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Síntesis biográfica

Nació en 1831 en la Villa de Managua de padres campesinos que fueron Regino


Castro y Javiera Estrada. De manera que en sus primeros años se dedicaría al
laboreo de la tierra pero desde joven, le gustaba tocar la guitarra y entonaba
canciones de aires alegres, propios de los campesinos; cultivaba la tierra con
dedicación y ahínco.

Trayectoria

Estatua de Andrés Castro

Estatua de Andrés Castro en el anverso del billete de 10 córdobas.

Fue reclutado a los 23 años en el ejército Legitimista (conservador) del general Fruto
Chamorro Pérez para atacar a los insurrectos democráticos que se rebelaron contra el
régimen.

En aquellos años, a pesar que Managua ya había sido declarada capital, no escapa
aun del influjo de Granada cuyos dirigentes eran terratenientes conservadores. Por su
condición social era un soldado de línea que combatía frente a los soldados enemigos
y así aprendió del arrojo y la valentía.
En octubre de 1855 fue ascendido al grado de sargento por su acción en la batalla
cercana a Tipitapa al lado del general Tomás Martínez.

Batalla de San Jacinto


En los días finales de agosto de 1856 el coronel José Dolores Estrada fue asignado
con cien hombres para organizar una expedición por la Hacienda San Jacinto. En esa
partida se integró Andrés Castro llevando un fusil de chispa el cual para dispararlo
debía llevarse a cabo un proceso de algunos minutos. Era un arma muy desventajosa
frente a los rifles de repetición que llevaban los filibusteros estadounidenses
de William Walker.

Fue por este motivo que al no tener tiempo para disparar su fusil y que las municiones
se había agotado, que enfrentó a un filibustero que pretendía llegar hasta la hacienda,
con una piedra al cual derribó. Su acción se registró como un acto heroico, el Gral.
José Dolores Estrada relata del sargento Castro…

El campesino nicaragüense Andrés Castro (25) mata de un piedrazo a un invasor


estadounidense en la batalla de San Jacinto.
El muy valiente sargento primero Andrés Castro, quien por faltarle fuego a su carabina, botó a
pedradas a un americano que de atrevido se saltó la trinchera para recibir su muerte.

Sin embargo, producto de la batalla fue herido en una pierna que le produjo una
cojera para toda su vida.

Tres meses después de San Jacinto, en diciembre de 1856, se casó con Gertrudis
Pérez, también de Managua. Casado y con dos hijos, Andrés Castro adquirió una
finquita a 2,5 km km al sur de la villa de Managua (y 3 km al sur del lago de
Managua), en un rincón donde después se construyó el hospital El Retiro (actual
Hospital Militar, cerca del centro de la ciudad de Managua).

Muerte
Veinte años después, en 1876, cuando tenía 45 años de edad, Andrés Castro fue
atacado por la espalda por un anónimo enemigo cuando transitaba desde su casa
hacia las sierras de Managua (cuyas estribaciones se encontraban apenas a 3 km al
sur).

Sus restos están enterrados en el panteón San Pedro de Managua


Biografía[editar]
Nació el 6 de agosto de 1742 en Cartagena de Indias en el seno familiar conformado por el
comandante castellano José de Herrera y Sotomayor, Teniente y Capitán del Batallón de la
Plaza de Cartagena, que se había destacado como artillero en acciones contra los ingleses en
1740 y 1741; y en 1753 había sido nombrado Comandante del Castillo del Río San Juan. Para
ese entonces su hija tenía diez años, y nueve permaneció junto a él en dicha fortaleza, de
manera que éste tuvo tiempo para instruirla en el manejo del cañón, “y con alguna propiedad y
acierto lo montaba, cargaba, apuntaba y disparaba”, según consta en uno de los memoriales
de la defensa del Castillo el 29 de julio de 17622 e hija de María Felipa Torreynosa y Udiarte
que vivían en ese tiempo en Cartagena de Indias.3 Fue educada según las reglas y
obligaciones de su tiempo, como una joven con ardiente amor a la patria y servicio al Rey.
Fue descendiente de importantes representantes españoles como su abuelo don Juan de
Herrera y Sotomayor, ilustre ingeniero militar y de su bisabuelo don José Antonio Herrera y
Sotomayor, capitán general y gobernador del Río de la Plata. estudio en el colegio franciscano

Acto de heroísmo[editar]
Artículo principal: Batalla del Río San Juan de Nicaragua

Fortaleza de La Inmaculada y Purísima Concepción en Nicaragua

Exploradores, navegantes, gobernantes, ingenieros y científicos españoles, portugueses,


ingleses, franceses y holandeses (Países Bajos) de la época,4 coincidían en que Nicaragua (al
igual que el istmo de Panamá y el istmo de Tehuantepec), presentaban las características
idóneas para la construcción de un canal interoceánico; la expedición que atacó el Castillo-
Fortaleza, fue enviada por el Gobernador inglés William Henry Littleton, dicho ataque tiene su
punto de partida en el Río San Juan en el momento en que el comandante Herrera sufría una
grave enfermedad y se debatía en la muerte.
Según las fuentes, en el lecho de muerte de su padre, Rafaela hace juramento de defender la
fortaleza,aunque le cueste la vida. Tras la muerte, toma el control Don Juan Aguilar y Santa
Cruz nombrado en dicho cargo. Los ingleses, al enterarse que la fortaleza había perdido a su
comandante, mandaron a pedir la llave del castillo, con la promesa de "no hacerle daño a
nadie".5 El teniente contestó que no podía entregarlas y que resistiría cuantos ataques
intentasen.6
El 29 de julio de 1762, los ingleses estaban ubicados frente al castillo. Tras oírse a las 4 de la
mañana “un tiro de pedrero, río abajo”, se presentó el enemigo. A las once del día aparecieron
siete grandes piraguas que, disparando nueve tiros de pedreros, desembarcaron algunas
tropas en la orilla sur del río. Por lo que a las tres de la tarde, la hija del difunto comandante,
con el permiso del nuevo, disparó un certero cañonazo dispersando al enemigo, que da
muerte al comandante de la guarnición inglesa, el ataque de la joven les había causado
muchos daños hasta el punto que según testigos del barco donde venían los altos oficiales,
después del impacto del cañón, casi ninguno estaba vivo y los demás terminaron muy mal
heridos como para seguir luchando. 2
El 30 los invasores, no sin retirarse alguna distancia por nuevos cañonazos del Castillo,
pidieron parlamentar y el 31 se rompieron los fuegos. El 1° de agosto, “se siguió en el fuego
con el mismo ardor que en el antecedente y por la noche no dexó de ser bastante vivo de una
y otra parte”. El 2 cesó la artillería de ambas partes y el 3 los ingleses y aliados abandonaron
sus posiciones, retirándose. 2

Bandera usada en las fortificaciones españolas costeras desde 1701 a 1785

Dado a la magnitud de éste acto heroico algunos historiadores como Gámez intentaron exaltar
aún más a la joven inventándose que esta habría dispuesto una especie de “fuego griego” al
impregnar sabanas de alcohol que navegarían río abajo, y supuestamente habrían sido
deslizadas en dirección hacia la guarnición inglés. 2
El ataque a fuego cruzado, se mantuvo por varios días, la victoria de la guarnición exalto el
heroísmo de la joven.
Es poco probable que en el siglo XVIII, una joven mujer de 19 años, hija del castellano recién
fallecido, pasara por encima de los mandos de Don Juan Francisco Aguilar y Santa Cruz,
recién nombrado nuevo castellano de la fortaleza de la inmaculada o que obtuviera el permiso
del maestre de armas o el capitán de artillería para, sin tener experiencia en combate, ser la
primera en disparar los cañones emplazados en las troneras del baluarte Santa Rosa , en la
defensa sur del castillo,( escasos de balas de cañón y de pólvora como lo demuestran los
partes de entonces en todas las defensas de la provincia de Nicaragua, especialmente en
granada de quien dependía militarmente el bastión en mención), menos probable aun es que
se le dieran tres intentos de disparo, como afirma el historiador Jose Dolores Games, frente a
un enemigo formidable y muy versado en artes militares como lo era el capitán inglés sobre
cuyo nombre no hay acuerdo entre los Historiadores señalando nombres tan diferentes y
conocidos como el Almirante Nelson o el brigadier Kempbell.
Queda la duda entonces sobre el acto heroico de Rafaela Herrera pues en los partes de
guerra de suceso de ninguna manera se menciona su participación en el hecho. Es hasta que
los parientes de Rafaela la instan a enviar correspondencia al capitán general en Guatemala
Matias de Galves, en 1780, haciéndole mención de los múltiples servicios de su padre a la
corona española y los propios en la defensa del castillo durante el ataque inglés de 1762
solicitando renta vitalicia a su favor y su descendencia pero sin hacer mención expresa en su
misiva de un hecho que acaso nunca ocurrió.

