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Comentario filosófico acerca de la verdad tomando como

referencia el tema de los OVNIs


Luis Enrique Alvizuri
Seminario sobre el fenómeno OVNI organizado por El Centro de Estudios
Aeroespaciales y Ciencias del Espacio CEACE, de la Dirección de Intereses
Aeroespaciales de la Fuerza Aérea del Perú DINAE—FAP, en agosto-setiembre del
2008

El tema de los OVNIs reúne todos los requisitos necesarios para ser
analizado desde un punto de vista filosófico. Es un fenómeno de masas, se
da en todas las sociedades, ha perdurado en el tiempo, se desconoce su
nivel de realidad o veracidad, motiva controversias tanto populares como
académicas, tiene proyecciones que abarcan todos los aspectos de la
cultura humana y, para no extendernos mas, moviliza e inquieta la
curiosidad de casi todos.

Por todas estas razones, y por las implicancias que podría tener si alguna de las
hipótesis llegase a cumplirse —afectando a la sociedad más allá de lo pensado— es
que creemos que vale la pena intervenir en el debate, procurando aportar algunos
elementos que pueden ayudar a despejar ciertas dudas o aclarar algunos puntos
que no suelen tocarse. Todo esto en vías a contribuir de alguna manera a calmar
las incertidumbres y temores que muchas veces se apoderan de los pueblos y que
pueden ser aminorados con la intervención de la filosofía, dado que esta es una de
sus funciones.

Previamente es bueno aclarar que no se debe confundir a los OVNIs (Objetos


Voladores No Identificados) con las diversas interpretaciones arbitrarias que se
suelen hacer sobre estos, en especial, la de atribuirles a priori un supuesto origen
extraterrestre. Mas adelante expondremos que una de las grandes perturbaciones
para realizar un estudio serio es hacer dichas afirmaciones poco fundamentadas.
Nada se debe concluir sin antes haberse mínimamente investigado, tanto para
negar como para afirmar o establecer alguna otra categoría de trabajo.

Queda entonces claro que no estamos hablando de seres misteriosos o entidades


imaginarias, sino de fenómenos observables que se producen en nuestro ámbito
planetario, los cuales pueden ser detectados directamente o mediante instrumentos
de diverso tipo. Pero como no se trata aquí de dar un enfoque científico, nos
dedicaremos solo a tocar muy someramente algunas connotaciones filosóficas que
el tema nos suscita.

Como es nuestra costumbre, procuraremos evitar al máximo el referirnos a otros


autores puesto que lo que se espera de un ensayo es el aporte del pensador y no
conocer lo que éste ha leído o lo que otros han dicho, ya que esto el lector lo puede
obtener fácilmente por sus propios medios y es injusto, tanto para autores como
para lectores, que se hagan citas cortadas, fuera de contexto y sin la debida
argumentación de sus propios creadores.

Lo que establece el interés de un trabajo de esta naturaleza es el aporte original


que el escritor pueda hacer y no una exposición de todo lo que ha aprendido o leído
en su vida. Un bagaje de conocimientos es una base útil, aunque no la única, y
puede servir para algo en la vida. Pero lo que realmente vale es la sabia aplicación
que se haga de él en el momento preciso y con las condiciones adecuadas.
Finalmente es el resultado el que interesa y no cuánto se ha estudiado sobre algo.
Atendiendo a esta observación, daremos al final algunas conclusiones con la
finalidad que el lector pueda tener claro el resumen de lo que hemos querido decir
u opinar al respecto.

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1. ¿Qué es la verdad?
EI tema de la verdad es el tema de la humanidad. ¿Qué hay de cierto en todo lo
que vivimos? ¿Qué somos finalmente? ¿Es verdad lo que nos dicen las religiones, la
ciencia, las autoridades? ¿Por qué no somos como el resto de las criaturas
vivientes? La lista de preguntas es demasiado larga y, en la mayor parte de los
casos, no hay respuesta. Curiosamente, para las pequeñas intrigas de nuestras
vidas sí tenemos respuestas, pero para las grandes, las que realmente importa, no.

Claro que tampoco podemos vivir sin ella, sin la verdad, cualquiera que esta sea. Si
pudiésemos prescindir de ésta probablemente nos evitaríamos muchas angustias,
pero eso es justamente lo que nos hace humanos. Un ser que carezca de una
noción de verdad no es humano. Esto último nos ubica entonces en una realidad: el
problema de la verdad se centra en la vida del hombre y no fuera de él. Es obvio
que, con respecto al término, existen una serie de definiciones y especificaciones
tanto semánticas como filosóficas; pero seria agotador desarrollarlas todas en este
pequeño tratado; más aun cuando, como suele suceder, no existe un consenso
sobre ello. Por ejemplo, una cosa es la verdad una afirmación con respecto a un
determinado tema que tiene sus propias reglas (p.e., en el futbol no se puede tocar
la pelota con la mano, salvo el arquero). Otra forma de entender la verdad es como
el sustento de una determinada organización (las verdades de las religiones
reveladas) y otra la verdad científica (aquello que puede ser comprobado mediante
la experiencia). También podemos hablar de la simple verdad del diario vivir del ser
humano que no necesariamente refleja lo cierto o lo falso. Decirle a un niño una
falsedad puede ser lo correcto y adecuado como decir una verdad en público puede
ser condenable. Todos decimos, por ejemplo, "felices navidades y paz a todo el
mundo", pero sabemos que es falso que así lo deseemos.

