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ELA:
VERDADERO HOMBRE
VERDADERO DIOS
(LUCAS - TOMO I)
Ediciones las Américas, A.C.
Domicilio: Dirección Postal:
Prol. Reforma 5514 Apartado Postal 78
72130 Puebla, Pue., México 72000 Puebla, Pue., México
Teléfonos. 48 39 23 y 48 23 23 FAX 49 59 84
A menos que se indique lo contrario, todas las citas
bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera 1960.
Editado por el personal de
Ediciones las Américas, A.C.
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Primera edición, 1993
Prohibida la reproducción parcial o total
© 1993
Ediciones Las Américas, A. C.
ISBN 968–6529–19–5
CONTENIDO
1. A Teófilo con amor
Lucas 1:1–4
2. Primer anuncio importante
Lucas 1:5–25
3. Segundo anuncio importante
Lucas 1:26–80
4. Nacimiento del Hiji del Hombre
Lucas 2:1–38
5. Vida preministerial del Hijo del Hombre
Lucas 2:39–3:22
6. Genealogía y tentación del Hijo del Hombre
Lucas 3:23–4:13
7. Ministerio en Galilea
Lucas 4:14–6:11
8. El Hijo del Hombre elige e instruye a sus discípulos
Lucas 6:12–49
9. Actividades y asociados de su ministerio
Lucas 7:1–8:56
10. El Hijo del Hombre visto en su gloria
Lucas 9:1–50
11. Ministerio en Judea
Lucas 9:51–11:13
12. El Hijo del Hombre condena la blasfemia e incredulidad
Lucas 11:14–54
VERDADERO HOMBRE, LUCAS
VERDADERO DIOS
ADVENIMIE PREPARACION MINISTERIO SUFRIMIENT RESURRECCIO
NTO DEL DEL HIJO DEL DEL HIJO DEL O Y MUERTE NY
HIJO DEL HOMBRE HOMBRE DEL HIJO ASCENSION
HOMBRE 3:1–4:13 4:14–19:27 DEL HOMBRE DEL HIJO DEL
1:1–2:52 19:28–23:56 HOMBRE
24:1–53
Prólogo 1:1– Ministerio de Juan EN Entrada en Resurrección 2
4 el Bautista 3:1– GALILEA 4:1 Jerusalén 19: 4:1–12
Anuncio 1:5 20 4–9:50 28–44 Ministerio del
–80 Trasfondo Rechazo en Purificación del Cristo
Dos anuncios histórico 3:1–2 Nazaret 4:14– templo 19:45 resucitado 24:
importantes El Mensaje de 30 –48 13–49
De Juan el Juan 3:3–14 Autenticación de Su Con los viajeros a
Bautista 1:5– La identidad de su autoridad 20: Emaús 24:13–
25 Juan 3:15–17 ministerio 4:31 1–21:4 35
Del Hijo del Encarcelamiento –6:11 Profecías 21: Con los discípulos
Hombre 1:26 3:18–20 Selección de los 5–38 en
–38 El Hijo del apóstoles 6:12– Preludio a su Jeerusalén 24:3
Dos Hombre 49 muerte 22:1– 6–49
impresionantes Bautismo 3:21– Actividades y 23:25 Ascensión del
himnos 22 asociados 7:1– Preparativos 2 Hijo del
El de Genealogía 3:23 9:50 2:1–6 Hombre 24:49
María 1:39– –38 EN El aposento –53
56 Tentación 4:1– JUDEA 9:51– alto 22:7–38
El de 13 19:27 En el Monte de
Zacarías 1:57 Las piedras en Rechazado 9:5 los
–80 pan 4:1–4 1–11:54 Olivos 22:39–
Nacimiento Los reinos de la Instrucciones en 53
2:1–52 tierra 4:5–8 el viaje a Con el sumo
La Sobre el pináculo Jerusalén 12:1 sacerdote 22:5
natividad 2:1 del templo 4:9–13 –19:27 4–71
–7 Advertencias 12 Con
Adoración de :1–12 Pilato 23:1–5
los Instrucciones 1 Con
pastores 2:8– 2:13–13:35 Herodes 23:6–
20 Ilustraciones 14 12
Adoración de :1–15:32 Con
Simeón y Mayordomía 16 Pilato 23:13–
Ana 2:21–38 :1–31 25
Niñez 2:39– Sus últimos Crucifixión y
52 pasos 17:1– sepultura 23:
19:27 26–56
1
A Teófilo con amor
Lucas 1:1–4
“Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas
desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo” (Lucas 1:3)
AUTOR Y FECHA
Es así como Lucas, autor humano del tercero de los cuatro evangelios, presenta su
propósito y plan. Es cierto que no empieza como muchos libros de la Biblia, porque el
escritor no menciona su nombre ni al principio ni en el resto de su obra. Sólo aparece el
término “Lucas” en algunas de los escritos de Pablo (Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11;
Filemón 24). Sin embargo, esas referencias y otras, estableciendo su relación íntima con
el gran apóstol de los gentiles, nos ayudan a identificar la paternidad literaria del tercer
evangelio.
Parece que no hay quien niegue la relación que existe entre el libro de los Hechos y
el que estamos por estudiar. En primer lugar, se nota que los dos se dirigen a una misma
persona, Teófilo (Lucas 1:1; Hechos 1:1). Además, en múltiples versículos, el autor de
los Hechos se identifica como compañero de Pablo, utilizando la primera persona plural
“nosotros”. Obviamente hubo otros que acompañaron a Pablo, pero la mayoría de ellos
se eliminan como autores, debido a lo que dice Hechos 20:4–5. Lucas es el preferido
por la mayoría de los eruditos bíblicos.
Se cita también la semejanza que hay entre los vocablos que se usan en los dos
libros. Incluso, nos llama la atención el vocabulario médico, el cual va completamente
de acuerdo con el título de “el médico amado” que le da Pablo al autor en Colosenses
4:14. La deducción consiguiente es que Lucas fue el autor humano de los dos libros.
Siendo gentil, sus libros son los únicos en toda la Biblia no escritos por un judío. Se
dice, sin mucha evidencia que lo apoye, que Lucas era pintor. Aunque no lo estampó en
lienzo, lo cierto es que supo describir muy acertadamente con palabras la bella historia
de Cristo.
Puesto que el libro de los Hechos fue el segundo tomo proveniente de la pluma de
Lucas, probablemente escrito a finales del año 61 d.C., el evangelio que nos ocupa debe
haberse escrito antes, alrededor de 58 d.C. Esta fecha más o menos concuerda con el
tiempo del encarcelamiento de Pablo en Cesarea (Hechos 27:1). Entonces, el médico
amado no contaba con el manuscrito de Marcos, quien no terminó su libro, sino hasta el
año 67 o 68, después de la muerte de Pedro.
PROPÓSITO Y PLAN
Lucas tenía el deseo de confirmar en la fe a su amigo Teófilo, hecho que dio origen
al tercer evangelio y al libro de los Hechos. Aparentemente el destinatario era un alto
oficial griego y, lo que es más importante, creyente.
Su propósito principal al escribirle, y por ende a nosotros, era presentar a nuestro
Señor Jesucristo como el Hijo del Hombre. Esa frase clave aparece veintiséis veces en
el libro. Su importancia está en que hace hincapié en la humanidad perfecta de la
segunda persona de la Trinidad. En contraste, la frase “Hijo de Dios” enfatiza su deidad.
(Véase la nota del Dr. Scofield en su Biblia anotada, p. 808.) Los estudiantes de la
Biblia acostumbran distinguir los cuatro evangelios por el énfasis que hacen en
determinado aspecto de la personalidad del Señor. Es decir, Mateo presenta a Cristo
como el prometido “Rey de Israel”, Marcos como el gran “Siervo de Jehová”, Juan, con
la frase “Hijo de Dios”, hace hincapié en su deidad, mientras que Lucas lo considera
“Hijo del Hombre”. Este último quiere hacernos ver al Hombre perfecto que rescata a
los hombres imperfectos (19:10).
JESUCRISTO:
VERDADERO HOMBRE,
VERDADERO DIOS.
El tema del rescate o redención es parte importante del enfoque que presenta el
médico Lucas, quien muestra un gran interés en mostrar la gloriosa obra de nuestro
Redentor. Es en su evangelio donde encontramos por primera vez en el Nuevo
Testamento el término “redimido” (1:68).
RASGOS DISTINTIVOS
De acuerdo con la dirección del Espíritu Santo, la personalidad y el propósito del
autor humano, cada libro de la Biblia tiene características distintivas. Cabe aquí hacer
una breve consideración de este evangelio.
La humanidad de Cristo
Es de esperarse que este evangelio, reconocido como el de la humanidad perfecta de
Cristo, presente detalles muy específicos acerca del nacimiento de nuestro Señor.
Además, ofrece más información que los demás sinópticos acerca de su juventud,
desarrollo, y vida doméstica y social. El relato de su natividad y los eventos asociados
con ella (1:26–2:38) es bien conocido. Menciona la sujeción ejemplar del Salvador a la
autoridad de sus padres (2:51). Hay evidencias de que mostraba gozo (10:21) y tristeza
(19:41). En repetidas ocasiones comió con: Simón (7:36–50), Marta y María (10:38–
42), otro fariseo (11:37–52), el gobernante fariseo (14:1–24), Zaqueo, en su casa (19:1–
10) y al final, en un evento posterior a su resurrección, pescado con sus discípulos
(24:41–43).
La oración
En nueve diferentes pasajes (3:21, 5:15–16; 6:12; 9:18, 29; 10:17, 21; 11:1; 22:39–
46; 23:34, 46), Lucas cita las oraciones que nuestro Señor Jesucristo hizo en tiempos
críticos de su vida. Siete de las nueve ocasiones se encuentran solamente en este tercer
evangelio. Además, el autor relata que el Señor dijo a Pedro: “pero yo he rogado por ti”
(22:32).
De acuerdo con ese énfasis en la oración, Lucas cita las exhortaciones que nuestro
Señor hizo con respecto a ella. La parábola del fariseo y el publicano (18:9–14), citada
solamente en este evangelio, enseña la importancia que tiene.
ORAR SIEMPRE,
Y NO DESMAYAR.
¡PENSEMOS!
En Cristo y la oración. Es conveniente reflexionar en la
gran importancia que tiene la oración, ya que Cristo mismo
la practicaba, enseñanado y exhortando a sus discípulos
para que también lo hicieran. Observe las exhortaciones que
hace el Señor en los siguientes pasajes:
6:28:____________________________________________
10:2:____________________________________________
11:9–13:_________________________________________
18:1:____________________________________________
22:40, 46_________________________________________
Alabanza
Debido a las múltiples ocasiones en que menciona la frase “glorificando y alabando
a Dios” (2:20), parece que Lucas es el primer gran himnólogo del cristianismo. No es
que fuera músico, sino que como instrumento del Espíritu Santo, preservó en los
capítulos 1 y 2, cinco importantes canciones sagradas. Se ha dicho que son a la vez los
últimos salmos hebreos y los primeros himnos cristianos. A través de sus veinticuatro
capítulos, se aprecia en su evangelio el doble hilo del gozo y la alabanza, el cual
principia en Lucas 1:9, donde se hace referencia al sacerdote que ofrecía el incienso y
termina su libro con una nota final: “y estaban siempre en el templo, alabando y
bendiciendo a Dios. Amén” (24:53).
Vida social
Con palabras, Lucas “pinta” la vida social de aquellos días y la participación de
nuestro Señor en ella. Las ocasiones que pasó en casa de los tres hermanos de Betania
(10:37–42), con Zaqueo (Lucas 19:1–10) y en el camino a Emaús (24:13–32) reflejan
ese énfasis. Muchas de las parábolas contenidas en este evangelio describen detalles de
la vida cotidiana.
Es notable la atención que el autor pone en los temas de escasez y abundancia,
pobreza y riqueza. No es su propósito enseñar el supuesto mérito de ser pobre ni la
inconveniencia de ser rico. Sin embargo, parece comunicar que aunque la pobreza no
constituye una desventaja espiritual, es posible que la riqueza, sí lo sea (14:16–24;
18:18–25).
Como artista que pintaba con palabras, son muchos los retratos que nos presenta de
las mujeres que aparecen en el relato bíblico de los tiempos de Jesucristo. Elisabet y la
Virgen (Lucas 1 y 2), Ana (Lucas 2), Marta y María (Lucas 10), María Magdalena,
Juana y Susana (8:2–3). La palabra “mujer” aparece más de 40 veces, y es de notarse
que no haya ninguna indicación histórica de que alguna se haya opuesto a Cristo durante
su ministerio terrenal. Es impresionante que en una época en la que los gentiles por lo
regular degradaban a la mujer (los rabíes, líderes religiosos del judaísmo, daban gracias
a Dios porque “no habían sido creados como mujeres”), Cristo la elevó a su debido
lugar social y espiritual.
Vocabulario médico
Como es de esperarse, la obra literaria de alguien a quien se llama “el médico
amado” (Colosenses 4:14), contiene muchos términos médicos. Esta es otra indicación
de que el Espíritu Santo usó la personalidad, preparación y profesión de los autores
humanos de las Sagradas Escrituras, y sabemos que Dios los guió en la selección de
palabras para evitar que cometieran errores. El resultado es que nuestra Biblia es
inspirada e infalible, totalmente libre de errores.
Un buen ejemplo del uso de términos relacionados con su profesión, lo encontramos
en el relato del buen samaritano (10:25–37). Solamente Lucas narra esta historia y la
presenta mostrando gran interés y atención profesional. Considere las expresiones
“medio muerto” (10:30), “vendó sus heridas, echándoles aceite y vino” y “cuidó de él”
(10:34).
Igual tendencia se nota en Lucas 16:19–28 donde cuenta la historia del rico y
Lázaro. Se observan frases y términos como “lleno de llagas”, “refresque”, y
“atormentado”. Las últimas dos palabras eran comunes en la literatura médica de esa
época, la última refiriéndose al dolor y la primera al alivio. Bastan estos ejemplos para
indicar que Lucas tenía mentalidad médica.
BOSQUEJO BÁSICO DEL LIBRO
Perfacio 1:1–4
A. Advenimiento del Hijo del 1:5–2:52
B. Hombre 3:1–4:13
C. Preparación del Hijo del Hombre 4:14–19:27
D. Ministerio del Hijo del Hombre 4:14–9:50
E. 1. En Galilea 9:51–19:27
2. En Judea 19:28–23:56
Sufrimiento y muerte del Hijo 24:1–53
del Hombre
Resurrección y ascensión del
Hijo del Hombre
PREFACIO 1:1–4
Un prefacio es una introducción. En breves palabras, el autor presenta las
circunstancias que le impulsaron a escribir. Esta sección se puede resumir en tres
palabras: pensamiento, procedimiento, propósito.
Pensamiento
Por la frase: “me ha parecido también a mí” (1:3), es obvio que el autor había
pensado mucho en el asunto. Refleja que había considerado Io que otros habían
expuesto y decide “poner en orden la historia” (1:1). Reconoce que ni él ni otros habían
inventado la historia, sino que procedía de testigos fidedignos: “Lo vieron con sus ojos,
y fueron ministros de la palabra” (1:2).
Procedimiento
Lucas escribe que había averiguado y comprobado su veracidad: “después de haber
investigado con diligencia” (1:3). No se basó en rumores. Además, declara que su relato
se presentará no en forma confusa, como “ya muchos han tratado” (1:1). A propósito,
esa frase no hace referencia a los demás evangelios que incluye nuestra Biblia (Mateo,
Marcos y Juan), sino a otras “historias” que andaban circulando en aquel entonces.
Lucas promete escribir metódicamente.
Propósito
No le cabía duda alguna en cuanto a la razón que tenía para escribir el libro. Quería
que su amigo Teófilo conociera la verdad por escrito (1:4). Con el libro en la mano, por
decirlo así, Teófilo podría repasar sus bellísimos detalles. ¡Gracias a Dios por alguien
como Lucas, que quiso instruir a su amigo Teófilo! Somos nosotros, los lectores
modernos, los que podemos ahora aprovechar esta fuente de información divina.
“PARA QUE CONOZCAS BIEN
LA VERDAD”.
¡PENSEMOS!
¿Cómo recibimos el mensaje de Dios? La Biblia, la
Palabra divina, no nos cayó del cielo ya como un libro. Claro
que como su nombre lo indica, es “de Dios”. Lea 2 Timoteo
3:16. Por otra parte, 2 Pedro 1:21 indica que los
instrumentos humanos que Dios usó fueron controlados por
el Espíritu Santo. Lucas, el médico amado no escribió
solamente sus propios pensamientos o ideas, sino que fue
guiado por el Espíritu Santo, quien preservó y presentó lo
que Dios deseaba que tuviéramos. Lo mismo sucedió con los
demás autores humanos de las Sagradas Escrituras; el
resultado es un libro totalmente confiable.
2
Primer anuncio importante
Lucas 1:5–25
“No temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer … te dará a luz un hijo. (Lucas
1:13)
¡PENSEMOS!
No, el andar cerca de Dios no descarta la posibilidad de
tener problemas y tensiones en la familia. Sin embargo,
andar con él nos da poder para resolver las situaciones
difíciles. El Señor nos da los recursos para enfrentar las
dificultades. Uno de ellos es la oración, como veremos
enseguida (1:13).
Cabe notar aquí la manera en que Dios arregló los detalles para cumplir su perfecto
plan. Ya vimos que Zacarías era sacerdote y que el líder de su orden en la época del rey
David había sido Abías. En el decurso del tiempo y según la rutina que se observaba,
tocó precisamente a su orden servir en el templo el día que Dios decidió hablar con él.
Pero hay un detalle adicional: le tocaba “ofrecer el incienso” (1:9). Debido a la gran
cantidad de sacerdotes, este privilegio se asignaba por medio de “suertes”. Parece que
esta práctica era la acostumbrada para conocer la voluntad divina. Posiblemente se
usaban piedrecitas, una denominada “sí” y la otra “no”. No se sabe a ciencia cierta, pero
se cree que el famoso Urim y Tumim (Exodo 28:30) conocido como “el pectoral del
juicio”, contenía esos objetos. Aunque ya hacía muchos años que había desaparecido,
persistía la costumbre de echar suertes.
“LA SUERTE SE ECHA EN EL REGAZO; MAS
DE JEHOVÁ ES LA DECISIÓN DE ELLA”
(Proverbios 16:33).
Podemos hacer dos observaciones al respecto. La primera, que Dios controla todas
las cosas.
La segunda, es que en la actualidad no tenemos que usar semejantes métodos. En
aquel entonces no existía la palabra de Dios por escrito tal y como nosotros la
conocemos hoy. En la actualidad, ella es nuestra fuente de instrucción, dirección y guía.
Juntamente con la oración, se combina para ofrecernos todo lo que necesitamos para
conocer la voluntad de Dios.
DIOS CONTROLA TODAS LAS COSAS
Ahora bien, regresemos a Zacarías y al tema del control divino sobre todas las cosas.
Debido al gran número de sacerdotes que había, el honor de ofrecer incienso les tocaba
una sola vez en la vida, y eso era por suerte. Zacarías jamás había tenido esa
oportunidad ni la tendría otra vez. El hecho de que le tocara el turno es un detalle
adicional que confirma el plan de Dios. Esta confluencia de eventos ocurrió justamente
cuando Dios había decidido hacerle un importante anuncio.
Fue así que cumpliendo con sus responsabilidades en el templo, se le apareció un
ángel. Más tarde se identificó como Gabriel (1:19). Como era de esperarse, Zacarías se
asustó. Hacía mucho tiempo que no se había dado este tipo de comunicación de parte de
Dios al hombre; no era un evento común y corriente. Sin embargo, en vez de ser una
voz condenatoria, lo primero que hizo el mensajero fue alabar la devoción de Zacarías.
La oración es un recurso que está a disposición del pueblo de Dios y puede usarse
aún en medio de tensiones y problemas. Evidentemente, Zacarías era hombre de
oración.
Sin duda que la aparición y saludo del ángel espantaron al anciano sacerdote, pero
no se compara con la sorpresa que le causaron sus palabras, las cuales le anunciaron la
venida de un hijo a quien llamaría Juan, y añadió: “será grande delante de Dios” (v. 15).
Además le dio detalles del tipo de ministerio que ejercería su hijo.
Sería nazareo
Los nazareos se dedicaban a Dios. Parece que la palabra significa “separarse o
abstenerse” y se distingue del término nazareno, que significa “procedente de Nazaret”.
Las evidencias visibles de un nazareo era que nunca se cortaba el pelo y jamás comía
uvas.
La Biblia menciona únicamente a dos hombres que fueron nazareos desde su
nacimiento: Sansón (Jueces 13:7) y Samuel (1 Samuel 1:11).
