Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En esencia, argumentar un fallo es sustentarlo. Es dar las razones por las cuales el
juez decide aplicar determinada norma y no otra, e indicar porque acoge los
razonamientos de una de las partes y descarta el contrario. Mediante el argumento
se conocen las premisas que conducen a una determinada conclusión jurídica.
Toda argumentación jurídica está conformada por una TESIS y unas razones que
la soportan, las cuales se clasifican en PREMISAS DE HECHO Y PREMISAS DE
DERECHO, o de contenido jurídico normativo.
Las primeras se constituyen por todo el material probatorio que viene en apoyo de
una conclusión y cuya fundamentación es crucial, si se pretende darle fuerza al
argumento contenido en el discurso. En este punto es trascendente volver a los
planeamientos del realismo, en los cuales uno de sus puntos de mayor interés, lo
constituye la determinación de los hechos que sustentan las conclusiones jurídicas.
NO ES DEMOCRATICO, NI RESPETUOSO DEL ESTADO DE DERECHO, EL
FALLO QUE NO ANALICE A PROFUNDIDAD TODO EL MATERIAL PROBATORIO
ALLEGADO A JUICIO.
Para saber hasta donde pudo incidir lo actuado en el juicio, será determinante que
el juez señale el valor reconocido a cada elemento probatorio; será necesario que
la decisión señale, porque un determinado hecho se estima como suficiente para
darle paso a una disposición la cual al aplicar se constituye en una PREMISA DE
DERECHO.
CONTEXTO DE DESCUBRIMIENTO Y CONTEXTO DE JUSTIFICACION
El juez no está obligado a explicar sus decisiones, de hacerlo tendría que acudir no
a dar los elementos normativos y de otra índole que como jurista lo llevaron a optar
por una determinada solución, sino que entraría ya en el campo personal, a detallar
los motivos internos que tuvo como ser humano para tomar una opción determinada
frente al conflicto.
Esto es, acudirá ya a razones de tipo personal, como explicación de su falló, lo cual
no puede hacer, toda vez que frente al caso, no actúa en solución de un debate
personal sino como órgano del Estado, en su representación.
La explicación del fallo tiene un contenido sicologico; muestra el camino que sigue
el razonamiento dentro de la persona del juez, que por lo general no se contiene en
la decisión y que corresponde al fuero interno de este, así se refleje en el contenido
de la decisión pues es innegable que toda sentencia refleja al juez que la dicto.
Esto es lo que ha llevado a darle una mayor importancia a la formación del juez, con
una mirada interdisciplinaria, con una exigencia en su estructura sicologica, que le
permita en ese proceso interno vivido al enfrentarse a un análisis del caso,
encontrar la solución más adecuada para la Litis.
La argumentación en cambio, sale de la esfera íntima del juez y pertenece a los
destinatarios de la sentencia. Ya no son las reflexiones que se forja el juez en su
interior, sino que es el razonamiento destinado a salir al exterior, a ese auditorio que
espera conocer la solución; a ese conglomerado concebido en la teoría del derecho
a partir del concepto central de Perelman en su teoría de la argumentación, cuando
posicionado en los planteamientos de la retórica ejercida por los oradores griegos
ante toda la comunidad, señala en su obra que “TODA ARGUMENTACION SE
DESARROLLA EN FUNCION DE UN AUDITORIO”.
A él está dirigida y el juez está en la obligación de elaborarla con base en las razones
que lo determinan por una determinada tesis, las cuales debe presentar en su fallo,
so pena de privarlo de validez. Esta distinción entre la etapa del descubrimiento
interno de la decisión y la de expresar esa decisión a los destinatarios a través de
razones conduce a los llamados por la doctrina CONTEXTO DE
DESCUBRIMIENTO Y CONTEXTO DE JUSTIFICACION.
EN EL CONTEXTO DE DESCUBRIMIENTO, el juez encuentra, descubre cual será
la decisión con la cual se dirimirá el conflicto luego de su aproximación al caso, con
sus propios elementos humanos, psicológicos, junto con el bagaje académico
integral determinante de la estructura interna del funcionario, que lo definen al
acercarse al asunto sometido a decisión y con el ordenamiento jurídico que lo rige.
Estos contenidos se suman a los aspectos jurídicos probatorios del caso, para
concluir como se zanjara la Litis.
Agotada esta etapa, ósea, una vez asumida la decisión EN EL CONTEXTO DE
JUSTIFICACION, el juez apoyado en la hermenéutica jurídica propia de la formación
jurídica, debe exponer a los destinatarios de ella, las razones que en conjunto lo
llevaron a definirse, lo cual es muy distinto a explicar cómo llego a la decisión.
Cada una de las etapas de decisión amerita análisis diferente en todo su proceso
de estructuración y así han sido objeto de pronunciamiento por las diferentes
tendientes estructuradas en la teoría del derecho.
En lo tocante en el Contexto de Descubrimiento y como se indicaba arriba, algunas
escuelas como las del Realismo Jurídico Norteamericano, se han ocupado de la
formación académica integral de quienes administran justicia , en orden a garantizar
que en esa etapa en la cual el juez decide cual sería la decisión más correcta, tenga
no solo elementos jurídicos y filosóficos idóneos para realizar una correcta
interpretación jurídica de las normas, sino que además posea una sólida formación
en todas las áreas del conocimiento, que lo preparen para buscar la mejor solución
desde la realidad social, aunado a una estructura psicológica idónea para dirimir los
conflictos sociales.
