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¿De verdad fue tan grave la Peste Negra en


España?
mayo 9, 2019  10242  2

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Guillermo Castán Lanaspa

Doctor en Historia. Miembro del Grupo Cronos (Salamanca). Entre sus obras
destacan “Política económica y poder político: moneda y fisco en el reinado de
Alfonso X el Sabio” (2000) y “Las bibliotecas escolares: soñar, pensar, hacer”
(2002).

Todos los historiadores saben que la Historia es o pretende ser una ciencia empírica
y no un género literario; ello implica que la historiografía está sometida a unas
reglas que es necesario respetar, y una de las principales es la de mostrar las
pruebas en que basa sus afirmaciones, así como la de separar nítidamente lo que se
sabe de lo que se supone. Por eso, al repasar las aportaciones que, desde mediado
el siglo XX, se han hecho sobre la epidemia de 1348 en España, resulta curioso
observar que, a pesar de la falta de documentación, nuestra historiografía ha
aceptado como un hecho establecido que la incidencia del morbo ocasionó casi por Crisis COVID-19
todas partes una auténtica catástrofe demográfica cuyas secuelas afectaron a todo
el tejido social y económico. Sorprendentemente, y a pesar de la prudencia que es
posible observar en los últimos años, muy pocos se han atrevido a cuestionar unas
afirmaciones que, a falta de pruebas evidentes, no deberían pasar de ser
consideradas meras hipótesis de alcance local y más o menos razonables.

Desde luego la situación no es la misma en todos los territorios peninsulares; como


se sabe la crónica de Pedro IV suministra mucha más información que las de
Alfonso XI o Pedro I, y en la Corona de Aragón existe una importante
documentación, tanto fiscal como relativa a la cuestión mientras que en Castilla tan
sólo disponemos de un puñado de informaciones sueltas. El caso de Navarra es
igualmente muy interesante, pues en realidad se puede decir que la gravísima
incidencia que se admite en casi todas las merindades es un descubrimiento del
siglo XX (y del Archivo de Comptos). Pero, salvo en unos pocos casos muy locales
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que no se pueden extrapolar, en ninguno de los territorios peninsulares es posible
cuantificar las víctimas, por más que para Cataluña se hayan hecho estimaciones Introduce tu correo electrónico para
catastróficas desde el primer momento, frecuentemente aceptadas y difundidas suscribirte a este blog y recibir noti caciones
de nuevas entradas.
posteriormente. La falta de datos en Castilla no ha sido óbice para que, desde el
siglo XVI, se insinúe primero y se vaya afirmando lentamente después la idea de Únete a otros 2.633 suscriptores
que una verdadera hecatombe ha ocurrido casi por todos los lados. La fuerza con
que la idea de una catástrofe de dimensiones colosales se ha introducido en nuestra Dirección de correo electrónico

historiografía es tal que se han invertido los términos correctos que exige la
metodología científica, de modo que la carga de la prueba ya no recae en quienes Suscribir
afirman la existencia de tal episodio, sino en quienes la cuestionan. Incluso se ha
llegado a afirmar que el silencio de las fuentes no deja de ser una prueba (¿?)
indirecta de la enorme gravedad de una epidemia que, aparentemente, habría
Congresos, Jornadas y Eventos
dejado mudos a cronistas y contemporáneos, sorprendentemente solo en nuestra
Península, pues en otros países europeos el paso del morbo provocó vívidas ENE
9:30 am XV CONGRESO DE LA
narraciones que, sin más expediente, se suponen más o menos válidas para 28 ASOCIACIÓN DE ... @ Universidad
Jue de Córdoba - Rectorado - Facultad
aquellas zonas donde las fuentes enmudecen. de Filosofía y Letras

ABR
10:59 am II Congreso Internacional
13 Territ... @ Salón Lope de Rueda -
Mar Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Valladolid

M AY
todo el día Aplazado – Congreso de
26 Historia ... @ Colegio Arzobispo
Mié Fonseca y Campus Viriato Zamora (el
4/6)

SEP
Nueva Fecha – XIII
todo el día
1 Congreso Inte... @ Bizkaia Aretoa -
Mié Bilbao

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Miniatura de la Biblia de Toggenburg (Suiza), 1411
(Kupferstichkabinett, Berlin)

