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DERECHO DE PETICIÓN.

El derecho de petición es un derecho fundamental, está consagrado en la


constitución política en su artículo 23, el cual les concede a los ciudadanos la
oportunidad de presentar peticiones ante las autoridades, con el fin de obtener
información de situaciones de interés general y/o particular.

El derecho de petición a mi modo de ver, es una instrumento importante que


permite a los ciudadanos, de cierta forma responder a los interrogantes que
puedan presentarse, en diversos casos que son de su interés, y en muchas
ocasiones a solicitudes que más que resolver una inquietud o pregunta, buscan
que se facilite o se permita acceder a algún servicio que es vital, sin embargo se
evidencian un sin número de tutelas que terminan interponiéndose por el
incumplimiento bien sea formal o de fondo, de este derecho, por lo que considero,
no se le otorga el estatus que merece, en su precisión como derecho fundamental.

El derecho de petición, se da a conocer, con la expedición de la constitución 1830


en el artículo 154, en donde se le cataloga como un derecho civil y garantista, de
ahí en adelante ha pasado por muchas constituciones y sus respectivas reformas;
así mismo se ha ido ampliando, complementando y adaptando de acuerdo a las
necesidades y cambios que ha tenido la sociedad y la forma en que avanza.

En Colombia se reglamentó el derecho de petición, con la entrada en vigencia de


la constitución de Cúcuta en su artículo 157, de ahí en adelante se ha incluido en
todas las constituciones que ha tenido Colombia.

Con la evolución constitucional, el estado social de derecho y la expedición de la


constitución de 1991, el estado da un salto increíble en cuanto al reconocimiento
de los derechos humanos y al derecho de petición, con ello se le ha otorgado el
estatus de derecho fundamental, del cual se muestra toda una evolución
constitucional, legal y jurisprudencial.

Teniendo en cuenta que con la entrada en vigencia de la Constitución del 91, se le


da al derecho de petición un carácter de derecho fundamental, en los artículos del
13 al 33, los cuales fueron declarados inexequibles por la corte constitucional en la
sentencia C-818 de 2011, en donde se justificó, que la ley 1437 es una ley
ordinaria y los derechos fundamentales como es el caso del derecho de petición,
debe ser regulado por medio de ley estatutaria, tal como lo establece la
Constitución. En consecuencia de la decisión de los altos tribunales, fue necesario
expedir una ley estatutaria, que regulara el derecho fundamental de petición,
naciendo la Ley 1755 de 2015, que es la ley que regularía ahora el Derecho de
Petición y quien sustituye un título del CPACA. Es así como se regula este
derecho fundamental y se complementan las normas aplicables al mismo, de igual
manera determina la finalidad de las peticiones y los términos para su respectiva
contestación, su contenido y la forma de presentarse ante entidades públicas y
privadas, el rol del ministerio público frente a este derecho fundamental, la
información que tiene y también se deja claridad que es un trámite gratuito que
puede ser presentado sin necesidad de requerir los servicios de un abogado.

Al derecho petición, se reconoce constitucionalmente como un derecho


fundamental, pero en la práctica observamos que la aplicación del mismo, no tiene
el respeto que se merece como tal, ya que los ciudadanos suelen tener que
recurrir a otras medidas para poder cumplir aquellas solicitudes o peticiones que
no fueron atendidas por ese medio. Si bien la acción de tutela es procedente
cuando se hace necesario exigir la respuesta o cumplimiento del derecho
fundamental de petición, ésta no es más que la consecuencia de una desatención,
en donde se ha afectado un derecho fundamental, violando de esta manera el
derecho del peticionario a obtener respuestas por parte de las entidades
requeridas.

Si bien el derecho de petición tiene un carácter fundamental, los juzgados no


dejan de recibir acciones de tutela, en donde los ciudadanos exigen la protección
de este derecho, porque existen muchas falencias en su íntegro cumplimiento, al
mandato constitucional y en algunas ocasiones jurisprudencial del derecho
fundamental de petición, se evidencia su violación sistemática por las entidades y
los funcionarios encargados de esta labor, motivo por el cual los particulares se
ven obligados a recurrir a la acción de tutela, lo que a grandes luces reflejan la
flagrante desatención y dilatación de este derecho fundamental.

El deber de las autoridades, es dar una respuesta oportuna y de fondo, que no


obliga a las entidades a responder de manera favorable, pero sí es su obligación
responder en su totalidad la solicitud realizada. Se debe entender entonces, que la
omisión de los pronunciamientos a las peticiones, lleva a que se haga uso de la
tutela, por el incumplimiento y omisión de las entidades de dar una respuesta
oportuna, clara y de fondo a las peticiones presentadas por los particulares, no es
novedad que la acción de tutela se crea como mecanismo de protección de los
derechos fundamentales, pero no se supone que se debería llegar hasta ese
punto, con intención de eximirse de las obligaciones que por mandato
constitucional y legal les corresponde a esas instituciones.

En este entendido los derechos fundamentales deben ser de aplicación inmediata,


es decir que no exista excusa alguna que permitir que los peticionarios accedan a
la tutela para obtener respuestas.

Muy a pesar de que el derecho de petición, tiene todo un compendio y catálogo de


normas que mencionan y respaldan su cumplimiento, no se ha logrado que las
entidades cumplan a cabalidad y de una manera atinada con la satisfacción a los
particulares, por medio de respuestas adecuadas y de fondo, dejando en algunas
ocasiones a los peticionarios con la incertidumbre, al no recibir pronunciamiento
alguno sobre sus peticiones.

Las entidades cuando incumplen con su obligación de suministrar a los


peticionarios una respuesta oportuna, clara y concreta, de las solicitudes,
fomentan las acciones de tutelas, que fallan sobre el mismo tema repetidas
veces, puesto que hay antecedentes de los diferentes casos, de los cuales los
jueces y administradores de justicia se han pronunciado con anterioridad, lo que
genera dilatación y reincidencia en el incumplimiento de estas entidades.

Particularmente considero que se hace necesario educar y retroalimentar a las


entidades y ellos a su vez a sus funcionarios, sobre la manera adecuada y
oportuna en que deben dar respuesta a tales peticiones como lo establece la ley,
para evitar que las personas sean gravemente perjudicadas por la omisión y
negligencia de los funcionarios, así estos dan celeridad a la hora de proyectar sus
respuestas, con el fin de evitar perjuicio a los particulares. Éste problema de no
obtener respuestas en el tiempo que establece la ley, nos hace propender por una
concientización del funcionario de su rol en el contexto del Estado Social de
Derecho que debe respetar las garantías individuales y optar por la promoción de
una democracia participativa, a lo que debería sumársele un interés del Estado
materializado en la adjudicación de los recursos necesarios para la efectiva y real
aplicación del Derecho de Petición, por ser uno de los más importantes para la
evolución y concretización del estado civil.

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