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TALLER INTELIGENCIA EMOCIONAL

Cognición e inteligencia

¿Qué es la Inteligencia Emocional?


Descubriendo la importancia de las
emociones
La IE examina la importancia de la faceta emocional como elemento
clave en la inteligencia.

Bertrand Regader Psicólogo educativo en Barcelona | Director de Psicología y Mente

Siempre hemos oído decir que el Cociente intelectual (IQ) es un buen indicador para
saber si una persona será exitosa en la vida. La puntuación del test de inteligencia,
decían, podía establecer una relación fuerte con el desempeño académico y el éxito
profesional.

No obstante, los investigadores y las corporaciones empezaron a detectar hace unas


décadas que las capacidades y habilidades necesarias para tener éxito en la vida
eran otras, y éstas no eran evaluables mediante ningún test de inteligencia.

Inteligencia Emocional: ¿en qué consiste?


Prueba de ello es que empezaron a ganar terreno algunas teorías de la inteligencia
que intentaban comprenderla desde ópticas diferentes, como la Teoría de las
Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, la teoría de Raymond Cattell (y otros) que
explicaba las diferencias entre Inteligencia fluida y cristalizada, o la Inteligencia
Emocional que popularizó Daniel Goleman.

Las emociones juegan un papel vital en nuestro día a día

Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra


vida diaria nos daremos cuenta rápidamente que son muchas las ocasiones en que
éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta.
Podríamos plantearnos: (1) ¿Compré mi coche haciendo cálculos sobre la rentabilidad
y los comparé con otros modelos y marcas? (2) ¿Elegí a mi pareja porque era
objetivamente la mejor opción? (3) ¿Es mi empleo el que me ofrece el mejor
salario? Gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor o menor grado
por las emociones.
Ante esta realidad, cabe resaltar que existen personas con un dominio de su faceta
emocional mucho más desarrollado que otras. Y resulta curiosa la baja correlación
entre la Inteligencia clásica (más vinculada al desempeño lógico y analítico) y la
Inteligencia Emocional. Aquí podríamos ejemplificar esta idea sacando a colación el
estereotipo de estudiante “empollón”; una máquina intelectual capaz de memorizar
datos y llegar a las mejores soluciones lógicas, pero con una vida emocional y
sentimental vacía. Por otro lado, podemos encontrar personas cuyas capacidades
intelectuales son muy limitadas, pero en cambio consiguen tener una vida exitosa en
lo que refiere al ámbito sentimental.

Este par de ejemplos llevados al extremo son poco habituales, pero sirven para
percatarse de que es necesario prestar más atención a esta clase de habilidades
emocionales, que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más que
nuestra capacidad para puntuar alto en un test de inteligencia convencional. Para eso
es importante profundizar en la Inteligencia Emocional.

Elementos de la Inteligencia Emocional


El gran teórico de la Inteligencia Emocional, el psicólogo estadounidense Daniel
Goleman, señala que los principales componentes que integran la Inteligencia
Emocional son:

1. Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional)

Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos


influyen. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a
nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros
puntos débiles. Mucha gente se sorprende de lo poco que se conocen a ellos mismos.

2. Autocontrol emocional (o autorregulación)

El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o


emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar
las dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles son duraderas. No es
raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si fuéramos esclavos de la emoción
del momento, estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o
impulsiva, y luego nos arrepentiríamos.

3. Automotivación

Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener la motivación y
establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos. En este factor
es imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que
valorar el ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.
4. Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía)

Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las


señales que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de
forma no verbal. La detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que
pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una
reacción fisiológica, un tic) nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y
duraderos con las personas con que nos relacionamos.

Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso


para comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas
empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias
relacionadas con la IE.

5. Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)

Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra felicidad
personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral. Y esto pasa
por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o
cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones;
una de las claves de la Inteligencia Emocional.

