Está en la página 1de 100

Editorial: Abrir los ojos y enfrentar la barbarie

Publicado el 03/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades


Para gran parte del arco político este momento es una reedición del enfrentamiento entre
las políticas neoliberales y las políticas progresistas o estatistas. Pero quizás sea el
momento final de esa oposición de políticas que abre paso a la discusión entre los
modos de organizar la sociedad, la oposición entre sistemas. Seguir con el capitalismo
que nos trajo hasta esta situación, o comenzar a marchar hacia el socialismo.

Ricardo Maldonado

Editor Responsable

¿Cuál es el problema principal?

Una de las principales razones de la peligrosidad del coronavirus es nuestro


desconocimiento. Desconocemos como fabricar una vacuna y desconocemos muchas de
sus particularidades. Por la misma razón nos preocupa desconocer que va a suceder con
nuestra vida, nuestros trabajos, nuestros ingresos, nuestro futuro. En primer lugar,
tratemos de conocer al gobierno.

La demora para tomar medidas frente a un problema que afectaba a países enteros, fue
la demora en aceptar restringir los negocios para cuidar la salud obrera, la salud de la
mayoría. “El virus no llega” decía el ministro de salud y un par de semanas más tarde el
virus ingresaba tranquilamente por Ezeiza sin que le revisen el equipaje. Si es correcto,
y lo es, que Catamarca esté en cuarentena sin haber tenido ningún caso, la espera a tener
casos al interior de nuestro país para cerrar las fronteras fue un crimen. Son
improvisados, si, pero ese no es el principal problema.

En campaña se repartió promesas a diestra y siniestra, como la altisonante de “apenas


asuma subo el 20% las jubilaciones” y apenas asumieron les pegaron un sablazo a las
mismas. O, ya durante la cuarentena, la queja a Rocca por los despidos fue seguida de la
firma inmediata de un decreto que los permite. Mienten, si, pero ese no es el principal
problema.

Decretada de manera imprevista, o sea improvisada, la cuarentena el día 20, el


miércoles 25, el primer día hábil, ningún plan previó la organización de los flujos de
acceso a la ciudad de Buenos Aires, trabajadores de salud tardan varias horas en llegar a
los trabajos. Las aglomeraciones en el pago a los jubilados vuelven a mostrarlo. En un
viernes infernal se amontona a la población de riesgo en una ruleta rusa bancaria. Luego
se les endilga permanecer atados a viejas costumbres. Al comienzo los maestros deben
ir a los colegios, pero no los niños, luego el rechazo de los docentes evidencia que esa
presencia contradice la cuarentena y se promueven clases virtuales que se hunden por la
falta de medios. No es un gobierno integrado por inoperantes, es un gobierno patronal,
eficiente, pero para servir a otra clase. Eso obliga a la ubicuidad de Fernández que, al
aparecer, como el garante de todas las correcciones, es también el responsable de todos
los fiascos. Cometen torpezas, si, pero ese no es el principal problema.

Lo mismo sucede con las compras de alimentos y barbijos, a primera vista parece un
problema de corrupción (y claramente lo es) pero más a fondo nos encontramos con la
manifestación de una manera de concebir la vida social: la vida la organiza el mercado.
¿Por qué pagan caros los gobiernos? Porque el mercado manda (“se plantaron” dijo
Arroyo) y el mercado les impone condiciones. Solo porque nos encontramos en una
situación límite, y esta vez lo usual pareció una provocación, se dio marcha atrás. Pero
nos sirvió para ver quién manda y quién obedece. Se reculó un poco, pero sin cambiar la
forma en que se organiza la vida. Son corruptos, si, pero ese no es el principal problema.

La cuarentena ha conformado en principio una gran unidad nacional para seguir al


flautista de Hamelin. Los titubeos iniciales de Fernández han quedado a cubierto con la
aparición de la pandemia, desde marzo esos malos pasos fueron disimulados por
nuestros temores: es lógico que se desee (hasta la negación) que el gobierno acierte,
porque se teme que de lo contrario nos hundiremos. No es extraño que así sea, ante una
gran amenaza la reacción inicial y natural es la unidad para enfrentarla. Toda catástrofe
genera un abroquelamiento automático. Desde el gobierno, sea el que sea, se estimula
ese sentimiento que podemos resumir en que “ahora no es el momento de críticas y
cambios”. El apoyo actual del gobierno de Fernández se debe a que, aunque tarde,
impuso una medida necesaria. Y se debe en segundo lugar a la expectativa por la
promesa de medidas que parecen aportar soluciones, pero están preparando problemas.
En tercer lugar, porque la disputas inter burguesas pasaron a un plano sordo. La del
kirchnerismo con el fernandismo, se juega en el protagonismo de Alberto contrastando
con el borramiento de Cristina. Pero, como todo sacudón profundo, la pandemia cataliza
la crisis económica de manera que se reorganizan los frentes. La burguesía argentina y
mundial se encuentra dividida en este momento entre abrir la economía y pagar el costo
humano y social, o mantener las actividades restringidas y profundizar la recesión. Los
capitalistas se ubican a uno y otro lado de esta nueva grieta, no movidos por su
sensibilidad humana, sino por las posibilidades que les ofrece cada uno de los planes.
Entre los políticos, los que cargan con conglomerados que son una bomba de tiempo
social, se inclinan a la apertura, mientras que los que se apoyan en una base socialmente
más sólida se inclinan por las restricciones. Larreta parece el vice de Alberto, y Kicillof
un disidente tibio. Las internas y algo de la vieja grieta existen, si, pero ese no es el
principal problema.

Hacer eje en la vieja grieta, en la torpeza, la corrupción o la improvisación es decir una


verdad, pero una verdad de segundo orden. Ocultan lo que realmente debemos abordar
para anticiparnos y enfrentar el futuro.

¿Entonces qué viene?

Dejemos de lado las ilusiones basadas en los cambios subjetivos. Ninguna catástrofe
cambia por si misma al conjunto social ni para un lado ni para otro. Sobre todo, porque
no son la salud ni la enfermedad las que organizan la vida social, sino la vida social la
que organiza, distribuye e, incluso, alienta o contiene, la enfermedad.

Evitemos la falsa polarización entre “esto va sacar lo mejor de nosotros” y “esto va


exponer lo peor de la humanidad”. Basta con taparse un ojo para sumarse al rebaño de
los que ven media realidad. Señalando el esfuerzo de innumerables trabajadores que
sostienen las condiciones mínimas de funcionamiento de la sociedad, en el aplauso
persistente que les brindan los vecinos, se afirma el sentimiento de comunión que es el
lado alentador de las catástrofes. U observando a los especuladores, los vecinos que
increpan o golpean a los laburantes que vuelven a sus casas porque consideran que los
ponen en riesgo, los que confunden cuarentena con vacaciones, que dan pie a los
afirman que la situación expresa el estado terminal de nuestra conciencia social. El
sueño del virus (o cualquier acontecimiento exterior) como catalizador moral, tan
profundamente religioso, es un sueño absurdo. Los malos seguirán siendo más o menos
malos, los buenos más o menos buenos, y no será el Covid-19 el que cambie el balance
general del mundo. Quizás sólo lo expone de manera más flagrante en su
funcionamiento, en sus miserias, y también en su grandeza expectante. Al salir de la
pandemia cambiarán algunas cosas, pero lo que va a cambiar no es sustancial porque lo
sustancial hay que cambiarlo. En principio, es decir a corto plazo lo que viene es más de
lo mismo; capitalismo.

Viene una continuidad del capitalismo con un estado grande y fofo, sosteniendo todo lo
que a los capitalistas no les interesa porque no da ganancias. Viene una continuidad del
capitalismo, con quitas de deudas, defaults y renegociaciones porque si no se va a poder
cobrar como se había pactado es mejor comprometernos a pagar algo al menos. Viene
una continuidad del capitalismo con unidad nacional y esfuerzo compartido. Lo que
significa que los capitalistas ganan, pero menos, mientras nosotros perdemos pero “no
tanto”. ¿Por qué no tanto? Porque eso es lo que ya sostienen en cada ocasión los
políticos burgueses. Si nos quitan un cuarto del sueldo, nos amenazan con que podíamos
haber perdido el trabajo. Si nos dejan sin trabajo nos amenazan con que podíamos
perder el plan. Si perdemos el plan podemos perder la salud…. Viene una continuidad
del capitalismo que va a poner en primer plano su elasticidad para las mutaciones
siempre que su corazón siga palpitando, siempre que una porción sustantiva de los
patrones logre seguir acumulando en este país. Viene una continuidad del capitalismo
encogido, pero a la vez más concentrado. Todo lo débil morirá y los restos, los
escombros de los burgueses más inútiles, caerán sobre nuestra cabeza. Viene una
continuidad del capitalismo con más nacionalismo que es lo mismo que decir con más
privaciones y carestía para la clase trabajadora. Cada burguesía de acuerdo a sus
posibilidades se dispone a entablar guerras comerciales en las que los ingresos obreros
serán la infantería, y morirán en el campo de batalla de la acumulación nacional. Todo
esto viene y puede que quiera quedarse. Una parte sustancial del destino de las luchas
contra lo que viene se va a dirimir en la cabeza de los trabajadores, en la independencia
que logren de los burgueses causantes del desastre.

Afirmamos que lo que viene será más de lo mismo porque todas las medidas apuntan a
eso. Todos los subsidios posibles certifican el papel y la existencia la burguesía. Pagar
los salarios de quienes no pueden hacerlo es la aceptación de que se cubre una
incapacidad de los explotadores y no una necesidad de los trabajadores. De lo contrario
simplemente se garantizaría a cada trabajador lo necesario para sobrellevar la situación,
sin pasar por la mediación de los patrones y el salvataje de sus negocios. Pero este
sistema, recordemos, se basa en mantener a la clase trabajadora impedida de cualquier
acumulación y ahorro, dependiendo obligadamente de sus explotadores. Impidiendo
disponer de recursos que les permitan elegir y negarse a ser expoliados miserablemente.
Eso es necesario para mantener los engranajes de la explotación y las ganancias.
Subsidiar a los patrones es mantener aceitados esos engranajes. Los millones que el
estado solicita a la inflación futura, es decir a la caída salarial de mañana, van a los
patrones para que mantengan sus empresas. Cuando toda la realidad cuestiona la
irracionalidad del mercado y la competencia que nos llevó a esta situación, el gobierno
reafirma esta modalidad social.
El despertar de un sueño.

Santa Teresa de Jesús afirmó que “se derraman más lágrimas por plegarias atendidas
que por las no atendidas”, eso es lo que viene para las bases ilusionadas del peronismo y
de la izquierda troskista, maoísta, guevarista. Su programa de cuestionar los pagos de la
deuda, de reivindicar el agrandamiento del estado, de subsidios y salvatajes a los
capitales más débiles (“campesinos”, “pequeños productores”, “cooperativas”,
“economías indígenas”), todo eso viene. Y combinado con la reivindicación no clasista
de las libertades individuales, para todos, combinado con una expansión sin criterio del
particularismo, la disidencia, la fragmentación que también viene. Se viene la
realización, finalmente de aquello que sirvió para constituir un frente común de parte de
la izquierda con un sector de la burguesía para enfrentar a otro sector, al que definían
como el “neoliberalismo de los especuladores, la oligarquía y los CEOs”. Décadas de
justificación del capitalismo tras la cortina de humo de combatir al “capitalismo más
salvaje y liberal”, van llegando a su fin. Así como lo que llaman “neoliberalismo” fue el
continuador natural del llamado “estado de bienestar”, el salvataje del capital mediante
el estado, subsidios, emisión -represión mediante- es la continuidad natural de ese
“neoliberalismo”. Las políticas burguesas son la adecuación táctica del capital, en cada
momento, a las acciones necesarias para su acumulación. El liberalismo se ha pegado un
tiro en la sien, hasta Milei parece peronista: admite limitar la circulación, pide emisión e
intervención del estado. La necesidad (del capital) tiene cara de hereje.

Debería ser el momento de gloria de la izquierda tradicional, de quienes han propuesto


este programa como su objetivo, como el eslabón de una transición hacia algo mejor.
Pero no. Como dijo Santa Teresa por (algunas) plegarias atendidas se derraman
lágrimas. Porque llega el momento en que gran parte del programa de la izquierda
nacionalista va a ser cumplido sin que el régimen social se modifique en un milímetro a
favor de la clase obrera y desatando un vendaval de miseria. Viene el intento de
descargar sobre la clase trabajadora los golpes más brutales, y sin embrago el estado se
va ampliar, las barreras proteccionistas van a elevarse y van a poner plata
(superdevaluada) en los bolsillos obreros.

Más adelante, la batalla política tradicional intentará ser encausada hacia lo de siempre.
Por un lado en el sector menos parasitario de la burguesía culpando al gobierno de
lastrar la inversión productiva y desalentarla, en el peronismo intentando echarle la
culpa (además de a Macri) al virus. La izquierda culpará a la inconsecuencia del
peronismo que no va tan a fondo o a algunos rasgos de las medidas que las desvirtúan.
El problema es que hoy todas las fracciones burguesas están de acuerdo en estas
medidas que mañana criticarán. Y que la izquierda troskista y nacionalista ha agitado
por años este programa al que previsiblemente tildarán de tibio e inconsecuente.

Por el contrario, para nosotros, los socialistas es una oportunidad. La de multiplicar los
esfuerzos para sacar la venda de los ojos. Es el momento de barrer en las conciencias
con las oposiciones secundarias entre populismo y neoliberalismo, corruptos y honestos,
capaces y torpes, honestos y mentirosos, más o menos Estado. Es una oportunidad para
oponer a la irracionalidad y miseria del capital, el socialismo. Porque las medias tintas
están siendo barridas en la realidad, porque la realidad de miseria que se avecina borrará
aun más las medias tintas. Éste si es el principal problema, decidir entre el socialismo o
el abismo.
Una crisis dentro de otra. El hambre frente a la pandemia
Publicado el 10/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
El hambre es una cuestión estructural del capitalismo argentino que afecta a millones de
personas. La llegada de la pandemia y el aislamiento obligatorio agravó la situación. El
Estado subsidia y contiene a la población más pobre, sin subsanar la miseria.

Sebastián Cominiello

OES-CEICS

La cuestión del hambre en la Argentina parece tener el mismo devenir que muchos otros
problemas que afectan a la clase obrera. En primer lugar, es un problema severo y
preexistente a la pandemia del coronavirus. En segundo término, la cuarentena no hizo
más que ponerlo en evidencia y agravar la situación. En este sentido, para quienes se
encuentran desocupados o en trabajos informales, la cuarentena acentúa lo que la
relación capitalista provoca normalmente: obreros que sobreviven con lo justo y que, si
no trabajan diariamente, no comen. Incluso, cuando se levante el aislamiento
probablemente el hambre y los problemas de alimentación de una parte sustantiva de la
clase obrera se muestre en forma mucho más aguda.En este artículo describimos cómo
se hallaba la Argentina al momento de la llegada de la pandemia y de qué modo el
Estado interviene para paliar la situación de indigencia de la población más pobre.

Un pasado oscuro

El problema del hambre en Argentina no es nuevo ni se está por erradicar. No tiene una
relación con tal o cual gobierno de turno. Es un problema estructural del capitalismo
argentino.La pandemia llega a la Argentina en un contexto en el cual la pobreza y la
indigencia se encuentran dentro de los niveles más elevados luego de la crisis del 2001.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), durante los últimos 13
años la cantidad de indigentes se mantuvo entre 2,5 y 3,5 millones de personas. En el
mismo período, los pobres no bajaron de 10 millones de personas promedio.
Información del segundo semestre del año 2019 indica que la población indigente se
estimó en un 8% del total. Recordemos que para el INDEC un “hogar indigente” es
aquél cuyos ingresos del conjunto de los miembros de esa unidad familiar no supera el
monto de la canasta básica alimentaria, una canasta de consumo que, como indicamos
en otros números de El Aromo, no es rica en vitaminas, proteínas ni calorías.

Por su parte, el Observatorio de la Deuda Social Argentina elabora un indicador que


vincula problemas de inseguridad alimentaria con acceso a los medicamentos, debido a
la falta de dinero u otros recursos. Según sus cálculos, durante el año 2019 un 32,2% de
la población habría padecido de estos problemas. Estamos hablando, estimativamente,
de más de 14 millones de personas en el país. De ese universo, unos 2,1 millones de
personas sufrieron subalimentación, que se define como la condición de un individuo
cuyo consumo habitual de alimentos es insuficiente para proporcionarle la cantidad de
energía alimentaria necesaria a fin de llevar una vida normal, activa y sana.
Si tenemos en cuenta las muertes registradas por desnutrición, en el año 2018
fallecieron 698 personas, según el Ministerio de Salud. Es decir, casi dos personas por
día. En los 10 años previos, la cantidad de muertos por esta causa supera los 9.000.

En otro orden, la mortalidad de los niños menores de 5 años constituye uno de los
indicadores más relevantes y sensibles para la valoración de las condiciones
socioeconómicas, de salud y calidad de vida de la clase obrera. En los registros del
Ministerio de Salud, estas muertes no se asocian oficialmente con la “desnutrición”,
pero se puede inferir, avalado por algunos estudios, que la mortalidad infantil se vincula
estrechamente con la pobreza y la indigencia. Así, por ejemplo, si un niño está
desnutrido y desemboca en otras enfermedades, como la tuberculosis, la causa del
deceso registrada es la tuberculosis. Con lo cual podemos inferir que las muertes por
desnutrición tienen, probablemente, más incidencia que la que nos muestran los
registros oficiales. Según los datos del Ministerio, en el año 2018 fallecieron 7.262
menores de 5 años. Es decir, 20 niños muertos por día.

Cuando observamos cuáles son las provincias con los mayores índices de mortalidad
infantil durante el año 2018 nos encontramos con que son las más pobres del país: en
Formosa, la mortalidad de niños menores de 5 años fue de 11,3 cada mil habitantes; en
Corrientes, 12,8; en La Rioja, 10,2; y en Tucumán, 11,2.

Como vemos, la “llegada” del coronavirus a la Argentina encuentra a la población más


pauperizada vulnerable en condiciones de indigencia y hambre, una situación de miseria
absoluta, un crimen social provocado por el capitalismo, agravada por la cuarentena.

Un presente lóbrego

Toda esta situación de crisis alimentaria se agravó a partir de la disposición del


aislamiento preventivo y obligatorio, sobre todo para los desocupados y trabajadores
informales. Estos obreros o bien no tienen fuentes de ingresos, o bien los subsidios que
perciben son insuficientes, situación que la cuarentena y la imposibilidad de ir a trabajar
agravan. Esta situación quedó expresada en el incremento gigantesco de quienes
demandan un plato o bolsón de comida, que a los pocos días de iniciada la cuarentena
pasó de 8 a 11 millones de personas. La crítica situación alimentaria también se puso de
manifiesto en las escuelas donde las partidas presupuestarias destinadas a módulos de
alimentos para los estudiantes se incrementaron tanto en provincia de Buenos Aires
como en la ciudad porteña. Frente a este escenario, ¿qué hizo el Gobierno? Más de lo
mismo: ampliar la asistencia social cada vez más degradada. Implementó algunos
programas nuevos e incrementó otros ya existentes. Aunque con un claro objetivo:
evitar la agudización de la crisis y los estallidos sociales de la sobrepoblación relativa.

Una medida que surgió a causa del aislamiento fue el programa Ingreso Familiar de
Emergencia (IFE) destinado a desocupados, trabajadores informales y monotributistas
de las primeras categorías por un monto de 10 mil pesos. El subsidio se otorga por
familia y siempre que el solicitante o algún miembro de su grupo familiar no perciban
ingresos provenientes de un trabajo en relación de dependencia público o privado, de ser
monotributista de categoría “C” o superior o del régimen de autónomos, de una
prestación de desempleo, de jubilaciones, pensiones o retiros contributivos o no
contributivos nacionales, provinciales, municipales o de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, de planes sociales, salario social complementario, Hacemos Futuro, Potenciar
Trabajo u otros programas sociales nacionales, provinciales o municipales, a excepción
de los de la AUH o Embarazo.

No bien se lanzó el subsidio IFE, casi 12 millones de personas se anotaron para


percibirlo, de los cuales ya lo recibieron 7,8 millones hasta los últimos días de abril. Es
decir, un cuarto de toda la población en Argentina solicitó 10 mil pesos para poder
sobrevivir en la cuarentena. Todo un síntoma de la crisis social que se vive en el país
desde mucho antes de la pandemia. Cabe destacar que, estos 10 mil pesos
representaban, en marzo de este año, un 74% del valor de la canasta de pobreza por
individuo y un 24% del valor de la canasta de pobreza de una familia tipo, según los
registros del INDEC.

Desde la asunción de Alberto Fernández, el Gobierno había iniciado el plan “Argentina


contra el Hambre” (tarjeta alimentaria). Este plan tiene como objetivo que los
beneficiarios puedan acceder a la compra de los alimentos y bebidas no alcohólicas que
componen la Canasta Básica de Alimentos. La tarjeta alimentaria está destinada a las
personas que cobran la Asignación Universal por Hijo (con hijas e hijos de hasta 6 años
inclusive); mujeres embarazadas a partir de los 3 meses que cobren la Asignación por
Embarazo para Protección Social; y personas con discapacidad que cobren la
Asignación Universal por Hijo, sin límite de edad. Entre los meses de diciembre de
2019 y febrero de 2020 se acreditaron un total de 922.517 tarjetas que alcanzaron a un
total de 1.765.868 destinatarios. Al 11 de marzo de este año las tarjetas acreditadas
llegaron a 1.100.000 y el plan prevé entregar más de 1.500.000, cuyo destino serían más
de 2.800.000 beneficiarios.

La tarjeta carga mensualmente 4.000 pesos a las familias perceptoras con un solo hijo
de hasta seis años y 6.000 pesos a las familias que tienen más de un hijo en la misma
franja etaria. Cabe destacar que, desde que se puso en marcha la tarjeta, en diciembre de
2019, el monto de ingreso no se modificó. Con lo cual hoy, aquellos 4 o 6 mil pesos
iniciales tienen una capacidad de compra mucho menor debido a la inflación. Además,
esos ingresos no alcanzan para mucho. En este sentido, en diciembre del año pasado
para que una persona adulta dejara de ser indigente precisaba, según las mediciones del
INDEC, unos 5.043 pesos; y en marzo de este año, unos 5.615,94. Consecuentemente,
con esos 4 o 6 mil pesos para toda una familia (de tres o de cuatro personas, según el
caso) no se llega siquiera a dejar de ser indigente.

Por su parte, los programas sociales Hacemos Futuro y Proyectos Productivos


Comunitarios del Ministerio de Desarrollo social tuvieron una bonificación durante la
cuarentena. En marzo, el ministro de desarrollo social, Daniel Arroyo, destinó un bono
de 3.000 pesos que recibieron los 560 mil beneficiarios de estos planes sociales. Cabe
destacar que los beneficiarios de estos programas perciben el 50% del salario mínimo,
vital y móvil, es decir, 8.437 pesos mensuales. Con la bonificación, la suma totaliza
11.437 pesos. Si comparamos este monto con el valor de la canasta básica de alimentos
del mes de marzo para una familia tipo (2 adultos y 2 hijos), cuyo valor se hallaba en los
17.353 pesos, observamos que el subsidio más la bonificación apenas constituyen el
66% del valor de la canasta con la que el INDEC mide la indigencia. Esto quiere decir
que el gobierno subsidia a los desocupados con migajas, incluso en cuarentena cuando
no se obtienen otros ingresos más que los que paga el Estado.
En el caso específico de la provincia de Buenos Aires, donde la situación es
particularmente grave, el 14 de abril se puso en marcha el Programa de Emergencia
Sanitaria “El Barrio Cuida al Barrio”. En este programa, grupos de promotores
comunitarios recorrerán el barrio al que pertenecen para poder realizar un
acompañamiento específico a personas en riesgo, difundir medidas preventivas,
distribuir elementos de seguridad e higiene y participar en la coordinación de la entrega
de alimentos en comedores. Este programa fue creado para que intendentes,
movimientos sociales, iglesias y sindicatos unifiquen esfuerzos con el Estado nacional
para mantener controles más estrictos del aislamiento social obligatorio, en cada barrio.
La finalidad es contener a la población más vulnerable para evitar una crisis social en el
conurbano bonaerense ante el avance del coronavirus y un potencial estallido en la zona
más pobre de la provincia de Buenos Aires. El medio utilizado: la tercerización de la
asistencia social a través de las organizaciones sociales, los sindicatos y la iglesia.

Este recorrido por los planes y las medidas que implementó el Gobierno Nacional y
Provincial hasta el momento deja claro cuál es el objetivo planteado dentro de la
situación crítica de la población argentina: paliar la crisis alimentaria para evitar
convulsiones sociales. El Estado contiene a las fracciones más pauperizadas de la clase
obrera, bien que con las limitaciones de los programas y subsidios de miseria.

Un futuro…

Como vemos, la llegada de la pandemia y la cuarentena agravaron una situación social


preexistente, situación que se pone de manifiesto en los millones de personas que
requieren una asistencia alimentaria directa. Ni siquiera estamos hablando del acceso a
la educación o la ausencia de un servicio público. Se trata de lo mínimo e indispensable
para sobrevivir: la alimentación.

Por ahora, el gobierno lanzó una serie de medidas para contener la crisis y evitar
estallidos sociales, específicamente subsidios dirigidos a la población desocupada e
informal. Sin embargo, la profundización de la miseria y la pobreza ponen al
descubierto la necesidad de trabajar y obtener mayores ingresos por parte de los obreros
en negro, los trabajadores callejeros, los vendedores ambulantes y los cartoneros, entre
otros. Es decir, aquella fracción de la clase obrera a quien la cuarentena y el aislamiento
obligatorio privó de un ingreso monetario.

Por ello, en lo inmediato, es importante dar una batalla por un Subsidio Único al
Desocupado, sobre todo en este contexto de pandemia, para evitar que la población
desocupada e informal más vulnerable deambule por las calles. Debe ser un subsidio
cuyo monto se estipule por encima de la canasta de pobreza, para que ninguna familia
desocupada padezca el hambre y encima se enferme o su vida corra peligro por salir a
trabajar.

Más allá de la cuarentena, el hambre en Argentina no es ni un recuerdo ni un problema


en vías de solucionarse. Es una cuestión estructural del capitalismo argentino. El Estado
tiene que subsidiar a una fracción cada vez más elevada de la clase obrera para que
pueda alimentarse y sobrevivir, bien que son limitaciones y serias dificultades.El
resultado es una población cada vez mayor que sufre el hambre. La salida de la
cuarentena mostrará de forma más cruda lo que ahora se encuentra solapado bajo la
limitada asistencia estatal. Sin embargo, la pregunta que se nos presenta es la misma.
¿Por qué el capitalismo argentino no pudo, ni puede, ni podrá asegurar la alimentación
de todos sus habitantes? Quizá tenga que ver con su esencia, la de garantizar la
supervivencia de una clase, la burguesía, a costa de la otra, la obrera. Quizá sea el
momento para que empecemos a cambiar el sistema y construir una sociedad socialista,
donde el hambre sea realmente cosa del pasado.

¿Dos caras de la misma moneda? Las desventuras liberales del PO y su Tendencia


siamesa en la universidad.
Publicado el 23/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
El Partido Obrero dirige el principal gremio universitario, la AGD UBA. Durante la
emergencia creada por el COVID ha mostrado una política absolutamente liberal, que
ha llevado al gremio a un enfrentamiento de hecho con los estudiantes. No se trata de
una novedad, sino de una conversión generalizada al parlamentarismo más ramplón.
Paradójicamente, o no tanto, la Tendencia no desarrolla, en la práctica, una política
demasiado diferente y se ahoga en sus propias contradicciones.

El PO y la cuarentena

Casi todos los partidos de izquierda la pifiaron fiero con la cuarentena. Rápidamente
llamaron a rechazar esa “avanzada contra los derechos civiles” y el establecimiento de
un estado de sitio “fascista”. Aunque fueron reculando, su posición siempre fue opuesta
a la defensa de la salud obrera, sosteniendo perspectivas poco menos que delirantes más
cercanas al filósofo coreano de moda que a la tradición marxista.

En la universidad esta política dio lugar a posicionamientos contradictorios, confusos y


pro-patronales. Cuando comenzó la cuarentena, el PO se opuso a las clases a distancia
en la UBA y trató de que se mantuvieran las presenciales con una simple
reprogramación. Esto se asociaba a la posición contraria a la cuarentena que
mencionamos más arriba. Pero también tiene que ver con una mirada conspiranoica
respecto de la tecnología, por la cual, en vez de aceptar las herramientas disponibles
para proseguir la enseñanza sin arriesgar nuestra salud, se especulaba respecto de
maléficos planes internacionales para privatizar la educación a través del uso de las
plataformas digitales.[1]

El PO trató de evitar las clases virtuales y promovió el inicio de clases presenciales a


inicios de junio, haciéndole el juego a Alberto y su búsqueda de pronto retorno a la
normalidad. Cuando se vio que el inicio de clases presenciales no era posible, el PO
mantuvo su oposición a las clases a distancia. Como dirección de AGD UBA, propuso
que estas clases fueran solo un “acompañamiento virtual optativo”, optativo para el
estudiante y optativo para el docente. Con lo cual, si un docente “opta” por no dar clases
ni comunicarse siquiera con sus estudiantes, estos dejan de tener opción a nada y
quedan abandonados a su suerte. Para los estudiantes no hay ninguna concesión en este
punto: a nadie se lo obliga a estudiar, razón por la cual puede “optar” en cualquier
momento por la continuidad o no de sus estudios.

Coherente con este planteo del “acompañamiento virtual optativo”, es decir del supuesto
derecho del docente a no dar clases, el PO plantea que no pueden tomarse evaluaciones
(claro, para evaluar habría que dar clases…). Para no quedar tan mal con los
estudiantes, proponen la regularización automática de todos con el solo hecho de
haberse inscripto a una materia. Este intercambio demagógico (y vergonzoso) que el PO
propone (yo cobro sin dar clases, vos regularizas sin cursar), al estudiante no le sirve.
Primero porque es una estafa y un cercenamiento de su formación. Segundo, porque
regularizar la materia en estas condiciones sin tener clases, sin conocer siquiera a sus
docentes, es de hecho lo mismo que presentarse a rendir finales libres. No es eso lo que
quieren lo estudiantes. Ellos quieren cursar, aprender, ser evaluados y aprobar sus
materias, incluso por promoción directa cuando corresponde (esto es, una cursada más
intensa en la cual, si el estudiante obtiene un promedio igual a superior a 7, no debe
rendir examen final). La propuesta del PO arrebata a los estudiantes la posibilidad de
cursar y tener promoción directa. A los docentes tampoco les sirve: quien no está
trabajando no puede reclamar por salarios o condiciones de trabajo. Por otra parte, los
transforma en blanco fácil de la crítica a la Feinmann: “vagos que no quieren trabajar”.
Esa crítica tiene mucha penetración en capas enteras de la clase obrera y, sobre todo, en
las que hoy arriesgan su vida para salvar la de otros. ¿Qué puede pensar un enfermero o
un médico que está en la primera línea de contagio, de un docente que no quiere
ocuparse de sus hijos ni siquiera a la seguridad de la distancia virtual? Es decir, la
política del PO deja a los docentes indefensos y los enemista con sus compañeros de
clase.

Como el PO sabe que su política ha despertado fuertes críticas, al inicio manejó el


gremio sin abrir canales de participación. Ante los reclamos de los docentes por la
convocatoria a asamblea, comenzó por realizarlas en sus bastiones, primero en la
Facultad de Psicología y luego en la de Sociales, postergando para la última semana de
mayo una asamblea general de toda la UBA. A la asamblea de Sociales llevaron una
propuesta que incluía esta idea de acompañamiento virtual optativo y la no toma de
exámenes. RyR argumentó y votó en contra. También votó en contra el PO Tendencia,
10 afiliados se abstuvieron y 31 votaron a favor de la propuesta del PO (se observa que
se trata de una asamblea de aparato con escasa participación de las bases).

Nosotros presentamos otra propuesta que incluía la defensa de la promocionalidad


directa y una reglamentación exhaustiva del trabajo docente a distancia durante la
emergencia, que establecía el derecho a la desconexión, actualizaba a la baja el número
de estudiantes máximo por comisión en función de las condiciones de cursada a
distancia, entre otros puntos.[2] El PO lo rechazó aduciendo que no se podía
reglamentar el trabajo a distancia porque esto implicaría reconocerlo. Es obvio que se
trata de un argumento infantil. La mayoría de los docentes universitarios está
trabajando. Salvo que el PO promueva un sabotaje a los campus de las facultades, este
es un hecho que conoce y acepta. El trabajo a distancia en la emergencia existe, que 35
docentes universitarios se opongan a reglamentarlo no le quita ni le agrega
reconocimiento, solo hará que esos miles de docentes trabajen el cuatrimestre que viene
sin las condiciones adecuadas para ello. De esta manera, tan vergonzosa expuesta en la
Asamblea de Sociales, el PO y su periferia votaron contra las promociones directas y
contra la reglamentación del trabajo a docente a distancia, mientras que el PO
Tendencia y Patria grande se abstuvieron.

La Tendencia Ni-Ni

Mención aparte merece el PO Tendencia, que careció por completo de línea. En su


intervención, Néstor Correa se limitó a pedir la solidaridad con las luchas de otros
sectores gremiales y una mayor articulación con ellos, pero nada dijo respecto a cuál
debía ser la política de AGD frente a los problemas que el gremio atraviesa. A la hora
de la votación, esta distancia frente al problema quedó aún más clara: Correa votó
contra el controvertido punto 8 de la dirección de AGD (aquel que plantea no tomar
exámenes), pero luego se abstuvo al votar la propuesta de RyR que incluía la defensa de
las promociones directas y la reglamentación de la enseñanza a distancia en la
emergencia.

Es decir, el PO Tendencia votó contra el PO oficial y luego se abstuvo a la hora de votar


las mociones de RyR. No quieren seguir la política del PO, pero no quieren avalar
nuestra propuesta, aunque, como veremos más abajo, la copian y la presentan como
propia donde pueden. ¿Por qué hacen esto? ¿Porque siguen todavía bajo la sombra de
Solano y son incapaces de plantear una política independiente? ¿Les da vergüenza
coincidir y actuar en común con RyR? En realidad, ambas fracciones están cortadas por
la misma tijera, una tijera que no puede cortar en línea recta porque hace rato que perdió
la línea. Lo que incluye a la Tendencia, por más buenas intenciones que se le puedan
reconocer.

Es así como la Tendencia vacila entre las posiciones del PO oficial y de RyR sin ser
coherente con una o con otra. Ya dimos un ejemplo. Aquí hay otro: en una nota de
Política Obrera criticaron un episodio protagonizado por la UJS oficial en la Facultad de
Veterinarias. La UJS-UVET, que dirige el Centro de Estudiantes en Veterinarias,
escrachó en redes sociales a cátedras y docentes por supuestas deficiencias en el dictado
de las clases a distancia y envió a su vez esta denuncia al decano de la Facultad. Más
carnero y patronal no se puede ser. Pero, sobre todo, más incoherente con la línea de su
propio partido no se puede ser, porque es su propio partido el que alienta esta actitud
entre los docentes. El PO Tendencia denunció, como corresponde, este hecho, pero en
su análisis se olvidó de señalar que es la propia política del PO a la que la Tendencia
adhirió hasta hace un par de semanas, la que genera esta guerra entre estudiantes y
docentes. Peor aún: la línea implícita del artículo de Política Obrera es la del PO oficial:
que los docentes hagan lo que quieran y que los estudiantes se las arreglen sin protestar.
O pretenden ser más papistas que el Papa, cuestionando al PO oficial con su propia línea
y abandonando la que la Tendencia dice ahora defender, o la Tendencia carece de toda
línea y está metida en un mar de confusiones.[3]

Algo de esto hay. Para la Tendencia no parece existir el mundo más allá de su disputa
con un aparato que la repudia y no le ofrece el menor espacio. Tiene, entonces, una
posición absolutamente parasitaria. Y esa falsa disputa (porque su contendiente no le da
cabida alguna) la lleva a esa política errática. Quiere tener una línea propia, pero no
sabe cuál. Porque para eso hay que estudiar la realidad, no solamente ver lo que dice
Solano y afirmar lo contrario. Así solo consigue seguir los zigzagueos oportunistas del
PO oficial. Y cuando quiere tener una línea que no sea una simple negación, no se
anima a defenderla públicamente o ir a fondo. Así, todo el tiempo la Tendencia borra
con el codo lo que escribe con la mano: copia la línea de RyR, pero no lo hace en forma
coherente, a cada paso recae, por acción u omisión, en la misma política del PO oficial.

Razón y Revolución defendió la cuarentena cuando toda la izquierda argentina la


criticaba. Unas cuantas semanas después, la Tendencia decide apoyar también la
cuarentena. RyR planteó que se debían dar clases a distancia y asegurar la cursada a los
estudiantes, respetando las licencias y reglamentando el trabajo a distancia durante la
emergencia. Alzamos nuestra voz en solitario contra la posición que burocráticamente
había impuesto el PO en la AGD y en CONADUH. Dimos solos el debate público y
soportamos insultos y agresiones del PO oficial. Tiempo después, de a poco, y sin
reconocerlo nunca públicamente, la Tendencia se plegó a nuestra posición. Razón y
Revolución difundió un plan para reglamentar el trabajo a distancia en la cuarentena y
un plan de emergencia para el CBC. Una semana después la Tendencia difunde un plan
similar.[4] Parece mentira, pero hasta los títulos se copian… Lo grave de este asunto no
es que la Tendencia parasite organizativamente al PO oficial y políticamente a RyR. Lo
grave es que si quieren romper con un aparato, no rompan de una buena vez. Y si están
de acuerdo con nuestra política, nos la roben impunemente en lugar de proponer
acciones en común.

Esto que vemos en la UBA no es un caso aislado. En todos los frentes donde actúa la
Tendencia se repite este mismo comportamiento errático y la misma costumbre de
apropiarse de nuestras posiciones, negándose a un trabajo común. Aclaremos algo: RyR
y la Tendencia jamás pueden formar una organización única, porque tienen programas
diferentes. Incluso si confluyéramos en una estructura común del tipo que le propusimos
al FIT en 2011, un partido con fracciones y tendencias, claramente formaríamos parte
de tendencias separadas y en disputa. Porque no tenemos el mismo programa. Pero la
acción común en frentes específicos en los que se comparten (por la vía que sea, no les
vamos a pedir el copyright…) diagnósticos y perspectivas, es un deber de todo
revolucionario si es que realmente se quiere construir una alternativa de masas. Ello no
implica la ausencia de disputa. No puede implicarlo porque RyR no es la Tendencia ni
quiere serlo. No somos nosotros los que fuimos a la Tendencia. Fue la Tendencia la que
se construyó sobre nuestra crítica al PO cuando todavía reunía en su seno a solanistas y
altamiristas y Altamira era eterno candidato. Tal vez les duela a los “tendencistas”
coincidir ahora con aquellos que hasta ayer, cuando compartían espacio con Solano,
llamaban “pequeños burgueses desclasados”. Pero la realidad es la realidad y si quieren
ser algo más que una anécdota moral en la historia de un aparato burocrático y
parlamentarista, debieran repensar unas cuantas cosas. Entre ellas, el sectarismo y la
mezquindad política.

El liberalismo como política de frentes corporativos

La agrupación de la UJS en Veterinarias escrachó a docentes por sus deficiencias en la


cursada a distancia. No se sabe de sanciones por falta a la línea “oficial” por parte de un
aparato que sabe de sanciones… Se trata un ejemplo pequeño, hay más gruesos, como
regalarle la FUBA a Cristina. ¿Por qué pasa esto? El PO no es un partido que piensa su
acción política global y la ordena de cara a la lucha más amplia por el socialismo y en
función de los intereses más generales de la clase. En este caso, esto implicaría
preservar la alianza estudiantes-docentes de cara a fortalecernos en la lucha de clases,
especialmente en la post-pandemia. Por el contrario, el PO muestra a cada paso que es
una mera federación de frentes, cada uno de los cuales se mueve con oportunismo en
función de sus propios intereses. Hace muchos años hicimos esta observación a
propósito de la actuación del PO en la SEA, el sindicato de escritores, que terminó
entregando al macrismo. Por eso el PO no puede desarrollar una política
verdaderamente clasista en la AGD: porque no desarrolla en ese ámbito una política que
exceda los mezquinos intereses de una fracción de los profesores (del mismo modo que,
librada a su acción espontánea. la UJS de Veterinarias actuó en función de intereses
mezquinos de estudiantes sin pensar en los docentes). Si cada frente se piensa desde esa
lógica, el Partido carece de política general, mucho menos una política socialista. Es una
simple colección de frentes oportunistas. La consecuencia es que alienta, en vez de
evitar, el enfrentamiento entre las distintas fracciones de la clase obrera.

