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Quienes Somos Samuel P Huntington PDF
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PAinus i-:sTA]](i
Y HnniEnAi] v¿'¿
Este libro es una fascinante exploración sobre la
naturaleza de la identidad cultural estadouniden
se. todavía en estado de shock tras los aconteci
mientos del 11 de septiembre de 2001.
De hecho, la devoción patriótica que siguió a los
atentados se plasmó, entre otras cosas, en la venta
de 250.000 banderas en unos conocidos grandes
almacenes a lo largo de un solo dia. Pero esta
súbita reivindicación de la enseña nacional era
sólo la evidencia física de algo mucho más impor
tante: el renacimiento del orgullo en gran parte
del pueblo de Estados Unidos, un sentimiento que
había permanecido en estado de letargo desde
hada mucho tiempo. Para algunos todo se redujo
a los McDonakls, a Walt Disney y al béisbol. Para
otros, la reivindicación de esos valores debía re
montarse a los primeros británicos que se esta
blecieron en aquellas tierras, alas que legaron su
cultura y su lengua. Para los añx>americanos y los
latinos, sin embargo, no se trató de nada de todo
esto.
m u n d ia !o C l n K i I i s o d o n n m ú U ip k s ( c o n P . L B r r ^ r r ) .
t o d o f e U o » i f u a l n t e n t e p u b lic a d o s p o r P a id ó s .
PMOÓS ESTADO Y SOCIEDAD
Últim os título« publicadot:
¿Quiénes somos?
Los desafíos a la identidad
nacional estadounidense
Titulo ongmaJ. Who A rt Wf> The ChalUngn to Am rrua'\ Súttonsi Identity
Publicado cn ingles, cn 2004. por Simon 6c Schustrr, Nueva York
Quedan nguroMincntc prahibid·», iin la autoriadón e*criu de kic titulares dd copyright. ba|o
las sanciones cstabkddas cn las Jeya. la reproducción total o pardal de esta obn por cuak|uier
medio o procedimiento, comprendidos 1« rq>rognfiía y d tratamiento informático, y la
distnbubóo de ejemplares de ells mediante alquiler o préstamo públicos.
Agradecimientos.............................................................................. 15
P rólogo................................................................................. 19
Primera parte
Los ELEMENTOS DE LA IDENTIDAD
Segunda parte
La i d e n t i d a d e s t a d o u n id e n s e
T ercera parte
D e s a fío s a l a i d e n tid a d e s ta d o u n id e n s e
Cuarta parte
La r e n o v a c ió n de la i d e n t id a d e s t a d o u n id e n s e
T ablas
F ig u r a s
H arvard un inm enso núm ero de lib ro ·, docum entos, ficheros de datos y
o tro i m ateriales. Su principal contribución, no obstante, fuc su em peño
en garantizar la precisión. C oncienzuda, exhaustiva c incesantem ente,
com probó una y otra vez los datos, las cifras, las citas y las referencias bi
bliográficas, hasta cl punto dc resistirse, por ejem plo, a mi tendencia a re
dondear los porcentajes, insistiendo en que debían ser detallados, por lo
m enos, hasta las décim as de punto. En un libro com o éste, donde hay
tantos m iles dc fragm entos de inform ación, la probabilidad dc que se
cuelen errores es enorm e. T odd ha hecho todo lo hum anam ente posible
para reducirlos al m ínim o absoluto.
La tercera com ponente d d «equipo dcl libro», Beth Baiter, fue el eje
alrededor dcl que circulam os todos ios dem ás. Ella fuc nuestro centro de
com unicaciones y la coordinadora de nuestras aaividades: se aseguraba
de que cada uno de nosotros supiera lo que tenía que hacer y lo que ten í
an que haccr (y haa'an) los dem ás. Con su habitual optim ism o, nos iba re
cordando los plazos al tiem po que nos sum inistraba café y galletas. De
m anera indispensable para m i, tam bién clasificó y ordenó, descartó o
desvió las solicitudes que de mi tiem po o m is servicios (salvo las dc estu
diantes y colegas) Ucgaban a diario a mi despacho. Tam bién m ecanogra
fió un borrador tras o tro dc los capítulos dc este libro.
£n el pasado he tenido m uchos ayudantes de prím era. Sin em bargo,
nunca antes había contado con la asistencia dc un «equipo de libro» con
tal diversidad de talentos y con unos m iem bros que trabajasen juntos
con tai arm onía, entusiasm o y espírítu constructivo. Eso ha sido para mi
una experiencia verdaderam ente m aravillosa.
M is am igos Law rence H arríson, P eter Skcrry y Tony Sm ith leyeron
un borrador del m anuscrito y me proporcionaron com entaríos y críticas
dc sum a valía que han m ejorado sensiblem ente la versión fm al dc este li
bro. Me siento, adem ás, cspcdalm ente cn deuda con Larry H arríson por
todas las ideas y sugerencias que ha aportado y por el constante ánim o
que m e ha dado durante los m uchos años de la g esu d ó n de la presente
obra.
Mi trabajo cn o te libro y el d d resto del «equipo» ha sido posible
grad as a la fin an d ad ó n aportada p or la Sm ith R ichardson Foundation, ia
Bradley Foundation, la W eatherhead Foundation, la U niversidad de H ar
vard y d W eatherhead C entcr for International A ffairs de H arvard.
D esde la concepdón in id al d d libro hasta su fase final, D enise Shan-
non ha ido m ucho más allá de b que son las responsabilidades norm ales
dc una agente, m ostrándole com prensiva, firm e y eficaz en extrem o a la
.\j:r jJciinucritín 17
liiK 'tii iir U cultur« «n|tk>prt>m tanir c'«nictrrístK '« J c liis ctilonc» futí Jacio
m J c h4f«Jo» U nick« cn k ü sigki« xvii y xviii. Ia>s clcm cnri)» clav'c J c J i
chá coiliiu'« KMi. U Icngiui iiij(lcsá; cJ cristiánisnio; 1« cx>nvicci(>n rclixidN^i;
km cxm crpiiis molieses Jc l inipcno Jc 1« ley, U rrspon& ahiliJaiJ J c li^ ¡í,o
bcnum tcs y km Jcrrch c« cic km indiviJuc^. y Ic^ valores cic los protcs(antc-s
cluidm tea (el inJiviJualism o. la etic'a Jc l trabajo y la creencia cn que los se
m humaiH)« lim en la c'ap aciJaJ y la o b li^ c iiin J c crear un paniíso cn U
tierra —una «ciudad sobre una colina»— ). A lo largo cJc la historia, m illo
nes de inm ijirantcs fueron airaidoa a El^tackn U nidos p or dicha cultura y
por las o |x in u n id ad es cconcMnicas que esta cxm tríbuyó a hacer posible.
Ln terc er lugar, esa cu ltu ra angloprc^testante ha c o n stitu id o un ele
m entó c'cntral d e la idencidad estadounidense d u ra n te tres siglos. Es lo
que los cstadoim idenses han com p artid o y — com o m u ltitu d de e x tran je
ros han señalado— lo que los ha diferen ciad o de o tro s pueblos. A finales
del siglo x x . sin em bargo, tan to la prom inencia com o la sustancia de la
cu ltu ra y dcl C redo am ericanos se en fren taro n al desafío p lanteado por
una n u e \a oleada de inm igrantes p rocedentes de A m érica L atina y A sia,
p or la p o p u larid ad que cn los d rc u lo s intelectuales y políticos han ad·
quihck> las d o ctrin as del m ulticulturalism o y la d iversidad, p o r la d ifu
sión del español como segunda lengua estadounidense y las tendencias a
la hisp an izad ó n en la sociedad estadounidense, p o r la afirm ación de
iden tid ad es de g rupo basadas en la raza, la etn ia y el género, p o r el im
p acto de las diásporas y de los gobiernos de los países de origen de las
m ism as y p o r d c red e n te com prom iso de las élites con las id en tid ad es
cosm opolitas y transnacionales. En respuesta a tales retos, la id en tid ad
estadounidense p odría evolucionar siguiendo la dirección de: 1) un E sta
dos U nidos crfiiél, desprovisto de su n ú d e o cu ltu ral histó ríco y unido ex
clusivam ente p or un com prom iso com ún con los p rin d p io s del C redo
am erícano: 2) un E stados U nidos b ifurcado, con dos idiom as — español
e inglés— y dos cu ltu ras — la anglo p ro testan te y la hispánica— ; )) un E s
tados U nidos exclusivista, d efinido com o antaño p or la raza y la etn ia y
q u e excluya y /o su b o rd in e a quienes no sean blancos y europeos; 4) un
E stados U nidoa revitalizado que reafirm e su cu ltu ra an g lo p ro testan te
hisicm ca. sus convicdones religiosas y sus valores, y que salga fo rtale d d o
de su confrontadcSn ccxi un m undo hostil; o 5) alguna com binadón de las
po sibilidades an terio res y d e ocras nuevas. El m odo en que los estad o
unidenses defm en su id en tid ad afecta, a su vez, d grado en el que co n d -
ben su pais com o cosm opolita, im perial o nacional, a la hora de relacio
narse con d resto d d m uncio.
IV. 4.»^.. 21
iìslc lib ro està in tlu id o p o r mis propias idm tiiJadc% com o p atrio ta y
flcadém ico. (lom o p atrio ta, siento una honda p rctx u p ació n |K ir la unidad
y la fuerza de mi país entendido com o una s<KÌcdad basada cn la lib cn ad .
la igualiiad, la lev y los derechos indinduales. ( 'o m o académ ico, creo que la
evolución histórica dc la identidad c^stadounidcnse y su estado actual son
cuestiones fascinantes y dc >{ran im portancia que requieren un estu d io y
un análisis en profundidad. No t)bsiantc, los m óviles del patriotism o y del
academ icism o pueden en trar cn m utuo conflicto. C onsciente de ese p ro
blem a, trato de realizar un análisis de la evidencia em pírica lo m ás d esa
pegado y exhaustivo posible, si bien advierto al lecto r de que mi selección
y presentación de esa ev idencia pueden h aber estado influidas p o r mi d e
seo p atrió tico de hallar significado y vin u d en el pasado de E stados U ni
dos y en su posible futuro.
Tt>das las sociedades se enfrentan a am enazas recu rren tes a su e x is
tencia. a las que, en un m om ento u o tro , acaban sucum biendo. P ero a l
gunas, aun estando igual de am enazadas, son tam bién capaces de aplazar
su desaparición frenando e. incluso, in viniendo los procesos d c declive,
y renovando su vitalidad y su identidad. C reo que E stados U nidos cs p e r
fectam ente capaz de esto últim o y que los estad o u n id en ses d eb erían
renovar su com prom iso con la cu ltu ra, las tradiciones y los valores anglo-
p ro tcstan tes a los que noneam erícanos de todas las razas, etnias y religio
nes, se han adh eríd o d u ran te tres siglos y m edio, y que han su p u esto la
fuente de su lib en ad , su unidad, su p oder, su p ro sp eríd ad y su liderazgo
m oral com o fuerza de bien en el m undo.
P erm ítanm e dejar claro desde un principio que lo que aquí p resen to
es un argum ento en defensa dc la im p o n an d a d c la cu ltu ra an g lo p ro tes
tan te. no de las personas angloprotestantes. C reo que uno de los grandes
éxitos (quizás el m ayor) dc E su d o s U nidos ha sido la m edida en la que ha
logrado elim inar los com ponentes raciales y étnicos que han o cupado his-
tórícam ente un lugar central en su iden tid ad , y se ha co nven ido en una
so d ed ad m ultiétnica y m ultirracial en la que los individuos deben ser juz
gados según sus m érítos. Eso ha o cu rríd o , creo, gracias al com prom iso
que generadones sucesivas de esu d o u n id cn scs han m ostrado con la cu l
tu ra angloprotestante y con el C redo dc los colonos fundad ores. Si se
m antiene ese com prom iso, A m éríca seguirá siendo A m éríca m ucho d es
pués de que los descendientes W ASP d e sus fundadores se hayan conver
tid o cn una m inoría red u n d a y poco influyente. Ésa es la A m éríca que co
nozco y am o. Es tam bién, tal com o la evidencia recogida en estas páginas
dem uestra, la A m éríca que la m ayoría de los estadounidenses am a y desea.
P r im e r a p a r t e
P r o m i n e n c i a : ¿s i g u e n a h í l a s b a n d e r a s ?
Las p tlc b rts de R icbd Ncwman reflejan la escasa prom inencia que la
identidad nadonal tenia para algunos estadounidenses antes d d 11 de
septiem bre. E ntie los dudadanos cultos y de la élite, la identidad nado-
nal pareda haberse desvanecido sin dejar rastro. La globalizadón, d mul-
ticulturalisino, d cosm opolitisnio, la inm igradón, d subnadonalism o y d
antinadonalism o habían asestado duros golpes a la co n d en d a am erica
na. Las identidades étnicas, raciales y de género habían pasado a ocupar
posiciones preponderantes. En contraste con sus predecesores, m uchos
inm igrantes yuxuponían identidades y m antenían lealtades y n ad o n ali·
dades duales. La masiva afluencia de hispanos planteaba dudas acerca de
la unidad lingüíscica y cultural de Estados U nidos. Los ejecutivos de em
presa. los profiesionaks y los lecnócrfus de k era de la inform ación pro
pugnaban identidades cosm opolitas por encim a de las nadonales. La en-
fcñanza de la historia nadonal había cedido terreno ante la enseñanza de
las historias étnicas y radales. D d énfasis en lo que los norteam ericanos
tienen en común se pasó a la celebradón de la diversidad. La unidad na·
cianal y la condenda de una identidad de n ad ó n , creadas m ediante d
írtbaio y la guem en los siglos xvui y xix, y consolidadas d u ran te las gue
rras m undiales d d siglo xx, paredan debilitarse. En m uchos sentidos,
Enados Unidos era, en d año 2000, m enos nadón que en to d o d siglo
U eras de U uicnu¿éd n^oocul 27
Identidades suhnaaonales
En su libro Race Pride and tbe American Identity, Joseph Rhea ponía
ejem plos de Us poesías reatad as en dos cerem onias de investidura de dos
28 Lo· demento· de U i«ienCKÌad
Identidades transnaáonaies
iVic)É gkria»: nom bre con d que dcH gns d o g io ss y csriñoeam cnrc · U b e n d c rs « ·
LJ cnM% (Jc 1« ulcnndjti njiuifi«! \I
« p re -11 dc septiem bre» ligeram ente re%isada o de una nun-a norm ali
dad «post-post -11 de septiembre».*^ r \o s hace taita un Osam a bin Laden
— com o a Rachel NeuTnan— para dam os cuenta de que som os estado
unidenscs? Si no suirím os ataques destm ctivos reiterados, <regresarem os
a la íragm enución y al am ericanism o erosionado previos al 11 de sep
tiem bre? ¿O hallarem os una identidad nacional revitalizada que no de
penda de am enazas externas de desastres y que proporcione la unidad
que faltó durante las últim as décadas del siglo xx?
S u s t a n c ia . q i i é n e s s o m o s .^
tuncionc» idcntiunas cn Europa y Estados Unidos son c«da vez más pía
na» y más parecidas a la musulmana. Las nocioncs dc nación, identidad na
donal c Ínteres nacional pueden csiar perdiendo relevancia y utilidad. Si
esto es asi. la pregunta es: ^qué pasará a ocupar su lugar (suponiendo que
ha>a algo que las acabe reemplazando) y qué implica eso para Estados
Unido»? Y si eso no cs así y la identidad nadonal sigue siendo relevante, la
pregunta pasa entonces a ser la siguiente: ¿qué im plicadones tienen para
Estados Unidos los cambios cn el contenido de su identidad nacional?
o tro t países indusirislizado». T onto los blancos com o los nq^ros o los his
panos son. cn su gran m ayoría, cristianos. En un m undo cn cl que la cul
tu ra y. en particular, la religión conform an las lealudes. las alianzas y los
antagonism os de personas de todos los continentes, los estadounidenses
podrían reencontrarse con su identidad nacional y su propósito com o na
ción en su cultura y su religión.
('jpítu lo 2
logran cambiar) y Jc la edad (que puctle ser nenjdj, |Hfo nci t jnihudj
mediante U acción humanal, las personas M>n reljlivamentc lihre^ <ie lie
finir sus identidades comi> deseen, aunque pueden n«>ser capaces de p<>
ncrias cn práctica. Pueden heredar su etnia v >u raza. |K*ro pueden rede
finirías o rccha/arla.s, sin olvidar que el sinnihcado y la aplicabilidad de
un termino como cl dc «ra/a»> camina con el tiemptv
Ln tercer lugar, los individuos v, cn menor grado. K»s grupos llenen
múltiples identidades. Estas pueden ser adscriptivas. icrritonak's. econó
micas, culturales, políticas, stnriales y nacionales 1.a prominencia relativa
dc cada una de ellas para el individuo o el grupo cn cuc*stión puede ser di·
íercnie según cl momento y la situación, como también varía la medida
en la que csas identidades se complementan o están confrontadas entre
sí. «Sólo situaciones sociales extremas —señala Karmcla Licbkmd— ,
como las batallas cn plena guerra, pueden erradicar temporalmente toiias
las afiliaciones de grupo salvo una.»’
En cuano lugar, las identidades son defmidas por cl yo. pero son pro
duelo de la inicracci<>n entre el yo y los otros. La percepción que los otros
tienen dc un individuo o de un grupo afecta la definición propia dc ese
mismo individuo o grupo. Si una persona entra en una nueva situación
social y es percibida como alguien de fuera que no pcncnecc a aquel en
tom o, cs probable que ella misma acabe xiéndosc de esc m ixlo. Si una
gran mayoría de la población de un país cree que los m iem bros de un
grupo m inorítarío son inhereniem enie atrasados c inferiores, cs muy pro
bable que los miembros dc dicho grupo acaben inceríorízando esa con-
ce|>ción de sí mismos y que esta pase a form ar pane de su identidad.
Tam bién puede que reaccionen contra esa caraaerización y se definan
por oposición a ella. Las fuentes externas dc identidad pueden provenir
dcl entom o inm ediato, de la sociedad en general o de las autoridades po-
Üticas. Los propios gobiem os, más dc una vez, han sido los que han asig
nado identidades raciales o dc otro cipo a los individuos.
Las personas pueden aspirar a una idencidad. pero no serán capaces
de adoptarla a menos que no sean bien recibidas por quienes ya cienen
esa identidad. La cuestión crucial de la post G uerra Fría para los pueblos
de la Europa del esce era si O ccidente aceptaría que se identificaran a sí
mismos como unos occidentales más. Los occidentales han aceptado a
los p>olacos, a los checos y a los húngaros. Es menos probable que lo ha
gan con otros pueblos europeos oríentales que tam bién quieren una iden
tidad occidental. Se han m ostrado siem pre reacios a hacerlo con los tu r
cos. por ejem plo, a pesar dc que la élite adm inistrativa de ese país desea
48 Lo· ckmcmo· üc U tücniukJ
O t KOS Y tN l MICfOS
F l K N TtS D t IDENTIDAD
Las personas pueden elegir entre un núm ero casi infinito dc posibles
fuentes de identidad. Éstas pueden ser principalm ente:
incluso desplazan « las más amplias, como ocurrc con los movimientos dc
defensa dc la autonom ía o la independencia tcrritoriaJes Las idcniidadcs
jerárquicas manrienen una difícil conviv-encia.
La falsa d ic o t o m ía
LA IDENTIDAD ESTADOUNIDENSE
Capítulo 3
C am bio , c o n t i n u i d a d y v e r d a d e s a m e d i a s
Tabuí 3.1
brado que la suya fuese una «nacn»n <k·inm i^rjnlo«. Sin c*mhjík;<t. las jc
titudes resjictlo a la herencia inmigrante dc Ii\idd»>% l lonu n/anm
a vanar tras la prohibición de Ij inmigración a ^rjn c%calj cn 14J4 l.sc
cambio quedó dramatizado cn el famoso dc^afio lanzado |K>r cl presiileiv
tc Franklin Roose\’cll a las Hi|as dc la Rcvolucion americana* cn
«Recordad, recordad siempre que ichIos nc>iotrt>s, v voM>iras y yo. es|>c
cialmcnte, descendemos de inmi>’ranies y re\olucionan<>»» U presukTite
Kennedy citó esc comentario cn su libro /! Safron ftf ¡njminranti, publica
do a titulo postumo. Tanto antes como después, esa expresión ha sido
constantemente invocada por académicos y pcnixlistas. FJ más destacado
historiador de la inmij?ración estadounidense, Oscar Handiin, af irmó que
«los mmigrantes la historia estadounidense». LI sociólogo Rol>en Be
Uah dijo, haciéndose eco dc Franklin Roosevelt: «Todos los estadouni
denses salvxi los indios son inmigrantes o descendientes de inmigrantes».*
Todas esas ase\craciones son válidas como verdades parciales, pero
falsas como verdades totales. Roosc\elt se equivocaba en parte al sugerir
que todos los estadounidenses descendían de «revolucionarios», pero tc
equivocó por com pleto al sugcñr que tanto él como su público de «H ijas
de la Revolución am encana» eran (al menos, atendiendo a sus apellidos i
descendientes dc inmigrantes. Sus antepasados no fueron inm igrantes,
sino colonos, y en sus orígenes. Estados Unidos no fuc una nación dc in
m igrantes. sino una socicdad (o un conjunto dc sociedades) dc colonos
llegados al Nuex’o M undo en los siglos xvii y xviii. Sus orígenes como so
cicdad de colonos angloprotestantes han m arcado profunda y duradera
mente (más que ningún otro factor) la cultura, las instituciones, cl desa
rrollo histórico y la identidad de Estados Unidos.
Los colonos y los inmigrantes difieren cn aspectos fundam entales.
Los colonos dejan una sociedad prc%iamcnte existente, generalm ente en
grupo, con ei fin de crear una nueva com unidad (una ciudad sobre una
colina) en un tcrrítorío nuevo y, a m enudo, distante. Están im buidos de
una conciencia de propósito coleaivo. Im plícita o explícitam ente, suscn
ben un p a ao o carta constitucional que define la base de la com unidad
que crwm y iu rcU aón coiccin'i con lu p itru ongind Por cl coniran«v
lo · inm igránics no crcin u n · nuc\*· so acd id . Se trasládan dc una stKic
d id a ofra d istin u ü i em igración c», cn muchos casos, un proceso per
sonal que aíccta a individuos y a familias que ddinen individualm ente su
relación con su patna anterior y con su nuc\*a patria de acogida Lo» co
lono· de lo · siglos xvii y xviii íueron a América porque era una tabla rasa
Aparte de Us tnbus indias —que podían ser aniquiU das o desplazadas
hacia d oeste— , no había ninguna ocra sociedad. V íueron d lí para crcar
sociedades que encam aran y fortalecieran U cultura y los vdores q ur ha
bían traído consigo de su país dc ongcn. Los m m igrantcs llegaron más
tarde porque querían form ar pane de U sociedad que los colonos habían
creado. A diferencia de estos últim os, lo· m m igrantcs experim entaron un
«choque cultural»: tanto d io · como su dcscendenda se esforzaron por
absorber una cultura que. en m ucho· aspecto·, era muy discordante dc la
que habían traído consigo.' Antes de que lo · inm igrantes pudieran ir a
E stado· U nidos, los colono· tm icron que fundarlo.
Los cstadoum denscs se refieren habitualm ente a quienes declararon
U independencia y produieron U C onscituaón durante los deccnit« dc
1770 y 178ü con d nom bre de Padres FuncUdores. Ahora bien, antes de
que pudiera haber Padres Fundadores, hubo cd o n as fundadores. Esta
dos U nido· no em pezó en 1775. 1776 o 1787. Com enzó con las pruncra»
com unidades de colonos dc lti0 7 .1620 y 1630. Lo que ocurrió cn Us dé
cadas de 1770 y 1780 tu%x> su origen cn iy fue un producto de> U socie
dad y U cultura aogloaracncanai protestantes que habían e\x>ludonado a
lo Urgo del siglo y m edio precedente.
L j distinción entre colono· e inmigrantes era plenam ente reconocida
por quienes llevaron E stado· U nido· a U irKiependcnda. Antes de U G ue
rra de IrKiepcndenaa, como bien apuntara John Higham. lo · colono· ingle
ses y holandeses ^ concebían a sí nusm o· como fundadores, pobladores o
colonizadorc· —U población conadiuciv^ de eaas sociedades coloniales—.
pero no como inmigramet. Suyo· eran d sittan a político. U lengua, lo · mo
delo· de trabajo y aK ntam iento. y m ucho· de k» hábitos m entales a los
que lo · inmigrante» tendrían luego que aju stan e» / El térm ino «inm igran
te» llegó d idiom a inglés de Eatados Unido» en U década de 1780 para dis
tinguir a lo» recién llegado· de entonce» de kx colono· fundadores.
La cukura centrd de E stado· Unidos ha sido y sigue siendo princi
pdm ente en d m omento actud Ucultura de k« colono· de k>s siglos xvii
y xvm que fundaron Usociedad norteam ericana. L o· d em ento· nuclea
res de dicha cultura pueden ser definido· de modo» diveno», pero inclu-
• V ij ul. , t i.ljJ ,,.r ¡,v
M ás q u e el C redo
dcrcchos individuales .Inrjic III fue cniM irjdo {x»r Jc· rsuM icrr
«una tiranía absoluta». í!n 1«»^ prιrIlcro^ dcccuios tic ia rcpiiblici Nvs Ic
dcralistas y los |ctícrsonianos dcl>aCicr(»n ardnanicntc sobre une redimen
supt^nía una mayor amcna/a para la lilK*riad nortramrncaria cl Iraníes
(revolucionario y. jx>slcnormcntc, na|x»lc<»riko) <»ei liritánuo (monarqui
co). Durante cJ si^K> xix, los estad«umidcnscs respaldaron cntusiastamen
tc los esfuerzos dc \ o s laimoamcricano}* los húnKan>s y (»trc»s para libe
rarse dcl dominio monárquico extranjero.
Las políticas estadounidenses respecto a otrm países venían dctcrm i
nadas por cl grado de semejanza que se percibía entre sus sistem as polili
cos y el estadounidense, una sim ilitud o disim ilitud que tam bién ínfim a
en las decisiones dc ir a la íjuerra o de m antener la paz. ( -ímtio ha m ostra
do John ()w cn. la evolución del gobicm o británico cn una dirccdc'm más
liberal y dem ocrática facilites la solución de las diferenaas con Crron Brc
taña durante cl siglo xix. Para cuando se pnxluK ' la disputa fronteriza
venezolana de 1895· 1896. ya eran varias las destacadas figuras estadouni
denses que invocaban una tradición política común británico-norteam e·
rícaoa como garante de la amistad entre ambos países. D urante una gra
ve crisis con España en 187). los senadores argum entam n que la guerra
estaba descartada porque España, en aquel entonces, tenía un sistem a de
gobierno republicano. Sin em bargo, en 1898. España había v'uelto a ser
una m onarquía y la descripción de su brutal tiranía en ('.uba contnhuyó
a que Estados Unidos justificase una declaración de guerra. En 1891, un
inddente cn el que fueron atacados m arineros estadounidenses en C^hile
puso el país al borde dc la guerra, pero «m uchos m iem bros de la éhte
norteam ericana se m ostraban renuentes a luchar contra otra república» y,
al final, C hile cedió a la mayoría de peticiones estadounidenses." En el si
glo XX, los estadounidenses se definieron como los adalides de la dem o
cracia y la libertad a nivel m undial en contra del m ilitarism o alem án y ja
ponés, del nazism o y del com unism o soviético.
El C redo ha sido, pues, uno de los elem entos de la identidad estado
unídetise desde la G uerra de Independencia. Pero, como dice Rogers Sm ith,
el argum ento según ei cual la identidad estadounidense se define exclusi
vamente por ei Credo «es. cn el m ejor de los casos, una verdad a m edias».
D urante buena parte de su historía, los norteam ericanos m antuvieron
esclavizados y luego segregados a los negros, m asacraron y m arginaron a
los indios, excluyeron a los asiáticxM, discrím m aron a lus catóiictM y pusie
ron trabas a la inm igración de personas procedentes de otros lugares que
no fueran el noroeste de Europa. La república estadounidense inicial era.
