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EL PROFETA AMÓS

1. persona del profeta:

Amós era un pastor de Técoa, una aldea del Reino del Sur, a 9 kilómetros del sudeste de
Belén. (1,1) Aparte de esta humilde ocupación, también dice que era un picador de
sicómoros. (7,14).

VOCACION
Técoa era aparentemente un pueblo de pastores, y fue mientras seguía a su rebaño en el desierto
de Judá, durante los reinados de Ozías y Joroboán II, rey de Israel 793 – 740 a. C cuando Dios le
llamó para una misión especial: “Ve a profetizar a mi pueblo, Israel” (7,15. En el momento en que le
llegó la llamada a Amós, La expresión “No soy profeta ni hijo de profetas” (7,14) nos advierte de su
no pertenencia a grupos proféticos más o menos profesionales. La breve alusión a su vocación lo
confirma: “No hace nada el señor sin revelar su secreto a sus siervos los profetas. Ruge el león,
¿quién no temerá? Habla el Señor, ¿quién no profetizará?” (3,7-8).
Amós comenzó su ministerio dos años antes del terremoto (8,8; 9,5). cuya fecha exacta es
desconocida (1,1). Se enfrentó con una fuerte oposición, especialmente por parte de Amasías, el
sacerdote principal del santuario real de Betel (7,10-13), Amasías, sacerdote de Betel, santuario real,
hacía las veces de portavoz del rey. Sacando de contexto las palabras de Amós, le acusa de ir
contra el rey y le llama despectivamente visionario (7,12). Es evidente que Amós no estaba al
servicio del Templo ni del rey; al contrario, su conciencia de portavoz de Dios le sitúa por encima de
las instituciones.
En cuanto al lugar y duración de su actividad profética, es poco también lo que sabemos. El
incidente de Betel ya indicado, la mención de ciudades como Betel, Samaría o Guilgal, el lugar
prevalente de «Israel» en los oráculos (2,6-16) y los temas prevalentes de la elección y el éxodo
(3,2; 7,9; etc.) nos permiten mantener como probable la hipótesis de que la actividad de Amos se
desarrolló en el reino de Israel. No sabemos si la actividad de Amos fue breve o larga. Algunos
sostienen que se ciñe a un solo discurso en Betel; los más le dan una amplitud de unos 3 años. La
verdad es que un libro de sólo nueve capítulos no permite aventurar una larga actividad profética de
Amos.

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