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LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA:

Herramientas cristianas para construir La Sociedad Civil


P. RUBEN DARIO OSPINA GIL
Instituto de Doctrina Social de la Iglesia
Cuestiones Preliminares

La Doctrina Social de la Iglesia representa para el Pueblo de Dios el instrumento de acción mediante el cual, el
Evangelio se hace vida y el Reino se hace realidad. Nos hallamos ante un cuerpo doctrinal que durante más de
cien años ha elaborado la teología moral de la Iglesia en un permanente diálogo con el mundo y sus problemas
más urgentes. Desde la cuestión obrera pasando por los derechos humanos y los temas económicos y políticos,
la Iglesia ha llevado su voz profética, no sólo de anuncio escatológico del Reino, sino también, de denuncia
abierta ante las distintas formas de injusticia social.
La Ciudad, con sus crisis, con sus luces y sus sombras y todos sus problemas, son de alguna manera, las
mismas crisis y los mismos problemas para la Iglesia. De una u otra forma, ella también es sociedad, ella está
inserta en la Ciudad y es obvio que la Iglesia junto con otras sociedades y grupos humanos, forma lo que
llamamos sociedad civil, sin negar por supuesto que ella posee un origen y un fin divino, pero que participa de
las realidades humanas. Por tal razón, el pensamiento social abordó aquellos temas que eran objeto de
preocupación de los teóricos de la cosa política y social, para que desde la Palabra revelada pudiera ofrecer
respuestas a aquellas situaciones que agobiaban y siguen agobiando a la humanidad toda: la pobreza, el
salario, el trabajo, el respeto por la vida, la libertad, la paz en el mundo, etc.
Para la Iglesia, su inserción en el mundo no ha sido fácil y su tarea, tanto hacia el interior como hacia el
exterior ha contado con no pocas dificultades. Sin lugar a dudas, que la irrupción de la modernidad en la
historia llevó a la confrontación no solo de la fe con respecto a la razón, sino también, a la imagen de sociedad
perfecta, de su relación con lo político y lo social, su ser y quehacer ante el hombre, y por supuesto, ante el
anuncio del Evangelio y su Reino de amor, paz y justicia.
La Iglesia y su Doctrina Social, está llamada a incorporarse a la construcción de un proyecto de vida en
comunidad, a la creación de lugares comunes de encuentro, a la generación de consensos mínimos y a
capacitar para una convivencia más justa y solidaria. Estos son retos para toda la sociedad civil, y claro está,
para la Iglesia. Somos llamados a construir sociedad civil porque también estamos en capacidad de pactar unos
mínimos éticos indispensables para reconstruir nuestro ser de pueblo fragmentado por la crisis
desmodernizadora de la economía, la política y la cultura. El ser “sociedad civil” le exige a la Iglesia
comprenderse y actuar como “parte de un todo” más que como un “todo aparte” ha dicho el profesor de ética
política Demetrio Velasco en un breve ensayo sobre sociedad civil e Iglesia. 1
Hecho el recorrido por algunos de los temas de la teoría política nos acercaremos ahora al Magisterio de la
Iglesia para encontrar aquí, aquellos puntos comunes que unen el dato teológico con el dato sociopolítico.
Porque la Iglesia también construye y hace sociedad, porque la Iglesia también busca caminos democráticos de
convivencia, reclama el respeto por los derechos humanos, desea oportunidades económicas para todos los
hombres, denuncia la injusta brecha entre pobres y ricos, se opone a todas las expresiones de violencia,
represión y opresión. Porque la Iglesia se “encarna” en todas y cada una de las realidades del mundo y porque
su proyecto apunta a construir la “civilización del amor”, la ciudad de Dios en medio de los hombres.
Trataremos al menos de abordar aquellas líneas más comunes del pensamiento social, haciendo énfasis en
particular al pensamiento sociopolítico de Juan Pablo II, el Papa del Tercer Milenio.
Pero antes podríamos preguntarnos si es posible hablar de una dimensión social del Evangelio? ¿Hasta dónde la
justicia hace parte de los contenidos esenciales del Antiguo y Nuevo Testamento? ¿Cómo llevar el dato de la fe
revelada a la vida comunitaria y el compromiso social?¿ ¿Cuáles son las herramientas básicas que la teología
ofrece para construir la “Civilización del amor”, en una sociedad cada vez más indiferente y más abierta a los
nuevos cambios de los tiempos de la información y la tecnología?

Ubicación histórica de la Doctrina Social de la Iglesia.

Ubicar históricamente el nacimiento de la Doctrina Social de la Iglesia no es una tarea que implique grandes
esfuerzos para su verificación. Es un hecho reconocido para propios y extraños que la Rerum Novarum de León
XIII en 1891, marca el punto de partida de un Magisterio Pontificio, que provoca un giro copernicano al interior
de la reflexión teológica y pastoral de la Iglesia Católica. Una Iglesia que aun en pleno siglo XIX no reaccionaba

1
VELASCO Criado, Demetrio.. Sociedad y Etica Civil. En Revista Frontera Pastoral Misionera. Octubre-Diciembre de 1998 No 8,
Pág., 411/27
a los nuevos “signos de los tiempos”, y que, por tanto, su lectura de la realidad, permanecía en lo oscuros
callejones de la edad media.
Sin embargo, la modernidad tocaba también a las puertas de las pesadas estructuras de una Iglesia que se
veía en la necesidad de enfrentar las nuevas realidades de la humanidad, desde los campos de la fe, pasando
por los políticos, los económicos y sociales, cada una de éstas realidades demandaban no sólo respuestas, sino
también, una decidida presencia de la Iglesia. En tales circunstancias nace entonces la Doctrina Social; al
respecto dice Antonio Bentué:
La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) constituye, como tal, una elaboración moderna por parte del Magisterio
eclesiástico, cuyo punto de partida fue la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, en 1891. por eso la cuestión
de los fundamentos teológicos de la DSI supone plantearse, primeramente, la razón de que surja tal doctrina
en la Iglesia precisamente a fines del siglo XIX y se desarrolle durante el siglo XX . 2