El PO actuó en AGD creyendo que podía arrastrar a los estudiantes detrás de sus
posiciones. Hace años que la UJS no actúa más que como un apéndice del PO en AGD:
acompaña las luchas docentes, pero carece de todo programa específico con relación a
los estudiantes. Así es cómo, de rosqueo en rosqueo, perdió la dirección universitaria.
Pero en Veterinaria, la UJS no obedeció mansamente a los docentes del partido porque
sintió la presión de sus bases: la de los estudiantes que quieren cursar y promover, la de
los estudiantes que temen perder el año. Repetimos, el escrache a los docentes es
inaceptable, pero estas acciones ruines y este enfrentamiento entre docentes y
estudiantes es el resultado de la política del PO, cuando llama a no dar clases, no tomar
exámenes etc. etc. Es decir, cuando llama a romper la alianza histórica con los
estudiantes. Mirando su propio ombligo, los docentes del PO atacan a los estudiantes,
que responden de igual manera. Su accionar, tanto en docentes como en estudiantes,
muestra la incapacidad del PO de actuar como un partido político que fije un rumbo
para el conjunto de la clase obrera. Como muchas veces dijimos, la contracara del
reformismo del PO, es un sindicalismo ramplón, que como se vio en AGD, no excede
un corporativismo liberal y estrecho de miras. No se ve que la Tendencia, actuando
como actúa hasta ahora, sea capaz de remediar este problema, abriendo un interrogante
serio acerca de su capacidad para superar aquello que hoy ve en sus contrincantes.
Como en otros ámbitos de la vida social, la pandemia no ha generado el problema, pero
sí ha contribuido a exponerlo a los ojos de la clase obrera.

[i]Ver: Kabat, Marina: “¿Ludditas en la UBA? Errores de la vieja izquierda frente a la


pandemia”.

[iii]https://www.facebook.com/PoliticaObrera/posts/1160979734248596

[iv]https://bit.ly/3bTwvJh, nuestra propuesta puede verse en la nota 2.

Teletrabajo, pandemia y después. Contra las miradas conspirativas pesudo marxistas y


las apologías liberales.
Publicado el 17/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades

Marina Kabat – Razón y Revolución

Tan antiguo como el capitalismo

Hace ya varias décadas que comenzó a hablarse de teletrabajo para referirse al trabajo
efectuado por el obrero en su domicilio mediante el uso de la computadora. Este
fenómeno fue presentado, la mayoría de las veces, como una novedad absoluta. Sin
embargo, la realización de trabajo asalariado en el domicilio del obrero es tan antiguo
como el sistema social en que vivimos.

De hecho, las relaciones sociales capitalistas comienzan a formarse, antes de aparecer


en las grandes fábricas londinenses, en parajes rurales británicos, donde los obreros
recibían la mercadería que debían procesar para sus patrones. Este sistema fue conocido
como “putting out system” o “Verlag System”. En diferentes geografías el putting out
system asumió distintas modalidades, que fueron estudiadas por un conjunto de autores
ávidos en desentrañar su rol en la transición del feudalismo al capitalismo. En un primer
momento, el trabajador empleado bajo la modalidad del Verlag system realizaba
prácticamente el conjunto del proceso productivo. Es decir, la división del trabajo era
mínima. No existía aún una fragmentación sistemática del proceso de trabajo en
pequeñas tareas que se asignaran en forma permanente a diversos obreros. Es decir,
todavía no se había desarrollado la manufactura. El Verlag system puede considerarse
una forma de cooperación simple dislocada en términos territoriales.

Con el desarrollo de grandes talleres manufactureros (talleres donde el trabajo aun es


manual, pero que se organiza en base a una sistemática división de tareas) y luego en las
fábricas (donde el trabajo se organiza en torno a un sistema de máquinas), la forma de
realizar trabajo en domicilio de los obreros se transforma y redimensiona. La división
del trabajo en los talleres manufactureros es trasladada también al trabajo a domicilio.
Esta división de tareas facilita la expansión y perfeccionamiento de la forma salarial
típica de la manufactura y del trabajo a domicilio: el pago a destajo.

Con el pago a destajo, el empresario ahorra recursos que, de otra forma, hubiera
destinado a controlar a los obreros. Es decir, no precisa pagar capataces. A su vez, como
la paga del obrero depende de la cantidad de piezas realizadas, el mismo obrero
propende a ampliar su ritmo de trabajo. Aparece aquí el problema de la autoexplotación.
Al mismo tiempo, en el largo plazo la tendencia es a la caída del pago a destajo.[i]

Sin embargo, el costo de traslado de piezas e insumos se multiplica con la mayor escala
de producción y con la división de tareas. El trabajo domicilio tiende a concentrase
geográficamente: de la dispersión de las áreas rurales al aglutinamiento en los suburbios
urbanos más empobrecidos. Aparecen así los primeros problemas asociados al trabajo a
domicilio: el solapamiento del espacio doméstico y laboral en pequeños espacios
carente de luz y ventilación suficiente. Muchas veces distintos barrios obreros se
especializan en una actividad domiciliaria particular.

Más tarde, en las fábricas el proceso de trabajo vuelve a rearticularse. Donde las
actividades se mecanizan y automatizan por completo, el trabajo a domicilio
desaparece. Pero, allí donde tareas subsidiarias mantienen un carácter manual y ocupan,
por ende, aun mucha mano de obra, el trabajo a domicilio persiste y se transforma en el
departamento exterior de estas grandes fábricas. Tareas simples, muchas veces
manuales, que requerían mucha fuerza de trabajo eran ejecutadas de esta manera en los
suburbios urbanos. El desarrollo de la máquina de coser produjo una revolución en este
ámbito. La máquina de coser, por su naturaleza, permitía, lo que Marx, denominó un
“uso artesanal de la máquina”. Es decir, el uso de esa maquinaria, por parte del obrero
individual y, por ende, su incorporación al trabajo domiciliario.

Concentración y centralización del trabajo. Ciclos históricos.

A lo largo de la historia del capitalismo, hubo diferentes tendencias hacia la


concentración y desconcentración del trabajo: estas obedecieron a los cambios técnicos
y a la lucha de clases. En términos generales, el trabajo a domicilio ofrece ciertas
ventajas y otras tantas desventajas desde el punto de vista patronal. Las ventajas son
básicamente tres. Por un lado, el ahorro en infraestructura edificios y gastos corrientes
de su operación. Por otro lado, la dispersión de los obreros lo que debilita (sin impedir)
su organización y lucha. Esto último es la raíz de muchas características comúnmente
asociadas con el empleo a domicilio: bajos salarios, extensas jornadas, pago por parte
del obrero de gastos propios de la producción. A su vez, el trabajo domiciliario permite
la explotación de trabajo femenino, infantil y de personas que no pudieran movilizarse
hasta los talleres.

Como contrapartida, el trabajo a domicilio genera mayores gastos en el control de la


mercadería, transporte, contabilidad, por lo que, a cierta escala de producción, puede
resultar más eficiente la producción centralizada. Algunas diferencias técnicas pueden
actuar en este mismo sentido: en ciertos períodos las máquinas de coser domiciliarias
eran movidas a pedal, mientras las empleadas en los grandes talleres contaban con
suministro eléctrico, lo que generaba una ventaja productiva. El desarrollo de talleristas,
que actúan como intermediarios entre las grandes fábricas y los obreros domiciliarios
permite salvar gran parte de las desventajas que el trabajo a domicilio puede presentar
desde el punto de vista de las grandes empresas: simplifica la cuestión logística y puede
favorecer una mayor renovación técnica de la que sería posible si la fábrica contrata en
forma directa al obrero individual con su propia maquinaria. Esta tercerización permite
también a la empresa, hasta cierto punto, desligarse de problemas laborales.[ii]

En todo el mundo el trabajo a domicilio tiende a restringirse entre la década del 1940 y
1960. En algunos países llega a prohibirse esta práctica, mientras que en otros la lucha
obrera y la legislación específica sobre el sector limitan lo que hasta entonces eran sus
principales ventajas. Los salarios del trabajo a domicilio suben y las jornadas se acortan.
Por ejemplo, en la Argentina, las tarifas del trabajo a domicilio se calculan sobre la base
del salario diario del obrero que trabaja en fábrica con jornada de 8 horas y su
producción promedio, de tal manera que un trabajador domiciliario trabajando al mismo
ritmo pudiera ganar lo mismo que un obrero de fábrica con salario mensualizado. Del
mismo modo, todos los derechos del obrero fabril, como aguinaldo y vacaciones se
hacen extensivos al trabajador domiciliario. En estas condiciones, el trabajo a domicilio
pierde muchas de sus anteriores ventajas desde el punto de vista patronal por lo que aun
sin una legislación que lo prohíba, merma su importancia.

Pero, el trabajo a domicilio vuelve a expandirse desde mediados de los ’70. Ciertos
cambios técnicos y su consecuente aumento de la productividad, en los países donde la
producción se limita al mercado interno, llevan a un acortamiento de la temporada de
trabajo. Sin trabajo estable todo el año, la contratación más precaria vía trabajo a
domicilio vuelve a resultar más atractiva, especialmente en un contexto de retroceso de
la lucha de clases.

Lo viejo y lo nuevo: del trabajo a domicilio al teletrabajo.

A este nuevo ciclo de expansión del trabajo a domicilio en sus campos de acción
tradicionales abierto a mediados de los ‘70, en las últimas décadas se sumó el
denominado teletrabajo. Este no es otra cosa que el desarrollo del trabajo a domicilio a
nuevas actividades con nuevas máquinas y herramientas. Sociólogos laborales y
especialistas en relaciones laborales intentaron negar tal continuidad y presentar el
teletrabajo no solo como un fenómeno por completo nuevo, sino incluso, como el
contrario del viejo trabajo a domicilio. De tal modo, se destacó que, frente a las viejas
tareas repetitivas, descalificadas y mal pagas del antiguo trabajo a domicilio, el
teletrabajo implicaría trabajadores altamente calificados ocupados en tareas creativas y
con condiciones de empleo favorables.
Para entender la naturaleza del proceso de trabajo es necesario considerar los medios de
producción empleados. En este punto el problema central es reconocer la naturaleza de
la computadora. He aquí la cuestión más tramposa de todas: la computadora puede ser
usada como una máquina o como una herramienta. En el marco de un trabajo
intelectual, la computadora es una herramienta, pero no una máquina. Para un escritor,
un periodista, por ejemplo, la PC es la herramienta mediante la cual el obrero realiza su
trabajo: escribe busca información, etc. Pero, la tarea, sigue siendo ejecutada por el
obrero y de su destreza depende el resultado del trabajo. La computadora lo auxilia a él
y no al revés.

Pero, para ciertas tareas para las cuales se han desarrollado el software es posible
remplazar el trabajo que anteriormente desarrollaba el obrero. En ese caso, la PC opera
en el proceso productivo como una máquina. El obrero se limita a suministrar los
insumos a esa máquina para que esta trabaje y realice las operaciones que antes hacía el
obrero. La tarea principal la realiza la máquina, mientras que el obrero solo cumple una
tarea auxiliar. Esto hizo que se multiplicaran las tareas asociadas a proveer a la máquina
de sus insumos, es decir datos. La categoría laboral asociada a esta tarea, el data entry,
se masifica y es una de las principales actividades en realizarse como teletrabajo.

En muchas actividades de oficina podría decirse que nos encontramos en una etapa
transicional donde algunas tareas se han mecanizado (muchas actividades contables, por
ejemplo), pero sin llegarse a mecanizar el conjunto del proceso productivo. Nos
encontramos así en una etapa transicional denominada manufactura moderna.

Debemos recordar que la dinámica de la manufactura lleva no solo a especializar al


obrero, sino también a su herramienta. Allí donde la tarea humana sigue siendo el factor
central, los distintos programas destinados a realizar todo tipo de tareas mediante la
computadora han provisto herramientas particulares para tareas específicas, ampliando
la división de tareas y la productividad. A su vez, cabe recordar que, en la mayoría de
las ramas, el desarrollo de la manufactura habilita una mayor expansión del trabajo
domiciliario. La fragmentación de tareas favorece el pago a destajo y, por ese medio,
permite un más fácil control del trabajo realizado en el domicilio del obrero. Por tanto,
no es extraño que con una mayor división del trabajo veamos ampliarse también el
trabajo a domicilio, más cuando el mismo empleo de la computación abarata los costos
de la comunicación y reduce el tiempo que esta insume.

De todas formas, el movimiento no es unidireccional. En la medida que aparece la


mecanización como factor secundario del proceso productivo, ésta en ciertas áreas
contrarresta las tendencias a la división del trabajo propia de la manufactura. Es decir, a
la par que se dividen tareas otras se concentran. La simplificación de tareas de oficina
volvió redundante el empleo de personas asociadas a quienes se les asignaba tareas
auxiliares: el antiguo ejército de secretarias vio menguar sus números. Hoy solo puestos
de alta jerarquía son complementados por un asistente, en tanto otras categorías
laborales que antes disponían de personal auxiliar hoy carecen de esa figura de ayudante
de oficina. El mismo obrero realiza las tareas en su propio ordenador, responde su mail
y así sucesivamente. Como estas tareas pueden realizarse en mucho menor tiempo que
antes, pueden incluirse entre las tareas del obrero principal, quien ya no necesita a una
secretaria que tipee sus escritos, envíe su correo, etc.
La incorporación de la computadora en muchas actividades de servicios, ha tenido un
impacto hasta cierto punto similar al que tuvo en su momento la máquina de coser
dentro de la industria de la confección. Por una parte, la PC aparece como un nuevo
factor dentro del trabajo manufacturero. Por otra parte, su pequeña dimensión y su
posibilidad de propiedad individual ha permitido un uso “artesanal”, donde un obrero
aislado hace uso de la herramienta en su propio domicilio. Pero, al mismo, tiempo, por
su versatilidad, la computadora ha generado una multitud de otros cambios en el
proceso productivo.

La computadora tal como se la emplea hoy en día, tiene otras particularidades que han
facilitado también el trabajo a domicilio. A nivel general, su uso como medio de
comunicación a partir del desarrollo de internet. Sin embargo, aquí es central recordar
que ese aspecto, el de la comunicación es una tarea auxiliar dentro del proceso
productivo. En consecuencia, su mecanización, no determina por sí una mudanza radical
en la naturaleza misma del trabajo.[iii] Aun así, esta revolución en las comunicaciones
que implica la computación e internet no solo permite la ampliación del trabajo a
domiciliario, sino su dispersión geográfica a una escala antes imaginada. Como vimos,
en contraste con lo que ocurría en el Verlgag System en los inicios del capitalismo, el
trabajo a domicilio moderno (el que estaba asociado a una producción manufacturera o
fabril) se concentraba en las ciudades en los barrios aledaños a las fábricas y talleres.
Con la computación esto ya no es necesario. La dislocación espacial del trabajo puede
darse y efectivamente se da a escala internacional. Esto amplía en forma notoria el
mercado de trabajo al cual una empresa dada puede recurrir, incrementando así la
competencia entre los obreros lo que, de no mediar una organización sindical específica,
tiende a debilitar las condiciones de trabajo.

A nivel particular, en ciertas industrias, la computadora y maquinaria accesoria como


las impresoras, permitieron concentrar en equipos de poco tamaño y relativamente
escaso valor tareas que antes requerían herramientas más costosas. Esto ha permitido,
por ejemplo, el desarrollo del trabajo a domicilio en la rama gráfica en la cual las
diferentes mudanzas técnicas generaron sucesivas oleadas de tendencias a la
concentración y desconcentración del proceso productivo.

Volviendo al sector servicios, es interesante observar la evolución que tuvieron algunas


tareas en las que hoy se recurre al teletrabajo. La primera es el registro escrito de
conversaciones, charlas, disertaciones. Esta actividad se realizaba tradicionalmente
mediante la estenografía. La estenografía es un método de escritura rápida que permite
escribir a la misma velocidad con la que se habla, mediante el recurso de trazos breves,
abreviaturas y signos especiales. Una secretaria podía tomar nota estenográfica de una
reunión o de una carta que su jefe le dictaba y luego tipearla en la máquina de escribir.
En una empresa pequeña una misma secretaria cumpliría ambas funciones junto a varias
más, mientras que en una empresa de mayor tamaño estas tareas serían asignadas a
personas especialmente formadas y designadas a tal fin (estenógrafa, dactilógrafa,
recepcionista, telefonista, etc.), lo que da cuenta, una vez más, del carácter
manufacturero del trabajo de oficina. Hasta 1988 los bachilleratos nacionales de la
Argentina tenían dentro de su plan de estudio la materia estenografía, la cual fue
retirada, junto con el latín, a través de una modificación curricular que tuvo lugar
en1989.
Por esa misma época, una empresa de electrodomésticos publicitaba su grabador doble
casetera a través de una escena donde dos ejecutivos acompañados de sus respectivas
secretarias tenían una reunión. Una secretaria de aspecto muy formal, rígido y algo
antiguo tomaba notas estenográficas, mientras que la otra de aspecto, más joven y
moderno solo apretaba play en la grabadora. Al final de la reunión, ambos jefes
consultaban a sus secretarias por la copia de la reunión. La secretaria más tradicional
prometía el trabajo para el día siguiente a la tarde, mientras que la joven, entregaba en el
momento una casete con la copia del audio de la reunión. Efectivamente, las
grabaciones de audio, hoy incorporadas al software de las computadoras, han
mecanizado esa parte de la tarea, (el registro de lo conversado oralmente), eliminando
directamente la tarea de estenógrafos en la práctica común de oficina. En realidad, la
estenógrafa realizaba dos tareas, tomar el registro oral codificando lo que oía y dos, lo
decodificaba luego transformándolo en un texto tipeado. La primera tarea se eliminó
mediante la mecanización y la segunda se mantuvo en principio en su forma manual,
pero se simplificó pues dejó de ser necesario el conocimiento específico de estenografía
para realizarlo. Esta segunda tarea, la desgravación de audios se convirtió en una de las
actividades de realización más frecuente mediante teletrabajo. La misma magnitud del
trabajo que representaba se transformó en un estímulo para su mecanización. Sobre esta
base se crearon diferentes programas para la transcripción de audios. Por el momento, el
uso de estos programas está mayormente limitado a servicios de atención al cliente,
subtitulación de contenido y catalogación de archivos de sonido, ya que todavía
presentan déficits, centralmente la puntuación, reconocimiento de nombres propios o
vocabulario técnico. Por esto el software aun no elimina el trabajo humano en esta tarea,
ya que las transcripciones realizadas mediante estos programas deben ser revisadas por
una persona que corrija el texto. Con todo, este software representa un importante
avance de la mecanización, sobre todo si se considera los últimos desarrollos tendientes
a resolver los problemas existentes como la creación de software específico para la
transcripción de audios técnicos de ciertas especialidades, tal ocurre en la medicina.[iv]
Todo este proceso constituye un buen ejemplo de cómo avanza la mecanización de las
tareas de oficina, sin que la misma se haya completado por el momento.

El desarrollo de software específico sumado a la tecnología de la comunicación ha


afectado radicalmente otro rubro laboral. El asociado a los antiguos encuestadores. Sea
en persona o telefónicamente las encuestas eran en su mayoría realizadas en persona.
Hoy la figura del encuestador se ha visto extremadamente reducida, raleada bien por
encuestas automáticas realizadas en forma telefónica o bien por encuestas on line. El
paradigma de la actividad se ha transformado de un modo tan radical que quien era
antes el objeto de la encuesta es considerado hoy la persona que realiza el trabajo. De tal
forma uno de los principales trabajos que se demandan on line es el de “completar
encuestas”. Tradicionalmente, se captaba la atención o benevolencia de los encuestados
mediante la promesa de distintos “obsequios” que se entregaban al finalizar la encuesta.
Hoy, se mantienen los obsequios, la mayoría de las veces bajo la forma de cupones o
vouchers de compra, pero también se ofrece un pago por completar las encuestas. Este
trabajo, encabeza la lista de los portales que tratan de llamar la atención de amas casas
ofreciéndoles trabajo remunerado desde su hogar a un click de su computadora.
Efectivamente, como el encuestado autocompleta su encuesta online, realiza parte del
trabajo que antes realizaba el encuestador, en ese sentido la compensación por
completar la encuesta corresponde tanto al anterior “obsequio” como a parte del salario
que el encuestador recibía por su tarea.
Trabajo a domicilio, teletrabajo y patriarcado

El desconocimiento de la historia de los especialistas en relaciones del trabajo les hace


señalar como supuesto elemento novedoso del teletrabajo uno de los rasgos más
tradicionales del trabajo a domicilio. Se ha insistido en los supuestos beneficios para
grupos laborales que no podrían conseguir empleo de otro modo. De tal forma se ha
defendido su extensión entre mujeres y personas con algún tipo de discapacidad física.
[v]

Los argumentos para defender las supuestas ventajas del novel teletrabajo para las
mujeres son los mismos que esgrimía hace más de 100 años la iglesia católica para
defender el trabajo a domicilio. Para la iglesia, ese trabajo domicilio de la mujer era un
mal menor frente al ingreso femenino en el mundo fabril, considerado peligroso en
términos morales. Por ello, la iglesia aducía que la mujer que se empleaba a domicilio
podía complementar mejor tareas familiares y laborales. Sin embargo, históricamente la
evidencia ha tendido a mostrar lo contrario: las jornadas más extensas, salarios
inferiores, condiciones laborales que empeoran las condiciones de vida de toda la
familia: en la zona sur de la ciudad de Buenos aires, en los barrios y villas donde se
concentra la actividad de costureros que trabajan a domicilio se observa un mayor
número de casos de tuberculosis, mayor incidencia de casos infantiles de espectro
autista, accidentes laborales/domésticos infantiles (accidente donde menores de edad
son heridos por accidentes de las herramientas laborales de sus padres).

A contramano de las recomendaciones antiguas y modernas, cuando las mujeres tienen


la opción suelen elegir trabajar fuera de sus domicilios. Incluso cuando esa opción no
está disponible las mujeres han luchado para conseguirla participando masivamente en
huelgas en demanda de la concentración del trabajo en grandes talleres.[vi]

Resulta significativo que también hoy se enuncie que el teletrabajo es beneficioso para
las mujeres mientras que, como empleadas son ellas un sector que opone más resistencia
a modificar condiciones laborales previas de modo de incorporar el teletrabajo.[vii]
Ahora en la pandemia, por la desigual distribución de las tareas domésticas entre
hombres y mujeres son estas últimas quienes más sienten la sobrecarga dada por la
suma de la implementación del teletrabajo y el desarrollo de las tareas domésticas
incrementadas por la permanencia continua de todos los miembros de la familia en el
hogar y por el desarrollo de la enseñanza a distancia que requiere que los padres actúen
como maestros auxiliares.

Tele trabajo, pandemia y el fantasma de 1984

La cuarentena despertó una multitud de miedos e imaginarios distópicos. Entre ellos


destaca el temor a que la pospandemia resulte en una expansión inusitada del teletrabajo
y la flexibilidad laboral. En este punto es necesario comprender que no todo trabajo
puede ser dislocado y realizado en el domicilio de los obreros. Incluso, cuando esto es
posible no siempre puede lograrse el mismo nivel de productividad en el trabajo a
domicilio. Cabe señalar que, en Argentina, antes de decretarse la cuarentena se había
recomendado a las empresas facilitar el teletrabajo de modo de disminuir la circulación
de trabajadores en el transporte público. Esta recomendación tuvo poco eco en las
empresas y escasas consecuencias prácticas. Esto se debió a que no para todas las
empresas el teletrabajo puede resultar atractivo. Incluso, en algunos sectores como los
bancos, en ese lapso inmediatamente anterior al decreto de la cuarentena fueron los
trabajadores quienes solicitaron la implementación del teletrabajo y la patronal quien la
rechazaba. En el mismo sentido, el recurrente reclamo patronal de que se levante la
cuarentena expresa los límites actuales de las posibilidades de implementación del
teletrabajo.

En segundo lugar, cabe recordar que el teletrabajo al igual que cualquier otra modalidad
de trabajo a domicilio no implica necesariamente un trabajo flexible. Para simplificar,
hablamos de trabajo flexible en los empleos que no se rigen por un marco legal que
limite la jornada de trabajo, formas de contratación etc. Esta flexibilidad laboral bien
puede existir en trabajos presenciales y, por el contrario, puede eliminarse en los
trabajos domiciliarios (ya hemos mencionado la forma en que se limitó la jornada de
trabajo entre costureras y otros trabajadores domiciliarios en la Argentina de inicios de
los años ’40).

En el marco de la pandemia se ha extendido el teletrabajo sin que se ampliaran las


normas legales que lo regulan (una excepción en la Argentina es el convenio firmado
por los trabajadores judiciales). Ese teletrabajo se amplió a esferas donde el mismo es
poco eficiente (el caso extremo, como veremos en el próximo acápite es el de la
educación). Por tal motivo, se requiere un mayor esfuerzo laboral para logar el mismo
objetivo, esa es una de las razones de la extensión de la jornada laboral que
presenciamos hoy en día. Pero, esto se produce al mismo tiempo que se amplían las
tareas domésticas que deben realizar los trabajadores, especialmente aquellos con
menores a cargo y, en menor medida, aquellos responsables por adultos mayores. El
cierre de las escuelas implica que los niños quedan toda la jornada a cargo de sus
padres, quienes no solo deben cuidarlos sino también colaborar en su proceso de
enseñanza en una magnitud inconcebible en períodos normales.

De tal forma, la jornada laboral, el trabajo que realiza el obrero es permanentemente


interrumpido por la necesidad de efectuar estas otras tareas domésticas. Además, el
grado de concentración en la tarea disminuye, aun trabajando el obrero se vuelve menos
productivos. De tal forma, la jornada de trabajo se extiende, pero no la magnitud del
trabajo que el obrero ha realizado para la empresa. La jornada de trabajo tiene más
poros, más momentos improductivos (momentos en que el obrero no genera plusvalor).
Pese a la percepción del obrero, la intensidad del trabajo asalariado disminuye, (por lo
que para obtener el mismo resultado la jornada se prolonga).

Ahora bien, desde un punto de vista empresario esta prolongación de la jornada es


indiferente (salvo que creamos que los empresarios son seres malvados que buscan que
el obrero trabaje más horas solo para verlo sufrir). Al empresario la extensión de la
jornada laboral solo le reporta beneficios si se crea más plusvalor. En ciertas
circunstancias, como las actuales, esta extensión puede resultarles incluso
contraproducente (cuando pese a la extensión de la jornada el obrero en su domicilio no
logra realizar el trabajo que antes realizaba en la oficina en una jornada más corta). Por
esto es que resulta improbable una generalización del teletrabajo a todas las áreas de la
vida económica en la pospandemia.

Teletrabajo y educación
Antes de la pandemia la educación virtual estaba limitada centralmente a procesos de
aprendizaje individuales (clases online de idiomas, por ejemplo) o a cursos de posgrado,
en su mayoría maestrías. Previo a la cuarentena ocasionada por la expansión del
COVID, el campo de la enseñanza virtual de masas era prácticamente inexistente[viii] y
resulta muy poco probable que este se extienda una vez que la emergencia sea superada.

Para entender las limitaciones de la educación a distancia comencemos por analizar las
características del proceso de trabajo involucrado. La educación de masas funciona en
base a la cooperación simple en el nivel inicial y primario (con una división del trabajo
apenas emprionaria) y como una manufactura muy rudimentaria y escasamente
desarrollada en el nivel secundario y universitario.

Tanto el nivel inicial como el primario se basan en el trabajo simultáneo de muchos


docentes que realizan esencialmente las mismas tareas. No hay entre ellos una división
manufacturera del trabajo porque, aunque puedan dividirse las tareas, (cada maestro
enseña a un grado distinto), esta no es una asignación permanente, vitalicia del obrero.
Maestras que trabajan un año en segundo grado, al año siguiente pueden pasar a 4° o 7°.
Tanto los docentes curriculares como el personal de gabinete pedagógico introducen un
elemento manufacturero, es decir de división permanente del trabajo. Pero, tal como
está estructurado el sistema educativo, al menos en Argentina, estos constituyen un
elemento accesorio del sistema educativo, a tal punto que estas figuras docentes tienen
escasa o nula incidencia en la promoción de los niños de un nivel a otro, no tienen una
presencia igualitaria a nivel nacional y sus intereses suelen ser injustamente descuidados
por las entidades gremiales. Las principales tareas del personal directivo se relacionan
con funciones de supervisión o con tareas administrativas, en ambos casos no
contradictorias con esta naturaleza de cooperación simple del régimen de trabajo en las
escuelas primarias. Podría decirse que priman las tareas administrativas y burocráticas y
que incluso las tareas de supervisión están escasamente desarrolladas. Si bien en la letra
las potestades del personal directivo pueden ser más amplias en la realidad su capacidad
para imponer a los docentes cambios en su forma de realizar el trabajo es
extremadamente limitada. Esto se debe a lo poco que ha avanzado la modificación del
régimen de trabajo, donde el conocimiento de los obreros es central y de ahí el poder
que estos conservan. En la medida que el personal directivo desarrollara funciones
estrictamente pedagógicas diferenciadas al del resto personal docente esto implicaría la
introducción de otro componente de índole manufacturero en el proceso de trabajo.
Pero, por el momento, estas tareas en la mayoría de las escuelas aparecen
ocasionalmente como elementos subordinados a las tareas de índole burocrática que se
le exigen de hecho al personal directivo.

En contraste con la escuela primaria, los colegios secundarios tienen un perfil


manufacturero bien definido, aunque con poco desarrollo en profundidad. La enseñanza
secundaria se basa en la división manufacturera del trabajo: cada docente se especializa
en forma vitalicia en el área de conocimiento que enseña: cada una de las distintas
materias del secundario. A su vez, una serie de tareas que en el nivel primario son
realizadas por los docentes de grado (toma de asistencia, contacto con las familias de los
estudiantes, etc.), son removidas y asignadas a otra categoría laboral específica: el
preceptor. Estamos frente a un esquema manufacturero clásico. Sin embargo, el régimen
manufacturero de trabajo tiene en este ámbito un escaso desarrollo en profundidad. Hay
división vitalicia del trabajo, pero esa fragmentación de las tareas es muy acotada. El
campo de acción de un docente de una materia particular o de un preceptor sigue siendo
enorme. La cantidad de tareas diferentes involucradas, innumerable. Este escaso
desarrollo en profundidad de la división de tareas es lo que torna poco viable un sistema
de pago a destajo en la docencia.

En todos los niveles educativos del sistema educativo formal la educación reviste un
carácter manual. Incluso si se emplean computadoras, estas aparecen como herramientas
auxiliares del trabajo humano (y nunca como máquinas). Recordemos que mientras la
herramienta es conducida por el hombre y auxilia a este en la ejecución del trabajo, la
máquina realiza ella misma el trabajo, actúa en forma directa sobre la materia prima y el
obrero actúa solo como su auxiliar, suministrándole materia prima, regulando su
velocidad, etc. Por el momento, la mecanización de las actividades de enseñanza se
encuentra muy limitada: puedo darle a un niño un celular con una aplicación para que
jugando repase las tablas de multiplicación, o cierto vocabulario de un idioma. Pero,
esto no remplaza la labor del docente en la construcción del concepto de multiplicación
ni la enseñanza del idioma. El software apenas actúa como un complemento de la
enseñanza docente y, en general, está destinado a auxiliar al niño en la tarea de estudio
en su casa, en las funciones más simples y repetitivas del aprendizaje.

En la medida en que no puede por el momento introducirse una mayor división del
trabajo docente, y menos aún una mecanización, la productividad del mismo, en
términos cuantitativos, depende de cuántos estudiantes pueden ser instruidos en forma
simultánea por un mismo docente. En este punto la enseñanza presencial reviste una
gigantesca ventaja sobre la enseñanza a distancia.

La multiplicidad de interacciones que se producen en forma simultánea en una clase


presencial, por el momento no pueden reproducirse en encuentros sincrónicos online.
Por eso, cualquier enseñanza a distancia demanda más tiempo de trabajo docente. El
problema se agrava exponencialmente a medida que aumenta el número de estudiantes.
Este problema presente en todos los niveles educativos se agrava en el nivel inicial y
primaria, donde el aprendizaje a distancia solo es posible si al trabajo del docente se
añade en el hogar el trabajo de un padre que viene a cumplir la función de auxiliar
docente y colabora desde la explicación hasta en lograr la atención y disciplina mínima
necesaria del infante.

La educación a distancia de masas no es redituable a nivel del sistema educativo,


(resulta más barato y eficiente tener a los niños y docentes aprendiendo en las escuelas).
Tampoco es eficiente desde un punto de vista social (la actuación de los padres como
auxiliares docentes para sostener la educación a distancia genera un gasto suplementario
de fuerza de trabajo social). A consecuencia de esto, en este momento debido a la
emergencia, docentes y padres están desplegando una gigantesca magnitud de trabajo
social para intentar sostener el proceso educativo a distancia. En términos sociales eso
se justifica por la necesidad de continuar el proceso educativo de nuevas generaciones
en medio de la emergencia sanitaria, pero sería imposible de sostener por períodos
prolongados. Carecería de sentido desde una óptica social general y también desde una
perspectiva burguesa: ¿quién querría volver el trabajo docente menos productivo y por
ende más caro?

En consecuencia, en la educación, como en otros campos de actividad, la política


correcta es la que acepta las posibilidades que nos brinda la tecnología para proseguir la
vida social con el menor riesgo hacia nuestra salud, pero regulando su uso para que el
mismo no implique un aumento de la explotación obrera: derecho a la desconexión,
pago patronal de internet y herramientas necesarias, redefinición a la baja de tareas
máximas a realizar son algunas de las herramientas legales que podemos emplear.

El futuro no está inscripto en ningún chip de computadora. Como siempre, el resultado


dependerá de la lucha de clases. Por eso debemos pensar el camino que nos coloque en
mejores condiciones para enfrentar esa lucha. Abdicar del uso de la tecnología, tirando
el niño con el agua sucia no va a servirnos de nada. Debemos usarla para sostener
nuestras alianzas históricas, para reforzar la unidad de la clase obrera y, en el campo
educativo para sostener el vínculo con nuestros alumnos, defender su educación y
reforzar la alianza histórica de los docentes con los estudiantes y sus familias. En el
camino, debemos avanzar en una legislación que regule las condiciones del teletrabajo y
de las demandas patronales de trabajo a distancia en los trabajos presenciales (problema
que antecede en mucho a la cuarentena). Sólo así podremos enfrentar con éxito este
sistema que transforma constantemente las más valiosas creaciones de la ciencia y
técnica humana en armas para la explotación del hombre.

[i]El pago a destajo es solo una forma transmutada de pago por tiempo. La base del
cálculo es la cantidad de tiempo que lleva la realización de cada pieza. Pero al obrero
trabajar más rápido para ganar más, incentivado por el destajo, termina realizando más
piezas en el mismo tiempo y, por ende, reduciendo su valor individual.

[ii] Esto depende de cada coyuntura histórica y marco legal particular, por ejemplo, en
la Argentina la fábrica dadora de trabajo a domicilio mantiene una responsabilidad legal
solidaria respecto del obrero que ejecuta el trabajo.

[iii] Esto es lo mismo que ocurre con trabajos de plataforma. El delivery de comida no
ha cambiado su naturaleza, el trabajo es realizado principalmente por jóvenes que
andando en bicicleta transportan la mercadería desde el comercio productor al
consumidor. La única modificación se asocia a una tarea periférica, la forma cómo le es
comunicado el pedido. Lo mismo puede decirse del servicio de transporte, con el pasaje
del de taxi a uber. La tarea central sigue siendo la misma: conducir el auto, en eso solo
hay un pequeño cambio ya que el conductor no elige la ruta, sino que debe seguir la que
manda el aplicativo. A su vez, la forma en que se procesa la demanda del cliente
permite empalmar más trabajos sucesivos sin el desperdicio de tiempo laboral que
implicaba que un taxista recorriera la ciudad en búsqueda de sus potenciales clientes.
Aquí nos referimos en exclusiva al componente técnico del trabajo. Las condiciones
laborales en que ese trabajo se realiza no están determinadas por su forma técnica (no
hay nada que impida a las empresas de plataforma reconocer a sus trabajadores como
empleados en relación de dependencia), sino de la lucha de clases.

[iv]Ver: https://bit.ly/3bxPQ2o y https://invoxmedical.com/

[v] Por ejemplo, Balbinder, Martin, and Paula Maciel. «Teletrabajo para la Inclusión
Laboral de Personas con Discapacidad.» Anuario electrónico de estudios en
Comunicación Social» Disertaciones» 2.1 (2009): 208-237. Salazar, Cristian, Oliver
Rojas, and Pablo Contreras. «Teletrabajo y discapacidad en chile: perspectivas y
desafíos.» Para estos casos en el trabajo a domiciloio tradicional ver: ILO (1995)
“Home work”, Report V. 1 in International Labour Conference, 82nd Session, Geneva.
[vi]Marina Kabat y Pascucci, S. , 2011. El trabajo a domicilio como empleo precario.
Alcances y límites de la legislación que intentó regularlo en la Argentina. Temas and
Matices, 10(19), pp.119-143.Marina Kabat, trabajo a domiclio RyR 11. Kabat, Marina.
«From structural breakage to political reintegration of the working class: Relative
surplus population layers in Argentina and their involvement in the piquetero
movement.» Capital & Class 38.2 (2014): 365-384.

[vii]Madero SM, Flores R. Predictores de la disposición de trabajadores mexicanos a


aceptar el teletrabajo. Investigación y Ciencia. 2009; (43):46-52.

[viii] Una excepción parcial en Argentina es el programa adultos 200 y el programa


oportunidades, ninguno de lso dos exitoso: https://razonyrevolucion.org/el-programa-
oportunidades-y-la-farsa-educativa/

La pandemia en Venezuela. El infierno llamado chavismo


Publicado el 17/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
El 13 de marzo se conocieron los primeros casos de COVID-19 en Venezuela. Se
trataba de dos personas que habían retornado de viajes en el extranjero. El 17, el
régimen de Nicolás Maduro decretó la cuarentena a nivel nacional, que vence el 12 de
mayo, aunque desde el gobierno han avisado que se volvería a extender. A la fecha de
escribir esta nota, el gobierno de Maduro reconoce 367 casos de contagios de COVID-
19, 164 pacientes recuperados, y 10 muertes. De esta forma, Venezuela aparece entre
los países del mundo que mejor han controlada la pandemia. Sin embargo, esta situación
está lejos de ser real.

Nicolás Grimaldi

Grupo de Análisis Internacional

Números que mienten

Es difícil creer en estos números, si tenemos en cuenta la situación con la que el


régimen recibió la aparición del COVID-19. Si comenzamos por los hospitales, la
organización Médicos por la Salud, desde el 2014 realiza la Encuesta Nacional de
Hospitales, que mide la capacidad de intervención y el estado de los centros de salud
pública del país.Recientemente se han conocido los datos correspondientes al año 2019.
Uno de los indicadores tiene que ver con el desabastecimiento de medicamentos en
salas de emergencia y pabellones. Para el primer caso, el desabastecimiento fue del
49%, mientras que para las salas de pabellones, el desabastecimiento fue del 34%. Vale
aclarar que la situación era peor, pero mejoró debido al ingreso de medicamentos
distribuidos por la Organización Panamericana de la Salud, UNICEF, y la Cruz Roja.
Esta situación recrudece en los hospitales de estados fronterizos, como Bolívar, Táchira
o Zulia.

Los servicios de diagnósticos (laboratorio, rayos, ecografía, tomografías) presentaron


una inoperatividad del 50%. En el caso particular de los laboratorios, algo fundamental
para realizar los tests del COVID-19, el 45% se registró como inoperativo, el 28%
registró operatividad intermitente, y solo el 27% se mostró operativo.
El tiempo de administración de antibióticos para el tratamiento de neumonía y
meningitis en 2019 fue de 10 horas mientras que el tiempo máximo recomendado es de
4. En el caso de infartos, el tiempo de aplicación de medicamentos fue de 6 horas 42
minutos, mientras que el tiempo recomendado debía ser menos de 3 horas.

Los hospitales también han presentado dificultades en la provisión de servicios. A lo


largo del 2019, el 80% de los hospitales presentó fallas en el servicio de agua potable.
En algunos casos, se registraron fallas que hicieron que no tengan servicio de agua por
toda una semana, mientras que en otros casos afectó dos o tres días. Respecto al servicio
eléctrico, el 63% de los hospitales registró fallas. El promedio de horas de falta de
electricidad del año pasado fue de 350 horas mensuales, teniendo un pico en marzo con
el gran apagón llevando la cifra de 507 horas.

Respecto al personal de salud, la presencia de médicos en áreas de emergencia


disminuyó en un 10% a lo largo del año, cifra que en el caso de las enfermeras fue del
25%. Esto se explica por la migración constante de trabajadores de la salud, que en la
última década alcanzó a los 30.000 trabajadores del sector que han abandonado sus
puestos de trabajos. Respecto a camas, en pabellones comunes la inoperatividad es del
51%, mientras que en emergencias la inoperatividad de camas es del 55%. Este índice a
comienzos del 2019 era del 65%, y mejoró debido al pasaje de camas de pabellones a
las salas de emergencia.

Respecto a rebrotes epidemiológicos, aunque que el gobierno ha dejado de publicar el


boletín de epidemias desde el 2016, se registraron rebrotes importantes de difteria,
sarampión, fiebres hemorrágicas, y tuberculosis. El régimen también es incapaz de
garantizar la seguridad de los trabajadores de salud: 33 hospitales registraron 662
agresiones por parte de familiares al personal de salud, 13 hospitales registraron 164
eventos de agresión por parte del personal de seguridad, 30 hospitales registraron 490
robos, y 12 hospitales registraron 158 agresiones al personal de salud, pacientes, o
familiares, por parte de grupos paramilitares. Finalmente, Venezuela cuenta con 102
respiradores[1], la mitad de ellos ubicados en Caracas.

A esta situación del sistema de salud, se suma otro elemento más que tiene que ver con
las condiciones de vida de pauperización absoluta que sufre la clase obrera. El salario
mensual se ubica en 5 dólares, para aquellos que tienen la suerte de tener empleo, ya
que la desocupación es del 50%. Sin embargo, del 50% que sí está empleado, un 60% lo
hace en la informalidad. Esto derivó en que la pobreza se ubique en 74% y la indigencia
en 66%. Por eso, según el último informe de la ONU, Venezuela hoy es la cuarta peor
crisis alimentaria del mundo con 9.3 millones, casi un tercio de la población, con
inseguridad alimentaria. El 59,6% tiene seguridad alimentaria marginal y precaria, y
solo un 7,7% de la población, cerca de 2 millones, se alimentan de manera adecuada y
oportuna. Situación que se ve agravada por la escasez de gasolina, debido a la parálisis
de PDVSA, dificultado el acceso a alimentos, medicamentos, y el trabajo de los obreros
del sector informal.

