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El Inti Raymi se llamada Wawa Inti Raymi (fiesta del Sol Niño), era una ceremonia inca y
andina celebrada en honor de Inti (el dios Sol), que se realizaba cada solsticio de
invierno, el 24 de junio, en el hemisferio sur. En el periodo inca el Inti Raymi fue
establecido por Pachacútec hacia 1430 para legitimar el control inca sobre los
pueblos sometidos. El Inti Raymi fue uno de los dos mayores festivales celebrados en
honor al sol en Cusco (Perú). El otro festival era el Kapac Raymi o fiesta del gran Sol
celebrado por los incas en el solsticio de verano en el hemisferio sur que es el 21 de
diciembre. Según relató el inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), el Inti Raymi
significaba que el dios Sol renacía para dar inicio a un nuevo ciclo anual. Debemos
entender que el tiempo es circular para los incas y no lineal como lo entendemos los
occidentales. Los incas sostenían que ellos habían sido enviados a la tierra por su padre
el Sol. La celebración del Inti Raymi duraba 15 días, en los cuales había danzas,
culto a los ancestros, consumo de bebidas, ceremonias y sacrificios (Eeckhout,
2004).
La nobleza del imperio estaba presente pero nunca se mezclaban los orejones con los
señores provincianos. Los curacas, líderes sometidos, entregaban las ofrendas que
habían traído de sus tierras y luego el cortejo volvía a la plaza, donde se realizaba el
masivo sacrificio del ganado ante el fuego nuevo que se encendía utilizando como
espejo el brazalete de oro del sumo sacerdote. La carne de los animales era repartida
entre todos los presentes, así como gran cantidad de chicha. Sería digno de verse el
colorido de los vestidos, atuendos y plumajes que lucían gentes de tantas naciones,
pues cerca de 300 fueron las que integraron el Imperio de los incas. Sobresalían los
trajes guerreros, refulgentes de oro, plata y a veces de turquesas y esmeraldas. La
versión de Garcilaso incide en la importancia que tenían los sacrificios del primer día
para los agüeros. El detalle curioso es que los animales eran colocados en los altares
mirando hacia el oriente, como para que el Sol observase los sacrificios. El soberano
inca vestía de negro y se empezaba el baile, llamado cayo, en donde el pueblo bailaba
tatuados de rojo oscuro. La chicha que bebían era fermentada en grandes tinajones de
oro. Otro de los ritos en el Inti Raymi era la procesión de la Moroy Urco, huasca o
cadena de oro de longitud extraordinaria. También se sacaba en procesión durante el
Inti Raymi a las momias de los reyes (Stanic, 2013).
El último Inti Raymi con la presencia de último soberano inca Atahualpa fue el 21 de
junio del año 1533. En 1572 el virrey Francisco Álvarez de Toledo prohibió el Inti Raymi
por considerarla una ceremonia pagana y contraria a la fe cristiana. Pero se siguió
realizando clandestinamente por todo el antiguo imperio inca. Hay referencias en las
crónicas castellanas que pervivió hasta entrado el siglo XVII y que en algunas zonas
andinas fue sustituida por otras ceremonias como el Corpus Cristi o la fiesta de Juan
Bautista. En 1559 Juan Polo de Ondegardo observó la pervivencia de los cultos y ritos
del Inti Raymi, manifiestos ocultamente en el Corpus Christi impuesto por los cristianos.
Desde mediados del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII perdemos pista del
recuerdo por el Inti Raymi.
REPRESENTACIÓN CONTEMPORÁNEA
El Inti Raymi es una vivencia de tipo experiencial, quien no lo vive en carne propia no lo
llegará a entender. Tan solo la participación en estas danzas tiene el conocimiento que
éste transmite. En los años 70 del siglo XX la fiesta del Inti Raymi estuvo a punto de
extinguirse. Los ancianos andinos y algunos de sus herederos rememoraban con
pesar el esplendor de esta tradición que empezaba a desaparecer.
Afortunadamente la persistencia de sus mensajes, la vitalidad de los ritmos y danzas
ancestrales, así como su espiritualidad, motivó a las nuevas generaciones (que para
entonces habían conformado grupos de música, danza, teatro o entidades culturales) a
recuperar este patrimonio cultural, que en la actualidad ha logrado consolidarse en todas
sus expresiones.
La fiesta del Inti Raymi documentada tuvo lugar en el Círculo Sagrado de Zhuracpamba
en la provincia del Azuay, junto con los hermanos del pueblo Saraguro. La fiesta estuvo
sostenida por los taitas Juan y Alejo Valdivieso y el Diablo Uma.
Cada danzante debe traer además de los rezos, los frutos cosechados en este año para
hacer el altar alrededor del Árbol de la Vida. Por eso se recomienda que los danzantes
lleven ofrendas de frutos, sahumerios, flores para ofrecer a la Madre Tierra y el Árbol de
la Vida. De igual manera, se pide que los danzantes que van a bailar por cuarta vez les
confirmen su participación porque siempre tienen preparado una sorpresa de parte del
Círculo Sagrado de Zhurakpamba.
Los ritmos, las canciones y la decoración que les van ayudar en este vuelo mágico para
encontrarse con ellos mismos son las canciones sagradas,
el sanjuanito y chashpishka saraguro. Este ritmo provoca un movimiento de dos tiempos
sostenido en el zapateo armonizado. La posición de los pies les permite a los danzantes
sostenerse hasta el final. La danza empezó con el temazcal a las 5 de la mañana. La
danza comenzó a las 7 de la mañana y no terminó hasta las 6 de la tarde. Más de 12
horas bailando sin parar y sin beber agua. Y se termina con el temazcal de cierre.
Se pagó una módica inscripción para costear los gastos de los músicos, la chicha,
la pampamesa, el trago, la aguacolla, los dos temazcales (el de inicio y el de fin) y la
movilización de los taitasque les apoyan en los rezos. El coro y los músicos estuvieron
bajo la dirección de la mamaDelfina Gualán e Iván Navarro.
La danza del Inti Raymi se realiza durante el día con los primeros rayos del sol hasta
que éste se oculta. Antes de iniciar los danzantes que van a participar de la fiesta,
deben haber elaborado 52 rezos. Estos rezos son pequeños atados de tabaco en
tela de color amarillo que simbolizan las 52 naciones del planeta según su
cosmología. Los rezos se colocan envueltos en el árbol alrededor del cual se danza. El
propósito de estos rezos es sostener a los danzantes durante todo el día a través del
propósito o la intención de su petición al Gran Espíritu.
Una vez finalizadas las cuatro puertas la ceremonia concluye con un temazcal que cierra
la celebración. Así todos los danzantes y participantes pueden reafirmar su propósito
con su vida y con el Gran Espíritu.
Es importante señalar que esta fiesta con el paso del tiempo ha acogido a más
personas, no solo de la comunidad andina sino del mundo. En Ecuador la mayoría
de provincias ubicadas en la cordillera la celebran, cada cual de una manera diferente,
cambiando ciertos elementos característicos de su zona, pero manteniendo el mismo
propósito: ¡Danzar la vida! Por último agradecemos a los taitas, mamas, músicos y
danzantes por permitir documentar esta fiesta ancestral y sagrada.
Bibliografía
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