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Dirigido a
IV de etapa configuradora
Derecho Canónico
Garzón – Huila
2020
La vida consagrada del mañana
La renovación de la vida consagrada impulsada por el Concilio Vaticano II ha sido una de las
dinámicas más claras en la línea de continuidad de lo vivido desde el Concilio hasta nuestros
días. Y es en éste concilio donde por primera vez se toca este tema sobre la vida consagrada con
tato acento. La motivación del autor del artículo es señalar cómo el documento conciliar, en su
animado a la vida religiosa para responder a los retos y desafíos que el mundo le ha venido
presentando a lo largo de estos años. Presenta varios puntos donde puntualiza el camino a seguir
Fidelidad: la adecuada renovación a la vida religiosa. Se ha de tomar las disposiciones dadas por
el Concilio como un aire de renovación para el bien de este estilo de vida en la entrega fiel a
Cristo, buscando dar una mirada a las fuentes, una vuelta al origen; se trata de un nuevo
Se trata de responder con nuevos aires y nuevo impulso a los interrogantes ¿de dónde venimos?
¿quiénes somos? ¿qué hacemos? ¿para dónde vamos? El Concilio apuntaba así a responder a la
fundamento; renovar hoy la vida consagrada respondiendo a lo pedido por el Concilio Vaticano
II, exige fundamentarla en Jesucristo: sentido único de nuestro modo de ser y de proceder.
Fidelidad al carisma congregacional. Siendo llamados por Dios a un estilo de vida especial, no
deben olvidar que no son religiosos por sí mismos, sino que están unidos a una comunidad que
posee un carisma especial. Por eso deben ser fieles a la Iglesia desde la congregación a la cual
están unidos; Tal fidelidad reside en reconocer que son consagrados en virtud del don, del regalo
que hace Dios a la humanidad, y en comunidad, entregarse a Dios, por medio de la Iglesia. El
deseo del CV II es que la fidelidad a la congregación exija, cree, mantenga y estimule relaciones
Fidelidad a la Iglesia. El campo de acción donde se coloca al servicio los dones de cada
plena comunión con el querer de Dios manifestado por el Espíritu Santo; también es en la Iglesia
donde siguiendo las normas establecidas por la misma, pueden trabajar en la obediencia,
comprendiendo así, que su labor no se realiza de forma aislada, sino en comunidad, y para la
comunidad eligiendo dónde debe estar apoyando la acción evangelizadora cada comunidad con
su carisma especial, que iniciado por su fundador, tiene como objetivo, servir donde la Iglesia así
lo disponga, o lo necesite.
Fiel a la misión. El llamado de todo cristiano es a la misión, con mayor razón los consagrados
es otra cosa que servidor de la misión de Cristo. Su misión hoy no puede desconocer el diálogo
con los otros, la justicia y la cultura. Está llamado a responder a un mundo que necesita
No es alguien que se encierra en sí mismo, que no comparte su vivencia del evangelio; es alguien
que entrega su vida por los demás, tanto en la oración, como en la misión de comunicar a Cristo
a sus semejantes, e incluso a quienes no lo conocen y más aún, a quienes no los quieren conocer
de manera innovadora, capaz de penetrar en los corazones más lejanos del mensaje de salvación.
Fidelidad a los consejos evangélicos. Cada comunidad posee un carisma especial, el cual
contribuye a la evangelización en la Iglesia; pero todas deben observar y tener como norma base
irremplazable, los consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia. Exige dejarlo todo,
darlo todo por amor a Dios y a su Reino. Se trata de vivir la dinámica del vaciamiento: el
evangélica se pone al servicio de los pobres. Por amor dejarlo todo y darlo todo por aquel que lo
llama, buscando la libertad del espíritu desapegando de su vida los bienes que le puedan robar la
paz. Exige un amor radical en la castidad, donarse al Señor por completo, buscando una madera
pecadora; debe donar esa parte de su ser por el Reino de los Cielos. Como Cristo es obediente al
Padre, así debe considerarse la virtud de la obediencia en los consagrados, reconocer con fe en la
En fidelidad al Concilio, un camino por recorrer. El deseo del Concilio es que los religiosos
descubran su identidad, que aprecien su autenticidad y que en libertad amen su el llamado hecho
por Dios entregarse por Él. En un camino difícil, secularizado, debe afianzarse en su
llamado para que así puedan afrontar los desafíos que el mundo presenta, que en muchas