Prehistoria de la Doctrina Social

Lo anterior no permite afirmar que la Iglesia halla olvidado o ignorado su dimensión social en los siglos
anteriores. de hecho desde los profetas hasta los Padres de la Iglesia y la escolástica, el Evangelio de Jesús y
su opción por la justicia y por los pobres siempre ha estado vigente, aunque no tan sistemáticamente como en
los últimos cien años.3
Sin embargo, según Bentué luego de los tiempos apostólicos, vino la ambigüedad producida por la situación de
cristiandad surgida con la época constaniniana, y después la carolingia, que originó una estrecha relación entre
la fe cristiana, la monarquía y el feudalismo, lo cual terminó legitimando situaciones sociales profundamente
injustas y ajenas a la fraternidad exigida por el evangelio. 4 De una u otra manera, el mensaje del Reino de Dios
se diluyó, por decirlo de alguna manera, en los mil laberintos de una teología que cruzaba las relaciones
Iglesia-Estado, no permitiendo diferenciar en lo absoluto los roles de uno y otro, en la tarea primera de ser y
hacer Pueblo, deseo de Dios para hombres de toda raza, pueblo y nación.
Se inaugura una cristiandad en un contexto completamente diferente, de una Iglesia perseguida se pasa a la
Iglesia oficial del Imperio, de una Iglesia minoría se pasa a regir los destinos de todos los pueblos europeos. A
esto se suma el aumento poblacional de las ciudades con su consiguiente aumento de pobres y, la distorsión
de la caridad que se convirtió en justificación de la injusticia y el desgano social. Un clamor en medio de este
desierto de indiferencia social, surge con los denominados “movimientos de pobreza”, cuyos máximos
representantes fueron San Bernardo, San Francisco de Asís y Santo Domingo, quienes fueron un verdadero
desafío a las estructuras de poder y riqueza vigente en la época. Aquí encontramos los primeros atisbos del
deseo de regresar a las fuentes y exigencias de la justicia y compromiso social de líneas propiamente
evangélicas, que Santo Tomás de Aquino sabrá recoger y proyectar posteriormente en su Suma Teológica.
Más adelante la revolución francesa marcará el inicio de una nueva época para Europa y el mundo del siglo
XVIII, pero sus repercusiones se sentirán plenamente en el siglo XIX, es un momento de nuevas ideas
democráticas, pero también de un sistema económico (el capitalismo liberal) que se regía por la lucha y
supervivencia de los más fuertes. Dice Michael Novak, haciendo referencia a este momento histórico que:
Al comenzar el siglo XIX la vida intelectual católica, como si estuviese abatida por la Revolución Francesa y sus
secuelas, se encontraba organizacionalmente muy disminuida. No obstante, ya a mediados del siglo se podría
percibir en Gran Bretaña, en Francia y en Alemania un renacimiento de la vida intelectual católica organizada y,
junto con un retorno de la confianza en sí misma, los inicios de una nueva visión católica de la justicia social .5
Es el momento en que también se encuentran en la escena el individualismo liberal y el socialismo
colectivo, como dos realidades concretas a las que se debe enfrentar la Iglesia. Mucho más ante ésta última,
2
BENTUÉ Antonio. La Doctrina Social de la Iglesia: Una teología de los signos de los tiempos. En Revista Mensaje, Santiago-
Chile, Octubre 2000, No 493, Pág. 44/492
3
EL PENSAMIENTO PATRISTICO: Corresponde al periodo comprendido entre los siglos II y tal vez comienzos de la Edad
Media con San Bernardo de Claraval (1090-1153). El grueso de su pensamiento hace referencia a la pobreza y al deber de
administrar la riqueza con justicia, y de ello dan cuenta autores como La Didajé, San Basilio, San Ambrosio, San Clemente de
Alejandría, San Juan Crisóstomo y San Agustín. En la predicación de los padres de la Iglesia se puede identificar un
razonamiento lógico que afirma la necesaria comunicación de los bienes entre todos los hombres, la obligación de compartir
la riqueza como Asunto de justicia.
El PERIODO ESCOLASTICO, con Tomás de Aquino servirá de anuncio a las futuras encíclicas sociales con su famoso tratado
sobre la Justicia (Suma Teológica IIa, cuestiones 57 a 59)
Cfr. CELAM, Fe cristiana y Compromiso social. Ilades Ed. Salesiana, Santiago. pp 197-206.
Sugiero complementar también el tema en la Enciclopedia Teológica Sacramentum Mundi, Tomo II, Barcelona, Herder, 1976,
pp. 671-721
4
Cfr. BENTUÉ, Antonio. Op. Cit. Pg. 44/492
5
NOVAK, Michael. Pensamiento Social Católico e Instituciones Liberales. En Cristianismo Sociedad libre y Opción por los
Pobres. VVAA, Centro de estudios Públicos, Chile, 1988, Pág. 181
que con su teoría marxista se imponía en el panorama político-económico de la época, de hecho es Marx quien
establece una ruptura radical entre el bien común de las masas y la fe religiosa 6
En este recorrido prehistórico, se destacan como primeros arquitectos del renacimiento del pensamiento social
católico, los alemanes Wilhelm Emmanuel Von Ketteler (1811-1877) y Heinrich Pesch (1854-1926). Ambos
tuvieron fuerte incidencia sobre futuros papas (entre ellos León XIII), estudiosos y fieles. El primero con sus
famosos y célebres sermones sobre la “Cuestión social” en el adviento del año 1848 y, el segundo con una
monumental obra que ayudó a comprender los antecedentes de la economía social de mercado 7. Obsérvese
como Von Ketteler y Pesch se ubican en pleno período en el cual el marxismo hacia sentir sus tesis con fuerza
en el pensamiento político del momento, gracias a la delicada situación de los obreros y a las cada vez más
graves condiciones de injusticia social de las grandes ciudades europeas.
Por esto afirma Bentué que la situación social denunciada por Marx:
Pudo convertirse en un punto de partida para que la Iglesia retomara la relación perdida, pero indisociable,
entre fe cristiana y ordenamiento social justo para todos. así, las criticas socialistas antirreligiosas de Marx
pudieron constituir, paradójicamente, un verdadero signo de los tiempos auscultado por el Papa León XIII,
impulsándolo a escribir la Encíclica Rerum Novarum (1891 )8

Principales textos del Magisterio relativos a los Problemas políticos y sociales antes de la Rerum
Novarum.

Se han considerado algunos textos fundamentales que hacen parte de lo que se da en llamar la prehistoria de
la Doctrina Social de la Iglesia. Obviamente que no se incluyen en el “corpus”, pero si se les tiene en cuenta en
el momento de elaborar algunas síntesis histórica. Entre los textos pontificios más destacados en lo que dice
relación, a las líneas teológicas y pastorales de la Iglesia en el proyecto socio-político de la sociedad, se pueden
citar los siguientes:
Tabla 1 Textos de la prehistoria de la Doctrina Social de la Iglesia
TIPO DOCUMENTO PAPA TITULO Y FECHA

Encíclica Gregorio XVI Mirari Vos del 15 de Agosto de 1832


Encíclicas Pío IX Qui Pluribus 9 de Noviembre de l846
Quanta Qura 8 de Diciembre 1864
Syllabus publicada con la anterior

Encíclicas León XIII In plurimis del 5 de Mayo de 1888


Libertas del 20 de Junio de 1888
Sapientae christianae 10 Enero /1890
Rerum Novarum 16 Mayo-1891
Graves de Communi 18 Enero 1901
Annum Ingressi 19 Marzo 1902

El Contexto histórico: Clave de lectura para un compromiso social y político de la Iglesia.