Algunos realistas extremos plantean la exigencia de que quien aspire a administrar
justicia, haya sido sometido a Psicoanálisis, a fin de garantizar una estructura
psicológica sólida, que le permita ahondar en las conductas humanas que juzgara
desde su cargo.
LAS ESCUELAS CRÍTICAS DEL DERECHO por su parte, se ocupan de orientar al
juez para que en las premisas que conforman su argumento, se procure
reestablecer el equilibrio social roto por las desigualdades en el grupo humano y
que son en gran medida, las causantes de la mayoría de los conflictos jurídicos.
De otro lado, respecto a la justificación de la decisión, objeto principal de este
estudio otros estudios apuntan a una reflexión, sobre cuál debe ser la correcta
estructura del discurso jurídico desde la lógica jurídica, una vez el juez agota el
contexto de un descubrimiento y proceder a plasmar aquel en la parte motiva de su
decisión. Ambas etapas, sin embargo confluyen en un solo resultado, la sentencia
con la cual se pone termino al debate procesal.
Mediante los métodos de interpretación, el juez llega a las fuentes del derecho a
través de su propia concepción filosófica de la norma, su entorno social, sus propias
convicciones y las condiciones particulares del asunto sometido a su conocimiento,
todo enmarcado dentro del ordenamiento jurídico donde se desarrolla su labor como
supuesto de legalidad del acto de juzgamiento.
METODO: significa camino, dirección u orientación. En sentido técnico y filosófico,
método es la orientación y dirección general que toma el conocimiento cuando se
verifica sobre alguna esfera de los objetos.
Como la dirección del conocimiento discursivo solo puede ser hacia lo general y lo
particular, resulta que propiamente no hay más de dos métodos: el método inductivo
y el método deductivo.
El método es la técnica argumentativa mediante la cual se logra la definición del
derecho; permite elaborar su argumento a través del cual se sustenta una
conclusión, mostrando que era la mejor y más justificable según el criterio del juez,
sobre la validez de la norma, sobre los principios aceptables y en fin, por la propia
concepción que tenga del derecho.
Así, pues se presenta una aleación entre el método y la postura filosófica de quien
lo utiliza, por lo cual cabe anotar que el método en la argumentación judicial,
consiste en la exposición y ejecución de la doctrina argumentativa que se siga.
ONTOLOGICO: es el adjetivo que indica que algo es relativo o perteneciente a la
ontología, es decir, a la rama de la filosofía metafísica que estudia la naturaleza del
ser en cuanto ser, y busca determinar las categorías fundamentales de la existencia
y la realidad así como la manera en que estas se relacionan entre sí. Filósofos como
Parménides y Platón sentaron las bases del pensamiento ontológico que luego
Aristóteles abordaría de manera más amplia en su libro Metafísica.
ONTOLOGICO EN DERECHO: en derecho, lo Ontológico hace referencia a la
Ontología Jurídica, que es una rama de la filosofía del derecho, cuyo objeto de
reflexión es la naturaleza o esencia misma del ser del derecho. En este sentido,
procura desentrañar que hace que algo sea jurídico, para lo cual considera, por un
lado el objeto y razón del ser del derecho y, por otro, postula las características que
lo hacen único y determinable (las normas, las conductas y los valores jurídicos),
poseedor de una realidad que tiene un ser que le es propio y peculiar.
La incidencia de la concepción ontológica del derecho en el fallador frente al método
que se adopte, está determinada por el hecho de que aceptar un método implica
aceptar los postulados filosóficos que lo orientan, puesto que como se verá más
adelante, en la argumentación judicial juega papel trascendente, antes que la
conveniencia social de la aplicación de una norma, el convencimiento íntimo del
juez desde la escuela argumentativa que sigue para llegar a ella.
Definido el método por el cual se llegara a la decisión del pleito, se asume la
argumentación de la misma, con las bases técnicas del discurso jurídico y las
premisas filosóficas, que definen la posición hermenéutica del juez.
Así, puede plantearse groso modo, que el camino seguido en la solución del
conflicto ante el derecho, se estructura a partir de un caso, asumido por el juez en
primer lugar, para interpretar los hechos que lo determinaron. A partir de ello, de
esa comprensión dada en el contexto de descubrimiento conduce al fallador hacia
las escuelas interpretativas, que le permiten elaborar las premisas con las cuales
construir la argumentación ya dentro del contexto de justificación.
EVOLUCION HISTORICA DE LA ARGUMENTACION DE LAS SENTENCIAS
La trascendencia de la argumentación judicial ha surgido a la par que el concepto
de Estado de Derecho, donde no es el deseo del soberano el que define el derecho,
sino la norma vigente y aplicable al asunto en concreto por el juez de conocimiento,
soportando ello, en la exposición de las razones que sostienen la decisión.
LA JUSTICIA REAL
No siempre se reconoció la necesidad de argumentar las decisiones judiciales. En
efecto, en los fallos del monarca, bastaba el criterio subjetivo se esté para cada
asunto en particular; se dictaba la sentencia sin mediar ningún tipo de motivación y
se sustentaba en las mismas normas que el promulgaba. No se pensaba siquiera
en discutir la validez o no del fallo real; bastaba que fuera la palabra del Rey para
que lo decidido fuera atacado y cumplido.
El poder omnímodo del soberano no se discutía, se partía de su origen divino que
no daba margen de error. Bajo este convencimiento, la motivación solo se daba
internamente en el soberano y al destinatario del mismo tan solo se le transmitía la
parte resolutiva para su cumplimiento.
Al impartir justicia, el soberano tenía la facultad de interpretar la norma según sus
propios principios y tal como el efectuara la labor hermenéutica, así debían hacerlo
los jueces, simples voceros o repetidores de las disposiciones reales.
