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Harry Potter

y el Fabricante de Pociones

OBSERVACIONES: Los personajes de esta novela son propiedad


de J. K. Rowling, así como el logotipo de “Harry Potter”, fuentes, y
las cubiertas reeditadas tomadas de Harry Potter Wizard’s Collection y
Harry Potter Page to Screen: The Complete Filmmaking Journey, pertene-
cientes a Warner Bros Entertainment Inc.

ADVERTENCIA: Este libro contiene algunas escenas sexualmen-


te explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo
para algunos lectores y no es recomendable para menores de edad.
El contenido de esta obra es ficción. Los nombres, personajes, luga-
res existentes (que no pertenezcan a J. K. Rowling) y situaciones
son ficticios. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o
muertas, empresas existentes, eventos o locales, es coincidencia y
fruto de la imaginación del autor.

©2013, Zafy.
©2013, Reeditación de cubiertas, edición y correcciones finales, revisión
y unificación de contenidos, y formato para e-book por Aless Ferrer.
©2009-2013, Todos los derechos reservados. Prohibida su venta.
Compartir o producir cualquier parte de este material (fic), ya sea de
cualquier forma o medio, sin la autorización expresa del autor, queda ba-
jo responsabilidad del lector.
Argumento
Luego de haber atravesado por un duro entrenamiento en la Aca-
demia de Aurores, Harry Potter, pese a todos los obstáculos, man-
tiene una relación en secreto con Draco Malfoy; sin embargo, ahora
que es un auror que trabaja para el Ministerio, siente algunas dudas
sobre su profesión, pero de lo que sí está seguro es del amor que
siente por Draco y éste por él.
Draco, mientras tanto, se ha graduado con honores en la Universi-
dad de Gunhilda de Gorsemoor y ha continuado con su proyecto
de montar su propia empresa, lo cual está dando grandes frutos, y
ha prometido no dejar a Harry de nuevo. La relación entre ellos van
de viento en popa, pero por un lado existe un grupo de intolerantes
que quiere acabar con todo lo que ambos y sus amigos han logrado
hasta este momento, y por el otro lado... un grupo que se ha encar-
gado, a través de los años, de ajusticiar por su cuenta, a todos aque-
llos que consideran traidores y ayudaron a derrotar a Voldemort…
Una nueva guerra silenciosa ha dado comienzo, los magos y brujas
deberán luchar unidos por la libertad de los derechos de igualdad
entre géneros en todo Reino Unido, y por devolver el orden, la paz
y la justicia a una Comunidad Mágica que guarda demasiado odio,
rencor y dolor por reminiscencias del pasado. Pero Harry y Draco
serán los precursores del cambio; no obstante, nada será fácil, y en
el proceso para ser felices y tener la oportunidad de hacer su propia
familia, se encontrarán con felonías, desafueros, sangre, terror y
muerte…
Índice
Agradecimientos ............................................................................. 11

Prefacio ........................................................................................... 12

CUARTA PARTE: LA FÁBRICA DE POCIONES

1 El área de aurores y la fábrica de pociones ............................... 16

2 Preludio de un ataque ............................................................... 42

3 El ataque de la MACH ............................................................ 105

4 El Auror y el Fabricante de Pociones...................................... 150

5 Celos al descubierto................................................................. 209

6 Procedimientos para un estatuto ............................................. 247

7 Perdón ..................................................................................... 275

8 La proclamación de una ley .................................................... 316

QUINTA PARTE: FAMILIA

1 Libertades y uniones ................................................................ 373

2 La declaración de Noah .......................................................... 416

3 Proposición .............................................................................. 459


4 El enlace .................................................................................. 513

5 La vergüenza de los Weasley .................................................. 561

6 Decisiones................................................................................ 623

7 Intentos .................................................................................... 682

8 Resultados ................................................................................ 725

9 Lazos de Amistad y Familia..................................................... 796

10 Un claro panorama .................................................................. 866

SEXTA PARTE: VIDA

1 Un nuevo grupo entra en escena ............................................. 920

2 Los informantes ....................................................................... 969

3 La investigación empieza a dar frutos.................................... 1015

4 Culminación .......................................................................... 1065

5 Justicia .................................................................................... 1112

6 Nueva vida ............................................................................. 1115

EPÍLOGO: Exequias y reencuentro ........................................ 1155

ANEXOS

¿QUÉ FUE DE…?


Los Aurores .............................................................................. 1163
Los amigos de Harry y Draco .................................................. 1165

Harry y Draco ........................................................................... 1167

Los niños .................................................................................. 1168

El imperio Potter-Malfoy .......................................................... 1172

La autora de este fic .................................................................. 1172

HISTORIAS CORTAS
Dentición decidua .................................................................... 1173

A casa ........................................................................................ 1181

Intrépidas aventuras .................................................................. 1192

El primer beso .......................................................................... 1205

Aquello que nunca pasó ........................................................... 1213

¡La moto vuela! ......................................................................... 1222

Para siempre… .......................................................................... 1250

Sueños....................................................................................... 1259

Porque Harry también se pone celoso algunas veces… ........... 1263

Experto en pociones ................................................................. 1281

Acerca del Autor........................................................................... 1284


Agradecimientos
Decirle gracias a todos por el apoyo y el cariño, creo que no hay palabras para
agradecerles el haberme acompañado por 63 capítulos a lo largo de las seis
partes en las que se divide esta historia, con todos los problemas que hubo en
el camino, por haberme tenido paciencia, por haber seguido leyendo pese a que
la novela se volvía demasiado triste, por permanecer leyendo pese a saber lo
larga que era la historia… En fin, nunca me cansaré de agradecerles por todo
a cada uno de ustedes.

Gracias de corazón a todos aquellos que fueron mis betas en el proceso de co-
rrección de esta historia. Les estaré agradecida eternamente.

Esta historia la tenía pensada desde mucho tiempo atrás, casi desde que pu-
bliqué el primer fic, sin embargo, no me animaba a escribirla, porque pensaba
que no estaba lista para ello, finalmente cogí valor y lo hice. Lo he llamado
“mi proyecto de tesis”. Y gracias a ustedes, ha valido la pena cada momento
que me tomó escribirla.

A todos los que vendrán después, muchas gracias también por leer algo tan
largo, y espero que la disfruten.

Un beso y un gran abrazo para todos…

Zafy.
Prefacio

“Cada quien es dueño de su propia muerte.


Era todavía demasiado joven para saber que la memoria del
corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y
que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado.
... y sólo entonces había comprendido que un hombre sabe
cuando empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su
padre.
Otra cosa bien distinta habría sido la vida para ambos, de ha-
ber sabido a tiempo que era más difícil sortear las grandes ca-
tástrofes matrimoniales que las miserias minúsculas de cada
día. Pero si algo habían aprendido juntos era que la sabiduría
nos llega cuando no sirve para nada.
Le recordó que los débiles no entrarían jamás en el reino del
amor, que es un reino inclemente y mezquino…
…en la soledad del palacio aprendió a conocerlo, se conocieron
y descubrió con alborozo que los hijos no se quieren por ser hi-
jos sino por la amistad de la crianza.”
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ,
Extractos sacados de la novela El amor en los tiempos del cólera.
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

1
El área de aurores y la fábrica de pociones

“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar
y alguna cosa que esperar.”
Thomas Chalmers (1780-1847), matemático escocés

Londres, septiembre de 2003.


14 meses después…

E
l bosque se veía demasiado oscuro para ser mediodía,
sin embargo, eso no los desalentó y siguieron avan-
zando en completo silencio, con las varitas en alto y
ligeramente agachados para que el follaje los cubriera por completo.
Harry detestaba ese camino, podía sentir las pequeñas espi-
nas rozando y arañando su piel, y ya casi podía oír los reclamos de
Draco al respecto esa noche, cuando llegara a casa. Se detuvo en se-
co al ver a Franz Gutmann, el Auror Prior que estaba a cargo de la
misión, y con el cual trabajaba, levantar una mano con el puño ce-
rrado, señal conocida para ellos de detenerse. A unos cuantos me-
tros de Harry, Lars Wintersperger, otro auror ménor, igual que él, se
detuvo con un bufido de impaciencia. Lars Wintersperger era mu-
cho mayor que Harry; según sabía, llevaba ya quince años en el
puesto de auror menor, y no estaba muy contento en tener que tra-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

bajar con Gutmann, quien era varios años menor. Harry sabía que
Gutmann era excelente en su trabajo, y que la actitud de Winters-
perger no era causada más que por el resentimiento, pero no le gus-
taba estar en medio de ese resentimiento.
Al otro lado, junto a Gutmann, estaba Stefanie Fauth, una
chica de unos treinta y pocos años, que parecería adorable e inofen-
siva, con el cabello rubio ensortijado, y unos ojos azules muy lin-
dos, era bastante menuda y delgada, sin embargo Harry, ya había
probado en algunos entrenamientos en el departamento de aurores,
lo letal que podían ser sus patadas. Aquella era la unidad a donde
había sido designado luego de hacer su etapa de Auror Novel, había
estado muy contento cuando lo subieron a Auror Ménor, pensó
que le tomaría mucho más tiempo, puesto que varios de sus com-
pañeros aún permanecían con el rango novel.
Gutmann se inclinó hacia Stefanie y le señaló el lado iz-
quierdo, y luego se giró hacia Harry, indicándole el lado derecho,
finalmente le indicó a Wintersperger para que se uniera a él, todos
tomaron sus posiciones, y a una señal más de su jefe emprendieron
el ataque, corriendo con fuerza y rapidez, traspasaron la última eta-
pa de matorrales y salieron a un claro, bastante pequeño, donde ha-
bía una carpa descolorida en el medio, y dos tipos fuera, que pare-
cían tratar de ordenar el botín.
Todo salió de acuerdo a lo que Gutmann había pensado; Ste-
fanie y Harry se lanzaron, cada uno por su lado, creando campos
antidesaparición y anulando las defensas del lugar, mientras los
otros dos atacaban directamente a los delincuentes.
Media hora más tarde, tenían en las mazmorras del Ministe-
rio a los cinco delincuentes que habían entrado a la casa de Madame
Wickham a sustraer sus joyas y antigüedades, y Harry se dejaba caer
sobre la silla tras su escritorio, revisando a la luz del falso sol que
alumbraba la oficina, sus manos arañadas.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

—Tengo una muy buena poción para eso —dijo Stefanie pa-
sando a su lado, traía entre las manos un frasco, para Harry bastante
conocido; el emblema en la cubierta que decía «El Fabricante de
Pociones», le hizo sonreír, sonreía cada vez que veía alguno de los
productos de Draco siendo utilizado, y sonreía aún más cuando la
gente alababa la efectividad de sus pócimas.
—Yo también tengo algo de eso en casa, no te preocupes —
respondió Harry, sonriendo amablemente mientras se estiraba y re-
cordaba el gran cargamento que Draco había preparado para un pe-
dido dos días antes; ahora venía la parte aburrida del trabajo: llenar
el pequeño informe que Gutmann les pedía para poder adjuntarlo
al suyo y procesar el caso.
—Estoy seguro de que pudimos usar un encantamiento de
protección, y así no terminar ensartados por todos lados —se quejó
con voz tosca Wintersperger mientras extraía con su varita, una es-
pina bastante grande del brazo. Harry sabía que al hombre no le
preocupaban demasiado cuidar el tono de sus quejas, estuviera o no
el jefe delante.
—Y nos hubieran detectado inmediatamente, debido al en-
cantamiento de alarma que tenían —intervino Gutmann entrando
en ese momento a la pequeña oficina que compartían los cuatro—.
Y ahora menos lloriqueo y a terminar esos informes, si es que quie-
ren volver a casa temprano.
Harry y Stefanie asintieron y se pusieron manos a la obra
inmediatamente, mientras Wintersperger le daba una mirada resen-
tida a Gutmann, que ya comenzaba a escribir también tras su escri-
torio.

–|– 

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Gael soltó una risita tonta, secundada por la de Tyrone,


mientras Draco les daba su mejor mirada asesina.
—Vaya, definitivamente en estos momentos me siento orgu-
lloso de trabajar con un par de profesionales —dijo elevando su
mano hacia la luz de la lámpara, las pústulas púrpuras empezaban a
doler y escocer, y sentía que el calor de la infección iba avanzando
hasta el brazo.
—Es que… deberías ver tu cara, amigo —se burló Gael aún
con la sonrisa en el rostro.
—¿Mi cara? —exclamó Draco girando hacia un lado con
preocupación—. Accio espejo —un pequeño espejo que colgaba al
otro lado del salón, voló hacia sus manos; Draco jadeó al ver su ros-
tro, con las manchas púrpuras que ya empezaban a inflamarse,
pronto se convertirían en pústulas similares a las de sus manos y
ahora brazos—. Mierda —masculló dejando el espejo sobre la mesa
y tomando con manos, algo temblorosas, el gran frasco de conteni-
do verde. Lo elevó como si brindara con un ser imaginario, y se
tomó todo el contenido de un trago, evitando hacer un mohín de
asco por el mal sabor, había intentado mejorar el sabor, pero era
simplemente imposible.
—De acuerdo al simulador que hiciste, debemos esperar
cuarenta y cinco minutos antes de ver los efectos de la poción —
comentó Tyrone sentándose en una banca alta delante de su jefe, y
con una tablilla y una pluma, listo para tomar apuntes—. ¿Sientes
algo extraño o diferente?
—¿Además de repulsión por mis manos?
—Pues no te quejes mucho, fabricante de pociones —re-
prochó Gael mientras jalaba una banca y se sentaba, junto a Tyrone,
también con una tablilla y una pluma—. Eres tú el que desea que
las pociones se prueben cuanto sea posible antes de mandar los pro-
totipos a San Mungo o a cualquier otro sitio.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

—Y ustedes podrían ayudar un poco más, ¿no les parece? Al


menos, ya que no siempre les toca probarlas, podrían dejar de reírse
de sus efectos en mis narices —reprochó Draco sentándose tam-
bién y tratando de escribir sobre un pergamino, las cosas que iba
sintiendo; lo primero que pudo escribir, con letra espantosa, increí-
blemente peor que la de Harry, fue «manos hinchadas».
—A mí me toca probar la siguiente —recordó Tyrone con
voz tímida hacia Draco, que bufó con fastidio, aunque sabía que lo
que el chico decía era verdad; ellos siempre se turnaban para probar
las pociones antes de despacharlas.
—Ya… no te irrites —suspiró Gael, que era el que más lo
molestaba; Tyrone, que apenas tenía seis meses trabajando tiempo
parcial con ellos, aún se sentía un tanto corto para hacer bromas,
pero sí reía, tanto de las befas de uno hacia el otro como de los chis-
tes de Gael—. De acuerdo a los datos recolectados, primero la fie-
bre debe descender… ¿Te sientes menos febril?
—Un poco… aunque no estoy seguro, mejor será esperar
unos cinco minutos más, antes de hacer un hechizo de temperatu-
ra… anota lo de la hinchazón en las manos y la sensación de estar
ardiendo por dentro con cada una de estas horribles pústulas, no
puedo escribir.
—Claro —dijo Tyrone, tomando notas rápidamente—. ¿El
sabor de la poción mejoró?
—Nah… sigue siendo una porquería.
—¿Y qué hay de…? —el ruido de unos pasos bajando con
rapidez por las escaleras interrumpió a Gael de su siguiente pregun-
ta, Draco se enderezó más y se cubrió el rostro con ambas manos,
esperó que se tratara de Mikel y no de Harry.
—Hola, Draco —saludó Harry hacia la espalda de su novio;
estaba sentado frente a la mesa de trabajo, con una gran cantidad de

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

pergaminos, y delante de él, Tyrone y Gael parecían ligeramente


culpables.
—Hola, Harry, que milagro verte por aquí tan temprano.
—Ya son las seis, te dije que hoy saldría temprano.
—¿Ya son las seis? —preguntó Draco mirando hacia Gael,
que dio una mirada hacia el reloj de pared que colgaba al fondo, de-
trás de Harry.
—Sí, seis y quince.
—Vaya, no me había dado cuenta… aún tardaré una hora
más, ¿crees que le puedes decir a Kreacher que retrase la cena un
poco?
—Claro, no hay problema, bajaba para preguntarte si tienes
más de esa poción para cortes… la que estabas haciendo el otro día
para la tienda de Francia…
—Ah… sí, claro, Tyrone, dejé un poco sobre la mesa de tra-
bajo número tres, ¿puedes alcanzarle un poco a Harry?
—Por supuesto —respondió Tyrone prácticamente saltando
del banco y caminando hacia más al fondo, donde un caldero toda-
vía conservaba un poco de poción sin embotellar—. Ven, Harry,
aquí hay algo de poción que te puede servir.
Harry, sin embargo, no se movió, ladeó la cabeza un poco,
mirando primero hacia la espalda de su novio y luego hacia Gael,
que parecía demasiado tenso, para volver finalmente hacia Draco
que permanecía quieto y rígido.
—¿Draco?
—¿Sí, Harry?
—¿Te sucede algo?
—No, nada.
—Ah… ¿en serio?
Gael abrió los ojos como plato mientras Draco suspiraba de-
rrotado y Harry caminaba hacia la mesa de trabajo y la rodeaba;

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

Draco trató, a pesar de todo, de girarse una vez más, pero no lo


consiguió a tiempo, y los dedos de Harry atraparon su barbilla, pre-
sionándola suavemente, aunque debido a las pústulas que se iban
formando, la suave caricia estaba siendo un gesto increíblemente
doloroso.
—Auch —se quejó Draco, a la vez que Harry soltaba un pe-
queño jadeo.
—¡Draco!
—Escucha, no te alarmes, en media hora pasará y…
—¿Qué no me alarme? ¡Tú rostro estallará con esas cosas
moradas que tienes encima!
—Se llaman pústulas —corrigió Gael—; y si algo fuera a es-
tallar, serían esas pústulas nada más, aunque realmente esperamos
que no lo hagan… falta ya media hora.
—Gracias por la aclaración —replicó Harry con los dientes
apretados y mirando acusadoramente a Draco—. Sabes que no me
gusta que andes probando cosas en ti.
—Y a mí tampoco que te andes arriesgando en ese trabajo
mal pagado —contraatacó Draco, señalando hacia sus manos y bra-
zos heridos—, pero no me ando quejando ni metiendo…
—Aquí tienes, Harry —interrumpió Tyrone, entregándole el
frasco con la poción.
—Anda, ve busca a Kreacher, en una hora estaré bien —trató
de tranquilizarlo Draco.
—No, quiero asegurarme de que estés bien —Draco hubiera
puesto los ojos en blanco si no fuera por el dolor que cada movi-
miento en su rostro le producía—. ¿Qué es lo que estás probando
de todas maneras?
Draco le dio una mirada suplicante a Gael, que asintió sua-
vemente.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Estamos probando una poción para quitar la alergia a las


plumas del Augurey 1, no es un mal común, pero existe un pequeño
mercado que nadie ha explorado aún.
—¿Eres alérgico a las plumas de Augurey? —preguntó preo-
cupado Harry, mientras Draco negaba con la cabeza.
—Inducimos la alergia, por lo general es fácil inducir las en-
fermedades y alergias para probar las pociones —explicó Tyrone le-
vitando un banco más para que Harry se sentara.
—¿Por lo general? ¿Inducir? A veces creo que estás remata-
damente loco.
—Nosotros también —apoyó Gael, y Draco le lanzó una mi-
rada asesina.
—Es normal probar las pociones en nosotros mismos todo el
tiempo —explicó Tyrone, que tenía más confianza con Harry que
con Draco—, también podríamos hacerlo en algunos pacientes, pe-
ro como la fábrica aún no tiene tanto prestigio como el que se nece-
sitaría para hacer algo como eso, y como tampoco tendríamos tiem-
po para seleccionarlos, entonces las probamos nosotros; no es tan
malo como parece, debiste ver la semana pasada a Gael, cuando
probamos unas pociones contra el efecto de las hojas de alihotsy 2, se
pasó riendo durante toda la tarde y parte de la noche y…

1
Augurey «fénix irlandés». El augurey es nativo de Gran Bretaña, Irlanda, y algunos lugares del
norte de Europa. Es un pájaro de aspecto delgado y triste, de plumaje negro verdoso; parece un
buitre pequeño y desnutrido. Sumamente tímido, anida en zarzas y espinos, y come insectos
grandes y hadas. Vuela sólo cuando llueve mucho; y sino, permanece escondido en su nido, que
presenta forma de lágrima. El augurey tiene un canto bajo y tembloroso característico; canta
cuando percibe que se aproxima la lluvia. Los magos lo usan como recurso casero para predecir el
tiempo, y sus plumas no sirven para escribir porque repelen la tinta. Ver resto de la información
en Animales fantásticos y dónde encontrarlos.
2
Las hojas de alihotsy causan histeria. Según Animales fantásticos y dónde encontrarlos: el glumbum-
ble, un insecto volador, de cuerpo peludo y gris, produce una melaza que induce a la melancolía y
se usa como antídoto para la histeria derivada de la ingesta de hojas de alihotsy.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

—…Creo que él ya tiene claro el punto, Tyrone —inte-


rrumpió Gael un tanto sonrojado, lo que hizo que Draco sonriera
un poco a pesar de todo.
—Corrijo: los tres están rematadamente locos —declaró Ha-
rry con el ceño fruncido.
—Así somos los genios —se defendió a pesar de todo Gael.
—¿Y por qué ya no hablas? ¿Te duele mucho? —preguntó
Harry obviando el comentario de Gael, Draco sólo negó con la ca-
beza, pero lo cierto era que sí le dolía, y bastante, y no se animaba a
hablar para que le reventara algo en su cara.
—No te preocupes, pasará en media hora como máximo —le
animó Gael mientras continuaba tomando apuntes en su perga-
mino.
Harry se limitó a esperar mientras empezaba a aplicar la po-
mada sobre las pequeñas heridas de las manos y brazos, y escuchaba
a Gael y Tyrone intercambiar información.
Efectivamente, media hora después, la mayoría de las pústu-
las habían desaparecido, y Draco podía hablar correctamente, aun-
que no le daba la cara a Harry; pese a que las profesiones de ambos
era un tema ya conversado una y mil veces, no podían evitar tener
esas pequeñas discusiones de vez en cuando, y esa tarde no estaba
con ganas de seguir discutiendo, sólo esperaba que Harry tampoco.
Luego de que Draco al fin estuviera completamente recupe-
rado y luciendo como siempre, los cuatro se sentaron a la mesa a
cenar; era una costumbre que habían instaurado.
Al final del día, Draco cenaba con Tyrone, Gael y Harry, y al-
gunas veces se les unía Mikel, si era que el turno en la clínica en la
que trabajaba, le daba tiempo. Era bastante entretenido, puesto que
siempre estaban bromeando y riendo, contándose lo que habían pa-
sado durante el día y demás trivialidades de rutina, eran como una
pequeña familia.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

No fue hasta que todos se fueron, que Harry y Draco subie-


ron a su habitación, tomados de la mano y algo cansados por el día
de trabajo.
Draco aún estaba a la espera del reproche de Harry, pero éste
no llegó; luego de turnarse para ducharse, cuando ya se estaba po-
niendo el pijama, Harry se acercó a él y lo abrazó con fuerza.
—Te entiendo, ¿de acuerdo? —susurró cerca de su oído.
—Harry…
—Sólo prométeme que no tomarás nada realmente peligroso
como esa poción que inventó la MACH hace mucho tiempo, pro-
méteme que tendrás cuidado.
—Claro que lo tengo —dijo abrazándolo con más fuerza—;
y ya te lo he prometido, y lo he de cumplir.
—Sólo quería recordártelo —murmuró Harry antes de in-
clinarse a besarlo.

–|– 

—¡Jocelyn regresa! —gritó Gael a modo de saludo mientras


entraba a la cocina donde Harry y Draco desayunaban.
—Lo sé, recibí la carta esta mañana —contestó Draco levan-
tando con una mano, la carta que aún estaba sobre la mesa.
—Buenos días —saludó Harry levantando una mano de ma-
nera burlona.
—Je, buenos días a los dos. Lo siento, es que estoy muy con-
tento, será genial tenerla de vuelta.
—Ni que lo digas, ya me estaba cansando un poco de ti, se-
guro ella te podrá entretener —le dijo Draco con sorna.
—Ya… en el fondo sé que me quieres.
—Pero muy, muy, muy en el fondo —aclaró Draco con se-
riedad, a lo que Harry soltó una carcajada antes de ponerse en pie;

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

en ese momento Kreacher apareció, intentando hacer una reveren-


cia, aunque fallando completamente.
—¿El amo desea algo más?
—No, Kreacher, nada, gracias.
—Kreacher —le llamó Draco antes de que desapareciera—.
¿Te sientes mal?
—El señor Malfoy es muy amable al preguntarle a este pobre
elfo…
—Cierto —miró Harry con atención a su elfo—; pareces un
poco enfermo… ¿necesitas algo? ¿Qué te hagamos alguna poción?
—No, amo, Kreacher estará bien.
—Tal vez deberíamos investigar acerca de las enfermedades
de los elfos —masculló Gael, sentándose junto a Draco y mirando
hacia el elfo también.
—No… —suspiró Draco mientras Kreacher se inclinaba un
poco hacia adelante, haciendo otro amago de reverencia y desapare-
cía—, los elfos no tienen enfermedades, ellos no se enferman…
—Debo irme —interrumpió Harry—. Echale un ojo a Krea-
cher de todas formas, aunque digas que no se enferman, él lo pare-
ce —dijo inclinándose para darle un beso en los labios.
—Claro —respondió Draco pareciendo nervioso—. Ten cui-
dado y no hagas locuras.
—Tampoco tú —replicó Harry halando su abrigo liviano de
una de las sillas y saliendo.
—Creo que Harry tiene razón, se ve enfermo. ¿Por qué dices
que no enferman?
—Tenía muchos elfos en casa cuando era niño.
—Ah… ¿y ninguno enfermaba?
—No… ellos no enferman, sólo… —Draco se encogió de
hombros—… sólo mueren de viejos.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Gael no replicó y miró hacia el espacio donde minutos antes


había estado el viejo elfo, preguntándose a qué edad morían de en-
vejecimiento y cuántos años tendría Kreacher.

–|– 

Aquello pasó una semana después, cuando Harry había teni-


do el turno de noche, uno que era muy tranquilo por lo general,
pero aquella noche no había sido así; habían dado la alarma de un
robo en una de las nuevas zonas mágicas de Dover. Harry, junto
con su jefe, sus dos compañeros y con su escoba en la mano, había
llegado vía aparición; inmediatamente los cuatro comenzaron a so-
brevolar el lugar. Los dueños de la casa en cuestión, habían herido a
uno de los ladrones y la zona en sí, tenía hechizos antidesaparición,
en teoría sería fácil atraparlos. En teoría.
Luego de quince minutos, Gutmann les había señalado hacia
el oeste, y pronto divisaron a los delincuentes, eran apenas tres, con
escobas viejas y uno de ellos parecía no poder controlar muy bien el
vehículo. Alcanzarlos fue relativamente sencillo. Entonces fue que
Wintersperger había decidido, como siempre, desobedecer al jefe y
lucirse, lanzándose con escoba y todo sobre uno de los delincuen-
tes, que lanzaba hechizos frenética e ineficazmente, sólo por no
darse por vencido tan rápido. Mientras tanto, Harry lanzaba un he-
chizo inmovilizador sobre otro de los delincuentes, a varios metros
de Wintersperger, y no prestaba atención a lo que hacía su compa-
ñero; fue en ese momento que, al empujar Wintersperger al delin-
cuente con la escoba, éste comenzó a dar volteretas, aún gritando
algún tipo de hechizo de ataque y llegando hasta Harry, que le daba
la espalda, tratando de bajar con cuidado a su inmóvil forajido. Ho-
nestamente, Harry no lo escuchó ni lo sintió llegar; primero el gol-
pe, luego el grito de advertencia de Stefanie, pero ya era tarde, se

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

precipitó hacia el suelo, en el ínterin el hechizo aplicado a su delin-


cuente se perdió y Harry trató de alcanzarlo nuevamente, relanzan-
do el hechizo, pero no tuvo suficiente tiempo antes de dar contra el
suelo. El golpe le dolió bastante, pero por suerte no se rompió nada,
no estaba tan alto después de todo. Incontinenti cayó junto a él el
delincuente que Wintersperger había intentado atrapar, inconscien-
te.
El resultado fue: dos de tres forajidos atrapados, Harry con
una gran cantidad de golpes y cardenales en el lado izquierdo, que
era el lado del que había caído, la escoba del Ministerio rota, y un
Gutmann muy, pero muy furioso.
Y Wintersperger ni siquiera le pidió disculpas.
Lo cual hizo que Harry se sintiera más molesto todavía.
—Es tú culpa por no estar atento, yo no lo empujé contra ti
—argumentó Wintersperger tras su escritorio una hora después
mientras escribía despreocupadamente.
Harry no quería discutir, aunque por la mirada que le dio
Stefanie era obvio que ella también pensaba que sí lo había hecho a
propósito.
Pese al dolor por los golpes, no quiso darle el gusto a Win-
tersperger de decir que él era un debilucho, así que se aguantó tras
su escritorio el resto del turno; tuvo que esperar hasta las siete de la
mañana para, arrastrando los pies y magullado por la trajinada jor-
nada, poder tomar la chimenea y llegar a su hogar.
Caminó con lentitud por el vestíbulo, extrañándose de que
Kreacher no saliera a recibirlo; el elfo siempre lo hacía.
Llegó a la cocina en busca de la taza caliente de té que nor-
malmente lo esperaba servida, pero tampoco había tal cosa, enton-
ces empezó a preocuparse un poco. Llamó varias veces al elfo pero
éste no contestó. Dejó de lado el dolor en su brazo y su pierna y
subió al segundo piso, inútilmente buscando en la habitación prin-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cipal y en las demás habitaciones que permanecían vacías. Kreacher


no estaba, tal vez Draco lo había enviado a comprar algo de último
minuto.
Bajó hacia las mazmorras, donde Draco seguramente seguía
trabajando; lo hizo con pasos lentos, pese a la urgencia, porque la
pierna comenzaba a dolerle más aún.
Encontró a Draco, junto a un muy adormilado Gael, mez-
clando, como siempre, unos cuantos calderos mientras que en la
parte de atrás unos frascos se elevaban y se llenaban con el conteni-
do de alguna poción ya lista.
—Draco… ¿Kreacher está por aquí?
—Hola, que bien que estás aquí, estaba empezando a tener
sueño —dijo Draco deteniendo el movimiento de la varita y cami-
nando hacia Harry. Desde que Harry había empezado a trabajar pa-
ra el Ministerio, Draco ajustaba sus horarios lo más posible que
fuera a los horarios de Harry, y ahora que ya había por fin termina-
do la universidad, le era mucho más fácil hacerlo, trabajando de no-
che cuando Harry lo hacía, y de día cuando el horario rotaba, así
podían compartir el tiempo libre juntos.
—Lo siento, no pude llegar antes… ¿Has visto a Kreacher?
¿Lo enviaste a algún lado a comprar algo?
Draco frunció el ceño y observó el rostro ligeramente pálido
de Harry y la pose extraña en que estaba parado, apenas apoyando el
pie izquierdo sobre el piso.
—No… no lo he visto ni enviado a ninguna parte —se acer-
có un poco más a él y levantó una ceja—. ¿Te ha pasado algo?
—Sí —confesó Harry—, pero eso no es importante, no en-
cuentro a Kreacher.
—Tal vez está en la cocina, en ese lugar tan horrible que tie-
ne para dormir —intervino Gael concluyendo de mezclar la poción
que Draco había dejado inacabada.

29
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

—Puede… no miré allí —razonó Harry, no había recordado


ese sitio porque no lo había vuelto a visitar desde aquella vez, mu-
chos años atrás, cuando había buscado el relicario de Slytherin, pero
sabía que Draco y Gael sí habían entrado allí más de una vez—. En
un momento regreso.
—Iré contigo, y de paso veo qué demonios te ha pasado —
propuso Draco haciendo un gesto de despedida con la mano a
Gael—. Volveré en la tarde.
—Claro —contestó Gael bostezando.
Gael también había terminado sus estudios y se quedaba sólo
durante el día, avanzando con las pociones más simples cuando a
Harry, y por ende a Draco, le tocaba el turno nocturno.

–|– 

—¿Qué fue lo que te pasó? ¿Te alcanzó un hechizo? —pre-


guntó Draco observando el caminar acompasado de Harry—. ¿Por
qué no fuiste a que te curaran.
—Porque no le quería dar el gusto al idiota de Wintersperger
de ver que me había lastimado.
—Kreacher —llamó Draco, pensando en que tal vez después
sería mejor hablar con Harry, y ocupándose del problema inmedia-
to: encontrar a Kreacher.
Ambos llegaron a la cocina y el elfo no apareció, Harry em-
pujó con mucho cuidado la puerta que llevaba a la despensa, donde
Kreacher, pese a los pedidos de Harry, aún continuaba durmiendo.
El revoltijo de sábanas y mantas y algunos objetos extraños estaba
tal como recordaba, sólo que Kreacher no estaba allí.
—¿Dónde puede haber ido? —preguntó Harry una vez salie-
ron—. ¿Le dijiste en algún momento que se fuera?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, claro que no —replicó rápidamente Draco, recordan-


do las instrucciones de Harry respecto al elfo—. Vamos, tenemos
que buscarlo arriba.
—No entiendo, él aparece si yo lo llamo, no importa el lugar
en el que esté, él viene —masculló Harry mientras abrían una a una
las habitaciones vacías del segundo piso y lo llamaban nuevamente.
Draco en realidad tenía una vaga idea de lo que podía haber
pasado, pero no sabía cómo decírselo a Harry.
—Tal vez no puede venir, tal vez no te escuche.
—Tonterías, sí que puede —Harry recorrió con la vista el pa-
sillo y suspiró fastidiado—; vamos al tercer piso, aún hay algunas
habitaciones allí.
Draco nunca había subido al tercer piso, ni por curiosidad,
sabía que allí se encontraba la habitación de la que había sido la ma-
dre de Sirius, y que Harry no se acercaba por esos lindes de la casa,
y él lo había imitado.
La tercera planta de la casa permanecía tan limpia como las
otras dos plantas, con los pisos lustrosos y los muebles y adornos
brillantes; al fondo del pasillo había una gran puerta de roble, oscu-
ra y adornada en exceso, era la única habitación allí. Ambos se die-
ron una mirada preocupada y caminaron con lentitud hacia esa
puerta.
Fue Harry quien la empujó, sorprendiéndose de encontrarla
abierta y sin ningún tipo de encantamiento, por dentro la habita-
ción, pese a la luz que había afuera, estaba oscura, las pesadas corti-
nas estaban cerradas, había al centro una cama ostentosa, del doble
de ancho que la gran cama que usaban Harry y Draco. Los doseles
estaban entre abiertos, pero no pudieron ver nada en el interior,
aún.
—Kreacher —susurró casi sin saber por qué Draco, mientras
Harry, agitando la varita, lograba abrir las cortinas, tanto de las ven-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

tanas como de la cama; entonces fue que la pequeña figura de


Kreacher fue revelada.
Harry jadeó suavemente mientras se quedaba congelado a un
lado de la cama, Draco también se quedó quieto, con la cabeza in-
clinada hacia un lado y mirando a la pequeña —nunca le había pa-
recido tan pequeña como en medio de esa enorme cama— figura
de Kreacher, acurrucado entre las sábanas, junto a una almohada
vieja y roída.
Harry tardó un instante más en darse cuenta de que
Kreacher no se había quedado dormido.
—Oh, Kreacher —se lamentó con voz calmada Harry mien-
tras recobraba el movimiento de su cuerpo y caminaba hacia la ca-
ma, tocando con una mano la piel fría de la cabeza de Kreacher.
Draco inmediatamente estuvo junto a él.
—Lo siento.
—Pobre, vino hasta aquí, a la cama de la antigua señora
Black, su ama, para morir —pensó Harry en voz alta mientras jalaba
una de las sábanas y cubría por completo el cuerpo de Kreacher.

–|– 

En un inicio, Harry no había sabido qué hacer, sólo había


visto la muerte de un elfo, la de su amigo Dobby, durante la guerra,
y en ese entonces lo habían enterrado en el jardín de Fleur y Bill;
Draco le dijo que debían hacer lo mismo con Kreacher, que era así
como hacían en la mansión, aunque él nunca había visto ni asistido
a ninguno de esos entierros. Por lo general lo hacían los otros elfos.
Lo enterraron en el jardín interior de la casa, un gran jardín
que ya tenía la tumba de varios elfos más, Harry supuso que se tra-
taba de los dueños de las cabezas que antes adornaban la entrada de
la casa, y que había quitado años antes.

32
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Fue esa misma mañana, Gael los ayudó a cavar y a cubrir


luego con tierra la fosa, cuando lo movieron de la cama de la que
había sido su ama, que descubrieron que aún cargaba el falso meda-
llón que había pertenecido a Regulus, y lo enterraron con él. Draco
consiguió transfigurar una piedra grande en una especie de lápida.
Harry le pidió que solo grabara en ella «Kreacher», no sabía qué más
podía poner allí; Kreacher había sido un personaje demasiado con-
fuso para él, había sido un traidor, y también un aliado, y los últi-
mos tiempos, había sido parte del hogar que habían formado.
Mikel llegó un par de horas después, seguramente Gael le
habría avisado, y los cuatro tomaron un tardío desayuno en la coci-
na, Draco y Harry se la vieron un tanto difícil para poner en marcha
la estufa y para encontrar el café, que era lo único que deseaban en
ese momento.
Al fin, cerca del mediodía, Harry era conciente de que debía
ir a dormir, igual que Draco, puesto que en la noche tendrían turno
nocturno nuevamente.
En cuanto llegaron a la habitación, Draco tomó el control de
la situación, de pie, frente a Harry, fue desabotonando con lentitud
su túnica y dejándola caer al piso, siguió con la camiseta, revelando
los finos cortes y golpes del lado izquierdo, miró de forma acusado-
ra a Harry.
—Caí de la escoba, pero no estaba muy alto por suerte —ex-
plicó Harry en un murmullo, un extraño mutismo de duelo se ha-
bía instalado en la casa aquel día.
—¿Seguro que no quieres que te vea un medimago? Pode-
mos alcanzar a Mikel…
—No… —Harry apretó un poco los labios cuando las manos
de Draco deslizaron los pantalones hacia abajo, creando presión so-
bre su cadera y pierna, y por ende, algo más de dolor.

33
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

—Harry —reprochó nuevamente Draco arrodillándose para


ver la pierna de su novio, completamente amoratada—. Vamos, to-
maremos un baño.
Ambos se metieron en la ducha; el agua caliente se sentía re-
confortante junto con las manos de Draco, que jabonaban su piel
con lentitud casi reverencial, tratando de no poner nada de presión
en los golpes de su cuerpo; compartieron unos cuantos besos lentos
y calmados antes de volver, envueltos en toallas, a la habitación.
—Bebe esto —le pidió Draco entregándole un pequeño fras-
co con una poción transparente, Harry lo miró desconfiado—; te
quitará el dolor en lo que la pomada que te ponga te cura.
Harry obedeció y, luego de tomar el contenido del frasco,
que tenía un sabor dulzón, se tendió en la cama, completamente
desnudo. Quiso preguntarle a Draco de qué se trataba aquella pó-
cima, pero el sueño lo venció antes de questionar, y se quedó com-
pletamente dormido.
Draco, de pie a su lado, suspiró profundamente; no le gusta-
ba engañar a Harry con el tema de las pociones, pero realmente se
veía agotado y dolorido, y lo mejor era que durmiera un poco. Se
inclinó hacia él y le dio un beso en la frente, acomodando su cabe-
llo a los costados, antes de empezar a esparcir la espesa pomada so-
bre todo el lado izquierdo, sobre los golpes y arañones; luego de eso
lo cubrió con las sábanas y se dejó caer a su lado, tratando de dor-
mir también, aunque dándole muchas vueltas a la muerte de
Kreacher; el elfo había sido siempre amable con él, pese a las histo-
rias que Harry le había contado de su comportamiento en el pasado.

–|– 

Normalmente Harry podía decir que en realidad le gustaba


su trabajo, pese a las tonterías que cometía Wintersperger, o al evi-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

dente espíritu competitivo que había entre los diversos equipos de


trabajo; pero aquella tarde, por primera vez en su vida, odió com-
pletamente a su empleo.
Habían sido alertados por un padre alterado; su hijo se había
encerrado en su habitación y al parecer se había suicidado, ni la ma-
dre ni él se atrevían a hacer nada al respecto, entonces el grupo de
Gutmann fue designado a ir a la casa.
Era una hermosa casa de campo en lo alto de una colina que
daba hacia la playa, cerca del lugar donde Bill y Fleur vivían; por
dentro la luz se colaba por todas las habitaciones, el lugar parecía un
hogar feliz, si no fuera por el cuerpo del chico de dieciséis años col-
gado en una de las habitaciones de la segunda planta.
Harry sintió el corazón encogerse y era conciente de que las
manos le temblaban mientras que junto a Wintersperger, que per-
manecía extrañamente silencioso, ejecutaban los hechizos para
desatar el nudo mágico que había apretado su cuello hasta dejarlo
sin aire.
Los padres estaban de pie en el umbral de la puerta, muy
apretados entre ellos; la madre parecía ausente y el padre miraba la
escena con algo de enfado, mientras ellos lograban colocar el cuer-
po sobre la cama.
—Aquí hay una nota —informó Stefanie extrayendo un pe-
queño pergamino enrollado de uno de los extremos de la soga, lo
quiso extender a los padres, pero estos negaron con la cabeza, como
si le temieran a lo que pudiera estar escrito allí.
Gutmann se adelantó un poco y tomó el pergamino, leyó si-
lenciosamente la nota y luego se la extendió a Harry, que estaba más
cerca.
Harry se sintió un invasor al leer esa nota que seguramente
no era para el grupo de aurores, sino para sus padres, pero aún así la
leyó, era bastante breve, pero concisa.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

"Mamá, Papá:

Lamento haberlos decepcionado así, lamento ser su vergüenza, espero que algún
día me perdonen, aunque estoy seguro de que no lo harán.
Yo verdaderamente lo amaba…

Jhon"

Harry elevó la mirada hacia los padres, con una clara acusa-
ción en el rostro, entonces el padre se adelantó, con mucho más
ímpetu del pensado, y le arrebató la nota de las manos, la leyó con
los ojos muy abiertos y luego la arrugó y la metió en el bolsillo de
su túnica. La madre comenzó a sollozar antes de darse la vuelta y
con pasos temblorosos salir por el pasillo, mientras el padre los se-
guía viendo con rabia.
—Lo que dice aquí es otro de sus desvaríos, estaba enfer-
mo… tratamos de curarlo, lo llevamos a un clínica para que mejo-
rara, para que dejara de tener… para que fuera normal, y parecía es-
tar bien, lo dieron de alta y estuvo a penas una mañana en casa…
Esta información es irrelevante y les prohíbo que siquiera la co-
menten… no tienen porqué hacerlo.
Harry quiso protestar, gritar y reclamar, decirle que era su
culpa, suya y de su mujer que su hijo hubiera acabado de aquella
manera, que no era un anormal, que ellos eran los anormales y an-
tinaturales por querer convertir a su hijo en algo que no era, sin
embargo Gutmann se adelantó:
—Por supuesto, señor, por supuesto; no se preocupe, enten-
demos todo perfectamente, algunas veces estas enfermedades ganan
la batalla —sacó de uno de los lados de su túnica un pergamino en-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

rollado y lo levantó hacia el padre—; vayamos abajo mientras los


chicos terminan de preparar todo para que la morgue venga por el
cuerpo, aún tenemos que firmar unos papeles.
Sólo el tácito acuerdo de que no se diría nada a nadie pareció
calmar al padre, que le dio una mirada más de advertencia a Harry
antes de caminar hacia el pasillo, seguido de Gutmann.
—Terminen de juntar todo y llamen a Wilkies, de la morgue,
para que vengan por el cuerpo —ordenó hacia los tres antes de salir
de la habitación.
Harry se quedó de pie a un lado, no queriendo mirar más
hacia el cuerpo del chico que yacía sobre la cama, sin vida; sin la
oportunidad de hacer lo que hubiera querido hacer, sólo porque se
había sentido demasiado culpable por la desilusión que le había
causado a sus progenitores… los padres que lo habían llevado a al-
gún lugar con la intención de curarlo.
—Hey, Potter. ¿Qué decía la nota? —preguntó curioso Win-
tersperger.
—Nada que te importe.
No fue hasta esa noche en que recordó cuando Mikel les ha-
bía contado que el director de San Mungo le había recomendado
un lugar para «deshomosexualisarse», que Harry empezó a creer
que tal vez se habían equivocado al creer que el grupito de fanáticos
de la MACH finalmente se había disuelto desalentado por sus fra-
casos, aunque no le dio la debida importancia a ese pensamiento,
algún tiempo después se arrepentiría…

–|– 

Draco había aprendido muchas cosas de su padre: el com-


portamiento correcto en cada situación, el no mostrar al resto sus
sentimientos, algunas maldiciones y artimañas, con un poco de arti-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

ficios y ases bajo la manga, y también un poco de finanzas, en teoría


debería estar a esa edad, manejando todo el imperio Malfoy. En teo-
ría, se recordó Draco, mientras observaba los libros de entradas y
salidas de oro, sentado tras el escritorio que usaba para trabajar.
«Aunque esto sí es un imperio, uno pequeño, pero mío al fin
y al cabo, mío, de Gael y de Harry», se dijo con orgullo mientras
anotaba los últimos ingresos y dejaba que el pergamino, mágica-
mente encantado, realizara todas las operaciones para descontar los
gastos y costos de fabricación, y dejara el total en bruto de ganacias.
No era una suma despreciable, nada despreciable en realidad, y tu-
vo que reconocer que corría con mucha suerte, era algo que no ha-
bía pensado cuando aquella tarde, tantos años atrás, el profesor
Monroe le había dicho que debía seguir con la carrera de pociones,
pese a todos los obstáculos. Se acordó de su profesor y pensó en
que aún debía contestar a su última carta, enviada un par de días an-
tes.
El ruido de algo moviéndose lo hizo levantar la mirada, vio a
Tyrone tratando de acomodar lo inacomodable, en una de las es-
quinas, donde definitivamente no entraría una caja más.
—Creo que deberíamos llevar eso arriba —dijo cerrando el
libro de cuentas y poniéndose en pie para ayudar a Tyrone.
—Pensé que sólo podíamos usar las mazmorras —contestó
Tyrone mirando alrededor; las columnas de cajas eran tantas, que
sólo dejaban caminos estrechos para poder pasar.
—Sí, en realidad sí, pero esta tarde, si es que Gael decide
aparecer para hacerlo —refunfuñó, no entendiendo la demora de su
socio—, debemos entregar una parte a San Mungo y mandar otro
lote a Irlanda, luego podremos bajar estas cajas y listo. No pasa na-
da.
—De acuerdo —dijo Tyrone con ánimo y levitando las cajas
por las escaleras hacia el piso superior, Draco volvió a su escritorio y

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

suspiró al ver nuevamente las cuentas, tal vez había llegado el mo-
mento de invertir un poco más.
El sonido de las pisadas volviendo no lo hizo levantar la vista,
mientras sacaba ahora el viejo cuaderno que estaba quedándose ya
sin hojas y comenzaba a leer algunas de sus creaciones, deteniéndo-
se en una incompleta, que había avanzado muy lentamente en los
últimos meses; arrugó la frente y anotó una nueva idea, la de usar
un componente adicional que le podría dar el ambiente ideal, aun-
que tendría que comprobarlo.
—Hola, Draco —saludó Gael con inusitada timidez, pero
Draco permaneció con la mirada en el libro, anotando un par de
detalles más.
—Si vas a llegar tarde, lo menos que puedes hacer es avisar,
no te voy a esperar durante todo el día, ¿sabes? —reclamó con voz
molesta, aunque Gael sabía que el mal humor de su socio, se debía
a que estaba ocupado escribiendo en ese dichoso cuaderno suyo.
—Más de dos años y sigues igual de gruñón —dijo la voz de
una chica, Draco tardó tal vez medio instante en recordar de quién
se trataba antes de levantar la vista y saltar de la silla.
—¡Jocelyn! —gritó con una efusividad muy poco provista en
él, mientras rodeaba la mesa e iba a alcanzarla. Jocelyn lo esperaba
con los brazos abiertos, y pronto ambos se fundieron en un gran
abrazo.
—Vaya, creo que empezaré a ponerme celoso —comentó
Harry apareciendo un instante después por las escaleras—, a mí no
me saludas así cuando llego a casa.
—Tonto —reprochó Draco, separándose de su amiga y mi-
rándola con reproche—. ¿Por qué no avisaste que llegabas hoy?
Hubiera ido a recogerte.
—En realidad llegué ayer, fui a casa a ver a mis padres, ya sa-
bes… estaban ansiosos por verme; y hoy Harry y Gael se ofrecieron

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[1] El área de aurores y la fábrica de pociones

a traerme —dijo ella sonriendo hacia los dos chicos—; por cierto, es
más lindo de lo que describías en tus cartas.
—Draco nunca me hace justicia —suspiró Harry dramáti-
camente mientras se colocaba junto a Draco.
—Par de confabuladores, ¿para eso sí coinciden? —replicó
Draco ofendido.
—Ya… tú eras el que quería que nos lleváramos bien —ar-
gumentó Gael pasando un brazo alrededor de su amiga.
Draco sonrió por la respuesta, ocupándose en ver los cam-
bios surgidos durante los años de ausencia de la chica, ahora tenía el
cabello mucho más largo, y estaba mucho más delgada y bronceada.
—Te ves diferente…
—Sí, ya lo creo, lo mismo ha dicho mi madre.
—¿Por qué no suben y se ponen al corriente mientras yo
termino de coordinar estos dos envíos? —preguntó Gael rápida-
mente.
—Cierto, he preparado algo de comer —comentó Harry pa-
sando un brazo sobre el hombro de Draco para hacerlo caminar.
—Merlín nos libre… —suspiró Draco dejándose llevar por
Harry y caminando tras Jocelyn.
Jocelyn no había llegado sola, en la cocina se sorprendió al
encontrar a una muchacha, algo más joven que ellos, morena, alta y
esbelta, con el cabello completamente lacio que le caía hasta debajo
de los hombros, y con una sonrisa amable.
Su nombre era Erin, Erin Urvoy, y había formado parte del
grupo de estudio del maestro Dahl, al parecer su romance con Jo-
celyn llevaba casi el mismo tiempo de la investigación; hablaba con
un acento francés muy marcado, y parecía buena persona, además
de muy enamorada de la chica, tanto así que luego de conversarlo
en demasía, había decidido quedarse en Londres por ella.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Después de compartir un entretenido almuerzo, Harry se


marchó, puesto que tenía el turno de la tarde en el Ministerio. Ty-
rone, que aún seguía estudiando en la universidad, tenía clases, y
Erin dijo que tendría que ir a terminar de ver los detalles del apar-
tamento que habían alquilado; de tal manera que Draco, Jocelyn y
Gael se quedaron toda la tarde conversando de la manera que solían
hacer en la universidad, entre susurros y carcajadas. Fue así como
los encontró Harry al volver del trabajo, contemplando desde el
marco de la puerta a Draco reír de esa maravillosa manera que te-
nía; se sintió casi completamente feliz, aún le daba vueltas a lo des-
agradable que era ser auror algunos días, pero no le preocupaba tan-
to, pensaba que era sólo una piedra en el camino, algo que pasaría
pronto. Por esa misma razón, no se lo había comentado siquiera a
Draco.
Draco levantó la mirada para ver a Harry en el marco de la
puerta, y le dedicó una amplia sonrisa, pensando en que la vida
realmente era como lo que había deseado, tenía a Harry y a sus
amigos con él, se estaba ganando un nombre, ficticio, pero un
nombre al fin… Sí, definitivamente había valido vivir todo eso para
llegar a ese punto.

41
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

2
Preludio de un ataque

Change everything you are // And everything you were


Your number has been called // Fights and battles have begun
Revenge will surely come // Your hard times are ahead
Canción: Butterflies & Hurricanes 3
Muse, banda inglesa de Rock británica

Inglaterra, viernes 17 de Octubre de 2003

G
inny caminó por el blanco pasillo haciendo resonar
sus pasos lo más fuerte posible, tratando de que ese
ruido se impusiera al sonido de los quejidos y gritos
de las habitaciones, pero no lo conseguía, nunca lo conseguía, los
gritos siempre eran demasiado fuertes y desgarradores.
Llegó hasta el final del pasillo y empujó la puerta de la ofici-
na principal, entrando con rapidez en ella, en cuanto la puerta se ce-
rró el silencio se hizo nuevamente, y exhaló el aire que ni siquiera
había notado retenía.

3
Mariposas y huracanes: Cambia todo lo que eres // Y todo lo que eras // Tu número ha sido marca-
do // Luchas y batallas han comenzado // La venganza seguramente llegará // Tus tiempos duros
están por venir…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ginny, ¿por qué tardaste tanto? —preguntó Tony sin le-


vantar la vista de los pergaminos en los que estaba escribiendo.
—Estaba revisando la última provisión de pociones, ya te he
dicho que creo que Garfunkel nos está robando.
—Cierto… pero ese es un tema que veremos luego, ahora
tengo algo interesante que contarte… y quizá tú tengas algo que
aclararme.
Ginny asintió temerosamente mientras se sentaba en la silla
delante del escritorio que le señalaba Tony.
—Claro, dime —susurró suavemente, tratando de conven-
cerse de que lo que sentía no era temor.
—¿Te suena el nombre de Noah Garth?
Ginny hizo un rápido recuento de los pacientes que había
atendido los últimos meses y también de algunos hombres que ha-
bía conocido en ese tiempo, cuando lograba escaparse de Tony, pero
el nombre no le sonaba, el pánico comenzó a invadirla.
—No… no lo conozco.
—No esperaba que lo hicieras, claro —dijo Tony inclinándo-
se hacia delante—. Te contaré un poco de historia. La familia Garth
es una de las más influyentes de Rusia, y el señor Garth se ha mos-
trado muy animado en invertir oro en nuestro proyecto, y tal vez
ayudarnos en abrir una sucursal en Rusia, hay lugares realmente in-
teresantes donde podríamos esconder una clínica cinco veces más
grande que esta, sin embargo nos pidió un pequeño favor a cam-
bio…
—¿Un favor?
—Un favor que acepté encantado, por supuesto, sin imagi-
nar la gran cantidad de beneficios que podría traerme.
—¿De qué se trata?
—El hijo menor del señor Garth es Noah Garth, un chico
que lamentablemente se ha perdido en el camino, el padre confesó

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

que en un inicio pensó que alejarlo de Rusia y dejarlo hacer lo que


le viniera en gana, haría que pronto probara todo lo que quisiera y
retornara a casa, dispuesto a cumplir con su papel correcto en la so-
ciedad; sin embargo, pasan los años y no ha logrado calmarlo, sino
todo lo contrario… el chico no sólo es un desvergonzado de su
comportamiento, sino que además, no le importa humillar a su fa-
milia con escándalos que atañen a su relación con otros chicos, no
sólo en Rusia, también en otras partes del mundo, logrando que su
familia se vea afectada en los negocios por la poca confianza que
proyectan…
—¿Y lo has ingresado?
—Así es, hace una semana, hemos tenido muchos problemas
tratando de dominarlo, y recién esta mañana le hemos podido apli-
car los hechizos para investigar en su mente, y no te imaginas lo
que hemos encontrado…
Ginny ladeó la cabeza y lo miró interrogantemente.
—No… creo que no puedo imaginarlo.
—Noah estuvo en Londres durante un par de años, al pare-
cer manteniendo una especie de relación especial con otro mucha-
cho… Con un héroe…
Ginny tardó apenas un instante en entender, rápidamente re-
trocedió en su silla mientras Tony se lanzaba sobre ella a través del
escritorio, sujetándola de los brazos con fuerza, haciendo que los
golpes que aún permanecían de la pelea anterior dolieran mucho
más.
—Tony…
—¿Por qué nunca dijiste que Potter era uno de ellos? ¿Sabes
la cantidad de cosas que hubiéramos podido hacer?
—Tony… por favor —jadeó ella tratando inútilmente de sol-
tarse, nunca tenía la fuerza para hacerlo.

44
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y no sólo eso, además deberías haber sabido de su relación


con el mortífago, ¿verdad? —gritó empujándola y haciendo que su
espalda diera contra la silla de madera.
—No… yo, Tony…
—No lo niegues —bufó Tony soltándola finalmente y en-
cendiendo un cigarro con la varita—; no soy tan estúpido, ya en la
escuela tenías animadversión por Malfoy, pensé que era por su con-
dición de mortífago, sin embargo, Noah sabe que Potter y Malfoy
estuvieron juntos antes, desde la escuela quizá, y tú lo sabías, lo sa-
bías y protegiste a Potter de nosotros, esperando quedártelo para ti,
¿no es cierto? Por eso querías sacar a Malfoy del camino, aunque
claro, no te imaginas la cantidad de cosas que ha estado haciendo tu
querido héroe de pacotilla.
—El sólo está equivocado… podría cambiar, ya sabes arre-
glarse…
—¿Para qué?, ¿para irse contigo? —Tony entonces soltó una
gran carcajada, una siniestra—. No, querida, tú te quedarás aquí,
pese a tus negativas de enlazarte conmigo. Por otro lado, Potter no
tiene solución… ¿y sabes por qué?
Ginny negó con la cabeza suavemente, tratando de frenar las
lágrimas que habían empezado a caer.
—Porque la razón por la cual Noah abandonó Londres hace
más de un año, fue porque Potter finalmente lo dejó, lo dejó para
meterse con un «fabricante de pociones».
—¿Con un…?
—Con «El fabricante de Pociones»; con Malfoy, hasta donde
hemos visto, Malfoy y Potter están juntos, viviendo juntos, mon-
tando esa ridícula fábrica, y no fue otro más que Potter quien estu-
vo con Malfoy cuando anuló nuestras dos pociones.
—Juntos… —susurró Ginny.

45
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Sí, juntos, aunque no por mucho tiempo —intervino Tony


con mirada satisfecha.
—¿Qué…? ¿Qué es lo que quieres decir?
—Ya te dije que la venganza en un plato que se sirve frío; esta
tarde ya he mandado a un par de nuestros muchachos a empezar
con las investigaciones, también le he pedido a nuestro contacto en
el Ministerio que nos ayude con un poco más de datos, eso, junto
con toda la información que tiene Noah sobre las ubicaciones y
amistades, nos dará un claro panorama de cuándo actuar.
—¿Atacarás a Harry? —chilló Ginny.
—No… —Tony frunció el ceño y botó una gran bocanada
de humo—. Es algo mejor… mataremos dos, o quizá más pájaros
de un tiro, pero te prometo que a tu querido héroe no le tocaremos
un pelo… después de todo, no quiero que la comunidad en pleno,
se la quieran tomar contra nosotros.
—¿Qué es lo que harás?
—Paciencia, querida, paciencia —Tony suspiró profunda-
mente—. Primero quiero que me ayudes con Noah, necesita más
atención, y quiero además que te prepares, que entrenes, para
cuando sea el momento; pese a todo lo mal que te has portado, te
dejaré participar en la venganza contra Malfoy, para que no digas
luego que soy protervo e injusto contigo.

–|– 

El atardecer se colaba suavemente por la ventana, iluminan-


do la piel de Harry y dándole tonalidades anaranjadas que cambia-
ban ligeramente conforme su espalda se agitaba o arqueaba; Draco
presionó sus dedos con más fuerza en la caliente piel de la cadera,
obligando a Harry a levantarse aún más, mientras su lengua seguía

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

lamiendo suave y casi imperceptiblemente la delicada y sonrojada


piel alrededor de su entrada.
—Por favor —pidió Harry ahogando el grito entre las al-
mohadas, mientras empujaba sus caderas un poco más hacia atrás,
indicándole a Draco que no podía más, que su lenta tortura lo esta-
ba consiguiendo, efectivamente, volver loco.
Draco no contestó, se inclinó un poco más hacia adelante y
presionó apenas un poco la lengua sobre la entrada, como tentándo-
lo, provocándolo, grato desafío en el que Harry, por supuesto, cayó.
—¡Demonios! —casi gritó Harry empujándose nuevamente
hacia atrás y girando el rostro lo suficiente para mirar con dificultad
la rubia cabellera perdida en la parte trasera de su anatomía, un re-
pentino rubor lo invadió al ser realmente conciente de lo intimo de
aquel acercamiento.
Y entonces Draco presionó, introduciendo la lengua apenas
un poquito, consiguiendo que Harry gritara algo que no alcanzó a
entender, mientras dejaba caer la cabeza entre las almohadas nue-
vamente, y sus piernas se abrían incluso más.
—¿Ahora estás más contento? —preguntó asegurándose de
que su aliento rozara la húmeda piel entre los glúteos de Harry.
—Lo estaría más si… —Harry no pudo continuar con su
respuesta, Draco había vuelto a inclinarse; con una mano presio-
nando una de sus nalgas con fuerza, apartándola, y con la otra acari-
ciando sus testículos mientras esa lengua… esa gloriosa lengua vol-
vía a jugar con él, presionando, insinuando y apenas entrando. Ha-
rry se empezó a empujar contra el rostro de Draco con mucha velo-
cidad, mientras esa lengua jugaba, salía, entraba y humedecía todo
alrededor.
Draco empezó entonces a mordisquear alrededor de la en-
trada de Harry, los gemidos de éste comenzaban a ser mucho más
sonoros, y sabía que estaba listo, tanto como él, que aún acariciaba

47
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

con todo el autocontrol posible los testículos y parte de la erección


de Harry, tratando de no bajar la mano y acariciarse a él mismo. Un
mordisco más, particularmente fuerte, dio por finalizadas sus cari-
cias en esa zona, y su lengua bajó con lentitud por los testículos,
sintiendo el escaso bello negro presionándose contra su barbilla,
chupó entonces con fuerza uno de los testículos y Harry emitió un
grito estridente.
—Sí… pareces más feliz ahora —masculló Draco no per-
diendo tiempo y arrodillándose detrás de Harry, dándole un ligero
apretón en la ya muy dura y húmeda erección, antes de dirigir su
propio miembro hacia la entrada de Harry.
—Eres un maldito presumido —rugió Harry mientras sentía
aquel pedazo de carne caliente y pulsante presionarse suavemente
contra su entrada, pero era insuficiente, no lo sintió entrar. Draco se
refregó entre sus nalgas con lentitud, haciéndolo sentir mucho más
ansioso, si es que cabía, claro.
—Oh… te encanta esto… —susurró Draco tratando de cal-
mar el deseo que tenía de clavarse en Harry de una vez por todas,
pero sabía que si lo hacía, con lo caliente que estaba, todo termina-
ría más a prisa de lo que deseaba, y esta vez se tomaría su tiempo.
—Draco… si no… —Harry empujó con fuerza sus caderas y
se apoyó en las manos, tratando de hacer que Draco entrara en él de
una vez por todas, pero sin conseguirlo.
—Eres un ansioso… aún tenemos tiempo…
—Hazlo —ordenó Harry sobre la voz empalagosa y burlona
de Draco.
—Arruina momentos —reprochó Draco, dándole una nalga-
da que resonó en toda la habitación. Harry no se quejó por ella, al
contrario, se removió un poco más contra él mientras sentía los
efectos del hechizo lubricante en su interior, y la punta de la erec-
ción de Draco introducirse sólo un poco en él.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí… vamos, vamos —apuró Harry empujando sus caderas


hacia atrás, pero fueron refrenadas por las manos de Draco, sus de-
dos se presionaron en la piel de sus caderas, sus uñas clavándose li-
geramente, sabía que le dejaría marcas en la piel, pero no le impor-
taba, al contrario, las podría ver y recordar que Draco lo había po-
seído poco antes, que le había hecho el amor y que cuando volviera
a casa, lo harían de nuevo… La idea de la pequeña separación forza-
da a la que se verían obligados, apareció en su mente, y se fue tan
rápido como vino, cuando Draco se empujó en él de un solo golpe,
provocando que todo su interior ardiera.
—Dioses —masculló Draco, dejando caer su cuerpo sobre la
espalda de Harry, y repartiendo pequeños besos por toda la espalda
a modo de consuelo, tratando de calmarse.
—Mmm… Draco —Harry se arqueó, a pesar del pequeño
dolor y de las caricias de Draco, provocándolo de la manera que ya
sabía, agitando sus caderas en círculos; inmediatamente tenía a Dra-
co nuevamente sujetándolo con las manos sobre la cintura y en-
trando y saliendo de él con fuerza, con desesperación… desespera-
ción que él también compartía, ya que se apoyó sobre los codos, y
con una mano bajó lo suficiente para acariciarse a sí mismo, mien-
tras, estaba seguro, la cama se agitaba y el cabecero daba contra la
pared, produciendo un sonido estridente que iba al mismo rápido
ritmo en que Draco lo estaba tomando.
—Harry —gimió Draco cuando Harry comenzó a apretar su
culo, provocándole muchas más sensaciones—. Demonios… Ven
aquí —dijo saliendo de él y girándolo tan rápido que Harry apenas
tuvo tiempo de abrir las piernas un poco más, antes de que Draco
se volviera a clavar en él, tomándolo está vez de las piernas y levan-
tándolas un poco.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Draco… Oh… sí, no se te ocurra… —advirtió Harry en-


tre jadeos mientras cada embestida era un golpe certero a aquellos
lugares que lo hacían serpentear de placer.
—¿Bromeas? —masculló Draco, también agitado e inclinán-
dose hacia delante para poder besar a Harry, que levantó un poco la
cabeza y logró alcanzar sus labios, sus lenguas se enredaron y sus
dientes se apropiaron de los labios antes de soltarse.
Harry comenzó a acariciarse mucho más rápido, tanto que el
brazo empezaba a sentirse algo resentido por el esfuerzo, pero la
necesidad de correrse era mucho más imperiosa.
—Draco… voy… yo… —Harry no terminó de avisar que su
orgasmo explotaría, cuando ya la blanca y caliente semilla salía a
borbotones cayendo sobre su pecho mientras cerraba los ojos gri-
tando mucho más fuerte. Sintiendo apenas a Draco saliendo de su
interior y presionando su dura pene contra su mano y su erección
aún temblorosa.
No necesitó mucho más que un par de frotaciones contra el
caliente y húmedo miembro de Harry antes de correrse también,
uniendo sus gritos a los del moreno y desplomándose sobre él, sin-
tiendo cómo todo su pecho y abdomen se humedecía por la mezcla
de ambos placeres consumados.
—Realmente lamento tener que irme… —masculló Harry
cuando pudo ser capaz de hablar, acariciando con una mano, aún
temblorosa, el cabello ahora un poco más largo de Draco.
—Todavía tienes un poco de tiempo —gruñó Draco sintién-
dose adormilado.
—Me refiero a por tanto tiempo —aclaró Harry, sintió a
Draco suspirar sobre su cuello, provocándole pequeños estremeci-
mientos antes de que el chico se apartara de él, rodando a un lado
de la cama.

50
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Es trabajo —respondió Draco con tono profesional—. No


tienes más alternativa.
—Pero son diez días —se quejó Harry pegándose más al
cuerpo de Draco— y diez noches, será muy largo.
Harry no había podido evitar esa misión, ya antes había
puesto excusas e intercambiado turnos para no tener que abandonar
a Draco tanto tiempo, sin embargo, en esa ocasión no había podido
evitarlo, y en unas cuantas horas más partiría rumbo a Escocia,
donde tendría que estar alejado de Draco durante mucho tiempo.
—No conseguirás que te pida que te quede, Harry —acusó
Draco en tono suave y abrazándolo con fuerza—; quisiera que lo
hicieras, lo sabes, que no te fueras de misión por tanto tiempo, ni
siquiera que fueras auror, no me gusta verte golpeado y todo eso,
pero es tu trabajo, lo que escogiste hacer y lo que te gusta, sería
egoísta de mi parte ponerte mala cara y pedirte que te quedaras.
—Lo sé… —suspiró Harry; recordó nuevamente que no le
había dicho a nadie que ya no le divertía tanto la idea de ser auror,
parecía tonto, lo sabía, y por eso no se animaba a decir que todo se
le estaba volviendo una aburrida rutina sin ningún gran incentivo;
que el «atrapar a los malos» simplemente ya no lo llenaba, tal vez
por eso no lo decía en voz alta aún, porque no tenía mucho senti-
do—. Me preocupa que te quedes tanto tiempo solo.
—No estaré solo, Jocelyn está aquí siempre que puede, Erin
también, y que decir de Gael, que Mikel tiene que venir a llevárse-
lo.
—Pero en las noches…
—Muchas noches las paso solo, no es la gran cosa, ¿sabes?; y
además ya antes hemos estado separados, cuando estabas en la Aca-
demia.
—Sí, sólo que está vez ni siquiera podremos escribirnos.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Lo superaremos… en serio —insistió Draco un tanto des-


confiado de la actitud de Harry.
—Ya…
Draco apartó un poco a Harry, lo suficiente para mirarlo a la
cara y frunció el ceño, preocupado.
—¿Hay algo que no me estés diciendo?
—¿Cómo qué?
—Pues… no sé, pero pareces tan reticente a querer irte,
cuando se trata de una gran misión, desenmascarar a una mafia de
negociadores de objetos robados que lleva muchos años escabu-
lléndose, deberías estar contento, no tratando de huir de tu deber.
Harry desvío la mirada hacia el reloj de la mesa de noche, y
se dio cuenta que aún le quedaba algo de tiempo, aunque no estaba
muy seguro de querer hablar.
—Harry… —le llamó Draco acariciando su mejilla con un
mano—. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Alguien te está molestando en el
trabajo? ¿Te tratan mal?
—No, mamá, nadie me molesta —replicó Harry burlón, pe-
ro Draco no sonrió, simplemente lo siguió mirando, esperando una
respuesta real.
—Bien —se rindió Harry, sentándose completamente, Draco
lo imitó—. Este es el punto: ¿recuerdas cuándo en la escuela me
preguntaste qué haría si por algún motivo no pudiera ser auror?
¿Qué si quería hacer alguna otra cosa?
—Sí, claro que lo recuerdo.
—En ese entonces te dije que no había nada más que yo qui-
siera ser que auror, sin embargo, si me hicieras la misma pregunta
hoy en día… respondería que ya no estoy muy seguro de querer ser
un auror.
—¿No estás seguro?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No —suspiró Harry masajeándose el puente de la nariz,


claro signo de nerviosismo—. No quiero que te sientas defraudado,
pero es que…
—Yo no me voy a sentir defraudado si es que no quieres ser
más auror, me sentiría defraudado si te condenas a hacer algo que
no te gusta, por el resto de la vida, sólo por no querer defraudar a
los demás, ¿desde cuándo te importa tanto lo que la gente pueda
pensar de ti, Harry?
—No es eso… creo que… creo que yo me sentiría fracasado,
es decir, estudié más de tres años para esto y ahora… me siento co-
mo un tonto que no sabe lo que quiere.
—Bueno, lo de tonto nadie te lo quita —murmuró Draco al-
canzando la varita que estaba tirada a un lado de la cama y mascu-
llando un hechizo de limpieza sobre ambos, antes de que todo se
enfriara más todavía.
—Gracias —Harry fue sarcástico en su respuesta y Draco le
sonrió y le tomó de una mano.
—¿No quieres ser auror? ¿Estás seguro?
—No… eso es lo peor, ni siquiera lo sé, si me voy y luego
me arrepiento entonces… —Harry negó con la cabeza—. Lo siento.
—Deja de decir que lo sientes, tómatelo con calma, ¿de
acuerdo? Ahora que irás a esa misión, tal vez descubras de que en
realidad sí estás en el camino correcto y sólo estabas pasando por un
mal momento, y si por el contrario te das cuenta de que definitiva-
mente no es lo que quieres, pues entonces renuncia, tienes miles de
cosas que puedes hacer y que harías maravillosamente bien, y yo es-
taré apoyándote para que las emprendas, todas las cosas que creas
necesarias, hasta que encuentres tu camino.
—A veces eres muy tierno, ¿sabes? —picó Harry con una
sonrisa, Draco puso los ojos en blanco.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Oh, ya cállate, Potter, yo no soy tierno, soy malo, ¿recuer-


das?
—Uy sí, malo, muy malo —se rio Harry mientras se acerca-
ba y le empezaba a dar besos en el hombro y el cuello.
—Lo dicho, eres un arruina momentos.
—No… ya verás como este momento no lo arruino —pro-
metió Harry, empujando a Draco sobre la cama y sentándose sobre
él.
Draco no se opuso y se dejó besar y amar por Harry, con la
misma ansiedad que poco antes, mientras el reloj seguía avanzando
y dando paso a la noche, y al momento en que Harry tendría que
salir de misión. Ninguno quería pensar en los largos diez días que
les esperaban separados, mientras, disfrutaban al máximo todo el
tiempo que les quedaba juntos.

–|– 

Lugar desconocido, sábado 18 de octubre de 2003

La oscuridad lo asustaba, era extraño, en el pasado nunca lo


había asustado, nunca lo había intimidado estar solo en su habita-
ción, solo y a oscuras, acompañado únicamente de sus pensamien-
tos; sin embargo, ahora todo era diferente… Demasiado diferente.
Trató de llevarse las manos a los oídos, de aplacar en algo
aquel sonido, pero entonces se dio cuenta… o recordó mejor dicho.
Sus manos, al igual que sus tobillos y su torso, estaban sujetos con
algún tipo de ataduras a la cama, a esa espantosa, pequeña y mal
oliente cama; los gritos y gemidos que provenían de alguna parte
desconocida, fuera de ese pequeño lugar donde estaba encerrado,
parecían incrementarse cada vez más, mezclados con su propio pá-
nico, con su miedo.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Apretó los ojos con fuerza, no había mucha diferencia entre


tener los ojos abiertos o cerrados, la oscuridad era similar, los gritos
podrían volverlo loco, si era que no lo estaba ya. Se preguntó qué
podía estar pasando afuera, con toda esa gente que lloraba, que gri-
taba y llamaba por auxilio, que pedía que se detuvieran, incluso es-
cuchó el grito de una mujer diciendo que había entendido, que no
lo volvería a hacer jamás… eso era lo que gritaba, o lo que él creyó
reconocer en medio de los demás gritos: jamás. Nunca más.
La piel de las muñecas y los tobillos le quemaba, podía sentir
las ataduras sobre su piel lastimada, seguramente manchadas de
sangre. De su sangre. Se obligó, como cada vez que lograba perma-
necer conciente, a recordar qué era lo que había pasado. Cómo era
que había terminado allí.
Había estado bailando… sí, porque a él le gustaba bailar, era
en medio de un sitio… apretó los ojos un poco más, como si eso
fuera a incrementar su cada vez más difícil capacidad de recordar.
Había un muchacho, un muchacho guapo que lo sujetaba con fuer-
za de las caderas, mientras ambos se agitaban al mismo ritmo de la
música acelerada, lo había conocido esa noche… no podía recordar
cuál era su nombre… apenas y un poco su rostro… sólo un poco.
Recordaba claramente, cosa extraña dada su condición actual, la
propuesta susurrada en su oído, las palabras calientes que golpearon
contra su piel y lo excitaron… la forma como había asentido, como
había sonreído y se había dejado tomar de una mano y jalar hacia
algún lugar… donde las luces iban muriendo, y luego… luego…
luego nada, sólo la absurda oscuridad rodeada de gritos y lamen-
tos…
Pasó la lengua por sus labios, le dolían, estaban resecos y las-
timados, podía paladear el sabor de la sangre en ellos, podía sentir
más que nunca la necesidad de tomar un poco de agua… Agua,

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

quién hubiera dicho que un simple vaso de agua sería todo su anhe-
lo en algún momento…
Escuchó el ruido de la puerta e instintivamente se contrajo,
aunque no tenía forma, tirando de las ataduras de las manos y los
pies, lastimando más su piel, mientras el sonido espantoso de la
puerta terminaba casi al mismo tiempo en que la luz surgió.
Luz. Una luz deslumbradora, blanca, sobre él, haciéndolo
parpadear, dañando su vista, cegándolo por un momento mientras
escuchaba la voz… otra vez esa voz.
—Buenas tardes, Noah —saludó la mujer de siempre, la si-
niestra mujer de siempre.
—Agua —pidió con la voz ronca, la garganta le ardía con tan
solo pronunciar con esa palabra.
—Lo siento —respondió la mujer con voz fingidamente tris-
te—, sabes cómo es… Ya llevas aquí suficiente tiempo como para
recordarlo.
—Agua —pidió nuevamente, no queriendo recordar eso…
aunque lamentablemente dudaba de que alguna vez lo fuera a olvi-
dar… si es que salía alguna vez de ese infierno con vida, claro.
—Tsk, tsk —la mujer chasqueó la lengua y se acercó más a él,
mientras él trataba de alejarse por instinto, pero no lo consiguió—.
Primero vamos a ver un poco más dentro de ti, saber qué es lo que
te pasa… por qué actúas así y luego… ya veremos lo del agua.
Noah se estremeció, no tenía conciencia de cuánto tiempo
realmente llevaba allí, ni de cuantas veces había pasado por aquello,
pero sí de la cantidad de veces que lo habían dejado sin agua, siete
en total, las podía contar, contar la agonía posterior, la desespera-
ción, el sentir que pronto moriría de sed…
—Por favor —rogó, pero la mujer no le hizo caso y se incli-
nó un poco más hacia adelante, con la varita en alto.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Noah abrió los ojos con pavor, mientras sentía el hechizo ac-
tuar sobre él una vez más, todo su cuerpo se estremeció de dolor
mientras podía ver sus recuerdos desfilando como si se tratasen de
imágenes de alguna película muggle, sólo que sus recuerdos no pa-
recían tan suyos ya, se sentían siniestros.
Recordó una navidad con Harry, era extraño que siempre le
hicieran recordarlo, había llevado mucho tiempo sin pensar en él
hasta que esos extraños habían irrumpido en su vida, ambos estaban
frente a una gran sala de regalos, Harry le explicaba algo, pero él no
era capaz de entender el qué, Harry sonreía, aunque su sonrisa no
era completa, faltaba algo en ella, siempre había faltado algo en la
forma como Harry le hablaba, lo miraba, lo besaba o lo amaba… no
lo había sabido entender hasta que había conocido a Draco.
—Empuja más en ese recuerdo —ordenó una voz diferente,
una que él, pese a que pudo escuchar, no supo reconocer—, necesi-
tamos tener una visión más clara del interior de la casa.
—Lo intento —replicó la primera mujer, mientras el recuer-
do se iba disolviendo y cambiando a otro: una tarde, otra navidad,
esa navidad… alguien tocando el timbre, ambos desplazándose a
través de la sala hacia la entrada… Antes de abrir la puerta el re-
cuerdo cambió nuevamente.
—Vamos, te haré el tour oficial —dijo Harry, Noah recorda-
ba aquella vez; había sido la primera vez en que Harry lo había lle-
vado a su casa, luego de decirle que lo quería…
Aquel recuerdo duró mucho más tiempo, mientras Harry
sonriente lo llevaba de la mano por todos lados, mostrándole las
habitaciones recién remodeladas y las mazmorras, que había am-
pliado y convertido en algo mucho más práctico, habló de poner un
gimnasio y una sala de entrenamiento allí, extrañamente nunca lo
había hecho… ¿Por qué habría sido?

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Con eso tenemos bastante —jadeó Amy alejándose de la


cama, un tanto agitada por el esfuerzo.
—Sí… debe ser que el laboratorio está montado en las maz-
morras —razonó Ginny—. No es muy difícil accesar a él, sólo tiene
una entrada, no pueden haberle hecho otra…
—¿Lo conoces? —preguntó Amy hacia él.
—No… nunca he estado en la fábrica —contestó Noah con
voz rasposa, girando el rostro lo suficiente para ver a la chica que
hablaba con su torturadora—, pero es grande por lo que he oído —
continuó pese al dolor.
—¿Fábrica? —preguntó Amy con curiosidad.
—Yo me encargaré de él ahora —respondió la segunda mu-
jer, ignorándola y fijando su mirada en Noah.
—Pero… no puedes lastimarlo, lo sabes —advirtió algo inse-
gura Amy.
—No pienso hacerlo, no soy idiota.
Amy pareció dudar un momento más antes de asentir y salir
de la habitación, contrario a lo que pasaba siempre, esta vez los gri-
tos no parecieron más intensos, tampoco se oscureció la habitación;
la nueva mujer seguía allí, de pie, con los brazos cruzados y mirán-
dolo detenidamente, Noah sintió que pasaba una eternidad hasta
que no pudo soportarlo más:
—Agua —pidió.
La mujer ladeó la cabeza y sonrió de lado, era una sonrisa
perversa.
—¿No te dan mucha agua, verdad?
—No.
—Te daré agua —informó ella mientras agitaba la varita y
una gran jarra metálica aparecía en medio de la habitación y levitaba
hacia él.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Noah ya conocía la mecánica, bastaba levantar un poco la ca-


beza, lo suficiente para no ahogarse, pero no demasiado como para
jalar los brazos y lastimarse más, le había costado, pero ya lo sabía.
Bebió con ansias, atragantándose con las prisas, pero no detenién-
dose a pesar del acceso de tos que tuvo. Cuando la jarra se alejó, se
sintió embotado de agua, aunque sabía que esa sensación no duraría
para siempre, al menos sería bueno sentirla por un poco de tiempo.
—Ahora —dijo la mujer caminando hacia él—, supongo que
desearías tener agua a todas horas… siempre que tuvieras sed, ¿no?
En respuesta Noah asintió lentamente, sin dejar de mirarla,
pese a lo repentinamente cansado que se sentía.
—Tú dijiste que era una fábrica y no un laboratorio. ¿Por
qué lo dijiste?
—Porque es lo que es.
—¿Y cómo lo sabes?
—¿Me darás más agua? —preguntó Noah, ignorando su
pregunta. La mujer suspiró y se acercó más a él, como queriendo
mantener una conversación más íntima.
—Eso depende… Tú y yo tenemos necesidades, tú necesitas
agua… levantarte de esta cama, ¿qué las cosas paren, tal vez?
Noah volvió a asentir suavemente, pese al dolor que ese mo-
vimiento provocaba en sus músculos.
—Yo necesito información, más de la que ella puede conse-
guir por medio de esos horribles, horribles hechizos, ¿no se siente
bien, no es así?
—No…
—Entonces, si me ayudas tal vez pueda hacer que paren…
¿Quieres que paren?
—Sí.
—Entonces… dime: ¿cómo sabías que era una fábrica y no
un laboratorio?

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Me lo dijo un amigo.


—Háblame más de ese amigo.
—¿Por qué?
—¿Quieres salir de aquí, Noah? ¿Quieres dejar de estar ata-
do a esa apestosa cama? ¿Bañarte, caminar?
—Sí… por favor —rogó Noah por algo que no estaba seguro
poder conseguir más.
—Cuéntame qué amigo, cuéntame lo que sabes por las bue-
nas… será más fácil, mucho más simple y menos doloroso.
—Yo…
—No pasa nada… se llama supervivencia, no perfidia —le
animó la mujer con voz inusitadamente tierna—. Tú quieres salir
vivo de aquí… simplemente el salir de aquí creo que te haría feliz.
—Sí… sí lo haría.
—Entonces dime… ¿Quién te lo dijo?
Noah pareció dudar un momento más antes de empezar a
hablar con voz ronca:
—Mi amigo Lucka… él me escribe de vez en cuando… él
me dijo…
—Bien… cuéntame más.
—¿Me dejarás salir? ¿En verdad lo harás?
—Lo haré… claro que lo haré, tú solo sigue hablando y todo
estará bien.
—Dijo que era una fábrica… que tiene muchos contratos…
que…
—¿Malfoy? —lo ayudó ella.
—Sí, Malfoy… él trabaja con dos chicos más…
—¿Dos chicos más? ¿Además de Harry?
—Ajá… dos más —susurró Noah, mientras Ginny se incli-
naba y le tendía nuevamente la jarra de agua para que bebiera, el

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

chico sonrió casi incrédulo mientras daba otro sorbo más, nunca le
había encantado tanto el agua como hasta ese momento…

–|– 

A pesar de ser sólo seis en la mesa, eran bastante ruidosos,


era sábado y todos estaban medio agitados, todos menos Draco, por
supuesto.
—Pero bailar no entra en el rango de hacer cosas malas —se
quejó Jocelyn, haciendo un pequeño puchero; Erin, su novia, negó
con la cabeza, aunque también parecía divertida.
—Yo no he dicho eso —replicó Draco dándole un trago más
a su copa de vino, sin Harry el salir no tenía la mayor gracia, además
prefería quedarse en casa terminando aquella poción que le estaba
tomando tanto tiempo, ya casi estaba lista, aunque aún no encon-
traba las fuerzas necesarias para hacer el simulador… sería algo de-
masiado complicado.
—¿Por qué no lo dejan tranquilo? —lo apoyó Mikel.
—Gracias —asintió Draco.
—Si quiere quedarse en casa y recordar a Harry toda la no-
che, es su problema —completó Gael encogiéndose de hombros.
Draco entrecerró los ojos y lo miró ofendido.
—Para tu información, tengo trabajo pendiente y en verdad,
de verdad, no quiero salir, no esta noche…
Gael negó con la cabeza.
—He dejado listo un poco de los jabones líquidos perfuma-
dos nuevos que preparé esta tarde, para que los pruebes ya que te
quedas en casa.
—Ja —bufó Draco negando con la cabeza—. La última vez
terminé lleno de ronchas.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Eso fue porque aún no estaban listos; y además a ti te gusta


andar probando nuestros experimentos, así que no te puedes quejar.
—¡Aja! —exclamó Erin mirando ofendida hacia Jocelyn y
hablando con su marcado acento francés—. Era por eso que el otro
día casi pierdo todo el cabello.
Jocelyn abrió la boca para replicar, pero parecía no encontrar
las palabras adecuadas hasta que finalmente negó con la cabeza,
mientras Tyrone soltaba una carcajada.
—Espero que tus otros productos funcionen mejor —dijo
haciendo referencia a la loca idea de Gael de empezar a vender tam-
bién pociones lubricantes, la idea había surgido unos meses antes,
cuando Mikel y él lo habían hecho al estilo muggle, toda una nove-
dad para Gael.
—Esas no las probaré —aclaró rápidamente Draco—, ni
aunque me pagaras.
—¿Por qué siempre me tienen tan poca fe?
—Pues… cariño, nosotros no te tenemos poca fe —defendió
Mikel, pasando un brazo sobre su hombro.
—Nah… que va, si confiamos plenamente en ti —continuó
Jocelyn.
—Pero en tus experimentos… aún les falta madurar y no
queremos perder la piel en el proceso —intervino Draco.
—O el cabello —añadió Erin.
—Ni algo más valioso —terminó Tyrone.
Gael se cruzó de brazos y los miró enfadados.
—Cuando gane mi primer premio al Perfumista del Año, no
les daré las gracias ni los mencionaré en el discurso.
Pasaron mucho rato más conversando y riendo, hasta que se
hizo verdaderamente tarde, y como todos, menos Draco, querían
salir de fiesta, se fueron, no sin antes ayudar a Draco con los hechi-
zos de limpieza de la cocina. Luego de que Kreacher muriera, había

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

sido muy difícil mantener la tradición de comer juntos siempre, in-


cluso, para Harry y Draco había sido difícil aprender a manejar la
cocina y todo lo que implicaba, sin mencionar que se sentían un
tanto usurpadores al estar allí, en el lugar donde Kreacher por lo
general pasaba, sin embargo, al final pudieron organizarse. Gael
contó que en casa su madre los obligaba a cocinar también (argu-
mentando que los padres a veces solían ser explotadores: ¡Limpiar
tu habitación y cocinar de vez en cuando, qué derecho! Había ex-
clamado en aquella ocasión), y les había ayudado un poco con los
conocimientos básicos.
Draco tenía que reconocer que extrañaba al elfo, aunque su
presencia nunca se hizo notar, era la simple idea de saber que había
alguien más en casa, lo que le hacía sentir confortado, acompañado
de algun modo; algunas noches, cuando Harry tenía guardias,
Kreacher aparecía a la mitad de la noche con una enorme taza de
chocolate caliente y se quedaba observándolo en silencio durante
horas mientras bebía, y eso, pese a parecer extraño, no le había mo-
lestado; en cambio ahora sí era conciente de que estaba completa-
mente solo en esa enorme casa.
Como para estirar las piernas y poner en orden sus ideas, re-
corrió la casa lentamente, viendo que las ventanas estuvieras apro-
piadamente cerradas y que las puertas que daban al patio y a la calle
también estuvieran protegidas, antes de por fin retirarse a las maz-
morras.
Las recorrió también con lentitud, habían cambiado bastante
desde que se había mudado allí hacía ya más de un año, había opta-
do por separarlo en varias partes, creyendo que el espacio del fondo
le alcanzaría para poder almacenar las pociones listas para despacho,
el centro era de Gael, donde hacía las pociones de belleza, perfumes
y demás cosméticos mágicos, y que también estaba ya copada de ca-
jas, y finalmente su parte, la más próxima a la entrada, donde elabo-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

raba sus pociones, a un lado estaba también dividido, con la peque-


ña oficina donde guardaban todo el tema contable, pero que Draco
pensaba eliminar pronto y usarla para dejar más cajas, hasta que pu-
diera conseguir otro sitio, aún no se lo había dicho a Harry, ni a
Gael tampoco, pero ya era tiempo de tener algo más grande y de
contratar más gente…
Suspiró y no pudo evitar que la sonrisa aflorara a su rostro, la
sensación de crecer siempre le hacía sentir así.
Se acomodó tras su escritorio y sacó su viejo cuaderno una
vez más, pero por alguna razón, su mirada comenzó a vagar entre
las fotografías puestas sobre la pared, no eran muchas y todas tenían
un marco similar, de madera oscura y sin adornos, Draco pensaba
que no necesitaban más adornos.
En la primera del grupo estaba una foto de Harry y Draco en
el primer viaje que habían hecho juntos, el único, tenía que recor-
dar, no habían tenido tiempo para hacer ningún otro viaje desde
que estaban juntos.
La segunda era una foto de Harry, con su túnica de gala y un
diploma en la mano, sonreía suavemente y elevaba el diploma una y
otra vez. Draco recordaba bien esa mañana, se había sentido triste
por no poder asistir, pero peor aún por la expresión de Harry, aun-
que ambos sabían que no habría forma de que pudiera colarse en
una ceremonia llena de aurores sin que lo notaran, así que no había
tenido de otra que verlo en la mañana, decirle lo guapo que se veía
con la túnica de gala y luego verlo marcharse, aliviado de que al
menos Andrómeda y los señores Weasley si pudieran asistir, espe-
rándolo hasta el atardecer, cuando regresó ligeramente achispado,
con un pergamino en la mano, la túnica de Gala con claros signos
de haber andado de fiesta, y una gran cantidad de fotos, entusias-
mado y describiéndole cada momento de la ceremonia, entre besos
y caricias.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La tercera y cuarta foto eran de su propia graduación: la pri-


mera en la universidad, en el pequeño altillo mientras recibía uno
de los reconocimientos de manos de un muy temeroso director
Colburn en su último evento público antes del retiro, Draco lo ha-
bía mirado con suficiencia, sabiéndose ganador y deteniendo su mi-
rada en la horrible cicatriz de la mejilla que nadie sabía cómo se ha-
bía hecho, pero que lucía realmente siniestra; la segunda foto no era
en la universidad sino en Grimmauld Place, donde habían ido a ce-
lebrar, porque, aunque Harry sí había podido asistir a su gradua-
ción, lo había hecho transfigurado para no llamar la atención. Draco
no podía dejar de reír cada vez que recordaba cómo Mikel (también
era la graduación de Gael), Lucka, Ethan y Tyrone junto con un
irreconocible Harry, se habían apropiado de las filas medias y salta-
ban y aplaudían con emoción no muy adecuada, cada que Gael o él
tenían que recibir algún premio.
Finalmente la quinta foto era muy reciente, de apenas una
semana antes, estaban todos: Tyrone, Giles, Matías, Ethan, Lucka,
Mikel, Gael, Jocelyn, Erin, Harry y él, se habían juntado para cele-
brar el cumpleaños de Gael, y antes de salir de fiesta, habían tenido
una pequeña cena para después, todos riendo al posar juntos, abra-
zando a Gael, frente a una cámara que Harry sabía hechizar para
que tomara fotos sola.
Luego de mirar con más atención la foto de graduación de
Harry, pensando en lo que su novio le había confesado antes de par-
tir, se decidió a trabajar.
Comprobando una vez más sus apuntes, pensó en que tal vez
era momento de arriesgarse y empezar a probar…

–|– 

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

Domingo 19 de octubre de 2003

Harry recordaba, mucho más de lo que en verdad quería,


cuánto tiempo había pasado viviendo en una tienda de acampar y
vagando por todo el país junto a Ron y Hermione, y no podía decir
que la había pasado bien, temiendo por su vida, durmiendo a sobre-
saltos y congelándose la mayor parte del tiempo. Era una etapa que
no quería volver a vivir, sin embargo allí estaba, en medio de una
montaña rocosa, y aunque no había nieve, si se congelaba por el aire
gélido que llegaba a esas alturas, en una carpa, con Stefanie, Win-
tersperger y el jefe Gutmann, turnándose para bajar al pequeño po-
blado y vigilar toda la operación de una pequeña mafia que creía
que hacía todo de manera cautelosa, aunque estaban muy lejos de la
verdad.
—Si nos hubiéramos quedado en el pueblo, no tendríamos
que morir de frío en las montañas —protestó Wintersperger mien-
tras terminaba de tomar la pequeña ración de sopa caliente que le
quedaba.
—Si nos hubiéramos quedado en el pueblo, hubieran senti-
do extraño que un forastero, o cuatro, llegaran a un pueblo donde
no va nadie nunca —reprochó Harry, que ya había terminado de
comer y leía una vieja revista de quidditch, mientras fumaba un ci-
garro tiritando levemente, realmente sí qué hacía frío.
—Eres un gran seguidor del jefe, ¿no?
—Sólo soy precavido, es obvio que nos hubieran descubier-
to; además vamos muy bien, estamos recopilando mucha informa-
ción y en cuanto les llegue el cargamento los tendremos por el cue-
llo.
Wintersperger bufó fastidiado, y con un movimiento de vari-
ta hizo desaparecer el envase de la sopa y sacaba de uno de los bolsi-
llos de la túnica, una pequeña licorera plateada.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Espero no pescar un resfrío a este paso.


—Lo que pescaras será una resaca si sigues bebiendo —re-
convino Harry molesto.
—No te han dicho que el cigarro mata, niño —se burló
Wintersperger.
—No molestes, que no soy niño —realmente esperó que su
protesta no hubiera sonado tan infantil; él era el menor del grupo y
Wintersperger siempre le decía niño cuando lo hartaba.
—Lo que tú digas —se mofó Wintersperger levantando la li-
corera en señal de brindis, Harry no replicó y suspiró profunda-
mente pensando en que aún le quedaban ocho días más soportando
a ese idiota de compañero. Sí, definitivamente era una tortura.

–|– 

Draco jadeó sorprendido mientras veía la pequeña esfera ce-


rrarse, una luz plateada la rodeaba, demasiado intensa como para
dejar ver lo que había en el interior, y un aura dorada empezó a cu-
brirla poco a poco, como protegiéndola. Draco sabía que era nece-
saria esa protección, eso quería decir que todo iba bien.
Se sentó sobre el escritorio y agitó la varita varias veces, ha-
ciéndola girar en todas direcciones, no encontró ninguna resque-
bradura ni ninguna señal de que se pudiera romper, el interior pla-
teado estaba ya completamente cubierto por aquella luminosidad
dorada, mucho más intensa de lo que había esperado.
Cerró los ojos un instante, y trató de concentrarse lo mejor
que pudo, generalmente los hechizos de simulación se le daban
bien cuando podía hacer trabajar la poción en tiempo real, o cuando
la aceleraba un poco, había logrado también hacer trabajar pociones
de semanas en sólo horas, sin embargo, esta poción era algo más de-
licado, más trabajoso y requería no sólo de mayor concentración y

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

fuerza, sino también de agregar diversas pociones durante el proce-


so, sería un trabajo arduo, largo y extenuante, y esperaba sincera-
mente que el tiempo le alcanzara.

–|– 

Lunes 20 de octubre de 2003

Lucka trabajaba en un pequeño laboratorio independiente de


hechizos y objetos en el este de Londres, en Jeremyn Street, muy
cerca de St. James’s Square, aunque en su trabajo habían varias
chimeneas que podía usar para llegar a casa, a él siempre le gustaba
salir a la calle y caminar las siete cuadras que lo separaban de St.
James’s Park, en el centro de este enorme parque había una cone-
xión bastante disimulada, con cuatro chimeneas de uso público para
los magos. Simplemente disfrutaba del paseo, de mirar a los mu-
ggles y las cosas tecnológicas que tenían, las tiendas y los letreros…
Todo aquello siempre le llamaba la atención, más de una vez había
pescado una idea o una solución de esa manera.
Aquella tarde, cerca de las seis, como cada tarde, salió lucien-
do sus ropas muggles y un suéter oscuro para protegerse del frío
clima, la calle estaba llena de gente que salía de sus trabajos, con pa-
sos presurosos y algunos cargados de paquetes, sin embargo, Lucka
no tenía prisa ni interés por llegar a algún lado todavía. Esa tarde es-
taba bastante interesado en aquellos pequeños aparatos que los mu-
ggles conectaban a las computadoras, donde guardaban cientos de
canciones que luego iban escuchando por las calles; en Rose &
Crown Yard había una gran tienda de electrónica, donde ya lo co-
nocían además, y pensó detenerse allí a comprar un par de esos apa-
ratitos para poder investigarlos mejor en casa. Sólo que nunca pudo
llegar a aquella tienda.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Apenas había alcanzado Ormond Yard cuando un par de per-


sonas chocaron con él, Lucka no se inmutó siquiera, estaba acos-
tumbrado a que la gente caminase así, simplemente siguió andando,
dio un par de pasos más cuando dos hombres chocaron con él, en-
tonces se detuvo y frunció el ceño, mirando hacia atrás, extrañado
por la situación, normalmente chocaban con él, pero no tanto ni tan
seguido, los cuatro sujetos con los que había chocado estaban de pie
mirándolo fijamente, algo en su estómago se revolvió y supo que
estaba en problemas; sin detenerse a pensar que estaba en una calle
llena de muggles que seguían pasando a su lado, trató de desapare-
cer, pero algo estaba mal, por más que se concentraba no lograba
hacerlo, con manos un tanto temblorosas buscó la varita en el bolsi-
llo del pantalón vaquero que usaba, pero no la encontró, compren-
dió que ellos se la habían quitado al chocar contra él, dio la vuelta,
para escapar, pero delante de él había dos hombres más, mirándolo
de la misma manera amenazadora.
Todo sucedió en unos segundos, fue rápido y violento, se
podía decir que ni siquiera supo cuál de los ocho que estaban allí lo
golpeó, antes de que la calle comenzara a desaparecer y todo se vol-
viera silencio y oscuridad.

–|– 

Aquella noche, Draco seguía en la sala destinada a las simula-


ciones; cuando Gael había llegado esa mañana, había encontrado
una nota de Draco pegada en la puerta donde le explicaba que esta-
ba probando una nueva poción y que no quería ni debía ser inte-
rrumpido bajo ningún concepto, ni siquiera por una emergencia,
así que, obedeciendo, se había encargado de terminar con las cosas
planeadas para el día, con ayuda de Tyrone, y ya estaba listo para
partir, cuando miró nuevamente la puerta cerrada, luces doradas sa-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

lían del borde inferior. No recordaba que Draco le hubiese hablado


de alguna nueva poción, aunque su amigo en ocasiones se desperta-
ba en medio de la noche con una grandiosa idea y se encerraba en sí
mismo —y en aquella habitación primordialmente— hasta conse-
guirla. Recordaba haber estado tardes enteras junto a Harry miran-
do la puerta y esperando que Draco saliera con una sonrisa en los
labios y los ojos brillando, cuando por fin conseguía alguna nove-
dad maravillosa.
Cuando ya iba subiendo las escaleras, escuchó ruidos en la
parte superior, supuso que sería Mikel, que algunas veces, cuando
lograba salir temprano de la clínica, lo alcanzaba allí; se sorprendió
cuando al llegar al piso superior se encontró a Ethan, que ya se dis-
ponía a bajar.
—Hola… qué milagro, ¿tú por aquí? —preguntó Gael.
—¿Lucka está aquí?
—No, ¿por qué habría de estarlo?, ¿te dijo que venía?
—No… no me dijo, pero… —Ethan miró a ambos lados
como si así lograra que Lucka apareciera—. Quedamos en cenar a
las siete y ya son más de las diez, y no aparece por ningún lado.
—Se ha de haber ido de fiesta… ya sabes como es.
—Pero es lunes.
—Por eso, ya sabes como es.
—No, no, el dijo que vendría a cenar y nunca falta, o llama al
menos si se le hace tarde, pero… no sé nada de él, en su trabajo di-
cen que salió cerca de las seis…
—Ethan —suspiró Gael; Ethan y Lucka nunca habían estado
juntos íntimamente, sin embargo, conforme había avazando el
tiempo, ambos pasaban más y más tiempo juntos, e incluso se po-
nían celosos el uno del otro (aunque no lo querían reconocer)
cuando salían con alguien más, todos sus demás amigos pensaban
que sólo era cuestión de tiempo antes de que las cosas se dieran en-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tre ellos—, no te molestes pero, tal vez Lucka se fue con alguien
más… ya sabes —explicó haciendo un gesto significativo con el ros-
tro.
Ethan frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—Pues, si lo ha hecho es muy mal amigo, mira que dejarme
plantado y yo aquí preocupándome por él.
—Pues sí, tienes razón… ¿por qué no vienes a casa conmigo
y cenamos algo?
—No quiero estar de violinista entre tú y Mikel.
—Vamos, sabes que no me molesta, además, aquí no hay ce-
na hoy, y muero de hambre.
—¿Por qué no hay cena?, ¿ahora que Harry no está, Draco
no te quiere alimentar?
—Ja, ja —replicó Gael con ironía—. No, está abajo con una
nueva poción y no hay quien lo saque de ese maldito cuarto, ni si-
quiera Jocelyn se atrevió a tocar la puerta.
—Ah…
—¿Qué dices, vamos?
—Nah… iré a casa de Lucka a esperarlo y darle bronca por
plantarme.
Gael sólo se encogió de hombros pensando en que tal vez esa
era la bronca que necesitaban para por fin juntarse, aunque claro,
estaba muy lejos de la realidad.

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Martes 20 de octubre de 2003

—Mi contacto en el Ministerio me dijo que Potter estará de


misión aún siete días más, que están incomunicados con sus fami-
lias y amigos, solamente el jefe… un tal Gutmann, tiene contacto

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

ocasional con un auror que está trabajando en cubierto en el lado de


los delincuentes, están a la espera de algo… no sé bien qué, y mi
contacto tampoco, pero al fin eso no nos interesa mucho, sólo que
Potter no estará en casa —informó Baddock hacia el pequeño grupo
allí reunido.
—Bien… eso está bien, no creo que tengamos otra oportu-
nidad, no tan pronto al menos —meditó Tony.
—¿Qué hay de los horarios? —preguntó Ginny inclinándose
hacia delante con ansiedad nada disimulada.
—Como saben, usamos un hechizo de rastreo para ver las
entradas y salidas de esa casa, puesto que nadie, y créanme, nadie
usa nunca la puerta de la calle, sólo la red flú, encontramos cone-
xión solamente con cuatro lugares, al parecer salen por cualquiera
de esos sitios y luego usan la aparición para llegar a donde sea que
quieran llegar —informó Claire, una mujer de casi cuarenta años
que recientemente se había afiliado a ellos, poseía gran experiencia
en rastreos y seguimientos, ideales para esa misión.
—Malfoy no se puede aparecer —comentó Baddock, inte-
rrumpiendo la intervención de Claire.
—¿No puede? —preguntó Tony interesado.
—No, lo prohíbe el Ministerio, ningún mortífago en libertad
condicional lo puede hacer, según tengo entendido, aún le quedan
nueve meses más de restricciones y visitas obligatorias al Ministe-
rio, así que seguramente usa otros medios de transporte.
—Muggles —comentó Caleb, sentado al lado opuesto de
Ginny, mientras más lejos estuviera de ella sería mucho más seguro.
—En fin, como iba diciendo —se impuso Claire—; Malfoy
casi nunca sale, los demás llegan allí, y hemos descubierto además
que ellos tienen la costumbre de llegar cerca de las siete de la no-
che, sin embargo, un tal Tyrone va en las tardes hasta las ocho, y ese
tal… Gael Eytinge, pasa la mayor parte del tiempo allí.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ese es su socio, está en el registro de la fábrica.


—No puedo creer que le hayan dado permiso para montar
una fábrica —bufó Ginny, y Tony negó con la cabeza.
—Se lo dieron porque no tienen prohibido hacerlo, y consi-
derando que existe el derecho de conservar en secreto los nombres
de los socios, el Ministerio y el Área de Patentes no ha podido hacer
nada —comentó Caleb.
—Y es eso justamente lo que queremos que vean, a quienes
les dan licencias y quienes son los que los encubren y apañan —de-
claró Tony con voz ceremonial, Ginny se esforzó por no poner los
ojos en blanco.
—¿Cómo van las cosas con nuestros muchachos? —pre-
guntó Tony hacia Ginny.
—Bueno, ambos han sido de mucha ayuda, ya ves todos los
datos que obtuvimos de ese Lucka…
—Genial, entonces, es momento de empezar a concretar el
plan.
Ginny compartió una sonrisa con Tony.

–|– 

Miércoles 21 de octubre de 2003

—Te digo que no ha ido a trabajar, ni ha ido a casa de su tío,


ni a las discotecas, al menos nadie dice haberlo visto —explicó Gael
a Mikel mientras ambos desayunaban.
—Hay que poner una denuncia en el Ministerio, no puede
desaparecerse tantos días, no es una cosa que Lucka haría.
—No lo es, desde el lunes nadie lo ha visto, y Ethan está ya
desesperado, incluso ha pedido permiso en el bufete para buscarlo,
aunque no sabemos dónde más pueda estar.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

Mikel frunció el ceño mientras bebía lo que le quedaba de


café.
—Pobre Ethan…
—Mikel, ¿no habrá un exnovio tal vez, que a él le gustara vi-
sitar cuando se sintiera solo? ¿O alguien que no conozcamos?
—No, no lo creo… al menos yo no sé nada al respecto.
—Cuánto nos ayudaría que Harry estuviera aquí, podría ha-
cer que investigaran o no sé… cualquier cosa.
—¿Cuándo vuelve?
—El lunes creo, pero aún faltan muchos días…
—¿Draco no se puede contactar con él?
—Creo que no, ha estado encerrado en la sala de simulación
casi desde que Harry se fue, no lo he visto, ni siquiera le he dicho
que Lucka no aparece…
—Tal vez deberías ver que Draco está bien, no es que quiera
ponerme paranoico pero…
—Ya… iré ahora mismo —dijo Gael poniéndose en pie—,
pero tú podrías… —se retorció las manos mirando nervioso a su
novio.
—No creo que esté en la morgue, nos hubieran avisado.
—Pero…
—Preguntaré, tengo amigos allí, o eso espero —suspiró re-
cordando cómo el director de San Mungo se había encargado de
esparcir el rumor de que era gay y cómo la mitad de sus colegas co-
nocidos le habían dejado de hablar.
—Gracias —Gael se inclinó y le dio un beso en los labios—.
Llámame en cuanto sepas algo…
—Claro, ve y no te preocupes, ya verás como luego Lucka
saldrá con una tonta excusa, y volverá sano y salvo.
Gael asintió, pero no estaba muy convencido antes de trasla-
darse a Grimmauld Place.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Como siempre, desde que Kreacher no estaba, la casa estaba


algo más desordenada, y no que lo criticara, para él y Mikel también
era difícil mantener todo en orden cuando estaban todo el día y casi
todas las noches fuera, sin embargo, Draco por lo general siempre
mantenía todo de una manera obsesivamente ordenada, segura-
mente por él, la casa no se había venido abajo, porque de ser por el
resto de ellos, incluyendo al dueño de la casa...
Bajó con pasos rápidos hacia las mazmorras, y vio que la
puerta del cuarto de simulación seguía cerrada; Tyrone agitó una
mano a modo de saludo mientras permanecía picando unas raíces
en una de las mesas de trabajo. Gael apenas hizo un asentimiento
en respuesta mientras seguía de largo.
—Hey, no, ¿qué haces? —preguntó Tyrone con claro temor
en la voz, y es que en una ocasión él había ignorado la puerta cerra-
da y había entrado, el resultado había sido un Draco realmente fu-
rioso, un Tyrone muerto de miedo al ver que el rubio en verdad
podía tener muy mal, pero muy mal carácter, incluso con un Gael
en medio, tratando de apaciguar las cosas.
—Es urgente.
—Pero dijo que ni aunque fuera una emergencia.
—Ya… no te preocupes, sobreviviré —se medio mofó Gael.
Él en realidad no le tenía tanto temor a Draco, sabía cómo enojarlo
y también cómo hacer que se calmara, le había tomado años de
amistad, pero lo había conseguido, sabía tanto de Draco como éste
sabía de él, sin embargo, no estaba listo para encontrar lo que en-
contró al pasar la puerta (Draco no la aseguraba por si algo llegase a
pasar, sabía que nadie osaría molestarlo inútilmente).

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

Draco entrecerró los ojos y sintió por primera vez el cansan-


cio en las piernas, nunca una simulación lo había agotado hasta ser
conciente de su cuerpo y sus dolores, se dejó caer lentamente sobre
el piso, con las piernas cruzadas, tratando de no soltar en ningún
momento la varita que apuntaba a la esfera dorada, que no era más
una esfera pequeña, ahora era mucho más grande y se podía adivi-
nar una pequeña figura en el interior, una que se movía de un lado
a otro y Draco, debía reconocer, le encantaba verla moverse.
Buscó a tientas de la mesa, una última poción y destapó el
frasco, y luego lo puso bajo la esfera, soltó el hechizo sobre la esfera
y apuntó al frasco para que la poción se agregara a todo el conteni-
do, la esfera dorada se iluminó aún más por un instante, y el inte-
rior de esta fue mucho más claro, Draco lo miró con atención, pa-
recía completo, parecía estar bien, debía estar bien, aunque no po-
día dejar de recordar que se trataba sólo de una ilusión, una imagen
falsa de algo que podía ser…
—Bien —susurró con los labios ligeramente apretados por el
esfuerzo—, creo que estamos llegando al meollo…
La esfera descendió un poco y la capa dorada se fue diluyen-
do, dejando sólo la esfera plateada inicial; en el interior se podía ad-
vertir los movimientos rítmicos de la pequeña criatura, Draco abrió
la boca no creyéndolo posible, y estuvo a punto de soltar el último
hechizo, cuando la puerta se abrió. Había estado encerrado y en si-
lencio demasiado tiempo como para no advertir ese pequeño mo-
vimiento como algo sonoro y perturbante. En el momento en que
giró, sintió la esfera plateada estallar con un sonido suave, Gael es-
taba en la puerta, mirando con la boca abierta hacia un espacio so-
bre la cabeza de Draco.
Draco se giró lentamente, viendo la imagen plateada casi
transparente de un muy pequeño bebé desaparecer en el aire.
—¿Qué…?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Por qué demonios has entrado? —gritó Draco poniéndo-


se en pie con la poca fuerza que le quedaba y mirando a Gael con
rabia.
—¿Eso era…? —Gael dejó de mirar el espacio ahora vacío y
se centró en su amigo, pálido, ojeroso y cansado—. ¿Qué has he-
cho, Draco?
—Nada, porque has interrumpido —rugió Draco avanzando
amenazador, a pesar de la debilidad de sus piernas, hacia Gael, que
por primera vez no parecía atemorizado ante uno de sus ataques de
rabia.
—Yo… —Gael dio un respingo, como si recién notara la ra-
bia de Draco, pero eso no logró asustarlo mucho tiempo, la curiosi-
dad era mayor—. Eso era un bebé —declaró.
—No era un bebé, era una simulación, y te prohíbo que di-
gas una sola palabra de esto a alguien, o que siquiera intentes con-
versarlo conmigo.
—¿Por qué había ahí un bebé?
Draco no le contestó, lo miró irascible y caminó de largo, pa-
sando a su lado y golpeándolo con el hombro mientras salía hacia la
fábrica, Gael tardó sólo un instante en alcanzarlo.
—No puedo creer que… Estoy casi seguro de saber de qué
se trata, pero eso es imposible…
—No tienes ni idea, y te dije que no hablaras de eso —Draco
se detuvo y se cruzó de brazos, dándole una mirada a Tyrone, que
estaba al otro lado, observándolos preocupado. El chico pareció en-
tender la amenaza porque inmediatamente dejó de cortar las hier-
bas y salió disparado hacia el primer piso, rogando que Draco no
permaneciera tan enfadado mucho tiempo, dejaba de ser un gran
maestro y fabricante y se convertía realmente en un cabrón cuando
lo hacía, aunque claro, Tyrone nunca lo diría en voz alta.
—Lo siento… esto es importante, no pensé que…

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Ya para —rugió Draco sintiéndose frustrado, su poción


funcionaba y tal vez hubiera presenciado el final si el chico no hu-
biera interrumpido. Agarrándose a ese último pensamiento, suspiró
profundamente y descruzó los brazos—. Más vale que sea bueno.
—No lo es, es Lucka —contestó Gael, concentrándose en el
problema real.
—¿Se volvió a pelear con Ethan? Eso no es importante.
—Ha desaparecido.
—¿Qué?
—Desaparecido, nadie lo ha visto, nadie sabe de él desde el
lunes y… estamos asustados.

–|– 

Harry se recordó que entraría en calor de esa manera, mien-


tras tiritaba de frío y seguía avanzando por el encumbrado e irregu-
lar camino hasta la carpa, por seguridad habían bloqueado las apari-
ciones, y sólo se podía subir al modo muggle.
Entró a la carpa sin anunciarse, en un lado estaba Stefanie,
dormitando sobre una de las camas, y al otro el jefe Gutmann, mi-
rando unos pergaminos con el ceño fruncido.
—Jefe.
—Potter, pensé que no llegarías, ¿por qué la demora?
—Lo siento… es un largo camino —dijo no queriendo decir
que en verdad se había demorado porque Wintersperger y él habían
discutido sobre quién debía subir.
—Como sea, quiero que vigiles con más atención al cabecilla
y a su mujer, no logro tener contacto con nuestro informante desde
ayer en la noche y temo que haya sido descubierto.
—¿Usted cree que él…? ¿Qué estará bien?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Nadie dijo que fuera un él, Potter —gruñó Gutmann—, y


realmente espero que esté bien. En todo caso, si algo le ha pasado
no enteraremos pronto, redoblen la seguridad.
—Sí, señor —respondió Harry antes de salir de la carpa nue-
vamente, a esa altura podía ver el cielo oscuro salpicado de muchas
más estrellas que en la ciudad, se demoró un momento mirándolas
y pensando en Draco y en qué estaría haciendo; conociéndolo pro-
bablemente trabajando, Draco siempre estaba trabajando, tenía que
ser él quien lo sacara, casi a la fuerza del laboratorio para hacer algo
diferente, a veces creía que se podía obsesionar demasiado. Lo ima-
ginó en su mesa de trabajo, rodeado por los vapores del caldero, y
con esa mirada tan profesional que tenía y sonrió ante el recuerdo.

–|– 

Jueves 22 de octubre de 2003

Fue Jocelyn la que se encargó de ir al Ministerio, ninguno de


los otros se sentía capaz de hacerlo. Draco por descontado no po-
dría, ni Gael tampoco, Mikel pensaba que los del Ministerio po-
drían pensar que se trataba de un asunto «gay», y que no lo ayuda-
rían, y Ethan, para ese entonces, ya era un manojo de nervios inca-
paz de hacer más que salir a las calles y recorrerlas para ver si así da-
ba con el paradero de Lucka, así que no quedó más que Jocelyn —
que también estaba preocupada— para hacer la denuncia.
Fingió ser la novia preocupada, argumentó que pronto se ca-
sarían, y que Lucka no tenía razón para abandonarla, era bastante
amiga del chico, así que pudo responder a todas las preguntas sin
problemas, aunque estaba fastidiada por lo engorroso que había re-
sultado todo el papeleo y por las horas que la entretuvieron, para

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

que al final le dijeran que en veinticuatro horas, cuando tuvieran un


auror disponible, empezarían con la búsqueda.
Cuando apareció en casa de Mikel, para luego trasladarse a
Grimmauld Place, su lugar de reunión por excelencia, ya estaba
atardeciendo; Draco, Tyrone y Ethan estaban en la cocina, bebiendo
té, éste último parecía inusualmente relajado, con la mirada perdida
en algún punto de la pared, mientras Tyrone y Draco hablaban en
susurros.
—¿Qué te dijeron? —preguntó Draco ansioso, poniéndose
en pie, mientras Jocelyn miraba a Ethan con el ceño fruncido, ex-
trañada por su falta de reacción.
—Dentro de veinticuatro horas empezarán la búsqueda —
comentó, sentándose delante de Ethan y mirándolo fijamente.
—Le dimos una poción relajante, en quince minutos más
debe caer profundamente dormido —explicó Draco con cierta cul-
pabilidad en la voz—. No podía seguir viéndolo así, se va volver lo-
co.
—Lo entiendo… pero ¿no se enfadará luego?
—No lo sabrá —intervino Tyrone mientras encendía un ci-
garrillo, Jocelyn extendió la mano y le quitó el cigarro de la mano y
comenzó a fumarlo, a lo que Tyrone le dio una mirada resentida y
sacó otro pitillo más, que está vez le quitó Draco.
—Pensará que el cansancio lo dejó dormido —se encogió de
hombros Draco, antes de darle una calada profunda al cigarro—.
Harry debería estar aquí, él podría ayudarnos.
—Este sistema es una porquería —se quejó Jocelyn con los
codos sobre la mesa, y suspirando pesadamente—, no pueden espe-
rar veinticuatro horas más, y sin contar las cosas que me dijeron…
esos idiotas.
—¿Qué te dijeron? —preguntó Tyrone, Draco, que ya cono-
cía lo idiotas que podían llegar a ser algunos aurores (se había acos-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tumbrado a no decir «todos los aurores» porque Harry luego le lan-


zaba alguna mirada mordaz, o un cojín si es que tenía a mano).
—Que luego de cuarenta y ocho horas de desaparecido, lo
más probable fuera que estuviera gravemente herido en San Mungo
o muerto, o que se hubiera escapado del país, que no sería el prime-
ro en hacerlo.
—No es más que una tonta excusa para no ponerse a trabajar
—criticó Tyrone, Draco iba agregar algo, pero en ese momento E-
than se desplomó contra la mesa, con las justas y lo pudo sujetar pa-
ra que no se golpeara.
—Anda, ayúdame a llevarlo arriba —pidió hacia Tyrone, que
sacó la varita e hizo levitar el cuerpo una vez que Draco lo pudo
poner en pie. Los tres subieron en silencio y lo instalaron en una de
las habitaciones del segundo piso, donde el chico permaneció dor-
mido mucho rato más.
Cuando bajaron, Mikel y Erin estaban ya allí, Gael se acercó
a su novio y le dio un abrazo y un beso, mientras Erin hacía lo
mismo con Jocelyn, Draco se encontró extrañando aún más a Harry
por un instante.
—No está en la morgue, ni en la mágica ni en la muggle —
declaró con voz apretada Mikel.
—Busqué en casi todos los sitios muggles… esos hospicia-
les…
—Hospitales, querida —corrigió Jocelyn.
—Eso… lo busqué entre los no reconocidos, pero no estaba,
entré a todos los sitios donde estaban los no nombrados… —Erin
suspiró cansada, y pronto todos se acomodaron en la mesa de la co-
cina nuevamente, mirándose sin saber qué más hacer, sintiéndose
impotentes e inservibles, temiendo por su amigo.

–|– 

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

Lucka abrió los ojos, asustado por la gran luz sobre su rostro,
parpadeó varias veces mientras intentaba moverse, pero las ataduras
no se lo permitían, permanecía sentado en aquella dura e incómoda
silla en la que había estado ya por mucho tiempo, y sin saber bien la
razón.
—¿Cómo se transporta Malfoy?
—No sé —respondió con voz rasposa, la garganta le quema-
ba, y estaba seguro de que su voz no era más que gruñidos casi in-
comprensibles.
—Oh, vamos —dijo la voz de la mujer—, ayer estuviste mu-
cho más participativo, ¿necesitas incentivos nuevamente?
Lucka recordó los cruciatus a los que había sido sometido du-
rante el día anterior, y un miedo se posó sobre su pecho, oprimién-
dolo.
—¿Para qué…? ¿Por qué quieres saberlo?
—Ya pasamos por esa etapa —se burló la mujer, Lucka no le
podía ver el rostro por la gran cantidad de luz, pero estaba seguro
que esa voz no la olvidaría jamás.
—Buses —contestó al fin, cada respuesta que daba, la direc-
ción de sus amigos, dónde trabajaban, sus horarios, todo lo hacía
sentir como un gran traidor, el peor de todos; pensó en sus amigos,
cada uno en su lugar de trabajo, tranquilos y sin imaginarse que los
estaban investigando, en Ethan, trabajando en el bufete, y esperó
que nada malo le pasara, había logrado guardar su nombre por un
tiempo, pero ese grupo sabía lo que quería, porque su nombre ha-
bía surgido de los labios de esa maldita mujer, y aunque había trata-
do de protegerlo, no había podido.
—Ahora dime nuevamente, ¿cómo se puede entrar a la casa
sin usar la chimenea? —pidió Ginny con voz falsamente dulce

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

mientras presionaba la varita contra las costillas de Lucka, recor-


dándole por qué le convenía hablar.
Lucka se removió asustado, y la varita se clavó mucho más
profunda en su piel.
—Vamos, no me gusta escuchar tus gritos —presionó Ginny.
—Hay… hay una contraseña para entrar por las rejas del pa-
tio… —empezó a relatar Lucka con voz entrecortada.

–|– 

Viernes 23 de octubre de 2003

Gutmann estaba ansioso, paseando de un lado a otro en el


pequeño metro cuadrado que tenían para espiar, había recibido una
hora antes un pequeño mensaje de la auror encubierta en el bando
enemigo, anunciando que estarían arribando poco después de me-
dianoche, que habían tenido problemas, pero que estaba bien; en-
tonces los cuatro habían descendido por fin de la carpa y se prepa-
raban para rodear el lugar, llamar a los refuerzos y atacar en la ma-
drugada, pero primero debía llegar el cargamento. La infiltrada les
había dicho cuáles eran los lugares vulnerables de la zona, y sólo te-
nían que espera para proceder.
Stefanie encendió un cigarro y se abrazó un poco más, tiri-
tando levemente de frío.
—¿Por qué los malos siempre actúan de noche? Sobre todo
cuando hace tanto frío.
—Creo que porque la oscuridad los protege —contestó Ha-
rry, que fumaba también, pensando en la mirada de reproche que le
daba Draco cada que lo veía fumando. «Eres tú el que se mata en ese
gimnasio de arriba, luego te quejas de lo mal que está tu estado físico», era lo
que solía decir. Se alegró de que al menos su retorno, si todo salía

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

bien, sería al día siguiente y no el lunes, menos días que extrañar a


Draco.
—Sigo pensando que los refuerzos deberían estar aquí —esa
era la siempre contradictoria opinión de Wintersperger.
—Y yo que deberían revisar tu examen de ingreso a la Aca-
demia de Aurores, no puede ser que te hayan dejado entrar con tan
poca capacidad de planeamiento —reprendió Gutmann con el ceño
fruncido. Harry y Stefanie intercambiaron una mirada de preocu-
pación, se avecinaba otra discusión entre ambos hombres.
—Eso que dice es ofensivo —se defendió Wintersperger,
aunque por el sonrojo en sus mejillas, Harry intuyó que segura-
mente el jefe había dado en el clavo.
—Cuestionarme también, y si lo haces una vez más, te regre-
sas a la carpa y al volver a la oficina te reportaré, me tienes hasta las
narices con esa manía tuya de dar la contra.
Wintersperger abrió la boca para protestar, pero en ese mo-
mento un ruido silbante, casi imperceptible, rompió la noche, pero
ellos, atentos como estaban, sí lo lograron escuchar. Se quedaron
quietos mientras vieron apareciendo volando por el cielo, a unos
cuatro thearstel jalando un coche oscuro, y detrás de ese llegaban
dos más.
—¿Todos los ven? —preguntó Gutmann innecesariamente,
lamentablemente todos ellos ya habían visto morir a alguien antes.
—Tomen sus posiciones, en cuanto entren al almacén man-
daré la alerta —informó Gutmann sacando de sus bolsillos una pe-
queña piedra blanca que serviría de traslador, al activarla llegaría a la
sala de operaciones del departamento de aurores, donde un gran
grupo ya esperaba para entrar en acción.
Harry le dio una mirada de «buena suerte» a Stefanie mien-
tras empezaba a avanzar lo más silenciosamente posible por entre
los matorrales hacia el lado izquierdo, con la varita presionada fuer-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

temente entre los dedos y repitiéndose que eso era lo que le gustaba
hacer, la acción, el momento de atrapar a los malos, que por eso se
había convertido en auror. Aunque no se sentiría demasiado con-
vencido.

–|– 

Era más de medianoche y todos, incluyendo a Giles y Matías,


que se habían enterado de la desaparición de Lucka por Tyrone un
par de días antes, habían llegado a preguntar en qué podían ayudar.
El problema era que no había nada que pudieran hacer, todos
estaban sentados en la sala, sobre la alfombra, calentándose delante
de la chimenea, cada uno vagando por sus pensamientos, dándole
vueltas a ideas locas o ideas que ya habían usado, incluso, con ayuda
de Giles y Matías habían empezado a contactar a algunos amigos de
Lucka, de aquellos con los que andaba algunas noches, ninguno sa-
bía nada de él, pero pedían que les avisasen si era que algo le había
ocurrido.
—¿Y si te haces pasar por uno de los Weasley y les dices en el
Ministerio que algo malo ha pasado?, seguro harán una excepción
con él y lo llamaran —tentó Ethan por enésima vez.
—Lo siento —respondió Draco, harto de darle la misma ex-
plicación, dudaba mucho que le hicieran caso, sin contar lo que le
podría pasar, a cualquiera, por querer mentir delante de los aurores.
—Mañana debemos poner un aviso —declaró Erin con su
marcado acento francés.
—¿Aviso? —preguntó Jocelyn, que estaba recostada con la
cabeza sobre las piernas de su novia. Parecía adormilada.
—Sí, prensa, radio… revistas, cualquier cosa, donde salga la
foto de Lucka, y que ofrecemos una recompensa por él.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Yo tengo oro para la recompensa —declaró Ethan con en-


tusiasmo—, podría sacar mis ahorros para pagarles…
—Todos lo haremos —aportó Gael—, nosotros también te-
nemos algo.
—Si lo hubieran secuestrado, ya se hubieran contactado con
nosotros —opinó Mikel antes de bostezar—, y si ofrecemos oro, tal
vez seamos presas de una estafa… Hay muchos magos que se saben
transfigurar muy bien, con la imagen de Lucka bastaría para hacer-
lo.
—No creo que puedan engañarnos así de fácil, sabemos mu-
cho de Lucka como para que les sea sencillo burlarnos —opinó
Draco—, pero si podían tratar de robarnos.
—No ofrezcamos oro entonces —propuso Ethan—, pero no
es mala idea, un aviso, que lo estamos buscando, que lo necesita-
mos.
—Mas le vale a Lucka salir con una buena excusa cuando
aparezca, nos pagará con creces esto que nos está haciendo sufrir —
declaró Gael con voz firme. Draco sabía que no estaba tranquilo, ni
siquiera enfadado con su amigo, si no muerto de miedo, igual que
él, había una idea que le daba vueltas desde un día antes, pero no se
animaba a decirla en voz alta, aunque mejor era compartirla para
que todos le dijeran que estaba equivocado, y sacarla de su mente.
—¿Qué tal si la MACH volvió y son ellos los que están de-
trás de la desaparición de Lucka?
Todos se giraron a mirarlo casi al mismo tiempo, incluso Jo-
celyn se levantó de las piernas de su novia.
—¿La MACH?, ¿qué es eso de la MACH? —preguntó Erin.
—Un grupo que dice que trata de luchar contra los homose-
xuales, a los cuales, dicho sea de paso, llama desviados; atacó hace
años, delatando homosexuales en sus casas, arremetiendo contra
ellos e intoxicándolos con pociones venenosas, incluso esparció dos

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

pociones mortales que se llevaron a muchos, pero por suerte, se en-


contró los antídotos rápidamente y se frenaron las muertes, no he-
mos sabido de ellos desde hace más de un año, quizá dos… no es-
toy ya seguro —explicó Mikel con aire profesional.
—¿Y creen que ellos han hecho desaparecer a Lucka?
—Si fueran ellos hubieran hecho desaparecer a más gente —
declaró Giles—; y hasta donde sabemos, nadie más está desapareci-
do.
—Pero pueden estar empezando… ya sabes, poco a poco —
comentó Matías, un tanto asustado ahora ante la posibilidad de la
MACH delatándolo delante de sus padres y amigos héteros.
—Ya hubieran usado a Lucka como ejemplo, no pueden ser
ellos —dijo Mikel tratando de convencerse a sí mismo.
—Pero Lucka no tenía enemigos, no le caía mal a nadie, no
hay forma de que…
—¡No hables de él en pasado! —gritó Ethan interrumpiendo
a Jocelyn—. ¡No digas tenía ni caía… él no está… muerto.
—Lo siento —dijo ella en tono bajito, antes de volver a re-
costarse sobre las piernas de Erin.
Draco suspiró cansado mientras los demás apartaban la vista
del chico.
—Así no llegamos a nada, no peleemos, ¿de acuerdo? Esta-
mos cansados y frustrados… tratemos sólo de descansar un poco, y
luego nos juntamos de nuevo mañana, para poder planear lo de los
avisos, tal vez podamos pegar fotos en la calle también, incluso en
los lugares muggles a donde él iba.
—De acuerdo —dijo Ethan poniéndose de pie de un salto—.
Yo iré a su casa y esperaré está noche a ver si llega, y traeré un par de
fotos.
Rápidamente todos se pusieron de acuerdo para encontrarse
temprano al día siguiente, y se fueron marchando por parejas.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Me preocupa que te quedes solo, ¿por qué no vienes a casa


a dormir? —preguntó Gael.
—Estaré bien, además, debo avanzar un par de cosas antes de
dormir…
Gael le dio una mirada interrogante, y Draco negó con la ca-
beza.
—No, esa poción la dejaré para después, para cuando tenga
más tiempo y espero que está vez no interrumpas.
—Lo siento, descansa, luego andas irritable cuando no
duermes.
Cuando finalmente Draco se quedó solo, bajó al laboratorio
y comenzó a trabajar con las órdenes atrasadas, los demás habían
pedido permiso en sus trabajos para no ir y buscar a Lucka, pero
siendo Draco su propio jefe, no se podía dar esas concesiones, no
ahora por lo menos.

–|– 

Sábado 24 de octubre de 2003. En la madrugada

Harry permaneció completamente quieto mientras veía los


grandes carruajes entrar al almacén, que a simple vista lucía como
un granero, uno muggle, algo muy irónico considerando que se en-
contraba en uno de esos nuevos y maravillosos poblados mágicos
que habían surgido tras la guerra.
Había conocido ya lugares similares a ese poblado, que estaba
escondido en medio de un gran bosque, cerca de las montañas;
aunque podía decirse que le recordaba a Hogsmade, el ambiente
que ofrecía no se podía comparar a éste en absoluto: su calle princi-
pal estaba llena de bares y cantinas donde cada noche, desde que él
había estado vigilando, podía ver al menos dos peleas diferentes, y

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

no peleas a los gritos como algunas veces había visto en los bares a
los que iba regularmente, sino peleas en toda su regla, con golpes,
maldiciones y todo, los aurores eran llamados constantemente a de-
tener a los pleitistas o a llevarse a los heridos a San Mungo. Durante
esos días había visto a Joel y a Simak, en grupos diferentes, llegar a
trabajar, le dio pena no poder pasarles la voz, pese a haber estudiado
en la Academia juntos y a haber intentado mantener el contacto en
cuanto empezaron con sus prácticas como aurores Novel, pronto
los horarios tan diversos y enredados que tenían los habían ido ale-
jando, apenas recordó que Joel lo contactó por red flú para su cum-
pleaños y que Simak, al igual que casi todos sus compañeros, le en-
vío una tarjeta por lechuza. No que él hubiera hecho mayor esfuer-
zo por ninguno de sus otros compañeros tampoco, simplemente no
había tiempo, era como si de pronto se hubiera visto envuelto en
un espiral vertiginoso, todo pasaba demasiado a prisa, sin casi perca-
tarse; la pregunta de si quería despertar una mañana y darse cuenta
que era ya viejo y que la vida se le había pasado en un abrir y cerrar
de ojos, vigilando pueblos como ese CaerulusTwon, u otros más
con nombres sin sentido, lejos de Draco por periodos que a él le
parecían largos, lejos de Teddy, de Andrómeda, y aunque no había
vuelto a saber nada de Ron o Hermione, lejos de ellos también, de
todos a los que quería… Tal vez la decisión no era tan complicada
como había pensado, tal vez sólo tenía que sopesar lo que ganaba
con lo que perdía, y entonces la decisión era tan clara…
Un leve temblor en su varita lo hizo levantar la vista hacia el
lado derecho, donde su jefe estaba agazapado, esa era la forma de
comunicarse entre ellos, Gutmann le dio a entender que era el
momento, mientras los carruajes terminaban de entrar al granero, y
con un ruido sordo las puertas finalmente se cerraban.
Harry se cerró hasta el último botón de su largo abrigo oscu-
ro y pasó las manos por su cabello, bastante nervioso, mientras mi-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

raba cómo iban apareciendo, uno a uno, los aurores que esperaban
listos en el Ministerio. Cuando Gutmann le hizo una nueva señal,
los hechizos anti desaparición y camuflaje surgieron de las varitas
de Harry, Stefanie y Wintersperger, un instante antes de que todos
se lanzasen hacia adelante, hacia el granero.
«La última parte de la misión, capturar a los malos y luego
regresar a casa», pensó Harry con resolución mientras también co-
rría, junto con los demás, listo a atacar.

–|– 

Sábado 24 de octubre de 2003. 8:00 A.M.

Draco miró el móvil con el ceño fruncido, era la cuarta vez


que intentaba conectar a Harry, pero el aparato seguía apagado. Ha-
rry ya le había dicho que lo tendría apagado, que si en algún mo-
mento podía llamarlo lo haría, «aunque sea de madrugada» había
replicado Draco esa última noche; no le había dicho a sus amigos,
por supuesto, que existía esa remota probabilidad, ellos tenían mu-
chas esperanzas en que Harry pudiera averiguar algo a través de sus
contactos con el Ministerio, o que moviera conexiones para que la
búsqueda se hiciera más pronto, y no quería darles expectativas fal-
sas.
Escuchó que en el primer piso alguien llegaba, y terminó de
acomodarse la túnica frente al espejo antes de bajar.
Gael y Mikel ya estaban allí, por las caras que tenían parecían
no haber dormido mucho, Draco tampoco lo había hecho; se senta-
ron en silencio en la cocina con una taza de café cada uno, esperan-
do por los demás, que no tardaron en llegar. Ninguno parecía haber
dormido demasiado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—He averiguado en El Profeta, y pueden publicar la nota


mañana, y eso es bueno, es el día de mayor tiraje, así que más gente
lo verá —informó Jocelyn.
Ethan sacó de uno de los bolsillos de su túnica, una fotogra-
fía bastante reciente de Lucka, estaba en un café muggle y era bas-
tante cercana, ninguno preguntó de dónde la había sacado ni cómo,
y Jocelyn la recibió en silencio.
—También podemos publicar en El Quisquilloso y en Cora-
zón de Bruja, aunque saldrían hasta el día lunes —comentó Tyrone.
—¿Y en Londres Mágico Hoy? —preguntó Draco mientras
Ethan terminaba de redactar en un pergamino una breve nota, lo
que debía aparecer en las notas de prensa y en los volantes.
—No, ellos no aceptan este tipo de publicaciones —suspiró
Jocelyn, que había estado esa mañana haciendo averiguaciones.
—¡Pero les pagaremos!
—Lo siento, Ethan —dijo ella poniéndole una mano sobre
las manos algo temblorosas del chico—, en verdad no quieren acep-
tar, simplemente no lo harán.
—Idiotas —dijo Gael dando un golpe sobre la mesa.
—No sirve de nada enojarse —le recomendó Giles con mi-
rada paciente mientras tomaba la nota que había escrito Ethan y la
foto, y las unía para crear los volantes—. Yo me encargo de hacerlo,
en la editorial nos han enseñado el hechizo —explicó. Giles traba-
jaba en una editorial que imprimía la mayoría de los libros escola-
res, aunque había empezado como un asistente, había avanzado y
aprendido mucho, y esperaba algún día poder ser uno de los edito-
res en jefe.
El pesado silencio se hizo nuevamente, roto por el sonido de
alguna taza sobre la mesa con demasiada fuerza, y por el ligero so-
nido de los volantes blancos apareciendo uno sobre otro, hasta que
tuvieron casi toda la mesa llena de estos.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Supongo que debemos ponernos a esto antes que se haga


más tarde —dijo finalmente Mikel poniéndose de pie—; Gael y yo
iremos a las revistas.
—Erin y yo a El Profeta —informó Jocelyn tomando una
gran cantidad de volantes.
—Supongo que los demás nos pondremos a pegar esto —
suspiró Draco, a él no le gustaba mucho salir de casa, era algo que
Harry siempre le reprochaba, su hermetismo, el querer aislarse,
como si el mundo no existiera, pero en verdad a Draco no le im-
portaba mucho el mundo exterior, sólo su fábrica y Harry, y ambos
estaban en esa casa.
—¿A qué hora nos reuniremos de vuelta?
—¿Qué tal a la una? —respondió Gael a la pregunta de Giles.
Todos estuvieron de acuerdo, y pronto, saliendo por el patio
trasero, partieron cada uno a cumplir con su parte del trabajo.

–|– 

Sábado 24 de octubre de 2003. 9:00 A.M.

Ginny flexionó el brazo derecho una vez más, sosteniendo la


varita con bastante fuerza, concentrándose en que debía estar prepa-
rada para cualquier tipo de ataque o reacción de parte de cualquiera
que estuviera en casa a esa hora.
—Tony nos llama —dijo Donna entrando sin siquiera tocar
la puerta de la oficina de Tony, donde Ginny se había encerrado,
sintiéndose demasiado ansiosa por el ataque.
—Claro —respondió ella con una sonrisa mal fingida, y
pronto ambas caminaron por el pasillo que retumbaba de lamentos
hasta las escaleras que las llevaban al tercer piso, donde Tony tenía

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

una sala grande y espaciosa, ideal para las reuniones del grupo al
completo.
Rápidamente Ginny caminó con pasos altivos, hasta la parte
delantera, donde Tony ya estaba sentado junto a Amy, al profesor
Garfunkel, que había pedido expresamente estar en el ataque a la
fábrica de Malfoy, Caleb que dirigiría otro de los ataques, al igual
que Baddock y Claire.
—Llegas tarde, querida, sólo te esperábamos a ti —dijo Tony
poniéndose en pie y dándole un pomposo beso en la mano, Ginny
asintió resignada y se sentó junto a él.
—Estaba practicando…
—Me parece bien que descargues todas tus frustraciones con
el mortífago —le susurró Tony muy suavemente, desde que Tony
había descubierto que Harry era homosexual y que estaba con Mal-
foy, no había dejado de mandarle esas insinuaciones que fastidiaban
a Ginny en exceso, pero, acostumbrada ya a no decir mucho para
no provocar la ira de su amante, Ginny sencillamente desvió la mi-
rada y no dijo nada.
—Bien —dijo Tony ahora hacia la multitud, Ginny sabía
cuántos miembros formaban parte de su organización, tras el fiasco
del inicio, donde Malfoy y sus amigos habían desbaratado todo,
muchos de los miembros antiguos habían abandonado la causa, y a
ellos, a la MACH, les había costado mucho recolectar gente nueva,
hasta por fin conseguir y consolidar su pequeño ejército.
Todos callaron rápidamente mientras miraban hacia Tony
con atención.
—Todos sabemos qué es lo que hacemos aquí y para qué es-
tamos ejerciendo, si hay alguien que no se sienta capaz, o que sim-
plemente no desee participar, no habrá resentimiento, pueden mar-
char ahora y volver luego, cuando todo haya pasado —una dramáti-
ca pausa acompañó esas palabras, pero nadie se movió siquiera un

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

poco—. De acuerdo, la primera observación: nadie, y repito, nadie


—Tony le dio una mirada a Ginny— debe morir, no pueden tirar a
matar, porque eso nos arruinaría, lo que debemos hacer es atacar,
herir, destruir y delatar, pero no matar, eso nos metería en aprietos
y no es lo que queremos, somos ciudadanos preocupados por todos
los avances de los desviados en nuestra comunidad, por cómo están
lenta y sigilosamente posicionándose en lugares estratégicos, para
poco a poco dominarnos, y eso es algo que no permitiremos —puso
mayor énfasis en sus últimas palabras, y levantó el puño en señal de
reto, al unísono la multitud levantó también su mano y repitió:
«No lo permitiremos».

–|– 

Sábado 24 de octubre de 2003. 10:00 A.M.

Harry jadeaba muy suavemente mientras el medimago ter-


minaba de curar el corte que había obtenido gracias a un hechizo en
la parte baja de las costillas del lado izquierdo, apenas y escocía un
poco, pero el dolor aún era bastante palmario.
—Tuviste suerte, no te comprometió ningún órgano —ex-
plicaba el hombre pacientemente—, ¿sabías que una de las heridas
más mortales es en el abdomen? Uno se puede desangrar por den-
tro rápidamente.
—No, no lo sabía —mintió para no parecer demasiado ufano
delante del hombre, aunque eso se lo habían enseñado en el último
semestre en la Academia de Aurores.
—Sí, debes tener cuidado de que nadie te dé allí, pero bueno,
tú siempre te has caracterizado por tu buena suerte —sonrió el
hombre dándole una última mirada a la ahora rosada cicatriz.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Así parece —contestó Harry, sin mucho ánimo de ha-


blar—, ¿puedo ya irme?
—No, aún no, debes quedarte veinte minutos más descan-
sando antes de volver al Ministerio, para que la poción haga efecto,
ya sabes.
—Claro —dijo Harry cerrando los ojos, estaba cansado, pero
también ansioso, aún tenía que llenar algo de papeleo y firmar unas
cuantas cosas antes de poder volver a casa, y realmente le urgía ter-
minar con eso cuanto antes. Escuchó cómo el medimago se alejaba,
y abrió los ojos nuevamente, el hombre había cerrado completa-
mente el blanco biombo a su alrededor; estaba en la sala de emer-
gencia de San Mungo, aunque en realidad y por suerte, como había
dicho el hombre, lo suyo no era una gran emergencia.
Volvió a cerrar los ojos y trató de relajarse un poco, pero su
mente seguía aún dándole vueltas a lo ocurrido, una victoria para
los aurores, que habían entrado con todo su poderío al dichoso al-
macén, creyéndose superiores en número a los delincuentes, pero
habían estado equivocados, en realidad iban muy igualados en
cuanto a números, y pronto se desató una gran ráfaga de hechizos y
maldiciones.
Los aurores tenían la orden de atacar a circunspección, y te-
nían prohibido lanzar hechizos mortales, puesto que entre los ma-
los había un auror encubierto, aunque nadie sabía quién podía ser, y
no era su intención delatarlo en el momento del ataque, para evitar
problemas a futuro.
Harry pronto se había encontrado refugiado tras uno de los
carruajes; se sorprendió al encontrarse con Dashiell y Chris, y jun-
tos habían podido abrirse paso hacia los delincuentes, como en los
viejos tiempos, como en la Academia.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

Sin embargo, luego de lo que le habían parecido horas de


ataque y de capturar a un par, tanto Chris como él habían salido he-
ridos, Chris con una herida bastante sangrante en la pierna derecha.
Los hechizos cesaron cuando Gutmann, junto a la auror en-
cubierta pudieron por fin atrapar a los dos cabecillas, y luego el pro-
cedimiento había sido simplemente recoger a los heridos y detener
a los delincuentes. Harry, mientras esperaba a ser atendido, había
estado junto a Chris y a la auror encubierta que había resultado con
un brazo dislocado.
En el fondo, no se sorprendió de encontrar a aquella mujer
allí, era una leyenda, su nombre era Jens Dress, experta en trans-
formaciones, puesto que era metamorfo, y además, especialista en
trabajar en misiones donde se requería un auror infiltrado. Ella le
dijo que había conocido a Tonks, que no habían sido grandes ami-
gas, pero que sí habían trabajado juntas un par de veces y que era
una gran chica, que le había dado mucha pena su temprana partida.
Harry entendió porqué era tan apreciada y admirada entre los auro-
res, puesto que pese a estar con el brazo dislocado, parecía soportar
muy bien el dolor. Harry había preguntado si era que no quería que
le avisaran a alguien sobre que había salido lastimada, para que vi-
nieran a verla o a auxiliarla, a lo que la mujer le había respondido
que no, que no tenía esposo ni hijos de los cuales cuidar, ni siquiera
una mascota, porque de ser así, entonces no tendría el tiempo para
realizar ese tipo de misiones, por ejemplo esta le había tomado cer-
ca de tres meses fuera de casa.
—Es realmente admirable —había respondido Chris con un
brillo de ilusión en los ojos.
«Es realmente triste», había pensado Harry, pero no se animó
a decirlo en voz alta.

–|– 

96
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Sábado 24 de octubre de 2003. 11:00 A.M.

—Deberíamos matarlo —masculló Ginny en la habitación


de Lucka, mientras el chico parecía inconsciente, aún amarrado so-
bre la silla.
—No, no lo haremos, no quiero que por algún motivo al-
guien asocie su desaparición con nosotros…
—Pero, Tony, existen miles de formas de deshacernos del
cuerpo, nadie lo encontrará jamás.
—¿Y no crees que sus amigos lo seguirán buscando? Ya sabes
la fama que tiene Potter para resolver situaciones, no necesitamos
llamar la atención de esa manera.
Ginny bufó fastidiada.
—¿Entonces?
—Bórrale la memoria, que Caleb te ayude, es experto en eso,
puede implantar recuerdos en él, y luego suéltenlo por el callejón
Diagon, y no se demoren en volver —ordenó el hombre saliendo ya
de la habitación.

–|– 

Draco era antisocial y no se le daba bien hablar con la gente,


pero no tenía mucha alternativa mientras, junto a Matías, repartía
volantes en las afueras de una de las cafeterías favoritas de Lucka,
explicándole a los muggles que pasaban por allí, de que se trataba de
un chico que había desaparecido y que era importante encontrarlo,
el cielo estaba gris, y corría una gran cantidad de aire helado, llevaba
ya más de dos horas en eso, y sentía los labios y las mejillas conge-
ladas. Matías parecía igual de abatido que él, puesto que nadie les
había dicho que había visto o siquiera conocían a Lucka.

97
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Espero que los demás hayan tenido más suerte que noso-
tros —había mascullado Matías, aunque Draco sabía que lamenta-
blemente no era así, puesto que ellos ya los hubieran llamado.
—Yo también lo espero —dijo a pesar de todo.

–|– 

Sábado 24 de octubre de 2003. 12:00 M.

Una gota de sudor bajaba por la frente arrugada de Caleb,


debido al esfuerzo, mientras Ginny lo miraba concentrada, y Lucka
se agitaba en su silla suavemente.
Pasó mucho más rato hasta que Caleb se alejó del chico, ja-
deando.
—Con eso tendrá, no tenemos mucho tiempo de todas ma-
neras.
—Sería más fácil matarlo.
—Lo sería, pero Tony se enfadaría, y no queremos que eso
suceda —le dijo el chico limpiándose con un pañuelo el sudor de la
frente y mirando a Ginny de manera preocupada—. ¿Estás bien?
¿Te ha vuelto…? Ya sabes… ¿a golpear?
—No —respondió rápidamente Ginny. Sus encuentros con
Caleb habían bajado en continuidad, pero a pesar del tiempo, se ha-
bían mantenido, ella sabía sinceramente que estaba encariñada con
el chico, aunque no enamorada de él, era como un desfogue a los
maltratos de Tony, a la prisión en la que le obligaba a vivir, y aunque
sus desfogues no siempre eran con él, le gustaba mucho la forma
cariñosa en que la recibía en sus brazos, en que la besaba y curaba
sus heridas y golpes.
—Sabes que no lo tienes que aguantar, que no lo vale —su-
surró Caleb acercándose un poco a ella, sólo un poco, no tanto co-

98
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

mo para que la situación se viera comprometedora, Tony ya tenía


sospechas sobre él y no quería acrecentarlas.
—Es complicado, ya te lo dije —explicó Ginny fríamente,
desviando la vista hacia el chico gay, que aún permanecía incons-
ciente—. Debemos llevarlo antes que despierte.
—Claro… vamos.

–|– 

El medimago Sánchez abrió el biombo donde había dejado


protegido de miradas indiscretas a Harry Potter, y lo vio aún dur-
miendo plácidamente, decidió cambiar su informe y decir que en
lugar de quince minutos, el chico necesitaba un par de horas cuanto
menos para descansar, después de todo, estaba seguro de que mere-
cía ese sueño, los aurores siempre llegaban cansados, además de he-
ridos, y no era el primero que dormía más de la cuenta, sabía que
sus trabajos eran complicados, y lo comprendía, por eso no le im-
portaba mucho cambiar sus informes por el bienestar de sus pa-
cientes.

–|– 

Sábado 24 de octubre de 2003. 1:00 P.M.

Lucka se sintió mareado mientras paladeaba un amargo sabor


en los labios, jadeó un poco y se dio cuenta de que estaba recostado
contra una pared, seguramente era por eso el entumecimiento de
los músculos de su espalda y piernas, abrió los ojos poco a poco, el
cielo nebuloso anunciaba que tal vez pronto empezaría a llover, y el
frío sobre su piel se incrementó.

99
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

Frunció el ceño mientras trataba de aclarar su mente, los re-


cuerdos parecían pesados, difíciles de llegar, hasta que por fin lo
ubicó: había estado en una fiesta, en una gran fiesta con muchos
chicos y chicas, bailado con un muchacho de cabello castaño… la-
deó la cabeza hacia un lado, mientras unas voces se colaban entre
los recuerdos, sin ningún sentido.
—Sabes que no lo tienes que aguantar, que no lo vale —
decía el susurro de un chico.
—Es complicado, ya te lo dije —respondió una mujer.
Lucka trató de ubicar las voces de ambos chicos, pero le fue
imposible, aunque sabía que ya las había escuchado antes, o eso
pensaba al menos.
Pasó un rato más, tratando de ordenar su mente, no entendía
nada de lo que pasaba, ni siquiera la fiesta tenía mucho sentido,
menos en lunes, los lunes no podía salir a festejar por allí porque
luego llegaba cansado al trabajo, además las discotecas cerraban ese
día.
Apoyó las manos en el sucio piso y miró con más atención
alrededor, estaba en un callejón pestilente, uno que no recordaba;
se puso en pie y sintió la debilidad en sus piernas, sabía que no po-
dría sostenerse mucho, así que se apoyó en la pared una vez más
antes de buscar entre los bolsillos del abrigo oscuro, la varita; en
cuanto se hizo de ella, desapareció para aparecer en la sala de su ca-
sa, rendido se dejó caer sobre la alfombra y cayó en un pesado sue-
ño, no registrando los papeles y cosas revueltas alrededor.

–|– 

—Ninguna suerte —informó Gael en cuanto entró a la coci-


na junto a Mikel.

100
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Nosotros tampoco —comentó Tyrone que estaba sentado


junto a Matías y conversaban en susurros.
—¿Draco? —preguntó extrañado Gael, no encontrando a su
amigo en la cocina.
—Ha ido a las mazmorras. Mencionó algo de revisar el her-
vor de no sé qué — explicó Matías encogiéndose de hombros.
—Ah… iré a verlo —dijo rápidamente Gael, pero la mano de
Mikel lo sujetó.
—¿Por qué no lo dejas solo un momento y te sientas a des-
cansar conmigo?
Gael levantó una ceja sintiendo un pequeño reproche en la
voz de su novio, no sería la primera vez que criticaba lo mucho que
compartía de su tiempo con Draco, y como no tenía deseos de em-
pezar una discusión, decidió hacerle caso y sentarse a su lado, des-
pués de todo tenía razón, Draco no se debería tardar mucho, sobre
todo cuando sabía que los demás ya estaban llegando.
—Mañana salen los avisos —informó Jocelyn, entrando en
ese momento a la cocina también, junto a Erin y Giles, los tres
también lucían cansados.
—Y hace un frío de los mil demonios fuera —aportó Giles, a
lo que todos asintieron.
—¿Dónde está Ethan? —preguntó Erin luego de un mo-
mento más de silencio.
—Dijo que iría a casa de Lucka una vez más, pero creo que
es innecesario, si Lucka hubiera vuelto, ya se hubiera puesto en
contacto con nosotros, dejamos varias notas en su casa.
—Ojalá y fuera así de fácil, como ir a revisar y descubrir
que… —empezó a decir Jocelyn cuando los pasos de alguien co-
rriendo por la sala de estar los alertó, giraron todos a la vez mientras
Ethan corría agitado.

101
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

—Ya volvió —informó jadeando—; está… está en su casa,


durmiendo.

–|– 

—Ten cuidado, ¿de acuerdo? —le dijo Caleb en un susurro,


ambos estaban escondidos en un pequeño pasaje oculto cerca de la
sala de reuniones.
—No soy una debilucha —protestó Ginny sintiéndose un
poco fastidiada por haber sido arrastrada hacia ese sitio por Caleb en
cuanto habían regresado a la clínica.
—Lo sé —Caleb se inclinó y le dio un beso en los labios, al
que Ginny respondió con poco entusiasmo antes de apartarse—. Te
quiero —le dijo suavemente.
Ginny lo observó un instante y negó con la cabeza.
—Sabes que es complicado. Vamos, que ya es hora.
Caleb le dio una mirada herida antes de asentir y dejarla salir,
incontinenti él la siguió y juntos entraron hacia la sala donde ya to-
dos estaban listos, con las túnicas blancas y las máscaras negras.
Tony les dio una mirada extraña mientras se acercaban hasta él.
—¿Lo dejaron donde les indiqué?
—Sí —contestó rápidamente Ginny, mientras se desprendía
de su túnica azul y se colocaba la blanca, Caleb hizo lo mismo en el
otro extremo del pequeño altillo.
—De acuerdo, es el momento, cada uno con el líder de su
grupo, y recuerden, no pueden matar a nadie, ni dejar que les vean
el rostro.
La gran cantidad de gente asintió y pronto empezaron a mo-
verse por el salón. Ginny buscó a los que llevaría a la fábrica de po-
ciones, mientras Tony se sentaba cómodamente en la silla de res-
paldo alto del centro, observando todo el espectáculo; él no iría, por

102
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

supuesto, porque la misión de un líder era ordenar, no pelear, esa


era la explicación que le había dado a Ginny, aunque ella estaba casi
segura que no se trataba de otra cosa más que de cobardía.

–|– 

—¿Durmiendo? —repitió Mikel poniéndose de pie.


—Sí, pero se le ve pálido, y hasta algo más delgado, no lo sé,
estaba sobre la alfombra de la sala, aún con el abrigo y todo, lo he
levitado hasta la cama, y ha mascullado algo que no entendí, antes
de volverse a dormir —explicó con voz acelerada, Ethan.
—Seguramente sí le ha pasado algo —razonó Tyrone, Matías
y Giles asintieron casi a la vez.
—Cierto. No puede desaparecer tantos días y luego sólo
dormir, no es un comportamiento normal en él —apoyó Jocelyn.
—Vamos a verlo entonces —dijo Mikel—, es una suerte que
hayamos activado la red para aparecer por chimenea a su casa tam-
bién hace unos días, así no demoraremos tanto.
—Menos mal —suspiró Ethan, a quién no se le daba bien la
aparición, y agradeciendo la idea de Draco para poder transportarse
más rápido.
—Espera —dijo Gael cuando ya todos comenzaban a mover-
se—, iré a decirle a Draco, y a traer pociones, seguramente necesita-
rá algunas.
—Podemos llevarlo a San Mungo —opinó Matías, pero Mi-
kel negó con la cabeza, no le gustaba ir a San Mungo por la forma
en que todos los otros medimagos y enfermeras lo miraban.
—Ve por las pociones y alcánzanos en la casa de Lucka, si es
que no lo podemos tratar, entonces lo trasladaremos a San Mungo.
—Yo te ayudo —dijo Jocelyn hacia Gael.

103
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[2] Preludio de un ataque

Finalmente Gael, Lucka, Jocelyn, Erin y Tyrone se quedaron


para ir a buscar a Draco y las pociones mientras los demás partían a
prisas hacia la casa de su amigo.

–|– 

Draco levantó la vista hacia el techo, un tanto extrañado, sin-


tiendo los pasos y las entradas y salidas por la red flú, seguramente
algo estaba pasando; agitó la varita un poco más, y bajó la intensidad
de la llama de la hornilla donde trabajaba, para poder ir a ver qué
era lo que pasaba.
Escuchó los pasos rápidos bajando por las escaleras y se apre-
suró a alcanzarlos, Gael venía adelante con Jocelyn, parecían preo-
cupados.
—Lucka ha vuelto, está en su casa —dijo rápidamente Gael.
Draco iba a preguntar de qué estaba hablando, no creyendo
que Lucka apareciera así de pronto y sin ninguna explicación razo-
nable por su ausencia, pero no tuvo tiempo de hacerlo; el sonido de
una gran explosión en el piso superior, los hizo saltar a todos.

104
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

3
El ataque de la MACH

“La prueba del valiente está en saber sobrellevar cualquier derrota, sea la
que fuere, sin perder el ánimo.”
Yongersoli

Londres, sábado 24 de octubre de 2003

G
inny iba junto con cinco personas más, los reconocía
únicamente por su estatura y su forma de moverse,
es decir, por sus rasgos histriónicos, porque la más-
cara, de acuerdo a lo planeado, no delataba ni uno solo de sus rasgos
físicos; la capucha les ocultaba el cabello a la perfección y confiaba
en el hechizo que habían hecho para que nadie pudiera reconocer
su voz durante el ataque.
Se plantaron silenciosamente en la puerta trasera del número
doce de Grimmauld Place. Para ser un sábado en la tarde, la calle
lucía desierta, supusieron que se debía al frío excesivo que había
comenzado a hacer.
Ginny, luego de revisar que no hubiera nadie cerca, hizo un
ligero asentimiento, y uno de los magos que la acompañaban,
Bernd Wobkee, se encargó de agitar la varita para crear un campo
insonoro hacia el exterior, y tras una segunda alerta de la chica, to-

105
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

dos tomaron sus posiciones, listos para el ataque, mientras ella


apuntaba con su varita hacia la vieja y descuidada reja:
—Blandimentum —susurró casi con temor, luego de un ins-
tante, la reja se iluminó suavemente y chirrió, abriéndose.
Ginny sonrió con autosuficiencia mientras empezaba a en-
trar, junto a los otros, al lugar. Llegaron primero a un patio interno,
lleno de tumbas y con el jardín descuidado, parecía que nadie tenía
tanto tiempo como para cuidarlo como realmente se merecía, y era
una pena, aquella era una casa muy grande como para no sacarle
provecho.
Tras unos minutos más, pudieron entrar a la casa. Ésta había
cambiado mucho desde la última vez que ella había estado allí, mu-
chos años atrás; ni siquiera en ese entonces la había recorrido a con-
ciencia y, efectivamente, cada una de las referencias que le habían
dado, tanto Noah como Lucka, eran correctas, todo se encontraba
tal como le habían indicado.
Con pasos rápidos y sin perder tiempo, guió al grupo por el
interior de la casa, hacia las mazmorras, sentía los pasos apresurados
del profesor Garfunkel a un costado, que estaba ansioso por ponerle
una mano encima a quien había dejado por los suelos su repu-
tación, y ella instintivamente abrió y cerró con fuerza la mano en la
que aferraba con determinación la varita.
Justin Cassavetes y Kenny Henrichsen, dos hombres mayo-
res, y que formaban parte del grupo también, se encargaron de le-
vantar los hechizos anti aparición y de silencio, aunque no se dieron
cuenta de que en verdad los hechizos que estaban poniendo no po-
drían funcionar por las protecciones que Harry había puesto a la ca-
sa.
Llegaron a la escaleras principales, pero no subieron al se-
gundo piso, caminaron de largo, hasta que finalmente pudieron
ubicar el cuadro con los caballos que relinchaban, corriendo por un

106
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

frondoso bosque, tal como les había dicho Lucka, esa era la entrada
a las mazmorras. Ginny alzó la mano e indicó que aguardaran, to-
dos se quedaron expectantes mientras ella levantaba la varita y gri-
taba:
—¡Bombarda máxima!
La pared cayendo levantó una gran cantidad de polvo que,
gracias a las máscaras que usaban, no les afectó en nada, y rápida-
mente pudieron entrar, bajando por las escaleras de piedra y lan-
zando hechizos de ataque hacia un enemigo invisible y aparente-
mente nulo, hasta que por fin pudieron ver la sala enorme donde
Draco Malfoy junto con cuatro chicos más, ya los esperaban con las
varitas en alto, aunque se podía leer el pánico en sus miradas. Ginny
sonrió, serían un blanco fácil.

–|– 

La clínica privada donde Mikel trabajaba quedaba en Bristol,


en el centro mismo de la ciudad, una clínica camuflada como un
viejo y cerrado taller mecánico. Era un tanto costosa y ostentosa,
servía básicamente para los magos y brujas que no querían hacer las
largas colas que a veces se formaban en San Mungo, o que querían
llevar el tratamiento de su enfermedad con mucha discreción; fren-
te a ella, esa tarde apareció un grupo de seis magos, encapuchados
con túnicas blancas y máscaras negras, agitando las varitas y destru-
yendo el lugar, volando paredes y volcando escritorios, incendiando
camas y todo lo que fuera posible, es decir, dejando el lugar casi en
la ruina total.
Caleb apuntó a su propia garganta y susurró:
—Sonorus —sintió el efecto del hechizo sobre su garganta y
luego, mientras sus demás compañeros seguían atemorizando a los
pacientes y al personal médico, empezó a gritar:

107
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Esto es por darle empleo a un desviado homosexual, por


permitir que trate a gente que puede salir lastimada por sus conduc-
ta inadecuada.
—¡Basta! —gritó un hombre anciano, Caleb sabía que era el
dueño del lugar—, por lo que más quieran, basta, lastimarán a los
pacientes.
—Más los lastiman ustedes permitiendo a Mikel Hayman
tratarlos, es un desviado y debe estar siendo sometido a tratamiento,
no impartiéndolos.
El ataque duró lo que pareció una eternidad para el medima-
go Oberwetter, el jefe y dueño del lugar, mientras miraba cómo to-
do por lo que había trabajado durante años, era consumido por las
llamas, y a sus pacientes aterrorizados esconderse bajo las camas o
tras los muebles.
El grupo de ataque se marchó unos minutos antes de que el
departamento de aurores, avisado por las alarmas del lugar, hiciera
su aparición. Oberwetter permaneció, pese a todo el disturbio, en-
cogido en una esquina, sin poder creer lo que había pasado, y cómo
en menos de una hora, todo se había arruinado de esa manera.

–|– 

Mikel murmuró un par de hechizos más y asintió con la ca-


beza.
—Sólo está deshidratado, y quizá padeciendo de una leve
inanición, como si no hubiera comido lo suficiente en días, luego
de eso, tiene algunos golpes y rasguños, pero no está herido ni en-
fermo… sólo cansado —explicó hacia Ethan, que permanecía com-
pletamente rígido a un lado de la cama, mirando a Lucka dormir a
pesar de todo el galimatías.

108
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

—¿Golpes y rasguños? Mikel tú crees que… ya sabes, que le


haya pasado algo malo… —Ethan no sabía cómo preguntar aquello,
y agradeció que Mikel, por la mirada que le dio, lo hubiera enten-
dido.
—No sabría decirte, es algo que él debería poder respon-
der…
—¿Tú crees que…? —preguntó a medias Matías, mirando
ahora mucho más preocupado a Lucka.
—No puedo hacer eso, no sin su autorización —se negó Mi-
kel.
—Pero… si le ha pasado algo y él no quiere hablar…
—Será una cuestión suya, además, no está seriamente lasti-
mado, aunque… —Mikel levantó una de las muñecas de Lucka,
mirando la fina línea rosa en todo el contorno, Ethan lo imitó in-
mediatamente levantando la otra muñeca.
—Ha estado atado —resolvió con voz molesta Ethan.
—Tal vez… —Mikel miró a Lucka y luego a Ethan, y la
preocupación reflejada en su rostro, Lucka no era de los que jugaba
rudo a la hora del sexo, y el que tuviera esas marcas, que aparente-
mente habían sido tratado de ser borradas, le daban mala espina.
—Por favor —pidió Ethan en un susurro—, no le diremos
que lo hemos hecho; y si no ha pasado nada, pues estaremos alivia-
dos, y si ha pasado algo… entonces podremos ayudarlo, encaminar-
lo a que nos lo cuente y...
Mikel dudó un tiempo más, y finalmente asintió aunque un
tanto inseguro, no le gustaba hacer ese tipo de pruebas, aunque ha-
bía tenido que hacerlas varias veces en San Mungo y en la clínica en
la que trabajaba.
—De acuerdo —se rindió finalmente—; pero deben salir y
prometer que no mencionaran nada al respecto.

109
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Gracias —dijo Ethan, mientras Matías y Giles ya salían en


silencio de la habitación.
—En cuanto llegue Gael, dile que me avise, tal vez necesite-
mos un par de pociones para después —pidió Mikel, pensando en
que su novio y los demás se estaban tardando demasiado.
—Claro.

–|– 

—Así que tú eres el grandioso fabricante de pociones —dijo


la voz distorsionada de quien sin duda era un mago ya mayor, Dra-
co apretaba fuerte la varita entre sus dedos, esperando porque los
otros atacaran; a un lado Jocelyn y Erin respiraban agitadamente,
también con las varitas en la mano, y al otro, Gael y Tyrone hacían
lo mismo.
—Lárguense de mi casa —replicó Draco obviando el comen-
tario del hombre.
—Esta no es tu casa, es la de Harry Potter, y es obvio que el
intruso aquí eres tú —acusó esta vez la voz de una mujer.
—¡Lárguense! —bramó Jocelyn dando un paso al frente,
mientras Erin la sujetaba de la túnica.
—¡Desviados! —gritó otra de las voces y entonces el infierno
se desató.
Draco vio cómo los rayos rojos empezaron a volar sobre ellos
mientras se lanzaban, cada uno para el lado que podía, tratando de
cubrirse. Ninguno de ellos tenía experiencia suficiente en defensa,
Draco ni siquiera podía hacer muchos de los hechizos útiles para
circunstancias como esa, se agazapó detrás de una de las mesas de
trabajo mientras un rayo azul le pasaba muy de cerca, pudo escu-
char un chillido de Jocelyn al otro lado del laboratorio, y arriesgán-
dose a todo, se levantó para verla rodeada por un par de hombres

110
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

mientras Erin luchaba cerca de ella contra la mujer; trató de ubicar


a Gael o a Tyrone en medio del desorden, pero no los pudo ver. Se
tiró nuevamente al suelo cuando otro rayo, lanzado por aquella
mujer que ya se había logrado librar de Erin, volaba hacia él.
—¿Acaso es lo único que sabes hacer, Malfoy? —escupió la
mujer, acercándose a su escondite, mientras que con su varita co-
menzaba a hacer estallar los bancos y las mesas a alrededor, el olor a
humo, a madera quemándose, inundó la habitación, podía escuchar
los frascos de pociones estallando en un continuó sonido de vidrios
quebrados.
—¡Idiotas! —gritó rodando hacia un lado, escapando de las
llamas y muebles que caían por todos lados—, son pociones, pue-
den estallar todo el lugar.
—No te las des de listillo, fabricante de cuarta —dijo la voz
del hombre que lo había insultado primero, apareciendo de impro-
viso a uno de los lados, Draco no tuvo tiempo de reaccionar esta
vez y, antes de estar listo, un puntapié le dio en el pecho, haciéndo-
lo rodar y quitándole el aire. Trató de levantarse, pero un nuevo
golpe, esta vez una pisada sobre su costado, lo hizo gritar.
—Basta, suéltenla —gritó la voz de Erin, con su acento fran-
cés más notorio que nunca. Draco trató de mirar hacia donde los
gritos venían, tuvo a penas una mirada de muebles rotos y cajas caí-
das antes de sentir un par de manos levantándolo en alto, pudo ver
la máscara oscura más de cerca, aquella máscara que no mostraba
nada, ni siquiera un rastro del rostro que ocultaba.
—Dejen a mis amigos, si me quieren, bien… pero déjenlos a
ellos tranquilos —jadeó tratando de defenderse, pero fue estrellado
contra una pared como respuesta.
—¡Tyrone, cuidado! —escuchó el grito de Gael a lo lejos
mientras su cabeza daba nuevamente contra la pared.

111
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Déjamelo a mi —dijo la voz de la mujer, apuntándolo con


su varita.
—Basta… —jadeó escupiendo algo de sangre al hablar,
mientras era lanzado hacia el piso una vez más, podía sentir la de-
sesperación, escuchar los gritos de sus amigos y de los otros hom-
bres, los insultos, los reproches, mientras colocaba las manos en el
piso, y trataba de ponerse en pie, pero un puntapié más, esta vez en
el abdomen, lo hizo caer nuevamente.
—Dijiste que podía encargarme de él —reprochó el hombre
que lo había golpeado.
—Sí, y ya lo hiciste, ahora me encargaré de que no nos mo-
leste más —comentó la mujer con un tono, hasta cierto punto,
amargado. Draco giró el rostro justo a tiempo para ver la varita
apuntándolo a poca distancia del rostro y escuchar las palabras—.
Avada…
—¡No! —gritó el hombre saltando sobre la mujer y desvian-
do su brazo derecho.
—… Kedavra —completó la mujer, pero el rayo verde salió
disparado hacia uno de los rincones, lejos de Draco.
—¡No! —se oyó el grito desgarrador de Gael, y Draco apro-
vechó la confusión para arrastrarse hacia una pila de madera que ya
empezaba a arder.
—¡Jocelyn! —gritó está vez Erin, mientras el alboroto parecía
ir en aumento; Draco sintió una extraña opresión en el pecho.
—Tony dijo sin muertes —gritó uno de los magos atacantes,
y el corazón de Draco se disparó; se puso de pie de un salto, sin im-
portarle que lo pudieran golpear nuevamente.
—Vámonos —apuró otro de ellos—; termina de quemar to-
do y vamos, los aurores vendrán en cualquier momento.
—¡Incendio! —gritó la mujer, pero Draco ya no la veía, ni si-
quiera veía lo que pasaba alrededor, su mirada estaba fija en una es-

112
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

quina, en una sucia y oscura esquina donde, rodeado de cajas rotas,


un cuerpo había caído, parecía roto, con las piernas en una extraña
posición, y el cabello cubriéndole todo el rostro, pese al cercano ca-
lor que provocaba las llamas, sintió algo muy frío recorrerle el
cuerpo mientras los magos que los habían atacado comenzaban a
correr hacia las escaleras.

