación de las fases que integran la etapa prepara-
toria del proceso penal, el Tribunal Constitucional interpretó la norma prevista
por el primer párrafo del art. 134 desde y conforme a la Constitución, aplicando
los principios de la unidad y la concordancia práctica; en ese orden se debió
armonizar la norma interpretada con las normas procesales que están orienta-
das a resguardar y proteger, de un lado, los derechos y garantías de los imputa-
dos; y, de otro, de las víctimas, además de preservar la eficacia de la aplicación
efectiva de la coerción penal, de manera tal que se pueda lograr un equilibrio
entre la búsqueda de la eficiencia y la salvaguarda de los derechos y garantías,
para que el Estado pueda cumplir eficazmente las tareas de defensa social. Sobre

50 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

la base de esas consideraciones, efectuada la labor hermenéutica, el Tribunal


Constitucional concluyó que la solución acorde con el sistema procesal penal y
el orden constitucional era que el proceso penal se inicia con el acto procesal por
el cual el Juez Cautelar pone en conocimiento del encausado o imputado la
imputación formal presentada por el Ministerio Público; así lo expresó en la
sentencia objeto de análisis:

“De lo anterior se extrae que, aunque la ley no lo diga claramente, el proceso


penal se inicia con la imputación formal, a partir de la cual corre el término de los
seis meses de duración de la Etapa Preparatoria establecida por el párrafo prime-
ro del art. 134 CPP, cuando textualmente dice: ‘La etapa preparatoria deberá
finalizar en el plazo máximo de seis meses de iniciado el proceso’ (...) Queda
claro que, razones de ‘técnica legislativa’ no permitieron que esto quedara explí-
citamente establecido, sino de manera implícita”.

Con la finalidad de precisar el entendimiento respecto al momento en que se


inicia el cómputo del plazo de duración máxima de la etapa preparatoria del
juicio oral, el Tribunal Constitucional, en su ratio decidendi, ha señalado lo si-
guiente:

(...) dado el carácter público del proceso, el cómputo de los seis meses pre-
vistos por el art. 134 CPP para el desarrollo de la Etapa Preparatoria, empieza a
partir de que el Juez cautelar pone en conocimiento del encausado la imputación
formal, siendo éste el actuado jurisdiccional que marca el inicio del proceso pe-
nal, y a partir de ahí se tiene un término máximo de seis meses para presentar la
acusación, ampliable únicamente en el supuesto establecido por el segundo
párrafo del art. 134 CPP”.

La doctrina que define el inicio del proceso penal y el momento en que se


inicia el cómputo del plazo máximo de duración de la etapa preparatoria del
juicio oral, al estar consignada en la ratio decidendi de la sentencia constitucional
se constituye en un precedente obligatorio que vincula horizontalmente al pro-
pio Tribunal Constitucional así como a la corte Suprema de Justicia y, vertical-
mente a los tribunales y jueces de jerarquía inferior.

En la sentencia objeto de análisis, el Tribunal Constitucional creó la subregla


que define el inicio del proceso penal, extrayéndola de la norma implícita del
primer párrafo del art. 134 del Código de Procedimiento Penal; de manera que
creó un precedente obligatorio con el que se definió de manera clara y precisa el
inicio del proceso penal y el momento en que se inicia el cómputo del plazo de
duración máxima de la etapa preparatoria del juicio oral, poniendo fin a las di-
versas interpretaciones que se venían realizando de la norma procesal al respec-
to; asumió una solución que armonizó la finalidad garantista de salvaguarda de

Estudios Constitucionales 51
José Antonio Rivera Santibáñez

los derechos fundamentales del nuevo sistema con la eficacia del ejercicio de la
potestad del ius puniendi del Estado como defensa social; porque como sostu-
vo el Tribunal Constitucional, en su sentencia objeto de análisis “sostener, como
erróneamente lo hacen los recurrentes, en sentido de que el inicio del proceso
comienza con la denuncia, supondría fisonomizar al Código procesal vigente
como propio de un modelo procesal de puras garantías, con escasas posibilida-
des reales de aplicación de la ley sustantiva; lo que de un lado, como se precisó
líneas arriba, resultaría incompatible con el sistema procesal moderno, imperan-
te en el mundo contemporáneo y, de otro lado, dada la ineficacia previsible, el
mismo no sería capaz de proteger de manera real los bienes jurídicos lesionados
por las diversas acciones delictivas concretas, lo que provocaría que la misión de
defensa de la sociedad que la Constitución le encomienda al Ministerio Público
(Título Cuarto, Capítulo I, Parte Segunda CPE), sea una mera declaración formal,
sin posibilidades de realización material”.

