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Epistola A Los Poetas Que Vendran y Otros Poemas de Manuel Scorza Peru PDF
Epistola A Los Poetas Que Vendran y Otros Poemas de Manuel Scorza Peru PDF
Manuel
Scorza
Epístola a los poetas
que vendrán
y otros poemas
Muestrario de
Biblioteca Digital Poesía 21
2
Espístola a los poetas
que vendrán y otros
poemas
Manuel Scorza, Perú
Edición digital gratuita de
Muestrario de Poesía 21
Primera edición: Septiembre 2008
Santo Domingo, República Dominicana
¿Qué somos?
Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se difunde
por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes
creadores, difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Junto a
las colecciones complementarias Libros de Regalo, Ciensalud,
Iniciadores de Negocios y Aprender a aprender, son iniciativas sin
fines de lucro del equipo de profesionales de INTERCOACH para servir,
aportar, añadir valor y propiciar una cultura de diálogo, de tolerancia, de
respeto, de contribución, de servicio, que promueva valores sanos,
constructivos, edificantes a favor de la paz y la preservación de la vida
acorde con los principios cristianos. Los libros digitales son gratuitos,
promueven al autor y su obra, así como el amor por la lectura, y se
envían como contribución a la educación, edificación y superación de las
personas que los solicitan sin costo alguno.
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Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo
Domingo, D.N., República Dominicana. Tel. 809-565-3164
Contenido
Scorza llegó escribir la quinta estación de los Andes: diciendo que "en el
mundo hay cuatro estaciones; en los Andes cinco: primavera, verano, otoño, invierno y
masacre".
Aquiles Julián
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América, no puedo escribir tu
nombre sin morirme
América,
no puedo escribir tu nombre sin morirme.
Aunque aprendí de niño,
no me salen derechos los renglones;
a cada sílaba tropiezo con cadáveres,
detrás de cada letra encuentro un hombre ardiendo,
y no puedo ni cerrar la a
porque alguien grita como si se quedara dentro.
¡Amargas tierras,
patrias de ceniza,
no me entra el corazón en traje de paloma!
¡Cuando veo la cara de este pueblo
hasta la vida me queda grande!
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¡Pobre América!
En vano los poetas
deshojan ruiseñores.
No verán tu rostro mientras no se atrevan
a llamarte por tu nombre, ¡América mendiga,
América de los encarcelados,
América de los perseguidos,
América de los parientes pobres!
¡Nadie te verá si no deshacen
este nudo que tengo en la garganta!
Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.
Soy el desterrado
América,
a mí también debes oírme.
Yo soy el estudiante
que tiene un solo traje y muchas penas.
Yo soy el desterrado
que no encuentra la puerta en las pensiones.
Te digo que en las calles
y en las azoteas y en las cocinas,
y al fin de cada día y en mi pecho,
algo está muriendo.
Escúchame:
Yo soy el desterrado,
yo vagué por las calles
hasta que los perros
lamieron mi amor desesperados.
¡Acuérdate de mí!
Hay días que no tengo ganas
de ponerme los ojos,
días en que hasta los pájaros
se pudren a la mitad del vuelo.
¡Amor, amor,
tú no has dormido
en cuartos inmundos;
tú no sabes lo que es vivir
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con una mujer que zurce su ropa llorando!
¡El Mudo,
El Amargo,
El Que Se Quedaba Silencioso,
te habla ahora a borbotones,
te grita cataratas, inmensidades!
Surge entonces
el Dolor inextinguible,
cual surge ahora esta voz
que llora por los días hermosos,
cuando la vida era azul.
Porque todo lo que nace ha de morir.
¡No digo más porque me entiendes!
Tú sabes que sólo quiero
que, en algún lugar, leas esta carta,
antes que envejezcan los carteros
que te buscan
a la salida de las iglesias,
entre las recién casadas,
a la hora del jazmín rendido.
Arden musicales
remotos países
avasallados por tu valentía.
Poderoso monarca:
todo lo que tocas es resplandor,
y en tu honor cambian los arcos iris de plumaje.
Eras Rey
pero ya no te sonríe Esa Mujer.
Me voy.
Pañuelo de llorar: mejor me voy.