–|– 

Harry abrió los ojos asustado, como si hubiera tenido una


horrible y espantosa pesadilla, sólo que no podía recordar cuál. Mi-
ró hacia su reloj, eran más de las dos de la tarde, se había quedado
dormido, una opresión, un mal presentimiento, lo inundó mientras
se ponía a prisa las botas y tomaba la capa de la silla para salir.
—Ah, veo que has despertado —dijo el medimago cruzándo-
se con él por el pasillo—, te dejamos dormir más, parecías cansado,
no te preocupes que lo he puesto en tu informe, que necesitabas
descansar.
—Gracias… ¿nadie me vino a buscar?
—Sí, una chica de tu grupo, dejó dicho que aparecieras en el
Ministerio para firmar en cuanto despertaras.
Harry asintió, y empezó a correr hacia las chimeneas de
transporte interno de San Mungo, algo no andaba bien, pero no
podía decir qué, sólo tenía esa horrible sensación en el pecho.

–|– 

Draco y Gael se quedaron completamente quietos, uno a ca-


da lado de lo que había sido la fábrica de pociones, mirando hacia el
mismo punto, hacia donde Erin había corrido un instante antes, ha-
cia el cuerpo sin vida de Jocelyn.

113
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La chica lloraba y la llamaba entre lágrimas, pero Draco tenía


mucha experiencia viendo gente muerta como para saber que no
lograría hacerla reaccionar.
—Hay… hay que salir… —jadeó de pronto Gael, mientras
las pequeñas llamas se iban convirtiendo en varias deflagraciones,
incrementando el fuego—… Debemos sacarlas y tratar de… de
apagar…
Draco asintió, mirando por primera vez a su amigo, tenía el
labio partido y un ojo empezando a hincharse, un par de arañones
en una de las mejillas, y estaba completamente despeinado.
—¿Tyrone? —preguntó con voz que no parecía suya.
—Aquí, está inconsciente también… —contestó Gael en un
susurro.
Gael pudo sacar a Tyrone de debajo de un par de cajas, y em-
pezó a levitar su cuerpo mientras Draco caminaba hasta Erin, y le
ponía una mano en el hombro, pero ella no parecía percatarse de
nada, aferrada al cuerpo de Jocelyn y llorando, llamándola una y
otra vez.
—Debemos salir —dijo Draco jalándola con más fuerza—, la
llevaremos… debemos llevarla…
—No… Jocelyn —lloró más fuerte aún Erin, abrazando el
cuerpo sin vida de la chica.
—Erin… yo…
Draco no terminó de hablar, puesto que en ese momento,
cuatro aurores, o eso parecían por el escudo en sus túnicas, apare-
cieron por la puerta, con las varitas en alto.
—Aurores del Ministerio Mágico Inglés, quédense quietos
—gritó la voz de un hombre.

–|– 

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

—¡Ya era hora, maldita sea! —gritó su jefe en cuanto Harry


cruzó las puertas de la oficina, todo parecía un completo caos, auro-
res saliendo disparados con escobas en mano o con la varita al ristre
por el pasillo.
—¿Qué…?
—El mundo se ha vuelto loco, doce ataques, en una sola ho-
ra, ¡doce ataques! —explicó el hombre mientras se ponía en pie con
algo de dificultad, él también había recibido un par de hechizos.
—Ataques —repitió Harry, la opresión en su pecho creció
pensando en Draco y en que estaba solo en casa.
—No nos damos abasto, están llamando a todos, hay que
moverse —apuró el hombre indicándole para salir, en ese momento
Stefanie entró corriendo.
—Potter… fui a San Mungo y me dijeron que estabas aquí…
—¿Qué pasó?
—¿Tu casa es el número doce de Grimmauld Place, verdad?
Sale en los archivos…
—Sí… ¿Qué pasó? ¿La atacaron?
—Ajá… pero tienen detenidos a unos allí, unos que dicen
que… —Stefanie negó con la cabeza, como si el solo hecho de de-
cirlo fuera ridículo—. Tienen a Malfoy y otros tantos, hay un
muerto, pero él dice que vive allí.
—¡Mierda! —gritó Harry corriendo y empujando a Stefanie.
Escuchó a lo lejos a su jefe llamándolo e instándolo a obede-
cer, pero lo ignoró por completo mientras corría para llegar a la
primera sala de aparición.

–|– 

Ethan paseaba de un lado a otro de la pequeña sala, Giles y


Matías se habían quedado sentados muy quietos en uno de los so-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

fás, simplemente esperando lo que les pareció una eternidad, hasta


que finalmente la puerta de la habitación se abrió y un preocupado
Mikel salió.
—¿Y?
—Tranquilo, no le ha pasado nada de eso —lo calmó Mikel
al instante, los tres soltaron un suspiro de alivio—. Pero lo han tor-
turado.
—¿Cómo? —jadeó Ethan mirando hacia la puerta abierta de
la habitación.
—No había signos de ataques… de ese tipo, sin embargo, me
pareció raro lo de las muñecas, tiene las mismas marcas en los tobi-
llos y en las piernas, así que hice un par de exámenes más y descu-
brí curaciones de huesos rotos recientes… lo han torturado con la
maldición cruciatus, repetidas veces.
—Pero… eso es imposible… ¿Por qué le harían eso? —pre-
guntó espantado Giles.
—No lo sé… pero —Mikel miró alrededor—. ¿Gael? —
preguntó percatándose de la ausencia de su novio.
—No han llegado —respondió Matías, mirando hacia la
chimenea, empezando a preocuparse también.
—Ya ha pasado más de una hora —reclamó Mikel mientras
caminaba hacia la chimenea, pero en cuanto dijo la dirección de
Harry, la chimenea lo lanzó de vuelta al departamento de Lucka.
—¿Está cerrada? —preguntó Giles poniéndose en pie—.
¿Por qué está cerrada?
—No lo sé —resopló Mikel mientras tomaba un poco de
polvos flú y metía la cabeza para tratar de hablar con alguien al otro
lado, en cuanto terminó de dar la dirección, no pudo ver la sala de
la casa, sino un muro gris y horrible.
—¿Y? —preguntó Matías ansioso.

116
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

—No contesta el móvil, ni él ni Draco —informó Ethan,


que había estado marcando mientras Mikel trataba de ingresar a la
casa.
Mikel negó con la cabeza, y sin decir más nada, trató de apa-
recerse en un callejón cercano a la casa de Harry y Draco, pero
tampoco hubo resultados.
—¿Tú crees que…? —preguntó Giles en un susurro. Mikel
no respondió, se sacó la túnica al vuelo mientras empezaba a correr
hacia la salida.

–|– 

Draco estaba sentado en el sofá, a su lado estaba Erin, sollo-


zando en silencio. Él le había tomado una mano, tratando de conso-
larla silenciosamente. Al otro lado de la chica estaba Gael, con la ca-
beza apoyada sobre el hombro de ella y completamente quieto, nin-
guno hablaba, mientras dos aurores, con mirada fiera, los apuntaban
directamente, como si a ellos se les pudiera ocurrir escapar.
—El incendio está controlado, ya trasladamos el cuerpo de la
chica a la morgue —dijo una mujer saliendo de las mazmorras,
ninguno de los tres se movió, permanecieron quietos, mirando ha-
cia el espacio vacío entre los dos aurores.
—¿Confirmaron ya la dirección? —preguntó uno de los au-
rores que los apuntaba.
—Ya les he dicho que vivo aquí, y que los atacados hemos si-
do nosotros —se quejó Draco, pero fue nuevamente ignorado por
los dos aurores, escuchó los sollozos de Erin incrementarse, y apre-
tó los labios tratando de controlar sus propios deseos de llorar.
—Es sábado en la tarde, archivos y patentes no trabaja hoy,
así que hay que esperar que localicen a uno de ellos —explicó la voz

117
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

de otro auror desde la esquina opuesta, mientras miraba todo con


fascinación.
—Meterse en la casa de Potter, si que te crees mucho, Mal-
foy —habló el otro auror que los custodiaba, pero Draco lo ignoró,
no demostró siquiera que lo había escuchado—. Te estoy hablando,
mortífago —siguió el hombre acercándose más a ellos, sintió el
cuerpo de Erin tensarse junto a él—. ¡Oh qué!, de nuevo te sientes
tan importante como para no escucharnos… te diré que esta vez has
pasado todos los límites, seguramente te encerraran en una celda
oscura para que…
—Basta, Sebastian —reprendió Harry con voz dura, apare-
ciendo por una de las puertas de los lados, el auror que había estado
molestando a Draco se tensó y giró rápidamente, pero Harry no lo
miraba a él, miraba a Draco, con preocupación y temor.
—Harry —suspiró Draco aliviado, no porque lo sacara del
embrollo en que estaba metido, sino de poder verlo, tenerlo cerca,
de alguna manera su sola presencia era reconfortante.
—¡Potter! —dijo el chico pareciendo más tenso aún y aleján-
dose unos pasos de ellos, todos los demás aurores que pululaban
cerca se detuvieron a mirar la escena.
—Déjalos en paz y deja de insultar a Draco —Harry caminó
hacia ellos con pasos rápidos, mirando sus rostros desencajados, los
llantos de Erin…
—Este mortífago dice que vive aquí —se burló Sebastian
Leighton a pesar de todo.
—No le digas mortífago, que no lo es, y claro que vive aquí.
El silencio se hizo cortante, todos parecían en tensión mien-
tras Harry llegaba hasta donde estaban los tres chicos, y se arrodilla-
ba delante de Draco.
—¿Estás bien?

118
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

Draco no pudo hablar, tenía deseos de abrazarse a Harry y


entregarse al dolor que significaba la perdida de Jocelyn, de decirle
cómo casi lo habían matado a él, cómo los habían atacado, pero no
podía delante de toda esa gente, simplemente negó con la cabeza.
—¿No crees que es mucha amabilidad para un inquilino,
Potter? —dijo la voz de su jefe, Harry no había notado siquiera su
presencia—. Aléjate del detenido.
—No es un detenido, jefe, él vive aquí, y ellos son mis ami-
gos, no tienen derecho a detenerlos —Harry posó sus manos sobre
la de Draco y la apretó suavemente, ignorando a su jefe, nada era
tan importante como Draco en ese momento—. Draco…
—Potter —llamó nuevamente su jefe, interrumpiéndolo,
Draco se giró para verlo, era tal como Harry se lo había descrito,
aunque parecía un poco más amargado—. ¿Se puede saber en cali-
dad de qué vive aquí este hombre?
—Eso que importa— respondió Draco buscando su voz en
medio de todo el dolor y la perplejidad que lo rodeaba—; nos han
atacado, mataron a una amiga nuestra, ¿no deberían estar buscando
a los asesinos en lugar de estar aquí dando lata?
—No hablaba con usted, señor Malfoy —replicó Gutmann,
Draco sintió las manos de Harry apretarse un poco más sobre la su-
ya, y se dio cuenta de que el chico estaba enfureciéndose—; hasta
donde sé, no tenemos pruebas de que esa mujer haya sido su amiga,
pudo ser una víctima más de sus delitos.
—Claro que era mi amiga —gritó Draco no conteniéndo-
se—, no se atreva siquiera a insinuar que nosotros… que yo…
—Jefe, basta —interrumpió Harry, poniéndose en pie y sol-
tando a Draco, su mirada era desafiante.
—Nada de basta, Potter, acoges a exmortífagos sin avisar ni
decir nada, y en una situación por demás extraña, tu casa es atacada,

119
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

y encontramos el cadáver de una mujer, es obvio que nos debes


muchas explicaciones.
Harry abrió la boca para replicar, pero en ese momento apa-
reció Mikel, jadeando como si hubiera tenido que correr una gran
distancia para llegar, y empujando a los aurores que se ponían en su
camino.
—¡Que me dejen pasar he dicho! —bramó.
Todos voltearon a verlo.
—¿Otro amigo, Potter? —preguntó Sebastian medio burlón,
pensando en lo guardado que se tenía Potter la amistad con ese
mortífago, que además se rumoreaba era gay… ¿acaso sería qué…?
—¡Déjenlo pasar, por todos los demonios! —gritó Harry, ya
un poco harto de todo el jaleo que se estaba armando—. ¿Qué acaso
lo único que hacen es molestar a la gente incorrecta?
Mikel miró preocupado todo el lugar, hasta que ubicó a Gael,
que permanecía con la cabeza sobre el hombro de Erin, que no ha-
bía parado de sollozar. Tenía el rostro golpeado y sucio, y el claro
indicativo de que había estado llorando.
—Gael… demonios, Gael —masculló empujando a Harry
también y arrodillándose delante de su novio. Harry vio las miradas
impactadas de todos cuando Mikel lo jaló y lo abrazó con fuerza an-
tes de darle un beso en la frente.
—Mikel… no tienes idea… fue… Jocelyn… —jadeó Gael
comenzando a sollozar nuevamente.
—Shh… calma… ¿estás bien? ¿Tú lo estás? —dijo observan-
do con detenimiento su rostro lastimado y la túnica rota.
—Mierda, Potter, más te vale que empieces a explicar qué
haces rodeado de toda está gente —exigió su jefe furioso mientras
avanzaba hacia él, Harry le dio una mirada más a Draco, que negó
con la cabeza.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

—No, Harry…. —apenas dijo Draco, sabía, por la mirada de


Harry, que éste iba a decirles todo, y eso sería la ruina para su carre-
ra de auror.
—¿Qué quiere que le diga? ¿Por qué habría de hacerlo? Es
mi vida privada.
—Oh, demonios, Potter no me digas que…
—¿Y qué si es así? —preguntó hacia Sebastian, que era el que
había dicho aquello con voz burlona.
—Harry —reprendió Draco nuevamente—, por favor, no…
—¿Saben qué? Esto me está cansando, mi casa ha sido ataca-
da, mi pareja ha sido lastimada, y una amiga nuestra asesinada, no
tienen por qué estar aquí preguntando cosas que no les competen,
tendrían que estar buscando culpables, no cotilleo —declaró Harry
con voz de mando; Draco se encogió en su lugar, mirando hacia la
expresión desencajada del jefe, y luego hacia los demás aurores, un
par se habían quedado con la boca abierta de manera que, en otra
situación, hasta hubiera resultado chistoso.
—Señor —llamó otro auror entrando por una de las puertas
en ese momento—, tenemos los informes, no lo va creer, Malfoy de
verdad vive aquí y tiene registrada la fábrica a su… —se detuvo
cuando vio la expresión del jefe y de los demás, sus ojos llegaron
hasta Harry, que arqueaba una ceja, interrogantemente.
—Déjalo, Lewis, ya nos hemos enterado —dijo el hombre,
antes de darse la vuelta y caminar hacia la salida—; recojan todas las
pruebas que tengan del ataque y suelten a esos tres —ordenó, cla-
ramente disconforme por tener que dejarlos ir—. Y Potter, te espe-
ro dentro de una hora en mi oficina.
El silencio duró un instante más, luego de que el jefe desapa-
reciera, y de pronto, todos se pusieron a trabajar presurosos, mur-
murando cosas.

121
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ya decía yo que algo raro tenías —comentó Sebastian pa-


sando a un lado suyo y con voz petulante—. Maricón.
Harry alargó una mano y lo sostuvo de la túnica para luego
girarlo tan rápido que Draco apenas registró el movimiento, un ins-
tante después el puño de Harry se estrellaba contra la boca de Se-
bastian y lo hacía volar varios metros hacia atrás.
—Maricón, sí, pero eso no quiere decir que no te pueda po-
ner en tu lugar y patearte el culo, así que cuida esa boca tuya si es
que quieres volver a usarla.
Eso pareció poner punto final, no sólo a las burlas de Sebas-
tian, que estaba en el piso, con las mejillas sonrojadas y apretándose
el labio con una mano, sino también de todos los demás aurores,
que inmediatamente se movieron en silencio, por el rededor de la
casa.
—Harry… no tenías que…
—Draco… —interrumpió Harry arrodillándose delante de él
nuevamente, estudiando los golpes y cortadas—. Lo siento… ¿En
verdad estás bien? Podemos llevarte a un medimago o…
—Yo estoy bien —contestó Draco mientras tomaba nueva-
mente las manos de Erin y suspiraba pesadamente—. Erin, vamos
arriba a que descanses.
—No —dijo ella en medio de sollozos—. No me pidas
eso… sabes que no podré… yo… ella…
—Shh… —la consoló Gael soltándose de Mikel y acercán-
dose a la chica, intercambio una mirada con Draco, y ambos a la vez
se pusieron en pie, jalando a Erin con ellos—. Tranquila… descan-
sar te hará bien —le susurró.
—Harry, necesito… en la cocina, si es que no le han hecho
nada, está un frasco con etiqueta verde, tráenoslo, recostaremos a
Erin arriba…

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

Harry asintió preocupado, mientras veía a Draco y Gael ale-


jarse con Erin a pequeños pasos, pasando entre los aurores que les
dejaban el camino libre, para subir por las escaleras.
Sintió la mano de Mikel sobre el hombro y se giró para ver-
lo, se veía agotado, y angustiado.
—¿Jocelyn? —preguntó Mikel, no necesitaba más preguntas.
—Sí… pero no sé qué ha pasado, yo recién llegué, en la ofi-
cina hablaron de ataques en masa… doce en total.
Mikel lo soltó y se frotó los ojos con rabia.
—Doce… mierda, Harry. No sabes todo lo que han sido es-
tos días, y cuando por fin recuperamos a uno, pasa esto…
—¿De qué hablas?
—Vamos por esa poción para Erin, que seguro que la necesi-
ta… luego debemos hablar.

–|– 

Ginny sintió la fuerza con que Tony tiraba de ella hacia la


oficina, mientras el grupo al completo se quedaba de pie en medio
de la sala de reuniones, asombrados y asustados por la reacción de
su líder.
—¡Maldita estúpida! —rugió Tony lanzándola hacia el inte-
rior de la oficina y cerrando la puerta tras él—. Sólo te pedí una co-
sa, una sola, y no la pudiste cumplir.
—Fue sin querer… él me sacó de quicio y…
—¡Calla! —gritó acercándose peligrosamente a ella—. Te de-
bería botar de aquí, lanzar a la calle a que te las arregles sola, des-
pués de esto… ¿Cómo demonios se supone que tendremos credibi-
lidad si se enteran que somos asesinos?
—No es la primera que asesinamos —replicó Ginny a pesar
del temor.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Pero antes no nos podían relacionar, ahora lo harán, será


más fácil que nos asocien con esa muerte.
—Sólo era una desviada más, nadie dirá mucho.
—¿Y cómo crees que me enteré? La noticia ya está circulan-
do en las radios, ¡por todos los demonios!
—Yo… nadie tiene que saber que fui yo… que fue la organi-
zación…
—¡Idiota! —gritó Tony dándole una bofetada—. De ahora en
adelante permanecerás encerrada, hasta que aprendas a controlarte
—dijo antes de salir de la oficina dando un portazo.

–|– 

Hermione se había quedado trabajando esa tarde, estaba fue-


ra de su horario normal, y no que le pagaran horas extras, pero así
era ella, tenía que terminar varias cosas y no quería dejarlo para el
lunes; Marilyn, una asistente legal que recién hacía sus prácticas,
entró con dos vasos de café y una gran sonrisa.
—Todos los aurores están afuera, corriendo por los pasi-
llos… —contó mientras le entregaba un vaso de café caliente a
Hermione.
—No me digas, ¿otro ejercicio? —masculló Hermione
mientras seguía escribiendo sin prestarle demasiada atención; por lo
general Marilyn era demasiado habladora para su gusto, pero era
bastante inteligente y trabajadora también, así que trataba de no po-
nerle mala cara cuando empezaba con sus charlas sin sentido.
—Sí, ya sabes como me gusta el chico nuevo, el del cabello
azul que han puesto en la cafetería del segundo piso… que es preci-
samente donde van los aurores —Hermione asintió distraídamente,
dándole un sorbo a su café caliente, aquello se sintió realmente
agradable—, y él me dijo que todos los aurores estaban como locos,

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

que habían recibido alertas, y que al parecer no se trataba de un


ejercicio, por el pasillo pude ver a muchos de ellos corre hacia todos
lados… —Marilyn soltó un gritito—. ¡Y vi a Harry Potter! ¿Puedes
creerlo? Estaba corriendo hacia el otro lado del pasillo ¡Con lo gua-
po que es! —Marilyn se dejó caer en la silla con aire dramático y
suspiró, Hermione puso los ojos en blanco pensando «Oh, aquí
viene otra charla sobre Harry».
—Pues seguro debe haber pasado algo muy malo —dijo tra-
tando de desviar la conversación.
—Sí… algo de ataques, no sé, el chico guapo de la cafetería
me dijo que prendiera la radio para enterarme, es increíble que tra-
bajando en el mismo edificio que ellos, tengamos que prender la
radio para enterarnos de qué es lo que está pasando.
—¿Ataques? Nunca hay ataques ya…
—Estoy segura de que si tú quisieras podrías preguntarle a
Harry Potter, de pasada y le dices que venga a visitarte aquí…
—No, él está muy ocupado para eso, además que ya te dije,
no le gusta que lo anden acosando. Tiene derecho a estar en paz.
—Pobre —suspiró Marilyn—, ahora entiendo porqué no
tiene novia… quién podría salir con él si la prensa y todos están
siempre al pendiente… Aunque él definitivamente vale la pena,
imagina ser acosada y fotografiada…
Hermione no comentó nada en respuesta, preguntándose si
era que Harry aún seguiría con Malfoy, y sobre todo, si era que sería
feliz; últimamente le había dado demasiadas vueltas al asunto, se
habían apartado tanto, se habían cerrado ante la posibilidad de que
Harry tuviera razón, ante la idea de que tal vez, y solo tal vez, Mal-
foy no fuera tan mala influencia para él, y el darse cuenta de esas
cosas era algo que le pesaba cada día más; y ella sabía que Ron tam-
bién pensaba igual, aunque no lo comentara en voz alta.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Sabían de él por lo que la señora Weasley o Andrómeda les


decían, y por supuesto, ellos trataban de parecer enterados del asun-
to, porque pese a todo, Harry no le había dicho a nadie que habían
peleado y que no se hablaban más, y ellos tampoco; sería exponerse
demasiado ante los demás y eso, el que cuestionaran las razones de
su pelea, era algo a lo que no estaban dispuestos a hacer público.
—¡Chicas! —saludó entrando Edmund, un chico de Conta-
bilidad que trabajaba en el mismo piso que ellas y que siempre an-
daba afanando a Marilyn, parecía realmente emocionado—. En la
cafetería han puesto la radio, han atacado la casa de Harry Potter, y a
que no saben qué es lo que han encontrado.
Hermione se puso en pie tan rápido que volcó su vaso de ca-
fé sobre el trabajo que estaba haciendo, pero aquello no le importó
mucho y rápidamente salió hacia la puerta.
—¿La casa de Harry, dices? ¿Estás seguro de que se trata de
su casa? ¿Qué han encontrado? ¿Hay algún herido?
—Pues… —el chico la miró extrañado antes de negar con la
cabeza—. Hablan de un muerto y de exmortífagos pero…
—¡Demonios! —replicó Hermione saliendo al pasillo, pudo
ver a varios trabajadores caminando en dirección a la cafetería, pero
ella no siguió por ese camino, sino por el opuesto, hacia la salida.

–|– 

Ron caminaba entre los diversos estantes de la tienda, al ser


sábado en la tarde, ésta estaba muy concurrida, y verificaba que na-
die se llevara nada sin pagar, mientras George ayudaba a las dos chi-
cas en caja para cobrar a los clientes, fue entonces que escuchó el
sonido de murciélagos volando, aquel era el sonido que tenían para
la puerta esa semana, pensó en que deberían cambiarlo ya, puesto
que ese ruido estaba sacándolo de quicio de tanto que lo había es-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

cuchado, aprovecharía que George tendría que viajar a Rumania en


dos días para hacerlo.
—¡Ron! —gritó Hermione desde la puerta, Ron se levantó
sobre la punta de sus pies para sobresalir de entre los anaqueles, y
levantó una mano indicándole a su novia su posición, conforme la
vio llegar, agitada y con las mejillas sonrojadas, supo que algo malo
había pasado.
—¿Qué ocurre? —preguntó dándole el alcance en medio
camino—. ¿Tú estás bien?
—Sí, es Harry —informó ella respirando con dificultad; por
medidas de seguridad, Ron y George tenían cerrada la chimenea de
acceso al lugar y al departamento en las horas de atención, así que
había tenido que recorrer todo el callejón para llegar hasta la tienda.
—¿Harry? ¿Le han herido? —aunque no se hablaban y aún
le dolía como traición que su amigo hubiese preferido estar con ese
hurón albino, tanto él como Hermione estaban al tanto de las cosas
que competían a Harry, por ejemplo, que estaba de misión durante
los últimos días.
—No… o no lo sé —dijo ella mirando alrededor, parecía que
nadie se había enterado aún del asunto—. Han atacado Grimmauld
Place, eso han dicho en la oficina, y que hay un muerto y… hablan
de mortífagos.
—Demonios… ¿Tú crees que se estén reagrupando?
—No… es imposible, los tienen vigilados… Vamos, debe-
mos ir a ver.
Ron pareció dudar apenas un instante antes de asentir.
—Espera un momento —pidió, mientras corría entre los
clientes hasta la caja, para hablar con George.
Hermione los vio intercambiar unas cuantas palabras, y el
gesto de George ensombrecerse antes de asentir rápidamente y mo-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

verse hacia un lado, hacia la vieja radio mágica que casi nunca en-
cendían.
Cuando Ron la alcanzó para subir al segundo piso, y de allí
trasladarse a la casa de Harry, escuchó el inicio de una transmisión
con la voz de Lee, su amigo de Hogwarts, que ahora trabajaba en
una de las radios locales, transmitiendo principalmente partidos de
quidditch.
La chimenea de Grimmauld Place estaba cerrada, no había
forma de entrar, y aunque dudaban que funcionara, también inten-
taron aparecerse en la casa o en el jardín, fallando estrepitosamente,
así que no les quedó de otra que aparecerse en el lugar más cercano
conocido, y caminar las quince calles, tomados de la mano y con las
túnicas en los brazos; antes de llegar a la casa de Harry, a una calle
de distancia pudieron ver la batahola; había periodistas con enormes
cámaras fotográficas y vuela plumas, y algunos aurores con las vari-
tas en alto, alrededor, desde las ventanas o puertas, los vecinos mu-
ggles de Harry observaban todo con una mezcla de curiosidad y di-
versión.
—¿Y si no nos dejan pasar? —meditó Ron mientras seguía
caminando junto a Hermione.
—Los obligaremos, no nos iremos sin entrar —resolvió la
chica. Ron le dio una mirada de reojo, tenía el ceño fruncido y los
ojos brillantes, de aquella manera que indicaba que tenía una firme
resolución y que la cumpliría sí o sí.

–|– 

Erin suspiró suavemente y se giró un poco, cobijándose un


poco más con las mantas, profundamente dormida, mientras Draco
cerraba finalmente la puerta y salía al pasillo, pensó encontrar a to-
dos los demás esperándolo, pero sólo estaba Harry, apoyado contra

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

la pared, con los brazos cruzados y mirándolo comprensivamente,


se sentía agotado y atemorizado, además estaba ese dolor en su pe-
cho, el de la perdida de Jocelyn; durante el interrogatorio de los au-
rores, la escena de Harry o tratar de hacer que Erin tomara la po-
ción, no había tenido mucho tiempo para meditarlo, pero ahora sí,
era el momento de enfrentarlo: Jocelyn había muerto.
—¿Y los demás?
—Gael y Mikel han ido a ver a Tyrone, dicen que lo han lle-
vado a San Mungo, aunque al parecer, no tiene más que un par de
golpes —respondió Harry en el mismo tono bajo y quedo que ha-
bía usado Draco, mientras caminaba un par de pasos para alcanzar-
lo.
—Gael dijo… antes de que todo esto pasara, dijo que Lucka
había aparecido.
—Sí —contestó Harry, ya más o menos enterado del asunto,
Mikel y Gael lo habían puesto al corriente, con voces tristes, mien-
tras Draco había entrado a la habitación de Erin para obligarla a to-
mar la pócima, pensaron que mientras menos gente entrara, sería
más fácil hacerlo—, está en su casa, con Giles, Matías y Ethan, aun-
que ellos les avisarán lo que ha pasado al regresar de San Mungo.
—Bien… —Draco suspiró mientras las manos de Harry to-
maban sus brazos y lo pegaban un poco más a su cuerpo, sabía que
Harry buscaba su mirada, pero él se sentía demasiado débil, dema-
siado roto como para mirarlo y no comenzar a llorar, sabía que no
debía llorar, no por el momento, todavía quedaba mucho por ha-
cer…
—Draco, no te lo guardes —le recomendó Harry abrazándo-
lo finalmente, sintiendo lo tenso que estaba el cuerpo del rubio.
—Era una maldición asesina para mí, la lanzaron para mí, pe-
ro en el último momento, uno de ellos empujó a esa mujer, y la
maldición le dio a Jocelyn, o eso creo… —empezó a explicar Draco

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

aferrándose a la espalda de Harry, y sintiendo el reconfortante aro-


ma, la tibieza, la sensación de estar protegido, de que entre esos
brazos nada malo le pasaría ya—… todo era un infierno… ni si-
quiera podía ver a los demás, sólo escuchar sus gritos, los hechi-
zos…creo que tenían órdenes de no matar… destruyeron la fábrica,
los pedidos pendientes… y la dejaron para que se incendiara, pero
llegaron los aurores y extinguieron el fuego… aunque ya era tarde
para Jocelyn.
—Lo lamento, Draco—murmuró entonces Harry sobre su
cuello—. Ella era una gran chica…
—Lo sé —Draco suspiró profundamente, no queriendo de-
jarse llevar por el dolor aún, y con algo de pesar se apartó de Harry
para mirarlo por fin al rostro—. Tu jefe dijo que te esperaba en una
hora…
—No iré, ustedes, tú me necesitas más aquí de lo que ellos
pueden necesitarme.
—Fueron los de la MACH —dijo entonces Draco, no había
estado tan aturdido como para no escuchar el pequeño error de los
atacantes.
—¿Se identificaron? ¿Dijeron algo?
—Nos insultaron…no quiero pensar o recordar todo ahora
—pidió hacia Harry que asintió suavemente—, pero dijeron que
Tony dijo que no quería muertes…
—¿Tony? ¿Será el mismo Tony?
—No lo sé, pero sería una rara coincidencia.
Harry asintió y pasó un brazo por los hombros de Draco.
—Ahora vamos a ver si no te has lastimado, también deberías
beber algo para dormir.
—Mikel ya nos revisó y curó —protestó suavemente Draco.
Mikel se había encargado de sanar los golpes y moretones de su ros-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

tro, antes de que entrara a darle la poción para Erin, supuso que ha-
ría lo mismo con Gael.
—Lo sé, pero… Quiero estar seguro, ¿te aturdieron con mu-
chos hechizos?, ¿alguna maldición?
—No… tampoco pude… —Draco tragó, no había sido capaz
de defenderse, ni a él mismo ni a sus amigos, y eso hacía que se sin-
tiera peor, demonios, ni siquiera podía defenderse correctamente.
—Está bien… no te sientas mal por eso, no lo pienses, ¿de
acuerdo?
—Es fácil de decir para ti —bufó Draco. Harry se acercó
nuevamente a él y lo sintió tensarse un poco.
—¿Te dieron en algún lugar más que Mikel no haya curado?
—No, no es… —Draco no terminó de hablar, puesto que el
sonido de voces gritando desde afuera lo interrumpió, tanto él co-
mo Harry miraron alrededor extrañados y bajaron las escaleras has-
ta el primer piso, donde un grupo de aurores custodiaba la puerta.
—Potter, fuera hay periodistas, al parecer alguien ya les dio la
exclusiva —dijo la voz de un hombre que ni Harry ni Draco cono-
cían, pero que era auror, desde el vestíbulo.
Harry frunció el ceño y se decidió a avanzar, en ese momen-
to Draco lo jaló y se lo impidió.
—No… Harry, espera —pidió Draco casi en un murmullo,
Harry le dio una mirada interrogante—. Debes… no les digas lo
que le dijiste a tu jefe.
—¿Qué cosa?
—Ya sabes… aún estás a tiempo de ir a ver a tu jefe y reivin-
dicarte, en cambio, si le dices algo de más a los periodistas…
—¿Reivindicarme? —jadeó Harry subiendo con Draco unos
cuantos escalones más para alejarse de los oídos de los aurores que
estaban cerca—, ¿decirles que mentí? ¿Qué tuve un acceso de locu-
ra y que de verdad sí te metiste en mi casa?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No… sólo lo del asunto gay, ellos te echarán.


—Me importa una mierda si me echan, Draco; te estaban
molestando, acusando, cuando no tenían derecho a ponerte siquiera
un dedo encima, nadie lo tiene.
—Harry, escucha —suspiró Draco tratando de calmarse un
poco—. Gracias por defenderme, pero no es necesario que les digas
lo de nosotros… puedes decirle que vivo aquí, tengo la dirección
registrada en el Ministerio, y la de la fábrica en las patentes, no ha-
brá problema legal, no será tanto como si les dijeras que…
—¿Qué somos novios, pareja?
—Exacto.
—¿Te avergüenza? —preguntó Harry con un tono de voz
que Draco reconocía como enojado, y a punto de estallar.
—No, claro que no.
—¿Te da miedo que todos lo sepan? —preguntó levantando
un poco más la voz.
—Eres tú él que me da miedo —replicó rápidamente Dra-
co—. Es por ti por quien temo, tus amigos, la gente, todo será una
locura y…
—¿No me apoyarías, acaso? Esto se sabrá tarde o temprano,
más temprano que tarde ahora que han atacado mi casa, Draco, y
con o sin ti, saldré a decirle a todos esos periodistas que se larguen y
que nos dejen en paz, y si preguntan sobre ti, no les mentiré, ya es-
toy harto de mentir.
—Te lo prohíbo —retó Draco entonces—; no permitiré que
arruines tu vida y tu carrera…
—Es mi vida y mi carrera, y si la quiero arruinar, es mi pro-
blema.
—¿Sabes lo idiota que suena eso?
—Menos idiota que el pretender que me oculte después de
esto.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

—No es así, aún te puedes retractar y…


El ruido de las voces de los periodistas gritando y preguntan-
do los interrumpió, ambos giraron para ver la puerta abierta, y a dos
aurores y a Hermione y Ron abriéndose paso a punta de empujones
y golpes.
—¿Sabían que Harry vivía con un mortífago?
—¿Es verdad que son novios, señor Weasley, díganos, sabía
usted de ese noviazgo?
—Señorita Granger, ¿es cierto que Harry le dejó por Malfoy
y por eso inició usted su relación con Weasley?
De pronto el ruido cesó, tal como había iniciado; los aurores
habían activado un hechizo para que nadie que no fuera autorizado
por ellos mismos pudiera pasar, lo que mantuvo a los periodistas a
raya y fuera de la casa, mientras la puerta se cerraba y quedaban
dentro los dos aurores, aún con las varitas en alto, y Hermione y
Ron, que se veían bastante agitados, y al parecer molestos.
El tiempo pareció detenerse, y el silencio se hizo pesado
mientras Harry miraba asombrado a sus amigos, que le devolvían la
mirada con una mezcla de culpabilidad y temor; Draco aprovechó
aquello para subir las escaleras de vuelta, dejándolos solos, no le
apetecía escuchar una discusión más de esos tres, ni las voces de los
amigos de Harry reprochándole que todo eso era culpa suya, que si
él no hubiera estado viviendo allí, nada de eso hubiera pasado.
Abrió suavemente la puerta de la habitación donde Erin
dormía, y comprobó que ella seguía sobre la cama, durmiendo plá-
cidamente, ajena a todo lo que pasaba alrededor, y luego se metió
en su propia habitación, los atacantes no habían subido allí, habían
ido de frente a las mazmorras, aparentemente, puesto que todo lo
demás estaba en su sitio.
Se quitó la túnica y la dejó descuidadamente sobre el piso;
caminó hacia la ventana, tras las cortinas observó al pequeño, pero

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

escandaloso, grupo de periodistas que miraban hacia todos lados y


tomaban fotos de la casa. Luego de un largo rato de observarlos,
mientras veía el gris cielo oscurecerse para dar paso a la noche, no
pudo más y se dejó caer al piso; recostando la espalda contra la pa-
red se abrazó a sus rodillas y dejó su cabeza descansar sobre ellas,
mientras el corazón empezaba a latirle a prisa por la certeza. Ahora
no había nada que lo distrajese, no había nada que lo apartara de ese
dolor, mientras recordaba la primera vez que había visto a Jocelyn
en la universidad; había sido varios meses después de iniciadas las
clases, ellos tomaban un par de cursos juntos, aunque honestamen-
te él nunca la había tomado en cuenta. Era una tarde gris, tal como
esta, en que Draco estaba leyendo un libro mientras comía premu-
roso, ella se había sentado frente a él y se había presentado, le había
dicho que tenía problemas con una de las materias y que si acaso él
no estaba interesado en hacerla de tutor, que le pagaría, por supues-
to, y que además se acomodaría al horario que él le indicara. Draco
había pensado en decir que no, pero entonces, ella había seguido
hablando y hablando, hasta que finalmente no se pudo negar; desde
entonces se habían hecho amigos, la primera amiga del mundo má-
gico que tenía después de la guerra y después de Harry. Y ahora ella
se había ido, había muerto estúpidamente, en medio de un ataque
que ni siquiera iba dirigido a ella.
Las lágrimas cayeron silenciosas, por su mejilla hasta el piso,
mientras seguía recordando sus risas, sus carcajadas, sus comenta-
rios y sus bromas, incluso ese torpe beso en la azotea de los dormi-
torios…

–|– 

—Harry ¿Estás…? ¿Te atacaron? —el primero en hablar fue


Ron, dando un paso algo tímido hacia el frente, Harry negó con la

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

cabeza, buscó a ciegas la mano de Draco y recién se dio cuenta de


que el chico se había ido. Tomó una profunda bocanada de aire y
bajó las escaleras con lentitud, rogando para que los aurores termi-
naran con su trabajo a prisa y se largaran de una vez por todas, para
al fin tener la intimidad que tanto necesitaban en ese momento.
—Harry… Dijeron que…
—Fue una amiga —le respondió a Hermione mientras les
indicaba con la cabeza que lo siguieran hacia la cocina, una vez los
tres estuvieron dentro, Harry cerró la puerta e insonorizó la habita-
ción, no necesitaba que nadie más escuchara aquella conversación.
—Lo siento —dijo la chica mientras se quedaban los tres de
pie, a corta distancia.
—Si vienen a reprochar o a decir algo en contra de Draco, ya
estarán bien enterados de que él no tuvo nada que ver, que es uno
de los atacados, y además, no les voy a permitir…
—No —interrumpió Hermione con voz herida—… noso-
tros… escuchamos del ataque y pensamos que tú… que tú habías
sido atacado, hablaban de mortífagos, pero no creímos que…
—Ya —le cortó Harry—. Estamos bien, pero han matado a
una de nuestras amigas, y si eso era lo único que querían saber,
dense por atendidos. Estamos ocupados, la novia de nuestra amiga
está arriba, durmiendo, y tenemos que encargarnos de todo lo que
han destrozado.
—Harry —dijo Ron con voz ronca—, nosotros… ¿Te pode-
mos ayudar en algo? ¿Necesitas que llamemos a alguien? ¿Qué
consigamos algo?
—Miren —respondió Harry cediendo ante el tono de Ron y
las miradas de sus dos amigos—, gracias por venir y preocuparse,
pero en esta casa, todos los que están son gays, como yo, y amigos
de Draco y míos, y no creo que ustedes se sientan cómodos lidian-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

do con ellos, sobre todo con Draco. Ya me lo dejaron claro en el pa-


sado.
—¿Él está… herido? —preguntó Hermione, como si no se
creyese capaz de preguntar por él.
—No… hasta donde sé, no. Lo golpearon y le aturdieron
con varios hechizos, pero está en pie, aunque debo verlo, no quiero
dejarlo solo ahora.
Harry avanzó hacia la puerta de la cocina, pasando a sus dos
amigos, dispuesto a irse ya, pero la mano de Ron sobre su brazo lo
detuvo.
—Déjanos ayudar, somos tus amigos, para eso estamos.
—¿Lo son? —preguntó Harry aún herido por todo el tiempo
de ausencia que había pasado, porque aún podía recordar la mirada
asqueada de Ron… sus palabras aquella última vez.
—Sí —dijeron Ron y Hermione a la vez.
—Lamentamos que… lo que pasó —se apresuró a decir
Hermione—; sobre la última vez que estuvimos aquí —aclaró.
—Y no te entendemos, lo de Malfoy y tú, pero… —Ron
suspiró profundamente mientras Harry se volteaba a enfrentarlos
nuevamente—. No nos gusta Malfoy, pero si tú lo has elegido, si
crees que es correcto, nosotros no debemos…
—No —interrumpió Harry—, no debieron meterse, reac-
cionar de esa manera, y mucho menos atacar a Draco, y aún así,
después de tanto tiempo vienen y dicen: «hey, lo sentimos, seamos
amigos de nuevo», ¿y verdaderamente creen que tengo tiempo o
ganas de pensar en eso en este momento?
—Harry… —replicó Hermione, Harry sabía que la chica es-
taba a punto de llorar, pero él, tal como había dicho, no tenía ganas
de pensar en eso en ese momento, quería ocuparse de Draco, de su
carrera en el Ministerio, de sus amigos, de los periodistas, de los au-

136
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

rores, de la MACH, de muchas otras cosas. Pero de esos dos, ya te-


nía suficiente por el momento.
—Debo irme, lo siento —dijo finalmente Harry, pasando ha-
cia la puerta.
—Igual estaremos aquí —informó Ron con voz muy firme y
tomando de la mano a Hermione—, nos sentaremos aquí y no mo-
lestaremos.
—Sí —apoyó Hermione mirando críticamente hacia la estu-
fa, un poco más descuidada que cuando Kreacher la limpiaba—; tal
vez podamos hacer té o algo para tus amigos, aunque seguro que
Kreacher…
—Él… él murió hace unos meses —informó Harry inte-
rrumpiéndola.
—¿Murió? —preguntó Ron preocupado.
—Ya estaba viejo y… no sufrió ni mucho menos, simple-
mente… —Harry se encogió de hombros mientras Hermione
asentía comprensivamente.
—Haré café y té, seguro que Draco o tus amigos querrán
tomar algo caliente en algún momento —comentó empezando a
rebuscar entre los estantes. Harry ladeó un poco la cabeza, sintién-
dose confundido por todo lo que ocurría, les había pedido que se
fueran y ellos se instalaban allí, como si nada hubiera pasado nunca.
—Aquí estaremos —le repitió Ron—, si necesitas que vaya y
te ayude a patear periodistas, me avisas, encantado lo hago, y si no,
pues seguiremos aquí.
—De acuerdo —respondió Harry un poco inseguro mientras
asentía, y finalmente se decidía a salir de la cocina, dejando a Ron y
Hermione allí, esperando por si necesitaba algo.

–|– 

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

En cuanto salió de la cocina se encontró con Sebastian, esta-


ba con un auror más que Harry recordaba, era el auror que había
visto en el Ministerio varios años antes, después de la guerra, aquel
que le había gustado y que lo había trastornado tanto, aunque la mi-
rada que le daba ahora no era nada halagadora
—Potter —escupió Sebastian, su labio aún lucía hinchado—,
afuera hay un grupo de chicos que dicen que son tus amigos, dicen
que tienen que entrar.
—Voy —respondió tratando de controlar los deseos que te-
nía de golpear nuevamente al chico y caminando hacia el recibidor;
en la puerta, jadeantes y asustados, estaban Matías y Giles.
—Chicos… —dijo hacia ellos, dos aurores más estaban allí
con las varitas en alto, apuntándolos—; son mis amigos, déjenlos
pasar, y no creo que sea necesario apuntar a todos los que vienen a
verme —reclamó hacia los aurores.
—Son procedimientos, Potter —le respondió uno de los au-
rores, un hombre mayor, señalando hacia su túnica—, ¿o acaso ya
se te olvidó el reglamento?
Harry entrecerró los ojos, meditando sobre lo inapropiado
que sería meterse en más problemas por el momento, y finalmente
sólo agitó la mano, indicándole a sus amigos que se acercaran.
Giles y Matías le dieron una mirada antipática a los aurores
cuando pasaron a su lado.
—Mikel está en casa de Lucka, cree que lo mejor es traerlo
aquí, no lo queremos dejar solo, y queremos estar con Erin y Dra-
co… —informó rápidamente Matías, al fin esa era la razón por la
que habían llegado.
—De acuerdo, activaré la chimenea y bajaré los escudos anti-
desaparición un instante, vamos —dijo guiándolos hacia la sala, ya
no había más que un auror curioseando entre los estantes, pero en

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

cuanto Harry apareció, se apartó rápidamente y desapareció por el


pasillo hacia el vestíbulo.
—Realmente ha sido duro —masculló Giles, dándole una
mirada al pasillo que llevaba a las mazmorras.
—Y en lugar de ayudarnos, sólo nos lo están poniendo peor.
—Sí, lo sé… en todos sitios está así, es lo que me ha dicho
Jacke, el chico que trabaja conmigo en el bufete, los aurores están
allí también metiéndose en todo… es horrible.
—¿También atacaron el bufete?
—Y muchos sitios más —confirmó Matías con aire cansado.
Harry negó con la cabeza antes de agitar la varita y desactivar
las protecciones de la chimenea.
—A casa de Lucka —dijo mientras se arrodillaba y metía la
cabeza, del otro lado pudo ver el departamento de Lucka, y a Gael
sentado en uno de los sillones, parecía agotado y se veía pálido.
—Harry.
—Desactivaré los hechizos de aparición en un minuto, en
cuanto logren transportarse los volveré a activar, ve por Mikel.
—De acuerdo.
En menos de un minuto Tyrone, Gael y Mikel, cargando con
un todavía dormido Lucka, aparecieron en medio de la sala. Harry
se encargó de cerrar todas las protecciones nuevamente.
—Tyrone, pensé que estarías internado.
—Ni en broma, ¿y si me quieren envenenar? —protestó el
chico, parecía molesto y Harry se preguntó si era que no lo habrían
tratado mal en San Mungo.
—Pero… ¿estás bien?
—Nada de cuidado, además… Gael ya me contó lo de Jo-
celyn, y prefiero estar aquí…
—Por supuesto…
—Gael y yo lo llevaremos arriba —dijo Mikel.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Claro… hay varias habitaciones vacías… —contestó Ha-


rry—, nosotros iremos a la cocina.
—De acuerdo —asintió Gael siguiendo a su novio por las es-
caleras.
Gael y Mikel se aseguraron de que Lucka estuviera cómodo
antes de salir de la habitación; en el pasillo, Mikel tomó la mano de
Gael suavemente y lo detuvo.
—¿No sería buena idea que descanses también?
—No lo necesito.
—Te ves pálido y…
—No me mandes a dormir, en serio, Mikel, no quiero —
pidió Gael, Mikel asintió suavemente y le apretó la mano un poco.
—Te amo… no tienes idea de lo que me asuste cuando…
cuando vi a todos esos aurores y pensé que…
Gael sonrió tristemente, era la primera vez que Mikel le de-
cía que lo amaba, y por primera vez sentía tal peso en el pecho, que
no era capaz de contestar a lo que en otra ocasión lo hubiera hecho
feliz.
—Vamos… nos están esperando abajo —dijo tirando de su
mano para bajar, Mikel no comentó nada mientras bajaban las esca-
leras; en el primer piso, Harry hablaba con un par de aurores, con
alivio notaron que al parecer eran los últimos que quedaban, y el
que Harry suspirara profundamente cuando se marcharon, les con-
firmó su teoría.
—Pensé que nunca se irían —les dijo Harry mientras cami-
naba hacia la cocina.
—Ninguno de ellos es como tú, ellos son malos —comentó
Gael mientras entraban a la cocina.
—Ron y Hermione, Gael y Mikel —dijo Harry agitando las
manos para la presentación tan poco formal, los cuatro asintieron y
mascullaron un simple «hola» mientras Gael y Mikel se acomoda-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

ban ya en los lugares vacíos, y Hermione empezaba a preparar café,


levitando tazas y agua caliente por todos lados.
Gael se sentó en una de las esquinas de la mesa mientras to-
maba con ambas manos su taza caliente, y se perdía en sus pensa-
mientos, sin prestar demasiada atención a lo que pasaba, sintiéndose
como si estuviera en una realidad alterna. Una horrible, lóbrega y
mortuoria realidad alterna.
—Los aurores se han ido —informó Harry luego de un rato
de silencio, todos parecían de pronto muy incómodos por estar allí.
Harry miró hacia el techo, como si así pudiera ver a través de el y
adivinar qué era lo que Draco estaba haciendo que no bajaba.
—Creo que se ha encerrado en su habitación —mascullo
Mikel.
—Sí, lo sé… —Harry ya lo suponía, esa era la forma de reac-
cionar de Draco, encerrarse, no dejar que nadie lo viera…
—¿Y ahora?
—Ahora —suspiró Harry hacia Hermione que era la que ha-
bía hablado—, no lo sé.
—Lo primero es deshacernos de los periodistas, no pueden
seguir aquí, están llamando mucho la atención, y a los aurores al pa-
recer, no les ha importado mucho eso —opinó Mikel.
—No creo que les interese en lo más mínimo… después de
esta tarde, creo que ya no seré más un compañero suyo.
—Harry… —suspiró Hermione, su mirada cambió a una un
poco más decidida—. ¿Ellos han dicho…?
—Les dije que Draco era mi novio —informó rápidamente
Harry. Ethan, Giles, Matías y Mikel levantaron la mirada, sorpren-
didos.
—¿Lo hiciste? —preguntó asombrado Ron.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ajá —asintió Harry, mirándolo retadoramente, Ron se


sonrojó un poco—, era ridículo que pretendiera seguir guardando
eso en secreto, más ahora que han atacado la casa.
—Vaya —suspiró Matías—, te expulsaran por eso.
—Seguramente… pero no quiero darle más vueltas al asunto
por ahora, no es lo más importante en este momento.
—Tienes razón —apoyó Hermione, pasando a su lado y
dándole una palmada en el hombro, Harry le dio una mirada agra-
decida, y ella sonrió tímidamente, sentándose al lado de Ron—. En-
tonces, primero debemos librarnos de los periodistas.
—¿Los hechizamos?— preguntó Ethan hacia ella, que frun-
ció el ceño y negó.
—No sería mala idea —apoyó a pesar de todo Ron.
—Un comunicado sería mejor —resolvió Mikel.
—Así es —secundó Hermione—, hay que darles algo por es-
crito, y ya con eso se marcharán.
—No estoy de ánimos para escribir nada, muchachos —
comentó Harry, prendiendo el primer cigarro de la tarde, y sería
una muy larga.
—Yo lo haré, no es tan difícil —dijo Hermione.

–|– 

Poco tiempo después, una lechuza tocó la ventana, haciendo


que todos se sobresaltaran por el ruido; Gael había saltado y casi
volcado su café, y Tyrone se había apretado entre Matías y Giles,
Harry sólo negó con la cabeza.
—Lo siento, es del Ministerio, insisten en que vaya…
—Deberías hacerlo, Harry —aconsejó Mikel, ganándole la
palabra a Hermione, que le dio una mirada extrañada.
Harry suspiró leyendo la nota.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

—Sí… pueden arrestarme, y es lo menos que Draco necesita


ahora…
—Nosotros terminaremos esto, y cuando regreses se lo po-
dremos entregar a los periodistas —comentó Ethan, que se había
sentado al lado de Hermione, y miraba atentamente lo que ella es-
cribía.
—De acuerdo… subiré un momento a ver a Draco y luego
iré al Ministerio —informó a sus amigos mientras se ponía en pie,
se sentía agotado, pero aún no podía pensar siquiera en descansar.
Subió con rapidez los escalones hasta el segundo piso, y se
alegró de al menos no encontrar la puerta sellada. Entró con pasos
lentos a la habitación, y encontró a Draco apoyado contra la pared,
con las lágrimas secas sobre las mejillas heladas, y durmiendo con la
cabeza inclinada hacia un lado.
—Draco… —llamó mientras lo agitaba un poco de los hom-
bros, la respuesta fue un pequeño quejido—. Sí, mejor es que des-
canses —dijo aún sabiendo que él no le escuchaba realmente, y le-
vitándolo hacia la cama, el que Draco no se despertara ni siquiera
un poco, lo hizo suponer que realmente sí estaba muy cansado.
Luego de decirle a sus amigos que tanto Draco, como Lucka
y Erin estaban durmiendo arriba, se fue al Ministerio; supo que to-
dos ya sabían lo que había pasado por la forma en que la mayoría se
apartaba de su camino, por como cuchicheaban y lo señalaban. Y él
que había creído que esa etapa de su vida ya había terminado…
En la entrada al piso de aurores, lo alcanzó Ruth, una de las
asistentes del jefe de aurores, que le indicó que el jefe Gutmann lo
esperaba en la oficina del Ministro.
—Genial —masculló Harry regresando al ascensor.
En la oficina del Ministerio estaban, tal como había esperado,
su jefe, Gutmann, junto con Kingsley, además de Bernd Wobkee, el
auror Prior en jefe, Antonio Sylvest, el auror Adalid en jefe, y por

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

supuesto, Nick Krauz, el feje de todo el departamento de aurores.


«Sí, definitivamente será una reunión interesante», pensó Harry
mientras entraba a la oficina, todos lo miraban imperturbablemen-
te.
—Harry —saludó Kingsley poniéndose en pie y dándole la
mano, los otros jefes no lo hicieron, apenas y le dieron una mirada
mientras se acomodaba en una de las sillas que había aparecido—.
¿Cómo estás?
—¿Cómo podría estarlo? Acaban de atacar mi casa y a mis
amigos.
—Sobre ese asunto, Potter —inició Krauz, el jefe de los au-
rores—, estamos muy consternados por tu declaración frente a los
demás aurores, estoy seguro de que se trata de un mal entendido, y
que espero, nos puedas aclarar.
Harry vio de reojo como Kingsley se sentaba tras su escrito-
rio y fijaba su mirada en él, de pronto el temor y la vergüenza vol-
vieron a él, incluso se sonrojó. Una cosa era admitirlo delante de
prácticamente extraños, pero de Kingsley, con quien había peleado
en la guerra, el que había sido amigo de Remus y de Sirius…
—¿Qué es exactamente lo que quiere que le aclare? —pre-
guntó a pesar de todo.
—Según nos dicen, Draco Malfoy está viviendo en su casa.
—Así es.
—Y tiene montada allí una fábrica.
—También es cierto.
—Y por alguna extraña razón, usted dio a entender que su
relación con Draco Malfoy es más… íntima que la que se tiene con
un simple inquilino, o incluso con un amigo.
Harry levantó una ceja, mirando hacia el hombre y tomando
una pequeña bocanada de aire, como dándose impulso.
—¿Usted quiere saber si Draco es mi novio?

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

—¡Novio! —bufó Sylvest.


—Novio —repitió Harry—; o sea mi pareja, con quien vi-
vo… a quien quiero.
Escuchó a Kingsley removerse en su sitio, y a Wobkee mas-
cullar algo incomprensible mientras Krauz, negaba con la cabeza.
—No juegue con nosotros, ¿lo es o no lo es?
—Lo es —admitió finalmente, cruzándose de brazos y mi-
rándolos de manera desafiante.
—¿Novio? —exclamó entonces Kingsley llamando su aten-
ción—. ¿Un hombre? Eso es…
—Inaudito —completó Sylvest—. Según el reglamento…
—El reglamento no dice que no puedo ser gay.
—¿Lo eres? ¿Lo admites acaso? —preguntó Sylvest pare-
ciendo más alterado.
—Pues… he dicho ya que Draco es mi pareja, creo que eso
me convierte en gay.
—No seas insolente.
—No lo soy, sólo respondo, señor— replicó Harry.
—Bien… hay que calmarse aquí, estoy seguro de que esto
tiene solución. Harry tiene razón después de todo, no es un impe-
dimento que sea gay para ser auror.
—Pero va contra las normas de buen comportamiento,
Kingsley —argumentó Sylvest—; contra todo lo que la sociedad in-
dica y promueve.
—Los aurores no aceptan… homosexuales entre sus filas —
intervino Wobkee.
—Y no empezarán ahora porque el niño quiere serlo —com-
pletó Krauz.
—No soy un niño, señor, y no me insulte; además, no es al-
go que yo decidiera ser, es algo que soy y punto, y no estoy aquí pa-
ra rogarle a los aurores que me dejen formar parte de sus filas.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Harry… —Kingsley se puso en pie rápidamente, y se diri-


gió hacia los otros hombres—. Tal vez sea mejor que yo hable con
él primero, a solas, y que luego…
—No cambiaré de opinión —protestó Harry mirando recién
a la cara a Kingsley, parecía decepcionado.
—De acuerdo —suspiró Krauz—; tenemos un trato para ti
—dijo tuteándolo por primera vez—, para no poner más nerviosa a
la comunidad mágica, y por el bien de todos, simplemente tienes
que negarlo, podemos hablar con los aurores que estuvieron en tu
casa esta tarde, y obligarlos a guardar silencio, no tiene nada de ile-
gal que le alquiles un lugar a Malfoy para que trabaje, al contrario,
es una buena acción, y dirás lo enojado que estás por los ataques,
pero negarás saber que Malfoy era gay, o cualquier otra cosa, y por
supuesto que le pedirás que se vaya de tu casa, creo que con eso po-
demos contrarrestar el efecto negativo… aunque la noticia ya se ha
filtrado, podemos contener esto y…
—No —interrumpió Harry—. No negaré a Draco.
—No es una opción, Potter —protestó Sylvest—; es la forma
como salvaremos tu pellejo de todo este embrollo, con algo de
suerte, en unos meses nadie lo recordará, y todo habrá quedado en
calma.
—¿Y qué hay de los ataques?
—Ya tenemos un equipo en eso.
—¿Cómo cuando hace tres años atacaban las casas de los
gays, los envenenaban y golpeaban? ¿Allí también tenían a alguien
encargándose?
—Eso era diferente, casos aislados que…
—No es cierto y lo saben, ¿quieren que la gente piense que
las cosas están bien?, ¿qué no se den cuenta hasta que sea muy tar-
de? Por si no se han dado cuenta, hay un grupo que está atacando a
otros magos y brujas sólo por su condición sexual, nos discriminan

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

y cazan como a animales, una amiga mía murió esta tarde por eso, y
estoy seguro de que morirán más, mientras ustedes se quedan sen-
tados aquí, de brazos cruzados, pretendiendo que no pasa nada, tal
como hicieron cuando Voldemort resurgió.
—No te atrevas a comparar esto con el intento de un mago
tenebroso por hacerse del poder…
—Magos matando a sangre muggles, sólo por serlo, y magos
matando otros magos simplemente por ser homosexuales, explí-
queme cuál es la diferencia, jefe Krauz, porque yo no la encuentro.
—Aquí no hay ningún mago tratando de hacerse del poder.
—¿Están seguros?
—Si es que sabes algo…
—Se los diré para que lo ignoren, como ignoran todo lo de-
más que está pasando —dijo Harry poniéndose en pie.
—Potter, siéntate, que aún no hemos terminado —le re-
prendió el jefe Krauz.
—Yo ya terminé, señor, vine a presentar mi renuncia, de aho-
ra en adelante no quiero formar parte de este departamento, ni te-
ner nada que ver con los aurores o el Ministerio.
—No puedes…
—Sí, sí puedo —dijo sacando de uno de los bolsillos la pe-
queña placa que lo acreditaba como auror, y poniéndola sobre el es-
critorio de Kingsley—; soy gay, muchos de mis amigos lo son, y
Draco es mi pareja, y no pienso negarlo ante nadie, ya no más, y si
el reglamento me lo prohíbe, pues es obvio que no debo estar aquí.
El silencio se hizo durante un instante antes de que Kingsley
carraspeara suavemente.
—¿En serio piensas dejarlo todo por él?
—Sí.
El hombre asintió suavemente mientras fruncía los labios.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ya han escuchado, señores, creo que no queda nada más


que decir —concluyó Kingsley hacia los jefes.
—No, aparentemente estábamos muy equivocado contigo —
dijo el jefe Krauz sobre el ruido de los demás levantándose—; te-
nías futuro, muchacho, y lo estás arruinando todo.
Harry no contestó, le devolvió una mirada desafiante mien-
tras todos salían del despacho, hasta que se quedaron solos Kingsley
y él, y la incomodidad se incrementó.
—Hace años… cuando viniste a esta oficina a pedir por los
Malfoy…
—No —negó rápidamente Harry—; no tenía nada con Dra-
co en ese entonces… ni siquiera éramos amigos, no mentí ni traté
de salvarlo, dije lo que era cierto.
—Bien, te creo, por supuesto, pero ellos tienen razón, sé que
tú y yo no somos muy cercanos ni nada pero, permíteme que te
pregunte, ¿en verdad lo vale?; todo esto, lo que pasará ahora, el ad-
mitir algo así arruinará tu imagen, creo que de por vida…
—No quiero ocultarme más… no sólo es Draco, soy yo, es-
toy cansado de engañar a todo el mundo, de pretender ser algo que
no soy.
—No te mentiré, no te puedo entender, no creo poder ha-
cerlo nunca.
—Y yo no te pido que lo hagas, que nadie lo haga, pero sí
que respeten lo que soy, lo que yo hago no daña a nadie, es única-
mente mi problema, mío, de nadie más.
—Aún así, no lo puedo entender, y no lo puedo aceptar.
—Lo siento… Debo irme, me esperan en casa.
—Claro… Suerte —dijo finalmente el hombre, dejándose
caer en su silla y girándose completamente; Harry negó con la ca-
beza y salió en silencio de la oficina, mientras un pequeño dolor de
cabeza comenzaba a golpear en sus sientes. Se sorprendió bastante

148
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[3] El ataque de la MACH

cuando en el pasillo encontró a un hombre alto y delgado, vestido


con una túnica del Wizengamot, apoyado contra la pared, con los
brazos cruzados y sonriéndole.

149
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

4
El Auror y el Fabricante de Pociones

A la mierda con // el armario y el diván


y si hay que luchar, // luchar es educar,
que en asuntos del corazón // no hay regla de dos.
Que somos distintos, somos iguales // no más guetos, alza la voz.
Canción: “El Que Quiera Entender Que Entienda”
Mago de Oz, banda española de rock

Londres, sábado 24 de octubre de 2003

D
raco abrió los ojos con lentitud, sintiéndose cansado
y adolorido; se estiró un poco, percibiendo la suavi-
dad de las sábanas bajo su cuerpo, y por un instante
pensó en si era que acaso ya faltaba poco tiempo para que Harry re-
gresara, pero entonces recordó: Harry ya estaba allí, había vuelto
antes… aunque no había podido hablar mucho con él… porque los
habían atacado… porque Jocelyn había muerto.
Se puso en pie de un salto, sus piernas temblaron un poco
por el cansancio, pero aún así no quiso volver a la cama. Miró alre-
dedor; un par de antorchas iluminaban su habitación un poco, afue-
ra, el cielo estaba completamente oscuro, y ya no se podía oír las
voces o gritos de los periodistas, todo parecía en extraña calma;
aunque él no recordaba haber llegado a su cama, ni haberse metido
150
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

bajo las sábanas. Tal vez Harry lo había hecho, pero… ¿Dónde esta-
ban todos ahora? ¿Cuánto tiempo había estado durmiendo?
En busca de respuestas salió caminando por el pasillo, lo
primero que hizo fue verificar que Erin siguiera durmiendo, y sí, la
chica no parecía haberse movido de la cama, cerró la puerta despa-
cio antes de caminar hacia el primer piso; la casa permanecía com-
pletamente a oscuras, y no se animó a encender ninguna de las an-
torchas, le dio una mirada descuidada al cuadro que conectaba hacia
las mazmorras, completamente destrozado, recordó que las maz-
morras estaban ahora destruidas también… y entonces escuchó el
sonido de voces en la cocina, seguramente sus amigos estaban allí,
aunque le pareció escuchar también la voz de una mujer, pero no se
imaginaba quién podía ser.
En cuanto abrió la puerta, se quedó quieto bajo el marco,
mirando la cantidad de papeles sobre la mesa, y a Weasley y Granger
a un lado, la chica escribiendo frenéticamente mientras Mikel, Gi-
les, Ethan, Tyrone y Matías hablaban suavemente; en la otra esqui-
na, apartado de todos ellos, estaba Gael, con una taza delante y mi-
rando sin parecer prestar mucha atención, fue él quien se dio cuen-
ta de su presencia.
—Draco —llamó suavemente, sin el habitual tono alegre que
le caracterizaba siempre, todos se quedaron en silencio y lo mira-
ron, incluso Weasley y Granger, aunque estos dos parecían un tanto
más cautelosos.
—¿Cómo estás, Tyrone? —preguntó hacia su amigo aún sin
decidirse a entrar del todo.
—No pudieron conmigo… sólo me aturdieron, cuando des-
perté, ya estaba en San Mungo, me dieron unas cuantas pociones y
Mikel y Gael me trajeron de vuelta.
—¿No deberías estar descansando?

151
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—No podría, no después de todo esto —Tyrone emitió un


pequeño gruñido, y se removió un poco en su asiento—. Estoy
bien, en serio Draco, más tarde podré descansar.
—¿Y dónde está Harry? —preguntó entrando finalmente a la
cocina, con mirada altiva y buscando el lugar más alejado de Gran-
ger y Weasley, que era junto a Gael. Rápidamente el chico se recostó
contra él y dejó descansar su cabeza sobre el hombro de Draco. Él
ya estaba acostumbrado a que Gael fuera de esa manera con él, así
que no se asombró, simplemente le dio una palmadita en la pierna,
tratando de reconfortarlo.
Levantó la vista hacia los demás; Mikel frunció el ceño lige-
ramente mientras Weasley y Granger le dieron una mirada extraña-
da antes de continuar escribiendo lo que fuera que estuvieran escri-
biendo.
—No es justo —suspiró Gael, y Draco pensó que en cual-
quier momento rompería a llorar, y no quería que lo hiciera porque
él no estaba seguro de poder contenerse ante eso.
—Lo sé… —le pudo decir en susurro ahogado, Gael se abra-
zó un poco más a él y asintió lentamente.
Mikel carraspeó un poco, llamando su atención, aunque
Gael no se movió.
—Harry ha ido al Ministerio, hace poco más de una hora lle-
gó una lechuza dejándole un mensaje de que tenía que presentarse,
y que lo estaban esperando, no tuvo otra opción; al parecer, pueden
hacerlo ir a la fuerza o algo así, en caso de que no quiera ir por vo-
luntad propia.
—Según el reglamento de aurores, si no asistes cuando te ci-
tan a una reunión, te pueden detener por desacato —recitó Her-
mione sin mirarlo y sin dejar de escribir, pudo ver cómo sus blancas
manos, manchadas con algo de tinta azul, se movían a una gran ve-
locidad.

152
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Por qué no me despertaron? —preguntó hacia Mikel


nuevamente, no se le apetecía empezar a intercambiar comentarios
con Granger, ni con Weasley, menos sin saber qué era lo que había
sucedido.
—Subió a verte y dijo que dormías, y nos pidió que te deja-
semos tranquilo por el momento —explicó Ethan.
—¿Lucka?
—Arriba, también durmiendo, pero está bien, sólo necesita
descanso, preferimos traerlo aquí, es más seguro… —contestó Mi-
kel.
—¿Seguro?
Gael se removió un poco y negó con la cabeza.
—Han atacado muchos sitios, el invernadero donde trabajan
Jocelyn y Erin, la clínica, la fábrica donde Lucka trabaja… demasia-
dos sitios —Draco lo sintió temblar nuevamente, y pasó un brazo
por sus hombros, abrazándolo un poco más, mientras miraba a los
demás interrogantemente.
—Al parecer, ha sido un ataque en progresión, en un inicio
se pensaba que sólo eran doce, pero eran más, esta vez no han ata-
cado a los homosexuales, sino sus trabajos, amenazándolos con lo
que les puede pasar si siguen manteniéndolos en sus empleos —
informó Granger nuevamente.
Draco frunció el ceño y los miró enojado, ¿por qué demo-
nios ellos tenían que estar allí en primer lugar?
—¿Qué hacen aquí? —les preguntó mordazmente, arras-
trando las palabras como no lo hacía desde mucho tiempo atrás, in-
cluso Gael dio un pequeño respingo, y se apartó de él para mirarlo
confundido.
—Ayudar —contestó secamente Ron, era la primera vez que
hablaba, Hermione negó con la cabeza.

153
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Estamos ayudando a redactar la nota de prensa que man-


daremos a los periódicos, revistas y radios, para que los periodistas
por fin se larguen y dejen de molestar.
—¿Siguen aquí? —preguntó extrañado, no los escuchaba,
pensó que se habían marchado.
—Sí, una gran cantidad, son unos latosos —comentó Giles
mientras encendía un cigarro, ofreció la cajetilla a los demás po-
niéndola en el centro de la mesa, todos, excepto Granger y Weasley
encendieron uno también—; por suerte, Harry sabe insonorizar la
casa, porque sus gritos nos tenían hasta las narices —continuó.
—¿Han sabido algo más? —preguntó Draco, pensando en
qué era lo que podría estar pasando con Harry ahora, después de
todo, no habían aclarado para nada el tema de la confesión ante sus
compañeros. Esperaba que al menos sus amigos hubieran servido
para hacerlo entrar en razón.
—Los aurores ya les avisaron a… —Gael apartó la mirada y
apretó los labios un poco, Draco no necesitó más palabras.
—Oh… ¿Los has visto?
—No, aún no, pero pensaba ir luego de que Harry llegara…
—Todos iremos —dijo Mikel—, pero debemos ver primero
a Erin, aún no ha despertado, espero que cuando lo haga esté más
tranquila.
—Jocelyn dijo que sus padres conocían a Erin —murmuró
Matías.
El silencio se hizo entre ellos, apenas se escuchaba el suave
rasgueo de la pluma de Granger sobre el pergamino, mientras todos
continuaban fumando en silencio.
—Creo que ya está listo —dijo la chica después de un rato,
levantando el pergamino con orgullo—. En cuanto Harry llegue,
podrá darle su visto bueno y lo mandaremos.

154
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco quiso preguntar qué era lo que decía aquel comunica-


do, y sobre todo, qué era lo que Harry les había dicho que haría,
pero el orgullo le ganaba, y no se atrevió a hacerlo.
—Está vez no se saldrán con la suya —dijo Ethan con voz
molesta—, no los dejaremos pasar, como en el pasado.
—¿Qué?
—También atacaron su bufete —explicó Mikel hacia Dra-
co—, al parecer esta vez sí han dejado en claro que no piensan dar
tregua, la amenaza ha quedado explícita, si un lugar contrata homo-
sexuales, será atacado.
—¿Pretenden iniciar una guerra? —jadeó Draco.
—Pero no los dejaremos, por supuesto que no —respondió
la voz de un hombre desde la puerta, todos se sobresaltaron y gira-
ron para ver a un hombre de unos cuarenta años, apuesto, alto y
delgado, con la túnica color guinda del Wizengamot, el cabello cas-
taño estaba peinado hacia atrás, sujeto sobre la nuca, y sus ojos cas-
taños brillaban asaz.
Draco tardó apenas un instante en recordarlo: Aarón Bonac-
cord, era el hombre que había estado presente durante su juicio, el
que le había dicho a los aurores que no lo golpearan, uno de los que
lo había defendido. Detrás de él apareció Harry, luciendo un poco
pálido y cansado.
—¿SeñorBonaccord? —preguntó Hermione mientras se po-
nía en pie, Draco frunció ligeramente el ceño.
—Señorita Granger, que gusto encontrarla aquí, pese a las te-
rribles circunstancias…
—Chicos, él es el Aarón Bonaccord, miembro de Wizenga-
mot, desea hablar con nosotros —explicó Harry señalándole un si-
tio vacío a un lado de la mesa para que se pudiera sentar, y cami-
nando hasta sentarse al lado de Draco.

155
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

Aarón se sentó con bastante elegancia entre Matías y Giles, y


sonrío hacia los demás.
—Hola muchachos, primero quiero decirles que lamento
mucho todo lo que ha pasado, Harry me ha puesto al corriente de
algunas cosas, es una pena que la joven Jocelyn haya tenido que pa-
gar las consecuencias de un grupo intolerante como ese...
—Hey, ¿cómo estás?, pensé que aún dormirías —susurró
Harry hacia Draco, tomando una de sus manos bajo la mesa, se sen-
tía fría, todo Draco se sentía frío y pesado.
—Desperté hace poco… ¿Qué hace él aquí?
—Me alegra que lo preguntes, tengo alguna información que
les podría ayudar, y supongo que ustedes también tienen algo de in-
formación que me podría servir; por cierto, Draco, no es el mo-
mento, pero déjame decirte que he seguido tu historia desde que
dejaste el Wizengamot esa tarde, en tu juicio, y me alegra mucho
que hayas dejado en claro que Pierre Colburn se equivocaba de ca-
bo a rabo contigo, sabía que encerrarte no era la solución.
—Gracias —masculló Draco a pesar de todo, Gael se volvió a
recostar sobre él, y todos se quedaron en silencio un instante más,
expectantes a lo que el hombre les tenía que decir.
—El primer paso, es una declaración a los medios, para que
dejen la casa en paz.
—Ya la tenemos —intervino rápidamente Hermione, po-
niéndose en pie y dándole una de las copias, otra se la entregó a Ha-
rry, que la dejó sobre la mesa, sin mirarla realmente, atento a lo que
pasaría ahora.
—Esto está muy bien, sin embargo falta la parte de Draco, es
él a quien han agredido, su negocio al que han atacado y casi arrui-
nado —opinó el hombre luego de darle una rápida leída al docu-
mento.
—¿Yo?

156
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Claro, eres el novio de Harry, viven juntos, es su casa, la


de ambos, la que ha sido atacada.
—Pero…
—Yo lo puedo arreglar —interrumpió Hermione mientras
jalaba un nuevo pergamino en blanco y comenzaba a escribir—. No
tardaré mucho.
Draco le dio una mirada molesta a ella, y luego otra a Harry,
que simplemente se encogió de hombros mientras el hombre mira-
ba todo con entusiasmo.
—Ya le comenté a Harry esto, y creo que es justo que ustedes
también lo sepan, soy gay —Ron emitió un pequeño jadeo y Matías
y Tyrone voltearon a mirar al pelirrojo con reproche—, y tengo una
pareja, desde hace varios años, él trabaja también en el Ministerio,
en asuntos legales, Hermione, tú lo debes conocer, en fin… el tema
es que durante años he estado viendo la forma de hacer que las le-
yes cambien, que se diga que no pueden discriminar a uno por su
elección sexual, así como no lo pueden discriminar por su forma de
pensar, por su color, sexo o estado de sangre; sin embargo, nunca
habíamos recibido el apoyo suficiente, había mucho temor al recha-
zo, y con los ataques que surgieron hace algunos años atrás, varios
más se desanimaron, pero ahora creo que tenemos una oportunidad
para hacer que nos escuchen.
—¿Piensa usar a Harry para que le aprueben la dichosa ley?
—preguntó Draco con tono defensivo.
—Draco… —masculló Harry presionando su mano una vez
más.
—Sé que suena así, pero no es del todo cierto, pienso que
nos podemos ayudar mutuamente, la MACH, así como la discri-
minación de la que somos objeto, es algo que nos afecta a todos, y
debemos usar todo lo que tengamos a mano para que se termine, yo
no hubiera logrado formar parte del Wizengamot si es que ellos

157
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

hubieran sabido de mí y de Boris, mi pareja, así como él tampoco


hubiera podido mantener su puesto en el Ministerio, de la misma
manera como Harry nunca hubiera podido ser auror, o cualquiera
de ustedes hubiera podido mantener su puesto o su carrera, si es
que sus jefes hubieran sabido acerca de sus preferencias sexuales.
Todos asintieron convencidos mientras Hermione repasaba
la nota de prensa una y otra vez; no pararon hasta que Bonaccord
estuvo satisfecho con el resultado.
Mientras tanto Draco, parecía todavía un poco tenso, pese a
las caricias de Harry bajo la mesa, y Gael que no se movió de su si-
tio, hasta que finalmente decidieron que Ron y Hermione serían
los encargados de salir y hablar con la prensa, repartiendo los co-
municados que Draco ni siquiera se había esmerado por leer o en-
tender, se sentía aturdido y perdido en toda la situación.
Erin despertó una hora después, cuando Bonaccord ya se ha-
bía ido a casa con la promesa de reunirse al día siguiente en la no-
che nuevamente, para empezar a buscar las pistas que relacionaran a
la MACH con los ataques, necesitaban más que los rumores que
circulaban acerca de que Tony la lideraba, y que Draco lo había es-
cuchado nombrar durante el ataque.
Calmar a Erin fue una ardua tarea; finalmente tuvieron que
darle una dosis más de la poción para dormir, y luego de mucho ra-
to, la chica se volvió a quedar dormida en medio de sollozos ahoga-
dos mientras Gael y Draco la consolaban.
Harry se encargó de acompañar a sus amigos a casa, para po-
der incrementar los hechizos de seguridad y que estuvieran a salvo;
Lucka y Ethan se quedarían en Grimmauld Place, puesto que no
quería aún mover a Lucka, que parecía no estar dispuesto a desper-
tar, y Ethan no lo quería dejar solo.
Era ya medianoche cuando Draco por fin volvió a su habita-
ción, en una de las manos traía el borrador del comunicado que ha-

158
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

bía redactado Granger y que él no había querido leer, asintiendo


nada más a cualquier cosa que la chica o Bonaccord proponían.
Se metió en la ducha y el agua caliente hizo que sus múscu-
los se relajaran un poco, y el cansancio le cayó encima rápidamente,
Harry llegó un rato después, cuando él ya se estaba poniendo el pi-
jama.
—Pensé que te encontraría dormido —dijo Harry con voz
suave mientras se acercaba y le daba un beso en los labios, beso que
Draco no correspondió con el entusiasmo habitual.
—Ya casi —respondió Draco, metiéndose en la cama y abri-
gándose mientras escuchaba la ducha abrirse, trató de dormir, pero
pese al cansancio, le era imposible, tenía demasiadas cosas en la ca-
beza como para hacerlo. Cuando Harry volvió a la habitación, lo
encontró todavía despierto.
—¿Quieres que te traiga alguna poción para dormir?
—No, eso sólo me dejará atontado durante todo el día, y
prefiero estar lúcido —al día siguiente irían a ver a los padres de Jo-
celyn, puesto que había sido imposible hacerlo durante esa noche.
Harry se metió en la cama, y rápidamente se abrazó a Draco,
pero pronto sintió la tensión en el cuerpo del chico y suspiró pro-
fundamente.
—¿Quieres que hablemos?
—Supongo…
—¿Prefieres dormir?
—Me da igual… Podemos hacer lo que quieras —respondió
Draco mucho más agresivamente de lo que había pensado.
—¿Por qué estás tan enfadado? —preguntó Harry, apartán-
dose de él un poco para poder verlo a la cara, podía, aún en la pe-
numbra, ver su rostro tenso y sus labios crispados.
—No lo sé —admitió Draco. Y en parte era verdad, se sentía
frustrado y molesto, pero le era imposible ponerlo en palabras—.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

No tengo idea de cómo se supone que me debo sentir después de


todo esto.
—Ha sido duro, lo sé —dijo Harry sentándose mejor entre
las almohadas y girándose para ver a Draco, que aún permanecía en
la misma posición—, y la pérdida de Jocelyn es algo que no te diré
que superarás u olvidarás… porque sé que no lo harás, porque ya sé
lo que es perder amigos, y de verdad que no los olvidas, no debes
hacerlo, ellos no esperan que lo hagas, sólo que aprendas a vivir por
ellos… —Harry acarició la mejilla de Draco, que cerró los ojos y
suspiró, aunque no pareció relajarse mucho.
—Yo también he perdido gente, Harry, los malos también
mueren y sienten.
—De acuerdo —resopló Harry apartando su mano de Draco,
que abrió los ojos asombrado por el tono y la forma como Harry
había respondido.
—¿Qué?
—No pelearé contigo, comprendo que debes descargar ten-
siones y tirar toda esa rabia que tienes dentro; de verdad entiendo
cómo te sientes, pero no será conmigo con quien te la cobres, no
estoy de humor para que peleemos.
—Yo no quiero pelear contigo —rebatió rápidamente, aun-
que no estaba muy seguro de no querer pelear con él—. Sólo te di-
go que sí sé lo que se siente el perder a alguien, y de una manera tan
injusta como esta. No me subestimes, no soy tan débil como crees
que puedo ser.
Harry le dio una mirada más, y luego asintió lentamente.
—Escucha… renuncié al Cuerpo de Aurores.
—¿Les dijiste…?
—¿Que soy gay? ¿Que somos pareja y vivimos juntos?
—Ajá…

160
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Claro que se los dije. Pero eso no fue lo que me llevó a re-
nunciar.
—No debiste hacerlo, no lo habíamos discutido siquiera.
—No había mucho que discutir, o mejor dicho, no había na-
da que discutir, ya lo tenía claro de todas maneras; además, el tema
gay también era un impedimento, ya escuchaste que se lo dije a mi
jefe esta tarde.
—Pero eso se podía arreglar, es decir, por ser gay no te po-
drán botar si tú…
—Ya está hecho, Draco, déjalo.
—No… aún puedes retractarte, firmar algún acuerdo…
¿firmaste una carta de renuncia?
—Entregué la placa —contestó Harry fríamente—, y creo
que debo dejarte algo en claro, esto que hice, no es por ti, no tiene
nada que ver contigo.
—¿Nada que ver conmigo?
—Bueno, casi nada, tú no tienes que ver en mi decisión, no
de la manera en que crees, no es que me sienta obligado a admitirlo
porque tú estás aquí, es por mí… sólo por mí, ¿de acuerdo?
—Yo nunca dije que tuviera algo que ver conmigo —reclamó
Draco, poniéndose en pie y buscando de entre los cajones de la me-
sa de noche, el paquete de cigarrillos que tenía siempre allí, por si
era que le apetecía fumar de noche.
—Yo no he dicho eso —suspiró Harry, le dio una mirada de
reojo al reloj de la mesa de noche: ya pasaban de la una de la maña-
na, al parecer no dormirían mucho, después de todo—, pero no
quiero que lo pienses de esa manera, es decir, que creas que algo en
ti me está obligando a…
—Es obvio que yo no te puedo obligar a nada —interrumpió
Draco, abriendo las cortinas de la habitación, Harry y él siempre
habían pensado en que sería buena idea construir un pequeño bal-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

cón para sentarse a leer y conversar en las noches más calurosas,


ahora más que nunca le apetecía haberlo construido para poder me-
terse allí y alejarse de él.
—¿Qué se supone que quiere decir eso? —Harry le quitó el
paquete de cigarros y encendió un cigarro también mientras Draco
abría las ventanas, el aire helado entró rápidamente, haciéndolos es-
tremecer.
—Nada, pensé que hablaríamos, que al menos continuaría-
mos con nuestra conversación antes de que te fueras al Ministerio a
renunciar, y no sólo eso, también conseguiste un político para que
nos ayude, y planeaste publicar una nota de prensa que dice que te
han atacado… de pronto me parece que todo pasó sin mí.
—Estabas dormido y…
—Ya… entonces no debo dormirme si es que no quiero per-
derme de las cosas que pasan alrededor.
—No seas ridículo.
—Ah, y soy ridículo, claro —bufó Draco, dando una boca-
nada muy profunda de humo mientras veía hacia el cielo oscuro y
frío, todo parecía indicar que al día siguiente llovería.
Harry suspiró profundamente, buscando la paciencia que ya
no le quedaba, y con un solo movimiento de su muñeca, hizo desa-
parecer el cigarro que apenas había fumado, antes de acercarse a
Draco, que estaba frente la ventana, mirando hacia afuera, parecía
tan ausente y lejano…
—Lo lamento —dijo, mientras con ambas manos sujetaba los
brazos de Draco y se pegaba a él, lo sintió tensarse un poco, pero no
lo apartó—, él ya me esperaba afuera de la oficina de Kingsley, a
quien por cierto le tuve que decir que era gay, y por lo que no me
sentí nada bien… —Harry hizo un pequeño silencio, apoyó su ca-
beza en el hombro de Draco, y éste se relajó un poco más, apoyan-
do finalmente su espalda en el cuerpo de Harry.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Parece sincero, y dispuesto a ayudarnos… y sí, es un polí-


tico, pero tal vez es lo que necesitamos, que alguien con autoridad
se ponga de parte de nosotros —continuó.
—Pienso que eres lo suficientemente famoso como para ha-
cer que la gente nos escuche, sin necesidad de recurrir a políticos.
—Pensé que te agradaría, él me contó… él estuvo en tu jui-
cio… se puso de tu lado cuando Colburn abogaba para que te con-
denasen…
—¿Te lo contó?
—Sí.
—No tenía porqué hacerlo, y de todas formas eso no tiene
nada que ver, están politizando todo el asunto cuando en realidad se
trata de un grupo de delincuentes, de asesinos que deben ser atra-
pados y encarcelados.
—Y lo serán, pero por asesinato, por destrucción de la pro-
piedad ajena, por vandalismo, pero no por discriminación, porque
no hay ninguna ley que diga que si atacas a alguien por ser homose-
xual, estás siendo discriminador.
—Eso no me interesa mucho, para serte honesto—admitió
Draco, moviendo la muñeca de la misma manera que Harry, y ha-
ciendo desaparecer el cigarro casi acabado—, sólo que quienes ha-
yan sido los que lastimaron a Jocelyn vayan a la cárcel, y que allí se
pudran.
—Y todos queremos eso, es la razón por lo que estamos tra-
bajando… para que podamos meterlos a todos en prisión… —
Harry sintió a Draco removerse un poco y suspiró con fuerza, pre-
sionando más sus brazos en torno a él—. Escucha, no quiero pelear,
es tarde, ambos estamos agotados y eso hace que no nos entenda-
mos… no deberíamos estar discutiendo ni analizando nada ahora…
—No… yo tampoco quiero pelear…estoy cansado —admitió
Draco.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Entonces vamos a la cama, mañana todavía tenemos mu-


cho que hacer, y ahora lo único que se me apetece es abrazarte y
descansar…
Draco agachó la mirada un momento, y finalmente asintió,
dejando que Harry lo tomara de una mano y lo llevara a la piltra.
Pronto ambos estaban nuevamente bajo las sábanas, Harry
aferrado a él, como cada vez que dormían juntos, podía sentir el
aliento tibio sobre su pecho a pesar de la tela del pijama, y era con-
ciente de las piernas de Harry enredadas entre las suyas.
—Mañana tendré que hablar con Andrómeda, y con los
Weasley, no creo que me adelante a lo que publiquen los diarios,
pero haré lo posible… —masculló Harry.
—Supongo que tus amigos pueden ir contigo, a darte, ya sa-
bes… apoyo moral —respondió Draco, dedicándose a acariciar con
un par de dedos la oscura cabellera.
—No, es algo que deberé hacer solo… Ron y Hermione…
ellos se han disculpado, ya sabes, por lo que pasó la última vez.
Draco puso los ojos en blanco, era obvio que ahora se habían
disculpado, con Harry, pero no con él, y no era un capricho, pero a
él también lo habían ofendido, y mucho, y dudaba que no creyeran
en el fondo que todo era culpa suya.
—Mañana temprano vendrán Mikel y Gael, iremos con Erin
a ver a los padres de Jocelyn, a ponernos a su disposición para ayu-
darlos en todo lo que podamos…
—Creo que podré alcanzarte allí… —Harry ya tenía los ojos
cerrados, y el cansancio lo estaba empujando más y más hacia el
sueño—. Te amo —dijo con un suspiro y dándole un suave beso en
el pecho.
—Y yo a ti, Harry.

–|– 

164
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

El amanecer llegó mucho más rápido de lo que hubiera


deseado, las cortinas abiertas dejaban ver el cielo aún oscuro, pero
ya a punto de dejar al sol salir; se removió un poco, sintiendo el
cuerpo de Harry todavía aferrado al suyo, y suspiró profundamente,
rememorando los hechos del día anterior y todo lo que tendrían
que hacer ese día.
Dio una mirada más a la cabellera oscura de Harry, que caía
sobre su pecho, y la acarició con lentitud antes de empujarlo un po-
co para despertarlo, pero Harry no despertó, simplemente se remo-
vió hacia un lado y se acomodó sobre la cama, mientras seguía
durmiendo.
Se puso en pie rápidamente y se dio una ducha caliente, en
sólo minutos ya estaba vestido y saliendo en silencio de la habita-
ción. Primero llegó hasta la habitación de Erin, la chica aún perma-
necía durmiendo, por la cantidad de poción que le había suminis-
trado, Draco calculaba que todavía le quedaba un par de horas más
de sueño.
La siguiente habitación fue la de Lucka, Ethan estaba abraza-
do al chico, y ambos dormían en la oscura habitación. No había po-
dido hablar con Lucka aún, ninguno había podido, nadie sabía en
realidad qué era lo que le había pasado, aunque estaba al tanto de las
torturas y castigos que había sufrido. ¿La razón?: todo un misterio
sin resolver todavía.
Disfrutó del silencio y la semi oscuridad de la casa, caminó
lentamente por el pasillo y por las escaleras, entró a las habitaciones
del primer piso, como constatando de que en verdad no había pasa-
do nada malo en ellas, dejó para el final las mazmorras y, aún algo
indeciso, se obligó a bajar las escaleras de piedra, rotas en varios es-
calones, todavía se podía respirar el terrible olor a quemado, mez-
clado con los olores de las pociones destruidas, definitivamente

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

aquello sería una gran pérdida, si es que no la ruina, tendría que


ponerse a escribir cartas de justificación para los pedidos que no en-
tregaría, y devolver adelantos.
Mientras caminaba entre lo que habían sido las mesas de tra-
bajo, iba mirando los calderos rotos, las cajas destrozadas; al final de
la habitación, la puerta cerrada de la pequeña parte destinada a la
simulación le llamó la atención, nadie había entrado allí.
Encontró que el caldero y los frascos de pociones con que
había estado trabajando días antes estaban intactos, así como su
cuaderno de notas, no pudo evitar sonreír, ese cuaderno tenía todos
los secretos y recetas nuevas, todas sus ideas. Lo tomó con manos
algo temblorosas antes de guardar todos los frascos en un pequeño
atado para luego, junto al cuaderno, hacerlo aparecer en uno de los
cajones de su habitación con Harry, un cajón de seguridad que tenía
para guardar cualquier cosa que se le apeteciera, eso había dicho
Harry cuando se había mudado allí.
Miró un poco más alrededor; rescató uno de sus libros de
cuentas, mojado y sucio, pero legible, e hizo un inventario mental
de las cosas que habían sido estropeadas y de las cosas que tendrían
que reemplazar, en caso claro, de que decidiera seguir con la fábri-
ca… Porque de qué le servía volver a montarla si luego podrían vol-
ver y destruirla nuevamente.
Llegó hasta la cocina, ansioso ya por una taza de café, la pri-
mera del día, y soltó un suave chillido cuando descubrió a alguien
más en la cocina, ya sentado, vistiendo como muggle y leyendo una
gran cantidad de pergaminos.
—Draco, ¿cómo has dormido?
—Señor Bonaccord, no sabía que llegaría temprano —res-
pondió Draco, decepcionado porque se había acabado su momento
de paz y soledad, y recordando que la noche anterior, Harry había

166
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

habilitado la chimenea no sólo para el hombre, sino para Mikel,


Gael, Matías y Ethan también.
—Llámame Aarón, por favor, puedo estar algo mayor, pero
eso de señor… como que me hace sentir viejo.
—¿Quiere que vaya por Harry?
—No, a decir verdad, esperaba poder platicar contigo un po-
co, anoche no parecías estar con ganas de hablar, ¿ya te sientes me-
jor?
—Pues…
—Traje algo de desayuno —comentó mientras agitaba la va-
rita y unas cuantas bolsas de papel marrón levitaban desde la mesa
de trabajo de la cocina a la mesa donde Bonaccord ya estaba senta-
do—; espero que te guste el café y las donas, traje muchas.
—Gracias —dijo Draco sacando las cosas y sentándose de-
lante del hombre, sujetando con ambas manos el vaso desechable
para calentarse un poco, y aspirando el agradable aroma del café re-
cién hecho.
—Supongo que Harry y tú deben haber hablado anoche un
poco, aunque con lo tarde que deben haberse ido a dormir…
—Algo, sí.
—Y entiendo tu resistencia a todo esto, pero Harry es un
gran chico, y está harto de todas las injusticias que ha visto… tú lo
conoces, él nunca toleró las injusticias, creo que por eso es quien es,
y yo sólo quiero ayudarlo, para que todo esto se acabe.
—Harry está decidido a apoyarlo, así que esta charla no tie-
nen ningún sentido en realidad —contestó Draco dejando final-
mente el vaso de café sobre la mesa, y empezando a sentirse un tan-
to incómodo por la forma en que el hombre hablaba de Harry, co-
mo si lo conociera de toda la vida o algo así.
—Sí, él lo está, pero también está pendiente de lo que tú di-
gas, de lo que tú decidas, me lo dejó en claro anoche, «si Draco está

167
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

de acuerdo» —suspiró—. Tu opinión significa mucho para él, y


quiero que sepas que tú también representas mucho para esto, to-
dos tus amigos, por supuesto, pero tú… eres todo un modelo.
—¿Modelo?
—¿Cuántas pociones tienes ya registradas?
—Catorce.
—Y con sólo veinte y tres años —dijo el hombre con una
sonrisa de orgullo—; terminaste la universidad matándote entre
trabajos muggles y vendiendo tus pociones… Pese a que el Ministe-
rio no te apoyó en ningún momento, a la forma en como te tratan
la mayoría de magos y brujas… ¿No lo ves? Todo lo que has conse-
guido… de lo que puedes ser capaz, es la clara muestra de lucha que
necesitamos.
—No pienso exponerme ante todo el mundo, no soy un ex-
perimento con resultados apropiados.
—Nadie ha dicho eso…
—¿Y entonces qué?
—Lo lamento… ya suponía que tendría problemas contigo, y
es una pena… necesitamos tanto a Harry para esto.
—¡Ya tienen a Harry!
—Sí, pero no sin ti, ya te lo dije, él buscará tu aprobación, y
el que tú no quieras participar…
—Él no es un muñeco que actúa de acuerdo a mis deseos, no
te confundas Aarón, él es capaz de tomar sus decisiones, así como
yo las mías.
—Boris actúa igual que tú —dijo entonces el hombre incli-
nándose un poco hacia adelante—, tiene miedo de exponerse… de
que las cosas no salgan bien.
—Yo no tengo miedo.
—Pero debes tener confianza, es lo mismo que le digo a él,
confianza en que nuestro proyecto saldrá bien, en que te converti-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

rás en un ícono en la historia mágica, tu nombre quedará grabado


en los libros, el tuyo, el de Harry y el de todos nosotros, porque por
fin revolucionamos todo lo arcaico de nuestra sociedad, porque le
dimos a la gente la libertad de vivir como mejor les plazca, con
quien les plazca, sin tener que temer por el qué dirán o por no ser
aceptados.
Draco suspiró profundamente, ahora comprendía porqué el
tipo era político, siempre buscaba la forma de convencer, escupía
discurso tras discurso sin descansar, y si antes le daba desconfianza,
ahora le caía incluso peor.
—No te pido una respuesta en este instante, sólo piensa un
poco más en ello, en lo bueno que sería para todos, en lo bueno que
sería para tu negocio…
Draco iba a contesta que no, que no le interesaba ser un
ícono de la sociedad ni de ninguna de esas tonterías, pero no tuvo
tiempo, el ruido de alguien queriendo entrar por la chimenea lo hi-
zo ponerse en pie, y sin decir nada salir hacia la sala; el rostro de
Granger aparecía entre las llamas verdes.
—Oh, hola, Malfoy… pensé que Harry estaría ya despierto
y…
—No, aún no lo está —interrumpió, y por un instante pensó
en marcharse también de allí, meterse en la cama con Harry y que-
darse junto a él por días, por meses, hasta que todo hubiera termi-
nado.
—¿Podrías… ya sabes, decirle que nos deje pasar?
—Esta también es mi casa, Granger —dijo arrastrando las pa-
labras y agitando la varita para desbloquear la red flú; pronto Gran-
ger y Weasley estaban de pie en la sala, mirándolo de manera confu-
sa. Draco no podía leer sus expresiones, pero sí sabía que no había
el odio y rencor que habían reflejado la vez en que los habían des-
cubierto juntos.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Hola, Malfoy —saludó Ron luego de un instante, Draco


sólo asintió con la cabeza suavemente, y se dio la vuelta para buscar
a Harry.
—Malfoy —llamó Hermione.
Draco puso los ojos en blanco y con un suspiro de exaspera-
ción se giró para verla, con una ceja levantada y la actitud más borde
de la que pudo hacer gala en ese momento.
—Nosotros sentimos mucho lo que pasó con tu amiga y…
—Hermione le dio una mirada a Ron, que asintió levemente; se
mordió el labio un instante, luciendo indecisa mientras Draco co-
menzaba a taconear en el suelo, realmente deseaba poderse largar
de todo eso—… lamentamos lo que pasó la última vez que nos vi-
mos… no es que ahora queramos ser tus amigos, no somos hipócri-
tas para eso, pero sí respetaremos que Harry y tú están juntos, y no
haremos comentarios desagradables sobre lo que existe entre uste-
des. Harry no necesita escuchar nuestras peleas, así que te ofrece-
mos la paz…
—¿Paz?
—No te metas con nosotros, y nosotros no nos meteremos
contigo —explicó Ron, su mirada definitivamente no era de paz.
—Claro, siempre he soñado con eso —respondió arrastrando
las palabras antes de darse la vuelta y salir, ya cuando casi llegaba a la
puerta, les dijo en voz más alta—: Bonaccord ya está en la cocina,
iré a ver a los demás.

–|– 

Pero cuando llegó a la habitación, su idea de meterse entre


las sábanas y abrazarse al cuerpo de Harry se quedó en solo eso: en
ganas; escuchó el sonido del agua caer y supo que Harry ya estaba
en la ducha. Pese a su desilusión, se dejó caer en la cama, aún estaba

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tibia y olía a Harry, eso le bastó por el momento, cerró los ojos sólo
por dejar de mirar el techo, y no los abrió hasta que unas gotitas de
agua fría le salpicaron en la cara.
—Hola —saludó Harry en cuanto Draco abrió los ojos e, in-
clinándose hacia él, le dio un suave beso en los labios.
Draco suspiró un poco, y rodeó su cuello con las manos para
jalarlo un poco más hasta que lo hizo perder el equilibrio y cayó so-
bre él.
—Auch —se quejó suavemente mientras sus labios volvían a
besarlo.
—Lo siento —jadeó Harry un poco mientras sus labios co-
menzaban a dar pequeños besos sobre las mejillas y la frente.
—Tus… tus amigos están abajo —murmuró Draco cuando
las manos de Harry se colaron bajo la camiseta que traía puesta,
sentía la húmeda toalla sobre sus pantalones, y la erección de Harry
creciendo poco a poco.
—Oh… ¿Tan temprano?
—Lo siento, Bonaccord también está, supongo que pronto
aparecerán los demás —explicó mientras sentía el cuerpo de Harry
alejándose de él, se sintió de pronto, un poco más vacío, pero no di-
jo nada, levantándose sobre sus codos mientras miraba a Harry ya
de pie y sin la toalla.
—Te levantaste temprano… no me había dado cuenta de que
te habías ido.
—Fui a ver a los demás, y la casa, todo está en orden.
—Ya la habíamos visto anoche —reprendió Harry mientras
se ponía los bóxer y caminaba por la habitación sacando unos panta-
lones vaqueros del armario y una camiseta de uno de los cajones.
—Quería cerciorarme, en todo caso… —Draco se detuvo,
no tan seguro de querer contarle acerca de su charla con Bona-
ccord.

171
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—En todo caso… ¿qué?


—Nada… sólo… Harry, tú sabes que pese a todo, es decir, sé
que ayer lo estuvimos discutiendo y no llegamos a ningún punto,
pero que si tú decides hacer, lo que sea que decidas hacer, no nece-
sitas tener mi aprobación, ¿verdad?
—¿Tu aprobación? —preguntó Harry extrañado, mientras se
ponía en pie para abotonarse los pantalones.
—Ya sabes, eres libre de… de hacer lo que quieras —res-
pondió Draco, encogiéndose de hombros y sentándose sobre la ca-
ma.
—Supongo que sí —Harry se acercó nuevamente a él—. ¿A
que ha venido todo esto?
—A nada… sólo quería que lo tuvieras en claro.
Harry lo miró durante un instante más, antes de suspirar y
sentarse en la cama.
—¿Qué es lo que somos tú y yo?
—Una pareja —contestó Draco, conociendo la respuesta que
esperaba Harry.
—Y las parejas deciden la mayoría de cosas juntos, y si esto es
porqué renuncié a los aurores y les dije que era gay, y que tú y yo
estamos juntos sin preguntártelo…
—No, tienes razón en eso —interrumpió Draco—, sólo me
tomó por sorpresa, pero supongo que tarde o temprano iba a pasar.
—¿Entonces?
—Es sólo… es que ahora saldrás y se lo dirás al mundo, y
quería que supieras que no necesitas preguntármelo, que si es lo
que quieres hacer, y piensas que es lo correcto, yo estaré allí para
apoyarte.
—¿Desde las sombras?
—¿Eh?

172
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Estarás allí para apoyarme o estarás allí conmigo, junto a


mí?
—Yo… ¿Quieres que esté junto a ti? ¿De qué manera?
—Eres mi pareja, de esa manera.
Y Draco no supo qué contestar entonces, lo miró durante un
instante y luego apartó la mirada.
—Harry, un mortífago junto a ti no es la mejor…
—Ya —bufó Harry poniéndose en pie de un salto.
—¡Harry!
—Déjalo, estoy harto de todo el tema de «soy un mortífago,
soy malo», no lo eres, ni lo has sido, y de todas formas ese juicio ya
se terminó, él único que lo recuerda una y otra vez eres tú, y ya es
tiempo de que lo dejes pasar.
—¡Yo no soy el que recuerda! Es todo el mundo, la gente se
acuerda muy bien de mí, y no es que ellos piensen en mí todo el
tiempo, pero en cuanto me vean junto a ti, tu credibilidad bajará
hasta los suelos.
Harry negó con la cabeza.
—Voy a bajar, los demás ya deben haber llegado.
—Pero…
—No, ya basta… sólo déjalo, ¿quieres? Parece que última-
mente lo único que haces es iniciar conversaciones que nos hacen
discutir, y ya te lo dije anoche, no tengo ganas de discutir.
—Pero… —pero ya era tarde. Harry salió de la habitación
dejándolo solo. Se preguntó si era que acaso Harry tenía razón, ¿era
él quien estaba equivocado? ¿Él que estaba buscando la forma de
empujar a Harry hacia una disputa?

–|– 

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

Tomó una bocanada de aire para darse algo de valor, y levan-


tó la mano para golpear la puerta de la casa de Andrómeda. Le había
parecido más correcto llegar de esa manera que por medio de la red
flú, pero el golpe nunca se escuchó, antes de que su puño llegara a
la puerta, ésta ya estaba abierta. Andrómeda, usando una bata de al-
godón claro, lo miraba, no con la sonrisa con que siempre lo reci-
bía, su mirada era diferente, de alguna manera acusadora.
—Hola —saludó Harry con una mueca que quiso parecer
una sonrisa.
—No quería que despertaras a Teddy, aún está dormido —
respondió la mujer, haciéndose a un lado para dejarlo pasar, Harry
se quedó de pie en el recibidor, pero Andrómeda pronto lo pasó y le
indicó que la siguiera hasta la cocina, en cuanto entró pudo ver El
Profeta doblado de manera descuidada junto a la taza de té.
—Supongo que ya… que ya leíste el diario —murmuró Ha-
rry mientras se sentaba delante de la mujer, que sólo asintió lenta-
mente, sin dejar de mirarlo—, y ya has leído que dicen que atacaron
mi casa… bueno, la casa que comparto con Draco.
—También tu comunicado, o mejor dicho, el comunicado
que enviaron Draco y tú.
—Yo…
—¿Es cierto?; aunque en tu comunicado no dices nada de
eso, El Profeta dice que Draco y tú viven allí, juntos, desde hace
muchos años, e insinúan que como una pareja, como… novios.
—Sí —respondió Harry, apartando la mirada por un mo-
mento—. más o menos, no es desde hace muchos años, aunque lo
mío con Draco sí que tiene tiempo…
—¿Y pensabas ocultarlo durante toda tu vida? ¡Merlín, Ha-
rry!, ¿un hijo de mortífagos? Ese chico participó en la última bata-
lla, donde Nymphadora y Remus… donde Teddy perdió a sus pa-
dres.

174
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Es diferente, él no… él no luchó allí, trató de escapar, no


porta la marca, no es uno de ellos, no lo fue nunca —defendió Ha-
rry.
—¿Eso es lo que él te ha dicho? ¿Eso es lo que tú crees?
—Es la verdad, lo sé porque lo vi, porque sé cosas, cosas que
no les he contado… además, yo lo quiero.
—Lo quieres —bufó Andrómeda incrédula—. ¿Lo quieres,
dices? ¿Tanto que renuncias a todo lo bueno que tienes, a todo por
lo que has luchado, y te juntas con un chico que fue condenado por
ser un mortífago, que peleó en tú contra durante la guerra?
—No peleó contra mí, y eso fue hace años… hace demasia-
dos años.
—No los suficientes, Harry.
—Andrómeda… Yo sé que él fue una víctima, una víctima
más durante la guerra, amenazado de muerte, amenazado con la
muerte de sus padres, y aún así, eso, lo que pasó antes, no es algo
que influya en nuestra relación, yo lo amo.
—Y él te ama, ¿verdad? —negó Andrómeda, Harry asintió
lentamente en respuesta—. Por favor, Harry, yo ya suponía que algo
extraño tenías con eso de no tener novia ni salir con ninguna chica,
y más de una vez me dije a mí misma que eso era un problema tu-
yo, y que no tenía derecho para juzgarte, que si así eras feliz, no te-
nía por qué entrometerme, pero esto…
—Supuse que tú entenderías… que tú mejor que nadie lo
entendería, que comprenderías lo que es querer a alguien con esta
intensidad; de tal manera que no te importa lo que los demás pue-
dan pensar o lo que pueda pasar a tu alrededor, que tú, después de
todo lo que me contaste que tuviste que pasar para estar con tu es-
poso, entenderías que… que a veces nos enamoramos de la persona
que nadie cree buena para nosotros, pero que sabemos y estamos
seguros de lo que sentimos, que no nos importan los demás, que lo

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

amamos y que eso basta para hacerle frente a todos… No pensé que
también tendría que defenderme ante ti.
—Yo no estoy en tu contra, jamás lo estaría, pero Draco…
—Es tu sobrino.
—No, no lo es, es Draco, el hijo de mi hermana, sí, pero un
chico que yo no conozco, que no he visto siquiera en persona ni
una vez…
—Deberías conocerlo, darte la oportunidad de ver lo inteli-
gente y amable que es, y sobre todo, ver que no hay maldad en él, y
darte cuenta de lo equivocada que estás en este momento.
—Pides demasiado.
—No lo creo —respondió Harry encogiéndose de hombros,
pero Andrómeda no contestó nada más, así que continuó—: Yo
quería venir a verte para darte la versión real de los hechos, no lo
que los periódicos publicaron, sino lo que en verdad pasó, si es que
estás dispuesta a escucharme…
Andrómeda lo miró evaluadoramente.
—¿Cuánto tiempo llevas con él?
Harry se dejó caer un poco más contra la silla y suspiró pesa-
damente.
—En realidad lo amo desde que estábamos la escuela, desde
el séptimo año…
—¿Tanto tiempo han llevado juntos sin que nadie lo sospe-
che?
—No… bueno, es algo complicado, todo empezó en el cole-
gio, la primera vez que lo vi, luego de la guerra, fue en el expreso de
Hogwarts…

–|– 

176
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco prendió el tal vez millonésimo cigarrillo de la tarde, a


un lado, Gael y Mikel también fumaban lentamente y en silencio,
mientras el cielo se iba oscureciendo más y más. Estaban en la parte
trasera de la casa de los padres de Jocelyn, en donde tenían un pe-
queño cementerio familiar, al otro lado del lugar estaba la madre de
Jocelyn, sentada con su túnica negra y apoyada sobre Erin, las dos
sollozaban suavemente mientras esperaban que todo iniciara, no
había mucha gente, apenas unas cuantas chicas que habían sido
amigas de Jocelyn antes de la universidad; estaba también Longbo-
ttom, junto con un par de chicas más que habían trabajado con Jo-
celyn y Erin en África.
Draco esperaba que Harry hubiera recibido a Alba en la casa
de los Weasley o en casa de Andrómeda, con la nota donde le indi-
caba la dirección y la hora. Harry y él apenas habían intercambiado
una mirada más esa mañana, antes de que el chico partiera a hacer
las visitas que tenía planeadas, y la incertidumbre de saber cómo le
estaba yendo lo estaba poniendo muy nervioso.
Un suave ¡crac! los hizo girar, inmediatamente aparecieron
Giles, Tyrone, Lucka y Ethan, estos dos últimos tomados de la
mano, le dieron una mirada de saludo antes de dirigirse primero
hacia la madre de Jocelyn; Draco no pudo apartar la mirada, viendo
a la mujer llorando mientras recibía las condolencias, tal como las
había recibido de todos los otros amigos de su hija.
—Espero que Harry pueda llegar —susurró Giles acercándo-
se finalmente hacia ellos.
—Tenía cosas que hacer —contestó Draco, dándole una ca-
lada más al cigarro.
—Por supuesto… con todo esto que ha pasado y lo que ha
salido en los diarios —murmuró Matías; Lucka y Ethan, que per-
manecían bastante callados, asintieron.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Ya va a empezar —informó Mikel señalando con la cabeza


cómo el padre de Jocelyn salía por la puerta trasera acompañado por
un mago bastante anciano.
—Vamos —dijo Ethan.
Pronto todos se acomodaron al final de las filas de sillas,
Draco dejó un espacio vacío para Harry, convencido ya de que no
llegaría, y Gael se sentó a su lado, rígidamente, mientras el anciano
se elevaba un poco para que todos lo pudieran ver, un ataúd de ma-
dera color caoba apareció, y Draco sintió de pronto, cómo toda esa
realidad a la que había estado huyendo se hacía presente, se ponía
delante de él y lo golpeaba. Sí, Jocelyn se había ido, no estaría más
allí, con ellos. Nunca más.
No escuchaba realmente lo que el hombre decía, enumeran-
do las cualidades de su amiga, cualidades que él conocía de memo-
ria, y apreciaba bastante; tampoco escuchó aquel trillado discurso
acerca de que ella querría verlos felices, su mente daba vueltas en
charlas, en tardes bajo el sol en la universidad, en risas e incluso en
discusiones, en consejos, en amanecidas estudiando… en tantas co-
sas. De pronto el silencio se hizo mucho más pesado mientras el
hombre agitaba la varita y el féretro comenzaba a elevarse un poco
más. Draco tuvo la necesidad de ponerse en pie, de gritar y llorar,
de reclamar que se detuvieran, de negarse a admitir que Jocelyn es-
taba metida en esa pequeña caja, encerrada, lejos ya de ellos. Sintió
el nudo en su garganta, y estuvo seguro de que soltó un suave que-
jido mientras los ojos le punzaban. Una mano se posó sobre la suya,
delicada y firmemente a la vez, anclándolo a la realidad y consolán-
dolo, se giró para ver a Harry, que lo miraba con ojos de entendi-
miento, sus dedos se entrelazaron, y soltó un suave suspiro antes de
volver a mirar hacia el ataúd, que ya empezaba a descender hacia el
foso de tierra.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry presionó con un poco más de fuerza su mano contra la


de Draco, y se pegó más a él, sintiendo lo rígido que estaba, y
deseando poder abrazarlo y consolarlo, llevárselo lejos de todo lo
que le causara dolor, y poder cuidarlo por siempre. Ver que nadie
nunca lo hiciera sufrir.
La ceremonia acabó rápidamente. Los padres de Jocelyn
permanecieron un momento más mirando inexpresivamente la
tumba de su hija antes de, junto a Erin, desaparecer tras la puerta de
la casa, uno de los tíos de Jocelyn se encargó de despedirlos a todos,
pidiendo comprensión por el dolor de los padres de Jocelyn.
Mientras todos se despedían, Draco y sus amigos formaron
un silencioso círculo en el extremo más alejado de la tumba de Jo-
celyn, incapaces de hacer mucho más que mirarse las caras; enton-
ces Harry sintió que alguien se acercaba a ellos y se giró rápidamen-
te para encontrarse cara a cara con Neville, que pasó su mirada des-
de el rostro de Draco hasta sus manos entrelazadas, para llegar fi-
nalmente hasta Harry.
—Hola —saludó con un murmullo.
—Hola —respondió Harry sintiéndose algo cohibido ahora
que se encontraba con él, leyendo en su mirada incredulidad y
asombro.
—Yo sólo quería… —Neville hizo un mohín nervioso, mi-
rando hacia los demás amigos de Harry y Draco.
—Claro —suspiró Harry lentamente, soltando a Draco y ale-
jándose unos pasos de sus amigos, llevándose a Neville con él para
que pudiera decirle lo que tuviera que decirle, sin que nadie más los
escuchara.
—Lamento lo que pasó —empezó Neville en cuanto estu-
vieron apartados—, me refiero a Jocelyn… estuvimos juntos mu-
cho tiempo, ya sabes, en África, y ella era una gran chica, Erin tam-
bién lo es…

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Lo sé… yo tenía poco tiempo de conocerla, pero sé que


era fantástica —intervino Harry.
—También leí los diarios hoy y… —Neville levantó la vista
hacia Draco, que lo observaba de manera amenazante—… sé que
en la escuela, alguna vez dije que… bueno, dije cosas que no pienso
ahora, eso era lo que quería que supieras —completó con voz más
firme.
—Me alegra que sea así —contestó Harry un poco más ali-
viado, lo último que necesitaba en ese momento, luego del terrible
día que había tenido, era que Neville o algún otro lo criticara.
—Jocelyn y Erin eran fantásticas… y eran felices juntas, en-
tendí que eso era lo importante al fin y al cabo… que no es asunto
de nadie más con quien eres feliz —Neville sonrió de lado y le dio
una palmada en el hombro—. Aunque ya casi nunca hablamos, me
gustaría que sepas que cualquier cosa que necesites… sobre todo
ahora, con esos locos sueltos, me puedes llamar… ya sabes, como
antes, como cuando formábamos el E.D.
—Gracias, Neville —sonrió sinceramente Harry.
—Me debo ir —dijo Neville mirando hacia el par de chicas
que ya lo esperaban.
—Claro… nos vemos por allí.
—Sí… nos vemos —se despidió Harry, finalmente regresan-
do junto a sus amigos.
Antes del anochecer, Harry y Draco estaban en casa, nadie
había tenido ánimos como para reunirse y continuar con los planes
contra la MACH, cada uno había partido silenciosamente hacia su
propio hogar.
Draco soltó un suave suspiro de alivio cuando comprobó que
tampoco Granger, Weasley o Bonaccord habían decidido esperarlos.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Quieres una copa? —preguntó Harry en cuanto Draco se


dejó caer sobre el sofá, delante de la chimenea, que ya ardía suave-
mente.
—Sería buena idea.
Harry sirvió dos vasos pequeños con Whisky de fuego, y se
acomodó a su lado, levantaron las copas e hicieron un silencioso
brindis por Jocelyn antes de beber el contenido de un solo trago.
El silencio se extendió por un rato más, escuchando sólo el
crepitar de las llamas, hasta que fue Draco el que habló nuevamen-
te, alejando el dolor de Jocelyn de su mente, al menos de momento.
—¿Cómo te fue?
—Mas o menos —Harry levantó la botella hacia Draco, que
asintió y extendió su vaso para que fuera rellenado.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Andrómeda dice que puedo ver a Teddy, pero que aún no
está lista para verte a ti o para saber nada de nuestra relación… que
necesita tiempo para asimilarlo.
—Lo lamento.
—No, fue mejor de lo que esperaba, los Weasley… el señor
Weasley está muy enojado conmigo, y no quiso escucharme… la
señora Weasley me escuchó y luego dijo que no podía entenderme,
que me quería como a un hijo, y que no tenía derecho a juzgarme,
pero que no le pidiera que comprendiera… que podía aceptarme
como gay pero…
—¿Sí? —preguntó Draco mirando la mueca de Harry.
Harry se bebió el contenido de su vaso de un solo trago, y di-
jo con voz rasposa.
—… No que esté contigo.
—Piensa como la mayoría.

181
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Pensé que ella, de entre todos, que ella me entendería, que


no me diría eso… — Harry suspiró pesadamente—. ¿Podemos ir a
la cama? No quiero seguir hablando de esto…
Draco asintió comprensivo.
—Vamos… un baño y meternos en la cama es lo que necesi-
tamos, estamos agotados.

–|– 

“HARRY POTTER Y EL FABRICANTE DE POCIONES”

Una extraña relación

El día de ayer el mundo mágico fue sacudido por una gran


cantidad de ataques masivos, en un inicio muchos temieron que
se tratara de mortífagos reagrupándose, pero luego se supo que
se trataba de un grupo creado con el propósito de —según dicen
nuestras fuentes— conservar las “buenas costumbres” y el com-
portamiento correcto en la sociedad.
Este grupo, que al parecer es completamente ajeno a la
MACH (Magos Anti Comportamiento Homosexual) es mucho más
agresivo, puesto que ha destruido alrededor de cuarenta y cinco
fábricas, clínicas y tiendas, donde se empleaba a uno o más homo-
sexuales, bajo la consigna de volver a realizar ataques, si es que
estos empleados seguían laborando allí.
Pero lo que más llamó la atención, y no queremos hacer
menos a los demás ataques, fue la irrupción al hogar de Harry
Potter, nuestro héroe mágico, que trabaja como Auror del Minis-
terio Inglés y vive en Londres, al parecer, Harry Potter compartía

182
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

casa con nada más y nada menos que Draco Malfoy, recordado
mortífago que fue liberado bajo libertad vigilada en 1,998.
¿Y qué hacía Malfoy en casa de Potter? Estoy segura de
que es una pregunta que todos ustedes, al igual que está servi-
dora, se hacen; pues bien, trataremos de responderla de la mejor
manera.
Algunos deben recordar los terribles virus que atacaron a
los magos homosexuales hace dos años más o menos, y la maravi-
llosa participación de, según el seudónimo encontrado en la Ofi-
cina de Patentes, “El Fabricante de Pociones”, un chico que aún
cursaba la universidad por ese entonces, y que dio con los antí-
dotos necesarios para contrarrestar dicho mal. Puesto que ese
"Fabricante de Pociones", co-propietario de la famosa “Fábrica de
Pociones", muy conocida ahora por sus diversas y efectivas póci-
mas, tanto de belleza como curativas, no es otro que Draco Mal-
foy, quien se graduó hace poco más de un año en “La Universi-
dad Mágica de Gunhilda de Gorsemoor", según hemos podido
ver, con notas que exceden el promedio. Draco Malfoy inició su
carrera con una beca completa, pero ésta le fue removida, aun-
que sin justificación aparente; pese a esto, Draco Malfoy se dio
tiempo no sólo de terminar su carrera como Pocionista y Frabri-
cante, sino también de crear, junto a su socio, Gael Eytinge, estu-
diante también de esa universidad, pero en una rama diferente,
una fábrica, que está ganando renombre y prestigio, no sólo en
nuestro país, sino en varias partes de Europa.
¿Y qué tiene que ver todo esto con nuestra historia? Pues
Draco Malfoy y su fábrica fueron atacadas la tarde de ayer, donde
lamentablemente murió una mujer: Jocelyn Coetzee, graduada de
la misma universidad, y hasta donde sabemos, íntima amiga de
Malfoy y Eytinge.
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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

Según el Ministerio, tanto la dirección de Malfoy como la


de la fábrica estaban ubicadas en la misma casa de Harry Potter, y
Malfoy y Eytinge son conocidos homosexuales que ya han dado
que hablar en el pasado, relacionándolos incluso como pareja.
¿Qué hacía Potter viviendo con un homosexual y dejándolo insta-
lar allí su fábrica? Esta convivencia tiene ya más de dos años, has-
ta donde sabemos, y Potter, luego de su relación escolar con
Ginny Weasley, no ha vuelto a tener novia conocida.
Los dejamos, queridos lectores, para que ustedes mismos
saquen sus propias conclusiones.

En la página tres pueden leer un comunicado emitido por


ambos, Potter y Malfoy, referente a los sucesos de la pasada tarde.

Dasha Ogden

“COMUNICADO DE HARRY POTTER Y DRACO MALFOY”

Esta tarde nos dirigimos a ustedes con un terrible pesar,


no pudiendo creer los terribles hechos que se han desarrollado
el día de ayer, y sintiendo la necesidad de aclarar algunos puntos
ante la funesta situación de la que somos objeto de caza y escar-
nio por parte de ciertos grupos de la comunidad mágica:
La fábrica de pociones no es ningún negocio clandestino,
ni algún negocio que provea de pociones a los malos miembros
de la sociedad, somos una empresa seria que ha cumplido con
cada uno de los requerimientos que el Ministerio y las autorida-
des pertinentes han exigido, que nunca se ha negado a pagar im-
puestos, e incluso a hacer investigaciones “ad honore" por el bien
de los magos y brujas de nuestra sociedad.
184
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Sin embargo, esta tarde, despreciando todos los aportes


que hemos brindado a la comunidad mágica, un grupo de fanáti-
cos e intolerantes han entrado, no sólo a nuestra fábrica, sino
también a nuestro hogar, y no sólo han destruido nuestros labo-
ratorios e implementos, sino que también han destrozado a una
familia y a un grupo de amigos. Jocelyn era una gran bruja, una
profesional con mucho futuro, y ahora sus padres y sus amigos no
podemos creer que se haya ido de esta manera tan injusta y
cruel.
De más está decir lo molestos que nos sentimos con este
asunto, y por eso le pedimos a todos, nos den la tranquilidad que
necesitamos para afrontar todos los problemas que esta pérdida
nos ocasiona.
Agradecemos, por supuesto, a todos los que se han sentido
interesados en nosotros y nuestra salud, ambos estamos bien y en
pie, y también dispuestos a llegar hasta la última instancia con tal
de encontrar al o los responsables, no sólo de nuestro ataque,
sino de las demás arremetas.

Draco Malfoy y Harry Potter


Número 12 de Grimmauld Place

Draco dejó caer el diario de manera descuidada sobre el piso,


durante todo el día había estado demasiado ocupado pensando en
otras cosas como para leer realmente lo que había salido en las noti-
cias, ahora que lo hacía, sentía que mejor hubiera sido no curiosear
por los diarios.
La puerta del baño estaba aún cerrada, mientras escuchaba el
agua caer, torció el labio un poco y se puso en pie, de pronto necesi-
taba caminar un poco; bajó las escaleras con pasos lánguidos, tal

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

como esa mañana, disfrutando de la soledad y el silencio que al fin


había en casa, sus pasos lo llevaron nuevamente hacia las mazmo-
rras, era la fuerza de la costumbre. Se detuvo abruptamente en
cuanto vio el cuadro de entrada destrozado. Ya esa mañana y la no-
che anterior lo había visto así, pero por alguna razón no lo había
podido enderezar, no había tenido las fuerzas suficiente para hacer-
lo, esa noche tampoco las tenía. Tal vez le tomaría más de lo que
había pensado el arreglarlo, porque significaría arreglar todo lo de-
más, empezar de nuevo…
La sola idea lo hizo sentirse extenuado y asustado; con pasos
rápidos regresó hasta la habitación, a su mundo seguro, el que era
habitado sólo por Harry y por él.
—¿Estás bien? —preguntó Harry mientras se ponía la cami-
seta—. Pensé que te había pasado algo, iba ir a buscarte.
—Estoy bien —masculló Draco, sentándose es uno de los
pequeños sofás al otro extremo de la habitación; en frente de ese
sofá había otro más, y una mesa pequeña que ambos usaban para
comer, beber, fumar o conversar, puesto que al tener la fábrica en
casa, y a todos entrando y saliendo, siempre era muy difícil obtener
privacidad en otros sitios.
—Tal vez sea buena idea que comamos algo…
—No tengo hambre.
—Ni yo —admitió Harry sentándose delante de él—. Pero
no te veo bien —confesó mientras miraba fijamente a su novio, pá-
lido y nervioso.
—Estoy agotado, no me quita el sueño no verme bien.
—Me refiero a que sé que algo te molesta, algo… no sé, per-
cibo que algo, además de la tristeza, te está pasando… ¿Por qué no
me lo dices?
—Porque no tengo nada que decir. En verdad, Harry sólo es-
toy cansado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Vamos a comer algo —propuso nuevamente Harry.


—Ve tú, yo prefiero quedarme —Draco finalmente se puso
en pie y se deshizo de las pantuflas, y se metió en la cama, sin en-
tenderse él mismo siquiera, minutos antes había querido estar con
Harry, abrazado a él, y ahora sólo quería alejarse. ¿Sería que en ver-
dad se estaba volviendo loco?
Cerró los ojos, y durante un largo instante no le pareció es-
cuchar nada, ni siquiera los movimientos de Harry cerca de él, era
como si realmente se hubiese quedado solo, pero no era así. Apenas
tras los párpados, sintió las luces descender y el peso de Harry en-
trando a la cama.
Draco apretó los ojos con fuerza por un momento, antes de
darse la vuelta y alcanzar a Harry, que aún no se terminaba de abri-
gar con las mantas. Fue como si de pronto encontrara lo que nece-
sitaba, lo que quería en ese instante.
Harry se sorprendió, lo último que había pensado que podía
encontrar era a un Draco besándolo de esa manera tan demandante
mientras sus manos tiraban de él para acercarlo un poco más. Y él
no se resistió. Por supuesto que no.
Draco se aferró a él con fuerza, con fiereza, mientras lo jalaba
por el cuello para acercarlo lo más posible, mientras sus dientes le
mordían los labios y su lengua demandaba aquel cálido lugar como
suyo y sólo suyo. Sus piernas enredadas entre los cobertores, las sá-
banas y las caderas de Harry, un gemido ahogado entre ambas bocas
cuando Harry dejó caer por fin su cuerpo sobre él.
Deshacerse de la ropa no fue tan difícil, soltándose apenas el
tiempo y la distancia necesaria para apartar las mantas, para que Ha-
rry jalase los pantalones de Draco, mientras este tiraba de su cami-
seta.
Sus pieles, calidas y ansiosas, se encontraron en medio de la
cama nuevamente, Harry cubriendo con sus besos los labios, las

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

mejillas y el cuello de Draco, que se arqueaba y retorcía suavemen-


te, expirando el aire de a pocos, y agitando sus caderas contra las de
Harry, frotando su necesidad contra la necesidad de Harry.
Harry se alejó poco a poco de esos labios y esa cálida piel del
rostro, trazando caminos con su lengua hacia abajo, mordiendo
suavemente la unión del cuello y los hombros, mordiendo con más
fuerza ese hombro pálido, para seguir, con más cariño y dedicación
hasta las tetillas, lamiendo y redondeando una de ellas, mientras
que con sus dedos jugaba con la otra para finalmente morderla.
Draco gimió y clavó sus dedos en los hombros de Harry por
la mezcla de placer y dolor, sintió esa lengua seguir bajando, estre-
meciendo todo a su paso hasta detenerse sobre uno de los golpes
que aún no sanaba del todo, él había visto lo amoratado que estaba
esa mañana, pero no le había preocupado por borrarlo ni curarlo.
Harry le dio un suave beso en aquella parte lastimada, y
mientras ahora acariciaba sus muslos, bajó un poco más, soplando
sobre el vello rubio que coronaba su más que ansiosa erección
—Harry… —pidió Draco agitando las caderas un poco más
hacia arriba, mientras esas manos seguían acariciando sus muslos,
abrió las piernas un poco más mientras sentía el caliente aliento de
Harry sobre su erección, enviándole sensaciones intensas de placer.
Primero fue una lenta lamida, apenas rozándola con la len-
gua, sintió el cuerpo de Draco agitarse y una de sus manos subió,
acariciando con lentitud el muslo interior, para luego acunar sus
testículos y presionar suavemente.
—Oh, Demonios —chilló Draco.
Harry no contestó, con esa misma mano se hizo de la erec-
ción de Draco y la presionó con algo de fuerza mientras daba lige-
ros mordiscos en la punta, antes de hacerse de toda ella con su boca,
sujetó a tiempo las caderas de Draco para que no empujara tan pro-
fundo.

188
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Harry… sí —jadeó Draco, con una mano bajó hasta la en-


redada cabellera oscura y se apoderó de sus cabellos, sujetándolos
con fuerza mientras esa cálida humedad lo aprisionaba y liberaba
con exasperante lentitud.
Harry lamió y siguió chupando durante un poco más, mien-
tras sus manos jugaban con los testículos y bajaban cada vez más,
hasta la apretada entrada, con un dedo, presionó suavemente y sin-
tió a Draco removerse más, empujándose contra ese dedo y entran-
do más y más en su boca.
—Ahora… por favor —pidió Draco mientras tironeaba el
cabello de Harry para apartarlo—… Por favor, Harry…
Harry chupó con fuerza antes de apartarse, arrodillándose
entre las piernas abiertas de Draco, que levantaba un poco más las
caderas y lo miraba con los ojos cargados de deseo.
—Draco… —suspiró suavemente mientras se inclinaba y lo
besaba nuevamente.
—Te deseo… ahora… te necesito ahora —declaró Draco con
voz agitada mientras el moreno se apartaba nuevamente de él.
Harry susurró un par de hechizos y se inclinó hacia él, be-
sando su abdomen y su pecho mientras empujaba el primer dedo
en aquel pasaje caliente y estrecho.
Draco se arqueó un poco más y empujó sus caderas hacia
abajo, imponiendo más velocidad en las penetraciones, sintió un
pinchazo de dolor cuando un segundo dedo se unió a ese, pero aún
así no se detuvo, gimiendo y retorciéndose cada vez con más deses-
peración.
Harry finalmente se apartó de él, arrodillándose una vez más
entre sus piernas, doblándole las rodillas un poco, antes de dirigir
su ansiosa erección hacia la sonrojada entrada, se empujó un poco,
sintiendo la resistencia en ese cuerpo, levantó la vista para ver a

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

Draco con los labios apretados y los ojos cerrados, el rostro hacia un
lado, y su frente con pequeñas arrugas por el esfuerzo.
—No te detengas —masculló Draco, empujándose para de-
jarlo entrar.
Harry empujó otro poco, con más fuerza e ímpetu para lue-
go apartarse y empujar nuevamente, acompañado por los suaves
gemidos de Draco, hasta que finalmente pudo entrar por completo,
se detuvo jadeando y luchando contra su propio deseo, sintiéndose
demasiado apretado y caliente.
—Te amo —dijo antes de inclinarse hacia adelante, apoyando
las manos sobre la cama, a los costados de Draco, que rápidamente
lo envolvió con sus piernas y sus brazos.
—También yo —respondió Draco, antes de levantar el rostro
lo suficiente para alcanzar los labios de Harry y besarlo con la mis-
ma necesidad con que todo había empezado.
Harry se dejó caer casi por completo sobre él, sintiendo su
piel caliente contra la suya y la erección de Draco apretada contra su
abdomen, entonces comenzó a moverse, lentamente al inicio, pero
los tobillos de Draco, clavados contra su cintura, le impusieron un
ritmo mucho más frenético y fuerte.
—Más… más rápido —jadeó Draco clavando sus dedos en
los hombros de Harry y agitando las caderas con un ritmo veloz.
Pronto se escuchó el pequeño ruido que hacía la cama al
moverse, y el sonido de ambos cuerpos chocando, los gemidos de
Draco que rivalizaban en sonoridad con los de Harry, empujándose
el uno contra el otro, sus pieles resbalando.
—Draco… Dios —casi gritó Harry elevándose un poco más
y tratando de colar una mano entre ambos cuerpos, estaba tan cerca
del final y quería que Draco llegase con él.
—Oh, sí, así —masculló Draco en medio de gemidos cuan-
do esa mano se apoderó de su erección, subiendo y bajando casi al

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

mismo ritmo de las penetraciones, cada una empujándolo a una ve-


locidad vertiginosa hacia el final.
—No… no aguanto —informó Harry con voz ahogada
mientras se clavaba en él con fuerza. Draco no respondió, se arqueó
contra él y sintió la dura erección entre sus dedos endurecerse más
aún mientras Draco agitaba la cabeza de un lado hacia el otro, mas-
cullando y gimiendo cosas que no alcanzaba a entender.
El orgasmo lo golpeó con fuerza, emitió un ronco gemido
mientras sentía miles de corrientes de placer salir desde sus testícu-
los hasta el resto de su cuerpo, y su propia y caliente semilla caer
contra su pecho y uno de sus brazos, apenas y registró a Harry em-
pujándose una vez más para abrazarse a él mientras liberaba su or-
gasmo en su interior, llenándolo por completo.
Harry presionó con más fuerza los hombros de Draco, y
suspiró mientras las oleadas de placer aún lo recorrían, aumentadas
por la sensación del interior de Draco apresándolo y soltándolo po-
co a poco.
Pasaron algún tiempo más en ese silencio, respirando agita-
damente, mientras sus manos hacían pequeñas e inconscientes cari-
cias, Harry sobre uno de los brazos de Draco, y Draco sobre la es-
palda de Harry, hasta que el frío y el entumecimiento los obligaron
a apartarse un poco.
—Accio cobertor —llamó Harry hacia uno de los cobertores
que habían caído al piso.
—Fregotego —dijo Draco a la vez, limpiando ambos cuerpos,
de tal manera qué, cuando el cobertor estuvo sobre ellos, ambos es-
taban ya limpios.
Draco se dejó abrazar esa noche, los cálidos brazos de Harry
se sentían reconfortantes y protectores, cerró los ojos y suspiró pro-
fundamente mientras el pesado cansancio caía finalmente sobre él;

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

ninguno de los dos dijo nada más, apenas e intercambiaron un par


de descuidados besos antes de caer completamente dormidos.

–|– 

Cuando abrió los ojos se sorprendió de la cantidad de luz


que había en la habitación, se estiró suavemente y se descubrió solo
en la cama.
Se sentó rápidamente registrando todo a su alrededor, el reloj
de mesa le indicaba que eran más de las diez de la mañana. No re-
cordaba haber dormido tanto en mucho tiempo. Se sentía un poco
adormilado aún, pero de todas maneras se obligó a caminar hacia la
ducha y luego vestirse.
No fue hasta que llegó al primer piso que escuchó todas las
voces y la algazara, provenían de la cocina, por supuesto, el lugar
destinado al trabajo. Pasó sin mirar el lugar que llevaba a las maz-
morras y empujó la puerta, casi todo el grupo estaba ya reunido, ro-
deado de pergaminos y lechuzas.
—Buenos días, ¿café? —le dijo un chico mientras extendía
un vaso de plástico con algún contenido humeante hacia él. Draco
arqueó una ceja, observando al desconocido, parecía tener cerca de
treinta y cinco años, tenía el cabello oscuro y ligeramente largo, lu-
cía una túnica azul marino que combinaba perfectamente con sus
ojos, y sonreía de manera afable.
—¿Y tú eres?
—Boris Belkin —respondió ensanchando su sonrisa—. Ven-
go con Aarón —señaló con la cabeza hacia el otro extremo de la ha-
bitación, donde Bonaccord estaba sentado junto a Harry, demasiado
pegado a Harry, pensó Draco, leyendo algún tipo de documento.
—Ah…

192
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Draco! —exclamó Harry desde el otro lado de la habita-


ción, Bonaccord le dio una pequeña sonrisa mientras los demás se
giraban a verlo—, pensé que dormirías más.
—No, ya he despertado —replicó Draco obviando el vaso de
café que aún extendía el chico y caminando hacia Harry, que se pu-
so de pie rápidamente.
—¿Has dormido bien? —preguntó Harry, entonces Draco se
inclinó hacia él y le dio un beso en los labios, uno mucho más de-
mandante que el beso de saludo o despedida que se daban normal-
mente delante de los demás.
Cuando se apartó, Harry parecía ligeramente sorprendido
aunque sonrió de todas maneras.
—Dormí bien, ¿tú?
Gael arqueó una ceja confundido, en todo el tiempo que
Draco llevaba con Harry, jamás lo había visto así de demostrativo,
Draco era mucho más reservado que eso, a menos que se encontra-
ran en algún club o discoteca.
—Genial, ven estamos leyendo cartas.
—¿Cartas? —preguntó Draco mientras Harry lo tomaba de
la mano y lo llevaba hasta la esquina donde estaba sentado con Bo-
naccord, los demás hicieron ligeros asentimientos de saludo, inclu-
so Granger y Weasley, a quienes no había notado antes.
—Así es —respondió Bonaccord por Harry—; ayer, durante
el día llegaron muchas cartas, y está mañana también ha llegado
otro gran grupo, estamos clasificándolas.
—Tienen una gran cantidad de gente que los apoya —explicó
Granger, Draco le dio una mirada displicente y luego su mirada
volvió hacia Harry.
—Claro, que también hay de gente que no nos apoya y di-
ce… bueno, estupideces en las cuales no vamos ni a pensar.

193
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Es mucho más de lo que se esperaba en un principio —


dijo Boris sentándose junto a Bonaccord, y extendiendo el vaso de
café que Draco había rechazado poco antes.
—¿Y Lucka y Ethan?
—Han ido al Ministerio, a aclarar la denuncia de desapari-
ción que puso Erin, también a contarles acerca de cómo fue secues-
trado —explicó Harry mientras leía una carta y se la pasaba a Draco.
—¿Ya has hablado con él?
—Un poco, pero esta tarde nos pondremos a trabajar un po-
co más con él, en cuanto regrese.
—¿Trabajar más con él?
—Su memoria fue alterada —explicó Mikel—, él no recuer-
da nada de lo que pasó, sólo que salió de su trabajo, después, que
estaba en alguna especie de fiesta, aunque no muy creíble ni para él
mismo, y lo siguiente es estar en un viejo callejón cerca de su traba-
jo.
—¿Y las torturas? ¿No hay forma de sacar algo con eso?
—No —suspiró Harry—. Ya han pasado días y no hay nin-
gún rastro mágico en él, además de que fue curado antes de ser li-
berado.
—Oh… —negó con la cabeza Draco, frunciendo el ceño y
sintiendo que estaban en un callejón sin salida, sin pruebas ni re-
cuerdos, ni nada que los ayudara.
Draco sintió la mano de Harry sobre su pierna, apretándole
suavemente, así que le sonrió en respuesta a la caricia, y como si eso
fuera todo lo que necesitaba Harry, se volvió a concentrar en la lec-
tura de las cartas, una gran cantidad de ellas todavía permanecían
pendientes por abrir. Bonaccord, pese a estar al lado de su novio,
parecía estar más concentrado en Harry, comentándole cosas en
murmullos.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco suspiró suavemente, y se obligó a leer la única carta


que le habían dado de momento:

Harry y Draco:

Ustedes no me conocen, no tienen forma de hacerlo, pero he leído los diarios esta
mañana, y realmente espero que puedan leer esta carta.
Yo vivo en Rútland, cerca del condado mágico creado para exmortífagos, mis padres
son muy tradicionales, hijos de magos y no me comprenden, incluso me enviaron a una clínica
espantosa donde trataron de “rehabilitarme”. Estuve encerrado allí durante varios meses, has-
ta que entendí que la única forma de lograr salir de ese lugar sería diciendo que ya no me
gustaban los chicos, y que estaba dispuesto a casarme con alguna mujer.
Pese a que la clínica informó de mi exitosa rehabilitación, mis padres aún me tienen
encerrado y vigilado, es más, me estoy arriesgando mucho al enviar está carta, realmente es-
pero que al menos les llegue.
Hasta hace poco no sentía ningún tipo de esperanza por mí, es más, en más de una
ocasión he pensado seriamente en acabar con todo esto, sería lo más fácil y sencillo, dejaría de
avergonzar a mis padres y yo dejaría de sufrir.
Pero el leer (por más que no lo hayan admitido, yo sé que es así) que ustedes dos
están juntos, pese a todo el pasado, y saber que no les interesa lo que el mundo diga, saber
que están dispuestos a luchar, a arriesgar su nombre y reputación por defender quienes son
realmente, ha sembrado esperanzas que ya creía pérdidas en mí.
Ahora siento que si ustedes pueden, yo también, que no me debo dar por vencido, y
quería agradecérselos.
Tengan mucha fuerza y muchos ánimos, y gracias por estar dispuestos a demostrarle
al mundo que nosotros, los gays, somos iguales a todos los demás.

K.T.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—Vaya —suspiró Draco dejando el pergamino arrugado so-


bre la mesa, conmovido por lo que había leído.
—Y no es el único que habla de una clínica —comentó Gael
mientras le pasaba otro pergamino.
—Los estamos apilando aquí —explicó Granger, señalando
un grupo alto de cartas.
—¿Una clínica de rehabilitación? —Draco frunció el ceño,
leyendo la carta, está vez de una chica, parecida a la anterior, donde
les contaba de lo horrible que había sido estar en ese sitio—. ¿Eso
no es ilegal?
—En realidad no —explicó Bonaccord con aquel tono de
voz que Draco calificaba de tono político—, como la homosexuali-
dad no está establecida claramente en nuestras leyes, los padres
pueden alegar que sus hijos sufren de una enfermedad mental y
someterlos a estos tratamientos. No sería la primera vez que vemos
estos casos, ya en el pasado los padres han recurrido a medimagos
para tratar de cambiar a sus hijos.
—Suena como lo que te dijo tu jefe —dijo Draco hacia Mi-
kel.
—Sí, deshomosexualizarme —suspiró Mikel mientras nega-
ba con la cabeza y ponía la carta que leía en otro de los grupos—,
pero lamentablemente, no me dijo dónde estaba la clínica.
—Esas son las cartas desagradables —explicó Gael mientras
también colocaba una en ese grupo.
—Deben haber registros para esas clínicas, no creo que sea
sólo una.
—No lo hay —informó Boris—, he investigado desde ayer
todos los registros de clínicas que se han abierto en los últimos diez
años, y ninguna brinda ese servicio.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Entonces no está registrada —concluyó Harry—; estoy se-


guro de que los de la MACH tienen algo que ver en eso, es más, se-
guro que ellos la administran y todo, es una forma de combatirnos
también.
—Pero si la encontramos podemos usar a los pacientes para
que atestigüen contra ellos, usar sus registros para ubicar a más ex
pacientes, y eso sin contar la acusación que caerá sobre ellos por
operar sin licencias ni permisos —dijo Granger con mirada brillan-
te, Draco supuso que le encantaba litigar.
—Aunque eso no nos conectará con la muerte de Jocelyn, es
un inicio —dijo entonces Giles haciendo levitar un pergamino ha-
cia un tercer grupo de cartas.
—Las que son buenas, pero no hablan de la clínica —explicó
rápidamente Tyrone.
—Sí podemos llegar a ellos, podremos relacionarlos con los
ataques, no creo que no hayan dejado algún cabo suelto, algo se les
puede haber pasado —le explicó Harry mientras ponía delante de él
un grupo de sobres todavía sin abrir.
—Algo es algo, entonces —respondió Draco dedicándose a
leer las siguientes cartas.
Durante el resto de la mañana intercambió alguna pequeña
caricia bajo la mesa con Harry, todas iniciadas por él mismo, impul-
sado por la inseguridad que ese hombre, Bonaccord, le daba, había
algo en él que lo alertaba, aunque sabía que no había nada realmen-
te allí, sólo su intuición.

–|– 

—Solamente tienes que relajarte un poco, ¿de acuerdo? —


murmuró Harry de manera consoladora hacia Lucka, que estaba
sentado en el centro del salón que Harry usaba para hacer ejercicio.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

Parecía demasiado tenso con la espalda rígida y las manos apretadas


sobre las rodillas, una pequeña arruga formándose en su frente.
—Claro —resopló Lucka, sin mirar a nadie en realidad.
—¿Prefieres que salgamos? —preguntó Draco, sentado junto
a Gael, Mikel y Ethan, que hicieron ademán de ponerse en pie, Lu-
cka pareció horrorizado con la sola mención de dejarlo a solas con
Harry.
—¡No!
—No pasa nada —le dijo Harry mientras apoyaba una mano
en el hombro de Lucka y lo presionaba suavemente—; todo termi-
nará antes de que te des cuenta.
—¿Estás seguro de que no… no dolerá?
—No, claro que no… es más, ¿por qué mejor no tomas una
copa antes?, si estás tan tenso será mucho más difícil.
Draco cruzó una mirada de entendimiento con Harry, y con
solo un par de movimientos de varita, Lucka tuvo delante un vaso
con una sustancia dorada.
—Pues… ¿En serio debería? —preguntó Lucka viendo el va-
so con Whisky de fuego como un gran salvavidas.
—Te relajarás, y podré entrar en tu mente.
—De acuerdo —suspiró Lucka, estirando el brazo para to-
mar el vaso, sonriendo de una manera más aliviado. Sólo que el lí-
quido jamás llegó a su garganta, antes de que tan siquiera acercara
un poco el vaso a sus labios, Harry lanzó un hechizo, susurrando
algunas palabras que casi ninguno conocía, mientras Draco agitaba
la varita casi distraídamente, rescatando al casi desafortunado vaso
que caía hacia el piso, y evitando que se rompiera.
—¿Eso no es trampa? —preguntó con el ceño fruncido E-
than mientras observaba a Lucka y a Harry, ambos parecían en tran-
ce.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—De alguna manera lo es —admitió Draco—, pero no había


otra opción, Lucka no se iba a relajar jamás.
Harry se concentró lo más que pudo, adentrándose poco a
poco en la maraña de recuerdos, iniciando con los más recientes y
entrando poco a poco hasta encontrarse en ese callejón oscuro, con-
fundido y atemorizado; sintió la rigidez de sus músculos, el golpe
de su espalda contra la pared… Empujó un poco más, tratando de ir
más atrás, pero le era tan difícil… escuchó el sonido de lo que debía
ser música demasiado antigua, risas, rostros cubiertos, voces, susu-
rros que se iban convirtiendo en gritos, pequeñas risas que se con-
vertían poco a poco en carcajadas y que en algún punto se tornaron
siniestras.
—¿Estás seguro que estarán bien? —jadeó Ethan mirando
con ojos como plato el haz de luz anaranjada que se formaba alre-
dedor de Lucka y Harry; Harry con la varita en alto, presionando
contra la sien de Lucka, y Lucka con el ceño fruncido, sudando
mientras se aferraba con fuerza a los bordes de la silla.
—Sí… aunque les está costando —masculló Draco, mirando
con atención a Harry y sus movimientos, cierto era que lo había
ayudado a aprender y practicar esos hechizos también, aunque nun-
ca había visto cómo era que se veía de fuera, parecía hasta cierto
punto aterrador.
Un ardor en la espalda. Susurros. Voces desconocidas.
—¿Dónde queda la fábrica de Malfoy?
—¿Cuánta gente normalmente está allí?
—Nombres de tus amigos cercanos.
—Direcciones.
—La contraseña para entrar a la casa de Harry por la parte trasera.
Un nuevo ardor en la mejilla, un dolor desgarrador en las
piernas.

199
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

Harry dobló un poco más las rodillas, sintiendo el cansancio,


la sed y el hambre. Dolores punzantes, como si se tratara de un cu-
chillo abriéndose paso entre sus entrañas, un grito desgarrador…
—Demonios —jadeó Mikel poniéndose en pie, Ethan lo
imitó rápidamente; Draco, aunque también algo asustado, sólo ne-
gó con la cabeza y extendió los brazos, como si de esa manera pu-
diera evitar que sus amigos avanzasen hacia Harry y Lucka.
—No lo sienten realmente… en verdad —les dijo, no muy
seguro de aquello, pero no queriendo asustar más a sus amigos. Sa-
bía que habría sido mejor estar fuera, con los demás, esperando,
aunque eso implicase estar cerca de Bonaccord y su novio.
Unas voces, en una habitación rodeada de luz, murmullos
que no entendió y luego…
—Dinos la contraseña…
—No…
—El dolor continuará si no lo haces…
Un nuevo dolor en el pecho, y luego un murmullo temero-
so...
—Blandimentum...
Y de pronto la oscuridad, la conciencia de que todo había
acabado.
Ambos, Harry y Lucka, emitieron a la vez un pequeño suspi-
ro. Casi todo había terminado.
—Sabes que no lo tienes que aguantar, que no lo vale —decía el su-
surro de un chico.
—Es complicado, ya te lo dije —respondió una mujer.
Harry abrió los ojos de golpe, alejándose primero un paso y
luego otro con rapidez del cuerpo tenso de Lucka. Esa voz, la voz
de esa mujer, había sido muy poco lo que había dicho, hubiera
deseado que hablara más, unas cuantas palabras más, y tal vez hu-
biera podido reconocerla.

200
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Lo…? —Lucka jadeó y se dejó caer sobre el respaldo de


su silla—, ¿lo viste…? Ellos…
—Sí —replicó Harry, deteniéndose en medio de la habita-
ción, y por alguna razón buscando a Draco con la mirada. Parecía
asustado, al igual que los demás.
—¡Oh, Dios mío! —gimoteó Lucka cubriendo su rostro con
ambas manos. Parecía que empezaría a llorar en cualquier momen-
to—. Díos, no.
—Salgan —pidió Harry mirando hacia Draco, aún no atre-
viéndose a mirar a Lucka—, por favor, salgan.
—Pero… ¿Qué pasó? —preguntó Ethan haciendo un intento
por acercarse a Lucka, Draco lo tomó por un brazo y lo detuvo.
—Mejor salimos —pidió Draco con voz calmada—, déjalos
un momento.
—¿Estás bien? —preguntó a pesar de eso Ethan hacia Lucka,
que seguía con las manos sobre el rostro y parecía agitarse un poco.
—Lo estará —respondió Harry dándole a Draco una mirada
significativa.
Ethan se dejó arrastrar hacia la salida sin dejar de mirar a Lu-
cka, hasta que la puerta se cerró nuevamente. El silencio se hizo du-
rante un instante, en que Harry respiraba tratando de calmarse a sí
mismo, antes de girarse para ver a Lucka, que se había inclinado ha-
cia delante y apoyado los codos sobre las rodillas, agitándose sua-
vemente. Harry sabía que estaba llorando.
—Lucka…
—Yo… yo se los dije, les dije cómo entrar, les dije dónde es-
taban las mazmorras —gimoteó Lucka con voz desgarrada—. Yo
tengo la culpa.
—No, claro que no, no la tienes, no había nada que pudieras
hacer por evitarlo, ellos te torturaron y hechizaron, entraron en tu
mente, jugaron contigo hasta que no tuviste más opción…

201
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—¡Les dije todo! —gritó levantando el rostro por fin, sus


ojos estaban rojos y las lágrimas caían sin control—. ¡Todo! No sólo
lo de la fábrica, también dónde trabajaban los demás, quiénes eran
mis amigos. ¡Todo!
—Sí, lo hiciste —respondió Harry avanzando hasta él, y lue-
go arrodillándose delante del chico—, pero no había forma de que
no lo hicieras, era obvio que ya tenían algo de información; para
empezar, sabían que tú sabías todo eso, alguien más les debió haber
dado esa información, y probablemente se la sacaron de la misma
forma que a ti, a base de torturas.
—Jamás me lo perdonarán, ellos… no podré mirarlos nue-
vamente a la cara, nunca.
—No digas eso, no tenemos nada que perdonarte, no ten-
dríamos qué perdonarte, eres una víctima, como lo fue Jocelyn, de-
berías dar gracias al cielo de que te dejaron libre, se equivocaron
con eso…
—Nunca podré perdonármelo —concluyó Lucka.
—Esa mujer… la del final, ¿nunca apareció su rostro, nunca
la viste…? ¿la conocías de antes?
—No… a ninguno de ellos, esas últimas frases aún bailaban
en mi mente cuando desperté en el callejón, pensé que eran parte
de alguna pesadilla.
—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó Harry, ahora que
Lucka parecía un poco más calmado.
—No lo sé… necesito pensar.
—Esa voz, la de la mujer, me parece haberla escuchado antes,
aunque no sé dónde.
—Yo nunca la había escuchado… pero creo que jamás la ol-
vidaré. Aunque no entendía de qué hablaban, ni por qué ese re-
cuerdo seguía en mi mente.

202
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Debieron haberlo dicho después de que te aplicaran los


hechizos modificadores de memoria, pensaron que estabas incons-
ciente, aunque seguramente sólo dormitabas.
—Ah… —Lucka no parecía comprender muy bien a lo que
Harry se refería, y frunció el ceño mientras se enjuagaba los ojos
con ambas manos—. ¿Puedes…? ¿Tú crees que se pueda sacar más
información de mi cabeza?
—He sacado todo lo posible, pese a que hicieron encanta-
mientos muy fuertes, pero sólo tengo los murmullos de las pregun-
tas… había mucha luz, se aseguraron bastante bien.
Lucka asintió suavemente y suspiró profundamente, como
obligándose a dejar de llorar, a parecer sereno.
—No es mucha información, pero creo que los demás deben
saberlo, tal vez y encontramos algo pronto que relacione lo que pa-
só con esto.
—Sólo si estás seguro…
—Nunca me lo perdonaré, Harry, Jocelyn murió por este
asunto, sin embargo no sería justo guardarme esto por cobardía, yo
los delaté, no soporté las torturas, y les dije todo, y creo que al me-
nos nuestros amigos tienen derecho a saberlo.

–|– 

Se juntaron todos, menos Aarón, Boris, Hermione y Ron, en


la sala de ejercicios; el encargado de decir lo que habían encontrado
fue Harry, relatando en murmullos todo lo que había podido sentir
y escuchar; Draco lo miraba asombrado, mientras Ethan se encar-
gaba de abrazar a Lucka, manifestándole de esa manera su apoyo,
que ninguno de ellos lo juzgaba o recriminaba por lo que había pa-
sado.

203
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—En realidad no hay mucho que podamos obtener de todo


esto… es decir, tenemos un par de voces que son irreconocibles,
todo lo demás está alterado —explicó Harry.
—Eso quiere decir que tienen algún informante, alguien les
dijo que Lucka podía darles la contraseña para entrar —meditó
Draco.
—Cierto —suspiró Mikel, sentado junto a Gael, que perma-
necía en silencio, mirando de manera asombrada hacia Lucka, que
parecía demasiado culpable como para siquiera darles la cara—, pe-
ro es alguien no muy cercano a nosotros... de lo contrario no hubie-
ra tenido la necesidad de delatar a Lucka.
—Por supuesto que no es ninguno de nosotros —apoyó rá-
pidamente Giles—, sólo los que estamos aquí sabemos que se pue-
de entrar por la parte de atrás de la casa, y sólo nosotros hemos usa-
do esa entrada constantemente.
—Tal vez nos estaban espiando —comentó Ethan—, vigilan-
do nuestros movimientos…
—No —negó Harry con la cabeza—. Alguien dijo que Lucka
tenía la contraseña para entrar… o que sabía cómo entrar.
—¿Pero quién? —suspiró Matías pasándose las manos por el
rostro con frustración—, todos estamos aquí, ninguno ha desapare-
cido como para haber sido secuestrado y torturado.
—Por lo pronto, esto no nos sirve mucho… si ninguno de
nosotros reconoce estas voces, no podemos hacer nada con la in-
formación que tenemos —suspiró Harry encendiendo un cigarro.
—Pero tarde o temprano servirá —dijo Draco.
—Sí, en algún momento los encontraremos —apoyó Ethan
abrazando un poco más fuerte a Lucka y buscando su mirada—, y
cuando lo hagamos, los harán pagar por lo que te han hecho.
Lucka asintió lentamente y se animó por fin a mirar hacia sus
amigos.

204
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ninguno te culpa o acusa —murmuró Gael con voz ron-


ca—, no creo que alguno de nosotros hubiera podido quedarse ca-
llado en una situación así.
Los demás asintieron y Lucka asintió, sintiéndose sólo un
poco más aliviado, aunque no podía dejar de pensar en que de al-
guna manera, sí había sido un traidor, y que los había delatado a to-
dos.

–|– 

Roger avanzó por el extraño camino, rodeado de árboles y


matorrales que daban a todo el lugar un aspecto siniestro, su capa
oscura lo protegía no solo del frío, sino también de miradas indis-
cretas, con la capucha en alto podía cubrir su cabellera rubia, que
seguramente llamaría la atención desde lejos en aquel camino que
parecía abandonado, aunque su intuición le decía que no estaba
abandonado. No debía estarlo, no si realmente las cosas habían su-
cedido como esperaba.
Levantó el pergamino que le había llegado esa mañana, se
trataba de un rústico mapa; trató de ubicarse, aunque en ese lugar
era imposible tomar una referencia, esperó que sus pasos hubieran
sido los necesarios y torció el rumbo, alejándose del camino y en-
trando entre los árboles y la hierba crecida. El aroma de la reciente
lluvia junto con el de las plantas le desagradaba, y arrugó un poco la
nariz, como si de ese modo pudiera apartar el olor de él.
Avanzó mucho más tiempo del que había esperado, hasta que
al fin lo vio, un claro en medio de todo ese bosque descuidado.
Suspiró profundamente y esperó estar al menos en el claro correc-
to.
Y lo estaba.

205
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

Unos segundos después apareció un hombre, cargaba algo


entre los brazos. Otro cuerpo. Ambos lucían capas oscuras, con las
capuchas en alto, cubriendo estratégicamente sus rostros y sus cabe-
llos.
Ambos se quedaron de pie, a una distancia prudente, obser-
vándose sin poder mirarse realmente a la cara, finalmente fue Roger
el que habló.
—¿Es él?
—¿Quién desea saberlo?
—Soy Roger y tengo tu oro —dijo mientras sacaba de uno de
los bolsillos, una nada despreciable bolsa de cuero negro llena de
galeones.
El otro hombre asintió y se arrodilló lentamente, hasta que
pudo depositar el cuerpo del chico sobre el pasto crecido. El cuerpo
inconsciente no se movió. Con manos algo nerviosas el hombre
apartó la capucha, y Roger emitió un pequeño gemido al reconocer
al chico, pálido, macilento, con algunas heridas, las mejillas hundi-
das y el cabello sucio: casi nada quedaba ya del sano y alegre rostro
que él había conocido.
—Estará bien —le dijo el hombre, leyendo sus pensamientos
por la expresión de su rostro—; necesita cuidados, alimentos y
agua, pero estará bien, sobrevivirá.
—Aléjate de él —pidió con voz demandante, con la voz de
mando que lo caracterizaba.
El hombre hizo un ligero asentimiento y extendió una mano,
el saco de oro que aún sujetaba Roger salió volando en dirección
contraria. Por un instante Roger tuvo miedo, el hombre estaba de-
masiado cerca del otro cuerpo, no había sido tan provisorio como
debería haberlo sido.
—De acuerdo —afirmó el hombre sopesando el saco de oro
con una mano y alejándose un par de pasos—, todo suyo.

206
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Por qué lo haces? —preguntó entonces Roger avanzando


hacia el cuerpo del chico tendido sobre la hierba—, ¿por qué te
arriesgas?
El hombre sólo se encogió de hombros.
—Necesitaba el oro, y allí ya no pagan tan bien como antes,
además creo… —su voz pareció quebrarse un instante—, creo que
ya se les está pasando la mano.
—Gracias —asintió Roger, no creyendo realmente que pu-
diera darle las gracias a ese hombre, a uno de los que había sido par-
ticipe en aquello.
El hombre no se despidió ni hizo ningún gesto más, sim-
plemente se dio la vuelta y desapareció tras unos arbustos; Roger no
se preocupó más por él, no esperaba una traición, después de todo,
no había sido él quien lo buscó, era el otro el que estaba desespera-
do por el oro y por librar de alguna manera, los cargos de concien-
cia.
Se arrodilló delante del cuerpo inconciente y apartó un poco
más la capucha, hasta que los castaños y largos cabellos se agitaron
con el viento, Roger le tocó la mejilla con el dorso de la mano, la
sintió fría.
—Enervate —murmuró apuntando la varita, el chico pareció
reaccionar poco a poco, sus ojos se abrieron con lentitud, sin el bri-
llo de antes, pensó Roger, mientras lo levantaba un poco de los
hombros para ayudarlo a sentarse, comprendió entonces porqué el
otro hombre había podido traerlo cargado y sin ningún hechizo, el
chico no pesaba ya casi nada.
—¿Roger? —preguntó con voz ronca y confundido el chico,
mientras trataba de apoyarse con las manos en el pasto y arrugaba el
ceño por la luz del día.
—Tranquilo, nos vamos.

207
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[4] El Auror y el Fabricante de Pociones

—¿Has venido por mí? A sacarme de ese… —el chico jadeó,


y su corazón se agitó de pronto, el solo recuerdo de aquel lugar lo
alteraba.
—Tranquilo, hermano, tranquilo —le calmó Roger mientras
lo pegaba mucho más a su cuerpo, tratando de calentarlo y no com-
prendiendo cómo un padre podía autorizar a que le hicieran todo
eso a su hijo—. Estarás bien, ya no volverás más a ese sitio, ya no
más.
—Ya no más —repitió el chico mientras su mirada se centra-
ba en su hermano.
—Eso es, nunca más, Noah, vamos a casa.
Noah asintió suavemente y se abrazó a su hermano mayor,
sintió pronto los primeros efectos de la aparición conjunta, y suspi-
ró aliviado pese a todas las sensaciones y dolores que tenía, ya estaba
fuera de ese lugar, al fin lejos de esa pesadilla.

208
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

5
Celos al descubierto

Entre temores, nos encontramos uno al otro,


Entre cielos que quisiéramos volar,
Y entre razones, nos enfrentamos uno al otro,
Y es el sueño que hoy llamamos realidad.
Canción: A Ti
Motel, grupo de música mexicano de rock pop

Noviembre del 2003, varias semanas después…

-¿
No está por ningún lado, verdad? —preguntó
Ginny con voz burlona desde el otro extremo de la
habitación, rodeada de una gran cantidad de libros y
pergaminos.
—¡Esto es inaudito!, si ese chico salió de aquí es porqué al-
guien se lo llevó, es imposible que lo hiciera por su propio pie —re-
plicó Tony con el ceño fruncido y la mirada rabiosa.
Ginny tenía que admitir que toda esa preocupación no le
sentaba nada bien a Tony, parecía mucho más mayor ahora, incluso
las pequeñas arrugas que iban apareciendo en sus ojos le parecían
desagradables. Recapacitó acerca de cómo Harry, pese a todo lo que
había tenido que vivir, nunca se había visto así de mal, sino todo lo
contrario; al parecer había gente a la que los problemas no le senta-
209
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

ban nada bien. Se preguntó en cómo estaría Harry en este momen-


to; su madre le había contado, cuando había ido de visita a la Ma-
driguera una semana atrás, todo lo que él les había dicho; la forma
cómo Harry había admitido amar a… al maldito mortífago, y tam-
bién que había declarado que el que ellos no lo aceptaran le dolía,
pero que Malfoy estaba por encima de todos los demás. Su madre
estaba triste y su padre impresionado, pero ella los conocía, sabía
que era cuestión de tiempo antes de que terminaran de asimilar to-
do, y que empezaran a aceptar a Draco; sabía que en esta lucha aho-
ra se encontraba sola, puesto que Ron, a quién más esperanzas le
tenía en este aspecto, había declarado que si Harry era feliz viviendo
de esa manera, no había mucho que hacer, sólo estar cerca por si el
hurón lo lastimaba, para entonces, vengarse y cuidar de su amigo.
Incluso George y Bill decían que era extraño que de entre todos,
Harry escogiera a Malfoy, pero que no quedaba de otra que esperar
a ver si realmente aquello funcionaba o no. Ninguno de ellos había
dicho nada respecto a que Harry fuera gay, ninguno lo condenó por
ese proceder tan antinatural, y eso le pareció desagradable; aquella
no podía ser su familia… su familia no podía aprobar un compor-
tamiento tan inapropiado como ese… Sin embargo, lo que más le
inquietaba era que, en definitiva, Harry había quedado fuera de su
alcance, y para siempre; ya no existía el temor de que todos se ente-
raran de sus desviaciones o sus relaciones… al contrario, ahora el
chico, de la mano de Malfoy y de toda esa banda de amigos suyos,
había decidido salir a hacerle frente a todos, declarando que tenían
derechos, iguales derechos que los demás, que lo suyo no era una
enfermedad sino una opción… y el mundo lo estaba escuchando…
lo cual había hecho que todo ese asunto de la MACH se fuera al
diablo, no había forma de que salieran a ajusticiar a nadie nunca
más, puesto que temían que ahora que Harry estaba furioso con
ellos, les siguiera la pista y los delatara… o peor aún, que decidiera

210
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

vengarse por lo que había pasado en su casa. Ginny, inconciente-


mente acarició con un par de dedos la cicatriz, escondida por la tú-
nica, en el muslo derecho, que le había quedado, y que le quedaría
de por vida, resultado de la terrible golpiza que Tony le había pro-
pinado cuando descubrieron que la atención pública estaba sobre
todos aquellos que se habían sentido con el derecho de juzgar a los
empleadores y dueños que daban trabajo a los jodidos desviados, y
que además, habían osado en matar a una amiga del niño-que-
vivió… en conclusión: su golpe maestro había sido un fracaso com-
pleto, muchos de los miembros de la MACH habían decidido dar
un paso al costado, o simplemente darles la espalda tras saber que
Harry Potter, el maravilloso héroe mágico, estaba en su contra, y
ella había sido duramente castigada por matar a la chica esa, aunque
ella habría aceptado el castigo sin rechistar si hubiera podido elimi-
nar a Malfoy, pero no, el chico parecía tener a alguien cuidándolo
en el más allá, puesto que siempre se salvaba de sus ataques.
—¿Me estás escuchando? —preguntó Tony un poco más fu-
rioso y mirando a Ginny, sacándola de sus elucubraciones.
—Sí, como siempre, te estoy escuchando, que alguien lo
ayudó a escapar, es algo que ya dedujimos —respondió sin sonar
demasiado interesada y volviendo a los libros de cuentas, aquella
charla la aburría tanto.
—También que puede haber sido ese tal Caleb.
—O cualquiera que estuviera en la clínica el día en que desa-
pareció, aunque primero tendríamos que descubrir qué día exacta-
mente desapareció. Baddock tiene razón acerca de nuestras protec-
ciones, son una porquería.
—Eran, cariño —murmuró Tony acercándose a ella. Ginny
dejó de fingir interés por el libro que rellenaba, y levantó el rostro,
mirándolo de manera interrogante. Aquel cambio en el tono de voz
no podía augurar nada bueno—. Baddock ha intensificado nuestras

211
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

protecciones, nadie saldrá o entrará sin que nos enteremos, las habi-
taciones, una a una, han sido aseguradas, todas las chimeneas, las
oficinas, los dormitorios del personal. Todo.
—Pero…
—Y sí, también nuestra habitación, ninguno de nosotros go-
zará de libertad, nadie, ni siquiera tú o yo sale de aquí sin que los de
seguridad se enteren.
—¿Estás encerrándome? ¿Acaso ya no podré ir y venir de la
misma manera que siempre lo he hecho?
—No creas que soy idiota —reclamó Tony golpeando con
un puño la mesa, el tintero se levantó por el golpe y cayó hacia un
lado, sobre el libro que Ginny llevaba toda la mañana rellenando,
pero eso no le importó mucho, se puso en pie de un salto, lista para
recibir cualquier tipo de ataque.
—¿A qué vienen tus gritos y tonterías ahora?
—No me subestimes, te advertí miles de veces que te aparta-
ras de Caleb, él fue quien dejó escapar a Garth de aquí, aunque no
sé con qué intención.
—No te entiendo, hace un minuto decías no saber quién ha-
bía sido el que había ayudado a Garth a escapar, ¿y de pronto ahora
tienes un culpable?, pues ¿sabes qué?, me tiene sin cuidado que an-
des acusando a Caleb, estoy segura de que él se puede defender so-
lo, no caeré en tus provocaciones.
Tony soltó una carcajada.
—Tienes razón, cariño, Caleb se puede defender solo… o
intentarlo al menos.
—¿Qué es lo que quieres decir?
—Lo encontramos, Baddock lo encontró, oculto entre mu-
ggles, una cosa demasiado estúpida si es que nos ponemos a pensar,
el muy tonto pudo haberse largado, pero no lo hizo, y me preguntó
por qué.

212
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—¿Muggles? —Ginny sintió el aire abandonar sus pulmones


con dolor—. Él… ¿él confesó?
—¿Qué había soltado a Garth? ¿Qué lo sacó de su habitación
y lo liberó en el bosque? Sí, lo hizo, aunque no nos dijo la razón…
de todas maneras ya estaba muy herido, Baddock a veces no se con-
trola… es muy violento —Tony parecía saborear sus palabras mien-
tras Ginny palidecía y se sentía tan mareada, que tuvo que sujetarse
al borde de la mesa.
—Eso… es una pena, era mi amigo, no entiendo porqué…
—Amigo… —Tony negó con la cabeza suavemente y se
acercó un poco más a ella, que por instinto retrocedió un paso—,
amante, querrás decir.
—Ya te he dicho, no tienes pruebas de…
—¡Claro! —gritó Tony interrumpiéndola—. ¡Pruebas! No,
no las hay, y es solo por eso que te mantengo aquí, porque si las en-
contrara, créeme que no dudaría en castigarte.
—No tienes derecho, ninguno, a castigarme, ni siquiera a ce-
larme, tú y yo… eso es algo que no funciona desde hace tiempo, es
sólo tu obstinación lo que me mantiene a tu lado.
—Y lo que te seguirá manteniendo aquí —concluyó Tony—.
De ahora en adelante, ya lo sabes, sólo puedes aparecer en la casa de
tus padres, ya no quiero escuchar más de tus escapadas en medio de
la noche, ni de tus prolongadas desapariciones.
—¡No puedes encerrarme!
—Ya lo he hecho, y acostúmbrate cariño, además, ahora que
Caleb ha muerto… —Ginny se llevó ambas manos a la boca, tra-
tando de controlar sus nervios—… ya no tienes ninguna otra excu-
sa para escabullirte, ¿o sí?, ¿algún otro amante del que yo no tenga
conocimiento?
—¡Cállate! —gritó Ginny con fuerza mientras se pegaba más
a la pared—. ¡Ya déjame en paz!