Queda claro que una solución diferente basada en una aplicación supletoria
de la norma prevista por el art. 5 del Código de Procedimiento Penal, cuya ratio
legis tiene otra finalidad, disminuiría la eficacia de la persecución penal del cri-
men al grado de neutralizarla, toda vez que computando el plazo de duración
máxima a partir de la presentación de la denuncia o sindicación en sede policial
o judicial, gran parte de las acciones penales se extinguirían en la etapa prepara-
toria, porque no se podría desarrollar una adecuada investigación, especialmen-
te en aquellos casos en los que en el primer momento ni siquiera se logra iden-
tificar al o los posibles autores del crimen, en cuyo caso sería poco menos que
imposible que el Ministerio Público presente su requerimiento conclusivo al cabo
de los seis meses.

b) A partir de qué momento se computa el plazo cuando existen una plura-


lidad de imputaciones formuladas sucesivamente.

Definido el problema anteriormente referido, en la implementación del nue-


vo sistema procesal penal surgió otro conflicto a resolver; pues la norma proce-
sal no define de manera expresa a partir de qué momento se computa el plazo
de duración máxima de la etapa preparatoria cuando existe una pluralidad de
imputaciones formuladas en tiempos sucesivos.

Ello dio lugar a que el Ministerio Público y algunos jueces interpreten en el


sentido de que el plazo se computa a partir de la última imputación formal; en
cambio, otros jueces y los abogados defensores entiendan que se computa a
partir del momento en que el Fiscal de Materia presenta el informe del inicio de
investigaciones al Juez Cautelar.

52 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

El caso fue llevado nuevamente ante el Tribunal Constitucional por vía de la


acción de Amparo Constitucional por Fiscales de Materia que dirigieron la inves-
tigación de una denuncia presentada por una entidad pública por la supuesta
comisión de delitos por ex funcionarios de dicha entidad, así como servidores
municipales y trabajadores de empresas constructoras particulares, delitos co-
metidos en la adjudicación de obras de mejoramiento de caminos y proyectos
agroforestales, planteando como problemática el hecho de que la Jueza Cautelar
había dispuesto la notificación al Fiscal de Distrito con la conminatoria para que
en el plazo de cinco días siguientes presente el requerimiento conclusivo, bajo
conminatoria de decretar la extinción de la acción penal en la etapa preparatoria,
ello con el argumento de que la etapa preparatoria habría concluido por cuanto
el informe del inicio de investigaciones se presentó el 12 de mayo (2002) y que
a la fecha en que emitió la conminatoria (12 de noviembre de 2002) habrían
transcurrido los seis meses (plazo máximo de duración de la etapa preparatoria);
ante esa situación los fiscales impugnaron la decisión de la Jueza Cautelar invo-
cando el precedente creado por la jurisprudencia constitucional establecida me-
diante la SC 1036/2002-R, de 29 de agosto, según el cual el proceso se inicia
con el acto por el que el Juez Cautelar pone en conocimiento del imputado la
imputación formal, en el caso que motiva el recurso presentaron tres imputacio-
nes formales y en momentos sucesivos diferentes, la primera el 22 de agosto, la
segunda imputación el 30 de agosto y la tercera imputación el 15 de octubre,
por lo que debió computarse el plazo máximo a partes de esta última imputa-
ción; la Jueza Cautelar, apartándose del precedente obligatorio, rechazó la im-
pugnación y ratificó la conminatoria.

Sometido a su conocimiento el caso, el Tribunal Constitucional lo resolvió me-


diante la SC 173/2003-R, de 14 de febrero, en la que expresó, entre otros, los
siguientes fundamentos jurídicos que forman parte de la ratio decidendi del fallo:

“(...) el proceso penal se inicia con la imputación formal, a partir de la cual


corre el término de los seis meses de la Etapa Preparatoria establecida por el
párrafo primero del art. 134 CPP, cuyo cómputo empieza a correr desde que el
Juez Cautelar pone en conocimiento del encausado la imputación formal, sien-
do éste el actuado jurisdiccional que marca el inicio del proceso penal y a partir
de ahí se tiene un término máximo de seis meses para presentar la acusación.

“(...) se inició la investigación preliminar que fue puesta en conocimiento de


la Jueza de Instrucción Cautelar por informe de 11 de mayo de 2002, en cuyo
proceso investigativo por el número de implicados, la naturaleza de los delitos y
ser compleja la investigación, el Ministerio Público realizó tres imputaciones for-
males la primera el 22 de agosto, luego el 30 del mismo mes y el 15 de octubre
del mismo año, de manera que la etapa preparatoria se inició el 15 de octubre

Estudios Constitucionales 53
José Antonio Rivera Santibáñez

de 2002, fecha ésta a partir de la que debe computarse el término de los seis
meses que establece el art. 134 CPP que concluye el 15 de abril de 2003”.

Con la doctrina glosada el Tribunal Constitucional ha definido que, cuando


existe una pluralidad de imputaciones formales presentadas por el Ministerio
Público en forma sucesiva, el cómputo del plazo máximo de duración de la
acción penal en la etapa preparatoria se inicia a partir de la citación al imputado
con la última imputación formal o al último de los imputados.

A través de la sentencia objeto de análisis, el Tribunal Constitucional creó una


segunda subregla que, complementando a la anterior creada por la SC 1036/
2002-R, de 29 de agosto, resuelve el conflicto respecto al entendimiento de la
norma prevista por el primer párrafo del art. 134 del Código de Procedimiento
Penal.

c) Oportunidad en que debe presentarse la imputación formal.