Sería lleno del Espíritu Santo
Todavía restaba a Gabriel mencionar otra cualidad más de Juan el Bautista. Le dijo
que desde el vientre de su madre, sería lleno del Espíritu Santo. Por supuesto que debido
a esto, sería grande delante de Dios y tendría un ministerio importantísimo. Más
adelante, observamos que “Elisabet fue llena del Espíritu Santo” (1:41) y “Zacarías su
padre fue lleno del Espíritu Santo” (1:67). ¡Toda la familia participaba de la misma
bendición!
Este caso fue muy especial y diferente a como nosotros disfrutamos de la presencia
de esa divina persona en nuestra vida. Actualmente, el que es verdadero creyente, que
ha nacido de nuevo, que ha aceptado a Cristo como su Salvador, tiene al Espíritu Santo
(Romanos 5:5; 8:9). Nosotros tenemos el mismo poder de Juan: aquél desde el vientre
de su madre (debido a la soberana voluntad de Dios), pero nosotros, gracias al nuevo
nacimiento.
¡PENSEMOS!
El caso de la familia de Zacarías es muy singular. Sin
embargo, como la familia es la unidad básica de la sociedad,
¿puede usted imaginarse cómo sería este mundo si hubiera
más familias llenas del Espíritu Santo? Reduciendo el
alcance de esta pregunta, ¿qué pasaría si todas las familias
de su iglesia fueran así? Y reduciendo aún más esta
posibilidad, ¿qué sucedería si toda su familia fuera llena del
Espíritu?
3
Segundo anuncio importante
Lucas 1:26–80
“… Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS. Este será grande, y será llamado
Hijo del Altísimo”. Lucas 1:31–32
¡PENSEMOS!
Aparentemente, María no se sorprendió al saber que el
Mesías estaba por llegar. Su sorpresa consistió en darse
cuenta de que ella era el instrumento escogido de Dios. ¿Por
qué? Ella misma dijo: “¿Cómo será esto? pues no conozco
varón” (1:34). Es notable ver que el ángel no le hizo
reproches al hacer su pregunta como en el caso de Zacarias.
Esto nos da a entender que no fue formulada por rebeldía ni
incredulidad. Sólo estaba inquiriendo acerca del método en
que el plan divino se llevaría a cabo.
Podemos observar dos verdades que resaltan en esta conversación. En primer lugar,
el ángel hace un comentario acerca del carácter de Dios cuando dice: “Nada hay
imposible para Dios” (1:37). Claro que a María todo le parecía imposible, porque no
podía imaginar cómo podría suceder lo anunciado. Por otro lado, Dios no veía las cosas
de la misma manera, porque sabía perfectamente cómo hacerlo. El Señor no sólo sabe
cómo, sino que tiene todo el poder necesario para realizar lo que se propone; posee la
autoridad y poder para hacer cualquier cosa que está de acuerdo con su carácter o
voluntad.
“NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS”
En segundo lugar, María demuestra una actitud que deben imitar los creyentes al
conocer la voluntad divina: “Hágase conmigo conforme a tu palabra” (1:38).
Al recordar a los héroes de la fe, tal vez pensemos que para ellos era fácil
pronunciar semejantes palabras, pero aunque las Escrituras nos dicen que la voluntad de
Dios es “agradable y perfecta” (Romanos 12:2), a veces la debilidad humana nos hace
ver las cosas de distinta manera.
No sabemos lo que cruzó por la mente de María en esos momentos, pero podemos
imaginar lo que sería esa noticia para una mujer de aquella cultura. Prácticamente era
una invitación a la crítica abierta de la sociedad. Humanamente hablando, estaba
arruinada su felicidad con José, o cuando menos, en gran riesgo. ¿De dónde vendría el
dinero para sostener al niño?
¡PENSEMOS!
No. La voluntad de Dios no siempre es fácil de entender
y muchas veces no nos gusta. A primera vista, la revelación
de la voluntad divina para Maria era una ocurrencia
desagradable, porque venía a romper sus buenas relaciones
y tranquilidad. Pero para ella, si Dios decía que así debía ser,
así sería, porque estaba dispuesta a ser instrumento en
manos de su Señor. Hoy la recordamos y admiramos porque
como descendiente de Adán también había heredado la
naturaleza pecaminosa y requería de la gracia divina que se
le ofreció. La vemos en el pasaje totalmente sumisa a la
voluntad divina, dispuesta a cumplir su papel en la venida de
su Salvador.
¡PENSEMOS!
El himno de María expresa una actitud de reverencia y
confianza absoluta en su Señor. Aunque no entendía todos
los detalles del plan divino, sí descansaba confiadamente en
la misericordia y sabiduría divinas. Esto fue lo que le
permitió decir: “Hágase conmigo conforme a tu palabra”.
Analice los versículos de Lucas 1:46–55 y medite en la
manera en que esta alabanza refleja las actitudes de un
carácter sencillo y ferviente como el de María.
¡PENSEMOS!
El texto dice que lleno del Espíritu Santo, Zacarías cantó
lo que por nueve meses no había podido decir, a lo menos en
voz alta. Su tema principal es de alabanza a Dios por la
salvación que iba a proveer al pueblo. Este siervo del Señor
tuvo un atisbo del plan divino y en su alabanza reconoce que
Dios es el Dios de la historia, en cuyas manos se encuentran
la salvación, la misericordia, la santidad y la justicia.
Asimismo, comprendió que su hijo Juan sería el precursor
del Mesias y dio gracias al Señor por una salvación tan
grande. ¿Podemos nosotros cantar a Dios nuestra gratitud
aún cuando no entendamos todos los detalles de sus planes?
Medite en las circunstancias difíciles que tiene que enfrentar
y dé gracias a Dios por ellas.
4
Nacimiento del Hijo del Hombre
Lucas 2:1–38
“Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16)
En este pasaje tenemos los detalles de un nacimiento. Traer una nueva vida al
mundo es de por sí un acontecimiento maravilloso, pero cuando vemos que “Dios fue
manifestado en carne”, se convierte en un milagro. Las bendiciones que trajo al mundo
el nacimiento del Señor son innumerables, porque abrió al hombre la puerta de la vida
eterna. Lucas presenta, en forma simple, pero con interesantes detalles, la historia de la
encarnación del Hijo del Hombre.
EL NACIMIENTO DE CRISTO 2:1–7
La época
La expresión “en aquellos días” (2:1) proporciona al lector cuando menos dos
importantes ideas
1. Es evidente por lo que sigue, el autor emplea la frase para colocar los eventos del
capítulo en su debido lugar dentro de la historia secular. Como comentamos antes, la
veracidad del nacimiento de Cristo y su relación con la historia han impactado al
mundo, porque nuestro calendario se basa en ese acontecimiento.
“EL MUDA LOS TIEMPOS Y LAS EDADES;
QUITA REYES, Y PONE REYES”
Daniel 2:21.
Augusto César fue emperador de Roma durante 44 años (del año 30 a.C. hasta el 14
d.C.), tiempo durante el que propició, o mejor dicho, impuso al mundo un reinado de
progreso, prosperidad y paz. Organizó el imperio de tal forma, que ayudó en gran
manera a los que más adelante se encargaron de diseminar el evangelio. Eso y el
empadronamiento que ordenó poco antes del nacimiento de Jesucristo (2:1), mismo que
forzó a José y a María a viajar a Belén, ilustran muy bien Proverbios 21:1, “Como el
repartimiento de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo
que quiere lo inclina”.
AUGUSTO CÉSAR FUE INSTRUMENTO
EN LAS MANOS DE DIOS
2. Esto comprueba la observación que hemos hecho en el sentido de que toda la
historia es y ha sido controlada por el Señor. Sus muchos, variados e intrincados
eventos forman parte de una red de “caminos” que condujeron a Belén en tiempos del
emperador Augusto, cuando Cirenio era su gobernador. Pablo lo comenta así: “pero
cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4).
“Aquellos días” que cita Lucas 2:1 se refieren al “cumplimiento del tiempo” de
Gálatas 4. Dios lo había arreglado todo, porque tiene control total. probablemente César
pensaba que era el personaje más importante del mundo conocido de aquel entonces,
pero la verdad es que Dios lo controló de tal manera, que el emperador arregló los
detalles para que Cristo, el verdadero personaje importante, naciera en Belén de judea.
Circunstancias que rodearon su nacimiento
Al emperador no le importó que su decreto causara muchísima incomodidad a los
pobres súbditos de palestina. No conocia a José ni a María, quienes eran totalmente
insignificantes para él. No sabía que el Dios de toda la tierra lo estaba usando para
cumplir la profecía del Antiguo Testamento:
“PERO TÚ, BELÉN EFRATA, PEQUEÑA PARA
ESTAR ENTRE LAS FAMILIAS DE JUDÁ, DE TI
ME SALDRÁ EL QUE SERÁ SEÑOR EN ISRAEL”
(Miqueas 5:2).
La Biblia no dice mucho acerca de José. Sabemos que era del linaje de David (2:4),
que era carpintero (Mateo 13:55), que respondió al mensajero de Dios (Mateo 1:20–24)
y que actuaba con responsabilidad en asuntos familiares. Esto último se demuestra
porque llevó consigo a María cuando viajó a Belén.
Según la ley, ella no tenía por qué hacer ese viaje tan arduo. Por otro lado, quedarse
en Nazaret, en semejante condición y con el parto inminente, la hubiera dejado expuesta
al vituperio cruel de sus vecinos. José, cuando menos por razones de cariño y
caballerosidad, no la sujetó a semejante sufrimiento. Quién sabe cuánto lo había
influenciado su conocimiento del Antiguo Testamento. De todos modos, aquí hay otra
evidencia más del control de Dios. El hombre actuó de acuerdo a lo que consideraba
eran las exigencias del momento, pero detrás de todo ello estaba la mano de Dios.
Cabe notar algunos detalles de Lucas 2, capítulo que normalmente se estudia sólo
cuado se celebran las fiestas navideñas.
Estando ellos allí (2:6).
La construcción gramatical parece indicar que José y María habían llegado a Belén
unos cuantos días antes del nacimiento. Llegaron con anticipación.
Lo envolvió en pañales (2:7).
La frase describe la ropa del bebé. Lucas no quiere insinuar que no hubo nadie que
ayudara a María.
Lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón (2:7).
Por razones de tradición, se ha considerado este lugar como una posada o una venta,
especie de hotel antiguo. Sin embargo, esta misma palabra se traduce en Lucas 22:11
como “aposento”, para designar un lugar bien presentado. Por lo tanto, es posible que
tenga el mismo sentido en Lucas 2. Tal vez la pareja se hospedara durante su estancia en
Belén con algunos parientes de José que tenían una casa propia, pequeña, pero
adecuada. Junto a la casa, probablemente con entrada aparte, tal vez había un cuarto
más rústico donde los dueños guardaban sus animales y donde estaría el pesebre.
Ningún “mesón”, “posada” o “venta” de aquel entonces tenía pesebre para los animales.
¡A duras penas poseían espacio para sus huéspedes! La probabilidad de que fueron
alojados por sus parientes también apoya la idea de que alguna mujer le ayudó en parto.
LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES 2:8–20
Los ángeles anunciaron el nacimiento de Cristo, pero no a los líderes políticos, ni a
los sacerdotes, fariseos o escribas, sino a unos pastores. ¿Por qué? El oficio de cuidar
ovejas no se consideraba vocación muy elevada. Más bien, el Sanedrín había
establecido que quien pastoreaba ovejas no era digno de confianza y no podía aceptarse
como testigo. ¿Por qué, entonces, llegaron los mensajeros celestiales a los pastores?
Parece ser que Dios, quien sabe todo, incluyendo el corazón humano, encontró en
aquellos hombres, pobres y humildes, un corazón dispuesto a creer.
“¿NO HA ELEGIDO DIOS A LOS POBRES DE
ESTE MUNDO, PARA QUE SEAN RICOS EN FE Y
HEREDEROS DEL REINO QUE HA PROMETIDO?”
(Santiago 2:5).
¡PENSEMOS!
¿Quiénes está más dispuestos a creer? ¿Por qué será que
el pobre está más inclinado a tener fe en Dios? Hablando del
otro extremo, Cristo mismo dijo que es muy difícil para un
rico entrar en el reino de los cielos. ¿Por qué? ¿Qué piensa
usted de la influencia que tienen las cosas materiales en la fe
de un individuo?
¡Por supuesto que los pastores tuvieron miedo! ¿Desde cuándo un ser celestial se
comunicaba con los pastores? O, ¿cuándo habían visto “la gloria de Dios” los hombres
sencillos del campo? (2:9) Sin lugar a duda, ellos reconocieron que el acontecimiento
era de procedencia sobrenatural. Su fe sencilla los convenció de inmediato que venía de
su Dios, y su reacción está de acuerdo con la de unhombre pecador que recibe una
comunicación divina por primera vez.
LA VERDADERA NAVIDAD:
“¡OS HA NACIDO UN SALVADOR!”
Pero el mensaje no era para provocar miedo, sino gozo. “¡Os ha nacido un
Salvador!” (2:11) Y como para confirmarlo, apareció una multitud de mensajeros
celestiales alabando a Dios. El versículo 13 no dice que cantaron, pero es posible que lo
hayan hecho.
La evidencia de la fe de los pastores la vemos en que fueron a Belén para ver con
sus propios ojos lo que el ángel les anunció. Y lo hicieron “apresuradamente”, no para
comprobar el dicho del ángel sino dijeron: “veamos esto que ha sucedido, y que el
Señor nos ha manifestado” (2:15).
ADORACIÓN DE SIMEÓN Y ANA 2:21–38
Cambia ahora la escena a la ciudad de Jerusalén. Los padres llevaron al niño al
templo para presentarlo al señor. Habiéndole circuncidado de acuerdo a la ley, seguía la
obligación de presentar al primogénito en el templo.
La circuncisión era señal del pacto abrahámico, símbolo de la fe. A esas alturas para
casi todos, exceptuando a un remanente fiel, la circuncisión había perdido su verdadero
significado y se había convertido en un rito y nada más. No cabe duda que José y María
pertenecían a ese remanente fiel.
En efecto, el niño vino a cumplir con las promesas hechas a Abraham muchos siglos
antes. Con cuánta razón le pusieron el nombre que el ángel les indicó antes de su
concpeción: “Llamarás su nombre JESUS” (1:31) “porque é1 salvará a su pueblo de sus
pecados” (Mateo 1:21).
De ese nido de incredulidad que era Jerusalén, surgió un hombre de carácter
diferente. Simeón no era un religioso profesional, pero Lucas lo describe diciendo: “…
este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo
estaba sobre él”(2:25). Este ancianito no se menciona en ningún otro lugar de la Biblia,
pero tuvo uno de los más altos privilegios. No sabemos cómo, pero Dios le había
comunicado que no moriría sin ver al Mesías prometido.
Justamente cuando José y María trajeron al niño Jesús para presentarlo en el templo,
el Espíritu santo derigió a Simeón al mismo lugar. Sus palabras demuestran más
entendimiento del plan de Dios que el que tenían los profesionales que frecuentaban ese
lugar santo: “Han visto mis ojos tu salvación” (2:30). Los pardres se quedaron
maravillados. Por la respuesta de Simeón pensamos que fue María quien hizo alguna
observación al respecto.
¡PENSEMOS!
La incredulidad no es privativa de aquella época.
También en la actualidad corre rampante. El mundo
cuestiona nuestra fe sencilla en la revelación que contiene la
Palabra de Dios. ¿Cómo podemos manejar el menosprecio y
burla hacia lo que nosotros consideramos sagrado? Medite
en este pasaje y busque cuál era el secreto que sostenía a los
siervos de Dios en aquélla época.
Pero existía otra persona bien sintonizada con las cosas de Dios en Jerusalén, una
ciudad que se caracterizaba por su ceguera espiritual. Ana, denominada aquí “profetisa”
(1:36) reconoció la importancia de la visita de la familia de Cristo. El sustantivo
“profetisa” no quiere decir que se dedicaba a predecir o pronosticar el futuro, sino que
anunciaba el mensaje de Dios.
En el Antiguo Testamento, Débora se describe de la misma forma (Jueces 4:4), y en
el Nuevo, de igual manera a las hijas de Felipe (Hechos 21:9). Ana estaba en el templo
cuando llegaron los padres de Jesús. Así fue como Dios guió a estos santos, personas
dispuestas a oirle y seguirle, y les dio el privilegio de estar presentes en el templo
justamente cuando estaba allí el niño. Ambos, reconociendo esta bendición especial,
rindieron alabanzas al Señor.
5
Vida preministerial del Hijo del
Hombre
Lucas 2:39–3:22
“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”
Lucas 2:52
¡PENSEMOS!
Cristo, fue el hombre perfecto. Mencionamos a
continuación algunas referencias que hace el Nuevo
Testamento en cuanto a Jesús y su relación con el pecado.
Por otro lado, parece que el mismo Jesús, ya en sus primeros años de juventud,
estaba completamente consciente de quién era y del papel que le correspondía realizar:
“¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (2:49)
Lo poco que se nos dice en la Biblia acera de la niñez y juventud de nuestro Señor
Jesucristo ha originado una gran cantidad de cuentos extrabíblicos que tienen el afán de
satisfacer la curiosidad humana al respecto. Muchos autores no guiados por el Espíritu
Santo, sino por su imaginación, han procurado llenar el vacío de información en cuanto
a la infancia de Cristo.
La colección apócrifa resultante contiene historias absurdas que tratan de hacerse
pasar por verdad. Sin embargo, Lucas nos proporciona el único cuadro auténtico y
autorizado de lo que sucedió en esos años.
Es patente el gran abismo que existe entre la producción apócrifa y los libros
canónicos (que fueron escritos bajo el control del Espíritu Santo por autores que fueron
testigos o que entrevistaron a los testigos presenciales). Con excepción de lo que
sabemos por Lucas 2, estos fueron en verdad, años de silencio. Obviamente, Dios no
quiso hacer hincapié en los acontecimientos de esa época, sino destacar lo referente a
nuestra redención por medio del ministerio público de Jesús que la propició.
LA FAMILIA CELEBRA LA PASCUA 2:41–52
El Antiguo Testamento exigía que los judíos visitaran el templo de Jerusalén cuando
menos tres veces al año. En el período que nos ocupa, esto se había reducido a un sólo
viaje para la fiesta de la pascua. Lucas nos relata que José y María tenían esta
costumbre, pero sólo nos da detalles del año en que Jesús cumplió doce años.
No se sabe si el Señor los había acompañado en otras ocasiones. Es posible que esta
visita la hicieran como un preparativo para cuando Jesús cumpliera 13 años, fecha en
que los jóvenes judíos se integraban a la comunidad religiosa y pasaban a ser miembros
responsables de ella. Se les llamaba “hijos del mandamiento”.
Esta historia es muy conocida. Sin embargo, algunos lectores se preguntarán:
“¿Cómo es posible que los padres pasasen tanto tiempo sin descubrir la ausencia de su
hijo? Cómo pudieron haber caminado una distancia de un día ignorando el paradero de
Jesús?”
En primer lugar, no es evidencia de problemas familiares. No existe nada que
indique que los padres fueran descuidados. Más bien, se echa de ver su atención
cuidadosa. Cuando los peregrinos salían de Jerusalén para dirigirse a sus respectivas
ciudades, lo hacían en grupos grandes. Las mujeres formaban el primero y los hombres
el segundo. Por su parte, los jóvenes podían ir en cualquiera de ellos.
Después de un día de camino, cuando las familias se juntaron para comer y pasar la
noche, se dieron cuenta de que Jesús faltaba. Al siguiente día regresaron a la ciudad y al
tercero, lo encontraron en el templo platicando con los eruditos, a quienes hacía y
contestaba preguntas, que era el método de enseñanza de entonces. Los maestros de la
ley estaban asombrados de la inteligencia y respuestas del Señor (2:47). La observación
que hicieron confirma que la intención de Jesús no era alardear de sus conocimientos o
mostrarse superior; o no hubieran dicho lo que dijeron. Este intercambio nos da otra
evidencia de la manera en que el Señor iba aprendiendo y desarrollándose.
El encuentro con sus padres y la pregunta y lamentación de la madre dieron ocasión
a las palabras: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me
es necesario estar?” (2:49) No lo dijo por rebeldía, aunque José y María no
comprendieron sus palabras sino hasta mucho tiempo después. En cambio, Jesús sabía
perfectamente lo que decía. Es interesante observar que éstas son las primeras palabras
de nuestro Señor Jesucristo que están registradas en la Biblia. Y con ellas, confirma ser
Hijo de Dios.
El versículo final del capítulo indica cómo era el carácter y comportamiento del
joven Jesús en su hogar y en la comunidad. “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y
en gracia para con Dios y los hombres” (2:52).
¡PENSEMOS!
¿Qué influencia ejerce la vida familiar en los seres
humanos? Si admitimos que en el hogar se forjan los hijos
consagrados y los descarriados, ¿cómo afectará este
conocimiento al ambiente de su hogar? ¿Encuentra algún
área en que debe hacer cambios? Ore y actúe en
consecuencia.
