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El bautismo

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Capítulo 37

“Haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,


y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28.19).

El bautismo se menciona primeramente en relación con el ministerio de Juan


el Bautista (Mateo 3.1–6; Lucas 3.3, 12). Sin embargo, bajo la ley de Moisés se
conocieron muchos lavamientos o “bautismos” ceremoniales. En el período
entre los dos testamentos los que no eran judíos que querían unirse a las
sinagogas fueron bautizados para iniciarse. En realidad lo que era nuevo para
los creyentes al comenzar el período del Nuevo Testamento fue el significado
y el uso del bautismo, no la idea del mismo.

Diversas abluciones
A. D. Wenger dice lo siguiente del término “diversas abluciones” (lavatorios
ceremoniales):

El ‘diaphorois baptismois’ de Pablo se traduce como ‘diversas abluciones’


(Hebreos 9.10). Esto muestra que las ceremonias de purificación en la ley de
Moisés eran de tantos bautismos(‘baptismoi’). Estas ceremonias se efectuaron
aplicándose aceite, agua o sangre. Derramar aceite sobre los sacerdotes
escogidos era un rito de consagración y santificación que se les hacia en
preparación para servir al Señor en los oficios sacerdotales. ‘Y derramó del
aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón’ (Levítico 8.12). Aarón y sus
hijos también fueron rociados con sangre y aceite (Éxodo 29.21). Acerca de
los levitas, Dios dijo: ‘Toma a los levitas de entre los hijos de Israel, y haz
expiación por ellos (...) Rocía sobre ellos el agua de la expiación (...) Después
de eso vendrán los levitas a ministrar en el tabernáculo de reunión’ (Números
8.5–15). En cuanto a la lepra, Dios dijo: ‘Lo que quedare del aceite que tiene
en su mano, [el sacerdote] lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica’
(Levítico 14.18). En cuanto a la inmundicia, Dios mandó: ‘No fue rociada sobre
él el agua de la purificación; es inmundo’ (Números 19.20). Había muchos
otros casos de purificación por medio de derramar y rociar (diversas
abluciones, o sea, bautismos) que no lavaron la superficie del cuerpo, sino
que limpiaron ceremonialmente todo el ser. Moisés roció a millones de
personas con sangre y agua, y quedaron ‘bautizadas’ (Hebreos 9.10, 19).

Las palabras “bautizar” y “bautismo” son solamente transliteraciones de las


palabras griegas (“baptizo”, “baptisma”) con las terminaciones propias para
el castellano.

Tipos de bautismo
1. El bautismo con agua

El bautismo con agua es la ceremonia en la cual se aplica agua a una persona


que ha creído en Cristo. Esta ceremonia es la manera en que se llega a ser
parte de la hermanad local de creyentes.

2. El bautismo con el Espíritu Santo

Juan el Bautista decía: “Yo a la verdad os bautizo en agua para


arrepentimiento; pero (...) él [Cristo] os bautizará en Espíritu Santo y fuego”
(Mateo 3.11). Cristo se refiere a este mismo acontecimiento en Hechos 1.5.
De tales escrituras entendemos que aunque el hombre bautiza con agua, Dios
bautiza con el Espíritu Santo.

El bautismo con el Espíritu Santo es el bautismo que salva y el bautismo con


agua corresponde con ello. “Porque por un solo Espíritu fuimos todos
bautizados en un cuerpo” (1 Corintios 12.13).

3. El bautismo en fuego

Juan el Bautista menciona el bautismo en fuego en Mateo 3.11 y Lucas 3.16.


Él lo menciona junto con el bautismo del Espíritu Santo. Puede ser que se
refiera al bautismo del Espíritu Santo.

4. El bautismo de sufrimiento y martirio

Cuando Jesús habló del “bautismo con que yo soy bautizado” parece que
hablaba de su sufrimiento y muerte (Marcos 10.38–39). Él dijo que sus
discípulos iban a ser bautizados con el mismo bautismo. ¿Por qué hacer
referencia al sufrimiento y el martirio como a un bautismo? Porque sellan o
confirman nuestra fe. Como dice 2 Timoteo 2.12: “Si sufrimos, también
reinaremos con él”.

El bautismo con el Espíritu Santo


1. Es el bautismo que salva

“El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”
(Juan 3.5). (Lea también Ezequiel 36.25–27; Juan 6.63; Hebreos 10.22.)

2. Da entrada a los creyentes en el cuerpo de Cristo

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo” (1


Corintios 12.13). “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”
(Romanos 8.9).

3. Da poder para vivir en santidad y para servir


Por ejemplo, note la diferencia que había en los discípulos antes y después
del Pentecostés. Hechos 1.8 se cumple tanto en la vida de los discípulos de
nuestros días como en los tiempos apostólicos. El poder del Espíritu Santo
limpia la vida, santifica la lengua, une a los cristianos y derrama el amor de
Dios en nuestros corazones. (Lea Hechos 1.8; 2.1–47; Hebreos 9.14; Romanos
5.5.)

