Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nunca pensé tener a mi primer hijo a los 24 años. Nunca pensé que sería
fruto de tantos amores diferentes. Nunca pensé que tanta gente me hablara de él y
mucho menos, que estuvieseis dispuestos a quererlo tanto como yo. Cuando eres
madre, el apoyo de las personas que están a tu alrededor es importante, pero si te
apoyan incluso desde el otro lado del charco, es increíble. A ti, gracias por tu
apoyo. Gracias porque ahora mismo tienes a mi hijo en brazos y sé que lo vas a
cuidar, que lo vas a disfrutar.
Tengo pequeñas fábulas en las que los protagonistas siempre eran perros y
gatos escritas cuando tenía sobre seis años y la profesora nos mandaba escribir
cualquier cosa para que cogiéramos soltura. Creo que cuando empecé a leer y me
pasaba la vida devorando libros en la biblioteca o escuchando al Moucho Leroucho
fue el momento en el que supe que yo quería escribir, y no os miento si os digo que
debía tener como seis, siete años a lo mucho. Y de esa época guardo con mucho
amor un pequeño libro que nos regalaron un verano para que escribiéramos y
dibujáramos nuestras propias historias, creo que ese fue mi primer libro de autor.
Siempre me han preguntado si mis relatos son autobiográficos y sí, pero no.
Puede que la idea principal esté en algo que me haya pasado, que haya soñado o
simplemente haya pensado que me podría pasar, pero la mayoría son obra de mi
imaginación y nada más. Mi imaginación a las dos o tres de la madrugada,
normalmente. Aunque en realidad, la inspiración me llega en cualquier momento.
Puedo contaros también que este libro empezó como un blog, también
llamado “El mundo tras tu sonrisa”, allá por el 2012 y que muchos de los relatos
los podéis encontrar allí, pero muchos otros son exclusivos de este libro.
Sobre mí, deciros que me encanta viajar, aunque sea al pueblo de al lado.
Conocer rinconcitos nuevos del mundo y sobre todo de mi tierra, Galicia. Que
estoy enamorada del mar y que creo que las mejores vistas que hay del mar son
desde la Torre de Hércules. Inigualables.
Instagram: @rociombouzon
Todo aquello que siempre he tenido dentro y que he querido sacar fuera
de mí.
No, no te quiero.
– ¿Me quieres?
¿Qué?
౼ Pues… No lo sé, sólo sé que cuando estoy contigo, el tiempo pasa más
rápido de lo normal y que cuando no estás te echo de menos aunque hayan pasado
sólo dos minutos.
– Eso es amor, ¿no? Suelen decir que el tiempo con la persona amada
siempre se hace corto aunque sea toda una vida.
౼ No, no las quiero. Estoy harta de esas personas que etiquetan a cada
pareja que tienen como “el amor de su vida”, ¿ellos qué saben de amor? Nada,
absolutamente nada. Se prometen “para siempres” que apenas duran meses. Se
engañan y permiten que una absurda pelea acabe con eso que consideran amor.
¿entiendes?
– Entiendo.
౼ Yo también lo siento.
Siempre mía.
«Sabes que no me gusta leer, pero sobre tu piel me encanta». Una nota que
lo decía todo, unas once palabras que definían lo que aquel chico sentía. ¿Sentir
algo por ella? Le parecía tan extraño, alguien queriendo más allá de la apariencia
exterior. Aquella apariencia que los años le habían dado, que ella se había forjado a
base de tatuajes. Tatuajes que contaban su historia. Esa historia que a aquel chico
parecía gustarle tanto como para volver a verla. Verla desnuda, enseñando su
historia. Esa historia que él leía cada noche que ella le permitía. No solo la leía con
los ojos, sino que leía sobre ella como un ciego un libro en braille. Ella sentía sus
dedos por cada milímetro de su piel y era como descubrir un nuevo mundo, es
como si aquel chico viese más allá de ella y de sus tatuajes y no sabía muy bien por
qué, pero lo que aquel chico veía le gustaba, más bien le fascinaba. Y a ella le hacía
sentir bien, realmente bien.
