Está en la página 1de 1

1 El mundo del revés

2
3 "Ellos están libres. Los que estamos entre rejas somos nosotros", dijo hace poco tiempo una
4 vecina de San Isidro (Buenos Aires. La mujer vive frente a La Cava, peligrosa villa miseria de este
5 suburbio porteño y se refería al hecho de que los delincuentes no suelen pasar más de dos días en un
6 calabozo, pero los pobladores honestos de la zona están obligados a poner rejas y candados en sus casas
7 ante el asedio de ese circuito criminal. La situación sigue prosperando en la Argentina con variados
8 ejemplos: el dueño de una cervecería del barrio de Colegiales denunció haber sido asaltado dos veces en
9 24 hora, mientras la rapiña y el hurto se extendían con abundantes episodios veraniegos a los balnearios
10 (Pinamar, Mar del Plata) y otros sitios aptos para las vacaciones (Bariloche, Córdoba, y hasta Jujuy),
11 dejando saldos a menudo trágicos. Cuando miran hacia el barrio Borro, los montevideanos saben que a
12 nivel local se repite ese mundo del revés: los criminales (y los menores infractores) salen en libertad o
13 escapan al brazo de la ley, pero los buenos ciudadanos viven enrejados y con miedo.
14 Como el proceso también florece en Brasil, con datos muy recientes de Florianópolis y
15 alrededores, ha nacido una redituable industria: La construcción de safe rooms o habitaciones blindadas,
16 que se acorazan dentro de las casas de gente rica como respeta a la eventualidad de un asalto o un
17 secuestro. En una oferta que abarca desde el precio básico de 14.000 dólares, hasta modelos de 90.000
18 dólares, esos refugios ya existen en 320 residencias de San Pablo, pero han comenzado a fabricarse en
19 zonas opulentas de Río de Janeiro como la Barra de Tijuca, donde la empresa Absolut Blindagen
20 Arquitectónica dispone en estos días de quince pedidos. Según la publicidad, un safe rom incluye línea
21 telefónica independiente, sistema de radio, circuito de vídeo para abarcar el resto de la casa, ventilación y
22 aire acondicionado, baño completo, televisión, frigobar, horno microondas, alimentos, muebles y hasta
23 objetos decorativos.
24 Pero sobre todo el búnker ofrece un blindaje en puertas, paredes, ventanas y garajes "inaccesible
25 para intrusos, con muros capaces de resistir a los tiros de ametralladoras o de fusiles automáticos" donde
26 la familia podrá "resistir una semana". La habitación del pánico con Jodie Foster ya adelantaba el uso de
27 esos blindajes en una casa de Nueva York, pero ahora el recurso aterrizó en Sudamérica y podrá
28 extenderse en el futuro a otros países si el deterioro en materia de seguridad sigue avanzando hacia un
29 enloquecimiento colectivo.
30 Aquella mujer de San Isidro dijo la verdad, pero se quedó corta: las rejas ya no bastan y tampoco
31 las alarmas o los vigilantes privados. En adelante, los sectores sociales más expuestos deberán encerrarse
32 en el búnker como si llegara la guerra nuclear, mientras las redes de testigos fraudulentos, complicidades
33 vecinales, magistrados displicentes o aguantaderos múltiples permiten que muchos criminales sigan en
34 libertad o cumplan breves estadías en prisión.
35 Estos países han comenzado a pagar cara la falta de atención a sus clases desposeídas y
36 marginales, salteándose durante décadas el compromiso de rescatarlas, asistirlas y sensiblizarlas hasta
37 lograr su integración a una sociedad de la que se sienten expulsadas y a la que agreden como a un mundo
38 rival. Por eso ahora- detrás de sus rejas o dentro de su cuarto blindado- la buena gente debe soportar las
39 consecuencias aterradoras de ese mundo del revés.
40
41 Jorge Abbondanza

También podría gustarte