74 Li KÍmciJ«i cMsJounMirmc
• N ink. ún a p e g o p o r u n l u g a s ·
* El MMor t r rcfirrc al micvo departam ento ícdersi crcado por U fldm inutracién Bufth
UM k » « c m a d o t d rl 11 de fcpucm brv (d US D epartm ent of H o a d in d Sccurity) y que
U protM h u p m M b · tra d u o d o , cn «Iffuno· ca o » , coran D tpartam ento de S egundad Na
a o n a l. y. cn o iro·. com o D cptftam cnto de Seguridad Inicnor o InieriM Aqui te emplea
U m d u rc jó o más bieral d d térm ino ih o m e U m d » patria) (N é M t )
< » - f i i f : - .1,- ¡j ; r r · ;j,· -.-j v u. i d c r ; v ”7
R a za y e t n ia
Ucioncs tic Lstadiis l'nulos con Ion induis I d intLr.ucinn t nlii· cnI on v
los cNíJtiouniJcnsc^ so tarai rori/o por ti J i rf.inunuciito J i Ij i i»
acción, cl dcsp<'>scimiento v la lorrnpi lo/i I n cl ilc ic n io Jc* IS^O. cl f>rc
sidcntc* Andrcw Jack>on pcr>iiadn» .il ( oiik^rcso para que aprobara la In
dUn Rcmíival Act uLc\ Jc I vpulsión »le los Indios»»>. pH>r la que las
prinapiiln tribus dc scis c>tjilos ild sur fueron desplazadas a la luer/a al
oeste dcl Misisipi y que o>ndu)o a la Scf;und.i (lUcrra Seminóla de
1843. Hoy calilicjriam»is dc «Imipic/a étnica» aquclUs expulsiones. I lo
Tronzaron, j>or ejemplo, a ríK'quc\ille: «Ms impniMblc haccrsc una idea
dcl sülnmicnto espant<iso que acompaña a esas mlHΓac¡onc^ forzada»
Quien 1^ emprende cs un pucbKi \a exhausto y reducido, y los paísc*s a
los que se trasladan están va habitados por otras tribus, que reciben a los
recién llegados con celosa hostilidad. Tras cIK>s scSlo hay hambre; la gue
rra les aguarda y la miseria los acin>a por tcxias panes^.'^' Ln relación ct>n
las expulsiones indias, cl 1 ribunal Supremo expreso, a través dc la opi
nión de su presidente, el |ucz lohn Marshall, que las tribus eran «nacio
nes internas dependientes» y que los indios, individualmente considera
do·, debían lealtad a su tribu v. por consiguiente, no tenían derecho a la
ciudadanía estadounidense a mcm>s que se separaran explícitamente de
su tribu y se mtegraran en la sociedad noneamericana.'*"
M ientras que. por un ladi-». se expulsaba o exterm inaba a los indios,
por el otro se im ponaba a los negros (hasta I8()8) y se les esclavizaba y re
prim ía Los Padres Fundadores asum ieron que b super\ivencia dcl siste
ma de g o b ie r T K i republicano precisaba de unos niveles relativam enle ele
vados de hom ogeneidad r a c i a l , religiosa y étnica. La prim era ley de
nacionalización, dc I79(), dejaba abiena la ciudadanía sólo a las «perso
nas blancas libres». En aquel entonces, los negros (esclavos en su inmen
sa m ayoría) suponían el 20% de la población total. Los noneam ericani^.
no obstante, no los consideraban m iem bros de su com unidad. Los escla
vo». según m anifestó el prim er fiscal general. Edm und R andolph. no eran
«m iem bros constituyentes de nuestra sociedad». Lo» negros libres reci
bían una consideración muy parecida y tenían casi uni\T rsalm entc veda
do el derecho al voto. Thomas jefferson. como otros Padres Fundadores,
creía que los blancos y los negros «no pueilen \i\ir en igual libenad cn cl
mismo sistem a político» Jeíferson. Jam es M adison. H enry Clay. john
Randolph. Abraham Lincoln y otras figuras políticas destacadas rcspal
daban las iniciativas de la Sociedad Am ericana de C olonización para fo
m entar la em igración de los negros libres hacia A fnca. D ichos esfuerzos
llevaron a la creación dc Libcria en 1821. a la que fueron finalm ente
Hlì I ^ HkniKUtl ruA^UHiniilmar
(m ns(>»ruJiH q u iru r mil ncgrtts lib ro iN o parete claro ha&ld que pniì
to tiicron alli \-olunlan«iiicnte. ) I j ì 18<ì2. cl presuliMiie Lincoln iii|o a Ioh
i-twiiiHirienlo del quc era cl pnm cr Krufx» de negri»» libre% en visiiar l.i
< 4i»a Bianca quc d c h u n em igrar a Airica
l i lu c i K i'kgcr B. T a n c \ . al cx p rc ?w r la o p in io n d e l T n b iin a l S u p rc n ic ì
— p mi i i i c n i c %\c\ m u m o — c n la s e n te n c ia d c l c a so tic D rc d S c o ti
\ IH ^7», aduK' q u c la CliM iü tiliicio n a s u m ía que n o m^Io lo s e s c la v o s , s in o
lo d in I t^ n e g ro s , e ra n « u n a c la s e u if c n o r su b t> rd in a d a d e s e re s » no me
rrc c d i^ re s d r «li»» d e re c h o s v la s lil'ie n a d c s » p r o p io s d e lo s c iu d a d a n c ìs . v
q u c . |xu c o n s ig u im ie . n o fo rm a b a n p a r te d e l « p u e b lo d e lis ta d o s lin i
ik » » K sc la llo tu e p o s te r io m ie n ie d e m g a d o pt»r la I3 e c im iK 'u a rta l'n
m ic n d a d e 1S6M, q u c d e c la ra b a q u e tm la s las (P erso n as n a c id a s o n a tu ra
li/a d a s c n lls ia ik w l^ n ic k is e ra n c iu d a d a n a s d c d ic h o p a ís P e s e a e llo . lo s
n e g ro » c tM ilin u a ro n s o m c tiik is a fo rm a s e x tre m a s d e s e g re g a c ió n y d is c ri
m m a c to n . in c lu id a la n e g a c ió n d r s u ilc rc c h o al v o to , d u r a n te o tr o sig lo .
L o s p r in c ip a le s o b s tá c u lo s a la ig u a ld a d d c lo s n e g ro s y a s u p a rtic ip a c ió n
p « )lilic a stSlo c m (ic z a ro n a d e s a p a re c e r wn la s e n te n c ia d c l c a so fìmwn r
Bí»érd í j / hJu4:étton d c 1954 y la s Ic y rs d c lo s D e re c h o s C iv ile s y d c lo s D e
rc c h o s d c V cK o d c 1 % 4 y l% 5 .
K1 c'oncrpto dc raza empezó a adquirir, a principios dcl siglo xix,
una significación cada vez mayor cn cl pensamiento científico. íntcicc
lual V popular tanto de Europa como dc Estados Unidos. A mediados dc
siglo, «la desigualdad inherente de las razas estaba sencillamente acep
tada como un hccho cicntiTic'o en Estados Unidos».“ ' Los estadouniden
ses tambiñi llegaron a creer que las diferencias cualitativas entre las razas
eran innatas en lugar dc determinadas por el entorno. Los seres huma
nas. según la creencia mayoritaria. estaban divididos en cuatro grandes
razas, por orden descendente de calidad: la caucásica, la mongólica, la
india y la africana. Dentro de la caucásica, se hacía también una diferen
ciación adicional que dejaba a los descendientes anglosajones de las tri
bus germánicas en el lugar más alto de la clasificación. Este concepto ra
cial de la identidad nacional fue invocado por ambos bandos en los
debates sobre la expansión territorial durante el siglo xix. Por un lado,
la superioridad de la «raza angloamericana» justificaba que sus miem
bros conquisuran y dominaran a los mexicanos, a los indios y a otros.
Por d ocro. la conveniencia de mantener la pureza racial dc una sodedad
angkwmencaDa constituyó un impoftance argumento esgrimido por quie
nes se oponían a la anexión de México, la República Dominicana, Cuba
y la» Filipinas/'
í iiiiijxirictiic' Ji Ij jtUrtiiJjJ c«·; j »I<•»jrwJi-tivi K)
niírtr^nuTii .uu*n’ ti(Mi «»s lie I <k\ic·. tic l.i\ v'»Iin.i*> ili IcniK-^'n iiv ·.
áqncl c rj un u-iiu c|ik· rm \t· rciiu iu r\cImm\ jim-iiTi- a I i·»11.u (*»hÍ
AparccKTtMi im orKr\ unclt-^ Li*n n«*niNrc-N Jt hnníhrt-x Jc· JiscrNax i*t
mas \ U lc\cnt|j -Si clIirK nmrii ron lunTttN pí»Jcini»\ \i\ir lun-
t<n» Lii iJi'n t iJjJ cNfjJoiiniJcnvi· cr*fcnJiJ.i (.i»in<í Ij J«· unj m k ic iU J
m iilllcínKa. m·remuiita j in i.icrtj m i-JiJ.!. tuc un prinJui to ilc·' ]j Se
ftiimld Cnicrrj M tin JijI
Mn L· Jc« .jJa Jc lS\n. Iík^ucmHc se refería a los rttaJoiiniJcnscs
oMno •anglojimcncjnos- ( icn anos licspiifs. aquello \a ni' era p*>siblc
Lo5 anKioamenc jni>s coniinuahan Nien^lo cl terupo Jominante \. posible
mcnir. cl ma>or en numero Je la s«K irJaJ estjJ< m niJcnv. pero ctnica
mcnic. r.siailtK l niJos había de|aJo ik: ser una sncicdjd an)d<'«nicncanji.
A los angloamericanos se les habían im iJo Icn irUniicics amcncanm. Un
lUlo-imcncanin. l<n jiolacos amencanos. Im jjemuno amcncantn y los |u
dios afncric«nt>». entre otrm F.sc cambio de eMatus quedó rct1c|jdo tam
bien cn un cambio de termint>lot:ia Además ilc no ser va únicos ctla-
dounidenses. los an»(loamencanm habían pasado a ser le» VC'ASP uno dc
tantos otros fcrupos dcl paisaje étnico dc Estados L'nidos Pero, si bien Im
angk^amcrícanos hablan ido perdiendo peso proporcional cn la pobla
ción estadounidense, la cultura angloprotestante dc sus antepasados co
lono* sobrc\ivio durante trescientos añm como cl elemento dcfinitoho
primordial dc la iJe n iiJa J estaJounidcnsc
Capítulo 4
CULTURA ANGLOPROTESTANTE
El núcleo cultural
U vndj colonial». Arthur SchJcsinjícr. Ir.. coinciJc con Viiiijihan «La Icn
gu< dc la nuc\a nación, sus lr>cs. sus instituciones, sus ideas [x^liticas. su
lilcraiura. sus costumbres, sus prccepu». sus oraciones, Jerivahan ante
tcKio de G ran Bretaña».
Con sus posteriores adaptaciones y modificaciones, esta cultura on
fCinaJ pcm vió otros Irescienlos añc>s Doscientos años ilcspues ilc que
Iohn Jay distinguiera en 17X9 seis elementos centrales que K>s estadouni
denses tenían en común, uno de ellos — la ascendencia— hahía dejado <ic
existir. Varios de los otros cinco — la lengua, la religión. los principios ilc·!
gobicmo. los usos y costumbres, ia expenencia dc guerra— se hahi.m
modificado o diluido (ptir ejemplo, cuando Jay hablaba dc «una misma
religión» sobrcnicndia obviamente cl protestantismo», pero, doscienti>s
años después, hubiera tenido que sobrentender el cristianismo!. Dc lo
dos modos, cn lo fundamental, los componentes de la identidad estad«»
unidcnsc segiín Jay. aunque cuestionados, siguieron iKupamlo un lugar
central en ia cuitara estadounidense durante cl siglo xx. Los valores pro
testantes han tenido una importancia fundamental y continuada. Ln
cuanto a la lengua, los esfuerzos de los colonos alemanes dc la PensiK a
nía dd siglo xviii por lograr la igualdad del alemán con el inglés indigna
ron a Benjamín Franklin (entre otros) y no obtuvieron ningún rcsultadí».
Los esfuerzos de los inmigrantes alemanes dd siglo xix para mantener
cncUivcs gcrmanohabiantes en Wisconsin y para emplear ei alemán cn las
escudas se fueron finalmente al traste debido a las presiones asimiladoras
y ál requisito impuesto cn 1889 por cl legislativo de Wisconsin a las es
cuelas dcl estado para que usaran d inglés como idioma exclusivo de ins
trucción.* Hasta ia aparidón de grandes concentradones dc inmigrantes
hispanohablantes en Miami y ei suroeste. Estados Unidos constituyó un
caso único: un país de más de 200 millones de habitantes quc. cn su prác
tica totalidad, hablaban la misma lengua.
Las instituciones políticas y legales creadas por los colonos en los si-
gkx xvii y xviii encamaban en buena medida las institudones y las prác
ticas propias de la «constitudón dc ios Tudor» dc la Inglaterra dc finales
dd siglo XVI y de prindpios del xvii. Éstas eran: la concepción de una ley
fundamental superior al gobicmo y limitadora del mismo; la fusión de las
fundones ejecutiva, legislativ'a y judidal. para dividir luego el poder entre
instituciones y gobiemos separados; d poder relativo del legislativo y dei
jefe dd ejecutivo; la fusión en dicho jefe del ejecutivo de las llamadas fun
dones «dignificadas» y «efidentcs»; un legislativo bicameral; ia respon
sabilidad de lo· legisladores ante sus deaores locdes; un sistema de co
<4j!:ni j ; r, ■',.»· y'
-L a d is id e n c ia d el d is e n s o »
ciiSn fue cl empeño dcl Sur por formular una justificación de la csclavi
lud. Pero, por lo demás, los principios generales dcl Credo han contado
con el respaldo abrumador del pueblo estadounidense de acuerdo tanto
con los obseivadorcs del siglo xix como con las encuestas dc opinión dei
s ig lo XX.
En torcer lugar, casi todas las ¡deas centrales dcl Credo tienen su ori
gen en cl protestantismo disidente. El énfasis protestante en la concien
' cij individual y en la responsabilidad dc los individuos para aprender las
verdades de Dios directamente de la Biblia favorecieron cl compromiso
, estadounidense con cl individualismo, la igualdad y los derechos a la li
bertad de religión y dc opinión. El protestantismo hada hincapié cn la
ética dcl trabajo y cn la responsabilidad que debía asumir el individuo
por su propio éxito o fracaso en la vida. A través de sus formas congre-
gacionales dc organización eclcsiástica, el protestantismo promovió la
oposición a la jerarquía e hizo presuponer la necesidad de emplear for
mas democráticas similares en cl gobicmo general. También fomentó las
iniciativas moralistas para reformar la socicdad y garantizar la paz y la jus
ticia cn cl propio pais y cn todo el mundo.
En las sociedades europeas continentales, con la salvedad de la Fran
cia revolucionaria, no se generó nada parecido al Credo, ni tampoco en
las colonias francesas, españolas o portuguesas, ni siquiera en las poste
riorcs colonias británicas cn Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelan
da. Las culturas musulmanas, budistas, ortodoxas, confucianas, hindúes,
judías, católicas c, incluso, las luteranas y las anglicanas, no han produci
do nada comparable. El Credo americano es una creación única de una
cultura protestante disidente. La medida, el fervor y la continuidad con
la que los estadounidenses se han adherido al Credo dan fe del lugar in
dispensable que ocupa en su carácter e identidad nacionales.
Entre las fuentes del Credo se incluyen Us ideas de la Ilu stració n que
se hicieron populares entre parte de U élite norteamericana a m ediados
del siglo XVIII. Dc lodos m odos, dichas ideas hallaron un terreno ab o na
do en U cultura angloprotestante existente en Norteamérica desde h ad a
más dc un siglo. Dc central importancia en aquella cultura eran los ya tra
dicionales conceptos ingleses dd derecho natural y c o n s u e t u d i n a r i o , dc
la Umiiadón dc la autoridad gubemamcntal y de los derechos de los in
gleses. que se rcmomaban a U O ltu Magna. A éstos, las sectas puritanas
de la Revolución inglesa, caracterizadas por su radicalismo, añ ad iero n lí
igualdad y U responsabilidad dd gobierno ante d pueblo. En E s t a d o s
Unidos, como ha señalado Willíam Lee Miller. la religión • c o n t r i b u y ó a
í . i i l l i i r j jn^ílopriHt-sfántc *^5
crcar el cred o y fue co m p atib le con él. [ ...] A quí cl p ro tcstan i ism n lib eral
y cl lib eralism o p o lític o , la religión dem ocrática y ia p o lítica dem o crática,
la fe am ericana y la tc c ristia n a, se im bricaro n m utuam ente y ejerciero n
una p ro fu n d a in flu en cia los unos so bre los o tro s» . Las creen cias p ro te s
tantes y el C red o p o lítico am ericano com prendían id eas sim ilares y p ara
lelas y se com b in aro n p ara fo rjar, tal com o argum entó Jo hn H igham , «los
vínculos qu e m ás estrech am en te unido m antuvieron al p u eb lo estad o u n i
dense d u ra n te el siglo x ix » . O , com o ha ap u n tad o Je ff S p in n er, «en Es-
tados U nidos, es d ifícil d esen trañ ar lo p ro testan te d e lo lib e ra l» .E i C re
do am ericano, en resum en, es pro testan tism o sin D ios, el cred o secu lar de
la «nación con alm a de iglesia».
El in d iv id u a lis m o y l a é t ic a d e l t r a b a jo
El derecho al trabajo y a las recom pensas dcl trabajo fuc uno dc los
argum cntof utilizados cn el siglo xix contra la esclavitud: el derecho cen
tral propugnado por el entonces nuevo partido republicano fuc cl «dcrc
cho a trabajar dc form a produrtiva. i seguir la vocación p ropia y ob tener
las recom pensas de la m isma». El concepto del «hom bre hccho a sí m is
m o» cs un producto característico de esc entorno y de esa cultu ra esta
dounidenses.^
En la década de 1990. los estadounidenses seguían siendo un pueblo
de trabajo. T rabajaban más horas y hadan m enos vacaciones que los ciu
dadanos de ocras dem ocracias industrializadas. Las jom adas laborales de
o tras sociedades industrializadas decrecían. En E stados U nidos Dcgaban
induso a increm entarse. En los países industrializados, el prom edio de
horas trabajadas por em pleado en 1997 fuc dc 1.966 en E stados U nidos.
1.889 en Japón. 1.867 en A ustralia. 1.838 en Nueva Z elanda. 1.731 en
G ran B retaña, 1.656 en Francia, 1.582 en Sueda, 1.560 cn A lem ania y
1.399 cn N oruega. Los estadounidenses trabajaron, de m edia, 350 horas
más que los europeos. En 1999, cl 60% de los adolescentes estad o un i
denses lem a un em pleo, d trip le dc la m edia de otro s países in d u striali
zados. H istóricam ente, ios estadounidenses han m ostrado una actitu d
am bivalente (incluso de culpabilidad, en m uchos casos) h ad a d ocio, que
siem pre han tratado de reconciliar con su ética d d trabajo. T al com o sos-
lem a G ndy Aron en su lib ro Working at Play, los estadounidenses del si
glo XX seguían siendo prisioneros d d «persistente y continuado recelo
h ad a todo Upso de tiem po pasado lejos del trabajo».^^ Los estad o un i
denses tienden a sentirse obligado» a dedicar sus vacadones no sólo al
ocio im productivo, sino tam bién a las buenas obras y a la autom ejora.
Los estadounidenses no sólo han trabajado más que o tro s pueblos,
lin o que han hallado satisfacción en ello y se han identificado con su tra
bajo más que otros. En una E ncuesta Intcm adonal de V alores de 1990
realizada cn diez países d istin to s, d 87% de los estadounidenses afirm a
ban sentirse muy orgullosos dc su trabajo. Sólo los b ritánicos arrojaban
un porcentaje com parable. En la m ayoría de los dem ás países, m enos dcl
30% de los trabajadores era dc esa opinión (véase la figura 4.1). Los n o r
team ericanos han crd d o sistem áticam ente en cl trabajo d u ro com o clave
d d éxito individual. A p rin d p io s d é la década de 1990. un 80% dc los c<-
tadoum denscs d eda que para ser am ericano era necesario su scrib ir la éti-
( tAiuf» 99
Pregunta a los trab ajad o res: -¿C òrno sa sian ta u stad d a orguítoao por at tn o a io q u a
raiMza? ¿ D rti u stad q u a “m ucho", “algo", “poco" o “an aúaoK ito'?-.
R aspuaata: -n iu ch o -
ij {! 1 i · I i f i i
* í
liá cir l'WO, cl subfulio dc d rtcm p lco dur«h« un m áxim o dc cinco áños
cn Cir«n B rrtañ« y Alcm«ni«. d«n «m n cn Trimci«. un ■ñt> cn |M|K>n v sólti
•ri* m c i n cn l:ic«d«w (fnidcn. Lá tc n d c n d i ctU iiounidcnsc diirüntc |j
d c ia d « dc \ H ^ ) é rcducir y. cn U m ctiída dc lo poftihlc, clim m ar los pru
icrim *· dc áu ticn cia k h í«I icnía »u origen cn U crccnci« cn cl valor mo
ral ilcl trabafo «< AMi9cguir algo a cam bio dc nada» supone una fuente in
m ensa dc wrKÜcn/a. « lü trabajo —com o señalaba Shklar— c»iá muy
rcW ionad«» ixin la ciudadanía y suscita el interrogante dc si unm 4<)ult(M
saiH» que no ganan nada acttxam entc pueden ser consideradm ciiidada
nos p le n o s .·”'**
A ki largo de la historia noneam ericana. los inm igrantes han tenido
que afro n tar el reto de adaptarse a la etica del iraba|o. Ln 1854. Philip
Schatt daba el siguiente consejo a le» inm igrantes potenciales:
Sólo debemos decir una cusa a los inmigrantes; prepárense para tinla
claae dc pnvacionc·. m» cnníien cn la Ionuna y las circunstancia«, sino en
I>K» Ven una mfaiigahle laboriosidad. Si desean llevar una vida alegre y
tranquila« quédense cn casa. Un buen conscto: cn ningún sitio son ma»
oponiinos la oración y cl trahaio que en Bstados Unidos. Para el amenca
no autcniico. nada es mas despreciable que la ociosidad y cl estancamicn
lo; para él. lo que cn justicia cnrrespimde al hombre en este mumlo no es
d placer, sino d irahajo. no rs d rcp«iso coníonahlc. sino ia inquietud y cl
a|ctm t. y esto iienc una imponancia indescnptible para el miwno y. en
coniunto, una influencui muy saludable en la vida m ord dc la nación.
La mayor parte de lo que esri bien y dc lo que c»iá mal cn nuestra his
to ril tiene su ongen cn nuestra tcologíi públici. Todis Us iniciitivis en
caminadas 1 hic'er que Estidos Unido· llevara 1 U práctKa con mayor fi
delidad ios v'ilores que profesaba han emergido a partir dc ilguni form i de
teologíi públici. desde lo· ibolidonisus hasu d evangelio social y desde el
primer panido tocialisu hasu d movimiento de defensa de los derechos
civiles dirigido por Martin Luther King y d movimiemo dc lo· trabajado^
reí agrícolas liderado por César Chávez. Pero umbien han emergido de li
mismi fuente U guerra cxpansionisti y todas las íormas de opresión de
las minorías raciales y de lo· coleaivo· inmigrantes.
(\ J e it)
ICH U k lr n n d « a « M k iu m d c fM r
quicrda. tal cnm o uno dc sus líderes afirm aba a principios dc la década
dc l% 0 . «nace dc valores m orales que se tienen por a b so lu to s» .L a se
gunda m anitestación tuc la dcl posterior im pulso conservador dc reform a,
dc las décadas de 1980 y 1990, que se centró cn la necesidad de reducir
tanto la autoridad gubernam ental como los program as de asistencia so
cial y los im puestos, am pliando, al mismo tiem po, las restricciones gu
bernam entales al aborto.
El protestantism o disidente ha m arcado la política ex terio r estado
unidense tan to com o su política interna. A la hora de dcfm ir &u política
exterior, la m ayoría de los Estados concede una aplastante prioridad a in
terescs llam ados generalm ente «realistas» como son el poder, la scguri
dad y la riqueza. En últim a instancia, Estados U nidos tam bién lo hace.
No obstante, los norteam ericanos sienten tam bién la necesidad de fo
m entar, tan to cn sus relaciones con otras sociedades como dentro de e»as
sociedades, los fines m oralistas que persiguen en su propio país. En la
nueva república, hasta 1815, los Padres Fundadores de E stados U nidos
debatieron y se guiaron cn sus relaciones exteriores en térm inos casi ex
clusivam ente realistas. D irigían una república muy pequeña que com par
tía fronteras con algunas dc las posesiones dc las grandes potencias dc en
tonces. G ran B retaña, Francia y España, que durante la m ayor parte dc
esos años habían estado luchando entre sí. A través de las guerras no de
cisivas que lucharon contra G ran B retaña y Francia, de la intervención
m ilitar en las posesiones españolas y d éla duplicación de la extensión dcl
país m ediante la com pra de Luisiana a N apoleón, los dirigentes de E sta
dos U nidos se revelaron com o unos adeptos praaican tes de la pob'tica
dcl poder dcl m ás puro estilo europeo. Con cl fin de la era nap>olcónica.
E stados U nidos pudo reducir su preocupación realista por ei poder y la
seguridad y perseguir objetivos fundam entalm ente económ icos en sus re
laciones exteriores, concentrando sus energías en la expansión y el desa
rroUo de su propio territo rio . D urante esa fase, com o ha sostenido t a l
ler M cD ougall, cl propósito de lo i norteam ericanos fue. de hecho, cl de
convenir a su país en la tierra prom etida.
Sin em bargo, hacia cl final dcl siglo xix. Estado* U nidos cmergK)
com o una nueva potencia m undial. Esto produjo do» íenom cno* con
frontado*. Por una p arte, como gran potencia. E stados U nidos no podía
ignorar Us realidades dc U política dcl poder. Para m antener su estatus y
»ti seguridad, ten d ría presum iblem ente que com petir con dureza con las
« ra s grandes potencias dcl m undo como no habU podido ni había ten i
do que hacerlo d urante U m ayor parte del siglo xix. Al m ism o tiem po, su
lüd UiJeiHMÍ«l«««dounHlemc
U n PUl-BLO REUOIOSO
Los norteam ericanos han sido extrem adam ente religiosos y casi
exclusivam ente cristianos a lo largo dc su historia. Los colonos d d si
glo XVII. como ya hemos visto, fundaron sus com unidades en N oftcam crica,
en gran pane, por m otivos religiosos. Los noneam ericanos d d sig b xviii
y sus líderes concibieron su Revolución (o G uerra de Independencia) en
térm inos religiosos y. fundam entalm ente, bíblicos. En N oneam érica. «la
Biblia desem peñó, a la hora de conform ar la cultura, un papel sin paran
gón en E uropa. [...] Los protestantes noneam ericanos se hallaban unidos
bajo d principio de la Scriptura sola·.* La Revolución reflejaba su «alian
za con D ios» y era una guerra entre «los degidos dc Dios» y el «A nticris
to» británico. Jefferson, Paine y otros deístas o no creyentes consideraron
necesario invocar la religión para justificar la G uena de Independencia.^
El Congreso C ontinentd declaró días de ayuno para im plorar d perdón
y la ayuda dc Dios y dias dc acción dc gracias por lo que Él había hccho
p tra fa\x>recer la causa independentista. H asta bien entrado cl siglo xix
Fuente· Kenneth D. Wdcl, Rrhgton and Pnlitui m thr t'mtrJ S¡díe^, \ur%·« Yori. Si
M inin* Prc». 1987. p i|i 7 Rcimpmo con pcrmiMi J r Rovnun «nJ LittlcheU. 2<ìi)i
T abla 5.1
Fuente. Gcoruc Bishop. « V lu t Amencam Retll> Bdieve «nd W hy Futí» hn 'r «s Uni\-cr
m1 m Thcy Thm k». F rrr í n ^ n , n 9. verano de 1999. págs. )8-42.
* E ftitf encuestas comparten un mismo cuestionario, pero son realizadas por or
ganismos d if«vm cs según 1<» países. Por tanto, la fiabibdad de los datos puede variar.
Tam bién puede variar la medida en la <|ue los encuestados den respuestas «sinceras» (que
refleien sus propias opiniones) o «estratégicas». Hay tres posibles tipos de respuestas es
traicgjcas. I /las <|ue expresan la que d encuestado cree que es la respuesta prefenda o cs
perada en tu soaedad o en su grupo social; 2) las que expresan lo que d encuestado cree
que d encuestador quiere oír. y 3) las que le dan para evitane problemas con las auton
dades estatales De iodos modos, una respuesu estratégica dd primer tipo podría »er una
prueba d r loeaoendida que e tti (o de lo mtensa q iv es) una detenninada actitud en una lo-
ciedad en concreto. iN M éu io r.)
K r li^ it t n \ I 117
Michigan P r o ·. 1998.
F ig u iia 5 2 . ReliicioM dad cn el m undo.
118 La MicntkUd cfuJouni^lemc
p ro testa n tes E n tre los quince paises de m ayor relig io sid ad se inchivcn
N ig eria, la In d ia y T u rq u ía leí único país african o y los únicos países prc
docninancem ente hin dú es o m usulm anes recogidos en la m u estrai. así
com o ocho paises predom inantem ente cató lico s, un pais o rto d o x n (Ru
m an iaI. la radicalm ente d iv id id a Irlan d a d d N orte y dos países p red o
m inantem ente p ro testan tes: E stados U nidos (en q u in to lugar) y (Canadá
<en decim oquinto) C on la ex cep d ó n de Islan dia. to d o s los dem ás países
predom inantem ente p ro testan tes caen hasta las posiciones bajas (en rd i
giosidad) d e la m itad in ferio r de los paises sondeados. E stados U nidos es,
pues, y p o r un am plio m argen, d pais p ro testan te m ás religioso. El le^a
do de sus orígenes refo rm istas p ro testan tes se m antenía vivo y firm e al
acabar d siglo xx.
E l E s t a ix » U n i d o s p h o t e s t a . n t e y e l c a t o l i c i s m o
• a lobrenoinbrc de «Know Noihinit» les nno p«t|ue »c decía que, cuando mis
e r« i im erpel^k» por penona· «ien--í
»'«n o M b crn ad a». IN J e it)
122 Là klmtKkJ aljJounMicrac
a los ficlc», cn sus cscritos y iliscursof. i iccp tar li rtica p ro tcslan tc. \Hy
nicncio cl énfasis cn U sobñedad. cl ahorro y d cspin tu dc iniciíitiva ca
ractcnsticam cnic nortcam cncanoa com o virtudes a dcsam illan» "
Una dc las dim ensiones mas sorprendentes de la pn>ic»taniizacu»n
fue d m odo y la m edida cn que los p rdados catolicos reconciliaron el
urm m alism o caicSbco con d nadonalism o estadounidense. Haciénd«>sc
eco d d lono. las ideas y las palabras de los protestantes evangélicos, sos
tenían la legitim idad d i\in a de la m isión de Estados U nidos en cl m um lo
«No podem os sino crccr —declaró d arzobispo Ireland en 19()5— que j
Estados Unidos se le ha asignado una m isión singular |...] la m isión dc
crcar un nuevo orden social y político. [...) Si la Iglesia triunfa cn E stados
U nidos, la xrrdad católica najará llevada dc las alas dc la intlucncid ñor
team ericana y drcundará d orbe.» M ediado d siglo xx. el obispo Shccn
se rd eria en térm inos sim ilares a E sudos U nidos, calificándolo de nación
degida, y d cardenal Spellm an, según dijo un estudioso del tem a, eqiii
ptraba «abiertam ente los fuidos y la acdón de li nadón ettado iin id cn se
con los de Dios. (...) La aceptadón por pane d d cardenal Spellm an de la
misión m esiánica de E sudos Unidos se hace así com pleta».^ «Los cató
licos estadounidenses —lal como un observador africano señalaba en U
década de 1990— resultan m olestos para Roma, predsam ente. porque
son... en fin, tan protestantes.» En ese sentido, el catolidsm o no difiere
d d judaísm o o de ocras religiones. «La religión esudounidense. sea cual
sea su denom inación sectaria form al, es deddidam ente protestante.»*"
U n p u e b lo c r is tia n o
tam bién p or elevados índices de natalidad. Los inm igranies latinoam cri
canos se están conviniendo tanibién al protestantism o evangélico. Ade
más, la p ro b ab ilid ad dc em igrar a Estados U nidos desde Asia y O riente
Próxim o es m ayor en tre los cristianos que entre los no cristianos. En
1990. los asiáticos nortem ericanos cristianos eran m ayoría respccio a los
budistas o los hindúes. E ntre los coreanos noncam ericanos, por ejem plo,
los cristianos superaban a los budistas cn una proporción de diez a uno
Un tercio aproxim ado de los inm igrantes vietnam itas son católicos. Dos
terceras p artes de ios árabes norteam ericanos no eran m usulm anes, sino
cristianos, a pesar de que el núm ero dc m usulm anes crecía con rapidez
antes del 11 de septiem bre. ‘ A unque es im posible em itir un juicio preci
so. en ios albores del siglo xxi, E stados U nidos se estaba volviendo pro
bablem ente m ás cristiano , no m enos, en lo que se refiere a su composi
dón religiosa.