Eres
Son las siete de la mañana. Claudia se despierta y decide que ese día quiere
sentirse bien, realmente bien, así que sin despertar a su acompañante se coloca una
sudadera por encima del camisón. Un camisón con transparencias que no deja
mucho a la imaginación. Sale por la puerta trasera de la casa, la que da al mar, a la
playa. A su playa. Le encanta aquel lugar, la hace sentir tan bien y ella esa mañana
necesita sentirse bien. Se quita la sudadera y después el camisón. Su cuerpo
semidesnudo pasea por la playa, pero no siente vergüenza. Aquella playa es su
pequeño mundo, poca gente más que ella la conoce y a esa hora nadie va a estar
paseando por aquel bello lugar. Se adentra en el mar y no siente frío, para nada, se
siente en completa armonía con aquel lugar. No tiene miedo, el mar no le da
miedo, al contrario, la hace sentirse bien, pero le falta algo para sentirse realmente
bien, pero ese algo no tardaría en llegar. Siente que el agua se mueve a sus
espaldas y como si hubiesen leído sus pensamientos, alguien la abraza por la
espalda. Y por fin, se siente bien, realmente bien. Y así los dos, en perfecta armonía
con el mar. Se abrazan, se besan, se aman. Despacio, como si el tiempo se hubiese
detenido para ellos. Se dejan llevar por las olas, por el mar, por el amor y así entre
besos de agua, sus cuerpos se unen formando uno solo.
Mañanas
Fingir que estás bien. Reír por fuera, llorar por dentro. Pasar noches enteras
pensando en lo que pudo ser y no fue. Hundirse por fingir estar bien por un
tiempo. Ponerle un caparazón al corazón, una máscara a la cara para que no se
note qué le pasa a tu alma. Un día no poder más y llorar ante alguien. Y en ese
momento todas las corazas que has puesto ya no sirven para nada.
Si te vas
¿Con quién compartes tus noches? Dime, ¿con quién compartes tu colchón
ahora? ¿De verdad has logrado olvidarme? Supongo que el hecho de que yo no te
haya olvidado, ni con amores de una noche, ni con borracheras, no quiere decir
que tú no seas capaz de hacerlo, dime, ¿lo has hecho? Por favor, dime que como
yo, lo has intentado, pero que no hay nadie capaz de sacarme de tu mente, de tu
corazón, que soy para ti lo mismo que tú para mí. Que te has dado cuenta que soy
el amor de tu vida, al igual que yo creo que eres el amor de la mía, ¿por qué no
intentarlo de nuevo? Ya sé que dicen que segundas partes nunca fueron buenas,
pero no estoy de acuerdo, porque creo que si nos diéramos otra oportunidad nunca
más nos volveríamos a separar. Dime, ¿crees en las segundas oportunidades? Si es
así, vuelve, yo te espero, te espero toda una vida si es necesario.
Érase una vez
Érase una vez, una historia de amor que fue y nunca fue. Todos los días se
soñaban, se amaban, pero en realidad nunca se quisieron de verdad. Todo era un
sueño, dos personas enamoradas en la distancia que lo más que podían hacer era
mirar unas fotografías. Nunca se miraron a los ojos. Nunca se besaron en los labios,
ni en las mejillas, ni siquiera en la frente. Nunca se vieron más allá de una
fotografía. Solo pudieron soñarse. Soñarse sin parar.
Su belleza
Ahora no somos nada de la misma manera que un día lo fuimos todo. Nos
amamos tantas veces que un día se volvió rutina y eso es lo peor que le puede
suceder a una pareja. Pasar del amor a la rutina. Y así fue, un día nos miramos
como dos desconocidos y supimos que aquello que un día nos había unido, ahora
nos estaba separando.
Silencio
Me mordió los labios. Me mordió los labios hasta hacerme sangrar. Hasta el
momento en que pudo saborear mi sangre. Yo quería gritar. Escapar. Y a la vez no
quería. Era como si esa bipolaridad que me había caracterizado en mi adolescencia
hubiera vuelto. Y me tuviera allí. Sin saber qué hacer. Las lágrimas de dolor
cayeron por mis mejillas. Él las vio, y como si fuera la primera vez que descubría lo
que estaba pasando, soltó mi labio. Pasó su dedo por la herida y chupó la sangre
que en él quedó. Comenzó a darme besos lentos. Como si quisiera curar mis labios.
