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Manifiesto Al Servicio de La Personalidad - REPORTE DE LECTURA FORMATO INTEGRO
Manifiesto Al Servicio de La Personalidad - REPORTE DE LECTURA FORMATO INTEGRO
REPORTE DE LECTURA
FORMATO INTEGRO
Me parece que el acercamiento del autor siendo desde una base cristiana, quizá no sea un
enfoque universal.
Al entender mejor la evolución de los sistemas políticos y sociales y el trato del individuo como
persona; atendiendo al paciente desde su singularidad y esencia.
7.- Mientras lo leías o después de leído, qué pasó contigo, de qué te das cuenta?
Desde la óptica de los políticos, que algunas veces han tomado la forma de un racionalismo
más o menos rígido, construyen entonces con ideas o con consideraciones técnicas de teóricos, un
sistema que piensan imponer a la historia mediante la fuerza exclusiva de la idea. En ello se
reconoce a estos doctrinarios que infectan la revolución en el mismo grado que la conservación.
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Exhortan a los individuos, con razón, a cultivar las virtudes que crean la fuerza de las
sociedades. Pero olvidan que unas fuerzas históricas, desencadenadas de su sumisión a lo
espiritual, han creado estructuras colectivas y necesidades materiales que no pueden estar ausentes
de nuestros cálculos si lo espiritual es al mismo tiempo carnal. Tomamos la civilización en toda su
profundidad. Es una amalgama de técnicas, de estructuras y de ideas realizadas por hombres, es
decir, por libertades creadoras. Es solidaria en todos sus elementos: si uno solo llega a faltar o se
corrompe, su carencia compromete a todo el edificio.
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Una sociedad personalista busca la realización personal de los individuos que la conforman.
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La trascendencia constituye una opción personal con aspiración a lo divino como persona ante
una verdad absoluta y eterna, que encamina al ser humano hacia la perfección. La creencia en Dios
constituye como fin la perfección.
No toda acción contribuye al desarrollo del hombre. Hay acciones destructivas que
despersonalizan al hombre. Cuando la acción contribuye a la realización de hombre en todas sus
dimensiones, enriquece el conocimiento del sujeto como persona. Estas dimensiones permiten al
individuo una finalidad y una realidad propia. Alcanzar el máximo en iniciativa y responsabilidad.
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Necesariamente –leemos en Newman-, la Idea nace en un orden establecido, y conserva
durante cierto tiempo el sabor del terruño. El elemento vital que le es propio tiene necesidad de
separarse de lo que es extraño y temporal y se dedica a conquistar su libertad mediante unos
esfuerzos cuyo vigor y seguridad crecen con los años. Sus comienzos no son la medida ni de su
capacidad ni de su alcance. En el principio, nadie sabe lo que es ni lo que vale.
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Platón entreveía un “bello riesgo” que podía correr el hombre al borde de la muerte si se le
interrogaba sobre su destino personal. Pero salido de la prisión donde moría Sócrates, y
olvidada esta emoción de juventud a favor de este amplio sueño contemplativo, no garantiza la
inmortalidad más que a las Ideas, o al Alma, que por lo demás, en el Hades, se
despersonaliza progresivamente a fin de asimilarse a sus modelos divinos. ¿Dónde tomaría
esta alma la fuerza sustancial para vencer el tiempo y la disolución?. El demiurgo la ha
compuesto con distintos residuos de su complexión primitiva, y ella es una parte de la
naturaleza como el hombre es una parte de la ciudad; refleja, pese a su unidad virtuosa, la
composición de un mundo real y la de la ciudad: carece de secreto… No es pues sorprendente
que el aristotelismo que basa su ciudad sobre la amistad, acabe en la apología de la
esclavitud.
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Protonio encuentra la ocasión de dar un fundamento racional a la individualidad personal
admitiendo la existencia de tantas ideas como seres singulares; sus individuos inconscientes
encarnan a su vez a varios personajes singulares, y reúnen de esta forma una memoria
múltiple a la cual no hay que desear más que ella se despersonalice un día, librándonos de
sus pasividades y elevándose más allá de la falta primitiva que es la fuente de toda
individualización. Pero como esto no es ni un suceso ni un acto que está en el origen del sr
individual, su vuelta de más allá del pecado no será una conversión, una unión y una
transfiguración suprema todo su ser actual, sino un éxtasis, una evasión adormecida del
tiempo hacia lo intemporal.
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Los griegos tropezaban dos veces cuando abordaban un problema del hombre: la primera vez,
con la multiplicidad de las almas, que les parece fragmentar en el espacio la pura esencia del
pensamiento; la segunda, con el comienzo de las almas, que les parecía un golpe al curso de
la eternidad. La afirmación cristiana ataca al alma pagana en estos dos puntos sensibles.
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¿Cómo mantener la supremacía de la Idea intemporal, del desarrollarse necesario, en un
mundo sembrado de momentos esenciales: una creación, una culpa, una Encarnación, en un
mundo cuya explicación se centra ahora en una historia con personajes? Se ha librado al
hombre del destino cósmico. Porque ha habido un comienzo absoluto fundado en un acto de
amor, es por lo que ahora parecerán posibles estos comienzos absolutos que son el
nacimiento de un alma, un acto libre. En la antigüedad, el Dios de Aristóteles ignora una
multiplicidad de las almas de la que El no es responsable. El de Plotonio no consiente en
emanar más que una única imagen de sí mismo, imitándole tan perfectamente como le sea
posible. En la Edad Media, Averroes no llegaba todavía a justificar ante la razón la pluralidad
de las almas: siendo el mundo eterno, pensaba en él, sería necesario admitir de una infinitud
actual de almas, lo que es absurdo. Con lo que imaginaban una única alma, consecuencia
efímera de esta forma de avaricia del Ser. El Dios cristiano, es un Dios pródigo de amor, esta
imagen más perfecta de la divinidad es el alma humana. Habiéndose expresado íntegramente
en el Verbo con toda eternidad, no ha agotado de una vez todo su poder de creación.
Cuantas más almas haya para recibir las formas inagotablemente nuevas de su gracia, más su
bondad se glorificará y se regocijará en el darse. Esta multiplicidad de personas llamadas a la
vida divina, que no encontraba ninguna justificación racional en un mundo entregado a la
eternidad implacable de un Dios impersonal, hela aquí justificada por el Amor.
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Cada vez que sorprendemos a una época o a una escuela aceptando una concepción
demasiado sórdida de la divinidad, como el jansenismo, o entregando el universo a algún ídolo
de lo necesario y lo impersonal, como ciertas formas del racionalismo y colectivismo
contemporáneos, veremos en ello en igual medida debilitarse el sentido y las costumbres de la
persona.
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El fundamento de toda religión, dice Proudhon, es la “pérdida de la personalidad en nombre de
la divinidad”; su esencia es “el empobrecimiento, la anulación y la servidumbre sistemática,
absoluta, de la humanidad en beneficio de la divinidad”. Parece a estos teóricos de la tradición
anarquizante, que la suma de las perfecciones realizables esté estrictamente medida, de
suerte que la infinidad concedida a Dios por los cristianos está tomada sobre las reservas del
hombre, que ella reduce a cero. La misma perspectiva aparece en Feuerbach y en Marx
cuando describen la religión como una alienación, que absorbe la realidad del hombre para
disolverla, por encima de su cabeza, en un mundo de nubes, dejándole impotente y resignado
ante su destino.