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Psicopatología

El término parafilia se ha propuesto en los últimos años para substituir al de


perversiones o aberraciones sexuales después de que se ha reconocido que el común
denominador en estas formas de expresión sexual es la presencia de una forma de
vínculo que elimina los componentes interpersonales. Al otro se le ve solo en parte, si es
que se alcanza a ver. Parafilia, entonces, proviene del griego "para", a un lado de y
"filia”, amigo o amante,

La teoría de la conducta humana que más ha elaborado sobre las parafilias es la teoría
psicoanalítica. Sus postulados se presentan en forma sintética. El común denominador
de este enfoque es la atribución de causalidad a las experiencias del desarrollo,
especialmente el desarrollo temprano. Se plantea que un traumatismo psicológico
ocasiona procesos de fijación y regresión del desarrollo psicológico que aparecen de
forma más bien florida en el actuar del parafílico.

Concepto de Parafilia

Las parafilias son formas de conducta erótica en donde los métodos por los que se
consigue la excitación sexual tienen una estructura de vinculación en la que el
componente interpersonal del vínculo no está presente o bien, se encuentra presente
pero en forma muy desbalanceada. Sin embargo, para que una conducta erótica se
categorice como parafilia, la forma evitativa del vínculo de consecución de la excitación
debe tener un carácter de requisito, en ocasiones indispensable. Muchas veces la
fantasía sustituye al acto. Otro rasgo notable es el carácter compulsivo de la conducta.
La persona con una parafilia experimenta el deseo por realizar (o fantasear) el acto
parafílico de manera incontrolable, resistiendo a la voluntad y con la cualidad
penetrante de las ideas obsesivas. Con frecuencia, la experiencia del deseo parafílico o
de su actuación es precedida o sucedida de angustia y culpabilidad, aunque esta última
característica no está presente en todos los casos.

Etimológicamente, parafilia proviene de para (al lado de) y filia (amigo, amante)
Es importante señalar que el término "parafilia" es un avance en la conceptualización de
dichos trastornos en comparación al término anterior “perversión”, cuyas atribuciones
peyorativas limitaban desde el principio la posibilidad de ayuda para los pacientes
(Marmor, 1974; Money, 1978).

El abordaje científico de los problemas sexuales es relativamente reciente, de hecho


inicia a fines del siglo xix. Los científicos que antecedieron al psicoanálisis habían
conceptualizado a las parafilias como anomalías del instinto, como una especie de
“teratología instintiva que emergiera impulsivamente de una vida psíquica normal por lo
demás" (Ey, Bernard y Briset, 1980). Su mérito consistió, sin embargo, en reconocer la
naturaleza sexual de estas condiciones humanas, para las que dicho carácter no era
evidente, siendo el más importante re- presentante Kraft-Ebing en 1869 con la
publicación de su Psychopathia Sexualis (Krafft-Ebing, 1928).
El descubrimiento de la sexualidad infantil y del papel que continúa desempeñando en
el adulto, permitió a Freud conceptualizar a las parafilias, llamadas por él perversiones,
como consecuencias de un desarrollo problematizado de la sexualidad infantil, a las que
consideró como conductas infantiles anacrónicamente fijadas (Freud,1973).
Posteriormente a Freud, la escuela psicoanalítica ha discutido el origen de las parafilias,
consideradas por Melanie Klein como medios de defensa dirigidos contra una angustia
primitiva y no como una pura y simple regresión a un nivel arcaico de conductas y
deseos, que es la teoría clásica adoptada por la mayoría de los autores (Ey, Bernard y
Briset, 1980).

En la primera versión del Manual de estadística y diagnóstico de las enfermedades


mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, el DSM-I, publicado en 1952, se
incluyó el diagnóstico de “Trastornos sociopáticos de la personalidad-desviaciones
sexuales”. Para el DSM-II, en 1968, la categoría cambió a: “Trastornos de personalidad"
y algunos otros "Trastornos mentales no psicóticos-desviaciones sexuales”. Para 1980,
con la publicación del DSM-III, se incluyeron dentro de los “Trastornos psicosexuales",
por primera vez como "parafilias". En la edición revisada (DSM-III-R), publicada en
1987, las parafilias aparecen con

Epidemiología de Parafilia

Las parafilias son practicadas por un pequeño porcentaje de la población general. Sin
embargo, la naturaleza repetitiva e insistente del trastorno resulta en una alta frecuencia
en la comisión del acto parafílico, de esta manera una parte importante de la población
ha sido víctima de personas con alguna parafilia.