Para  que un evento sobre Historia aparezca


Seguramente la Sociología de la Ciencia podría ayudarnos a explicar este curioso en este calendario, póngase en contacto con
el blog para informar de él. Estaremos
fenómeno; pues parece claro que en este asunto concreto prima el argumento de
encantados de incluirlo.
autoridad y la repetición acrítica sobre las cautelas que habitualmente mantienen
los historiadores. Así es como muchos autores de monografías locales o regionales
predican para su territorio la existencia de una calamidad en 1348-50 aduciendo
como principal razón que, puesto que afectó a casi toda Europa y a toda España, Busqueda en el blog

también debió hacerlo allí, en un ejercicio deductivo de muy arriesgada aplicación a


la ciencia histórica. Esta proclividad a la hipérbole para describir episodios trágicos Buscar

no es precisamente una exclusiva de medievalistas; así, el año 2018 se conmemoró


el centenario de la llamada gripe española y la prensa publicó algunas
informaciones y entrevistas con especialistas; pues bien, eldiario.es del día 28 de  

octubre presenta una información en la que el periodista pone en boca de un


especialista en salud pública que esta gripe, como pandemia ha sido la peor de la
historia, porque concentró una elevada mortalidad en un periodo relativamente Estadísticas del sitio
corto de tiempo, al punto de que no fueron pocos los que temieron por el futuro de
la humanidad; y es que las distintas estimaciones que se han hecho aseguran que 364.511 visitas desde septiembre de 2019

la pandemia pudo afectar a una cuarta parte de la población mundial y la cifra de


muertos pudo superar los cien millones. Claro es que desconocemos la cifra de la
población mundial existente por entonces, que se estaba en medio de una guerra A estas visitas hay que sumar las 68.182 que
tuvo el blog durante el primer año, desde
mundial (en la que es muy difícil evaluar las causas de tanto muerto como hubo) y
agosto de 2018 a septiembre de 2019, en el
que en la propia noticia las cifras de víctimas oscilan entre cincuenta y cien que utilizó una dirección URL diferente.
millones… Pero para enfatizar la gravedad hay que recurrir, como antaño, a frases
como la peor de la historia, la humanidad en peligro, los sepultureros no dan
abasto, los cadáveres abandonados son devorados por los perros…En fin, esta
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pandemia del siglo XX, dicen, mató a más gente en un año que la peste negra en
un siglo.

La cuestión de la peste negra se fue introduciendo en nuestra historiografía (a la


que era ajena) en los siglos XVI y XVII a través, fundamentalmente, de los frailes
historiadores de sus propias Órdenes, que importan y aplican las narraciones que
para otros lugares de Europa escribían sus correligionarios de allende los Pirineos
con todos los ingredientes del horror ya visibles en las crónicas europeas del siglo
XIV, deudoras, a su vez, de otras narraciones anteriores; introducción muy difícil y
lenta entre los historiadores seglares (la expresión es de Hebrera) que, en sus
historias nacionales o locales, rechazan a menudo dar más relieve a la epidemia de
1348 del que sus fuentes les permiten (o sea muy poco, o nada, especialmente en
Castilla), a la vez que conceden importancia a otras epidemias y calamidades,
anteriores o posteriores, de las que tienen noticia bien por las crónicas, bien por
documentos de archivos. Probablemente el más influyente introductor de la idea es
el Padre Mariana, quien en su Historia de España aparecida en 1592 hace una
descripción dramática y literaria (basada en la de Boccaccio y en las divulgadas por
los frailes historiadores) que, aunque parece centrarse en la Corona de Aragón, en
realidad se refiere a toda España (…era grandísima lástima ver lo que pasaba en
todos los pueblos y ciudades de España…). Así pues, el jesuita integra en una
Artículos más vistos All Más 
historia general (historia seglar) las narraciones que los frailes extendían en sus
historias particulares, dándoles con ello un amplio vuelo, del que antes carecían.
Algunos ensayistas ilustrados (como Sarmiento) e historiadores de cuestiones
especiales (singularmente de la medicina) recogerán y ampliarán este mensaje que,
de todos modos, sólo se reflejará de forma excepcional en nuestros historiadores
seglares del siglo XIX y de la primera mitad del XX. En la segunda mitad de este
La gran boda bilbaina de un
siglo, al hilo de la renovación historiográfica, entrará de Europa la tercera gran
prófugo nazi
corriente que abrirá definitivamente las puertas a la idea de la catástrofe septiembre 11, 2019
demográfica causada por el morbo; los trabajos de Le Goff, Carpentier, Biraben o
Guy Bois en el marco de una explicación sobre la crisis de la Baja Edad Media, serán
constantemente citados y, en muchos casos, sus conclusiones serán directamente
aplicadas en España mientras se buscan y se encuentran, o no, documentos que las
respalden. Los comunistas árabes y la lucha
contra el fascismo y el nazismo
(1935-1945)
julio 9, 2020

