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Ensayo

EL SURGIMIENTO Y LA CONSOLIDACIÓN DEL CAPITALISMO MODERNO (1945-1986)

Presentado a:

RAUL HERNANDEZ VERA

Universidad Minuto de Dios


Desarrollo Empresarial Colombiano
NRC 13950
Administración de Empresas
Cúcuta
Ensayo
EL SURGIMIENTO Y LA CONSOLIDACIÓN DEL CAPITALISMO MODERNO (1945-1986)

Desde las primeras décadas del siglo XX, en Colombia se aceleraba el desarrollo capitalista,
consolidándose con la segunda guerra mundial. Desde entonces la economía colombiana paso de ser
rural a urbana y semiindustrial. Que hasta nuestros días se vive en nuestro país esta situación. El
cual se experimenta el crecimiento económico, los cambios estructurales y la distribución regional
de la actividad económica, también aparece la evolución del comercio exterior y los inconvenientes
sobre el proceso de industrialización, la transformación del agro y el estado.
En Colombia durante los años 1945 y 1986 el producto Interno Bruto se multiplicó aceleradamente
con un (4.8% anual) con la más alta que haya registrado sin duda la economía colombiana en su
historia. Desfavoreciendo al pueblo, en los años cincuenta y sesenta Colombia vivió un crecimiento
demográfico, el nivel de vida de la población, no coincidió con una disminución paralela de la
fecundidad, y el crecimiento de la población alcanzó ritmos superiores al 3%. Durante los años
setenta el descenso de la fecundidad y, en mucho menor escala, la emigración de la fuerza de
trabajo hacia el exterior, hoy día tras día a un se vive esta problemática en el cual los ciudadanos
emigran, hacia otro país ´para buscar un mejor desarrollo económico y progreso para sus familias.
Permitieron una disminución rápida del ritmo de crecimiento de la población, que se redujo a sólo
un 1.6% anual en el período intercensal 1973-1985.
Este resultado neto del crecimiento económico y demográfico fue un aumento en la producción por
habitante del 2.2% anual, es decir, un 150% en estas cuatro décadas. Este crecimiento hizo parte de
la bonanza más espectacular que haya vivido en la economía en su historia. Sin embargo, el
crecimiento del producto por habitante en Colombia fue apenas similar al del conjunto de América
Latina y de los países en vías de desarrollo e inferior al que experimentaron las economías más
avanzadas.
Es así que la distancia que nos aleja con los países en desarrollo de las economías industrializadas,
en estrecharse durante estos cuarenta años, tendió más bien a ampliarse. El crecimiento económico
se vio acompañado de un cambio estructural de grandes proporciones. Esta medida de la
composición de la actividad económica, lo más notorio fue la fuerte reducción de la participación
del sector agropecuario en la economía. Todavía en 1945-1949 dicho sector representaba más del
40% de la actividad económica del país; en los años ochenta, se había reducido a menos del 23%.
La disminución en el tamaño relativo del sector agropecuario dio paso al surgimiento y
consolidación de nuevas actividades económicas, en especial la industria manufacturera, pero
también los sectores de transporte, financiero, comunicaciones y servicios públicos modernos
(electricidad, gas y agua). En conjunto, éstos pasaron de representar el 23% de la actividad
económica en la segunda mitad de los años cuarenta, a cerca del 40% a comienzos de la década del
ochenta.
La consolidación de estos sectores tan dinámicos no se dio, sin embargo, en forma simultánea. El
avance relativo del sector manufacturero fue particularmente rápido en las décadas del cuarenta y
cincuenta, continuando el impulso que se había iniciado en los treinta. Su avance fue menos notorio
en los años sesenta y setenta y presentó un importante retroceso durante la crisis económica de
comienzos del ochenta.
El fortalecimiento de los sectores ya mencionados fue más continuo, lo que les permitió acrecentar
su participación en el Producto Interno Bruto del país de poco más del 8% en 1945- 1949 a más del
18% en 1980-1984. Este desarrollo permitió la acumulación de capital privado y social más
importante de la historia del país. En el frente privado, los aspectos más notorios fueron la
construcción de grandes fábricas modernas y empresas agroindustriales, de un cuantioso parque
automotor y de un enorme acervo de edificaciones de vivienda y oficinas en las ciudades. No menos
importante fue el aumento en los niveles de educación y las capacidades técnicas de la fuerza de
trabajo, que algunas escuelas económicas.
En el frente colectivo, lo más notable fue la consolidación de una infraestructura de transportes y