Y nos dejamos llevar. Supongo.
La de besos que me perdí
La de besos que me perdí por no saber decir que te quería. Decirlo parece
tan sencillo a veces, y en realidad es tan difícil, siempre. Puedes encontrar mil
instantes en que estaría bien decirlo y tantos en los que lo mejor es callarlo. Miras
unos ojos que no te miran, que no se paran a observarte, pero que tú observas día
tras día. Un día esos ojos te miran y sientes que se para el mundo. Sientes valor
para gritar «te quiero» y un miedo infinito a susurrarlo, siquiera. Y así vives, en el
silencio de una mirada. Preguntándote qué pasaría si un día dices «te quiero». Te
preguntas si te besará, si te mirará, si se reirá o si simplemente se irá. Y así pasas el
tiempo, mirando callada. Sin un te quiero, sin un beso, sin nada.
El paraíso
Quizás la felicidad se encuentre en esos ojos que no miras por caminar con
la cabeza baja. En una mirada distraída tras la ventana de un autobús. Esa chica
con gafas que lee un libro tan grueso, quizás sea ella. Fíjate en los ojos de la gente,
en su mirada y descubrirás mundos nuevos, cada persona es un mundo, ¿por qué
no los conoces? Mundos que valen la pena. Así que la mirada al frente y no al
suelo, ¿qué te avergüenza? Sostén la mirada a la gente sin miedo, pero tampoco te
pases. Déjate llevar y vive la vida, es la única manera de enamorarse.
Ojos mojados
Estaba preciosa cuando se reía, pero aún estaba más preciosa cuando
lloraba. Sé que suena extraño, pero verla vulnerable, sin un caparazón, la hacía la
chica más bonita. Cuando la acompañabas en una de esas noches tristes, en las que
lo único que quería era un cuerpo que la abrazara mientras veía “El Diario de Noa”
o “P.D: Te quiero”, sí, una de esas pelis con las que te es casi imposible contener las
lágrimas. Ella necesitaba a alguien que la abrazase en esas noches tristes y me
escogió a mí, no sé si con la esperanza de que hiciese sus noches tristes más felices
o porque aparecí en el momento adecuado. Pero me pidió que me quedase una
noche tras otra, aunque no fuese una noche triste y yo, me quedé, me quedé
porque era preciosa, pero también porque me lo pidió con los ojos mojados.
Nadie se queda
Esperando besos de buenas noches que nunca llegan. Porque nunca nadie se
queda en su vida, ni en su cama. Son las cuatro de la mañana se despierta y ya no
está. Se ha vuelto rutina el despertarse sola. Por mucho que se acueste con alguien
siempre se despierta sola. Los hombres no quieren quedarse con ella, solo la
utilizan porque es bonita, les gusta y se divierten con ella. Después se van dejando
dinero en su mesilla, porque aunque ella no quiera, necesita el dinero. Todo
comenzó en la universidad, para pagarse sus estudios. Estudios que dejó porque
pensó que el dinero fácil era lo que ella necesitaba. Y con el paso de los años, se ha
dado cuenta de que nunca nadie va a querer estar con ella, porque ni ella se quiere
y así nadie la va a querer, pero le da igual. Porque ya todo da igual.
Dependiente
Los miedos son esos monstruos que habitan dentro de nosotros y nos
impiden hacer lo que realmente nos gustaría. Tenemos miedo a pedirle el número
a ese chico que nos sonríe en el bar. A salir con la ropa que nos apetece porque
podemos provocar a alguien. Miedo a pasar por esa calle, porque a altas horas de
la noche dicen que es peligrosa. Miedo a cruzar la calle sin mirar, porque la semana
pasada atropellaron a alguien en un paso de peatones. Miedo a luchar por nuestros
sueños,
¿pero quién va a luchar por ellos si no somos nosotros mismos los que
luchamos? El miedo, ese monstruo que te crea mil complejos cuando te miras al
espejo.