213
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Que te quede claro, eres mía, y así seguirá por siempre, ya


es bueno que todos se enteren de lo que les puede pasar si osan me-
terse conmigo o con lo mío.
—Yo no soy una cosa, no eres mi dueño.
—Tsk, tsk —hizo chistar su lengua Tony—. Te dejaré sola
para que lo medites, te espero esta noche en la recámara, en nuestra
recámara.
Ginny no contestó, sólo lo miró con odio y animadversión,
mientras el hombre salía de la habitación y cerraba la puerta suave-
mente.
Durante un momento más se quedó en pie, mirando hacia la
puerta cerrada y recordando a Caleb…
En los últimos tiempos, el chico había incrementado su
amor por ella, amor que ella no correspondía, que no podría co-
rresponder jamás, lo sabía, y estaba segura de que Caleb también lo
sabía.
No había sido hasta que el profesor Garfunkel había empe-
zado a probar los nuevos tratamientos con los internos, que Caleb
había empezado a cuestionar un poco el proceder de la clínica y del
grupo. Aquella nueva faceta la había sorprendido, recordando lo
dado que él era a la violencia en el pasado. Con el cambio de actitud
de Caleb, había aparecido también el cambio de actitud de Tony,
más interesado en poder ganar oro a costa de los padres y familiares
preocupados por sus hijos, en entrenar a los miembros más activos
de la MACH en tratamientos de curación, y eso trajo consigo, que
la violencia entre ambos creciera considerablemente. Había días en
que Ginny ni siquiera salía de su habitación por las palizas recibi-
das. Caleb siempre había estado allí, siempre la había ido a consolar,
y Ginny se había dejado consolar.
Luego del gran ataque, que había resultado ser un fiasco más
para la organización, las cosas se pusieron peores. Tony era cada vez

214
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

más agresivo y Caleb más amoroso. Más de una noche, Ginny se


escapaba de la clínica y aparecía en el departamento de Caleb, dis-
puesta a abandonarse al consuelo que el chico era capaz de darle
con tan sólo acunarla entre sus brazos y acariciarla con lentitud casi
reverencial.
Hasta que Caleb se cansó.
Sucedió una noche, ella estaba arropada junto a él, meditan-
do acerca de cuánto tiempo más le quedaba libre antes de tener que
volver a casa, entonces Caleb le había revelado su plan; le contó que
había estado hablando con ese chico Noah, al que ella ya no trataba
ni había vuelto a ver después de obtener toda la información que
requería, aunque no se lo comentó a Caleb, ya no le gustaba mucho
hablar con él de los pacientes y de la clínica; Caleb le explicó que el
chico le había pedido ayuda, le había asegurado que tenía mucho
oro, y le había dado el nombre y cómo ubicar a uno de sus herma-
nos, prometiendo que él le daría todo lo que quisiera con tal de que
lo liberaran. Ginny había tratado de persuadirlo, pero no había sido
posible, y antes de que ella siquiera se diera cuenta, el trato ya esta-
ba hecho. Aunque Caleb tenía otra intención más.
—Vámonos de aquí —había dicho—, lejos de todo; tarde o
temprano los van a descubrir, más aún ahora que Potter ha sido ata-
cado, sabes que no se quedarán tranquilos por mucho tiempo, y
cuando eso pase, todos caeremos junto con Tony. Hay que huir, a
América, allí no nos buscarán, podemos escapar hasta Sudamérica y
vivir cómodamente con lo que el hermano de Noah nos dé.
Y Ginny se había negado una y mil veces, prolongando pen-
sar en la propuesta de Caleb hasta la tarde en que Noah desapare-
ció, aunque en la clínica no se dieron cuenta hasta mucho tiempo
después, cuando no había ya ni rastros del chico.
—Te esperaré —había dicho en susurros aquella mañana en
que todos habían sido interrogados—; estaré oculto, tú sólo trata de

215
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

llegar a mi apartamento, en nuestro lugar secreto (se refería a una


cómoda que tenía oculta tras un espejo, donde guardaba los perga-
minos y notas que se intercambiaban, y algunas fotografías de ella,
siempre le decía “nuestro lugar secreto”, aunque sólo él guardaba
cosas allí) habrá un traslador, te llevará hasta donde yo esté, sólo es-
peraré por ti tres días.
Y Ginny no había ido, lo había meditado mucho durante
esos tres días, entre la indecisión de ir y la de quedarse a seguir lu-
chando por hacer algo más que huir, el no amar a Caleb la había
mantenido en casa; el saber que el chico estaría mejor sin ella, lejos,
oculto y a salvo. No, no lo quería, pero sí sentía cariño por él, como
lo sentía por los amantes anónimos que buscaba alguna noche en
que no se sentía de humor para el amor incondicional de Caleb. Ella
suponía que él se había marchado, que ya estaba lejos, en Sudamé-
rica, como había dicho, empezando una nueva vida, pero no, al pa-
recer la había esperado mucho más de la cuenta, y eso había sido su
perdición.
Se dejó caer sobre la silla y suspiró, definitivamente sus deci-
siones la habían apartado de todo lo que ella había esperado conse-
guir en la vida: ser la esposa de Harry Potter, tener una pequeña ca-
sa en el campo, criar a dos o tal vez tres niños idénticos a Harry, ser
reconocida como la esposa del «Gran Héroe del Mundo Mágico»…
pero sólo había conseguido apartarse de Harry y de su familia, con-
vertirse en la novia del jefe de la MACH, una organización que
empezaba a desquebrajarse por las decisiones equivocadas de Tony.
La vida la había llevado por un camino completamente distinto, y lo
peor de todo era que ella sabía que ya no había retorno.

–|– 

216
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—Oh, Dios, Harry —gritó Draco mientras se sujetaba impo-


siblemente de la pared, Harry lo mordió con fuerza en la nuca y su
espalda se arqueó mucho más, con esa acción empujando a Harry
más dentro de él.
—Eres… ¡Oh, demonios! —Harry lo volvió a morder en el
hombro mientras se empujaba una y otra vez contra él, con fuer-
za—, delicioso.
—Sí… más… un poco más… —Draco se empujó con una
mano de la pared, ganando el espacio justo para que su otra mano
pudiera bajar y hacerse de su erección, que pese a haber sido gol-
peada contra la pared más de una vez por el ímpetu de Harry, seguía
erguida y ansiosa por encontrar su liberación—. ¡Más fuerte!
Harry lo soltó de las caderas y pasó una mano hacia delante,
buscando la mano de Draco, que se dobló un poco más bajo las
embestidas.
—No sabes… no tienes idea lo… —la mano de Harry se co-
locó sobre la de Draco y lo ayudó a masturbarse mientras sus cade-
ras se agitaban ya sin ningún ritmo—… lo caliente que me pones.
—¡Mmm… sí! Oh, sí —lloriqueó Draco. Su mano resbalan-
do por la pared y su cuerpo doblándose cada vez más, mientras Ha-
rry llegaba más y más profundamente en él, golpeando en cada em-
bestida contra su próstata. Su respiración estaba tan agitada que
pronto le fue difícil pronunciar palabra alguna.
—¡Draco! —gritó Harry con fuerza, mientras se sujetaba con
una de las manos de las caderas de Draco, que se empujaba hacia
atrás, encontrándose con su cuerpo—. ¡Draco! ¡Ya… Oh, por Mer-
lín!
Y Draco no contestó coherentemente, sino con un grito aho-
gado, quedándose completamente quieto mientras sentía en su in-
terior la descarga de Harry y su propio orgasmo reptar desde sus
testículos hasta el resto de su cuerpo, el chorro de semen caliente

217
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

sobre su mano y la de Harry, y parte de la alfombra. Su mano resba-


ló un poco más por la pared, y se obligó a encontrar las fuerzas sufi-
cientes para no caer al piso, mientras sentía sobre la espalda la cálida
y agitada piel de Harry.
—Harry —les llegó una voz desde el primer piso, lo que hi-
zo que ambos se sobresaltaran—. Harry, Draco —llamó nuevamen-
te esa voz, una que Draco lamentablemente reconoció.
—Pensé que habías dicho que hoy no vendría —protestó
Draco sintiendo todos los placeres del reciente orgasmo abandonar
su cuerpo.
—Debe ser importante… —suspiró Harry antes de darle un
beso en la nuca y salir lentamente de él.
—Si te quedas en silencio pensará que no estamos y se irá —
respondió Draco dándose la vuelta y mirando hacia Harry, que ya
buscaba sobre el piso la varita para limpiarse.
—Sabes que no puedo hacer eso, algo debe haber pasado.
—O tal vez sólo quiere que escuches su discurso frente al
Wizengamot nuevamente.
—Draco —reprochó Harry antes de aplicar un hechizo de
limpieza sobre ambos—, no seas así de injusto, Aarón está trabajan-
do mucho en este proyecto, y nosotros dijimos que lo ayudaríamos.
—No —protestó Draco, caminando desnudo hacia la ca-
ma—; tú prometiste que lo ayudarías, no recuerdo haberlo dicho
yo.
—Harry, ¿están en casa? —llamó la voz desde el primer piso;
pese a la mirada retadora que Draco le dio, Harry caminó hasta la
puerta de la habitación y la abrió un poco.
—Sí, Aarón, estamos, espera un momento, ya bajamos.
Draco entrecerró los ojos mientras Harry corría por la habi-
tación recolectando las prendas pérdidas momentos antes.

218
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—¿No te vestirás? No creo que salir así, con tan poca ropa,
sea bueno para tu imagen —medio bromeó Harry mientras se sen-
taba en la cama para ponerse los calcetines.
—No, no pienso bajar, dijo que no vendría esta tarde, era
nuestra tarde juntos, ¿recuerdas?, le dije a Gael y a los demás que
no vinieran tampoco.
—Sólo será un momento.
—Pues bien, aquí te espero.
Harry le dio una mirada resentida, y se puso la sudadera para
luego pasar sus dedos entre el cabello, más desordenado después de
haber estado haciendo el amor con Draco.
—A veces no te entiendo —masculló, dándose una mirada al
espejo.
—Sí sólo será un momento, ¿para qué te esfuerzas tanto?,
luego volveré a despeinarte —comentó un poco más relajado Dra-
co, queriendo evitar una pelea. Otra contienda más, se recordó.
—No hay necesidad de salir hecho un desastre.
—Claro, así verá lo que ha interrumpido.
—Pero si nosotros ya… —Harry cerró la boca rápidamente,
dándose cuenta demasiado tarde de la mirada enfadada de Draco, y
de lo mal que eso había sonado.
—¡Ah! Perdone usted, no sabía que mi turno ya había termi-
nado —escupió Draco levantándose de la cama y caminando hacia
el baño.
—Eso no fue lo que quise… —el portazo que dio Draco al
entrar al baño lo interrumpió— decir —masculló al final antes de
suspirar derrotado.
Se acercó hasta la puerta, y por un instante dudó entre abrirla
o no; finalmente decidió que no, no tenía deseos de meterse en una
enorme disputa en ese momento, sobre todo con Aarón esperando
abajo.

219
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Escucha, me desharé de él rápidamente y volveré, y enton-


ces podremos…
—No me interesa —gritó Draco antes de abrir la ducha, lue-
go de un pequeño silencio, escuchó el sonido de la puerta cerrán-
dose, sólo entonces se animó a volver a la habitación.
Se dejó caer sobre la cama, y pese al frío no se abrigó, se
quedó allí, mirando el techo, mascullando su fastidio por Aarón y
su siempre inoportuna aparición.
Harry y él llevaban últimamente una racha de discusiones,
una que parecía no tener fin, y en el medio siempre estaba ese
hombre con su «Harry, qué tal si hacemos esto y qué tal si hacemos
lo otro», parecía no dar un solo paso sin consultarle primero a Ha-
rry su opinión, y Harry estaba tan encantado con aquella situación,
que no se daba cuenta la forma en que ese hombre lo miraba. Y no.
No eran sólo ideas suyas, estaba ya seguro, incluso Boris, el novio
de Aarón, lo había notado. Draco lo sabía, lo sabía por la forma en
que Boris miraba a Harry, o por la forma como su normalmente
amable mirada desaparecía cuando los veía juntos, conversando y
riendo, dejándolo de lado. Dejándolos de lado a ambos.
Harry volvió mucho antes de lo que había esperado, inte-
rrumpiendo sus pensamientos; en cuanto lo vio entrar se sentó en
la cama, con una media sonrisa, dispuesto a no pelear esta vez, pero
Harry habló antes que él:
—Aarón ha encontrado a un chico, dice que ha estado en la
clínica también, y quiere que vayamos a entrevistarlo —comentó
con entusiasmo mientras abría uno de los armarios y sacaba un
abrigo oscuro.
—¿Justo ahora?
—Ajá, está en casa de Aarón, llegó allí porque vio lo de la
propuesta en el diario… se ha escapado de casa y…

220
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—No es el primer chico que entrevistamos, creo que ya te-


nemos testimonios suficientes para empapelar la cocina.
—Ya, pero cada uno es importante, no debemos menospre-
ciar a ninguno.
—Nadie lo menosprecia, pero Boris y Aarón pueden hacer la
entrevista.
—Creen que tiene hechizos de modificación de memoria, si
tan solo pudiéramos obtener un rostro…
—Pero era nuestra tarde juntos —protestó Draco, no intere-
sándole para nada que el tono usado le sonara infantil y engreído.
—Y estoy seguro que entiendes que esto es importante y…
—¿Más que tú y yo?
—Nada será más importante que tú y yo, pero si estamos ha-
ciendo esto es precisamente porque queremos tener un tú y yo,
porque queremos parar todo este fanatismo.
Draco puso los ojos en blanco, reconociendo en Harry los
discursos de Aarón.
—Ya… ese discurso me lo sé de memoria.
—Draco —advirtió Harry, y Draco iba a replicar cuando la
voz desde el primer piso se volvió a escuchar.
—¿Harry? Tenemos prisa.
—Voy.
—¿Vendrás? —preguntó Harry dándole una mirada al cuer-
po aún desnudo de Draco sentado sobre la cama.
—Ha preguntado por ti, no por mí.
—Oh, por favor, deja ya esto, tus estúpidos celos y…
—Y tú de hacerte el ciego para no darte cuenta.
—Lo que dices no tiene sentido.
—Ya, déjame solo con mis sin sentidos; él te está esperando y
no quiero que se le ocurra subir también hasta aquí —que era lo
único que faltaba para meterse entre ellos, pensó Draco.

221
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Harry —repitió la voz de Aarón, interrumpiendo lo que


Harry iba a decir.
—Vendré más tarde y podremos salir al cine, o a cenar, o a lo
que te apetezca —prometió mientras se acercaba a él para darle un
beso, pero Draco giró el rostro, esquivándolo—. Bien, así será en-
tonces —concluyó Harry con voz herida mientras salía de la habita-
ción.
Draco negó con la cabeza, y se dejó caer nuevamente sobre la
cama. Aunque sabía que no podría descansar ni dormir hasta que
Harry volviera.
Seguramente tendrían otra de esas enormes peleas a las que
se estaba acostumbrando, y la sola idea lo cansaba tanto…

–|– 

—Luces fatal —dijo Gael entrando a la cocina.


—Gracias —replicó Draco sarcásticamente mientras bebía su
café, sentado tras la mesa y disfrutando de que extrañamente esa
mañana nadie, o casi nadie, si contaba a Gael, hubiera invadido la
casa.
—¿Otra pelea?
—Más o menos —admitió Draco encogiéndose de hombros.
—Draco…
—Lo cierto es que no discutimos —suspiró Draco—. Harry
llegó al amanecer, cansado, y se tiró a dormir sin escuchar mis re-
clamos.
—¿Al amanecer? ¿Por qué?
—Porque estuvo toda la noche con Aarón, tratando de en-
contrar en los recuerdos perdidos de un chico, algún rostro que lo
guiara a la clínica, aunque al parecer, no hubo suerte.

222
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—Ah… —suspiró Gael sirviéndose una taza de café y sen-


tándose delante de él—, por un momento pensé que se habría ido
de fiesta sin ti, o sin nosotros. Eso sí que sería imperdonable y…
La mirada gélida que le dirigió Draco lo hizo dejar de sonreír
e interrumpir su broma.
—Vamos, Draco, no te pongas así, todos estamos trabajando
más, pasando en limpio esos testimonios, y buscando la forma en
que…
—Ya lo sé —interrumpió Draco poniéndose en pie—. Lo sé,
lo escucho todos los días de Harry, no necesito que tú me lo repitas.
—De acuerdo —masculló Gael.
Draco le dio una mirada más, y se sintió culpable por desfo-
gar sus frustraciones con su amigo, sabía que Gael no tenía la culpa
de lo que pasaba, posiblemente el único culpable fuera él, quien
siempre estaba a la defensiva.
—¿Qué tal dormiste tú? —preguntó suspirando derrotado, y
dejándose caer sobre la silla nuevamente; era interesante cómo las
tragedias cambiaban a las personas, o a las parejas, mientras Harry y
él parecían no saber más que pelear y luego reconciliarse, Gael y
Mikel parecían sólo saber joder, era lo único que hacían última-
mente: tener sexo constantemente.
—Bien… aunque tarde porque Mikel…
—Sin explicaciones explicitas, por favor —protestó Draco
tapándose los oídos y fingiendo estar realmente afectado. Algunas
veces Gael era tan descriptivo con esas cosas… y esa mañana parti-
cularmente no se le apetecía poner ese tipo de imágenes en su men-
te.
—Mal pensado —se quejó Gael antes de darle un sorbo a su
café—, iba a decirte que porque Mikel y yo estuvimos viendo un si-
tio… creo que hemos encontrado el lugar indicado.

223
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—El lugar indicado —repitió Draco tratando de recordar de


qué lugar indicado le podía estar hablando su amigo.
—Para el centro de apoyo —agregó al ver la confusión de
Draco.
—Ah, el centro de apoyo —suspiró Draco, otra brillante idea de
Aarón, se dijo con fastidio, y sí, le tenía rencilla al tipo—. ¿Tan rápi-
do? Apenas hace unos días que lo mencionó.
—Sí, pero era algo que ya tenía pensado desde antes, es más,
él mismo tenía una gran lista de lugares y nosotros fuimos a verlos.
—¿En serio? Debo haberme perdido esa parte.
—Seguro mirando a Harry y lo que hacía —bromeó Gael,
Draco le devolvió una mirada bastante hostil, y decidió que su ami-
go aún no estaba como para bromas.
—¿En Londres? —«por favor, di que no, di que no, por fa-
vor».
—¡Por supuesto que en Londres! —Gael negó con la cabe-
za—. A veces, para ser tan genio, eres muy poco atento.
—¡Oh, que cruel! —se burló Draco.
—Además, pensé que tú serías el más interesado en que es-
tuviera en Londres, cerca de casa…
—Por mí y que se vayan a la China, no me quita el sueño.
—Eso dices ahora, porque estás enojado, pero sabes que no
es así. En todo caso, venía por Harry y por ti, por supuesto —aclaró
Gael en el último momento mientras Draco fruncía el ceño—. El
lugar que Aarón ha encontrado es inmenso, ya los demás están
viéndolo, y yo quería que vinieras porque al costado de ese local hay
un sitio donde se me ocurre que la fábrica podría quedar muy bien,
hay mucho espacio, y estaría a la espalda de la Escuela de Harry, en-
tonces podríamos incluso construir un pasaje para que no tuvieras
que salir a la calle cada que lo quieras ver, y el centro de apoyo esta-
ría en medio, es decir en toda la esquina, es increíble, toda una cua-

224
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

dra vacía, creo que tuvimos suerte y… —Gael se detuvo ante la mi-
rada confusa de Draco.
—¿Dijiste la Escuela de Harry?
—Ajá… ya sabes, donde pondrá la escuela de lucha contra las
Artes Oscuras y de defensa y… —Gael se inclinó un poco más ha-
cia delante, mirando con real preocupación a su amigo—. No…
¿Harry no te lo dijo?
Y no. Harry no se lo había dicho. Harry no le decía nada más
que esos estúpidos discursos últimamente.
—Hablaste de una nueva fábrica —respondió en lugar de
eso, tragándose el dolor por escuchar cosas acerca de Harry y sus
planes de empresa y de los cuales no tenía la más mínima idea.
—Draco…
—La fábrica, eso es lo que pregunté.
Gael hizo una mueca, estuvo dispuesto a continuar con el
tema de Harry, pero la mirada hostil que le dedicó su amigo bastó
para hacerlo cambiar de opinión, aunque se sentía un tanto culpable
de haber metido a Harry en dificultades, decidió que mejor era
preocuparse del problema inmediato:
—Bien… han pasado ya muchos días, y no quieres entrar a
las mazmorras, y cierto que los pedidos han bajado considerable-
mente, pero nosotros somos capaces de reflotar esto, y pensé que
una fábrica nueva sería mejor, podríamos tener más espacio y más
seguridad, claro y… —Gael suspiró—… a mí también me cuesta
trabajo bajar… no puedo evitar recordar…
—¿Pero una fábrica nueva? Apenas estamos con las finan-
zas… —Draco evitó pensar en lo que realmente lo afectaba, había
bajado a las mazmorras un par de veces e intentado trabajar, pero
simplemente era imposible, pese a que Harry se había encargado de
retirar todos los escombros y reemplazar las mesas de trabajo, no

225
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

podía dejar de recordar la imagen de Jocelyn, tirada en una esquina,


sin vida…
—Yo también tengo pesadillas con eso —murmuró Gael
acercándose a Draco y poniéndole una mano sobre el brazo—, con
lo que pasó, con Jocelyn…
Draco levantó la mirada para encontrarse con los brillantes
ojos azules de Gael, se preguntó si era que rompería a llorar una vez
más, ya lo había hecho antes, los primeros días después de que todo
hubiera pasado, cuando el nombre de ella había surgido por descui-
do mientras ordenaban las mazmorras; en aquella ocasión Draco se
había abrazado a él para reconfortarlo, sin embargo, poco a poco, las
lágrimas de su amigo provocaron las suyas, y sin darse cuenta si-
quiera, había empezado a llorar también; Draco sólo había llorado
frente a Harry una vez, cuando su madre había muerto, y en ese en-
tonces se sentía tan frágil y cansado emocionalmente, que no se ha-
bía sentido cohibido por mostrarse débil ante él; sin embargo, en
esta ocasión, junto a Gael, la sensación era diferente, ambos querían
a Jocelyn como a una hermana, ella era parte de su familia, y el do-
lor por su pérdida era inmenso; ambos compartían el mismo sufri-
miento, y en ese abrazo encontraron el consuelo y la fuerza para
empezar a intentar superarlo, juntos.
—Lo sé… y lo siento —masculló Draco, apretando con una
mano la de Gael.
—Debemos empezar a superarlo… no vamos a dejar que nos
arruinen, Draco —replicó con voz más firme Gael—, tú eres un lu-
chador, ya lo has demostrado antes, y yo no soy de los que se dejan
intimidar, si no empezamos nuevamente ahora, nunca lo haremos,
y entonces ellos habrán ganado, y no queremos eso, ¿cierto?
—No, pero…
—Tú sabes que somos capaces de hacerlo, una y mil veces si
es necesario.

226
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—Lo sé —asintió Draco un poco más firme.


Gael le sonrió en respuesta, y apretó un poco más su mano
sobre el brazo de Draco antes de apartarse y darle un sorbo a su taza
de café.
—Esta es la dirección —informó Gael mientras sacaba una
pequeña tarjeta del bolsillo—. Te será fácil llegar.
—¿Cuándo irás?
—Estaremos todo el día allí, hay mucho que mirar, pregun-
tar y decidir, dile a Harry que se apresure, no quiero estar hasta
muy tarde mientras recién se pone a ver si le acomodan los salones
y todo eso…
—Ya… trataré de despertarlo e ir con él pronto —prometió
mientras levantaba la pequeña tarjeta que el chico había dejado so-
bre la mesa, una dirección de un lugar que él no reconocía.

–|– 

—El lugar se ve bastante bien —confesó Hermione en cuan-


to Aarón y Boris abandonaron esa habitación y fueron a seguir ex-
plorando.
—Sí… incluso podrían poner un hechizo de protección en
toda la cuadra, es increíble que esté vacía.
—Supongo que la magia debe haber interferido —contestó
ella mientras se asomaba por una de las ventanas y miraba la desier-
ta calle, con casas pequeñas delante.
—¿La magia?
—Hace tres meses se puso en venta el lugar de al lado, el que
Gael quiere para la fábrica, y de pronto, en solo dos meses, la gente
que habitaba en el edificio que Harry podría comprar y en este lu-
gar, se fue sin mayores explicaciones…
—Oh, ¿tú crees que Aarón tuvo algo que ver?

227
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—O Harry, o cualquiera del grupo, una manzana vacía, im-


posible —bufó Hermione mientras veía a un grupo de niños salir
de una de las casas de enfrente, enfundados en sus casacas multico-
lores y comenzando a jugar con la nieve—. Podríamos preguntar, y
nos dirán que la cuadra está embrujada, o alguna tontería de esas.
—Pero no es ilegal, es decir, esa gente que se mudó tiene
adónde ir, y se les pagará un precio justo por este sitio.
—Pues sí, nadie dice que no, sólo que… no imagino a Harry
haciendo esas cosas.
—No lo imaginábamos con Malfoy y ya ves, el chico a veces
sorprende, y demasiado.
Hermione soltó una carcajada y Ron la abrazó por la espalda,
contagiado por su risa.
—Trata de no decir eso delante de Harry, o de Malfoy, pare-
cen de peor humor últimamente.
—Es culpa de Malfoy, por supuesto —refunfuñó Ron—, el
hurón puede sacar de quicio a cualquiera, incluyendo a Harry.
—Está celoso —aclaró ella.
—Eso es raro… Malfoy tiene suficiente ego como para creer
que Harry es sólo suyo o alguna de esas tonterías.
—No es cuestión de posesión —objetó Hermione, sorpren-
dida de comprender un poco más a Malfoy y peor aún, de darle de
alguna manera la razón—, es que Aarón haría sentir inseguro a
cualquiera, tiene un cargo importante, es reconocido y no teme ha-
cerle frente a las cosas, en solo unos días se pondrá en el ojo de la
tormenta, por voluntad propia, sin contar lo guapo que es.
—¿Quieres que empiece a sentirme celoso yo?
—Tonto, él es gay
—Como todos aquí, y no te escuchó hablar de ellos de la
misma manera —por el tono que Ron usaba, Hermione no podía

228
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

estar segura de si se trataba de una broma o un reclamo real, optó


por pensar lo primero.
—Ninguno podría igualarse a ti, de todas formas, a ti es a
quien amo —declaró.
Ron, complacido por la respuesta, se inclinó y le dio un beso
en los labios, el ruido de la puerta abriéndose los hizo sobresaltar.
—Puaj, sexo hetero… —se burló Gael.
—Gracioso —masculló Ron enrojeciendo, Hermione soltó
una risita.
—Ya… nosotros no decimos nada de ti y de Mikel.
—Es que nosotros nos vemos lindos.
—Oh, por favor —bufó Ron, pero Hermione y Gael volvie-
ron a reír.
—Quería saber si es que Draco y Harry estaban aquí, no los
encuentro.
—No han llegado —comentó Hermione frunciendo el ce-
ño—, ahora que lo mencionas, ¿por qué no han llegado?
—Harry estuvo hasta tarde en casa de Aarón, y Draco dijo
que dormía, seguramente aparecen pronto —informó Gael no que-
riendo revelar que suponía que debían estar en medio de una de sus
muchas trifulcas.
—¿Sólo Harry, sin Draco? —preguntó Hermione más preo-
cupada.
—Ajá…
—Oh, la que se va armar —comentó ella por lo bajo, recor-
dando las conversaciones donde Harry sacaba a relucir la inseguri-
dad de Draco. Cierto que aún Harry no se animaba a contarles todo
acerca de Draco, ni ellos de preguntar sobre esas cosas, pero poco a
poco los muros iban cayendo, y la forma como las cosas entre Ha-
rry y Draco se estaban tornando, se dejaban ver mucho más que an-
tes.

229
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Gael se encogió de hombros y no comentó nada en respues-


ta, esperando sinceramente que las peleas entre esos dos terminaran
pronto.

–|– 

Harry estiró los brazos con lentitud, dándose todo el tiempo


posible para que cada uno de sus adormecidos y algo adoloridos
músculos se estirasen y repusiesen. La habitación estaba en penum-
bras, sin embargo, él podía adivinar que era ya mediodía, tal vez un
poco más tarde.
Recordó vagamente la mirada herida que le había dado Dra-
co al llegar a casa esa mañana, y un nudo se instaló en su garganta,
sabía que Draco había estado diciendo algo, pero seguramente se
habría quedado dormido a mitad del reproche porque no recordaba
muy bien lo que su novio le había dicho.
Se sentó en la cama pensando en que debía encontrarlo, ha-
blar con él y tratar de arreglar las cosas. Aunque últimamente se
sentía cansado de tener que arreglar las cosas con Draco. De justifi-
car cada uno de sus actos, de prometer y jurar que entre Aarón y él
no había nada más. Que nunca habría nada más con nadie más. No
ahora que estaba con él. Qué no sería capaz de engañarlo como ha-
bía podido hacer con Noah. Que lo amaba y que eso debería ser su-
ficiente.
Tardó un poco en que sus ojos se acostumbraran a la pe-
numbra, y cuando lo hizo, descubrió la pequeña nota flotando en
medio de la cama. Realmente debía estar cansado si era que había
tenido esa nota allí, flotando todo ese tiempo, y no la había visto. O
Tal vez estaba perdiendo ya sus reflejos de auror, a sólo dos meses
de dejar de serlo.

230
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

Ese era otro tema que no había tocado mucho con Draco. Se
recordó que pronto tendría que hablarlo… ¿cuándo? Eso era algo
difícil de saber.
Esa era otra de las cosas que le molestaba, antes le contaba a
Draco todo, incluso cuando Violet se había acercado a él durante la
graduación, cuándo ya habían terminado con la ceremonia, y lo ha-
bía besado y estrechado contra sí (según Draco la sola cara de des-
agrado de Harry al contarlo era suficiente prueba de que aquella
osadía de parte de la chica, casi, casi y había sido una violación; ha-
bía reído mucho al respecto: «El auror que no puede detener a una
chica»). Incluso le había enseñado la última carta que Noah le man-
dara un par de meses después de su cumpleaños, cuando lo vieron
en la discoteca por última vez; en esa carta Noah le contaba que es-
taba partiendo hacia Australia y se despedía de él, pero no le augu-
raba lo mejor, le decía que pese a que lo quisiera ocultar, lo conocía
y sabía que no podría mantener su promesa de «exclusividad» por
siempre. Draco sólo le había dado una palmadita en el hombro y le
había sonreído; Harry, aquella vez, había tratado de justificarse nue-
vamente, de prometer que no lo haría, que nunca podría engañarlo,
pero Draco no lo había aceptado, simplemente lo había besado y le
había dicho que no necesitaba siquiera prometer nada, que confiaba
en él.
Oh, que feliz había estado Harry en esa época.
Y era cierto, Draco nunca había sido del tipo celoso y meto-
mentodo que exigía saber a cada paso qué era lo que él hacía. Tal
vez por eso era tan fácil hablar con él. Sin embargo ahora…
Harry había dejado de decirle cosas, cosas importantes, por-
que Draco estaba diferente, ya no era el mismo, en ningún aspecto.
Por lo general tenía miradas de reproche cada vez que el tema de
Aarón salía en una conversación. Se enfadaba si Harry tenía que sa-
lir con él a hacer algún trámite o encargo, y pese a que Harry le pe-

231
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

día que fuera con él, Draco se negaba y se quedaba de mal humor
en casa.
En casa, siempre en casa.
En la habitación, en la sala de entrenamientos, en el estudio
improvisado. Pero nunca en las mazmorras.
Gael se quejaba constantemente de la falta de atención de
Draco para con la fábrica, y Harry sabía que tenía razón. Draco sólo
se dedicaba a pasar en limpio los testimonios que iban consiguien-
do, a leer y estudiar, escribir en su cuaderno de pociones antiguo y a
responder con negativas a los pedidos de clientes que aún querían
sus negocios abastecidos con sus pociones, pese al escándalo susci-
tado. Ni siquiera quería salir a visitar el apartamento de Gael y Mi-
kel, o a ninguno de sus amigos, simplemente parecía haber perdido
cualquier interés por hacer cualquier cosa. Y otro de los motivos de
discusión para ellos era ese. Harry reclamándole que no estaba po-
niendo de su parte para integrarse al grupo, y Draco mandándolo al
demonio.
Aunque en el sexo las cosas eran diferentes. Sus constantes
peleas los llevaba a constantes reconciliaciones, y aún, sin la necesi-
dad de reconciliaciones, Draco siempre estaba dispuesto a acostarse
con él. Aunque incluso en eso había cambiado. Draco siempre ha-
bía sido algo más violento y salvaje con él en la cama, y Harry dis-
frutaba de eso bastante; la forma en como Draco era capaz de hacer-
lo gritar, manipular su cuerpo y obligarlo a hacer cualquier cosa que
quisiera; aunque también disfrutaba de hacerle el amor a Draco
lentamente, tomándose todo el tiempo del mundo para eso, para
besar cada parte de su cuerpo, para escuchar cómo sus gemidos iban
en aumento conforme mordía y lamía en los lugares correctos.
Pero Draco no estaba con humor para eso.
Draco siempre lo apresuraba, parecía como si quisiera des-
cargar toda su ira y su frustración con el sexo, siempre en lugares

232
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

ajenos a la cama, siempre pidiendo que fuera Harry el que lo toma-


ra. Rápido y fuerte. Eran las cosas que más escuchaba durante esos
momentos. Últimamente no encontraba ya diferencia entre las se-
siones de sexo rápido de una noche que tenía en las discotecas an-
tes, con los que tenía con Draco normalmente.
Abrió el sobre laqueado que Draco —nadie más podía subir
hasta allí a dejarle una nota— le había dejado, una pequeña tarjeta
de color verde calló del sobre junto con un trozo de pergamino. Ig-
noró la tarjeta y tomó el trozo de pergamino con la letra inconfun-
dible de Draco:

Estoy en la dirección que te dejé en la tarjeta, Gael ha encontrado


un buen lugar donde cree que puede poner la fábrica. Está a un costado
del lugar que puede ser adecuado para el Centro de Apoyo que planeaba
Aarón.
Encuéntrame allí, si deseas.

Draco.
PD: Dicen que también hay un sitio para la escuela que piensas
poner.

Harry tragó duro. Podía reconocer el enfado de Draco en esa


simple línea. Ese era otro de los temas que no había podido hablar
con Draco. Lo que quería hacer ahora con su vida, y que ya estaba
aburrido de sólo dedicarse a la dichosa ley de Aarón. Y claro, no lo
había hecho a tiempo, y alguien ya se le había adelantado.
Lo cierto era que no se trataba de un tema que quisiera ocul-
tar de Draco, pero era tan difícil comunicarse con él últimamente,
era como si de pronto vivieran en galaxias distantes el uno del otro.

233
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Sin perder más tiempo se puso en pie y corrió a la ducha. Sa-


bía que probablemente tendría otra disputa con Draco, y con resig-
nación acudió al lugar indicado.

–|– 

—Aquí podemos poner tu despacho —comentó Gael con-


tento, iba tomado de la mano de Mikel, mientras le mostraba el si-
tio a Draco.
—¿Y donde estará el tuyo?
—Pues, un piso abajo, exactamente bajo este —respondió
Gael mientras abría las cortinas de par en par para que la suave luz
de la tarde entrase por las ventanas—; tiene una gran vista, una
chimenea, baño propio… ah, y al lado hay un lugar vacío que pue-
des usar para tu sala de simulaciones, así no tendrías que bajar cons-
tantemente.
—Pero igual tendría que bajar para ver la fabricación de las
pociones.
—Subir.
—¿Eh?
—Es que eso de las pociones en las mazmorras y en los sóta-
nos ya está trillado, ¿qué tal si ponemos en la parte baja el almacén y
en el tercer piso el laboratorio?
—¿Arriba?
—Ajá… me parece que sería mejor… no sé, ¿tú que piensas?
No necesitamos estar bajo tierra para hacerlas, ¿verdad?
—Pues, no, ahora que lo dices, no —Draco se encogió de
hombros y acarició con un par de dedos la pared clara, casi podía vi-
sualizarse allí. En un lugar diferente a casa, en un lugar lejos de las
mazmorras, lejos del lugar donde Jocelyn… Tal vez Gael tenía ra-
zón, eran lo que necesitaban. Un cambio para resurgir, después de

234
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

todo ambos tenían oro, bastante, resultado de sus ganancias en la


fábrica y de su método de ahorro.
—Aarón está ya convencido de tomar el lugar de la esquina
—le dijo Mikel mirando hacia todos lados con interés y sin soltar la
mano de Gael.
—Vaya… —Draco no quiso decir que en realidad eso no lo
convencería, sino todo lo contrario.
—Piénsalo y luego lo hablamos, no tenemos que dar una
respuesta en este momento…
—¿Tú has visto los papeles?
—Sí, todo en orden, pero te puedo llevar una copia mañana
para que la revises, deberías hacerlo de todas formas.
—Bien. Aunque creo que mejor me pasaré por tu casa para
recogerla.
Gael asintió, abriendo la puerta del despacho para que los
tres pudieran salir, entonces se encontraron cara a cara con un páli-
do y —Gael estaba seguro— culpable Harry.
—Chicos…
—Oh, hola Harry, ya salíamos hacia el tercer piso, ¿nos
acompañas? —preguntó Mikel, aunque arqueó una ceja por la mi-
rada molesta que le dio Gael.
—Vamos nosotros, Mikel —pidió Gael jalando a Mikel de
una mano—, Draco nos podrá alcanzar arriba.
Harry los dejó pasar, encogiéndose de hombros ante la muda
pregunta de Mikel, y entró luego a la habitación, Draco estaba de
pie en el centro, su mirada fija en él, y una ceja levantada.
—Hola —susurró Harry cerrando la puerta por precaución,
se preguntó si era que sería apropiado también poner un hechizo si-
lenciador.
—¿Has visto ya el lugar que te comenté?
—No, yo vine de frente a buscarte.

235
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Deberías verlo, llevan toda la mañana dando vueltas por el


sitio y ya todos se marcharan, así no te quedas solo.
—¿Tú lo verías conmigo? —preguntó Harry, esperanzado en
que finalmente no hubiera pelea alguna.
—No lo creo, tengo que ver aún algunas cosas y luego regre-
saré a casa. Anoche no pude dormir nada —luego de eso caminó
hacia la salida, pasando cerca de Harry, impasible y sin darle siquie-
ra una mirada.
—Draco… Me gustaría que me acompañaras… así te cuento
todo lo que…
—¿Por qué no le pides a tus amigos o a Aarón que lo hagan?,
después de todo, ellos parecen estar más enterados de tus planes
que yo, ellos te pueden ayudar —replicó levantando un poco más la
voz.
—¡Yo te lo iba a decir! —protestó Harry—. He tratado de
hacerlo, pero las cosas han estado tan complicadas entre nosotros
últimamente…
—Pues ya te evitaste el tener que decirme nada, ya me ente-
ré. Y si las cosas te parecen tan complicadas entre nosotros, ya sabes
que hacer.
—¿A qué te refieres? —preguntó Harry con algo de temor.
—Sí te parezco tan complicado, si lo nuestro te da tantos
problemas, tal vez deberíamos dejarlo por un tiempo… Por tu tran-
quilidad, claro —replicó Draco, no creyendo en el fondo que hu-
biera sido capaz de decir eso, tratando de controlar el pequeño tem-
blor en sus manos y rogando para que Harry se negara.
—Tú quieres que… —Harry avanzó hasta Draco, hasta po-
derlo encarar—. ¿Me quieres dejar?
—No, no quiero —contestó Draco tratando de no demostrar
lo dolorosa que resultaba su declaración—, pero aparentemente, te
complico demasiado la existencia.

236
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—Prometiste… —jadeó Harry, mientras se apartaba un pa-


so—… prometiste que no lo harías, que no me dejarías, que nunca
más lo harías.
—¡Y no lo estoy haciendo! —gritó Draco—; te estoy dando
la oportunidad de que te aclares, esto te parece complicado, tú
mismo lo has dicho.
—Eso no quiere decir que quiero que me dejes —protestó
Harry—, si algo no funciona, alejarse no es la solución.
—¿Y cuál es entonces? —Draco se apartó hacia el otro lado
de la habitación, pisando fuerte y resoplando—. De todas maneras
es igual a que no estuviéramos juntos, no sé nada de ti ni de lo que
haces.
—Porque tú no quieres, porque eres tú el que está distinto,
tan distante, tan cambiado… a veces creo que ni te conozco.
Draco le dio una mirada molesta.
—Entonces todo es mi culpa, ¿verdad?
—¡Yo no he dicho eso! —gritó Harry pasándose las manos
por el cabello—. Demonios, Draco, tergiversas todo lo que digo.
—Entonces se más claro, Harry, si tanto te molesta mi inep-
titud para entender lo que quieres decir, ¡dilo de manera más senci-
lla! —le gritó Draco acercándose nuevamente a él, su rostro sonro-
jado por la rabia, y sus manos sin dejar de temblar todavía.
—¡Ya te lo he dicho, joder! —respondió Harry, ya empezan-
do a molestarse—; no eres el de antes, no eres más el Draco al que
yo amo. Desde que pasó todo esto estás a la defensiva, no se puede
hablar contigo, si no estás ocupado celándome con Aarón, estás cri-
ticando nuestros planes y discutiendo.
—¡Tengo derecho a dar mi opinión!
—Claro, tu opinión, pero si no me gusta, entonces te enfadas
y me mandas al diablo.
—No seas tan dramático.

237
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Dramático —bufó Harry—. ¡Por Merlín, Draco!, ni si-


quiera te paras a escuchar las cosas que digo, ni siquiera me prestas
atención si es que Aarón no está cerca, y entonces cuando lo haces,
es sólo para señalar cada acción que a ti te huele a traición.
—Aarón —masculló Draco—. ¿En qué momento se volvió
parte de esta discusión?
—Es parte siempre de nuestras discusiones.
—Y aún así no haces nada para alejarte de él. ¡Nada!
—Tus estúpidos celos no tienen ninguna razón de ser, te juré
que nunca te engañaría, pese a no tener que hacerlo, y dijiste que
confiabas en mi. ¿Acaso ya no lo haces? ¿Acaso ahora me crees ca-
paz de engañarte con él o con cualquier otro?
—No lo sé —los ojos de Draco relampagueaban—. Tú me
acusas de haber cambiado, de que ya no me conoces, pues yo tam-
poco te conozco, no sé lo que haces ni lo que piensas, ni nada de ti,
sólo que andas todo emocionado detrás de Aarón y de cada maravi-
llosa idea que tiene, como si se tratará del tipo más listo del univer-
so; tú dime, Harry, ¿qué se supone que debo creer?
Harry entrecerró los ojos, apretando los labios y sintiéndose
insultado, insultado de la peor manera, Draco le devolvía una mira-
da igual de furiosa.
—¡Vete a la mierda! —gritó con fuerza antes de dar la vuelta
y salir del lugar dando un sonoro portazo.
Draco quiso reclamar, igualar el insulto, pero cuando reac-
cionó la puerta ya se había cerrado. Durante mucho rato más se
quedó allí de pie, pensando en que tal vez había sido un poco injus-
to con Harry, tal vez, en algunas cosas Harry tenía razón.

–|– 

238
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—Nos hemos encargado de la persona que lo dejó escapar —


se justificó Tony. Ginny nunca lo había visto tan sumiso ante nadie,
trató de contener la sonrisa de satisfacción por aquello, mientras el
anciano se movía de un lado a otro en la pequeña oficina.
—¿Y eso de qué me sirve? —protestó el hombre—, no han
podido sacarle ninguna información.
—Nosotros… estamos buscándolo, en verdad, señor Garth,
pero es probable que Noah haya escapado ya del país, del continen-
te incluso… Más aún con la fortuna que tiene…
—¡Él no tienen ninguna fortuna! —gritó el hombre hacia
Tony—. En caso de que se haya marchado de este continente, es
porque alguien lo está ayudando, y es su obligación conseguirme
esa información, Schafer, que bastante oro he invertido en esta clí-
nica de medio pelo, y lo mínimo que merecía era que protegieran
mis intereses, y Noah está entre ellos, así que más le vale que lo en-
cuentren pronto, y que esté bien, porque si ha sufrido algún daño,
yo mismo me encargaré de hacerlos pagar a todos ustedes por ello.
Ginny se movió un poco incómoda en su silla, preguntándo-
se si era que el anciano sabría cuáles eran los métodos que usaban
en la clínica para curar a los homosexuales.
—Por supuesto, señor Garth, tenemos gente buscándolo, es-
tamos tratando de encontrarlo, pero entienda que después de tantas
semanas…
—Me interesa un reverendo pepino eso —interrumpió el
hombre—, por lo pronto, olvídese de cualquier ayuda de parte de
mi familia, he ordenado que dejen de enviarle el oro habitual, no
recibirá ni un Knut de mi fortuna hasta que Noah aparezca, y más
le vale que mi hijo esté bien.
—Pero…
—Ya enviaré pronto a alguien a preguntar por cómo van las
investigaciones, y más les vale que sean resultados positivos, porque

239
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

el que venga a hacerles la próxima visita no será tan amable como


yo —completó el hombre antes de dar la vuelta y salir de la oficina,
azotando la puerta con fuerza.
Sólo entonces Tony se dejó caer lentamente sobre la silla, a
su lado Ginny lo miraba fijamente.
—No tenemos a nadie buscándolo.
—Ya lo sé —suspiró Tony—, estamos en serios problemas…
ese idiota de Caleb… al final nunca supo nada de quién era aquel
tipo, sólo le entregó a Noah, pudo ser cualquiera, incluso tu queri-
do Harry Potter.
—Suena a algo que Harry haría —meditó Ginny, obviando el
«tu querido» que Tony siempre usaba—; aunque no creo que de ser
así sólo hubiera liberado a Noah, también hubiera ido por los de-
más —pese a que ella sabía la historia del hermano de Noah, había
algo que la hacía mantenerse en silencio, no estaba segura de qué
podía ser, pero sentía que el comentar eso sería meter en problemas
a gente que Caleb, de una u otra manera, había ayudado, y por la
cual había muerto.
—Tal vez lo haga —gruñó Tony, recobrando ya su voz habi-
tual—, después de todo, no sabemos si es que Noah recibió los he-
chizos de bloqueo que los demás pacientes cuando son dados de al-
ta. Noah podría decir mucho sobre nosotros. Si Potter lo tiene en
sus manos, entonces le sacará la información.
—No —negó Ginny—, si fuera así, ya hubiéramos tenido a
todos encima de nosotros desde hace mucho; además no te olvides
lo que dijo nuestro contacto en el Ministerio, al parecer están ocu-
pados buscando la forma de aprobar esa mugrosa ley de igualdad.
No tienen nada, es otro el que se llevó a Noah, tal vez un novio…
—Como sea, tendré que poner a Baddock a investigar —se
lamentó Tony mientras caminaba hacia la chimenea para mandar
llamar a su jefe de seguridad.

240
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

–|– 

—Vamos a buscar a Draco —pidió Gael apartándose de su


novio un poco tras escuchar el sonoro portazo que alguien había
dado en el piso de abajo.
—¿Justo ahora? —preguntó Mikel, que lo había estado be-
sando con demasiado entusiasmo hasta hace sólo unos momentos.
Gael sonrió y se acercó a darle un pequeño beso en los la-
bios.
—Cuando lleguemos a casa prometo recompensarte, pero en
este momento creo que debemos ir a buscar a Draco, seguramente
se ha peleado con Harry y…
—Ya —bufó Mikel, apartándose de Gael y mirándolo moles-
to.
Gael inclinó el rostro hacia un lado y le dio una mirada con-
fundida.
—¿Ya? —preguntó, no entendiendo qué era lo que pasaba.
—Prefieres ir a buscar a Draco en lugar de quedarte aquí
conmigo —reprochó Mikel cruzándose de brazos.
—¡Claro que no! —protestó Gael rápidamente—, pero en
este caso sólo quería asegurarme de que Draco estuviera bien… to-
do ha sido muy complicado para él, y pelear con Harry no es algo
que…
—Como sea —interrumpió Mikel dándose la vuelta—, te
veo en casa, no llegues muy tarde porque tengo guardia en la noche
y no podré esperarte mucho.
—Pero… —Gael se quedó quieto observando la puerta por
donde Mikel había salido, y sin comprender qué era lo que había
pasado, pero, antes de siquiera dar un paso para ir en busca de su
novio, ésta se volvió a abrir, dejando ver a un sonrojado Mikel.

241
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo siento —murmuró Mikel; apenas había llegado al pasi-


llo cuando ya se había sentido culpable de haber dejado a Gael de
esa manera.
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Gael, sinceramente
preocupado por su novio y avanzando hacia él.
—Lo siento —repitió Mikel jalándolo y abrazándolo—, no
quiero que peleemos…
—Tú y yo casi nunca lo hacemos —suspiró Gael dentro del
abrazo—, pero… ¿Por qué te enfadaste conmigo?
—Ya te lo dije —respondió Mikel antes de darle un beso en
los labios—, no quiero que discutamos y…
—¿Te enfada que quiera asegurarme de que Draco esté bien?
Sabes que él es una persona muy importante para mí y…
—Lo sé —interrumpió Mikel tomándolo de una mano y ja-
lándolo para salir de esa habitación—, no me enfada que vayamos a
buscarlo —mintió, por supuesto que le enfadaba, algunas veces se
preguntaba si era que en verdad su novio había olvidado a Draco,
aunque luego se respondía que sí, que Gael estaba a su lado, y que a
cada momento le dejaba en claro lo mucho que lo quería, y que eso
debería bastarle; y por lo general lo hacía, aunque había ocasiones
en que los celos le ganaban la partida.
—De acuerdo —sonrió Gael—, sólo veremos que esté bien y
que no haya maldecido a Harry o algo por el estilo, y luego iremos a
casa…
—Por supuesto.

–|– 

El lugar era ideal para lo que pensaba hacer, era una casa de
dos pisos, tenía incluso una azotea donde imaginó podría poner una
lechucería, las habitaciones del segundo piso estaban divididas de

242
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

manera ideal como para tener tres salas de prácticas. El primer piso
tenía un pequeño estudio que podría usar como oficina, puesto que
no sólo planeaba enseñar, sino también trabajar aceptando casos que
el Ministerio no quisiera aceptar, o casos que algunos magos no
quisieran dejar en manos de los aurores.
Terminó de recorrer la casa en silencio, sólo le había dicho a
Ron y a Hermione que estaría allí, cuando los había visto al salir a la
calle, ambos le habían lanzado una mirada preocupada, pero él no
se animó a decirles mucho.
Cierto era que se comportaban adecuadamente delante de
Draco, y que no lanzaban ningún comentario ni mirada hiriente,
pero estaba seguro de que a la menor insinuación de problemas,
ambos le echarían en cara lo equivocado que había estado al querer
formar una relación con él. Y Harry no estaba de humor ni de áni-
mos para escuchar aquello.
Bajó hasta el patio trasero, uno bastante pequeño que colin-
daba con el edificio que Draco estaba viendo, levantó la vista para
ver si lo encontraba en alguna de las ventanas, pero parecía que to-
dos se habían ido. La tarde estaba llegando a su fin y él, por primera
vez en lo que iba de su relación con Draco, no se le apetecía llegar a
casa.
—Es un buen lugar —dijo una voz a su espalda y Harry se
giró rápidamente con la varita en mano; cuando descubrió que se
trataba de Aarón bajó la varita con una sonrisa de disculpa.
—Lo siento…
—Es bueno saber que al menos te mantienes en forma.
—Eso intento —respondió Harry.
—Tengo noticias… —contó Aarón con una radiante sonrisa
en los labios.
—¿Qué noticias?

243
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Boris se comunicó conmigo, no debería decirme esto, ya


sabes, tiene un proceso burocrático y todo, pero en doce días debe-
remos presentarnos a proponer la ley delante del Wizengamot.
—¡Doce días! —jadeó Harry—; pero aún no tenemos la ubi-
cación de la clínica, ni un rostro… ningún culpable.
—Ya… no hay que perder las esperanzas, al final nos lanza-
remos con lo que tengamos, y si no es suficiente, nos lanzaremos
una y otra vez, hasta que lo consigamos.
—Suena a buena estrategia —replicó Harry un tanto sarcásti-
co. Aarón suspiró profundamente.
—¿Por qué no vienes con Draco a casa a tomar un par de co-
pas?, nos hará bien a todos…
—Yo… Tal vez no sea buena idea…
—¿Draco sigue enfadado?
—¿Cómo es que sabes…?
Aarón se encogió de hombros.
—Cosas que uno sabe, o percibe… Yo también he tenido
problemas con Boris más de una vez, una pareja no puede vivir
eternamente en paz.
—Ya lo creo —respondió Harry con un poco más de alivio.
—¿Irás entonces a casa a hacer las paces con Draco ahora?
Harry arrugó un poco la nariz y miró alrededor del patio,
como si estuviera constatando con real interés el estado del mismo.
—Entiendo —dijo entonces Aarón acercándose un poco más
a él—. Te digo, esto de las discusiones con las parejas… a veces es
mejor tomar un poco de aire antes de empeorar todo.
—Tal vez…
—Vamos de todas maneras por una copa, te hará bien —le
propuso Aarón pasando un brazo sobre sus hombros—; no te digo
que me cuentes qué es lo que pasa, pero me sé algunos chistes, tal
vez hasta te haga reír.

244
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[5] Celos al descubierto

—Yo… —Harry sonrió un poco por el comentario y luego


asintió—. Claro, no es mala idea.
—Genial —comentó alegre Aarón, mientras lo guiaba hacia
la puerta de salida, aún sin soltarlo.
Tres pisos arriba, desde la última ventana de la esquina, Dra-
co apretaba los puños con rabia hasta sentir cómo sus uñas se clava-
ban en su palma y lo lastimaban, pero no le importó el dolor, no era
nada comparado con el dolor que sentía en el pecho. Y se quedó allí
de pie. Mirando hacia el patio vacío durante mucho rato más.

–|– 

Aquella única copa se había convertido en una cantidad de


copas que ya no podía contar, Aarón y él habían ido a un bar mu-
ggle cerca de la casa de Harry, poco rato después había llegado Bo-
ris, los tres habían estado bebiendo juntos. Harry no se había ani-
mado a contarles cuál era su problema con Draco, aunque casi esta-
ba seguro de que ellos, al igual que todos, ya lo sabían.
Cuando ya era bastante tarde, Boris y Aarón, que no parecían
tan ebrios como él, lo habían llevado en un taxi a casa, y se habían
encargado de hacerlo entrar antes de marcharse.
Harry se tambaleó por la oscura casa, sintiendo su cabeza dar
vueltas, hasta que por fin pudo llegar a la habitación; el inmóvil
bulto en la cama le reveló que Draco ya estaba dormido, y haciendo
la menor cantidad de ruido posible —o eso creyó él, al menos— se
desvistió y se metió a la piltra.
Por instinto trató de abrazarse al cuerpo tibio de Draco, reci-
bió en respuesta un certero empujón que lo mandó hasta el otro la-
do de la cama.
—Draco… —jadeó, sintiéndose un poco resentido por ese
recibimiento.

245
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Apestas a licor —protestó Draco moviéndose hacia el lado


opuesto, Harry se quedó quieto, observando su espalda cubierta por
el pijama de algodón, y sin saber qué hacer o decir.
—Yo…
—Fregotego —masculló Draco agitando la varita de manera
descuidada sobre el cuerpo de Harry, aunque sin girarse a mirarlo.
Harry sintió el aire tibio del hechizo de limpieza y trató de
acercarse nuevamente a Draco, recibió otro empujón más en res-
puesta.
—Duérmete —ordenó Draco con voz gélida, sin siquiera gi-
rar a mirarlo—. Estás borracho.
—No lo estoy —protestó Harry, arrastrando las palabras. In-
discutiblemente sí estaba más que ebrio.
Draco no contestó y estuvo quieto, escuchando la respiración
de Harry, hasta que ésta se volvió pausada y rítmica, indicador de
que por fin se había dormido. Sólo entonces se animó a girar y ver,
a pesar de la penumbra, el rostro de Harry. Con sus dedos recorrió
su mejilla y bajó suavemente por el cuello, levantando un poco los
cobertores para ver sus hombros y su pecho. Le dio un par de besos
en la mejilla, suspirando aliviado de que al fin hubiera vuelto a casa,
después de todo. Se sentía tonto y ridículo al hacer algo así. Pero
también se sentía herido. Harry había preferido irse de fiesta con
Aarón en lugar de volver a casa y resolver las cosas con él. Harry se
removió un poco más y se giró, buscando alcanzarlo con un brazo,
pero Draco no se lo permitió. Pasó mucho rato más observándolo
hasta que el sueño lo venció también. Aunque no durmió bien.

246
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

6
Procedimientos para un estatuto

El paraíso deviene en infierno // y luego se quema.


y sin que nadie se mueva, // ¿quién lo arregla?
Gestado en mis escombros // de pastoso paladar
el disparate del caos // me derrotó con palabras de alabanza.
Canción: “Con Los Brazos De La Fiebre”
Héroes del Silencio, ex banda de rock española

1 de Diciembre de 2003

G
ael abrió los ojos con pereza a causa de un sonido
demasiado constante y fastidioso, sobre todo a esa
hora de la mañana.
—Es la chimenea —informó Mikel a su lado, sin muchas
ganas de moverse.
—¿A esta hora? —se quejó Gael mientras se giraba hacia Mi-
kel.
—Anda a ver quién es para que podamos seguir durmiendo
—protestó Mikel.
—¿Por qué yo?
—Porque eres un ángel y lo harás para que yo pueda seguir
durmiendo.

247
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Hoy no me apetece ser un ángel, seré un demonio y te en-


viaré a ti.
Mikel bostezó sonoramente y se giró, dándole la espalda.
—Tengo sueño y frío, acabo de volver hace poco de hacer la
guardia; además estoy casi seguro de que se trata de Draco, a nin-
gún otro en su sano juicio se le ocurriría llegar a esta hora.
Gael iba a protestar, pero cambió de opinión, con una mano
acarició lentamente la espalda de Mikel, sintiendo como el chico se
estremecía bajo su toque, ahora que estaban despiertos bien podrían
emplear el tiempo en algo más.
—Lo haré —dijo al fin—; pero tú te quedas allí, tal como es-
tás.
—Claro —suspiró Mikel acomodándose mejor entre las al-
mohadas, satisfecho con no ser obligado a levantarse.
Gael sonrió, levantó la varita de la mesa de noche y susurró
un hechizo que Draco le había explicado mucho tiempo antes, y
que pocas veces había tenido la oportunidad de usar.
—¡Hey! —protestó Mikel, girando para ver a su novio con
reproche, su pijama había desaparecido y ahora estaba completa-
mente desnudo.
—Allí, quietecito, que ya vuelvo —se burló Gael, ya en pie y
jalando una bata gruesa para salir a ver quién era su inoportuno visi-
tante.
—Eres un tramposo —medio gritó Mikel cuando Gael ya
abandonaba la habitación, recibió en respuesta una sonora carcaja-
da.
Cuando Gael llegó a la chimenea no se sorprendió tanto de
encontrarse con el rostro de Draco; en cuanto lo dejó pasar pudo
notar que no estaba de buen humor, parecía un poco… enfadado,
podría ser la palabra, pero no estaba muy seguro, era una expresión
que no recordaba haberle visto antes.

248
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

—¿Pasó algo?
—Nada —contestó Draco de mala manera—; vine por los
papeles que me comentaste ayer.
—Ah… supuse que ayer habrías hecho las paces con Harry y
que por eso te levantarías más tarde —comentó Gael, pasando por
alto el mal tono de Draco, y caminando hacia el estudio para sacar
la información que Draco le pedía.
—Algo así, pero quiero revisarlos ahora mismo.
—Bien —Gael le tendió un grueso archivo de papeles mu-
ggles—. ¿Quieres quedarte aquí?; no es por nada, pero tengo a un
hombre desnudo en mi cama.
—Tú siempre tan directo —masculló Draco tomando la
gruesa carpeta de papeles—. No, sólo vine por esto, ya me voy para
que sigan con sus cosas.
—¿Irás a casa? Tal vez me pueda pasar en un rato y…
—No, no estaré allí, ya te vengo a ver más tarde, o te llamo al
móvil —respondió Draco antes de salir hacia la puerta del departa-
mento.
—¿Tampoco usarás la red flú?
—¿No dices que tienes a un hombre desnudo en tu cama?
¿Por qué no vas a verlo en lugar de ocuparte de lo que yo hago?
Gael frunció el ceño y le dio una mirada molesta mientras
Draco, sin esperar respuesta alguna, salía del departamento. Al me-
nos no había azotado la puerta.

–|– 

Despertó cerca del mediodía, la cabeza le daba vueltas. Hacía


mucho tiempo que no bebía en exceso, el amargo ardor que trepó
de su estómago hacia su garganta le recordó el motivo por el cual ya
no hacía eso, y corrió al baño, apenas sosteniéndose por los mareos.

249
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Después de vomitar, se lavó la cara con agua fría y volvió a la


habitación, recordando que Kreacher siempre tenía a mano una
buena poción para «después de las fiestas», como la llamaba el elfo.
Estaba ya dispuesto a meterse en la cama y quedarse quieto a espe-
rar sentirse mejor, puesto que bien sabía que Draco lo dejaría sufrir
toda la resaca al estilo muggle debido a lo furioso que debía estar;
sin embargo, no fue así, porque descubrió en la mesa de noche de
su lado, una pequeña botellita con el líquido ya conocido y una nota
a la par:

Poción para la resaca.

Conocía la letra. Tampoco esperaba una gran nota. Es más,


era mucho más de lo que había esperado de parte de Draco. Se be-
bió el contenido rápidamente, mitigando las ganas de volver a vo-
mitar. Pronto la poción hizo efecto y su estómago se fue asentando,
así como el dolor de cabeza y los mareos desapareciendo. Pese a eso,
se quedó en cama un buen rato más, pensando en que tal vez Draco
aparecería en cualquier momento.
Pero no fue así, y luego de convencerse de ello, se puso en
pie, se dio una larga ducha, tratando de recordar qué era lo que ha-
bía pasado exactamente la noche anterior, y se vistió para bajar. Te-
nía pequeños flashes de Aarón, Boris y él, en un bar, riendo y be-
biendo, hablando de nada en especial. No recordaba cómo había
llegado a casa, y si Draco le había echado la pelotera por su estado;
aunque casi podía apostar a que sí.
Cuando llegó a la cocina se encontró con Hermione y Boris,
ambos trabajando sobre un grupo de pergaminos.
—Oh, hola Harry —lo recibió su amiga con una sonrisa
amable—. Pensamos que estarían ocupados, o que tal vez habían sa-
lido, por eso no los llamamos.

250
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

—¿Qué tal, Harry? —saludó Boris mientras levitaba con la


varita una taza de café hacia las manos de Harry.
—Gracias. Bien. Tomé una poción… ya sabes.
—¿Poción? —preguntó Hermione.
—Para la resaca, seguramente —contestó Boris—; es una
suerte tener tu propio fabricante de pociones, ni a Aarón ni a mi se
nos da bien eso de las pociones, siempre tenemos que estar com-
prándolas.
—¿Estuvieron bebiendo?
—Algo —respondió Harry sentándose al lado de su amiga—.
¿Qué hacen?
—Preparamos el borrador de la propuesta de ley, he pedido
unos días libres en la oficina, porque estamos contra el tiempo.
—También yo, aunque Aarón no ha podido zafarse, es una
pena, tendrá que trabajar hasta más tarde para lograr esto.
—Ah… —Harry dio una mirada alrededor—. ¿No han visto
a Draco?
—Pensamos que estaría arriba contigo.
—No… seguramente ha salido a comprar alguna cosa —
justificó Harry poniéndose en pie—. Ya vuelvo… quedan en su ca-
sa.
Hermione soltó una pequeña carcajada.
—Prácticamente hemos invadido tu casa.
—Cierto —apoyó Boris—, espero que no te moleste, pero
los demás tienen acceso a este sitio, y será mucho más fácil trabajar
en un lugar que ya es conocido por todos…
—No, no me molesta, claro que no. Regreso en un rato para
echarles una mano.
Harry salió hasta su habitación y buscó el móvil entre las ro-
pas que había usado la noche anterior, que aún estaban tiradas a un
lado de la cama. Marcó el número de Draco, pero nadie contestó.

251
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Frunció el ceño, y a riesgo de parecer paranoico marcó nuevamen-


te, y una tercera vez, hasta que comprendió que Draco no le con-
testaría.
Cuando bajó nuevamente, se encontró con Gael y Mikel,
que le comentaron de la visita tan madrugadora de Draco a su de-
partamento, y que les había dicho que se comunicaría más tarde.
Harry pretendió saber al respecto para no preocupar más a sus ami-
gos, y volvió a la cocina, donde Giles, Tyrone, Ethan y Lucka ya tra-
bajaban, copiando pergaminos u ordenando cosas.
Resignado a que no había nada que pudiera hacer para ubicar
a Draco, y con un nudo en el estómago, se puso también a ayudar.
Aunque debió parecer algo preocupado porque Lucka le preguntó
más de una vez si acaso se encontraba bien.

–|– 

Él, por lo general siempre tenía un plan o dos para saber qué
hacer en cada situación, pero esa mañana, mientras bajaba en el as-
censor del departamento de Gael y Mikel, se sintió perdido, por
primera vez en mucho tiempo no sabía qué hacer, a dónde ir ni a
quién acudir.
Sujetando con demasiada fuerza la carpeta de papeles que
Gael le había entregado, caminó por varias calles, recordando va-
gamente que llevaba mucho tiempo sin salir realmente de casa. Sus
pasos lo llevaron, quizá por instinto, hacia la parada de buses, en
cuanto subió al bus supo qué era lo que debía hacer.
Después de un viaje de más de dos horas, dos buses y un
tren, llegó a la ciudad de Cardiff, no había hecho ese recorrido en
mucho tiempo; en demasiado tiempo, se reprendió, mientras avanzaba
las siete calles que separaban la estación del cementerio.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

Las rejas negras y viejas seguían igual que siempre, y el letre-


ro sobre éstas, que anunciaban el Cementerio de Cardiff, no había
cambiado tampoco.
Caminó con pasos expeditos por entre las diferentes lápidas
hasta que llegó a la primera que deseaba visitar. El nombre apenas
se leía por el polvo acumulado encima del grabado, con la varita se
encargó de limpiarla hasta que se pudo leer claramente:

YARIK FORSYTH

—Hola, Yarik —suspiró Draco luego de limpiar la lápida y el


piso alrededor, para sentarse, dejando los papeles que no había si-
quiera leído, a un lado—. Sé que pensarás que me he convertido en
una persona muy ingrata… Y quisiera decirte que he estado dema-
siado ocupado, pero lo cierto es que no tengo mucha justificación.
»Sigo creyendo que ves todo desde allá arriba, desde el cielo,
y que sabes qué es lo que me pasa… sólo quisiera que estuvieras
aquí para darme uno de esos consejos tuyos, uno de esos que real-
mente me puedan guiar… —Draco negó con la cabeza y sacó del
bolsillo del abrigo una cajetilla de cigarros—. No he olvidado esto
—murmuró, mientras encendía uno de ellos y fumaba lentamen-
te—; no sé qué hacer —confesó—, me siento perdido, cansado, so-
lo… Perdí a otra gran amiga: Jocelyn; si la vez por allí, seguramente
te caerá muy bien, es muy graciosa y amable, y le gusta ayudar a los
demás —Draco sonrió tristemente—. Una vez me besó, fue… re-
velador, en el sentido de que descubrí que besar chicas definitiva-
mente no es lo mío, aunque tú ya lo debes saber… Besar a Harry es
lo mío, aunque ahora no lo haga mucho… no de la manera que me
gustaría…
»¿Será acaso que me estoy volviendo loco? ¿Será que ya he
perdido la razón por completo? Ese hombre… no me gusta, se pega

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

mucho a él y Harry… parece tan feliz por eso, no creo que no se dé


cuenta, tal vez el estar con un simple fabricante de pociones ya no le
baste, tal vez necesita más de lo que yo le puedo dar, un nombre
mejor que el mío…
Pasó mucho rato más, hablando solo, desenvolviendo todo el
nudo de emociones y sentimientos que tenía dentro, y, aunque no
obtuvo ninguna respuesta, se sintió mejor.
Luego caminó unas cuantas lápidas más al fondo y encontró
la tumba de su madre. La última vez que había ido, le había puesto
un hechizo de protección para que el clima no la afectara, lucía lim-
pia, blanca y con las letras claras. Draco también se sentó al pie de
ella, pero está vez no habló mucho, se la pasó pensando en su ma-
dre, recordando aquella vez en que le había dicho que esperaba que
se enamorara de un muchacho… seguramente le habría tomado
demasiado trabajo hacerlo, el decirle algo así, algo que iba contra
sus principios. Si su madre estuviera viva, todo sería mucho más
simple, mucho más fácil, su madre, sobre todas las cosas y a pesar
de todo lo que había pasado, siempre había sido sinónimo de refu-
gio, en sus brazos podía sentirse a salvo, incluso en la peor situa-
ción. Realmente la extrañaba tanto…
No fue hasta que oscureció que se puso en marcha, el móvil
que tenía en el bolsillo le mostraba siete llamadas perdidas de Ha-
rry, aún así no se animó a responder al llamado. Se subió nueva-
mente en el tren de regreso a casa, sintiéndose un poco más ligero
del pecho, y se dedicó a estudiar los papeles que Gael le había en-
tregado, tratando de concentrase en algo diferente a Harry y a todo
lo que estaba pasando. No quería pensar en que, seguramente, Aa-
rón estaría en casa, junto a su Harry, ni nada al respecto.
No llegó a Grimmauld Place, ya era bastante tarde, pero aún
así fue al departamento de Gael. Por suerte, los chicos estaban allí,
apenas habían terminado de cenar, Draco les aceptó una taza de ca-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

fé, recordando que no había comido nada durante el día, pero sin-
tiéndose inapetente.
—Harry preguntó por ti.
—Ajá —masculló Draco mientras extendía los papeles de
vuelta hacia Gael—. En la cuarta página, cuando hablamos de los
impuestos atrasados, hay algo que no entiendo muy bien. ¿Pode-
mos revisarlo ahora?
—Claro —suspiró Gael, y ambos, acompañados por un si-
lencioso Mikel, se pusieron a revisar los documentos hasta poco
después de la medianoche, en que Draco quedó complacido con los
cambios, y dejó todo encargado a Gael para que pudiera, al día si-
guiente, poner la oferta final a la vendedora.
Había decidido que no podía dejarse más al abandono, no
podía dejar que la fábrica se hundiera, no podía desperdiciar esa
oportunidad, ni dejar que los de la MACH se sintieran vencedores
al saber que la fábrica no abriría nuevamente.

–|– 

Harry miraba las llamas de la chimenea firmemente, en una


mano tenía un cigarro, y al costado, sobre el sofá, el cenicero bas-
tante lleno, ya todos se habían marchado horas antes, incluso Aa-
rón, todos habían preguntado por Draco, y él no había sabido qué
excusa inventar sobre su ausencia.
Estaba preocupado por él, había marcado el móvil demasia-
das veces como para posiblemente ser tildado de acosador, y Draco
no se dignaba siquiera a decirle que estaba bien. Sabía que era la
forma que tenía Draco de protestar por todo lo pasado la noche an-
terior. Y de alguna manera, el rubio tenía algo de razón, pero con
los tiempos que corrían, era demasiado imprudente marcharse sin
decir hacia dónde iba, teniendo a Harry al borde del pánico por no

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

saber si realmente se trataba de un berrinche, o si le había pasado


algo.
Se sobresaltó cuando las llamas de la chimenea se tornaron
verdes y Draco emergió de ellas, vestía su abrigo azul y parecía un
tanto cansado.
—¡Draco! —exclamó Harry poniéndose en pie de un salto.
Draco le dio una mirada displicente y asintió.
—Buenas noches —masculló Draco mientras desabotonaba
el abrigo y caminaba hacia las escaleras, dormir era lo único que le
apetecía en ese momento, pero no dormir con Harry.
—¿Buenas noches? —reclamó Harry siguiéndolo—; ¿es lo
único que vas a decir?
—Es de noche, y cuando la gente llega de noche saluda con
un «buenas noches» —respondió lacónicamente Draco, con total
calma mientras subía las escaleras. Harry iba detrás de él, pisando
los escalones con bastante fuerza.
—Sabes a lo que me refiero.
Draco suspiró, pero no se detuvo.
—Ese es un grave problema, siempre crees que yo debo sa-
ber a lo que te refieres, o lo que te pasa, o lo que planeas —Draco
finalmente llegó a la primera habitación para invitados y se detuvo
delante de la puerta—; pero te tengo una noticia, no soy un adivino
para siempre saber de qué estás hablando.
—Estuviste todo el día fuera, te fuiste sin decir a dónde ni
cuándo regresarías, no contestabas el móvil y… —Harry se detuvo
cuando Draco abrió la puerta de la habitación de invitados—, ¿por
qué estamos entrando aquí?
—En realidad sólo yo voy a entrar aquí —aclaró Draco, fi-
nalmente girando para ver a Harry—. Aquí es donde pasaré la no-
che, y no sabía que tenía que dejarte una agenda detallada sobre mis
actividades.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

—¿Por qué…? —Harry no sabía por dónde empezar a pre-


guntar, Draco arqueó una ceja, y Harry se enfadó incluso más—.
¿Por qué no vamos a nuestra habitación y hablamos?
—Porque estoy cansado y voy a dormir, así que si me permi-
tes…
—¿Piensas castigarme por lo que pasó anoche?
—Ah —suspiró Draco, su mano apoyada en el pomo de la
puerta, listo para cerrarla, y conteniéndose por no hacerlo en las na-
rices de Harry—. Lo que pasó anoche… esto no es un castigo, Ha-
rry. Es sólo una forma madura de actuar; anoche, cuando te decidis-
te largar de juerga con tus amigos en lugar de regresar a casa, yo no
te hice ninguna escena ni reclamo alguno, supongo que es tu forma
de manejar las cosas, la mía es esta, mucho más sana, como verás,
simplemente quiero estar solo, y esta habitación me ofrece la sole-
dad y tranquilidad que necesito.
Harry ladeó la cabeza un poco, y lo miró fijamente, no sa-
biendo qué contestar, sobre todo por el tono pausado e impasible
que Draco estaba usando con él, algo le indicaba que debía temerle
más a ese tono, incluso más que a sus gritos.
—Pero… lamento lo de anoche, yo había pensado tomar una
copa, pero luego…
—Pero luego Aarón insistió en que bebieran más y más, has-
ta que llegaste más borracho de lo que nunca te había visto, entien-
do, créeme.
—¿Cómo sabes qué…?
—Porque los vi, los vi marcharse del patio de la propiedad
que quieres comprar, y, si eso es todo, realmente, Harry, quiero
dormir.
—Draco, por favor, no es lo que piensas, ni lo que imaginas,
Boris también estuvo bebiendo con nosotros y…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Que extraño, no fue a Boris al que vi sacándote de ese pa-


tio, pero, honestamente, no me interesa, puedes haberte ido con
Aarón, o con Boris, o con toda la comunidad gay, no es mi asunto.
—No digas esas cosas —reclamó Harry levantando un poco
más la voz—. Te estás comportando de manera inmadura.
Draco cambió el peso de un pie a otro, y miró a Harry con
fastidio.
—Si grito soy inadecuado, y si no lo hago también, dime Ha-
rry, qué es lo que quieres que haga para así hacerlo y de una vez po-
der ir a dormir.
—En verdad no piensas ir a la habitación.
—No. Por el momento, prefiero estar apartado de ti, sé que
necesitan alguna ayuda con la campaña del estatuto, y que de alguna
manera prometí hacerlo, y no faltaré, ni me entrometeré más entre
tú y Aarón, pero eso es todo lo que ofrezco; por el momento, pre-
fiero quedarme aquí.
—No existe nada entre Aarón y yo —protestó Harry.
—Que bien, me alegra, ahora… si me permites.
—¿Acaso eso no es como si me dejaras? —reclamó Harry.
—No, Harry —respondió Draco, su mirada tornándose mu-
cho más peligrosa—; abandonarte es largarme de esta casa, y es lo
que haré si no me dejas, de una maldita vez, dormir —y dicho esto
finalmente cerró la puerta, no esperando respuesta de Harry. Se ha-
bía contenido durante mucho rato, y simplemente había llegado a
su límite.
Harry se quedó en pie, mirando la puerta cerrada y respiran-
do agitadamente, con la protesta en la punta de la lengua, pero se
detuvo y, finalmente, decidió regresar a su habitación, al fin Draco
ya estaba en casa y eso lo debía aliviar, aunque hubiera preferido
que Draco lo escuchara, hacer las paces con él.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

Mientras se acomodaba en la cama, sintiendo la ausencia de


Draco, trató de convencerse de que tal vez su novio tenía razón, un
poco de distancia debía hacerlos meditar sobre su situación, para
luego arreglarla. No duraría mucho, tal vez para la noche siguiente
todo estaría arreglado. Dio una vuelta más en la cama. Pero real-
mente lo extrañaba. Y mucho.

–|– 

—Necesito la declaración ciento diecisiete —dijo Hermione


sin levantar la vista del enorme grupo de pergaminos.
—Yo la tengo… espera, por aquí lo tengo —respondió Lucka
poniéndose en pie—, ah sí, aquí está —finalmente dio la vuelta
completa a la mesa para pasarle el documento que ella quería.
Hermione, Ron y Mikel se encargaban de armar todos los testimo-
nios y alegatos contra la clínica, no como una acusación, sino como
una muestra del maltrato a lo que ser gay podía estar sujeto. Habían
podido sacar mucha información acerca de la forma como eran táci-
tamente amenazados, y la forma como eran discriminados gracias al
libro de recortes que Harry había juntado durante los últimos años;
Lucka y Ethan los ayudaban con los testimonios, duplicando y tri-
plicando copias y encontrando los números perdidos. Eran dema-
siados.
—¿Alguien tiene el testimonio del dueño del Emporio de las
Lechuzas? —preguntó Harry luego de un momento más.
—No… creo que no —respondió Gael removiendo la canti-
dad de pergaminos que tenía alrededor.
—Yo lo tengo —anunció Draco levantando unos cuantos
pergaminos y haciendo levitar luego su copia hacia Harry.
—Gracias —Harry sonrió y Draco, como siempre ocurría, lo
ignoró o fingió no verlo mientras volvía hacia sus pergaminos y se

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

inclinaba un poco hacia Gael a comentarle algunas cosas en voz ba-


ja.
Y Harry sentía que pronto no podría aguantar más.
—Te está mirando —masculló Gael al oído de Draco, de tal
manera que nadie más lo escuchara.
—Ya… estamos con esto ahora, ¿no? En un rato más tengo
que volver a la fábrica, así que no me distraigas.
—Pero… ¿Por qué simplemente no lo arreglas y ya?
—No es simple.
—Parecen dos adolescentes. Y aún te sigue mirando —repli-
có Gael.
Muy a su pesar Draco levantó la vista para encontrarse con la
firme mirada de Harry. Y esa mirada siempre le lograba quitar el
aliento, estuviera o no enfadado.
—¿No era la declaración que necesitabas? —preguntó sin
imprimir ningún sentimiento a su voz.
Harry torció el gesto y sólo asintió antes de volver la vista al
trabajo que hacía, aunque no prestando mucha atención. Habían
pasado dos semanas, dos largas, semanas. Dos semanas en que todo
parecía haberse puesto boca arriba.
Dos semanas en las que habían pasado demasiadas cosas, y
ninguna también.
Harry había intentado razonar con Draco muchas veces, y
solamente había recibido en respuesta ser ignorado. Sin embargo,
Draco parecía calmado. No habían vuelto a pelear más, pero tam-
poco a estar juntos; Draco aún permanecía en aquella habitación,
que cada vez se llenaba más y más de sus cosas, y se volvía menos
una habitación impersonalizada para invitados y más la habitación
de Draco, quien no parecía tener ningún interés de volver al dormi-
torio que compartía antes con Harry, y mucho menos de hacer las
paces con él.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

Era como si Draco estuviera resentido con él, como si espe-


rara algo de Harry, alguna acción maravillosa y desconocida, para
perdonarlo. Pero Harry, por supuesto, no sabía qué debía hacer.
Había intentado muchas cosas, pedir perdón, gritar, amenazar con
irse, jurar que haría lo que fuera por arreglar las cosas… y nada ha-
bía funcionado. Draco permanecía impasible.
—Bien, yo debo ir a la fábrica, he dejado algo inconcluso —
anunció Draco para todos, mientras se ponía en pie.
Todos los demás hicieron gestos de despedida o dijeron
«Hasta luego» mientras Draco terminaba de ordenar un poco más
su ruma de pergaminos, tomaba el morral viejo que había dejado
sobre el piso y salía de la cocina. Si a alguno le pareció raro que no
se despidiera de Harry con más entusiasmo, nadie lo comentó, se-
guramente ya estaban habituados a sus correctos y nada emotivos
saludos y despedidas.
Cuando llegaba ya a la chimenea de la sala de estar, escuchó
los pasos de alguien más detrás de él, estaba seguro que se trataba de
Harry.
—Draco —llamó suavemente, no animándose a tocarlo. Era
como casi haber regresado a la época de la escuela, donde apenas un
roce podía alterarlo.
—Dime.
—¿Qué vas a hacer esta noche? —preguntó Harry retorcién-
dose las manos un poco, y un tanto enfadado porque Draco no se
dignara siquiera a mirarlo mientras hablaba. ¿Eso acaso no era de mala
educación? Se lo habría dicho gustoso, pero no quería pelear. No
más.
—Estoy trabajando en un par de nuevas pociones. Llegaré a
casa alrededor de las once, a menos que me necesites para algo im-
portante. ¿Habrá junta? No lo había anotado… —respondió pensa-

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y el Fabricante de Pociones 2

tivo mientras finalmente giraba para encarar a Harry, y buscaba en


su morral el libro que usaba de agenda.
—No, no, es que yo… —Harry miró a ambos lados, no cre-
yendo que hubieran llegado tan lejos con toda esa gresca—… estaba
pensando en que tal vez te gustaría cenar conmigo, ya sabes, salir.
Hace mucho, pero mucho tiempo, que no lo hacemos, y creo que
sería buena idea.
Draco ladeó la cabeza un poco, ligeramente conmovido ante
la expresión de Harry, luchó contra la necesidad de lanzarse sobre
su cuello y besarlo, morderlo y amarlo hasta el cansancio, y en res-
puesta a eso, carraspeó ligeramente mientras abría la agenda.
—Esta noche no puedo, tengo que terminar ese par de po-
ciones. Ambas son parte de un pedido muy importante que podrá
darnos el último empujón que necesitamos. Y si sale correcto, ten-
dré el resto de la semana ocupada, empaquetando y viendo la fabri-
cación a grande escala, para cumplir con el pedido. ¿Por qué no lo
dejamos para la otra semana?
—Porque la otra semana es la presentación de la ley —res-
pondió Harry sin mucho ánimo. Draco vio cómo sus hombros se
hundían un poco y su semblante se ensombrecía más y más mien-
tras se daba la vuelta—. Olvídalo, de todas maneras ambos estamos
demasiado ocupados, será en otra ocasión.
Draco se quedó de pie mirando hacia Harry, que se alejaba y
por un instante se sintió demasiado culpable, sin embargo, luchó
nuevamente contra ese sentimiento de saltar sobre el moreno, y se
metió en la chimenea, para llegar a la nueva fábrica de pociones,
después de todo, en verdad tenía que terminar con aquella acumu-
lación el trabajo pendiente.
El lugar aún estaba bastante vacío, no habían gastado en im-
plementar las oficinas ni nada más que el laboratorio de pociones,

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

en el tercer piso, desde allí Draco tenía una perfecta vista del pe-
queño patio del lugar que Harry aún no se decidía a comprar.
No habían hablado de eso ni de nada durante esas dos sema-
nas. Harry sabía que Draco y Gael habían, finalmente, comprado el
local para montar la fábrica porque Gael se lo había comentado y
cuando Harry, una mañana después de aquello, se había acercado a
él para felicitarlo, con claras intenciones de abrazarlo, Draco se ha-
bía hecho a un lado, simplemente diciendo que lo más difícil estaba
por llegar en cuanto a la fábrica, y que no eran necesarias las felici-
taciones.
Tenía que admitirse que estaba llegando demasiado lejos,
Harry siempre intentaba hablar, acercarse, comentar cosas acerca de
su vida, decir qué era lo que estaba haciendo o pensando, pero Dra-
co siempre fingía no poner mucha atención. Por su parte, además,
sus palabras con Harry eran de saludos o despedidas, anunciar que
estaría por la fábrica —en donde pasaba todo el tiempo que no esta-
ba en casa ayudando con la dichosa ley— y a qué hora regresaría,
que almorzaría y cenaría fuera y cosas por el estilo. No había hecho
ni un solo comentario acerca de cómo le estaba yendo con la nueva
fábrica, y cuando Harry preguntaba, él respondía con un simple y
escueto «bien», y sabía que estaba hiriendo a Harry. Sabía que estaba
portándose injusto. Él se había prometido no lastimarlo más, nunca
más y, sin embargo, no podía evitarlo. Siempre que lo veía recorda-
ba la escena del patio, y un amargor subía por su pecho y se sentía
vulnerable, vulnerable porque no era un buen luchador, porque sa-
bía que Aarón era mucho mejor que él en todo. Y tenía miedo de
que llegado el momento, Harry no lo eligiera más a él.
Se concentró en la mezcla que estaba haciendo, llevaba un
par de días tratando de encontrar las proporciones correctas, y había
incluso tenido un par de pequeñas explosiones de caldero. Él nunca
había volado calderos, ni en la universidad ni en la escuela, sabía

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

que era porque por más que lo intentara, no estaba del todo en el
trabajo, y Gael se lo decía también, que hasta que no solucionara
las cosas con Harry, no podría estar completamente concentrado. Y
Draco se odiaba por eso. Porque ahora era demasiado susceptible,
ya que antes, cuando había dejado a Harry tras Hogwarts, podía
concentrarse a la perfección en el trabajo, aunque sus sueños y sus
deseos estuvieran plagados de la imagen del ojiverdes. Había sabido
controlarse, separar sus sentimientos de su trabajo. En cambio aho-
ra todo era tan diferente, el estar tanto con Harry le estaba pegando
lo impulsivo y lo sentimental, y si no estuviera enojado con él, eso
no se sentiría tan mal. Pero justo ahora, en medio de tantas cosas,
necesitaba concentrarse.
—No sé qué le hiciste a Harry, pero siempre te encargas de
dejarlo mal, a este paso dejaré de ser tu mejor amigo y me converti-
ré en el mejor amigo de él —dijo Gael apareciendo por la chimenea
y colgando el abrigo a un lado.
—Yo no le he hecho nada —protestó Draco mientras agitaba
la varita para que un cuchillo cortara las raíces que necesitaba mien-
tras aún miraba a través de la ventana.
—Sí que lo has hecho, y ya deja esa ventana en paz, la solu-
ción no aparecerá por ese patio —bufó Gael agitando la varita para
que las cortinas se cerraran, mientras las antorchas de las paredes
comenzaban a arder suavemente, iluminando el lugar.
—¿Qué es lo que, según tú, le he hecho a Harry ahora?
—Deberías decírmelo, tiene carita de cachorro apaleado, y
así volvió después de alcanzarte para hablar cuando saliste de la co-
cina, no ha abierto la boca más que lo justo, y se le notaba que que-
ría largarse de allí cuanto antes. Así que lo que sea que le hayas di-
cho, o que le hayas hecho, ya déjalo en paz. Creo que el irse a beber
porque estaban en una discusión está mal, pero ya llevas demasiado
con esto, y cuando te des cuenta, Harry ya no estará interesado.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

—¿No crees que te estás metiendo demasiado? —preguntó


Draco, obligándose a no mirar a su amigo y a parecer desinteresado,
a pesar de todo.
—Te lo diré así: soy tu amigo, te quiero, pero hasta a mí, que
sólo veo las cosas desde afuera, me estás cansando; por la forma
como lo tratas, Harry se hartará de ti y luego el que sufrirá serás tú,
y por una estupidez.
—Mira Gael…
—Y no, no pienso decir nada más al respecto, ni escuchar tus
tontos argumentos contra Harry —Gael se alejó hacia el otro lado,
tomó un par de calderos y comenzó a trabajar.
Pero Draco no pudo continuar. Miraba los ingredientes, y los
deseos de continuar se esfumaron, ni siquiera sabía cómo debía
continuar.
Sin decir nada, caminó hasta la chimenea, cogió su abrigo y
pasó por la red flú hasta Grimmauld Place. En la cocina aún estaban
Lucka, Ethan, Weasley y Granger.
—¿Harry?
—Se fue al despacho —comentó Ron, quien casi nunca le
contestaba. Draco no dio las gracias siquiera y se giró para irse.
—¿Por qué no le dijiste que estaba con Aarón en el despa-
cho? —increpó Lucka.
—Él preguntó por Harry, no por Aarón; además Harry no
está haciendo nada malo como para temer que Draco lo encuentre,
¿verdad?
—Ronald, a veces eres… —negó con la cabeza Hermione,
enfadada.
Ambos sabían sobre la pelea de Harry con Draco, todos lo
sabían, y el que Draco estuviera allí, buscando a Harry podía ser
una buena señal, o al menos eso esperaba.

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y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Trabajó durante varias horas más, equivocándose con fre-


cuencia, hasta que finalmente le cedió su lugar a Ethan y él se dedi-
có, junto a Lucka, a organizar los testimonios, su cabeza, definiti-
vamente, estaba en Draco, en Draco y lo que estaría haciendo o
pensando en ese momento.
—Harry, muchacho. El hombre con el que quería hablar —
dijo Aarón entrando a la cocina. Harry pensó en que tal vez pronto
tendría que encontrar otra casa para vivir, porque al parecer, todos
entraban como Pedro por su casa a la suya. Tal vez en eso de la pri-
vacidad pérdida Draco tenía algo de razón. Pero lo solucionaría lue-
go, ahora estaban en otras cosas.
—Hola, Aarón —respondió Harry tratando de parecer cal-
mado—. ¿Qué ocurrió?
—Chicos, ¿cómo va todo? —preguntó Aarón hacia los de-
más, que sólo hicieron ligeros asentimientos—; Boris llegará de un
momento a otro, y yo vuelvo dentro de poco a ayudar, estamos ya
casi con la fecha encima, por lo pronto, me llevo a Harry. Necesito
hablar contigo —le dijo a Harry para luego hacerle un gesto con la
cabeza e indicarle la sala.
—¿Pasó algo?
—No, no… o sí, no lo sé —masculló Aarón mirando alrede-
dor—. ¿No hay un lugar…?
—El estudio —sugirió Harry señalando al pasillo—. Cual-
quier cosa que necesiten, chicos, me buscan en el estudio —dijo
hacia sus amigos.
El estudio era un lugar que casi nunca usaba. Draco lo usaba
más que él, y varias veces había pensado en crear otra cosa allí, aun-
que ahora no era el momento. Era una habitación con estantes para
los libros empotrados sobre tres de las paredes, aunque no estaban

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

del todo llenas, luego de eliminar muchos de los libros durante la


guerra y antes de ella, quedaban apenas unos cuantos. En el centro
había una mesa larga, tan larga que Harry y Draco se sentaban a es-
tudiar allí, ambos, durante sus carreras, y sin molestarse en absoluto
por la falta de espacio y la cantidad de libros. Aunque claro, también
la habían usado para otras cosas, recordó Harry mientras miraba
una de las esquinas, donde más de una vez Draco lo había empuja-
do y tomado.
—Esta tarde estuve hablando con varios de los miembros del
Wizengamot —empezó a explicar Aarón mientras caminaba alrede-
dor—, y tengo menos gente dispuesta a apoyarnos de lo que pensa-
ba.
—¿Qué?
—Hay unos cuantos, cinco para ser más específicos, que es-
tán dudando acerca de si es que será adecuado o no apoyar está ley,
como has podido ver en los diarios desde que se dio una fecha, no
se hace más que hablar de ella, y pese a que se dijo que tú estabas de
acuerdo…
—Sabes que no daremos ninguna declaración, Draco no está
de acuerdo con eso y…
—Claro, claro, no te quiero obligar a que lo hagas, pero me
gustaría que trataras de hablar con estos indecisos de los que acabo
de hablarte, ellos pueden marcar la diferencia entre la aprobación y
desaprobación de la ley, puesto que son muy influyentes.
—¿Hablar con ellos? —preguntó Harry algo preocupado—.
Yo… ¿contigo?
—No, no, tendrías que ir solo. Boris te puede conseguir las
citas lo más pronto posible, y puedes ir y decirles que estás de
acuerdo con esto, eres muy bueno convenciendo a la gente, no te
resultará difícil.

267
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—Yo no soy bueno convenciendo a nadie —protestó Harry,


apoyándose sobre la mesa y bajando la mirada, ni siquiera podía
convencer a Draco de cenar con él, menos podría convencer a un
grupo de magos estirados de que les dieran su apoyo durante la vo-
tación.
—Pero de todas maneras, vas a estar presente durante la
asamblea, dando tú apoyo —continuó Aarón acercándose a él y co-
locándole ambas manos sobre los hombros.
—Eso no es lo mismo que ir a abogar con esos tipos.
—Harry —suspiró Aarón mientras apretaba más sus manos
sobre los hombros, y se acercaba a él—, si necesitas discutirlo con
Draco, no hay problema, pero es hora de que te des cuenta del gran
potencial que tienes en la política. Eres un héroe, ellos te escucha-
ran, no les estás pidiendo que maten a nadie, ni siquiera que con-
denen o liberen a alguien, les estás pidiendo que sean justos, y sé
que podrás hacerlo.
—Yo… —Harry no terminó de contestar, en cuanto levantó
la mirada, tuvo una vista de la puerta abierta, de Draco en pie, con
los brazos cruzados, mirándolo fijamente—. Draco —jadeó desha-
ciéndose del agarre de Aarón.
Draco simplemente sintió como toda la realidad se partía a
su alrededor, en dolorosos y pequeños pedazos que dejaban todo
oscuro e irreal.
Había llegado buscando arreglar todo con Harry, o al menos
dar el primer paso, pero lo único que había conseguido era descu-
brir a su Harry demasiado cerca de Aarón, y además, ¿por qué de-
monios tenía que andar tocándolo de esa manera? Y Harry permi-
tiéndoselo. Si antes se había sentido inseguro, está vez se sentía
completamente seguro de que no tenía ninguna oportunidad.
—Draco, que bueno que vienes, tal vez tú puedas ayudarme
a convencer a Harry… —empezó a decir Aarón hablando de mane-

268
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

ra natural, como si nada estuviera pasando, pero Draco negó con la


cabeza, todavía mirando hacia Harry.
—No, lo cierto es que tengo prisa —consiguió decir antes de
retroceder unos cuantos pasos y girar para salir rápidamente de allí,
en el pasillo se encontró cara a cara con Boris, el chico parecía haber
estado al tanto de lo que Draco había visto, pues no lucía su habi-
tual sonrisa.
—Tal vez si tú y yo nos ponemos a hacer lo mismo, ellos se
darían cuenta lo doloroso que es verlos así —le dijo Boris con un
mohín de disgusto.
Draco negó con la cabeza.
—Ya no me interesa —masculló, normalmente no le decía a
la gente lo que sentía, pero en ese momento, esa declaración le pa-
reció adecuada—. No estoy más interesado, en nada.
Boris asintió suavemente, y se hizo a un lado para dejarlo pa-
sar hacia las escaleras, justo en el momento en que Harry aparecía
por la puerta para seguirlo. Boris le lanzó una mirada de animad-
versión mientras se plantaba delante de él.
—¿Has visto a Draco?
—No —mintió Boris—. ¿Por qué? ¿Ya te aburriste allí den-
tro? —dijo señalando hacia la puerta ahora cerrada del estudio,
donde le había pedido a Aarón que lo esperara, no queriendo crear
una escena vergonzosa delante del hombre.
—¿De qué demonios…? —el sonido de una ventana cerrán-
dose con fuerza en el segundo piso lo hizo levantar la vista e inte-
rrumpir su pregunta; sin pensar más, empujó a Boris a un lado y sa-
lió corriendo escaleras arriba, empujó la puerta de la habitación de
invitados donde Draco dormía, y la encontró vacía; abrió los arma-
rios y ya no quedaba ropa, ni los artículos de aseo personal del baño
ni nada, nada de nada, la escoba que le había regalado un par de
años atrás también había desaparecido. Por la ventana vio el cielo

269
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

bastante blanco, pronto empezaría a nevar, pero no había rastros de


Draco.
Realmente se había ido.

–|– 

No volaba desde el verano, junto a Harry y sus amigos en un


descampado cerca de la playa; habían pasado buenos ratos hacién-
dolo, sin embargo, ahora, aferrado al mango de su escoba, con las
manos congeladas por el penetrante frío, mientras se alejaba más y
más de Grimmauld Place, no podía encontrar nada de divertido en
ello.
Se elevó lo suficiente para desaparecer del campo visual de
los muggles y dejó suspendida la escoba en el aire, aprovechó para
cerrar mejor su abrigo y ajustar su morral un poco más; buscó en
los bolsillos de su abrigo, pero como le ocurría siempre, había olvi-
dado los guantes. Se sintió frustrado por eso, por el simple hecho
de no ser capaz de recordar que debía poner los guantes en el abrigo
siempre antes de salir, para luego no pasar frío.
Y se quedó suspendido en el aire un rato más, mirando hacia
lo blanco del cielo y lo pequeño de la ciudad, con la mitad de la vo-
luntad diciéndole que volviera a Grimmauld Place y que luchara
por lo que era suyo, por lo que le pertenecía por derecho, y la otra
mitad diciéndole que la fábrica era un buen lugar para refugiarse.
Ganó la segunda idea, y voló a velocidad imprudente por el
cielo hasta poder descender en la azotea de la fábrica, tiritando de
frío, con las manos casi azules, y con el cabello húmedo por la nieve
que había empezado a caer.
Bajó las escaleras y fue directo al segundo piso, donde había
una habitación vacía que pensaba convertir en una de las oficinas,
dejó todo allí de manera descuidada, pensando en que primero de-

270
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

bería conseguir una cama y unos cuantos cobertores, tal vez podía
pedirlos por lechuza, no se le apetecía salir mucho por ahora. Tal
vez nunca más.
—¿Draco? —llamó la voz de Gael desde la puerta, Draco,
que estaba ya sentado junto a la chimenea que había encendido para
calentarse, se sobresaltó un poco por ser tan rápidamente descu-
bierto.
—Pasa, no le he puesto seguro —respondió mientras giraba
lo suficiente para ver a su amigo cruzar la puerta.
Gael paseó la vista del morral, abierto y con algunas prendas
alrededor, hacia la escoba y luego a Draco, junto a la chimenea, y
negó con la cabeza.
—Pensé que arreglarían las cosas, no que lo dejarías por
completo.
—¿Eso es lo que has venido a decirme? —protestó Draco
frunciendo el ceño y mirando nuevamente hacia las llamas.
—No —reconoció Gael acercándose a él—. Está aquí, Harry
está aquí, pregunta por ti.
Draco giró tan rápido que casi cae en el proceso.
—¿Le has dicho que estoy aquí?
—No, por la mirada que traía Potter, pude descubrir que ha-
bía pasado algo muy malo y no quise arriesgarme… le dije que ve-
ría.
—Pues dile que no estoy.
—Se ve realmente apenado y asustado y…
—Dile que no estoy, pero que sabes que estoy bien, no quie-
ro que inicie una gran búsqueda justo ahora.
—Draco…
—Sólo… —Draco se removió un poco en su sitio y suspiró
profundamente, el dolor ganándole—, por favor, sólo dile eso —
pidió, cambiando su tono defensivo por uno más acorde con sus

271
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

sentimientos. Sintió los dedos de Gael acariciar su cabellera un


momento antes de alejarse.
—Te traeré algo caliente, debes haberte congelado allá arriba.
—Gracias —masculló Draco antes de que la puerta se cerra-
ra. Sin importarle mucho, se dejó caer completamente de espaldas
sobre el piso, mirando el techo y las antorchas encendidas, sintien-
do el calor de la chimenea encendida sobre su cuerpo, y algo muy
frío instalarse en su pecho.

–|– 

—Lo siento —le dijo Gael a Harry, que esperaba un piso


arriba—, mejor será que le des tiempo, no sé que puede haber pa-
sado, pero no quiere verte…
—Nada ha pasado —se quejó Harry mirando alrededor, era
la primera vez que iba allí, Draco nunca lo había invitado a ver su
nueva fábrica, y él tampoco se había dado el tiempo para hacerlo—.
Yo… si me dices dónde está, diré que te ataqué, que me volví loco y
por eso entré, no te culpará de nada y…
Gael negó con la cabeza y puso una mano sobre su hombro.
—Vamos, Harry, debes conocer a Draco mejor que yo, y sa-
bes muy bien que si está molesto, lo mejor es dejarlo solo…
—No… es que quiero aclararle que realmente nada ha pasa-
do —Harry cerró los ojos un instante tratando de serenarse—, que
entre Aarón y yo no hay nada, pedirle que vuelva a casa.
—Harry… Draco debe confiar lo suficiente en ti como para
saber eso, no creo que sigan con la misma tonta pelea.
—¿Ves lo que haces? —preguntó Harry, mirando a Gael y
luego a la mano de éste sobre su hombro
—No te entiendo —respondió Gael un tanto desconcertado
por el cambio de tema, a uno que no entendía siquiera.

272
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[6] Procedimientos para un estatuto

—Tú mano en mi hombro —aclaró Harry


—Ah… no sabía que te incomodaba, si deseas la quito —dijo
retirándola, Harry negó con la cabeza.
—No, eso es lo que Aarón estaba haciendo cuando Draco
llegó, tenía sus manos sobre mis hombros mientras trataba de con-
vencerme de hablar con unos miembros del Wizengamot, ¿no hay
nada de malo en eso, verdad? ¿Puedes decírselo? Qué no hay nada
de malo en eso, tú lo haces y no por eso se va poner celoso. Draco
te abraza constantemente y yo tampoco me he puesto celoso nunca.
Gael sintió pena por la forma tan desesperada de hablar de
Harry.
—Pero yo no estoy interesado en ti —aclaró Gael apartándo-
se un par de pasos—, esa es la diferencia entre que Aarón te ponga
las manos encima, de cualquier manera que lo haga, a que yo lo ha-
ga.
—Pero…
—Lo siento, ahora debo pedirte que te marches, y no me
gusta hacerlo, pero quiero que Draco esté tranquilo, sabes que lo
cuidaré, y cuando esté listo, él mismo te buscará.
—No puedes… yo… —Harry negó con la cabeza, sintiéndo-
se demasiado confundido—. Aarón no… no tiene intenciones de
nada.
Gael le puso una mano en el hombro nuevamente.
—Eres un gran chico, ¿sabes? Muchos te querrían con ellos,
no tiene nada de malo, o extraño, pero sí es raro que no lo notes, o
pretendas no notarlo —lo empujó suavemente hacia la chimenea,
por donde había aparecido, y le puso el tarro de polvos flú delan-
te—. Piénsalo, cálmate, mejor es que lo hablen cuando ambos estén
tranquilos… sabes que los quiero, y me encanta que estén juntos.
No lo arruines con prisas, ¿de acuerdo?

273
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—De acuerdo —aceptó Harry no muy convencido, antes de


tomar el puñado de polvos flú, sacó de su bolsillo un par de guantes
de lana bastante gruesos—; Draco se olvidó esto en casa, él siempre
se olvida de ponerlos en sus bolsillos para salir en invierno, por eso
yo los cargo y… si sale ya sabes, se los puedes entregar, dile que no
los olvide, luego se le congelan las manos y se pone de muy mal
humor por eso.
—Claro —dijo Gael tomando los guantes y mirando a Harry
con lástima, sentía lo mucho que le costaba a Harry salir de allí sin
Draco—. Te veré en la mañana, ¿de acuerdo?
—Ajá… —Harry miró alrededor una vez más, y luego entró
en la chimenea, diciendo con voz lenta y triste—: Al doce de
Grimmauld Place.
En cuanto llegó a su casa, se encontró con Hermione y Ron,
que lo esperaban sentados en el sofá. Sus miradas eran sinceras y
preocupadas.
—Ven, Harry, siéntate aquí y dinos qué es lo que está mal —
le animó Hermione, mientras Ron asentía suavemente.
Por primera vez en mucho, pero mucho tiempo, se dejó caer
entre ellos y entre susurros les comenzó a contar lo que estaba pa-
sando con Draco, las cosas que ellos o ninguno veía, y sus amigos lo
escucharon en silencio, sin criticar y sin interrumpir, hasta que lo
hubo contado todo.
Y el hacerlo le dio la sensación de abandonar un enorme pe-
so, le dio la tranquilidad que buscaba desde hacía muchos días, le
dio la certeza de que podría arreglarlo, ya no se sentía tan perdido
como antes.

274
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

7
Perdón

Even though your havin' your doubts // We can still work it out
Sometimes it's easy, sometimes it's not // But it's still worth a shot…
Canción: Don’t Walk Away 4
Danger Danger, banda de hard rock estadounidense

Londres, 8 de diciembre de 2003


PRONTO SE DISCUTIRÁ EN EL WIZENGAMOT
NUEVA LEY PROPUESTA POR AARÓN BONACCORD
Y RESPALDADA POR HARRY POTTER; AMBOS PI-
DEN LA IGUALDAD DE TRATO, SIN IMPORTAR LA ORIENTA-
CIÓN SEXUAL”

En un caso sin precedentes, Harry Potter, junto con el


miembro de Wizengamot, Aarón Bonaccord (quien es conocido
como el más joven integrante de este tribunal), proponen que se
castigue a todos los que atenten contra un mago o bruja por su
orientación sexual.

4
No te vayas: Incluso aunque tú tienes tus dudas // Nosotros aún podemos lograrlo // A veces es
fácil, a veces no lo es // Pero aún vale la pena intentar…

275
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Si es que antes se tenía dudas acerca de lo que Harry Po-


tter hacía junto a Draco Malfoy, viviendo juntos desde hace va-
rios años, creo que esta vez ya no habrá ninguna, no después de
que Harry Potter respaldara y acompañara a Bonaccord a presen-
tar el borrador de una propuesta de ley que busca que se respe-
ten los derechos de los magos y brujas a escoger su orientación
sexual.
Ellos se basan en el concepto de que la homosexualidad no
es una desviación del comportamiento, como tenemos entendido,
sino un simple estilo de vida, y que a menos que esa persona ha-
ga algo con actitudes protervas, no debe ser despedida, atacada o
discriminada, puesto que sería atentar contra su libertad de
pensamiento y acción.
Esta propuesta surge luego de que la casa de Harry Potter,
la cual comparte con Draco Malfoy y en donde operaba “La Fá-
brica de Pociones", así como una gran cantidad de locales en que
supuestamente trabajaban personas gays, fueran atacadas en oc-
tubre pasado, exigiendo el despido y la no contratación de más
magos o brujas con estas inclinaciones tan extrañas.
Se dice que Draco Malfoy, quien aparentemente es la pare-
ja formal de Harry Potter, también apoya desde las sombras esta
propuesta, ayudando, junto a un grupo más de amigos de la pare-
ja, en los trabajos y respaldos para la presentación de este proyec-
to en el tribunal de Wizengamot.
Bonaccord, quien ha desistido de participar en la votación
por lo claramente involucrado que está en el asunto, también ha
dejado en entredicho su sexualidad. Se debe anotar que Bonac-
cord, con sus treinta y nueve años de edad, permanece aún solte-
ro y sin familia, y que, revisando los expedientes y entrevistando

276
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

a amigos cercanos a él, tampoco se le ha conocido novia o com-


promiso alguno.
Tony Shafer, líder de la MACH, organización que defiende
el comportamiento correcto de los magos y brujas en la sociedad,
ha dejado en claro que dicha ley lo único que busca es degradar
aún más nuestra comunidad, creando familias improductivas y
poco estables, (en la página 4 usted puede ver una cartilla acerca
del comportamiento homosexual y sus consecuencias, como la
depresión y enfermedades mentales, que la MACH distribuye gra-
tuitamente a todos los interesados). Shafer nos dice además, que
este comportamiento es adoptado del comportamiento desenfre-
nado y obsceno de los muggles, la degeneración es tal, que inclu-
so en algunos países se permite la unión legal de dos personas
del mismo sexo y la adopción de niños; el líder de la MACH tam-
bién aprovecha la oportunidad para hacer un llamado a la co-
munidad, pidiendo que no se dejen manipular por lo que pueden
ser consideradas ideas modernas, que a la larga no traerán nin-
gún provecho o beneficio; además que indicó que le da mucha
lástima que un ícono de la sociedad, y lo que debería ser un
ejemplo a seguir como Harry Potter, se encuentre mezclado en
este tipo de acciones.
Hemos intentado conversar con algunos de los miembros
del Wizengamot, pero ninguno está dispuesto a dar una opinión
al respecto, no antes de escuchar lo que Harry Potter y su equipo
tienen que presentar el día del sustento, aunque sí se ha dejado
ver que no todos están de acuerdo con proclamar esta ley.
Cabe mencionar que Harry Potter ha abandonado el cuer-
po de Aurores del Ministerio, según nos comentó Nick Krauz, jefe
de este departamento, para poder dedicarse de lleno a su nueva
faceta, la de ayudar a crear una ley para la igualdad de magos y
277
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

brujas sin importar su orientación sexual. Krauz se negó a contes-


tarnos si es que Harry Potter había admitido ser gay y si mantiene
o no una relación con Draco Malfoy, aunque muchos de los que
estuvieron en casa de Potter aquella tarde del ataque, han atesti-
guado que la relación entre ambos se notaba demasiado íntima
para tratarse sólo de amigos y compañeros de casa. Tenemos fuen-
tes que dicen que incluso Potter admitió ser gay delante de ellos,
para que dejaran libre a Malfoy y sus amigos, presentándolo co-
mo su novio. Los aurores, que mantienen un comportamiento in-
tachable, niegan haber expulsado a Harry Potter de la institu-
ción, aunque esa teoría es mucho más creíble que la que indica
que Potter haya sólo renunciado luego de haberse graduado con
honores y cumplir su trabajo a cabalidad durante los últimos
años.
Draco Malfoy, quien fuera el fundador de una de las fábri-
cas más exitosas de pociones de los últimos tiempos, y demostra-
ra ser un excelente fabricante, y alumno graduado con excelen-
cias de la Universidad Mágica de Gunhilda de Gorsemoor, no ha
dado ninguna declaración formal, muchos esperaban verlo la tar-
de de ayer, cuando Potter y Bonaccord, junto con sus insepara-
bles amigos, Hermione Granger y Ronald Weasley, y un grupo más
de magos, fueron a presentar la propuesta formalmente.
Es más, nadie ha visto a Malfoy en mucho tiempo, se dice
que está siempre en casa, por temor a las represarías que aún al-
gunos magos que recuerdan su participación durante la guerra,
podrían tomar en su contra, y la forma como éstas podrían dañar
a su pareja y amigos.
Esto nos recuerda, queridos lectores, que Draco Malfoy es-
tuvo en el bando de ustedes-ya-saben-quien durante la guerra y
que incluso, trató de atrapar a Potter durante la batalla final, y
278
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

nos sorprende que ahora forme parte del grupo de apoyo de Po-
tter, y más aún, sea, según rumores, su pareja.
Sabemos que Malfoy se ha portado bien durante todos es-
tos años y ha logrado cosas asombrosas, patentando ya catorce
pociones y ha ayudado a crear antídotos curativos, sin embargo,
es mi opinión que pese a todo, Draco Malfoy no puede ser una
buena persona, incluso tenemos entendido que muchos magos y
brujas jóvenes lo admiran por su trabajo, pero repetimos, no
creemos que pueda ser una buena persona con ese pasado. ¿Po-
tter acaso ha olvidado todos los horrores de la guerra? ¿La gran
cantidad de familias que fueron destrozadas? ¿El tener a Malfoy
como parte de su equipo no es en realidad algo negativo contra
su credibilidad? Son cosas en las que Potter debería pensar.
En la página cinco y seis, puede verse un extenso artículo
sobre las propuestas de ley de Potter y Bonaccord. La asamblea se
llevará a cabo el último día laborable del mes para el Wizenga-
mot, el veinte de diciembre, ¿Qué es lo que se decidirá entonces?
Los tendremos informados.

Dasha Ogden

Draco dejó la copia del diario a un lado mientras bebía len-


tamente de su café, estaba en lo que ahora era el comedor, uno de
los salones de la fábrica que había adaptado para tales fines, con mi-
ras a ya empezar a contratar gente pronto, y que tuvieran un lugar
donde descansar; tal como lo hacía él, de de sus largas jornadas de
trabajo auto impuestas; desde que se había marchado de casa de
Harry, días antes, no hacía más que trabajar para evitar pensar y de-
jar que el dolor de la separación le ganara.

279
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Desayunando? —dijo a modo de saludo Gael, entrando a


la habitación y mirando hacia Draco con preocupación.
—Evidentemente —replicó Draco mientras con la mano da-
ba vuelta rápidamente al diario para doblarlo.
—Todos ya lo hemos leído —aclaró Gael, sentándose delante
de Draco, aunque sin servirse nada—. Esa tipa no sabe lo que dice,
claro que no eres malo.
—Cómo si alguna vez me hubiera importado lo que pensa-
ran de mí —resopló Draco mientras le daba otro trago a su taza de
café caliente y humeante. Se sentía hasta cierto punto reconfortante.
—Cierto —suspiró Gael, buscando algo de paciencia para
tratar con su amigo; últimamente requería de mucha cuando se tra-
taba de hablar con Draco—. Deberías dejar de leer ese diario; mejor
lee Londres Hoy, allí ha salido una nota acerca de que ya empeza-
mos a tomar pedidos, ha sido bastante positivo.
—¿En serio?, más tarde lo veré para leerlo —respondió Dra-
co—. Pensé que habías dicho que ellos no recibían ese tipo de pu-
blicaciones.
—Pues… —Gael se removió un tanto incómodo en su sitio,
y Draco arqueó una ceja interrogantemente—. Verás, Draco…
—¿Qué hiciste para que saliera eso? —preguntó Draco un
poco más agresivo.
—Aarón tenía un contacto en la redacción y…
—No quiero oírlo —interrumpió Draco de manera brusca.
—Draco…
—Olvídalo, Gael —bramó mucho más fuerte.
Gael tomó una bocanada de aire y se preguntó, tal como ha-
bía pasado en los últimos días, por qué era amigo de Draco, si algu-
nas veces se comportaba de manera tan injusta con él.
—¿No has dormido anoche tampoco, verdad? —preguntó
como si quisiera usar eso de justificación para el mal carácter de su

280
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

amigo, sabía que el insomnio tendría que influir en algo en su hu-


mor, pero más que nada, el estar pelado con Harry era lo que lo ha-
cía comportarse de esa manera.
—Y he allí otra observación sin sentido —replicó Draco po-
niendo los ojos en blanco—. De todas formas, ¿qué haces aquí?,
pensé que estarías en casa de Harry esta mañana —preguntó no
queriendo pensar en Aarón oh-maravilloso-amigo-de-todos Bona-
cordd ayudándolos a sacar una nota por la cual prácticamente ha-
bían rogado durante una semana entera.
—Es la casa de ambos —corrigió Gael, algo impaciente—; y
sí, allí estaré, pero como siempre, vine a ver si es que querías venir
conmigo.
—Y como siempre, tendré que declinar —respondió rápi-
damente Draco—. Tú mismo lo has dicho, no he dormido nada
durante la noche, necesito descansar.
—¿No crees que estás exagerando?
—Ajá, ese mismo soy yo, el rey de las exageraciones, creo
que tú y Harry deben coincidir en muchos puntos.
—De acuerdo —masculló Gael poniéndose en pie—; no
quiero que liberes toda la frustración que cargas, conmigo.
Draco entrecerró los ojos y lo miró de la peor manera posi-
ble.
—Yo no cargo ninguna frustración.
—Aunque claro, no diré pobre Draco, como habría dicho en
el pasado, antes de saber toda la historia tuya con Harry, ni tampoco
te diré que tienes razón por estar celoso —dijo ya molesto Gael
mientras se ponía en pie—; esta vez diré: pobre de Harry que tiene
que amar a un tonto, porfiado y acomplejado como lo eres tú.
Draco se quedó con la boca ligeramente abierta, sin saber
qué contestar ante el tono tan enojado de su amigo, mientras lo veía
caminar hacia la puerta que daba al pasillo.

281
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y nunca pensé que diría esto tampoco, pero si finalmente


Harry se aburre de esperarte y se mete con Aarón, o cualquier otro,
será enteramente tu culpa, y no tendrás derecho siquiera a replicar.
—¡Eres un imbécil! —espetó Draco finalmente, poniéndose
de pie.
Gael que ya cerraba la puerta a su espalda se detuvo y se giró,
cuando lo hizo su mirada era hasta cierto punto socarrona.
—Yo no soy el que está sentado en medio de una sala vacía;
en una fábrica vacía; dejándole el camino libre al tipo que se quiere
llevar a mi novio a la cama, ¿o sí?
Y dicho lo anterior, cerró la puerta con fuerza, Draco no pu-
do contestar nada, pero el sueño que había tenido poco antes por
haber permanecido despierto toda la noche, desapareció, y sin saber
qué más hacer, regresó al laboratorio a hacer lo único que había sa-
bido hacer durante esos últimos días, seguir trabajando.

–|– 

“FÁBRICA DE POCIONES ATIENDE PEDIDOS NUEVAMENTE”

Tal como pueden leerlo: la famosa “Fábrica de Pociones”,


propiedad del señor Draco Malfoy y Gael Eytinge, abre las puer-
tas nuevamente a sus clientes, esta vez en un local mucho más
grande y con mayor capacidad; según nos explica Eytinge, tras el
terrible atentado sufrido en octubre del presente año, han deci-
dido mudarse a un lugar mucho más amplio, que tiene la capaci-
dad de atender al menos el doble de pedidos que el lugar ante-
rior, sin contar las pociones exclusivas y los estudios a los que nos
tienen acostumbrados.

282
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

Es fantástico ver que esta gran fábrica, luego de todo lo


ocurrido, haya podido abrir sus puertas nuevamente, en una cla-
ra muestra de que estos chicos no se dejan vencer ante las adver-
sidades, sino todo lo contrario, se mantienen firmes y siempre
creciendo y mejorando.
La Fábrica de Pociones ha lanzado esta semana un comu-
nicado a todos sus clientes, según tenemos entendido, incluso es-
tán dando una gran cantidad de facilidades de pago y descuentos
a todos lo que aún mantienen la confianza en el buen trabajo que
realizan.
No nos queda más que esperar que este relanzamiento
tenga mucho éxito, puesto que sabemos de la calidad de los pro-
ductos que venden, (creo que todos hemos probado al menos uno
de ellos en alguna ocasión) y de lo bien que están dejando el
nombre de nuestro país en otras ciudades de Europa, hasta don-
de ya llegan sus creaciones.

Jerome Bender

Ginny arrugó el diario y lo lanzó al piso con rabia, ante la


mirada atónita de Tony, el profesor Garfunkel, Dona y Amy, apuntó
con su varita y pronto no quedaron más que cenizas mientras ella
respiraba agitadamente.
—Supongo que había alguna noticia que no era de tu agrado
—comentó Tony como si aquella escena fuera algo habitual.
—No quiero hablar de eso —respondió Ginny de mala ma-
nera—. Iré a trabajar —continuó mientras se ponía en pie y cami-
naba rápidamente fuera del comedor, furiosa con el hecho de que
Malfoy no sólo se diera el gusto de salir vivo de cada uno de sus
ataques, sino que además se ufanara de lo mucho que estaba cre-

283
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

ciendo; casi era como si le hubieran hecho un favor al quemarle la


fábrica anterior.
—¿Me pregunto si habrá leído el reportaje que le hicieron a
la frabricucha esa? —preguntó Amy con tono burlón.
—Seguro que sí —respondió Dona—, es una pena, quería
leer un artículo de modas que sacaban en la última página —dijo
mirando hacia el pequeño montón de cenizas que había en el suelo.
—Ese mocoso sólo… —empezó el profesor Garfunkel con
el ceño fruncido y mirada furiosa.
—Ya… solamente tiene suerte —suspiró Tony interrum-
piéndolo—. Lo sé, lo dices todo el tiempo, pero lo cierto es que na-
die puede tener tantos golpes de buena suerte.
—Tal vez debimos contratarlo a él en lugar de a Garfunkel —
meditó Dona hacia Amy en voz baja, pero no tan baja como para
que no la escucharan.
—Eso es inaudito —bramó el profesor poniéndose de pie y
golpeando la mesa, provocando que el vaso con jugo de naranja ca-
yera sobre el blanco mantel, manchando todo.
—Oh, por favor —resopló Tony poniendo los ojos en blan-
co—, no permitiré que esto se convierta en una disputa de niños,
dejen el tema en paz; Malfoy se nos escapó, más de una vez, así que
ahora no lo molestaremos más, estamos ocupados con otras cosas
más importantes que el tratar de matar a un desviado, que para
colmos, tiene apoyo de Potter y de algunos más de la sociedad.
—Pero… —intervino Garfunkel, desinflándose ante las pala-
bras de Tony.
—Pero nada. No quiero, y escuchen bien, no quiero que se
metan con él; ni que te dejes manipular por Ginny como en el pa-
sado —señaló hacia el profesor—, el chico es muy bueno en lo que
hace, debemos admitirlo, y ahora incluso tiene protección, punto
final. Debemos ocuparnos de los pacientes que tenemos, de ganar

284
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

más pacientes y más oro, de lo contrario, no se les podrá seguir pa-


gando. ¿Estamos de acuerdo?
Los tres asintieron lentamente, rendidos a que efectivamente
no había más que hacer con respecto a Malfoy,

–|– 

Harry tamborileó con los dedos sobre el brazo del sillón


donde estaba sentado esperando, delante de él, una bruja bastante
joven, con el cabello rojo y suelto, lo miraba coquetamente.
Harry se preguntó si era que en realidad esa bruja no había
leído alguna las ediciones de El Profeta, donde se habían dedicado a
decir de una y mil formas que lo más probable fuera que de verdad
era gay.
—Señor Potter, Madame Kaushik lo recibirá en poco tiem-
po, está terminado una conferencia vía flú con un mago de Alema-
nia, le pido mil disculpas por la tardanza —repitió la chica por cuar-
ta o quinta vez en el tiempo que llevaba esperando.
—Por supuesto, no hay problema, yo la espero —replicó Ha-
rry mientras trataba de recordar todo lo que Aarón le había dicho
respecto a esa mujer, y pensando en que Draco seguramente le ha-
bría podido ayudar mucho más para esa reunión de lo que el otro
hombre había hecho. Pensó en lo mucho que extrañaba a Draco,
pese a saber por Gael que estaba bien, no podía dejar de preocupar-
se por él.
La puerta de la oficina de la bruja se abrió de improviso, una
mujer mayor, con el cabello largo y blanco, completamente lacio y
suelto sobre los hombros y la espalda, lo miró con curiosidad.
—Madame Kaushik —informó la chica poniéndose rápida-
mente en pie—; el señor Potter la está esperando.

285
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Claro, Cindy, claro —dijo la mujer con cierta exaspera-


ción—, me lo habías dicho antes, ahora tráenos algo de tomar,
mientras yo atiendo al señor Potter.
—Por supuesto, Madame. ¿El señor Potter desea algo? —
preguntó con tal emoción, que parecía que le estuviera hasta pro-
poniendo matrimonio.
—No, gracias —respondió Harry, ya de pie y cerca de la bru-
ja que esperaba.
—Pero…
—Café y chocolate caliente, para ambos, Cindy, con eso esta-
rá bien —pidió la mujer, interrumpiendo la protesta de la chica y
poniendo los ojos en blanco.
—Claro, Madame, inmediatamente.
—A veces es tan difícil encontrar asistentes apropiadas —co-
mentó la bruja, negando con la cabeza mientras invitaba a Harry a
pasar.
Harry constató que la oficina de Madame Kaushik era simi-
lar a la de Aarón, donde había estado pocos días antes.
—Por favor, toma asiento, estoy segura que estarás más có-
modo que allí de pie —invitó la mujer cuando ya se sentaba tras su
escritorio. Harry hizo un ligero asentimiento y se sentó completa-
mente rígido sobre la silla, verdaderamente creía que muchos otros
eran más capaces de hacer ese tipo de trabajo que él.
—Gracias… Linda oficina —comentó mirando alrededor y
fingiendo estar interesado en el decorado y las fotos de la bruja con
varias niñas y niños.
—Oh, querido, todas las oficinas del Ministerio lo son, para
los del Wizengamot son idénticas, estoy segura que verás muchas
por estos días…

286
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Sí… supongo —aceptó Harry enfocándose en la bruja


nuevamente—. Yo… supongo que se preguntará para qué he pedi-
do esta reunión.
—Pues en realidad no —la mujer iba a seguir hablando
cuando el ruido de la puerta abriéndose la interrumpió. Se trataba
de Cindy, la asistente, que venía levitando una fuente cargada de
pasteles, café y chocolate.
—He traído varias cosas, para que el señor Potter se pueda
servir —le dijo la chica con una sonrisa coqueta.
—Déjalas sobre el escritorio, y ya déjanos conversar, cariño
—pidió la mujer mientras la asistente seguía señalando la cantidad
de cosas que había traído.
—Gracias, no debiste molestarte —le agradeció Harry con
una sonrisa, y la chica enrojeció tanto, que Harry pensó que le po-
dría dar algo.
—De nada, por supuesto, es un honor… después de todo lo
que…
—Cindy, ¿recuerdas que quedamos en no molestar a nues-
tros invitados?
—Oh, no es molestia en serio…
—¿Entonces podrías firmarme un autógrafo al salir? Mis
amigos nunca me van a creer que…
—¡Cindy! —reprendió la bruja con voz más dura mientras
Harry ahogaba una risita.
—Ya te lo firmo —le susurró Harry mientras la chica, con
una sonrisa que parecía de alguna manera aliviada, salía de la ofici-
na.
—Lamento tanto esto… es nueva, antes tenía a una gran asis-
tente, muy amiga mía, ¿sabes? Pero se jubiló, dijo que quería estar
con sus bisnietos… Una gran pena.

287
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—En serio no me molesta… hasta de cierto punto estoy algo


acostumbrado…
La bruja negó con la cabeza y acercó una taza de café hacia
Harry.
—Te comprendo… imagino la falta de privacidad que debes
tener normalmente…
—Algo así… aunque no es una gran tragedia.
—Pero aún así, te las arreglaste para poder mantener una re-
lación clandestina con Draco Malfoy —Harry, que estaba por beber
de su taza de café, se quedó completamente quieto, mirando fija-
mente a la bruja—, y sí, tal vez estoy creyéndole demasiado a los
diarios, querido, aunque supongo que ya que estás aquí, me puedes
decir qué creer y qué no creer.
—Pues… Draco y yo… —Harry ladeó la cabeza un momen-
to y miró hacia la bruja fijamente antes de suspirar—. ¿Por qué no
apoyaría la ley? ¿Es porque se trata de un tema de moralidad? ¿O es
porque cree que Draco y yo no debemos estar juntos?
La bruja soltó una pequeña carcajada.
—Yo no he dicho que no la apoyaré, aún la estoy revisando…
y supongo que esto de ser gay es algo que está de moda ahora, que
pronto pasará, y me pregunto si la moda será tal como para aplicar
una ley con toda la parafernalia que implica la situación.
—No es una moda… lo que siento por Draco, lo que amigos
que conozco sienten por sus parejas, lo que piensan y sienten, las
cosas que hacen, eso no puede ser una moda, estamos hablando, no
sólo del derecho a que si yo amo a Draco nos dejen vivir en paz,
sino también de que nadie te ataque por las calles, o destruya tu casa
porque no quieres ser heterosexual.
—¿Amor? Esa palabra casi nunca, es más, creo que nunca, se
escucha en el Wizengamot, las leyes se dan por la necesidad con la
sociedad, no por el amor.

288
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Desde hace cinco años han muerto más de trescientos ma-


gos y brujas porque eran homosexuales, ninguno de ellos tenía al-
gún registro criminal, ninguno había roto ninguna ley, la mayoría
de ellos vivía tranquila y pacíficamente, en una pequeña casa, o en
un apartamento, tenía un empleo y una pareja, parejas que fueron
destruidas, familias que han sido destrozadas, padres y madres,
hermanos, que lloran por haber perdido a alguien porque un grupo
de personas perjuriosas y prejuiciosas no tolera la homosexualidad.
»Es a ellos, a esos padres, hermanos y parejas, a los que hay
que decirles que el amor que sienten por la persona que perdieron
no vale nada delante del Wizengamot, que el dolor que están su-
friendo no sirve para crear una ley que al menos trate de frenar el
exterminio que se está dando. Porque, Madame Kaushik, eso es un
exterminio; casi matan a Draco, mataron a una buena amiga nues-
tra, una chica que sólo tenía veintidós años, que era una excelente
alumna de la universidad, que había hecho un estudio de plantas en
África y sus usos en pociones curativas para el Reino Unido duran-
te más de dos años, la hija única de dos personas que ya no salen a
la calle y que se están muriendo lentamente por el dolor, la novia de
una maravillosa chica que había dejado su país para estar con ella
aquí.
»Y tengo más casos, muchos más casos similares, si usted
quiere se los puedo ir relatando todos, uno a uno, me los sé de
memoria, todos nosotros nos los sabemos, es un claro recordatorio
de lo que nos puede pasar, a cada uno, por decidir amar a alguien
que la sociedad juzga inapropiado. La Comunidad Mágica Gay,
porque existe una, Madame Kaushik, se ha mantenido siempre ais-
lada, apartada para no incomodar a la sociedad tan conservadora,
elitista y paradigmática en la que vivimos, nosotros no fuimos los
que buscamos esta contienda, esta guerra; fueron los miembros de

289
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

esta sociedad los que nos han atacado, y creo que tenemos derecho
a defendernos.
Madame Kaushik desvió la mirada un poco, y recorrió las fo-
tografías que tenía colgadas en las paredes, aparentemente meditan-
do, Harry no se atrevió a hablar mucho más, pensó que eso era su-
ficiente y se dedicó a esperar, por lo que le pareció una eternidad,
hasta que la mujer lo miró nuevamente.
—Es un argumento interesante… revelador, diría yo.
—Es la verdad, es lo que está pasando, lo que continuará pa-
sando si es que no paramos esto pronto…
Madame Kaushik asintió suavemente.
—¿Tienes los registros de los demás casos?
—Sí, justo aquí —respondió Harry un tanto aliviado mien-
tras sacaba de la mochila una gruesa carpeta de documentos, con las
historias detalladas de los chicos y chicas gays que habían muerto en
los últimos años, no eran todos, por supuesto, pero sí los casos más
impactantes.
—Déjame leerlo…

–|– 

Se pasó el resto de la tarde tendido sobre su cama, mirando


el techo y dándole vueltas una y otra vez a las palabras de Gael, re-
cordando a Harry, y pensando en cuánto detestaba la sonrisa de Aa-
rón y su forma suntuosa de hablar, hasta que decidió que su amigo
tenía razón; una cosa era pelear con Harry porque no le prestaba
atención o lo anteponía a otras cosas, y otra muy diferente dejarle el
camino libre al político ese.
Luego de darse un baño y cambiarse de ropa, usó la red flú
para llegar a Grimmauld Place, se sentía de alguna manera extraño
haciéndolo después de tantos días; en cuanto llegó a la sala, escuchó

290
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

el habitual sonido de las conversaciones en la cocina. Puso los ojos


en blanco, pero aún así se obligó a caminar.
—Hola, Draco —saludó Giles con una sonrisa en cuanto en-
tró a la cocina, los demás chicos, al escuchar el saludo, levantaron la
vista, estaban Granger, Weasley, Lucka, Tyrone y Gael, trabajando
sobre los pergaminos nuevamente.
—Hola… ¿Necesitan ayuda? —preguntó mientras se sentaba
junto a Gael.
—Siempre —respondió Giles pasándole una gran cantidad
de pergaminos—, tenemos que crear muchas copias, al menos dos-
cientas de cada expediente, las repartiremos durante la audiencia y
se las enviaremos a los periodistas.
—Aunque creo que más de doscientas copias —intervino
Granger—, queremos repartirlas en todos los lugares posibles, y si
Mikel y Ethan consiguen el permiso para estar fuera del Ministerio
durante la audiencia, queremos repartírselas a los que lleguen hasta
allí también.
—Ah… —Draco suspiró y empezó a duplicar los pergami-
nos que le habían dado, había pensado que encontraría a Harry en
casa, pero se había equivocado y no quería preguntar dónde estaba,
no quería que le dijeran que con Aarón, porque sabía que daría la
vuelta y se marcharía.
—Harry está en el Ministerio —informó Gael distraídamen-
te, mientras con un hechizo iba encuadernando las copias que le
iban pasando—, hoy tenía una cita con Madame Kaushik, Aarón di-
ce que al parecer, la bruja esa no quiere apoyar la ley, y Harry ha ido
a tratar de convencerla.
—¿En serio? —no contuvo su comentario—; Harry detesta
hablar con la gente, eso de convencerlos porque se trata de él no le
agrada tanto.

291
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo sabemos —respondió Hermione—, pero no le quedó


de otra, si no usamos todo lo que tenemos a mano, vamos a perder,
así sea para conseguir un voto más, vale la pena; después de todo,
no estamos haciendo todo esto para no ganar.
—Tal vez tú hubieras podido ayudarlo un poco… ya sabes,
con eso de qué era lo que debía decir —le comentó Gael en voz ba-
ja—, estaba realmente nervioso.
—Pues… no sabía que necesitaba ese tipo de ayuda —se ex-
cusó Draco encogiéndose de hombros, y continuando con su traba-
jo, aunque empezando a sentirse ligeramente culpable por no ayu-
dar a Harry con aquello de lo que siquiera había tenido idea antes.
Pronto la conversación cambió a los avances que estaban ha-
ciendo con los testimonios y la forma como Mikel, Ethan y Boris
estaban consiguiendo más y más gente dispuesta a hablar y ayudar.
Aunque Draco seguía la conversación, y hacía una que otra obser-
vación, su mente estaba más ocupada en Harry, en pensar dónde es-
taba y qué tal le estaba yendo, y, debía ser honesto, también en si era
que no se había ido con Aarón a hacer cualquier otra cosa.

–|– 

Harry salió de la oficina de Madame Kaushik mucho más


tarde de lo que había esperado, afuera el cielo estaba oscuro, y el
frío había aumentado considerablemente. Al menos la mujer, luego
de leer todos los testimonios y escuchar algunas informaciones más
de parte de Harry, había asegurado que tendrían su voto el día de la
audiencia. Era la primera a la que había podido ir a visitar, y el que
la hubiera convencido lo hacía sentir un poco más seguro.
Cuando salió, agradeció que Aarón no estuviera cerca; de
pronto empezaba a notar pequeñas cosas que antes no había queri-
do notar con respecto a él: como la familiaridad con que el hombre

292
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

siempre le hablaba, la forma como lo buscaba todo el tiempo, aun-


que hubieran otras personas capaces de hacer muchas de las cosas
que le pedía que le ayudara a hacer. También la forma como Boris
lo miraba y trataba, sobre todo, desde que Draco se había ido. Se
sentía tan tonto, él, que antes era capaz de darse cuenta de quién
quería tener algo con él y quién no, ahora no había sido capaz de
percibirlo, y es más, había tenido que esperar a que Draco, Gael, e
incluso sus amigos se lo dijeran, para empezar a marcar distancias.
Después de firmar el autógrafo que le pedía Cindy, la asis-
tente de Madame Kaushik, caminó, por el ya desierto pasillo, hasta
llegar al elevador; cuando éste se abrió, no pudo evitar el gesto de
sorpresa por la presencia de dos aurores allí, pero sobre todo, por-
que uno de ellos era Joel.
—¡Harry! —exclamó el chico con una sonrisa amable, el otro
auror, el que no conocía, les dio una mirada de fastidio, pero Joel
no se dejó amilanar.
—Hola, Joel —saludó entrando al elevador y no tratando de
parecer demasiado incómodo. Desde el ataque a Grimmauld Place
y su posterior renuncia/despido del Cuerpo de Aurores, no había
tenido contacto ni se había cruzado con alguno más de sus compa-
ñeros, era más, ni siquiera se había puesto a pensar en qué era lo
que ellos creían ahora; aunque estaba seguro de que Sebastian no se
contendría mucho en contarles lo ocurrido.
—¡Qué sorpresa! Estaba pensando justamente en mandarte
una lechuza, no he podido comunicarme contigo desde hace mu-
cho, ya sabes el trabajo no da tregua… ¿Cómo va todo?
—Bien, supongo, aunque he estado un poco ocupado…
—Seguro protegiendo a ese mortífago —intervino el auror
que no conocía; ambos, Joel y Harry, se giraron a la vez para mirarlo
con rabia.
—¿Qué es lo que has dicho?

293
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Me has escuchado, Potter, defendiendo a ese mortífago


maricón que tienes en casa, bien merecido te tienes la expulsión del
Cuerpo de Aurores, nosotros no toleramos a los que les gusta dar el
culo, menos a quienes les gusta dar el culo a los mortífagos.
—Patrick, no tienes por qué… —empezó a defender Joel.
—¿En verdad te crees muy valiente hablando así, no? —siseó
Harry interrumpiendo a Joel y empujando un poco a Patrick.
—No me asustas, te crees mucho con eso de haber matado al
que-no-debe-ser-nombrado, sin embargo, no eres más que un ma-
riconcito cobarde que tiene que ir a refugiarse bajo las faldas de un
mortífago.
Harry extendió los brazos lo suficiente para tomar al mucha-
cho por los hombros, y lo empujó contra la pared, agradeció el ha-
ber estado haciendo demasiado ejercicio durante todo ese tiempo,
para combatir la ansiedad por la ausencia de Draco, y estar en for-
ma, mientras sentía al chico retorcerse y soltar un pequeño quejido.
—Harry, no… sabes que no debes… —masculló Joel, to-
mándolo de un brazo.
Harry sabía a lo que Joel se refería, no podía golpear a un au-
ror, ahora era sólo un ciudadano común y corriente, y golpear a un
auror era una falta que ameritaba, cuanto menos, la apertura de un
expediente delictivo.
—Suéltame —reclamó el hombre casi sin voz.
—¿Qué? ¿No te puedes defender del mariconcito que tiene
que ir a refugiarse en las faldas de un mortífago? —replicó a pesar
de todo contra el auror, que se sujetaba de las manos de Harry tra-
tando de apartarlo mientras él lo presionaba más y más contra la pa-
red, y dejaba caer el peso de su cuerpo contra el pecho del hombre,
de tal forma que le fuera muy difícil respirar, era un truco que había
aprendido en la Academia de Aurores, y que el otro auror, Patrick,
no había sabido esquivar a tiempo.

294
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Harry… por favor, no —jadeó Joel, tratando de jalarlo con


más fuerza.
—Que te quede claro que Draco no es un mortífago, y que a
ninguno de ustedes le importa lo que hagamos —dijo por último
antes de presionarse un poco más contra el cuerpo del auror para
luego soltarlo y dejar que cayera lentamente por la pared.
—No cambias —masculló Joel al mismo tiempo que el as-
censor llegaba al tercer piso y se abrían las puertas lentamente, el
auror que estaba tirado en el suelo miró hacia la salida con un brillo
de ansiedad en los ojos antes de ponerse en pie y, tambaleándose,
salir corriendo hacia el pasillo.
—¿Compañero tuyo? —preguntó Harry como si nada hu-
biera pasado, mientras las puertas se volvían a cerrar.
—Algo así… de todas maneras, me gustan más las misiones
encubierto y no el área donde me han mandado, pediré cambio
dentro de poco; y definitivamente no hay compañeros como los de
la Academia, eso si que era un gran equipo…
—Sí —suspiró Harry relajado de no ver ni siquiera un tono
de reproche en Joel—; a pesar de Dashiell.
—Y de Violet y su llamativo purpúreo.
—Violeta —corrigió Harry con el mismo tono exasperado
que usaba la chica para corregirlos en el pasado, ambos estallaron en
carcajadas, y Harry sintió que reír de esa manera era una maravillo-
sa cura para sus muchos males.
—Como sea… —dijo Joel soltando un suspiro—; los chicos
preguntan sobre cuándo nos reuniremos… es más difícil porque
todos tenemos unos horarios tan enredados… pero sería buena
idea… ¿A qué sí?
—Pues…
—Chris, que dicho sea de paso, está saliendo con Emma...
—¿En serio?

295
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ajá… no preguntes cómo pasó, que nadie lo entiende…


en fin, Chris quiere hacer algo en su casa, para los primeros días de
enero, iremos todos y…
—Sabes que no seré bienvenido, Joel.
—¿Por qué?
Harry arqueó una ceja, Joel no era así de despistado, jamás lo
había sido.
—Bien, no podrás traer a Malfoy, no valen novias o en tu ca-
so… novio —explicó haciendo una mueca de confusión—, pero no
creo que no te den permiso, ¿verdad?
—¿Permiso? —Harry negó con la cabeza ante la sola idea de
tener que pedir permiso—. No se trata de eso, Joel, ¿viste lo que
hizo Patrick? Así es como todos me tratarán ahora. ¿No te das
cuenta?
—Patrick es un idiota, y lo creas o no, no todos tenemos la
misma forma de pensar que él, además Simak y yo ya nos olíamos
algo raro contigo, y no es la gran cosa, ¿sabes? Seguramente
Dashiell y Sebastian se la pasarán molestando, y Violet dirá que era
por eso que no querías nada con ella, y se sentirá más reconfortada
por saber que no fueron sus armas de seducción las que fallaron —
Harry soltó una pequeña carcajada, medio nervioso por todo lo que
su amigo le decía—, pero no hay diferencia entre el Harry Potter
que yo conocí el día del examen y el que eres ahora, siempre fuiste
igual: loco, impulsivo y de mal carácter.
—Vaya, ¡gracias por lo que me toca! —respondió medio
ofendido medio divertido, aunque en el fondo, feliz por el trato y
las palabras de su amigo.
—Ya, en serio —continuó Joel mientras el elevador se abría
en el primer piso—. Hemos hablado, los chicos, ya sabes… Sebas-
tian no se contuvo mucho en contar lo que había pasado en tu casa,
por cierto, ¡qué buen golpe le diste!

296
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Sabía que no se aguantaría las ganas de contarlo.


—Y no te diré que todos están contentos ni nada por el estilo
—siguió hablando mientras ambos salían por el pasillo—, pero mu-
chos simplemente creemos que se necesita mucha valentía para ha-
cer lo que haces… es decir, pudiste quedarte callado, al finy al cabo,
guardar el secreto por el resto de tu vida, como muchos otros, pero
no, tú saliste y lo estás enfrentando, y eso dice mucho de ti.
—Gracias —no sabía que más podía responder ante ese ar-
gumento.
—Suerte en tu audiencia, y no te pierdas, te enviaré una le-
chuza para juntarnos con algunos de los chicos… se te extraña.
—Claro, avísame y haré lo posible para ir.
—Nos vemos —se despidió dándole una palmada en el
hombro antes de alejarse por el pasillo opuesto al vestíbulo. Harry
lo vio alejarse un poco más, antes de salir hacia el puesto de vigilan-
cia, donde un hombre ya mayor constató su varita y lo dejó salir ha-
cia el vestíbulo, por suerte esta vez, a diferencia de su llegada, ya no
había ningún periodista esperando, y como era tan tarde, ya la ma-
yoría de los empleados se había ido a casa.

–|– 

Draco no pudo evitar levantar la vista, ansioso, cuando escu-


chó el ruido de la chimenea, y esperó que esta vez sí se tratara de
Harry; llevaba toda la tarde y parte de la noche allí, y todos habían
aparecido, incluyendo a Boris, que parecía algo cansado y no tan
animado como de costumbre.
Sobre el piso habían levantado algunas columnas con los
pergaminos que iban duplicando, y otras tantas con los que ya esta-
ban encuadernados, por Gael y Mikel.

297
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Pese a que seguía duplicando los pergaminos que le indica-


ban no dejaba de mirar hacia la puerta, la ansiedad ganándole a cada
momento, sólo podía ser Harry, no quedaba ya nadie más por llegar,
o eso esperaba al menos. Y su corazón se detuvo un instante cuando
efectivamente el que apareció por la puerta fue Harry, bastó una
mirada de él para que su corazón volviera a latir con mucha más
fuerza.
—¡Harry! —exclamó Hermione a pesar de que Harry se ha-
bía quedado congelado en la puerta, mirando hacia Draco—. Al fin
llegaste, estábamos preocupados, ¿qué tal ha ido?
—Hola —murmuró Harry, y aunque los demás contestaron,
su saludo y su mirada estaban en una sola persona, en Draco, senta-
do al fondo de la mesa, rodeado de pergaminos.
Draco apartó la mirada un instante, mordiéndose el labio in-
ferior de manera nerviosa, y sintiendo su corazón latiendo con
fuerza antes de mirar nuevamente hacia Harry, y darle una sonrisa
abochornada. Hubiera deseado encontrárselo a solas, pero sabía que
en esa casa eso sería algo prácticamente imposible, y además, una
vez decidido a ver a Harry, no quería quedarse en la fábrica solo, es-
perando a que fuera lo suficientemente tarde para ir en su búsque-
da.
—Hola —dijo finalmente.
—Hola —repitió Harry sintiéndose tonto por repetir el salu-
do y sonriendo un poco, no quería esperanzarse mucho, pero si
Draco estaba allí, debía significar algo bueno.
Los demás miraron de un lado a otro, y pronto apartaron la
mirada, continuando con su trabajo en silencio, mientras Draco se
ponía ya de pie.
—Yo… ¿Qué tal si…? —empezó a decir hacia Harry, en el
momento que la chimenea sonaba nuevamente.

298
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Sí —asintió Harry antes de que Draco siquiera formulara


la pregunta, y no animándose a hacer ningún movimiento mientras
el chico empezaba a acomodar los pergaminos en los que estaba
trabajando y los pasaba hacia el grupo de pergaminos que Tyrone se
encargaba de organizar.
—¡Harry, muchacho! —dijo la voz de Aarón de pronto, Dra-
co levantó la mirada hacia la puerta, y Aarón estaba allí, al lado de
Harry, nuevamente con esa mano sobre su hombro. Sólo que esta
vez Harry no parecía tan cómodo.
—Hola, Aarón —masculló Harry, apartándose un paso lo
más delicadamente posible del hombre para que no siguiera con la
mano sobre su hombro. ¿Por qué Aarón tenía la mala costumbre de apa-
recer en el momento menos adecuado?
—Hola, chicos, Draco, que gusto verte —saludó con una ra-
diante sonrisa. Boris giró para verlo y frunció el ceño antes de con-
tinuar leyendo algunos pergaminos.
—Hola —respondió Draco y se quedó de pie, mirando hacia
Harry y Aarón, esperando.
—Te fui a buscar a la oficina de Madame Kaushik, pero su
asistente me dijo que ya habías salido.
—Ajá, me encontré con un amigo…
—Que bien, ¿entonces cómo te fue? ¿La convenciste? —la
pregunta hizo que los demás, que fingían trabajar, levantaran la vista
hacia ellos. Draco cambió el peso de una pierna a la otra y sintió la
mano de Gael sobre su brazo; cuando se giró hacia él, lo vio ha-
ciendo una pequeña negación, Draco supuso que pidiéndole que
tuviera paciencia.
—Bien en verdad, tomó más tiempo del que había pensado,
pero me dijo que estaría a nuestro favor el día de la audiencia —
contestó Harry hacia el hombre, y luego girándose un poco más ha-
cia sus amigos—, tenemos su voto.

299
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Todos aplaudieron, y Ron y Mikel incluso silbaron, mientras


Aarón le daba un par de palmadas en la espalda.
—Ese es nuestro muchacho —Draco sintió cómo la rabia iba
subiendo por su garganta. ¿Nuestro muchacho? ¡Patrañas! Harry era
de él y de nadie más, punto. Apretó los puños lo suficiente para ha-
cerse daño, mientras su mirada se iba endureciendo, ya dispuesto a
defender, de una vez por todas, lo que era suyo.
—No es para tanto —respondió Harry, dando un par de pa-
sos hacia el frente, lo suficiente para alejarse nuevamente de Aarón,
y mirando a Draco de manera culpable.
—¡Claro que lo es! Y bueno, aún nos quedan unos cuantos
más, pero es un bueno inicio… ahora debemos planear lo que le di-
rás a Chesterton, es un tipo duro, pero estoy seguro que podrás con
él…
—Ya tenemos la cita para pasado mañana, también a las tres
—informó Boris con aire profesional.
—Perfecto, debemos prepararnos, tal vez podamos usar el es-
tudio, hay unas cuantas cosas que necesitamos coordinar y…
Draco arqueó una ceja y torció un poco la boca, más le valía a
Harry entender su gesto: que no le convenía irse en ese momento,
no después de que Draco había venido por él.
Y Harry entendió el mohín a la perfección y, antes de que
Aarón continuara hablando, lo interrumpió con un ligero carraspeo.
—Justo ahora no puedo —interrumpió con voz firme, Aarón
ladeó la cabeza, como si no comprendiera lo que Harry le decía—,
Draco y yo ya tenemos planes.
—Pero… Estoy seguro de que Draco comprenderá —co-
mentó hacia el rubio, que ya rodeaba la mesa y caminaba hacia
ellos—, esto es importante y…
—Esto también. Lo siento, ¿por qué no le dejas la informa-
ción que tengas a Hermione y yo la veo luego?

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Por supuesto, no hay problema —se adelantó Hermione


con una sonrisa y poniéndose de pie—, tal vez podamos plantear al-
gunas estrategias para la visita de Harry, Aarón.
—Claro, claro —masculló Aarón cuando Draco ya estaba
junto a Harry, sonriendo triunfante—; aunque sería apropiado
que…
—Ya saben que se quedan en casa —interrumpió Harry, ob-
viando los comentarios de Aarón—, llegaremos tarde.
—O tal vez no llegaremos —replicó Draco encogiéndose de
hombros y mirando hacia Aarón con inocencia—. Hasta luego —
sonrió un poco más—, un gusto verte, Aarón.

–|– 

Caminaron en silencio, uno junto al otro, pero sin tocarse, a


una distancia prudente, hasta el pasillo de entrada; Harry sintiéndo-
se extrañado y no sabiendo qué hacer ahora que Draco estaba allí,
hubiera preferido tener la casa vacía para poder tener la privacidad
que tanto necesitaban. Dio una mirada hacia las escaleras y luego
otra hacia Draco, parecía tan tenso y desconcertado como él mismo.
—¿Quieres…? —empezó a preguntar señalando hacia las es-
caleras.
—No… la verdad… —Draco frunció el ceño mirando hacia
el pasillo que llevaba a la cocina, se podían escuchar las voces de sus
amigos y el ajetreo del trabajo.
—Oh… yo supuse… —Harry empezó a jugar con las man-
gas de su túnica mientras trataba de no mirar a Draco, y sintiendo
cómo el alivio por haberlo encontrado en casa desaparecía por
completo, tal vez Draco sólo había ido a concluir todo de una vez
por todas.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Aquí no podremos estar tranquilos —explicó Draco dando


un paso hacia él y, de manera algo temerosa, tomando una de sus
manos—. Vamos a otro lado…
Harry sonrió y automáticamente entrelazó sus dedos con los
de Draco, mientras éste lo guiaba hacia la sala, donde estaba la chi-
menea.
—De acuerdo —Harry le hubiera dicho que lo podía llevar a
Marte si quería, que no se negaría, pero se contuvo, sintiendo y dis-
frutando del solo gesto de poder tenerlo tomado de la mano, de su
piel tibia entrelazada a la suya en esa pequeña y a la vez poderosa ca-
ricia.
—¿Te parece bien la fábrica? No se me ocurre otro lugar…
allí no hay nadie y tengo algo de comida…
—Genial —sonrió Harry, mientras le pasaba el recipiente de
los polvos flú.
—De acuerdo, te veo al otro lado —respondió Draco mien-
tras soltaba, con pesar, a Harry y se metía en la chimenea.
Mientras caía hacia el otro lado, no se pudo negar lo mucho
que había extrañado y necesitado a Harry, el solo hecho de tenerlo a
su lado, escuchar su voz, sentir su aroma. ¿Por qué era tan tonto
como para alejarlo siempre, cuándo en verdad era lo único que lo
hacía sentir plenamente feliz?
Un instante después apareció Harry, ambos estaban en la en-
trada que usaban tanto Draco como Gael para llegar y salir nor-
malmente.
La habitación estaba a oscuras, todas las cortinas cerradas, y
por un instante, ambos se quedaron en silencio nuevamente, sólo
mirándose, hasta que las antorchas comenzaron a encenderse poco
a poco e iluminaron la sala.
—¿Tienes hambre? —preguntó Draco mientras le señalaba a
Harry el camino hacia la cocina.

302
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Bueno… un poco —medio mintió Harry, no sentía tanta


hambre en verdad, pero no quería rechazar la invitación de Draco.
—Tengo algunas cosas que podrían gustarte —le comentó el
rubio mientras abría la puerta y dejaba ver el largo pasillo, ilumina-
do también por antorchas.
Draco lo tomó nuevamente de la mano, guiándolo por el pa-
sillo y Harry, que no había podido ver la fábrica antes, se dejaba lle-
var silenciosamente, mientras miraba todo con interés, las puertas
medio abiertas que revelaban habitaciones aún completamente va-
cías, las paredes en colores pasteles y libres de adornos o cuadros,
los pisos encerados… hasta llegar a la gran escalera de madera, con
los pasamanos de madera brillante y oscura.
Draco caminaba con pasos firmes, con su corazón aún agita-
do y en su mente solamente una frase: «tienes que pedir perdón,
tienes que disculparte», aunque aún no estaba muy seguro de cómo.
Bajaron un piso y Harry se encontró en un pasillo comple-
tamente diferente, las paredes eran blancas y sólo había tres puertas
allí.
Draco lo siguió guiando hasta el final, y empujó la puerta de
madera para revelar una pequeña mesa redonda en el centro con
cuatro sillas alrededor; al fondo había una vitrocerámica y unos
cuantos estantes cerrados, incluso a un lado había un frigorífico de
acero inoxidable. Harry sonrió, no había visto uno en mucho tiem-
po.
—¿Eso funciona? —le preguntó a Draco mientras se soltaba
de él y abría la puerta de la nevera, estaba encendida, puesto que
una suave luz salió del interior.
—Ah… sí, la nevera —suspiró Draco mientras se acercaba a
Harry y abría más la puerta para dejar ver su contenido—; sí fun-
ciona, Gael piensa que sería extraño que elimináramos la corriente
eléctrica, así que la hemos dejado y esto funciona con eso.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Es bastante útil.


—Claro, para esto —aceptó Draco mientras se inclinaba y
sacaba una botella de vino blanco—. ¿Te apetece?
Harry se encogió de hombros.
—Lo que quieras estará bien.
Draco asintió y caminó hacia la mesa, dejando la botella so-
bre ella y luego girando hacia Harry, que ya curioseaba por los es-
tantes.
—Lo que quiero en verdad… —empezó a decir con voz más
insegura de la que había pensado, Harry se giró a verlo con curiosi-
dad—,… es que… sé que estos últimos tiempos he estado muy pe-
sado y… entiendo que quieres lograr esa ley, y que quieres hacer
más cosas, y lo último que yo quiero es ser un estorbo para ti, o pa-
ra tus fines, tú siempre has estado apoyándome y…
—Nunca serías un estorbo —corrigió Harry caminando ha-
cia él—; nunca lo has sido tampoco… yo te amo, demasiado.
—Y yo —respondió Draco mientras extendía una mano para
tomar la de Harry y acercarlo más a él—. Lo lamento… haberme
marchado de esa manera, todo lo que te dije antes…
Harry sonrió y apretó un poco la mano que Draco sostenía.
—No importa… yo también me porté mal… debí darme
cuenta de que te estaba dejando de lado…
—No lo estabas haciendo, no tienes nada que lamentar, yo
solo me aislé, me aparté de ti… lamento ser siempre yo el que crea
los problemas, el que te hace sufrir.
—No lo haces —suspiró Harry acercándose más a él toda-
vía—, tenías razón en algunas cosas…
—Yo no la tenía, es decir, realmente sí confío en ti, tanto para
saber que nunca me engañarías, para saber que nunca te fijarías en
Aarón…

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Nunca lo haría, jamás, es a ti a quien quiero, a quien amo,


eres tú… siempre lo has sido, aún cuando hemos estado separados,
siempre estuviste en mi mente…
—Harry —suspiró Draco, elevando una mano para acariciar
la mejilla tibia del chico.
Harry cerró los ojos e inclinó un poco más el rostro hacia esa
mano que tanto había ansiado, a esa simple caricia que ya lo hacía
sentir reconfortado y tranquilo.
—Dime que volverás a casa, por favor, no puedo estar ya más
tiempo sin ti.
Draco se lanzó sobre él y lo abrazó con fuerza.
—Yo tampoco podría estar más sin ti —dijo sobre su oído,
antes de apartarse un poco para besarlo.

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Boris se puso en pie con lentitud, mientras reprimía un bos-


tezo. Ron, Giles y Matías, que eran los únicos que quedaban traba-
jando, lo miraron con curiosidad.
—Estoy muerto —declaró mientras con la varita terminaba
de acomodar unos pergaminos sobre la mesa—, mañana continua-
ré, voy por Aarón.
—Claro —afirmó Giles—, nosotros también estamos agota-
dos.
—Cierto —corroboró Matías—, y mañana tenemos que le-
vantarnos temprano…
—Nos vemos —se despidió finalmente Boris mientras salía
de la cocina.
—Al menos espero que mañana Harry y Draco ya estén
bien… no me gusta verlos peleados —comentó Giles comenzando
a ordenar todo para irse también.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Pelean mucho? —preguntó Ron con sincera curiosidad,


cierto era que Harry les había dicho todo lo ocurrido entre Draco y
él la noche en que Draco se había ido, pero ellos, al haber estados
alejados tanto tiempo de su amigo, no podían tener un panorama
claro de cómo era realmente su relación.
—Todo el tiempo —respondió Matías luciendo algo diverti-
do—, en realidad son muy graciosos algunas veces.
—¿Son graciosos porque pelean?
—Nah —desestimó Giles agitando la mano para quitarle im-
portancia al asunto—, lo que pasa es que discuten, pero no en se-
rio… nunca los habíamos visto apartados tanto tiempo antes, ni si-
quiera cuando Draco probó la poción que la MACH había soltado,
en ese entonces, el enojo les duró unos días, y eso fue porque esta-
ban separados… que si Harry no hubiera estado en la Academia, se-
guro que hacían las paces al día siguiente.
Ron lucía completamente confundido, además que de alguna
manera horrorizado.
—¿Malfoy probó la poción de la MACH?
—Draco —corrigió Matías, extrañado de que alguien lo lla-
mara por su apellido, sólo había escuchado a Harry llamarlo así, y
era cuando estaban siendo sarcásticos—; y sí, la probó. Según dijo
Mikel, el antídoto era seguro, y casi no corrió ningún riesgo cuando
se envenenó, pero los tuvo asustados durante mucho tiempo, luego,
cuando despertó, Harry estaba furioso, y se fue sin decirle mu-
cho… como esa noche probaron la poción en los primeros pacien-
tes que llegaron, Draco no se movió de la casa de Mikel, pese a que
seguramente estaba ansioso por ir tras Harry…
—Cierto… como dice Harry, Draco indiscutiblemente es un
genio, aunque está medio loco —bromeó Giles soltando una carca-
jada que fue secundada por Matías; Ron sonrió aunque se sentía
demasiado alucinado por tremenda información.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

¿En verdad Malfoy había probado una poción de ese calibre sólo para
ayudar a salvar a los que estaban siendo envenenados?

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Boris tocó la puerta con suavidad antes de, sin esperar res-
puesta, abrirla para entrar al estudio; como imaginó, Hermione y
Aarón seguían trabajando en la información sobre Chesterton, para
que Harry se pudiera entrevistar con él pronto.
—Ya estoy listo para irme —anunció hacia Aarón, que levan-
tó el rostro y le sonrió de aquella manera encantadora que siempre
tenía para con él, y para con otros en algunas ocasiones, se recordó Boris
con algo de tristeza, últimamente era muy fácil para él sentirse de
esa manera.
—Yo también, a menos, Hermione, que haya algo más qué
preguntar…
—No, por supuesto que no, ya es tarde de todas formas —
contestó la chica mientras se ponía en pie y recogía la carpeta con
los pergaminos en los que había estado haciendo anotaciones.
—Entonces supongo que me pasaré mañana en la mañana
para poder hablar con Harry sobre esto… aún hay cosas que discu-
tir… —dijo Aarón mientras se ponía en pie y tomaba la mano de
Boris.
—No creo que estén aquí en la mañana —comentó Her-
mione pareciendo desinteresada—, tenían planes y los conozco, sé
que no estarán disponibles tan temprano…
—Oh… —Aarón frunció el ceño un poco, y luego negó len-
tamente—… no podré salir del trabajo hasta la noche…
—¿Vamos? —apuró Boris, aún sujeto por Aarón de la mano,
e impaciente por llegar a casa y meterse a la cama, no le hacía mu-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cha gracia tener a su novio preguntando por otro con tanta insisten-
cia.
—Claro, claro, cariño —le sonrió Aarón nuevamente, antes
de hacer una leve inclinación de cabeza hacia Hermione—. Nos
vemos, Hermione.
—Hasta luego —se despidió Boris con voz cansada.
—Cuídense —dijo Hermione mientras los veía salir, sin-
tiendo de pronto algo de lástima por el pobre de Boris, por tener
que aguantarle esas cosas a Aarón.
—¿Tú crees que Harry esté bien? —le preguntó Aarón a Bo-
ris mientras ya llegaban a la sala de estar, dónde estaba la chimenea
para poder partir a casa.
Boris dio un grito de exasperación mientras se soltaba del
hombre.
—¿Sabes que está enamorado de Draco, verdad? —increpó
con rabia—. ¿Has escuchado que se aman desde la escuela? Ellos
definitivamente estarán bien, pese a todo lo que tú andes haciendo.
Aarón dio una mirada alrededor, como queriendo asegurarse
de que nadie los escuchara antes de centrar sus ojos en Boris, que
estaba agitado y con los puños apretados.
—Y tú sabes que pese a todo… que por sobre todos, a quien
amo es a ti, ¿cierto?
—Pues deberías demostrarlo, en lugar de ir detrás otros —
respondió Boris, ubicando el frasco de polvos flú y tomando una
gran porción entre las manos.
—Boris…
—No quiero oír explicaciones ahora —interrumpió el hom-
bre antes de lanzar los polvos a la chimenea y meterse en ella, gri-
tando la dirección de su casa.
Aarón puso los ojos en blanco y dio un largo suspiro antes de
ir tras su novio.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

–|– 

—Hola —saludó Mikel llegando a casa finalmente, luego de


lo que había sido un largo día de trabajo, había estado en la clínica
desde temprano, atendiendo la sala de emergencias.
—Hola… que bien que al fin llegaste, pensé que te quedarías
haciendo horas extra —correspondió al saludo Gael, levantando la
vista de los pergaminos en los que escribía una nueva poción de be-
lleza.
—¿Trabajando en casa? —le preguntó un tanto asombrado
mientras se desprendía de la túnica celeste que usaba para trabajar.
—Pues sí… Draco ha ido hoy a casa de Harry y se han mar-
chado, supongo que a la fábrica.
—¿En serio? —preguntó sentándose a su lado en el sofá y
pasando un brazo por el hombro de Gael.
—Sí —suspiró Gael—, creo que esta vez ya harán las paces
definitivamente.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Porque conozco a Draco —contestó Gael dejando a un la-
do los pergaminos y recostándose más sobre Mikel—, esta mañana
le dije que era un tonto y que probablemente perdería a Harry si no
se dignaba a siquiera escucharlo.
—¿Y eso bastará para que te haga caso y vuelva con él?
—Por supuesto. Draco, pese a todo, estaba muy triste por la
pelea que habían tenido, sólo necesitaba que le diera un empujonci-
to más para convencerlo.
—Eso es genial… quiere decir que ya no irás corriendo cada
tres horas a revisar que se encuentra sano y salvo —comentó Mikel
de manera, al parecer de Gael, un tanto más agresiva.

309
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Yo no voy corriendo cada tres horas a revisar nada —pro-


testó Gael, alejándose un poco de su novio y mirándolo enfadado.
—No es eso lo que quise decir —se disculpó rápidamente
Mikel, jalándolo nuevamente entre sus brazos.
—¿Y entonces qué fue lo que quisiste decir? —preguntó
Gael sin relajarse completamente dentro del abrazo.
—Nada… lo lamento, hablé sin pensar, ¿por qué mejor no
cenamos?
—Ya no tengo hambre —respondió Gael separándose final-
mente de Mikel y poniéndose en pie—. Iré a tomar una ducha y a
dormir.
—Gael… —lo llamó Mikel cuando el chico ya se alejaba por
el pasillo, pero Gael no contestó, y cerró la puerta de la habitación
con algo de fuerza.
Mikel suspiró cansadamente, reprochándose el haber abierto
la bocaza, antes de encender un cigarro y fumar lentamente, tratan-
do de darle a Gael el tiempo necesario para que se calmara antes de
ir en su búsqueda y disculparse nuevamente. Gael siempre lo per-
donaba cuando tenían ese tipo de discusión, lo sabía, así como sabía
que no debía reclamarle los cuidados que tenía para con Draco, pe-
ro algunas veces le era imposible no decir nada al respecto.

–|– 

La botella de vino, medio vacía, junto con dos copas, descan-


saba sobre la mesa de noche; a un lado, en la cama, dos cuerpos se
agitaban con verdadera necesidad, llenando la habitación de peque-
ños gemidos y jadeos.
—Sí… —lloriqueó Draco extendiendo los brazos lo sufi-
ciente para sujetarse del cabecero de la cama y darse mejor impulso
con las piernas, empezando a subir y bajar lentamente sobre Harry.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Eso es… —suspiró Harry, mientras sentía cómo el interior


de Draco lo apretaba y soltaba con exasperante lentitud, sus brazos
sujetando a Draco, levantándolo y dejándolo caer con más veloci-
dad—, eres delicioso.
—Harry… Oh, sí —siseó Draco sintiendo las olas de placer
viajar desde su interior hasta el resto de su cuerpo, Harry lo apretó
un poco más contra él y comenzó a mordisquearle el hombro, lo-
grando de esa manera incrementar todas las intensas sensaciones.
—Draco… me vuelves loco… no tienes idea —mordió está
vez una de las tetillas de Draco, haciendo que el chico se arqueara y
gimiera mucho más fuerte—… lo sexy que te ves… lo caliente y…
—Tócame —exigió Draco agitado, mientras sus piernas em-
pezaban a resentir el trabajo, pero demasiado cerca del final como
para detenerse.
—Ah… —gimoteó Harry.
—Oh, sí, sí —gimió Draco dejando caer la cabeza hacia atrás,
cuando una de las manos de Harry se hizo al fin de su miembro y
lo apretó ligeramente en la base, antes de empezar acariciarlo de
arriba hacia abajo—. Más… más rápido.
Harry puso más empeño en su labor, mientras su otra mano
bajaba de la cintura hasta una de las nalgas de Draco, apretándola
con fuerza, el interior de Draco se estaba haciendo imposiblemente
más estrecho, y su velocidad se incrementaba cada vez más.
—Sí… así… Oh, dioses, Draco… ya voy a…
—¡Oh, Dios mío…! —chilló Draco arqueándose nuevamen-
te, clavándose más profundamente—. Harry… —sintió cómo toda
su energía, todo su placer, se concentraba únicamente en sus tes-
tículos, mientras la mano de Harry sobre su nalga se apretaba más,
rozando su entrada—. ¡Dios, Harry! —gritó cuando uno de los de-
dos de Harry se empujó un poco más adentro, abriéndolo todavía

311
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

más, y entonces su placer se disparó por completo mientras su


miembro expulsaba su semilla con fuerza entre ambos cuerpos.
—Oh… —apenas gimió Harry enterrando su cabeza en el
hombro de Draco y mordiéndolo con demasiada fuerza, su miem-
bro, apresado por aquella estrechez, descargándose dentro de él,
mientras sentía aún la tibia esencia de Draco sobre el pecho y los
espasmos de su caliente cuerpo contra él.
—Harry —suspiró Draco dejándose caer completamente so-
bre él. Harry lo abrazó con fuerza, mientras ambos respiraban agi-
tadamente.
Por un largo momento ninguno se movió ni dijo nada más,
demasiado agotados para hilvanar siquiera un par de palabras, hasta
que la habitación se fue poniendo cada vez más fría; con algo de pe-
sar, Draco se separó de Harry y convocó su varita, para poder invo-
car un hechizo de limpieza.
—Gracias —dijo Harry jalando el cobertor que había caído al
suelo y pasándolo sobre ambos, antes de que Draco intentara apar-
tarse de él, lo sujetó con fuerza de la cintura, manteniéndolo en su
regazo.
—Te he extrañado —confesó Draco levantando el rostro lo
suficiente para darle un beso en los labios antes de acomodarse me-
jor sobre su pecho.
—Y yo —correspondió Harry, acariciando con lentitud el ca-
bello de Draco—. ¿Draco? —preguntó luego de un instante más.
—Dime —contestó Draco con voz adormilada; Harry se sin-
tió mal por tratar de hablar nuevamente de los problemas, pero sa-
bía que eran cosas que no desaparecerían sólo por no mencionarlas.
—Si tú quisieras que yo… pues, que deje de hacer esto de la
ley, que les pida a los demás que se vayan a casa y que Aarón…
—Nunca podría pedirte eso —interrumpió Draco levantán-
dose lo suficiente para ver a Harry—, no tengo derecho a hacerlo.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Pero… —Harry resopló y se sentó mejor en la cama, la-


mentando cuando Draco se apartó finalmente de él y se dejó caer a
un lado—, yo no quiero que seas infeliz.
—Yo… no es que sea infeliz… pero a veces siento… —
Draco negó con la cabeza y buscó con la mirada el paquete de ciga-
rrillos que estaba al otro extremo de la habitación, rápidamente agi-
tó la varita y lo atrajo hacia él, encendiendo uno y dándole una pro-
funda calada.
—¿Qué es lo que sientes? —preguntó Harry, impaciente y
negando hacia el paquete que Draco le extendía.
—Tengo miedo, Harry —susurró suavemente, admitiendo lo
que no se había animado a admitir ni a él mismo.
—Nadie te hará daño, Draco, yo no permitiré que…
—No sólo a eso… yo… A veces no entiendo cómo puedes
estar conmigo, hay tanta gente afuera que parece ser mucho mejor
para ti que yo… temo que un día encuentres a alguien que…
—Nunca encontraría a nadie que fuera mejor que tú —se
apresuró a aclarar Harry mientras tomaba una de las manos de Dra-
co y se acercaba más a él.
—Siento que todo pasa tan deprisa, que todo cambia tanto y
no sé… un día estábamos todos bien, éramos felices, y de pronto
vienen esos locos y matan a… —Draco negó con la cabeza, no
siendo capaz de continuar con aquella oración—… y cuando me
doy cuenta, hay un montón de gente en casa, y está Aarón diciendo
que eres la clave para poder sacar adelante esa ley, que yo entiendo
es buena y beneficiosa para todos, pero que hace que te apartes más
y más de mí, y me pregunto si así, de pronto un día despertaré y me
daré cuenta de que no estás más aquí, a mi lado, sino que te has ido
con alguien que te da todo lo que yo no te he podido dar…
—Draco —suspiró Harry viendo en Draco toda la confusión
que aparentemente había guardado antes.