Esto obviamente impide el desarrollo de cualquier cuarentena ya que la clase obrera


tiene que salir a buscar alimentos, a intentar trabajar en el mercado informal, o hacer
largas colas por horas para conseguir gasolina. A esta situación se suma el crecimiento
del crimen, donde las bandas se disputan a tiro limpio el control del territorio, como
ocurrió en Petare con balaceras durante cuatro noches seguidas. Allí, el viernes 8 de
mayo, fuerzas de las FAES se adentraron en el barrio y ajusticiaron a Brian Cedeño,
deportista que vivía en la zona 6 de barrio José Félix Rivas.

Lo que vemos, es que el gobierno está incapacitado para poder sobrellevar la situación
del COVID-19. No posee un sistema de salud como para responder al crecimiento de la
pandemia, tampoco tiene una capacidad de diagnóstico. Según la Oficina de Ayuda
Humanitaria de Naciones Unidas (Ocha) realiza solo 90 tests por día. Por eso, los
números oficiales del gobierno son pocos creíbles, más allá de contar con una “ventaja”
de tener poca frecuencia de vuelos diarios, solo tenía 9 vuelos semanales a Europa
contra 50 de Colombia, lo cual pudo haber retrasado la llegada de los llamados “casos
importados”. En realidad, el régimen no está preparado para garantizar una calidad de
vida mínima para la clase obrera con o sin pandemia.

Los muertos del chavismo

Desde la llegada de la pandemia, el gobierno ha cometido diferentes crímenes contra la


clase obrera, incluyendo el asesinato. El 23 de abril, se produjeron saqueos en al menos
tresestados del país: Bolívar, Monagas y Sucre. En la localidad de Upata, Bolívar, la
policía del municipio de Piar, gobernada por la alcaldesa chavista Yulisbeth García,
reprimió y asesinó a Charlis Antonio Nuñez Palma, de 29 años de edad. También fueron
heridos KelvínMaurera, de 23 años, y Samuel Candurín, de 15, siendo detenidas
también 33 personas. Los manifestantes escribieron en el asfalto “Murió por Hambre.
Polipiar” responsabilizando al gobierno de la muerte de Nuñez. A lo largo del 2019 ya
se habían registrado 373 saqueos. Solo en el mes de marzo de este año, se habían
registrado 13 intentos de saqueos y 580 protestas, la mayoría de ellos reclamando por la
falta de servicios básicos.[2]

La segunda muerte se produjo el lunes 4 de mayo, en el estado de Mérida, durante


unamovilización contra los cortes eléctricos. La protesta se replicó por otros estados del
país a través de cacerolazos. Obviamente, el gobierno alegó un “sabotaje”, aunque el
problema de los cortes eléctricos es ya un hecho común en la vida venezolana.En la
protesta que se realizó en la localidad de “El Campito”, supuestos “desconocidos”
realizaron disparos contra la manifestación, dando muerte a Rafael Hernández, de 21
años y estudiante de la Universidad de Los Andes. Fue trasladado al Instituto Autónomo
Hospital Universitario de Los Andes, aunque llegó allí sin signos vitales.

El régimen también persiguió a los trabajadores que se expresaron en contra por las
redes sociales. Desde el inicio de la pandemia, han sido detenidos y/o procesados Ruben
Duarte (médico de Táchira que denunció la falta de insumos), Carlos Carmona, Julio
Molina, Magalys Mendoza (Monagas, trabajadores de la salud que denunciaron la
situación de los hospitales), Alfredo Chirinos y Aryenis Torrealba (trabajadores de
PDVSA, acusados de difundir información de la situación de la industria petrolera),
Darvinson Rojas (periodista, acusado por difundir información sobre el COVID-19),
Javier Vivas Santana (Prof universitario, acusado por difundir información sobre el
COVID-19 y la GNB), Josue Ortega, Elio Mendoza (trabajador SIDOR, detenidos por
difundir información), Henderson Maldonado (detenido por difundir información de
una protesta de pacientes de un hospital), Tenia Rodriguez (Ferrominera, arrestada por
difundir un mensaje contra Cilia Flores, esposa de Maduro), Fernando Antonio Marcano
Ferrer (por expresarse en contra de la política de Maduro frente al COVID-19).
La crisis política

A este panorama político, se agrega un elemento más. Desde el 20 de abril a la fecha, el


régimen enfrentó dos pequeñas rebeliones militares. La primera de ellas, se produjo en
la madrugada del lunes 20 de abril, cuando un grupo de capitanes intentó tomar por
asalto el destacamento 441 de la Guardia Nacional Bolivariana ubicado en Puerto
Morocha, en el estado de Miranda, para luego tomar el Centro de Procesados Militares
de Ramo Verde y liberar a los presos militares para marchar a Caracas. El régimen, a
través de la Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM) desarticuló la intentona
rápidamente. Quedaron detenidos cinco capitanes de la GNB, y también trasladaron de
Ramo Verde a un capitán y dos coroneles.

El 3 de mayo, volvió a denunciarse un levantamiento, esta vez un desembarco marítimo


en la localidad de Macuto en el estado de La Guaira. En esta ocasión, fueron las FAES
quienes reprimieron ese levantamiento, dejando el saldo de 8 muertos y 16 detenidos.
Entre los detenidos se encontraban Adolfo Baduel, hijo de Raúl Baduel el militar que
lideró la restitución de Chávez en 2002 pero que luego se enfrentó y aún hoy está preso,
y los estadounidenses Luke Alexander Denman y Airan Berry, dos ex boinas verdes.
Como los organizadores militares de la incursión, participaron Javier Nieto Quintero,
Capitán retirado del Ejército venezolano, y Jordan Goudreau. Este último es un
canadiense ex boina verde, quien aseguró que su empresa de seguridad, Silvercorp
USA, fue contratada por Guaidó para derrocar a Maduro, a cambio de 250 millones de
dólares. Como parte de la estrategia, reclutó a miembros de la Guardia Nacional que
desertaron y se encontraban en Colombia. El mercenario, dijo que Guaidó y la
oposición incumplieron con la primera parte del pago, aunque igualmente él decidió
avanzar con la operación denominada “Gedeón”. Guaidó obviamente rechazó las
acusaciones. Hay que recordar que en marzo pasado, el ex general y funcionario
chavista, Cliver Alcalá, que se entregó en EE.UU acusado de narcotráfico, señaló a
Guaidó como el responsable de haber encargado un cargamento de armas para ingresar
a Venezuela. Esto también fue negado por Guaidó.

Esta situación, bastó para que el partido Venceremos, de Argentina, llame a rechazar
una “nueva” injerencia imperialista, mientras que la Liga de Trabajadores por el
Socialismo sostuvo que “enfrentamos las políticas antiobreras y represivas del gobierno
de Maduro y las FF.AA., somos al mismo tiempo férreamente defensores de la
soberanía nacional contra las agresiones del imperialismo estadounidense, máximo
representante de la reacción capitalista, la rapiña imperialista y los intentos de
sometimiento de naciones y pueblos enteros”.

Como siempre, terminan convocando a repudiar al imperialismo sin hacer lo mismo con
Nicolás Maduro. Olvidan que una parte de la burguesía nacional financió, aunque ahora
lo nieguen, este desembarco.

Lo cierto es que el régimen ha utilizado esta situación para hacer propaganda política y
blindarse. Denunció la existencia de un plan para invadir al país por parte del
imperialismo y el lunes por la madrugada activó la segunda fase del operativo “Escudo
Bolivariano 2020” donde se anuncian operaciones con más de 25 mil hombres en todo
el país para la lucha “contra el terrorismo”. Con esa excusa, el gobierno militarizó la
ciudad de La Carora, en Lara, cuando se estaban comenzando a desarrollar protestas
contra los cortes en los servicios.
De pandemias y revoluciones

El COVID-19 nos da una nueva muestra de la descomposición política y social de


Venezuela. El chavismo no consigue garantizar las mínimas condiciones de vida de los
obreros. La oposición, que no pudo sacar al chavismo en las calles, recurre a
mecanismos aventureros y lúmpenes como en Macuto. El Estado, el núcleo central de la
dominación burguesa, es hoy un campo de batalla entre militares oficialistas y
desertores, o entre los propios poderes públicos.

En el medio, la clase obrera se mueve, buscando resolver lo más esencial para vivir,
como agua, luz, y alimentos. La dictadura descompuesta de Maduro responde
asesinándolos. No pasará el tiempo para que veamos nuevamente movilizaciones
masivas por las calles venezolanas. Para entonces, las consignas tienen que ser claras:
¡Fuera Maduro!, ¡Fuera la Asamblea Nacional!, ¡Por una Asamblea Nacional de
Trabajadores!

Brasil, ¿un espejo?


Publicado el 10/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
En el marco de una crisis política que parece no tener fin, la estrategia Bolsnaro está
haciendo estragos en Brasil. El sistema de salud está operando al límite de sus
capacidades, en tanto que el personal político solo intenta salvar su pellejo y los
empresarios apenas se preocupan por sus bolsillos. Como sus antecesores del PT,
Bolsonaro está aislado, es acusado de corrupción y acusa a los medios y a la Justicia. En
el medio, los trabajadores se empobrecen y mueren.

Martín Pezzarini

Grupo de Análisis Internacional

La situación social y sanitaria

La expansión del coronavirus ha puesto de manifiesto las condiciones en las que se


encuentra Brasil para responder una situación de emergencia. Lejos de constituir una
novedad, el conjunto de problemas que salieron a la luz tiene una larga historia y
demuestra el desinterés de los diferentes gobiernos por la salud de los trabajadores y por
sus condiciones generales de vida.

En primer lugar, cabe destacar algunos aspectos ligados al mercado de trabajo.En la


última década, Brasil sostuvo un 40% de la población ocupada en condiciones de
informalidad. Ello significa, entre otras cosas, menos ingresos, más trabajo y ausencia
de derechos elementales, como la jubilación o las licencias remuneradas. Además, una
porción enorme de los trabajadores percibe ingresos extremadamente bajos. De acuerdo
con el Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos
(DIEESE), en los últimos diez años, el salario mínimo legal fue cuatro veces inferior a
lo que se necesita para cubrir la canasta básica de alimento. En enero del 2009, por
ejemplo, durante la segunda presidencia de Lula da Silva, el precio de la canasta básica
era de R$ 2.077, mientras que el salario mínimo llegaba a R$ 415, apenas el 20% de lo
necesario.Y el panorama es peor aún para quienes se encuentran en la informalidad,
puesto que pueden percibir ingresos inferiores a ese salario mínimo.

En segundo término, vale advertir que esta situación encuentra su correlato en las
condiciones de vida de la clase obrera, tal como lo registra el propio Instituto Brasileño
de Geografía y Estadística (IBGE). Pese a todos los artilugios que se emplean para tapar
la realidad, este organismo termina reconociendo que Brasil tiene más de 50 millones de
personas bajo la línea pobreza (25% de la población total). A ello se añade la falta de
acceso a servicios esenciales. En 2018, alrededor de 30 millones de personas (15% de la
población) no tenían acceso al servicio de agua corriente y 70 millones (36%) al de
cloacas. Y como si ello fuera poco, las condiciones se agravan en ciertos Estados,
especialmente los que se ubican en las regiones Norte y Nordeste. En Bahía, por
ejemplo, Estado gobernado por el PT desde hace 13 años, en 2018 se registró un 57%
de informalidad, 43% de pobreza y 45% de la población sin cloacas.

En síntesis, todos estos indicadores demuestran que una capa importante de la clase
obrera brasileña trabaja mucho, cobra poco y vive mal, muy mal. Estas condiciones
dificultan (o directamente impiden) la implementación de las medidas de higiene que
son elementales para evitar la propagación del virus. Y como se ha mencionado más
arriba, el problema no se originó con la llegada del supuesto “neoliberalismo” ni con la
de Jair Bolsonaro. Tiene muchos años más y ningún gobierno se ha interesado en
resolverlo.

Por su parte, la expansión del coronavirus también ha puesto en evidencia las


capacidades limitadas del sistema de salud. Un estudio publicado en las últimas
semanas revela que Brasil no cuenta con la cantidad y la distribución adecuada de
camas de terapia intensiva, indispensable para brindar atención a los pacientes más
delicados. En todo el país se registraron 41.311 unidades de este tipo, 51%
pertenecientes al sistema privado y 49% al público. Dado el tamaño de la población
brasileña, esta cantidad parecería ajustarse a las recomendaciones de las Organización
Mundial de la Salud (OMS). No obstante, solo el 30% de la población accede al servicio
privado de salud, en tanto que 70% restante se atiende en el público. En una situación de
emergencia como la de hoy, estas condicionesconducen a que la capacidad del sistema
estatal de salud se vea saturada, y a que, en consecuencia, muchas personas pierdan su
vida.

Otro aspecto importante para considerar refiere a la cantidad de camas hospitalarias.


Esta dimensión permite examinar la actual capacidad del sistema de salud, al tiempo
que constata el progresivo deterioro al que está sometido. En efecto, en las últimas
cuatro décadas, el total de camas hospitalarias disminuyó notablemente. Y dado que la
población brasileña tuvo un crecimiento constante, la cantidad de unidades disponibles
se redujo en relación con la masa de habitantes. Entre 1976 y 2002, el sistema de salud
brasileño pasó de 4 a 2,7 camas hospitalarias cada 1.000 habitantes.

Vinieron luego los años de Lula y Dilma y en el año 2019, luego de profundizar su
caída, el indicador se ubicó en 1,9. Este elemento puede estar augurando un futuro
inmediato desastroso. En países como Italia y España, donde la expansión de la
enfermedad hizo estragos y el sistema de salud colapsó, se registran 3 camas
hospitalarias cada 1.000 habitantes, una cantidad notablemente superior a la que se
observa en Brasil. Y como si ello fuera poco, el panorama es aún más oscuro para
nuestros vecinos, puesto que allí solo el 36% de las camas pertenecen al sector públicos,
donde vimos que se atiende la mayor parte de la población.

Todos los elementos que se han examinado configuran un terreno propicio para que la
expansión del coronavirus sea rápida, al tiempo que sus efectos adversos se redoblen.
Lamentablemente, este hecho ya se comprueba y su final está lejos de vislumbrase en el
corto plazo. Al contrario,la cantidad de contagios y de muertes provocadas por
coronavirus aumenta significativamente todos los días. En el momento en el que
escribimos esta nota, Brasil se encuentra en el puesto 11 de los países con mayor
cantidad de infectados, registrando 66.501 casos confirmados y 4.543 muertes. Además,
no faltan quienes acusan una importante subestimación en estas cifras. Dada la cantidad
de pruebas que se realizan por día, se estima que los números reales de infectados y
muertos son superiores a los que se notifican de manera oficial. En Manaus, por
ejemplo, capital del Estado de Amazonas, el cementerio público «Nossa Senhora
Aparecida» pasó de 30 a 100 entierros por día, lo cual condujo a que las autoridades
decidieron iniciar la excavación de fosas comunes. Con todo, pese a que la cantidad de
entierros se multiplicara en esta ciudad, la Secretaría Estadual de Salud solo reconoce
256 muertes causadas por la enfermedad.

Hasta ahora, la región más afectada es el Sudeste, que registra 33.022 casos
confirmados y 2.621 muertes. En ese territorio se encuentra el Estado más golpeado de
Brasil, San Pablo, que alcanza 16.740 casos confirmados y 1.345 muertes. Río de
Janeiro, Ceará, Pernambuco y Amazonas atraviesan una situación igualmente
preocupante. En conjunto, los 5 distritos mencionados concentran el 69% de los casos y
el 81% de las muertes a nivel nacional. En estos y otros Estados, la ocupación de camas
de terapia intensiva va llegando a su límite. En Ceará, por ejemplo, dado el agotamiento
de lugares en este tipo de unidades, se elaboró una lista de pacientes graves que esperan
la liberación de plazas para recibir la atención adecuada. El colapso del sistema de salud
ya se percibe.

La crisis política

Hace poco más de un mes, los 27 gobernadores brasileños decidían implantar la


cuarentena en sus respectivos Estados. La decisión provocó una tensión importante con
el Gobierno Federal, puesto que Bolsonaro niega el peligro que supone la enfermedad y
solo manifiesta preocupación por el futuro desempeño de la economía. Mientras su
ministro de salud (Luiz Henrique Mandetta) defendía el aislamiento impuesto por las
autoridades estaduales, Bolsonaro se oponía obstinadamente a la medida. Poco tiempo
después, pese a la aprobación general con la que contaba Mandetta, Bolsonaro lo
desplazó de su cargo y nombró en su lugar a Nelson Teich, quien no tardó en anunciar
que el gobierno prepara un plan para relajar las medidas de distanciamiento social.

La posición del presidente encuentra una explicación en dos elementos íntimamente


relacionados. En primer término, por las elecciones que celebrarán el 4 octubre para
escoger a los prefectos, vice prefectos y concejales de los 5.568 municipios de Brasil.
Este evento marca la agenda política de Bolsonaro, incluso antes de la llegada del
coronavirus al país. El presidente ya había manifestado su preocupación por las
elecciones y, en ese sentido, presionaba al ministro de economía para que la actividad se
mejorara antes de los comicios. Además, el ex militar tampoco pierde de vista las
elecciones presidenciales del año 2022. Bolsonaro se separó recientemente del Partido
Social Liberal (PSL), la organización que lo llevó al poder, y como si ello fuera poco, su
enfrentamiento con el gobernador de San Pablo (João Doria) anuncia la emergencia un
importante rival. Sin apoyo partidario y con un poderoso enemigo en frente, el
presidente no tiene buenas perspectivas de reelección.

A esta ecuación hay que añadir un segundo elemento, la situación económica. El


posicionamiento público de Bolsonaro busca descargar la responsabilidad de la recesión
sobre el resto de la dirigencia política, especialmente los gobernadores. De ahí su
enfrentamiento con las autoridades estaduales y la consecuente ruptura con su antiguo
aliado Ronaldo Caiado, actual gobernador de Goiás, quien señaló “no puedo admitir que
ahora venga un presidente de la República a lavarse las manos y responsabilizar a los
demás por el colapso económico o por la falta de empleos que pueda acontecer en el
futuro”.

Desde el inicio de su mandato, Bolsonaro se ha mostrado dispuesto a impulsar las


principales medidas que reclama la burguesía brasileña, sobre todo la fracción
representada por la Confederación Nacional de la Industria (CNI) y la poderosa
Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP). En la actualidad, estas
entidades manifiestan su apoyo al presidente y reconocen su gestión de la crisis, aunque
siguen reclamando la imposición de ciertas políticas. En efecto, el 23 de abril, la CNI
publicó un documento detallando las medidas que considera pertinentes para que el
sector privado pueda superar la crisis económica. Por un lado, reconoce los esfuerzos
del Banco Central por aumentar la oferta de crédito público, pero señala que el dinero
no llega a las empresas porque es retenido por los distintos agentes financieros. Frente a
esta circunstancia, la industria le exige al gobierno que asuma mayores riesgos
interviniendo a través del Tesoro Nacional y del Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social (BNDES). Además, otro punto importante del documento está
vinculado a la recaudación tributaria. La CNI solicita que el gobierno facilite el pago de
impuestos, postergando los vencimientos, ofreciendo planes flexibles o directamente
cancelando las obligaciones.

Cabe recordar que, mediante la Medida Provisoria N° 936, el gobierno autorizó el


recorte de salarios y jornadas laborales por un plazo de 90 días, comprometiéndose a
compensar parcialmente la pérdida de ingreso de los trabajadores. En concreto, esta
decisión busca ahorrar gastos al sector privado, facilitando despidos y suspensiones. La
CNI reconoce la medida del gobierno, así como la reducción de la tasa de interés y el
aumento de liquidez en el mercado financiero. Sin embargo, como hemos señalado, su
apoyo no es incondicional, depende de la capacidad que muestre Bolsonaro para
afrontar la crisis e implementar las medidas que les son dictadas. Y esta tarea no será
nada fácil, puesto que el futuro inmediato está lejos de ser alentador. En 2020, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) pronostica una contracción del 5,3% del PBI, lo cual
afectará negativamente la recaudación fiscal, el nivel general de los salarios y la tasa de
desempleo, que hoy ya afecta a 11,6 millones de personas. Garantizar estabilidad
política en un escenario semejante es prácticamente imposible.

En las últimas semanas, el aislamiento de Bolsonaro no ha dejado de profundizarse. El


presidente cuenta con el apoyo de la burguesía, pero se sostiene en un equilibrio político
muy frágil. Primero se enfrentó con casi todos los gobernadores, incluso con aquellos
que alguna vez le dieron su apoyo, como Wilson Witzel de Río de Janeiro o João Doria
de San Pablo. Luego, la crisis política estalló dentro de su propio gabinete y terminó con
el desplazamiento del ministro de salud, Luiz Henrique Mandetta. Las disputas
encontraron eco en el Congreso y en el Supremo Tribunal Federal (STF), cuyas
principales representantes se posicionaban a favor del ministro depuesto. En este marco,
el presidente radicalizó sus polémicos posicionamientos públicos con el objetivo de
consolidar el núcleo de su base electoral (alrededor del 30%). Sus esfuerzos por
presentarse como alguien distinto y alejado de la corrupción le han permitido alcanzar la
presidencia en el 2018. Este es el discurso que está intentando reforzar hoy. No
obstante, dado que también necesita el apoyo de los partidos que supuestamente
denosta, al mismo tiempo reparte cargosy establece negociaciones con el propósito de
fortalecer su posición en el Congreso. Las recientes reuniones con los referentes
delCentrão – un grupo de pequeños partidos tradicionales muy salpicados por casos de
corrupción, pero con importante presencia en el parlamento- deben ser leídas en ese
sentido.

Con todo, esta contradictoria estrategia parece tener poco vuelo. El 24 de abril, el
entonces Ministro de Justicia y Seguridad, Sergio Moro, renunció a su cargo e hizo
pública su disputa con el presidente. Bolsonaro intervino la Policía Federal con el
objetivo de controlar las investigaciones que involucran a su hijo y evitar el impacto que
ello tendría sobre su imagen política. Moro no estaba dispuesto a tolerar la maniobra
porque imponía un límite a su poder, así que decidió abandonar el cargo. Este episodio
supuso un duro golpe contra el gobierno. Al ser el exponente de la operación judicial
Lava Jato, la cual arrojó luz sobre los esquemas de sobornos que atraviesan a todo el
personal político brasileño, Moro constituía el principal sustento del discurso
anticorrupción del presidente. Además, el exministro goza de un importante apoyo en el
electorado. Sin duda alguna, su salida del gobierno debilita a Bolsonaro y profundiza su
aislamiento.

En este este contexto, el principal soporte del presidente es su propio gabinete,


especialmente el grupo de exmilitares y el ministro de economía, Paulo Guedes. Pero
este apoyo también es frágil. En las últimas semanas se abrió una disputa entre el equipo
de Guedes y los exmilitares que impulsan el proyecto Pro-Brasil, con el cual se busca
dar impulso a la economía mediante el lanzamiento de obras públicas. El ministro
declaró públicamente que el Estado no están en condiciones de afrontar los gastos y, de
este modo, abrió una nueva fisura dentro del propio gobierno.

Por su parte, la oposición aprovecha la oportunidad para articularse e intentar desplazar


a Bolsonaro. Las organizaciones que acompañan al PT en esta iniciativa, como el
Partido Democrático Laborista (PDT), el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y el
Partido Socialismo y Libertad (PSOL), buscan sumar el apoyo de otros agrupamientos
con presencia en el Congreso, como el tradicional Partido de la Social Democracia
Brasileña (PSDB), Demócratas (DEM), Ciudadanía y Partido Nuevo. En caso de que
lograran alinearse, Bolsonaro tiene grandes posibilidades de terminar su mandato antes
de tiempo. Y una pieza clave en esta jugada es la presidencia de la Cámara de
Diputados, pues allí se autoriza la tramitación de un eventual impeachment. Hasta
febrero del próximo año, este lugar será ocupado por Rodrigo Maia, quien no parece
dispuesto a iniciar un juicio político contra Bolsonaro, aunque sus relaciones con el
presidente son cada vez más tirantes.
La posibilidad de que Bolsonaro sea desplazado profundiza la crisis política en Brasil.
El presidente ha mostrado no tener ningún interés en la salud de los trabajadores. En
medio del agravamiento de la situación sanitaria, solo se ha preocupado por las
demandas de las entidades patronales, haciendo lo posible para garantizar sus negocios.
Lo mismo ya han demostrado algunos gobernadores, quienes evalúan levantar
gradualmente la cuarentena. Aunque la propagación de la enfermedad no se ha detenido
y la situación se encuentre fuera de control, al menos siete Estados ya habrían relajado
las medias de aislamiento social: Rio Grande del Sur, Santa Catarina, Goiás, Espírito
Santo, Paraíba, Sergipe y Tocatins. En el Estado de San Pablo, pese a la enorme
cantidad de casos, el gobernador João Doria anunció la flexibilización de la cuarentena
a partir del 11 mayo. Por su parte, la oposición encabezada por el PT busca aprovechar
el momento para quitarse de encima a Bolsonaro ¿Le interesa la salud de los
trabajadores? Claro que no. Si así fuera, lo hubieran demostrado durante sus años de
gestión, cuando solo se dedicaron a robar y administrar la miseria. Su jugada es una
simple muestra de oportunismo. Todos ellos solo protegen los intereses de un puñado de
burgueses, al tiempo que intentan sortear los costos de una crisis que amenaza con
derribar al conjunto del régimen. Han pasado militares, desarrollistas, liberales,
socialdemócratas, progresistas, laboristas y nada ha cambiado. En el medio, la clase
obrera se empobrece, enferma y muere. Es tiempo de que termine con todos esos
parásitos y tome las riendas de sus propias vidas.

¿Está preparada Venezuela para enfrentar la pandemia del Covid-19?


Publicado el 31/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
Las condiciones reales de Venezuela para enfrentar la expansión de la enfermedad

Wladimir Abreu – Profesor de historia

Para el 25 de mayo de 2020, Venezuela reportó 1.177 casos confirmados de Covid-19.


Del pasado 13 de marzo hasta el 18 de mayo el crecimiento del contagio en el país fue
lento pero sostenido, marcándose a partir de allí un crecimiento exponencial del virus.

En Venezuela, desde la presidencia de Hugo Chávez y acentuado aún más en la gestión


de Nicolás Maduro, los datos estadísticos han sido un dolor de cabeza gubernamental,
por lo que el ocultamiento y la manipulación de las cifras oficiales se ha convertido en
un componente habitual de la política de Estado.

El Gobierno, el 25 de mayo, a través del vicepresidente sectorial para Comunicación,


Cultura y Turismo, Jorge Rodríguez, afirmó que hasta la fecha se habían realizado
“832.526 pruebas diagnósticas de Covid-19, lo que equivale a 27.751 pruebas por
millón de habitantes”.

Sin embargo, el informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de


Asuntos Humanitarios (OCHA), del 22 de mayo, muestra una singular arista: “Hasta el
21 de mayo, las autoridades han reportado haber realizado un total de 697.691 pruebas
de diagnóstico de Covid-19, de las cuales se estima, según el último dato disponible,
que unas 16.577 son pruebas PCR”, es decir, del total de pruebas realizadas sólo el
2,3% tiene validez efectiva para detectar el virus.
Según el mismo informe de la OCHA, el laboratorio del Instituto Nacional de Higiene
Rafael Rangel, dependiente del Ministerio de Salud, en medio de la pandemia apenas ha
incrementado su capacidad de 100 a 600 pruebas diarias.

Es importante señalar la diferencia entre la prueba rápida y la PCR, la primera tiene un


bajo grado de fiabilidad y la prueba PCR es la que determina realmente la presencia del
virus.

Aunque la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido los esfuerzos


del Estado venezolano ante la pandemia, por ejemplo, con el incremento de 23.000
camas hospitalarias y 4.000 camas de cuidados intensivos, no deja de haber sobradas
dudas acerca de qué se entiende por “cama de cuidados intensivos”, pues en el año
2019, mucho antes de la existencia de la pandemia, la Federación Médica Venezolana
(FMV) denunció que apenas 70 unidades de cuidados intensivos estaban operativas en
el país.

A estas dudas se suma que el Min-Salud dejó de emitir reportes epidemiológicos desde
el año 2015, cuando comenzaron los rebrotes de sarampión, con el que, entre el 2017 y
el 2019, se reportaron 7.054 casos y 84 fallecimientos, según información de la
Organización Panamericana de la Salud.

La OMS recomienda de 8 a 10 camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes, y


Venezuela, según datos del Banco Mundial, para el 2014 sólo tenía 0,8 camas por 100
habitantes, y para ese momento aún no había llegado lo peor de la crisis económica.

Pero incluso, estas cifras no reflejan la realidad de un sistema de salud que ha sido
golpeado por la hiperinflación y el colapso de la producción petrolera, que se deteriora a
pasos agigantados, pese a la colaboración de la Misión Médica cubana.

Según la FMV, hasta el año 2019 se había ido del país el 53% de los médicos de
hospitales públicos y el 50% de los de las clínicas privadas, unos 30.000 en total.
Además, un médico venezolano del sector público devenga un salario que oscila entre
los 5 y 10 USD, y el personal de enfermería entre los 4,5 y los 9 USD.

En Venezuela, el flujo migratorio negativo ha retrasado el desarrollo del virus en el país.


Si las altas movilizaciones de personas y mercancías entre las grandes potencias
económicas hicieron que ciudades como Londres, Madrid, París, la Lombardía italiana,
Bruselas y otras, registraban una alta propagación del Covid-19, la masiva emigración
de mano de obra sobrante y la escasa llegada de mercancías y personas, hicieron que
Venezuela registrara al inicio de la pandemia un muy bajo índice de contagios.

En realidad todavía el Covid-19 no ha entrado totalmente a Venezuela. La realidad del


aislamiento del país ha impedido eso. Sólo el retorno de aproximadamente 40.000
connacionales a la fecha, según informes del propio Gobierno, ha influido en el
crecimiento exponencial de la cifra de infectados que reportan las autoridades sanitarias,
a partir de la segunda quincena de mayo.

Venezuela ha visto cómo se derrumba toda su infraestructura, a pesar de que la renta


petrolera le permitió a la burguesía venezolana y al capital foráneo llenar sus bolsillos, y
que la Venezuela agraria y exportadora de café paso rápidamente en una sola
generación a ser una de las más urbanizadas sociedades de América Latina. Pero hoy,
Venezuela no puede suministrar agua, gas doméstico ni energía eléctrica a la inmensa
mayoría de su población, y esto también repercute en los hospitales, Centros de
Diagnóstico Integral (CDI) y demás instalaciones del sistema sanitario venezolano.

Ante las alertas que el mundo científico venezolano ha realizado sobre los peligros de
expansión del virus en Venezuela, como afirma el Informe de la Academia de Ciencias
Físicas, Naturales y Matemáticas de Venezuela, el presidente de la Asamblea Nacional
Constituyente, cual moderno Millán Astray, profirió amenazas contra los integrantes de
la reconocida institución. Pareciera que el Gobierno se riñe con la ciencia, en unos
tiempos en los que es la ciencia la principal herramienta para enfrentar esta amenaza de
salud.

No puede obviarse que en Venezuela, durante los últimos años, han reaparecido
enfermedades que habían sido históricamente erradicadas o contenidas, como lo refleja
un informe de la OMS que en 2018 registró 400.000 casos paludismo.

Sistemas de salud más sólidos, como los nacidos del “Estado de Bienestar” europeo,
están en fuertes apremios frente a la pandemia del Covid-19. El sistema de salud
venezolano y en general la infraestructura del Estado, no están en capacidad enfrentar
esta pandemia.

Las facciones de la burguesía venezolana, que se han disputado el manejo de la renta


petrolera y el poder en estas dos últimas décadas, sólo han dejado un país
completamente derruido, a niveles que superan a regiones subsaharianas.

El ajuste al desnudo. La clase obrera, la pandemia y la crisis


Publicado el 24/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
La llegada de la pandemia golpeó duramente a la clase obrera, sea porque tiene que
exponer su salud trabajando sin condiciones adecuadas de prevención, porque pierde el
trabajo, porque no puede trabajar y no tiene ingresos o porque le rebajan el salario. Sin
embargo, el ajuste que estamos sufriendo no es culpa del Coronavirus. La crisis ya nos
golpeaba mucho antes de la cuarentena y nada indicaba que fuera a detenerse.

Ianina Harari

TES-CEICS

El gobierno de los Fernández dejó en claro que planeaba continuar el ajuste, aunque
tratando de maquillarlo con lenguaje inclusivo o con apelaciones a la solidaridad. La
intención de instaurar un pacto social, de que no se firmen clausulas gatillo, de que los
aumentos fueran de sumas fijas y preferentemente solo a los salarios más bajos, fueron
parte de un plan cuyo objetivo era continuar bajando los salarios. La pandemia no hizo
más que profundizar la crisis ya existente y facilitar el ajuste. El número pasado vimos
las primeras medidas de rescate al capital y de ajuste a la clase obrera, pero con el correr
de la cuarentena esa política se profundizó y, como era de esperarse, empezó a despertar
la lucha obrera.

El ajuste al desnudo
Si antes de la pandemia el gobierno buscaba disimular el ajuste, ahora aparece de
manera más cruda. La prohibición de despidos que dictó el gobierno, fue una medida
decorativa que no los impidió, y que incluso el propio ministerio de Trabajo avaló. El
primer indicio de que el decreto era letra muerta fue la homologación los despidos de
los despidos de Techint. A ellos se fueron sumando muchos más hasta llegar a más de
100 mil, según los cálculos más altos realizados en base a relevamiento de medios
periodísticos. Sin embargo, es evidente que la cifra es mayor aun, dado que no todos los
despidos salen en los medios. Además, a los despidos se suman los retiros voluntarios y
las recisiones de contratos, que no son contabilizados como tales.

El ministerio de Trabajo, había afirmado que en marzo se dieron de baja 45 mil empleos
registrados, pero allí se incluyen jubilaciones, por lo cual no resulta un dato fidedigno.
El mismo organismo calcula que el empleo formal cayó en marzo un 0,5%
intermensual, a partir de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) realizada
solamente a empresas registradas de más de 10 trabajadores, dejando a gran parte el
universo pyme afuera. Según esa encuesta se habrían perdido 30 mil puestos de trabajo.
Lo interesante es que, a pesar de la prohibición de despidos, el propio ministerio admite
en esa encuesta que durante marzo la tasa de despidos aumentó un 0,6 %.

Según la EIL, la mayor caída de empleos se fue en la construcción, que tuvo una
reducción del 3,1% en relación al mes anterior y del 19.7% en relación a marzo de
2019. En segundo lugar, se ubica el comercio con un descenso de 0,8% mensual y de
3,1% interanual. Por último, la industria manufacturera que cayó un 0,5% mensual y
3,1% interanual. En cambio, el sector de servicios comunales, que incluye salud y
educación, tuvo un aumento del empleo registrado respecto del mes anterior del 0,2%.

A los despedidos se suman quienes fueron suspendidos y quienes vieron reducido su


salario. El decreto que prohibía despidos y suspensiones, en realidad no impedía las
segundas. De hecho, se dejó afuera de la prohibición las suspensiones previstas en el
artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo, es decir aquellas por las cuales se
acuerda pagar una suma no remunerativa, incluso en aquellas circunstancias que “se
fundaren en las causales de falta o disminución de trabajo, no imputables al empleador,
o fuerza mayor debidamente comprobada”. Con esta excepción, el gobierno dejó la
puerta abierta para que los gremios pactaran suspensiones. El acuerdo que firmó el
gobierno con la CGT y la UIA logró que la tramitación de los convenios de
suspensiones con rebajas salariales fuera más ágil. El acuerdo fija un piso del 25% de
descuento, aunque las rebajas pueden ser mayores si pasan por la revisión del Ministerio
de Trabajo. Si bien antes del acuerdo CGT-UIA se habían firmado convenios de
suspensiones (como el de pasteleros con cadenas de comida rápida por el 50%), después
se multiplicaron. Esos acuerdos abarcan a más de 1.2 millones de trabajadores.

Todo este ajuste recae sobre los trabajadores, porque las empresas reciben todo tipo de
compensaciones. Mediante la ANSES, el gobierno usa la plata de los jubilados a los que
les negó el aumento para transferir miles de millones de pesos para el Programa de
Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) para pagar la mitad de los
salarios a empresas, entre las que se encuentran Techint, Clarín, Ledesma y otras cuyas
ganancias podrían afrontar el pago. La entrega del dinero de los jubilados, a los que se
les dio un aumento paupérrimo, fue tal que el gobierno debió proponer que algunos lo
devuelvan e imponer mayores restricciones para su cobro como que las empresas no
podrán, por 12 meses las de menos de 800 empleados y 24 meses las de más, distribuir
utilidades por los períodos fiscales cerrados a partir de noviembre de 2019, recomprar
sus acciones directa o indirectamente, adquirir títulos valores en pesos para su posterior
e inmediata venta en moneda extranjera o su transferencia en custodia al exterior (o sea,
adquirir dólar MEP o CCL), realizar erogaciones a sujetos o empresas en paraísos
fiscales. O sea, están reconociendo que le dieron subsidios a empresas que no lo están
utilizando en el salario de sus trabajadores.

Otro regalo para las empresas fueron los créditos a tasa negativa, o sea, se les regala
plata. También se les rebajaron las cargas patronales, se les otorgó prórroga para
presentar las declaraciones juradas del impuesto a las ganancias y una mayor cantidad
de cuotas y la ampliación de la cantidad de planes a los que pueden acceder para
refinanciar sus deudas impositivas con la AFIP, incluyendo las de IVA. Al mismo
tiempo, se eliminó el Sistema de Perfil de Riesgo (SIPER), que es una evaluación fiscal
de cuya calificación dependía el poder acceder a planes de refinanciación de las deudas
con AFIP, y se suspendió el Registro Público de Empleadores con Sanciones Laborales
(REPSAL), del Ministerio de Trabajo, con el fin de evitar que quienes negreaban
trabajadores pierdan beneficios dispuestos por el Estado Nacional. Todas estas medidas
son una gran confesión del carácter parásito de la burguesía argentina. Verdaderos
planeros que solo subsisten como capitalistas a condición de recibir flujos crecientes de
subsidios estatales, mientras ajustan sin asco a los trabajadores. Este es el esquema del
capitalismo nacional que defienden todos los políticos burgueses.

La burocracia viabiliza el ajuste

El primero que firmó suspensiones con rebajas tras el acuerdo de la UIA-CGT, fue la
Unión Obrera Metalúrgica (UOM), por una rebaja del 70% sobre el bruto. El acuerdo
incluye una cláusula que permite despedir a los contratados. Ya unas semanas antes,
Caló había intentado aplicar suspensiones en el sector por el 70% para varias ramas,
pero el rechazo de varias seccionales bajó el acuerdo. En la rama siderúrgica ya había
acordado suspensiones al 75% en casi todas las plantas de Techint. En Acindar se
impuso una rebaja mayor, del 40%, la empresa calculó el descuento sobre el salario base
de convenio de la siderurgia y no el que habitualmente liquida, que es mayor a esos
montos. Además, en la planta de La Tablada, despidió a seis trabajadores
rescindiéndoles el contrato. Los despidos fueron en represaría porque tras una asamblea
que votó en contra de los planes de la empresa, los delegados de la comisión interna
solicitaron que se mejorara los montos a pagar. A todo esto, el gremio comandado por
Caló pospuso las negociaciones paritarias.

Otro peso pesado que firmó suspensiones con rebajas salariales fue Armando Cavalieri,
de la Federación de Empleados de Comercio (FACEYS). El acuerdo fijó un descuento
del 75% de los salarios netos. Las empresas más chicas en principio se negaban a firmar
porque reclamaban el pago del 100% de los salarios por parte del Estado. A principios
de marzo, el gremio había renegociado la paritaria 2019, y con eso pateó la de 2020
hasta junio, y probablemente lo vuelva a hacer.

El gordo que no podía faltar es Luis Barrionuevo, de la Unión de Trabajadores del


Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (Uthgra). El acuerdo que firmó permite suspender
al 75% del salario. Recordemos que los hoteles están facturando porque son contratados
para alojar a los casos sospechosos o leves de coronavirus.
El gremio de panaderos fue protagonista de un escándalo por su arreglo con las cadenas
de comidas rápidas.Las empresas pagaron el 50% de los sueldos de marzo con el
argumento de que un artículo del convenio los avalaba dada la situación excepcional. El
gremio llegó a un acuerdo para rebajar el 30% sobre el bruto para los sueldos de abril,
mayo y junio, calculados sobre las horas trabajadas en los últimos seis meses. Además,
el grupo propietario de Starbucks y Burger King cerró 13 locales que empleaban a casi
200 trabajadores. También firmó un acuerdo con las pizzerías por la rebaja del mismo
porcentaje.

Fiel a su tradición de defensa de las patronales, el SMATA firmó con los concesionarios
el pago de un 25% del salario neto a todo el personal, incluidos grupos de riesgo y
embarazadas. Se dejó sujeto el cobro de un 50% adicional del salario al eventual pago
del Estado a través del programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP). Eso
significa que las empresas que no lo recibieron abonarán solamente un cuarto de las
remuneraciones. Pignanelli también acordó el pago del 70% del bruto con las
automotrices y las autopartistas. El gremio ya había firmado con Renault un acuerdo por
el 60%. SMATA se sumó a quienes patearon las negociaciones paritarias. Debían
negociar los aumentos del segundo trimestre, lo que se pospuso indefinidamente.

