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EL CEMENTERIO INDIGENA DE “EL

O L IV A R ” (L A SERENA).
H abiendo tenido ocasión de reconocer am pliam ente el ce­
m enterio de los indios D iaguitas, que se encuentra unos dos k iló ­
m etros al Norte de L a Serena, en e l fundo "El O livar” , querem os
anotar en lo siguiente nuestras observaciones que puedan tener
algún ínteres p ara la investigación arqueológica sobre los prim i­
tivos habitantes de esta región.
El cem enterio consta de una cantidad de grupos ds sepul­
turas, que se encuentran esparcidos en una área de 300 metros
de largo, por 200 de ancho, m as o menos, entre e] cam ino prin­
cip al que conduce al Norte del p aís y el callejón, que se dirige de
L a Seren a a la C o m p añ ía B aja.
En el plano adjunto se puede ver la situación de los grupos
reconocidos por nosotros, siendo probable que existen otros, que
son difíciles de ubicar, y a que están en tierras de cultivo intenso,
en las cuales sus dueños no perm iten trab ajar.
Parecen que estos grupos corresponden a la división social
en clanes y que cad a clan ha tenido su cem enterio, dentro dei
gran cam po común, pues en todos los grupos hemos encontrado
idénticas características, que perm iten establecer que los diversos
grupos son contem poráneos entre sí.
C ad a grupo se com pone de un número de sepulturas que
v a ría de treinta h asta setenta, de las cuales una parte estaba he­
cho de p iedra la ja , m ientras las dem ás estaban sim plem ente en
tierra.
L as sepulturas de piedra son generalm ente largas y cónicas,
orientadas con la p arte m ás ancha (c a b e c e ra ), hacia el O riente;
su tam año m edio era de 1. 80 m de largo por 70 cm. en la cab e­
cera y unos 30 om. en los pies, pero hemos encontrado otras de
m ás de dos m etros de largo, como tam bién mucho m ás chicas.
Fuera de estas sepulturas largas y angostas h abía un pequeño nú­
mero de sepulturas rectangulares. Hemos m edido una que tenía 1
m etro por I. 30, p arece que estas sepulturas eran siem pre de
gente principal, a ju zgar por el a ju a r que contenían,
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El m aterial que ha servido p ara construir las sep ulturas de


piedra es una p iedra arenisca, cuyas can taras están situadas a u-
nos 12 kilóm etros m ás al Norte. Estas p ied ras fueron e x tra íd a s
en planchas de un grosor de 8 a 12 cm y de tam años v ariab les,
siendo las que servían de tap a en muchos casos d e una sola
pieza, así por ejem p lo la tap a de la sepultura rectan gu lar cu yas
m edidas dimos m ás arrib a m ed ía 1. 20 por 1. 50 m .-E s de im a ­
ginarse, que el transporte de estas p lan chas de p ied ra era m uy di­
fícil y n ecesitab a m ucha gente y creem os que es este el m otivo,
porque no todas las sepulturas que llev an idéntico a ju a r, fueran
hechas del m ism o m aterial. M uchas veces encontram os estas p ie­
dras solo como m u rallas divisorias entre dos sepulturas, lo que
p arece ind icar la escasez del m aterial en m om ento oportuno.
L a factura de las sepulturas d'a piedra era m u y se n c illa : en
el fondo de la excavación se p arab an las p ied ras laterales, que
ten ían una altu ra de 60 a 70 cm. cercando la sep ultura por sus
cuatro lad o s; el borde superior de estas m u rallas, que fueron a li­
nead as correctam ente era lab rado y fo rm aba un canto liso, de
ig u al altu ra, p ara recibir la tap a m ientras que en el fondo de la
sep ultura lo form aba la tierra. Com o la profundidad de las sep u l­
turas raras veces era m ás de 80 cm a un m etro, las ta p as q u ed a­
ban a poca profundidad deb ajo iail suelo y a l la b ra r las tierras en
tiempos m odernos topaban con frecuen cia loa arad o s en ellas,
p or cuyo m otivo fueron extraíd as gen eralm en te po r los m ism os
trab ajad o res, quienes revolvieron las sep ulturas en b usca de te ­
soros, destruyendo gen eralm en te la a lfa re ría . C uen tan qu e de es­
te cem enterio se sacaron con este m otivo gran can tidad de estas
p iedras que sirvieron p ara p avim en tar vered as y p atio s en L a
Serena.
En la m a yo ría de las sepulturas de p iedra h ab ía m ás de un
osam er.to hum ano, en algun os casos encontram os h asta cuatro,
siendo m uy p ro b ab le que proceden de m uertos sep ultad o s sim u l­
tán eam en te al ju z g ar por su colocación. En las sep u ltu ras la rg a s
y cónicas, los cad áv eres fueron sepultados siem pre tendidos 'en
todo su largo , no así en las sepulturas rectan gu lares, en estas la
posición debe h ab er sido con las piernas d o b lad as y a sea sentado
o tendido.
En 'este cem enterio llam a la atención, que se encuentran
m uy pocos osam entos de niños, los cu ales no p asan de un 6 a
8 % del total.
Los cráneos encontrados son todos del tipo b raq u icéfalo ,
pero tam bién hem os encontrado algun o s deform ados a rtific ia l­
m ente, con la frente ap la sta d a ,. F uera d e estas v ariacio n es que
fueron siem pre de cráneos d elg ad o s o de grueso n orm al hem os
encontrado una can tid ad de cráneos d e p ared es sum am en te g ru e ­
sas; estos cráneos se encontraron siem pre en sep u ltu ras en tierra,
que gen eralm en te no contenían a lfa re ría dom éstica, por lo que
frénennos la im presión, de que se tra ta b a d e una raza inferio r.
El C em enterio indigena de “ El O liv a r” (L a S ere n a.) 37

