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UNIVERSIDAD MEXICANA DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

FILOSOFÍA DE LA PSICOLOGÍA

LICENCIATURA: PSICOLOGÍA Y DESARROLLO EDUCATIVO

ALUMNO: CRISTAL VANESSA LÓPEZ MARTÍNEZ

ASESOR: PSIC. MARIANA REYES CAJIGAL

PRIMER AÑO GRUPO “B”

13 DE JULIO DE 2020.
SANTO TOMÁS DE AQUINO (1225-1274)

EL
MUNDO
LEY ETERNA
 Contingente. Dios
es Instituye la
 Compuesto Ser Necesario Rige en el plano
hilemorficamente. Acto Puro físico.
 No identidad, Causa sui
Esencia y Existencia. Esencia=Existencia
 Los entes participan Da origen
LEY NATURAL
del sentir. Es la: a la:
Crea: VERDAD
Es fundamento
EL SER
HUMANO de:
RELACIONES
es ÉTICA

FE: Teología RAZÓN: Filosofía.


 Creado a
Conoce el mundo a través de:

imagen y Eudaimonista y teológica


semejanza de Es norma Ofrece armas
 Basada en la ley

Fin supremo=Conocer a Dios


Dios. extrínseca teóricas.
natural, tres fines:
 Es una  Tienen objetos  Autoconservación
Teología revelada

substancia comunes.  Procreación


compuesta  Creación mundo.  Conocimiento de
de Materia y  Existencia de la verdad y vida en
Cuerpo. Dios. sociedad.
 Forma  Inmortalidad del  Fin Supremo:
subsitente- alma. Conocer a Dios.
alma
Inmortalidad inmortal.
del alma POLÍTICA
EXISTENCIA DE
DIOS
CONOCIMIENTO  Influencia Aristóteles y San Agustín.
 Sociedad y Estado son
Demostrada por 5 NATURALES.
Objeto Su estructura es: vías:  Emplea argumentos: Inmadurez
biológica y Existencia del lenguaje.
1. Parte de la  Cosmológica  Sólo el Estado es Autosuficiente.
Sensación experiencia.  Causa  Fines del Estado: Material, promover
2. Imposibilidad Eficiente. el bien común y Sobrenatural,
ir al infinito.  Contingente/ acercamiento a Dios.
3. Concluyen: Necesario.
Imagen  Tipos de gobierno:
Dios existe.  Grados de
Entendimiento  Buenos: república, aristocracia y
Perfección. monarquía.
Agente Paciente  Teleológica.  Malos: democracia, oligarquía,
Fin tiranía.
Produce Conoce supremo=conocer  Justifica la Rebelión en caso de
universal universal a Dios. gobierno injusto.
2. Describe con tus propias palabras qué dijo San Agustín con “La Ciudad de Dios”.

Una de las grandes obras de San Agustín, a parte de Las Confesiones, es La Ciudad de Dios, que se trata de una
propuesta sobre una nueva forma de sociedad civil, que pretende impulsar los valores de la humanidad en virtud
de vivir conforme a la doctrina cristiana. También es escrita para responder a las críticas que los paganos hacían
contra el cristianismo.

Esta obra consta de 22 libros que describen hasta cierto punto la utopía de una sociedad celestial que se debe
empezar a vivir ya en la tierra y cuyos principios están en contra de la sociedad pagana.

San Agustín motivado por enseñar las verdades de fe que han sido olvidadas, no enseñadas u opacadas por otras
corrientes politeístas que habían dentro de la sociedad civil romana, redacta una apología contra los incrédulos,
en la cual se empieza afirmando que el amor de Dios a su creación le llevó a tomar la decisión de prometer una
ciudad muy especial, que trasciende los límites de lo terreno para aquellos que emprendan el camino de obrar
según sus mandatos, “la ciudad de Dios o ciudad celeste”, ya que Dios que es justo, da a cada quien lo que se
merece, según sus acciones. Esta ciudad se encuentra en lo eterno, en lo inmutable, en aquello donde nada
perece; esta ciudad ya había sido prometida dentro de las escrituras, más para alcanzarla dice San Agustín que
solamente el hombre bueno podrá llegar a ella, pero, ¿qué se necesita para ser un hombre que obra según los
mandatos de Dios? Ante todo se hace referencia a que la persona es dotada de la capacidad de libertad, de
decidir cómo obrar en su realidad, porque el mismo Dios ha donado a los hombres este libre albedrio que le da a
cada uno la capacidad de actuar según su propia voluntad en “la ciudad terrena”, del mismo modo, se hace la
distinción de que Dios “hizo al hombre animal racional de alma y cuerpo”, e incluso esta racionalidad nos
permite conocer y distinguir lo mutable de lo inmutable. Por este motivo, éste debe ser consciente de todas sus
acciones, orientándolas a la búsqueda de la verdadera felicidad que es Dios mismo, quien es el autor por
excelencia de toda la creación, afirma San Agustín. Sin embargo, algunos hombres habiéndose dejado llevar por
la perversión de su voluntad, gozan para sí mismos de los bienes terrenos que la divinidad les ha otorgado
libremente, convirtiéndose en egoístas y en viciosos del placer mundano. En cambio, lo ideal que plantea San
Agustín seria que “de las cosas temporales debemos usar, no gozar, para merecer gozar las eternas”.