PREPARACIÓN DEL HIJO DEL HOMBRE
La infancia y juventud de Jesús transcurridas en su casa y bajo la influencia de
quienes amaban a Dios y a él, contribuyeron a su preparación
EL HOGAR DE LOS QUE OBEDECEN A DIOS
ES UN AMBIENTE PROPICIO
PARA CRIAR A LOS HIJOS.
Un hogar creyente provee luz al joven, que estará bien dispuesto a enfrentar lo que
le traiga la vida. La preparación a la cual se refiere esta sección es la oficial. Ya el Hijo
del Hombre había dejado la casa y el cariño familiar. El ministerio público, importante y
duro al cual Dios Padre le había enviado, estaba por iniciarse, pero había ciertos pasos
preparatorios que era necesario que diera antes de emprenderlo.
MINISTERIO DE JUAN EL BAUTISTA 3:1–20
Como un heraldo que anuncia con trompeta la venida de un rey, Juan el Bautista
presentó al Mesías. Los judíos no podrían decir que Cristo llegó sin previo aviso, o que
no fue anunciado o introducido. El ministerio de Juan, su precursor, se define muy bien
en Lucas 3:4: “Prepared el camino del Señor”.
Trasfondo histórico 3:1–2
Como historiador apto, Lucas nos provee de una cronología exacta para fijar el
comienzo del ministerio de Juan. Esta cronología es buena, pero los personajes que
intervienen no tanto. Según la historia, Tiberio César era malvado en extremo. A Poncio
Pilato (nombrado gobernador en el año 26 d.C., puesto que ocupó por 10 años), lo
conocemos por su cobardía durante el juicio de nuestro Señor Jesucristo. Ni hablar de la
familia de los Herodes, aunque se cree que Felipe (hijo de Herodes el Grande y
Cleopatra), era el mejorcito.
Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes (3:2). Los romanos habían quitado de su
puesto a Anás, pero como su yerno Caifás fue designado en su lugar, Anás siempre
conservó bastante poder. Estos dos se opusieron a Cristo durante todo su ministerio
público. Bueno, al menos sabemos quiénes eran los líderes cuando Juan empezó su
ministerio.
El mensaje de Juan 3:3–14
Dice la Escritura que Juan predicaba el bautismo de arrepentimiento (3:3).
Demandaba una transformación de mente, pensamientos, que resultara en un cambio al
actuar, es decir, del ser interior, que diera evidencias externas. Ese último gran profeta
al estilo antiguotestamentario, hizo reconocer a sus oyentes que tenían una
responsabilidad espiritual relacionada con el mensaje mesiánico.
Tal y como habían hecho a lo largo de su historia como nación, los judíos de
tiempos de Juan y nuestro Señor Jesucristo pensaban en lo político y no en lo espiritual.
Juan clamaba contra eso y los exhortaba diciendo: “Haced, pues, frutos dignos de
arrepentimiento” (3:8) y les daba ejemplo de algunas evidencias del arrepentimiento
(3:12–14). Lucas no nos da todos los detalles de su predicación, pero sí nos dice lo
suficiente como para que entendamos que su propósito era preparar el camino del Señor.
EL ARREPENTIMIENTO: UN CAMBIO INTERIOR
QUE RESULTA EN
ACCIONES VISIBLES
¡PENSEMOS!
Los hechos cotidianos demuestran el arrepentimiento.
¿Ha abandonado usted hábitos antiguos y sus obras actuales
son evidencia de que tiene una mente nueva? Recuerde que
el juicio de quienes nos rodean es la mejor escala para
evaluar nuestras acciones.
6
Genealogía y tentación del Hijo
del Hombre
Lucas 3:23–4:13
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al
desierto”. Lucas 4:1
En esta sección, Lucas presenta los últimos detalles de la preparación del Señor
antes de iniciar sus tres años y medio de ministerio público. Después, gracias a la pluma
del médico amado, y guiados por el Espíritu Santo, empezaremos la caminata con
Cristo, un viaje arduo, pero bendito, que nos conducirá a la cruz.
GENEALOGÍA DEL HIJO DEL HOMBRE 3:23–38
De una u otra forma, todos tenemos interés en nuestros antepasados, entre quienes
siempre hay alguien de quién jactarse y, con frecuencia, alguien de quién avergonzarse.
En el caso de los judíos, el árbol genealógico era de muchísima importancia porque éste
determinaba su lugar en la sociedad, la religión y el gobierno. En cierto sentido, les
mostraba qué tan buen judío era cada uno.
“PORQUE PARA VOSOTROS ES LA PROMESA,
Y PARA VUESTROS HIJOS, Y PARA TODOS LOS
QUE ESTÁN LEJOS; PARA CUANTOS EL
SEÑOR NUESTRO DIOS LLAMARE”
Hechos 2:39.
Al llegar a la genealogía de Jesús, el asunto toma mayor importancia porque
establece que se trata nada menos que de un descendiente de David, con derecho a su
trono. La lista, como la presenta Lucas, se refiere a los antepasados de María. Es
interesante notar que de Abraham a David, los nombres corresponden a los mismos que
Mateo menciona, pero de David a Jesús difieren, porque Mateo sigue a los
descendientes del rey David a partir de Salomón hasta llegar a José (el padrastro de
Jesús) para demostrar su derecho legal a ocupar el trono davídico.
Por su lado, Lucas traza la línea por otro de los hijos de David, Natán (3:31),
mostrando que María también tenía raíces reales y que por parte de su madre, Jesús
también era del linaje de David y con derecho legítimo al trono. Do acuerdo con su
enfoque de presentar a Jesús como el Hijo del Hombre, la lista de Lucas va más allá de
Abraham, hasta llega a Adán.
¡PENSEMOS!
Medite en sus propios antepasados y dé gracias Dios si
sus padres o abuelos fueron creyentes. Si con usted se inicia
la primera generación de cristianos, pida al Señor que le
permita alcanzar a sus hijos y nietos para que crean en
Jesucristo, el único Salvador y Redentor de nuestras almas.
¡PENSEMOS!
El conocimiento de la Palabra de Dios nos ayuda a no
pecar contra él. Anote tres pasajes que puedan usarse
cuando nos encontremos en circunstancias difíciles:
________________________________________________
________________________________________________
________________________________________________
¡PENSEMOS!
Este caso es una buena indicación de que el maligno no
ha cambiado su meta inicial. No debemos dejarnos engañar.
Podemos estar seguros que todavía persigue el mismo fin,
tratando de recibir la adoración que sólo pertenece a Dios.
Sin embargo, Jesús sabía con quién trataba; conocía sus artimañas, y que de acuerdo
con el plan de Dios y a su debido tiempo, todo pasaría a sus propias manos. Pero
primero tenía que sufrir la cruz. Así que rechazó a Satanás con las palabras: “Al Señor
tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (4:8)
Sobre el pináculo del templo 4:9–12
El reto siguiente fue decirle que se tirara de lo alto del templo, para que la gente al
verlo, reaccionara, aceptándolo. ¡Qué dramático hubiera sido! El lugar donde Satanás le
había colocado estaba más o menos a 130 metros de alto sobre el arroyo del Cedrón.
Esta vez el diablo también usó un versículo de las Escrituras, que aparentemente conoce
muy bien. No obstante, nuestro Señor sabía que Dios controla el tiempo y que la
aceptación de parte del pueblo no se podría llevar a cabo excepto por lo que él lograra
en la cruz. Así que contestó a Satanás: “No tentarás al Señor tu Dios” (4:12)
Así terminó el período de intensa tentación. Pero Satanás no se dio por vencido.
Lucas dice que: “se apartó de él por un tiempo” (4:13).
¡PENSEMOS!
¿Cómo se enfrenta usted a Satanás y a las tentaciones?
En esta sección descubrimos que el arma más fuerte que
tenemos es la Palabra de Dios. Cristo mismo la utilizó para
neutralizar los ataques satánicos al decir: “Escrito está…”
Analice los siguientes pasajes y anote lo que aprende de
ellos:
2 Corintios 10:4_________________________________
Salmos 34:7____________________________________
Exodo 14:14____________________________________
Efesios 6:11____________________________________
Santiago 1:12___________________________________
Es lógico que la sección que trata de los tres años del ministerio público del Hijo del
Hombre sea la más extensa del libro (Lucas 4:14–19:27). También lo es que Cristo
empezara su trabajo en Galilea, que se encuentra al norte de Israel, porque entre sus
amigos podría haber oyentes dispuestos a creer en él. También nos parece muy buena su
idea de regresar a Nazaret, ciudad donde creció. Sin embargo, hubo problemas.
7
Ministerio en Galilea
Lucas 4:14–6:11
“Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque
para esto he sido enviado: Lucas 4:43
¡PENSEMOS!
Satanás y sus huestes nos atacan por doquier
provocando enfermedades y haciendo que los creyentes nos
alejemos del Señor. ¿Cómo debemos prepararnos para
combatir las fuerzas invisibles del mal? Lea y medite en
Hebreos 2:18 y 2 Pedro 2:9 y descubra la seguridad que Dios
nos da.
¡PENSEMOS!
Cabe indicar aquí que ni la alegría desbordante es
motivo para desobedecer las órdenes de Dios. En este caso, la
fama presionó mucho a Cristo, porque la gente empezó a
llegar de todas partes buscando ser sanados. Por supuesto
que no existe ninguna circunstancia que justifique la
desobediencia. Analice su vida para ver si existe en ella algo
en lo cual esté desobedeciendo al Señor y corrija lo que sea
necesario.
¡PENSEMOS!
Aun el verdadero creyente puede caer en el error de los
fariseos. ¡Qué fácil es leer y hasta dominar el contenido de la
Palabra de Dios sin prestar la debida atención a lo que dice!
En tal caso, dominamos la Biblia, pero ella no nos domina a
nosotros. ¡Esto es fariseísmo puro! Deténgase y medite por
unos momentos en alguna ocasión en que usted haya actuado
así y propóngase no hacerlo más.
La misma reclamación surgió otro sábado cuando el Señor sanó al hombre que tenía
la mano tullida. En esa ocasión los escribas y fariseos vigilaban a Jesús, sabiendo que el
enfermo estaba presente. También conocían el poder de Cristo y su compasión. Sin
embargo, sus duros corazones, en vez de reconocerlo como Mesías, buscaban atraparlo:
“Mas él conocía los pensamientos de ellso” (6:8). Esa pobre gente autoengañada no
sabía con quién se enfrentaba. ¡Hasta sus pensamientos los conocía Jesús!
Su pregunta breve y sencilla los dejó callados:
“¿ES LÍCITO EN DÍA DE REPOSO HACER BIEN, O
HACER MAL? ¿SALVAR LA VIDA, O QUITARLA?”
Parece que les quería comunicar que cuando uno tiene la oportunidad de hacer el
bien, debe hacerlo sin importar qué día de la semana sea. Más bien, es malo refrenarse
de hacerlo. Dicha lección también los dejó callados y muy enojados (6:11)
8
El Hijo del Hombre elige e
instruye a sus discípulos
Lucas 6:12–49
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de
día, llamó a sus discípulos”. Lucas 6:12–13a
Hasta aquí Lucas ha descrito a Jesús el Hijo del Hombre como el Mesías prometido.
Sin embargo, con todo y la amplia demostración de su poder y autoridad, los judíos no
lo aceptaron. Cristo escogió de enter los relativamente pocos, pero verdaderos
discípulos, a los que le servirían de forma especial. Estos fueron denominados
apóstoles.
JESÚS ELIGE A LOS APÓSTOLES 6:12–19
Una característica muy notable en la vida de Cristo era su comunión constante con
el Padre por medio de la oración; la practicaba en todo el sentido de la palabra. Es decir,
la oración no es un método para que el hombre imponga su voluntad a Dios, sino la
manera de buscar la voluntad divina y ponerse de acuerdo con ella.
En Lucas 6 se nota que antes de nombrar a los doce, Cristo pasó una noche entera
orando. ¡Claro que sí! La decisión de quiénes serían sus apóstoles afectaría la totalidad
de su ministerio. En especial, se nota que el nombre del infame traidor Judas está en la
lista. No fue seleccionado por error o ignorancia, sino porque Jesús estaba actuando
conforme a la voluntad del Padre. Su plan había sido diseñado en la eternidad y su
cumplimiento se hizo al compás de la historia.
¡PENSEMOS!
La oración es una de las prácticas más necesarias de la
vida cristiana. ¿Cuánto tiempo pasa usted orando? ¿Está
acostumbrado a hacer conocidas sus peticiones delante de
Dios en toda oración y ruego (Filipenses 4:6)? La fe aumenta
cuando nuestras peticiones son contestadas. Si no lo está
haciendo, propóngase orar al Señor siempre, pidiendo su
dirección en cualquire toma de decisiones.
En la lista también aparece “Bartolomé” (6:14), que quiere decir “hijo de Tolomeo”
y no es propiamente un nombre. Se cree que su verdadero nombre era Natanael.
JESÚS ENSEÑA A LOS APÓSTOLES 6:20–49
En Mateo capítulos 5 al 7 tenemos el discurso titulado “El Sermón del Monte”,
porque fue expuesto en una montaña. Si la misma técnica fuera empleada para poner
nombre al mensaje de Lucas 6, tendríamos que encabezarlo “El Sermón del Llano”
(6:17). El tiempo y el lugar de los dos mensajes son diferentes, aunque la enseñanza es
muy semejante. La parte que Lucas presenta se puede dividir en cuatro partes.
Bienaventuranzas y ayes (6:20–26)
El término “bienaventurado” es bastante común en la Biblia. Su sentido básico es
“feliz”, pero la felicidad bíblica es diferente a la que anhela el mundo y así tiene que ser.
El sistema de valores promulgado por las páginas sagradas no es solamente diferente al
mundano, sino mucho más elevado. La felicidad verdadera depende de la relació del
hombre con Dios. Las “bienaventuranzas” están basadas en esas normas elevadas, y
enfocan la condición feliz del cristiano en medio de las circunstancias.
“BIENAVENTURADOS LOS QUE AHORA
LLORÁIS, PORQUE REIRÉIS”.
Lucas 6:21b
Muchos han torcido el mensaje de esta porción. Jesús no encomia la pobreza ni
mucho menos dice que la entrada al reino de Dios es automática para los pobres. El
pobre y el rico por igual, tienen la misma necesidad delante de Dios y todos están en la
misma condición.
“POR CUANTO TODOS PECARON Y ESTÁN
DESTITUIDOS DE LA GLORIA DE DIOS”
Romanos 3:23
¡PENSEMOS!
¿Cuál es la necesidad espiritual básica del hombre?
Medite en los pasajes de Juan 5:24; Romanos 5:8 y Efesios
2:1–10 y déle gracias al Señor porque ha prometido la vida
eterna a todos los que creemos en Jesucristo.
La gente que le estaba escuchando, y en especial los doce apóstoles, habían dejado
todo por seguirle. Lo que el Señor está diciendo es: “¿Feliz aquél que hace esto!” Por
otro lado, Jesucristo no condena la riqueza. Según 1 Timoteo 6:10, el amor al dinero es
la raíz de todos los males. El problema surge cuando el amor dinero excede al amor que
tenemos por Cristo. Esta es la razón que mueve a Jesús a pronunciar los ayes.
El amor es la evidencia del discipulado (6:27–38)
Jesús sigue haciendo hincapié en las altas normas que ha mencionado. Por fuerza, el
discípulo tiene que marchar al compás de lo que dice la Biblia y no al del mundo. Por
ejemplo, el seguidor de Cristo no solamente ama a los amigos (como hacen los
paganos), sino a los enemigos también. ¡Noble sentimiento! En términos generales, el
versículo 31 expresa la conducta correcta de un verdadero discípulo del Señor:
“Y COMO QUERÉIS QUE HAGAN LOS
HOMBRES CON VOSOTROS, ASÍ TAMBIÉN
HACED VOSOTROS CON ELLOS”.
Lucas 6:31
Sin embargo, existe una norma más elevada. Jesús dice que el comportamiento de
sus discípulos debe reflejar a Dios mismo: “…porque él es benigno para con los
ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es
misericordioso” (6:35–36). Esa norma excede al noble sentimiento del versículo 31. Así
que lo que ha de identificar al discípulo no es solamente ser diferente del mundo, sino
ser semejante a Dios.
¡PENSEMOS!
¿Amar a los enemigos? Parece imposible. ¿Cómo
lograrlo? En primer lugar, conviene aclarar que el Señor no
se refiere al amor romántico, sino a la clase de amor que se
basa en el valor del objeto amado, no en sus apariencias, y
que dice: “Este ‘enemigo’ es de valor para Dios. El envió a
su hijo a morir por él. Entonces, con la ayuda del Altísimo,
yo prometo amarlo también”. La clave es: “con la ayuda de
Dios”. El ser humano, utilizando solamente los recursos
propios, encontraría que es una hazaña imposible. Eso le
obliga a utilizar un recurso sobrehumano, el Espíritu Santo,
quien reside en cada creyente.
¡PENSEMOS!
“¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que
yo digo?” Con estas palabras, Jesucristo nos lanza el reto de
obedecer sus mandamientos si queremos llamarnos sus
discípulos. Analice su vida por un momento y piense si está
desobedeciendo alguno de ellos. Si así es, decida hoy mismo
en oración corregirlo y obedecer a Cristo sin objeciones.
9
Actividades y asociados de su
ministerio
Lucas 7:1–8:56
“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y
anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él” (Lucas 8:1)
La vida del Hijo del Hombre aquí en la tierra es un vívido tapiz de eventos y
entrevistas. En la porción que tenemos por delante, Lucas presenta la última parte de su
ministerio en Galilea, pero lo más importante es que nunca descuida el incluir sus
enseñanzas.
MILAGROS 7:1–17
La curación del siervo del centurión (7:1–10)
El autor sigue presentando las evidencias que debían haber identificado al Hijo del
Hombre ante cualquier testigo. Desafortunadamente, por la ceguera espiritual que había
en la nación, pocos respondieron de corazón. No obstante, de vez en cuando alguien
daba muestras de tener una gran fe; aun entre los gentiles, a quienes los judíos
consideraban religiosamente marginados.
Varios puntos del siguiente encuentro nos llaman la atención:
1. Por lo regular, el Nuevo Testamento presenta a los centuriones romanos como
personas, si no finas, cuando menos mejor que otros.
2. El de esta narración era reconocido por los mismos judíos como “digno” (término
que se empleaba para indicar que tenía cierto valor), el autor cita la razón: “porque ama
a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga” (7:5).
3. Algo de su carácter se revela en que quería mucho a su siervo (7:2) y al
reconocer: “No soy digno” (7:6). Esta palabra significa “no llegar a la medida” o
“deficiente”, dando muestras de humildad.
¡PENSEMOS!
¡Dichoso su siervo! El ambiente de su hogar debe haber
estado controlado por la fe del centurión. Las ventajas de
semejante relación son obvias. El soldado tenía interés en el
siervo, lo cuidaba en lo material y, por lógica, se preocupaba
de su bienestar espiritual. Alguien ha dicho: “El futuro de la
sociedad está en las familias piadosas”. Si por “piadoso” se
entiende “obediente a lo que Dios ha dicho”, es cierto. ¡Ojalá
que así sea nuestra familia!
4. Lo más importante es que el soldado demostró tener una fe muy grande: “Dí la
palabra, y mi siervo será sano” (7:7). Jesús mismo quedó muy impresionado: “Os digo
que ni aun en Israel he hallado tanta fe”(7:9). La fe y la humildad son dos ingredientes
indispensables para recibir las bendiciones de Dios. Cabe notar que la misma fórmula
sigue vigente hoy.
LA FE SE APROPIA DE LAS PROMESAS DE
DIOS. LA HUMILDAD RECONOCE QUE NO LAS
MERECE.
Cristo sigue demostrando su autoridad, esta vez no estando presente al momento de
realizarse el milagro, lo cual es una evidencia más en la lista de acontecimientos que
prueban que es el Mesías.
La resurrección del hijo de la viuda de Naín (7:11–17)
Este milagro pone de manifiesto el corazón misericordioso del Hijo del Hombre.
Observó que se acercaba un cortejo fúnebre y, como de costumbre, es probable que
fuera delante la madre, mucho más apesadumbrada por haber perdido primero al marido
y después al hijo.
Considere los elementos tan tristes de la situación:
1. Un marido difunto,
2. El hijo único muere,
3. La mujer queda sola (7:12).
Jesús, comprendiendo su sufrimiento, resuele el problema sin dilación. Con palabras
sencillas, pero directas, y con el gran poder de Dios que había en él, dijo: “Joven, a ti te
digo, levántate” (7:14). Con qué razón la gente decía: “un gran profeta se ha levantado
entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo” (7:16). Habiendo autenticado su persona
y su mensaje con los milagros efectuados hasta entonces, aquí demuestra su poder sobre
la muerte, el enemigo de todo ser viviente. Lástima, porque aunque parezca increíble,
este milagro Sólo tuvo un efecto pasajero en el pueblo.