Galicia: conciencia propia


julio 11, 2020

Peste negra y Covid-19. Así se


escribe la historia: Estructuras
mentales, imaginación e hipérbole
en la construcción de relatos
históricos.
abril 4, 2020

La peste de 1348 en Florencia según la descripción de Boccaccio, por Luigi Sabatelli

En efecto, hasta los años sesenta del siglo XX la historiografía española mantiene
las tendencias anteriores, pues las historias de España de amplia difusión
Resistencia vs. emancipación:
(manuales de enseñanza superior) de Altamira, Ballesteros, Aguado, por citar
Foucault, Marcuse, Marx y la
algunas conocidas, no prestan ninguna atención al asunto. Pero la actitud prudente actualidad
de los historiadores seglares se verá debilitada por el hispanista belga Verlinden junio 25, 2020

quien, conocedor de las fuentes y utilizando especialmente las ordenanzas


aprobadas en el siglo XIV sobre el trabajo, precios y salarios, deja establecido que,  

a juzgar por sus consecuencias, toda la Península, incluidas Castilla y Portugal,


sufrieron una muy fuerte incidencia del morbo. Las semillas por él sembradas
fructificarán años después, muy reforzadas además con la aparición de importantes
fuentes que consolidarán la idea de una Cataluña asolada con documentos de
indudable valor (que, sin embargo, no permiten cuantificar las víctimas ni por
aproximación, aunque Tilander acepta la exagerada de dos tercios de la población).

La historiografía española se alinea así con la europea, que ya por entonces admitía
generalizadamente efectos desastrosos de la epidemia en la población de los
diversos países y regiones, lo que puede verse en una legión de estudios de
extensión y profundidad variables destacando por su influencia e importancia, como
hemos dicho, los de Biraben, Le Goff, Carpentier (como las fuentes son tan parcas,
dice esta autora que hay que leer entre líneas), Postan, Pounds, Vovelle, Guy Bois,
Bardet y Dupâquier y un largo etcétera que, al ser difundidos en España, causarán
un impacto notable en nuestra historiografía. Con todo ello queda establecido como
norma general que aquí pasó como en los demás países europeos aunque no haya
fuentes ni estudios equiparables.

Flagelantes en Doornik (Tournai), miniatura de la Crónica de Giles Li Muisis (1349),


Biblioteca Real de Bélgica (Bruselas).

La historiografía española desde mediados de los sesenta avanza hacia una


convergencia que resulta, por un lado, de la desdramatización y escepticismo en
relación a lo establecido para la Corona de Aragón, y por otro de la reafirmación de
lo insinuado para Castilla. Doble efecto que se puede sintetizar diciendo que ni tanto
en Cataluña ni tan poco en Castilla.

Así es que en un contexto general en el que va apareciendo la prudencia frente a


las tesis catastrofistas, la historiografía actual acepta con una muy escasa
documentación y menos pruebas, y por ello con dudas y con claras excepciones,
una invasión epidémica general en la Corona de Castilla cuyos efectos son
considerados mayoritariamente como muy graves aunque ya nadie se atreve a
cuantificar, por lo que la expresión queda en las tinieblas de la ambigüedad; y a la
vez asistimos a la impugnación de las exageradas cifras que habitualmente se
daban para la Corona de Aragón, cuya historiografía ha entrado también en una
línea de prudente contención a pesar de las abundantes (aunque limitadas) fuentes
documentales existentes.

Para explicar estas ideas que, como vemos, postulan que la cuestión de la
hecatombe demográfica causada por la peste de 1348 se introduce en España,
singularmente en Castilla, muy lentamente y por influencias de la historiografía
europea, hemos realizado un estudio detallado de la historiografía española desde el
siglo XV, tanto a nivel general como al de los distintos espacios peninsulares, de
modo que basándonos en las informaciones y en los datos aportados por la
historiografía, indagamos si las suposiciones de mortandades que se vienen
haciendo han podido tener lugar o no a tenor de la información complementaria y
de la incidencia que, en su caso, sería esperable en la evolución demográfica. Nos
centramos en la incidencia de la epidemia sobre las poblaciones; no entramos en el
análisis de las fuentes, ni en los metalenguajes ni en los relatos, de modo que
nuestro trabajo no pretende inspirarse en la Historia Cultural o en la Antropología,
por ello tampoco indagamos sobre mentalidades y su relación con los discursos, y
no entramos en el papel que cabe asignar a la Peste Negra de 1348 en la Crisis
Bajomedieval.

