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LllBlLIDD!
Confusión
Desinformación
Comunicación
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hel'der
PRÓLOGO
7
Prólogo Prólogo
tiempo. O dicho de otra forma : las afirmaciones que aquí se hacen ejemplos aparentemente tan dispares y las conclusiones que pueden
estaban al alcance de nuestro pensam iento no sólo hace ya algunos extraerse. El recurso a los ejemplos tiene, pues, muy diversos sig-
,
decenios sino, por lo que respecta a las premisas en que se apoyan nificados en cada uno de estos métodos. En el primero, los ejem-
sólo la es
desde la edad antigua. Pero faltaba la disposición, o acaso plos aducid--is deben poseer por sí mismos fuerza demostrativa,
- decir, deben ser auténticas pruebas. En el segundo tienen una fun-
ocasión, de enfren tarse con la natural eza y los efectos de la comuni
cación como fenómeno indepe ndient e. Cierto que los físicos y los ción similar a la de las analogías, metáforas e ilustraciones: su mi-
técnicos de la telecomunicación habían resuelto ya en gran parte sión es describir, exponer o traducir una cosa a un lenguaje fácil-
los problemas de la transm isión de información, que la lingüís
tica mente comprensible, pero no necesariamente demostrar. Este pro-
había instalado sobre sólidas bases científicas nuestro conocimiento cedimiento permite recurrir a ejemplificaciones que .,o tienen por
del origen y estruct ura del lenguaje y que la semántica había
ini- qué ser científicas en el sentido estricto de la palabra . Puede tra-
ciado desde hacía mucho tiempo la investigación del significado
de tarse, por ejemplo, del empleo de citas tomada_s de novelas o poe-
es
los signos y de los símbolos. En cambio , el estudio de la llamada sías, de anécdotas y chistes o incluso, en fin, de esquemas mental
cómo meramente imaginarios. Un procedimiento al que Maxwe ll confirió
pragm ática de la comun icación human a , es decir, del modo
los hombres se influyen mutua mente median te la comun icación , de respetabilidad hace ya muchos años, al postular su «demonio».
pueden Este libro se apoya en el segundo método y espero ofrecer así
cómo a lo largo y en virtud del proceso de comunicación
dife- al lector la posibilidad de acercarse, como quien dice, por la puerta
surgir «realid ades», ideas y concepciones ilusorias totalm et,te d
joven de la trasera, a los complejos problemas de la concepción de la realida
rentes, este estudio constit uye una rama relativamente
y acomodación a la misma.
investi gación .
- La exposición que sigue no exige un previo conocimiento de
La pregun ta a que este libro intenta dar respuesta es la siguien
fórmulas o de teorías abstractas. Todo lo contrario: el libro quiere
te: ¿hasta qué punto es real lo que ingenuamente y sin el menor narrar, contar algo, quiere ilustrar narrando. El lector puede abrirlo
reparo solemo s llamar la realida d? por la página que le plazca y, según el humor del momento, em-
Es propós ito firme y declara do de este escrito atenerse ~ . un pezar la lectura por ese pasaje o bien seguir hojeando en busca
de
uca,
estilo ameno y coloqu ial y presen tar al lector, en forma anecdo otro lugar. Si algo despierta su interés y desea más amplia infor-
alguno s ejempl os, elegidos al azar, de la investigación -:le_ la comu- mación sobre el tema, las referencias bibliográficas le darán acceso
les,
. · ' n, qu e son si'n duda insólitos , curiosos y. hasta mcreíb . .
mcacio a las fuentes. De similar manera, el estudioso de las ciencias socia-
a pesar de que (o acaso precisa mente porque ) ti~ne_n una pa_ruci-
les o de las ciencias del comportamiento podrá acaso hallar en estas
es
pación inmed iata en el origen y formación de las distmtas version páginas ideas o estímulos para sus propios proyectos de investigación
de ]a realida d. o para sus disertaciones.
