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En los últimos años el fraude electoral ha venido en aumento en la ciudad de

Barranquilla, el cual le impide el desarrollo y el avance a la ciudad. El cual es el recurso


a acciones clandestinas para alterar los resultados electorales, impidiendo el correcto
funcionamiento del derecho constitucional de la democracia, este flagelo se ha
arraigado tanto en la ciudad que para muchos es normal o incluso se a convertido en
costumbre. Para nadie es un secreto que las ultimas elecciones políticas cada vez son
menos seguras, es decir, cada vez es más difícil saber si en estás se ejerce
correctamente la democracia. Un buen ejemplo es la compra de votos.

En la constitución política de Colombia, en el artículo 258 establece que el voto es un


derecho y un deber ciudadano, por lo tanto, toda persona mayor de 18 años debería
ejercerlo. Sin embargo, las tasas de abstención en el departamento del atlántico
superan casi siempre en 50 %, esto quiere decir que más de la mitad de los
atlanticenses que pueden votar no lo hacen.

Según la Misión de Observación Electoral (MOE) el actor más reportado por la


ciudadanía como comprador de votos son los candidatos y candidatas (54% de los
reportes); seguidos de los alcaldes y alcaldesas en ejercicio (10%), miembros de
campaña (9%) y funcionarios públicos (6%).

Frente a las organizaciones políticas la MOE aclara que los reportes provienen
principalmente de los partidos políticos con mayor cantidad de candidatos inscritos en
las elecciones y no obedece a un comportamiento sistemático y específico de alguna
agrupación política. Sin embargo, el estudio encuentra que el fenómeno de compra y
venta de votos se presenta también en coaliciones y grupos significativos de
ciudadanos. El principio de todo está en las campañas políticas para muchos
candidatos, es evidente que las personas que los financian esperan favores a cambio,
hay muchas denuncias contra la corrupción, pero más de la mitad son impunes y las
condenas de los detenidos son bajas. La corrupción se refiere al mal uso del poder para
conseguir una ventaja, generalmente de forma secreta o privada, como también es el
uso de los bienes públicos con fines perversos. Por su parte los efectos de la
corrupción se asocian a más costos de inversión, más desigualdad, menos confianza,
menos cooperación social. Los índices de percepción sobre el control de la corrupción
reflejan una mayor o menor confianza social. Los indicadores de gobernabilidad del
banco mundial deben una serie de mediciones sobre el control de la corrupción en los
países.

Los adultos son quienes madrugan a ejercer su derecho al voto, pero en las últimas
contiendas electorales las filas disminuyeron, pero lo más relevante de estas jornadas
es la escasez de la participación de la población joven. Lo cual nos lleva a realizarnos la
siguiente pregunta: ¿porque los habitantes de la costa atlántica son indiferentes
cívicos y contribuyen con su actitud a que sus derechos sean vulnerados
constantemente?

Al preguntarle a la población barranquillera por qué no votan en las elecciones surgen


las típicas repuesta como: “¿para que si se van a robar la plata?” o eso a mí no me
importa; pero quizás la respuesta que llama más la atención como sociedad es " que
los demás elijan”. Sin duda esta actitud de indiferencia es la raíz de todo lo que vemos
actualmente; fenómenos como la corrupción en la política, la compra de votos,
clientelismo, entre otros, hacen que los recursos que deberían ser destinados para las
necesidades de la población, la salud y la educación sean robados y por ende estos
sectores que son de vital importancia en la sociedad terminen afectados y dando una
mala calidad de vida a los ciudadanos.

La corrupción es un flagelo que hace daño en la economía de la sociedad y la calidad


de vida de los atlanticenses, no solamente esta se encuentra en las personas que están
en el poder público sino también en la cotidianidad de las personas. Aunque no hay
estudios concluyentes que nos permitan decir que somos corruptos por naturaleza si
podemos observar una sociedad individualista, que tienen baja empatía a las
necesidades de la sociedad y de su tierra o piensan continuamente en recompensas
propias, esto genera comportamientos corruptos.
Muchas personas sienten una apatía e indiferencia en cuanto se refiere a las
decisiones electorales (excepto cuando se ve la compra de votos, clientelismo, etc).

La educación cívica es una herramienta fundamental para prevenir y controlar la


corrupción, se emplea para describir la gran tarea de educar a los ciudadanos para que
asuman, con toda consciencia, sus funciones y responsabilidades dentro de los Estados
democráticos y ejercer sus derechos, por lo tanto, se puede decir que es una
herramienta útil para combatir la corrupción tanto desde la perspectiva cultural como
desde la del diseño institucional.

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