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PEDAGOGÍA DE LA RELIGIÓN

-La comunicación en el ministerio sacerdotal-

Profesor: Pablo Jesús Garzón García


PROGRAMA DE LA ASIGNATURA

FINALIDAD DE LA ASIGNATURA
Acercarnos a la Comunicación Social y descubrir su carácter científico, de tal modo que
podamos adquirir una serie de conocimientos y métodos que enriquezcan el ejercicio de
nuestro futuro ministerio sacerdotal.

TEMARIO
1. Naturaleza de la comunicación: teoría general
2. Magisterio en comunicación
3. Teología de la Comunicación
4. Identidad sacerdotal y comunicación
5. Comunicación Institucional de la Iglesia
6. Medios de Comunicación: diversidad y funcionalidad
7. Media training: trabajo práctico

MODO DE EVALUACIÓN
La asignatura contará con un trabajo práctico del alumno (50% de la nota) y con un examen
final (el otro 50% de la nota), que incluirá los temas que se presentan en este programa así
como el conocimiento profundo de tres documentos del magisterio: Inter mirifica,
Communio et progressio y Aetatis novae.

1
Tema 1
TEORÍA GENERAL DE LA COMUNICACIÓN

Comenzamos esta materia con el tema titulado “Teoría General de la Comunicación”. Desde un
inicio conviene que nos situemos ante un modelo claro conceptual sobre la comunicación, que nos
ayude a entender qué vamos a abordar en nuestro asignatura. Una visión general o teoría general
aplicable luego a los distintos modelos concretos del hecho comunicativo.
En un primer apartado expondremos el modelo clásico de comunicación y los elementos y
factores que lo componen. En un segundo apartado trataremos de corregir algunos errores
conceptuales muy extendidos, tanto en la sociedad en general como en la Iglesia, que impiden un
acercamiento adecuado a estos saberes.

1. MODELO CLÁSICO DE LA COMUNICACIÓN.


El acto comunicativo como tal es algo inherente a la naturaleza humana. Sin entrar en este
momento en las consecuencias que tendría esta afirmación, podemos afirmar que la comunicación
forma parte del ser hombre o mujer. El hecho comunicativo como tal se puede estudiar desde muy
diversos prismas: sociológico, fenomenológico, psicológico, histórico, etc. Cualquiera de estos
enfoques exceden el objeto de nuestra asignatura.
Sin embargo, conviene tener una idea lo más exacta posible de qué queremos decir con
“comunicación” para poder abordar con precisión y carácter científico estas materias y poder
capacitarnos de manera adecuada en una serie de habilidades que ayuden al futuro sacerdote en su
vida y ministerio. El modelo más repetido de análisis de la comunicación es el conocido como
modelo clásico:

2
Siguiendo este esquema podemos enumerar una serie de elementos o factores que son comunes a
toda la comunicación humana: emisor, receptor, mensaje, código, canal, ruido y retroalimentación o
feedback.
- El emisor: Es el origen de toda comunicación, se trata de quien emite el mensaje, el que toma
la iniciativa de realizar un acto comunicativo. El emisor puede ser una persona individual o puede
ser un grupo de personas, o puede ser una persona pero que realiza el acto comunicativo como parte
de un ente superior, lo que actualmente se conoce como institución. Para realizar la comunicación el
emisor tiene que codificar su mensaje: el acto más común de codificación es el idioma pero puede
existir otro tipo de códigos relativos a la escritura, a la comunicación gestual, a la imagen, etc.
- El receptor o público: Es quien recibe la información a través del mensaje que se ha
codificado. El descifra el mensaje según el código (decodifica). El emisor y el receptor, por lo tanto,
deben manejar el mismo código para poder realizar el acto comunicativo con éxito. Al igual que
ocurría con el emisor, el receptor puede ser un individuo concreto o un grupo de personas, o varios
grupos de personas, o incluso una masa indefinida de persona. Cuando se estudia y segmenta al
receptor se comienza a hablar de “público”. Por ejemplo, si yo decido realizar una acción
comunicativa hacia las mujeres ya estoy hablando de público femenino, si además incluyo mujeres
que estén jubiladas ya estoy segmentando mucho más a mi público. Mientras más acierte a analizar
e individuar el público al que quiero dirigirme la acción comunicativa comienza a ser más certera.
- El canal o medio: Es el medio físico por el que se transmite el mensaje, como internet,
teléfono, la voz (canal acústico), dibujos y letras (canal visual), etc. En definitiva es el medio
instrumental que uso para vehicular mi mensaje. Cada canal o medio modifica en cierta manera el
mensaje y compete al emisor conocer bien las características de cada canal para poder realizar
adecuadamente una acción comunicativa.
- El código: Sistema de señales o signos que se usan para transmitir un mensaje, por ejemplo, el
inglés, el castellano, el código Morse, el sistema braille, las señales camineras, el valor de los
colores en cada cultura, entre otros. Por ejemplo, a nivel religioso el sacerdote puede llegar a usar
un código que sea imposible de decodificar para un buen número de receptores porque les falta
cultura religiosa.
- El mensaje: Una vez que el emisor tiene un objetivo para su acto de comunicación, es decir,
sabe el contenido de lo que quiere transmitir, se formula el mensaje. Se refiere al contenido de lo
que el emisor desea comunicar al receptor. Para ello, debe tener en cuenta, como veremos durante
esta asignatura una serie de elementos que modifican la formulación del mensaje.
- El ruido o contexto: Es cualquier elemento, fenómeno o situación que impide o favorece que
el proceso de comunicación fluya limpiamente. Por eso, podemos hablar de ruido positivo, si
favorece la comunicación, o de ruido negativo, si interrumpe o distorsiona este proceso. No se

3
refiere sólo al ruido acústico o al silencio, sino a todo factor que daña o ayuda a la comunicación.
Puede afectar a cualquier factor de los ya mencionados: el ruido ambiental forma parte del contexto
y del canal; la tartamudez del emisor o la perfecta dicción del mismo; la miopía del receptor; el
desconocimiento del significado de una palabra, del receptor y del código, o el manejo perfecto del
mismo código entre emisor y receptor.
- Situación o distancia en relación al feedback: teniendo en cuenta el futuro trabajo pastoral
del presbítero, hay una triple división en la comunicación, atendiendo a la situación entre emisor y
receptor, que debemos tener muy en cuenta: comunicación de larga distancia, de media distancia y
comunicación interpersonal1. Como veremos a continuación las diversas situaciones influyen en el
llamado feedback, que no es otra cosa que las reacciones continuas que el receptor o receptores van
teniendo a nuestra comunicación y que en gran medida modifican las sucesivas comunicaciones.
a) Comunicación de larga distancia: es la conocida como comunicación de masas. En esta
situación el emisor envía un mensaje a través de potentes canales de difusión y en gran medida no
puede individuar del todo su público. Este tipo de contexto comunicativo no se suele dar en la vida
cotidiana del presbítero, aunque ayuda mucho su conocimiento porque si es muy propia de la
comunicación institucional de la Iglesia que si le influye diariamente. En la comunicación de masa
es difícil atender al feedback en tiempo real aunque si se puede medir a corto o medio plazo. La
forma actual de medir una comunicación de masas es más precisa gracias a la comunicación digital
que contabiliza audiencias, likes, seguimientos, visualizaciones, etc.
b) Comunicación de media distancia: se trata de una situación de proximidad media entre el
emisor y los receptores. Se desarrolla cuando nos dirigimos a un grupo de personas -receptores o
público- que en la mayor parte de sus características podemos analizar y determinar. Este tipo de
contexto comunicativo es el más común en el día a día del ministerio sacerdotal, ya que por ejemplo
el presbítero lo realiza en una reunión con cualquier tipo de grupo parroquial o incluso en la misma
predicación homilética está en un ámbito de media distancia.
c) Comunicación interpersonal: se trata de una comunicación de máxima proximidad, donde
hay un emisor y un receptor, un tú a tú. Este tipo de comunicación goza de una serie de factores
únicos que hacen de ella un proceso muy reconocible y manejable. El elemento que más destaca es
el llamado “feedback”, donde el emisor puede percibir hasta que punto su objetivo se está
cumpliendo. El feedback en la comunicación interpersonal llega hasta el extremo de que se da un
continuo cambio de roles, donde el emisor pasa a ser receptor, y el receptor a emisor, y así
sucesivamente. Este tipo de comunicación es muy propia en la vida y ministerio del presbítero.


1
La idea de las tres distancias en la comunicación es del profesor de la Universidad Complutense Arturo Gómez
Quijano. Está en su libro Comunicación para ejecutivos y para todos aquellos que hacen cosas. Las tres distancias de
la comunicación en las organizaciones, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid 2010.

4
2. DISTORSIONES EN TORNO AL CONCEPTO “COMUNICACIÓN”.
En casi todos los órdenes de la vida y especialmente en el ámbito de la reflexión científica la
claridad en los conceptos es fundamental. A veces existen errores o ideas preconcebidas que pueden
afectar a una ulterior reflexión sobre el tema en cuestión. Este hecho es especialmente grave si estos
errores se dan en la base de la especulación, en los llamados axiomas. Atendiendo a los
fundamentos de la reflexión acerca de la comunicación, que se dan en el “imaginario colectivo”,
nos encontramos con una serie de errores que distorsionan gravemente cualquier intento de
conocimiento científico. Es necesario, por lo tanto, antes de exponer y profundizar en nuestra
propuesta, aclarar bien las desviaciones más importantes que se pueden producir en torno a la idea
de comunicación, más aún teniendo en cuenta la enorme evolución conceptual producida en torno a
ella en las últimas décadas.
El nacimiento de las ciencias relativas a la comunicación es relativamente reciente en
comparación con la antigüedad que acumulan otro tipo de saberes. El acercamiento a las mismas,
desarrollado sobre todo en el siglo XX y XXI, se puede realizar desde muy diversos ángulos, lo que
conlleva que dentro de este ámbito científico se encuentren las más variadas escuelas que realizan
propuestas de muy distinto tipo2. Consideramos que no es el objeto de este tema analizar en este
epígrafe las diversas perspectivas que se pueden llegar a proponer. Tampoco deseamos reducir el
concepto comunicación a un significado unívoco del mismo, ni realizar un pormenorizado estudio
de todos los posibles errores cognitivos en torno a éste. Más bien, creemos oportuno detectar los
posibles errores de peso que, a nuestro juicio, son los mas relevantes y más comunes. Estos pueden
llegar a distorsionar gravemente cualquier tipo de acercamiento a estos saberes, especialmente en lo
relativo a nuestra materia: la relación de la Iglesia, especialmente del ministro ordenado, con la
comunicación.
Hemos individuado tres dicotomías que, en nuestra opinión, son las principales fallas de
comprensión relativas a esta materia. Consideramos además que estos tres prejuicios están bastante
extendidos en amplios sectores del mundo eclesial. Evidentemente éstas no se encuentran en el
ámbito académico sino en el “imaginario colectivo”, de forma que una debida instrucción puede
llegar a despejar cualquier tipo de confusión. Las dicotomías a las que nos referimos las podemos
clasificar en dos apartados: dos de ellas se enmarcan en el mundo de la comunicación en general; y
una de ellas afecta directamente a la relación del sacerdote con estas ciencias y se enmarcaría dentro
de la teología pastoral sobre el presbiterado.


2
Cfr. SOTELO ENRÍQUEZ, C., Introducción a la comunicación institucional, ARIEL, Barcelona 2008, p. 7. En torno a
estos saberes científicos hay muchos puntos coincidentes, pero basta un mínimo acercamiento a la reflexión académica
sobre la comunicación para descubrir la variedad de impostaciones existentes. Especialmente, esta variedad se descubre
cuando hay un estudio de la historia de la comunicación, donde se pone de relieve la notable evolución realizada
respecto a las ciencias comunicativas.

5
La primera falla que deseamos exponer es la más lejana en el tiempo y se ha mantenido hasta
nuestros días. Tiene que ver con la comprensión de este fenómeno comunicativo como algo
meramente técnico o mediático, sin llegar a entrever su total alcance, desarrollo y potencialidad,
con capacidad de permear toda la cultura e influenciarla de manera extraordinaria con
consecuencias incluso de orden antropológico3.
La segunda de ellas es mucho más reciente y tiene que ver sobre todo con la aparición de
Internet y la comunicación en el ámbito digital, considerando todo este mundo como algo
meramente virtual, como aparente e incluso como falso, y separándolo de los aspectos reales de la
existencia.
Por último, la tercera dicotomía toca de lleno nuestra materia, es por eso que deseamos arrojar
luz sobre ella y evitar la separación que algunos realizan respecto a la comprensión de la vida y
ministerio del sacerdote, disociando los llamados medios tradicionales de apostolado de los medios
que podíamos denominar “modernos”. Consideramos además oportuno poner de relieve que estas
tres dicotomías están unidas entre sí por una cierta lógica de pensamiento, como trataremos de
presentar a continuación. Igualmente, estos tres errores han sido analizados en el magisterio de la
Iglesia y encontramos en los principales documentos eclesiales un interés por tratar de despejar
posibles distorsiones, así como, un intento constante por aclarar qué se entiende por comunicación.
2.1. REDUCCIONISMO TECNICISTA DE LA COMUNICACIÓN.
Esta primera distorsión que vamos a analizar consiste esencialmente en una visión de la
comunicación que reduce este mundo exclusivamente al ámbito técnico o mediático. Sería un
reduccionismo, mas que una dicotomía. Se trata de comprender todo este entramado comunicativo
como una mera producción de contenidos, que se realizan a través de un conocimiento técnico y
que se pueden consumir en diversos formatos: prensa, radio, formatos audiovisuales, etc. Bajo este
prisma, la comunicación consistiría en el aprendizaje sin mas de saberes técnicos de carácter
instrumental o mediático.
Si atendemos al desarrollo histórico de la comunicación, este reduccionismo tiene un origen
ciertamente lógico, ya que la comunicación de masas aparece como un fenómeno que se desarrolla
a la par de una serie de avances tecnológicos. La misma Iglesia y la sociedad en general fue
avanzando en su comprensión desde una visión meramente tecnicista a una visión integral y más
compleja del mundo comunicativo. En los primeros documentos magisteriales, como veremos el
próximo tema, por ejemplo, no se entendía ni siquiera este fenómeno de las comunicaciones como
un todo, sino como una serie de realidades aisladas entre sí4: prensa por un lado, radio por otro, cine


3
Por ejemplo, los profesores Lucio Ruiz y Daniel Arasa realizan una exposición muy certera sobre los cambios
producidos a nivel antropológico con la aparición de Internet. Cfr. RUIZ, L. Y ARASA, D. Internet, en: LA PORTE, J.M.
(Ed.), Introducción a la Comunicación Institucional de la Iglesia, Ediciones Palabra, Madrid 2012, pp. 183-190.
4
Por ejemplo, uno de los documentos estudiados en el primer capítulo es la Carta Encíclica Vigilanti cura de Pío XI
que invita a los católicos a mantener una actitud de cuidado frente al fenómeno cinematográfico.

6
por otro, etc. El primer avance eclesial hacia un concepto más adecuado del mundo de la
comunicación se produce durante el pontificado del Papa Pío XII con la publicación de la carta
encíclica Miranda prorsus. En este texto se aborda por primera vez las comunicaciones como un
fenómeno integral, que englobaría los diversos medios bajo un todo que tiene además una entidad
en sí mismo.
Esta visión de un fenómeno integrado no hace que se supere la concepción mediática o
instrumental. De hecho, tanto el Concilio Vaticano II con el decreto Inter Mirifica como la posterior
exhortación Communio et progressio mantendrán esta visión integral de la comunicación pero
desde una perspectiva eminentemente mediática, aunque ya se comience a atisbar su alcance y
amplitud. Este acercamiento comprensivo marcado por este reduccionismo no es reprochable, pues
se trataba de una concepción lógica ante el panorama vivido durante gran parte del siglo XX. Era la
visión común y extendida, tanto en la Iglesia como en la sociedad en general. En muchas escuelas
del ámbito académico se continuaba con la reflexión y comprensión de lo que suponía para el
mundo la aparición de los mass media5, una evolución en la reflexión que requería de tiempo y se
acompasaba para adaptarse a la realidad de este complejo mundo, que no cesaba de desarrollarse,
expandirse y prosperar.
La reflexión de la Iglesia que se iba exponiendo en el Magisterio se va acercando poco a poco a
una visión mas certera de las comunicaciones como un fenómeno que marcará una época y que está
presente con una enorme influencia en la completa existencia de los hombres y mujeres
contemporáneos. El documento magisterial que consagró este cambio de mentalidad es la
exhortación apostólica Aetatis novae del año 1992:
“Lo que saben y piensan los hombres y mujeres de nuestro tiempo está condicionado, en
parte, por los medios de comunicación; la experiencia humana como tal ha llegado a ser una
experiencia de los medios de comunicación”6.

Esta visión comprensiva de la comunicación va a acompañar al Magisterio posterior hasta


nuestros días7. Un fenómeno sin precedentes y con una inercia imparable, que se ha hecho
especialmente evidente con la aparición de Internet. Como recuerda el Papa Benedicto XVI con “la

5
Cfr. MCQUAIL, D., Modelos para el estudio de la comunicación colectiva, EUNSA, Pamplona 1984. DAVARA
RODRÍGUEZ, F.J., Los paradigamas de la comunicación, en: CARRERA PÁRAMO, J.A., Introducción a los medios de
comunicación, Ediciones Paulinas, Madrid 1990, pp. 15-55. FAZIO, M., Inter Mirifica, en: STENICO, T., Concilio
Vaticano II: Carisma e profezia, Libreria Editrice Vaticana, Vaticano 1997. SIERRA SÁNCHEZ, J., y MARTÍN- RARBERO,
S., Investigación en comunicación, en: CANTAVELLA, J., SERRANO OCEJA, J.F., Enciclopedia de la comunicación, CEU
Ediciones, Madrid 2011, pp.17-54.
6
AN 2. Dos años antes de la publicación de Aetatis novae, el Santo Padre Juan Pablo II con enorme clarividencia
donaba a toda la Iglesia la siguiente reflexión: “El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la
comunicación, que está unificando a la humanidad y transformándola -como suele decirse- en una aldea global. Los
medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento
informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales. Las
nuevas generaciones, sobre todo, crecen en un mundo condicionado por estos medios. […] esta cultura nace, aun antes
que de los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas
técnicas, nuevos comportamientos sicológicos”, RM 37.
7
IeI 11; RD 2, 8.

7
propagación de la comunicación a través de internet […] nos encontramos ante una vasta
transformación cultural. Junto a ese modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo
modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir
lazos de comunión”8. Una “transformación cultural” que ha permeado toda la existencia y que tiene
toda una serie de consecuencias antropológicas. Junto a esta visión, en el ámbito académico ha
aparecido un nuevo concepto de carácter sociológico: los “nativos digitales”9. Éstos serían los
pertenecientes a un sector de la sociedad identificado en las recientes generaciones que han nacido
en este nuevo contexto cultural, marcado por el mundo digital, que conciben su realidad cotidiana
con la absoluta inclusión de este entorno, y que no han vivido la realidad de su existencia sin estos
avances comunicativos. De hecho, los jóvenes que actualmente se preparan en los seminarios y que
serán los próximos sacerdotes pueden ser ya considerados como la primera generación de
presbíteros “nativos digitales”10.
Es por ello que en el ámbito de la Iglesia sea muy necesario superar cuanto antes y de manera
completa este reduccionismo. A la hora de pensar y reflexionar sobre las comunicaciones, sin duda,
se debe tener muy en cuenta los aspectos técnicos o la instrucción en la utilización de los diversos
medios o canales de comunicación, pero estos aspectos tienen que ir unidos al conocimiento de la
comunicación como un factor clave de toda la realidad humana. Obviar esta visión de la
comunicación y mantener una comprensión simplista y reductiva de estas ciencias, basada
exclusivamente en lo mediático o en lo técnico, sería cerrarse por completo a la verdad que ha
generado la aparición de estos avances y que afecta a la completa existencia, y que por lo tanto
también afecta y afectará al ministerio y vida de los presbíteros.
Además, si no se supera esta distorsión conceptual las consecuencias a la hora de afrontar estos
saberes son muy notables. Bajo este prisma reduccionista bastaría capacitar a los alumnos en una
formación de talleres, a modo artesanal, con la idea de adquirir meros conocimientos
instrumentales. Por ejemplo, bastaría con saber montar un video, realizar una maquetación, conocer
los planos de la fotografía o manejarse ante una mesa de sonido. Este enfoque alejaría la posibilidad
de convertir las comunicaciones en un saber de carácter científico y se ceñiría a lo meramente
artesanal. También como ejemplo, habría que descartar elementos tan evidentes como el estudio de
su impacto real en la sociedad, la elaboración de procesos que ayuden al desarrollo comunicativo de


8
BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2011, en:
AAS 103, 2011, 123-126. El texto en castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3573, 2011, pp. 23-24, (847-848).
9
El término nativos digitales fue acuñado en 2001 por Marc Prensky en la obra Nativos e inmigrantes digitales. Con
ese concepto se aludía a las personas nacidas a partir de la década de los 90 del siglo XX, es decir, a todos aquellos que
desde el inicio de su vida han estado rodeados del mundo digital. Cfr. PRENSKY, M., Digital Natives, Digital
Immigrants, http://www.marcprensky.com., consultada el 30 de septiembre de 2017.
10
Benedicto XVI reflexiona sobre este concepto y lo introduce en las enseñanzas magisteriales, cfr. BENEDICTO XVI,
Mensaje de la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2013, en: AAS 105, 2013, 181.
El texto castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3674, 2013, pp. 28-29 (684-685).