Vida posterior[editar]
Después de su acto heroico, Rafaela contrajo matrimonio con el granadino don Pablo Mora
con quien procreó cinco hijos. Enviudó y la familia vivió en la pobreza en un vecindario pobre
de la ciudad de Granada hasta 1781.
El 11 de noviembre de 1781 el rey Carlos III firmó un decreto real por medio del cual se
concedió una pensión vitalicia por su heroica acción: 7
"El Rey: por cuanto he sido informado del distinguido valor y fidelidad con que vos, doña Rafaela
Herrera y Udiarte, viuda que al presente sois defendisteis el Castillo de la Purísima Concepción de
Nicaragua en el Río San Juan, consiguiendo a pesar de las superiores fuerzas del enemigo, hacerle
levantar el sitio, y ponerse en vergonzosa fuga, pues superando la debilidad de vuestro sexo, subisteis
al caballero de la fortaleza, y disparando la artillería por vuestra mano matastéis con el tercer tiro al
comandante inglés en su misma tienda: realzando la acción a la corta edad de diecinueve años que
contabais, no tener castellano el Castillo, ni comandante ni otra guarnición que la de mulatos y negros,
que habían resuelto entregarse cobardemente, con la fortaleza a que os opusisteis con el mayor
esfuerzo; en consideración, pues, a tan señalado servicio, he decidido que goceis de pensión vitalicia...
Yo, el Rey".5

También el 28 de octubre se había expedido otra real orden de la cual se le concedían “tierras
realengas” (propiedad de la corona) a la reconocida heroína. Textualmente el Secretario de
Indias comunicaba al presidente de Guatemala, don Marías de Gálvez:
“No satisfecho Su Majestad con la remuneración antecedente, y deseando quede a la posteridad de
Doña Rafaela Herrera recuerdo de una acción que tiene pocos ejemplares, me manda asimismo
prevenir a vuestra señora le haga merced en su Real nombre e uno o dos sitios de tierras realengas,
donde las haya más cercanas a la ciudad de Granada, en que reside la agraciada, posesionándola en
ellos para que las goce por juro de heredad a sus hijos y descendientes en memoria de la gloriosa
acción que hizo en defensa del citado castillo”.2
Nacimiento[editar]
Nació el 16 de marzo de 1792 en Nandaime, en el actual departamento de
Granada, Nicaragua. Hijo de Timoteo Estrada y Gertrudis Vado.
Ya para 1824 aparece en el movimiento de Juan Argüello al que respaldó frente a Manuel
Antonio de la Cerda para ocupar el cargo de Jefe de Estado. Durante estas luchas alcanzó el
grado de Sargento a la edad de 35 años, el dato permite establecer como sus ascensos
fueron a avanzada edad hasta llegar a General de División.
Junto con los Generales Tomás Martínez Guerrero y Fernando Chamorro, jefes máximos del
denominado Ejército del Septentrión, participa en la toma de las decisiones militares que
determinarían el curso de la guerra civil que luego sería guerra nacional contra
el filibustero William Walker. El 15 de abril de 1856 participa en los combates de Pueblo
Nuevo (Estelí) y otra vez es herido.

La batalla de San Jacinto en 1856[editar]

Cuadro al oleo La pedrada de Andrés Castro o La Batalla de San Jacinto, hecho por el
pintor chileno Luis Vergara Ahumada en 1964, que se conserva en la casa hacienda. Estrada aparece
en segundo plano, con una espada, junto al brazo izquierdo del filibustero que es derribado por la
pedrada de Castro en primer plano.

Los filibusteros de William Walker, instalados en la ciudad de Granada, se abastecían de


carne en las haciendas de ganado ubicadas al norte y al este del Lago Xolotlán, las cuales
estaban en el departamento de Granada (el cual lo formaban los actuales departamentos de
Granada, Masaya, Carazo y Managua), hasta 1875 se creó el departamento de Managua.
El 29 de agosto de 1856 (según el testimonio del capitán Carlos Alegría) un grupo de 100
legitimistas al mando del Coronel José Dolores Estrada salió de Matagalpa, por órdenes del
General Tomás Martínez, para impedir que los filibusteros robaran el ganado (cometían el
delito de abigeato) llegando a la hacienda San Jacinto ese mismo día por la tarde. Esta le
pertenecía a don Miguel Bolaños, tatarabuelo del ex Presidente de
Nicaragua Ingeniero Enrique Bolaños Geyer, quien gobernó al país en el periodo 2002-2007.
El 5 de septiembre, al amanecer, llegó un escuadrón de rifleros a caballo para atacar la
hacienda en una escaramuza. Iban dirigidos por el Coronel Edmund McDonald, junto con el
Capitán William P. Jarvis. Los legitimistas, armados con fusiles de chispa, rechazaron el
ataque de los filibusteros, teniendo estos 6 muertos y varios heridos durante el ataque, Jarvis
resultó mortalmente herido. Los patriotas tuvieron un muerto y 3 heridos. William Walker
escribió en el capítulo 9 de su libro “La guerra en Nicaragua” que eran 40 jinetes los
atacantes; el teniente Alejandro Eva dice en su testimonio escrito en 1889 que era 60 y
Estrada, que menciona que eran más de 120 filibusteros, escribió ese mismo día el siguiente
Parte Oficial:
Parte oficial del combate del día 5 de septiembre
Matagalpa, Septiembre 7 de 1856. Sr. Ministro de la Guerra del Gobierno Constitucional. Del General en
Jefe del Ejército Libertador de la República. El señor Comandante expedicionario sobre Tipitapa me dice
lo que copio:
¨Señor General en Jefe del Ejército Libertador D.U.L. [Dios-Unión-Libertad] San Jacinto, Septiembre 5
de 1856. Del Comandante de la División de Operaciones. Al amanecer del día de hoy atacado el
enemigo en número de más de ciento veinte hombres, según los informes tomados guerrillas que
desplegaron y terreno que ocuparon. El ala derecha nuestra fue el blanco de sus tiros y su objeto
principal, parapetándose en el pequeño monte del abra; pero después de dos horas y media de un
fuego muy nutrido en que fue preciso contener con espada en mano a nuestros soldados dentro del
límite que yo les había señalado, huyó despavorido por distintas direcciones, dejando en nuestro poder
quince rifles, muchas paradas, cuatro espadas, un botiquín con su correspondiente repuesto de
medicinas, un estuche de cirugía, quince bestias mulares y otras tantas caballares con sus
correspondientes monturas, diez botes de latas y otros muebles de menos importancia como chamarras,
gorras, sombreros, cuchillos, espuelas, botas y pistolas descompuestas.
Durante el fuego y su primera carga dejaron seis muertos, y una porción de heridos que cargó el
enemigo con ellos, y se entiende que serían de alguna consideración por el cuidado con que los
llevaban y por el pavor que se introdujo luego que fueron reconocidos. De los muertos referidos se han
conocido al cirujano y dos oficiales. Después de la acción mandé perseguirlos, y estos detalles los
comunicaré cuando regrese el Capitán Bartolo Sandoval que fue encargado de esta Comisión. Por
nuestra parte tuvimos la pérdida del intrépido Cabo 1ro. Justo Rocha, de Managua, y heridos, no de
mucha gravedad, el bravo Capitán Carlos Alegría, el Ayudante Abelardo Vega y el soldado Crescencio
Ramírez. Ninguna recomendación especial sería bastante para explicar el valor y denuedo de los
oficiales y tropa de esta división, puesto todos se han portado y correspondido a la denominación que se
les ha dado. Yo felicito al Supremo Gobierno por el triunfo de sus armas. Soy del señor General, atento
y obediente servidor. J. Dolores Estrada.
Lo digo a U. S. para que le sirva elevarlo al conocimiento de S. E. el señor Diputado Presidente, y
aceptar las muestras de respeto y consideración con que soy de U. S. atento servidor. (firmado)
Fernando Chamorro Conforme. Ministerio de la Guerra del Gobierno Constitucional de la República de
Nicaragua. Matagalpa, Septiembre 16 de 1856. El Jefe de Sección.
Ignacio Padilla.1

El 11 de septiembre llegó una compañía de 60 indios flecheros, desde Matagalpa, al mando