Igualmente mencionamos que "todos son nuestros amigos", aunque sabemos que
no es cierto que los tengamos realmente. Es decir, en el mundo social, no todo lo
que ES realmente tiene que ser expresado porque quebranta una armonía
sustentada en base a falsedades que permiten la convivencia diplomática. Por
último, lo mas común es que la verdad viene a ser aquello que nuestras
autoridades dicen que es, al margen de si esto realimente es cierto o tiene un
sustento en la razón. Los argumentos sólidos solo interesan a quienes estén en la
posición de ambicionar el poder con la intención de denunciar las razones por la
cuales se dice que son falsos.

Este es el tipo de definición de verdad más común, el mandato del poder, donde
todo vale por cuanto el objetivo no es el sustento real de la misma sino la finalidad
que tal afirmación cumple dentro del desarrollo toda sociedad. Esto nos acerca de
algún modo a las teorías utilitaristas en el sentido que lo verdadero es todo aquello
que vale y es útil para el ser humano ―al igual que de alguna manera lo planteaba
Platón al definir la filosofía (como algo útil al ser humano). Sin embargo no estamos
subiéndonos a ese barco por cuanto ya hemos dicho que todo depende de la óptica
desde la cual partamos. Lo importante de esto es que nos quede claro que no
existe una sola definición de lo que es la verdad y dependiendo de cuál sea el
contexto en que nos pongamos es que surgirán las afirmaciones o las negaciones.
Algo puede ser cierto solo dentro de un sistema (por ejemplo, en el mundo
matemático existen los números irracionales) pero puede ser falso en el mundo real
(físicamente no existen las matemáticas).

2. ¿Qué es existir?
Pero ambas cosas pueden ser al mismo tiempo cuestionadas: lo que existe en el
mundo humano ¿acaso no e iste también en la naturaleza, puesto que somos parte
de ella? ¿Por qué nuestras fantasías mas aberrantes e irracionales tendrían que "no
existir" si ellas se producen y viven dentro de un ser real de la misma naturaleza?
¿Por qué, como decían los marxistas, el pensamiento tendría que ser algo ajeno a

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la naturaleza; acaso no es producto de uno de sus seres? Entonces eso nos lleva a
pensar que hasta lo más absurdo puede ser también una verdad, la verdad, puesto
que ello tiene existencia dentro de un mundo real, y algo no real no podría
sostenerse dentro de lo real (puesto que algo es o no es en nuestro mundo).

No puede "existir" algo inexistente como no puede "no existir" algo que nos consta
que es real para nosotros. Quiere decir que otra forma de verdad es aquella que
surge por consenso dentro del mundo humano. Para nosotros es dable que exista
Dios, aunque no pidamos ninguna prueba de ello, ya que este tipo de existencia no
depende de su comprobación sino de nuestra voluntad de que así sea. Si los
humanos no nos comportáramos así nada hubiéramos podido crear y seguiríamos
siendo animales. Si algo nos hace humanos es que no nos sujetamos a la realidad
de la naturaleza. La podemos trastocar, invertir, alterar o hasta declararla falsa
junto con todas sus leyes (atendiendo al principio que el hombre es la elevación de
la misma naturaleza y que él representa lo más logrado de ella).

Entonces para los seres humanos lo que existe no es lo que realmente existe (fuera
de nosotros) sino lo que nosotros pensamos o queremos que exista, así no
tengamos mayor prueba de ello. Las mayor parte de la vida humana transcurre
dentro de los cánones de su propia invención, de algo que en la naturaleza no
existe pero para nosotros si. Hemos creado nuestra propia existencia con una lógica
que, fuera de nosotros, no se da, no existe. Si nosotros negáramos nuestra lógica
humana —por ejemplo, nuestra cultura— estaríamos decretando nuestra falsedad
y, por lo tanto, nuestra inexistencia como humanos. Entre nuestra fantasía de vivir
"al estilo humano" y la de vivir la realidad "al estilo animal" ésta ultima es la única
que tiene su legítimo y es la única que sabemos que no depende de nuestra
imaginación; por lo tanto, es la única "real".

Pero como eso no lo podemos admitir, pues va en contra de nosotros mismos, es


que tenemos que reafirmar la verdadera existencia del mundo humano dentro del
mundo de la naturaleza, como si fuese un producto de ella. Pero ¿lo es? Algunos
dicen que sí, aferrándose a la teoría de la evolución. Pero ¿realmente les creemos
dichas teorías? ¿Tenemos pruebas que tan solo somos un producto mas de la
materia, uno de tantos que podrían haberse dado, una combinación mas de
elementos químicos? ¿Realmente lo creemos o se nos hace difícil vernos como una
roca con un mayor grado de complejidad?

Entonces existir es, querámoslo o no, todo aquello que tiene que ver con nuestra
propia realidad. ¿Puede existir algo de lo que nunca tendremos idea ni capacidad
para percibirlo o imaginarlo? Difícil. No podemos admitir que exista algo de lo que
todavía ni sospechamos que exista. Cierto que puede estar entre millones de
posibilidades, pero las posibilidades no existen. Para que algo exista tiene que
incorporarse de algún modo a nuestra forma de ser y de vivir humana. Si no fuera
así, si no lo percibimos ni nos afectara es imposible que diga os que existe.

3. Causas y formas de aseverar o negar


¿Por qué afirmamos o negamos algo? ¿Qué nos lleva a efectuar dichos actos? La
respuesta es: infinitas razones, todas dependiendo de las circunstancias de nuestra
experiencia y nuestro entorno. EI ser humano cuando es niño no deja de ser un ser
humano, por lo tanto, también le corresponden actitudes y derechos que
caracterizan a un ser humano. Lo que la criatura diga, haga o crea, es propio de la
especia humana, nos guste o no. ¿Por qué tendría que ser solo el considerado como
adulto el único representante de la humanidad? Y además ¿qué es ser adulto: una
edad, una clasificación social, una convención cultural, alguna otra característica?