8
las instituciones, e incluso la posibilidad de realizar una reflexión teológica respecto a la
comunicación. Por lo tanto, consideramos esencial superar este error conceptual.
2.2. DICOTOMÍA ANTE EL MUNDO DIGITAL.
Entramos en la exposición del segundo error grave a la hora de entender bien en qué consisten
las ciencias de la comunicación. Esta distorsión no se enmarca en una idea reductiva de este
complejo mundo, sino más bien en una dicotomía, que separa en contraposición lo real de lo digital
oponiendo lo uno a lo otro. Según esta concepción todo el mundo digital sería virtual, entendiendo
lo virtual como simplemente aparente y, por consiguiente, falso. Esta sombra de duda o esta
sospecha que se extiende al entorno digital recae particularmente sobre lo que se publica en las
redes sociales.
Por lo tanto, se trata de un error que ha surgido hace relativamente poco tiempo, pues nació a la
par que se extendió el uso de internet y se acrecentó especialmente con el desarrollo de las redes
sociales. En muchos sectores de la sociedad y de la Iglesia esta dicotomía ha sido superada con el
paso del tiempo, tras constatar la incidencia del mundo digital en la vida real y cotidiana de las
personas.
Como exponíamos con el error precedente, esta distorsión puede ser entendible ya que emana de
un razonamiento lógico que en algunos de sus presupuestos tiene mucho de verdad. Por ejemplo, a
veces en las relaciones interpersonales que se producen a través de la comunicación digital se dan
ciertas carencias que solamente se hayan en un encuentro directo entre personas. Estas carencias
que son reales no nos pueden llevar a concluir que todo lo que se produce en el entorno digital sea
falso. También a este respecto está haciendo mucho daño el fenómeno de las fake news, tan
extendido en esta era de la posverdad. Si bien cualquier consideración rigurosa y equilibrada sobre
este hecho no debería concluir en una separación entre lo real y lo publicado en el ámbito digital,
sino más bien en reconocer que este mal relativo a la falsedad adquiere una mayor dimensión en el
mundo digital por el alcance que se produce en este ámbito.
A nuestro juicio, este error no está tan extendido como el expuesto anteriormente, pero no por
ello deja de encontrar un eco en la sociedad en general y en sectores de la comunidad eclesial, sobre
todo en las generaciones nacidas con anterioridad a los “nativos digitales”. Y en cierta manera en el
plano conceptual esta dicotomía está estrechamente unida al error anterior, pues si previamente
hemos subrayado que el mundo de las comunicaciones es mucho más que lo meramente técnico,
este error puede llegar a catalogar como falso o alejado de la realidad todo ese plus que se mueve
más allá de lo técnico en torno al entramado de la comunicación en general y de la comunicación
digital en particular.
Como hemos indicado anteriormente, esta distorsión brota con fuerza con la aparición de las
redes sociales. Nace esencialmente por un desconocimiento profundo de la comunicación digital.
Por ello, en el Mensaje de la Jornada para los Comunicaciones Sociales del año 2013, dedicado al

9
tema de las redes sociales, Benedicto XVI va a aludir a esta dicotomía y va a tratar de corregirla. El
Santo Padre considera que una red social es “una nueva ágora, una plaza pública y abierta en la que
las personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones
y formas de comunidad […] en estos espacios no se comparten tan solo ideas e informaciones, sino
que, en última instancia, son ellas mismas el objeto de la comunicación”11. En la concepción que el
Papa tiene sobre el mundo digital habla de un nuevo espacio, descartando cualquier distinción entre
lo digital y lo real. De hecho, en este mismo texto, Benedicto XVI quiere dejar claro que “el
ambiente digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad
cotidiana de muchos, especialmente de los más jóvenes”12. Es decir, la posible dicotomía se
convierte, según las enseñanzas magisteriales, en una ampliación de la realidad cotidiana, una
prolongación de lo real o una nueva plaza donde lo que se expone se identifica con los otros
ambientes cotidianos.
A nuestro juicio, es sumamente importante que las enseñanzas eclesiales hayan realizado esta
puntualización, dejando claro que hablar de comunicación digital no es lo mismo que hablar de
mundo virtual. La comunicación digital no conlleva que ésta no sea real. Esta clarificación adquiere
una particular importancia a la hora de concebir el ministerio sacerdotal, como veremos en el
siguiente epígrafe. Sin olvidar que existe un riesgo de realizar toda una serie de actividades que nos
alejen del contacto físico, tan necesario para el apostolado de todo presbítero, y cuidando este paso
necesario, la Iglesia no debe caer en la errónea tentación de que todo lo digital es virtual y
sospechoso de no ser real, y por lo tanto prescindible en la tarea del ministro13.
Más aún, las posibilidades que se presentan con el desarrollo de las técnicas digitales traen una
ventaja particularmente notable para la comunicación: su carácter bidireccional. Esta comunicación
interactiva estaba previamente presente en el mundo de las comunicaciones, pero muy limitada.
Con los nuevos avances provocados por internet se ha desarrollado enormemente y esto ha

11
BENEDICTO XVI, Mensaje de la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2013.
12
IBIDEM.
13
El Papa Francisco aludió a este tema en Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Dublín en agosto de 2018.
Después de haber escuchado el testimonio de una familia el Santo Padre expresó su valoración sobre las redes sociales
en estos términos: “Nos habéis ayudado también a comprender que las redes sociales no son necesariamente un
problema para las familias, sino que pueden ayudar a construir una «red» de amistades, solidaridad y apoyo mutuo. Las
familias pueden conectarse a través de Internet y beneficiarse de ello. Las redes sociales pueden ser beneficiosas si se
usan con moderación y prudencia. Por ejemplo, vosotros, que participáis en este Encuentro Mundial de las Familias,
formáis una “red” espiritual y de amistad, y las redes sociales os pueden ayudar a mantener este vínculo y extenderlo a
otras familias en muchas partes del mundo. Es importante, sin embargo, que estos medios no se conviertan en una
amenaza para la verdadera red de relaciones de carne y hueso, aprisionándonos en una realidad virtual y aislándonos de
las relaciones concretas que nos estimulan a dar lo mejor de nosotros mismos en comunión con los demás. Quizás la
historia de Ted y Nisha puede ayudar a todas las familias a que se pregunten sobre la necesidad de reducir el tiempo que
se dedica a estos medios tecnológicos, y de pasar más tiempo de calidad entre ellos y con Dios. Pero cuando tú usas
demasiado las redes sociales, tú “entras en órbita”. Cuando en la mesa, en lugar de hablar con la familia, todos tienen un
teléfono celular y se conectan con el exterior, están “en órbita”. Pero esto es peligroso. ¿Por qué? Porque te saca de
lo concreto de la familia y te lleva a una vida “gaseosa”, sin consistencia. Cuidado con esto. Recuerda la historia de Ted
y Nisha; ellos nos enseñan cómo usar bien las redes sociales”,
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2018/august/documents/papa-francesco_20180825_dublino-irlanda-
festafamiglie.html, consultada el 20 de enero de 2018.

10
permitido una comprensión de las actividades comunicativas marcadas por este elemento. Teniendo
en cuenta este aspecto no podemos hablar de una comunicación despersonalizada, alejada en todo
de los elementos básicos de un encuentro personal, sino más bien de una comunicación
interpersonal que necesita o que requiere a veces de la riqueza del encuentro físico. Insistimos en
que esta concepción certera del mundo de la comunicación, especialmente de lo concerniente a las
redes sociales, es particularmente importante para la vida del ministro ordenado, que encuentra en
este espacio una enorme oportunidad para el ejercicio de su tarea pastoral.
Por ultimo, no podemos dejar de señalar la importancia de superar esta dicotomía a la hora de
afrontar una adecuada formación teórica o pastoral en estas materias para los candidatos al
sacerdocio. Identificar lo digital con lo virtual y lo virtual como falso conllevaría un alejamiento
absoluto de los futuros sacerdotes de lo que se ha convertido en una parte integrante de la cultura
contemporánea, del mundo al que son enviados a evangelizar. Más aún, mantener esta dicotomía les
llevaría en el plano pastoral a excluir una serie de potencialidades que pueden ayudar muchísimo a
su ministerio.
2.3. DICOTOMÍA ENTRE MEDIOS TRADICIONALES Y MEDIOS MODERNOS EN EL APOSTOLADO
SACERDOTAL.

Como venimos señalando en los párrafos anteriores, este tercer error toca de lleno el ámbito de
la misión del sacerdote. Se trata de una división que surge en paralelo al nacimiento de los nuevos
medios de comunicación de masas, y que está muy extendida desde el inicio de este fenómeno.
Consistiría en un error basado en la separación y contraposición de los llamados medios
tradicionales de apostolado sacerdotal, como son la catequesis, predicación homilética, celebración
de los sacramentos, etc., de los nuevos medios que aportan los mass media y las nuevas tecnologías.
Esta separación adquiere un carácter mucho más profundo porque, según algunos postulados
erróneos, estos medios tradicionales serían propios del sacerdote y se enlazarían con su ser e
identidad, y los nuevos medios serían ajenos a esta identidad, y se situarían en el ámbito de lo
opcional, o incluso en las posturas más radicales en el ámbito de lo extravagante. Sería un
planteamiento en el que el ministro ordenado debería realizar una elección por mantenerse en lo
tradicional y específico de su vocación, o lanzarse a un esnobismo que le aleje de lo fundamental y
realmente importante de su ministerio.
Del grupo de los tres errores graves que hemos identificado en nuestro estudio, se trata del más
antiguo y, a nuestro juicio, quizás sea el más difícil de corregir. En un momento inicial en el
desarrollo del mundo de las comunicaciones pudo resultar comprensible, particularmente porque los
mas media se gestaban en un entorno eminentemente profesional y el mercado de la información se
asociaba casi exclusivamente al mundo de los seglares. Poco a poco, con el paso del tiempo,
podemos asistir a la utilización de estos poderosos medios por parte de instituciones, entidades
comerciales, grupos de poder e incluso para difundir corrientes ideológicas de diversos tipos. Junto
a esta evolución de la relación de la sociedad con los nuevos instrumentos mediáticos son las

11
mismas enseñanzas eclesiales las que en su análisis comienzan a considerar estos medios como una
oportunidad también para el apostolado de toda la Iglesia e invitan como es lógico a su utilización.
De ahí que el Magisterio acabe realizando una llamada a los sacerdotes para que incorporen estos
avances en su labor cotidiana14, incluso todavía en la época en la que predominaba el prisma de la
comunicación como algo meramente mediático. Esta llamada se hace más acuciante con la
superación de esa idea conceptual de la comunicación como algo exclusivamente técnico, porque en
el fondo uno y otro error están relacionados. Las enseñanzas magisteriales comienzan a presentar
una visión de las ciencias de la comunicación como una oportunidad providencial para el desarrollo
de la misión del presbítero y, como veremos en el tema cuarto, fundamentan la adopción de estos
medios modernos para el ejercicio del ministerio en la misma identidad del sacerdote.
Particularmente importante nos resulta nuevamente el magisterio de Benedicto XVI. En el año
2010, con ocasión del Año Sacerdotal, el Papa dedicó el mensaje de la Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales a la relación de los presbíteros con la comunicación15. Bajo el título “El
sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra”, el Papa
dirige a los ministros ordenados una serie de enseñanzas que arrojan muchísima luz sobre esta
posible dicotomía:
“Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino
también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo,
animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles
para la evangelización y la catequesis. […] Se pide a los presbíteros la capacidad de
participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, para
ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a
través de las muchas voces surgidas en el mundo digital”16.
El Papa realiza en este texto una separación clara de los medios tradicionales y los modernos,
una separación real y objetiva, pero no los contrapone. Se trata de una separación nominal pero no
real. A la vez el Santo Padre los unifica situando la raíz de ambos grupos en la única e indivisible
misión del sacerdote, en la identidad y el ser sacerdotal, ya que como él mismo afirma son
“ocasiones inéditas” para “la evangelización y catequesis” y “para ejercer el papel de animadores de
comunidades”. Ambas tareas, predicación y gobierno, son propias de la vocación del sacerdote y,
por lo tanto, su ministerio diario se puede ver enriquecido del aporte de “la nueva generación de
medios audiovisuales”.

14
Cfr. IBIDEM. El Decreto Conciliar habla de que los sacerdotes asuman estos medios para el “deber ordinario de la
predicación”. Igualmente, en la Communio et progressio encontramos: “Las autoridades civiles, los pastores de la
Iglesia, y los educadores deben cumplir sus propias funciones, de modo que se obtenga plenamente el bien de la
sociedad que estos medios nos permiten esperar”, CP 63. También, por ejemplo, leemos en la Aetatis novae: “Además
de los medios tradicionales en vigor, como el testimonio de vida, la catequesis, el contacto personal, la piedad popular,
la liturgia y otras celebraciones similares, la utilización de los medios de comunicación se ha hecho esencial para la
evangelización y la catequesis [...]. Los medios de comunicación social pueden y deben ser los instrumentos al servicio
del programa de reevangelización y de nueva evangelización de la Iglesia en el mundo contemporáneo”, AN 11.
15
BENEDICTO XVI, Mensaje de la XLIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2010, en
AAS 102, 2010, 114-117. El texto en castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3518, 2010, 25-26 (729-730).
16
IDEM.

12
Con esta aclaración tan precisa, el sacerdote no se tiene que ver avocado a una elección entre
unos medios y otros, sino que los nuevos medios enriquecen a los tradicionales y los tradicionales
se prolongan en cierta manera en los nuevos. Benedicto XVI precisamente concluye este mensaje
de 2010 con una propuesta de máximos dirigida a los ministros ordenados: “¿Quién mejor que un
hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a través de la propia competencia en el
campo de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de
hoy?”17.
Las consecuencias de la superación de esta dicotomía son enormes para la vida y ministerio
sacerdotal, y por consiguiente para la formación de los futuros presbíteros.


17
IDEM.

13
Tema 2
MAGISTERIO ECLESIAL EN COMUNICACIÓN

El Magisterio en Comunicación Social es bastante extenso en cantidad y en tipología,


desarrollando un verdadero corpus magisterial18. Para presentarlo de manera orgánica y
concorde al interés de nuestra materia, hemos optado por la exposición cronológica. Esta
decisión se debe principalmente a que, como ocurre en otros campos que aborda el
Magisterio, un documento, una etapa, un pontificado influye en la siguiente aportación
magisterial. Al tomar esta opción, hemos clasificado esta secuencia cronológica en tres
grandes etapas o bloques: preconcilio, concilio y postconcilio.
Como toda clasificación corre el riesgo de ser simplista y quizás no responda del todo al
verdadero ser del Magisterio y de la Tradición. Salvando lo que el Papa Benedicto XVI y
otros19 han venido en llamar “hermenéutica de la continuidad”, en referencia a las
enseñanzas de la Iglesia y la no-ruptura del Concilio, quizás con este modo de exposición se
logre observar mejor una evolución en el tema que nos concierne. De hecho, la Iglesia ha
mantenido una continuidad en sus enseñanzas y hablar de preconcilio y postconcilio puede
llevar a una idea errónea de ruptura, sin embargo, en temas de orden secundario, que
además han sufrido un desarrollo extraordinario y acelerado, sobretodo en épocas
posteriores al Concilio Vaticano II, no consideramos que esta clasificación mueva a nadie a
error.
Igualmente, hay que subrayar que este extraordinario desarrollo de la comunicación
moderna en la segunda mitad del siglo XX y en el inicio del XXI, ha hecho que se dé una
evolución continuada de conceptos y de lenguaje. Esta evolución referida a los aspectos
técnicos, pero también a los enfoques doctrinales, quedará reflejada en los distintos
documentos que vamos a exponer, pudiendo provocar una sensación extraña de
anacronismo.


18
Encontramos compendios en castellano como el de CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, BAC, Madrid
2005, que hace una presentación de este corpus hasta el año 2005, fecha de su edición.
19
Uno de los máximos expertos españoles en el magisterio sobre comunicación social, Jesús Iribarren, explica muy
bien la continuidad de la enseñanza de la Iglesia en ésta y otras materias: “puede dar lugar a quien lee juntos
documentos promulgados a lo largo de dos siglos la equivocada impresión de que la contradicción existe también entre
diversos papas. Nada más falso si se atiende al carácter contingente de las aplicaciones de la teoría inmutable a la praxis
diaria”, en: IRIBARREN, J. El derecho a la verdad, BAC, Madrid 1968, p. 40.

14
1. EL MAGISTERIO PRECONCILIAR20
Es difícil determinar cuál fue el primer documento magisterial que propiamente abordaba
el tema de las comunicaciones sociales21. Estas intervenciones papales van ligadas como es
lógico al acontecer de cada momento y tratan de arrojar luz ante fenómenos realmente
novedosos. Por ejemplo, durante el pontificado de Pío IX (1846-1878)22 aparecen las
primeras agencias de noticias -Associated Press y Reuters- y, aunque ya existían revistas y
periódicos, en 1865 se utiliza por vez primera la prensa rotativa, e incluso es en este
pontificado cuando se inventa el teléfono o el micrófono. Pío IX es, a su vez, el Papa que
crea L’Osservatore Romano, como órgano de comunicación del Pontífice, y él mismo es
quien alentó a los jesuitas en la fundación de la conocidísima revista La Civiltà Cattolica en
1850. Con este pontificado se cierra una primera época de las enseñanzas papales, que
algunos especialistas consideran exclusivamente moralista en sus enseñanzas23, aunque
como vemos fue también activa en sus toma de decisiones .
Con León XIII (1878-1903)24 se descubre el cine. Éste fue el Papa que por primera vez
recibió en audiencia a un numeroso grupo de periodistas. Con San Pío X (1903-1914)25 la


20
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, hace una recopilación de textos magisteriales desde Clemente XIII
hasta Juan Pablo II. BARAGLI, E., L’Inter mirifica: Introduzione – Storia – Discussione – Commento – Documentazione,
Collana Magisterium, Roma 1969, pp. 59-71, hace una magnífica presentación del tiempo anterior al Concilio. También
una presentación muy pormenorizada la encontramos en la citada obra de IRIBARREN, J., El derecho a la verdad.
21
IRIBARREN, J. El derecho a la verdad, p. 44, la sitúa en el pontificado de Gregorio XVI (1831-1846) con la Carta
Encíclica Mirari vos, sobre la libertad de prensa, que precisamente se escribió contra un sacerdote francés, de apellido
Lammenais, que había fundado la revista L’Avenir y que defendía la libertad de prensa. Gregorio XVI tuvo que escribir
esta encíclica “enjuiciando el conjunto de sus doctrinas teológicas y políticas, aunque en ninguna parte se nombra al
sacerdote ni a la revista, se hizo saber a aquél de fuente autorizada que a los dos se refería el documento”. Aunque P.
Cebollada, en su obra “Del Génesis a Internet”, sitúa la primera referencia en Clemente XIII con la Carta Encíclica
Christianae Reipublicae Salus de 1766, según el autor “es el que suele catalogarse como primer documento, primer
texto consagrado a la difusión moderna de libros”, CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, p. 5.
22
Según el criterio de CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, en este pontificado encontramos dos documentos
relativos al magisterio en comunicaciones sociales: Encíclica Nostis et nobiscum (1849), atajar el contagio de los malos
libros; y Encíclica Quanta cura (1864), doctrinas consideradas perniciosas.
23
BARAGLI, E., Comunicación Social y Comunión, Ediciones Paulinas, Bogotá 1980, p. 35. CIAURRIZ, M.Á., Iglesia y
Comunicación Social, Ediciones MCS, Santo Domingo 1991, p. 72. Este mismo autor en esta obra, en un elaborado
estudio, hace una triple clasificación del magisterio de la Iglesia en materia de comunicación: rechazo, desde Gregorio
XVI hasta Pío IX; apertura, desde León XIII hasta Pío XI; y, abrazo, a partir de Pío XII hasta nuestros días.
24
Siguiendo a CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, en este pontificado encontramos varios documentos:
Encíclica Etsi Nos (1882), necesidad de la apologética; Encíclica Cum multa sint (1882), contra la prensa que divide;
Encíclica Nobilissima gallorum gens (1884), contra las disensiones de la prensa; Encíclica Inmortale Dei (1985), la
libertad es para la verdad y para el bien; Encíclica Libertas praestantissimum (1888), precisiones sobre la libertad;
Encíclica Loginqua oceani (1895), la prensa: por la equidad y la justicia; Constitución Apostólica Officiorum ac
munerum (1897), actualización del Índice de libros prohibidos; y la Instrucción Nessuno ignora (1902), la prensa y la
acción popular cristiana.
25
Según la obra de CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, en este pontificado encontramos un documento
relativo al magisterio en comunicaciones sociales: Encíclica Pascendi (1906), sobre escritores católicos y corrientes
modernistas.