El propósito del bautismo con agua


1. Sella nuestra fe en Cristo

El agua no salva a nadie. El bautismo con agua tiene valor sólo cuando es “la
aspiración de una buena conciencia hacia Dios” (1 Pedro 3.21). El que tiene
una buena conciencia desea el bautismo para cumplir toda justicia (Mateo
3.21) porque quiere identificarse con Cristo (Romanos 6.3) y con su cuerpo, la
iglesia (Hechos 2.41). Solamente la fe genuina produce tal aspiración.

El bautismo nos señala como uno ha muerto y resucitado con Cristo (Romanos
6.3–4). El mismo testifica que hemos sido revestidos de Cristo (Gálatas 3.27).
El que recibe el bautismo con agua recibe el sello que dice: “Éste pertenece a
Cristo”.

2. Señala al bautismo con el Espíritu Santo

Solamente los que han sido bautizados con el Espíritu Santo son dignos de
recibir el bautismo con agua. El bautismo visible es una señal del bautismo
que se ha realizado por dentro. Como el bautismo del Espíritu Santo da
entrada al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12.13) así el bautismo con agua es el
paso de entrada en la congregación de creyentes (Hechos 2.41–47.) La
enseñanza y la práctica de la iglesia en el tiempo de los apóstoles testifican
de la conexión entre el bautismo con agua y el del Espíritu Santo (Hechos 1.5;
10.44–48; 11.15–16).

3. Se refiere al lavamiento de los pecados

Pedro les dijo a los pecadores que sintieron temor en el día de Pentecostés:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros (...) para perdón de los
pecados” (Hechos 2.38). Esto corresponde con la instrucción de Ananías a
Saulo: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados” (Hechos 22.16). ¿Acaso
entendemos por esto que el agua lava los pecados? De ninguna manera. La
Biblia enseña que el bautismo no quita “las inmundicias de la carne” (1 Pedro
3.21), que “la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1.7) y
que fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir, no por cosas
“corruptibles”, sino “con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1.18–19). El
agua del bautismo sólo representa la limpieza que efectúa la sangre de Jesús.
Algunos atribuyen erróneamente esa limpieza al agua misma. En el caso del
leproso (Marcos 1.40–44), a quien Cristo ya había limpiado, vemos que Cristo
lo mandó a que se presentara al sacerdote y ofreciera los sacrificios para su
purificación que según la ley debía ofrecer. El bautismo con agua, al igual
que la ofrenda mencionada, representa una purificación que ya fue hecha.

4. Es un acto de obediencia

Cuando Jesús vino al Río Jordán para que Juan lo bautizara, Juan se negó
diciendo: “Yo necesito ser bautizado por ti”. Pero Cristo le dijo: “Deja ahora,
porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3.13–15). Entonces
Juan lo bautizó. Aquello era un acto de obediencia y no de limpieza.

Cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre los gentiles en la casa de


Cornelio, Pedro dijo: “¿Puede acaso alguno impedir el agua...?” (Hechos
10.44–48) y mandó que fueran bautizados con agua. ¿Era necesario que
Cornelio fuera bautizado? Sí. Nadie puede llegar al cielo si rechaza este
mandamiento de Dios.

5. Es el paso de entrada a la membresía de la congregación de creyentes

Las dos obras principales encomendadas a la iglesia en Mateo 28.19–20 son:


(1) enseñar y (2) bautizar. La costumbre de todas las iglesias en el tiempo de
los apóstoles era bautizar a los nuevos convertidos. Hechos 2.41 dice que “los
que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día a la
iglesia como tres mil personas”.

Requisitos bíblicos para el bautismo


Se debe bautizar sólo al que cumple los requisitos bíblicos. Los requisitos
bíblicos para bautizarse son:

1. La fe

“¿Qué impide que yo sea bautizado?” preguntó el eunuco etíope. “Si crees de
todo corazón, bien puedes” respondió Felipe (Hechos 8.36–37). “¿Qué debo
hacer para ser salvo?” preguntó el carcelero. “Cree en el Señor Jesucristo,” se
le contestó (Hechos 16.30–31). Al manifestar tal fe, ellos fueron bautizados.
Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo”. Es necesario que la
persona entienda bien su necesidad de ser salva y que reciba la salvación por
fe antes de recibir el bautismo.

2. El arrepentimiento

“¿Qué haremos?” preguntaron los hombres en el día de Pentecostés.


“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros” respondió Pedro (Hechos
2.37–38). Pedro no dijo: “Bautícense y luego arrepiéntanse”. El
arrepentimiento antecede al bautismo. Juan reprendió a la “generación de
víboras” que quería ser bautizada. Les dijo que debían hacer “frutos dignos de
arrepentimiento” (Mateo 3.7–8). Se debe bautizar sólo a las personas
arrepentidas.
3. La conversión

Varios pasajes de la Biblia indican que la conversión es un requisito que uno


tiene que cumplir antes de bautizarse con agua. Pedro amonestó a los
fariseos: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados” (Hechos 3.19). Esto no se refiere directamente al bautismo con
agua, sino aclara que la conversión viene antes de la remisión de los pecados.
Saulo de Tarso fue bautizado, pero sólo después de haberse convertido
(Hechos 9.1–18). Realizar un estudio de lo que sucedió en la vida de Pablo es
muy provechoso al considerar la relación entre la conversión y el bautismo
con agua. Antes de bautizarse uno tiene que creer y arrepentirse, es decir,
convertirse. Al no ser así el bautismo con agua no se debe administrar. Para el
bienestar de los interesados y también para el de la iglesia, el bautismo con
agua se aplica solamente a los que muestran una conversión verdadera por
medio de su manera de vivir.

