Está en la página 1de 3

Precursor de la Danza Moderna:

Francois Delsarte (1811-1871)

Parece extraño que sin haber creado un sistema, ni siquiera inventado un méto-
do sino solamente por haber descubierto sus principios, se considera a Francois Del-
sarte el precursor de la danza moderna. La ciencia por él desarrollada influyó en la
evolución de la expresión corporal, que se propagó rápidamente tanto por Europa
como en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Los principios de este innovador y
sus descubrimientos transmitidos por tradición por sus discípulos ya no se enseñan,
pero estos principios son los que, asimilados y aplicados a sucesivas generaciones
de bailarines, se encuentran en la técnica específica de los distintos sistemas de dan-
za moderna practicados en la actualidad.
Delsarte no tuvo una niñez fácil. A los siete años perdió a su padre, que era mé-
dico, y con su hermano y su madre se trasladó a vivir a París, pues era la única po-
sibilidad que tenía una madre sin recursos de encontrar un empleo. Al poco tiempo
murieron también su madre y su hermano y el pobre huérfano se vió obligado a ha-
cer todo tipo de trabajos para subsistir. Afortunadamente conoció al padre Bambini,
quien lo ayudó y descubrió en él una vocación musical; bajo su protección le acon-
sejó estudiar canto y arte dramático en el Conservatorio. Una enseñanza deficiente
en aquel centro le estropeó la voz, teniendo así que renunciar a la carrera de cantante
que le ilusionaba, pero como hombre inteligente que era supo sacar partido de este
desastroso principio, meditando sobre el hecho de que, en arte, el estudio ha de ser
bueno desde sus comienzos. Un principio desafortunado es lo peor que le puede su-
ceder a un estudiante: es más difícil la corrección de defectos que llegar a los más
complicados virtuosismos.
Rota su vocación, perdida su carrera, Delsarte se rebeló y decidió consagrar su
vida al estudio de la expresión corporal; esperaba así librar a otras generaciones del
fracaso del que él había sido víctima. Desde el momento en que descubrió la exis-
tencia de una relación entre la voz y el gesto, dedujo que probablemente estaba ahí
un nuevo sistema de enseñanza del arte dramático, desechando el tradicional. Em-
pezó de este modo a observar sistemáticamente a todo el mundo posible, ancianos,
jóvenes, niños, gente de todas condiciones y fue anotando sus reacciones, estudian-
do sus gestos con relación al tono de su voz, sus palabras y sentimientos.
Con admirable sangre fría, observaba desde los matorrales de los parques a los
niños mientras jugaban y anotaba las diferencias de actitud de las ayas, dependien-
133
Francois Delsarte.

tes de si les gustaban los niños o no. Iba incluso a los depósitos de cadáveres, o a las
minas si había habido alguna explosión, para analizar las expresiones de dolor de los
que habían perdido a algún ser querido. Un detalle que pronto le llamó la atención
fue el movimiento del dedo pulgar provocado por la agonía. Tras observar al ser hu-
mano en todos sus apectos, se permitió finalmente definir las leyes de la expresión
corporal.
La conclusión de sus análisis y observaciones constituye un conjunto de traba-
jos que se presenta bajo la forma de un sistema de principios detallados y precisos,
que conciernen a las relaciones existentes entre los movimientos espirituales y los
movimientos físicos, entre el pensamiento y el gesto. Delsarte deduce que las arti-
culaciones de los miembros superiores son como termómetros. Los hombros repre-
sentan el medio de expresión de la pasión y de la sensibilidad, el codo el de la vo-
luntad, el puño el de la fuerza vital y la energía, el pulgar el de la vida.
Delsarte dio sus primeras lecciones a un grupo de estudiantes que se convirtie-
ron en sus adeptos y seguidores. Eran lecciones de estética aplicada, Delsarte com-
134
pletó esta ciencia estética con los principios propios de cada una de las artes plásti-
cas y gráficas, la música instrumental y vocal y el arte de la elocuencia. Desde este
momento, anterior a 1839, muchísimos alumnos frecuentaron sus clases. Políticos,
escritores, ministros de cultura, compositores, todos se interesaron vivamente por su
trabajo; algunos de los grandes actores de la época fueron asimismo sus discípulos.
Durante más de veinte años Francois Delsarte ejerció sobre sus alumnos y auditores
un poder casi mágico. Ilustraba sus conferencias con canto y pantomima.

135

También podría gustarte