La Inteligencia Emocional (IE) en las empresas


Hoy en día son muchas las corporaciones que invierten grandes sumas de dinero en
formar a sus empleados en Inteligencia Emocional. La razón de esta apuesta estriba
en que las empresas se han dado cuenta de que una de las claves del éxito comercial
y de la venta de sus productos radica en el grado en que sus trabajadores son
capaces de reconocer y controlar sus emociones, así como las de sus clientes.

Es casi impensable concebir un comercial de ventas que carezca de habilidades en el


trato con los clientes, un empresario sin motivación para la dirección de su compañía
o un negociador que no sepa capaz de controlar sus impulsos y emociones. Todo el
conocimiento técnico basado en la mejor relación entre estudios académicos y
experiencia no será ninguna garantía para estas personas, porque tarde o temprano
malograrán operaciones económicas por un deficiente conocimiento de sus
emociones.

Empleados con IE, los más demandados

Cabe resaltar que en el proceso de selección de personal de las empresas la


tendencia va enfocada a poner al candidato en situaciones de fuerte estrés o
incomodidad para así poder examinar su reacción y su capacidad para lidiar con sus
emociones.
El psicólogo de las organizaciones Jonathan García-Allen explica: “La época en que
los procesos de selección de personal se basaban en la experiencia laboral y los
conocimientos técnicos pasó. Actualmente, el método ha evolucionado y los aspectos
relacionados con la Inteligencia Emocional, como las habilidades interpersonales y
la gestión de las emociones, han cobrado un protagonismo clave. Esta creciente
relevancia del aspecto emocional en el trabajo viene motivada por la tendencia a
la tercerización de la economía en los países occidentales, en que el intercambio
económico está mediado por la confianza entre ambos agentes”.

De ahí se desprende, según señala García-Allen, que los empleados con alta
Inteligencia Emocional resulten mucho más productivos para las corporaciones.

16 hábitos de las personas con alta


inteligencia emocional
por Ana Vico

Me ha dado por pensar en los hábitos de las personas con alta inteligencia
emocional , ya que nuestro día a día está formado por hábitos. Si cuando incluyes
hábitos de deporte y buena alimentación en tu vida, te conviertes en una persona
más saludable, ¿qué pasaría si incluyéramos en nuestra rutina hábitos que nos
hicieran más inteligentes emocionalmente?
Como quiero ayudarte a que mejores tu inteligencia emocional de la forma
más fácil y asequible posible con mis técnicas take-away, hoy he querido ir más
allá y desmenuzar qué es lo que hacen las personas con alta inteligencia
emocional.
La inteligencia ya no se mide por CI (Cociente Intelectual) sino que ahora tiene
mucho protagonismo el CE (Cociente emocional) y cómo éste guía nuestro
comportamiento cotidiano. Saber relacionarnos, hablar y escuchar, comunicar y
gestionar emociones, ser asertivo, tomar decisiones, aceptar cumplidos… ¡Todo
eso nos convierte en personas más capaces y más dispuestas a afrontar los
problemas de la vida!
Te invito a que analices conmigo estos 16 hábitos que tienen las personas con
alta inteligencia emocional y que descubras si los posees y en qué cantidad.
Recuerda que todo se puede mejorar y todo se puede aprender. Nunca es tarde
para comenzar y cambiar no es cuestión de edad.
Nunca es tarde para empezar a desarrollar tu
inteligencia emocional
Vamos a desmenuzar las distintas habilidades que podemos desarrollar dentro de
la inteligencia emocional.

Aquí tienes 16 hábitos que tienen las personas


con alta inteligencia emocional y que tú
también puedes tener
NOTA: Esta lista es un buen comienzo en el camino de la inteligencia emocional,
pero no significa que tengas que tenerlos todos para tener alta inteligencia
emocional o que si tienes algunos distintos no te ayuden en tu vida. Es una lista
orientativa de hábitos que te ayudarán a tener un mayor bienestar emocional y te
proporcionarán estrategias de afrontamiento muy útiles en tu vida. ¡A por ello!