15
radio comenzó a extenderse, hasta que en Estados Unidos acabaron consolidándose las
emisoras comerciales ya en el pontificado de Benedicto XV (1914-1922)26.
1.1. PÍO XI: VIGILANTI CURA
El contexto histórico durante el pontificado de Pío XI (1922-1939)27 fue muy difícil.
Basta citar tres ejemplos: la Italia de Musolini, la consolidación de la URSS y la Alemania
de Hitler. En estos tres regímenes las comunicaciones de masas jugaron un papel
fundamental y esto va a influir en la concepción del mundo y de la Iglesia sobre ellas. En
este pontificado se inauguró la Radio Vaticana, desde la cual él mismo dirigió el primer
radio mensaje de un papa.
En este contexto, en 1936, Pío XI escribió la Carta Encíclica Vigilanti cura28, dedicada al
Cine. Se trata del primer gran documento magisterial sobre el fenómeno moderno de la
comunicación. Desde el inicio de la misma, el Santo Padre enmarcó este texto en una
iniciativa concreta llevada a cabo en Estados Unidos, donde el episcopado estadounidense
había promovido las llamadas “Legiones de la Decencia”. Estos grupos formados por laicos
se encargaban de valorar moralmente los productos cinematográficos. Mediante la Vigilanti
cura, el Papa deseaba que esta iniciativa se extendiera a todo el “orbe católico”. La posición
del Pontífice, centrada casi exclusivamente en el aspecto moral del producto
cinematográfico, es de claro acento apologético: llamó a continuar la “santa cruzada”
emprendida por los fieles americanos de las “Legiones de la Decencia”. En definitiva lo que
el Papa promovió es una organización efectiva de los católicos, que bajo la guía de los
pastores, ejercieran una presión en los productores de modo que grabasen películas que no
dañasen la moral de los espectadores.
En el seno de esta petición, encontramos la primera referencia a la vinculación de los
sacerdotes con el mundo de las comunicaciones. El Papa sugiere que los ministros


26
Según el criterio de CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, en este pontificado encontramos dos documentos
relativos al magisterio en comunicaciones sociales: Encíclica Ad Beatissimi (1914), sobre la libertad y moderación en
las opiniones; Encíclica Pacem Dei munus (1920), sobre los escritores católicos, escogidos de Dios. Igualmente, en este
pontificado encontramos la única carta encíclica publicada a día de hoy dedicada al oficio de la predicación Humani
generis redemptionem (1917).
27
Siguiendo nuevamente a CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, en este pontificado encontramos, además de la
Encíclica Vigilanti Cura, varios documentos relativos al magisterio en comunicaciones sociales: Encíclica Rerum
omnium (1923), San Francisco de Sales es declarado patrono de los periodistas; Encíclica Divinis Illius Magistri (1929),
información sobre libros y espectáculos; Carta Apostólica Con singolare compiacenza (1939), para promover buenas
lecturas y espectáculos educativos.
28
PÍO XI, Carta Encíclica Vigilanti Cura, 29 de junio de 1936, en: AAS 28, 1936, 249-263. El texto en castellano lo
encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 66-80.

16
ordenados jueguen un papel importante y fundamental en esta iniciativa: “es necesario que
los pastores de almas vigilen las películas producidas y ofrecidas universalmente al pueblo
cristiano [...] los pastores de almas encontraran ciertamente buenísimos colaboradores en
aquellos que militan en las filas de la Acción Católica”29. En esta colaboración entre los
pastores y los laicos, avanzando en la lectura de la Encíclica, hallamos como el Papa pide a
“todos los pastores de almas que procuren obtener de sus fieles que hagan cada año, como
sus hermanos americanos, la promesa de abstenerse de las películas que ofendan la verdad y
la moral cristiana”30. Esta promesa anual de los seglares venía precedida de la elaboración
de un listado de productos cinematográficos prohibidos. Para obtener este listado el Papa
pide a los obispos que se creen oficinas nacionales31, que valoren y publiquen las
valoraciones morales de las distintas obras cinematográficas.
Aunque usando las maneras y vocabulario de la época, encontramos como el Papa incide
en la necesidad de una implicación directa de los pastores. Primeramente, se dirige a los
obispos, responsables de la creación de estructuras como las “oficinas nacionales”, pero, en
un segundo momento, solicita a los “pastores de almas” que, apoyados por la Acción
Católica, promuevan entre sus fieles un compromiso firme de abstenerse de películas que
dañen su vida.
1.2. Pío XII: Miranda prorsus
En pleno siglo XX, antes de la llegada del Concilio Vaticano II, nos encontramos con el
pontificado de Pío XII (1939-1958)32. Entre su magisterio destaca el frecuente uso de los
radiomensajes y, sobretodo, la segunda encíclica dedicada en su totalidad a los medios de
comunicación -Miranda prorsus-; además, Pío XII creó el primer órgano vaticano dedicado
a los nuevos instrumentos de comunicación: La Comisión Pontificia para la Cinematografía
Didáctica y Religiosa33. Durante su pontificado se empezó a propagar, primero en EE.UU. y
más tarde en Europa, el uso doméstico de la televisión.


29
VC – Consecuencias prácticas: los standard de la producción.
30
VC – Propuestas concretas: la promesa.
31
VC – Propuestas concretas: las oficinas nacionales.
32
Según el criterio de CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet,, en este pontificado, además de la ya citada
encíclica, encontramos otros documentos relativos al magisterio en comunicaciones sociales: Encíclica Anni Sacri
(1950), la mentira usada como instrumento de lucha; Instrucción Musica Sacra (1958), la liturgia en los medios
mecánicos de comunicación.
33
Pío XII instituye en 1948 el primer organismo de la Santa Sede que se ocupa, aunque sea de manera muy limitada y
concreta, de tareas relativas a la comunicación: la Comisión Pontificia para la Cinematografía Didáctica y Religiosa. En

17
En su magisterio encontramos por primera vez un tratamiento de estos instrumentos
como una unidad; de hecho, la Carta Encíclica Miranda prorsus34, publicada en 1957, está
dedicada al cine, la radio y la televisión. Anteriormente, no se concebía a estos instrumentos
como un fenómeno unitario. Su objetivo, como el mismo Papa escribió, es “tratar de
recordar la doctrina cristiana relacionada con este tema, recomendar providencias necesarias
y ayudaros así a guiar con mayor seguridad la grey de Dios, confiada a vuestros cuidados, y
a precaverla de los errores y las imprudencias en el uso de los medios audiovisivos, cuya
tolerancia traería consigo un grave peligro para la vida cristiana”35.
Aunque como sus predecesores continúa poniendo el acento en la perspectiva moral, se
trata de un documento más amplio que la Vigilanti cura, ya sea en extensión como en el
ámbito de análisis que abarca. Por ejemplo, al enumerar las finalidades de técnicas
audiovisivas -información, enseñanza y espectáculo-, Pío XII apunta a la utilización de estos
medios en la educación católica: “deseamos que en la enseñanza católica sean
oportunamente empleados los medios audiovisivos para completar la formación”36. Este
acento positivo en la visión del empleo de la comunicación moderna para la acción pastoral
de la Iglesia, se ve refrendado en los próximos párrafos del texto; alabando las distintas
iniciativas que se llevan a cabo para la formación del espectador. Pío XII expresa su “más
entusiasta aliento para que sean introducidas y fomentadas en las escuelas y en las
universidades, en las Asociaciones Católicas y en las parroquias”37. Apunta no sólo a un
empleo académico de estas técnicas, sino que al introducir en este elenco “las parroquias”
alude explícitamente a ese uso pastoral.
En los distintos apartados de la Encíclica, el Santo Padre pasa de una exposición de temas
generales, aplicables a todos los medios de comunicación, a centrarse en aspectos relativos a
cada medio. En lo referente a las actividades radiofónicas, el Papa alaba a “los eclesiásticos
y los seglares” dedicados a este campo, a la vez que subraya que “es indispensable preparar
cuidadosamente a los sacerdotes y laicos destinados a tan importante actividad”38. Se trata


1952 pasará a llamarse Comisión Pontificia para la Cinematografía, y en 1954 se transforma en Comisión Pontificia
para el Cine, la Radio y la Televisión. En nuestro estudio veremos el desarrollo de esta comisión después del Concilio.
34
Pío XII, Carta Encíclica Miranda Prorsus, 8 de septiembre de 1957, en: AAS , 49, 1957, 765-805. El texto en
castellano en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 255-297.
35
MP – Introducción: motivo de la encíclica.
36
MP – parte general: Enseñanza.
37
MP – Parte general: educación de las masas.
38
MP – La radio: los programas religiosos.

18
de la primera vez que un texto magisterial alude de manera expresa a que un “eclesiástico”
se capacite para esta actividad, si bien, se centra en sacerdotes que por distintos motivos
están dedicados a este ministerio tan singular, y no a una preparación de todos los
sacerdotes en general.
La Encíclica concluye precisamente con un punto que se titula “exhortación al clero”, en
el que leemos lo siguiente:
“No podemos concluir estas enseñanzas nuestras, sin que recordemos, cuánta importancia ha de tener
(como en todos los campos del apostolado) la intervención del sacerdote en la actividad que la Iglesia
debe desplegar para favorecer y utilizar las técnicas de la difusión. El sacerdote debe reconocer los
problemas que el cine, la radio y la televisión plantean a las almas. [....] Debe saber servirse de ellas,
siempre que, según el prudente juicio de la Autoridad Eclesiástica, lo requieran la naturaleza de su
sagrado ministerio y la necesidad de llegar a un mayor número de almas. Debe, finalmente, cuando de
ellas se sirve para su uso personal, dar ejemplo a todos los fieles de prudencia, de moderación y de
sentido de responsabilidad”39.
A todos los sacerdotes les solicita tres cosas: proteger a las almas de los daños que
provienen de los medios, dar ejemplo en el uso personal que hacen de los mismos y, en
tercer lugar, saber servirse de ellos con permiso de la Autoridad y si las circunstancias lo
aconsejan. Tres acciones encargadas a los sacerdotes y que presuponen un conocimiento
previo de los instrumentos de comunicación, más allá de la formación teológica, moral o
pastoral.

2. EL CONCILIO VATICANO II
Cuando Juan XXIII (1958-1963)40 llega a la sede de Pedro, ya están girando en torno al
mundo una docena de satélites dedicados al desarrollo de la comunicación. Gracias a estos
nuevos medios, desde un gran número de hogares del primer mundo se podía contemplar a
través de la televisión el rostro del llamado “Papa bueno”. Y con este Pontífice, la Iglesia se
adentró en el primer concilio que se podía seguir casi en tiempo real: el Concilio Ecuménico
Vaticano II. Se trata sin duda del acontecimiento eclesial más importante de la Iglesia
contemporánea y sus enseñanzas han influido hasta nuestros días en las enseñanzas
magisteriales de los papas y en el modo en el que la Iglesia se ha presentado ante el mundo.


39
MP – Parte final: exhortación al clero.
40
Continuando con el criterio de CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, en este pontificado encontramos otros
documentos relativos al magisterio en comunicaciones sociales: Motu proprio Boni Pastori (1959), una Pontificia
Comisión para el cine, la radio y la televisión; Encíclica Ad Petri Cathedram (1959), dedicada el derecho a la verdad;
Encíclica Princeps Pastorum (1959), donde se trata la relación comunicación y evangelización; Encíclica Pacem in
terris (1963), el derecho a una información objetiva.

19
2.1. DECRETO CONCILIAR INTER MIRIFICA, SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

SOCIAL

El Decreto Inter mirifica sigue un esquema dual y equilibrado en extensión41: tras la


introducción que tiene dos artículos, vienen dos capítulos compuestos de nueve artículos
cada uno; el primero dedicado a los aspectos morales para el recto uso de los medios, y el
segundo centrado en el uso pastoral de los mismos; para concluir con tres artículos
dedicados a una serie de cláusulas prácticas.
Antes de entrar en el análisis de la literalidad del texto, y prescindiendo de polémicas y
juicios muy ligados a la época postconciliar, la Inter mirifica supone para la Iglesia un
momento magisterial clave. Que entre los dieciséis documentos del Concilio Vaticano II
emanara uno sobre los medios de comunicación social se debe contemplar como un
acontecimiento verdaderamente providencial42, más aún si tenemos en cuenta el posterior
avance de estos medios y cómo la cultura ha sido conformada por ellos.
El esquema de este documento es ya un mensaje, ya que toda la segunda parte está
dedicada al uso pastoral de los medios de comunicación. Uno de los componentes de la
subcomisión preparatoria del Concilio, encargados de la elaboración y presentación del
esquema definitivo en el Aula, el jesuita Enrico Baragli, comenta respecto al número trece
con el que se abre el capítulo segundo del decreto: “este artículo dirige una llamada urgente
a toda la Iglesia, sobretodo de enseñanza, porque pasa de repente y con decisión al uso de


41
PABLO VI, Decreto Conciliar Inter mirifica, 4 de diciembre de 1963, en: AAS 56, 1964, 145-157. El texto en
castellano lo podemos encontrar en: Documentos del Vaticano II. Constituciones, Decretos, Declaraciones, Madrid,
BAC 1972, 559-573.
42
El que fuera Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, el Cardenal Tarancón, que
participó activamente en el Concilio Vaticano II, afirmaba años más tarde en referencia a la elaboración de la Inter
mirifica, la importancia de la comunicación para el futuro del mundo y de la Iglesia, y a la vez reconocía la falta de
preparación para afrontarlos, en: Ecclesia 1892, 1978, p. 23 (823). Cfr. Nota 214.
Monseñor José María Cirarda Lachiondo, en una ponencia titulada “El Vaticano II: la apertura de la Iglesia a los MCS.
Experiencias de un padre conciliar”, afirma refiriéndose a la Inter mirifica: “el hecho de un decreto conciliar sobre los
medios de comunicación social era, en sí mismo, un verdadero acontecimiento. […] Hubiera sido alarmantemente
escandaloso que un Concilio ecuménico, reunido en la segunda mitad del siglo XX, no hubiera dirigido la atención al
mundo de las comunicaciones sociales. Éstas vienen construyendo un mundo nuevo a su imagen y semejanza ¿Cómo no
podía hablar de ellas un Concilio que sentía el deber de preparar la Iglesia para poder responder a los problemas del
mundo que nos toca vivir?”, en: Actas Congreso Internacional Iglesia y medios de comunicación social - El Magisterio
de la Iglesia Católica, Universidad Católica San Antonio de Murcia, Murcia 2000, p. 50.
Una de las personas que mejor ha estudiado en España de manera reciente el magisterio de la Iglesia en materia de
comunicación, la profesora de la Universidad Pontificia de Salamanca, Myriam Cortés Diéguez, afirma sobre la Inter
mirifica: “su brevedad en nada mengua el valor de su contenido, tan importante en aquel momento en que la Iglesia se
disponía con firmeza a abrirse con todas sus consecuencias”. La misma profesora habla de este documento como “la
fuente básica para desarrollos posconciliares importantes”, en: CORTÉS DIÉGUEZ, M., Los obispos españoles y los
medios de comunicación: Relaciones Iglesia-Estado, Magisterio y Pastoral, Publicaciones Universidad Pontificia de
Salamanca, Salamanca 2002, pp. 147. 149.

20
estos medios en la función pastoral. Se puede decir que por el contenido y por el tono, no
hay precedentes en el Magisterio eclesiástico”43. Pero, en concreto, qué dice el texto
referido por Baragli:
“Todos los hijos de la Iglesia, de común acuerdo, tienen que procurar que los medios de comunicación
social, sin ninguna demora y con el máximo empeño, se utilicen eficazmente en las múltiples obras de
apostolado [...] Por consiguiente, apresúrense los sagrados Pastores a cumplir su misión, ligada
estrechamente en este campo al deber ordinario de la predicación”44.
“Todos los hijos de la Iglesia”, entre los que se incluyen miembros laicos, consagrados y,
como no, los “pastores”, son urgidos a utilizar con eficacia los medios de comunicación. Se
trata no de una posibilidad, sino de un deber al que todos los miembros de la Iglesia son
llamados y urgidos con las siguientes expresiones: “sin ninguna demora”, “con el máximo
empeño” y en concreto a los sacerdotes se les dice “apresúrense”. Como tantas veces se ha
publicado en las últimas décadas, vemos una vez más como el Concilio en algunos aspectos
está todavía por aplicar.
No obstante, de este párrafo se extraen dos aseveraciones cuyas consecuencias tienen
mucho que ver con el tema que estamos abordando. Por un lado, se solicita que se utilicen
“con eficacia”. Al solicitar una verdadera eficacia, unida a la expresión citada anteriormente
“con el máximo empeño”, se está presuponiendo una actitud de máximos, ya sea a nivel
personal como eclesial. Esto conllevaría una preparación y formación sistemática
complementada con un manejo y praxis adecuada, como más adelante veremos que solicita
el mismo Magisterio. Por otro lado, el Concilio liga el deber que los sacerdotes tienen que
cumplir respecto a los instrumentos mediáticos con un deber que ya le es propio: la
predicación. Es cierto que previamente ha afirmado que los medios de comunicación deben
estar al servicio de “las múltiples obras de apostolado”, pero en concreto en el ministerio
sacerdotal se enlaza especialmente con el munus docendi. Ahondaremos sobre este aspecto
en el tema cuatro de esta asignatura.
Hemos iniciado el análisis de la Inter mirifica partiendo del número trece de la misma.
Este párrafo tendrá unas notables consecuencias en el desarrollo del magisterio posterior. En
ese momento intentaba provocar, como ya se ve desde el inicio del decreto, un cambio de
actitud y una manera positiva de afrontar la cuestión, ya que, como el mismo Concilio


43
BARAGLI, E., L’Inter mirifica, p. 402.
44
IM 13.

21
afirma, estos “inventos de la técnica [...] han abierto nuevos caminos para comunicar con
extraordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas de todo tipo”45.
Es al inicio del Decreto donde los padres conciliares exponen los motivos de este cambio.
Esta actitud positiva de toda la Iglesia ante los medios de comunicación no se debe dar por
razones de oportunidad, sino por razones puramente teológicas, ya que leyendo la historia
bajo el prisma de la fe estos “maravillosos inventos” se ven como un hecho de la
providencia. Además del hecho providencial, el Decreto presenta dos razones que enraízan
esta actitud positiva en una serie de criterios de orden pastoral: “La madre Iglesia sabe, en
efecto, que estos medios, si se utilizan rectamente, proporcionan valiosas ayudas al género
humano, puesto que contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar
y fortalecer el Reino de Dios; sabe también que los hombres pueden volver estos medios
contra el plan del divino Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una
maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada
frecuencia para la sociedad humana”46. Estas líneas de la Inter mirifica enmarcan el
desarrollo de todo el texto pero especialmente del primer capítulo47, que es la parte dedicada
a los aspectos morales y al recto uso recto de los medios de comunicación.
Antes de entrar a analizar otras citas, que hablan directamente de la relación de los
sacerdotes con los medios modernos de comunicación, no podemos obviar un tema que ya
apareció en la elaboración de este documento, que se discutió en el aula conciliar48 y que
llega hasta nuestros días: ¿la dedicación y el empeño en este mundo mediático no es algo
propio de la vocación seglar? Si el Magisterio de la Iglesia pide a los ministros ordenados
que asuman su misión respecto a los medios de comunicación ¿hasta dónde llegaría la
competencia de los seglares y hasta dónde la de los sacerdotes?49.
Basándonos en el número dos de la Inter mirifica, que acabamos de presentar, la Iglesia
sabe que estos medios contribuyen eficazmente a “descansar el espíritu y propagar el Reino
de Dios”. Estas dos acciones en sentido amplio o en sentido estricto son dos labores muy


45
IM 1.
46
IM 2.
47
Cfr. IM 4-12
48
Las discusiones en el Aula se encuentran en: Sacrosantum Concilium Oecumenicum Vaticanum Secundum. Schema
“De instrumentis Communications socialis”. Typis Polyglottis Vaticanis, 1962. De ello trata ampliamente Baragli, E.,
L’Inter mirifica, pp. 91-168. Y también PASCUAL, J. M., Los medios, pp. 15-131.
49
Hay un aspecto de nuestro estudio que viene a colación de esta pregunta –como es la secularidad del sacerdote
diocesano-, que será tratado en las conclusiones de este capítulo.

22
sacerdotales. También tenemos que tener en cuenta que la tarea eclesial de evangelizar es
tarea del Cuerpo Místico entero; es decir, respecto a los medios, el sacerdote en tanto en
cuanto conozca su lógica y los aprecie sabrá aportar, discernir, animar, enseñar en su recto
uso y, si las circunstancias lo sugieren usarlos, él mismo no sólo como posibilidad sino
también como deber.
Por lo tanto, desde el “espíritu” de este decreto podemos afirmar una premisa que
subsane esta dicotomía entre laicos y sacerdotes: la tarea de los laicos respecto a los medios
de comunicación es prevalente y si es a nivel profesional propia a su vocación, pero
igualmente le es propia al sacerdote. De ahí se deduce la dificultad de establecer una línea
en la cual el que interviene es el seglar o el que interviene es el sacerdote. El Concilio aclara
esta doble competencia que a su vez es diferenciada y complementaria:
“La Iglesia católica, fundada por Cristo el Señor para llevar la salvación a todos los hombres y, en
consecuencia, urgida por la necesidad de evangelizar, considera que forma parte de su misión predicar
el mensaje de salvación, con la ayuda, también, de los medios de comunicación social, y enseñar a los
hombres su recto uso. A la Iglesia, pues, le corresponde el derecho originario de utilizar y poseer toda
clase de medios de este género, en cuanto sean necesarios o útiles para la educación cristiana y para
toda su labor de salvación de las almas. A los sagrados Pastores les compete la tarea de instruir y
gobernar a los fieles [...] toca principalmente a los laicos vivificar con espíritu humano y cristiano
estos medios para que respondan plenamente a las grandes expectativas de la sociedad humana y al
plan divino”50.
A nuestro juicio, el riesgo de que los sacerdotes ocupen parte de la misión que le es
propia a los laicos no es tan grande, como el riesgo de que los sacerdotes se sientan
eximidos de su responsabilidad, bajo el pretexto de que esos menesteres son puramente
laicales51. De hecho, esta preocupación de una posible relajación de los “pastores” se haya
ya en la fase preliminar de la Inter mirifica. En uno de los encuentros del periodo
preparatorio del Concilio, la subcomisión encargada sugirió cinco criterios-base, que podían
servir para redactar el documento que entraría en el Aula para la discusión de los padres
conciliares. Entre estos cinco criterios, encontramos en quinto lugar el siguiente: “En lo que
respecta al clero: de una parte se urja a un mayor control requerido por la sagrada vocación;


50
IM 3.
51
Claudio Sorgi escribe en 1968 un artículo en el que subraya esta posible apatía: “En ciertos ambientes, sin embargo,
ha persistido una actitud de benévolo desinterés. Digo benévolo porque ya no podía ser un desinterés abiertamente
negativo tras la intervención del Concilio; pero podría subsistir siempre el desinterés que surgiría de la convicción de
que el cine y la televisión non son, en el fondo, más que frivolidades matizadas de una veleidosa pretensión cultural”,
SORGI, C., “El Concilio y las Comunicaciones Sociales”, en: Ecclesia 1391, 1968, p. 27 (795).