Grita
¿No te atreves? Pues deja, que ya grito yo por los dos. TE QUIERO, joder,
TE QUIERO. Te quiero porque contigo no tengo miedos.
Le mordió los miedos
Se despierta una vez más en cama ajena. Nunca nadie se acostumbra a este
tipo de vida. Pero ella ha decidido que no quiere saber nada del amor. Después de
veinte años con este estilo de vida, es un poco tarde para intentarlo,
El amor no es sólo besos, ni sexo. No, el amor es mucho más que eso. Son las
sonrisas, las palabras, el apoyarte en la otra persona para no hundirte, los “buenos
días”, los “te echo de menos”, los “te quiero”. El saber que tienes a alguien a quien
le importas y que lo único que busca es tu felicidad, como tú la de él. Alguien que
no importa que esté en la puerta de al lado, la ciudad de al lado o en otro país,
porque aún así está. Alguien que te saca sonrisas diarias y no te cobra por ellas y
eso que valen mucho. Alguien que llegó por casualidad, se quedó y desde ese día
todo es mejor.
Infiel.
Tengo que decirte que no soy una chica común, que puedo parecerlo, pero
por dentro soy muy diferente a las demás. Mi cabeza va a un ritmo acelerado y
muchas veces no soy capaz de comunicar todo lo que pienso, me aturullo y me
salto palabras, y eso hace que no me entiendas, que no entiendas lo que te quiero
decir y eso puede enfadarte. Voy a hacer que te enfades muchas veces en el día, a
la semana, porque siempre ando en las nubes y se me olvidan las cosas. Ten
paciencia, mucha paciencia, porque tengo unos cambios de humor muy
repentinos, puedo amarte con locura y al segundo odiarte por el mero hecho de
que te has olvidado de algo que te he dicho. ¿Yo? Que unas líneas más arriba he
dicho que perdones si me olvido de lo que me dices por andar en las nubes y voy y
me enfado por eso, pero no tengo remedio. Quiéreme así, con mis días buenos, que
son muchos, pero también con los malos. Quiéreme sensible, dulce y amorosa,
pero también cuando sea una borde que piensa en liquidar a la raza humana.
Porque en todos esos momentos yo te voy a querer y una simple palabra, bueno,
en realidad dos, pueden hacer que me relaje. Recuerdo una discusión, como la
primera vez que me dijiste “te amo” y pasé de estar llorando a tener la sonrisa más
grande en mi cara. Porque tú tienes ese efecto en mí, haces que tenga ganas de
odiarte pero sin embargo, solo puedo amarte.
Me gustaría...
No les creas. De verdad, no les creas. No les creas cuando te digan que eso
que quieres hacer es imposible. Porque si lo quieres, puedes conseguirlo. Tú piensa
en toda esa gente, que a lo largo de la historia consiguió cosas que decían que eran
imposibles. Imagínate la de veces que debieron decir que era imposible llegar a la
Luna y allí tienes la bandera de Estados Unidos que demuestra que tan imposible
no era. Te puedo asegurar que nadie creía que Hitler pudiera llegar al poder y
mucho menos que fuera de manera democrática, que era imposible que los
alemanes le votaran de presidente y mira todo lo que ocurrió. A tanta gente a lo
largo de los siglos le han dicho que lo que querían conseguir era imposible y tantos
se han rendido sin ni siquiera intentarlo. Pero piensa en todos, los que pese a las
negativas, lo han intentado y lo han conseguido, callando la boca de todos los que
les decían que no iban a conseguir nada. Así que, tú decides, si quieres intentar
esos imposibles que te dice la gente y conseguir algo maravilloso o quieres rendirte
como muchos otros.