servicios públicos modernos que, en el primer caso, reforzó la integración del mercado interno y de
éste con el resto del mundo. Las transformaciones de la economía condujeron también a la
consolidación de las formas de trabajo asalariado típicas del capitalismo moderno.
El proceso logro avanzar en forma mucho más firme en las zonas urbanas. En efecto, en las
actividades no agropecuarias, el peso de los trabajadores asalariados (peones, obreros y empleados)
aumentó del 58% en 1938 al 71% en 1964. Aunque a partir de entonces dicha proporción ha bajado
levemente, debido al incremento de las actividades por “cuenta propia”, el porcentaje de asalariados
en las zonas urbanas ha continuado siendo mucho más alto que en el sector rural. En este último, la
importancia relativa de la producción campesina y, en menor medida, de los pequeños arrendatarios
rurales, se ha mantenido hasta nuestros días, con lo cual la proporción de los trabajadores
asalariados en el campo ha fluctuado desde 1938 entre un 42 y un 46% de la fuerza de trabajo rural,
sin mostrar ninguna tendencia clara. Para la economía vista como un todo, la proporción de
trabajadores asalariados se ha elevado continuamente, desde un 51% en 1938 acerca del 62% en
1985.
El proceso de movilización de la población hacia las ciudades fue traumático. La violencia de las
zonas rurales ha sido, hasta nuestros días, pero especialmente en las dos décadas posteriores a la
segunda guerra mundial, una de las grandes fuentes de expulsión de la población rural. Las
ciudades, a su vez, carecieron en todos los momentos de las facilidades necesarias para albergar a
los nuevos habitantes. De esta manera se desarrollaron los grandes cinturones de miseria que
todavía dominan el panorama urbano del país.
En la transformación de la economía tuvo también un impacto notorio sobre la estructura regional
del país. Hasta mediados del siglo, los grandes beneficiarios del proceso de desarrollo habían sido
las cuatro ciudades más industrializadas del país y la zona cafetera, centrada en torno al viejo
Caldas. Se dieron también los primeros pasos hacia una agricultura moderna en ciertas regiones del
país (Valle, Tolima y la Sabana de Bogotá) y un desarrollo ganadero dinámico en la Costa
Atlántica. A diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos los polos de desarrollo eran
diversos, pero aun así el crecimiento económico había marginado a muchas regiones.
A partir de 1950 el patrón de desarrollo regional sufrió modificaciones importantes., Bogotá
continuó concentrando una proporción creciente de la actividad económica y de la población del
país entre 1950 y 1973. Este patrón no se mantuvo, sin embargo, en los otros polos industriales. Por
el contrario, dos de los departamentos más industrializados (Antioquia y Atlántico) se expandieron
a ritmos inferiores al promedio nacional y otro, el Valle del Cauca, a una tasa sólo ligeramente
superior a dicho promedio. Por su parte, los departamentos cafeteros entraron durante este cuarto de
siglo en franca declinación. En cambio, durante la posguerra surgieron nuevas regiones de alto
dinamismo, ubicadas todas en zonas de expansión de la frontera agrícola, algunas sobre la base de
la agricultura moderna, como fue el caso de los departamentos de la Costa Atlántica y el Meta, y
otras de una colonización de tipo tradicional, como aconteció en el Caquetá.
En lo que se refiere a los departamentos de agricultura tradicional, se observe que, aunque poco
dinámicos en términos de crecimiento económico, la mayoría de ellos experimentaron un proceso
de expulsión masiva de mano de obra, que se tradujo en uno de los crecimientos del PIB por
habitante más altos del país. La información disponible para analizar lo acontecido después de
1973, aunque escasa, indica que los departamentos cafeteros no han podido revertir su continua
tendencia al deterioro, pese al auge de la caficultura moderna. Fuera de ello, el menor crecimiento
de la agricultura comercial no cafetera después de 1974 pudo haber contribuido al retroceso relativo
de ciertas regiones agrícolas, hasta entonces dinámicas. Algo similar parece haber acontecido con
los polos de desarrollo industrial localizados fuera de Bogotá, que han padecido con mayor fuerza la
crisis de este sector de la economía. De esta manera, Bogotá ha continuado concentrando una
proporción creciente de la actividad económica y de la población del país. Con todo, es claro que,
lejos de acentuarse, las disparidades regionales han tendido más bien a disminuir en la posguerra.
