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Los retos de las políticas públicas a debate en la Cátedra Inés Amor

 La cultura es el cuarto pilar de la sostenibilidad: Inés Sáenz


 Es un sector productivo que también genera riqueza: Enrique Vargas
 Las políticas culturales han entrado en crisis, urge reformularlas y
decontruirlas: Alfons Martinell

René Chargoy Guajardo

La Cátedra Internacional Inés Amor organizó una serie de pláticas en torno al tema
El reto de las políticas culturales, sus modelos y perspectivas, como parte del
programa El sector cultural tras la pandemia: reflexiones críticas. Notas virtuales.
Fueron cuatro videocharlas que se trasmitieron en vivo del 17 al 20 de agosto. El
primer foro se denominó Cultura y desarrollo sostenible en tiempos de pandemia, y
lo moderó Inés Sáenz Negrete, académica e investigadora del Instituto Tecnológico
y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Ciudad de México. En este diálogo
participaron los expertos en política públicas culturales Alfons Martinell y Enrique
Vargas.

De inicio Sáenz Negrete consideró a la cultura como el cuarto pilar de la


sostenibilidad, y dijo que encarna el deseo de que las generaciones futuras hereden
un mundo no menos abundante. Previo a darles la palabra a sus dos invitados
planteó que el desarrollo sostenible y el florecimiento de la cultura son
interdependientes, que ésta no es parte de un sector, sino transversal a toda la
sociedad, además de que es un derecho que otorga a cualquier comunidad
memoria, identidad, pensamiento crítico, creatividad e innovación.

Enrique Vargas, funcionario cultural y productor teatral, afirmó que la cultura es un


sector productivo que también genera riqueza, y reparó en que se necesitan
políticas culturales audaces que no solo queden en el diagnóstico. Sobre la actual
coyuntura por la pandemia dijo que el confinamiento ha propiciado una nueva etapa
en la reflexión que propicia otro tipo de diálogo, éste reorientado hacia los nuevos
horizontes de la gestión cultural y las políticas públicas culturales. En tal panorama
emergente, consideró, es vital la construcción de puentes en la gestión cultural, con
la intención de reforzar la colaboración, la coproducción y la corresponsabilidad en
dicho ámbito. “Tenemos ya una nueva generación de gestores culturales a los que
debemos darles nuevas herramientas”, apuntó.

Para Alfons Martinell, director honorifico de la Cátedra de la UNESCO Políticas


Culturales y Cooperación, las políticas culturales han entrado en crisis, por lo que
urge reformularlas y decontruirlas. Ya no deben ser vistas como una acción
graciable del Estado, sino como un derecho de los ciudadanos. “Hay que construir
otra institucionalidad cultural, al igual que sus prácticas”. Evidenció que durante el
confinamiento la gente ha reorganizado su vida cultural desde sus hogares, pero
también refirió que quedó al desnudo la brecha existente en lo cultural, debido a lo
desigual de la conectividad, situación que margina a una parte considerable de la
población mundial. Esto mismo lo llevó a valorar que el acceso a Internet se está
convirtiendo en un derecho cultural básico. En otro momento de su participación
resaltó que durante la pandemia hemos aprendido a satisfacer nuestras
necesidades culturales desde el encierro, a través de plataformas gratuitas.

Vargas coincidió en que el confinamiento ha propiciado una nueva etapa en la


reflexión sobre las nuevas dinámicas de interacción que facilita la tecnología, y
sostuvo que con las herramientas de hace 5 o 10 años no se puede enfrentar los
nuevos retos de digitalización que tienen sociedades tan desiguales como la
nuestra. “La digitalización abre un campo de oportunidad, a la vez que pone en
claro quién tiene acceso y quién no”, dijo.

Martinell entiende la cultura como un sistema, pues desde su perspectiva una visión
sistémica nos acerca más a la relación entre ésta y el desarrollo sostenible, aunque
precisó que no todo lo que hace el sistema cultural es por sí mismo desarrollo. Puso
de relieve que la cultura es un gran generador de condiciones de capacidades
imprescindibles para el desarrollo humano sostenible, por lo que siempre es
favorable ser más proactivos en este campo del conocimiento humano, y así dejar
un valor agregado a la sociedad. Enseguida remató: “La cultura genera convivencia,
autoestima, identidad, sociabilidad y cohesión social, crea ambientes propicios a los
aprendizajes en general. Los lenguajes artísticos forman parte de este entramado
para entender el mundo contemporáneo”.

El también gestor cultural, Enrique Vargas, mencionó en una de sus últimas


intervenciones durante este foro, que se requiere trabajar mucho en la recuperación
de la confianza a los espacios públicos para la cultura. “La experiencia en vivo tiene
que volver. Los museos, teatros y salas de concierto tendrán que reinventarse en
un nuevo dialogo con su público”. En otro orden de ideas expresó: “Sabemos que
vienen años malos para la financiación de la cultura. Esa nueva realidad nos obliga
a no depender solo de los presupuestos públicos, se requerirá del concurso de otros
actores además del Estado. Con mayor razón, es conveniente apostar por una gran
inversión en la formación de gestores culturales”.

Vargas y Martinell estuvieron de acuerdo en señalar en que es prioridad redoblar


esfuerzos y ser más imaginativos; impulsar el dialogo para avanzar hacia el nuevo
diseño de una cultura a escala global; reconocer lo que la cultura y sus industrias
aportan a la sociedad; tener muy en cuenta que en diversos sectores ya hay una
gran apertura para entender su valor estratégico en muchos ámbitos; y buscar más
fuentes de financiación, dado que la falta de recursos provoca un deterioro de la
cultura.

Ambos destacaron que la cultura está enraizada en nuestras prácticas sociales y


que la idea es seguir sumando, establecer territorios de debate para incidir en el
diseño de políticas públicas en lo general, y particularmente en las culturales.

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