Después de un largo día lleno de actividades, una cena saludable
nos ayuda a obtener un buen descanso nocturno, a cuidar nuestra salud y a controlar nuestro peso.
La cena es una comida tan importante como el desayuno y el
almuerzo, y en ella ha de primar la calidad frente a la cantidad, dado que la ingerimos en las últimas horas del día, cuando se reduce nuestro nivel de actividad y nos preparamos para dormir.
Independientemente de nuestro estilo de vida, de la dieta que
sigamos o de nuestra edad, tenemos que tener claro que la cena ha de ser saludable, y eso implica que nos olvidemos del exceso de calorías y de grasas saturadas.
Procura no irte a la cama con el estómago vacío, porque el hambre
te impedirá conciliar el sueño. Pero tampoco comas en exceso, o te sentirás intranquilo para dormir. Los nutricionistas aconsejan que la cena debería aportar alrededor del 20% de las calorías diarias. De ese modo no pasarás hambre y tampoco se alterará tu metabolismo nocturno.
Qué alimentos elegir
Verduras: De diferentes colores, cocinadas al vapor, hechas
tortillas, budines o ensaladas. Proteínas: Elige pescado, carnes baja en grasa ó pollo y pavo sin piel.
Fruta: De diferentes colores las que puedes consumirlas enteras, en
postres ó hechas jugos.
Carbohidratos: conviene repartirlos a lo largo del día y tomar solo
una pequeña cantidad por la noche, aunque no es necesario que renuncies a ellos. Puedes optar por una rebanada de pan integral o ½ porción de arroz, tallarines, quinoa o papa.
Lácteos: Leche, yogurth sin azúcar añadida ó quesillo.
Infusiones: cualquiera que resulte digestiva y no contenga teína es
ideal, como la manzanilla, menta, melisa.
En las cenas evita los embutidos grasos, los platos con ingredientes fritos, picantes, las bebidas e infusiones que contengan café ó té.
Por último te recomendamos que la cena se realiza por lo menos 2
horas antes de ir a dormir ya que con ello favorecemos a una buena digestión que no interfiera en nuestro descanso y consigamos tener un sueño reparador. La tendencia epidemiológica observada en Chile hace urgente identificar y corregir hábitos que favorecen la elección de alimentos poco saludables. La once es un tiempo de comida arraigado en la cultura chilena, en la cual el pan blanco es el principal aportador de energía, generalmente llevando agregados que no son saludables, tales como queso y embutidos. Así, la once se caracterizaría por tener una mayor densidad energética, un elevado aporte de carbohidratos refinados, grasas saturadas y sodio, los cuales se asocian a mayor riesgo de obesidad y factores de riesgo cardiovascular. Por ello, es preocupante que 74% de la población haya reemplazado la ingesta de cena por once.
Chile es el segundo mayor consumidor de pan en el mundo, con
una ingesta de 86 kilos al año per cápita, lo cual equivale a 33% de las calorías totales, 144 gramos de carbohidratos procesados y una ingesta de 1.433 mg de sodio al día, aportado solo por el pan, contribuyendo al riesgo de presentar hipertensión arterial (HTA), obesidad y diabetes mellitus. A su vez la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el consumo de al menos 400 gramos de frutas y verduras al día es decir 5 porciones diarias, las cuales no son cubiertas si solo almorzamos. Si las consumimos reducimos el riesgo de presentar enfermedad cardiovascular y 4-13% de cáncer. Además, la ingesta de otros alimentos, tales como legumbres, pescado, aceite de oliva extra virgen y frutos secos, también se han asociado a una reducción del riesgo los que habitualmente están excluidos de la once tradicional, lo cual contribuye a un bajo cumplimiento de estas. Por ello la importancia de incorporar la cena como última comida y con ello disminuir la incidencia de presentar riesgo metabólico.