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Un problema con 18 siglos de edad.

En la actualidad está de moda tener un pensamiento optimista, tener esperanza, pensar que
todo saldrá bien y que si hay una adversidad encontrarán la manera de resolverlo. Este
optimismo en teoría ha de ser bueno, después de todo el que las personas tengan fé en que
algo que les afecta hoy, mañana no estará más, puede mejorar su salud emocional, calidad de
vida y productividad. El problema radica cuando este optimismo roza las barreras de la
arrogancia y se convierte en ​ingenuidad​; el tener esperanza de que algo va a mejorar es
bueno, siempre y cuando se esté haciendo algo para llegar a esa mejora, si no se convierte en
un claro caso de ignorancia, es como tener un tumor dentro y creer que con él tiempo se ira al
igual que un simple resfriado.
Al escuchar esto un ciudadano promedio podría pensar que es imposible que la segunda
descripción concuerde con él, a las personas no les gusta admitir cuando están mal, sin
embargo esta segunda descripción puede ir acorde con la gran mayoría de las personas. El
problema con esto es cuando las cosas ignoradas dejan de ser: Dejar la tarea para después, no
ahorra, entre otras actividades que afectan al individuo y no al grupo. Cuando las actividades
ignoradas juegan con la salud y bienestar de todo el planeta, cuando se cree que nuestro
ecosistema se reparará por arte de magia mientras que las grandes fábricas de petróleo,
automóviles, aserraderos y puntos de pesca masiva siguen infectado nuestro planeta.
Claro está, tal como piensan algunos, nada de esto es nuestra culpa ¿Como íbamos a saber?
Después de todo estos problemas llevan tan solo 1800 años…

Quien hace una vista en tercera persona de cómo estamos en general puede decir que
avanzamos a hacia un mal camino pero no, no avanzamos a un mal camino, si no que que
regresamos​ a este, los cual es peor.
Todo lo que pasamos hoy en dia, ya lo vivió el Imperio Romano en su tiempo, hechos
históricos de los que deberíamos tomar ejemplo.
Todo él declive romano empezó en el 166 d. C con la llamada Peste Antonina, una
enfermedad muy similar a la que vivimos hoy, tanto en origen como en reacción hacia esta.
Esta pandemia fue desde oriente hasta Roma gracias a las vías de comercio, duró 25 años en
disiparse y murieron entre 5 a 20 millones de personas. Esto trajo consecuencias, al acabar
con una gran parte de la población afectó el número de personas disponibles para ser parte del
ejército y a su vez debilitando la seguridad. Toda la estabilidad política y social que tenía
Roma en el Siglo de oro empezó a irse, a esto le siguieron otros cambios climáticos, sequías y
poca actividad volcánica, lo cual afectó la producción y agricultura llevando la economía
romana a sus más bajos niveles, la estabilidad social y política dentro del imperio cambió, ya
no se confiaba en él emperador, se abandonó la urbanidad para desplazarse a la zona rural y
hasta se dividió el imperio. Con todo lo que pasaba la gente perdió la fe en sus antiguos
dioses y se empezaron a convertir en al cristianismo, lo cual indirectamente afectó al poder
militar debido a que las personas creían en los valores del cristianismo.

Es increíble pensar que algo tan grande como el Imperio Romano fue tan afectado por hechos
naturales y climatológicos, pero si ponemos todo en perspectiva, no es tan inimaginable que
algo como esto suceda, de hecho en la actualidad lo estamos viviendo, cada vez con más
frecuencia pasamos por grandes incendios forestales que duran semanas, los niveles de agua
potable en muchas partes del mundo bajan y la especies empiezan a desaparecer con una
trágica velocidad, lamentablemente las personas son las responsables de esto, nosotros
mismos somos quienes nos causamos este daño no prestando atención a las consecuencias.
Al igual que el Imperio Romano, estamos viviendo una pandemia la cual es de origen animal,
y esto no es porque los animales vinieron a infectarnos el virus, al contrario, con nuestra
ignorancia fuimos nosotros quienes sacamos y perturbamos a esas especies dentro de su
hábitat. Esto es parte de la arrogancia de la que hablaba al principio, primero las personas
cometen el acto que nos lleva al problema y luego se limpian la cupla excusándose en
ideologías que dicen que todos los cambios y problemas que están pasado son de origen
natural y que no tenemos influencia en estos.
Luego de que llegan estos problemas, en este caso la pandemia de la que vivimos hoy en día,
se espera que la solución llegue sola, solo se dice “encontraremos una cura” en vez de
anteponerse a los hechos y prevenir todo esto, ya que sí, se podía prevenir, han habido
antecedentes, está el virus del ébola como ejemplo, Hendra, virus de Marburg, que son otros
virus zoonóticos al igual que el Covid- 19, sin embargo, tal como dije al inicio, a las personas
no les gusta admitir sus errores y gran parte de la comunidad política y social seguirá
diciendo que están con las manos atadas ante la situación climatológica por la que pasamos,
esperando que todo se resuelva solo.
Es imposible el progreso cuando no se varía el método, todo esto me recuerda a la ideología
estoica, nosotros no tenemos que ver con nada que pase en el exterior, si no que todo pasa
solo, siguiendo el destino. El esperar que algo sea diferente, sin cambiar nada es el más claro
ejemplo de ingenuidad y si seguimos así nos convertiremos en el segundo Imperio Romano
solo que esta vez no sería solo Europa, una parte de Asia y África, si no que sería todo el
mundo.
Esto me recuerda a la siguiente frase atribuida a Albert Einstein: ​“Locura es hacer lo ​mismo
una y otra vez esperando obtener ​resultados diferentes​”

Bibliografia:

Kyle Harper, El fatal destino de Roma. Cambio climático y enfermedad en el fin de un


imperio, Barcelona. Crítica, 2019, primera edición, 512 pp., ISBN 9788491990635

Sòlo una revoluciòn ecològica nos salvarà.


Perrine Mouterde, Le Monde, Francia

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