No se precisaba la argumentación del fallo, que por lo demás, apenas era conocido
por los sujetos involucrados en el litigio. La soberanía del fallo real, hacia inocua la
argumentación; aquella era una autoridad con ribetes de divinidad que no precisaba
justificación de sus decisiones.
En este mismo plano se ubicaron los fatídicos juicios de la iglesia católica a través
de sus tribunales de la Inquisición. Allí la sentencia era asumida como la
manifestación de la voluntad de Dios; se hablaba de juicio de este, donde a partir
de algunas pruebas absurdas, como el peso físico de la supuesta bruja (ente que
tendría poco peso), se decidía o no su muerte en la hoguera. El fallo era concebido
a partir de la iluminación divina y por tanto, precisaba poca o nula argumentación.
LA JUSTICIA A PARTIR DE LA REVOLUCION FRANCESA
El poder absoluto de la autoridad real se derrumbó con la proclamación de la
separación de poderes, luego de la revolución francesa. Allí el pueblo reivindico sus
derechos y exigió gobernantes probos que supieran ejercer el poder; exigió a sus
jueces el sometimiento de las decisiones al orden jurídico.
Se impuso la voluntad popular en los fallos judiciales, pues la ley emanaba del
pueblo y era ella la estrictamente aplicable por los jueces. Se impuso que cada uno
de los poderes esenciales en la sociedad se ejerciera en forma independiente y
armónica con respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos.
En caso de presentarse vacíos normativos, no era el juez quien tenía el poder de
llenarlos con su interpretación sino de estar sometido al texto escrito, tenía que
acudir al intérprete legal, o las asambleas legislativas, que en últimas decidían si la
norma era aplicable al asunto.
Chain Perelman ubica en la justicia francesa el origen de la argumentación judicial
como parte integrante de la sentencia, a partir de la expedición de la ley 16-24 de
agosto de 1790 la cual en su artículo 15 del título V, disponía que en todo juicio se
debía indicare resultado de los hechos reconocidos y comprobados de la instrucción
y los motivos que hubieren determinado el proceso.
Ante la trascendencia que se reconocía a los fallos de casación , fuente de estudio
para los despachos de inferior categoría, se exigió en ellos la argumentación no solo
la relativa a las normas positivas aplicables, sino también la constituida por los
razonamientos que el juez hacia sobre aquellas y sobre el asunto en concreto.
Los principios de igualdad y de libertad acompañaron todo el proceso revolucionario
en Francia y de una manera determinada impregnaron las nacientes ideas
revolucionarias en América; solo pudieron garantizarse en la medida en que cada
miembro de la comunidad tuviera la posibilidad de demandar en igualdad de
condiciones, el respeto a sus derechos a través de la administración de justicia,
expresada en un fallo bien sustentado y basado en las normas que el pueblo
aceptaba como válidas.
De manera paradójica esas ideas revolucionarias dieron empuje a la interpretación
exegética de la norma, en la que como se ha dicho, el juez es prisionero de texto
escrito y corre el riesgo en no pocas ocasiones de emitir fallos injustos, en
sentencias dictadas conforme a un derecho duro, rígido que puede a veces ir en
contravía a la realidad social.
Se impuso la rigidez en la interpretación y aplicación de la norma; los jueves no
podían salirse del texto escrito, so pena de incurrir en conductas ilegales. Se buscó
así, atar a los jueces al derecho positivo, en aras de proteger al ciudadano de las
decisiones arbitrarias.
INTERPRETACION JUDICIAL DESPUES DE 1945
Los hechos sociales acaecidos durante la segunda guerra mundial contribuyeron a
modificar la interpretación cerrada del derecho. Terminada la guerra y enfrentada la
sociedad a la destrucción de miles de vidas por el régimen nazi, so pretexto de estar
amparadas sus conductas en normas jurídicas vigentes, se planteó en la
comunidad jurídica internacional y en los círculos filosóficos del derecho, la
confrontación interna del valor de esas normas positivas, frente a los principios del
derecho y con los derechos humanos en especial; se interrogo por el concepto de
dignidad humana, sojuzgada por la aplicación de aquellas normas.
Antes estas situaciones se enfrentaban el convencimiento íntimo de los falladores
sobre la legalidad del fallo, mas no de su justicia con la realidad que se juzgaba,
donde era palpable el total irrespeto por el ser, por si dignidad y condición humana,
se comenzó un replanteamiento de la interpretación normativa de la
fundamentación de la decisión.
Fue entonces cuando entraron las nuevas escuelas de interpretación que buscan
ante todo la aceptación de las decisiones judiciales, proferidas no solo dentro del
marco de legalidad, sino de justicia, de la ética, conformes con el ordenamiento
jurídico vigente y con los principios que se acogen en la sociedad dentro de la cual
se dicta el fallo.
LA NUEVA ARGUMENTACION JUDICIAL
EL MODELO DEDUCTIVO
Este modelo en su forma neta y según expone el autor, se contrae a que:
“a la decisión (la sentencia) en cualquier a definiciones del derecho por ciertos
presupuestos y a caso jurídico se infiere lógicamente de las normas vigentes unidas
proposiciones empíricas”.
Alexy estima ya superado este método como modelo completo de aplicación del
derecho. Mediante el, la decisión judicial surge como lógica inferencia. Este modelo
se enfrenta a situaciones que obstaculizan la aplicación del derecho a través de él
y entre los cuales se planeta la vaguedad del lenguaje y los conflictos de normas
que a veces se presentan.
