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Caracoles marinos, obras de arte de la naturaleza

Durante el esplendor de las culturas prehispánicas como la maya, la mexica y la totonaca, al igual que
entre los fenicios, griegos y romanos, los caracoles fueron empleados con fines religiosos.

Hace ya casi una década, poco después de bucear en Cozumel con un excelente
protector de nuestros mares, Ramón Bravo, recuerdo que le sugerí comiéramos
mariscos, y entonces él comentó: “evito comer platillos a base de caracol, pues
considero que así contribuyo, al menos un poco, a la conservación de la vida
marina”.

Muchos años antes, otro gran estudioso de la vida marina, Jacques Ives
Cousteau, expresó: “los moluscos gasterópodos pueden considerarse especies en
peligro de extinción en casi cualquier lugar del planeta”.

Los caracoles pertenecen a la clase de los moluscos y en la actualidad reúnen a


miles de especies de variadas formas y tamaños. En el mundo animal los
moluscos representan el segundo grupo en importancia numérica de las especies
que han sido descritas, de los cuales existen más de 130 mil especies vivientes y
alrededor de 35 mil en estado fósil; sólo los insectos los superan en número. Su
importancia ecológica se debe fundamentalmente a la gran diversidad de
características y conductas: la mayoría pueden estar en diferentes niveles en las
redes tróficas a lo largo de su ciclo de vida, como en la fase de larvas nadadoras
trocófora y velíger, que después como adultos ocupan ecosistemas de cuyo
equilibrio forman parte.
Los moluscos, cuyo nombre en latín,mollis,significa “blando”, están formados por
un grupo amplio y heterogéneo de animales que presentan poca semejanza
estructural entre sí; sin embargo, la organización corporal de todos ellos sigue un
patrón básico derivado de un mismo ancestro común, originado poco antes del
periodo Cámbrico, hace 500 millones de años, cuando se arrastraban sobre rocas
y fondos suaves de aguas poco profundas.

La extensa historia geológica de los caracoles se debe a su concha mineral, que


posibilitó su conservación en procesos de fosilización y que ha permitido disponer
de un rico registro cronológico. Con el dorso cubierto por un escudo convexo,
protector de los órganos internos, desde un principio, esta densa cutícula de
material orgánico córneo llamado conquiolina, después fue reforzada con cristales
de carbonato de calcio.

Los caracoles figuran entre los invertebrados más diversificados, y su única


concha, de enrolamiento helicoidal, crea infinitas estructuras: aplanadas,
redondeadas, espinosas, alargadas, lisas, estrelladas y ornamentadas. Su tamaño
promedio fluctúa entre 2 y 6 cm de longitud, pero los hay más pequeños y mucho
más grandes. En otros grupos de moluscos algunas especies presentan una
mayor talla, como el bivalvoTridacnadel Pacífico Sur, con 1.5 m de diámetro, o
aquellos calamares y pulpos gigantes del grupo de los cefalópodos que alcanzan
más de un metro de longitud.
ESTRUCTURAS Y COLORES INFINITOS
Entre los más comunes están los moluscos gasterópodos, mejor conocidos como
conchas o caracoles. Se trata de animales de cuerpo blando que no tendrían
mayor atractivo si no fuera por sus conchas, consideradas obras maestras de la
naturaleza, que varían de 1 y 40 cm de longitud. La coloración brillante en las
especies de litoral y de los arrecifes coralinos contrasta con los tonos oscuros de
aquellos de hábitat sombreado y sustrato rocoso; así tenemos que cada caracol es
resultado de una adaptación a su ambiente, donde algunas especies reservan
para su interior la belleza e intensidad de sus colores.

Los gasterópodos han experimentado la radiación adaptativa más amplia entre los
moluscos y son los más prósperos; se distribuyen en todas latitudes en casi
cualquier ambiente, donde ocupan fondos arenosos, fangoso y oquedades
rocosas, corales, barcos hundidos y manglares, y hasta sobreviven fuera del agua,
sobre las rocas donde rompe el oleaje; otros invadieron las aguas dulces y se
adaptaron a casi todas las condiciones de ambientes acuáticos en altitud y latitud
diversas; y los pulmonados han perdido sus branquias y convertido en manto en
pulmón, para conquistar la superficie terrestre donde pueblan selvas, bosques y
desiertos, e incluso habitan en los límites de las nieves eternas.
A través de la historia estas hermosas creaciones hechas por un sencillo
invertebrado han ejercido una atracción especial entre los científicos, los nobles y
las personas comunes. La mayoría de las personas que visitan las playas y
encuentran algún caracol, lo llevan hasta sus casas y con frecuencia sólo toman
en cuenta su belleza corporal para adornar un mueble o el interior de una vitrina;
no obstante, los coleccionistas clasifican de manera ordenada sus ejemplares,
mientras que la inmensa mayoría prefiere apreciarlos por su agradable sabor, y en
nuestras cálidas costas hasta adquieren míticas propiedades afrodisiacas.