313
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y no, no es que esté loco ni nada por el estilo… es la ver-


dad, estoy seguro de que si sales a preguntarle a cualquiera sobre
quién es la mejor opción para ti…
—Yo no quiero que nadie opine sobre quién es la mejor op-
ción para mí —interrumpió Harry con voz firme—. ¿Cómo puedes
no saberlo? Que sólo eres tú al que quiero…
—Porque no es justo que pases la vida junto a alguien que no
te da lo que mereces —protestó Draco.
—Tú me das todo lo que quiero, y eso basta —declaró Harry
con seriedad.
Draco suspiró profundamente e hizo desaparecer el cigarro
para luego dejarse caer sobre la cama, inmediatamente Harry estaba
a su lado, abrazándolo.
—Te amo —continuó Harry.
—Algún día yo conseguiré darte todo lo que mereces, Harry,
en verdad lo haré.
—No sé si lo merezca o no, pero ya tengo lo que quiero, a
quien amo, y eso me basta —concluyó Harry apretándose un poco
más contra Draco y dándole un beso en el cuello.
—Lamento lo de Aarón —suspiró Draco, jalando más cerca a
Harry y disfrutando de la intimidad de ese momento—, lamento
haber desconfiado así de ti, haber dicho todo lo que dije.
—Y yo lamento no haberme dado cuenta, tuve que escuchar-
lo de los demás para empezar a notar ciertas cosas, y ya te dije, si tú
me pides que no lo vuelva a ver…
—¿Quién más te dijo que Aarón estaba interesado en ti? —
interrumpió Draco, imaginando que Gael había sido el que había
hablado con Harry.
—Ron y Hermione —respondió Harry.
—¿En serio?
—Sí… ¿quién lo diría, no?

314
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[7] Perdón

—Cierto… —Draco se giró un poco para encarar a Harry—.


Ya te lo dije antes, no tengo derecho a pedirte que te apartes de ha-
cer algo que quieres sólo por… —se negó a admitir que estaba celo-
so, pese a saber que eso estaba implícito, y simplemente se encogió
de hombros—. ¿Podemos quedarnos aquí al menos hasta mañana?
No es que no quiera volver a casa, pero es que siempre hay gente
por ahí, y…
—Sí quieres, les puedo decir que no vuelvan más, que bus-
quen otro sitio, lo que tú me digas que les diga.
—No… eso no —negó rápidamente Draco—, sólo por
hoy… quiero tenerte solo para mí, aunque sea únicamente por hoy.
—Tú puedes tenerme siempre, Draco, yo soy tuyo, y sola-
mente tuyo —declaró Harry antes de acercarse a besarlo.
—Lo sé —sonrió Draco más tranquilo—, lo sé…

315
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

8
La proclamación de una ley

“La victoria es del más perseverante.”


Napoleón Bonaparte (1769-1821), militar y gobernante francés

Londres, 20 de diciembre de 2003

H
arry miró su reflejo frente al espejo una vez más, la
túnica la había escogido Draco: color verde oscuro,
que combinaba con sus ojos, según le había dicho
él, tenía bordados oscuros en los bordes y lucía formal. Demasiado
formal. Suspiró poco convencido por su aspecto, y sintió los brazos
de Draco rodeándole la cintura.
—Lo harás bien —le reconfortó Draco apoyando su cabeza
en el hombro de Harry y mirándolo a través del espejo.
—Gracias… —respondió Harry con una sonrisa apretada.
—No estés nervioso, recuerda quién eres, ¿de acuerdo?;
además, si has convencido a todos esos miembros del Wizengamot
de darte su voto, podrás convencer a los demás.
—Eso espero… hemos trabajado tanto para esto y…
—Y saldrá bien —interrumpió Draco mientras lo giraba y lo
miraba seriamente a la cara—. Tienes que estar convencido de que
así será.

316
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry asintió suavemente.


—Quisiera que estuvieras allí.
—Y yo, pero ya ves lo estrictos que son, estaré afuera, con
todos los demás, pensando en ti y esperando.
Harry posó las manos en las caderas de Draco, y se inclinó
para darle un suave beso, el sonido de una voz desde el primer piso
los hizo, con mucho pesar, apartarse.
—¡Harry! ¿Ya estás listo? —se trataba de Aarón.
Draco luchó por no poner los ojos en blanco, y suspiró casi
imperceptiblemente. Durante esos días, luego de que volviera a ca-
sa, Harry trataba de pasar el menor tiempo posible con el hombre,
Draco lo sabía, y en respuesta, Aarón trataba de encontrar siempre
excusas para acercarse a Harry. Draco estaba siendo paciente, sabía
que no debía desconfiar de Harry, que no había razones para ello,
por más que el hombre se le ofreciera de cualquier manera posible,
y se lo repetía cada vez que Aarón aparecía de improviso.
—Ya vamos —respondió Draco con voz fuerte, ganándole a
Harry y dándole un último beso en los labios.
—Bien, aquí vamos —suspiró Harry mientras tomaba la
mano de Draco y ambos bajaban.
Draco podía percibir toda la tensión de Harry, y se sentía mal
por no poder acompañarlo, por no poder estar a su lado y darle
ánimos, pero, como ambos ya sabían, habían sido muy estrictos en
cuanto a la cantidad de gente que podría entrar a la audiencia, y no
les quedaba más opción que estar separados durante el tiempo que
ésta durara.
Casi en el pie de las escaleras Draco se detuvo, haciendo que
Harry también se detuviera, y le dio un abrazo, apretándose con
fuerza contra él y aspirando profundamente su aroma.
—Eres el mejor, Harry, no hay forma de que no ganes —le
susurró al oído, antes de darle un beso en la mejilla.

317
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

Harry sonrió de manera más relajada, y asintió mientras


apartaba un par de mechones de la frente de Draco, antes de darle
un beso en los labios.
—Gracias.
Y ese gracias, Harry esperaba que Draco entendiera, no sólo
era por sus palabras, era por haberlo ayudado tanto en las últimas
semanas, desde que había vuelto a casa era como tener al viejo Dra-
co con él, al Draco que lo empujaba y alentaba a seguir luchando,
pese al cansancio, al que entendía cómo se sentía a cada momento,
al que sabía tranquilizarlo y hacerlo sentir seguro. Cierto que había
momentos en que discutían, no serían ellos si no lo hicieran, pero
todo se solucionaba rápidamente; era maravilloso volver a ser como
antes, concluyó Harry dándole un último beso en los labios antes
de tomarlo de la mano y terminar de recorrer el camino hacia la sala
donde Aarón ya los esperaba.
—Muchachos —saludó Aarón con voz apretada y luciendo
una túnica bastante formal, Boris a su lado, parecía un tanto enfa-
dado.
—Hola —saludaron los dos a la vez sonrientes.
—Espero que sea un buen día para proclamar leyes —co-
mentó Aarón moviéndose un poco nervioso—. Harry y yo partire-
mos en este momento por la red flú, y Draco, Boris tiene un trasla-
dor que…
—No, Draco irá conmigo por red flú —interrumpió Harry
sin soltar a Draco.
—¿Piensas entrar al Ministerio por la red flú con Draco? —
preguntó Aarón mirando hacia Draco como si aquello fuera una
idea suicida.
—Claro, ¿por qué no lo haría? —Harry frunció el ceño.
—Está lleno de periodistas —dijo Aarón hacia Draco, que se
encogió de hombros.

318
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ya sabemos que estará lleno de periodistas —comentó Ha-


rry.
—Además, Granger y Weasley nos encontraran en el vestíbu-
lo, luego saldremos, pero antes queremos demostrarles a los perio-
distas que somos un gran grupo, los demás también estarán allí —
explicó Draco, obviando la mirada de reproche que le dio Harry
por no llamarlos Hermione y Ron, pero aún así, sin soltar su mano
y caminando hacia la chimenea.
—Ah, pues…
—Boris también vendrá, ¿verdad? —preguntó Draco con
voz inocente, mientras se giraba paraa ver a la pareja, Boris se re-
movió incómodo en su sitio, y Aarón le dio una mirada de sorpresa.
—No lo habíamos pensado…
—No hay problema, yo puedo aparecerme en el Ministerio
—se excusó Boris, aunque no parecía muy feliz por eso.
—Tonterías, vamos todos, y de una vez, antes de que se haga
tarde —replicó Harry mientras tomaba una cantidad pequeña de
polvos flú del recipiente que Draco le ofrecía.
—Mejor nos adelantamos y los dejamos conversarlo —me-
ditó Draco cuando Harry ya estaba dentro de la chimenea.
Aarón y Boris no respondieron, y pronto él también se metió
en la chimenea, para luego aparecer en el vestíbulo del Ministerio.
En cuanto lo hizo, las luces de los flashes lo cegaron, sintió
una mano tomando la suya y se giró para ver a Harry, que lo trataba
de jalar entre el tumulto de periodistas hacia el otro extremo, una
zona acordonada donde la mayoría de sus amigos ya estaban espe-
rando.
Escucharon las preguntas de los periodistas, sobre lo que es-
peraban conseguir ese día y sobre cuánto tiempo llevaban juntos, si
era verdad que Harry había ayudado a Draco a ser declarado
inocente en su juicio porque ya se querían en ese entonces, y miles

319
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

de preguntas más sobre las diversas teorías que los diarios habían
soltado durante la última semana; aunque ninguno contestó a nada,
más preocupados por llegar hasta donde sus amigos se encontraban.
—Al fin llegan —dijo Hermione saludando a ambos con una
sonrisa—. ¿Dónde está Aarón? Pensé que llegarían juntos.
—Se quedó conversando con Boris sobre algo —respondió
Draco encogiéndose de hombros; la idea original de Aarón era que
Harry llegara con él, los dos juntos, pero Draco no se lo iba a per-
mitir, si Harry debía llegar con alguien sería con él. Hermione le
dio una mirada sorprendida y luego, por primera vez en todo el
tiempo que llevaban de trabajar juntos, le obsequió una sonrisa
cómplice, que Draco, asombrado todavía por el gesto, correspon-
dió.
Draco se acercó a Gael y Mikel, y Harry se quedó junto a
Hermione y Ron, mientras los periodistas a su alrededor seguían
fotografiándolos y preguntando tantas cosas a la vez, que les era im-
posible entenderlos.
Un instante después apareció Aarón, seguido por un abo-
chornado Boris, ninguno parecía contento, ni siquiera Aarón, ex-
perto en sonreír a las cámaras, y, de la misma forma en que Harry y
Draco habían hecho, aunque sin tomarse de las manos, esquivaron
a los periodistas hasta llegar a ellos.
—Supongo que este es el momento —declaró Aarón con voz
de líder, los demás lo miraron ansiosos—. Lo conseguiremos, he-
mos hecho todo lo necesario, no podrán negarse —parecía que tra-
taba de convencerse a sí mismo.
Giles y Matías se acercaron a Draco y sonrieron nerviosa-
mente mientras los periodistas parecían cada vez más alborotados,
sobre todo ahora que ya tenían al completo el grupo del que habían
estado hablando durante la última semana.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Nosotros estaremos afuera —declaró Mikel lo que todos


ya sabían, pero Draco creyó que aquello era para pasar el corto
tiempo que les quedaba de espera; miró hacia Harry, que lucía
completamente tenso mientras Hermione le daba todas las carpetas
que deberían llevar; junto a ellos, Weasley parecía completamente
diferente, con los labios ligeramente apretados y cargando un gran
grupo de pergaminos, asintiendo silenciosamente ante algunas de
las palabras de su novia. Durante el tiempo que llevaban trabajando
para esa ley, desde que había vuelto a casa, ellos habían tratado de
ser amables con él, sabía que seguramente era obra de Harry, así
como se lo había pedido a él, y estaba poniendo su mejor esfuerzo
por el bien de Harry, y lo cierto era que ya no habían tales roces en-
tre ellos, aunque no se podrían considerar amigos ni nada por el es-
tilo.
El reloj del vestíbulo marcó las nueve con una gran campa-
nada, y Hermione dio un brinco en su sitio y le dio una mirada te-
merosa a Harry, que sonrió tratando de calmarla, y de calmarse a sí
mismo.
—Es ahora entonces —suspiró Harry, girándose para ubicar a
Draco y caminando hacia él.
—Suerte —le dijo Draco con una sonrisa de ánimo, apartán-
dose de Gael y Mikel y alcanzándolo en medio del espacio que los
separaba, de reojo vio a Aarón mirarlos y luego desviar la vista, y se
sintió de alguna manera reconfortado por la incomodidad del hom-
bre.
—Gracias —susurró Harry. Draco se dio cuenta tarde, por
mirar hacia Aarón, lo cerca que Harry estaba de él; la noche anterior
le había pedido expresamente que no hiciera ningún tipo de de-
mostraciones públicas, puesto que él las detestaba, pero antes de si-
quiera darse cuenta, sus labios fueron apresados suavemente por
unos cálidos labios, y su cuerpo jalado un poco, hasta quedar en

321
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

contacto con el fuerte y constituido cuerpo de Harry. Durante un


instante se quedó quieto antes de suspirar levemente y correspon-
der al beso. Cuando Harry se apartó, éste sonreía con desfachatez
mientras Draco sentía que sus mejillas se iban coloreando abrupta-
mente.
—Harry —reprochó suavemente.
Harry sonrió más ampliamente y apretó su mano antes de
apartarse un paso de él, y luego girar hacia Aarón y Hermione, que
ya estaban listos para ir hacia la sala donde se llevaría a cabo la au-
diencia.
Draco parpadeó cuando los flashes lo trajeron a la realidad y
miró en ambas direcciones, donde los periodistas parecían haberse
vuelto locos por la escena, por lo hecho por Harry, y cuando enfocó
su vista nuevamente hacia el pasillo, su novio, Granger y Aarón ya
se habían perdido de vista.

–|– 

Harry se sentía algo tembloroso mientras que, cargando una


gran cantidad de pergaminos, caminaba junto a Aarón y Hermione
hacia el ruidoso ascensor; permanecieron en un tenso silencio du-
rante todo el trayecto, hasta que éste hizo un ruido sordo y se detu-
vo en el piso siete, dejándolos salir; el pasillo se veía extrañamente
largo y de alguna manera atemorizante, pese a eso no se detuvo y
caminó con pasos que pretendieron ser firmes hasta plantarse de-
lante de una puerta de madera oscura y brillante, escuchó a Her-
mione tomar una gran bocanada de aire, y se giró para ver a Aarón
acomodarse la túnica un poco.
—Ya están todos listos —informó una bruja saliendo de im-
proviso de la sala y haciéndolos sobresaltar un poco; Hermione
asintió nerviosa y le dio una mirada a Harry.

322
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—De acuerdo —asintió Harry apretando un poco la mandí-


bula y respirando profundamente.
En cuanto la puerta se abrió pudieron escuchar la gran canti-
dad de murmullos y conversaciones sueltas, que se apagaron com-
pletamente conformen fueron entrando.
Harry, que era el único de los tres que no tenía costumbre de
entrar a ese tipo de salas, miró todo con interés, fijando la mirada
primero en el gran estrado del fondo, que estaba en alto y algo ilu-
minado; podía ver que se encontraban todos los miembros del
Wizengamot; el señor Chesterton, un hombre mayor con el que
había pasado conversando cerca de tres horas unas semanas antes, le
hizo una pequeña reverencia a modo de saludo, que él correspon-
dió de la manera más educada. También se dio cuenta del único si-
tio vacío en el tribunal, que era el que correspondía a Aarón.
A su derecha había otra gran tribuna, un poco más baja que
la del Wizengamot, donde había una gran cantidad de personas, pu-
do reconocer al jefe de aurores, al jefe de departamento legal del
Ministerio, incluso al director de San Mungo; además de, para su
sorpresa, Rita Skeeter y Dasha Ogden, la que decían había sido su
aprendiz y la había reemplazado cuando Rita se había retirado a vi-
vir de las ganancias de los libros que había publicado desde la guerra
sobre Albus Dumbledore, Severus Snape y sobre el mismo Volde-
mort.
La bruja que los había hecho pasar les indicó una mesa larga
al centro del lugar, hacia donde ellos caminaron mientras Kingsley,
el Ministro, se ponía en pie.
—Buenos días, señores —saludó Kingsley, la sala, que se ha-
bía quedado silenciosa ante su entrada, ahora el lugar parecía inclu-
so un poco tenso—; tomen asiento para poder empezar con esto.
—Muchas gracias, señor Ministro —respondió Aarón con
una sonrisa—, buenos días a todos —saludó cortésmente mientras

323
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

que con la mano hacía un pequeño gesto hacia Hermione; que rá-
pidamente agitó la varita, haciendo levitar los encuadernados per-
gaminos por toda la sala—. Antes de empezar nos gustaría que por
favor tuvieran una de las copias de nuestro estudio y propuesta de
ley, es la versión extendida de la que se presentó en el despacho para
la aprobación de leyes hace unas semanas.
—Tenemos copias también para los demás —informó Harry
haciendo levitar otro grupo de copias hacia los magos y brujas que
permanecían de espectadores o que darían su opinión en algún
momento del día, lamentablemente también tuvo que darle una
copia a las periodistas, que rápidamente empezaron a leer y pasar las
páginas, murmurando entre ellas.
—¿Todos tienen ya una copia? —preguntó Hermione mien-
tras volvía al escritorio y se paraba junto a Aarón y Harry.
Un asentimiento general llenó la sala.
—Por favor —pidió Kingsley señalando las sillas para que se
pudieran sentar, y así lo hicieron, haciendo sonar los asientos de
madera contra la piedra.
—De acuerdo, que quede constancia que hoy, veinte de di-
ciembre del año dos mil tres, a las nueve y treinta y siete minutos
de la mañana, se inicia la audiencia para la aprobación del proyecto
de ley anti discriminación por orientación sexual, presentado por
los señores Harry Potter y Aarón Bonaccord; con la ayuda de la es-
pecialista en derecho mágico: la señorita Hermione Granger —
narró Kingsley, mientras en el fondo una bruja bastante joven agita-
ba la varita sobre un pergamino, copiando todo lo que se iba di-
ciendo—,para empezar escucharemos el argumento de Aarón Bo-
naccord.

–|– 

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Si que han conseguido juntar gente —comentó Draco,


con un vaso de cartón en la mano, conteniendo humeante café, ha-
cia Gael y Mikel, que fumaban nerviosamente. Durante la pasada
semana habían enviado lechuzas a todos los que conocían, habían
visitados los lugares de fiestas (más vacíos ahora por las amenazas
de la MACH) y todo otro lugar donde pudieran encontrar a alguien
que estuviera dispuesto a asistir esa fría mañana de diciembre al
Ministerio a dar su visto bueno. El resultado había sido mejor del
esperado, había centenas de magos y brujas, algunos incluso con
carteles, fuera del Ministerio, en espera del resultado de la audien-
cia.
—Increíble… no pueden decir que somos unos desviados,
hay demasiados de nosotros para que lo piensen siquiera —co-
mentó Gael, frunciendo el ceño por los flashes de las cámaras de los
periodistas, que ahora estaban afuera, tomando fotos a todos los que
podían.
—Espero que realmente no pase nada —masculló Mikel.
—¿Por qué habría de pasar algo? —se adelantó a preguntar
Weasley, que estaba cerca de ellos y escuchaba a medias la conversa-
ción.
—Porque es una oportunidad perfecta para que el grupo que
no nos quiere, ataque, un ataque bien planeado y podrían acabar
con mucha gente aquí, sin contar con que crearía una muy mala
imagen de nosotros —explicó Gael, a quien Mikel ya le había expli-
cado esa teoría.
—Imposible —replicó Ron.
—No pasará —replicó Draco a la vez, Ron arqueó una ceja
por las respuestas simultaneas, y Draco fingió no haberse dado
cuenta y continuó hablando—; es demasiado riesgo, los aurores es-
tán en todos lados, y quieran o no, tendrán que protegernos si al-
guien nos ataca.

325
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—Ya... como ellos defienden a los maricones —se medio


burló Gael, mirando a un grupo de aurores parados a un lado del
Ministerio, parecían realmente obligados a estar allí.
—Bueno, eso es cierto. Sinceramente, yo no me confiaría
mucho de ellos —comentó Ron con voz seria—, son muy anti gays
y esas cosas, Harry nos lo ha contado muchas veces.
—Pero también tienen la obligación de cuidarnos, y les guste
o no, tendrán que hacerlo si algo pasa… y si es que nos atacan, y
ellos dejan que nos lastimen, entonces quedaríamos como víctimas,
y creo que principalmente esa es la razón por la cual los de la
MACH no atacaran este día, no les conviene para nada —intervino
Boris, que escuchaba la conversación a un lado, parecía mucho más
sereno que antes.
—En eso tiene razón —comentó Draco—, seríamos mucho
más noticia, y los aurores serían condenados por la sociedad, mu-
chos los creerían discriminadores.
Los demás asintieron, compartiendo la misma opinión,
mientras más y más magos y brujas llegaban poco a poco, algunos
vestidos de muggles, otros con sus capas oscuras, rodeando poco a
poco el Ministerio.
—Y esto recién empieza…, me pregunto cómo les irá allá
dentro —dijo Lucka llegando hasta ellos, tomado de la mano de E-
than.
—Bien, por supuesto que bien —respondió Draco mirando
hacia las puertas del Ministerio, como si pudiera encontrar la forma
de ver qué era lo que pasaba dentro.

–|– 

Harry no podía dejar de agitar su pie bajo la mesa, mientras


trataba de parecer concentrado y atento a todo lo que se decía, aun-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

que la verdad es que estaba demasiado impaciente. Ya de antemano


sabía que todo ese proceso podría durar horas, se había mentalizado
para ello, sin embargo, la desesperación le estaba ganando.
Delante de él y de Hermione, Aarón hablaba y agitaba los
brazos mientras caminaba por toda la sala, intentando explicar el
trasfondo legal de todo aquello, respaldando sus observaciones con
casos sucedidos en el resto del mundo, en América y Australia,
donde las parejas homosexuales tenían derecho a tener hijos o
adoptarlos, y que no eran condenados por ello.
Luego de eso, siguieron las opiniones de la gente que el
Wizengamot creía apropiadas para dar su punto de vista antes de
tomar cualquier decisión; el primero en hablar fue el jefe de San
Mungo, que condenaba al homosexualismo como una aberración
antinatural, y que se enfrascó en una discusión con Aarón y que pa-
recía no acabaría nunca.
No sólo aquel hombre que había sido jefe de Mikel habló, lo
siguieron representantes de la ley, profesores e incluso el jefe de au-
rores, todos en contra, por supuesto.
Hermione parecía seguir todo lo que pasaba con bastante
atención, avanzando entre los pergaminos que conformaban toda la
investigación realizada.
Harry sin embargo, había dejado de hacer aquello, realmente
le aburría estar sentado allí, esperando, en lugar de estar afuera con
Draco, o incluso, pese al nerviosismo que sentía, hablando delante
de todos, todo era preferible a permanecer allí, escuchando una y
otra vez la misma conclusión de aquellos que se decían expertos:
que eso que hacían estaba mal y que tenía cura.
Tal vez por eso no se dio cuenta cuando Aarón lo señaló, in-
dicando que sería él quien ahora continuaría hablando. No lo notó
hasta que el silencio lo hizo salir de sus cavilaciones, le dio una mi-
rada interrogante a Hermione, que meneó la cabeza indicándole

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

que pasara al frente mientras Aarón, mirándolo confusamente, ca-


minaba hacia él.
—Claro —carraspeó con voz algo insegura, mientras se po-
nía en pie y tomaba el grupo de pergaminos que usaría de referen-
cia, aunque no pensaba usarlos en verdad, hablar de todos los casos
que había entrevistado, siendo tratados en aquella clínica, de los ca-
sos de chicos y chicas atacados, muertos, todo aquello no era algo
que necesitara ser leído de un pergamino, lo tenía grabado, muy
profundamente.
En cuanto caminó hacia el centro de la sala, los murmullos
incrementaron, por el rabillo del ojo pudo ver a las dos periodistas,
junto con otros más, inclinándose hacia adelante, como si pudieran
evitar perderse cualquier detalle de esa manera. Los miembros del
Wizengamot lo miraban fijamente, tanto que empezaba a sentirse
cohibido.
—Si no guardamos silencio, será imposible continuar con la
audiencia. El señor Potter tiene algo que decirnos, así que por favor,
más respeto —increpó Kingsley, poniéndose de pie y mirando hacia
la sala con el ceño fruncido.
—Gracias, señor Ministro —se sorprendió de que su voz sa-
liera correctamente modulada para la sala donde se encontraba.
—Claro, Harry, vamos, continúa —le pidió Kingsley con una
sonrisa que tranquilizó más a Harry. Desde aquella tarde en la ofi-
cina del Ministro, donde el hombre le había dicho que no podía
comprenderlo y le había dado esa mirada de decepción, no se ha-
bían vuelto a ver, Harry sentía que ahora Kingsley tal vez lo estaba
comprendiendo más, o que no estaba ya tan decepcionado. Real-
mente esperó que fuera así.
Harry hizo un asentimiento y avanzó un par de pasos más
hacia el jurado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Buenos días a todos. En verdad agradezco mucho el tiem-


po que nos están dedicando hoy. Para poder explicarles un poco
mejor lo que quiero decir, necesitaré un poco de ayuda —explicó
mientras levantaba la varita. Hermione asintió con una sonrisa que
le inspiraba confianza, y él agitó la varita alrededor de la sala, poco a
poco, lo que parecían fotografías, aunque sin movimiento, fueron
apareciendo, eran medio transparentes, para dejar ver a Aarón y
Hermione, pero lo suficientemente nítidas como para reconocer los
rostros que contenían.
—William Lamport —declaró con voz firme, señalando a la
primera fotografía que se elevó un poco más, un chico bastante jo-
ven, de cabellos claros y ojos verdes sonreía ante ellos, en el fondo
se podía ver lo que era una pequeña casa de madera, en un día so-
leado—, denunciado por un movimiento anti comportamiento gay
—Harry sabía que no tenían nada en verdad para delatar a la
MACH y sería inapropiado mencionar su nombre—, las fotografías
de él y su novio fueron puestas en las puertas y paredes externas de
su casa, sus vecinos le lanzaron insultos echándolo del vecindario,
lo corrieron de su trabajo, y sus padres lo repudiaron como hijo, se
suicidó un día después por no poder soportar la presión, tenía sólo
veintiocho años.
Algunos soltaron pequeños jadeos, y Harry vio como más de
uno de los miembros del Wizengamot, incluso algunos que no lo
habían querido recibir semanas antes, se inclinaban un poco más
hacia adelante, sus rostros reflejaban tensión.
—Grace Ballard —continuó Harry, levantando con la varita
otra fotografía más mientras la imagen de Lamport se alejaba hacia
el fondo nuevamente, aunque no dejando de estar a la vista—,
treinta y cinco años, vivía desde los veinticinco años con su novia,
Romina, ambas trabajaban de enfermeras privadas. Los padres de
Grace tenían conocimiento sobre que su hija era lesbiana, y tam-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

bién a Romina, solían pasar las navidades y algunas vacaciones junto


a su hija y su pareja. Grace murió a causa de un envenenamiento
producido por un grupo de intolerantes al comportamiento homo-
sexual. Se cree que realmente sufrió durante el tiempo que pasó en
agonía.
Para cuando la tercera fotografía, la de un chico de apenas
dieciocho años, que sonreía con inocencia hacia el jurado, voló ha-
cia adelante, Harry supo que estaban consiguiendo el efecto desea-
do, ninguno más se movía, ninguno parecía atreverse a respirar,
mientras Harry seguía narrando uno a uno algunos de los casos que
habían encontrado durante la investigación.

–|– 

—¿Podemos hablar? —susurró Boris a Draco de tal forma


que, sobre el bullicio, nadie más los escuchó. El frontis del Ministe-
rio se había abarrotado ya por completo, cada cierto tiempo la mul-
titud parecía animarse y comenzaba a aplaudir o a cantar pequeñas
porras de aliento para los que estaban dentro.
—¿Ahora?
—Por favor…
Draco miró alrededor y asintió señalando uno de los lados, él
y sus amigos se habían mantenido en el frente, casi junto a las puer-
tas, y sabían que no debían moverse de allí hasta que los demás sa-
lieran.
Tanto Boris como él tuvieron que empujar un poco y esqui-
var a algunos, hasta que finalmente llegaron a uno de los costados,
cerca de los aurores.
—No pueden cruzar el perímetro —les informó uno con
voz amenazante.
—¿Perímetro? —preguntó extrañado Draco.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí, han cercado el Ministerio para que los alrededores sean


invisibles a la vista de muggle, ya sabes, hechizos de repulsión y to-
do eso… sabían que sería lo más sensato, de lo contrario en este
momento habrían también periodistas muggles preguntándose el
porqué de tanta batahola.
—Ah…
—Ven —señaló Boris un poco más hacia adelante, donde el
auror que estaba cerca de ellos, mirándolos de manera amenazante,
no pudiera oírlos, aunque Draco dudaba que, con el bullicio que
imperaba en aquel lugar, hubiera podido escucharlos de todas ma-
neras.
—¿Cuánto más crees que demoren?
—Hasta la tarde —comentó Boris, su semblante volvía a ser
el de aquella mañana, parecía realmente afligido.
—¿Qué es lo que sucede?
Boris desvió la mirada hacia un grupo de aurores y luego
suspiró profundamente.
—¿Por qué hiciste que Aarón se apareciera conmigo y no
con Harry?
—¿En serio lo preguntas? Pensé que ya lo sabrías.
—Sí, has vuelto con Harry.
—No habíamos terminado —aclaró Draco—, sólo teníamos
un par de diferencias que han quedado aclaradas.
—Una sola, creo yo, y es Aarón, ¿no es así?
Draco frunció el ceño y bufó.
—Aarón no es ningún problema, nunca lo ha sido, y nunca
lo será, Harry no está interesado en él.
—Lo sé…
—Y si tú fueras listo, también le hubieras parado la mano al
noviecito que tienes, todos se dan cuenta de lo pendiente que está
de Harry.

331
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—Aarón… —Boris volvió a suspirar pesadamente—, él


siempre ha sido así, siempre se ha entusiasmado con chicos intere-
santes, ya sabes, gente importante, o famosa, como Harry, sin em-
bargo, nunca tanto como con él, muchas veces prefiere estar en casa
de Harry, aunque no puedan estar a solas, en lugar de quedarse
conmigo y… —Boris entonces sonrió irónicamente—… no puedo
creer que te esté contando estas cosas.
—Ni yo —admitió Draco—, lo cierto es que no es mi asun-
to, pero si tú estás tan al tanto de esto como yo, y no haces nada, ese
es tu problema, no mío. Por mi parte, te puedo asegurar que Harry
no entrará en el juego de Aarón.
—No es la primera vez, ¿sabes? —continuó hablando Boris,
como si no hubiera escuchado el comentario de Draco—, incluso
ha conseguido estar con algunos de esos chicos, pero luego de un
tiempo, bastante corto, siempre ha retornado a mí, siempre ha sabi-
do reconocer que soy yo quien lo ama, y que es en casa donde debe
estar.
—Eso es extraño —comentó Draco—, es decir, yo no permi-
tiría esas cosas de Harry.
—Porque Aarón era así cuando lo conocí… pero ahora temo
que… ya sabes, no regrese.
Draco se encogió de hombros y negó suavemente, realmente
no sabía qué decir o hacer, no quería decirle a Boris que Harry
tampoco había sido un ángel inocente mientras estaban separados, y
que ahora estaba seguro de él, que sabía que podía confiar en él y
que de eso se trataba todo… tampoco le quería hablar del respeto
que Aarón le tendría que tener.
Le pareció que estar consolando al novio del tipo que pre-
tendía llevarse a la cama a Harry era demasiado bizarro, incluso para
él.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Él… Aarón —aclaró—, ha decidido ofrecerle a Harry un


lugar en su despacho, uno permanente, y también en el centro de
apoyo que está abriendo.
—Harry… —Draco tragó, había pensado que luego de ese
día, Aarón desaparecería de sus vidas tal como había llegado, había
sido iluso al pensar eso, Harry estaba dispuesto a ayudar en todo, y
no había mejor forma que seguir trabajando con Aarón—, él es li-
bre de aceptar los trabajos que quiera, yo no se lo voy a impedir.
—¡Pero debes hacerlo! —chilló Boris sobre el ruido de los
aplausos que ya se empezaban a escuchar—. Tú debes hacerlo para
que Aarón se aleje de él.
—El que necesita alejarse de Aarón eres tú —respondió Dra-
co cruzándose de brazos y no conteniéndose más—, no comprendo
cómo le permites todo esto, pero si realmente te ama deberá esco-
ger, o se queda contigo o sale a tratar de conquistar a otros chicos,
aunque ya te digo que Harry no será uno de ellos.
Boris parecía devastado por la respuesta de Draco. Agachó la
mirada y por un largo rato no dijo nada más, mientras los aplausos
de aliento seguían aumentando cada vez más, Draco miró alrededor
para ver cualquier otra cosa que no fuera Boris apunto de derrum-
barse, y vio a sus amigos aplaudiendo también, Giles incluso había
levantado las manos y gritaba algo que no alcanzaba a entender so-
bre la algazara.
—Él no quiso aparecer conmigo hoy —confesó de pronto
Boris en voz baja, tanto que Draco se tuvo que acercar un poco más
a él—, dijo que no era buena idea para mi trabajo y que lo lógico, ya
que estaba trabajando con Harry, hubiera sido que apareciera con él,
no conmigo. Se enfureció mucho porque te lo llevaste delante.
—Lamento haberte hecho pelear con él —aunque ese había
sido el plan original, viendo a Boris en ese estado, no pudo más que
sentirse un poco culpable, aunque sólo un poco—, pero Harry es

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

mi novio, y Aarón el tuyo, es contigo con quien debería andar, no


con Harry.
—¿Entonces no le dirás…?
—Si Harry desea trabajar en ese centro de apoyo, como sé
que lo desea, no se lo impediré, si desea ir a trabajar a la oficina de
Aarón, tampoco le diré que no lo haga, sé que él no me traicionaría,
que no haría nada desleal y que no aceptaría ninguna propuesta
inapropiada de Aarón.
—Tienes suerte —suspiró Boris con la mirada hacia la multi-
tud—, mucha suerte… Ya quisiera yo poder decir eso de Aarón.
—No deberías soportarlo, eso no es amor, es dependencia,
costumbre, como quieras llamarlo, pero no puedes decir que lo
amas o que te ama si sufres así… no lo vale.
Boris le dio una mirada intensa, pero no comentó nada más,
cuando volvieron hacia el centro, hacia donde estaban sus amigos,
se pasó mucho rato en silencio, como aislado de todo lo que pasaba.
Draco se preguntó si era que además no sería culpable de ha-
ber roto la relación de Boris y Aarón, aunque también estaba preo-
cupado por ese ofrecimiento que Harry no había comentado, tal
vez ni estaba enterado aún, pero sobre todo, por saber si Harry
aceptaría.

–|– 

—Jocelyn Coetzee —relató Harry con voz rasposa. Sabía que


no era porque tuviera la garganta seca de tanto hablar—: veintitrés
años, en la fotografía está con Erin Urvoy, su novia por más de dos
años; juntas trabajaron en un proyecto con el profesor Dahl, cate-
drático de la Universidad de Gunhilda de Gorsemoor, en un estu-
dio de plantas mágicas por todo África. El profesor Dahl ha dicho
que Jocelyn era una de las mejores estudiantes que había tenido en

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

mucho tiempo, y que era una chica con un gran futuro. Esa es la
palabra que quiero que recuerden: era, porque ya no lo es más. Jo-
celyn murió hace unos meses en uno de los ataques perpetrados por
una organización anti comportamiento gay; al momento de su
muerte se encontraba realizando trabajos en M&L, una compañía
que tiene herbarios por todo el país, y trata de hacer que las plantas
extranjeras que pueden ser útiles al momento de hacer pociones cu-
rativas, puedan crecer aquí.
Harry entonces agitó la varita mientras la efigie de Jocelyn se
alejaba un poco, reuniéndose con las demás, con los claros testimo-
nios de hombres y mujeres que ya no estaban más en el mundo por
ser simplemente homosexuales. Permaneció en silencio, observan-
do a los miembros del Wizengamot, todos completamente quietos,
al igual que los periodistas y los demás asistentes, todos mirando
hacia las fotografías, todos con la mirada turbada.
Harry finalmente le dio una mirada más a las imágenes antes
de caminar con pasos firmes, que resonaron en el piso de piedra y
sentarse junto a Hermione y Aarón, que permanecían expectantes,
Hermione se veía con los ojos algo rojos, y rápidamente lo tomó
fuerte de una mano.
—Bien —dijo de pronto Kingsley con voz apretada—, ¿hay
algo más que su equipo desee agregar?
—No, señor Ministro —respondió Aarón rápidamente, pa-
recía también conmocionado.
—De acuerdo, señores, ha llegado el momento de decidir.
Hemos escuchado ya todos los argumentos que el señor Bonac-
cord, el señor Potter y la señorita Granger tenían preparados, y
también la opinión de expertos que han venido a colaborar con
nuestra audiencia.
De pronto, como si las palabras de Kingsley hubieran roto el
hechizo, todos comenzaron a hablar en murmullos. Harry no podía

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

entender qué era lo que decían, no quería intentar entenderlo tam-


poco, eso lo pondría mucho más nervioso todavía; bajó la mirada y
se puso a juguetear con un pergamino y una pluma, trazando líneas
sin sentido.
—Por favor —exclamó Kingsley sobre los murmullos que
iban acrecentándose cada vez más—; recuerden que no deben co-
mentar nada del tema hasta que estemos reunidos en privado —
Kingsley se puso en pie y a continuación todos lo imitaron—. El
Wizengamot se retira para evaluar las propuestas —informó.
Inmediatamente Kingsley caminó con bastante calma hacia
un lado de la tribuna. Una puerta que Harry no había notado se
abrió y uno a uno, en un desfile que le pareció demasiado lento,
fueron desapareciendo tras ella, todos los miembros del Wizenga-
mot.
Sólo entonces Harry se animó a soltar un sonoro suspiro, y a
estirarse sobre la silla
—Vamos —dijo Aarón poniéndose en pie—, debemos espe-
rar en otra oficina. Necesitamos tomar un descanso de todas mane-
ras.
—¿No podemos ir a ver a los demás? —preguntó Harry
mientras ayudaba a Hermione a juntar los pergaminos.
—No, por ley no podemos salir del lugar hasta que se haya
dado un veredicto —informó Hermione casi de memoria.
Los aurores los guiaron a otra sala anexa, donde había una
mesa larga y unos sillones. Aarón intercambió unas cuantas palabras
con uno de los aurores antes de que saliera.
—He pedido el almuerzo —informó mientras se acomodaba
al lado de Harry en el sofá en el que el chico se había sentado.
—No tengo hambre —dijeron Hermione y Harry a la vez.
Harry trató de no parecer tan cortante mientras se ponía de
pie y caminaba hacia el otro lado del salón. Sintió la mirada de Aa-

336
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

rón sobre él pero no se giró, mientras examinaba las ventanas, pre-


guntándose si al menos se podría asomar por una de ellas, luego re-
cordó que en realidad estaban en un edificio subterráneo y que lo
que se viera desde las ventanas sólo eran imágenes falsas.
—Lo peor ya ha pasado, ahora sólo queda esperar —comentó
Aarón con voz calmada luego de un instante de silencio.
—Lo sabemos, pero es que ese medimago ha dicho tantas
cosas horribles —se quejó Hermione mientras Harry sacaba de uno
de los estantes, un pesado cenicero y sonreía contento por al menos
poder fumar allí.
—Y creo que Aarón nos ha defendido bastante bien —inter-
vino Harry mientras sacaba los cigarros del bolsillo, levantó la caje-
tilla hacia Aarón, que negó rápidamente; se encogió de hombros y
encendió uno. Hermione caminó hasta él, parecía un tanto cohibi-
da.
—Yo quiero uno.
—¿Tú fumas? —le preguntó extrañado mientras le daba un
cigarro y lo encendía con la varita.
Hermione dio una profunda calada y cerró los ojos un ins-
tante.
—No realmente —contestó—, pero algunas veces, cuando
tengo demasiadas cosas encima… A Ron no le gusta, así que no lo
comentes.
—De mi no saldrá —afirmó Harry mientras le daba una ca-
lada más a su propio cigarro, y sintiéndose extraño de ver a su me-
jor amiga fumando—. ¿Cuánto tiempo más pueden deliberar?
—Dice la historia que en mil seiscientos ochenta y nueve,
cuando debatieron el Estatuto Internacional del Secreto frente a los
muggles, tardaron dieciocho horas.
—Oh, Dios —jadeó Harry encontrando al fin una silla en la
cual sentarse.

337
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—No creo que demoren tanto esta vez, tenemos mucha gen-
te ya convencida, a lo mucho tardarán en decidir cómo agregar las
leyes…
Harry negó con la cabeza y suspiró.
—Dieciocho horas… creo que tenemos mucho tiempo para
hablar.
—O almorzar —opinó Aarón desde el otro lado de la sala,
donde seguía sentado sobre el sofá, mirándolos de manera extraña,
parecía como si se sintiera excluido.
Harry y Hermione volvieron a negar con la cabeza.
—Gracias, Aarón —dijo Harry—, pero en verdad no tene-
mos hambre, pero si tú deseas comer…
—No, está bien…
Hermione se encogió de hombros, e internamente sonrió
por la poca atención que Harry le procuraba al hombre.
En un inicio, cuando había visto a Harry con Draco discu-
tiendo todo el tiempo, no se había sentido demasiado tranquila por
la forma en que ambos peleaban, aunque Harry siempre trataba de
excusar a Draco, y ella en cierta forma lo comprendía, con Aarón
cerca acechando todo el tiempo y Draco tan molesto y triste por to-
do lo que había pasado, pero no se animaba a dar ninguna opinión
al respecto, sentía que aquello era un derecho que había perdido
con Harry; hasta esa noche en que Draco se había ido de casa, fue
entonces que Harry se abrió completamente a ellos, contándoles
cosas que no había contado a nadie más, aquella fue la primera vez
que en que, asombrada, le dio la razón a Draco.
Luego de que Draco se fuera de casa, Harry había parecido
desecho, aunque no lo quisiera mostrar a los demás, ella sabía que
no estaba bien; es más, estaba segura de que la única razón por la
cual Harry no se había encerrado como cuando acabó la guerra ha-
bía sido gracias al trabajo que tenían por sacar esas leyes.

338
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Pero entonces, cuando Draco y Harry hicieron las paces, fi-


nalmente, al parecer las cosas habían vuelto a ser como antes, como
antes del ataque y de la muerte de su amiga, o al menos eso decían
los demás amigos de Harry y Draco, y comprendió por qué era que
ambos estaban juntos, por qué era que a Harry no le importaba pe-
learse con el mundo entero con tal de permanecer junto a Draco, se
notaba en las pequeñas miradas que se proferían, en cómo cuando
conversaban, parecía no existir nada más que ellos dos alrededor, en
la forma como Harry reía cuando Draco le decía alguna broma, o la
forma como disfrutaban molestándose el uno al otro… era increíble
ver la forma como se complementaban tanto. Ella nunca había visto
a su amigo así, ni con Ginny, o con ese chico de Australia o con
Noah, jamás. Sabía que Aarón estaba perdido, que no había forma
de hacer que Harry dejara a Draco por él o por nadie.
Y entonces Harry se acercó a ella, y casi en un susurro le pre-
guntó algo que le dio la razón a todo lo que ella había comprendi-
do:
—Hermione, ¿qué sabes tú de los enlaces de magia?

–|– 

—La radio dice que el Wizengamot ya se ha retirado a delibe-


rar —informó Tyrone, que llegaba junto a Matías y Giles, cargando
una gran cantidad de vasos de café y emparedados, que fueron re-
partiendo entre sus amigos.
—Gracias, ya tenía hambre —declaró Ron con una sonrisa
agradecida mientras daba cuenta ya de su primer emparedado, Dra-
co se concentró más bien en lo que Tyrone había dicho al llegar.
—¿Dices que ya están debatiendo?

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—Sí, ese chico, Lee, de la radio, lo ha dicho, lo escuché


cuando estábamos cerca del final de la calle, algunos han traído ra-
dios.
—Pensé que la información era secreta hasta que den el ve-
redicto —comentó Ron antes de dar una mordida más a su sánd-
wich.
—Sí, siempre lo dicen, pero es muy fácil filtrar la informa-
ción, generalmente son los secretarios o los asistentes los que lo ha-
cen, son muy amigos de los periodistas, intercambian esos favores
por otros, como que no publiquen notas vergonzosas en los diarios
sobre sus jefes o cosas por el estilo —explicó Boris, aun parecía aba-
tido, pensó Draco.
—Eso quiere decir que pronto acabará —exclamó Gael mi-
rando hacia la puerta como si esperara que pronto salieran.
—No ha decir verdad, aún puede demorar más tiempo in-
cluso.
—¿Cuánto más?
—No lo sé, Giles, horas, muchas horas, o tal vez minutos;
todo depende de la forma como ellos hayan planteado las cosas…
—¿O sea, que tan convencidos los hayan dejado? —preguntó
Mikel.
—Exacto.
Draco rechazó el emparedado que Matías le extendía, no te-
nía apetito, se le estaba formando un nudo en el estómago, y mien-
tras sus demás amigos seguían conversando, él se dedicó a mirar
hacia la puerta, esperando por Harry y por saber si finalmente, con
la presentación que habían preparado, había terminado de conven-
cer a los que no lo habían querido recibir durante los días anterio-
res.

–|– 

340
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Aarón había abandonado el sofá, y ahora caminaba de un la-


do a otro, Harry y Hermione permanecían en la mismas sillas don-
de se habían sentado varias horas antes, ya sin pronunciar palabras,
fumando y bebiendo café en silencio.
El sonido de la puerta abriéndose de repente, hizo que los
tres se sobresaltaran.
—El Wizengamot ha vuelto —informó la misma bruja que
les había hecho pasar a la sala en la mañana, cuando recién habían
llegado.
—¡Genial! Sólo tardaron cuatro horas —dijo Hermione en
un murmullo sarcástico, mientras se acomodaba la túnica y el cabe-
llo.
—Vamos, vamos —apuró Aarón, sosteniendo la puerta para
dejarlos pasar.
Harry se mordió el labio de manera nerviosa, y esperó por su
amiga antes de cruzar la puerta también, intercambió una pequeña
mirada de ánimo con Aarón antes de iniciar el recorrido hacia el
tribunal nuevamente.
La sala estaba en absoluto silencio, sólo sus pisadas sobre el
pulido y ornamentado piso, resonaban haciendo eco por toda la ha-
bitación. Harry se preguntó si la sala se había visto así de grande y
amenazante cuando habían llegado esa mañana.
Los tres se sentaron en la misma mesa y esperaron, mientras
el Ministro Kingsley parecía leer un largo pergamino sin prestarles
demasiada atención.
El silencio se extendió por un momento más, hasta que el
Ministro dejó a un lado el pergamino y se puso en pie. Por la mira-
da y sus facciones, Harry no podía deducir si las noticias serían
buenas o malas.

341
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

–|– 

—¡Están dando el veredicto! —gritó alguien desde el fondo


de la multitud. Draco, junto con sus demás amigos, se giró tratando
de encontrar de dónde llegaba la voz, pero les fue imposible, puesto
que un instante después la misma proclamación se escuchaba por
todos lados—: ¡Están dando el veredicto! ¡Están dando el veredicto!
—Por fin —gritó Gael para hacerse escuchar sobre el grite-
río—. Ya estaba sintiendo que nos quedaríamos aquí toda la noche.
—¿Creen que hayan ganado? —preguntó Tyrone mientras
aplaudían, al igual que toda la multitud.
—Tenemos qué —replicó Mikel pasando un brazo sobre los
hombros de Gael, y pegándolo a su cuerpo—; tenemos que.
Draco no comentó nada, encendió un cigarrillo y se obligó a
calmarse, al menos ya faltaba poco, aparentemente.

–|– 

—El Wizengamot ha debatido este tema con mucho cuidado,


señores —empezó a hablar Kingsley, Harry apretó un poco más sus
manos sobre las piernas, tratando de no parecer demasiado nervio-
so—. Y durante mucho tiempo, y creemos que tienen razón en al-
gunas partes —un murmullo de parte de los pocos periodistas y los
asistentes se extendió, Harry trató de no ponerse en pie a reclamar:
¿cómo que en algunas partes?—. ¡Si los oyentes pretenden quedarse
aquí, les recomiendo guardar silencio, de lo contrario los haré salir!
—gritó el Ministro con voz autoritaria, interrumpiendo su propio
discurso. El silencio se impuso nuevamente. Kingsley dio una mi-
rada de advertencia hacia la audiencia antes de continuar hablando,
directamente hacia Harry, Hermione y Aarón.

342
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Después de haber visto la evidencia mostrada en esta sala,


desagradable y reveladora evidencia, debo acotar, estamos de acuer-
do en que hay grupos que se están dedicando a discriminar a perso-
nas con gustos diferentes a lo establecido como normal en la socie-
dad mágica. Además, estamos dispuestos a entender que estos gus-
tos, que nos parecen poco normales, pueden en realidad sí ser nor-
males, y que es nuestro atraso en comparación a otras sociedades lo
que nos hace llamarlos anormales.
»Hace poco más de cinco años, se libró una terrible guerra
por la pureza de la sangre, discriminando a magos y brujas nacidos
de muggles, lo que conllevó a la destrucción de una gran parte de la
sociedad, familias rotas y una incontable cantidad de víctimas, y
aunque sabemos que ustedes en ningún momento han querido usar
esa comparación, a nosotros no dejó de recordarnos esos aconteci-
mientos, a la época en que en este mismo estrado se juzgaba a los
nacidos de muggles por simplemente ser eso, nacidos de muggles.
»Comprendemos pues, que no podemos caer en los mismo
errores, que no debemos caer en los mismos deslices, en la intran-
sigencia, en aislar a lo que no es un pequeño grupo, y eso queda cla-
ramente demostrado por la cantidad de magos y brujas reunidas en
el exterior del Ministerio, o lamentablemente por la cantidad de
víctimas que esta guerra silenciosa ha cobrado ya. Una guerra silen-
ciosa que no estamos dispuestos a dejar continuar.
»Es por eso que hoy, veinte de diciembre del año dos mil
tres, dictamos las siguientes modificaciones en la ley:
»Ante el artículo primero de nuestra legislación donde se in-
dica que ningún mago o bruja puede ser discriminado por su sexo,
color, estatus de sangre, religión o creencias, acotamos que tampoco
puede ser discriminado por su opción sexual, quedando penado por
ley a quienes ataquen, lastimen, o insulten a dichos magos o brujas
que se muestren abiertamente gays u homosexuales.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

»Los grupos o individuos que ataquen deliberadamente a


brujas o magos homosexuales, serán juzgados bajo las mismas leyes
y normas que los que ataquen a otro mago o bruja por su estado de
sangre. Estas condenas van desde cuarenta años, hasta la pena de
cadena perpetua.
Un murmullo se volvió a extender por la sala. Harry sintió la
mano de Hermione sobre la suya, y cuando se giró a ver a su amiga
descubrió que ésta estaba sonriendo ampliamente, aunque con unas
lágrimas en los ojos, Harry le sonrió y apretó su mano contra la de
su amiga antes de continuar observando al Ministro, que miraba
hacia la audiencia de manera amenazante.
—Sin embargo —continuó Kingsley con voz potente—, no
podemos permitir aún la unión legal de dos magos o brujas del
mismo sexo, no ante nuestra ley, y tampoco reconocer una unión
bajo las leyes muggles como legal en nuestra sociedad —hubieron
más murmullos, pero Kingsley no se detuvo—, pero desde luego,
no quiere decir que en el futuro, un nuevo cambio pueda ser dado.
»Finalmente, tampoco podemos permitir la adopción de ni-
ños por parte de una pareja homosexual, no es algo que nuestra so-
ciedad esté acostumbrada a ver, y debemos cuidar los intereses de
los más pequeños; por lo tanto, sin antes deliberar en arduas inves-
tigaciones al respecto, y evaluar primero los pro y contras de aceptar
una ley como es la adopción permisible para personas homosexua-
les, no podemos aceptar esa parte de la propuesta.
Aarón se puso en pie, parecía realmente molesto, Harry y
Hermione se dieron una mirada de confusión antes de imitar al
hombre y ponerse en pie también para apoyarlo.
—Si me disculpa, señor Ministro —interrumpió Aarón le-
vantando la voz—, nosotros queremos protestar. No se puede juz-
gar los intereses de los niños si no permiten que se demuestre que
en verdad estamos capacitados para educarlos y cuidarlos tanto o

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

más que las parejas heterosexuales, no es cuestión de opciones se-


xuales lo que te hace ser un buen padre o una buena madre.
—Señor Bonaccord, obviaré el desacato por interrumpir la
proclama —respondió Kingsley, parecía un poco enfadado, Harry se
preguntó si era que el hombre no habría estado en contra de la
aprobación de la modificación de ley después de todo—; pero es
obvio que en este momento, la sociedad no está preparada para so-
portar más cambios de los que ya proponemos, ustedes mismos tie-
nen las pruebas en las manos, los casos de todos los que han sido
atacados por sólo ser homosexuales, no queremos que este tipo de
comportamiento implique también a niños y niñas que no tienen
ninguna culpa…
—¡Los que fueron atacados tampoco tenían ninguna culpa!
—gritó Hermione con los puños sobre la mesa, sorprendiendo a
Harry e incluso a Aarón.
—¡Señorita Granger! —gritó Kingsley, haciéndose oír sobre
el ruido de las conversaciones de la audiencia—, usted sabe muy
bien que no puede interrumpir de esa manera.
—¡Es una injusticia! —rebatió ella a pesar de todo.
—No nos negamos a la posibilidad de que en algún futuro se
admitan, tanto las uniones como las adopciones, sin embargo, por
el momento, sólo admitiremos la modificación de ley contra la dis-
criminación, y dictaremos la ley donde se condenan estos delitos.
—¡Ah! —chilló Hermione impaciente, Kingsley le dio una
mirada más antes de negar con la cabeza y levantar el rostro hacia la
audiencia.
—Está ley entra en vigor desde este momento, y se publicará
en todos los diarios y revistas durante cinco días, para que todos los
miembros de la sociedad se den por enterados y acaten las normas.
El Wizengamot termina la audiencia. Gracias a todos por asistir —y
antes de que alguien hiciera alguna protesta más, el Ministro ya ca-

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

minaba con pasos rápidos y firmes hacia la puerta por donde habían
salido a deliberar poco antes.
Harry, Hermione y Aarón se quedaron de pie un momento
más, observando nuevamente al jurado retirarse, y los cuchicheos y
conversaciones a los lados.
—Si nos permiten —dijo la asistente—, es mejor que salgan
por otra de las puertas, para no encontrarse con los periodistas.
Pueden usar una de las chimeneas internas para retirarse, el Minis-
terio está rodeado de simpatizantes.
—No —masculló Aarón, su voz se oía un tanto quebrada—.
No —repitió sonando más seguro—, nosotros saldremos por el
frente, nos están esperando.
—Ah… —la bruja frunció el ceño y le dio una mirada a Ha-
rry y Hermione antes de asentir—; iré por un par de aurores para
que los escolte hasta la salida, así evitaran a los periodistas, pero su-
pongo que fuera ya no lo podrán hacer.
—Gracias —respondió Harry, la bruja le dio una mirada más
y avanzó varios pasos antes de dar la vuelta y regresar hasta donde
ellos estaban.
—Y quería felicitarlos, me parece muy bueno lo que han he-
cho, al menos han logrado algo, hoy han cambiado la historia den-
tro de las leyes mágicas, estoy segura de que pronto conseguirán
que aprueben las demás peticiones.
—Gracias —le sonrió Hermione ligeramente, la bruja sonrió
y se apartó, Harry notó que su amiga aún estaba sonrojada y parecía
que en cualquier momento se pondría a llorar.
—Salió bien, Hermione —le consoló Harry pasando un bra-
zo por sus hombros.
—Pero han prohibido el enlace, y la adopción, y tú…
—Está bien —interrumpió Harry viendo de reojo cómo Aa-
rón parecía ponerles más atención, la jaló un poco más cerca de él y

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

le susurró suavemente—. Ya escuchaste, podemos seguir intentán-


dolo… pero al menos, por hoy, hemos conseguido algo.
—Lo sé —suspiró ella apretándolo suavemente antes de sol-
tarlo y sonreír, aunque con la nariz roja y los ojos hinchados—; es
sólo que no me gusta perder.
—No hemos perdido —dijo entonces Aarón poniendo una
mano sobre el hombro de Hermione, y otra sobre el hombro de
Harry—; hemos ganado una gran batalla, las demás serán más fáci-
les.

–|– 

La multitud de pronto parecía enloquecer, mientras los pe-


riodistas salían del Ministerio por la puerta principal, aunque toma-
ron fotografías de la gran cantidad de personas reunidas fuera, no se
movieron de allí, como esperando.
—¡Ya van a salir! —gritó entonces Matías con entusiasmo.
—Sí, pero nadie ha dicho nada aún —comentó Gael sin mu-
cho entusiasmo y mirando alrededor, como esperando que de algún
lado saliera la noticia de si habían o no aceptado la propuesta de ley.
Draco apagó el cigarro que estaba fumando, y metió las ma-
nos a los bolsillos, pese a la multitud reunida, el frío de diciembre
aún se sentía, y más gélido que en otros años.
No esperaron mucho; instantes después, Harry, con Aarón al
centro y Hermione al otro lado, salieron caminando por la puerta
principal, los periodistas se apretaron en torno a ellos mientras los
aurores hacían lo posible por dejarlos pasar.
Todo se volvió un pandemónium, Harry tomó de la mano a
Hermione y sintió a Aarón apresando su brazo mientras los tres se
abrían paso entre los periodistas, tratando de pasar hacia la primera

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

línea de magos reunidos, varios metros adelante, donde estaban sus


amigos.
—Hubiera sido buena idea salir por el otro lado —se quejó
Hermione.
—¿Bromeas? Esto es publicidad pura —le dijo Aarón, sobre
las voces de los periodistas, los flashes y las vuela pluma.
—Odio esto —masculló Harry jalando un poco más a Her-
mione y rogando por no estar lastimándola, pero la presión era de-
masiada. De reojo se dio cuenta que uno de los aurores que lo cus-
todiaba, tratando de hacerlos pasar, era Norman, el que fuera su
compañero de habitación durante el entrenamiento para auror.
—Apártense si es que no quieren ser hechizados —gritó otro
auror mientras empujaba a uno de los periodista—. No pueden
permanecer aquí.
—Menudo trabajo el que nos das, Harry —le dijo Norman
dándole un golpe en la espalda para empujarlo más al frente, tiró de
Hermione hacia él para no dejarla atrás, aunque no estaba seguro de
si aquel era un comentario amable o no, puesto que su voz se escu-
chaba agitada.
—Pues… —jadeó Harry sintiendo a Aarón tirar de él con
más fuerza, al frente podía ver ya las líneas que los aurores habían
trazado para que la multitud no entrara al Ministerio.
—Suerte, te veré pronto —le gritó Norman mientras se de-
tenía para hacer barricada con otros aurores.
—Claro, gracias —gritó Harry, aún sobre los gritos de los pe-
riodistas.
—¿No hubiera sido mejor que fueran a casa directamente?
—preguntó Draco mirando con preocupación el gran enredo que
era el grupo con el que Harry avanzaba hacia ellos.
—¿Y perderse esto? —bufó Boris a su lado—, Aarón no se lo
permitiría.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Debí imaginar que era su idea —replicó Draco.


—Debemos ir por ellos —dijo Ron empezando a caminar
hacia el frente, auque en realidad no hubiera podido avanzar más
que unos cuanto pasos antes de dar contra la línea que los aurores
habían trazado para no dejarles pasar, de todas maneras Boris lo de-
tuvo.
—Tenemos que quedarnos aquí, ellos llegarán aquí y luego
Aarón dirá que hablaremos con los periodistas, y dará una gran con-
ferencia de prensa.
—No me interesa —replicó Ron hacia Boris, mientras se
soltaba de su agarre—; la van a aplastar, ¿no lo ves?
Draco miró hacia Ron y luego hacia el grupo que ya estaba
bastante cerca, preparándose mentalmente para empezar a ser aplas-
tado y rodeado igual que Harry, Hermione y Aarón, entendió el
porqué de la preocupación del chico.
—Harry está con ella, no dejará que la aplasten…
Ron se giró rápidamente, dejando de mirar por un instante el
grupo que ya se acercaba para enfocarse en Draco, mirándolo de
manera asombrada.
Pareció que el tiempo se alargó hasta que el chico volvió a
hablar.
—Lo sé, tienes razón —dijo antes de girarse.
Draco arqueó una ceja.
«Un momento histórico, señoras y señores», se dijo con algo
de burla, «un Weasley acaba de darme la razón».
—Vamos, vamos —gritó Gael a un lado, mientras trataba de
apartar a los que estaban alrededor.
El grupo cruzó la línea de protección, y los periodistas pare-
cieron dispersarse un poco, lo suficiente para rodear a un grupo
más grande de gente.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—¿Qué es lo que han dicho? —preguntó Ron jalando con


un brazo a Hermione y apartándola de Harry, mientras los periodis-
tas continuaban con sus preguntas y tomaban fotografías.
Draco miró hacia Harry, que parecía tranquilo, pero no tan
feliz como habría estado si era que hubieran ganado, un mal pre-
sentimiento se clavó en su pecho, y empezó también a empujar a
sus amigos y a los periodistas para poder llegar a su lado.
Y también para apartar a Aarón, que lo tenía tomado del bra-
zo.
—Señores, señores —empezó entonces a decir Aarón, sin
soltar a Harry, que sólo miraba en todas direcciones, buscando a
Draco—, podemos contestar sus preguntas si se apartan un poco
para dejarnos respirar.
—¿Está conforme con la respuesta del Wizengamot —pre-
guntó entonces Dasha Ogden, dejándose oír sobre los demás.
—Vamos, apártense un poco y podremos contestar a todo lo
que quieran… o a todo lo que se pueda —soltó una carcajada y tiró
de Harry un poco más hacia su lado, mientras las cámaras seguían
disparando.
—Draco —gritó Harry apartándose completamente de Aa-
rón al momento que extendía una mano para alcanzar a su novio,
pareció como si lo sacara del océano embravecido, por la fuerza que
tuvo que usar para hacerlo pasar de entre la multitud que se había
reunido en torno a ellos.
Draco no quería pasar, sólo cerciorarse de que estuviera bien,
no estar en el centro, junto con los demás, pero Harry había sido
más fuerte que él y ahora estaba junto a él, ante las miradas de to-
dos. Él que odiaba presentarse en público.
—Dejen pasar a todo el equipo y podremos conversar —
continuaba pidiendo Aarón, mientras hacía todo lo posible porque
Mikel, Gael, Tyrone, Matías, Giles, Lucka, Ethan y Boris pasaran—.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Por favor, señores, todos estamos cansados, déjenlos pasar —siguió


pidiendo para que los periodistas se apartaran.
—¿Estás bien? —preguntó Draco al oído de Harry para que
lo escuchara sobre el bullicio, ambos aún tomados de la mano; de-
trás de ellos, bastante cerca estaban Ron y Hermione, y Mikel y
Gael, mientras sus demás amigos pugnaban por entrar al pequeño
círculo que los periodistas habían formado.
—Lo estaré cuando todo esto acabe…
—Hemos logrado que penen la discriminación, pero nada
más eso, rechazaron las otras dos propuestas —le dijo Hermione,
inclinándose hacia ellos. Draco recién reparó en el estado de la chi-
ca, parecía cansada y alterada, y extrañamente sintió el deseo de
palmearle la espalda y decirle que no ser preocupara, que todo esta-
ría bien.
—Es mejor eso a nada —comentó Mikel.
—Ya, pero no es ganar —rumió Hermione.
—Tampoco perder —le consoló Draco, luego se inclinó ha-
cia Harry, apretando un poco más la mano que sostenía—; lo has
hecho muy bien, ¿lo sabes, verdad?
Harry no contestó, pero le sonrió en respuesta mientras to-
dos sus amigos ya llegaban al centro del círculo formado por los pe-
riodistas, aurores y curiosos.
—Bien, señores —dijo Aarón luego de amplificar su voz para
que se escuchara lo que decía hasta donde la multitud llegaba, y pa-
rándose junto a Harry y a Draco, quien trató de escabullirse hacia
atrás, pero Harry no se lo permitió, sosteniéndolo aún con más
fuerza—. Gracias a todos por estar aquí, sobre todo esta tarde tan
fría.
Draco fue conciente del movimiento de Boris tras ellos, has-
ta que se puso a un lado de Aarón, quien no pareció notarlo en
primer momento, mientras continuaba hablando.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—Esta tarde hemos al fin derribado una barrera más contra


la desigualdad y la discriminación, ya que el Wizengamot ha admi-
tido en sus leyes castigar severamente a la persona o grupos que dis-
criminen a alguien sólo por su orientación sexual, reconociendo
que nuestros gustos no son una desviación, sino una correcta y libre
elección; devolviéndonos nuestro derecho a elegir sobre nuestra
propia vida.
La multitud entera empezó a gritar y aplaudir, y por un mo-
mento más, Aarón fue incapaz de decir nada más, aunque sí se in-
clinó hacia Boris, y por los gestos de ambos, Draco y Harry deduje-
ron que estaban discutiendo, hasta que finalmente Aarón se apartó
un poco, aunque Boris no se movió de su sitio.
—Y aún nos queda mucho por luchar, mucho camino que
recorrer, esto sólo es el inicio —continuó hablando Aarón—, aún
tenemos más ideas, más planes y sobre todo, la intención de ayu-
darlos, de ayudarnos entre todos.
La gente volvió a aplaudir frenéticamente mientras los perio-
distas continuaban escribiendo a velocidad insólita.
—¿Eso quiere decir que usted, al igual que todo su grupo de
trabajo —preguntó Dasha Ogden, mirando hacia Harry y Draco—,
admiten ser gays?
Aarón dio una mirada exagerada hacia su grupo y sonrió ha-
cia la mujer.
—Bueno, no todos lo son, nosotros, a diferencia de otros
grupos, no hacemos distinciones por la orientación sexual.
—Mejor dicho, señor Bonaccord, la pregunta es si usted lo
es —dijo está vez Rita Skeeter, sonando un poco más agresiva.
—Es evidente que sí —respondió Aarón con una sonrisa or-
gullosa, la multitud aún seguía aplaudiendo al escuchar la declara-
ción del hombre.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Están felices con lo que han conseguido? —preguntó un


mago con acento francés que no conocían.
—No del todo, hemos querido que se aprueben más cosas,
pero reconocemos que es un gran avance, y eso nos alienta a seguir
adelante.
—Harry, ¿ahora que la discriminación ya ha sido penada, y
que suponemos eso incluye al departamento de aurores, volverás a
formar parte de ellos? —preguntó otro de los periodistas.
—No, no lo haré. Mi salida del Cuerpo de Aurores tuvo po-
co que ver con esto, he decidido dedicarme a hacer otras cosas —
respondió Harry, Draco pensó en la propuesta de Aarón y en si era
que Harry ya la habría aceptado.
—¿Piensa seguir trabajando por el cambio de las leyes?
—También, pero no como mi principal trabajo, sin embargo,
todos nosotros seguiremos trabajando para ayudar en lo posible de
nuestras capacidades.
Las preguntas hacia todos ellos continuaron durante mucho
rato más, durante un tiempo excesivamente largo, pensó Draco,
mientras el frío y la noche se hacían presentes. En el momento en
que alguien preguntó a Aarón si tenía alguna pareja, y este simple-
mente se encogió de hombros, Draco pudo ver por fin a Boris re-
troceder un par de pasos, con la mirada desencajada. Matías y Giles
se pusieron a su lado casi inmediatamente y lo abrazaron suave-
mente por la cintura mientras Aarón parecía no enterarse del asun-
to.
Sólo cuando finalmente Aarón dio por concluida la rueda de
prensa, Harry suspiró aliviado mientras trataba de volver al Minis-
terio, desde donde aparecerían en casa. Él habría deseado regresar a
casa solo, con Draco, y descansar, pero al parecer, todos los demás
tenían deseos de celebrar y se auto invitaron a Grimmauld Place.

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LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

Uno a uno fueron apareciendo por la chimenea, todos menos Bo-


ris.

–|– 

—Les han dado la aprobación —rugió Tony con el rostro


desencajado mientras apagaba la radio, donde el locutor informaba
que aunque la multitud se había ya empezado a dispersar, todavía se
veían muestras de celebraciones por todos los establecimientos má-
gicos, donde ahora los homosexuales podían circular sin ser moles-
tados.
—Sabíamos que eso pasaría —respondió Ginny desinteresa-
damente mientras continuaba leyendo una revista. Ella, desde el
momento en que escuchó que Harry estaba detrás de la aprobación
de esa ley, supo que eso pasaría.
—¿Y no te enfada? ¿No te preocupa en lo más mínimo?
—No, aún tenemos la clínica, debemos enfocarnos en esto,
no perder más el tiempo tratando de eliminarlos o atacarlos, es ob-
vio que eso no funcionará.
—No puedo creer que digas esas cosas, sobre todo tú, que
estabas tan interesada en eliminarlos a todos.
—Eso era antes, ahora no me interesa ya… estoy harta de to-
do el tema.
Tony entrecerró los ojos y bufó fastidiado antes de dar un par
de pasos hacia ella.
—Lo dices porque es tu querido Potter el que lo ha conse-
guido.
—No —replicó ella con voz gélida y mirándolo a los ojos—,
lo digo porque es la verdad, desde que te conozco, ninguno de tus
magníficos planes ha funcionado, es más, sólo nos ha traído pro-
blemas, y ya estoy cansada de andar escondiéndome.

354
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Estás cuestionando mi liderazgo?


—¿Liderazgo? —se burló Ginny—. ¿Cuál liderazgo? No veo
ya a casi nadie a quien liderar, la mayoría ha abandonado el barco,
cariño.
Tony le dio una mirada enfadada, pero no respondió, sim-
plemente caminó con pasos luengos hacia la salida, azotando la
puerta al salir, Ginny puso los ojos en blanco antes de volver la vista
a su revista. Durante los últimos tiempos había comprendido unas
cuantas cosas, como que Harry no volvería con ella jamás, y que no
había nada que pudiera hacer contra eso. Y ahora lo odiaba, por ha-
berla entusiasmado cuando estaban en la escuela, por haberla ena-
morado y por haberla dejado. Pero sabía que era inalcanzable, tanto
para una venganza como para un nuevo plan de reconquista. Esa era
su condena, su cruz a cargar, aún desear a Harry, pero odiarlo tam-
bién, y nunca más poder acercarse a él.

–|– 

Las risas de sus amigos y todos los que estaban allí llenaron el
salón principal, las copas y botellas iban y venían; Ron había puesto
una música bastante fuerte y estridente mientras que Harry estaba
parado en una esquina, solo. Al inicio no había tenido tantas ganas
de celebrar, no se sentía del todo contento con la resolución del
Wizengamot, aunque todos los demás sí lo estaban, sin embargo,
ahora al ver a sus amigos reír y conversar, al ver a Draco, junto a
Gael y Hermione, hablando entusiasmados, no pudo negar que se
sentía algo contento. Aarón tenía razón, no habían perdido, habían
ganado una batalla y aún les quedaba camino que recorrer, pero ya
iban bien encaminados.
—Harry —dijo Draco acercándose a él y extendiéndole un
vaso con licor color caramelo—, ¿me vas a decir por fin qué es lo

355
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

que te pasa? — preguntó preocupado. Harry había estado evadién-


dolo y no había podido insistir demasiado en el tema porque había
estado ocupado atendiendo a la gran cantidad de gente que había
deseado auto invitarse a casa.
—Nada —respondió mientras pasaba una mano por la cintu-
ra de Draco y lo pegaba a él para darle un suave beso en los labios.
La boca de Draco sabía a whisky, y le pareció realmente apetitosa—.
Te amo —dijo en cuanto se separó de él.
Draco arqueó una ceja.
—Si es porque me amas que te pones así… aislándote de to-
dos...
—No, no me aíslo —masculló, Draco le dio una mirada re-
sentida y Harry suspiró—, de acuerdo, lo siento, es sólo que espe-
raba que aprobaran todo…
—Harry… sabías que existía la posibilidad de que ni siquiera
aceptaran una de las peticiones.
—¡Hey!, si tú me dijiste que todo saldría bien.
—Pero eso no quiere decir que no contemplé la posibili-
dad…
Harry le dio un nuevo beso, interrumpiéndolo; sintió una de
las manos de Draco sobre su brazo, presionándolo suavemente, y
un pequeño gemido ahogado entre sus bocas antes de apartarse.
—Pero ahora estoy contento —resolvió Harry tomándolo de
la mano y mirando hacia el grupo de amigos que estaban allí reuni-
dos—, realmente lo estoy.
—Yo también lo estoy, Hermione —aún se le hacía raro pro-
nunciar el nombre, pero la chica le había pedido que la llamara así,
y sabía que en el fondo sería algo que a Harry le agradaría escu-
char— me dijo lo maravilloso que estuviste en la audiencia.
—¿Ahora es Hermione?

356
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Efectos del alcohol, ya sabes —medio se burló Draco en-


cogiéndose de hombros, recibió un suave beso en la mejilla como
recompensa.
—Espero que los efectos duren.
—Cómo sea —continuó Draco—, estoy muy orgulloso de ti,
dice que más que las bases legales que ella y Aarón presentaron, fue
tu participación la que conmovió a todos.
—No me gustó realmente hacerlo… Aún es difícil recordar
algunas cosas…
Draco suspiró profundamente y apretó su mano un poco
más contra la de Harry.
—Me hubiera gustado que ella estuviera aquí, estaría hacien-
do alguna de sus bromas, seguramente molestando a Erin con su
extraña forma de pronunciar algunas palabras.
—Sí… o molesta porque tú y Erin se estarían burlando de
ella en francés, cuando ella apenas lo podía entender —continuó
Harry. Erin y Draco gustaban de hablar en rápido francés, lo que
siempre dejaba a Jocelyn fuera de la charla y la ponía rabiosa; a Dra-
co, había descubierto Harry, le gustaba sacar de quicio a las personas
que quería. Incluso una vez se lo había comentado, argumentando
que durante la escuela debía haberlo querido mucho para estarlo sa-
cando de quicio a cada instante. Había recibido un gran golpe con la
almohada en respuesta.
—Erin me escribió ayer, está ya instalada con sus padres…
—Le hará bien el cambio, ellos podrán ayudarla y…
Draco suspiró nuevamente y negó con la cabeza.
—Algo que no le gustaba a Jocelyn era que nos pongamos así
de tristes, así que vamos, tus amigos están ansiosos por hablarte, y
ninguno se te acerca porque creen que te has peleado conmigo y
que los morderás.
Harry soltó una carcajada.

357
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—Oye, que yo no muerdo.


—Pues… aún tengo una mordida que rebate tu teoría.
—Oh, eso era distinto, tú me pediste que lo hiciera —aclaró
Harry con sorna.
Fue el turno de Draco de soltar una carcajada.
—Anda, vamos ya, antes de que cambie de opinión y te suba
a la habitación.
—Esa parece una propuesta adecuada —comentó Harry
mientras jalaba a Draco y caminaban hacia el centro del salón, para
juntarse con Ron, Gael y Hermione.
—Sigues tentándome, Potter —reclamó Draco.
—Espero no dejar de hacerlo nunca, ¿sabes?
Draco se giró y le dio una mirada evaluadora.
—No, creo que nunca dejarás de tentarme —le dijo con todo
el deseo posible implícito cargado en la voz, y se regocijó al notar
un pequeño sonrojo en Harry.
—Draco…
—Vamos… me lo estás poniendo más difícil, el no secues-
trarte en este preciso momento —le advirtió Draco mientras lo ja-
laba hacia el centro del salón y se reunían con sus amigos.
—Por cierto… ¿Aarón? —preguntó Harry, puesto que lo ha-
bía visto aparecer y hacer un brindis con todos, pero luego no lo
había visto más.
—Se fue, hace mucho rato —informó Draco.
—¿Por qué lo hizo?
—Al parecer, está en problemas con Boris.
—Oh —Harry no quería comentar nada más al respecto, no
quería crear una discusión con Draco, así que evitaba en lo posible,
hablar de ellos.
—Al fin, el hombre de la noche —dijo Ron levantando su
copa hacia Harry. Gael y Hermione lo imitaron.

358
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Ven? Les dije que la bronca no era conmigo —comentó


Draco con una sonrisa.
—No había bronca, sólo estaba pensando…
—Y como eso le conlleva tanto esfuerzo, pues…
—¡Malfoy! —interrumpió Harry mirándolo medio enfada-
do, aunque divertido en el fondo.
—¿Qué? —replicó este con mirada inocente. Sus amigos sol-
taron grandes carcajadas, que fueron secundadas por las de Draco y
Harry.

–|– 

Ya era muy de madrugada cuando todos se marcharon, de-


jando la casa terriblemente desordenada, y a un Harry y un Draco
mucho más que calientes por el alcohol y por los pequeños besos y
caricias clandestinas compartidas por no poder ir a su habitación a
hacer lo que realmente querían hacer.
Subieron las escaleras a trompicones, las túnicas fueron deja-
das en el primer piso, en medio de la sala, y las cazadoras y una de
las camisas, en el camino de las escaleras; para cuando llegaron a la
habitación, estaban ya con los pantalones abiertos, frotándose desca-
radamente, incapaces de soltarse siquiera un poco.
—Harry… —gimió Draco mientras el moreno comenzaba a
morderlo entre el cuello y el hombro.
—Mmm… sí, sigue diciéndolo.
—Harry… —repitió Draco mientras luchaba contra la cre-
mallera del pantalón de Harry—, quiero que te quites esto.
—Ahora eres tú el impaciente.
—Oh… —gimió Draco más fuerte cuando Harry bajó por
su pecho y mordió una de sus tetillas—. Necesito… —jadeó cuan-
do Harry mordió su otra tetilla.

359
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—Yo también —suspiró Harry arrodillándose completamen-


te en el piso. Draco le dio una mirada medio sorprendido mientras
las manos temblorosas de Harry terminaban de bajar el cierre de
sus pantalones, y con un solo impulso, ocupándose de que sus uñas
pasaran sobre la piel de sus caderas y piernas, jalaron los pantalones
y la ropa interior hasta el piso.
—Sí —replicó Draco cuando sintió el aliento caliente de Ha-
rry sobre su pene, cerró los ojos cuando esa lengua comenzó a aca-
riciar suave, casi imperceptiblemente la punta de su erección—.
Oh, sí.
—Draco… —susurró Harry, golpeando con su aliento la piel
húmeda de Draco, provocándole un estremecimiento de placer. Se
inclinó hacia delante, hundiendo su nariz en la mata de vellos ru-
bios que coronaban su erección, aspirando su aroma y repartiendo
suaves besos, antes de bajar un poco más, y de un solo bocado tra-
garse la erección de Draco lo más profundo que su boca le permitía.
Sujetó a la vez las caderas de Draco, deteniendo el impulso que éste
daba para hundirse más en él.
—¡Por Merlín! —gritó Draco, aprisionando con sus dedos
los cabellos de Harry, y empujándose contra esa caliente y húmeda
boca que lo absorbía, y apretaba en los lugares adecuados.
Harry gimió, con el miembro de Draco en la boca y causan-
do de esa manera, muchas más oleadas de placer a su novio. Una de
sus manos soltó las caderas de Draco y se dedicó a acariciar la base
de la erección del rubio, para luego bajar un poco más y acariciar los
testículos, apretándolos y soltándolos, rodeándolos y yendo más allá
aún, sobre la fruncida entrada.
Draco separó un poco más las piernas y cerró los ojos, gi-
miendo suavemente mientras esa boca y esa lengua lo llevaban poco
a poco a la locura, sintió uno de los dedos de Harry empujarse en

360
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

su interior, sólo un poco, lo suficiente para poder sentirlo pero no


tanto como para incomodarlo.
—Harry… para… por favor… —pidió entre jadeos.
—No parece que tú quieras que pare —respondió Harry
apartándose un poco de él.
—Quiero venirme contigo dentro —confesó con voz ronca
mientras lo levantaba, tratando de luchar contra su propia excita-
ción, y terminando de deshacerse de los pantalones y ropa interior
del chico; acarició un par de veces la erección de Harry, húmeda e
hinchada antes de apartarse lo suficiente para desprenderse de las
botas y las medias. A su lado Harry lo imitó, ambos sentados sobre
la cama, Harry besando suavemente su hombro mientras hacía vo-
lar finalmente las botas a un lado de la habitación.
—Ven —le pidió mientras Harry lo empujaba por la cama,
haciéndolo recular hasta el centro. Harry se arrodilló delante de él,
entre sus piernas abiertas, y lo besó nuevamente, sus manos acari-
ciando las piernas y caderas con lentitud.
—Mmm —Draco se arqueó suavemente mientras sentía las
manos de Harry sobre sus glúteos, un instante después el hechizo
lubricante lo hizo jadear y levantar las caderas nuevamente.
—Eres tan sexy —declaró Harry con voz agitada mientras le-
vantaba sus piernas y las apoyaba sobre su pecho, uno de sus dedos
comenzó a juguetear sobre la entrada, mientras sus labios comen-
zaban a dar suaves mordiscos a la pantorrilla.
—Harry… —gimió Draco apretando con sus manos las sá-
banas, y es que estaba tan ansioso, y todos esos juegos de Harry
comenzaban a desesperarlo—… por favor… dentro.
Harry soltó una pequeña carcajada, sus dedos se hundieron
más en el interior caliente y apretado de Draco.
—¡Ya! —reclamó Draco agitando sus caderas contra esos de-
dos.

361
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

Harry no respondió, simplemente dejó de besarlo y acariciar-


lo. Se acarició un par de veces más antes de dirigir su erección a la
entrada de Draco, frotándola contra ella por un par de veces, mien-
tras Draco se seguía arqueando y empujando.
Cuando Harry se empujó dentro de él, cerró los ojos con
fuerza, disfrutando de la sensación de tenerlo enterrado profunda-
mente, de ese momento en que sus sentidos se alocaban y sus ter-
minaciones nerviosas parecían cobrar más vida. Sintió los labios de
Harry nuevamente contra su pantorrilla, presionándose con fuerza,
y el aliento de Harry sobre su piel, enviándole muchas más sensa-
ciones de placer.
—Ah… sí —suspiró sonoramente.
—Te sientes tan bien —gimió Harry soltando finalmente sus
piernas y dejándose caer hacia delante.
—Tú… —fue interrumpido por los labios de Harry sobre
sus labios, pasó sus manos por el cuello de Harry, y lo pegó más a
su cuerpo, mientras lo sentía empezar a entrar y salir de él con len-
titud—. Te amo —le dijo cuando Harry se apartó, a pesar de la poca
luz del lugar podía distinguir perfectamente esos ojos verdes que lo
miraban brillantes y excitados.
—También yo —contestó Harry extendiendo uno de los bra-
zos de Draco hacia arriba, y recorriéndolo con suaves besos y lami-
das, encargándose de morderlo en la parte interna del codo, mien-
tras los gemidos de Draco iban aumentando más a cada instante.
Draco se agitaba contra él, disfrutando de los besos y mordi-
das que sólo Harry le sabía dar, disfrutando de lo mucho que cono-
cía su cuerpo, de cómo lograba estimularlo y sorprenderlo siempre.
Apretó una de sus manos sobre la espalda de Harry, bajando poco a
poco hasta llegar a una de las endurecidas nalgas, presionándola con
fuerza, clavándole las uñas allí, sintió el arqueo de Harry, junto con
el grito de placer.

362
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Oh, Merlín bendito, Draco —gruñó Harry levantándose


un poco más; la mano de Draco se afianzó sobre su nalga, presio-
nándola con fuerza. Harry incrementó su velocidad, impulsado por
la forma como Draco lo acariciaba, su mano llegando cada vez más
al centro.
—Sí… Harry… así —gimió entrecortadamente Draco mien-
tras Harry acertaba a su próstata en cada embestida, cada vez más
descontrolados. Se levantó un poco más mientras su mano seguía
entrando más profundamente entre las nalgas, acariciando la hendi-
dura.
Se maravilló al ver el rostro sonrojado de Harry, la forma
como se mordía el labio rojo e hinchado, tratando de acallar sus gri-
tos.
—¡Dios! —gimió, tirando la cabeza hacia atrás cuando sintió
un dedo empujarse apenas un poco en su interior, y deseó que pu-
diera entrar más aún, mucho más adentro.
—Oh… Harry —Draco se las ingenió para dejarse caer nue-
vamente en la cama, sin quitar su mano de la parte trasera de Harry,
y comenzar a acariciarse con fuerza, su mano resbalando sobre su
húmeda erección, mientras sentía todo el placer concentrándose en
un solo lugar.
—Draco… —Harry se empujaba entre esa caliente estrechez
y ese dedo en su interior, completamente descontrolado, el interior
de Draco apretándolo cada vez más hasta que no se pudo controlar,
y se empujó por última vez dentro de Draco, quedándose está vez
completamente quieto, mientras su miembro se estremecía y se va-
ciaba en el interior de Draco.
—Oh… Harry —gruñó Draco.
La sensación de Harry en su interior, llenándolo, lo hizo es-
tremecerse y disparar finalmente su orgasmo, arqueándose y llori-
queando.

363
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

Harry suspiró cansado mientras se dejaba caer sobre el cuer-


po húmedo de Draco, sintiendo en su piel aún la tibia esencia de su
novio.
—Eso ha sido… —empezó Draco luego de un rato, cuando
por fin había calmado su respiración.
—… genial —completó Harry dándole un beso en el pecho
antes de impulsarse con los brazos y levantarse.
—Sí… —suspiró Draco sintiendo el hechizo de limpieza so-
bre ambos antes de que los cobertores lo cubrieran. Se pegó más al
cuerpo tibio de Harry, y ambos se abrazaron, entrelazando las pier-
nas y brazos de una manera ya habitual.
Sabían que era bastante tarde, y que pronto amanecería, y
ambos estaban realmente cansados, sin embargo, Harry se obligó a
hablar.
—Aarón me propuso trabajar con él en su despacho, para se-
guir el impulso de las otras leyes.
—Ah… —Draco no se levantó, aunque el adormecimiento
lo abandonó.
—Pero le he dicho que no, prefiero no hacerlo, no me veo
como un oficinista, ¿sabes?
—No te imagino como uno, para serte honesto…
—Y tampoco cómo un político.
—Son un tanto aburridos —comentó Draco, escuchó una
pequeña carcajada de parte de Harry.
—Quiero… voy a comprar el local detrás de la fábrica, y
pondré la escuela.
—¿En serio? —preguntó Draco apartándose de Harry para
poder verlo a la cara.
Harry se giró un poco sobre la cama, de tal manera que am-
bos quedaron frente a frente y muy cerca.

364
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí, si es que aún está en venta, si no, entonces tendré que


buscar otro sitio, pero realmente me gustaba ese, estaba junto a la
fábrica y sería más fácil…
—¡Lo está! —exclamó Draco, no conteniéndose.
—¿Qué?
—En venta… bueno, casi, Gael y yo lo separamos y hemos
entretenido a los dueños para que no lo vendan todavía.
—¿Por qué?
—Porque estaba esperando a que te decidieras, sabía que lo
querrías tarde o temprano, pero estas últimas semanas has estado
demasiado ocupado como para hablarte sobre el tema…
—¿En serio sabías que lo compraría?
—Sabía que la idea aún seguía allí, y que ese sitio te había
gustado.
—Gracias —dijo inclinándose lo suficiente para darle un be-
so en los labios.
—¿Y pondrás también la agencia para ayudar en los casos que
los aurores no quieran tomar?
—No lo creo —suspiró Harry.
—¿Por qué no? Eso también te gustaba, y es una muy buena
idea… no te ofendas, pero con tu nombre, todos querrán tu ayuda.
—Ya, pero no me dará el tiempo.
—Será cuestión de que te organices un poco, eso es todo.
—Es que…
—¿Sí? —preguntó Draco arqueando una ceja.
—Aarón también me propuso ayudarlo en la consejería que
está abriendo.
—Oh…
—Pero, no lo veré más de lo estrictamente necesario, él tiene
trabajo en el Ministerio, y yo estaré ocupado en clases, y sólo ayu-
daré un poco, es más, ni siquiera nos veremos si es que…

365
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

—Harry —interrumpió Draco—, no tienes que decirme to-


das esas cosas.
—Es que yo realmente quiero hacerlo, y no quiero que…
—No lo haré —interrumpió Draco nuevamente—, si quisie-
ras trabajar con Aarón todo el día, o sólo en la consejería, no me
molestaría, y tampoco desconfiaría, ya te lo prometí, sé que nunca
harías nada malo, y que Aarón no significa nada para ti.
—¿Lo dices en serio?
—Ajá.
—Gracias —se inclinó y le dio un beso más antes de dejarse
caer completamente de espaldas—. Te amo.
—Y yo a ti, pero ahora necesitamos dormir, pronto amanece-
rá… —Draco bostezó suavemente y se volvió a abrazar a Harry.
—Duerme bien.
—Y tú.

–|– 

La historia de Stan:

—Yesterday you told me ‘bout the blue, blue sky…

Tarareaba suavemente, mientras avanzaba por la oscura y


húmeda calle, aliviado de que al fin hubiera dejado de llover, no
que no le gustara mucho la lluvia, a decir verdad la disfrutaba, pero
sólo cuando estaba en casa, junto a su chimenea, y la podía ver caer
a través de su ventana. La lluvia siempre lo ponía nostálgico, le re-
cordaba tiempos mejores, tiempos en que había sido otra persona.

—… and all that I can see is just a yellow lemon tree…

366
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Dobló por la ancha avenida, en un susurro continuaba tara-


reando, había escuchado esa canción durante su descanso en la esta-
ción de trenes donde trabajaba, sus compañeros la cantaban alegre-
mente, y tuvo que reconocer que a él también le había gustado,
aunque no había hecho ningún comentario al respecto. Si había
aprendido algo era a tener la boca cerrada el mayor tiempo posible,
eso lo alejaría de los problemas.

—I'm turning my head up and down…

También, tenía que reconocerlo, se había vuelto ligeramente


paranoico. ¿Quién no lo estaría después de todo? Estaba seguro que
hasta el mismo valiente Harry Potter debía serlo; había demasiadas
cosas que había visto y tenido que hacer como para no serlo. Trató
de convencerse de que ese presentimiento que tenía, se trataba de
esa paranoia que acudía a él algunas veces, cada vez con menos fre-
cuencia, pero que no lo había abandonado del todo… que quizá
nunca lo dejaría.

—I'm turning, turning, turning, turning, turning around… 5

Avanzó la última calle que lo separaba de su casa, con una


opresión en el pecho, detuvo su tarareo y giró en ambas direccio-
nes, definitivamente esa noche estaba más asustado que de costum-
bre, la sensación de ser seguido, de pasos, de voces… todo era más
intenso.
Casi corrió hasta llegar a la puerta de su pequeña casa, una
muy simple, de un solo piso, sin jardín, no tenía ánimos para cuidar
de uno, apenas podía cuidar de él.

5
La canción que tararea Stan es: Yellow Lemon Tree, de Fool’s Garden.

367
LIBRO IV|La Fábrica de Pociones
[8] La proclamación de una ley

No fue hasta que cerró la puerta y se apoyó sobre ella, que


soltó un suspiro de alivio, todo estaba a oscuras, pero eso no le daba
miedo, había hecho de aquella casa su pequeño mundo protegido, y
estar en ella le hacía olvidar ese pánico que algunas veces lo obligaba
a girar en ambas direcciones y correr asustado.
Pero se había equivocado.
Lo supo en el instante en que notó el pequeño ruido a su de-
recha. Volteó lentamente, en su mente repitiéndose una y otra vez:
No es cierto, solo es una alucinación, como las veces anteriores.
Pero no lo era.
El golpe en el rostro lo convenció de que no era una alucina-
ción, no era sólo el pánico hacia los vengadores invisibles. Los ven-
gadores se habían hecho visibles y estaban allí por esa razón, por
obtener venganza.
Escuchó los insultos, aquellos que reclamaban el haber pasa-
do la información al Ministerio, haber cambiado su libertad por la
de otros mortífagos. No pudo siquiera intentar defenderse, su varita
estaba oculta en su recámara, no la había usado desde hacía mucho
tiempo. La visión le comenzó a fallar, todo se volvía oscuro y más
oscuro.
Inconciencia… debería llegar en cualquier momento, apartar
todo dolor. Acabar con todo, con los miedos, con el terror y el páni-
co. Lo habían encontrado. En el fondo él había sabido que así sería,
que tarde o temprano sería encontrado y ajusticiado.
«Oh, que bella vida que tuviste, Stan 6», se dijo con sarcasmo
mientras un dolor agudo le perforaba el cráneo, «de cobrador de au-
6
Stanley Shunpike: Era el revisor del Autobús Noctámbulo. En septiembre de 1996, es descu-
bierto por el Ministerio de Magia hablando de planes sobre los mortífagos, y llevado a Azkaban
(Harry Potter y el príncipe mestizo). Los mortífagos le liberan durante una fuga en masa y le echan la
maldición imperius para las tareas sucias (Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Cap-4). Se asume
que fue “hechizado” para que colaborara, pero no se sabe a ciencia cierta. Se sabe que sí fue inti-
midado por los mortífagos, quienes le ofrecieron la libertad luego de haber pasado un tiempo en
Azkaban injustamente.

368
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tobús a delator y prisionero, a mortífago y luego a traidor…» Escu-


chó claramente el sonido de un hueso rompiéndose mientras un
dolor presionaba su pecho con cada inspiración. Extrañamente su
mente seguía endemoniadamente lúcida. ¡Cuánto hubiera dado por
la inconciencia!. «Y ahora, tantos años después, finalmente asesina-
do, acabado y apaleado como un vulgar animal».
Sintió su cuerpo cayendo, hundiéndose en un terrible vacío,
imposible de detenerse. Los gritos y ruidos se hicieron más lejanos,
incluso el dolor se fue alejando poco a poco, hasta que todo se vol-
vió negro…

369
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

1
Libertades y uniones

“Observa todo lo blanco que hay en tu entorno, pero recuerda todo lo negro
que existe.”
Lao-Tsé

20 de julio de 2004. Siete meses después…

-M
uy bien, Banks, mantenlo… concéntrate —
indicó Harry casi en un susurro mientras el
chico mantenía la varita en alto, con el ceño
fruncido, síntoma del gran esfuerzo que estaba haciendo.
La luz plateada iluminaba el salón, casi tomando la forma de
un gato.
—¡Diablos! —masculló el chico, dejando caer la varita fi-
nalmente.
—¡Muy bien! Estuvo muy bien —alabó Harry, el resto de la
clase empezó a murmurar suavemente—. Todos lo hicieron muy
bien.
—Pero aún no logro que salga —se quejó Banks mientras
agitaba el brazo, como si lo tuviera entumecido.
—Para la primera clase estuvo bastante bien —le tranquilizó
Harry, dándole una palmada en el brazo.

373
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Miró hacia el resto de la clase, de pie, en diferentes puntos,


todos lucían agotados.
—Es hora del chocolate —informó haciendo levitar una
bandeja con trozos de chocolates—; todos coman uno, les hará bien
para recuperar energías.
Se escucharon los repetitivos «gracias» mientras Harry con-
sultaba su reloj.
—Ahora, no se olviden de practicar los encantamientos de
defensa para el jueves, haremos una pequeña prueba.
—¿Haremos un duelo? —preguntó Janeth Garner, levantan-
do la mano.
—No, duelos aún no —negó Harry con la cabeza y una pe-
queña sonrisa—; aún no es tiempo de eso, primero veremos qué tal
están sus defensas mágicas.
—Ah… pero nosotros ya podemos hacer duelos —replicó
Kwesi, un chico bastante aplicado aunque un tanto pretencioso, casi
no hablaba con ninguno de sus compañeros.
—Y no lo dudo, pero seguiremos con las prácticas primero
—respondió Harry mientras hacía desaparecer la bandeja llena de
chocolate—; y ahora a casa, que ya es hora —señaló al reloj de pa-
red que marcaba ya las siete de la noche.
Un revuelo de mochilas, túnicas y gente saliendo despidién-
dose con un «Hasta el jueves» llenó el salón, era la segunda clase
que tenía ese día. La Escuela de Defensa, la cual había iniciado no
tan seguro, estaba funcionando realmente bien, tenía dos clases dia-
rias, durante cinco días a la semana, suficiente para pagar las cuentas
y para darle tiempo además de ayudar en la Consejería que había
instalado Aarón a un lado, y sobre todo, para pasar tiempo con Dra-
co y con Teddy, aunque separados, puesto que Andrómeda, aunque
le había dicho lo feliz que estaba de que hubieran salido con bien de
la audiencia, aún no permitía que Draco la visitara a ella o a Teddy.

374
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

Recogió con unos cuantos hechizos los libros que sus alum-
nos habían dejado tirados en el piso. Ese salón, al igual que las otras
dos aulas, estaba repleto de estantes para libros. Libros que habían
costado una pequeña fortuna, comprados más que nada por consejo
y presión de Hermione, pero que Harry debía reconocer, eran bas-
tante útiles, sobre todo al momento de la publicidad para que los
chicos se inscribieran.
Durante aquella clase había empezado a enseñarles el patro-
nus, aunque no lo había disfrutado tanto como hubiera deseado,
puesto que su mente estaba en otro lado, precisamente en Draco.
Esa tarde tenía su última comprobación de varita, es decir, la última
visita obligatoria al Ministerio y, a menos que encontrasen algo ma-
lo, Draco quedaría finalmente libre de su condena.
Harry había estado medio enfadado durante los días anterio-
res, porque Draco le había prohibido expresamente acompañarlo o
aparecer por allí, decía que su presencia al fin podría simplemente
empeorar las cosas, refregarles en la cara a los aurores con quién es-
taba y que tal vez, conociendo lo intransigentes que eran, eso logra-
ría que lo demoraran más o que incluso encontraran la forma de
negarle la finalización de su condena. (Los aurores estaban en capa-
cidad de decir que no creían que Draco estuviera actuando correc-
tamente, y pedir un juicio para ampliar el tiempo de vigilancia).
El sonido de la puerta abriéndose nuevamente lo hizo sobre-
saltar, y cuando se giró, el objeto de sus pensamientos estaba en la
puerta, apoyado sobre el marco, con una media sonrisa.
—¡Draco! —casi gritó Harry avanzando hacia él.
—Vaya, profesor —murmuró Draco entrando al aula y ce-
rrando la puerta—, me pregunto si me podría dar algunas leccio-
nes… privadas —le dijo cuando se encontraron en medio del salón,
pasando sus manos sobre las caderas de Harry.

375
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Oh, ya para —se quejó Harry. Desde que había iniciado


con las clases, Draco siempre lo molestaba de aquella manera—.
Mejor cuéntame que pasó, ¿qué te dijeron? ¿Por qué tardaste tanto?
Draco suspiró profundamente.
—Tardé porque los aurores, todos ellos, son unos cabeza
hueca que no hacen más que buscar con qué molestar.
—Esos idiotas —masculló Harry, pegándose más al cuerpo
de Draco—. ¿Te estuvieron molestando?
—No más de lo usual.
—Oh… —Harry enterró su cabeza en el hombro de Draco y
negó suavemente con la cabeza—. No tienen nada contra ti, ni por-
qué ponerte trabas, los cinco años que te impusieron han termina-
do, no tienen derecho a obligarte a volver. Hermione ha dicho que
si te ponen objeciones, ella misma puede…
Draco soltó una pequeña carcajada, interrumpiendo la decla-
ración de Harry.
—Harry —empezó a explicar ante la mirada de asombro de
Harry, que se había desprendido de él rápidamente—, ¿en serio
crees que si me hubieran hecho problemas o dicho que tendría que
volver, estaría aquí tan tranquilo y contento?
—Entonces no…
—Claro que no.
—¿Y ya no tendrás que…?
—Nop, no más —le respondió con una sonrisa antes de dar-
le un beso en los labios. Se sentía contento y aliviado, aún recorda-
ba la tarde aquella en la que había firmado ese compromiso, y en la
que le habían informado que tendría que ir mensualmente durante
cinco años a que revisaran su varita; en ese entonces le había pare-
cido demasiado tiempo, una vida entera. Y, sí, parecía como si hu-
biera pasado toda una vida desde entonces, pero al fin estaba libre,
no más visitas al Ministerio, no más cargar el estúpido compromiso

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

con la enorme y cada vez más larga lista de hechizos que no podía
realizar. Sabía que no se podía comparar a haber estado encerrado y
luego dejado en libertad, sin embargo, de todas maneras, no dejaba
de sentirse así, como si al fin lo hubieran dejado libre. En paz.
—Tonto —protestó Harry apartándose de él—, eso me hu-
bieras dicho cuado llegaste.
—Pero no lo preguntaste.
—Sí lo hice.
—No, no lo hiciste.
—Sabes que sí —se entercó Harry—, pero no importa, va-
mos a casa, tengo algo para ti.
—¿A casa? —preguntó Draco mientras empezaba a repartir
pequeños besos en el cuello de Harry y lo jalaba por las caderas—.
Pero aquí se está muy bien… ¿recuerdas?
—Ja —soltó Harry—. ¿Cómo olvidarlo? —dijo recordando
unas noches antes, cuando luego de clases, Draco había ido a bus-
carlo y habían terminado haciéndolo sobre el escritorio de Harry.
—Entonces….
—Entonces —suspiró Harry alejando con pesar a Draco—,
tengo algo listo para ti, y si no vamos ahora se echará a perder, y no
quiero que eso suceda…
—Siempre lo he dicho, eres un arruina momentos.
—No, cariño —replicó Harry—, sólo busco el mejor mo-
mento.
—De acuerdo —suspiró Draco mientras Harry tomaba de su
mano y caminaban juntos hacia la salida.
Grimmauld Place estaba a oscuras, desde que el Centro de
Consejería había por fin abierto, varios meses atrás, su casa había
dejado de ser el centro de visitas de todo el mundo, y ya solamente
iban Ron y Hermione, y Gael y Mikel, ocasionalmente, aunque pa-
ra el cumpleaños de Harry, Draco estaba planeando, junto con

377
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Hermione —y sí, ni él se creía que estuviera junto a ella planifican-


do cosas— una fiesta sorpresa, donde esperaban que fueran todos
sus amigos.
Harry lo jaló hasta la cocina, donde ya unas velas estaban en-
cendidas y la mesa larga había sido reemplazada por una pequeña
mesa redonda; sobre ella descansaba una gran botella de vino y un
par de platos cubiertos.
—Harry… —exclamó Draco sorprendido mientras se senta-
ba en el lugar que Harry le indicaba—, ¿cocinaste?
—¿Bromeas? No quería que nos envenenemos —contestó
mientras agitaba la varita y varias bandejas volaban desde un lado de
la habitación hasta la mesa—. Hermione me ayudó.
—Vaya, eso es un alivio —suspiró Draco mientras extendía
su copa para que Harry la llenara con vino—. ¿Pero qué pasaba si es
que sucedía algo malo y no me dejaban terminar con la libertad vi-
gilada?
—Sabía que eso no pasaría —explicó Harry con una mueca
engreída—. No puedes negar que tu popularidad ha crecido, no se
hubieran podido poner demasiado pesados con eso, hubieran teni-
do problemas.
—Bueno, eso es cierto…
—Salud entonces —brindó Harry levantando la copa—,
porque eso ya terminó, y porque finalmente te libraste de todo ves-
tigio de esa guerra.
—Al fin —suspiró Draco, sabiendo que Harry tenía razón, lo
único que no le permitía olvidar que había estado en medio de una
guerra, que había participado para el bando del mal era esa estúpida
visita mensual que tenía que realizar, y ahora se había acabado—.
Salud.

–|– 

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

Hermione soltó un pequeño grito de alegría:


—¡Sí se puede!
Ron, que estaba tendido sobre la alfombra, leyendo los últi-
mos informes contables que había mandado George desde Ruma-
nia, dio un respingo y miró a la chica con el ceño fruncido.
—¿Qué es lo que pasa? ¿Qué se puede?
—Oh, Ron… ¡se puede! —repitió ella marcando la página
del enorme libro que estaba leyendo, y dejándolo sobre el sofá antes
de ponerse en pie.
—Oye, espera, ¿a dónde vas? —preguntó Ron extrañado po-
niéndose de pie también.
—A ver a Harry, necesito decirle que…
—No, ni de broma, ¿se te olvida acaso?
Hermione ladeó la cabeza y le dio una mirada interrogante
durante un segundo, antes de recordar.
—Ah… la cena de celebración.
—¡Exacto! Tú misma la planeaste, ¿acaso lo has olvidado?
—No… sí, pero no me acordaba… —Hermione se mordió
el labio inferior y luego negó con la cabeza, regresando nuevamente
al sofá. Ron la siguió y levantó el enorme libro que estaba leyendo:
“Ritos del Mundo Mágico: Los verdaderos, los falsos, los que
funcionan y los que no. Los Juramentos y los Enlaces de Magia
Eternos”
—¿Enlaces? —preguntó Ron extrañado—. Pensé que ya ha-
bíamos decidido qué rito íbamos a usar.
Hermione sonrió suavemente, Ron le había propuesto ma-
trimonio seis meses antes, y todo estaba listo para que se casaran en
poco más de una semana, sin embargo no era eso lo que buscaba
allí, pero tampoco se lo podía mencionar a Ron, aún no, porque
había hecho una promesa.

379
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No es eso…
—¿Entonces?
—No te lo puedo decir.
—¿Aún no nos casamos y ya empezamos con los secretos? —
preguntó ofendido Ron, sentándose a la par de su prometida y de-
jando el libro a un lado.
—No seas tan dramático, te lo diré, en el momento que sea
correcto, prometí a alguien no mencionarlo.
Ron frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—Sólo hay alguien a quien le harías esa promesa, y este título
no me da buena espina.
—Ron…
—Espero que Harry no esté planeando otra de sus locuras —
replicó Ron, antes de jalarla y darle un beso en los labios, aunque
no preguntó más por el asunto, seguramente Harry se lo menciona-
ría en algún momento.

–|– 

Londres, 31 de julio de 2004

El sonido de la música era bastante alto, Harry agradecía que


a Mikel se le hubiera ocurrido poner hechizos silenciadores alrede-
dor de la casa para de esa manera, evitar que los vecinos se quejaran
por la algazara, aunque eso no lo había sabido hasta después de ha-
ber sido sorprendido por una gran cantidad de amigos suyos; tenía
que reconocer que estaba impresionado por todo lo que habían he-
cho, por todo lo que habían planeado, puesto que ese sábado, el día
de su cumpleaños, cuando se había levantado en la mañana, no ha-
bía pensado que lo esperaba una fiesta de tales dimensiones.

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

Luego del ya acostumbrado saludo de Draco de medianoche,


se había despertado temprano, Andrómeda le había dicho que fuera
a casa a desayunar, y había pasado la mañana con Teddy y ella, rien-
do y divirtiéndose bastante; para cuando llegó la tarde, los señores
Weasley le habían pedido que fuera a almorzar con ellos, tenía que
reconocer que allí también la pasó muy bien, bromeando con
George y con Bill, y jugando con Victoire; al atardecer Draco lo ha-
bía ido a buscar en el auto, cosa que de por sí ya le había parecido
extraña, puesto que aunque Draco sabía manejar muy bien, no era
algo que le gustara hacer en demasía; lo había llevado hasta Lon-
dres, y le había invitado a una copa, anunciándole que tenía su rega-
lo de cumpleaños, un regalo más en casa, además de aquel pase que
lo acreditaba para entrar a cada uno de los partidos de la temporada
de quidditch que ya iniciaba, y que tendría que esperar sólo un po-
co más para recibirlo.
Harry, que había visto a Ron y Hermione en la tarde, ya ima-
ginaba que se podría tratar de una pequeña reunión sorpresa, o in-
cluso de algo más intimo, algo que incluía a Draco y a él únicamen-
te; por eso su sorpresa había sido tan grande cuando, cerca de las
ocho de la noche, Draco lo había dirigido finalmente a casa, en
donde se habían congregado muchos de sus amigos, amigos de la
escuela, por ejemplo, que no había visto en años, o de la Academia,
los cuales no tenía idea de cómo habían hecho para reunirse allí,
considerando lo complicado que eran sus horarios.
En cuanto había entrado a casa, las luces se habían encendi-
do, dejando ver carteles de colores deseándole feliz cumpleaños,
pequeñas luces mágicas sobrevolando el salón y dándole a todo al-
rededor un aire bastante mágico, y un enorme pastel con veinticua-
tro velas que parecían fuegos artificiales volando hacia él.
Se había pasado toda la noche bailando con Draco, con
Hermione y con Luna, además de con una embarazada Angelina,

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

riendo y brindando con algunos de sus compañeros de la Academia;


recordando momentos del colegio con Dean, Seamus y Neville,
poniéndose al tanto de los chismes de sus demás compañeros de
clases gracias a Lavender Brown, Parvati y Padma Patil.
Mientras que Draco estaba siempre a su lado, él estaba admi-
rado de la forma como todos ellos —a la mayoría no los había visto
en mucho tiempo, menos aún después del ataque de la MACH y su
posterior declaración de homosexualidad— aceptaran que él seguía
siendo el mismo de siempre, e incluso se mostraran atentos con
Draco; admitiéndolo como su pareja.
Y así, mientras la música, escogida por Ron, seguía sonando
muy fuerte, él y Draco se habían escabullido finalmente hasta el es-
tudio del primer piso, demasiado calientes y deseosos como para
llegar a la habitación, considerando además que sería más difícil
subir las escaleras sin ser vistos.
Los besos habían iniciado incontinenti después de que la
puerta se cerrara, ni siquiera se preocuparon por asegurarla o blo-
quearla, mientras sus manos se encargaban de quitar lo indispensa-
ble de ropa para poder saciar en algo el deseo que los había invadi-
do.
Harry fue arrojado contra la mesa larga que usaban algunas
veces para estudiar, mientras Draco se encargaba de bajarle los pan-
talones por completo y se pegaba a él, ya sin nada de ropa que impi-
diera que su caliente erección se refregara entre sus nalgas.
—Draco —gimió Harry sujetándose con una mano del bor-
de de la mesa y elevando más las caderas, agitándose contra la ca-
liente piel de Draco, y exigiendo de manera silenciosa que se apre-
surara.
—Te ves demasiado caliente y sexy hoy —susurró Draco so-
bre su oído antes de darle una larga lamida en el cuello, logrando

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

que Harry se arqueara más contra él—; toda la noche te he estado


observando… deseando poder secuestrarte para…
—¡Dios! Por favor… —gimoteó Harry empujando sus cade-
ras un poco más hacia atrás y colando una mano entre el escritorio y
su cuerpo, logrando alcanzar al fin su erección, presionándola con
fuerza y tratando de controlar su respiración y su deseo de acariciar-
se.
—Harry… mi Harry —suspiró Draco—. Esto es lo que
quieres… ¿no es así? —preguntó mientras se empujaba un poco
dentro de él.
—Sí… Oh, demonios, sí —gritó Harry un poco más fuerte,
empujándose contra él y empezando a acariciarse.
—Sí —replicó Draco empujándose dentro de él por comple-
to y de una sola estocada, sintiendo el cuerpo de Harry estremecer-
se, y su erección ser succionada por aquel caliente y estrecho pasaje.
—Draco… Oh… Draco —continuó gimoteando Harry
cuando Draco empezó a moverse contra él con rapidez y fuerza; al-
gunas veces, cuando salían de fiesta y el ambiente se ponía demasia-
do acalorado para ambos, acostumbraban escaparse hacia los cuartos
oscuros de las discotecas, donde se desfogaban de manera ansiosa y
veloz, y ésta vez, pese a no estar en una discoteca, no habían podido
resistir la tentación de escaparse también, luego de haber estado co-
queteando entre ellos durante mucho rato.
Draco lo presionó con más fuerza de las caderas, irguiéndose
completamente y acelerando el ritmo aún más, Harry sabía que eso
era porque estaba ya demasiado cerca del final, al igual que él.
—Ah… Harry… estás tan caliente —gimió Draco con fuer-
za, mientras el interior de Harry lo apresaba cada vez más, no nece-
sitaba que le avisase que estaba a punto de correrse, lo conocía de-
masiado bien como para saberlo; sus dedos se hundieron con más

383
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

fuerza en la blanca y caliente piel de las nalgas, dejando marcas,


mientras sentía cómo todo el placer estallaba dentro de él.
—¡Draco! —gritó Harry con fuerza arqueándose de manera
imposible mientras su semilla era expulsada hacia la mesa y el piso,
y él se dejaba caer por completo contra el tablero, sintiendo su ca-
miseta sudada y húmeda contra su piel.
—Dioses —rio Draco dejándose caer sobre él—. ¡Feliz cum-
pleaños!
Harry rio también, aún sintiendo los últimos espasmos del
orgasmo y el reconfortante peso de Draco sobre él, deseando que
todos sus cumpleaños pudieran ser así de maravillosos.
—Creo que en algún momento notaran que nos ausentamos
—comentó luego de un instante más, cuando su respiración se ha-
bía acompasado lo suficiente como para dejarle hablar.
—Lo sé… —suspiró Draco dándole un par de besos en el
cuello antes de separarse de él, girándolo para encararlo.
—Esto me recuerda a nuestra primera vez —dijo Harry pe-
gándose a él y dándole un beso en los labios antes de señalar hacia
el piso, hacia sus pantalones atascados en los tobillos y recordando
cuando en Hogwarts, muchos años atrás, habían hecho el amor por
primera vez contra el escritorio de Draco, demasiado ansiosos como
para quitarse la ropa por completo o llegar a la cama.
Draco soltó otra carcajada más y negó con la cabeza mientras
buscaba la varita para lanzar un hechizo de limpieza sobre ambos.
—Falta Alba para que la escena esté completa.
—Oh… pobre, no creo que pueda resistir eso nuevamente.
Draco agitó la varita, y pronto sus cuerpos y sus ropas estu-
vieron completamente limpios, y entonces comenzaron a vestirse a
prisa.

384
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

—Pero yo sí puedo —replicó Draco tomándolo de la barbilla


y dándole un demandante beso en los labios—, espera a que los
demás se vayan para que veas.
Harry se mordió el labio divertido antes de tomarlo de la
mano y jalarlo hacia la salida.
—Me encanta cuando haces esas promesas.
—¿En serio? —preguntó Draco, ambos ya saliendo de la ha-
bitación y viendo a Mikel y Gael, que se acercaban hacia ellos, am-
bos parecían muy divertidos, y Draco estaba seguro de que Gael ha-
ría alguna de sus acostumbradas bromas respecto a su ausencia.
—Sí… porque siempre las terminas cumpliendo —se apre-
suró a contestar Harry divertido.
—Oh, sí, dalo por hecho —aseguró Draco con una sonrisa.

–|– 

Inglaterra, 7 de agosto del 2004

—Tony, si no voy, mis padres se van a enojar, al igual que mis


hermanos.
—Pero Potter estará allí, ¿no es así? —replicó Tony de pie a
un lado del sillón donde Ginny seguía sentada, de brazos y piernas
cruzadas, con la mirada enfadada.
—Es el padrino, ¿qué esperabas?
—Y sin contar toda la sarta de homosexuales que pulularán
por allí.
—El Wizengamot ha prohibido la discriminación, no puedo
hacer nada contra ellos, ni pedir que los boten.
—Esos estúpidos —rumió Tony—. Y no, no irás de ninguna
manera.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No eres mi dueño, ni te estoy pidiendo permiso —


contradijo Ginny poniéndose en pie, lucía un vestido de gala color
marfil, y el cabello recogido en un moño con algunos mechones
sueltos. Tony la tomó de un brazo en el momento en que pensaba
avanzar hacia la salida.
—Te he dicho que no, que nadie debe verte, ¿eres tan tonta
que no te das cuenta?
—¡Déjame! —gritó Ginny tratando de soltarse.
—Potter y todos, todos sus amiguitos estarán allí, incluyendo
a ese que secuestraron, y tal vez Noah, ¿te has puesto a pensar lo
que pasaría si alguno te reconociera? Te vincularían inmediatamen-
te conmigo.
—Ninguno de ellos me conoce, y Noah no ha aparecido por
ningún lado desde que escapó, no hay forma de que aparezca allí.
—He dicho que no. De todas formas, ya mandé una lechuza
a tu madre diciéndole que tuviste que hacer un viaje inesperado y
que no podrás asistir.
—¿Qué hiciste qué? ¿Con qué derecho…? —no terminó de
preguntar, puesto que Tony la empujó con fuerza de vuelta al sillón.
—No empecemos está discusión nuevamente, es tu culpa
por matar a la chica esa, cuando dije que no mataran a nadie, por
dejar que Noah escapara, no creas que no sé que seguramente ayu-
daste a tu ex amante a hacerlo, y no sé qué tan bien hicieron el he-
chizo de memoria de ese otro que secuestramos, ahora que conozco
los métodos de tu ex, seguramente que ni le borraron la memoria
correctamente.
—¡Sí lo hicimos! Y es la boda de mi hermano, yo quiero ir.
—Tu hermano y tu familia apoyan a los homosexuales, ¿có-
mo es posible que aún los quieras ver?
—Es diferente porque…

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

—Porque se trata de tu querido héroe, pero no irás y punto.


—Tony la estrujó más contra el sillón, con sus manos presionándo-
le los brazos y marcándole la piel—. Deberías estar aquí, ayudando
a encontrar la manera de reflotar esto, no de irte de fiesta.
—Yo no tengo la culpa de que el padre de Noah te quitara el
apoyo —bufó ella, sintiendo las lágrimas escapando de sus ojos.
—Ya te dije cuáles son tus culpas, y ahora quítate ese tonto
vestido y ve a ayudar a las enfermeras del primer piso, que estamos
faltos de personal.
—¡No quiero!
—No hagas que te lo pida de otra manera —amenazó Tony
levantando el puño. Ginny jadeó y se encogió un poco más en su
sitio, Tony elevó un poco más el puño, con la mirada amenazante.
—De… de acuerdo —aceptó aún llorando.

–|– 

Draco no quería ir, no quería estar allí, sabía que Ron y


Hermione habían impuesto su autoridad de protagonistas de ese día
para invitarlo, pero no se sentía cómodo ante la idea de estar en un
mismo lugar con todos los Weasley, que, pese a haber empezado a
tratar a Harry nuevamente e incluso invitarlo a cenar o almorzar, se
rehusaban a siquiera escuchar su nombre; o a Andrómeda, que le
había dicho a Harry que preferiría que Draco aún no conociera a
Teddy. Y aunque era cierto que sus propios amigos; Gael, Mikel,
Lucka, Ethan, Giles, Matías, e incluso Boris asistirían, él no dejaba
de sentirse de alguna manera intimidado.
—No tienes que sentirte así —murmuró Harry desde el otro
lado de la habitación, ambos lucían sus túnicas de gala y estaban casi
listos para irse.
—¿Cómo puedes saber cómo me siento?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Cómo puedo no saberlo? —repreguntó Harry avanzando


hacia él—. Te conozco, y si no te sientes cómodo, pues…
—Puedes ir solo.
—No, no quiero, eres mi pareja, no es correcto que no va-
yamos juntos.
—No soy una pareja para exhibir —protestó Draco cruzán-
dose de brazos.
—Sabes que no me refería a eso, y no lograrás pelear conmi-
go para convencerme de ir solo.
—Yo no… —intentó mentir, aunque ese había sido su plan
original.
—Sí, Draco, tú sí —replicó Harry—. Y Ron y Hermione te
han invitado, muchos de nuestros amigos estarán allí, no te estás
imponiendo.
—Ya…
—Anda, si vamos en este momento, te prometo no sacarte a
bailar.
—¡No te atreverías! —protestó Draco antes de darse la vuelta
y mirar su reflejo por última vez en el espejo.
—No me quieras probar, anda vamos, que ya es tarde, y aún
tengo que ver a Ron y proponerle escapar si no está seguro.
Draco soltó una carcajada nerviosa, la noche anterior, en la
fiesta de despedida del pelirrojo (donde él tampoco había imagina-
do estar jamás en la vida, y menos divertirse tanto) Harry había es-
tado bromeando con eso por mucho rato, a lo que Ron había dicho
que de todas maneras, y por si las dudas, tuviera listo el dragón para
salir volando.
—De acuerdo, vamos —suspiró finalmente.
—Y otra cosa, Draco —dijo Harry deteniéndose delante de la
chimenea antes de pasar al otro lado—, soy yo él que está orgulloso

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

de ir contigo, de estar contigo —le dio un beso en los labios y avan-


zó a la red flú dejando a Draco abrumado por aquella declaración.

–|– 

Draco cayó al otro lado de la chimenea, nunca había conoci-


do la Madriguera por dentro, aunque había oído hablar mucho de
ella durante todo el tiempo que llevaba ya con Harry, y lo había ido
a buscar un par de veces en auto, así que mientras Harry volvía a
tomar su mano, se entretuvo mirando todo alrededor, las fotografías
sobre las paredes, donde aparecían todos los pelirrojos, incluso
Fred, el que había muerto durante la guerra; se detuvo al mirar con
interés la fotografía de Ginny, con su uniforme de quidditch y su
cabello rojo suelto. Llevaba tiempo sin saber de ella, y por lo que
había escuchado de Ron y Hermione, tampoco ellos sabían mucho.
Por alguna razón la chica se había alejado de la familia, escribía de
vez en cuando, pero casi ya ni los visitaba ni dejaba que la visitaran.
Siempre le había parecido muy raro, pero nunca había querido
ahondar más en el tema. Aún recordaba todas la veces que durante
el último año, la chica, junto a su grupito, lo habían molestado y
atacado.
—Harry —dijo una voz desde el otro lado del salón, ambos
voltearon para ver a la que Draco sabía era la señora Weasley, que
lucía una muy linda túnica de gala color marfil, Draco instintiva-
mente se tensó mientras Harry y él avanzaban hacia ella.
—Buenas tardes señora Weasley —saludó Harry recibiendo
un abrazo «rompe costillas» de la mujer.
—Hola querido, qué bien que llegaste, Ron está imposible…
sería buena idea que subieras a verlo.
—Claro… ¿recuerda a Draco? —Harry se sentía algo insegu-
ro, todos sabían que Draco estaría allí, y esperaba que se comporta-

389
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

ran adecuadamente, aunque claro, no había compartido sus temores


con su pareja, no necesitaba alterarlo más.
La señora Weasley frunció los labios suavemente, y le dio una
mirada a Draco, que sonrió de lado y extendió la mano para saludar
a la mujer.
—Por supuesto —respondió la mujer extendiendo la mano y
saludándolo con educación.
—Buenas tardes.
La señora Weasley le dio una mirada más a Harry, y luego
otra a Draco antes de suspirar profundamente, como resignada.
—Me alegra que hayan podido venir. Tus amigos, Draco, ya
están en el jardín, por si deseas ir a verlos.
Harry y Draco se dieron una pequeña mirada antes de que
Draco asintiera suavemente.
—Por supuesto. Harry, ve con Ron, yo estaré afuera, con los
demás.
—¿Seguro que estarás bien?
—No te preocupes, Harry, no le haremos nada —se quejó la
señora Weasley mientras jalaba de un brazo a Harry para guiarlo ha-
cia las escaleras—. Por favor, encárgate de que Ron baje pronto, es-
tamos demasiado atareados, sobre todo con la ausencia de Ginny…
—comentó la mujer mientras llegaban casi al pie de las escaleras.
—¿No vino? —preguntó Harry un tanto preocupado, recor-
dando que no veía a la chica hacía mucho tiempo.
—Tuvo que viajar… está trabajando para una empresa de
publicidad… o algo así —la mujer suspiró y negó con la cabeza, pa-
recía de pronto abatida.
—Oh… pues —Harry no sabía qué decir ante aquello.
—Pero no importa, le mandó una tarjeta a Ron, y estoy segu-
ra que cuando vuelva se encontrará con ellos y les dará sus felicita-
ciones en persona… eran tan unidos en la escuela, después de todo.

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

Harry ladeó el rostro y la miró extrañado, recordando que


efectivamente, en la escuela ellos tres habían sido muy unidos, to-
dos lo habían sido hasta antes de que ellos rompieran.
La señora Weasley le sonrió de manera amable y le dio una
palmada en el hombro.
—Ron está en la habitación que ustedes antes compartían…
trata de calmarlo un poco.
—De acuerdo —aceptó mirando por última vez a Draco, que
sonrió rígidamente, antes de empezar a subir las escaleras.
—Yo… iré a ver a los demás —informó Draco mientras se
giraba a todos lados, tratando de buscar la puerta que diera hacia el
jardín, donde la ceremonia se llevaría a cabo.
La señora Weasley se quedó observándolo en silencio por un
momento más, mientras Harry desaparecía por las escaleras, parecía
como si esperara a que el chico no pudiera oírla para seguir hablan-
do.
—Por esa puerta —informó luego de un instante.
—Ah, gracias.
—Y Draco —agregó cuando Draco ya empujaba la puerta pa-
ra salir, Draco se giró y se sorprendió de tenerla tan cerca.
—¿Sí?
—Harry es un gran muchacho, y esto de que sea gay nos ha
sorprendido mucho, aunque respetamos su decisión, sin embargo,
lo que más nos asombró fue que lo hayas convencido de estar con-
tigo.
—Yo no…
—Y supongo que si después de tanto tiempo siguen juntos,
debe ser por algo, él dice que te ama, ¿tú lo amas?
—Sí, señora —respondió tensamente, su mano apretando
más el pomo de la puerta, y deseando poder escapar de ese sitio lo
más rápido posible.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Más te vale que así sea, muchacho, porque si lo lastimas…


—Yo nunca lo haría.
—Pero si lo haces, quiero que recuerdes que Harry es de la
familia, y somos capaces de todo por defender a uno de los nues-
tros. Tu estadía junto a Voldemort no será nada en comparación con
nuestras represalias, si es que llegas a hacerlo sufrir siquiera un po-
co.
—Escuche, señora…
—Sólo quería aclarar ese punto contigo —le interrumpió la
señora Weasley, la mirada maternal que había usado para hablar con
Harry había desaparecido—, tus amigos están en el jardín, espero
que disfrutes la boda.
Draco no respondió. Simplemente asintió y salió disparado
hacia el jardín, donde un gran toldo blanco llenaba todo el espacio
posible, mientras muchos magos y brujas, vestidos de gala conver-
saban en pequeños grupos.
Caminó con la frente en alto, pasando de cerca por el grupo
de los miembros de la Orden del Fénix, con quienes no había teni-
do trato antes, mientras ubicaba al fondo a sus amigos, que le hicie-
ron señas para que se acercara.

–|– 

—Te ves preciosa —le alabó Harry en cuanto cruzó la puerta,


había decidido ir primero a ver a Hermione, supuso que ella estaría
también nerviosa. Su madre estaba con ella, al igual que Luna.
—¡Harry! —respondió ella con una sonrisa.
—Buenas tardes, señora Granger, Luna.
—Hola Harry —respondieron las dos a la vez.
—Te ves muy guapo —le dijo Luna sonriendo de aquella
manera tan particular que le caracterizaba.

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

—Tú también luces muy bien —correspondió Harry, admi-


rando su vestido amarillo y la forma como había alisado su cabello,
dándole un aspecto completamente diferente.
—Nosotras los dejaremos solos un momento, mientras revi-
samos unas cosas con Molly —comentó la señora Granger mientras
abría la puerta de la habitación para salir, Luna la siguió, dejándoles
privacidad.
—Me alegra que hayas llegado… ¿Cómo está todo? ¿Draco
vino? —preguntó Hermione alcanzándolo en medio de la habita-
ción.
—Sí, sí vino… está abajo, con los demás.
—Ah… no lo dejes mucho tiempo solo; los señores Weasley
aún andan medios resentidos…
—Lo sé, pero no le harán nada, y ya es hora de que se acos-
tumbren a su presencia —declaró Harry mientras seguía mirando a
su amiga y lo bella que se veía con el vestido de novia.
—Sobre todo ahora que pronto… —Hermione suspiró y se
giró para verse al espejo—. ¿Quién lo diría no?
—¿Qué?
—Aquel día en que entré al vagón donde Ron y tú jugaban
—explicó ella—, ¿quién diría que pasaríamos por todo eso…? ¿O
que estaríamos así?, yo a punto de casarme…
—Sobre todo con la forma como molestabas a Ron por esa
época —rememoró Harry.
—Él también era un odioso conmigo —se quejó ella con el
ceño fruncido.
—Nah… era porque a él también le gustabas, aunque se haya
tardado siete años en decírtelo.
Hermione sonrió hacia el reflejo de Harry.
—No hablemos de fastidiarse mutuamente, que en eso tú y
Draco se llevan la medalla de oro.

393
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Era diferente, nosotros sí que no nos queríamos por esa


época —respondió Harry.
—Éramos niños, ahora…
—Ahora te casarás y serás muy feliz con Ron, y tendrás mu-
chos bebes, una gran familia.
—Sí… —suspiró Hermione. Harry le pasó un brazo por el
hombro y le dio un beso en la mejilla.
—Eres una gran chica, Hermione, Ron tiene mucha suerte.
—Oh, Harry.
—Y te quiero.
—También yo —respondió ella con los ojos brillosos.
—Me voy antes de hacerte llorar, no quiero ser el causante
de que tu madre o Luna me sermoneen por hacerte estropear el
maquillaje.
—Oh, tonto —resopló ella, llevándose los dedos a los ojos
para frenar las lágrimas—. Mejor ve a ver a ese futuro esposo mío.

–|– 

Ron caminaba de un lado a otro de la habitación, con un


arrugado pergamino en las manos, leyendo una y otra vez.
—Te diré lo mismo que te decía Hermione en la escuela: de-
biste estudiar con tiempo.
—¡Harry! —gritó Ron sobresaltado—. No deberías entrar
así, me asustaste.
—Sí, ya me contaron del carácter que te gastas hoy.
Ron entrecerró los ojos y luego negó con la cabeza.
—¿Tienes los anillos?
—Sí, señor —respondió golpeando el bolsillo de su túnica
con una mano.
—¿Y un cigarro?

394
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

—A Hermione no le gusta que fumes.


—No pasa nada —dijo mientras extendía la mano para que
Harry le diera el cigarro—, además ella también fuma algunas ve-
ces, cree que no me entero… —sonrió cómplice dándole la primera
calada al cigarrillo—, pero sí lo hace.
Harry negó con la cabeza, y se asomó por la ventana, el toldo
blanco cubría todo el jardín, y le era imposible divisar a casi nadie.
—Pronto deberás bajar, Hermione ya está lista.
—¿La has visto?
—Sí —sonrió Harry hacia su amigo, por el brillo en su mi-
rada y la ilusión que mostraba al hablar de ella.
—Bien. —Ron tomó una profunda bocanada de aire e hizo
desparecer el cigarro, antes de mirarse una vez más al espejo—. En
marcha.

–|– 

Draco, pese a que sabía que debía sentarse adelante, en el lu-


gar que ocuparía junto a Harry, no se animó a ir allí. En la primera
fila estaban sentados los señores Weasley, junto con los hermanos de
Ron y las esposas de George y de Bill, y aunque había empezado a
tener una relación amable con los últimos, eran los señores Weasley
los que lo preocupaban, sobre todo, después de lo que la señora le
había dicho momentos antes.
Se sentó junto a Mikel y Gael en una de las filas del final,
mientras un viejo mago se acomodaba frente a ellos, en un pequeño
altar, y una música bastante dulce empezaba a sonar.
El primero en aparecer fue Ron, junto a Harry; cuando pasa-
ron a su lado, Ron les dio miradas de saludos, aunque parecía tan
nervioso que Draco dudaba que realmente se diera cuenta de las
cosas que hacía. Harry le dio una mirada interrogante que Draco

395
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

rehuyó, y pronto el moreno y el pelirrojo estaban ya en el altar, es-


perando.
—Ah… las bodas, el viejo ritual heterosexual —suspiró Ty-
rone.
—Ya, compórtense, que ya viene Hermione y no deben mo-
lestar —se quejó Gael, mirando a sus amigos con el ceño fruncido.
Ninguno replicó.
La música subió de volumen y todos se pusieron de pie casi a
la vez, mirando hacia la entrada, donde Hermione venía caminando
lentamente del brazo de su padre.
Lucía un vestido blanco, teñido al cuerpo, con encaje en la
falda y en el escote, sin mangas y con bordados en hilos de plata en
frente y en la espalda, era bastante hermoso y, mientras la chica ca-
minaba por el pasillo; se escucharon algunos murmullos de acepta-
ción y de admiración.
—Se ve muy bella —comentó Boris sonriendo hacia la chica.
Draco tuvo que darle la razón haciendo un ligero asenti-
miento, realmente lucía hermosa.
—Ambos se ven muy bien, en verdad— dijo entonces Giles,
señalando con la cabeza hacia Ron, que lucía elegante y aparente-
mente más tranquilo, aguardando por la novia.
—Me parece muy extraño estar en una boda —comentó Lu-
cka mirando hacia el altar con atención.
—¿Por qué raro? ¿Nunca habías asistido a una? —preguntó
Draco, él no había asistido a una desde que era adolescente.
—Sí… —Lucka arrugó la nariz un poco—, es sólo que se me
hace raro, son los primeros del grupo que se casan.
—O los únicos, si es que el Wizengamot no cambia de opi-
nión en algún momento —se apresuró a hablar Ethan—, pero no
importa, ¿quién necesita el consentimiento de un grupo de viejos
estirados, arrugados y aburridos magos para estar por siempre con la

396
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

persona que uno ama? —declaró sujetando con más fuerza la mano
de Lucka.
Lucka enrojeció más de lo que ninguno lo había visto antes
mientras Gael, Draco y los demás giraban el rostro hacia el otro la-
do, sintiendo que interrumpían un momento demasiado íntimo,
aunque incapaces de dejar de escuchar.
—Ethan… —suspiró Lucka en voz bajita mientras Ethan
apretaba un poco más su mano y se inclinaba a darle un suave beso
en los labios.
—Es cierto —dijo con calma—, lo sabes, te amo.
Entonces Lucka sonrió un poco más.
—Lo sé… yo también lo hago —aceptó apoyándose un poco
más contra él.
Gael sonrió hacia Draco, contento de que Lucka y Ethan pu-
dieran estar tan bien juntos, sobre todo después de lo que había pa-
sado durante el secuestro del chico. A él nunca se le olvidaría la
cantidad de noches que habían pasado junto a Lucka, convencién-
dolo de que nada de lo que había pasado había sido su culpa; con-
venciéndolo de que estaba bien estar con Ethan, que él, al igual que
sus amigos, nunca lo juzgaría; tratando de hacerle entender lo con-
tentos que estaban de que hubiera salido con vida y casi ileso de to-
da aquella terrible experiencia.
Mikel pasó un brazo por su cintura y se pegó más a él, mien-
tras la música seguía sonando suavemente.
—Te amo —le susurró Gael al oído a Mikel antes de darle un
beso en la mejilla.
—Yo también —le contestó Mikel abrazándolo un poco más.
Draco suspiró suavemente, mirando hacia el altar, donde
Harry, junto a Ron, lucía imponente con su túnica de gala, y pensó
en si era que las bodas ponían a todos mucho más sensibleros que

397
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

de costumbre, puesto que sentía la enorme necesidad de abrazarlo y


no soltarlo.
En ese momento, mientras Hermione junto a su padre casi
ya llegaban al altar, Harry le dedicó una sonrisa que logró hacerlo
sentir reconfortado y feliz, y la cual retribuyó de la mejor manera
posible, ansiando incluso con más fuerza, tenerlo cerca en ese mo-
mento.
La música se detuvo cuando el señor Granger llegó final-
mente hasta el altar y le dio un beso en la mejilla a su hija, antes de
poner la mano de la chica sobre la de Ron, que sólo asintió torpe-
mente.
Y entonces el anciano inició con la ceremonia.

–|– 

La primera vez que Draco pensó en aquella poción después


del ataque a Grimmauld Place, fue esa tarde, luego de la ceremonia
y de las fotos de rigor (en algunas de las cuales él había aparecido).
Fue cuando Teddy, el ahijado de Harry, llegó corriendo desde el
otro lado del jardín, donde su tía Andrómeda estaba junto a los
Weasley y algunos miembros de la antigua Orden del Fénix conver-
sando animadamente. El niño había irrumpido en el pequeño
círculo que habían formado con algunos de sus amigos, y se había
lanzado a los brazos de Harry gritando contento de poder al fin ir a
saludarlo.
Draco había visto ya muchas fotos de Harry junto a ese pe-
queño, siempre ambos sonrientes, jugando con algún extraño balón
que Harry decía, servía para jugar soccer, o ayudándolo a montar su
pequeña escoba de juguete, pero nunca había visto la interacción
entre ambos en vivo. No hasta esa tarde. Y había quedado simple-
mente fascinado, mientras Harry respondía al saludo y conversaba

398
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

con el pequeño, como si lo que le dijera acerca de lo fastidiosa que


era Victoire fuera el tema más interesante del mundo.
—Abuela Andrómeda está allá —dijo el niño bajándose de
los brazos de Harry y tomándolo de una mano.
—Lo sé, la he saludado —respondió Harry, ya sin prestar
atención a sus amigos.
—Vamos… abuela Andrómeda está allá —repitió el niño
mientras lo jalaba con un poco de fuerza, como si lo más normal
del mundo fuera que Harry estuviera donde su abuela estaba,
Harry le dio una mirada a Draco, realmente parecía apenado.
—Teddy, pero ahora estoy con mis amigos y…
—Ve, no hay problema —interrumpió Draco mirando hacia
Harry, y luego a la pequeña manita que lo sujetaba—; yo estaré aquí
con los chicos.
—¿Seguro que no hay problema?
—No, ninguno.
—Vamos, Harry —pidió Teddy mirando con el ceño frunci-
do primero hacia Draco, que era el que estaba más cerca de Harry, y
luego a sus demás amigos, que observaban la escena divertidos.
Teddy parecía incluso un poco celoso, y la sola idea hizo sonreír a
Draco—, puedes jugar con tus amigos después, ¿sí? ¿Vamos? —
insistió tirando un poco más de él.
—De acuerdo, pero sólo un rato.
—Vamos —volvió a apurar el niño, y Harry dejó que lo guia-
ra mientras daba una mirada más de disculpa a Draco.
Harry se sentía algo triste por ese tema, a él le encantaba pa-
sar tiempo con Teddy, y le hubiera gustado mucho más, poder
compartir ese tiempo con Draco, sin embargo Andrómeda no que-
ría que Draco llegara a su casa, ni que Teddy tuviera relación alguna
con él aún, por lo que se limitaba a tomarle muchas fotografías y

399
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

luego, contarle a un muy paciente Draco todo lo que habían hecho


durante las tardes en que lo visitaba.
—¿Ya podemos comer? —preguntó Teddy deteniéndose en
medio del jardín, donde las bandejas con pequeños bocaditos y be-
bidas volaban esquivando a algunas parejas que se habían animado a
bailar.
—Pensé que querías ir con tu abuela —le reprendió Harry
mientras tomaba de una de las bandejas una gran cantidad de dulces
de chocolate.
—También —asintió el niño sin quitar la vista de los choco-
lates de Harry—, podemos comer mientras vamos.
—A tu padre también le encantaba el chocolate —comentó
Harry, poniéndose en cuclillas y dándole un poco del dulce.
—¿En serio?
—Ajá.
—Abuela dice que a mamá le gustaba también.
—Sí, también…
—Más chocolate —pidió Teddy aplaudiendo y dando pe-
queños saltitos.
—Eres un embustero, seguramente tu abuela no quería que
comas chocolate.
—Ella no dijo eso, sólo que estaba conversando y no podía ir
por chocolate, no dijo que tú no me podrías dar.
Harry soltó una carcajada y lo levantó en brazos una vez más,
mientras el niño se retorcía porque no le gustaba ya que lo cargaran.
—Harry no, bájame, que nos miran.
—Ah, pero, ¿cómo verás qué dulces quieres si te bajo? —le
preguntó Harry mientras caminaba hacia otra de las fuentes, divisó
a lo lejos a Andrómeda, que le obsequió con una pequeña sonrisa
de aprobación—. Es que aún eres muy pequeño, enano —se burló
Harry.

400
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

—Eso no es justo, abuela dice que creceré y seré más grande


que tú.
—Seguramente… —Harry señaló otra de las fuentes, con
pasteles de crema blanca y fruta—, pero mientras eso pasa, ¿qué tal
ese?
—¿Tiene chocolate?
—No sé, ¿vamos a averiguar?
—¡Sí!
Draco, con una copa de vino en la mano, y no prestando
atención a los comentarios de sus amigos, veía la escena a lo lejos,
un calor se instaló en su pecho al ver lo natural y normal que se veía
Harry así, cargando y jugando con un niño, bromeando y riendo,
casi como… como si fuera algo correcto, algo que debería pasar.
—Pronto volverá, no seas tan paranoico —se burló Gael
dándole un golpe en el brazo.
Draco dio un respingo y lo miró interrogantemente.
—Me refería a Harry, déjalo que juegue con el niño, ¿es su
ahijado no?
—Ajá… y no lo estaba vigilando, sólo… pensando —se en-
cogió de hombros. Gael le dio una mirada extraña, y luego miró ha-
cia Harry, para volver a mirarlo a él, esta vez con una chispa dife-
rente en los ojos.
—Oh, por Merlín y Morgana —gimió.
—¿Qué?
—Esa poción… la que interrumpí hace tiempo… ¡Oh, por
Merlín!
—Ni se te ocurra decir una palabra —amenazó Draco entre
dientes, cuando Mikel y Tyrone fijaron, extrañados, su mirada en
ellos.
—Eso es…

401
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Shh —Draco puso una mano en la boca de Gael, dete-


niendo su comentario—. No digas nada.
—¿Qué pasó? —preguntó extrañado Mikel, pegándose más a
Gael. Mikel siempre hacía eso cuando Draco estaba cerca, y Draco
siempre fingía no darse cuenta al igual, suponía, que Gael.
—Nada, veíamos a Harry jugar con el niño y Draco parecía
celoso —declaró Gael sonriendo burlonamente, ya que Draco le
había negado la posibilidad de preguntar más acerca de aquella mis-
teriosa poción que iba suponiendo para qué podía servir (aunque
no lo creía, claro), al menos que la pasara un poco mal.
—¡Yo no estaba celoso! —replicó Draco hacia Tyrone y Mi-
kel, que sonreían burlonamente también.
—Oh, no te preocupes. Al finalizar la fiesta, Harry de todas
maneras volverá a casa contigo —le consoló Tyrone, quien en los
últimos tiempos ya había cogido más confianza con él.
—Ja, ja, sí, que graciosos —masculló Draco mirando a sus
amigos molesto. La conversación continuó, pero Draco no la pudo
seguir. Su mirada permanecía en Harry, que en ese momento estaba
en cuclillas entre Teddy y Victoire; ambos niños parecían discutir
acaloradamente, mientras Harry parecía mediar entre ambos, para
finalmente soltar una gran carcajada y cargar, con un brazo a cada
uno y darles vueltas, mientras seguía riendo, al igual que los niños.

–|– 

Aquella noche, ya muy de madrugada, después de haber lle-


gado de la fiesta y hecho el amor, mientras el cuerpo desnudo de
Harry descansaba a su lado, Draco no podía dormir. Había bajado a
la cocina y había preparado un poco de té, para luego ir al pequeño
estudio que conservaban en el primer piso, y sacar su viejo cua-
derno de pociones, pasó las amarillentas páginas hasta que se detuvo

402
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

en el recorte que había pegado de uno de los anuncios de la


MACH, y a un lado, el inicio de las investigaciones referentes a esa
poción, llevaba mucho tiempo sin pensar en ella, así que decidió
leer desde el inicio, desde sus primeros avances.
Conforme pasaba la madrugada iba recordando y, con más
experiencia ahora, corrigiendo algunos detalles, aunque en realidad
la poción estaba lista, o casi lista, puesto que él nunca consideraba
una poción lista hasta que estuviera probada en un mago o bruja,
pero esa oportunidad no había surgido aún, y se atemorizaba de in-
tentar siquiera preguntar referente a probarla.
Una mano en su nuca lo hizo sobresaltar, hacía tiempo que
no sentía ese tipo de caricias, era del tipo que Harry y él compartían
cuando ambos todavía estudiaban y se quedaban hasta muy tarde
leyendo, generalmente cuando uno de ellos ya estaba cansado para
continuar.
Rápidamente avanzó varias páginas, hacia una poción contra
el resfriado mientras giraba para ver a Harry.
—No estabas en la cama y me preocupé —le dijo Harry sin
dejar de acariciar su nuca, sus dedos jugueteando con el largo y sua-
ve cabello rubio—. ¿Pasó algo?
—No… sólo no podía dormir y recordé una cosa…
—Ah… —Harry bostezó y sonrió suavemente—. ¿Era muy
importante?
—Eso creo.
—¿Y lo encontraste?
—Sí, lo encontré.
—¿Entonces volverás a la cama? Aún no amanece.
Draco le dio una mirada más al cuaderno, y suspiró profun-
damente.
—Claro, vamos.

403
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Nadia tocó la puerta un par de veces, pero no hubo respues-


ta; ella ya estaba acostumbrada a que nadie le respondiera, pero aún
así seguía tocando por educación y cortesía. Luego de un tiempo
prudente empujó la puerta entrando a la habitación. Las cortinas es-
taban abiertas, dejando ver la forma lenta en que la nieve caía afue-
ra, y las antorchas iluminaban sólo un poco la habitación. Siempre
era así, la iluminación no tan alta, pero tampoco a oscuras, él no
podía aguantar la oscuridad absoluta, ni tampoco una gran ilumina-
ción.
—Buenas noches, Noah —saludó la chica mientras recogía
la bandeja de la cena. Como siempre, sólo había comido una pe-
queña ración de lo que le habían servido.
Noah, como era usual en él, sólo giró un momento para ver-
la, se trataba de su cuñada, la esposa de su hermano Roger, estaba
embarazada, le habían dado la noticia unos meses antes y ahora, ba-
jo la túnica, lucía una pequeña pancita.
—¿Hoy tampoco tienes ganas de hablar?
Noah apartó la vista. No, hoy no tenía ganas de hablar, nun-
ca las tendría, así como nunca superaría el miedo a salir de esa habi-
tación, o a la oscuridad, o a siquiera dormirse sin pensar en que tal
vez, sólo tal vez, su padre podría enviar por él nuevamente y ser lle-
vado a otro horrible lugar.
—De acuerdo… aunque estaba pensando… Roger dice que
no hay ningún problema si escribieras a alguno de tus amigos, estoy
segura de que deben estar preocupados por ti, y que sería bueno in-
cluso que ellos te vinieran a visitar, o podrías ir tú allá, a donde fue-
ra… Mi hermana Sara ha dicho que no tiene problemas en acom-
pañarte.

404
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

Noah siguió sin contestar, se puso en pie y caminó hacia la


ventana, mirando cómo la nieve iba cayendo y pintando de blanco
el enorme jardín de la mansión donde vivía ahora con su hermano.
Sabía que no tenía amigos, no en verdad; los únicos que podía ha-
ber considerado buenos amigos estaban en Londres, donde se había
quedado más tiempo que en ningún otro lado, y sin embargo, no
podía dejar de recordar lo que había pasado allí, esa chica… los gri-
tos, los lamentos, el dolor… y él entregando la información que le
pedían a cambio de que se detuvieran. No, realmente no tenía nin-
gún amigo que se preocupase por su desaparición. Seguramente to-
dos asumirían que andaba pasándola muy bien en algún rincón del
mundo, y que por eso no se comunicaba. Tal vez ninguno lo recor-
daba ya, y eso era lo mejor.
—De acuerdo… pero —Nadia suspiró profundamente y de-
jó sobre la mesa la bandeja nuevamente antes de sentarse en la ca-
ma—, Noah, yo te conozco desde hace muchos años —Nadia había
sido la novia eterna de Roger y conocía a Noah desde que era muy
pequeño, siempre había admirado la vivacidad del chico—, y me
destroza verte así, no puedes esconderte aquí por siempre, tarde o
temprano tendrás que hablar, que volver al mundo, eres tan jo-
ven…
Noah dejó de mirar la nieve caer y se giró para ver a su cu-
ñada de manera hostil, le apetecía, más que nada en el mundo, que-
darse solo en la habitación. Lamentó no tener el valor suficiente pa-
ra irse de allí y encerrarse en otro sitio, en algún lugar lejano y re-
cóndito, simplemente porque ahora tenía pavor de quedarse solo.
Ni siquiera podía sentirse seguro solo en su habitación, a pesar de
que su hermano le había prometido que su padre nunca más inten-
taría algo así. Roger y su padre habían tenido, según le había conta-
do su propio hermano, una terrible discusión, donde su padre ale-
gaba que los métodos utilizados por la clínica eran comprobados y

405
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

eficaces, y que el que Noah no hubiera podido resistirlo, sólo ha-


blaba de su debilidad. Roger había estado muy molesto al respecto y
había amenazado a su padre, argumentando que si a Noah le vol-
vían a tocar un solo cabello, él no tendría reparo en dar a conocer a
la opinión pública todo lo cabrón de padre que era. Tras esos días de
tensión, Roger le prometió a Noah que ni su padre, ni nadie más,
jamás, lo lastimaría nuevamente.
Pero aún así, Noah no se atrevería a salir de ese lugar.
—El quedarte aquí, escondido, sólo hará que tu padre sienta
que ha ganado, que crea que te ha reformado… ¿le darás la razón?
Noah se encogió de hombros, era el único tipo de comuni-
cación que mantenía, asentía, negaba y la mayoría de las veces se
encogía de hombros.
—Incluso en Inglaterra —suspiró Nadia mientras se levanta-
ba y recogía nuevamente la bandeja y el grupo de diarios de Europa
que llevaba a la habitación del chico para que se enterara de lo que
pasaba en el mundo, aunque Noah jamás los miraba—, que son tan
conservadores, ese tal Harry Potter ha salido, ¿cómo le dicen uste-
des?, del armario… y dicen que pronto aquí el Consejo de Magos
también aprobará leyes para su protección, nadie te podrá hacer da-
ño afuera… Deberías intentar… —se interrumpió cuando Noah gi-
ró con rapidez hacia ella, haciendo un sonido nada conocido en esa
habitación tan silenciosa, y logrando que del sobresalto dejara caer
los diarios al piso.
Noah le dio una mirada apenada y se agachó a recoger los
diarios que habían caído, meditando acerca de lo que su cuñada ha-
bía dicho con respecto a Harry y su salida del armario. ¿Sería ver-
dad que después de todo ese tiempo finalmente el chico se hubiera
atrevido a hacerlo?, desinteresadamente miró los diarios y una foto-
grafía en especial llamó su atención; levantó con manos algo tem-
blorosas el diario, poniéndose en pie y mirando fijamente a aquella

406
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

imagen; en ella aparecían Hermione, con un vestido de novia muy


lindo, junto a ella Ron, como el flamante esposo y a un lado de
ellos, con una gran sonrisa, Harry; se veía cambiado, mucho más
maduro y bastante apuesto con su túnica de gala, y a su lado, nunca
lo hubiera pensado, Draco Malfoy, sonriendo educadamente.

HÉROES DE GUERRA Y AMIGOS INSEPARABLES DE HARRY


POTTER: HERMIONE GRANGER Y RONALD WEASLEY CON-
TRAJERON MATRIMONIO.

Nadia lo miró extrañada, y se puso detrás de él para darle una


mirada al diario.
—Este diario es de hace semanas… al parecer, olvidé botarlo
—murmuró, pero Noah no pareció prestarle atención mientras su-
jetaba con más fuerza el diario y caminaba hasta sentarse en uno de
los pequeños sillones. Ella esperó de pie, pacientemente, mientras
miraba al chico extender el periódico y leer su contenido con aten-
ción.

La tarde de ayer, rodeados de muchos familiares y amigos,


los jóvenes Ronald Weasley y Hermione Granger se casaron, el
padrino, como todos esperaban, fue Harry Potter, quien asistió a
la ceremonia junto con Draco Malfoy, su actual pareja.
Aún resulta algo extraño ver a la pareja junta, puesto que
debemos recordar que Draco Malfoy, socio de una de las fábricas
de pociones más importantes del Reino Unido y conocido como
“El Fabricante de Pociones", pertenecía al bando del que no-
debe-ser-nombrado durante la guerra, aunque quedó libre de
condena al probarse que su participación fuera obligada.

407
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Ambos parecían bastante relajados y contentos, junto a sus


demás amigos durante la ceremonia y la fiesta. Recordemos que
tanto Malfoy como Potter, junto al miembro más joven del Wizen-
gamot, Aarón Bonaccord, quien no asistió a la ceremonia, Her-
mione Granger (Weasley ahora), Ronald Weasley y un grupo más
de amigos, lucharon por una ley contra la discriminación por su
elección sexual, luego de que la casa en la que vivían y trabaja-
ban, junto con otras muchas fábricas, tiendas y comercios donde
se afirmaba laboraban homosexuales, fuera atacada hace ya casi
un año, dando como resultado la muerte de una de sus mejores
amigas. Esta nueva ley ha revolucionado la comunidad mágica, y
aún están tratando de conseguir más derechos para los homose-
xuales.
Ronald Weasley y Hermione Granger, quienes fuesen no-
vios desde la escuela, declararon aún no tener intenciones de
formar una familia, y partieron de luna de miel rumbo a Italia, en
lo que sería el inicio de un viaje por el resto de Europa, que to-
mará cerca de un mes. Durante la ceremonia estuvieron reunidos
todos los Weasley, aunque la pequeña de la familia, la recordada
jugadora de Quidditch, y quien fuera en el pasado novia de Ha-
rry Potter, Ginny Weasley brilló por su ausencia…

Noah dejó de leer y vio una pequeña fotografía al extremo


del artículo, donde una chica pelirroja, con un uniforme de quid-
ditch, sonreía arrogantemente a la cámara, debajo decía «Ginny
Weasley», pero eso no fue lo que lo hizo reaccionar, fue esa mirada,
ese rostro, ese cabello, era ella…
Noah levantó la mirada y soltó el diario, mientras sus manos
temblaban con fuerza, su corazón se agitó, y por un momento pen-

408
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

só que el alguien había apagado las luces, puesto que todo se volvió
oscuro.
—¿Noah? ¿Qué ha pasado? —preguntó alarmada Nadia ca-
minando hacia él.
Ginny Weasley, la pelirroja, recordó con temor, había sido
tan tonto para no darse cuenta, para no percatarse…
—¡Roger! —gritó Nadia asustada mientras corría hacia la
puerta de la habitación, Noah, que se había dejado caer sobre el so-
fá, temblaba y boqueaba tratando de hacer que el aire llegara a sus
pulmones—. ¡Roger!
Era ella… esa había sido… estaba tan seguro.
—¿Noah? ¿Noah, que te pasa? —preguntó Roger entrando a
la habitación y agitándolo con algo de fuerza, tratando de hacerlo
reaccionar.
—Ginny Weasley —masculló, eran las primeras palabras que
salían de sus labios luego de que su hermano lo recogiera en el bos-
que, su garganta ardía por el esfuerzo y por la expresión que tenía
Roger, no estaba seguro de haber sido entendido.
—¿Qué?
—Ella…
—¿Sí? —preguntó aliviado Roger de escuchar a su hermano
hablar y de que los temblores de su cuerpo se detuvieran poco a po-
co.
—Noah, cariño, ¿estás bien? —preguntó preocupada Nadia
mientras le acercaba un vaso con agua, que él rechazó negando con
la cabeza.
—¿Qué es lo que pasa? —preguntó su hermano mientras
Noah se dejaba caer sobre el sillón lentamente.
—Ella —farfulló mientras su mente comenzaba a trabajar rá-
pidamente, más rápido de lo que había trabajado en los últimos
tiempos, su hermano y su cuñada lo miraban aún asustados.

409
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Quién es ella? —preguntó su hermano suavemente.


—Necesito ir a Londres —decidió con rapidez.
—¿Londres? —preguntó Roger, asombrado de que la voz de
su hermano sonará más firme y segura—. ¿Irás a ver a alguien? ¿A
un amigo?
—No —negó Noah—, a Draco Malfoy.

–|– 

La historia de Catherine Kennar

24 de septiembre de 2004

Catherine era la hermanita de Lucas, siempre fue llamada


como «la hermanita de Lucas», él siempre la cuidaba y protegía. Más
aún luego de la muerte de los padres de ambos; ella tenía trece años
en ese entonces, estaba en la escuela, en Hogwarts, y sus padres se
habían ido de excursión al mar ártico. A ellos les gustaba hacer ese
tipo de cosas arriesgadas.
Catherine recordaba perfectamente ese día. Mucho más de
lo que desearía hacerlo. Era primavera, antes su época favorita del
año. Ahora no lo era tanto. Fue su hermano quien se lo dijo; ella
había estado en clase de Pociones cuando el profesor Flitwick, el je-
fe de su casa, entró al aula y le pidió que lo acompañara. Que tenía
algo importante que decirle.
En su interior, cuando vio a su hermano de pie en medio de
la oficina del profesor, con su túnica oscura y su espalda rígida y su
mirada… sus ojos que ya no brillaban de la manera divertida de
siempre, ella lo supo.
«¿Cuál de los dos?» Había preguntado en un susurro, ella sabía
que sus padres estaban en otro de sus viajes de aventura y albur que

410
LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

tanto disfrutaban, pero se había acostumbrado tanto a que lo hicie-


ran, que hasta había olvidado el peligro que representaban.
La voz de su hermano, ese ronco gemido que había emergi-
do de su garganta cuando había respondido «los dos», ese par de pa-
labras tan duras y atroces… Era mil novecientos noventa y dos, es-
taba en su cuarto año, y le costó mucho superarlo, aquel verano ella
y su hermano se unieron mucho más todavía, sobre todo cuando él
tuvo que volver a casa para acompañarla y cuidarla.
En quinto año aún sentía la pérdida de sus padres, pero todo
era mucho más manejable gracias a su hermano y a la escuela.
Cuando, en mil novecientos noventa y seis, terminó la es-
cuela, volvió a casa lista para una nueva aventura: quería estudiar ar-
te, pintar, dibujar, hacer cuadros en movimiento, esculturas… tenía
tantas ideas en la cabeza. ¿Qué importaba si decían que ese que no-
debía-ser-nombrado había decidido regresar? No era su asunto,
sino de Potter, lo había visto en la escuela, sobre todo después de
ese incidente tan mencionado en el Ministerio y que nadie enten-
día, y no le parecía la gran cosa, es decir, estaba algo guapo, sí, y se
veía listo y fuerte, pero, de allí a creer que ese niño tendría la fuerza
que se necesitaba para vencer al que no-debe-ser-nombrado, era
demasiado. Seguramente sería el profesor Dumbledore quien lo ha-
ría al final, ya había derrotado a otro mago tenebroso antes, o eso
había dicho el profesor Binns.
Vaya chasco que se llevó cuando al llegar a casa, al terminar la
escuela, todo estaba diferente. Su hermano estaba diferente. Le lle-
vó un tiempo asimilar todo el cambio. No. Tal vez nunca lo asimiló.
Su hermano decía haberse hecho miembro de un grupo muy im-
portante, haber conseguido estar del lado correcto, que tras la gue-
rra que se avecinaban ellos serían vencedores. Le habían lavado el
cerebro. No encontraba otra explicación para tan horroroso descu-
brimiento:

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Su hermano era uno de ellos, de aquellos sobre los cuales le


habían advertido en la escuela, su hermano era un mortífago.
Durante semanas discutió con él, pero nada de lo que dijera
lo hacía entrar en razón. Hablaba de ataques, del peligro que repre-
sentaba andar en las calles en esos tiempos; finalmente fue confina-
da a estar solamente en casa, no podría ir a estudiar, ni visitar ami-
gos o amigas y, por supuesto, ellos tampoco podrían venir, ¿quién
sabe de qué lado estarían?, después de todo, se podía tratar de una
trampa.
Cuando leyó que Dumbledore había muerto, supo que tanto
Harry Potter como todos los demás estaban perdidos, ya no había
nada que pudiera detener al innombrable.
Como su hermano no le prohibía deambular por la casa, ella
miraba con atención a todos esos extraños y extrañas que circulaban
por allí, escuchaba sus conversaciones y sus planes, aunque no los
entendía del todo. Aún pintaba, y por esa época se dedicó a retratar
a todos los que veía, no tenía más que hacer, dibujaba sus túnicas
oscuras, sus rostros, o sus máscaras blancas, y sus temibles marcas
tenebrosas.
Cuando una tarde descubrió sin querer, que su hermano
también la portaba, se asustó. Nunca más lo vio de la misma mane-
ra que antes. Debió haberle dicho a él que sabía que la tenía. Debió
haberle repetido que era una mala idea, que tenía un mal presenti-
miento… Debió hacer tantas cosas… Sentía tanto arrepentimiento
por no haberlo hecho…
“Los invitados” de su hermano eran cada vez un mayor nú-
mero, y cada vez más siniestros, sus voces eran más atemorizantes;
ya no le gustaba tanto deambular por la casa, hasta el punto en que
prácticamente no salía de su habitación, y sólo el fiel elfo de sus pa-
dres: Gray, era su nexo con el mundo; él le llevaba la comida y al-
gunas veces, cuando su hermano lo permitía, El Profeta. No le

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

agradaba mucho leerlo, y muchas veces lo dejó sin tocar sobre la


mesa hasta el anochecer en que el elfo lo retiraba.
Una madrugada caían truenos, ella odiaba los truenos, y aún
a sus dieciocho años, no se avergonzaba de que le dieran miedo. En
noches como esas extrañaba a su hermano, puesto que podía ir a
buscarlo y pedirle que la acompañara hasta que estos terminaran.
Pero su hermano, como cada madrugada, había salido a hacer quién
sabe qué cosa. Lo sabía porque cada día, cerca al amanecer, él abría
la puerta de su habitación a mirar que estuviera bien y a darle un
beso en la frente antes de seguir hasta su propia habitación. Todas
las noches esperaba que regresara con bien.
Esa madrugada, sin embargo, sentada en su cama, esperando
que el ruido de los truenos se detuviera, escuchó el primer ruido de
aparición en la casa, luego otro, y otro más. Estaba acostumbrada a
que los demás aparecieran con su hermano, y pasaran el resto del
día en casa, así que en un inicio no se preocupó, esperó paciente a
que su hermano subiera para darle el beso de saludo, entonces le
pediría que la acompañara hasta que la tormenta terminara.
La puerta no se abrió esa madrugada, ese beso de saludo no
llegó… nunca más.
Cuando reunió el valor suficiente para ver qué era lo que pa-
saba, salió con la varita en la mano, vistiendo sobre el pijama un
abrigo grueso y unas zapatillas. Su corazón martillaba con fuerza
contra su pecho, ella no era una chica de acción ni mucho menos,
tenía que reconocérselo.
Bajó las escaleras tratando de no hacer ruido, escuchaba las
voces alteradas de varios magos y brujas, pero no reconocía la de su
hermano en medio de todas las demás; antes de llegar al final de la
escalera, ya tenía una varita apuntándole a la garganta. Primero se
asustó, gritó y pegó un salto, pero luego se tranquilizó, aquel era

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

uno de los que siempre había visto con su hermano, compartiendo


cenas y tragos al anochecer antes de salir de misión.
—¿Donde está mi hermano? —había preguntado ilusamen-
te. ¡Oh, que ilusa que había sido en ese momento!
—No vendrá más —fue la respuesta fría que recibió. Y ella
entendió. Su hermano no volvería porque había muerto… tardó en
asimilarlo; mientras a rastras la llevaban a su habitación, escuchó a
los otros que se quejaban, decían algo como «Maldita Orden». Ella
no sabía de que orden hablaban, nunca antes los había escuchado
mencionarla.
Fue recluida en sus habitaciones mientras le informaban que
su hermano había donado la casa y toda la fortuna de la familia al
Lord. Ella no les creyó, pero no había mucho que pudiera hacer al
respecto, excepto quedarse allí y escuchar cómo su casa era conver-
tida en sede de reuniones, guarida de mortífagos, y poco a poco iba
siendo desbaratada.
Fue allí que apareció el bueno y viejo Gray, que siempre la
había ayudado tanto, que era su cómplice cuando, siendo aún niña,
se escabullía a comer pastel de chocolate en la cocina, o destruía al-
gún juguete.
Gray estaba ya muy viejo, eso había dicho el elfo, que pronto
moriría y que antes debía cumplir con dejarla a salvo, tal como se lo
había prometido a su hermano.
En Hogwarts, había dicho Gray, había un elfo libre; Dobby,
dijo que la llevaría con él, que él la podría poner en contacto con
gente que estaba a favor de Potter, con gente que la protegería.
Fue una madrugada agitada, entre la aparición en las afueras
de la taberna Cabeza de Puerco, la llegada de Dobby, seguido por la
profesora McGonagall y algunos más que no conocía. Fue interro-
gada con Veritaserum para comprobar que no mentía y que no se
trataba de una trampa.

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LIBRO V|Familia
[1] Libertades y uniones

Era ya mediodía cuando la dejaron descansar, les había dado


los rostros de los que había visto, los había dibujado, había dicho
todo lo que sabía al respecto, y ellos averiguaron que su hermano
había muerto, efectivamente, en una misión para el Lord, aunque
no le dijeron quién lo mató.
Durante el resto de la guerra, permaneció escondida, junto
con Gray, y tal como esperaba, el elfo murió, fue pocos días antes de
que la batalla final tuviera lugar. La batalla final había acabado con
su encierro, los que quedaban de la entonces ya conocida para ella,
Orden del Fenix, entre ellos el nuevo Ministro, la ayudaron a recu-
perar su casa, que estaba vacía y saqueada, y su fortuna en Grin-
gotts, de la cual ya no quedaba casi nada, aún así, se las ingenió para
estudiar arte y empezar a pintar. Pese a ser sangre pura y no haber
tenido mucho contacto con el mundo muggle, optó por empezar
allí; pronto tuvo una carrera, cuadros que pintar y cosas que hacer;
y la guerra, y la pérdida de su hermano se volvió algo difuso en su
mente…
Hasta que un día, regresando de una exposición en Liver-
pool, cuando apareció en el jardín de su casa ya restaurada, sintió
que no estaba sola, fue un presentimiento, nunca lo había pensado
así, pero ella había dado información sobre los mortífagos, era una
traidora. Eso le dijo la voz de la mujer que sostenía el cuchillo, dos
hombres más la sostenían de los brazos, trató de gritar y defenderse,
pero la voz y las fuerzas la habían abandonado. La sensación del cu-
chillo en su cuello, abriéndole la piel fue ardiente, pero no tan do-
lorosa como había esperado; mientras caía sobre el jardín vio la casa,
la casa de sus padres y su hermano, por un momento le pareció ver-
los allí de pie, en el umbral de la puerta, sonriendo de manera cari-
ñosa, como cuando era niña, saludándola y dándole la bienvenida…

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

2
La declaración de Noah

“El valiente no es el que no siente miedo, sino el que a pesar de tenerlo, actúa.”
Anónimo

Enero de 2005, Inglaterra

-O
dio hacer esto —manifestó Draco mientras re-
leía el itinerario de viaje.
—Pero eres tú el que consigue los mejores tra-
tos, además te invitaron a ti —replicó Gael, por enésima vez en la
tarde, usando un tono ya aburrido.
—Sí, pero es que… ¿Alemania? ¿Acaso no vendemos ya sufi-
cientes pociones allí?
Gael puso los ojos en blanco y levantó uno de los pergami-
nos que estaban sobre el escritorio, el de las proyecciones de venta
que podían alcanzar si era que cerraban ese trato, el informe que el
mismo Draco había hecho.
—Y podemos vender más, mucho más.
—A veces pienso que eres demasiado ambicioso —masculló
Draco, quitándole el pergamino a Gael de las manos.
Gael soltó una carcajada.
—Eres tú el que me enseñó a ser así, ¿recuerdas?

416
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lamentablemente —aceptó Draco. Durante el tiempo que


llevaban con la fábrica, aún desde Grimmauld Place, cuando Draco
no se sentía seguro de dar la cara a los dueños de las empresas que
le compraban, enviaba a Gael, instruyéndolo sobre todo lo que de-
bía decir y hacer, aceptar y negar, y Gael había aprendido, bastante
bien.
—Vamos, sólo serán cuatro días, yo cuidaré de Harry.
Draco entrecerró los ojos.
—No se trata de cuidar de Harry.
—Ya, lo que tú digas.
—Tonto —farfulló Draco, lo cierto era que no sólo se trataba
de estar tantos días lejos de Harry, no habían estado alejados ni un
solo día desde la última pelea que habían tenido, un año atrás, pero
había algo más, en esos días de ausencia llegaría el nuevo cargamen-
to de ingredientes, y entre ellos, el último que le faltaba para tener
lista la nueva poción que había ideado, y moría de ganas por poner-
se a trabajar en ella, había planeado todo, o casi todo, con bastante
meticulosidad, cuándo hacerla, los pasos a seguir, todo, excepto
cuándo probarla.
—Draco…
—Ya, ya, que sabes que al final, sí iré.
—Claro, pero te gusta hacer algo de drama antes, ¿verdad?
—¿Por qué no te vas a molestar a Mikel?
—Porque tiene turno en la clínica esta noche, y además que-
damos en revisar todos los balances y lo que llevarías a Alemania.
Draco suspiró profundamente, obligándose a recordar que
sólo serían cuatro días, y que al volver, tanto Harry como los ingre-
dientes para su poción permanecerían allí.
—De acuerdo, pásame los detalles de las pociones patentadas
del último año…

417
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

–|– 

—¿Y estás segura, muy segura, de que funcionará? —pre-


guntó Harry, que en ese momento se encontraba en su oficina de la
Escuela, las clases ya habían terminado y como sabía que Draco
tendría junta con Gael para ultimar lo de su viaje a Alemania, estaba
aprovechando el tiempo para hablar con su amiga.
—Sí, y por enésima vez, sí, Harry —suspiró Hermione con
el libro abierto sobre la mesa—; no dice que tienen que ser de sexos
diferentes, sólo habla de magia, es un ritual muy antiguo, que ya no
se practica en la actualidad, puesto que es demasiado complicado e
íntimo, además que se requiere de una gran cantidad de magia y
energía, los magos que lo practiquen deben estar entrenados para
ello.
—¿Por eso ya nadie lo hace?
—Ajá
—¿No será porque ha habido casos de muerte o algo así?
Hermione resopló mientras extraía de su bolso otro libro
igual de viejo que el que tenían sobre el escritorio, luego de encon-
trar el ritual, le había dicho a Harry que creía haber encontrado la
forma de realizar lo que quería, pero con los preparativos de la boda
y luego la luna de miel, y ponerse al día, no sólo en el trabajo sino
también en la consejería, casi no había tenido tiempo de seguir in-
vestigando, aunque no había olvidado la promesa de ayudar a Harry
con ese asunto.
—Pues sí, ahora que lo mencionas sí, esa es otra de las razo-
nes por las cuales el ritual se dejó de practicar, aunque no porque
alguien saliera herido, sino porque las magias de la pareja no fueran
compatibles, mejor dicho complementarias.
—¿Complementarias?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—La idea de una pareja, el… —Hermione tomó una pro-


funda bocanada de aire, y por un instante sintió cómo todo se mo-
vía a su alrededor, se aferró con más fuerza del libro que tenía entre
las manos, como si éste evitara que cayera.
—¿Hermione? —preguntó Harry, levantándose y rodeando
el escritorio para llegar hasta su amiga.
—No pasa nada, creo que he pescado algún virus raro, ya se
me pasará —comentó ella sintiéndose más aliviada.
—¿Estás segura? Tal vez deba verte un medimago…
—No, ahora no tengo tiempo para eso, además, estoy bien,
ya te dije, es algo que hemos pescado, Ron tiene lo mismo.
—¿Está enfermo?
—No lo está, ni yo tampoco, simplemente la comida no nos
cae bien… —Hermione frunció el ceño—, y no, no tiene nada que
ver con lo que yo cocino —se defendió—. Ayer que fuimos a la
Madriguera estuvimos igual, y cocinó Molly.
—Pero yo no he dicho nada —se excusó Harry con una son-
risa, aunque aún se sentía preocupado por su amiga.
—Ya, si no te conoceré, y no debes burlarte, al menos Ron y
yo intentamos cocinar, cosa que no podemos decir de Draco y de ti.
—Eso fue un golpe bajo —reprochó Harry sentándose nue-
vamente tras su escritorio—, tanto él como yo estamos muy ocupa-
dos, y comer fuera o pedir comida, se nos hace más fácil y simple.
—Y seguro… así no se envenenan mutuamente.
—Ah, pero que graciosa, Granger —dijo una voz, arrastran-
do las palabras desde la puerta, Hermione se giró asustada mientras
Harry cubría con algunos pergaminos, los libros de Hermione.
—¡Draco! —dijo ella con una sonrisa culpable.
—Y aún te atreves a decir mi nombre —comentó el chico
entrando a la oficina a la vez que Harry se ponía en pie.