del capitán Francisco Sacasa. Esto se debió a que Estrada solicitó refuerzos a Martínez, de
acuerdo al testimonio del capitán Carlos Alegría. Según el testimonio de Walker en su libro "La
guerra en Nicaragua" los 300 filibusteros salieron de Granada la tarde del día siguiente, el 12,
pasaron por Masaya y en Tipitapa acamparon el 13, para atacar la hacienda la mañana del
día siguiente. El 12 en la ciudad de León el general Tomás Martínez, jefe del Partido
Legitimista, y Máximo Jerez Tellería, jefe del Partido Democrático, habían firmado el Convenio
de Unión de sus partidos para así juntos expulsar del país a Walker.
Al amanecer del 14 de septiembre llegaron los filibusteros a San Jacinto, en medio de
la neblina; el cabo Faustino Salmerón, que era el vigía, los divisó y corrió a la casa hacienda
cuando los 160 legitimistas estaban desayunando, avisando al Coronel Estrada que el
enemigo en número de 300 hombres venía por el sur por lo que el grupo se tendió en 3
posiciones: el corral de piedra junto al costado oeste de la casa hacienda, capitaneado por el
capitán Liberato Cisne, la casa hacienda defendida por el capitán Francisco de Dios Avilés y el
corral de madera (esquina opuesta a la esquina sureste de la casa) defendido por Francisco
Sacasa. Se les dio la orden de no disparar hasta que el enemigo estuviese cerca, pues el
alcance eficaz de los fusiles de chispa era de 60 metros. Los filibusteros, que casualmente
habían recibido la misma orden, se habían dividido en 3 columnas para el ataque y a las 7 de
la mañana atacaron los tres frentes: la primera, bajo las órdenes del teniente coronel Byron
Cole y del teniente Robert Milligan, atacó el flanco izquierdo del corral de madera; la segunda,
al mando del mayor Calvin O’Neal, avanzó por el frente (la casa hacienda) y la tercera del
capitán Lewis D. Watkins en la dirección del flanco derecho, donde se unía el corral de
madera con el cerco de piedra. Después de las primeras horas, los combates se hicieron cada
vez más fuertes y sangrientos, imponiéndose la lucha cuerpo a cuerpo; a las 9 a. m. las
fuerzas filibusteras lograron romper la defensa del flanco izquierdo, ante ello el coronel
Estrada maniobró con las tropas y los oficiales Miguel Vélez, Alejandro Eva y Adán Solís para
reforzar esta posición. La lucha era tan violenta y a falta de municiones, muchos siguieron el
ejemplo de Andrés Castro Estrada, quien derribó a un filibustero de una certera pedrada.
Pero la situación era crítica para los nacionales. Las columnas filibusteras a las 10 de la
mañana, cuando habían roto el cerco de defensa, iniciaron un reagrupamiento para concentrar
sus esfuerzos principales en esa dirección. Ante esta situación, Estrada tomó la iniciativa y
decidió enviar al capitán Liberato Cisne, al teniente José Ciero y al subteniente Juan Fonseca
con sus escuadras, quienes atacaron por la retaguardia a los filibusteros gritando ¡Viva
Martínez ! ¡Viva Nicaragua!, cargaron a la bayoneta con arrojo admirable y les hicieron una
descarga de fusilería; el ataque asustó a la yeguada y los potros de la hacienda que estaban
en la vecina loma; Ciero dice en su testimonio que el teniente coronel Patricio Centeno y un
oficial Flores de Granada traían a los caballos. Los filibusteros al creer que llegaban refuerzos
huyeron en retirada, con dirección a la hacienda San Ildefonso, cerca de Tipitapa. El capitán
Bartolo Sandoval y el teniente Miguel Vélez, montados en bestias capturadas, realizaron la
persecución junto con otros soldados que iban a pie y a caballo. Esta acción fue tan violenta
que el sargento Francisco Gómez cayó muerto de fatiga. Sin embargo, producto de la
persistencia de los nicaragüenses en lograr una contundente victoria, lograron dar muerte al
jefe de la tropa filibustera Byron Cole, muerto por el cabo Faustino Salmerón según Alejandro
Eva, aunque Ciero diga que fue 2 días después el 16 de septiembre a las 6 a. m. en San
Ildefonso. Los resultados de la batalla de cuatro horas se fueron reflejaron en el parte oficial
firmado por el coronel Estrada, teniendo los nicaragüenses 10 muertos y 7 heridos; y el
ejército filibustero 27 muertos, habiendo capturado 20 bestias, 25 pistolas, 32 rifles Sharp, 47
paradas, chamarras y sombreros. Estrada escribió el siguiente Parte Oficial, el cual desde el
año 2006 se conserva en las instalaciones del diario La Prensa:
Parte oficial del combate del 14 de septiembre
Señor General en Jefe del ejército libertador de la República.- Dios, Unión y Libertad.- San Jacinto,
Septiembre 14 de 1856. Del Comandante de la División Vanguardia y de Operaciones.
Antes de rayar el alba, se me presentó el enemigo, no ya como el 5 memorable, sino en número de más
de doscientos hombres y con las prevenciones para darme esforzado y decisivo ataque. En efecto,
empeñaron todas sus fuerzas sobre nuestra ala izquierda, desplegando al mismo tiempo, guerrillas que
atacaban nuestro frente, y logran, no a poca costa, ocupar un punto del corral que cubría nuestro flanco,
merced a la muerte del heroico oficial don Ignacio Jarquín, que supo mantener su puesto con honor,
hasta perder la vida, peleando pecho a pecho con el enemigo. Esta pérdida nos produjo otras, porque
nuestras fuerzas eran batidas ya muy en blanco, por la superioridad del terreno que ocupaba el
enemigo, quien hacia sus esfuerzos en firme y sostenido; pero observando yo esto, y lo imposible que
se hacía recobrar el punto perdido atacándolo de frente, porque no había guerrilla que pudiera penetrar
en tal multitud de balas, ordené que el Capitán graduado don Liberato Cisne, con el Teniente José
Siero, Subteniente Juan Fonseca y sus escuadras, salieron a flanquearlos por la izquierda, quienes,
como acostumbrados y valientes, les hicieron una carga formidable, haciendo desalojar al enemigo, que
despavorido y en terror salió en carrera, después de cuatro horas de un fuego vivo y tan reñido, que ha
de resaltar el valor y denuedo de nuestros oficiales y soldados, que nada han dejado de desear.
A la sombra del humo hicieron su fuga, que se las hizo más veloz el siempre distinguido Capitán don
Bartolo Sandoval, que con el recomendable Teniente don Miguel Vélez y otros infantes, los persiguieron,
montados en las mismas bestias que les habían avanzado, hasta de aquel lado de San Idelfonso, más
cuatro leguas distante de este cantón. En el camino les hicieron nueve muertos, fuera de dieciocho que
aquí dejaron, de suerte que la pérdida de ellos ha sido de veintisiete muertos, fuera de heridos, según
las huellas de sangre que por varias direcciones se han observado. Se les tomaron, además, veinte
bestias, entre ellas algunas bien aperadas, y otras muertas que quedaron; veinticinco pistolas de
cilindro, y hasta ahora se han recogido 32 rifles, 47 paradas, fuera de buenas chamarras de color, una
buena capa, sombreros, gorras y varios papeles que se remiten. En la lista que le incluyo, constan los
muertos y heridos que tuvimos, lo cual es bien poco para el descalabro que ellos sufrieron, sobre el que
daré un parte circunstanciado cuando mejor se haya registrado el campo. Sin embargo de la
recomendación general que todos merecen, debo hacer especialmente la del Capitán graduado don
Liberato Cisne, Tenientes don José Siero, don Miguel Vélez, don Alejandro Eva, don Adán Solís y don
Manuel Marenco, que aun después de herido permaneció en su punto, sosteniéndolo; y la del
Subteniente don Juan Fonseca y Sargentos primeros Macedonio García, Francisco Estrada, Vicente
Vigil, Catarino Rodríguez y Manuel Paredes; Cabos primeros Julián Artola y Faustino Salmerón y los
soldados Basilio Lezama y Espiridón Galeano.
Se hizo igualmente muy recomendable el muy valiente Sargento primero Andrés Castro, quien por
faltarle fuego a su carabina, botó a pedradas a un americano, que de atrevido se saltó la trinchera para
recibir su muerte. Yo me congratulo al participar al señor General, el triunfo adquirido en este día sobre
los aventureros; y felicito por su medio al Supremo Gobierno por el nuevo lustre de sus armas siempre
triunfadoras. J.D. Estrada Conforme.- León, Septiembre 22 de 1856.- Baca.
Aquí un sello que dice: “Estado de Nicaragua, Ministro de la Guerra del Supremo Gobierno”. 2

General de Brigada y exilio[editar]


Controlada la situación en los llanos cercanos a Tipitapa, el Coronel Estrada Vado se dirigió
a Managua, tomando luego hacia Diriá y Catarina. El 11 de octubre de 1856 encabezó el
ataque a Masaya y el 13 a Granada. Terminada la Guerra Nacional, los Generales Tomás
Martínez Guerrero y Máximo Jerez Tellería acordaron constituir el Gobierno Binario, llamado
"Chachagua", único caso en que dos personas se desempeñaron como Presidentes de 🇳🇮 .
El 25 de junio de 1857, Martínez y Jerez firmaron el Decreto dando el grado de General de
Brigada a Estrada Vado. Ante la actitud reeleccionista del General Martínez en 1862 se
iniciaron movimientos de protestas. Surgió como candidato de oposición don José Joaquín
Cuadra a quien apoyó el General Estrada Vado, pero hubo fraude a favor de Martínez y
nuevamente se iniciaron las luchas armadas. Paradójicamente el General Estrada Vado se
apertrechó en San Jacinto, donde siete años antes había derrotado a los filibusteros.
Desde la histórica hacienda viajó a la Isla de Ometepe, presionado por las tropas del General
Martínez, decidiendo refugiarse en Costa Rica, en calidad de exiliado político el 24 de
abril de 1863, Martínez firma un documento lleno de ignominia, castigando como desleales y
traidores a los Generales Máximo Jerez, Fernando Chamorro y José Dolores Estrada Vado.
Son destituidos de sus grados militares y reducidos a la clase de soldados. El Héroe de San
Jacinto pasa la mayor parte de su exilio de cuatro años en Liberia, Costa Rica, con grandes
privaciones. Fechada en La Cruz, el 23 de julio de 1865, escribe a su amigo José de Pasos y
le cuenta que: "Yo estoy aquí haciendo un limpiecito para ver si puedo sembrar unas matas
de tabaco"...