Vale la pena citar aquí, retomando el planteamiento de Perelman cuando analiza la
aplicación exegética de la norma de apariencia clara para una elaboración
silogística del fallo, que ante la vaguedad del lenguaje, la poca precisión, puede
darse una decisión equivocada, la que se enfrentaría mediante la elaboración de un
juicio de valor sobre el texto legal, solución que Alexy presenta mediante el recurso
a los métodos discursivos, hermenéuticos y de coherencia.
Ahora, como es posible la ampliación del texto legal al momento de su aplicación,
no se descarta para los casos más simples, no obstante que queda la duda de si
aún allí puede hablarse de la existencia de unas deducciones.
EL MODELO DECISORIO
Surge como reacción a la insuficiencia que se percibe en el modelo deductivo. Se
presenta a la par con el surgimiento de los movimientos que plantearon un rechazo
social total a la exegesis, como ocurrió con la escuela del derecho libre, que fue
similar en sus parámetros a la del movimiento realista en Europa y Norteamérica.
Según Alexy, quienes tomaron el modelo decisorio, tuvieron como tesis en común,
la que el juez solo debe decidir fundado en reglas extrajurídicas, “cuando medidas
autoritarias como leyes y precedentes, dejan un espacio de libertad”. En este
modelo el juez busca ante todo llegar a la solución correcta para lo cual, se decide
por una de las varias alternativas posibles, siendo la que se tome, siempre correcta,
pues estará basada en el razonamiento jurídico que efectúa el juez en su sentencia,
la que se toma en un acto de voluntad, anotando que la decisión que se toma con
libertad de apreciación lo que en su concepto contradice la evidencia y la
“perspectiva interna de la decisión judicial”. Los demás modelos que surgieron con
posterioridad al decisorio se empeñaron, en lograr demostrar, que la decisión que
toma el juez previo un razonamiento será correcta, así haya más interpretaciones
que conduzcan a decisiones diferentes pero también correctas.
MODELO HERMENEUTICO
Lo fundamental en él es la estructura de la interpretación y la comprensión del texto
normativo, donde el concepto clave es el círculo hermenéutico del cual Alexy señala
tres clases diferentes así:
El referido a la relación entre la pre comprensión y el texto. La pre comprensión es
una “hipótesis con la que el intérprete aborda el texto. Esta hipótesis expresa una
presunción o expectativa del interprete sobre la solución correcta del problema
jurídico pendiente de decisión
Ahora, el contenido de la hipótesis se determina por la propia experiencia de
quien interpreta el texto; en esto, Alexy no se aleja de lo que plantean los demás
autores, tanto los realistas, como aquellos ubicados en la conocida teoría de la
nueva argumentación judicial para quienes el juez como ser humano es objeto
de especial análisis, cuando se planta ante la norma que habrá de interpretar.
Es allí donde entran en juego no solo sus conocimientos jurídicos, si no también,
su especial noción de justicia, su preparación académica en general, su
formación humanística.
Alexy señala que entre el texto de la norma y la hipótesis de la interpretación,
existe un efecto reciproco, pues de un lado, la norma precisa la hipótesis de
interpretación para poder experimentarse como problemático o como in
problemático. De otro lado, la hipótesis de interpretación requerirá de las reglas
de la metodología jurídica.
El segundo circulo hermenéutico, es el de la parte o del todo. Parte de la
comprensión del texto normativo, ubicado del ordenamiento jurídico que lo
contiene, ello precisa comprender tanto la norma particular como el conjunto de
ellas, debe establecerse entre estas y aquella, la coherencia necesaria.
El tercer círculo está referido a la relación dada entre la norma y los hechos. Allí
se encuentra el caso singular y concreto, frente a la norma general y abstracta.
Al momento de la aplicación del texto legal, deberán tenerse en cuenta que en
tanto la norma contiene pocos rasgos, los hechos contienen infinitos, lo que
conduce a que si bien inicialmente se pensó en aplicar una determinada norma,
del análisis de estos rasgos, puede surgir el convencimiento o necesidades de
aplicar otras diferentes.
Ante esto para encontrar la solución, se deberá tomar en cuenta el análisis de
todos los rasgos de los hechos y todas las características de las normas.
Repite el autor la misma idea que ha desarrollado la nueva argumentación,
según la cual todos los puntos de vista que tengan relevancia, deben tomarse
en cuenta para la decisión, lo que en su sentir, representa un criterio fundamental
de racionalidad. La corrección del argumento solo puede demostrarse cuando
se aducen razones a su favor y en su contra, por lo que es válida la afirmación
de que interpretar es argumentar.
EL MODELO DE COHERENCIA
Surge de una idea central, la unidad sistemática o de la coherencia. En él, la
coherencia es el único, más alto y decisivo criterio para predicar que una
interpretación es correcta. Ahora, en virtud de que todo sistema jurídico siempre
es necesariamente incompleto, se precisa de las personas y de los
procedimientos para poder aplicar las normas, ese procedimiento es la
argumentación jurídica.
Alexy señala que la coherencia es un elemento esencial de la racionalidad y por
lo tanto, es irrenunciable para la teoría del discurso jurídico racional. Así
entonces para lograr la correcta interpretación, el jurista Alemán elabora una
teoría argumentativa y dice que existen dos teorías de las cuales no se discute
su posibilidad: las empíricas y las analíticas.
Las empíricas: describen de hecho argumentaciones jurídicas existentesAl
referirse a las teorías analíticas, señala que ellas se esfuerzan por una
clasificación de los argumentos presentados en la argumentación y del análisis
de su estructura.