Un problema concurrente a los anteriormente referidos y resueltos mediante


la jurisprudencia constitucional, fue el referido a la oportunidad en la que debe
presentarse la imputación formal; ello debido a que la norma procesal prevista
por el art. 134 del Código de Procedimiento Penal no la define de manera expre-
sa. La solución a este problema tuvo su importancia en la medida en que se
definió que el cómputo para el plazo máximo de duración de la acción penal, en
su etapa preparatoria, se realiza a partir del momento en que el Juez Cautelar
ponga en conocimiento del imputado la imputación formal. De otro lado, la
importancia de la solución al problema se explica porque la definición de la
oportunidad en la que debe presentarse la imputación se vincula a la oportuni-
dad en la que debe presentarse el requerimiento acusatorio, de manera que se
resguarde el derecho al debido proceso del o los imputados.

Al no haber sido resuelto el problema en la jurisdicción ordinaria y debido a


que a partir de una incorrecta interpretación de la norma procesal se vulneraron
derechos fundamentales de los imputados sometidos a la acción penal, el caso
fue llevado a conocimiento del Tribunal Constitucional, por la vía tutelar del Amparo
Constitucional, con la problemática planteada en el mismo caso resuelto me-
diante la SC 1036/2002-R, de 29 de agosto; de manera que el Tribunal Constitu-
cional mediante la referida sentencia resolvió el problema, a partir de una interpre-
tación sistemática de las normas procesales, aplicando el método teleológico.

Para definir el problema el Tribunal Constitucional ha tomado en cuenta que


la imputación debe ser el resultado de la identificación del o los probables auto-
res del delito denunciado, así como de la acumulación de indicios suficientes
que hagan presumir la participación del o los imputados y con probabilidad

54 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

sean los autores, que ello supone la realización de la la primera fase de la etapa
preparatoria, es decir, la realización de los actos iniciales o de la investigación
preliminar. Sobre esa base el Tribunal Constitucional ha creado el siguiente pre-
cedente obligatorio:

“Si bien el Código de Procedimiento Penal no establece de manera explícita el


plazo en que la imputación formal debe ser presentada por el fiscal; del conteni-
do de los arts. 300, 301 y 302 CPP, se entiende que la misma debe emitirse a la
conclusión de los actos iniciales de investigación, cuando, obviamente, existan
indicios suficientes sobre la existencia del hecho y la participación del imputado;
sin embargo, del contenido del art. 301.2 CPP, en el que se concede al Fiscal la
facultad de ‘Ordenar la complementación de la diligencias policiales, fijando un
plazo para el efecto’, se extrae que, en el sentido de la ley, al fiscal no le es
exigible presentar la misma en la generalidad de los casos en el momento seña-
lado; sino sólo en aquellos supuestos en los que existen indicios suficientes”.

Con la finalidad de evitar un entendimiento incorrecto del precedente obliga-


torio creado en su jurisprudencia, el Tribunal Constitucional, en la misma senten-
cia objeto de análisis, hizo la siguiente precisión:

“Esto no significa, sin embargo, que el fiscal carezca en absoluto de plazo


para presentar la imputación formal; pues, tal entendimiento no guardaría suje-
ción al mandato constitucional de celeridad procesal consagrado por el art. 116.X
CPE, de lo que se extrae que el fiscal está impelido a presentar la imputación
formal en un plazo que debe ser fijado por el juez, atendiendo la complejidad
del asunto, en los casos en que el fiscal no lo haga en un plazo razonable; plazo
que en ninguna circunstancia, puede exceder al establecido por el art. 134 CPP,
para la conclusión de la Etapa Preparatoria”.

Finalmente, como complemento a la solución establecida para el problema


analizado, con la finalidad de resguardar el derecho al debido proceso del o los
imputados, el Tribunal Constitucional, en la misma SC 1036/2002-R, de 29 de
agosto, ha creado el siguiente precedente obligatorio, respecto al plazo en el
cual debe presentarse un requerimiento acusatorio, por parte del Ministerio Pú-
blico, una vez presentada la imputación formal:

“(...), debe tenerse presente que, conforme a los principios de igualdad (art.
12 CPP), el Fiscal no puede emitir acusación de manera simultánea a la imputa-
ción formal o próxima a ésta, sino que debe existir un lapso de tiempo razona-
ble entre la imputación formal y la acusación, que posibilite al imputado ejercer
ampliamente su derecho a la defensa. Dicho término debe ser fijado por el Juez
cautelar, y puede ser ampliado, en su caso, a petición de las partes, pero nunca
más allá del límite de tiempo fijado para la Etapa Preparatoria”.

Estudios Constitucionales 55
José Antonio Rivera Santibáñez

d) La extinción se opera de hecho o de derecho.