Si fuera así, la humanidad “válida” solo estarla conformada por seres de


aproximadamente entre 20 y 50 años (dependiendo de las culturas y la longevidad)

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con lo que gran parte de nuestra especie quedarla fuera de esa categoría (niños,
ancianos, discapacitados, mujeres en la mayoría de los casos). De ahí se explica el
porqué de los abusos porque se considera que los no adultos son seres humanos
“incompletos”. Entonces las verdades solo se dan dentro de los más fuertes
físicamente. Lo que piensen y digan los débiles no puede ser considerado como
representativo de lo humano (lo que piensa un niño “no es cierto” simplemente
porque es niño; lo que piensa un adolescente tampoco porque es adolescente; lo
mismo con el joven, el débil mental, el enfermo, la mujer y el anciano). Vivimos en
la tiranía del adulto promedio como máximo representante de la especie, único con
el derecho a opinar y a imponer como verdadero lo que a él le parece y le interesa.

Pero vayamos a nuestro asunto. ¿Por qué tenemos que afirmar o negar? Porque no
puede ser de otro modo. Es una necesidad nuestra vivir con verdades, como
dijimos al comienzo. Estar sin ellas es retornar al estado animal y eso no lo
queremos. Afirmar nuestras verdades es consolidar quiénes somos, porqué vivimos
y para qué. Igualmente negar algo es, de alguna manera, evitar que nos agredan,
que nos nieguen a nosotros mismos y nos desaparezcan. Por lo tanto, todo lo que
transcurre a nuestro alrededor es objeto de juicio y de afirmación o de negación. Es
muy raro que suspendamos el juicio ante un hecho. Muy pocos humanos pueden
convivir con algo a lo que no pueden calificar ni saber si les va a afectar o a
desagradar. Es una presencia de animo estoica que tal vez se dé solo entre filósofos
(el autor no conoce caso alguno) pero difícilmente entre personas comunes y
corrientes. Lo normal es decir algo acerca de lo que se ve, se percibe o se conoce.
Ahora bien, ¿cuántas maneras hay de negar o afirmar?

Tendríamos que señalar solo algunas y se parecen a las clases de verdades que
mencionáramos antes. Se afirma o se niega algo cuando ello afecta a nuestros
intereses personales o de grupo. Aquí no interesa si ello tiene o no certeza científica
o lógica: si nuestra existencia esta en peligro ante un hecho éste tiene que ser
negado. Por ejemplo, todos sabemos que el ser humano es un parasito para el
planeta Tierra que, en vez de aportar para su beneficio, es mas bien un elemento
nefasto, sin contribución alguna para su supervivencia (al menos todavía no
tenemos pruebas de que la especie nuestra sea "necesaria" para el planeta, tal
como las hormigas si lo son), por lo tanto deberíamos procurar auto
desaparecernos por el bien de la naturaleza. Esto parece ser una verdad. Pero ¿la
vamos a aceptar? De ninguna manera. Así las ciencias naturales y físicas lo digan,
el hombre jamás va a admitir su propia extinción por el simple hecho que esto sea
verdadero o necesario científicamente.

Otra forma de afirmar o negar algo es apelando a algún principio como referente.
Todos nos basamos en alguna referencia que nos parece sólida y justificable, por lo
tanto es nuestra intención que ello permanezca así al menos hasta que no
cambiemos de opinión y de verdad. Cualquier cosa que atente contra ello será
condenado ipso facto solo por eso, por no ir de acuerdo a la norma que creemos
razonable para nosotros.

Una tercera forma seria negar algo en la medida que no se pueda demostrar su
viabilidad, que sea poco práctico para determinados fines. Con esto volvemos al
utilitarismo y a que algo se afirma o se niega en la medida que es útil.

Existen otras formas mas como la del comportamiento compulsivo a aceptar o a


negar (sicológicamente existen muchas personas que no evalúan sino que niegan o
creen irreflexivamente; de aquí es que surgen, por ejemplo, los creyentes o ateos
fundamentalistas dispuestos a llegar a las ultimas consecuencias de su postura), la
descalificación por falta de autoridad, la discriminación, el prejuicio y otras que mas
adelante serán motivo de otro estudio.

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4. EI mito, la alegoría, la magia, la creencia y el engaño
Las distintas verdades humanas no vienen solamente en forma de discursos
lógicos, como si fueran definiciones científicas. La mayoría navegan de diferentes
maneras dentro de los diferentes pianos del entendimiento. No todo en lo humano
es la palabra y no toda palabra es sinónimo de verdad.

En el caso del mito, las verdades sobre los orígenes de las cosas vienen envueltas
con variados grados de profundidad que van más allá de una, simple explicación
física. El mito trata de abarcar no solo los hechos sino también las razones y la
vigencia en el tiempo actual; y decir algo que es sumamente complejo, que
normalmente no se podría ni siquiera concebir con palabras, requiere de apelar a
símbolos, expresiones, sentimientos y emociones. Imaginemos que viene el
cumpleaños de nuestra madre y vivimos cerca de ella. ¿Qué pasaría si quisiéramos,
en un exceso de ser lo más veraces posibles, hacerlo mediante una nota enviada
por computadora? Nuestra intención seria vana e incompleta, por más que nos
esforcemos por plasmar con palabras exactamente lo que sentimos. Para que este
saludo sea efectivo tenemos que hablar, movernos, abrazar, emocionarnos, reír,
llorar, recordar, reiterar nuestro comportamiento infantil, etc.