Ascenso a General de División y muerte[editar]


Cuando asume la Presidencia, el General Fernando Guzmán Solórzano, en un acto de justicia
llama del exilio a Estrada Vado y el 1 de julio de 1869 le nombra General de División en
atención a sus méritos y servicios. Este mismo grado le había concedido en 1858 el gobierno
de El Salvador. Es indemnizado por el gobierno con novecientos diecinueve pesos y tres
reales sencillos.
Ya para entonces se celebraba el aniversario de la Batalla de San Jacinto. Al amanecer había
diana y salvas de artillería, por la noche se daba un banquete que ofrecía el Presidente
Guzmán al General de División Estrada Vado.
El Héroe llevaba una vida sencilla, frecuentemente se reunía con veteranos de la Guerra
Nacional a conversar, entre ellos los Generales Florencio Xatruch (hondureño) y Miguel Vélez.
A veces se juntaban en una comidería que tenía Andrés Castro Estrada a
tomar tiste en jícara cerca de donde es ahora el edificio de la Asamblea Nacional, vivía por
donde es ahora el Centro Cultural Managua, antiguo Gran Hotel, y sembraba unas tierras a
orillas del Lago Xolotlán por donde hoy es el barrio "Américas Dos".
El 27 de junio de 1869, el Presidente Guzmán en un gesto que enaltece a su gobierno,
nombró al General Estrada Vado como General en Jefe del Ejército de Operaciones de La
República, estaba por cumplir los 77 años y siempre se mantuvo soltero, llevando una vida de
austeridad y disciplina.
El 12 de agosto del mismo año falleció en horas de la mañana, en la capital Managua, a causa
de malestares hepáticos. Se ordenó duelo nacional, todas las autoridades de La República y
los militares del Ejército, llevaron por ocho días un listón negro en el brazo en señal de luto.
Los restos del General Estrada Vado fueron sepultados en el Templo Parroquial de Managua,
elevado a Catedral Metropolitana en 1913.
Al decidirse la construcción de la nueva Catedral (hoy Antigua Catedral de Managua), fueron
exhumados el 24 de mayo de 1929 y depositados en la Capilla del Palacio Arzobispal, bajo la
guarda del Arzobispo de Managua, Monseñor José Antonio Lezcano y Ortega.
En septiembre de 1933 se trasladaron a la cripta funeraria de la Catedral en construcción
(debajo del Altar Mayor). Los actos fueron solemnes. Primero, se llevaron los restos al Palacio
del Ayuntamiento, presidido por el Arzobispo, los miembros del Distrito Nacional. Se menciona
la presencia de dos veteranos de la Guerra Nacional, Manuel Borge y Jesús Chávez. Se hizo
presente el Presidente Juan Bautista Sacasa y su gabinete en pleno.

Se le declara Héroe Nacional[editar]


El 17 de agosto de 1971, siendo Presidente de Nicaragua el General Anastasio Somoza
Debayle, se promulgó el Decreto Legislativo No. 1889, el cual lo declaró oficialmente Héroe
Nacional, publicado en La Gaceta, Diario Oficial, No. 193 del 26 del mismo mes y año. En él
se dispone que el 16 de marzo y el 12 de agosto de cada año (fechas respectivas de su
nacimiento y muerte) sea izada la Bandera de Nicaragua en los edificios públicos y en todos
los centros de enseñanza del país. Este es el texto completo de dicho Decreto:
Augusto Nicolás Calderón Sandino (Niquinohomo, 18 de mayo de 1895-Managua, 21 de
febrero de 1934)1, más conocido como Augusto César Sandino, fue
un patriota y revolucionario nicaragüense.
Dirigió entre 1927 y 1933 la resistencia nicaragüense contra el ejército de
ocupación estadounidense en Nicaragua. Su lucha guerrillera logró que las tropas de los
Estados Unidos salieran del país, no sin antes crear la Guardia Nacional y poner a su frente al
general Anastasio Somoza García quien, a traición, acabaría ordenando asesinar a Sandino
por órdenes de la Embajada norteamericana.
Se le considera Héroe Nacional de Nicaragua y se le llama «General de Hombres Libres». Sus
ideales y enseñanzas fueron retomados años más tarde en la fundación del grupo marxista-
leninista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por Carlos Fonseca Amador, junto
a otros compañeros.2

Índice

Biografía[editar]

Casa natal de Augusto Calderón Sandino en Niquinohomo.

Calderón Sandino nació en Niquinohomo, el 18 de mayo de 1895, hijo ilegítimo de Gregorio


Sandino (un adinerado cultivador de café), y Margarita Calderón, una indígena sirvienta de
la plantación de su padre. En 1904, a la edad de 9 años, es abandonado por su madre y
enviado a vivir con su abuela materna. Más tarde es enviado a vivir con la familia de su padre,
donde debe trabajar como peón de la plantación para ganar su hospedaje.
En julio de 1912, a los 17 años, presenció la primera intervención de las tropas
estadounidenses en Nicaragua, frente a una sublevación liberal-conservadora en contra del
presidente Adolfo Díaz, que contaba con el apoyo de Estados Unidos. El general
liberal Benjamín Zeledón (originario de La Concordia) murió en combate el 4 de octubre al ser
desalojadas sus fuerzas de la fortaleza de El Coyotepe luego de feroces combates en La
Barranca, ambos sitios estratégicamente ubicados en la entrada de la ciudad de Masaya. El
general Zeledón fue fusilado por las tropas norteamericanas y conservadoras. El joven
Sandino quedó impresionado con la imagen del patriota, cuyo cadáver era llevado en una
carreta de bueyes por los Infantes de Marina para ser sepultado en el pueblo de Catarina.3
Árbol genealógico de Augusto Sandino
                              

 
 

8. Aparicio Sandino (España).  

            

4. Santiago Sandino Castillo  

            

     
 

9. Apolonia Castillo (Nicaragua).  

            

2. Gregorio Sandino López  

                  

     

5. Agustina López Oviedo  

                  
 

 
1. Augusto Nicolás Calderón
 
Sandino  

       

                        

3. Margarita Calderón Ruiz  

                        

 
4

Salida de Nicaragua[editar]
En 1921 hirió de bala a Dagoberto Rivas, hijo de un destacado conservador del pueblo, a
causa de unos comentarios que había hecho sobre su madre. Huyendo de la ley y de una
posible venganza de la familia de Rivas, Sandino viajó a la costa Caribeña de Nicaragua y
después a Honduras, donde trabajó como empleado en un ingenio de azúcar.
En 1923 emprendió viaje nuevamente, esta vez hacia Guatemala, donde trabajó en las
plantaciones de la United Fruit Company, y finalmente a Cerro Azul en Veracruz (México),
donde fue empleado por empresas petroleras establecidas en esa región.
Durante su estadía en México comenzó a tomar parte en diversos
grupos: francmasones, antiimperialistas, anarquistas, y comunistas revolucionarios. Aunque
recibió una fuerte influencia del anarcosindicalismo mexicano, Sandino se convirtió en un
ferviente defensor del nacionalismo y sobre todo del antiimperialismo, en particular en la
resistencia contra la ocupación estadounidense de Nicaragua.

Inicio de su lucha armada[editar]


Después del retiro de las tropas estadounidenses en agosto de 1925 y tras el vencimiento de
su pena en 1926, Sandino regresó a Nicaragua el 10 de junio. Se dirigió primero hacia su
pueblo natal, Niquinohomo, con la intención de iniciar un negocio, pero su proyecto fue
frustrado por Dagoberto Rivas, entonces alcalde del pueblo. Sandino se vio forzado a
abandonar nuevamente su pueblo natal, dirigiéndose hacia el Norte, a los departamentos
de Nueva Segovia, Madriz, Jinotega y Estelí, llamados comúnmente «Las Segovias».
En ese contexto, el 17 de enero de 1926, el caudillo conservador Emiliano Chamorro había
dado un golpe de estado al presidente Carlos José Solórzano (del Partido Conservador),
quien entrega el poder a su vicepresidente constitucional, Juan Bautista Sacasa (del Partido
Liberal). Chamorro obliga a renunciar a Sacasa y asume el poder. A su vez EE. UU. no lo
reconoce y lo obliga a renunciar, siendo sustituido el 11 de noviembre de 1926 por Sebastián
Uriza y éste a su vez, por Adolfo Díaz, el 14 de noviembre de 1926. Los liberales no aceptan
la violación flagrante de la Constitución, por parte de los conservadores y los
estadounidenses, y emprenden una nueva guerra civil, 5 conocida como Guerra
Constitucionalista (1926-1927),6 reclamando el regreso de Juan Bautista Sacasa al poder,
usando como base de operaciones la ciudad de Puerto Cabezas en el departamento
de Zelaya.
En medio de esta situación, Sandino procuró incorporarse al Ejército Liberal
Constitucionalista. En un primer momento acude donde José María Moncada, general en jefe
del Ejército Liberal del Atlántico, pero éste, receloso de Sandino, le negó las armas. Entonces
Sandino y sus hombres, ayudados por las prostitutas de Puerto Cabezas, recogieron del agua
un buen lote de armas y municiones que habían sido quitadas a Sacasa (los marines no las
habían destruido, sino que se habían limitado a arrojarlas al mar). Hecho esto, emprenden el
viaje a Las Segovias (su zona de operaciones) viajando en pipante por las aguas del río Coco.
Sandino organiza su grupo de hombres que llegó a ser conocido como "Los Montañeses", con
el cual ataca el cuartel conservador en el poblado de El Jícaro el 2 de noviembre de 1926.
Después de un exitoso bautismo de fuego, Sandino es reconocido en filas del Ejército Liberal
Constitucionalista por los jefes militares liberales, designado general en jefe del Ejército
Liberal de Las Segovias, convertida en base de su zona de operaciones hasta llegar a
controlar Jinotega.

Silueta del general Sandino, en la Loma de Tiscapa (Managua), creada por el sacerdote y


escultor Ernesto Cardenal.