#1 Reconocen sus sentimientos y los de los


demás
Tienen un amplio vocabulario emocional que les ayuda a saber expresar
exactamente cómo se sienteny ponerlo en palabras. Además, tienen lo que
llamaríamos “empatía”, es decir, ponerse en los zapatos de la otra persona y
sentir lo que siente el otro. Reconocen las expresiones y el lenguaje no verbal de
las demás personas para interpretar qué es lo que sienten y sacar toda la
información posible de ello.
#2 Expresan correctamente sus emociones y
sus pensamientos
Al reconocer las emociones y los sentimientos propios es más fácil que sepan qué
tienen que hacer o cómo tienen que comportarse. En este sentido, expresan sus
emociones y sus pensamientos de una manera más honesta consigo mismos y
con los demás. No se callan sus emociones, las escuchan y conocen qué quiere
decir cada emoción en cada contexto. Saben regular la intensidad de sus
emociones y expresarlas en la forma justa, tal y como ellos quieren. Son los
dueños de su expresión emocional, no meros peleles a merced de sus emociones
desbocadas.

#3 Son fuertes y no se ofenden con facilidad


La personas con alta inteligencia emocional se caracterizan por tener una
personalidad firme y no tomarse demasiado a pecho los comentarios ajenos. No
se llevan las amenazas a lo personal y saben diferenciar entre hechos y opiniones.
Diferencian las críticas constructivas de las críticas que sólo pretenden hundirlos y
saben alejarse de comentarios despectivos que sólo traen destrucción. Saben
distinguir entre los ataques y cómo reaccionan ante esos ataques y deciden
hacerlo de la forma menos dolorosa para ellos mismos.

#4 Reconocen cuando se equivocan y


rectifican
Equivocarse es innato al ser humano y a todo proceso de aprendizaje. Las
personas con alta inteligencia emocional aprenden de los errores en vez de
sentirse víctimas. También piden perdón cuando es necesario si han hecho algo
que ha podido afectar a otras personas de manera negativa. Piden perdón de
corazón y perdonan.
Reconocen sus errores humildemente e intentan poner en marcha todo lo
necesario para subsanar el daño o mejorar la situación. No se obcecan con una
idea y se hunden con el barco, sino que están abiertos a nuevas ideas y opiniones
teniendo en cuenta que son ellos los que pueden estar equivocados.
Las personas emocionalmente inteligentes piden
perdón de corazón y perdonan. CLIC PARA TUITEAR

#5 No buscan la perfección
Saben que nadie es perfecto y que la perfección es una ilusión que lleva a
tener expectativas demasiado distorsionadas respecto de la realidad. No
persiguen hacerlo todo bien a la primera. Saben que todo forma parte del proceso
de aprendizaje y que errar es humano. La perfección es una trampa, una manera
de retenerte y mantenerte en la parálisis por el análisis.
#6 Se cuidan y saben lo importante que es la
salud
Duermen lo suficiente, hacen deporte, se alimentan bien, mantienen relaciones
sanas, se alejan de los problemas, buscan el bienestar… Saben qué conductas
les benefician y no dudan en hacerlas. Saben a dónde le conduce tener apatía en
sus vidas y son conscientes de que sólo tenemos un cuerpo y una vida. Como
decían los griegos, Mens sana in corpore sano (“una mente sana en un cuerpo
sano”). Toda persona con alta inteligencia emocional cuidará su cuerpo de la
misma manera.

#7 Se enfocan en lo positivo, aun en la


adversidad
Las personas altamente inteligentes emocionalmente so conscientes de su
entorno y no se centran demasiado tiempo en lo negativo. Prefieren mantener el
foco en lo positivo de cada situación, incluso cuando tienen problemas.
Practican la disociación y ven la situación desde distintos puntos de vista para
encontrar una solución. No se agobian con los problemas y se hunden sino que
ponen todas sus energías en aquello que pueden hacer para resolver la situación,
aquello que sí depende de ellos y que tienen bajo control. Ante toda dificultad,
existe algo positivo en lo que enfocarse.