Estos animales han causado un impacto profundo en la cultura humana, y desde


tiempos remotos numerosos pueblos los han empleado con fines religiosos,
económicos, artísticos y de diversión. Algunas especies han sido valoradas por el
gran significado religioso ostentado a través de la historia de varias culturas,
donde se han usado como ofrendas y adornos para ciertos dioses y estructuras.
Así, durante el esplendor de las culturas prehispánicas como la maya, la mexica y
la totonaca. jugaron un papel importante en su cosmovisión; igual que entre
fenicios, egipcios, griegos, romanos y otros, quienes también los usaron como
alimento, ofrenda, joyas, moneda, armas, música, para ornato y comunicación, y
hasta en la obtención de colorantes para teñir la ropa de las clases nobles.

Para un país como México, que cuenta con extensos litorales, los caracoles
marinos representan un importante recurso que proporciona varias fuentes de
empleo para pescadores, cocineros, vendedores y artesanos, así como para
profesionistas en ciencias marinas, biología y acuacultura. Por otro lado, su
diversidad específica ha permitido desarrollar proyectos de investigación y generar
información básica sobre el grupo, lo cual ayuda a tomar decisiones precisas en el
manejo de la nutrida clase gasterópoda.
LA PROTECCIÓN Y AMENAZA DE LASESPECIES

En nuestras costas, actualmente, la mayoría de las especies de gran talla,


comestibles o vistosas, son afecta das por la sobrecaptura, como es el caso de los
abulones (Haliotis),los cascos (Cassis), los murex rosas (Hexaplex) y murex
negros (Muricanthus), o los caracoles Púrpura (Purpura patula) en el Pacífico; de
igual forma, en el Golfo de México y el Caribe casi han sido exterminados los
caracoles más grandes, como la concha reina (Strombus gigas), el tritón (Charonia
variegata), el gigantesco chacpel (Pleuroploca gigantea), el raro chiva (Busycon
contrarium), los lustrosos cauris (Cypraea zebra), la espinosa chivita (Melongena
corona) y el tulipán (Fasciolaria tulipa), así como aquellos escasos, de tonos
llamativos, o porque su pie musculoso puede ser comercial.

En México y el mundo la rareza de numerosas especies representa una alarma de


potencial extinción, porque no existe regulación mundial precisa para su
preservación;hoy científicos y pescadores han encontrado que práctica- mente no
existe ningún lugar donde su extracción no haya perjudicado sus poblaciones. En
nuestro país es necesario proteger de manera prioritaria muchas especies de
caracoles que han sido drásticamente afectadas; promover adecuados programas
de explotación comercial y realizar estudios precisos sobre las especies
amenazadas.

El número de especies locales es alto, porque han sido descritas casi 1 000
especies para Norteamérica y 6 500 para toda América, con quienes compartimos
gran número de ellas, pues tan sólo en las aguas del Golfo de México se han
registrado más de dos centenas de caracoles con concha externa, los cuales
forman parte de la clase gasterópoda y bivalva. Aunque en su conjunto esta fauna
marina todavía se considera abundante, sabemos que es difícil encontrar lugares
inaccesiblescomo en los siglos anteriores, todo está habitado y casi no existen
límites para nuestracapacidad depredadora.
Desde la primaria, los niños de hoy estudian ecología, se sensibilizan con la
problemática ambiental y aprenden sobre las relaciones entre los organismos, el
ambiente y el hombre. Quizás esta educación ambiental limite el impacto sobre la
vida marina, nunca es tarde; pero de seguir este ritmo la devastación puede ser
más dramática que en los ecosistemas terrestres. Podrían desaparecer estos
descendientes de algunas de las primeras formas de vida en el planeta, y son
definitivamente hermosas obras de arte, que con infinitos colores y formas
maravillan al artista consumado, seducen a la gente común y su delicada
estructura satisface al coleccionista más exigente; poco importa, si sólo son
creaciones hechas por un animal invertebrado, que siempre lleva su casa a
cuestas.

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