Es decir, hay cosas complejas en el mundo humano que requieren de muchos


lenguajes y formas para que se entiendan. Los mitos procuran eso, pero ello nos
parece que atenta contra nuestra lógica fría y calculadora e inmediatamente los
calificamos de falacias absurdas. En realidad, los mitos no pretenden ser lógicos
porque sino no podrían transmitir toda la lógica de la vida, que no se asemeja para
nada a nuestros pensamientos matemáticos.

Igualmente la alegoría es otra forma de dar a entender mensajes sumamente


complejos, los cuales constan de elementos disimiles que, en nuestro lenguaje
ordinario o científico, no podrían estar juntos. Un ejemplo de ello es la poesía, la
cual tiene su propia verdad al trastocar toda la lógica humana ("eres como la
Luna"). Es obvio que nadie puede ser como dicho astro, pero lo que se está
tratando de transmitir son códigos de comunicación que trasuntan cosas que no
pueden ser expresadas con palabras llanas (como, por ejemplo, los sentimiento
magia es la manera como el ser humano intenta dominar los principios de la
naturaleza, los hilos que la hacen accionar.

Dentro de este contexto lo que llamamos ciencia es una forma de magia puesto que
pretende hacer lo mismo: manejar a la naturaleza. Muchos por el contrario asocian
a la magia con lo falso: nada más errado. EI verdadero objetivo de la magia no es
engañarse a sí misma haciéndose creer que conocer el mecanismo natural, sino
todo lo contrario conocerlo realmente. Ha sido más bien su versión dirigida al
entretenimiento la que ha terminado por desvirtuar su verdadera esencia. Toda
magia busca sabiduría, dominio y poder sobre I0 material; el motor de ello es la
idea de que dominando a la naturaleza es como sabremos quiénes somos y
podremos vivir como realmente queremos.

La creencia es una verdad que no se cuestiona ni se comprueba. En ciencia le


llamarían un axioma. Algo irrefutable porque es totalmente cierto. Si ello no fuera
verdad, entonces nada seria cierto. La existencia de Dios es un ejemplo típico de
creencia; no se puede ni se debe refutar. Esta por encima de cualquier otra verdad
humana. Lo mismo sucede con otras verdades, como la científica. EI cientificismo
es una actitud de muchos que creen en la verdad total de la ciencia. Fuera de ella
nada es verdadero. No necesitan demostrarlo porque ella por sí misma es la
verdad. Pueden haber creencias con algo de razón o sustento, pero en si no o
necesitan: basta con la fe del individuo.

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En cuanto al engaño, pocos humanos hacemos cosas tergiversadas por el puro
gusto de hacerlo o de perder nuestro tiempo. Mayormente todo engaño, toda
desviación intencional de lo que sabemos que no es cierto, no es otra cosa que la
búsqueda de un determinado beneficio para nuestra causa o intereses. EI engaño
por el engaño no suele existir, salvo como broma, que también tiene el objetivo de
hacer reír. Esto significa que detrás de todo falseamiento hay una clara intención de
beneficiar o contentar a otro. Ahora bien, ¿todo engaño es falso? No
necesariamente. Pueden haber engaños basados solamente en la verdad, cuando
decir la verdad esta del lado de quien quiere engañar. La mayoría de los
estafadores saben eso y se rodean de cosas ciertas e irrefutables con el objetivo de
convencer a su auditorio. Aquí la verdad es utilizada con fines que no son ella
misma.

La reflexión final a todo esto es que los conceptos que normalmente creemos que
son una cosa pueden ser algo diferente u opuesto. Ha sido el uso o el abuso I0 que
ha ocasionado que desconozcamos verdaderamente qué es lo que ellos son.

5. Cómo actúa la ciencia


No hay que confundir a la ciencia con la tecnología ni con la filosofía. La tecnología
es una instrumentación, una aplicación cuando ya se tiene el conocimiento de algo.
La filosofía es el análisis y estudio del nombre al margen de todo lo que él produce,
como un ser desnudo de sus herramientas y ocupaciones necesarias, solo ante sí
mismo y ante sus dudas y temores. En cambio la ciencia es, como dijimos de la
magia, la investigación de la naturaleza con el fin de saber como actúa para poder
a su vez actuar sobre ella. Con este fin la ciencia elabora su método, el como lo va
a lograr.

Si consideramos que el ser humano, desde que existe, siempre ha intentado


conocer a la naturaleza, es lógico entonces deducir que desde siempre el hombre
ha hecho ciencia, ha conocido los principios naturales. Ciertamente que aquellas
formas no tienen porqué parecerse a las actuales, pero en esencia es lo mismo.
Incluso cada civilización ha creado su propia ciencia, su propio método. Prueba de
ello es que cada cultura conoce cosas que las otras no conocen. Una puede haber
desarrollado un método más efectivo para aplicar las propiedades de las plantas;
otra logro con el suyo manipular mejor las piedras; aquella se volvió una gran
experta de la vida animal y la otra del comportamiento del clima. Cada método ha
tenido sus aciertos y limitaciones.

La ciencia actual occidental repite este esquema. Ha desarrollado un método,


llamado científico, que es muy útil y efectivo para la moderna sociedad de mercado
—en especial, para todo lo que tiene que ver con la física— pero también tiene
limitaciones propias de los éxitos alcanzados en las otras esferas (el laboratorio es
muy bueno para el análisis de los elementos naturales pero es poco efectivo para
asuntos no físicos, como las manifestaciones de la mente y de los sentimientos).
Esto es bueno saberlo para evitar justamente una de las más grandes desviaciones
de los usuarios de métodos: el fundamentalismo metodológico, decir, el creer que
el método elegido es válido para todo, hasta para cosas que no se ajustan a él.