#8 Se rodean de gente alegre y con buenas


vibraciones
“Dime con quien andas y te diré quién eres” es algo que tienen claro las personas
con alta inteligencia emocional, por eso se relacionan con gente soñadora,
personas optimistas y con energía positiva. Se alejan de personas tóxicas y
vampiros energéticos que sólo quieren arrastrarlos a su visión negativa de la vida.
Al tener buenas vibraciones y rodearse de gente positiva, ven el mundo desde una
perspectiva más sana y que favorece la creatividad. Suelen relacionarse con
personas que sean buenas influencias y que les llenen.

#9 Defienden su asertividad. Saben decir NO


Saber decir que NO es un paso de gigante si quieres aspirar a tener alta
inteligencia emocional. Estas personas ponen límites cuando es necesario y
defienden sus valores ante todo. La asertividad es saber decir aquello que
sientes y quieres respetando tus derechos y los de los demás.

#10 Aprecian y valoran lo que ya tienen


No centran su atención en aquello que les falta sino que valoran lo bien que están
con lo que ya tienen. Las personas con alta inteligencia emocional tienden a
evaluar positivamente su vida, sus relaciones, su trabajo y su estatus económico
aunque no sea el que ellos querían. No sienten frustración por lo que aún no
tienen, prefieren enfocarse en lo que han avanzado y lo que ya poseen.
Valoran las experiencias que les da la vida y que les hacen ser como son.
Las personas con inteligencia emocional alta evalúan
positivamente su vida, sus relaciones, su… CLIC PARA TUITEAR

#11 Saben pasar página y no anclarse al


pasado
Han aprendido a cerrar etapas y a no revivir continuamente aspectos del pasado,
positivos o negativos. Viven en el presente y no se atormentan continuamente por
lo que pueda venir en el futuro. Eso les lleva a sufrir menos ansiedad y estrés. Ser
inteligente emocionalmente requiere saber cuándo ha terminado una etapa de tu
vida y comienza otra, sin dejar de crecer por el camino.
Viven en el presente y no se atormentan
continuamente por lo que pueda venir en el futuro CLIC
PARA TUITEAR

#12 Conocen sus debilidades y sus fortalezas y


se mejoran continuamente
Saben cuáles son sus virtudes y sus puntos fuertes, pero también conocen
profundamente cuáles son sus debilidades y sus puntos débiles. Esto viene de un
proceso de autoconocimiento profundo (un conócete a ti mismo en toda regla).
Las personas con alta inteligencia emocional tratan de mejorarse a sí mismos
continuamente, manifiestan valores altos en resiliencia (la capacidad de
reponerse tras una caída). Aun con limitaciones, no dejan de querer conseguir sus
sueños y crecer por el camino.

#13 No les asusta cambiar


Saben que cambiar forma parte de la vida y que negar el cambio es negar la vida
misma. Abrazan la incertidumbre y aceptan que hay cosas que no pueden
controlar. Agradecen las oportunidades que les brinda la vida para cambiar y
reinventarse, siempre en un proceso de mejora constante. Cambiar pensamientos,
formas de actuar, creencias… todo forma parte del viaje del desarrollo personal.

#14 Son proactivos, no reactivos


Las personas con alta inteligencia emocional son proactivas, es decir, se mueven
antes de que la situación lo exija. Proponen planes, estrategias, se plantean
objetivos, etc. Tienen una mentalidad y una actitud de éxito y actúan en pos de
sus objetivos marcados. Miran la vida desde una perspectiva de aprendizaje, no
de victimismo. De esta forma no se resignan a un papel pasivo en sus vidas sino
que “cogen el toro por los cuernos” y son ellos los que escriben su destino. No
esperan a que la vida mueva ficha, se mueven ellos primero.