sub yugad a por los D iaguitas y que quizás Ha estado al servicio


de ellos.
En las sepulturas de tierra se distingue fácilm ente algunas
que son m ás an tiguas que las sepulturas en piedra, pues contie­
nen a lfare ría que se distingue por su factura, su forma y por sus
dibujos grandes y más toscos, que los conocidos generalm ente
de la cultura D iaguila. Los m otivos de los dibujos, son muchas v e ­
ces precusores de los dibujos finos de la época siguiente y no son
tan variad o s. Esta a lfare ría está descrita por D. R icardo Latcham
y denom inada "arcaica" (R ev . D. Hist. Nac. Año X X X V I) Las
sepulturas en referencia se encuentran generalm ente a mayoT
profundidad que las otras y las hem os encontrado a veces debajo
de las otras a una profundidad de 1.30 y 1. 50 m. El resto de las
sepulturas en tiera es contem poránea de la s sepulturas de pie­
d ra, y a que contienen el mismo aju ar que éstas, en ellas se en­
cuentra m uchas veces al lado del osam ento humano el osam ento
de un cuadrúpedo, que por las características del cráneo debe h a­
ber sido de llam a o guanaco y a veces al lado de éste una taza
o plato, como de an im al regalón.
L lam a la atención la dentadura perfecta en casi todos los
cráneos, no existen dientes careados y las dentaduras ofrecen en
todas las edades un aspecto vigoroso y sano.
Los hallazgos arqueológicos. Debido a la gran p erm eab ili­
dad del terreno, que absorbe el agua de los canales de riego, se
encuentra el agu a a poca profundidad debajo el suelo, encon­
trándose la m ayo r parte de las sepulturas dentro de un b airo gre-
doso, lo que hace casi im posible una busqueda p ro lija, la cual se
ha tenido que concentrar casi exclusivam ente a la alfarería. Sin
em bargo hem os encontrado algunos collares de piedrecitas cor­
tadas (d isco s) de carbonatos de cobre de un color verde azule­
jo, otro de discos pequeños de una com posición calcárea, adem ás
algunos objetos de cobre como pinzas y cinoeles; espátulitas de
hueso, algu n as m uy decoradas con m otivos zoomorfos, punzones
de hueso; p ied ras de bruñir, bolas y discos de piedra, piedras
herm osas, vetadas, y puntas de flecha.
La a lfa re ría se encontraba en la m ayo ría de los casos a l la ­
do de la cabeza, pocas veces tam bién a los pies, cuando h ab ía
varias piezas y en el grupo B la encontram os generalm ete en la
m itad del cuerpo extendido. Los platos o pucos contenían re­
vuelto con tierra, conchas de m achas o tallos de un v egetal que
h ab ía germ inado y en algunos casos pequeños huesos.
L a a lfa re ría encontrada se puede dividir en dos grandes
grupos, la negra o dom éstica y la alfarería pintada, siendo m ás
abundante la prim era.
L a alfarería dom éstica es generalm ente de un color oscuro,
pero en algunos casos es de un color café rojizo y consta en su
gran m ayo ría de cantaritos de boca an ch a con el recipiente g lo ­
b u lar alargad o hacia adelante, con una asa en el borde posterior,
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que une el cuello con el cuerp o ; estos can tarito s tienen m uchas
veces decoraciones en relieve, antropom orfas, figurándose la c a ­
ra en el b orde d elantero d el cuello, con ojos, n ariz y en algu n o s
casos o rejas y en el cuerpo m uchas veces los brazos doblados
con las m anos cerca de la boca, los senos y en dos casos el sexo
de m u jer y piernecitas cortas. O tras veces esto s can tarito s tienen
solo tres protuberancias en las partes que co rresp on derían a los
senos y a l sexo. L a m a y o ría de los cantaritos no tiene decoración
a ig u n a ; en todos se conoce el uso, por estar tiznados en su p arte
delantera, p arece que han servido p ara c alen tar co m idas o b e b i­