Siguiendo a Antonio Bentué diremos que la atención a la historia constituye un lugar teológico donde el espíritu
se manifiesta al interior de las ambigüedades e incluso de las impiedades propias de nuestra historia humana,
suscitando determinadas tomas de conciencia sobre lo que debería ser la convivencia humana, en contraste
con la realidad de hecho y, a partir de ahí, moviendo a decisiones socialmente transformadoras. 10
Es decir, la historia y sus hechos representan una clave de lectura para emprender y asumir compromisos. Son
los “signos de los tiempos” que exigen una mirada de fe para ser interpretados, comprendidos y reorientados

6
Es clásica la expresión marxista que dice:” La religión es el suspiro de la criatura oprimida (...), es el opio del pueblo”.
La cual muestra con crudeza y claridad, la ruptura de la que se hace mención.
7
Ver para ampliar tema a NOVAK, Michael. Op. Cit. Pp. 182-205. aquí se explica sucintamente los aportes de estos dos teólogos
al proceso de consolidación de la doctrina social.
8
BENTUE, Antonio. Op. Cit. Pág. 45/493
9
Cfr. DESQUEYRAT, A. Doctrina Política de la Iglesia. Tomo I, El Estado. Desclée de Brouwer, Bilbao,1966, Pág. 10. Traducción
y adaptación de Enrique Melón Martínez. Y Manual de Doctrina Social de la Iglesia. Op. Cit. Pág. 15
10
BENTUË, Antonio. Revista Mensaje. Op. Cit, 46/493
hacia una verdadera construcción de la sociedad; como dice Medellín “los signos de los tiempos (...)
constituyen un lugar teológico e interpelación de Dios”. 11
Es necesario repasar muy brevemente aquellos acontecimientos alrededor de los cuales fue desarrollándose el
pensamiento social de los papas hasta nuestros días, esto en un afán de síntesis que nos permite ubicarnos en
el tiempo y avanzar en nuestro análisis.Tomaremos pues, del Manual de Doctrina Social de la Iglesia el
siguiente esquema descriptivo de siete períodos del contexto histórico de los principales documentos
pontificios, en los últimos cien años y actualizado según los acontecimientos de la historia reciente:
Tabla 2: El contexto histórico de la Doctrina Social de la Iglesia 12

PERIODOS CONTEXTO HISTORICO DOCUMENTOS DE LA


DOCTRINA SOCIAL
Prehistoria de la DSI Revolución industrial Primeras reflexiones de Pío IX
Capitalismo (1848-1849)
Socialismo utópico Católicos sociales:
Socialismo científico Ketteler-Pesch
Anarquismo Círculos obreros católicos Unión
Iglesia: teoría / práctica de Friburgo (1884-1891)

Primeros Planteamientos Discrepancias entre Rerum Novarum (1891)


católicos: Carta a Card. Gossens
Salario familiar Graves de communi (1901)
Democ. cristiana Singulari quadam (1912)
Confesionalidad de Respuesta Congreg concilio
sindicatos. (1929

Ante la crisis de los sistemas Crisis de los sistemas Quadragesimo anno 1931
económicos económicos Non abbiamo bisogno1931
Socialismo. Divini Redemptoris 1937
II-III Internacional Mit brennender sorge1937
Capit: crisis del 29
Totalitarismo
Hacia un nuevo orden Caía muro Berlín 1989 Centesimus annus 1991
internacional Guerra de Golfo:90-91 Catecismo Iglesia Católica
Golpe de Estado Rusia Tertio Milenio
Conferencia de Paz Madrid Eclessia in América 1999
1991
Santo Domingo 1992
Acuerdo Israel OLP 1993 y
2.000
Conferencia de la TIERRA
Conferencia de la mujer
-Beijing
Conflictos étnicos en
Yugoslavia y África
Jubileo 2000
La Cumbre del Milenio
11 de Septiembre-marzo
Irak – Afganistán

El Concepto de Sociedad y ciudadanía en la DSI

Retomando la línea de análisis del teólogo Roberto E. Zwetsche digamos que hoy ya no es tan problemático
dialogar con las ciencias políticas y sociales como lo era hasta hace algunas décadas, por el contrario hoy es

11
Medellín. N° 13
12
Cfr. CUADRON, Alfonso. Manual de Doctrina Social de la Iglesia. BAC, Madrid. Pp.8-9, en Dossier curso Elaboración histórica
de la Doctrina Social de la Iglesia. Ilades, Prof. Ezequiel Rivas, 1999
una necesidad y una urgencia pastoral. Por esto, éste autor busca trazar la relación entre el mensaje de la
Biblia y el desafío de la ciudadanía como vocación de cada persona cristiana y de la propia comunidad. Él
muestra cómo “ciudadanía” no es un concepto bíblico o teológico propiamente tal, aunque éste se encuentre
estrechamente relacionado con la justicia, tema transversal de toda la teología bíblica y de la doctrina social.
Por otro lado, existe ya un consenso según el cual la Iglesia y todos sus miembros somos corresponsables de
las crisis de la sociedad y estamos llamados a buscar las salidas a una sociedad que se muere por la falta de
espíritu. De una sociedad que:
Alejada de Dios, alejada del ser humano, apostatando de todo, derrumbada la moral pública y privada (Sumí
Pontificatus 26, Pío XII), puede ingresar por el portalón de la historia de la crisis en todas sus manifestaciones,
crisis que conducirá a la carencia de la paz, a una sociedad corroída de antitestimonios que se golpea a sí
misma en uno de los mayores momentos de desasosiego y de incertidumbre de la historia. 13
Es por esta razón que hablar de sociedad civil y ciudadanía, no es algo novedoso, sino un “signo” que
reaparece como “nuevo” en el tiempo. Porque ésta es una sociedad que ya viene proyectándose desde atrás
con el Pueblo de la Alianza y las primitivas comunidades cargadas de caridad (solidaridad), hasta llegar a la
propuesta siempre nueva y vigente de la “civilización del amor” de Pablo VI. Veamos pues, con algunos textos
cómo se ha hecho presente el tema de la sociedad y la ciudadanía en el Magisterio social de la Iglesia.

Algunas líneas del pensamiento sociopolítico del Magisterio

Se recuerda una y otra vez que la justicia es el fundamento de las relaciones humanas, sociales y políticas.
Esta es una exigencia enseñada, explicada y anunciada no-sólo por el derecho natural más antiguo, sino
también, por el mismo profetismo veterotestamentario. Y en razón de la justicia el pensamiento de la Iglesia ha
elaborado una doctrina que hoy dialoga con el mundo moderno; veamos algunas generalidades:

El Papa León XIII (1878-1903) representa un cambio significativo aunque moderado en la actitud de la
Iglesia en este campo. Muchas de sus encíclicas examinan los problemas que surgen en la formación del
Estado moderno y los fundamentos del derecho de los ciudadanos a participar en la vida política. Reconoce al
Estado su propia identidad y una legítima independencia de la autoridad eclesiástica.
Con la encíclica Libertas, inicia la delicada tarea de discernimiento y asimilación de las ideas cristianas
contenidas en las aspiraciones fundamentales de las modernas democracias laicas.(...) y con la Rerum
Novarum se da relieve particular a los derechos del hombre en sus perfiles sociales, en relación con la función
del poder público llamado a intervenir para tutelar la justicia en las relaciones laborales. 14
El gran aporte leonino es la creación de un gran corpus de moral política, que cambia la condenación (contra el
liberalismo) por un tono conciliador con la sociedad moderna, además, de empezar la búsqueda a los
problemas sociales de las personas. Se afirma que su gran testamento en este campo, fue dejar las bases de
un pensamiento político católico para la creación propiamente tal, del pensamiento social de la Iglesia.

