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En términos sistémicos, la autonomía puede mirarse como lo que le sucede a una persona, que es partícipe
(y no parte) de un sistema determinado, que a través de la reflexión hace consciente (se da cuenta) de su
conservar en un espacio relacional determinado, ampliando sus grados de libertad en el hacer. Así la
autonomía tiene que ver con la comprensión de mi actuar, es una vuelta al camino del amar, donde lo otro, los
otros y nosotros mismos somos legítimos en el vivir en convivencia.
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Comenzamos esta reflexión preguntándonos que quizás aquello que exponemos en
el primer párrafo y que condenamos o tildamos de patológico es algo que se puede
presentar en todos nosotros. Es posible que los corruptos no sean un grupo de personas
que tienen una forma de pensar diferente a la nuestra y que por eso actúan así; es posible
que el corrupto se trate de una persona que tiene una forma de pensar muy de nuestra
cultura y que, en una búsqueda automática y desenfrenada por los resultados, actúe de
esta forma. ¿Estos dirigentes que se lucran con sobornos tienen algo que ver con
nosotros o son simplemente un grupo aislado de individuos que no nos representa?
¿Estos casos de corrupción dicen algo de las culturas organizacionales que construimos?
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Término acuñado por el biólogo Humberto Maturana y Ximena Dávila que comprende al ser
humano como una unidad ecológica organismo-nicho (el mundo del organismo lo trae a la mano
con su vivir y cuando se acaba el vivir se acaba ese mundo). Así, el operar del ser humano está en
función de su estructura (biología) y su forma de relacionarse con otros (cultura). De esta forma, la
cultura no es algo que simplemente se le añade a un individuo como si éste fuera independiente,
sino es parte de su configuración como persona.
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En este sentido, la noción de convivir democrático de acuerdo con Maturana y Dávila (2016)
ocurre en medio del deseo de vivir y convivir, el respeto por sí mismo, la honestidad, el mutuo
Organizaciones y autonomía
Entonces, nuestra primera tarea fue buscar respuesta a dos grandes interrogantes
que surgen del proyecto: ¿Qué distinguimos cuando nos referimos a competir? y ¿Qué
decimos cuando hablamos de integralidad? Ante estas preguntas nos encontramos con el
reto de empezar a comprender (en cierto sentido a re-configurar) las dinámicas de
competencia que encontramos en diferentes ámbitos: profesionales, académicos,
empresariales y deportivos, en los cuales se conserve la autonomía.
La sede de la copa mundial de fútbol del año 1986 fue asignada a Colombia de
manera oficial en 1978 por parte de la FIFA. Todo esto gracias a la gestión del dirigente
del fútbol colombiano Alfonso Senior quien, con sus relaciones con diferentes
federaciones del mundo, logró el aval para que en nuestro país se hiciera el primer
mundial transmitido a color de la historia. Sin embargo, el 26 de octubre de 1982, después
de ser anunciados como la sede de este evento en la final de España 82, el presidente de
la época, Belisario Betancur, anunció en sólo 99 palabras que Colombia no tenía los
recursos suficientes para cumplir los requisitos puestos por la FIFA para dicho mundial.
La historia anterior sirve de ejemplo para empezar a hacer distinciones sobre lo que
comprendemos por competir, en tanto que originalmente el término viene del latín
competere que significa ir al encuentro o aspirar. En principio, el competir hace referencia
a una particular disposición de orientarse hacia un camino deseado en una emoción de
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Escorcia, Dagoberto. 27 de octubre de 1982. Betancur: “Colombia no tiene tiempo para atender las
extravagancias de la FIFA”. El País.
apertura (aspirar). Pero no se limita a esto y muestra, además, que en la apertura propia
de esa disposición hay un deseo a encontrarse con otros. De hecho, su significado en
lengua francesa (“concurrence”) sugiere ese sentido. Competir, entonces, originalmente
hace referencia a esa disposición de ir al encuentro con otros y con algo que se aspira.
Este ir al encuentro, aunque es el fundamento del competir, es algo que ya no es tan
evidente en nuestra vida empresarial.
Ahora bien, la palabra integral nos evoca una convergencia. De hecho, integrar
implica un encuentro entre dos o más cosas para unirlas en una sola que funcione como
un todo de forma sistémica. Por lo tanto, en el contexto del vivir humano, integral nos
evoca nuestra condición de ser seres Biológicos-Culturales en la que nos encontramos
como una unidad ecológica con nuestro entorno y nuestro contexto (incluyendo a los otros
que aparecen en ese entorno). Pero también da cuenta del acoplamiento de los
colaboradores de una organización en un proyecto común. La integralidad que estamos
proponiendo asume que el individuo se entiende a sí mismo como una persona que se
encuentra bajo esa condición, sintiéndose parte y además participe del mundo que habita.
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Las expectativas, en los seres humanos, aparecen como un esperar que surge como una certeza
debido a una regularidad vivida ó como un suceder que ya se imaginó y que se espera sea la única
opción posible. Así, las expectativas surgen como una negación de las múltiples posibilidades que
tienen los seres humanos de operar. (Arteaga & Baez-Silva, 2015)
competidor integral tenga una convivencia basada en una reflexión que involucre al otro,
lo otro y a él mismo. Es decir, si en el reflexionar aparece en consideración el comprender
la interdependencia de las relaciones del vivir, espontáneamente se tendrían acciones
que valorarían al otro, lo otro y a sí mismo como legítimos en su convivencia.
En la temporada del 2012 jugaban el Napoli y la Lazio un partido del Calcio italiano.
En el minuto 3, y tras un tiro de esquina, el delantero del Lazio Miroslav Klose metió con la
mano un gol que el árbitro dio como válido. Los jugadores del Lazio, incluido él,
celebraron y los del Napoli protestaron; pero en medio de esta algarabía, el mismo
delantero, en lo que aparenta ser un acto reflexivo, le pide al árbitro anular este gol. Este
acto, que pudo suceder espontáneamente y que le podemos llamar honestidad, está
también conservando un modo de vivir en donde, con sus acciones, aparece el otro como
legítimo en su convivencia, que en este caso es el partido, y se actúa para no hacerle
daño a este convivir.
El camino