Uno de los contenidos esenciales del derecho al debido proceso en materia


penal, es el derecho de los imputados o procesados a un proceso en un plazo
razonable y sin dilaciones indebidas. En resguardo de ese derecho, ningún pro-
ceso penal debe prolongarse más allá de un plazo razonable, de manera que, de
un lado, los sistemas procesales deben prever en su configuración normas que
permitan o en su caso, obliguen a los jueces o tribunales imprimir el impulso
procesal; y, de otro, los jueces y tribunales penales deben desarrollar los proce-
sos penales en los márgenes de la regularidad, con la debida continuidad y
celeridad de manera que puedan concluir en los plazos razonables; la lesión del
referido derecho debe sancionarse con la extinción de la acción judicial por mora
judicial.

Es en el marco de lo referido que las normas del art. 134 del Código de
Procedimiento Penal, han previsto, por una parte, un plazo de duración máxima
de la acción penal en la etapa preparatoria; y, por otra, la extinción de la acción
penal en esa etapa por incumplimiento de ese plazo máximo de duración, es
decir, para el caso de que en dicho plazo el Ministerio Público no presente un
requerimiento conclusivo en una de las formas previstas por el art. 323 del mis-
mo Código.

La interpretación y aplicación de las normas procesales referidas dio lugar al


surgimiento de los problemas anteriormente referidos, los que fueron resueltos
por el Tribunal Constitucional mediante la creación de precedentes constitucio-
nales consignados en la jurisprudencia constitucional. Un último problema a ese
respecto fue el referido a que si la extinción se opera de hecho o de derecho;
pues algunos jueces cautelares y abogados defensores entendieron que la ex-
tinción se opera de hecho con el solo transcurso del plazo máximo de duración
de la acción penal en la etapa preparatoria; en cambio otros jueces cautelares y
fiscales de materia entendieron que la extinción se opera de derecho; lo que dio
lugar a una aplicación diferenciada de la norma procesal con relación a la extin-
ción de la acción penal en la etapa preparatoria, vulnerando, en muchos casos,
los derechos fundamentales de las víctimas o de los imputados o procesados.

Ante la situación descrita, en un caso concreto en el que los imputados con-


sideraron lesionado su derecho fundamental a la libertad, llevaron el caso ante el
Tribunal Constitucional por vía de la acción de Hábeas Corpus, planteando como
problemática el hecho de que la Jueza Cautelar, que ejercía el control jurisdiccio-
nal del desarrollo de la etapa preparatoria de la acción penal abierta ante la
denuncia de supuestos delitos cometidos por ellos, rechazó su solicitud de le-
vantar las medidas cautelares de arraigo que les había impuesto siendo así que

56 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

la etapa preparatoria ya se habría extinguido por haber transcurrido más de seis


meses desde la iniciación de la investigación que fue puesta en conocimiento de
la Jueza Cautelar.

El Tribunal Constitucional resolvió el caso aplicando los precedentes creados


mediante la jurisprudencia constitucional, respecto a: i) el momento en que se
considera iniciado el proceso a los fines del cómputo del plazo de duración
máxima de la etapa preparatoria, SC 1036/2002-R, de 29 de agosto; ii) a partir
de qué momento se computa el plazo cuando existen una pluralidad de impu-
taciones formuladas sucesivamente, SC 173/2003-R, de 14 de febrero; y, iii) la
oportunidad en que debe presentarse la imputación formal, SC 1036/2002-R,
de 29 de agosto; asimismo realizando una interpretación de las normas previs-
tas por el tercer párrafo del art. 134 del Código de Procedimiento Penal; sobre la
base de los precedentes constitucionales obligatorios y la interpretación de las
normas procesales desde y conforme a la Constitución, concluyó que la extin-
ción no se opera de hecho sino de derecho; así lo definió en su SC 764/2002-R,
de 1 de julio, en la que creó el siguiente precedente constitucional obligatorio:

“(la) extinción no se opera de hecho –por el solo transcurso de los seis meses
de plazo de la etapa preparatoria sin que el Fiscal haya presentado la solicitud
conclusiva– sino de derecho, porque, vencido el señalado término, la parte de-
berá pedir al Juez Cautelar conmine al Fiscal de Distrito para que presente la
citada solicitud conclusiva, y, en caso de que dicha autoridad no lo haga en los
cinco días siguientes a su notificación, el Juez Cautelar deberá dictar una resolu-
ción expresa declarando extinguida la acción penal”.

Con el precedente constitucional obligatorio creado por la jurisprudencia cons-


titucional se ha encaminado una solución razonable al problema de la declara-
ción de la extinción de la acción penal en su etapa preparatoria resguardando los
derechos de los imputadas a un procesamiento en un plazo razonable y sin
dilaciones indebidas, pero también el derecho de las víctimas a la tutela judicial
efectiva.

4.2.2. La extinción del proceso penal por mora judicial

Como se tiene referido precedentemente, en resguardo del derecho que tie-


ne toda persona procesada penalmente a un proceso dentro de un plazo razo-
nable o proceso sin dilaciones indebidas, el legislador boliviano ha previsto un
plazo máximo de duración del proceso penal y, en coherencia con ello, ha pre-
visto la extinción de la acción penal por mora judicial, como una sanción a la
inacción del Estado en el ejercicio de su potestad del ius puniendi.