El Papa Pío XI (1922-1939) celebra los cuarenta años de la Rerum Novarum con la publicación de la
Quadragesimo Anno, con la cual introduce el término “Justicia Social” como termino fundacional del
pensamiento social católico. El Papa tiene un período difícil pero rico en obras sociales que apoyan y protegen
al trabajador, de progreso de la ciencia social católica (círculos, congresos, semanas sociales y publicaciones),
de una fuerte influencia católica en la evolución de las leyes y las costumbres en materia social, y se da un
gran auge del sindicalismo de inspiración cristiana.
El Papa se preocupó por exponer el pensamiento de la Iglesia sobre los derechos de la persona humana (Divini
Redemptoris); hacer una defensa de la libertad de conciencia de los derechos naturales del hombre y la familia
ante los totalitarismos (Non abbiamo Bisogno - Mit Brennender Sorge); y condenar además, el racismo y el
comunismo, y afirmar el carácter individual y social de la propiedad. Por ello, incentivó la formación de un
laicado fuerte a través de la Acción Católica, el mayor movimiento laical de los tiempos modernos.

El Papa Pío XII (1939-1958) asume en su Magisterio una actitud y una función aun más orientadora y
constructiva en lo que se dice relación a los derechos humanos y lo político: Sus mensajes – en los que
denuncia las violaciones de los derechos fundamentales del hombre, defiende los derechos políticos y culturales

13
Cfr. VVAA. Sociedad civil para el Tercer Milenio. Op. Cit. Pág. 24.- En este mismo orden de ideas Monseñor Oscar Andrés
Rodríguez Madariaga afirmaba que “la sociedad civil es lo humano en búsqueda de recuperar su lógico protagonismo ”. Este
lugar destacado de lo humano siempre a sido asumido a plenitud por la Iglesia, no solo en su misión evangelizadora, sino
también a la hora de analizar los “signos de los tiempos” a que hiciera alusión el Concilio Vaticano II, termina diciendo el
obispo Rodríguez Madariaga, como una exhortación a buscar desde lo civil la salida a dichas crisis.
14
COMISION PONTIFICIA JUSTITIA ET PAX. La Iglesia y los Derechos del Hombre. Documento de trabajo n. 1. Ciudad del
Vaticano 1975, Nros 20-22
de la persona humana y presenta propuestas concretas para la reconstrucción dela comunidad humana
desvastada por la guerra – han ejercido una gran influencia sobre el desarrollo de la opinión pública mundial
durante aquel tremendo periodo histórico. 15 En su primera encíclica Summi Pontificatus, subrayaba ya que: La
soberanía civil ha sido querida por el Creador para que la persona humana en el orden temporal pueda obtener
más fácilmente la perfección física, intelectual y moral, y le ayude a alcanzar su fin sobrenatural .16

En Juan XXIII (1958-1963) se encuentra un pensamiento mucho más elaborado, tal vez más moderno,
concreto y conciliador, por algo protagoniza “el aggiornamiento” de la Iglesia y abre las puertas conciliares del
Vaticano, para entablar un diálogo paternal y sincero con el mundo y los hombres. Pero antes de dicho
acontecimiento, en relación con nuestro tema dijo lo siguiente:
Tal es la enseñanza de la Iglesia, que para la solución de las cuestiones sociales no ha perdido nunca de vista
la persona humana, y a enseñado siempre que las instituciones y las cosas (bienes, economía, estado) son
para el hombre y no el hombre para ellos. Los disturbios que destruyen la paz interior de las naciones
provienen principalmente de que el hombre es tratado casi exclusivamente como un instrumento, como una
mercancía, como un pobre engranaje en una gran máquina, como una simple unidad de producción. 17 Sus dos
grandes aportes al pensamiento sociopolítico fueron la Mater et Magistra (1961) y la Pacem in Terris (1963).
Con Juan XXIII se generaliza el concepto de Doctrina Social de la Iglesia, se abre la Iglesia decididamente al
diálogo con el mundo contemporáneo, y se abren nuevas perspectivas a la presencia de la Iglesia y de los
cristianos en las transformación de las estructuras de injusticia y en la construcción de una sociedad en Paz y
con derechos humanos para todos. Por ello alentaba a los cristianos a “participar activamente en la vida
política”.

En el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Iglesia elabora una teología que mira al mundo con mas cercanía
de la acción de Dios en la historia. Una teología que manifiesta disponibilidad y apertura hacia el compromiso
social del cristiano. Y varios son los documentos que hablan de ésta dimensión social del cristiano: Gaudium et
Spes, Apostolicam Actuositatem (sobre el apostolado social) y algunos números de la Lumen Gentium (sobre el
ser y el qué hacer de la Iglesia).

El Papa Pablo VI (1965-1978) logra a través de todo su magisterio profundizar toda la doctrina del Vaticano
II. Es un Papa que logra un mayor acercamiento de los pueblos, entre ellos el latinoamericano con su visita a
Colombia en 1968, dando allí las pautas para la celebración del CELAM en Medellín. El mundo de su
pensamiento social expresado en la Populorum Progressio (1967) y la Octogésima Adveniens (1971) adquiere
tal vez un tono diferente, acorde a las circunstancias históricas de su pontificado. Por ejemplo, cuando habla de
“Desarrollo” lo anuncia como “ el nuevo nombre de la Paz”, siendo uno de los ejes de su doctrina social. Para el
Papa la Iglesia “avanza con la humanidad y comparte su suerte en el marco de la historia” (OA 5). En este
sentido la igualdad y la participación.

El Sínodo de los Obispos en 1971 con “La Justicia en el Mundo”, afirmaba igualmente, que sólo poniéndose
al servicio de la sociedad civil, el pueblo de Dios puede cumplir constructivo y eficaz su propio deber y
contribuir a la liberación del hombre en el espíritu y la dinámica del Evangelio, el Sínodo decía al respecto que:
La acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta claramente
como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la
redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva. 18. Reafirmándose así, en el
pensamiento social de la Iglesia, el deseo de buscar condiciones cada vez más humanas y evangélicas en el
proceso de construcción de las sociedades en el mundo moderno. La Iglesia miraba con atención y
preocupación los cambios y procesos sociales del mundo, entre ellos los de América Latina. Aquí también la
Iglesia hace oír su voz en el tema que nos ocupa.

Magisterio Latinoamericano

Medellín (1968) en el capítulo dedicado a la Paz, como lectura y aplicación del Concilio Vaticano II, los
obispos latinoamericanos afirmaron lo siguiente: Creemos que el amor a Cristo y a nuestros hermanos será no
solo la gran fuerza liberadora de la injusticia y la opresión, sino la inspiradora de la justicia social, entendida

15
COMISION PONTIFICIA JUSTITIA ET PAX. Op. Cit. Pp. 16-17
16
Pío XII. Encíclica Sumí Pontificatus. 20 de Octubre de 1939
17
Juan XXIII. Mensaje de Navidad de 1959.
18
Justicia en el Mundo (1971( Nro 6)
como concepción de vida y como impulso hacia el desarrollo integral de nuestros pueblos 19 También Medellín
hace una propuesta de participación de la sociedad civil en el proyecto político de los pueblos latinoamericanos,
por eso estiman los obispos “ que las comunidades nacionales han de tener una organización global (...), han
de tener, a través de estructuras territoriales y funcionales, una participación receptiva y activa, creadora y
decisiva en la construcción de una sociedad (...) en vistas de su desarrollo y su participación concreta en la
realización del bien común total. Constituyen la trama vital de la sociedad. Son también la expresión real de la
libertad y de la solidaridad de los ciudadanos. 20 La participación y la comunión serán la síntesis de Medellín, que
prepara de alguna manera también la síntesis de Puebla; comunión y participación para una liberación integral.

