Está en la página 1de 2

Día 1: Regula tu apetito por la tentación

Tú no puedes controlar cuándo la tentación te visite, pero sí cuánto apetito tengas por
ella. Cuando nos hemos acercado a situaciones que abren el apetito de nuestra carne, la
tentación parece irresistible, imposible de vencer.

La Biblia nos da el remedio para reducir ese apetito. Antes de resistir la tentación,
debemos de velar para no encontrarnos con ella. Es decir, existe un campo de batalla
más favorable que nos brinda espacio para evitar ser acorralados por la tentación.

El dia de hoy proponte velar y evitar situaciones que son el aperitivo que le abre el apetito
a la carne, y así habrás de crecer en pureza.
Día 2: Tu trato con el sexo opuesto

Tu pureza no solo se cultiva en tu mente, sino también en el trato con el sexo opuesto. En
el mundo muchos tienen a las mujeres jóvenes como juguete de su lujuria, y el trato con
ellas como la sala de sus juegos. Su conversación con ellas está sazonada de indirectas
sensuales diseñadas a descubrir si la lujuria que sienten es recíproca.

En esta porción somos exhortados a tratar con el sexo opuesto en un marco fraternal. Las
mujeres creyentes son nuestras hermanas espirituales, y por ende nuestras
conversaciones con ellas deben buscar la protección de su pureza, tal como lo hacemos
con nuestras propias hermanas en la carne.

El día de hoy, proponte tratar al sexo opuesto con tal decencia que las deje convencidas
de tu respeto por ellas.
Día 3: Medidas radicales contra la impureza

En el tema de la impureza sexual, la Biblia choca de frente con el mundo. No es


considerada como una travesura común a los hombres, sino como un pecado capaz de
arrojar al juicio eterno. Es más, lo que se condena en estos versículos no es el abandono
sexual público, como Absalón lo perpetró con las concubinas de su David su padre, sino
los actos sexuales practicados dentro del recinto del corazón, en donde solo Dios es
testigo.

Dice el refrán: "a grandes males, grandes remedios", el remedio que Jesús recomienda a
la impureza es radical. No se trata de que literalmente te saques los ojos, o te cortes la
mano, pero sí que tomes medidas recias para evitar que la impureza se convierta en una
costumbre.

El día de hoy proponte tomar medidas radicales. Instala un filtro anti-pornografía en tu


computadora, atrévete a confesar tus debilidades a otros cristianos maduros para
beneficiarte de su ayuda, evita aquellas influencias que te incitan a este pecado. Solo tú
sabes lo que toma para librarte de este pecado.
Día 4. Las luchas de Job contra la tentación a la impureza

La lujuria no ha caducado, ni tampoco comenzó en nuestra época. Si nos remontamos


milenios atrás encontraremos al patriarca Job, descrito como un hombre sin igual, y que sin
embargo, no estaba exento de esta lucha. Esta porción nos muestra cómo se propuso ganar
esta batalla.

Job no esperaba a que la tentación llegara para comenzar a luchar. Él tenía ganada la batalla
de antemano. Comenzaba haciendo un pacto consigo mismo para que sus ojos no divagaran
hacia la doncella. Sabía que la segunda mirada puede terminar en un adulterio consumado.
Asimismo, estaba persuadido de que Dios no se hace la vista gorda cuando se trata de la
inmoralidad, sino que la castiga con severidad, no sólo en la eternidad, sino incluso en esta
vida.

Los tiempos en los que tú vives son diferentes, pero no las consecuencias de este pecado.
Jesús recetó fuertes remedios para evitar la inmoralidad, y no habrá forma de preservar tu
pureza a menos de que estés persuadido de las calamitosas consecuencias que esta
engendra.
Contenido devocional

La lujuria no ha caducado, ni tampoco comenzó en nuestra época. Si nos remontamos


milenios atrás encontraremos al patriarca Job, descrito como un hombre sin igual, y que sin
embargo, no estaba exento de esta lucha. Esta porción nos muestra cómo se propuso ganar
esta batalla.

Job no esperaba a que la tentación llegara para comenzar a luchar. Él tenía ganada la batalla
de antemano. Comenzaba haciendo un pacto consigo mismo para que sus ojos no divagaran
hacia la doncella. Sabía que la segunda mirada puede terminar en un adulterio consumado.
Asimismo, estaba persuadido de que Dios no se hace la vista gorda cuando se trata de la
inmoralidad, sino que la castiga con severidad, no sólo en la eternidad, sino incluso en esta
vida.

Los tiempos en los que tú vives son diferentes, pero no las consecuencias de este pecado.
Jesús recetó fuertes remedios para evitar la inmoralidad, y no habrá forma de preservar tu
pureza a menos de que estés persuadido de las calamitosas consecuencias que esta
engendra.

También podría gustarte