Además de estas dos teorías, el autor señala una tercera clasificación, la de las
normativas, que permiten establecer la firmeza o el peso de los diferentes
argumentos y la racionalidad de la argumentación jurídica.
El autor estima que el discurso jurídico es un caso especial del discurso práctico
general, para afirmar luego, que << la teoría del discurso jurídico racional, nace
de un empotramiento (apoderarnos de algo), de la teoría del discurso práctico
en una teoría del sistema jurídico>>.
En la teoría del discurso se da como idea básica, el poder discutir racionalmente
(imperara la razón no la subjetividad ni la pasión), sobre problemas prácticos,
aquellos problemas concernientes a lo que es debido, correcto, bueno, malo,
prohibido.
REGLAS DEL DISCURSO
Para lograr la racionalidad de un discurso, debe seguirse unas reglas cuya
observancia se impone y de la cual no puede prescindir ninguna teoría práctica
racional argumentativa. Esas reglas las clasifica Alexy en dos grupos:
1. Las referidas a la estructura del argumento: deben estar en todos los
discursos.
• La no contradicción
• La universalidad en los predicados empleados.
• La claridad lingüística conceptual
• La verdad de las premisas empíricas utilizadas
• La complectud deductiva del argumento (cualidad de completo),
• La consideración de las consecuencias
• La ponderación
2. El análisis de la formación de convicciones morales.
3. Las del discurso: el discurso no solo exige aplicar esas reglas porque ese
proceso solo no garantiza la corrección, se precisa además argumentar, para
tal fin, se presentan cuatro categorías, de argumentos cuya escogencia por
el intérprete, depende de la finalidad perseguida en la argumentación. Estos
son:
• Los argumentos genéticos: son los que apuntan a conocer la voluntad
real del legislador histórico. No los considera utilizables Alexy por la
dificultad para establecer esa voluntad, en consideración de que ella es
demasiado indeterminada o contradictoria, siendo su eficacia
cuestionada.
• Los lingüísticos: están referidos al uso de un idioma existente, conocido y
que en la solución de los casos fáciles, sencillos, permite el resultado
definitivo, es posible salirse de él, solo mediante una interpretación que
vaya en contra del tenor literal del texto normativo.
• Los argumentos sistemáticos: se apoyan en la idea de unidad o de la
coherencia del sistema jurídico. Con ello se activa el verdadero núcleo del
pensamiento transmitido en el modelo de coherencia.
• Los argumentos prácticos generales: estos a su vez se pueden dividir en
argumentos teleológicos o deontológicos. Los primeros se encaminan a
encontrar la mejor decisión conforme con el concepto de lo mejor, lo
bueno lo más correcto. Se busca que la interpretación conduzca a esa
meta. Los deontológicos buscan la justicia de la decisión sin importar las
consecuencias.
La sentencia.
Definición legal.
Desde el punto de vista procesal, toda sentencia es la culminación de un trámite
adelantado ante un juez del estado, donde se presenta un conflicto no
solucionado por las partes positivamente, en Colombia, el artículo 302 del código
del procedimiento civil, dispone que las sentencias son la providencia del juez
que, “deciden sobre las pretensiones de la demanda o sobre las excepciones
que no tengan el carácter de previas, cualquiera que fuere la instancia en que
se pronuncien, y las que resuelvan recursos de casación y revisión”.
Contenido de la sentencia.
Articulo 304 modificado, decreto 2282 de 1989 artículo 1 numeral 134. En la
sentencia se hará una síntesis de la demanda y su contestación. La motivación
deberá limitarse al examen crítico de las pruebas y a los razonamientos legales,
de equidad y doctrinarios estrictamente necesarios para fundamentar las
conclusiones, exponiéndolos con brevedad y precisión, y citando los textos
legales que se apliquen.
La parte resolutiva se proferirá bajo la fórmula “administrando justicia en nombre
de la república de Colombia y por autoridad de la ley”, deberá contener decisión
expresa y clara sobre cada una de las pretensiones de la demanda, las
excepciones, cuando proceda resolver sobre ellas, las costas y perjuicios a
cargo de las partes y sus apoderados, y demás asuntos que correspondan
decidir, con arreglo a los dispuesto en este código.
En este ordenamiento, la sentencia en lo que toca con su aspecto formal, está
sometido a los requisitos que las normas citadas consagran y que guardan
armonía con lo dispuesto en los artículos 304 y 305 del código procesal civil, en
especial el 304 que determina como debe argumentarse la decisión judicial, y
define los límites que deben enmarcarla, cuya observancia o no determina su
validez formal.
Articulo 305 modificado, decreto 2282 de 1989, articulo 1 numeral 135.
Congruencias. La sentencia deberá estar en consonancia con los hechos y las
pretensiones aducidos en la demanda y en las demás oportunidades que este
código contempla, y con las excepciones que parezcan probadas y hubieren
sido alegadas si así lo exige la ley.
La ley 270 de 1996, conocida como la ley estatutaria de la administración de
justicia, no define con exactitud el concepto, no obstante, en sus artículos 55 y
56 precisa su contenido y señala su norma de redacción de las providencias
judiciales, lo cual comprende solo la estructura de aquellas, sin ninguna previsión
sobre la interpretación ni estilo argumentativo, en acatamiento al principio de la
autonomía judicial, propio de todo estado de derecho, el cual alcanza su máxima
expresión tanto en la apreciación probatoria, como en la interpretación
normativa.
Regulación constitucional.