La Asociación Obrera Textil (AOT), líder en apañar patronales negreras, acordó un 30%
de rebajas sobre el neto, y al no incluir adicionales, llega hasta el 50%.El titular del
gremio y de las 62 Organizaciones, Hugo Benítez, consiguió que gran parte de las
patronales no pongan un solo peso para salarios, porque el 50% que recibe el trabajador
es lo que abona el Estado. De hecho, la textil Eseka, fabricante de las medias Cocot y
Dufour, les pidió a sus trabajadores que devuelvan parte de la primera quincena de abril
porque había abonado un monto que sobrepasa el acuerdo del 50% que pactó el gremio.

Los petroleros también están sufriendo los acuerdos que firmaron sus gremios. En este
caso, los convenios alcanzan recortes salariales de hasta el 40%. Las negociaciones
entre gremios y patronales fueron previas al pacto UIA-CGT, pero fue homologado a
posteriori. Recordemos que las petroleras están siendo beneficiadas con un precio sostén
a nivel local, cuando en el resto del mundo el petróleo tiene un precio negativo. Vaca
Muerta es uno de los lugares donde los trabajadores solo recibirán el 60% del salario
gracias al servicio que le presta a las patronales el Sindicato de Petróleo y Gas Privado
de Río Negro, Neuquén y La Pampa, dirigido por Guillermo Pereyra. En Vaca Muerta,
además, los trabajadores de las empresas que brindan servicios especiales están
sufriendo despidos y retrasos en los sueldos. Pecom y Schlumberger están “ofreciendo”
un plan de retiros voluntarios y San Antonio tiene retrasos en el pago de salarios que
abona en cuotas.

Otros capitalistas que se ven beneficiados por la subvención al precio del petróleo y por
el favor de la burocracia son los dueños de las estaciones de servicio de la zona de cuyo
y de Córdoba. En esas provincias se aceptó una rebaja del 30%. Además, el secretario
general de la Federación Obreros de Estaciones de Servicio, GNC, Garages, Playas de
Estacionamiento y Lavaderos de Autos (Foesgra) y triunviro de la CGT, Carlos Acuña,
pactó con la cámara patronal suspender las paritarias de forma indefinida.

Los estatales son otro sector muy castigado a lo largo del país y los sindicatos
nacionales, ATE y UPCN, no parecen enterados porque ante una situación generalizada,
deberían encarar acciones nacionales. Ambos gremios dejaron pasar las dos revisiones
paritarias que estaban estipuladas en el acuerdo que se firmó con el gobierno nacional el
año pasado. Ahora parecen distraídos frente a los ataques que se dan a nivel provincial y
municipal. Por un lado, se produjeron despidos en varios municipios de Buenos Aires.
En Tigre hubo despidos las áreas de género, infancia, salud y deportes. En Avellaneda
se despidieron 27 docentes de jardines infantiles y de la Escuela de Danza. En José C.
Paz se despidieron a 38 músicos de la Orquesta Municipal. Por otro lado, se produjeron
demoras en los pagos y pagos escalonados en varias localidades. En Jujuy se anunció
que los sueldos de serán pagados en dos cuotas. En la ciudad de Córdoba, se recortó el
salario a los municipales. En Luján, provincia de Buenos Aires, hay irregularidades en
el pago de los salarios y falta de pagos de horas extras y de aumentos que se adeudan.
En Avellaneda, no se está abonando los salarios del personal de los Institutos de
Enseñanza Artística que tomó cargo en marzo. En Jesús María, Córdoba, los
municipales tampoco están recibiendo sus salarios. En Urundel, Salta, tampoco están
recibiendo el aumento que les corresponde. En el municipio de Guaymallén, Mendoza,
se están recortando salarios a los trabajadores que cumplen la cuarentena por ser parte
de la población de riesgo, al no abonarles el ítem “servicios extraordinarios”. También
se intentó recortar el salario en los municipios de Tres de Febrero y Tigre. En la Ciudad
de Buenos Aires, se intentó pagar de forma escalonada el salario. En Tierra del Fuego la
gobernación decidió no abonar por 60 días el aumento que ya se había acordado en
paritarias, excepto al personal de salud y seguridad. Otras provincias decidieron
suspender las negociaciones paritarias, como La Pampa. Santa Fe, Mendoza y Río
Negro. A nivel nacional, en marzo no se negoció la cláusula gatillo que correspondía
por la paritaria de 2019. Como se, a uno y otro lado del espectro político de la burguesía
se ajusta sobre los trabajadores estatales.

Los mineros también sufren un descuento mayos al que pactó la CGT. La Asociación
Obrera Minera Argentina (AOMA) y la Cámara Argentina de Empresarios Mineros
(CAEM) acordaron el pago del 70% del salario bruto.

En el gremio de alimentación, el Secretario general, Rodolfo Daer, aceptó que la


fabricación de productos no esenciales (como golosinas o snacks) continuara en
funcionamiento durante la cuarentena. Ahora, Mondelez, que produce golosinas,
anunció a sus trabajadores que a mediados de mayo la planta Victoria dejará de
funcionar y los trabajadores cobrarán el 77% de su salario. Esto fue decidido en un
acuerdo con el sindicato. En Entre Ríos, la planta avícola de Granja Tres Arroyos, que
sigue en pleno funcionamiento por ser actividad esencial y que además cobra el ATP,
despidió a 50 trabajadores contratados hace un año y medio. En San Juan, 20
trabajadores de la empresa Lomas del Sol, fabricante de productos alimenticios, fueron
despedidos a comienzos de mayo, cuando tras dirigirse como lo hacían habitualmente a
su lugar de trabajo, les impidieron el ingreso sin ningún justificativo. Al día siguiente,
los compañeros recibieron en sus casas un telegrama en el que se los despedía por
inasistencia. La patronal, además, les adeuda el último sueldo.

En Sancor, los trabajadores siguen recibiendo ataques de la patronal. Tras los despidos
encubiertos de retiros voluntarios, que la empresa no está abonando, y las suspensiones,
se suma durante la cuarentena que la patronal no está siquiera abonando el 75% que
corresponde. La empresa también adeuda salarios y aguinaldo. Atilra sigue dejando
hacer a Sancor.
Los trabajadores de prensa y los gráficos de medios impresos, que también continúan
con sus labores, también están sufriendo un ajuste. Clarín decidió pagar los salarios en
cuotas, a pesar que está recibiendo ATP. También el canal América y C5N abonan los
salarios en cuotas. La editorial Atlántida despidió a 45 trabajadores de las revistas Para
Ti, Gente y Paparazzi. Diario Popular abonó el 50% del salario que es lo que recibe por
ATP. Por su parte, IPEA, que publica la revista Pronto, cerró a fines de marzo y
despidió a 100 trabajadores de prensa y gráficos.

A todo esto se suman las paritarias que no están siendo negociadas, a pesar de que están
vencidas la de 2019: Comercio, Metalúrgicos, Smata, UTA, Construcción, Estaciones
de servicio, Vestido, Gráficos.

Un sector que está sufriendo recortes de forma inesperada son los médicos de centros de
salud privados. En clínicas como el Sanatorio Otamendi, el Hospital Italiano y la
Fundación Favaloro, los médicos están sufriendo descuentos de hasta el 50%.

Quienes más salen perdiendo son los trabajadores de las pymes. Según un informe de la
Federación de Comercio e Industria de CABA, solamente un 23,1% de las pymes del
AMBA pagó los salarios del mes de abril en tiempo y forma, un 39,8% lo hizo de
manera incompleta y un 37,1% directamente no pagó. También los trabajadores en
negro están sufriendo todo tipo de ataques que no salen a la superficie, como despidos y
rebajas salariales o directamente el no pago de los salarios. Un caso que salió a la luz es
el de una sucursal de la heladería Cremolati que gestionó para sus trabajadores el
Ingreso familiar de emergencia (IFE) y les descontaba el monto del salario. Los
contratados y los monotributistas son otro sector cuya precaria situación contractual los
hace más vulnerables frente a la crisis.

La clase obrera de pie

Frente a este ataque, distintos sectores de la clase obrera comenzaron a movilizarse y


enfrentar el ajuste. Los dos casos más resonantes fueron el del frigorífica Penta y el de
Bed Time. Los trabajadores de Penta protagonizan un plan de lucha para exigir el pago
de los salarios adeudados por la patronal y la reapertura de la planta, cerrada desde el 17
de marzo, que dejó a 240 trabajadores en la calle. En su lucha, sufrieron una cruenta
represión el 9 de abril. En repudio, la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la
Carne (FESITCARA) convocó a un paro nacional. Los trabajadores de Bed Time
lograron un gran triunfo con su lucha que revirtió los despidos y garantizó el pago de
salarios adeudados. Los trabajadores ocuparon la planta el día 23 de abril y una semana
después lograron el acuerdo.

El Sindicato del neumático (SUTNA), logró un gran triunfo al revertir el intento de


rebaja salarial que pretendía imponer FATE del 25%, a pesar de estar funcionando
gracias a haber sido incluido en las excepciones a la cuarentena.

A nivel nacional, excepto en Capital Federal y Conurbano, la UTA lanzó un paro el 12


de mayo en reclamo por la falta de pago de los salarios. Las empresas que siguen
funcionando por prestar un servicio esencial, se niegan a pagar la totalidad de salarios y
además mandan a sus choferes a trabajar sin tomar ninguna medida de prevención y sin
brindarles los elementos de protección personal.
Los repartidos de aplicaciones como Rappi, Glovo y Pedidos ya, nucleados en la
Asociación de Trabajadores de Reparto, organizaron dos jornadas de protestas en
reclamo por mejores condiciones laborales, la provisión de elementos de protección y
mejora en los salarios. La primera se dio a nivel internacional, el 22 de abril, y la
segunda a nivel local, el 8 de mayo, en la que marcharon a ministerio de Trabajo. Se
trata de un rubro que aumentó los niveles de empleo durante la cuarentena y que
mantiene a sus trabajadores en condiciones contractuales precarias, sin reconocerlos
como tales, con salarios a destajo muy bajos, y sin garantizarles ninguna medida de
higiene y seguridad.

En Lomas del Mirador, el 14 de mayo los trabajadores de la fábrica de alfajores La


Nirva sufrieron un desalojo por parte de la Policía Bonaerense del acampe que
mantenían frente a la planta para exigir el pago de salarios adeudados tras el cierre
definitivo de la empresa. Las deudas salariales son de por lo menos medio año y
perjudican a los 65 trabajadores de la fábrica. Incluso fueron estafados con cheques a 90
y 60 días sin fondos. Los trabajadores montaron nuevamente el acampe y el 18 de mayo
lograron un acuerdo por el cual la empresa se compromete a pagar el 50% de los
salarios y el resto lo cobrarán por ATP, aunque mantendrán la medida hasta que se
efectivice. El sindicato de pasteleros brilló por su ausencia durante la lucha. En el
mismo rubro, los trabajadores de Postres Balcarce, en Mar del Plata, se manifestaron el
6 de mayo para reclamar el pago de salarios adeudados de marzo y abril.

En Chubut, los trabajadores de las plantas de Rawson y Trelew de la alimenticia


pesquera Fyrsa, que suman unos 250, se movilizaron el 15 de mayo a la gobernación
para reclamar el pago de cuatro quincenas adeudadas. Además de la deuda salarial, la
patronal no abrió las puertas en la cuarentena, por lo cual los trabajadores no saben si se
quedaran desocupados.

En Mar del Plata, el 11 de mayo los trabajadores del frigorífico de pescado Apolo Fish,
tomaron la planta en reclamo de salarios adeudados desde marzo. La empresa está
recibiendo ATP y hasta el momento solo abonó una parte de los salarios adeudados.

En Acindar de Villa Constitución, la Comisión Interna logró un mejor arreglo que sus
pares de La Tablada: los suspendidos cobrarán el 80% en los primeros meses y después
el 90%, y no el 60% que pretendía la patronal. Si bien no se logró revertir el acuerdo, se
consiguieron mejores condiciones. En Tenaris Siderca, Techint echó a 30 trabajadores
de la contratista Ferrúa SRL, por la vía de rescindir los contratos, quienes se
manifestaron con un piquete en la puerta de la fábrica el 18 de mayo.

En el gremio textil, el acuerdo que firmó la AOT no fue bien recibido por los
trabajadores. Los trabajadores de Textilana, en Mar del Plata, se manifestaron en el
ministerio de Trabajo de la Nación en la localidad en repudio al acuerdo, y explicaron
que la empresa se encuentra funcionando en toda su capacidad fabricando barbijos. En
Tierra del Fuego los trabajadores de Textil Río Grande y Austratel se movilizan al
ministerio de Trabajo contra la obligación de volver a producir, porque las empresas les
adeudaban salarios, incluso habiendo sufrido descuentos. En Trelew los trabajadores
textiles marcharon contra el acuerdo el 28 de abril. Además, los trabajadores de la
empresa chubutense Sedamil marcharon para reclamar el pago de quincenas adeudadas
de abril y mayo. Los obreros de la fábrica tomaron la planta el 11 de mayo para exigir la
regularización de los sueldos. El 20 de mayo marcharon al concejo deliberante de
Trelew para reclamar que se eviten los despidos que la empresa pretende efectuar
mediante un plan de retiros voluntarios. En La Matanza, los trabajadores de la textil
Iberoamericana se manifestaron en la puerta de la empresa el 7 de mayo en reclamo por
los salarios adeudados de tres meses y ese mismo día les informaron que se les iba a
pagar lo adeudado.

Los trabajadores del Proyecto Minero de Andacollo, en Neuquén, están llevando


adelante un plan de lucha porque la empresa Trident Southern Explorations adeuda los
salarios de marzo y abril. Se trata de 238 mineros a quienes se les adeuda dos meses de
salario y que quedaron en la calle después de que la empresa se presentó a concurso de
acreedores. Los mineros están cortando desde el 5 de mayo la ruta 22 porque
Gendarmería no los dejó avanzar. También sufrieron un procesamiento por
incumplimiento de la cuarentena después de que Gendarmería revisara sus casas en la
madrugada en que los detuvo. Los trabajadores consiguieron el 21 de mayo un acuerdo
con la gobernación que les pagará un bono de $20.000 por marzo, uno de $30.000 por
abril y luego cuatro cuotas mensuales y consecutivas del mismo monto.

También en Neuquén, trabajadores de la construcción vienen con un plan de lucha y el


13 de mayo cortaron 5 rutas de la provincia. Los trabajadores se encuentran
desocupados desde que comenzó la cuarentena y denuncian que no están cobrando el
fondo de desempleo que les corresponde y que la obra social que les da cobertura no
tiene ninguna clínica donde atenderse. Dado que se supone que están cobrando el fondo
de desempleo, los trabajadores no pueden acceder al IFE a pesar de estar desocupados.

En Quilmes, provincia de Buenos Aires, los trabajadores de Valot, que produce alcohol
en gel y repelentes, dos productos esenciales cuya demanda aumentó, enfrentaron 60
despidos. La empresa pretendía pagar los sueldos de mayo en cuatro cuotas, lo cual fue
rechazado por los trabajadores que decidieron bloquear en el ingreso a la planta el 12 de
mayo. Ahora además de intento de cuotificar el salario, también reclaman por los
despidos.

En Clarín, los trabajadores decidieron protestar contra el pago en cuotas de su salario de


abril mediante trabajo a reglamento, ceses de tareas por turnos, quita de firmas y
campañas de difusión sobre su crisis salarial.

En la gráfica Morvillo, patronal que recibe ATP, los trabajadores realizaron un paro por
26 horas, el 14 de mayo, contra el intento de la empresa de recortar el salario un 30% y
en reclamo por el pago del 50% del salario de abril que la empresa adeudaba. Tras la
medida, lograron que la patronal se comprometiera a pagar.

También contra el intento de recorte salarial, pararon el 8 de mayo los trabajadores de la


transportista Cruz del Sur. La empresa les había descontado más del 30% de salario a
pesar de seguir trabajando y facturando normalmente, esperando que el Estado pague
una parte del salario. Con la medida, los trabajadores lograron que la empresa pague la
totalidad de los haberes.

Entre los estatales también surgió la lucha. En Jujuy, los sindicatos estatales del Frente
Amplio Gremial protagonizaron una jornada de protesta el 14 de mayo en repudio al
pago de los sueldos en cuotas. En Chubut, docentes y estatales que conforman la mesa
de unidad sindical organizaron marchas y caravanas en varias ciudades de la provincia
el 18 de mayo en reclamo por los retrasos salariales, que llegan hasta dos meses. En la
Ciudad de Córdoba, el Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales
(SUOEM) se movilizó el 8 de mayo frente al recorte salarial, que alcanza hasta un 50%,
y 13 trabajadores resultaron imputados por violar la cuarentena. En CABA, el 7 de
mayo también se realizó una concentración en la legislatura para rechazar el intento de
aprobar el pago escalonado. En Tigre los trabajadores de las áreas afectadas por los
despidos realizaron un corte frente al municipio el 4 de mayo para reclamar por la
reincorporación y el pago de salarios adeudados. En Salta, los municipales de Urundel
también protagonizaron protestas en reclamo por el aumento del 30% pactado y el 21 de
abril realizaron ollas populares frente a la municipalidad. En Jesús María, Córdoba, el 4
de mayo fueron apresados 41 que estaban reunidos en asamblea en las afueras de un
obrador del municipio para debatir el reclamo por el pago de haberes.

En Chubut, donde como vimos están en lucha textiles, pesqueros, estatales y docentes,
la situación está cerca de la explosión. El 20 de mayo se organizó una marcha en
conjunto de estos tres sectores hacia la Municipalidad de Trelew y luego al Concejo
Deliberante. Los trabajadores esperan que el municipio presione al gobernador Arcioni
para que les provea una solución.

Entre los desocupados se dieron importantes movilizaciones protagonizadas por


organizaciones piqueteras de izquierda, en reclamo por bolsones de comida para los
comedores. Bajo la consigna “con hambre no hay cuarentena”, se realizaron varias
movilizaciones en mayo para exigir al ministerio de Desarrollo Social que se aumente la
ayuda.

El 19 de mayo se convocó a una movilización del Plenario del Sindicalismo Combativo


contra la flexibilización de la cuarentena, las rebajas salariales y los despidos, lo cual
constituye una muestra de que hay un nucleamiento dispuesto a hacer lo que la
burocracia quiere evitar. El avance en la constitución del espacio como una
coordinadora permanente abierto a todos los luchadores en una gran asamblea nacional
de trabajadores ocupados y desocupados, va a permitir que toda esta energía desplegada
por la clase estos últimos meses coagule en una organización de masas que debata y
lleve adelante un plan de mayor alcance.

Me matan si trabajo, y si no trabajo, me matan

La pandemia aceleró un ajuste que ya estaba en marcha y le permitió a la burguesía


avanzar en los recortes salariales. También le permitió al gobierno poner en marcha la
maquinita para subsidiar aún más al conjunto de empresas planeras que están siendo
beneficiadas. Mientras tanto, a los trabajadores se nos sigue pidiendo mayores
esfuerzos, que es el eufemismo que se usa para decir: bánquense el ajuste calladitos. La
burocracia muestra, como siempre, que su prioridad es la defensa de la ganancia de las
patronales. Los despidos, las suspensiones, las rebajas salariales y la exposición de los
trabajadores que tienen que seguir trabajando sin elementos de protección, no les
parecen motivos de preocupación. Afortunadamente, dentro de la clase hay sectores
dispuestos a enfrentar este ajuste. Esa lucha es la que tiene que extender, a pesar de que
suponga violar la cuarentena. Se trata de dos estrategias diferentes frente a la crisis: la
que lleva a la clase obrera detrás de los intereses de la burguesía y la que pone el interés
obrero en primer plano. Por la primera, la clase se encamina a un nuevo descenso de sus
condiciones de vida. Por la segunda, va a lograr frenar la ofensiva burguesa. Como se
desprende de los casos que relatamos, las luchas culminan por lo general en triunfos,
por lo que este camino se muestra no solo como el más conveniente sino también como
el más efectivo. Como en 2001, una fracción de la clase se ve empujada a la calle y a la
utilización de los métodos históricos de acción directa del proletariado. No esperan que
los dirigentes sindicales les den permiso y se enfrentan a gobiernos de todo color
político.

La cuarentena es la única medida que garantiza el cuidado de la salud de los


trabajadores, porque la burguesía no se expone en el transporte público o en los lugares
de trabajo. Pero para sostenerla hay que luchar por conseguir que todos los trabajadores
tengan un ingreso que alcance para sostenerse sin ir al trabajo. Si las empresas no
pueden pagar los salarios, y el Estado se tiene que hacer cargo, entonces que se haga
cargo de la empresa en lugar de mantener burgueses planeros. Y esas empresas podrán
ser puestas a producir los cientos de productos que se necesitan socialmente. Solo la
clase obrera puede luchar para imponer que esta crisis no suponga una nueva vuela en el
espiral de degradación que viene sufriendo hace décadas.

El Patriarcado en tiempos de coronavirus II. La prostitución, ¿actividad esencial?


Publicado el 24/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
Como es de público conocimiento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró
una pandemia global el 11 de marzo por causa del COVID-19. A partir de ese momento,
algunos países del mundo fueron adoptando el aislamiento social, preventivo y
obligatorio, dado su éxito en China. En este artículo nos preguntamos si la prostitución
es una actividad esencial y en el caso de serlo, para quién.

Andrea Pezzarini, Carolina Podluzansky y Dolores Martínez González

Trece Rosas

“Acá tenemos cerrados los cabarets”

Formalmente, la Argentina es un país abolicionista de la prostitución: el Código Penal


sanciona a los proxenetas y la ley de trata penaliza a los terceros involucrados en la
explotación sexual[i]. Hay fiscales especializados y una procuraduría específica para
denunciar estos casos, la PROTEX. Sin embargo, todas sabemos que estas medidas e
instituciones no son suficientes. Las mujeres prostituidas siguen en las calles, los
papelitos que ofrecen servicios en privados abundan y, a medida que la crisis económica
se profundiza, el fenómeno se expande rápidamente.

Eso sucede porque el sistema prostituyente no solo se compone de proxenetas, sino que
ese negocio forma parte de la política burguesa, como cualquier otro negocio. Un
negocio que en la Argentina vincula a políticos con barras bravas, patotas sindicales,
narcotraficantes y otros usufructuadores de negocios clandestinos. Es por eso que a las
feministas no nos sorprendió el presunto error del gobernador de La Rioja, Ricardo
Quintela. En una entrevista radial con CNN radio, cuando le consultaban por las
medidas que había tomado en la provincia se lamentó por tener cerrados los cabarets:
«A mí me preocupa todo, porque si se abre un sector, otros sectores van a presionar ‘por
qué no ellos’. Acá tenemos cerrados los cabarets», dijo y enseguida se corrigió:
«Perdón, fiestas, bares, confiterías, boliches bailables, hoteles, tiendas, tenemos todo
cerrado». Sus colaboradores salieron a cubrirlo diciendo que como estuvieron
desarrollando muchas políticas sociales contra la trata estaba con ese tema en la cabeza.

Más allá de los dichos del gobernador, esto nos llevó a hacernos otros interrogantes:
¿realmente están cerrados los cabarets? ¿Cómo están sobrellevando el confinamiento las
mujeres en situación de prostitución?

“Diez recomendaciones para las trabajadoras sexuales”

El gobierno decretó el viernes 20 de marzo el aislamiento social preventivo y


obligatorio, pero ya desde el viernes 13 se venía recomendando salir de casa solo para lo
necesario y tomar todas las medidas de precaución que el Ministerio de Salud estableció
obligatoriamente desde el 20. La semana anterior a la cuarentena, en muchos lugares de
trabajo se organizaron guardias, se implementaron horarios más acotados y se otorgó
licencia a los empleados que forman parte de la población de riesgo. Muchos sindicatos
comenzaron a exigir medidas de cuidado para sus afiliados y la asociación que supone
defender los intereses de las “trabajadoras sexuales” no se quedó atrás.

El 15 de marzo, AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) publicó


que la mayoría de los trabajadores precarizados no pueden plantearse dejar de trabajar y
dieron una serie de recomendaciones para las “trabajadoras sexuales” frente al COVID-
19:

Evitar atender a clientes que estén con algún síntoma gripal, tos o fiebre.
Mantener cierta distancia al momento de la negociación del servicio.
Evitar los besos.
Para el acto sexual se recomienda la posición del perrito.
Llevar siempre a mano alcohol en gel.
Utilizar paras todo acto sexual preservativo.
No atender a clientes que hayan llegado recientemente del exterior.
Lavarse las manos durante 20 segundos.
De ser posible, insistir en la higiene y mandar al cliente a bañar.
No compartir cigarrillos ni vasos.
El 17 de marzo AMMAR planteó una reunión con el Ministerio de Desarrollo Social
para solicitar la entrega de Tarjetas Alimentarias y gestionar el salario complementario
básico. Dos días después, exigieron a Alberto Fernández tarjetas alimentarias, salarios
complementarios básicos o subsidios de emergencia. El seudo sindicato cierra el
pedidosin sacar los pies del plato: “Sabemos que los gobiernos peronistas son los que
impulsan e implementan políticas y derechos para lxs sectores más postergados. Las
últimas de la fila esperamos una pronta respuesta y le enviamos nuestro apoyo y
cariño”.

En una entrevista para InfoBae el 20 de marzo, Georgina Orellano expresó que el

“sector atraviesa una situación de emergencia. Desde el sábado vivimos una merma
total del trabajo. La mayoría de nuestros clientes mayores de 60 años están en
cuarentena: no salen, tienen miedo. Una de las principales medidas de precaución es
evitar el contacto físico, pero si trabajamos con el cuerpo es muy difícil poder acatar.
Hay compañeras con graves problemas de salud que sí o sí tienen que salir a buscar el
mango y se ven expuestas al contagio. Quedarnos en casa no es una opción para
nosotras, y el coronavirus refleja nuestra actual situación de precariedad.”

Esta caracterización no es ninguna novedad, en la Argentina el 40% de la clase obrera


ocupada se encuentra en negro, esto quiere decir que si no sale a trabajar no come. En
ese mismo artículo, Natalia Canteros relataba cómo fue incorporar esas medidas de
autocuidado a la hora de tratar con los clientes, pero luego admite que no siempre es
posible cumplirlas:

“Por la desesperación en la baja de los servicios solicitados, muchas compañeras han


accedido a reducir sus tarifas o a desprotegerse en cuestiones relacionadas a su salud,
por ejemplo al hacer un oral sin preservativo. Siempre tenemos que negociar esas
cuestiones, pero en situaciones de ajuste como la que vivimos ahora con esta pandemia
se torna mucho más dificultoso porque aparecen vivos jugando con las necesidades de
las laburantes”.

Un mes después, el 19 de abril, dada la obligatoriedad del aislamiento, Orellano


sostuvo: “Básicamente el acatamiento se debe a que los hoteles donde desarrollamos
nuestros servicios están cerrados y porque hay mucha presencia policial en el espacio
público”. Es decir que, si no estuvieran cerrados los hoteles ¿seguirían mandando a sus
compañeras a trabajar?

Sexo virtual y emprendedoras

El viernes 17 de abril, en el marco del informe número 67 sobre el COVID-19, la


Secretaria de Acceso a la Salud convocó a José Barletta, médico infectólogo quien
difundió recomendaciones para evitar la propagación del coronavirus a través de la vía
sexual. Reforzó el mensaje de aislamiento y pidió específicamente evitar encuentros
sexuales con personas con las que no se convive, ya que el virus se puede transmitir
muy fácilmente a través de actos cotidianos como los besos. Por este motivo,
recomendó apelar a las videollamadas, el sexo virtual y el sexting. Desde ese mismo
viernes, comenzaron a aparecer artículos periodísticos sobre el mundo pornográfico, en
los cuales se revaloriza a las mujeres “emprendedoras”.

Esa misma semana, la revista Viva publicó un artículo acerca de mujeres, varones y
trans que generan contenido erótico y lo venden en la Web. Dicho contenido se paga a
través de links en plataformas virtuales, por transferencia bancaria, en bitcoins o por
suscripción en sitios webs o en listas VIP de WhatsApp. Una de las webcams model
pone énfasis en la independencia y la autonomía: sostiene que “no tiene un horario fijo
de trabajo porque el deseo no sabe de tiempos”. Como en la prostitución, se argumenta
la idea de que es un trabajo como cualquier otro, pero que, además, tiene varias
ventajas: por ejemplo, si la videollamada dura unos diez minutos “en general sobra
tiempo […] Porque llegan al orgasmo antes y quieren lavarse e irse… Ahí se corta”.
Otra nota, esta vez en la sección espectáculos de Clarín, en la cual reaparece esta idea de
que en ese campo se gana mucho en poco tiempo, plantea que el porno y la prostitución
brindan la posibilidad de ser “empresaria” y “emprendedora” con el propio cuerpo: otra
vez se hace hincapié en la independencia y autonomía.[ii]

Por su parte, la página PornHub, uno de los sitios de contenido porno más populares del
mundo, liberó en Argentina (como en otros países) su contenido premium al día
siguiente que fuera declarada la cuarentena. Según reveló el portal, la decisión fue un
éxito, las visitas crecieron exponencialmente.

Ahora bien, ¿quiénes consumen estos sitios y página porno? Se calcula que los varones
constituyen el 95% de la audiencia. Y ¿quiénes lo son las que ponen en venta su
necesidad…?

Administrando la miseria

Aunque en este contexto de necesidad y pandemia, muchas mujeres realizaron cambios


para ofrecer sus servicios realizando venta de fotos, shows eróticos y video llamadas, la
gran mayoría de las 6.500 afiliadas a AMMAR (cifra tomada de sus redes), no está en
condiciones de ofrecer cibersexo. Orellano explica que “cada vez son más las
trabajadoras que se acercan a las organizaciones sociales a buscar ayuda” porque el
dinero no les alcanza, por eso crearon en el sindicato un fondo de emergencia, con el
cual brindan ayuda con mercadería, compra de medicamentos y pago de alquiler.
También señala que en algunas provincias se ha logrado una verdadera articulación
entre el INADI a nivel nacional y Desarrollo Social. La ayuda alimentaria también viene
acompañada de ayuda económica, pues muchas trabajadoras han cobrado el bono social.
[2] Si bien Orellano detalla las acciones de contención social que ponen en práctica y
cómo se articulan con el gobierno, también realiza una reflexión acerca del futuro de la
prostitución: “Estamos frente a una reconfiguración social, donde habrá un antes y un
después de la pandemia del coronavirus, hay una idea de higienización de la sociedad,
de pánico a este virus, y lógicamente en trabajo sexual habrá cambios en el día a día”.

Como contrapartida de este asistencialismo que asume que las mujeres más necesitadas
deben exponerse a contagiarse o recibir una miseria de limosna, sostenemos que en esta
emergencia sanitaria es fundamental que el Estado se ocupe de las personas prostituidas.
Así como es deber de un Estado cuya legislación es abolicionista cerrar los prostíbulos,
también debe sancionar a los proxenetas, tratantes y prostituyentes.

¿Para quién es esencial la prostitución?

La prensa no ahorró llevar agua para el molino del regulacionismo. El 1ro de Mayo, de
todas las experiencias obreras y feministas de lucha que se podrían haber elegido, el
suplemento “Las 12” de Página 12 optó por poner en primer plano el interés burgués y
patriarcal. El artículo expone, que lejos de desarticular la organización, la cuarentena
fortaleció a AMMAR y que la discusión con el abolicionismo ha quedado saldada
porque la propia crisis resolvió el problema.

Tanto el “error” del gobernador de La Rioja, como el aumento de consumo y


recaudación de los sitios porno y el lugar central que ocupó AMMAR en la prensa, dan
cuenta de que el patriarcado y su lobby proxeneta no entran en cuarentena, sino que
aprovechan el momento de mayor vulnerabilidad de las compañeras para continuar
explotándolas. En la prostitución está en juego la subordinación del cuerpo femenino
que se expone directamente a la violencia machista y al poder patriarcal. La prostitución
es una actividad esencial para la burguesía proxeneta y los prostituyentes.

El movimiento abolicionista argentino tiene la responsabilidad de exigir a la burguesía


una solución más amplia: el problema central es la desocupación, por eso la prostitución
de las mujeres obreras no se va a eliminar presentando proyectos. La lucha por la
abolición de la prostitución tiene que superar el abolicionismo formal; debemos lograr
la sanción del prostituyente, a la vez que exigir un subsidio general a la desocupación
igual a dos canastas básicas para todas las mujeres obreras desocupadas.

Las abolicionistas tenemos que convocar a las compañeras a organizarse para que las
mujeres más pobres dejen de ser la prenda de cambio de las limosnas de los proxenetas.

[1]Argentina adhirió al Protocolo de Palermo para prevenir, reprimir y sancionar la trata


de personas, especialmente de mujeres y niños, en el año 2002.

[2] Argentina adhirió al Protocolo de Palermo para prevenir, reprimir y sancionar la


trata de personas, especialmente de mujeres y niños, en el año 2002.

[ii] “Me considero una emprendedora. Yo descubrí que las trabajadoras sexuales pueden
ganar más dinero en menos tiempo (…) gano el triple haciendo menos de la mitad.”,
dice la entrevistada. Agrega que desde que comenzó la cuarentena le está yendo muy
bien y que desde siempre trabaja de manera autónoma en su departamento “sin que
nadie me exija una parte de lo que gano.”

Un caldo de cultivo. Hambre y pobreza en Estados Unidos antes de la pandemia


Publicado el 31/05/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
La pandemia llega a Estados Unidos en un contexto en el cual millones de personas se
encuentran en la miseria y la pobreza absoluta, sin poder alimentarse, en situación de
calle. El verdadero virus que mata es el capitalismo.

Pablo Estere

OES-CEICS

En todo el mundo los padecimientos actuales de la clase obrera pasaron a ser


justificados por una situación excepcional: la pandemia. Para esta explicación, el
desempleo, el no pago de salarios, el desabastecimiento, los problemas de acceso al
sistema de salud, entre otros, serían su consecuencia lógica. Se pretende instalar así que,
por un lado, el capitalismo nada tendría que ver con la pobreza ni el hambre, sino que de
eso serían responsables factores externos y aleatorios llamados “crisis”. Y, por otro
lado, que esta crisis se trataría de un suceso pasajero cuyos efectos no tendrían lugar en
una situación de “normalidad”. Ya explicamos en estas páginas que la economía
mundial se encuentra en crisis por lo menos desde los años ‘70 y que el Coronavirus
viene a funcionar como catalizador de la crisis, acelerando tendencias ya presentes.

En Estados Unidos, la cobertura mediática de la pandemia arroja escenas propias de un


film apocalíptico de Hollywood. Largas colas de personas que asisten a bancos de
alimentos para obtener una caja gratuita con productos de primera necesidad. En dos
meses, se registraron más de 30 millones de nuevos desocupados, los cuales
incrementan la necesidad de brindar mayores raciones de alimentos. Pero, no se trata de
ciencia ficción, sino de un crimen social perpetrado por la burguesía. ¿Se trata de un
hecho excepcional, algo propio de la pandemia? ¿La pobreza y el hambre aparecen
ahora como manifestación del coronavirus? No. En Estados Unidos, la máxima potencia
internacional, que acapara un cuarto de la economía global con una población que
representa apenas el 4% de la población mundial, no se puede ocultar lo que es
inherente al capitalismo: el hambre y la pobreza. Aquí describimos la situación social
previa a la llegada del virus.

Entre África y América Latina

La pandemia llega a Estados Unidos en un momento en que millones de obreros se


encuentran en condiciones paupérrimas. En efecto, el Census Bureau, encargado oficial
de medir la pobreza en EEUU, informó que en 2018 el 11,8% de los estadounidenses
era pobre, es decir cerca de 38,1 millones de personas. Como siempre ocurre con las
mediciones oficiales, estas cifras subestiman la cantidad de pobres, tal como ocurre con
el INDEC en Argentina o el INE en Chile, toda vez que la canasta utilizada para medir
la pobreza se basa en el consumo de la población más pobre. Con patrones de consumo
del promedio de la población, los niveles de pobreza medida por ingresos se
incrementarían a un 20 a 25%, es decir, unos 65 millones de personas serían pobres en
2018.

Para millones de estadounidenses, comer todos los días no está garantizado. EEUU
cuenta con un programa de asistencia alimentaria (SNAP) cuyo lema es “Poner fin al
hambre y llevar a las personas hacia la autosuficiencia”. Como vemos, se reconoce la
situación de hambre en el país a la vez que se espera que el sistema funcione y que estas
iniciativas no sean permanentes. Sin embargo, si analizamos la evolución de la cantidad
de beneficiarios, hay una marcada tendencia al crecimiento tanto en términos absolutos
como en porcentaje de la población. Cuando se implementó el programa, en 1969, se
benefició a 2 millones de personas. Antes de la crisis de 2008, el SNAP llegaba a 25
millones. Hoy alcanza a más de 37 millones de personas con una asignación mensual
que promedia los 130 dólares por persona.

Además, existen otros programas federales de asistencia alimentaria, como el Programa


de Asistencia en Emergencias (TEFAP), el Programa de Alimentos Suplementarios
Básicos (CSFP) o el Programa de Alimentos para el Cuidado de Niños y Adultos
(CACFP). También hay programas focalizados en niños en edad escolar como el
Programa Nacional de Almuerzos Escolares (NSLP), que sirve comidas diarias a más de
29,5 millones de alumnos, o el Programa de Desayuno Escolar (SPB), que en enero
superó los 14,8 millones de niños asistidos. Por su parte, durante el receso escolar de
verano funciona el SFPS. Otro programa muy difundido es el WIC que atiende a madres
solteras y niños de hasta 5 años, que en enero de este año alcanzó a más de 6 millones
de beneficiarios.

A pesar de toda esta gigantesca batería de programas y planes alimentarios que otorga el
Estado, en Estados Unidos existe una estructura no gubernamental dedicada a la
asistencia social. Encontramos que muchas ONG’s se dedican exclusivamente al reparto
de alimentos entre la población más pobre. Una de ellas es la fundación Feeding
America. Esta ONG asiste a 40 millones de personas todos los años. Ella denuncia que
el programa estatal SNAP es insuficiente, ya que establece un presupuesto alimenticio
muy “ahorrativo” al que la ONG calcula que estaría un 30% por debajo de lo mínimo
necesario para cada mes. ¿Cómo obtiene esta ONG los alimentos que distribuye? La
fundación recibe donaciones de sobras de empresas alimentarias para sus “bancos de
comida”. Sus voluntarios recorren los Starbucks por las noches para recoger la comida
que no se vendió y la llevan a alguno de sus 200 bancos, donde luego la distribuyen
entre las personas con hambre.

Cabe destacar que, debido al cierre de restaurantes durante la cuarentena la fundación


Feeding America advirtió que las donaciones mermaron, a la vez que las necesidades de
alimentación estarían incrementándose debido a que millones de personas se quedan sin
trabajo. En este contexto, la ONG estima que en los próximos meses unas 17 millones
de personas más de las habituales pasarán hambre en Estados Unidos, cifra que equivale
a un aumento del 46%.

El gobierno federal destina, a su vez, una masa sustantiva en materia de transferencias


directas de ingresos bajo la forma de planes o programas sociales, dirigidas a otras
fracciones de la población sobrante para el capital o desocupada. Entre estos subsidios
encontramos al Programa de Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI) y el Programa
de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF). El SSI está destinado
adultos mayores de bajos ingresos y/o con discapacidades, aunque también pueden
calificar menores de 18 años con discapacidades. Actualmente cuenta con más de 8
millones de beneficiarios que reciben una asignación mensual cuyo monto depende de
los ingresos formales que tenga, ya que la idea es la suplementar el ingreso de cada
hogar. Para calificar como beneficiario, la persona no puede tener ingresos por encima
de los 2.000 dólares mensuales o la pareja por encima de los 3.000. El monto máximo al
que puede acceder una persona es de 783 dólares, una pareja, 1.175, y por cada hijo
pueden sumar 392 dólares adicionales. Esto significa que el subsidio no llega a cubrir ni
el 60% de umbral de la pobreza.

El TANF por su parte, se enfoca en asistir de manera temporal a familias de bajos


ingresos que estén atravesando una situación crítica. El último año reportó asistencias a
más de 1 millón de familias, de las cuales al menos el 80% recibió a su vez asistencia
alimentaria a través del SNAP y asistencia médica. Un 10% de las familias beneficiarias
del TANF también recibieron algún tipo de subsidio de vivienda. Las familias solo
pueden acceder a este programa durante 24 meses en periodos de 5 años, ya que uno de
sus fundamentos es lograr la autosuficiencia económica de la familia a través de
capacitaciones laborales y ayuda en la inserción laboral. Además, la mitad de sus
miembros debe trabajar al menos 30 horas a la semana para permanecer en el programa,
aunque se pueden computar como horas trabajadas las destinadas a cuidados de niños,
servicios voluntarios, o la participación en talleres de capacitación laboral. El beneficio
mensual depende del Estado en el que se tramita y de la composición de la familia, pero
a nivel nacional promedia los 430 dólares.

