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Diego Rosales - 1105217

Economía informal
A lo largo de la crisis mundial que dio inicio en el año 2019 por razones aún desconocidas o no
confirmadas se han demostrado muchas crudas y reales verdades que desmintieron muchas teorías
que se establecían o incluso se desconocían acerca de la sociedad. Ya que este es un suceso sin
precedentes sin previo aviso y totalmente inesperado demostró las consecuencias de una sociedad
no preparada. A pesar de ser una enfermedad que ataca a todos por igual sin importar raza, género,
edades y nacionalidad; no todo el mundo tenía las mismas posibilidades que los demás.
Demostrando que países cuyo sistema de gobierno y todas las áreas que dependen de los mismos
se encontraban deficientes antes de dicha crisis fueron los más vulnerables a los ataques de dichos
microorganismos. No por ser atacados sino por no tener con qué defenderse es decir sistemas de
salud precarios, falta de educación y total ignorancia acerca de las graves consecuencias que se
pueden desencadenar sino se tomaban las precauciones necesarias para frenar la propagación del
coronavirus. Esta pandemia que dio inicio en Wuhan, China se propagó por todos los medios
posibles de manera silenciosa e incógnita. Por lo que las autoridades competentes de cada nación
tuvieron que empezar a tomar medidas drásticas desde un punto de vista socio económico. Pues de
haber omitido dichas precauciones, el riesgo de no poder contener su propagación exponencial
podría incluso generar un caos interno en cada nación creando incluso conflictos sociales y llegar un
fin de los tiempos. Pues una de las características de una enfermedad y su transmisión viral es como
ya mencionado anteriormente su crecimiento exponencial. Si cinco personas se contagian, dichas
personas pueden llegar a contagiar a cinco y así sucesivamente hasta llegar a cifras de hasta seis o
siete dígitos. Tales son los casos como Italia, Estados Unidos, Brasil entre otros países con
densidades poblacionales altas. Y la única solución para poder contener dicho crecimiento
exponencial de contagios es la limitación de contacto humano, es decir, todo aquel contacto físico
donde involucre el intercambio de bacterias y fluidos por medio de los puentes que formamos
tocándonos. Y podrá escucharse fácil dedicar esa disciplina a nivel personal dónde uno como
individuo decide limitarse de estrechar la mano y saludar de beso, pero si dicha instrucción se le
imparte a un grupo de cincuenta personas siempre existirá un porcentaje ya sea alto o bajo de
personas que no acatarán las instrucciones por muchas razones desde incomprensión hasta
desobediencia. Por lo que sabiendo el riesgo exponencial y las consecuencias a niveles extremos
que pueden resultar culpa de ese mismo porcentaje de desobediencia, pero aplicando lo a
poblaciones de millones de personas es más que obvio que resultaran cientos sino es que miles de
personas infectadas contagiando a miles de personas más y creando una crisis a nivel nacional,
internacional y a gran escala mundial. Las autoridades competentes no tienen otra opción que
portarse como todos unos padres castigadores e imponer las medidas más drásticas tales como
leyes y normas temporales tales como viene siendo el toque de queda. Dónde se establece la total
limitación de locomoción de los civiles durante un horario establecido, claro con excepciones y
demás aclaraciones que busquen dañificar lo menos posibles a sus ciudadanos. Pero dentro de una
población de más de catorce millones de habitantes dónde existen desigualdades sociales,
contrastes socio económicos marcados y poca empatía también es más que obvio que no se podrá
quedar bien con todos y cada uno. Habrán rezagados, habrán afectados, habrá gente que no pueda
tener las mismas condiciones que la mayoría de la población. Y tal es el ejemplo de Guatemala
donde existe entre un sesenta a ochenta por ciento de ciudadanos cuya estabilidad financiera
depende de la economía informal. Que no cumplen con los suficientes requisitos y cualidades para
laborar en empresas reconocidas y tienen que salir a ganarse el pan de cada día por sus propios
medios. Personas que no tienen un salario fijo que todos los meses sin excepción vendrá para cubrir
esas deudas, comprar esos alimentos e incluso darse ciertos lujos. La situación real de Guatemala
es que el ciudadano promedio sino vende no come, es una característica que no es del todo mala
pues gracias a ello los chapines son denominados como chispudos que sobresalen de las crisis a
como dé lugar. El único problema es que cuando se presenta un problema de proporciones drásticas
que nunca se tomó en cuenta y debe aplicarse medidas drásticas pues forzosamente se le limitan
esas oportunidades de salir adelante a los ciudadanos guatemaltecos que, aunque quieran dar hasta
la última gota de sangre sudor y lágrimas les corten esa posibilidad. Les nieguen salir a vender, les
nieguen poder laborar como ellos saben por las razones de que también es por su seguridad y no
por decisiones malévolas. Entonces resulta totalmente duro poder privarles a una sociedad que está
acostumbrada a salir no por deseo sino necesidad su libertad de locomoción. Y si tan sólo estas
decisiones de confinamiento duraran a lo mucho un par de semanas sería posible salir adelante con
un porcentaje menor de afectados. Pero cuando la cuarentena empieza a durar semanas y luego
meses es cuando ya la sociedad empieza a escupir esa necesidad de ayuda. Pues la economía como
tal no puede detenerse, las personas no pueden dejar de comprar ni de vender porque entonces
uno de los pilares que sostiene y le da estabilidad a una nación pues crea caos. Y es más que seguro
que tomará tiempo poder recuperarse de un golpe tan duro como lo es el Covid-19.

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