Estudios Constitucionales 57
José Antonio Rivera Santibáñez

En efecto, según la norma prevista por el art. 133 del Código de Procedi-
miento Penal todo proceso penal tendrá una duración máxima de tres años; y
por mandato del art. 27.10) del mismo Código, la acción penal se extingue por
vencimiento del plazo máximo de duración del proceso, es decir, cuando en el
plazo de tres años no ha concluido el proceso penal con sentencia ejecutoriada
pasada en calidad de cosa juzgada.

De otro lado, el legislador al adoptar el nuevo sistema procesal penal ha


previsto un proceso de transición del anterior sistema procesal inquisitivo al nue-
vo sistema procesal oral acusatorio, de manera que los procesos penales inicia-
dos en aplicación del anterior Código de Procedimiento Penal concluyan su trá-
mite sujeto a las normas de dicho Código, pero a la vez máximo para que los
mismos puedan concluir, ya que el anterior Código de Procedimiento Penal omitió
dicha definición; de manera que si en ese plazo fijado por las disposiciones
transitorias no concluyen los procesos penales se extinguirán los mismos por
mora judicial.

En efecto, la Disposición Transitoria Tercera de la Ley Nº 1970 del Código de


Procedimiento Penal, expresamente dispone lo siguiente:

“Tercera (Duración del proceso). Las causas que deban tramitarse conforme
al régimen procesal anterior, deberán ser concluidas en el plazo máximo de cin-
co años, computables a partir de la publicación de este Código.
Los jueces constatarán, de oficio o a pedido de parte, el transcurso de este
plazo y cuando corresponda declararán extinguida la acción penal y archivarán
la causa”.

La aplicación de las normas procesales de referencia no estuvo exenta de


dificultades operativas, de manera que surgieron problemas concretos que pue-
den ser resumidos en los siguientes hechos: a) dificultades en los operadores
directos del sistema (tribunales, jueces y fiscales) originadas en múltiples causas,
entre ellas limitaciones estructurales y de la sobrecarga procesal; y b) la conducta
dilatoria asumida por los imputados o procesados, con la intención de prolongar
la duración del proceso para lograr la extinción por mora judicial.

Debido a las dificultades referidas, los procesos penales iniciados en vigencia


del anterior Código de Procedimiento Penal no concluyeron con su tramitación
en el plazo de los cinco años siguientes a la publicación del nuevo Código de
Procedimiento Penal, como manda la Disposición Transitoria Tercera de la Ley
Nº 1970. Ante esa situación, la Corte Suprema de Justicia, en ejercicio de la
iniciativa legislativa que le reconoce el art. 71.II de la Constitución, presentó al
Congreso Nacional un proyecto de Ley para ampliar el plazo. El Legislativo san-
cionó la Ley Nº 2683 de 12 de mayo de 2004, mediante la cual modificó la

58 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

Disposición Transitoria Tercera de la Ley Nº 1970, eliminando el plazo y previen-


do que los procesos penales sean tramitados sin plazo alguno hasta su conclu-
sión final. La referida Ley dispone expresamente lo siguiente:

“Artículo único. Modifícase la Parte Tercera (Duración del Proceso), de Dispo-


siciones Transitorias de la Ley Nº 1970, de 25 de marzo de 1999, en los siguien-
tes términos:
1) Las causas con actividad procesal sujetas al régimen anterior continuarán
tramitándose hasta su conclusión”.

Esta disposición legal fue impugnada mediante el recurso directo o abstracto


de inconstitucionalidad por considerar que era incompatible con las normas pre-
vistas por los arts. 6, 9.1, 16.IV y 116.X de la Constitución.

Sometido el caso a su conocimiento, el Tribunal Constitucional lo resolvió


mediante su SC 101/2004, de 14 de septiembre, declarando la inconstituciona-
lidad de la Ley impugnada; en la sentencia, analizando los principios fundamen-
tales de la legalidad y la irretroactividad de la Ley, así como citando las normas
previstas por los arts. 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos, 14.3) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 16 y 116.X de
la Constitución, concluyó señalando que: “(...) la finalidad que persigue el legis-
lador constituyente boliviano al introducir, en concordancia con los preceptos
internacionales aludidos, el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable,
es que el imputado pueda definir su situación ante la ley y la sociedad dentro del
tiempo más corto posible, desde un punto de vista razonable; poniendo fin a la
situación de incertidumbre que genera todo juicio, y la amenaza siempre latente
a su libertad que todo proceso penal representa. Con esto se persigue evitar que
la dilación indebida del proceso, por omisión o la falta de la diligencia debida de
los órganos competentes del sistema penal, pueda acarrear al procesado lesión
a otros derechos, entre ellos, el de la dignidad y la seguridad jurídica, que resul-
ten irreparables (...) En coherencia con esto, la Disposición Transitoria Tercera del
CPP, para dar concreción práctica al derecho a que el proceso concluye dentro
del plazo razonable a que aluden los Pactos, estableció el plazo de cinco años
para la conclusión de las causas bajo el régimen anterior (Código de Procedi-
miento Penal de 1972)”.