Entierro de víctimas de la peste en Tournai, miniatura de las Crónicas


de Gilles Li Muisis (1349), Biblioteca Real de Bélgica (Bruselas)

Los criterios o principios rectores que han guiado esta investigación, que versa
sobre la historiografía española (subrayo, pues, que no es un trabajo de demografía
histórica ni de historia económica o social) se podrían resumir en cinco, a saber:

1) Principio de suficiencia, es decir, la muestra de estudios consultados ha de ser


suficiente; esto ha obligado a que sea muy elevada dado el enorme volumen de
publicaciones existentes relacionadas directa o indirectamente con la cuestión, lo
que ha dilatado muchos años la redacción final que presentamos.

2) Principio de relevancia, que implica identificar los trabajos imprescindibles para


nuestro propósito, tarea que no siempre resulta sencilla por la razón de que muchos
estudios verdaderamente serios, innovadores y muy bien elaborados no tienen la
visibilidad (y en ocasiones son de difícil acceso) de que sí gozan otros quizás con
menos méritos y, desde luego, con menos ideas y aportaciones esenciales.

3) Principio de diversidad, que se traduce en la necesidad de consultar trabajos que


versan sobre muy diferentes materias (a nivel general y también en los tramos
cronológicos y marcos geográficos que atendemos) que pueden aportar información
importante teniendo en cuenta la parquedad y escasez de las fuentes directas con
las que contamos; así es como hemos incluido en nuestro análisis estudios
relacionados con el poblamiento y su evolución, la fiscalidad, la dinámica de la
economía rural, el desarrollo urbano, la actividad comercial, los acontecimientos
políticos, las movilizaciones y actividades bélicas y un largo etcétera. Y, por
supuesto, hemos prestado una atención especial a todos aquellos trabajos que
presentan datos demográficos y aventuran su evolución a lo largo del siglo XIV
(procedentes básicamente de Navarra y de la Corona de Aragón), pues uno de
nuestros objetivos principales ha sido, mediante la elaboración de un complejo
modelo matemático de población, someter a análisis detallado la información
disponible suministrada por los investigadores para averiguar el grado de
verosimilitud que se les puede otorgar, es decir, para poder opinar sobre si es
posible o no aceptar la dinámica demográfica que proponen.

4) Principio de representatividad, es decir, la muestra de aportaciones


historiográficas consultadas ha de ser representativa del conjunto, y por ello no se
pueden dejar de lado corrientes o interpretaciones de diversa naturaleza que se
hayan publicado, y no deben silenciarse ni minusvalorarse por el hecho de ser
minoritarias o no haber alcanzado el grado de difusión ni la capacidad de crear
opinión que sí han tenido otras.

5) Principio de contradicción, que implica disponer de suficientes elementos de


información y de análisis para poder confrontar las diversas aportaciones entre sí y
hacerse una idea cabal del grado de pertinencia y de coherencia que mantienen o
pueden soportar en el discurso que se ha venido elaborando al respecto. Así, nos
parece esencial que el lector pueda hacerse una idea sobre la verosimilitud que se
puede otorgar a los estudios demográficos o de desarrollo económico, sobre la
fiscalidad o la naturaleza y cronología de la recuperación post crisis etc. cuando son
presentados simultáneamente y pueden confrontarse sus conclusiones ordenadas
dentro de un panorama de amplia visión de las realidades sociales en su conjunto.
Por supuesto, se ha de posibilitar que este principio de contradicción sea aplicable
igualmente al discurso que aquí presento, de modo que la información y los análisis,
así como los principios metodológicos y las conclusiones que aquí se obtienen
puedan ser debatidos y confrontados a partir de los elementos expuestos en el
mismo discurso. Pretendo con ello, si lo logro, poner directamente a disposición del
lector los instrumentos necesarios para poder someter este trabajo a un escrutinio
crítico, para poder falsar las hipótesis que se van abriendo paso a lo largo del
discurso que he elaborado, sin necesidad de obligarle a realizar un largo trabajo de
consultas; y esto solo se puede hacer con el respeto riguroso que he intentado
mantener a la hora de trasladar las diversas aportaciones, opiniones, datos e
interpretaciones de la historiografía, y con la explicitación clara y directa de la
crítica y del grado de aceptación que me merecen; de allí la abundancia y extensión
de las notas a lo largo del texto.

Espero, como resultado de todo ello, que también se cumpla un principio implícito
en todo trabajo intelectual que juzgo esencial: el equilibrio. Un equilibrio que
permita razonablemente conocer la evolución y valorar cabal y críticamente la
formidable pléyade de aportaciones que sobre el tema de mi investigación han
ofrecido varios siglos de esfuerzos historiográficos.