El increm ento del ya de por sí reducido núm ero de no cristianos
plantea inevitablem ente una serie de cuestiones en tom o al estatus de és
tos en un país caraaerizad o por una población de abm m adora mayoría
cristiana y un E stado laico. Algunas son de carácter tan em inentem ente
p ráaico com o las reladonadas con el vestir y la aparienda física (cl pa
ñuelo en la cabeza de las m ujeres m usulm anas o las barbas y los turban
tes de ios hom bres sijs, por ejem plo). En cualquier caso, los estadouni
denses han trata d o , po r lo general, de to lerar y dar cabida a las práaicas
de los grupos no cristian os. La com binación de cristianism o, valores pro
testantes y garan tías constitucionales de la libertad de culto típica de Es
tados U nidos ha servido, po r lo general (y como era de prever), para que
los colectivos no cristiano s gocen tam bién de libenad para p raaicar y d i
vulgar sus creencias. Los norteam ericanos tienen tendencia a ser inclusi
vos en m ateria de religión: todas m erecen respeto. En 1860, Anthony
T roilope apuntaba que en E stados U nidos, «si hay una cosa segura, es
que todo el m undo tien e una religión, sin im portar m ucho cuál». Casi
den años después, el p resid en te Eisenhow er expresaba esa misma opi
nión: «N uestro gobiem o no tiene sentido a m enos que esté fundado so
bre una fe religiosa profundam ente sentida. Y no me im porta cuál sea».**
Dada la to lerancia general de la diversidad religiosa, a las religiones no
cristianas no les queda m ás rem edio que reconocer y aceptar que Estados
U nidos es una sociedad cristiana. Ellas son m inúsculas m inorías en una
población abrum adoram ente devota del D ios cristiano y de Su Hijo.
«Los estadounidenses se han concebido siem pre a sí mismos como na
dón cristian a — so stiene Irving K ristol— , tolerantes por igual con todas
12K klentuU«! cMAclounidcnK
unidenscs que declaraba que la religión era muy im pcm anie en sus vidas
descendió desde cl 7 0 '’o dc l% 5 al 52% de 1978. y, lucuo. volvió a m
crem entarsc hasta situarse entre el 61 y el 65% a finales de 2002. La cai
da de la dccada dc 1970, sin em barco, alecto fundam entalm ente a los ca
tólicos. En 1940, el 37"f. de los estadounidenses decía haber asistido a
una iglesia o sinagofca en los últim os siete días: cn 2002, eran un 43% . En
1940, cl 72% decían ser m iem bros de una iglesia o sinagoga; en 2002.
eran cl 66% , un descenso concentrado tam bién fundam entalm ente en
tom o a los católicos duran te la dccada de 1970. T ras un estudio exhaus
tivo dc los d atos procedentes de las encuestas, A ndreu· G reelcy llega a
la siguiente conclusión: «Sólo tres indicadores m uestran un descenso
—asistencia a la iglesia, aportaciones económ icas y creencia en la ín ter
prctación literal dc las E scrituras— . Esas tres dism inuciones se circuns
criben a los católicos.» Las causas de esos descensos en tre los católicos se
deben probablem ente al im p aao del C oncilio V aticano II y a la postura
inflexible de la Iglesia cn referencia al control de la natalidad.^*
En cl curso dc la h istoria dc E sudos U nidos, se han producido fluc
tuaciones en los n i\'d e s de convicción y de im plicación religiosas de los
esudounidenses. En cierta m edida, tales fluauaciones estuxieron rela
cionadas con los G randes D espenares dc m ediados d d siglo x v iii, prin-
ap io s d d XIX, finales d d xix y principios d d xx. Las pruebas de una po
sible tendencia general a la baja en la rd igiosidad, sin em bargo, son
escasas o nulas. La proliferación dc seaas y, cn especial, d crecim iento
exponencial dc los m etodistas y los baptistas cn d siglo xix expandieron
ligniñcativam ente la im plicación religiosa. E ntre 1775 y 1845, la pobla
ción noneam ericana se m ultiplicó casi por diez, pero la proporción rela
tiva dc dérigos cristianos creció tres x'cccs más durante ese m ismo período,
pasando de uno p o r cada 1.500 habitantes a uno por cada 500. Tam bién
se produjo un aum ento com parable en el núm ero de congregaciones, y.
según o tro d etallad o estu d io de los datos d d censo y de las cifras de afi
liación a las diversas confesiones, d porcentaje de m iem bros form ales de
una iglesia subió d d 17% en 1776 al 37% cn 1860 y continuó aum entan
do a un rítm o constante du ran te el siglo xx hasta alcanzar d 62% cn
1980.^' Al iniciarse el siglo x x i, los esudounidenses no estaban m enos
com prom etidos con su identidad cristiana, sino que, muy probablem en
te. lo estaban m ás que cn ningún o tro nKMnento dc su h isto ría.
130 La idemulad cstMiounidcrue
R e lig ió n c iv il
• E l tercero era £ plunhui umum ide mucho·, uno» l.V ir/ éutor )
** Fiesucncofm icm oraciónaclo· caído» en combalc por Unackiocsijdounidcmc.
Se cdebra d último lunes dc mayo. t.N Jelt)
H2 l a kIcTUkUJ n t a t k x
La fr a g il id a d d e l a s n a c i o n e s
Dcsilc cl siglo XVII y hasta cl final dcl xx, la prominencia c-nirc los
norteamericanos dc su identidad nacional cn comparación con oirjs
identidades pasó por cuatro fases evolutivas. Sólo cn una dc i llas unte
pusieron claramente su identidad nacional a todas las demás, l n los si
Ríos xvii y xviii, las personas libres que vivían en las colonias noncamc
ricanas dc Gran Bretaña tenían muchas cosas en común (raza, cinia.
valores políticos, lengua, cultura y religión) que también companian. cn
gran parte, con los habitantes dc las Islas Británicas. Hasta mediados dcl
siglo xviii, sus identidades y lealtades estaban con sus colonias y asenta
mientos cspedficos (Virginia, Pensilvania, Nuc\*a York o Massachusctis).
y, a un nivel más general, con la corona británica. La conciencia coiccti
va dc una identidad norteamericana sólo surgió en las décadas previas a
la Guerra dc Independencia. En un segundo momento, tras la indepcn
dencia y la emigración masiva de leales probritánicos, desapareció la op
ción dc la identidad británica, pero mantuvieron su preeminencia las
identidades dc los diversos estados individuales. Las identidades locales,
regionales y panidistas enfrentadas se hicieron más importantes y, espe
cialmente. tras 18)0, la identidad nacional se tomó más problemática y
fue objeto de desafíos crecientes. Fue en una tercera fase, tras la Guerra
dc Secesión, cuando la supremacía dc la identidad nacional quedó firme
mente establecida; la era comprendida entre los decenios dc 1870 y 1970
fue para Estados Unidos d siglo dcl tnunfo dd nacionalismo. En las dé
cadas dc 1960 y 1970 dd sigk) xx. fuc cuestionada la primada dc la ¡den
udad nacional. Lo· nuevos inmigrantes quc. cn gran número, entraban
cn d país gozaban dc la posibilidad dc mantener lazos estrechos con sus
paises dc origen, y sustentar lealtades, nadonalidadcs y hasu ciudadanías
de carácter dual. Las identidades subnacionalcs dc índole radal. étnico,
cultural o dc género, adquirieron para muchos estadounidenses una im*
portancia inusitada. Miembros dc la élite intelectual, política y empresa
rial rcdufcron cada vez más d grado dc su compromiso con su nación y
privilegiaron ocras lealtades de naturaleza transnacional y subnacional
El 11 de septiembre puso bruscamente fm a esa cuarta fase y resta
bleció espccucularmcntc la primada de la identidad nadonal sobre el
resto de identidades en la práctica totalidad de los estadounidenses. Dos
años después, esa nueva prccmincnda dc la identidad nadonal estaba y·
volviendo a apagarse. Es posible que este proceso continúe y que reapa
rezca la pauu identitana de la fase cuatro. Pero también podría ocurrir
que la nueva sensación dc vulnerabilidad de Estados Unidos ante los ata
ques externos, la necesidad de grandes esfuerzos para asegurar la s e g ú n
Sur^jimicnti» tru m to iir\f(4% tr 1 37
rcÌcrcn ciii a las colonias corno una ùnica unidad« m ientras que en tre 1762
y 1775 fueron ya cl 25,8% . A dem ás, tras 176), «los sím bolos dc procc
d encia am ericana se refirieron a las colonias com o am ericanas más fre
cuentem ente que com o b ritánicas todos los años salvo dos: 1765 y 1766».
La eclosión dc la conciencia am erícana en 1763 queda cspcctacularm cn-
le ilustrad a en la figura 6.1 (reproducida dcl estudio dc M crríttl, en la
que se m uestra la distríbución tem poral de tres conjuntos clavc de sím
b o lo s.’
La construcción nacional en N oncam éríca d ifiríó de la europea,
donde los dirigentes políticos creaban un E stado y luego tratab an de
crear una nadón en tre la población sobre la que pretendían gobernar.
En N oncam éríca, por el co n trarío , las experíendas colectivas, unidas al
bdcrazgo de unas élites am pliam ente disem inadas, crearon una concien
cía com ún en la población, que fue quien realm ente luchó por su inde
pendencia y la ganó, y quien dio posteríorm ente lugar a unas in stitu cio
nes po líticas centrales m ínim as, que, a juicio de los visitantes europeos
de iodo el siglo x ix. no constituían realm ente un E stado en el sentido
europeo del térm ino.
L a id k n tid a d n a c io n a l f r e n t f . a o t r a s id e n tid a d e s
Amegw^·^
Uftión». sin rsp c c iÌK jr tic quc jx-rn r^rr.p<K;n là lijm jb jn njcion *
Un lis p n m c rj\ Jc Ij m cn cio n jJj Í.'nu»n m uchas pcrsonis.
induyendo j %us trc jd (» ro . contcm pljhan con sumu m ccrriJum hrc Ij
p o fib ilidad dc un4j cx istcn cu w »stcnjdj de b misma A p « jr de Jos ¿r^u
meneos d c M adison cn ^ iid o contrano la opinion m a\ontana era quc
sólo k » p a iso pequeños p<xJia scr repúblicas Estados L nidos era un in
m enso pais y. po r lan ro , tcn dn a quc convenirse en una m onarquía o sub
dividirse en en tid ad es m is reducidas [elYcrson considen» probable que
surgieran, p o r lo m enos, una federación deJ A tlántico y una federaaón
del M isisipi í^om o sostenía Henry Steelc ( xxnm afier. «el tnunfo y la con
so lid aaón del nacionalism o no esraban. ni m ucho m enos, predeterm ina*
dosj». La A m enca an>do(ona podría haber acabado tan di\*idida como la
Am érica h isp ano h ablan te '
E ntre las G u erras dc Independenda y de Secesión, la identidad na
cional com pitió con las identidades estatales, re^ponales y panidistas. H as
ta 1830. los sen tim ien to s nacionalistas lograron sólo éxitos relativtis en
dicha co m p etid ó n . VC'ashington íue. en vida, una presencia nacional do-
m m ante y un sím bolo carism atico dc unidad nacional.**’A su m uene. con
tinuó siendo la fig ura m ás venerada (y. en d e n o s sentidos, la única uná
nim em ente reverenciada > de k» Padres Fundadores. La \ia o ria de k»
«halcones d e la guerra» cn las elecdones de 1810. las expectativas dc
conquisu del G in ad á y la indignación causada por las injerencias b ritá
nicas cn la m arina m ercante estadounidense, generaron un auge del na-
do nalisnjo (fuera d e N u o a Inglaterra! que desem bocó en la guerra dc
1812. El resu ltad o d c la guerra y. en pan icu lar, la \ia o ria de Jackson en
Nuev'a O rlean s. reno\*aron esos sentim ientos nackm alistas. En 1824· 1826
se p ro d u d ría una oleada final dc nacionalism o, provocada por la extra
ordinaria gira de L aíayene p o r todo cl país, «que ocasionó —según un
estu dio io del tem a— una orgia de celebradón inigualada antes o después
en cuanto a escala y entusiasm o se refiere» .“ Esta oleada culm inó con la
cd eb rad ó n del quincuagésim o anK’crsarío dc la D eclaración dc Inde
pendencia el 4 de ju lio de 1826 y con las m uertes, esc mismo día. de John
Adams y T hom as Jefíerso n . A dnúrados ante la im probabilidad estadtsti
c* de que esos tre s acontedm icntos pudiesen haber coincidido en una
misma fecha, los noneam erícanos llegaron a la íácil conclusión de que
•q 'íd lo no p odía se r m ás que un m ensaje defm iiivo desde k> más alto dc
qwc realm ente eran cl P ueblo E legido de Dio*.
144 L « u ic m iÜ M l e«A Ü (H inulem c
( naannal
L'fuón en U Chktt· dc Secatón (dr ahi qur U handcr· amad· cn aquel mumcnto hiesc
iS drit)
• WiDiam L in ^ Cjarmon. además dc irr hndadúr cn 1832 de U Soaedad Aniie»
d ra ta d c Nueva Iniaatcrra. haba empcMdo a publicar desde d i de encfodc 18)1 en
Boacoci. un tcmanaho desde donde defendió sus potfulado» aboliciontsias: Thr Uhrrétvr
iS driti
''ii r n i m ic n t i) . t n u n h v J o k ^ m c l·!*^
El senador nos ha dicho hoy con toda Innqucza que no som«^ un puc
blo. Ha dicho. [..1 tras la culmmación de una guerra que costó a nta na
dón seiscientas mil vidas, que no somos una nación (...] Nos ha dado
entender que el pcrtenecc a la tnbu de los Delawarc. una tribu indepcn
diente y soberana que vive en una reseñ a ( .. 1cercana a la ciudad de Fila
delfia. [...] Yo afirmo que somos un pueblo, [...j somos una nación.'*
Rtconáliaaón Sorte-Sur
H n/oru méctorul
E l di'hdtc d t Lí dumiUctOH
* DnJc ZanKwill. p«rrcr irrciMible U tcniación Jc poner lo* dch«to tobrc U aMini
UiKin C1I termino» mciafcvK'« Eii ui cUucn cntéyo «obre d mtlungpta, PKJip ( íIcíkmi
enumera por encuna dc una Jiiccna ma&dc mctiftiras que Im aiubstat han utilizad o p4i4
dar una unagcn Rráíica dc la asunilación (o dc la auicncia dc la mumal cn Esiadoi Unid<>«
olla i prcMón. cMofado. ensalada, cuenco pm mezcla». moMico. calndoacopio. arco iru.
irradiación, orqucsu. b«ilc. tná(|uina tcfcdora. vertedero, redil, depóano de lodo». callcKWi
un lalkla. No obauntc. U» mciáíorM culioarua parecen especialmenic abundance*, cotno
amwnia Cilcamn. «muha probablemente indicatiw de nuestro caracler nacional que d
Bunbulttmo inilinano proporcione ma» suuituio· poublei dd mrümgpttí que ninnuna otfi
hicntc». <>iuá. má» indicainxi todavía ica d hccho de que melttngprti. cn *u tignifii'ídf^
nn«inaL no tuxmc nada que vrr con la comida; era un sintínimo dc ctwA. e» dear, un lu
aar e n d que hmdu^ rocíalo« Philip (;iraon. «The MdcingPbl Symbol ot Fuuon or ( ^
ím m n/-, Amenam Quartrrty. vT16. prvnavera de I9M, pág )2>. i \ deténtor \
ii> .im n iili. iriiirifw .k » ¿ js r r · |
Afnmcdfirzar ai inmigrante
Guerras mundiales
PÉaiMDA DE i n t e n s i d a d d k l n a c io n a u s m o
d iccin u rv c estu dio sos dc U h isto ria y ln p o lítica estad o u n id en ses que c \'a ·
lu aran cl nivel dc integración dcl pais cn 1930, 1950, 1970 y 1990. U tili
zando una escala dcl l al 5, en la que cl l rep resen tab a el m ayor nivel dc
in teg ració n , los m iem bros dcl panel p u ntuaron 1930 con 1.71; 1950, con
1,46; 1970. con 2,65, y 1990, con 2,60. El año 1950, según los au to res dc
este estu d io , íu c «el p ercib id o com o ccn it dc la in teg ració n nacional
estadounidense». D esde ento n ces, «ha aum entado la fragm entación cul
tu ral y p olítica» , y «actualm ente, el c o n flia o que em ana de las in te n sifi
cadas conciencias étnicas y religiosas plantea el p rin cip al desafío al m ito
nacional estadounidense».'^ O tro s académ icos, tan to afines com o c o n tra
rios al fenóm eno que estaban describien d o, han expresado opin ion es pa
recidas. R oben K aplan hablaba del «eclipse de la nación». D iana Schaub
sostenía que E stados U nidos se en fren taba a la «circu nstancia dc un n a
cionalism o desvaido». G eorge L ipsitz, en un ataq u e co n tra cl «neopa-
trio tism o » de R onald R eagan, ponía de relieve los que llam aba «dilem as
dc la nacionalidad acosada». W altcr Bcm s se lam entaba del inm inente
«final d cl patriotism o» y P etcr Schuck le seguía la p ista a «la devaluación
dc la ciudadanía estad o u n id en se» .'”
La erosión dc la iden tid ad nacional d u rante las últim as décadas dcl
siglo XX tuvo cu atro m anifestaciones principales: la p o p u larid ad tan to dc
las d o rtrin a s del m ulticulturalism o y dc la diversidad e n tre cierto s ele
m entos de la élite com o dc cienos grupos de in terés que elevaron las
id en tid ad es raciales, étn icas, dc genero y o tras d e c a rá a e r subnacional
p o r encim a dc la id en tid ad nacional; la debilid ad o la ausencia incluso dc
facto res que habían favorecido anteriorm ente la asim ilación dc los in m i'
g ran tcs, unida a la creciente tendencia de éstos a m antener id en tid ad es,
lealtad es y ciudadanías de c a rá a c r du al; el predom inio en tre los inm i
g ran tes dc los hablantes (principalm ente, m exicanos) de una única lengua
no inglesa (un fenóm eno sin precedentes en la h isto ria estadounidense) y
las consiguientes tendencias a la hispanizadón y a la transform ación dc
E stados U nidos cn una sodcdad bilingüe y b icu ltu ral y, p o r últim o, la
d esn acio n alizad ó n dc se a o rcs im portantes dc la élite estadounidense y el
hueco crecien te que se está abriendo en tre las convicdones cosm opolitas
y tran sn ad o n ales de dicha élite y los valores altam ente nacionalistas y p«*
tríó tic o t dc la p o b lad ó n norteam ericana en general.
I I kf I Η Λ ) ' Λ Η 11
d e s a f í o s a l a Ι ϋ Ι Λ Π Ί Ι Μ Ι ) L S T A ÍX )U N II)I;N S I.
Capítulo 7
El m o v im ie n t o d e c o n s t r u c c io n is t a
can tó v icto ria con m otivo dc su noventa cum pleaños en 1972: «H acen
falta cincuenta año», m ás o m enos, para que una idea se ab ra cam ino y se
cón v ierta en m oda. A nadie le gusta un in tru so , especialm ente si, adem ás,
cuestion a lo que se considera norm al». El p resid en te C linton aplaudió el
hccho de que lo» estadounidenses se hubieran lib erad o dc su cu ltu ra cu
ropea dom inante. El vicepresidente G ore in te rp re tó el lem a de la nación,
E plurthus unum (escogido p o r F rank lin, Jefferso n y A dam s) com o si vi
niera a significar «de uno, m uchos», y según el teó rico p o lítico M ichael
W alzer, quien citaba la im agen de la «nación de nacionalidades» a la que
ya hiciera referencia K allen, dicho lem a d eb ería significar «en uno. mu
ch os».'
Lx» d eco n stru cd o n istas prom ovieron program as p ara re sa lta r cl es
tatu s y la influencia de los grupos sub n ad o nales de c a rá a e r ra d a l. étn ico
y cu ltu ral. A nim aron a los inm igrantes a m antener las cu ltu ras d e sus pai
9CS de nacim iento, les p ro p o rd o n aro n prívilegios legales negados a los es
tadounidenses nativos y d en u n d aro n la idea m ism a de am erícanización
po r poco norteam erícana. P resionaron para que se reescríb ieran los p ro
gram as de las asig n atu ru y de los m anuales d e h isto ría a fin d e que se hi-
d e ra en ellos referencia a los «pueblos» dc E stados U nidos, en vez de al
pueblo — en singular— de la C o nstitución. In staro n a com plem entar la
h isto ria nacional con la h isto ría de los grupos subnacionales (o a su stitu ir
la prím era p o r la segunda). R edujeron la im portancia d el lu g ar cen tral
ocupado p or el inglés en la vida norteam erícana y prom ovieron la educa
ción bilingüe y la diversidad lingüística. D efendieron d reconocim iento
legal de k » derechos de grupo y del trato p referen te a d e rla s razas p or
encim a dc los derechos individuales escn d ales d el C redo am ericano. Ju s
tificaro n sus acd o n es su stentándolas en las teo rías del m u lticu ltu ralism o
y en la idea de que la diversidad, más que la u nidad o la co m unidad, de
bía ser el vak)r p rep o n d eran te d c E su d o s U nidos. E l c fc a o combúiado
de to d as esas iniciativas fue, p o r una p a n e, d fom ento d e la dcconstruc-
c k » de la m ism a id en tid ad estadounidense q ue se h abía id o creando
p aulatinam ente a lo largo de los tres siglos an terio res y, p o r o tra , d as
censo de las idend d ad es subnacionalcs.
Las controversias resu ltan tes a p ro p ó sito d d tra to d e favor sc ica iv o
d ispensado a ciertas razas, d bilingüism o, d m u lticu ltu ralism o . k inmi*
g ra d ó n , la asim ilación, los contenidos están d ar de la h isto ría n acio n al, d
inglés com o idiom a o ficial o d «euroccntrísm o» fu eron a u tén ticas b ata
llas d c una única gu erra en ia que estab a cn juego la ru itu ralcza d c U id en
tid a d n ad o n al. En un band o , se en co n trab a un sc a o r sig n ificativ o d c li
Lj deconsirxKCión dc [.stadrn L'ni(Jcn cl jiinc dc Las iJ c n tid a J « kubnjLKmalcs 17 5
c o n s tr u c c io n is ta s . E n p r im e r lu g a r , c a b e d e d r q u e é s to s f u e r o n la m a m -
174 DrMiKm AU Hicntkka cM«aounKÍeroc
E l. d e s a f ío al C re d o
go. varios fen óm eno s h icie ro n que aq u ello ya no fuera posible; la urbani
zación de lo s n eg ro s y su em ig ración m asiva hacia el n o rte; el im p aao de
la S egunda G u e rra M u n d ial y, a co n tin u ació n , d c la G u erra F ria, que
co n v irtiero n la d iscrim in ació n racial en un lastre p ara la p o lítica exterior:
las a a itu d e s c am b ian tes d c lo s estad o u n id en ses blancos en tom o a la raza
a m edida q u e tra ta b a n d e reso lv er la d isonancia cognitiva en tre sus creen
d a s y la re alid ad ; lo s esfu erzo s d el p o d er ju d icial federal en las décadas
de 1940 y 1950 en cam in ad o s a con fo rm ar de m anera m ás e stria a con la
D ecim ocuarta E n m ien d a las leyes y las in stitu cio n es que incidían sobre
la p o b lad ó n n eg ra; la a p a rid ó n , a finales de la dccada dc 1950 y d u ran te la
de 1960. de la g e n eració n d el baby boom com o fuente dc aaiv istas pm re
form a, y la nueva firm eza d e lo s U deres de las o rganizadones negras en su
in ten to p o r a lc a n za r la ig u ald ad q ue les había sido negada a los afroam e
ricanos.
C om o ya h a b ía o c u rrid o co n los m ovim ientos dc reform a anteriores,
los p rin d p io s d el C red o am erican o con stitu yero n cl p rincipal recurso cn
mano* d c q u ien es p ro p o n ían el fín d c la segregación y la discrim inadón
racial. L a d ig n id a d d e l in d iv id u o , el derech o d e to d o s ellos a la igualdad
de tra to y d e o p o rtu n id a d e s, con in d ep en d en cia de su raza, fueron tem as
recu rren tes d u ra n te to d a aq u ella cam paña. P osiblem ente, sin los p rin d
pios d el C red o a rraig ad o s en la id en tid ad estad o un id ense, el m ovim iento
por la ig u ald ad d e tra to p a ra los n egros no h ab ría alcanzado ningún re
sultado c o n cre to . L a d efen sa d c la su p resió n dc la raza com o fa a o r en las
<cdoncs d e lo s g o b iern o s y d e o tra s in stitu d o n c s descansaba d ire a a ·
niente so b re el c o n ce p to d e ig u ald ad d e derechos para todas las personas
contenido en cl p ro p io C red o . «L as clasificad o n es y las d istin d o n es basa
íi» en la raza o cl c o lo r — so sten ía cl d estacad o abogado negro T hurgood
M arshall cn 1948— n o tie n e n v alidez m oral o legal cn n uestra sodedad»
A p rin d p io s d e la d écad a d e 1960. los jueces d d T ribu n al Suprem o des
crib iero n la C o n stitu d ó n com o un tex to «daltònico».* La Com ision Fe
«ícral lo b re D erech o s C iv iles, en una d e clarad ó n referid a al ám bito dc la
^ u c a d ó n su p e rio r, lleg ó cn I9 6 0 a la conclusión dc que «las cuestiones
>obre la raza o el c o lo r d e q u ien so licita ser adm itido en una universidad
•on claram en te irre le v a n te s e in ap ro p iad as. N o sirven para legitim ar p ro
pó sito alg u n o a la h o ra d c ay u d ar al c en tro en cuestión a sd cin cm ar «
A tu d ian tct» .^
sio n al. Los sondeos u m b icn han m ostrado sistem áticam ente que una
gran m ayoría de estadounidenses se oponen a la selección según criicn o s
raciales en la co ntratación y « i los ascensos de em pleados, o en las adm i
siones de estu d ian tes cn las universidades, aunque esté explícitam ente
pensada para co rreg ir los efectos de la discnm inacion pasada. La m ism a
p reg u n ta, según explica Seym our M artin L ipset, fue form ulada en tre
1977 y 1989 por la O rg an izaaón G aliup en a n c o encuestas diferen tes:
dc que, «cn resum idas cuentas, cuando Ij cuestión se plantea com o una
elección en tre k igualdad de grupo o cl m érito individual, la acción a íir
m ativa tiene las de p erd er. La m av'oria de los estadounidenses rechaza los
favoritism os ex p lícito s, sea cual sea el grupo en concreto ai que estos p re
tendan ayudan».'
En lodos esos sondeos, las a a itu d e s de los encuestados negros a pro
pósito de la preferencia racial variaron según la naturaleza de la pregun
ta form ulada. En el sondeo de G ailup de 1989, cn eJ que se preguntaba si
cl trato dc favor en las co n trataao n es y las adm isiones de estu d iantes u n i
versitarios estaba justificado para el caso de las m ujeres y las m iñonas o si
debían estar exclusivam ente determ inadas por la capacidad revelada cn
los te st, el 56% de los negros optaron por la capaad ad y el 14% . p or la
preferencia racial. En los cinco sondeos de los Ammcan Sattonai tire-
tioH Studics realizados en tre 1986 y 1994, cn los que se pidió a los en
cuestados que d ijeran si estaban a favor o cn contra dc «Ja contratación y
cl ascenso p referen tes de los negros», el porcentaje de personas negras
que expresaron su oposición osciló entre el 23 y el 4 6 % ." En lineas ge
ncralcs. pues, tan to los negros com o los m iem bros de ocras m inorías pa
recían m ostrarse am bivalentes a propósito de la preferencia racial. Pero
uü am bivalencia se disipa cuando se producen situaciones de intensa
controversia pob'tica, com o las que rodean a Us consultas en referendo,
durante las que los b'dcrcs dc las organizadones raciales triia n intensa-
m entc dc m ovilizar a sus votantes a favor de la sdecdón prelerente. En
m arzo dc 1995, p o r ejem plo, cl 71 % de los blancos, d 54% de los asiáti
cos, d 52% de los hispanos y d 45% de k » negros dijeron aprobar la Ini
dativa sobre los D erechos C iviles propuesta en C alifornia La in id atn ^
fue som etida a vocadón en noviem bre de 1996. tras dieciocho m eses de
cam paña de m ovilización de Ux v-ocantes de \as m inorías cn contra de la
®i*nia (una cam paña cxiraordinariam cntc activa, masiv'a y. cn ocasiones,
despiadada). D e acuerdo con k» sondeos realizado· a la salida de k»
legios eleao raJcs. sólo d 27% de k » negros y d 30% de k» hispanc» \\y
íaron a favor dc dicha iniciativ'a, lo que suponía unos deseem os de 18 v
22 punios porcentuales, rcspcaivam entc, con resp cao a la dninbucion
de opinkK ics de dicdocho m eses antes.'^ Los bdercs d d
W anco y de las organizaciones r>egras. trabajando coniuntam cnie. kigra-
p ersu ad ir a una gran m ayoría dc personas negras para que dieran su
•poyo a la preferencia racial.