El Tribunal Constitucional ha expuesto como fundamento de su decisión el


hecho de que “la Ley 2683 de 12 de mayo de 2004, al establecer que ‘Las
causas con actividad procesal sujetas al régimen anterior continuarán tramitán-
dose hasta su conclusión’, eliminó la posibilidad de que se declare la extinción
de la acción penal en los procesos tramitados con el anterior régimen y, como
resultado de ello, prolongó de manera indefinida el plazo para su conclusión; en
consecuencia, resulta ser una norma penal desfavorable”.

Estudios Constitucionales 59
José Antonio Rivera Santibáñez

Si bien en el recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad resuelto me-


diante la SC 101/2004, de 14 de septiembre, no se impugnaron las normas
previstas por el art. 133 y la Disposición Transitoria Tercera de la Ley Nº 1970 del
Código de Procedimiento Penal, el Tribunal Constitucional, por considerar que
dichas disposiciones procesales tenían conexitud con la Ley impugnada, en apli-
cación de lo previsto por el art. 58.IV de la Ley Nº 1836 del Tribunal Constitucio-
nal, las examinó y sometió a juicio de constitucionalidad.

En ese cometido el Tribunal Constitucional ha invocado los precedentes cons-


titucionales obligatorios creados en su jurisprudencia con relación a la extinción
de la acción penal, misma que establece que la extinción del proceso penal no
se opera de manera automática con el solo transcurso del plazo fijado por la
disposición procesal, sino que cada caso debe ser objeto de un cuidadoso aná-
lisis para determinar las causas de la demora en la tramitación del proceso penal
en cuestión.

De otro lado, ha tomado en cuenta la doctrina y la jurisprudencia emanada


de los órganos regionales de protección de los Derechos Humanos, como la
Corte Americana de Derechos Humanos, respecto a que se entiende por un
proceso sin dilación indebida a aquel que se desenvuelve en condiciones de
normalidad dentro del tiempo requerido y en el que los intereses litigiosos pue-
den recibir pronta satisfacción; de esa doctrina ha inferido que el derecho a un
proceso dentro de un plazo razonable o sin dilaciones indebidas se lesiona cuando
el proceso penal no se desarrolla en condiciones de normalidad debido a la
actuación negligente de las autoridades competentes, es decir, con un funciona-
miento anormal de la administración de justicia, con una irregularidad irrazona-
ble, dando lugar a que el proceso tenga una demora injustificada; ello implica
que el legislador no puede imponer un plazo fijo y único para la duración máxi-
ma de un proceso penal, ya que ello depende de diversos factores, entre ellos la
complejidad del proceso, el comportamiento de las partes procesales y la actua-
ción misma de las autoridades judiciales.

Sobre la base de las consideraciones antes referidas, el Tribunal Constitucio-


nal, en su sentencia objeto de análisis, ha concluido señalando lo siguiente:

“De lo anterior resulta claro que cuando las normas que se analizan por co-
nexión establecen que:
Art. 133 (Duración máxima del proceso). Todo proceso tendrá una duración
máxima de tres años, contados desde el primer acto del procedimiento, salvo el
caso de rebeldía.
Las causas de suspensión de la prescripción suspenderán el plazo de dura-
ción del procedimiento. Cuando desaparezcan éstas, el plazo comenzará a correr
nuevamente computándose el tiempo ya transcurrido.

60 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

Disposición Transitoria.
Tercera (Duración del proceso). Las causas que deban tramitarse conforme al
régimen procesal anterior, deberán ser concluidas en el plazo máximo de cinco
años, computables a partir de la publicación de este Código.
Están guardando plena compatibilidad con la Constitución; sin embargo,
cuando en la última parte de ambos preceptos, de manera lisa y llana, es decir
sin discriminar si la demora en la tramitación del proceso es atribuible a los órga-
nos estatales competentes de la justicia penal o a las partes, establecen:
Artículo 133. Vencido el plazo, el juez o tribunal del proceso, de oficio o a
petición de parte, declarará extinguida la acción penal.
Disposición Transitoria Tercera
Los jueces constatarán, de oficio o a pedido de parte, el transcurso de este
plazo y cuando corresponda declararán extinguida la acción penal y archivarán
la causa.
No guardan plena compatibilidad con el sentido del orden constitucional y
de los pactos sobre derechos humanos aludidos, pues tal extinción sólo puede
ser conforme a la Constitución, cuando se constate que la no conclusión del
proceso dentro del plazo máximo establecido por ambas disposiciones es atri-
buible a omisiones o falta de diligencia debida de los órganos administrativos o
jurisdiccionales del sistema penal y no a acciones dilatorias del imputado o pro-
cesado”.

En esa conclusión, que se constituye en la ratio decidendi de la sentencia


constitucional, el Tribunal Constitucional ha creado las siguientes subreglas: i) la
extinción del proceso penal no se opera por el solo transcurso del plazo de
duración máxima del proceso penal; ii) la extinción se opera cuando el proceso
no ha concluido en el plazo previsto por ley debido a las omisiones o falta de
diligencia debida de los órganos administrativos o jurisdiccionales del sistema pe-
nal, y iii) la extinción no se opera cuando el proceso penal no concluye en el plazo
estipulado por ley debido a las acciones dilatorias del imputado o procesado.