La primera vez
Que si te vas a enamorar, que sea de todos los defectos, que de las virtudes
se enamora cualquiera. Cualquiera puede enamorarse de las cosas buenas, pero
pocos son capaces de aceptar los fallos, las cicatrices, los defectos. Pocos son
capaces de ver la belleza de las estrías que recuerdan el cambio que sufrió su
cuerpo en la adolescencia o cuando fue madre. De las manchas en la piel que
parecen constelaciones. Esas canas que recuerdan el paso de los años. Pero habrá
una persona que se enamore de cada uno de los defectos y que ni siquiera los
considere defectos. Que ame besar las cicatrices, las manchas y que diga que las
canas son sexys. Alguien que vea belleza, donde otros ven vejez.
Error
Y ahora tú vienes a contarme que todo fue un error. Que el amor no se trata
solo de lo que siente la piel. De las caricias, los besos, que el amor va más adentro.
Que se trata de lo que sientes en el corazón. Y yo, harta de sufrir, no te creo. Ya no
creo nada que salga de tu boca.
Cine
Esta noche fui al cine sin recordarte. Me senté en una butaca distinta a la de
siempre. Compré palomitas para una. Disfruté de la película, incluso me reí. Salí
del cine siendo feliz. Entonces sonreí y te vi. Ibas con otra y me di cuenta que no
recordarte no era la solución. Tenía que olvidarte para ser feliz.
Nos hemos olvidado de vivir
Vivimos tan deprisa que se nos ha olvidado vivir. Hemos olvidado lo que es
reír por una guerra de cosquillas. Los domingos por la mañana en la cama. Los
abrazos por la espalda. Las guerras de almohada. Los besos en la frente. Nos
hemos acostumbrado a los atascos. A las prisas. A las horas de oficina.
Y me encontré, me encontraste
Abriste los brazos y yo cerré los ojos para perderme en tu abrazo. Pero no
me perdí sino que me encontré. Había estado tanto tiempo perdida que ya ni
recordaba que lo estaba, hasta que me abrazaste y me di cuenta que mi hogar
estaba entre tus brazos. Me perdí y tú me encontraste.
Le pedí que se quedara
Quédate con quien te soporte los lunes. Con quién prefiera un sábado
contigo en el sofá que una noche de esas que te dejan todo nublado. Quédate con
quien busque excusas para verte y no para apartarse. Quédate con quien bese tus
lágrimas y saque tus sonrisas. Quédate con él, porque como él no hay dos.
Perderme en tu colchón
Estaban tan cerca que sus respiraciones iban al mismo compás. Estaban tan
cerca, que apenas unos milímetros separaban sus bocas. Hasta que por fin sucedió.
Un beso. Dulce. Hechizante ¿Y qué ocurrió con ellos? Ambos desaparecieron.
Nunca volvió a saberse de ellos. Para bien o para mal, desaparecieron.
Nuestra canción
Hoy suena una vez más nuestra canción en la radio y me pregunto si ahora
la estarás escuchando con otra, si la habrás vuelto a escuchar o si la habrás vetado
de tu vida.
Para siempre
(Esta historia no solo está basada en hechos reales. Esta historia es real. Los
últimos años de esta historia de amor he tenido la posibilidad de observarlos. Ver
como siempre se cuidaron y se hicieron sonreír hasta en los peores momentos. Ver
esto me enseñó que los para siempre si existen. Gracias.)
Ni se te ocurra
Se dicen que está prohibido. Que no pueden. Que lo que sienten no está
bien. Pero aún así, cada vez que se ven saltan chispas. Se desean. Se quieren. Pero
no puede ser más que una amistad. Dos chicas que se han conocido en el momento
equivocado, o quizás en el indicado. Un amor en secreto. Solo pueden quererse
cuando están solas. Cuando nadie las ve. Y no se dan cuenta de que es ridículo.
Que el amor no está prohibido. Que el amor es lo más bonito que hay. Y no tiene
que ver con el género, la raza, la religión o la edad. El amor no entiende de
prejuicios. Solo entiende de cariño, de ternura, de pasión y de momentos
inolvidables.