23
por otra parte se asegure una adecuada preparación teórica y práctica necesaria para la
específica praxis pastoral”52.
Llegados a este punto, cabe mencionar dos textos más, que aparecen en el segundo
capítulo de la Inter mirifica –dedicado al uso pastoral de los medios de comunicación- y que
exponen de manera directa la necesaria formación de los sacerdotes en este campo. En el
número catorce, el Decreto presenta de manera muy sintética algunas acciones que se
pueden llevar a cabo en el campo de la prensa, del cine, de la radio, de la televisión y del
teatro. Y afirma que “para proveer a las necesidades arriba indicadas han de formarse
oportunamente sacerdotes, religiosos y también laicos que cuenten con la debida
competencia para dirigir estos medios hacia los fines del apostolado”53. Si bien el Concilio
menciona expresamente el ministerio ordenado, habla de “sacerdotes”, dando a entender
que no deben ser todos sino más bien algunos que elegidos y preparados se dediquen a
contribuir en la provisión de estas necesidades.
Igualmente, de este texto se sustrae que esta necesaria formación va encaminada a
mejorar aspectos de los distintos “instrumentos”, es por ello que cabe reseñar un último
párrafo que amplía esta visión, complementando la necesidad de formación de cara a las
personas -usuarios- y alcanzando en su llamada a la formación a todos los candidatos al
sacerdocio54:
“Dado que el recto uso de los medios de comunicación social está al alcance de usuarios diferentes por
su edad y su cultura, y que exige en las personas una formación y una experiencia peculiar y adecuada,
es necesario fomentar, multiplicar y encauzar, según los principios de la moral cristiana, las iniciativas
aptas para conseguir este fin –sobre todo si están destinadas a los más jóvenes- en las escuelas
católicas de cualquier grado, en los seminarios55 y en las asociaciones de apostolado laical”56.


52
BARAGLI, E., L’Inter mirifica, p. 110. Los otros cuatro criterios son: “1) Antes que las leyes severas y poco claras, dar
lugar a la formación de las conciencias de los fieles para alcanzar un sentido más profundo de responsabilidad personal
en estos sectores; 2) La disciplina eclesiástica manifieste una actitud positiva más que negativa respecto a las nuevas
técnicas; 3) En los juicios: se distingan las clases de personas y el grado de condena, y se comuniquen las razones; 4) Se
dé a las Oficinas Nacionales una estructura canónica más en consonancia al mandato de que la jerarquía las ha
investido, y sobre este modelo se adapte también la censura eclesiástica de los libros.
53
IM 15. Cabe destacar que en el número catorce los padres conciliares, que son los que están exigiendo formación a
los sacerdotes, religiosos y también laicos, piden que se promuevan “emisoras católicas” cuyas emisiones “sobresalgan
por la debida perfección y eficacia”. Estamos de nuevo ante una exigencia de máximos.
54
El jesuita Enrico Baragli da entender que en esta doble cita del n. 15 y n. 16 habría en los obispos presentes en el
Concilio una idea de formación más especializada para algunos sacerdotes que se dedicarían a un ministerio especial y
particular, mientras que existiría también la inquietud de impartir a todo el clero “una formazione pastorale-didactica
che dovrebbe impartirsi a tutto il clero, chiamato ad adeguare tutto il proprio apostolato alle situación psico-socio-
morali create nel mondo odierno da questi strumenti”, en: BARAGLI, E., L’Inter mirifica, p. 439.
55
BARAGLI, E., L’Inter mirifica, p. 449, nota 13. Alude a las discusiones que hubo para incluir o no la palabra
seminario en este párrafo.
56
IM 16.

24
Con esta última cita del Decreto Conciliar Inter mirifica llegamos a la conclusión de que
los padres conciliares indicaron un camino de exigencia para el ministerio ordenado en
orden a una adecuada capacitación ante los nuevos instrumentos técnicos. Este llamamiento
se verá ampliado en posteriores documentos magisteriales, especialmente en la instrucción
pastoral que el mismo Concilio solicita57. Pero, cabe todavía preguntarnos ¿fue la Inter
mirifica el único documento del Concilio Vaticano II que expone esta necesidad concreta de
formación?
2.2. DECRETO CONCILIAR OPTATAM TOTIUS, SOBRE LA FORMACIÓN SACERDOTAL
Para responder a esta interrogante no podíamos dejar de analizar el texto conciliar que
trata directamente la formación en los seminarios. En él, los padres conciliares determinaron
las líneas fundamentales de la formación de los candidatos al sacerdocio en las
circunstancias actuales58.
Comienza el Decreto reflejando una de las preocupaciones del momento como era el
fomento de las vocaciones al ministerio ordenado. Es curioso encontrarnos una llamada al
empleo de los medios de comunicación en la promoción vocacional:
“El Santo Concilio recomienda, ante todo, los medios tradicionales de la cooperación común, como
son la oración constante, la penitencia cristiana y una más profunda y progresiva formación de los
fieles que hay que procurar, ya sea por la predicación y la catequesis, ya sea por los diversos medios
de comunicación social, en dicha formación ha de exponerse la necesidad, naturaleza y excelencia de
la vocación sacerdotal [...] promueva con celo y discreción toda la acción pastoral para el fomento de
las vocaciones, sirviéndose de todos los medios útiles que ofrecen las ciencias psicológicas y
sociológicas” 59.
Recordemos que la Optatam totius fue aprobada en el Aula Conciliar tras el Decreto Inter
mirifica. No podemos obviar la influencia directa del decreto sobre los medios de
comunicación social que se ve ya en este primer texto citado, con dos alusiones una directa
y otra indirecta. Directamente se pide el uso de “los diversos medios de comunicación

57
IM 23. Sobre este anuncio de una posterior instrucción pastoral encontramos un interesante artículo en la revista
Ecclesia, titulado “Actividad de la Comisión Conciliar para los Medios de Comunicación Social”. En él se anuncia que
la Comisión “dará a conocer en breve un instrumento para proseguir fructuosamente el diálogo que la Iglesia ha
entablado con el mundo moderno para llevarlo a Dios: la Instrucción para aplicar el decreto conciliar”. Afirma además
que “es muy significativo que el primer decreto conciliar promulgado haya sido precisamente el de los medios de
comunicación. Evidentemente para entrar en diálogo hay que conocer suficientemente los medios de expresión que usa
el interlocutor y saber emplearlos corrientemente”, en: Ecclesia 1321, 1966, p. 37 (2701).
58
PABLO VI, Decreto Conciliar Optatam Totius, 28 de octubre de 1965, en: AAS 58, 1966, 713-727. Edición en
castellano en: Documentos del Vaticano II. Constituciones, Decretos, Declaraciones, Madrid, BAC 1972, 381-402. Se
divide en seis partes: tras la invitación a concretar todas las normativas que se darán “a las circunstancias especiales de
lugar y tiempo”(n. 1), la primera parte se dedica al fomento de las vocaciones sacerdotales (nn. 2-3); la segunda, a la
organización de los seminarios mayores (nn. 4-7); la tercera, a la formación espiritual (nn. 8-12); la cuarta, a la revisión
de los estudios eclesiásticos (nn. 13-18); la quinta, a la formación pastoral (nn. 19-21); y la sexta, a la formación
después del seminario (n. 22), ya sea con la formación permanente como la especialización en una rama académica.
59
OT 2.

25
social” en el fomento de las vocaciones. Indirectamente se alude a la importancia de las
ciencias llamadas auxiliares, aunque en este caso sólo se cite la psicología y la sociología.
La importancia, a nuestro parecer, de este primer texto que hemos citado no está tanto en
la alusión directa a “los diversos medios de comunicación social”, sino -insistimos- en la
influencia del Decreto “primogénito” Inter mirifica en la mentalidad de los padres
conciliares60.
Pero el decreto sobre los seminarios toca de lleno nuestro argumento. En la cuarta parte
del mismo -nn. 13-18-, los padres conciliares abordan la revisión de los estudios
eclesiásticos. Uno de los objetivos de esta revisión, según especifica Optatam totius, es que
se capacite a los seminaristas para que las ciencias sagradas puedan “comunicarlas en modo
apropiado a los hombres de su tiempo”61. De esta invitación se deriva la necesidad de
adquirir un conocimiento teológico -contenido-, adecuado a las necesidades e inquietudes de
los hombres de hoy y, a su vez, la necesidad de adquirir una capacitación adecuada al
momento, en los canales que se pueden usar para transmitir el mensaje cristiano.
Dentro de esta cuarta parte del Decreto, hay una dedicada a la formación pastoral, en ella
leemos: “cultívese en los alumnos las cualidades convenientes, sobre todo las que se
refieren al diálogo con los hombres, como son la capacidad de escuchar a otros y abrir el
alma con espíritu de caridad ante las variadas circunstancias de las relaciones humanas”62.
Y, para ello, el Concilio especifica: “Enséñeseles también a usar los medios que pueden
ofrecer las ciencias pedagógicas, o psicológicas, o sociológicas, según los métodos rectos y
las normas de la autoridad eclesiástica. Instrúyaseles también para suscitar y favorecer la
acción apostólica de los seglares, y para promover las varias y más eficaces formas de
apostolado”63.
Son dos recomendaciones: “enséñeseles a usar los medios” de las ciencias auxiliares -
nuevamente se cita la psicología y la sociología, y se añade la pedagogía-; e “instrúyaseles

60
A este respecto se refiere también la profesora Myriam Cortés: “los padres conciliares pusieron de manifiesto su
notable capacidad de renovación en cuanto a la comprensión de las exigencias técnicas específicas de los medios de
comunicación social” en: CORTÉS DIÉGUEZ, M., Los obispos españoles y los medios, p. 155.
Jesús Iribarren afirma que “son siete y no uno los documentos conciliares que tienen que ver con los medios de
comunicación social: implícito reconocimiento de su omnipotencia y eficacia. […] se les menciona en la constitución
sobre liturgia, en la declaración sobre le educación cristiana, en el decreto sobre el apostolado de los seglares, en la
constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, en el decreto sobre actividad misional y en la declaración
sobre la libertad religiosa”, en: IRIBARREN, J., L’Inter mirifica, pp. 74-75.
61
OT 16.
62
OT 19.
63
OT 20.

26
para suscitar y favorecer la acción de los seglares” en “las más eficaces formas de
apostolado”. La primera recomendación, aunque no cita la comunicación, abre las aulas de
los seminarios a las ciencias auxiliares, es decir, aquellas que sin ser teológicas y filosóficas
pueden ayudar a transmitir el misterio de Dios. La segunda recomendación parece ser eco
de la disputa entre las competencias de los laicos y aquellas sacerdotales. Sin entrar en el
tema, que ya hemos mencionado anteriormente y que tendremos oportunidad de seguir
tratando, si parece que el texto conciliar, al hablar de “las varias y más eficaces formas de
apostolado”, está recogiendo algunas expresiones de la Inter mirifica64.
2.3. DECRETO CONCILIAR PRESBYTERORUM ORDINIS, SOBRE EL MINISTERIO Y LA VIDA
DE LOS PRESBÍTEROS

Una vez analizada la Optatam totius, nos encontramos con una serie de temas pastorales
transversales en el magisterio conciliar sobre el sacerdocio. Uno de ellos es la necesidad de
acudir a las llamadas “ciencias auxiliares” para tener mayor capacitación a la hora de
entablar “un diálogo con los hombres de nuestro tiempo”. El documento conciliar sobre el
ministerio y vida de los presbíteros no alude de manera directa a nuestro tema, si bien está
marcado por esta transversalidad.
El Concilio, en la Presbyterorum Ordinis65, nos puede ayudar a profundizar y a entender
mejor en qué consiste este aspecto propio de la teología sobre el sacerdocio. Comienza
afirmando que “el fin que buscan los presbíteros con su ministerio y con su vida es el
procurar la gloria de Dios Padre en Cristo. Esta gloria consiste en que los hombres reciben
conscientes, libremente y con gratitud la obra divina realizada en Cristo, y la manifiestan en
toda su vida”66. Una vez marcado el fin del ministerio y la vida presbiteral, el texto nos abre
un horizonte que va a ir repitiendo a lo largo de sus tres partes: “En consecuencia, los
presbíteros, ya se entreguen a la oración y a la adoración, ya prediquen la palabra, ya
ofrezcan el sacrificio eucarístico, ya administren los demás sacramentos, ya se dediquen a


64
Cfr. IM, 13. También en la Declaración sobre la educación cristiana: Gravissimum educationis, 4.
65
PABLO VI, Decreto Conciliar Presbyterorum Ordinis, 7 de diciembre de 1965, en: AAS 58, 1966, 991-1024. Edición
en castellano en: Documentos del Vaticano II. Constituciones, Decretos, Declaraciones, Madrid, BAC 1972, 337-380.
El Decreto está dividido en tres partes generales: el primer capítulo está dedicado al Presbiterado en la Misión de la
Iglesia (nn. 2-3) ; el segundo capítulo versa sobre el Ministerio de los Presbíteros (nn. 4- 11); por último, el tercer
capítulo se centra en las Vida de los Presbíteros (nn. 12- 21).
66
PO 2.

27
otros ministerios para el bien de los hombres, contribuyen a un tiempo al incremento de la
gloria de Dios y a la dirección de los hombres en la vida divina”67.
La vida de los sacerdotes tiene en lo que le es específico y en lo que le es accesorio un
mismo fin ministerial, el servicio a Dios y a los hombres. Este horizonte trata de ampliar el
ministerio sacerdotal a lo que anteriormente ha llamado “procurar la gloria de Dios” y lo
libra de reduccionismos y visiones a veces demasiado espiritualistas68, que el mismo decreto
no reduce al decir expresamente “ya se dediquen a otros ministerios”.
Según René Latourelle, “la comunicación aparece en lo sucesivo como una dimensión de
la fe cristiana, como un rasgo específico de la fe de la Iglesia […] el decreto Inter mirifica
sobre los medios de comunicación social declara en cualquier caso que han de formarse sin
demora sacerdotes, religiosos y también seglares que posean la debida pericia en el manejo
de estos medios para los fines del apostolado”69.

3. EL MAGISTERIO POSTCONCILIAR
Con el Motu proprio In fructibus multis70, del 2 de abril de 1964, se constituía la
Comisión Pontificia para las Comunicaciones Sociales. El Papa asumía así una de las
determinaciones del Concilio Vaticano II, que solicitaba un “organismo especial de la Santa
Sede”71 para estos asuntos. En 1966, el mismo Pablo VI quiso participar en la primera
asamblea plenaria de la nueva comisión y en el discurso que dirigió a los presentes les
recuerda una meta clara para este organismo: “vuestro Colegio, tiene como principal tarea la

67
PO 2. También encontramos referencias a este respeto en el decreto sobre la actividad misionera, donde se pide que
no falten en las misiones personas que sepan utilizar perfectamente los medios de comunicación, cfr. PABLO VI,
Decreto Conciliar Ad gentes divinitus (n. 26), 7 de diciembre de 1965, en AAS 58, 1966, 947-990. Traducción en
castellano en: Documentos del Concilio Vaticano II, pp. 476-530.
68
El Concilio no contrapone una visión sacerdotal que podíamos llamar tradicional a una visión que podíamos llamar
moderna. No se trata de elegir entre sacerdotes “clericales” y sacerdotes “mundanos”. Al afirmar nosotros que la
Presbyterorum Ordinis abre el horizonte nos estamos ciñendo a la literalidad del texto que, por ejemplo, en el número
ocho afirma “aunque se entreguen a diversas funciones, desempeñan con todo un sólo ministerio sacerdotal para los
hombres. Para cooperar en esta obra son enviados todos los presbíteros, ya ejerzan el ministerio parroquial o
interparroquial, ya se dediquen a la investigación o a la enseñanza, ya realicen trabajos manuales [...], ya desarrollen,
finalmente, otras obras apostólicas u ordenadas al apostolado. Todos tienden ciertamente a un mismo fin: a la
edificación del cuerpo de Cristo, que, sobre todo en nuestros días, exige múltiples trabajos y nuevas adaptaciones”; o
que en el número trece insiste “cuando es necesario, están dispuestos a emprender nuevos caminos pastorales”. Y, a la
vez, con nuestra afirmación no queremos caer en el error repetido tantas veces en la lectura del Concilio de contraponer
dos estilos sacerdotales antagónicos.
69
AA.VV. Universidad Gregoriana – Instituto Bíblico – Instituto Oriental, Vaticano II: balance y perspectivas
(Veinticinco años después 1962-1987), Ediciones Sígueme, Salamanca 1990, p. 1049.
70
PABLO VI, Motu proprio In fructibus multis, 2 de abril de 1964, en: AAS 56, 1964, 289-292. La traducción en
castellano en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 441-444.
71
IM 19.

28
elaboración de una instrucción pastoral para la aplicación del decreto Inter mirifica”72.
En 1988, con la Constitución Apostólica Pastor bonus73, promulgada por Juan Pablo II,
la Comisión Pontificia para las Comunicaciones Sociales es elevada de rango y pasa a ser
Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. De este dicasterio de la Curia
emanarán, entre otros tantos, dos de los grandes documentos magisteriales sobre las
comunicaciones sociales -Communio et progressio y Aetatis novae- que, veremos a
continuación.
Una tercera cuestión práctica había sido solicitada por el Concilio Vaticano II. Es por ello
que, en el año 1967, el arzobispo Martín J. O’Connor, Presidente de la Comisión Pontificia
para las Comunicaciones Sociales, dirigió una carta a todas las Conferencias Episcopales.
La finalidad de su misiva era animar a los prelados a iniciar la Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales y explicar el objetivo de la misma. En ese texto leemos en uno de
sus párrafos: “los medios de comunicación social ejercen en las conciencias de los hombres
de hoy una influencia absolutamente específica e inevitablemente están destinados a
acrecentarla más y más en el porvenir: de tal modo que la predicación adaptada de la
palabra divina, la educación cristiana, las relaciones entre los miembros de la Iglesia y las
que la misma Iglesia debe mantener con toda la sociedad humana, no podrán prescindir del
uso de dichos medios. [...] Es imprescindible resolver del modo mejor un problema de la
mayor actualidad e importancia”74. Hemos querido destacar este fragmento de la carta por la
alusión directa que hace a la predicación, tarea eminentemente sacerdotal perteneciente al
munus docendi.
Desde que In fructibus multis lanzara la Comisión hasta que ésta publicara la Communio
et progressio pasaron “siete años y cuatro esquemas”75. Se consultó al episcopado mundial,


72
PABLO VI, Alocución a los Consultores participantes en la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para las
Comunicaciones Sociales, 28 de noviembre de 1968, en: AAS 55, 1968, 808-810. El texto en castellano en:
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, p. 481. En referencia al número 23 del Decreto Conciliar Inter mirifica.
73
JUAN PABLO II, Constitución Apostólica Pastor bonus, 28 de junio de 1988, en: AAS 80, 1988, 841-912. El texto en
castellano en: Ecclesia 2386-2387, 1988, pp. 18-41.
74
ENEBRAL, A. M., Qué es la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Colección “Educación y medios de
comunicación social” 3, Secretariado Nacional de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, Madrid
1974, pp. 88-89. También en: Ecclesia 1335, 1967, p. 17 (505).
75
En el pormenorizado estudio de Javier María Pascual se presenta con detalle este periodo de redacción, en: PASCUAL,
J. M., Los medios, pp. 201-290.
Concretamente, sobre lo que nos ocupa en nuestro estudio, la formación en materia de comunicación de los candidatos
al sacerdocio, se encuentran redacciones previas al texto definitivo en: PASCUAL, J. M., Los medios, pp. 230-241.
Algunos detalles, que se recogen en el estudio de Pascual, en torno a la publicación llaman poderosamente la atención:
se trata de un texto “sometido a la aprobación del Santo Padre”. De hecho, sobre las firmas del documento puede leerse

29
se debatió en muchas naciones sobre este tema76, y el mismo Pablo VI (1963-1978) le quiso
dar un impulso constante77. En una alocución que mantuvo el Papa con distintos organismos
de las comunicaciones sociales les dirigió un mensaje cercano y directo que ahonda en el
tema que nos ocupa y que sin duda tuvo una notable influencia en el desarrollo magisterial
posterior:
“Tenemos dos razones principales (para simplificar y ser breves), que nos autorizan a convocaros, a
ponernos entre vosotros, a producir un episodio de comunicación social con esta misma celebración.
Conocéis y adivináis estas razones. La primera razón es que nosotros, también nosotros, somos adictos
a la comunicación social. Creemos poder decir, bajo este aspecto, que somos colegas vuestros, y que
hoy nos valemos de esta razón, digámoslo así, profesional, para marcar la profunda afinidad que existe
entre nuestra misión y vuestra actividad. No es una pretensión forzada. ¿Sabéis lo que somos? Somos
cultores Verbi, cultivadores de la Palabra, adoradores oyentes del Verbo de Dios; y cuando el Verbo
de Dios se hizo hombre y se expresó con voz humana, en el Evangelio, noticia de verdad y salvación,
de humildes discípulos nos convertimos en apóstoles, predicadores, misioneros, profetas, maestros,
servidores de una comunicación universal, de la fe y de la caridad.
Somos voz, somos como el Precursor de Cristo, voz que clama. Nuestra misión es anunciar sobre los
techos (Mt 10, 27) lo que ha sido confiado en el misterio de la iniciación cristiana y sacerdotal, y que
no es posible absorber personalmente en la intimidad de la oración, del estudio, de la experiencia
espiritual. Otra cosa es que nuestra voz resuene en el desierto, que le falte capacidad de hacerse
escuchar, que no tenga en torno a sí la masa de auditores que merece y ansía; un problema que toca en
parte al misterio de la salvación es, por otra parte, la pobreza de nuestros instrumentos de
comunicación; pero ahí está el hecho de que no pretendemos abusivamente inscribirnos en el álbum de
los promotores de la comunicación social; y en un puesto especial por el mandato y la naturaleza de
nuestra misión apostólica, y no ciertamente para presumir de nuestros méritos, ni desconociendo los
vuestros; un puesto típico, un puesto que señala el vértice de la comunicación social, por
espiritualidad, por necesidad, por universalidad. ¿Y es así, cómo no sentirnos gozosos, muy alegres de
encontrarnos hoy con vosotros, en la conciencia de nuestro ministerio y en el reconocimiento de
vuestra función? Que esto, señores, os manifieste que estamos en grado de comprenderos, de honraros,
de dialogar con vosotros, y tal vez, de ayudaros”78.


