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Pedro Páramo

SINOPSIS

Juan Preciado va en busca de su padre perdido a un pueblo


fantasma, con un sin fin de personajes misteriosos y
enigmáticos. Es la historia de Pedro Páramo creada en 1955 por
el prestigioso novelista y cuentista mexicano Juan Rulfo, quien
presenta en esta intrigante novela, ese sabor que caracteriza
a los literatos latinos e hispanos: la pasión dramática. Esta
emotiva historia relata la búsqueda de un joven tras su padre,
quien no es otro que el mismísimo Pedro Páramo. Y más que la
búsqueda de un padre, al cual nunca ha visto, Juan Preciado,
el muchacho que se aventura a la penumbra de un destino
fatal, cumple la búsqueda prometida al morir su madre. Es la
búsqueda del regreso de aquello que le fue arrebatado, es
decir, el cobro hacia su padre por haberlos abandonado.
Desde su aparición en 1955, esta extraordinaria novela se ha
traducido a más de treinta lenguas y ha dado lugar a múltiples
y permanentes reediciones en los países de lengua hispana.

PERSONAJES

 Juan Preciado
Es el protagonista de la novela. Llega a Comala en busca de
su padre.

 Doña Doloritas
Es la madre de Juan Preciado. Se casa con Pedro Páramo
engañada y él se queda con todas sus propiedades. Manda a
Juan a Comala para que se cobre todo lo que Páramo les
robó.

 Abundio, el arriero
Guía a Juan Preciado para que llegue a Comala.

 Pedro Páramo
Es el propietario y jefe de la hacienda la Media Luna, que
hereda de su padre. Utiliza métodos crueles y criminales para
aumentar su poder. Está enamorado de Susana San Juan.

 Eduviges Dyada
Es la dueña de un albergue en Comala, al que llega a
hospedarse Juan Preciado. Fue amiga de Doña Doloritas.

 Susana San Juan


Pedro Páramo la conoció en su infancia y estuvo enamorado
de ella durante toda su vida. Es viuda cuando se casa con él
muchos años después. Sufre de locura.

 Bartolomé San Juan


Es el padre de Susana San Juan. Es propietario de una mina.

 Miguel Páramo
Es el hijo reconocido de Pedro Páramo. Es conocido en el
pueblo por ser descontrolado y problemático.

 Padre Rentería
Es el cura párroco de Comala. Es corrupto e hipócrita.

 Ana
Es la sobrina del padre Rentería. Fue violada por Miguel
Páramo.

 Damiana Cisneros
Cocinera de la Media Luna.

 Lucas Páramo
Es el padre de Pedro Páramo y dueño de la hacienda la Media
Luna. No confía mucho en su hijo y piensa que es un inútil.

 Fulgor Sedano
Es el capataz de la Media Luna y mano derecha de Pedro
Páramo.

 Donis
Es un hombre del pueblo que toma por esposa a su hermana,
Dorotea, y la somete a vivir recluida dentro de su casa.

 Dorotea
Es la hermana y esposa de Donis. Vive recluida, avergonzada
del pecado del incesto. Se vuelve loca y piensa que tiene un
hijo. Le consigue mujeres a Miguel Páramo.

 Justina Diez
Cuida a Susana San Juan en la Media Luna.

 Los indios
Venden hierbas en el atrio de la iglesia de Comala.

 El tartamudo
Llega a la Media Luna para informarle a Pedro Páramo que los
revolucionarios mataron a Fulgor Sedano.

 Los revolucionarios
Son un grupo de campesinos alzados en armas contra el
gobierno y los terratenientes. Llegan a la Media Luna para
extorsionar a Pedro Páramo.

 Perseverancio y Casildo
Son dos de los revolucionarios. Negocian con Pedro Páramo la
entrega de hombres y dinero.

 Damasio, el Tilcuate
Pedro Páramo recurre a él para que controle a los
revolucionarios. Su apodo es una palabra del idioma náhuatl,
que designa a una negra culebra acuática de gran tamaño,
que se alimenta de peces de agua dulce.

 Gerardo Trujillo
Es el abogado de Pedro Páramo.

 Refugio
Esposa de Abundio, el arriero.
Cien años de una pluma insuperable, la de Juan Rulfo

La luz de una vela ilumina el mundo escrito por Juan Rulfo. La


llama alumbra los cuartos, las cocinas, los corredores. Y por las
medias sombras que la luz deja tiradas en el piso, en la pared,
pasan otras sombras, quien sabe de quién o quien sabe de
qué. Afuera, en la tierra seca, la luz de la luna completa la
penumbra.
Hoy todo eso ya no existe. Hay demasiada luz en nuestros
cuartos, en los corredores y en la ciudad. Tenemos tanta luz
que ya no nos deja ver nada. Para entrar al mundo creado por
Rulfo hay que encender las velas y apagar nuestros bombillos.