Alcanzó varias victorias sobre las tropas conservadoras, lo que a su vez atrajo efectivos a su
columna, la llamada Columna Segoviana, que en su momento llegó a contar con 800 hombres
de caballería. En parte gracias a los triunfos de Sandino, los liberales tomaron la iniciativa en
la guerra y empezaron el avance general hacia el Pacífico.
A mediados de enero de 1927, el Ejército Liberal de Occidente, bajo el mando de su general
en jefe Francisco Parajón,7 entabla combate con las tropas del general Alfredo Noguera
Gómez en la zona de León y Chinandega, en un claro intento de desgastarlas y desarticular la
mayor concentración de tropas gubernamentales en el Occidente del país, lo cual logran tras
encarnizadas batallas. Poco después, en un exitoso operativo de despliegue, los liberales
toman el poblado de El Maniadero, y comprometen las posiciones gubernamentales en la
ciudad de Chinandega.
Finalmente, el 6 de febrero, los liberales tienden un cerco alrededor de Chinandega con el
objetivo de sitiarla. Durante la maniobra, las tropas gubernamentales son puestas en fuga
luego de cruentos combates. Poco después, los liberales estrechan el cerco sobre
Chinandega hasta romper sus defensas y tomarla, no sin antes librar una
encarnizada batalla cuadra por cuadra, que deja innumerables muertos y heridos en ambos
bandos. Ese mismo día, el presidente Nicaragüense autoriza al Mayor James J. Meade 8 para
que sus marines releven a las tropas Constabularias en la defensa de Managua, ya que con la
caída de Chinandega, la capital quedaba seriamente amenazada.
Chinandega fue recuperada por los Constabularios luego de varios días de cruentos
combates, y la destrucción casi total de la ciudad. El 19 de febrero, una compañía de marines
ocupó la ciudad, trayendo con ellos gran cantidad de alimentos y medicinas.
Para entonces, el número de marinos estadounidenses en Nicaragua había ascendido a 5000
y 464 oficiales norteamericanos se encontraban en el territorio participando activamente en los
conflictos internos de Nicaragua. [cita  requerida]
Viendo que ahora el peligro de una intervención directa de EE. UU. contra los liberales es
inminente, el jefe del ejército liberal, José María Moncada, decide pactar. Los
estadounidenses envían un representante plenipotenciario, Henry L. Stimson (quien años
después será Secretario de Estado del presidente Herbert Hoover) y Moncada, quien ya tenía
control sobre casi todo el país, se rinde a la entrada de Managua (en Tipitapa). Aceptó la
continuidad del gobierno conservador hasta las elecciones de 1928, en las que él (y no
Sacasa) será el candidato liberal (en una flagrante traición a quien en teoría era su jefe). A
este acuerdo firmado el 4 de mayo se le denominaría Pacto del Espino Negro.
Los únicos que se niegan a reconocer el ignominioso 'tratado de paz' fueron Sequeira en
Chinandega y Sandino en Nueva Segovia. Sandino se opuso a la paz impuesta por las
fuerzas de ocupación y se retira al inexpugnable cerro El Chipote, donde tenía su base
principal y como respuesta a la acción tomada por Moncada, Sandino manifestó una de sus
más célebres frases: «No me vendo, ni me rindo. Yo quiero patria libre o morir». Enarbolando
ahora una bandera roja (liberal) a la que decidió agregarle una franja negra, simbolizando con
esto que la lucha sería hasta conseguir la libertad o la muerte.

La guerra de Sandino contra los ocupantes


estadounidenses[editar]

La bandera de general Sandino, capturada por Marines estadounidenses en el año 1932.

Con apenas veintinueve hombres (eran 30 con él) y 40 rifles, Sandino inicia una guerra
nacional contra el invasor estadounidense y los gobiernos entreguistas de Díaz y Moncada;
animando primero a los campesinos neosegovianos y luego a todos los nicaragüenses a la
lucha armada.
El 2 de septiembre de 1927 Sandino, a través de un manifiesto, le da un giro a su lucha: ya no
se trata de una guerra civil, sino una lucha entre patriotas e invasores; pues tanto
conservadores como liberales habían pedido la intervención de los marines estadounidenses.
Como consecuencia de esto, en las calles, las personas solían decir: «Cinco liberales y cinco
conservadores suman diez bandidos».9
Poco a poco Sandino incrementó sus efectivos, hasta llegar a ser unos 6000, quienes
conformaban el llamado Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN); que buscaba
combatir a los infantes de marina estadounidenses, quienes acostumbraban violar mujeres
campesinas en los lugares que ocupaban.
En la histórica batalla de Ocotal10 acaecido el día 16 de julio de 1927, donde Sandino, después
de tomar casi toda la ciudad y obligar a los marines y a los Guardias Nacionales a
atrincherarse en las dos manzanas centrales, es forzado a la retirada luego de que sus tropas
fueran diezmadas por aviones de la marina estadounidense que bombardean y ametrallan la
ciudad. Sandino se retiró sin mayores problemas, mientras la población civil de Ocotal sufría
el primer bombardeo aéreo por un escuadrón de aviones de la historia de la aviación
militar; hacía tan solo seis meses antes que la ciudad de Chinandega había sufrido el primer
bombardeo aéreo de Centroamérica durante la batalla de Chinandega.11
En este primer combate, Sandino fue derrotado por el entrenamiento y poder de fuego de los
marines. Esto fue aleccionador para él, decidió emplear a partir de ese momento la guerra de
guerrillas.
El combate de "El Bramadero" (27 de febrero de 1928), donde las tropas de Sandino
infligieron una terrible derrota a una patrulla de «machos» invasores, es memorable porque en
la fase final del combate los sandinistas utilizaron los temibles machetes, herramientas de
trabajo del campesino nicaragüense convertidas en eficaces armas blancas capaces de
decapitar de un solo tajo a un hombre. A partir de ese momento los marines —quienes
llamaban «bandidos o bandoleros» a los hombres de Sandino— empezaron a llamarlos
«guerrilleros».
El combate duró 5 horas y media. Les avanzamos 400 rifles Lewis, 16 ametralladoras, 180 mulas, [...] 60
pistolas 45...
Sandino

Realizó diversas incursiones como el atacar y destruir la mina La Luz, propiedad del
exsecretario de Estado norteamericano Knox. Las acciones de Sandino le fueron dando fama
por todo el país y por los países de Hispanoamérica. Esa fama producía que muchos hombres
llegaran dispuestos a integrarse en sus filas. A mediados de 1928 el intelectual francés Henri
Barbusse le llamó «General de Hombres Libres».
Durante esta fase de la guerra Sandino contrajo matrimonio con Blanca Estela Aráuz Pineda ,
una confidente y estrecha colaboradora del EDSN como telegrafista desde San Rafael del
Norte, Jinotega. De este matrimonio nacería, en 1932, la única hija de Sandino: Blanca
Segovia, quien en 2017 aún seguía viva.12Su madre falleció poco después de su nacimiento
por complicaciones del parto.
A finales del mes de noviembre de 1928 el contralmirante D. F. Sallers le invitaba a abandonar
la lucha y obtener así los consiguientes beneficios. La respuesta de Sandino no se hizo
esperar:
La soberanía de un pueblo no se discute, sino que se defiende con las armas en la mano. La resistencia
armada traerá los beneficios a que usted alude, exactamente como toda intromisión extranjera en
nuestros asuntos trae la pérdida de la paz y provoca la ira del pueblo.
Sandino.
La formación de la Guardia Nacional[editar]
Notando los oficiales estadounidenses que los marines no eran capaces de derrotar a los
soldados de Sandino, decidieron emplear la táctica de enfrentar a nativos contra nativos. Por
lo tanto, dieron comienzo a la conformación de un nuevo ejército nicaragüense, la
llamada Guardia Nacional de Nicaragua, entrenado, equipado y financiado por EE. UU., y
comandado por oficiales estadounidenses. Si bien esto significó un aumento considerable de
las tropas que combatían a Sandino, no influyó en el curso de la guerra de forma significativa.
Lejos de ello, los sandinistas expandieron sus zonas de operaciones más allá de Las
Segovias alcanzando zonas de Jinotega, Matagalpa, Chontales, Boaco, Chinandega, León, la
Costa Caribe e incluso la capital de Managua, estuvieron dentro del radio de acción de las
tropas de Sandino. Las propiedades de los estadounidenses eran destruidas en los
numerosos ataques sandinistas (destino del que no se libraron las plantaciones de la United
Fruit Company), y los colaboracionistas que eran capturados eran sumariamente ejecutados
por considerarlos Sandino «traidores a la Patria».

La retirada estadounidense[editar]
Finalmente llega al poder en EE. UU. el presidente Franklin Delano Roosevelt. Obligado por
problemas domésticos de mayor importancia (la Gran Depresión), proclama la «política de
buena vecindad, lo que significaba la retirada de todas las fuerzas militares de EE. UU. de los
países de la cuenca del Caribe, incluyendo Nicaragua. Sin embargo, conscientes de su
derrota, ya desde hacía algún tiempo los marines preparaban su retirada: paulatinamente
dejaron de participar en los combates, y no sólo entrenaban clases y soldados, sino también
oficiales nativos.
En enero de 1933 las fuerzas estadounidenses oficialmente abandonaron el territorio
nicaragüense, sin haber podido matar o capturar a su enemigo, y menos aún vencerlo.

La paz[editar]
Una vez habiéndose retirado los estadounidenses, Sandino envía al nuevo presidente
liberal, Juan Bautista Sacasa, una propuesta de paz, que es aceptada. El 2 de
febrero de 1933 termina oficialmente la guerra; el ejército de Sandino, exceptuando a un grupo
de protección de 100 hombres, es oficialmente desarmado. La Guardia Nacional, quien aún no
es autoridad militar reconocida como tal en la Constitución, se hace cargo de la seguridad en
todo el país, lo que provoca abusos contra sus antiguos enemigos (los sandinistas) al estar
estos desarmados.
Sandino efectúa algunos viajes a Managua para hacer notar el incumplimiento de los
acuerdos por parte de la Guardia Nacional. En esos tiempos cuando Anastasio Somoza
García "Tacho" era el Jefe Director de la Guardia.