En un estado de derecho se parte de la existencia de la función jurisdiccional, como
órgano legitimo aceptado y regulado por el constituyente primario, para dirimir los
conflictos ciudadanos, con independencia y con fuerza de autoridad, los jueces se
constituyen en los guardianes del orden jurídico. En razón de ello, se asume como
un derecho ciudadano, el que haya jueces encargados de velar por el respeto de
sus derechos, mediante decisiones libres, soportadas en ese mismo ordenamiento
jurídico que les legitima su función.
La constitución política colombiana no establece una regulación constitucional de la
sentencia, deja esta tarea en manos del legislador a través de las leyes procesales
que para ello se apoyan en la doctrina, sin embargo el artículo 230 de la constitución
señala al juez el marco dentro del cual debe dictar su providencia y dispone que en
ellas solo está sometido al imperio de la ley, admitiendo como criterios auxiliares
para la toma de la decisión, la equidad, la jurisprudencia, la doctrina y los principios
generales del derecho.
En ejercicio de su labor y conforme con la regulación constitucional, el juez se
somete al imperio de la ley observa la norma, acata los derechos fundamentales de
los sujetos procesales y es garantista del debido proceso, como director que es de
él. Una sentencia dictada en ese marco de legalidad, necesariamente tendrá validez
que conduzca a su obligatorio cumplimiento por sus destinatarios.
Definición doctrinaria.
Carnelutti.
La concibe como la decisión solemne que pronuncia el juez para concluir los
procesos penales, civiles contenciosos, señala que la decisión es una declaración
de voluntad del juez, no solamente un juicio en el que no solo manda, juzga, si no
que expresa su opinión y quiere que se le siga.
El tratadista Jaime Azuola Camacho, la define a partir del vocablo en latín,
sentiendo, el cual significa sentir, pensar, opinar: ello, puesto que al emitir su
decisión el juez se basa en el criterio que tiene o se forma sobre el asunto objeto de
decisión.
José Fernando Ramírez.
Por su parte el tratadista señala sobre su estructura, “la sentencia como elaboración
lógica constituye un proceso intelectual del juez, conformado por dos partes la
motiva y la dispositiva. Aunque se sostiene que la vinculante es la ultima su
estructura no permite desmembrar una de la otra, porque la primera da los
elementos interpretativos de la segunda, radicando allí las premisas históricas para
la formulación lógica del juicio definitivo que tiende a ser inmutable e impugnable
cuando resulte amparado por la autoridad de la cosa juzgada material”.
La sentencia se concibe siempre como un razonamiento elaborado por el juez, para
cuya conclusión, no solo tienen en cuenta la norma aplicable en cada caso, sino
también los principios y valores que dominan el ordenamiento bajo el cual se emite
y que legitiman su contenido. La legitima su conformidad con las normas procesales
que en cada ordenamiento, disponen como deben elaborarse las providencias
judiciales.
Estructura.
Toda sentencia en su estructura formal, se compone de tres partes esenciales:
1. La historia procesal
2. Las consideraciones jurídicas
3. La parte resolutiva del fallo o decisium.
La historia procesal.
En ella se relacionan los hechos que dieron origen a la Litis, las pretensiones, la
respuesta de la contraparte, los alegatos finales y un resumen del trámite procesal
impartido al juicio, conforme con la clase de proceso adelantado.
Es en esta parte donde se toman los elementos facticos, los supuestos de hecho
que legitiman y conducen el juicio que hace el juez sobre las peticiones de las
partes. Sin el conocimiento de los acontecimientos que determinaron la
controversia, mal podría sustentarse una acertada decisión, la cual debe partir
necesariamente de la realidad social, vinculada al hecho objeto del proceso.
Las consideraciones jurídicas.
Este se conforma propiamente por la argumentación del fallo en derecho, junto con
la argumentación en hechos, derivada esta del análisis probatorio. Es aquí donde
se deben precisar las leyes vigentes en las cuales se apoya la decisión al tiempo
que deben exponerse los razonamientos propios del juez, referidos a la cuestión
objeto de decisión, frente a las normas cuya aplicación se demanda, además de las
otras consideraciones jurídicas, sociológicas, históricas, que en conjunto
estructuran el argumento judicial.
Esta parte de la decisión forma un todo con la resolutiva, en la medida en que la
segunda se entiende atendiendo a los planteamientos de la primera.
Si bien se le ha asignado el valor de cosa juzgada solo a la parte resolutiva, es
indudable que la parte motiva en la medida en que la sustenta jurídicamente,
participa de esa calidad de firmeza y por tanto, mal podría plantearse un nuevo
conflicto sobre un determinado aspecto de la Litis solo enunciando en la parte
motiva y no referido en la resolutiva bajo el pretexto de que solo fue objeto de
análisis en aquella, mas no se comprendió en la parte resolutoria.
De aceptarse ese planteamiento, se estaría desconociendo la integración que debe
darse en todo el texto de la decisión judicial.
Ahora mirada la estructura de la sentencia para efectos de regular el precedente
judicial se tiene la parcelación de aquella bajo las nociones de Ratio Deidendi, Obiter
Dictum, conceptos doctrinarios estos que como señala el profesor Diego Eduardo
López en su obra El Derecho de los Jueces, los ha ido incorporando la corte
constitucional colombiana del Common Law, “donde la interpretación del derecho
de origen judicial ha sido siempre fundamental en el litigio jurídico”.
Por el primer concepto RATIO DECIDENDI, ha de entenderse y así lo estima la
corte constitucional colombiana en el fallo SU – 047 de 1999, como la fijación de los
principios que marcan la decisión judicial, estos deben coincidir con la parte
resolutiva, la cual emana del desarrollo de aquellos en las premisas de la decisión.