Una vez hecha esta aclaración digamos muy resumidamente que el método
científico occidental basa principalmente su accionar en la afirmación que algo es
real, existe, es verdadero o comprobable siempre y cuando se sujete a un
determinado procedimiento, diferente para cada tipo de casos. Es decir, se ha
pasado de hacer afirmaciones únicamente teóricas acerca de la naturaleza —con
sustento en creencias diversas― a hacerlas basadas en una secuencia de
comprobaciones que se autoafirman a sí mismas conforme se desarrolla el proceso.
Estamos siendo demasiado sintéticos y sabemos que pecamos de omisión y hasta
de simplismo, pero el espacio nos obliga a hacerlo. Entonces, afirmar o negar algo,

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desde el punto de vista de la ciencia occidental, es haber procedido o no conforme
al método. No hacerlo acarrea déficit de proceso y una falta de sustentación que no
permite ninguna validación o negación.

Muchos caen en ese error, incluso apelando a la misma ciencia, al decir que algo es
verdadero o falso sin haberse tomado la molestia de haber procedido de acuerdo a
su método. En ciencia no puede decirse nada sin un determinado argumento
previamente especificado. Igualmente sus características la convierten en un
proceso cambiante, en el sentido de que lo que hoy se niega mañana puede que se
esté afirmando. Lo importante es que se pretende llegar a la verdad —considerada
ésta como el conocimiento de la naturaleza— mediante una forma organizada y
gradual.

Ahora bien, esto no quiere decir que todo en la ciencia sea rigurosamente
coherente. Existe mucha falsa suposición con respecto a ella al igual que sobre
todas las cosas de la vida. Por ejemplo, la idea que la ciencia es una entidad
existente al margen del ser humano. Como obra humana que es, esta sujeta, como
no, a toda una serie de intereses y pasiones nuestras. Pensar que es pura y limpia
existencia, ajena a todo, es poco más que una ingenuidad. También la idea de que
todos los científicos piensan igual, por lo tanto se puede hablar de una "comunidad
científica" (algo así como un grupo de siete sabios que opinan de la misma forma y
se ponen de acuerdo con solo mirarse).

En el mundo de la ciencia las cosas suelen estar en un constante estado de cambio


y ebullición y nadie puede tener la última palabra: todo en ella es contradicción,
oposición y cuestionamiento. Un científico famoso puede decir A mientras que otro
de su mismo nivel dice Z. ¿A quién creer? También se piensa que la ciencia es una
constante de conocimientos actualizados, que solo emplea lo último que se conoce.
Sin embargo, a pesar que la llamada física newtoniana ha sido superada por la
teoría de los quanta, nadie deja de emplearla para los viajes espaciales. Incluso
puede haber una concepción del mundo y de la naturaleza que no sea cierta pero
igual funcione. Esto quiere decir que los niveles alcanzados por la ciencia no se
excluyen y se pueden emplear nuevamente con los mismos resultados.

Y para no cansar, la ciencia puede estar en perfecta contradicción con nuestra


lógica humana aunque nosotros no le hagamos el más mínimo caso. Justamente
con la aparición de la física cuántica el mundo subatómico, tal como creemos que
es y como se nos ensena en la escuela, ya no existe. Pero admitir dicha teoría es
poco más que inviable, pues resulta que realmente el Universo no es lo que parece
y ni siquiera se puede conocer. ¿Vamos a aceptar eso del Universo, que sea
incognoscible? De ninguna manera. Lo sentimos por los modernos avances de la
ciencia, pero los seres humanos comunes nos quedaremos con Newton y su
sencillo reloj natural porque así sí entendemos el mundo y funciona igual.

He aquí entonces una limitación, no solo de la ciencia occidental, sino del


conocimiento mismo: su frontera es el hombre y su necesidad de entender
humanamente el mundo. De nada le sirve que le digan que la materia es así o asá:
es fórmula así expuesta no es de carne y hueso, por lo que la ciencia tendrá que
suspender su juicio o callar, como mucha veces ha ocurrido en la historia, por tener
incongruencia con los verdaderos objetivos del ser humano —que no es el
conocimiento de la naturaleza sino el conocimiento de sí mismo.

Hemos hablado sucintamente de la ciencia occidental, de sus objetivos y


limitaciones con el fin de saber qué le podemos pedir, qué es lo que nos puede dar
y de los peligros de hablar en su nombre sin seguir estrictamente las normas
necesarias para ello.

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6. ¿Qué es lo desconocido?
No es tan fácil decir que I desconocido es aquello que no se conoce. Primero habla
que saber qué es conocer para afirmarlo. Pero ¿cuantas cosas hay que ignoramos
que sin embargo existen? Por lo tanto, aquello que no se conoce no implica que no
exista. La humanidad desconoce muchas, muchísimas cosas sobre la naturaleza, el
mundo y el Universo de las cuales no puede asegurar que no existan o no puedan
existir. La experiencia histórica nos demuestra cómo con el paso de los años
verdades que se consideraban indubitables tuvieron que ser cambiadas por su
opuesto a consecuencia de un nuevo descubrimiento. Incluso se ha visto el proceso
inverso; sociedades que han negado los nuevos conocimientos para implantar
otros más antiguos.