Debido a que la moral del hombre debe encaminarse al bien del yo, y al del otro, cristianamente conocido como
el amor al prójimo. Para esto mismo, San Agustín, afirma que Dios aparte de los sentidos externos que le ha
concedido al hombre, le ha dado un sentido interno que proviene de lo divino, el cual lo ilumina y le hace darse
cuenta de que ama aquello que lo ha creado, en consecuencia esto lo lleva a saciar este vacío, esto lo logra en la
adhesión plena a la voluntad de Dios, en cambio, aquel que no se adhiere a Él no alcanza la felicidad eterna,
sino una perecedera.

Por otro lado San Agustín hace consciente al hombre de que “esta vida no es más que una carrera hacia la
muerte. No permite a nadie detenerse o caminar más despacio, sino que todos siguen el mismo compás y se
mueven con la misma presteza”. De esta manera si el hombre quiere ser partícipe de “la ciudad de Dios” cuando
la vida abandone su cuerpo, tiene que aprender a manejar su voluntad, aunque también para gozar de lo eterno
aquí en la tierra, no debe corromper su corazón, poniendo su felicidad en las cosas efímeras y pasajeras, como
en el dinero, el poder, el exceso en el comer y en el beber, la concupiscencia, la avaricia, o simplemente en las
cosas materiales de este mundo que no están ordenadas hacia Dios, sino que más bien, tiene que fijar su mirada
en los bienes celestiales, para así poder ir también gozando en la tierra de la paz en el alma y en el cuerpo,
porque “la paz del cuerpo es la ordenada complexión de sus partes; y la del alma irracional, la ordenada calma
de sus apetencias”. En este sentido, San Agustín pretende aclarar que el alma, la cual es una cualidad del
cuerpo, es trascendente, y por tanto puede ser partícipe de lo celestial porque es incorruptible, sólo cuando ésta
domina su voluntad y controla sus deseos desordenados.

En efecto, dentro de esta sociedad, donde el hombre es responsable de su comportamiento y hace un uso
correcto de las cosas temporales, es en este sentido que se revela la política dentro de la ciudad terrenal, en la
correcta visión de alcanzar la ciudad celestial, que consiste en el servicio, la humildad, la unidad y en el respeto
a la dignidad de la persona en sí misma y en los otros, e incluso dice San Agustín, que la autoridad de los que
tienen poder en la sociedad debe estar en función de los demás, porque “no mandan por deseo de dominio, sino
por deber de caridad; no por orgullo de reinar, sino por la bondad de ayudar”, de ello que los que controlan la
sociedad busquen la justicia dando a cada uno los deberes y derechos que le competen, para que así los
ciudadanos se sometan a sus autoridades y a las leyes mortales, mientras están de viajeros en la vida temporal.

Por último, parece muy evidente que San Agustín recomienda que si el hombre pretende alcanzar la paz y la
felicidad celestial, es tarea que desde ahora vaya perfilando su alma a la entrega desinteresada por el prójimo y
al amor del único Dios que lo ha creado, porque la ciudad de Dios se empieza a vivir ya aquí en la tierra, sin
embargo se encuentra en una continua lucha con la ciudad terrena, ya que en ésta habitan seres que no
reconocen a su creador, poniendo sus felicidad en las cosas temporales, que ciegan su amor hacia sí mismos,
debido a que han desviado su voluntad por caminos desordenados. En conclusión es tarea del ser humano vivir
“la doble ciudadanía por la cual el hombre puede ser miembro de la ciudad de Dios, sin dejar de ordenar su vida
temporal, dentro del marco de la sociedad civil y de acuerdo con sus normas”.

Bibliografía:

San Agustín, “La Ciudad de Dios”, en Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, t.
I, BAC, Madrid, 1979, pp. 454-490.

3. Da un ejemplo de Razonamiento Inductivo y el Razonamiento Deductivo de Galileo.

Para que surgiera la ciencia moderna, fue necesaria una síntesis genial entre el método inductivo y el método
deductivo, es decir, un método que aunara la observación empírica con la deducción formal, el valor de los
hechos con la necesidad de los razonamientos.