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—Has terminado pronto —le dijo Harry alcanzándolo y


dándole un suave beso en los labios.
—Sí, mejor eso antes de no resistir más mis deseos de hechi-
zar a Gael.
—Oh… —Hermione frunció el ceño hacia Draco—. ¿No ha
ido bien?
—Bien para Gael, que se salvó de ser hechizado —aclaró
Draco—. Entonces… ¿Qué te parece si vamos a cenar? —preguntó
hacia Harry—, ya sabes, a la calle, para evitar que muramos por en-
venenamiento.
Hermione y Harry soltaron unas cuantas carcajadas mientras
Draco negaba con la cabeza.
—Ya debo irme, Ron debe estar por llegar a casa —dijo
Hermione metiendo de cualquier manera los libros en el bolso
nuevamente.
—¿Segura que te sientes bien? Draco y yo te podemos llevar
para que no uses la red flú, ya de por si suele marear y…
—No, gracias, en serio, estoy bien, Harry, eres más exagera-
do que Ron.
—¡Eso es imposible! —replicaron Harry y Draco a la vez,
Hermione sonrió nuevamente.
—No le diré que han dicho eso —comentó caminando hacia
la chimenea.
—¿Estás enferma? —preguntó Draco en el momento en que
Hermione tomaba ya un poco de polvos flú.
—No, es algo pasajero. Cuídense, y Draco, que tengas suerte
en tu viaje a Alemania, Harry me contó que es una gran oportuni-
dad.
—Lo es, gracias —respondió Draco, y no fue hasta que la
chica se fue, que preguntó en voz alta lo que estaba pensando.
—¿Qué es lo que tiene?

420
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ella y Ron tienen un raro virus, creo, la comida no les ha-


ce bien, es algo del estómago, tal vez podrías jugar con tu caldero e
idear algo —sugirió pegándose a su cuerpo y pasando los brazos al-
rededor del cuello de Draco.
—Es con otra cosa con lo que me apetece jugar en realidad
—comentó Draco mientras acariciaba la espalda de Harry y llegaba
hasta las nalgas.
Harry suspiró y le dio un beso en los labios.
—Eso me agrada más.
—Pero primero hay que ir por comida, muero de hambre.
—De acuerdo —suspiró Harry—, y comemos en casa.
—Claro.
Cuando ya estaban por salir de la oficina de Harry, Draco le
dio una mirada más a la chimenea por donde había salido Hermio-
ne, con el ceño fruncido, las caricias de Harry lo habían apartado de
lo que estaba pensando en un inicio.
—¿Pasa algo?
—Está embarazada —declaró con voz seria.
—¿Quién?
—Hermione, está embarazada.
—¿Cómo puedes saber eso?
Draco se abstuvo de contestar que lo sabía, porque llevaba las
últimas semanas estudiando demasiado acerca de los embarazos en
brujas, porque tendría que aclarar las razones para hacer aquello, y
simplemente se encogió de hombros.
—Sólo lo sé, y hasta lo puedo apostar.
—No, no puede ser, Ron también está enfermo.
—¿En serio? Que peculiar —ambos ya caminaban por el pa-
sillo y Harry cerraba puertas y revisaba todo antes de salir.
—No es peculiar, viven juntos, es normal que lo estén si
comen la misma comida.

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—No, se llama síntomas compartidos, pasa mucho, sobre


todo en las parejas que están muy unidas.
—Nah… —Harry negó con la cabeza mientras finalmente
ambos subían al auto, rumbo a uno de sus restaurantes favoritos pa-
ra ordenar comida.

–|– 

Pese a que él hubiera querido partir ese mismo día, en el


mismo momento en que se dio cuenta de quién había sido su cap-
tora, tuvo que obedecer a su hermano y dejarse revisar por un me-
dimago, sobre todo porque estaban en invierno, y él llevaba más de
un año sin salir de esa habitación.
«Su cuerpo no aguantará si lo somete al frío tan rápidamente», había
dicho el anciano con voz siniestra. «Que dé primero unos cuantos paseos
por el jardín, sé que Londres es menos frío, pero no queremos arriesgarnos a
que surja un ataque de pánico».
Y Noah tuvo que reconocer que el hombre había tenido ra-
zón, la primera vez que había intentado salir de su habitación, lo
había sobrecogido un pánico innecesario, apenas había llegado al
pasillo antes de regresar a su dormitorio, a su lugar casi completa-
mente seguro.
Le tomó más tiempo del que pensaba que le podía tomar el
empezar a dar paseos por el jardín de la casa, con Sarah, o con Elías,
el otro hermano de Nadia, incluso Roger lo acompañaba algunas
tardes los fines de semana. Ninguno le preguntaba qué era lo que
pasaba, qué era lo que había hecho que se despertara de esa horrible
pesadilla, ni la razón por la cual ahora quería desesperadamente par-
tir a Londres una vez estuviera completamente recuperado.
Y Noah agradecía que no lo hicieran. No hubiera podido de-
cirlo. Aún no. Aunque no planeaba quedarse callado demasiado

422
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tiempo. Claro que no, pero todo debería ser a su debido tiempo, no
se arriesgaría a echar todo a perder por tomar decisiones apresura-
das.
Además el tiempo que había usado recuperándose lo había
usado también investigando, su hermano le había proveído de los
diarios del último año; había leído todas las crónicas que se habían
escrito acerca de la ley anti discriminación que Harry había impul-
sado, había leído lo exitoso que se habían vuelto Draco y Gael con
la Fábrica de Pociones, y también, lamentablemente del ataque que
se había dado poco antes de que su hermano lo sacara de ese horri-
ble lugar. Sabía que mucha de la información que le había entrega-
do a esa chica tenía algo que ver con el ataque, no podía ser casuali-
dad que estuviera tan interesada en Draco y sus rutinas, y amigos y
que luego atacaran su hogar. También leyó acerca de esa chica, al
parecer más amiga de Draco y Gael, puesto que había estudiado con
ellos, y como había sido la única víctima del ataque en cadena.
—¿Noah? —preguntó Roger entrando a la habitación, ahora
con las antorchas totalmente encendidas, mientras Noah leía un li-
bro en uno de los sillones.
—Hola. ¿Qué tal el trabajo?
—Bien, gracias —contestó Roger sentándose delante de él—.
Tenemos ya los trasladores y todo planificado para el viaje a Lon-
dres.
—Genial —asintió Noah dejando a un lado el libro que leía.
—¿Estás seguro que quieres hacer esto? ¿Qué no será un re-
troceso? Lo mejor sería olvidar que…
—No podría —interrumpió Noah con voz alarmada, te-
miendo que su hermano se arrepintiese de ayudarlo—. No hasta
que haga lo que tengo que hacer, hasta que les diga… —suspiró
profundamente—. Estaré bien, debes confiar en mi, y que no haré
ninguna tontería.

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

Roger le dio una mirada evaluadora y finalmente asintió,


mientras extendía un paquete, una caja de madera pequeña.
—El itinerario y los boletos para los trasladores, te hospeda-
rás en el mismo hotel que te hospedabas antes, Sarah partirá conti-
go.
—¿Cuándo?
—En tres días.
—En tres días —repitió Noah mirando los boletos que le
daban acceso a la zona de aparición internacional de Rusia.

–|– 

Harry apretó un poco más los dedos entre los de Draco,


mientras sentía la caliente piel de Draco sobre su espalda, con esto-
cadas lentas y precisas lo empujaba contra la cama, mientras en su
oído murmuraba cosas, intercalando las palabras sueltas con besos y
pequeñas mordidas.
—Te voy a extrañar —masculló Draco empujándose dentro
de Harry una vez más, con una mano se apoyaba sobre el colchón,
mientras la otra era apresada por la caliente mano de Harry, delante
de ambos, chocando casi con el cabecero de la cama.
—Mmm…sí —gimoteó Harry arqueándose para no dejar ni
una porción de su espalda sin sentir el calor de la piel de Draco—.
Sí, Draco.
—Te amo —le dijo en el oído antes de que su lengua bajase
un poco más, lamiendo debajo de la oreja y llegando hasta el cue-
llo—, te amo demasiado— repitió levantándose un poco más, im-
pulsándose con la mano que tenía en el colchón, y presionando un
poco más la de Harry.
—Y yo…— Harry flexionó un poco las piernas, lo suficiente
para tener el espacio necesario para que sus caderas dieran el en-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cuentro a la pelvis de Draco, que se empujaba con un ritmo cada


vez más veloz dentro de él—… también.
—Merlín… Harry… —jadeó Draco cuando Harry comenzó
a apretarse cada vez más entorno a él.
—Draco… así —pidió Harry mientras se empujaba hacia
atrás, las embestidas de Draco lo devolvían al colchón, de tal forma
que su erección era presionada y masajeada al mismo ritmo que
Draco lo estaba tomando, cada vez más rápido, cada vez más fuer-
te—, me vengo —informó apenas sin aire.
Draco no le soltó la mano que tenían entrelazada, se levantó
un poco más y empujó contra él perdiendo ya el control absoluto
de la situación, aquel pequeño momento en que ambos se descon-
trolaban totalmente, los gritos y gemidos llenaron la habitación,
mezclados con el ruido de sus cuerpos chocando.
—¡Harry! —gritó Draco sintiendo a Harry convulsionar de-
bajo de él, su interior apresándolo en el punto exacto del dolor y el
placer.
—Oh… —lloriqueó Harry dejándose caer completamente
sobre la cama, sintiendo a Draco empujarse una vez más dentro de
él, con mucha fuerza y un líquido caliente invadiendo su interior—.
Oh… sí —suspiró sintiendo sobre su espalda todo el peso de Dra-
co, sus respiraciones agitadas.
—Merlín, Harry —gimoteó Draco, dándole pequeños besos
en la nuca y los hombros antes de soltarlo por completo y levantar-
se para salir de su interior—, eres increíble.
—Lo sé —se burló Harry girando para encontrarse con el
cuerpo caliente y aún agitado de Draco.
—Que presumido —se quejó Draco antes de darle un beso
en los labios. Harry rápidamente se pegó a él, sus cuerpos y piernas
entrando en total contacto.

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—Eres tú el que lo ha dicho —continuó Harry. Draco negó


con la cabeza.
—¿No te ha parecido increíble?
—Más que eso —admitió, enterrando su cabeza en el pecho
de Draco—. Y te voy a extrañar.
—Y yo… pero no puedo hacer nada… aunque podrías venir
conmigo.
—Sabes que no puedo, que tengo clases y citas con la Conse-
jería —dijo Harry, como ya le había dicho antes, cada vez que Dra-
co le proponía acompañarle.
—Sí —Draco le acarició el cabello y cerró los ojos, se sentía
agotado, en unas cuantas horas más debería partir, pero Harry y él
parecían no estar dispuestos a dormir. Aunque claro, él no tenía
ninguna queja por la forma como ambos estaban aprovechando ese
tiempo.
—Pero gracias por pedirme que fuera.
—Fregotego —murmuró Draco suavemente para que el cuer-
po de ambos estuviera limpio y luego, con ayuda de la varita tam-
bién, hizo levitar el grueso cobertor, el frío de invierno se estaba
sintiendo cada vez más denso.
—Gracias —dijo Harry con voz adormilada.
—Harry…
—…mmm
—Prométeme que te cuidarás, comerás a la hora y dormirás
las horas adecuadas.
—¿Por qué insistes con ese tema? —se quejó Harry levan-
tándose para mirarlo a los ojos—. No me voy a dar al abandono
porque estés fuera cuatro días, claro que te extrañaré, pero…
—Pero tú eres muy desordenado en eso, no quiero que…

426
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Exagerado —interrumpió Harry volviendo a acostarse,


abrazado a Draco—; duérmete, ya es demasiado tarde y no quiero
que te duermas en una de tus reuniones.
Draco suspiró profundamente y se acurrucó un poco más
junto a Harry.
—Probablemente lo haga, estoy agotado.
—De nada —se burló Harry. Draco le dio un suave tirón en
el cabello en respuesta, pero ninguno dijo nada más, mientras am-
bos se quedaban dormidos rápidamente.

–|– 

Draco sonrió forzadamente mientras daba la mano a todos


aquellos gerentes con lo que se había entrevistado durante demasia-
das horas, habían sido negociaciones largas, y en algunos momentos
agresivas, pero finalmente había conseguido salir de ese sitio con
mucho más de lo que había esperado salir. Gael estaría contento
cuando se enterase de todo el volumen de pedidos que tendrían
ahora para su línea de perfumes y productos de limpieza. Y además
estaría mucho más contento cuando supiera que el contrato era uno
de los más grandes firmados hasta el momento en cuanto a fabrica-
ción de pociones con una empresa extranjera —por parte de Ale-
mania al menos— se refería.
—Un placer, señor Malfoy —le dijo una bruja bastante ma-
yor, con la que se había encaramado en una discusión acerca de los
costos de los ingredientes americanos—, supongo que nos estare-
mos viendo bastante seguido.
—Así es —contestó Draco con amabilidad—, tanto mi socio
como yo estaremos entrando constantemente por aquí, al menos
hasta cumplir con la primera parte de la implementación.

427
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—Por supuesto —suspiró la bruja, y por un momento pare-


ció querer decir algo más, pero a último momento pareció arrepen-
tirse y solamente hizo un ligero asentimiento, antes de dar la vuelta
y salir, seguida por un muchacho más joven que decía ser su asis-
tente personal.
—Lo que Berit quiso preguntar —comentó otro mago mi-
rando hacia la bruja que ya estaba cerca de la puerta, la mujer tenía
las mejillas ligeramente sonrojadas—, es que si sería posible que al-
guna vez llegaras junto a tu… pareja, Harry Potter.
Draco amplió la sonrisa un poco más, recordándose que aca-
baba de firmar un contrato, y que no podía mandarlos al diablo.
—Por supuesto, si es que Harry puede darse un tiempo libre
con sus proyectos, Cort.
—Genial —dijo el hombre con una sonrisa radiante—. Sería
interesante conversar con él, es todo un héroe, dicen que venció a
un mago terrorífico.
—Sí, a Voldemort —arrugó la nariz Draco—, un tipo medio
loco, pero que dio problemas durante mucho tiempo. Tienen suer-
te de que no haya llegado aquí, en Inglaterra murieron miles por él.
—Oh… eso es, lamentablemente —respondió el hombre
apretando su mano contra la de Draco antes de dar un paso hacia
atrás y comenzar a alejarse—. Que esté muy bien, señor Malfoy,
nos veremos pronto.
—Encantado —contestó Draco, el asistente de Cort, un chi-
co de cabellos claros y ojos azules le dio una mirada descarada
mientras sonría de manera coqueta… o más que eso.
—Un gusto, señor Malfoy —le dijo mientras extendía una
mano hacia él, Draco, por educación, correspondió al saludo, aun-
que no sonrió, simplemente le regaló la expresión más fría y dura
que pudo. El chico pareció un poco desconcertado mientras se ale-
jaba.

428
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Cuando finalmente todos se hubieron retirado, juntó todos


los materiales, muestras de pociones y diversos informes que había
llevado para esa reunión, recordándose una vez más, que la próxima
vez necesitaría mínimo un asistente que le ayudara con todo eso, o,
mejor aún, que Gael viajara con él, tal vez el no aparecer solo delan-
te de todos ellos, hubiera podido hacer que las negociaciones dura-
ran un poco menos.
El hotel donde se hospedaba era uno bastante moderno, en el
centro mismo de Bremen, aunque era mágico, parecía pasar de ser
percibido por los muggles que pululaban por allí.
Entró a la recepción por medio de la aparición, disfrutando el
poder hacerlo nuevamente, incluso, internamente se regocijaba al
hecho de siquiera poder salir de Inglaterra, ya que antes lo tenía
prohibido.
—Buenas noches, señor Malfoy —dijo la voz de uno de los
recepcionistas, en un duro y rústico ingles.
—Buenas noches. ¿Tengo alguna carta?
—Tres, caballero —respondió el hombre extendiendo unos
sobres hacia él.
Draco miró extrañado el grupo de cartas, sólo esperaba dos,
una de Harry, por supuesto, y una de Gael, preguntándole qué tal
habían ido las negociaciones, la tercera era un misterio.
—¿Cenará el caballero?
—En mi habitación —respondió Draco mientras el hombre
extendía un pequeño menú de comidas hacia él. Draco escogió rá-
pidamente algo ligero y una botella de vino antes de subir a su habi-
tación, cargando con su viejo, pero muy querido morral, y las car-
tas.
Dejó todo sobre la mesa de madera del fondo, y se metió rá-
pidamente a la ducha, se sentía demasiado agotado ahora que todo
había terminado; al día siguiente tendría un pequeño almuerzo de

429
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

«cordialidad» con sus nuevos socios alemanes, antes de poder viajar


hacia Londres nuevamente. Por su parte y hubiera desistido del al-
muerzo, pero lo cierto era que le convenía afianzar lazos con ellos.
Era la primera vez que intentaban firmar un contrato con el extran-
jero, y Draco no quería que fuera la última. Utilizaría ese ejemplo
para sus futuros tratos, y necesitaba tener todo lo posible a favor.
Cuando salió de la ducha, envuelto en un albornoz bastante
grueso y suave, la comida, así como la botella de vino, ya estaban en
la mesa del centro, donde había dejado además las cartas.
Se sirvió una copa de vino mientras leía los remitentes. El
primero era por supuesto, Harry, el segundo, tal como esperaba,
Gael, pero el tercero era de alguien que no creía le escribiría: Aarón
Bonaccord.
Aarón había creado la Consejería, parte de su publicidad era
que Harry, Draco, Hermione y muchos otros profesionales empa-
pados del tema homosexual estarían allí para ayudar a cualquiera
que tuviera dudas o problemas, ya fuera de discriminación, médicos
o de orientación. A pesar de que Draco iba dos o tres veces por se-
mana a ayudar, escuchar a jóvenes con problemas y guiarlos hacia la
forma correcta de actuar, tanto él como Harry apenas y se cruzaban
con el hombre, que había, en sólo unos cuantos meses cambiado
completamente. Su sonrisa sólo aparecía si era que había una cáma-
ra o un periodista delante, y aún así, no era ni siquiera una cuarta
parte de lo deslumbrante que antes. Incluso pasaba días enteros sin
aparecer por la Consejería, y su popularidad entre los miembros del
Wizengamot estaba disminuyendo. Todo se debía, por supuesto, a la
ausencia de Boris. El chico, luego de aquella tarde en que Aarón se
había rehusado a admitir que eran pareja delante de los periodistas,
se había marchado de casa, y aunque seguía trabajando en el Minis-
terio, y apareciendo ocasionalmente en la Consejería, sobre todo
para conversar con Tyrone o Giles, no había vuelto a casa.

430
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Por Tyrone y Giles había sabido que se Boris se había muda-


do a un pequeño departamento en las afueras de Londres, y que se
había negado a ver a Aarón más de lo estrictamente necesario por
cuestiones de trabajo, que había tenido unas cuantas aventuras con
chicos desconocidos, y sobre todo, que no estaba dispuesto a volver
con Aarón por el momento, quien, según decían Tyrone y Giles,
había intentado acercarse a Boris en más de una ocasión.
Draco, pese a todo lo malo que había resultado ser la presen-
cia de Aarón, no podía dejar de pensar en que sentía mucho que esa
relación, de tantos años, se quebrara, y sobre todo, de ver que Boris,
que intentaba esconderlo mejor de lo que Aarón lo intentaba, se
viera triste y solitario. No podía dejar de recordar aquella conversa-
ción fuera del Ministerio, la forma como de alguna manera había
intervenido para hacer que Boris se alejara de Aarón.
Con mucha curiosidad dejó de lado la carta de Gael y la de
Harry, y optó por la de Aarón, no había razón alguna para que el
hombre le escribiera si no fuera un asunto de real importancia.
Eran apenas unas cuantas líneas, pero muy perturbadoras:

Hola Draco,

Espero que todo esté yendo bien por Alemania.


Asumo que te extrañará mi carta, pero ha surgi-
do algo muy importante e interesante , al menos eso
quiero creer, tengo en casa a un chico que dice haber
estado en la clínica de rehabilitación que tanto inves-
tigamos, al parecer él , con ayuda de alguien del inte-
rior, escapó, y no le hicieron los hechizos de memoria,
pero se rehúsa a que Harry o cualquier otro que tene-

431
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

mos encargado del asunto, se entreviste con él , me ha


pedido expresamente que seas tú el que venga a hablar
con él , promete contar todo lo que pueda y ayudarnos
a encerrar a todos esos que lo torturaron (porque dice
que fue cruelmente maltratado) con una sola condi-
ción , primero quiere hablar contigo.
Sé que debes estar de vuelta mañana en la noche,
y que sería demasiado pedirte que vinieras esa misma
noche , pero, ¿qué tal el día siguiente? Él se estaba
hospedando en un hotel de Londres, pero le he con-
vencido, tanto a él como a su acompañante de quedar-
se en mi casa, y ya les he explicado de tu viaje y están
dispuestos a esperarte .
Entonces… ¿pasado mañana en la mañana te pa-
rece bien?
Avísame .

Aarón .
PD: he querido poner el nombre de la persona
que te comento, pero él no me lo ha permitido, aunque
conf ía en que vendrás.

Draco releyó la carta un par de veces más, no se le ocurría


quién querría entrevistarse con él antes que con Harry, pero la cu-
riosidad podía más, así que rápidamente garabateó en un pergamino
a Aarón «De acuerdo, pasado mañana a las diez». Llamó a uno de
los empleados del hotel, y enviaron la carta rápidamente.

432
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Cuando cenó lo hizo con la compañía de las cartas de Gael y


Harry, el primero pidiéndole que le diera los pormenores de las ne-
gociaciones finales, y el segundo diciéndole cuánto lo extrañaba y lo
mucho que lo quería tener en casa ya.
Cuando se durmió, luego de contestar las cartas de ambos, se
sentía ligeramente ebrio por la botella de vino que casi se había
terminado, y su cabeza, pese al cansancio y el adormecimiento, no
dejó de darle vueltas a la persona que lo estaría esperando en casa de
Aarón, y si era que en verdad tendría información acerca de la clíni-
ca de la MACH.

–|– 

—¿Alguna vez pensaste en la posibilidad de que te dijera que


no? —preguntó Hermione suavemente, Harry y ella estaban en la
casa de Hermione y Ron, cerca de la Madriguera, era ya de noche,
pero Ron, ocupado con unos problemas de última hora, no había
vuelto a casa aún, lo cual era ideal para los planes de ellos, puesto
que no habían querido decirle a nadie nada al respecto.
—Sí —contestó honestamente Harry, mientras dejaba el li-
bro con los pasos a seguir para Enlace de Magia a un lado—, pero
evito pensar tan negativamente.
—Qué gracioso —masculló Hermione con el ceño frunci-
do—. A lo que me refiero es que no quiero que te enfades… es de-
cir, enlazar la magia, darle una parte de tu magia a él y que él te de
una parte de la suya… es tan…
—Nunca nos dejarían casarnos, ustedes, Ron y tú, compar-
ten ciertos vínculos por estar unidos, nosotros no podemos porque
ambos somos chicos, no es justo.
—Pero en algún momento lo permitirán, dirán que es co-
rrecto hacerlo, y entonces podrían hacerlo legalmente…

433
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—No es cuestión de ser legal, no me importa si el Wizenga-


mot da la ley mañana, o nunca, es algo que quiero hacer ahora, no
está prohibido ni penado. Se trata de unirnos más aún, no de espe-
rar a que el mundo mágico nos apruebe. Sabes que esa nunca ha si-
do mi intención, el ser aprobado.
—Demasiado bien —suspiró Hermione negando con la ca-
beza—, aunque aún sigo pensando en la posibilidad de que Draco
no lo permita… ya sabes que a veces suele ser muy extraño… como
cuando se fue de casa por lo de Aarón.
—No dirá que no, ya verás —dijo Harry tratando de con-
vencerse a si mismo—, aceptará gustoso.
—¿Cuándo planeas hacerlo?
—Cuando domine este hechizo… en un par de semanas
más, creo —sonrió Harry pensando en las mil y una formas que
había ideado para pedirlo.
Hermione suspiró pesadamente y miró hacia el reloj de pa-
red. Ron y ella habían invitado a Harry a cenar esa noche para darle
la gran noticia, pero Ron había tenido un problema en la tienda y
aún no llegaba, y ella empezaba a sentirse un poco ansiosa. Esperaba
que Ron no tardara mucho más tiempo, tenía tantas ganas de con-
társelo a Harry.
—¿Sigues enferma? —preguntó Harry luego de un momen-
to—. ¿Estás segura que no es buena idea ir a ver a un medimago? Ya
son muchos días y…
—Estaré bien, no debes preocuparte —interrumpió Her-
mione poniéndose en pie—. ¿Deseas vino? ¿Cerveza?
—Cerveza estará bien —aceptó Harry, poniéndose en pie y
guardando el libro que estudiaba hasta ese momento, Ron no tarda-
ría en llegar.
Cuando, media hora después, Ron llegó a casa, por fin pu-
dieron cenar, pese a la familiaridad de siempre, la pareja de amigos

434
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

parecía un poco tensa. Hermione casi no probó bocado mientras


Ron engullía todo lo que tenía en frente frenéticamente y casi sin
hablar.
—¿Y tú ya te sientes mejor? —preguntó Harry dando cuenta
del postre.
—Creo que sí… —suspiró Ron, dándole una significativa
mirada a Hermione, que asintió suavemente—. Fuimos a San
Mungo ayer —informó con voz seria y ceremoniosa, Harry arqueó
una ceja en muda interrogante—, y nos ha confirmado que no te-
nemos ningún virus ni nada similar.
—Es un alivio —comentó Harry—, pero, si no tienen un vi-
rus… ¿Qué tienen?
Hermione se sonrojó suavemente, mientras Ron tomaba su
mano sobre la mesa y le daba un pequeño beso antes de encarar a
Harry.
—Estamos embarazados.
Harry abrió la boca, y por un instante no supo qué decir.
—Eso quiere decir que tendremos un bebé —aclaró Her-
mione como si fuera posible que Harry no lo hubiera entendido.
—Vaya, yo… —Harry se puso en pie rápidamente y rodeó la
mesa para poder abrazar a sus amigos—. Los felicito, chicos, es…
—Gracias, compañero —respondió Ron.
—… maravilloso —completó Harry dándole un beso en la
mejilla a Hermione—. Un bebe, wow…
—Eso mismo dije yo —se burló Ron.
Hermione negó con la cabeza.
—Ciertamente sí fue toda una sorpresa, aunque una muy
agradable —aclaró Hermione mientras Harry volvía a sentarse de-
lante de ellos.
—La medibruja dijo que el que yo tuviera los síntomas, era
de alguna manera hacer causa común con Hermione.

435
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—Ah… he escuchado hablar de eso —comentó Harry.


—Pero pronto desaparecerán, estoy de diez semanas, en un
par más debo dejar de tener tantos malestares.
—Lo cual es un alivio —suspiró Ron.
—¿Y ya se lo han dicho a sus padres? —quiso saber, recor-
dando la teoría de Draco, días atrás sobre los síntomas de Hermione
e incluso sobre los síntomas de Ron.
—No, hemos querido decírtelo a ti primero —Ron sonrió
mientras una botella de champagne helada volaba desde la cocina.
—Oh, chicos, gracias por eso —comentó Harry extendiendo
las copas para que Ron pudiera rellenarlas con champagne, la copa
de Hermione fue rellenada con jugo de calabaza.
—Hay algo más que queríamos decirte —dijo Hermione
mientras Harry ya levantaba la copa.
—O más bien pedirte —continuó Ron—, ya sabemos que
tienes a Teddy pero… a nosotros realmente nos encantaría que pu-
dieras ser el padrino del pequeño o pequeña que venga.
—¿Padrino? —preguntó Harry un tanto asombrado, real-
mente no había esperado que le pidieran aquello.
—Sí, sólo en ti confiamos para esto…
—Por supuesto, Ron —respondió Harry, levantando un po-
co más la copa—. El honor es mío.

–|– 

Luego del largo, y excesivamente costoso, almuerzo en uno


de los restaurantes más exclusivos de Bremen, Draco se despidió de
sus nuevos socios y, con una muy pequeña maleta, llegó, vía flú
hasta la sala de apariciones internacionales, que quedaba en las afue-
ras de la ciudad; por las paredes de vidrio pudo ver el blanco paisaje,
mientras esperaba que lo llamaran para por fin poder volver a casa.

436
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Aquella tarde Harry tenía clases hasta la noche, y Draco no


quería interferir en su trabajo, así que habían acordado que fuera
Gael el que lo fuera a recoger.
El regreso lo hicieron también por red flú, hasta el número
doce de Grimmauld Place. Draco le dio un informe parcial de todo
lo conseguido mientras subían a la habitación para que se pudiera
dar una ducha y cambiarse de ropa. Gael le aseguró que la fábrica
estaba muy bien y que los pocionistas que habían contratado duran-
te el último mes estaban trabajando de acuerdo a lo esperado, que la
línea de producción había crecido lo suficiente para atender ahora a
Alemania.
—Además llegó una carta de Italia —comentó Gael cuando
Draco, ya completamente vestido, bajaba con él por las escaleras ha-
cia la sala de estar.
—¿Italia?
—Han escuchado… lo cual me parece muy gracioso consi-
derando que recién ayer se firmó el contrato —aclaró Gael—, escu-
charon sobre el trato que hicimos con Bixintxo & Asociados y están
interesados en reunirse con nosotros y proponer algo.
—¿Quién escribió?
—Sabatini & Manfredi.
—¿En serio? Que interesante… —Draco se dejó caer sobre
el sofá sintiendo alivio de estar en casa, aunque extrañando a Harry,
sabía que debía tardar una hora más en llegar por lo menos, así que
tendría tiempo de conversar con Gael.
—Y vaya que lo es. Investigué, Boris me ayudó, y encontra-
mos que son los dueños de una gran cantidad de empresas italianas
y…
—Sí, tienen empresas por toda Europa, aunque no son tan
importantes —aclaró Draco—; hay empresas mayores aún, ellos
pueden ser considerados medianamente importantes—. Si había al-

437
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

go que Draco no había olvidado era los nombres de las familias in-
fluyentes en el mundo mágico europeo, o de las compañías más
importantes.
—Pues a mí me parecieron grandes…
—Y lo son, es decir, en el nivel que nos estamos moviendo
ahora, pero podemos llegar más arriba. Llegaremos más arriba —le
dijo con voz convencida.
—Aunque estaremos un poco atorados ahora con los alema-
nes.
—Es cuestión de estudiarlo —resolvió Draco agitando la
mano, como restándole importancia al asunto—, mañana en la tar-
de me pondré a ello, ¿han quedado en mandar más información?
—Han escrito que pueden enviar a un representante de su
empresa en cuanto les demos una cita. ¿En la mañana no irás a la
fábrica?
—No… tengo algo que hacer, calculo estar después del al-
muerzo…
Gael frunció el ceño, Draco no era muy acostumbrado a to-
marse mañanas libres, así que supuso que tendría que ver con Ha-
rry y su reencuentro.

–|– 

Cuando llegó a casa, ya era bastante tarde, estaba todo a oscu-


ras, excepto la cocina. Caminó rápidamente hacia ese sitio y descu-
brió las luces encendidas, Draco estaba de pie, mirando hacia la ca-
lle a través de las cortinas abiertas, una fuerte lluvia había empezado
a caer, y podía escuchar el agua golpeando contra la ventana y la ve-
reda.
—Hola —saludó Harry entrando completamente a la cocina,
Draco se giró sobresaltado antes de sonreírle.

438
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Hola —respondió Draco caminando hacia Harry.


Se encontraron en mitad de la cocina, y automáticamente sus
labios y brazos se unieron con ansiedad.
—No sabes lo que te he extrañado —jadeó Harry mientras
Draco comenzaba a mordisquearle el cuello, y él le levantaba la su-
dadera lo suficiente para colar sus manos y acariciar la caliente piel
de la espalda.
—Y yo… pensé que nunca llegarías —continuó Draco em-
pujando a Harry, sin dejar de besarlo, hasta la mesa, sus manos se
encargaron de desabotonar la túnica con rapidez.
—Lo siento —se excusó Harry mientras se apoyaba mejor en
la mesa, las manos de Draco luchando por deshacerse de la túnica
mientras él lo pegaba lo más posible a su cuerpo.
—No importa… ya estás aquí —murmuró Draco sonriendo
por haber por fin terminado de abrir la túnica, y empujándola hacia
atrás, para que resbalara por los hombros de Harry y cayera sobre la
mesa.
—Sí… y tú también.
Harry apartó las manos de la espalda de Draco para poder le-
vantar la sudadera, y la apartó rápidamente, dejando al descubierto
el pecho desnudo del chico. Casi con reverencia acarició su torso
desnudo mientras sentía a Draco exhalar suavemente por las cari-
cias.
—Harry —suspiró Draco mientras se inclinaba hacia él y lo
besaba nuevamente, con mayor necesidad que antes, las manos de
Harry sobre su espalda, presionándolo y apretándolo, y la clara
erección en sus pantalones rozándose descaradamente contra la de
él.
—No creo que lleguemos a la habitación —comentó Harry
mientras Draco lo empujaba contra la mesa y empezaba a jugar con
los botones de su pantalón.

439
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—No era mi intención hacerlo —respondió algo divertido


Draco, mientras lograba al fin desatar la correa y los botones. Bajó
la cremallera y puso una mano sobre el hinchado miembro de Ha-
rry, aún debajo de la ropa interior.
—Vaya, en verdad me extrañaste —le ronroneó apretando un
poco más fuerte su mano. Harry se estremeció y arqueó sobre la
mesa soltando un gemido.
—Por supuesto —pudo responder Harry al fin mientras tra-
taba de llegar a los pantalones de Draco, aunque por la posición le
era un tanto difícil.
—Yo también te extrañé —le dijo Draco, empujando sus ca-
deras contra la mano de Harry y jadeando suavemente.
Antes de darse cuenta, Draco lo desprendió de sus pantalo-
nes, bóxers y también de las botas, quedando completamente des-
nudo, sobre la mesa de la cocina, y la túnica tendida, mientras el
rubio estaba entre sus piernas, con los pantalones abiertos y una mi-
rada lujuriosa.
Draco se inclinó hacia delante, repartiendo pequeños besos
sobre el abdomen trabajado, y bajando poco a poco, hasta enterrar la
nariz en la mata de vellos oscuros. Mordió suavemente el hueso de
la cadera de Harry mientras éste arqueaba las caderas y lo sujetaba
del cabello.
—Draco… por favor —pidió Harry entre gemidos mientras
ahora sentía el cálido aliento sobre su miembro, abrió los ojos un
instante para ver a Draco entre sus piernas, con el cabello rubio
suelto cayendo hacia delante y rozando su piel.
—Mi pequeño impaciente —dijo Draco con voz divertida,
sus ojos se cruzaron con los de Harry un instante.
—Yo no soy peque… —Harry no pudo terminar de hablar,
puesto que la boca de Draco se había cerrado en torno a la punta de
su erección, y presionaba con sus labios de manera deliciosa, lo úni-

440
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

co que pudo hacer fue gritar y gemir mientras sus manos apretaban
un poco más el largo cabello rubio.
—No… —replicó Draco apartándose un poco y dando una
larga lamida a toda la extensión del pene de Harry—, pequeño no.
—Oh…
Harry no pudo replicar, puesto que la boca de Draco estaba
nuevamente rodeando su miembro, bajando poco a poco, apretan-
do y provocando, mientras sentía la lengua de Draco lamiendo y
presionándose.
Draco se esmeró bastante, jugando con su lengua, presio-
nando la pequeña hendidura y subiendo y bajando a un ritmo cada
vez mayor, procurando dejar entrar a Harry todo lo posible en su
boca, mientras sus manos le empujaban más las piernas, hasta dejar-
le los pies apoyados sobre la mesa y totalmente expuesto hacia él.
—¡Dios, Draco! —gimió Harry con fuerza, levantando las
caderas cada vez más rápido, impulsado por sus pies—. No pares.
Draco no tenía intenciones de detenerse, una de sus manos
sujetó la cadera de Harry, presionándola suavemente, tratando de
controlar el movimiento, mientras la otra bajaba por los testículos,
jugando con ellos. Harry era particularmente sensible en ese aspec-
to, si lo presionaba mucho lo fastidiaría, pero tenía un punto exacto
entre las caricias suaves y las rudas que conseguía volverlo loco, y
Draco, después de tanto tiempo, sabía muy bien cómo manejar el
cuerpo de su amante.
—¡Ah… sí! —gritó Harry cuando sintió esa mano más abajo
todavía, acariciando suavemente su entrada—. Sí.
Draco no se apartó más de un instante, el suficiente para re-
coger su varita y pronunciar el hechizo lubricante antes de retomar
el trabajo con su boca, mientras introducía un par de dedos en la
angosta entrada.

441
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—Draco... no necesito eso —lloriqueó Harry empujándose


contra esos dedos y tratando de respirar para no liberarse en ese
mismo instante—. Tómame, hazlo ya.
Draco aún, pese a los pedidos de Harry, se entretuvo un poco
más, jugando con su lengua, labios y dientes, sobre la cada vez más
dura erección de Harry, disfrutaba mucho teniéndolo así, jadeando
y lloriqueando, sabiéndose el causante de todo ese descontrol, de
toda esa lujuria.
Cuando se apartó, lo hizo con un sonido fuerte, chupando y
haciendo gritar a Harry.
—Delicioso —le dijo levantando las cejas mientras apreciaba
el cuerpo de Harry desnudo sobre la mesa; sus abdómenes marca-
dos, sus pechos y brazos musculosos, el tatuaje del dragón al lado
izquierdo, ligeramente brilloso, como el resto de su piel, por una
pequeña capa de sudor, y sus mejillas sonrojadas, sus labios rojos, y
su mirada tan brillante, tan entregada. Siempre el mirar a Harry a
los ojos cuando estaban haciendo el amor lo hacía sentirse abruma-
do.
Acarició con ambas manos las piernas de Harry mientras se
inclinaba y le daba un beso más en los labios. Sus lenguas se encon-
traron y ambos jadearon mientras Harry trataba de empujarse con-
tra la erección de Draco, que chocaba contra su pierna.
—Te amo —le dijo Draco con voz algo temblorosa mientras
lo sujetaba de las piernas y lo jalaba hacia el borde.
—Y yo a ti —retribuyó Harry, se levantó un poco y con una
mano jaló a Draco para besarlo una vez más.
Draco se apartó un poco, y se posicionó en la entrada de Ha-
rry, sin dejar de mirarse a los ojos, empujó lentamente en él, sin-
tiendo, como siempre, el exquisito placer de ser absorbido por esa
estreches, mientras los ojos esmeralda de Harry brillaban más y
más.

442
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Mmm —gimió Harry cuando Draco estuvo completa-


mente dentro de él, con una de sus manos buscó el borde de la me-
sa para sujetarse, mientras Draco salía casi por completo y se ente-
rraba en él nuevamente, está vez con rapidez y fuerza—. Sí.
—Harry… —jadeó Draco sujetándose con más firmeza de
las piernas de Harry, y comenzando a empujarse nuevamente con-
tra él, marcando un ritmo medianamente rápido. La mesa rechinó
por el uso que le estaban dando, pero ninguno se detuvo a escu-
charla.
—Bésame —exigió Harry de pronto, apoyándose con una
mano en la mesa para levantarse un poco mientras que aún se sos-
tenía con la otra.
Los labios de Draco se unieron a los suyos nuevamente, está
vez en un beso mucho más agresivo y necesitado, sus dientes mor-
diéndose, ambas bocas ahogando gemidos más y más fuertes hasta
que su creciente necesidad les hizo perder el ritmo. Harry se des-
plomó contra la mesa mientras sentía una de las manos de Draco
presionar su pierna hasta casi el dolor, y la otra sujetando su erec-
ción.
—Harry… Dios, eres tan… —jadeó Draco empujándose con
fuerza y tratando de que su mano igualara el ritmo que estaba im-
poniendo, Harry, aún con los pies apoyados sobre la mesa, se em-
pujaba contra él, gritando y gimiendo, arqueándose y regalándole
las imágenes más sexys que había visto en su vida. Harry siempre
lograba sorprenderlo y enamorarlo cada día, en cada cosa que ha-
cían.
—Draco… vamos… ya —pidió Harry en medio de gritos
ahogados y entrecortados, mientras sentía toda la excitación que
causaba los roces de Draco contra su próstata juntarse en sus tes-
tículos, lista para estallar.

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—Harry —gritó Draco mientras finalmente no soportaba


más y se dejaba ir, lloriqueando y sintiendo cómo su espalda se ar-
queaba y sus piernas temblaban suavemente.
—Sí… Draco —exclamó Harry a la vez mientras su propio
orgasmo llegaba, haciéndolo arquearse y sentir a Draco y su esencia
caliente incluso mucho más adentro—. Dios, sí —suspiró con el
cuerpo temblando y sintiendo a Draco caer sobre él.
—Sí… —replicó Draco mordiéndole suavemente el hom-
bro, a lo que Harry, aun sensible por el orgasmo y los efectos en sus
nervios, gimió.
Luego de recuperarse de su primer encuentro durante esa
noche, habían pedido comida china y se habían mantenido alejados,
lo suficiente para no ser interrumpidos cuando el repartidor llegara.
Habían cenado en la habitación, en medio de más caricias y
palabras cariñosas antes de hacer el amor una vez más, y ahora esta-
ban ambos desnudos, abrigados por un hechizo de calentamiento,
sobre la cama, mirándose y abrazándose.
—He pensado que tal vez mañana puedas tomarte el día y
podríamos ir a algún sitio, ya sabes, lejos de Londres —le propuso
Harry, acariciándole el cabello suavemente, Draco hizo un mohín
de disculpa.
—Lo siento… mañana tengo algo que hacer, y no creo poder
cambiarlo.
—Ah… no importa, podremos ir otro día.
—¿Qué tal pasado mañana? Creo que puedo escaparme ese
día.
—Nah… tengo unas citas en la Consejería, y las clases en la
noche.
—Cierto… —suspiró Draco. Se sentía culpable por guardar-
le secretos a Harry, como por ejemplo la cita que tenía a la mañana
siguiente, aunque, una vez hubiera descubierto de quién se trataba,

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

le contaría lo ocurrido, por supuesto, pero eso no hacía que se sin-


tiera ligeramente mal.
—¿Qué tal el sábado? —preguntó luego de un rato más de
silencio.
—¿Sábado?
—Ajá… podremos ir en tu auto si quieres, y pasar todo el día
fuera.
—Sábado está bien, creo que podré comunicarme con An-
drómeda y decirle que iré el domingo, en lugar del sábado, no creo
que haya problema.
—Bien, entonces el sábado —concluyó Draco besándolo una
vez más, antes de acomodarse junto a él en una posición habitual
para ambos, con la mayoría de su piel tocándose.
—Sábado —aseguró Harry antes de bostezar—. Me alegra
que hayas vuelto.
—Yo también me alegro de estar en casa.

–|– 

Draco no era tonto. Ni ingenuo, o al menos eso quería creer,


así que, pese a que Aarón se había alejado considerablemente de
Harry, y ahora buscaba la forma de regresar con Boris, no se arries-
garía a ninguna trampa. Antes de salir de casa, dejó en un lugar bas-
tante visible la carta que Aarón le había enviado, si pasaba algo, lo
más probable fuera que Harry la viera, si no pasaba nada y en ver-
dad se trataba de una pista sobre la clínica, podría volver al medio-
día para guardarla nuevamente.
Llegó por medio de la chimenea hasta la casa de Aarón, el
hombre ya lo esperaba, solo, sentado en uno de sus cómodos sillo-
nes, bebiendo una taza de café y leyendo una revista. Draco pudo
reconocer una vez más los cambios que habían operado en el hom-

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

bre desde que Boris se había marchado de casa, pero se abstuvo de


comentarlos.
—Me alegra que hayas venido —le dijo a modo de saludo
mientras dejaba la taza en la mesa de centro y estrechaba su mano
con la de Draco.
—Claro, porqué dijiste que era realmente importante —le
aclaró Draco.
—Ciertamente creo que lo es —Aarón le hizo una seña para
que lo siguiera—, te está esperando en el estudio, ha pedido hablar
contigo a solas, aunque sólo por seguridad yo estaré al lado de la
puerta, si ocurre algo, cualquier cosa, me avisas.
—Vaya, ¿me estás mandando a una misión suicida o algo así?
Aarón soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza, de-
teniéndose en el pasillo junto a Draco.
—A veces eres muy melodramático, pero no está de más to-
mar precauciones… he investigado a esta persona, y no parece ha-
ber nada malo en su expediente, excepto el haber estado desapare-
cido por el último año y medio, no sabemos lo que puede haber
ocurrido en ese tiempo.
—¿Año y medio? ¿No ha dicho nada respecto a eso?
—No, nada, como te dije por carta, dice que primero hablará
contigo.
Draco suspiró profundamente y asintió. Aarón empujó la
puerta del estudio para que Draco pudiera entrar.
—Suerte.
—Gracias —respondió Draco en voz baja, no supo bien por
qué le había dado las gracias...
El estudio estaba iluminado por las cortinas abiertas, aunque
el cielo estaba gris, dejaba ver todo claramente, al fondo, sentado
tras el escritorio, y de espaldas a él, había lo que al parecer era un

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

chico, de cabello castaño, aunque el elevado respaldo de la silla no


le permitía ver más nada.
—Hola —saludó Draco mientras cerraba la puerta—, dijeron
que querías hablar conmigo.
Draco parpadeó confuso cuando la silla giró lentamente, de-
jando ver al fin a la misteriosa persona que lo buscaba.
—Hola, Draco —saludó Noah formalmente, poniéndose en
pie. Draco pudo apreciar los cambios en el chico, lucía ahora mu-
cho más delgado que antes, su cabello y sus ojos habían perdido el
brillo de antaño, e incluso la modulación de su voz parecía diferen-
te, ligeramente apagada.
—¿Noah? —atinó a preguntar Draco, aun sin moverse—.
¿Esto es algún tipo de broma?
—Ojala lo fuera, pero no, no lo es —le respondió el chico
llegando hasta él, su mirada lo recorrió de abajo arriba y suspiró
profundamente, dando un ligero asentimiento.
—¿Qué es lo que quieres? —Draco se puso rápidamente a la
defensiva, no imaginaba qué podía querer el ex amante de Harry,
después de tanto tiempo, imaginó que ya habría superado el tema.
—Hablar… contarte lo que pasó, es algo que a ti te interesa
—le aclaró Noah, indicándole los pequeños sofás junto a la chime-
nea que ardía suavemente.
—¿De qué podríamos hablar tú y yo? —Draco se cruzó de
brazos, de alguna manera negándose a sentarse junto a él y partici-
par de esa conversación.
Noah frunció el ceño un poco, y agachó la mirada.
—Te he buscado a ti porque, de todos los que están de una u
otra manera involucrados en este asunto, eres el único que no es mi
amigo, ni siquiera siento simpatía por ti…
—Vaya, eso es realmente reconfortante —le interrumpió
Draco.

447
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—No creo poder mirar a la cara a los demás, no a menos que


sea obligatorio, y pienso que en algún momento lo será, pero aho-
ra… —Noah se interrumpió un momento, como si estuviera medi-
tando, Draco resopló impaciente—. Es acerca de la clínica, y los
ataques… Creo que están relacionados.
—¿Qué sabes tú de la clínica? —preguntó Draco realmente
curioso—. ¿Qué tienes que ver con los ataques?
—Es una historia muy larga y creo que… —Noah señaló el
grupo de sillones nuevamente—; Aarón me ha proporcionado un
pensadero, creo que será necesario, en caso de que no creas todo lo
que tengo que decir…
Draco evaluó en silencio la situación un instante más, antes
de asentir cansinamente y caminar hacia los sillones, Noah se sentó
delante de él y se quedó en silencio por lo que a Draco le pareció
un tiempo demasiado largo.
—¿Qué tienes que ver tú con la clínica? —preguntó nueva-
mente Draco, inclinándose hacia adelante, con todos los músculos
en tensión, si Noah tenía información importante, lo correcto o es-
perado hubiera sido que se lo dijera a Harry, o algún otro de sus
amigos, no a él.
—Yo estuve allí —admitió el chico. Draco notó el pequeño
estremecimiento en el cuerpo de Noah al hablar, sin embargo, no
dejó de mantener la mirada fría y adusta.
—Muchos dicen haber estado allí.
—Pero yo escapé… o mejor dicho, mi hermano pagó a uno
de los de adentro para que me sacara.
—Te repito, muchos estuvieron allí.
—Sí, pero a muchos les borraron la memoria, a mí no.
Draco abrió los ojos sorprendido, mientras se dejaba caer so-
bre el sillón nuevamente.
—Quiere decir que tú…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Que recuerdo a cada uno de los que me maltrató… que


me torturó, lamentablemente, lo recuerdo todo.

–|– 

Draco escuchó la historia de Noah en silencio, sin hacer si-


quiera una interrupción, luego tendría tiempo de preguntar, por
ahora parecía que el chico estaba curándose de alguna manera al re-
latar todo en susurros, con voz suave y lenta, con aquel tono som-
brío que había usado durante esa mañana, ya no quedaba nada del
chico impetuoso, coqueto y hasta irrespetuoso que había conocido
antes, no quedaba nada del antiguo Noah.
Cada «tratamiento» que habían intentado en él, cada hechizo,
cada tortura, los días enteros sin comer ni beber, la completa oscu-
ridad, rodeado de los gritos de los demás pacientes, gritos y lamen-
tos mezclándose con sus propios gritos y lamentos. La intensa y ce-
gadora luz mientras le repetían que estaba enfermo, que por eso es-
taba allí… La completa sensación de soledad, de abandono, de
desear incluso, más de una vez morir. El no saber qué había hecho
para merecer algo así.
—No tengo mucha conciencia acerca del tiempo —continuó
Noah, Draco podía ver sus ojos brillosos, sus labios ligeramente
apretados en cada palabra, sus puños cerrados, y más que pena por
él, sintió rabia, mucha más rabia de la que había sentido antes al es-
cuchar los relatos de los chicos y chicas que argumentaban haber
estado allí y no podían recordar más que retazos, ningún rostro y
ninguna voz, porque él había conocido a Noah, y nunca había sido
su amigo, ni siquiera lo había intentado, pero aún así, podía ver
realmente la profundidad del daño causado—, sucedió mucho
tiempo después de que me llevaron allí, creo… una mujer, una di-
ferente a la que siempre venía a mi habitación, se me acercó, me

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

habló de manera diferente… me ofreció… —Noah apretó los la-


bios un poco más y Draco, sin creer realmente lo que hacía, se le-
vantó y llegó hasta él, apoyando una mano sobre su hombro y po-
niéndose de rodillas delante de él.
—¿Quieres que te traiga algo para que puedas continuar?
¿Un té? ¿Algún licor?
Noah negó con la cabeza y se llevó ambas manos al rostro.
—Tómate tu tiempo, todo el que quieras… cuando estés lis-
to…
—Ella preguntó por ti —interrumpió Noah levantando el
rostro hacia Draco, sus ojos estaban más brillantes y estaba seguro
de que en cualquier momento se echaría a llorar—, por ti y por Ha-
rry…
—¿Qué?
—No al principio, primero dijo que me daría agua, que me
ayudaría si yo le daba la información que quería, que sería más fácil
para mí hacerlo, que sufriría menos y…
—¿Qué les dijiste de mí y de Harry? —espetó Draco po-
niéndose de pie y mirándolo furioso.
—Lo lamento tanto —Noah volvió a cubrirse el rostro y
suspiró profundamente, calmándose y tratando de no derrumbarse
delante de Draco—, yo no sabía… yo sólo quería… Tú no sabes lo
que fue estar allí, lo horrible que era… que era no poder moverse,
no poder salir de esa asquerosa cama. ¡Ni siquiera nos dejaban ir al
baño! —gritó con rabia Noah, apartando por fin las manos de su
rostro.
Draco jadeó por la idea de todo ese maltrato y se obligó a se-
renarse también.
—Lo lamento —se disculpó inclinándose hacia él nueva-
mente—, lamento que hayas tenido que pasar por todo esto…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ella quería saber acerca de tu fábrica —continuó con el re-


lato Noah, mirando a Draco fijamente—, de si era con Harry con
quien trabajabas, cuál era la forma en que el interior de la casa de
Harry estaba distribuida, que si conocía más acerca de tus horarios.
—¿Y qué les dijiste? Tú nunca estuviste allí, es decir, cuando
partiste de Londres, la fábrica aún no estaba del todo creada y…
—No, no les pude servir de mucha ayuda, pero les dije… —
Noah agachó la cabeza nuevamente, y Draco se preocupó, temien-
do otra terrible revelación—. ¡Oh, Merlín! Les dije que mi amigo…
que Lucka me escribía acerca de ustedes… de todos en general, y
que él había estado dentro de la fábrica más de una vez, que se veían
mucho.
—Oh, mierda —susurró Draco apartándose de Noah nue-
vamente, esta vez sin ningún reproche, empezaba a unir cabos—.
¿Qué pasó luego de que… de que les dieras el nombre de Lucka.
—Les di información de dónde trabajaba… les dije qué hacía
normalmente —Noah parecía entrar en pánico—, y luego…
—¿Luego?
—Luego aquella mujer no volvió a ser amable… tomó el lu-
gar de la mujer anterior y se encargó de mis castigos, parecía parti-
cularmente molesta…. los castigos y las torturas se volvieron cada
vez peores, cada vez que uno empezaba quería creer que esta vez sí
se les pasaría la mano, que moriría, y me aferraba tanto a esa idea…
hasta que mi hermano me sacó de allí…
Ambos se quedaron en silencio, con la mirada en el piso,
Noah tratando de recuperar el aplomo, sabiendo que aún le queda-
ban cosas por develar, y que tal vez esa declaración la tendría que
dar más de una vez; y Draco recordando la desaparición de Lucka,
lo extraño que había sido que supieran dónde trabajaban sus demás
amigos…

451
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—¿Recuerdas también… quienes fueron? —preguntó al fin


Draco. Noah hizo un asentimiento, su mirada seguía siendo culpa-
ble—. ¿Tienes sus nombres?
—Sí… y tengo el recuerdo de ella… de la que me torturó, y
de la que me engañó…
—¿Quién es? —preguntó Draco en un susurro, acercándose
nuevamente a Noah.
—Tú la conoces, Harry la conoce…
Draco frunció el ceño.
—¿Cómo lo sabes?
—No lo sabía… o mejor dicho, no me había dado cuenta
hasta hace poco tiempo, hasta que vi su fotografía en el diario… Es
una Weasley
Draco abrió la boca, pero no pudo decir nada, mientras se
dejaba caer finalmente sobre sus rodillas delante de Noah.
«Es una Weasley».
Sólo había una Weasley capaz de hacer algo así…

–|– 

Gael:

Lamentablemente ha surgido algo muy importante aquí y no creo


llegar esta tarde a la fábrica tampoco, sé que tenemos muchos asuntos
pendientes, y no te preocupes, los veremos todos mañana, así tengamos que
amanecer en el proceso, sin embargo, hoy será imposible, ya te contaré el
por qué después.

Draco.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Gael frunció el ceño al terminar de leer la nota que Draco le


había mandado con una lechuza marrón que no conocía, y era ex-
traño porque Draco por lo general usaba a Alba, no a una extraña.
—Hola Gael, busco a Draco —saludó Harry abriendo la
puerta y asomando la cabeza, como buscando a Draco entre los
muebles.
—¿Él no está…? —la confusión fue mayor, si Draco no esta-
ba con Harry… ¿Dónde demonios estaba?
—Lo he buscado en su oficina, pero Marly dice que no ha
llegado en todo el día, que dijo que llegaría al atardecer…
—Él, pues… —Gael no era bueno pensando en mentiras, o
ya no tanto al menos, pero, lo que sea que fuera aquello que estu-
viera haciendo Draco, no lo quería meter en problemas—. Tuvo
que ir a resolver unos asuntos… con un proveedor.
—¿Él mismo? Pensé que le dejaba eso a Erick —comentó
Harry. Erick era el que habían contratado más de medio año atrás
para que los ayudara con el proceso de las compras, puesto que ya
eran demasiados ingredientes los que debían usar como materia
prima, los inventarios eran enormes, y el hacerlo les quitaba tiempo
para continuar trabajando y produciendo.
—Sí, pero ha ido con él, a negociar… ya sabes lo que le en-
canta hacerlo.
—Sí —sonrió Harry—, si no fuera fabricante de pociones,
sería un gran analista financiero o negociador…
—Ajá…
—¿Ya te vas a almorzar? ¿Has quedado con Mikel?
—No, el tiene turno esta tarde, hasta la medianoche…
—¿No quieres venir conmigo?; le dejaremos una nota a
Draco para que, en caso de que pueda, nos alcance, tampoco con-
testa a su móvil, así que debe estar muy ocupado.

453
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—¿Almorzar? —Gael no estaba seguro de poder mantener la


mentira si se quedaba con Harry a solas más tiempo.
—Sí, olvidé decirle a Draco, con Hermione y Ron.
—Pues…
—Será divertido.
—Oh, de acuerdo —respondió Gael, mientras metía la carta
de Draco en uno de los cajones.

–|– 

Cuando Draco terminó de ver el último recuerdo de Noah,


quien no había querido entrar con él, ya estaba casi a oscuras, había
pasado todo el día allí, viendo los recuerdos, tomando notas… No
sólo conocía a la Weasley de la escuela, habían algunos más… No
podía creer que la Weasley hubiera hecho todas esas cosas y aún así,
mantenerse en el completo secreto.
—Lucka —empezó a decir Draco prendiendo un cigarro, se
sentía completamente abatido; durante los recuerdos que habían
explorado de las otras víctimas de la clínica, nunca habían tenido
una visión tan escalofriantemente real de qué era lo que pasaba—,
él fue secuestrado… desapareció unos días antes del ataque, y apa-
reció la tarde en que arremetieron contra todo…
—¿Él… él está bien? —Noah ya se había hecho a la idea de
que algo le podía haber pasado a Lucka por haber dado su nombre,
pero no había querido acercarse a él después de lo ocurrido, des-
pués de haberlo traicionado.
—Le habían borrado la memoria, aunque no de manera muy
eficaz, sin embargo, pese a todo lo que Harry hizo para tratar de re-
cuperar los recuerdos, no pudo hacer mucho… aunque hablaron de
una voz… la voz de una mujer y la de un hombre, tal vez si tú y él
hablaran podrían…

454
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡No! —protestó Noah poniéndose en pie con rapidez—.


No quiero que me vean a la cara, es decir, no puedo verlos a la ca-
ra… por eso te escogí a ti, porque no siento haberte traicionado
como siento haberlo hecho con los demás.
—No fue una traición —rebatió Draco firmemente—, y no
pensarás quedarte callado con toda esta información… Lucka sufrió
terriblemente después de eso, porque decía que nos había delatado,
que era su culpa que supieran cómo entrar a casa por el patio trase-
ro, que era su culpa por haber proporcionado los nombres y traba-
jos de muchos, y es tu deber ayudarlo un poco, ayudarnos a to-
dos…. ¡Una amiga nuestra murió! Y no me quedaré de brazos cru-
zados si es que esa tipa y toda su pandilla de «oh, no tolero a los
homosexuales» han sido responsables.
Noah se quedó quieto, mirando hacia Draco, hasta que fi-
nalmente asintió.
—Yo… cuando vine aquí, también lo hice porque sabía que
esto era importante… es decir, no quiero que más personas pasen
por esto… lo que ellos me hicieron, y si puedo… aunque no quiero
verles las caras, Draco, no quiero verlos y pensar que por mi culpa
murió esa chica, que por mi culpa fue que Lucka salió lastimado…
si puedo ayudar a detenerlo, lo haré, pero tengo miedo.
Draco se lo quedó mirando por un instante, conmovido por
la aceptación de sentimientos de Noah, por sus palabras, y sobre
todo, por todo lo que había pasado, por todo el tiempo que se había
aislado, por todo el daño que le habían causado.
—Nos encargaremos de ellos. No podrán lastimarte ni las-
timar a nadie más, nunca más, y sé que da miedo, pero no debes te-
nerlo, no estaba en tus manos, nunca lo estuvo; sin embargo, el ha-
cer que no suceda más, sí que lo está.

–|– 

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LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

Harry entró a la habitación a oscuras, ya seguro de que Draco


tampoco estaba allí. Ahora sí estaba preocupado y asustado, Draco
no se había comunicado con él durante todo el día, y la excusa que
le daba Gael de que estaba de compras ya no le satisfacía, él sabía
que Draco no podía apartarse tanto tiempo.
Las antorchas se encendieron con lentitud, iluminando poco
a poco la habitación; tardó unos instantes más en darse cuenta de
que encima de la cama había un sobre.
En cuanto lo abrió dudó un instante en leerlo, no iba dirigi-
do a él, sino a Draco, pero la firma del final: Aarón, le hizo decidir-
se a abrirlo.
Inmediatamente después estaba de camino a la casa de Aa-
rón, en busca de una explicación.

–|– 

—Tendremos que reunir a los demás —comentó Aarón, los


tres estaban ahora en el estudio, Draco había contado a grandes ras-
gos la historia de Noah, mencionando sobre todo la participación
de Ginny Weasley en todo el asunto. Aarón se había mostrado más
que contento al tener por fin un nombre y un rostro.
—Creo que Hermione nos podría ayudar con la parte legal.
—No lo sé, Draco, ella está involucrada directamente con el
asunto.
Draco se removió incómodo en su asiento.
—Tienes razón, pero no podemos dejarla fuera…
—Es la hermana de Ron, y, no es que dude de él, o de su fa-
milia, pero no sabemos lo que pasará en cuanto se entere, debemos
llevar esto con toda la discreción del caso… no podemos arriesgar-
nos a que alguien los ponga en sobre aviso.

456
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿No conocen a otro que pueda ayudarlos con la parte le-


gal? ¿A alguien de confianza? —preguntó Noah.
—Puede ser Boris —comentó Draco mirando hacia Aarón.
—Podría ser… pero mejor sería que le hablaras tú, ya sabes,
no habla mucho conmigo —respondió Aarón arrugando ligeramen-
te la frente, Draco pudo ver cierto dolor en aquella declaración.
—De acuerdo, podría hablar con él, pero, ¿qué hay de los
demás, y de Harry? Tendremos que decírselos.
—¿Podrías hacerlo tú también? —preguntó Noah mirando
hacia Draco esperanzado—. Yo no podría… tú podrías hablar con
ellos en mi nombre, y decirles lo mucho que lo lamento… que yo
no pude…
—No es tu culpa —le dijo Aarón, con mirada comprensi-
va—, no te culpes por esto, ellos entenderán, cualquiera lo hubiera
hecho, y si no hubieras hablado por las buenas, lo habrías hecho
por las malas, hubiera sido incluso peor.
Noah no respondió, y por un instante más todos se queda-
ron en silencio, hasta que el sonido de alguien caminando por el
pasillo los alertó, los tres se pusieron de pie a la vez, levantando las
varitas mientras la puerta del estudio se abría sin ningún aviso pre-
vio.
—¿Qué es lo que está pasando? —preguntó Harry mirando
con el ceño fruncido hacia los tres hombres que lo miraban asusta-
dos y con las varitas en alto—. ¿Noah?— preguntó recién recono-
ciendo al chico, aunque lucía bastante diferente.
—¡Harry! —exclamó Draco bajando la varita y suspirando de
alivio—. Vaya susto el que nos has dado.
—¿Yo? Tú eres el que ha desaparecido durante todo el día…
encontré la carta.
—Ah… la carta —recordó Draco.

457
LIBRO V|Familia
[2] La declaración de Noah

—Harry, pasa, tenemos noticias que darte —dijo Aarón, ali-


viado también y haciendo aparecer una silla más delante del escrito-
rio.
—¿Noticias? —Harry avanzó por el estudio y miró de Draco
hacia Noah con lentitud—. ¿Qué…? ¿Hace cuánto llegaste?
—Apenas unos días —le contestó Noah, lucía temeroso,
pensó Harry y se preguntó si era que no habría estado discutiendo
con Draco.
—Lamento haber desaparecido —dijo Draco llamando su
atención nuevamente y tomándolo de una mano para hacerlo sen-
tar—, no recordé comunicarme…
—¿Y me van a decir entonces qué está pasando? —reclamó
Harry, cada vez más intrigado.
—Yo… —Noah pareció dudar un poco, mirando a Draco de
manera implorante, lo que hizo que Harry frunciera más el ceño—.
Draco… dile tú, será más fácil.
—Claro —respondió Draco de manera comprensiva, lo que
hizo que Harry se sintiera más confundido aún por el trato que
ahora mantenían su novio y su exnovio, Draco apretó su mano sua-
vemente antes de hablar—. Harry, hemos descubierto a algunos in-
tegrantes de la clínica y aún hay más, sabemos que ellos tuvieron
que ver mucho en el último ataque, en el que murió Jocelyn.

458
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

3
Proposición

Sometimes I love you // Sometimes I don't


But I never ever // Never want to let you go
The road's not easy // But the feeling's strong
It's the little things that // keep me holding on
Canción: Sometimes 7
Gabrielle, cantante de soul británica

Febrero de 2005

-S
on las tres de la mañana —se quejó Harry entran-
do al laboratorio privado de Draco, en la fábrica de
pociones.
—Merlín, Harry, no debes entrar así —protestó asustado
Draco, y mirando hacia Harry con el ceño fruncido.
—Ya son las tres de la mañana —repitió Harry cruzándose de
brazos, a varios pasos de Draco.
—No me había dado cuenta… ¿no deberías estar durmien-
do? —preguntó Draco regresando su atención a la poción, el trabajo
se le había complicado demasiado, tanto él como Gael estaban
7
A veces: A veces Te amo // A veces no lo hago // Pero nunca jamás // No quiero dejarte ir // El
camino no es fácil // Pero el sentimiento es fuerte // Son las pequeñas cosas que // mantenme afe-
rrándose…

459
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

normalmente hasta más de dieciséis horas diarias en el laboratorio,


corriendo con todos los compromisos que habían adquirido, tanto
con Alemania como los recientes con Italia, sin contar el tiempo
que le demandaba el tema de Noah.
—Lo haría si tú estuvieras en casa. ¿No me mirarás siquiera
cuando te hablo?
Draco levantó la vista, un poco más molesto.
—¿Qué tipo de reproche es ese? Estoy trabajando, y obvia-
mente no te estoy ignorando.
—El reproche es debido a qué debiste llegar a casa hace mu-
chas horas, y no lo has hecho.
—Porque estoy trabajando. ¡Demonios, Harry! —levantó la
voz molesto, llevaba dos días trabajando con unos ingredientes ita-
lianos y no había logrado crear la poción que le habían pedido. Se
sentía frustrado, agotado y hasta inútil como profesional, lo menos
que necesitaba era a Harry reclamando su atención justo en ese
momento—. ¿No puedes, por una noche siquiera, dejarme trabajar
en paz?
—No es sólo una noche, siempre estás ocupado, y en dos
días irás de nuevo a Italia, y luego te pasarás a Alemania y no te veré
en quién sabe cuanto tiempo —respondió Harry, también cada vez
más enfadado. Después de la historia de Noah, y sobre todo, des-
pués de asimilar tan terrible revelación, se había dedicado a hacer
averiguaciones, a navegar entre los recuerdos de Noah y de varios
pacientes de la clínica, uniendo descripciones, buscando rostros en
los registros del Ministerio, que le llevaba Hermione, y además in-
vestigando a los que iban descubriendo, sin contar las clases y las
consejerías, él también estaba ocupado, y mucho, pero Draco lo es-
taba más, no recordaba ya la última vez que habían almorzado jun-
tos, sin considerar los otros tres días que estuvo por Italia, firmando
un nuevo contrato.

460
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

Era como si de pronto el éxito de ambos los estuviera sofo-


cando.
—¡Por trabajo! —Draco se alejó con pasos rápidos de la mesa
de trabajo y llegó hasta la ventana, la reciente lluvia había mojado
las ventanas y la acera, dándole un tono brilloso. Encendió un ciga-
rro y suspiró frustrado—. No he conseguido terminar con…
—¿Sabes qué? —lo interrumpió Harry. Draco se giró para
verlo asombrado, justo cuando pensaba en que podía contarle su
frustración, Harry ya no parecía tan dispuesto a escucharlo—. Ya no
me interesa.
Draco cerró los ojos, buscando paciencia, controlándose.
—Estoy tratando de hacerte ver…
—Quédate en el laboratorio todo el tiempo que quieras, con
tus pociones y tus maravillosos contratos, al parecer, son más im-
portantes que yo.
—No seas ridículo, Harry.
—Sí, es lo que soy, Draco —replicó Harry, dándose la vuelta
para salir rumbo a la chimenea—. Ah, y por cierto —dijo en el úl-
timo momento, antes de abandonar la habitación, volteando sobre
su hombro, Draco percibió su tono herido—. Feliz aniversario.
Draco se quedó callado, con la boca ligeramente abierta y el
sentimiento de culpa subiendo por su pecho, levantó la mirada ha-
cia el pequeño calendario que tenía a un lado y vio la fecha señalada
y marcada.
—Mierda —jadeó apagando el cigarro y tratando de alcanzar
a Harry. Pero el chico ya se había ido—. ¡Mierda! —gritó esta vez
antes de darle una patada a la pared, lo que le causó un dolor en el
pie, aunque eso era lo de menos, ahora lo que le preocupaba era re-
sarcirse con Harry.
¿Cómo demonios se le había olvidado su aniversario? Segu-
ramente Harry tenía algo listo y él lo había dejado plantado…

461
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

De un solo giro de varita apagó las velas y desapareció la co-


mida y la botella de vino, antes de subir a su habitación y despren-
derse de la ropa para ponerse el pijama y meterse en la cama.
No pasó mucho más tiempo, apenas unos minutos, desde
que estaba metido en la cama, con todas las antorchas apagadas,
cuando escuchó la puerta abrirse.
—Harry… —llamó Draco suavemente, caminando hacia la
cama para ver a Harry, pero él no contestó.
—Lo lamento —insistió ante el silencio del chico y acercán-
dose más a él, Harry se volteó, sin mirarlo siquiera—, por favor…
—Ahora tengo sueño, Draco, son las tres y mañana tengo
consejería a las siete, necesito dormir.
—Estaba demasiado preocupado por cumplir con los pedidos
de Italia, no me había percatado de que…
—Te lo mencioné ayer en la noche, mejor dicho, en la ma-
drugada, cuando llegaste.
Draco abrió la boca, pero por un instante no supo qué decir,
probablemente no le había estado haciendo demasiado caso a Harry
en ese momento, y se sintió peor.
—Ya… supongo que también estabas pensando en otras co-
sas… en las pociones y todo eso.
—Yo… estaba cansado, y seguramente no te escuché y…
—No importa, ahora sólo déjame dormir —suspiró Harry,
aunque ya no gritaba, Draco sí podía percibir el dolor en su voz, lo
desilusionado que se sentía.
—Déjame recompensarte… cuando vuelva de Alemania po-
dremos…

462
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Cuando vuelvas de Alemania probablemente tendrás algo


más que hacer, o yo, no hagas planes ni promesas que no vas a po-
der cumplir —replicó Harry sentándose en la cama.
—Yo la cumpliré, en serio lo haré.
Harry negó con la cabeza.
—¿Tan importante es para ti?; el oro y la fama —aclaró—,
¿es más importante que nosotros dos, que lo que tenemos?
—Jamás he dicho eso —se defendió Draco sentándose en la
cama delante de Harry.
—Pues actúas como si así fuera —Harry levantó los coberto-
res para dejar a Draco entrar a la cama, junto a él—, siempre son las
pociones y los contratos primero, y pienso que… cuando estabas en
la escuela, y aún después, siempre supe que encontrarías la forma
de recuperar de alguna manera, la fortuna de los Malfoy y el honor
de tu apellido, pero también pensé que eso no se interpondría entre
nosotros, que no dejarías que eso fuera lo más importante de tu vi-
da.
—No es así… es decir, es importante, pero tú lo eres más —
Draco colocó una mano sobre la de Harry con algo de temor, y sol-
tó un pequeño suspiro de alivio cuando el chico no lo rechazó—,
siempre has sido más importante.
—Pues no lo parece —Harry le apretó la mano un instante,
antes de soltarlo y volverse a recostar completamente en la cama—,
en serio, ahora necesito dormir, no estoy con ánimos ni fuerzas para
mantener esta conversación, si quieres puedes volver a la fábrica…
podemos hablarlo luego.
—Yo… —Draco luchó con la necesidad de volver al trabajo,
y negó con la cabeza aunque Harry, de espaldas a él, no lo podía ver
realmente. Simplemente se recostó junto a Harry, y espero en silen-
cio un instante, antes de que Harry se girara hacia él y se abrazara
como usualmente dormían.

463
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Harry, yo te amo —le dijo con un susurro mientras le aca-


riciaba el cabello.
Pero Harry no le contestó.

–|– 

A la mañana siguiente Harry se despertó bastante temprano,


miró a Draco, aún dormido, por unos instantes antes de inclinarse y
darle un pequeño beso en los labios. Bien era cierto que aún seguía
enfadado con él, pero el besarlo lo haría sentir mejor.
En veinte minutos estaba ya duchado y vestido, dejando a
Draco durmiendo en la habitación y viajando, por red flú, hacia el
Centro de Consejería.
La chimenea de acceso para los que trabajaban allí estaba en
una habitación diferente a la que usaban los simples visitantes. Se
cruzó con un par de chicas a las cuales saludó, y caminó hacia el se-
gundo piso, donde los cubículos de asesoría se encontraban.
Era una gran sala redonda, divida por separadores de madera,
encantados de tal forma que no se escuchara alrededor lo que ocu-
rría, a menos claro que el consejero lo quisiera. Esa había sido una
idea de Harry, y había servido mucho cuando un mago, bastante jo-
ven, había llegado y dicho que necesitaba consejo, una chica lo ha-
bía atendido, pero el hombre en realidad no quería consejo, ni si-
quiera era gay, sino todo lo contrario, y solamente había querido
molestar a la chica en cuestión, criticando su homosexualidad, por
suerte, el incidente no había pasado a mayores, aunque la había in-
sultado y casi golpeado. Aquel hombre había terminado en el Mi-
nisterio, detenido por los aurores, que habían llegado al llamado de
auxilio, y se había convertido en el primer hombre en recibir una
sentencia por intolerancia y discriminación, aunque había sido una

464
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

condena menor, el caso había aparecido en los diarios y fue un tema


de conversación durante varios días.
Saludó con un asentimiento de cabeza a los chicos y chicas
que ya se encontraban trabajando en sus cubículos, y siguió de largo
hasta el último que quedaba libre, al final de la hilera.
Un chico ya lo esperaba, bastante joven, Harry no le calcula-
ba más de dieciocho años, y lucía realmente nervioso.
—Hola, ¿cómo estás? —saludó con una sonrisa mientras se
sentaba tras el escritorio.
—Bien… creo —contestó el muchacho mirando hacia la
mesa, sus mejillas comenzaron a sonrojarse—, o no tanto —decidió
al fin—. Creo que… ¿cómo está uno seguro de ser gay?
Esa era una de las preguntas más frecuentes que le hacían los
que iban a verlo a él o a cualquier otro, aunque tenían por regla no
comentar ni revelar las identidades de las personas que los visitaban,
sí compartían los casos, en busca de mejorar sus consejerías.
Harry se inclinó hacia adelante, sonriendo aún amablemente,
e inició con uno de sus discursos aprendidos de memoria, mientras
el chico lo observaba cada vez más pálido. Ellos siempre le recorda-
ban a él mismo, muchos años atrás, cuando, en un pequeño y con-
currido bar, le había revelado a Fabio, un completo extraño, todos
sus temores y miedos.

–|– 

Draco saltó de la cama, un pequeño dolor en su cabeza había


aparecido, ya lo conocía, era a causa de la presión y el estrés por no
poder terminar todavía el trabajo. No se sorprendió de no encon-
trar a Harry junto a él, después de todo, ya era algo tarde, las ocho y
media de la mañana. Por lo general ambos estaban en pie desde an-
tes de las siete.

465
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Se tomó su tiempo para darse una ducha, peinarse, vestirse y


desayunar, disfrutando del momento de paz que lo ayudaba a pen-
sar. En un inicio había querido cavilar en la forma de cómo hacer
que Harry lo perdonara por completo, pero también de que lo en-
tendiera, de que comprendiera que no era simple ambición el que-
rer ser nuevamente rico, no sólo aspiraba a una vida llena de como-
didades, sino a limpiar su apellido y darle un nuevo significado, que
la gente dejara atrás la idea de relacionar a los Malfoy con mortífa-
gos, y lo estaba consiguiendo, bastante bien, cada vez eran menos
veces las que lo nombraban en el diario acompañado de esa descrip-
ción como referencia, pero aún le faltaba mucho, le quedaba un lar-
go camino que recorrer.
Sentía que recién estaba iniciando y aquello requería esfuer-
zo, dedicación y algo de sacrificio. Sacrificio que él estaba dispuesto
a hacer, pero que al parecer Harry no.
Cuando llegó a su oficina, Gael ya lo esperaba, lucía también
cansado e incluso tenía ojeras, ambos habían estado los últimos días
con demasiado trabajo encima, y eso que aún no empezaban con la
segunda corporación germana que los había contactado una semana
antes.
—¿Tampoco dormiste? —le preguntó Gael a modo de salu-
do, en una mano llevaba una gran taza plateada de café, y en la otra
un pequeño grupo de pergaminos.
—Sí, algo…
—Ah… supuse que Harry te tendría ocupado hasta muy tar-
de.
Draco desvió la mirada, sintiéndose peor de que hasta Gael
recordara su aniversario y él no.
—He estado pensando en la forma de resolver el tema de la
poción italiana.

466
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Que bueno, a mí ya se me acabaron las ideas —dijo Gael,


mientras dejaba caer los pergaminos sobre el escritorio de Draco,
junto a otros tantos en los que habían estado trabajando antes.
—No usaremos una, sino dos pociones.
—Eso subirá los costos.
—No lo hará, o no al inicio al menos. Irán juntas, en un úni-
co envase y a un solo precio —explicó Draco mientras sacaba un
pergamino en blanco y empezaba a explicarle a Gael lo que se le
había ocurrido.

–|– 

—¡Harry! —saludó con entusiasmo Hermione mientras en-


traba a su despacho en la Escuela—. Pensé que me llamarías ano-
che, o mínimo hoy en la mañana.
—Hola, Hermione, ¿cómo te sientes?
—Genial, hoy hemos estado bastante bien, sin ningún sín-
toma —explicó la chica sentándose en la silla delante del escritorio
de Harry y dejando sobre este, varios pergaminos, separados por
etiquetas de colores.
—Me alegra, espero que no vuelvan —comentó Harry son-
riendo hacia su amiga, realmente le hacía mucha ilusión el pequeño
o la pequeña que estaba por llegar, aunque aún faltaban casi seis
meses para eso.
—Yo también —afirmó Hermione, que las semanas anterio-
res había estado sintiéndose tan enferma, que incluso había tenido
que faltar al trabajo algunos días, lo cual la hacía sentir frustrada—.
Pero… ¿qué te dijo Draco? —le preguntó ansiosa.
—Pues… —Harry desvió la vista hacia los pergaminos que
su amiga le había traído, y se quedó en silencio, sin saber qué res-
ponder.

467
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Te dijo que no? —preguntó ella inclinándose hacia el


frente—. ¡Oh, Harry! Lo lamento tanto…
—No —aclaró rápidamente Harry—, no le pregunté.
—Ah… —Hermione suspiró suavemente y se recostó com-
pletamente sobre la silla—, pensé que estabas ya listo… lo habías
planeado tanto…
—Ya, pero es que… Draco estuvo trabajando toda la noche,
es más, discutimos por ello.
—Ya veo…
—Es que... él anda tan ocupado últimamente, y yo sé que es
bueno, la fábrica está teniendo tanto éxito que han contratado a un
nuevo grupo más de fabricantes, y aún así, no se dan abasto y estoy
contento por eso… tal vez no sea el momento para pedirlo, ni si-
quiera puedo encontrar el momento para proponérselo, nos vemos
tan poco…
—Claro —Hermione asintió comprensiva, había escuchado
la misma queja de Angelina un par de años atrás, poco después de
que ella y George se casaran, cuando ella quería pedirle a George
tener un bebé.
—¿Estos son los archivos que te pedí? —preguntó Harry no
queriendo hablar del asunto.
—Lo lamento —respondió Hermione tomando su mano a
través del escritorio—, deberías decirle cómo te sientes.
—Claro… tal vez pueda sacar una cita para hablar con él la
semana que viene —su respuesta fue sarcástica.
Hermione negó con la cabeza suavemente, y levantó uno de
los archivos, sabiendo que era imposible tratar de mantener esa
conversación con su amigo.
—Me gustaría que me dijeras algo más además de que tu in-
vestigación es privada.

468
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Lo sé, pero es que es algo complicado, es un trabajo en el


que me pidieron completa discreción… —se excusó Harry, fin-
giendo leer con atención uno de los archivos que Hermione le ha-
bía entregado y recordando aquella noche, casi un mes atrás:

—¡No puede ser cierto! —exclamó Harry empujando la silla para


ponerse en pie y soltándose de la mano de Draco, que lo había sujetado du-
rante todo el relato.
—Harry —suspiró Draco mirándolo preocupado. Noah agachó la
cabeza un poco, y Aarón desvió la mirada hacia la ventana, como meditando.
—Esa es la razón por la cual no les podremos decir —dijo al fin Aa-
rón girándose para mirar a Harry nuevamente.
—¿No les piensan decir? —Harry negó con la cabeza, todo era de-
masiado confuso e irreal, pese a la mirada preocupada de Draco, se apartó
unos cuantos pasos y encendió un cigarro, aspirando profundamente para
calmarse—. Esto no tiene sentido.
—Lo lamento —dijo entonces Draco, sabía o mejor dicho, conocía, lo
suficiente a Harry como para saber que no era recomendable acercarse a él en
ese momento, debía dejar que la idea tomara forma en su mente, que lo fuera
asimilando.
—Ella… Ginny… —Harry volvió a negar con la cabeza y dio unos
cuantos pasos alrededor, deteniéndose al notar a Noah, con la cabeza gacha y
el rostro pálido.
—Noah —le llamó Harry con voz firme mientras se acercaba a él—.
Noah, mírame —pidió poniendo una mano sobre su hombro.
Noah se mordió el labio inferior por un instante y finalmente levantó
el rostro.
—Harry… no tienes que… —empezó a argumentar Draco, preocu-
pado de que Harry asustara al pobre chico.
—¿Estás seguro? ¿Completa y absolutamente seguro? —pre-guntó
sin creerle al chico del todo aún.

469
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Yo no quise… yo no quería decirles nada de ustedes… pero ellos


me torturaron tanto… y entonces ella vino y dijo… dijo que…
—Harry, es suficiente —protestó Draco, poniéndose en pie y dándole
una mirada enfadada a su novio.
—¿Suficiente? —bramó Harry molesto, apartándose de Noah y mi-
rando a Draco con el ceño fruncido, aún no comprendía en qué momento el
mundo se había volteado y Draco defendía a Noah de aquella manera, pero
eso no era lo importante, no por el momento al menos—; él dice que Ginny,
la hermana pequeña de Ron, la hija de la señora Weasley… que ella es parte
de eso… ¿y me dices «suficiente»?
—Harry —intervino Aarón—, ambos hemos visto los recuerdos de
Noah… es ella.
Harry, pese a escuchar las palabras de Aarón, no se giró a verlo, su
mirada permaneció en Draco, preguntándole en silencio.
—Tenemos los recuerdos —resolvió Draco—, los tenemos aún en el
pensadero, los que contienen los recuerdos de «esa» sacándole información a
Noah.
—Pero, Draco… —empezó a protestar Noah, mirando hacia el ru-
bio con temor, él no quería que nadie más viera esos recuerdos, no por ahora al
menos, puesto que allí se veía cómo él entregaba información.
—No pasa nada —le tranquilizó Draco poniendo una mano sobre
su hombro y apretándolo suavemente antes de llegar hasta Harry—, sólo ve-
remos un momento los recuerdos, que él vea su rostro para que esté convenci-
do.
—No es que yo dude de ti… o de ustedes —se defendió Harry, aun-
que lo cierto era que sí dudaba, y bastante, aquello no podía ser cierto.
—Vamos —le indicó Draco señalando el pensadero y obviando la ex-
cusa de Harry.
Y entonces, con algo de reticencia, Harry se había sumergido por unos
instantes en los recuerdos de Noah, había visto a Ginny, con el cabello largo y
rojo suelto, con su voz melosa, manipulando a Noah para que confesara, para

470
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

que les diera algo de información al respecto. No había podido permanecer


más de un par de minutos, antes de pedirle a Draco que salieran de los re-
cuerdos, aquella imagen, aquella situación… le era imposible soportarlo.
—¡La mataré! —declaró en cuanto salió del pensadero, no se le pasó
por alto la expresión asustada de Noah.
—Lo lamento —dijo Noah jugueteando con sus dedos sobre la made-
ra—, yo no sabía qué más hacer y…
—Ya te he dicho que no debes sentirlo —se apresuró a consolar Dra-
co, aunque sin acercarse a él en esta ocasión—, y tú Harry, por supuesto que
quieres matarla, yo también lo quiero, pero no podemos hacerlo, de nada ser-
viría si ambos terminamos presos. Esa, aunque me duela reconocerlo, no es la
solución correcta.
—Vamos a presentar una denuncia —intervino entonces Aarón, su
tono sonando un poco más profesional—, los demandaremos por secuestro…
tenemos mucho trabajo que hacer.
—Pero… los Weasley. ¡Dios! ¿Cómo les diremos esto?
—No podemos hacerlo —contestó Aarón.
—Tarde o temprano se enterarán —respondió Harry fríamente, mi-
rando hacia Draco y buscando su apoyo, sólo que el chico negó con la cabeza.
—No lo sé, no los conozco lo suficiente, pero sé que si se trata de de-
fender a un miembro de su familia, harán lo imposible… ellos son personas
muy rectas, pero no puedes decirles esto y esperar que no hagan nada por sal-
var a su hija; yo lo haría, no me importaría lo que tuviera que hacer con tal
de salvar a mi hijo de prisión, sea o no culpable.
Harry inclinó el rostro un poco, sorprendido por la declaración de
Draco, y luego de un instante más asintió, él tampoco dejaría a un hijo suyo
en prisión, y los Weasley tampoco podrían hacerlo, ni siquiera Ron, que era
su mejor amigo, podría manejar una situación como esa.
—De acuerdo —dijo al fin, y luego caminó hacia Noah—. Y no te
culpo por nada, Draco tiene razón, no debes sentirte culpable… todos hubié-
ramos hecho lo mismo.

471
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Noah no contestó, sólo se encogió de hombros y desvió la mirada. Ha-


rry, sin saber qué más hacer, miró hacia Draco, que negó con la cabeza lenta-
mente, dándole a entender que el chico aún no estaba listo para soltar la culpa
todavía; que no había forma de que no se sintiera culpable por todo lo sucedi-
do a ellos y a sus amigos.
Luego de esa noche, se había puesto de acuerdo con Boris, Aarón,
Noah y Draco para llevar a cabo las investigaciones, solos, aunque a veces se
encontraba con Ron y Hermione, o con los demás Weasley, y se sentía culpa-
ble por ocultar algo así de trascendental, aunque agradeció que durante todo
ese tiempo, Ginny no se cruzara en su camino, porque de lo contrario no ha-
bría podido contenerse…

—Aún recuerdo la época en que compartías con nosotros in-


cluso aquella información que te era entregada en secreto —suspiró
Hermione, interrumpiendo sus recuerdos.
—¡Y lo haré! —replicó Harry rápidamente—, pero a su
tiempo.
Hermione puso cara de incredulidad, pero no le reprochó
nada más, y Harry lo agradeció, mientras estudiaba el archivo que
su amiga había conseguido del Ministerio, el de un chico: Caleb
Orwell, cuyo rostro coincidía con el rostro del chico que ayudó a
Noah a escapar de aquella clínica. Se preguntó si era que el chico
realmente había escapado con el oro a otro país, puesto que no ha-
bía señales de él desde hacía mucho tiempo.

–|– 

Cuando por fin pudieron encontrar la fórmula exacta era


bastante tarde; como siempre le pasaba, Draco no había tenido no-
ción del tiempo, y luego de que Gael se fuera a casa, bostezando y
declarando que al día siguiente llegaría bastante tarde, descubrió

472
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

que eran más de las dos de la mañana, ni siquiera había visto a Ha-
rry durante el día, y mucho menos pedido perdón nuevamente por
lo ocurrido la noche anterior. Lo más probable sería que el chico si-
guiera enojado con él.
Rápidamente guardó todos los pergaminos con las fórmulas
originales en la caja de seguridad detrás de una pared falsa, y se me-
tió en la chimenea rumbo a casa. Cuando llegó, todo estaba, tal co-
mo esperaba, a oscuras.
Sin hacer mucho ruido subió por las escaleras y llegó a la ha-
bitación, en la cama se veía el cuerpo de Harry abrigado bajo los co-
bertores, por la forma como subía y bajaba la figura envuelta en las
sábanas, podía estar seguro de que el chico estaba durmiendo.
No tardó en deshacerse de su ropa, ponerse el pijama y me-
terse en la cama, pero cuando se pegó a Harry para abrazarlo, como
cada noche, éste se giró, dándole la espalda y alejándose de él lo ne-
cesario para no tocarse siquiera.
—Pensé que dormías —susurró Draco insistiendo en acer-
carse a Harry, un pequeño codazo lo mandó de vuelta a su sitio, al
otro lado de la cama. Nunca esa cama le había parecido tan grande y
fría.
—Eso intento, así que déjame en paz.
Su voz trataba de ser lo más gélida posible, no le demostraría
a Draco lo herido que estaba porque, pese a la discusión de la noche
anterior, no hubiera siquiera avisado que llegaría tarde esa noche
también, era una confirmación más de que definitivamente, las
prioridades de Draco no eran las mismas que las de él, y aunque le
dolía reconocerlo, ya se había cansado de ser él quien siempre fuera
detrás, pidiendo y mendigando cariño. No señor, doliera lo que do-
liera, está vez sería trabajo de Draco darse cuenta y decidir qué era
más importante.

473
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No deberíamos irnos a dormir peleados —comentó Dra-


co, obviando la forma en que Harry le hablaba.
—Para que los dos nos vayamos a dormir peleados es necesa-
rio que, para empezar, estés aquí cuando sea la hora de ir a dormir,
y no llegar en la madrugada a despertarme.
—¡Yo no te he despertado! —se quejó Draco con los brazos
cruzados, completamente recostado de espaldas en la cama y mi-
rando el techo.
—Duérmete.
—Lo siento, ¿de acuerdo? No volverá a pasar, no olvidaré
ningún otro aniversario, ni ningún otro compromiso que haga con-
tigo.
Otra vez aquel pesado silencio.
—Mañana en la tarde tendré que partir, y no quiero irme sa-
biendo que aún estás enfadado.
—No te preocupes, estarás tan ocupado que ni lo recordarás
—respondió Harry—, y ahora duérmete, que…
—Eso no es justo —interrumpió Draco—, estaba ocupado,
no de juerga, ni con otros, estaba trabajando, ganando oro, buscan-
do nuestra comodidad.
—Pues resulta que mi comodidad no es algo que te deba im-
portar, y si en verdad lo hicieras por nosotros, no lo habrías olvida-
do —Harry se dio la vuelta y lo miró herido y furioso—, si me hu-
bieras avisado que no podías venir, yo no me hubiera enfadado, hu-
biera entendido, pero ni siquiera recordaste que prometí pedir co-
mida a ese sitio de comida tailandesa que tanto te gusta, ni de que te
esperaría a las nueve, mucho menos que era nuestro aniversario —
«ni de que te había dicho que quería hablar contigo de algo impor-
tante», pensó, aunque no lo dijo en voz alta.
—¡Pero ya me disculpé! ¿Qué demonios quieres que haga
para que me perdones? ¡Dime!

474
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Nada, Draco, absolutamente nada —suspiró Harry girán-


dose nuevamente para tratar de dormir.
Draco cerró los ojos, y suspiró profundamente, tratando de
relajarse, de calmarse y de no continuar discutiendo.
—Lo lamento… en verdad —dijo finalmente en un murmu-
llo, sabiendo ya de antemano que Harry no contestaría.
Y así fue, Harry no dijo nada más.

–|– 

Harry estaba preocupado, había buscado información de ese


chico; Caleb Orwell, incluso habían usado los contactos que tenía
Aarón en varios lugares del mundo, y no habían podido dar con él,
sus padres habían dicho que el chico había desaparecido un año y
medio atrás, que habían encontrado su departamento destrozado.
Habían hecho la denuncia al Ministerio, pero estos no habían en-
contrado nada. Ni Aarón ni Harry quisieron decirles a los padres de
Caleb que tampoco habían encontrado dicha denuncia en el Minis-
terio. Eso sólo podía significar que alguien había manipulado los
expedientes para que ya no buscaran al chico, y la razón más proba-
ble para eso era que el chico estaba muerto. Tal vez por ayudar a
Noah a salir…
Como hacía cuando tenía demasiadas cosas en la cabeza, se
encerró en su pequeña sala de gimnasio, en Grimmauld Place y,
echado sobre una banca larga, levantaba con ambos brazos una pe-
sada barra, encantada para ir aumentando de peso conforme él así lo
exigiera.
Iba ya haciendo muchas repeticiones y los brazos le comen-
zaron a temblar, así que, tomando aire profundamente para obtener
fuerzas, la levantó por última vez antes de dejarla caer en la sujeta-
dora. Respirando agitadamente tomó una toalla del piso y se limpió

475
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

el rostro, cuando se giró un poco más, se dio cuenta de la figura de-


tenida bajo el marco de la puerta.
—Siempre me ha encantado verte haciendo ejercicios —le
dijo Draco a modo de saludo, tenía ya listo todo para partir a Italia,
y había querido despedirse de Harry, lo había encontrado en la sala
de gimnasio y lamentó tener que marcharse pronto, porque por lo
general, le ponía mucho ver a Harry de esa manera, con sus múscu-
los flexionándose, con las pequeñas gotas de sudor resbalando por
su torso apenas cubierto por esa holgada camiseta sin mangas.
Harry le dio una mirada enfadada y se puso en pie, estirando
los brazos sobre la cabeza.
—Voy a darme una ducha —notificó pasando junto a Draco.
—Ya me voy a Italia —informó Draco, tomándolo de la mu-
ñeca y deteniéndolo, el brazo de Harry también estaba húmedo por
el sudor.
—Pues, que te vaya bien —respondió Harry encogiéndose
de hombros mientras se soltaba del agarre de Draco.
—¿Eso es todo lo que vas a decir?
Harry elevó la vista, como si tratara de recordar alguna cosa,
y luego se encogió de hombros nuevamente.
—Sí, nunca he estado en Italia, así que no te puedo dar nin-
guna otra recomendación.
—Harry… —suspiró Draco cuando Harry siguió caminan-
do, ya sin prestarle atención, rumbo a la habitación.
—No me gusta irme peleado contigo —continuó, entrando
tras Harry a la habitación, el chico ya se había despojado de la cami-
seta y se había sentado sobre la cama, desatando las zapatillas.
—Y a mí no me gusta ser plantado, ni dormir solo casi todas
las noches para luego ser despertado por ti y tus discusiones durante
la madrugada —comentó Harry con voz, aparentemente, tranqui-
la—, ¿ya ves?, no todos tenemos siempre lo que nos gusta.

476
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—¡Por todos los demonios! —bramó Draco, harto ya de to-


do—. ¿No te quieres despedir de mi? ¿Quieres seguir actuando
como un mocoso inmaduro? Pues adelante, ya me harté de todo es-
to.
Harry inclinó la cabeza hacia un lado mientras veía a Draco
salir de la habitación con pasos rápidos y dando un portazo.
«Y yo también creo que estoy hartándome», pensó cansada-
mente mientras finalmente se dejaba caer de espaldas sobre la cama.

–|– 

Italia fue horrible, se pasó casi completamente los tres días


que duró el viaje metido en salas de reuniones, debatiendo sobre
costos, sobre procesos y sobre fórmulas. Obtuvo un contrato bas-
tante ventajoso, otro contrato más por el cual preocuparse, y para el
cual sacar tiempo de donde ya no tenían.
Le escribió a Harry cada noche, pero no recibió respuesta al-
guna, lo cual lo hacía sentirse de peor humor. Gael, que sí le escri-
bió cada noche, le contó que Harry estaba bien, aunque trabajando
demasiado en algún extraño proyecto del cual no tenía mucho co-
nocimiento. Draco sabía que se trataba de Noah y el caso de la clí-
nica; la mañana antes de partir, Boris le había dado algunas noticias
trascendentales sobre el caso, todo iba bastante bien y esperaban
que en un mes más pudieran presentar la denuncia formalmente.
Al menos se sentía aliviado de saber que Harry estaba bien.
Alemania fue mucho más simple, la gente de esa compañía
estaba realmente desesperada por firmar contrato con La Fábrica de
Pociones, y eso hizo su trabajo mucho más sencillo, aunque tampo-
co se dio tiempo de conocer más que el camino hacia las oficinas de
ellos, y el regreso al hotel.

477
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Finalmente, luego de siete días entró a la sala de transportes


mágicos y retornó a Londres, ansioso por ver a Harry, por besarlo y
abrazarlo, por decirle cuánto lo amaba y cuánto lo había extrañado.
Pero Grimmauld Place estaba vacío. Todo en completa oscu-
ridad y silencio, y cuando, dos horas después, casi a medianoche, se
metió a la cama, Harry no había contestado al móvil, y menos apa-
recido. Ni apareció por el resto de la madrugada, en la que se la pa-
só despierto, dando vueltas y luchando con la necesidad de empezar
a buscarlo por todos lados, aunque sabía que aquella ausencia no era
más que otra forma de protesta por parte de Harry.

–|– 

Cuando despertó lo hizo con un ligero dolor de cabeza, esos


que le daban cuando dormía demasiado, por la luz que entraba por
la ventana sabía que ya estaba muy avanzada la mañana.
—Ya era hora. Pensé que tendría que despertarte —le dijo la
voz de una mujer, Draco se giró rápidamente hacia ella y parpadeó
confuso, sentándose en la cama, no imaginaba jamás encontrarse
con ella en esa habitación.
—¿Qué…? ¿Harry está bien?
—Pues… si te refieres a que si le ha ocurrido algo durante tu
ausencia, no, nada le ha pasado, aunque no creo que esté realmente
bien, por más que intente aparentar estarlo.
—¿Está en tu casa? —preguntó apartando las sábanas. Her-
mione arqueó una ceja, y entonces Draco recordó que no vestía
más que unos bóxer; se cubrió nuevamente, sonrojándose por ha-
berse expuesto de esa manera.
—Sí, está allí desde que te fuiste, le hemos dado una habita-
ción, y ha estado trabajando como un obseso.
—¿Se ha mudado allí?

478
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Dice que necesita aclararse.


—¿Aclararse? —jadeó Draco—. No pensará…
—¿Dejarte? —completó Hermione; Draco, incrédulo por
aquella situación: por tener a Hermione allí, en su habitación, ente-
rada y conversando sobre sus problemas de pareja, asintió.
—Eso…
—Pues, la verdad, creo que sí, que lo está pensando… aun-
que podemos decir que ahora que se ha casi mudado por completo,
ya debe haber tomado una decisión.
—¿Y te ha enviado a ti a decírmelo? —dijo en tono de recla-
mo.
—No, lo cierto es que no sabe que estoy aquí, está con Ron,
en la tienda de bromas, aunque volverá a casa al mediodía para al-
morzar, le he dicho a Ron que lo obligue a ir.
—Iré a hablar con él entonces —determinó Draco.
—No, no quiero que vayas a hablar con él a mi casa, Malfoy
—Hermione llevaba tiempo sin llamarlo por su apellido, y Draco
pensó que la chica probablemente atravesaría una fase hormonal
por el embarazo, porque de lo contrario, ¿por qué razón iría hasta
allí a informarle el paradero de Harry para luego decirle que no po-
día hablar con él?
—Es mi novio, y tengo derecho a hablar con él, si me quiere
dejar, que al menos tenga el valor de decírmelo a la cara.
—Y te apoyo, tienes no sólo el derecho, sino la obligación de
hablar con él, de disculparte y de escuchar lo que te tiene que decir,
y además preguntarle qué era eso tan importante que te tenía que
decirte hace más de una semana, cuando era su aniversario.
—Él no mencionó nada de…
—¿Estás seguro? O tal vez fue en alguno de esos momentos
en que físicamente estabas aquí, pero que tu mente estaba fuera, en
otra parte de Londres, en tu laboratorio, para ser más específicos.

479
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco apartó la vista, no se atrevía a asegurar que Harry en


verdad no le había dicho nada sobre algo importante.
—Entonces, ya que estamos más claros —suspiró Hermione,
poniéndose en pie y alisando su túnica de color claro, algo más hol-
gada ahora que estaba embarazada—, debes apresurarte, no tene-
mos mucho tiempo, has dormido demasiado.
—¿De qué hablas?
—De lo que tienes que hacer, por supuesto.
—Ya te dije que iría a hablar con él.
—Oh, no, ¿es que no te lo mencioné? No quiero que vayas a
hablar con él —Draco frunció el ceño, cada vez la entendía me-
nos—, quiero que vayas y lo saques de allí, que te lo lleves.
—¡¿Qué?! No creo que Harry quiera venir conmigo a casa
para hablar y…
—No, aquí tampoco —corrigió Hermione.
—¿Entonces a donde? No te ofendas, Hermione, pero esta
mañana realmente estás completamente incomprensible.
Hermione puso los ojos en blanco y dio unos cuantos pasos
por la habitación, hasta que encontró unos pantalones holgados de
algodón, y se los lanzó a Draco, que los atrapó en el aire.
—Anda, vístete ya, que no tenemos todo el día.
Draco dudó un instante más, mirando a Hermione y tratan-
do de entender qué era lo que la chica planeaba.
—Vamos, que ya te he visto en ropa interior.
—Eso fue un accidente, y no quiere decir que me pasearé así
delante de ti, y realmente espero que Harry tampoco lo haga.
Hermione soltó una carcajada y se dio la vuelta para darle a
Draco la privacidad de vestirse.
—¿Bromeas? Harry es un mojigato.
Draco estuvo a punto de replicar que Harry era cualquier co-
sa menos mojigato, pero se abstuvo; habían cosas más importantes

480
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

que hacer por el momento, como ver qué era lo que la chica se traía
entre manos, y hablar con Harry, sin contar con todo el trabajo
acumulado que tenía pendiente en la fábrica.
—Y ni pienses en ir hoy a tu fabriquita —advirtió Hermione
extrañamente seria, aunque aún de espaldas. Draco se preguntó si
era que acaso había aprendido algún tipo de hechizo para leer la
mente—. Gael se encargará de todo, ya le he avisado.
—¿En serio? ¿Alguna otra atribución que te hayas tomado
mientras dormía? —protestó Draco, ya vestido con una camiseta y
los pantalones de algodón, y encarando a la mujer.
—Por supuesto, también he hecho reservaciones.

–|– 

Harry miraba el camino de manera ausente, mientras una


melodía un tanto estridente sonaba en los altavoces del radio, Ron
iba tarareando a su lado, y jugueteando con sus dedos sobre el ti-
món, parecía bastante relajado mientras adelantaba a unos automó-
viles del lado derecho.
—Esto es realmente divertido, ¿sabes?; el conducir —le dijo
levantando la voz sobre la música. Harry le obsequió con una mira-
da interrogante mientras el chico seguía sonriendo—, es como vo-
lar, pero con más protección… aunque es una lástima que no po-
damos correr tanto.
—Pienso que hubiera sido más simple ir por red Flú —con-
testó Harry, encogiéndose de hombros y volviendo a mirar por la
ventanilla, estaban en la carretera, y a ambos lados se extendía un
muy tupido bosque.
—Pero a Hermione aún le marea ir por red flú, y también las
apariciones; además el sitio al que iremos a almorzar es para mu-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

muggle —se justificó Ron. Harry no respondió, ni siquiera dio


muestras de seguir escuchándolo.
Por el resto de camino anduvieron en silencio, únicamente
con la música de fondo como acompañamiento.
Harry se entretenía escuchando las melodías en la radio, y
mirando por la ventanilla, demasiado confuso y triste para mante-
ner alguna conversación con su amigo o para ocuparse de nada más
que sólo estar allí, y seguir a sus amigos a donde le dijeran que que-
rían ir, por no dejarlo solo en casa. Se sentía un tanto culpable por
eso, por haber irrumpido en el hogar de sus amigos, y haberse ins-
talado prácticamente sin invitación, y aunque lo cierto era que tenía
muchos sitios donde podía haberse quedado, necesitaba la presencia
de sus amigos por el momento.
El camino se le hizo corto, y antes de que se dieran cuenta,
ya llegaban a la pequeña calzada que llevaba a la casa de Hermione y
Ron, que quedaba cerca de la Madriguera, cerca al bosque; le pare-
cía un buen lugar para vivir, mucho mejor que la calle de Grim-
mauld Place. Más de una vez había pensado proponerle a Draco
mudarse a un lugar así, mucho más apartado del bullicio asfixiante
de los vecinos y de la ciudad en general. Torció los labios y se obligó
a no pensar en aquello por el momento, no quería arruinarles la
tarde a sus amigos.
Ron hizo sonar la bocina, y le dio una mirada de disculpa a
Harry, que se sobresaltó por el ruido.
—Lo siento, es que no quería bajar a decirle que ya estába-
mos aquí.
—No pasa nada, estaba distraído.
Ron estuvo a punto de decir: «Claro, es tu estado natural úl-
timamente», pero se contuvo y sólo asintió, mirando por la ventani-
lla hacia la casa. Después de unos minutos, suspiró sonoramente.

482
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Iré por ella. Le dije que estaríamos aquí a esta hora, no sé


por qué no sale.
—¿Quieres que vaya contigo? ¿No le habrá pasado algo?
—Nah, no te preocupes, si algo le hubiera ocurrido, de algu-
na forma, yo lo sentiría, de seguro no termina de vestirse todavía —
Ron bajó la voz un poco, como si alguien más, además de Harry, lo
pudiera oír—, últimamente anda muy pesada con eso de que ya na-
da le queda.
—Oh…
—¡Pero ni se lo menciones! —advirtió mientras abría la
puerta para salir, pero antes subiéndole un poco más el sonido a la
radio—. No tardo.
—De acuerdo… —respondió Harry, dejándose caer sobre el
respaldo y cerrando los ojos. No le gustaba estar solo, eso lo hacía
pensar, y no quería pensar en Draco, en que pronto tendría que
verlo y hablar con él, decirle que no soportaba más las discusiones,
las peleas, y todos esos problemas, estar siempre en tensión, con-
tendiendo y sintiéndose abandonado o dejado de lado.
El sonido de la puerta abriéndose no lo hizo abrir los ojos ni
moverse, hasta que la puerta del piloto se cerró, frunció el ceño por
no escuchar la voz de Hermione o la puerta trasera también abrién-
dose.
—¿Pasó algo, Ron? —preguntó girándose y abriendo los
ojos, su boca formó una perfecta «O» mientras observaba, no a su
pelirrojo amigo, sino a su rubio novio.
—Hola, Harry —saludó Draco mientras hacía girar las llaves
y arrancaba el auto, se inclinó hacia delante para bajar el sonido de
la música y luego, con algo de temor encaró al moreno.
—¿Qué demonios? —farfulló Harry mientras trataba de
abrir la puerta del auto, pero ésta no se abrió—. ¿Me has encerrado?

483
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Por un instante Draco no supo qué decir, mirando a Harry a


los ojos y lo enfadado que sae veía, sintió temor de perderlo, el
mismo temor que había sentido varios años atrás, una noche de fe-
brero en que lo había besado, y en que Harry había salido corrien-
do. El temor de haberlo perdido y no poder recuperarlo más.
—Necesitamos hablar —concluyó, poniendo una mano so-
bre la pierna de Harry, que se tensó por el toque, pero que no se
alejó de él—. Realmente necesitamos hacerlo, Harry.
—¡Ah! —dijo Harry en forma agresiva—, ¿es decir que ahora
tienes un tiempo libre para hablar conmigo? ¿Qué pasa si es que yo
no quiero hablar contigo? Tengo muchas cosas que hacer, no del ti-
po importante y grandioso que tú, claro que no, pero…
Pero no terminó de hablar. Draco se inclinó hacia delante y
le dio un beso en los labios, uno bastante corto; sus labios se roza-
ron apenas unos segundos, mientras la mano que seguía sobre su
pierna lo acariciaba con cariño. Cuando Draco se apartó, Harry no
sabía qué decir, simplemente se lo quedó mirando, no entendiendo
del todo su comportamiento, y, por qué negárselo, aunque todavía
enfadado por las peleas con Draco y por la trampa que le habían
tendido —estaba completamente seguro— sus amigos y Draco, fe-
liz de que éste último estuviera allí.
Draco le dio un apretón más en la pierna, y se alejó para co-
locar ambas manos en el volante y comenzar a conducir. Harry le
había enseñado a hacerlo unos años antes, y lo hacia regularmente,
incluso se turnaban para conducir el auto de Harry, sobre todo, para
hacer las compras en el supermercado muggle al que iban normal-
mente. Aunque esta vez el camino por recorrer sería el más largo
que hubiera conducido.
—¿A dónde vamos? —preguntó Harry luego de unos quince
minutos, cuando avanzaban por la autopista, en sentido contrario a
donde Londres quedaba.

484
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—A hablar.
—Eso ya lo dijiste antes.
—Fuiste tú el que preguntó.
—Me refería a qué lugar.
—Lo sé —dijo Draco con una media sonrisa, y mirando un
instante a Harry para luego volver su atención a la autopista; por la
expresión de Harry, éste aún seguía enfadado—. Es una sorpresa,
ambos necesitamos tiempo, alejarnos, te lo prometí antes de irme,
¿recuerdas?
—Pero no puedes venir y simplemente decir: necesitamos
tiempo, y llevarme a donde se te plazca —protestó Harry cruzándo-
se de brazos—. Tengo muchas cosas que hacer y no me puedo des-
aparecer así como así y…
—Vamos, Harry —suspiró Draco, bajando un poco la velo-
cidad y levantando una pequeña bolsa de papel para entregársela a
Harry—, sé que has dejado encargadas tus clases a otros profesores
en la Escuela por toda la semana que sigue, que no has programado
citas para la Consejería, y hablé con Boris, Aarón ha tenido que via-
jar a Italia esta semana, y él se quedará con Noah, así que, ya que
todos nos hemos tomado un tiempo libre, no retrazaremos nada,
podremos seguir cuando volvamos.
Harry abrió la bolsa de papel, en el interior había un par de
emparedados y un pequeño termo.
—¿Has estado averiguando sobre mis horarios?
—De alguna manera —respondió, obviando que había sido
Hermione la que le había informado de todo, excepto de la investi-
gación de Noah, eso sí había tenido que resolverlo él solo.
—¿Y a dónde se supone que vamos? ¿Para qué la comida?
—Vamos lejos, y eso es para que te alimentes, se nota que no
lo has estado haciendo correctamente.

485
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry lo fulminó con la mirada y dejó la bolsa de papel, con


los emparedados y el termo en el piso, antes de cruzarse de brazos y
dedicarse a mirar, refunfuñado, el camino nuevamente.
—Fue sólo una broma —se excusó Draco luego del largo si-
lencio—, no quiero seguir peleando contigo.
—Hay una forma muy simple de no hacerlo —respondió
Harry con los dientes apretados, no esperó a que Draco preguntara
«¿cuál?»—: no me hables y no pelearemos.
Draco suspiró profundamente, y se obligó a tener paciencia,
después de todo, se merecía cada berrinche y reclamo que Harry le
hiciera. Cuando Draco estaba enfadado podía ser muy terco y ca-
prichoso, pero había descubierto, sobre todo en los últimos tiem-
pos, que Harry podía ser igual que él en ese aspecto, o incluso más
caprichoso.

–|– 

Ron abrió la puerta de su casa y dio una mirada más al auto,


Harry seguía en el interior y sin voltear hacia ellos.
—Bien, ya está aquí.
—Genial —dijo Hermione, mientras le daba un beso de
bienvenida a Ron.
—Hola, Weasley —masculló Draco, se sentía un poco inse-
guro e indefenso entre ellos, por un momento recordó aquella
amenaza hecha cuando ellos volvieron a aparecer por Grimmauld
Place.
—Malfoy — respondió Ron lanzándole las llaves del auto—,
más te vale que arregles esto pronto.
—Y a ti mantener tu boca cerrada, este es asunto de Harry y
mío —respondió Draco a la defensiva.

486
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Chicos —se quejó Hermione—, vamos, no hay que pe-


lear, Harry espera y no queremos que se de cuenta.
—Claro… gracias —dijo Draco, cargando la pequeña maleta
que había empacado.
—Y cuida el auto —le advirtió Ron en el último momento,
Draco no respondió, sólo puso los ojos en blanco y salió de la casa
rumbo al coche.
—¿Cómo estaba Harry? —preguntó Hermione, tomando de
la mano a Ron y llevándolo a la cocina.
—Como siempre, no hablaba mucho…
—Bueno, espero que Draco no cometa ninguna estupidez y
lo arregle.
—Aún así, no puedo creer que Harry haya estado tentado a
pedirle eso de la unión —comentó mientras ayudaba a su embara-
zada esposa a poner la mesa para el almuerzo; Harry y Hermione le
habían contado sobre lo del enlace la primera noche que Harry ha-
bía pasado allí, la noche en que Draco había partido a Italia, mien-
tras bebían.
—Se lo pedirá y luego lo harán, Ron.
—Después de tremenda pelea, no lo creo.
—¿Acaso no quieres que se arreglen?
—Pues… Es diferente —se defendió Ron—, una cosa es que
sigan siendo novios, y otra muy distinta enlazarse, ni siquiera está
reconocido por el Ministerio.
—¿Y eso qué? Está permitido por la magia, y es lo que Harry
quiere hacer.
—Pero ese enlace…
—¿No te das cuenta de lo triste que estaba Harry sin Draco?
¿De lo diferente que es cuando está con él? Después de la escuela
cambió mucho, y no fue hasta que volvió con Draco que pareció
nuevamente él, ¿no te gusta verlo feliz?

487
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Ron asintió en respuesta, y suspiró.


—Nunca entenderé cómo demonios se fue a enamorar de él.
—Ni yo.
—Pero ya que es lo que le hace feliz…

–|– 

Tras una hora de camino, Harry empezó a sentirse cansado y


aburrido, la rabia iba desapareciendo, dejando en su lugar curiosi-
dad, por saber hacia dónde iban y qué era lo que Draco diría.
Se inclinó y tomó uno de los emparedados de la bolsa de pa-
pel y se lo ofreció a Draco.
—Gracias, esta mañana no desayuné —respondió Draco, re-
cibiendo con una mano el emparedado, y un poco aliviado de que
ese gran momento de tensión se hubiera esfumado.
—¿Aún falta mucho?
—Algo…
—Bien —contestó Harry dando una mordida a su sándwich
y volviendo a mirar el camino, sin prestar mayor atención a Draco.

–|– 

Aarón suspiró pesadamente, con la vista perdida en el oscuro


cielo que se dejaba ver a través de su ventana, las cortinas se agita-
ban lentamente de un lado a otro mientras el viento gélido enfriaba
poco a poco la habitación; no se quería mover para cerrar las corti-
nas, en el fondo le gustaba sentir frío, le gustaba sentir algo diferen-
te a lo que sentía últimamente.
Negó con la cabeza y fijó su vista en el pergamino limpio
nuevamente, remojó la pluma, su pluma favorita, la que siempre le

488
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

traía suerte porque Boris se la había regalado muchos años atrás, y


luego la apoyó contra el pergamino, empezando a escribir:

Hola Boris,

Estoy en Italia, aunque eso ya tú lo sabes, estaba


aquí esta noche en mi habitación, recordando cuando
hace cuatro años vinimos en verano y…

Se quedó quieto, la punta de la pluma creando un gran man-


chón de tinta azul. Negó con la cabeza y soltó la pluma a un lado,
para luego arrugar el pergamino y tirarlo al cesto de basura, donde
habían más pergaminos hechos bolita y descartados; recordando
aquel viaje a Italia, cuatro años atrás, fue un verano, fue muy lindo
estar allí, si no hubiera sido por Marcel, aquel apuesto chico al que
había conocido y con el que había estado una noche en que escapa-
ra de la habitación que compartía con Boris. Cuando había vuelto a
la mañana siguiente, ni Boris ni sus cosas estaban ya, había sido la
primera pelea grande que habían tenido, y lo peor de todo era que
aquella vez, al igual que en esta ocasión, él estaba allí por un viaje de
trabajo, y no podía darse el lujo de ir tras el chico hasta Londres
hasta una semana después. Se había portado muy mal en ese enton-
ces, tenía que reconocerlo, puesto que le mandó varias cartas a Bo-
ris pidiéndole perdón, aunque aprovechando su ausencia para se-
guir quedando con Marcel. Se preguntó si era que Boris estaría al
tanto de aquello también.
Volvió a mojar la pluma, decidiendo que mencionar el viaje
que habían hecho antes, no era buena idea, y empezó de nuevo:

Hola Boris, cariño:

489
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Espero que Noah esté bien , y tú también , por su-


puesto, no sabes cuánto aprecio que hayas podido hos-
pedarlo en tu casa durante mi ausencia, aunque cla-
ro, hubiera preferido que se quedaran en casa, en la
que era y siempre será nuestra casa, donde tú sabes…

Dejó caer la pluma a un costado, agotado, y se tapó el rostro


con ambas manos; Boris le había dicho, el día en que se había ido
de casa definitivamente, que no volvería a pisar ese lugar, que era li-
bre de traer a cuántos chicos se le antojara, sin miedo a que lo des-
cubriera, que él de todas maneras siempre lo había sabido. Se pre-
guntó de cuántas de las cosas de las que había hecho —pensando
que en secreto— tenía conocimiento Boris, y se sintió avergonzado
por ello. Recordó cómo, unas semanas atrás, había ido de improviso
al departamento del chico, utilizando la excusa de Noah, para poder
verlo; se había dado un terrible chasco cuando el que había abierto
la puerta no había sido Boris sino otro chico, uno bastante guapo,
usando unos bóxer demasiado apretados para la erección que lleva-
ba en ese momento, y para colmo, lo miraba enojado, delatando
que los había interrumpido en, al parecer, el mejor momento de la
noche. Había dolido. Y mucho. Sabía que había hecho sufrir a Bo-
ris, era conciente de ello, de que sus aventuras y sus impulsos lo las-
timaban; sin embargo, siempre creyó que Boris lo entendería y per-
donaría, porque lo amaba y lo conocía, pero Boris se había cansado
de él, de pedirle que dejara de ser así, que le fuera fiel… Aarón
nunca le había sido fiel a nadie, no estaba en su naturaleza, aunque
claro, de haber sabido el terrible dolor que se sentía encontrar a la
persona que amas con otro, nunca lo hubiera hecho antes, no había
pensado que pudiera dolerle tanto, que pudiera devastarlo tanto…

490
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

tenía que ser honesto consigo mismo; a Boris no sólo lo quería o


deseaba, lo amaba, y demasiado… y dolía no poder tenerlo más.
Suspiró profundamente y encendió un cigarro, fijó la mirada
nuevamente en el oscuro cielo, y caviló un instante más, pensando
en Boris y en lo mucho que lo extrañaba, hasta que se animó a vol-
ver a tomar la pluma.

Boris,

Es de noche , estoy solo en mi habitación y no


puedo dejar de extrañarte .

Ahora soy conciente de todo el daño y el dolor


que te he causado; entiendo, además, que esta soledad
que ahora cargo conmigo, que este sufrimiento que
tengo, es lo mínimo que merezco después de todo lo que
te he hecho…

–|– 

Ya era de noche y Harry estaba dormitando, acurrucado a un


lado del asiento, cuando Draco por fin pudo llegar a aquel apartado
y lejano lugar, se trataba de una pequeña cabaña, una muggle, que
se alquilaba, sobre todo durante el verano, pero siendo invierno, no
habían tenido muchos problemas en conseguirla, o eso al menos le
había explicado Hermione; aún le causaba algo de gracia que la chi-
ca se empeñara tanto en lograr que ellos arreglaran sus diferencias.

491
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Dejó el automóvil en la parte de atrás, donde el bosque pare-


cía hacerse más tupido tras una pequeña cerca blanca, y luego mo-
vió a Harry lentamente por el hombro, tratando de despertarlo.
—¿Qué…? —Harry parpadeó confuso, todo estaba oscuro y
el auto se había detenido, a su lado Draco lo miraba nuevamente
con algo de temor.
—Ya hemos llegado —le informó mientras levantaba la varita
y susurraba un par de hechizos—, y ya puedes bajar del auto.
—Vaya… —bostezó Harry mientras abría la puerta y salía
por fin del vehículo, sentía el trasero adormecido y sus piernas aga-
rrotadas, y se estiró—. ¿Qué hora será?
—Cerca de las siete —contestó Draco, dando la vuelta y sa-
cando de la cajuela del coche, el maletín pequeño de Harry y uno
suyo muy similar.
—¿Esas son mis cosas?
—Ajá…
—¿De dónde las sacaste?
—Hermione las puso esta mañana en el auto, antes de que se
fueran.
Harry entrecerró los ojos y no comentó nada más, se dio la
vuelta para ver la cabaña que tenía en frente, era pequeña, aunque
parecía cálida y hogareña, no quiso decir en voz alta que le parecía
adecuada y bonita, simplemente caminó hacia la puerta trasera y es-
peró a que Draco llegara con las cosas hasta él.
—La alquilé por una semana, aunque como es invierno no
tienen más reservaciones, por si te quieres quedar más tiempo.
—¿Una semana? —preguntó incrédulo Harry mientras Dra-
co abría la puerta y ambos entraban.
—Así es.
—¿No es mucho tiempo?
—No… tratándose de ti, de nosotros, no lo es.

492
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

Harry no contestó, aunque sí se sintió ligeramente más con-


tento mientras se dedicaba a observar el lugar.
Era confortable, en el centro, cerca de la chimenea, había un
enorme sofá y una gran alfombra azul, a un lado se podía ver las
puertas que llevaban a la cocina y al dormitorio.
—¿Por qué no enciendes la chimenea mientras yo dejo esto
dentro? —le sugirió Draco caminando hacia una de las puertas y
empujándola.
—Claro…
Sacó la varita e hizo que el fuego ardiera sobre la leña ya pre-
parada y se sentó sobre el gran sofá, sintiéndose un poco extraño y
tratando de ordenar sus ideas.
—¿Un trago? —le preguntó Draco desde el otro lado de la
cabaña, Harry se giró para verlo, y descubrió que no podía hacerlo
porque la puerta de la cocina estaba cerrada.
—De acuerdo —respondió rápidamente—. ¿Tenemos provi-
siones?
—Ajá —gritó Draco, su voz se escuchaba opacada por la
puerta de la cocina—. Muchas cosas…
—Que bueno.
—Sí, de lo contrario moriríamos de hambre aquí… no hay
una tienda a menos de una hora de camino —le comentó Draco,
caminando con una botella de vino y dos copas en la mano, llegó
hasta Harry y dejó todo en una pequeña mesa para poder servir el
vino con comodidad.
Harry lo observó en silencio, luchando con sus deseos de
abrazarlo, besarlo y amarlo, y dejarse amar, de mandar al diablo to-
das sus frustraciones y problemas, por ese momento al menos, y
acariciar su piel. Pero sabía que no era lo correcto, que debía espe-
rar, solucionar todo primero, porque si no lo hacía ahora, al día si-
guiente los problemas seguirían allí, y se harían más grandes.

493
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco le dio una copa a Harry y luego se sentó junto a él, el


silencio que se había interpuesto entre ambos era pesado, Draco ca-
si podía sentir una gran muralla levantándose en medio del sofá, y
no quería dejar que eso pasara, que Harry se alejara… que fuera
demasiado tarde.
—Te amo —le dijo con un susurro, girándose lo suficiente
para encararlo, Harry le dio una mirada interrogante, pero también
se giró, de tal manera que ambos quedaron frente a frente—, y sé
que algunas veces no lo parece, o que parece que quiero más los
negocios y el trabajo que a ti, pero no es cierto.
—Draco… hemos tenido está conversación antes… muchas
veces —suspiró Harry y, sin esperar siquiera al brindis, le dio un
sorbo a su copa—, demasiadas veces, y siempre acordamos intentar-
lo, no alejarnos ni dejar que el trabajo nos gane y mira… siempre
estamos en la misma tonta discusión.
—Pero aún seguimos intentando —le respondió Draco, el
pánico de que Harry no quisiera seguir intentándolo se apoderó de
él—, porque ambos sabemos cuánto nos amamos y que por esto —
su mano hizo un gesto que abarcaba a Harry y a él— vale la pena
intentarlo una y mil veces.
—Yo también lo pensaba —dijo Harry con voz triste—, pero
no me da la sensación de que tú quieras intentarlo tanto como yo…
es como estar en una batalla luchando solo.
—No, no digas eso —Draco dejó la copa de vino en el piso y
se acercó un poco más a Harry—, no lo digas, yo no podría soportar
perderte… si tú desaparecieras de mi vida, nada de lo que hago aho-
ra, o de lo que tenemos tendría sentido… todo esto lo hago para
nosotros.
—Yo no necesito que seas un reconocido fabricante, o un
multimillonario, no necesito nada de eso por lo que tú siempre es-
tás preocupado —la voz de Harry seguía sonando igual de triste y

494
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

herida, Draco se acercó un poco más a él y su mano se posó sobre la


de Harry, agradeció que Harry no la apartara—, siempre dices que
lo haces por nosotros, pero no es así, lo haces por ti, por el honor de
tu familia, por el apellido, porque no te conformaste con ser sólo lo
que la guerra hizo de ti, y es admirable, en verdad, es una de las co-
sas que más me admiró y atrajo de ti, tus deseos de luchar, a pesar
de todo lo que había pasado, sin embargo, eso te está alejando de
mí, y tú pareces no darte cuenta de ello…
—¡Pero si tú eres mi familia! —exclamó Draco, no podía
creer que Harry no se diera cuenta de eso, de que no era ya sólo su
apellido y su reputación lo que lo movía a hacer todo eso—, es por-
que yo sé que tú te mereces a alguien mejor que yo, a alguien que
no sea una vergüenza para ti… alguien que no ensucie tu nombre.
Harry negó con la cabeza y dio un trago más a su copa, para
luego dejarla en el piso junto a la de Draco.
—¿Ves? Eso es lo que no entiendes, no puede haber alguien
mejor para mí, y no me importa si tu apellido, aunque no lo com-
parto —aclaró—, ensucie mi nombre, o lo que la gente piense, si
creen que soy un traidor o cualquier cosa, no me importa nada de
eso, sólo tenerte a mi lado.
—Pero a mí sí, Harry —Draco tomó una profunda bocanada
de aire antes de continuar—, a mí sí me importa, porque te amo y
porque no mereces que te recuerden de una mala manera, después
de todo lo que hiciste… Mereces lo mejor del mundo, y es lo que
yo quiero darte, es por lo que me esfuerzo.
—Eres tan ciego —suspiró Harry entrelazando sus dedos
con los de Draco—, tengo lo mejor del mundo aquí, frente a mí, y
no necesito nada más —se acercó un poco más a él y acarició su
mejilla suavemente—; no digo que no te sigas esforzando, no sabes
lo contento que me pone que tengas tanto éxito, pero pienso que
puedes hacerlo aún sin alejarte tanto… sin encerrarte días en el la-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

boratorio, sin dejar de ver todo lo que hay afuera, pasas tanto tiem-
po allí, que se te está yendo la vida y no la estás disfrutando… ¿De
qué servirá todo lo que consigas, si un día te das cuenta que has pa-
sado media vida en ello y no has hecho nada más que trabajar?
—Yo… —Draco inclinó más el rostro hacia Harry, sintiendo
la reconfortante caricia, mientras digería sus palabras; ¿aquello era
cierto?, ¿se estaba perdiendo de la vida, de cosas importantes? Y so-
bre todo, ¿valía la pena hacerlo?—… no sé qué decir —admitió fi-
nalmente, había un tono de pánico en su voz.
Harry le obsequió con una media sonrisa y asintió, al parecer
conforme con su respuesta.
—Quiero que lo entiendas… antes también me lo dijiste,
que creías que debías ser alguien mejor para mí, y te dije que no era
así… ¿intentarás dejar de preocuparte por eso y creerme cuando te
digo que eres una magnifica persona, la mejor del mundo?
—Te amo —respondió Draco en voz baja también, no que-
riendo romper el momento—, sólo quiero hacerte feliz, en verdad
que es lo que quiero.
—Entonces empieza a creerme cuando te digo que no nece-
sito nada más que tenerte a mi lado.
Draco asintió lentamente.
—Yo tampoco necesito nada más que tenerte a mi lado.
—Ven aquí —susurró Harry.
Draco terminó de recorrer la distancia que los separaba a
ambos, y lo besó, un beso que se sentía mil veces mejor que el tor-
pe beso que habían compartido al iniciar el viaje; la mano de Harry
seguía sobre su mejilla, acariciándolo muy suavemente mientras sus
labios se entreabrían poco a poco, invitándolo a profundizar el beso.
La lengua de Draco se unió a la suya, explorando el interior
de su boca, mientras la mano que lo sujetaba, se apretaba más fuerte
contra su mano, sus cuerpos pegándose poco a poco. Unos delga-

496
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

dos y gentiles dedos enredándose en los cabellos de su nuca, ha-


ciéndolo sentir mucho más reconfortado, más seguro.
—Y yo también te amo —le dijo Harry, apartándose un mo-
mento de él, mirando a sus ojos grises brillantes, sus mejillas un
tanto más sonrojadas—. Tú eres lo único que necesito, nunca me
he regido por lo que la gente diga o piense, sólo por lo que yo pien-
so o lo que me hace feliz, y eso eres tú.
Draco sonrió, conmovido.
—Harry —susurró antes de inclinarse hasta él y besarlo nue-
vamente, está vez empujando su cuerpo un poco más contra el sofá,
sintiendo su pecho pegado al de él, el calor de su piel, el calor que
siempre irradiaba Harry—, te amo —agregó alejándose de los labios
y bajando con pequeños besos por el cuello, con una mano jugando
con el cabello suelto y desordenado de Harry, mientras la mano de
éste le acariciaba la espalda con lentitud.
—Y yo… —Harry dejó caer la cabeza sobre el respaldo del
sofá, inclinada hacia un lado, para permitirle a Draco seguir besán-
dolo y mordisqueándolo de esa manera tan agradable—, y también
te extraño.
Draco le acarició la mejilla con cariño, deteniendo sus besos
en el cuello, mirándolo a los ojos, a esos ojos verdes tan brillantes, a
esa mirada tan intensa que siempre lo hacía sentir tan vulnerable,
tan amado… Esa mirada que podía desatar tantas sensaciones en él.
—Lo lamento… yo también te he extrañado… mucho —
susurró antes de darle un beso en la mejilla.
Harry volvió a sonreír suavemente, y se abalanzó sobre él,
poniendo las manos sobre sus hombros y empujándolo contra el
sofá mientras lo seguía besando, de manera mucho más imponente
que antes. Draco se dejó recostar, sintiendo el reconfortante peso de
Harry sobre él, sus cuerpos, aún completamente cubiertos por la
ropa, rozándose, encontrándose.

497
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry comenzó a besarle la barbilla, las mejillas y los ojos


mientras colaba una mano bajo el grueso suéter, acariciando al fin la
caliente piel del abdomen, subiendo un poco más hasta la altura de
sus costillas, mientras Draco lo presionaba con sus manos en la es-
palda, pegándolo lo más cerca posible a él, suspirando suavemente
por los besos y caricias que le estaba ofreciendo.
Deshacerse de la ropa fue bastante sencillo, entre caricias, be-
sos e incluso algunos mordiscos; de pronto una gran necesidad se
había apoderado de ambos, sus manos no se daban abasto con todo
lo que querían tocar y acariciar, sus piernas enredadas, sus bocas
ávidas de más, de saborear la piel y el sabor del otro.
Draco dejó caer la cabeza hacia atrás, y gimió sonoramente
mientras se arqueaba por las maravillosas mordidas sobre su pecho,
las manos de Harry, ahora sobre sus caderas, hundiendo sus dedos
en la blanca piel, mientras esa lengua comenzaba a bajar más y más,
mordisqueando el ombligo y hundiendo la lengua en él.
—Dios, Harry —gimió mucho más fuerte mientras sentía a
Harry arrodillarse completamente entre sus piernas abiertas, sin-
tiendo una extraña sensación de frío en los lugares por donde la
lengua de Harry había pasado y acariciado.
—Eres tan perfecto —le dijo Harry, acariciando la parte in-
terna de una de sus piernas mientras la levantaba hasta dejarla sobre
el respaldo del sofá.
Draco no pudo contestar, un instante después su erección, su
necesitada erección, estaba siendo absorbida por aquella caliente y
húmeda boca, soltó un grito más antes de levantar la cabeza lo sufi-
ciente para ver la cabeza de Harry desapareciendo entre sus piernas,
con una mano se sujetó de esa mata oscura de cabello y volvió a de-
jarse caer, gimiendo y arqueándose, levantando las caderas y tratan-
do de respirar, mientras esa lengua y esa boca hacían con él lo que
querían.

498
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

Harry jugueteaba con su lengua, subía y bajaba por momen-


tos con rapidez y por momentos con lentitud, demorándose en sa-
borear cada centímetro de piel, en saborear cada gemido y cada sen-
sación que lograba desatar en Draco. Los dedos enredados en su ca-
bello lo presionaban y soltaban, incluso algunas veces hasta doloro-
samente, pero eso no le importaba, sólo el sentir lo que era capaz de
provocar en Draco, y lo que esos gritos lograban provocar en él.
—Harry… por favor, si sigues… —intentó advertirle Draco,
aunque Harry no se detuvo, siguió subiendo y bajando, incluso al-
gunas veces hasta mordisqueándolo, haciéndolo perder el control,
sus caderas se empujaban contra esa boca caliente, tratando de en-
trar más profundo aún. Y estaba tan cerca del final. Apretó con una
mano los cabellos de Harry, previniéndolo mientras su otra mano se
cerraba sobre el borde del sofá.
Pero entonces Harry se levantó un poco más, y con una
mano presionó su pene por la base, deteniendo lo que era ya su in-
minente orgasmo, y haciéndolo lloriquear de frustración.
—No tan rápido —le advirtió Harry con algo de humor en la
voz, Draco todavía permanecía con los ojos cerrados, dando pro-
fundas bocanadas de aire y tratando de recuperarse un poco por su
casi orgasmo.
—Eres cruel —le respondió en cuanto tuvo la certeza de que
su voz saldría correctamente.
—Oh sí —siguió burlándose Harry, mientras se inclinaba
hacia él y lo besaba. Draco aprovechó la cercanía para hacerse con el
miembro de Harry, imposiblemente duro y húmedo, acariciándolo
con algo de rudeza de arriba hacia abajo, mientras Harry, aún en
medio del beso, soltaba un gemido ahogado.
—Vamos —le apuró Draco cuando Harry se apartó un poco
de él, mientras levantaba su pierna y la colocaba alrededor de la cin-
tura de Harry.

499
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Que impaciente —reprochó Harry levantándose un poco


más y buscando alrededor con la mirada; la varita estaba puesta so-
bre el piso, junto a las copas de vino, la atrajo con magia, incapaz de
separarse más del cuerpo de Draco.
—Es que hace mucho que… —Draco dejó de hablar, cayen-
do en cuenta de algo más, de que llevaban mucho tiempo sin hacer-
lo, sin hacer el amor, casi podía estar seguro que eran tres semanas,
o quizá un poco más… ¿Cómo era que eso había pasado? Ni si-
quiera lo había pensado antes, pero era cierto, había estado tan ocu-
pado, que ya no hacía más que estar en la fábrica o de viaje, y cuan-
do regresaba a casa, llegaba tan agotado y tan tarde, que lo único
que hacía era irse a dormir.
—Lo sé —suspiró Harry, haciéndose un poco más hacia
atrás, y acariciando con la varita la entrada de Draco, sólo tentando,
sin presionar realmente.
—Oh… —Draco detuvo su línea de pensamientos, estreme-
ciéndose y empujándose un poco más hacia abajo, queriendo obli-
gar a Harry a que dejara de jugar y realmente lo hiciera. Lo necesi-
taba tanto.
Harry finalmente dejó de jugar, él también lo necesitaba, y
mucho, lo había extrañado, y sabía que su cuerpo no aguantaría
mucho más tiempo. Presionó la varita contra la entrada de Draco,
empujando sólo un poco, a la vez que susurraba el hechizo de lu-
bricación.
—Sí… —siseó Draco serpenteando sobre el sofá y sujetán-
dose con una mano del respaldo y con la otra del borde del mueble.
Sintió un par de dedos presionándose contra su entrada y se mordió
el labio por el pequeño fastidio y también por la ansiedad que revo-
loteaba en su pecho, porque sabía que pronto Harry lo tomaría.
—Eres tan sexy y caliente —le murmuró Harry, empujando
sus dedos en el interior de Draco, tratando de abrirlo lo más rápido

500
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

posible y luchando contra sus deseos de clavarse en él de una vez


por todas—. Oh, Draco —jadeó inclinándose para besarlo nueva-
mente, mientras sus dedos seguían jugando, entrando y saliendo de
esa apretada y caliente entrada.
—Mmm… Harry.
Harry se apartó de él una vez más y, cogiendo la varita nue-
vamente, renovó el hechizo lubricante sobre su propio miembro,
antes de guiarlo hacia la apretada y rosada entrada, levantó la vista
un momento, en el momento en que Draco miraba hacia él, sus
ojos se encontraron y parecieron decirse mucho más de lo que ha-
bían podido decir con palabras, hablaban de amor, y de promesas,
de entrega… Hablaban de tantas cosas, que era una sensación
abrumadora. Aún cuando se empujó, poco a poco, tratando de ga-
nar espacio en el interior de su amado sin lastimarlo, esos ojos no se
apartaron.
—Draco —gimoteó Harry sintiéndose completamente den-
tro de él, absorbido y devorado por ese caliente pasaje.
—Ah… —Draco se mordió el labio, y en cuanto Harry se
inclinó hacia él nuevamente, le volvió a rodear la cintura con una
de sus piernas, mientras sus manos se sujetaban por los hombros,
atrayéndolo hasta él, para poder besarlo, para poder sentirlo, si era
posible, más dentro de él, más unido a él.
El movimiento de caderas de Draco fue lo que le indicó que
ya estaba listo, y empezó a moverse con lentitud, queriendo disfru-
tar la mayor cantidad de tiempo posible, sus labios recorrían los
hombros y el cuello de Draco mientras sentía las manos de éste, en-
terrándose en su espalda, y el talón apretándolo por la cintura.
Cambió el ángulo de penetración un par de veces más, hasta que
sintió a Draco estremecerse debajo de él.
—Oh… sí, Harry… sí.

501
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Draco —jadeó Harry, mientras esa pierna sobre su cintura


lo obligaba a apresurarse más todavía, y la sensación de Draco retor-
ciéndose y arqueándose debajo de él, junto con su interior apretán-
dose más y más, lo llevaban casi al límite.
Una de las manos de Draco serpenteó hacia el espacio que
había entre ambos cuerpos y, con algo de esfuerzo, finalmente pudo
hacerse de su propia erección, intentando acariciarse con lentitud,
pero sabiendo que todo aquel tiempo de abstinencia, más su frus-
trado orgasmo de poco antes, no le dejarían aguantar mucho más.
Harry se levantó un poco más, apoyando una mano sobre el
respaldo del sofá, que fue rápidamente cubierta por la de Draco, en-
trelazando sus dedos, mientras ambos se miraban a los ojos. Au-
mentó el ritmo de sus embestidas, perdido en esos ojos tan grises
como nubes de tormenta, y, pese a sentir como el orgasmo trepaba
por él, obligándose a no dejar de mirarlo.
Se arqueó mucho más, apretando su erección y moviendo la
mano a un ritmo casi hasta doloroso, mientras sentía cómo su or-
gasmo llegaba, ya no había forma de retrazarlo o detenerlo.
Ambos se vinieron simultáneamente, gritando sus nombres y
pegándose el uno al otro nuevamente, sintiendo los temblores y
suspiros del otro cuerpo, mezclados con los propios.

–|– 

Selló el sobre de tal manera que sólo Boris pudiera abrirlo,


pero aún no estaba muy seguro de enviarle la carta, le había manda-
do muchas cartas en todo el tiempo que llevaban separados, y nin-
guna había funcionado; nada le daba esperanzas de que esta vez sí
funcionara. Apagó, con algo de rabia, el cigarro en el cenicero;
normalmente no le gustaba fumar, le parecía incorrecto hacerlo, se
veía mal y le hacía envejecer, y él, como político que era, debía cui-

502
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

dar la imagen que proyectara ante el mundo; sin embargo, desde


que Boris se había ido era más fácil caer en ese vicio, y sobre todo,
le importaba mucho menos la imagen que podía proyectar ante el
mundo.
Se desprendió de la bata que traía puesta desde que había sa-
lido de la ducha, y se puso unos pantalones de algodón en tonos
claros, se dejó caer en la cama y, agitando la varita, cerró las cortinas,
y las luces se apagaron. Pasó los brazos bajo su cabeza, y se dedicó a
mirar el techo, ya era relativamente tarde y no le convenía trasno-
char esa noche, puesto que al día siguiente tendría una larga y aje-
treada jornada laboral, iniciando con un desayuno con sus similares
italianos.
Pensó en lo solo que se sentía en esa enorme cama… recordó
a Giordano, el asistente de uno de los miembros del Congreso Ita-
liano, un chico joven y bastante guapo, que se había ofrecido a en-
señarle la ciudad, e incluso a invitarle un trago, Aarón sabía que ese
chico estaba dispuesto para él, que podían pasarla muy bien juntos,
pero no podía, ya no podía hacer esas cosas, luego de que Boris se
fuera de su vida, había perdido cualquier tipo de interés en ningún
otro hombre, ni siquiera Harry le parecía ya lo suficientemente
bueno en comparación a Boris, nadie sería mejor que él, jamás.
Desde la primera noche en que durmiera solo, sin Boris, su
mente había apartado la idea de cualquier otro compartiendo su
cama, sólo había alguien que podía llenar ese lugar, y ese era Boris.
Y él lo había perdido. Y lo más probable sería que fuera para siem-
pre.

–|– 

—Hace frío —le llegó la suave voz de Harry. Abrió los ojos
con pereza, había dejado caer sus cansadas piernas, y éstas estaban

503
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

enredadas con las de Harry, ambos permanecían en el sofá, Harry


cubría su cuerpo y estaba seguro de que se había quedado dormido.
Efectivamente, él comenzaba a sentir también un poco de frío.
—Tal vez deberíamos ir a la cama.
—Sí —suspiró Harry, apoyándose en sus brazos y levantán-
dose un poco, le dio un suave beso en los labios antes de apartarse
por completo.
—Oh, rayos —se quejó Draco, por el frío que la ausencia del
cuerpo caliente de Harry sobre él le dejó—, realmente sí hace frío.
—Vamos —le apuró Harry, poniéndolo completamente de
pie, ambos tomaron sus varitas y caminaron con pasos rápidos, aún
muy pegados el uno al otro, en dirección hacia la habitación.
Harry hizo un hechizo de calentamiento sobre las sábanas y
cobertores mientras, ambos todavía desnudos, se metían en la cama.
Se acurrucaron el uno al otro, tal como tenían costumbre ha-
cer y, tan cansados como estaban, intercambiaron unos cuantos be-
sos más antes de quedarse completamente dormidos. Ambos con
una gran sonrisa en el rostro.

–|– 

Ginny frunció el ceño y tomó el cigarrillo que estaba encen-


dido y apoyado sobre el cenicero, dándole una profunda calada an-
tes de expulsar el humo con lentitud, para luego volver su vista a los
libros de contabilidad que estaba analizando.
—¿Qué tan mal estamos? —preguntó Tony desde el otro la-
do del despacho, donde leía el diario, aunque estaba más pendiente
de los movimientos de Ginny.
—Podríamos decir que quebrados, o en la ruina completa,
elige el término que más te guste.
—¿Tan mal?

504
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Muy mal, Tony; este mes ni siquiera tenemos para pagar a


las enfermeras y a los medimagos, y eso que ya despedimos a un
gran grupo el mes anterior, y los que se quedaron se quejaron
cuando les subimos la carga de trabajo, no quiero ni pensar en lo
odiosos que se pondrán cuando sepan que no les podremos pagar.
Tony frunció el ceño y trató de pensar en alguna solución.
Desde que la dichosa ley de Potter y Malfoy había salido, tenían
menos pacientes, al parecer, muchos temían ahora los castigos del
Ministerio y se negaban a dejar a sus hijos o parientes en un lugar
que más que nunca lucía ilegal. Además, ya no tenía dinero, había
usado lo poco que le quedaba de la herencia de su padre para sol-
ventar los gastos de la clínica los meses anteriores. Sin la ayuda de
Garth no había forma de hacer andar el centro de rehabilitación, sin
contar los muchos otros patrocinadores que se habían alejado y los
miembros de la MACH que se habían retirado tras el último ata-
que, que había resultado con la muerte de aquella chica y la conde-
nación del grupo que pretendía arreglar la sociedad. «Ese estúpido
grupo defensor de los derechos mágicos», rumió para sí mientras
comenzaba a dar vueltas alrededor.
—Es tiempo de cerrarla —continuó Ginny—, aún tenemos
deudas, y muchas, pero podríamos buscar la forma de escapar, o
simplemente declararnos en quiebra y esperar a que embarguen el
lugar para sufragar las deudas.
—¡No! —bramó Tony, Ginny instintivamente se hizo hacia
atrás sobre su silla, pese a que el tipo ni siquiera se había acercado a
ella—. Permaneceremos abiertos, aún tenemos pacientes aquí y po-
demos esperar a que vengan más, esto sólo es un mal momento, no
nos daremos por vencidos tan fácilmente.
—Pero…
—Nada, yo hablaré con los otros, tú sigue trabajando en tra-
tar de hacer que el oro alcance.

505
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Ginny negó con la cabeza y le dio otra calada al cigarro, sabía


que la clínica estaba perdida, y que mientras más tiempo demorara
Tony en aceptarlo, sería peor.

–|– 

Draco se estiró sobre la cama, mientras soltaba un suspiro sa-


tisfecho. Estiró la mano buscando el cuerpo de Harry, pero no en-
contró nada más que las frías sábanas. Se sentó de golpe, obligándo-
se a creer que no había estado soñando, que en verdad había pasado
la noche con Harry. El pequeño dolor en su culo, el estar en una
habitación desconocida, y el sonido de alguien afuera, en algún lu-
gar de en la pequeña cabaña, le confirmaron que no, que no había
estado soñando, y que definitivamente, sí había pasado la noche con
Harry. Que había casi arreglado todo con Harry.
—Vaya, por un momento pensé que te quedarías dormido
hasta el atardecer —le dijo Harry abriendo la puerta en ese instante,
vistiendo unos pantalones de algodón oscuros que le quedaban so-
bre las caderas, dándole una gran vista de su torso desnudo; una
mesita pequeña, para desayunar en la cama levitaba tras él, con un
gran desayuno servido.
—Estaba agotado —confesó Draco, sonriendo hacia Harry y
haciéndose hacia un lado, para darle sitio en la cama a Harry y a la
mesita.
—Lo supuse, suelo dejarte así —le respondió divertido Ha-
rry, antes de inclinarse y darle un beso en los labios, mordiendo su
labio inferior sólo un poquito.
—No se te quita lo presumido —lo regañó Draco, aunque
fallando en el tono molesto, ese beso y el tener a Harry allí a su lado
le hacían imposible siquiera parecer enfadado.

506
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Nop, no se quita —Harry se sentó frente a él, con las


piernas cruzadas y poniendo la mesita entre ambos—. Hice el desa-
yuno.
—Eso veo —Draco tomó la taza humeante de café y aspiró el
aroma profundamente—. Espero no envenenarme.
—Ja, ja —replicó Harry, dándole una mordida a una de las
tostadas.
—¿Qué hora es? —preguntó Draco, también ya comiendo
de los huevos revueltos con tocino, que tenían muy buen sabor.
—Mediodía, quizá un poco más —respondió desinteresada-
mente Harry.
—Ah… —Draco inclinó la cabeza hacia un lado—, es bueno
poder dormir tanto de vez en cuando.
—O dormir contigo hasta tarde de vez en cuando —la voz
de Harry no sonaba a reproche, sino más bien divertida, sin embar-
go, Draco entendió el reclamo implícito en esa afirmación.
—Sí, eso también, es algo que debemos empezar a hacer más
seguido.
Harry amplió la sonrisa, y siguieron desayunando en un
tranquilo silencio, comentando apenas el frío que hacía o lo tarde
que era, y la gran cantidad de días que tenían libres.
Cuando terminaron de desayunar, Harry desvaneció la pe-
queña mesita y todo lo que había en ella, enviándola a la cocina,
donde luego ordenarían todo el desbarajuste, y se tendió junto a
Draco, tomados de la mano y disfrutando de la sola presencia del
otro. Ni a Harry ni a Draco dejó de recordarles la época del colegio,
en la habitación de El Hada Hermosa, donde podían conversar du-
rante horas o simplemente estar juntos de esa manera, en silencio y
aún así, sin aburrirse uno del otro.

–|– 

507
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Fue casi al anochecer que Draco recordó, y no era que no lo


hubiese tenido en cuenta antes, pero entre las caricias y besos que
compartió con Harry durante el resto de la tarde, no había tenido
tiempo para pensar en nada más; aquello tan importante que Her-
mione le había dicho debía pedir a Harry que le dijera.
Cenaron pasta, una de las pocas cosas que ambos sabían ha-
cer, sentados a la mesa de madera de la cocina, con una botella de
vino y riendo y conversando para luego trasladarse frente a la chi-
menea, aún con las copas llenas y jugueteando un poco entre ellos.
—Harry —le dijo Draco, sentado sobre la alfombra, su es-
palda apoyada en la parte baja del sofá, y Harry junto a él, con la ca-
beza en su hombro.
—¿Humm…?
—Hay algo que te quiero preguntar.
—Pues, pregunta.
—Tú dijiste… —se sintió un poco mal al mentir, podría de-
cir que Hermione lo había dicho, pero esperó no meterse en pro-
blemas al arreglar un poco las cosas, total, no era una gran mentira,
y se trataba de mantener aquella agradable paz que se había instala-
do entre ambos—… que tenías algo importante que decir.
—¿Lo dije?
—Lo dijiste.
—Ah… —Harry se levantó y dio un sorbo a su copa de vino,
antes de encarar a Draco—. ¿Cuándo lo dije?
Draco frunció el ceño.
—Pues… un día, no recuerdo cuál, pero lo dijiste.
Harry negó con la cabeza.
—Draco Lucius Malfoy, eres pésimo mintiendo.
—¡No lo soy!
—Sí que lo eres.

508
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

—Que no. Mentir es algo que me sale natural.


—Pues a mí no me engañas, no lo recuerdas, ¿verdad?
Draco torció la boca y se dio por vencido.
—No.
—Hermione es una metomentodo.
—Y recién lo notas —exclamó Draco algo divertido.
—No… lo sospechaba desde la primera vez que la vi, ¿te
conté acerca de eso? Fue bastante divertido porque yo estaba…
—Harry —le interrumpió Draco, si Harry decía que no le
podía engañar, pues también debía reconocer que Draco sabía exac-
tamente cuándo quería obviar o evitar algún tema y cambiar la con-
versación—, si no me lo quieres decir no pasa nada, lo entiendo, se-
guramente era importante en ese momento y ahora ya no, y lamen-
to no haber estado atento como para escucharlo en el instante ade-
cuado.
Harry se mordió el labio, y ante el asombro de Draco, inclu-
so enrojeció un poco, mientras parecía debatir consigo mismo entre
si hablar o no hablar.
—Vaya que nos conocemos, ¿no? —suspiró Harry, y Draco
sonrió un poco.
—Sí, lo hacemos, y a pesar de eso sigue siendo toda una
aventura estar contigo.
Harry elevó la mirada un poco, fijando sus ojos en los grises
de Draco, antes de asentir firmemente.
—Tienes razón, lo es.
Harry se puso en pie, y Draco, con algo de desconcierto, in-
tentó ponerse en pie también, pero Harry lo detuvo poniendo una
mano sobre su hombro.
—No, tú espera aquí, no tardo.
—De acuerdo…

509
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Había visto el libro en la maleta que Hermione le había pre-


parado, supuso que su amiga esperaba que se animara a hablar con
Draco, a proponérselo, y pese a lo maravilloso que era estar bien
con Draco nuevamente, y a que habían arreglado ya todo, aún se
sentía un tanto inseguro al respecto, pero la mirada que Draco le
había obsequiado, la forma como había dicho que estar juntos era
toda una aventura, y sobre todo, el amor que sabía que ambos sen-
tían, lo terminó convenciendo de que aquello era correcto.
Tomó el libro con manos algo temblorosas y lo abrió en la
página marcada, le echó una mirada más a la explicación del hechi-
zo, y luego lo volvió a cerrar para caminar de vuelta por el pasillo
hasta la pequeña sala de estar, donde Draco lo esperaba, sentado aún
en el piso, pero con la mirada en el pasillo.
Suspiró profundamente y se sentó frente a Draco, le dio un
sorbo más a su bebida y dejó el libro sobre la alfombra, con el título
hacia abajo, para encarar la mirada curiosa de Draco.
—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Draco, ligeramente
alarmado por la actitud misteriosa de Harry.
—Yo quería… —Harry extendió una mano y tomó la de
Draco—… proponerte algo.
—¿Proponerme algo? —repitió Draco.
—Sí… —Harry le apretó un poco más la mano un instante
antes de continuar hablando—, yo te amo, Draco, más de lo que
nunca había imaginado que se podía amar a alguien, quiero pasar el
resto de mi vida junto a ti, sin importar la cantidad de problemas
que podamos tener algunas veces, o lo mucho que nos equivoque-
mos, no imagino mi vida sin ti a mi lado, sin tenerte cerca para to-
marte de la mano alguna tarde, incluso para discutir o para simple-

510
LIBRO V|Familia
[3] Proposición

mente tendernos juntos en la noche a conversar, eres mi compañe-


ro, lo más importante para mí… el amor de mi vida.
—Harry —dijo Draco conmovido por aquellas palabras y le-
vantando una mano para acariciar su mejilla, Harry cerró los ojos
un instante, disfrutando de esa simple caricia y lo mucho que signi-
ficaba.
—… quiero pedirte —continuó, esta vez con voz más segu-
ra—… que te enlaces conmigo.
Draco ladeó la cabeza, mirando hacia Harry y tratando de
comprender qué significaba eso. ¿Enlazarse? ¿Cómo podían enlazarse?
—Nosotros no podemos enlazarnos —respondió finalmente.
—¿Y si pudiéramos —preguntó entonces Harry—, lo harías,
Draco?
—Si pudiéramos… —suspiró Draco, recordando extraña-
mente la poción que había dejado inconclusa en el laboratorio por
haber estado ocupado en otras cosas, y lo que podía significar el
completarla.
—Sí, si pudiéramos… ¿Aceptarías enlazarte conmigo?
—Por supuesto, Harry —le respondió Draco—. Nada me
haría más feliz, pero no podemos…
—¿Y si te digo que sí podemos?
—Harry…
—No, en serio, si te digo que sí podemos hacerlo, que po-
demos hacerlo aquí y ahora, sin necesidad de un mago autorizado
del Ministerio, y sin romper ninguna ley, enlazarnos y comprome-
ternos… jurarnos el uno al otro para siempre, crear un vínculo en-
tre ambos, un vínculo de magia compartida, ¿lo harías?
—Pues… —Draco frunció el ceño, confundido por las pala-
bras de Harry, pero algo en su mirada le decía que tal vez el chico
no estaba hablando en broma, que tal vez había descubierto una
forma de…

511
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Escucha, lo haré de nuevo, ¿de acuerdo? —interrumpió


Harry, y tomó ambas manos de Draco entre las suyas, mirándolo
más seria y decididamente. Draco simplemente asintió—. Draco,
podemos enlazarnos y jurarnos el uno al otro, y yo quiero pedírtelo
porque te amo, y sé que esto que siento por ti es para siempre, así
como siento tu amor por mí, lo real que esto es. ¿Te enlazarías
conmigo?
—¡Estás hablando en serio! —exclamó Draco con una sonri-
sa, recién convenciéndose de que era así, que sí era posible—. ¡De
verdad puedes hacerlo!
Harry asintió, sin dejar de mirarlo a los ojos, y de pronto las
manos de Draco escaparon de su agarre y fueron hasta su cuello, ja-
lándolo con rapidez mientras esos labios tibios y con sabor a vino se
posaban sobre los suyos. La sorpresa lo detuvo de contestar el beso
apenas un instante, antes de tomarlo por la cintura y apretarlo con-
tra él, mientras se seguían besando.
—Draco… —suspiró Harry en cuanto esos labios se aparta-
ron, y Draco se fundió en un fuerte abrazo con él, pese a la demos-
tración de cariño, no pudo evitar que su voz saliera un poco tem-
blorosa al preguntar—: ¿Eso es un sí?
Draco, que disfrutaba del maravilloso aroma de Harry, soltó
una pequeña carcajada nerviosa, tenía tantas emociones bailando en
el pecho en ese momento, que sentía que en cualquier momento se
desbordaría, no era capaz siquiera de dar una respuesta coherente.
—¿Draco? —lo volvió a llamar Harry, apretando un poco sus
manos sobre los brazos del chico para apartarlo un poco.
—Tonto —le reprochó Draco cuando finalmente tuvo que
encararlo, la sonrisa que tenía en el rostro era imposible de borrar.
—Eh…
—Por supuesto que es un sí.

512
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

4
El enlace

Oh amor, sé que el fuego perdurará // Aunque pasen mil años, ya nada lo apagará
Oh amor sé, que tú eres para mí
Esa chispa de vida que me ayuda a seguir // Me ayuda a luchar, junto a ti
Canción: Cada Vez
Warcry, banda de heavy/power metal española

Inglaterra, febrero de 2005

“Lo que es sellado con magia, con magia, sellado está.”

A
unque Harry había dicho en un inicio que si querían
lo podían hacer en ese momento, sin necesidad de
testigos de por medio, debió suponer que no era tan
simple como había creído. En realidad si necesitaban a alguien, a al-
gunos, para ser más claros necesitaban dos magos más, según había
leído en el libro de Hechizos de Enlaces que le había enseñado Ha-
rry, necesitaban dos testigos, uno de cada parte, pero no sólo un tes-
tigo que simplemente supervisara qué era lo que hacían, sino uno
que fuera digno de confianza de cada una de las partes involucradas,
y que realmente comprometiera su magia a afirmar que esa unión
era verdadera y no forzada o basada en cualquier mentira.

513
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Según había leído también, ese tipo de unión era la más fuer-
te de todas, pocos magos se animaban a hacerla, básicamente por-
que necesitabas mucho despliegue de magia, poder, concentración,
y sobre todo, estar cien por ciento seguro de lo que hacías, puesto
que era comprometer tu magia y tu vida por una promesa de fideli-
dad y entrega; es decir, si no estabas seguro, no sólo de amar, sino
también de ser amado, probablemente el hechizo de enlace no fun-
cionaría. Era uno muy antiguo, el libro mencionaba que lo habían
rastreado hasta incluso la época antigua, cuando Europa era gober-
nada por reyes y reinas, cuando los caballeros luchaban por su ho-
nor en duelos y las brujas y magos eran perseguidos. Era mucho
más sencillo hacer la promesa en ese entonces, y, aunque no lo es-
pecificaban, al parecer, sí habría sido practicado por dos magos o
brujas, es decir que no era necesario, como en los otros enlaces, ser
un mago y una bruja, el sexo no fue un problema antes, podían ha-
cerlo ellos sin mayor inconveniente.
Lo primero había sido escoger a los testigos, lo cual había si-
do muy sencillo, al menos para Draco, que por supuesto había pen-
sado en Gael, que era en quien, después de Harry, más confiaba, y
sabía que el chico no se opondría. Harry había cavilado durante
mucho rato entre Hermione y Ron, finalmente se había decidido
por ese último, Draco no dijo nada, aunque hubiera preferido a
Hermione, ella era siempre mucho más amable con él, y parecía
más convencida de la relación que tenían que Ron, que siempre le
estaba mirando de manera vigilante, pero como estaba embarazada,
no creyeron adecuado que intentara esos hechizos tan complicados.
Sólo tenían libres unos cinco días más, puesto que pese a que
Hermione había hablado con Gael sobre las gestiones de la fábrica,
Draco tuvo que intercambiar algunas lechuzas con él, y sabía que el
descanso que se estaba tomando ahora, luego le pasaría factura y
tendría que ponerse al corriente; Harry lo entendía y no le decía

514
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

nada, tampoco le ponía mala cara cuando se pasaba un buen rato


hablando con Gael por el móvil, y no se molestó cuando le había
explicado que tendría que trabajar un poco de más durante los pri-
meros días de regreso a Londres, aunque había prometido llegar a
casa a la hora de la cena y por supuesto, no dejar más que el trabajo
se interpusiera entre los dos.
Como pronto harían el enlace y desatarían alguna cantidad
irregular de magia, no habían querido crear trasladores ni emplear
muchos hechizos para no llamar más la atención, así que, faltando
un día para el evento, Ron y Hermione, junto con Mikel y Gael lle-
garon en sus autos hasta la cabaña, listos para llevar a cabo el gran
enlace.
Además de pasarse los días libres como si estuvieran ya en su
luna de miel, ambos practicaron bastante los hechizos que reque-
rían para ese día, y aunque estaban bastante nerviosos, sabían de an-
temano que nada podría salirles mal.
—Aún no entiendo por qué no nos dejan salir —se quejó
Harry por cuarta vez en la mañana, sus amigos habían pasado la no-
che con ellos, después de una improvisada y muy entretenida cena,
algo como una pequeña despedida de solteros, pero a la mañana si-
guiente, cuando habían despertado, habían encontrado un juego de
túnicas de gala bastante finas colgadas en la puerta, y una nota don-
de les informaban que se prepararan porque al mediodía iniciarían
con todo, y que además no podían salir de la habitación. Sus amigos
los habían encerrado y eso hacía que Harry se pusiera intranquilo.
—Porque les gusta hacerse los misteriosos —replicó Draco
mientras se seguía mirando al espejo, acomodando su cabello y,
aunque trataba de ocultarlo, bastante nervioso también.
—Porque traman algo.
—Ya, no seas llorón y ven para que te termine de acomodar
el cabello.

515
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Qué tiene de malo mi cabello?


Draco frunció un poco los labios y lo jaló de todas maneras
hasta tenerlo frente al espejo.
—Te amo mucho, cariño, pero verdaderamente este cabe-
llo…
—Que amoroso —replicó Harry sarcásticamente mientras
dejaba que Draco, con la varita y una poción extraña (de las que
vendían en la fábrica y que había sido creada por Gael) le acomoda-
ra el cabello a su antojo.
—Como siempre.
Harry sonrió a pesar de todo, y en unos minutos más, Draco
decidió que era suficiente y lo dejó ir; se sentía extraño con el cabe-
llo aplastado, pero no comentó nada, se sentó en la cama y miró ha-
cia la ventana, cerrada también por el hechizo de sus amigos, no
pudiendo ver realmente nada fuera.
—¿Estás seguro de esto? —le preguntó la voz de Draco des-
de el otro lado de la piltra, Harry se sobresaltó porque no esperaba
esa pregunta, y pudo sentir el ligero tono de ansiedad en la voz de
su próximamente esposo.
—Por supuesto que lo estoy, ¿tú no? —respondió girando
hacia él y tomándolo de la mano, un pequeño temor se instaló en
su pecho a causa de que Draco se retractara justo en ese momento.
—Lo estoy, más seguro de lo que nunca he estado en mi vida
con respecto a cualquier cosa.
—Entonces no te preocupes, todo saldrá bien.
Draco se mordió el labio inferior por un instante, antes de
acercarse a él y besarlo con calma, re descubriendo su maravilloso
sabor, la certeza de que aquel era el lugar correcto para él, junto a
Harry.
La puerta abriéndose de pronto los hizo sobresaltarse y sepa-
rarse.

516
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Al menos pueden esperar hasta la noche —se burló Gael


entrando a la habitación junto a Hermione, que sonreía amplia-
mente.
—No seas tan pesado, Gael —le recriminó la chica aún son-
riendo.
—Al fin aparecen —reprochó Harry poniéndose en pie—,
no sé qué es lo que están haciendo, pero desde ya les decimos que
queríamos estar sólo nosotros, y no hacer de esto el equivalente a
una boda hetero, así que ya pueden ir quitando las flores y todas las
cosas que se les haya ocurrido poner como decoración.
Hermione abrió los ojos un poco más, e inmediatamente es-
tos se llenaron de lágrimas, mientras negaba con la cabeza, la culpa
cayó en el estómago de Harry mientras Draco se ponía de pie y ca-
minaba hasta la chica.
—Harry —le reprendió Draco. Harry se sorprendió de ver el
gesto de familiaridad y confianza entre ellos, pero no comentó na-
da, más preocupado por haber hecho llorar a su amiga.
—Vaya, sí que eres más aguafiestas que Draco algunas veces
—recriminó Gael con un toque de humor, Draco lo fulminó con la
mirada mientras le daba un par de palmaditas en los hombros a
Hermione.
—No es un aguafiestas —masculló Hermione con voz tem-
blorosa.
—Bueno, esos es algo discutible —murmuró Draco hacien-
do sonreír ligeramente a la chica.
—Yo… lo siento, es que no me gusta estar encerrado, vamos
Hermione, no te pongas así —pidió llegando junto a su amiga, que
volvió a negar con la cabeza y se limpió el inicio de las lágrimas con
el dorso de la mano, maldiciendo aquellas alborotadas hormonas
del embarazo.
—No pasa nada, es sólo que a veces…

517
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo siento —repitió Harry, y Hermione, pese a los ojos ro-


jos sonrió más ampliamente.
—No importa, en serio, además ya tenemos que salir.
—¿Ya? ¿Pero no es Ron el que debe venir por Harry? —
preguntó Draco casi horrorizado mientras retrocedía un par de pa-
sos.
—Sí, pero necesito hablar con Harry, así que tú te quedas
aquí con Gael y en un momento más te avisamos para que salgas y
empiecen.
—Oh… ¿pasó algo malo?
—No, Harry, pero debo enseñarte algo, vamos.
—De acuerdo —dijo dándole una mirada más a Draco, que
asintió y sonrió, ambos sabían qué significaba: se verían dentro de
poco, para realizar el hechizo de enlace.
En cuanto la puerta se cerró, Gael suspiró y se sentó en uno
de los pequeños sillones junto a la ventana, Draco le obsequió una
mirada ansiosa y Gael negó con la cabeza.
—No creo que sea correcto que lo hagas, pero en fin, es Ha-
rry el que te besará —resolvió finalmente Gael sacando un cigarro
del bolsillo de la túnica y pasándoselo a Draco, conocía a su amigo,
y esa mirada de ansiedad que equivalía a «mataría por un cigarro», y
no se arriesgaría a que verdaderamente lo matara por uno.
—Algunos usamos hechizos para que no huela a cigarro —
contestó Draco, dándole la primera calada al cigarro, tratando de re-
lajarse.
—Como sea —suspiró Gael mirando alrededor—. ¿Ya te dije
cuánto me alegra que hayas aceptado?
—Sí, unas quince o veinte veces —respondió Draco en tono
sarcástico aunque sonriendo hacia su amigo—. Gracias por estar
aquí.

518
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Ya sabía yo que cuando te conocí en la universidad y me


querías botar de tu pupitre, en verdad era un llamado desesperado
por querer ser mi amigo —le respondió Gael con la misma sonrisa.

–|– 

—Antes de que te enojes, debo decirte algo —empezó a ha-


blar Hermione rápidamente, mientras caminaban hacia la sala prin-
cipal.
—Oh, no, ¿qué han hecho ahora?
—Nada… es sólo que, no podíamos dejarlos fuera y…
—¿Qué? ¿A quién?
—¡Fue idea de Ron! —acusó en voz un poco más alta Her-
mione, mientras una mujer corría a los brazos de Harry.
—¡Harry! —exclamó la voz chillona de la señora Weasley.
—Le avisamos a los señores Weasley y a Andrómeda —in-
formó inútilmente Hermione.
Pero Harry ya no pudo reclamar, puesto que pronto fue en-
vuelto por los brazos de la señora Weasley, que parecía a punto de
llorar mientras repetía una y otra vez su nombre junto con un «no
lo puedo creer».
—Señora Weasley —respondió Harry, aún asombrado, en
cuanto la mujer se separó de él, limpiándose las lágrimas con un
pañuelo; el señor Weasley se acercó un poco más y le puso la mano
en el hombro, apretándolo cariñosamente, mientras Andrómeda lo
rodeaba con sus brazos y lo abrazaba suavemente. Era la primera
vez que ella hacía eso.
—¿Qué…? —volvió a preguntar, aún aturdido por la presen-
cia de ellos.
—No podíamos dejar de decírselos, Harry —masculló Her-
mione—, ahora iré a ver que todo esté listo, ya debemos empezar.