Entonces lo desconocido tiene varios matices. Depende, en primer lugar, del


consenso sobre qué es lo conocido y porqué se dice que se conoce. Se puede
afirmar que algo se conoce pero no conocerlo en su totalidad y solo en una parte.
Es más, podemos conocer algo de un tema y decir que sí conocemos siendo ello
válido, aunque aún se pueda conocer mucho más sobre él. Habría que establecer a
partir de cuándo es que algo se conoce y cuando no. ¿Será cuando simplemente ya
lo hemos visto, nos hemos enterado de él, cuando lo hemos manipulado, cuando
nos especializamos en dicha materia o cuando somos expertos, genios en todo lo
relacionado con ello? Diariamente contemplamos fenómenos que, para la mayoría,
son incomprensibles.

El autor, por ejemplo, cuando abre el capó de un automóvil y mira el motor, lo


contempla como si fuese un misterio insondable de la existencia. Lo mismo le pasa
a los usuarios de las computadoras. Sin embargo, no podemos decir que
desconocemos ambas realidades. Nos es desconocido, sí, pero de manera relativa.
Entonces, el asunto es establecer previamente una idea firme de qué es para
nosotros conocer, cuándo es que sí es legítimo decir que algo se conoce y cuándo
no; porque puede darse el caso que un teólogo, por haber leído muchísimo sobre
religión, crea que puede decir que definitivamente Dios existe. Conocer
ampliamente algo hasta la obsesión no implica que ya se tenga la verdad. Un físico,
por más experto que se considere y así se lo diga la humanidad en pleno, no puede
creérselo al punto que piense que él efectivamente conoce sobre el Universo con
suma y completa autoridad.

La historia esta plagada de sabidurías absolutas en las que ya nadie cree por su
incongruencia con la actual realidad. No obstante fueron un día la máxima verdad
de las verdades. Finalmente, podemos decir que aquello que no se conoce es todo
aquello que es posible que se pueda conocer si se dan las circunstancias
adecuadas, pero sin que ello implique que lo que se conoce o se desconoce sean
reales o no. Podemos describir con lujo de detalles a una sirena aunque ella no
exista. También podemos convivir diariamente con misterios inexplicables que no
somos capaces de entender, que no sabemos por qué suceden, pero sin embargo
existen, que no son nuestra imaginación. Simplemente aun no tenemos, y tal vez
no tengamos nunca, una idea remota de qué puede ser eso. Ejemplos de ello hay
en cantidad. Por citar solo algunos: la conciencia, la intuición, la imaginación, la
pasión, la bondad, la maldad, el valor, el espíritu y, por qué no, casos como el de la
electricidad, por no entrar en temas más complicados como la conformación de la
materia a nivel sub atómico y su incomprensible comportamiento. Visto así, entre el
conocer y el desconocer, es la incertidumbre lo único que podemos decir que es
seguro en el mundo humano.

7. Como se instauran las llamadas verdades


Este es tal vez el tema central en torno al problema de la verdad. No lo que ellas
sean o se pueda decir al respecto sino finalmente cómo y quiénes las coronan como
tales y porqué. El ser humano, por naturaleza, no puede dejar de creer en algo, de

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tener una verdad. Si hemos llegado a lo que somos es justamente por necesitar de
una verdad sobre la cual construir nuestra propia humanidad. No es que el ser
humano SEA al margen de lo que cree: el humano ES lo que él cree de sí mismo.
La verdad y el ser humano son una misma cosa, por eso es tan importante que
conviva con la verdad, su verdad, en mutua armonía.

Las crisis de las civilizaciones se producen precisamente cuando el grupo humano


que comparte una verdad deja de creer en ella. Es en ese momento que la creencia
que los agrupaba deja de tener sentido y empiezan a disgregarse. Está claro
entonces que el problema de va verdad es el problema de la humanidad en pleno, y
no hay nada mas sagrado que ello. Todo lo que hacemos tiene que estar ajustado,
respaldado necesariamente por verdad. Sin esa verdad no hay referentes de nada,
nos volvemos animales. Pero, por supuesto, cada sociedad construye su verdad, y
sobre ello no hay consenso. Por eso pensar que existan los Universales (verdades
válidas en toda ocasión y para todos los humanos) es casi un absurdo puesto que
ya hemos visto que las verdades son consensos establecidos por los hombres para
poder ser precisamente humanos. Queremos creer que aquello en lo que creemos
es la verdad. No deseamos, rechazamos más bien todo aquello que atente contra
nuestra verdad.

Las pruebas que demuestren lo falso o verdadero de nuestras verdades nos


interesan poco. Por lo tanto más importante que la veracidad de una verdad es qué
es lo que significa para nosotros, para nuestra sociedad, para nuestra existencia.
Aunque la realidad nos demuestre lo contrario, aunque todas las pruebas apunten a
que lo que creemos es absurdo, inexistente, ello no quiere decir que las aceptemos.
Por ejemplo, es obvio que ningún ser vivo necesita de vestimenta para existir; la
ropa es un invente humano surgido come una prolongación del tatuaje, que es a su
vez un símbolo colocado en nuestra piel. ¿A alguien se le ocurriría decir que, por
razones científicas, no deberíamos andar vestidos sino desnudos? Cierto que es una
verdad material, real, pero ningún ser humane así no más la va a aceptar porque
entonces dejaríamos nuestro carácter de humanes.

Seguir las leyes de la naturaleza, por más verdad y realidad que ellas sean, no nos
interesa porque así no es el ser humane. Entonces la realidad del mundo puede ir
por su lado, con todo lo lógico y sensato que él sea, mas la realidad del hombre es
otra distinta; depende de él y solo de él, no de su conocimiento sobre cómo es
realmente la naturaleza.