Esa síntesis se produjo en el siglo XVII y fue obra, esencialmente de Galileo Galilei. En sus estudios aunaba la
observación y la medición, pero, además diseñaba experimentos con los que ponía a prueba sus propias
hipótesis. De este modo, su método era, a la vez, empírico y probatorio, inductivo y deductivo.

Analicemos el procedimiento por el cual Galileo, en oposición a las erróneas ideas de Aristóteles, llegó al
descubrimiento y la demostración de las leyes de la caída de los cuerpos, fundamento de toda la mecánica. Las
cuatro leyes de Galileo son las siguientes:

1) La velocidad de la caída de un cuerpo es independiente de su masa;

2) La velocidad de la caída de un cuerpo es independiente de su naturaleza;

3) La velocidad adquirida por un cuerpo que cae libremente, a partir del estado de reposo, es proporcional a los
tiempos;

4) Los espacios recorridos son proporcionales a los cuadrados de los tiempos empleados en recorrerlos.
Para deducir esas leyes Galileo debió en primer lugar idear sus hip6tesis
teóricas abstractas, en contraste con las opiniones peripatéticas
dominantes en su tiempo. Superada la oposición peripatética entre
cuerpos graves (que tienden hacia abajo) y ligeros (que tienden hacia
arriba) por la reconocida gravedad de todos los cuerpos, había que
eliminar la convicción aristotélica de que la velocidad de la caída de los
cuerpos estaba vinculada con su naturaleza y su masa, y que un
movimiento cualquiera no podía mantenerse si no seguía ejerciéndose la
acción de la fuerza motora sobre el cuerpo móvil. Contra esta última idea
Galileo afirma el principio de inercia (ya intuido por Leonardo), por el
que cada cuerpo tiende a perseverar en su condición de reposo o de
movimiento, si no interviene la acción perturbadora de una fuerza
exterior. Y demuestra ese principio realizando experimentalmente la
deducción de su hipótesis, de acuerdo a la cual un movimiento tiende a
mantenerse indefinidamente a medida que lleguen a eliminarse las resistencias que se oponen a su continuación.
Para la realización experimental de la hipótesis deductiva, había, pues, que eliminar toda influencia
perturbadora del movimiento y disminuir hasta lo posible las resistencias de roce, derivables ya sea del cuerpo
móvil, sea del medio a través del que se efectúa su movimiento; por eso Galileo usó superficies horizontales, a
fin de que el impulso comunicado inicialmente al móvil no padeciera alteración por la gravedad (como habría
ocurrido sobre superficies inclinadas), arrojando sobre ellas bolitas esféricas, alisadas lo más perfectamente
posible, igual que las superficies, a fin de reducir a lo mínimo la acción del roce.

Otro ejemplo de los experimentos realizados por Galileo para resolver una cuestión específica es la famosa
observación de la caída de objetos de distinto peso "desde una torre". Es seguro que las descripciones de una
confrontación pública de Galileo con los aristotélicos en la torre inclinada de Pisa son puro cuento, pero en sus
cuadernos de notas están registrados experimentos diseñados para explorar la idea generalmente aceptada
entonces (y, entre el público menos refinado, todavía aceptada hoy) de que la velocidad de la caída libre de los
cuerpos es proporcional a sus pesos respectivos Los resultados de sus experimentos señalan claramente que eso
no es así, aunque los cuerpos más pesados sí tocan el suelo ligeramente antes que los más livianos; sin embargo,
Galileo atribuye esta pequeña diferencia a la fricción del aire y a la distinta capacidad de los cuerpos pesados y
ligeros para superar tal resistencia en el vacío, que sería la situación ideal, todos los cuerpos caerían con idéntica
velocidad. En relación con otra hipótesis matemática sobre el movimiento, que la velocidad a la que caen los
cuerpos es uniformemente acelerada, Galileo no podía (ni nadie puede hoy, con los instrumentos técnicos
accesibles a Galileo) diseñar un experimento para ponerla a prueba directamente, pero en cambio Galileo decide
examinar experimentalmente si otra hipótesis, que es una consecuencia lógica de la primera (que es que la
distancia es proporcional al cuadrado del tiempo) corresponde a la realidad. Pero como esta segunda hipótesis
también está más allá de sus posibilidades técnicas, en vista de que los cuerpos caen con demasiada rapidez para
hacer cualquier tipo de mediciones, Galileo opta por "diluir la gravedad" (como él mismo dice) y hace sus
experimentos en un plano inclinado.