519
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry la miró alejarse hacia el patio trasero, y estuvo a punto


de repetir que no querían que hicieran nada, y que no necesitaban
ninguna decoración; nada más que sus amigos para atestiguar el he-
chizo, pero fue la voz de Andrómeda la que lo hizo girar nueva-
mente hacia los tres mayores.
—No puedo creer que lo vayas a hacer…
—Y que no nos hayas avisado además —le reprochó la seño-
ra Weasley, Harry vio sus ojos llorosos y se encogió de hombros.
—No creí que les fuera a agradar o… ustedes saben.
—Malfoy —masculló el señor Weasley negando con la cabe-
za, Harry lo miró fijamente, dispuesto a defenderlo—, como dice
Ron, no sabemos qué pasó, o por qué de entre todos escogiste estar
con él, pero si piensas dar este paso tan importante, no lo puedes
hacer sin tu familia… En una época éramos muy unidos, pasabas las
fiestas con nosotros, eras uno más de nuestros hijos, y aunque aho-
ra… no estemos de acuerdo con algunas cosas que has hecho, no
quiere decir que no sigas siendo parte de nuestra familia.
—Y de la mía —agregó Andrómeda, su mirada vaciló un
momento hacia el fondo del pasillo, y luego volvió a Harry una vez
más—, y Draco… supongo que si piensan hacer esto es porque pla-
nean mantenerse juntos, y es necesario que empiece a tratarlo un
poco más… Si Ron y Hermione pudieron…
—Yo no sé qué decir… no esperaba que…
—Oh, mi niño tonto —murmuró de nuevo la señora Weas-
ley, jalándolo con sus brazos a otro asfixiante abrazo, al que Harry
correspondió con mucho más entusiasmo, sabía que no significaba
que de ahora en adelante las cosas irían cien por ciento bien con
ellos, o que de buenas a primeras empezarían a tratar a Draco como
uno más de la casa, pero al menos sabía que harían el intento, y eso
era suficiente para que se sintiera feliz, puesto que desde que su re-
lación con Draco se había hecho conocida, casi no había hablado

520
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

con los Weasley más que para las fiestas, y su ausencia, debía admi-
tir, le dolía.
Fue Ron el que interrumpió el abrazo, con mirada un tanto
culpable.
—Compañero, ya está todo listo, vamos…
Harry le dio una mirada de agradecimiento y luego sonrió
hacia sus improvisados invitados.
—Estaremos afuera entonces… suerte —le dijo el señor
Weasley antes de, tomando de un brazo a cada mujer, salir por el
pasillo que llevaba al patio trasero.
—No los podía dejar fuera, Harry —se justificó en cuanto
sus padres y Andrómeda desaparecieron—, siempre preguntan por
ti, e incluso por cómo te va con Draco y…
—Lo sé, gracias, por traerlos —le interrumpió Harry po-
niendo una mano sobre su hombro—, en verdad me encanta que
estén aquí.
—Sabía que así sería —respondió Ron con una sonrisa, lue-
go hizo un ademán con la cabeza, señalando la puerta del patio—.
¿Listo? ¿O traigo al dragón que tengo escondido al frente para esca-
par hacia una isla lejana?
Harry negó con la cabeza y sonrió.
—Nah… ya no me apetece tanto eso de andarme subiendo a
dragones.
—Que conste que te lo ofrecí —advirtió Ron con una sonri-
sa.
—De acuerdo, es ahora —dijo finalmente Harry,
Ron asintió en silencio, ambos caminaron hacia el patio, y en
cuanto abrieron la puerta Harry sonrió.
—Eso lo planeó Hermione con mi madre y Andrómeda, di-
jeron que un patio vacío no podía ser lugar para este tipo de cere-
monia.

521
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Oh… —Harry avanzó por el pequeño patio, mirando el


pequeño cerco mágico que habían levantado para esconderse de la
mirada de cualquier muggle que, aunque improbable, pudiera pasar
por allí, y que además los aislaba del clima frío que imperaba aquel
lugar. En el centro había un pequeño entarimado, iluminado con
luces plateadas muy suaves que parecían llegar desde la parte baja
del mismo; alrededor, unas cuantas sillas blancas y unos cuantos
arreglos de flores blancas en las esquinas, no lucía como una boda
hetero, pero no lucía tampoco como un simple patio.
Harry caminó hacia el pequeño altar y junto a Ron, subió a
esperar, solamente estaban allí Andrómeda, los señores Weasley,
Hermione y Mikel, que llegó un instante después, distribuidos al-
rededor del improvisado altar. No tuvo que esperar mucho antes de
que la puerta se abriera nuevamente y Draco, luciendo su túnica de
gala, y pareciendo mucho más apuesto que nunca, apareciera junto
a Gael, por la mirada que dio alrededor, supo que él tampoco había
sido informado de nada de lo que planeaban sus amigos.

–|– 

—Ya están todos listos —anunció la voz de Mikel, mientras


golpeaba suavemente la puerta, Draco se dio una mirada más al es-
pejo antes de asentir hacia Gael, que ya estaba junto a la puerta, es-
perando por su señal.
—Vamos —respondió Gael, abriendo finalmente la puerta,
Mikel le dio una mirada a Draco y sonrió.
—¿Quiénes son todos? —preguntó Draco, caminando con
pasos luengos hasta el pasillo—. No se me quita de la cabeza que
traman algo.

522
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Mejor te enteras por ti mismo, los veo afuera —Mikel le


guiñó un ojo a Gael y salió prácticamente corriendo por el pasillo.
Draco frunció el ceño y respiró profundamente.
—Lo siento, no hay tiempo para otro más —le dijo Gael
mientras le ponía una mano en el hombro.
—Ya lo sé, no importa —Draco tomó otra profunda bocana-
da de aire, y con pasos firmes y elegantes caminó por el pasillo hacia
la puerta que daba al patio trasero, era donde habían decidido ha-
cerlo, ante la insistencia de Hermione, puesto que a ellos les daba
igual el lugar.
Gael caminó a su lado, ya en completo silencio, sin ningún
atisbo de broma, como concentrándose también para su parte del
hechizo.
Fue Gael quien finalmente empujó la puerta hacia el patio,
en cuanto lo hizo, Draco quedó congelado en su sitio, mirando ha-
cia lo que sus amigos habían estado haciendo durante toda la maña-
na.
—¿Los Weasley…?
—Sí, llegaron hace un rato, Mikel tuvo que ir a traerlos, no
saben muy bien cómo usar el transporte muggle, ya sabes.
—Pero… ¿decoraron todo?
—Anda, no te hagas esperar —le dijo empujándolo suave-
mente, Draco miró hacia el pequeño altar y sonrió ante la mirada de
Harry.
Pronto los cuatro: Harry, Draco, Gael y Ron, estaban sobre el
altar, pese a las nubes, un retazo de sol iluminaba todo el lugar, y los
invitados estaban en silencio, expectantes.
—Comenzaremos ahora —informó Ron, su voz sonaba un
poco nerviosa y Draco y Harry dieron un torpe asentimiento, to-
mándose de las manos y mirándose a los ojos.

523
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Fue Gael el que levantó la varita ante la señal de Ron, suspiró


profundamente y se colocó delante de Harry y Draco, apuntando
hacia el cielo.
—Consentio foederatio 8.
Una ráfaga de luces plateadas comenzó a surgir de su varita,
mientras Ron se colocaba delante de él y de Harry y Draco tam-
bién, apuntando al cielo de la misma manera que había hecho Gael.
—Consentio foederatio.
Una pequeña ráfaga de luces plateadas terminó de rodear a
los cuatro chicos, Harry, sin dejar de mirar a Draco murmuró:
—Consentio foederatio.
Las luces se volvieron de un color más fuerte.
—Consentio foederatio —repitió Draco en voz un poco más al-
ta, el círculo que los rodeaba pareció terminar de tomar forma y se
volvió de un sólido color plateado, escucharon a lo lejos las excla-
maciones de sorpresa de los invitados.
Harry sujetó con un poco más de fuerza la mano de Draco y
sonrió.
—Amor y respeto—empezaron a recitar los dos juntos—, fi-
delidad y lealtad. La promesa que hago hoy es eterna, sobre mi ma-
gia y mi corazón…
El círculo plateado que se había formado parpadeó, y poco a
poco fue haciéndose más brillante, pequeños destellos dorados fue-
ron mezclándose al color plateado inicial.
—… entrego mi alma a ti, recibo tu alma como juramento de
unión… —Harry apretó un poco más fuerte la mano de Draco,
ambos mirándose a los ojos, sintiendo la gran cantidad de magia
que fluía a través de ellos, como si abandonara su cuerpo y a cambio
recibían una gran energía que los llenaba, que los hacía temblar.

8
Consentio foederatio: Consentio: En latín; consentir, estar de acuerdo. Foederatio: En latín;
unión, alianza.

524
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

Draco escuchó el jadeó que emitió Gael, seguramente ya algo débil


por la magia desplegada, pero era imposible que dejara de mirar a
Harry, que lo apartaran de esos ojos verdes, de ese momento…
—Vemos y confiamos… Atestiguamos —dijeron casi al uní-
sono Ron y Gael, sus voces se escuchaban débiles, lejanas, como si
estuvieran a mucha distancia de ellos, como si nada más que ellos
dos existieran, no podían fijarse en nada más.
—… por la eternidad.
La luz dorada terminó de invadir el círculo plateado y se le-
vantó aún más, cubriendo en su totalidad a los cuatro chicos, Her-
mione emitió un pequeño suspiro, se sabía el hechizo de memoria,
y eso quería decir que estaba funcionando, quizá mejor de lo que
habían esperado.
El tiempo pareció detenerse, sintió que todo se oscurecía al-
rededor, lo único que Harry podía ver era la mirada brillante y gris
de Draco, percibir el calor de sus dedos entre los suyos propios, y
sentir además, esa energía que se iba calmando en su pecho, reco-
rriendo su cuerpo completamente.
Fue Draco el que dio el primer paso, uno muy pequeño, has-
ta que los labios de Harry estuvieron a su alcance; se inclinó un po-
co hacia él, y Harry terminó de recorrer la distancia que los separa-
ba, cerrando los ojos y besándolo apenas con un roce de labios, sin-
tiendo algo muy poderoso vibrar en su pecho.
Aún a pesar de tener los ojos cerrados, pudo sentir el cambio
de luz, pudo percibir el cambio de atmósfera, fue como si por un
pequeño y casi nulo instante, sus pies abandonaran el suelo, para
luego caer con inusitada lentitud.
En cuanto se separaron pudieron ver que el aura plateada y
dorada que los había envuelto hasta hacía muy poco tiempo, había
desaparecido, las manos de Ron y Gael se colocaron sobre las suyas,
y un último murmullo de sus testigos:

525
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo que es sellado con magia, con magia, sellado está.


El silencio invadió todo nuevamente, Harry se sentía cansado
y agitado, como si hubiera sido sometido a un gran esfuerzo; frente
a él, Draco lucía igual, respirando entrecortadamente, pero sin dejar
de sonreír. La presión de las manos de Ron y Gael los hizo girar,
cada uno hacia su testigo, ahora pálidos y agitados también.
—Creo que… —empezó a decir Harry.
—Felicidades —dijo Gael sonriendo y apartando la mano del
centro para abrazar a Draco, aquello rompió el silencio, Harry sin-
tió el abrazo de Ron y luego el de Gael, e inmediatamente, sin darse
cuenta ya estaba rodeado de los señores Weasley, Andrómeda, Her-
mione y Mikel, todos contentos, abrazándolos y felicitándolos,
aunque en ningún momento soltó la mano de Draco hasta que se
hubieron apartado todos. Fue el momento para poder abrazar y be-
sar nuevamente a su ahora esposo.

–|– 

Noah dio una mirada preocupada alrededor, sintiéndose de-


masiado cohibido; una mano sobre la suya lo hizo saltar del asiento
y sonrojarse por aquel comportamiento tan paranoico.
—Hey —susurró Boris apartando su mano de Noah y suspi-
rando profundamente.
—Lo siento —se disculpó inmediatamente Noah—, te dije
que pensaba que no estaba listo… en este lugar hay mucha gente.
Boris dio una mirada alrededor, únicamente había unas cinco
mesas ocupadas en el gran restaurante, y todos hablaban en mur-
mullos, sin hacer demasiada algazara.
—Sabes que no son tantas personas —recriminó suavemen-
te, volviendo a poner su mano sobre las de Noah, que jugueteaban
con el mantel.

526
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Lo son para mí —respondió Noah, esta vez no se había


sobresaltado por el toque.
—Sí no pones de tu parte, nunca lo superarás.
—¡Estoy poniendo de mi parte, maldita sea! —gritó entonces
Noah, apartándose del agarre de Boris y empujando su cuerpo hacia
atrás, quedando completamente recostado contra la silla y respiran-
do agitadamente. Boris arqueó una ceja y se cruzó de brazos, espe-
rando.
Pasaron sólo unos instantes antes de que Noah suspirara
profundamente, el pánico y la rabia fueron reemplazados por ver-
güenza, y cuando habló lo hizo en un murmullo:
—Lo siento.
—No pasa nada, tal vez es mi culpa, después de todo soy yo
el que te ha obligado a venir.
Noah sonrió un poco.
—Cierto, fuiste demasiado insistente con eso.
—Bueno, salir a comer es algo que suelo hacer, todos necesi-
tamos alimentarnos, incluyéndote a ti.
—Yo me alimento —protestó Noah rápidamente.
—Esas cuatro migajas que comes al día no es alimento —le
reprochó Boris, Noah iba a replicar, pero en ese momento llegó el
mozo, trayendo una enorme bandeja con dos platos de guiso de
carne y una botella de vino.
Ambos permanecieron en silencio un momento más, mien-
tras el hombre terminaba de acomodar todo en la mesa y les hacía
una inclinación de cabeza.
—Me gusta mucho venir aquí —comentó Boris, queriendo
aligerar el ambiente, siempre estaba al pendiente de no enfadar de-
masiado a Noah, ninguno quería que le fuera a dar algún ataque de
pánico o algo como lo que había descrito Sara, la chica con la que
había llegado a Londres semanas atrás y que ya había tenido que re-

527
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

gresar a Rusia, dejándoles muchas recomendaciones acerca de cui-


dar a Noah y tenerle paciencia.
—Esta rico… y el lugar es agradable, hace mucho que no sa-
lía, en verdad.
—Lo sé, me alegra que hayas aceptado hacerlo.
—No tenía otra opción, no quería arruinarte la noche tam-
poco.
—No me la arruinarías —le corrigió Boris.
—Supongo que estando solo y todo eso, usualmente sales y
esas cosas… y que mi presencia ha interrumpido tus planes.
Boris soltó una carcajada.
—¿De dónde has sacado eso?
—De Aarón, por supuesto.
La sonrisa se borró del rostro de Boris.
—¿Aarón?
—Ajá.
—¿Por qué él tendría que estar hablando de mí o de mis pla-
nes?
—¿Bromeas? —sonrió Noah dándole un trago a su copa de
vino, recordó que llevaba más de un año sin probar licor—, él
siempre habla de ti, creo que le gustas demasiado.
—Oh… —Boris frunció el ceño y empezó a cortar su carne
con excepcional entusiasmo. Noah arqueó una ceja y lo miró con-
fundido.
—¿Se han peleado?
—¿Quiénes?
—Tú y Aarón, por supuesto.
—No.
—Ah… ¿entonces?
—Nada.
—Pero…

528
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Nada, Noah, nada, sólo…


—¿Te gusta? —preguntó dejando a un lado la comida y mi-
rando al abogado con interés.
—No.
—Sí, ustedes se gustan —resolvió Noah, soltando una pe-
queña risita.
—No es cierto.
—Sí que lo es, lo he notado, ¿sabes? En la forma como se
miran y hablan cuando creen que nadie más los ve.
—Eso no es cierto, casi nunca hablamos a solas, no se lo ten-
go permitido.
—Oh… ¿no se lo tienes permitido?
—No —Boris decidió dejar la comida a un lado y beber un
poco más de su copa de vino, mirando hacia cualquier lugar menos
a Noah.
—De acuerdo —suspiró vencido Noah, retomando sus cu-
biertos para poder seguir comiendo.
—Hemos sido novios por años —relató de pronto Boris,
Noah, que dirigía el tenedor hacia sus labios, se quedó completa-
mente quieto, sorprendido por aquella información—, lo hemos
dejado hace casi un año… era lo mejor.
—¿Ya no le quieres?
—Ojala fuera así de simple —rio amargamente Boris.
—Entonces…
—Entonces… él no me quiere, no de la forma correcta al
menos.
—Sí que te quiere, habla de ti todo el tiempo, lo hace con
orgullo y un brillo muy intenso en los ojos, y además, siempre está
ansioso cuando sabe que llegarás a casa, y ese día que dice que fue a
tu departamento y te encontró… ocupado con alguien más, regresó
hecho una ninfa furiosa, nunca lo había visto así de alterado.

529
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo que tiene es un deseo de posesión, cree que yo debería


estar a su lado, mientras él va por el mundo experimentando con
cuanto chico encuentra, para luego de aburrirse y llegar a casa con
su estúpido novio.
—Vaya… Te entiendo.
—No lo haces —reprochó Boris, parecía más enfadado.
—¡Por supuesto que sí! —rebatió Noah—, tuve un novio
que era así, aunque era diferente, él estaba… o está enamorado de
alguien más, era tonto de mi parte seguir allí, sin embargo, allí esta-
ba yo, esperando a que regresara de emborracharse o de pasarla bien
con otros chicos, mientras yo permanecía en casa, pensando en que
todo se trataba de una etapa, y que pronto se daría cuenta de que era
yo quien lo quería y que entonces se quedaría a mi lado definitiva-
mente.
—¿Y finalmente lo dejaste?
Noah sonrió tristemente y negó con la cabeza.
—No, al final el chico del que estaba enamorado regresó, y
volvió con él, aunque en realidad lo nuestro estaba terminado desde
hacía mucho tiempo… creo que era lo mejor, puedo decir que en
realidad no había futuro entre nosotros… nunca hubiera podido
confiar en él ni estar tranquilo si se ausentaba por el trabajo o cosas
así.
—Yo siento eso… —Boris negó con la cabeza y rellenó las
copas de ambos—… Aarón… lo quiero, ¿de acuerdo? No es al-
guien a quien vaya a olvidar, jamás, pero él no es alguien confiable,
siempre anda detrás de los chicos que considera interesantes, ¿cómo
se supone que puede decir quererme si se comporta de esa manera?
—Pues… no lo he visto con nadie en todo este tiempo.
—Ya… porque no ha encontrado a nadie interesante o por-
que no los lleva a casa.

530
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Supongo que tienes razón —suspiró Noah—, si te quisie-


ra se comportaría mejor, le importaría que lo que hace te lastima y
dejaría de hacerlo.
—Así es —afirmó Boris, dándole un largo trago a su copa de
vino.
—Aunque es un tipo muy atractivo, pretendientes no le han
de faltar.
—Eso no tiene nada que ver, ya ves a Harry, por ejemplo,
podría tener a quién quisiera…
Noah soltó una carcajada y negó con la cabeza.
—Ese es un caso asombroso, te diré —comentó acercándose
más a Boris, empezaba a sentirse ligeramente ebrio y eso le hizo
gracia, llevaba mucho tiempo sin sentirse así de suelto—, aún no
puedo creer que se mantenga al lado de Draco y que se esté portan-
do bien, supongo que es como dices… si quieres a alguien —se en-
cogió de hombros.
—¿Harry? Él puede ser un poco despistado a veces, pero es
fiel —aseguró Boris.
—¿En serio no lo sabes? —preguntó curioso Noah, no había
hablado con Aarón ni con Boris de su relación pasada con Harry,
pero supuso que estarían al tanto…
—¿Qué cosa?
—Harry era mi novio antes de que volviera con Draco.
Boris parpadeó confundido y luego miró fijamente hacia
Noah.
—Él es el chico que…
—En su defensa, aunque no la merece, diré que no me que-
ría, por lo visto a Draco lo quiere y mucho.
—Oh… lo lamento.
—No hay nada que lamentar, eso ya pasó, hace mucho tiem-
po que no… —Noah suspiró—. He tenido demasiadas cosas en la

531
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cabeza como para pensar en él, ahora lo veo sólo como un amigo,
increíblemente al igual que a Draco.
—Yo no puedo ver a Aarón de esa manera —negó Boris
asombrado por la declaración de Noah, pensó en que luego debería
preguntarle a Giles o Matías acerca de eso.
—Eso es porque aún lo quieres —concluyó Noah, antes de
darle un sorbo más a su copa.

–|– 

La pequeña casucha estaba prácticamente a oscuras, sólo un


par de antorchas iluminaba el lugar, alrededor de la mesa había
ocho personas, con túnicas viejas y gastadas. Una pequeña nube de
humo se levantaba sobre sus cabezas, debido a la gran cantidad de
cigarros que fumaban, los ceniceros, repletos, estaban dispersos en-
tre el grupo de pergaminos desordenados. Todos leían en silencio,
hacían algunas anotaciones, sólo el rasgueo de las plumas y el ruido
de los ceniceros siendo empujados interrumpían la tensa calma.
—¡Aquí hay una posible! —exclamó de pronto Darío Wren,
levantando un pergamino viejo, los demás magos y brujas dejaron
de escribir y lo miraron con atención—, se trata de una anciana, en
mil novecientos noventa y ocho su esposo y su hijo murieron en
una misión para el Lord, entonces ella no tuvo mejor idea que ir
con los aurores y contarles todo lo que su familia le había dicho
acerca de los mortífagos; fue una de las traidoras, aunque está ya
muy vieja, al parecer sigue con vida.
—¿Es accesible? —preguntó con voz ansiosa Dan Browning.
—Sí, el Ministerio ya no se ocupa de ella, la dejaron en un
asilo luego de que diera la información. Hasta donde informan, ella
se quedó a vivir allí, en un lugar muggle, te apuesto a que ni siquie-
ra tiene ya su varita.

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LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Entonces tenemos nueva víctima —sonrió Matilda Ben-


ford, una bruja madura, con el cabello rubio hecho una larga trenza,
y ojos oscuros.
—Sí, si todos están de acuerdo —asintió Wren, los demás
magos y brujas asintieron en respuesta—, entonces será ella.
—¿Cuál es el nombre? —preguntó está vez William Hurs-
ton, un mago de unos treinta años, de cabello corto y castaño, una
cicatriz le recorría desde la base de la oreja derecha hasta la unión
del hombro y el cuello, en línea casi recta, resultado de uno de los
ataques al que había sido expuesto por ir a hacer un encargo de uno
de los mortífagos: Goyle padre.
—Tamara Clarke —respondió Wren con calma mientras em-
pezaba a hacer réplicas de todos los archivos que tenía respecto a la
mujer, y que había conseguido comprándolos en el Ministerio a un
Auror bastante mayor.
Sabían que tendrían que tomarse su tiempo, no podían ir sin
tomar todas las precauciones del caso, y menos generar un gran es-
cándalo, después del primer ajusticiamiento, más de cinco años
atrás, habían aprendido que no era posible hacerlo de esa manera,
puesto que generaba demasiadas preguntas y eso era peligroso, al
fin no querían obtener el poder bajo el mando de un gran Lord, só-
lo saciar sus ansias de venganza de todos los que de una u otra ma-
nera habían influido en la derrota de su señor años atrás, y por en-
de, condenarlos a esa sub existencia, como le llamaban, siendo aho-
ra unos parias de la sociedad, siendo víctimas de insultos y maltra-
tos. Ninguno de ellos había podido conseguir más que trabajos oca-
sionales y mal pagados, ninguno de ellos jamás podría salir de ese
lugar, de ese tipo de vida; así que los responsables merecían pagar, al
menos sería su propia victoria, lenta y tranquila, pero suya al fin.

–|– 

533
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Antes se le daba muy bien eso: reír, beber, bailar, pasarla bien
sin preocuparse por nada más; sin embargo, ahora, mucho tiempo
después, no dejaba de sentirse raro, y hasta temeroso, mientras Bo-
ris empujaba la puerta del departamento para dejarlo pasar.
Habían ordenado una botella más de vino, y se sentía mara-
villosamente relajado, pero también asustado, había algo que lo
asustaba y no sabía qué era, tal vez no podía leer bien las señales, tal
vez había perdido práctica en eso después de tanto tiempo.
—¿Quieres una cerveza antes de ir a dormir? —le propuso
Boris, se sintió mal al percatarse de que había sobresaltado a Noah
una vez más; no le gustaba que fuera tan temeroso o que siempre
saltara por cualquier ruido.
—No… creo que no —respondió Noah, obviando el sonro-
jo que se había instalado en su rostro al notarse tan cerca de Bo-
ris…—, mejor me voy a dormir de una vez.
—Claro, claro, ya sabes dónde está tu habitación —aceptó
Boris, sintiéndose ligeramente decepcionado, habían estado, luego
de aquel incómodo momento de confesiones, hablando, bebiendo y
riendo bastante, mucho más que otros días, y había pensado que
Noah tal vez querría… continuar con la charla en casa, o tal vez
animarse a algo más. Pese a sus miedos y temores, Noah era bastan-
te atractivo…
Negó con la cabeza suavemente y se dejó caer en el sofá,
desde que había terminado con Aarón buscaba encontrar algún chi-
co que le ayudara a borrar su recuerdo, aunque sentía que eso sería
muy difícil, tal vez imposible, había experimentado un poco, inclu-
yendo al chico que Aarón había descubierto en su apartamento, pe-
ro no había forma de que dejara de pensar en él.
En cuanto a Noah, el chico era agradable, la mayoría del
tiempo, y le gustaba un poco, tanto como le habían gustado los de-

534
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

más chicos con los que había estado últimamente, aunque sabia que
no podía compararlo con ellos; un par de semanas antes, luego de
que Sara se marchara, Aarón y Draco habían hablado con un espe-
cialista, compañero de Mikel en la clínica, y le habían explicado a
grandes rasgos que Noah había sido secuestrado y torturado, y que
luego de eso había pasado más de un año encerrado en casa, el me-
dimago les había dicho que Noah sufría de una depresión post
traumática, y que lo ideal sería que recibiera algunos consejos mé-
dicos, que tal vez un psicomago lo podría ayudar para hacerlo salir
de esa burbuja que había creado a su alrededor; pero Noah no esta-
ba de acuerdo con aquello, y se había negado en redondo. Aarón y
Draco se habían dado por vencidos con él, pero estaban siempre al
tanto de que no tuviera ninguna crisis o similares, y le habían re-
comendado que lo vigilara durante el tiempo que permaneciera en
su casa. Y el coquetear con él no era exactamente la mejor manera
de vigilarlo; después de todo, llevarse a la cama a Noah sería algo
contraproducente; aunque la mayoría del tiempo el chico parecía
estar bien, no siempre era así, como las noches anteriores, desde
que se había instalado en su casa, Boris lo sentía moverse durante
las madrugadas de un lado al otro de la habitación, hasta casi el
amanecer, pero no había querido tocar a la puerta para no pertur-
barlo más, o quitarle la privacidad a la que seguro estaba acostum-
brado, pero sabía que el chico no podía dormir, así como que no se
alimentaba bien.
Sintió rabia nuevamente por la forma como aquella clínica
había trastornado a Noah, él no lo había conocido antes, pero estaba
seguro de que había sido un chico muy alegre y despreocupado, se-
guramente nada parecido al manojo de nervios que era ahora.
—Yo… —dijo de pronto la voz insegura de Noah desde el
pasillo; Boris volteó a verlo con una ceja levantada e interrogante-
mente.

535
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Está todo bien? —preguntó preocupado.


—Pues —Noah se mordió el labio inferior en signo de ner-
viosismo, había estado en su habitación, listo para meterse a la du-
cha y luego a la cama, pero entonces se dio cuenta de qué era lo que
pasaba, Boris estaba de alguna manera coqueteando con él, o algo
por el estilo, y él no se había dado cuenta… él, que siempre había
estado alerta a esas cosas, que siempre había sabido encontrar diver-
sión… pero se recordó que él no sabía ya buscar diversión; estuvo
meditando sobre cuánto tiempo llevaba sin hacerlo, sin fantasear
con alguien, sin coquetear… y se asustó cuando se dio cuenta de
que era tanto el tiempo que ya ni siquiera estaba seguro.
—¿Pasó algo? —preguntó Boris, poniéndose en pie y sin-
tiendose más alarmado.
—No —Noah negó con la cabeza y avanzó unos cuantos pa-
sos—, sólo que pensé que no sería mala idea, después de todo,
aceptar esa cerveza.
—Ah… ¿seguro?
Noah se encogió de hombros, no sintiéndose seguro de nada
en realidad, pero dispuesto a intentarlo mientras Boris le señalaba el
sofá en el que instantes antes había estado sentado.
Boris le dio una mirada de reojo, su cabello castaño era bas-
tante largo y sus ojos brillaban suavemente por las antorchas, se no-
taba incómodo y algo tenso, con sus mejillas sonrojadas y retor-
ciéndose las manos, sin animarse a encararlo. Se sintió turbado por
aquella imagen, una parte de su ser quería cuidarlo, protegerlo y sa-
narlo, decirle que todo estaría bien, que nada lo lastimaría más; pero
por otro lado, debía ser honesto y aceptar que acercarse no era bue-
na idea, que lo correcto era no hacer nada al respecto, que Noah era
una criatura lastimada que no necesitaba que le complicasen más la
existencia.

536
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

Noah levantó la mirada para ver cómo Boris avanzaba por el


salón con pasos lentos y una botella de cerveza en cada mano, detrás
de él flotaba un cenicero y un paquete de cigarrillos.
—Sólo una y a la cama —recomendó Boris, mientras le en-
tregaba la botella de cerveza a Noah y se dejaba caer a su lado.
—Sí —aceptó Noah con una sonrisa más tranquila—, es que
tú la mencionaste y no quería quedarme con las ganas.
—Eso está bien —comentó Boris, levantando su botella en
señal de brindis—, no quedarse con las ganas, digo.
Noah sonrió, sintió que se sonrojaba un poco, y luchó por
no dejar caer la botella al piso y salir corriendo, buscando su lugar
seguro, lejos de ese sofá que se estaba volviendo asfixiante y atemo-
rizante.
—¿Seguro que nada más pasó? —le preguntó Boris con el
ceño fruncido y acercándose más a Noah, lo que fue un terrible
error, pues el chico retrocedió rápidamente, buscando recuperar su
espacio personal y dejando finalmente caer la botella de cerveza al
piso.
—Perdón —jadeó Noah poniéndose en pie y mirando del
piso hacia Boris alternadamente.
—No importa… lamento haberte asustado —respondió Bo-
ris, sacando la varita y limpiando la cerveza que había caído sobre el
suelo.
—Me siento tan frustrado por esto —resopló Noah mirando
hacia el piso manchado—, ni siquiera puedo… —negó con la cabe-
za y retrocedió un par de pasos más, observando la atrayente figura
de Boris, agachada hacia el suelo.
—¿No puedes qué? —preguntó Boris levantándose final-
mente, contento de que la mancha hubiera desaparecido al fin.
—Nada —concluyó Noah con voz firme mientras se daba la
vuelta y caminaba con pasos rápidos hacia la recámara de invitados,

537
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

maldiciendo que Draco y Harry, que eran los únicos que sabían que
estaba en Londres, hubieran decidido salir de viaje en la misma se-
mana que Aarón, ellos seguramente lo hubieran podido hospedar, y
no se sentiría tan inútil y temeroso como con Boris.
—Noah —llamó Boris, preocupado por el chico, pero Noah
no respondió, y luego de un instante más, se escuchó el sonido de
la puerta cerrándose.

–|– 

En cuanto la puerta se cerró y se escuchó el suave ronroneo


del auto partiendo, Draco respiro aliviado, puesto que al fin se ha-
bían quedado a solas, y no que no hubiera disfrutado de la ceremo-
nia, o de lo amables que habían sido la señora Weasley y Andróme-
da, al preparar tan maravilloso almuerzo, incluso Ron y Gael habían
traído varias botellas de vino y de Whisky para brindar, y habían pa-
sado una buena tarde riendo y conversando, pero desde que el enla-
ce había terminado, no tenía en mente otra cosa que arrastrar a Ha-
rry hasta la habitación y hacerle el amor; y no que no hubieran te-
nido oportunidad, por lo general no se contenían mucho cuando se
trataba de dar rienda suelta a sus impulsos, estuviesen donde estu-
viesen, sin embargo, siendo esta la primera vez después del enlace,
quería que fuera especial y diferente.
Harry estaba de pie, al otro lado, en el pasillo, apoyado contra
la pared y mirándolo con atención.
—¿La pasaste bien? —preguntó Harry en cuanto Draco co-
menzó a caminar hacia él, podía sentir, ahora más que antes, el de-
seo que Draco sentía en ese momento, el deseo que había sentido
por él durante todo el almuerzo… era una sensación completamen-
te distinta e intensa.

538
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Sí… —Draco asintió mientras se iba desabotonando la tú-


nica de gala, cansado de usarla y tratando de ponerse más cómodo.
—Yo también —ratificó Harry mientras extendía una mano
para que Draco la tomara.
La sola sensación de sus dedos rozando la tibia piel de Harry
fue estremecedora; durante el almuerzo, luego del hechizo de enla-
ce, había rozado su piel y había tomado su mano en más de una
ocasión, incluso le había dado varios besos, y se había sentido fan-
tástico, ahora todo se sentía mucho más fuerte e intenso que antes.
—Se siente raro —confesó Harry, entrelazando sus dedos
con los de Draco y cerrando los ojos por un momento, tratando de
controlar sus impulsos de empujar a Draco contra la pared y tomar-
lo allí mismo.
—Es el enlace, la primera semana será rara… —masculló
Draco, exigiéndose auto control y guiándolos a la habitación—…
según lo que Hermione investigó y lo que el libro decía, durante
estos siete días nuestras sensaciones serán más notorias y…
—¡Dios! —jadeó Harry sin controlarse más, y besando el
cuello de Draco, mientras pasaba sus brazos por la cintura y lo abra-
zaba por la espalda.
—Harry —gimoteó Draco mientras un calor se apoderaba de
su pecho, y su corazón empezaba a latir con más fuerza. Según les
había explicado Hermione, y habían leído en el libro de Enlaces
Mágicos, eran las consecuencias inmediatas del hechizo de enlace;
al parecer el intercambiar magia era algo demasiado íntimo y deli-
cado, ambas magias, la de Harry y la de Draco, estarían un tanto al-
teradas durante los siguientes días, y el solo roce de sus pieles po-
dría desencadenar reacciones más potentes en ellos.
—Lo siento… —Harry se pegó más al cuerpo de Draco y le
dio un beso en la unión del cuello y el hombro, sintiendo la piel de
Draco estremecerse y la suya propia vibrar debido a esas reacciones.

539
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—A… a la cama —jadeó Draco presionando sus manos con-


tra las de Harry y caminando hacia el lecho, cuando estuvieron al
pie de la piltra, se giró y lo encaró.
—Te deseo —suspiró Harry mientras sus manos pasaban de
los hombros a los botones de la túnica, tratando de deshacerlos lo
más rápido posible.
—Y yo a ti —Draco se encargó de deshacerse de los botones
de la túnica de Harry también, con manos temblorosas y jalando
tan fuerte, que hizo que el último de los botones rodara por el piso.
Harry arqueó una ceja, bastante divertido por ello.
—Sí… es demasiado —musitó Harry con voz entrecortada
cuando las manos de Draco, hartas de tratar de tener paciencia, jala-
ron su camisa y la abrieron completamente, haciendo saltar todos
los botones y dejando al descubierto su pecho.
—Quítatelo —ordenó con voz ronca—. Quítatelo todo.
Harry asintió lentamente mientras dejaba caer hacia atrás,
resbalando por sus hombros, la túnica de gala y la camisa, obser-
vando a Draco hacer lo mismo. Los zapatos y pantalones, así como
la ropa interior y las medias salieron volando en todas direcciones y
un fuerte deseo de posesión se instaló en su pecho mientras obser-
vaba la lampiña y blanca piel, marcada apenas por un par de cicatri-
ces, aquella erección, ya completamente erguida, coronada por una
mata de vello rubio, y en el pecho aquellos pezones rosados y du-
ros; se le secó la garganta por el solo deseo de tocarlos.
Draco jadeó y tiró la cabeza hacia atrás en el momento en
que la palma de la mano de Harry se posó sobre su pecho, casi sin
rozar una de sus tetillas, pero mandando sensaciones de placer por
todo su cuerpo.
—Harry… —Draco gimió mucho más fuerte cuando la
mano libre de Harry lo tomó de la cintura y lo jaló contra él, sus
pieles desnudas ahora tocándose y encontrándose; su erección se

540
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

clavó en las caderas de Harry y trató de hacer lo posible por no re-


fregarse contra él, porque sabía que si empezaba, no se podría dete-
ner.
Draco fue el que levantó un poco más el rostro y consiguió
hacerse de los labios del, ahora, su esposo, sus tibios alientos se
mezclaron con gemidos entrecortados, cada uno deseoso de conse-
guir más del otro.
Harry presionó con ambas manos la cintura de Draco, y sin
apartarse de sus labios lo fue empujando hacia la cama, hasta que
por fin, luego de tratar de acomodarse, quedaron tendidos en ella.
Draco se arqueó ante la sensación de Harry cubriendo su
cuerpo, sus manos acariciaron la espalda con lentitud mientras sus
caderas se empujaban suavemente contra las caderas de Harry, con-
siguiendo en cada movimiento algo de alivio para su dolorosa erec-
ción.
—Te amo —declaró Harry, empezando a besar con lentitud
los hombros y el cuello, subiendo hasta los labios y repartiendo pe-
queños besos por las mejillas y la mandíbula.
—Harry… sí… —siseó Draco cerrando los ojos y sintiendo
la lengua de Harry hacer un pequeño camino dentro de su oreja an-
tes de atrapar el lóbulo, mordiéndolo de manera deliciosa.
Harry no se detuvo, continuó con su camino de besos, apar-
tándose, con algo de pesar, del cuerpo de Draco para poder seguir
besando, esta vez en el pecho; mordió con delicadeza una de sus te-
tillas, y Draco se arqueó mucho más, presionando sus manos con
más fuerza en la espalda y clavándole las uñas, a lo que Harry gimió
mucho más fuerte. Era la primera vez que lo hacían desde el enlace
y Harry quería que fueran despacio, pese a que todas las nuevas
sensaciones que los invadían, los hacían sentirse ansiosos y necesi-
tados. Acarició con sus manos las caderas de Draco mientras su len-
gua iba haciendo un recorrido por el pecho hacia el abdomen, hun-

541
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

diendo la lengua dentro del ombligo y luego mordiéndolo, todo


acompañado de una sinfonía de gemidos por parte de su pareja.
Draco exhaló profundamente y se sujetó con una mano de
las sábanas, apretando los dedos con más fuerza cuando esa caliente
lengua recorrió su miembro con inusitada lentitud desde la base
hasta la punta, haciendo que sus caderas se levantasen y soltando un
grito mucho más fuerte cuando esos dientes mordisquearon la pun-
ta de manera juguetona, antes de volver a lamer nuevamente.
—Oh… Merlín —gimoteó Draco cuando Harry por fin se
hizo de su erección, acogiéndola en esa húmeda cavidad y succio-
nando con fuerza.
Harry no se detuvo, pese a los dedos enredados en su cabe-
llo, que lo jalaban con fuerza, continuó chupando, subiendo y ba-
jando, presionando su lengua y apretando sus labios mientras Draco
iba perdiendo el control poco a poco, con sus manos separó un po-
co más las piernas y acarició con lentitud la suave piel de los muslos
internos, disfrutando de sentir la piel de Draco estremecerse por su
toque.
—Harry… ¡Oh, Dios! Harry —continuó Draco, elevando
sus caderas para darle alcance a la caliente boca de Harry, y sintien-
do que en cualquier momento su liberación explotaría.
Harry dio una mordida particularmente fuerte en la cabeza
del miembro antes de apartarse un poco, soltó una pequeña carcaja-
da al escuchar el mohín de descontento de Draco, pero no detuvo
sus caricias, sus manos siguieron acariciando las piernas con lenti-
tud mientras su lengua comenzaba a jugar un poco más abajo, en
los testículos, presionando su boca contra ellos, con una de sus ma-
nos sujetó la erección de Draco con algo de fuerza, y con la otra ba-
jó hasta una de las nalgas, haciéndolo, si era posible, que separara
más las piernas, apoyando los talones en la cama, y elevar las cade-
ras; su lengua serpenteó un poco más abajo, acariciando con lenti-

542
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

tud la suave piel que llevaba hasta su entrada, sintió a Draco estre-
mecerse y lo escuchó sisear de placer mientras las caderas se eleva-
ban más, dándole un mayor acceso.
—Oh… sí… —Draco soltó las sábanas y sujetó sus piernas
por debajo de las rodillas, abriéndose y ofreciéndose completamen-
te a Harry, ansioso por más.
—Draco… te deseo tanto —jadeó Harry, respirando agita-
damente mientras sentía esa extraña sensación, que lo acompañaba
desde que el enlace se había realizado, de manera mucho más in-
tensa; se inclinó un poco más, presionando con la punta de la len-
gua la apretada y rosada entrada; Draco zigzagueó en la cama y emi-
tió otro gemido mucho más sonoro. Con sus manos sujetó las ca-
deras de Draco, manteniéndolas elevadas, mientras su lengua ron-
daba la entrada un par de veces antes de presionarse nuevamente en
el centro, penetrando apenas un poquito.
Draco presionó con más fuerza sus manos tras sus rodillas
mientras su espalda se arqueaba y el deseo por ser tomado inmedia-
tamente se incrementaba, estaba seguro que sí Harry lo tocaba tan
sólo un poco, eyacularía.
—Harry… por favor —jadeó cuando Harry comenzó a mor-
disquear la piel alrededor de su entrada, antes de empujar su lengua
en el interior nuevamente.
Harry, pese a los jadeos y pedidos de Draco, no se detuvo,
una de sus manos soltó las caderas, y con un dedo empezó a presio-
nar en el interior, mientras su boca se encargaba de subir nueva-
mente hasta la erección, lamiéndola con lentitud, hasta que sintió
cómo el cuerpo de Draco se sacudía con más fuerza cada vez.
Se levantó un poco más, demasiado ansioso ya por tomarlo y
hacerlo suyo, durante todo ese tiempo había estado haciendo acopio
de todo su autocontrol para no empezar a tocarse él mismo. Se
arrodilló entre las piernas de Draco, observando su cuerpo cubierto

543
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

por una fina capa de sudor, sus ojos cerrados y su roja boca entre-
abierta, exhalando rápidamente el aire; entonces Draco abrió los
ojos y lo miró, Harry sintió algo cálido agitándose en su pecho, la
certeza de haber hecho lo correcto, de tener junto a él a la persona
que debía estar a su lado, a la única que lo complementaría y ama-
ría, a quién él amaría por siempre. Se inclinó hacia delante y lo besó
con fuerza, hundiéndolo en el colchón mientras agitaba una mano
descuidadamente, llamando a su varita.
Draco soltó sus piernas y las elevó hasta sobre los hombros
de Harry mientras sentía la punta de la varita presionándose en su
interior, y aquella sensación de ansiedad que siempre tenía cuando
el hechizo de lubricación hacía efecto en él.
—Draco… —suspiró Harry dejando la varita a un lado y fro-
tando con algo de velocidad su erección contra la entrada de Draco,
tratando de controlar los latidos de su corazón.
—Oh… —Draco aprisionó con sus manos las piernas de
Harry, clavando en ellas sus uñas mientras se retorcía, tratando de
conseguir que el moreno se apresurara—. Harry… te amo.
—Sí… —Harry se sujetó de las caderas de Draco, y empujó
lentamente, sintiendo aquel pasaje caliente y estrecho acogerlo poco
a poco, mientras las uñas del rubio se clavaban con más fuerza en
sus piernas y éste emitía un suave siseo.
Por un instante se quedaron quietos, demasiado sobrecogi-
dos por aquella sensación de perfecta unión, sus corazones agitados
y sus pieles hormigueando, mirándose a los ojos y sonriéndose. Ha-
rry se inclinó un poco más hacia él, y Draco levantó la cabeza lo su-
ficiente para darle el alcance y darse un corto beso, mientras sus ca-
deras comenzaban a moverse a un ritmo lento y pausado.
Draco no le permitió alejarse del todo, pasando sus manos
sobre los hombros de Harry, se sentía extraño, doblado casi com-
pletamente a la mitad, pero la forma como Harry se hundía en él,

544
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

presionando en los lugares adecuados, recompensaba cualquier in-


comodidad.
Harry podía sentir a Draco apretándolo y soltándolo con-
forme entraba y salía, y su deseo se empezó a descontrolar mientras
los gemidos de ambos iban en aumento, hasta que supo que estaba
llegando al punto sin retorno. Se enderezó un poco más, apoyando
todo el peso de su cuerpo en una de sus manos sobre el colchón
mientras la otra se sujetaba de la erección de Draco, que se arqueó y
gritó mucho más sonoramente por la sensación, y entonces comen-
zó a acariciarla con fuerza, tratando de imitar el ritmo que él mismo
había tomado.
—Dios… sí… sigue —pidió Draco soltándolo y arqueándo-
se, bastaron sólo unas cuantas caricias más para que todo su placer
se concentrara en sus testículos un instante antes de estallar, expul-
sando su semilla con fuerza a la vez que cerraba los ojos y soltaba
un ronco gemido, apenas conciente de la forma cómo el cuerpo de
Harry temblaba y lo llenaba de su esencia.
—Draco… —Harry presionó su mano con más fuerza en el
miembro de Draco, que se agitaba ligeramente mientras soltaba
chorros de líquido caliente, y su propia erección entraba por última
vez dentro de Draco, clavándose con fuerza y dejándose llevar por
su orgasmo. Sintió las piernas de Draco moverse a los costados
mientras su cuerpo, rendido, se dejaba caer sobre la tibia y húmeda
piel del chico; en cuanto sus pieles entraron en contacto, un agra-
dable hormigueo los hizo sonreír.
—Vaya… —suspiró Draco acariciando con lentitud y pereza
los cabellos de Harry mientras éste depositaba pequeños besos en el
pecho.
—Te amo —declaró Harry con voz ronca.
—Y yo a ti…

545
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y soy feliz —continuó Harry—, porque sé que me amas…


sé que esto es perfecto.
Draco inclinó un poco el rostro, lo suficiente para darle un
beso en la cabeza a Harry, y sonrió.
—Lo es, mi amor, lo es.

–|– 

Estuvo dentro de la ducha por lo que pareció una eternidad,


sin embargo, eso no bastó para que se relajara o se sintiera mejor.
Cuando estuvo ya listo para meterse en la cama, escuchó el
tímido llamado a la puerta, sabía, porque no había nadie más en ese
departamento, que se trataba de Boris, y por un momento pensó en
simplemente ignorarlo, pero sabía que no era correcto, Boris lo ha-
bía tratado bien y había sido amable con él durante todo ese tiempo
que había permanecido como invitado en su casa, no era su culpa
que tuviera tantos miedos y traumas.
—Voy —contestó mientras caminaba lentamente hasta la
puerta y la abría; Boris, luciendo algo preocupado, estaba frente a él.
—¿Estás bien? —preguntó Boris frunciendo ligeramente el
ceño, dándole a Noah una mirada analítica.
—No lo sé —admitió el chico—; creo que pronto terminaré
volviéndome loco.
—No, claro que no —tranquilizó Boris, se abstuvo de po-
nerle la mano en el hombro a modo de consuelo—, esto sólo es una
etapa, pronto empezarás a actuar como antes.
—Eso no pasará… jamás podré ser como antes.
—No… —Boris dio una mirada alrededor y suspiró—. Te
estoy incomodando, ¿verdad?
—¿Por qué lo dices?

546
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Lo lamento... soy yo el que te pide disculpas, no debería


estar… alterándote.
—Me altera cualquier cosa, no es tu culpa, estoy bien, en se-
rio… —sonrió suavemente Noah, sintiéndose un poco más relaja-
do.
—Entonces descansa, mañana tendré el día libre y tal vez
quieras ir a dar una vuelta, o lo que sea…
—No estoy seguro de… —susurró Noah.
—Piénsatelo —interrumpió Boris—, tal vez mañana te sien-
tas de mejor ánimo, pero si no es así, entonces podemos quedarnos
en casa y ordenar algo de comida.
—De acuerdo… en verdad te agradezco que seas tan pacien-
te…
—Ni siquiera lo pienses —sonrió Boris—, descansa, mañana
nos vemos.
—Sí —Noah asintió viendo al chico alejarse por el pasillo, y
aquella sensación volvió a llenar su pecho, tenía miedo, mucho
miedo, pero también sentía que debía hacerlo, que debía intentarlo,
buscar la forma de superar todo aquello que le había pasado; Boris
era alguien de confianza, alguien que no lo lastimaría ni presionaría,
alguien que lo entendería. Se mordió el labio inferior, un tanto in-
deciso mientras finalmente Boris cerraba la puerta de su habitación,
y él aún permaneció allí, observando ahora la puerta cerrada, por un
momento más.

–|– 

—Estoy seguro que las nuevas leyes funcionan magnífica-


mente en el Reino Unido —comentó Giordano, agitando lenta-
mente sus pestañas y dándole una mirada incitante.

547
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Aarón se encogió de hombros y apuró el contenido de su va-


so, ansioso por marcharse.
—Se hace lo que se puede, las cosas aún están un poco mo-
vidas, pero la gente va entendiendo, y eso al fin y al cabo era lo que
buscábamos.
—Es genial —dijo Giordano inclinándose un poco más hacia
adelante y colocando una mano sobre la de Aarón—, me imagino
que pronto aprobarán también la unión legal de homosexuales.
—Pues… —Aarón se sintió tonto, casi como si fuera un ado-
lescente acosado sin saber qué hacer o decir frente a ese coqueteo
tan descarado, y se odió porque él no era así, nunca lo había sido,
pero ahora…
Giordano no lo dejó completar su respuesta y se inclinó ha-
cia él un poco más, hasta que sus labios estuvieron a una muy esca-
sa distancia. Aarón pareció congelarse por un instante antes de lan-
zarse hacia atrás, lejos de esos labios rosados y carnosos.
—Te has equivocado —jadeó casi sin aliento, lamentando
haber sido tan tonto como para quedarse a solas con el chico en
aquel restaurante, luego de haber estado cenando con un par de
parlamentarios italianos.
—Vamos —pidió el chico sin perder el ritmo—, no te estoy
comprometiendo a nada, sólo sería diversión.
Pero Aarón no podría encontrar divertido aquello nunca
más.
—Lo lamento, no puedo hacer eso —respondió con voz más
firme, antes de ponerse en pie, dejar unas monedas sobre la mesa y
darse la vuelta para volver al hotel, extrañando cada vez más a Boris.

–|– 

548
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

Luego de dormir por un rato, se habían puesto en pie, sin-


tiéndose famélicos se habían movido en dirección a la cocina, don-
de la señora Weasley había dejado servidos y listos varios platos de
comida, según ella, para que se alimenten porque no confiaba en
que lo hicieran correctamente.
Comieron rápidamente, devorándose con la mirada y tratan-
do de mantenerse alejados por un momento al menos, aunque el
deseo entre ellos era bastante fuerte.
En cuanto se pusieron en pie supieron que no llegarían hasta
la habitación, mientras Draco tomaba a Harry por los hombros y le
daba un posesivo beso, empujándolo poco a poco hasta que dieron
contra la puerta cerrada.
Harry se agitó contra él y se arqueó cuando esos labios baja-
ron por su mandíbula y llegaron a su cuello, comenzando a mor-
disquearlo con más ansiedad.
—Draco —jadeó.
—Voltéate —pidió Draco con voz ronca, apartándose sólo un
poco de él.
Harry lo obedeció sin poner resistencia, mientras las manos
de Draco se posaban en su cintura y lo apretaban con fuerza, deján-
dole sentir la tibia piel de su pecho contra su espalda.
—No tienes idea de cuánto te deseo —le murmuró Draco
antes de darle un suave mordisco en el cuello, sintió la piel de Ha-
rry estremecerse mientras sus manos eran apretadas suavemente
por las del moreno.
—También yo…
—No creo que… —Draco comenzó a mordisquear un poco
más sobre el cuello, empujando con su cuerpo a Harry contra la
puerta. Las manos de Harry se apoyaron en la fría madera mientras
gemía sonoramente—, podamos llegar a la habitación —refregó sus
caderas y su ansiosa erección, cubierta únicamente por la ropa inte-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

rior, contra el trasero de Harry, y recibió en respuesta otro elevado


gemido.
—Draco… —suspiró Harry mientras las manos de Draco
jugueteaban ahora con el elástico de su ropa interior, que ya se sen-
tía incómoda apretando su erección. Se maravilló de lo sensibles
que estaban ambos debido al hechizo de unión.
Draco continuó besando y mordiendo su cuello y su espalda,
mientras él friccionaba su culo contra la erección de Draco, dema-
siado ansioso cómo para esperar más tiempo.
—Tendrás que darte prisa… —le dijo Harry agitadamente
mientras esos dientes se clavaban en su cuello mucho más ruda-
mente—. Ropa fuera —ordenó con un siseo, Draco jadeó sorpren-
dido al sentir su ropa interior desaparecer, su erección dio un res-
pingo al ser acunada entre las calientes nalgas de Harry.
—Eres demasiado apresurado —demandó Draco empuján-
dolo más contra la puerta, sintiéndose agradecido de que el único
estorbo entre ambos cuerpos hubiera desaparecido.
—Te deseo, ahora —respondió Harry, girando el rostro lo
suficiente para poder besarlo. Sus labios y lenguas se unieron en
una danza descuidada mientras las manos de Draco lo sujetaban de
las caderas, aprisionando su piel. Harry apretaba sus nalgas, sintien-
do la erección de Draco refregándose entre ellas.
—Ahora —ratificó Draco apartándose y empezando a mor-
disquear la nuca y los hombros mientras extendía una mano—. Ac-
cio varita —masculló entre besos y mordidas, la varita voló desde la
mesa de la cocina hasta su mano, y con ella, y sin dejar de morder y
besar, fue recorriendo la espalda de Harry mientras este empujaba
un poco más las caderas.
—Mmm… —gimió Harry sintiendo a Draco apartarse un
poco de él y la varita entre sus nalgas, presionándose un poco. El

550
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

hechizo lubricante lo hizo jadear de anticipación y deseo mientras


apoyaba sus manos con mayor firmeza en la puerta de madera.
—Te amo —le susurró Draco al oído, mientras dejaba caer la
varita al piso y sus dedos comenzaban a juguetear sobre la entrada
de Harry, que separaba las piernas tratando de darle mayor espacio y
comodidad.
—Te amo —repitió Harry, respirando agitadamente y empu-
jándose ya contra ese par de dedos.
Draco le dio un beso más en el hombro antes de apartarse
por completo y acariciarse un par de veces antes de guiar su enhies-
to miembro hacia la entrada de Harry, presionándose poco a poco y
muy lentamente contra esa caliente y estrecha cavidad.
—Oh… Draco —jadeó Harry empujándose para dejarlo en-
trar y tomando una profunda bocanada de aire.
—Sí —gimió Draco dejando caer su cabeza en el hombro de
Harry en cuanto estuvo completamente dentro, nuevamente una
sensación intensa, demasiado intensa, los inundó, dejándolos sin
aliento.
Fue Harry el que comenzó a moverse, haciendo pequeños
círculos con sus caderas, logrando que Draco jadeara y gimiera mu-
cho más fuerte.
Sintió una de las manos sobre su cadera, los dedos de Draco
clavándose sobre su piel mientras la otra mano le acariciaba el pe-
cho y pellizcaba sus tetillas con fuerza. Arqueó la espalda por las
sensaciones de placer que le provocaban todas esas caricias.
Draco jugueteó un poco más con la piel de Harry, bajando
por el trabajado abdomen, hasta llegar finalmente a la ansiosa y dura
erección, sabía que no durarían mucho, estaban demasiado calientes
como para hacerlo.

551
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Dios… Draco —gimoteó Harry cuando Draco salió casi


por completo de él para empujarse con fuerza, acertando en su
próstata y llenando su cuerpo de sensaciones de placer.
—Harry —empezó a gemir Draco, entrando y saliendo con
mayor velocidad, tratando de mantener el mismo ritmo de su mano
con la de sus embestidas, y sintiendo cómo todo el interior de Ha-
rry lo presionaba hasta lo imposible.
Los gemidos de ambos se mezclaron en el silencio de la casa,
combinados con el sonido de sus cuerpos chocando, cada vez más
rápido y rudamente.
—Draco… no puedo… —Harry tiró su cabeza hacia atrás
mientras sentía cómo todo el placer estallaba desde sus testículos
hasta el resto de su cuerpo, empujó sus caderas incluso más, embis-
tiendo a ese puño cerrado alrededor de su pene, y sintiendo a Draco
entrar mucho más profundo en él.
—Harry… Sí… —prácticamente aulló Draco, sintiendo su
placer disparándose mientras su mano era bañada en una sustancia
caliente.
—Draco… —lo llamó Harry a su vez, sintiendo cómo su in-
terior era inundado por la esencia de Draco y sus piernas temblaban
por el propio placer.
Draco se dejó caer sobre Harry un instante antes de que am-
bos resbalaran hacia el piso, cayendo sobre la fría mayólica, aunque
las sensaciones que aún recorrían su cuerpo eran tales, que no les
importó el frío o la incomodidad. Ambos jadeando y agitados, se
tomaron de las manos y se besaron con pereza, apoyándose final-
mente contra la puerta.
—Creo que la próxima vez podríamos intentar llegar a la
cama —susurró Harry divertido.
—Supongo que eventualmente llegaremos a la cama —afir-
mó Draco.

552
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Creo que tienes un fetiche con hacerlo en lugares diferen-


tes a la cama —reprochó Harry.
—Y tú uno por seguir mis… ¿fetiches has dicho?
Harry soltó una carcajada, asintiendo lentamente:
—Tal para cual, entonces.
—Por supuesto —afirmó Draco, antes de darle un beso en la
mejilla.
Harry dejó su cabeza descansar sobre el hombro de Draco y
suspiró feliz. No sólo feliz por el orgasmo, sino por la conclusión
de ese día, de haberse enlazado a él, feliz de lo que su vida era y se-
ría…

–|– 

Boris se sacó la camiseta, y estaba desabrochando los panta-


lones cuando Noah llamó a su puerta, por la forma como golpeaba
la madera se podía advertir lo ansioso que estaba.
—¿Qué ocurre? —preguntó, abriendo la puerta rápidamen-
te.
Noah le dio una mirada, impresionado al ver su torso des-
nudo, y sintiendo un pequeño temblor de deseo imponerse al mie-
do.
—Yo quiero… —se detuvo, no sabiendo cómo continuar.
—¿Sí?
—Tengo miedo —declaró finalmente.
—No debes sentirlo… nadie te lastimará aquí —trató de
tranquilizarle Boris, empezando a creer que el obligar a salir a Noah
había sido una muy mala idea.
—No… eso no es a lo que tengo miedo —susurró levantan-
do lentamente su mano temblorosa, dudando un instante antes de
ponerla sobre la cálida piel del pecho de Boris.

553
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Noah —murmuró Boris asombrado.


—Hace mucho que no… desde que me llevaron a ese lu-
gar… yo no he… —negó con la cabeza, su mano se pegó más al pe-
cho de Boris, sintiendo la maravillosa sensación de esa piel caliente
y suave bajo sus dedos.
—Sabes que yo… que no podría… —se apresuró a aclarar
Boris, mientras cubría con su mano la mano de Noah.
—Lo sé, pero quiero… quiero dejar de sentir miedo, yo sé
que tú puedes… que eres capaz de… ayudarme.
Boris se quedó quieto, estudiando al chico que tenía frente a
él, con la mirada temerosa y temblando ligeramente, el sentimiento
de querer ayudarlo, de lograr curar en algo por lo menos sus heri-
das, se volvió a manifestar.
—Necesito dejar de sentirme atemorizado —continuó Noah
en voz baja—, dejar de temblar cada vez que veo a un chico que me
gusta o que deseo… —negó con la cabeza—… ni siquiera sé bien
ya lo que es desear a alguien o… Sólo puedo ver esas imágenes en
mi cabeza, y quiero dejar de hacerlo. Quiero que me ayudes a que
deje de verlas, de recordar…
—¿Estás seguro? —preguntó Boris un poco más convencido.
—Quiero hacerlo —declaró Noah, dando un paso más hacia
Boris—, pero…
—Ven —susurró Boris tomando la mano del chico y guián-
dolo lentamente hacia la habitación—, estará bien, haremos sólo lo
que tú quieras… cuanto tú quieras.
Noah asintió con lentitud, dejándose llevar hasta la cama, se
sentó sobre ella y Boris se arrodilló delante de él, mirándolo evalua-
tivamente.
—Boris… —murmuró, el temor imponiéndose nuevamen-
te, esas imágenes dando vueltas en su cabeza una vez más.

554
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

—Dime cuándo quieras que me detenga… haré lo que pidas


—dijo Boris acariciándole los hombros lentamente, fue conciente
del temblor en el cuerpo del chico, y se quedó quieto un instante.
—No… no te detengas —pidió Noah en voz baja, cerrando
los ojos y tratando de relajarse, de concentrarse sólo en la suavidad
de las caricias de Boris.
—Eres muy lindo —le alabó, antes de inclinarse lentamente
hacia él; sus labios depositaron un suave beso en la comisura de los
labios de Noah, y se sintió temeroso por el temblor que se mante-
nía en el cuerpo del chico.
—Hace mucho que no… —repitió Noah con voz rasposa,
abriendo los ojos.
—Lo sé —tranquilizó Boris, apartándose un poco para verlo
a los ojos.
—¿Podrías abrazarme? —pidió Noah.
Boris no se hizo de rogar, y pronto rodeó con sus brazos el
cuerpo del chico, con cuidado, sin apretarlo demasiado; escuchó el
suspiro ahogado de Noah, y se quedó quieto por un instante, antes
de girar el rostro lo suficiente para tener al alcance la caliente piel
del cuello, con cariño casi reverencial depositó un suave beso allí,
sintió a Noah removerse un poco, pero éste no lo soltó, así que
continuó depositando besos en ese lugar, lentamente, mientras sus
brazos acariciaban la espalda con lentitud, tratando de relajarlo.
—Boris —gimió quedamente Noah, antes de apartarse un
poco e inclinarse, siendo él quien iniciase esta vez el beso, lenta-
mente, con calma, tratando de alejar los temores, los recuerdos de
aquellas imágenes que habían sido impuestas en su cabeza mucho
tiempo atrás, en la clínica, aquellas que hablaban de horror y dolor,
aquellas que asociaba con la tortura que le esperaría por el simple
deseo de estar con un chico.

555
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Boris no se apartó de él, y con delicadeza, sin dejar de besar


sus labios, lo fue empujando hacia la cama, hasta que lo tuvo com-
pletamente tendido sobre ella.
—Si quieres ser tú el que…
—Así está bien —exhaló Noah, acariciando con temor los
brazos desnudos de Boris, y tratando de recordar que el sentir el
peso de un cuerpo sobre el suyo de esa manera, era agradable y ex-
citante.
Boris asintió y volvió a besarlo, acomodándose sobre él, y
tratando de no ir muy rápido.
Con sus manos levantó la camiseta un poco, y acarició el
plano abdomen, mientras sus labios ahora repartían besos sobre las
mejillas, sintió el cuerpo de Noah tensarse conforme sus manos ba-
jaban más y más, y se detuvo cuando Noah emitió un pequeño chi-
llido, girando el rostro.
—Lo siento —jadeó Noah avergonzado, pero sin soltarse de
los brazos de Boris.
—Está bien… tal vez aún no estés listo… tal vez esta no es la
forma —suspiró Boris con paciencia.
—¡Soy tan débil! —se reprochó Noah en voz alta, girando el
rostro para encarar a Boris nuevamente.
—Por supuesto que no lo eres —recriminó Boris, inclinán-
dose para darle un beso más en los labios—, eres muy valiente —
continuó repartiendo besos lentos sobre la barbilla y el cuello, de-
jando sus manos quietas por el momento.
—Sigue —pidió Noah en un murmullo.
Boris no dijo nada más, y continuó con los besos lentos, vol-
viendo a sus labios, sus manos abandonaron la camiseta y subieron
hasta el cabello largo y castaño, acariciándolo con lentitud mientras
sentía el cuerpo de Noah relajándose más y más a cada instante.

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LIBRO V|Familia
[4] El enlace

Noah suspiró empezando a sentir aquel deseo que pensaba


perdido, y apretó un poco más las manos en torno a los brazos de
Boris; el inicio de su erección dio un pequeño salto cuando las ca-
deras del otro chico se acomodaron mejor sobre las suyas, y no pu-
do evitar el pequeño gemido que escapó.
Boris sonrió suavemente, contento de poder lograr apartar
los temores de Noah, y repitió el pequeño movimiento con sus ca-
deras, siendo recompensado con un gemido más, mientras la pre-
sión en sus brazos se iba haciendo más fuerte.
Levantó las caderas un poco más, tratando de lograr mayor
contacto con aquella dureza, sus manos fueron hacia la espalda,
acercándolo aún más a su cuerpo, acariciando la suave piel y dejan-
do caer la cabeza a un lado, las imágenes de terror que daban vueltas
en su cabeza se fueron alejando mientras esos labios, esta vez un
poco más rudos, marcaban su piel y mandaban destellos de placer
hacia el resto de su cuerpo.
—¿Quieres que te toque? —susurró Boris, sus manos bajan-
do ahora por los hombros y deteniéndose allí, hasta obtener la auto-
rización del chico.
—Ajá —jadeó Noah bajando una de sus manos por la espal-
da de Boris hasta llegar a la inclinación de las nalgas y acunando
una, primero con algo de temor y luego con más fuerza, empuján-
dola contra su cuerpo y gimiendo nuevamente.
Boris continuó con sus besos en el cuello y la mandíbula del
chico mientras una de sus manos serpenteaba lentamente por el pe-
cho, aún cubierto por la camiseta, y llegaba hasta la cinturilla del
pantalón; con algo de temor bajó un poco más, hasta tocar la dura
erección del chico, y presionarla sobre la tela del pantalón.
—Dios… —gimoteó Noah levantando las caderas nueva-
mente—, eso se siente bien.

557
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Tú te sientes muy bien —le respondió Boris, acariciando


la erección sobre la suave tela y empujándose suavemente sobre su
pierna, tratando de encontrar también algo de alivio.
—Sí… un poco más… un poco más rápido —pidió dejando
caer la cabeza a un lado, y mordiéndose un labio por la intensidad
de aquellas sensaciones que pensó no sentiría más en la vida.
—Eres bello —continuó Boris mientras su mano subía y ba-
jaba, sintió la humedad en la tela del pantalón y entonces se animó a
meter la mano dentro de ellos, rozando con la punta de los dedos la
redondeada y húmeda cabeza.
—¡Boris! —gimió Noah un poco más fuerte, Boris, compla-
cido, metió la mano completamente, y se hizo del caliente y pulsan-
te miembro.
—Sí… déjate llevar —le pidió mientras se inclinaba y besaba
la piel expuesta de su cuello, Noah agitaba las caderas contra su pu-
ño, que se sentía incómodo por la presión de los pantalones y la po-
sición, pero no se animó a pedirle que se quitara la ropa o que hi-
ciera nada más, no quería forzarlo a nada o apresurarlo.
—Ah… Yo… ¡Merlín! —gimoteó, mientras con una mano
sujetaba la sábana y con la otra la espalda de Boris, aferrándose a él
mientras sus caderas empezaban a perder el control.
—Sí… Noah, sí —le animó Boris poniendo más empeño en
su labor, y sintiendo cómo el miembro del chico se iba poniendo
más y más duro.
—Oh… yo no… —Noah se agitó, sintiendo aquel placer
que pensaba olvidado trepando por sus testículos e inundando su
cuerpo, soltó un pequeño gemido mientras sentía cómo su propia
semilla manchaba su camiseta y sus pantalones, y hundió su cabeza
en el cuello de Boris, que se había abrazado a él con más fuerza,
sosteniéndolo.

558
LIBRO V|Familia
[4] El enlace

Boris le dio un par de besos más en la mejilla mientras sentía


el cuerpo del chico dejar de estremecerse y relajarse completamen-
te.
—Dios… lo lamento —suspiró Noah, verdaderamente lo
lamentaba, su actuación había sido patética. ¡Ni siquiera se había
podido quitar la ropa!
—No tienes nada que lamentar, deja de estar disculpándote
por todo —respondió Boris sonriente, antes de darle un beso en la
frente y apartarse para dejarse caer pesadamente a un lado, tratando
de no pensar en su erección, aún presente.
—Por supuesto que sí —contradijo Noah—, ni siquiera
has… ya sabes.
—Oh, bueno… lo importante es que tú estás bien —res-
pondió Boris, realmente no se sentía frustrado ni mucho menos,
sino contento de haber hecho que Noah avanzara un paso.
—Yo podría… —sugirió Noah con voz lenta—, sí quieres
puedo…
—Sólo si realmente quieres —masculló Boris, cuando la
mano de Noah se coló bajo su pantalón y se hizo de su erección.
—Creo que… no estoy listo para mucho más, pero puedo
devolverte el favor —sonrió antes de darle un beso en los labios
mientras su mano comenzaba a moverse con rapidez dentro de los
pantalones, subiendo y bajando sobre la húmeda erección; el or-
gasmo le había dejado una sensación de paz y tranquilidad que no
sentía desde hacía demasiado tiempo, incrementando su seguridad
en que todo mejoraría, en que sería capaz de ser como antes.
—Mmm… sí… eso está bien —gimió Boris levantando las
caderas rápidamente, para encontrarse con el puño de Noah y con
una mano acariciando su cabello y su mejilla.

559
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Noah no respondió, se inclinó y lo volvió a besar, está vez


con mucho más entusiasmo, hasta que su mano logró hacer que
Boris eyaculara con un sonoro gemido.
—Vaya… —suspiró Boris con una sonrisa en los labios una
vez que los espasmos por su orgasmo terminaron—, creo que…
—Gracias —interrumpió Noah dándole un último beso en
los labios, antes de dejarse caer sobre la cama.
Boris le dio una mirada confusa y luego negó con la cabeza.
—No seas tonto, no me des las gracias.
La sonrisa de Noah se amplió un poco más, pese a lo mojado
y frío que se sentía por sus ropas manchadas.
—Haré un hechizo de limpieza —anunció Boris mientras
tomaba la varita de la mesa de noche y la agitaba sobre ambos,
Noah se arqueó un poco y suspiró contento.
—Si quieres que… —empezó a decir, sentándose y pensando
en que tal vez ahora Boris necesitaba que lo dejara solo.
—No… es decir, si quieres te puedes quedar aquí, no hay
problema.
—Yo… —Noah se removió un poco incómodo—, me gusta-
ría…
—Ven —llamó Boris, jalándolo y acomodándolo entre sus
brazos.
—Buenas noches —prácticamente ronroneó Noah, reme-
morando que dormir abrazado a alguien también era algo que ex-
trañaba.
—Sí, buenas noches —respondió Boris cerrando los ojos y
haciendo que las antorchas se apagaran por completo; no fue sino
hasta unos minutos después que recordó que Noah no podía estar a
oscuras, sin embargo, el chico parecía demasiado relajado en sus
brazos, y no había protestado, así que no se animó a hacer ningún
movimiento y cerró los ojos, dejándose llevar por el sueño también.

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

5
La vergüenza de los Weasley

“Lo que se siembra, se recoge.”


Gálatas, La Biblia

Londres, 17 de marzo de 2005

D
raco vio la hora en el reloj de pared que tenía en su
laboratorio privado, suspiró suavemente y miró ha-
cia el caldero, donde la poción, ahora dorada, her-
vía, dejando salir un vapor con un olor muy dulce.
Eran cerca de las nueve de la noche y había por fin —luego
de dos semanas en que había buscado tiempo de donde no tenía—
podido terminar con su preparación. Dudó por un instante, antes
de vaciarla en varios pequeños frascos, y guardarlos en el interior de
su túnica. Con un fluido movimiento de varita limpió los calderos
que había usado, guardó los restos de ingredientes y salió de su la-
boratorio. Tal como tenía por costumbre, recorrió toda la fábrica,
ahora a oscuras, pero con los calderos llenos y una gran cantidad de
pociones listas para entregar; meditó acerca de que Tyrone estaba
haciendo un muy buen trabajo al organizar las filas de producción,
y que tal vez sería buena idea darle un aumento, tendría que con-
versarlo con Gael. En el fondo de la sala de envasado vio la cajas de

561
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

perfumes listas, y recordó que al día siguiente tendría una confe-


rencia vía flú con unos inversionistas franceses, más interesados en
las fórmulas de pociones y productos de belleza de Gael, se le vinie-
ron entonces a la cabeza unas cuantas ideas más y subió nuevamen-
te hasta las oficinas del tercer piso para hacer unas anotaciones de
último momento en el pergamino que tenia listo para esa negocia-
ción. Y luego de pasarse por la oficina de Gael, quien se quedaría
hasta tarde trabajando en una fórmula nueva, para decirle que ya se
iba, llegó a casa.
La sala estaba con las luces encendidas y escuchaba voces en
la cocina, no recordaba que Harry le hubiera comentado que ten-
dría invitados. Decidió pasar de largo hasta la habitación para es-
conder las pociones que había traído. Las guardó en su gaveta del
baño con una leve expectación bailando en su pecho; llevaba mu-
chos días preguntándose qué hacer con ellas, qué decir, cómo decir-
lo y explicarlo, pero aún no hallaba la forma, tal vez no estaba tan
listo como había creído que lo estaría.
Cuando llegó a la cocina, las voces habían subido un poco el
tono, parecía casi que estaban discutiendo.
—Hola —dijo anunciando su llegada e interrumpiendo la
discusión, Harry levantó el rostro hacia él y sonrió.
—Hola… no me había dado cuenta de la hora…
—¿Cómo están? —preguntó hacia Aarón, Noah y Boris, que
eran los que estaban allí, los tres parecían un tanto enfadados y ape-
nas hicieron un leve asentimiento con la cabeza mientras Draco pa-
saba hasta el lugar en el que Harry estaba, dándole un suave beso en
los labios antes de sentarse junto a él.
—Decidiendo —informó Boris.
—No hay nada que decidir, en realidad —comentó Aarón
con los brazos cruzados.

562
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Claro que lo hay, no creo que sea correcto que lo hagamos


a la ligera —protestó Boris.
—¿A la ligera? Llevamos tres meses trabajando en esto, no es
a la ligera —rebatió Aarón.
—Una investigación puede tardar años, Aarón, no vamos a
echar a perder todo lo que Harry ha averiguado por proceder con
premura en este asunto tan delicado.
—Pero si no nos apresuramos, ellos pueden escapar… —
masculló Noah hacia Harry y Draco.
—Boris —suspiró Harry, Draco pudo ver el cansancio que
reflejaba su voz, se preguntó cuánto tiempo más habrían estado ha-
blando sobre el asunto—, tenemos a los aurores, tenemos la defensa
legal y la ubicación de la clínica, si no nos damos prisa, se van a
marchar, las cosas no van bien para ellos, y la idea es encontrarlos
allí mismo, no iniciar una cacería por todo el país, o peor aún, por
el continente.
—¿Encontraste la clínica? —prácticamente chilló Draco ha-
cia Harry, recién cayendo en cuenta de eso, que era lo único que los
detenía de poner la denuncia formal sobre el caso.
—Ajá, esta mañana, luego de que te fuiste, ¿recuerdas que
había encontrado el rastro de una chica: Amy Buckminster?
—¿Lograste seguirla?
—Eh… sí, más o menos eso hice —Draco supo, en el instan-
te en que la mirada de Harry se desvió, que estaba mintiendo, frun-
ció el ceño y luego miró hacia los demás, parecían no saber tampo-
co la verdad.
—Y la clínica se está cayendo a pedazos por los pocos pacien-
tes que les quedan, es el momento de actuar —se manifestó Aarón
nuevamente.
—Cierto —apoyó Harry, sintió la mano de Draco sobre la
suya bajo la mesa y un leve apretón, sabía que su esposo trataba de

563
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

llamar su atención, pero no se animó a mirarlo, y continuó hablan-


do—. Jens Dress 9 me ha dicho que para mañana en la tarde pode-
mos tener a un grupo de aurores, es sólo cuestión de coordina-
ción…
—Yo aún no estoy seguro —masculló Noah, Draco notó lo
incómodo que lucía.
—¿Por qué? No entiendo, Noah; tú más que nadie debe
querer que esto termine…
—Ya, pero…
—Debe ir a reconocer el lugar, será en principio la acusación
de Noah, y para eso necesitamos llevarlo y que testifique delante de
los aurores, que se trata de la chica Weasley y del lugar… —explicó
Boris mirando hacia Noah con cierta pena.
—Ah…
—Y lo podrá hacer, ¡debe hacerlo! —bramó Aarón, Draco
evitó soltar una pequeña risita, Aarón siempre se ponía a la defensi-
va cuando Boris mostraba sobreprotección hacia Noah, sobre todo
porque Noah se estaba quedando en casa de Boris desde que Aarón
había tenido que ir a Italia.
—No está listo para hacerlo, lo estás presionando.
—Oh… no me digas —replicó con sarcasmo Aarón—; ¿y
acaso tú no lo presionas?
—Tú no tienes ningún derecho…
—Chicos —interrumpió Harry la respuesta de Boris—
vamos, ¿por qué no dejan que Noah lo piense un poco? —pidió,
viendo el sonrojo y la incomodidad de Noah.
—Eso también es presionarlo, Harry —se quejó Boris.

9
Jens Dress, Auror experta en transformaciones, metamorfa y además especialista en trabajar en
misiones donde se requería un auror infiltrado, conoce a Harry durante la última misión de éste
en el departamento de aurores.

564
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—No… estoy bien —comentó Noah en voz baja, pese a to-


do.
—Ya. Todos fuera, dejen a Noah solo un momento, que lo
piense y que nos lo diga —ordenó Draco, mientras se ponía de pie
y le daba a Noah una mirada de apoyo, su relación con él en las úl-
timas semanas había mejorado bastante, incluso Noah le había con-
tado lo que pasaba con Boris, aunque él no estaba muy seguro de
apoyarlo con eso.
—Sí… eso es… —Noah suspiró y negó con la cabeza—, pre-
fiero hablar un momento con Draco, si no les molesta —lo último
lo dijo mirando hacia Harry, quien asintió suavemente, poniéndose
en pie e indicándole a los otros dos hombres que salieran.
Harry cerró la puerta de la cocina, quedando en el pasillo
junto a Aarón y Boris, cada uno de ellos mirando hacia un punto
diferente y con los brazos cruzados. Se preguntó si él mismo lucía
así de infantil cuando peleaba con Draco.
Encendió un cigarro y caminó de un lado a otro del pasillo,
mientras esperaban, le sorprendía la forma como Noah podía ha-
blar con Draco, después de todo lo que había pasado antes, de lo
mal que se habían llevado, que de pronto se hicieran amigos era
realmente extraño.
—No deberías estar haciendo esto —dijo de pronto Aarón
hacia Boris, su voz sonaba cansada y triste; Harry le dio una mirada
de reojo, meditando en si era mejor idea alejarse un poco del pasillo
también.
—Y tú no deberías estarte metiendo en lo que hago —res-
pondió Boris con voz gélida—. No tienes ni voz ni voto en mi vida.
—Boris…
Harry se dio la vuelta y caminó hacia el salón, tratando de
alejarse de aquella íntima conversación, pero no llegó muy lejos,
pues la puerta de la cocina se abrió en ese momento.

565
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

—Cuando salía con Harry —empezó a hablar Noah con voz


calmada delante de Draco—, Ron no parecía muy contento, Her-
mione decía que todavía tenía problemas con eso de aceptar que
Harry estaba con otros chicos, sin embargo, nunca me trató mal, ni
me hizo ningún desplante…
—Que suerte la tuya —replicó Draco sarcásticamente, pese a
que durante el tiempo que llevaban de investigación, su relación
con Noah había mejorado notablemente, nunca habían tocado el
tema de Harry y el anterior noviazgo, pensaba que era un tema de-
masiado delicado de tratar.
—Sí… algo sé de que no se llevaban muy bien en la escue-
la… pero lo que quiero decir es que siento que… ¿no te parece que
deberíamos decírselo, poner a su familia en alerta?
—Pues… —Draco recordó la cena a la que había asistido la
semana anterior, donde Fred y Bill, junto a sus esposas habían esta-
do presentes, la forma como trataban de hacerlo encajar, de ser
amables y empezar a aceptarlo por la felicidad de Harry. ¿Realmente
se sentirían defraudados por ocultarles algo así? Sin embargo…—...
¿Qué pasa si es que ellos la ponen en alerta y malogran todo el
plan?
—Es por eso que necesito tu ayuda, sólo aceptaré ir si me
prometes que te encargarás de que en el momento en que todo esté
pasando, encontrarás la forma de hacérselos saber, de que estén lis-
tos para lo que vendrá…
Draco se mordió el labio inferior un poco, cosa que hacía
siempre que tenía que tomar algún tipo de decisión importante.
—¿Por qué yo y no Harry?

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Por la misma razón que te busqué a ti en primer lugar…


Harry sentía algo de cariño por esa chica, fue su novia, tú mismo
me lo contaste… le será más difícil hacerlo; en cambio, sé que tú
puedes hacerlo.
—Empiezo a creer que me consideras alguien sin sentimien-
tos —se quejó Draco, mirándolo enfadado y tratando de no recor-
dar a Ginny como la exnovia de su ahora esposo. Toda aquella si-
tuación, debía reconocer, era bizarra, planeando con el exnovio
atrapar a la exnovia… ah… mientras menos lo pensara sería mejor, con-
cluyó.
—Creo que eres alguien muy particular —respondió Noah
sin enojarse.
—¿Si te lo prometo, irás mañana?
—Sí… pero no se lo digas a nadie, no quiero escuchar más
peleas, Aarón y Boris me tienen harto con eso de andar discutiendo
todo el tiempo, no quiero que Harry empiece a protestar también.
—Lo de Boris y Aarón es algo en lo que tú tienes un poco de
culpa.
—Yo no los hice separarse —se defendió rápidamente
Noah—. Además, cuando esto termine, me marcharé.
—¿Qué pasará con Boris? —preguntó Draco un poco preo-
cupado—. ¿Está al tanto de eso?
—Por supuesto que lo está; es más, algunas de las cosas que
he decidido hacer fueron ideas suyas… —Noah suspiró profunda-
mente y miró hacia la puerta cerrada—. No se necesita ser un genio
para saber qué es lo que pasará entre Boris y Aarón, es cuestión de
tiempo.
—Lo lamento, te dije que…
—No tienes que lamentarlo, yo estoy bien con esto, es decir,
Boris es alguien muy especial, y le tengo cariño, como él me lo tie-
ne a mí, pero nada más está pasando… ambos sabemos que es así.

567
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Yo no creo que sea así de fácil.


—Lo es, en verdad —le tranquilizó Noah con una sonrisa—,
además, estoy cada día más seguro de que Aarón conseguirá volver
con él.
Draco negó con la cabeza, pero no agregó más nada, no que-
ría opinar al respeto, cierto era que en un principio había estado de
acuerdo en que Aarón no era bueno para Boris, y que era correcto
que estuvieran separados, pero viendo lo mal que se verían el uno
sin el otro, empezaba a creer que era incorrecto que no fueran más
pareja.
—Bien, entonces… yo me encargo de hacer que los Weasley
lo sepan por un medio diferente a la prensa, y tú ve y de una vez
por todas termina con esto.
—Es lo que más quiero, aunque no parezca, lo es —afirmó
Noah poniéndose en pie y caminando hacia la salida, en cuanto
abrió la puerta, ante la mirada algo sorprendida de los otros tres
hombres, asintió:
—Lo haremos mañana.

–|– 

—No te hagas —murmuró Draco suavemente, mientras re-


partía pequeños besos sobre el cuello y la clavícula del cuerpo des-
nudo de Harry, ambos estaban sobre la cama.
—No… no sé de que hablas.
—Sí que lo sabes —respondió Draco, separando con sus
piernas un poco más las de Harry para acomodarse entre ellas, sus
labios fueron bajando poco a poco por el pecho—, me refiero a qué
fue lo que hiciste para que esa chica te mostrara la clínica.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—¿Te parece que este es precisamente el… —Harry jadeó y


se arqueó al sentir una de sus tetillas siendo aprisionada por los
dientes de Draco—… el momento de…?
—¿Hablar de esto? —preguntó Draco, elevando la cabeza un
poco para ver a Harry, con los ojos cerrados, las mejillas sonrojadas,
y una fina capa de sudor cubriéndolo.
—Ajá…
—Sí… —se levantó un poco más, apoyando las manos en el
colchón, y apartándose de Harry, que abrió los ojos con sorpresa—,
pero entonces me puedo detener para escucharte.
—¿Qué? —Harry se removió un poco, empujando sus cade-
ras hacia arriba, pero el cuerpo de Draco estaba demasiado lejos pa-
ra siquiera rozarlo un poco—. Vamos…
—Vamos tú, dímelo, tienes toda la carita de culpable, así que
empieza a hablar.
Harry había evitado el tema durante la cena, y pensó que lo
podrían dejar pasar, pero al parecer, Draco no olvidaba con rapidez,
y no lo dejaría en paz hasta que confesara.
—Puede ser que haya tomado una poción multijugos…
—Multijugos —repitió Draco, no recordaba haberle dado
ninguna multijugos, y además, Harry solamente tomaba las pocio-
nes que él hacía.
—Pero la tomé de tu laboratorio.
—Vaya, que alivio —respondió Draco sarcásticamente mien-
tras se sentaba sobre la cama, listo para escuchar la historia de Ha-
rry.
—¿No podría contártelo después…? —Harry también, muy
a su pesar, se sentó en la cama y le dio un beso en los labios, uno
que Draco respondió con bastante entusiasmo, antes de apartarse
suavemente de él.
—No, no podrías.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Eres malo, cruel y despiadado.


—Y así me amas, cariño —respondió Draco dándole una
palmada en la pierna—, así que empieza a hablar.
—Bien, bien —suspiró Harry ya rendido, se dejó caer hacia
atrás, hasta que su espalda estuvo acomodada en un grupo de al-
mohadas, y miró a Draco.
—No es la gran cosa, ¿sabes? No he hecho nada malo tam-
poco… o bueno, si consideramos lo que han hecho ellos…
—Dime que no usaste una imperdonable —le interrumpió
Draco, Harry se sonrojó un poco más y Draco negó con la cabeza.
Durante la Academia de Aurores Harry había practicado las imper-
donables, aunque le había contado que ya antes, durante la guerra
las había usado, y a Draco no le había gustado mucho enterarse de
aquello, desde que la guerra había terminado había manifestado una
clara negación hacia la magia oscura, y sabía que Harry, en algunos
momentos de las misiones, había hecho uso de ellas justificada-
mente, pero igual no le gustaban. Luego de que Harry dejara de ser
auror había dejado también de usarlas, aunque ahora lo había vuelto
a hacer.
—Fue un imperius, no una de tortura —se defendió Harry,
aún azorado—; y ella no me reconocerá por la multijugos, y usé la
varita de repuesto… nadie podrá rastrearla además.
—Continúa —pidió Draco con los brazos cruzados.
—De acuerdo… había visto a Buckminster en las afueras de
un restaurante en Yorkshire el otro día, como ya te había contado —
Draco asintió, dándole a entender que recordaba eso—, y bueno,
esta vez estaba desayunando en la cafetería, así que decidí sentarme
en su mesa… ya sabes, iniciar una conversación, y luego… sólo le
lancé el imperius, fue muy simple en realidad, me llevó hasta su casa
y luego hacia la clínica, no fue muy difícil sacarle la información, y
averigüé que por ejemplo ese chico, Caleb, había sido amante de

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

Ginny, y que al parecer Tony lo había matado por dejar ir a Noah,


eso no se lo he dicho a Noah todavía, se sentiría culpable…
—En algún momento lo sabrá —meditó Draco en voz alta,
esperando que esa noticia no afectara tanto al chico.
—Lo sé… como sea, obtuve más nombres y que finalmente
me llevara a la clínica, con la coartada de que era el hermano mayor
de un chico gay, y que estaba sopesando el internarlo para poder cu-
rarlo, fue bastante simple, recorrí casi todo el lugar, aunque, como
habían otros allí, no me arriesgue a que me mostrara por ejemplo el
lugar donde se quedaban los pacientes, ni a las oficinas principales,
pero tengo la ubicación, incluso sé cuántos magos de seguridad es-
tán allí…
—¿Coqueteaste con ella? Para acercártele en la cafetería, ¿co-
queteaste con ella? —preguntó Draco con el ceño fruncido.
—Vamos…
—¿No me responderás?
—Eso no es lo importante, sino que ya sé todo sobre ese lu-
gar, y que mañana podremos entrar y sacar a los que estén allí, que
nos servirán de testigos, y además, detenerlos por lo que le hicieron
a Noah y hacerlos confesar los ataques y…
—Los aurores se encargaran de eso, Harry, no tú.
—¡Pero iremos! Y los haremos hablar.
—Iremos, sí, pero los interrogatorios ya no serán cosa tuya,
sino de ellos.
—¿Iremos?
—Claro…
—No creo que sea buena idea que…
—¿No es buena idea? ¿Piensas dejarme fuera?
—Es peligroso y…
—Tú coqueteaste con esa mujer, yo puedo ir si quiero.
—Draco, eso es distinto, era por la misión y…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y esto es por mí, quiero ir y ver, verla…


—¿Por qué? —preguntó Harry frunciendo el ceño y acer-
cándose a Draco.
—Porque sí.
—Draco…
Harry se acercó un poco más a él y le dio su típica mirada de
«Sé que tienes algo que confesar». Aquella mirada que siempre lo-
graba desarmar a Draco.
—De acuerdo —suspiró Draco luego de un momento más
de meditarlo—. ¿Recuerdas el colegio? ¿El último año, los letreros?
—Ajá…
—Fue ella.
—¿Qué? ¿Quién?
—Que fue ella, la comadrejita junior —repitió Draco, acer-
cándose también un poco más a Harry y confesando lo que había
guardado durante muchos años, ni siquiera cuando Noah había
aparecido y la había delatado se había animado a confesárselo a Ha-
rry—. Ella, junto con Amy Buckminster y otros tantos, de haber
sabido que sus ataques desencadenarían en algo tan horrible como
esto, los hubiera delatado, pero entonces no sabía, y no quería tener
más problemas, pero ahora… ahora quiero verlos, Harry.
—Draco… ¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Ya conoces esa respuesta.
—De haberlo sabido… te juro que…
—Lo sé… y por eso nunca te lo dije, ni después de tantos
años… creo que si Noah no hubiera vuelto, sería algo que nunca
hubieras sabido…
—No es bueno guardarse los secretos así —le reprochó Ha-
rry suavemente, aunque lo comprendía.
—Pero no era algo que recordara o me atormentara, cuando
terminé la escuela y me marché, deje allí todo lo que había pasado,

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

los insultos, los ataques, los letreros, simplemente dejé de pensar en


ello sin más.
—Te entiendo —Harry asintió pensativo—. Pero no quiero
que vayas, que te arriesgues, no sabemos si intentarán algo o sí…
—Puede que no quieras, pero igual iré, no es un tema de
discusión.
Harry se quedó en silencio un rato más, acariciando con sus
manos los brazos de Draco, que se sentía ahora tenso y alerta, hasta
que finalmente, convencido de que si había algo que no podía hacer
era convencer a Draco de que desistiera de alguna idea una vez que
se le metía en la cabeza, asintió.

–|– 

Yorkshire, 18 de marzo de 2005

—Ya no tenemos oro —informó Ginny entrando a la oficina


de Tony, sin siquiera tocar la puerta, el hombre estaba fumando un
cigarrillo y mirando a través de la ventana hacia el pequeño bosque
que escondía la clínica.
—Gracias querida, me encanta que traigas siempre tan bue-
nas noticias.
—¿Quieres tomártelo en serio? —protestó Ginny, tirando el
grupo de pergaminos sobre el escritorio—. Te lo vengo diciendo
desde hace meses y ahora no tenemos ni siquiera para cubrir los
gastos del mes.
—Amy trajo a un tipo ayer… tal vez pueda dejar a su her-
mano aquí y pagar una buena cantidad.
—¿A un tipo? —Ginny frunció el ceño y negó con la cabe-
za—, como sea, un paciente no nos va solucionar esto, tenemos aún

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

unos cuantos aquí y pronto no tendremos para las pociones, ni si-


quiera para siquiera sus alimentos.
—Ellos no se alimentan —objetó Tony, y Ginny cruzó los
brazos, sintiéndose más rabiosa todavía.
—Esto ha terminado —dijo con voz firme—, la clínica, tú y
yo, el movimiento, todo… no hay más que hacer, estamos realmen-
te jodidos, por todos lados, con las nuevas leyes y con la campaña
pro gay que anda publicitando Bonaccord no hay quién se quiera
meter a ayudarnos…
—Eso es porque tienen a Potter con ellos.
—También tienen a Malfoy, y aún así los apoyan, acéptalo,
Tony, hemos perdido.
—¡No hemos perdido nada, mujer! —bramó poniéndose en
pie—. Tenemos los expedientes, podemos buscar a esas familias y
exigirles, a cambio del bien que les hicimos, algo de oro para salir
de este bache.
Ginny bufó.
—¿Chantajes? ¿Tan bajo caeremos?
—¿No te parece que hemos caído lo suficientemente bajo
ya? Pronto ni si quiera este lugar será nuestro, ¿qué más podemos
hacer? ¿Sentarnos a llorar y decir «Oh, todo ha acabado»?
—Eres un idiota, yo sólo quería darte ideas, porque por lo
que a mí respecta no pienso quedarme más tiempo, ya he tenido
bastante.
—Estás muy equivocada si piensas marcharte, eso no es una
opción.
—¿Y qué harás? ¿Obligarme?
—Sabes perfectamente… —empezó a hablar con voz ame-
nazante mientras se acercaba a Ginny, pero no pudo terminar, la
puerta abriéndose de golpe los hizo sobresaltar a ambos:

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Jefe —jadeó Baddock entrando a la habitación—, tenemos


problemas.
—El problema lo tendrás tú por entrar así, ¿cuántas veces te
he dicho…? —empezó a increpar Tony, pero Baddock lo interrum-
pió.
—Hay aurores, están por todos lados… rodeando el edificio,
y entrarán.
—¿Qué quieres decir con aurores? No pueden entrar —
chilló Ginny mirando por la ventana para ver si localizaba a alguno,
pero el paisaje parecía similar a lo acostumbrado.
—Tienen hechizos de camuflaje, están quebrando los hechi-
zos de seguridad y…
—Pues bájalos y desaparezcamos, no será muy difícil —
interrumpió Tony, tomando unos cuantos pergaminos entre las
manos y mirando alrededor, así desaparecieran sabía que casi toda la
evidencia de la clínica y la MACH sería suficiente para condenarlos.
—No se puede, tienen hechizos antidesaparición, es lo pri-
mero que aplican, por eso los descubrí.
—¡Mierda! —gritó Ginny pateando el suelo con rabia antes
de sacar la varita de la túnica—. Debemos defendernos, o mejor
aún, huir…
—No sé si se pueda…
—Quema todo lo que puedas —ordenó de pronto Tony—.
Ellos no tienen una orden, ni una excusa para entrar, suban y que-
men todo y yo…
Se interrumpió por el claro sonido de las puertas principales
cayendo. Los tres se miraron con pánico un segundo antes de abrir
la puerta y empezar a correr por los pasillos en direcciones distintas.

–|– 

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La puerta cayó con un golpe sordo, una mujer, de unos cua-


renta años y con cara de pocos amigos, gritó y se tiró hacia el piso,
escondiéndose tras el modulo de recepción.
—Aurores del Ministerio Inglés —informó con voz firme
Jens Dress, encabezando la gran comitiva.
—Nosotros no hemos hecho nada —gritó la mujer desde
detrás de la recepción.
—Claro, señora, por eso no abren las puertas cuando se les
llama —respondió Dress con cierta burla en la voz—. Ahora, si me
hace el favor de ponerse en pie…
La mujer se quedó en silencio un instante antes de finalmen-
te levantarse, con las manos alzadas.
—No hemos hecho nada… yo sólo trabajo aquí, no sé nada
de nada.
—Por lo pronto quédese allí quietecita, ya veremos luego
qué ha hecho y qué no ha hecho—le respondió la mujer antes de
girarse hacia su grupo de aurores, y con un par de señales indicarles
que cubrieran ambos lados del pasillo.
En el centro, Noah, resguardado por Boris y Draco, miraba
hacia todos lados; al techo, las paredes, los pasillos y el piso, con
miedo, Draco podía apostar que hasta pánico. Cuando puso una
mano sobre su hombro lo sintió temblar ligeramente.
—Tranquilo —le tranquilizó Boris con voz melodiosa, y
desde el otro lado del grupo Aarón bufó.
—Muy bien, señores —dijo con voz firme Jens Dress—, ne-
cesitamos que confirmen que este es el lugar, ¿señor Garth?
Noah pareció salir de un sueño, giró hacia la mujer y luego
miró el lugar de nuevo.
—Yo…
—Tómese su tiempo, si necesita recorrer algo más… —le di-
jo la mujer señalando hacia los pasillos, Noah negó rápidamente.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Sí… este es el lugar —confirmó Noah—, aquí fue donde


estuve encerrado…
—¿Confirma que desea presentar una denuncia de secues-
tro? —preguntó en tono profesional la auror, de acuerdo a los pro-
cedimientos.
—Sí, lo confirmo.
—Muy bien, chicos —dijo girándose hacia los demás—. Ya
lo han oído, hay que buscar a los administradores…
Harry observaba en silencio cómo los aurores comenzaban a
dispersarse mientras Dress se acercaba a la mujer y le pedía la varita
y la distribución del lugar, para buscar a todos los que estuvieran
allí.
—Realmente extrañas esto, ¿no? —preguntó Draco, que ha-
bía dejado a Noah con Aarón y Boris y se colocó junto a Harry, que
estaba solo, cerca de uno de los pasillos por donde los aurores desa-
parecían.
—No tanto… —Harry arrugó la nariz, tratando de quitarle
importancia al asunto, pero no engañaba a Draco.
—Nunca te lo pregunté, y sé que no es el momento, pero…
¿No has pensado volver? Ellos no te negarían el retorno.
—Ser auror no es sólo esto, una misión y llegar a casa a ce-
nar, hay mucho más, me gusta la aventura, pero a mi manera, como
lo estoy haciendo ahora —explicó Harry, refiriéndose a los casos
que tomaba, como trabajador privado, para magos que no podían
confiar en el departamento de aurores—, yo pongo mi horario y
mis límites.
Draco inclinó el rostro hacia un lado, tratando de descubrir
si había algún engaño en esa afirmación, algún resentimiento, pero
no pudo encontrarlo. Un chico bastante guapo pasó corriendo a su
lado, y se detuvo en seco al verlos, volviendo hacia ellos.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Harry! —saludó Chris con efusividad mientras estrechaba


su mano con la del moreno.
—Hola… no sabía que estarías aquí —le respondió Harry
sonriendo sinceramente.
—Sí, conseguí que me incluyeran en el grupo de Dress, ya
sabes —se encogió de hombros y miró hacia Draco.
—Hola —saludó Draco observando al chico y la forma como
parecía feliz y encantado de estar allí, recordaba haberlo visto en la
fiesta del cumpleaños de Harry, pero no pensaba que su entusiasmo
fuera un estado natural en él.
—No pensé que estarías aquí también —saludó Chris hacia
Draco extendiendo la mano.
—No me lo perdería… además vinimos a apoyar a Noah —
explicó Draco señalando con la cabeza hacia el chico, que permane-
cía de pie entre Aarón y Boris, con la mirada ausente.
—Me parece bien… es muy valiente de su parte el atesti-
guar…
—Sí que lo es —afirmó Harry.
—Debo irme… arriba, al parecer, están las habitaciones, o
eso es lo que dice la jefa… —Chris avanzó un par de pasos y miró
hacia Harry interrogantemente.
—¿Tú no quieres…?
—¿Subir? —preguntó Harry. Draco notó como su voz sona-
ba entusiasmada.
—Ajá…
—No sé si debería…
—Oh, vamos —pidió Chris.
—¡Hey, Chandler!, que no tenemos toda la noche —llamó la
voz de otro de sus compañeros corriendo hacia el pasillo.
—Anda… será divertido —le animó Draco, empujando un
poco a Harry hacia el frente.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Sí, lo sería —Harry casi corrió hacia Chris, que ya empe-


zaba a correr por el pasillo, y Draco suspiró, Harry parecía contento
de poder participar más activamente.
En el último momento, antes de girar por el pasillo, Harry
volteó hacia atrás y vio a Draco, le sonrió ampliamente y desapare-
ció.

–|– 

Hermione había estado en su oficina en el Ministerio, orde-


nando unos documentos para la defensa de un caso de discrimina-
ción, cuando una lechuza que no pertenecía al Ministerio, pero que
sí conocía muy bien, entró volando por la puerta. Se posó sobre su
escritorio, encima de los pergaminos que explicaban los testimonios
y levantó una pata con aire ceremonial.
—Hola Alba —saludó Hermione con una sonrisa—, es raro
verte por aquí, los chicos no se comunican normalmente así —
siguió comentando mientras desataba un sobre.
En cuanto la lechuza se vio libre de aquel encargo, salió vo-
lando sin esperar siquiera algo de alimento. Hermione frunció el
ceño, conocía la letra de Draco y se le hacía extraño que le escribie-
ra, ya que al día siguiente probablemente se verían.
En cuanto desató la carta encontró un pequeño pergamino
con una nota y un sobre mucho más grueso, sólo que éste último
decía “Ron” y si no se equivocaba, estaba sellado para que sólo Ron
lo pudiera abrir.
Extendió la nota que era para ella sobre el escritorio y leyó:

Hermione,

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Sé que es extraño que les escriba, pero es importante, porque le


prometí a alguien hacerlo, la carta que llegó junto con este sobre es para
Ron, es importante que la abra y la lea en este momento, y, aunque se lo
digo a él, desearía que le contara sobre lo que está en el contenido a los
señores Weasley. Ya sé que esto que te digo es escueto y parece una locu-
ra, pero por favor, si te envíe esto a ti es porque sé que él te necesitará
cuando la lea…
Anda, deja de perder el tiempo y ve a darle el sobre a Ron.

Draco.

Hermione parpadeó confusa, lo último le sonó a una orden,


y de pronto se puso en pie rápidamente, recogió con algunos hechi-
zos los pergaminos en los que había estado trabajando y los metió
todos dentro del maletín que usaba para la oficina, sin siquiera des-
pedirse o avisar a nadie, salió de la oficina con pasos rápidos, apre-
tando en una mano el sobre para Ron y la carta que Draco le había
enviado. Más le valía a Malfoy que no fuera una tontería.

–|– 

Por unos minutos todo había estado parcialmente bien, sabía


que no era necesario que se quedase allí, pero él quería verla, quería
ver cuando se la llevasen detenida, quería ver su rostro, su mirada.
Quería que entendiera quién al final había ganado. Y sabía que no
era adecuado (ni maduro) el albergar tantos deseos de venganza,
tanto rencor, pero no le importaba que fuera o no correcto. Duran-
te los últimos días había pasado mucho tiempo recordando la época
del último año, y era cierto que muchos lo habían estado molestan-

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

do durante ese tiempo, pero era ella quien siempre lograba hacerlo
sentir peor, quien lo había humillado, y ahora, tras seis años, la vida
había dado un tremendo giro de 380 grados. Claro que él ya no era
el Draco Malfoy de antaño, el que tenía suficiente oro para mante-
ner cómodamente a diez generaciones, ni tenía influencias en el
Ministerio para poder hacer lo que le viniese en gana, pero al me-
nos ya no era el pobre maricón exmortífago en libertad vigilada que
se tenía que aguantar las befas e insultos de ella.
Permanecía junto a Aarón, Boris y Noah en silencio, con los
brazos cruzados y mirando hacia ambos pasillos alternativamente, el
sonido de puertas abriéndose y gente caminando los alertó un poco,
todos los aurores habían subido hacia los otros pisos, y allí sólo
quedaban ellos junto con la auror Dress y la recepcionista, que ha-
bía empezado a llorar sonoramente.
Y entonces sucedió, primero fue un rayo, uno rojo que cruzó
cerca de donde ellos estaban, todos por instinto, incluyendo a la re-
cepcionista, se tiraron al piso, mientras empezaban a llegarles más
rayos de ataque. Todo se volvió una locura, escuchó a lo lejos la voz
de Dress clamando por apoyo a sus aurores, que permanecían en la
parte de afuera de la clínica, antes de gritarles a ellos que se arrastra-
ran hasta detrás del módulo.
Los cuatro obedecieron en silencio, arrastrándose por el piso
mientras sentían las maldiciones pasar sobre sus cabezas, pero había
algo raro allí, concluyó Draco, los hechizos no les daban, era un re-
bote de hechizos y más hechizos, pero ninguno parecía acertado, y
eso era algo difícil de creer cuando ellos eran sólo cuatro, y al pare-
cer, los que los atacaban era un gran grupo de magos.
O eso quería que creyeran.
No llegó al módulo, se arriesgó a levantar la mirada, recor-
dando el hechizo de espejo del que Harry le había hablado mucho
tiempo atrás, cuando aún estudiaban, un mago podía disparar un

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y el Fabricante de Pociones 2

solo hechizo y encantarlo para que rebotara por todos lados, fin-
giendo así un gran ataque cuando se trataba de uno solo. O de una
sola, concluyó mirando hacia la gran mata de cabello rojo que corría
por el pasillo, al parecer su intención había sido sólo cruzar el vestí-
bulo, llegar hasta el otro extremo del edificio… pero, ¿por qué?
Sin detenerse a pensar demasiado se puso en pie, los hechi-
zos de ataque falso se habían detenido y todo estaba despejado, es-
cuchó la voz de Noah y de Aarón llamándolo, e incluso la de Dress
ordenándole volver, pero no les hizo caso, ella no iba a escapar. No
podía permitirlo.

–|– 

—Demonios —jadeó Chris llevándose una mano al oído,


Harry, que caminaba junto a él, lo miró con preocupación.
—¿Qué? —preguntó en voz baja, estaban en el tercer piso y
habían hecho parejas para buscar por varias de las habitaciones. El
lugar tenía un hechizo especial puesto que aunque por fuera parecía
una casa bastante grande, por dentro era enorme, llena de puertas,
pasillos y pasadizos.
—Atacaron el primer piso, el vestíbulo —susurró Chris—, la
jefa está pidiendo ayuda…
—No… ¿Los demás siguen allí? —preguntó asustado, algo le
decía que no debía haber dejado solo a Draco.
—Espera… —Chris se pegó a la pared un poco más y esperó.
Harry miró alrededor, un par de parejas más estaban a poca distan-
cia y parecían también inmóviles, como esperando órdenes.
De pronto, las otras parejas se movieron como si nada hubie-
ra pasado.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Este lugar tiene un buen hechizo de silencio, no escucha-


mos nada del ataque de abajo —le comentó Chris mientras le seña-
laba otra puerta para entrar.
—¿Qué pasó?
—Ataque de espejo… nada grave, ya está controlado, sin he-
ridos.
—Ah… —Harry respiró aliviado y se paró detrás de Chris
con la varita en alto, listo para proteger a su amigo, en cuanto abrie-
ron la puerta soltó un jadeo, no era una oficina ni un escondite, se
trataba de una habitación, una sucia y mal oliente habitación, en
cuanto cruzaron la puerta, con pasos temblorosos, ésta se iluminó
en exceso, en especial sobre la cama, donde un delgado y también
sucio cuerpo se agitó. Era una mujer.
—¡No! —gritó la mujer con voz ronca mientras se removía
de un lado a otro, tratando de que sus ojos no vieran la luz, aunque
parecía imposible, la luz la seguía.
—Señora… —llamó Chris con voz ahogada.
—¡No más! —pidió la mujer—. No más.
—No —le contestó Harry acercándose a la cama mientras
Chris, con manos temblorosas, trataba de encontrar la forma de
acabar con el hechizo de iluminación—, no más, señora, ya está a
salvo.

–|– 

El piso del pasillo era encerado, excesivamente encerado, y


eso hacía que sus botas resbalaran conforme corría, aunque eso no
lo detenía, se sujetaba de las paredes para evitar caer. Tenía a la chica
delante de él, a sólo unos metros, y ella sabía que él la seguía. Y no
estaba dispuesto a dejarla escapar.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Ginny giró con rapidez por uno de los pasillos de aquel lugar
que parecía un laberinto, y Draco la siguió sin detenerse, entraron
por un pequeño pasaje, mucho más estrecho que el anterior, pese a
que aún afuera había luz, éste estaba mucho más oscuro. Draco ja-
deaba por el esfuerzo de correr, pero eso no lo desanimaba. Ginny
giró por otro recoveco más y Draco continuó corriendo hacia el lu-
gar por el que Ginny había desaparecido, tratando de no perderla;
en cuanto giró sintió el golpe de la maldición dándole de lleno en el
pecho mientras caía al piso. Registró el dolor en su espalda contra la
dura loseta, y la forma como todos sus nervios parecían ser cortados
con filosos cuchillos. Llevaba tanto tiempo sin sentir aquel tipo de
maldición.
Se escuchó gritar y escuchó a Ginny repetir:
—¡Crucio!
Y a pesar del dolor, creyó reconocer la voz de la chica que
había lanzado el Avada Kedavra que acabó con la vida de Jocelyn…

–|– 

—Tenemos un chico más aquí —informó Chris, por medio


de un hechizo al grupo de aurores que estaban ayudando a acomo-
dar a los que rescataban en el centro del pasillo. Harry miraba todo
con una mezcla de asco y terror.
Habían encontrado siete personas, entre chicos y chicas, en-
cerrados en esas horribles habitaciones, cada uno más asustado que
el anterior, gritando, rogando… ¿cómo habían podido hacer todo
aquello?
—Un grupo de medimagos estará llegando en diez minutos
—informó otra de las aurores hacia Harry y Chris.

584
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—¿Encontraron a los administradores? —preguntó Harry,


pensó que podrían encontrarlos en ese lado del edificio, pero se ha-
bía equivocado.
—Más o menos —informó la chica sonriendo a Harry de
manera algo insinuante—, encontraron a Tony Schafer, estaba tra-
tando de escapar junto con su jefe de seguridad, un tal Baddock.
—¿Baddock? —preguntaron a la vez Harry y Chris, la chica
sonrió más ampliamente.
—¿Lo conocen? Es el encargado de la seguridad, estamos se-
guros que fue él quien detectó nuestros hechizos.
—Estudió en la Academia, pero lo expulsaron —le contestó
Chris.
—¿En serio? Eso explica que nos haya detectado tan rápida-
mente, de todas formas, ha sido capturado y…
Pero Harry no continuó escuchando la charla de los dos chi-
cos, todos los ruidos alrededor, los jadeos de los magos y brujas res-
catados, las voces de los aurores sacando más pacientes… todo des-
apareció, quedando solamente el sonido de un grito, un grito cono-
cido.
Su corazón pareció latir con mayor fuerza, presionando en
su pecho, quitándole la respiración…
—¿Harry? —preguntó Chris preocupado, sacando a Harry
de su concentración, apartando los gritos por un momento, aunque
no la sensación de que algo malo estaba pasando.
—Draco —jadeó Harry—. ¿Dónde está Draco?
—Lo dejamos abajo, ¿recuerdas? —preguntó Chris preocu-
pado, pero Harry no le contestó, no escuchó ninguna explicación
más, simplemente dio la vuelta y echó a correr por el pasillo, de
vuelta hacia el vestíbulo.

585
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Los gritos de Draco siguieron resonando en su cabeza, y el


miedo que se había instalado en su pecho crecía más y más a cada
instante.

–|– 

Hermione llegó por red flú hasta la oficina en la parte poste-


rior de la tienda de bromas, escuchó el bullicio característica de esa
hora, la gente hablando y riendo.
Se limpió las manchas de ceniza de la túnica y avanzó hacia la
puerta que conectaba con la tienda en el preciso momento en que
esta se abría, se trataba de Ron, que la miraba preocupado.
—Hermione —exclamó con algo de preocupación el pelirro-
jo, había estado atendiendo y la alarma le indicó que alguien había
entrado a la tienda, pero no había muchos autorizados con ese acce-
so, se sorprendió al ver a su esposa allí—. ¿Estás bien? ¿Ha pasado
algo? ¿Te sientes mal?
—Yo… —Hermione frunció el ceño y le indicó a Ron que se
sentara en una de las sillas delante del escritorio—. A ciencia cierta
no lo sé —explicó cuando Ron se hubo sentado.
—Pero… ¿te sientes enferma? ¿Te duele algo?
—No, no es nada de eso —Hermione tomó una bocanada de
aire, y le entregó el sobre que iba dirigido a él—; estaba en la oficina
y ha llegado una carta muy extraña de Draco, dice que te tengo que
entregar esto, y que lo mejor será que hables con tus padres en
cuanto leas lo que te ha escrito.
—¿Por qué Malfoy me ha escrito una carta? —preguntó con-
fundido Ron mientras observaba el sobre que sólo tenía escrito
«Ron».
—No lo sé, pero al parecer era importante, mejor lo abres.

586
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

Ron obedeció y abrió el sobre con cierta cautela, en su inte-


rior había una gran cantidad de pergaminos doblados y una nota se-
parada. Tomó la nota y comenzó a leer con rapidez y en voz alta pa-
ra su esposa, mientras ella empezaba a hojear los pergaminos dobla-
dos.

Ron:

Esto que te tengo que decir es muy delicado, primero que nada
tengo que aclararte que Harry no tiene mucho que ver en el asunto, pro-
metió no decir nada, y por eso no lo ha podido hacer hasta ahora, aunque
sé que la culpa por no hacerlo lo mata, pero no era posible permitirle que
te revelara lo que sucedía, como te dije, lo prometimos.
Mientras recibes esta carta, Harry y yo estamos junto con un gru-
po de aurores, interviniendo la clínica de la que tantas veces hemos habla-
do…

Ron levantó la vista hacia Hermione con total sorpresa, aun-


que ella parecía mucho más preocupada.
—Sigue —pidió Hermione mientras doblaba nuevamente
los pergaminos, esperaba saber qué más decía Malfoy para opinar,
ya que aquello que tenía entre las manos era una denuncia, una en
la que el nombre de Ginny aparecía demasiadas veces.

… y no ha sido nuestra intención, después de todo lo que hemos


pasado y averiguado, dejarlos fuera, pero era necesario porque los involu-
crados podrían nublar su buen proceder.
Noah, el exnovio de Harry, volvió hace unos meses a Inglaterra,
pidió hablar conmigo, él estuvo internado en esa clínica, a diferencia de
587
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

los demás pacientes, a él no le dieron de alta, su hermano pagó para que


lo soltaran, fue algo clandestino y no le hicieron los hechizos que normal-
mente le hacían a los demás pacientes, es decir, él sí recuerda todo…
Una de las personas que está a cargo de la clínica es tu hermana.
Es esa la razón por la cual no podíamos comentártelo a ti o a cualquier
miembro de tu familia. Sin embargo, Noah me hizo prometer que te lo di-
ría en este momento, cuando ya la clínica fuera intervenida, porque sabe lo
que pasará a continuación, cuando la atrapen, y él, al igual que yo,
piensa que tus padres merecen enterarse de esto por medio de ti, no por los
diarios o la radio.

Ron detuvo su lectura y, esta vez asustado, miró a Hermione,


que estrujaba el grupo de pergaminos entre las manos y parecía a
punto de ponerse a llorar.
—El hurón dice…
—Esta es una declaración —explicó Hermione con voz aho-
gada—, una copia legal de una declaración presentada esta mañana,
Noah ha ido a la clínica con los aurores a identificar el lugar donde
lo tuvieron secuestrado y a levantar una denuncia… si ese es el lu-
gar en el que Noah dice que estuvo prisionero, detendrán a todos
los que se encuentren allí… Además… él reconoce a Ginny como
una de las que lo torturó.
—No —jadeó Ron poniéndose en pie con tanta rapidez que
sobresaltó a Hermione—, el hurón está mintiendo, es una vengan-
za, una forma de alejarnos de Harry… ella no podría…
—Es una declaración, Noah juró por su magia que aquello
era cierto, Ron, si es así…
—¡No! —exclamó Ron nuevamente—. No es cierto, ella no
sería capaz.

588
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Ron… —Hermione suspiró y luchó contra sus ganas de


llorar mientras ponía una mano en el hombro de su esposo—, va-
mos a la Madriguera, tus padres deben saber de esto, Draco tiene
razón, no podemos dejar que se enteren por los diarios o la radio…
Ron pareció dudar por un instante, mientras su rostro y sus
orejas se iban poniendo cada vez más y más coloradas, hasta que fi-
nalmente asintió. Ni siquiera se ocupó de decirle a las chicas que
trabajaban en la tienda que saldría, simplemente tomó un poco de
polvos flú y gritó: «A la Madriguera».

–|– 

—Pero mira que eres idiota —se burló Ginny, Draco tuvo
que reconocer que había algo de locura en su mirada, algo que no
había durante sus ataques en la escuela—, ¿en verdad pensaste que
me alcanzarías? ¿Qué podrías entregarme?
Draco jadeó un poco y trató de sentare, un nuevo hechizo
desconocido para él le dio en el pecho y lo hizo caer hacia atrás,
emitió un pequeño quejido mientras ella caminaba más cerca de él.
—Debí haberte matado ese día, durante el ataque, en tu tonta
fábrica, al menos iría a Azkaban con gusto.
—Pero no lo hiciste, mataste a Jocelyn en mi lugar —res-
pondió Draco, sentía el sabor metálico de la sangre en su boca, y
pese a estar en peligro, solo en un callejón fuera de la vista de los
demás aurores, algo en su mente le gritaba que no se preocupara,
que Harry llegaría.
—Si ese idiota no se hubiera cruzado —suspiró Ginny ha-
ciendo una mueca de desprecio—, pero en este momento no hay
nadie aquí que se interpongan entre tú y mi varita.

589
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Estás atrapada de todas formas —le contestó Draco, que-


riendo parecer seguro, la voz, ahora más nítida en su cabeza, la voz
de Harry: «ya voy, Draco, ya voy».
—¡Exacto! —Ginny soltó una carcajada y pateó hacia el ab-
domen de Draco—. Ahora no tengo mucho que perder, ¿verdad?
Lo mismo es que me atrapen por la muerte de una desviada que por
la muerte de una desviada y un mortífago.
—Eres patética —resopló Draco, tratando de hacer que el ai-
re llegara a sus pulmones nuevamente—, después de tantos años si-
gues siendo igual de patética.
Entonces Ginny soltó una carcajada demencial.
—Mi vida está arruinada por ti, por tu culpa, si tú no te hu-
bieras metido en el camino de Harry, él y yo estaríamos juntos, ca-
sados; tendríamos una familia, pero no… tenías que aparecer y
echarlo todo a perder.
Draco bufó tratando de sentarse nuevamente.
—Oh, pero no tan rápido, incluso morir así de fácil es algo
que no te mereces… ¡Crucio!
El rayo impactó nuevamente en el pecho de Draco, hacién-
dolo gritar de dolor, retorciéndose y tratando de moverse, de alejar-
se, pero era imposible, incluso quiso quedar inconciente, perder el
sentido y así el dolor desaparecería, pero no… eso no ocurría.
Podía jurar que llevaba horas en aquel suplicio cuando la voz
de Harry, está vez no la de su cabeza, sino la real, interrumpió la
tortura.
—¡Desmaius! —gritó Harry con rabia, lanzando un hechizo
potente hacia la mujer, que soltó un gemido de sorpresa mientras
volaba y daba contra la pared del fondo.

–|– 

590
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

Harry había llegado hasta el pasillo, donde Noah, Aarón y


Boris gritaban a la vez; un grupo de aurores más había aparecido y
parecían recibir instrucciones de Dress.
—Draco… —jadeó por el esfuerzo de haber corrido tanto.
—Se fue tras ella, tras la Weasley —le informó Noah con voz
alarmada.
—¿Por dónde?
—Potter —le llamó Dress—, se fueron por ese pasillo, pero
ya los aurores lo han recorrido dos veces, y no los encuentran, no
pueden haber abandonado el lugar, pero están escondidos y no sa-
bemos…
—Yo sé —interrumpió Harry con voz firme mientras empe-
zaba a correr nuevamente, tras él el grupo de aurores lo siguió, in-
cluyendo a la mujer.
—¿Cómo demonios puedes saber? —preguntó con voz en-
trecortada la mujer mientras seguía a Harry, que parecía no dudar
ante el sin fin de pasillos.
—Tenemos un vínculo —explicó Harry sin reparar mucho
en lo que decía, y girando hacia uno de los pasajes, un mural dete-
nía su camino y frunció el ceño, mirando hacia la pared lisa.
—¿Un vínculo? Te refieres al de… —la mujer abrió los ojos
con asombro ante su deducción, pero Harry no le contestó, siguió
observando el mural un instante más, era extraño, era como si tu-
viera un mapa en la cabeza que le decía a dónde debía ir si era que
quería llegar hasta Draco; los gritos de Draco resonando en su ca-
beza con más intensidad lo estremecieron.
—¡Bombarda! —gritó de pronto apuntando hacia la pared, los
demás aurores retrocedieron unos cuantos pasos, pero Harry no lo
hizo y en cuestión de segundos la pared desapareció, dejando ver
un pasillo más oscuro, al fondo, desde algún lugar no muy lejano
escuchó el grito de Draco nuevamente.

591
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Vamos —apuró Dress a los demás, mientras Harry, sin es-


perarlos, corría por el lóbrego pasillo, esta vez siguiendo los verda-
deros gritos de Draco, escuchó la voz de Ginny, la carcajada que
soltó, y se asustó.
Era como si de pronto sus pasos se hubieran vuelto más len-
tos, sus piernas más pesadas, sentía que demoraba demasiado tiem-
po en llegar hasta Draco, sus gritos rompiéndole el corazón. Giró
en el último pasillo y los vio: Draco en el piso retorciéndose, Ginny
con la varita en alto, lanzaba una maldición cruciatus, y estaba tan
concentrada en disfrutar el dolor que provocaba, que no se percató
de su presencia.
—¡Desmaius! —gritó. El cuerpo de la chica voló hacia el fon-
do e hizo un sonido sordo mientras él corría hacia Draco, que ja-
deaba, encogido, aún sobre el piso.
—Bien, ya tenemos a la chica —informó la mujer hacia sus
aurores mientras un par de ellos se acercaban a Ginny y la levanta-
ban.
—Draco —llamó Harry en voz baja, quitando los mechones
de cabello pegoteados en la frente por el sudor—, vamos Draco,
abre los ojos.
—Harry —suspiró Draco abriendo finalmente los ojos, el
dolor en su pecho y abdomen disminuía pero muy lentamente, pe-
se a ello se obligó a sentarse, ayudado por Harry.
—¡Suéltenme! —gritaba Ginny mientras tanto, sujeta de ca-
da brazo por un auror, mientras trataba de librarse—. ¡Yo no he he-
cho nada!
—Torturaste a un mago, para empezar —le reprendió uno de
los aurores con el ceño fruncido—. Y en nuestras narices.
—Harry… diles que yo no he hecho nada —llamó desespe-
rada en el momento que los aurores la arrastraban hacia la salida.

592
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

Harry levantó la cabeza y le dio una mirada de animadver-


sión, pero eso no fue lo que le llamó más la atención, fue Malfoy,
Malfoy y una sonrisa petulante, una sonrisa ganadora.
—Ella confesó —dijo Draco sin dejar de mirarla—, fue ella
la que mató a Jocelyn y dijo que me mataría…
—Vamos, ya llévensela —apuró Dress mientras Ginny seguía
mirando a Draco, había dejado de luchar y sólo miraba hacia la pa-
reja, con odio y rabia.
—¿Estás bien? —le preguntó Harry, obviando a Ginny y a
todos los demás, Draco le dio una mirada tranquilizadora.
—Nada que un par de pociones no puedan curar —contestó
abrazándose a él mientras observaba por el pasillo a Ginny, cargada
por los dos aurores alejarse, en el último momento ella volteó nue-
vamente, y él, abrazado a Harry le sonrió aún más, ahora que el do-
lor había desaparecido un poco, le era más fácil hacerlo.
Lo último que vio Ginny fue a Draco abrazado a quien ella
creía sería su Harry por siempre, a Draco Malfoy con su mirada bri-
llante y su sonrisa burlona, aquella que había tenido en la escuela
cuando aún tenía oro y poder, su sonrisa vengativa.

–|– 

La señora Weasley se dejó caer pesadamente sobre el sillón, a


su lado, su esposo se sentó y la tomó de una mano, sin dejar de mi-
rar hacia Ron y Hermione.
—Eso no puede ser cierto… ella es una niña, una dulce niña
—masculló la señora Weasley con lágrimas en los ojos, Ron apretó
los puños con fuerza por la rabia de ver a su madre llorando y su-
friendo. Ella no se merecía sufrir más.
—Tenemos la declaración, para esta hora ellos ya deben ha-
ber sido atrapados, y en cualquier momento la noticia se sabrá —

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

explicó Hermione sentándose al otro lado de la señora Weasley y


mirándola con pena, no se imaginaba lo que podía sufrir una madre
al enterarse de que su hija había decidido ir por la senda incorrecta,
y ahora debería pagar por sus crímenes. Inconcientemente acarició
su abultado vientre con cariño.
—¿Harry no podrá hacer nada? —preguntó el señor Weasley
hacia Ron con mirada implorante.
—Él ni siquiera sabe que lo sabemos —Hermione detectó la
amargura en la voz de Ron y tenía tanta razón, Harry lo había sabi-
do desde hacía muchísimo tiempo y no les había dicho nada, es
más, ahora sabía para qué eran todos esos expedientes que siempre
le hacía conseguir.
—Están equivocados —murmuró la señora Weasley con voz
ahogada—, se han equivocado de persona, mi niña no sabe hacer
esas cosas, ella no sería capaz…
—Mamá —jadeó Ron arrodillándose delante de ella y to-
mando su mano libre—, lo siento… lo siento tanto.
—No, no lo digas, ella no ha sido, ella no es culpable, todo es
un mal entendido, pronto la tendremos en casa y nos dirá qué fue
lo que pasó, nos dirá que ella jamás ha hecho todas esas cosas.
Ron se inclinó y le dio un beso en la mano, apoyando su ca-
beza en las rodillas de su madre, y allí se quedó por mucho más
tiempo, escuchándola llorar sin saber cómo consolarla. Lo cierto era
que él ya no dudaba tanto, su hermana había cambiado demasiado
tras la guerra, en la escuela se había comportado de manera obsesiva
con Harry y luego de eso, después de lograr entrar al equipo de
quidditch, se había alejado demasiado de ellos, incluso había faltado
a su boda. No, concluyó, su hermanita, aquella niña con carácter
fuerte y decidido de la escuela ya no existía más, y ninguno de ellos
había querido darse cuenta de eso.

594
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

–|– 

La noche fue interminable. Draco arguyó encontrarse bien, y


tras sólo tomar una poción para el dolor (una que extrañamente te-
nía con él) estuvo junto a Harry, Noah, Aarón y Boris, llenando lo
que faltaba de las denuncias, también escuchando los interrogato-
rios y ayudando a los pacientes de la clínica a declarar en contra de
Tony y el resto de miembros de su clínica. La mayoría de ellos acu-
só a Ginny de ser la que pasaba más tiempo torturándolos y hacién-
dolos sufrir.
Pese a toda la evidencia, ni Ginny ni Tony soltaron prenda, y
los aurores decidieron gestionar la autorización del uso de Verita-
serum en ellos, aunque eso tendría que esperar aún hasta el día si-
guiente, puesto que se requerían varios trámites administrativos.
Sin embargo, los demás integrantes de la clínica sí habían
hablado, identificando a la pareja como los líderes, no sólo de la clí-
nica, sino también de la MACH, y sus planes de exterminio contra
los homosexuales, lo cual hacía que la situación fuera peor para to-
dos ellos.
Ya pasaba de medianoche cuando Harry y Draco aparecieron
en Grimmauld Place, demasiado agotados y sobre todo callados.
—Debo ir a ver a los Weasley —avisó Harry con voz apagada.
—Es más de medianoche —replicó Draco—, están dormi-
dos, y tú agotado, mejor será tomar algo caliente e ir a la cama, ma-
ñana temprano podremos…
—No —interrumpió Harry—, mañana será tarde, y…
—¿Hay alguien en la cocina? —preguntó Draco obviando las
palabras de Harry y frunciendo el ceño.
Harry le dio una mirada enfadada por la interrupción, pero
luego se puso en alerta cuando, efectivamente, vio las luces de la
cocina encendidas. Ambos caminaron en silencio, con las varitas en

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

alto y empujaron la puerta con lentitud, se sorprendieron al encon-


trarse con Hermione, sentada con los codos apoyados en la mesa y
los ojos rojos.
—¡Harry! —exclamó ella poniéndose en pie y mirando hacia
su amigo y lo cansado que lucía, una prueba de que lo que había di-
cho Draco en la carta era cierto. Sabía que era tonto, pero tenía la
esperanza, la pequeña y remota esperanza de que aquello no fuera
del todo verdad.
—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Ron? —preguntó alarmado
Harry alcanzando a Hermione.
—Oh, Harry, como pudiste no decirnos —reprochó ella y
parecía que pronto lloraría.
—¿De qué hablas?
—¿No se lo has dicho? —increpó hacia Draco.
—¿Qué? —preguntó Draco confundido, pero luego recor-
dó—. Ah… No, pensaba hacerlo más tarde… le prometí a Noah
que…
—¿De qué hablan? —interrumpió Harry mirando hacia
Draco y Hermione alternativamente. Hermione se cruzó de brazos
y miró hacia Draco acusadoramente. Draco entendió, era él quien
tenía que hablar.
—Yo… —Draco resopló y se acercó más a Harry, apenas un
par de pasos, sabía que Harry estaba un poco enfadado (pese a no
haberle dicho nada todavía) por haber ido tras Ginny, esto sin duda
lo enfadaría más.
—Tú qué —le apuró Harry.
—Le escribí a Ron sobre lo que pasaría esta tarde, comuni-
cándole que su hermana estaba implicada para que pudiera poner
en sobreaviso a sus padres, y que la noticia no les tomara por sor-
presa.
—¿Qué hiciste qué? —bramó Harry apartándose de él.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Lo siento, se lo prometí a Noah, sentía que no era justo


que se enterasen por los diarios o por los aurores, y tenía razón, sé
que no debíamos decir nada, pero ya no había forma de que ellos
intervinieran de alguna manera, poniendo en sobreaviso a los de la
clínica y…
—No tenías derecho —reprendió Harry.
—Ellos están destrozados —agregó Hermione—, la señora
Weasley no deja de llorar y el señor Weasley está bebiendo mucho…
Ron no sabe qué hacer y…
—Peor hubiera sido que se enterasen por otros —protestó
Draco defendiendo su posición.
—Se lo hubiéramos dicho nosotros, se los iba a decir esta
noche —le reclamó Harry con voz herida antes de darse la vuelta y
salir de la cocina.
—Espera… ¿A dónde vas? —preguntó tratando de alcanzar-
lo, Hermione caminó detrás de ellos con pasos rápidos.
—A la Madriguera, por supuesto —le contestó Harry sin
voltear a mirarlo.
—¿A esta hora? Harry, no es prudente que vayamos, mañana
podremos…
—No iremos, iré yo, tú te quedas aquí —le ordenó Harry
con voz tan firme que a Draco no se le ocurrió siquiera protestar
mientras lo veía desaparecer por la chimenea.
Sus mejillas ardían ligeramente, y no se animaba a encarar a
Hermione, no le gustaba que Harry le hablara así, y menos delante
de los demás, aunque estaba seguro de que esta vez Harry tenía to-
do el derecho del mundo a estar enfadado. Habían pasado tantas
cosas ese día, que no se había acordado más de la carta ni de decír-
selo a Harry.
—¿No irás con él? —preguntó finalmente hacia Hermione,
que ya se dejaba caer sobre uno de los sillones.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, no puedo seguir allí, me parte el corazón ver a los se-


ñores Weasley así, y Ron… está furioso, prefiero mantenerme aleja-
da un momento más, no nos hace bien discutir, es mejor darle un
poco de espacio para que pueda tranquilizarse y asimile todo.
—Interesante forma de manejarlo —suspiró Draco sentán-
dose en otro de los sillones, se sentía tan cansado que estaba seguro
de que en cualquier momento se quedaría dormido.
—Déjalo —le dijo ella luego de un momento de silencio,
acariciando su ya más grande vientre—, a Harry me refiero, déjalo
que vaya y arregle las cosas con ellos, es mejor que lo haga solo,
cuando vuelva estará más tranquilizado y podrán hablar con calma.
—Eso espero…
—Y, Draco, sé que esto no ayuda, pero lo he estado pensando
y dada la situación, creo que hiciste lo correcto, la noticia ya está en
la radio, ya hablan de la captura de Ginny y de la clínica, hubiera si-
do peor que se enterasen de esa manera.
Draco sólo se encogió de hombros y miró hacia las llamas,
preguntándose si era que Harry en verdad regresaría más calmado y
tranquilo…
Él no estaba tan seguro.

–|– 

Harry apareció en la sala de la Madriguera, las antorchas y


luces estaban encendidas, aunque no había nadie allí, escuchó los
ruidos de una conversación en la cocina, y tomó una gran bocanada
de aire antes de entrar.
Estaban todos reunidos, Ron, George, Bill, el señor Weasley,
la señora Weasley e incluso Percy, sentado un poco más alejado de
ellos y con el ceño fruncido.

598
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

El primero en notar su presencia fue Ron, que se puso en pie


como impulsado por un resorte, dándole una mirada resentida.
—¡Harry! —exclamó la señora Weasley mientras seguía la
mirada de su hijo, sus ojos estaban hinchados y brillantes, temió
por verla llorar una vez más.
—Hola —susurró con temor, no estaba seguro de a qué se
enfrentaría con ellos, y avanzó un par de pasos más hacia la mesa,
Ron seguía mirándolo sin decir nada.
—¿A qué hora llegaste? —preguntó entonces George mien-
tras se hacía a un lado para dejarlo sentarse en la larga banca.
—Recién, planeaba venir a hablar con ustedes, pero Draco
me dijo…
—Sí, él ya nos lo dijo; es increíble que haya llegado el día en
que el hurón tenga que darnos las noticias en lugar de ti.
—Ron, no hables así de él —reprochó Harry, sin sentarse
aún en el sitio que George le indicaba—, sabes muy bien que no te
lo permito.
Ron entrecerró los ojos y apretó los puños, sus mejillas lu-
cían más y más rojas, clara señal de lo furioso que estaba.
—¿Es verdad? —preguntó el señor Weasley con un susurro
apenas audible, todos se giraron a verlo, se veía tan agotado—; que
ella hizo todo lo que la radio y lo que la declaración de ese chico di-
ce que hizo.
Harry apretó los labios y asintió, no había imaginado que se
sentiría así de doloroso el confirmarles la noticia.
—¿Por qué lo hizo? —bramó Bill, furioso.
—Al parecer porque… —Harry se removió en su sitio y tra-
tó de ordenar sus ideas—… ella cree, o creía, en los ideales de la
MACH, los que dicen que los homosexuales no deberíamos exis-
tir…

599
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No lo entiendo… —suspiró George—. Ella no era así,


nunca parecía actuar con mala intención, jamás.
—Es una historia muy larga —contestó Harry.
—Creo que tenemos el derecho de saberla —le dijo la señora
Weasley, su mirada se había vuelto más triste.
Harry asintió nuevamente, sus piernas temblaban un poco
por el cansancio del día, y finalmente se sentó entre George y Bill.
Ron le obsequió una mirada adusta antes de sentarse también. El
señor Weasley hizo un ligero movimiento con la varita y apareció
un vaso de whisky de fuego delante de él, y Harry lo agradeció,
cuando dio el primer sorbo, el calor que llenó su pecho se sintió de
alguna manera reconfortante.
Se apretó un poco los ojos con los dedos por el cansancio an-
tes de empezar a hablar, lentamente, explicando y relatándoles todo
lo que sabía, todo lo que había averiguado durante ese tiempo, in-
cluso sobre la época de la escuela, deteniéndose a contestar todas las
preguntas que ellos le hacían, con paciencia y calma, sabía que era
lo que ellos querían y necesitaban. Lo que merecían. Entender qué
era lo que había pasado con ella.

–|– 

Draco abrió los ojos asustado cuando sintió a alguien mo-


viéndolo. Parpadeó un par de veces antes de darse cuenta de que se
trataba de Harry.
—Vamos, no debes dormir así, te lastimarás —le dijo Harry
con voz apenas audible mientras tiraba de sus brazos para hacerlo
ponerse en pie.
—Harry —Draco bostezó, no sabía cuánto tiempo llevaba
durmiendo, pero sí que se sentía terriblemente agotado.

600
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Anda, vamos arriba —continuó pidiendo Harry mientras


lo ponía en pie.
—¿Qué hora es?
—Apenas amanece…
Draco cerró los ojos y se pasó una mano por el rostro, tra-
tando de concentrarse.
—¿Hermione?
—Ron ya se la llevó, estuvo aquí hasta hace unos minutos
y…
—¿Aún están enfadados contigo?
—No lo sé, creo que ahora tienen más problemas que sólo
estar enfadados conmigo…
—¿Y tú sigues enfadado conmigo?
Harry torció el gesto, cosa que hacía cada vez que no sabía
qué contestar, y algo se agitó en el pecho de Draco. El miedo de ha-
cer que Harry se alejara de él.
—No lo sé tampoco, y no lo quiero pensar… sólo recostar-
me contigo y descansar…
Draco no estuvo muy convencido, sin embargo, asintió y
tomó la mano de Harry, se sentía fría y recién notaba el ligero olor a
whisky, supuso que en la Madriguera estarían bebiendo. Harry lo
siguió en silencio, en un tenso silencio, mientras subían las escale-
ras y llegaban a la habitación.
Se desprendieron de la ropa con lentitud, quedando comple-
tamente desnudos, Harry logró poner un hechizo para calentar la
cama, y ambos se metieron en ella casi a la vez, pese a que sabia que
lo más probable fuera que Harry siguiera molesto, se abrazó a él y le
dio un suave beso en los labios.
—Te amo.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—También yo, Draco, también yo… —le contestó Harry


con los ojos ya cerrados, sin intentar alejarse del cuerpo de su espo-
so.
Draco se quedó observándolo un largo momento, hasta que
el cansancio finalmente lo venció y se durmió, con sus manos suje-
tando posesivamente uno de los brazos de Harry, y sintiendo su ti-
bia piel y su respiración acompañándolo.

–|– 

Londres, 19 de marzo de 2005

Ron apretó los labios un momento, tratando de encontrar


fuerzas y algo de coraje antes de dar un paso hacia el frente y decir:
«Ministerio Ingles, vestíbulo». Se metió a la chimenea y apareció
sobre el enlozado piso blanco del Ministerio, miró a ambos lados,
apenas habían unos cuantos magos y brujas caminando por allí, con
pasos lentos y cansados. Suspiró de alivio y ajustó un poco la capu-
cha de su túnica, para evitar que lo reconocieran, mientras llegaba al
módulo de revisión. Sabía que era casi imposible que alguien lo es-
perara, después de todo apenas amanecía, y ni los periodistas se le-
vantaban tan temprano. Él no lo había hecho, él no había dormido
en absoluto.
El mago de la entrada le dio una mirada de desconfianza y
Ron estuvo seguro de que había leído los titulares, aquellos que ha-
blaban de su hermana y sus acciones, de la que ahora era la ver-
güenza de la familia.
No fue difícil llegar hasta el segundo piso, donde se encon-
traba la oficina del Ministro, sabía que no habría nadie todavía, pero
eso no lo detuvo, prefería esperar horas allí que llegar después,

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

cuando el vestíbulo y la calle estuviera infestada de periodistas ávi-


dos por información.
Después de escuchar la radio la noche anterior, supo que
ellos no tendrían compasión con su hermana, ni con ellos, la familia
que ahora dejaba de ser la aliada número uno de Harry Potter y se
convertía en la familia de aquella que había atentado contra la vida
de Draco Malfoy y asesinado a Jocelyn Coetzee. Nuevamente la
misma pregunta bailando en su cabeza: «¿desde cuándo Ginny ha-
bía dejado de ser su hermanita y se había convertido en ese mons-
truo?»
Sin embargo, siguió pensando mientras se sentaba sobre el
frío piso, frente a la puerta que daba a la oficina del Ministro, Harry
hubiera podido avisarles, hubiera podido decirles lo que pasaba, lo
que sospechaba, ¿acaso ya no confiaba en ellos tanto como para ha-
cerlo? ¿Ya no eran más el trío que iba junto a investigar? ¿Que pen-
saban juntos en una solución?; y aunque tenia que admitirse que
sus participaciones nunca habían sido las más importantes de todo
el conjunto de aventuras que habían vivido, también tenía que re-
conocer que le había gustado ser parte de ese grupo, que había esta-
do seguro de que Harry era su mejor amigo y que daría todo por él,
tal como Ron lo haría por Harry, sin embargo… Esta vez Harry no
había confiado en ellos, había estado al lado de otros, de extraños,
hasta capturar y dejar al descubierto los crímenes de Ginny.
Después de que la guerra terminó, él sabía que el que Harry
la hubiera dejado era algo que había calado hondo en el alma de su
hermana, que había logrado desestabilizarla, pero con el tiempo
pensó que lo había superado, que había conseguido olvidar y empe-
zar de nuevo, pero no, no había sido así, era claro por lo que Harry
les había contado, por la forma como había estado dispuesta a matar
a Malfoy una y otra vez durante los últimos años, que el rencor y el

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

resentimiento que ella sentía sólo se habían incrementado con el


tiempo.
—¿Ron? —preguntó la voz de una mujer, Ron la conocía,
era la asistente de Kingsley, una bruja joven: Amanda Malcom, que
siempre lo recibía con una sonrisa.
—Hola… —Ron se puso en pie rápidamente, y trató de pa-
recer calmado—, ¿el Ministro estará disponible? Sólo necesito ha-
blar con él un momento.
La mujer parecía menos amable que otras veces, aunque
también podría deberse a que no sabía cómo actuar delante de él.
Hizo un asentimiento y lo invitó a pasar a la antesala del despacho,
Ron no se quiso sentar, prefería estar de pie, el cansancio de estar
despierto toda la noche comenzaba a sentirse.
Luego de lo que le pareció una eternidad, la mujer apareció
nuevamente, parecía más aliviada.
—El señor Ministro te verá en este instante.
—Gracias.
Ron caminó con pasos luengos hasta el despacho donde ya
había estado antes, y que se conocía de memoria, no que hubiera
ido muchas veces, pero de vez en cuando le gustaba pasarse a salu-
dar, y Kingsley siempre había sido muy amigable con él. Casi se po-
día decir que eran amigos, y ahora más que nunca necesitaba de ese
amigo.
—¿Deseas que te lleve café? —le preguntó la bruja en el
momento en que Ron ya cerraba la puerta.
—No… estoy bien, no tardaré.
Kingsley estaba de pie, delante del escritorio, con los brazos
cruzados y una mirada diferente a las que le había visto antes, tal
vez una parecida a cuando la guerra había terminado.
—Hola, Ron.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—Kingsley —suspiró Ron suavemente mientras se acercaba


y le estrechaba la mano.
—Supongo que preguntar cómo estás sería algo irrespetuoso
—le dijo el hombre señalando uno de los sillones hacia el otro lado
del despacho, Ron caminó y se dejó caer en uno de ellos y Kingsley
lo imitó, sentándose delante de él.
—Aunque parezca ridículo y hable muy mal de mí o de mi
gente, no sabía nada de esta investigación hasta la tarde de ayer, en
que el jefe de aurores vino a decirme que habían puesto una de-
nuncia contra tu hermana, como sabrás me fue imposible interce-
der, tenían demasiadas pruebas… —continuó explicando Kingsley.
Ron podía ver en su rostro la contrariedad, por un lado se esperaba
que actuara implacable contra una criminal. Pero también se veía
que no podía dejar de recordar que esa criminal era la hija de unos
de sus mejores amigos.
—Mis padres —dijo con voz algo rasposa—, me han pedido
que venga… ellos desean pedirte algo.
Kingsley suspiró profundamente y asintió, dándole permiso
para continuar.
—Sabemos… hemos hablado con Harry y leído la declara-
ción de Noah Garth, sabemos que no hay forma de que salga libre
o que puedan volcar todo eso…
—Y lo lamento mucho… no sé siquiera qué pensar, cómo
fue que esto sucedió…
—Nosotros tampoco, mis padres… comprende —prosiguió
inclinándose más hacia el frente y apretando sus manos contra las
piernas—, están destrozados… ya perdieron a un hijo durante la
guerra, han sufrido mucho, demasiado, y pensamos que ahora todo
sería bueno, que nada nos dañaría más, y entonces Ginny viene y…
—Ron negó con la cabeza, las palabras le faltaban, no había forma
de expresar todo lo que sentía y lo que sabía que sus padres sentían.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Yo sé, y sé que mucha más gente sabe que lo que hizo
Ginny no tiene nada que ver con ustedes, ella es una persona ma-
yor, ya es adulto, lo que hizo lo hizo, al parecer, desde que era ma-
yor de edad.
—Mis padres… ellos se irán de Inglaterra — continuó expli-
cando con voz monótona—, al menos hasta que todo termine, qui-
zá un poco más, irán primero con Charlie a Rumania, luego se en-
contrarán con Andrómeda en Francia, donde aún conserva una
propiedad, y después… no sé, ya se verá, pero no estarán aquí para
cuando todo pase, no pueden estarlo…
—Me parece adecuado… no les hará bien ver ni vivir todo
este escandalo; mejor es estar lejos, todo pasará, Ron, yo trataré de
ir a verlos mañana, hoy tengo unas conferencias y…
—Partirán esta tarde, lo decidimos recién, Charlie ya está lis-
to para recibirlos, pero antes quieren pedirte algo…
—Cierto, un favor.
—Sé que es abuso, que después de lo que ha pasado, ella no
se merece ninguna muestra de bondad, pero… mi madre y mi pa-
dre sí se la merecen, y no lo hagas por ella, hazlo por ellos…
—¿Qué es lo que quieren exactamente?
—Saben… —la voz de Ron se quebró ligeramente y desvió
la mirada hacia la chimenea, que ya ardía suavemente en un extre-
mo—. Saben que no habrá otra oportunidad para despedirse, que la
condenarán y la perderemos… quieren que los dejes despedirse,
que los dejes verla por última vez.

–|– 

Se giró hacia un lado, esperando poder tocar esa piel caliente


y familiar, pero sólo descubrió las sábanas frías. Abrió los ojos con
rapidez y se dio cuenta de que se encontraba solo en la cama, por las

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

cortinas abiertas pudo ver que el día ya estaba muy avanzado. Eso
no le sorprendía tanto, la noche anterior casi no había dormido, y
estaba demasiado cansado.
Draco no estaba por ningún lado en la recámara y no había
ninguna nota de él, por un instante se sintió demasiado exhausto,
pero finalmente decidió ponerse en pie, tenía cosas que arreglar en
el Ministerio, y además debía ir a ver a los Weasley una vez más.
Media hora después bajaba las escaleras hacia la cocina, ya
bañado y vestido para salir, el olor a café recién hecho le llegó con
rapidez y suspiró anhelante, en cuanto llegó a la cocina Draco esta-
ba allí, con una gran pila de cartas y terminando de librar a unas
cuantas lechuzas más de sus encargos.
Draco levantó la vista hacia él y sonrió tensamente.
—Parece que a la gente le encanta escribirnos por cualquier
cosa —le comentó midiendo los gestos de Harry, normalmente po-
día saber tan solo por la forma cómo se movía si era que continuaba
enfadado o no.
—¿Acaso están molestos con nosotros por lo que hicimos?
—No lo sé, no he abierto ninguna aún, supongo que ten-
dremos de todo…
—Supongo —suspiró Harry caminando a través de la cocina
hasta la cafetera y sirviéndose una gran taza de café.
—He bloqueado la chimenea —explicó Draco mientras Ha-
rry se sentaba delante de él, parecía perdido.
—¿Alguien ha tratado de entrar?
—Más o menos, Gael y Giles para empezar, todos están tur-
bados, han visto las noticias, saben de Noah y desean saber qué de-
monios está pasando…
—Lo imaginé, supongo que ellos también estarán enfadados
—resopló Harry, dando otro sorbo más a su café—, creo que nos

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

equivocamos con esto, el esconder todo por capricho de Noah no


fue lo adecuado.
—No fue sólo capricho, él tenía miedo y… —Draco negó
con la cabeza y pasó un brazo sobre la mesa hasta alcanzar la mano
de Harry—. No quiero hablar de esto, ni de lo que hicimos o no
hicimos o dijimos, ya está hecho, y no podemos hacer nada para
remediarlo.
—Lo sé —Harry le apretó la mano un poco y eso hizo que
Draco se sintiera peor, podía sentir la pena en Harry, y eso le partía
el alma. Aquello era parte del vínculo que ahora compartían, le era
más fácil detectar las emociones de Harry, aunque no habían tenido
una pelea seria desde el enlace, y aquellas emociones eran nuevas.
—Aarón les ha escrito a ellos, los ha citado en su casa al me-
diodía, Noah estará allí, tal vez tú quieras…
—Sí, supongo —le interrumpió Harry—. Debiste decirme lo
de la carta, Draco, en serio que debiste… los Weasley se sienten de-
fraudados porque les oculté algo así.
—Harry, ya te expliqué que fue Noah el que…
—Y se supone que yo soy tu esposo —le increpó Harry,
apartando la mano de él, de pronto parecía molesto y Draco se sor-
prendió del cambio en su actitud.
—Por supuesto que lo eres —se defendió Draco—, lamento
que te hayas enfadado, y habértelo ocultado, pero…
—Y no sólo eso —continuó Harry, el café lo había terminado
de despertar, de sacar de su estado de semi inconciencia—, también
tus planes.
—¿Qué planes?
—Los de vengarte de Ginny, o por lo menos irritarla lo sufi-
ciente para que te atacara y tener algo más en su contra.
—Yo no…

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—No intentes siquiera mentirme, yo lo sé, lo supe desde que


te vi allí, en el piso, supe que la habías seguido porque sabías que
ella te atacaría, que se jactaría de lo que había hecho.
Draco frunció el ceño y no respondió, aquello era cierto, de
alguna manera.
—Te arriesgaste, arriesgaste tu vida por una venganza tonta,
por algo que no te daba ningún beneficio, ella ya estaba completa-
mente hundida, no había razón de seguir con ello.
—¡Ella pudo escapar! ¡Estaba escapando! —se defendió Dra-
co.
—No sabes lo horrible que fue sentirte sufrir, sentirte en pe-
ligro… pensar que tal vez no podría llegar hasta ti, que tal vez no
podría…
—Pero nada pasó —habló Draco con voz más calmada, tra-
tando de apaciguar las cosas con Harry—, ella no me lastimó tanto
y…
—Te torturó —interrumpió Harry—, y pudo matarte, estaba
a punto de hacerlo.
—Harry, te pierdes nuevamente en los hubiera, no pasó, es-
toy aquí y ni siquiera me lastimó tanto…
—Pensé que la época en que ponías en juego tu vida por ton-
terías como probar pociones o teorías se había terminado, lo habías
prometido.
Draco abrió la boca y no supo qué contestar a eso, era cierto
que lo había prometido, que había dicho que no volvería a asustar a
Harry más.
—Sé que me amas, nunca he tenido dudas de eso, pero a ve-
ces pienso que pones delante de lo que sientes por mí, otras cosas
como tus venganzas…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Yo nunca pongo nada delante de lo que siento por ti —


argumentó Draco, pero Harry no contestó, se puso en pie y negó
con la cabeza.
—Debo salir…
—Sabes que no me gusta que te vayas si estamos peleados.
—No lo estamos —contestó Harry girándose hacia Draco y
con una sonrisa triste.
—Pero estás decepcionado.
Harry se encogió de hombros.
—Debo ir a ver a los Weasley, se irán del país, ¿sabes?
—No… no lo sabía.
—En unas horas más, ya está todo listo, no tienen porqué es-
tar aquí cuando todo esto empiece, es lo mejor…
—Claro… ¿quieres que vaya a despedirme de ellos? Te pue-
do acompañar y…
Harry torció el gesto un poco, y Draco sabía lo que le diría
incluso antes de que empezara a hablar.
—Por ahora mejor… por ahora mejor no.

–|– 

Sus padres no habían estado tan callados desde que Fred ha-
bía muerto, recordaba que en ese momento, cuando todo había
terminado y había que enfrentar la realidad, había pensado que tal
vez nunca nada volvería a ser como antes, que nunca más los escu-
charía reír o verles siquiera sonreír, pero el tiempo había, de alguna
manera, curado el dolor. Sin embargo, éste había vuelto, y sus pa-
dres se sumergían nuevamente en ese mutismo, con esa mirada de
dolor y desdicha; entonces Ron empezó a sentir ya no rabia por Ha-
rry y por ocultarle la información, sino furia hacia Ginny, hacia su

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

proceder, furia por todo lo que ella había hecho, por el dolor que le
estaba causando a sus padres.
Las rejas se abrieron con un crepitar que parecía hasta dolo-
roso, su madre pareció encogerse un poco más ante el chirriante
sonido, y él la apretó un poco más fuerte contra su pecho, mientras
daban los últimos pasos.
—Señores Weasley —saludó un hombre, un auror bastante
mayor, mientras hacía una inclinación con la cabeza.
Ron sólo retribuyó al saludo con un asentimiento de cabeza
y soltó a su madre, que lo miró preocupada.
—Ve con papá, yo no puedo…
Su madre asintió suavemente, y se pegó un poco más al se-
ñor Weasley, ambos caminaron lentamente, siguiendo al auror que
los llevaría hasta la celda donde Ginny estaba encerrada, Ron se re-
costó contra la pared y soltó un suspiro, cansado.
Un cigarro apareció delante de él y se giró rápidamente hacia
el que había aparecido.
—Sé que a Hermione no le gusta que lo hagas, pero tal vez
te haga bien —le dijo Harry con voz comprensiva, aunque su mira-
da parecía temerosa.
Ron sopesó las cosas un instante más, antes de asentir y to-
marlo entre los dedos, lo encendió con un truco que Harry le había
enseñado varios años atrás, y dio una profunda calada, mirando ha-
cia la pared de enfrente, podía sentir la turbación de Harry a su la-
do. Permanecieron en un tenso silencio durante varios minutos
más, hasta que Ron se animó a hablar:
—¿Cómo has llegado aquí?
—George me dijo que estarían aquí, que habías conseguido
un permiso…
—Kingsley me lo dio, aunque no sé si esto les vaya a hacer
sentirse mejor o peor.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Les hará bien —afirmó Harry mientras se apoyaba contra


la pared y encendía un cigarro también.
Se quedaron en silencio nuevamente, fumando y mirando
hacia la nada, cavilando en sus propios problemas, hasta que fue
Ron el que habló nuevamente, lo hizo con voz baja, tanto que Ha-
rry tuvo que inclinarse un poco más hacia él para escucharlo.
—No te odio.
Harry se giró a mirarlo, un tanto sorprendido.
—Durante la madrugada pensé —continuó hablando Ron—
en lo mucho que te odiaba por hacer esto, por denunciarla y haber
participado en su captura, te odiaba a ti, a Malfoy, a Noah, a todos
los que pudieron estar implicados en esto…
—Ron…
Ron se giró para mirarlo a la cara también, estaba sonrojado y
sus ojos brillaban.
—Pero me di cuenta de que no era a ti a quien debía odiar, ni
a nadie más, que esto era lo que ella había querido hacer, era lo que
se había buscado, nadie nunca la obligó a hacer algo como eso, no
creo que mis padres sean malos padres, o nosotros malos hermanos,
no la empujamos hacia ningún mal camino, fue ella sola. Quería
aclarártelo. No te odio.
Dicho eso, Ron se giró y continuó fumando con la mirada
nuevamente perdida y el cuerpo recostado contra la pared. Harry lo
imitó y después de un momento más dijo muy suavemente:
—Gracias.
Y aunque Ron no le contestó, se sintió mucho más tranquilo
y aliviado.

–|– 

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

Tenía los ojos cerrados, aunque no dormía, simplemente no


podía contemplar aquello. El lugar donde había terminado. No
quería pensarlo tampoco, aunque sabía que debía acostumbrarse, lo
que le esperaba sería igual o peor, una vida en prisión, en Azkaban,
donde muchos más delincuentes terminaban su vida. Ella, estaba
segura, terminaría sus días allí también, sola en una celda sucia y
mal oliente, y nada la salvaría de aquello.
El ruido de la reja abriéndose la hizo fruncir el ceño, no ha-
bía pasado mucho tiempo desde que la habían llevado de vuelta allí,
desde que había terminado su último interrogatorio. Aquel que le
habían hecho bajo el efecto de Veritaserum, aquel en que había fi-
nalmente terminado confesando todo lo que había hecho, desde su
odio hacia Malfoy, sus ataques en la escuela, sus agresiones a otros
magos y brujas, las muertes con las que cargaba. Habían sido tan-
tas…
—Weasley, tienes visitas —informó la voz monótona de un
auror, y Ginny abrió los ojos asustada, cuando vio a sus padres de-
lante de ella sintió sonrojarse y no pudo sostenerles la mirada.
—Hija —llamó el señor Weasley mientras la reja se cerraba
nuevamente, Ginny permaneció con la mirada en el piso.
El silencio se expandió por un rato más, ella esperaba las re-
presalias, los gritos y los reproches, pero en cambio de eso, le llegó
el sonido de su madre llorando y el sonoro suspiro de su padre. Se
obligó a levantar la vista, para ver lo que había hecho y provocado.
—¿Por qué? —preguntó el señor Weasley con voz agotada.
Ginny torció un poco la cabeza, no tenía fuerzas para levantarse y
abrazarlos, para dar explicaciones.
—Hija —dijo entonces la señora Weasley, limpiándose las lá-
grimas con un pañuelo claro—, ¿es verdad? De lo que te acusan, lo
que dicen que hiciste… que mataste, envenenaste y torturaste…
todo eso…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí —su voz le pareció lejana, como si no fuera su propia


voz, como si no fuera ella la que estaba allí.
—Tanto daño —exclamó el señor Weasley—, tanto dolor y
sufrimiento… ¿Por qué? ¿Acaso ya no había sido suficiente durante
la guerra? ¿Acaso no entendiste entonces que la violencia nunca lle-
vaba a nada bueno? ¿Qué no era la forma?
—Yo sólo quería… —pareció dudar un instante—… necesi-
taba que él entendiera… que todos entendieran.
—No podremos ayudarte… nadie podrá ahora, hay dema-
siadas pruebas y testigos…
—Lo sé, papá —interrumpió Ginny, su voz recobrando su
tono habitual, como cuando discutía con sus padres por cualquier
tontería, como cuando era niña—, pero no importa, ya nada impor-
ta.
—Oh, Ginny —gimoteó la señora Weasley, y se acercó a ella
a pasos veloces, inclinándose lo suficiente para abrazarla, sintió sus
lágrimas empaparle la túnica, sintió su cuerpo agitarse sobre el su-
yo, pero no levantó los brazos para retribuir el abrazo, para respon-
der a eso que, ella sabía, era una despedida.
—Nosotros nos iremos —le contó el señor Weasley rodean-
do a su esposa y a su hija con los brazos—; no podemos seguir aquí,
ver lo que ocurrirá.
—Está bien —contestó Ginny inexpresivamente mientras fi-
nalmente ellos se apartaban, ambos con los ojos rojos y las miradas
heridas.
—¿Te arrepientes? —susurró la señora Weasley, acariciando
sus cabellos con ternura.
Ginny le dio una mirada más, la última que les daría.
—Al menos nos libramos de algunos desviados… —se enco-
gió de hombros y agregó fríamente—. No. No me arrepiento.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

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Se despertó con el sonido de una lechuza picoteando su ven-


tana, con pereza se giró hacia un lado y descubrió que Mikel ya no
estaba a su costado, abrió los ojos con fastidio para ver a su novio
abriendo la ventana. El aire frío se coló por un instante, enfriando la
habitación, mientras la lechuza partía nuevamente, sin esperar con-
testación.
—¿Pasó algo malo? —preguntó sentándose y bostezando.
—Es de Matías —contestó Mikel abriendo el sobre y regre-
sando a la cama, pero no se llegó a sentar en ella, soltó un pequeño
jadeo, congelándose a medio camino.
—¿Qué es? —increpó alarmado Gael poniéndose en pie—.
¿Mikel?
—Mejor será… —masculló y luego, obviando a su novio, sa-
lió de la habitación, aún con la nota apretada en una mano.
Gael frunció el ceño y jaló una sudadera para el frío antes de
seguirlo.
Lo encontró en la cocina, con el diario Londres Hoy exten-
dido y leyendo con los ojos demasiado abiertos.
—Mikel… me estás asustando —masculló rodeando la mesa
para poder leer lo que el chico leía.
—No lo puedo creer —murmuró Mikel dejando el diario de
mala manera sobre la mesa—. Esto es… no lo puedo creer.
Gael se hizo del diario y leyó el titular, uno que anunciaba un
gran operativo que se había llevado a cabo la tarde anterior, uno en
donde habían capturado a los líderes de la MACH, y en donde se
mencionaba que una de las responsables de aquella organización era
Ginny Weasley, hermana de Ron.
—¿Ella? ¿Tú crees que sea verdad? —preguntó dejando de
leer y mirando hacia Mikel, que lucía un tanto molesto.

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y el Fabricante de Pociones 2

—Al parecer… tú deberías saberlo, después de todo —incre-


pó Mikel, un poco enfadado porque sabía que Draco no hacía casi
nada sin contárselo a Gael.
—¿A qué te refieres? —preguntó dando una mirada más al
artículo, hasta que el nombre de Draco, junto con el de Harry y el
de Noah… (¿ese no era el exnovio de Harry?) llamó su atención—.
Oh…
—¿Por qué no nos dijeron nada? Después de todo, nosotros
estuvimos ayudándolos desde el inicio…
—No lo sé… —Gael se encogió de hombros y le dio una
mirada a la fotografía de la chica, nunca antes la había visto—. Estoy
seguro de que tienen una buena explicación.
—Claro —bufó Mikel.
Gael dejó el diario sobre la mesa y lo miró molesto.
—¿Eso qué quiere decir?
—Sabes lo que quiere decir —refunfuñó Mikel, molesto de
que Draco siempre lograra, de una u otra manera, obtener protago-
nismo.
—No, no lo sé —reprochó Gael.
—Me refiero a tu forma de defenderlo siempre.
—¡Es mi amigo! Por supuesto que lo defenderé.
Mikel negó con la cabeza y se dio la vuelta para salir de la co-
cina por fin.
—Aarón dice que nos encontremos en su casa cerca del me-
diodía, te veo por allá —le dijo en última instancia antes de cerrar la
puerta y dejar a Gael solo, confundido y cansado de algunas de las
reacciones de su novio.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

“GINEBRA WEASLEY EN PRISIÓN”

El día de ayer en la tarde fue capturada, junto con Tony


Schafer y un grupo más de magos y brujas, la que fuera buscado-
ra de las Holyhead Harpies, exnovia de Harry Potter y además,
una de las mejores amigas del trío dorado que logró derrotar a
quien ustedes ya saben; Ginny Weasley, en medio de un operativo
de los aurores, quienes respondieron a una acusación de Noah
Garth, quien en compañía de Harry Potter y Draco Malfoy, acu-
dió a la clínica (sin licencia legal) para el tratamiento de distur-
bios del comportamiento, ubicada en medio de un bosque en el
condado de York shire, y reconoció el lugar y a las personas que
lo habrían tenido prisionero por varios meses, sometiéndolo a
“tratamientos" para corregir su homosexualidad.
Se ha descubierto también, que tanto Weasley como
Schafer son los responsables de diversos ataques a homosexuales
llevados a cabo durante los últimos años. Se sabía que Schafer era
el líder de la extinta organización MACH, pero no que ellos esta-
ban detrás de todos los ataques de intolerancia y que concluye-
ron con un feroz ataque en cadena a diversos lugares del Reino
Unido y con la muerte de una de las mejores amigas de Potter y
Malfoy.
Además, los magos y brujas capturados la tarde de ayer han
dado diversos nombres de integrantes de esta terrible asociación,
contando entre ellos al conocido profesor Garfunkel, quien es un
exitoso fabricante de pociones, al parecer, él sería el creador de
las pociones que envenenaron años atrás a varios magos y brujas,
aquel ataque sólo se pudo detener por la esmerada participación
de Draco Malfoy, quien en la actualidad figura en las listas como
el mejor fabricante de pociones de todos los tiempos, y que ac-
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tualmente, junto a su socio, el señor Gael Eytinge, mantiene una


de las empresas más exitosas en este rubro.
Los señores Weasley, quienes son muy conocidos por haber
participado a favor de Potter durante la guerra y haber pertene-
cido a la antigua Orden del Fénix, organización creada por Albus
Dumbledore para combatir al que ya saben, no han dado ningu-
na declaración al respecto, tampoco los hermanos de Ginny
Weasley o siquiera el mismo Harry Potter, quien ayudó en todo el
proceso de investigación.
Cabe resaltar que durante la intervención se rescató a un
grupo de brujas y magos que en ese momento estaban siendo
sometidos a torturas, inflingiendo la ley de tolerancia e igualdad.
Aunque no se puede juzgar los casos anteriores a diciembre con
la nueva ley creada en el Ministerio para proteger la igualdad, ya
que todo ocurrió antes de que la ley se diera en marcha, sin em-
bargo, sí se les juzgará por asesinato, tortura y destrucción de
imagen y de propiedad privada. La condena que ambos líderes,
junto con sus demás compañeros de causa, enfrentan puede llegar
hasta cadena perpetua.
Se desconoce quién será el defensor en este caso, aunque
fuentes del Ministerio nos han informado que pretenden hacer el
juicio lo más pronto posible…

Gael dejó el diario sobre la mesa cuando escuchó el ruido de


la chimenea, un instante después Draco, luciendo cansado, hacía su
aparición.
—Pero al fin apareces —le reprochó mientras se ponía en
pie, sus demás amigos, que también estaban allí reunidos y conver-
sando en susurros, levantaron la vista para ver al recién llegado.

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LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

—¿Dónde está Harry? —preguntó Giles mirando hacia la


chimenea y esperando por su amigo.
—Con los Weasley —admitió Draco, había esperado por él
durante mucho rato, pero no había aparecido, y no se atrevía a ir a
buscarlo a la Madriguera, sería demasiado osado de su parte, y no
quería tener más problemas con él.
—¿Qué demonios es esto? —increpó Mikel levantando una
copia de El Profeta, parecía demasiado molesto y Draco frunció el
ceño.
—¿Qué demonios es lo que te pasa a ti?
—Encontraron la clínica y no nos dijeron nada. ¿Después de
todo lo que hemos hecho?
—Era por seguridad, han descubierto contactos en el Minis-
terio y en algunos lugares más que les daban información, ade-
más…
Mikel bufó, interrumpiéndolo, y Gael le dio una mirada de
advertencia, mientras sus demás amigos; Lucka, Tyrone, Giles y E-
than miraban todo con atención.
—Y encima pretenden creer que nosotros somos traidores
cuando era ella quien…
—Además —continuó Draco con voz más fuerte, obviando
la molestia de Mikael, ya tenía suficiente con Harry, no le aguanta-
ría sus desplantes a él también—, no queríamos poner en riesgo a
nadie más, era suficiente con haber perdido a Jocelyn.
—Tiene algo de lógica —apoyó Gael un tanto inseguro, Mi-
kael le lanzó una mirada furiosa.
—Claro, si Draco lo dice, tiene lógica, ¿verdad?
—No fue mi idea ni mi plan —interrumpió Draco—, y no
sé qué demonios te pasa, pero le vas bajando una octava a tu tono,
porque yo no te he hecho nada.

619
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Mikael lo miró ofendido, e iba a protestar cuando escucha-


ron la voz de Aarón.
—A ver si dejamos de pelear y nos sentamos a conversar co-
mo magos civilizados que somos, después de todo, ahora nos toca
preparar unos cuantos argumentos y tenemos mucho trabajo pen-
diente.
—¿Ahora nos necesitan? —preguntó Tyrone, y Draco puso
los ojos en blanco. ¿Qué era aquello? ¿Acaso ese día todos se habían
puesto de acuerdo para sentirse ofendidos?
—Por supuesto que necesitamos de su ayuda —respondió
Aarón ofendido.
—Hola —dijo la voz de Noah, interrumpiendo cualquier
nueva protesta, y apareciendo junto a Boris, lucía realmente tímido
y nervioso.
Todos, menos Gael, que no había sido tan íntimo amigo de
Noah, avanzaron a pasos rápidos hacia su amigo, al que no habían
visto durante demasiado tiempo. Draco se cruzó de brazos y esperó
paciente mientras todos se saludaban, apenas y sintió a Gael mover-
se hasta que un golpe le dio en el brazo.
—¡Ouch! ¿Y a ti qué te pasa?
—¿Y todavía preguntas?
Draco se sobó el brazo y lo miró ofendido.
—¿Por qué no dijiste nada?
—Pensé que estabas a mi favor.
—No, sólo lo pretendo, porque soy tu amigo, pero no lo es-
toy, nos ocultaron todo esto, durante meses seguramente.
—Ya te dije, no queríamos poner a nadie en peligro, y ade-
más…
—Ya, ya —negó con la cabeza Gael—, seguro que hiciste algo
estúpido y Harry está enfadado contigo.

620
LIBRO V|Familia
[5] La vergüenza de los Weasley

Draco abrió la boca un poco y luego la volvió a cerrar, sor-


prendido de la deducción de su amigo.
—Traes cara de cachorro apaleado —explicó Gael ante el
desconcierto de Draco.
Esta vez fue Draco el que le dio un golpe en el brazo a Gael.