Estas estimaciones se respaldan y reafirman, en otras consideraciones vinculadas
a aquellos, que si bien no son indispensables para dictar la sentencia en desarrollo
de lo expuesto en la llamada Ratio Decidendi, se constituyen en el respaldo y apoyo
de ella, estas consideraciones constituyen la llamada OBITER DICTA, o elementos
persuasivos de la decisión.
Así entonces el elemento de la sentencia que contiene el precedente judicial
propiamente, es la RATIO DECIDENDI, la razón jurídica del fallo. Allí se plasma la
visión del juez frente a los hechos del caso. Bajo un criterio de corrección de la
decisión, debe mostrar la opción que aquel toma entre otras posibles, que sería la
misma que estaría dispuesto a tomar en asunto similar, en respeto al derecho a la
igualdad, que le asiste a todo ciudadano en un estado de derecho.
Dice la corte en el fallo en cita por el profesor López: “… para comprender el alcance
de la obligatoriedad de un precedente, resulta indispensable distinguir entre los
diversos aspectos de una decisión judicial. Así siguiendo en parte la terminología
de los sistemas del Common Law, que es donde más fuerza tiene la regla de Stare
Decisis, y en donde por ende más se ha desarrollado la reflexión doctrinal en este
campo, es posible diferenciar muy esquemáticamente entre la parte resolutiva,
llamada también decisum, la ratio decidendi y el obiter dictum”.
Ante el reconocimiento del derecho fundamental de igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley, cobra vital importancia el respeto por los jueces al
precedente judicial contenido en la RATIO DECIDENDI, como elemento
determinante para el desarrollo de la seguridad jurídica en la función judicial. El
respeto a este principio, debe armonizarse con la autonomía del juez al momento
de dirimir los conflictos, lo cual solo puede lograrse a través de la argumentación de
la decisión, mediante la exposición de las razones por las cuales el juez opta por
seguir el precedente judicial frente al caso, u opta por tomar otra decisión, emanada
de su propia reflexión y aproximación a la Litis, en el marco jurídico vigente.
La parte resolutiva del fallo o decisium.
Contiene expresamente la orden judicial sobre el conflicto, con la cual se agota toda
tramitación. En ella se señala la conclusión del debate judicial a la cual se llega por
la argumentación. En la parte resolutiva, el juez dispone a quien le asiste el derecho
y lo hace con carácter vinculante encaminado a zanjar el conflicto jurídico.
Es el corolario de toda la argumentación y representa la máxima expresión de la
función judicial, como que contiene la norma particular con la cual se resuelve la
Litis. En toda sentencia, el decisium es la norma particular que el juez crea para el
caso particular, creación que surge a partir de la interpretación del hecho frente al
ordenamiento jurídico.
Esa creación del derecho en la sentencia solo es posible, una vez se han dado las
premisas de hecho y de derecho en las cuales se apoya la imposición normativa al
caso. De la forma como se estructure ese apoyo, dependerá la legitimación del fallo
en el estado de derecho.
Como se plantea en toda la teoría argumentativa, esa parte resolutiva deberá ser la
conclusión armónica de las premisas empleadas, so pena de presentarse una
decisión cobijada bajo la calificación de vía de hecho, que va en contravía del
principio fundamental del debido proceso. De lo dicho surge la trascendencia de la
teoría de la argumentación, como elemento esencial a la judicatura en los estados
de derecho.
Sin una debida fundamentación, el proceso de legitimación jurídico político de la
labor judicial se desmorona, pues los jueces no son funcionarios elegido en un
proceso electoral a quienes se les pueda cuestionar su labor, desde un programa
electoral o un control político. Los jueces son elegidos mediante un proceso de
selección apoyado en la carta política y por ende, su control se da desde su
actuación, vertida o plasmada en las decisiones. Es en el contenido de ellas, en su
argumentación, donde se debe dar el control a la judicatura en los estados
democráticos.
Esa parte resolutiva de cada decisión judicial, deberá soportarse siempre en una
adecuada estructura discursiva, la cual es el objeto de estudio de las corrientes
argumentativas desde la teoría del derecho en todos los estados democráticos y
constituye el eje de las presentes reflexiones.
La sentencia constitucional.
Es un acto procesal, decisión de un colegio de jueces que pone termino a un
proceso. Es una actividad dirigida a la interpretación e integración creadora del
derecho, sin olvidar su dimensión política, como sostiene acertadamente Ángel
Garrorena Morales citado por José Palomino Manchego.
Según lo expresado por Domingo García Belaunde, las sentencias constitucionales
como es obvio advertirlo, son una modalidad del género “sentencias”.
Sin embargo, la temática de estas sentencias tiene algo especial, pues no se dirige
a satisfacer un interés privado o de beneficio de un grupo, si no que persigue
cautelar valores que afectan directamente a los miembros de una sociedad
determinada.
Aun mas, se trata de poner en cumplimiento el texto fundamental que da cuenta de
una sociedad, y no de un código procesal cualquiera, por lo que su vigencia es más
importante.
Pues si una constitución, base y soporte de todo el ordenamiento jurídico, no se
cumple, constituye un desmerito que afecta al resto del ordenamiento.
Lo anterior se confirma con el hecho de que las sentencias constitucionales, tienen
importancia precisamente porque cautelan, fundamentalmente, dos aspectos que
son clave:
1. Los derechos fundamentales y
2. La jerarquía normativa.
1. Modulación tradicional.
Las sentencias de la corte constitucional, como las demás de la rama judicial, se
pueden clasificar en “estimatorias” y “desestimatorias”, según concepto de
PALOMINO MANCHEGO. Las primeras acogen la demanda. Las segundas, no les
dan razón.