Puebla (1979) retoma la invitación de Pablo VI de construir una nueva civilización desde el amor, por ello
empieza afirmando con Juan Pablo II: “creemos en la Civilización del amor”, en el saludo que diera a los
obispos reunidos en Puebla de los Ángeles (México), quienes, además, reconocen que “ desde el seno de los
diversos países del continente está subiendo hasta el cielo un clamor cada vez más tumultuoso e
impresionante. Es el grito de un pueblo que sufre y que demanda justicia, libertad y respeto por los derechos
fundamentales del hombre y de los pueblos .21 Para Puebla, “estos son verdaderos retos a la evangelización” 22.
Esta conferencia reconfirma el compromiso de la Iglesia con los pueblos de América Latina, para construir
juntos la sociedad de la justicia, la verdad y la paz (Cfr. Nro 144-145), como uno de los grandes anhelos de los
ciudadanos.23 Puebla y todo el Magisterio Latinoamericano seguirán insistiendo una y otra vez por una mayor
participación en las decisiones políticas y un mayor acompañamiento de la Iglesia en esta búsqueda solidaria
del bien común. Y para ello Juan Pablo II inaugura un nuevo estilo y da un nuevo impulso a la Doctrina Social,
colocando de nuevo sobre el escenario aquellos valores o expresiones éticas que han sido iluminados por el
Evangelio y que los teóricos hay día han retomado desde la Sociedad Civil.

Las expresiones éticas de la Sociedad Civil: Dignidad humana, Bien Común, justicia y solidaridad

Hemos reconocido desde la Doctrina Social de la Iglesia a lo largo de estos cien años de historia, que “el
mundo está enfermo”. Hemos aceptado que la tarea evangelizadora debe entrar en un diálogo sincero, franco
y directo con la modernidad y sus distintas expresiones. Hemos de igual manera, entrado en contacto con el
mundo pluralista o multicultural del cual nos han hablado tanto Cortina como Touraine y otros autores.
Así con Adela Cortina, consideramos que es urgente establecer una relación entre la moral “religiosa” y moral
“cívica”, porque es de primera magnitud, tanto para aquellos que no siendo creyentes, tiene por urgente la
construcción de una sociedad verdaderamente humana, en la que sea fecunda la convivencia, como para los
creyentes que se saben y se sienten a la vez “ciudadanos del mundo”. 24 Como “ciudadanos del mundo” para
hablar como Cortina, o como constructores de “la civilización del amor” para hablar como Pablo VI, tenemos
unos valores éticos o unos “mínimos éticos” con los cuales, éste anhelo de los hombres se hace posible.
Aquí haremos mención, entre otros, de los más fundamentales que se exponen en la doctrina social: la
Dignidad de la persona Humana, el bien común, la solidaridad y la justicia. Estos son fundamentos que en una
sociedad pluralista pueden ser aplicados por creyentes y no creyentes para que entre todos, sea posible
reconstruir nuestra sociedad de hoy:

La Dignidad de la Persona Humana y sus exigencias.

Hoy es universalmente aceptado, el hecho de ser persona, y, por tanto, digno de respeto y sujeto de derechos
inalienables. Si bien, a lo largo de la historia se aceptaban diferencias y privilegios en las distintas esferas
sociales de los pueblos, sólo fue con el advenimiento del cristianismo en que el valor de la persona surge en el
mundo. Fue todo un escándalo social y político el que Jesús reconociera la dignidad de aquellos tenidos por
menos en la sociedad de aquel tiempo.
La lectura de algunos textos del Magisterio social, permiten descubrir la preeminencia de la expresión “dignidad
de la persona humana “. Es por ejemplo uno de los conceptos claves del Concilio, expresados en la Gaudium et
Spes y en Dignitates Humanae. En el número 40ª de la Gaudium et Spes se declara que éste es uno de los tres
conceptos básicos para las relaciones entre la iglesia y el mundo y, el fundamento del diálogo de la Iglesia con

19
Medellín. 128
20
Ibíd. 130, también hacen referencia a la participación ciudadana los números 140, 142, 143 y148
21
Puebla 87
22
Ibíd. 90
23
Ibíd. 515. ver también en lo que hace referencia a la política los Números 516,517,518,519,520,
521,522,523,524,525,526,527,528 y 529
24
CORTINA, Adela. Etica de la Sociedad Civil. Op. Cit. Päg. 141
el mundo de hoy. El primer capítulo de está constitución esta dedicado precisamente a la “dignidad de la
persona humana”. Es el hombre la máxima preocupación de dicho documento. “ Es el hombre; pero el hombre
todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien centrará las explicaciones que
van a seguir”25.
El ser humano, inteligente y libre, sujeto de derechos y deberes es el primer principio, el corazón y el alma de
la enseñanza social de la Iglesia y de su practica pastoral (G et S N° 17). Esta es la propuesta de la Iglesia, y
también son los principios esenciales de la democracia, que surgen de la convicción de que el hombre es sujeto
de respeto y de derechos que nada ni nadie puede desconocer 26 Reconociendo la dignidad como sujeto de cada
uno de los hombres será posible entonces, construir nuestra civilización del amor. 27

El Bien Común: Responsabilidad del Estado y la Sociedad civil

Una de las tesis sobre la cual insiste la Doctrina Social de la Iglesia, es el deber de la política de servir al bien
común, y sobre este principio básico la Rerum Novarum basa el deber del Estado de promover toda la cuestión
social. Tesis que reaparece luego en la Quadragesimo Anno, la Mater et Magistra, y ampliada y explicada en la
Pacem in Terris. Hoy es una de las exigencias éticas y sociales más importantes de la conciencia social de la
modernidad y junto con la dignidad de la persona humana son “las vigas maestras de toda la doctrina social. 28
El bien común, según la enciclopedia de doctrina Social de la Iglesia es “el conjunto de condiciones concretas
que permiten a todos los miembros de una comunidad alcanzar un nivel de vida a la altura de la dignidad de la
persona humana”.29 Además de ser responsabilidad del Estado, también es un deber ético “cooperar con el
bien común” porque en éste “se resumen todas las obligaciones cívicas y la madurez cívica, revelada en una
preocupación constante en velar por el bien público, patrimonio común de todos” 30