A íinalca dc la década de 1980. *e desamWk> una opow t K ^ mas am
PÍM contra tal sd ecd ó n L a d e s a p r o b a c ió n d e la p o b U io o , U · demanda*
186 D cM hot a U identidad csu an u n id em c
tuaJ d u ran te una p arte dem asiado larga de n uestra h isto ria, ¿c que los in
dividuos debieran ser juzgados por el color dc su piel.» Los d ísin to s que
siguen criterio s basados en la raza «podrían balcanizam os y convertim os
en un cúm ulo dc facciones raciales confrontadas [...J apartándonos asi
aún m ás dcl objetivo dc lograr un sistem a político cn el que la raza ya no
im porte». P o sterio n n cn ie, en 1995, cn Adarand Coñtracton v Pené 15
U.S. 200). cl tríb u n al sostuvo que las regulaciones gubcm am cntaJcs que
disponían un tra to favorable a los contratistas dc las m inorías eran inhe
rentem ente sospechosas. En nom bre dc una m ayoría de cinco m iem bros
(contra cu atro ), cl juez A ntonin Scalia declaró que. «a ojos del gobiem o.
cn este país no som os m ás que de una raza: la am ericana». T reinta am »
después de que el C ongreso, p or abrum adora m ayoria, hubiese in scrito
ese p rin cip io en cl derecho estadounidense, el T ribunal Suprem o había
logrado adm itirlo, p o r ñn. por un estrecho m argen. No obstan te, la ad
m inistración C linton no aceptó esa afirm ación dcl C redo am ericano e
ideó diversos planes para lim itar la decisión dcl trib un al en cl caso Ada-
rand. H acia 1996. y com o resultado de los m ism os, «se había producido
una situación sorprendente: ei T ribunal Suprem o y el D epartam ento de
Justicia dc E stados U nido· estaban en guerra», según los Them strom .^*
A quella «guerra» continuó duran te la siguiente adm inistración, pero
los an terio res com batientes cam biaron de bando. En 200), la adm inis
tración Bush propuso que la raza fuera elim inada com o fa a o r para la ad
m isión en las diversas licenciaturas, así com o en la facultad dc derecho,
de la U niversidad de M ichigan, y que se buscara la diversidad racial por
otros m edios. El T ribunal Suprem o, p or una votación de 6 a invalidó
la concesión autom ática de 20 puntos (de un to tal posible de 150) a los
candidatos al ingreso en dicha universidad pertenecientes a alguna m ino
ría. Sin em bargo, en su sentencia m ás im portante en relación con la raza
y con la educación su p erio r desde d caso Bakke de 1978. el trib u nal
aprobó el uso de la raza com o criterio de adm isión cn la facultad dc de
recho. R efrendando cl razonam iento dcl juez Lew is F. Pow dl, Jr.. en el
caso Bakke, d trib u n a l sostuvo, según opinión em itida por la juez O Con-
nor y respaldada p o r una votación dc 5 a 4, que d proceso de adm isión
de alum nos em pleado p o r la facultad dc derecho en p articu lar «tiene
todas las c a ra a e rísiic a s p rop ias de un plan m inuciosam ente confeccio
nado» y que «el estad o tien e un in terés de peso en la diversidad d d
estudiantado que puede jusrifícar d uso de la raza cn la po lítica de adm i
siones dc una unhrersidad». Tam bién dijo que « d program a de adm isio
nes dc una universidad debe cara ac riza n e por una flcxibU idad sufícien·
188 DcMhM é U KknikUtl cst«JouniJcn«r
tc quc garantice quc cada aspirante sea evaluado a>m o un indivuluo >
que no conviena la raza o la einia dcl so liaian tc cn cl rasgo decisivo ilc
su so licitu d de acceso». £1 tríb u n al añadía que «las políticas dc adm isión
que tienen en cuenta la raza deben ser lim itadas cn cl tiem pt'»· y c s|3crahá
«que den tro dc xTÍnticinco años d uso dc la prctcrcncia racial no sea ya
ncccsano para prom ov'cr el interés que hoy aprobam os».
Lx» oponentes de la aco ó n afirm ativa habían prom ovido las dem an
das contra la U niversidad de M ichigan con la esperanza dc que, ante las
crecientes restnccioncs judiciales a la prctcrcncia racial d u ran te la déca
da dc 19S0. cl tríb u nal ilegalizase toda intervención dc la raza cn las ad
m isiones a la universidad. Los p artid ario s d d trato preferen te tem ían que
eso pudiese ser finalm ente así. Sin em bargo, la sentencia dcl tríbu n al re
feríd a a la facultad de derecho señaló una pausa, cuando no una inver
siófi, en la tendencia reo en tc. No ratificó d objetivo de una sociedad sin
d tstin ao n cs raciales y tam poco p rohibió la p refcren aa racial, pero dcfi
nió de qué m odo debía ser ésta aplicada. En su conjunto, fue considera
d a «una victoría para la acción afinnaciva», tal com o la aclam ó un edito
n al del Sru' York Ttmrs. Fue tam bién una victoría puira cl establtshmrnt
estadounidense. C ientos de organizaciones, in d u id as grandes em presas
com o G eneral M ocors, M icrosoft. Boeing, A m crícan E xpress y Shell,
adem ás de m edio centenar dc oficiales d d ejército retirad o s y de funcio
narios de defensa, presentaron escrítos de apoyo a la U niversidad de M i
chigan. Sus opiniones, obviam ente, co ntrasub an con las de la reiterada
nuo'O fía de estadounidenses que declararon su oposición a la p re ferc n d í
racial en los m eses previos a la sentencia d d tríb u n a l En 2001, el 92% de
k población (lo d u id o un 8 8% de los hispanos y un 86% de los negros)
opinaba que la raza no debía em plearse com o fa a o r en las adm isiones dc
nuevx» estu d iantes u n iv ersiu rio s o en las contrataciones lab o rd cs para
d ar m ayores o p om in id adei a las m inorías. A penis unos m eses antes de la
decisión d d T ríbunal Suprem o, d 68% d d público consultado, in d u id o
un 56% de los m iem bros de las m inorías, se m ostraba co n trarío a la sc
lccción p referen ie de personas negras, y las m ayorías de encuestados
opuestos a tal clase de m edidas para ocras m inorías eran aún m ás am
p lias.“ Así pues, cinco jueces se habían alineado con d estéhUshment
c u atro jueces y la adm inistración B ush. con d público en general.
T al com o dem ostró d caso de M ichigan, los estadounidenses conti*
núan estando profundam ente divididos en tom o a la cuestión de si E su
d o s U nidos debería ten er en cuenta la raza com o facto r o n o y de si d e
b ería organizarse sobre una base de igualdad de derechos p«ni iodos o
lé iJcciHwiruciKH) lie K siídin l Inid.i» el auffc d e las identidades suh n acio naln 18 9
sobre una base ¿c dcrcchos cspccialcs para grupos racialcs, étnicos y cul
turales concretos. Se trata dc un tem a cuya im portancia resulta difícil de
exagerar. D urante m ás de doscientos años, el p rincipio credal de la igual
dad dc derechos para todas las personas con independencia de su raza ha
sido ignorado y pisoteado en la práctica en la sociedad, la política y el d e
recho estadounidenses. En la década dc 1940, el p resid en te, los trib u n a
les federales y, posteriorm ente, cl ('.ongreso, em pezaron a hacer que la le
gislación federal y estatal fuese realm ente «daltónica» y utilizaro n todas
las com pctencijs de las que disponían para elim inar la discrim inación ra
cial en E stados U nidos. Sus iniciativas culm inaron en las leyes de los D e
rechos C iviles y de los D erechos de V oto. Pero inm ediatam ente después
fueron cargos no e le a o s los que lanzaron una contrarreform a, cuando no
una contrarrevolución (y es que, conw bien dijo el propio presidente
C linton, la iniciaüva dc los derechos civiles fue. cn cien o sentido, una re
volución). p ara retn tro d u cir la discrim inación rad al en la p rá aica e su ·
dounidense. La ju stifícad ón de tan trascendente inversión de ten d cn d a,
com o dice H erm án Belz, «fue la creenda de que los derechos dc grupo,
el p ro p o rd o n d ism o racial y la igualdad de resultados son p rin d p io s co
rre ao s de organización social que m erecen estar estableddos com o base
de la po lítica d e los derechos dviles». Esta su stitu d ó n de los derechos in
dividuales p or los derechos de grupo y de una legislación que descana la
raza com o facto r po r o tra que la tiene m uy en cuenta no llegó nunca a
co n u r con la aprobación d ire a a del pueblo noneam ericano y sólo red-
bió una acep tad ó n interm itente, pasiva y p ard al de los legisladores esta
dounidenses. «L o realm ente ex traordinario de este cam bio —com entaba
cl d istinguido sociólogo D aniel Bell— es que. sin que haya m ediado un
debate púb lico , ha sido introducido en el sistem a político todo un nuevo
p rin d p io de los derechos.» «Los derechos de grupo y la igualdad de con
diciones — d ice B eb— fueron in tro d u d d o s en la opinión pública com o
una nueva filo«>fía pública que distingue en tre los individuo* cn función
de criterio s raciales y étnicos y que, en últim a instan d a. niega la existen-
d a de un bien com ún.» Las im plicaciones de ese punto de \ista fueron
contundentem ente enunciadas por los Thenw trom : «Las clasificaciones
u d a le s tran sm iten el m ensaje de que el color dc la p id im pona y de que
CM im portancia es profunda. Sugieren que los blanco· y kn negro» no
•on lo m ism o, que la raza y la etnia son Us cualidades que rrab nente im
portan. D a n a e n t e n d e r q u e lo q u e d cT m e a k - m d iv T d u o i es su sM igre. y
no su caráaer, ni su clase social, sus scniim ienios rd ig R * » . lu edad o tu
educadón. P ero con categorías propias de un sistem a de castas se tiene
190 DcMhc» · U i<iemuUd «laJounidcmc
£ l d e s a f ío a l in g l é s
E l fom ento por p árte dcl gobiem o federal dc los idiom as d istin to s dcl
ingles y U opotición a Us poU ticas de «E nglish ORly·^ («sólo ingles») dc
los gobiernos estatales y las institucio nes privadas g eneraron un contra-
m ovim iento. En 1981. cl senador S. I. H ayakaw a in tro d u jo una enm ien
da constitucional para que se d ed arara el ingles com o idiom a o ficial de
E stados U nidos. D os años después, él y o tro s se u niero n p ara form ar una
organización. U. S. E nglish, destinada a prom over aquel ob jetiv o inicial.
Y en 1986 vio U luz o tro colectiv'o p ro inglés. E nglish F irst. E stas organi
zacioncs suscitaron un am plio m ovim iento que provocó que diecinueve
estados ado p uran una form a u o tra de declaración de o ficialid ad del in
glés durante Us décadas dc 1980 y 1990. T ales decisiones provocaron las
protestas airadas dc los grupos ling ü ístico s m in o ritario s (hispanos y
o tro sí, así com o de Us organizaciones lib erales d e izq u ierd a y de los de
rechos civiles, que lograron que tres esu d o s ap ro b aran resoluciones al
tem ativ'as dei tip o «E nglish Plus».* V arios legislativ os estatales rehusa
ron em prender acdón alguna relacionada con tales p ro p u estas, pero
ninguna de las proposiciones para la d eclaración del inglés com o lengua
oficial fue d errotada en referendo.
Por lo general, los estados cuyos IcgisU tivos em p rend ían m edidas fa
vorables al inglés eran estados sureños o co ntaban con pobU cioncs reU-
tivam ente reducidas dc inm igrantes asiático s e hispan os. L os legislativos
dc estados con poblaciones m inoritarias m ás num erosas d eclin aro n ac
tu ar o rechazaron activam ente esa cU sc dc p ro p u estas. Sin em bargo, los
cuatro estados (A rizona, C alifornia, C olorado, F lo rid a) d o n d e los votan
tes aprobaron Us propuestas de oficialid ad del ing lés (cn tre s de ellos,
por m ayorías sustanciales) ten ían , com o Jack C itrin y o tro s señalan. «1·
m ayor proporción dc h abitantes de hab la no in glesa, in m ig ran tes, hispa
nos y asiáticos, considerados en co nju n to . E sto s c u atro estad o s tam bién
fueron los que, en tre 1970 y 1980, exp erim entaro n la m ayor tasa de crecí
m iento, dc sus respectivas pobU cioncs de hisp an o s y d e p erso n as nacidas
cn ei extranjero»». Algo parecido o cu rrió cn LowcU (M assach u sctts). don
de d referendo sobre U o ficialidad dc U lengua inglesa celeb rad o cn 1989
vino precedido de una década cn U que se hab ía p ro d u cid o una masiva
afluencia de hispanos y astático · a U d u d a d , h asta el p u n to d c que d nú
m ero dc n iñ o · con dom inio lim itado d el inglés (o Lim ited English Pro/i-
aency, LEP) se había cuadruplicado en un plazo d c cin co anos.** La rá
pida ex pansió n de las po blacio nes d c h abla no ing lesa, tal com o su g iere
la ex p erien cia, genera e n tre los estad o u n id en ses n ativ o s un p o d ero so e s
tím ulo p ara la rcafirm ació n de su id en tid ad an g ló fo n a, f>ero no así e n tre
sus legislad ores.
Según to d o s los in d icio s, la inm ensa m ayona d e la p o b lació n e sta
do un id en se es favorab le al inglés. En 1990. tras un d e ta lla d o so n d eo d e
opin ió n p ú b lica, cu atro ex p erto s llegaron a la co n clu sión d e q u e « p ara el
púbhco en g en eral, el inglés co n tin úa siendo un sím bolo im p o n a n te d e
id en tid ad n acio n al» . En 1986. el 81% de la p o b lació n e stad o u n id en se
creía que « to d o aq u el que qu iera qued arse cn este país te n d ría q u e a p re n
d er inglés». Según un sondeo dc 1988, cl 76% dc los califo m ian o s c o n si
d eraba cl hccho dc h ab lar inglés com o «m uy im p o n an te» p ara c o n v ertir
a alguien cn am ericano y el 61% creían que el d crcch o a v o tar d e b ería
circu n scrib irse únicam ente a los an glo h ab lantes. En un so ndeo d c 1998.
un 52% d e los estad o u n id en ses se m o straron m uy favo rables (y un 2 5 % .
algo favorables) a una legislación que o b lig ara a qu e coda la in stru cció n
esco lar se realizara cn inglés y a que los estu d ian tes con L E P fuesen in
clu id o s en un program a d e inm ersión en inglés dc un año d c d u ració n .
La am plísim a m ayoría d c estado u niden ses que ven en cl inglés uno d c
]os com ponentes clavc dc su id en tid ad nacional, unida a los rem ilgos d c los
legisladores en las cu estio nes lin g ü ísticas, acab aron p o r p ro p o rcio n ar un
fu erte in cen tiv o a los p ro p o n en tes d c la o ficialid ad d cl inglés y a los o p o
n entes a la ed ucación b iiin g ije p ara re c u rrir a las in iciativ as legislacivas
p o p u lares y a los rcfcren d o s a fin de d ar form a d e ley a sus propuescas p o
líticas.
D c 1980 a 2000, se celeb raro n doce rcfcren d o s so b re la o ficialid ad
dcl m glés y la ed ucación b ilin gü e en tres m unicipios y cu atro estad o s ivc-
ase la tab la 7 .1 ). La in iciativ a dc to d o s esos rcfcren d o s p ro ced ió d e g ru
pos d e apoyo al inglés. En tod o s m enos en un o , los v o tan tes ap ro b aro n la
p ro p u esta a favor d cl inglés o en co n tra de la educación b ilin g ü e so m eti
da a co n su lta. E l p o rcen taje de voto m edio a favor d c las p ro p u estas « p ro
inglés» fue d cl 65% (los p o rcen tajes co n creto s o scilaro n e n tre el 44% dc
C o lo rado y cl 85% dc F lo rid a). En to d o s e so · casos, las é lites p o litica s y
las in stitu c io n e s d cl p o d er estab lecid o (adem ás d c lo · líd eres h isp an o s y
de o tro s g ru p o s lin g ü ístico s m in o ritario s) m ostraron una o p o sició n casi
unánim e a las m edidas p ro p u estas.
En 1980, una p ro p u esta que ten ía la trip le fin alid ad d c rev ocar una
orden an za q u e declarab a el co ndado de D ade. en F lo rid a, b ilin g ü e y b i
c u ltu ra l, d c h accr d d inglés idiom a dc uso o b lig ato rio y ex clusiv o cn la
200 D nafíot ■ U identuUd csiMlouniiicrac
T ajmjí I A
'I. a
Año Ámhtto PropueUé somehda a coniulu favftr
dcl año an terío r: «P or lo gencraJ. ios éxitos dcl m ovim iento (p ro oficiaJi
dad dci infilés] han sido logrados sin d apoyo dc los p olíticos ni dc Us or
ganizacioncs dcl poder establecido. [...] Los dirigentes dc U .S. English
tien en probablem ente m otivos sobradam ente justificados para afirm ar
q u e ‘ nadie está con nosotros saR t) el p u e b lo "» /’
D urante U dccada siguiente, se rep itió la m ism a d istrib u ció n dc han
d o ·, pero con m odvo, en esta ocasión, de los reíerendos sobre la educa
ción bilingüe. En 1998, en G difom ia. varios líderes y num erosos votan
tes dc la com unidad hispana dieron su apoyo a la Proposición 227 para
poner fin a U educación bilingüe. T odos los cargos estatales electos del
P artid o D em ócrau, adem ás d d p residente G in to n . se opusieron a U
m ism a, com o tam bién lo hizo (aunque con m atices) d entonces gober
nador dc T exas G eorge W . B ush. Un 61 % dc los votantes del estado ia
ap ro b aro n ; la propuesta obtuvo m ayorías cn todos los condados excepto
cn San F rancisco. D os años después, una p ropuesta sim iU r cn A rizona
co n tó con la oposición dc los d irig en tes republicanos y dc todos los
p rin cip d c s cargos d c cto s d d estado (em pezando p o r cl p ro p io gober
n ad o r), de los p rin cip ales periódicos, d d gobernador Bush y d d vice
p resid en te G ore; d desem bolso económ ico de U oposición m ultiplicó
p o r m ucho d realizado p o r los p an id ario s dc U m edida. Aun así. ésta
fue ap ro b ad a p o r d 65% dc los votantes dc A rizona. En 2002, cn M as
sach u setts, d candidato republicano a gobernador, M itt Rom ncy. res-
p d d ó una in id a tiv a p ara poner fin a la educación bilingüe, pero contó
con U o p o sid ó n dc los líd eres dem ócratas, dc destacados académ icos
(e n tre d io s, los decanos de ocho facultades d e ed u cad ó n ). dc diversas
fig u ras d d estahliíhment, de los grandes m edios de com unicación (in
clu id o d Bosíon Glohe) y dc una «coalición dc m aestros, sin d icato s, ac
tiv istas dc los derechos de ios inm igrantes y grupos co m u n iu rio s» .^ El
68% dc los vo tan tes U aprobaron.
En m ás de dos décadas, la única d e rro u p o r v o u d ó n popular dc una
m edida a favor d d inglés o en contra de U educadón bilingüe tuvo lugar
en C olorado en 2002, donde una m idativa p ara poner fin a U educación
bilingüe p erd ió p o r un 56% de votos en co n tra fren te a un 44% de votos
favorables. El resu ltad o vino provocado p o r d desem bolso astronómico
realizado a últim a hora p o r una m ilionaria favorable a U educadón b ilin
güe. Los fondos fueron dedicados a una cam paña que apelaba a los sen
tim ien to s aniihispanos de ios votantes de C olorado ad virtiéndolcs de que
d fin de U educadón bilingüe ocasionaría d «caos en Us aulas» y desau*
ría una au tén tica «locura si m iles de niños inm igrantes m al preparados
Iji tJrt(in«rni<rv'in ilr I tfMlrr« í 'fikk*· fl «Ijpr tjc Ut tflrntuimin ujtMtsr /f/)
invidían la« cl««c^ crm vm ciíin*lo» *' AJ vene cn f*l tm ifu rj Iíw vniarim
d r O tJoradii <>ptirr>n por rc tp a id jr rl rdti< arivn
La« flc titu d n d r Iím hi«pgrK» m las ciiritK inr« tijvtrrrm
cierto p«raJrli«m o con las d r lm nrgrrn g prr»pó%ftr> d r la p rrfrrrm ui r i
d a l. p rro lam htrn d ifirirro n m p irrr d r rttg^ ijJrim s« Ixn hinfm ryff ten
dieron a o p o n rrsr g las propij«fa% Uic g lfn cnntenuií» tim h ó h fn i (ir nh
cialtdad dcl inK lrs. Ln los so n d ro t a p ir d r urna rra li/a d rn cn I9H8 m
C alifornia y T rxas. por rjcm pio, »ólo una m rdia d rl 25% d r lm hispano·
se m anifestaron a favor dc declarar rl inKÍr« com n Im gua oficial d r f jita
d o t U nidos, com parado con cl 6í)% dc Io$ angioam rricann« im ciaii
va dc 1980 a favor dcl uso rxclu«ivo d rl inglés m rl condado d r f )ad r fiir
refrendada por cl 7 1% dc lo i blancos y d 44% d r lo» negro», p rro v íío
por cl 15% dc los hispanos. Hn 1986, rl 41 % d r lo · hispano» votaron a
favor dc la propuesta dc oficialidad d d ingJés m (M o m ig í>>» ar¥>»
después» sólo d 25% dc los votantes hispano· d r M onda volaron a favor
dc una m edida sim ilar/*
Los híspanos han tendido a m ostrarse más am bivalentes ^y. m mu
chos casos, incluso m ayoritariam ente favorables) con respecto a aq<jrfla»
m edidas destinadas a term inar con la educación bilingüe o a lim itarla,
aun a pesar dc las consccuencias inm ediatas y considerables que ésias tic
ncn para sus hijos. Según un sondeo de 1998 realizado a nivel nacional, d
66% de los padres hispanos desean que sus hijos aprendan inglés «a b
m ayor brevedad posible, incluso aunque d io suponga que se queden re
zagados en o tras m aterias».'*^ Los padres hispanos cncucstad<*s cn 19%
«1 H ouston. Los A ngeles. M iam i. Nueva York y San A ntonio d iero n que
enseñar inglés a sus hijos era. con m ucho, la tarca más im portante que rea
lúaban las escudas. En un sondeo de ám bito naciond realizado cn 1998
en d que se preguntaba si toda la docencia escolar debía im partirse cn in
glés con un program a especial dc inm ersión lingüística de un año dc du
ración para quienes tuvieran un dom inio deficiente de esta lengua, un
58% de los hispanos se declararon muy a favor dc tal posibilidad y
un 26% apoyaron dicha m edida con m atices. El ím petu más im ponante
que recibió la p ro p u esu contraria a la educadón bilingüe provino de un
grupo de padres hispanos dc Los A ngdes. que retiraron a sus noventa hi*
i®· de la escuda com o p rotesta por la inferior educaaón que recibían cn
Im dases bilingües. Com o señaló la reverendo A licc C allaghan. sacerdo
te episcopaliana y d irecto ra dc un centro com unitario hispano. <»lo· pa
dres no quieren que, cuando sus hijos sean m ayores, trabajen en talleres
donde lo f exploten ni que acan em pleados dc U lim picia cn lo · edüicio»
204 O n tf h o » »U cumkwHktnc
E l d e s a f í o a l a c u l t l ’Ra c e n t r a l
c e s ita b a u r u te r c e r a « g ra n r e v o lu c ió n » p a r a d e m o s tr a r q u e p o d ía e x is tir
s in u n a c u l t u r a e u r o p e a d o m in a n te , U r e v o lu c ió n y a e s u b a c n m a r c h a . E l
m o v i m i e n to m u l t i c u l t u r a l i s t a q u e t r a t a b a d e s u s t i t u i r l a c u l t u r a a n g l o p r o ·
t e s t a n t e d o m in a n te e n E s ta d o s U n id o s p o r o tr a s c u ltu r a s v in c u la d a s , p r in
1980 y p r in d p io s d e U d c 1990. p e r o l u e g o f u e c u e s t io n a d a p o r U o p o s i
c ió n d e s a la d a d u r a n t e la s g u e r r a s c u ltu r a le s d e U d é c a d a d e 1990. A l em
p ez ar d s i g l o X X I, n o e s t a b a c l a r o a ú n s i d i c h a r e v o l u c i ó n h a b í a t r i u n f a d o
n i h a s ta q u é p u n to lo h a b ía h e c h o .
c o m o d ijo u n a c a d é m ic o , u n « m o v ü n ic n to o p u e s to a U h e g e m o n ía m o -
n o c u l t u r a l d e v a l o r e s e u r o c é n t r í c o s q u e s e h a t r a d u c i d o g e n e r a lm e n te e n
U m a r g in a c i ó n d e l o s v a l o r e s c u l t u r a l e s d e o t r a s e t n i a s . [ . . . ] [Se o p o n e a l U
c o n c e p c i ó n e u f x x é n t r i c a r e s t r i n g i d a d e l o s p r i n c ip i o s d e m o c r á t i c o s , U c u i
tu r a y U id e n tid a d e s t a d o u n i d e n s e s » .^ B á s i c a m e n t e , s e t r a t a d e u n a i d e
La p r i m e r a e r a q u e E s t a d o s U n i d o s e s t á c o m p u e s to d e m ú l t i p l e s g r u p o s
é t n i c o · y r a c u le s d i f e r e n t e ·. L a s e g u n d a , q u e c a d a u n o d c e s o s g r u p o s t i e
E l fin de la Lev para los E studios É tnicos sim bolizó cl fracaso del mo
vim icnto de renacim iento etnico, un fracaso que tuvo dos m otivos prin
cip ales. En prim er lugar, los m iem bros dc las elnias blancas se habían
avenido credentem ente al m estizaje y a los m atrim onios m ixtos, por lo
que su identificadón con un grupo étnico concreto era cada vez m ás in
determ inada (véase el capitulo 11). P or o tra p arte, los estadounidenses
de tercera o cuarta generadón. m uchos de los cuales habían luchado por
su país durante la Segunda G uerra M undial, habían sido sustancialm en
te asim ilados a la cultura dom inante del país. El «resurgir étnico» de la
década de 1970 fue, según Stephen S teinberg, « “el últim o su sp iro " de los
grupos étnicos descendientes de las grandes oleadas dc inm igración del
siglo XIX y de p rin d p io s del xx» V Los m u lticu ltu ralistas, con su enérgi
ca dcnunda de la d v ilizad ó n europea, difícilm ente podían ab arcar a los
m iem bros dc grupos étnicos blancos cuyas culturas eran p an e de aquella
civilizadón. É stos respondieron en consecuenda. «La m ayoría de los po
lacos norteam erícanos — dijo uno dc sus b'd ercs a p ropósito del m ulticul
turalism o cn 1997— tenderían más bien a oponerse a la orientación an-
tioccidental [d d m ulticulturalism o]. es d ed r, a su actitud de denuncia de la
d v ilizad ó n ocddental y de su pasado im perialism o com o fuente de todo
m al, y a su glorificación de las bondades de las civilizaciones y culturas
no o cddentales. [...] [E s necesaiio] hacer hincapié en el hecho de que
E uropa cs la cuna de los E sudos U nidos de A m érica, en que las ideas
europeas de lib c ru d individual, dem ocracia p o lítica, im perio de la ley.
derechos hum anos y lib ertad cu ltu ral form aron la R epública am erica*
ná.»^ M ientras los proponentes d d neoetnicism o resaltab an , pues, la di*
feren d a en tre la etn id d ad de los inm igrantes de la segunda oleada y la éli*
te y la cultura W ASP, los m u lticulturalistas consideraban a am bos com o
partes dc una d \iliz a d ó n europea cuyo dom inio había que d estru ir.
Los m ulticulturalistas desafiaron directam ente esa im agen «anglo-
conform ista» de E stados U nidos. E llos esperan, com o decía una autora,
que llegue d m om ento en que E stados U nidos «no pueda estar ya cultu
ralm ente **unido* nunca m ás, entendiendo p o r "unido" "unificado" cn
sus creencias y sus prácticas», y en que los norteam ericanos sean un
«grupo [m enos] definible culturalm ente».^^ E sta transform adón supon
d ría, com o dijo el presidente C linton, un cam bio espectacular en la idcn
tidad nadonal de E stados U nidos. E ntre lo* m u lticu ltu ralistas se incluían
num erosos in teleau ales. académ icos y educadores. Sus p rincipales efec
tos se dejaron sen tir, pues, en las p rá aica s educativas de las escuelas y
universidades. Com o ya hem os visto, las escuelas públicas habían ùào
La dctimsiruccion Jc Litados Unidos cl «Ufcc dc U* identidades subnjtkmaJn 207
históricam ente el gran canal m ediante el que los hijiis y los nietos de los in
m igrantes fueron incorporados a la sociedad y la cu ltu ra estadounidenses.
El objetivo de los m u lticulturalistas era lograr ex aaan ien te lo ci»ntm río.
Su p reten sió n , pues, es que las escuelas, lejos de p rio rízar la enseñanza de
la lengua inglesa y de la cu ltu ra estadounidense com ún, p u rticip en . com o
d ed a una au to ra m ulticu ltu ralistd , de la «transform ación dc Us escuelas
en au tén tico s escenarios dem ocráticos» haciendo p articu lar hincapié cn
las cu ltu ras de los grupos subnacionales.'* '
«U na de las m etas principales de la educación m ulticniltural — según
Jam es B anks, uno de los m ás destacados autores de los estudios m ulticul
turales— es la de reform ar la escuela y otras instituciones educativas a fin
de que los estudiantes de diversos grupos raciales y étnicos, y de diversas
clases sodales, d isfru ten de igualdad ed u cativ a.» ' Por «igualdad educati
va» se puede en ten d er, en d e rto sentido, cl igual acceso dc los estudiantes
de todos los grupos y clases a una educación de calidad sim iU r. una m eta
con la que, seguram ente, muy pocos estadounidenses estarían en desa
cuerdo, P ero en ei sentido que le daban los m ulticulturalistas, tam bién sig
nificaba el tratam iento igualitarío en el currículo educativo de las culturas
de las diferen tes razas, grupos étnicos y clases sodales. Para lograr lal o b
jetivo se sacrificaba U enseñanza dc los valores y U cultura que los esta
dounidenses tienen en com ún. Los m anuales de enseñanza de los m ulti
cu ltu ralistas ignoran U cultura m ayoritaría dom inante de E stados Um dos
porque, para ello s, no existe tal coaa. Tal com o afirm aban dos autoras
m ulticulturalistas. «creem os que U enseñanza m ulticultural debería im
pregnar U to talid ad dcl currículo escolar» y que «la educanón m ulticul
tural es esencial para U enseñanza y el aprendizaje en todos los niw lcs».'*
El m ulticulturalism o representaba U culm inación de un U rgo procc-
•o de desgaste dcl antiguo énfasis que U educacicSn estadounidcnic ptm ia
en U id en tid ad n ad o n al. Los tem as nadonales y p a trió tic o · habían cm
pezado a desaparecer poco a poco de los m anuales escolares hacia m e
diados del siglo XX (y seguirían desapareciendo durante toda la segunda
m itad d d siglo) y habían alcanzado su punto m ás bajo con d hn del vigío
En un exhaustivo estudio. C harlotte liam s analizó cl contenido de k n li
bros de tex to desde 1900 hasta 1970 utilizando una escala de cinc« pun
*os que iba desde «ninguna m ención de nadón» hasta «ch<m ni»ia». pa
»ando por «neutral», «patriótico» y «nacionalista». E ntre I^M) > 1*^40, el
contenido de los lib ro s dc texto de los cunos rnterm cdun oscilaba cn ire
lo p atrió tico y lo n acio n alisu , m ientra* que el de U ile educación pnm a
ria era dc escaso o nulo contenido p atrió tico . «I lan a Us d ét adas de 1950
208 D naíio· « U MkmkUd cst«dounKknic
b l i c a d o s c n l a d é c a d a d e 1990. S a n d r a S to c s k y l l e g a b a a l a c o n c l u s ió n d e
q u e la s te n d e n c ia s d e te c ta d a s p o r lia m s y V iu se h an m a n te n id o ( o , in
c l u s o , a c d c r a d o ) . E n d i c h o s m a n u a le s , « l a s m u e s t r a s d c s í m b o lo s y c a n -
d o n e s n a c io n a le s s o n p r á c tic a m e n te in e x is te n te s » . £ 1 é n f a s is , s in em bar-
A S IM IL A C IÓ N : C O N V E R S IO N E S . Y U X T A P O S IC IO N E S Y
M E R M A D E LA C IU D A D A N ÍA
I n m ig r a c ió n c o n o s in a s im u jic ió n
rmkio, l«s opciones son; un« inm ifcradón escás« o n u li. una inm igración
sin áiim íU ción o una uunigración con asim ilación. Las tre s han sido ya
ensayadas en algún m om ento.
