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EL DERECHO DE PETICIÓN EN COLOMBIA

El Derecho de Petición en Colombia, tiene sus fundamentos en la Constitución


Política de 1886, esta norma constitucional se encargó en su artículo 45 de
consagrar el derecho de todas las personas de presentar peticiones respetuosas a
las autoridades, ya fuera por motivos de interés general o particular; asimismo
determinó como derecho el poder obtener una respuesta a la solicitud impetrada.

Esta disposición que tuvo como principal objetivo posibilitar una mejor relación
entre el ciudadano y el Estado, carecía de fuerza vinculante, pues no se
contempló algún tipo de modelo normativo que determinara las diferentes
situaciones que se podían dar, en caso que algún ciudadano presentara una
petición y el procedimiento que era necesario adelantar. Esta falencia legal
imposibilitaba la protección real del derecho pretendido y terminó por restar
importancia a este actual derecho fundamental que por estos días resulta valioso y
eficaz a la hora de valorar la relación ciudadano-Estado.

Con el pasar de los años, sucedieron transformaciones normativas que también


pueden ser catalogadas como evolución del derecho de petición. Normas tales
como la Ley 167 de 1941 que instaura la figura del acto administrativo y la
posibilidad de controvertir las decisiones de la Administración, el Decreto Ley 2733
de 1959 que fue expedido como reglamentación al derecho de petición, la Ley 58
de 1982 que concedió facultades al Presidente de la República para reformar el
Código Contencioso-Administrativo; terminaron por auspiciar la expedición del hoy
derogado Decreto Ley 01 de 1984, compendio normativo inherente al Derecho
Administrativo que poco a poco se transformó, convirtiéndose en ineficaz frente a
los desafíos que fue proponiendo el Derecho Administrativo en Colombia y que
obligó a su obligatoria reforma.

Ya en desarrollo de la Constitución Política de 1991, es posible resaltar dos


razones que llevaron a la necesidad de reformar el Código Contencioso
Administrativo, por una parte su alcance legal fue insuficiente y no permitía la
construcción de principios constitucionales y de otro lado, el Decreto Ley 01 de
1984 imposibilitaba la determinación de las distintas tipologías del derecho de
petición; circunstancia que provocó que los funcionarios públicos finalmente no
resolvieran las peticiones respetuosas presentadas por sus administrados.

Dentro de la etapa de transición entre el Decreto Ley 01 de 1984 y el Código de


Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, se dio un
aspecto determinante, y es que la Constitución de 1991 en su artículo 23, también
previó el derecho que le asiste a todos los ciudadanos de Colombia a presentar
peticiones respetuosas a las autoridades por motivos de interés general o
particular y a obtener pronta resolución; estima de igual manera la necesidad de
adelantar su reglamentación y que también se pueden presentar peticiones
respetuosas ante organizaciones privadas. De esta manera, la Carta Política que
rige el Estado Colombiano, acoge este derecho como fundamental, permitiendo
que a través de su acción toda persona solicite ante las autoridades la adopción
de decisiones, explicaciones acerca de las decisiones tomadas, así como también
por medio del derecho de petición se practique la solicitud de documentos, copias,
formulación de consultas; entre otros asuntos.

El nuevo Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso


Administrativo, promulgado por medio de la Ley 1437 de 2011, llegó para adecuar
el Derecho Administrativo y el procedimiento contencioso administrativo a los
nuevos preceptos constitucionales y jurisprudenciales que con el tiempo adquirió
el derecho fundamental de petición. La instauración de esta nueva legislación, que
dentro de su contenido se ocupó de regular en su primera parte el ejercicio del
derecho de petición, permitió que como derecho fundamental obtuviera un
desarrollo integral; tal como se determinó de los artículos 13 a 33 de esta norma.
Esta significativo avance sin duda logró una mejor y adecuada dinámica dentro de
las relaciones ciudadano-Estado; los funcionarios públicos debieron acoger los
cambios introducidos y se pudo evidenciar un mayor respeto por este derecho
fundamental, desde luego tuvo mucho que ver, que por medio de la Acción de
Tutela, mecanismo de creación constitucional; los ciudadanos acudieron a los
jueces para reclamar su debido cumplimiento.