La casa vacía
Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.
¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.
Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
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Yo también pienso en ti.
La cita
Son las siete;
la calle está oscura;
ya no vendrás.
Aunque llegaras
todas las tardes
a la orilla de esta cita,
y aguardaras, inmóvil,
todas las horas que en el mundo faltan
ya no me hallarás,
porque esperándote perdí mi juventud.
Y no como el guerrero
que las manos moja
en la espuma bermeja de la guerra.
¡No como los ardientes varones que conocí! :
¡Alexander extraviado en la espesura!
¡Gabriel amarrado a los torrentes!
¡Eugenio deshojado a la aventura!
¡Amaro, que un día solo con tu fusil partiste!
¡Os envidio, jóvenes vehementes,
a quienes no bastándoles los crepúsculos,
por mirar llamaradas
incendiaron su propia edad florida!
Yo, miserablemente
perdí mi juventud;
aguardando que cumplieras
la cita de los parques,
gasté los veloces años.
¡Oh cafés humosos donde fingí
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leer los diarios de mi feroz melancolía!
La lámpara
Como la lámpara olvidada
arde invisible en el día,
así mi corazón se ha consumido
sin que tú lo vieras.
Es tarde:
mi corazón calcinado
apenas soporta sus cenizas,
y aunque estás cercana,
y quiero llamarte
mudas están las hogueras
donde antaño ardieron
airadas voces tiernas.
Mi tristeza ya no puede
ni con el peso del rocío.
Es tarde:
la vida se nos gasta en actos vanos
Es tarde:
detrás de mis ojos ya no hay nadie.
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La prisión
¡No puedes salir del jardín
donde mi amor te aprisiona!
¿Me oyes?
No puedes huir.
Aunque cruces volando los años,
no puedes huir:
yo soy las alas con que huyes de mí.
La sombra
Como el centinela
que en la agreste torre
lucha por no rendir los ojos al invencible sueño,
yo resisto al olvido.
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Pero te me vuelves pequeña;
la lluvia moja
las calles de 1943;
la lluvia rompe
el cristal en que te guarda
mi juventud.
El país luciente
de nuestra juventud hermosa,
el tiempo asoló con sus ejércitos potentes.
Marcial acampó la herrumbre
donde ardió la rosa.
Música lenta
Para que tú entres,
a veces de tristeza, el corazón se me abre.
En vano mi corazón
a la ventana de su dolor se asoma.
Pasas de largo,
como si el viento
soplase sólo para allá.
Nocturno salvadoreño
La noche era bellísima.
Yo te quería.
San Salvador brillaba entre las flores.
Yo te quería.
La Felicidad nunca tendrá tus ojos azules.
Yo te quería.
Dueña de los Crepúsculos.
Yo te quería.
Pastora de la Brisa.
Yo te quería.
Ruiseñor Malvado.
Yo te quería.
Espuma del Silencio.
Yo te quería.
Agua bajo los Puentes.
Yo te quería.
Olvida los cantos que te escribí.
Yo te quería.
Aun ahora, aunque sea tarde,
y una paloma ciega
vuele para siempre entre nosotros.
Serenata
Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.
*****
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Viento del olvido
Como a todas las muchachas del mundo,
también a Ella,
tejiéronla
con sus sueños,
los hombres que la amaban.
Y yo la amaba.
Yo me emocionaba
con sólo verla pisar la hierba.
¡Abandonada, no!
En tu ausencia
mi corazón todas las tardes muere.
Rosa única
La hierba crece ahora
en todos los crepúsculos donde antes sonreías.
No envejecerá la muchacha
que, reclinada en mi sangre,
un día miró una rosa hasta volverla eterna.
Yo jamás dormí.
¡Oh mi alondra!
¡Oh mi cítara enlutada!
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3. Antaño fui un mago melancólico, panteras
invulnerables me seguían arropadas en sus sedas.
No más embustes:
que el Poeta se quite el antifaz y muestre su pico
afilado.
Ya era tarde.
Enfermé.
Vals gris
Las torres más valientes
agachan la cabeza
cuando el otoño llega
con el plumaje acribillado.
Pobre el mundo:
sólo tú autorizabas lo maravilloso.