#15 Son dueños de su tiempo y deciden en qué


emplean sus energías
Saben gestionar su tiempo de trabajo y su tiempo de ocio, su tiempo de estudio y
su tiempo de relax. Establecen horarios, planifican tareas y definen objetivos. No
les importa cancelar planes si con ese tiempo pueden hacer algo prioritario para
ellos. Conocen cuáles son sus valores y los riegan continuamente. Emplean su
tiempo y sus días en aquello que les apasiona y lo dan hacia los demás como un
regalo.

#16 Saben autogenerar momentos de felicidad.


La felicidad no es algo externo que les viene o no les viene, la felicidad es una
forma de ver la vida. Las personas con alta inteligencia emocional saben
autogenerarse emociones positivas y que sirvan de potenciador de situaciones
mágicas. Manejan las emociones a su gusto y pueden elegir cómo sentirse en
cada situación. De esta forma, saben generar emociones agradables que le
ayuden en su día a día.

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA FAMILIA


Escrito por Carmen Sanjuán Pertusa tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente
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Inteligencia Emocional en la familia

"Hay dos legados perdurables que podemos trasmitir a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas".
Hodding Carter
Y más que trasmitir, permitir con tutela y orientación que descubran y vayan calibrando a partir de
su propia experiencia los recursos que poseen.

El término Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de gestionar: sentir, entender,


controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás.

Sin embargo, al convertirnos en padres, tomamos conciencia de la dificultad de educar y enseñar a


nuestros hijos/as el sentido beneficioso de la Inteligencia Emocional.

¿Cómo crear un ambiente familiar que promueva la expresión y comunicación de los


sentimientos?

¿Cómo promover que sean sensibles a sus propias emociones, y acompañarles en superar las
pequeñas frustraciones?

¿Cómo ayudar a nuestros hijos/as para que tengan un control de la expresión emocional en
situaciones de dificultad?

¿Cómo aprender el beneficio de las emociones en la toma de decisiones sobre su futuro y sus
relaciones?

Últimamente se están produciendo avances a la hora de introducir la inteligencia emocional en los


centros escolares, pero donde realmente se fundamenta la educación emocional es en casa.
Desde que nacemos vemos cómo se tratan entre sí nuestros padres, cómo somos tratados por
ellos, qué normas son las importantes… Es en la familia donde se construyen las bases de las
competencias personales y sociales (autoconciencia, autocontrol, motivación y empatía), es decir,
las habilidades para relacionarnos con nuestro entorno. Todos estos elementos de la Inteligencia
Emocional ya fueron identificados por Goleman. “Desde el punto de vista de las relaciones
humanas, la familia es el núcleo central, cuyo papel primordial en el proceso de socialización es el
establecimiento de normas, reglas y sobre todo valores éticos y morales”.

Los padres debemos ser conscientes de la influencia que ejercemos sobre nuestros hijos/as. A lo
largo de las diferentes etapas, nuestros hijos/as perciben todo lo que los adultos hacemos, en
especial el comportamiento de los padres. Acompañarles en la interiorización de reglas, valores y
juicios es parte importante del desarrollo social y moral. Encontrar el beneficio para que las reglas
convencionales, buenas costumbres, normas básicas de convivencia y el respeto por los demás
sean adquiridas con complacencia. Efectivamente, los padres somos el principal ejemplo de
imitación.