–|– 

Cuando llegó a casa de Aarón, escuchó las voces en una de


las salas de reuniones, como ya conocía cada rincón de la casa por
completo, caminó con pasos rápidos hasta donde sus amigos con-
versaban frenéticamente, todos voltearon a verlo y se formó un pe-
queño alboroto mientras lo saludaban e interrogaban. Pudo ver a
Draco, a un extremo de la sala, cómodamente sentado en un pe-
queño sofá, no lo miraba a él, sino hacia un pergamino que tenía en
una mano, en la otra sostenía un cigarro apagado.
El día, la conversación con Ron, la despedida de los Weasley,
todo había aclarado en algo su panorama, al menos ya no se sentía
tan devastado.
Draco escuchó a Harry caminar hacia él mientras los demás
volvían a su sitio habitual; al fin, luego de las explicaciones de
Noah, y de contarles además cómo era que se sentía responsable del
ataque y las razones por las cuales no había querido hacerlos parti-
cipes de la investigación, todos parecían estar más calmados, y los
reproches habían cesado. Lucka le había repetido varias veces que
no lo culpaba de nada y que no tenía nada que perdonar, y aquello
lo habían ratificado sus demás amigos, haciendo que Noah se sin-
tiera mucho más aliviado. Se obligó a no levantar la vista y encarar a
Harry, no necesitaba sentirse peor que en la mañana.

621
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry se sentó a su lado y posó una mano sobre su pierna,


sintió el temblor en el cuerpo de Draco mientras lo miraba, bus-
cando sus ojos.
Draco tardó un poco más en reaccionar, siguiendo con los
ojos la mano sobre su pierna, hasta finalmente llegar al rostro de
Harry, su mirada… su mirada siempre lograba decirle mucho, aun-
que ahora que el vínculo entre ellos se había creado parecía poder
leer mucho más que antes. Torció el labio en una media sonrisa,
sonrisa que Harry correspondió antes de acercarse y darle un suave
beso en los labios.
—Lo siento —susurró tan suavemente que nadie más que
Harry lo escuchó.
—Yo también —contestó Harry en un murmullo similar.
Draco suspiró suavemente y se pegó mucho más a él, sin-
tiéndose reconfortado por tan solo esas dos palabras, y por el calor y
aroma que emanaba Harry, mientras sus amigos seguían hablando
sobre los planes a futuro y la forma como presentarían el caso.

622
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

6
Decisiones

O teu nome eu gravei // Dentro do meu coração


Tem uma canção, com o vento // Ter o teu olhar, vejo tudo
Que um dia eu quis ver // Nada é igual à você
Com o seu amor // Tudo é mais simples, é todo azul do mar,
Vem me fazer feliz meu bem... // amor é sublime
Canción: Cathedral Song 10
Renato Russo (1960-1996), cantante, compositor y bajista de la banda
brasileña Legião Urbana

Londres, abril de 2005

L
a poción estaba allí, él la podía ver, un pequeño frasco
con una sustancia dorada que burbujeaba y parecía tan
prometedora… demasiado prometedora, sin embar-
go… ¿Y si no era lo correcto? ¿Y si él no quería?
—Draco —llamó desde el otro lado de la puerta la voz de
Harry.
—Voy —respondió, rápidamente escondiendo el frasco en el
cajón en el que había estado oculto durante casi un mes, tendría
10
Canción de la catedral: Tu nombre grabé // Dentro de mi corazón // Tiene una canción, con el
viento // Tener tu mirada, veo todo // Lo que un día quise ver // Nada es igual a ti // Como tu
amor // Todo es más simple, todo es azul del mar // Ven a hacerme feliz, mi bien…

623
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

que pensarlo más, resolvió, mientras se miraba al espejo y compro-


baba su estado antes de salir.
—Ya era hora —le reprochó Harry amablemente mientras
extendía hacia él un abrigo, Draco lo tomó rápidamente y se lo puso
mientras observaba de reojo el atuendo de Harry.
—No te preocupes, estaremos a la hora.
—Lo sé, pero es que…
—¿Ya nos vamos? —preguntó la voz del niño. Niño con el
que Draco había aprendido a interactuar recién desde la tarde ante-
rior.
—Sí, Teddy, Draco ya está listo.
Teddy le dio una mirada a Draco y asintió con una sonrisa
antes de jalar a Harry de una mano y a Draco de la otra, para apre-
surarlos a salir. Era la primera vez que lo llevaban a un partido de
quidditch, y estaba demasiado emocionado como para ocultarlo, o
eso creía Draco, mientras se dejaba arrastrar por él a lo largo del pa-
sillo y por las escaleras.
—De acuerdo, no olvides las instrucciones que te hemos da-
do —iba diciendo Harry.
—Sí, Harry —respondió el niño, su voz no podía ocultar la
excitación y el entusiasmo.
—No te debes apartar de nosotros, en ningún momento.
—Porque si me pierdo la abuela no me dejará quedar más
con ustedes —completó el niño, y le sonrió a Draco una vez más.
Draco no había tenido hermanos, ni primos cercanos, nunca
había conocido niños pequeños, y nunca había imaginado lo bien
que se podía sentir que uno de ellos te sonriera de esa manera, lo
cálido que uno podía sentirse con una simple sonrisa.
—¿Estás bien? —le preguntó Harry mientras llegaban al ves-
tíbulo, e inclinándose un poco hacia él, su voz sonó bastante baja,
seguramente no quería que Teddy escuchara.

624
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—Sí, por supuesto.


—Pareces… ¿algo te preocupa?
Draco negó con la cabeza e hizo fuerza con el brazo al tiem-
po que Teddy saltaba entre ellos, como queriendo interrumpir.
—Teddy —reprochó Harry.
—Es que ya es tarde —casi gimoteó Teddy, y puso esa carita
triste que Draco había descubierto la noche anterior, y que había
decidido, era una muy buena arma del niño para conseguir lo que
deseaba, en esa ocasión dormir con ellos porque la lluvia lo asusta-
ba.
—No lo es tanto —opinó Draco. No se sentía completa-
mente seguro de cómo hablar con él, Teddy no lo miraba con la
misma devoción con que miraba a Harry, pero al menos, gracias a la
gran cantidad de dulces que le había dado la tarde anterior, sí lo mi-
raba con algo de simpatía—. Usaremos un traslador, lo que significa
que estaremos allí en sólo segundos.
—¿Qué son segundos? —le preguntó con el ceño fruncido.
—Es… —Draco inclinó la cabeza hacia un lado, ¿los niños
siempre hacían tantas preguntas?
—Es una forma de medir el tiempo —respondió Harry por
él, y Draco le sonrió en agradecimiento—, ahora lo verás, no te
sueltes y nos iremos.
—Genial —sonrió Teddy, y Draco sintió su pequeña mano
apretarse fuerte entre sus dedos.
Harry le dio una mirada más y Draco sonrió hacia él mien-
tras levantaba la tarjeta/traslador que los llevaría hacia el Estadio de
Quidditch, Harry, gracias a las influencias que tenía, había conse-
guido la tarde anterior un pase para los tres en una de las tribunas
privadas, era en uno de los palcos de mayor importancia, y lo mejor
era que no tendrían que lidiar con los periodistas. Al menos descan-
sarían de ellos por un día, después de todo lo que estaba pasando.

625
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

El jalón en el estómago le hizo apretarse un poco más contra


Teddy y Harry mientras sentía cómo sus pies dejaban el piso y todo
cambiaba a su alrededor, hasta que sintió el suelo nuevamente y tra-
tó de equilibrarse para no caer.
El ruido del estadio los invadió inmediatamente, así como el
olor de pasto mojado y el sonido de la suave lluvia cayendo, mez-
clada con los gritos y aplausos de la gente.
—Wow —susurró Teddy soltándose de él y de Harry y co-
rriendo hacia la barandilla, para apreciar mejor el estadio. Harry co-
rrió hasta él y le puso una mano en el hombro mientras le señalaba
y explicaba algunas cosas, Draco se sentó en una de las butacas y los
observó durante todo el tiempo, no se fijó en los demás magos y
brujas que iban llegando o en las miradas que le daban, sólo en Ha-
rry y en ese niño. Recordó la boda de Hermione y Ron, la primera
vez que había visto a Harry interactuar con aquel pequeño y lo con-
vencido que estaba de que era correcto ver a Harry así, explicando
las cosas con infinita paciencia, sonriendo y siendo cómplice de tra-
vesuras infantiles.
—¡Draco! —llamó Teddy con la misma voz emocionada que
había tenido durante el día—, mira, desde aquí puedo ver a un
montón de gente.
Draco sonrió y se puso en pie, caminando hacia ellos con pa-
sos lentos, recordando cómo la tarde anterior ese pequeño había
aparecido de improviso…
Desde que el juicio contra los de la MACH había empezado,
todo se había complicado mucho, sin embargo, ellos dos no deja-
rían que esas cosas estropearan sus rutinas o los apartaran, así que
cada tarde, a menos que algún compromiso ineludible no se los
permitiera, llegaban a casa y almorzaban juntos, conversaban un
poco y, dependiendo de la cantidad de tiempo libre, incluso podían

626
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

hacer el amor antes de volver a sus respectivas obligaciones, para


luego encontrarse en las noches.
Tanto él como Harry estaban muy nerviosos por el rumbo
que los juicios estaban tomando, se había decidido juzgar a los inte-
grantes de la MACH por cada delito cometido y no por todos en
conjunto, lo que había desembocado en una gran cantidad de jui-
cios, testimonios y titulares. De acuerdo a lo planeado, Draco y Ha-
rry, al igual que sus amigos, estaban asistiendo a casi todos los jui-
cios, atestiguado en la mayoría, y observado cómo la justicia seguía
su curso. Habían sido demasiadas emociones: el rencor de muchos
de los expacientes; el modo como Lucka se había encogido en su si-
tio declarando la forma en que había sido secuestrado; la voz entre-
cortada de Noah narrando todo lo que recordaba de aquel tiempo
encerrado… Incluso Erin había llegado de Francia para estar pre-
sente el los juicios, había mirado con odio hacia Ginny y había na-
rrado el ataque en el que Jocelyn había muerto mientras los padres
de Jocelyn lloraban en una esquina… Todo iba siendo cada vez más
terrible; habían días en que ambos regresaban sintiéndose demasia-
do enfermos y agotados, con energías suficientes para meterse en la
cama y sólo abrazarse, agradeciendo que pese a todo, se tuvieran el
uno al otro, y pudieran dormir juntos.
Por suerte ya faltaba poco, o eso había dicho Aarón un par de
día antes, ya casi estaba concluyendo, y pronto tendrían un veredic-
to; eso, de alguna forma, hacía que todo fuera mucho más llevade-
ro, no sólo para ellos, sino para sus demás amigos, y sobre todo para
los Weasley; los hermanos Weasley no habían asistido a ningún jui-
cio, ni sus esposas, incluso Hermione había declinado el ayudar a
Aarón y Boris con la acusación; pese a eso ella se mantenía infor-
mada de todo lo que ocurría desde su oficina y luego lo notificaba a
Ron y a los demás hermanos. La prensa, que no se detenía, trataba
de hablar con ellos, pero ninguno hacía alguna declaración al res-

627
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

pecto, saliendo menos y esperando a que el tiempo pasase y los de-


jaran en paz.
Draco se había encontrado con ellos una tarde, unos días
después de que los señores Weasley se fueran del país, se había sen-
tido un tanto nervioso por lo que había pasado, pero ellos no pare-
cieron resentidos ni distintos, aunque sí algo tristes, le tendieron la
mano a modo de saludo y no le hicieron ningún reproche. Harry le
había dicho que en el fondo ellos pensaban que Draco había hecho
lo correcto al decirle a Ron antes de que se enteraran por la prensa,
aunque no tenían la suficiente confianza como para decirlo en voz
alta.
Los señores Weasley les habían escrito una carta a ambos, dos
semanas después de llegar a Rumania, Draco se extraño de que la
carta fuera dirigida a los dos, pero Harry sonrió tanto por eso, que
Draco no se animó a decirle que tal vez lo habían hecho sólo por
educación; en el fondo esperaba que no. Los señores Weasley les
contaban que estaban bastante bien, y preparando ya todo para par-
tir a Francia, que Charlie había sido muy amable al pedir un adelan-
to de sus vacaciones para dedicarles los días completos, y que los es-
taba llevando a pasear a muchos sitios interesantes.
Esa tarde en particular había sido muy simple encontrarse,
los juicios que se efectuaban ese día no requerían de su presencia
así que no hubo problemas en dejar que Aarón, Boris y los demás
se encargaran de asistir y ellos escaparse a casa.
Luego del almuerzo, Draco estaba en la sala de estar, disfru-
tando de la tranquilidad del hogar antes de retomar sus actividades
de la tarde, y Harry se había ofrecido a preparar café y llevarlo hasta
él para que ambos pudiesen pasar un rato más juntos, cuando la
chimenea había empezado a agitarse un poco. Draco había fruncido
el ceño, preguntándose la razón para que Gael lo molestara en su

628
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

descanso. Cuando sus dos visitantes aparecieron delante de él, abrió


los ojos sorprendido.
—¿Andrómeda? —preguntó casi sin voz, mirando a la mujer
y al pequeño niño que traía de la mano y que cargaba una pequeña
maleta. Su acercamiento con Andrómeda había sido paulatino, des-
de la ceremonia de unión habían conversado algunas veces, no tan-
tas como a Harry le hubiera gustado, pero sentía que iba avanzando
con ella a pasos seguros. Era más de lo que podía esperar años antes,
cuando su relación se había hecho pública.
—Preferiría tía Andrómeda —reprendió la mujer con voz al-
go cansada, Draco asintió rápidamente, la falta de costumbre a veces
hacia que olvidara que se trataba de su tía, y que ella prefería que la
llamase así.
—Lo siento. ¿Qué ha pasado, tía Andrómeda? —preguntó
Draco rectificándose.
—Teddy, saluda a tu primo Draco —Andrómeda ignoró por
completo la pregunta de Draco y se inclinó un poco hacia el niño,
que miraba todo entre asombrado y asustado. El pequeño, que esta-
ba mucho más grande desde la última vez que lo había visto, asintió
y ceremonialmente se adelantó un par de pasos y extendió una
mano hacia Draco.
—Buenas tardes.
—Hola, Teddy —correspondió Draco, bastante extrañado—.
¿Por qué no te sientas mientras tu abuela y yo conversamos? —
ofreció señalando hacia uno de los sillones. Teddy le dio una mirada
a Andrómeda, que asintió suavemente y prácticamente saltó sobre
el mueble, dejando a un lado la pequeña maleta.
—¿Harry está en casa?
—Sí, en la cocina —informó Draco.
—Bien… esto es… complicado —dijo Andrómeda parecien-
do algo incómoda por la situación.

629
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Puedo llamarlo, decirle que venga, sólo está haciendo…


—¿Andrómeda? —preguntó Harry mientras llegaba hacien-
do levitar una bandeja plateada con dos tazas de café.
—¡Harry! —gritó Teddy mientras saltaba sobre el mueble
para alcanzar a Harry.
—Oh, Harry, que bien que los encuentro a ambos —suspiró
Andrómeda, y Harry le dio una mirada preocupada mientras abra-
zaba al pequeño y Draco tomaba la bandeja y la dejaba en una mesa
cercana.
—¿Ha pasado algo malo?
—No es tan malo, pero… —Andrómeda le dio una mirada a
Draco y suspiró, como si no estuviera segura de lo que diría a con-
tinuación.
—¿Entonces? Pensé que estarías ya rumbo a Francia.
—Y casi lo estaba, pero el bebé de Angelina tiene un serio ca-
so de gripe y no puede cuidar a Teddy, y Hermione, ya sabes, con lo
del bebé en camino y el trabajo, no dispone de tiempo libre y…
—Pero los Weasley te estarán esperando allá —suspiró Harry
mientras obligaba a Teddy a sentarse y no seguir pisando el sofá.
—Lo sé, por eso vine… necesito que se queden con Teddy,
no lo puedo llevar a Francia, se aburriría allí y no tengo con quien
más dejarlo, sabes que no confío en las guarderías para dejarlo un
mes completo.
—¿Aquí? —la mirada de Harry brilló de manera asombrosa,
su sonrisa se ensanchó, y por un instante pareció dispuesto a con-
testar, pero luego miró hacia Draco, preguntando en silencio.
—Por supuesto —respondió Draco encogiéndose de hom-
bros, asombrado por la posibilidad de tener que vivir con aquel pe-
queño al que tanto quería Harry, por poder por fin conocerlo, des-
pués de todas las veces que Harry le había hablado de él.

630
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—En serio, gracias, a los dos —respondió la mujer con una


sonrisa y girando hacia Draco—. No les causará muchos proble-
mas, en las mañanas debe ir a la escuela, excepto los sábados y do-
mingos, puede quedarse allí hasta las dos, y sabe comportarse, ¿ver-
dad Teddy?
—Sí, abuela —respondió el niño seriamente y con un asen-
timiento, Draco se preguntó si era que la mujer no lo habría hecho
aprenderse aquella respuesta para dar mejor imagen y convencerlos
en caso pusieran reparos en quedárselo.
—No causará molestias —le tranquilizó Harry.
—Ninguna —apoyó Draco, y Andrómeda les sonrió antes de
darles las instrucciones sobre la hora en que debía dormir, la hora
en que debía comer y tomar su baño, y una lista de cosas que no
debía comer en exceso (como chocolates, galletas y helados).
Cuando finalmente Andrómeda se marchó, apurada por te-
ner que llegar a tomar su traslador al área de apariciones internacio-
nales del Ministerio, Harry y Draco se quedaron en silencio, con-
templando al pequeño que tenían a cargo, y que jugaba con lo que
parecía un pequeño dragón en miniatura, definitivamente ese sería
un mes bastante interesante, concluyó Draco.
Y aunque sólo había pasado una tarde, supo que no se había
equivocado, pues había tenido que llevarlo a la oficina, junto con
una gran cantidad de juguetes, lápices de colores y pergaminos, ha-
bilitarle una mesa pequeña (nunca había notado que el mobiliario
para niños fuera tan pequeño) y estar pendiente de él a cada instan-
te, mientras intentaba a su vez hacer el trabajo pendiente, y evitaba
las burlas de Gael por lo «paternal» que lucía.
Para la noche, cuando las tutorías de Harry habían termina-
do, volvieron a casa, donde una pequeña batalla por la reticencia del
niño por meterse a la bañera había tenido lugar, el resultado final:

631
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Teddy lloroso pero limpio, Harry y él empapados pero satisfechos


con haber cumplido con una de las tareas encomendadas.
La cena había sido otra historia, prometieron dulces a cambio
de que se comiera los vegetales, y antes de llevarlo a la cama, Harry
le dijo sobre las entradas que había conseguido para el partido de
quidditch, Teddy se había alegrado mucho y habían tenido que usar
una gran cantidad de excusas para convencerlo de irse a dormir y no
esperar despierto y vestido hasta que la tarde siguiente llegara y pu-
dieran ir.
A tan sólo unas horas de que el niño se hubiera dormido,
una fuerte lluvia había iniciado, Draco se había sobresaltado cuando
escuchó el gimoteó seguido por alguien tratando de meterse en su
cama. Harry se había sentado y había tomado en brazos a Teddy, ex-
plicándole que la lluvia no era mala y que no había razón para tener
miedo, toda la escena concluyó cuando Draco, viendo la expresión
en el rostro del niño, había decidido que lo mejor era dejarlo dor-
mir con ellos.
Teddy rápidamente se había colado entre ambos y se había
quedado dormido casi inmediatamente, mientras Harry y Draco lo
observaban detenidamente. Harry sonreía, mientras pasaba una
mano sobre el cuerpo del niño para alcanzar a su esposo, y le daba
un suave apretón en el brazo antes de cerrar los ojos y quedarse
dormido; Draco había pasado un rato más observándolos y recor-
dando una vez más aquella poción que había creado y pensó que el
usarla definitivamente les cambiaria la vida, y supo que ese cambio
lo haría mucho más que feliz.

–|– 

Hermione caminaba con pasos lentos, debido a su avanzado


embarazo, pero no por eso menos impaciente, de un lado a otro de

632
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

la oficina, mirando el reloj y esperando, ya faltaba poco, o eso calcu-


laba ella para que los juicios de ese día terminaran.
La puerta abriéndose la hizo sobresaltar ligeramente, Harry
apareció con una mirada cauta.
—¿Qué fue lo que dijeron? —preguntó rápidamente.
—Mañana dictarán el veredicto, eso ha dicho Kingsley, los
primeros serán Tonny y Ginny, como cabecillas.
—De acuerdo, era lo esperado —comentó ella dejándose
caer en la silla tras su escritorio.
—¿Ron?
—Con sus hermanos.
—Me refería a cómo se siente… no ha estado muy comuni-
cativo últimamente, y no que lo culpe, pero…
—Te entiendo, en casa tampoco ha sido un lecho de rosas, y
trato de tenerle paciencia, pero todo esto…
Harry asintió, sabía a lo que su amiga se refería, la prensa ha-
bía copiado las declaraciones de Ginny, la frialdad con que relataba
cada crimen y cada ataque, la forma como admitía sus culpas y có-
mo demostraba que no se arrepentía de nada de lo que había hecho.
Su condena, tal como los diarios informaban, parecía clara desde
antes, sin embargo, sería la siguiente tarde en la que el Wizengamot
por fin la dictara oficialmente. Habían sido semanas demasiado lar-
gas, demasiado agotadoras y sobre todo, dolorosas, se alegraba de
que los señores Weasley realmente no estuvieran allí, sería intolera-
ble para ellos. Andrómeda le había escrito contándole sobre los se-
ñores Weasley y su mejora en cuanto a la situación, ya no se veían
tan tristes como al inicio, pero ese sería un trago muy difícil de pa-
sar. De superar.
—¿Mañana asistirán Draco y tú?
—Sí… Angelina me ha dicho que se puede quedar con
Teddy esa noche, Fleur también estará allí.

633
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Me parece buena idea, supongo que luego del veredicto


todos se juntaran, y no es apropiado que Teddy esté allí.
—No… no lo es, él no tiene la más mínima idea de lo que
pasa, no creo que lo comprenda ni que lo necesite saber, no habla-
mos de eso cuándo él está despierto.
—¿Está con Draco en casa ahora?
—No, está en la fábrica, Gael también le está haciendo com-
pañía; además parece que le gusta estar allí, esos dos lo engrían de-
masiado —comentó Harry aliviado de que el tema cambiara.
—Sí, quién hubiera pensado que Draco tuviera buena mano
para cuidar niños.
—Cierto —admitió Harry—, al parecer se llevan muy bien,
se confabulan para evitar comer verduras y cosas así.
Hermione soltó una pequeña carcajada y acarició su ya hin-
chado vientre.
—Eso es lo que hacen los tíos, amigos, padrino, y todos, me-
nos los padres.
—Pues Draco asume muy bien el papel —le dijo Harry mi-
rando con cariño a su amiga, sabían que se trataba de un niño, se lo
habían confirmado semanas antes, y eso había alegrado bastante a
Ron—, y cuando ese pequeño nazca, tendrá aquí otro cómplice.
—Entre tú y George, no sé ya que esperar.
—Mucha diversión, eso es seguro.
Hermione negó con la cabeza, pero pese a eso sonrió.

–|– 

—Sigue sin ser remotamente gracioso —bufó Draco mien-


tras Gael apretaba los labios para no soltar una carcajada, Teddy, pa-
rado contra la pared, miraba la escena con una sonrisa sinvergüenza,
y si no fuera Draco la víctima de aquella broma, supuso, también

634
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

estaría riendo de esa manera. Pero no, él había sido el blanco de


aquella broma y por supuesto que no podía reír. Para nada.
—Apuesto a que si fuera yo estarías en el piso retorciéndote
de risa.
—Tú tienes la culpa, por dejar este tipo de cosas al alcance de
los niños, ¿acaso no sabes que cuando hay niños cerca hay que tener
mucho más cuidado del habitual?
—Ya… te estás volviendo experto con esto de los niños, y
apenas lleva dos semanas con ustedes.
—Deja de molestar y deshazte de esto antes de que Harry o
alguien más llegue —respondió Draco, obviando el comentario tan
acertado de su amigo, aquello era cierto, quería saber más al respec-
to, cómo cuidar niños, las cosas que hacían y las cosas que no se les
debía dejar hacer. Puso como número uno de su lista de cosas que
no deben hacerse: “el dejarlos jugar con Gael y sus pociones expe-
rimentales”.
—No te preocupes, sólo debo recordar el tono exacto de tu
cabello y…
—¿El tono exacto? ¿Lo piensas teñir?
—Es que no hay otra forma…
—Merlín —negó con la cabeza Draco, apartándose un poco
de Gael y mirando su reflejo en el espejo. Antes de teñirse el cabello
prefería cortárselo, aunque… el cabello corto tampoco era lo suyo,
pero teñirlo…—. Mejor sería cortarlo.
—No lo sé, de todas maneras tendríamos que teñirlo un po-
co, a menos que lo dejes al cero… —analizó Gael, levantando uno
de los mechones y frunciendo el ceño.
—No… al cero no —Draco suspiró pensando en cómo se le
vería si se cortaba el cabello al punto de quedar sin pelo.
—Perdón, Draco —chilló de pronto Teddy, Draco y Gael gi-
raron a mirarlo extrañados, sólo un momento antes había estado

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

sonriendo ampliamente, y ahora una gran cantidad de lágrimas


caían por sus mejillas. Algo se agitó en el pecho de Draco a la vez
que corría para alcanzarlo y tratar de descubrir qué le pasaba.
—Calma, ¿qué ha pasado? ¿Te duele la panza?
—No —Teddy se sorbió la nariz de manera nada elegante, y
Draco hizo levitar un pañuelo del escritorio para secarle la cara de
manera correcta mientras Gael, que también estaba arrodillado de-
lante del niño, le acariciaba un brazo de manera consoladora.
—No llores… vamos —pedía Gael, su rostro reflejaba cierto
temor, temor que Draco estaba compartiendo.
—Perdón —berreó el pequeño mientras giraba el rostro para
evitar el pañuelo de Draco—. No fue a poprósito.
—Propósito —corrigió Draco automáticamente.
—Eso… —Teddy se pegó más a la pared y levantó una mani-
ta temblorosa hasta tocar el cabello suelto, y ahora verde de Dra-
co—, yo no sabía que…
—¿Es por mi cabello? —preguntó extrañado Draco, tratando
de entender.
—No quería que te lo cortaras… pensé que se vería más bo-
nito y… —la aparente calma desapareció y empezó a llorar nueva-
mente agitándose, aunque sin soltar el cabello de Draco.
—No lo cortarás, ¿verdad Draco? —preguntó Gael dándole
una mirada significativa a Draco.
—¿Es porque me lo cortaré? No te preocupes, Gael lo arre-
glará —contestó Draco hacia Teddy y lo jaló un poco para abrazar-
lo—, ahora deja de llorar, pequeño… vamos, no es para tanto.
—No me gusta cuando mi abuela me corta el cabello…
—Pero crecerá de nuevo —explicó Gael negando con la ca-
beza.
—Sí, es más, no lo cortaré, pero debes prometer no hacer
más experimentos cuando no te estoy vigilando, ¿lo harás?

636
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—¿Y entonces no te lo cortarás? —preguntó el niño apartán-


dose de Draco un poco y mirándolo al rostro más seriamente.
—Y entonces no me lo cortaré.
—¿Palabra? —dijo levantando el dedo meñique de una de
sus manitas delante del rostro de Draco. Draco ya conocía aquel
gesto, lo había hecho con Harry pocos días antes.
—Palabra —prometió mientras enganchaba su dedo meñi-
que con el del niño y asentía.
—Vaya… eso sí que es extraño —dijo la voz de Harry desde
la puerta, los tres se giraron rápidamente para ver a Mikel y Harry,
ambos parecían a punto de soltar una carcajada.
—¡Harry!—gritó Teddy, y se soltó de Draco, corriendo hacia
él.
—No me digas, le hiciste algo al cabello de Draco.
—Pero que intuitivo —resopló Draco, realmente no había
esperado que Harry llegara antes de solucionar aquella bochornosa
broma.
—Pero no se lo cortará, me lo ha prometido, ¿verdad, Draco?
Draco puso los ojos en blanco y se puso en pie rápidamente,
Gael caminó hasta quedar a la altura de Mikel, le dio un beso a mo-
do de saludo y luego declaró con una sonrisa burlona:
—Se lo teñiré.
—¿Podríamos tomar una foto antes? —preguntó divertido
Harry mientras levantaba al niño en brazos. Draco le lanzó una mi-
rada asesina.
—Si sabes lo que te conviene no lo harás, Potter.
—Uy, llegamos al punto de emplear apellidos, es momento
de la retirada —le dijo Harry a Teddy en un gesto cómplice.
—¡Retirada! —repitió Teddy con alegría mientras saltaba en
los brazos de Harry.

637
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí, ambos fuera, Gael tiene que arreglar esto —ordenó


mientras levantaba un mechón de cabello verde y lo examinaba con
frustración, recordando que había estado demasiado ocupado revi-
sando unas pociones y unos gastos como para notar al pequeño
moviéndose alrededor de él, arrastrando la pequeña silla que le ha-
bía conseguido, hasta que había sido muy tarde, y la poción le había
caído en la cabeza. Maldijo una vez más a Gael y sus pociones expe-
rimentales.
Harry apretó los labios y asintió mientras salía de la oficina,
pero antes de hacerlo, Draco lo detuvo.
—¿Todo ha ido bien?
—Sí, ha sido lo esperado… ya mañana se verá.
Draco asintió y se giró hacia el espejo nuevamente, mientras
Gael ya escogía algunos frascos de los que tenía listos sobre el escri-
torio.
—¿Tardarás mucho? —preguntó Harry hacia Gael antes de
salir de la habitación, pensando en que aún tenían que encontrar la
forma de decirle al niño que a la mañana siguiente lo dejarían con
Angelina.
—No —respondió Gael—, en un rato más te lo devuelvo,
todo rubio y guapo como siempre.
—Así tenga el cabello verde seré guapo —reprochó Draco,
Gael y Harry soltaron una pequeña carcajada y Mikel frunció el ce-
ño. La relación de Draco y Mikel no era de las mejores, sobre todo
cuando Gael parecía demasiado interesado en él, Draco nunca le
había preguntado a Gael si era que realmente Mikel se enfadaba
tanto por eso. Realmente esperó que no.
—Te espero en casa, Teddy y yo haremos una ensalada.
—Las ensaladas no son ricas.
—Ya… pero debes comértelas.
—Y son verdes —siguió protestando el niño.

638
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—Y de ese color le pintaste el cabello a Draco —se burló Ha-


rry.
Lo último que Draco escuchó fue la carcajada del niño antes
de que la puerta se cerrara.
Mikel se quedó con ellos y, mientras Gael aplicaba pociones
y hechizos, les iba relatando la forma como el juicio se había llevado
a cabo ese día y la forma como Ginny no parecía nada afectada
cuando Kingsley anunció que la tarde siguiente se daría el veredic-
to; también les relató la manera en que Tonny parecía asustado, oje-
roso y la forma como había implorado clemencia. Realmente era un
cobarde, había sido la conclusión de Mikel, y Draco y Gael le tuvie-
ron que dar la razón.

–|– 

Lucka abrió los ojos con lentitud y pereza, la habitación aún


estaba a oscuras, pero sabía que pronto amanecería. Con algo de
cuidado apartó el brazo de Ethan y se sentó en la cama, tratando de
no hacer ningún ruido. Bostezó por el sueño que aún sentía, re-
prendiéndose el haberse quedado hasta tan tarde la noche anterior,
y estiró los brazos, dándose ánimos para abandonar la cálida cama.
Apartó los cobertores, pero antes de intentar levantarse el brazo de
Ethan lo rodeó por la cintura y lo hizo caer contra la cama nueva-
mente.
—Hey… pensé que dormías —susurró Lucka mientras son-
reía hacia Ethan.
—No, en realidad te estaba observando —confesó el chico
antes de inclinarse y darle un beso en los labios—, ¿a dónde ibas?
—A casa, prometí llegar temprano a la oficina para dejar unas
cuantas cosas listas antes de pasarme al Ministerio… tengo algunos
pendientes.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Pero tan temprano? —protestó Ethan empezando a re-


partir besos por su cuello, la piel de Lucka se erizó por el contacto,
y continuó con más entusiasmo, apartando los cobertores para aca-
riciar el resto de su piel desnuda.
—Ethan… —suspiró Lucka con pesar—, debo ir a casa a
prepárame para el trabajo y recoger unas cuantas cosas.
—Lo sé —Ethan le dio una mordida en el hombro antes de
apartarse un poco de él para mirarlo a los ojos—. He estado pen-
sando en eso, ¿sabes?
—¿En qué?
—En que siempre estamos yendo y viniendo de tu departa-
mento al mío… es agotador.
—Algunas veces lo es, pero ahora que esto por fin termine
será más simple y… —fue interrumpido por un beso más de Ethan,
cuando se apartó, sus ojos brillaban y sonreía mucho más.
—Te amo —declaró Ethan acariciándole la mejilla.
—Y yo a ti.
—Y quiero pedirte… ¿Por qué no empezamos a vivir juntos?
—¿Lo dices en serio? —preguntó Lucka de manera incrédu-
la, sabía que su relación había empezado en un momento muy difí-
cil, pese a eso, Ethan se había mantenido a su lado todo el tiempo,
apoyándolo y ayudándolo, consolándolo o soportando sus arran-
ques de rabia… no llevaban tanto tiempo juntos, como pareja, aun-
que debía admitir que en verdad el sentimiento estaba entre ellos
desde mucho tiempo antes.
—Prácticamente lo hacemos, las únicas noches que no he-
mos pasado juntos han sido porque uno de los dos ha tenido que
trabajar… creo que podríamos intentarlo, ir más allá, vivir juntos,
aquí, o en tu departamento, o mejor aún, comprar algo para los
dos…

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—Yo… —Lucka inclinó un poco el rostro, apreciando los


rasgos de Ethan ahora que la habitación se había iluminado un poco
más por el eminente amanecer.
—Si no estás seguro y necesitas pensarlo, yo podría…
—No… —Lucka negó con la cabeza y pasó sus brazos alre-
dedor de los hombros de Ethan, pegándolo más a su cuerpo—, no
necesito pensarlo, yo te amo… estoy tan seguro de esto, lo estaba
desde el primer día, ¿recuerdas? —preguntó a lo que Ethan asin-
tió—, la noche en que desperté y tú me estabas abrazando, luego de
que me dejaron en libertad… nunca me sentí tan protegido y que-
rido como en ese momento… Nunca me he sentido tan feliz como
contigo…
—Lucka… —Ethan sonrió conmovido y se pegó a su cuer-
po, dándole un beso más en los labios; feliz de que el chico hubiera
aceptado su propuesta, la tenía pensada casi desde el inicio de su re-
lación, pero sabía que era demasiado pronto, que por más que
deseara cuidar a Lucka a cada instante, el chico necesitaba tiempo y
espacio para superar lo que había pasado, y se sentía aliviado de que
hubiera sido así, de que la culpabilidad hubiera desaparecido, de
que sus sonrisas hubieran empezado a ser las de antes… de que to-
do el mal trago hubiera terminado.

–|– 

—Pero… ¿de verdad van a volver? —preguntó Teddy en un


susurro, mirando de reojo a Angelina y los dos niños que estaban
junto a ella, Victoire y Fleur aún no llegaban, lo cual, esperaba Ha-
rry, fuera algo a favor, pues el niño aún no se llevaba bien con ella.
—Claro que lo haremos —le respondió Draco arrodillándo-
se delante de él y mirándolo seriamente—. Le prometimos a tu
abuela cuidarte hasta que ella regresara, ¿recuerdas?

641
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí —el niño se llevó una mano a los ojos, y Draco temió
porque se pusiera a llorar mientras Harry le ponía una mano sobre
el hombro.
—Vamos, Teddy —le dijo Harry en voz animada—, sólo será
por este día, mañana en la mañana vendremos por ti y luego iremos
a pasear, la pasaremos bien, pero hoy, Draco y yo tenemos mucho
trabajo y no vamos a poder cuidarte… ¿recuerdas que te hablamos
acerca de nuestros trabajos?
—Ajá —el niño retiró la mano de sus ojos y señaló a Dra-
co—: tú haces pociones para que la gente se sienta bien y que ade-
más no sepan tan mal —y luego señaló a Harry—: y tú eres profe-
sor… profesor de niños grandes.
—Así es, Teddy —sonrió Draco.
—Angelina tiene muchos juguetes, tú ya la conoces, no es la
primera vez que te quedas con ella —continuó Harry.
Teddy frunció los labios y miró nuevamente hacia la mujer,
que le sonreía amablemente, y luego asintió.
—¿Falta mucho tiempo para mañana en la mañana?
—No tanto en realidad —respondió esta vez Draco arrugan-
do un poco la nariz—, sólo un almuerzo, una cena y un desayuno
más, y se pasará mucho más rápido si te entretienes jugando.
—De acuerdo —asintió Teddy, no parecía muy convencido,
pero al menos no se había puesto a llorar, como temían Harry y
Draco.

–|– 

Boris abrazó con más fuerza a Noah, pegándolo a su cuerpo


mientras el chico emitía un ronco gemido y se liberaba entre ambos
cuerpos, Boris no necesitó más que eso para culminar también,

642
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

mordisqueando el hombro del chico y dejándose caer un poco más


entre los almohadones.
—Dios —suspiró Noah respirando entrecortadamente y aca-
riciando a Boris lentamente en los brazos mientras permanecía re-
costado contra el caliente cuerpo.
—Ha estado genial…
—Sí que lo ha estado —asintió Noah.
—Debemos levantarnos pronto… creo que ya vamos tarde
—comentó Boris luego de un momento más de silencio, y dándole
una mirada al reloj de la mesa de noche. Desde aquella primera no-
che en que Noah había ido a su habitación, buscando algo de con-
suelo y ayuda, habían estado juntos todos los días, y no siempre ha-
bía sido fácil, muchas veces Noah parecía retroceder en su recupe-
ración, tornándose irritable y silencioso, sobre todo cuando inten-
taba llegar más allá de simples caricias y el pánico lo invadía, sin
embargo, con el tiempo y mucha paciencia, habían avanzado, hasta
que había podido conocer a un chico mucho más brillante y simpá-
tico de lo que había esperado; según le habían dicho los demás chi-
cos, casi volviendo a ser como en el pasado.
—Les diré esta noche —comentó Noah apartándose de su
cuerpo, pero sin bajarse de su regazo.
—¿Estás seguro?
—Sí. ¿Tú estarás bien? —preguntó Noah mirándolo preo-
cupadamente. Boris sonrió.
—¿Por qué no habría de estarlo? Es decir, por supuesto que
te extrañaré, pero ya lo tenías decidido de todas formas, y me alegra
que vayas a conocer al fin a tu sobrina… debes estar impaciente.
—Lo estoy —sonrió Noah, cada vez que le hablaban de su
sobrina los ojos le brillaban de una manera muy especial—. Roger
dice que se parece a mí, aunque no lo creo… espero que se parezca
a Nadia, ella es muy guapa.

643
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo es —admitió Boris recordando la fotografía que le ha-


bía enseñado, aquella que había mandado el hermano de Noah,
Roger, unas semanas atrás, cuando la pequeña había nacido al fin—,
y si se parece a ti, seguro que también es muy bella.
Noah se sonrió y le dio un beso en la mejilla.
—No me has contestado —reprochó a pesar de todo.
—¿Qué cosa?
—Qué si estarás bien… es decir…
—Sé que crees que es algo que va pasar, que Aarón y yo de-
bemos estar juntos, y no hay nada que desee más, en serio… pero
Aarón se ha apartado, tal vez ya no esté tan dispuesto como antes —
respondió finalmente Boris, Noah pudo ver el dolor en esa declara-
ción—; y yo no estoy seguro además… es decir, hay tantas cosas
que pasaron entre nosotros…
—Y yo estoy seguro de que te ama —interrumpió Noah, evi-
tando el comentarle que aquello lo sabía por la propia boca de Aa-
rón—, no te quiero decir qué hacer, lo sabes, pero deberías escu-
charlo, ha pasado el tiempo, ambos han cambiado y madurado…
Boris bufó y negó con la cabeza.
—Sólo digo que deberías escucharlo —repitió Noah obvian-
do la interrupción de Boris—; y ahora, señor abogado, es momento
de ponernos en pie, será un día complicado.
—Lo sé —Boris sujetó a Noah por los hombros, detenién-
dolo cuando ya se apartaba de él—. ¿Estás bien? ¿Estás seguro que
lo estarás? Sabes que no tienes que…
—Lo estoy, y lo estaré, necesito ver que esto termine, estar
allí… cerrar esta parte de mi vida —declaró Noah, dándole una
sonrisa tranquilizadora.
—Sí, hoy se termina —asintió Boris, no creyendo que el
tiempo hubiera pasado tan a prisa, que las cosas hubieran cambiado
tanto, y sobre todo que por fin pudieran escuchar la condena que se

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

merecían todos aquellos que por años habían estado atormentándo-


los y maltratándolos.

–|– 

—Seguro que estará bien —les tranquilizó Hermione, los


tres estaban en el despacho de ella, esperando a que el último día de
juicio se iniciara, habían llegado con mucha anticipación y usado la
chimenea de la chica para evitar encontrarse a los periodistas, que
andaban tras ellos a cada instante.
—Sí, al inicio preguntaba mucho por su abuela y por cuándo
llegaría, supongo que será igual, estará jugando y se olvidará de no-
sotros por un rato —comentó Draco, preocupado en el fondo por
Teddy y pensando en cómo se sentiría dejar a un hijo propio tantas
horas solo, por ejemplo en la escuela.
—En todo caso, si es que ocurre algo, Angelina nos llamará
—agregó Harry, mirando divertido hacia Draco y sintiendo en él la
ansiedad por la separación con el niño; Draco podría parecer frío
algunas veces, pero estaba claro que los niños eran una de sus debi-
lidades. Pensó en lo excelente padre que hubiera podido llegar a
ser… o que sería, se corrigió, pensando en los avances que Aarón es-
taba haciendo para pedir que se ampliaran las leyes y dejaran a los
homosexuales casarse y adoptar niños… aunque era algo en lo que
no quería pensar demasiado, después de todo, no quería decepcio-
narse.
—Lo sé —suspiró Draco—; le dí el número de nuestros mó-
viles y le repetí que si en caso no contestábamos, ya sabes, por estar
aún dentro del Ministerio, podía contactar con Hermione por red
flú, que ella nos avisaría en el acto.
—Bueno… no en el acto —corrigió Hermione mientras se-
ñalaba a su vientre—, pero lo haré lo más rápido posible.

645
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco y Harry sonrieron un tanto divertidos por el comenta-


rio, pero antes de agregar algo más, alguien llamó a la puerta, en
cuanto la mujer autorizó a que entraran, aparecieron Boris, Noah,
Gael y Mikel.
—Ya es hora… van a empezar —anunció Mikel.
—Los demás nos están esperando —continuó Boris, que ve-
nía tomado de la mano de un muy pálido Noah.
—Está bien —contestó Harry, poniéndose en pie y dándole
una mirada más a Hermione, que asintió y apretó un poco los la-
bios.
—Ya pronto terminará —suspiró Hermione hacia Noah, que
parecía hasta enfermo, el chico asintió y le sonrió brevemente, antes
de darse la vuelta para salir, seguido por los demás.
Hermione suspiró, dejándose caer un poco sobre la silla, no
sabía cómo sentirse respecto a que al fin la condena fuera dictada;
dividida entre el cariño que había sentido por Ginny en el pasado y
los sentimientos que le causaba ahora que sabía las cosas que había
hecho.

–|– 

Antes de entrar a la sala del Wizengamot, se encontraron con


los demás, sus amigos parecían bastante nerviosos, apenas inter-
cambiaron un breve asentimiento de saludo antes de que Boris los
llevara hasta el interior de la sala.
En cuanto entraron, los periodistas, que estaban ya en su si-
tio, comenzaron a tomarles fotografías y sus vuelas plumas comen-
zaron a escribir con rapidez. Ellos, ya acostumbrados a ese efecto,
no se inmutaron siquiera, tomando el sitio que tenían ya acostum-
brado, a un lado de donde el tribunal se sentaba, casi frente al lugar
donde los acusados escucharían su condena.

646
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

Luego de un momento más de murmullos, la puerta del tri-


bunal se abrió, encabezados por el Ministro Kingsley, uno a uno de
los miembros del Wizengamot fueron tomando su lugar, en esta
ocasión Aarón estaba entre ellos, pese a que por haber ayudado a
presentar la denuncia se había tenido que abstener de votar en el
veredicto. Les dio una mirada tranquilizadora, y sus ojos se detuvie-
ron un instante más en Boris y Noah, que permanecían juntos, al
lado de Giles y Matías.
Harry vio nuevamente esa tristeza y esa pena que hacía que
sus ojos no brillaran tanto como antes, y sintió lástima por él. Draco
le apretó más fuerte la mano, y cuando se giró a verlo se dio cuenta
que su esposo no miraba hacia el jurado sino hacia los padres de Jo-
celyn, que estaban en el otro extremo de la sala, junto a Erin, los
tres lucían cansados y con los ojos irritados.
—Buenos días a todos —saludó Kingsley, permaneciendo en
pie y dirigiéndose hacia la audiencia—. Esta mañana iniciaremos
con la conclusión del juicio, para lo cual les pido se mantengan en
silencio y eviten dar opiniones mientras los veredictos son anuncia-
dos.
Hubo un momento más de murmullos antes de que las
puertas se abrieran y entrara Ginny, seguida por dos aurores, sus
manos estaba atadas por un lazo mágico, en esta ocasión tenía su
larga cabellera sujeta en una coleta y lucía una túnica gris, la que
usaban en prisión, reconoció Harry, que había hecho en algún mo-
mento de su carrera, guardias en aquel horrible lugar.
Ginny se sentó en donde los aurores le indicaban, sus ojos
marrones mirando hacia la nada, su actitud aparentemente tranquila
y desenfadada, Draco se preguntó si realmente ella estaba así de
tranquila o sólo estaba fingiendo.
—En el caso de la comunidad mágica contra Ginebra Weas-
ley —empezó a hablar Kingsley, con voz monótona y sin perder el

647
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tiempo—, acusada de participar como cabecilla en el envenena-


miento de un gran grupo de magos y brujas, provocando su muer-
te, el Wizengamot la encuentra: culpable.
Un murmullo se escuchó en la sala, la actitud de Ginny no
varió en absoluto mientras Kingsley continuaba hablando:
—En el caso de liderar secuestros de más de un centenar de
magos y brujas para luego torturarlos: culpable. En el caso de asesi-
nato contra cuatro magos y cinco brujas, a base de hechizos y mal-
diciones imperdonables: culpable. En el caso de violar la ley contra
la tolerancia y torturar y retener a magos y brujas en contra de su
voluntad, por su orientación sexual: culpable.
El murmullo aumentó, Draco se apretó un poco más contra
Harry, y el chico le acarició el dorso de la mano con el pulgar, tra-
tando de calmarlo, sabiendo que aquella condena, la que le darían
por matar, sobre todo a Jocelyn, era algo que había esperado desde
hacía mucho tiempo.
—La condena por todos estos delitos será de cadena perpe-
túa, sin derecho a apelación o recorte de sentencia bajo ningún con-
cepto —Kingsley hizo un ligero asentimiento hacia los aurores que
custodiaban a Ginny, y estos se apresuraron hacia ella mientras
Kingsley golpeaba con un pequeño mazo contra la mesa de madera,
tratando de hacer que la sala, ahora descontrolada, se quedara en si-
lencio—. La condena entra en rigor a partir de este momento, hoy
cinco de mayo del año dos mil cinco.
Harry vio, casi como si aquello no fuera real, como Ginny
era puesta en pie y obligada a caminar, con las manos atadas, hacia la
puerta lateral, paseó la mirada por la sala, primero hacia los padres
de Jocelyn, la madre lloraba abrazada a Erin, mientras que el señor
Coetzee las abrazaba a ambas y apretaba los labios, mirando con
odio y repulsión a Ginny. Luego se detuvo en Noah, que estaba
junto a Boris, ambos estaban quietos, observando cómo Ginny era

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

sacada de la sala, al otro lado, Ethan abrazaba a Lucka y le susurraba


al oído, a lo que el chico asentía lentamente.
Ginny giró en un último momento, y sus ojos castaños se
enfrentaron a los verdes de Harry, y se desviaron un momento a los
grises y fríos de Draco, esta vez no había una sonrisa burlona, pero
sí la fuerza de quien se siente ganador. Recorrió la sala con la mira-
da por última vez, sus hermanos no estaban allí, no habían apareci-
do en ninguna de las audiencias y no le extrañaba para nada. Volvió
a fijarse en Harry, dejó que el recuerdo de esos ojos verdes la llena-
ra… ¿Si aún lo quería y lo amaba? Dudaba haberlo hecho realmen-
te alguna vez, pero él era lo que ella quería, desde que tenía diez
años, como futuro en su vida, y había hecho mucho por conseguir-
lo, y finalmente había perdido.
Fue llevada hasta la pequeña sala donde había estado espe-
rando minutos antes de que la hicieran pasar, se cruzó con Tonny,
que lucía bastante desmejorado, ni siquiera se había peinado, y tenía
barba de varios días, durante el juicio él había alegado que la que
planificaba todo era ella, que él no estaba al tanto de nada de lo que
pasaba; por supuesto que la defensa había tenido pruebas de sobra
para desmentirlo; Ginny estaba segura de que le darían la misma
condena que a ella, y que además, no aguantaría mucho tiempo en
la cárcel, sabía que no era un tipo valiente, y lo más probable fuera
que se volviera loco pronto. Los ojos verdes de Tonny se detuvieron
en ella un segundo, pareció querer decir algo, pero no le fue posi-
ble, puesto que el par de aurores que lo custodiaban lo empujaron
sin nada de delicadeza hacia el frente, haciéndolo entrar en la sala.
Lo último que escuchó Ginny fue el anuncio del Ministro
sobre que dictarían la condena de Tonny antes de que la puerta pe-
sada de madera se cerrara a su espalda, fue entonces que se fijó en el
traslador que la llevaría finalmente hasta Azkaban. Fue como si le
hubieran dado un golpe en el estómago y le hubieran cortado la

649
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

respiración, fue como si recién fuera consiente de que todo había


acabado para ella, de que ahora pasaría el resto de su vida encerrada.
Su cuerpo se estremeció y comenzó a sentir cómo el pánico trepaba
por su pecho.

–|– 

El día fue largo, estuvieron presentes mientras se dictaba


condena a uno tras otro de los miembros de la MACH, todos, in-
cluyendo a los medimagos y enfermeras que habían trabajado en la
clínica, incluso miembros que habían cesado su participación en la
organización desde hacía tiempo fueron duramente condenados,
todos ellos a cadena perpetúa, sin derecho a apelación por ser partí-
cipes directos o indirectos de una gran cantidad de muertes. Cuan-
do el profesor Garfunkel apareció, se pasó todo el tiempo mirando
con desprecio a Draco, lo que alteró a Harry a tal grado de ponerse
en pie, dispuesto a protestar, fueron Draco y Gael los que lo jalaron
de vuelta a su sitio, pidiéndole que se calmara, sabían que no había
nada que pudieran ganar con esa actitud, además, de todas maneras
el hombre ya estaba condenado y de por vida.
En cuanto la audiencia terminó, cerca del anochecer, todos se
pusieron de pie, dispuestos a escapar antes de que los periodistas
pudieran incomodarlos con sus preguntas, cierto que habían gana-
do, pero aquello no se sentía como una victoria, pese a que todos
habían superado de alguna manera el daño que la MACH había
ocasionado en ellos, no podían dejar de recordar a Jocelyn, los se-
cuestros y torturas de Noah y Lucka, o la cantidad de casos que ha-
bían descubierto durante sus investigaciones.
Se reunieron en la oficina de Hermione, incluso los padres
de Jocelyn y Erin se pasaron por allí para despedirse, agradeciéndo-

650
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

les todo lo que habían hecho para conseguir que los asesinos de la
chica recibieran su castigo.
Erin se despidió de Draco y de Gael con lágrimas en los ojos,
puesto que al día siguiente volvería a Francia, con sus padres; du-
rante el tiempo que había estado en Inglaterra ambos la habían visi-
tado en más de una ocasión, y les partía el alma ver que aún estaba
destrozada por la que, ella misma denominaba, el amor de su vida.
Los padres de Jocelyn les informaron que partirían a América
la semana siguiente, para ir a pasar una larga temporada en casa de
unos parientes, que ahora que el juicio había terminado podían irse
más tranquilos. Draco esperó sinceramente que pronto ellos, al
igual que Erin, dejaran de sufrir, que pudieran recordar a Jocelyn de
la manera que él y Gael hacían, pensando en lo amable y buena que
había sido, y en lo triste que se pondría si ella pudiera ver que ellos
sufrían por su ausencia.
Luego de que Erin y los señores Coetzee se marcharan, to-
dos se organizaron para ir hacia Grimmauld Place, Hermione dijo
que ella se reuniría con Angelina, quien había llamado informando
que Teddy se encontraba muy bien y que pronto cenaría.
Pese a que Draco quería abrazarse a Harry y dejar que el
tiempo pasara, lo comprendió cuando éste dijo que tenía que ir
primero a la Madriguera y ver cómo estaba Ron y sus hermanos.
Harry podía percibir cómo Draco se sentía, era un senti-
miento diferente a los que había sentido antes, era una mezcla de
pena y de rabia, y lo abrazó y lo besó antes de marcharse, agrade-
ciéndole que lo comprendiera, y prometiéndole llegar pronto a ca-
sa.

–|– 

651
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

En cuanto llegaron a casa, Draco se encargó de repartir, con


ayuda de Gael, copas a todos, y levitar un par de botellas de whisky
de fuego que Noah se había encargado de conseguir, una vez todos
tuvieron sus copas llenas, se quedaron en silencio, sin saber muy
bien qué decir, sintiéndose extraños ante esa situación.
Comenzaron a beber en silencio, luego de un simple brindis
silencioso, todos repartidos en la sala; Aarón apareció unos minutos
después, ya no lucía la túnica granate oficial del tribunal mágico, y
lucía agotado, su mirada se detuvo nuevamente en Boris, que esta
vez estaba junto a Tyrone, hablando en murmullos y luego comen-
zó a saludar a todos los demás, para finalmente instalarse en la es-
quina más apartada de la sala, con una copa entre las manos y mi-
rando todo de manera ausente.
Draco suspiró cansadamente y encendió un cigarro, recor-
dando que llevaba muchos días, desde que Teddy se estaba quedan-
do con ellos, sin fumar, puesto que era mal ejemplo y contaminaba
el ambiente, y un sin fin más de cosas que se le habían ocurrido.
Gael se puso en pie, había estado sentado al otro extremo del salón,
conversando en susurros con Mikel, Giles, Lucka, Ethan y Noah, y
se puso delante de él.
—Si te vas a quejar porque estoy fumando, ya te lo puedes
guardar —se adelantó Draco con voz pausada y haciéndose a un la-
do para dejarlo sentar junto a él—. Teddy está con Angelina, y lim-
piaré el ambiente antes de que vuelva.
—En realidad —contestó Gael, hablando lentamente y mi-
rando de reojo hacia Mikel—, quisiera uno, ¿por favor?
—Vaya… ¿Todo bien?
Gael dio una mirada más hacia el grupo de Mikel, y asintió
con la cabeza, aunque no parecía muy convencido.
—No sé qué sentir —contestó luego de darle una calada al
cigarrillo.

652
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—Te entiendo… Harry se siente peor aún.


Ambos se quedaron en silencio un momento más, hasta que
las llamas de la chimenea cambiaron a verde, y un pálido y cansado
Harry apareció.
—Chicos —saludó mirando alrededor, no muy asombrado
de encontrar ese ambiente tan sombrío.
—¿Cómo están? —preguntó Draco poniéndose en pie para
recibirlo mientras los demás dejaban de hablar para escucharlo.
Durante el tiempo que la investigación y el trabajo para pro-
mover la primera ley de igualdad había durado, sus amigos habían
tratado bastante con Ron, quien en un inicio se había mostrado un
tanto receloso y callado, sin embargo, con el pasar de los días habían
congeniado bastante bien, y ahora todos se sentían culpables de ce-
lebrar cuando la hermana menor de alguien a quién ya considera-
ban su amigo, había sido condenada.
—Estarán bien —comentó Harry con voz cansada—, no era
algo que les cayera de sorpresa, después de todo, ellos ya habían leí-
do toda la información que se presentaría en el juicio.
Harry recibió de manos de Draco una copa de whisky, y se
dejó caer junto a Gael, que también parecía abatido, mientras re-
cordaba su vista a la Madriguera:

En cuanto había llegado había notado el pesado silencio, toda la casa


estaba a oscuras, salvo la cocina, en donde los cuatro hermanos estaban reuni-
dos, con una botella de whisky medio vacía en el centro de la larga mesa y va-
sos medio llenos frente a cada uno.
Le dolió la forma como los encontró: Bill estaba con las manos cu-
briendo su rostro, mientras George parecía más ausente que nunca, Ron ju-
gueteaba con un pequeño cuchillo sobre la mesa, y Percy escribía frenética-
mente un largo pergamino.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Es para Andrómeda —informó Ron en cuanto notó la presencia de


Harry—, le contamos todo lo que ha pasado para que ella vea la mejor ma-
nera de decírselo a mis padres, aunque ellos ya están al tanto de casi todo.
—Oh…
—¿Ella lucía… arrepentida? —preguntó George mirando a Harry
con ansiedad.
—No lo sé… se veía tranquila —mintió Harry, durante el veredicto
lo que más le había asombrado, aunque ya se lo esperaba después de ver su
actitud durante los juicios, era la mirada fría y displicente de Ginny, él, que
creía que la conocía, pensaba que era una forma de decirle al mundo: «no me
interesa», aunque por dentro se muriera de miedo.
—¿Crees que sea posible que reciba visitas —preguntó Bill apartando
las manos de su rostro y encarando a Harry.
—Lo siento —susurró Harry mientras recibía de Ron un vaso de
whisky—, Aarón dice que no les permiten las visitas… ya sabes, son muy es-
trictos.
—Nunca lo comprenderé —masculló Bill, bajando la mirada nue-
vamente, parecía demasiado abatido y cansado, y Harry lo entendía.
—Yo tampoco —le dijo poniendo una mano sobre su hombro—, yo
tampoco…

—¿Te sientes mal? —preguntó Draco sentándose junto a él,


Harry le quitó el cigarro encendido que tenía en la mano y aspiró
profundamente, sintiendo el sabor del tabaco y negando con la ca-
beza.
—No lo sé, es muy raro todo… Yo... quisiera haberlos ayu-
dado, haber encontrado la forma de evitarles que esto pasara.
Draco suspiró y le quitó el cigarrillo de vuelta.
—Ron es un buen tipo, los señores Weasley son excelentes
personas, estoy seguro que lo que menos merecían era esto… pero

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

no había nada que hubieras podido hacer para evitarlo, no estuvo en


tus manos, sino en las de ella.
—Lo sé —Harry se dejó caer contra el respaldo del sofá.
Draco se quedó a su lado, bebiendo en silencio hasta que
Noah se puso en pie de pronto, llamando la atención de todos:
—Escuchen —anunció Noah, de pie y mirando un instante a
Boris antes de continuar—: yo quiero decirles que en verdad, aun-
que no pueda sentirme del todo contento por cómo han pasado las
cosas, al menos me siento aliviado de que ellos se hayan detenido,
de que ya no estén libres por allí hostigándonos y dañándonos.
—Es cierto —apoyó Boris—, al menos hemos conseguido
tranquilidad para todos, y eso es algo con lo que no soñábamos an-
tes, ahora las cosas van mejorando.
—Y seguirán mejorando —prosiguió Aarón, hablando por
primera vez en mucho rato—, el Wizengamot se muestra ahora más
flexible en cuanto a nuestros derechos, pronto podremos seguir
avanzando… y el que hayan condenado tan duramente a los de la
MACH frenará a otras personas de intentar imitarlos.
Todos asintieron convencidos, aquello era cierto, la condena
a los de la MACH había sido dura y ejemplar, dejando en claro que
los derechos de ellos era algo que el Wizengamot no dudaría en ha-
cer valer.
—Ahora que todo ha pasado —suspiró Noah—, debo decir-
les que me marcharé mañana… regreso a casa.
—¿A casa? —preguntó Mikel asombrado.
—Por un tiempo al menos… todos ustedes han sido muy
buenos conmigo, me han ayudado a superar todo esto, ha dejar
atrás los malos recuerdos, no sé ni por dónde empezar a agradecer-
les, sin embargo, ahora debo volver con mi hermano… quiero ayu-
darlo por un tiempo y luego… —se encogió de hombros—, luego
ya veré.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

A Draco no le pasó por alto la mirada que Aarón dio hacia


Boris, que parecía ya enterado de aquello, y luego hacia Noah, pa-
recía incrédulo de que el chico se marchara.
Continuaron bebiendo hasta casi medianoche, charlando en
conjunto en algunas ocasiones o en pequeños grupos desperdigados
por toda la sala, hablando en voz baja sobre los planes que tenían
ahora, sobre sus empleos y la forma como las cosas estaban mejo-
rando para ellos, hasta que uno a uno se fueron marchando a casa, y
finalmente Harry y Draco se quedaron solos.
Entonces por fin se pudieron ir a la cama, abrazándose y be-
sándose lentamente hasta que ambos, tan agotados como estaban, se
quedaron dormidos, reconfortándose con su compañía.

–|– 

Noah había tenido su boleto de vuelta, listo desde unas se-


manas antes, desde que se habían dado las fechas para el juicio, y esa
tarde, tal como tenía planeado, estaba ya en la puerta número siete
del área de apariciones internacionales del Ministerio, esperando a
que fuera llamado.
—Promete que escribirás —le pidió Boris, que estaba junto a
él y miraba hacia todos lados, había gran cantidad de magos y brujas
apurados por todas partes, corriendo de un lado al otro.
—¡Por supuesto que lo haré! —sonrió Noah, mientras ter-
minaba de verificar que tuviera todos los documentos que necesita-
ba en las manos. Dio una mirada alrededor, y recordó cuando había
llegado, muchas semanas antes, asustado y nervioso, en compañía
de Sara, su mirada se detuvo en Boris y le acarició la mejilla con ca-
riño—. Nunca podría dejar de escribirte, lo sabes, eres mi amigo, el
mejor que tengo.

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—Tú también lo eres… —respondió Boris, inclinando la ca-


beza contra la mano de Noah y disfrutando de esa caricia, pensando
vagamente en que algunos años atrás no hubiera podido hacer esas
cosas en público.
—Y antes de irme —continuó Noah, soltando a Boris y sa-
cando un sobre de la mochila que tenía apoyada contra el piso—,
debo darte esto. Me parece correcto dártelo.
—¿Qué es? —preguntó Boris recibiendo un sobre blanco, en
cuanto lo giró pudo ver el sello de Aarón sellando la carta, dedujo
que nadie más podría abrirlo, y le extraño que Noah la tuviera, más
aún, que Aarón le escribiera, llevaba mucho tiempo sin hacerlo.
—Yo lo fui a ver ayer, o mejor dicho esta madrugada, mien-
tras tú dormías.
—Noah —suspiró Boris, y aunque moría de ganas por leer la
carta, guardándola en el bolsillo del abrigo.
—Y no quiero decirte qué hacer, lo sabes bien, sólo fui a ha-
blar con él, ya sabes que él fue muy amable conmigo, me ayudó a
contactarme con Draco, me hospedó en su casa… —Boris asintió
comprendiendo, después de todo, no había razón para que Noah
no hablara con Aarón, ambos estaban en el mismo bando—; y
cuando ya me despedía me pidió que te la entregara, no se animaba
a mandártela, sé que la tiene escrita desde hace tiempo… —Noah
se encogió de hombros.
—La leeré en casa —asintió Boris.
—Boleto cinco veintisiete, con destino a Chelyabinsk, Rusia,
estamos listos para partir —anunció la voz monótona de una mujer.
—Oh, ese es mío —comentó Noah mirando hacia la puerta
de embarque número siete, que ahora tenía una luz verde encendi-
da, indicándole que ya podía pasar.
—Sí, así es —respondió Boris levantando la pesada mochila
para alcanzársela a Noah.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Cuídate mucho —pidió Noah abrazándose a él.


—También tú hazlo.
—Y gracias, por todo —Noah lo apretó un poco más fuerte
por un instante antes de apartarse, Boris soltó una carcajada nervio-
sa.
—Ya te he dicho que no me andes dando las gracias, tonto.
Noah sonrió ampliamente y le dio un beso en los labios, un
casto beso de cariño antes de apartarse y asentir.
Boris permaneció quieto mientras miraba cómo Noah cru-
zaba la puerta y cómo ésta, segundos después, dejaba de tener la luz
verde encendida, y en su lugar aparecía una luz anaranjada, y final-
mente una roja, lo que indicaba que Noah ya había partido y que en
minutos, cuánto mucho, estaría en la sala de apariciones de Chelya-
binsk.
Metió la mano al bolsillo y palpó la carta de Aarón, sabía que
le había dicho a Noah que esperaría a estar en casa para leerla, pero
no podía resistir la curiosidad mucho tiempo. Con manos algo
temblorosas la sacó y abrió el sello, encontró un largo pergamino,
escrito en tinta azul con la letra apretada de Aarón. Se recostó con-
tra una de las paredes mientras comenzaba a leer:

Boris,

Es de noche , estoy solo en mi habitación , en Ita-


lia, y no puedo dejar de extrañarte .

Ahora soy conciente de todo el daño y el dolor


que te he causado; entiendo, además, que esta soledad
que ahora cargo, que este sufrimiento que tengo, es lo

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

mínimo que me merezco después de todo lo que te he


hecho; cada vez que pienso en nosotros, en ti , no en-
tiendo cómo es que pude haber sido capaz de tanto, de
haberte dejado de lado, de lastimarte de esta manera…
Entiendo, por primera vez desde que te marchaste de
casa, porque nunca volverías conmigo, soy conciente de
la forma tan estúpida en que te he perdido…

Boris levantó la mirada un instante, su corazón empezando a


latir con fuerza, las palabras de Aarón, la tristeza y el arrepentimien-
to que encerraban… se mordió el labio inferior y continuó leyendo,
importándole muy poco el ajetreo y el ruido alrededor.

–|– 

Se preguntó si el sentirse así de agotado sería de ahora en


adelante un estado natural en él, si es que ya nunca más podría
dormir como antes, como cuando Boris estaba a su lado. Sacó un
cigarro del bolsillo de su abrigo, pero antes de que siquiera intentar
encenderlo, un hombre, usando una túnica de color verde bastante
llamativo, se plantó delante de él. Aarón, sentado en una de las ban-
cas de espera, cerca de la puerta siete, que era por donde Noah le
había dicho que partiría, levantó la mirada un tanto confuso.
—Lo lamento, señor —dijo el hombre con voz dura seña-
lando un cartel al lado izquierdo, en el que se indicaba que estaba
prohibido fumar, beber y realizar hechizos ajenos al transportar
equipaje—, no puede fumar aquí.
Aarón encogió los hombros y guardó el cigarro en el bolsillo
del abrigo nuevamente.
—Lo siento.
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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Se siente usted bien? —preguntó el hombre mirándolo


con más atención.
Aarón soltó un bufido, era increíble que no pudiera verse
bien siquiera frente a un simple guardia de seguridad. Se enderezó
un poco más y ensayó su mejor sonrisa mientras asentía.
—Por supuesto, señor, por supuesto —contestó.
El hombre inclinó la cabeza un poco, algo asombrado del
cambio de actitud en el hombre, y luego de dar una mirada alrede-
dor, asintió y se dio la vuelta, alejándose con pasos rápidos.
Entonces Aarón soltó el aire lentamente, recordándose que
no debería fumar, que no era correcto y que se veía mal, que estaba
bien que el guardia se lo hubiera impedido, tratar de hablar con Bo-
ris viéndose fatal —como él estaba seguro lucía— ya era malo, ¿qué
clase de imagen proyectaría si era que además parecía haber adqui-
rido el hábito del cigarro?
Acomodó con una mano sus cabellos, mirando alrededor,
hasta que sus ojos se detuvieron en una figura que en ese momento
salía por el pasillo, que llevaba hacia la puerta de embarque número
siete; su corazón empezó a latir a un ritmo doloroso mientras se
ponía en pie para alcanzarlo.
—¡Aarón! —exclamó Boris mientras caminaba hacia él, en
una mano traía aún la carta, estrujada entre sus dedos.
—Noah me dijo que estarías aquí —respondió Aarón dete-
niéndose delante de él, estaban en medio de la sala, y un montón de
magos, brujas y niños, levitando maletas y paquetes, pasaban a su
alrededor, incluso golpeándolos un poco, pero ninguno se dio
cuenta de eso, ocupados en mirarse; Boris por un lado, analizaba a
Aarón, miraba sus ojos, su rostro, y reflexionaba acerca de la carta…
si pudiera creer que era verdad…
—No sé qué más hacer —susurró Aarón luego de un mo-
mento más, su voz sonaba temblorosa—, yo… perdón, no sé que

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

hacer… cómo se supone que debo vivir así… —Aarón apretó los
labios y desvió la mirada, incapaz de creer que sus emociones le ga-
nasen de esa manera.
Boris abrió los ojos con sorpresa, observando el rictus en el
rostro de Aarón, la forma como se contenía, sus puños apretados…
Aarón nunca lloraba, no sabía hacerlo, o eso al menos siempre había
creído él, durante el tiempo que habían estado juntos lo había visto
de mil y un maneras, en la intimidad y frente a los demás, frente a
las cámaras, y si había algo que no podía hacer era llorar; Boris le
había dicho en más de una ocasión que no era malo hacerlo, que
llorar limpiaba el alma, a lo que Aarón había contestado que llorar
era demostrar fragilidad, querer dar pena, y que además era algo
que no se le daba, no desde que era un niño pequeño; sin embargo,
allí estaba, de pie, delante de él conteniendo las lágrimas, intentan-
do frenar aquello que él mismo había denominado debilidad.
—Aarón… —jadeó Boris, una bruja bastante mayor, levitan-
do tres baúles, uno sobre otro, pasó a su lado, golpeándolo en la es-
palda y haciéndolo inclinarse hacia delante.
—Ouch —se quejó Boris hacia la señora, que se detuvo y les
dio una mirada fastidiada, seguramente imaginando que eran otra
de esas parejitas gay que ahora no tenían ningún reparo en mostrar-
se en público.
—Es un lugar de tránsito, jovencito, si quiere conversar con
su amigo, debería ir a la cafetería —le regañó la mujer, luego le dio
una mirada más a Aarón, que había desviado la mirada hacia el piso,
e incluso pareció reconocerlo antes de señalar con la cabeza a una
esquina—, es más, creo que su amigo necesita tomar algo, allí hay
un lugar —y dicho eso se alejó, mascullando y levitando sus tres
baúles y golpeando a algunos al pasar.
Aarón tomó una profunda bocanada de aire, el dolor y la
culpa le ganaban, no sabía manejar todos aquellos sentimientos en

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

su pecho, no sabía cómo manejar la situación, suspiró profundo


una vez más, seguro de que su voz sonaría correcta esta vez.
—Yo no puedo… —su voz se quebró nuevamente y sintió
las lágrimas agolparse en sus ojos, agachó la mirada y trató de respi-
rar nuevamente, incrédulo de que las lágrimas realmente le gana-
ran, no había llorado por nada ni nadie nunca, simplemente no sa-
bía cómo manejar aquel despliegue de sentimientos.
—Oh, Aarón —suspiró Boris poniendo una mano sobre su
hombro y acercándolo un poco más a él, sintió la tensión en el
cuerpo de Aarón por un instante antes de que el hombre se abrazara
a él, sintiendo su tibio aliento sobre el cuello; por la forma como
respiraba, Boris sabía que estaba llorando. Presionó con un poco
más de fuerza sus manos sobre la espalda de Aarón por un instante,
para luego acariciarlo con lentitud, a modo de consuelo.
—No puedo más —jadeó Aarón sobre el cuello de Boris,
importándole ya muy poco que estuvieran en un lugar concurrido o
que alguien lo pudiera ver, ahora sólo le importaba sentir el calor y
el aroma de Boris, casi convencido de que aquella podría ser la úl-
tima vez.
Boris le acarició el cabello, la espalda y los brazos, esperando
a que el hombre se calmara, aún demasiado sorprendido por todo lo
que estaba pasando, por tenerlo de esa manera, y, por qué negarlo,
deseoso de besarlo, de creer en sus promesas y llevarlo a casa, pero
había mucho qué decir antes de que eso sucediera, antes de que
pudiera creer una vez más en él.
—Aarón —susurró cuando lo sintió más calmado, apartán-
dolo un poco para verlo a la cara, a sus ojos rojos e hinchados, a sus
mejillas sonrojadas.
—Lo sé —asintió Aarón, y Boris creyó que empezaría a llorar
nuevamente, lo apretó un poco más fuerte de los brazos y negó con
la cabeza.

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—Me has hecho mucho daño, más del que imaginas —em-
pezó a decir Boris, su voz sonaba pausada y modulada, pero Aarón
sabía que lo que decía le costaba mucho esfuerzo—, y por más que
te quiera o ame, no sé cómo confiar en ti, como… No sé si podré
hacerlo.
Aarón asintió lentamente, por lo general a él se le daba muy
bien el convencer a la gente, era un político innato, su mente podía
crear discurso tras discurso de manera veloz, sin embargo, de pie
frente al que él sabía era el amor de su vida, su mente se ponía en
blanco, y no sabía qué decirle, cómo convencerlo, que promesas
hacerle, cómo hacerle ver que él no se portaría así nuevamente…
—Te amo —dijo al fin con voz ronca, Boris inclinó el rostro
hacia un lado, mirándolo casi como antes, cuando estaban juntos—,
sal conmigo… vamos a cenar hoy en la noche…
—Aarón…
—Déjame hacerlo, déjame demostrarte que yo… —se mor-
dió el labio inferior—, déjame demostrarte que he entendido, que
puedes creerme cuando te digo que nunca más haré nada de lo que
hice antes, que he aprendido que nada ni nadie vale el dolor tan te-
rrible que estoy sintiendo desde que te fuiste.
Boris negó con la cabeza y luego lo tomó de la mano, entre-
lazando sus dedos, fue conciente del temblor del cuerpo de Aarón
por esa simple caricia, y eso lo hizo sonreír. Aarón le devolvió una
mirada ansiosa.
—También te amo, pero necesito tiempo —le respondió, ja-
lándolo hacia la salida—, ¿lo comprendes, verdad?
—Sí —Aarón asintió frenéticamente, no creyendo del todo
que en verdad eso estuviera sucediendo—. Yo te puedo dar todo el
tiempo que quieras… todo lo que necesites y… —una mano sobre
sus labios detuvo sus palabras, a la vez que la puerta de cristal se

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

abría y ellos salían hacia la zona muggle que rodeaba al área de apa-
riciones internacionales del Ministerio.
—Quiero confiar en ti, en verdad que quiero, pero que te
quede claro que, pese a lo que siento por ti, si esta vez no funciona,
si vuelves a…
—No lo haré —declaró firmemente Aarón, ambos ya cami-
naban por la calle, aún sin soltarse y sin rumbo fijo.
—Empezaremos con una cena —informó Boris, tratando de
mantener su voz serena—, luego ya veremos…
Aarón se giró hacia Boris, pensando en sí besarlo sería co-
rrecto, pero supo que no, que Boris necesitaba tiempo, necesitaba
volver a confiar en él y estar seguro antes de animarse a dar cual-
quier paso más, y debía estar agradecido por ello, no tratando de
apresurar las cosas; apretó un poco la mano de la que Boris lo tenía
sujeto, y sonrió sinceramente, como hacía mucho tiempo no son-
reía.

–|– 

Muchas carcajadas, buenos ratos, paseos y lecciones didácti-


cas acerca de cómo cuidar a un niño después, Andrómeda regresó a
Londres, en compañía de los Weasley, ambos señores se veían mu-
cho mejor a como habían partido, y eso al menos le daba algo de
tranquilidad. Las cosas iban cambiando bastante más a prisa, Her-
mione ya entraba en su séptimo mes de embarazo, y se quedaría en
casa, puesto que se cansaba demasiado llegando hasta el Ministerio,
Ron trataba de repartir su tiempo entre las tiendas de bromas y pre-
parar la llegada del pequeño niño, Draco estaba a punto de firmar
un nuevo contrato, está vez con una empresa española, y las clases
en la Escuela de Defensa eran todo un éxito, dejándole cada vez una

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

agenda más apretada para poder tomar los diversos casos que le lle-
vaban magos y brujas de todo el Reino Unido.
En cuanto a Draco, luego de la partida de Teddy, parecía un
poco distinto, sabía que algo le preocupaba, y esperaba que su espo-
so se lo comentara pronto, puesto que no le gustaba sentirlo tan
tenso, sobre todo cuando estaban pasando por una de esas semanas
con poco tiempo para ellos.
No fue hasta que llegó el sábado, día en que Harry no tenía
ya clases que impartir, y que él había podido dejar todo listo para la
firma del contrato con los españoles, el día lunes, en que Draco se
animó a abrir nuevamente el cajón del baño. La poción dorada bri-
lló suave e invitadoramente, y sin pararse a pensárselo demasiado, la
levantó, quitó la tapa y tomó un gran trago. Una sensación cálida le
llegó al pecho y asintió, convenciéndose de que sí era correcto hacer
aquello.
Cuando salió a la habitación, Harry ya estaba allí, sentado en
uno de los pequeños sillones, leyendo un pesado texto de maldicio-
nes egipcias.
Harry levantó la vista hacia Draco y sonrió contento, era sá-
bado por la tarde, y habían decidido pasar el fin de semana allí, in-
cluso habían cerrado la chimenea para que ningún inoportuno visi-
tante los interrumpiera. Ese era su tiempo a solas y querían disfru-
tarlo.
—Quién te viera, si en la escuela hubieras sido tan dado para
el estudio…
—Seguramente no habría tenido excusas para andarme me-
tiendo en tu habitación —completó Harry, cerrando el libro y po-
niéndose de pie para alcanzarlo.
Draco bufó suavemente.
—Como si en verdad hubieras necesitado excusas, igual te
hubieras colado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y como si tú realmente no lo hubieras querido —reprochó


Harry antes de inclinarse y besarlo de manera lenta. Sintió los bra-
zos de Draco rodeándole la cintura de manera posesiva mientras sus
lenguas se encontraban a medio camino.
—Ven —pidió Draco, apartándose del beso y tomándolo de
la mano para llevarlo a la cama. Harry entrelazó sus dedos con los
de él y lo siguió tranquilamente, mientras Draco sentía su corazón
latir a velocidades insanas.

–|– 

Ambos estaban desnudos sobre la cama, Draco estaba boca


abajo, sujetando las sábanas con ambas manos y tratando de respirar
y relajarse, de apartar ese pequeño sentimiento de culpa que tenía
encima, de apartar esa vocecita que le decía que estaba haciendo
mal, que lo que estaba haciendo era incorrecto.
—Draco —suspiró Harry sobre su oído, podía sentir su erec-
ción presionando suavemente sobre su entrada, y sabía que si no
empezaba a relajarse aquello no resultaría bien, sin embargo, no
podía hacerlo… esa vocecita nuevamente gritando «engaño».
—Mmm…
—¿Seguro que estás bien? —le preguntó suavemente, sus la-
bios dieron un suave beso en la oreja antes de apartarse para sentar-
se sobre él.
—Ajá —jadeó Draco cerrando los ojos y tomando una pro-
funda bocanada de aire.
Harry acarició con sus manos la espalda de Draco antes de
posicionarse mejor, empujando sólo un poco dentro de él, lo sintió
tensarse, todos los músculos de su espalda marcándose. Definiti-
vamente algo extraño estaba pasando, Draco, pese a haber tomado

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

la iniciativa, parecía ausente, distante, y no podía seguir ignorándolo


más.
Draco apretó un poco los labios, tratando de apartar el dolor
de su mente e intentando relajarse mientras sentía a Harry entrar en
él. Levantó las caderas y empujó a la vez que sus manos sujetaban
más fuerte las sábanas. Las manos de Harry en sus caderas lo detu-
vieron a la vez que lo sentía alejarse de él.
—No… no te detengas.
—Te estoy lastimando —suspiró Harry frustrado, su excita-
ción estaba desapareciendo rápidamente, siendo reemplazada por la
preocupación.
—No lo haces —mintió Draco sentándose para encarar Ha-
rry.
—¿Qué es lo que pasa?
—Que no quieres seguir —respondió Draco con el ceño
fruncido.
—No pareciera que estuvieras del todo en esto, de todas
formas —contraatacó Harry mientras buscaba alrededor algo para
vestirse.
—¡Claro que lo estaba! —siguió mintiendo Draco, mientras
observaba a Harry ponerse en pie y tomar los pantalones del piso.
—¿Qué es lo que te pasa? Si no quieres hacerlo no pasa nada,
no tienes que hacerlo sólo por complacerme.
—¡Qué sí quiero hacerlo! —replicó Draco en voz mucho
más alta, Harry, ya con unos pantalones vaqueros puestos, se cruzó
de brazos y arqueó una ceja.
—Sé cuando no estás diciendo la verdad, o cuando algo te
preocupa, y ahora es el caso, y si no me lo quieres decir, bien, pero
no intentes ocultarlo acostándote conmigo como si de esa manera
pudieras hacer que no note lo que te pasa.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Nada me pasa —respondió Draco más suavemente esta


vez, una sensación extraña bailándole en el pecho, no podía hacer
aquello sin que Harry lo supiera, sin que estuviera conforme. Por-
que pese a todo, existía la posibilidad de que no estuviera de acuer-
do, de que creyera que estaba loco, o que simplemente no deseara
tener niños. No con él. No de esa manera.
—Bien —suspiró Harry—. Cuando estés listo —murmuró
mientras salía de la habitación con pasos lentos, Draco no hizo nada
por detenerlo, lo observó irse antes de dejarse caer sobre la cama
nuevamente. Había sido muy iluso al creer que podría engañar a
Harry de esa manera, usar una poción de esas magnitudes y no sen-
tirse culpable por no decírselo.

–|– 

—He estado pensando —comentó Mikel, sentado delante de


Gael, ambos estaban en la oficina del chico, mientras éste trabajaba
en algunas fórmulas nuevas—, cuando te mudaste al departamento
hablamos de lo bueno que sería poder vivir en un lugar mucho más
grande… en una casa.
—Ajá —asintió Gael sin dejar de escribir en el pergamino—,
aún lo creo, yo he vivido en casa de pequeño, el departamento está
bien, pero es costoso y no es nuestro… y una casa sería fantástica,
aunque demandaría más cuidados y eso.
—¿Por qué no lo hacemos? Es decir… podemos comprarla
ambos, ponerla a nombre de los dos.
—¿Estás seguro de que es lo que quieres?
—¿Por qué no habría de estarlo? —preguntó Mikel, mirán-
dolo extrañado.

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

Gael soltó el aire lentamente, a la vez que dejaba la pluma y


el pergamino en el que escribía a un lado, y miraba fijamente a Mi-
kel.
—Una casa; el comprarla los dos es un compromiso un poco
más serio que sólo pagar el alquiler entre ambos, no quisiera hacer-
lo si es que tú aún no estás seguro de… de esto que tenemos.
Mikel entrecerró los ojos, parecía ofendido.
—¿No serás tú el que no está seguro de esto?
—Yo no soy el que anda saltando al primer acercamiento de
tus amigos —replicó Gael tratando de no pelear con él, no le gusta-
ba pelear con él nunca.
—Sólo cuando Draco anda cerca —aclaró Mikel.
—Él es mi amigo.
—Lo sé —respondió Mikel cruzándose de brazos.
—¿Y entonces? Si sabes que es sólo mi amigo, ¿por qué ac-
túas así cuando está cerca?
—Por que puede ser tu amigo, puede que esté ahora enlaza-
do, pero eso no tiene nada que ver con lo que tú sientes por él.
Gael negó con la cabeza, y jaló el pergamino nuevamente pa-
ra seguir trabajando, tratando de controlar la rabia que sentía, él no
era muy dado a sentirse así, pero había días en que Mikel lo sobre-
pasaba.
—¿No vas a decir nada? ¿No lo vas a negar acaso? —increpó
Mikel poniéndose de pie, Gael levantó la vista, parecía molesto, y
Mikel recordó que eran pocas las veces en que lo veía de esa mane-
ra.
—¿Serviría de algo? ¿No es acaso lo que he estado haciendo
durante todo el tiempo que llevamos juntos? ¿El decirte que quiero
a Draco como a un hermano una y otra vez?
—Sí sólo fuera eso, entonces no te empeñarías en seguir
aquí, en anteponer su tranquilidad a la mía.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No se trata de su tranquilidad, Mikel —negó Gael po-


niéndose en pie—, se trata de la mía, te amo, pero no voy a dejar
que dirijas mi vida sólo por tus inseguridades, por tus tontas y estú-
pidas inseguridades, debo agregar.
—Yo no…
—¿Y sabes qué?, en este preciso momento no tengo deseos
de hablar —interrumpió Gael mientras daba la vuelta al escritorio y
caminaba hacia la puerta, lo menos que necesitaba en ese momento
era mantener una nueva discusión con él.
Pero no llegó hasta la puerta. Mikel lo había alcanzado en
medio de la oficina y lo había abrazado por la cintura, pegando su
pecho a su espalda y dejando descansar su cabeza en el hombro de
Gael.
—Perdón —susurró Mikel antes de darle un par de besos en
el cuello—; perdón… yo sé que no… que entre Draco y tú no hay
ni habrá nada.
—Mikel —suspiró Gael sujetando con ambas manos las ma-
nos entrelazas de Mikel sobre su cintura—. Estoy cansándome de
esto.
—No… no es así… todo estará bien, compraremos una casa,
pasaremos buenos tiempos allí… todos será genial —Mikel empezó
a besar con más entusiasmo el cuello de Gael, mientras éste iba ce-
diendo.
Por un momento Gael pensó en protestar, después de todo
no era tonto, los reclamos de Mikel no iban a que Draco y él tuvie-
ran alguna relación, sabía que eso era imposible, más aún con el en-
lace, los reclamos siempre iban a que Gael aún sentía algo por Dra-
co; sin embargo, en ese momento, mientras las manos de Mikel ju-
gueteaban sobre la tela de sus pantalones y sus caricias se sentían tan
placenteras, pensó que aquel problema se resolvería con el tiempo,
que pronto pasaría.

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

–|– 

Cuando abrió los ojos nuevamente, se dio cuenta de que la


tarde ya había terminado, las antorchas iluminaban la habitación y
fuera podía escuchar la lluvia cayendo con fuerza, sabía que debía ir
por Harry y hablar con él, pero la inseguridad que sentía seguía pu-
diendo más que su voluntad.
Escuchó un pequeño sonido a la izquierda, y se movió lo su-
ficiente para ver a Harry, aún luciendo sólo los pantalones, sobre
uno de los sofás, leyendo el mismo libro que en la tarde. Por un
momento más se quedó observándolo en silencio, admirando su
marcado cuerpo y su rostro, la forma como su cabello oscuro le caía
sobre los hombros, como sus ojos verdes se movían de un lado a
otro, leyendo.
—¿Seguirás observándome toda la noche? —preguntó Harry
sin dejar de leer, se había dado cuenta que Draco se había desperta-
do desde el inicio, y esperaba a que el rubio dijera algo, pero la im-
paciencia porque lo hiciera había ganado, y se había adelantado a
hablar.
—Siempre me ha encantado obsérvate —contestó Draco gi-
rándose completamente y apoyando un codo sobre la cama, y la ca-
beza sobre la mano.
—Lo sé… desde la escuela, no creas que no me daba cuenta.
—Hoy hemos hablado mucho de la escuela —meditó Draco.
—Cierto —suspiró Harry dejando el libro sobre la mesa y
encarando por fin a Draco—. ¿Me dirás qué te pasa?
Draco se sintió sonrojar ligeramente, pero aún así no apartó
la mirada de Harry, simplemente hizo un asentimiento y se sentó
completamente.

671
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo lamento —le dijo mientras apartaba las sábanas, aún es-
taba desnudo, y el frío de la noche lo hizo estremecerse un poco.
—¿Por qué exactamente?
—Espera —pidió Draco mientras caminaba con pasos velo-
ces hasta el baño. Apenas vio su reflejo un instante en el espejo an-
tes de tomar los pequeños frascos con el contenido dorado y volver
hacia la cama, Harry lo miraba en silencio, expectante.
—Ven —llamó mientras palmeaba el lado de la cama libre.
Harry se mordió el labio sin dejar de mirar los pequeños
frascos, y rápidamente estuvo junto a él, sintió a Draco suspirar an-
tes de girarse completamente hacia él, y ponerle uno de los frascos
entre las manos.
—Yo hice una poción.
—Pensé que ya no probabas las pociones en ti mismo —re-
prochó Harry, levantando el frasco para verlo a la luz de las antor-
chas—. ¿Qué es, un felix felicis?
Draco bufó suavemente.
—Negado para las pociones —se burló, tratando de relajarse
y relajar el ambiente.
—Y tú eres demasiado experto —reprochó Harry, dejando el
frasco sobre la cama—. ¿Esto te tenía tan tenso? ¿Qué se supone
que hace?
—Pues… —Draco desvió la mirada hacia la cama nueva-
mente, y tomó una profunda bocanada de aire.
—Yo quiero… verás, hace tiempo, hace mucho tiempo,
cuando estaba en la universidad, Gael me dio un folleto de la
MACH, y allí decía que los gays extinguiríamos la sociedad por no
poder tener bebés, y entonces se me ocurrió esto, no me parecía tan
improbable en verdad, aunque sólo fue una idea suelta, algo que
empecé a idear sólo por pasar el tiempo… y no fue hasta mucho
tiempo después que realmente me puse a trabajar en el asunto…

672
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

fue justo antes de que la MACH atacara la casa, y entonces lo dejé


de lado, pero cuando te vi con Teddy, me di cuenta de que en ver-
dad quería que esto funcionara —explicó levantando uno de los
frasquitos—, de que en verdad pudiéramos…
—¿Pudiéramos, qué?
—Estuve hablando con Zettie, con una medibruja de la clí-
nica en la que trabaja Mikel, y ella me ayudó con algunas dudas que
tenía, y resolvió algunos problemas que había con respecto a la po-
ción, y al final creo que puede funcionar… lo he hecho en el simu-
lador, más de una vez y funciona, aunque como se trata de algo tan
delicado y complejo, no puedo estar cien por ciento seguro; sin
embargo, quisiera tanto intentarlo, siento que deberíamos, no es
justo que nos priven de algo así porque somos gays y…
Harry le tomó una de las manos y lo miró mucho más preo-
cupado, no tenía la menor idea de lo que estaba diciendo.
—Draco… ¿De qué demonios estás hablando?
—Yo quiero tener una familia, Harry —le dijo con voz apre-
tada—, que tengamos una familia, tú y yo.
—Pero… el Ministerio no permite la adopción y… —Harry
apartó las manos de Draco y frunció el ceño molesto—. ¿Quieres
tener un niño con una mujer?
—¡¿Qué?! —replicó Draco inmediatamente, y sujetando a
Harry de los brazos para evitar que se pusiera en pie—. No, no, lo
has entendido mal.
—Pues entonces explícamelo, porque no entiendo de qué
hablas, para tener un bebé de manera biológica… tendrías que ha-
cerlo con una mujer y… ¿esa doctora de la que hablaste?, ¿es ella?
—Por supuesto que no, tonto; eres tú —replicó Draco en
voz tan alta como la que Harry estaba usando. Sintió las manos de
Harry perder la fuerza por un instante antes de soltarse con rabia y
salir de la cama.

673
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿De que mierda estás hablando? —preguntó Harry mien-


tras retrocedía por la habitación, lo que decía Draco no podía ser
cierto… no podía suceder, ¿o sí?
Draco se mordió el labio un momento, sintiéndose dolido
por la forma como Harry se había horrorizado.
—Yo hice una poción para que un hombre pudiera procrear
—explicó con aire profesional, regañándose por no habérsele ocu-
rrido explicar todo de esa manera en un inicio.
—¿Eso se puede…? Es decir… ¿en verdad lo puedes hacer?
—No importa, ¿o sí? Quería hacerlo, esta tarde… bueno,
empezar esta tarde, porque no es que sea una toma y que funcione
ese mismo día, es decir, puede ser que sí funcione, pero también
puede suceder hasta dos semanas después, según tengo calculado,
pero no podía intentarlo sin que tú estuvieras al tanto, y creo que
acerté en eso… es decir, es obvio que no lo quieres, y que si hubiera
seguido intentándolo sin decirte nada, las cosas hubieran resultado
peor…
—¿Pretendías simplemente… —Harry hizo una mueca de
desconcierto, no muy seguro de usar la siguiente palabra—… em-
barazarte sin siquiera preguntármelo?
Draco se encogió de hombros, recogió las pociones de la ca-
ma y las dejó sobre la mesa de noche.
—Eso… sí —admitió con los hombros caídos y con voz ron-
ca—. Lo lamento, no debí hacerlo —o pensarlo siquiera, se dijo mien-
tras tomaba los cobertores y se abrigaba completamente, de pronto
se sentía muy triste y desesperanzado, casi había soñado con un ni-
ño, uno muy parecido a Harry, pero claro… sólo habían sido sue-
ños.
—Draco —suspiró Harry, apartando el desconcierto de su
mente y centrándose en su esposo, podía sentir cómo la tristeza lo
invadía y eso lo hacía sentir mal.

674
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—No pasa nada —respondió Draco—, simplemente ahora


estoy cansado…
—¿Cómo es que eso funciona exactamente? —preguntó ob-
viando la mentira de Draco y avanzando un poco hasta él, sólo po-
día ver la mata de cabello rubios sobre la almohada, porque Draco
se había cubierto hasta la cara.
—Es… —Draco se removió un poco en la cama, pero sin
destaparse el rostro, no le apetecía ver a Harry por el momento—…
simplemente la magia y la poción, hacen que en nuestros cuerpos
se cree lo que denomino un ambiente ideal, un lugar donde un ni-
ño se puede crear y desarrollar, este mismo lugar ideal recrea lo ne-
cesario para que cuando eh… ya sabes, tu semilla llegué hasta allí,
con algo de suerte, se realice la fecundación y se forme el inicio de
un bebé, la poción por sí misma puede mantener al niño allí por
dos semanas, por lo cual es necesario estar constantemente revisan-
do si el embarazo ya ha surgido, una vez que lo comprobemos ten-
dríamos… bueno, el gestante, tendría que tomar unas cuantas po-
ciones para mantener ese ambiente ideal hasta el final del desarrollo
del bebé. Es mejor que sólo alquilar un vientre porque el «lugar
ideal» creado tiene el ADN o ácido desoxirribonucleico de ese pa-
dre, y la criatura sería una mezcla de ambos ADN.
—¿Quiere decir que…?
—Exacto, que sería hijo de ambos, no sólo de uno, lo cual
por cierto, evita problemas legales, ya sabes, no puedes adoptar un
niño si eres gay o tienes pareja gay, tampoco puedes tener un hijo,
en nuestro caso, con una mujer, y ella permitir que viva con noso-
tros por eso, en cambio, nadie dijo nada de que una pareja gay tu-
viera un hijo entre ambos.
—Vaya… —Harry negó con la cabeza, era demasiada infor-
mación—; has pensado en todo.
Draco no contestó nada y Harry continuó:

675
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿O sea que… —Harry se acercó hasta Draco y se sentó en


la cama, sintió el ligero estremecimiento de Draco por su cercanía,
pero no se apartó—… uno de los dos se pondrá… como Hermio-
ne?
—Embarazado, sí, ese es el término.
—¿Y lo ideaste tú solo?
—Harry —suspiró Draco suavemente—, podrías sólo… ya
olvida el tema, ¿quieres?
—No, no quiero olvidarlo —le reprochó, levantando los co-
bertores para ver a Draco, se sorprendió al verlo tan triste, mucho
más de lo que lo había sentido.
—No quiero que, ni por un instante, pienses en hacerlo sólo
por pena —contestó Draco sentándose en la cama, mirando a Harry
y pretendiendo lucir enfadado.
—¿Y tenemos que tomarla ambos?, la poción…
—Sí, pero al hacerlo… —el sonrojo volvió—. Yo ya la tomé,
así que si no quieres que nada pase, mejor será usar por ahora pre-
servativos o alguna pastilla anticonceptiva; ya sabes, evitan que…
—¿Y si yo la tomo?
—Entonces será cincuenta y cincuenta para que uno de los
dos quede embarazado, aunque eso también depende de en qué po-
sición estés…
Harry arrugó la nariz y miró hacia la fila de frasquitos sobre
la mesa.
—¿Y lo hiciste porque en verdad quieres tener una familia
conmigo? —preguntó mientras tomaba un frasquito de la mesa y lo
levantaba nuevamente para verlo a tras luz—. ¿No por el simple
hecho de querer tener una poción más patentada a tu nombre y to-
dos los galeones que eso podría significar?
—¡Por supuesto que no es por eso! Tú eres tan perfecto con
los niños, te encantan, lo sé, y a mí también, y además es un lega-

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LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

do… tú y yo nunca tendremos la posibilidad de dejar una huella de


lo que somos a través de nuestros hijos como lo harán Hermione y
Ron, y… —Draco abrió la boca al ver a Harry destapar el frasquito.
—Harry… no tienes que… —pero fue muy tarde, el chico
levantó el frasco y dejó caer el contenido en su boca, hizo una mue-
ca y tragó todo su contenido.
Se sintió extraño, reconoció Harry, una sensación de calidez
en su pecho.
—No sabe tan mal como tus otras pociones.
—¿Por qué has hecho eso?
—Porque quiero que tengamos una familia, justo como tú lo
dijiste, ya había renunciado a la idea de hacerlo desde que descubrí
que era gay, pero ahora es diferente… tú has dicho que se puede y
yo quiero intentarlo.
—¿Sabes que esto cambiará nuestras vidas? Tendremos que
hacernos cargo de alguien más y…
—¿Tú estás seguro, verdad? —preguntó Harry, interrum-
piéndolo.
—Por supuesto, pero… ¿no lo has hecho por…?
Harry no lo dejó terminar, y se acercó a él para besarlo sua-
vemente.
—Te amo —le dijo en cuanto se apartó del beso—, y lo he
hecho por eso, porque te amo y quiero tener una familia a la cual
amar también. Nuestra familia.
—Harry… yo también te amo —respondió Draco más emo-
cionado de lo que había esperado por la declaración de Harry.
Se volvieron a besar, lenta y suavemente, empujándose sobre
la cama, sus pieles desnudas encontrándose, reconociéndose. Draco
pateó lo mejor que pudo los cobertores hasta dejarlos caer en el
suelo, su pene hizo contacto con la tela de mezclilla del pantalón de
Harry, haciendo dura, pero igual de incitante, fricción.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry se restregó contra él un poco más, dejando sentir el


bulto en sus pantalones, contra las caderas de Draco y jadeando an-
ticipadamente. Luego de un mordisco más en la clavícula se apartó
sólo lo necesario para librarse de los pantalones. Mientras las manos
de Draco subían por su torso desnudo y delineaban el borde del ta-
tuaje de dragón que tenía al lado izquierdo. Harry cerró los ojos por
el contacto un instante antes de atrapar esa mano y subirla hasta la
altura de sus labios, inclinando la cabeza lo suficiente para besar y
mordisquear los dedos. Como sabía que sucedería, Draco jadeó y se
arqueó por aquellas tan simples caricias, gimiendo entrecortada-
mente.
Draco reemplazó sus dedos por sus labios, besando a Harry
de manera desesperada y ansiosa, sus manos navegando por los
hombros y los brazos hasta hacerse del duro y enhiesto miembro de
Harry, se arqueó y se apartó en cuanto sintió las manos del moreno
tomándolo también.
Las caricias fueron desesperadas, Draco chupaba con ansie-
dad y rapidez el miembro de Harry mientras éste, con su mano, lo
acariciaba de arriba hacia abajo con tal velocidad, que incluso le
causaba dolor, pero no por eso el deseo desaparecía.
Draco sintió la forma como el pene de Harry se endurecía
más y más, y finalmente se apartó, con un sonido bastante alto de
succión, Harry, agitado, sobre las sábanas, le devolvió una mirada
ansiosa.
—Tómame —pidió Draco con voz ronca, mientras se dejaba
caer boca abajo, al costado de Harry.
—Draco… ¿estás seguro que quieres que…?
—Por favor —ronroneó Draco, arqueando su espalda de
manera incitante y levantando más las caderas. Harry jadeó por el
espectáculo, y se sentó sobre las caderas de Draco, inclinándose para
besar y mordisquear el cuello y la espalda de su esposo, mientras

678
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

sus manos separaban las nalgas, dejando ver la rosada y apretada en-
trada.
—¡Dios, te amo! —masculló Harry jalando la varita y pre-
sionándola contra la entrada de Draco antes de dejarla caer a un la-
do.
—Sí… así —suspiró Draco, relajado y ansioso, mientras sen-
tía a Harry invadir su interior con lentitud y cuidado, recordó cómo
aquella tarde habían estado en la misma posición y le había sido
imposible disfrutarlo; su línea de pensamientos se interrumpió
cuando Harry terminó de entrar en él e hizo un giro con sus cade-
ras, apretando y presionando los lugares adecuados en su interior,
haciéndolo soltar un gemido y estremecerse por completo.
Harry, sin dejar de morderlo o besarlo comenzó a mordis-
quear sus hombros y su cuello, imponiendo un ritmo rápido y
fuerte, las caderas de Draco se levantaban para darle el encuentro y
apretaba su trasero con fuerza, haciéndolo sentir cada vez más cerca
del final.
—Harry… —Draco pasó con dificultad una mano bajo su
cuerpo y se hizo de su dura erección, separando más las piernas y
apretándose cuando lo sentía entrar; sabía que en esta ocasión las
cosas serían demasiado rápidas, ambos estaban demasiado ansiosos
y calientes.
—Draco, sí… ¡Oh….! —Harry presionó sus manos sobre el
colchón y se empujó con más fuerza contra él, mientras sentía el in-
terior de Draco estrujarlo hasta lo imposible.
—¡Harry! —gritó Draco arqueando la espalda, y con la mano
libre tomando a Harry del cuello, jalándolo lo suficiente para besar-
lo mientras el orgasmo iba trepando por su cuerpo.
Fue un beso descuidado, lleno de dientes y saliva, que sólo
concluyó cuando ambos llegaron finalmente al orgasmo, retorcién-
dose y gimiendo mientras se pegaban lo más posible el uno al otro.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry se quedó quieto, abrazado a Draco y suspirando feliz,


tratando de recuperar el aire.
—Harry… —suspiró Draco no creyendo que en verdad hu-
biesen empezado a intentar tener un niño.
—Lo siento —masculló Harry, apartándose de su esposo y
tendiéndose a su lado.
—No lo decía por eso —le aclaró Draco, girando el rostro
para encararlo.
—Oh… —Harry arrugó la nariz, y luego tomó la varita—.
¿Está bien si hago un hechizo de limpieza?
—Por favor —respondió Draco, jadeando suavemente al
sentir la brisa tibia sobre su cuerpo, para luego girarse lo suficiente
para encarar a Harry, que rápidamente lo imitó, ambos enredaron
las piernas y se pegaron lo más posible, disfrutando de las tibiezas
de sus pieles.
—Tendremos que comprar otra casa —susurró Harry.
—¿Otra casa? —respondió Draco mientras una de sus manos
iba hasta las caderas de Harry, tomándolo de manera un tanto pose-
siva.
—Sí, una casa —ratificó Harry—. Una grande. No me gus-
taría que los niños crezcan aquí, no tienen dónde jugar, ni con
quién y…
—¿Los niños? —preguntó extrañado Draco.
—Sí…
—Hablas en plural.
—¿No quieres más de uno?
—Ni siquiera hemos tenido a este —aclaró Draco, pensaba
que lo mejor era ir un paso a la vez; además no se imaginaba con
ánimos de repetir, pese a que en verdad la idea de una casa llena de
niños sonaba genial.

680
LIBRO V|Familia
[6] Decisiones

—Pero lo haremos, lo presiento, y luego tendremos más, al


menos dos más, para que no crezca solo, y la casa tiene que tener
un jardín enorme donde acampar y…
Draco soltó una carcajada y pasó una pierna sobre las caderas
de Harry.
—¿Para qué quieren un jardín donde acampar si la casa está a
un paso?
—Porque es divertido, por supuesto —respondió Harry me-
dio ofendido, pero sin hacer nada para apartar a Draco.
—No le encuentro lo divertido.
—Lo verás cuando acampemos.
—Pero… —Draco se inclinó un poco más, y finalmente lo-
gró que Harry quedara sobre su espalda y él encima, con sus pier-
nas a ambos lados de las caderas del chico—… yo no quiero hacer
eso, no tiene lógica.
—No siempre tienes que hacer sólo lo que tiene lógica —
suspiró Harry, atrayendo a Draco por el cuello y besándolo, mor-
diéndolo de manera demandante, mientras sus manos recorrían la
espalda y llegaban hasta el inicio de las nalgas, Draco se arqueó con-
tra él, pero aún así, entrecortadamente siguió quejándose:
—Sigo sin entender por qué te irías a dormir al jardín cuan-
do…
—Shh… —Harry se levantó lo suficiente para darle un beso
en la barbilla—. ¿Qué tal si discutimos luego cómo criar a nuestros
hijos?
—Nuestros hijos —suspiró Draco asintiendo lentamente.
Harry volvió a cubrir sus labios y cerró los ojos, entregándose a la
pasión del momento, mientras su mente repetía, más feliz de lo que
había imaginado nunca:
Nuestros hijos.

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

7
Intentos

“En la vida real, el que no se rinde es todo un valiente.”


Paul McCartney, músico multi instrumentista, empresario, cantante,
compositor, productor musical, pintor y ex-Beatle

Londres, junio de 2005

L
a primera decepción llegó tres semanas después,
cuando la medibruja Zettie Tisdale, la que Draco ha-
bía contactado para poner en orden los últimos deta-
lles de su poción, y la cual estaba mucho más que entusiasmada por
la idea de que algo así se pudiera hacer, les dijo que no había ningún
indicio de que la poción hubiera funcionado. Es decir, ninguno de
los dos llevaba un feto en su interior.
Draco no fue capaz de levantar la mirada mientras Zettie les
recomendaba seguir intentando, después de todo, era una poción
con un ochenta y cinco por ciento de eficacia, no se podía hacer al-
go mejor, por supuesto; de haber sido posible, Draco lo hubiera he-
cho.
Aunque ambos asintieron frente a ella, y dijeron que conti-
nuarían tratando de quedar embarazados, cuando llegaron a casa,
parecían reacios a siquiera mirarse las caras.

682
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry podía sentir el desaliento y la pena en Draco, pero


también la sentía él, y sentía que lo sobrepasaba, así que no hizo
ningún intento por romper el pesado silencio.
Casi como una danza ya creada, caminaron hacia la cocina,
Draco puso a calentar el agua para el té, mientras Harry sacaba de
uno de los estantes las tazas. Draco se movió a un lado para dejarlo
pasar mientras iba por la azucarera y el té, y finalmente, cuando el
agua estuvo hirviendo, sacó la tetera del fuego y la colocó en la me-
sa, sobre el protector que Harry había acomodado un instante antes.
Harry sirvió el caliente líquido en ambas tazas mientras Dra-
co apartaba algunos de los folletos de casas que tenían sobre la me-
sa; hermosas y grandes casas en el campo y en la playa, con anota-
ciones de ambos acerca del vecindario, del clima y de los lugares
cercanos; el oro, por suerte, no era ningún problema para ellos, a
ambos les iba demasiado bien en ese aspecto.
Draco le dio una mirada más a la casa blanca con cercas de
madera y rodeada de árboles que habían visto en Gillingham, lo que
más le gustaba de ella era que estaba en medio de un campo, y a só-
lo unos cuantos pasos del mar, tenía lo mejor de ambos lados y
además, cierta privacidad. Era amplia y tenía una torre en uno de
los lados, casi podía imaginar la habitación de su hijo allí, rodeada
de amplias ventanas que le dejarían ver el bosque y escuchar el mar.
Había estado bastante alentado de decidirse por esa, y Harry tam-
bién, aunque ahora que no había un bebé en camino, pues sería di-
fícil que retomaran el tema.
—Necesito tomar una ducha —anunció Harry, su voz sona-
ba ronca, y sobresaltó a Draco cuando rompió el silencio.
Harry no esperó que Draco respondiera, se puso en pie y con
rapidez caminó hacia las escaleras, y de allí hasta su habitación, se
quitó la ropa y se metió en la ducha, reconociendo que aquello no
era más que una excusa para alejarse de Draco. Por el momento al

683
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

menos. Tal vez sería enteramente su culpa, Draco había probado la


poción muchas veces con el simulador y debía haber funcionado,
en cualquiera de los dos, a menos que Harry no fuera adecuado pa-
ra ello.
Cuando salió del baño, media hora después, no pudiendo
permanecer más tiempo bajo el agua caliente, sintió la ausencia de
Draco. Era algo que podía sentir si era que se marchaba enfadado o
sin avisar.
En la cocina encontró la nota, un pedazo de pergamino sobre
el folleto de la casa en Gillingham que tanto les había gustado:

Harry:

Fui a la fábrica, trataré de volver antes del anochecer.

D.

Harry suspiró cansadamente, la escueta nota de Draco le ha-


cía entender que seguramente estaría enojado por haberlo dejado
solo en la cocina sin decir nada sobre lo que había pasado, o sobre
lo que no había pasado, para ser más claros.
Negó con la cabeza y subió a terminar de cambiarse, si a
Draco le funcionaba el entretenerse en el trabajo, a él también.

–|– 

—¿Te has peleado con él? —preguntó Gael entrando, como


era ya su costumbre, sin golpear la puerta.
—No —respondió Draco secamente mientras hacía volar un
caldero a través de la habitación, directo a la chimenea, el caldero

684
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

hizo un sonoro plop y luego comenzó a ponerse rojo por el fuego


sobre él.
—¡Ah, qué genial! —comentó sarcásticamente Gael mientras
levantaba la varita y apagaba el caldero—. No recuerdo haberte vis-
to tan enfadado en mucho tiempo, pensé que luego del enlace todo
estaría mejor.
—Que no me he peleado con él —repitió Draco apretando
los dientes, un cigarro apareció de la nada, ni siquiera se dio cuenta
de que lo había convocado con tan solo su necesidad de uno. Lo
prendió con la varita, y dio una profunda calada.
—Entonces con Hermione —concluyó Gael, sentándose
elegantemente en una de las sillas delante del escritorio de Draco y
cruzando los brazos—, no es por nada, pero debes entender que al
estar en el último mes de embarazo, ella tiende a ser un poco más…
fastidiosa —Gael arrugó la nariz un poco, generalmente Draco
amaba discutir con Hermione sobre muchos temas, ambos eran
bastante apasionados en eso de las discusiones, pero durante las úl-
timas semanas, Hermione o terminaba en un mar de lágrimas o
mandando a Draco a la mierda. Literalmente.
—No los he visto hoy, tenían clases de algo sobre cómo lle-
var el dolor del parto o algo así —explicó Draco paseando de un la-
do al otro.
—De acuerdo, me rindo —suspiró Gael mirando el ir y ve-
nir de su amigo—. ¿Qué es lo que te pasa?
—¡Nada, hombre!, que no me pasa nada.
—Y tú continúas diciéndolo, pero no engañándome.
—Es sólo que… algo que quería que saliera no salió, eso es
todo, no te puedo decir más.
—Y he allí los misterios, ¿te encanta ponerte misterioso, no?
—se burló Gael, tratando de hacer a su amigo sonreír, falló misera-
blemente.

685
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

—Lo siento.
—Ya, como sea —suspiró, poniéndose en pie y sintiéndose
vencido—; deberías buscar a Harry, él siempre te pone de buen
humor.
Draco le obsequió con una mirada fastidiada y no dijo nada
más, Gael caminó hasta la entrada, y antes de salir continúo hablan-
do.
—Venía a decirte que ya me voy, iremos a ver una casa con
Mikel.
—Eso es bueno… —comentó Draco, le había agradado la
idea de que ambos decidieran avanzar más en sus relaciones; Gael y
Mikel comprando una casa y comprometiéndose aún más; y él y
Harry teniendo un bebé. O intentándolo al menos.
—Tyrone se quedará a cargo hasta que el turno termine.
—Ya… —respondió Draco, sintiendo nuevamente el des-
aliento por no haber conseguido hacer que la poción funcionar.
En cuanto la puerta se cerró encendió la chimenea y lanzó
un caldero más en su interior, observándolo ponerse rojo lenta-
mente, era algo que hacía sólo cuando se sentía demasiado frustra-
do.

–|– 

—Y él la tiene bajo una poción de amor, yo lo sé —explicó la


anciana, apretándose las manos y conteniéndose por no llorar—. Yo
estoy segura de eso.
—Cálmese, señora Lodge —pidió Harry mientras extendía
una cajita de pañuelos desechables hacia la mujer: una anciana de
cabello blanco sujeto en un moño alto y con muchas arrugas sobre
la piel amarillenta, sus ojos marrones demasiado brillosos por las lá-
grimas, y sus mejillas sonrojadas por el maquillaje.

686
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La anciana tomó uno de los pañuelos con un gesto de agra-


decimiento, y se limpió los ojos con exasperante paciencia, cuando
volvió a hablar su voz sonaba nasal:
—Ella ha firmado una declaración, los aurores los intervinie-
ron por pedido mío, por supuesto —continuó explicando—, y ella
dijo que yo estaba loca, que no me quería, que nunca me había que-
rido y que se había escapado de casa con él porque él sí la amaba, la
hacía feliz.
—Tal vez…
—¡No! —protestó la anciana con inesperada energía—. Ella
era feliz en casa, tengo… —se movió abriendo el enorme bolso y
dejando caer sobre el escritorio, un gran grupo de cartas y fotogra-
fías—; ella me escribía siempre desde la escuela, fue a Beauxbatons,
y cuando sus padres murieron, en el tercer año, vino a pasar los ve-
ranos y vacaciones conmigo, no tiene más familia —la mano tem-
blorosa de la anciana levantó una fotografía navideña, ambas esta-
ban junto a un enorme árbol decorado con luces de colores, y son-
reían, efectivamente ella no se veía como si estuviera obligada a es-
tar allí—, y cuando terminó la escuela, se mudó a casa definitiva-
mente, y entonces conoció a ese… aprovechado en la universidad, y
yo le dije que no estaba de acuerdo… hay algo en él que no me gus-
ta para nada, y entonces le pedí que se alejara de él, que no era
bueno, incluso mandé a seguirlo, ¿sabe? Sé que es vergonzoso pero,
¿qué podía hacer? y le mostré a mi nieta las fotografías de él con
otra mujer, aún así, no lo dejó, y sólo un par de días después escapó
de casa con él, para casarse, dice, aunque no he encontrado registros
de que se hayan casado…
—Podemos constatar eso, tal vez lo hizo en el lado muggle.
—No, tampoco… él lo que quiere es casarse en el lado má-
gico —explicó la anciana mientras miraba con amor la fotografía
navideña—, será la única forma en que sea reconocido como su es-

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

poso y que tenga acceso a su fortuna en Gringotts y que cuando yo


muera…
Harry se masajeó la frente por un momento, un ligero dolor
de cabeza estaba iniciándose, y se preguntó si era que Draco estaría
furioso o algo similar. Tenía motivos para estarlo, después de todo.
—De acuerdo, no será muy difícil, es probable que haya apli-
cado algún otro tipo de encantamiento para tenerla junto a él, o in-
cluso amenazarla… Por lo pronto, le diré qué haremos: mandaré a
un par de mis chicos a su casa a que la revisen, y le pediré a uno de
ellos que se quede con usted hasta que termine de averiguar qué es
lo que ocurre —empezó a planificar en voz alta Harry; no había
pensado en encontrarse con un caso aquella tarde, pero cuando ha-
bía llegado a su oficina, Clémence, su nueva asistente, una mujer
mayor que siempre parecía tener todo en orden y que además era
muy discreta, le había informado acerca de la mujer que lo estaba
esperando, que parecía desesperada y argumentaba no irse sin verlo.
Le alegró que ocurriera, al menos podría tener su mente en otro si-
tio.
—¿Cree usted que él querrá lastimarme?
—No necesariamente, o no por el momento, pero quizá sí,
una vez logre estar casado con su nieta… parece que es un caza for-
tunas, su madre tenía fama de eso, aunque claro, es algo de lo que
no estoy seguro, sólo son suposiciones… Ahora lo importante es
tenerla a salvo y verificar si no ha puesto algunos hechizos escucha
en casa, por como dice que su nieta declaró, debe haber anticipado
la llegada de los aurores.
—¿Cree que le tomará demasiado tiempo?
—No estoy seguro, pero no se preocupe, no será demasiado,
trataré de encontrarlos primero, dudo mucho que sigan en el lugar
donde los encontraron los aurores, serviría si tuviera alguna perte-
nencia de ella…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Tengo esto —dijo sacando de su enorme bolso ahora un


cepillo de cabello, pesado y de plata, tenía en la parte superior, unos
muy bellos repujados, de flores que Harry no sabía identificar—.
Era de su madre —explicó pasándoselo a Harry—, y después de que
ella muriera, mi nieta no se había despegado de él nunca, siempre
que tenía que ir de viaje o regresar a la academia lo llevaba, sin em-
bargo, cuando se marchó de casa lo dejó tirado a un lado, como si
ya no le importara… Ese hombre se la llevó con engaños, estoy tan
segura de eso —jadeó la mujer, y Harry temió que se pusiera a llo-
rar nuevamente.
Presionó la varita contra una pequeña caja de madera que te-
nía sobre el escritorio y murmuró:
—Cleave, Roth; a la oficina.
La mujer se apresuró a limpiar sus lágrimas mientras dos
chicos, de aproximadamente veinte años, aparecían por la puerta.
—Jefe —saludó Cleave suavemente, mirando confundido a
la anciana.
—Buenas tardes —saludó también Roth, extrañado.
Harry se puso en pie y los presentó, para luego darles las ins-
trucciones del caso; acompañó a sus hombres y a la mujer a la gran
casa en Telford, y descubrieron varios hechizos de espionaje, final-
mente decidieron no removerlos, sino engañarlos para hacerle
creer, a quien sea que estuviera escuchando, que nada había cam-
biado, y de esa manera no levantar sospechas. Dejó a Roth a cargo
de la mujer y regresó a su oficina nuevamente.
Estuvo entretenido buscando información y planeando cómo
lograr seguir a la inusual pareja durante mucho rato más, cuando se
dio cuenta ya era casi medianoche. Se levantó sobresaltado, no le
había avisado a Draco de que llegaría tarde. Aunque por otro lado,
Draco no lo había ido a buscar tampoco.

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

Sintiéndose apesadumbrado nuevamente, llegó por medio de


la red flú a casa, subió con rapidez las escaleras, tratando de no ha-
cer mucho ruido, y se sintió estúpido cuando descubrió la habita-
ción vacía, Draco tampoco había regresado de la fábrica.
Durante un rato más caviló acerca de qué era lo que debía
hacer, hasta que finalmente se decidió y bajó nuevamente las escale-
ras, para llegar a la fábrica e ir por Draco.

–|– 

Siguió mezclando con la varita, mientras meditaba en cuánto


realmente quería tener una familia con Harry, y cómo el que no
hubiera funcionado al primer intento no lo detendría. Sabía que
Harry también estaría de acuerdo. En la tarde ambos habían estado
un poco extraños, cierto, pero estaba seguro que se trataba solamen-
te del desanimo por la noticia, después de todo, ambos habían esta-
do muy ilusionados al respecto, planeando y proyectándose; y ade-
más teniendo sexo como veelas en temporada de apareamiento, en
pro de la descendencia. Y eso no tendría que cambiar,
El caldero dio un hervor más y Draco apagó finalmente la
llama, pensaba esperar un momento más, hasta que fuera posible
llegar a casa con la poción y comenzar de nuevo, ordenó un poco su
oficina, los calderos seguían regados por todos lados, al igual que los
pergaminos, clara muestra de su rabia y frustración anterior.
Los pasos en el pasillo le hicieron levantar la vista, recién no-
tando que todo había estado realmente silencioso durante mucho
rato. Los ruidos de pasos crecieron y Draco miró hacia el reloj, pa-
saba de medianoche. Cuando la puerta se abrió ya sabía de quién se
trataba. Seguramente Harry estaba enfadado porque no había vuelto
a casa temprano, tal como había dejado dicho en la nota.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Harry —saludó Draco en cuanto Harry abrió la puerta, su


mirada esmeralda estaba muy brillante, estaba enfadado, resolvió
Draco.
—Esto es estúpido —respondió Harry, cerrando la puerta
con fuerza y avanzando hacia el centro del salón donde Draco per-
manecía de pie, mirándolo sorprendido.
—¿Qué?
—Nosotros no vamos a dejar de intentarlo ni a dejar de ha-
blar del asunto, es ridículo que, después de todo, lo hagamos —
siguió explicando Harry, deteniéndose delante de Draco y colocan-
do sus manos sobre los hombros.
—Yo no… —pero Draco no pudo continuar, los labios de
Harry ya estaban sobre los suyos, mordisqueando y besando de
manera demandante. Por un instante meditó en la posibilidad de
interrumpir a Harry y decirle que él tampoco había pensado dejar
de intentarlo, pero esa lengua ya se colaba dentro de su boca y deci-
dió hablar de ello luego… mucho después.
Harry, sin dejar de besar a Draco, comenzó a desabotonar la
túnica y metió sus manos por dentro, sintiendo la suave tela de la
camiseta que vestía Draco, que ahora lo sujetaba por la espalda, co-
mo si tratara de unir aún más sus cuerpos, pero era imposible jun-
tarse más, sus piernas estaban enredadas y sus caderas se tocaban,
los inicios de sus erecciones, aún bajo la ropa, frotándose lentamen-
te.
—Harry… —gimió Draco cuando esos labios se alejaron de
su boca, y la ardiente lengua recorrió lentamente su mandíbula has-
ta llegar al cuello. Emitió un grito más fuerte cuado esa lengua
amable fue reemplazada por unos dientes.
—Te amo —suspiró Harry, apartándose lo necesario para po-
der dejar resbalar la túnica de Draco por los hombros y hacerla caer
al piso. Draco aprovechó el momento para poder sacar la sudadera

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

que Harry usaba, antes de volver a abrazarse y besarse, poco a poco


fueron cayendo al piso, Draco empujando a Harry hasta que lo tuvo
bajo su cuerpo, sus caderas agitándose la una con la otra, mientras
ambos se besaban y acariciaban.
El resto de la ropa salió volando por todos lados con bastante
rapidez y destreza, en tanto Draco comenzaba a bajar por el cuerpo
de Harry, con sus manos acariciando las fuertes piernas y su lengua
trazando caminos por el abdomen.
—Mmm Draco —jadeó Harry cuando sintió el caliente
aliento de Draco sobre su miembro, mientras levantaba las caderas
para que su pareja se apresurara.
Draco no se hizo esperar, estaba demasiado ansioso para eso,
primero con su lengua acarició toda la longitud, logrando hacer es-
tremecer a Harry, le encantaba hacer eso, hacerlo lloriquear, supli-
car y perder el control.
Harry sujetó con sus dedos el largo cabello rubio, sin ejercer
demasiada presión, abrió los ojos un instante para ver a Draco entre
sus piernas en el mismo momento en que el rubio lo miraba, sus
ojos permanecieron en contacto mientras Draco abría la boca y aco-
gía su miembro por completo.
Harry no lo pudo soportar más tiempo y cerró los ojos, de-
jando caer la cabeza hacia atrás y levantando las caderas. Toda esa
humedad y calidez rodeándolo, apretándolo, esa lengua jugando
con su piel más sensible, sus dedos se apretaron sobre el cabello de
Draco, y empezó a levantar las caderas con fuerza, mientras emitía
gemidos incomprensibles.
Draco chupó con fuerza, sujetando con una mano las caderas
de Harry y con la otra acariciando por momentos los testículos o la
parte del miembro de Harry que no llegaba a entrar en su boca,
sentía su propia erección dura y, hasta cierto punto, dolorosa. Repa-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

só con su dientes toda la extensión, logrando que Harry se arqueara


de manera deliciosa antes de apartarse, agitado y ansioso.
—Voltéate —ordenó con voz firme mientras acariciaba las
piernas de Harry con la punta de los dedos.
Harry no contestó, simplemente se giró, tal como su amante
le pedía, sintiendo el frío y duro piso sobre su pecho, pero estaba
tan excitado y ansioso, que eso no lo desanimó; sintió a Draco aco-
modarse entre sus piernas, evitando que pudiera arrodillarse.
—Harry… —suspiró Draco besándole en el hombro y refre-
gando su dura erección entre las nalgas de Harry, que hacía lo posi-
ble por arquearse, y tratar de hacerle sitio.
—Draco… vamos —pidió moviendo una de las manos hacia
atrás, hasta poder acariciar el trasero de Draco, apretándolo contra
él.
—Sí —jadeó Draco levantándose un poco y murmurando un
hechizo lubricante. Se posicionó mejor y, aún besando la espalda de
Harry, comenzó a empujar.
Harry jadeó y se empujó contra Draco mientras sentía cómo,
con exasperante lentitud, iba entrando en él.
—¡Oh, Dios, sí!
—Oh… —Draco se detuvo, totalmente dentro de Harry,
respirando entrecortadamente y tratando de disfrutar de ese peque-
ño momento en que su cuerpo se acostumbraba a aquel lugar tan
apretado.
—Vamos, Draco —lo apuró Harry tratando de moverse con-
tra Draco, pero como estaba totalmente presionado contra el suelo
le fue imposible. Draco comenzó a embestir contra él, con fuerza,
una de sus manos fue sujeta sobre su cabeza, entrelazando sus de-
dos, mientras se sentía aplastado, deliciosamente aplastado, y su
cuerpo vibraba porque en cada embestida Draco llegaba hasta ese
preciso punto.

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

—Te amo —jadeó Draco jalando a Harry de las caderas hasta


tenerlo de rodillas sobre el suelo, las embestidas se volvieron mu-
cho más fuertes, sólo sus gritos y gemidos llenaba la oficina,
Draco pasó una mano hacia delante y comenzó a acariciar a
Harry.
—Lo siento… estoy tan cerca —dijo con voz ahogada mien-
tras sentía cómo su cuerpo perdía el control. Su mano se unió a la
de Harry y comenzó a acariciarlo con rudeza, aún cuando el orgas-
mo le sobrevino y se liberó con grito gutural, no dejó de acariciarlo,
hasta que lo sintió tensarse y su mano se empapó de aquel líquido
caliente.
Entonces ambos se dejaron caer contra el piso, agitados y su-
dados.
—Lamento lo de esta tarde —suspiró Harry, unos minutos
después estaba ya acostado junto a él, su cabeza en el pecho de Dra-
co; ambos cubiertos por la túnica que había caído al piso.
—¿De qué hablas? No ha pasado nada…
—Sí que ha pasado, pude haberte dicho que estaba bien, que
seguiríamos intentando, pero me sentía tan sobrepasado y…
—Yo también, creo —interrumpió Draco inclinándose para
darle un beso en la cabeza—, pero ahora todo está bien, creo que ya
dejamos en claro que seguiremos intentando —se burló, y Harry
asintió.
—Por supuesto… pero, ¿la próxima vez en una cama? No es
por nada, pero el piso me va a matar…
—No te estabas quejando hace un momento —reprochó
Draco con burla.
—Oh, no, pero si no me crees, puedes probarlo…
—¿El qué?
—El piso, por supuesto —respondió Harry, levantándose un
poco y empujando a Draco hasta quedar encima de él.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Oh… bueno, creo que podría hacerlo —suspiró Draco


mientras sentía las manos de Harry abrirse camino entre sus pier-
nas…

–|– 

Tres semanas después…

Ajustó un poco más la capa de viaje, lamentando no haber


escuchado a Draco y dejar la bufanda y los guantes en casa. A su la-
do Cleave se abrigó al igual que él, aunque él sí lucía una bufanda
oscura que se veía bastante abrigadora.
—Cindy me obligó a traerla —comentó Cleave hacia Harry,
y parecía algo avergonzado por dejar que su novia influyera en su
vestimenta, incluso en las misiones.
—Yo olvidé la mía —respondió Harry, guardándose el co-
mentar que Draco también había insistido con él sobre abrigarse
bien, y que al final había dejado la bufanda escondida en la cochera,
junto con los guantes. Oh, cuanto se arrepentía de haberlo hecho,
casi podía imaginar a los guantes y la bufanda, detrás de uno de los
aparadores, lo abrigadores que serían en un momento así, pero,
¿quién iba a imaginar que empezaría a helar de esa manera?
—Como sea, pronto podremos volver a entrar a la carpa.
—Sí —afirmó Harry, a la vez que hacía un movimiento con
la cabeza, señalando hacia el angosto camino que llegaba desde la
playa. Dos siluetas, una muy pegada a la otra, avanzaban con lenti-
tud. Entornó los ojos tratando de reconocer si era que se trataba de
su objetivo. Durante las últimas tres semanas lo habían perseguido
por toda Inglaterra, al parecer, Zabini tenía un serio complejo de
persecución, o él, Harry, no estaba haciendo su trabajo adecuada-
mente, espantándolo cada vez que se acercaba. Por eso esos días ha-

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

bían decidido hacerlo a la manera antigua. A lo muggle, como decía


él. O más o menos a lo muggle, se ratificó, puesto que estaban am-
bos escondidos con hechizos de impermeabilidad, y apretados entre
los árboles, para no ser vistos, y vigilando la puerta principal de lo
que era la última vivienda donde se había instalado la pareja.
Había cosas que Harry no comprendía muy bien, por ejem-
plo: que una chica como ella, que al parecer había vivido felizmente
en la opulencia durante tantos años, decidiera abandonar todo por
un chico que aparentemente ni siquiera tenía un empleo, viviendo
únicamente de lo poco que ella había llevado consigo al escapar.
—Puede que él represente el escapar de la cotidianidad, que esté harta
de seguir las normas y quiera tener su propia vida —había opinado Draco
una noche mientras cenaban—, que él le haya mostrado un mundo totalmen-
te diferente y fantástico del cual ella no tenía ni idea, y que al tener que escoger
entre eso y su abuela, se haya inclinado por él. No muchos o muchas dejan a
sus familias por la persona que quieren, pero no sería la primera en escaparse
por estar con el que cree que es el amor de su vida.
Harry había percibido un destello de añoranza en la mirada
de Draco, imaginó que Draco se había sentido así en la época de Ya-
rik: estaba harto de hacer lo que se esperaba que hiciera y veía en el
chico algún tipo de escape; aunque como su situación era mucho
más complicada, no se había animado a fugarse con él, pero segu-
ramente, de haber vivido en una época en la que su familia no esta-
ba siendo amenazada, Draco se hubiera escapado con él. Mordió su
lengua por no responder acerca de que esta chica en realidad sí era
feliz con su abuela, que a ella no le habían exigido que se casase con
alguien ni que peleara en una guerra o matara a nadie. Si había algo
que no le gustaba era que Draco recordara a Yarik, a pesar de todos
los años que habían pasado, de las cosas que habían pasado juntos y
de la certeza de que en verdad se amaban, no podía dejar de sentirse

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

un tanto amenazado por él y su recuerdo. Y era tonto, lo sabía, pero


aún así, prefería evitar el tema.
Harry se pegó un poco más contra el árbol, y algo revoloteó
en su estómago, era un fastidio que tenía desde la mañana anterior,
después de haber tenido que dormir en una carpa a medio kilóme-
tro de allí, y en donde se había congelado hasta los cabellos en su
afán de ocultarse y no mostrar ni una gota de magia, para no alertar
a Zabini.
—Yo creo que no sospecha —masculló Cleave sin dejar de
mirar a la parejita que venía caminando, tomada de la mano.
—Eso parece —jadeó Harry, lo más callado que pudo y mal-
diciendo nuevamente el frío que lo hacía sentir tan enfermo en un
momento tan inapropiado. Sólo necesitaban que Zabini se confiara
lo suficiente para dejar a la chica sola media hora, sólo media hora y
Harry podría navegar por sus recuerdos, ver su mente y averiguar
cómo era que había cambiado tanto de opinión con respecto a su
abuela y la universidad.
Harry miró la pareja pasar por su lado, Zabini, se veía bien,
usando su ropa muggle de segunda clase, con una chaqueta de cue-
ro oscura y unos pantalones vaqueros apretados y gastados, sus bo-
tas se hundían sin hacer ruido en el césped aplastado del camino,
mientras sus ojos marrones escaneaban todo alrededor, con descon-
fianza, aunque sin dejar de sonreír de manera —Harry tenía que re-
conocerlo— encantadora.
Leti, que era como su abuela la llamaba, sonreía más bien de
manera boba, mirando con ojos brillantes hacia Zabini y hacia el
camino alternativamente, su largo cabello castaño claro brillaba aún
en la oscura mañana, y sus ropas se notaban de calidad superior a la
vestimenta muggle de su pareja, su mano iba enlazada a la del chico,
y Harry podía decir que, de no saber que algo extraño pasaba allí,

697
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

podía decir que se trataba de una pareja demasiado enamorada, pero


debía descubrir qué sucedía con la chica, y pronto.
En cuanto estuvieron más cerca, Harry casi esperaba que hu-
biera pajaritos volando cerca y que la música de algún violín sonara
en el fondo, e incluso flores cayendo del cielo; la escena se le hacía
demasiado dulce y empalagosa, como si alguien le hubiera echado
demasiada azúcar a lo que pudiera ser un gran pastel.
—Te amo —afirmó la chica en voz alta y firme en el mo-
mento en que caminaban ya al lado de Harry y Cleave, Zabini tor-
ció el gesto un instante, mirando hacia los árboles donde él estaba
escondido, y luego asintió.
—Ajá, eso es, me amas.
—Más que a nada en el mundo —continuó diciendo la chica
mientras seguían avanzando—, te amo más que a mi vida.
Harry no había podido detectar ningún hechizo a primera
impresión, aunque eso era algo que ya esperaba, puesto que si los
aurores habían estado investigando y no habían encontrado nada,
era porque ya habrían hecho el procedimiento de cateo.
Miró a Zabini, tomando de la mano a Leti de manera posesi-
va y avanzando por el resto del camino hacia la cabaña, efectiva-
mente, algo andaba muy mal allí, él amaba a Draco, por supuesto, y
Draco lo amaba a él también, y ninguno de los dos iba con los ojos
rutilantes, mirándose como si no existiera nada más en el mundo, y
tomados de la mano gritándose cuánto se amaban en medio de la
calle. Y bueno, tal vez era distinto en una pareja hetero, pero Ron y
Hermione definitivamente no actuaban así. La chica pareciera no
poder mirar nada más que a Zabini, aunque él en realidad no estu-
viera más interesado en ella que en el camino. Torció el gesto un
poco, sintiendo nuevamente el odioso dolor de cabeza que lo había
acompañado desde muy temprano, y se pegó al árbol un poco más,
dejando su peso descansar sobre éste mientras seguía analizando la

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

situación: Zabini no podía haber usado una poción de amor, ni un


imperius, nada de magia negra, porque eso había sido ya investigado,
y tampoco amenazar a la chica porque de lo contrario ella no le gri-
taría que lo amaba en medio de un camino desierto, ni lo miraría de
esa manera tan embelezada y... Algo hizo conexión en su cabeza,
mirarlo, eso era, ella casi en ningún momento había dejado de mi-
rarlo, Zabini incluso ya parecía molesto por eso, era un hechizo de
conexión visual, ella tenía que mirarlo, o tenerlo demasiado cerca.
Se preguntó cómo habría sido la investigación y el interrogatorio de
los aurores, y si era que en realidad necesitaría verlo a él físicamente
o con una imagen encantada bastaría.
—Vamos, Cleave —ordenó Harry con voz firme. El chico le
dio una mirada más a la chica y negó con la cabeza.
—Es bastante guapa, mucho más que en las fotos, y eso que
ni siquiera son de las mágicas, Creavey.
—¿De las mágicas Creavey? —preguntó Harry extrañado, le
tomó un par de segundos recordarlo, Denis Creavey, el hermano de
Collin, del buen Collin; no había sabido nada de su compañero de
clases desde que la escuela había terminado.
—Sí, él y su hermano, que ya murió, habían empezado a
desarrollar una forma de revelado que te daba una impresión más
clara de la persona o el lugar que fotografiabas, es bastante costoso
todavía, y no es tan fácil conseguirlas, aún está mejorando la técni-
ca, por decirlo de alguna manera, pero dicen que es bastante realis-
ta, yo sólo he visto las primeras pruebas, en una exposición hace un
año, pero dicen que ahora salen mucho mejor...
—¿Y qué tan difícil es conseguir una foto así?
—Para usted, jefe, será pan comido, sólo dígale que quiere
una y le apuesto a que el chico se la dará en el acto, seguro que has-
ta tiene ya una colección privada y todo...

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

Harry se sonrojó un poco y se sorprendió de sentirse tan agi-


tado con solo estar caminando la media colina que los separaba de
la carpa.
—A él siempre le ha gustado tomar fotografías —jadeó Ha-
rry.
—Y es gay además —continuó explicando el chico—; hace
más de un par de años que está con un artista mago Ruso, que tiene
obras por toda Europa, son la sensación...
—¿Porque será que no me enteré?
—Ah, es que seguramente estaba muy ocupado resolviendo
casos y todo eso, pero como Creavey no vive en Inglaterra, nadie lo
menciona y...
—Espera —interrumpió deteniéndose ante la carpa—. ¿No
vive en Inglaterra? ¿Cómo lo viste entonces?
—Por ahora, si no me equivoco, está en Austria, lo vi en Ná-
poles el año pasado, ya sabe, Cinthya es una gran fan de todo lo que
se refiere al arte, y prácticamente me obligó a ir, y bueno... —se en-
cogió de hombros, como si no necesitara dar mayores explicacio-
nes. Ý en realidad no las necesitaba dar, Harry conocía a Cinthya y
sabía lo persuasiva que era para lograr que Cleave le diera los gustos
que pidiera; también sabía que Zabini había estado fuera del país
durante algunos meses hacía más de un año, en Italia y Francia,
aunque era un misterio lo que había hecho allí, no había registros
sobre eso en el Ministerio.
—De acuerdo, yo iré a la oficina a buscar algo de informa-
ción, y tú coge lo que necesites de la carpa y vuelve a la cabaña, sólo
en caso de que Zabini salga me avisas al móvil. No hagas nada de
magia, recuerda que no queremos alertarlo.
—Sí, jefe —suspiró Cleave con cierto fastidio—. No se
preocupe, no voy a cagarla está vez.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Es bueno saberlo —masculló Harry sarcásticamente, aún


recordaban el primer trabajo en el que el chico había participado, y
cómo por culpa de él, un ladrón de muy baja monta había escapado,
tardaron dos semanas en capturarlo nuevamente, y aquello repre-
sentó gastos extras para el trabajo, y muchas disculpas por parte de
Harry hacia el cliente. Por más que Cleave había avanzado mucho
en su trabajo, y Harry estaba ya contento con él, no le permitiría ol-
vidar tan rápido ni tan fácil. De lo contrario, no sería divertido.
Harry montó sobre su motocicleta y se puso el casco, arran-
cando con bastante bulla, dio una mirada hacia atrás, hacia Cleave y
la carpa, antes de enfilar con mayor velocidad por el camino. Dis-
frutaba de poder pasear a lo muggle por las carreteras, aunque luego
de una hora de viaje se apartó del camino y se elevó, ya había avan-
zado lo suficiente para evitar que Zabini, o cualquier otro, pudiera
percibir su magia, y se dirigió hacia Londres, hacia su oficina.

–|– 

—Entonces podremos triplicar la utilidad manteniendo el


invernadero, no es tan difícil, tendríamos que contratar a alguien
que tenga algo de experiencia... conozco un par de chicos que po-
drían hacerlo.
—No es mala idea, Gael, pero necesitamos apresurarnos, si
realmente lo vamos a hacer, primero vamos a contratar a la persona
y luego que esa persona se encargue de montarlo, ni tú ni yo tene-
mos el tiempo, estamos ya retrazados con las órdenes de Italia y no
pienso hablar con Suecia hasta que esté todo en orden.
—De acuerdo, entonces primero lo contrato y luego... —
empezó a anotar Gael mientras Draco le daba un sorbo a su taza de
té, se interrumpió cuando la puerta se abrió de par en par.

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

—¡Harry! —exclamó Draco poniéndose en pie, Gael soltó


una pequeña carcajada y aunque Draco sabía que se estaba mofando
de su entusiasmo para saludar a Harry, no le interesó.
—Hola —sonrió Harry y luego le hizo un gesto a Gael, co-
mo pidiéndole que los dejara solos.
—Ya, que sólo han pasado cuatro días —se quejó mientras
agarraba su taza de café para salir y dejarlos solos.
—Cinco —replicaron Harry y Draco a la vez, Gael puso los
ojos en blanco.
—Que absurdo, quien lo hubiera dicho antes, ahora parecen
una parejita empalagosa y hetero —siguió mascullando mientras
por fin cerraba la puerta de la oficina.
Ambos se lanzaron el uno en los brazos del otro y se dieron
un apasionado beso, disfrutando del sabor tan necesario para am-
bos.
—Espera —jadeó Harry cuando Draco ya metía mano den-
tro de su sudadera.
—Oh, no, esperar no, no tengo mucho tiempo, tengo que
volver a la reunión porque...
—No, es que yo sólo he venido un momento —le detuvo
Harry, sujetándolo de las muñecas, sintiéndose mal por la cara de
desconcierto de Draco; se inclinó y le dio un beso más en los labios
antes de apartarse.
—Lo lamento —continuó—, está más complicado de lo que
esperaba, pero he conseguido un par de datos interesantes y vine a
la oficina por información —Harry señaló con la cabeza la mochila
que estaba en el piso y en la que no había reparado Draco—, aún no
es seguro usar magia, así que tengo que ir al modo muggle por el
último tramo, pero no quería irme sin verte aunque fuera un mo-
mento.

702
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Oh —Draco trató de no sentirse desilusionado, él sabía


que esas cosas pasarían, lo habían hablado, y sabían las exigencias de
cada uno de sus trabajos, lo importante que era para ellos y sobre
todo, lo vital de que uno apoyara al otro—; claro, no hay problema.
—Te recompensaré —prometió Harry, y Draco negó con la
cabeza.
—No seas tonto, no hay nada que recompensar, es trabajo —
se acercó a él y le dio un gran abrazo, disfrutando de su aroma y la
sensación de Harry entre sus brazos. Por las noches dormía junto a
una de sus pijamas, para no dejar de sentir su aroma de alguna ma-
nera, (aunque no lo confesaría ni bajo tortura) pero durante el día
no tenía cómo hacerlo, al menos está tarde las cosas serían mejores.
—Trabajo —suspiró Harry separándose con mucho pesar de
Draco—. Creo que tardaré un par de días más, no debe pasar más
tiempo porque Zabini no se ha movido hasta ahora, y no quiero
que se vuelva a mover, debe ser está vez.
—Suerte entonces —Draco le acarició el brazo con cariño—;
me ha gustado verte al menos un momento.
—Y a mí —Harry, que ya había retrocedido un par de pasos,
los volvió a caminar y se pegó a Draco dándole un beso más en los
labios—. Al volver nos pondremos a eso de nuevo.
—Ni lo dudes —sonrió Draco con entusiasmo. Harry le aca-
rició la mano y finalmente, con mucho pesar, salió de la oficina,
mientras Draco aún permanecía allí de pie.

–|– 

Cuando Harry llegó nuevamente a la colina, ya estaba atar-


deciendo, había estado tan ocupado en ir, recopilar información y
volver, que no había siquiera reparado en lo famélico que se encon-
traba, por suerte Cleave tenía dotes para la cocina al aire libre (me-

703
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

jor que los que él y Hermione y Ron habían tenido en su tiempo) y


lo esperaba con un gran plato de sopa caliente y pan fresco, que
comió en silencio, ansioso, mientras Cleave leía los libros que había
traído de la oficina.
—Entonces no es delito porque no es un hechizo de magia
negra.
—No lo sé, es decir, no es de magia negra, pero creo que sí
es un delito, aunque no puedo preguntarle a Hermione, anda de-
masiado ocupada procurando dar a luz antes de explotar o algo así...
—respondió Harry antes de meterse una nueva tajada de pan a la
boca. Cleave arqueó una ceja, pero no dijo nada respecto a lo ham-
briento que parecía su jefe.
—Como sea, no creo que los aurores hayan podido hacer
nada contra eso.
—En realidad sí que pudieron, fíjate en el libro de hechizos
sudamericanos, hay un capítulo completo sobre lo que ellos deno-
minan amarres.
Cleave dejó de lado el libro sobre «Hechizos Europeos no
tan conocidos» y sacó del montón que había en el piso el que Harry
le indicaba.
—En el tercer capítulo.
Harry tragó con fuerza lo que le quedaba de pan, y luego de-
jó a un lado el tazón y la cuchara, y jaló de las manos de Cleave el
libro para abrirlo en la página que él ya había leído antes.
—Lee la parte marcada en voz alta, por favor —pidió mien-
tras se recostaba contra el borde de una de las camas; el comer tan
rápido no le sentaba nada bien tampoco.
Cleave asintió y empezó a leer en voz alta:
—El hechizo es una vieja trampa, es llamado captiônis amoe-
nitâs o el encanto del engaño, consiste en hacerle creer a una perso-
na, mago, bruja, muggle, duende, e incluso se han reportado casos

704
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

de elfos, que una imagen es lo que más desea y quiere en el mundo


—Cleave dejó de leer y le dio una mirada de entendimiento a Ha-
rry.
—Exacto, eso es lo que ella dijo esta mañana, ¿verdad?
—Ajá...
—Continúa.
—Claro... como decía: …una imagen de lo que más desea y
quiere en el mundo, el engaño consiste en proyectar aquello en una
persona, en algunos casos se ha practicado con objetos, pero lo más
común es con personas, un mago puede hacerle creer a una bruja
que él es su príncipe azul, lo que ella siempre ha deseado y amado,
y que nada es más importante que estar juntos, nada ni siquiera los
vínculos familiares…
—En este caso, la abuela.
—Pero entonces, ¿por qué no se han casado?
—Porque para un enlace mágico de este tipo, tú tienes que
estar cien por ciento comprometido con esa persona, es decir, no lo
puedes hacer bajo ningún tipo de hechizo de amor o poción o coac-
ción, el vínculo simplemente no se formará.
—Pero, jefe, así no se podrán casar nunca.
—Sí, sigue leyendo.
—…Este hechizo es peligroso porque luego de un tiempo, la
víctima pierde la razón, su salud mental empieza a declinar y es
probable que ya no distinga la realidad de la mentira, es el momen-
to en que se les hace firmar compromisos y acuerdos que no hubie-
ran podido hacer en buenas condiciones. Es más, si se les intenta
obligar a firmar algún acuerdo, apenas creado el hechizo, éste fallará
miserablemente, puesto que aún hay algo de conciencia en ellos. El
tiempo aproximado para realizar un engaño exitoso realizando este
tipo de conjuro es de seis meses.

705
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

—Casi el mismo tiempo, suponemos, en que el hechizo fue


creado, cuando la abuela dijo que no podían seguir juntos, conside-
rando que necesitaban estar juntos siempre para que esto tuviera
efecto, entonces debe haber sido así: Zabini le lanzó el hechizo lue-
go de, o convencerla de escapar, o secuestrarla...
—Jefe —jadeó Cleave—; aquí dice que si alguien le quita al
mago o bruja el objeto de su deseo durante periodos largos, puede
terminar en...
—Suicidio, exacto —afirmó Harry—. No me sorprendería
que ese fuera el plan, se casa con ella, que está tan convencida ya de
que es él lo que quiere, que acepta en enlace, luego de unos meses
más, él desaparece sólo durante dos o tres días, un viaje de negocios
o algo por el estilo, y al regresar a casa, encontrará a su esposa
muerta, porque se ha suicidado, sin que él tuviera absolutamente
nada que ver; sin verse implicado termina el año viudo y con una
pequeña fortuna, apenas tiene veinticinco años, no está mal para
mantenerse y ahora, con esta fortuna, parecer más acaudalado, pue-
de que esta vez consiga a alguien con más oro y poder...
—Interesante forma de avanzar en la escala social.
—Así es —negó Harry con la cabeza—. Por lo pronto ten-
dremos que entrar en la cabaña, debemos encontrar imágenes o al-
go que esté sirviendo de hechizador.
—Jefe, pasó algo durante su ausencia —dijo de pronto Clea-
ve.
—¿Y recién me lo dices?
—Estaba usted comiendo.
Harry puso los ojos en blanco y levantó una mano indicán-
dole que continuara.
—Llegó una lechuza, una muy fea, dicho sea de paso, Zabini
salió, apenas dos minutos, yo iba a llamarlo, pero luego lo ubiqué
en la parte alta del camino, estaba hablando con otra mujer, menos

706
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

guapa que Leti, parecían una pareja en medio de una discusión, ella
lo abofeteó, el la tomó de la muñeca y ella lloró, pasaron un mo-
mento más en silencio, y luego ella se abrazó a él, y un instante
después se estaban besando. Casi inmediatamente Zabini volvió a
casa y la chica desapareció, no sé quién es, pero tengo el pensadero
y el recuerdo para poder localizar su imagen en cualquiera de nues-
tros archivos, o los del Ministerio si es que Boris me ayuda.
—Lo hará gustoso, pero no tenemos tanto tiempo, vamos,
hay que ir a casa de Zabini.
—¿Ahora?
—Cuando si no, iremos y revisaremos el lugar, por lo gene-
ral estos magos son algo tontos, te apuesto a que hay hechizos y ba-
rreras contra las apariciones, protegiendo la red flú y demás comu-
nicaciones, pero la puerta de la entrada sigue siendo fácil de abrir
hasta para un auror de primero, o que la puerta de atrás está despro-
tegida.
—No creo que sea así de tonto.
—No es que sea tonto, es que es confiado, si tú fueras él tra-
tarías de tener la mayor seguridad, sin llamar la atención del Minis-
terio, claro, pero por esa preocupación olvidarías los pequeños deta-
lles; es decir, no creerías que un muggle va querer entrar a tu casa.
Es típico.
—Bien, supongo que tiene razón.
—Eso espero —suspiró Harry poniéndose en pie con resolu-
ción, y jalando el libro que habían estado leyendo acerca del hechi-
zo, debía memorizar el contra hechizo.

–|– 

Draco llegó a casa bastante cansado, luego de todo un día de


reuniones y negociaciones, la fábrica iba avanzando bastante bien y

707
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

pronto, en cuanto la poción funcionara, podría darse el tiempo para


ocuparse de formar una familia, estaba dejando todo de tal manera
que pudiera funcionar con el mínimo de su participación por un
tiempo. Aunque aún no le había dicho nada a Gael al respecto, es-
peraba que su socio comprendiera en cuanto le explicara todo el
asunto.
Se metió en la ducha luego de comer un simple emparedado
de queso, y de allí a la cama, era bastante temprano, pero sin Harry
cerca, no había razón para desvelarse.
Cerró los ojos pensando en él y en lo que estaría haciendo.
Cuando Harry había sido auror y había tenido que participar en mi-
siones, él se había sentido intranquilo, temeroso de que algo malo
le pudiera ocurrir. Después del ataque de la MACH y que Harry
renunciara a los aurores, no se podía negar que se había sentido
mucho más aliviado de que Harry sólo se dedicara a dictar clases, lo
consideraba más seguro, pero esa tranquilidad duró muy poco,
puesto que se corrió la voz de que Harry estaba aceptando casos
que el Ministerio no quería o podía tomar, y las ofertas llegaron casi
inmediatamente; desde entonces Harry había estado haciendo pe-
queñas pesquisas, ubicando objetos perdidos, personas desapareci-
das, aclarando robos y algunas otras cosas más, sin embargo, poco a
poco las misiones habían ido aumentando su peligrosidad, aún re-
cordaba cuando Harry llegó a la clínica donde Mikel trabajaba, san-
grando y herido, aunque no había sido la intensión de Harry decír-
selo, él lo había sentido por el vínculo, y antes de que pudiera po-
nerse frenético, Gael, avisado por Mikel, había llegado para darle las
noticias. Habían discutido esa noche, luego de regresar de la clínica,
por la falta de cuidado de Harry, no había querido admitir lo asusta-
do que había estado por perderlo, y por primera vez entendió por-
qué Harry se había enfadado así con él luego de que probara el ve-
neno que la MACH estaba suministrando a los magos y brujas gays

708
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

muchos años atrás, o cuando se había dejado atacar por Ginny para
inculparla más. Esa noche se prometió de verdad no volver a hacer
nada estúpido, porque se sentía espantoso si eras tú el angustiado.
Esta misión, la que incluía, ¡oh ironías de la vida!, a su ex-
compañero Zabini, no le gustaba mucho, porque sabía lo agresivo
que podía volverse Zabini cuando estaba acorralado, y definitiva-
mente secuestrar con engaños a una joven bruja para quedarse con
su fortuna, costaba una condena muy alta en Azkaban como para
que Zabini no se defendiera con uñas y dientes. Harry había pro-
metido ser cuidadoso, no hacer nada tonto ni estúpido, y contactar-
se con los aurores en cuanto fuera necesario, pero Draco conocía a
Harry, y a veces era demasiado impulsivo y se lanzaba a los proble-
mas sin tan siquiera analizarlos.
Se arropó mejor en la cama, y se trató de convencer de que
Harry no haría nada tonto, no esta vez al menos.

–|– 

Durante el camino a la casa donde Zabini y Leti se hospeda-


ban, Harry se la pasó repitiendo el contrahechizo, aunque no podía
emplear la varita aún, y no estaba del todo seguro de qué tan fácil o
difícil sería hacerlo, esperaba que llegado el momento saliera bien.
Era ya más de medianoche cuando por fin pudieron estar
ambos apoyados en la pared trasera de la cabaña, Harry usó los mé-
todos muggles que conocía para abrir la cerradura, casi no había
usado esos trucos desde hacía un par de años, así que le tardó más
tiempo del esperado lograrlo, hasta que finalmente la cerradura hi-
zo un ligero «clic» y la puerta se abrió. Escuchó a Cleave soltar el aire
lentamente, y puso los ojos en blanco por la falta de confianza de su
ayudante.

709
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

Por dentro la casa era de un estilo muggle y común, la puerta


trasera llevaba a un pasillo, y de allí a una cocina pequeña y blanca,
con muchos electrodomésticos plateados que Harry intuyó no fun-
cionaban bien debido a la gran cantidad de magia que Zabini había
utilizado para asegurar el perímetro. Harry le hizo un gesto innece-
sario de silencio a Cleave, y continuó avanzando hacia la salita, con
muebles azules y floreados, y cortinas que hacían juego; en el cen-
tro sae posaba un enorme televisor apagado, y al fondo un pequeño
bar con un par de vasos y una botella de whisky a la mitad.
—Jefe —susurró Cleave, y Harry le dio una mirada de fasti-
dio. El chico enrojeció un poco, pero aún así señaló hacia la peque-
ña escalera de caracol que llevaba al segundo piso. Harry dio una
mirada más alrededor, no había pinturas ni fotografías de la pareja, y
luego asintió, dejando que fuera Cleave el que dirigiera el camino
esta vez.
El segundo piso parecía mucho más pequeño, había un corto
pasillo con una puerta a cada lado, Harry empujó la primera puerta,
y descubrió que se trataba de un cuarto de baño, la segunda, la que
quedaba en frente, debería ser definitivamente la habitación.
Estuvieron de pie, en el pasillo por mucho rato más, mien-
tras Harry sopesaba qué hacer, podían entrar, asustarlos y llevarse a
Leti para aplicarle el contrahechizo, pero eso dejaría a Zabini fuera
de la vista, y habilitado para escapar, o podrían hacer todo en la casa,
sólo necesitaban alejar a la chica de Zabini y de cualquier imagen de
él, y así poder lanzar el contramaleficio, el cual, dicho sea de paso,
no estaba muy seguro de que funcionaría.
Lamentó no haber traído a otro más de los chicos que traba-
jan con él, respaldos en aquel momento hubieran sido de gran uti-
lidad, pero no quedaba más opción que ponerse en acción solamen-
te ellos dos, después de todo, según habían visto, Zabini ya se estaba

710
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

quedando demasiado tiempo en esa casa, y no existía seguridad de


que al día siguiente siguieran allí.
Consultó su viejo reloj una vez más y asintió, eran más de las
tres de la mañana, sabía que si era necesario podía invocar a los au-
rores para que lo apoyaran si Zabini se ponía difícil.
—De acuerdo —murmuró hacia Cleave, que de pronto se
había puesto algo pálido, siempre se ponía pálido antes de entrar en
acción, aunque luego trabajaba muy bien—, yo inmovilizo a Zabini,
seguramente Leti despertará en ese momento y tú la inmovilizarás,
luego los alejamos lo suficiente para crear el contrahechizo… o in-
tentarlo.
Cleave tragó duro y tomó una profunda bocanada de aire an-
tes de asentir y levantar la varita. Harry lo imitó y empujó la puerta
con lentitud; antes de darse siquiera cuenta, el primer hechizo de
ataque había volado hacia ellos, se lanzó al piso mientras escuchaba
la voz de Zabini:
—En verdad, Potter, es muy desagradable que invadan mi ca-
sa en mitad de la madrugada.
Harry levantó la vista para ver a Zabini, lucía un pijama lige-
ro que dejaba ver todos sus músculos, y su mirada brillaba hipnóti-
camente, jadeó sorprendido, esperando no haberse equivocado con
el hechizo, y rodó un poco para tratar de ponerse en pie, tratando
de no buscar con la mirada a Cleave, seguramente se había refugia-
do en algún rincón y no estaba seguro de que Zabini supiera de su
existencia.
—Amor, ¿quién es él? —preguntó la chica desde el otro lado
de la habitación, lucía un ligero camisón que dejaba ver todos sus
pechos y abdomen, pero no parecía reparar en su casi desnudes de-
lante de un completo extraño.
—Un hombre que ha enviado tu abuela para separarnos —
explicó Zabini con voz cansada—, duérmete, yo lo resolveré.

711
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

—Sí, mi amor —respondió la chica en tono obediente y, para


asombro de Harry, se volvió a tender en la cama y se cubrió com-
pletamente. ¿Se habría quedado realmente dormida?
—Eso que haces es ilegal —reprochó Harry de pie al fin, se
alegró de no haber soltado la varita y poder apuntar a Zabini.
—Dormir con mi novia es legal, sé que no lo entiendes, cla-
ro, prefieres dormir con hombres, pero al final de cuentas, ese no es
mi asunto, y lo que yo haga tampoco el tuyo, así que si no quieres
que llame a los aurores y te demande por allanamiento, más te vale
irte largando.
—Sabes que no te tengo miedo, ni de que vengan los auro-
res, que el que tiene más que perder aquí eres tú.
—Leticia es mayor de edad, y tiene derecho a largarse de su
casa si es que ella así lo quiere, sobre todo por la forma como su
abuela la trata —defendió Zabini, y Harry tenía que admitir que en
verdad sí era bastante convincente, sin embargo, no se dejó amila-
nar.
—Y también está embrujada, no me lo negarás, no es posible
que haya cambiado de un momento a otro de esa manera.
—¡Ja! —se burló Zabini y bajó un poco la varita, grave error,
pensó Harry—. Los aurores ya lo han investigado, esa vieja loca
chochea, por eso es que no entiende que Leticia ya no es más una
niña, y ya no la quiere más.
—Estoy seguro que… —pero Harry no terminó de hablar,
vio un rayo rojo que llegaba a Zabini, milésimas de segundo antes
de ver el cuerpo del chico completamente rígido y cayendo hacia
delante. Harry lo sostuvo antes de que se diera contra el piso, y
Cleave apareció con mirada de suficiencia a un lado de la habita-
ción.
—¿Vio jefe? Lo derribé.

712
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No me digas… —suspiró Harry dejando en el piso a un


inconciente Zabini.
Leticia en ese momento se sentó completamente, espantada,
como despertando de una pesadilla, y pegó un grito en cuanto vio a
los que estaban en su habitación.
—¡Ladrones! —gritó con fuerza mientras subía las mantas
para cubrirse. Aquello era interesante, pensó Harry; cuando Zabini
había estado conciente, la chica no había tenido reparos en mostrar-
se ante ellos, tal vez el encantamiento se hacía más débil si el mago
ejecutor estaba inconciente por un hechizo.
—No, señorita, no somos ladrones, venimos a ayudarla —
explicó rápidamente Cleave avanzando hacia ella, pero eso sólo hizo
que la chica gritara con más fuerza.
—¡Me lo han matado! — se levantó de un salto, jalando una
bata y buscando en la mesa la varita, Harry fue más rápido, atrayén-
dola con un hechizo y negando con la cabeza.
—No, no lo hemos matado, Leticia, lo hemos dejado incon-
ciente porque te estaba sometiendo a un hechizo.
—¡No es cierto! —jadeó ella retrocediendo hasta pegarse a la
pared—, mi abuela los ha enviado, ¿verdad?. Yo ya le he dicho que a
ella no la quiero, que no la deseo ver más en mi vida, es una arpía,
proterva y cruel, y no me quiere…
—De acuerdo, puede que sea cierto —contestó Harry acer-
cándose a ella—, pero si es así entonces no le importará que haga-
mos un pequeño estudio acerca de si estás o no sometida a algún
embrujo.
—Por supuesto que no, no permitiré que me hagan nada —
protestó apretando la bata con más fuerza en torno a sus pechos,
Harry escuchó a Cleave bufar y se abstuvo de llamarle la atención
por eso.

713
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

—Bien, entonces llevaremos a Blaise a la otra habitación para


que se pueda recuperar. ¿Qué le parece eso?
—No, váyanse, yo lo atenderé, váyanse antes de que llame a
los aurores —amenazó.
—Será por las malas, entonces —respondió Harry, perdiendo
ya la paciencia, podía ver el cielo, a través de la ventana, cambiar de
color, pronto amanecería.
—¿Qué…?
Pero Harry no le dio oportunidad de terminar de preguntar,
hizo un gesto vago a Cleave, que entendió en el acto y levitó el
cuerpo de Zabini hacia afuera de la habitación mientras Harry le-
vantaba la varita.
—Accio fotos de Zabini —un gran número de marcos y fotos
sueltas volaron a sus pies, habían imágenes de todo tipo, de Zabini
en la playa, en el campo, en la nieve y en algún lugar que parecía
Italia; Cleave tenía razón, una particularmente grande parecía como
si fuera el mismo Zabini encerrado en el marco, gruñendo y frun-
ciendo el ceño, al parecer era muy realista.
—No puede destruir nuestro hogar.
—Listo, jefe, está encerrado en el baño —informó Cleave
entrando nuevamente a la habitación.
—Este no es tu hogar —explicó Harry hacia la chica mien-
tras que con un pequeño movimiento de muñeca desaparecía todas
las fotos y recuerdos—; llegaron aquí hace sólo unos días, y pronto
seguramente cambiarían de casa, ¿no recuerdas cuántas viviendas
has habitado en los últimos tres meses?
—Yo… —Leti frunció el ceño, mirando hacia el piso donde
un instante antes habían estado las fotos de Blaise, y luego alrede-
dor, como buscando una orientación, un lugar de dónde sacar las
respuestas.

714
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo supuse, ahora si me permites —le pidió Harry acercán-


dose a ella, la chica se pegó más contra la pared, y se dejó resbalar
rápidamente hacia el piso.
—No, no me hagan daño, por favor, mi abuela tiene oro, ella
les puede dar mucho oro, pero no me hagan daño, mi novio llegará
en cualquier momento y… no me hagan daño —Harry sintió un
extraño retortijón en el pecho cuando la chica comenzó a llorar. Le
dio una mirada de pánico a Cleave, que parecía haberse quedado
congelado en su lugar, definitivamente ninguno sabía tratar con
chicas lacrimosas y llenas de estrógeno.
—No pensamos hacerte daño —habló finalmente Cleave
con voz serena y acercándose un poco hacia ella—, sólo vamos a
curarte para que puedas volver con tu novio.
—¿Curarme?
—¿No lo recuerdas? —preguntó arrodillándose delante de
ella, y Harry se sorprendió de que la chica no retrocediera más.
—Yo…
—Te caíste y te diste un mal golpe en la cabeza, por eso es
que todo te parece raro, nadie le ha hecho nada a Blaise, él ha ido
por unas pociones y pronto llegará, pero mientras tanto, él y yo —
dijo señalando hacia Harry— debemos curarte, para que te pongas
bien, ¿de acuerdo?
—¿Me caí? ¿Cómo me caí?
—Por las escaleras, mientras bajabas, no es tan grave, sólo
necesitamos hacer un hechizo de reconocimiento —Cleave, con al-
go de temor, apoyó una mano en el hombro de la chica, y Harry se
arrodilló junto a ellos—, el es un medimago, sólo déjalo trabajar un
momento y luego todo estará bien.
—¿Y Blaise no tardará? A él no le gusta que me quede sola,
por eso me dio fotos… —miró alrededor nuevamente—. ¿Han vis-
to las fotos? Me dio muchas para que no lo extrañe y…

715
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

—Claro, fotos, te las traeremos en un momento —se animó


a mentir Harry—, ahora sólo… sólo será un momento.
La chica tomó una profunda bocanada de aire y asintió con
resignación, Harry contuvo la sonrisa, primero tenía que estar segu-
ro de estar haciendo lo correcto, porque si no se meterían en un
enorme lío.
Levantó la varita y suspiró profundamente:
—Cônfectiô amoenitâs —una luz dorada emergió de la varita
asestando justo en el pecho de la chica, la luz se fue expandiendo
por el resto del cuerpo mientras ella abría los ojos como plato, y sus
mejillas se sonrojaban. Tal como decía el libro, el aura que la rodea-
ba se fue poniendo de color rojo encendido por un instante, antes
de desaparecer.
—¿Qué es lo que están haciendo? —masculló la chica con
voz más asustada.
Harry le dio una mirada de advertencia a Cleave, y levantó la
varita una vez más, esperando que el contrahechizo funcionara de
verdad.
—Termini captiônis amoenitâs —una muy débil luz azul emer-
gió de su varita y se apagó antes de llegar a tocar el cuerpo de la chi-
ca, que a cada momento parecía más escéptica a lo que estaba pa-
sando.
—¿Qué pasó? —preguntó Cleave con angustia.
—¿Qué es lo que quieren? ¡No me lastimen o mi novio
vendrá y… —empezó a reclamar la chica, levantando las manos,
Harry notó recién el pequeño brillo en su muñeca.
—¿Te lo dio tu novio? —preguntó con prisas mientras atra-
paba la muñeca de la chica en el aire.
—¡Déjenme! —jadeó ella tratando de soltarse, Cleave la su-
jetó de los hombros, a la vez que Harry por fin lograba jalar la fina
cadena, una vez la tuvo en sus manos esta se hizo mucho más gran-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

de, dejando ver una foto más de Zabini, con una sonrisa encantado-
ra.
—¡Esto es! —se alegró Harry de al fin haber encontrado la
razón de la falla en su contramaleficio, con un movimiento de vari-
ta también la desapareció mientras la chica comenzaba a agitarse
con más fuerza.
—¡Ladrones, devuélvanme eso!
—Que no somos ladrones, ¡por un demonio! —bufó Cleave
soltándola nuevamente—, ya lo verá.
Harry no opinó nada, levantó la varita y murmuró con más
seguridad el contrahechizo, la luz azul esta vez realmente sí tocó a
la chica y la envolvió por completo, pasaron varios minutos mien-
tras él mantenía la varita levantada y la chica iba cambiando de ex-
presión poco a poco, de asustada a desconcertada y luego a furiosa;
cuando el encantamiento terminó, su mirada había cambiado, ya no
era tan dulce como antes.
—Maldito desgraciado —fue lo primero que dijo.
—¿Entonces ya recuerda? —preguntó Cleave con un deje de
esperanza.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó ella, poniéndose en pie
y acomodándose mejor la bata y el largo cabello.
—Nos envió tu abuela —contestó rápidamente Harry—, soy
Harry Potter, y el es Richard Cleave, tratamos de sacarte del encan-
tamiento que…
—Blaise —interrumpió ella con los dientes apretados.
—Sí, eso mismo… —Harry la miró preocupado mientras
ella caminaba de un lado al otro0. —¿Ya recuerdas…?
—Claro que lo hago, me estaba engañando con esa cara de
puerco de quinta y luego, cuando se lo reclamé, dijo que tenía una
explicación, y fui tan tonta, ¡por todos los demonios! ¿Cómo es que
pude dejar que me engañara de esa manera y…? ¡Oh, por Merlín,

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LIBRO V|Familia
[7] Intentos

mi abuela! —dijo deteniéndose de golpe y llevándose las manos a la


boca.
—Ella está bien, pero antes de llevarla a casa debemos llamar
a los aurores, es necesario que ponga la queja formal para que Zabi-
ni pague por esto y deje de hacerlo.
—¿Públicamente dice? —preguntó espantada hacia Harry.
—Sólo así dejará de hacerlo.
—No… yo no podría… es decir, es vergonzoso y…
—Él planeaba dejar que se suicidara en unos meses más,
después de realizar el enlace, ¿desea que eso le pase a alguna otra
chica? —interrumpió Harry, la mujer lo miró espantada.
—La única forma de detener esto es hablando y denuncian-
do, ¿lo hará?
La muchacha simplemente asintió en silencio.
—De acuerdo, llamen a los aurores.