La elevada cantidad de perceptores de programas y planes sociales que ofrece el Estado


norteamericano no incluye a la población inmigrante e indocumentada que reside en
EEUU. Población que vive en condiciones paupérrimas, que se encuentra desocupada o
en empleos muy precarios y que, según algunas encuestas, se estima de 10 a 12 millones
de personas en el período 2010-2017. Una cifra que resulta muy conservadora, toda vez
que los indocumentados evitan las encuestas y ser registrados por temor a ser
descubiertos y, consecuentemente, deportados. De hecho, cada año se realizan unas 250
mil deportaciones de inmigrantes ilegales. Son millones de pobres que no son
contabilizados por las mediciones oficiales.
Como vemos, la pandemia llega al país presidido por Donald Trump en un momento en
el que millones y millones de personas no sólo requieren de la asistencia directa del
Estado para poder sobrevivir, sino que tampoco pueden alimentarse normalmente.

Sin techo

El acceso a la vivienda es otra dificultad palpable para los estadounidenses, sobre todo
en las grandes ciudades donde el negocio inmobiliario no tiene como prioridad el
desarrollo de viviendas para la clase obrera. A modo de ejemplo, el alquiler promedio
en Nueva York en 2019 se ubicó en torno al 82% del ingreso promedio estadounidense.

En efecto, se estima que en Estados Unidos el 35% de los hogares alquila su vivienda.
Para esta población que paga un porcentaje elevadísimo de sus ingresos al alquiler de su
vivienda el Estado destina programas de ayuda para costear el pago. A nivel federal, por
nombrar algunos ejemplos, se otorgan subsidios temporariosde emergencia para el pago
de alquileres, subsidios a condominios privados para que reduzcan la tarifa de alquiler a
los beneficiarios seleccionados, o viviendas estatales que cobran un alquiler por debajo
del valor de mercado. A nivel estatal y local se suman regulaciones como el
congelamiento de alquileres para residentes nacidos en el lugar. Una publicación del
Census Bureau estimó en 2018 que, sin esta batería de subsidios, el número de pobres
aumentaría en casi 3 millones. Sin embargo, estos subsidios no alcanzan. Una fracción
sustantiva de la población no llega a pagar y son desalojados de sus viviendas. La
Universidad de Princeton estima que entre los años 2003 y 2016 se desalojó a un millón
de familias por año, por no poder pagar el alquiler.

Lo más notorio del problema del acceso a la vivienda es la cantidad de personas en


situación de calle, los denominados homeless. Las cifras oficiales registran actualmente
a más de medio millón de estadounidenses sin hogar. Cerca de 200 mil viven en lugares
no destinados para viviendas, como parques, veredas, autos abandonados o estaciones
de subte, mientras que unos 300 mil duermen en refugios o paradores. Se distingue así
entre homeless sin refugio y con refugio. El 47% de los homeless sin refugios se ubican
en California (San Francisco y Los Ángeles, sobre todo), donde el porcentaje es 4 veces
mayor a la media nacional. De los homeless que acceden a refugios, un quinto se
encuentra en Nueva York, y las ciudades que le siguen en cantidad son Boston y
Washington.

Aunque este medio millón representa solo el 0,2% de la población, su presencia en las
grandes ciudades es más notoria. El 45% de los homeless se encuentra en 5 estados que
representan al 20% de la población. Mientras que el promedio nacional es de 17
homeless cada 10 mil habitantes, en estas ciudades es considerablemente mayor:
Washington DC (103), Boston (102), Nueva York (103). Si bien hay una tendencia a la
baja, la cantidad de homeless se mantiene por arriba de los 500 mil en los últimos 10
años.

Las mediciones oficiales procuran contabilizar la cantidad de homeless en un área en


una sola noche para evitar los conteos dobles, ya que se trata de personas que no
siempre permanecen en un mismo lugar y a las que no resulta fácil entrevistar. Además,
hay lugares particularmente conflictivos donde no se pueden garantizar relevamientos
precisos. Todas estas condiciones se suman a la intención de los gobiernos por ocultar o
minimizar los indicadores sociales negativos. Sin embargo, ciertas instituciones
dedicadas a las problemáticas vinculadas con la falta de vivienda registran cifras más
elevadas. Por ejemplo, el instituto de investigaciones del Centro Nacional de Familias
Sin Hogar (AIR’s National Center on Family Homelessness) señala en uno de sus
últimos informes elaborado en el año 2014 que sólo la cantidad de niños menores de
edad sin hogar en Estados Unidos sería de unos 2,5 millones por año. Por lo tanto, las
cifras oficiales estarían lejos de reflejar la realidad de las personas sin vivienda.

Para dimensionar las condiciones a las que están sometidos miles de homeless en
Estados Unidos alcanza con ver un caso emblemático. En pleno centro de Los Ángeles,
en apenas 1,12 km², el barrio Skid Row concentra a más de 4.700 homeless. Muchas de
sus veredas son intransitables porque están atestadas de carpas, basura y chatarra que se
acumula del cirujeo de quienes paran ahí. Hay denuncias de bandas que regentean
cuadras y cobran hasta 200 dólares al mes para quedarse o exigen contraprestaciones
que van desde el narcotráfico hasta la prostitución. Ante tamaño cuadro de
descomposición social, el barrio es objetivo fijo de la asistencia tanto estatal como no
gubernamental.

Como vemos, la falta de vivienda es el síntoma más visible de la situación social que
envuelve a esta población pauperizada. Si la pandemia está haciendo estragos en todo el
país, no es difícil pensar qué puede pasar en estos escenarios. A fines de abril fueron
detectados 43 casos positivos de COVID-19 en un solo refugio de SkidRow, mientras
los testeos masivos continúan en el área se espera un crecimiento mayor.

Sueño rojo

La situación de la clase obrera en Estados Unidos no se parece en nada a la promesa del


sueño americano. El país que produce la mayor riqueza del planeta no puede asegurar
techo ni comida para millones de sus habitantes. Sobre este escenario, la pandemia ya
mató a más estadounidenses que la guerra de Vietnam. Ni la mano invisible del
mercado ni el Estado de bienestar pueden solucionar lo que provocan las relaciones
sociales que dominan este mundo. La Estatua de la Libertad, máximo monumento a la
sociedad capitalista, testifica aquello que dijo Marx: “un obrero es un esclavo que debe
buscar su amo”. Solamente una sociedad socialista puede hacer real la libertad, porque
garantizará el disfrute de la riqueza social para todos sus miembros.

Pedagogía de la miseria. Sobre los debates en torno a las tareas desplegadas por la
escuela confinada y post-pandemia
Publicado el 14/06/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
Algunos románticamente sostienen que de esta crisis saldremos mejor. Aducen que
vamos a valorar lo importante. Mejorar es posible si sacamos las lecciones del caso y si
tenemos la capacidad de aprender de esta coyuntura y plantear una intervención certera.
La burguesía nos ofrece una pedagogía de la miseria. Pero más importante, algunos
descubrieron que la formación pedagógica que portan los docentes es necesaria. Hay
que solidificar esa alianza y para eso hace falta un programa de acción.

Romina De Luca – GES (Gabinete de Educación Socialista)

Como insistimos, la pandemia del COVID-19 tuvo la ventaja de poner sobre la mesa
todas las contradicciones del sistema educativo. La suspensión de la asistencia y el
desafío de educar a distancia actualizó una vieja discusión que, de forma larvada,
atraviesa toda la política educativa: qué le vamos a pedir a la escuela. ¿Para qué sirve?
¿Cómo tiene que funcionar? En un primer momento, la reacción oficial fue la de apelar
a la “normalidad”. “Seguimos educando solo que se modificó el espacio físico en el que
se desarrolla esta tarea”. Como si, de golpe y porrazo, en los hogares de todo el país se
pudiera replicar a la institución escolar. Las familias y nuestros alumnos se encontraron
con toda una serie de desafíos. En primer lugar, para los que debían “seguir
educándose” sin posibilidad alguna de conectarse con sus docentes. De esa Argentina,
pobre material y culturalmente, nos ocupamos el número anterior. También integran ese
cuadro los que, teniendo algún recurso, debían compartirlo entre varios miembros del
hogar; los que solo disponen de un celular prepago con datos limitados; los alumnos de
las escuelas de adultos que conviven con sus hijos también escolarizados; las madres
que combinan su novel oficio “docente de pandemia” con el teletrabajo y el aumento de
la sobrecarga de tareas de atención y cuidado familiar; hasta los que, disponiendo de
todas las comodidades, descubrían que no es tan fácil en el seno del hogar reponer la
disciplina (buena o mala, más o menos degradada) que porta la maquinaria escolar.

La estrategia del hacer como si nada pronto se encontró con sus propios límites. El más
obvio: entre el 40% y el 50% de los niños no podía seguir educándose por falta de
recursos elementales. Para explicarlo reflotaron la justificación de la “herencia”. Como
si el peronismo no gobernara el país, en sus distintas formas, variantes y colores, desde
casi siempre. También apelaron a respuestas viejas y ya conocidas: patear el problema
hacia adelante y responder con un “vamos viendo”. Pero, al final del túnel, ya se
vislumbra cuál será la argamasa ideológica que todo lo justificará: la pedagogía de la
miseria. La misma que ponen en juego en la toma de decisiones del presente. Para el
caso, luego de machacar con una normalidad inexistente, reconocieron que la
continuidad pedagógica solo pone a los alumnos “en mejores condiciones para reanudar
la escolaridad” porque bajo ningún aspecto esas acciones “reemplazan la actividad
escolar” tradicional. Es decir, en un primer momento la cuarentena no había cambiado
nada, y luego había modificado demasiado. Y marcan un horizonte para lo que queda
del 2020 y el futuro por venir. Veamos.

La escuela de la pandemia

Sin lugar a dudas, el viraje de “normalidad a distancia” a la idea de acompañamiento se


produjo cuando el gobierno anunció que revisaba el cronograma escolar, suspendía los
cierres de bimestres, trimestres y cuatrimestres. En paralelo, fijó el establecimiento de
una evaluación formativa que reemplazaría a cualquier tipo de calificación numérica o
conceptual. En realidad, se reconoció una situación de hecho: Entre Ríos, CABA,
Córdoba, Mendoza, La Pampa ya habían anticipado esa medida.

En este cuadro, el gobierno nacional determinó que la suspensión debía ir de la mano de


una revisión de los logros (es decir, cómo evaluar), y también de las metas (esto es, qué
enseñar). Apeló a los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios, a través de los cuáles se
ordenarían los contenidos a priorizar en esta etapa. No sería la etapa de medir porque
implicaría consolidar la desigualdad, según el ministro Trotta. Por eso, la pedagogía de
pandemia oficial brega por determinar cómo fue el proceso pedagógico y el
acompañamiento, pero evitando “profundizar las desigualdades pre existentes y toda
acción estigmatizante en relación a las trayectorias escolares de las y los alumnas/os”. A
tales fines, inventó la evaluación “formativa”: dar cuenta del proceso sin apelar a la
evaluación normativa y conceptual, favorecer la autoevaluación de los alumnos. La
medida busca, además, “ordenar y moderar” las tareas pedagógicas, el flujo de
información, recursos y acompañamiento que les llegaba a las familias y reorganizar el
trabajo de cara a la “vuelta”. Pero centralmente la medida se funda sobre una idea: si no
mido, no hay desigualdad.

En este punto, conviene señalar que la idea del “estigma” no es nueva. El hoy
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof la usó como justificación
para no medir la pobreza cuando era Ministro de Economía. Y lo mismo apareció, a
nivel educativo, en el proyecto de Promoción Acompañada en la provincia de Buenos
Aires, de 2014, que eliminaba la repetición y suprimía los aplazos. Los pedagogos
afines al gobierno dijeron, en su momento, que un aplazo no es una evaluación sino un
“destino” para los alumnos que lo reciben, sobre todo en los primeros grados/años.
Argumento similar se usó para explicar la instauración de bloques pedagógicos en 1º y
2º grado o para aumentar la cantidad de previas a la hora de promover de año/grado.
Mayores oportunidades para garantizar la igualdad, dicen.

Resulta interesante también que, en esta fase extraordinaria, el gobierno no descuida a


sus aliados. Hasta el hartazgo “agradecen” a los maestros que “hacen patria”, pero
también destacan la tarea realizada por “organizaciones y espacios comunitarios,
barriales, sociales que, en forma articulada con las escuelas, permiten sostener un
trabajo pedagógico solidario y responsable en clave de enseñanza y acompañamiento de
alumnas, alumnos y familias”. Como venimos insistiendo, la paraestatalización es un
hecho en la política educativa. Y los funcionarios son bien conscientes de esa situación.
¿Cómo no iban a apelar a ella para garantizar la alimentación y, con ella, la contención
social?

Además, el gobierno dispuso que realizará, entre junio y julio, la primera “Evaluación
Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica” a los efectos de obtener información
sobre la respuesta del sistema educativo durante la emergencia sanitaria. Para hacerlo,
encuestarán a 30.000 docentes y directivos de todo el país y 2.800 familias. Suponen
que de allí emergerá un cuadro de situación para la reorganización de las actividades
educativas una vez que se levante la suspensión de asistencia a las escuelas. Evaluarían
tanto las condiciones en las que se aprende (es decir, cómo están los alumnos), así como
las condiciones de enseñanza (es decir, cómo actúan los docentes). Entre los ítems se
evalúan las prácticas pedagógicas desarrolladas, las decisiones didácticas, los canales de
comunicación utilizados, el tipo de actividades más frecuentes y los materiales o
recursos implementados durante la suspensión de clases. También las escuelas que
cumplieron con los servicios alimentarios. Para eso, la encuesta recaerá sobre 5.000
escuelas de las casi 51.000 que tiene el país elegidas “aleatoriamente”. Esperamos que
el azar no sea como el que dejó a Argentina fuera de las PISA 2015 por sospechas de
adulteración en el proceso de selección “azarosa” de las escuelas.

El gobierno entiende, con un nivel de generalidad preocupante, que estamos ante una
oportunidad genuina para “impulsar “otros modos de hacer” en los vínculos, los
tiempos, los espacios y los posicionamientos que se ponen en juego en el enseñar, el
aprender”. Una vez más, como si esta gente no gobernara el sistema educativo hace
décadas, quieren hacernos creer que hace falta una Pandemia para que “cambien”.
Quienes al retirarse del gobierno dejaron un saldo de 6 de cada diez alumnos fuera de la
escuela secundaria obligatoria, ahora dicen que crearán una Cédula Escolar Nacional.
Con ella buscarán identificar a los posibles desertores post pandemia e incorporarlos a
la escuela. No lo hicieron durante 12 años que gobernaron. Y a los desertores les
ofrecieron una escuela degradada para la “terminalidad” y una cursada exprés como el
Fines 2 (hoy “trayectos”).

En sintonía con las continuidades, todo indica que la descentralización se profundizará.


No solo porque se prevé un cronograma de “vuelta a clases” por provincias sino porque,
además, el Ministerio de Educación Nacional prevé que los protocolos y decisiones para
los regresos también estén en manos de cada escuela. Para que no queden dudas,
explícitamente Nicolás Trotta expresó que “la decisión final será de la escuela respecto
a cómo adaptarse a los protocolos, porque no solo hay que pensar en el trabajo en el
aula, sino los espacios comunes y el propio ingreso al establecimiento educativo”.
Además, la vuelta combinará un sistema dual: mixtura de cursada presencial escalonada
con trabajo a distancia. Cómo van a convivir ambos esquemas, no lo sabemos.

Como si esto fuera poco, el gobierno reguló los “términos” de la actividad docente en
tiempos de pandemia casi tres meses después de la suspensión de clases. El pasado 4 de
junio, en una reunión de la Comisión Paritaria de Condiciones y Medioambiente de
Trabajo (CyMAT) se celebró un acuerdo que fue suscripto por CTERA y SADOP
mientras que UDA, CEA y AMET se abstuvieron solicitando un cuarto intermedio.
Estos tres sindicatos adujeron no contar con mandato para sellar el acuerdo. CTERA se
alegó el “triunfo”. Sostuvo que lo celebrado eran los doce puntos que ellos le habían
alcanzado al Ministerio con el que se reunieron también el pasado 17 de abril. Sin
embargo, poco se avanza en la regulación de la actividad de cara a una intervención
pedagógica real. Apenas se fijó el respeto del horario y función laboral del docente
previo a la pandemia para conservar la intimidad familiar y el derecho al descanso. Por
eso, se habla de “derecho a la desconexión”. El Estado se compromete además a proveer
a los docentes de los recursos tecnológicos existentes para facilitar su labor e
implementar un programa progresivo para el acceso a los mismos. Sumado a ello, se
promete capacitación específica.

Ahora bien, si de regular las tareas se trata, no se plantea nada sobre la necesidad de
reducir los grupos de alumnos a atender por cada docente, habida cuenta que resulta
distinta la exigencia de seguimiento a distancia que presencial. Esta tarea, y por ende la
sobrecarga de trabajo, continuará cuando se implemente el sistema de cursada dual y el
mismo docente tenga que atender sus tareas presenciales junto a sus tareas a distancia.
Por otro lado, hablar de un programa para el acceso a los recursos tecnológicos bien
puede ser un crédito a tasa cero -algo similar a lo ofrecido a los empresarios autónomos-
lo que implicaría que es el propio trabajador el que se paga el recurso. También resulta
impreciso el hablar de “recursos tecnológicos” porque, si viene al caso, bien puede
entenderse que la tarea se cumple al liberar la navegación por las plataformas
educativas. Para peor, la misma visión limitada fue desplegada por la izquierda en
relación a la discusión de la modificación del Artículo 109º de la LEN: regular el
proceso de trabajo a distancia es respetar el horario de trabajo presencial. No se
preguntan, ni cuestionan el mayor tiempo de trabajo que demanda la educación a
distancia al concentrar en un mismo docente la elaboración y selección de contenidos,
su adaptación a un formato online, la subida a las plataformas, tutorías y consultas,
comentarios personalizados, entre otros. El resultado: la ampliación de la jornada de
trabajo extraescolar de facto. En lugar de pensar el problema, la izquierda se pliega al
razonamiento de la CTERA. Así, unos y otros, dejan por fuera la verdadera regulación
del proceso de trabajo actual y en el sistema mixto. En el acta acuerdo tampoco se
reconocen los mayores costos en los que está incurriendo la docencia hoy para atender
el proceso educativo. Para peor, las provincias que ya empezaron a discutir la vuelta
eligieron un sistema de acompañamiento dónde el docente, si no puede movilizarse por
propios medios a su escuela de origen, debe asistir a la escuela más cercana. Allí, no
conoce los alumnos que deberá acompañar y la patronal ya advirtió que no se pagarán
los adicionales por zonas si no se concurre a la escuela cabecera lo que implica, a las
claras, un recorte salarial.

Pedagogía oficial

En este cuadro de una supuesta “reinvención” de la escuela, distintos pedagogos se


plegaron a desarrollar la gesta. Reuniones varias con instituciones y organismos varios,
o con funcionarios de otras latitudes, se publicitan todas las semanas en la página del
Ministerio. En sintonía, distintos especialistas abonan con sus ideas el probable camino
a seguir. Veamos algunos ejemplos.

FLACSO, que siempre fue una gran usina de ministros y funcionarios educativos, se
ocupó de difundir distintas posiciones. Por ejemplo, Carlos Skliar sostiene que “hay que
devolverle infancia a la niñez”. No se trata de un planteamiento singular, veremos luego
que coincide con las ideas del pedagogo estrella italiano Tonucci. Para el autor local,
implica eliminar la lógica de las utilidades, finalidades y rendimientos en lo educativo.
La discusión sobre si es necesario o no medir el rendimiento está instalada hace tiempo
puertas adentro del Palacio Pizzurno. Recordemos que Adriana Puiggrós sugirió
abandonar las pruebas estandarizadas aduciendo que eran una herramienta impuesta por
el neoliberalismo. La respuesta oficial es que “la calidad es muchas cosas”. Si bien en
aquella oportunidad Trotta salió a matizar las palabras de su segunda al mando, la
realidad ya hizo que este año las pruebas se suspendan.

Cabe preguntarse, entonces, cuál es la tarea de la escuela hoy para el investigador de


FLACSO: una educación del cuidado. Según Skliar no podemos actuar como si nada
ocurriera, como si no estuviéramos aislados. Por eso, entiende hay que enfatizar sobre la
necesidad del cuidado, la compañía, la conversación a propósito del mundo, de la vida y
la hospitalidad. En sus palabras: “no se trata de contenidos sino de continentes, no es
una cuestión de formato sino de urgente presencia. Y no es un problema de estar-
ocupados sino de estar-juntos”.

Esa matriz de pensamiento despeja el problema de las soluciones técnicas, situándolas


como algo que se debe resolver prioritariamente. Porque en última instancia, “no es una
cuestión de cuántos artefactos, apps y bytes estén en circulación o cuántas restricciones
de acceso hay, sino de los saberes que la escuela está poniendo en juego, las chances
que brinda a los niños y jóvenes de saberse parte de ese conocimiento y reconocer sus
potencialidades para producir ideas, soluciones y reflexiones sobre el mundo que los
rodea. En síntesis, se trata de sintonizar la escuela con el planeta”. En este punto,
sostienen que el proceso de innovación acelerado dejará vigente lo que funcionó en
tiempos de pandemia para luego potenciarlo.

En otro artículo, también de FLACSO, Daniel Pinkasz relataba las adaptaciones que ya
“hace 15 años” registra el sistema educativo para responder a la desigualdad. Y
enumera. La escuela secundaria minimizó o suprimió el “libre por inasistencias”. Para el
autor implica que la escuela puede ser responsable por los aprendizajes al margen de la
frecuencia con la que se asista al establecimiento. Como vemos, es la misma lógica que
justifica como equivalente una escuela a la que se asiste 5 días a la semana, con una a la
que se asiste 2 y se cursa en una parroquia. El Fines 2 lo hizo. El autor explica, además,
que desde hace varios años se ha acuñado la expresión “presencialidad asistida” para
designar una pedagogía incipiente que acude a recursos móviles, modulares, a funciones
de enseñanza tutoriales, a figuras docentes de acompañamiento a herramientas de
educación en línea. De sus palabras se deduce que para él la escuela ya estaba
preparada. Para el caso, indica que hace tiempo directivos y supervisores están
conectados por WhatsApp y otras redes para atender situaciones diversas. Recordemos
que, a propósito de justificar la escasez de recursos del Plan Fines, el mismo Ministerio
en tiempos de Mauricio Macri adujo que el WhatsApp era la nueva “asistente social”.
Como veremos en el siguiente acápite, siguiendo el modelo de Tonucci, Pinkasz
entiende que se puede avanzar en otras formas de “agrupar” estudiantes, algo que ya
también se vendría ensayando en la escuela prepandemia.

La escuela de la vida. La escuela inclusiva y diversa. Una escuela metacognitiva que se


centre en las habilidades. Sus defensores parecen afirmar que, si hoy la escuela no
puede llegar a la mitad de la población, poco importa. La escuela ya sabrá qué hacer,
porque ya aprendió que de alguna manera llegará. Los educadores que se quejan porque
“llueven” mensajes a toda hora, todo el día, no entendieron las nuevas herramientas con
las que contamos. En suma, todo lo que está haciendo “bien” la escuela se debe a que ya
lo ensayamos. Y la culpa de la desigualdad es de Macri, como el mismo Ministro Trotta
señaló (aunque sin nombrarlo) al inaugurar las jornadas nacionales de formación
docente “El sentido de educar: reflexiones sobre vínculos y continuidad pedagógica”.
Fue Macri el que recortó el gasto educativo. Como si el deterioro y la degradación
escolar no se gestara a lo largo de décadas. Por eso, frente a la coyuntura, una única idea
se machaca: hace falta un Estado presente, un Estado del cuidado.

Anarquismo pedagógico

Cierto es que buena parte de las ideas locales tiene una raigambre internacional. Uno de
los pedagogos que se ha vuelto “estrella” en esta Pandemia es Francesco Tonucci, quien
defiende la necesidad de una educación sin jerarquías disciplinadoras. Este pedagogo
italiano, autor de La Ciudad de los Niños, defiende una concepción educativa enfocada
en el alumno. Pero ¿cuál es el contenido de esta afirmación? Instaurar un conocimiento
asociado a lo práctico dejando de lado el libro de texto. Coherente con su posición,
Tonucci defendió que en tiempos de Pandemia las tareas escolares debían estructurarse
sobre la base de la rutina del hogar. Así, para matemáticas se trabajaría con las
equivalencias necesarias para confeccionar una comida a partir de una receta; para
literatura, basta con escribir la receta.

El autor pregona porque la nueva “normalidad” sea un pretexto para consolidar una
transformación en la escuela. Una de sus ideas es la fusión de los grupos escolares por
“intereses” de trabajo, lo que habilitaría a que se mezclen libremente niños de 6 y 12
años. Propio del postmodernismo imperante, brega por una pedagogía de la diversidad y
para hacerlo, lo explica en una entrevista con una metáfora local: “el niño mapuche ve
distinto la vida del que vive en Palermo o en una villa miseria, todos tienen el mismo
derecho de aprender, y lo hará mejor cuanto más pueda examinar su propia realidad”.
Para que no queden dudas, para Tonucci no existe una única verdad, ésta es diversa y
móvil. Por eso apunta al estudio de la “microhistoria”, el estudio del barrio que es lo que
le interesa al niño. Entiende que ese estudio de lo local hará que luego, en algún
momento poco claro e inespecífico, los niños se interesen por la historia universal.
Dicen abonar una escuela distinta y sus recetas, arrojando a los hijos de los trabajadores
en la ignorancia, son aún más funcionales a los intereses de la burguesía.

Veamos el ejemplo de lo diverso. La pedagogía de la identidad y de la diversidad es el


principal obstáculo para la construcción de una escuela científica que permita el
reconocimiento de los intereses comunes (y de clase) entre un niño mapuche y otro
villero siguiendo los ejemplos del autor. Si hoy “ven” el mundo distinto es gracias a esta
ideología-cáncer que todo lo permea y machaca sobre identidades secundarias y/o
artificiales. Una ideología que permite y sugiere pensar que el mundo es como se ve, y
no tal como es. Justo cuando la pandemia, una realidad común para todas las “miradas”,
demuestra el absurdo de esa manera de educar. Lo contrario a la escuela como lugar del
encuentro colectivo y de posible construcción de lo común en un sentido científico y de
clase. Para Tonucci debe ser reemplazada por una pedagogía del autonomismo
particularista.

En sintonía con esos planteos, según el pedagogo italiano, los niños ya saben mucho
gracias a la televisión y a Internet. Por eso, las escuelas deberían enfocarse en el trabajo
con el método científico, del conocimiento crítico y el trabajo cooperativo. Un método
científico impotente porque no pretende superar el nivel del individuo, sus
peculiaridades y particularismos. El trabajo del docente, en la pedagogía del autor de La
Ciudad de los Niños, debe centrarse en proveer de métodos interesantes para discutir el
conocimiento que los alumnos ya tienen gracias a internet y a los documentales de la
televisión. Por eso, concibe al docente como un “facilitador”. Básicamente, llama a
rescatar a la escuela del docente. Va de suyo que también presupone que el capital
cultural circula libremente y puede ser apropiado por todos gracias al acceso libre a la
información.

Una pedagogía para la oportunidad

Algunos románticamente sostienen que de esta crisis saldremos mejor. Aducen que
vamos a valorar lo importante. Mejorar es posible si sacamos las lecciones del caso y si
tenemos la capacidad de aprender de esta coyuntura y plantear una intervención certera.

La burguesía nos ofrece una pedagogía de la miseria. Por un lado, oscilan entre actuar
como recién llegados mientras, en paralelo, afirman que todo “lo bueno” que se está
haciendo fue gracias a su obra previa. Recién llegados cuando actúan como si no nos
hubieran gobernado 24 de los últimos 37 años, cuando afirman que la desigualdad
actual se debe al accionar educativo de los últimos cuatro años. Al mismo tiempo,
buscan “tranquilizarnos” sobre la experiencia que han acumulado en la gestión de la
discontinuidad escolar y a la hora de ensayar recetas viejas que patean el problema para
adelante. Podemos hacer en menos tiempo lo que decimos que lleva más. Un Estado
presente lo garantizará. Aunque ese mismo estado no impidió que la escuela secundaria
anterior fuera un colador, ahora dicen preocuparse. por los futuros desertores de la
Pandemia.

Ellos tienen amnesia selectiva. No gestionan ninguna solución real para el presente.
Dicen que les preocupa la desigualdad. Pero, en lugar de resolverla con recursos, la
ocultan: no vamos a evaluar, priorizaremos contenidos y tránsito para recuperar más
adelante. La discusión no se limita a poner o no una nota, si fuera eso, no sería
importante. Es más profundo. Equivale a negarse a tener un diagnóstico serio sobre los
problemas que puso sobre el tapete la Pandemia: desde la ausencia de recursos
materiales para la continuidad hasta la falta de capital cultural para afrontar un proceso
educativo en soledad. Y de trazar soluciones: cuántos recursos más voy a destinar para
apuntalar el proceso pedagógico ahora, durante el sistema dual y a posteriori. Se le pide
al docente que, de una forma mágica, sin modificar su situación real en el aula
garantice, de algún modo, todo. No ahora, que es tiempo de cuidar; más adelante. La
pregunta es cómo va a hacerlo si no se achica el aula, se ponen más docentes, se agrega
personal de apoyo, se equipan aulas con materiales y, a los alumnos y docentes, con sus
propias herramientas. Dicen regular el teletrabajo y apenas se comprometen a respetar el
horario y función de trabajo anterior. Una burla. Se llenan la boca reeditando el
apostolado docente. Todo está en pie gracias a su obra y gesta patriótica. Agradecen una
y otra vez, pero de revisar, verdaderamente, sus condiciones de trabajo, su salario, su
jornada laboral, nada. Ya ni hablemos de reconocerles los mayores costos incurridos
hoy para acompañar/educar o una paritaria que recomponga el valor histórico del salario
que hoy no cubre ni la mitad de lo que se necesita para no ser pobre. Si tomáramos el
pico más alto en el salario docente alcanzado en los años ’30 hoy el docente que recién
se inicia cobraría el equivalente a 80.000$ (valores de diciembre de 2019). Sobre esto,
que es lo que importa, no dicen nada. Bueno, sí: gracias.

Es cierto, no podemos pedirles soluciones a nuestros enemigos. Son quienes vienen


gestionando la miseria escolar prepandemia. Sin embargo, sí podemos aprovechar esta
oportunidad. El supuesto de que fácilmente la escuela podía trasladarse al hogar nos
hizo un gran favor. Generó un clima social favorable para la educación, en general, y
hacia la tarea de los docentes, en particular. Por un lado, porque la mitad que se queda
afuera del proceso educativo percibe que allí se juega algo valioso y la sociedad no
parece aceptar tan alegremente un genocidio educativo oculto. Para eso, hay que luchar
por el sentido cultural y político de la escuela. Se trata de construir una escuela común,
científica y al servicio de los trabajadores. Si vamos a poner de relieve las
subordinaciones más vale arrancar por la de la mitad de la humanidad: las mujeres. Por
eso, la escuela debe ser feminista. Lo micro diverso nos fragmenta y nos lleva a la
derrota. Rescatar la tarea del docente implica descubrirse en este proceso y no como un
pasivo guardián del orden o contenedor. Ambas concepciones son funcionales al
gobierno. Por otro lado, cientos de miles de padres, aun los que tienen capital cultural,
se enfrentaron a sus propios límites como docentes ad hoc. Y descubrieron que la
formación pedagógica que portan los docentes es necesaria y que con voluntad no
alcanza. Hay que solidificar esa alianza y para eso hace falta un programa de acción.

Mientras esas verdades se nos revelan en la cara y demandan que les demos una agenda
de trabajo, la vieja izquierda corporativa vive de fantasmas. Grita que quieren
reemplazar a los docentes por computadoras y que las plataformas digitales abren
negocios monopólicos fabulosos. En paralelo, como no puede abandonar un
“solucionismo tecnológico” simplón reclama computadoras y herramientas, aunque no
esté muy segura si está bien usarlas aquí y ahora. No ha emitido una palabra sobre la
estafa que contiene la suspensión de las evaluaciones como reconocimiento de que lo
educativo no es importante. Se desarma y se aleja de esa misma clase trabajadora que
dice representar y pretende acaudillar. Hay que dejar atrás los viejos lastres y construir
una alternativa que porte el futuro.
Preparar la Revolución. Lecciones de Mayo
Publicado el 07/06/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
Por estos días, se cumplieron 210 años de la Revolución de Mayo. En numerosos
artículos del Aromo vimos pasar debates y caracterizaciones de este problema. Sin
embargo, en esta ocasión, vamos a poner sobre la mesa un problema significativo: el
asunto del programa revolucionario y su agitación, en particular, cuando la lucha de
clases todavía no había dado, en Buenos Aires, un salto cualitativo. Es decir, cuando
todavía no se había abierto un proceso revolucionario.

Juan Flores – GIRB (Grupo de Investigación sobre las Revoluciones Burguesas) CEICS

¿La imprevista consecuencia de un evento lejano?

Hace 18 años, en el Diario Clarín, Luis Alberto Romero sintetizaba en un párrafo la idea
que la Academia burguesa se hizo de la Revolución:

“Hace tiempo que los historiadores profesionales, los historiadores en serio, vienen
criticando esta explicación [que el 25 de Mayo nació “la Patria”]. Coinciden en que los
sucesos de Mayo de 1810 no fueron el fruto de un plan previo sino la imprevista
consecuencia de un evento lejano: el derrumbe del Imperio Español luego de la invasión
napoleónica. En Buenos Aires, como en cada ciudad importante de Hispanoamérica, un
grupo de vecinos se hizo cargo del gobierno, de manera provisoria, sin saber bien para
quién ni contra quién.”[i]

Como se ve, Romero planteaba una Revolución fortuita, impuesta por el imperio de la
circunstancias. En su afán por polemizar con la “visión tradicional” (el mitrismo),
Romero opone una historia azarosa. No había clases, no había programa, no había un
sentido histórico. La revolución es el desorden: se cayó el Imperio, todo el asunto es
quién se hace cargo de la batuta y lo justifica. Esta es la historia de la “democracia
burguesa” resultante del triunfo de la contrarrevolución y llamada a poner orden ante el
Argentinazo, que había ocurrido unos meses antes. Por eso, Romero proyectaba llevar
estas ideas a las escuelas, para “cerrar una brecha”: la de los historiadores
“profesionales” y las escuelas, pero sobre todo, la de la burguesía y el proletariado. No
es casual que unos años después, con el kirchnerismo, este relato reaccionario llenó los
manuales y diseños curriculares. El kirchnerismo venía a “cerrar esa brecha” con la
excusa de estar construyendo una “ciudadanía participativa”.

Este relato de la revolución es adoptado por buena parte de la izquierda que niega el
contenido revolucionario de 1810. Hace unos años, una polémica con el PTS y con
todos los discípulos de Milcíades Peña así lo puso de manifiesto.[ii] Para Peña, no
existió una revolución en el sentido real del término, existió solo una “revolución
política”. No hubo un triunfo de una clase sobre otra, sino un reacomodamiento interno
de la misma clase dominante. Nada muy diferente a lo que señalaron académicos como
Halperin Donghi. Pero incluso quienes hablan de alguna revolución –aunque
“interrumpida”-, ponen el eje en sus “antecedentes” (otras revoluciones en otros puntos
del mundo) o en sus causas “detonantes” externas o internas. De ese modo, la
Revolución no se “prepara”: es un reflejo casi natural de un evento lejano o el estallido
espontáneo de un “descontento criollo”. No hay un programa ni una maduración de la
conciencia en el seno de una clase social. Solidaria con sus planteos actuales, la
izquierda plantea que la revolución es espontánea.

La conspiración

Lógicamente, la Revolución burguesa y la revolución socialista tienen un contenido


disímil. El sujeto llamado a la tarea es diferente, tanto como lo son sus intereses y
objetivos. Del mismo modo, la fisonomía de cada organización revolucionaria tiene sus
particularidades. Sin embargo, algunos elementos de la revolución burguesa sirven para
encarar la tarea cotidiana en el siglo XXI. La necesidad de preparar la revolución es una
de ellas.

Los hechos son conocidos: en 1806, se abre un proceso revolucionario que lleva
finalmente a la burguesía al poder. En 1810, la burguesía arma la Junta Provisoria de
Gobierno, o como mejor se la conoce, la Primera Junta.

¿Pero de dónde vienen los revolucionarios de 1806-1810? Para eso, vale ubicarse en un
contexto internacional. El mundo se encontraba inmerso en una época revolucionaria.
La transición del mundo feudal a la sociedad capitalista, no se producía sin avances y
retrocesos. La burguesía había triunfado en Inglaterra, Francia y Estados Unidos. En
Buenos Aires, la burguesía tomó forma en los hacendados que nutrieron el Gremio de
Hacendados primero, y la dirección del Cuerpo de Patricios una vez estalladas las
Invasiones. Su presencia como clase se manifestó en una combinación de acciones
clandestinas y acciones abiertas de organizaciones corporativas, culturales y políticas.
Algunas de ellas tenían un carácter carbonario y masón. Se trataba de sociedades
secretas que formaron cuadros revolucionarios, preparados para los años más
convulsionados. El carácter secreto suponía aún la negativa a movilizar a las masas para
la tarea. Pero la conspiración estaba en marcha.

Con la Revolución Francesa, comienzan a difundirse pasquines y a tomar lugar los


agitadores en el suelo americano. Del mismo modo, la censura se profundiza. El virrey
Arredondo, en 1790 prohíbe –mediante un bando- los pasquines revolucionarios y la
compra de negros de barcos franceses. Era preferible que no se difundieran demasiado
los sucesos acontecidos en Francia desde 1789. José María Caballero, presunto agitador,
fue arrestado en Córdoba en 1793. Para esa altura, en Buenos Aires, Martín de Álzaga –
un contrarrevolucionario de la primera hora- tuvo encomendada la tarea de detectar
conspiradores. Álzaga descubre entonces un grupo a cargo de Santiago Antonini, quien
tendría en sus manos un pasquín con la leyenda “Viva la Livertá”. Luego de
implementar -sin resultados- la tortura, los reos fueron condenados y extraditados a
España. Un pasquín señalaba:

“Viva la libertad, Martín de Álzaga dentro de un año irás a la guillotina tu y cuantos


andan en averiguaciones. Y tus bienes serán para la convención Americana. Viva, Viva,
Viva la libertad, la libertad. Doscientos mil fusiles vendrán y dos mil oficiales franceses.
La Nación francesa tomará satisfacción, costará arroyos de sangre, ya se da aviso a
París.”[iii]

Claro, para esa época, el material circulaba de uno u otro modo entre los
revolucionarios. De hecho, observando sus cartas, Juan Martín de Pueyrredón reflejaba
adscribir a la crítica francesa de la monarquía, lo cual no es un dato menor. En 1802, en
carta privada a su hermano Diego, Pueyrredón señalaba:

“Tenía acopiados en Francia varios libritos curiosos, y me vi en la necesidad de dejarlos


en Cádiz, temeroso de que me los quitasen, porque sin embargo, de que en nada
ofendían a la religión, vulneraban gravemente el Gobierno Monárquico, porque sobre
cualquier materia que escriban los franceses, su crítica es terrible por lo clara y justa, y
este es mal negocio en España, de suerte que no tengo papel algo que poderte mandar”.
[iv] [El subrayado es nuestro]

Sería el preludio de logias más estables. La primera en Buenos Aires, a cargo de Juan
Silva Cordeiro –portugués-, data de 1804. Unos años después, Rodríguez Peña y
Manuel Aniceto Padilla fundaron Estrella del Sur, una logia independentista. Rodríguez
Peña entró en contacto con otro revolucionario, Francisco de Miranda, a quien se le
atribuye la formación de la logia de los “Caballeros Racionales” o la Gran Logia
Americana, precedente de la Logia Lautaro. Allí se habrían formado también San
Martín, Alvear, Zapiola, José Miguel Carrera, O’Higgins, entre otros. Veamos un poco
al respecto.

Francisco de Miranda

Oriundo de Caracas, Miranda fue sospechado de espía, agente británico, entre otros
epítetos. Pero, en realidad, fue un precursor de las revoluciones, cuando América
todavía no había convulsionado. No fue el único: la actividad de Antonio Nariño y los
levantamientos comuneros en Nueva Granada, son otra sobrada muestra, que dejamos
para otra ocasión.

En su juventud, Miranda prestó servicio en Cádiz y Melilla, desde donde partieron


tropas para combatir junto a los ejércitos norteamericanos. En ese momento, España y
Francia eran aliadas contra Inglaterra. Por ese entonces, Miranda se hizo de una
profunda biblioteca: era hijo del iluminismo. La Inquisición apuntó contra el susodicho
en 1778, por los “delitos de proposiciones, retención de libros prohibidos y pinturas
obscenas”.[v] Es decir, por difamar a Dios y a la religión. Cuando el Tribunal de Sevilla
se expidió pidiendo su captura, Miranda –que ignoraba el proceso- ya estaba en Estados
Unidos. Luego de desertar de los ejércitos españoles –por otros procesos de orden
militar-, Miranda recorrió Estados Unidos como un fugitivo y entró en contacto con los
revolucionarios norteamericanos en Filadelfia (Washington, Addams, Jefferson,
Franklin, entre otros). Allí comienza a adoptar el programa revolucionario de forma
plena y comienza a hablar de “hacer la revolución en las provincias españolas del Sur”.
[vi]

De ese modo, con la persecución española tras sus pasos, Miranda recorrió Europa
intentando buscar interesados para la Revolución en América. En particular, en
Inglaterra y Francia. Al gobierno inglés, le ofreció liderar un plan emancipador en 1789,
lo que motivó la acusación de agente inglés por la monarquía española –interpretación
que de forma antojadiza se apropiaron algunos historiadores nacionalistas-. Sin
embargo, Miranda luego participó de los ejércitos franceses como general, por lo que
hoy su nombre se encuentra escrito en el Arco de Triunfo en París. Con el apoyo de
Francia, intentó llevar a cabo sus planes, pero fracasa.
Para 1797/98, Miranda se dispuso entonces a organizar un proyecto colectivo, y ya no
individual. Ya en Londres, montó toda una logística compleja con agentes, secretarios y
mensajeros. Una red de agitadores y conspiradores. Su orientación: la Revolución y la
liberación de América en asociación comercial y con la protección de Inglaterra y
Estados Unidos, una lógica que luego sería impulsada por los mismos gobiernos
revolucionarios. ¿Quién lo financiaba? La firma Turnbull, Forbes & Co., interesada en
las ventajas comerciales que podría traer el triunfo del plan de Miranda. En Buenos
Aires, operaba a través de Manuel Padilla, Felipe Contucci y Saturnino Peña. No era un
asunto menor: en un contexto de alianzas complejas, la revolución traía aparejada un
juego diplomático propio y requería protección. Aunque la invasión de 1806 tomó otros
carriles, los planes de liberación estaban puestos sobre la mesa.

