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cristianos?
Miguel Pastorino
Un mapa inimaginable.
Rahola reconoce que los cristianos no son los únicos que sufren toda clase de
violencia y persecución en el mundo, pero demuestra que sin lugar a duda son hoy
quienes más sufren una precisa y sistematizada persecución letal, solo por razón de su
fe. Existe “un intento organizado e impune para acabar con comunidades cristianas
enteras”. Un ejemplo que detalla, es el de la Iglesia Ortodoxa Siríaca, que se remonta al
siglo I y hablan una variante del arameo, que eran unos 500.000 a principios del siglo XX
en el Kurdistán turco y hoy no superan las 2.000 personas. Monasterios, iglesias y
poblados enteros abandonados dan testimonio de una brutal desaparición que se acerca
a la extinción de una de las comunidades cristianas más antiguas.
El libro recorre con testimonios e investigaciones de varios institutos de prestigio
internacional, desde los mártires caldeos asesinados por el Daesh, pasando por los
coptos en Egipto a quienes les bombardean las iglesias, hasta los cristianos ortodoxos,
católicos y protestantes que en diversas partes del mundo son encarcelados, torturados
y asesinados en forma sistemática, año tras año, día tras día. También repasa los países
donde sufren persecución por leyes que los acorralan, como en Pakistán, o en Corea del
Norte donde son encerrados de por vida en campos de trabajos forzados. Entre 2003 y
2011 se han calculado 100.000 muertes de cristianos por año en contextos de
persecución violenta. La lista de represión a los cristianos alcanza 50 países,
encabezados por Corea del Norte, Somalia, Afganistán, Pakistán, Sudán, Siria, Irak, Irán,
Yemen y Eritrea. La época de los mártires por la fe son el siglo XX y XXI mucho más que
los sangrientos primeros tres siglos de persecución cristiana bajo el Imperio Romano.
Si bien entiende que no podemos comparar el horror sufrido en los países donde
mueren a diario las personas a causa de su fe, con una persecución cultural como la que
se da en los países democráticos occidentales, la autora se detiene en el último capítulo
de su libro, titulado “la cristianofobia sutil”, sobre la persecución ideológica que empuja
al ostracismo a los cristianos, especialmente a los católicos.
“Allí donde hay democracia, la violencia y la represión se sustituyen por el
menosprecio y la demonización… convirtiendo la laicidad en un instrumento de
segregación, sobre todo en países católicos, probablemente porque muchos de estos
movimientos ideológicos, más que laicos, son furibundamente anticatólicos”.
La autora se lamenta que lo “políticamente correcto” que nació para combatir la
intolerancia y el prejuicio, y que ha ayudado a crear un relato contra estigmas sociales
como la homofobia, la xenofobia, la misoginia, el antisemitismo o la islamofobia, no lo
ha hecho con la cristianofobia, sino que la ha incentivado, haciendo de los cristianos el
chivo expiatorio de todos los males.
Rahola repite una frase, como martillando a lo largo de toda su obra: “Mi
racionalismo militante me impide creer en Dios, pero mi ética no me impide respetar a
los creyentes”.
Es interpelante que una persona que no comulga en todos los temas con el
catolicismo, que no es creyente, salga a denunciar públicamente lo que muchos
cristianos no defienden con la misma convicción y preocupación.
Para finalizar, suscribo al prólogo del libro, escrito por el expresidente del
Uruguay, Dr. Julio María Sanguinetti, agnóstico y conocido por sus posturas laicistas,
quien escribe: “La gente de nuestra época, sobrenoticiada y subinformada, inundada de
titulares e imágenes fugaces, surfeando en la superficie de aguas siempre agitadas por
la necesidad del espectáculo colectivo, está lejos de la profundidad. Todo es rápido y
efímero. Aun la llamada posverdad, edulcorada expresión de la mentira, es evanescente,
nace, estalla, se expande y, con la misma velocidad, se volatiliza. Esa superposición de
hechos e imágenes, tanto como difunde esconde, tanto como denuncia silencia. Más
necesarios que nunca, entonces, quienes sienten el deber de hablar, de no resignarse
a callar lo que no está en la cresta de la ola o lo que es políticamente incorrecto para
las vulgatas impuestas por las modas”.