A na person a meticu losa podrá antojársele esta forma expo- Espero, además, que el libro pueda desempeñar una segunda fun-
fici'al y acientífica · Pero esta person a. no deberíad olvidar
u
. • super
sltlva . ción. Corno ya se ha insinuado, creer que la propia visión de la rea-
que existen dos manera s - comple tament e distmta s - e e:po-
lidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión . Pero se hace
. . , cien
sicion
. t'fica
i . La
primer a comienza por formul ar una ¡·d 1y
teona
aún más peligrosa si se Ja vincula a la misión mesiánica de sen-
1 _ez . o
aporta luego las prueba s experi mental es que confirman su va tirse en la obligación de explicar y organizar el mundo de acuerd
eJem- a
El segund o métod o consis te en presen tar un gra~ númer o de con ella, sin que import e que el mundo lo quiera o no . La negativ
luego des- ía
p los tornados de
los más distint os campo s, para intenta r a plegarse a una determinada visión de la realidad (a una ideolog
1
' de· esta maner a práctica, a estruct ura comu 'n de todos estos
cubrir,
9
8
Las dos realidades
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Desinformación
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Planolandia
Comunicación
consta nte aumen to, para , a continu ación , ir di·smi· nuyen do
¡11etrO en ).
mando: «Pero si un punto, al desplazarse tres pulgadas,· genera
una línea d de diámet ro has ta volver a desaparecer por comple to (fi gura 14
tres pulgadas. que se representa Pº: 1 '
e . numero
3, y st una recta, al despla-e
, genera un cuadrad o de tres pu1ga-
zarse tres pu lgadas paraldamente a s1 misma 2
das por lado ' Jo que se expresa por 3 , entonce s un cuadrad o de tr ~ ~
g·idas por lado que se. mueve de alguna manera {que no acierto a compr ender)
, , al ( . .
· generara go aunque no puedo 1magma rme que')
paralelamente a s1 mismo,
3 '
v este resultado podrá expresarse por 3 .»
ción. «Tendrfa s
· «Vete a la cama», le dije, algo molesto por su interrup Perspectil'a
más sentido común si no dijeras cosas tan insensat as» [3]. d~l cuadrado
Figura 14
Y así, el cuadrado, sin haber aprendido la lección de su prece-
dente sueño , incurre en el mismo error de que había querido sacar Esto explica tambié n el sorpren dente hecho de que la esfera pueda
o
al rey de Linelan dia. Pero durante toda la tarde le sigue rondand entrar en la casa del cuadra do aunque éste haya cerrado a ciencia
y
en la cabeza la charlatanería de su nieto y al fin exclama en voz
3 conciencia las puerta s. Entra, natural mente, por arriba. Pero el con-
alta: «Este chico es un alcornoque. Lo aseguro; 3 no puede tener cepto de «arriba » le resulta tan extraño al cuadrado que no lo pue-
ningun a correspondencia en geometría .» Pero de pronto oye una de compre nder y, en consecuencia, se niega a creerlo . Al fin ,
la
voz : «El chico no tiene nada de alcornoque y es evidente que
y
la voz de un extraño esfera no ve ningun a otra solución más que tomar consigo al cua-
tiene una correspondencia geométrica.» Es
- drado y llevarlo a E spaciolandia. Vive así una experiencia que hoy
visitant e, que afirma venir de Espaciolandia, de un mundo inimagi
calificaríamos de trascen dental:
nable, en el que las cosas tienen tres dimensiones. Y al igual que
el cuadrado en su sueño anterio r, el visitan te se esfuerza por hacer- Un espanto indecibl e se apoderó de mí. Todo era oscuridad;
luego, una
le comprender la realidad tridimensional y la limitación de Plano- vista terrible y mareant e que .nada tenía que ver con el ver; vi
una linea que
landia comparada con esta realidad . Del mismo modo que el cua- no era línea; un espacio que no lo era; yo era yo, pero tampoco
era yo. Cuan-
sta la locura o
drado se definió ante el rey de Linelandia como una línea compue : «Esto es
do pude recuper ar el habla, grité con mortal angustia
un respond ió con tranquila voz
de muchas líneas , también ahora este visitan te se define como el infierno .» «N o es ni lo uno ni lo otro», me
abre otra vez los ojos e intenta
esfera. Pero la esfera, <<es sab er; hay tres dimensiones;
círculo de círculos, que en su país de origen se llama
su ver sosegadamente» [ 4].