Al mismo tiempo, Miranda se dedicó a propagandizar la revolución en la prensa


anglosajona y escocesa. De este modo, Miranda se convirtió, en cierto modo, en un
formador de cuadros. Aunque algunos historiadores ponen en discusión el
funcionamiento real de una logia como tal, sí se ha probado que Miranda colaboró en la
formación de O’Higgins y de buena parte de los revolucionarios americanos, a quienes
abrió las puertas de su biblioteca.

La circulación de periódicos

La circulación de pasquines, la instigación clandestina a la Revolución, estuvo


complementada –aunque de forma relativamente tardía- por la circulación de
periódicos. El primer periódico en Buenos Aires data de 1801 y tuvo como nombre El
Telégrafo Mercantil. Su fundador: Hipólito Vieytes, un hijo neto de la burguesía agraria
de Buenos Aires.

Las ideas de Vieytes pueden parecer difusas para estos años. Puede ser un verdadero
revolucionario moderado por la censura o todavía guardar esperanzas en el sistema
colonial –lo que resultaría poco probable, aunque no imposible-. Lo cierto es que el
Telégrafo Mercantil ponía de manifiesto problemas burgueses, es decir, problemas de
clase. Allí se propone desarrollar la agricultura, la minería, fundar una compañía para
exportar carnes saladas, así como se plantea la necesidad de una organización política
independiente, una “Junta del Monte”. Al mismo tiempo, Vieytes planteó la libre
exportación de granos, cueros y carnes, y el dominio burgués sobre el trabajo asalariado.
De uno u otro modo, son ideas incompatibles con un sistema colonial que drena
recursos a la metrópoli y que se sirve de la compulsión extraeconómica para producir.
Pero el desarrollo de estos planteos tendrá lugar en el Semanario de Agricultura,
Industria y Comercio, y en el Correo de Comercio, dos periódicos posteriores.

Como se ve, esta clase también batallaba en el terreno de la cultura. Sea como sea, tenía
en sus planes, la organización de un programa. Todos estos elementos estuvieron en
juego, cuando en 1806, tropas británicas ingresaron a Buenos Aires.

El elemento activo

Podríamos concluir que los revolucionarios fueron un elemento consciente. Lejos de lo


señalado por la Academia, la Revolución tuvo sujetos dispuestos a terminar con el
dominio feudal y construir una nueva sociedad. Incluso, algunos venían planificando
esa salida con anterioridad a la crisis terminal del Imperio español.
También podríamos concluir que el proceso revolucionario se enmarcó en una época
más general de revoluciones burguesas Sin embargo, de esto no se puede desprender
que la Revolución fuera un reflejo “natural” de otros acontecimientos. El escenario –la
época revolucionaria y la crisis de la monarquía- no reemplazaba al sujeto: a la
burguesía y a sus revolucionarios, con sus organizaciones. Cuando Beresford tomó
Buenos Aires, la burguesía adoptó una salida revolucionaria como resultado de un
proceso de maduración. Pero dicho proceso fue a la vez resultado de una intervención
activa y preparatoria de verdaderos revolucionarios: la agitación de ideas, la instigación
a la revolución y la lucha cultural fueron factores claves en la educación de esa
burguesía como clase. Incluso cuando el escenario no era crítico –todavía- para los
partidarios del feudalismo.

Se trata de un concepto fundamental: no existe la maduración espontánea de la


conciencia y las revoluciones. Lo fue para las revoluciones burguesas y lo será para las
revoluciones obreras y socialistas. Si queremos la revolución, no hay otra alternativa
que mostrar el camino.

[i]Romero, Luis Alberto: “Una brecha que debe ser cerrada” en Diario Clarín,
24/5/2002

[ii] Rossi Delaney, Santiago: “Academicismo y pereza. Un debate fallido con el PTS”,
El Aromo nº61, 2011

[iii] Citado en Canter, Juan: “El Río de la Plata y la revolución Francesa, 1789-1809”,
en Levene Ricardo: Historia de la Nación Argentina, El Ateneo, 1941, Sección V,
primera sección, p.47

[iv]Carta a Don Diego José de Pueyrredón, 26 de septiembre de 1802, en Lafuente


Machain, Op.Cit.

[v]Citado en Bohórquez Morán, Carmen L.: Francisco de Miranda, precursor de las


independencias de América Latina, Fundación Editorial El perro y la rana, Caracas:
2006 [1998], p.61

[vi]Ibidem, p. 110

El trotskismo a debate (Tercera parte). El programa de la Revolución Permanente


Publicado el 07/06/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
El trotskismo argentino brinda día a día nuevas pruebas de su agotamiento histórico. La
deriva electoralista, el cretinismo parlamentario, la conciliación con el peronismo aun
cuando esta fuerza detenta el gobierno y la ausencia de vocación de poder, entre otras
falencias, no son simples “desvíos” de un “trotskismo original” que se ha perdido y al
cual hay que volver, sino las consecuencias irremediables de un programa
completamente inútil para las coordenadas económico-sociales de la Argentina: la
Revolución Permanente.

Guido Lissandrello – Grupo de Investigación de la Izquierda Argentina


A los efectos de examinar en profundidad el corazón programático de la corriente hoy
dominante en la izquierda argentina, presentamos una serie de notas, destinada a
estudiar en detalle el programa del propio Trotsky. En la primera entrega, reconstruimos
el debate que atravesó a la vanguardia rusa a comienzos de siglo XX acerca del carácter
de la transformación que requería Rusia, debate en el cual Trotsky forjó los cimientos
de la Revolución Permanente, y abordamos la metodología de trabajo con la cual
construyó su teoría el futuro jefe del Ejército Rojo. En la segunda entrega, estudiamos el
análisis que nuestro protagonista realizó sobre las condiciones singulares en que se
desarrolló el capitalismo en Rusia, lo que nos permite calibrar con justeza la dimensión
del atraso de ese país como base para la aplicación de la Revolución Permanente. En
esta entrega, examinamos los elementos que componen su núcleo programático.

Las tareas burguesas y el carácter permanentista de la revolución

Examinadas las particularidades del desarrollo ruso, detengámonos ahora a intentar


aislar los elementos que componen la teoría de la Revolución Permanente. La siguiente
exposición puede resultar abstracta, pero debe insistirse sobre lo que ya hemos
apuntado: se trata de una teoría elaborada en función de la especificidad rusa que, al
menos al momento de ser pergeñada por Trotsky, no tenía la aspiración de ser un
programa universal para todo rincón del planeta.

Lo primero que corresponde indicar, es que se trata de una teoría para la revolución en
un país atrasado. Si Rusia hubiera llegado al siglo XX con una estructura capitalista
plenamente desarrollada, con una burguesía que dominara tanto la vida social como la
estructura política, toda la discusión acerca del carácter de la revolución rusa hubiera
carecido de sentido. No habría, en efecto, ninguna condición objetiva para el enorme
debate que reseñamos en la primera entrega. Tal y como acabamos de señalar, Rusia era
interpretada por Trotsky como un país atrasado en función de la magnitud de la
pervivencia de relaciones sociales previas. En efecto, definía a los países de ese tipo del
siguiente modo:

“¿En qué consiste entonces la diferencia entre los países avanzados y los atrasados? La
diferencia es grande, pero así y todo se trata de una diferencia en los límites de la
dominación de las relaciones sociales. […] En uno de los polos, su dominación tiene un
carácter claro y absoluto: los Estados Unidos. En el otro polo -India-, el capital
financiero se adapta a las instituciones caducas del Medioevo asiático, las subordina y
les impone a estas sus propios métodos. Pero tanto aquí como allí domina la burguesía.
De esto se deduce que la dictadura del proletariado tendrá asimismo en los distintos
países capitalistas un carácter extremadamente variado, en el sentido de la base social,
de las formas políticas, de los objetivos inmediatos y del ritmo del proceso.”[1]

Como puede advertirse, el carácter atrasado no conlleva necesariamente la misma


resolución de idénticos problemas en todos los países de ese tipo. Por el contrario, estas
formas variarán de país a país.

Habiendo elementos que constriñen el desarrollo burgués y que al mismo tiempo


inhiben el potencial transformador de la burguesía, recae el papel revolucionario en la
clase obrera, tanto para las tareas burguesas como para las socialistas. Naturalmente, de
allí se desprende el carácter permanentista de la revolución: la clase obrera resuelve en
un mismo proceso la liquidación de las supervivencias feudales y el inicio de la
construcción del socialismo. Esta idea no es estrictamente una innovación de Trotsky,
Marx y Engels ya la habían formulado en su Mensaje del Comité Central a la Liga de
los Comunistas. Nuestro protagonista reconocía esta deuda explícitamente, al señalar
que:

“La Revolución Permanente, en el sentido que Marx daba a esta idea, quiere decir una
revolución que no se aviene a ninguna de las formas de predominio de clase, que no se
detiene en la etapa democrática y pasa a las reivindicaciones de carácter socialista,
abriendo la guerra franca contra la reacción, una revolución en la que cada etapa se basa
en la anterior y que no puede terminar más que con la liquidación completa de la
sociedad de clases.”

En ese entonces, la dupla creadora del materialismo histórico combatía contra las ideas
del “Estado racional o democrático”, que presuponía la llegada al socialismo por la vía
pacífica, evolutiva o reformista. Trotsky recogía el guante en su combate contra
Plejanov, los mencheviques y la II Internacional, para indicar que el cumplimiento de
los objetivos democráticos de las naciones atrasadas no podía recaer en la burguesía,
sino en una dictadura del proletariado que, a su vez, ponía a la orden del día las
reivindicaciones socialistas. En efecto,

“Si la opinión tradicional sostenía que el camino de la dictadura del proletariado pasaba
por un prolongado período de democracia, la teoría de la Revolución Permanente venía
a proclamar que, en los países atrasados, el camino de la democracia pasaba por la
dictadura del proletariado.”[2]

¿Cuáles son en concreto las tareas democráticas? Tal y como hemos visto en la nota
anterior, ellas son la disolución del poder autocrático, es decir, de una forma del Estado
que responde a un orden feudal, y la liquidación de esas relaciones que aún perviven en
la sociedad, básicamente, la resolución de la cuestión agraria. La primera de ellas es
suficientemente clara, aunque haya sido comprendida mal por los trotskistas.
Efectivamente, para Trotsky, al menos en este momento, no se trata de una cuestión
constitucional de ampliación de las “libertades democráticas”, sino de la liquidación de
ese pesado Estado hipertrofiado del que hablamos antes, de “destruir implacablemente
al viejo aparato estatal de la monarquía”.[3] Estamos hablando de un Estado que no
responde a la burguesía o que su dominio sobre el mismo no es completo.

El problema campesino

La otra tarea democrática burguesa era la de “liquidar definitivamente la gran propiedad


agraria”.[4] En efecto, “la esencia de la cuestión consistía en que el problema agrario,
que constituía la base de la revolución burguesa, no podía ser resuelto bajo el
predominio de la burguesía.”[5] Aquella era la tarea que entrañaba la mayor
complejidad política, de allí que Trotsky definiera al campesinado como la gran
incógnita de la fórmula política de la revolución y que en el pensamiento radical ruso se
lo conociera como la esfinge de la historia rusa. En efecto, el campesinado era la llave
de la revolución democrático-burguesa, en tanto y en cuanto era el más interesado en
ella por el reparto de la tierra y la liquidación de la servidumbre, y a su vez era la traba
para la culminación de la revolución socialista, en tanto y en cuanto ella se extendería
sobre la base de su expropiación.
En efecto, el meollo de la cuestión era la particular situación estructural del
campesinado. En primer lugar, su posición como clase social. Relicto de una sociedad
previa en decadencia, se convertía en el capitalismo en una pequeñoburguesía en
proceso de ascenso social, la menor de las veces, o de proletarización, lo que era la
norma. Mientras tanto, no dejaba de ser una masa enorme de la población, que obligaba
a considerarlo un elemento central. En manos de la burguesía, significaba el triunfo de
la reacción, en manos del proletariado, la llave de la revolución. Por la misma posición
social ambivalente que ocupaba, era incapaz de construir un propio partido. De haber
sido eso posible, la revolución democrático-burguesa habría estado en sus manos y
podría haber operado como una sansculloterie rusa. Pero lo cierto es que socialmente
estaba vedada esa posibilidad. La clase obrera tenía que ganarlo para la revolución, pero
siempre bajo su hegemonía. Ello era el corazón de la discusión entre Trotsky y Lenin,
en tanto que el segundo hablaba inicialmente de dictadura democrática del proletariado
y el campesinado, el primero hacía hincapié en que la fuerza motriz era el proletariado
apoyado en el campesinado. En definitiva, una base social de masas mas no una fuerza
dirigente:

“La Revolución Permanente aparece expuesta como una revolución que fusiona al
proletariado organizado en Soviet con las masas oprimidas de la ciudad y del campo,
como una revolución nacional que lleva al proletariado al poder, y abre con ello la
posibilidad de la transformación de la revolución democrática en socialista. La
revolución no es un salto dado aisladamente por el proletariado, sino la transformación
de toda la nación acaudillada por el proletariado. Así concebía y así interpretaba yo, a
partir de 1905, las perspectivas de la Revolución Permanente.”[6]

En este punto, la estrategia consistía en apoyarse en los campesinos contra la


monarquía, los terratenientes y todas las supervivencias feudales, lo que significaba
avanzar en la revolución democrático-burguesa. Pero luego la marcha seguiría hacia el
socialismo, lo que llevaría a introducir una cuña dentro del campesinado, para delimitar
a los sectores más pobres (no explotadores) y al semiproletariado, con todos los
explotados, contra el capitalismo, esto es los elementos ricos del campo. Para sintetizar
este aspecto:

“La abolición del sistema de servidumbre feudal encontrará el apoyo del campesinado
entero, la clase más afectada por la servidumbre. Un impuesto progresivo sobre la renta
tendrá el apoyo de la gran mayoría del campesinado; pero las medidas legislativas de
protección del proletariado del campo no sólo no serán recibidas con el beneplácito
activo de la mayoría, sino que tropezarán con una resistencia activa de parte de una
minoría. El proletariado se verá obligado a llevar al campo la lucha de clases y a
destruir de esta manera la comunidad de intereses que le une con el campesinado entero,
comunidad indudablemente existente aunque dentro de límites relativamente estrechos.
Desde el primer momento de su dominación, el proletariado tendrá que buscar su apoyo
en la confrontación de las capas pobres y ricas del campesinado, del proletariado del
campo con la burguesía agrícola. Pero si, por un lado, la heterogeneidad del
campesinado constituye una dificultad y limita la base de una política proletaria, por
otro lado su insuficiente diferenciación de clase, hará también más difícil llevar al
campesinado a una lucha de clases desarrollada en la cual pudiese apoyarse el
proletariado urbano. El primitivismo del campesinado mostrará al proletariado su lado
más hostil.”
¿Cómo se desenvolvería finalmente la Revolución Permanente? Es interesante advertir
que Trotsky escribe tras la revolución de 1905 y describe con bastante fidelidad los
hechos posteriores. El proletariado llegaría al poder mediante una sublevación nacional
en la que se liquidarían los restos del absolutismo y del sistema de servidumbre civil.
Ahora bien, una vez en el poder y habiendo resuelto estas tareas, aunque quisiera no
podría limitarse a crear las “condiciones republicano-democráticas para el dominio
social de la burguesía”[7], pues quiebra necesariamente el límite entre el programa
mínimo (burgués) y máximo (socialista). Por caso, la resolución del problema agrario,
que aprisiona a las grandes masas de Rusia llevaba a plantear tareas de tipo socialista.
Así como la permanencia trastoca del contenido de la revolución de burguesa a
socialista, también quiebra los marcos de esa transformación, haciéndola trascender de
los límites nacionales hacia los internacionales. Esto se explicaba por dos motivos. Uno
más general, en la medida de que el socialismo solo podía imponerse como realidad
mundial en un contexto en el cual el capitalismo ya había dado lugar a un mercado
mundial completamente integrado. Otro más particular: la revolución en Rusia solo
podía salvaguardarse si la iniciativa se trasladaba a Europa occidental, única forma de
combatir la reacción feudal burguesa en todo el continente.

En efecto, un elemento constitutivo de la Revolución Permanente, es el carácter


internacional de la revolución. Aspecto que Trotsky sacará a relucir en su debate contra
la apuesta estalinista de la construcción del socialismo en un solo país. Volveremos
sobre este punto en una futura nota, toda vez que su tratamiento amerita no solo oír la
voz de Trotsky, sino contrastarla con los diagnósticos que impulsaban a Stalin y al
grueso del Partido Bolchevique, a afirmar la posibilidad y necesidad de construir el
socialismo en Rusia en un contexto en el que la revolución entraba en un impasse tras la
derrota en Alemania y el mundo occidental parecía estar relativamente a salvo del
fantasma del comunismo.

De la aritmética al álgebra

Hemos visto emerger a la teoría de la Revolución Permanente como una reflexión de


nuestro protagonista a partir del estudio de las condiciones particularísimas en las que
había tenido lugar el desarrollo del capitalismo en Rusia. Esa teoría fue construida en
combate contra las ideas dominantes de la época en el seno de la vanguardia
revolucionaria local, en particular contra Plejanov, es decir, contra una “vaca sagrada”
del momento. Trotsky, lejos de interpretar el presente como repetición mecánica del
pasado, se quitó el lastre del “modelo francés” y advirtió proféticamente el camino que
recorrería la revolución rusa a partir de un método eminentemente claro: el estudio
concreto de la situación concreta.

La Revolución Permanente se revela como la forma de la revolución en una estructura


social atrasada. En ella, pervive aún una forma de organización del poder feudal -la
autocracia- y la burguesía no es aún una clase políticamente dominante. No solo eso,
muestra además su impotencia social que le impide completar las tareas de su clase. En
el otro extremo de la estructura, pervive una enorme masa de campesinos, es decir,
subsisten relaciones precapitalistas. Ese será el nudo gordiano de la revolución, pues se
trata de un sector en disputa en el marco de la lucha de clases entre burgueses y obreros.
El núcleo del pensamiento de Trotsky radica justamente en la permanencia de la
revolución, en la elevación del proletariado a la categoría de caudillo revolucionario que
deberá cumplir las tareas que la burguesía, por sus condiciones estructurales, no puede
resolver (liquidación de la autocracia, superación del atraso social) y, empujado por la
propia dinámica de la lucha de clases, deberá avanzar hacia el socialismo.

¿El problema, entonces, es de los trotskistas y no de Trotsky? Sí y no. Trotsky usaba


frecuentemente una expresión que recurría a la terminología matemática. En varios
pasajes puede verse ese recurso, citamos uno a modo de ejemplo:

“La vieja fórmula de Lenin no resolvía de antemano cuáles serían las relaciones
políticas recíprocas del proletariado y de los campesinos en el interior del bloque
revolucionario. En otros términos, la fórmula se asignaba conscientemente, un cierto
carácter algebraico, que debía ceder el sitio a unidades aritméticas más concretas en el
proceso de la experiencia histórica.”[8]

Trotsky se refería, tal como indica la cita, a las dos ramas de la matemática para
caracterizar fórmulas o consignas políticas: la aritmética y el álgebra. Recordemos que
la primera se refiere al estudio de los números y las operaciones que con ellos se
realizan, mientras la segunda comprende el estudio de estructuras abstractas y estudia la
combinación de elementos de aquellas acorde a ciertas reglas. Con ellas, el
revolucionario ruso quería distinguir a aquellas formulaciones generales, que podían ser
válidas muy genéricamente, de aquellas que se aplicaban a una realidad concreta,
específica.

En lo que a nuestros fines respecta, conviene distinguir los “usos” de la teoría de la


Revolución Permanente en dos etapas.El nacimiento de la teoría de la Revolución
Permanente está íntimamente ligado y determinado por la realidad específica rusa. En
sus comienzos, Trotsky no piensa su teoría como una formulación aplicable a todo el
universo, sino que ella es el resultado del análisis minucioso de la estructura social que
pretendía revolucionar. Es la etapa aritmética de la Revolución Permanente, la que
refiere al momento concreto. Es lo que hemos venido examinando en estas primeras tres
entregas.

Luego, en una segunda etapa, que comienza con las discusiones en torno al accionar del
Partido Comunista en China y que continúa luego con sus reflexiones en el exilio
mexicano, la Revolución Permanente es erigida en regla para todos los países atrasados.
Entramos allí en la etapa algebraica, el momento general y abstracto. A ello nos
abocamos en las próximas entregas de esta saga.

Mientras que la primera revela un esfuerzo intelectual envidiable, con una gran
erudición, la segunda nos devuelve la imagen de un publicista informado que aplica una
formula preconcebida a partir de datos aislados. Esto en nada rebaja la figura de un
revolucionario en toda la regla que hizo su propia revolución, sino que nos advierte
sobre formas de elaboración programática que debieran ser abandonadas. Ante la
imitación algebraica de la Revolución Permanente, se impone la necesidad de una
elaboración aritmética del programa revolucionario útil aquí y ahora.

¿Qué queda de la Revolución Permanente hoy?

¿Tienen los revolucionarios argentinos los mismos problemas que sus pares rusos hace
un siglo atrás? Ya lo explicamos largamente en los más de cien números de El Aromo.
Para resumir. La Argentina hoy posee una dinámica plenamente capitalista, resultado
del cumplimiento de la revolución burguesa. Este tipo de revolución contempla la
resolución de una serie de tareas bien específicas: la conquista del poder y la derrota de
la contrarrevolución para afianzarlo, la constitución de la hegemonía burguesa sobre el
conjunto del espacio nacional, la edificación de un mercado capitalista en esa magnitud
y la liquidación de formas sociales precapitalistas. Todo ello ya aconteció en la
Argentina en un proceso que se inició hace casi dos siglos. En 1810 el corazón de la
burguesía, los hacendados de la campaña bonaerense, se hicieron del poder. En la
década del ’20 derrotaron definitivamente a la contrarrevolución. En el resto del siglo
XIX, se constituyó un mercado nacional, que aseguró la libre circulación de las
mercancías, en particular, la más valiosa para la burguesía: la fuerza de trabajo. La
construcción del Estado burgués se completó en su dimensión institucional, legal y
financiera. No hay ningún relicto precapitalista, en particular, no existen masas
campesinas. En rigor de verdad, la población rural es marginal en la estructura del país.
La “esfinge de la Revolución Rusa” no existe para la Revolución Argentina. Eso solo ya
bastaría para descartar de plano la aplicación de la Revolución Permanente hoy. Todo el
problema ruso se reducía al problema de la cuestión agraria. La Argentina no tiene ese
problema, solo se trata de expropiar a la totalidad de los burgueses del agro. Inventar un
campesinado argentino y tratar de establecer alianzas con él lo único que hace es
fragmentar a la clase obrera (cuando detrás del rótulo se encubren semiproletarios u
obreros con tierras) y atar al proletariado al carro de la burguesía (cuando detrás del
rótulo se encubren chacareros, es decir, burgueses hechos y derechos).

Tampoco puede decirse que el Estado no lo controle la burguesía argentina. Menos,


alegar como argumentos de ello un mecanismo por el cual los capitalistas locales
estafan a sus acreedores (la deuda externa) o los acuerdos con entidades que facilitan
esos préstamos para sostener la acumulación capitalista (FMI). De ningún modo el
atraso social profundo (la existencia de una cuestión agraria), puede ser reemplazado
por una lectura superficial de la economía, según la cual la preeminencia económica de
actividades ligadas al agro, en detrimento de la llamada “industria pesada”, sea signo de
atraso. En primer lugar, porque no es cierto que la Argentina no tiene “industria”. En
segundo lugar, porque es falso que el campo no sea “industria”. Y, en tercer lugar,
porque el desarrollo capitalista no se mide por la existencia de capitales locales
eficientes en todas las ramas económicas. Los trotskistas que sostienen esto harían bien
en repasar las afirmaciones de Trotsky en torno al funcionamiento del mercado mundial
y el desarrollo desigual y combinado. Sostener que existe una opresión nacional en un
país donde su burguesía controla el conjunto del espacio nacional y su Estado, lo único
que genera es la construcción de un terreno común con los capitalistas locales, espacio
en el que germinan los peores vicios del trotskismo argentino: el nacionalismo y el
properonismo.

Si hay algo que conserva vigencia de la teoría de la Revolución Permanente hoy, es la


preocupación y la metodología que fue elaborada. Es decir, despojándose del lastre de
las experiencias pasadas, exitosas en otro tiempo y espacio, para dar paso al estudio
científico de las particularidades nacionales. No sirve forzar los planteos de Trotsky
para una realidad que no tiene nada que ver con aquella en la que esas ideas fueron
forjadas, ni puede ser un impedimento para ello que su propio autor las haya extendido
equivocadamente a escenarios diferentes. Tampoco podemos acogernos a la cómoda
espera de una revolución internacional que resuelva nuestros problemas nacionales.
Cómo lo dijimos más de una vez, es nuestro el problema de nuestra revolución y hay
que pensarlo con nuestra cabeza.

[1]Trotsky, León: “La Revolución Permanente”, en Trotsky, León: La teoría de la


Revolución Permanente, Ediciones IPS, 2011, pp. 337-338.

[2]Ídem, p. 255.

[3]Ídem, p. 317.

[4]Ibídem.

[5]Ídem, p. 322.

[6]Ídem, p. 286.

[7]Trotsky, León: “Resultados y perspectivas”, en Trotsky, op. cit., p. 88.

[8]Trotsky, “La revolución…”, op. cit., p. ídem, p. 355.

Los anti-cuarentena. Burguesía y pequeño burguesía frente al Covid-19


Publicado el 14/06/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
En las últimas semanas han ganado protagonismo quienes se oponen a la cuarentena. A
diferencia de lo que sucedía en marzo y abril, ya no son los grandes empresarios los que
bregan por una flexibilización de las restricciones, sino la pequeño burguesía y sectores
de la clase obrera. ¿Qué explica esta situación? Intentaremos analizarlo en esta nota.

Gonzalo Sanz Cerbino y Hernán Calisaya

Laboratorio de Análisis Político

En las últimas semanas han ganado protagonismo quienes se oponen a la cuarentena. A


diferencia de lo que sucedía en marzo y abril, ya no son los grandes empresarios los que
bregan por una flexibilización de las restricciones, sino la pequeño burguesía y sectores
de la clase obrera. ¿Qué explica esta situación? Intentaremos analizarlo en esta nota.

Entre la flexibilización y los subsidios

Si bien la gran burguesía desató en su momento una lucha abierta contra la cuarentena,
hoy no parece estar entre sus principales preocupaciones. La producción agropecuaria
con destino de exportación estuvo desde un principio exceptuada, así que no hubo allí
grandes reclamos. En el caso de la industria, las sucesivas flexibilizaciones de la
cuarentena permitieron restablecer la producción, con lo que el reclamo “anti-
cuarentena” fue perdiendo importancia. A esto se suma que buena parte de los
problemas que enfrenta hoy la burguesía local se iban a presentar igual, con o sin
cuarentena. La crisis económica, en particular en la Argentina, es anterior a la aparición
del Covid. Y con o sin cuarentena, la producción necesariamente se iba a resentir. Por
eso, una vez conseguida la flexibilización que permitió retomar la producción, los
grandes industriales comenzaron a exigir del gobierno que se multipliquen los
subsidios, justificándose en la situación de emergencia. Veamos.

Durante marzo y abril, la gran burguesía industrial apuntó sus cañones a la cuarentena.
La voz cantante la llevó el dirigente de la Coordinadora de Industrias de Productos
Alimenticios (COPAL) y vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel
Funes de Rioja, quien el 31 de marzo señaló que “no se pueden tener las actividades
paralizadas a salario pleno”.[1] La frase escondía dos demandas, que los grandes
industriales lograron arrancar a lo largo de abril: avanzar en una flexibilización
progresiva de la cuarentena y la asistencia estatal para cubrir el pago de salarios. Así se
llegó a la reunión entre representantes empresarios, sindicales y el gobierno el 6 de
abril, donde estuvieron presentes dirigentes de la UIA, de la Cámara Argentina de
Comercio (CAC) y de la CGT. Todos insistieron en la necesidad de flexibilizar la
cuarentena, incluso los dirigentes sindicales, que en lugar de exigir que el Estado y las
empresas garantizaran una estricta cuarentena sin afectar los salarios, se plegaron al
reclamo empresarial de retornar a la actividad exponiendo a todos los trabajadores al
contagio.

Aunque en la reunión del 6 de abril se consiguió la autorización para que algunas


actividades vuelvan a funcionar, las presiones continuaron. A los dirigentes de la UIA
se sumaron voceros “espontáneos” del mundo empresarial, que se dedicaron a atacar la
cuarentena en medios y redes sociales. Alec Oxenford, de la empresa OLX, minimizó la
cantidad de muertes por Covid-19 y habló de la “desproporción absoluta” de las
medidas tomadas en relación a la “amenaza real del virus”. El mensaje fue replicado por
Agustín Otero Monsegur, uno de los dueños de la citrícola San Miguel. Por su parte,
Martín Varsavsky, dueño de empresas de biotecnología y comunicaciones, también
minimizó las muertes por Covid-19: “el 90% de los que mueren están retirados y [d]el
resto el 8% tenían enfermedades previas o estaban cerca del retiro”. Es una “gripecita”
que solo mata a viejos que ya eran una carga… linda gente.[2]

La campaña empresaria contra la cuarentena fue utilizada por la UIA para presionar por
la incorporación de nuevas actividades exceptuadas. Esa presión dio sus frutos. Cada
anuncio de extensión de la cuarentena fue acompañado de una mayor flexibilización,
que permitió la apertura progresiva de distintas ramas industriales. Los únicos que no
consiguieron imponer todos sus reclamos fueron los dirigentes de la Cámara de
Comercio, que presionaban por la apertura de comercios, shoppings y restaurantes. A
fines de abril, los industriales consiguieron también un acuerdo con la CGT, impulsado
por el gobierno, para pagar solo el 75% del salario del personal suspendido. Ello se
sumaba al programa ATP, por el que el gobierno se comprometía a cubrir el pago del
50% de los salarios de las empresas privadas, un decreto “contra despidos y
suspensiones” que en realidad los permitía, y múltiples líneas de crédito a tasas
negativas. Los grandes industriales habían hecho un negocio redondo: consiguieron la
flexibilización progresiva que demandaban, pero también una batería de subsidios y un
acuerdo con los sindicatos para bajar los sueldos, que eran aún más necesarios que la
flexibilización. La pandemia fue la excusa que encontraron para justificar la demanda
de apoyo estatal para enfrentar una crisis que precedía a la aparición del Covid.

En este contexto, las corporaciones empresarias comenzaron a dar muestras de apoyo al


gobierno, al tiempo que trataban de poner coto a sectores del oficialismo que
amenazaban con avanzar sobre los intereses de la burguesía. El 22 de abril se dio a
conocer un comunicado del Foro de Convergencia Empresarial (FCE), integrado por la
UIA, la Bolsa de Comercio y la Asociación de Bancos de Argentina y la Sociedad
Rural, entre otras corporaciones. El documento apoyaba la cuarentena y la asistencia
gubernamental a las empresas, pero cuestiona iniciativas como el “impuesto a las
grandes fortunas” que agitaba un sector del oficialismo. Lejos de minimizar los efectos
del virus, allí reconocían que estábamos frente a una “situación inédita que afecta
gravemente la salud de la población”. Apoyaban, en consecuencia, las medidas “severas
pero necesarias” del gobierno para evitar el desborde del sistema de salud, “como ha
ocurrido en otras partes del mundo”. También lloraron la carta quejándose de los efectos
de la crisis sobre el sector privado, lo que daba pie para demandar la continuidad de la
asistencia a las empresas y cuestionar el impuesto a las grandes fortunas, un
“antecedente sumamente negativo”, que agravaría la recesión y ahuyentaría la inversión.

El comunicado del FCE cerraba convocando a crear una mesa de diálogo entre
sindicatos, empresarios y gobierno, para “analizar la coyuntura y pensar en el día
después». El gobierno concedió el reclamo convocando a una nueva reunión con la UIA
y la CGT el 4 de mayo, en la que se discutieron nuevas flexibilizaciones. Allí los
dirigentes de la UIA también dieron su apoyo a la propuesta argentina en la negociación
de la deuda, ya que llegar a un acuerdo resultaba crucial para que las empresas pudieran
acceder a financiamiento externo. “Estamos acá para hablar del tema de la deuda, para
dar nuestro apoyo en las negociaciones. Necesitamos que haya un arreglo y en eso
apoyamos totalmente al Presidente”, sostuvo el presidente de la UIA, Miguel Acevedo.
[3]

Aunque algunos sectores industriales continuaron presionando por una mayor


flexibilización de la cuarentena, el reclamos fue perdiendo fuerza a medida que el
gobierno abría una a una todas las actividades industriales. El último pronunciamiento
fuerte sobre este tema data del 6 de mayo, y fue pronunciado por la Asociación
Empresaria Argentina (AEA), integrada, entre otros, por Paolo Rocca (Techint), Luis
Pagani (Arcor), Cristiano Rattazzi (Fiat), Héctor Magnetto (Clarín) y Marcos Galperín
(Mercado Libre). Aunque ese comunicado demandaba “acciones que posibiliten una
vuelta ordenada al trabajo y la producción”, no cuestionaba la cuarentena, a la que
calificaba como un “esfuerzo muy importante y exitoso para contener la propagación
del coronavirus”. Tras este comunicado, los grandes industriales abandonaron cualquier
reclamo contra la cuarentena, y se concentraron en demandar la continuidad de la
asistencia estatal. En la última semana, por boca de Funes de Rioja, la UIA salió a exigir
asistencia estatal para el pago de aguinaldos y la continuidad del programa ATP. Por lo
pronto, tras el pedido del Ministro del Interior a la CGT, la UIA consiguió prorrogar por
60 días el acuerdo que estipula la reducción del 25% de los salarios del personal
suspendido. El mismo día, el 4 de junio, la cúpula de la UIA volvió a reunirse con el
presidente Fernández, que prometió más beneficios para los empresarios. El presidente
buscó llevar tranquilidad a la cúpula industrial, tomando distancia de las amenazas del
kirchnerismo, como el impuesto a las grandes fortunas o la propuesta de la diputada
Vallejos de estatizar las empresas que recibieron asistencia. En la reunión, Alberto
Fernández planteó abiertamente que “no compartía” tales medidas, y señaló que las
restricciones a la compra de dólares establecidas en los últimos días “eran transitorias”.
También aseguró que estaba trabajando para evitar el default y propuso avanzar en una
reforma impositiva para reducir la presión tributaria sobre las empresas. Miguel
Acevedo sintentizó claramente el espíritu de la reunión: “El Presidente quería transmitir
de primera mano cuáles son ideas, seducir al empresariado para la pospandemia y
generar una conversación con los que deciden las inversiones”.[4]

Claramente, no es la gran burguesía la que hoy se opone a la cuarentena. La creciente


flexibilización de las actividades industriales ha permitido que el grueso de las empresas
retomen la producción, y sus problemas, aunque agravados por la pandemia, no serían
menos importantes sin el virus. Es más, el impacto de la pandemia se ha convertido en
una excelente excusa para obtener el favor oficial bajo la forma de subsidios, créditos a
tasas negativas y el aval del gobierno y la CGT para avanzar sobre los salarios y las
condiciones de trabajo. Pero, si no es aquí de donde brotan los reclamos anti-cuarentena,
¿quiénes son los que se movilizan? Veamos.

Las marchas anti-cuarantena

En las últimas semanas comenzaron a multiplicarse, en varios puntos del país, las
marchas anti-cuarentena. En Mar de Plata, entre el 21 y 23 de mayo las movilizaciones
fueron protagonizadas por dueños de restaurantes y comercios de ropa, acompañados
por los trabajadores del sector, seguramente empleados en negro. El 22 de mayo
llegaron a reunir cerca de 300 personas, que cortaron las calles de la ciudad. En la
Ciudad de Córdoba también se lanzaron a la calle decenas de comerciantes, organizados
en la Red de Comerciantes Unidos. El presidente de la Cámara de Comercio de
Córdoba, que venía llevando adelante gestiones ante el municipio para reabrir la
actividad, dijo entender el enojo de los comerciantes, aunque rechazó la movilización
como método.[5]

En Capital y Gran Buenos Aires se registraron esa misma semana movilizaciones en el


centro comercial de Almirante Brown, una caravana de autos en Tigre, un corte de
calles de los dueños de mueblerías en Belgrano y Entre Ríos (Capital) y hasta una
concentración de peluqueros en La Plata, de escasa concurrencia. El lunes 25 de mayo
se realizó una concentración que juntó alrededor de 200 personas en Plaza de Mayo,
acompañada de protestas simultáneas en distintos puntos de la Capital, como Recoleta o
Retiro. Ese día también hubo concentraciones en Tigre, Mar de Plata, La Plata y
Córdoba. Los días 26 y 28 de mayo también hubo movilizaciones de taxistas, que en un
contexto en que la circulación se reduce y la competencia aumenta, volvieron a reclamar
contra la proliferación de plataformas como Uber, Cabify y Beat.[6]

En Salta y en Jujuy también hubo protestas, pero de un contenido social diferente. Estas
fueron protagonizadas por los uno de los sectores más empobrecidos de la clase obrera,
los trabajadores informales y vendedores ambulantes. En Jujuy, las protestas fueron
convocadas por el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), perteneciente a la
CTEP de Grabois, y la Asociación de Vendedores Ambulantes. Reclamaban que el
Gobierno de la provincia y la Intendencia de San Salvador de Jujuy les aprobaran los
protocolos de seguridad e higiene para retornar normalmente a su actividad. Estos
vendedores ambulantes son población sobrante, y si no trabajan no comen. Hasta el
momento habían recibido como respuesta el registro y la posibilidad de vender en la
periferia de sus barrios. Lejos del centro de la ciudad, donde pueden generar un ingreso
suficiente para sobrevivir. Situación que contrasta con la de galerías, shoppings y el
turismo interno, cuya apertura había sido autorizada en Jujuy. En la provincia de Salta,
cientos de trabajadores pertenecientes al Frente de Trabajadores Informales, que nuclea
a vendedores ambulantes, golondrinas y manteros, se manifestaron pidiendo que los
dejen trabajar nuevamente. Al igual que la provincia vecina, hasta el momento solo les
permitían vender en la periferia de los barrios.[7]

Evidentemente, detrás de las protestas anticuarentena hay actores diferentes. Entre los
movilizados encontramos sectores obreros, como las fracciones de población sobrante
que viven de la venta ambulante y los empleados de pequeños comercios cuyos ingresos
y fuentes de empleo se encuentran amenazados por la paralización de las actividades en
las que trabajan. El principal componente de las protestas es, sin embargo, la pequeña
burguesía. Pequeños comerciantes que atienden directamente su negocio o tienen unos
pocos empleados, que viven al día y no tienen espalda para aguantar el parate de la
actividad. Estos sectores, siempre amenazados por la proletarización, ven cómo la
cuarentena acelera ese proceso.