Ahora bien, dado que no podemos dejar de tener verdades, la pregunta es ¿cómo
ellas se instauran? Pues bien, es difícil concebir un ser humano autónomo y
omnisciente (conocedor de todo). Para poder vivir gregariamente necesitamos
sujetarnos a ciertas reglas y a cierta distribución de funciones. No estamos en
capacidad de saberlo todo y conducirlo todo: tenemos que delegar autoridad, de la
más grande a la más pequeña. El sabio matemático tiene que delegar conocimiento
a un médico, a un mecánico, a una costurera. Todos nos damos en su momento
autoridad en algo. Cuando un deportista habla de su especialidad y nos aconseja
estamos ante él como niños ignorantes que tienen que hacer todo le que se les
dice. Ne podemos pretender que, ya que conocemos algo, también conocemos el
todo. Muchas veces se cae en el error de calificar al "pueblo" de ignorante porque
desconoce de tal e cual materia. Pere es un absurdo que un científico diga eso
sobre alguien que no es de su nivel. Él también es un ignorante en todas las
materias que no son de su especialidad y que son infinitas.

El "pueblo", que somos nosotros, no tenemos por qué saber las cesas que él sabe,
así que delegamos en él esa ocupación: la de ser sabio en lo suyo y decirnos a los
demás qué es lo que tenemos que saber. Zapatero a tus zapatos, dice el refrán. No
es el lego en literatura el que debe opinar sobre el valer de una obra. Para eso está

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el literato. No es el carpintero el que debe decir si tal fenómeno natural es real o
no: es el científico el que lo debe hacer. Por lo tanto, los conocimientos que una
sociedad posee están distribuidas entre tantos especialistas come sean necesarios.
Opinar de algo que uno no conoce es válido como simple opinión, como comentario
o como cuestión de gusto, mas no de autoridad. Cuando alguien requiere de una
opinión autorizada acude al experto, no al vecino. Entonces las afirmaciones,
negaciones o silencios que existen sobre diferentes temas corresponden, no a todos
los humanes, sino a quienes asumen el conocimiento especifico en cuestión. Ello
nos lleva inevitablemente al problema del poder, del control, del orden que teda
sociedad implanta, dentro de le cual se inserta la forma cómo se manifiesta le que
se debe conocer y se debe asumir como verdad.

Es el gobierno, cualquiera que este sea, quien tiene la responsabilidad final de


mantener la Verdad que teda sociedad ha asumido como tal. Es su deber velar
porque todos los conocimientos que en ella se dan y que circulan sean coherentes
con el paradigma imperante. Cualquier cosa que atente centra él será descalificada,
negada y anulada. La historia esta llena de casos en los que se afirmaban cosas
que iban en contra del pensamiento oficial y de cómo elle fue eliminado. Esto no es
algo permanente pues de vez en cuando ocurre una revolución en la que les que
opinan diferente a la verdad establecida son le suficientemente fuertes como para
imponerse.

Lo cierto es que no hay verdad sin guardián, y que los integrantes de toda
sociedad, para saber si algo es cierto e no, tienen que acudir a quien sabe; y ese
que sabe es aquel a quien el poder ha delegado autoridad. Un médico, para serlo,
para ejercer con autoridad, necesita tener el aval del Estado. Sin ello ese médico,
por muy bueno que sea, es un ilegal y puede ser detenido. La gente no tiene
perqué dudar de la palabra de la autoridad y menos de la del Estado. Para eso ha
sido elegido: para preservar las verdades de toda la sociedad. Cuando un gobierno
no lo hace es depuesto por el pueblo, no por ser inepto, sino por no cuidar el
mandato de hacer que la verdad dela sociedad sea la única verdad.

Esa es la esencia de todo. Si un fenómeno existe no es porque un científico lo diga,


sino porque la autoridad que le da poder así lo quiere. ”Cuando alguien descubre
algo que va en contra de lo establecido es inmediatamente evaluado por la
autoridad. Si lo que él conoce contradice las normas oficiales es muy probable que
no pase por la censura. Si persiste en su posición, verdadera o no, terminará por
ser eliminado del resto de la sociedad. EI hombre común, entre la palabra de un
científico y la del Estado que preserva la integridad de sociedad, necesariamente
tiene que elegir a la del Estado. No hacerlo serie absurdo; es como ir la médico y
decirle que todo lo que él ha dicho sobre su enfermedad es falso mientras que le
que le dice un cantante sobre ella es cierto. A alguien le tenemos que creer, y es a
la autoridad.

Brevemente vamos a exponer un pequeño esquema de como se ubica lo cierto o lo


falso dentro de un sistema de creencias.

a. Definitivamente es real
b. Es algo que puede ser
c. No se sabe si lo es
d. Todo indica que es falso
e. Definitivamente no es real

Esto significa que no todo puede ser respondido como verdadero o falso: también
se pueden dar opciones intermedias que son igualmente válidas. Lo importante es
que todas estas opciones puedan ser comprendidas por la sociedad y ser
aceptadas. Lo que las personas esperan es una opinión autorizada, y dicha

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autoridad no necesariamente tiene que pronunciarse de manera concluyente;
puede no convenirle. Así que es mejor apelar a las diferentes variables que son
posibles mientras se elige el momento oportuno para ser concluyente con alguna de
ellas.

8. Razones por las que usualmente se niega


Diremos algo acerca de porqué algo puede ser negado de manera oficial, sobre
cuáles son los argumentos mas usuales para que un hecho o afirmación no sean
aceptadas.