Vivir es largo.
Ave carnicera es la Melancolía.
Vals verde
A Rubén Bonifaz Nuño, en memoria de
los días que galopamos por los desiertos
allá lejos.
No viajaremos
a países de cabellera incandescente.
No partiremos,
no saldremos de la ciudad ululante.
Y alrededor de nosotros
los recuerdos de pico ensangrentado.
Dalmacia
Como Jonás viví mi juventud en el vientre
de Dalmacia.
No me oía.
Entre los témpanos nadaba para siempre neblina.
Eva
Entre todas las doncellas que pastan
en los patios del Sofista ninguna más hennosa
que Eva,
Eva,
Eva,
por tu anillo
pasaban tiritando, el falo erecto, los planetas
iracundos.
Ésta es la hora
en que la luz se arranca las pestañas
tirita el lirio en la cama polvorienta del relámpago,
viaja el toro al dorso del bramido.
Ésta es la hora
en que a tu isla de párpados recién cernidos
llega la lluvia desangrándose de ruiseñores.
¡A ver la niebla, que él está mirando!
Mas no lloradlo.
A Él lo construye perpetuamente el agua.
En el principio, cuando la lágrima vuelve
a su trono transparente, lo edifica
el viento que borra los sepulcros.
¿Qué lo han visto en los malecones
por donde llega el otoño,
de jazmín en jazmín desde el fondo de la tierra?
Levántate,
las gentes no quieren creerme
que por todas partes limitas con el alba,
que estás en la gota donde, ya en ruinas,
agitando los brazos se despide el horizonte...
América,
aquí te dejo.
Yo te digo,
y el viento
bajo la lluvia,
yo no perdí la fe.
Amigos,
aunque os golpeen,
no me creáis,
amad la vida,
¡guardad rocío
ya no cabían en mi boca:
¿Dónde no estuve?
y recliné en ti mi cabeza.
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Más ahora digo:
degollad la tristeza,
Era difícil,
me ahogaba el esqueleto,
el aire me dolía,
la voz me llagaba
no soy herrero,
ni jinete, ni sembrador.
Amigos,
os encargo reir!
preservad al gorrión.
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No me busquen amargos en la noche:
preparad la hoguera,
preparaos.
!En tu árbol
pero yo te digo:
Entonces,
Yo te conozco,
el cruel atardecer
en salvajes llanuras
No respondió nadie.
No respondió nadie.
No respondió nadie.
ya caímos en la trampa.
El desterrado
Pero un día
parten de verdad los barcos de juguete,
cruzamos corredores, verguenzas, años;
y son las tres de la tarde
y el sol no calienta la miseria.
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Un impresor misterioso
pone la palabra tristeza
en la primera plana de todos los periódicos.
Y es imposible regresar.
Abuelo:
Tú nunca fuiste feliz.
Temías que el viento
desbaratase tu corazón de ceniza.
Te recuerdo una tarde negra,
diciéndome con voz blanca:
ojalá no seas,
como yo, un hombre triste.
Abuelo:
la vida te parecía
un pozo de malos sueños.
Cuando pensabas en la abuela
te quemaba una hoguera sin luz.
Y Juan el herrero,
y Pedro el sembrador,
(pájaros huesos
con quienes conversa tu lengua de hierba),
también creían
que la vida es un sueño confuso.
La tristeza va a morir.
Ahora cuando la alondra
surca el cielo,
algo rosado empapa el alma,
porque el ave
viene del color que tendrá la vida
cuando los humillados alcen la cabeza
y partan la dicha
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en pedacitos que alcancen para todos;
—En su biografía como poeta social, influido por Cesar Vallejo, ¿qué
cree usted que le ha quedado más impreso en su carácter de escritor,
tanto en la poesía como en el espíritu de los libros?
—En primer lugar, yo creo que no se puede decir que yo sea un poeta
social. Lo que ocurre es que en mis libros más importantes en el campo
poético, un libro de amor como Los adioses, pero sobre todo, un libro
sumamente complejo y sumamente extraño y hermético, que se llama El
Valle de los Reptiles, que publicó la Universidad de Méjico, yo
escribí una serie de poemas impregnados de rabia por la
desesperación peruana de hace veinte años, cuando había una
dictadura militar, la del general Odria, y esos poemas, que
recibieron el Premio Nacional, se llamaban Las Impetraciones.