Detrás de las movilizaciones no parecen encontrarse las grandes cadenas comerciales o


los shoppings. En Córdoba, la Cámara de Comercio local se desmarcó de la
movilización de comerciantes, organizados por fuera de ella. Las organizaciones
corporativas a nivel nacional no están impulsando las movilizaciones, al contrario. La
Cámara Argentina de Comercio, que en un principio demandó al gobierno la apertura de
shoppings, comercios y restaurantes, ahora parece conforme con los subsidios que dio el
gobierno. A comienzos de junio, Mario Grinman, secretario de CAC, se pronunció a
favor de la cuarentena implementada por el gobierno, aunque ello implique que miles de
pequeños comerciantes no vuelvan a la actividad: “había que luchar contra la pandemia,
hay que proteger la salud y estamos totalmente de acuerdo con lo que hizo el presidente
Fernández”. También saludó la “celeridad” con que se implementó el programa ATP y
hasta defendió la política macroeconómica. Su única crítica es que se debió haber
permitido tempranamente una apertura del comercio en las zonas del país donde los
contagios son pocos. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por
su parte, no tiene mayores quejas sobre la cuarentena y se limitó a exigir, al igual que
los grandes industriales, que el gobierno cubra mediante el programa ATP el pago de
los aguinaldos. La Cámara Argentina de Shopping Centers, por último, apenas reclamó
que se permitiera a los establecimientos funcionar bajo la modalidad “take away”,
retirando compras por los estacionamientos de los shoppings. Evidentemente, la
burguesía comercial de mayor tamaño, que dirige estas cámaras, tiene espalda para
afrontar la crisis y solo demandan la continuidad del apoyo estatal.[8]

La disputa política

La irrupción de estas movilizaciones abrió una disputa política. De un lado, políticos,


intelectuales y periodistas apuestan a erigirse en dirección del movimiento “anti-
cuarentena”. La expresión más acabada en este sentido es la carta firmada por 300
intelectuales, artistas y dirigentes políticos (todos ligados a Cambiemos) que advierte
sobre la instauración de una “infectadura”. Como la izquierda en su momento,
denuncian que bajo la excusa de cuidar nuestra salud el gobierno avanza sobre las
libertades democráticas, aumentando la actividad represiva y de vigilancia, impidiendo
el funcionamiento del parlamento y la justicia, y avanzando en la concentración del
poder. A esto se suman las restricciones en la actividad comercial y productiva, que
llevarían a miles de empresas a la quiebra. Un planteo claramente liberal, que aboga
tácitamente por el levantamiento de la cuarentena. De otro lado, el kichnerismo que se
burla de los anti-cuarentena, poniendo el foco en lo menos presentable de cada marcha:
anti-vacunas, terraplanistas y militantes del partido nazi Bandera Vecinal. Como
siempre, oculta bajo la alfombra cualquier problema, defiende a rajatabla el relato
albertista y acusa de “derechista” a cualquiera que proteste.[9]

Es cierto que el movimiento tiene un programa de derecha. Al pequeño comercio no le


alcanza con que el Estado cubra parte de sus gastos con subsidios. Tampoco con
flexibilizar un poco la cuarentena. Si no se restablece completamente la circulación, las
ventas seguirán en niveles ínfimos y muchos comercios irán indefectiblemente a la
quiebra. El planteo es levantar la cuarentena. Y esa salida, cuando los contagios se
multiplican y nos acercamos al pico de la pandemia, sería condenar al conjunto de la
clase obrera a infectarse. Al menos en el AMBA, que es donde se concentran el grueso
de las actividades comerciales afectadas. Nos mandan al muere para salvar su pequeño
capital. Pero esa no es la única alternativa posible. No podemos dejar que, quienes
frente a problemas bastante parecidos, en el 2001, se aliaron al movimiento piquetero al
grito de “que se vayan todos”, hoy se conviertan en la base del fascismo. Su reclamo es
legítimo, la extensión de la crisis amenaza sus medios de vida, pero la solución no
puede ser levantar la cuarentena cuando se extienden los contagios. Instaurar un
verdadero subsidio al desocupado, igual a la canasta básica, que se haga extensivo a
monotributistas, “cuentapropistas”, profesionales y pequeños comercios cuya actividad
se haya visto afectada por la cuarentena, sería una verdadera solución al problema, que
permitiría resguardar la salud y la vida de todos.

[1]https://bit.ly/2ATg4zM.

[2]https://bit.ly/3cfiuFP; https://bit.ly/2XcOQwK.

[3]https://bit.ly/2MoPpxr; https://bit.ly/3hfgMrQ.

[4]https://bit.ly/2MOxmRq; https://bit.ly/2MLrAzT; https://bit.ly/3fi55Pr;


https://bit.ly/2zOoE2q.

[5]https://bit.ly/3eu2XUa; https://bit.ly/3diOIBA; https://bit.ly/3dhF7e5;


https://bit.ly/2ZPsy63.

[6]https://bit.ly/3ev7gi4; https://bit.ly/2zzA1LR; https://bit.ly/2Xfzpnu;


https://bit.ly/2Uz51mp.

[7]https://bit.ly/2ARXV5i; https://bit.ly/2TyfIoP; https://bit.ly/2WXIVvc;


https://bit.ly/2yy1YTG.

[8]https://bit.ly/2Uxqpbt; https://bit.ly/37knwAf.

[9]https://bit.ly/3hfobr5.

Costumbres Argentinas. Sobre la intervención en Vicentín y la economía vernácula


Publicado el 14/06/202014/06/2020 en Aromo/El Aromo n° 111/Novedades
El anuncio de la expropiación de Vicentín generó la emoción del nacionalismo, incluso
de ciertas voces de izquierda. Secundaron los argumentos del gobierno, que señaló que
la intervención tendría el objetivo general de alcanzar la “soberanía alimentaria”, evitar
la concentración del sector y el supuesto control de precios por las grandes firmas
exportadoras e intervenir en el ingreso de divisas procedentes de la agroexportación,
como las más relevantes. Veamos las implicancias del asunto.

Damián Bil – Viviana Hansi – OME (Observatorio Marxista de Economía)

El lunes 8 de junio, Alberto Fernández anunció que el gobierno intervendrá por sesenta
días el grupo agroindustrial VicentínS.A.I.C. de Avellaneda (Santa Fe), uno de los
principales operadores del mercado de granos y derivados del país (aceites, harinas,
biodiesel), para luego proponer un proyecto de expropiación al Congreso.[i] En el
pliego del decreto que circuló por diversos medios, se señalaba que la firma, que desde
diciembre último está en cesación de pagos, contaba a la fecha con una deuda de casi
100 mil millones de pesos, distribuida entre 2.000 acreedores. En febrero de 2020 se
había declarado en convocatoria de acreedores. Por su situación había vendido a su
socio, la multinacional Glencore, su participación en la firma Renova S.A., empresa de
biodiesel con plantas en San Lorenzo y Timbúes. En el mismo documento, se destaca
además el efecto de la pandemia, que habría cortado el suministro de materia prima que
le brindaban los empresarios rurales, afectando su operación. Conforme surge del
expediente del concurso, Vicentín tiene una deuda de casi 64 mil millones de pesos con
entidades financieras locales y extranjeras. Sus principales acreedores en el ámbito local
son el Banco Nación, el Provincia, el de Inversión y Comercio Exterior, Ciudad,
Hipotecario, Macro, de Entre Ríos, Itaú, y el Nuevo Banco de Santa Fe. Además,
acumulaba un pasivo en moneda extranjera equivalente a 30.153 millones de pesos con
entidades financieras internacionales como International Finance Corp., Netherlandese
Financerings y el ING – Tokyo Branch. Particularmente sensible es su deuda con el
Nación, por 18 mil millones de pesos, adquirida bajo el gobierno de Macri, gestión que
los dueños de Vicentín apoyaron.[ii] El proyecto también señala la delicada situación de
los trabajadores de la empresa, unos 5.628, no solo en el sector aceitero, sino también en
otras secciones del grupo (en las ramas algodonera, vitivinícola y frigorífica). La
solución propuesta, entonces, sería la creación de un fideicomiso, cuyo fiduciante sería
YPF Agro S.A.

El anuncio generó la emoción del nacionalismo, incluso de ciertas voces de izquierda.


Secundaron los argumentos del gobierno, que señaló que la intervención tendría el
objetivo general de alcanzar la “soberanía alimentaria”, evitar la concentración del
sector y el supuesto control de precios por las grandes firmas exportadoras e intervenir
en el ingreso de divisas procedentes de la agroexportación, como las más relevantes.

La oposición criticó el proyecto señalando que la empresa, si bien con problemas


financieros, no está en una situación insalvable. Asimismo, se señaló un problema de
procedimiento, puesto que al estar en convocatoria de acreedores, correspondería que en
caso de intervención sea dictaminada por el Poder Judicial y no por el Ejecutivo. En ese
caso, los accionistas podrían responder con acciones legales incluso en tribunales
internacionales, como hicieron los Eskenazi en el caso de YPF. Pero vayamos más allá
de estas cuestiones superficiales y analicemos elmeollo del asunto.

El ascenso de un grupo económico

Vicentín inicia su historia como empresa familiar de ramos generales en Avellaneda,


Santa Fe, en 1929. A comienzos de 1958 erigen una planta desmotadora de algodón y
una procesadora de aceite, y se constituyen en S.A. En 1966 adquiere carácter industrial
al incorporar el proceso de extracción por solventes en la molienda, que eleva la
productividad y permite la inserción en la rama. En 1979, montan su segunda planta de
molienda (soja y girasol) en Ricardone y nuevas unidades de desmote de algodón. En
1987 inició operación en su terminal de embarque propia, en San Lorenzo, donde en
1997 levantaron otra planta de molienda de soja. En 2005 se crea Vicentín de Paraguay
y se abre en San Lorenzo la cuarta planta. Para ese entonces, la capacidad de molienda
oleaginosa se ubicaba en las 20.500 toneladas diarias, en cuarto lugar luego de Cargill,
AGD y Molinos. Para 2017, trepó al segundo lugar con 29.500tn/día, 1.500 menos que
AGD.[iii] Asimismo, a comienzos de este siglo XXI diversificaron su actividad con la
incursión en el negocio textil, vitivinícola, la compra de los frigoríficos Friar, la
constitución de una cabaña de engorde y en 2016 la compra de parte del negocio de
frescos de Sancor. En 2007, empezaron con la producción de biodiesel: junto a
Oleaginosa Moreno y Molinos conforman Renova, una joint venture que será
propietaria de la planta más grande de Sudamérica en esta producción.[iv]

En la actualidad, el aforo de almacenaje supera los 1,3 millones de toneladas. La


capacidad para producción de biodiesel alcanza en sus dos plantas las 1.900 toneladas
diarias (684.000 al año). A su vez, la terminal de embarque en San Lorenzo tiene una
capacidad de carga de 2.400 toneladas por hora en sólidos y de 1.500 en aceites. El
grupo llegó a facturar 3.000 millones de dólares al año, incluyendo 104 millones en
2018 por exportación de cereales sin procesar.

La caída

Para expandir su operación, años atrás la empresa empezó a echar mano de ciertos
mecanismos comunes, como el endeudamiento por crédito, en gran parte para
prefinanciación de exportaciones. A su vez, la empresa acumuló deudas fiscales. La
Aduana de San Lorenzo le reclama, por derechos de exportaciones que no habrían sido
abonados en 2012-2013, una cifra cercana a los 38 millones de dólares. El fisco también
le impuso una multa de 426 millones de pesos por falta de liquidación de divisas.
Vicentín decidió rechazar en la justicia estas demandas, que se encuentran aún en
proceso.

Pero ello no fue todo. En los últimos años, Vicentín comenzó a endeudarse con
proveedores (de materia prima, que suman casi 2.000), prestadores de servicios, y sobre
todo con “generosas” entidades financieras, como el Banco Nación. En efecto, la banca
pública es el mayor acreedor de la empresa, por valor de 18.182 millones de pesos. Le
siguen en monto la International Finance Corp. con 16.505 millones, el Netherlandse
Financierings con 9.228 millones, la Asociación de Cooperativas Argentinas con casi
5.000 millones, el ING Bank Tokyo Branch con 4.420 millones, Vicentín de Paraguay
por 4.080 millones, el último Fideicomiso de Financiación de Exportación (Vicentín
Exportaciones VIII) con 3.140 millones, Commodities S.A. con 2.780 millones, como
los principales.[v] Todas estas deudas juntas hacen un monto de casi 100 mil millones
de pesos.

Del análisis del último balance público disponible (cerrado en octubre de 2018), se
percibe que la empresa tiene un alto endeudamiento en dólares. Su pasivo, en ese
entonces, era muy superior a su activo en esa moneda: 1.109,2 millones contra 433,5
millones. O sea, un saldo negativo de 675,7 millones de dólares. Incluso en el activo,
más de la mitad son deudores por cobrar. Aclaremos que esa situación en la actualidad
es más acuciante, puesto que el endeudamiento en dólares se incrementó en el período y
por la violenta devaluación del último año y medio. Es decir, una hipotética
nacionalización se encontraría con un “muerto” a levantar de varios cientos de millones
de dólares. Otra vez, se nacionaliza para sanear una deuda.

En el pasivo en dólares de 2018 se incluyen 751 millones por prefinanciación de


exportaciones, 217 millones de préstamos bancarios y 50 millones de fideicomisos
financieros. Observamos que lo más grueso está vinculado a la exportación de
productos. La prefinanciación, préstamo otorgado “para financiar el proceso productivo
y acondicionar las mercancías”, permite a una compañía hacerse de efectivo rápido
pasando a un fideicomiso los derechos de cobro por envíos al extranjero. Ello tiene
como ventaja la posibilidad de acelerar el flujo de caja en un período relativamente
corto de tiempo; pero como contrapartida genera un pasivo en dólares creciente. En
cuanto al mecanismo, el tomador del crédito debe aplicar el cobro de divisas por la
exportación a cancelar el préstamo con sus intereses.También puede instrumentarse por
cesión de derechos de exportación: el banco adelanta los dólares al exportador, por el
valor del bien a exportar descontados los intereses de la operación. Recibido el envío
por el importador, este paga directo a la entidad financiera. Si gira un importe mayor, la
entidad paga el excedente al exportador. Pero si desde el destino comprador no pagan o
abonan un importe menor, el exportador como deudor debe hacerse cargo de saldar el
déficit con el banco. Debe tomarse en cuenta que las exportaciones pueden estar sujetas
a modificaciones, como una venta menor a la pactada por fallas en el producto o
cambios en las condiciones, o puede ocurrir que el embarque nunca se realice. A su vez,
estey otros mecanismos permiten a una sociedad por medio de maniobras
administrativas, efectuar cobros de exportaciones en filiales en el exterior. Esta es una
de las tantas vías que utilizan los capitalistas para eludir las restricciones del mercado de
divisas local, permitiéndoles recibir divisas rápidamente para importar, cobrar o liquidar
los dólares en subsidiarias ubicadas en países donde el tipo de cambio les es más
favorable, etc.[vi] Esto no coincide con la visión de “vaciamiento” esgrimida por
algunos sectores de izquierda,[vii] que atribuyen estas situaciones a comportamientos
pérfidos de burgueses locales (por lo general de gran tamaño) que buscan desguazar
firmas con la connivencia del Estado. En realidad, lo que hizo Vicentín es lo que hace
cualquier burgués, más aún en la Argentina. Cobra afuera como manera de proteger su
activo ante las restricciones e impuestos del mercado cambiario, como también realiza
maniobras para escapar a la recaudación del fisco, etc., etc. Pero esa es la forma en que
se comporta toda la burguesía (nacional y extranjera) que opera en el país y no equivale
a “vaciamiento”.

Vicentín echó mano de este mecanismo en el mercado de capitales y en la banca


nacional y extranjera. Le funcionó durante cierta cantidad de años para tener un flujo de
divisas y expandir el negocio, aunque tensando la cuerda, en una coyuntura política
favorable a la empresa. Hasta que no pudo hacer frente a las obligaciones. En el caso del
último fideicomiso, Vicentín Exportaciones VIII, ocurrió que no se produjo el embarque
financiado, por lo cual no se ejecutó el cobro y el monto acordado, de casi 52 millones,
pasó a engrosar el pasivo.Eso precipitó la cesación de pagos y el llamado a
convocatoria. Ejemplo de esta situación de ahogo patrimonial es la relación con el
mayor acreedor, el Banco Nación (BN). Se menciona desde el año pasado los crecientes
montos que la entidad prestó a la empresa, sobre todo el desembolso de 28 préstamos en
noviembre de 2019 por 108,1 millones de dólares, poco antes de que el grupo se
declarara en cesación de pagos.[viii] No obstante, la cifra que el BN informa sobre el
deudor en el Banco Central no registra cambios significativos si se expresa en dólares,
tomando el valor del dólar mayorista del BCRA promedio mensual. Esto significa muy
probablemente que los préstamos se otorgaron como refinanciación de deuda anterior.
En esa dirección, en diciembre de 2019 el BCRA cambió la calificación de Vicentín en
la Central de Deudores que utiliza el sistema financiero, de Rango 1 (“Normal. Atraso
en el pago que no supere los 31 días”) a Rango 4 (“Riesgo alto. Atraso en el pago de
más de 180 días hasta un año”), lo que es temporalmente imposible puesto que entre
ambas calificaciones solo transcurrieron 30 días. Ello indicaría que la situación de la
compañía no era tan confiable previamente y se le mantuvo el Rango 1 a sabiendas de
que ya no le correspondía, o bien, que se realizó algún tipo de maniobra por la cual se
empeoró arbitrariamente su situación a posteriori.

Falsas ilusiones

Para desbrozar los argumentos que se están esgrimiendo, es necesario entender el peso
de Vicentín en el conjunto de la actividad y el volumen del negocio general. En primer
lugar, una cuestión acerca de la mentada “soberanía alimentaria”, uno de los principales
argumentos de los defensores de la medida. En este punto, algo de lo poco que destaca
al capitalismo argentino es la capacidad de producir alimentos en forma competitiva.
Según la UBA y la Federación de Graduados en Nutrición, restando lo que se exporta,
lo que se destina a consumo animal u otros usos y los residuos, hay suficiente alimento
para cubrir la necesidad calórica de 60 millones de personas. Y esto, reiteramos,
restando los alimentos exportados.[ix] En datos de INDEC (Estadística de Productos
Industriales), en la Argentina se produjeron solo en un año recesivo como 2019 más de
1.000 millones de litros de leche, más de 4,4 millones de toneladas de harina de trigo,
más de 9 millones de toneladas de aceites comestibles, 430 mil toneladas de queso, 277
mil toneladas de yerba, y se faenaron 14 millones de bovinos y casi 7 millones de
porcinos. A su vez, los complejos oleaginosos y cerealeros y la industria de alimentos y
bebidas explicaron el 62% del valor de todas las exportaciones del país. Bajo el
gobierno de Macri, la exportación oleaginosa promedió casi 19.000 millones de dólares
por año, mientras el cerealero aportó 8.300 millones. Desagregando estos datos, se
exportaron cereales por 9.420 millones, frutos oleaginosos por 4.097 millones, grasas y
aceites por 4.703 millones y desperdicios y residuos de la industria alimenticia por
9.525 millones. Por contrapartida, las importaciones de productos del reino vegetal
sumaron en millones de dólares apenas 356, las de productos alimenticios 800, cereales
29, y grasas y aceites solo 73. En el top 10 de los productos individuales más
exportados, destacan las partidas de este origen: harinas y pellets de la extracción del
aceite de soja (1° con 8.809 millones), maíz en grano (2°, 5.930 millones), poroto de
soja (4°, 4.008 millones), aceite de soja (5°, 3.451 millones), trigo (6°, 2.456 millones),
carne bovina (7°, 2.249 millones).En términos de saldo de divisas, los sectores
oleaginoso-cerealero junto al resto de la actividad agropecuaria y a la industria de
alimentos son de las pocas actividades que generan un superávit, con poco más de
30.000 millones de dólares de saldo positivo durante el último año (frente al rojo de
10.000 millones de la industria manufacturera o los casi 4.000 millones de déficit del
sector servicios).[x] Hay que destacar que buena parte de los agentes del negocio
agropecuario y alimentario son empresas nacionales. En la Argentina sobran alimentos,
incluso “sobran” los que se quedan dentro en el país. Los niños no se mueren de
desnutrición por falta de soberanía, sino por capitalismo. No porque falten alimentos,
sino porque la organización privada de la producción les impide acceder a ellos.
En cuanto a la amenaza de la concentración y una supuesta distorsión de los precios a
futuro, hay que destacar que existen por lo menos quince firmas que operan con cierto
peso en la actividad, y una miríada de otras más pequeñas. Si bien hay grandes
jugadores, no hay un líder que destaque sobre otro. En 2018, ocho firmas tenían
individualmente entre el 7% y el 14% de la producción; y en la campaña 2018/19 por lo
menos diez compañías registraban cada una entre el 5% y el 14% del total. No es un
mercado de alta concentración, como ocurre por ejemplo en sectores con pocos agentes
como el siderúrgico, o en la producción de aluminio; antes bien se asemeja al mercado
automotriz. Aun desde el marco liberal de la “competencia perfecta”, ni siquiera es un
sector candidato a oligopolio. Por añadidura Vicentín, si bien con una posición
relevante, no es líder de la actividad: en 2018/19, ocupó el 6° lugar en volumen físico de
exportación con el 8,6% de los envíos totales, aunque liderando el subrubro de aceites y
derivados en las dos últimas campañas (sobre AGD y Oleaginosa Moreno). Por otro
lado, hay dos elementos que afectan los precios de producción y de mercado que
escapan a la capacidad de cada firma particular: por un lado la capacidad ociosa del
sector, que se ubica en torno al 40-45% desde hace varios años. A su vez, existe una
realidad a nivel internacional que tiende a deprimir los precios que perciben las
empresas, vinculada al ciclo descendente de los precios de los commodities: la harina de
soja, de la cual Argentina es el principal exportador mundial, luego de alcanzar un
máximo de 646 dólares por tonelada en septiembre de 2012, cotizó en abril a 363,8, un
44% menos; el aceite de soja, que luego del pico de 2008 volvió a valores similares en
2011 (1.374 dólares la tonelada en enero de ese año), en abril último se pagaba 680
dólares, la mitad. El de girasol, de los 2.045 dólares por tonelada de junio de 2008 pasó
a las 732 de abril de este año. El trigo a granel, de 360,8 dólares la tonelada en
noviembre de 2012, se vendió a 219 promedio en abril. Esta situación es la que se
encuentra detrás de la caída del valor de exportaciones en la balanza comercial
argentina (aún cuando se mantuviera el volumen o incluso se incrementara), y es
elemento relevante en la crisis fiscal y económica que se hace evidente al menos desde
2013.

En cuanto a la posibilidad de controlar las divisas, hay que realizar una serie de
aclaraciones. En primer término, el Estado tiene un control de la circulación de moneda
extranjera por mecanismos como los derechos de exportación y por la obligación de
liquidar divisas que tienen los exportadores. En segundo término, en una hipótesis de
estatización, el Estado se podría agenciar la percepción directa de esos dólares. Pero
cabe recordar que la participación de Vicentín en el mercado exportador de cereales es
acotada, con una gran cantidad de participantes. A diferencia del caso venezolano,
donde a partir de la propiedad de una sola firma exportadora (PDVSA) el Estado
controla y dispone de buena parte de las divisas que ingresan al país, en la Argentina la
estructura agroexportadora es más compleja. Aquí, según datos del balance de la firma
en 2018, al tipo de cambio promedio del ejercicio (35,75 pesos) las ventas al exterior sin
contar retenciones sumaron el equivalente a 2.842 millones de dólares. En el mismo
período, la liquidación de divisas de los industriales oleaginosos informada por la
cámara aceitera y el Ministerio fue de 21.069 millones de dólares. En ese punto, las
divisas de Vicentín representarían un 13%. En comparación a las exportaciones totales
del país, un 5%. Aun siendo un monto no despreciable, en el contexto de los problemas
económicos de la Argentina, es apenas una curita. Todo este análisis muestra que el
anuncio tiene, en realidad, otro trasfondo.
Deudas para todos, activos para pocos

No es la primera vez que se plantea una medida de este tipo, ni aquí ni en el mundo. La
crisis fenomenal que atravesamos hace que estos proyectos como el de Vicentín
(bastante tibios comparados con otras experiencias) sean festejados como gloriosas
conquistas de la soberanía nacional, cuando en realidad nos aprestamos a presenciar
otro gran negocio de salvataje para la burguesía (licuación de deudas, ordenamiento
financiero y cesión o venta a otro grupo inversor). La estatización de empresas fundidas
es una tradición argentina, casi como el mate o el asado. Pasando por los acuerdos
Eady-Miranda para la compra de los ferrocarriles, la nacionalización de empresas
quebradas en los ’70 mediante los regímenes de rehabilitación, donde se tomó el control
de firmas como los frigoríficos Swift y Fasa, la estatización de la Ítalo Argentina de
Electricidad y el caso del Grupo Greco de Mendoza bajo la última dictadura militar,
hasta la mentada reestatización de YPF y el caso de Ciccone Calcográfica, estas
medidas son costumbre en el intento de recomponer empresas quebradas a expensas de
las arcas públicas. No para mejorar las condiciones de vida de la población, sino para
relanzar el negocio. En efecto, el anuncio contó con el beneplácito de un sector del agro
(la Federación Agraria, que encuentra la posibilidad de ver honradas las obligaciones
que tenía Vicentín con sus asociados y quizás arañar parte de la torta), y sobre todo con
el aval de Glencore y los acreedores internacionales, que buscan recuperar los
préstamos por más de 500 millones de dólares que entraron en cesación de pagos.

Ahora, empieza el momento de la rapiña, entre los acreedores, los que buscarán
quedarse con el control de todo o de parte de la empresa, viejos operadores políticos
(cuando no, José Luis Manzano picó en punta) y nuevos, que pueden oficiar como
testaferros de los capitostes del partido gobernante, competidores del mercado local o
internacional (como un ex CEO de Dreyfus, Echesortu, que habría acercado una oferta;
o la propia Glencore en asociación con YPF Agro si se logra sanear la empresa en el
mediano plazo). Como se vislumbra, esta medida presentada con ínfulas progresistas
prepara en realidad otro negocio para algún burgués particular, o para un grupo de
burgueses, locales o extranjeros, luego del correspondiente saneamiento del pasivo
privado. Es decir, se estatiza el pasivo para entregar un activo. El “vaciamiento” es del
Estado argentino. En estas condiciones, no puede traer mejoras para la masa
trabajadora. Solo una verdadera expropiación del conjunto del negocio agroexportador,
bajo un Estado socialista, puede utilizar esa inmensa riqueza producida en el agro
pampeano para generar un proceso de desarrollo de las fuerzas productivas que
beneficie al conjunto de la población.

[i]BAE Negocios, 8/6/2020.

[ii]Lozano, Claudio: 1er informe sobre la situación de la firma Vicentín, Banco Nación,
16/1/2020, p. 3.

[iii]Bergero – Rozadilla: Cambios en la última década en el ránking de empresas


procesadoras de oleaginosas en Argentina, Bolsa de Comercio de Rosario, abril de
2018, p. 5.

[iv]Información del sitio web de la firma, Infobae, 16/2/20, yEcos365, 8/6/2020.


[v]El Litoral, 9/6/2020.

[vi]Esto se pudo hacer con mayor facilidad entre noviembre de 2017 y septiembre de
2019. En noviembre de 2017, el Gobierno decidió eliminar la obligación de liquidar en
el mercado de cambios las divisas provenientes de exportaciones. Esto rigió hasta
septiembre de 2019, cuando la comunicación A 6770 de BCRA indicó que las divisas
por cobros de exportaciones deberán ser ingresadas y liquidadas en el mercado local de
cambios dentro de los 5 días hábiles de la fecha de cobro.

[vii]Izquierdaweb, 10/6/2020.

[viii]Legajo de Acreedor N° 1 Banco de la Nación Argentina de “Vicentín S/concurso


preventivo”.

[ix]Chequeado, 25/11/2019.

[x]Información de Intercambio Comercial Argentino, INDEC y Anexo del Mercado de


Cambios del BCRA.

El mito de Ramón Carrillo (1) La trampa del sistema mixto


Publicado el 21/06/202020/06/2020 en El Aromo n° 111/Novedades
Los problemas sanitarios pueden ser atribuidos al coronavirus, o el coronavirus ser el
catalizador de una crisis anterior y mucho más profunda. Todo depende de si los
problemas se analizan a la luz de la realidad material del sector salud o de los mitos
burgueses sobre el tema. Uno de sus grandes mitos consiste en la creencia que es
posible una salud pública amplia y de calidad conviviendo con una salud privada
desarrollada.

Ricardo Maldonado

Grupo de Investigación de la Salud Argentina

El primer peronismo prepara las condiciones

El sistema de salud argentino ha evolucionado dentro de la nación Argentina (un


espacio plenamente burgués) y atendiendo a sus necesidades generales pero en función
de sus posibilidades de acumulación, de las ganancias que estuvieran en juego. Pero el
mito fundamental de la salud burguesa se estatuye a mitad del siglo pasado y es el de la
salud pública peronista. Como todo mito tiene héroes, en éste caso Ramón Carrillo, y
consta de datos reales y objetivos, como el importante crecimiento de las camas
estatales durante el período. Pero el prestigio del héroe y el impacto de los números,
sirven para envolver la gran mentira de que el peronismo pretendía una salud de calidad
para todos.

En el período del primer peronismo se continúan y pegan un salto, tendencias previas.


Estas tendencias son el lugar creciente del tema salud en el entramado institucional, y la
asunción por el estado de un papel financiador de la oferta de servicios[i]. Es en ese
período que las camas totales en el país pasan de 66.300 en 1946 a 134.200 en 1954,
siendo las de carácter público un 66% en el primer momento y un 79% en el segundo. Y
el rango del responsable de salud en el estado pasa de departamento a secretaría, y luego
a ministerio. En base a estos dos elementos se edificó el mito. Ambos son reales, ambos
son ciertos, ambos prolongan una tendencia anterior y la profundizan. Pero ambos están
enmarcados en una realidad más compleja cuyos vectores se desarrollarán en las
décadas siguientes.

Los hospitales públicos crecen ampliamente, sobre todo en el interior[ii] en razón de


que en las grandes urbes, además de una oferta pública relativamente consolidada, ya
existía una cierta oferta privada. En la época, el papel rector del sector público, se basa
y compensa el raquitismo del sector privado. Sin embargo podemos conocer adónde
apuntaba el desarrollo mencionado de camas e institucionalidad. La fuente más
significativa es el propio Plan Quinquenal de 1947:

“Proveer a la asistencia de todos sus habitantes promoviendo la unificación paulatina de


la asistencia médica y social y su gratuidad para todas las clases sociales que no cuentan
con los medios adecuados para satisfacer íntegramente la protección de su salud” E
inmediatamente se aclaracomo se relacionaría la atención de los que no tienen medios y
de los que si los tienen: “El Estado debe afrontar la asistencia médica integral en
beneficio de aquellos que ganan menos. Sería conveniente semisocializar la medicina,
respetando el libre ejercicio de la profesión y la libre elección del médico por el
enfermo y fomentar por otra parte para las clases pudientes, el desarrollo del régimen
asistencial privado” y en el marco de una orientación parcializada como es la de una
salud encargada de “velar por el bienestar de las clases económicamente débiles”

Este plan para una salud clasista, de promoción del régimen asistencial privado, está en
consonancia con el tono general de la orientación gubernamental según el mismo texto
rector de la acción gubernativa: “No somos de manera alguna enemigos del capital y se
verá en el futuro que hemos sido sus verdaderos defensores” y con su metodología
“nosotros estamos respetando la ley de la oferta y la demanda, actuamos con precios
económicos y no con precios políticos”. Explícitamente se admitía la coexistencia de la
salud pública, la salud de los pobres (las clases económicamente débiles, los no
pudientes) para liberar a la salud mutual y la salud privada a su arbitrio y su
conveniencia. Cinco años más tarde al presentar el Plan Sintético 1952-58, Carrillo no
retrocede, sino que reafirma el

“Objetivo XII: Protección a la asistencia sanatorial privada – Promover y facilitar el


desarrollo de la asistencia médica privada para los “pudientes” encauzando y
fiscalizando el desarrollo de los sanatorios particulares especialmente los de cirugía.
Problema y solución: Censo de los sanatorios y hospitales privados. La asistencia
médica “pagada”, dispone de 15 000 camas actualmente, pero su desarrollo puede ser
mayor si se le brinda protección, seguridad y facilidades crediticias. Estos servicios
concurren a desahogar y facilitar la tarea del Ministerio de salud Pública de la Nación”

De manera invertida el ministro presenta como un desahogo para la salud pública lo que
es en realidad un desahogo para la salud privada, a la que le queda asignada sólo la
población pudiente. La política de Carrillo era la política de Perón, como se puede
comprobar en el siguiente elogio al sistema fragmentado y segmentado que expresó,
precisamente, en un discurso en el Policlínico Ferroviario de 1954:“no queremos para
nuestros trabajadores una asistencia en los hospitales públicos, queremos que tengan sus
propios hospitales, porque no es lo mismo ir a pedir albergue a un hospital de
beneficencia que atenderse en su propia casa”

En julio de 1954 a dos años de las elecciones, Carrillo renuncia. Un conflicto con el
vicepresidente electo Tesaire y la tensión creciente entre su Iglesia golpista y su
gobierno, llevaron a Carrillo a abandonar el barco justicialista.

Suele mencionarse también como causa de la renuncia los conflictos entre su ministerio
y la Fundación Eva Perón. En 1948 se crea la Fundación Eva Perón. Organismo privado
con crecientes recursos estatales entre otras fuentes financieras, pasó en tres años, para
1950, a duplicar el presupuesto del ministerio creado en 1949. Es decir que para cuando
Carrillo asume su cargo ministerial, la presencia paralela e incontrolada del la
Fundación, era un hecho plenamente vigente, y aceptado por él. Así lo expone en el
mencionado Plan Sintético, en el que propone solucionar, no la irracionalidad y
segmentación, sino al menos la superposición de emprendimientos: “Medicina
Asistencial y curativa. (…) Objetivo II Red hospitalaria. Problemas 1 (…) El desarrollo
de los hospitales y su multiplicación de las iniciativas de todas las autoridades de acción
concurrente (Nación, provincias y Fundación Eva Perón) podrá traer en el período
1952-58 una superposición de servicios (…) Soluciones 1 Allí dónde la Fundación Eva
Perón proyecte y construya un establecimiento no tienen por qué ni la Nación, ni las
provincias superponer otro programa.”

Más allá de diferencias menores (usualmente sobredimensionadas) al interior del elenco


de gobierno y de las fuertes figuras que tallan en la cuestión salud (Perón, Eva Perón,
Carrillo) los planes estratégicos, y su cumplimento en la realidad no deja lugar a dudas
sobre la limitada vocación de racionalizar el sistema de salud, y en cambio exhibe de
manera notoria, en dichos y hechos, la propuesta de sostener desde lo público el
desarrollo de la rama privada del sistema. El desarrollo de la salud como negocio, con el
Estado haciéndose cargo de la salud que no es lucrativa. La base lógica de los sistemas
mixtos.

La política desplegada con la rama industrial del sistema lo confirma. La base material
de la actividad sanitaria en ese momento todavía estaba centrada en el médico, con poco
aporte de tecnologías industriales de diagnóstico y tratamiento, tanto fármaco químicas
como en aparatología. Cuando se firma del Acta de Chapultepec, Argentina se ve
“obligada” a la expropiación de la “propiedad enemiga” entre la que se encuentran
algunos laboratorios alemanes, Shering entre ellos. Recordemos que Argentina había
declarado la guerra a Alemania 36 días antes de su rendición. Este es incorporado a una
empresa estatal, EMESTA. Pero lo hace sin ninguna integración ni racionalización
productiva, utilizando su producción para influir en el mercado en la determinación de
los precios. Las plantas sufren, durante la gestión estatal, un deterioro manifiesto en su
nivel de productividad. Al respecto, en el mismo Plan de 1952 propone Carrillo en el
punto Industrias sanitarias y farmacia, en el objetivo 1: “El Ministerio de salud pública
no debe por si mismo asumir la responsabilidad de instalar nuevas industrias o
desarrollar otras paralelas a las ya existentes por la iniciativa privada. Debe limitarse a
promover y/o orientar a los empresarios particulares, atento a que la estatización de una
industria carece de todo sentido sino está determinada por factores tales como: a) el
“interés nacional” cuando la iniciativa privada no puede afrontar el desarrollo de una
industria sanitaria que sin embargo es imprescindible para la salud pública de la Nación.
Por ejemplo, la fabricación de vacuna antivariólica –y otros sueros y vacunas- es, en
general, antieconómica, no se traduce en ganancias. En ese caso el Estado debe hacerse
cargo de esa industria. Lo mismo ocurría con la penicilina en 1946, no era económica su
producción por eso el Estado proyectó la instalación de una planta. Cuando se descubrió
la forma de industrializarla y la producción de penicilina despertó vehementemente el
deseo de los industriales, se lo dejó a la iniciativa privada.” Se pronuncia por los grupos
industriales concentrados “Debe propiciarse el desarrollo de la gran industria sanitaria, y
el desplazamiento de la pequeña, que es antieconómica y peligrosa por la dificultades de
contralor y por la falta de respaldo técnico industrial y de la investigación científica.
(…) Evitar el exceso de desarrollo de pequeños laboratorios sin respaldo financiero ni
industrial aceptando los mismos solo en casos de producción altamente especializada,
(…) Mejorar la dotación y el equipamiento de la actual industria privada de los
medicamentos.” Reconociendo que “La industria médica de muebles y equipos y
aparatos en la Argentina es una industria incipiente. En algunos aspectos nos
abastecemos exclusivamente por la vía de la importación. Resulta en consecuencia que
es necesario protegerla y promover su desenvolvimiento” para eso “El Estado no
necesita aportar capital (debe) acordarse la protección a la empresa de mayor solvencia
financiera, científica, moral y técnica” En resumen, ayer como hoy, el estado es el
sirviente del capital.

Vale mencionar lo que sucedió con el Instituto Malbrán, fundado en 1916, que producía
antibióticos. Vio decaer esa producción ante la instalación de capitales más productivos
e integrados, de $348 mil en 1947, a $123 mil en 1948, $20 mil en 1949 y $860,- en
1950. Este elemento, central de la industria farmacéutica de posguerra disminuyó su
importancia en la producción del Instituto del 6,49% al 0,33%, entre 1947 y 1950.
Anticipando lo que escribiría más tarde, en ese momento, Carrillo fue entusiasta
impulsor de la declaración de “interés nacional” para la instalación de la planta de
Squibb & Sons productora de penicilina, que contó con exenciones aduaneras para la
importación de maquinarias y materias primas, y cuotas de importación para asegurar la
colocación de su producción. De todas maneras esa colocación estaba garantizada sobre
todo por su productividad (sumada a la instalación en el propio mercado argentino) En
1953 Squibb amplió sus instalaciones y sus productos con nuevos antibióticos como
estreptomicina. Con la misma estrategia, en 1948 se había decretado la protección de
laboratorios privados nacionales que producían sulfamida entre los que estaba Galeno
SA. En el año 52 Parke Davis &Co obtuvo ventajas similares y dos años más tarde
Merck. La escasez de dólares y la brecha tecnológica (sobre con su vanguardia, EEUU)
no dejaban otra opción dentro del plan de fomento del capitalismo.

La debilidad del desarrollo, hasta ese momento, de las clínicas privadas, y el atraso de la
industria creaban un espejismo de racionalidad y centralización. Esa “unidad” era
desmentida en muchos frentes. En primer lugar por los servicios brindados por mutuales
sindicales y la Fundación Eva Perón. Sectores que aun siendo ideológicamente
concurrentes con el gobierno, eran financiera y organizativamente autónomos. Incluso
compitiendo con el ministerio en cuanto a financiaciones (en 1950 el ministerio
“perdió” ingresos provenientes de la lotería que fueron transferidos a la Fundación, por
ejemplo) Además, en la misma vereda privada, se ubicaban los hospitales privados de
comunidad, las clínicas privadas y los laboratorios, mayoritariamente extranjeros,
instalados en el país. Ellos eran los destinatarios del plan, pero todavía no estaban en
condiciones de levantarse por sí mismos.
[i] Si la estrella de la salud finisecular era la salud basada en contribuciones de patrones
y trabajadores, la seguridad social, el modelo de Bismarck, de mutuales, obras sociales,
etc. en esta segunda mitad del siglo, a la salida del ciclo guerra, depresión, guerra, se
impone el modelo Beveridge, de salud pública universal financiada con rentas
generales.

[ii] “El Hospital Rawson en 1887, el Hospital Pirovano en 1896, el Hospicio de


Inválidos y Sifilocomio (base del actual Hospital Fernández) en 1889, el Hospital
Argerich en 1900, el Hospital Álvarez en 1901, el Sanatorio Tornú (para tuberculosos)
en 1905, el Hospital Crespo en 1907 y el Hospital Alvear en 1910. A éstos debería
agregarse el Hospital Muñiz, que adquirió esa denominación desde 1904, sobre la base
de la “Casa de Aislamiento” creada en 1882, a consecuencia de la epidemia de fiebre
amarilla. En conjunto ascendían a un total de 2.600 camas hospitalarias municipales.”

La trampa del sistema mixto. El mito de Ramón Carrillo (2)


Publicado el 21/06/202020/06/2020 en El Aromo n° 111/Novedades
Los problemas sanitarios pueden ser atribuidos al coronavirus, o el coronavirus ser el
catalizador de una crisis anterior y mucho más profunda. Todo depende de si los
problemas se analizan a la luz de la realidad material del sector salud o de los mitos
burgueses sobre el tema. Uno de sus grandes mitos consiste en la creencia que es
posible una salud pública amplia y de calidad conviviendo con una salud privada
desarrollada.

Ricardo Maldonado Grupo de Investigación de la Salud Argentina

Perón vuelve, y se profundiza el proyecto

En los 20 años siguientes, entre 1954 y 1974, lo que Perón sembró, fructifica. En primer
lugar se produce un cambio en el sector salud. Se hace cada vez más necesaria una
mayor inversión de capital. Los costos, que eran mayoritariamente salariales, van
incorporando un componente creciente de insumos industriales, desde los nuevos
fármacos, las prótesis y los equipos y aparatos que van surgiendo en la posguerra
(Tomografía computada, cámaras gamma, ecografías, etc.). Se transforma en un sector
con inversiones y ganancias crecientes. Por lo tanto crece el interés privado. Es este
crecimiento, en costos de las inversiones, el que impacta en el porcentual del PBI que
los países deben destinar al gasto en salud. La mejora en los indicadores sanitarios se
acompaña de una mayor cantidad de insumos industriales y gastos que los sostienen.
Actualmente los gastos en salud rondan el 10% del PBI.