La Justicia Social: expresión de la dignidad humana,

Nos ha dicho la Congregación para la Doctrina de la Fe que “la conciencia de la libertad y de la dignidad del
hombre, junto con la afirmación de los derechos inalienables de la persona y de los pueblos, es una de las
principales características de nuestro tiempo” 31, sin embargo, encuentra graves obstáculos que ofenden tal
dignidad y atentan contra la justicia social; una justicia que ha sido clamada desde los profetas y ha recorrido
todo el pensamiento social católico hasta nuestros días. Ella es parte central de la evangelización de la Iglesia 32.
Juan XXIII nos decía que “una doctrina social no se enuncia solamente, sino que se lleva a la practica en
términos concretos. Esto se aplica mucho más a la doctrina social cristiana, cuya luz es la Verdad, cuyo objetivo
es la Justicia, cuya fuerza impulsiva es el Amor.” 33
Han hablado también del tema de la Justicia el Papa Benedicto XV (en Ad beatssimi apostolorum principis
cathedram 1914) acerca de la caridad y la justicia; la Rerum Novarum hablaría de la justicia distributiva (N° 26-
28); Pío XI introduce una nueva dimensión de la justicia: la social en relación con el bien común (QA N°58-59),
Gaudium et Spes lo trabajara en relación con la igualdad (N° 3,29,39,66,90); el Sínodo de los Obispos (Roma
1971) tratará de “la Justicia en el mundo” y Juan Pablo II espera la llegada de un mundo donde se instale la
justicia en las relaciones entre el capital y el trabajo. Para el Papa, “ ninguna ideología o política puede
arrebatarle a la Iglesia la bandera de la justicia” (SRS N° 10). Este es un concepto que ha tenido una evolución
histórica y progresiva34, el cual habla del deber moral de dar a cada uno lo que es debido. Es la base de toda

25
Gaudium et Spes 3ª . Cfr. también a Mater et Magistra nn. 215-29
26
Juan XXIII había dedicado la primera parte de la encíclica Pacem in Terris al tema de la dignidad humana como fundamento
del orden social. Igualmente el Papa Juan Pablo II dedicó su discurso en la Asamblea general de la ONU (2 de Octubre de
1979) a “la dignidad de la persona humana, fundamento de la justicia y de la paz”.
27
Otros textos de Juan Pablo II que hablan de la Dignidad humana son: RH 10-11: DM 5-8; LE 1; SRS 47-48; CA 13-15,46-47;
VS 10-11,31,53,54ª, 90ª,UUS 28-36 Y RP 25
Recomiendo ampliar tema en ZANOTTI, Gabriel. Persona humana y Libertad. AAVV “Cristianismo, Sociedad libre y Opción por
los pobres. Op. Cit. pp. 349-371. Y de la Comisión Teológica Internacional ver “Dignidad y Derechos de la Persona”
Documentos de la Iglesia, 1984, 40 p.
28
cfr., Rerum Novarum N° 25, Quadragesimo Anno N° 25, Mater et Magistra N° 158
29
BASTOS DE AVILA, Fernando. Pequeña Enciclopedia de la Doctrina Social de la Iglesia. Pág. 69
30
Ibíd.. Pág. 69, cfr. también RM N° 16(Pío XII); PT N° 22,44; QA N° 46, LE N° 18ª; y SRS N° 1Oc
31
Congregación para la doctrina de la fe. Instrucción sobre Libertad Cristiana y Liberación. N° 1
32
. Ibíd..N° 64-65
33
Juan XXIII. Mater et Magistra N° 70
34
Cfr. Cuadro, página siguiente que hace una síntesis de la evolución del concepto “Justicia Social”.
relación entre las personas y el Estado, y de los Estados entre sí. Se habla así, de justicia legal, distributiva,
conmutativa, social y últimamente de restaurativa.
El siguiente esquema nos ofrecerá una mirada panorámica y sintética de la Justicia Social. Queda si, la
convicción de que la justicia y su búsqueda no sólo es tarea de unos cuantos, sino que estamos todos los
actores sociales comprometidos con ella.
Tabla 3. Proceso Evolutivo del concepto “Justicia Social”.
JUSTICIA SOCIAL
Tomás de Siglo XX Pío XI Vaticano II Puebla Catecismo.
Aquino Católicos Pablo VI Juan Pablo S Domingo
Siglo XIII Franceses II
General/legal -Legal Nueva especie Justicia Opción Justicia
Particular: Conmutativa Principio distributiva Preferencial general
-conmutativa -Distributiva ordenador de Justicia por los Justicia legal
-distributiva *Justicia la Economía. conmutativa pobres Son
Social
“Hábito Documentos: Mundialización Derechos posiciones
*Distorsión
según el cual de la noción Quadragesimo de la cuestión económicos, que vuelven
cada uno. de justicia Anno social. sociales y a posturas
Con legal. Divini La justicia culturales más
constante y *Surge en Redemptoris social Derechos de tradicionales
perpetua el contexto traspasa los
voluntad da de la fronteras trabajadores
a cada uno cuestión nacionales Ecología
social.
su derecho” “Algo que
*Olvido de
S Teológica, la diferencia debe ser
II,II, q.58 entre realizado
a.1 justicia relación
objetiva y Capital y
subjetiva trabajo.
*No se la
nombra en
la encíclica
Rerum
Novarum
“La voluntad firme de la sociedad de dar a cada uno de sus miembros lo suyo,
EZEQUIEL RIVAS especialmente a los pobres, con quienes se ha contraído una “deuda social y la
voluntad firme de cada de los integrantes de la sociedad (personas, comunidades,
instituciones), incluyendo a los pobres, de dar a la sociedad lo que le corresponde
conforme a las exigencias del bien común”

La Solidaridad: “La verdadera revolución del amor”

Según la definición del Diccionario de la Lengua Española citada por Tony Mifsud, se dice que la solidaridad es
un “modo de derecho u obligación in sólidum, adhesión circunstancial a la causa o la empresa de otros” 35.
Siguiendo con Mifsud, culturalmente la solidaridad se entiende desde dos referencias. La primera dice relación
con los deberes del individuo con el todo social, esto es la justicia social; y la segunda, dice relación con la
dimensión social del individuo que exige relaciones de solidaridad con los otros, esto es responsabilidad social o
dimensión comunitaria del individuo. Este modo de ver la solidaridad es de por sí, una exigencia antropológica,
que nos hace pensar que como valor ético fundamental es válido para todos los miembros de una comunidad.
Por ello, la Iglesia la hace parte de su mensaje social como uno de sus principios básicos. Para la Iglesia el
desarrollo integral de todos los hombres sólo es posible mediante el desarrollo solidario de la humanidad
La solidaridad es el gran mensaje de Pablo VI en la Populorum Progressio. Ya está presente en la
Quadragesimo Anno inspirada en la idea del solidarismo. En la Instrucción sobre libertad cristiana y liberación,
se consagra el principio de la solidaridad como base de la Doctrina Social de la Iglesia (N° 73) y en el
pensamiento de Juan Pablo II ocupa un lugar privilegiado, particularmente en sus encíclicas sociales Laborem
Exercens (1981), Sollicitudo Rei Socialis (1987) y Centesimus Annus (1991).