das en el fuego, sujetándolos d el asa, porque el asa y toda la p a r­
te superior se encuentran libres d e tizne. A p arte d e estos can tari­
tos hem os encontrado, pero en pequeñ a can tid ad : fuentes rústi­
cas, sin enlucir y enlucidas, jollitas con dos asas, un can tarito con
dos bocas, recipientes en form a com o el cuerpo de una so pera,
sin. cu ello y sin asas y can taritos rectos o sim étricos de u n a asa.
Entre la a lfa re ría p in tada dom inan en núm ero los p lato s o
pucost siendo relativam en te pocas las piezas de otras form as,
los plato s de p aredes rectas no se encuentran en las sep u ltu ras en
tierra que contienen a lfare ría arcaica y son de una era m ás m o­
dern a; los p lato s de las sepulturas an tiguas (a rc a ic a s ) son siem ­
pre sem iglo b ulares. Un pequeño núm ero de los p lato s de p a re ­
des rectas llevan el dibujo en tres secciones, una c a r a estilizad a
en el centro y dos secciones de dibujos geo m étrico s a am b o s la ­
dos, de distintos m otivos; los m otivos y las diferentes forméis de
los platos y de las dem ás piezas están m u y bien descritas e ilu s­
tradas en el libro “A lfa re ría ind ígen a ch ilen a" de Don R icardo
L atcham , p ara no v o lv er a rep etirla y querem os al final m en cio­
n ar solam ente algun o s h allazgo s extrao rdinario s en el cem ente-
rio que describim os.
En el grupo, B encontram os la a lfa re ría m ás h erm o sa; en
una sep ultura en tierra encontram os v a ria s p iezas ex trao rd in a­
rias. pero hechas pedazos, recogim os con todo cu id ad o m ás d e
doscientos fragm entos y hem os podido reconstruir un arrib a lo
blanco con dibujos en rosado y m arrón, una b o te lla de form a
m uy a b ig arrad a, co ro n ad a de un p ájaro . El cuerpo p iram id al o
form a de un cono ap lastad o de e sta b o te lla lle v a b a en su p arte
superior un asa que en su p arte d e a rrib a rep resen tab a la c a ra d e
un hom bre con b arb a, bien m o d elad o ; en el cuerpo de la b o te lla
estaban finam ente m o d elad o los brazos cu yas m anos p are c ían a-
cariciar la b a rb a ; el colo r del fondo era b lan co, los dib u jo s del
cuerpo eran b istre y rojo, ra y a s h o rizo n tales con puntos etc. el
co lo r del p ájaro que serv ía de coronación era azu l n egro. L as
fuentes que aco m p añ ab an '¿ s tí h allaz g o eran tres, la s tres de un a
form a no usual en esta región pues era de borde alto , m ucho m ás
ancho arrib a que en el fondo y de un enlucido p arecid o a la p o r­
celan a, tam bién los m otivos del dibujo eran ex cep cio n ales en
esta región, triángu los llen ad o s de ra y a s cu ad ricu lad as o cru za­
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das. Todo el h allazgo h acía la im presión de algo exótico de la


región. S e ría acaso el aju ar de un gobernante de la dom inación
incaica ?
Otro h allazgo extraordinario constituye un cantaro negro
de grandes proporciones, representando una m ujer, estando fi­
gurado en el borde del cuello la frente con los ojos, nariz, boca
y b arba y a> am bos lados las o rejas y en el cuerpo los brazos con
las m anos, senos, om bligo, sexo y dos piernas cortas. Esta pieza
tenía 27 cm. de altura, la boca tenía 22 cm. de diám etro y la
p arte ri.ás ancha del cuerpo 40 cm.
Por fin querem os m encionar que en una sepultura de 60
por 60 cm. hecha de piedra encontram os solo un cráneo con dos
herm osas fuentes.
Otro h allazgo que m e r:ce ser anotado es el de una flauta
de Pan de cuatro voces hecha de piedra. Esta no se encontró en
sepultura sino a poca profundidad en el cam po de! cem enterio.

F. L. Comely

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