Aunque se constata una tendencia continua a la concentración de la actividad económica en Bogotá,
las oportunidades generadas por el proceso de desarrollo han beneficiado a regiones que hasta 1950
habían permanecido relativamente al margen de dicho proceso, en tanto que los movimientos
migratorios internos han tendido a reducir las disparidades regionales por habitante. Así, por
ejemplo, a pesar del alto dinamismo de Bogotá, el número de inmigrantes a la capital del país fue
tan alto que mientras en 1950 su producción per cápita excedía al promedio nacional en un 159%,
en 1973 sólo lo superaba en un 68%. En cambio, los habitantes de las regiones más pobres, donde
ha ocurrido una expulsión masiva de mano de obra, y de las zonas de frontera agrícola, que han
experimentado un rápido crecimiento económico, registran los ritmos de crecimiento de la
producción por habitante más rápidos del país. Aunque el interés del Estado regional se expresó
desde muy temprano, los primeros pasos hacia una política de descentralización sólo se acometieron
en la década del sesenta, pero su impacto ha sido, en cualquier caso, reducido.
En aquella década fueron creadas y reforzadas diversas instituciones de desarrollo regional, tales
como las corporaciones autónomas regionales (la primera de ellas, la CVC, había sido fundada por
iniciativa de los vallecaucanos en 1954, siguiendo el modelo de la Autoridad del Valle del
Tennessee en Estados Unidos y con la asesoría de uno de sus principales gestores, David Lilienthal)
y se definieron diversos incentivos de tipo fiscal para canalizar la inversión hacia las ciudades
intermedias y pequeñas o hacia zonas de frontera. El Instituto de Fomento Industrial participó
directamente en la instalación de complejos industriales fuera de las cuatro grandes ciudades, sin
grandes resultados. En los años setenta y ochenta, los Planes de Desarrollo propugnaron
nuevamente la descentralización, pero su impacto sobre las tendencias del desarrollo regional no ha
sido notorio. En cualquier caso, el peso histórico de una estructura regional diversificada sigue
siendo alto en Colombia y los índices de concentración regional en nuestro país son unos de los más
bajos de América Latina, inferiores a los de muchos países con niveles comparables de desarrollo.
En las cuatro décadas posteriores a la segunda guerra mundial, el sector externo colombiano ha
tenido dos características sobresalientes. La primera de ellas fue el resultado del proceso de
industrialización que había vivido el país durante los años treinta y la segunda guerra mundial. Los
bienes de consumo dejaron de ser definitivamente el renglón más importante de las importaciones y
pasaron a ocupar una posición marginal dentro de las compras externas del país.
El vacío dejado por las menores compras de dichos artículos fue ocupado por los bienes intermedios
y de capital que demandaban los sectores modernos de la economía. Estos han representado desde
los años cincuenta un 51 y 38% de las importaciones colombianas, respectivamente incluidos los
combustibles dentro de los primeros. Aunque estas participaciones han variado ligeramente a lo
largo del ciclo económico, se han mantenido dentro de un rango relativamente estrecho en las
cuatro últimas décadas. Obviamente, la diversificación de la producción nacional y los cambios en
los patrones de consumo y en la tecnología han conllevado cambios apreciables en los productos
específicos que se incluyen dentro de cada una de estas agrupaciones.

Otra característica del comercio exterior del país ha sido un dinamismo muy lento de las
exportaciones. En las últimas décadas las exportaciones en el Producto Interno Bruto del país han
disminuido de manera sistemática, pasando de representar un 21.6% en la segunda mitad de los
años cuarenta a 14.2%. El comportamiento de las exportaciones minerales en la posguerra debe
atribuirse a otras causas. Por otra la fijación de un precio estable del dólar en términos de oro hasta
1971 fue fundamental la causa de la declinación en la producción colombiana del precioso metal
hasta fines de los años sesenta. Con la fuerte elevación de los precios internacionales del oro desde
la primera mitad de la década del setenta, la recuperación de este renglón histórico de las
exportaciones colombianas. El escaso dinamismo de la producción de combustibles se dio por dos
hechos diferentes. el escaso interés de las compañías multinacionales en realizar exportaciones en
Colombia ante los hallazgos de reservas petroleras

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