naturalmente el cuadrado no puede comprenderlo, porque ve a
visi tante como un círculo, aunque ciertamente dotado de muy extra-
ve- A partir de este instant e místico , los acontecimiento s toman un
ñas e inexplicadas cualidades : aumen ta y disminuye, se reduce a
Con extrem ada pacien- rumbo tragicómico. Ebrio por la formidable experiencia de haber
ces a un punto y hasta desaparece del todo.
penetrado en una realida d totalm ente nueva, el cuadrado desea explo-
cia le va explicando la esfera que todo esto no tiene nada de singu- de
au- rar los misteri os de mundo s cada vez más elevados, de mundos
lar para él: es un número infinito de círculos, cuyo diámetro oír
de cuatro, cinco y seis dimens iones. Pero la esfera no quiere ni
menta desde un punto a trece pulgadas, colocados unos encima idea
tanto, se desplaz a a través hablar de semeja ntes dislate s: «No existe tal país. Ya la mera
los otros para componer un todo. Si, por o no ceja en sus
es totalm ente impens able.» Pero como el cuadrad
de la realidad bidime nsional de Planolandia al principio es invisi-
deseos, la esfera, encole rizada, le devuelv e a los estrechos límites
ble para un habitante de este país, luego, a;enas toca la superfic
ie,
aparece como un punto y al fin se transform a en un círculo de diá- de Planol andia.
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\X7atzlaw ick, Realidad 15
En este punto , la moraleja de la historia cobra perfiles suman1en-
. t as . El cuadrado se siente llamado a la gloriosa v· acuci' ante
te rea l1s
tarea de predicar en Planolandia el evangelio de las tres dimen-
siones. Pero cada vez le resulta más difícil despertar en sí el re-
cuerdo de aquella realidad tridimensional que al principio tan clara
e inolvidable le parecía ; además, fue muy pronto encarcelado por
el equivalente de la inquisición de P lanolandia. Pero en vez de aca-
bar sus días en la hoguera, es condenado a cadena perpetua y ence-
rrado en una cárcel que Abbott describe, con admirable intuición
como fiel contrapartida de ciertos establecimientos psiquiátricos de'
nuestros mismos días . Una vez al año , le visita en su celda el Círculo
Supremo, es decir, el sumo sacerdote, para averiguar si mejora su
estado de salud mental. Y cada año, el pobre cuadrado no puede
resistir la tentación de intentar convencer al Círculo Supremo de que
existe realmente una tercera din1ensión . Pero el sacerdote menea la
cabeza y desaparece hasta el año siguiente.
Lo que Planolandia presenta es simplemente la relatividad de
la realidad . Y por esta razón sería deseable que los jóvenes hicieran
de esta obra su libro de lectura. La historia de la humanidad enseña
que apenas hay otra idea más asesina y despótica que el delirio de
una realidad <<real» (entendiendo, naturalmente, por tal, la de la
propia opinión), con todas las terribles consecuencias que se deri-
van con implacable rigor lógico de este delirante punto de partida.
La capacidad de vivir con verdades relativas, con preguntas para
las que no hay respuesta , con la -sabiduría de no saber nada y
con las paradójicas incertidumbres de la existencia , todo esto puede
ser la esencia de la madurez humana y de la consiguiente tolerancia
frente a los demás. Donde esta capacidad falta, nos entregaremos
de nuevo, sin saberlo, al mundo del inquisidor general y viviremos
la vida de rebaños, oscura e irresponsable, sólo de vez en cuando
con la respiración aquejada por el humo acre de la hoguera de al-
gún magnífico auto de fe o por el de las chimeneas de ]os hornos
crematorios de algún campo de exterminio .
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