Para restrin g ir ia inm igradón se puede lim itar el núm ero de personas
a quienes se perm ite en trar en el pais, estab led en d o c rite rio s de adm isión
que tengan ese efecto, com o las cualificadones, el nivel educativo o cl lu
gar dc procedcnda (que fue lo que hizo E stados U nidos cn 1924). o p er
m itiendo que lo · inm igrantes se queden sólo d u ran te un p erío d o de tiem
po lim itado, com o ocurre con los program as dc « trab ajad o res invitados»
de algunos países europeos o los program as H ·IB y bracero* dc E stados
U nidos. Japón ha tratad o históricam ente de d isu ad ir la in m igradón; cn
2000. sólo un 1% dc la pobladón japonesa había nacido en el ex tran jero .
Las perspectivas de envejecim iento y dism inución de la p o b lad ó n dc ja
pón han HKnrido al gobierno a considerar, aun a su pesar, la p osibilidad
de adoptar una postura más favorable a U inm igración, pero esto ha cho
cado con una intensa oposidón. Con la excepción p arcial de F rancia,
um poco lot paises europeos se han concebido histó ricam en te a si m is
m os com o «sodedades dc inm igrantes». A p rin d p io s y m ediados de la
dccada dc 1990, algunos lideres franceses reclam aron una «inm igradón
cero» y Francia adoptó varias m edidas destinadas a re strin g ir y desalen
tar la inm igración. Sim ultáneam ente, algunos líd eres tlen u in es adoptaron
p o tid o n im ien to i sim ilares y A lem ania endureció su legislación so b re re
fugiados y asilo político. E stas m edidas tuvieron re su lta d o · desiguales.
Lot inm igrantes Uegadot a F rancia pasaron de se r m ás d c 100.000 al año,
a p rin d p io s de la dccada dc 1990. a unos 75.000. en 1995 y cn 19% , si
bien d núm ero vohrió a aum entar y cn 1998 fueron 158.000. En A lem a
nia d núm ero de inm igrantes descendió desde un m áxim o d e 1,2 m illones
en 1992 h asu un núm ero apenas su p erio r a la m itad del an te rio r a finales
de la década de 1990.^ C ontrariam ente a o tro s paises rico s, E stados U ni
dos aum entó en 1990 su lím ite anual de inm igrantes legales d c 270.000 a
700.000 y la inm igradón legal to tal llegada al país (incluyendo aquellas
categorías exentas dc lim ites num éricos) d u ran te la década de 1990 as-
cen ¿ ó a 9.095.417 p enonas. s diferencia de los 7.338.062 d c inm igran
tes legales de la dccada dc 1980.*
La segunda opdón es una polfcica perm isiva con la inm igración acom
pañada de un escaso esfuerzo asim ilador. C uando esto se com bina con
un gran núm ero de inm igrantes procedcnies de cu ltu ras m uy d istin ta s a
I a v a M u Al h v s , \ k .i i m i n i h m n r K i i n '
F uentes d e a s im il a c ió n
T ras 1965. iodos « o t F aao r« han estad o o b ien au sen tes o bien mu
d io más diluidos. Com o consecuencia de d io . la asim ilad ó n de los m ii^
g ran t« a ctu a l« tiende a ser m ás lenta y menos com pleta, y « d ^rinu « ^
de los inm igrant« a n te rio r« . A sim iladón ya no sig n ifica n e cc sa n am e ^
«nicncanizadón y m u lta p articu larm en te p ro b lem ática cn d caso de
m exicanos y o tro s hispanos. Su in m ig raci(^ p lan tea pro b lem as sin pre-
ced cn to en E sudos U nidos y será tricad a de form a detaU ada cn cl prox*
44
io n v r r u iin r m . v u M s f K V K 'n m n v r a c r m « J r U i i u J * J «U 2« I
(1K> cap ítu lo . En éste w com paran con caráctcr m is g m cral k » in m i|tran
tes, los procesos de inm ijiracion y las respuestas Je la to c ie iia il cstaJo u
nidense an tes y después de 1965. is i com o las im pljcacioncs que para la
•ctuaJ asm iiJación tienen las d tleren cias e n tre am bas oieadas.
Lns iNMioaANTKs
Compért¿»ltJaJ
SriecitvuUé
ceden. Lus personas que, de un m odo más o m enos voluntirio. o p tin por
desplazarse desde su país dc origen a otro distinto v. a m enudo, distante
difieren dc aquellas que deciden no irse. E xiste, por así decirlo, una cul
tura inm igrante que m uchos inm igranres com parten y que los distingue
dc los habitantes de sus sociedades de origen que no em igran.
La im agen de «desecho m iserable» de la tierra con la que Emma La-
zarus retrató a los inm igrantes de E stados Unidos constituye, según ar
gum entaba cl senador D aniel Patrick Mo>’nihan. un m ito que no se co
rresponde con la realidad. H istóricam ente, quienes em igraron a Estados
Unidos fueron «personas extraordinarias, em prendedoras y autosuficien·
tes que sabían exactam ente k> que hacían y lo hadan por su propia cuenta
y riesgo».'^'” H asta ñnales del siglo xix. quienes deddían cruzar el A tlánti
co tenían que soportar habituaim ente largas esperas en los puertos de
em barque, viajes de m ás de un mes de duradón y. en m uchos casos, unas
condiciones de insoportable hacinam iento c insalubridad a bordo de kw
barcos. H asta un 17% de los que dejaron Europa m urieron en la traxT-
*ía. Los barcos de vapor acortaron la duradón de k)s viajes y los hiaeron
más seguros y previsibles, pero k» inm igrantes seguían arriesgándose a
estar entre d 15% aproxim ado de k» que eran obligados a regresar al llegar
a la isla dc EUis.*' Q uienes tom aban la decisión de atravesar d A tlántico
debían tener la energía, la am bidón, la iniciativa y la disposidón necesa
rias para asum ir riesgos, enfrentarse a la incertidum bre y a lo desconod-
do, sufrir los sustandosos costes em odonalcs, m onetarios y físicos de la
com plicada travesía, y trata r de labrarse una vida m ejor para sí mismos en
una tierra lejana de la que tenían muy poca inform ación fiable. La in
mensa m ayoría de las pobladones de sus sodedadcs dc origen que no
em igraba o bien careda de esas cualidades, o bien dedicaba sus talentos
y energías a o tras m etas. «Los europeos —com o dijo un poL'tico socialis-
francés en d año 2000— son estadounidenses que deddieron no subir
al barco. N o asum im os los mismos riesgos; tenem os necesidad de una
mayor seguridad.»^
Las dificultades, incom odidades, costes, riesgos e inccrtidum brcs pa-
»•das que representaba em igrar hada Estados Unidos se han disipado en
su mayor p arte. Los inraigranies contem poráneos pueden tener las aga
ças, la determ inadón y la condcdón de los inm igrantes de antaño, pero
yt no son necesarias en d mismo grado. Irónicam ente, los inm igrantes
necesitan esas cualidades en mucha mayor m edida son los que tratan
de entrar en E stados U nidos ilegalm entc. H asta d erto punto, esto es asi.
por ejem plo, cn d caso de los m exicanos que se introducen ilegalm entc
226 DcMÜa» a U uknudad cttadounMknsc
Comprom iso
níi consccuencias sim ilares. Las perstm as que heredan su religión suelen
ser mucho m ás despreocupadas Je su fe que las que se conuerten a ella.
Este últim o proceso im plica una elección consciente y. a m enudo, angus
tiosa. Tras haber tom ado la decisión trascendental, decisiva y, para mu
chos, irrc\'O cable dc em igrar, los inm igrantes tenían tam bién que validar
y reforzar dicha deasión adhinendose sin reseñ as a la cultura y los valo
res dc su nueva patria. Psicológica, em ocional e m teleaualm enie, necesi
taban p resenur esa decisión de un modo que la hiciera aceptable para sí
mismos, ante sus nuc\'o s conciudadanos y ante sus antiguos paisanos,
aquellos a quienes habían dejado atrás. O , como el distinguido penodis-
ta y editor alem án Josef Joffe dijo cn la década dc 19S0, a proposito dc su
propio país, «las personas iban a Estados Unidos porque querían con
vertirse en am crícanos. Los turcos no vienen a Alemania porque quieran
convertirse cn alem ancs».^^
En d pasado, sin em bargo, cl núm ero dc inm igrantes que llegaban a
Estados U nidos «porque querían convenirse en am ericanos» fue varia
ble. Una m edida relativam ente objctiv'a dc tal com prom iso cs la pro
porción de quienes se quedan perm anentem ente cn Estados Unidos res
pccto a los que vuelven a su patria dc origen. La evidencia fragm entaria
existente parece sugerir que la tasa dc regresos entre los inm igrantes dc
m ediados dcl siglo xix era relativam ente baja. Por lo general, quienes vi
nicron de Irlanda. Alem ania y G ran B retaña, se quedaron. Hay datos rc-
liiivtm cntc concluyentes que m uestran que los inm igrantes de la época
previa a la Prim era G uerra M undial fueron diferentes. Según la Comi
sión sobre Inm igración de 1910, a diferencia dc los inm igrantes antcrio-
tcs. entre los dc este últim o período había menos fam ilias y más hom bres
|6vcncs solteros. Tras una o dos décadas ganando salarios norteam eríca-
nos. m uchos de ellos, com o hem tis visto, se sentían ya preparados para
volver y vivir cóm odam ente en el entorno fam iliar de su país de naci-
niiento. Eran tem poreros, no conversos.^
Como sus predecesores, los inm igrantes recientes pueden elegir en
tre ser conversos o tem poreros, pero a diferencia de esos inm igrantes an
teriores. no están obligados a lom ar tal decisión Y cs que existe una ter-
< » · posibilidad: pueden convertirse en personas que yuxtapongan
identidades {ampcrsands), cs dccir, pueden m antener residencias duales.
«i*crípciones duales, lealtades duales y. en m uchos casos, hasta dobles
ntcionalidades (la estadounidense y la de su país natal). E sto cs posi
en prim er lugar, por los m odernos m edios de transporte y de co
m unicación. que proporcionan m odos baratos y fáciles dc viaiar y dc
228 Dcmém « U ideoDd«d cn«dounkienK
E l p ro ce so d e la in m ig ra c ió n
Diversidad y dispersión
La asim iU dón del pasado vino faciliuda por cl núm ero y U diver
sidad de Us so d ed ad a de donde procedían los inm igranta y de Us len
guas que traían consigo. Ni G ran B retaña, ni Irlanda, ni A lem ania p ro
porcionaron una m ayoría dc los inm igranta dc m edudos dcl siglo xix.
E n d decenio de 1890, Italia, Rusia, A ustna-H ungría y AlemanU aportaron,
cada una, un 15% aproxim ado del contingente inm igrante to tal, mien*
tras que Escandinavia, IrU nda y G ran B retaña proporcionaron, por se
parado. otro 10% .^ La divenidad dc los inm igranta no hispanos llegados
tras 1965 a . si acaso, aún m ayor. D icha divenidad fuerza a los inm igran
ta a aprender inglés para com unicarse no só b con los estadounidensa
n a tío s, sino tam bién entre sí. Sin em bargo, a diferencia de Us inm igra-
AM m iU ocH i tiH i^ c ru o n « v x ix U p u iK in n o * m c rm j Jc U triix litia n ij 229
cioncs in te rio res, un 50"ó aproxim adam ente dc los inm igrantes actuales
a los E stados U nidos contincntaJes hablan una m ism a lengua no inglesa y
la proporción no ha dejado de increm entarse
En d pasado, la dispersión de los m iem bros de los grupos inm igrantes
entre m uchos lugares d istin to s dc E stados U nidos tam bién a>iidó a la asi
m iladón. A quella fue una práctica que los Padres Fundadores conside
raban esencial para ev itar las consccuencias noavas de la m m igraaón
Ambi\*alentcs com o se n ra tra b a n am e la inm igración en sí. les unía d con
vencim iento dc que no se debía perm itir que los inm igrantes se concentra
ran en áreas geográficas étnicam ente hom ogéneas. Sí los inm igrantes se es
tablecían juntos, adv-crtia W ashington, «retendrían la lengua, los hábitos y
lo · prindpios (buenos o m alos) que trajeran consigo». Si, por d contrano,
te entrem ezclaban «con nuestra gente, d io s (o sus descendientes) se asim i
larían a nuestras coscxm ibres. m edidas y leyes: en una palabra, pasarían rá
pidam ente a ser un so b pueblo». Jefterson argum entaba, en un senndo pa
recido. que b s inm igrantes «deberían dispersarse m ucho entre lo · nativos
para una m ás p ro n u am algam ación». Y Franklin insistía en la necesidad
«de d istribuirlos m ás equitativam ente, dc m ezclarlos con los ingleses, de
fundar escuelas inglesas allí donde la densidad de su poblam iento actual
rcsulu excesiva».^ E stas actitudes redbieron confirm ación legislativa en d
Congreso en 1818, cuando éste rechazó la petición de las organizaciones ir
landesas norteam ericaruB para que se les asignase form alm ente una parte
dd T erritorio d d N oroeste para que lo colonizaran inm igrantes irlandeses.
El C ongreso se negó a tal m edida porque creyó que fragm entaría la nadón
y. como com entaba M arcus H anscn. «probablem ente no ha habido ningu
na decisión en la histo ria dc la poLtica inm igratoria estadounidense que
haya tenido una signiB cadón m ás profunda». Siguiendo aquella misma lí*
Dea. d C ongreso só b adm itió posteriorm ente nuevos estados en la Unión
n éstos contaban con u ru m ayoría dc anglohablantes.^
I-a polídca estadounidense al respecto se ha basado, pues, en el su
puesto de que la asim ilación p red sa de dispersión. De hecho, la inm i
gradón dc cualquier grupo siem pre ha em pezado por la creación dc una
cjpede de c a b e u dc puente ém ica que, luego, a m edida que han ido Ue-
W ndo m ás com patriotas, se ha expandido hasta convertirse en un encla-
étnico. La m ayoría dc tales enclaves inm igrantes se establecieron en
ciudades y las grandes ciudades se convirtieron, a su vez. en hogar de nu
m erosos grupos inm igrantes diferentes. La diversidad de dichos grupos y
^ com peienda en tre ellos contribuyó a que ninguno estab lecerá un do-
^ i o cu ltu ral o p o lítico y supuso un estím ulo para que todos llegaran a
230 OcMho· é U kkfMid«d dUtinunklmic
liom inar bien el ingles. Por otra pane, á m edida que iba cediendo cl tlu
jo de inm igrantes y que la segunda generación daba paso a la tcrccra, Urs
m iem bros del grupo que a&cendían «ocialm entc abandonaban cl enc lave
El resultacio cn las grandes nudades del N oreste y del M edio C)c^tc íuc
lo que Sam uel Lubell bautizó com o «la frontera urbana», form ada a m e
dida que, generacicm a generación, un grupo inm igrante iba reem plazan
do a otro en los m ismos barrios urbanos.^
La inm igración hispana posterior a se ha desviacio significativa
m ente de la pauta histórica de dispersión con la concentración de cuba
nos cn la zona de Miami y dc m exicanos en el Suroeste y, especialm ente,
en el sur de C alifornia. Aun así. y salvo raras cxc-cpdones, la diversidad,
acom pañada de dispersión, ha sido la nota característica de los dem ás
inm igrantes llegados tras 1965. Los inm igrantes provienen de una am
piísim a variedad de países. Los com patriotas tienden a agruparse entre si,
pero los barrios étnicos están, a su vez, entrem ezclados y su com posición
varía. En 1995-19% , el 18% <ie los inm igrantes de la ciudad de Nueva
Y ork procedían dc la antigua Unión Soviética, el 17% de la R epública
D om inicana y el 10% dc C hina. A finales dc esa década, los barrios in
m igrantes de Nueva Y ork contenían norm alm ente población procedente
de m uchos países diferentes, sin que ninguna etnia constituyera más del
15 o d 20% d d total (la única excepción era cl Lower East Side dc M an
hattan. donde d 51 % de sus habitantes eran chinos).*" Ref1exk>nando so
bre la experiencia neoyorquina, jam es Dao llegó a la condusión. en 1999.
de que «los inm igrantes de hoy en día vienen de m ás paises y hablan más
lenguas que k>s de la últim a oleada de inm igrantes europeos. Son tam
bién económ icam ente más diversos e induyen a penonas de elev'ado ni
vd educativo o muy cualificadas. Y evitan m ás que sus predecesores los
enclaves hom ogéneos, dispersándose por barrios repartidos por toda la
ciudad».* E ste patrón debería facilitar enorm em ente su asim ilación. En
1990. en los condados donde se daba una m ayor concentración de inm i-
Diíconttmutdad
E stados U nidos, com o di)o Nachan G lazcr. «r>o siem pre ha sido un
país dc inm igraciónj» Adem as d r una nación dc inm igrantes, «cnun seña
la d Im m igration Forum (favorable a la inm igración), «Estados Unidos
ha tid o tam bién una nación dc naiivucas» '* D urante d siglo transcurrí
do cnirc los deccnicn dc lfi70 y 1% 0, la Icgulación pasó dc lim itar, pn-
m ero, a pro h ib ir, después, la inm igración de los asiáticos y. luego, duran
te cuarenta años, lim itó de un m odo ciectivo la inm igraaón en general
hasta red u o rla a una cifras muy bapas Estados U nidos ha sido una nación
de inm igración restringida e mccrrum pida tam o como ha sido una nación de
inm igración sin m is. Los niveles inm igratorios han variado y. como seña
la Roben F ogd, han tendido a seguir un patrón cíclico." La oleada dc in-
nugrantcs de k» decenkM de 1840 y 1850 tocó a su fin con la G uerra de Se
cesión y la inm igración no v'oKió a alcanzar las mismas cifras absolutas
hasta d decenio de 1880. La tasa de inm igrantes por cada 1.000 habitan
tes fue de 8,4 y 9 .) en las décadas de 1840 y 1850. respectivam ente, cayó
• 6,4 y 6,2 en kis decenios de 1860 y 1870 y subió de nuevo a 9 ^ en cl de
1880. Loa inm igrantes irlandeses, un total de 780.000 >914.000 en los de
cenios d e lM )y 1850, respeclivam cnte. fueron, dem edia, menos dc 500 000
«n las décadas posteriores. La inm igración akm ana. que fue de 951.000
pcrw nas en d decenk) de 1850. cayó h asu 767.468 y 718.182 personas
en las dos décadas siguientes, y aunque repuntó en d decenio dc 1880. se
precipitó luego a nivdes de 500.000 personas (e incluso m enos! por dé·
cid a. En to ta l, la oleada inm igratoria d d cam bio de siglo tocó techo en el
<ieccnk> de 1880, descendió en d de 1890 (debido, en pane, a la recesión
en E stado· U nidos) y alcanzó luego nuevas cotas máximas hasta la in te
rrupción que supuso la Prim era G uerra M undial; repuntó luego breve-
° ^ te tras la contienda, pero volvió a caer espeaacularm ente com o con
secuencia de la ley de inmigrackSn de 1924.
E ste últim o declive tuvo un gran im pacto sobre li asim ilación. T ras
1924, u l com o sostienen R ichard Alba y V iaor Nee, «la interrupción de
2^2 D w ík * a U M im oded a u ó o u e e ic n *
Gnerrms
el historial bélico del 442° Regimiento de Combate, «la unidad más con
decorada en la historia militar estadounidense», puso de relieve el pa
triotismo de los japoneses americanos, avivó en los demás estadouniden
ses el sentimiento de culpa por los campos de intemamiento y condujo a
la abolición de las restricciones impuestas a la inmigración asiática. Du
rante ambas guerras mimdiales, los líderes y la propaganda estadouni
denses pusieron continuamente de relieve que se trataba de guerras de
todos los estadounidenses (de todas las razas, etnias y orígenes) contra
grandes amenazas a su país y a los valores de éste/®
El 4 de julio de 1918, como nos recuerda John J. Miller, tuvo lugar en
Nueva York un extraordinario desfile o, como se le llamó más correcta
mente, espectáculo. Contemplados por centenares de miles de especta
dores, más de 70.000 participantes recorrieron la Quinta Avenida. Entre
ellos había estadounidenses nativos y representantes de las naciones alia
das (incluida la primera unidad militar británica que participaba en una
ceremonia del Día de la Independencia), No obstante, los elementos cen
trales del desfile estaban constituidos por las más de cuarenta delega
ciones de las comunidades inmigrantes de Nueva York. Sus respectivos
tamaños variaban (desde los 18 haitianos presentes hasta los 10.000 ita
lianos y los 10.000 judíos que habían sido seleccionados de entre los
35.000 italianos y los 50.000 judíos que habían querido participar). Entre
otras delegaciones, había también las de los germano-americanos (cuyas
pancartas rezaban «Estados Unidos es nuestra patria» o «Nacido en Ale
mania, hecho en Estados Unidos»), los griegos, los húngaros, los irlande
ses, los serbios, los croatas, los eslovenos, los polacos y los lituanos, cuya
pancarta proclamaba «El tío Sam es nuestro tío». Los rusos llevaban tra
jes de color rojo, blanco y azul, los venezolanos hicieron sonar el himno
nacional, los chinos desplegaron un equipo de béisbol. El reportero del
New York Times comentó: «En este largo desfile caleidoscòpico, que ora
se encendía con los espléndidos trajes exhibidos, ora se apagaba con las
largas columnas de civiles que marchaban con una solemnidad de espíri
tu que se contagiaba de un modo impresionante a quienes miraban, se di
bujaba, lentamente entretejida, la imagen d d Estados Unidos luchador
de hoy en día, un país de muchas sangres y un solo ideal».“*^
Tras d 11 de septiembre, los inmigrantes de toda clase, incluidos los
árabes y los musulmanes, proclamaron su lealtad e hicieron ondear la
bandera. Los residentes permanentes extranjeros constituían d 5% de
las fuerzas armadas y los inmigrantes latinoamerícanos figuraban de ma
nera destacada entre las bajas de los combates en Afganistán e Irak. Pero
2 )6 DcMho· á U idenikkd ciudounidciMc
Sin una gran g u cm que exija una m ovilización sustancial durante años,
los inm igrantes contem poráneos no ten d rán ni la o p o rtu n id ad ni Id nece
sidad de afirm ar su identiñcación con (ni su lealtad a) Estadios Unidos
com o lo hicieron los inm igrantes an terio res.
li iilm tid a d ilr lo% ^tu|M is in in i^rtin rrs p ro rn iiv iriu lo Iü lo m iriit la v lm
dcrccHc^ dc tit· l*>s nwsmtiN. ( orno h j mitvtr4(io ÍV irr Skorrv, la di
námica po lirica KtnlrmporiirtcJ ticr)dc* ü üisldr ü lf>%nicxuanf) ^nnrru anm
dc o rri» griJ|H>s, y M iclw cl joncv ( inrrcn (Ic^ttiÍK* c*l tm iiiu) itilrr<*% rvi
dcndadii |xir una dc \ás organi/aciniicA ciccKtralo ilc panido dr Niirva
York a la hora d r accpmr cn mj» l(Kdlc*%a lo» innii^ranic» liiintiv *' I n cj
caso dc los inmigrantes, la confrontación {Hilíriid cnirndida cn icrmiru>%
dc grupos minoritarios ha acabado por dospla/ar, dc hci ho, a la coníron
tación política entre partidos |K)lilicits.
A p rin cip io s del siglo xx, los gobiernos icilcralcs. estatales y Icxaln
dedicaban recursos sustanciales a iniciativas (que a m enudo com jiciian
incluso en tre sí) para la am ericanización de los nuevi» inm igrantes. I!n la
parte final del sig lo , por el co n trario , los esíu er/o s de los gobiem os j»or
prom over U «m cncaniziición eran relativam ente débiles, cuando no iban
(com o (X 'u rría en m uchos cosos) destinados a lograr cl efecto n in trario
El gobierno de E stados U nidos es, probablem ente, cl único que anim a
hasta tal pum o a los inm igrantes a retener la lengua, la cultura y la idcn
tidad de sus países natales. Ese am biente tan favorable a los derechos tic
grupo y a las p o líticas de «acción afirm ativa» ha fom entado, prccisam en
te, que los inm igrantes hispanos y asiáticos estén esf>ecialm enie interesa
dos en m antener sus identidades étnicas. En 2000, aproxim adam ente un
75% de la población nacida en cl extranjero y el 85% de los inm igrantes
llegados d u ran te la década tic 1990 cum plían a>n las condidtincs para ser
ofidalm ente considerados «desfavorecidos» y, com o consecuencia, teñí
an derecho a la co b ertu ra de los program as de acción afirm ativa, aunque,
obviam ente, era im posible que hubieran padecido historia alguna de dis
crim inación en E stados U nidos. El « a ilto a los derechos dc gnipo —
como señalaba John M iller— continúa siendo una de las am enazas más
ügnificativas a la am ericanizadón de los inm igrantes». Todo esto ha ser
vido para favorecer a los recién llegados rcs|>ecno a los estadounidenses
de nadm iento. D e un m odo más o m enos sim ilar, ci'^mo bien ha dcsta
cado Skerry, cl gobierno estadounidense ha perm itido tam bién la crea
ción de «burgos podridos» al d istrib u ir los d istrito para la elección dc
escaños en el C ongreso sobre la base de la población total (incluyendo a
sus residentes tan to legales com o ilegales), y no dcl núm ero de ciudada
nos exclusivam ente. Cx>mo resultado, el núm ero dc votantes cn esas cir
cunscripciones cs m ucho más reducido que en otros distn to s. Adem as,
lot lím ites dc circunscripción han sido establecidos de tal m odo que se
R sranttce la ex isten d a de d istrito s de m ayoría hispana, con lo que, en lu
240 \im dkm · U iJ w tiii ·»
Jamaica 23,0%
EJ Salvador 16,g %
Trinidad y Tobago
11,3%
México 9 ^ 0/^
Barbados
RqMíUtcs Doainicani 8.5%
% ntrnnM .W U « t u iU U n M .M »
r á c t e r s o c i a l, r e lig io s o y p o l í ti c o p r e s e n t e s e n a m b a s p a n e s d e l a c o m u n i
244 D t^éU ukm M U dauáouM kn^
Es prácticam cnte im posible dar una d fra e x a a a del núm ero de esta
dounidenses con doble du d ad an ía. E n cu alq u ier caso, en F ran cia, a fi
nales de la década de 1980, un m illón de personas ten ían la d o b le d u d a ·
dania francesa y argelina, y se estim aba que el núm ero d e p ersonas con
doble dudadania en E uiopa o cd d en tal o scilaba e n tre loa tre s y los cua
tro m iHooes. A p a rtir de estos d ato s, resuha p lau sib le la estim ad ó n dc
N idian d a x e r, según la cual posiblem ente ex istían unos 7 3 m illones de
dudadanos «dobles» en E s ta ^ U nidos a fin ales d e la década de 1990.
D e ser d e ito , casi tres cu aitas pan es de los 10,6 m illones d e ciudadanos
estadounidenses nacidos en d extranjero ex isten tes en el año 2000 eran
lam bién ciudadanos de o tro país.“
El g n d o en que los estadounidenses con d o b le d u d a d an ía pueden
p a ilic ip a re a la p o U tic a d e su n a d ó n d e o rig e n v a ria d e u n p a ísa o tro . En
algunos casos, com o los de B rasil y C olom bia, pueden v o tar en los con
sulados que dichos paises tienen en E su d o s U nidos; en o tro s casos, tie
nen que regresar al país em isor a votar, y, en o tro s, com o M éxico, aunque
sean reconocidos com o dudadanos m exicanos p ara c ie rtas cuestiones,
no lo son pars d voto. La m edida en k que los d u d ad an o s d o b les pañi*
d p an realm ente cn la política de su pab de origen tam bién varía consi
derablem ente. El voto es, probablem cm e, la form a m enos significaríva de
p artid p ació n polílica en la práctica. Induso en aquellos casos en que las
p en o n as coo doble ciudadanía pueden votar en sus consulados resp ecti
vos en Estados U nidos, la p artidpaciáo suele ser sum am ente rcd u d d a.
Sólo 3.000 de los 200.000colom bianos que viven en N ueva Y ork votaron
en las elecciones presidendales colom bianas de 1990. y u nos 1.800 (o
m enoa), en k s elecciones al Senado de 199S. A penas una p equeña p ro ·
p ord ó o de io$ aproxim adam enie 22.000 rusos resid en tes en M assachu-
aetts con derecho a voto lo eferderon en k s elecciones p resid en ciales ru
sas de 1996. y fueron aún m enos k s que b h k ieran e n k s elecd o n es a k
I>B iia de 1999. Al parecer, sin em bargo, fueron m iles los dominicanos
qye vnkron a k R epública D om inicana para votar e n las d e c d o n e s pre-
sk k n d afes d e 2000 en aq u d país.“
Asiim Uoón; convmkiQe». yuxtjponciano y m m a cir k d iid«J«n i· 247
lB «nerici ftO t,cn fn iiraA » tk )ib c irfp k x )tc n k c u c rti6 o < k ltp rc ia in ÌC T
que t e · b e te de n m e r o · t b o rd o d e o tv fo · e stid o u n td e m e · ale-
fio d o que i t t f t t d b i de iù b d ico · b ritá n ic o · d e n ad iiiicn co . L i ley de n i·
tu a lb e d ó ù dc 1795, que iid fk ó la c ic lu siv id à d , lam bién rechazó im pli-
d ttn c D ic k perpetuidad. D e hccho. À habían afin n ad o e l d erech o d e lo ·
w b d ìto ao cB id ad flio · de o m p iiM · a cam biar d e lealtad» d ifk ilm en te
podtek»cm kN M àdeoaeiD C iirae a li o m in o · CK d erech o . N o o b eu n -
t t. para d feeonociiiienio (orm ai d d m im o hub o qu e e^> erar h a au des·
poca de la G uerra de SeccHÓo. D ado que la U nióo h ab ía n egado a io ·
estadoi coafedeiad o · d derecho colectivo de ex p atriació n (e · d ecir, de
aeocaiÓQ) que la · ooboiühiM B ntcivindK ado p a ia li m ism a· en 1776.se
conridfffó nerraario legitim ar expK citam em e ta l derecho p ara lo · in d h i·
d u a a ,y d O « p a o a i i k ) h i a o e D 1866.^ E ttadoa U n id o · se co n v irtió de
d h e · fc o o Q o d d o p o r m u c h o · p a lM a ( a u n q u e d i t t a m u c h o d e e t t a r a c e p
ta d o c n i o d a i ) .^
A h o r a b ic B , l o q u e n o im p lic ó C ita r e n u n c i a a l a p e r p e t u i d a d f u e n i n
g ú n t i p o d e le c h a i o f o im a l d e i a e x d w h ñ d a d . H a a ta b i e n e n t r a d o d
g b X X a ú n l e p o d te d e d r r i n te m o r a e q u h f o c a n e q u e « la le y y l a p r á c t i
c a in ic m a c io n a le id e M f M u c b a n l a d o b l e d u d a d a n i a » .^ A p r in d p io · d d
• ig b X X , d G n g r e » y d D e p a n a m e n to d e E s ta d o t r a t a r o n t a m b ié n e n
v a n a i o c a a n n n d e w i r s a lm n r o im p e d ir l a d o b l e c i u d a d a n í a » . £ 1 T r i
b u n a l S u p ic m o . s in e m b a r c o , e m p e a ó a r e s t r i n g i r y a i n v a l i d a r t a l e s in -
te m o · c n la d é c a d a d e 1 9 6 0 , y e l C o n g re s o r e v o c ó e n 1 9 7 8 v a r i a s le y e s
« q u e o b lig a b a tt a q u ie n e s f o n b a n d e d o b le c i u d a d a n í a a d e g i r e n t r e u n a
d e la s d o s k a k a d c » ·.* D e lo d o s m o d o s , d C o n g r e s o n o ll e g ó a r e v o c a r d
ju n n c n to d e r e n m d a .