Asesinato[editar]
Sandino en la moneda de 1 córdoba.

Como jefe director de la Guardia Nacional, Somoza planeó el asesinato del general Sandino,
firmando un documento con 14 miembros de la Guardia Nacional. Tanto Somoza como
Sandino eran masones, y la masonería prohíbe que un masón le haga daño a otro masón de
manera directa. Entonces Somoza le ordenó al coronel Lisandro Delgadillo que asesinara a
Sandino.
En la noche del 21 de febrero de 1934, Sandino en compañía de su padre, Gregorio Sandino,
el escritor Sofonías Salvatierra (ministro de Agricultura de Sacasa) y sus lugartenientes
generales Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor, acudían a una cena en La
Loma invitados por el presidente Juan Bautista Sacasa ―tío político de Somoza―. A la salida
de dicho evento, el coche en el que viajaban fue detenido frente al cuartel y cárcel de El
Hormiguero (ahora, frente a su costado este, se encuentra el Campo de Marte) por un grupo
de soldados encabezados por el coronel Delgadillo, disfrazado de cabo de guardia. Los
detenidos pidieron que llamaran a Somoza, pero les respondieron que no podían localizarlo.
Por otro lado, la hija de Sacasa, habiendo presenciado la detención, le comunicó a su padre
sobre la misma, y Sacasa se puso en contacto con la embajada de EE. UU. para intentar
impedir el asesinato. Los guardias ingresaron en dicha prisión a don Gregorio Sandino (padre
de Sandino) y a don Sofonías Salvatierra, mientras a Sandino y sus generales Francisco
Estrada y Juan Pablo Umanzor, fueron conducidos a un predio baldío, conocido como La
Calavera, en las afueras de la ciudad (hoy barrio Larreynaga). A las 11:00 p. m., delante de
una fosa común previamente excavada y a la señal de Delgadillo, el batallón que custodiaba a
los prisioneros abrió fuego, asesinando a los tres con fusiles Springfield 1903
estadounidenses, calibre 7.62 × 63 mm y subfusiles Thompson estadounidenses de 11.43
mm. Según testimonio de Salvatierra, al oír los disparos de un pelotón de fusilamiento,
Gregorio Sandino dijo: "Ya los están matando. Siempre será verdad que el que se mete a
redentor, muere crucificado."13
Antes de enterrarlos, se llevaron los cadáveres para que Somoza los viera personalmente.
Mientras, él se encontraba en un recital poético en el Campo de Marte, hecho por la poetisa
peruana Zoila Rosa Cárdenas, que recitó poemas del nicaragüense Rubén Darío.
Esa misma noche, la Guardia Nacional asalta la casa de Don Sofonías Salvatierra (hoy
todavía en pie), muriendo un niño y logrando escapar el coronel Santos López abriéndose
paso a balazos y, posteriormente, huyendo hacia Honduras. El cadáver de este niño, así como
los de los tres generales del EDSN (incluyendo a Sandino), y el del hermano de este último,
Sócrates Sandino, muerto en un enfrentamiento con efectivos de la Guardia Nacional, fueron
enterrados en la fosa antes mencionada.
Al día siguiente (22 de febrero de 1934) la Guardia Nacional destruyó la cooperativa que
Sandino había establecido en el poblado de Wiwilí, matando o haciendo prisioneros a sus
integrantes. Dos años después, Anastasio Somoza García —quien llegó a afirmar que recibió
las órdenes del asesinato de Sandino del embajador estadounidense Arthur Bliss Lane—, se
haría con el poder del país, derrocando para ello al presidente Sacasa, quien era su tío
político.
En 1944, diez años después del asesinato de Sandino, los restos que habían sido enterrados
en la fosa de La Calavera fueron exhumados y llevados cerca del costado sur de la laguna de
Tiscapa para ser quemados, tirando luego sus cenizas al lago Xolotlán. Esto ocurrió debido a
las protestas estudiantiles de la Universidad Central de Managua que sucedieron ese año,
contra la reelección de Somoza a la presidencia.

Su legado[editar]
Hablad en las plazas, en las
universidades, en todas partes,
de ese general de América,
que se llamó Augusto César Sandino
Usadlo contra el panamericanismo
del silencio y que resuenen nuevas voces
de juventudes alertas en las atalayas,
pues la lucha de Sandino continúa.

—Miguel Ángel Asturias

Sin duda que la gesta libertaria y el legado de Sandino suscitó la admiración de muchos
intelectuales contemporáneos y posteriores, tanto en Hispanoamérica como en el resto del
mundo. Particularmente en Latinoamérica en donde su figura se erige como ejemplo
inclaudicable de la lucha por la independencia y autodeterminación de los pueblos. 14
Juan Santamaría (Alajuela, República Federal de Centro América (actual a Costa Rica), 29
de agosto de 1831-Rivas, Nicaragua, 11 de abril de 1856) es uno de los dos héroes
nacionales reconocidos oficialmente por Costa Rica, junto al expresidente Juan Rafael Mora
Porras, y uno de los 14 héroes nacionales de la campaña nacional de 1856 -1857 Costa Rica
Se le atribuye la quema del llamado Mesón de Guerra, en Rivas (Nicaragua) durante la batalla
del mismo nombre, el 11 de abril de 1856, en el marco de la Campaña Nacional de 1856-
1857 y la Guerra Nacional de Nicaragua. En dicho mesón, se encontraban
los filibusteros comandados por el estadounidense William Walker. En ese acto heroico, que
contribuyó a que los costarricenses lograsen ganar la batalla, perdió la vida. No fue sino hasta
35 años más tarde, en 1891, cuando se le empezó a idealizar como héroe nacional en medio
de una época determinante para la consolidación de la identidad costarricense.
El 15 de septiembre de aquel 1891 se inauguró la estatua de bronce elaborada por el escultor
francés Aristide Croisy en el Parque Juan Santamaría de Alajuela. Después se ha bautizado
con su nombre al principal aeropuerto del país, al Museo Histórico Cultural de la citada ciudad,
y se le han consagrado obras literarias, musicales y de artes plásticas, además de múltiples
estudios de carácter histórico, en parte motivados porque, a lo largo de los años, algunas
personas se han cuestionado su existencia.
El 11 de abril de 2011 marca la fecha en la cual Juan Santamaría es oficialmente declarado
por las autoridades costarricenses como héroe nacional, a pesar de que la fiesta cívica en
honor al soldado alajuelense se venía celebrando en el país ritualmente desde 1915. Para
muchos costarricenses, Juan Santamaría representa el vivo espíritu nacional en la forma de
un joven de cuna humilde que está dispuesto a dar la vida por la libertad de su pueblo y de su
país.

Índice

Datos biográficos[editar]
El futuro héroe fue hijo extramatrimonial de Manuela Santamaría Rodríguez, también conocida
como Manuela Gallego (mote con que se conocía a la familia Rodríguez en Alajuela, como
consta en la partida de nacimiento de Narcisa, madre de Manuela, y en las de sus tías María
de la Trinidad y Teresa Josefa) o Manuela Carvajal (debido a que su padre era Mateo
Santamaría Carvajal, quien en aquel tiempo utilizaba indistintamente sus apellidos paterno o
materno).1 Resulta claro que el apellido legítimo de Manuela era el de Santamaría, heredado a
Juan como hijo natural que era, aunque la documentación donde aparece registrado el
nombre de ella también hace ver el uso del apellido Gallego, mote que le aplicaban a su
madre y el de Carvajal, apellido usado frecuentemente por su padre. No se conoce el nombre
del padre de Juan, según consta en su fe de bautismo de la Parroquia de Alajuela, en la que
figuran las siglas "p.n.c" (de padre no conocido). 2 No obstante, en Meléndez y Duncan se cita
que fue hijo natural de un guanacasteco de etnia negra, de allí que fuera mulato.3 En algunos
textos se le atribuyen dos hermanos llamados Joaquina y Rufino, 4 pero la petición de pensión
de su madre dice con claridad que Juan era su único hijo. 5 A los diez años, ingresó en el
cuartel de armas aprendiendo a tocar el tambor.678 En su infancia y juventud, fue jornalero y
ayudante de albañil.678 Fue sacristán de la Iglesia de Alajuela y también sirviente de casa. 678
Sus amigos le apodaban El Erizo por su cabello ensortijado.9 En ocasión de la Campaña
Nacional de 1856-1857, ingresó en las tropas de su provincia natal comandadas por el coronel
Manuel G. del Bosque emprendiendo el viaje el 4 de marzo de 1856. 6810

Participación en la campaña contra los filibusteros[editar]


Véanse también: Campaña Nacional de 1856-1857,  Guerra Nacional de Nicaragua  y  William
Walker.