Con base en los datos provenientes de instancias legales, en los Estados Unidos de
América, la paidofilia es por mucho la parafilia más común; de 10 a 20 por ciento de
todos los niños norteamericanos han sido víctimas de abuso antes de los 18 años (Abel,
1989).

Debido a que los niños son las víctimas de esta conducta, el acto es visto de manera más
severa y por lo tanto se utilizan recursos de todo tipo para el diagnóstico, persecución,
encarcelamiento del ofensor y tratamiento del mismo y de la víctima, que en el resto de
las parafilias.

Los exhibicionistas, que se muestran a niños pequeños, también son frecuentemente


aprehendidos. Los escoptofílicos o vouyeristas también son aprehendidos aunque en
menor frecuencia. Veinte por ciento de las mujeres norteamericanas han sido víctimas
de exhibicionistas o escoptofílicos. No existen estadísticas confiables acerca del
masoquismo y del sadismo sexual. El sadismo sexual usualmente es foco de atención
solamente en casos sensacionalistas de violación, brutalidad u homicidios pasionales.

Las parafilias excretoras son escasamente reportadas, ya que habitualmente ocurren


entre dos adultos que lo consienten o entre la prostituta y su cliente. Los fetichistas
usualmente no son perseguidos legalmente. Los trasvestistas son detenidos en casos de
“faltas a la moral" si es evidente que se trata de un hombre con ropas de mujer, siendo el
arresto más frecuente en personas con trastornos de la identidad de género. La zoofilia
como una verdadera parafilia es rara, aunque Kinsey reportó que el 8 por ciento de los
hombres encuestados por él habían tenido contacto sexual con animales, siendo mucho
más frecuente esta conducta en personas que vivían en zonas rurales; con respecto a las
mujeres, encontró que el 3.6 de las mujeres adultas entrevistadas habían tenido
experiencias sexuales con animales (Abel, 1989; Kisey, Pomeroy y Martin, 1948;
Kinsey, Pomeroy, Martin, Gebhard, 1953).

Como son definidas actualmente, las parafilias tienden a ser casi exclusivamente
masculinas. El fetichismo en casi todos los casos ocurre en hombres. Más del 50 por
ciento de las parafilias inician antes de los 18 años de edad. Los parafílico
habitualmente tienen más de una parafilia, generalmente entre tres y cinco, ya sea al
mismo tiempo o a diferentes edades. Esto es especialmente cierto con los
exhibicionistas, fetichistas, masoquistas, sádicos, fetichistas transvestistas,
escoptofilicos y zoofílicos (Kaplan y Sadock, 1991).

La ocurrencia de las conductas parafílicas tiene su pico entre los 15 y los 25 años y
después tiende a declinar; en hombres mayores de 50 años las conductas parafílicas son
raras. A menos que se trate de conductas solitarias o con una pareja cooperadora (Abel,
1989).

Descripción de las Parafilias:

Paidofilia:

Literalmente "amante de los niños”, el paidófilo es el adulto cuyo método repetidamente


preferido o exclusivo de conseguir la excitación sexual es el acto o la fantasía de
establecer relaciones con niños de edad prepuberal (generalmente de 13 años o
menores). La Asociación Psiquiátrica Americana (APA) señala que por lo menos deben
haber pasado seis meses con esos deseos fantasías o conductas, y para hacer el
diagnóstico, que las haya realizado o que le sean muy angustiantes; la persona debe
tener por lo menos 16 años y al menos cinco años más que su víctima. Cuando el
parafílico tiene menos de 16 años, el juicio clínico determinará si debe hacerse el
diagnóstico, tomando en cuenta la madurez del perpetrador y de la víctima (Kaplan y
Sadock, 1991, Masters, Johnson y Kolodny, 1987).

La mayor parte de los actos de abuso consisten en tocamiento genital o sexo oral. La
penetración anal o vaginal del niño o la niña es infrecuente, a excepción de casos de
incesto. Aunque la mayor parte de los casos que llegan a conocerse involucran a niñas
(dos terceras partes del total), aparentemente el número de niños que han sufrido abuso
y que no lo comunican es mucho mayor del pensado, además de que los ofensores
reportan que en el 60 por ciento de las ocasiones en que se involucran con niños, éstos
son de sexo masculino.