Dante, en el canto decimotercero del Paraíso, recrimina acremente a aquel que


afirma o niega sin distinción. Por ello, quizás lo menos arriesgado en estos casos y
lo más acorde con una práctica científica sería dejar hablar a las fuentes cuando las
haya, ponerse en guardia frente a los apriorismos y los razonamientos puramente
deductivos, adoptar una postura crítica y abierta ante la cuestión y, en ausencia de
pruebas, no afirmar ni suponer alegremente para que tampoco haya que negar.

Referencias

AMASUNO, Marcelino V. La peste en la Corona de Castilla durante la segunda


mitad del siglo XIV. Salamanca, 1996.

BELENGUER, E. (Dir.), Història de la Corona d’Aragó. I. L’època medieval


(1137-1479). Barcelona, 2007.

CASTÁN LANASPA, Guillermo. La construcción de la idea de la Peste Negra


(1348-1350) como catástrofe demográfica en la historiografía española. En curso
de publicación por Ediciones de la Universidad de Salamanca.

FELIU, Gaspar. “La crisis catalana de la Baja Edad Media: estado de la


cuestión”, en Hispania, 217, 2004, págs. 435-466.

VALDEÓN BARUQUE, Julio; MARTÍN RODRÍGUEZ, José-Luis. La Baja Edad


Media peninsular. Siglos XIII al XV. La población, la economía, la sociedad.
Madrid, 1996 (Tomo XII de la Historia de España de Menéndez Pidal; Julio
Valdeón redacta la parte correspondiente a la Corona de Castilla y al Reino de
Navarra, y José-Luis Martín la relativa a la Corona de Aragón).

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reinterpretación Francisco Espinosa

2 Comentarios

Andrea abril 8, 2020 At 3:13 pm

¿Cuáles son las cifras aproximadas de muertos e infectados en Europa,


España y Cataluña?
Responder

R Robledo (en nombre de G. Castán) abril 13, 2020 At 11:55 am

GUILLERMO CASTÁN :No es posible responder esas preguntas por falta de


datos. Las fuentes medievales cuando cuantifican lo hacen de manera
imprecisa y a menudo hiperbólica, pues la descripción del terror exige
siempre máximos semánticos; por eso Pedro IV pensaba que podrían
haber muerto tres cuartas partes de sus súbditos en la Corona de Aragón;
otros documentos, como el Cronicón Conimbricense o el Gerundense,
hablan de dos tercios de muertos; muchos autores repiten aquello de que
apenas se salvó uno de cada diez. Autores modernos han aceptado cifras
extraordinarias de fallecimientos: el 70% en Navarra, 2/3 en Barcelona,
más del 30% en la Corona de Castilla… Pero no es posible cuantificar ni
por aproximación el número de muertos, ni la morbilidad ni la letalidad. No
sabemos, pues, lo que pasó, pero sí que podemos saber con más
aproximación lo que no pudo pasar a tenor de las consecuencias que se
hubieran tenido que derivar necesariamente de tales apreciaciones de
mortalidad como las que he mencionado. Pues resulta que la crisis
económica en Cataluña no aparece con claridad hasta el siglo XV y según
los especialistas más ligada al comercio internacional que a las epidemias;
Navarra, desde 1350, como la Corona de Aragón, incrementa de forma
extraordinaria los ingresos fiscales, a la vez que se mantiene la producción
y la exportación de vino y se desarrolla la minería y las industrias del
hierro… datos incompatibles con mortandades tan catastróficas. Y las
guerras terribles, con grandes movilizaciones de tropas y de recursos y
con sus secuelas gravísimas sobre las personas, los pueblos y los
territorios siguieron e incluso se incrementaron en todos los reinos
peninsulares en las mismas fechas. Esto dibuja un panorama que casa mal
con las narraciones que desde el siglo XVI se vienen haciendo sobre la
epidemia de peste de 1348 en España. Pues, por último, mientras que en
Europa hay narraciones vívidas y detalladas de la epidemia (siguiendo un
modelo literario muy antiguo; por ejemplo, la descripción de Boccaccio
sobre la peste en Florencia es una imitación de la hecha por Tucídides para
la Atenas del siglo V antes de nuestra era), no existe nada ni remotamente
parecido en estas latitudes; los autores del siglo XV nada saben, y el
cronista López de Ayala, que tenía 16 años en 1348, no dice nada tampoco
en su crónica de Pedro I de Castilla. En resumidas cuentas, no sabemos ni
podemos saber lo que pasó, pero sí podemos afirmar con los
razonamientos precedentes que no pudo pasar lo que Pedro IV, autores
del siglo XVI, o autores contemporáneos han afirmado. La Peste Negra
visitó algunas comarcas de la Península, pero sus consecuencias fueron
mucho menores de las que se han venido diciendo.
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