LOS MILAGROS DE CRISTO
ERAN PARA AUTENTICAR SU MESIANAZGO
ENSEÑANZAS 7:18–8:21
Un encomio y una crítica (7:18–35)
A estas alturas, Juan el Bautista languidecía en un calabozo de la fortaleza de
Herodes. No era lo que Juan había esperado después de haber anunciado que el Mesías
prometido estaba en camino. Cualquiera hubiera pensado que el Mesías-Rey iba a
inaugurar su reino de inmediato y que su heraldo o precursor, ocuparía un alto puesto de
honor. pero en vez de ello, estaba en cadenas.
Juan no tenía conocimiento de los detalles del plan de Dios. por eso, envió a unos de
sus discípulos para preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a
otro?” (7:19) El Hijo del Hombre le tranquilizó señalando las obras que autenticaban su
persona y ministerio. En efecto dijo: “Soy quien soy”. Dios hace lo correcto, siempre a
su debido timepo, y Jesús es Dios.
Después que los mensajeros salieron, Jesús hizo un fuerte elogio acerca de la
persona y ministerio de Juan el Bautista diciendo que:
1. Era hombre firme en sus convicciones. No se dejó influir por las presiones ni
religiosas ni políticas (7:24).
2. Era abnegado. Estaba tan entregado a su tarea profética que se negó a sí mismo,
escogiendo llevar una vida simple y rústica, acorde con el mensaje de arrepentimiento
que predicaba (7:25).
3. Era más que profeta, porque no solamente predicaba la venida del Mesías, sino
que lo había visto en carne y presentado a sus oyentes (7:26, 28).
4. Era un profeta único porque él mismo había sido profetizado como el que
anunciaría al Mesías (7:27; Malaquías 3:1).
La crítica del Señor se dirigió a los religiosos que deberían haber sido los primeros
en creer, pero que por orgullo y la ceguera de su pecado: “desecharon los designios de
Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan” (7:30). Es decir, que
sencillamente no creyeron porque no reconocieron su necesidad de arrepentirse y por lo
tanto, no se bautizaron. Jesús los compara con niños petulantes y caprichosos. ¡Qué
cosa! Los publicanos respondían positivamente, y los religiosos no. Por lo tanto,
merecían ser censurados.
¡VER PARA CREER!
Una pecadora y una parábola (7:36–50)
Simón el fariseo invitó a Jesús a su casa. ¿Por qué? Bueno, el contexto indica que no
fue por amor ni porque estuviera dispuesto a creer en su mensaje. Tal vez por
curiosidad, o peor aún, para descubrir algo qué criticar. Si este último era su propósito,
sin duda pensó que había logrado su meta al ver la interacción de Jesús con la mujer no
invitada.
Se nota que este es un caso muy especial. La mujer estaba catalogada como de la
calle, porque se encontraba sumida en las profundidades del pecado (7:37). Semejante
clase de persona nunca hubiera sido convidada a la casa de un fariseo. Pero ella entró y
llegó hasta donde estaba Jesús.
Es evidente que algo muy significativo la impulsó a correr ese riesgo social. Por lo
que hizo al encontrar a Cristo, se ve que había oído y creído en el mensaje que
predicaba. Sí, había sido pecadora, y lo sabía, y también a quién debía acudir en tales
condiciones. El ungimiento fue una muestra de gratitud. A propósito, el pasaje dice que
se colocó a los pies de Jesús: “estando detrás de él”(7:38) porque Jesús seguía la
costumbre de reclinarse de lado para comer.
El fariseo, considerando que tanto ella como lo que hacía era repugnante, “dijo para
sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es
pecadora” (7:39).
Como nada sucede a escondidas de Dios, Jesús tomó la palabra y relató a Simón la
parábola de los dos deudores. Uno de ellos debía mucho y el otro poco, pero los dos
fueron perdonados por igual. Para Simón era obvio que el individuo a quien más se le
había perdonado amaría más, y Jesús le hace ver las muchísimas faltas sociales o
culturales que había cometido al no atenderlo como debiera. En cambio, la mujer había
venido a servirle en gratitud por sus pecados perdonados.
Ahora bien, Cristo no estaba enseñando que sus pecados fueron perdonados porque
lo amó, sino que ella lo amaba porque había recibido el perdón. “Tu fe te ha salvado”
(7:50).Uno entra en esta clase de relación con Cristo por fe, por creer. El amor es
producto de la fe.
¡PENSEMOS!
¡Perdonado! El corazón que ha experimentado el amor
perdonador de Cristo lo ama y quiere vivir una vida
agradable a él. Valdría la pena meditar sobre este tema.
¿Están presentes en su vida los dos resultados normales, el
amor y la obediencia a Cristo? ¿Qué evidencias tiene de
haber sido perdonado de sus pecados?
¡PENSEMOS!
Los milagros y maravillas que nuestro Señor Jesucristo
realizó eran más que suficientes para que la gente creyera en
él. No obstante, la mayoría lo rechazó, fenómeno que
también se observa hoy en día. ¡Qué podemos hacer como
creyentes, para que su mensaje sea escuchado y aceptado
por aquellos que no le conocen? ¿Teme usted al rechazo
cuando evangeliza? ¿Cómo puede animarnos el ejemplo de
nuestro Salvador?
10
El Hijo del Hombre visto en su
gloria
Lucas 9:1–50
“¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios”
Lucas 9:20
¡PENSEMOS!
No cabe duda que el señor queria que la fe de sus
discipulos se engrandeciera. El santifica, bendice y aumenta
lo que tenemos cuando lo traemos a él.
¡PENSEMOS!
¿Quién es responsable de la muerte de Cristo? Ha
habido individuos y grupos que por interés propio echan la
culpa a otros, usualmente a los judíos. Sin embargo, las
Escrituras dicen claramente quiénes fueron responsables. En
el otro libro que escribió Lucas, se encuentra lo siguiente:
“Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu
santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato,
con los gentiles y el pueblo de Israel” (Hechos 4:27). La culpa
la tenemos todos, porque nuestros pecados lo clavaron en ese
madero cruel.
¡PENSEMOS!
“Y he aquí dos varones que hablaban con él” (9:30). ¿De
qué hablaban? ¿Del cielo? ¿De los ángeles? ¿Hicieron un
repaso de su vida? No, el versículo que sigue indica que
hablaron de la muerte de Cristo, el evento más trascendental
de toda la historia. Recordemos que nuestras conversaciones
usualmente giran alrededor de lo que tiene importancia para
nosotros y así fue en esa ocasión para ellos.
¡PENSEMOS!
¿Ha analizado cuál es el significado de la
transfiguración? ¿Qué importancia tuvo para los discipulos
privilegiados que la observaron? ¿Qué hubiera hecho usted
si hubiera estado ahí? Los discípulos, como simples
mortales, quedaron tan impresionados por la experiencia,
que no se atrevieron a hablar a nadie de lo acontecido. Sin
embargo, sus actitudes básicas no cambiaron.
11
Ministerio en Judea
Lucas 9:51–11:13
Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para
ir a Jerusalén” (Lucas 9:51)
El ministerio público del Hijo del Hombre duró relativamente poco tiempo. Su
aparente popularidad entre la gente común era más superficial que verdadera. Habiendo
presenciado algunos milagros, sus seguidores querían ver más. En realidad no veían más
allá de sus obras ni entendían su verdadero propósito, ni el sentido de su mensaje.
Por supuesto que todo esto había sido contemplado de antemano por Dios y formaba
parte de su plan redentor. El usó el rechazo de la nación para conducir a su Hijo a la
cruz. En el relato que sigue, Cristo dejó las regiones norteñas de Palestina para dirigirse
a Jerusalén y el Gólgota. El reloj de Dios marcó la hora, y los eventos se suceden de
acuerdo a su horario.
Convendría hacer un pequeño repaso del bosquejo general del libro. Así veremos el
luger que el presente estudio ocupa en el panorama histórico del evangelista.
Prefacio 1:1–4
El advenimiento del Hijo 1:5–2:52
del Hombre 3:1–4:13
La preparación del Hijo 4:14–19:27
del Hombre 4:14–9:50
El ministerio del Hijo del 9:51–19:27
Hombre
1. En Galilea
2. En Judea
RECHAZADO EN EL CAMINO A JUDEA 9:51–10:37
Cristo sabía dónde iba y lo que le esperaba, y que la actitud nefaria del pueblo sería
el instrumento que Dios usaría para llevarlo a la cruz romana, aunque esa no era la
verdadera razón, sino parte de su causa. Aun sabiendo lo que le esperaba, “afirmó su
rostro para ir a Jerusalén” (9:51). No en actitud de mártir, sino porque estaba totalmente
de acuerdo con el plan de Dios.
Por los samaritanos
En primer lugar, los samaritanos, mostrando su antipatía tradicional hacia los judíos
en general, enfocaron su espíritu de hostilidad en Cristo y sus discípulos (9:51–56). Esto
tuvo su origen en la antigüedad y seguía vigenta en tiempos de Cristo. En especial, se
manifestaba contra quienes preferían adorar en el templo de Jerusalén, ya que los
samaritanos pensaban que se debía rendir culto a Dios en una montaña local. Por lo
tanto, no dejaron que los discípulos hicieran arreglos para el hospedaje de Cristo y su
grupo cuando pasaron por sus tierras (9:53).
Por tres hombres
El Señor experimentó otra clase de repudio (9:57–62), por personas que ponen
excusas para no extregarse totalmente a él, pero él afirmó que nada tenía más
importancia que el Mesías y su mensaje. Lucas no nos cuenta qué pasó con los tres
individuos aludidos, pero es obvio que no fueron perseverantes. Personas así no
hubieran aguantado lo que les esperaba a Cristo y sus seguidores en Jerusalén. El
verdadero discípulo no pone “peros” y sus prioridades son las de Jesús.
CUANDO SE SIGUE A CRISTO, TIENE QUE SER
DE CERCA, NO DE LEJOS
La misión de los setenta
A primera vista, lo que a continuación se presenta no parece seguir el mismo tema.
Se trata de la comisón de los setenta, aunque las amonestaciones de Cristo indican que
en general el mensaje no iba a ser aceptado. Esta fue la segunda vez que el Señor
encomendó un ministerio especial a sus seguidores (9:1–9). Ninguna de las dos se debe
confundir con la llamada Gran Comisión en la que Cristo responsabiliza a la iglesia.
En Lucas 9 y 10 todavía estaba ofreciendo una oportunidad a la nación de Israel. Su
Rey prometido estaba presente y, por lo tanto, el reino mesiánico. Faltaba que la nación
se arrepintiera y lo aceptara. Tanto Cristo como sus discípulos daban el mensaje y
hacían milagros para autenticar su persona y obra. Esta vez tocaba a sus seguidores ir a
todos los lugares por donde tenía que pasar, para preparar a la gente.
Aunque no se refiere al mandato misionero tal como se desarrolla después, la
presente situación tiene ciertas características en común con él.
- Les advierte en cuanto a los malvados (10:3).
- El siervo de Dios tiene que evitar todo clase de impedimento (10:4).
- Los que reciban los beneficios sostendrán la obra (10:7).
- Habrá un castigo horrible para los que rechacen el mensaje (10:10–12).
- Habrá una condena especial sobre aquellas ciudades que aún habiendo
experimentado muchos de sus milagros, lo rechazan (10:13–16).
- A quien mucho se ha dado, mucho se le exigirá. El juicio más severo se reserva
para los que repudian al Señor habiendo oído su mensaje.
Todavía restan dos puntos en esta sección.
“Jesús se regocijó en el Espíritu”(10:21). Ninguno de los cuatro evangelios pretende
presentar todos los detalles de la vida del Hijo del Hombre cuando estuvo en la tierra.
Es muy probable que hubo otras ocasiones en las que Cristo manifestó gozo, pero no
hay otra cita en todo el Nuevo Testamento que lo mencione. Cristo mismo hace una
referencia indirecta a su gozo en Juan 17:13, pero la porción de Lucas 10 es única La
ocasión surgió cuando los setenta rindieron su informe.
¡PENSEMOS!
¿Qué cuadro viene a su mente al pensar en Cristo?
Como usted sabe, ningún artista estuvo presente para captar
su imagen con pincel y óleos sobre una tela. Y ¡qué bueno
que no se hizo, porque conociendo la naturaleza humana, el
cuadro se hubiera convertido en ídolo! Los únicos retratos
que tenemos son a través de las palabras de la Biblia.
Aquívemos su gozo, y lo interesante es que fue resultado de
un informe positivo de sus seguidores. Nos hace recordar el
gozo que hay entre los ángeles del cielo cuando un alma se
arrepiente (15:10).
“Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis” (10:23).¡Claro! Los
verdaderos seguidores de Cristo, tanto de aquel entonces como hoy, llegan a ese estado
mediante la fe. Es decir, creemos lo que él enseña. Jesús acababa de decir que ese paso
se había logrado solamente por la obra divina (10:22, compare Juan 6:44).
De esto, se desprende que los discípulos se encontraban entre los más privilegiados,
habiendo oído y visto lo que los profetas y reyes de antaño hubieran deseado ver. Se
puede aplicar la misma bienaventuranza a nosotros. ¡En verdad somos privilegiados!
Por obra de Dios, no siendo mejores que los demás, recibimos y creímos el mensaje de
la cruz y de la tumba vacía. Debido a ello, tenemos la responsabilidad de compartirlo.
¡PENSEMOS!
A continuación escribo un pequeño corito que solíamos
cantar:
Después de “venid”
Después de “oíd”
entonces es “decid”
Después de “venid”
¡PENSEMOS!
Cristo mismo es “el vecino ideal”, puesto que vino a
buscar y salvarnos a nosotros los pecadores (19:10), tan
necesitados espiritual y moralmente. Claro que él lo hizo
como el Salvador, pero a la vez su actuación ofrece un
modelo de servicio.
¡PENSEMOS!
Esta oración modelo conocida como el “Padre Nuestro”,
es parte de la enseñanza que Jesús dio a sus discípulos. Sin
embargo, no debe hacerse repetitiva. ¿Por qué? Un ejemplo
de Cristo practicando la oración correcta lo encontramos en
Juan 17, e ilustra mejor el carácter de nuestro Salvador
como intercesor (Hebreos 7:25).
¡PENSEMOS!
Sabiendo que Dios no es como el amigo que se
encontraba durmiendo, el creyente puede pedir, buscar y
llamar, porque Dios siempre está dispuesto a oir.
Por supuesto que en esta porción no se encuentra toda la enseñanza bíblica referente
a la oración. Otros pasajes (por ejemplo, Juan 16:23), indican que debemos pedir de
acuerdo a la voluntad de Dios. Esta ilustración trata lo básico, y uno tiene que recordar
que es un ejemplo y que por lo mismo no debemos agregarle lo que el autor no quería
comunicar. Es decir, no debemos hacer que cada palabra o frase tenga un sentido
místico o especial. Aquí se ve que Dios está dispuesto a oir al hijo que presenta sus
peticiones de acuerdo a lo que él mismo ha indicado.
La segunda ilustración es semejante (11:11–13). Enseña cómo es el Padre perfecto,
contrastándolo con uno terrenal, imperfecto. En la relación que hay entre este último y
su hijo, no debe haber engaño; ha de dar a su hijo lo que es para su bien. El Padre
celestial ofrece algo mejor, el Espíritu Santo.
Aparentemente, los discípulos no oyeron bien o no entendieron, pero poco después
recibieron el don de la presencia del Espíritu. Desde entonces, no tenemos que pedir que
venga a nosotros, porque mora en los que el mismo Espíritu conduce a la fe en
Jesucristo (Gálatas 4:6). Desde el instante que uno acepta a Cristo como Salvador, Dios
cumple con esta oferta.
12
El Hijo del Hombre condena la
blasfemia e incredulidad
Lucas 11:14–54
“Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”
Lucas 11:10
¡Qué bueno hubiera sido que después de tantas enseñanzas y señales que daban
evidencia de quién era Jesucristo, el pueblo de Israel se hubiera arrepentido! Pero no fue
así. Ni su presencia, predicación y pruebas lograron convencer a esa nación ciega. Por
eso no debe de sorprendernos que en el día de hoy tampoco lo acepte el mundo.
De vez en cuando se oye el comentario: “Si Cristo estuviera aquí, si hiciera un
milagro hoy, la gente creería”. ¡No es cierto! Ya vino al mundo, hizo milagros, y su
propio pueblo lo rechazó por ceguera u obstinación. La porción de Lucas 11 es decisiva
en la narrativa del repudio del Hijo del Hombre porque relata que había algo más que
mera indiferencia, también blasfemaban contra él; lo calificaban como emisario del
enemigo de las almas, Satanás.
AUTORIDAD SOBRE LOS DEMONIOS (11:14–28)
En el ministerio del Hijo del Hombre hay abundante evidencia de la autoridad que
tenía sobre los demonios. Esta era una señal de su autenticidad mesiánica. Es más; aun
los enemigos de Cristo, incluyendo los mismos demonios, reconocían su poder.
En Lucas 11, el autor relata que los líderes religiosos blasfemaron contra Cristo,
atribuyendo su poder no a Dios, ni al carácter mesiánico de Jesucristo, sino a Satanás. El
Señor refutó sus declaraciones en forma muy lógica: “Y una casa dividida contra sí
misma, cae” (11:17). Es decir, ¿Satanás contra Satanás? No sería prudente, lógico, ni
productivo para el diablo.
Hay una segunda consideración en la respuesta que dio Cristo. ¿En qué situación
quedaban los judíos que también exorcizaban? (11:19) Naturalmente, sus acusadores no
estarían muy dispuestos a aceptar que ellos también obraban por cuenta de Satanás.
A continuación, Jesús afirma que él tiene poder sobre el príncipe de los demonios
(11:22). Sin duda, su dicho es una referencia a que venció al diablo durante su tentación
(4:1–13). Pero el Señor no deja el tema nada más así. Agrega que no se puede ser
indeciso y neutral.
“EL QUE NO ES CONMIGO, CONTRA MÍ ES”
LUCAS 11:23
¡PENSEMOS!
En la actualidad, las fuerzas demoniacas están
moviéndose con una fuerza increible en todo el mundo.
Prueba de ello es la gran cantidad de peliculas con temas de
ultratumba que se estrenan cada año, el ocultismo,
adivinaciones, magia, etc. que mucha gente favorece.
Algunos seguidores de Satanás disfrazan la mentira con
palabras persuasivas con apariencia de religionsidad, pero
en el fondo son manifestaciones satánicas. ¿Qué podemos
hacer para resistir esos ataques e insinuaciones?
¡PENSEMOS!
Uno de los peligros de las religiones es que sus ritos, tal
vez concebidos como expresiones legitimas de culto a Dios, se
convierten en simple ritualismo. Viene a ser una lista de
cosas que se deben hacer, quién sabe por qué. El
cristianismo también es susceptible de cometer ese error,
creando liturgias y pensando que la forma externa es igual a
la veneración y obediencia que Dios pide.
ESTUDIOS BÍBLICOS
ELA:
VERDADERO HOMBRE,
VERDADERO DIOS
(LUCAS TOMO II)
Domicilio: Dirección Postal:
Prol. Reforma 5514 Apartado Postal 78
72130 Puebla, Pue., México 72000 Puebla, Pue., México
Teléfonos, 48 39 23 y 48 23 23 FAX 49 59 84
A menos que se indique lo contrario, todas las citas
bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera 1960.
Editado por el personal de
Ediciones las Américas, A.C.
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Primera edición, 1993
Prohibida la reproducción parcial o total
© 1993 Ediciones Las Américas, A. C.