Se calcula que el 95 por ciento de los paidófilos son heterosexuales, aunque estudios
recientes señalan que este dato tampoco es tan confiable. Freund y Watson encontraron
que la proporción es de 11 a uno en favor de los heterosexuales, pero si se toma en
cuenta el porcentaje de homosexuales en la población general, nos daremos cuenta que
esto sugiere que en un desarrollo homosexual existan más paidófilos, aunque
evidentemente no quiere decir que los homosexuales tengan una tendencia debida a su
orientación hacia el abuso de niños, idea errónea también bastante frecuente entre el
público no informado, que incluye a veces a profesionales de la salud (Freund,
Heasman,

Cerca del 50 por ciento de los paidófilos habían consumido alcohol intensamente al
momento del abuso y se ha reconocido que la mayoría de los paidófilos sufrieron a su
vez abuso sexual, físico o psicológico, en su infancia. También se ha señalado que es
frecuente que el paidófilo se haya visto envuelto en situaciones de exhibicionismo,
violación o escoptofilia (Freund y Blanchard, 1987; Freund, Watson y Dickey, 1990;
Kaplan y Sadock, 1991; Masters, Johnson y Kolodny, 1987).

Se sabe también que el paidófilo es conocido por la víctima en un poco menos del 90
por ciento de los casos, lo que echa por tierra el estereotipo del hombre que acecha a los
niños con una bolsa de dulces fuera de la escuela o en el parque, aunque en ocasiones
así llegue a suceder. En el 15 por ciento de los casos, en los Estados Unidos de América,
el abusador es pariente de la víctima, aunque también se piensa que la mayor parte de
los casos de abuso intrafamiliar no son reportados o denunciados legalmente. La mayor
parte de los abusadores están casados y tienen hijos propios. Es necesario recordar que
no todos los que abusan de niños son paidófilos, también lo hacen personas con
trastornos graves de personalidad, especialmente si son portadores del trastorno
antisocial de la personalidad; este tipo de pacientes es aproximadamente el causante del
70 por ciento del total de casos de abuso (Fedora, 1992; Masters y cols. 1987). McCary
señala lo interesante de que estos ofensores sexuales manifiesten una actitud muy
conservadora hacia el sexo, siendo ejemplos vivos del doble estándar sexual, valorando
a las mujeres como 'buenas” o “malas”, insisten en que sus novias sean vírgenes,
etcétera. En general cuando son encarcelados exhiben fuertes sentimientos religiosos,
viviendo a la religión como la "cura" para su problema (McCary, 1980).

Uno de los problemas más importantes al respecto de estos pacientes es la repetición de


las conductas de abuso; en nuestro país no ha existido la preocupación de implantar
programas de rehabilitación de los paidófilos que son consignados por tal hecho,
perdiéndose así la posibilidad de evitar que otros niños sufran del abuso cuando estas
personas son liberadas, tampoco debe olvidarse que algunos de esos niños pueden, a su
vez, abusar posteriormente de otros.

Exhibicionismo:

El exhibicionismo consiste en la urgencia y deseo recurrentes de exponer los genitales a


un extraño o a una persona que no lo espera. La excitación sexual ocurre en anticipación
a la exposición, y el orgasmo se obtiene por masturbación durante o después del evento.
En cerca del 100 por ciento de los casos, los exhibicionistas son hombres que se
exponen a mujeres.

En la dinámica del exhibicionista, el acto de exhibirse le sirve para reafirmar su


masculinidad al exponer su pene y al observar la reacción de la víctima -miedo,
sorpresa, disgusto- Inconscientemente, el sujeto se siente castrado e impotente.
Usualmente las esposas de los exhibicionistas sustituyen a las madres del exhibicionista,
quien estuvo fuertemente atado a ellas durante la infancia (Fedora, Reddon y Yeudall,
1986; Myers y Berah, 1983).
En otras parafilias relacionadas, el tema central envuelve los derivados el mirar o
mostrar. Por ejemplo, en la escatología telefónica, la tensión y la excitación inician con
anticipación a la llamada a alguien desconocido, quien recibe la llamada escucha
mientras el parafílico expone verbalmente sus preocupaciones o induce a quien contestó
la llamada (habitualmente una mujer) a que hable de su actividad sexual, la llamada se
acompaña de masturbación que se completa al finalizar la conversación (Abel, 1989).