Sin embargo este es un esquema muy elemental de comprender, pues cuando la
corte constitucional expide una sentencia en materia de inconstitucionalidad de las
leyes, eventualmente la declaración de inconstitucionalidad de ella, puede terminar
ocasionando mayores inconstitucionalidades que las que busca remediar.
Las decisiones de corte constitucional no tienen en Colombia mayores posibilidades
de ser impugnadas ni rectificadas dentro del sistema jurídico interno, la única
posibilidad de superar interpretaciones erróneas o abusivas es el extraño
procedimiento de nulidad del fallo constitucional el cual nunca ha prosperado.
Línea jurisprudencial.
• El decisum.
Es la resolución concreta del caso, esto es, según la corte, la determinación
específica de si el acusado es o no culpable en materia penal, si el demandado debe
responder o no en materia civil, si al peticionario el juez le tutela o no su derecho, la
disposición acusada es retirada o no del ordenamiento.
Esta parte resolutiva no constituye precedente ni vincula a otros jueces, como
contrariamente se cree y lo confirma la sentencia SU- 047 de 1999 de la corte
constitucional, por la sencilla razón de que a estos, los jueces, no corresponde
decidir ese problema específico son otros casos, que pueden ser similares, pero
jamás idénticos.
Según el profesor Moreno Ortiz “el decisum es la respuesta que le da el juez a la
más acuciante de las preguntas que se hacen las partes del proceso, cuyos
intereses son netamente prácticos, la repetida pregunta:
¿Que se resolvió? Y las consabidas respuestas subsiguientes: ¿eso significa que
tengo o que no tengo derecho? ¿Cómo me afectaría a mí y mis intereses lo
decidido? Lo decidido, lo fallado (la decisión), corresponde a lo que se ha
denominado decisum.
Lo que el juez decide produce efectos en la vida de las personas, sus decisiones
normalmente afectan (vinculan) la conducta de las personas que han hecho parte
del proceso, ya sea porque actuaron en el o ya por que tuvieron la oportunidad de
hacerlo”.
• Stare decisis
Es un aspecto importante a considerar ya que la misma corte constitucional, en el
citado fallo SU-047 de 1999 ha dicho que,
“El respeto al precedente es entonces esencial en un estado de derecho, sin
embargo, también es claro que este principio no debe ser sacralizado, puesto que
o solo puede petrificar el ordenamiento jurídico sino que, además, podría provocar
inaceptables injusticias en la decisión de un caso.
Así, las eventuales equivocaciones del pasado no tienen por qué ser la justificación
de inaceptables equivocaciones en el presente y el futuro. O en otros eventos, una
doctrina jurídica o una interpretación de ciertas normas pueden haber sido útil y
adecuada para resolver ciertos conflictos en un determinado momento pero su
aplicación puede provocar consecuencias inesperadas e inaceptables en casos
similares, pero en otro contexto histórico, por lo cual en tal evento resulta irrazonable
adherir a la vieja hermenéutica.
Es entonces necesario aceptar que todo sistema jurídico se estructura en torno a
una tensión permanente entre la búsqueda de la seguridad jurídica – que implica
unos jueces respetuosos de los precedentes- y la realización de la justicia material
del caso concreto que implica que los jueces tengan capacidad de actualizar las
normas a las situaciones nuevas.
De ahí que estarse a lo decidido no significa repetir textualmente el decisum, como
dice Moreno Ortiz, si no acoger la ratio decidendi de este, y bajo tal auspicio, decidir
el nuevo caso.
Por esa razón, el precedente no puede corresponder a la integridad de la decisión,
es decir, que no toda decisión judicial se constituye como precedente de otra u otras,
encontrándose por parte de este autor, en discrepancia con la corte constitucional
y el activismo de los ponentes de la sentencia SU-047 de 1999 en este punto,
cuando escribieron lo siguiente:
“el respeto a los precedentes cumple funciones esenciales en los ordenamientos
jurídicos, incluso en los sistemas de derecho legislado como el colombiano. Por ello,
tal y como esta corte lo ha señalado, todo tribunal, y en especial el juez
constitucional, debe ser consistente con sus decisiones previas, al menos por cuatro
razones de gran importancia constitucional.
• En primer término: por elementales consideraciones de seguridad jurídica y
de coherencia del sistema jurídico, pues las normas, si se quiere que
gobiernen la conducta de los seres humanos, deben tener un significado
estable, por lo cual las decisiones de los jueces deben ser razonablemente
previsibles.
• En segundo término: directamente ligado a lo anterior esta seguridad jurídica
es básica para proteger la libertad ciudadana y permitir el desarrollo
económico, ya que una caprichosa variación de los criterios de interpretación
pone en riesgo la libertad individual, así como la estabilidad de los contratos
y de las transacciones económicas, pues las personas quedan sometidas a
los cambiantes criterios de los jueces, con lo cual difícilmente pueden
programar autónomamente sus actividades.
• En tercer término: en virtud del principio de igualdad, puesto que no es justo
que casos iguales sean resueltos de manera distinta por un mismo juez. Y
finalmente, como un mecanismo de control de la propia actividad judicial,
pues el respeto al precedente impone a los jueces una mínima racionalidad
y universalidad, ya que los obliga a decidir el problema que le es planteado
de una manera que estarían dispuestos a aceptar en otro caso diferente pero
que presente caracteres análogos.
Por todo lo anterior, es natural que en un estado de derecho, los ciudadanos
esperen de sus jueces que sigan interpretando las normas de la misma manera, por
lo cual resulta valido exigirle un respeto por sus decisiones previas.