Las subreglas tienen su sustento en los principios fundamentales de la segu-


ridad jurídica y de la legalidad, así como en la necesidad de establecer un equi-
librio entre la búsqueda de la eficiencia del sistema procesal penal en la defensa
social y la salvaguarda de los derechos y garantías; así, por ejemplo, resguardar
los derechos no sólo de los imputados y procesados, sino también el derecho
de las víctimas a la tutela judicial efectiva y la seguridad jurídica. Al respecto, en
la ratio decidendi de la SC 101/2004, de 14 de septiembre, el Tribunal Constitu-
cional, ha señalado que “debe tenerse presente que en el sentido de la Constitu-
ción, se vulnera el derecho a la celeridad procesal y, dentro de ello, a la conclu-
sión del proceso en un plazo razonable, cuando los órganos competentes de la
justicia penal del Estado omiten desplegar, injustificadamente, la actividad pro-
cesal dentro de los términos que el ordenamiento jurídico establece; por tanto,

Estudios Constitucionales 61
José Antonio Rivera Santibáñez

en sentido del orden constitucional, no habrá lesión a este derecho, si la dilación


del proceso, en términos objetivos y verificables, es atribuible al imputado o
procesado. Un entendimiento distinto no guardaría compatibilidad ni coheren-
cia con las exigencias de seguridad jurídica que la Constitución proclama [art. 7
inc. a)] así como el deber del Estado de proteger de manera eficaz, toda lesión o
puesta en peligro concreto, de los bienes jurídicos protegidos por el orden penal
boliviano”.

De las conclusiones mencionadas y las subreglas establecidas se podría infe-


rir que, las normas procesales que imponen un plazo fijo para la conclusión de
los procesos penales, en una de las interpretaciones posibles, no guardan com-
patibilidad con la Constitución, de manera que tendrían que haber sido declara-
das inconstitucionales; empero, el Tribunal Constitucional, en aplicación del prin-
cipio de la conservación proclamado por el art. 4 de la Ley Nº 1836, realizó la
interpretación de las normas procesales desde y conforme a la Constitución ha-
ciéndolas compatibles con ella; creando de esa forma el siguiente precedente
constitucional obligatorio:

“Las disposiciones legales objeto del presente juicio de constitucionalidad


sólo pueden ser compatibles con los preceptos constitucionales referidos, en la
medida que se entienda que, vencido el plazo, en ambos sistemas, en lo condu-
cente, el juez o tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará
extinguida la acción penal, cuando la dilación del proceso más allá del plazo
máximo establecido, sea atribuible al órgano judicial y/o, al Ministerio Público,
bajo parámetros objetivos; no procediendo la extinción cuando la dilación del
proceso sea atribuible a la conducta del imputado o procesado”.

En cuanto a los parámetros que deben ser tomados en cuenta por la autori-
dad judicial para decretar la extinción de la acción penal por mora judicial, el
Tribunal Constitucional en su Auto Constitucional 0079/2004-ECA, de 29 de
septiembre, emitido ante la solicitud de aclaración, enmienda y complementa-
ción presentada por el recurrente, ha señalado lo siguiente:

“(...) partiendo del análisis del art. 133 del CPP y de la Disposición Transitoria
Tercera del CPP y su compatibilización con el art. 116.X de la Constitución Política
del Estado (CPE), sobre la exigencia constitucional de celeridad procesal y las
normas internacionales sobre derechos humanos, el concepto de plazo razona-
ble debe ser apreciado en cada caso concreto, tomando en cuenta, ‘la comple-
jidad del litigio, la conducta del imputado y de las autoridades judiciales…’;
dejando claramente establecido que este plazo, en ningún caso puede exceder
el límite de lo razonable”.

62 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

En consecuencia, el Tribunal Constitucional, asumiendo la doctrina estableci-


da en la jurisprudencia de los sistemas regionales de protección de los derechos
humanos, a establecido como subregla los siguientes parámetros para determi-
nar, en cada caso, el plazo razonable en el que deben concluir el proceso penal:
a) la complejidad del proceso penal, ello en razón a que cada caso tiene su
propia particularidad, de manera que existen casos tan complejos por existir
múltiples imputados, por ejemplo, que hacen difícil la conclusión del proceso en
el plazo fijado por ley, más allá de la voluntad de las autoridades judiciales; b) la
conducta del o los imputados, que en muchos casos se constituye en un obstácu-
lo para el normal desarrollo del proceso penal por el uso abusivo de recursos e
incidentes dilatorios; y c) la actuación de la autoridad judicial, pues lo que se
sanciona con la extinción por mora judicial es la falta de diligencia de los jueces
y tribunales, lo que provoca una demora injustificada en la conclusión del proce-
so; pero aquellas demoras debidamente justificadas no puede ser sancionadas.