“el Sumo Pontífice Pablo VI ha aprobado esta Instrucción Pastoral sobre los Medios de Comunicación Social en todas y
cada una de sus partes y, confirmándola con su autoridad, ha mandado sea promulgada y observada por todos aquellos a
quienes concierne, sin que obste ninguna otra disposición contraria” (CP 187).
76
Enrico Baragli, en la tercera parte de su libro, dedica un amplio análisis de las reacciones en la prensa a este decreto,
en: BARAGLI, E., L’Inter mirifica, pp. 169-254.
77
Manteniendo el criterio de CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, en este pontificado, además de las
intervenciones ya citadas, encontramos otros documentos relativos al magisterio en comunicaciones sociales: Carta
apostólica Octogesima adveniens (1971), los medios de comunicación social, un nuevo poder en la civilización de la
imagen; Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (1975), evangelizar con los medios de comunicación social; y los
primeros doce mensajes para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
78
PABLO VI, Alocución a representantes del mundo de las comunicaciones sociales, 6 de mayo de 1967, en: AAS 54,
1967, 505-509.El texto en castellano en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 510-511.
En este mismo sentido, Juan Pablo II, en su primer viaje apostólico a España, en el año 1982, recibió a un nutrido grupo
de comunicadores sociales, en su discurso les decía: “Hay mucho de común entre vuestra misión y la mía, en cuanto
servidores que somos de la comunicación entre los hombres. Me corresponde a mi, de manera singular, transmitir a la
Humanidad la Buena Noticia del Evangelio, y con ella el mensaje de amor, justicia y paz de Cristo. Valores que tanto
podéis favorecer vosotros”, en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, p. 728.
También los obispos españoles en el Mensaje de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la
Conferencia Episcopal Española, con motivo de la XXXII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, escribían
refiriéndose a “los comunicadores de publicaciones y programas de contenido religioso-católico: “un servicio de
Iglesia, comparable con los de los predicadores, los catequistas y los animadores pastorales”, en: BOCEE 58, 1998, p.
56.

30
Este texto de Pablo VI muestra la belleza del Magisterio de la Iglesia y el grado de
madurez que alcanza después del Concilio Vaticano II. Sin embargo, nos gustaría resaltar
una frase que en estas líneas el Papa ha aportado como novedad para nuestro argumento: “la
profunda afinidad que existe entre nuestra misión y vuestra actividad. No es una pretensión
forzada”.
3.1. LA INSTRUCCIÓN PASTORAL COMMUNIO ET PROGRESSIO
El 18 de mayo de 1971, coincidiendo con la V Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales79, el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales publicó esta instrucción
pastoral80. La acogida fue excepcional en todo el mundo católico81, también en nuestro
país82. Sin duda, estamos ante el documento magisterial más significativo, ya que recoge el
mandato expreso del Concilio Vaticano II pero que a su vez determinará todo el Magisterio
eclesial posterior. Como el mismo documento dice de sí mismo “la Comisión Pontificia
para las Comunicaciones Sociales, según disposiciones del Concilio Vaticano II, después de
reunir peritos de todo el mundo, ha preparado esta Instrucción, más con la intención de
inaugurar una nueva etapa que de dar por terminada la anterior”83.
A este respecto, uno de los máximos expertos eclesiales de la comunicación social en
España, Jesús Iribarren84, en el prólogo a una edición de esta instrucción, afirmaba: “La


79
El Papa Pablo VI, en la Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales de 1970, lanza un mensaje de gratitud a
todos los que con tanto esfuerzo se están dedicando a las comunicaciones sociales en la Iglesia: “Quisiéramos
paternalmente alentar y estimular a todos los que en gran número, lo sabemos, sacerdotes, religiosos, religiosas y
seglares, se emplean con ardor en buscar, a través de los mass-media, un nuevo lenguaje para anunciar a los jóvenes
esta buena nueva”. PABLO VI, Mensaje para la IV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 15 de marzo de
1971, en: AAS 62, 1970, 456-458. El texto en castellano en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 541-546.
80
PONTIFICIA COMISIÓN PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Instrucción pastoral Communio et progressio, 23 de
mayo de 1971, en: AAS 63, 1971, 593-656. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis
a Internet, pp. 552-625. Esta instrucción pastoral publicada en 1971 da cumplimiento al mandato expreso del Concilio
Vaticano II -IM 23-. El documento consta de 187 números y se divide en tres partes: la parte primera, después de la
introducción, está dedicada a los principios doctrinales respecto a la comunicación social -nn. 6-18-. La segunda parte
se dedica a los medios de comunicación social en la sociedad humana -nn. 19-100-. La tercera y última parte analiza el
papel de los católicos en este campo (nn. 101-180). Y finalmente una conclusión.
81
Cfr. CIAURRIZ, M. A., Los medios, pp. 110-114.
82
Por ejemplo, a la presentación de la instrucción en Madrid, realizada por Monseñor Cantero Cuadrado, arzobispo de
Zaragoza y presidente de la Comisión Episcopal de Medios Comunicación Social, asistieron numerosos medios y el
Director General de Prensa, cfr. Ecclesia 1545, 1971, p. 9 (753). Igualmente, Rafael López Jordan escribe un
interesantísimo artículo, titulado “Repercusiones de la Instrucción sobre los Medios de Comunicación Social”, donde
recoge las ideas principales de los artículos escritos sobre la Instrucción de los distintos vaticanistas y periodistas del
momento, cfr. LÓPEZ JORDAN, R., Ecclesia 1548, 1971, pp. 23-25 (871-873).
83
CP 186.
84
Jesús Iribarren Rodríguez (Villareal de Álava 1912- Vitoria 2000), Doctorado en Filosofía y licenciado en Teología y
en Periodismo. Fue secretario general de la Conferencia Episcopal Española entre 1977 y 1982, y creador y director de
la Oficina de Estadística de la Iglesia Católica Española, además de director de la revista Ecclesia y de la agencia
Prensa Asociada, editorialista y consejero de redacción del desaparecido diario Ya de Madrid y de la Editorial Católica.
Fue director de la Oficina de Información en lengua española del Concilio Vaticano II y Secretario General de la Unión

31
Iglesia no tiene más remedio que preguntarse: ¿qué hay de bueno y de malo en todo este
proceso irreversible de comunicación a escala mundial? ¿cuál es el papel de los pastores y
cuál el de los profesionales católicos en la era de los mass media? La pregunta cogió
desprevenidos a los obispos en el II Concilio Vaticano […]. Contestaron un poco
vagamente, prometiendo para más tarde respuesta más meditada: es el documento que el
lector tiene entre manos”85. Entre las preguntas que este destacado experto plantea, una que
alude directamente a nuestra formación: “¿cuál es el papel de los pastores?”.
Si entramos de lleno en este documento nos encontramos en el proemio86 con una
definición de los fines de la comunicación –la comunión y el progreso humano-, una toma
de posición positiva por parte de la Iglesia respecto a ellos, una serie de alusiones
magisteriales -especialmente del Concilio Vaticano II- que ha tratado de profundizar en el
conocimiento de la comunicación social, y una llamada a la acogida de esta instrucción, ya
que “el recto uso de los medios de comunicación social recae en todo el Pueblo de Dios”87.
Expresamente en esta parte introductiva se menciona a los sacerdotes, que “según su
función”, pueden aportar su ayuda a este “recto uso”.
3.1.1. PRIMERA PARTE DE CP: CONTEMPLAR AL HOMBRE EN SU INTEGRIDAD, PREMISA
PARA COMUNICAR.

La primera parte del documento88, dónde se recogen los principios doctrinales, no hay
ninguna alusión explícita a los sacerdotes o seminaristas. Sin embargo, en la lectura de esta
visión cristiana de los medios de comunicación social, nos encontramos con axiomas que
involucran totalmente al ministerio ordenado en cuanto tal, al tratarse de las bases
fundamentales de toda la posterior reflexión teológica sobre la comunicación89.


Católica Internacional de Periodistas (UCIP). Durante años colaboró como consultor del Pontificio Consejo para las
Comunicaciones Sociales.
85
IRIBARREN, J. (Ed.), Comunión y progreso. Instrucción pastoral de la Santa Sede sobre los medios de comunicación
social, PPC, Madrid 1971, pp. 10-11. En la misma línea PASCUAL, J. M., Los medios, p. 315, resume la Communio et
progressio con las siguientes palabras: “no sólo extrae muchas de las fecundas consecuencias que Inter mirifica
encerraba en germen, sino que ciertamente perfecciona el magro planteamiento de los 24 números promulgados el 4 de
diciembre de 1963”.
86
Cfr. CP 1-5.
87
CP 4. En este mismo número, la Instrucción hace un llamamiento a los obispos y conferencias episcopales a poner en
práctica las enseñanzas recogidas en este documento y a “acomodarlas” a las “circunstancias concretas” de cada país.
En lo que respecta a nuestro tema, esta “adecuación” es importante y la analizaremos en nuestro estudio más adelante.
88
Cfr. CP 6-18.
89
Según Felicísimo Martínez, la Communio et progressio marca un hito: “los principios doctrinales que ofrece pueden
ser considerados como el primer ensayo en teología de la comunicación en el magisterio eclesial”, en: MARTÍNEZ DÍEZ,
F., Teología de la comunicación, BAC, Madrid 1994, p. 58.

32
A este respecto consideramos fundamentales las invitaciones que se realizan en orden a
la formación, que posteriormente serán concretadas en un sentido más práctico, pero que ya
se apuntan como necesidad teologal: “cuantos quieran situar debidamente los medios de
comunicación dentro de la historia de la Creación y de la Encarnación redentora, y asegurar
por ello su misma honestidad, tendrán que contemplar al hombre en su integridad y conocer
perfectamente la naturaleza de la comunicación social”90. El aprecio de la comunicación
social que, como se expone en los números anteriores, se enmarca dentro del plan divino,
necesita de estos dos criterios esenciales: una visión antropológica correcta y una mejor
comprensión de la comunicación social como fenómeno no meramente instrumental.
3.1.2. SEGUNDA PARTE DE CP: NECESIDAD DE ORIENTAR MORALMENTE LA

COMUNICACIÓN.

Con respecto a la segunda parte, y en concreto el primero91 de los dos capítulos, el que
versa sobre la influencia de los medios de comunicación social en la sociedad, encontramos
alusiones directas al ministerio ordenado. En un contexto dónde se habla de las bondades
que generan los medios de comunicación en el mundo actual -diálogo y colaboración,
facilidad de enseñanza, enriquecimiento del espíritu, etc.-, el documento aborda la
necesidad de superar las posibles dificultades que pueden traer consigo: informaciones
imprecisas, falta de profundidad en los temas, confusión entre lo bueno y lo malo, etc.
Es en este plano ético moral, donde la Communio et progressio hace un llamamiento, ya
que “la sociedad misma está asediada por estos males y que para remediarlos y corregirlos,
es necesaria la intervención de los padres y educadores, de los pastores de almas y de
cuantos han de procurar el bien común”92. Los sacerdotes entran dentro del grupo de
personas que han de procurar la defensa del bien común. En este aspecto concreto no
encontramos nada nuevo que no se haya repetido en el magisterio precedente. Continúa este
primer capítulo de la segunda parte con otros temas -opinión pública, el derecho a la
información, etc.- que forman parte del contenido de ese “bien común”.
Si pasamos al segundo capítulo93 de esta segunda parte, el que está dedicado a las
condiciones apropiadas para una actuación eficaz, nos encontramos con la misma llamada

90
CP 15. La formación vendrá indicada en los siguientes párrafos de este número, dirigida a los que llama “difusores” y
“receptores”.
91
Cfr. CP 19-62.
92
CP 22.
93
CP 63-100.

33
pero con matices más profundos que requieren nuestra atención: “Las autoridades civiles,
los pastores de la Iglesia, y los educadores deben cumplir sus propias funciones, de modo
que se obtenga plenamente el bien de la sociedad que estos medios nos permiten esperar”94.
Una vez que se ha realizado este elenco de responsables que deben mejorar la sociedad, a
éstos, entre los que se incluyen “los pastores de la Iglesia”, les “urge una formación que
inculque profundamente los principios que han de regir el uso de los medios de
comunicación social; principios que a todos afectan, pues los instrumentos de comunicación
social, enriquecen el entendimiento y el espíritu humano, con tal que se comprendan su
naturaleza y uso”95. Se trata, por tanto, de una formación urgente que no está centrada sólo
en aspectos de orden ético o moral, sino que incluye el conocer bien su naturaleza y uso. A
este tema de la formación dedica la instrucción ocho puntos dirigidos de manera muy
práctica a los distintos responsables, como receptores, y a los informadores.
Continúa el capítulo con temas relativos a la responsabilidad de los realizadores, de los
ciudadanos y las autoridades civiles, y también de todo “el pueblo de Dios, tanto los
pastores como los fieles, únanse animosamente a los intentos y esfuerzos de todos los
hombres de buena voluntad para que los instrumentos de comunicación social sirvan
eficazmente a la justicia, la paz, la libertad y el progreso humano”96.
3.1.3. TERCERA PARTE DE CP: LA ESPERANZA CATÓLICA DE LA COMUNICACIÓN.
La tercera parte de la instrucción, titulada la “acción de los católicos en torno a los
medios de comunicación”, incluye dos aspectos: qué añade la perspectiva católica a este
mundo y qué lugar deben ocupar los medios de comunicación en la vida del fiel cristiano.
Se divide en cuatro capítulos. En el primero de ellos va uno por uno haciendo llamadas a
los profesionales católicos, a los padres católicos, a los profesores, a los pastores… “se
invita a los obispos, sacerdotes, religiosos y seglares y a cuantos de cualquier manera
representan a la Iglesia, a que colaboren cada vez más en las publicaciones y a que
intervengan en las emisiones de radio, televisión y en el cine. Esta acción, para la cual
tienen que ser invitados y estimulados constantemente puede dar resultados sorprendentes.
Pero la naturaleza misma de los instrumentos de comunicación exige de cuantos los utilizan,


94
CP 63.
95
CP 64.
96
CP 100.

34
escribiendo, hablando, actuando, que estén perfectamente capacitados”97. La Communio et
progressio hace una llamada ferviente a todos los miembros de la Iglesia a que intervengan
en los medios de comunicación, pero pone una condición: la capacitación. Nos encontramos
nuevamente con una “exigencia” clara a la formación en esta campo. En los siguientes
puntos la Instrucción va a determinar lugares propios de esta formación:

- “las escuelas e instituciones católicas tienen que cumplir su importante papel en este
campo”98.

- “Los temas y cuestiones referentes a la comunicación social han de tener un lugar en


la enseñanza teológica, especialmente en la moral y la pastoral, siempre que se
aborden cuestiones relacionadas con este tema, y en sus líneas fundamentales; y
también, en los libros de catequética”99.
- “Para que no estén completamente alejados de las realidades de la vida y asuman sin
preparación la tarea apostólica, los futuros sacerdotes y los religiosos y religiosas,
durante su formación en seminarios y colegios, han de estudiar la influencia de estos
medios de comunicación sobre la sociedad humana y aprender su uso técnico. Esta
preparación es parte de su formación integral; ya que es una condición imprescindible
para ejercer un apostolado eficaz en una comunidad humana cada día más afectada por
los medios. Por ello es necesario que los sacerdotes, los religiosos y religiosas
conozcan como nacen las opiniones y criterios, y así puedan adaptarse a las
circunstancias del hombre actual, ya que la Palabra de Dios se proclama al hombre de
hoy y estos medios prestan un eficaz apoyo a esta proclamación. Los alumnos que
muestren una especial inclinación y capacidad en el uso de estos medios deben ser
preparados más específicamente”100.
Los lugares propios de la formación de los futuros sacerdotes en materia de medios de
comunicación son las universidades, facultades y los seminarios, y deberían estar
precedidos por una formación en la escuela. Pero, además de indicar los ámbitos de
formación, muestra además que esta enseñanza debe tener dos perfiles: uno transversal en la
formación teológica –sobre todo en temas de moral, pastoral y catequética- y otro definido y


97
CP 106.
98
CP 107.
99
CP 108.
100
CP 111.

35
sistemático como parte de la “formación integral” y como “condición imprescindible” para
un apostolado eficaz. Estos estudios deberían mostrar la influencia de los medios de
comunicación sobre la sociedad y capacitar para su uso técnico. El número 111 de la
Communio et progressio es uno de los párrafos magisteriales más decisivos en orden a la
formación de los sacerdotes en este ámbito de la comunicación.
Si pasamos al segundo capítulo de esta tercera parte de la Instrucción, dedicado a un
aspecto muy pastoral, hallamos una llamada fortísima al uso de estos medios en la misión
de la Iglesia:
“Cuantos tienen en la Iglesia la sagrada potestad, deben por medio de los instrumentos de
comunicación social, anunciar plena y constantemente la verdad, y esforzarse a la vez por que en ellos
se refleje la verdadera imagen de la Iglesia y de su vida. Y como estos instrumentos, muchas veces son
la única fuente y el único canal de noticias entre la Iglesia y el mundo, el prescindir de ellos sería
realmente enterrar los talentos recibidos de Dios”101.
Esta alusión evangélica de enterrar los talentos, precede a otra alusión similar: “Al igual
que los Apóstoles mismos usaron los medios de comunicación que tenían a mano, así
también ahora debe llevarse a cabo la misión apostólica por los más modernos medios e
instrumentos”102.
Está claro el mensaje de este documento de que hay que entrar en esta dinámica de los
medios de comunicación y, en este mismo capítulo, va a insistir en la necesidad de la
formación: “Ni que decir tiene, que la forma de realizarse todo esto [el apostolado a través
de los medios] ha de estar dictada por la naturaleza misma del medio de comunicación que
se utiliza. Pues es distinto el lenguaje del púlpito y el de los medios de comunicación. Y
nunca se insistirá bastante en que la dignidad de las obras religiosas no sea inferior a la de
las obras profanas”103. Por lo tanto, hay que conocer bien la naturaleza de estos medios,
cuidar bien el lenguaje y llegar a la excelencia de lo que se realiza en este campo.
El capítulo tercero, dedicado al “quehacer de los católicos en cada uno de los medios”,
donde enumera la prensa, el cine, la radio, la televisión y el teatro, incide de nuevo en este
elemento de la formación teórica y práctica: “Los que vayan a realizar este ministerio han
de ser escogidos con toda prudencia y cuidado y sólo cuando posean la formación y
prácticas debidas”104.