Luego, escribí otros libros que tampoco son de poesía social,
que se llaman Desengaños del Mago, y otro, Réquiem por un
gentilhombre, y todos estos libros los ha reunido la Universidad
de Méjico en un tomo. Muchos piensan que yo soy mejor poeta que
novelista, cosa en la que yo discrepo. Espero que pronto en España se
publiquen también.
—Me alegra mucho que haya ido a los mapas, porque usted tiene ahora la
verificación de que todos los lugares donde existen estas novelas tan
fantásticas son lugares reales; lo que es que yo he alterado la geografía
imaginativa de esos lugares, pero sí existen; incluso están minuciosamente
descritos. Si algún día se le ocurriera a un cineasta ir cámara en mano,
encontraría todos los lugares, porque los he mantenido siempre; he
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mantenido ropas, etc., es decir, que sobre la irrealidad total he puesto la
realidad absoluta.
—El motivo irónico —paradójico para mí, como lector—, otras veces es
sarcástico. En los capítulos 50 y 55 la ironía ya empieza en el título.
—En todos estos libros hay una ironía y un humor constante; es la pereza
de los críticos que han presentado estos libros, y, que los han presentado
mal. Porque ante todo, estos libros son muy divertidos; hay humor de
manera permanente.
—Es que los libros tienen un aspecto muy simple, pero son muy
complicados.
—Me alegra mucho que usted lo diga, porque es el primero que me lo dice
entre las personas que me han entrevistado, eso de que hay también una
renovación formal en un nivel completamente nuevo. Hay palabras que
están fuera del sentido de la lengua que estoy transformando, el español:
inventando palabras, poniendo sustantivos en lugar de verbos, cambiando
los verbos a otro tono, uniéndolas, haciendo frases en diferente estilo.
—Me alegro que haya dicho esto porque aquí hace exposición-
denuncia de los oprimidos y los olvidados.
" Manuel Scorza abre una etapa cultural realmente notoria y absolutamente
novedosa. El novelista cubano Alejo Carpentier da cabal noticia: "Este
peruano preocupado por la cultura de su pueblo y de América toda se dio a
la tarea un tanto riesgosa pero entusiasta de preparar el Primer Festival del
Libro con una seleccion de diez mil volumenes de autores clásicos
americanos. Las quince mil colecciones a la venta en quioscos situados en
distintos lugares de la capital se agotaron en menos de una semana".
Manuel Scorza dejó de existir a los 55 años de edad, cuando su obra estaba
en plena vigencia y acababa de publicar, apenas en febrero de ese año, su
última novela: "La Danza Inmóvil", que significaba una ruptura radical con
el ciclo de La Guerra Silenciosa.
Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros 12. Unidos por las manos y otros poemas /
poemas / Roberto Sosa Carlos Drummond de Andrade
2. El verbo nos ampare y otros poemas 13. Oda a nadie y otros poemas / Hans
/ Hugo Lindo Magnus Enzersberger
3. Canto de guerra de las cosas y otros 14. Entender el rugido del tigre / Aimé
poemas / Joaquín Pasos Césaire
4. Habitante del milagro y otros 15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas
poemas / Eduardo Carranza árabes contemporáneos
5. Propiedad del recuerdo y otros 16. Voy a nombrar las cosas y otros
poemas / Franklin Mieses Burgos poemas / Eliseo Diego
6. Poesía vertical (selección) / Roberto 17. Muero de sed ante la fuente y otros
Juarroz poemas / Tom Raworth
7. Para vivir mañana y otros poemas / 18. Estoy de pie en un sueño y otros
Washington Delgado. poemas / Ana Istarú
8. Haikus / Matsuo Basho 19. Señal de identidad y otros poemas /
9. La última tarde en esta tierra y otros Norberto James Rawlings