Tenemos cierta obligación en esforzarnos para no inculcarles nuestros miedos y creencias


particulares, nuestros propios deseos, nuestras ilusiones frustradas. Debemos intentar controlar
nuestros temores, esto implica confiar en nuestros hijos/as. Además, revisar nuestras creencias no
siempre afortunadas es aprender a ser padres. Es necesario “dejarlos crecer” y crecer nosotros
con ellos, porque a ser padre nadie aprende antes de serlo. Y es en ese crecer juntos donde
conseguimos reforzar el vínculo que nos une a ellos.
Cualquier diálogo cotidiano puede ser una excusa para progresar en ese trabajo emocional,
aunque sólo sea hablar sobre el tiempo por ejemplo. Es de los pequeños indicios de donde
podemos extraer su estado emocional: por lo que dicen y, también, por lo que no dicen, como lo
dicen, el tono, los gestos…, todo aquello que ya conocemos porque son nuestros hijos/as, y
conocemos su lenguaje no verbal.

Nuestros hijos/as pueden hablar con mayor facilidad sobre sus experiencias y las emociones
ligadas a ellas cuando los padres escuchamos con atención y no manifestamos de inmediato
nuestra propia opinión ni ninguneamos la importancia que tienen para ellos. Es preferible hacerles
preguntas, sugerir,… promover que sean más reflexivos sobre las cosas que hacen y que sienten, y
sus consecuencias.

Debemos hablar también, abiertamente, de lo que sentimos nosotros, de las cosas del “día a día”,
sin ocultar nuestros sentimientos ni los errores. Cuando explicamos una situación y detallamos los
hechos, ellos aprenden que tenemos la fuerza emocional para examinar y enfrentarnos a las
situaciones, sean más o menos difíciles, aprendiendo que también ellos lo pueden hacer.

Ante una situación de ámbito familiar expresemos qué es lo que sentimos cada uno de los
miembros de la familia, cómo interpretamos lo que está pasando. Siempre con respeto y
sinceridad. Comprendamos que todos podemos tener puntos de vista distintos y que ello no lo
convierte en un problema. Aprendamos, unos y otros, a disculparnos y pedir perdón.

Debemos ayudarles a “reinterpretar” las situaciones que les angustian, a analizar sus experiencias
anteriores, a reconocer los posibles obstáculos. Cuando ampliamos el punto de vista encontramos
soluciones en las que antes ni tan siquiera habíamos podido reparar, dibujamos alternativas.

Lo mismo ocurre con la forma de resolver conflictos, que lejos de ser única e inequívoca, cuenta
con tantas posibilidades como modos de mirar el conflicto. La Inteligencia Emocional propone
abandonar antiguas creencias y estereotipos sobre cómo resolver los problemas. Cada situación es
distinta, podemos abordar el conflicto desde la observación renovada. La comprensión del otro
con una escucha atenta y paciente es incuestionable.

Hay que ayudarles a sobrellevar la decepción y el desencanto por no conseguir lo que quieren o
desean, enseñarles a tolerar la frustración. Es muy educativo que aprendan que cada error
conlleva una consecuencia y que no todo lo que se quiere se consigue. Animarles ante el fracaso y
la decepción, a conocer sus limitaciones y a superarlas en la medida de lo posible.
Es preciso enseñarles que, en ocasiones, la recompensa no llega de forma inmediata. Enseñarles a
plantearse objetivos, reconociendo el esfuerzo que implica. Animándoles a que tomen decisiones
y se puedan equivocar. Adoptar una actitud positiva y a tener expectativas de éxito.

Es muy importante propiciar momentos de distensión y de libre expresión de la alegría, así como
enseñarles y practicar con ellos alguna técnica que les ayude a equilibrar su estado emocional en
los momentos de tensión bloqueante y sobretodo aprender a reconocerlos.

Como he mencionado anteriormente, podemos ayudar a nuestros hijos/as a progresar


emocionalmente con cualquier asunto; animarlos a extraer consecuencias de sus interrelaciones,
de sus dificultades, de lo que les asusta, de sus aciertos, de sus proyectos. Ayudarlos a transitar las
distintas vicisitudes y traducirlas en experiencia consciente. Como progenitores debemos explorar
nuevos caminos para crear un vínculo satisfactorio con nuestros hijos/as. Cualquier revisión de
nuestro proceder nos permite un trabajo, una implicación emocional que siempre nos aporta
beneficios a corto plazo.