E n l a p r á c t i c a , a c tu a h n e n ie e s c a s i i n ^ o s i b l e q u e d g o b ie r n o p u e d a
re v o c a r k c ñ id a d a n is d e u n a p e r s o n a y e s p o c o m á s o m e n o s i g u d d e d i-
f i d l q u e u n a p e n o n a p u e d a a n u k iU por á m is m a . U c iu d a d a n ía s e h a
o o n v c n id o d e n u e v o c n in a lie n a b le e ir r e v o c a b le . T a l c o m o S ta n k y R e n -
dlfιnιe^^MιιgkIit^ι■d¿^l■«ιιhιg^ιidlMWUf>^^y^A^p^■■iL·^i^^pιw A p ef-
d e r s u r iu d a r f a n ía p o r a s u m ir la s p r o p ia s d e la c iu
i c s p o n s a b ilid a d e s c o n lle v a n o b t e a e r u n a s e g u n d a o h M tt u n a t e r c e r a d u -
d a d a n k j u r a r k a k a d a u n H a la d o e n r a n i e i o . v o ta r C B l a s e l e c d o n e a d e
o o o p a i i . s e n r ir c n s y s h i e r s a s a im a d a s ( h a s u c n p iK s to a d e c o m b a te )
U ] p r e s e n ta ia e c o m o c a n d id a lo a u n c a ig o p o lb ic o y , d e g a n a r l a s d e e -
AfaniUdón: convemonn. jruxtipockiúoa y mmns dr la ciudad«Ma 249
C iu d a d a n o s r n o c iu d a d a n o s
A l TI í RNATIVAS a la AMERIC^IZACIÓN
A finales del siglo xx. la asim iladón había dejado de signiB car única
m ente am ericanización. Podía tom ar (y. de hecho, tom aba) o tras form as.
Para algunos inm igrantes, se trata de una asim ilación segm entada, es
decir, de una asim ilación no a la cultura y a la sodedad estadounidenses
m ayoritarías, sino a un segm ento subnadonal, a m enudo m arginal, de la
sodedad estadounidense. Los inm igrantes haitianos se sentían especial
m ente presionados a tom ar ese derrotero. En Nueva Y ork, M iami o Evans-
m D cM ft»tU idrM i(W ícsi«JiH »K km r
El r e t o m e x k ^ n o «'h is p a n o
CímtigüiJéJ
Número
Italia 1.257.000
Alemania 990.000
Canadá 95V000
Rdno Unido 8)).000
Pokxiia 748.000
D o ^ tU id e M iJ M lM w lo u f u d e c n r
Mé»cD 7.841.000
O ttiii 1.391.000
Pibpifi« 1J22.000
lodii 1.007.000
Cubé 952.000
lUgúlidad
OmcemtrÉaón rtitonál
sin etnb«rgo. un gran to rren te inm igrante m ana hada una región defini
da desde una única fuente cu ltu ral, lingüistica, religioaa y nacional: M éxi
co. [...] Se tra u de un d ato que da m ucho que pensar, dado que E sudos
U nidos no ha experim entado nurK a nada com parable a lo que está te
niendo lugar en d Suroeste.»'* Lo que da tam bién m ucho que pensar es
que cuanto m ás concentrados están los inm igrantes, m ás le n u y m enos
com pleu es su asim iladón.
Persistencia
Las an terio res oleadas dc inm igradón, com o hem os v isto, decrecie
ron con d tiem po y las p ropordones de personas procedentes de paises
concretos fluctuaron ostensiblem ente. P or d DKxnento. sin em bargo, la
actual oleada no m uestra signo alguno de rem itir y es probable que las
condidones que originan que un gran com ponente de dicha oleada sea
m exicano persistan en ausencia dc una gran guerra o recesión. A m ás lar·
go plazo, la inm igradón m exicana podría irse redudendo a ntedida que
el b ien estar de M éxico se aproxim e al de E stados U nidos. En el año
2000, cl PIB per cápita estadounidense era en tre nueve y diez veces su
p erio r al m exicano. Si esa diferencia se redujera a una proporción de tres
a uno. los incentivos económ icos para la em igradón podrían dism inuir
tam bién sustandalm ente. Sin em bargo, para alcanzar ese ra tio en un fu
tu ro m ínim am ente significativo sería necesarío que M éxico experim enta
ra un credm icnio económ ico veniginoso, a un ritm o que superara con
m ucho al de E stados U nidos. Y aun suponiendo que esto fínabnente ocu
rriera. cl desarrollo económ ico por sí sok> no ten d ría p o r qué re d u d r d
im pulso a em igrar. D urante el siglo x jx . m ientras E uropa se in d u striali
zaba rápidam ente y sus rentas per cáp iu nadonales se increm entaban
significativam ente, cincuenta m illones de europeos em igraron al co n ti
nente am ericano, aAsia y aAfrica. Por otra p arte, el desarrollo económ i
co y la urbanización pueden traducirse tam bién en una caída en los ín d i
ces de n atalid ad y. consecuentem ente, cn una reducdón d d núm ero de
personas susceptibles de desplazarse hada el norte. La tasa de natalidad
m exicana es cada vez m ás baja. En 1970-1975. d índice to ta l de ferrili
dad fue d d 6,5% ; cn 1995<2000. se había reducido a m enos de la m itad
id 2,8% ). P ero en 2001 d C onsejo N adonal de P obladón d d gobiem o
m exicano p red ijo que esa evoludón no ten d ría ningún efecto significau*
vo inm ediato y que lo m ás probable era que la em igradón toca! h ad a Es-
Innu^racioci mnocMM r hi»p«nii«cióo 267
t$át» U nido· 8C situara cn tom o é una m edia dc cn irc 400.000 > 515 000
personas anuales hasta 2050.'*^ Para entonces, tras m is dc m edio siglo dc
elevados niveles m igratorios, d perfil dem ográfico dc instados U nidos y la
relación dem ográfica entre M éxico y E stados U nidos se habrán m odih-
cado radicalm ente.
Los niveles elevados y sostenidos de inm igración tienen tres conse
cuencias im portantes. En pnm cr lugar, la inm igración se va cim entando
sobre tí m ism a. «Si se puede predicar alguna ‘ ley" de la inm igradón
—señalaba M yron W erner—. cs la de que. una vez em pezado, un flujo
m igratorio induce su propio flujo. Los em igrantes hacen posible que sus
fam iliares y parientes em igren tam bién al proporcionarles inforaiación
sobre cóm o em igrar, recursos para facilitar el desplazam iento y ayuda a
la hora de buscar em pleo y vivienda.» El resultado es una «em igraaón en
cadena», p o r la que la cm igradón resulta progresivam ente m ás sencilla
para cada grupo sucesivo de em igrantes.*'
En segundo lugar, cuanto más se prolonga la em igración« m ás difícil
es detenerla políticam ente. Es cieno que los inm igrantes suelen m ostrar
se favorables a cerrar la puena tras de sí una vrz que d io s se hallan den
tro . A nivd organizativo, sin em bargo, se observa una dinám ica com ple
tam ente d istin ta. Las opiniones dc las élites de los grupcM inm igrantes
sobre e su cuestión difieren a m enudo significativam ente dc las dc sus
m iem bros dc base. Enseguida se form an asodadones de inm igrantes que
presionan políticam ente para expandir derechos y benefídos para los in
m igrantes y que tienen interés cn am pliar su base de afiliados potenciales
favoredendo una m ayor inm igradón. A m edida que crece esa base de in
m igrantes. se tom a m ás difícil para los políticos oponerse a los deseos de
sus líderes. Los representantes de los diversos gm pos inm igrantes fo r
m an coalidones que recaban apoyos de quienes están a favor de la inm i
gradón p o r m otivos económ icos, ideológicos o hum anitarios. D onde
m ás se dejan sen tir los benefídos de cualquier éxito que logren dichas
coaliciones a nivel legislativo es. por supuesto, en d seno del m ayor gm -
po de inm igrantes, es d e d r, en tre lo t m exicanos.
En tercer lugar, los niveles elevados y sostenidos de inm igradón re
trasan y pueden in duso o b stru ir la asim ilación. «La constante afluencia
de recién llegados —concluyen Barry Edm onston y jeffrey Passe!— , es
pecialm ente a los barrios de predom inio inm igrante, m antiene viva la
lengua en tre la pobladón inm igrada y sus hijos.» G xno consecuencia, se
ñala M ark F alcoff, «la reposición constante de población hispanohablan
te que suponen b s recién llegados le produce a un m ayor ritm o que la
268 D rM h » « U ia w n d « Jciiétk )u n K k n ac
asim iláción dc U m itm a». y dc ahí que cl uso extendido dcl cipañol cn
E stados ü n id o i «sea una realidad que no puede cam biarse, ni liq u ic ri a
largo plazo».‘^ Como ya hemos visto, d descenso dc la inm igración dc ir
landcscs y alem anes tras la G uerra dc Secesión y la drástica reducción dc
inm igrantes d d sur y el este dc E uropa tras 1924 facilitaron su asim ila
ción a la sociedad norteam ericana. De m antenerse los actuales niveles dc
inm igración, no es de esperar que entre los inm igrantes m exicanos se
produzca esa transferencia de lealtades, convicciones c identidades: cl
gran éxito de la asim ilación estadounidense del pasado no se reproduci
ría necesariam ente cn el caso dc los m exicanos.
Prnenaa bntóncá
Lengué
drcs. com o si y · nadcion tllí, ricncn niveles rcU iivám ente elevados de
dom inio tam o dcl inglés com o de la lengua de sus progenitores. La te r
cera generación dom ina perfectam ente el inglés y nene un conocim iento
escaso o nulo dc la lengua ancestral de su fam ilia, lo cual, aunque les crea
un problem a dc com unicadón con sus abuelos, se acom paña tam bién dc un
deseo expreso dc aprender d idiom a dc sus ancestros que responde a un in
terés nostálgico por el m ism o.’’
In id ad o ya el siglo xxi, no esu b a nada claro aún que la asim iladón
lingüística dc los m exicanos fuese a proceder dc acuerdo con ese patrón.
D ebido al carácter reciente de esta oleada, la tercera gcneradón dc inm i
grantes e rt rclativam ence reducida todavía. Los datos sobre adquisidón
d d inglés y retendón del español eran tam bién Um itados y am biguos. En
d ano 2000, m ás de 26 m illones de personas hablaban español en sus ca
sas (d 10.5% dc la población estadounidense de m ás dc 5 anos) y, dc
d ías, casi 13.7 m illones no llegaban i hablar «muy bien» d ingles, lo cual
suponía un aum ento d d 65,5% respecto a 1990. Según una encuesta dc
la O fkina d d C enso, en 1990. aproxim adam ente un 95% dc los inm i
grantes naddos en M éxico hablaban español cn casa, un 73,6% dc dio s
no hablaban muy bien d inglés y d 43 % estaban «lingüísticam ente aisla
dos».'* E ntre la segunda genendón (la de naddos cn E stados U nidos),
los resultados eran de signo muy distinto. Sólo d 11,6% hablaba exclu
sivam ente español o más español que ingles, m ientras que un 25% ha
blaba am bos idiom as por igual, un 32,7% hablaba más inglés que es
pañol y un 30,1% hablaba solam ente cn inglés. M ás dcl 90% de las
personas de origen m exicano nacidas en E stados U nidos hablaban d in
glés con fluidez.
E l uso y d dom inio dc la lengua inglesa de los m exicanos dc prim era
y segunda generación parecían seguir, pues, d patrón habitual. Sin cm-
baigo. cabe todavía haoene dos preguntas clave. En prim er lugar, ¿ha ha
bido cam bios a lo largo d d tiem po en d ritm o dc adquisidón o de uso d d
ingles por p arte de los inm igrantes m exicanos dc segunda gcneradón?
Sería de suponer que, con la rápida expansión de la com unidad m exica
na inm igrante, las personas dc origen m exicano tuvieran m enos incenti
vos para em plear y dom inar con fluidez la lengua inglesa en d año 2000
que en 1970. En segundo lugar, ¿seguirá la tercera generadón d patrón
dásico de dom inio fluido d d inglés y escaso o nulo conocim iento d d es
pañol, o retendrá d dom inio de am bas lenguas típico de la segunda gc
neradón? Los inm igrantes de segunda generadón suelen m üar con
desdén y rechazar k lengua de sus antepasados y se sienten a m enudo
Inmigrtción mexicaiu e hispuiizacián 271
Educactón
T abi .A 9 1
Fueme: Rodnlto O dc ii Ct«ru. Anfdo F«kon. P (.!»» Cr«rcu folm i »«rcu. «MriKan
lmnu|irani». Mcxican Afncrw«m. and Ao)enc«n Political (.uicurr*. cn B«rr> Ejdmnratm
y Jdiiry S PmmU Icontp·.». tmmtgraimm amdElhmiah Thr Im/rgntimim n f Amrrtcs t S r
u'Tit Arm 'Ji. Wathin0nn. Urb«i liutiiutc Pr«*. 1994 pajo 2)2 2M ( >bnns dd (x n
to dc EsudM Ufudoa. iTMi CmiMi of PapmUrum P r w i o f Haftmiuc (Mpm n the i m$
frt/Vr#/cj. pa*i. 77 81
d íin tcs hispíanos dejaban la escuda, en com poradón con uix> de cada ocho
negros y uno de cada catorce blancos. En d año 2000. dentro d d grupo
poblacional de edades com prendidas entre los dieciocho y los veinticua
tro años, habían ílnalizado la educación secundaria d 82,4% de los blan
cos, el 77% de los negros y d 59,6% de los hispanos. Frank Bean y sus
colaboradores llegan a la conclusión de que «tanto los m exicano-am eri
canos de segunda generación como los de tercera tienen niveles educan
vos m edios m ás bajos que los de los blancos no hispanos y una propor
ción m ucho más elev ada de fracaso escolar en educación secundaria, asi
com o una proporción m enor de universitarios». El dem ógrafo W illiam
Frey ha señalado que, entre 1990 y 2000, los índices de abandono de los
estudios durante la educación secundaria se redujeron en cuarenu y dos
estados, y que los ocho estados en los que aum entaron (con la saK edad
de A lasita) tenían un «hilo unificador com ún: increm entos significanvos
de sus respectivas poblaciones de latinos». Adem ás, Bean y otros afirm an
274
O a^écton f Mgresos
Canadá 46,J%
Asia 58.7%
Europa 38.1%
Africa 36^%
Aménca Latina 12.1%
México 63%
Mcxicaoos 51%
Cubanos 24%
21%
V'iemamitas 15%
Chinm 10%
filip in o » 6%
Indioa «>%
Altode ménmiernto
dr ItJi inmtgrdntn
Pnm cri Sqiundj T erccri
1910 I9 U 65.3% 7 9 J%
191? 1919 65,5% 83.8% 85,2%
C iydadanié
Taul* W
Propicunm (k
una^tvknda W.6% 58.6% 55.1% 403% ,64.1%*
PucMo dr trtbiio
<Íuccmti o praáieñooa] 4.7% 7.0% 8.7% 11,6% 27.1%*·
Rcnu íanulitr dr
50.000 o iBdbdálifo 7.1% 103% \ \2 % 10,7% 24.H“ o*·
FÜlpUMl·
Coreano· 7 U " i.
Chin«» 6R.5%
Vietnam itat 67.7%
Polaco· 61.3%
Indim 58.7%
habano· 5H.5%
fam aicanai 57.5%
Alemanes 51.8%
Cubano· 49,9%
Bntánicci· 44.1%
Dominicano· 4 2.0%
Canadiemes 40.0%
Sahradorcño· 57.0%
Mexicann· 32.6%
Métrimomios mixtos
N o es fád l obtener datos sobre los m atrim onios m ixtos de inm igran
tes m exicanos con personas de d iferen te origen n ad o n d . N o o b stan te,
sabem os que, en 1998, los m exicanos-aniericanos constituían d 63% de
la pobladón hispana tocd en E stados U nidos. E ntre los hispanos, las ta
sas de m atrim onios m ixtos se ajustan, por lo general, a las de los inm i
grantes de oleadas previas, aunque son m enores que las de los inm igran
tes asiáticos contem poráneos. Los porcentajes de m uieres c» ad as en 1994
280 DcMhmtUidenadftlcMadduniikiiK
que luibiân co n triiJo nuinfnonio con hom bres que no er*n dc su mismo
grupo cran los «icuicnics '
AuétiLAi Htspaméí
Pn m cri genertoón 18.6% 8.4%
Sqnm i· genefACioa 29^% 26.4%
41.5% »2 %
Es posible que las rasas de m arriroonios m ixtos con indm duos m exi
canos no difieran excesivam ente de las tasas para los hispanos cn general,
pero son probablem ente más bajas. En d volumen de m atrim onios m ix·
rcw influyen d um año d d grupo y su dispersión. Los m iem bros de gru
pos pequeños y dispersos no oenen, s m enudo, otra opción que casarse
con personas de fu en dc su colectivo dc origen. Además, tienen todos los
alicientes para hacerlo. Por d co n tn rio . es más probable que los micm
bros dc grupos grandes, dc posición socid bajs y gcográfkam entc con
centrados se casen con m iem bros d d mismo grupo. Sería de esperar que,
a m edida que aum enten las afras absolutas dc inm igrantes m exicanos y
que sus altos índices dc natalidad produzcan un núm ero aún m ayor dc
descendientes, las oportunidades y los incentivos dc los que disponen
pars casarse enere sí tam bién se increm entaran. Eso es lo que. aparente
m ente. está ocurncndo. En 1977. d ) 1% de todos los m atrim onios en los
que al m enos uno de sus cónyuges era hispano eran interétnicos. En
1994, só lo lo era n d 2 5 ^ % y .cn 1998. d 28% de los m atrim onios con d -
gún cónyuge hispano eran m atnm onios entre un hispano y una persona
dc o tro grupo. Según concluyen Gary D. Sandefur y sus colaboradores
cn su estudio de 2001 p an d N ationd Research C oundl de Estadcis U ni
dos, en contraste con «negros y blancos, los nivdes de m atrim onios inte
rraciales de los hispanos han cam biado poco desde 1970 y. si acaso, han
dism inuido» E su tasa to td de m atrim onioi con personas de fuera de su
grupo étnico que evidencian los hispanos, según señala R ichard Alba,
«está influida espeaalm ente por d elevado nivd de endogam ia dentro
d d p rin a p d colectivo hispano: d de los m exicano-am ericanos».^ Los
m exicanos se casan entre dios.
En d pasado, los m atrim cnias de los inm igrutes m ás recientes y sus
dcscendiences con angloam ericanos u ocros estadounidenses nativos sir
vió pars acelerar la asim iladón de los inm igrinccs a la f^n cdad y 1« cul
tura esudounidenses dom inantes. En d caso de los m atrim onios entre
htspaoos y angloam ericanos, según han sostenido académ icos esudouni
IrwniftraiKMi tnciK«rM e httpwiixannn 281
Identidad
El criterio defm itivo de asim ilación cs el grado en que los inm igran
tes se identifican con Estados Urúdos como país, creen en su C redo, pro
pugnan su cultura y rechazan, en la misma m edida, la lealtad a otros pai
ses y a sus valores y culturas. Los datos disponibles son lim itados y. en
algunos aspectos, contradictorios. Una de las m uestras m is significativas
de asim ilación de los inm igrantes hispanos es. sin lugar a dudas, su con
versión al protestantism o evangélico. Se tra u de un fenóm eno paralelo al
espectacular aum ento del núm ero de protestantes evangélicos en m uchos
países latinoam ericanos y relacionado con él. No existen cifras precisas
sobre el núm ero de hispanos protestantes en Estados U nidos, pero Ron
Una afum a que «una cuarta pane o m is de los hispanos han cam biado su
fe católica trsdicional por alguna Iglesia evangélica protestante, una trans
form ación religiosa de una rapidez sin precedentes que está, obviam ente,
relacionada con su absorción en la sociedad estadounidense».*” El reto
planteado por esas deserciones para la Iglesia católica ha incitado a ésu , a
su vez, a reidizar contraofensivas intensas para inducir la asim ilación de los
inm igrantes hispanos a la sociedad noneam ericana conK> católicos esta
dounidenses. La com petencia entre las religiones estadounidenses por
atraerse a los creyentes cs una pócente fuerza de am ericanización.
Hay datos más detallados, sin em bargo, que sugieren que la identifi
cación con E sudos U nidos de los inm igrantes m exicanoa y de las perso
nas de origen m exicano en general es débil. En d estudio sobre hijos de
inm igrantes en d sur de C alifornia y de Florida de 1992 al que aludía an
leríorm enie se form uló la siguiente pregunta: «<Cófiio le identificasr' Es
decir, ¿cóm o ce denom inas a ti m ism o/». Los encuestados latinoam enca
nos íueron agrupados en ocho países o grupos de países. N inguno de los
niños nacidos cn M éxico respondió «estadounidense», a diferencu d d
1.9 y d 9 J % de los naddos en otros lugares de Am érica L atina o d d Ca
282 D tM ék » « U id en tid É d c it« lM tfu d m
Resumen
• U d U o i c u n i v í a p a r e c e e n c M t d U n o c n d o r i i t i n É l e n i n g l é » . ( \ Jrí t )
284 D cM lk»ébidm atti(tf«dnunkkm c
A s im il a c ió n in d iv id l a l y co N so u D A aÓ N d e e n c l a v e s d if e r e n c ia d o s
üim if^rante p«ra sostencne « sí m ism i en un« to d cciáJ urbtn« con un«
econom i« com plcj« que exige inter«cciones v«nopint«s enrre individuos
y grupos depende, en gr«n parte, del t«m «ño de dich« com unid«d.
Los procesos de «sim ilación indivtcJu«! y consolidación com unit«rí«
son com plejos, com ponan contradicciones inherentes y son, en úJtim «
instancia, conílictuales. Tam bién pueden coexistir y reforzarse m utuam en
te de m odos específicos. El desarrollo de una com unidad inm igrante de
grandes dim ensiones y económ icam ente diversificada puede generar
oportunidades para que »us m iem bros se asim ilen económ icam ente, m e
diante la m ovilidad ascendente, a la clase m edia estadounidense. Sin em
bargo. una educación y un progreso socioeconóm ico m ayores tienden
tam bién a m enudo a fom entar la conciencia de grupo y el rechazo a la
cultura m ayoritaria o dom inante. Los negros de clase baja continúan cre
yendo en el sueño am ericano, m ientras que los negros de clase m edia son
más propensos a rechazarlo.^' Si los m exicano-am ericanos alcanzan un
estatus de clase m edia sin salir de la propia com unidad m exicano-am eri
cana, su propensión a rechazar la cultura estadounidense y a adherirse a
la cultura m exicana, así como su disposición a propagar esta últim a, po
drían verse aum entadas.
Por otra pane, el hecho de haber nacido en Estados U nidos o de na
cionalizarse estadounidenses fa d liu d hecho de que los indi\’iduos puedan
viajar y cruzar la frontera de ida y de vuelta, m anteniendo así el co n taao y
la identifícación con lu lugar de origen.^ La posesión de la ciudadanía es
tadounidense facilita tam bién la expansión de la com unidad inm igrante al
perm itir que los nuevos ciudadanos puedan traer al país a un núm ero ma
yor de fam iliares del que podrían perm itirse si fuesen sim plem ente resi
dentes legales. Además, lógicam ente, los ciudadanos pueden votar y p arti
cipar en el gobierno y. por tanto, están en disposición de prom over los
intereses de su com unidad étnica de un m odo m ucho m ás efectivo.
En el pasado, la asim ilación individual triunfó generalm ente sobre la
consolidación de enclaves diferenciados. Con el tiem po, la dispersión te
rrito rial. la diferenciación ocupadonal y de renta y los m atrim onios ínter-
grupales provocan una asim ilación creciente, aun cuando perm anezcan
ciertos vínculos com unales y las generaciones posteriores puedan trata r de
rev i\ir una conciencia de com unidad. Es muy posible que todas esas
fuerzas actúen de un m odo muy sim ilar en el caso de los m exicano-am e
ricanos. N o obstante, dados los rasgos distintivos de la inm igración m exi
cana. no podem os suponerlo sin más. «A los m exicano-am ericanos
—com o dice David Kennedy— se les abrirán nuevas posibilidades que
286 DcM lk»«UiJaiidÉdm«iounM Íe«r
O tros autores se han pronundado tam bién en un sentido sim ilar. Los
m exicano am erícanos. por su pane, sostienen que el S uroeste les fue
arrebatado tras una agresión m ilitar en la década de 1840 y que ya ha lie
gado la hora de It reconquata Ique. dem ográfica, socid y culturalm ente,
está ya sin duda en noarclia).
Gü>e la posibilidad de que todo esto se traduzca en algún tip o de in i
ciativa que am bidone reunificar esos terríto río s con M éxico. A unque
é su parezca boy en dia im probable, d profesor C harles T ruxillo, de la
U niversidad de Nuevo M éxico, prevé que hacia el ano 2080. a m ás tar
dar. los estados surocddentales de Estados U nidos y los estados norteños
de M éxico se unirán para fonnar un nuevo país: «La R epública del Ñ or
le». La base para td posibilidad la propordonan actualm ente la au ten ti
ca nada de m exicanos que se desplazan hada el norte y d increm ento de
los vínculos económ icos en tre com unidades a am bos lados d e la frontera.
D esde el 11 de septiem bre, la frontera ha hecho m ás honor a su nom bre,
InfniurKKwi mmcan· c hi»p«ou»no« 28/
pero, aun así. las fuerzas que la han ido debilitando a lo U rgo de estos
años son persistentes y podercvsas. Los académ icos y los observadores
han explicado que dicha írontera se c%tá «diluyendo». •d e* d ib u |an d o ·.
«desplazando» í hacia cl none, se entiende) o «conviniendo cn una espe
cie de línea de puntos* Esto da lugar, cn el suroeste de Eatados U nidos
y. hasta cien o punto, cn el none de M éxico, a lo que. dependiendo de los
autores, ha sido denom inado como «M exAm éríca». «Am éxica» o «M exi
form a».*' Roben K apian. al com entar « ta tendencui en IW . llegaba a la
condusión de que a lo largo del tranco oriental dc la frontera, «ia reunifi-
cación del E stado de la E strella Solitaria con cl noreste de M éxico está
conviniéndose en un hccho histónco consum ado de m anera silcnaosa y
anodina». En el otro extrem o (el occidental) de dicha linca fronteriza, las
encuestas de opm ion y los estudios académ icos sugieren que U identidad
dc C alifornia se está conviniendo rápidam ente en una identidad hispana
(esto cs. m exicana) Thr EconomtU inform ó que. cn el año 2000, las po
blaciones de seis de doce de las audades im ponantcs situadas cn cl lado
cscadounidciue de U írontera eran hispanas en más del 90% . otras tres lo
eran en más d d 80% , una lo era entre d 70 y d 79% . y sólo dos (San D ie
go y Yuma) eran hispanas en m enos de un 50% . «En este valle todos so
mos m exicanos», declaró un ex com isionado d d condado dc El Paso
(con un 75% de población hispana) cn 2001.
Si U tendencia continúa, podría producir una consolidación de las
zonas de prcdom m io m exicano, que pasarían entonces a convertirse en
un bloque autónom o, cultural y lingüísticam ente diferenciado y econó
m icam ente independiente, dentro dc Estados U nidos. D ada «U coinci
dencia singular de etnia hispana con una territorialidad regional cspedl'i-
ca y con una ideología dc m ulticulturalism o —adviene G raham FuUcr— .
podem os estar poniendo los cim ientos de lo único que puede apagar d
mrlitni pot: un área y un coleaivo étnicos tan concentrados que sus
m iem bros no querrán ni necesitarán asim ilarse a U vida m ultiétnica y an-
glohablantc m ayoritaria dc Estados U nidos».” Un prococipo a au a l de tal
fenóm eno es M iami.
L a HISPANtZACJÓN DE MiAMI
b itàn ca dc M iim i; era la prim era vei que un« c«den« tcJevisiv« en len^u«
extranjera obceni« cw «udiencû en un« gr«n dud«d e»l«dounidense. U
com posición linguisiic« y etnie« c«m bi«nte de Mi«mi quedó reflejad« en
U «tríbuU d« hittori«. dur«nce Us décadas de 1980 y 1990. del Miamt He-
mJJ, uoo de los di«rio· más respeudos de E stados U nidos y gan«dor de
num eroaos prem ios Pulicjer. Los propieurios del HeraU trau ro n prim e
ro de m «ntener su tr«didon«l «enfoque anglo«m eríc«no», intent«ndo. al
mismo tiem po, atraer a los leao res y a los anunciantes hispanos con un su
plem ento en español. El intento de atraer a hispanos y a «anglos» a un
m iim o tiem po fracasó. En I960, el Herald era leído en el 80% de los
hogares de M iami. En 1989, se leí« en el 40% . El periódico suscitó el an-
raKonismo de los lideres de U com unidad cubana, que dirigieron duras
represalias contra el mismo. Finalm ente, el Herald tuvo que fundar un
dU rio separado en español El Suevo Herald.^
Los cubanos no crearon un enclave diferenciado en M iami en form a
de vedndano inm igrante siguiendo d patrón tradicional, sino que dieron
a luz una audad-enclave, con lU propia com unidad cu ltu ral y econom ía,
cn U que U asim ilación y U am ericanizadón eran innecesarias y, en cier
ta m edida, indeseadas. A finales de U década de 1980, «los cubanos ha
bían creado en Miami sus propios bancos, em presas y bloques e leao ra·
let». que dom inaban U econom ía y U política, y de los que esuban
excluidos los no hispanos. Como com entaba un hispano próspero, «son
forasteros». «Aquí nosotros tom os m iem bros de U e stru a u ra de poder»,
presum ía o cro .''