Sadismo Sexual:

El inicio de esta parafilia es alrededor de los 18 años y la mayoría de los sádicos son
hombres. De acuerdo con la teoría psicoanalítica, el sadismo es una defensa contra el
miedo de castración, el sádico hace a los otros lo que teme le suceda a él. El placer se
obtiene con la expresión del instinto agresivo. El trastorno fue llamado de esta manera
por Kraft-Ebing en "honor" del célebre literato del siglo XVIII, Marqués de Sade, quien
fue muchas veces encarcelado por perpetrar actos sexuales violentos en contra de
mujeres (Kraft-Ebbing, 1928). El sadismo sexual está relacionado con la violación,
aunque ésta es mejor conceptualizarla como un acto de violencia. Sin embargo, algunos
violadores sádicos matan a sus víctimas después de haber tenido contacto sexual con
ellas. Algunos autores piensan que los que realizan "crímenes pasionales" (lust
murderers) poseen un trastorno disociativo llamado trastorno de personalidad múltiple y
muchos de ellos tiene el antecedente de haber sufrido un traumatismo craneoencefálico.
Se enlistan cinco contribuyentes al origen del sadismo sexual: predisposición
hereditaria, trastornos hormonales, relaciones patológicas, haber sufrido abuso sexual y
la presencia de otros diagnósticos psiquiátricos (Abel, 1989).

Masoquismo Sexual:

El masoquismo toma su nombre de las actividades de Leopold von Sacher-Masoch,


novelista austriaco del siglo XIX cuyos personajes obtenían placer al ser abusados o
dominados por mujeres. De acuerdo con el DSM-III-R, las personas con este trastorno
tienen intensos deseos y fantasías sexuales que envuelven el acto real de ser humillados,
golpeados, atados o cualquier otra actividad que les cause dolor o los haga sufrir. La
inmensa mayoría de ellos son hombres. Sigmund Freud pensaba que el masoquismo era
el resultado de fantasías destructivas dirigidas hacia "sí mismo" (self). En algunos casos,
las personas se permiten tener sensaciones sexuales solamente cuando el castigo
derivado de ellas está presente.
Los masoquistas pudieron haber sufrido experiencias en las que se convencieron que el
dolor es un prerrequisito para obtener placer sexual. Cerca del 30 por ciento de los
masoquistas tienen también fantasías sádicas y son llamados sadomasoquistas (Abel,
1989).

Fetichismo:

En el fetichismo el foco sexual se encuentra en objetos (zapatos, guantes, cabellos, ropa


interior) que son relacionados íntimamente con el cuerpo humano. El fetiche en
particular se encuentra asociado a alguien involucrado muy de cerca con el paciente
durante la infancia de éste y posee una cualidad que lo relaciona con el amor, la
necesidad o el trauma, en ocasiones, obtenido de la relación con esa persona.
Habitualmente el trastorno se inicia durante la adolescencia, aunque se haya establecido
como tal desde la infancia.
La actividad sexual puede estar dirigida directamente hacia el objeto (por ejemplo
masturbarse con un zapato), o bien el fetiche es incorporado en la relación sexual (por
ejemplo la demanda a la pareja que utilice zapatos de tacón altos). El trastorno es casi
exclusivamente masculino. De acuerdo con Freud, el fetiche sirve como símbolo del
falo debido a que el fetichista tiene temores de castración inconscientes.
Los teóricos del aprendizaje piensan que el objeto está asociado a la estimulación sexual
en edad temprana. En las mujeres la cleptomanía (robo compulsivo) puede producir
excitación sexual. El acto cleptomaniaco de robar simboliza placeres sexuales
prohibidos, como la masturbación.

Escoptofilia o Vouyerismo:

La escoptofilia es la recurrente preocupación vivida como fantasías o actos que


envuelven la búsqueda o la observación de personas desnudas o que se encuentren
acariciándose o teniendo relaciones sexuales; es conocida también como vouyerismo.
La masturbación o el orgasmo ocurren usualmente durante el evento de observar. El
primer acto vouyerista ocurre en la infancia y es más común en hombres. Ismond Rosen
(1979) señala que la escoptofilia representa el componente visual de la ansiedad de
castración, que se ejemplifica en el mito clásico en donde Edipo se ciega a sí mismo en
retribución a sus crímenes incestuosos. Estos aspectos visuales-orales-fálicos son
descritos por Fenichel en su trabajo: The scoptophilic instinct and identification
publicado en 1954 (citado en Rosen, 1979). De acuerdo con este punto vista, el exceso
de energía agresiva y la falta de fusión con elementos libidinales, requiere de otros
sistemas corporales (la vista) para ser cargada como una manera de lidiar
adecuadamente con ellas. La dificultad en las relaciones de objeto en el escoptofílico es
vista en el acto vouyerista mismo, en donde el o la observada no poseen las
características de persona total y sólo proveen de gratificación narcisista y como
protección ante la angustia de castración (Rosen, 1979).

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