5. LAS TENSIONES GENERADAS POR


LOS PRECEDENTES CREADOS POR LA
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

El activismo judicial asumido por el Tribunal Constitucional en la constitucio-


nalización del ordenamiento jurídico y en la protección efectiva de los derechos
humanos, si bien ha reorientado la conducta y actuación de las autoridades
públicas, especialmente las judiciales, no ha estado exenta de críticas, pues ha
generado tensiones en algunos niveles de la judicatura ordinaria, especialmente
en la Corte Suprema de Justicia, misma que ha cuestionado la fuerza vinculante
de la jurisprudencia constitucional, al grado que, partiendo de una confusión
entre la fuerza vinculante de la jurisprudencia y el efecto general de la decisión
constitucional, ha planteado formalmente un proyecto de ley para modificar el
art. 44.I de la Ley Nº 1836 del Tribunal Constitucional, proyecto que no ha pros-
perado por la representación efectuado por el órgano de control de constitucio-
nalidad ante el Congreso Nacional.

La Corte Suprema de Justicia formula críticas a la labor del Tribunal Constitu-


cional con fundamentos que podrían resumirse en lo siguiente:

a) Supuesta generación de inseguridad jurídica; la Corte Suprema de Justicia


considera que la jurisdicción constitucional, al haberse alineado a la tesis permi-
siva de la procedencia del Amparo Constitucional contra decisiones judiciales
con aparente calidad de cosa juzgada, estaría creando inseguridad jurídica anu-
lando sentencias judiciales firmes, que en su criterio no pueden ser modificadas,
a pesar de que en el proceso judicial en el que se emitió la sentencia se hubiesen

Estudios Constitucionales 63
José Antonio Rivera Santibáñez

vulnerado derechos fundamentales y garantías constitucionales de las partes


que intervienen en el proceso.

b) Supuesta invasión por el Tribunal Constitucional al ámbito de la jurisdicción


ordinaria; la Corte Suprema de Justicia considera que la jurisdicción constitucio-
nal, supuestamente incurre en una invasión al ámbito de la jurisdicción ordina-
ria, cuando revisa sus actos y decisiones por la vía de las acciones tutelares del
Amparo Constitucional; porque en su criterio estaría resolviendo los asuntos
cuya resolución es atribución de la jurisdicción ordinaria. Fundamento que no
tiene asidero, porque el Tribunal Constitucional al resolver un Amparo Constitu-
cional y conceder la tutela solicitada no resuelve el fondo del problema que se
dilucidó en el proceso judicial ordinario, simplemente restablece los derechos
vulnerados disponiendo que el Juez o Tribunal ordinario vuelva a sustanciar el
proceso judicial con resguardo de los derechos fundamentales de las partes.

c) Supuesta vulneración de la independencia de los jueces y tribunales de la


jurisdicción ordinaria, porque la Ley 1836 del Tribunal Constitucional establece
los efectos vinculantes de la jurisprudencia constitucional; ello, en criterio de la
Corte Suprema de Justicia, anula la creatividad y el criterio propio de los jueces y
tribunales de la jurisdicción ordinaria sometiéndolos a los criterios del Tribunal
Constitucional.

d) Supuesta usurpación de funciones del Órgano Legislativo Nacional por el


Tribunal Constitucional haciendo legislación positiva; pues partiendo de un crite-
rio erróneo sobre los alcances de los principios de seguridad jurídica y la conser-
vación de la norma, la Corte Suprema de Justicia considera que el Tribunal Cons-
titucional al emitir sentencias interpretativas y al establecer los precedentes cons-
titucionales obligatorios en los que consigna subreglas, está realizando legisla-
ción positiva.

Las críticas formuladas por la Corte Suprema de Justicia y algún sector míni-
mo del foro profesional de abogados, que han sido expuestos resumidamente,
no tienen mayor sustento jurídico de fondo, son el reflejo de una falta de com-
prensión del verdadero rol que desempeña la jurisdicción constitucional como
máximo guardián y supremo intérprete de la Constitución; asimismo, de la in-
adecuada comprensión del lugar que ocupa la jurisprudencia constitucional en
el sistema de fuente del Derecho, en el marco de la doctrina contemporánea del
Derecho Constitucional. Es de esperar que sobre la base de un profundo análisis
y un sereno debate académico puedan superarse los temores y resistencias al
activismo judicial orientado a la creación del derecho.

64 Estudios Constitucionales
El precedente constitucional emanado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y
su impacto en el ordenamiento jurídico y la actividad de los órganos estatales en Bolivia

BIBLIOGRAFÍA

Bernal Pulido, Carlos. 2005. El Derecho de los Derechos. Bogotá. Colombia. Ed.
Universidad Externado de Colombia.
Lassalle, Ferdinand. 1996. ¿Qué es una Constitución? 7ª ed. Colofón S.A. México.
Rivera Santibáñez, José Antonio. 2004. Jurisdicción Constitucional. Procesos cons-
titucionales en Bolivia. Segunda edición actualizada. Cochabamba. Bolivia.
Grupo Editorial Kipus.

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