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La historia de Rodrigo… El “perfecto”

por eenrique | marzo 4, 2019
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La historia de Rodrigo… El “perfecto”
por Enrique Monterroza

Rodrigo conoció a Cristo en su adolescencia, desde el primer día se enamoro tanto de Dios y
busco sus caminos de una forma especial. Leía cada día la Biblia, oraba cada día de tal
manera que logro forjar un hábito diario de comunión con Dios. Rodrigo busco tanto de Dios
que cada vez que aprendía algo nuevo buscaba más por aprender, su oración era sencilla:
“Dios respáldame, Dios dame sabiduría”, y la realidad es que su oración era efectiva, pues
Dios derramo sobre Rodrigo una sabiduría hermosa a pesar de su corta edad y el respaldo de
Dios se podía observar fácilmente a través de las obras que Rodrigo realizaba para gloria de
Dios.

Rodrigo creció en un ambiente un tanto legalista, pero que al mismo tiempo le sirvió para ser
el hombre que llego a ser, pues a sus veinticinco años Rodrigo era un predicador respetado,
un siervo de Dios admirado y un ejemplo a seguir.

Rodrigo trataba hasta en lo más mínimo agradar a Dios, a veces parecía que exageraba en
algunas cosas, pero no importando el juicio de la gente hacia lo que ellos creían exagerado,
Rodrigo seguía siendo fiel a Dios hasta en lo mínimo. Su grado de buscar la perfección era tal
que llego un momento que pensó que lo era, que lo había logrado, que había conseguido la
perfección.

Rodrigo comenzó a ver a los demás como débiles, cómo gente que no se sometía a Dios y no
buscaba de Dios. Rodrigo pensaba que por ser él “perfecto”, todos lo deberían de ser. Lo que
Rodrigo no se daba cuenta es que poco a poco ese sentimiento de creerse perfecto lo estaba
llevando al fracaso.
Rodrigo comenzó a ser muy duro consigo mismo, sin percatarse de que su imperfección
natural hacia cometer algunos errores. Cuando Rodrigo cometía un pecado, se sentía
devastado, derrumbado, sin ánimos, y la verdad no estaba mal que se sintiera mal por pecar,
pero él no había comprendido que no era perfecto, que existía una imperfección nata en su
ser que lo llevaba a pecar por naturaleza.

Rodrigo lucho mucho tiempo con áreas de su vida que lo hacían sentirse fracasado, áreas que
aunque lo intentará no podía vencer, eso hacia bajarle el ánimo, pues pensaba que una
persona “perfecta” cómo él, no le era permitido fallar. La realidad es que Rodrigo era más duro
consigo mismo de lo que Dios mismo podría exigirle.

A veces cometemos el error de pensar de Dios como si Dios pensará como un humano,
creemos que Dios está a la expectativa atento a castigarnos por no ser perfectos, a veces nos
hacemos en nuestra mente conceptos de Dios que en ninguna manera son los que en
realidad tendrían que ser.

Yo veo a un Dios que vino por los imperfectos y no por los perfectos (“Cuando Jesús los
oyó, les dijo: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí. No he venido a llamar
a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores»”. Marcos 2:17
Nueva Traducción Viviente), veo a un Dios que llamo a doce hombres imperfectos para ser
sus discípulos, veo a un Dios utilizando gente imperfecta durante toda la historia para llevar a
cabo sus planes que tiene para nosotros. La Biblia dice: “Ciertamente no hay hombre justo
en la tierra, que haga el bien y nunca peque” Eclesiastés 7:20 Reina-Valera 1960
(RVR1960).
Un día Rodrigo se dio cuenta que no podía seguir creyéndose tan perfecto, porque por
naturaleza era imperfecto, no estaba mal que buscará la perfección, pero no podía
martirizarse todo el tiempo por no lograrlo, eso en lugar de beneficiar su vida espiritual le
estaba afectando y mucho. Y no digo que sea bueno conformarse a poco, sino más bien que
no es bueno exigirse más de lo que realmente se puede dar. La Biblia lo dice de la siguiente
manera: “Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada
uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean
realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les
haya dado.” Romanos 12:3 Nueva Traducción Viviente (NTV).

Cómo Rodrigo hay muchas personas que en su afán de buscar la perfección se olvidan que
siguen siendo imperfectos, personas que tienen conceptos de un Dios castigador y no de un
Dios de misericordia, personas que se exigen más de lo que Dios mismo les exige(si fuera el
caso) y al no conseguirlo se frustran, se desaniman y hasta desisten de seguir en los caminos
de Dios.

Cuando entendemos que Dios nos conoce a perfección y que no necesitamos sorprenderlo
cómo para ganarnos su favor comenzamos a vivir una vida cristiana plena, disfrutando cada
día de su gracia y misericordia, reconociendo con humildad nuestros defectos pero al mismo
tiempo entregándoselos en las manos a Dios para que nos ayude a superarlo, luchando cada
día por ser mejores sin caer en el error de exigirnos más de lo que Dios mismo quiere de
nosotros.

La clave en la vida cristiana es la humildad que tengamos para reconocer nuestros límites,
pues es la humildad y el reconocimiento lo que nos trajo a los caminos de Dios, solo
reconociendo nuestra necesidad de Dios pudimos abrirle nuestro corazón, por esa razón,
cada día debemos reconocer que estamos bajo un proceso de perfeccionamiento que
alcanzaremos un día cuando nos veamos cara a cara con el Señor.
¡Busquemos a Dios con humildad, reconociendo nuestras
debilidades, porque en medio de nuestras debilidades Dios nos
fortalece!
“Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa
mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades,
para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.”

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