35
MIFSUD, Tony. Libres para Amar. Tomo 1, San Pablo, Santiago, Quinta edición, 1994, Pág. 324 Ver tema de justicia CEC.
Pastoral Social “Justicia y exigencias cristianas”, SNPS, Bogotá, 63 p.
El concepto de Democracia en Juan Pablo II

Antes de abordar este acápite digamos que el Papa Juan Pablo II, al llegar a los 24 años como guía espiritual
de los cristianos, ha marcado con su sello personal el final del siglo XX, y nos está mostrando en el ocaso de su
pontificado las líneas de acción pastoral para construir en este Nuevo Milenio la “Civilización del amor, de la
participación y de la comunión”. Él nos aporta a la reflexión socio-política, la experiencia de haber vivido en un
régimen socialista marxista. Por otra parte su formación filosófica y teológica, junto con la literatura y el teatro,
dan a su pensamiento una gran riqueza humana y profundidad para asumir los temas sociales en este
particular cambio de época.
Juan Pablo II enfatiza en su pensamiento dos líneas principales: Primero, revalorizar la Doctrina Social de la
Iglesia como instrumento de acción y formación para los actuales tiempos. Y segundo, hacer una convocatoria
a los laicos a protagonizar responsablemente, la construcción de nuevas estructuras que hagan posible el Reino
de Dios entre los hombres. Estás líneas de acción, se pueden encontrar en sus distintas textos de orientación
social, entre ellas podemos citar: Redemptor Hominis (1979); Dives in Misericordia (1980); Laborem Exercens
(1981), Sollicitudo Rei Socialis (1987), Christifideles Laici (1988). Centesimus Annus (1991), sin mencionar sus
discursos, homilías y catequesis, que dicen relación con la construcción de una sociedad más justa, solidaria y
en paz.

Algunos antecedentes del Concepto en el Pensamiento Social Católico

Se ha reconocido que la Doctrina Social de la Iglesia en sus documentos oficiales se abre tardía y
prudentemente a la idea de la democracia, según afirmación de la Pequeña Enciclopedia de Doctrina Social.
León XIII, en su encíclica Immortali Dei (1885) denuncia las ideas liberales sobre la autoridad civil cuyo origen
atribuía al pueblo y no a Dios, e inauguraba así “un nuevo derecho” fuera de los principios de la Iglesia
católica; en la Rerum Novarum se responsabiliza al liberalismo de la destrucción de las estructuras sociales que
protegían las condiciones del obrero, y en la Graves de Communi (1901) se acepta la denominación
“democracia cristiana”, como una acción benéfica en favor del pueblo; Pío XI consideró la democracia
extenuada e incapaz ante las nuevas amenazas ideológicas, y por ello creó la Acción Católica y propuso como
sistema alternativo, un corporativismo cristiano; por su parte, Pío XII dedicaría el Radiomensaje de Navidad de
1944 a la cuestión de la Democracia en medio de la Segunda Guerra Mundial, como un rechazo a los
totalitarismos dictatoriales y define los derechos de una auténtica democracia.
Con el fin de la guerra y la derrota de los regímenes nazi-fascistas, se afirma la democracia como la forma de
gobierno más eficaz de corresponder a las aspiraciones de la humanidad. Y es así, como en 1964 El Papa Pablo
VI decía a los políticos, que la democracia era “ la armonía de derechos, de leyes, de proyecciones y aún de
límites”, que permite “no solo a algunos, sino a TODOS, desarrollar los dones de su vida propia (...) en el
respeto a la dignidad de la persona humana. Este ideal democrático de gobierno del pueblo, por el pueblo, para
el pueblo; de igualdad ante la ley, del poder ejercido mediante el voto; de exigencias de una economía
solidaria, se perciben en la vida concreta de la sociedad, por ello en la Pacem In Terris leemos que:
La convivencia entre los hombres será consiguientemente ordenada, fructífera y propia de la dignidad de la
persona humana si se fundamenta sobre la verdad... Esta convivencia así descrita llegará a ser real cuando los
ciudadanos dirigidos por la justicia respeten efectivamente aquellos derechos y cumplan las respectivas
obligaciones: cuando hagan a los demás participes de los propios bienes; finalmente, cuando todos los
esfuerzos se aúnen para hacer siempre más viva entre todos la comunión de los valores espirituales en el
mundo. No basta esto tan sólo, ya que la convivencia entre los hombres tiene que realizarse en la libertad, es
decir, en el modo que conviene a la dignidad de los seres llevados, por su misma naturaleza racional, a asumir
la responsabilidad de las propias acciones.36
Siendo la democracia, con sus valores humanos y evangélicos, un proceso de constante construcción, resulta
evidente que todos los ciudadanos de un Estado tienen el derecho y el deber de tomar parte de este proceso.
Estamos llamados a una plena participación, porque “hoy el ámbito de la responsabilidad ciudadana es más
vasto: se extiende desde el campo social y político donde debe ser instituida e intensificada la participación
razonable en las responsabilidades y opciones ”37, y el Concilio Vaticano II agregará posteriormente que “ hay
que estimular en todos la voluntad de asumir su papel en las empresas comunes ”.

El Pensamiento democrático en Juan Pablo II.

36
Juan XXIII. Pacem In Terris, N° 35
37
Pablo VI. Igualdad y participación. 1971. citado por DEMOCRACIA. Compromiso con todos. la enseñanza social de la Iglesia y
la Democracia. Indiso, Santiago, 1986, N° 5
En el documento de la Comisión Justitia et Pax de 1975 acerca de “La Iglesia y los Derechos Humanos” se dice
que “la función pastoral de la Iglesia en la defensa y en la promoción de los derechos del hombre lleva
necesariamente a considerar el tema de las relaciones entre pastoral y política”, hay sobretodo, una convicción
muy clara que “nadie puede dudar que la Iglesia católica tiene una responsabilidad colectiva en la vida
política”, por ello, se afronta “con sano realismo los problemas concretos de la sociedad actual, incluso algunos
aspectos de los problemas políticos y discernirlos a la luz del Evangelio”.(...) “