101
CP 123.
102
CP 126.
103
CP 128.
104
CP 152.

36
Culmina esta instrucción pastoral con un capítulo de orden muy práctico dirigido a tomar
conciencia de la necesidad de instituciones, personas y organización que trabajen en la
Iglesia en los medios de comunicación. Entre los fines principales se subraya que la “tarea
formativa, tanto de laicos como de eclesiásticos, es una de las principales obligaciones de
quienes dirigen la actuación de la Iglesia en este campo”105.
3.2. SEGUNDA PARTE DEL PONTIFICADO DE PABLO VI: LAS JORNADAS MUNDIALES DE

LAS COMUNICACIONES SOCIALES Y LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII


NUNTIANDI

Un año después de la publicación de la Instrucción pastoral Communio et progressio,


Pablo VI exhortaba “a los pastores, a los sacerdotes, a los religiosos, a los laicos, que se
dedican al servicio de los hermanos por medio de los instrumentos de comunicación social,
contribuyendo así a guiarles al encuentro con la verdadera luz que ilumina todo hombre (Jn
1, 9), expresamos nuestro más vivo aliento”106. Un aliento continuo que este Pontífice
insufló en sus decenas de intervenciones directas sobre la materia durante los quince años de
su pontificado107. Destaca la firma de todos los documentos del Concilio, que ya hemos
tratado, la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi y la celebración de la Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales108, promovida por el Concilio Vaticano II109, que
fue y sigue siendo una ocasión singular para ese magisterio cotidiano de los pontífices110.
En 1974, el mensaje para esa jornada se titula “comunicaciones sociales y
evangelización”. El Papa, analizando las urgencias en este campo, menciona dos
compromisos que la Iglesia debería adquirir con premura: la renovación en los métodos de
apostolado considerando “los nuevos instrumentos audiovisuales”, y la necesidad de
“recurrir a los instrumentos de comunicación social” en las zonas donde el apostolado
directo de la palabra no llegue. A este respecto, Pablo VI reconoce “que estos esfuerzos y
esta búsqueda se van realizando a través de la acción generosa y solidaria de los obispos,

105
CP 164. Cfr. CP 168. 170.
106
PABLO VI, Mensaje para la VI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 14 de mayo de 1972, en: AAS 64,
1972, 381-385. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 633-635.
107
Hasta 63 textos de Pablo VI, entre discursos, alocuciones, cartas, instrucciones, etc. recoge Pascual Cebollada en su
recopilación de textos magisteriales.
108
Un estudio del origen y de los fines de estas jornadas lo encontramos en ENEBRAL, A. M, Qué es la Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales.
109
IM 18.
110
CIAURRIZ, M. A., Los medios, p. 115. Sobre los mensajes de las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones
Sociales: “se trata de un valiosísimo aporte que beneficia, no tanto, o no sólo a la Iglesia Católica, cuanto a la sociedad
civil”.

37
sacerdotes, religiosos y laicos llenos de buena voluntad y competencia”111. Nos interesa
fijarnos en estas dos últimas palabras, donde el Santo Padre, que continuamente alaba y
anima a tantos fieles entregados a este apostolado, les suma la cualidad adquirida, la
necesidad de la competencia.
En la XI Jornada Mundial, Pablo VI aborda el fenómeno publicitario. Preocupado por el
contenido ético de esta actividad, sugiere “a los obispos, sacerdotes y a los seglares
comprometidos en las actividades pastorales, que aborden a los protagonistas del proceso
publicitario para entablar un diálogo sano y abierto, dentro del respeto de los intereses
recíprocos y del reconocimiento común del bien de la sociedad humana”112. Destacando otra
de las tareas eminentemente sacerdotales como es el acompañamiento a los profesionales,
así como, el diálogo con el mundo.
Con el Mensaje de la XII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Pablo VI
vuelve a insistir en la necesidad de la formación, en este caso de los “receptores”. El Papa
subraya la responsabilidad que al respecto tiene todo ministro: “Es necesario reservar a la
formación del receptor una consideración prioritaria tanto en el ámbito del ministerio
pastoral como, en general, en las tareas educativas [...] Las comunidades locales creyentes
tienen que ayudar a sus miembros en la selección, en la comprensión y en el juicio”113. Pero,
¿cómo realizar este acompañamiento pastoral si el que debe acompañar no tiene la debida
formación?
Otro hito importante de este pontificado es la tercera Asamblea General del Sínodo de los
Obispos sobre la Evangelización, celebrado en Roma en 1974, y la posterior exhortación,
que conmemora además el décimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.
Evangelii nuntiandi114 es una demostración del interés profundo del Papa Pablo VI por los
problemas de la evangelización en relación con la comunicación. Lo demuestra el capítulo
IV, todo él dedicado a los métodos y medios de evangelización, es decir, a la comunicación
en sentido amplio. Antes de citar esos medios el Papa insiste: “[a los] Pastores de la Iglesia,

111
PABLO VI, Mensaje para la VIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 26 de mayo de 1974, en: AAS
66, 1974, 347-349. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 646-
648.
112
PABLO VI, Mensaje para la XI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 22 de mayo de 1977, en: AAS 69,
1977, 333-336. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 667-671.
113
PABLO VI, Mensaje para la XII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 7 de mayo de 1978, en: AAS 70,
1978, 341-345. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 672-677.
114
PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, 8 de diciembre de 1975, en: AAS 68, 1976, 5-76. El texto en
castellano en: Ecclesia 1772. 1773. 1774., 1976, pp. 14-48, 77-81, 113-117.

38
incumbe especialmente el deber de descubrir con audacia y prudencia, conservando la
fidelidad al contenido, las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje
evangélico a los hombres de nuestro tiempo”115.
Seguidamente Pablo VI comienza una enumeración de los medios: el testimonio de vida,
una predicación viva, liturgia de la Palabra, la Catequesis, y antes de continuar con el
contacto personal, los sacramentos, y la piedad popular, sitúa la “utilización de los medios
de comunicación social”. Indicamos este orden por tratarse a nuestro parecer de una alusión
clara y directa al munus docendi. Dice el Papa:
“En nuestro siglo influenciado por los medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis
o el ulterior ahondamiento de la fe, no pueden prescindir de esos medios, como hemos dicho antes.
Puestos al servicio del Evangelio, ellos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de
audición de la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas. La Iglesia se
sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la inteligencia humana
perfecciona cada vez más. Con ellos la Iglesia "pregona sobre los terrados" (Mt 10, 27) el mensaje del
que es depositaria. En ellos encuentra una versión moderna y eficaz del "púlpito". Gracias a ellos
puede hablar a las masas.
Sin embargo, el empleo de los medios de comunicación social en la evangelización supone casi un
desafío: el mensaje evangélico deberá, sí, llegar, a través de ellos, a las muchedumbres, pero con
capacidad para penetrar en las conciencias, para posarse en el corazón de cada hombre en particular,
con todo lo que éste tiene de singular y personal, y con capacidad para suscitar en favor suyo una
adhesión y un compromiso verdaderamente personal”116 .
Con mucho equilibrio sitúa esta utilización en la predicación, si bien advierte de la no
absolutización de los mismos y de la necesidad de que toda evangelización llegue a la
“adhesión personal” sin quedarse en la masa.

3.3. PRIMEROS AÑOS DEL PONTIFICADO DE SAN JUAN PABLO II


En octubre de 1977, el Cardenal Karol Wojtyla acudió a la cuarta Asamblea General del
Sínodo de Obispos, que en esta ocasión el Papa Pablo VI quiso dedicar a la catequesis. Una
vez elegido Sucesor de Pedro será el encargado de firmar la Exhortación Catechesi
tradendae117, documento postsinodal que nos va a introducir en este pontificado. En el
capítulo sexto dedicado a los métodos y medios de la catequesis, lo primero que hace Juan
Pablo II es recordarnos la importancia de los medios de comunicación:
“Desde la enseñanza oral de los Apóstoles a las cartas que circulaban entre las Iglesias y hasta los


115
EN 40.
116
EN 45.
117
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Catechesi tradendae, 16 de octubre de 1979, en: AAS 71, 1979, 1277-1340.
Texto en castellano en: PUJOL BALCELLS, J.(Ed.), Juan Pablo II y la catequesis: con la Exhortación Apostólica
Catechesi tradendae, EUNSA, Pamplona 1986.

39
medios más modernos, la catequesis no ha cesado de buscar los métodos y los medios más apropiados
a su misión, con la participación activa de las comunidades, bajo impulso de los Pastores. Este
esfuerzo debe continuar.
Me vienen espontáneamente al pensamiento las grandes posibilidades que ofrecen los medios de
comunicación social y los medios de comunicación de grupos: televisión, radio, prensa, discos, cintas
grabadas, todo lo audio-visual. Los esfuerzos realizados en estos campos son de tal alcance que
pueden alimentar las más grandes esperanzas. La experiencia demuestra, por ejemplo, la resonancia de
una enseñanza radiofónica o televisiva, cuando sabe unir una apreciable expresión estética con una
rigurosa fidelidad al Magisterio. La Iglesia tiene hoy muchas ocasiones de tratar estos problemas —
incluidas las jornadas de los medios de comunicación social—, sin que sea necesario extenderse aquí
sobre ello no obstante su capital importancia”118.
El largo pontificado de San Juan Pablo II (1978-2005) va a ser muy rico en aportaciones
magisteriales sobre la comunicación social119. Entre otras cosas durante estos años aparece
el fenómeno de Internet, que ha modificado el horizonte de la comunicación y la sociedad
actual. Es también en su pontificado -como ya hemos indicado anteriormente- cuando el
organismo de la curia vaticana dedicado a estos temas adquiere el rango de Pontificio
Consejo.
Durante estos años la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales120 continúa
siendo la forma habitual de este magisterio que, como en ocasiones precedentes, sigue
subrayando la necesidad de una formación específica de los candidatos al orden sacerdotal.
Así, en 1981, diez años después de la publicación de la Communio et progressio, el Santo
Padre dedica su mensaje a “las comunicaciones sociales al servicio de la libertad del
hombre”. En él hace una llamada a la responsabilidad a los agentes de los medios y a los
receptores, y en este contexto lanza una pregunta y una propuesta: “La teología y la práctica
pastoral, la organización de la catequesis, la escuela -especialmente la católica-, las
asociaciones y los grupos católicos, ¿qué han hecho, concretamente, por este específico
punto crucial? Hay que intensificar la acción directa para la formación de una conciencia
crítica”121. E insiste un año más tarde con mayor contundencia en un objetivo explícito:
“Estos instrumentos pueden, por tanto, ser poderosos canales para la transmisión del Evangelio, ya sea
a nivel de preevangelización, ya de profundización ulterior de la fe […] Esto pide evidentemente: -


118
CT 46.
119
Según el compendio magisterial de Pascual Cebollada hasta 73 intervenciones se realizan durante este pontificado.
Igualmente, se recoge en esta obra un discurso a los representantes de la prensa internacional del brevísimo pontificado
de Juan Pablo I.
120
Existe una obra que recopila 25 mensajes de estas jornadas, todos de Juan Pablo II, los que van desde 1978 a 2003:
PÉREZ-LATRE, F. J., Los nuevos areópagos: 25 textos de Juan Pablo II en las Jornadas Mundiales de las
Comunicaciones Sociales, EUNSA, Pamplona 2003. El autor expresa que el estudio de los mismos ha superado todas
sus expectativas, “no sólo incluyen abundantes expresiones afortunadas y frases felices, sino que son fuente de
verdadera inspiración para los que trabajamos en ámbitos relacionados con la comunicación”, IBIDEM, pp. 16-17.
121
JUAN PABLO II, Mensaje para la XV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 31 de mayo de 1981, en:
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 710-717.

40
una profunda acción educativa, en la familia, en la escuela, en la parroquia, a través de la catequesis,
para instruir y guiar a los jóvenes a un uso equilibrado y disciplinado de los mass-media […] – una
cuidada y especifica formación teórica y práctica en los seminarios, en las asociaciones de apostolado
seglar, en los nuevos movimientos eclesiales, especialmente en los juveniles, no sólo para conseguir
un conocimiento adecuado de los medios de comunicación social, sino también para realizar las
indudables potencialidades en orden a reforzar el diálogo en la caridad y los vínculos de comunión”122.
El Papa toma muy en serio las comunicaciones sociales123 y quiere “una cuidada y
especifica formación teórica y práctica en los seminarios”. Parecía adelantar la publicación
del documento que en unos meses vería la luz.
3.4. “ORIENTACIONES SOBRE LA FORMACIÓN DE LOS FUTUROS SACERDOTES PARA EL
124
USO DE LOS INSTRUMENTOS DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL”

Este documento, emanado de la Congregación de la Educación Católica, el dicasterio


entonces responsable de la formación en los seminarios, es el que está centrado por entero
en la relación de la formación sacerdotal y la comunicación. Publicado en 1986 consta de
una introducción, dos partes y dos apéndices. Se trata de un texto muy breve que, en su
primera parte -nn. 9-13- aborda los principios generales de esta formación en los
seminarios; en su segunda parte -nn. 14-28- expone una serie de normas particulares para la
formación de los seminaristas en tres niveles: formación como receptores, formación
pastoral y formación especializada. Concluye con dos apéndices, uno está dedicado a citas
del Magisterio donde se pide, de manera más o menos explícita, la formación del clero en el


122
JUAN PABLO II, Mensaje para la XIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 19 de mayo de 1985, en:
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 756-764.
123
En 1983 se publica también el nuevo Código de Derecho Canónico, que dedica un buen número de artículos a la
materia que nos concierne. Destacamos sólo algunos, los relativos a nuestro estudio. El canon 747 § 1. “La Iglesia […]
tiene el deber y el derecho originario […] de predicar el Evangelio a todas las gentes, utilizando incluso sus propios
medios de comunicación social”. Muy similar es el canon 761. El canon 772 § 2. determina que “para hablar sobre
temas de doctrina cristiana por radio o televisión, se han de cumplir con las prescripciones establecidas por la
Conferencia Episcopal”. Sobre este canon 772 § 2. existe el Decreto General de la Conferencia Episcopal Española,
“Sobre la presencia de la Iglesia en los medios audiovisuales de comunicación social”. En su artículo número 3 los
obispos dictaminan que los “que intervienen en nombre de la Iglesia en los programas católicos de radio o televisión
han de destacar por su recta doctrina y por el testimonio de su vida cristiana y han de gozar de la debida idoneidad
científica y pedagógica”, en: BOCEE 11-12, 1986, pp. 115-117. Una vez más, la Iglesia muestra su conciencia clara de
una debida idoneidad o necesaria capacitación de sus miembros a la hora de afrontar los medios de comunicación
social. El canon 779 solicita el empleo de los medios en la catequesis. El canon 822 § 1. es muy claro: “Los pastores de
la Iglesia, en uso de un derecho propio de la Iglesia y en el cumplimiento de su deber, procuren utilizar los medios de
comunicación social”.
Complemento de los cánones del CIC es la “Instrucción sobre algunos aspectos relativos al uso de los instrumentos de
comunicación social en la promoción de la doctrina de la fe”, publicada en 1992 por la Congregación de la Doctrina de
la Fe, que más adelante comentaremos, en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 924-938.
Un magnífico estudio sobre estos aspectos jurídicos lo encontramos en: CRUAÑES CRUAÑES, G.A., El derecho a la
información en la iglesia, Revista Cuadernos Doctorales nº 11, Pamplona 1993, pp. 482-520.
124
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Orientaciones sobre la formación de los futuros sacerdotes para
el uso de los instrumentos de la comunicación social (=Orientaciones), 19 de marzo de 1986, en CEBOLLADA. P., op.
cit. pp. 765-822.

41
uso de los mass-media; y, la segunda, está dedicada a los posibles temas que se pueden
tratar en la formación de los seminaristas.
En la presentación del documento, el que fuera prefecto de esta congregación, el
Cardenal William Baum afirma que “a todos los institutos de formación sacerdotal se
impone hoy con gran urgencia un común núcleo de cuestiones fundamentales, acerca de la
conducta personal de los receptores, del uso personal de los mass media y de la formación
especializada para tareas particulares”. Y continúa escribiendo que estas “orientaciones”
tratan de “imprimir a toda la obra educativa de los seminarios una orientación más conforme
con las intenciones del Concilio Vaticano II y las exigencias espirituales de nuestros
tiempos”125.
Ya en la introducción encontramos la razón por la cual esta congregación publicó esta
serie de “Orientaciones”:
“El influjo siempre más vasto y profundo que en estos últimos decenios están ejerciendo los
instrumentos de la comunicación social en casi todos los aspectos, los sectores y las relaciones de la
sociedad, creando en ella nuevos problemas, ha inducido al Magisterio a multiplicar las enseñanzas y
normas, para tutela y provecho, no sólo de los fieles y de todo hombre de buena voluntad, sino
también de cuantos en el mundo de hoy, están llamados a ejercer el sacerdocio ministerial”126.
Ante “el influjo” de estos “instrumentos” en la sociedad donde ejercen el ministerio los
sacerdotes, este documento “se propone ofrecer algunos consejos, propuestas y directivas de
carácter más bien general, considerada la fluidez de la materia y la diversidad de situaciones
locales, para plantear recta y prontamente, y actuar eficazmente, cuanto el Magisterio y la
citada Ratio fundamentalis han dispuesto y sugerido”127. Este es el objetivo que, como se


125
La preocupación de los máximos responsables de la Iglesia es grande, como lo demuestra el Cardenal John Patrick
Foley, Presidente de la Pontificia Comisión de las Comunicaciones Sociales, en un discurso a la Unión Católica
Internacional, en el mismo año de la publicación de este documento, donde afirma que “la Iglesia marcha rezagada en
los medios de comunicación”. Analizando las posibles soluciones afirma: “Todo seminario y casa religiosa de
formación necesitará preparación para utilizar los medios de comunicación con miras a transmitir el mensaje de Cristo”,
en: Ecclesia 2265-66, 1986, p. 66 (634).
126
“Orientaciones” 4.
127
“Orientaciones” 6.
Leemos en el número 68 de la Ratio: “Dado que en la cultura de hoy, los hombres se forman y mueven, no tanto por
libros y profesores, cuanto, cada día con más amplitud, por los medios audiovisuales, es en sumo grado necesario que
los sacerdotes estén capacitados para utilizarlos y utilizarlos bien, sin adoptar una postura pasiva ante ellos, sino estando
siempre preparados para enjuiciarlos. Esto no puede conseguirse si en el Seminario no se educan por medio de hombres
preparados y de experimentos orientados a este fin y llevados a cabo con prudencia y moderación, acompañadas de una
formación teórica y práctica, de forma que puedan valerse por sí mismos y formar a los fieles en lo referente a estos
medios, y utilizarlos eficazmente en el apostolado”. CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Ratio
Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, 6 de febrero de 1970, en AAS 62, 1970, 321-384. En la nueva edición de 1985
no varía este número, aunque entre la edición de 1970 y la de 1985 se publicara la Communio et progressio.
Hay otro documento de la Congregación para la Educación Católica, Instrucción In ecclesiasticam futurorum, sobre la
formación litúrgica en los Seminarios, 3 de Junio de 1979, En: Enchiridion Vaticanum VI, 1980, p. 1044. En la Parte II:
La enseñanza de la Sagrada Liturgia en los Seminarios, en el n. 58 dice: "Es además particularmente necesario que los

42
dice también en el presente documento, se debe plasmar con posterioridad en las respectivas
Ratio de las conferencias episcopales, de los programas de estudio y reglamentos de los
seminarios128.
La Congregación publicó estas “Orientaciones”, tras un estudio pormenorizado de cómo
se iba impartiendo esta formación en los seminarios del mundo, con el fin de “averiguar si
la iniciación y la formación en este campo era de hecho advertida y actuada y en qué forma.
De las respuestas recibidas resultó que en la mayor parte de los centros de formación
eclesiástica el problema era advertido; sin embargo, o por errónea individuación del objeto y
del ámbito específico de dicha iniciación y formación, o por falta de distinción entre sus
finalidades y niveles, faltaban aún casi completamente programas definidos y orgánicos;
además, a menudo faltaban personas preparadas para afrontarlos y desarrollarlos; por
último, en muchos casos, se constató la escasez de subsidios técnicos y de medios
económicos”129.
Una vez advertidas las dificultades que en general existe en la formación sacerdotal del
momento, el documento entra en materia con la primera parte del mismo, titulada
“principios comunes” –nn. 9-13-. Ésta se centra en trazar una división por niveles en la
formación de los futuros sacerdotes en lo referente a la comunicación social130:

- “El primero, "de base", se refiere a la adecuada y específica formación de los


receptores, es decir, a todos los lectores, espectadores y auditores de los mass media;
ha de impartirse, por tanto, a todos los alumnos de seminario indistintamente en cuanto
todos están incluidos entre los receptores.
- El segundo, "pastoral", se refiere a la futura actividad sacerdotal, sea para poder
formar a su vez a los fieles al recto uso de los mass media, sea para poder los mismos
sacerdotes hacer un válido uso de ellos en el apostolado; ha de impartirse, por tanto, a
todos los futuros sacerdotes.
- El tercer nivel "de especialización", se refiere a "cuantos ya operan los mass media o


alumnos reciban lecciones sobre el arte de hablar y de expresarse con gestos, así como acerca del uso de los
instrumentos de comunicación social”.
128
“Orientaciones” 5.
129
“Orientaciones” 5. Para nuestro estudio, en septiembre de 2009, solicitamos al Prefecto de la Congregación para la
Educación Católica la posibilidad de acceder al archivo de dicha congregación y estudiar lo relativo a esta encuesta y al
presente documento. La petición fue denegada por lo que no conocemos los puntos concretos que se plantearon dicha
encuesta.
130
Esta división ya está apuntada en la Communio et Progressio, cfr. 107-111.