En 1853 en Nicaragua se estaba dando una guerra civil, debido a que los


partidarios liberales del bando democrático se habían alzado en armas contra el gobierno del
presidente Fruto Chamorro Pérez, cuyos seguidores formaban el bando legitimista, que se
hace fuerte en la ciudad de Granada.
Los democráticos, cuya plaza fuerte era la ciudad de León, contrataron por intermedio
de Francisco Castellón Sanabria y Máximo Jerez Tellería a los filibusteros del sur de Estados
Unidos bajo el mando de William Walker, quien se hizo con el control del gobierno y se
declaró presidente de Nicaragua.
Tras el descubrimiento de oro en California en 1848, se abrió al año siguiente la llamada vía
del Tránsito,11 por la que los viajeros que iban del este al oeste de Estados Unidos, se
desplazaban a San Juan del Norte. El barco que los esperaba allí los conducía por el río San
Juan y el lago de Nicaragua a La Virgen, donde tomaban diligencias que los dejaban en San
Juan del Sur, sitio en el que se embarcaban para California. El trayecto era a la inversa para
quienes iban del oeste al este de Estados Unidos.
El éxito de la vía del Tránsito incrementó el interés por construir un canal interoceánico, y
avivó la competencia entre Estados Unidos y Gran Bretaña, la cual culminó en la firma
del tratado Clayton-Bulwer11 en abril de 1850, por el cual ambas potencias se comprometían a
no tener un control exclusivo sobre el posible canal. En tales circunstancias, el interés de
Walker por consolidar su presencia en el sur de Nicaragua y el norte de Costa Rica se explica
porque tal dominio le garantizaría una posición estratégica en cualquier negociación para la
construcción del canal.12 Aunque Walker ganaba apoyo de los liberales nicaragüenses y de los
esclavistas de Estados Unidos, que veían la oportunidad de anexionar Centro América,
también surgía cierta aversión contra él en la zona e incluso en el Reino Unido. 131415
Juan Rafael Mora Porras, jefe de Estado de Costa Rica en ese entonces, tuvo la visión
suficiente para reconocer el peligro que implicaba el proyecto de Walker para la integridad
territorial de Costa Rica, por lo que llamó a la población a tomar las armas y marchar al norte,
a Nicaragua, a luchar contra el invasor extranjero. 16 Santamaría era tambor en el cuartel
de Alajuela y en esa calidad partió con el ejército costarricense.
Después de eliminar un pequeño grupo de soldados de Walker en la batalla de Santa Rosa,
las tropas costarricenses siguieron su ruta hacia el norte y llegaron a la ciudad de Rivas
(Nicaragua) el 8 de abril. Tres días después allí se produjo la segunda batalla de Rivas.

La segunda batalla de Rivas[editar]

La quema del mesón por Juan Santamaría (1896), óleo sobre tela, del pintor costarricense Enrique
Echandi17
Artículo principal: Batalla de Rivas (11 de abril de 1856)

La primera batalla de Rivas ocurre un año antes, en 1855, al llegar William Walker a


Nicaragua y enfrentarse contra fuerzas de ese país. Pero es en 1856 que los costarricenses
tendrían uno de las más recordados enfrentamientos contra los filibusteros.
El combate del 11 de abril en Rivas fue feroz. Los costarricenses no eran capaces de hacer
que los hombres de Walker salieran del llamado Mesón de Guerra, la casa que tenían como
centro de comando, y desde donde ellos tenían una posición de ataque ventajosa.
Según la historia secular, el 11 de abril de 1856, el general salvadoreño José María
Cañas sugirió que uno de los soldados avanzara hacia el mesón con una antorcha y la
incendiara. Como voluntario a la tarea se presentó el teniente Luis Pacheco
Bertora (cartaginés), quien lo intentó, pero cayó seriamente herido de tres balazos. 1819 Al caer
Pacheco, tomó la tea un nicaragüense que peleaba en las filas costarricenses, Joaquín
Rosales, pero cayó abatido por las balas antes de llegar al mesón. 1819 Juan Santamaría, de 25
años, se ofreció, con la condición de que, en caso de que muriera, algún otro soldado se
hiciera cargo de su madre.1819 Entonces tomó la antorcha, avanzó y fue mortalmente herido
por el enemigo.81020 Antes de morir, logró prender fuego al mesón y así contribuyó a la victoria
costarricense en Rivas.810181920

Reconocimiento y recuerdo[editar]
El reconocimiento de los méritos de Juan Santamaría como héroe de la Campaña Nacional de
1856-1857 surgió casi treinta años después de su hazaña en 1885, 21
El 25 de abril de 1885, se bautizan dos embarcaciones de guardacostas con los nombres de
"...MORA, en honor a los ilustres mandatarios de ese apellido y JUAN SANTAMARIA, en memoria del
heroico soldado de Alajuela."

cuando su memoria fue en cierto modo excavada de un pasado indiferente y se le glorificó al


punto de convertirlo en el héroe nacional de Costa Rica.
Desde el 15 de septiembre de 1891 es honrado con una estatua de bronce encargada por el
Gobierno, a través del diplomático costarricense en París, Manuel María de Peralta, al escultor
francés Aristide Croisy, en el parque de Alajuela que lleva su nombre y donde también hay
placas con los nombres de muchos otros soldados muertos durante la campaña. El museo
histórico cultural de esa ciudad lleva también su nombre, como asimismo el
principal aeropuerto internacional.
En 1915, bajo la administración de Alfredo González Flores y por iniciativa de un conjunto de
diputados de la provincia de Alajuela, que se decreta el 11 de abril a perpetuidad como la
fecha dedicada para conmemorar la gesta heroica del soldado Juan Santamaría. 22

Aeropuerto Internacional Juan Santamaría.


Otra estatua similar se encuentra en la Asamblea Legislativa de Costa Rica. La de Alajuela fue
colocada sobre un hermoso pedestal de piedra labrado a mano por el artesano italiano
Giuseppe Bulgarelli.
En 1980 el entonces presidente de Costa Rica Rodrigo Carazo gestionó con su vecino
presidente Daniel Ortega para hacer efectiva la repatriación de los restos mortales de Juan
Santamaría para ser enterrado en un proyectado panteón que llevaría su nombre en Costa
Rica. Los sandinistas entregaron un cofre que contenía supuestamente los restos de ese
héroe, pero para su sorpresa los médicos forenses descubrieron que no eran los del héroe ni
los de ningún ser humano, sino de un ciervo muerto, según consta en el informe de
investigación hecho para verificar la autenticidad. El gobierno costarricense no tuvo más
remedio que devolverlos, a pesar de la protesta del gobierno nicaragüense, que insistía en
que correspondían a los de Juan Santamaría. Nadie sabe a ciencia cierta dónde está
enterrado el héroe en Nicaragua.
No fue sino hasta el 11 de abril de 2011, cuando Juan Santamaría es reconocido oficialmente
como héroe nacional de Costa Rica por parte del gobierno de la presidente Laura Chinchilla
Miranda, aunque anualmente la fecha del 11 de abril se había venido celebrando en Costa
Rica como el día de Juan Santamaría, siendo una de las efemérides más importantes del país.

Monumento a Juan Santamaría[editar]


La estatua en bronce de Juan Santamaría fue realizada en Francia por el escultor Aristide
Croisy (1840-1889) y fundida por Eugene-Antoine Durenne. 23 La estatua, financiada por
suscripción nacional en 1887, fue inaugurada solemnemente en Alajuela, al mediodía del 15
de septiembre de 1891, según el Acuerdo núm. CDVI del 22 de agosto del mismo año, 2425
cuando era presidente José Rodríguez Zeledón (1890-1894). Se encuentra ubicada en el
parque de Alajuela que lleva el nombre del héroe.
Historia[editar]

Estatua de Juan Santamaría en el parque que lleva su nombre

Para la construcción del monumento se recurrió a diversos mecanismos, entre los que
destaca la iniciativa de las autoridades por acuerdo núm. XXX del 8 de junio de 1887, las
cuales promovieron una suscripción pública de donativos de la población. 26
Debido a que el dinero recolectado no fue suficiente, en julio de 1887, se asignó "la cantidad
de cinco mil pesos del Tesoro Público" para auxiliar la construcción del monumento.27
A la develación de la estatua, 2829 asistieron una comitiva oficial, la cual estaba compuesta, en
orden jerárquico de aparición, por el presidente de la república, los supremos poderes,
el Ministro de Serenísima Majestad Católica, altos dignatarios de la Iglesia y Camilo Mora en
representación de su padre, Juan Rafael, y de su tío José Joaquín. También participaron
Rafael Cañas en nombre del general José María Cañas, gobernadores y munícipes, cónsules
extranjeros, periodistas, miembros del Estado Mayor y el Comité Municipal de las fiestas de
Alajuela.
Las fiestas cívicas comenzaron el 14 de septiembre en la noche después de que llegó el tren
repleto de cartagineses, heredianos y josefinos. La ciudad de Alajuela se vio invadida de
visitantes que participaron en dos días de fiestas nacionales. Para las 8:00 de la noche se
tenía programado las iluminaciones y una retreta a cuatro bandas frente al bronce. El 15 de
septiembre como era costumbre, la ciudadanía despertó con las salvas de los cañones y la
música de las bandas por la población. Los actos oficiales empezaron con el arribo del señor
Presidente y su comitiva. Posteriormente llegó el tren de “inválidos de la Campaña Nacional”,
a los cuales se les hicieron los honores respectivos. Al mismo tiempo, se honraba a la comitiva
oficial con un banquete. Luego del brindis la comitiva oficial emprendió el camino y, al llegar a
la Plaza Principal, los esperaban las tropas que se habían formado ya. En el nuevo parque
había una enorme concurrencia para comenzar la ceremonia. Se calcula en más de 1.500 las
personas que asistieron a la develación. 30