En cuanto al ejercicio de la ciudadanía en los tiempos modernos, el Papa reconoce al igual que lo hace
Touraine que “nuestro tiempo es dramático y al mismo tiempo fascinador. Mientras por un lado los hombres
dan la impresión de ir detrás de la prosperidad material y sumergirse cada vez más en el materialismo
consumístico, por otro, manifiestan la angustiosa búsqueda de sentido y la necesidad de interioridad. No solo
en las culturas impregnadas de religiosidad, sino también en las sociedades secularizadas, se busca la
dimensión espiritual de la vida como antídoto de la deshumanización”. Aquí el Papa recuerda que la Iglesia
tiene un inmenso patrimonio espiritual para ofrecer a la humanidad. Es el patrimonio de la libertad, de la
justicia, del bien común, de la dignidad de la persona humana, del ejercicio pleno y soberano de la ciudadanía;
dice el Papa, que este “es un areópago que hay que evangelizar”, 38 por ello quiero recoger el llamado que nos
hace para ejercer nuestra ciudadanía en medio de este mundo y ante la “necesidad de reconstruir en sus
componentes esenciales una civilización realmente digna del hombre” 39
Dice el Papa que “la Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación
de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a
sus propios gobernantes, o bien de sustituirlos oportunamente de manera pacifica”. Pero el Papa también nos
advierte de los peligros de la democracia al no “favorecer la formación de grupos dirigentes que, por intereses
particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado”. 40
Señala igualmente el Papa de los riesgos que tiene la Democracia ante la negación de los derechos
fundamentales de la persona humana; “ es el riesgo de la alianza entre democracia y relativismo ético, que
quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral, despojándola más radicalmente del
reconocimiento de la verdad. En efecto, si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política,
entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder,
una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra
la historia”.41 La democracia es un instrumento y no un fin, que tiene valor en si mismo, siempre que encarne y
promueva los valores fundamentales e imprescindibles de la dignidad de la persona humana, y busque el bien
común como criterio regulador de la vida política.
Terminamos recordando como también el Papa Juan Pablo II y todo su pensamiento Social aboga por la
búsqueda de unos valores comunes, con los cuales podamos dialogar, unos y otros, para reemprender la
construcción de la “Civilización del amor”, o mejor, en palabras de Cortina, para que seamos “ciudadanos del
Mundo”. Por ello el Papa dice que “ para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana democracia, urge
pues descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales y originarios, que derivan de la
verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que
ningún individuo, ninguna mayoría y ningún estado nunca pueden crear, modificar o destruir, sino que deben
sólo reconocer, respetar y promover”42
Y los laicos son actores claves para un sano ejercicio de la política, por ello termina diciendo el documento que
hay que fomentar la formación de los fieles laicos capaces de trabajar, en nombre de la fe en Cristo, para la
transformación de las realidades terrenas.
En conclusión, descubrimos a lo largo de todo el pensamiento de Juan Pablo II, que la Iglesia ha abierto las
puertas, para que desde el cristianismo puedan ser impregnados de valores evangélicos, aquellas estructuras
que hacen y construyen la sociedad. Sin perder la independencia, la iglesia invita a asumir una responsabilidad
con la democracia y sus estructuras de servicio público, porque desde ellas, es posible rescatar la dignidad de
la persona, promover el bien común, denunciar la injusticia social y hacer de nuestras relaciones humanas,
relaciones de solidaridad y de amor. Y terminamos citando estas palabras que recogen sintéticamente lo que la
Iglesia y su pensamiento con el Papa Juan Pablo nos ha querido decir en estos últimos cien años de Magisterio
social:
Los cristianos laicos están llamados a participar, con todos los demás hombres, en la construcción común de la
sociedad y, al mismo tiempo, deben tener una conciencia cada vez más viva de la grandeza y de la belleza de

38
Juan Pablo II. Redemptoris Missio. N° 38
39
Juan Pablo II. Homilía en la Diócesis de Benavento (Italia) 2 de Julio de 1996.
40
Juan Pablo II. Centesimus Annus. N° 46a
41
Juan Pablo II. Veritatis Splendor. N° 101a
42
Juan Pablo II. Evangelium Vitae. N° 71a
su vocación cristiana y de la peculiaridad de su condición “laical”, que los sitúa en la frontera entre la fe y la
historia, entre el Evangelio y la cultura, entre la acción del Espíritu Santo y las competencias y
responsabilidades humanas con miras a construir una sociedad cada vez más auténticamente humana y más
próxima al Reino de Dios.

A modo de conclusión: La Civilización del amor


Una propuesta para el hombre de hoy

Cuando Adela Cortina se pregunta por el cómo construir una ciudadanía cosmopolita y pluralista, lo está
haciendo de cara a las nuevas realidades de la mundialización, o mejor de la globalización económica, política y
cultural que se imponen hoy día en la sociedad. Ella propone “ descubrir los rasgos de una ética cívica
universalista, constituida por las diversas culturas formadas a partir del ethos de las comunidades concretas
enraizadas en diversas tradiciones religiosas”43, entre ellas, la cristiana.
Por ello la religión católica, desde su doctrina social hace un acercamiento a la ética civil para construir esta
ciudadanía del mundo que propone Cortina: “ En el caso de la religión cristiana, el mandamiento del amor debe
encarnarse en la vida cotidiana, lo cual supone el minimun: Realizar opciones justas ”44 y esto es precisamente
lo que la Iglesia viene proponiendo desde hace varios años; “hacer opciones justas”, optar por el mandamiento
de Jesús, optar por construir una civilización donde el amor y la justicia, sean el mínimo y el máximo de
nuestras relaciones sociales y humanas. Juan Pablo II no se ha cansado justamente a través de su llamado
perseverante a crear una civilización del amor y la verdad, de emitir un juicio moral permanente. A través de
sus encíclicas y de los discursos, homilías, peregrinaciones y catequesis, ha ido anunciando por el mundo las
posibilidades sociales, de organización y de vida en sociedad, que harían posible un futuro de justicia y de paz
para todos. El Papa ha dicho una y otra vez “ Construyamos juntos la Civilización de la dignidad del hombre ” y
lo dice con la convicción de que “ en la Iglesia no somos masa amorfa y anónima. No somos números
impersonales y desconocidos unos de otros. Somos Pueblo de Dios” .45
El llamado del Papa es hecho a los constructores de la sociedad pluralista de hoy, como un signo de la lectura y
comprensión que tiene de las nuevas realidades señaladas tanto por los teóricos de las ciencias sociales como
políticas, entre ellos Touraine, Cortina y Bobbio. Es por ello que dice que “todo hombre es constructor de la
sociedad en que vive”. “Compete a los laicos, dijo el Concilio, asumir como tarea propia la instauración del
orden temporal y, en él, actuar de modo directo y concreto, guiados por la luz del Evangelio y del pensamiento
de la Iglesia y movidos por la caridad cristiana; como ciudadanos, cooperar con los demás conciudadanos,
según la especifica competencia y bajo la propia responsabilidad; buscar, ante todo y en todas las cosas, el
Reino de Dios”.46
Siguiendo el documento de Puebla, miremos en que términos Juan Pablo II explica el sentido orgánico de la
civilización del amor:
“La civilización del amor repudia la violencia, el egoísmo, el derroche, la explotación y los desatinos morales. A
primera vista, parece una expresión sin la energía necesaria para enfrentar los graves problemas de nuestra
época. Sin embargo, os aseguramos: no existe palabra más fuerte que ella en el diccionario cristiano. (...), sino
creemos en el amor, tampoco creemos en Aquel que dice: -Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los
unos a los otros como yo os he amado- (S. Juan 15,22). La Civilización del amor propone a todos la riqueza
evangélica de la reconciliación nacional e internacional. La Civilización del amor condena las divisiones
absolutas y las murallas sicológicas que separan violentamente a los hombres, a las instituciones y a las
comunidades nacionales. La Civilización del amor repele la sujeción y la dependencia perjudicial a la dignidad
de los pueblos de América Latina.”

El Papa termina diciéndonos que creamos en la eficacia evangélica de la comunión y la participación (...) que
“creamos en la CIVILIZACIÓN DEL AMOR”.

43
CORTINA, Adela. Multiculturalismo y universalismo. Cómo construir una ciudadanía cosmopolita. Revista Persona y Sociedad.
U: Alberto Hurtado-Ilades, Vol. XIV, N° 1, Santiago, Abril del 2000, p. 133
44
Ibíd.. Pág. 138
45
Juan Pablo II. Encuentro con los constructores de la sociedad pluralista. Salvador de Bahía. Domingo 6 de Julio de 1980.
Editorial Salesiana., Santiago, 1985. Pág. 11
46
Apostolicam Actuasitatem. Concilio Vaticano II. N° 7

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