43
que, mostrando especial inclinación, deben ser preparados más específicamente a su
uso", como asimismo a cuantos se encaminan a la enseñanza y formación sobre los
mass media en los dos primeros niveles”131.
Debemos notar que en esta triple división, no sólo se fijan unos niveles, sino que también
se apunta quienes serían los destinatarios de cada una de ellas. Todo ello queda detallado en
los siguientes números del documento, donde se especifica cómo debe ser una formación
integral, incluyendo una “apropiada praxis”132. Concluye esta primera parte, solicitando que
los encargados de esta formación en los seminarios tengan una buena formación doctrinal y
específica de la materia de comunicación.
La segunda parte de este documento –nn.14-28-, titulada “normas particulares”, entra a
detallar en qué consistiría la formación en los seminarios siguiendo los tres niveles
anteriormente citados. El primer nivel, llamado de base, se centra en la formación como
“receptores” desde un aspecto eminentemente moral. El segundo nivel, que el documento
llama “formación pastoral”, que se impartirá “todos los que se preparan al ministerio
sacerdotal, debe proponerse tres finalidades: a) adiestrar a los interesados al uso correcto de
los instrumentos de la comunicación social y, en general, de toda técnica de expresión y de
comunicación, en las actividades pastorales, cuando las circunstancias lo consientan; b)
formarlos, en este campo, como maestros y guías de los demás (receptores en general,
educadores y cuantos operan los mass media) con la enseñanza, la catequesis, la
predicación, etc., y como asesores, confesores, directores espirituales; c) sobre todo,
sensibilizarlos y prepararlos a una necesaria continua adecuación de su futura actividad
pastoral, incluida la de inculturación de la fe y de la vida cristiana en las diversas Iglesias
particulares a un mundo psicológica y socialmente condicionado por los mass media y por
la tele(infor)mática”133.
3.5. LA INSTRUCCIÓN PASTORAL AETATIS NOVAE
El documento más importante sobre comunicación del pontificado de Juan Pablo II es la
Instrucción pastoral Aetatis novae134. Este texto no hubiera sido posible sin el cambio de

131
“Orientaciones” 9.
132
“Orientaciones” 11.
133
“Orientaciones” 20. Sobre este tema profundizaremos en el tercer capítulo de la tesis.
134
PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Instrucción Pastoral Aetatis novae, 22 de febrero de
1992, en: AAS 84, 1992, 447-468. El texto en castellano en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 887-919.
Su contenido se divide en cinco partes y un anexo: la primera parte está dedicada al análisis del contexto en el que las
comunicaciones sociales se han desarrollado sobre manera (nn. 4-5); la segunda parte versa sobre la tarea o finalidad de

44
visión que, en la Iglesia y fuera de ella, se produjo en torno a estas materias. La visión
instrumental pasa a un segundo lugar, mientras que la visión cultural empieza a ocupar un
puesto prevalente, como se percibe en las siguientes afirmaciones magisteriales:
- “la cuestión que hoy se plantea la Iglesia es […] la de encontrar los mejores
lenguajes de comunicación que le permitan dar todo su impacto al mensaje
evangélico”135.
- “que las parroquias y comunidades locales presten una atención renovada a las
diversas implicaciones de estos medios y a su influencia en la sociedad, en la familia y
en los individuos, especialmente en los niños y en los jóvenes”136
De hecho, la Carta Encíclica Redemptoris missio137 ya apuntaba en esta dirección, como
podemos leer en uno de los párrafos más conocidos y comentados del magisterio sobre
comunicaciones:
“El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la
humanidad y transformándola —como suele decirse— en una aldea global. Los medios de
comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento
informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales,
familiares y sociales. Las nuevas generaciones, sobre todo, crecen en un mundo condicionado por
estos medios. Quizás se ha descuidado un poco este areópago: generalmente se privilegian otros
instrumentos para el anuncio evangélico y para la formación cristiana, mientras los medios de
comunicación social se dejan a la iniciativa de individuos o de pequeños grupos, y entran en la
programación pastoral sólo a nivel secundario. El trabajo en estos medios, sin embargo, no tiene
solamente el objetivo de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, porque la
evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo. No basta, pues,
usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el
mensaje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación moderna. Es un problema complejo,
ya que esta cultura nace, aun antes que de los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos
modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos comportamientos sicológicos”138 .


las comunicaciones sociales, entendidas como un servicio (nn. 6-11); la tercera parte se dedica a los retos de ese
momento para alcanzar el ideal propuesto anteriormente (nn. 12-15); la cuarta parte se centra en las prioridades
pastorales en el campo de los medios de comunicación (nn. 16-19); en la quinta y última el documento subraya la
necesidad de una planificación pastoral en este sentido (nn. 20-21). Es por ello que el documento cuenta con un anexo
(nn. 23-33) donde se propone un modelo para esta planificación y los elementos que deberían componerlo.
135
JUAN PABLO II, Mensaje para la XXIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 7 de mayo de 1989, en:
AAS 81, 1989, 969-973. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp.
850-854.
136
JUAN PABLO II, Mensaje para la XXV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 12 de mayo de 1992, en:
AAS 83, 1991, 987-989. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp.
884-886.
137
JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptoris missio, 7 de diciembre de 1990, en: AAS 83, 1991, 249-340. El texto en
castellano en: Carta Encíclica Redemptoris missio, PPC, Madrid 1992.
138
RM 37.

45
El aspecto cultural, que consagra aquí el Santo Padre, trae dos consecuencias que él
mismo señala en el texto: se trata de evangelizar una cultura y eso no se puede hacer “por
iniciativas de individuos o de pequeños grupos”.
Respuestas que tratará de dar la nueva instrucción pastoral Publicada en 1992 por el
Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales139, conmemoraba el veinte aniversario
de la publicación de la Communio et progressio. Como afirma Juan Pablo II “la nueva
instrucción pretende completar, pero no sustituir, la básica instrucción pastoral Communio
et progressio”140.
En el inicio de la Instrucción encontramos un título a la misma que resume bien su
contenido: “una revolución en las comunicaciones”. El Magisterio va a comenzar a hablar
decididamente de “fenómeno cultural” en torno a la comunicación: “este tipo de expresión
[…] subraya que lo que saben y piensan los hombres y mujeres de nuestro tiempo está
condicionado, en parte, por los medios de comunicación; la experiencia humana como tal ha
llegado a ser una experiencia de los medios de comunicación”141. Bajo este prisma, de la
comunicación como cultura superando la concepción instrumentalista, es como se va a
desarrollar este documento. De hecho, con este escrito el Pontificio Consejo anima “a los
pastores y al pueblo de Dios a que profundicen el sentido de todo lo que se refiere a las
comunicaciones y a los medios de comunicación y a traducirlo en proyectos concretos y
realizables”142.


139
Antes de la Instrucción Aetatis novae, en el año 1989 este dicasterio publicó otros dos documentos: “Pornografía y
violencia en las comunicaciones sociales: una respuesta pastoral”, en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp.
855-868; y “Criterios de colaboración ecuménica e interreligiosa en las comunicaciones sociales”, en: IDEM, pp. 878-
882. En concreto el primer documento -Pornografía y violencia en las Comunicaciones Sociales, Una respuesta
pastoral, 29- da mucha importancia al tema que nos ocupa: “En donde sea posible, la Iglesia está llamada a colaborar
con otras iglesias cristianas, comunidades y grupos religiosos a fin de enseñar y promover el mensaje. Debe igualmente
empeñar a sus personas e instituciones en una acción formativa al uso de los medios de comunicación social. En este
campo los padres merecen una asistencia y atención especial. Por estos motivos, la formación a la comunicación
debería ser parte de los programas educativos de las escuelas católicas y de otras iniciativas educativas de la Iglesia, así
como en la formación de los seminarios. Cabe decir lo mismo para los programas de formación permanente del clero y
la catequesis parroquial de jóvenes y adultos. Tanto sacerdotes como religiosos y religiosas que trabajan en la educación
pastoral deberían comenzar por ellos mismos, dando ejemplo de discernimiento en medios escritos y audiovisuales”.
140
JUAN PABLO II, Alocución a la Plenaria del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, 20 de marzo de
1992, AAS 85, 1993, 344-346. El texto en castellano lo encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet,
p. 920. Encontramos un buen comentario a esta instrucción en CORTÉS DIÉGUEZ, M., Los obispos españoles y los
medios, pp. 170-177.
141
AN 2.
142
AN 3. Muchas son las alusiones directas que en la Aetatis novae vamos a encontrar a nuestro tema, de hecho en este
mismo número tres, la Instrucción considera que la labor de los medios de comunicación es un “apostolado capital”,
que ejercen “obispos, clérigos, religiosos y laicos”.

46
En la primera parte (nn. 4-5) se va describiendo el contexto de las comunicaciones
sociales, profundizando en el factor cultural que estas suponen y reconociendo que “todo
esto tiene importantes consecuencias pastorales”143. En la segunda parte (nn. 6-11), renueva
la idea de Communio et progressio de que las comunicaciones sociales deben servir para la
comunión en cinco vías: al servicio de las personas y las culturas; al servicio del diálogo con
el mundo actual; al servicio de la comunidad humana y del progreso social; al servicio de la
comunión eclesial; y al servicio de una nueva evangelización. Para ello, “si la Iglesia ha de
comunicar su mensaje, adaptándolo a cada época y también a las particulares culturas de las
diferentes naciones y pueblos, hoy en día debe hacerlo de forma especial con la cultura de
los nuevos medios de comunicación”144.
Junto a la consagración del aspecto cultural en el Magisterio, encontramos también la
consagración de que la comunicación debe ser planificada en la Iglesia. En la cuarta parte de
esta instrucción (nn. 16-19), en la quinta parte (nn. 20-21), y en el Anexo (nn. 23-33) se nos
presenta una propuesta práctica de estos planes, ya que “el trabajo de los medios de
comunicación no es sólo una actividad suplementaria y añadida a las demás de la Iglesia:
ciertamente las comunicaciones sociales tienen que desempeñar un papel en todos los
aspectos de la misión de la Iglesia. Por ello, no hay que contentarse con tener un plan
pastoral de comunicaciones, sino que es preciso que las comunicaciones formen parte
integrante de todo plan pastoral, ya que ellas tienen una contribución que dar a todo
apostolado, ministerio o programa”145. Sin nombrar directamente a los sacerdotes, el
presente documento señala por un lado que su vida está permeada por una cultura concreta
muy marcada por las comunicaciones sociales y que, por lo tanto, la comunicación debe
entrar a formar parte del día a día de su “apostolado”, de su “ministerio” y de su
“programa”.
La Aetatis novae concluye que para que esta “inmersión cultural” se dé con naturalidad
es necesaria “la educación y la formación para las comunicaciones sociales”, que “deben
formar parte integrante de la formación de los agentes de pastoral y de los sacerdotes”146. Y
de manera más práctica aún recuerda en el anexo, sobre como elaborar un Plan Pastoral de


143
AN 4.
144
AN 8.
145
AN 17.
146
AN 18. Precisamente en este número la Instrucción hace referencia íntegra al documento “Orientaciones” de la
Congregación para la Educación Católica.

47
comunicación147, que se debe “proponer posibilidades de educación en materia de
comunicación, presentándolas como componentes esenciales de la formación de todos los
que se han comprometido en la actividad de la Iglesia: seminaristas, sacerdotes, religiosos y
religiosas o animadores laicos [...] Proponer cursos talleres y seminarios de tecnología,
gestión, ética y política de los medios de comunicación, destinados a los responsables de la
Iglesia en este campo, a los seminaristas, a los religiosos y al clero. [...] Señalar nuevas
estrategias de evangelización y catequesis mediante la aplicación de las tecnologías de
comunicación y las comunicaciones sociales”148.
3.6. SEGUNDA PARTE DEL PONTIFICADO DE SAN JUAN PABLO II
El año 1992 fue muy prolífico en intervenciones magisteriales de enorme trascendencia y
en casi todas ellas encontramos contribuciones importantes a nuestro tema de estudio. No
podemos dejar de mencionar una de las aportaciones más trascendentales del pontificado de
San Juan Pablo II: el Catecismo de la Iglesia Católica. Dividido en cuatro partes –credo,
sacramentos, moral y oración- supone un compendio seguro y pormenorizado de la fe de los
católicos. En su tercera parte, la que se dedica a los mandamientos, en concreto en el octavo
mandamiento, encontramos un apartado titulado “el uso de los medios de comunicación
social”149. Aunque no aporta directamente nada al tema que nos atañe, creíamos importante
reseñar la incorporación de la materia de comunicación a un texto como éste.
También en 1992, la Congregación para la Doctrina de la Fe publica un documento
titulado “Instrucción sobre algunos aspectos relativos al uso de los instrumentos de
comunicación social en la promoción de la doctrina de la fe”150. Sin apartarse del campo de

147
En la revista Ecclesia, junto a la publicación íntegra de la Exhortación, encontramos una editorial, titulada Pastoral
de las Comunicaciones, en la que se ofrece una reflexión que consideramos importante destacar: “Si la Iglesia, sobre el
papel, ya venía alentando un compromiso con los medios, en la práctica los agentes de pastoral lo han ignorado más de
la cuenta, por insuficiente sensibilidad, por falta de formación específica, por miedo a su complejidad. La instrucción
pretende dar un vuelco a estas actitudes y promover una adecuada prioridad a este campo”, en: Ecclesia 2575, 1992, p.
5 (541). Entre las causas de esta ignorancia que destaca el editorialista, dos que tocan de lleno nuestro estudio: “falta de
formación específica” y “miedo a su complejidad”.
148
AN 28.
149
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, Asociación de Editores del Catecismo, Madrid 1992, nn. 2493-2499. Un
estudio muy exhaustivo sobre la comunicación y el Catecismo lo encontramos en DESANTES-GUANTER, J. M.,
Comunicación Social – El proceso informativo en el Catecismo de la Iglesia Católica, Unión Editorial, Madrid 1998.
En esta obra, el autor no se ciñe sólo al análisis de este apartado sino que “su redacción consiste en exponer distintos
textos, que en el Catecismo se hayan dispersos, desde la perspectiva concreta de la información”, IBÍDEM., p. 19
150
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre algunos aspectos relativos al uso de los
instrumentos de comunicación social en la promoción de la doctrina de la fe, 30 de marzo de 1992, en: CEBOLLADA, P.
(Ed.), Del Génesis a Internet, págs. 924-938. La Instrucción se divide en cuatro apartados: Parte I: “Responsabilidad de
los pastores en general”; Parte II: “aprobación o licencia para las diversas clases de escritos”; Parte III: “El apostolado
de los fieles en el campo editorial y, en particular, la actividad editorial católica”; Parte IV: “Responsabilidad de los
superiores religiosos”. El mismo texto en la introducción explica la naturaleza de esta instrucción: “la Congregación

48
competencia de este dicasterio, este texto trata de aspectos muy prácticos en el ejercicio de
la difusión evangélica que compete a toda la Iglesia, pero muy en particular a los sacerdotes.
Comienza esta instrucción recordando que “entre los instrumentos más eficaces de que
hoy se dispone para la difusión del mensaje evangélico se encuentran ciertamente los
medios de comunicación social. La Iglesia no solamente afirma su derecho a utilizarlos (cf.
c. 747), sino que exhorta a los Pastores a servirse de ellos en el cumplimiento de su misión
(cf. c. 822 § 1)”. Pero para que esta misión sacerdotal se ejerza conforme al querer eclesial,
la Instrucción va a proponer seguidamente la importancia de asumir el Magisterio de la
Iglesia en esta materia. Cita algunos textos de particular relevancia: el Decreto del Concilio
Vaticano II Inter mirifica y las Instrucciones pastorales del Pontificio Consejo para las
Comunicaciones Sociales Communio et progressio y Aetatis novae, y el documento
Orientaciones sobre la formación de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos
de la comunicación social, publicado por la Congregación para la Educación Católica. La
inclusión del documento “Orientaciones” en este elenco da a entender la importancia que le
da la Sagrada Congregación al papel de los sacerdotes respecto a los medios y a la
formación que éstos deberían recibir.
También en 1992 se publica la Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores Dabo
Vobis151, sobre la formación de los sacerdotes en el mundo actual. Se trata de la aportación
más importante del magisterio posterior al Concilio respecto a la vida y ministerio de los
presbíteros. En la parte dedicada a la formación sacerdotal en su aspecto intelectual, Juan
Pablo II afirma: “Para una comprensión más profunda del hombre y de los fenómenos y
líneas de evolución de la sociedad, en orden al ejercicio, “encarnado” lo más posible, del
ministerio pastoral, pueden ser de gran utilidad las llamadas ciencias del hombre, como la
sociología, la psicología, la pedagogía, la ciencia de la economía y la política, y la ciencia
de la comunicación social. Aunque sólo sea en el ámbito muy concreto de las ciencias
positivas o descriptivas, éstas ayudan al futuro sacerdote a prolongar la contemporaneidad


para la Doctrina de la Fe, en su misión de promover y tutelar la doctrina de la fe y las costumbres, ha considerado
oportuno publicar la presente Instrucción, de acuerdo con la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las
Sociedades de Vida Apostólica, y después de haber consultado también al Pontificio Consejo para las Comunicaciones
Sociales. En este Documento se presenta nuevamente y de forma orgánica la legislación de la Iglesia sobre esta materia.
Recordando las normas canónicas, aclarando las disposiciones, desarrollando y determinando los procedimientos a
través de los cuales han de ser aplicadas, la Instrucción se propone, pues, alentar y ayudar a los Pastores en el
cumplimiento de su deber (cf. c. 34)”.
151
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis, 25 de marzo de 1992, en: AAS 84, 1992, 658-804. El
texto en castellano en: Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis, Palabra, Madrid 1992.

49
vivida por Cristo. Cristo, decía Pablo VI, se ha hecho contemporáneo a algunos hombres y
ha hablado su lenguaje”152. Nos encontramos ante un apunte teológico de enorme calado,
ya que la misión del sacerdote es presencializar a Cristo, Cabeza y Pastor, y las “ciencias del
hombre”, entre las que se encuentra la “ciencia de la comunicación social”, ayudan al
sacerdote a prolongar la contemporaneidad de Cristo.
Como consecuencia de la Pastores dabo vobis, la Congregación para el Clero publica dos
años más tarde otro documento que es referente en el magisterio sobre el sacerdocio:
“Directorio para el Ministerio y la Vida de los Presbíteros”153. Recogiendo las ricas
enseñanzas doctrinales, trata de hacer aplicaciones prácticas y más o menos regladas. Al
tratar el tema de la formación sacerdotal, expresa con especial acento que “una exigencia
imprescindible para la formación intelectual de los sacerdotes es el conocimiento y la
utilización, en su actividad ministerial, de los medios de comunicación social. Éstos, si están
bien utilizados, constituyen un providencial instrumento de evangelización, pudiendo llegar
no sólo a una gran cantidad de fieles y de alejados, sino también incidir profundamente
sobre su mentalidad y sobre su modo de actuar”154.
Otra congregación vaticana, en este caso la de los Obispos, publicó años más tarde el

152
PDV 52. Esta cita se encuentra en el Capítulo V de la Exhortación, que esta íntegramente dedicado a la formación de
los candidatos al sacerdocio.
153
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el Ministerio y la Vida de los Presbíteros, 31 de enero de 1994, en:
Directorio para el Ministerio y la Vida de los Presbíteros, Edice, Madrid 2013. Este documento fue publicado
nuevamente el 14 de enero de 2013, bajo el pontificado de Benedicto XVI, con algunas modificaciones.
154
“Directorio” 77. En la edición de 2013, este párrafo se encuentra en el número 95, y sólo sufre una modificación:
dónde leemos “utilización” añade “utilización prudente”.
No es la única alusión de este directorio a las comunicaciones sociales. Por ejemplo, tratando el tema de la predicación:
“la predicación no se puede reducir a la comunicación de pensamientos propios, experiencias personales, simples
explicaciones de carácter psicológico, sociológico o filantrópico y tampoco puede usar excesivamente el encanto de la
retórica empleada tanto en los medios de comunicación. Se trata de anunciar una Palabra de la que no se puede disponer
porque ha sido dada a la Iglesia a fin de que la custodie, examine y transmita fielmente” (n. 45). Y abundando en el
mismo tema: “a la luz de la Palabra de Dios, puede dar vida a muchas situaciones y ambientes en que el sacerdote
desempeña su ministerio. Para ser eficaz y creíble, es importante, por esto, que el presbítero conozca, con constructivo
sentido crítico, las ideologías, el lenguaje, los entramados culturales, las tipologías difundidas por los medios de
comunicación y que, en gran parte, condicionan las mentalidades” (n. 46). Y tratando el tema del celibato: “En el hacer
uso de los medios de comunicación, como agentes o usufructuarios, observen la necesaria discreción y eviten todo lo
que pueda dañar la vocación” (n. 60).
Estos tres textos citados del Directorio de 1994 se mantienen en la edición de 2013, cambiando eso sí la situación en el
documento: n. 45 pasa a n. 62; n. 46 pasa a n. 23; y n. 60 pasa a n. 82. Además en la Presentación de la edición de 2013,
el Cardenal Mauro Piacenza, Prefecto de la Congregación para el Clero, afirma: “El buen conocimiento de las ciencias
humanas […]para afrontar con la cabeza alta los desafíos del laicismo; la valoración y el uso de los medios de
comunicación de masa como ayuda para un anuncio eficaz de la Palabra; la espiritualidad eucarística como
especificidad de la espiritualidad sacerdotal […] y de la cual depende el sentido del celibato […]; la relación con la
jerarquía eclesiástica y la fraternidad sacerdotal; el amor a María, Madre de los sacerdotes[…]. Estos y otros son los
temas que se afrontan sucesivamente en este Directorio, en un paradigma claro y completo, útil para purificar ideas
equívocas o distorsionadas sobre la identidad y la función del ministro de Dios en la Iglesia y en el mundo, y que sobre
todo puede ser realmente una ayuda para cada presbítero a sentirse orgullosamente miembro especial de ese maravilloso
plan de amor de Dios que es la salvación del género humano”.