¿Qué dice la Biblia sobre el bautismo de los


infantes?
La Biblia guarda un silencio absoluto sobre el asunto del bautismo de los
infantes. Una de las citas bíblicas que se usa a veces para apoyar el bautismo
de los infantes se encuentra en Mateo 19.13–15. Pero esta escritura sólo dice
que las madres trajeron a sus niños “para que pusiese las manos sobre ellos, y
orase”; la misma ni siquiera se refiere a ningún bautismo. Hay algunos que nos
dicen que los apóstoles bautizaron a los niños porque ellos bautizaron a
familias completas como, por ejemplo, a las familias de Cornelio, Lidia y el
carcelero en Filipos. Pero la Biblia no dice que en aquellas casas había niños.
Al contrario, en algunos casos se indica que la familia completa fue capaz de
comprender el evangelio. Cornelio era “piadoso y temeroso de Dios con toda
su casa” (Hechos 10.2); y del carcelero está escrito que se bautizó y “se
regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16.34).

El bautismo es para los que tienen entendimiento para recibirlo conforme a


los términos del evangelio. Los niños pequeños no tienen tal entendimiento.
En cuanto a los niños inocentes, la Biblia dice que “de los tales es el reino de
los cielos” (Mateo 19.14). Es sólo cuando llegan a entender su responsabilidad
ante Dios por su alma que ellos son aptos para el mensaje del evangelio y
pueden ser bautizados cuando hayan cumplido los requisitos bíblicos.

El modo de bautizar
La Biblia en ninguna parte especifica la forma exacta de bautizar; si se debe
derramar o rociar el agua en la persona o si se debe sumergir a la persona en
el agua. Esto nos ayudará a no ser demasiado dogmáticos en nuestra manera
de pensar en el modo de bautizar. Cabe decir que si alguno se ha entregado a
Dios, y por la gracia de Dios le está sirviendo conforme al entendimiento que
tenga, Dios no le cerrará las puertas del cielo sólo porque hubo un error en la
manera en que fue bautizado. Cuando alguna persona que ya fue bautizada
sobre su confesión de fe quiere entrar en la iglesia es mejor averiguar si tiene
una buena conciencia hacia Dios que indagar el modo en que fue bautizada.
Sin embargo, no debemos descuidar lo que la Biblia enseña acerca del
bautismo.

El derramamiento
1. “Derramamiento” es un sinónimo bíblico para “bautismo”

La escritura usa dos palabras, bautizar y derramar, para señalar la misma


cosa. Hechos 2.17 habla de derramar, mientras que Mateo 3.11 y Hechos 1.5,
hablando de la misma cosa que Hechos 2.17, lo llaman bautizar. El uso de las
dos ideas se halla también en Hechos 11.15–16, mostrando que las
palabras bautizar y derramar son sinónimas. La palabra “cayó” es usada aquí
en vez de “derramar”, pero expresa la misma idea.

Pablo se refiere a la experiencia de los israelitas en el Mar Rojo, diciendo que


“todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar” (1 Corintios 10.1–
2). Parece que el salmista se refiere al cruce del Mar Rojo cuando dice: “Las
nubes echaron inundaciones” (Salmo 77.17–20). Al comparar estos dos
pasajes, se ve claramente que el pueblo no fue bautizado por inmersión
cuando cruzaron el Mar Rojo. Esto destaca el hecho de que las dos ideas,
derramar y bautizar, son sinónimas.

2. El derramamiento está de acuerdo con los términos usados en el Antiguo


Testamento tanto como los términos usados en conexión con el bautismo del
Espíritu Santo

Esto ya se ha demostrado en los párrafos que hablan acerca de “diversas


abluciones” y los que hablan del bautismo con agua como símbolo del
bautismo del Espíritu Santo. Si el bautismo del Espíritu Santo siempre se
refiere como un derramamiento, ¿por qué no debería ser el bautismo con agua
por derramamiento también?

3. La mayoría de los bautismos que se mencionan en el libro de los Hechos


parecen haber sido efectuados dentro de una casa

Esto no es una prueba concluyente, pero resulta dudoso que en cada casa
hubieran tenido un lugar para sumergir en el agua a los que habrían de
bautizarse. El único caso después del día de Pentecostés donde está claro que
se administró un bautismo en el agua es cuando Felipe y el eunuco
“descendieron ambos al agua” (Hechos 8.38). Pero ni en este ejemplo se
relata el modo que usaron para bautizar.

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