poemas / Mahmud Darwish 20. Puedo sentirla viniendo de lejos /
10. Elegía sin nombre y otros poemas / Derek Walcott
Emilio Ballagas 21. Epístola a los poetas que vendrán /
11. Carta del exiliado y otros poemas / Manuel Scorza
Ezra Pound
Libros de Regalo
1. Llevar a Gladys de Vuelta a Casa
y otros cuentos / Aquiles Julián 17. Historias que iluminan el alma /
2. Letras sin Dueños / Aquiles Julián Aquiles Julián
3. Música, maestro / Aquiles Julián 18. Los temperamentos / Conrado Hock
4. Una Carta a García / Elbert Hubbard 19. Una rosa para Emily / William Faulkner
5. 30 Historias de Nasrudín Hodja / 20. El abogado y otros cuentos /
Aquiles Julián Arkadi Averchenko
6. Historias para Crecer por Dentro / 21. Luis Pie y Los Vengadores / Juan Bosch
Aquiles Julián 22. Ahora que vuelvo, Ton / René del Risco
7. Acres de Diamantes / Russell Conwell 23. La casa de Matriona / Alexander Solzenitsin
8. 3 Historias con un país de fondo / 24. Josefina, atiende a los señores y otros textos /
Armando Almánzar R. Guillermo Cabrera Infante
9. Pequeños prodigios / Aquiles Julián 25. El bloqueo y otros cuentos / Murilo Rubiao
10. El Go-getter / Peter Kyne 26. Rashomon y otros cuentos /
11. Mujer que llamo Laura / Aquiles Julián Ryunosuke Akutagawa
12. Historias para cambiar tu vida / 27. El traje del prisionero y otros cuentos /
Aquiles Julián Naguib Mahfuz
13. El ingenio del Mulá Nasrudín / 28. Cuentos árabes / Aquiles Julián
Aquiles Julián 29. Semejante a la noche y otros textos /
15. Algo muy grave va a suceder en este pueblo / Alejo Carpentier
Gabriel García Márquez 30. La tercera orilla del río y otros cuentos /
16. Cuatro cuentos / Juan Bosch Joao Guimaraes Rosa
31. Leyendas aymarás / Aquiles Julián
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32. La muerte y la muerte de Quincas 41. Dos cuentos / Pedro Juan Soto
Berro Dágua /Jorge Amado 42. Aquellos días en Odessa y otros cuentos /
33. Un brazo / Yasunari Kawabata Heinrich Böll
34. Cuentos africanos 2 / Aquiles Julián 43. 12 cartas de amor y un amorcito y
35. Dos cuentos / Yukio Mishima otros cuentos / Juan Aburto
36. Mejor que arder y otros cuentos / 44. Rebelión en la granja / George Orwell
Clarice Lispector 45. Cuentos hindúes / Aquiles Julián
37. La raya del olvido y otros cuentos / 46. El libro de los panegíricos / Rubem Fonseca
Carlos Fuentes 47. Juana la Campa te vengará y otros cuentos /
38. En el fondo del caño hay un negrito Carlos Eduardo Zavaleta
y otros cuentos / José Luis González 48. Venezuela cuenta 1 / Varios autores
39. La muerte de los Aranco y otros cuentos / 49. La habitación roja / Edogawa Rampo
José María Arguedas 50. Jóvenes cuentistas de América Latina 1 /
40. El hombre de hielo y otros cuentos / Varios Autores
Haruki Murakami 51. Caballo en el salitral y otros cuentos /
Antonio Di Benedetto
CIENSALUD
1. Inteligencia de Salud y Bienestar: 7 pasos Cristina Gutiérrez
2. Cómo prevenir la osteoporosis Cristina Gutiérrez
Iniciadores de Negocios
1. La esencia del coaching Varios autores
2. El Circuito Activo de Ventas, CVA Aquiles Julián
3. El origen del mal servicio al cliente Aquiles Julián
4. El activo más desperdiciado en las empresas Aquiles Julián
5. El software del cerebro: Introducción a la PNL Varios autores
6. Cómo tener siempre tiempo Aquiles Julián
7. El hombre más rico de Babilonia George S. Clason
8. Cómo hacer proyectos y propuestas bien pensados Liana Arias
9. El diálogo socrático. Su aplicación en el proceso Humberto del Pozo
de venta. López
10. Principios y leyes del éxito Varios autores
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Colección
Muestrario de
Poesía
2008