ISBN 968–6529–20–9
CONTENIDO
1. El viaje a Jerusalén
Lucas 12:1–34
2. Instrucciones diversas del Hijo del Hombre
Lucas 12:35–14:6
3. Once parábolas
Lucas 14:7–15:32
4. Mayordomía
Lucas 16:1–13
5. El Hijo del Hombre y los fariseos
Lucas 16:14–31
6. Profecías del Hijo del Hombre
Lucas 17:1–37
7. Últimas instrucciones del Hijo del Hombre
Lucas 18:1–19:27
8. Ministerio en Jerusalén
Lucas 19:28–21:4
9. Señales antes del fin
Lucas 21:5–38
10. El Hijo del Hombre y sus discípulos
Lucas 22:1–38
11. Padecimientos del Hijo del Hombre
Lucas 22:39–23:25
12. Muerte, resurrección y ascensión del Hijo del Hombre
Lucas 23:26–24:53
VERDADERO HOMBRE, LUCAS
VERDADERO DIOS
ADVENIMIE PREPARACION MINISTERIO SUFRIMIENT RESURRECCI
NTO DEL DEL HIJO DEL DEL HIJO DEL O Y MUERTE ON Y
HIJO DEL HOMBRE HOMBRE DEL HIJO ASCENSION
HOMBRE 3:1–4:13 4:14–19:27 DEL DEL HIJO DEL
1:1–2:52 HOMBRE HOMBRE
19:28–23:56 24:1–53
Prólogo 1:1 Ministerio de EN Entrada en Resurrección
–4 Juan el GALILEA 4: Jerusalén 19 24:1–12
Anuncio 1: Bautista 3:1–20 14–9:50 :28–44 Ministerio del
5–80 Trasfondo Rechazo en Purificación del Cristo
Dos anuncios histórico 3:1–2 Nazaret 4:14– templo 19:45 resucitado 24:
importantes El Mensaje de 30 –48 13–49
De Juan el Juan 3:3–14 Autenticación de Su Con los viajeros
Bautista 1:5 La identidad de su autoridad 20: a
–25 Juan 3:15–17 ministerio 4:3 1–21:4 Emaús 24:13–
Del Hijo del Encarcelamiento 1–6:11 Profecías 21 35
Hombre 1:2 3:18–20 Selección de los :5–38 Con los
6–38 El Hijo del apóstoles 6:12 Preludio a su discípulos en
Dos Hombre –49 muerte 22:1 Jeerusalén 24:
impresionantes Bautismo 3:21– Actividades y –23:25 36–49
himnos 22 asociados 7:1 Preparativos Ascensión del
El de Genealogía 3:2 –9:50 22:1–6 Hijo del
María 1:39– 3–38 EN El aposento Hombre 24:4
56 Tentación 4:1– JUDEA 9:51– alto 22:7–38 9–53
El de 13 19:27 En el Monte de
Zacarías 1:5 Las piedras en Rechazado 9: los
7–80 pan 4:1–4 51–11:54 Olivos 22:39
Nacimiento Los reinos de la Instrucciones en –53
2:1–52 tierra 4:5–8 el viaje a Con el sumo
La Sobre el pináculo Jerusalén 12: sacerdote 22:
natividad 2: del templo 4:9– 1–19:27 54–71
1–7 13 Advertencias 1 Con
Adoración de 2:1–12 Pilato 23:1–5
los Instrucciones 1 Con
pastores 2:8 2:13–13:35 Herodes 23:6
–20 Ilustraciones 1 –12
Adoración de 4:1–15:32 Con
Simeón y Mayordomía 1 Pilato 23:13–
Ana2:21–38 6:1–31 25
Niñez 2:39– Sus últimos Crucifixión y
52 pasos 17:1– sepultura 23
19:27 :26–56
1
El viaje a Jerusalén
Lucas 12:1–34
“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén” (Lucas
13:22)
¡PENSEMOS!
¡Cuidado con fingir el papel de creyente! Los religiosos
no son los únicos culpables de hipocresía. El mundo está
lleno de personas que pretenden ser lo que no son. Sin
embargo, ¡qué triste cuando nos topamos con alguno que se
dice creyente, pero cuyo cristianismo es de labios para
afuera! La palabra “hipocresía” viene de dos vocablos que
dan el significado “detrás de una máscara”. Después de casi
dos mil años, el fariseísmo sigue vigente.
¡PENSEMOS!
Deténgase por un momento para adorar a Dios por sus
beneficios (Salmos 103). Agradézcale la vida, la salud, el
alimento, el techo y el vestido. No debemos pasar por alto la
práctica de vivir agradecidos.
¡PENSEMOS!
La blasfemia contra el Espiritu Santo es cosa seria. En
esta época en que el satanismo ha alcanzado proporciones
muy serias, deberíamos dedicarnos a proclamar la verdad de
Cristo con mayor denuedo, sabiendo que el demonismo esta
ganando más adeptos cada día.
La ayuda del Espíritu Santo prometida 12:11–12
El Señor dice en esta narrativa, que el ministerio del Espíritu Santo es ayudarnos en
las ocasionés difíciles en que no sabemos qué decir. Para eliminar el miedo que
pudieran sentir sus discípulos al presentarse en las sinagogas de aquel entonces, Jesús
les dijo que siempre contarían con su oportuna intervención.
¡Qué alivio! Y esta promesa no era sólo para ellos. A través de las edades, desde
Pedro en Pentecostés, pasando por los reformadores y llegando hasta el día de hoy, en
los tribunales, las calles, el hogar, etc., el creyente puede contar con el auxilio de esa
divina persona. Convendría que tomáramos nota de esta promesa, grabándola en nuestro
corazón, y confiando en la obra de Dios en tiempo de necesidad. No debemos tener
miedo de testificar.
Ahora bien, ¡su promesa no invalida la necesidad de leer, estudiar y memorizar la
Palabra de Dios!
DIOS QUIERE QUE DEPENDAMOS
DE ÉL EN TODO.
LA AVARICIA Y LA ANSIEDAD 12:13–34
La parábola del rico insensato 12:13–21
Hubo una interrupción en la enseñanza del Señor cuando un hombre vino con una
pregunta. Por lo regular, una duda válida, relacionada con el tema, es bien recibida por
cualquier profesor, pero la que hizo en esta ocasión no tenía nada que ver con lo que
Cristo estaba enseñando. Más bien, refleja la mentalidad, y en gran parte, el estado
espiritual de un hombre centrado en su propio ego.
Debido a su avaricia, el hombre en cuestión presentó una queja contra su hermano
(que probablemente era igual de codicioso). Su petición era que Jesús resolviera el
problema. Los grandes maestros y rabíes de aquel tiempo acostumbraban intervenir en
casos así, tratando de dar solución a problemas civiles. Pero el Señor, conociendo la
condición espiritual del hombre y su avaricia, además de decirle que no tenía la
intención de convertirse en juez de tales casos, le dio un ejemplo que ilustra lo que
espera a los avaros al final de su vida.
Debemos notar que ni siquiera la predicación de Cristo mismo logró capturar la
atención de todos sus oyentes para ser transformados. Este hombre vino con un
problema y nada de lo que dijo Cristo hizo que cambiara su forma de vida.
De los cuatro evangelistas, sólo Lucas cuenta esta parábola, que ha llegado a ser una
de las más conocidas. El rico de la historia estaba seguro de que encontraría la felicidad
adquiriendo más posesiones y riquezas.
Su filosofía se expresa en la frase: “repósate, come, bebe, regocíjate” (12:19). Su
egoísmo y ceguera para reconocer de dónde vienen los bienes, se ve en los versículos 18
y 19: “mis” graneros, “mis” frutos, “mis” bienes, “mi” alma. Apenas acababa de decir
esto, cuando murió. De nada le sirvieron sus riquezas, porque su tesoro estaba fincado
en lo terrenal y no lo había destinado a la honra de Dios.
Queriendo reforzar la enseñanza al hombre que hizo la pregunta, el Señor dijo: “Así
es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios” (12:21). La parábola no
condena la posesión de las cosas materiales, sino la avaricia y la actitud de poner la
confianza en ellas en vez de en Dios. “Rico para con Dios” quiere decir rico en la fe,
que confía en lo que Dios dice, que sabe aprovechar la gracia que él ofrece, dándole
gracias por todo.
¡PENSEMOS!
La avaricia es casi universalmente considerada como
negativa. ¡Y con qué razón! Analice y escriba en sus propias
palabras las dos exhortaciones y el testimonio de los
siguientes versículos:
1. Hebreos 13:5 _________________________________
2. 1 Timoteo 6:6 _________________________________
3. Filipenses 4:11________________________________
¡PENSEMOS!
¡Cuidado con los que enseñan que tenemos derecho a
poseer grandes cantidades de dinero, a gozar de salud total,
a no padecer enfermedades y a tener una vida sin
problemas! ¡No es bíblico y, por ende, no es cierto!
2
Instrucciones diversas del Hijo
del Hombre
Lucas 12:35–14:6
“Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando…”
(Lucas 12:37)
¡FIDELIDAD! 12:35–48
En los discípulos de Cristo debe haber tal lealtad a su Maestro, que pueden
acomodar sus prioridades sin problema. Lo que el Señor dice, automáticamente se
convierte en la pasión de ellos. También es muy importante permanecer fieles,
esperando su regreso.
El pasaje de Lucas 12, tiene que ver con la venida del Rey para establecer el reino
en forma literal, mismo que se denomina el milenio y se relaciona con el famoso tema
antiguotestamentario del día del Señor. Según lo que Dios dijo a través de los profetas,
ese “día”, inesperado para la mayoría incrédula, traerá primeramente el juicio.
Es evidente que esta ilustración del ladrón (12:39, comp. con 1 Tesalonicenses 5:2)
que da el Señor, no se refiere al “arrebatamiento”, evento en el que Jesús vendrá en las
nubes para recibir a su novia, la iglesia, la comunidad de creyentes, suceso que
esperamos con gran gozo y esperanza. La enseñanza del arrebatamiento o rapto de la
iglesia se desarrolla con amplitud más adelante en el Nuevo Testamento.
Habiendo hecho esta aclaración doctrinal en cuanto al futuro, tenemos que
reconocer que la presente porción enseña acerca de la fidelidad, una cualidad que por
cierto, Dios exige de su pueblo de cualquier tiempo.
“SED SEMEJANTES A HOMBRES QUE AGUAR
DAN A QUE SU SEÑOR REGRESE”
(Lucas 12:36).
De los versículos 42 al 48, el Señor responde a la pregunta de Pedro, aclarando la
parábola anterior. El versículo 43 introduce un elemento muy importante.
“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”.
La fidelidad no es una teoría, es una convicción que produce obediencia a la
voluntad de Dios. Por decirlo así, la fidelidad es la voluntad revelada de Dios convertida
en acción de corazón, manos, pies, y labios. No es sólo la afirmación de los principios
personales inventados por el ser humano, sino el producto de interpretar correctamente
la Biblia bajo la dirección del Espíritu Santo, y que se manifiesta de forma evidente en
el creyente.
INSTRUCCIONES ACERCA DE LAS DIVISIONES Y
MALOS ENTENDIDOS 12:49–59
La verdad es que Cristo, por su mensaje de justicia, santidad y por su muerte,
dividió a la humanidad. El bautismo que menciona en el versículo 50, es una referencia
a su muerte. La cruz de Cristo traza la línea divisoria de la historia de la humanidad.
Identificarse con el odiado madero no es atractivo al hombre. No lo fue en tiempos
de Jesús y no lo es hoy. “La palabra de la cruz es locura a los que se pierden, pero a los
que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).
No ha de extrañarnos el hecho de que no sea popular entre los inconversos. Cristo
divide, y así debe ser. ¡Ay del creyente que no se distingue del mundo que lo rodea!
El capítulo 12 termina con una llamada de atención en cuanto a la capacidad de
entender las señales. Fácil les era entender las indicaciones en cuanto al ambiente, el
clima (12:56), etc., pero ignoraban o, peor aún, negaban, las evidencias de la persona de
Jesús.
Las consecuencias de semejante incredulidad son fatales. Lo mismo sucede hoy. Es
indispensable que el hombre acepte el mensaje de Dios a través de Cristo, recibiéndolo
como su Salvador mientras su gracia está todavía al alcance.
¡PENSEMOS!
¿Qué actitud debe distinguir al creyente que espera el
retorno de Jesucristo en las nubes? ¿Apatía?
¿Desesperación? ¿Indiferencia? No. Los creyentes deben
velar y “estad preparados, porque a la hora que no penséis el
Hijo del Hombre vendrá” (12:40).
¡PENSEMOS!
¡La nación era culpable! Se le había dado bastante luz y
tiempo para apreciarla, no se había arrepentido, y el tiempo
se acababa. El principio que contiene la parábola tiene
aplicación para el día de hoy. Es urgente responder
positivamente al mensaje de Dios mientras hay oportunidad.
Nos hace pensar en las palabras de Pablo a los corintios: “He
aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de
salvación” (2 Corintios 6:2).
¡PENSEMOS!
El viaje de Jesucristo estuvo sembrado de oposición,
incredulidad e hipocresía. El Señor tuvo que luchar
constantemente contra sus opositores. Pero en medio de todo
ello, siempre enseñaba cosas maravillosas. A veces, descorría
el velo de la eternidad, en otras, escudriñaba hasta el fondo
las intenciones del corazón de sus interlocutores. Pero en
todo tiempo, siempre se mantuvo haciendo el bien, sin
importar cuán dificil fuera la situación. Cristo es nuestro
ejemplo, sigamos sus pasos.
3
Once parábolas
Lucas 14:7–15:32
“El que tiene oídos para oír, oiga” (Lucas 14:35)
¡PENSEMOS!
En la actualidad, la obra de Cristo sigue siendo
espiritual, a través del ministerio del Espíritu Santo. En su
evangelio, Juan describe la manera en que esa divina
persona actúa en nuestros tiempos: “Os conviene que yo me
vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a
vosotros; mas si me fuera, os lo enviaré. Y cuando él venga,
convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”
(Juan 16:7–8). ¡Qué tranquilidad para el creyente! En su ser
mora el Espíritu Santo enviado por Cristo para consolarle,
ayudarle, enseñarle y guiarle en los caminos del Señor.
¡Gracias a Dios por su Espíritu morando en nosotros!
¡PENSEMOS!
Dios ha provisto muchos recursos para que el creyente
los emplee en la construcción de la torre y para pelear en la
batalla del discipulado. Aquí están los textos, ¿cuáles son los
recursos?
1. Salmo 119:11__________________________________
2. 1 Juan 4:4_____________________________________
3. 1 Juan 2:1_____________________________________
4
Mayordomía
Lucas 16:1–13
“…No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13)
¡PENSEMOS!
Hasta aquí, se han descrito las maniobras ilegales de un
incrédulo que se rige por las prácticas deshonestas que el
mundo permite y aun admira, en quienes se enriquecen a
costa de otros. ¿Qué debe hacer un cristiano cuando observa
que alguien está cometiendo tales faltas? ¿Debe intervenir
para corregir el mal o mejor no meterse en problemas?
INTERPRETACIÓN 16:9–13
La primera etapa 16:9
Jesús comienza a centrarse en la lección que quiere comunicar en el versículo 9: “Y
yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas
falten, os reciban en las moradas eternas”.
Se puede decir que su comentario empieza a contestar la pregunta: “¿Cómo se
relaciona el creyente con los bienes de este mundo?” La respuesta del Señor abarca las
siguientes ideas:
1. El no se opone a los bienes ni a que un creyente los tenga. No se dice que el
dinero es malo, más bien, “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual
codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1
Timoteo 6:10).
Jesucristo usa la frase “riquezas injustas” para hacer hincapié en el carácter terrenal
y temporal de los bienes, no para referirse a los bienes o dinero ganados por métodos
incorrectos.
2. El creyente tiene que usar bien sus posesiones. En primer lugar, lo que uno tiene
aquí en la tierra (sean talentos, privilegios, dinero, etc.) es un “préstamo” de Dios.
Entonces, para el hijo de Dios el dinero y los bienes tienen un carácter espiritual, y eso
lo obliga a invertir sabiamente.
¿POSESIONES? NO. ¡PRÉSTAMOS! SÍ.
A propósito de este tema, Cristo no nos dejó sin consejos: “No os hagáis tesoros en
la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no
minan ni hurtan” (Mateo 6:19–20).
En Lucas 16:9 se explica que es posible ganar amigos utilizando nuestros bienes.
Ahora bien, no dice que se deben “comprar” amigos, sino “ganar”, lo que significa
hacer amigos. Contrario a la filosofía egoísta del mayordomo malo, el hijo de Dios tiene
que usar lo que tiene para el bien de otros. En primer lugar, debe honrar a Dios con lo
que él le ha prestado, porque para eso se lo facilitó.
Esto se logra cumpliendo con su voluntad revelada en la Biblia respecto al dinero.
No cabe duda que uno de los pasos iniciales será reconocer el valor que tienen las cosas
eternas. Vivimos en el mundo por un corto tiempo. Mientras estemos aquí, disfrutemos
de lo que no muy correctamente denominamos “posesiones”. Sean muchos o pocos, son
los bienes materiales que Dios nos ha provisto, o mejor dicho, “prestado”, y dejan de ser
nuestros en el momento en que partimos de esta vida.
En la explicación de la parábola, el Señor se refiere a esto con la frase: “para que
cuando éstas falten”. ¡Seguro que faltarán! La muerte nos espera a todos y no va a tardar
mucho. Entonces, debemos invertir de tal forma que lo gastado aquí, produzca
resultados allá.
¡PENSEMOS!
¿Cómo está empleando lo que el Señor le ha prestado?
Al fin y al cabo, lo que determina el valor del hombre no es
la cantidad de bienes que posee, sino la forma en que
dispone de ellos.
3. ¿Qué o quiénes nos recibirán en las moradas eternas (16:9)? Hay varias
sugerencias:
Posiblemente se refiere a todas aquellas personas que se han visto beneficiadas por
“las inversiones espirituales” que el creyente hace en la tierra. Naturalmente ese número
se tendría que limitar a aquellos que en verdad han sido transformados. Los demás
tienen otro destino y no estarán en el cielo. A primera vista, esta interpretación parece
concordar con “hacer amigos” y probablemente por eso es la más popular.
Sin embargo, a mi parecer, no goza de apoyo bíblico. A pesar de ser un pensamiento
muy ameno, las Escrituras no hablan de personas, condiscípulos o hermanos en la fe que
nos darán la bienvenida en el cielo porque hayamos sido de bendición para ellos durante
nuestra vida terrenal. Basta con recordar que en el cielo, el creyente no será el personaje
principal.
En segundo lugar, ¿será que se refiere a una especie de depósito de buenas obras que
nos espera en la vida eterna? Esa idea parece armonizar algo con las enseñanzas de
“buenas obras” y “galardones” (1 Corintios 3:12–14). Si bien es cierto que el creyente
tiene que depositar su tesoro en el cielo, dudo que sea recibido con un libro de
contabilidad en la mano. De todos modos, la secuencia de los eventos futuros ya ha sido
establecida y es muy específica; el juicio de las obras no ocurre en el momento de la
muerte.
En tercer lugar, parece que es mejor considerar que quienes reciben al creyente
cumplido cuando llega al cielo, son Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las buenas
obras, que en este caso se refieren al uso correcto de todo lo que Dios nos ha prestado,
tienen su realización final en Cristo. El dijo en Mateo 25:40: “De cierto os digo que en
cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
4. ¡Qué contraste! El verdadero creyente gozará de un lugar específico y duradero,
una morada eterna (Juan 14:2–3). El mayordomo con su mira egocéntrica, procura
preparar un lugar temporal con otros que tienen el mismo carácter deshonesto. Su
porvenir no tiene muchas garantías, porque depende del hombre pecador y voluble. Peor
todavía, el fin de todas sus maniobras es un horizonte que desaparece con la muerte.
La segunda etapa (16:10–12)
Aquí Cristo introduce una segunda etapa en la explicación de la parábola. La
anterior se relaciona con el uso del dinero y de los bienes. Ahora, va más a fondo. Su
lección tiene que ver con la fidelidad. En el caso del mayordomo malo, es muy obvio
que este término no se le puede aplicar. Veremos lo que dice al creyente verdadero.
“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es
injusto, también en lo más es injusto” (16:10). Es axiomático que la fidelidad en lo poco
indica que habrá fidelidad en lo grande. Por consecuencia, si uno es infiel en la
adquisición y uso de los bienes materiales, lo que literalmente es “lo muy poco”, ¿cómo
se le pueden confiar las verdades espirituales?
PENSEMOS!
Si en los detalles de la vida diaria hay infidelidad, si no se puede confiar en
un individuo en lo de poca importancia, ¿cómo confiarle los asuntos de mucho
peso? Si en su negocio emplea los mismos trucos y engaños que usa el mundo,
¿cómo podriamos encomendarle el cuidado de la iglesia? Si en su hogar da
rienda suelta a la lengua, cometiendo toda clase de pecados con ella, ¿cómo le
vamos a entregar el púlpito? Si cuando conduce su vehículo desobedece los
reglamentos de tránsito, ¿cómo puede exponer la Palabra de Dios? No importa si
uno aparenta tener cara de santo y hablar como tal; si no anda bien, y es infiel en
la vida cotidiana, no se le puede confiar lo que tiene verdadera importancia.
¡PENSEMOS!
La manera en que uno valúa o estima los bienes
terrenales influye para que se conviertan en nuestros amos
tiranos. La intención del Señor no es poner a ricos contra
pobres o la abundancia versus las limitaciones, sino indicar
que todo depende de la actitud que tengamos hacia el dinero.
Todos, ricos y pobres, tenemos que cuidar este punto.
Considere su vida y propóngase aplicar la enseñanza de esta
parábola a ella.
5
El Hijo del Hombre y los fariseos
Lucas 16:14–31
…Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios
conoce vuestros corazones… (Lucas 16:15)
Se recordará que el grupo que escuchaba al Señor en aquella ocasión era una mezcla
de gente de diversas procedencias y estratos sociales. A pesar de que la anterior
parábola iba dirigida específicamente a los verdaderos creyentes del grupo (16:1),
produjo una reacción fuerte y negativa entre los fariseos (16:14) porque ¡eran avaros!
(14). ¡Por eso reaccionaron así! La verdad contenida en la parábola dio justamente en el
blanco o, mejor dicho, en su endurecido corazón.