Una de las virtudes de un gran escritor es mostrarles el mundo


que ya no existe a sus lectores. Un gran escritor reaviva mundos
desaparecidos. Por eso, cada vez que leemos El llano en llamas
o Pedro Páramo es otra luz la que nos alumbra, es otro mundo
el que se nos viene encima, así se haya evaporado en las
nubes del tiempo. El escritor logra atraparlo para sus futuros
lectores. Conoce a la perfección una de las máximas de
Heródoto: “La primera historia se escribió con la esperanza de
evitar que se pierda el recuerdo de lo que los hombres han
sido”.

Si se entra en ese mundo retenido por Rulfo, iluminado


parcialmente por rectángulos difusos que se alargan y se
anchan a su antojo por la oscilación de la llama de una vela,
se va a escuchar con claridad el paso del viento, las puertas
que se abren y chirrean, el arrastrar de las alpargatas; el fuego
que revienta en la hornilla, las voces de la gente afuera en la
calle, los murmullos de la noche, el ruido de la cama cuando
alguien se reacomoda, el ladrido de los perros, los truenos y la
lluvia que se acerca.
Por eso el lector se detiene cada tanto en las frases cuando lee
sus dos libros, porque reconoce un mundo que le contaron,
que no vivió, pero que ahora ve. El lector presencia ese
claroscuro. Cuando Rulfo publicó Pedro Páramo, las críticas no
se hicieron esperar. Le dijeron que era un escritor mediocre,
que se dedicara a otra cosa, que su libro no tenía sentido, que
era una tontería, que era un puro enredo y que su “novelita”
era una “completa basura”. Como él había obtenido cierto
reconocimiento con su primer libro, los críticos dijeron que era
simple suerte y lo calificaron como “el burro que había hecho
sonar la flauta”.

La verdad resultó siendo otra: los burros eran aquellos que lo


criticaron y que no entendieron los alcances de su prosa. Rulfo
con su escritura logra para Latinoamérica lo que ningún otro
escritor había logrado con tanta eficacia hasta entonces (y
hasta ahora): mostrarnos el funcionamiento de nuestra mente
a través del minucioso arte de la literatura. Joyce y Virginia
Woolf le contaron al mundo, antes que la ciencia, la forma de
operar de nuestra mente, la forma en la que ordena y
construye los acontecimientos y las historias, la forma en la que
vive la vida la mente. Y lo contaron a través de un sofisticado,
complejo y estético mundo literario, a través de historias de
mundos que desaparecían (sus mundos). Y es que con
regularidad la literatura se adelanta a la psicología, a la
psiquiatría, a la filosofía, a la ciencia, a la economía, a la
historia... Dostoievski, Proust, Joyce, Virginia Woolf, Capote,
Chéjov, por citar solo algunos, lo hicieron.

La forma en que nuestra mente funciona, uniéndose por


murmullos, por hilos, por frases, por imágenes, por sonidos, por
voces, por fantasmas, la hizo posible Rulfo con una historia de
campesinos pobres en una tierra seca y desolada. La
sofisticada estructura de hebras que tejió en su novela hizo que
sus críticos no la entendieran porque tenía más movimiento
una piedra que sus capacidades de entender una nueva,
arriesgada y transgresora propuesta. Rulfo nos mostró de
manera artística y estética la forma como deberíamos
empezar a entender y ver la literatura contada a través de un
mundo que desaparecía. Es tan sofisticada su estructura que
hace que nuestro pensamiento la construya, la complete, que
arme los trozos, las hebras sueltas, los sonidos y las voces, que
nos haga entender cómo se comporta y funciona nuestro
cerebro a través del arte literario. Rulfo nos muestra el mundo
no como es sino como el cerebro lo ve.