Entonces mientras los costos crecientes ralentizan el desarrollo de la salud estatal, las
ganancias estimulan el desarrollo de la salud de los pudientes, tal como esperaban (con
visión de futuro burguesa) Carrillo y Perón. La salud pública no decae en su ritmo de
crecimiento, entonces, por una decisión espuria sino por la dinámica esperada.
Dinámica que consolida, en el rol de financiadoras, el crecimiento de las obras sociales.
La seguridad social estimula el negocio de la salud privada, a la que contratan. Mientras
la capacidad financiera de las OS se multiplica la cobertura propia en camas permanece
estable en un número que nunca superó (hasta hoy) las 7 mil. En resumen, los distintos
servicios al capital que brinda la burocracia peronista para la gobernabilidad burguesa
en esos 20 años, son recompensados con un manejo de fondos cada vez más
importantes. Mientras las camas públicas decrecen en términos proporcionales, las
privadas crecen de manera paralela. La columna vertebral del movimiento es el alma del
negocio capitalista de la salud.

En 1974, con el peronismo nuevamente en el poder, volvemos a tener la oportunidad de


verificar cual es realmente el proyecto de salud que lo caracteriza. Otra vez el humo del
mito puede empañar la mirada. Lo que es necesario determinar es si en los 27 años en
que el peronismo gobernó de los 47 que han transcurrido desde su retorno al poder, si
con el manejo de las legislaturas, las gobernaciones, las centrales sindicales en estas casi
5 décadas, avanzó en la racionalidad, la centralización, y la construcción de una salud
de calidad para todos. O, como afirmamos de acuerdo a los proyectos y decisiones del
primer período, siguió gobernando para el desarrollo de una salud lucrativa, haciendo
que el estado y los trabajadores soporten el peso de las coberturas y los tratamientos que
no son un buen negocio, para que el negocio de la salud pueda florecer.

Un prestigioso cardiólogo, al que le sobraban méritos científicos, fue puesto al frente


del ministerio de salud, el Dr. Domingo Liotta. Eleva inmediatamente al congreso un
proyecto de Servicio Nacional Integrado de Salud (SNIS) acompañado de otro de
creación de la Carrera Sanitaria Nacional. Ambos fueron aprobados como leyes con los
números 20748 y 20749 respectivamente. Nos detendremos un poco en la metamorfosis
sufrida por el proyecto de la primera, y los causantes de la misma.

Liotta, secundado por Mario Testa, Adolfo Canitrot y Aldo Neri, presentó el proyecto e
inmediatamente encontró una férrea oposición. No debe creerse que se trató de la
sinarquía internacional, el imperialismo o la oligarquía. Perón había ganado con el 62%
de los votos, contaba con el mayor número de gobernadores, 144 diputados sobre 243, y
44 senadores sobre 69. Ningún proyecto que Perón impulsara verdaderamente podía
quedar trunco. Como en el caso de la Ley de Asociaciones Profesionales de 1973, otro
proyecto favorable a la burocracia, estas leyes se aprobaban porque expresaban, al decir
del ministro de Trabajo, Otero, “el deseo del General Perón sobre el tema” El frente a
favor de la fragmentación y segmentación del sector salud lo encabezaba la CGT y sus
legisladores, secundados fuera del congreso por las patronales de las clínicas, las
gremiales médicas y todo el sector lucrativo. Finalmente la ley, trastocada, es aprobada
por el peronismo como la continuación de la política que ya había desplegado en su
gobierno anterior.

Como típica expresión burguesa la ley ofrece satisfacción en lo formal pero no en lo


real. En sus artículos generales y abstractos declara, cómo en el artículo 1°, “a la salud
derecho básico de todos los habitantes de la República Argentina” y que “a tales efectos
el Estado Nacional asume la responsabilidad de efectivizar este derecho, sin ningún tipo
de discriminación.” Pero, yendo a las cuestiones contantes y sonantes, el título IV trata
sobre la incorporación de las distintas jurisdicciones, y determina que las provincias, las
universidades y el subsector privado se podrán incorporar mediante la firma de
convenios. En el punto más polémico la rendición es incondicional ante la salud
lucrativa y la irracionalidad, en el artículo 36, que afirma que “las obras sociales
mencionadas en este artículo podrán incorporarse, a solicitud de las mismas, total o
parcialmente al Sistema Nacional Integrado de Salud, mediante convenios especiales en
forma similar a lo previsto en el art. 4º”. Es muy claro, el sector privado sólo se
integrará si desea dejar de ser privado y autónomo. Y si no quiere, seguirá su camino al
margen de cualquier plan de salud general.
La ley es categórica en no ser categórica. En términos formales compromete al Estado a
fijar “como meta a partir del principio de solidaridad nacional su responsabilidad como
financiador y garante económico en la dirección de un sistema que será único e
igualitario para todos los argentinos”. Algo que parece atendible, pero que en un sistema
mixto significa que el estado se hace cargo de lo que los privados no hacen. Y que los
recursos, ya muy importantes en ese momento, de la seguridad social y el “sector
pudiente” para usar la terminología de 1947, no se organizarán en términos sanitarios
centralizados y racionales. Liotta y los diputados sindicales no disputaban alrededor de
una salud racional o una salud segmentada y desigual. En realidad lo que se discutió en
las cámaras fue el grado de segmentación, el grado de irracionalidad, el grado en que el
sector privado podía crecer, y en que el sector publico debía sostenerlo. La ley final
expresaba la mayoría de edad del negocio de la salud en el país.

La salud peronista sin Perón

En el mismo sentido que la represión a la clase trabajadora encarnada en la Triple A se


continuó con la dictadura, la oposición a la centralización y el desarrollo del capital
privado en el sistema, fue profundizada durante la dictadura. Pero además se le sumó
que una de las dinámicas del período fue que la apertura y las facilidades cambiarias.
Las que permitieron al sector privado capitalizarse mediante la adquisición de
tecnología importada. Este sector prestador acumuló en este período una amplia
diferencia en este terreno sobre el desfinanciado y burocrático sector público. Para el
año 1985 el 93% de los tomógrafos, el 84% de las cámaras gamma, el 70% de los
aceleradores lineales y el 76% de las bombas de cobalto, estaban en manos privadas. La
producción de medicamentos era privada en un porcentaje similar o mayor, en términos
de mercado la producción pública es insignificante. El proyecto de un sistema mixto se
afirmaba sin pausa.

Al final de la dictadura el gobierno de Alfonsín convocó a los que habían estado del
lado de Liotta en la frustrada experiencia del 74. Se propusieron elevar un nuevo
proyecto de ley, ahora llamado SNS. Nuevamente deberían enfrentar en el congreso al
principal enemigo de la centralización del sistema, el peronismo y su expresión sindical.
El real, el que puede torcer los destinos, no el del relato. Eduardo Arce afirma que “lo
común a los proyectos del SNIS y del SNS’85 era la estrategia de alcanzar una reforma
integral, a partir de un sistema que progresivamente se habían descentralizado y
diversificado, promoviendo una drástica concentración del poder de decisión del Estado
nacional, a través de un proyecto de ley que debía transitar el debate parlamentario.” La
CGT presentó el Proyecto Azul y Blanco e hizo naufragar la reforma. Renunció el
ministro y su gabinete. Otra vez la racionalidad y centralización miden fuerzas y se
encuentran con un sector privado más firme y poderoso. Y el peronismo expresó los
intereses de los negocios de la salud.

Este servicio a la salud privada fue el último de la burocracia en esta modalidad. Porque
mientras el sindicalismo peronista se batía por la salud lucrativa, las prepagas ya habían
adquirido la suficiente envergadura y acumulando el suficiente capital para enfrentar a
sus propios defensores. A la vez que la diferenciación interna de la propia clase
trabajadora se traducía en que las obras sociales tenían entre sus aportantes a un sector
apreciado y codiciado por esas mismas empresas.
El plan sanitario de Menem, la cosecha

Un nuevo gobierno peronista, integrado por muchos de los que secundaban a Perón en
el 74, vuelve al poder. Liotta es convocado y se hace cargo de la Secretaría de Ciencia y
Tecnología. Un dato menor pero representativo, con más de 70 años Liotta abandona el
mito del peronismo y acepta al peronismo real. El Banco Mundial prescribe la segunda
ola de reformas. Es la época en que ya nadie nombra a Carrillo. Escribía Ginés
González García en 1999 “No hay nadie que piense que lo privado es todo en salud y no
hay nadie que piense que lo público es todo en salud” Las reformas implican mayor
contención del gasto mediante el recurso a la competencia entre actores, sostenido en la
profundización del desdoblamiento entre prestación y financiamiento (fortaleciendo a
las aseguradoras, las empresas de medicina prepaga) sostenidos en gastos generales del
estado, aportes de seguridad social y gastos de bolsillo. Todo un paquete que necesitaba
como pre requisito, una salud fragmentada, irracional y lucrativa que proveyera de los
actores necesarios: las obras sociales recaudando compulsivamente, los clínicas
capitalizadas, las empresas de medicina prepagas desarrolladas. En la misma época,
finalizadas las reformas escribía Aldo Neri que en

“la Argentina histórica, la prestación privada ha tenido una importancia muy grande a lo
largo de todo nuestro desarrollo. Lo que pasa es que la prestación privada viene
transformándose y viene acercándose mucho más a este concepto de ser un área de
buenos negocios, que es una diferencia con lo que ha sido la prestación privada
histórica, para bien o para mal” y que “desde el punto de vista del aseguramiento, en
términos generales ha habido un cambio de poder. Hay una tendencia de cambio, a
depositar más poder, que estaba antes en los proveedores directos de servicios, en los
aseguradores de servicios. Esto también se da en Argentina y se está dando claramente
en el nivel internacional. Es decir, la idea de cómo conseguir que los proveedores
tengan estímulos y participación pública-privada”

Si en otros tiempos en apariencia había una disputa entre lo público y lo privado, a esta
altura, hasta Neri admite que sólo hay un debate de forma entre dos segmentos de salud
privada: “No es que estamos haciendo cosas para que los prepagos se parezcan a las
obras sociales y puedan entonces legítimamente ser prestadores o administradores de
servicios dentro del sistema de la seguridad social. Sino que lo que estamos induciendo
es un mayor y creciente parecido de la obra social con la mentalidad del prepago
comercial, que es una mentalidad lógica en el prepago comercial”

Pero aquí vamos a encontrar la clave del sistema mixto. Aldo Neri razona:

“El paso que sigue sería: podemos discutir la obligatoriedad de la cobertura que viene
impuesta por la sociedad, por leyes que le dan un carácter público al aporte a la
seguridad social. Pero, ojo, nadie es tan liberal como para pedir esto, porque el mundo
de los negocios –y no lo estoy diciendo peyorativamente– necesita también una
demanda bien financiada forzada desde la decisión del Estado. ¿Qué pasaría si el aporte
a la obra social o la jubilación pasara a ser una decisión meramente individual? ¿Qué
pasaría con la industria farmacéutica, por ejemplo? La industria farmacéutica va a votar
a favor de un seguro porque estabiliza demanda, estabiliza el mundo de los negocios.”

Era el peronismo de los 90, años en que la burguesía en su fiesta, descuidaba las formas
y hablaba a los gritos. Nadie es tan liberal para dejar de lado la función que el estado
tiene. ¿Y cuál es esa función? Hacer posibles, hacer viables, rentables, los negocios.
Neri y Liotta terminaban de comprender lo que Perón supo y puso en marcha desde el
comienzo. Un sistema mixto no es un sistema donde conviven dos modalidades
heterogéneas en disputa, sino un sistema dónde una parte sustantiva (el capital privado)
es sostenida en sus deficiencias y dificultades por la otra (el estado) Por eso el
reformismo está destinado al fracaso. Espera que algo cambie desde el interior de un
sistema cuya función no es cambiar lo existente, sino sostenerlo en sus debilidades y
potenciarlo en sus posibilidades.

Los frutos del sistema mixto son peronistas

Finalmente el 2001 representó un sacudón que reafirmó el plan. Ante la avalancha de


problemas de salud (y de toda índole social) que representó la quiebra de la
convertibilidad, la política de una salud pública para los no pudientes en número
creciente, y otra para los pudientes (menos en cantidad pero fortalecidos relativamente)
se mantuvo. El salario en la salud pública se mantuvo deprimido como la mejor manera
de sostener la acumulación en la salud privada, al no disputarle la mano de obra que
necesita. Las leyes de medicamentos, sólo se ocuparon de reclamar una porción menor
del negocio para la burguesía local. Los genéricos, la única franja a la que los capitales
locales podían atender Y en la medida que el tipo de cambio lo permitió, se siguió
importando tecnología, sobre todo para efectores privados.

El siglo XXI, el siglo de la cuarta etapa del peronismo comandando la política sanitaria
nacional, no tuvo ninguna variación significativa de los lineamientos originales. La
salud pública siguió siendo la salud de los no pudientes, la salud privada la de los
pudientes, la primera llena de carencias, operando en niveles de subsistencia, que
permiten a la segunda abaratar los costos salariales, y ofrecer servicios capitalizados a
una fracción reducida de la población. En los 70 años que transcurren entre el discurso
de Perón y el presente se han logrado sus objetivos. Un grupo industrial (Roemmers) y
un grupo de medicina prepaga (OSDE) se encuentran en el reducido panel de las
principales empresas del país. La pandemia nos encuentra con un sistema de salud
deteriorado, fragmentado y segmentado. Con trabajadores maltratados y con salarios
devaluados. Pero la burguesía del sector ha escalado desde la insignificancia de aquel
momento al poder actual.

Un fenómeno político como el peronismo provoca una pregunta reiterada sobre su


carácter. ¿Qué es el peronismo? Las acciones de los gobiernos peronistas, contrastando
con sus mitos, permiten responder. El peronismo es una suposición que la realidad
desmiente. Lejos de lo que se atribuyen, con lo que realmente hicieron en sus cuatro
décadas a cargo del país, claramente, Perón y sus seguidores, cumplieron con lo
prometido aquella vez: “No somos de manera alguna enemigos del capital y se verá en
el futuro que hemos sido sus verdaderos defensores”

Un relato burdo. El PO, Belgrano y la Revolución burguesa


Publicado el 28/06/202028/06/2020 en El Aromo n° 111/Novedades

Grupo de Investigación de la Revolución Burguesa – CEICS

Este año se cumplieron 200 años del fallecimiento de Manuel Belgrano. El Bicentenario
no pasó desapercibido para la izquierda, en particular, para el Partido Obrero que -a
través de la intervención de Gabriel Solano en la Legislatura porteña- expuso su mala
comprensión del personaje y la Revolución.[1] La intervención de Solano careció de
rigor histórico y puso sobre la mesa el nacionalismo del programa que pregona. Su
discurso estuvo acompañado de algunos escritos que sostuvieron –con más palabras
pero sin muchos más argumentos ni evidencia- la posición del PO.[2] Se podría
sintetizar en: 1) La revolución burguesa no culminó sus tareas porque no creó un
“Estado avanzado”. Eso se debió a que 2) Buenos Aires liquidó al artiguismo, la
“verdadera” expresión revolucionaria. En ese marco, 3) Belgrano pasó de jugar un rol
revolucionario en 1810, a uno “contrarrevolucionario”. ¿Por qué? Porque, luego de su
viaje diplomático en 1814, se amigó con el “Orden” y colaboró activamente en la
represión del federalismo. Veamos un poco estos puntos.

La revolución y las tareas nacionales

No queremos extendernos mucho sobre estos planteos. Sobre todo, porque hemos
escrito lo suficiente como para que el lector tenga a disposición trabajos con fuentes
históricas.[3] Solo nos parece importante señalar algunas cuestiones para clarificar qué
es una revolución burguesa, cómo se mide y qué resultados tuvo en Argentina.

La idea del PO es que la revolución burguesa no triunfó en Argentina. Solano lo


sintetiza de la siguiente manera:

“Es que con Belgrano se personaliza una clase social y una clase dirigente que logró una
independencia del país, en términos políticos, pero que estuvo muy lejos de poder
desarrollar a Argentina como Estado avanzado.”

El planteo es incorrecto por varias razones. Primero, porque la revolución burguesa no


se mide por el tamaño resultante del capitalismo, sino por el desarrollo cualitativo de
ciertas relaciones –las capitalistas- y por la hegemonía de una clase -la burguesía- en un
espacio -la nación-.

En ese sentido, hay que decir que la revolución burguesa bastante hizo en el Río de la
Plata. No solo porque liquidó todo vestigio feudal arreglándosela en soledad con
ataques militares que venían de todos lados, sino porque construyó una nación en un
territorio que contaba con 420 mil personas desperdigadas en 5 millones de km2. Lo
que hoy es Argentina equivalía a un sexto de la economía norteamericana de 1776.
Toda la población del virreinato –contando el Alto Perú- era un décimo de la población
francesa y un quinto de la población española. Los pueblos se encontraban apenas
conectados por caminos largos e intransitables. Para 1840, tomaba tres meses llegar de
Buenos Aires a Salta. Y eso era lo de menos: había que cuidarse de los temporales, las
tormentas de polvo, las sequías. Había caminos empantanados, tanto como ríos y
arroyos sin puentes, a los que solo se podía bajar si la corriente no era muy intensa. Por
si eso fuera poco, había que protegerse de los asaltos y reparar las carretas en muchas
ocasiones. Ese era el escenario donde había que construir un mercado interno, donde
circularan mercancías de forma fluida y donde la única unidad política real era un
Virreinato –el del Río de la Plata- de reciente creación (1776) que agrupó unos espacios
que hasta entonces eran el patio trasero de la colonia.

¿Algo más? Sí, Buenos Aires, la ciudad más grande, tenía 40 mil habitantes en 1810 y
su área rural era muy limitada. La burguesía agraria naciente tenía que asegurar la
propiedad privada de los medios de producción –el pilar de cualquier sociedad
capitalista- en un territorio que apenas podía controlar, sin suficiente fuerza de trabajo
asalariada y con grandes restricciones comerciales. Salvo que uno espere que de un
escenario como éste brote la industria pujante del capitalismo mundial –en cuyo caso,
sería un delirante en toda regla-, hay que señalar que la burguesía argentina construyó
un capitalismo acorde a su tamaño. Es más, en ese largo proceso que dura más de
setenta años, se apropió de más territorio que aquel que disponía, guerra y destrucción
de sociedades indígenas mediante. Podremos cuestionar tal o cual método, pero es un
hecho indiscutible y forma parte de toda revolución burguesa, nos guste o no. Como
sea, el PO –como todo el trotskismo- considera la revolución desde un punto de vista
idealista: supone que las clases sociales pueden hacer cualquier cosa en cualquier
escenario, en abstracción de las condiciones objetivas.

El problema de la Argentina no reside en ninguna “dependencia” (en un punto, todos los


capitalismos se conectan y “dependen” del mercado mundial) ni en la falta de
“desarrollo” (es capitalista, chico y agrario, pero capitalista al fin). Mucho menos, en
que pide prestado: desde Baring Brothers que el grueso de la burguesía argentina es una
gran estafadora mundial por excelencia y, si no lo fuera, ya se tendría que haber
fundido.[4] Cortita y al pie: el problema de la Argentina es que es capitalista y la tarea
que tenemos pendiente es arrebatarle el poder del Estado para construir el socialismo sin
mediaciones.

¿Hubo un giro “contrarrevolucionario”?

El Partido Obrero supone que Belgrano tuvo una etapa revolucionaria hasta que pegó un
viraje “Termidoriano” o “contrarrevolucionario”. Algunos incluso señalan que su idea
de revolución nunca fue muy “democrática”. Para justificarlo, rescatan sus
negociaciones con Carlota Joaquina de Borbón, sin comprender cabalmente en qué
consistió aquel juego diplomático. También contraponen a la revolución “popular” con
el rigor, el verticalismo y la disciplina militar impuestos por Belgrano, por ejemplo, en
el Motín de las Trenzas. Y pensar que se reivindican partidarios del Jefe del Ejército
Rojo…

Este razonamiento, sin embargo, no resiste el más mínimo análisis. En primer lugar, por
una cuestión de orden conceptual. Aún si hubiera un “Termidor” en la revolución en el
Río de la Plata, corresponde señalar que “Termidor” no es equivalente a
“contrarrevolución”. Uno supone conservar lo conquistado en la Revolución y otro
volver al orden feudal. Salvo que Belgrano tuviera en su horizonte restablecer la
propiedad feudal, la dilapidación de recursos a través de rentas, el restablecimiento del
monopolio y el derecho Real sobre el territorio americano, hay que decir que la
caracterización de “contrarrevolucionario” es ridícula.

Si algo distinguió a Belgrano fue su vocación programática. Belgrano era un intelectual


revolucionario, que volcó sus conocimientos en economía para propiciar el desarrollo
comercial y productivo en Buenos Aires, para luego ponerse al servicio de los intereses
de su clase. Cualquier mínimo contacto con el Telégrafo Mercantil o el Correo de
Comercio nos introducen en los objetivos de Belgrano: un mercado nacional, expropiar
a los productores directos, garantizar la propiedad privada de los medios de
producción…[5] Tareas de la revolución burguesa que hoy están cumplidas.
Pero vayamos al corazón del asunto. El argumento “fuerte” del PO estaría enfocado en
las misiones diplomáticas de 1814-1816 y en la colaboración activa de Belgrano en la
represión del federalismo. Estamos ante un serio problema de falta de evidencia e
interpretación histórica. El PO supone que las negociaciones diplomáticas que
involucraron a Belgrano fueron “conservadoras” y “reaccionarias”. ¿Por qué? Porque la
comitiva compuesta en 1814 por Belgrano y Rivadavia –que se suman a Sarratea- fue a
buscar una Corona para las Provincias del Río de la Plata. Dejan entrever un profundo
desconocimiento de las revoluciones burguesas y de la política del siglo XIX.

Lo que el PO no entiende es que toda Revolución tiene que apelar a mil variables para
conservar el poder. Sobre todo, si se encuentra en pura soledad.[6] Y en el siglo XIX,
con las derrotas napoleónicas, con un proceso de Restauración que incluyó el retorno de
Fernando VII, con un poder que tenía que financiar ejércitos para batallar en todos
lados, solo un irresponsable se abstenía de intervenir en el campo diplomático. Por eso,
firmó el Tratado Rademaker-Herrera en 1812, un tratado que evitó la guerra con otro
enemigo incluso más peligroso, Portugal.

Pero, ¿en qué consistieron las negociaciones diplomáticas de las que participó
Belgrano? Desde sus inicios, los gobiernos revolucionarios buscaban apoyo militar en
Inglaterra y en todo el mundo. Y eso es una virtud: casi en soledad, la Revolución
apelaba a todas las variables a mano para conservar al poder revolucionario. Pero el
asunto fue esquivo: con el regreso de Fernando VII, Gran Bretaña iba a consolidar su
alianza con España, que comenzaría a preparar un desembarco a cargo del general Pablo
Morillo. Al mismo tiempo, los revolucionarios seguían manteniendo los frentes. El
gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, todavía pretendía que las Provincias
prestaran juramento a la Constitución española y jurara fidelidad al Rey. Las derrotas de
Napoleón quitaban además una carta de negociación: hasta entonces, el “miedo” inglés
era que las colonias recibieran con los brazos abiertos a los franceses, como lo muestran
varias cartas de Lord Strangford, diplomático británico, a la Foreign Office.

El objetivo de la comitiva compuesta por Belgrano y Rivadavia tenía por objetivo evitar
cualquier intervención española y estabilizar la revolución con una monarquía
constitucional ofrecida a algún príncipe europeo, que pudiera operar de garantía de
apoyo internacional en un contexto restaurador. Pero lo que el PO no advierte es que la
política era dual: mientras la comitiva debía felicitar a Fernando VII y agradarlo con una
carta, el Director Supremo Posadas informaba a gobernadores, alcaldes y jefes militares,
que la misión al exterior tenía por fin “aumentar la fuerza armada, diferir la agresión de
la península, facilitar el comercio y negociar la protección de una potencia responsable”.

Además, se especificaba que los diputados rioplatenses estaban autorizados a aceptar las
proposiciones españolas, siempre y cuando lo examinen “los pueblos”. De este modo,
apelando a los mecanismos de consulta, se pretendía ganar tiempo para retrasar el envío
de las flotas desde España, bajo el supuesto de que si Fernando negociaba,
probablemente no avanzaría a fondo con sus movimientos. De otro modo, los diputados
debían señalar que los Pueblos estarían sumergidos en una “guerra interminable”.
Bernardino Rivadavia tenía asimismo en su poder una serie de Instrucciones Reservadas
firmadas el 10 de diciembre de 1814, que señalaban:

“Que las miras del Gobierno, sea cual fuere la situación de España, sólo tienen por
objeto la independencia política de este Continente, o a lo menos la libertad civil de
estas Provincias. Como debe ser obra del tiempo y de la política, el diputado tratará de
entretener la conclusión de este negocio todo lo que pueda sin compromiso de la buena
fe en su misión (…) Si peligrase el curso de la negociación, entonces hará ver con
destreza que los Americanos no entrarán jamás por partido alguno que no gire sobre
estas dos bases o la venida de un príncipe de la Casa Real de España que mande en
soberano este Continente bajo las formas Constitucionales que establezcan las
Provincias; o el vínculo y dependencia de ellas de la Corona de España, quedando la
administración de todos sus ramos en manos de los Americanos. (…) Sobre estas dos
bases girará el Diputado sus negociaciones sin olvidar que el tratado deberá sancionarse
en la Asamblea de los Diputados de estas Provincias por haberse reservado esta
facultad.”[7]

Así, Rivadavia podía solicitar al Rey cuotas de autonomía. Pero todo quedaba
supeditado a lo que “sancionara” la Asamblea de Diputados. Es decir, se trataba de
maniobras dilatorias para que Fernando no envíe sus expediciones (las mismas
igualmente partieron en febrero de 1815 aunque se dirigieron a Nueva Granada porque
Buenos Aires había recuperado la Banda Oriental). Asimismo, de fracasar estas
negociaciones, Rivadavia tenía la potestad de negociar con cualquier potencia de primer
orden “sin detenerse, en admitir tratados políticos y de comercio, que puedan estimular
su atención porque el fin es conseguir una protección respetable de alguna Potencia de
primer orden, contra las tentativas opresoras de España”. Para ello, debía solicitar a
Sarratea, quien ya se encontraba en Europa, noticias sobre la política británica:

“porque, en el caso que pueda conseguirse que la Nación Inglesa quiera mandar un
Príncipe de su Casa Real o de otra de sus aliadas para que se corone en esta parte del
Mundo bajo la constitución que fijen estos Pueblos o bajo otras formas liberales
tomando sobre sí la obligación de allanar las dificultades que oponga la España o las
demás Potencias Europeas, entonces omitirá su viaje a España y sólo tratará con la
Inglaterra”.

Es decir, se sentaba la posibilidad de negociar directamente con Gran Bretaña, en el


caso que esto fuera posible. Si eso no fuera así, se habilitarían las negociaciones con
España, en los términos ya mencionados. Y si esto último fracasara, se podría apelar a
negociar con cualquier otra gran potencia extranjera. Era tal la diversidad de opciones a
la que se aspiraba manejar que incluso Sarratea había acudido a Carlos IV y Francisco
de Paula para generar rispideces internas en el frente real. También pretendió, en su
momento, apelar a un príncipe español.

Pero, lejos de lo que dice el PO, todas las negociaciones parten de sentar como
condición el establecimiento de formas constitucionales propias o autonomía de
administración, bajo protectorados o Coronas extranjeras. No es un asunto menor: allí se
sientan condiciones importantes, como el destino de los recursos, el control de la
administración pública y fiscal, de cara a negociaciones comerciales en expansión.
Negociar con todo el mundo, prometerle coronas a todo el mundo, pero quedarse con
los recursos, no era una propuesta muy aceptable para la contrarrevolución, como el
lector se imaginará. Fernando comprendía mejor los hechos que Gabriel Solano, y por
eso decidió expulsar a Rivadavia de Madrid. Nada muy distinto le había ocurrido a
Sarratea: Cevallos –ministro de Fernando- no aceptó nunca más una negociación con
mediadores suyos. Ni hablar en Río de Janeiro, donde Belgrano y Rivadavia dejaron
una impresión muy negativa en la diplomacia española. Andrés Villalba –encargado de
Negocios de España- escribía al duque de San Carlos: “Cada vez hay más motivos para
dudar de la buena fe de estas gentes”.[8]

El problema del PO es que lee estas negociaciones en clave nacionalista, más cerca de
Biondini que de un marxista. Lo escandaliza que un revolucionario haya buscado la
“protección” de otro país y pensado en “Coronas extranjeras” en el Río de la Plata en el
siglo XIX. No comprende –porque no se tomó el trabajo de revisar- todos los
pormenores de las negociaciones y sus resultados.

La revolución oriental

Solano también considera que el peor pecado de Belgrano fue reprimir al federalismo y
ser colaborador activo en un supuesto pacto con Portugal para invadir la Banda Oriental.
Solano reproduce el viejo credo nacionalista: Artigas y el Sistema de los Pueblos Libres
era “avanzado”, el Directorio, Belgrano y el Congreso de Tucumán “reaccionario”. Es
un relato muy difundido: Solano tiene que saber que coincide con el PCR, con el PC y –
como no podía ser de otra manera- con buena parte del peronismo.

Brevemente: Artigas representaba solamente una dirección alternativa para el curso de


la Revolución. Lo que estaba en discusión era qué puerto se abría al mundo para la
importación-exportación, y qué provincias podían aliarse contra el principal competidor
-Buenos Aires- y bajo qué concesiones. Por eso, Artigas no era ni más ni menos
revolucionario que Buenos Aires. En cambio, era menos viable. ¿Por qué? Porque
mientras Buenos Aires operaba en el terreno internacional con completa autonomía y
financiaba guerras con erogaciones monstruosas, en completa soledad y envuelto en una
crisis interna, Artigas carecía de una construcción estatal propia y, luego de 1814, sólo
se pudo reconstruir con apoyo de los Borbones y los portugueses, como lo demuestra
nuestro análisis de la diplomacia rastreable en el Archivo Artigas.[9] Es así que fue la
posibilidad de un contraataque español -que alertó a Buenos Aires- y una desatada crisis
en el gobierno porteño, lo que dio vida al General en 1815. Irónico: la posibilidad de
que la Revolución terminara en derrota, fue lo que reforzó a Artigas. José Gervasio
debía conspirar con la contrarrevolución para enfrentar al poder revolucionario más
viable, en uno de los momentos críticos más importantes de la Revolución. Lo que se
dice una irresponsabilidad absoluta. Por eso, cuando en 1816, el Jefe de los Orientales
sucumbió ante la invasión portuguesa con supuesta complicidad del Directorio, no
podría haber negado que probó un poco de su propia medicina.

La realidad es que Artigas apenas creó una débil alianza confederal con provincias que
lo abandonaron en plena guerra, bien conscientes de la necesidad de entablar relaciones
financieras y comerciales con Buenos Aires. Al mismo tiempo, fue perdiendo base
social hasta disponer solo de los explotados. No era una virtud –como cree el PO- sino
una debilidad.

Tampoco era mucho más “progresivo” en sus planes. El PO cree que Artigas promovía
un “capitalismo avanzado” porque impulsó un Reglamento que repartía tierras y
posibilitaba desarrollar el “mercado interno” en “otra dimensión”. El PO se traga el
cuento “farmer” de los liberales norteamericanos: el capitalismo se desarrolla sobre la
expropiación del grueso de la población, no sobre la creación permanente de pequeñas
propiedades para los explotados. Pero además, la realidad es que el “reparto agrario” era
únicamente, una forma de poner en producción suelos incultos y derruidos por la guerra,
así como de garantizar el orden en la campaña. Tal y como lo hacía el virrey Vértiz en
la colonia o lo proyectaban intelectuales como Félix de Azara (ninguno de ellos
revolucionario, por cierto). Ni siquiera puede decirse que Artigas apelara a otras
alianzas comerciales diferentes a las porteñas: como era de esperar, firmó convenios con
comerciantes ingleses en 1817.

Esta es la alternativa “revolucionaria” que apunta el PO con total falta de criterio…

Rescatar al revolucionario

La burguesía encumbra a un Belgrano “prócer”. Para ella, Belgrano no fue un


revolucionario, sino un hombre de “buena moral”. Ponerlo en su verdadera dimensión
sería revalidar el origen revolucionario de la sociedad que ellos dirigen. Contra esa
operación, Solano solo opuso su desconocimiento y un relato burdo carente de pruebas
históricas al servicio de rechazar un proceso muy rico con un valor pedagógico enorme
para cualquier militante revolucionario. Así, en lugar de desnudar la hipocresía
burguesa sobre la Revolución y las transformaciones sociales, el PO termina cerrando
filas con la burguesía más de lo que cree.

[1] https://prensaobrera.com/politicas/71534-caba-el-homenaje-a-belgrano-y-el-rol-de-
la-legislatura

[2]Las apreciaciones son las mismas tanto para el PO oficial como para la Tendencia:
https://prensaobrera.com/aniversarios/71529-a-200-anos-de-la-muerte-de-manuel-
belgrano y https://politicaobrera.com/revista/1643-a-200-anos-manuel-belgrano-entre-
la-revolucion-y-la-contrarrevolucion

[3] https://razonyrevolucion.org/una-cruzada-nacionalista-la-izquierda-y-la-revolucion-
burguesa-en-argentina/

[4] https://razonyrevolucion.org/quien-estafo-a-quien-el-emprestito-de-la-baring-
brothers-y-la-conformacion-del-estado-argentino/

[5] Harari, Fabián: Hacendados en Armas. El Cuerpo de Patricios de las invasiones


inglesas a la Revolución (1806-1810), Buenos Aires: Ediciones RyR; 2008.

[6] https://razonyrevolucion.org/una-politica-consecuente-juan-flores/

[7] Belgrano M.: “Documentos inéditos sobre la misión diplomática en 1814-1815, las
instrucciones públicas y secretas”, La Prensa, Buenos Aires, 3 de febrero de 1935.

[8] Comisión Nacional Archivo Artigas, Archivo Artigas, Tomo XVIII, 1981

[9] https://razonyrevolucion.org/la-izquierda-perdio-a-su-procer-artigas-y-las-
negociaciones-con-portugal-y-espana-1814-1815-juan-flores/

De brujas, magia y lucha feminista. Por qué las feministas debemos enfrentar la política
queer
Publicado el 28/06/202028/06/2020 en El Aromo n° 111/Novedades
Desde el sábado 6 de junio J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, se encuentra en el
ojo de una tormenta por una serie de tweets que sostenían que las mujeres somos las
únicas que menstruamos. Gran parte del elenco de las películas y el fandom del mundo
mágico que Rowling creó salieron a criticar sus dichos. Un día antes, se había hecho la
presentación pública de Contra el Borrado de las Mujeres, una alianza internacional de
mujeres que luchan contra la eliminación de las mujeres en la historia. En este artículo
te contamos porqué las feministas estamos en pie de guerra.

Dolores Martínez González

Trece Rosas

Fundamentos queer

La teoría queer postula, a partir de una antropología particularista, que el sexo es una
construcción social. De allí que el deseo está regido por el principio subjetivo, dando
por sentado que lo que se “siente” es, nada más ni nada menos que lo que se es. Surge
así la ideología del “cuerpo equivocado”, como si un hecho pudiera “equivocarse”. Sin
embargo, en la imaginería queer no queda otra cosa que aceptar que existe una
“esencia” pre-social y pre-biológica, que en la historia humana tiene nombre: alma.

Se presenta como una teoría feminista que lucha contra el patriarcado y su violencia.
Pero, a fuerza de negar el sexo como dato natural y objetivo y promover el género como
deseo individual, no se logra que la sociedad deje de identificar varones y mujeres, y de
jerarquizarlos. De modo tal que semejante dislate solo sirve para hacer pasar diversidad
como igualdad.

El feminismo lucha por la emancipación colectiva de las mujeres y cuando esta agenda
aún no se ha cumplido, una estrategia patriarcal intenta tirar por la borda todos los
logros del pasado. El último escalón de esta avanzada patriarcal es la eliminación legal
de la categoría de sexo en la documentación.

Aquí y en todo el mundo, más de lo mismo

Un breve recorrido histórico y geográfico por la legislación internacional muestra cómo


se fue produciendo desde principios de siglo este avance:

Mientras se produce este avance legal, en nuestro país, todavía no contamos con una ley
de interrupción voluntaria del embarazo y los documentos políticos de las luchas
feministas están escritos en “lenguaje inclusivo”.[1] Como habíamos adelantado en el
acápite anterior, en el 2018 los diputados del bloque del Movimiento Evita (Silvia
Horne, Lucila De Ponti, Leonardo Grosso y Araceli Ferreyra) que hoy forman parte del
Frente de Todos presentaron en la Cámara de Diputados el proyecto de “Ley contra la
asignación sexual compulsiva: Eliminación de la categoría sexo en documentos y
protección de la diversidad corporal” que tiene el siguiente expediente: 7037-D-2018.

“No debo decir mentiras”


El sábado 6 de junio J.K. Rowling fue tendencia en Twitter y no por novedades de
Harry Potter. Fiel a lo que propone en la quinta entrega de la saga, cuando Harry y
Dumbledore ponen en juego sus figuras públicas para enfrentar al poder y sostener hasta
el final el regreso de Voldemort; J.K. había publicado el siguiente mensaje:
“‘Peoplewhomenstruate’ I’m sure there used to be a word for those people. Someone
help me out. Wumben? Wimpund? Woomud?”[2], haciendo referencia a un artículo que
se refería a las mujeres con esa paráfrasis.

A fines del 2019, Rowling había dado pistas de su postura frente a este tema, cuando
defendió a Maya Forstater, una especialista en impuestos inglesa que había perdido su
trabajo por sus tweets calificados como “tránsfobos”. Ya en aquel momento, J.K. fue
acusada de TERF[3] y muchas personas quemaron sus libros en escenas públicas dignas
del nazismo. Esta vez, las agresiones escalaron mucho más. Las afirmaciones de J.K.:
“Si el sexo no es real, no hay atracción hacia el mismo sexo. Si el sexo no es real, la
realidad vivida de las mujeres a nivel mundial se borra. Conozco y amo a las personas
trans, pero borrar el concepto de sexo elimina la capacidad de muchas personas de
discutir sus vidas de manera significativa. No es odio decir la verdad”[4] tuvieron
respuestas feroces. Rowling lo resume de manera contundente: «‘Feminazi’, ‘TERF’,
‘perra’, ‘bruja’. Los tiempos cambian. El odio a la mujer es eterno.”[5] Las agresiones
se incrementaron, Daniel Radcliffe y Emma Watson se sumaron a la polémica
sosteniendo que las transmujeres son mujeres, todo hasta el punto delirante de los que
empezaron a hacer rodar en las redes sociales que J.K. no era la autora de la saga de
Harry Potter (o que si lo era, no merecía serlo).

Cuando una mujer pone en juego su carrera, su fama y negocio para decir la verdad,
para señalar que el sexo es una realidad material y que en base a él existe una estructura
social que subordina a las mujeres a partir de la ideología de la femineidad y la
dominación, el patriarcado pone en marcha su estructura misógina, ahora bajo la forma
del queerismo. Hasta la Warner amenaza con no seguir produciendo sus películas y el
periódico sensacionalista The Sun saca en su tapa una entrevista con el ex marido
violento que afirma haberla golpeado y no sentir arrepentimiento alguno.

Contra el borrado de las mujeres

Alicia Miyares comenzó la presentación del primer seminario que realizó la Alianza
Contra el Borrado de las Mujeres diciendo: “Las feministas tenemos la obligación de
explicarle a la sociedad las consecuencias de las políticas de identidad y de eliminar la
categoría sexo como categoría jurídica: elimina a las mujeres”. Si negamos que exista el
sexo, si lo eliminamos, todos los avances que el feminismo ha conseguido hasta la
actualidad para sobrellevar esta diferencia, habrán desaparecido. Si cualquiera puede ser
mujer: un femicidio sería solo un asesinato y la violencia ejercida sobre las mujeres
sería simplemente violencia, ya que al no existir el sexo no hay agravante en la
violencia patriarcal. Perdemos los deportes y espacios segregados por sexo y el lenguaje
que nos señala como mujeres. Tenemos una agenda específica por nuestra realidad
material que tiene por objetivo final terminar con el patriarcado.

La teoría queer no permite elaborar una política feminista, sino todo lo contrario, a cada
paso refuerza al patriarcado y nos violenta constantemente. Si las compañeras trans
eligen el programa queer, las feministas debemos oponernos a ese programa. Las
mujeres somos más de la mitad de la humanidad, somos el 50% de la historia y no
vamos a permitir que nadie nos borre. Pues bien, sí, los tiempos han cambiado pero
nosotras seguimos siendo las brujas, estamos entonces ante la prueba palmaria de que el
feminismo todavía tiene un camino de luchas para recorrer.

[1]En junio del 2017 la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad


Nacional de la Patagonia San Juan Bosco autorizó a sus estudiantes a escribir de forma
inclusivo. Poco tiempo después la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA aprobó una
resolución autorizando el lenguaje inclusivo en cualquier producción académica en
carreras de grado o posgrado y en comunicaciones oficiales. La Facultad de Psicología
de la UNR tiene la misma política.

[2]“Personas que menstrúan”. Estoy segura de que solía haber una palabra para esas
personas. Alguien que me ayude. Wumben? Wimpund? Woomud?

[3] TERF es un acrónimo originario del término en inglés de «Trans-Exclusionary


Radical Feminist» que por su traducción literal al español significa «Feminista Radical
Trans-Excluyente». Se usa para señalar a las feministas que reivindican como sujeto del
feminismo a la mujer, y suele funcionar como censura y amenaza.

[4]“If sex isn’t real, there’s no same-sex attraction. If sex isn’t real, the lived reality of
women globally is erased. I know and love trans people, but erasing the concept of sex
removes the ability of many to meaningfully discuss their lives. It isn’t hate to speak the
truth.”

[5]“‘Feminazi’, ‘TERF’, ‘bitch’, ‘witch’. Times change.Woman-hate is eternal.”

También podría gustarte