Así empecé yo a utilizar la herramienta “Mover los Sentimientos” con mis hijas cuando estas
tenían 11 ó 12 años. Una herramienta que permite consolidar el vínculo familiar donde cada uno
tiene su papel: padre, madre, hijos/as. “Mover los Sentimientos” nos facilita momentos para
escucharnos en plena adolescencia. Finalmente podemos aconsejar con serenidad.

La inteligencia emocional en el contexto educativo


Implicaciones de la Inteligencia emocional en el alumnado

El estudio de la influencia de la IE en el equilibrio psicológico y el bienestar personal del alumnado


ha sido de gran interés en los últimos años. Gran parte de dichos estudios toman como referencia
la propuesta de Salovey y Mayer (1997) que definen la IE atendiendo a cuatro componentes
(Fernández-Berrocal y otros, 2002):

1. Percepción: una buena percepción implica saber leer nuestros sentimientos y emociones,
etiquetarlos y vivenciarlos. Con un buen dominio para reconocer cómo nos sentimos,
establecemos la base para posteriormente aprender a controlarnos, moderar nuestras
reacciones y no dejarnos llevar por impulsos o pasiones exaltadas.

2. Asimilación: las emociones y los pensamientos se encuentran fusionados y, si sabemos


utilizar las emociones al servicio del pensamiento, nos ayudan a razonar de forma más
inteligente y tomas mejores decisiones. Dominar nuestras emociones y hacerlas partícipes
de nuestros pensamientos favorece una adaptación más apropiada al ambiente.
3. Comprensión: para comprender los sentimientos de los demás debemos empezar por
aprender a comprendernos a nosotros mismos. Si reconocemos e identificamos nuestros
propios sentimientos, más facilidades tendremos para conectar con los del prójimo.

4. Regulación: una de las habilidades más complicadas de desplegar y dominar es la


regulación de nuestros estados emocionales. Consiste en la habilidad para moderar o
manejar nuestra propia reacción emocional ante situaciones intensas, ya sean positivas o
negativas. La regulación emocional se ha considerado como la capacidad para evitar
respuestas emocionales descontroladas en situaciones de provocación o miedo, aunque
este campo se está ampliando a la autorregulación de las emociones positivas.

La falta de IE y la aparición de problemas en el alumnado

Los componentes de la IE incluyen habilidades para percibir, comprender y manejar de forma


adaptativa las propias emociones. La carencia de habilidades de inteligencia emocional tiene sus
implicaciones sobre el alumnado tanto dentro como fuera del contexto educativo. Cuatro son las
áreas fundamentales en las que la falta de IE facilita la aparición de problemas de conducta en los
estudiantes (Fernández-Berrocal y otros, 2008):

1. IE y las relaciones interpersonales: una alta IE nos ayuda a ser capaces de ofrecer a los
que nos rodean una información adecuada acerca de nuestro estado psicológico. Para
poder controlar los estados emocionales de los demás hay que ser capaz, previamente, de
manejar bien los propios estados emocionales. Las personas emocionalmente inteligentes
no sólo son más hábiles para percibir, comprender y manejar sus propias emociones, sino
también para extrapolar estas habilidades a las emociones de los demás. En este sentido,
la IE desempeña un papel fundamental en el establecimiento, mantenimiento y calidad de
las relaciones interpersonales.

2. IE y bienestar psicológico: existen investigaciones que proporcionan un marco adecuado


para conocer los procesos emocionales básicos que subyacen al desarrollo de un
adecuado equilibrio psicológico y ayuda a comprender mejor el papel mediador de ciertas
variables emocionales del alumnado y su influencia sobre el ajuste psicológico y bienestar
personal, por ejemplo, el modelo de Mayer y Salovey.