1. Datos insuficientes o deficientes


Ante un fenómeno determinado puede que nuestra manera de evaluarlo sea
limitada porque no podemos reunir la cantidad de información necesaria para
formarnos una opinión, por lo que tenemos que esperar a acumular mas datos.
También puede ser que aquello que tenemos acerca de él no sea real y esté
distorsionado por una serie de factores que tenemos que corregir. Eso nos lleva a
negarlo.

2. Hipótesis insuficientes o erradas


También puede darse el caso que, si bien tenemos mucha evidencia las hipótesis
sobre lo que pensamos que es que no sean las más acertadas, sean demasiado
atrevidas o cautelosas o estén por completo erradas. Es decir, podemos tener
buena información pero hemos errado en las conclusiones. Esto nos lleva a negar
que exista.

3. Falta de interés o de estudio


Suele suceder que la humanidad, de acuerdo a la época, tiene diferentes intereses
o prioridades, relegando aquello que, por el momento, no le parece importante.
Esto determina el grado de ocupación dedicado a determinado tipo de fenómenos y
al esfuerzo invertido en entenderlo. Como es común escuchar, siempre existen
necesidades más apremiantes por satisfacer que andar dedicándose a un tema
ocioso e intrascendente. Esto también nos conduce a su negación.

4. No se ajusta al método
Otra razón para negar algo es que dicho fenómeno no es posible ser abordado
correctamente por el método que normalmente utilizamos. Esto es tan común, que
constantemente se crean nuevas ciencias sobre determinados temas en razón a
que, con las anteriores, no era posible de ser explicado. Ello hace suponer que aun
deben existir numerosos fenómenos que todavía no llegan a ser estudiados por
cuanto no se ha establecido el método correcto para hacerlo. Mientras tanto quedan
en el baúl de pendientes, esperando que las cosas se aclaren fuera. Entonces
también lo negamos.

5. Va en contra de lo estructurado
También es algo muy común. La ciencia contemporánea, como todo sistema
ordenado de conocimiento, es de tipo cerrado, es decir, todo debe tener un lugar
especifico y se coherente. Nada que no encaje dentro del esquema puede ser
admitido. Aquello que carece sentido es puesto en cuestión o no aceptado. Es un
sistema que no admite las excepciones a la regla ya que una sola excepción la pone
en duda y la hace tambalear. Imaginemos que exista un objeto que, en contra de la
ley, en vez de caer suba. ¿Qué haría la ciencia con él? ¿Dónde lo pondría? ¿Se
suspendería la física hasta que este hecho se aclare? No.

Lo más probable es que se lo margine, se lo oculte o se le ponga el ribete de "en


investigación". Es el temor que todas las autoridades de todos los tiempos han
tenido ante hechos que contradicen las estructuras de la verdad. Ello no es
producto de ningún estado alterado o de la maldad de nadie, sino del natural miedo

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que tenemos ante el caos, el desorden o ante de la falta de una auténtica verdad,
segura y confiable. ¿Viajaríamos tranquilos por el mundo sabiendo que las leyes en
que nos sustentamos pueden no ser tan ciertas como pensamos? Viviríamos con el
temor que algo falle y no podríamos salir de nuestras casas. Por eso el poder, la
autoridad que maneja el conocimiento, tiene la obligación de preservar el sistema
de verdades aun a costa de que ciertos hechos lo contradigan. Como ya hemos
dicho, más importante en el mundo humano es lo que para nosotros TIENE que ser
cierto que lo que realmente ES la verdad por la verdad no posee ningún sentido.
Necesita estar enmarcada dentro de las expectativas e intereses del mundo
humano.

Esto se puede notar, por ejemplo, con los llamadas OOPARTS, el acrónimo en inglés
de Out of Place Artiact, (literalmente, artefactos fuera de lugar) que vienen a ser
objetos hallados donde no debían estar y que contradicen las leyes y el orden
cronológico establecido. En el mejor de los casos terminan en un museo con un
signo de interrogación del cual nadie quiere dar cuenta. El temor a la duda es
demasiado grande entre los investigadores. En tal caso, como se dice en la
modernidad, se suspende el juicio para evitar dar una opinión que nos pueda
comprometer.

9. Comentario final
Hemos tratado de exponer sucintamente una serie de temas que normalmente
trata la filosofía para intentar ayudar a sentar las bases sobre qué deberíamos
tomar en cuenta antes de emprender el estudio de una serie de fenómenos. Afirmar
o negar con simples razones, sin apelar a argumentos sólidos ni al análisis de
conceptos, nos lleva a reiteraciones o subjetividades que perpetúan las inquietudes
y provocan un sinnúmero de manipulaciones. En vista de esto, el autor prefiere dar
su opinión al respecto y decir que es muy difícil pretender abordar el tema de los
fenómenos espaciales anómalos sin contar con los mecanismos adecuados para
ello.

Podemos especular, si, en base a referentes históricos. Pero experiencias anteriores


o similares no nos garantizan necesariamente que podemos establecer
generalizaciones. En todo caso existen organismos que poseen los medios para
hacerlo y que serían los únicos capacitados para tal fin. Ahora bien, qué es lo que
concluyan o hagan con la información que obtengan es otro asunto. Sabemos por la
experiencia histórica que el poder no dice todo lo que es sino solo lo que conviene
para el sostenimiento de un sistema, de una sociedad. No vemos por qué el actual
tendría que hacer lo contrario. Podemos suponer que habrá cosas que ocultarán
necesariamente, pero no sabemos cuáles son ni hasta cuándo lo harán. Creo,
finalmente, que nuestra actitud debe ser expectante y, cuando sea necesario,
reclamar a quienes detentan la autoridad.

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