La estatua a Santamaría, vista desde el sur

El primer orador fue el ministro de Guerra, Rafael Yglesias, quien hizo un recuento de los
actos heroicos de 1856 y 1857. Enfatizó en que la estatua era una recompensa al heroísmo
de Juan Santamaría, por lo que estableció que la Patria le abría hoy las puertas de la
inmortalidad. También invitó a los soldados a imitar su ejemplo, y agradeció la presencia a los
representantes de los Mora y los Cañas y a los “inválidos de la Campaña, [a quienes
llamó] restos mutilados de aquel ejército.” Yglesias terminó en forma emotiva su discurso al
decirle a la concurrencia que se prepararan “para saludar al héroe de Rivas, al soldado
heroico del 11 de abril de 1856. ¡Compañeros de armas de Juan Santamaría, descorred el
velo que lo cubre, mostradlo a la posteridad!”30
Un dato curioso es, que al descubrirse la estatua, en la ceremonia del 15 de septiembre de
1891, los soldados veteranos de la Campaña Nacional señalaron que el parecido físico con el
“Erizo” era incuestionable; sólo que Santamaría era “más cargado de espalda". Posterior a la
develación de la estatua, Ricardo Jiménez ofreció un discurso. A continuación lo hizo como
orador invitado, Marcelino Pacheco, quien en su disertación comparó el reconocimiento de la
heroicidad de Juan Santamaría con el proceso que tuvo que pasar Cristo para ser aceptado
como redentor. Al finalizar los discursos, el poeta costarricense Luis Flores leyó unos versos
extensos y viriles, los cuales al igual que los discursos fueron reproducidos por la prensa. 31 A
continuación se entonaron tres diferentes versiones del Himno Patriótico a Juan Santamaría:
uno compuesto por Emilio Pacheco, musicalizado por Rafael Chaves y cantado por jóvenes,
señoritas y niñas de Alajuela, quienes al finalizar su participación depositaron,
individualmente, una corona a los pies de la estatua. Segundo, el himno compuesto por Emilio
Pacheco Cooper, musicalizado por Pedro Calderón Navarro y dirigido por el maestro José
Campabadal, cantado por ciento cincuenta miembros de la sociedad cartaginesa, y el tercer
himno fue compuesto por el herediano Gordiano Morales. Esta versión fue ejecutada por las
cuatro bandas (Alajuela, Heredia, San José y Cartago). No se cantó la letra por no disponer
del tiempo suficiente en Heredia para organizar un coro para tal efecto. Finalmente, se
interpretó el pasodoble Juan Santamaría, compuesto por Octavio Morales con la letra del
poeta Emilio Pacheco Cooper. Al ritmo del pasodoble comenzó el desfile del ejército, seguido
por el cuerpo de inválidos. Con esta actividad finalizaron los actos oficiales enfrente de la
estatua.3031 La importancia de las actividades musicales evidencia el papel determinante que la
música tuvo en la conformación de la nacionalidad costarricense. 32

El monumento a Santamaría con un cañón delante

El poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), durante una breve estancia en el país en


1891, se percató de la importancia de este nuevo símbolo patrio. Sobre la develación de la
estatua del “gran héroe”, el bardo nicaragüense señaló en las páginas de La Prensa Libre, en
su edición del 23 de septiembre de 1891, lo siguiente:
¡Bello fue aquel final…cuando hizo descubrir el monumento y apareció el ‘Erizo’ con su tea empuñada!
Fue un formidable grito universal. Las bandas hicieron estallar en trueno marcial y armónico, el himno
patrio, vivo y sonoro; las mujeres en los balcones agitaban los pañuelos y buscaban las flores del
corpiño; lloraban con ardiente y súbito júbilo, los caballeros de sombrero de pelo y los trabajadores de
chaqueta y sombrero de pita; se mezclaban los aplausos y los gritos, al canto militar de los cobres, al
ruido de los tambores del ejército, al clamor agudo y vibrante de las cornetas. ¡Y temblando de emoción,
los inválidos de las viejas batallas y los soldados nuevos, presentaban las armas! Los más altos honores
se le hicieron al gallego, en tanto que sonaba con estruendo poderoso, las salvas que daban al
viento,los infantes y los artilleros.30

A su vez, le dedica un homenaje:


¡Bronce al soldado Juan!

¡Música e himnos al Mestizo! ¡Gloria al que se sacrificó por la libertad bajo el triunfante pabellón de su
tierra! Apoteosis al hombre mínimo, cantado la primera vez por la palabra hímnica y fogosa de Álvaro
Contreras, celebrado por los versos de los poetas nacionales,
eternizado en el metal de la inmortalidad por el cincel del artífice europeo, y cuyo nombre y recuerdo
vivirán por siempre en el corazón de todos los costarricenses

Rubén Darío, 1891.33


Características de la obra[editar]

El escultor Aristide Croisy

El modelo que utilizó Aristide Croisy para diseñar la estatua fue un joven militar que ya había
trabajado con el escultor francés para anteriores monumentos. 24 La elección del modelo para
la representación estatuaria del héroe nacional costarricense, evidentemente, no buscó la
similitud con los rasgos mulatos de Santamaría. 24
El monumento a Juan Santamaría, está conformado por tres partes: las dos superiores
corresponden a la escultura en bronce propiamente como tal y al pedestal con los relieves. La
tercera parte corresponde a un zócalo, que es de piedra trabajada por un maestro artesano de
nacionalidad italiana, residente en Costa Rica a finales del siglo, Giuseppe Bulgarelli. La figura
del soldado Juan mide 2.25 metros de alto y está colocada sobre un pedestal de mármol con
dos bajorrelieves alusivos a los sucesos del 11 de abril de 1856, firmados por Gustave Deloy.

Exaltando a los soldados para quemar el Mesón de Guerra, bajorrelieve de Deloy


Los bajorrieleves se ubican a los costados del pedestal:el del lado sur se titula Exaltando a los
soldados para quemar el Mesón de Guerra, en el que se aprecia a Santamaría salirse del
rango cuando se hace la memorable pregunta: “¿Quién se atreve a incendiar el Mesón?” y el
del norte, El incendio del Mesón de Guerra, Rivas, Nicaragua, en el que se ve al soldado ya
moribundo, a punto de expirar.34
Coronando el sobrio y macizo pedestal de granito y mármol de 4.54 metros de altura, la
estatua de Juan Santamaría, de 2.25 metros de alto, simetría perfecta y rasgos idealizados, se
impone, frontal y desafiante, en actitud de incendiar el Mesón, empuñando en la mano
derecha la tea llameante y fulgurante, símbolo de la libertad, mientras que en la izquierda lleva
el fusil-bayoneta. Además, su altura es superior a la real. La medida de la estatua,
exageradamente elevada respecto al promedio de los ciudadanos-espectadores, es una forma
de enfatizar sus proporciones heroicas y su masculinidad, conectando, de esta forma, su
grandeza física con las glorias de la nación costarricense. 24

El incendio del Mesón de Guerra, Rivas, Nicaragua, bajorrelieve de Deloy

La intención de imponer este estilo en la monumentalidad a Santamaría es un tributo a su


calidad de héroe, que así mismo lleva implícita la idea de un “santo secular”, susceptible de
culto cívico y laico. Muerto el humilde “hijo del pueblo”, su estatua no podía suscitar sino el
efecto de presencia de una “hermosa encarnación del heroísmo”.24 El plinto de la estatua está
flanqueado de ramos de palmas, robles y laureles, emblemas del triunfo y de la gloria, y con
el escudo de Costa Rica, en un lugar prominente. Están también presentes cabezas de leones
simbolizando la fuerza, el valor y la soberanía nacional. Todos esos elementos alegórico-
decorativos están fundidos en bronce. Las inscripciones en caracteres mayúsculos, rezan así:
“JUAN SANTAMARÍA /11 DE ABRIL DE

1856” (al frente en el pedestal), ”MONUMENTO ERIGIDO POR SUSCRIPCIÓN/ PÚBLICA CON EL
CONCURSO DEL GOBIERNO / AL HÉROE MUERTO POR LA PATRIA EN LA / BATALLA DE RIVAS
DE LA GUERRA NACIONAL / CONTRA LOS
FILIBUSTEROS”(detrás)24

Himno Patriótico a Juan Santamaría[editar]


Este himno fue compuesto en el año de 1891 por los costarricenses Pedro Calderón Navarro
(música) y Emilio Pacheco Cooper (letra). Fue entonado por primera vez durante la develación
de la estatua de Juan Santamaría el 15 de setiembre de 1891. 35 Su entonación es parte de los
actos cívicos del 11 de abril que conmemoran la batalla de Rivas.
Himno Patriótico a Juan Santamaría

Música: Pedro Calderón Navarro


Letra: Emilio Pacheco Cooper
Cantemos ufanos la egregia memoria
de aquel de la patria soldado inmortal,
a quien hoy unidas la fama y la historia
entonan gozosas un himno triunfal.
Cantemos al héroe que en Rivas, pujante,
de Marte desprecia el fiero crujir
e, intrépido, alzando su tea fulgurante
vuela por la patria, sonriendo, a morir.
Miradle, en su diestra la tea vengadora
agita, y avanza de su hazaña en pos;
la muerte, ¿qué importa truene asoladora,
si siente en el pecho las iras de un dios?
Y avanza y avanza; el plomo homicida
lo hiere sin tregua e infúndele ardor,
y en tanto que heroico exhala la vida
se escucha el incendio rugir vengador.
¡Salud noble atleta!, tu nombre glorioso
un pueblo que es libre lo aclama hoy por doquier:
un pueblo que siempre luchó valeroso,
pues sabe que es grande, “cuál tú”, perecer. 36

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