E l concepto estrés proviene del término inglés stress y está asociado al estado que se produce a partir de hechos que generan agobio o angustia.
Entre el 1910 y el 1920, un médico, Cannon, utilizó el término stress
por primera vez para indicar una reacción de alarma producida en el organismo por un estímulo externo.
El científico canadiense Hans Selye, en un artículo aparecido en 1936,
analiza que esta reacción de alarma es independiente del tipo de agente estresante. Él se preguntó: ¿Cómo era posible que las cobayas independientemente del tipo de sustancia nociva inoculada, reaccionasen produciendo la misma hormona (cortisol), y mostraban una atrofia (transformándose en más vulnerables a las infecciones)? Selye concluyó, que debía encontrar una respuesta biológica fundamental, independiente del tipo de agente estresante, y caracterizada por la activación de un eje vital, ligado a dos glándulas endocrinas que producían un complejo de síntomas y de modificaciones biológicas asumibles en la definición de síndrome general de adaptación.
El estrés es, por lo tanto, una adaptación del organismo a la modificación de su homeostasis interna producida por un agente estresante.
Las fases descritas por Selye son tres:
1. Alarma: el organismo moviliza sus defensas produciendo
adrenalina y noradrenalina (Hormona del sistema nervioso central y periférico que aumenta la presión arterial y el ritmo cardíaco y que actúa como neurotransmisor). 2. Resistencia: si el estrés persiste el organismo aumenta la producción de cortisol, un potente anti-inflamatorio, pero que tiene el efecto colateral de deprimir el sistema inmunitario. 3. Agotamiento: se registra el agotamiento de la glándula suprarrenal y el animal de experimento, ya no está protegido por el cortisol y muere.
En los últimos 30 años, miles de trabajos científicos han demostrado
que no solamente los ratones, sino también los seres humanos, activan la misma respuesta fundamental frente a la agresión de un virus, a una amenaza física, a una emoción intensa, o de frente a
cualquier otro estímulo ambiental registrado por nuestros sentidos y elaborado por nuestro cerebro.
Examinaremos, en otro momento, las características de esta respuesta
del organismo y lo haremos detalladamente, ya que el simple conocimiento es ya parcialmente suficiente para resolver el problema. Ahora, nos detendremos en un aspecto fundamental de la respuesta de adaptación: los estímulos son registrados por nuestros sentidos y elaborados por el cerebro. El mecanismo es más o menos el siguiente; un agente externo (O INTERNO) estimula los receptores del tacto, del gusto, del olfato, de la vista o del oído (uno solo o también, frecuentemente, todos juntos), por lo tanto, produce una sensación que es por definición, un fenómeno subjetivo debido a la estimulación de un órgano de los sentidos. El material percibido, es enviado a través del sistema nervioso a nuestro cerebro y solamente aquí, se produce la decodificación de la sensación. El cerebro, en el trabajo de decodificación, procede por analogía, por lo tanto, tiende a asimilar cosas y situaciones diferentes en base a la semejanza, con un proceso de generalización que es muy útil para el aprendizaje, pero que algunas veces puede crear problemas.
Una vez tenida la percepción (todo sucede en poquísimos instantes)
el organismo se prepara para responder al evento y si éste es valorado como estresante se activa el eje hipófisis-glándula suprarrenal. En este punto, podemos extraer algunas conclusiones: en el caso de la ingestión de un veneno, de la agresión de un virus, o de la presencia de un estímulo ambiental como el exceso de frío o de calor, podemos interpretar objetivamente estresante la situación aunque existan respuesta individuales muy diferentes (hay quien soporta bien el calor pero tolera mal el frío, hay quien es inmune a la agresión de ciertos virus, etc…): en el caso de un estrés psicológico, es decir, cuando nos encontramos ante una situación desagradable por cualquier motivo, es fundamental la percepción que tendremos del evento para establecer el tipo de respuesta.