Por lo general, los fariseos creían que el dinero y los bienes les habían sido dados
como un premio merecido gracias a que defendían y conservaban la ley. Es probable
que pensaran que la relativa indigencia de Jesús y sus seguidores indicaba que no
gozaban del mismo nivel de bendición y honor que ellos. Aunque no dijeron nada en
voz alta, tal vez hicieron gestos de desprecio hacia Jesús y sus palabras.
Ciertamente los líderes religiosos no tenían que exteriorizar sus pensamientos para
que Cristo los supiera, y con ese conocimiento, se dirige una vez más a ellos.
Específicamente, el error que les señala es que hacían ostentación cuando depositaban
sus ofrendas y hacían alarde de sus posesiones diciendo que eran una señal de la
aprobación y bendición de Dios.
“LO QUE LOS HOMBRES TIENEN POR SUBLIME,
DELANTE DE DIOS ES ABOMINACIÓN”
(16:15).
En el fondo, todo lo que hacían los fariseos era una farsa, diseñada para impresionar
a quienes los observaban y con el fin de ganar su respeto y admiración. ¡Hipócritas!
“Dios conoce vuestros corazones” (16:15), dijo Jesús. ¡Cómo les ha de haber quemado
esa lanza ardiente de verdad eterna! Sus ampulosas demostraciones de religiosidad no
eran más que una máscara que ocultaba una vida de avaricia y pecado. Ellos se
justificaban a sí mismos, pero su opinión propia no valía, ya que Dios juzga el hombre
interior.
¡PENSEMOS!
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y
conoce mís pensamientos; y ve si hay en mí camino de
perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23–
24). Como creyentes sabemos que el Espíritu de Dios puede
revelarnos nuestros pecados ocultos. Ore pidiendo a Dios
que le haga conocidos sus pecados y confiéselos delante de él.
Principiando con Juan Bautista, se había estado anunciando que el reino prometido
estaba cerca. Y así era, porque estaba presente el Rey. Además había interés de parte de
los hombres por entrar en ese reino, aunque no siempre por razones nobles o
espirituales.
Los mismos fariseos querían forzar su entrada, justificándose a sí mismos, pero
Cristo dijo que no, porque desobedecían la ley de Dios que profesaban creer y defender.
Para nuestro Señor Jesucristo, ese era un pecado de grandes proporciones y durante todo
su ministerio defendió la santidad y honor de la ley de Dios. Aquí subraya la
permanencia e inmutabilidad de esas normas: “Pero más fácil es que pasen el cielo y la
tierra, que se frustre una tilde de la ley” (16:17).
Se cree que la “tilde”, a la cual se refiere aquí, es uno de los “cuernitos” (traducción
literal de la palabra) que se usaban para distinguir las consonantes hebreas. Esta
comparación y la figura, expresan la permanencia de todo lo que Dios ha dicho.
INDICACIONES ACERCA DEL DIVORCIO V. 18
Cristo utiliza el ejemplo del divorcio para ilustrar una de las faltas graves de los
fariseos. El presente pasaje no proporciona toda la enseñanza acerca del divorcio y de
contraer nuevas nupcias (Mateo 5:32; 19:1–12). Más bien, cita ese pecado para indicar
que los fariseos habían desobedecido la ley abiertamente.
“POR TANTO, LO QUE DIOS JUNTÓ,
NO LO SEPARE EL HOMBRE” (MARCOS 10:9).
Ahora bien, el pecado de adulterio que resulta de volver a casarse (Mateo 5:32;
19:9), sigue siendo pecado, aunque para algunos sea más grave cuando un líder
religioso lo comete. Aparentemente, los fariseos desobedecían esta ley y se justificaban
aun en eso.
Sin embargo, a ellos no les correspondía modificar las normas divinas o crear otras
nuevas, sino obedecer lo que Dios había dicho y enseñar al pueblo con sus palabras y su
ejemplo. Pero aunque custodios del depósito de la Palabra de Dios, no cumplían con las
responsabilidades de su mayordomía.
¡PENSEMOS!
El fariseísmo y la hipocresía son sinónimos. Repase la
crítica que el Señor dirige a los fariseos y pregúntese: ¿qué
evidencias hay en mi vida de ese pecado? ¡Cuidado con
criticar los defectos de otros; eso sí es “fariseismo”!
¡PENSEMOS!
Considerando lo que dice esta parábola, cabe hacer una
pregunta: ¿en qué está usted confiando para pasar la
eternidad en el lugar de bendición con Dios?
6
Profecías del Hijo del Hombre
Lucas 17:1–37
“Como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro,
así también será el Hijo del Hombre en su día” (Lucas 17:24)
Los eventos de esta sección nos llevan al umbral de la semana final de la vida del
Hijo del Hombre que tuvo como marco la ciudad de Jerusalén.
En este pasaje se incluyen algunas de las últimas lecciones que el gran Maestro dio
en su gira de predicación y enseñanza pública y que culminan en el capítulo 19:27. Su
importancia estriba en que no se limita a instruir sólo a los seguidores de aquella época,
sino a los de todos los tiempos.
JESÚS ENSEÑA ACERCA DE LOS DEBERES
CRISTIANOS 17:1–10
La responsabilidad del cristiano verdadero es vivir correctamente tanto en la
dimensión horizontal, o sea en relación con los hombres, como en la vertical, en su
relación con Dios. Es importante saber que tenemos una gran responsabilidad con
quienes nos rodean (17:1–4).
Hacer tropezar a otros 17:1–2
El Señor considera que hacer pecar a otro es una falta grave. Lo serio del caso se
deduce por la frase: “mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se
arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos” (17:2). No hacía mucho
(11:52) que Jesús había censurado a los fariseos porque su manera de vivir hacía
tropezar a otros.
En este pasaje en particular, amonesta a los discípulos a que eviten caer en lo
mismo. Es posible que un verdadero creyente ofenda a otro individuo de tal manera que
lo haga pecar, ya sea por una palabra mal dicha, o bien por actuar incorrecta, injusta,
inmoral o desconsideradamente. Esta enseñanza se desarrolla más ampliamente en
Romanos 14–15 y 1 Corintios 8.
ORACIÓN: “SEÑOR, NO PERMITAS QUE YO SEA
UN OBSTÁCULO”.
¡PENSEMOS!
El caso del rey David narrado en el Antiguo Testamento
ofrece una ilustración triste de esto. El rey desobedeció la ley
de Dios y cayó en gran inmoralidad (2 Samuel 11). El
profeta tuvo que recordarle: “hiciste blasfemar a los
enemigos de Jehová” (2 Samuel 12:14). La gravedad del caso
se nota en que el castigo no se hizo esperar; su hijo murió.
Lea 1 Corintios 10:32, donde Pablo comenta este principio.
Pregúntese: ¿qué debo evitar, o quitar de mi vida y
vocabulario, para no hacer tropezar a mi hermano?
¡PENSEMOS!
“Te perdono pero no olvido”. ¿Ha oído esta frase alguna
vez? Por supuesto que debe borrarse de nuestro vocabulario.
El cristiano perdona y olvida, pero sólo porque ha sido
capacitado por el Espiritu Santo que mora en él. ¿Es esto
una realidad en su vida? Revise su trato con su cónyuge,
hijos, familiares y hermanos de la iglesia y vea si hay algo
que debe perdonar o por lo que debe pedir perdón.
La relación con Dios principia con creer, cualidad que, por cierto, no proviene del
hombre en sí: “La fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).
Efesios 2:8–9 añade: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Así como
principia la vida cristiana, así también camina: por fe.
¡PENSEMOS!
Alguien ha dicho que la fe es como una vasija cuyo
poder (y en cierto sentido, valor) está en lo que contiene. La
fe se basa en las promesas de Dios, y cuando las utiliza, no
solamente se puede ver su “poder”, sino que el creyente
cumple con todo lo que Cristo pide. Creer (como perdonar),
también es obligación cristiana.
¡PENSEMOS!
En cuanto a gratitud, ¿a quién nos parecemos, a los
nueve o al samaritano? Siempre estamos más inclinados a
pedir que a agradecer, a suplicar que a glorificar a Dios.
¡Cómo nos gusta Filipenses 4:6, cuando menos en su primera
parte! Pero, ¿qué de la última frase, “con acción de gracias”?
Por otro lado, una de las quejas que incluye Romanos 1:21
contra los hombres impíos es: “ni le dieron gracias”.
Obviamente, la gratitud es más una obligación que una
opción.
¡PENSEMOS!
El siguiente evento profético en la agenda de Dios es el
rapto de la Iglesia, pero ésta no se describe como
“relámpagos”, o como ladrón en la noche en otras partes de
las Escrituras. Más bien, la Biblia se refiere al
arrebatamiento como: (a) la esperanza bienaventurada (Tito
2:13); (b) la esperanza alentadora (1 Tesalonicenses 4:18); y
(c) la esperanza purificadora (1 Juan 3:3). Después del rapto
viene la tribulación, y al término de ella, el juicio, del que
Jesús habla en Lucas 17, el cual inaugurará su segunda
venida a la tierra.
7
Últimas instrucciones del Hijo
del Hombre
Lucas 18:1–19:27
“Les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”
(Lucas 18:1)
Con estos capítulos termina la tercera división del libro, la cual relata el ministerio
del Hijo del Hombre en Galilea y Judea (4:14–19:27).
EL HIJO DEL HOMBRE Y LA ORACIÓN 18:1–14
La doctrina de la oración no procede de una sola porción de la Biblia, sino que el
tema corre por toda ella y tenemos que estudiar, compilar y comparar los textos unos
con otros. Cristo mismo enseña acerca de ella con bastante frecuencia. El presente texto
hace hincapié en dos importantes aspectos de esta doctrina:
Persistencia en la oración 18:1–8
La necesidad de perseverar es explicada con la parábola de un juez injusto que por
fin atiende la queja de una viuda persistente que reconocía que el juez era el único
facultado para resolver su problema. Por otro lado, el juez injusto e impaciente
solamente accede a la petición de la viuda para librarse de ella después de muchos
ruegos. Cristo interpreta la parábola indicando que si el juez, siendo injusto, al final
accede a administrar justicia, entonces sus oyentes se podrían imaginar cómo es la
impartición de justicia por parte del Dios justo. Con este ejemplo animó a los discípulos
a que fueran fieles en la oración.
¡ORAD SIN CESAR!
Humildad en la oración 18:9–14
La parábola que nos ocupa presenta a un fariseo y publicano orando en el templo. El
estado espiritual del primero se describe muy bien en el versículo 9: “A unos que
confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta
parábola”.
LA SOBERBIA ES UNA ENFERMEDAD DEL
ALMA.
Las palabras del fariseo fueron pronunciadas para recordar a Dios cuán bueno era, o
mejor dicho, cuán bueno se consideraba. En cambio, las del publicano indicaban su
plena convicción de su condición pecaminosa, y a la luz de eso pedía misericordia. Se
dice que el fariseo usaba la opinión que tenía de sí mismo como norma para medir a
otros. Por su lado, el publicano reconocía a Dios como la única norma de justicia. Cristo
interpretó la parábola mencionando la gran necesidad de presentarnos humildemente
delante de Dios.
¡PENSEMOS!
La oración del publicano: “Dios, sé propicio a mí,
pecador”, demuestra muy bien su concepto de teología y de
antropología bíblica. Dios es justo y el hombre pecador. Sin
embargo, el hombre de hoy no tiene que pedir a Dios que le
“sea propicio” (o misericordioso). La Biblia dice que ya lo es
sin necesidad de que se lo pidamos. Consulte Romanos 3:24–
25 y 1 Juan 2:1–2. Al inconverso sólo le corresponde
apropiarse (aceptar o creer) lo que Dios ha hecho. Él
manifestó su misericordia enviando a su Hijo, y su justicia
quedó totalmente satisfecha con ese sacrificio.
Veamos algunas:
¡PENSEMOS!
“Se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas”.
La muerte de Cristo no fue accidente. Ni el resultado de una
combinación de circunstancias imprevistas. Claro que fue
una tragedia que su pueblo no lo aceptara. Los
acontecimientos de la traición, el juicio, el mal trato, los
clavos, ¡todo fue trágico! Sin embargo, no fue accidente. Los
profetas del Antiguo Testamento, guiados por el Espíritu
Santo, habían profetizado la muerte del Mesías. El plan de
Dios lo llevó a la cruz. Nuestros pecados lo clavaron allí. Lo
bello es que la tragedia que sufrió a mano de los
instrumentos de Dios fue convertida en victoria por lo que
hizo Dios, la resurrección. No obstante, esa gran luz no
penetraría la espantosa oscuridad en la mente de los
discípulos que lo iban acompañando a Jerusalén ese día.
¡PENSEMOS!
La mayordomía es el enfoque principal de la parábola,
pero no debemos pasar por alto la verdad escalofriante del
versículo 27. El porvenir del incrédulo es el juicio, que lleva
al eastigo del infierno, y éste dura para siempre. Esos
factores en sí han de ser motivo suficiente para que
prediquemos el evangelio.
8
Ministerio en Jerusalén
Lucas 19:28–21:4
“Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén” (Lucas 19:28)
A estas alturas, Lucas ya había contado bastante de la historia del Hijo del Hombre a
su amigo Teófilo. Antes de comenzar a considerar el estudio presente, es conveniente
hacer un repaso de los puntos principales de su libro:
Advenimiento del Hijo del Hombre 1:5–2:52
Preparación del Hijo del Hombre 3:1–4:13
Ministerio del Hijo del Hombre 4:14–19:27
A. En Galilea 4:14–9:50
B. En Judea 9:51–19:27
Ahora Lucas lleva a Teófilo y, por ende, a sus lectores del siglo veinte, a la
dramática y climática semana final de la vida y ministerio del Hijo del Hombre. Son
siete días llenos de eventos que han puesto su estampa indeleble en la historia del
mundo. Su muerte, el que nosotros consideramos como el principal, hacia el cual todos
los demás señalan, es el hecho más sobresaliente de todos los tiempos. La porción
comprendida entre los capítulos 19:28 a 21:38 cubren los primeros tres días de la
semana.
EL DÍA DOMINGO 19:28–44
La entrada a Jerusalén del Hijo del Hombre
Estaba por iniciarse lo que se ha dado en llamar “La Entrada Triunfal”. El
entusiasmo de la gente que acompañaba a Jesucristo desde Jericó se vio aumentado con
el del pueblo que lo esperaba en las afueras de la ciudad capital. Sin embargo, aunque
verdaderamente entusiasta, la muchedumbre no tenía las bases que Jesús había exigido,
y que eran absolutamente necesarias para el establecimiento del reino.
Parecía “triunfal” porque el gentío celebraba gritando y clamando. No obstante, la
gente pronunciaba con los labios lo que no entendía o, peor aún, lo que su corazón no
aceptaba.
Por otro lado, el propósito del Señor era declararse abiertamente el Mesías
prometido. En otras ocasiones no había permitido semejantes muestras de
reconocimiento público, pero esta vez, sí. Los preparativos fueron pocos, pero
significativos. Envió a dos discípulos a traer cierto animal. El pollino estaba
exactamente en donde Jesucristo dijo, y sus dueños respondieron como dando a
entender que eran algo más que simples conocidos; eran amigos del Señor,
probablemente creyentes (19:32–34). Por si esto no fuera suficiente, el profeta Zacarías,
centenares de años antes, había profetizado “tu rey vendrá a ti, justo y salvador,
humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zacarías 9:9).
¡Significativo, en verdad!
La gente demostraba su atracción y entusiasmo con palabras y acciones: “¡Bendito
el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” (19:38).
¡Lindísimas palabras! Reflejan que Cristo tenía una cierta popularidad entre las masas.
Admiraban sus milagros y reconocían que enseñaba con autoridad.
Lástima que lo que la mayoría tenía en mente era un Salvador político que los
libertaría de Roma. Razonaban que alguien tan obviamente capaz de hacer los milagros
de Jesús, también tendría poder para quitarles el yugo romano. Interpretaban la
redención como una revolución, a pesar de que Cristo les había explicado la naturaleza
de su reino. Las masas gritaban, y ¡en qué forma! Lo aclamaban como “Rey”, pero por
razones equivocadas. Querían que les quitara la bota de los romanos que tenían encima.
Además, había otro factor muy favorable. Aparentemente les caía bien la manera en
que Jesús confrontaba la hipocresía de los líderes. Pero eso era muy distinto a depositar
se fe personal en el Mesías, el Hijo de Dios. ¿Arrepentirse? Tampoco. Faltaban esos
elementos. Sin embargo, como parte de la “reverencia” frenética de ese día, hicieron
una alfombra con sus mantos sobre la cual Cristo pasó montado en el pollino (19:36).
¡PENSEMOS!
El mundo incrédulo no ha cambiado mucho desde
entonces. Todavía piensa que su “salvación” consta de las
cosas externas. Según ellos, la solución a los problemas
descansa en una redistribución de la riqueza, en mejorar las
condiciones sociales, en más comida y mejor cuidado médico.
De la misma manera que los judíos pensaban que solamente
les faltaban cambios políticos, hoy en día el mundo receta
cambios sociales como la medicina que necesita este mundo
enfermo. No se pueden negar las dificultades serias que
caracterizan esta vieja esfera. Sin embargo, el mayor es el
problema espiritual; la razón de los problemas, el pecado. Y
de la misma manera que los judíos no quisieron reconocer
eso cuando Cristo anduvo entre ellos, tampoco lo reconocen
los del siglo veinte.
No todos los que presenciaron ese gran desfile estaban de acuerdo con los
sentimientos expresados con tanto frenesí. Como de costumbre, había unos cuantos
fariseos observando y criticando,sobre todo las obvias referencias mesiánicas. “Maestro,
reprende a tus discípulos” (19:39). Pero, en ese día no era posible acallar a la gente.
Comentó Cristo que si la gente callara, entonces los objetos inanimados de la naturaleza
exclamarían palabras en su honor (19:40).
LA NATURALEZA SABE QUIEN ES CRISTO.
EL QUE NO LO RECONOCE ES EL HOMBRE
“INTELIGENTE”.
En seguida se nota un gran contraste; la muchedumbre seguía gritando, pero Cristo
lloraba (19:41). El desfile había llegado al lugar donde se podía ver toda la ciudad de
Jerusalén. El panorama desplegado ante los ojos del Señor no era el de casas
particulares, edificios públicos, muros, o aun el imponente templo de Herodes.
Cristo vio mucho más allá de todo eso. Vio a la gente, que, como los fariseos de
hacía unos cuantos momentos, le rechazaba; gente que sufriría las consecuencias de su
dureza de corazón. En pleno conocimiento de que ya era demasiado tarde, todavía
expresa una gran ternura y el profundo deseo de su corazón de que la nación se
arrepintiera (19:42).
Después, el Señor agrega una profecía acerca de las consecuencias tristes y fatales
por no haberlo hecho (19:43–44). La destrucción punitiva de la ciudad de Jerusalén en
el año 70 de nuestra era cumplió a pie de la letra lo que Jesús dijo.
EL DÍA LUNES
La purificación del templo por el Hijo del Hombre 19:45–48
Esta es la segunda vez que Cristo lo hace: la primera vez al principio de su
ministerio público (Juan 2:13–22) y ahora aquí en las vísperas de su muerte. Sus
palabras autoritarias, bíblicas y a la vez cortantes, vienen de Isaías y Jeremías: “Mi casa
es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”. Se refiere a la
sección del templo denominada “atrio de los gentiles”.
Los mercaderes que vendían animales para los sacrificios y los que cambiaban
dinero (para que los peregrinos pudieran pagar sus impuestos con la moneda apropiada),
habían convertido el atrio en un bazar. No sólo existía el regateo bullicioso típico de
tales negocios (factor que aumentaba la ya presente falta de reverencia), sino que los
mismos líderes religiosos demandaban y recibían un porcentaje de las ventas. Por eso
Jesús la llamó “cueva de ladrones”. El propósito verdadero del templo era totalmente
distinto a eso, y el Señor propuso su purificación.
Los eventos del día anterior, más lo que Jesús hizo en el templo, combinados con la
enseñanza que daba en esos recintos sagrados, produjeron reacciones violentas entre los
líderes. Lucas agrega una clasificación nueva a la lista usual de antagonistas: “los
principales del pueblo” (19:47). Todos estos líderes se pusieron de acuerdo.
¡COLUSIÓN!
“SE LEVANTARÁN LOS REYES DE LA TIERRA,
Y PRÍNCIPES CONSULTARÁN UNIDOS
CONTRA JEHOVÁ Y CONTRA SU UNGIDO”.
Salmos 2:2
Querían matarlo, pero temían a las masas entusiastas. No obstante, para fines de
semana, se iba a disipar su entusiasmo, y los líderes podrían contar con el apoyo de la
muchedumbre voluble par realizar sus planes nefarios.
EL DÍA MARTES
La autoridad del Hijo del Hombre 20:1–21:4
La purificación del templo fue considerada como una interferencia en la
acostumbrada vida religiosa de los judíos y dejó a sus líderes resentidos y enojados.
