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Medioevo
Medioevo
Para hablar de la época feudal debemos devolvernos al siglo V hasta el siglo XV, esta
época inicia con la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 D.C La caída del
imperio trae consigo cambios a nivel político, administrativo y trajo consigo el vasallaje
como sistema de organización, nace el feudalismo. La Edad Media se divide en tres etapas:
La temprana Edad Media: Se caracteriza por la fusión de las culturas germánicas y la latina
(heredera del Imperio Romano ya desaparecido). Desde el punto de vista político se
produce la desintegración del Imperio Romano de Occidente, y la formación de los
llamados Reinos Romano Germánicos. En este período se desarrolló también el Imperio
Carolingio. En la economía se pasa de una producción esclavista, característica de Roma, al
Sistema Feudal que será característico de la siguiente etapa.
Para hablar de la sociedad medieval debemos saber que durante bastantes siglos se
desarrolló de manera rural, ya que el campo era centro de toda la actividad y vida diaria
para los habitantes de la época. La organización por jerarquía era muy común de tal forma
que la sociedad estaba dividida en estamentos: en la base encontramos a los campesinos,
libres o siervos, quienes suponían la inmensa mayoría de la población; en el escalafón
intermedio se encuentran los militares y los nobles, laicos o eclesiásticos. No todos tenían
la misma categoría, sino que el status dentro de estos dos grupos variaba. Acabamos en la
cúspide con la realeza, es decir, el rey y su familia.
El pertenecer a uno u otro grupo estaba dado desde el nacimiento, sin posibilidad de
cambiar del lugar asignado en el estamento social. Cada uno cumplía su función, siendo
importantes cada uno de los estamentos, ya que la supervivencia de unos y de otros
dependía de un intrincado sistema de lazos productivos, políticos, económicos, culturales,
religiosos, de protección, entre otros. Este sistema es el de dependencia o vasallaje, donde
los campesinos juraban fidelidad o vasallaje a los señores quienes, a cambio del trabajo en
sus tierras y parte de la cosecha, les proporcionaban protección.
El rey, entregaba unas tierras o feudos a los nobles a modo vitalicio y con posibilidad de
heredar, pasando a ser dirigidas y gobernadas por ellos desde sus castillos o fortalezas, eran
centros de actividad y no solo política sino económica. Cada tierra estaba dirigida de forma
distinta y es que, desde que las leyes eran consuetudinarias, no estaban escritas, sino que se
basaban en las tradiciones y costumbres de cada pueblo, podían ser interpretadas de
distintas formas.
Los monasterios, centro de oración, estudio y cultura, eran las residencias del clero.
Suponían un elemento esencial en el paisaje medieval y es que no podemos olvidar la
importancia que esta clase social tuvo no sólo como guía espiritual sino también por su
influencia política, cultural, artística y social. Aquellos monjes que no trabajaban el huerto,
dedicaban la mayoría del día a copiar y traducir obras clásicas al latín, lengua eclesiástica,
convirtiéndose en espléndidos centros de estudio y de transmisión de la cultura y del
conocimiento.