Con posterioridad a la expedición de la Ley 1437 de 2011, la Honorable Corte


Constitucional declaró inexequibles los artículos 13 al 33, aludiendo problemas de
trámite se llega a esta decisión que posteriormente se supera con la expedición de
la Ley 1755 de 2015, “Por medio de la cual se regula el Derecho Fundamental de
Petición y se sustituye un título del Código de Procedimiento Administrativo y de lo
Contencioso Administrativo”. Este apartado normativo se ocupa de reiterar la
prevalencia constitucional del derecho de petición en la Carta Política, aclara los
términos para resolver las diferentes peticiones, el procedimiento para su
presentación, su desistimiento y competencia para resolverlas y las reglas
especiales para presentar peticiones ante las autoridades y como presentar un
derecho de petición ante autoridades privadas; entro otros importantes temas.
El derecho de petición por excelencia encarna varios principios constitucionales,
que permiten el fortalecimiento y mayor ámbito de acción de la Administración
Pública. El hecho que los ciudadanos pueda presentar solicitudes respetuosas
ante las autoridades, ya se para solicitar documentos, la respuesta a una consulta,
el reconocimiento de un derecho, que alguna autoridad intervenga en casos
determinados, la prestación de un servicio, presentar una queja; entre otras tantas
acciones; favorecen de manera positiva la relación que la Administración sostiene
con sus administrados, sin equívoco alguno se configura en bastión de efectividad
cuando estas peticiones se resuelven de fondo; pero de igual manera dejan un
manto de duda cuando se ignoran y los ciudadanos no encuentran respuesta al
requerimiento propuesto. Cuando esto último ocurre, se deja lugar a que el juez
constitucional intervenga y agotado el proceso determinado por la Ley; se ordene
a la Administración resolver en términos perentorios.

De igual manera, el avance jurídico en vía de la protección del derecho


fundamental de presentar peticiones respetuosas ante las autoridades ha sido tal,
que actualmente su desconocimiento tiene incidencia disciplinaria y el Código
Único Disciplinario en su artículo 48 estima como falta gravísima el no atender
oportunamente los derechos de petición impetrados.

Como asunto fundamental en la actividad diaria de la Administración Pública, el


derecho de petición ha sido objeto de amplios y numerosos pronunciamientos por
parte de la Honorable Corte Constitucional. Al respecto, se ha ocupado de resumir
las características del derecho de petición como un derecho fundamental en
cabeza de las personas naturales y jurídicas; con un núcleo esencial compuesto
por su pronta resolución, la respuesta de fondo, la notificación de la respuesta y
que cuenta con elementos estructurales principales que se comprenden en el
derecho de toda persona a presentar peticiones respetuosas de interés general o
particular antes las autoridades, la posibilidad que su presentación sea escrita o
verbal, el respeto en su formulación, la informalidad en la petición, la prontitud en
la resolución y la habilitación al legislador para reglamentar su ejercicio ante
organizaciones privadas, a fin de garantizarlo como derecho fundamental.

Respecto al derecho de petición, resulta preciso concluir que en el plano


Colombiano actualmente goza de una especial protección constitucional, hecho
que ha allanado el camino para que su eficacia y celeridad se constituyan en
símbolo de la relación formal entre el ciudadano Colombiano y la Administración
Pública. Asimismo, gracias a las reformas promovidas por la Constitución de 1991,
el derecho de petición ahora se encuentra ampliamente regulado y especialmente
protegido; generando lo antes mencionado que se sienta cierto alivio por parte de
los ciudadanos, en cuanto se refiere a su permanente interactuar con la
Administración y el papel de las autoridades judiciales que velan por que esta
sincronización tenga lugar de la mejor manera. La Constitución Política de 1991
marcó un antes y un después en la evolución del Derecho de Petición, con su
promulgación se definieron reglas claras a tal punto que las disputas entre el
ciudadano y la Administración Pública obtuvieron un orden jerárquico normativo
prevalente; que tuvo como objetivo principal proteger al individuo cuando éste
considerara necesario acudir al Estado para un fin determinado.

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