A este sutil modo de construcción, Rulfo le suma su experiencia


vital. En una frase está cifrado ese universo que luego contará
cuando alcance la edad de 37 años: “De los seis a los doce
años solo vi muertos en mi casa. Asesinaron a mi padre, a los
hermanos de mi padre, a mis abuelos: era una casa enlutada”.
Su madre también murió de un ataque al corazón cuando solo
tenía 32 años. La ruptura interna, el desgarramiento, el quiebre
profundo que tuvo a los nueve años fue definitivo e irreparable.
Y ese golpe fue el que construyó su universo narrativo. Se
podría decir que a los diez años estaba acabado, pero con
extraordinaria fuerza vivió para contarnos ese mundo ahora
inexistente, fantasmal, pero que volvemos a ver, con luz de
vela, cada vez que nos asomamos a las páginas de Pedro
Páramo y El llano en llamas.

Aparte de esta complejidad narrativa, existe otro elemento


determinante que hace de la obra un clásico de la literatura
universal, y es ¿por qué queremos a Pedro Páramo si es un
vulgar y cruel terrateniente que trajo dolor y dejó hijos regados
en el mundo como granos de maíz secos que se tiran a la
tierra? La respuesta es el entendimiento profundo que Rulfo
tenía de la condición humana. Orson Welles solía decir:
“Cuanto más humano haces que sea el monstruo, más
interesante resulta la historia”. Rulfo le da humanidad a Pedro
Páramo, nos deja que construyamos a Pedro Páramo por
pedazos, por voces, por recuerdos muy lejanos donde vemos
la integridad de un ser humano imperfecto, lleno de errores y,
desde luego, aciertos. Rulfo entiende que hay que escribir con
compasión. La escritura no es una venganza, es una
humanidad, sea de quién sea de quien se escriba. Igual ocurre
con el resto de sus personajes, femeninos y masculinos. Ahora
solo queda volver a la frase inicial del libro: “Vine a Comala
porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro
Páramo. Mi madre me lo dijo”. Y dejarnos llevar por ese mundo
desaparecido.

Cuando hablamos de Comala es inevitable hablar de


Macondo y cuando hablamos de Macondo es inevitable
hablar de Yoknapatawpha, el pueblo fundacional creado por
Faulkner.

Las grandes influencias de García Márquez se pueden contar


entre los clásicos de la literatura. Está, por supuesto, William
Faulkner y sus inmensas Luz de agosto y El ruido y la furia; Kaf-
ka, descubierto por las lecturas con los camaradas de la
Cueva de Barranquilla y leído con entusiasmo febril en los
vapores del Magdalena, en sus viajes de la Costa a Bogotá y
en sus años de estudiante de derecho en la Universidad
Nacional. “Kafka escribe como hablaba mi abuela
Tranquilina”, llegaría a decir el nobel.

De Juan Rulfo, cuenta la anécdota que estando García


Márquez en sus primeros años mejicanos, instalado en la
Colonia Renán, su compadre Álvaro Mutis le llevó El llano en
llamas y Pedro Páramo como presente para ver si por fin
“aprendía a escribir”. Allí empezó un feliz encuentro en el que
Gabo y Rulfo terminarían trabajando en la adaptación de El
gallo de oro, un cuento que Miguel Barbachano encargaría
para que García Márquez y Carlos Fuentes lo convirtieran en
guion cinematográfico. Este trabajo fue el inicio de las más
profundas relaciones de Gabo: su amistad de toda la vida con
Fuentes y la influencia literaria, salpicada por muchas noches
de copas y desvelos con Rulfo. Esta es la semilla mejicana de
lo que después, en los tempranos años setenta, el autor
norteamericano Luis Haars terminaría nombrando como el
‘boom latinoamericano’. Rulfo, como un verdadero presagio
de la grandeza a la que llegarían las letras latinoamericanas y,
al igual que Miguel Ángel Asturias, unos cuantos años mayor
que las estrellas de dicho movimiento, que en Barcelona
encontrarían el pivote para la conquista de las letras
universales de la mano de Carmen Balcells: Cortázar, Vargas
Llosa y Gabo.
Así es como dos ciudades imaginadas se conectan en un
mapa fantástico: Comala y Macondo se miran una a la otra,
ya sea a través del polvo y del viento frío del desierto, ya sea a
través de la tierra caliente y la selva del Caribe.

Referencias:

 Pantoja, Oscar (2017). Cien años de una pluma


insuperable, la de Juan Rulfo. Recuperado el 15 de junio
de 2020, de https://www.eltiempo.com/cultura/musica-
y-libros/cien-anos-del-nacimiento-del-escritor-juan-rulfo-
88494

 (S.A.) (S.F.). Pedro Páramo lista de personajes.


Recuperado el 15 de junio de 2020, de
https://www.gradesaver.com/pedrop%C3%A1ramo/stud
y-guide/character-list

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