Flor de toxo
Tú, la mujer más bonita que han visto mis ojos. Tú, la única que siempre va
a estar ahí. Si me caigo sé que al igual que hacías cuando era pequeña, llegarás con
el botiquín y una tonta canción a curar todos mis daños. Sé que mis cicatrices te
duelen incluso más que las tuyas y que hay una cicatriz que por muy fea que sea,
llevas con orgullo. Sé que he tenido suerte, mucha suerte, teniéndote a ti. Porque
has estado ahí en cada caída para levantarme, porque has estado en cada uno de
mis triunfos. Eres fuerte. Eres la persona más fuerte que conozco. Y no es solo que
yo, tu hija, sepa que eres fuerte, es que cada persona que te conoce lo sabe. Tú, mi
flor de toxo desde hace años. Tú, quiero que sepas que este libro es un poquito
tuyo, y no solo porque seas mi madre, sino porque eres tú eres la mayor fuente de
amor de la que he podido beber. Porque eres tú quien más cree en mí. Porque tú
crees en mí cuando ni siquiera yo lo hago. Bueno, en verdad, no creo que este libro
sea un poco tuyo. Creo que es más que un poco. Porque aunque las ideas sean
mías, aunque sean mías estas palabras. La paciencia, el ánimo y las fuerzas, son
tuyas.
Microcuentos.
Guionista.
El baile.
No era la chica más guapa del baile, pero si era la única a la que él miraba.
Gato.
Un gato y sus siete vidas. Seis las pasó buscando el amor. Sí el amor. Y la
última decidió que ya era demasiado tarde para enamorarse. Y fue entonces
cuando se enamoró. Él no lo quiso, pero sucedió.
No es amor.
Manía.
Te quiero.
No te lo digo para que siempre pienses que tuya del todo no soy.
Te echo de menos.
Pimientos de Padrón.
Adiós.
Corrí hacia la puerta y la cerré con ganas mientras notaba que las lágrimas
corrían por mis mejillas.
Miau.
No necesitas más que eso para llenarme de ternura, para alegrar cualquier
día malo.
Disfruta.
«disfruta», solo eso. Disfruta de este momento tan maravilloso que estás
viviendo.
Guerrera.
Ser guerrera y gritar en cada concierto. Ser guerrera y soñar con algún día
conocerlo. Ser guerrera y saber que nunca nadie te comprenderá como los demás
guerreros.
Huracán.
Como un huracán pasaste por mi vida para desordenarla. Como un huracán
pasaste rápido, pero destrozando todo a tu paso.
La verdad, me da igual cómo sepan tus besos, siempre que sean tuyos.
Porque el mejor sabor, cariño, es el de tus labios.
Fotografía.
Mamá.
No quería acabar este libro sin darles las gracias a todas las personas que
siempre me han apoyado para que luche por mis sueños y que me han animado
tanto en persona como por las redes sociales a escribir este libro.
Primero tengo que darle las gracias a mis padres, por animarme y apoyarme
y porque nunca me han cortado las alas y me han dejado ser creativa, porque si a
alguien le debo esto es a vosotros, que siempre me habéis dado mi espacio para
que escriba, que me habéis apoyado en cada concurso y os habéis alegrado de cada
victoria.
También quiero darle las gracias al resto de mi familia, que cuando les dije
que estaba escribiendo un libro me dijeron que se morían de ganas por leerlo y sin
duda lo comprarían.
A mis amigos, a todos ellos, que saben muy bien quiénes son, al igual que
mi familia me han apoyado diciendo que tenían ganas de leerlo cada vez que ponía
algo sobre él en las redes sociales, espero que ahora que ya lo habéis leído os haya
gustado tanto como a mí.
A mi primer amor, que es probable que nunca llegue a leer esto. Darte las
gracias por enseñarme lo que era el amor. Lo feliz que puede llegar a hacerte y
todas las lágrimas. Puede que haya un trocito de ti en muchos de estos relatos.
Pero no te culpes y mucho menos se te ocurra culparme a mí. Decirte que ahora
soy feliz, que he aprendido que la felicidad no proviene del exterior, si no del
interior. Y también he aprendido que mi felicidad es mía, y que la comparto
únicamente con esas personas que sonríen cuando yo lo hago.
Y por último, pero no por eso menos importante. A ti, personita anónima
que te has animado a leer este libro sin ni siquiera conocerme. GRACIAS.