Los hispanos de M iami tenían muy escasos o nulos incentivos para
asim ilarse a U cultura m ayoritaria estadounidense. Com o apuntaba un
sociólogo, cubano de nacim iento, «en M iami uno no se siente presiona
do a ser estadounidense. La gente se puede ganar perfectam ente bien la
vida eo un endave en d que se habU en español». Ya p o r 1987, según
Joan D idim . «cn M iami. un em presario que no hablara nada de inglés
podía, pese a d io , com prar, vender, negociar, realizar adquisiciones apa*
Uncadas de activos, em itir bonos y, si así lo deseaba, acu d ir a galas diver
sas dos veces por sem ana en traje de etiqueta». Eo 1999. los m áxim os d i
rectivos d d m ayor banco, U m ayor em presa inm obiliaria y d despacho
legd más im portante habían naddo en C uba o eran de ascendencia cu
bana. Los cubanos habían establecido tam bién su dom inio en U política.
Eo 1999. d alcalde de M iami y d alcalde, el jefe de policía y d fiscal e sis
ta] d d condado de M iam i-D ade, así com o dos cerdos dc los congresistas
por M iami y casi U m itad de sus representantes en d legisU tivo del «M*
InmutrACMKi mrxicjfu t http«nu«odn 29]
En 20Ú0, una nocida dcl New York Times inform aba dc la «práctica
scccsión dcl condado dc M iam i-t)adc» y dc la « p olítica ex terio r indc·
pendiente» que llevaban a cabo loa políticos locales cn represcntadón de
¡a población cubana. La polém ica suscitada p o r el caso dc E lián G onzá
lez avivó las m enciones a una «secesión en la p ráctica» , que justificaba
que los dirigentes locales desafiaran ol gobiem o federal y los m anifestan
tes hicienui ondear banderas cubanas y quem anm las estadounidenses.
«Ésta Cl lina ciudad separada —dijo un académ ico cubano— . A hora tc*
nemos nuestra propia política exterior local.» E l caso E lián puso de re
lieve la brecha abierta entre la com unidad cubana de M iam i, opuesta en
su gran m ayoría a devolver a E lián a su padre, y el 60% de la pobU dón
estadounidense, que creta que su padre debía ten er la custodia d d niño y
que se m ostraba a favor de U intervención por la fuerza d el gobiem o para
dársdo.*' A quella contixiversia puso tam bién dc evidencia las divisiones
cxisccm cs entre bu generadones m ayores y las m ás jóvenes d en tro de la
com unidad cubana, así com o en tie los cubanos y bi población hispana no
cubana, que c re d i con rapidez. Si prosigue la inm igradón dc esta últim a.
Miami se irá vohiendo m enos cubana y aún m ás hispana, num éricam en
te hablando, pero continuará dom inada p o r un estabiishmení cubano.
E n b u s c a d e u n e n e m ig o
í Y que Vi I le r d e n o K H fw á h o M s in b é r b « « ?
EUos. il fin y «1c«bo, cr«n unà solución. '
A lmas m u e it a s : la d e s n a c io n a l iz a c ió n d e l a s é L P rn s
• /Acwo mpin d hombir que ücnc d alma tan mucna / que nunca se ha dicho**«
BMno/ «éiue* mi ticrr·. mi país natal». / o cuyo corazón nunca ha ardido cn »u inicno»
/ cuando sui paso· le han llevado dc vuelta a su hogar / tras errar por alguna c o ím «
fmfcfa? iS deit)
Lm hnion J r EmmÍu· Unido· <an d mundo 507
El iugc ictu*] del irm siU K noiulism o, *un htU àndosc todavui cn sus
fXipas iniciales, guarda cierw sim ilitud. H ay, sin em bargo, Jcw grandes
diferencias. Loi avances tecnológicos de finales dcl siglo xix iavoreaeron
la nacionalización de la elite estadoum dcnse; k» de finales del siglo xx U.
vorecen la desnacionalización de la élite. En segundo lugar, el triu n fo del
naciofulism o lobre el subnadonalism o se vio acentuado por la existencia
de enem igoi externos, lo cual reforzó la cohesión, la id en tid ad y las in sti
tuciones nacionales, especialm ente la presidencia. £1 enem igo dcl trans-
nadonalism o. sin em bargo, es el nacionalism o, y el atractiv o populista dc
este ùltim o, más que favorecer, retrasa las tendencias transnacionales.
Las ideas y las personas transnacionales pueden ser de tres categorías;
untvenalistai. económ icas y m oralisias. El enfoque universalista es, en rea
lidad, el nacionalism o y excepcionalisnno estadounidenses llevados al ex
trem o. Según esta peispecti>'a, E stados U nidos es excepcional no porque
lea una naaón única, sino porque se ha conxTTtido en la «nación univer
sal». Se ha hiskm ado con d m undo gradas a la Uegada de personas de to
das las demás sociedades y gradas a la am plia acep u d ó n generalizada de
la cultura popular y los valores estadounidenses en o tras sodedades. Así,
la distinción entre Estados U nidos y d m undo está desaparedendo debi
do d triunfo de este país como única superpotenda m undial. P or su par
te, d enfoque económ ico pone d acento en la globalizadón económ ica
como fuerza trascendente que supera las fronteras n ad o n d es y fusiona
las econom ías nacionales en un único todo g lo b d , y que erosiona rápida
m ente la autoridad y las fundones de los gobiernos nacionales. E ste pun
to de \ista es d dom inante entre los ejecutivos de las em presas m ultina-
donales, las grandes ONG y otras organizadones com parables que
operan a escala m undid, asi como entre aquellos individuos diam ente
cualificados (generalm ente, a nivd técnico) de los que puede haber una
dem anda globd y que, predsam ente por dk>, están en disp o sid ó n de se
guir una carrera profeskm d trasladándose de un país a o tro . Findm ente,
d enfoque m oralista censura d patriocism o y d nacionalism o com o fuer
zas negativas y sostiene que d derecho, las in stitu d o n cs, k » regímenes y
las norm as intem adonales son m oralm ente superk>res a las de las nado
nes individuales. Ei com prom iso con la hum anidad debe desbancar d
com prom iso con la nadón. E su perspectiva es habitual e n tre in td ectu a
lcs, académ icos y periodistas. El transnadondism o económ ico tien e sus
raíces en la burguesía; el transnadondism o m o ralisu , en la
En 195), d presidente de la G enerd M otors, nom inado para ei pues
to de secreuho de D efensa, proclam ó: «Lo que es bueno para la Generd
Lj de EsitJo· UniiJc« t-on d mundo 309
IcsbU nas. [...] P ero esta izquierda tiene un problem a: es poco p atrió tica» .
«R epudia la idea de una identidad nacional y la em oción del orgullo na
cional.» Si la izquierda quiere tener influencia, debe te r capaz dc recono
cer que la «conciencia de una identidad nacional com partida ( . ..J es un
com ponente absolutam ente esencial de la au dadania». Sin patrio tism o ,
la izquierda será incapaz de alcanzar tu s objetivos para E stados U m dot
El profesor R obert BcUah. de la U nivm idad de C alitbm ia. en B erkeley.
to stien e algo p aread o : «Q ue lo t bberales de izquierda no hayan hallado
un m odo efectivo de ip ela r a los m ejores in stintos d d p atriotism o esta
dounidense [...] es, en mi opinión, tustantiv'a m ente desafonunado y tác
ticam ente desastroso. [...] D ebem os recu rrir de algún m odo a fuentes
m ás profundas de nuestra tradición si querem os llegar a co n stru ir una vo
luntad pública de cam bio dem ocrático en E stados U nidos».^ L os lib era
les de izquierda, en deñniiiva, deben u tilizar d patriotism o com o m edio
para alcanzar ob|etivos progresistas.
Los tu to re s que expresaban puntos dc v isu antinacionáles contor-
m aban un grupo tusiancial de quienes escribían reflexiones m ás o m enos
profundas acerca de los pros y lo t contras del nacionalism o y del E sta
do-nación durante lat décadas de 1960 y 1990. Las ddensas te iia s d d pa
triotism o y de la prim ada de la identidad nadonal fueron escasas. Las sus
picacias con respecto al E stado-nación alcanzaron tam bién a las personas
m ás directam ente relacionadas con la política pública. En 1992, S trobe
T albott. a la saaón p eriodisu de Time, aspiraba a un futuro en d que « d
concepto de nadón. tal com o hoy lo conocem os, te habrá v u d to obsoleto,
[y] t o ^ los E stados reconocerán una única autoridad global». M eses más
tarde, se convirtió en un alto cargo rector de la política exterio r de la m is
ma nadón esudounidense que esperaba que te vohriera obsoleta.^' T alboct
no era teguram ente d único en la adm inistración G inton con ese m ism o
punto de v isu . De hecho, dicho enfoque, unido a las poU ticas de G inton
con respecto a los hom osexuales, contribuyó a las d ifíd lcs relaciones de d i
cha adm inistración con d ejército, institución para la que d E stado-nación
es objeto prim ordial de lealtad. Sin em bargo, para los transnadonales de
la élite estadounidense de la década de 1990, d nacionalism o era m alo, la
identidad nacional resultaba sospechosa y d patriotism o estaba pasado de
m oda.
P ero eso distab a m ucho de ser d caso de la población esu d o u n id en
se en general.
U6 D cM lk M « U id cM id « d eM ao u D iJcn «
El p a t r i o i is m o d k l a p o b l a c i ó n t s g e n ü iu l
P ero, pcM· lo gcncrul, no c» así. De lodcM Un países (en tre 41 v 65) en lo*
que se realuaron las dn ersas E ncuestas M undiales de V alores de 1981 ·
1982, 1990-1991 y 1995-19% . en rclación con el orgullo nacional. E sii-
dos U nidos ocupt> el prim er lu g ar en dichas encuestas, en tre un % y un
98% de los est4d<ninidenses dijeron sentirse «muy orgullosos» o «bas·
lance orgullosos» de su pais.“'*’ Ln un estudio realizado en veinticrcs p aí
ses cn 1998, se preguntó a los encuestados lo orgullosos que se sentían dc
tu país cn cada uno de diez àm biti« diíerenciados (arte, deporte, econo
m ía, ctc. ) y cóm o consideraban en general a su país en com paración con
otros. E stados U nido· o a ip ó cl segundo lugar. sól<i por detrás de Irlan
da. cn cuanto al nivcl de orgullo por sus logros en cada cam po especifico
y fue segundo tam bién, sólo por detrás de A ustria, cn cuanto a orgullo
nacional en general. Pero al com binar am bas m edidas, resultó ser cl p ri
m ero de los v eintitrés países El porcentaje de respuestas afirm ativas a un
sondeo realizado a m ediados de la década de 1980 cn cu atro países occi
dentales cn el que se preguntaba a lo · encuestado· si estaban orgulloso·
dc su nacicm aiidad fue dcl 75% entre loe esudounidcnscs, d d 54% en
tre los británicos, d d 35% entre los franceses y d d 20% en tre lo · alem a
nes occidentales. E ntre los jóvenes, hubo un 97% dc respuestas afim uiti-
vas cn d caso de lo · estadounidenses, un 58% entre los brílánicos, un
80% en tre los franceses y un 65% en tre los alem anes occidentales.^'^ A la
pregunta de si querían hacer algo para servir a su país, la distribución de
respuestas de lo · jóvenes fue la siguiente:
Sí No
Eatadounidcntcs 81% 18%
Británico· 46% 42%
Franccsci 55% 34%
Alemanes occidcm ales 29% 40%
D l Á S K > a A A , t^ O S I f - k N C M E X T E A N j F l U n Y Pí h At H A t S T A n f M . S I I > l S S k
Las diásporas son com unidades étnicas o culturales cuyos m iem bros
se identifican con un pais de origen que puede tener o no un L ttado. L oi
judíos eran «la diáspora clásica». De h«cho. el propio térm ino proviene de
la Biblia y íue durante m ucho tiem po identificado principalm ente con Ins
judíos como pueblo que, tras la destrucción de Jerusalén en el 586 a.Ci..
padeció una dispersión sin igual. Fueron, pues, el protocipo de las diver
sas diásporas de «víctim as» que hay hoy en el munck>. A ctualm ente, sin
em bargo, son más im portantes las diásporas em igrantes: personas que se
van volunuriam ente de su país de origen para vivir y trab ajar en cero, pero
que, al mismo tiem po, se identifican prim ordiaim ente con una com uniciad
ém ico-cultural transnacional que abarca tam bién su patria original. La
esencia de la m entalidad de diáspora fue perfectam ente expresada en
1995 por el Com ité Judío N oneam ericano: «A unque geográficam ente
dispersos e ideológicam ente diversos, los judíos son. en realidad« un úni
co pueblo, unido por una historia, una alianza y una cu ltu ra. Juntos debe
mos a au ar para dar form a al destino judk); no dejem os que nadie, cn Is
rael. en E stados U nidos o en cualquier o tro lugar, erija b arreras en tre
nosotros».** Los m iem bros de una diáspora, pues, difieren conceptual
m ente de los individuos con identidades yuxtapuestas. E stos úhim os tic
nen dos identidades nacionales; los m iem bros de una diáspora tienen una
sola identidad transnacional. N o obstante, en la p ráctica, am bas c ate g a
rías tienden a m enudo a coincidir en lo t m ism os individuos, que fácil
m ente intercam bian la una por U o tra.
520 D a ^ iU id c n iK U d n t« iJ D u iu d c i» c
m odo cuándo hay m iem bros dc las diásporas que se identifican can pie
nam ente con su patria de origen como Elic W iesel: mY o estoy a favor de
Isn e l. punto. Me identifico con IsraeJ. punto. N unca ataco y nunca c riti
co a Israel cuando no estoy en Israel l...) Todos los judíos debem os estar
con nuestro pueblo»." Según Tony Sm ith, los estudios m uestran que
«los dirigentes organizados» de las diásporas judía, griega, arm enia. etc.,
son «claram ente inducidos por los gobiem os extranjeros a ad o p tar pos
turas que pueden estar en contra de la política o de los intereses esta
dounidenses cn la región» y se m uestran poco dispuestos «a adm itir que
cualquier otra voz que no sea la suya pueda ser considerada m ínim a
m ente autorizada con respecto a la zona del m undo que les ocupa». La
reivindicación que hacen las diásporas del derecho a dom inar la form ula
ción de las poh'ticas de Estados U nidos con respecto a la zona de in
fluencia de su país de origen suele basarse en el supuesto subyacente de
que no puede haber conllicto alguno entre los intereses de su p airia de pro
cedencia y los estadounidenses. Esta a a itu d quedaba sucintam ente ex
presada en las palabras del espía israelí convicto Jonathan PoU ard: «N un
ca creí ni por un instante que lo bueno para Israel pudiera ser m alo para
E stados Unido». <iPor qué iba a serlo?».’*'
Las diásporas logran ejercer una gran influencia en el G ^ngreso p o r
que pueden afecu r los resultados eleao rales proporcionando dinero y
colaboradores a quienes consideran am igos y haciendo furibun<ias cam
pañas en contra de aquellos que se oponen a sus poh'ticas. A sí. por ejem
plo. se atribuyen a la acción política de la diáspora judía las derrocas, por
una parte, en el año 1982, de uno de los m iem bros en ejercicio hasta en
tonces de la ( ^ a r a de R epresentantes por Illin o is, el republicano Paul
Findley, principal representante republicano en el Subcom ité para O rien
te Próxim o del C om ité de A suntos E xteriores de la C ám ara, p o r su apo
yo a la O L P, y, por ocra p an e, en 1984, del senador C harles Percy, repu
blicano por Illin o is, presidente del C om ité de Relacione» E xteriores del
Senado, por su respaldo a la venta de aviones F-15 a A rabia Saudi. En
2002, los gm pos de la diáspora judía desem peñaron un papel im portan
te en la» derrocas en las prim arias de dos aspirantes a la reelección com o
m iem bros de la C junara de R epresentantes — E arl H illard (dem ócrau
por Alabam a) y C ynthia M cKinney (dem ócrau por G eorgia)— por haber
se hecho eco de causas palestinas y árabes en general. T am bién se atribuye
al C om ité N adonal A rm enio de A m érica (ANCA) pane de resp o n sab ili
dad en la d erro ta en 19% de dos m iem bros de la C ám ara d e Represen
tan tes a los que se había catalogado en tre lo» congresistas m ás p ro turco«:
5M Dcaatíns j U iiicntiiJ«! «udounhicfMc
LA RENOVACIÓN DE LA IDENTIDAD
ESTADOUNIDENSE
N Í.IA S U ) N D K .I O N A N lt S
ron unibién lo · m átrim onio* m ixtos que in cliü in · álgún m iem bro dc di
ch j religión. En Ij d e c id í de 1990. en tre un 53 y un 58% de lis pcrso-
n is judÚB que te c m b in lo h ic íin con cónyuges no judíos. «K lidi iñ o
—como com cnubi un obtervidor judío— se reproduce en hogircs ju
d io · de todo E stidos U nido· li m ism i im presión que se llevó A lin Ders-
h o v iti cuindo su hijo le dijo que p en sib i c isirse con u n í chica cicólica
irlin d e u fin tástici.» * El increm ento de m atrim onios m ixtos con cónyu
ges judío· podría verse reducido si crece el núm ero de judíos estadouni
d e n ^ que se convienen en judíos ortodoxos. El im pacto que el creci
m iento de lo · m atrim onioc m ixtos pudiera ten er cn el núm ero de judíos
podría verse tam bién contrarrestado por d hecho de que d judaísm o es
una rdigión y no sólo una identidad étnica, y que, por lo tan to , los cón
yuges no judíos pueden convenirse al judaísm o (lo» conversos —que se
habían convenido m ayoritariam ente por este m otivo— constituían el
3% del to til de judío» estidounidenses en li d écid a de 1990).’ E xiste,
adem ás, la posibilidad de que los hijos de un m atrim onio m ixto sean edu
cado» com o judío».
En d tram o final d d siglo xx, tam bién se intensificaron los m atrim o
nios interém icos entre estadounidenses blancos. Según el análisis realiza
do por Richard Alba sobre d censo de 1990, d 56% de los m atrim onio·
exclusivam ente blanco· unieron i personis sin isc en d e n cii é tn ic i reía-
c io n id i, un 25% iproxim ido fueron entre p erso n is cuyis identidades
étnicas coincidían parcialm ente (com o es d caso, por ejem plo, dc «un
germ ano-irlandés que te casa con una italoirlandesa») y un 20% fueron
m atrim onio· entre persona» de idéntico origen étnico. En algunos grupos
étn ico ·, la proporción de m atrim onios entre p erto n at de exactam ente
d m itm o grupo nacidas entre 1956 y 1965 fue sum am ente reducida: d
7.6% entre personas de itccn d en d a polaca, d 7,0% de ascendencia es
cocesa-irlandesa. d 12,1% de atcendenda francesa, cn 15.0% de ascen
dencia itiliin i y d 12,7% de ascendencia irlandesa.*
L o q u eet d en o con respecto a lo · m atrim onio· in terétnicos no resul
ta generalm ente aplicable a lo» m atrim onio· interraciales, salvo en una gran
excepciiSn. L o· índicci globales de m atrim onios intergnipales en tre perso-
* AlmDrTihowitzcii'«cdráticodedaediocnbUnfvmid«d Jr (U rvardíxnocido
por lü Uíc«liTO de uqurrd· y w «JcfauÉ dc I · lihcnadc» civil» (adcmá» de por fonnâf
p r o dd cqiápo dc âbo**do* dc A ie que defendió í O J Sônp««). um biéfi hâ cwnio
profuMmencc lo b « IwmJ y lobfc U cwminidád lüdí· en Eittdo· U nid«. U inécdoM · U
que h«cr idm no· U CM e«á irccwd· en « libio TAr (N ííf/ / )
Vicf« VnucMi liocw Jnnon«» )
La r a z a ; c o n s ta n te » d e s d ib u já n d o s e , e n d e s a p a ric ió n
Los individuos humanos son físicamente diferentes entre sí. Los gru-
pos dc personas que están emparentadas biológicamente tienen caraae-
rísticas físicas que las distinguen dc otras personas. Las diferencias físicas
en cl color dc la piel, la forma dc los ojos, cl cabello y los rasgos faciales
han sido catalogadas durante siglos como diferencias de raza. Las dife
rencias físicas existen: la identificación dc las mismas como diferencias
raciales es un producto dc la percepción y la decisión humanas, y la atri
bución de significación a tales diferencias raciales es un resultado dc la
opinión y cl criterio humanos.
Las diferencias de estatura entre seres humanos son igual de pronun
ciadas c, incluso, más obvias que las diferencias dc cara o de color de piel.
Pero, salvo cn cl caso de los pigmeos, las diferencias dc estatura, aun cuan
do puedan tener consecuencias socioeconómicas/^ no han constituido ge
neralmente una basepara distinguir y clasificar a las personas cn categorías.
£1 racismo es una realidad porque las personas consideran importantes las
diferencias cn cl color de la pid; la estatura no es una realidad comparable
porque, sahro cn eJcaso dcl baloncesto, las personas no suden considerar
especialmente importantes las diferencias dc altura. Dc ahí que individuos
y grupos se clasifiquen a sí misnK» en términos raciales y sean clasificados
por otros en esos mismos términos. A diferencia dc la estatura, la raza es
una construcción sodal al tiempo que una realidad física.
La raza puede ser también una construcdón pob'tica. Los gobiernos
cbsifican a bu personas cn diferentes categorías raciales y asignan dere
chos, responsabilidades y deberes cn fundón dc tales categorías. Duran
te k mayor pane de sus respectivas historias, los gobiernos de Sudáfrica
y de Estados Unidos han ubicado a su pobbuáón en colectivos radales:
tres en Sudáfrica y de tres a quince cn Estados Unidos. Sudáfrica ha
abandonado ya esa práctica, pero Estados Unidos obbga actuabnente a
VicjA» y nue\ js Une« divisiirus M9
%ión dc U rá2Mcn lo» íorm ukrK i· dcl ccnto iigniticará un n p c ct« c u lir
stlio ádcl«nic hacid le crracion dc uná identidad niCK^nil estadouniden
se intcgrál. l'n cl momcnti» áciual. la niM todavía im|N>rta cn lita d o ·
U nidot, pero im porta cada vez m enot cn un crrcicntc núm ero dc iccto-
re t dc la vida nacional, con la única excepción de aq iicllo t que a> ntide·
mn que tu perdida de im portanna tupone una am enaza para la posición
dc k» blancot en FUtados U nidot.
N a t i v i ^ m o ni^ANC O
I U * c * . w o n c s , d e d e e u ib e ia iio r a o
n b i o · < t r ··
L i lif g i o « è ia n c o » d t d k iM c t i y f t a n o s ig n tf ic a q u e n o p u e d a h a
b e r p e w je a s d e oum r ú a s im p h r a d a a c n c a o s m o v im ie m o · o q u e r a le s
f lu v m a a a » s e a tc m m ritm a r u r a r m n r s c id u H v a m e n tc r a c ia le s . Q u e *
n d e u r « y u r m i i i n a h f o i te r á n p r o b a b le m e n ic b la n c o s e n s u g r a n r o a ·
y h ria y s p u f i · o o M g v a ó p o i i a u f a o ó n d e lo q u e d e n o m in a n d « E a t a d o s
» o e g s tf w e n t r e la s d t t c s d e s i á d o n a l i -
I q u e e s t f i c o a c c in d e l u d e r c o n t a l c m p c fk > la c u i·
UMB f U id t n ü d a d « iiiif v a a » d c u n a p c r v io a y b p rc s e rv a a ó n d e su
p u re z a f r c a ir a « A im n a s cam m S m e m b a r g o , e n u n e s tu d io c lá s ic o
d r U rc a íU M iO c s d e lo s e s ta d o u n id e n s e s a n t e lo s c x t r a n i e r o s , J o h n H i
g h a o d d M f ó u n a d e tf jo ic iM i m á s n e u tr a d e n a tiv is m o . c iM c n d iá io c o m o
b « o iM iiJ ü n ifM c m a a y n s o u n o r b in te r n a a lu d ie n d o a s u s c o n e x io n e s
n i / a n f t r a s 'e s d e c ir a n c in n n e a n ie n c jo a s ^ * A q u í e m p le o d té r m in o ,
p iw js e m e s g c , m e s e s o K id o n e u tr a l, p e r o c o n d o s m o d if ic a c io n e s a fm d e
M d u tf «S I p n m c f lu g a r . U C M S d e o p o H o ó n a g r u p o s ( c o m o lo s n e g r o s )
^ c a r « ^ d r « c u n r x ju n e s e s ir a n ie r a s * . p e r o q u c . a p e s a r d e e t t o , n o to n
o u tÉ tM irra d rjs u n a p a r te r e d d r b v i a e d a d c s l« lo u n k le n s e . y . e n le g u m V *
. M |u d ÍM c a s c ü d r « flf¥ iM o á n s u n a m n o r b im c m a » d c b q u e s e t i e
I» b p t f ^A pcM Ú n d r q u e t e e s tá a j o v i r t i c o d o e n u n a m a y o r ía .
de) o este, ni con lo · e te rn o · «grupo» de odio» que son sim ple y ev clu si-
vtfncm e « n ti|u d ío · o am m cgrot y refleiw i p rcfu icio · h e red a d o · d d K u
K lux K kn E sto · grupos tien en habitualm ente fa n ta sía · p a ran o ica · e
im aginan terrib les conspiraciones que tienen p o r p ro tag o n istas d «go
b iern o de ocupación sio nista» de W ashington o d c o n d lü b u lo se c reto
de las N aciones U nidas que gobiem a E stados U m do· desde la som bra.
Esa d ase de colectivos siem pre ha ex istid o en los m árgenes de la so cicd ad
estadounidense y su núm ero y fuerza ha variado según la época. In c id e n
tes com o d d d asalto de W aco p ro d u |ero n . ap aren tem en te, un c re c i
m iento sustancial de lo · m ovim ientos de m ilicia activa a m ediados d e la
década de 1 9 9 0 . pero su núm ero descendió, a p a rtir de en to n ces, de lo ·
8 5 S de 1 9 9 6 a 1 9 4 de 2 0 0 0 . En ab ril de 2 0 0 1 . d Üder d e uno de eKM g n i
b i à i l o e * SU c u k u r s . D e i b i q u e d c im b io e n d e q u i l i b r i o « d e l d e E s t ·,
d e s I h i i d i * « e m f iq u e u n < * n b io e n e l e q u i l i b r i o c u k u i i l y c o m p o n e U
■u n t u d ó o d e l a c u b u n b l a n c » q u e h ia o g r a n d e a l p « is p o r c u l t u r a s n e
|ta a o d e c e 4 o r q u e s o B d i s t i l l i ·* d e la p r im e r a y . d e s d e s u p u n t o d e v i s t a ,
y n o ta im c m e i n f e r i ó te » .^ T a l m e a d a d e r a i a s y . p o r c o n s i·
E t p r o b a b le q u e lo * m o n m ie n io · n a r iv is ta s b la n c o a i n d u y a n a p e r-
mm c u y a * p r io r id a d e s n o s e a n c o in c id e n te s e n to m o a t e m u co m o d
« .f iiK K f if t U c u l t u r a « b la n c a » , la in m ig r a c ió o , l a p r e f e r e n c ia r a d d .
l a le n g u « y o t r a a . D e to d o * m o d o * , d a s u n to f u n d a m e n td q u e s u b y a c e a
to d M c m c u e sb o n e* fs d e q u i l i b r i o r a d d y . d e m a n e n e s p e c ia l, d d es-
g e n a o p c o p o id o n d d e lo * U a n c o · n o h is p a n o * . E s ta ú k im a te n d e iK Í a r e
c ib ió u n a g r a n p u b lic id a d a la v is ta d e la s a f r a * d d c e n s o d e 2 0 0 0 , q u e r e -
f le ja f o o u n a c a id a d e d ic h a p r a p o r c tó o d esd e d 7 9 ,6 % p r e v io d e 1 9 9 0
h a s ta d 6 9 .1 % . M á s e s p e c ta c u la r a ú n f u e la e v id e n c ia d e q u e e n C a l i f o r
n ia , d ig u d q u e e n H a ir a i . N u e v o M é x ic o y d D i s t r i t o d e G > lu m b ia , lo *
c u la r m e n te a c u s a d o e o l a s d u d a d e * d e t o d o d p a f s . E n 1 9 9 0 , lo * b la n c o *
n o h is p a n o * e r a n u n a n i n o r i a e n t r d n t a d e la * d e n m a y o r e s d u d a d e * y
c o n s titu f a n d 92% d d to td d e k p o b la c ió n d e d i d u s u r b e s . E n 2 0 0 0 ,
e r a n y a u n a m in o r ia e n c u a r e n u y o c h o d e e s a s d u d a d e * y s u p o n ía n t ó
lo d 44% d e su p o b la c ió n to ta L E n 1 9 7 0 , l o t b la n c o t n o h itp a n o t
c o m titu f a n u n a d a r a m a y o r ía : d 83% d e l a p o b la c ió n e s t a d o u n id e n t c .
L o * d e m ó g r a f o * p r e d ic e n q u e , p a r a d a S o 2 0 4 0 , p o d r ía n p a s a r a s e r u n a
m in o r ía .
