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Encuestas de Victimización: Un recorrido breve a lo

largo de la historia, lo bueno, y lo malo

El primer uso documentado de una encuesta de victimización se remonta a 1720


en Aarhus, Dinamarca. La segunda encuesta de este tipo se llevó a cabo en 1940
en Noruega (Ellis et al., 2010). Hasta la década de 1960, la policía y los registros
administrativos monopolizaban la política de la toma de decisiones con respecto
a la delincuencia. Durante este mismo período, se reconoció que esta información
era deficiente en muchos aspectos. Así, los expertos comenzaron a desarrollar las
encuestas de victimización como fuente de datos suplementarios (Ibíd.). La
Encuesta Nacional de Delincuencia de EUA se lanzó en 1972, y fue la vanguardia
de este proceso, seguido por el inicio de las encuestas de victimización en
Australia y el Reino Unido.

La utilización de las encuestas de victimización en las últimas décadas, en varios


países, ha promovido un mejor y más amplio entendimiento de los delitos, sus
tendencias a lo largo del tiempo, y las percepciones de la ciudadanía sobre temas
de gobierno y desempeño de la policía (Aromaa, 2012). Las encuestas de
victimización complementan los registros administrativos; conjuntamente estas
fuentes de información proporcionan una conceptualización más holística y
refinada de la delincuencia, el sistema judicial, las zonas de alto riesgo, así como
de la percepción pública acerca de ciertos temas como el desempeño de las
autoridades. Este resumen examina brevemente algunos de los beneficios más
importantes de las encuestas de victimización, así como algunas de sus
limitaciones e intenta proveer fuentes de información que puedan facilitar una
comprensión más detallada de este tipo de encuestas.

Una importante limitación de los registros administrativos es que sólo


contemplan aquellos crímenes denunciados a las autoridades; sin embargo, por
diversas razones, muchos de estos delitos no son reportados. Las encuestas de
victimización no sólo proporcionan información sobre la “cifra negra”, es decir,
aquellos crímenes no reportados, sino que también ofrecen un panorama más
detallado de la delincuencia, por ejemplo aquellas áreas geográficas que son
particularmente vulnerables. Gran parte de estos delitos no registrados se
producen en el lugar de trabajo o en el hogar y, por lo tanto, suministran
conocimientos reveladores en estos dos entornos. También miden el daño
psicológico y los costos materiales del delito. Por último, otra de las grandes
ventajas de las encuestas de victimización es identificar características específicas
de las víctimas. Este tipo de detalle en la información no puede ser explorado en
los registros administrativos (Ibíd.).

Las encuestas de victimización ilustran qué delitos son denunciados a la policía y


cuáles normalmente no son denunciados. Complementariamente, estas
encuestan exploran los motivos por los que una persona no denuncia que ha sido
víctima de un crimen. Algunas de las razones pueden ser: falta de confianza en la
policía, denunciar un delito toma demasiado tiempo, una posible falta de
pruebas, relación sanguínea o legal con el atacante, entre otras. Esta información
proporciona una visión detallada del funcionamiento del sistema judicial de un
país. La diseminación de la información obtenida por estas encuestas dota a las
Oficinas Nacionales de Estadística de credibilidad ante la ciudadanía y
proporciona herramientas para exigir al gobierno una clara y efectiva rendición
de cuentas.

La información obtenida por medio de estas encuestas puede ser utilizada para
desarrollar medidas o aproximaciones relativas a delitos que son frecuentemente
difíciles de medir, como la corrupción y el homicidio. Estos delitos tienen un alto
impacto en los países donde suceden y aunque las encuestas no pueden detectar
cada incidente de tales delitos, sí proporcionan estimaciones significativas acerca
de éstos.

Debido a que las encuestas de victimización proporcionan información que ayuda


a cubrir los vacíos de los registros administrativos, éstas se convierten en una
herramienta esencial para formular estrategias de prevención del delito y para
diseñar políticas públicas de asistencia social. Al identificar a las víctimas del
delito, así como a las áreas o personas que son más susceptibles de ser
victimizados, los tomadores de decisión pueden generar políticas que ayuden
a garantizar la prestación de servicios de apoyo a las víctimas y a reforzar la
seguridad en los lugares más afectados por la prevalencia delictiva. (ICC, 2003).

A menudo, debido a la división político-administrativa de algunos países, los


procedimientos administrativos en torno a los delitos son diferentes. Estas
diferencias dificultan la comparación regional entre cifras. Las encuestas de
victimización, mediante su formato estandarizado y representativo a nivel
nacional, facilitan las comparaciones detalladas entre varias regiones al interior
de un país. Además, la existencia de las encuestas de victimización,
internacionalmente estandarizadas, favorece la comparación entre países; sin
embargo, la viabilidad de la aplicación de una encuesta de victimización
internacional permanece limitada por una serie de problemas asociados con
factores culturales y lingüísticos (UNODC, 2012).

Incluso cuando este instrumento presenta grandes ventajas, las encuestas


de victimización también se enfrentan a ciertas limitaciones. Por ejemplo, las
encuestas deben ser diseñadas con mucha precisión para lograr medir delitos
sensibles como la violación, la violencia doméstica, y la corrupción. Además, las
restricciones de edad en la mayoría de las encuestas de victimización, de 12 años
en adelante, significan que los crímenes cometidos contra los menores de 12
permanecen totalmente desconocidos.

Debido a lo anterior, la delincuencia juvenil es frecuentemente subestimada en


las encuestas de victimización (NCVS, 2012). Esto es significativo, teniendo en
cuenta la importancia de contar con sólidos programas de desarrollo y prevención
para evitar que la experiencia de la delincuencia se infiltre a este grupo
demográfico. Sin embargo, es importante recordar que las encuestas de
victimización están diseñadas para ser representativas a nivel nacional, por lo que
naturalmente ciertos grupos demográficos como los discapacitados, niños,
empresas, personas de mayor edad y jóvenes estarán subrepresentados en la
muestra, a menos que la encuesta se concentre en estos grupos (UNODC, 2010).
Algunos países, donde hay recursos suficientes, este tipo de encuestas han
comenzado a medir la victimización en empresas. Este tipo de estudios permite
saber cuánto cuesta el crimen al sector privado y cuál es el impacto de este
fenómeno en el sector.

Las encuestas de victimización también requieren grandes cantidades de


recursos, los cuales no se encuentran disponibles en muchos países por diversas
razones: escasez de fondos públicos, falta de motivación política, o la errónea
percepción de que las encuestas de victimización pueden constituir una amenaza
para ciertas instituciones públicas (Aromaa, 2012).

En general, las encuestas de victimización han desempeñado un papel muy


importante en la recolección de datos e información sobre la delincuencia. Han
contribuido en gran medida a aumentar la disponibilidad de datos sobre el
crimen, sus víctimas y los delincuentes. Además, han facilitado el diseño y
evaluación de las políticas públicas y las estrategias de prevención del delito.
Fuente: : Cdeuodc Diciembre 2012

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