De este modo surge el método hipotético-deductivo, el cual es el procedimiento o camino que sigue el
investigador para hacer de su actividad una práctica científica. El método hipotético-deductivo tiene varios
pasos esenciales: observación del fenómeno a estudiar, creación de una hipótesis para explicar dicho fenómeno,
deducción de consecuencias o proposiciones más elementales que la propia hipótesis, y verificación o
comprobación de la verdad de los enunciados deducidos comparándolos con la experiencia. Este método obliga
al científico a combinar la reflexión racional o momento racional (la formación de hipótesis y la deducción) con
la observación de la realidad o momento empírico (la observación y la verificación).

Ejemplos

1. Detectar un problema: en el siglo XIX, los astrónomos Adams y Le Verrier descubrieron que el planeta
Urano no seguía la órbita prevista por las leyes de Newton.

2. Formulación de una hipótesis: supusieron que tales irregularidades serían producidas por la atracción de
otro planeta en una órbita exterior.

3. Deducción de consecuencias observables: si existiera X planeta debía tener X masa y debía encontrarse en
X punto en el cielo y por tanto con un telescopio se debería observar.

4. Experimento: el astrónomo Galle —que disponía de un potente telescopio— halló efectivamente el planeta
supuesto al que llamaron Neptuno, la hipótesis resultó corroborada por la experiencia.

Tradicionalmente se ha sostenido que el argumento deductivo es una inferencia mediata, que de premisas
universales se obtiene una conclusión particular. Según esta definición, los siguientes ejemplos son argumentos
deductivos:

Todos los bachilleres son futuros universitarios: Roberto es un bachiller; por tanto, Roberto es un futuro
universitario.

Ningún estudiante es conformista: Héctor es estudiante; por tanto, Héctor no es conformista.

En los argumentos se observa que la conclusión es de menor extensión que las premisas. En los dos casos, la
conclusión es un enunciado singular; mientras, ambos tienen al menos una premisa universal, pero existen otro
tipo de argumentos que también son estudiados en lógica, y sin embargo, no cumplen estrictamente con la
definición de la inferencia deductiva anterior, como los siguientes ejemplos:

Todos los mexicanos son festivos: todos los veracruzanos son mexicanos; por tanto, todos los veracruzanos son
festivos.

Si Roberto termina el bachillerato, entonces ingresará en la UNAM: Roberto terminó el bachillerato; por tanto,
Roberto ingresará en la UNAM.

En el primer argumento, tanto las premisas como la conclusión son enunciados universales, y de acuerdo con
las reglas de distribución, sus términos tienen la misma universalidad en la conclusión que las demás premisas.
Por tanto, ese ejemplo no encaja completamente en la definición de argumento deductivo.

La primera premisa del enunciado del siguiente ejemplo es el enunciado condicional y la segunda es singular,
que es justamente el antecedente del condicional. Aquí tampoco se ve que se pase de lo universal a lo particular,
por lo menos en el sentido que se está manejando.

Debido a esta situación, diremos que un argumento es deductivo si la conclusión está contenida en las premisas
ya sea por su generalidad o su estructura. A la generalidad corresponden los dos primeros ejemplos y a la
estructura los dos siguientes.

La primera conclusión a la que se llega cuando se adopta el método hipotético-deductivo es paradójica. Las
hipótesis se pueden refutar, pero no verificar. Más aún, lo que caracteriza a la ciencia es que sus afirmaciones
son refutables en principio. No es que sean refutadas, porque entonces estaría formada por falsedades, sino que
puedan ser refutadas por la experiencia cuando se las pone a prueba.

Conclusión: Un aspecto decisivo en este periodo de la ciencia moderna es la matematización y la


experimentación. Anteriormente el programa aristotélico no era matemático, sino cualitativo. En cambio, el
nuevo programa basado en la legalidad sí es enteramente matemático. Galileo se valió de la geometría,
Descartes descubre la geometría analítica e idealiza el método geométrico como ideal metódico de la ciencia, y
Newton y Leibniz descubren el cálculo infinitesimal. Locke, Galileo y Descartes rechazan lo puramente
cualitativo como el color, el sabor, el olor, etc. Pero no basta la matematización, la ciencia moderna es
claramente experimental. Las consecuencias deductivas que salen de una teoría han de confirmarse
experimentalmente, es justamente como Galileo Galilei sobre sale en este punto, junto con todos los científicos
que describen los fenómenos naturales.

Bibliografía:

Carnap, R. (1969). Fundamentación lógica de la física. Buenos Aires, Argentina, Sudamericana.

R. Blanché, El Método Experimental y la Filosofía de la Física, Breviarios del FCE, 1975.

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