3. IE y rendimiento académico: la capacidad para atender a nuestras emociones,


experimentar con claridad los sentimientos y poder reparar los estados de ánimo
negativos va a influir decisivamente sobre la salud mental de los estudiantes y este
equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al rendimiento académico final.
Las personas con escasas habilidades emocionales es más probable que experimenten
estrés y dificultades emocionales durante sus estudios y, en consecuencia se beneficiarán
del uso de habilidades adaptativas que les permiten afrontar tales dificultades.

4. IE y aparición de conductas disruptivas: las habilidades que incluye la IE son un factor


clave en la aparición de conductas disruptivas en las que subyace un déficit emocional. Los
alumnos y alumnas con bajos niveles de IE presentan mayores niveles de impulsividad y
peores habilidades interpersonales y sociales, lo que favorece el desarrollo de diversos
comportamientos antisociales.Nota

5. Al alumnado capaz de regular sus emociones negativas y mantener las positivas le será
más fácil desarrollar competencias más elaboradas relacionadas con la tolerancia a la
frustración o la asertividad (por ejemplo, aceptar las críticas, defender su postura de
forma no agresiva, etc. (Extremera y otros, 2004).

Docentes e Inteligencia emocional

La IE se establece como un predictor importante del funcionamiento social y personal de toda


persona y se encuentra relacionada con un menor número de conductas desajustadas y con un
mayor comportamiento adaptado. Como ya hemos mencionado anteriormente, la IE se relaciona
con una serie de habilidades como son la percepción, la valoración y expresión de de las
emociones, el acceso y generación de sentimientos, la comprensión de emociones o la regulación
de las emociones. En el caso de los docentes, podemos hablar de una relación entre la IE y el
ajuste personal y bienestar.

Actualmente nos encontramos ante un proceso de cambio de normativas relacionadas con la


educación y de objetivos a conseguir en la etapa de escolarización. Asimismo, la afectividad y las
emociones comienzan a convertirse en temas importantes a tener en cuenta en todo proceso de
enseñanza y aprendizaje. El sistema educativo comienza a considerar las competencias sociales y
emocionales de los estudiantes como objetivos a alcanzar, pues constituyen aspectos primordiales
en su desarrollo y además se relacionan con el éxito académico.

No obstante, para que los estudiantes desarrollen habilidades emocionales y afectivas


relacionadas con la IE, precisa de un docente que se convierta en su educador emocional.

En este sentido, la competencia social y emocional del profesorado resulta imprescindible para
llevar a cabo procesos de enseñanza y aprendizaje efectivos en cuanto a la consecución de dichos
objetivos se refiere. Por tanto, se trata de promocionar la inclusión socio-emocional en nuestras
aulas, siendo conscientes de que el profesorado se consolida como el referente principal en
relación a actitudes, comportamientos, emociones y sentimientos, para sus alumnos y alumnas en
el aula.

Ello implicaría la inclusión de nuevos campos de trabajo relacionados con la inteligencia emocional
como son la percepción, comprensión, regulación de las emociones, relaciones interpersonales,
comunicación, etc. formando a docentes conscientes del papel que las emociones juegan en el
aula.

Esta nueva incorporación conlleva implicaciones positivas en los resultados del trabajo diario de
los docentes que afectan a los procesos de aprendizaje, a la salud mental y física, a la calidad de
las relaciones sociales y al rendimiento académico y laboral que puede contribuir a generar un
buen clima de aula, a disminuir el nivel de estrés propio de esta profesión, a la mejora de las
relaciones interpersonales con el alumnado, etc. Se trata de proyectar durante su labor diaria una
personalidad comprensiva que va más allá de la visualización de las conductas de los estudiantes,
pues se ha de profundizar en las emociones que llevan implícitas dichas conductas, a la
comprensión, a la creación de un clima de diálogo y entendimiento, escucha activa, etc.

Bibliografía:

Manual Afoe: Curso Inteligencia emocional y resolución de conflictos (2018).

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