Según ellos, fuera del Mesías mismo, nadie podría hacer reformas sin consultarlos.
Como no reconocieron las señales mesiánicas de Jesús, lo que Cristo hizo reforzó el
odio que le tenían.
1. Autoridad. Una pregunta y una parábola (20:1–18).
Esta vez los personajes son “los principales sacerdotes y los escribas, con los
ancianos” (20:1). Los términos señalan a los tres grupos que formaban al famoso
Sanedrín. “Los ancianos” era un grupo de la aristocracia, compuesto de hombres
distinguidos, ricos y nobles que ocupaban un lugar en el concilio sin ser religiosos
profesionales. José de Arimatea pertenecía a esta agrupación, pero no opinaba como los
demás. No se sabe si estuvo presente en esa ocasión. Como el Sanedrín estaba presente,
o al menos una gran parte del mismo, se tiene que reconocer que había un plan maestro
de parte de la oposición.
a. Su pregunta era: “¿Con qué autoridad haces estas cosas?” (20:2). Con ella
esperaban atrapar a Cristo y evidenciarlo delante de toda la gente como un intruso ilegal
en la vida religiosa de los judíos. Pensaban humillarlo y preparar el ambiente para un
plan aún más nefasto.
Sin embargo, de nuevo Jesús se presenta como el que controla la situación
haciéndoles otra pregunta (20:3). Con la interrogación referente al bautismo de Juan, el
Señor los puso a la defensiva. Sabían perfectamente que Jesús les había ganado (20:5–
7). Tan era así, que los mismos líderes de la nación, que pretendían ser los expertos en
asuntos religiosos, tuvieron que confesar su ignorancia, precisamente frente a la persona
que tanto odiaban. ¡Qué vergüenza! Peor todavía, por haber fallado en un área tan
importante como era el reconocimiento de autoridad, perdieron por incumplimiento su
derecho de seguir siendo guías religiosos.
QUERÍAN ATRAPAR A CRISTO, PERO
¡QUEDARON ATRAPADOS!
b. Una parábola. La parábola del Señor también se relaciona con la autoridad y
utiliza una figura bien conocida entre los judíos, la viña. En la presente ilustración los
responsables de labrar la plantación maltrataron a los siervos del dueño, que habían sido
enviados por él para cobrar la renta. Y no solamente una vez, sino que lo hicieron
repetidas veces. Cuando al fin el dueño envió a su hijo, lo mataron pensando quedarse
con la viña. A esas alturas en su parábola, el Señor hace una pregunta: “¿Qué, pues, les
hará el señor de la viña?” (20:15).
Era evidente que los inquilinos criminales no escaparían del juicio. El dueño
“vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros” (20:16). Los líderes no
perdieron el punto principal de la ilustración. Históricamente, los dirigentes religiosos
de la nación habían rechazado a los mensajeros de Dios. En tiempos antiguos habían
matado a los profetas. En los más recientes, rechazaron todavía a otro enviado por Dios,
Juan el Bautista. ¡Y ahora estaban a punto de matar al Mesías! ¡Imagínese la vergüenza
de parte de los líderes! Cristo estaba publicando en voz alta los pensamientos secretos
de ellos.
No debemos de pasar por alto la frase “y dará su viña a otros”. Todos sus oyentes
entendieron que aludía a los gentiles y respondieron a una: “¡No!” porque les dolía que
el sistema religioso de los judíos se hiciera a un lado.
En eso, Cristo les indicó que, a la verdad, lo que estaban desechando (la piedra) era
en realidad lo más importante porque es la cabeza del ángulo. Después de esto sólo
quedaba el juicio para los que rechazaron al Mesías (20:18). La alusión indica que les
esperaba la destrucción del año 70 d.C., así como el juicio que vendría sobre aquellos
que no se rindieran a los pies de Jesucristo.
¡PENSEMOS!
¡Qué maravillosa es la misericordia y paciencia de Dios!
Envió profeta tras profeta a Israel, para advertir a la nación
del peligro. De igual manera envió al mundo de hoy su
mensaje. Y como el Israel antiguo, la gente lo rechaza. Unos
gobiernos cierran sus fronteras a la Biblia y a quienes la
enseñan. Otros políticos y gobernantes desacreditan el
nombre de Cristo. Grandes cantidades de gente insisten en
vivir exactamente como Pablo pinta al mundo en Romanos
1. Pero sigue en pie la oferta de salvación. ¡La paciencia y la
misericordia de Dios están vigentes aún! ¡Qué maravilla! Sin
embargo, vendrá el día en que en vez de misericordia, el
incrédulo experimentará juicio.
¡PENSEMOS!
“Dad a Dios lo que es de Dios”. En aquel entonces, ¿qué
pudieran haber dado a Dios los líderes religiosos de la
nación? ¿Qué le parece “honor”, “obediencia”, “fe”,
“amor”, “reverencia” y “adoración espiritual”? ¿Qué
debemos darle como creyentes hoy?
¡PENSEMOS!
Repetidas veces se ha enfocado la sabiduría admirable
de Cristo al tratar con la gente, en especial bajo condiciones
adversas. ¡Cómo nos gustaría poder imitarlo! Reconocemos
exhortaciones tales como la de Proverbios 15:1: “La blanda
respuesta quita la ira”. Cumplir con esa verdad, ¡en verdad
que sería sabio! Lo bello es que hay provisión para que el
creyente pueda tener la sabiduria que necesita en cualquier
situación. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Así que la sabiduría
está a su alcance. ¡Pídala a Dios!
9
Señales antes del fin
Lucas 21:5–38
“…Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy
el Cristo, y: El tiempo está cerca…” (Lucas 21:8)
Por más o menos mil años (excepto durante el cautiverio babilónico y la profanación
de Antíoco Epífanes IV en el año 168 a.C.), el templo de Jerusalén había sido el centro
religioso de los judíos. En tiempos de Jesucristo, los edificios del llamado Templo de
Herodes eran considerados una de las grandes maravillas del mundo. Y si bien es cierto
que había mucha hipocresía entre los líderes, había también judíos piadosos que
humilde y genuinamente rendían culto a Jehová en su recinto.
UNA PROFECÍA DEL HIJO DEL HOMBRE Y DOS
PREGUNTAS 21:5–7
El comentario hecho por parte de ciertos observadores referente a las impresionantes
piedras del templo, que eran enormes y artísticamente labradas, sirvió a Cristo como
introducción al tema profético. “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra,
que no sea destruida” (21:6).
Jesucristo profetizó que el templo sería raído como juicio por la ceguera espiritual
de Israel. Los judíos habían mostrado “interés” en él, pero no lo aceptaban como
Mesías. Así que optaron por continuar con el sistema antiguo de su religión, aun cuando
se les había ofrecido algo mejor. Por su lado, los discípulos aceptaron como cierta y
segura su profecía. Solamente querían saber dos cosas: ¿cuándo? y ¿qué señales habría?
CONTESTACIÓN DEL HIJO DEL HOMBRE A LAS
PREGUNTAS 21:8–28
Introducción 21:8–19
En esta porción y antes de dar su respuesta, el Señor ofrece una especie de prefacio
profético. En cierto sentido, las condiciones descritas son comunes a todas las épocas de
la historia entre la primera y segunda venida de Cristo.
Impostores v. 8. Por ejemplo, ¿cuándo no ha habido impostores que tratan de
engañar a la gente pretendiendo ser Cristo? Era importante que los discípulos estuvieran
prevenidos cuando surgiera, así que el Señor les hace esta advertencia (21:8). Así como
ha sucedido en el pasado, seguirá ocurriendo, pero irá en aumento.
Guerras y sediciones vv. 9–11. La triste y amarga historia de las naciones siempre se
ha caracterizado por las contiendas. Como ha sucedido, seguirá ocurriendo, pero en
mayor cantidad.
Persecuciones vv. 12–17. El Señor dio un señal más: la persecución. A través de
todas las edades los hijos de Dios han tenido que soportarla. A veces como
consecuencia de sus propios desmanes, pero aunque así fuera, la aceptan como algo
honroso. La clase de persecución que sufrirían los discípulos sería sólo una muestra de
lo que esperaba a los hijos de Dios en días futuros. El énfasis del Señor es que siempre
ha habido persecución y ¡como ha sucedido, seguirá ocurriendo, pero en mayor
cantidad!
“HERMANOS MÍOS, NO OS EXTRAÑÉIS SI EL
MUNDO OS ABORRECE.”
1 Juan 3:13
Es claro que mucho de lo que dijo el Señor en este pronóstico sucedería antes de la
destrucción de Jerusalén en 70 d.C. Pero, no todo. Lo que dice el versículo 11 parece
referirse a eventos asociados con el período de la tribulación futura.
Su promesa vv. 18–19. Jesucristo terminó esta introducción con las palabras
halagadoras del versículo 18, donde garantiza a sus seguidores que siempre los
protegerá la mano bendita de Dios.
¡PENSEMOS!
“Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” (21:18).
Esta es una promesa que debe interpretarse tanto literal
como figuradamente. Su aparente paradoja se explica de la
siguiente manera: Varios de los discípulos y millares de los
siervos de Dios desde aquel entonces, han perdido la vida
por su testimonio. Entonces la promesa del Señor no se
refería a preservarles la vida física. No lo era para los
discípulos; ni lo es para nosotros. Por otro lado, sabemos que
no pereceremos, ¡jamás! Es probable que suframos, y
posible que perdamos la vida física, ¡pero no la eterna!
Literalmente podemos estar seguros de eso. “Vuestra vida
está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3).
¡Entonces, dé gracias a Dios en oración por esta promesa!
¡PENSEMOS!
Señales, sí, las habrá, y ¡qué señales! Toda la creación,
incluyendo la raza humana, pasará espantosos tumultos.
Habrá señales cósmicas en el sol, la luna y las estrellas
(21:25). “Las potencias de los cielos serán conmovidas”
(21:26). Y sobre la tierra “angustia de las gentes,
confundidas a causa del bramido del mar y de las olas”
(21:25). El hombre siempre ha temblado ante los fenómenos
desencadenados de la naturaleza como terremotos,
tempestades, huracanes, erupciones volcánicas,
inundaciones, etc. ¿Cómo serán estos mismos eventos
catastróficos, pero elevados en potencia y en intensidad? Los
discípulos pidieron señales y Cristo se las dio.
¡PENSEMOS!
¿Entonces qué? “Mirad también por vosotros mismos”
(21:34), dijo el Señor. Aunque recibimos esta enseñanza
directamente de nuestro Salvador, es posible que un
creyente se deje dominar por las preocupaciones de este
mundo. En esas condiciones, dejaría de estar alerta para
observar las señales especificadas. En otras palabras, no es
suficiente solamente con poseer información, debemos vivir
a la luz de ella.
10
El Hijo del Hombre Y sus
discípulos
Lucas 22:1–38
“¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!”(Lucas 22:15)
¡PENSEMOS!
¡Qué triste es comprometerse con los enemigos del señor
o con el sistema mundano que se opone a él! El salmista nos
hace ver que el hombre bienaventurado “…no anduvo en
consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en
silla de escarnecedores se ha sentado” (Salmo 1:1).
Obviamente hay restricciones, y Dios las exige para marcar
una diferencia entre sus hijos y los inconversos. El creyente
que no las observa, se compromete. El resultado es la misma
clase depecado que cometió Judas y ningún creyente querrá
ser clasificado como él.
EL DÍA JUEVES
A partir de aquí, y hasta el día de la crucifixión de nuestro Señor, se pueden estudiar
los eventos usando los nombres de los lugares en donde sucedieron. Cada uno de
aquellos sitios tiene una historia muy especial que conter, porque conducen al camino
áspero de la cruz.
EL APOSENTO ALTO 22:7–13
La combinación de circunstancias que llevaron al Maestro a Jerusalén, precisamente
a esas alturas, no es resultado del azar. A decir verdad, nunca es así con nadie, puesto
que Dios siempre controla todo. Sin embargo, es muy notable que Jesús hubiera ido a la
ciudad para celebrar la pascua, una fiesta que recordaba el sacrificio del cordero que
salvó a los primogénitos en Egipto, a escasas horas de su propio sacrificio. La ciudad
estaba llena de peregrinos. Este hecho proporcionaría innumerables testigos de lo que
iba a suceder.
Preparativos generales
De acuerdo a la ley y las costumbres, el día antes de la pascua, los judíos eliminaban
de su casa toda clase de levadura o de pan leudado. En la tarde del día siguiente (14 de
nisán en el calendario de ellos) tenían que matar el cordero especial y terminar los
preparativos para la comida pascual que comenzaría poco después de la puesta del sol.
(Según los judíos, el día 15 de nisán empezaba con la puesta del sol del día 14.)
Preparativos que los discípulos tuvieron que hacer (22:7–13)
Pedro y Juan tuvieron que hacer los arreglos, siguiendo las instrucciones explícitas
del Señor. Debe haber sido relativamente fácil para ellos encontrar a un hombre que
llevaba un cántaro de agua (22:10) porque la costumbre indicaba que el hombre cargara
el agua en odres y la mujer en cántaros. Al ver a uno haciendo algo tan desusado, sería
una señal clarísima. Ese hombre ha de haber sido amigo y creyente, porque no protestó,
sino que puso a su disposición la habitación que se le pidió. En fin, todo resultó
exactamente como Cristo había dicho, y los discípulos prepararon la fiesta (22:13).
CRISTO PREPARA A LOS DISCÍPULOS 22:14–38
En este pasaje, el Maestro da más enseñanzas a sus discípulos a la luz de su muerte
inminente. Con referencia a este evento del aposento alto, Lucas no to describió con el
mismo lujo de detalles que los otros evangelistas. Sin embargo, contribuyó con detalles
que los demás no incluyeron.
El deseo del Señor expresado v. 15
“¿Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (22:15).
No es que temiera que por algún ataque de Satanás o algo por ese estilo no pudiera
llegar a ese momento. El sabía perfectamente bien que lo haría, y lo esperaba con
muchas ganas. La frase “antes que padezca” explica la profundidad de su anhelo. Esta
era la última pascua; la última cena antes de ofrecer su vida como cordero de Dios.
Además, dijo que no participaría “del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga”
(22:18).
El Nuevo Pacto vv. 14–20
Una verdad importantísima que comunicó es la que se refiere al nuevo pacto. “Esta
copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (22:20). Al escuchar
esta frase, cualquier judío piadoso hubiera recordado Jeremías 31:31, donde se
encuentra la promesa de la conversión de Israel, es decir, la base para entrar en (¡y
participar de!) el reino prometido.
No obstante, ni los judíos de los tiempos de Jeremías, ni la mayoría de los que
escucharon a Jesús decir esta frase, entendieron que el nuevo pacto dependería del
sacrificio del Masías, un sacrificio superior al de los animales del sistema antiguo. (El
concepto de un Mesías que sufriría y moriría era totalmente inaceptable al judío
clásico.)
Mirando ahora en otra dirección, es decir, hacia la iglesia, la sangre del nuevo pacto
es también la base de nuestra salvación. El mismo sacrificio del Cordero de Dios
benefició a las dos entidades, a los judíos y a la iglesia.
¡PENSEMOS!
Aquí es donde se inició lo que ha sido de tanta bendición
para la iglesia a través de las edades; la Santa Cena. En esa
primera cena, Jesús enseñó a sus discípulos el propósito de
ella; “Haced esto en memoria de mi” (22:19). No es un
sacrificio, sino un recordatorio de su muerte. Pablo hace
hincapié en eso cuando dice en 1 Corintios 11:26, “la muerte
del señor anunciáis hasta que él venga”. Interesante e
importante es notar que no son los milagros, ni las buenas
obras, ni las bienaventuranzas las que conmemoran la mesa
del Señor, sino su muerte. Lo que hizo y lo que enseñó es de
interés e importancia, pero su muerte expiatoria es de
máximo valor.
¡PENSEMOS!
El Señor pasó las últimas horas antes de su arresto en
compañia de sus discípulos tratando de hacerles comprender
la importancia del servicio, pero ellos no lo entendieron.
Pablo desarrolló posteriormente la enseñanza del servicio
cristiano diciendo: “servíos por amor los unos a los otros”
(Gálatas 5:13). Revise su vida y la de su iglesia para ver si
están cumpliendo con lo dicho por Jesús: “Porque el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
11
Padecimientos del Hijo del
Hombre
Lucas 22:39–23:25
“…les dijo: Orad que no entréis en tentació”(Lucas 22:40)
Al terminar de cenar, relata Lucas: “…saliendo, se fue, como solía, al monte de los
Olivos” (22:39).
EL MONTE DE LOS OLIVOS 22:39–53
Los otros evangelistas utilizan al nombre Getsemaní para describir este lugar, que
significa “lagar” o prensa de olivas. El jardín de Getsemaní era un lugar específico que
estaba dentro de los límites del monte.
Betania, el pueblo donde vivían María, Marta y Lázaro, y a donde el Señor acudía
con frecuencia, también estaba por allí pero esa noche, Jesucristo fue al jardín
directamente. La necesidad de orar le motivó a buscar la soledad de ese lugar y escapar
de la cacofonía de una ciudad llena de peregrinos. Y ¡qué manera de orar!
La oración vv. 39–46
Durante todo el tiempo de su andar sobre la tierra y aún desde toda la eternidad,
Jesús sabía que el plan de Dios incluía la cruz. En su plegaria del jardín no hay ni una
sombra de rebeldía o falta de conformidad o acuerdo con ese plan. En verdad, más
parece que su propósito fue mostrarnos su completa aceptación al programa de su Padre.
Y, realmente, ¿cómo pudiera haber sido de otra forma, siendo que Cristo es Dios y tiene
la misma “mente” y “corazón?” ¿Le era agradable pensar en lo que le esperaba? ¡De
ninguna manera! “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). No obstante, es
evidente que el Señor no buscaba hacer un cambio do planes.
LA ORACIÓN ES UNA COSTUMBRE
BUENÍSIMA Y ES NUESTRO “PRIMER AUXILIO”
CUANDO HAY PROBLEMAS.
Lucas es el único de los cuatro evangelistas que menciona que el Señor tuvo la
ayuda del ministerio angelical (22:43). Dios proveyó los cuidados y atenciones
celestiales que su humanidad necesitaba. No fue así con sus discípulos, que se quedaron
¡dormidos!
El arresto vv. 47–53
“Judas… se acercó hasta Josús para besarle” (22:47). Las obras más perversas
puedan perpetrarse con una máscara de amor. Por supuesto, de un amor fingido. Mateo
y Marcos emplean un término que indica quo no fue solamente un beso, sino una serie
de ellos, como para prolongar su acto de perfidia malvada. Acompañaba al traidor una
muchedumbre compuesta de religiosos y soldados. En esa última categoría había de dos
clases: los soldados romanos y los del templo Los romanos llevaban espadas y los
demás “palos” (22:52).
¡EL AMOR FINGIDO TRAICIONO A JESÚS!
Naturalmente Cristo sabía de antemano a qué venían y también el detalle del beso
(22:48). Los discípulos reaccionaron aunque todavía estaban a oscuras en cuanto a los
detalles por desenvolverse esa noche. Es Juan quien identifica al que usó su espada
(Juan 18:10), dando también el nombre del individuo herido. Sin embargo, es el médico
amado, Lucas, quien relata el milagro de sanidad (22:51).
En verdad, Pedro comprometió más al Maestro haciendo uso de su espada
impulsiva. Los enemigos del Señor bien pudieron haberlo acusado de ser líder de un
grupo de hombres violentos; es por eso que hizo la exhortación a que desistieran
(22:51). Luego Cristo se dirigió a los líderes (22:52), hablando con una interesante
combinación de calma, valor y reconvención. Habiendo estado a diario en el templo
enseñando, no lo habían capturado por cobardía, porque tenían miedo de la reacción de
quienes lo consideraban como héroe, como hacedor de milagros y como posible
libertador de la nación. Ahora lo venían a buscar de noche, siguiendo a un traidor, como
si fuera an ladrón.
Los religiosos seguían siendo hipócritas. Las últimas palabras pronunciadas por
Jesús en el jardín a los enemigos, tuvieron una nota bien sombría: “Esta es vuestra hora,
y la potestad de las timieblas” (22:53).
No obstante, so entiende perfectamente bien que no hubieran podido hacer nada si el
plan divino no lo hubiera permitido. Es más; la hora oscura duraría solamente el tiempo
estipulado en ese mismo plan, porque gracias a Dios, el proyecto incluía la victoria de la
resurrección.
EL DÍA VIERNES
EN CASA DEL SUMO SACERDOTE
22:54–65
Probablemente los discípulos presintieron ese amanecer que algo grave iba a
suceder, pero nunca imaginaron la rapidez con que la situación se iba a deteriorar
Pedro frente a sus acusadores vv. 54–62.