L o a ^ e c t o a d e e s ta * v a r ia d o n e * d e m o g r á f ic a * s e v e n r e f o r z a d o * p o r
d f i n d d e la e m i c i d a d , q u e h a b la p r o p o r c io n a d o d u r a n t e m u c h o tie m p o
a lo * b ia n c o * u n a r e o o n f e r ta n ic f u e n te d e id e n t i d a d au b n ad o n d . P o r
o t r a p a r t e , lo a g r u p o a d e i n i c i é · y b u e n a p a r t e d e l a é l i t e g u b e m a m e n td
n o t a m e t i d a a d e c d ó n p o p u la r h a n p r o m o n d o p o l í ti c a s c o tn o U p r e f e -
t e n o a l a d a l , l a a c d ó o a f ir m a tív i y lo * p r o g r a m a s d e m a n te n im ie n to d e
ie n f n a * y c u k u m m ia o r ita r ia a . q u e v u b e m d C ic d o a m e r ic a n o y f a v o
r e c e n lo * in te « » * * d e l o t g n ip o * n e g r o * e ¡ n m ig r a m e a n o b l a n c o r L a » p o ·
U ó c a a d e g l o h a lix a d ó n d e la a é b e a e m p r c M r ia le t h a n o p i i l i w l o e m p le o *
hada d e x t e r i o r y h a n c o n t r ib u id o d c r e c tm ie n to d e l a d e
iC M a ya u n d e a c e n a o c n lo a l a l a r í o a « c a le s d e lo * o t a d o u n i d e i u e * d e d a
t e ta d M ia ilo c i. Algunoab la n c o * c o o t i d e f i n q u e k a m e d io a d e c o a t u o ic a -
VicfM y oucvii láDC« ánwonm J59
dos idiom ás, el ctpiA ol y d inglés. Se ha <le lom ar una ¿ tá tió n «acerca
d d fu tu ro dc E itados U nidot —d ed ara d prafeaor de D uke A rid D ofí-
m an— . ¿En este p aíi le hablarán doa lenguas o lolam ente una?». Y tu
respuesta, por supuesto, es que le deberían hablar dos. E sto es cada v ei
m ás c ierto en b práctica y no ló b en M iami y d S uroeste. «N ueva Y ork
—afirm an F lores y Benm ayor— es [ya] una ciudad bilingüe y d cspaik>l
es un elem ento de uso diario en la calle, en los negodos. en k x se rv id o ·
públicos y sociales, en las escudas y en d h o g a r « H o y cn día —scAala
d profesor Han Stavans— en E s ta ^ U nidos se puede a b rir una cu en u
b a n au ia . obtener asistencia m édica, ver td enovdas. presentar las d e d a·
rad o n es de im puestos, am ar y m orir sin pronunciar una sola palabra *cn
inglés*.* Estam os siendo testigos, en definitiva, de una reestructuración
de la identidad lingüística de la naciónj»^ Y la fuerza im pulsora d e esta
hispantzadón. la afluencia de m exicanos, no da la m ás m ínim a señal de
rem itir.
E l 2 de ju lio de 2000. V icente Fox Q uesada se convirtió cn d prim er
candidato o p ositor en ser elegido presidente de M éxico en unas d cccto ·
nes rdativam ente libres y com petitivas. Los estadounidenses celebraron
ese triu n fo de la dem ocracia al su r de sus fronteras. El 4 de fuÜo de 2000,
en la que fue prácticam cnte tu prim era ded arad ó n com o preaidencc
d e cto . Fox abogó por d fin de k» controles sobre b s m ovim ientoi de su
pob lad ó n h ad a d norte. «La m eta de M éxico» hasta entonces, d ijo , «ha·
(b íal consistido en ab rir una válvula de escape, perm itiendo que 330.000
jóvenes cruzaran U frontera cada año y Uvándoae Us m anos ele cu d q u ier
responsabilidad». E stados U nidos, p o r su p a ite , aspiraba a «erigir m uros
y a desplegar a policías y soldados para com batir la inm igración. E so no
puede fundonar».*’ P or eUo, proponía, los dos países deben cam inar ha
d a una fro n tera ab ierta que perm ita d trán sito sin restriccio n es de d i·
ncfX). bienes y personas. Lo que no m endonó es que sin co n tro les fro n
teriz o s, los bienes tran siu ría n en am bas direcciones, p ero d d in ero
flu iría hacia d su r y las personas, hada d n o rte. U na década a n tes, d
an teceso r de V icente Fox en d cargo. G arios S alinas de G o f ta r i . h a b ía
hecho cam pafu p o r todo E stados U nidos defendiendo d T L C s o b r e l a
base de que la reducdón de las barreras com erciales red u d ffa t t m b i é a
b inm igración. «D eben ustedes a c e p u r o m iestro t p r o d u d o · o · n u e s
I» k» p M M i» M Μ κ μ Μ «
tü lB « r« M « iÍ« i# iirfÉ M iik á M iá r r W i
1 » l * * á I .Ä W e i i d b l i s w l · M * 44
fi
D e m o c r a c ia n o r e p r e s e n t a t iv a : la é u t e f r e n t e a l P t EBLO
pum o d c U p o U e aó o O tr a e n c e o u i c v r ió ^ tu s k a c m c q u e , c n « m s i ra o -
n l a . lo · d tf if n c c f t y líd c r e i « r « r ó tn K M f c m á f ic im m ir i& á t a k ix q u i e r
d a ^q a tk m m a d r m m d r m c i d e i p ie E n p a rm d tf . e n U f d n o d e á m b i·
m co m o d p h o fm o m d . d d t U · o r i^ n z iK io i» w in m n d e k io o y
d d r l a i o o m iA ic a o o n e » ^ d p re d o n » d e k » p u m o i d e v m
« f u i e r d t e » j b io iu u ) T a n b ié n k > e s « d « u n d o a c a d é m i c r» . Ed an a en
c u e ra d c l% 9 d 79% d d p fG á c w ra d o d c k i f a n J ia d n d e m a y o r p fc » >
o p o f c o o n a K k r a f tM a ií m M o i o « tt i c r a U f r c n c e d 4 5 % d e k x p ro fo o ro
d c k i f a c iik a d e t y u w i¥ c n id a d e i d e m e n o r p c m o ip o En im a e n c u c « a d c
2 0 0 1 -2 0 0 2 tc a ltE a d a p o r k U C L A c n c f e 5 2 .0 0 0 d o c e a c c i a o c s o p o c o n ·
p le u > . d 48% d d p r o á e w r a d o c o o f o k a d o d i i o t e r « ü b e r a l» o « d e e x tr e m a
« q u É c r d ·» . y d 18% wt d e c k r ó « c o m e n r a d o n » o « d e e x tr e m a d e r e d M » .
L o a n tiid M iM c i r a d r a l f » d c k d écad a d e 1% 0. a s n o y a h a b ía f c ñ a k d o
S ta n k > R o d M u i. t e h a b t e c m m t i d o p o M e r io r m o iie e n p r o á e w o m u-
k f f o y c m e d r é iio a a . e n < n ) c n d e n k i in M u c io n e » d c c I í k . « iL o t p t o f e a o -
n d o td c a c n d a a tD a a lc a d c k m M W i i d a d m d c d i a c t o p p >r d n m i n a m e>
U b e r a lo y c c M B o p o á íu i, c iM o d o n o i a q u ic r d É ia a . C a n c u a k |u i c r
f c » m a d e k a l to d c m c a o p a t n o c i m io e > c o p ¿ d e r a d a r e a c c i o n a f i a » ”
tr d n a d n p o r S c y m o u r M a n in L i p t e t y E v c m t L a d d e n 1 % 9 re v d a b a d
pciT C T T W apr d e a c a d é n C T * q u e t e id r m if ir a b a D c o m o « Ü b e ra k « » e n c a d a
T A a tiiU .l
U B E R A U S M O Y E £ 1 J G K )N EN TR E LO S A CA D ÉX Ü C O S
ir ooMcriM
C^MOieD iVuriMT
4T% 51%
75% U pX 50%
ex 75% 71%
E a c a i d t f e r c n c ia i e n id w J o g ía , r r li |c ió n yn a c io n a lin o f e n e r a n . a tu
v ez. o m d á c r e n d a i e n l e m » d c p o líó c a i m e f i o r y e x t e r i o r r d a b o n a d o i
co n k id c n n d a d n a c io n d C o m o m u e ttr a d a n á h a i ex p u en o cn d c a p í*
tu k > 7 , e n e r e k d ie y k p o b k c i ó n e n f c n e r a l h a h a b id o d t f í e f tn d a s f u o ·
d a m ffw a l r > e n c u a m o a k im p o r ta p c ia d c d o * c k m c m o t c c n c r a ic a d e k
id e n n d a d c n a d o ig w d c n a a . d C fe d o y k k n p u a io g le m . E jo m c . tc f c ú n
m ÌAm^o9tdàaótkiàcm>àÈàtm»òom>òam
I i p u i t t · J a c k G t r m . « u n i b i im o e n i r e b iW c m i q iic h i c c U d i t e d e l m u l
t r a e f e c to · a ú n m à i e ip e c ta c u b m en b r e b c ió a e n tr e b id e n tid a d e s ta
d o u n sd em e yb p o li ti c a e x t e r i o r . S e g ú n b c o n c lu s ió n d e C itrin y sus co ·
b b o r a d o c tt e n s u e tn id » de 1994. « b ia k a d e a c u e r d o s o b re e l p a p e l
in te r n a c i o n a l d e E s ta d o s U n id o s e s c o n s e c u e n c ia d i r e c u d e b p e r d id a
d d c á n s e n l o e n to m o a b q u e s ig n if ic a s e r e s t a d o u n id e n s e y d c a r á c te r
m is m D d d n a h o n a to w o e s ta d o u n k f e n s e . S e h a n c a r c o m k k > \o% p u n t a l e s
in te r n o s d e b p r o l o o f a d a h e i ^ m o n ia d d lib e r a lis a K ) yd i n t e m a d o n a li s -
m o c o m o p o liia s t r » b S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l, yno s e p u e d e o lv i d a r
d h e c h o d e q u e E s ta d o s U n id o s ya n o s e e n f ie n u a n in g ú n p o d e r o s o a d -
v c f i a r i o m i li t a r » .^
E l p ú b lic o e n g e n e r d y b é h te h a n te n i d o p u n to s d e v i s t a s i m ib r e s
r e s p e c to a m u c h a s c u e s b o o e s i n p o n a n t e s d e p o l í ti c a e x t e r i o r . S in e m ·
h a r y o , b s d r f e f e n c ia s e n to m o a te m a s q u e c o n d e m e n a b id e n tid a d e s -
ta d o u n id c n a e y d p a p d d e E tt a d o s U n id o s e n d m u n d o h a n s id o s u s ta n ·
d a l e s y c o n tim ia d a s .* L a p o b la d ó n e n g e o e n ü e s t á , e n s u g r a n m a y o r ía ,
p re o c u p a d a p o r b p r e i c c c i á n d e b s e g u r id a d m i li t a f . b s e g u r id a d s o d e -
ta lb c c o o o c M a d o m é i b c a y b t n h f r a n ía , L a s d i t e s d e b p o l í ti c a e x t e r i o r
e i d n m á s in te r c a a d a s q u e d p ú b lic o e n g e n e r a l e n b p r o m o c ió n , p o r p a r ·
t e d e E s ta d o s U n id o a , d e b s e g u r id a d i n t e r n a c i o n a l , b p az. b g k ) b a liz a -
ÒÓO y d d e s a r r o B o e o o o ó m ic o d e n a c io o e s e x t r a n j e r a s . E n 1998. d g ra n
p ú b lic o y s u s d i r i g c n t e f d i f e ti a n e n t r e u n 2 2 y u n 4 2 % e n tr e tn u y c u a tr o
c u e s t io o e s im p o n a n tc s d e p o U tk a e x t e r i o r . L a p o b l a d ó n e s ta d o u n id e n ·
s e e n g c n e r d e s , a d e m á s , m á s p e s t a t s u q u e k x m ie m b r o s d e s u d i t e . E n
q u e c n d s ig b x x ih Á r ia o M s v w f e n c i a q u e c n d s i g b x x , m i e n tr a s q u e u n
b r í a m e n o s . T r e s a f to s a n te s d d 1 1 d e s e p tie m b r e , d 84% d e b p o b b c ió n
ifttík te a só k ) u n 61 % d e k » d ír if r e m e t) c o n s id e r a b a d te r r o r is m o i n t e r ·
I f iu ik » a E s ta d o s U n k k x .
iM m
1974. wm mm hmmt mámptméÁt p tn coaeoo )m oprnuona cn nuicm Je poUoc« c··
leñor t · ! » d d páU ko «I sm E ol « a » de los d in F ··* · <F* daboren o guíen diche po-
LA n o s qnr « OK c a p M M M m fw M t. los aquá id cfid o i ptoccden de
■ ip iir d r d id tte n b M CN dttm toe)
V K m fiu tn tm h n e m á t^ m m m 379
^ 3X d d en fe n m i. pm »h·«· d S 6 %
En OMCro toadroi <|ue te Urv-tfon é «bo cfwre v ctiirr un
W t u n M ^ d c k p o h k a ^ c n i i e n í f d y e m r r u n 18"%y un U ”S » x k l^
diniKnic· cauh«n dc acuetdo om rrcnnjf U» cyudai cconnmicm l|tu«J
mente, cn 19M, d ft2% de k» enoK9C*in· <k U átme dingentc (trmte ·
«nk> on 2^% dc \t» encxic«udm dd publico cn ircnerd» opoMben
ÍMmikm Ufiid» dcbcfit u«r«e · ocr» fmma ? «aportar més dmeni al
KMI para alrnnter la» criMs ñnanciem muncfcak»». nucnuv que un
51% dd publico y un dr lo» Üdcrc» cman que Eaiad« Umdo· no
dcb«· Kacw al|p aai
A pnar dc km arKumemm de k» iwopbm· de la díte y dr lo» din
Hemo ipihcmafncncaie» a favor dc rcducsr k» obataoikx al comcrcio tn
trmanonaí. é pubUt» cnadoM nidefiae cn gtcncral ha m anterado una po>
Mcion wnaaname pnmccaaamrn Ea IWft. d 66% dd oon|unto de la
población, írcme a aáki un ) 1% de k» dm^Emcs. crcia que km arancdo
eran ncccaarm En 1994. d 40% dría pobUc3án< comparado con d 79%
dr k«dir^cnm»voKMrBbareoq«m>alaideadrdffnmaf arancdet En
19W.d 40% dd publicocnciOTado «yd 16% deksaoucmbroadelada
iedg^rt>ic»opmbaqMrlattMnpeteDaaecqnoniicaplamradapork»pa
«ca cn k» que lea idanni crm b · ^ rcprcaanaba «uoa amenaza vttal»
pHra Eüadoa Unidoi En km jondeo» de 19S6. 1994 y 1998. entre un 79 y
(B M% dr ki pdsJacñi y cuut uB44yrua91%dek» hdere» conader·-
ban qMCla pnMoiaún de k» puoloi dr trabaio de loa csadounideiifo de
hái « r un «4)|cavD muy mportamc» dd pofaKrno. En un tondco roubna
oo o j rcdiaadDcn 1991, d puebb eeadoumdmie ocupó d octavo kigar
(de vq midrti podUei) cn cuanio a ni ponncniapc de apoyo al pcocccoo*
nema un %% <vwba qur Cf· Is mc»or aoludón pan le eoonon^ estado-
uodeoir ítcMe al % que eras que li nepr politica ers d hbrc comer
aoi En sÉníI dr 2UÜ0. d 411% de los catadaimdeBaes diferon
que. cn su oprnión. d oomery» nesnaciond era mab pM la economí·
<sttdw n denacs.éwnird M% que k> coosHJefdMO postfivo.^' Durante
iodos c m sAos. tenso 1« admmiscnaanea demócmae como Us republi
G M «plMoo pofaic» de kbfc comeroo que fcBodim les prdmncMs
de h ÜÉE, pero que conudb« con la o p a* * » reeef»^ de una nwyaríe
• b a o l u i i < o . c n o a n io n e s . d e u n a s u s r i n d m e y o i^ n n ip ie f d d p u eb b
A u n q u e b · c sM d o u m d c n m « e o o a f ib o e n c n c o n s K ic rB r s s u p d s
c o m o u n e n a c iú n d e n a ^ K r in c c ·, b n á s p r o b a b le e s q u e n o n o i e n la h a ·*
em · d e E ^ e d o s U n id o s h o y · h a b id o u n e m a y o r ía d c e e u d o u m f c n s e s s
fe v o r d e « I ü m n c o de b Mmá$r»aóo. £ a c h o s id o d <
MI
El pueblo J e e s u
o p o o c r lim ite s e s t r i c to s a la m im f tr a c io a .^ « tia o ó n J e
in m ig r a n te s » s e h a mostraJo hnióncameote máa hostil c o n la i n i n ig f a '
ásm q u e la m a y o o a J e lo s p a á e s
Con antcnondaJ a la SegunJa ivuerra M undial las chics cmprcsa^
nales, socialc· y potincas cnadoumdeescs ic habiao opucMo s menudo a
la inmigración y hieran, obviamente, responsables Je las leyes Jr 1921 >
1924 que la rcscnngian. A ñnalca Jd Mgb la . im embargo, la opoM cwi
Je la d íte «iecrcoó Je iorroa acemuaJa Adeptos a la rconoméa neoübe
rd como Julián Simón y d Wsli Strttt /oum a/ soticnáan que d libre mo-
vurnemo dr personas era tan esenod para la glohaltaaobn y d cm v
roicnio económico como la hhrv circulación de ascrcancias, capnd y
te c n o lo g ía . L o s m ie m b io · J e U d « c e m p r e w i d v d a n con b u c e o s O F U d
c i e c t o d q n e s o r q u e la B im ig r a c s á n t m d r i a s o b r e l o s s d a n o s d e b s i r d b a
^ J o re s y d p o J e r J e b · i m d K a i o · F tg u r a s d s a ta c a d b s d d lib « id w w > J r
n q u i c f d s a p o y a b a n la m u g r a n ó n p o r moofim h u m a n ^ a m is y ctjmn u n
m o d o d e r e d u c i r la s c r u d a s r i f á g p i d d a d r i f n t f c p d i n Lm
rK q s y p o b r e s
r m r i c c i o n c s a la M igración d r p c r s o a a s d c f i a r m iM Í id a ik i cancrrtm
578 U m w aciáo dc U identidad cstadounÑkmc
d k » M M i m p iW%ÊÊ^ V Stmturn m m y ii tm tm t óe \m Jr U
p»ièila»M i«i ite m i «· fifv w «|ur tißm ptm ii I· ìtw41vm· m d «n
hmtftn, le iw fc· sw IW # · t« e|w iM |w sn e m U rin 4 à iin nrvurr· « i««r
áh» ih ftn ei η <ir M htwmi ^ Jr fw èorai no ctw iréeJn · f«n« U» Ημ« ^
Im ê i f f w w ârm iâi kvrtvi f4wr%s*4í^ t hneírt Jri τι %rr%
«wfM^ n^âttJeN rw w eu k ^ it« iM te ^ Km Mkn n im w w w
g i g ^ n p M km cM irtftan· •mtiAr% %mm Jr HUik b JH A n itfcfci «ir
(«iMlMMe. N« cnwiyñ ê b mmnriê Jr b i Apnemf cii m dw neáusiiei
htvo. al «HviA m d cmt» Jr Ijm It« l e· Jr tu fm iv qur H li»
m iam irviK ' ifmmmu wmtt \m pwér w i’i i é f b préJatwm v br pm^rni
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que habían dado por sup u esu ): la lib ertad dc se n tirse resg u ard ad o s cn su
propio país dc ataques violentos co n tra sus v id as, su p ro p ied ad y sus ins
tituciones.
E su vulnerabilidad es crucial para en ten d er el m odo en qu e los esta
dounidenses se definen a si m ism os en esta nueva fase d e la evolución de
su identidad nacional. En d pasado, cuando los estad o u n id en ses habla
ban de su «patria de origen» soÜan referirse al p aís d esd e d que ellos o
sus antepasados habian venido a N orteam érica. La nueva v ulnerabilidad
les puso de m anifiesto, com o R achel N ew m an ex p licab a en d cap ítu lo 1,
que E stados U nidos es su p atria y que la seg u rid ad dc esa p a tria ha de ser
la fundón p rin d p d d d gobierno. La v u ln erab ilid ad o to rg a una nuevi
prom inencia a la identidad n a d o n d L a v u ln erab ilid ad , sin em bargo, no
pone fin a Us tendencias o c o n fliao s id e n tiu rio a d d m edio siglo prece
dente. Com o consecuencia, al acabar d siglo x x . d C red o se m antenía
com o la p rin d p d fuente de identidad n a d o n d d e la m ayoría de los esta
dounidenses. D os factores aum enuban su im p o rtan cia. E n p rim er lugar,
U pérdida de prom inencia de U etn ia y de U raza y la seried ad d d auque
al que te vio som etida la cu ltu ra an g lo p ro testan te. h id c ro n q u e d Creció
quedase com o único superviviente no cu estio n ad o de lo s c u atro grandes
com ponentes históricos de U id en tid ad esu d o u n id en se. E n segundo lu
gar. d C redo había adquirido d u ru ite ese sig lo un e su tu s renovado,
com parable al que había ten id o en d m om ento d e U G u erra de Inde
pendencia y que se había convertido en U c ara cte rístic a d e fín ito ria que
distinguió a E stados U nidos de las ideologías de sus enem igos alem anes,
japoneses y soviéticos. P or d io , m uchos estad o u n id en ses em pezaron a
creer que E stados U nidos podía ser m u ltirrac id , m u ltiétn ico y caren te de
un núcleo cultural concreto, sin d ejar p o r d io de ser u n a n a d ó n cohesio
nada y con una identidad definida exdusivam ente p o r su C red o . P ero ^es
eao redm ente cieno? ^Puede una nadón e sta r ún icam en te d efin id a por
una ideología política?
V arios fK tores dan a en ten d er que U re sp u e su a esa p reg u n ta es no.
Un credo por sí solo no hace a una nación.
En U identidad estadounidense han in terv en id o h istó ricam en te otros
tres grandes com ponentes, adem ás d d C redo. Si é ste se co n v irtiera cn la
fuente exclusiva de td id en tid ad , se p ro d u ciría una ru p tu ra ra d ic d con el
pasado. Sin olvidar que m uy pocas han sid o las n ad o n es qu e han esu d o
alguna vez definidas sólo p o r una ideología o p o r un co n ju n to de princi
pios político«. Los casos m odernos m ás no tab les son los d e los E stados co
m unistas. donde se em pleó U ideología para u n ir a p erso n as de diferentes
El E»tadn» UfikJoi Jd U|cb xxt vulneriùUU d. îétfflàa e iJcntiJ*d nadonâ! >85
lisis, aun a su pesar «H an cam biado la& rrgU s Lo que « m alo a bueno:
lo quc cs bucnn « m alo. T odo lo que han hecho cam bia el m odo en que
concebim os la dem cK racia
E l púhlu o y la religión
La rrltgiófi en U polthca
,Udi Urm.^
fttét tH éM iri ptm tu^m U t
M tU t d i i r r m c u i i coiiK iilian u h i la i c r c c i m i r t d i v r r f i c t K M s m i r r lo ·
tic CiiU uno tic kM ik n grande« (>irtid<i» « pn^pcM iio J c lem «»
« c tiv itC i«
ile tiìik ilc c u ltu ril ct)m o cl « bono. U lU tnüki lùim iencU i«4>rr U igu«l
J a J J c I> c rc th o ·.· cl co n iru l «le U t i r m « s de lucun o k it J c m h o t de k it
h o m o tcx u jilct. IH 96*%. de Un d c lc |iid o t r r f H ih lic g rK ii J e I^Wh (Irc n ic a
tò k ì un 27% de lo t delegad«H ilem ó cn itJi) decU raban que cl |(ol>icm o
dcbia hacer m ài p o r prom cìvcr kn vak>ret irad icu m alct. m ie n trat qu c el
rc*o cn las CKueU* contaba con cl apiìyo del 97% «Jc k « deleitad«» re
p u b lican o t y del 20% de In t d eleg aik it d em ò craiat d r aquel a ñ o /'
Kn cu arto lu g ar, las eleccio n et v tnienin p reced id as J e un iratam ien
10 en p ú b lico lin p rcced cn ict de las creencias relig io taa p e rto n a le t de ios
c an d id aro i a la p retid m cia. ( iom o o cu rría l'u n las o tra s tm cm denctas.
ésta umbién había venido detarrctU andose d u ran te las J o · d écad as a n te
rio res. John F K enneily h a b íj tratad o de sep arar sus crren cw s re lig io ta s
• l·iuntrtιJ«c«««MιtlM·ι^^urpcc«nMlrpn4ιdbαL·«WnπuιMlll«tpι<r■Jún J r m n
R rd « L l*U piir U udn^piáM A k r l'au l m 1V 2 I. h« « Jn p rr« m i*i« cn r l ( ^ « « a ^ · tdJü» k »
« A n tiin tlr A u m fir logrA «rr íprii»·«!« cn rl IrgaJaim » Ird c rd cn W í . m m h tu v o U
n r m a n · ractfkiikSn J rl minumt J r im n u y ocho J r Un cm cucntA n u J m á n irt J r L b
ik fllfin a r J r IW 2 .p o rb *| u rn i« ir« in c < M « » c o rp o rtd ia U i> o n « m a ió n >
402
Tapm 12 i
Fvcmr Sofcirc» »pttáe una Je Vmct S o n Scnuc rrttiipcl·» p.H U í \ \ rr\ ^hnp
w w cao cnm IXlX TM >N q»ofl» himl>
han Je tu c a d o rn rso s p tiscs por u i rrÜ giocickd no han sido las personas
m ayores, sino las jóvenes; no ha lid o la población ru ral, sino los trab aja
dores d r c u rilo blanco y los profesionales, caracterizados po r su elevado
nivel educativo y su m ovilidad social ascendente. (U na m uestra p erfecta
m ente representativa de estos últim os Ij constituían las estu d ian tes turcas
de m edicina que desafiaron a su gobierno laico yendo a clase con la ca
beza c u b ie ru por su tradicional pañuelo.) Las dos fpvndes reli|(io n es m i
sioneras. el islam ism o y d cristianism o, están obteniendo nuevos conver
sos en todo el m urnio y com piten por ellos, especialm ente a través de los
m ovim ientos integristas m usulm anes y d d protestantism o evangélico,
que tan fu erte im pacto ha tenido en Am érica L atina y que ahora está de
jando sen tir su influencia en A frica, Asta y d antiguo bloque soviético. Un
inform e cu antitativo exhaustivo sobre la rdigiÓQ a nivd m undial a finales
d d siglo XX alcanzaba una condusión contundente: «La m ayoría dc los
países d d m undo, que agrupan tam bién a una m ayoría de la población
m u rn lial están inm ersos cn un renacer religioso. Tal renacer está afec
tando de m anera m uy especial a los antiguos países com unistas de E uro
pa o rien tal. Aaia central y d C áucaso, así conx> a A m érica L atina, O rien
te Próxim o, A frica, C hina y al Sudeste asiático. [...] D entro d d m undo
desarrollado [p o r d co n trario ], la religión parece hallarse en franco de
clive en una m ayoría de p a ^ , siendo E stados U nidos la excepdón m ás
destacada».'* El resurgim iento ha sido debidam ente recogido por diver
sos autores, que han publicado libros con títu lo s com o Lé revancha de
Dios, The QuestnmMg o f the Secular State («El cuestionam iento d d E su
do laico») o Secularism in Retreat («El laicism o en retirad a» ).
El siglo XXI se nos m uestra desde su in id o com o uxui era de religión.
Los m oddos ocddentales laicos de E stado están siendo cuestionados y sus
titu id o s. En Irán , d intento de creación de un E stado m oderno, laico y oc
cidental po r p arte d d sha cayó víaim a de la revoludón iram '. En R usia, d
E stado soviético laico y antirreligioso de Lenin ha cedido su lugar a un E s
tado ruso que califica d cristianism o ortodoxo de crucial para « d estable
cim iento y d desarrollo de la espiritualidad y la cultura de R usia». En T ur
quía, d concepto que tenía A uturk de un E stado-nación ocddentalizado y
laico se ha visto cuestionado por un m ovim iento político islam ista que no
deia de crece r, predsam ente allí, un partido p olítico definido p o r su carác
te r religioao ganó las elecciones y form ó gobiem o en 20()2. L a dem ocracia
parlam entaria, socialista y laica que N ehru concebía para U IiKÜa se con
v irtió en d blanco de ios ataques de diversos m ovim ientos p o lítico · y rd i-
giosos, y d p artid o afiliado a estos úkim os, d BJP, se apuntó uiui victoria
406 L i itnovaaáB <fc la kfcntidad q ia<k)unKÍfmc
El is la m m u j t a n t b ptCNTB A E s ta d o s U n id o s
Nos cncontraino· aquí con una fuerza política dedicada fanáticam ente
a la creencia de que con E stado· Unidos no puede establecerse un modas
vtvendi perm anente, de que es deseable y necesarío pem irbar la arm onía
interna de nuestra lo d e ^ , destruir nuesuo modo de vida tradicional
quebrar la autoridad internacional de nuestro Estado.'*
K ^ni/tfcuino tcrroriftA ft m uttJm an«» <AJ («>acdj y «ut tiliA lr». M ibrc t«xk»<.
írm tc « {Inidf»« c Im«c1, MÍcfn<& ¿e. cn ocM itioo, Ctfán B rri« ñ j
y f»cr<»* p4i*c% <Ki'i(Ím t4lc». por lá ocrt f ^ tj icnc líc cnoílicio* p ro h tcro
h á i t á J c |if iJr $cr l á «cási Kuci'ra» que c t é cn Ijs Jcc^dá* dc 19ÍÍ0 v I99<>
Nwtl de movtinéaóH
Swe! de émenéu
perahtdo Alio htjo
Atto A. Vtàóàà ioiciai. D. Unidad sostenida (guerra
desunión potierior contra d terrorismo)
(Scgiind· Guerra
Mundial)
E st a d o s U n iix js b n el m u n ix ): <c o s m o i *g u t a , im p e r ia l y/ o n a c io n a l
12. R R. P iim tr. «Frvdenck che G re« . G uihert. Búluw From D yrusnc lo
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Haife Enemies and Allies, op o f .pág. 85. Eoe uhiroo autor resum e la penpcctixa
dc O rvefl dKxndo que d nacionalismo es patriocisnio echado a perder».
Un sofisticado estudio em pinco de 2003 ofrece pruebas convincentes de que
d orguOo nacional te presenta en doa poaiblcs form as: de un lado, d «patnocis-
roo», definido eo térm ino· cívico· como un amor al país de caráacr «autorrefe-
rendal» y no com petitivo y como una lerie dc «crceodas en d sistema social y k»
wdoees dd país propio», y. d d ocro. d «nadonalism o». defuiido com o «m rínse·
cam ente comparatwo y. de manera c « cxduaiva. com parativo desde una posi
ción de supenoridad». Rui j. P. de Figueiredo. Jr.. y Zachary E lkins. «A re Pa-
trio tt Bigots? An Inquiry into che Vices of In-G roup Pride», American loitm alof
PoliticaiSaence. n* 47. enero de 2003, págs. 171-188. Este estudio no oírece evi
dencia alguna de ki que tienten lo · «patriotas» cuando com paran tu pais con
otros. Tampoco aborda d hecho de que en un m undo en pleno proceso de glo
balización. las interacciones y com paracionea entre países son oída vez m ás fre
cuentes e indudibles. Acfualmence. exiscen num eroaos inform es anuales que cla
sifican k» diversos países en fundón dc su grado de libertad general, de libertad
de prensa, dc corrupción, de producdvidad. de globalización, de oferta educati
va eficaz, etc. ^Cuánco orgullo naaonal sience un «patriota» si la m ayoría de eaas
com paracioncs dejan a tu país en m d lugar?
Sctm 42]
15. H orocT iM. K iU cn. (jtJiurr dnJ Drmoiran m rht VmteJ Suiet. N urvn
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