La activación del eje hipófisis-glándula suprarrenal ha sido de fundamental importancia para la supervivencia del hombre primitivo, ya que les ha permitido afrontar con la máxima rapidez y precisión las agresiones por parte de una naturaleza hostil que con frecuencia atentaba contra su vida. De frente al ataque de una fiera, el hombre primitivo (pero lo haría también el hombre moderno) reacciona en un instante (huyendo o defendiéndose) ya que la respuesta inmediata al estrés no depende de la razón sino de la mente instintiva, del sistema límbico, que podemos definir como `` un cerebro en el cerebro´´ que el hombre comparte con todos los mamíferos.
Este mecanismo ha sido preciado durante millones de años y la
selección natural ha premiado a aquellos individuos que eran más reactivos de frente a los peligros. Pero hoy en día estos mismos individuos premiados por la selección natural están en una gran desventaja ya que los estímulos estresantes, si bien son de menos entidad, se han convertido en muy numerosos, precisamente a causa del tipo de sociedad en la cual vivimos y, por lo tanto, parecen ser privilegiados, aquellos que se lo toman con calma. Estamos en el coche y el tráfico nos pone nerviosos, luego a lo mejor alguno no nos da la preferencia en un cruce, en la oficina discutimos con un compañero o nos regaña el encargado, en familia, nuestros hijos no comprenden nuestro cansancio y reclaman atención, una discusión con la pareja, una llamada de teléfono desagradable, etc… tantas pequeñas situaciones que no ponen en peligro nuestra vida pero que son suficientes para activar la respuesta de estrés. Las personas particularmente reactivas de las que hablábamos antes pueden tener la vida arruinada por estos pequeños problemas, en cuanto su organismo, bombardeado por agentes estresantes no consigue ya desactivar la respuesta de adaptación con la consecuencia de llegar, antes o después, al agotamiento como hemos visto que sucede con los animales de laboratorio.
La noticia positiva es que existen personas que son inmunes al estrés y teniendo en cuenta que no son normalmente los eventos de grandes dimensiones los que nos arruinan la vida, sino muchos y continuados pequeños agentes estresantes, tenemos la posibilidad de modificar nuestra respuesta al estrés aplicando modelos y reprogramando el cerebro emotivo gracias a las técnicas suministradas por la PNL.
El punto de partida es que, cuando se trata de estrés psicológico (y en
muchos casos también en presencia de un estrés físico, debido por ejemplo, a una enfermedad) es siempre posible interpretar de modo diferente y de manera positiva (o por lo menos neutra) el evento estresante. Obviamente esto no sucede a través de la voluntad, que depende de la razón, sino reprogramando directamente el cerebro emocional, dado que a él se debe el tipo de respuesta al estrés. Es evidente para todos, que algunos interpretan como un evento fuertemente estresante tocar en un concierto, mientras que otros directamente se exaltan y lo viven como un estímulo excitante, fuente de gran placer (con todas las posibilidades intermedias). ¿De qué depende? El cerebro, después de recibir la información de los órganos de los sentidos, interpreta el material comparándolo con lo que tenía precedentemente almacenado en la memoria y lo codifica procediendo por analogía, por lo tanto, por ejemplo, estar delante del público para tener un concierto, puede ser asimilado al hablar en público, o bien, a hacer un examen, etc. Si el cerebro emocional cree que el evento es una amenaza, activa el eje hipófisis-glándula suprarrenal.
El primer objetivo de los próximos temas, será el de aprender a
modificar las respuestas del organismo ante el estrés, con la consecuencia que no solo nuestras interpretaciones serán mejores, sino que será también mejor la calidad de nuestra vida. Veremos como la comida puede ser un potente modulador hormonal; hablaremos de los últimos descubrimientos relativos a la asunción regular de ácidos grasos Omega 3; hablaremos de los efectos del relajamiento muscular (cualquier agente estresante comporta tensión
muscular y el cuerpo humano está compuesto en el 80% por músculos) y pondremos en práctica algunas técnicas simples de distensión muscular; haremos ejercicios prácticos para aprender a gestionar la frustración, el fracaso y todas las emociones negativas, con las cuales deberemos necesariamente exponernos a ellos para mejorar; utilizaremos técnicas de auto-hipnosis para reprogramar el cerebro emocional y para optimizar el estudio a través de la visualización guiada.