La interpretación acostumbrada, o tal vez sería preferible decir las predicaciones
más comunes acerca de esta porción hacen hincapié en la frase: “Y Pedro le seguía de
lejos” (22:54). Tal vez sean correctas, pero hay que conceder que cuando menos, lo iba
siguiendo.
¡PENSEMOS!
¿Cómo sigue usted a Jesús? ¿Es un discípulo tibio, que
en cuanto vienen las pruebas lo niega? Es usted de los que no
se comprometen a servirlo de todo corazón? O ¿es usted un
siervo fiel, que no titubea en su testimonio cristiano? Revise
su vida y ore pidiendo a Dios su fuerza para testificar con
denuedo de la salvación que ofrece.
Fuera del apóstol Juan, no sabemos qué pasó con los demás. Claro que muy pronto
iba a haber un gran fracaso en la vida del llamado Pescador. No obstante, hay que
reconocer que aun el hecho de seguir de lejos al Maestro requería de valor.
Una vez en casa del pontífice, empezaron a desencadenarse los acontecimientos.
Conviene observar los siguientes:
Primero, el canto del gallo, el cual indica la hora en que sucedieron los eventos.
Esta porción relata que tres individuos identificaron a Pedro como uno de los
seguidores de Jesús. En las tres ocasiones, éste negó tener relación con él, pero
aparentemente no convenció a sus acusadores. En ese momento se dió cuenta que un
gallo cantaba, precisamente como su Señor había profetizado. Esto se cumplió a escasas
horas de haberlo dicho.
¿HASTA DÓNDE PUEDE RESBALAR UNO POR
SU PECADO?
En segundo lugar, observemos la referencia que hace Lucas a la mirada del Señor.
No se sabe exactamente la posición de Cristo en relación con Pedro, ni la distancia que
había entre los dos. Basta, sin embargo, darse cuenta de que Cristo sabía lo que estaba
ocurriendo en otro lugar. En el momento preciso, exactamente cuando Pedro se dio
cuenta do su gran fracaso, también sintió sobre sí la mirada de Cristo. ¿Quién podría
sondear las profundidades de lo que pasó por la mente del prisionero atormentado, o la
de su discípulo caído? No cabe duda que los ojos del Salvador sufrido no le
comunicaron más que simpatía y amor sin límites.
LA MISERICORDIA DE DIOS
NOS LIBRA DE LO QUE MERECEMOS.
LA GRACIA DE DIOS NOS DA
LO QUE NO MEREGEMOS.
El último punto importante es el de la reacción de Pedro. Negó a su Maestro, y lo
hizo tres veces. Sin embargo, fue el canto del gallo el que le hizo acordarse de las
palabras do Cristo. ¡Quién sabe por qué no las recordó después del primer incidente! ¡Y
después de la tercera vez, aquella mirada, cómo le dolió! Salió de casa del pontífice y
lloró amargamente. No se puede disculpar el pecado del discípulo, que fue grosero y
cruel, pero su actitud posterior demostró que fue sensible a su falta, y se arrepintió de
inmediato.
Existe una gran diferencia entre Judas y Pedro. Ambos pecaron, pero Judas lo hizo
deliberadamente, con un, corazón malvado y por incredulidad. Cuando le alcanzó el
remordimiento, su alma entenebrecida no encontró solaz, y se entregó a la noche eterna
por medio del suicidio. En cambio, Pedro lo negó no por falta de amor, o porque no
creyera en el Mesías, sino por flaqueza, por debilidad espiritual. A través del
arrepentimiento genuino, Pedro calificó para el liderazgo que tendría más adelante.
Cristo abofeteado vv. 63–65
Los que per el momento tenían a Cristo preso, aparentemente bajo su dominio,
procuraron hacerle cuanto daño les fue posible. Como gato y ratón, sus torturadores
jugaban con él; lo azotaban; hacían mofa de él; le golpeaban en la cara, etc. ¡Qué
vergüenza! Los soldados rudos y crueles abofeteando al santo Hijo de Dios. Por otro
lado; ¡qué cuadro más paradójico! El poderoso creador, sustentador del universo,
permanecía sumiso y callado ante semejantes malvados.
Jesús soportó todo eso sin murmurar. Bien es cierto que lo hizo por causa del pecado
de la raza humana, puesto que a eso vino. Sin embargo, se tiene que recordar que la obra
expiatoria de Cristo se llevó a cabo en la cruz y no en el jardín con su sufrimiento y
lágrimas, ni en la casa del pontífice con las bofetadas crueles. Fueron esos los pasos
previos que condujeron al evento más trascendental de todos los tiempos.
“MAS DIOS MUESTRA SU AMOR PARA CON
NOSOTROS, EN QUE SIENDO AÚN
PECADORES, CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS”
ROMANOS 5:8.
ANTE EL SANEDRÍN 22:66–71
Aquí se relata le referente al tercer encuentro con las autoridades religiosas de la
nación. Durante la noche en que, de acuerdo a la costumbre de los judíos, correspondía
al día viernes, fue llevado a Anás (Juan 18:19–23). Éste era el ex-pontífice (y suegro de
Caifás), pero siempre ejercía mucha influencia. Después de aparecer ante Anás, to
llevaron a la casa de Caifás para hacer una especie de juicio preliminar.
Sin embargo, según las mismas leyes de los judíos, un juicio llevado a cabo de
noche se consideraba ilegal. No era válido, a menos que el concilio lo tratara de día, o
como se suele decir, en horas hábiles. Es por ello que en cuanto amaneció, se reunió el
Sanedrín para interrogarlo oficialmente y para hacer constar los cargos que iban a
presentar ante las autoridades romanas.
La acusación tenía que ser de tal clase que hiciera que Pilato la atendiera como
representante de Roma. La pregunta del Sanedrín fue: “¿Eres tú el Cristo?” (v. 67). La
hicieron no porque quisieran saber la verdad al respecto, o porqe estuvieran dispuestos a
creerle. Más bien, pensaban inducirlo a que pronunciara lo que para ellos hubiera sido
una blasfemia. Así podrían incitar a la muchedumbre voluble en su contra. También
querían acusarlo ante Pilate de haber estado involucrado en un intento de revolución
contra Roma.
Cuando Jesús usó la frase “Hijo del Hombre” (22:69), ellos vieron su oportunidad.
Conocían el Antiguo Testamento lo suficientemente bien como para darse cuenta de lo
que implicaba su afirmación. Entonces, la respuesta que diera a la siguiente pregunta era
clave para ellos: “¿Luego eres tú el Hijo de Dios?” (22:70). Lo que dijo Jesús:
“Vosotros decís que lo soy”, en aquellos tiempos equivalía a una afirmación.
Durante todo su ministerio público predicó e hizo milagros entre el pueblo para
establecer esa identidad. Era la revelación de Dios, pero una que la gente, sobre todo los
líderes, no aceptaban. Ante los discípulos también se hizo muy claro quién era. Ahora lo
confiesa abiertamente en vísperas de lo que sería el clímax de rechazo, frente a sus
enemigos, los que querían matarlo por decir que era el Hijo de Dios. Con calma y
dignidad pronunció sus palabras, a sabiendas de las consecuencias que traería.
CON PILATO LA PRIMERA OCASIÓN 23:1–5
Lucas no pretende dar a Teófilo todos los detalles de cada evento de aquel día.
Aparentemente su propósito es cubrir sólo los puntos principales, llegando cuanto antes
al clímax. Tal vez lo hizo así por lo largo que estaba resultando su tratado. Lo más
probable es que quisiera narrar lo más pronto posible lo que consideraba era lo más
importante.
El Sanedrín en pleno llevó a Cristo donde Pilato y lo acusaron de tres delitos (23:2).
Primero: pervertir a la nación segundo: prohibir dar tributo a César (a pesar de que
Cristo había enseñado lo contrario); tercero: decir que él mismo era el Cristo. A esa
última frase ellos agregan “un rey”, para qu Pilato entendiera mejor.
El gobernante conocía muy bien a esos judíos y probablemente sospechó sus aviesas
intenciones. Sin duda se preguntaba a sí mismo el por qué del repentino afán de
defender y proteger a Roma de parte de los religiosos que la odiaban. Este hecho
inaudito estaba muy lejos del carácter verdadero de ellos.
Sin embargo, ese romano cruel también sabía de lo que eran capaces los judíos y no
quería que llevaran el asunto al César, porque lo harían aparecer como que había dado
socorro a un revolucionario. Mateo 27:18 y Marcos 15:10 relatan las palabras do Pilato:
“No lo hallo culpable”. Por miedo no lo puso en libertad, y al oir que se mencionaba a
Galilea, decidió enviarlo ante Herodes.
EL SANEDRÍN:
CUIDADO! UN GRUPO GRANDE DE
RELIGIOSOS PUEDE ESTAR
EQUIVOCADO.
CON EL REY HERODES 23:6–12
En gran parte, Pilato envió a Cristo al rey Herodes buscando una salida airosa. Si
Cristo era galileo, entonces el caso correspondía a Herodes. ¡Que él lo juzgara, y dejara
libre la conciencia de Pilato! La fama del ministerio público de Jesús había llegado a
dicho rey, y tenía bastante curiosidad por ver un milagro. Había asesinado a Juan
Bautista, y por un tiempo pensó que este nuevo hacedor de milagros era Juan resucitado.
Sabía que el ministerio de Jesús en Galilea había sido benéfico y que las acusaciones de
los religiosos eran falsas. Pero, tal vez ofendido porque Cristo no hizo el milagro, dejó
que sus soldados le abofetearan, haciendo también mofa de él.
Sigue un interesante comentario histórico: Pilato y Herodes reanudaron sus
deterioradas relaciones “y se hicieron amigos… aquel día” (23:12).
CON PILATO LA SEGUNDA OCASIÓN 23:13–25
El rey Herodes devolvió al acusado a Pilato y éste llamó a los religiosos para tratar
el asunto do nuevo, llamó a los religiosos para tratar el asunto de nuevo, declarando que
no había encontrado ninguna falta en él (23:14). Agregó que Herodes había dictaminado
igual que él. Sin embargo, por segunda vez después de haberlo declarado inocente, se
negó a ponerlo en libertad. Más bien, pensó satisfacer a la muchedumbre sanguinaria
azotando al prisionero.
Optó por seguir la costmbre de librar a un reo durante la pascua. Su idea era que así
podría librarse de Cristo (23:16). Los religiosos fanáticos juntamente con la
muchedumbre ya predispuesta contra Jesús, rehusaron la oferta y demandaron su muerte
con más vehemencia aún.
Por tercera vez, Pilato reconoció que la justicia romana no había encontrado en el
acusado ninguna falta (23:22). No obstante, esta vez Poncio Pilato, vacilando entre ser
justo y proteger su propia vida, actuó de acuerdo a lo último, demostrando su debilidad
de carácter, Él “entregó Jesús a la voluntad de ellos” (23:25).¡Juez injusto!
VACILAR:
“TENER POCA ESTABILIDAD O FIRMEZA”.
CUESTA HACER LAS DECISIONTES
A BASE DE LAS CONVICCIONES.
¡PENSEMOS!
Los que entienden lo que Dios estaba por hacer,
reconocen que su mano estaba en todo esto. Bien es cierto
que el Todopoderoso usa la ira del hombre para llevar a
cabo sus planes. Pero, ¡ay de aquellos hombres que llevan
sobre sus hombros la responsabilibad del crimen de aquella
mañana! Claro que el pecado de la raza humana fue el que
clavó a Jesucristo al madero cruel, pero las personas
culpables como Judas, Pilato, Herodes y los religiosos,
cometieron el crimen más horrendo de todos los tiempos.
12
Muerte, resurrección y ascensión
del Hijo del Hombre
Lucas 23:26–24:53
“Verdaderamente este hombre era justo” (Lucas 23:47)
Según el plan concebido en la eternidad, los pasos del Hijo del Hombre lo llevaron
inevitablemente a los eventos que se describen en este pasaje. Desde Belén y Nazaret y
a través de Galilea y Judea, su camino inexorable lo condujo a la ciudad de Jerusalén
para cumplir con el propósito divino. No fue ni accidente, ni una combinación infeliz de
circunstancias adversas. Ese día en Jerusalén, el Hijo de Hombre tenía una cita divina
que resultó en una oferta maravillosa de vida eterna para la raza humana.
CRUCIFIXIÓN DEL HIJO DE HOMEBRE 23:26–49
El camino hacia el Calvario vv. 26–32.
Con la misma celeridad que caracterizó a los eventos de la noche anterior, Cristo fue
llevado a la muerte. Se cree que la hora aproximada eran las nueve de la mañana. Otra
vez Lucas se dedica a presentar solamente los puntos principales. De hecho, ninguno de
los evangelistas relató todos los eventos asociados con la muerte de Cristo. Debido a
ello, tenemos que comparar uno con otro para establecer la cronología más probable.
Aparentemente los soldados romanos reconocieron que Cristo no estaba en
condiciones de cargar su cruz. A pesar de las obras do arte que presentan a Cristo
cargando y desmayando bajo el peso de una cruz romana, es probable que el condenado
sólo tuviera que llevar la pieza transversal. Aun así, era demasiado el peso.
Lo que Cristo tuvo que soportar la noche anterior, inclusive la falta de sueño, lo dejó
físicamente agotado. Así que los soldados obligaron a cierto Simnón de Cirene a que le
ayudara a cargarla. Había además otra gente que lo acompañaba en esa Vía Dolorosa,
probablemente parte de la misma muchedumbre que escasas horas antes clamaba:
“¡Crucifícale, crucifícale!”.
La gente, con el fanatismo algo amortiguado por la escena, lamentaba lo que estaba
pasando. Entre ellos estaban unas mujeres, pero no el mismo grupo que lo había
sostenido y apoyado durante su ministerio (23:49), sino mujeres en general de la ciudad
de Jerusalén. A ellas con ternura y gran simpatía, Cristo dirige lo que es su último
mensaje a la nación, una última exhortación al arrepentimiento: “No lloréis por mi, sino
llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos” (23:28). No es que no apreciara su
expresión de condolencia, sino que el futuro de ellas estaba tan entenebrecido, que más
les valía Ilorar por ellas y sus hijos.
La verdad es que la nación estaba por poner punto final a su rechazo del Mesías, y
como consecuencia, tendría que sufrir un castigo horrible (23:29–30). No faltaba mucho
tiempo para que los mismos soldados romanos destruyeran la ciudad. Si el inocente
Hijo del Hombre estaba por sufrir un destino tan ignominioso, ¿qué pasaría a una ciudad
tan rebelde (23:31)?
¡PENSEMOS!
Cristo no buscaba la simpatia de la gente de entonces, ni
la busca hoy en día. Lo que les tocaba hacer a los moradores
de Jerusalén era creer en él. Lo mismo sucede con el hombre
del siglo veinte. Los muchos cuadros y estatuas que
representan a Cristo en sucruz provocan una especie de
tristeza y simpatía. Claro que sufrimiento como el que
padeció Jesús evoca sentimientos fuertes en el ser humano.
Sin embargo, lo que el Señor buscaba (¡y busca!) en aquellos
que saben de su muerte en la cruz, es una fe sincera.
¡PENSEMOS!
¿No le parece incongruente que el hombre moderno
haya convertido el concepto de la cruel y odiada cruz en un
pedacito de joyeria? Las muchas y opulentas cruces que se
ven en muchas partes, incrustadas de oro y joyas, no
cambian en nada lo vergonzoso del inhumano maddero
romano.
¡PENSEMOS!
Nunca sabremos el efecto total que causó esa oración
hasta que lleguemos al cielo y Dios mismo nos lo revele.
¡Quién sabe cuántos de los mismos “asesinos” aceptaron a
Cristo el día de Pentecostés, gracias a que el Señor intercedió
por ellos!
¡PENSEMOS!
Si lo permitimos, las tensiones y problemas del día
tienden a ofuscarnos y a obscurecer o hacernos olvidar lo
que Dios mismo ha dicho en su Palabra. Es natural o, si se
quiere, humano, pasar por semejante experiencia, pero para
el creyente, no es necesario. El remedio es acudir de
inmediato a lo que Dios dice, dejando que el Espíritu Santo
aplique esas grandes verdades bíblicas como medicamento y
calmante.
Naturalmente, tenían que compartir esas buenas noticias (24:9). Pero al hacerlo, no
lograron convencer a los demás seguidores: “Mas a ellos les parecían locura las palabras
de ellas, y no las creían” (24:11). Lucas emplea un término que en su profesión médica
se refería al balbuceo del delirio. Como para comprobar lo dicho por las mujeres, el
siempre impulsivo Pedro fue a ver. El apóstol Juan se identifica como su acompañante
en Juan 20:2. Al contemplar la tumba vacía y la ropa echada a un lado, Pedro quedó
asombrado y pensativo. Era cierto lo que las mujeres habían reportado, pero, aun así, él
no era capaz de comprender lo que había sucedido. !Qué propenso a la incredulidad es
el corazón humano!
MINISTERIO DEL CRISTO RESUCITADO 24:13–49
A los viajeros a Emaús vv. 13–35
El sentir de los viajeros que iban en camino a Emaús es típico de lo que pasaba a los
seguidores de Jesús. Tal vez por esta razón Lucas dedica tanto epacio a este incidente en
vez de hacer una lista de todas las veces que Cristo apareció y ministró después de su
resurrección.
El repaso de los eventos de los últimos días era el tópico común entre los dicípulos
de Cristo. Los dos viajeros no sólo repasaban lo acontecido, sino que luchaban por
entender la razón. En eso estaban, cuando el texto (24:15) dice que Cristo mismo se
unió a ellos. Solamente que “los ojos de el los estaban velados, para que no le
conociesen” (24:16).
Mediante una serie de preguntas, el Maestro hizo que le revelaran lo que platicaban
y preocupaba. Con todo y que admiramos su ténica para sacar los detalles a la luz, no es
de compararse con la maravillosa enseñanza que les dio: “Y comenzando desde Moisés,
y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él
decían” (24:27). Por supuesto, no es extraño que Cristo lo hiciera. ¿Quién conoce mejor
la Palabra de Dios que su autor, Dios mismo? ¿Y sus escuchas? Pues, después
confesaron que con corazón ardiente atendieron su exposición del Antiguo Testamento
(24:32). Pero no se dieron cuenta de quién era hasta que llegaron a casa. Entonces le
invitaron a quedarse.
¡Afortunados viajeros! ¿Qué hubiera pasado si no hubiera aceptado? Se hubieran
perdido del privilegio de su vida: haber visto a Cristo resucitado. En la comida que
siguió, lo reconocieron cuando partió el pan. ¡Al fin fueron abiertos sus ojos!
¿SERÁ QUE VIERON LAS CICATRICES EN LAS
MANOS?
¡Imposible imaginar el gozo que experimentaron!
Cristo, por otro lado, no se quedó, y ellos tampoco permanecieron en Emaús. Más bien
regresaron de inmediato a Jerusalén para contar las noticias a los demás. Cuando
llegaron, aún antes de informar a los discípulos (24:33–34),recibiéron Confirmación de
la noticia de parte de ellos también. ¡Cómo cambió el ambiente! En vez de la
desesperación de pocas horas antes, el gozo empezaba a alumbrar y despejar aquella
atmósfera pesada.
“HA RESUCITADO EL SEÑOR
VERDADERAMENTE”
(24:34).
A los discípulos en Jerusalén vv. 36–49
“Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos”
(24:36). ¡La prueba final! A estas alturas, varias personas habían visto al Cristo
resucitado. Ahora el grupo entero experimenta su presencia. ¡Y de qué manera! Su
cuerpo glorificado no se veía limitado por paredes o muros, y pasó sin abrir la puerta.
Al principio se asustaron, no estando acostumbrados a esa clase de experiencias.
Pero Cristo alivió sus temores y los invitó a hacer un examen, tipo laboratorio: “Mirad
mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved” (24:39). No era un fantasma,
sino el Señor en persona, ¡Hasta pidió comida! Pero tal vez lo más maravilloso fue que
“entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (24:45).
Su enseñanza aquí no abarcaba solamente el repaso de las escrituras
antiguotestamentarias, sino que asignó a sus discípulos una responsabilidad específica.
Como testigos de lo que había pasado, y conocedores del sentido espiritual que poseía,
tenían que predicar ese mensaje al mundo (24:47). Les entregó “la gran comisión”, un
tema que Lucas desarrolla en su segundo tomo, el libro de los Hechos.
Por último, Cristo mandó a sus discípulos que se quedasen en Jerusalén esperando
“la promesa de mi Padre” (24:49). En Hechos 1:8, la promesa se repitió y se cumplió en
el día de Pentecostés.
¡PENSEMOS!
Los seguidores de Cristo de aquel entonces no podrían
haber cumplido con la comisión que les dejó su Maestro sin
la presencia del Espiritu Santo. Era, y todavía es, una tarea
imposible para el hombre solo, porque se requieren recursos
sobrenaturales. Sin embargo, todo eso es muy típico de cómo
funciona Dios. Nunca nos asigna tareas sin proveer los
recursos que necesitamos para ejecutarlas.