50
“Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos: Apostolorum Successores”155. En el
capítulo quinto, dedicado al munus docendi, el Directorio recoge todo un apartado titulado
“El Obispo y los medios de comunicación social”. Tras una introducción sobre la
importancia de los medios de comunicación en la Nueva Evangelización, y recordando
doctrinas anteriores sobre la responsabilidad de los fieles como usuarios de los mismos y la
necesidad de alentar a los profesionales en su tarea (n. 137), el Directorio trata de la
“transmisión de la doctrina cristiana mediante los instrumentos de comunicación social”.
Destacamos un texto por su particular importancia en lo concerniente a nuestro tema:
“Los Pastores de la Iglesia deben saber utilizar tales instrumentos en el cumplimiento de su misión,
conscientes de la notable eficacia que de ello deriva para la difusión del Evangelio. En primer lugar,
compete al Obispo organizar el modo de transmitir la doctrina cristiana a través de los medios de
comunicación, estimulando a tal fin la generosa contribución de fieles, clérigos, religiosos, miembros
de las Sociedades de vida apostólica y laicos. En el plan pastoral diocesano esté previsto también el
tema de los medios de comunicación social. Si las circunstancias lo requieren, es deseable que el
Obispo elabore un plan pastoral diocesano para las comunicaciones sociales. […]
Entre los diferentes aspectos de la formación pastoral de los seminaristas, no debe faltar el uso de
estos medios. Para una adecuada enseñanza, el Obispo se servirá de profesionales bien preparados en
las diversas técnicas, sin perder de vista el fin último de esta actividad, es decir, la salvación de las
almas y el mejoramiento real de las personas”156 .
Juan Pablo II insta a toda la Iglesia y de manera constante a llevar a cabo una profunda
convicción que “para cumplir con su misión, la Iglesia necesita hacer un uso más amplio y
más efectivo de los medios de comunicación social”157. Y para ello, “los comunicadores
cristianos necesitan una formación que los capacite para trabajar con eficacia en un
ambiente mediático como éste”158. En estos mensajes anuales de las Jornadas Mundiales de
las Comunicaciones Sociales, el Papa va respondiendo a los cambios que iba trayendo la
aparición y extensión de Internet: “es importante que las comunidades cristianas piensen en
medios muy prácticos de ayudar a los que se ponen en contacto por primera vez a través de


155
CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos: Apostolorum Successores,
22 de febrero de 2004, en: Apostolorum Succesores, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2004. Este
extensísimo documento cuenta con un total de nueve capítulos, en concreto, siguiendo la clasificación clásica de las
tareas episcopales –“munus”, el capitulo 5 está dedicado al “Munus docendi”, el capitulo 6 al “munus satificandi” y el
capitulo 7 al “munus regendi”. En el capítulo 5 señala cuatro ámbitos particulares de la “tarea educativa” del Obispo: a)
El Obispo, Doctor auténtico de la Iglesia; b) El Obispo, moderador del ministerio de la Palabra; c) El Obispo, primer
responsable de la catequesis; d) El Obispo y los Medios de Comunicación. Podemos afirmar que este punto “d”
constituye la cristalización en la relación del munus docendi y los medios de comunicación social.
156
AS 138.
157
JUAN PABLO II, Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 31 de mayo de 1992, en:
AAS 84, 1992, 990-993. El texto en castellano lo podemos encontrar en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet,
pp. 938-942.
158
JUAN PABLO II, Mensaje para la XXXII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de mayo de 1998, en:
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 1008-1011.

51
Internet, para pasar del mundo virtual del ciberespacio al mundo real de la comunidad
cristiana”159.
Ante este fenómeno, el Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales publica en el
año 2002 dos documentos “Ética en Internet”160 y “La Iglesia e Internet”161, el primero
dedicado a los problemas morales y el segundo intentando dar una visión más amplia y de
conjunto. Destacamos especialmente este segundo porque al tratar el hecho de Internet en su
totalidad, aborda los aspectos relativos a la educación y formación:

- “En la medida de lo posible la planificación pastoral de los medios de comunicación


debería prever esta formación para los seminaristas, los sacerdotes, los religiosos y el
personal laico como maestros, padres y estudiantes”162;
- “Sacerdotes, diáconos, religiosos y agentes pastorales laicos deberían procurar
formarse en los medios de comunicación para saber hacen buen uso de las
posibilidades de las comunicaciones sociales sobre las personas y la sociedad, de
modo que les ayude a adquirir un estilo de comunicación que hable a las sensibilidades
y a los intereses de la gente que vive inmersa en una cultura mediática”163.
San Juan Pablo II en el último año de su pontificado dona a la Iglesia el que será el
último documento papal que tiene como objeto las comunicaciones sociales en su totalidad.
En su última Carta Apostólica, titulada el “Rápido desarrollo”164, el Papa expone una
concepción eclesial sobre la comunicación muy rica en matices que, además, toca de lleno
nuestro argumento:
“La Iglesia, de hecho, no está llamada solamente a usar los medios de comunicación para difundir el
Evangelio sino, sobre todo hoy más que nunca, a integrar el mensaje de salvación en la “nueva
cultura” que estos poderosos medios crean y amplifican. La Iglesia advierte que el uso de las técnicas


159
JUAN PABLO II, Mensaje para la XXXVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 12 de mayo de 2002, en:
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 1142-1146.
160
PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Ética en Internet, 22 de febrero de 2002, en:
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 1103-1122. Este documento cuenta con el antecedente de la
publicación en el año 2000 de otro documento del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, titulado Ética
en las comunicaciones sociales. También en este segundo texto encontramos importantes referencias a nuestro tema, y
en su número 26 leemos: “Sería un gran bien para la Iglesia que un mayor número de personas que tienen cargos y
cumplen funciones en su nombre se formaran en el uso de los medios de comunicación. Esto no vale solamente para los
seminaristas, para miembros de comunidades religiosas en periodo de formación y para los jóvenes laicos católicos;
vale para todo el personal de la Iglesia”, en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 1054-1087.
161
PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, La Iglesia e Internet, 28 de febrero de 2002, en:
CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 1122-1142.
162
IeI 7.
163
IeI 11.
164
JUAN PABLO II, Carta apostólica El rápido desarrollo, 24 de febrero de 2005, en: AAS 97, 2005, 265-276. La
traducción castellana la encontramos en: CEBOLLADA, P. (Ed.), Del Génesis a Internet, pp. 1162-1175.

52
y tecnologías de comunicación contemporáneas forman parte de su propia misión en el tercer milenio.
Consciente de esta responsabilidad, la comunidad cristiana ha dado pasos significativos en el uso de
los medios de comunicación para la información religiosa, para la evangelización y la catequesis, para
la formación de los agentes de pastoral en este sector y para la educación de una responsabilidad
madura en los usuarios y destinatarios de los diversos instrumentos de comunicación”165.
A principios del siglo XXI este documento magisterial valora positivamente los pasos
que se han ido dando en orden a una “formación de los agentes de pastoral”. Sin embargo,
el mismo Juan Pablo II reconoce que “el fenómeno actual de las comunicaciones sociales
estimula a la Iglesia hacia una especie de revisión pastoral y cultural que le haga capaz de
afrontar, de manera adecuada, el cambio de época que estamos viviendo. Son los Pastores,
sobre todo, quienes deben hacerse intérpretes de esta exigencia: es importante preocuparse
de que la propuesta del Evangelio se haga de modo incisivo y promueva su escucha y
acogida”166. Los logros conseguidos hasta este momento, que el Papa no especifica, no
deben hacer a la Iglesia sentirse autocomplacida. Hay que continuar con los esfuerzos de
revisión pastoral que, como la misma carta apunta, recaen sobre todo en los Pastores.
3.7. PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI
Con la llegada de Benedicto XVI la línea magisterial en materia de comunicación
mantiene la misma dirección. La concepción integral, de que estamos ante una nueva
cultura muy marcada por las comunicaciones sociales167, hacen que la Iglesia se plantee esta
ciencia no desde un punto de vista instrumental sino como algo esencial a su misión. El
Papa dirigiéndose al dicasterio competente en estas materias les resumía su razón de ser con
estas palabras: “Al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales le corresponde [...]
ejercer un servicio de orientación y de guía para ayudar a las Iglesias particulares a
comprender la importancia de la comunicación, que constituye ya un elemento necesario e
irrenunciable de todo plan pastoral”168.


165
RD 2.
166
RD 8.
167
Encontramos esta idea en el magisterio de Benedicto XVI en el Mensaje de 2011 en la Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales: “la propagación de la comunicación a través de Internet […] nos encontramos ante una vasta
transformación cultural. Junto a ese modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y
de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión”, BENEDICTO XVI,
Mensaje para la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2011, en: AAS 103, 2011, 123-
126. El texto en castellano en: Ecclesia 3573, 2011, 23-24, (847-848).
168
BENEDICTO XVI, Discurso a la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, 29 de
octubre de 2009, en AAS 101, 2009, 929-932. El texto en castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3492, 2009, 28-
29. Una idea que se ve plasmada también en hechos, ya que la comunicación entrará a formar parte de su magisterio
más relevante. Por ejemplo, en la Carta Encíclica Deus caritas est, el Papa considera los medios de comunicación de
masas en esa perspectiva de caridad y afirma que ellos ayudan a la humanidad a estar más cerca, “ahora se puede contar
con innumerables medios para prestar ayuda humanitaria a los hermanos y hermanas necesitados” (n. 30). O en la Carta

53
Así año tras año, Benedicto XVI va desgranando en los mensajes de las Jornadas
Mundiales de las Comunicaciones Sociales su magisterio. En una de ellas, el tema elegido
fue la infancia y el Papa exhortaba a que “educar a los niños para que hagan un buen uso de
los medios es responsabilidad de los padres, de la iglesia y de la escuela. El papel de los
padres es de vital importancia. […]. Para llevar a cabo eso, los padres deberían contar con el
estímulo y ayuda de las escuelas y parroquias, asegurando así que este aspecto de la
paternidad, difícil pero gratificante, sea apoyado por toda la comunidad”. Y casi al final del
mensaje, Benedicto XVI afirma: “las parroquias y los programas escolares, hoy en día,
deberían estar a la vanguardia en lo que respecta a la educación para los medios de
comunicación”169. Una educación que necesita de una formación cuidada de los formadores.
Para entender esta formación Benedicto XVI ponía este ejemplo: “sentíos comprometidos a
sembrar en la cultura de este nuevo ambiente comunicativo e informativo los valores sobre
los que se apoya vuestra vida. En los primeros tiempos de la Iglesia, los Apóstoles y sus
discípulos llevaron la Buena Noticia de Jesús al mundo grecorromano. Así como entonces la
evangelización para dar fruto, tuvo necesidad de una atenta comprensión de la cultura y de
las costumbres de aquellos pueblos paganos, con el fin de tocar su mente y su corazón, así
también ahora el anuncio de Cristo en el mundo de las nuevas tecnologías requiere conocer
estas en profundidad para usarlas después de manera adecuada”170.
Con ocasión del Año Sacerdotal, Benedicto XVI dedicó el mensaje de la Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales a la relación de los presbíteros con la
comunicación171. Bajo el título "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos
medios al servicio de la Palabra", el Papa dirige a los ministros ordenados una serie de
enseñanzas que son fundamentales para la defensa de nuestro argumento.
Su Santidad va a mantener en todo el mensaje un tono muy positivo, pero al inicio del
mismo dirá que el mundo digital y la comunicación es “un ámbito pastoral vasto y
delicado”, que por lo tanto requiere de reflexión no de improvisación. “Su reciente y amplia

Encíclica Caritas in veritate, donde analiza los comunicación desde una perspectiva de justicia “se necesita que los
medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén
expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y
sobrenatural” (n. 73).
169
BENEDICTO XVI, Mensaje de la XLI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2007, en:
AAS 99, 2007, 92-94. El texto en castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3362, 2007, 24-25 (732-733).
170
BENEDICTO XVI, Mensaje de la XLIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2009, en:
AAS 101, 2009, 136-140. El texto en castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3467, 2009, 25-26 (769-770).
171
BENEDICTO XVI, Mensaje de la XLIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2010, en
AAS 102, 2010, 114-117. El texto en castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3518, 2010, 25-26 (729-730).

54
difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez más importante y útil su uso en el
ministerio sacerdotal” y aunque “la tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a
Cristo[…] las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han
convertido en un instrumento indispensable […] con la difusión de esos medios, la
responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y
reclama un compromiso más intenso y eficaz”. No se trata de elegir un apostolado
tradicional o moderno, sino como el mismo Papa indica: “el sacerdote se encuentra como al
inicio de una nueva historia”. Esto requiere de una nueva mentalidad en el enfoque del
ministerio sacerdotal:
“Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que
aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web),
ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis. […] se pide
a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del
Evangelio, para ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a través
de las muchas "voces" surgidas en el mundo digital”.
Una vez que ha hecho este llamamiento a participar en el mundo digital, advierte a los
sacerdotes que este reclamo “puede comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo por la
mera exigencia de hacerse presentes, considerando Internet solamente, y de manera errónea,
como un espacio que debe ocuparse”. No se trata de hacer por hacer172, de estar sin más, y
“para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios - adquirido también en
el período de formación - con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad
sacerdotal173, alimentada por su constante diálogo con el Señor”. El Santo Padre concluye el
mensaje del año 2010 con una pregunta retórica llena de contenido para el tema que nos
ocupa: “¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a través
de la propia competencia en el campo de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga
vivo y actual a Dios en la realidad de hoy?”.


172
En el Mensaje de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, reitera la misma idea en este caso
hablando de las redes sociales: “deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red
de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque
esta red es parte integrante de la vida humana”, BENEDICTO VI, Mensaje para la XLV Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2011, en: AAS 103, 2011, 123-126. El texto en castellano lo podemos
encontrar en: Ecclesia 3573, 2011, 23-24 (847-848).
173
En el Mensaje de 2012 para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que Benedicto XVI desarrolló bajo
el título “Silencio y Palabra: camino de evangelización, encontramos aspectos muy sugerentes para la vida sacerdotal.
Ante este binomio, “palabra y silencio, prender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de
hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos
esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo
contemporáneo”, BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de
enero de 2012, en: AAS 104, 2012, 112-115. El texto castellano lo podemos encontrar en: Ecclesia 3623, 2012, 24-25
(732-733).

55
Ese mismo año 2010, después del Sínodo sobre la Palabra, Benedicto XVI publicó la
Exhortación Apostólica Verbum Domini174. Ante este tema tan sacerdotal, se incluye un
apartado bajo el título “Palabra de Dios y medios de comunicación social”. El Papa recuerda
que “los Padres sinodales han recomendado un conocimiento apropiado de estos
instrumentos, poniendo atención a su rápido desarrollo y alto grado de interacción, así como
a invertir más energías en adquirir competencia en los diversos sectores, particularmente en
los llamados new media como, por ejemplo, Internet”175. Es toda la Iglesia Universal la que
expresa a través de un Sínodo esta necesidad de formación.
En la segunda parte del Pontificado, Benedicto XVI da respuesta a un fenómeno que se
desarrolló sobremanera y que se sigue desarrollando: las redes sociales. A ellas dedica el
Mensaje de la Jornada del año 2013. Lo primero que se pregunta el Papa es qué es una red
social, y responde que son “una nueva ágora, una plaza pública y abierta en la que las
personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas
relaciones y formas de comunidad […] en estos espacios no se comparten tan solo ideas e
informaciones, sino que, en última instancia, son ellas mismas el objeto de la
comunicación”. Es como si se estrechará más aún el espacio entre lo virtual y lo real. Por
eso, “los creyentes advierten de modo cada vez más claro que si la Buena Noticia no se da a
conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de
muchas personas para las que este espacio existencial es importante. El ambiente digital no
es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de
muchos, especialmente de los más jóvenes. […] Una comprensión atenta de este ambiente
es el prerrequisito para una presencia significativa dentro del mismo”176.
Esta idea tan sugerente para la pastoral cotidiana del sacerdote y, por ende, para la
formación de los candidatos al ministerio ordenado, nos lleva hasta el Pontificado que
estamos viviendo en la actualidad.
3.8. PONTIFICADO DEL PAPA FRANCISCO
El Papa Francisco ha vivido hasta ahora cinco Jornadas Mundiales de las


174
BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Verbum Domini, 30 de septiembre de 2010, en: AAS 102, 2010, 681-787.
La traducción castellana en: Exhortación Apostólica Verbum Domini, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano
2010.
175
VD 113.
176
BENEDICTO XVI, Mensaje de la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2013, en:
Ecclesia 3674, 2013, 28-29 (684-685).

56
Comunicaciones Sociales. En el mensaje del año 2014, que tituló “La comunicación al
servicio de una auténtica cultura del encuentro”, se muestran los rasgos más fundamentales
de su magisterio: “Lo repito a menudo: entre una Iglesia accidentada por salir a la calle y
una Iglesia enferma de autoreferencialidad, prefiero sin duda la primera. […] Entre estas
calles también se encuentran las digitales, pobladas de humanidad, a menudo herida:
hombres y mujeres que buscan una salvación o una esperanza. […] Abrir las puertas de las
iglesias significa abrirlas asimismo en el mundo digital, tanto para que la gente entre, en
cualquier condición de vida en la que se encuentre, como para que el Evangelio pueda
cruzar el umbral del templo y salir al encuentro de todos. […] En este contexto, la
revolución de los medios de comunicación y de la información constituye un desafío grande
y apasionante que requiere energías renovadas y una imaginación nueva para transmitir a
los demás la belleza de Dios”177. Cabe destacar como Su Santidad continuamente alude a las
comunidades parroquiales como la Iglesia más cercana que ha de salir, al frente de estas
parroquias los sacerdotes. En esta jornada de 2014 nuevamente encontramos, ya en este
nuevo pontificado, una petición expresa del magisterio a afrontar este “desafío grande y
apasionante”.
En la Jornada de 2015 el tema elegido por Francisco fue “Comunicar la familia: ambiente
privilegiado del encuentro en la gratuidad del amor”. En este texto no encontramos
alusiones a nuestro argumento.
Dentro del magisterio del Papa Francisco no podemos dejar de mencionar la Carta
Encíclica “Evangelii Gaudium”, publicada en noviembre de 2013. Este documento, que
tiene como línea argumental la evangelización, consta de cinco capítulos, titulados de la
siguiente manera: la transformación misionera de la Iglesia, en la crisis del compromiso
comunitario, el anuncio del Evangelio, la dimensión social de la evangelización y
evangelizadores con Espíritu. En más de una ocasión aparece en el texto el carácter cultural
de los medios de comunicación178 y su influencia en el mundo de hoy, entre otros temas
relativos a la comunicación social. Pero más allá de estas menciones nos interesa el amplio
espacio que el Santo Padre dedica al munus docendi del presbítero.
En el tercer capítulo -el anuncio del Evangelio-, aparecen dos epígrafes relacionados con


177
FRANCISCO, Mensaje de la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2014, en:
Ecclesia 3729, 2014, 24-25 (808-809).
178
Cfr. EG 62.

57
el mismo tema: la homilía (nn. 135-144) y la preparación de la predicación (nn. 145-159).
En el primer epígrafe, dedicado a la homilía, el Papa profundiza en las disposiciones
litúrgicas de este tipo de comunicación. En el segundo, sin embargo, después de mencionar
disposiciones espirituales del predicador, dedica en el último punto un apartado a los
recursos pedagógicos, tema éste más adecuado a nuestro estudio. Leemos en la Evangelii
Gaudium:
“Algunos creen que pueden ser buenos predicadores por saber lo que tienen que decir, pero descuidan
el cómo, la forma concreta de desarrollar una predicación. […] La preocupación por la forma de
predicar también es una actitud profundamente espiritual. Es responder al amor de Dios,
entregándonos con todas nuestras capacidades y nuestra creatividad a la misión que Él nos confía;
pero también es un ejercicio exquisito de amor al prójimo, porque no queremos ofrecer a los demás
algo de escasa calidad”179 .
Por lo tanto, la capacitación en la comunicación, en este caso concreto en la sagrada
oratoria, es un acto propio de la caridad pastoral180 y por ende de la identidad sacerdotal.
En los tres puntos sucesivos de la Encíclica181, el Santo Padre va a exponer algunas
técnicas de comunicación, como son el uso de las imágenes, la necesidad de buscar
vocabulario sencillo y una exposición clara y, por último, fomentar un lenguaje positivo.
Dejando clara su apuesta por una formación adecuada en comunicación de los sacerdotes.

Con este texto concluimos nuestro recorrido por los principales documentos magisteriales
relativos a la comunicación. De su lectura y análisis podemos destacar como la Iglesia
siempre ha intentado dar una respuesta a este fenómeno, siempre acompasada con el
desarrollo del momento. La preocupación e insistencia por iluminar este ámbito habla de
por sí al futuro sacerdote. Nuestro interés por lo tanto en los siguientes temas será fijar
nuestra atención en lo que la Iglesia a través del Magisterio solicita del presbítero respecto a
estas ciencias.


179
EG 156.
180
La caridad pastoral es el centro de la espiritualidad sacerdotal. La exposición más clara de esta virtud la encontramos
en la Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores Dabo Vobis del Papa Juan Pablo II.
181
Cfr. EG 157-159.

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