–|– 

Despertó bastante temprano, como ya era su costumbre, y


prefirió desayunar en la oficina, bueno, con tomar un café bastaba,
no tenía demasiado apetito, y Harry no estaba para reprocharle sus
malos hábitos, así que podía darse el lujo de hacerlo por esta vez.
Fue cerca de las nueve, cuando ya tenía su café por la mitad,
que, mientras se llevaba la taza a los labios, algo pesado se formó en
su pecho: pánico. Algo le había pasado a Harry, estaba seguro. La ta-
za cayó como en cámara lenta hacia el piso, mientras su corazón
comenzaba a bombear con fuerza y sus manos comenzaban a sudar.
—Mierda, Harry —jadeó antes de ponerse en movimiento,
auque no estaba seguro de hacia qué lugar exactamente ir.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Desai entró por el pasillo con pasos lentos, tarareando una


canción que había escuchado en el bar el fin de semana anterior,
mientras jugueteaba con los bordes de la manga de su túnica, no te-
nia prisas por llegar a su oficina, en realidad no tenía prisas para lle-
gar a ningún lado, la vida era bastante simple para él, ya no tenía
que correr casi por ningún motivo. Ni siquiera en el trabajo, estaba
últimamente siendo menos asignado a misiones y más a trabajo de
escritorio, lo que significaba un posible ascenso. Había estado espe-
rando eso durante los últimos años, un ascenso que le permitiera
dejar de trabajar tanto, que le diera un poco más de nombre y luego
una jugosa jubilación.
Ya estaba trabajando en eso último, era interesante todo lo
que un auror de seguridad podía hacer, o mejor dicho vender. In-
formación. Todos querían información, información confidencial,
información privada, información de alto riesgo… Información so-
bre el paradero de algunos magos o brujas… era una pena que no
tuviera a mano la forma de entrar hasta los archivos de más alta se-
guridad, porque podría vender hasta la dirección de Harry Potter.
Eso sería muy gracioso, pensó mientras daba la vuelta en el último pa-
sillo antes de llegar a su oficina. Vender la dirección de Potter a to-
das esas chicas que pensaban que aunque el Gran Salvador fuera un
desperdicio, ellas podrían convertirlo. Aunque Violet, la chica que
estaba ganando gran notoriedad últimamente en su departamento,
decía que si ella no había podido lograrlo, nadie lo haría. Increíble
la cantidad de cosas que uno tenía que escuchar acerca de él. Y de
Malfoy, como detestaba a ese —ya no tan mocoso— mortífago. De-
bió ser más rudo con él en sus visitas al Ministerio, o en sus rondas
en Rútland, cuando tenía la oportunidad de enseñarle cuál era su
lugar, y no dejar que se creyera libre de polvo y paja, poniendo in-
cluso una fábrica que, según la información que había leído, daba

719
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

muy buenos beneficios anuales, además osaba llamarse la pareja ofi-


cial del Gran Salvador… Bufó sonoramente. ¡A lo que estaba lle-
gando el mundo!, incluso corría el rumor de que estaban evaluando
valer y permitir un enlace matrimonial de personas del mismo sexo
en el Wizengamot.
Entró en su oficina, Violet le dio la típica mirada de desagra-
do que tenía reservada sólo para él. Esa chica se creía demasiado, só-
lo porque su padre era Auror Prior, pero bueno, no podía negar que
era linda, aunque rara con todas esas mechas violáceas que cambia-
ban de posición en su cabello, y todo los objetos violetas a su alre-
dedor.
—Llegas tarde —reprochó Violet con fastidio—, el jefe ha
estado preguntando por ti, y esa fea lechuza no deja de ulular… no
ha dejado que le quiten la carta que tiene encima.
—Ah… —Desai arqueó una ceja, conocía esa lechuza, era
increíble que esa gente odiara ir al Ministerio y sin embargo, por
más que les pidiera que no mandaran las lechuzas allí, insistieran en
hacerlo.
—¿Otra carta de amor? —se burló Terrence pasando a su la-
do con una humeante taza de café.
—Tal vez… —contestó distraídamente Desai mientras por
fin le quitaba al ave su carga, sus compañeros, no sólo Violet y Te-
rrence, sino también los otros cuatro que estaban presentes y se-
guían de cerca la discusión, soltaron carcajadas.
—Claro, claro, cariño —se burló Violet—, tal vez logres
enamorar a una semi giganta ciega… o algo así.
—Ah —suspiró dramáticamente Desai—, Violet, tu ingenio
me apabulla.
La chica le hizo una mueca desagradable en el momento que
su jefe, Usigli, salía de su oficina, parecía molesto.

720
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Desai, pese a todo, abrió el pequeño rollo de pergamino y só-


lo encontró unas cuantas palabras:

De la misma manera

Desai gruñó, odiaba la forma como ese grupito trabajaba, con


todas sus claves y previsiones, aunque no podía negar que pagaban
bien… pobres, con lo mucho que les hacía falta el oro, al menos si
lo emplearan en alimentarse y vestirse mejor… pero bien, cada uno
usaba su ganancia como mejor le pareciera, ¿no? Si ellos la querían
malgastar en tomar venganza contra cada mago o bruja que había
cambiado de bando a última hora, ese era problema de ellos, por lo
pronto él ya sabía qué hacer con su oro…
—¡Desai! —llamó su jefe molesto—; te he estado esperando,
tenemos que asignar los horarios para la zona de Rútland,
Desai asintió de mala gana, y se puso en pie para seguir a su
jefe hasta la oficina, pensando ya en el nuevo nombre, y descifrando
el código que le habían entregado, y sobre todo, en cuánto oro le
tocaría ahora por el dato.

–|– 

Harry odiaba el trámite burocrático, pero con su profesión


no podía evitarlo, la escuadra de aurores, liderados por su amigo
Joel, llegó media hora más tarde, en lugar de llevarse a Zabini a la
prisión del Ministerio, optaron por interrogarlo y aplicarle varios
hechizos para limpiar los rastros de los encantamientos que el pro-
pio Zabini se había aplicado para parecer más atractivo.
Cleave fue a buscar a la abuela de Leticia, y ambas tuvieron
un emotivo reencuentro, la anciana abrazó y besó a Harry y Cleave
también, dándoles las gracias por todo lo que habían conseguido y,

721
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

ante la mirada incrédula de Cleave, Harry rechazó la suma extra


que la mujer pensaba depositar en la cuenta de la empresa de inves-
tigaciones por haber rescatado a su nieta. Luego de conversar un
poco más sobre el hechizo y todo lo que había ocurrido, y que Leti-
cia firmara todas las declaraciones, le diera una mala mirada más a
Zabini y se despidiera entusiasmada de Harry y Cleave, desapare-
cieron rumbo a su hogar, planeando ya un pequeño viaje para rela-
jarse y apartar toda aquella pesadilla.
—¿Qué tal volar hasta la tienda? —propuso Harry luego de
que las mujeres partieran.
—Genial, el día está despejado y hace mucho que no hace-
mos carreras.
—Igual te gano —se burló Harry.
—Pero no quiere decir que siempre lo vaya a hacer, jefe —
replicó el chico.
—¡Ja!, cómo sueñas, anda ve por las escobas, yo me despedi-
ré aquí.
Cleave desapareció por una de las puertas y Harry observó a
los aurores que tomaban las declaraciones de Zabini, interrogándo-
lo acerca de lo que habían encontrado en la casa, fotografías e inclu-
so algunos objetos hechizados.
—Buen trabajo, Harry —felicitó Joel acercándose a él.
—No es por nada, pero es algo que ustedes debieron hacer
—reprochó Harry medio en broma medio en serio.
Joel suspiró profundamente.
—Ni lo digas, desde que el director Moore se retiró, las cosas
andan mal, ya no salen buenos aurores de la Academia, no sabes lo
difícil que es trabajar así…
—Lo imagino, mientras no lo dejen ir —dijo apuntando con
la cabeza a Zabini.
—No creo que sean tan tontos…

722
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ya debo irme —comentó Harry mirando sobre el hombro


de Joel a Cleave que levantaba el par de escobas y parecía entusias-
mado. Supuso que el chico también extrañaba a su novia tanto co-
mo él a Draco, lo que lo hizo apurarse—. Te enviaré toda la infor-
mación que tengo del caso y un par de copias de ese libro de hechi-
zos de Sudamérica para que puedas tenerlos a mano.
—Genial —agradeció Joel, dándole una palmada en el hom-
bro—, y saluda a Draco, a ver qué día nos juntamos.
—Por supuesto —respondió Harry con una sonrisa, Joel y
Draco se habían conocido un tiempo atrás, durante la fiesta de
cumpleaños que le habían organizado, y aunque Harry se había
sentido un tanto inseguro al inicio, las cosas habían funcionado bas-
tante bien, y ambos chicos habían congeniado mucho.
Salió hacia el viento fresco de la mañana y miró hacia el cielo
azul, efectivamente era un maravilloso día para volar, y eso lo entu-
siasmaba, tal vez en la tarde podría convencer a sus amigos de mon-
tar un pequeño partido de quidditch.
—El último en llegar paga la cena para los cuatro —retó
Cleave montando ya la escoba, Harry soltó una carcajada.
—De acuerdo, pero dejaré que Draco escoja.
—Oh, demonios —masculló Cleave, Draco era siempre de-
masiado ostentoso a la hora de escoger lugares en los cuales comer.
—¿Qué tal hamburguesas para todos? —propuso entonces
Cleave cuando Harry ya se elevaba a su lado.
—Ya, hamburguesas entonces.
Ambos subieron lo más alto posible y rodearon la casa un par
de veces, mirando el pequeño ir y venir de algunos aurores en el
jardín; en el momento en que Cleave daba la voz para arrancar, vie-
ron las luces multicolores de lo que definitivamente era un ataque,
bajaron a velocidad al mismo tiempo que vieron a un chico salir vo-
lando en una escoba de menor celeridad que la de ellos.

723
LIBRO V|Familia
[7] Intentos

Bastó una mirada para que se pusieran de acuerdo, y antes de


que Zabini terminara de saborear su escapada, Harry y Cleave ya lo
rodeaban, dieron demasiadas vueltas en torno al chico que gritaba e
insultaba mientras que trataba, inútilmente, de atizarles con su vari-
ta, no se había percatado del pequeño hechizo de pesca que le ha-
bían lanzado hasta que fue muy tarde, y ya estaba sujeto por cuerdas
invisibles.
Harry sonrió satisfecho por haber logrado capturarle una vez
más, y pensó en molestar a Joel, acerca del mal trabajo que estaban
haciendo, cuando de pronto una sensación extraña lo invadió. Se
sujetó del mango de la escoba con fuerza, y empezó a sentir cómo
la temperatura disminuía completamente por su cuerpo, e incluso
empezaba a sudar, vio hacia el frente, cada vez más exangüe, más
mariado, escucho a Cleave pronunciar algo y a Joel volar hacia ellos,
y luego todo se fue oscureciendo, la sensación de ir cayendo en pi-
cada lo llenó pero, por más que intentó reaccionar, no fue capaz de
hacerlo.

724
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

8
Resultados

“Lo que impresiona de un hombre no es su mente, sino el resultado de ésta.”


Walter Bagehot (1826-1877), periodista, politólogo y economista inglés

Inglaterra, julio de 2005

N
o fue necesario para Draco llegar muy lejos, antes
de siquiera haber abandonado la fábrica, uno de los
chicos que trabajaba con Harry: Sergio Laurent, si
es que no se equivocaba, llegó corriendo por el pasillo que interco-
municaba la fábrica con la escuela de defensa. Gael, que había visto
a su amigo salir corriendo por uno de los pasillos, lo había seguido
silenciosamente, tratando de entender por qué actuaba así.
—¿Qué le ha pasado? —preguntó rápidamente Draco, ob-
viando los saludos, no pensaba más que en Harry en ese momento.
El chico le dio una mirada de asombro antes de negar con la
cabeza, seguramente preguntándose cómo era que Draco podía sa-
ber que algo había pasado.
—Señor Malfoy, lo siento, no lo sé bien, Cleave se ha comu-
nicado conmigo, dice que ya habían terminado la misión y que
Zabini se estaba escapando, que ellos lo capturaron, y de pronto el
jefe simplemente cayó de la escoba y…

725
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Cayó? ¿Cómo que cayó?


—¿Él está bien? —preguntó Gael al mismo tiempo que Dra-
co.
—No saben cómo, simplemente se desplomó, lo han llevado
a San Mungo, pero no quieren dar informaciones porque dicen que
sólo un familiar puede recibir…
Draco no terminó de escuchar, corrió en dirección contraria,
hacia las chimeneas que lo llevarían a San Mungo.

–|– 

—Draco espera —pidió Gael mientras Draco seguía corrien-


do por el inmenso pasillo que daba a la sala de emergencias. Nunca
se le había hecho tan largo un pasillo. Tal vez sí, una vez, cuando
había tenido que avanzar uno igual de extenso, pero no en San
Mungo, sino en una morgue, para reconocer el cuerpo de su ma-
dre. Negó con la cabeza, «Harry está bien, sólo será una tontería, y
lo mataré por asustarme así», se dijo, pero el ritmo frenético de su
corazón, la forma como sus manos y piernas temblaban, el frío en
su piel... El pánico le decía que no todo estaba tan bien.
—Draco —repitió Gael con cansancio, Draco se detuvo en
seco, recién recordando la presencia de su amigo.
—¡Qué!
—Que Mikel dice que ya viene, que lo esperes porque es
probable que no te dejen entrar —explicó Gael, tenía el móvil má-
gico en la mano y lucía avergonzado.
—Es mi pareja, por supuesto que me tienen que dejar entrar
—bramó Draco empujando las puertas de emergencia, y llegando
hasta la recepción donde una enfermera vieja y gorda lo miraba con
el ceño fruncido.

726
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—No siempre funciona así —replicó Gael, aunque Draco no


le estaba prestando atención, estaba más ocupado calmándose para
no parecer tan borde y falto de modales delante de la mujer, seguro
que así conseguiría mejores resultados de accesar al lugar.
—Buenos días, enfermera —saludó con voz articulada y
calmada, le sorprendió lo sosegada que salió su voz, el saberse aún
dominador de sus nervios de ser necesario—, mi pareja está inter-
nado y necesito saber cómo se encuentra.
—¿Nombre? —preguntó la mujer con nada de carisma, Dra-
co se obligó a no maldecirla en ese momento, y a no cambiar la ex-
presión de su rostro.
—Potter, Harry Potter.
—Ah, Potter —suspiró la mujer, y por un instante sonrió,
Draco trató de no arrugar la nariz por el asco de imaginar a esa mu-
jer fantaseando con su Harry—. Está en emergencia, no pueden pa-
sar a verlo, según las políticas del hospital sólo la familia consanguí-
nea o la esposa puede hacerlo, y según sé, no está casado.
—Pero yo soy su pareja.
—Eres un chico y él es un chico, hasta donde tengo entendi-
do no hay matrimonios entre los de su clase —explicó dándole una
mirada más atenta a Draco; por un instante pareció reconocerlo.
—Y hasta donde yo sé, la discriminación se paga con multas
y carcel, así que cuide su boca si no quiere que la demande o pre-
sente una queja.
—Nadie te está discriminando, y así protestes igual no pasa-
rás, está prohibido, ya lo he dicho, sólo familia consanguínea y es-
posa.
—Pero él no tiene familia consanguínea —alegó Gael, inte-
rrumpiendo a Draco y sujetándole el brazo con algo de fuerza—;
toda la mató ese tal Voldemort.

727
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La enfermera soltó un chillido y retrocedió un par de pasos


mientras varias personas más, que estaban cerca, los miraron de
manera reprobatoria.
—No pasarán, y no hay más que decir —bramó la enfermera
mirándolos más de lejos, como si acercarse a ellos implicara conta-
giarse de algo.
—Sí que lo haremos, él no tiene porqué estar aquí, no hay
nadie dentro que vele por él y es más, este lugar no me gusta, lo
quiero llevar a una clínica, una donde trabaja nuestro medimago
personal —siguió protestando Draco.
—¡Ja!— la mujer pareció más contenta todavía—; este lugar
es el mejor hospital de toda Inglaterra y de Europa, tenemos un re-
conocimiento que lo demuestra —dijo señalando hacia uno de los
diplomas que decía «Premio en servicios de Salud 2004»—, y hasta
que el señor Potter no pueda firmar una autorización, no lo trasla-
daremos a ningún lado, y hasta que no salga de emergencias tampo-
co los dejaremos pasar a verlo, así que ya pueden ponerse cómodos
y sentarse junto con el resto de mortales.
Draco entrecerró los ojos, su cuerpo luchando entre la an-
gustia y el pánico. Gael lo jaló con un poco más de fuerza hasta que
consiguió hacerlo caminar hacia los sillones, y finalmente hacerlo
sentar.
—Mikel llegará en cualquier momento —le consoló Gael,
sentándose a su lado y pasando un brazo por los hombros.
—Pero... ella ni siquiera me quiere decir... ——Draco soltó
un suspiro de exasperación y saltó de su asiento cuando algo vibró
en su bolsillo derecho—. Genial, justo ahora —protestó molesto
mientras sacaba el móvil mágico, similar al que tenía Gael y la ma-
yoría de sus amigos.
—Diga —dijo luego de tratar de calmar la voz.

728
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—¿Draco? —era la voz de una mujer, y a Draco le costó


identificarla—. Querido, soy yo, Molly Weasley, Ron me ha presta-
do esta cosa, la verdad es que sigo sin entender exactamente cómo
es que funciona pero... —Draco puso los ojos en blanco y estuvo
tentado de colgar la comunicación sin ningún tipo de ceremonia,
pero entonces escuchó en el fondo, el llamado de una medibruja a
uno de los laboratorios. La voz de esa locutora era similar a la que él
estaba escuchando en ese momento.
—¿Señora Weasley, dónde está?
—En San Mungo, cariño, para eso los llamaba, sé que Harry
no está, pero en cuanto puedas comunicarte con él, dile que Her-
mione ya entró en labor de parto... —la señora dudó por un mo-
mento y pareció que alguien le decía algo antes de seguir—. ¡Está
vez es en verdad! —aclaró, refiriéndose a todas las veces anteriores
en que no habían sido más que falsas alarmas.
—Claro —respondió con voz ronca, sintiéndose culpable
por mentirle de esa manera, pero no había mucho que pudieran ha-
cer, aunque si Weasley decía que quería información tal vez... pero
Ron estaba ahora con Hermione, y no debía despegarse de su la-
do—, se lo diré cuando lo vea, señora Weasley, no se preocupe.
—Oh, de acuerdo, cariño —dudó nuevamente—, sabes que
puedes venir, ¿verdad? Nos gustaría que lo hicieras, estamos todos
esperando, pero pronto nacerá, y entonces podrás ver al bebé tam-
bién.
—Sí, lo sé, intentaré llegar, ¿en qué piso se encuentran?
—Quinto.
—De acuerdo, yo le digo a Harry en cuanto pueda contactar-
lo y —ahora fue el turno de dudar, hasta que finalmente carraspeó y
soltó el aire con lentitud—, dígale a Ron y a Hermione que les
mandó ánimos, y que Harry seguramente también lo haría si pudie-
ra.

729
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Gracias, Draco, te veo pronto, cariño —respondió la mu-


jer, luego hubo un pequeño alboroto y la comunicación se cortó,
Draco se quedó mirando el aparato por un momento más, y luego
negó con la cabeza.
—¿Pasó algo malo?
—¿Peor que tener a Harry en una sala de emergencias y no
poder verlo dices?
—Lo siento —murmuró Gael, y Draco se dejó caer hacia
atrás, hacia el respaldo de la silla, y cerró los ojos por un momento,
concentrándose en Harry, en sentirlo, era algo que no habían hecho
mucho, pero que sabía funcionaba, si es que estaba tranquilo y con-
centrado, pero no pudo percibir otra cosa más que ese pánico y ese
terror. Negó con la cabeza y abrió los ojos, Gael lo miraba preocu-
pado.
—Mikel vendrá y...
—Por más que venga no me dejarán verlo, puedo ser su no-
vio o esposo, pero ellos no lo reconocerán, y ni siquiera sabemos
qué es lo que tiene o...
Cleave salía de la sala de emergencia en ese momento, pare-
cía hasta avergonzado y refunfuñaba contra el guardia, en cuanto gi-
ró y vio a Draco y a Gael su mirada se iluminó y, sin importarle los
otros pacientes doloridos que estaban por allí, corrió hacia ellos, ha-
ciendo bastante ruido.
—Señor Malfoy, señor Malfoy —jadeó en cuanto Draco se
puso en pie.
—¿Qué ha pasado?
—El jefe se cayó de la escoba, no fue aturdido por ningún
hechizo, simplemente se cayó sin que nadie lo empujara, cuando ya
iba a llegar al piso, el auror ese que es amigo suyo, Joel no sé qué, lo
detuvo y evitó que se rompiera cualquier cosa, pero no despierta, y
los medimagos no dejan que nadie entre a verlo, yo lo hice un mo-

730
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

mento, pero luego me encontraron y me sacaron... —relató con voz


acelerada.
—¿No despiertas dices?
—No, probaron unos hechizos... no sé cuales.
—¿Enervate? — preguntó Gael.
—Sí, ese fue uno de ellos, creo, y otros, pero no pasa nada...
—¡Mierda! —bramó Draco hacia la enfermera—. ¿No en-
tiende? No hay nadie que lo pueda ver, soy su pareja, por todos los
demonios, ¡Harry ni siquiera se puede despertar!
—Las reglas son las reglas —le respondió la mujer, y Draco
no estaba tan seguro de que la vieja desgraciada no disfrutara con
maltratar a la gente de esa forma. Sintió la mano de Gael sobre el
hombro, tratando de detenerlo y también consolarlo.
—Mikel...
—Ya, ya —bufó Draco aún sin soltarse de su amigo—; llegará
pronto, lo has dicho unas veinte veces.
Gael pareció a punto de contestar mientras Cleave, que no
conocía a Draco de tan mal carácter, retrocedía unos pasos, Draco
se sintió ligeramente culpable por ser tan cabrón con su amigo, pe-
ro no podía contenerse.
Un instante después, usando la túnica de medimago, y bas-
tante agitado, apareció Mikel, le dio una mirada extraña a Gael, que
inmediatamente soltó a Draco y retrocedió unos pasos.
—Draco —saludó con una inclinación de cabeza.
—Hola, me dicen que no puedo entrar y menos trasladarlo,
lo quiero llevar a la clínica, tú lo puedes atender allá, no confío en
los que están aquí, además él no ha despertado.
—Bien, si no ha despertado, tú puedes llevártelo sin esperar
su autorización —le explicó Mikel con el tono paciente de siempre.

731
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, no puedo, esa estúpida mujer —dijo señalando con


poca elegancia a la enfermera—, dice que sólo la esposa o la familia
consanguínea.
—¡Pero tú eres su esposo! —espetó Mikel, Draco escuchó a
la enfermera bufar.
—Sólo se reconocen matrimonios mágicos.
—De acuerdo —Mikel tomó de un brazo a Draco y lo jaló
hacia el mostrador, a su alrededor los pacientes que esperaba turno
los miraban confundidos y hasta divertidos—. Traiga un formulario
de traslado para que lo firme el esposo de Harry Potter, por favor.
—Mikel —susurró Draco, la unión que habían hecho era se-
creta, por supuesto, y sabían que no era legalmente una unión de
matrimonio, no en toda regla al menos.
—Sólo mágicamente —repitió la mujer.
—Traiga el maldito formulario, en caso de no ser mágica-
mente, no le permitiría firmar, ¿no es así? Por suerte, los formula-
rios son más inteligentes que gran parte del personal de este sitio.
La mujer entrecerró los ojos, parecía furiosa, mientras se in-
clinaba hacia uno de los extremos y tomaba unos cuantos pergami-
nos, le entregó uno en color lila a Mikel y una pluma.
—Están desperdiciando un formulario y tiempo —opinó a
pesar de todo la mujer; Mikel la ignoró y fue rellenando todos los
datos que sabía de Harry, preguntándole ocasionalmente a Draco
una que otra cosa.
—Listo —informó Mikel—; yo soy su medimago personal y
él su esposo, lo trasladaremos a una clínica privada.
—Primero que el supuesto esposo firme —le retó la enfer-
mera, apoyando los codos en el mostrador y mirando a Draco bur-
lonamente; Mikel hizo un asentimiento y le pasó la pluma a Draco,
que no entendía exactamente qué era lo que pasaba y simplemente

732
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

firmó, esperando que todo terminara más rápido, que dejaran de


hacerle perder el tiempo en ese tonto sitio.
Cuando Draco estampó su firma, la enfermera soltó un jadeo
ahogado.
—No puede ser...
—¡Oh, vamos!, no sea tan dramática y mueva el culo, señora,
que tengo un paciente que atender —replicó Mikel con claro enfa-
do en la voz, sin importarle el lenguaje grosero mientras le hacía un
gesto de despedida a Gael y tiraba de Draco de un brazo hasta la
puerta de entrada a emergencia. El guardia que había estado miran-
do todo de manera curiosa, le dio una mirada más a la enfermera,
que simplemente asintió para que los dejaran pasar.

–|– 

Jules Weasley nació el martes 20 de julio, en el quinto piso


del Hospital para Enfermedades Mágicas San Mungo. Lloró in-
mensamente, y por suerte, no hubo mayores complicaciones que la
de una Hermione histérica con ganas de dirigir y controlar hasta su
propio parto, y un Ron al borde del desmayo cada vez que asomaba
la cabeza para ver el progreso de su primogénito.
Todos los Weasley y los padres de Hermione estaban tratan-
do de obtener las mejores imágenes del pequeño y pelirrojo niño,
mientras Ron observaba a su pequeño con la boca ligeramente
abierta, no creyendo que pudiera ser tan pequeño y a la vez tan per-
fecto. Hermione, cansada, sonreía con alegría hacia los demás, or-
gullosa del inicio de su familia, lamentablemente solamente faltaba
el padrino para que la felicidad estuviera completa, aunque sabían
que estaba trabajando, y que probablemente pronto estaría de vuelta
para que pudiera conocer al pequeño.

733
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Mientras la familia Weasley se multiplicaba, Draco seguía a


Mikel a través de los tópicos y pasillos de la sala de emergencia, sus
pasos, al igual que los de Mikel, eran rápidos y cargados de temor.
Miraba a todos lados, esperando ver en alguna camilla, en algún lu-
gar, la cabellera alborotada de Harry, y encontrarlo ya despierto y
esperando, aunque la presión en su pecho le decía que no, que no
lo encontraría así.
—Bien, ya está todo coordinado —comentó Mikel hacia
Draco, deteniéndose delante de una puerta—; sólo tenemos que
esperar a la señal, en la clínica ya lo están esperando.
—¿Aquí? —preguntó Draco mirando la puerta cerrada.
—Pues claro, ¿acaso pensaste que lo dejarían en el corredor?;
además está inconciente, es considerado de cuidado.
—¡Oh, Dios!
—Calma, seguramente el vínculo hace que te sientas peor,
pero no te preocupes, estoy seguro que no se trata de nada malo,
nada realmente malo —trató de tranquilizarlo Mikel mientras em-
pujaba la puerta para poder ingresar.
Draco prácticamente empujó a Mikel a un lado para entrar,
aunque fuera por el vínculo que se sentía peor, eso no importaba,
necesitaba verlo y constatar con sus propios ojos que todo estaba
bien. Pero no lo estaba.
Harry estaba sobre la cama, una manta blanca cubría su torso
desnudo, y una gran cantidad de hechizos alrededor sonaban de
manera descoordinada, en la mesa una fila de pociones, no todas
completamente llenas.
—Bien, necesito que te pegues a él y lo tomes de una mano
para hacer el traslado contigo porque sino te dejaríamos aquí y ten-
drías que llegar solo a la clínica —continuó explicando Mikel mien-
tras juntaba las pociones, levantaba los pergaminos, que eran la his-

734
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

toria médica de Harry, del pie de la cama y empezaba a calibrar los


hechizos controladores.
Draco no le prestó atención, antes de que el chico se lo hu-
biera pedido, ya estaba al lado de Harry, había apartado el cabello de
la frente, dejando ver la cicatriz mucho más roja por la palidez de su
rostro. Harry por lo general no era pálido, no le gustaba verlo así,
sólo podía significar que estaba muy enfermo. Sus labios estaban
resecos y entreabiertos, y respiraba pausada y lentamente. Draco lo
sujetó de una mano, ésta se sentía fría, helada.
—¿Por qué está así? —preguntó hacia Mikel, que seguía
dando vueltas alrededor.
—En medio minuto más estaremos en la clínica.
—¡Mikel! —protestó Draco, sin dejar de observar todo lo
que el medimago hacía.
—Luego, en la clínica… —Mikel de pronto sacó algo de su
bolsillo, un pequeño disco grueso y transparente, y lo dejó sobre la
cama, a los pies de Harry, dio una mirada alrededor y asintió; en ese
momento Draco experimentó la más extrañas de las apariciones,
sintió el cuerpo de Harry y el de Mikel pegarse más a él, también la
cama, las sábanas y pociones, el ruido de los hechizos se hizo mu-
cho más agudo e insoportable, era como si trataran de meter toda la
habitación en un pequeño armario. El estómago le dio una vuelta, y
no estuvo seguro de si realmente estaba derecho o de cabeza, hasta
que por fin sus pies tocaron el piso, y la sensación desapareció mu-
cho más rápido de lo que había pensado.
—Draco, ya era hora —suspiró Gael a un lado, Draco frun-
ció el ceño, aquel lugar era mucho más iluminado que el de San
Mungo, había una gran cantidad de medimagos alrededor de Harry,
y lo apartaron de él con muy poca delicadeza.
—¿A qué hora llegaste? —preguntó Draco sin dejar de mirar
a Harry y los hechizos que le practicaban,

735
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Recién, todos estaban frenéticos, esperándolos, incluso di-


jeron que estaban tardando demasiado y temieron que la condición
de Harry fuera… —se detuvo cuando Mikel levantó la cabeza y le
lanzó una mirada de advertencia, y entonces Gael simplemente ne-
gó con la cabeza.
—Hola Draco, que bueno que llegaron —saludó Zettie, lle-
gando en ese momento, traía entre manos un gran grupo de perga-
minos y un par de pociones, Draco las conocía, él mismo las había
hecho, aunque no entendía por qué la mujer estaba allí.
—Hola, Harry está herido, creo —explicó arrugando la fren-
te, ahora que lo recordaba, nadie había dicho nada de que se hubie-
ra lastimado, es más, hasta lo habían salvado de dar contra el piso—.
O al menos…
—Se desmayó y no despierta —clarificó la mujer, parecía
contenta.
—Pues…
—Medimago Mikel, supongo que ya probó su teoría.
Mikel asintió fastidiado.
—Sí, no hay ningún envenenamiento ni hechizo encubierto,
aunque tiene una rara interacción de magia… es extraño —Draco
les dio miradas confundidas.
—Ahora, Draco, debes calmarte, ¿de acuerdo? Sé que por el
vínculo las cosas se sienten peor, pero en un momento más todo es-
tará bien —le trató de tranquilizar la medibruja mientras se acerca-
ba a la cama de Harry, los demás enfermeros y medimagos que ha-
bían estado sobre él se apartaron.
—¿Qué estás diciendo? Es una emergencia, ¡por todos los
demonios! —casi gritó Draco—; y ustedes actúan como si fuera un
día de campo.
—¡Oh, bien! Parece que el mal carácter es tuyo —resopló la
medibruja, e hizo un ademán a todos para que salieran, Mikel le dio

736
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

una mirada de desilusión—. Prefiero que sea privado, al menos por


ahora, estoy segura de que pronto Draco les dirá más —les dijo la
medibruja, finalmente Mikel y Gael, junto con los otros medima-
gos y enfermeros, salieron de la habitación, no sin antes darle mira-
das de ánimo a Draco, que ya estaba al lado de Harry nuevamente,
tomándole la mano que seguía tan fría como al inicio, y dándose
cuenta de que el sólo hecho de tocarlo de esa manera, de tenerlo
cerca y poderlo mirar, lo hacía sentirse más calmado.
—Ah, es maravilloso ese vínculo —suspiró la medibruja
mientras levantaba la varita hacia Draco.
—¿Qué es lo que está pasando? —preguntó Draco cada vez
más enfadado, allí estaba Harry en la cama, inconciente, y ella ac-
tuaba como si nada pasara.
—¿Aún no te has dado cuenta?
—Evidentemente.
La medibruja soltó una carcajada y levantó uno de los frascos
de poción.
—Creo que es momento de iniciar con esto.
—No, eso es aún hasta que uno de los dos… —Draco abrió
los ojos y miró hacia Harry, y luego hacia el frasquito que volaba
sobre ellos—. No puede ser.
—Pues… déjame hacer el hechizo.
—Claro… pero hay que darse prisa si es que él está… ¿Por
qué sería él quien está?
—Es lo que me parece más lógico —explicó ella mientras le-
vantaba la varita—, y por lo que dijo el chico que trabaja con él, no
hay razón para que esté en este estado, excepto por un desbalance
en el nivel de magia, pero claro, Mikel ya probó con eso —dijo ade-
lantándose a lo que Draco iba a replicar—, sin embargo, estoy segu-
ra que nadie ha probado con verificar si hay alguien más interfi-
riendo con su magia.

737
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Alguien como un bebé —pensó en voz alta Draco.


—Exacto —asintió la mujer—. Ya lo teníamos pensado, ¿re-
cuerdas?; la mayoría de brujas lo experimenta durante el inicio del
embarazo, cuando su cuerpo se está acostumbrando a tener al bebé
en su interior, sin embargo, no llegan a quedar inconcientes a me-
nos que realicen un despliegue mayor de magia; Harry estuvo en
una misión, por lo que me dicen, así que… —se encogió de hom-
bros suponiendo que su explicación había sido comprendida por
completo.
—Oh —masculló Draco, viendo cómo Zettie levantaba la
varita y susurraba un par de palabras, la varita dejó salir unos rayos
de color rosa, y estos se posaron sobre el abdomen de Harry; él ya
había visto antes la realización del hechizo: si era que había un be-
bé, o el inicio de una vida en el interior, los rayos rosas serían re-
chazados y saldrían disparados hacia el techo; si por el contrario, no
había tal bebé, los rayos pasarían a través de Harry.
Draco apretó un poco más la mano del inconciente Harry,
mientras veía cómo los rayos volaban hacia el techo y eran repelidos
con mucha fuerza.
—Vaya, tenemos a alguien muy fuerte allí dentro —exclamó
la mujer con una gran sonrisa.
—Yo… —Draco, por primera vez en mucho tiempo, no su-
po qué decir.
—No te preocupes, no debes decir nada, no a mí al menos,
—con un movimiento más de varita, la poción que flotaba sobre
ellos bajó hasta la altura de la mano de Draco, y luego los demás he-
chizos que sonaban en la habitación se detuvieron—; ya sabes, dale
la poción para estabilizar su magia, una dosis en la mañana, una en
la noche, y pronto seguiremos con todo lo demás, por lo que veo,
esto recién lleva más o menos tres semanas, así que tendremos mu-
cho trabajo.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

Draco volvió a mirar hacia Harry y recordó aquella noche en


el laboratorio, tres semanas atrás más o menos, cuando habían esta-
do tristes tras la noticia de que aún no habían logrado gestar.
—Pero… él no ha despertado y…
—Sólo ponla en sus labios, él la beberá y luego despertará,
prefiero dejarlos solos por ahora, para que estén más cómodos, creo
que se lo merecen —sonrió guiñándole un ojo, recordando lo tris-
tes que habían estado cuando ella había hecho el primer diagnóstico
negativo—, si pasa algo malo, que no pasará, me llamas, afuera es-
tán todas las enfermeras y demás.
—Claro… yo… Gracias
—Anda, despiértalo de una buena vez para poder iniciar con
todo el tratamiento y el estudio.
—Sí —asintió rápidamente Draco.
—Y, Draco —agregó la mujer deteniéndose delante de la
puerta y girando hacia él—, te felicito, ya te dije, cuando nos cono-
cimos, que me parecía asombroso que hubieras ideado algo así, que
eras verdaderamente un genio, y el ver que esto está funcionando
no hace más que demostrar que lo eres. Muchos te recordaran por
esto.
—Gracias… aunque no lo hice para que me recordaran —
Draco sonrió imaginando nuevamente a su pequeño, a un pequeño
fruto de él y de Harry—, lo hice por él y por mí.
—Lo sé, ambos serán muy buenos padres, ambos se lo mere-
cen —asintió la mujer.
—Eso espero —suspiró mirando hacia Harry, que permane-
cía imperturbable; en cuanto la puerta se cerró, destapó el frasco de
poción, con mucho cuidado levantó la cabeza de Harry un poco e
inclinó el frasco sobre los resecos labios. Las primeras gotas de la
poción cayeron sobre la mandíbula de Harry, pero al instante si-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

guiente su garganta tragaba el resto del contenido, Draco sintió co-


mo la piel se calentaba e incluso las mejillas y labios ganaban color.
Cuando posó a Harry sobre la cama nuevamente, éste ya res-
piraba más calmado, y su rostro asemejaba a sólo estar durmiendo y
no enfermo. No pudo resistir la tentación, y terminó de destapar a
Harry, su torso estaba desnudo, y puso una mano sobre el marcado
abdomen; una extraña sensación lo llenó, era una mezcla de miedo
y anhelo, casi podía jurar que había magia pura en ese sitio…
—¿No te parece que no es el lugar ni el momento? —pre-
guntó Harry en ese momento, su voz lo hizo sobresaltarse y retro-
ceder mientras éste se sentaba. Ni siquiera había notado en qué
momento el pánico de su pecho había cambiado por esperanza y
alegría.
—¡Harry! —Draco negó con la cabeza—. Eres un tonto, te
caíste de la escoba.
—Gracias, cariño, es justo lo que necesito para sentirme me-
jor —suspiró Harry, jalando los cobertores nuevamente, no recor-
daba más que haber estado volando y luego la pesadez y la oscuri-
dad caer sobre él.
—Tengo derecho a estar enojado, ¿sabes? No tienes ni idea
de lo difícil que fue que me dejaran verte en ese San Mungo de
porquería y luego traerte aquí y…
—¿Esto no es San Mungo?
—No, es la Clínica del Buen Merlín, donde trabaja Mikel —
explicó Draco, mientras se acercaba nuevamente a la cama y se sen-
taba en ella.
—Ah… con San Mungo hubiera bastado, honestamente no
creo que sea necesario exagerar, estuve despierto toda la noche y se-
guramente estaba agotado y…
—Casi te rompes el cuello al caer, y eso no es todo, nadie
podía despertarte —interrumpió Draco, Harry negó con la cabeza.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—Estás exagerando, seguramente, como he estado bajo mu-


cha presión estos días, me puse algo débil, pero no es nada de cui-
dado, es la primera vez, después de todo, que me da vértigo.
—¿Antes ya habías tenido estos mareos?
—Curioso nombre, yo lo llamaría cansancio extremo.
—Y yo Gryffindor descuidado —se quejó Draco dándole un
golpe a Harry en el brazo.
—Wow, Gryffindor, si hemos llegado a ese punto es porque
en verdad te asusté, lo siento, ¿de acuerdo? —se excusó Harry con
voz calmada, jalando a Draco por los brazos para abrazarlo—; pro-
meto ser más cuidadoso y no dejarme caer de la escoba, aunque esté
en medio de un gran vahído.
—Eres un idiota —protestó Draco abrazado a Harry y es-
condiendo su cabeza en el cuello ahora tibio del chico. Sus manos
fueron a la cintura y se resistió a volver a tocar su vientre.
—Y te amo —continuó Harry, ignorante de porqué Draco
estaba de pronto tan emocionado, casi lo podía sentir al borde de las
lágrimas, era como si hubiera sido sometido a un gran esfuerzo
emocional y esas fueran las consecuencias.
—Y yo… Los amo —declaró finalmente, separándose de Ha-
rry lo suficiente para ver su desconcertada expresión.
—¿Qué?
—Lo que dije, a ti y a nuestro bebé —se animó finalmente a
poner una mano en el vientre desnudo de Harry, que jadeó por la
sorpresa.
—Dices que… ¿esos mareos y…? —Harry soltó un pequeño
jadeo—. Wow, ¿eso fue…? —preguntó extrañado por aquella sensa-
ción de magia.
—Ajá, me lo acaba de confirmar Zettie —le explicó Draco
acercándose más a él, pero sin sacar la mano del vientre plano y
musculoso de Harry.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Entonces yo…
—Los amo —repitió Draco acercándose a él y besándolo—,
de verdad que lo hago.
Finalmente Harry sonrió, y se abrazó a Draco, ambos se de-
jaron caer sobre la cama, besándose muy lentamente para luego
juntar las cabezas y ambos mantener la mano en el abdomen de Ha-
rry.
—De ahora en adelante, no más vuelos en escobas —le ad-
virtió Draco.
—Vaya… aún no lo puedo creer….
—¡Potter! —reclamó Draco.
—Ya, ya, no más vuelos en escobas, pero…
—¿Sí?
—¿Es verdad? ¿Estás seguro?
—Sí, tendremos un bebé, Harry.
—Realmente lo haremos —susurró Harry aún incrédulo, no
queriendo levantar más la voz, no queriendo romper el momento.

–|– 

“HARRY POTTER LO HABRÍA HECHO DE NUEVO”

Ante ustedes, una nueva y muy extraña noticia, tenemos


entendido que el día de ayer Harry Potter, quien fuera denomi-
nado como el “Salvador del mundo mágico”, fue ingresado en
San Mungo, por el área de emergencias, al parecer había sufrido
un accidente laboral. Como es conocido por todos, Potter, que
fuera auror en otros tiempos, y uno de los mejores de su clase,
abandonó el cuerpo de aurores tras revelar que mantenía una re-
lación de muchos años con Draco Malfoy, y en la actualidad tra-

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

baja como agente independiente, impartiendo clases en su muy


conocida Escuela de Defensa, y además brinda sus servicios a to-
dos los que necesiten ayuda para resolver casos y no quieran ha-
cerlo a través del Ministerio.
Es en uno de estos trabajos que sufrió un accidente y cayó
de la escoba, quedando inconciente. Fue ingresado en calidad de
Gran emergencia a San Mungo, e instantes después llegó Draco
Malfoy, buscando que le dieran información sobre su pareja, y
que además lo dejaran entrar a verlo e incluso trasladarlo.
“El hospital cumplió con informarle de la mejor manera
posible al señor Malfoy que no era posible permitirle ver al señor
Harry Potter por el momento, puesto que, a nuestro parecer es-
taba muy delicado, y además, no era un esposo o familiar directo,
que es lo que nuestras leyes establecen", explicó una muy amable
enfermera a este diario. Y aunque todos sabemos que Draco Mal-
foy es la pareja oficial de Potter y vive con él desde hace muchos
años, no existe una ley que le permita verlo en un caso como es-
te, al no ser su esposo legal ni mágicamente; sin embargo, y esto
es lo que nos sorprende, el medimago de la “familia", Mikel Hay-
man, quien antes trabajaba en San Mungo y fue echado por un
problema de ética laboral, llegó a la sala de emergencias y, de
muy malas maneras, aseguraron varios de los trabajadores del
hospital, solicitó que le permitieran hacer el traslado de un in-
conciente Potter, a lo que el hospital respondió de la misma for-
ma que a Malfoy, pero Hayman insistió en hacer que Malfoy fir-
mara el formulario de traslado, argumentando que era su esposo.
Sabemos muy bien que aunque el Ministerio ha iniciado
(gracias a Potter, entre otros) una campaña en post de la igualdad
de derechos y oportunidades, evitando así la discriminación, to-
davía no ha autorizado la unión legal o mágica entre dos magos
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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

del mismo sexo, y a pesar de eso, Malfoy pudo firmar los formula-
rios para autorizar el traslado de Potter a una clínica privada.
Estos formularios están hechizados para que sólo el que
tiene un lazo verdadero, mágico o legal pueda firmarlas, como
medida de precaución y para agilizar procesos. Está de más decir
que todos en el hospital quedaron sorprendidos por el hecho de
que Malfoy sí estuviera unido a Potter de aquella manera, es de-
cir, ¿Draco Malfoy ya no es más Draco Malfoy sino Draco Potter?
¿Están mágicamente unidos? ¿Esto no representa un crimen y un
delito ya que el Ministerio no ha autorizado dichas uniones?
En la actualidad, no se conoce ningún rito de enlace que
permita la unión de dos magos del mismo sexo, y en los registros
muggles no hemos encontrado nada acerca de una unión entre
ellos dos bajo esos estatutos, así que estamos muy curiosos por
conocer la forma en que Potter ha logrado romper las leyes nue-
vamente y salirse con la suya.

Dasha Ogden

Draco bufó y tiró el diario a un lado de la cama.


—Claro, de manera amable, sí, cómo no.
—¿Estás renegando tú solo de nuevo? —preguntó la adormi-
lada voz de Harry al costado, apenas estaba amaneciendo, pero Dra-
co no había podido dormir muy bien en aquella cama de la clínica
donde habían pasado la noche, sólo por precaución.
—Es que estos idiotas de El Profeta han contado todo lo que
ha pasado ayer —protestó Draco de mal humor.
—Ya, menos mal que llamamos a los Weasley —suspiró Ha-
rry sentándose, Draco le dio una mirada apreciativa, y el mal humor
desapareció por completo.

744
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—¿Cómo has dormido? —preguntó pasando un par de de-


dos por el cabello desordenado, y tratando inútilmente de ordenar-
lo.
—Supongo que bien, sigo creyendo que entre tú y Zettie
exageran demasiado.
—Y yo que eres un loco imprudente que no mide las conse-
cuencias de sus actos —respondió Draco encogiéndose de hombros
y tirando de Harry hacia sí para darle un beso.
—Y así me quieres —replicó Harry en cuanto se apartaron.
—Pues qué se le hace, ¿verdad?
—¡Oh, que cruel! —protestó Harry con falso tono herido.
—Ya, ya, que muero de hambre, ¿qué tal si nos vamos a casa
a desayunar?
—Si es que Zettie ha dicho que se puede...
—Claro, dijo una noche, y la noche ha terminado, ¿verdad?
—Ya... cuando te conviene no le haces caso a la medibruja —
se burló Harry mientras se agachaba a recoger el diario del piso y a
darle una leída veloz al titular, donde aparecía una foto de Harry y
Draco tomada una tarde que habían visitado el callejón Diagon en
busca de ingredientes, era una que no le gustaba mucho a Harry,
puesto que ambos salían muy serios mientras miraban las vitrinas.
—Anda, sólo vamos, no leas esas tonterías —suspiró Draco
mientras también se ponía en pie para vestirse.
—¿Así que te peleaste con las enfermeras?
—Sólo con una amargada que tenía fantasías indecentes con-
tigo —explicó Draco cogiendo los pantalones.
—¿Fantasías indecentes? ¿Era bonita?
—¿Qué? —Draco se detuvo un momento a mirar a Harry,
que sonreía con burla y luego negó con la cabeza—. Debe ser el
hambre lo que te tiene en estado de retraso mental.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ya... —Harry soltó una carcajada—. ¿Draco Potter? Eso


es...
—Ni lo pienses —advirtió Draco arqueando una ceja y con
la mejor mirada de «No te metas conmigo o te dejo en abstinencia
hasta el nacimiento de nuestro primogénito» que pudo.
—Pero suena genial...
—Por favor, Potter —bufó Draco, arrastrando un poco las
palabras, de aquella forma que a Harry tanto le divertía—; ni se te
ocurra pensarlo de nuevo, además, ¿por qué es Draco Potter? ¿Por
qué no Harry Malfoy, a ver?
—Porque no pega y...
—Porque creen que yo soy la chica de esta relación —pro-
testó Draco.
—Evidentemente ninguno es la chica aquí —respondió Ha-
rry un poco más serio.
—Evidentemente —aceptó Draco acercándose a él—. Y aho-
ra iremos a desayunar y seguir haciendo planes, tenemos tantas co-
sas que hacer antes de este pequeño nazca —dijo con una sonrisa, le
importaba una mierda quién creyeran que era el chico o la chica en
su relación, sólo interesaba ahora el bebé y la familia que tendrían.
Apoyó una mano algo temblorosa sobre el vientre de Harry, y vol-
vió a sentir la oleada de magia, tenue pero reconfortante.
—Wow, eso se siente raro —susurró Harry, no queriendo
romper el encanto del momento.
—¿También lo sientes?
—Sí...
—Vaya... ¿Qué se siente? —preguntó curioso, jalando a Ha-
rry hasta la cama nuevamente, ambos se sentaron uno al lado del
otro.
—No mucho, es como si cuando tocaras allí, una energía
emergiera desde mí, queriendo alcanzarte... causa hasta cosquillas.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—¿No te sientes mal ni débil, verdad?


—No, no señor, y deje de ser tan paranoico, ya dijimos que
lo de ayer no volverá a pasar porque sólo tenía un desequilibrio de
magia y estaba exhausto, y ya está resuelto —repitió lo que Zettie
les había dicho.
—Igual tengo derecho a preocuparme, no me gusta que car-
gues con esto tú solo y...
—No es como si se tratase de un sacrificio, y definitivamente
no estoy solo, no seas tonto, estamos juntos, pero si sigues así du-
rante los siguientes ocho meses que quedan, realmente voy a empe-
zar a enfadarme —le advirtió antes de darle un beso en los labios y
ponerse en pie nuevamente—. Sólo tendremos un bebé, no es una
enfermedad, y además lo haremos bien, todo estará bien. ¿De
acuerdo? —Draco asintió lentamente—. Ahora sí, a desayunar, es-
toy famélico, y luego tenemos que ir a ver a Hermione y a Ron —
continuó alegremente mientras cogía a Draco de una mano para ha-
cerlo moverse. Draco lo siguió, mirándolo atentamente y pensando
que tal vez Harry tenía razón, no había razón para extralimitar los
cuidados, pero también en que Harry era lo que más quería en el
mundo, y que ahora tenía en su interior algo muy querido y valioso
para ambos, ningún cuidado extra sería exageración para ellos.

–|– 

Antes de salir de la habitación, Zettie los había ido a ver, lue-


go de hacer un par de exámenes más, dar muchas recomendaciones
a ambos y un cronograma de visitas, le dio de alta a Harry y los dejó
salir.
Cuando llegaron a casa había varias lechuzas esperando ya,
después de librar a las aves de sus cargas, se sentaron a desayunar
con las cartas a un lado, leyéndolas en voz alta.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La primera era de Lucka y Ethan, preguntando qué demo-


nios era aquello de que estaban enlazados y cómo lo habían conse-
guido, prometieron aparecer al día siguiente ya que comprendían
que Harry aún estaba algo convaleciente, también preguntaron por
su salud y si estaba realmente bien, como les había dicho Mikel la
noche anterior.
La segunda era de Joel, su compañero auror, diciendo que
estaba seguro de que El Profeta se había vuelto loco, ¿cómo diablos
podrían estar enlazados si no era permitido? Él también prometió
darse una vuelta un día de esos, para saber cómo estaba y para darle
las últimas novedades sobre el caso de Zabini.
Noah, que permanecía en Rusia, con su hermano y su cuña-
da, pero que recibía El Profeta cada mañana, también había escrito
diciendo que no creía que lo que el diario decía fuera verdad, pero
que, en caso lo fuera, felicitaba a Draco por haber conseguido la fi-
delidad absoluta de Harry, y les deseaba felicidad a ambos, luego de
decirles, claro, que estaba muy ofendido porque no hubiese sido
invitado ni comunicado. Eso hizo a Draco soltar una gran carcajada
y a Harry fruncir el ceño.
La noche anterior, luego de que Harry despertara, Draco se
había encargado de decirle a todos los que habían estado al pen-
diente: Gael, Mikel y los del equipo de trabajo de Harry, que sólo se
había tratado de una debilidad y mala suerte, y que Harry ya estaba
bien, auque necesitaba descansar. Claro que Mikel no se había creí-
do aquello, pero al notar la reticencia en Draco para hablar había
cedido a sus intentos de sacarle la verdad. Gael lo había mirado de
una manera significativa, y no había preguntado absolutamente na-
da al respecto, Draco se había preguntado si era que su amigo lo
conocía tan bien como para darse cuenta de qué era lo que real-
mente pasaba, sobre todo porque la sonrisa no se le podía borrar de
la cara tan fácilmente.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

También había respondido a las llamadas de Joel, que no po-


día salir del Ministerio por estar aún pendiente del caso de Zabini,
pero que estaba preocupado por Harry. Luego había ubicado a los
Weasley, en San Mungo, y les había relatado todo lo ocurrido, ex-
cepto cuál era la razón para esa «debilidad». La señora Weasley había
pasado más de media hora recomendándole a Draco toda una suer-
te de platillos y pociones para hacer que Harry se mantuviera fuer-
te, y finalmente lo dejó ir sólo después de que este prometiera que
vigilaría la dieta de Harry minuciosamente.
También había visto al pequeño Weasley, pelirrojo, como no,
y había contado una escueta historia sobre lo que había pasado a
Ron y Hermione, prometiendo que a la mañana siguiente estarían
allí ambos para que Harry conociera al pequeño Jules (Draco pen-
saba que era demasiado pequeño, nunca había visto en verdad un
niño tan chiquito, y se preguntó si el suyo sería igual al nacer, se
veía tan frágil y necesitado de protección).
—No puedo esperar a que Ron y Hermione sepan de esto —
comentó Harry saliendo del baño, envuelto en toallas y listo para
vestirse; Draco, que se había duchado primero, esperaba sentado
sobre uno de los pequeños sillones, leyendo el profeta y renegando
solo nuevamente.
—¿Sepan qué? —preguntó, dejando de lado el diario y repi-
tiéndose una vez más que realmente no debía leer esas cosas.
—Lo del bebé, por supuesto —contestó Harry abotonándose
la camisa.
—¿Se los diremos ahora?
—¿No lo haremos? —preguntó Harry extrañado mientras
dejaba de abotonar la camisa y miraba a Draco seriamente.
—Pensé que…
—Ah —Harry arqueó una ceja—, no quieres decirlo —
concluyó.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No he dicho eso —respondió Draco poniéndose en pie


rápidamente para alcanzar a Harry.
—Entonces debo haber amanecido hablando otro idioma
porque juraría que es lo que has dicho.
—Me refiero a que no ahora, en este momento.
—¿Cuándo entonces?
—No lo sé, tal vez más adelante…
—¿Te avergüenza?
—Por supuesto que no, Harry, no seas tonto.
—Tonto, claro, no quieres decirlo —Harry se apartó de Dra-
co antes de que éste lo tomara de la mano, y caminó hacia el otro
lado, para sacar un par de calcetines del cajón.
—Es sólo que quiero que… no sé cómo decirlo, siento que
es muy pronto, debemos acostumbrarnos, estar seguros de que to-
do estará bien y luego…
—Ya…
—Harry, por favor, no quiero que empecemos a pelear por
esto —suspiró Draco, alcanzando a Harry en la cama y sentándose a
su lado—. Si lo quieres decir, de acuerdo, entonces grítalo a los cua-
tro vientos si quieres, no me opongo.
—Lo haces sólo por complacerme.
—Lo hago porque sé que es lo que quieres, y si eso te deja
más tranquilo y te quita de la cabeza todas esas ideas tontas, mejor
aún.
—Lo lamento —suspiró Harry—, supongo que podemos es-
perar.
—Lo que quieras, Harry, de verdad —dijo antes de inclinarse
y darle un beso en los labios.

–|– 

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

En cuanto llegaron a San Mungo se arrepintieron de haberlo


hecho, al parecer los periodistas también se habían enterado del na-
cimiento del bebé Weasley, hijo de dos de los principales héroes de
guerra, y querían obtener fotografías de todos los que los visitaban,
y de ser posible del pequeño también.
Harry apretó un poco los labios y, tomando de la mano a
Draco, caminó por el pasillo, maldiciendo su suerte y rogando por
no sentirse mareado en medio de toda esa cantidad de flashes y pre-
guntas.
Draco apretó un poco más fuerte la mano de Harry e ignoró
a todos los periodistas que, ahora que los tenían cerca, preguntaban
sobre si era o no verdad lo de su enlace, y si era que Harry ya se en-
contraba totalmente recuperado.
Soltaron a la vez un suspiro de alivio cuando por fin pudie-
ron llegar hasta el pasillo cerrado, donde estaba la habitación de
Hermione.
—Esos idiotas —masculló Draco.
—Aún no hemos decidido qué hacer con ellos —reflexionó
Harry mientras, ahora más relajados, seguían avanzando por el pasi-
llo.
—Pues, es una pena que no nos dejen hechizarlos, ¿verdad?
Sería bueno poder hacerlo.
Harry soltó una pequeña carcajada.
—Me he dado cuenta de que te estás volviendo un pequeño
gruñón.
—Vaya gracias, ¿y dices que me amas?
—¡Y mucho! —le sonrió Harry—, me refiero a que sí les
responderemos en algún momento sobre el enlace.
—No sé —Draco se encogió de hombros—, igual ya lo sa-
ben, pero no sé qué tantos problemas puede ocasionarnos todo es-
to…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Tal vez debamos preguntarle a Hermione, o a Boris.


—Hermione —aceptó Draco—, Boris está ocupado con el
trabajo y no sabe nada al respecto, ella está más al tanto de todo.
—Cierto...
Ambos se detuvieron delante de la puerta de la habitación de
Hermione y se sonrieron antes de tocar. Ron les abrió la puerta, lu-
cía cansado, pero igual no perdió oportunidad de abrazar a Harry
con fuerza antes de estrechar la mano de Draco e invitarlos a pasar.
—Que bien que hayan llegado, nuestros padres acaban de ir-
se hace tan sólo un momento —comentó Ron mientras cerraba
nuevamente.
—Hola —saludó Harry con una gran sonrisa a Hermione,
que tenía en brazos al pequeño bebé.
—Mira quien llegó, Jules —le habló Hermione al peque-
ño—: tu padrino, Harry.
Harry rápidamente llegó hasta un lado de la cama y se incli-
nó lo suficiente para darle un beso en la frente a la chica antes de
ver más de cerca al niño, mientras Ron llegaba al otro extremo y
sonreía orgulloso. Draco sonrió a modo de saludo a Hermione y se
quedó a un lado, viendo al trío de amigos y escuchando sus comen-
tarios acerca de cómo había sido el parto y lo que les habían dicho
del niño.
Pasaron toda la mañana allí, Draco estuvo a la espera de que
Harry les diera la noticia, pero aquello no ocurrió, y finalmente pa-
ra la hora del almuerzo llegaron los padres de Ron, que abrazaron y
examinaron a Harry al detalle, cerciorándose de que estuviera real-
mente bien, y que además, agradecieron a Draco el haberles conta-
do lo del accidente la noche anterior, y así ahorrarles la angustia esta
mañana al leer El Profeta.
—Tendría que revisar algunas leyes o libros más a fondo —
les dijo Hermione cuando Harry le preguntó acerca del enlace—,

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

pero, como te dije cuando encontré el hechizo, no está prohibido ni


nada de eso, legalmente no estás casado con Draco, es un enlace de
magia privado, y que funcione para asuntos como llenar formula-
rios y demás cosas, es algo que no esperábamos…
—Aún así, no pueden desenlazarnos, ¿verdad? —preguntó
Draco, que estaba de pie junto a Harry, que sostenía con inmenso
cuidado al pelirrojo niño, que dormía tranquilamente. Draco ratifi-
có lo bien que se veía Harry con un niño en brazos.
—No, eso es imposible, saben que ese enlace es para siem-
pre, no existe forma de que ni siquiera ustedes puedan desenlazar-
se.
—Wow, enlazado a Malfoy de por vida.
—¡Ron! —protestaron a la vez Harry y Hermione, Draco le
dio una falsa mirada de fastidio, y el chico soltó una carcajada. Aún
le gustaba molestar a Draco cada que tenía oportunidad, y Draco
tampoco perdía sus oportunidades.

–|– 

Habían decidido tomarse el día libre, y en la tarde fueron di-


rectamente a hablar con la corredora de bienes raíces que les estaba
ofreciendo la casa que tanto les gustaba, era una pequeña mansión
en las afueras de Gillingham, suficiente para tener a varios niños
corriendo por los jardines, con habitaciones espaciosas y de techos
altos, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz del sol, e in-
cluso podían tener dos estudios separados, uno para cada uno.
Harry dejó que fuera Draco el que se encargara de negociar,
era algo que le salía natural, y se entretuvo mirando las instalaciones
de la casa mientras su esposo permanecía impasible con las negocia-
ciones.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Aquella noche, cuando llegaron a casa, lo hicieron con un tí-


tulo de propiedad a nombre de ambos por la casa, y con todo listo
para empezar la mudanza en el momento que creyeran convenien-
te.
Draco había sugerido, y Harry lo había apoyado, en que
compraran muebles nuevos para ese lugar, y dejar Grimmauld Pla-
ce tal como estaba, después de todo, sería más difícil mover todo
hacia allá, y además la idea era iniciar un hogar, su propio hogar, y
eso significaba también: escoger la decoración y demás cosas.
Se pasaron la cena haciendo una gran lista de todo lo que ne-
cesitarían, necesitaban mudarse cuanto antes, la idea era que Harry
pasara la mayor parte de su embarazo allí, y lo más cómodamente
posible.

–|– 

A la mañana siguiente se despertaron sobresaltados por la lle-


gada de una lechuza, en cuanto Draco la dejó entrar la reconoció, o
al menos el colgante que llevaba, era del Ministerio de Magia, e iba
dirigido a ambos.
Harry esperó sentado en la cama, aún con cara de sueño
mientras Draco, con manos algo temblorosas, desataba el sobre y
dejaba ir al ave, al parecer no requería una respuesta.
—¿Qué crees que sea? —preguntó Harry poniéndose de pie
al fin y llegando hasta Draco, que ya luchaba por romper el sello
mágico, aunque parecía imposible, pese a que iba dirigido a él.
—Ven, pon tu mano aquí —pidió extendiendo el sobre hacia
Harry, en cuanto éste lo hizo el sobre emitió un pequeño brillo
púrpura y el sello que tanto trabajo había dado a Draco se rompió
solo.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—Ah, hechizo de alta seguridad, no quieren que nadie más


que nosotros lo lea —comentó Harry mientras Draco ya extraía la
nota del interior, para luego leerla en voz alta:

Estimados señor Potter y señor Malfoy:

Por medio de la presente se les pide que se apersonen el día de hoy,


23 de julio de 2005, a las instalaciones del Ministerio, a la oficina del se-
ñor Ministro Kingsley Shacklebolt, a las 10:00 de la mañana, los estará
esperando para mantener una muy importante reunión.

Atentamente

Amanda Malcom
Asistente primera

Oficina del Ministro de Magia


Ministerio Inglés.

—Oh… —suspiró Harry, dejándose caer en uno de los sillo-


nes, Draco le dio una mirada preocupada y se sentó junto a él.
—¿Te sientes mal?
—No, no, es por la carta, seguramente querrán saber si es
verdad lo del enlace.
—Oh…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Exacto —Harry cerró los ojos y se los apretó con los de-
dos, gesto que hacía cuando estaba realmente preocupado.
—Estoy seguro que saldrá bien, no es una orden de arresto, y
además… no es ilegal, Hermione lo revisó precariamente y estaba
segura de eso, de otra forma no nos lo habría dejado realizar.
—Pero traerá algún problema…
—Seguro, pero no tantos… no quiero que te preocupes por
esto, ¿de acuerdo? —Harry asintió a regañadientes—, no necesita-
mos que te enfermes o estreses justo ahora.
—No, no lo necesitamos, pero no puedes evitar que me
preocupe, ¿qué tal si piden que deshagamos el enlace?, ¿o que le di-
gamos a todos que no es cierto, que no estamos enlazados?
—Primero que no pueden deshacer el enlace, y segundo, que
el negarlo o admitirlo es algo que no haremos, no nos pueden obli-
gar —declaró Draco con voz firme.
Harry no dijo más nada, y pronto ambos se pusieron en mo-
vimiento para poder asistir a su reunión al Ministerio.
Lo hicieron por una de las chimeneas de visitas, no había
tanta gente alrededor, sólo los empleados del Ministerio y algunos
magos o brujas que requerían hacer algún trámite, al menos la
prensa no estaba enterada de esa visita. Harry tenía acceso a la chi-
menea privada de Kingsley, pero desde hacía años, desde la última
reunión en la que había renunciado al puesto de auror luego del
ataque, no la había vuelto a usar, ni siquiera estaba seguro de si aún
tendría acceso en realidad, y además, por como habían terminado
las cosas ese día, no le pareció adecuado usarla.
Draco lo tomó de la mano y ambos caminaron con pasos
más o menos rápidos hasta el ingreso a los pisos, un mago mayor —
Draco estaba seguro que era el que siempre había estado allí, sólo
que ahora lucía un poco más gordo y gruñón— registró sus varitas,

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LIBRO V|Familia
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le sonrió a Harry y le dijo que lo admiraba mucho, aunque apenas y


le dirigió una inclinación de cabeza a Draco como saludo.
En el pasillo hacia el elevador, ya se había pasado la voz de
que ambos, o al menos Harry, estaba en el edificio, puesto que va-
rias personas salieron de las oficinas pequeñas del primero piso, pa-
ra mirarlos y comentar cosas entre ellos. Draco puso su mejor cara
de fastidio mientras Harry, aún tomado de la mano de Draco, ca-
minaba como si realmente no hubiera tanta gente alrededor.
—A veces he pensado —empezó a decir Harry una vez estu-
vieron en el elevador, gracias a Merlín, solos— que deberíamos ir-
nos a otro sitio, a Sudamérica, es más cálido, ¿sabes?
—¿Qué dices?
—O Australia, es un lugar agradable también…Al menos allí
no nos mirarían tanto…
—¡Oh, vamos! —desestimó Draco—, a estas alturas deberías
estar acostumbrado, al menos no te insultan ni nada por el estilo.
—Pues… ¿y los niños? Ellos se sentirán incómodos si es que
viven rodeados siempre de flashes y esas cosas, de gente preguntán-
doles cosas que no entienden.
Draco sonrió, Harry se asombró del gran cambio en su ex-
presión, de esa sonrisa tan radiante.
—Los niños… primero que llegue este —dijo poniendo una
mano en el abdomen de Harry antes de inclinarse a darle un pe-
queño beso en los labios, la magia del bebé revoloteando entre am-
bos.
—Los criaremos bien —continuó sin apartarse mucho de
Harry—. Protegeremos la casa y su mundo, hasta que tengan que ir
a la escuela, podrán jugar con los hijos de los Weasley y con Teddy,
y verás como serán felices… nosotros nos encargaremos de que lo
sean.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Fue este el turno de Harry de sonreír y adelantarse lo sufi-


ciente para darle un beso, el sonido del elevador se escuchó a lo le-
jos, pero Harry no se sintió interesado más que en esos labios y ese
sabor.
La luz de un flash los hizo separarse abruptamente, delante
de ellos, o no tan cerca ya, una chica de cabellos lacios y largos, pin-
tados de diversos colores, retrocedía con la cámara en mano y una
expresión de felicidad absoluta en el rostro.
—¡Oye! —gritó Draco dando un paso hacia el frente, Harry
lo sostuvo con más fuerza del brazo mientras la chica corría hacia el
final del pasillo.
—Déjala, no hay mucho que puedas hacer.
—Sí, sí puedo —jadeó Draco soltándose del agarre de Harry
y con intensiones de seguirla, Harry lo volvió a detener con más
fuerza aún.
—Será peor, ya tiene la foto de todas maneras.
—Malditos periodistas…
—No importa, en serio… estábamos en un lugar público,
ella tenía derecho a tomar la foto.
—Mañana saldrá en algún diario.
—Probablemente —aceptó Harry—, pero ahora debemos
llegar con Kingsley, tenemos una reunión pendiente.
Draco asintió fastidiado, pero aquello no melló el ánimo de
Harry, y ambos, aún tomados de la mano, llegaron hasta la oficina
principal del Ministro, donde una muy simpática Amanda Malcom
los recibió. Harry, que ya la conocía, la saludó muy amablemente, y
le presentó a Draco, como su pareja. La chica sonrió en respuesta y
estrechó la mano de Draco, diciéndole que amaba sus pociones y
que la que había sacado el año pasado para los resfríos era realmente
efectiva, y le había librado de días de horrible congestión y malesta-
res.

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LIBRO V|Familia
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Draco no pudo evitar reírse por el comentario, aunque no


era la primera persona que le decía algo así cuando era presentado.
Si había algo que lo llenaba de orgullo propio, era que cuando fuera
presentado ya no todos lo relacionaran con Voldemort y con los
mortífagos.
Extrañamente, antes de ser invitados a pasar, Kingsley salió a
recibirlos, Harry pudo escuchar algunos murmullos en el interior
de la oficina, y supuso que la reunión sería mucho más importante
de lo que había pensado.
—Harry —saludó Kingsley con una inclinación de cabeza—,
pensé que usarías la chimenea personal, no tenían que pasar por to-
do el trámite allá abajo.
—No hay problema —correspondió Harry, aliviado de que
el trato con el hombre no hubiese cambiado en demasía, no lo ha-
bía visto mucho luego de la renuncia, y las pocas veces habían esta-
do rodeados de muchas personas como para interactuar demasiado.
Además nunca había estado Draco a su lado.
—¿Recuerdas a Draco?
—Por supuesto, ¿cómo estás?
—Bien, gracias.
—Es un gusto verte, ¿sabes? Estoy al tanto de lo que has
avanzado en todo este tiempo, quién lo diría, en tan poco tiempo
has hecho tantas cosas… Sabía que Harry tenía razón cuando vino a
verme hace años y dijo que eras mucho más que lo que te habían
obligado a ser.
Draco se sonrojó un poco, y Harry desvió con toda intensión
la mirada hacia la puerta del despacho de Kingsley; Harry no le ha-
bía contado que había dicho eso, es más, nunca le había hablado
mucho al respecto sobre todos los detalles de ese día, sólo que había
dicho que él había sido coaccionado por Voldemort y que no era un
mal chico.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Es muy amable de su parte decir eso —respondió al fin, y


Kingsley negó con la cabeza.
—Vamos, puedes tutearme, no hagas que me sienta más vie-
jo.
—De acuerdo.
—Ahora, Harry, en el interior está el jefe del área de Aproba-
ción de Hechizos, así como también la jefa de Legislación Mágica,
con sus ruidosos asistentes, todos tienen curiosidad por lo que han
hecho… yo también la tengo —admitió—, antes de entrar, deseo
saber… ¿es verdad?
—¿Qué hay un enlace?
Kingsley asintió.
Harry le dio una mirada más a Draco y luego también asin-
tió.
—Sí, lo hicimos hace un tiempo, nada de magia negra, nada
ilegal, es uno muy antiguo, no fue creado por nosotros, ya era prac-
ticado en la antigüedad y nosotros… pensamos que era buena idea
hacerlo, no era nuestra intensión que se supiera, ni hacer un escán-
dalo de eso…
—Interesante… —Kingsley le sonrió a Draco y luego señaló
hacia la puerta—, vamos entonces, que ellos, y yo, estamos impa-
cientes por saber qué es lo que han hecho.
—No se puede revertir —previno Draco rápidamente, mien-
tras Kingsley se giraba para abrir la puerta, dudó un instante antes
de girar sólo un poco el rostro.
—Genial.
En cuanto entraron a la oficina pudieron sentir la tensión en
el ambiente. Kingsley sonrió de manera forzada mientras los invita-
ba a sentarse en uno de los sillones de la pequeña sala de estar, de-
lante de ellos había varias personas, un mago y una bruja, que apa-
rentemente eran los jefes de los cuales les había hablado Kingsley,

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LIBRO V|Familia
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rodeados de unos cuantos magos y brujas más jóvenes, cargando


carpetas y maletines. Definitivamente no parecían nada amables.
—Draco, Harry, les presento a Jazmín Thoreau, jefa de Le-
gislación Mágica y a Jacke Wharton, jefe de Aprobación de Hechi-
zos, ambos desean hacerles unas cuantas consultas.
Ambos saludaron cortésmente, aunque sólo recibieron asen-
timientos de cabeza por parte de ambos jefes y fueron ignorados
por los asistentes que revoloteaban las carpetas sin mirarlos.
—Bueno, señores, debemos empezar de una vez, no tene-
mos todo el día, estoy seguro que los chicos tienen cosas que hacer,
después de todo —dijo Kingsley mientras se sentaba en uno de los
sillones, Draco y Harry permanecieron en silencio mientras Tho-
reau extendía una regordeta mano hacia una chica, que rápidamente
sacó de una carpeta lo que al parecer era un recorte del artículo de
El Profeta de la mañana anterior, y se lo entregaba.
—Tenemos curiosidad —empezó con voz fastidiada, era una
bruja de algo más de sesenta años, con el cabello canoso en una
trenza larga que caía sobre la espalda, y túnica oscura y sin ador-
nos—, según lo que dice el diario, ustedes han creado un hechizo
que los vincula el uno con el otro, como si fueran una pareja… de
esposos, cosa que según tenemos todos claro, es prohibida.
—En realidad lo que está prohibido es la unión de dos magos
o brujas del mismo sexo en un enlace matrimonial reconocido por
el Ministerio —contestó Draco ganándole la palabra a Harry.
—Exacto —continuó Harry—, y nosotros no hemos hecho
eso.
—¿Y qué es exactamente lo que han hecho? —preguntó
Wharton, inclinándose hacia el frente, era un mago un poco más
joven que Thoreau, en sus cincuenta años posiblemente, con el ca-
bello rubio algo ralo, y marcadas entradas, un poco rechoncho y

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

con una túnica de color celeste, que se ajustaba más cada vez que se
movía.
—Un hechizo de unión, un juramento de lealtad.
—Un hechizo no reconocido por el Ministerio, señor Mal-
foy —respondió el mago con fastidio, hizo un gesto y otro de los
asistentes asintió sacando de uno de los maletines un gran libro os-
curo y viejo que Wharton tomó y abrió rápidamente en una página
marcada—, uno que no figura entre los aceptados para este tipo de
casos, y creo que no es necesario recordarle que eso es una falta, y
usted más que nadie, que ya tiene antecedentes por faltar a las leyes,
debe estar conciente de lo que amerita una falta.
—No estamos aquí para discutir los antecedentes de Draco,
Jacke —replicó rápidamente Kingsley, aún así Draco no quitó la mi-
rada de fastidio de Wharton.
—Así es, según tengo entendido, señor Wharton, es un deli-
to si es magia negra, si es coaccionada o si creamos un hechizo para
incumplir una ley, sin embargo ninguna de esas circunstancias ha
sido empleada aquí.
—Draco y yo sólo hicimos un juramento, y eso es legal, ju-
ramos fidelidad y unión entre nosotros, no es nuestra culpa que San
Mungo reconozca eso como parte de lazos matrimoniales.
—Pero, señor Potter, un juramento de esa naturaleza gene-
ralmente liga a las personas de por vida, ¿está usted conciente de
eso? ¿Lo hizo sabiendo que sería así? —preguntó la mujer con una
actitud mucho más suave, como si Harry se tratara de un pobre ni-
ño engañado.
—No soy tonto, señora Thoreau —respondió Harry rápi-
damente—, y mucho menos engañado, fui yo quien lo propuso, y
como les dije, nadie rompió la ley aquí.
—Necesitamos estar seguros de eso, señor Potter —inter-
vino Wharton—, es por eso que estamos aquí, considerando su

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

nombre y su fama, no queremos hacer de esto un evento público,


no hasta saber al menos qué es lo que han hecho.
Draco y Harry intercambiaron una mirada, y luego Draco
extendió un pergamino hacia el hombre.
—Allí está el hechizo que usamos, la historia del mismo y
todo lo que pueden necesitar.
—Esto ayudará —murmuró el hombre leyendo lo que Dra-
co había puesto allí—, es un hechizo muy antiguo, no lo he escu-
chado desde la escuela, y entonces ya era historia antigua… —
Draco luchó por no poner los ojos en blanco ante el redundante
comentario.
La jefa de Legislación Mágica, Jazmín Thoreau parecía un
poco enfadada, estaba con los brazos cruzados mientras observaban
a Wharton leer el pergamino y fruncir las cejas.
—Evidentemente no es magia negra… —masculló pasándole
el pergamino a la bruja—, y tienen razón en que no es ilegal, no es-
tá entre los hechizos prohibidos…
—Pero tampoco entre los aceptados —argumentó Thoreau
entregándole de vuelta la copia a Draco.
—Se lo puede quedar —respondió Draco sin moverse ni ha-
cer ningún ademán de querer aceptar el pergamino —tenemos un
libro de donde copiamos eso.
—¿Están ya las dudas aclaradas? —preguntó Kingsley, que
había permanecido en silencio casi todo el tiempo.
—Ahora debemos decidir qué hacer con esta información —
acotó Wharton—. ¿Qué es lo que diremos a los medios?
—Draco y yo no haremos una declaración —negó rápida-
mente Harry, los tres magos lo miraron asombrados, e incluso los
asistentes dejaron de tomar notas y leer pergaminos para mirarlos.
—¿Cómo dice? —preguntó con voz dura Thoreau.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Que no haremos una declaración —contestó Draco está


vez—, Harry y yo tenemos cosas que hacer, nuestras propias em-
presas y vidas, y no deseamos hacer de lo que fue un juramento pri-
vado e íntimo, un circo.
—Pero la prensa… —empezó Wharton.
—La prensa puede preguntar, pero nosotros podemos no
responder y les pedimos… o mejor dicho, exigimos a ustedes no
mencionarlo, no tienen derecho a hacerlo, es nuestra vida privada y
queremos que se mantenga así.
Thoreau le lanzó una mirada interrogante a Kingsley, que só-
lo se encogió de hombros, parecía dispuesto a no darles la razón a
los jefes.
—Los chicos tienen razón, Jazmín, después de todo no han
roto ninguna ley ni han hecho nada malo, si ellos no quieren que
esto aparezca en los medios, debemos simplemente ignorarlos hasta
que encuentren algo más de que hablar.
—Pero… —Wharton frunció el ceño y negó con la cabeza—,
Belkin ha dicho estar muy interesado en presentar la propuesta…
—¿Boris? —preguntó Harry mirándolo extrañado.
—Ajá, Boris Belkin, sé que es amigo suyo… estuvo con us-
tedes en la presentación de la ley anti-discriminación —explicó
Wharton—. Esta mañana llegó a la oficina con Aarón Bonaccord, ya
saben, supongo que andan juntos —dijo arrugando ligeramente la
nariz—; el punto es que estaban dispuestos a iniciar una nueva pro-
puesta de ley, pero necesitaban saber el hechizo, y por supuesto te-
nerlos a ustedes de ejemplo.
—Eso es algo que aún ni siquiera se ha planteado en el
Wizengamot —arguyó Thoreau—. Creo que nos estamos precipi-
tando.
Harry y Draco intercambiaron una mirada interrogante, por
ningún motivo Draco quería volver al tiempo en que estaban llenos

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

de trabajo por buscar aprobar una ley, aún recordaba lo duro que
había resultado todo en ese tiempo, incluso cuando habían hecho
las paces ya, además Harry necesitaba cuidados y reposo, no podía
permitir que se enfrascaran en una situación así nuevamente. Había
llegado el momento de ser un poco egoístas y velar por su familia.
La palabra lo hizo sonreír y tomó la mano de Harry, que simple-
mente sonrió en respuesta, ambos se entendían sin siquiera necesi-
tar una palabra.
—Si Aarón o Boris desean hacer algo así, me parece bien —
explicó Harry—, les daremos toda la información del hechizo, pero
por lo pronto, como Draco ya les ha dicho, él y yo estamos muy
ocupados por el momento como para poder dedicarnos a eso.
—Entonces —suspiró Kingsley mientras Thoreau y Wharton
fruncían el ceño molestos—, ya que sabemos que no es un hechizo
ilegal ni de magia negra, y que además tenemos en evidencia y co-
nocimiento sobre dicho hechizo en nuestro poder, creo que no de-
bemos entretener más a Draco ni a Harry.
—Supongo —gruñó Wharton.
Luego de eso ambos se despidieron tensamente de ambos
magos, y Kingsley los acompañó hasta la pequeña antesala, agrade-
ciéndoles por haber llegado con tan poco tiempo de aviso, y asegu-
rándoles que se encargaría personalmente de que la noticia de que
en verdad había un lazo entre ellos no se filtrara a los periódicos.

–|– 

Y Kingsley cumplió su palabra, en ninguno de los diarios sa-


lió publicado que Harry y Draco habían hecho algún tipo de enlace,
pese a que algunos periodistas seguían escribiéndoles pidiéndoles
entrevistas, la noticia fue pasando y tras la primera semana, las cosas
se volvieron más o menos normales.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Durante esos días Aarón apareció nuevamente por Grim-


mauld Place, Draco y Harry lo habían visto poco durante los últi-
mos tiempos, cada uno metido más en su trabajo, y no pudieron
negar que les alegró ver nuevamente al hombre animado y lleno del
entusiasmo que había sido característico de él en el pasado. Por su-
puesto que Boris había aparecido junto a él, con una gran cantidad
de planes y horarios para poder presentar la propuesta en el Wizen-
gamot.
Sus demás amigos: Giles, Matías, Lucka, Ethan y Tyrone
también aparecieron por allí, y en la segunda noche Harry y Draco
les confirmaron acerca del enlace y la forma como lo habían hecho,
aunque también les dijeron que no era posible que ellos los ayuda-
ran a llevar a cabo la nueva ley, puesto que ambos tenían otros pro-
yectos entre manos.
Gael miraba desconfiado a Draco, había intentado interro-
garlo más de una vez en la fábrica, cuando estaban a solas, pero el
chico no soltaba prenda de lo que había pasado realmente con Ha-
rry, y después de varias negativas simplemente dejó de insistir, pen-
sando en que Draco le diría lo que pasaba en el momento adecuado.
Durante esas noches Harry tuvo la sensación de volver un
poco al pasado, cuando todos trabajaban entusiasmados y hasta muy
tarde tratando de tener todo listo para la audiencia del Wizengamot,
para que aprobaran la ley anti-discriminación, sólo que está vez se
sintió mucho más alterado por la cantidad de gente en su casa.
Tardaron una semana en hacer entender a Aarón, que era el
más animado, que no podrían ayudar con la ley, y que por supuesto,
no podía usarlos como ejemplo ya que no querían admitir la unión
entre ellos, que era algo íntimo y privado.
Luego de que Aarón tuviera en claro la forma como el hechi-
zo funcionaba, y buscara a un experto creador de encantamientos
que entrevistó a Draco y Harry durante mucho rato, hasta tener en

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

claro la forma de lograr un encantamiento de lealtad similar al que


ellos habían usado, pero con menos cantidad de magia de por me-
dio, sus amigos decidieron crear la «base de operaciones» esta vez en
casa de Aarón.
Fue entonces cuando Draco y Harry pudieron respirar al fin
tranquilos, y dedicarse realmente a todos los preparativos que te-
nían que realizar.

–|– 

El cumpleaños de Harry ese año fue mucho más tranquilo


que los años anteriores, Draco, como era ya la costumbre íntima
entre ambos, lo despertó a medianoche, con un pastel y las velas
encendidas para que pudiera pedir un deseo; al día siguiente pasó la
mañana recibiendo lechuzas de todos sus amigos, tanto él como
Draco se tomaron el día libre y estuvieron, además de revisando de-
talles para la mudanza, disfrutando de simplemente poder estar so-
los y tranquilos. En la Madriguera se organizó una pequeña cena
con los Weasley, Andrómeda, Teddy y sus demás amigos, que vol-
vieron a cantarle el «Feliz cumpleaños» y le llevaron presentes; el
centro de atención fue el pequeño Jules, al que ya todos habían ido
a conocer durante los días anteriores, pero que de todas maneras
causaba curiosidad y risas. Fue divertido ver al pobre niño pasar de
brazo en brazo ante la atenta mirada de Hermione y la aterrada mi-
rada de Ron, ambos lucían bastante cansados, y declararon que te-
ner un niño en casa era algo agotador. Harry y Draco intercambia-
ron miradas asustadas ante ese comentario, pero pensaron que el
esfuerzo y el cansancio, que todo, valdría la pena con tal de tener
una familia.
Luego del accidente en escoba, Harry tenía que reconocer
que Draco estaba mucho más protector, sobreprotector sería la pa-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

labra correcta, puesto que siempre estaba yendo a su oficina para


ver si necesitaba algo o si se encontraba bien, si había tomado la
gran cantidad de pociones que debía ingerir para mantener el emba-
razo, y sobre todo, que no estuviera haciendo nada extremo (aun-
que Draco era capaz de considerar extremo el subir una escalera a
demasiada velocidad).
Zettie revisaba a Harry todos los días, medía los niveles de
magia y le llevaba un conteo de las pociones que Draco debía fabri-
car para que Harry tomara, entre Draco y ella, Harry se sentía algu-
nas veces abrumado, realmente no se sentía nada diferente, ni si-
quiera habían vuelto a aparecer los mareos ni la debilidad… No
hasta unas cuantas semanas después.
Draco se encontraba en aquella etapa del sueño en que estaba
a punto de despertar, pero no quería hacerlo; se sentía bastante có-
modo con el cuerpo caliente de Harry a un lado. Pero de pronto ese
calor se alejó, medio escuchó unos pasos acelerados cruzar la habi-
tación, y claramente el sonido de alguien vomitando en el baño.
Se puso en pie de un salto para descubrir a Harry aferrado a
la taza del baño, de rodillas y, tal como había oído, vomitando.
—Hey… —le llamó arrodillándose a su lado y sosteniéndole
la cabeza mientras el chico seguía vomitando.
—Ve a descansar —jadeó Harry jalando la palanca del baño y
sentándose en el frío piso, abrazando sus rodillas—, no quiero que
me veas enfermo.
—No seas ridículo, ya te he visto enfermo antes —reprendió
Draco mientras mojaba una toalla en el lavabo y se la pasaba a Ha-
rry sobre el rostro. Harry trató de quitársela de las manos, pero
Draco le dio una mirada de advertencia.
—No es para tanto.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—No es tanto —Draco apartó finalmente la toalla y miró a


Harry críticamente, Harry estaba verde y con unas ojeras enor-
mes—. ¿Qué tan mal te sientes?
—Regular —mintió Harry, realmente se sentía fatal.
—Zettie nos dijo que esto podría pasar.
—Lo sé —respondió Harry, que aceptó la mano de Draco y
se puso en pie, se enjuagó la boca en el lavabo, y durante un instan-
te miró su reflejo en el espejo, realmente estaba muy demacrado,
tuvo que reconocer.
—Vamos, es mejor que vuelvas a la cama, yo iré a buscar a
Zettie para que te revise de todas formas…
Harry dio unos cuantos pasos hacia la habitación, pero se de-
tuvo abruptamente; Draco, que lo sostenía de un brazo, también se
detuvo.
—¿Qué…? —pero antes de que pudiera formular su pre-
gunta Harry ya volvía corriendo al baño.
Le costó un par de intentos más retornar a la cama, se dejó
arropar por Draco, y de pronto se sintió agotado, pese a haber dor-
mido profundamente durante la noche, apenas y lo escuchó que sa-
lía para buscar a Zettie mientras se arropaba más en la cama.

–|– 

Zettie le dio otra gran cantidad de pociones, esta vez para


evitar que siguiera poniéndose enfermo, esto sucedía, según le ex-
plicaron Draco y ella, porque su cuerpo estaba sintiendo los cam-
bios que la poción para mantener el embarazo estaba ejerciendo y
esperaban que no duraran más que un par de semanas más.
Harry se quedó en cama los primeros días, sintiéndose en-
fermo y cansado, Draco iba y venía de la fábrica y de la Escuela de
Defensa, trayendo y llevando mensajes para Harry e incluso de la

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

casa nueva, donde estaba tomando medidas para los nuevo mue-
bles, siempre tratando de estar pendiente de él y de lo que pudiera
necesitar, pero pronto, pese a que los síntomas aún permanecían,
Harry, contrario a la opinión de Draco, se puso a ayudarlo un poco.
Decidieron darle la noticia a sus amigos más cercanos: Her-
mione y Ron y Gael y Mikel; una vez estuvieran instalados en casa,
todavía en un tiempo más, cuando tuvieran ya todo más coordina-
do, puesto que de pronto, el trabajo de Draco y el suyo, (ahora diri-
gir a los que trabajaban con él porque de ninguna manera podía ir a
hacer trabajo de campo personalmente) y la mudanza los estaba al-
terando demasiado.
Sabía que Draco intentaba mantenerse paciente y de buen
ánimo por él y por el bebé, pero a veces las cosas se tensaban entre
ellos. Tal vez hubiera sido mejor hacer una cosa a la vez, primero la
casa, luego el bebé, pero ya estaban embarcados en actividades re-
vueltas y no podían y realmente no querían, dar marcha atrás. Pese
a todo, ambos estaban disfrutando del embarazo, asombrados por la
conexión mágica cada vez que Draco se acercaba a Harry o lo acari-
ciaba, e incluso hablaban en murmullos hacia la pequeña criatura,
contándole cómo estaban preparando su habitación, y todo lo que
pudiera necesitar, y desde luego, cuánto lo querían.
Aquella mañana, luego de lo que aparentemente se cumplían
cuatro meses de embarazo, Harry y Draco partieron hacia la clínica
para que Zettie pudiera hacer al fin un ultrasonido mágico, para ver
el desarrollo del bebé y si todo estaba bien; habían esperado hasta
ese momento porque era lo que la medibruja les había recomenda-
do, aunque ella se había guardado sus comentarios y sospechas so-
bre el por qué había tanta fuerza mágica en el vientre de Harry.
Luego de que Harry se acomodase sobre la camilla, Zettie les
explicó que proyectaría una pequeña imagen del bebé, y así consta-
tarían que todo estuviera en orden.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

Harry se quedó muy quieto y un tanto tenso mientras sentía


a la medibruja hacer algunos movimientos de varita sobre su ya algo
más abultado abdomen; a su lado, Draco le tomaba de una mano y
miraba atentamente todo lo que la mujer hacía, hasta que finalmen-
te una imagen plateada emergió de su vientre.
En un inicio todo era demasiado oscuro, y Draco se inclinó
un poco más hacia adelante para poder ver mejor, conocía ya esa
imagen, la había recreado en su laboratorio muchas veces, y la había
estudiado en los libros otras tantas; esperó paciente hasta que fi-
nalmente la imagen se fue aclarando poco a poco, y allí estaba, aun-
que…
—No entiendo —comentó Draco en voz alta, y Harry levan-
tó un poco más la cabeza para ver mejor, preocupado por el comen-
tario de Draco.
—¿Qué es? ¿Qué pasa?
—Es justo lo que pensaba —comentó la medibruja asintien-
do con la cabeza.
—Pero… —Draco inclinó el rostro hacia un lado y se mor-
dió el labio.
—Draco —llamó Harry más alarmado, no entendiendo de
todo la imagen—, ¿qué pasa con el bebé?
—No pasa nada con ellos —le tranquilizó Zettie.
—Ah, ¿entonces por qué…? —Harry frunció el ceño y miró
hacia la imagen con más atención, tratando de adivinar exactamente
qué era lo que pasaba—. ¿Ellos? —preguntó recién procesando las
palabras de la medibruja.
—Son dos —jadeó Draco hablando por fin.
—¿Dos?
—Harry, son dos, dos bebés —le explicó con una sonrisa or-
gullosa antes de darle un beso en los labios a un muy sorprendido y
anonadado Harry.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Bromeas —respondió Harry mirando hacia Zettie y espe-


rando que ella lo desmintiera.
—No, claro que no, es por eso que había tanta magia, siem-
pre pensé en esta posibilidad, pero no quería arriesgarme a insi-
nuarla hasta que pudiéramos hacer el ultrasonido, como se trata de
un caso único en que hay tantas pociones y magia involucradas, no
podía estar completamente segura, pero sí, si pueden ver tienen a
dos bebés juntos, es decir, gemelos.

–|– 

La sala de prensa que el Ministerio había acondicionado para


la ocasión estaba rebosante de periodistas, no sólo del Reino Unido,
sino también del resto del mundo, todos pendientes de las audien-
cias que se iniciarían en un momento más.
En el estrado estaba Aarón, junto a Ignatius Lenfent, un ex-
perto en la creación de enlaces y hechizos, y Boris, que había ayu-
dado en la parte legal de la propuesta de ley; al fondo de la sala, al
otro lado de los periodistas, su demás amigos; Gael, Giles, Matías,
Ethan y Lucka permanecían quietos en espera de que la rueda de
prensa concluyese para que pudieran ir a la audiencia, esa tarde po-
drían al fin exponer la propuesta ante el Wizengamot.
—Señor Bonaccord —preguntó una mujer poniéndose en
pie en el momento en que Aarón la señalaba, dándole permiso para
preguntar—, se dice que Harry Potter y Draco Malfoy, contrario a
las leyes, ya han hecho un enlace de matrimonio, es decir que están
casados, ¿es eso cierto?
—Lamentablemente ni Harry ni Draco están aquí en este
momento para contestar a sus interrogantes, nosotros no podemos
hablar por ellos.

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LIBRO V|Familia
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Un pequeño alboroto se formó mientras varios periodistas


levantaban la mano, tratando de llamar la atención.
—Usted —señaló Aarón hacia otra mujer.
—Dasha Ogden, de El Profeta —informó inútilmente la
mujer, pues ya todos la conocían, incluso había recibido una crítica
por parte de los demás periodistas cuando la MACH fue juzgada, ya
que muchos de los artículos que se publicaron durante los años an-
teriores a eso eran de su autoría—, Potter y Malfoy no están aquí,
efectivamente, ¿entonces debemos suponer que su apoyo, el que
brindaron para la primera ley anti-discriminación, ya no existe?
—No, no lo creo, el que no estén presentes no implica que
no nos apoyen, nos han ayudado bastante, pero por ahora están más
ocupados en otros proyectos, y no pueden estar aquí, junto a noso-
tros, pero claro que nos apoyan.
—O será —continuó ella—, que no necesitan el permiso del
Ministerio, dado que aparentemente hacen lo que mejor les plazca,
para unirse, porque ya lo están.
—Creo que esa pregunta ya fue contestada —intervino esta
vez Boris, mirando claramente molesto hacia la mujer—, no tene-
mos permiso para decir nada acerca de ellos, excepto que nos apo-
yan, al igual que muchos más, sin estar presentes hoy.
La mujer iba a protestar, pero entonces otra bruja, con un
acento francés se adelantó:
—¿Cuántas posibilidades creen tener para sacar adelante esta
nueva propuesta?
—Esperamos que muchas —sonrió Aarón—, sabemos que la
comunidad es cada vez más tolerante a la homosexualidad, y que
además entiende que el que dos personas que se amen y se unan,
no tiene nada de protervo ni de inapropiado.
—¿Cuál sería el punto? —preguntó nuevamente Dasha. Aa-
rón le dio una mirada de fastidio y señaló hacia otra periodista.

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y el Fabricante de Pociones 2

—¿Piensa usted entonces —empezó a preguntar la otra pe-


riodista, por su acento era, aparentemente, italiana—, que la comu-
nidad no se opondrá a que las parejas se enlacen?
—No creo que el cien por ciento de la comunidad esté de
acuerdo… ¿cuándo hemos estado todos de acuerdo en algo? Sino
no habría tanta competividad en los campeonatos de quidditch —
comentó Aarón, haciendo que algunos riesen por el comentario—,
sin embargo, creo que podremos lograr que la unión sea legal, y
demostrar que la comunidad gay es grande y tiene derechos simila-
res a los heterosexuales.
—¿Y cuál sería el punto? —preguntó nuevamente Dasha,
Boris abrió la boca para replicar, molesto por su interrupción, pero
Aarón le puso una mano sobre su brazo y lo detuvo.
—¿Cuál sería el punto con qué? —preguntó Aarón dejando
de mostrarse tan amable.
—Con unirse, por supuesto, la unión en matrimonio está
creada para poder formar una familia, que es la base de la sociedad,
sin ofender, claro está, las parejas del mismo sexo no pueden cum-
plir con ese requisito.
—¿Usted tiene novio, señorita Ogden? —preguntó Aarón
con voz calmada.
—¿Cómo dice?
—Que si tiene novio, pareja… ¿alguien?
—Eso no es…
—Claro, lo supuse —suspiró Aarón, y Boris soltó una pe-
queña risita—; cuando uno está enamorado de otra persona piensa
en pasar el resto de su vida a su lado, independientemente de poder
o querer tener una familia; piensa en comprar una casa, o un depar-
tamento, en compartir vacaciones, festividades y todo lo demás, pe-
ro también piensa en su seguridad, en su bienestar, y eso es lo que
queremos obtener esta tarde, lograr que las parejas puedan sentirse

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

libres de decidir con quién pasar el resto de sus vidas, cuidar de al-
guien y protegerlo.
La periodista parpadeó ligeramente, y luego negó con la ca-
beza.
—Aún no podrán tener una familia en verdad… es decir, no
pueden tener hijos.
—Un paso a la vez —respondió Aarón, y señaló a otro pe-
riodista, un alemán que, no podía negar era bastante apuesto. El
hombre se puso en pie y le dio una sonrisa descarada.
—Debo suponer, señor Bonaccord, que usted ya tiene pla-
neado con quién pasar el resto de su vida.
Aarón sonrió y colocó su mano sobre la de Boris.
—Pues yo sí, sólo falta que me acepten.
—¡Aarón! —recriminó en un murmullo Boris mientras el
periodista lo miraba con una ceja levantada.
—¿Me dice que…? —preguntó el periodista, dejando la pre-
gunta en el aire.
—Que ya es hora de marcharnos —respondió Boris ponién-
dose de pie y mirando enfadado a Aarón, le había pedido que se en-
lazara con él, que el día que dieran la aprobación iniciaría todos los
tramites para hacerlo, y él, aunque no le había contestado aún, en el
fondo se sentía muy animado por la idea. Aunque quería darse algo
más de tiempo, darle más tiempo a esa relación, una que habían ini-
ciado hacía poco y que efectivamente iba bien; Aarón había demos-
trado que era alguien diferente, al menos en el tema de andar tras
otros chicos, y Boris estaba aprendiendo a confiar en él.
—Muchas gracias por todo, señores, nos vemos luego de la
audiencia —se despidió Aarón, tomando a último momento la
mano de Boris para salir de la sala de prensa, listos para iniciar con
la audiencia en busca de la aprobación del enlace mágico para ho-
mosexuales.

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y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Gael llegó a casa ligeramente achispado, había estado cele-


brando con sus demás amigos en casa de Aarón la aprobación de la
ley que permitía a las parejas homosexuales unirse por medio de un
enlace, el cual sería reconocido por todos como un matrimonio. Era
un gran avance, algo que, algunos años atrás, ni siquiera habían so-
ñado lograr.
Recorrió lentamente la sala de estar, apreciando los muebles
que habían llegado poco tiempo atrás para culminar con la decora-
ción del lugar, había disfrutado mucho el tiempo que él y Mikel
habían pasado juntos en eso.
Lamentó una vez más que el chico no hubiese podido cam-
biar su turno en la clínica y que no hubiera podido asistir ni a la au-
diencia ni a la celebración.
Subió las escaleras, dispuesto a darse un baño y meterse a la
cama a dormir un rato más mientras esperaba que volviera de la clí-
nica, cuando su teléfono móvil sonó. Se trataba de Draco, que había
estado trabajando todo el día en la fábrica, y que le contaba que ya
había escuchado las buenas nuevas, llamaba para felicitarlo.
Se dejó caer en la cama mientras conversaba con él, relatán-
dole todo lo que había acontecido durante el día, incluyendo lo pe-
sada que había estado aquella periodista, Dasha Ogden, con sus
preguntas tontas, y lo brillante que se había visto Boris defendiendo
todo el marco legal del asunto, confesando que había sido bastante
convincente; sin darse cuenta, el tiempo se le fue pasando mientras
reía de las cosas que Draco le decía, y como le hacía prometer que
no dejarían de asistir a la inauguración de su casa la semana siguien-
te, hasta que en un momento, aburrido de estar en una misma posi-
ción, se sentó para caminar por la habitación, fue entonces que se

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

dio cuenta que Mikel estaba apoyado en el marco de la puerta, mi-


rándolo con aquella expresión que había empezado a detestar cada
día más. Se apresuró a despedirse de Draco, repitiendo una vez más
su promesa de que tanto él como Mikel asistirían al almuerzo la
semana siguiente, y cortó la comunicación.
—Hola —saludó con algo de precaución—, hemos ganado
¿lo has oído en la radio?
—Sí… lo escuché —respondió Mikel acercándose a él y
dándole un posesivo beso en los labios—. ¿Estuviste bebiendo? —
preguntó apartándose de él luego de un instante.
—Con los chicos, en casa de Aarón, aún están celebrando
allí, si es que quieres ir, no creo que se detengan hasta… tal vez año
nuevo —sonrió un poco más relajado.
—Ah… ¿Y llamaste a Draco para contarle la gran noticia?
—No —Gael negó con la cabeza, y se apartó unos cuantos
pasos de Mikel, fastidiado nuevamente—. Ha sido él quien llamó, y
eso no tendría nada de malo.
—Yo no estoy reclamando nada —se defendió Mikel rápi-
damente.
—Te conozco, sé cuando viene uno de tus tontos reclamos
—atacó Gael cruzándose de brazos, sintiendo cómo toda la euforia
por haber ganado el caso iba desapareciendo.
Mikel no le contestó, puso los ojos en blanco y luego se giró
y se metió al baño.
Gael se quedó en pie un momento más, escuchando el agua
de la ducha caer, pensando en si debía entrar al baño y meterse bajo
el agua con él o no. Finalmente se dio la vuelta y salió de la habita-
ción, seguramente que sus amigos sí seguirían celebrando, y tomar
un trago más le haría bien.

–|– 

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco recorrió con la punta de los dedos el costado de Harry,


que se refregaba lentamente contra él, mientras dejaba unos cuantos
besos por el cuello y el hombro, saboreando la piel de Harry.
—Draco… —suspiró Harry, sintiendo la erección de Draco
frotarse entre sus nalgas, y bastante ansioso ya.
—Te amo —le murmuró Draco mordiendo un poco más la
nuca de Harry, y apoyándose mejor con una mano en la cama
mientras que con la otra guiaba su erección hacia el pasaje estrecho
y lubricado.
—Sí… —jadeó Harry sintiendo a Draco entrar poco a poco
en él, ahora tenían mucho más cuidado, era lo que había recomen-
dado la medibruja, sin embargo, eso no quitaba que fuera apasiona-
do e igual de placentero.
—Oh Dios —suspiró Draco sujetando con una mano la ca-
dera de Harry, e inclinándose hacia delante para poder besarlo en
los labios. Harry se arqueó de tal manera que lo hizo entrar un poco
más en él y gimió dentro del beso.
—¿Está bien? —preguntó Draco un tanto preocupado, apar-
tándose un poco y entrando nuevamente. Draco siempre andaba
preocupado de que todo estuviera bien en cuanto a Harry se tratara,
más aún en esas situaciones.
—Ajá… sí, así está bien —le respondió Harry, arqueándose
todo lo que su condición le permitía, estremeciéndose cada vez que
Draco entraba más y más en él.
—Mmm… Harry —jadeó Draco inclinándose nuevamente
para besarlo en el cuello y en cualquier porción de piel que encon-
trara libre, mientras la mano con que sujetaba la cadera avanzó un
poco más, se entretuvo jugueteando con el oscuro vello antes de
hacerse de la dura erección.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—Oh… sí, Draco —Harry comenzó a empujarse con un po-


co más de fuerza, agitando sus caderas para que esa mano ganara al-
go de velocidad mientras su interior era invadido una y otra vez.
Se movieron rítmicamente durante un rato más, en medio
de besos y palabras sueltas, mientras la velocidad iba aumentando
hasta llegar al un punto sin retorno. Draco mordió con fuerza el
hombro de Harry mientras se derramaba en su interior y sentía la
esencia caliente de Harry entre sus dedos, acompañada de un sono-
ro gemido.
—¿Estás bien? —preguntó Draco, saliendo lentamente de
Harry y mirándolo con atención, Harry tenía los ojos cerrados y
soltó un pequeño suspiro de satisfacción.
—Mejor que bien, creo yo.
Draco pasó una mano por el largo cabello de Harry, orde-
nándolo hacia atrás, y luego le dio un beso en la mejilla antes de de-
jarse caer completamente; Harry, incontinenti se acomodó a su la-
do, y sintieron el brote de magia del abdomen de Harry al rozar la
piel de Draco, ambos sonrieron complacidos.
—Pronto tendremos que ponernos en movimiento —ad-
virtió Draco, luego de haber estado dormitando por un rato más.
—Mmm… lo sé —suspiró Harry, en realidad últimamente
estaba tan cansado que no le provocaba mucho el tener que mover-
se.
—Si quieres puedes quedarte descansando hasta que lleguen,
yo me encargaré.
—No, ya me levanto —aceptó pese a todo, aquella tarde lle-
garían sus amigos para el almuerzo inaugural de la nueva casa, y se-
ría el momento en que les darían la noticia, pese a que Harry ya lle-
vaba seis meses y un poco más de embarazo, se habían encargado
muy bien de esconder su condición ante los demás. Durante un
tiempo había sido bastante sencillo ocultarlo, pero de pronto, al

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

quinto mes, sus bebés parecían haber querido manifestar su presen-


cia y abultar el vientre de Harry, de tal forma que ya no era posible
ocultarlo.
—Sabes… aún no hemos decidido qué haremos cuando naz-
can.
—Lo sé, tendremos que tener una niñera, o buscar una
guardería, aunque eso no me apetece —contestó Harry sin abrir los
ojos y disfrutando del estar junto a Draco en la cama.
—Ni a mí, eso de dejar a los niños…
—O niñas —corrigió automáticamente Harry, a pesar de que
se habían hecho otro ultrasonido unos días antes para ver cuál era el
sexo de sus gemelos, estos, o estas, habían decidido que era diverti-
do esconderse entre ellos y no se habían dejado ver. Draco había
reído diciendo que eran niños muy pudorosos.
—O niñas —rectificó Draco ya sabiendo que Harry esperaba
que lo fueran—, no me apetece dejarlos en un lugar donde hay más
niños… tal vez cuando crezcan.
—Entonces una niñera será, aunque creo que cuando nazcan
tendremos que turnarnos para cuidarlas…
—O cuidarlos —corrigió esta vez Draco—. Partiremos los
horarios —continuó—, nos turnaremos mañanas y tardes, ya le he
pasado a Gael casi todo lo de los viajes para no tener que hacerlos
en un buen tiempo, así que eso no será problema.
—Cierto… ¿y la casa? Realmente necesitaremos ayuda —
Harry comenzó a tensarse un poco recordando lo difícil que era
manejar una casa de ese tamaño entre ambos, era imposible lim-
piarla, por más hechizos de limpieza que se supieran, eso sin consi-
derar el tener que cocinar y todo lo demás.
—Si compráramos algunos elfos domésticos… —tentó Dra-
co nuevamente, esa había sido su solución desde el inicio, pero Ha-
rry se negaba en redondo a tener, según decía él, un esclavo.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—Ya sabes que esa idea no es válida —gruñó Harry.


—Tenías a Kreacher.
—Pero porqué me lo heredaron, de otra forma no habría te-
nido a ninguno, lástima que no hayan ya elfos libres, creo que Do-
bby era el único.
—Los elfos libres son mal vistos, Harry, ya sabes que si son
libres es porque hicieron algo malo, y en su casa no los quisieron
más, no creo que sea recomendable…
—Sí hay un elfo libre —interrumpió de pronto Harry, recor-
dando el cuarto año, el mundial de quidditch y haber visto a uno, o
mejor dicho, una, siendo echada sin razón aparente.
—Deben haber, seguro, pero…
—No, no —Harry se levantó un poco para ver a Draco—; es
una elfina en realidad, ella no hizo nada malo, en verdad, yo lo vi,
es más, estoy seguro que aceptará que le paguemos y todo.
—¿Pagarle?
—Ajá.
Y entonces Harry le contó toda la historia, Draco se sorpren-
dió de que, tras tantos años, aún hubieran partes de la vida de Harry
que no conociera realmente, como la historia de cuando casi los
acusan de convocar la marca tenebrosa (le pareció ridículo que hu-
bieran siquiera sospechado que ellos habían convocado la marca te-
nebrosa) y lo que pasó en el Torneo de los Tres Magos, sintió a Ha-
rry entristecerse cuando llegó al final y contó lo de Cedric, el chico
que había muerto durante la recuperación del cuerpo de Volde-
mort, y cómo Barty Crouch Jr. se había desenmascarado delante de
él, cuando casi lo mata. Lo apretó con un poco más de fuerza en
torno a sí y asintió recordando varias partes de ese año, la felicidad
con que su padre había declarado que en efecto, el Señor Tenebroso
había vuelto, y lo maravilloso que pintaba el futuro en ese entonces.
¡Ah! Viejos y olvidados tiempos aquellos.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Claro, habla con McGonagall, y con ella, si quiere pues…


—aceptó finalmente, dándole el gusto a Harry y no encontrando
una mejor solución.
—Genial —sonrió Harry contento antes de darle un beso en
los labios y ponerse en pie—. Vamos, ahora toca decirle a los chicos
sobre nuestra familia —dijo señalando el más abultado vientre antes
de jalar una bata y cubrirse, en realidad no le gustaba mucho que
Draco lo viera así de «gordo», pero no había de otra.
—Es tonto que te cubras, ya te he visto.
—Y si ya me has visto, ¿para qué quieres verme de nuevo?
Draco negó con la cabeza y se puso en pie también, jalando a
Harry hacia el baño.
—Vamos, quiero bañarme contigo —le pidió con voz insi-
nuante.
—Pero…
—Vamos, no seas tonto, además aún tenemos tiempo antes
de que lleguen los chicos —le susurró una vez llegaron al baño,
empezando a quitarle la bata.

–|– 

Durante los primeros meses, cuando la condición de Harry


no había sido tan notoria, éste había hecho su vida normal, o casi
normal, considerando la paranoia de Draco, visitando a sus amigos,
los Weasley y a Andrómeda y Teddy, pero luego, cuando ya era im-
posible disimular que algo extraño estaba pasando, solamente se
comunicaba con ellos vía flú o mediante cartas; se había excusado
de sus ausencias argumentando resfriados y demasiadas ocupacio-
nes acomodando la nueva casa, así que ni sus amigos ni nadie había
sospechado.

782
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

Había dejado de ir al trabajo, comunicándose también vía flú


con su asistente durante todo el tiempo para estar al tanto de todo
lo que ocurría, y de cómo iban las clases, y Draco le ayudaba trasla-
dando documentos importantes y la información sobre los casos
que tomaban y dejaba a cargo de Cleave o Laurent.
Esa sería la primera vez que todos notaran el cambio, y no
podía negar que se encontraba algo más que nervioso, ¿qué se su-
ponía que le dirían sus amigos a eso? ¿Se sentirían horrorizados?
—Si sigues golpeando la mesa de esa manera, se terminará
rompiendo —reprochó Draco pasando a su lado y dándole un apre-
tón en el hombro.
—Lo siento —masculló Harry, ambos estaban en el come-
dor, la asistente de Draco, una mujer de mediana edad que había
contratado poco tiempo atrás, había hecho un contrato con un res-
taurante de comida mediterránea, y les habían llevado todo prepa-
rado y servido, dejando incluso la mesa lista, con hechizos de con-
servación, aún era un poco temprano, pero ambos ya estaban prepa-
rados para que sus amigos llegaran y visitaran la casa, y por supues-
to, para darles la noticia; habían invitado sólo a un grupo pequeño:
primero a Ron y Hermione, a Gael y Mikel, a los señores Weasley y
a Andrómeda, luego podrían hablar con el resto, pero por lo pronto,
ellos, que al fin y al cabo eran los más cercanos, necesitaban saber lo
que pasaba.
—No estés nervioso, no dirán nada malo…
—No lo puedes saber, Hermione y Ron tienen ese mal hábi-
to de enojarse cada vez que hago algo que no les gusta o que no en-
tienden.
—Eso fue cuando eran menos maduros, ahora ya hasta son
padres, te entenderán y estarán felices… y si no… pues aún me sé
un par de buenos hechizos para dejarlos petrificados antes de que
digan algo de que arrepentirse…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Draco! —advirtió Harry molesto, Draco soltó una pe-


queña carcajada y estuvo a punto de contestar cuando el sonido de
las apariciones, producidas por los trasladores que les habían dado a
sus amigos iniciaron.
—Vamos, ya es hora —suspiró Draco extendiendo la mano a
Harry para que se pusiera de pie; luego de dudar un instante más,
éste asintió y se puso en pie y, tomados de la mano, caminaron hasta
la puerta principal para recibir a sus amigos.

–|– 

Ron frunció el ceño mientras Hermione miraba extrañada a


la pareja, cierto que no habían visto a Harry durante el último mes
y medio, tal vez dos meses, porque habían estado demasiado atarea-
dos, ellos cuidando a Jules y en los trabajos, y Harry y Draco en la
nueva casa y sus respectivos negocios, pero definitivamente no es-
peraban encontrarse con un Harry que luciera tan extraño y dife-
rente.
—Hey… ¿qué tal? —preguntó Gael a modo de saludo mien-
tras estrechaba las manos de Harry y Draco, y evitaba lucir descon-
certado, detrás de él Mikel tenía la misma mirada que todos los
demás.
Draco supuso que mejor hubiera sido que los recibiera él so-
lo, y que luego, cuando pasaran, vieran a Harry y les dijeran qué era
lo que estaba pasando.
—Hola a todos, gracias por venir —saludó hacia el resto, los
señores Weasley y Andrómeda.
—Sí… es genial que pudieran venir —apoyó Harry sintién-
dose también un tanto cohibido.
—Cariño, ¿estás bien? —preguntó la señora Weasley acer-
cándose a él y mirándolo con atención.

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—¿Por qué no pasamos? —contestó preguntando Draco an-


tes que Harry siquiera abriera la boca—, es obvio que tenemos que
decirles algo importante, y el jardín no es el lugar apropiado.
Todos asintieron no muy convencidos y siguieron a la pareja
hasta la casa, Draco se dio el tiempo de indicarles hacia que lado
quedaba la cocina y el comedor antes de llevarlos a la sala de visitas,
donde ya había unas copas y un par de botellas de champagne frías y
listas. Esperaba que realmente ellos quisieran brindar.
—Entonces… ¿ya tienen todo acomodado aquí? —preguntó
el señor Weasley mientras se sentaba en uno de los largos sofás, a su
lado la señora Weasley, sin quitarle la mirada de encima a Harry, se
sentó también. Junto a ellos Andrómeda estudiaba a Harry con más
atención que nunca, lo que hacía que se sintiera demasiado incó-
modo.
Harry se había puesto una túnica azul, algo ancha pero que
no evitaba mostrar en algo su abultado vientre, y sonrió tímidamen-
te hacia la mujer mientras se sentaba en uno de los sillones frente a
ellos, Draco rápidamente se sentó en el brazo del sillón y colocó
una mano sobre su hombro.
Ron, Hermione, Gael y Mikel se sentaron juntos y apretados
en otro de los sofás, sin despegar la mirada de la pareja. Harry podía
ver cómo Ron, que normalmente ya no se llevaba tan mal con Dra-
co, ahora lo fulminaba con la mirada, seguramente suponía que
cualquier cosa que estuviera pasando sería absolutamente su culpa.
—Sí, hemos terminado, no creo que nos falte nada —con-
testó Draco cortésmente, el señor Weasley siempre, pese a todo, ha-
bía sido muy educado con él—, hace un par de días terminamos de
instalar los últimos muebles en el segundo piso.
Harry sabía que se refería a la pequeña excursión que habían
hecho hacia una tienda de artículos para bebés en Nottingham, un
lugar bastante pequeño y a su parecer excesivamente caro, pero que

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco había escogido por su discreción y buen gusto. Finalmente


habían salido cargados de una gran cantidad de artículos para
amueblar la habitación de los bebés. Claro que al fin habían tenido
que comprar un par de cada cosa.
—Y ya hemos conectado la chimenea con la fábrica y la es-
cuela —continuó Harry con la explicación—. Ayer en la tarde de-
jamos Grimmauld Place definitivamente.
—Eso es genial —comentó Hermione—, ese lugar, después
de todo, es demasiado espeluznante para vivir…
—Efectivamente lo es —apoyó Draco, apretando un poco
más la mano sobre el hombro de Harry, que le sonrió en respuestas,
dándole permiso para que dijera lo que tenía que decir—. Espe-
cialmente ahora que la familia está creciendo.
—¿Creciendo? —murmuró Gael, sin entender y mirando
hacia Draco, esperando una explicación más clara.
—Sí —afirmó Harry con la cabeza a la vez que levantaba el
brazo para tomar la mano de Draco y entrelazar los dedos—, con
los niños…
—O niñas —aportó Draco rápidamente, Harry sonrió un
poco más.
—… que vienen en camino —completó Harry mirando ha-
cia sus amigos.
Ron abrió la boca, pero ningún ruido emergió de su garganta
mientras Hermione inclinaba la cabeza hacia un lado y ponía ese
gesto de incomprensión que Harry le conocía tan bien. La señora
Weasley desvió la mirada inmediatamente hacia el vientre de Harry
y entrecerró los ojos, como si tratara de ver más allá de su túnica y
ropas.
Andrómeda frunció el ceño, y su mirada se dirigió interro-
gantemente hacia Draco.

786
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

Gael hizo un gesto de incredulidad mientras Mikel se llevaba


las manos a la boca y abría los ojos enormemente.
—¿Van a adoptar un niño? —preguntó Hermione finalmen-
te, luego del instante de silencio, su voz sonaba insegura.
—No, en realidad los tendremos de forma… entre biológica
y mágica —corrigió dubitativo Draco, su mirada y su actitud habían
cambiado a una mucho más prudente, prácticamente esperando
cualquier comentario desagradable, y listo para contestar de la peor
manera. Nadie lastimaría a Harry o diría algo hiriente y saldría bien
parado de allí.
—¿Ambos? —susurró la señora Weasley mientras su mirada
brillaba un poco más sin perder de vista el vientre de Harry.
—Bueno, yo los tendré —informó Harry en voz baja y len-
ta—, son gemelos.
La boca de Ron se abrió un poco más y se dejó caer comple-
tamente sobre el sillón mientras Hermione ponía una mano sobre
su pierna, seguramente deteniéndolo de que pudiera decir o hacer
algo estúpido.
—A ver si entiendo —empezó Gael lentamente, Harry se
preguntó por qué no sonaba tan asombrado como todos los de-
más—, ¿finalmente hiciste una poción de gestación y un bebé crece
dentro de Harry?
Draco arrugó un poco la nariz ante lo claro y sucinta que era
la explicación de Gael, debió haberla pensado antes.
—Sí, más o menos así.
—Sólo que no es un bebé, sino dos —aclaró Harry mirando
cautelosamente aún hacia los demás.
—Eso… ¿eso realmente se puede hacer? —preguntó Her-
mione inclinándose hacia delante.
—Curioso, lo mismo preguntó Harry —comentó Draco con
una sonrisa tensa.

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Zafy|HARRY POTTER
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—Ya lo creo… es —el señor Weasley dudó un instante y


Draco levantó una ceja, esperando el comentario—. No lo puedo
creer, es todo… pero es…
—¡Maravilloso! —dijo por fin la señora Weasley—. ¡Tendrán
una familia! —exclamó con voz en cuello mientras se ponía de pie y
caminaba hacia ellos, que la miraban perplejos—. Una familia…
El abrazo de oso no se hizo esperar, y pronto Draco y Harry
se vieron envueltos entre los brazos de la mujer, que los apretaba y
murmuraba una y otra vez: «fantástico».
—Sí que lo es —se apuró a intervenir Hermione, poniéndo-
se en pie también y abrazándolos en cuanto la señora Weasley los
soltó. Draco y Harry recibieron el segundo abrazo de la tarde con
algo de alivio, aunque aún faltaban el resto de sus amigos.
—Pensé que delirabas —comentó Gael poniéndose en pie y
jalando a Mikel de una mano con él—, cuando vi esa poción hace
tanto tiempo —aclaró—, pensé que estabas loco, que no podrías
conseguirlo —extendió la mano hacia Draco y éste correspondió al
saludo con una sonrisa sincera.
—Gracias por creer que estaba volviéndome loco —contestó
Draco, Gael hizo un gesto de disculpa y luego negó con la cabeza
antes de abalanzarse sobre él y abrazarlo con fuerza.
—Loco de remate, pero te felicito —Gael se apartó de él y
Draco vio a Mikel abrazando a Harry para felicitarlo también—, y a
ti, Harry, mira que… —volvió a negar con la cabeza e intercambió
puestos con Mikel, para abrazar ahora a Harry—… simplemente no
lo puedo creer.
Mikel le sonrió a Draco de manera amable y le dio un apre-
tón de manos.
—Menudo lío en el que se están metiendo, pero los felicito,
ustedes serán unos padres geniales.

788
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

—Nunca dejarán de asombrarnos… definitivamente —re-


prochó Andrómeda en tono cariñoso mientras daba un abrazo a
Harry y luego otro a Draco, la relación entre ambos había mejorado
bastante, Draco ahora siempre la llamaba tía Andrómeda y ella esta-
ba muy orgullosa de ser su tía.
Luego de ella, el señor Weasley, que esperaba paciente a un
lado, se acercó y les dio un breve abrazo a cada uno, su rostro no
había perdido la expresión de sorpresa, pero su sonrisa parecía sin-
cera.
—Los felicito a ambos, Mikel tiene razón, serán unos padres
fantásticos.
Cuando el pequeño alboroto se disipó, Harry inclinó el ros-
tro hacia un lado, buscando a Ron, que parecía pegado al sofá, ob-
servando todo con una mirada indescifrable, todos se giraron a mi-
rarlo, Harry no podía ver sus rostros, sólo se fijaba en Ron, que se
sonrojó al saberse el centro de atención, sintió la mano de Draco
apretarse con más fuerza sobre su hombro nuevamente, y la tensión
aumentar en su cuerpo.
—Lo siento —masculló Ron poniéndose en pie y caminando
rápidamente hacia ellos, Harry no entendió ese comentario, y quiso
preguntar a qué se refería con que lo sentía. ¿Sentía que estuvieran es-
perando un par de niños? ¿Sentía que no pudiera aceptar tal cosa? Pero no
se dio tiempo de preguntar en voz alta, puesto que los brazos de su
amigo lo envolvieron con fuerza, con tanta fuerza como la que la
señora Weasley ponía en sus abrazos.
—Te felicito, amigo —le dijo en voz queda antes de apartar-
se—. Es que me han dejado muy sorprendido —se excusó antes de
girar hacia Draco y mirarlo con el ceño fruncido.
Draco le devolvió la mirada aceptando de manera silenciosa
el reto, luego de un instante Ron suspiró y extendió la mano.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Supongo que para algo tenía que servir tantas horas ence-
rrado en el laboratorio, si has logrado esto.
—Gracias —contestó Draco en el mismo tono impersonal.
—Y ya sabes que…
—Si les hago algo me matarás —recitó Draco de manera au-
tomática, era un discurso que Ron le había dado un par de veces en
el pasado.
—Exacto; no olvides lo de lenta y dolorosamente.
—Cierto —asintió Draco.
—¿No es genial lo bien que se llevan? —preguntó Hermio-
ne sarcásticamente hacia Harry, mientras hacía una mueca de des-
contento, Harry asintió en respuesta sabiendo que nunca entende-
ría la forma como Draco y Ron se toleraban.
—Entonces —dijo Draco con voz más aliviada—. ¿Brinda-
mos?

–|– 

La historia de Tamara Clarke

Era mil novecientos noventa y siete, y Jhon Clarke, su esposo


por más de cincuenta años, anunció que al fin había conseguido un
contacto en el bando que ganaría la guerra, estaba emocionado y fe-
liz, ¡incluso daba saltitos! pese a sus supuestos dolores de vejez.
«Ahora podremos hacer algo para que la sociedad mejore» había di-
cho entusiasmado mientras le comunicaba lo que pasaba a su esposa
y su único hijo.
Tamara sólo había apretado los labios y se había abstenido de
realizar cualquier comentario, debía analizar la situación de una
mejor manera, no a la ligera, eso era algo que ella siempre hacía,

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

pensar en todas las posibilidades de una situación, muchas veces si


era necesario, antes de siquiera dar una opinión.
Le tomó algo de tiempo formular una opinión respecto al
nuevo pasatiempo de su esposo, pasatiempo que su único hijo dis-
frutaba también.
Ella, al igual que su esposo y la familia de este, eran de sangre
pura —¡Merlín no permitiera lo contrario!— y había crecido con
ideas muy claras al respecto: los magos sangre pura habían heredado
su poder desde épocas milenarias, cuando Merlín caminaba por el
mundo lanzando hechizos para que las plantas crecieran y los ani-
males y bestias dejaran de estar enfermos, y los sangre muggle le
temían, luego, con el paso del tiempo, habían tenido que refugiarse
y esconderse de esos mismos sangre muggle, ya que crecían en nú-
mero, y en maldad además, puesto que se dice que obligaban a los
magos o brujas que capturaban a realizar hechizos y pociones para
bienestar de reinos u hombres acaudalados, eso llevó a que se creara
el estatuto de privacidad en el mundo mágico, todos se fueron ais-
lando hasta crear los poblados y comunidades mágicas; pero de
pronto, aquello había cambiado también, habían nacido brujas y
magos extrañamente de muggles (o de magos indiscretos que ha-
bían negado su paternidad) y estos habían tenido que ser incorpo-
rados a esa sociedad secreta, y desde entonces todo había ido mal, la
sociedad se iba corrompiendo, antes era mucho mejor, exclusivo,
ahora ni siquiera estaban seguros de que el secreto de la existencia
de ellos persistiera, o que los muggles no tuvieran algún plan ma-
quiavélico para apropiarse de sus poderes.
Había escuchado a esa mujer, Dolores Umbridge, que mu-
chos muggles habían encontrado la forma de robar la magia, de ha-
cer que magos y brujas compartieran sus poderes con ellos, y que
esa seguramente era la forma en que habían nacido los tan nombra-
dos hijos de muggles (ella, pese a todo era una dama, no podía ir di-

791
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

ciendo por allí sangres sucias, aunque por supuesto que manejaba el
término, y además había escuchado a su esposo y a su hijo bastantes
veces mencionarlo).
En ese entonces no encontraba tan dañino que esa gente tra-
tara de arreglar el mundo, e incluso estuvo complacida ayudando a
su esposo, recibiendo gente extraña en casa para que se quedaran a
pasar la noche y a tomar un plato de comida caliente, dándoles al-
gunas pociones para el resfriado o el dolor de golpes. No fue hasta
mil novecientos noventa y ocho, en que las cosas le parecieron ya
no tan atractivas, sobre todo cuando vio esa horrible marca en el
brazo de su hijo inflamarse, y a él retorciéndose de dolor mientras
decía que “El Lord” lo llamaba; su esposo no tenía esa marca, y nin-
guno de los que había cobijado tampoco, su hijo parecía feliz de
portarla, aunque afeara la bella piel de su brazo o le causara dolor.
Aquella vez se dijo que tal vez debía meditar un poco más sobre lo
que realmente estaban haciendo los hombres de su familia.
No fue hasta seis meses después, cuando en lugar de regresar
a casa, como cada amanecer, su esposo y su hijo, volvió sólo esté úl-
timo, herido de gravedad, había sangre por todos lados.
«Los de la Orden han atacado», explicó en medio de lamen-
tos su hijo, mientras la sangre ensuciaba el piso del salón, ese donde
había recibido a tantos compañeros de la causa. «No pude salvarlo a
él», continuó explicando su hijo en medio de accesos de tos. «Nun-
ca nos detenemos para rescatar a nadie, pero yo no podía dejarlo...»
Su hijo lloraba mientras ella lo sostenía en sus brazos, le contaba
cosas horribles acerca de matanzas, de gente siendo ajusticiada, le
dijo que tenía miedo, que tenía miedo de lo que pudiera encontrar
más allá, pasando la vida.
Cuando Tamara dejó el cuerpo sin vida de su hijo sobre el
piso, no necesitó mucho tiempo para decidir qué hacer. Era ancia-

792
LIBRO V|Familia
[8] Resultados

na, y las dos razones de su vida habían muerto, ¿qué le quedaba ya?
nada, absolutamente nada por que luchar o que defender.
Se puso su mejor túnica de salida a la calle, y su sombrero de
flores rosas, tomó su monedero con todo el oro que tenía en casa,
una foto de su familia, de lo que había sido su familia durante tan-
tos años, y la llave de su cámara en Gringotts, pensando que podría
necesitar ese oro en algún momento, cerró su casa y salió a la calle,
hacia el Ministerio de Magia, en busca de los aurores.
Tuvo la suerte de encontrar a un par de aurores bastante
amables, y les dijo todo lo que sabía, lo que había escuchado en las
cientos de reuniones de su esposo y su hijo, con los demás que se
denominaban mortífagos, dio nombres, fechas, tenía una buena
memoria, y supo aprovecharla. A cambio de su participación, los
aurores prometieron no mencionar el nombre de su hijo ni el de su
esposo como delincuentes o mortífagos, y dejarla a ella quedarse en
una pequeña pensión, para su sorpresa, muggle, pero no tenía mu-
cho más de donde escoger, después de todo.
Ellos se habían encargado de todo, y esa misma noche estaba
ya en una pequeña y acogedora habitación con vista a un verdoso
jardín, rodeada de mujeres vestidas de blanco que daban la impre-
sión de ser amables. Sus gastos estaban pagados hasta el final de sus
días, y aunque sabía que aún le quedaban sus buenos años por vivir,
se dejó jubilar y encerrar en ese sitio, ¿qué más podría hacer sin su
esposo e hijo al lado?
Un año después de que llegara a ese lugar, en donde ya tenía
una rutina establecida y había aprendido las costumbres muggles,
llegó uno de los aurores con los que había hablado tiempo atrás:
«¡La guerra ha terminado!», había clamado, aunque el otro auror, su
compañero, no había podido sobrevivir. «Potter lo ha hecho, ha ma-
tado a ya-sabe-quien», continuó el hombre, pero ella ya se sentía
demasiado vieja y cansada para intentar volver a casa, era feliz allí,

793
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tenía un lugar para ella solita, y sin embargo, podía ir a hablar con
las otras mujeres cuando quisiera, podía ver esa cosa llamada televi-
sión que emitía esas imágenes tan lindas… No, definitivamente
volver no era más una opción ni un deseo, no tenía ya familia ni
nadie que la esperara.
El auror había prometido que todo se mantendría en reserva,
muchos magos habían desaparecido durante la guerra, y otros tan-
tos habían sido capturados y condenados luego de ésta, no había
nada que temer; sin embargo, sus archivos seguirían manteniéndo-
se en privado, ya que gracias a ella y sus declaraciones habían podi-
do detener a un pequeño grupo de mortífagos.
Y así había sido la pequeña historia de su participación en la
última guerra.
Ahora Tamara estaba cómodamente sentada en su mecedora,
disfrutando que la tarde era lo suficientemente cálida para que sus
huesos no dolieran, y que el sol se estaba poniendo a lo lejos,
creando colores maravillosos en el cielo, cuando lo escuchó, un so-
nido poco habitual para una tarde de jueves.
Antes de girar a ver quién estaba en la puerta lo supo, lo ha-
bía sabido desde mucho tiempo atrás, desde que se había recluido
allí, los malos siempre se vengan, eso era lo que ella creía y esta situa-
ción no sería la diferencia.
No gritó, aceptó con dignidad el castigo, dos hombres la to-
maron de los brazos mientras un tercero se acercaba a ella con una
jeringa, era curioso que ya no cubrieran sus rostros, o que ya no
usasen magia. El líquido entró como un ardiente suero por sus ve-
nas y le enfrío poco a poco la piel, no les dio miradas resentidas ni
de miedo, simplemente se dejó acomodar en la mecedora nueva-
mente, escuchó una voz de hombre: «traidora»; curioso que fuera a
ser lo último que escuchara mientras el cielo seguía cambiando de

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LIBRO V|Familia
[8] Resultados

color, a uno cada vez más oscuro, y sus ojos se le iban cerrando po-
co a poco hasta que… simplemente todo acabó.

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

9
Lazos de Amistad y Familia

Trust i seek and I find in you // every day for us something new
open mind for a different view // and nothing else matters
Canción: Nothing Else Matters 11
Metallica, banda de heavy metal estadounidense

Inglaterra, enero de 2006

M
ientras Draco y Harry aprendían todo lo que po-
dían acerca de partos y cuidados de niños, la co-
munidad mágica se encontraba en medio de otra
gran agitación, la que provocaba las primeras uniones mágicas y le-
gales reconocidas por el Ministerio como matrimonios de parejas
del mismo sexo.
Y no, no fueron Aarón y Boris los primeros en unirse, como
creían muchos que sería, se organizó, por idea de Ethan y Hermio-
ne, en el Ministerio, un módulo especial donde cientos de parejas
acudían diariamente a obtener información acerca de los procedi-
mientos para poder unirse, y a la semana de promulgada la ley, ya se
contaban los primeros matrimonios; la prensa escribía sobre ese

11
Nada más importa: Busco confianza y la encuentro en ti // todos los días algo nuevo para nosotros
// mente abierta para una mirada diferente // y nada más importa…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

asunto casi todos los días, contabilizando la cantidad de bodas dia-


rias y lo asombrados que estaban de tal recibimiento, y lo bueno fue
que gracias a eso dejaron de hablar y especular sobre Harry y Draco
y su posible unión o su prolongada ausencia de la vista pública.
Y ellos estaban más que contentos de dejar de ser el centro
de atención por el momento, puesto que ambos estaban ahora em-
barcados en una nueva y, por qué negarlo, algunas veces aterradora,
aventura: la de ser papás.
Harry se encontraba en la mecedora, con un libro sobre el
pecho, observando el jardín y la forma como la suave aguanieve
caía, empapando el pasto y los árboles, el cielo estaba nebuloso, se-
guramente que la temporada de nieve todavía tardaría en marchar-
se.
Se balanceó suavemente en la mecedora un poco más, la ha-
bían instalado en la habitación de los niños, o mejor dicho en las
dos habitaciones que habían convertido en una sola para que pudie-
ran compartirla los niños hasta el momento en que tuvieran que di-
vidirla nuevamente para que cada uno durmiera solo. Si es que eso
era lo que ellos querían, pues Harry estaba leyendo libros acerca del
cuidado de gemelos, y había descubierto que había muchas posibi-
lidades de que ellos no quisieran dormir separados hasta por lo me-
nos la adolescencia.
Apretó un poco más fuerte el libro que estaba leyendo —
acerca de las enfermedades comunes en los niños— contra el pecho
mientras luchaba con las ganas de dormir. Últimamente lo único
que sabía hacer era dormir, y aunque sabía que podía hacerlo y que
era correcto hacerlo, se sentía extraño, siendo una persona tan acti-
va, poder tomar siestas de cinco o seis horas. Por lo general trataba
de mantenerse ocupado, aunque fuera leyendo para no sentirse al-
go… frustrado podría ser la palabra, por su falta total de movimien-
to.

797
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

Un pequeño ruido en la entrada lo hizo sobresaltarse y apar-


tar el sueño, que casi había ganado la partida. Con un poco de es-
fuerzo se puso en pie, dejó el libro a un lado, en una de las mesitas
de noche, y caminó con los pasos más rápidos que pudo hacia el pa-
sillo, para poder bajar hasta el primer piso.
Sus pasos no fueron lo suficientemente rápidos, puesto que
cuando ya estaba llegando al inicio de las escaleras, la mata de cabe-
llo pelirrojo de la señora Weasley asomó.
—Harry, cariño, debes estar descansando, no caminando por
la casa —le reprochó.
—Hola, señora Weasley —saludó Harry con una sonrisa, ob-
viando comentarle que estaba descansando realmente cuando ella
apareció.
—Vamos, mejor será que te sientes en algún lado… Draco
dice que no debes hacer muchos esfuerzos.
—Ah —suspiró Harry mientras se dejaba guiar por la señora
Weasley hacia la sala de estar—. Draco dice… quién diría que algu-
na vez todos ustedes le harían caso, además que es un sobreprotec-
tor que cree que si tan sólo nos da la brisa, nos va pasar algo.
La señora Weasley soltó una pequeña carcajada mientras ha-
cía que Harry se acomodara en uno de los sillones frente a la chi-
menea.
—Te entiendo, está preocupado, eso es todo, no le agrada te-
ner que dejarte solo por tanto tiempo.
—Lo sé, pero no es tanto tiempo y no estoy solo —respondió
Harry. Draco había tenido que salir de viaje con Gael, pero el viaje
sólo duraría un día y medio, a la segunda noche, Draco había pro-
metido volver. Harry sabía que Draco no quería irse, que si no fue-
ra porque era estrictamente necesario e impostergable, no lo hubie-
ra dejado solo, y no se lo reprochaba, pero, ya le parecía raro que no
hubiera mandado todo un equipo a cuidarlo. Al parecer había en-

798
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

viado a la señora Weasley—. Winky está atenta cada vez que la llamo
—explicó Harry arropándose con una colcha que la señora Weasley
le había puesto encima, definitivamente el sueño estaba volviendo.
—Sí, lo sé, pero de todas maneras, es mejor que esté aquí
hasta que Draco vuelva.
—Ah…
Un pequeño crac anunció la llegada de la elfina, que lucia un
delantal de color anaranjado, era el que ella misma había escogido.
—Buenos días señora Weasley, ¿desea que Winky le traiga al-
go?
—Ah… Hola winky —Harry entreabrió los ojos, sabía que la
señora Weasley, pese a haber conocido a Dobby, no estaba acostum-
brada a tratar con elfos, y menos con elfos libres a los cuales se les
pagara un salario (Harry estaba seguro que con eso Draco se había
ganado a Hermione indefectiblemente)—, creo que por el momen-
to nada —respondió negando con la cabeza y sonriendo amable-
mente.
—Winky —llamó Harry a pesar del sueño—, la señora Weas-
ley se quedará a cenar, prepara un sitio para ella y nos avisas cuando
sea la hora.
—Por supuesto señor, Winky preparará la cena —la elfina hi-
zo un asentimiento con la cabeza y luego desapareció de la misma
manera en que apareció.
Harry trató de seguirle la corriente a la conversación de la
señora Weasley, algo acerca de cómo manejar a varios niños a la vez,
pero realmente, pese a sólo pasar de las tres de la tarde, se sentía
agotado, y los ojos se le cerraron poco a poco hasta que se quedó
completamente dormido.
La señora Weasley sonrió de manera cariñosa y pasó los de-
dos entre los cabellos de Harry, ordenándolos un poco, ahora que lo
llevaba más largo era más fácil hacerlo, aunque nunca quedaba

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

completamente ordenado. Lo arropó un poco más con la colcha y le


dio un beso en la frente antes de retornar al sofá y sacar una revista.
Quién le hubiera dicho que alguna vez estaría cuidando de Harry,
embarazado de gemelos, y más aún, porque Draco se lo había ido a
pedir a casa… Definitivamente la vida daba tantas vueltas que una a veces
terminaba mareada, pensó, y luego le dio una mirada más a Harry,
mareada pero feliz, concluyó con una sonrisa antes de ponerse a
leer la revista de tejidos y buscando qué más tejerle a esos niñitos
que pronto nacerían.

–|– 

Draco odiaba Bulgaria, sobre todo porque estaba más frío


que Inglaterra, y más aún porque estaba lejos de casa y de su fami-
lia. Gruñó sin ningún tipo de pudor mientras bebía el café caliente
que habían comprado saliendo del hotel, antes de subir a la limusi-
na que los transportaría al primer día de negociaciones, y aunque
Draco sabía que era un negocio muy importante, el segundo más
importante que habían tenido desde que había iniciado con la fábri-
ca, el estar lejos de Harry y sus bebés no era algo que valiera ni por
todo el oro del mundo, así que, tal como le había advertido a Gael
antes de partir, si al día siguiente al atardecer el acuerdo no estaba
resuelto, le importaba muy poco, él regresaría a casa con Harry.
—¿Te hace extrañar casa, no? Al menos allí ya pasamos la
parte más fría —comentó Gael con una vaso de café en la mano en-
guantada mientras entraba al vehículo y se sentaba junto a Draco,
que sólo negó con la cabeza y continuó bebiendo, mirando hacia las
nevadas calles.
—En realidad ya pasamos la época de más frío —comentó el
chofer girando para verlos, era un hombre mayor, pero bastante
amable, o eso intuían en el poco tiempo que habían hablado con él,

800
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cuando los había ido a recoger a la sala de transportes mágicos—, en


diciembre tuvimos temperaturas mucho más bajas —explicó en su
inglés bastante forzado y gutural, el tono de hablar le hacía recordar
al que usaba el padre de Yarik, aunque solamente el tono, porque las
palabras parecían más duras y agresivas en el padre de Yarik.
—Es una suerte no haber venido en esa época —comentó
Draco entonces, y el hombre sonrió y asintió.
—Bien, en marcha entonces —anunció mientras empezaba a
avanzar por la amplia avenida, se encontraban en uno de los hoteles
mágicos más caros de Kustendil, donde quedaba ubicada la sede de
la corporación Kabaivanska, una de las corporaciones más antiguas,
y por supuesto ricas de Europa, y del mundo. Estaban planteando la
posibilidad de crear una franquicia de La Fábrica de Pociones en
Lovech, y el trato, no podía negarlo Draco, era bastante interesante.
Realmente esperaba cerrarlo en ese día y medio.
—En cuanto regresemos a casa me quedaré una semana jun-
to a la chimenea —comentó Gael luego de un momento—; real-
mente esto es demasiado frío para mí.
—Oh, vamos, en diciembre también tuvimos heladas —re-
prochó Draco haciendo desaparecer su vaso vacío de café y sacando
del maletín una gruesa carpeta.
—Ya… pero entonces estaba preparado mentalmente para
eso, en cambio ahora, en casa sólo está lloviendo, y eso que tal vez
ni siquiera esté lloviendo, y nosotros estamos congelándonos aquí,
por más café caliente que tomemos y abrigos que nos pongamos,
sin contar de todos los peligros que representan las heladas y la nie-
ve, y que decir del hielo que…
—¡Oh, por Merlín! —interrumpió impaciente Draco—.
¿Cómo es que Mikel aguanta tantos lloriqueos tuyos?
Gael abrió la boca y luego la cerró, repentinamente se giró
hacia la ventana y se quedó en silencio, cosa que Draco jamás, jamás

801
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

de los jamases, había conseguido. Arqueó una ceja algo confundido


y luego guardó la carpeta nuevamente en el maletín, antes de poner
una mano en el hombro de Gael.
—Hey… —le llamó, Gael no se giró y Draco se preocupó
aún más, conocía a Gael de años y él nunca se ofendía, por nada,
¿esta vez había llegado al límite?, ¿o verdaderamente estaba pasán-
dole algo malo?—. Lo siento… no lo dije en serio.
—Claro, seguro —bufó Gael, Draco lo sintió encogerse de
hombros y pasar una mano por su rostro, antes de girar con una
sonrisa que lo dejó desconcertado—. Como sea, tengo frío y espero
que terminemos con esto pronto, no me apetece quedarme más
tiempo aquí.
—Ajá… yo también extraño estar en casa —respondió Dra-
co, no muy conforme con la actitud de Gael, algo estaba pasando
allí, pero su amigo no había tenido la confianza de contárselo…
tendría que esperar a ver qué era aquello, o al menos a tener un po-
co más de tiempo para sonsacarle qué era lo que le ocurría.
—Llegaremos en cinco minutos —informó el chofer, y Dra-
co asintió mientras Gael agradecía en el precario búlgaro que Draco
le había enseñado, ambos cambiando sus rostros a unos más serios
y firmes, listos para cerrar el trato.

–|– 

Harry debió suponer que Draco no sólo le había informado a


la señora Weasley de su viaje, puesto que al atardecer, cuando des-
pertó para la cena, encontró que Ron, Hermione, el pequeño Jules
y Andrómeda y Teddy estaban también en casa, listos para cenar.
La pequeña cena transcurrió entre más pláticas acerca de los
niños, su cuidado, recomendaciones de todo tipo para todo tipo de

802
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

situaciones, lo que hacía que Harry se pusiera más y más nervioso


con respecto al cuidado de sus dos pequeños o pequeñas.
Tras una segunda y tercera prueba, ambas criaturas habían
decidido que era divertido dejar a sus padres con las ansias de saber
qué eran, así que tendrían que esperar a que nacieran para terminar
de decorar la habitación y las cunas, pues la ropa que ellos habían
comprado, así como las que les habían regalado, era en colores
blancos, verdes y amarillos, también habían unas cuantas cosas rojas
que Draco se negaba en redondo a ponerle a sus recién nacidos.
Harry reía mucho de eso, y en el fondo sabía que al final tendrían
que ponerles todo lo que tuvieran a mano, por el clima y por la apa-
rente y recién explicada cantidad de ropa que ensuciaban los niños
pequeños.
—Me encontré a Mikel el otro día —comentó Ron de pron-
to, mientras tomaban ya el té en la sala de estar, Harry había retor-
nado, con algo de esfuerzo, a la mecedora junto a la chimenea,
mientras se arrullaba por las conversaciones de sus amigos y la sua-
ve lluvia que seguía cayendo en el exterior.
—¿En serio? —preguntó adormilado y no muy interesado
Harry.
—Sí, y algo curioso pasó además —continuó Ron—. Estaba
comprando unas cosas para la cena… dijo que lo habían cambiado
permanentemente al horario de la noche en emergencias y que por
eso ahora dormía en las mañanas, y recién salía en las tardes a hacer
las compras.
—¿Gael no lo ayudaba con eso?
—Eso es lo extraño, Harry —explicó Ron—, le pregunté lo
mismo y solamente se encogió de hombros y se apresuró a despe-
dirse, parecía realmente incómodo por la pregunta, y es más, ya sa-
bes que no soy muy experto en eso de andar leyendo emociones en
la gente —Hermione bufó suavemente mientras arrullaba a Jules,

803
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

que ya estaba quedándose dormido, aunque Ron no replicó nada


hacia ella, sino que continuó con su relato—, pero me parece que él
ya no estaba viviendo con Gael, o por lo menos, que están teniendo
problemas… Pensé que tú sabrías algo al respecto, ya sabes como
Draco es tan amigo de Gael y eso…
—No —Harry dio un bostezo y la señora Weasley se puso en
pie.
—Ya es hora de ir a la cama —reprochó con los brazos en ja-
rra.
—Oh, vamos, son las ocho y media —suspiró Harry, no cre-
yendo que tuviera sueño de nuevo, ¿es qué acaso se pasaría el resto
del embarazo durmiendo?
—Es normal que tengas sueño —comentó Andrómeda.
—Cierto —apoyó Hermione—, recuerdo haberme quedado
dormida en el escritorio de la oficina demasiadas veces, al menos te
puedes quedar en casa y descansar.
—Ya parezco un oso en hibernación —se quejó Harry, no só-
lo refiriéndose a la cantidad de sueño, sino también a lo enorme
que estaba, aunque Zettie decía que era el peso ideal para el tiempo
de embarazo que llevaba.
—Aprovecha de dormir ahora, sé porque te lo digo.
—Sí, Harry, Hermione tiene razón —apoyó Ron dándole
una mirada a su pequeño que ya dormía plácidamente—, luego no
podrán, supongo que será peor con dos niños.
—Oh, sí —suspiró la señora Weasley aún de pie delante de
Harry—, cuidar gemelos es todo un reto, es mucho más cansado,
cuando George y Fred eran niños no podía tener ni un solo minuto
de calma, en cuanto uno se calmaba el otro empezaba a llorar… —
sus ojos perdieron el brillo durante un instante antes de negar con
la cabeza y acercarse a Harry un poco más.
—Es hora de dormir, cariño —informó.

804
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—De acuerdo —respondió vencido Harry, no le gustaba que


la señora Weasley se pusiera triste, y lo cierto era que no creía poder
mantenerse despierto mucho más tiempo.
—Que descansen —dijeron todos a la vez, despidiéndose de
Harry y de sus pequeños.
—Eso espero, estos traviesos, o traviesas, disfrutan con des-
pertar por la noche y empezar a moverse por todos lados —co-
mentó Harry con una sonrisa, por más que fuera así, que no lo de-
jaran dormir en la noche, tanto él como Draco disfrutaban de ese
momento, de tocar el vientre y seguir los golpecitos que ambos ni-
ños daban por todos lados.
—Ah, sí… pero ya falta poco —consoló Andrómeda, Teddy
estaba recostado sobre otro de los sillones durmiendo, cubierto por
una manta. La mujer le dio una mirada cariñosa al niño y luego
sonrió—; Teddy está impaciente de poder volver a jugar contigo,
dice que Draco le divierte, pero que sería más divertido jugar con
los dos, o los cuatro, cree que tus bebés nacerán sabiendo jugar al
quidditch.
—En realidad podremos armar todo un equipo —comentó
Ron—, ya saben, sus dos niños, Jules, Teddy, Fred, el hijo de Geor-
ge; Victoire y… —arrugó la nariz ligeramente, y luego agitó una
mano quitándole importancia al asunto—, ya veremos quién más se
anima a tener niños…
—Pero si son muy pequeños, no pueden volar en escobas
hasta por lo menos los doce años, sería peligroso que lo hiciesen an-
tes —reprochó Hermione con cierto horror en la voz, Harry y Ron
intercambiaron una mirada divertida mientras la señora Weasley y
Andrómeda le daban la razón a la chica.
—Como sea, si no subo ahora, me dormiré sobre las escale-
ras —informó Harry finalmente caminando hasta el pasillo, en un
último momento volteó a ver a Ron—. ¿Y Mikel se veía bien?

805
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—Nah… por eso te digo que aunque no soy experto en el


tema, me pareció que algo le pasaba, estaba… no sé cómo explicar-
lo, pero no se le veía bien.
—Oh… le diré a Draco de todas formas, aunque tal vez sólo
sean errores tuyos, ellos siempre se ven felices juntos.
Ron sólo se encogió de hombros y Harry se fue caminando,
acompañado por la señora Weasley hasta su habitación para poder
meterse en la cama y dormir al fin.

–|– 

—Marly ha escrito —informó Draco, refiriéndose a la señora


que trabajaba como su asistente personal durante varios meses ya, la
habían contratado porque sabían que el trabajo era demasiado, y
que necesitaban desesperadamente ayuda, y habían sido muy acer-
tados en hacerlo, puesto que les servía de mucho apoyo.
—Ah… ¿sí? —preguntó Gael sin levantar la vista.
—Dice que Zubizarrieta & Asociados desea tener una reu-
nión lo más pronto posible con nosotros porque tienen unas nuevas
ideas que compartir —siguió informando Draco, ambos estaban en
la mesa del restaurante del Hotel, tras las reuniones y negociaciones
que habían durado todo el día, disfrutando de una tranquila y repa-
radora cena.
Gael siguió mirando su plato desinteresadamente y sin pres-
tarle la mínima atención, durante las reuniones, su amigo se había
comportado de manera muy adecuada, sin embargo, durante el
tiempo que pasaban solos, cuando no estaban rodeados de potencia-
les socios, parecía distraído y hasta deprimido. Draco nunca hubiera
creído que Gael pudiera ser de aquellos que se deprimían, no con
su carácter, pero era lo que su amigo reflejaba. Había estado durante
las últimas semanas demasiado atareado entre la fábrica y los nego-

806
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cios de Harry como para pasar mucho tiempo con él, pero, ahora
que tenían la oportunidad de compartir tiempo a solas gracias al
viaje, recién notaba esos cambios en el chico.
—Y también ha dicho que Tyrone ha decidido contratar unos
simios para empacar las pociones, dice que cobran menos que los
magos —agregó. Gael levantó la vista con el ceño fruncido.
—¿Qué?
Draco arqueó una ceja y Gael soltó una pequeña carcajada.
—Ya, estuvo gracioso.
—¿Qué es lo que pasa?
—Nada —contestó Gael mientras le daba un sorbo más a su
copa de vino—, solamente estoy cansado, eso es todo.
—Pareces distraído, ¿seguro que todo anda bien?
—Sí, de maravilla, más aún con esta firma de contrato, este-
remos hasta el cuello de trabajo, pero está bien, es decir, seguimos
avanzando, ¿no?
—Sí, pero me refiero… ¿Mikel y tú se han peleado?
Gael negó con la cabeza y terminó su copa de un trago.
—Me iré a dormir, estoy agotado.
—Pero… —intentó detenerlo Draco cuando Gael ya se po-
nía en pie.
—Mañana veremos lo de Marly, ¿sí? Ahora no creo poder
prestar atención, tengo sueño.
—Bueno… —contestó Draco, no muy convencido antes de
llamar al mozo para pagar la cuenta, Gael ya se iba sin él a su habita-
ción, y no intentó detenerlo ni pedirle que lo esperara, puesto que
al parecer, sí tenía mucha prisa.

–|– 

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—A que no saben a quién me he encontrado el otro día —


comentó Matilda Benford desde un extremo de la mesa donde todo
el grupo desayunaba.
—¿Un traidor? —preguntó Leyla Browning, dejando la taza
de té sobre la mesa.
—No… fue en las afueras de Hogsmade, ¿no sé si les suena
el nombre de Theodore Nott?
—Por supuesto —respondió Dan Browning, hermano de
Leyla—, es el hijo de Nott, obviamente, el vejete idiota ese que casi
hace que nos maten en una de las misiones.
Se refería a una misión en la que habían participado Leyla y
él, y en donde habían sido abandonados por Nott padre, se habían
salvado por los pelos de ser capturados, y habían salido gravemente
heridos para luego ser severamente castigados por haber sido casi
atrapados.
—Bien, pues creo que al chico no le va nada bien, al parecer
al salir de la escuela dilapidó lo poco que su padre pudo salvar, y
ahora no tiene nada de oro, anda siempre borracho, la semana pasa-
da fue echado de Cabeza de Puerco porque no tenía más oro para
pagar la cuenta.
—¿En serio? —preguntó esta vez Darío Wren con mucho in-
terés.
—Ajá. El niño ha caído en desgracia, hasta donde pude escu-
char ese día, no ha podido mantener un trabajo aceptable desde que
salió de la escuela, al parecer pretendía mantener el mismo estatus
que cuando estaba su padre libre, y está tocando fondo.
—¿Y habrá alguien que note su ausencia en caso que desapa-
reciera? —preguntó Dan con una mirada maliciosa.
—Tengo que investigarlo… tendríamos que hacerlo con cui-
dado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Claro, Matilda, pero podríamos hacerlo… él no es un trai-


dor, pero es obvio que la ineptitud de su padre también contribuyó
con la derrota del Lord; además, él ha tenido la oportunidad que
nosotros no, y miren cómo la desaprovecha.
—Sí, eso es obvio… —afirmó Leyla con la misma sonrisa
vengativa que tenían ahora los demás compañeros de la mesa.
—Y sería más fácil seguirlo a él ahora, por lo menos hasta
que Desai nos de otra pista que seguir —opinó Dan.
—Bien… veamos qué conseguimos del niño mimado y en-
greído ese entonces —concluyó Wren.

–|– 

—Gael, ¿no crees que es muy tarde para salir? Está helando
—se quejó Draco metiendo las manos en los bolsillos del grueso
abrigo verde que llevaba puesto, la nieve caía muy lentamente y el
piso estaba cubierto de ella, podía sentir cómo las bastas del panta-
lón y el abrigo se iban mojando conforme avanzaban. Y eso que so-
lamente habían caminado por un par de calles.
—Vamos, Draco. ¿Por qué siempre tienes que ser tan aburri-
do? El del hotel ha dicho que sólo eran cuatro calles, ya casi llega-
mos.
—Yo, definitivamente no soy aburrido, simplemente soy ra-
zonable; e ir caminando cuatro calles en una ciudad que no conoz-
co, en medio de lo que puede ser una tormenta de nieve, simple-
mente porque dijiste que necesitabas algo de aire, no es razonable.
—Pues nadie te obliga a venir, date la vuelta y vuelve al hotel
si quieres, no te estoy obligando a seguirme, después de todo, no
siempre tienes que andar conmigo para todos lados —replicó Gael
con la voz apretada y acelerando el paso—. Anda. ¡Vuelve al hotel!
—empezó a gritar para desconcierto de Draco—. ¡Yo puedo ir solo!

809
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—Pero… —otra vez Draco quedó perturbado ante el com-


portamiento de Gael; había aparecido un poco antes en la puerta de
su habitación, después de haber dicho que estaba demasiado cansa-
do, para luego proponer ir a tomar una bebida a un bar que le ha-
bían recomendado. Draco había reído de lo tonto de su sugerencia,
había un bar en el hotel, si quería tomar algo podían hacerlo allí, o
en una de sus habitaciones incluso, pero el salir a enfrentar la nieve
por una bebida le parecía irrisorio. Gael se había encaprichado con
ello, y finalmente había declarado que iría solo si era que Draco no
lo quería acompañar. Draco había tomado su abrigo y bufanda a la
ligera, y lo había seguido, aunque sin dejar de protestar por lo ex-
traño que le parecía todo aquello. Gael tenía algo, algún problema
grave, y no parecía dispuesto a compartirlo. Suspiró cansado y se
apresuró a alcanzar a Gael y tomarlo de un brazo.
—De acuerdo, voy contigo —le dijo ante la mirada interro-
gante de Gael, que sólo asintió y se pegó un poco más a él.
Ambos continuaron caminando la calle y media que faltaba
en silencio, Draco había pasado su brazo sobre el hombro de Gael,
y este se había recostado contra él, hasta que llegaron a lo que al pa-
recer era la puerta de madera de un bar abandonado. Aunque, por
lo que les había dicho el botón del hotel, sabían que solamente te-
nían que pasar la varita sobre la madera de la forma adecuada para
que se abriera y los dejara pasar.
En cuanto la puerta se abrió, Draco agradeció que el lugar es-
tuviera tan cálido, aunque no muy iluminado. Gael y él se quitaron
los abrigos mientras un apuesto chico de cabellos oscuros les salu-
daba en búlgaro y les señalaba una mesa del fondo. Draco era
bueno con los idiomas, con la mayoría de ellos, pero el búlgaro era
algo que siempre parecía no sonarle correcto, aún así, en un primi-
tivo búlgaro agradeció el saludo y pidió una copa de whisky para él
y para Gael.

810
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Qué le has pedido? —preguntó Gael sacando una cajetilla


de uno de sus bolsillos, inmediatamente un cenicero redondo y
transparente apareció en su mesa, junto con una pequeña cajita de
fósforos que Gael usó para encender el cigarro.
Draco, luego de que Gael encendiera el cigarro, jugueteó con
la cajita de fósforos mientras miraba alrededor, se le apetecía fumar
un cigarrillo, por el lugar donde se encontraban, pero desde que
Harry había salido embarazado no lo había hecho, porque Harry
decía que no le gustaba el olor, aunque en realidad, pensaba Draco,
era porque él ya no podía hacerlo hasta que sus niños naciesen, o
algún tiempo después, así que, haciendo causa común con él, había
dejado de fumar también.
—Hasta mañana por la tarde creo que dejarás de oler a ciga-
rro —le dijo Gael mirándolo fijamente, Draco no se había percata-
do de que el chico lo mirara así.
—Lo sé, no es eso lo que pensaba en realidad —comentó
mientras sacaba un cigarro del paquete que había dejado Gael sobre
la mesa y miraba alrededor, dándose cuenta al fin—. Este es un lu-
gar gay.
—Sí, así es —afirmó Gael mientras un chico bastante joven,
de cabellos castaños y mirada afable, pasaba sonriente frente a su
mesa.
—¿Por qué hemos venido aquí? —preguntó Draco, mirando
de mala manera al chico que le sonreía demasiado a Gael, y a Gael,
que de alguna manera contestaba a la sonrisa.
—No lo sé, honestamente —confesó Gael. Una copa de
whisky de fuego apareció delante de cada uno con un ligero plop, a
la vez que una pequeña bandejita con un pergamino que indicaba el
valor de las bebidas, flotaba sobre el cenicero. Draco hizo la inten-
sión de sacar el oro de su bolsillo, pero Gael le ganó y depositó un

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

par de monedas plateadas. Inmediatamente después la bandejita con


dinero desapareció y ellos pudieron beber de sus copas.
—¿No sabes por qué hemos cruzado la calle, con el frío que
tú mismo declaraste esta mañana, era insoportable?
—Supongo que… necesito salir y ver cosas, pensé que era
buena idea. Además tú y yo ya nunca hablamos de nada que no sea
trabajo —reprochó Gael—, la vida nos está absorbiendo tanto, que
no hacemos más que trabajar y nada más.
—Tú te diviertes —replicó Draco un poco más relajado, ese
tipo de crisis de «oh, qué demonios estoy haciendo con mi vida» ya
las conocía, la había visto en Harry, la había sentido él en algún
momento, era lógico que pasara, Gael tenía razón, pasaban a veces
meses enteros trabajando por fórmulas y pedidos, sin hacer más que
eso e ir a casa. Era comprensible.
—Nah…
—Sí, claro que lo haces —continuó Draco elevando su vaso
para brindar con Gael y luego darle un sorbo a su bebida—, no que
me esté quejando, pero, Mikel y tú andan de fiesta cada que pue-
den, pueden ir a hacer lo que les plazca en el momento que quie-
ran, como hace unas semanas, que se fueron de viaje a las monta-
ñas, incluso faltaste al trabajo por eso, ¿te acuerdas?
Gael hizo un gesto extraño, pero asintió de todas formas.
—¿Ves? Si la pasas bien, no debes ponerte a pensar en que
solamente trabajas y ya, también tienes otras cosas.
—Pero tú y yo casi nunca hablamos ya.
—Estamos hablando justo en este momento —le recordó
Draco con una sonrisa amable—, y puedo escucharte siempre que
quieras; no tenemos que cruzar cuatro calles cubiertas con veinte
centímetros de nieve para que me digas lo que quieras decirme.
Gael abrió la boca para decir algo, o eso le pareció a Draco,
pero luego la cerró y le dio una calada más al cigarro, cerrando los

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

ojos y meciéndose suavemente por la música que sonaba de fondo.


Draco no podía reconocer la canción, pero la tonada era un tanto
pegajosa.
—Y si tienes un problema… —continuó Draco ante el silen-
cio de Gael—, ya sabes, cualquier cosa mala que pueda estar pasan-
do… ¿tus padres están bien?
—De maravilla, creo que iré a verlos estas pascuas —con-
testó Gael, parecía aún demasiado extraño y Draco se sintió mal
porque antes era capaz de leer fácilmente en su expresión lo que le
pasaba a su amigo, así como Gael era capaz de leer lo que le pasaba a
él, pero ahora parecían tan lejanos el uno del otro.
—Genial… ¿piensas ir con Mikel?
—No lo creo, él acostumbra estar con su familia en esa época
y… —Gael se detuvo en el momento en que el chico de cabellos
castaños pasaba nuevamente por su mesa, su mirada era mucho más
predadora que antes, y Draco se quedó asombrado ante la sonrisa
con que Gael correspondió al gesto—, como sea, aún ni siquiera es-
toy seguro si iré a verlos después de todo —completó Gael girándo-
se hacia Draco, que tenía una ceja levantada en señal de pregunta.
—¿Qué? —preguntó Gael ante el silencio de Draco.
—¿No te parece incorrecto estar coqueteando con alguien
cuando Mikel te espera en casa?
—No, no me lo parece —negó con la cabeza Gael mientras
le daba el último trago a su bebida, dudó un instante más antes de
continuar hablando—, porque estoy solamente mirando, me agrada
saber que a algunos les puedo parecer atractivo, no hay nada incri-
minatorio en el acto de mirar.
—No seas bobo —respondió Draco mientras que una mano
alcanzaba la de Gael sobre la mesa y la apretaba suavemente—, por
supuesto que eres atractivo, eso lo sabes por demás.

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—Gracias… sólo digo que es vigorizante saberlo, como ese


chico, el asistente de Cort, de Bixintxo & Asociados, siempre anda
alrededor de ti, sonriendo y esperando que al menos lo mires un
poco.
—Ah, sí —Draco recordaba al chico, era guapo, no lo podía
negar, y tampoco que le hacía bien al ego saber que le gustaba a ese
muchacho, pero aún así, nunca le había correspondido siquiera con
una sonrisa, le parecía deshonesto y traidor hacerlo—, pero aún
así…
—Ya… —Gael levantó su copa y pidió un par de bebidas
más—, no te enfades, en todo caso, no he hecho nada malo, y Mi-
kel tampoco se enfadará por esto.
—No me enfado, sólo me sorprendió —replicó Draco, ga-
nándole esta vez la mano a Gael y pagando la cuenta.
—Olvídalo —suspiró Gael levantando el vaso hacia Draco en
forma de brindis—, mejor cuéntame si ya encontraron nombres pa-
ra los niños.
Los ojos de Draco brillaron de la manera que sabía que bri-
llarían mientras se enfrascaba en un monólogo sobre el porqué de
cada posible nombre, y lo feliz que estaba de que ya quedara poco
tiempo para que estos nacieran. Gael lo escuchó pacientemente, en
silencio y con una sonrisa en el rostro.

–|– 

Cuando se despertó ya era pasadas las once de la mañana, o


eso marcaba el reloj sobre la mesa, junto a la foto de Draco y él, el
primer día que trajeron las cosas a la casa, era muy chistosa, pues
ambos estaban algo desarreglados, abrazados y sentados sobre los
escalones delanteros, alrededor habían algunas cajas, y hasta un pe-
queño sillón que usarían para uno de los estudios, todo se veía su-

814
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

mamente desordenado alrededor de ellos; Draco había insistido en


tenerla, y Harry recordó con una sonrisa lo mucho que se habían
divertido acomodando todo en casa aquel día.
Se estiró lo más posible, y se sentó con lentitud, acariciando
su barriga como cada mañana.
—Buenos días allí dentro —saludó—, papá Draco sigue de
viaje, pero hoy en la tarde debe volver, ya lo escucharán, seguro que
él ya les extraña bastante.
Caminó con pasos lentos hacia el baño, y antes de entrar es-
cuchó el sonido de Winky apareciendo.
—Buenos días, señor —saludó la elfina inclinándose hacia
adelante.
—Hola, Winky.
—El señor Lucka y el señor Ethan están abajo, esperándolo
desde hace media hora, pero, de acuerdo a lo que ordenó el señor
Malfoy, les he hecho esperar y no lo he despertado, pero ya que ha
despertado tenía que informarle, señor.
—Oh… no hubieras hecho eso, me hubieras despertado —
contestó Harry, regresando a la habitación y buscando una sudadera
más que ponerse encima para poder bajar a ver a sus amigos.
—Winky se ha equivocado —empezó a lloriquear la elfina,
Harry, ya acostumbrado a sus ataques de llanto, simplemente negó
con la cabeza.
—No, Winky, no lo has hecho, sólo fue un comentario, va-
mos, sírveles algo de tomar y para mí un poco de jugo de naranja.
—Inmediatamente, señor —respondió la elfina, parecía más
calmada cuando desapareció.
Harry bajó las escaleras con la misma lentitud con que hacía
todo últimamente, sus amigos, no sólo Lucka y Ethan, sino casi to-
dos los demás, ya sabían de su embarazo, no todos parecían de
acuerdo con la idea, como Noah, por ejemplo, que pensaba que es-

815
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

taban completamente locos, pero la mayoría parecían asombrados e


impacientes por que al fin los niños nacieran. Draco y él habían
comentado en más de una ocasión que había cierto brillo en los
ojos de sus amigos cuando hablaban de los bebés.
—Allí estás —dijo Lucka, poniéndose de pie con una sonrisa
y una caja entre las manos. Harry no recordaba ya cuantos regalos le
había traído Lucka, junto a Ethan, a sus bebés.
—Hola chicos… ¿esperaron mucho?
—No, no hay problemas, tenemos el día libre —saludó E-
than, acercándose a él y estrechándole la mano, su mirada, como
cada vez que iban a visitarlo, se detuvo en su ya imposible de ocul-
tar, vientre—. Cada día más grandes, ¿eh?
—Ni lo menciones —resopló Harry, sentándose junto a ellos
en el amplio sofá, Winky apareció inmediatamente con una bandeja
con cafés calientes para Lucka y Ethan, y jugo de naranja para Ha-
rry, y unas cuantas pastas para compartir, aunque Harry no estaba
particularmente hambriento esa mañana.
—Te he traído algo —informó Lucka, dejando su taza en la
mesa de centro delante de ellos y levantando el paquete envuelto
con papeles de colores.
—Gracias, pero no tienes que traer algo siempre que te pases
por aquí, estos niños ya tienen demasiadas cosas, y eso que aún no
nacen, no quiero ni imaginar lo engreídos que se pondrán cuando
nazcan —comentó Harry sonriente por el nuevo regalo.
—No te preocupes, cuando tengamos nuestros bebés acepta-
remos que los engrías todo lo que quieras —respondió Ethan con
una voz tranquila. Harry se giró rápidamente para verlo con aten-
ción.
—¿De qué…?
—¿Draco no te lo ha dicho aún? —preguntó Lucka con algo
de preocupación.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No… ¿ustedes ya…?


—No, claro que no —desmintió Ethan rápidamente.
—Pero queremos, no este año, sino el siguiente, nos gustaría
ya sabes… intentarlo.
—Ah…
—Y muchos otros y otras también, estoy seguro —continúo
Ethan mientras Harry ya empezaba a romper el papel del regalo,
había imaginado que tarde o temprano la gente empezaría a querer
usar la poción, no sabía que sus amigos estaban interesados en eso.
—Aún no la ha patentado, pero cuando lo haga estoy seguro
que su laboratorio reventará de peticiones.
—Sí… eso supongo… —Harry por fin abrió la cajita y vio
dos pequeños walkie-talkie en color azul, eran bastante pequeños y
tenían unos cuantos botones amarillos en frente.
—¿Te gustan? Serán muy útiles —le dijo Lucka sacando uno
de la caja, luego pasó su varita sobre él y murmuro—: Sonorus Mi-
nimum —y ambos walkie-talkie soltaron una chispa plateada.
—¿Son mágicos? —preguntó Harry sacando el segundo de la
caja y mirándolo con atención.
—Por supuesto, los he creado hace poco, en la oficina están
locos por ellos, pronto los sacaremos al mercado, pero ustedes tie-
nen el primer juego —explicó Lucka poniéndose de pie—, no sólo
sirve como si fuera un walkie-talkie normal, además tiene varias
funciones, le puedes poner música para que el niño, en este caso
niños, escuchen mientras ustedes llegan, además les pueden grabar
algunas frases, para que ellos crean que ustedes están allí cuando no
estén, sobre todo, para que no se sientan solos, tiene un hechizo de
visión e incluso un traslador incorporado…
—Vaya, es genial, gracias.
—Realmente son muy buenos —comentó Ethan—, los he-
mos estado probando la última semana, tienen muy buen alcance.

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—Chicos, gracias, ya saben que no tienen que molestarse


tanto —agradeció Harry guardando los aparatitos en la caja de vuel-
ta.
—Nah… será fantástico, cuando nazcan podremos jugar con
ellos y todo eso.
—Por supuesto.
Antes de que Lucka y Ethan se marcharan, Harry les pregun-
tó por Mikel, y ellos le contaron que no lo veían desde varias sema-
nas atrás, que estaba trabajando de noche, y que al parecer, no tenía
tiempo para más; que rara vez contestaba el móvil y que parecía al-
go evasivo con ellos, aunque suponían que se trataba del trabajo so-
lamente.
Harry había sido muy amigo de Mikel, incluso él era quien
lo había llevado a los clubs gays mágicos y le había presentado a casi
todos sus amigos, incluso a Noah; con el tiempo, con la llegada de
Draco y todo lo que había pasado, se habían alejado un poco, eso
era cierto, pero, no tanto como para no hablarse cuando hubieran
problemas, más aún, Mikel era su medimago personal, había ayu-
dado a Draco a que lo trasladaran a la clínica privada cuando había
caído de la escoba, y siempre había estado al tanto de ellos. Y tam-
bién era cierto que podía leer en sus ojos cierto resentimiento
cuando Draco y Gael estaban juntos, cuando Gael, con un gesto
muy suyo, se abrazaba a Draco, o reían de bromas privadas. Y él
siempre había estado pensando en decírselo a Draco, en comentarle
aquello y preguntarle si era que estaba al tanto, si era que Gael se lo
había dicho, pero nunca se había animado, no quería una discusión
tonta con Draco, como la que habían tenido cuando se habían en-
contrado varios años atrás, luego del envenenamiento de Draco, en
que él mismo había estado celoso de Gael y la relación entre ellos.
Pero ahora se preguntaba si verdaderamente Mikel y Gael no tenían
problemas por ello, más serios de los que había pensado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Como cada mañana, a menos que estuviera enfermo o se


hubiera ido de fiesta la noche anterior (cosa que no hacía en dema-
siados meses ya), Draco despertó muy temprano, instintivamente se
estiró hacia un lado buscando el calor de Harry, pero se encontró
con la cama vacía y fría, abrió los ojos sorprendido para luego re-
cordar que se encontraba en Kustendil, en un hotel bastante fino, y
que ese día, luego de las últimas reuniones y el almuerzo de rigor
por la celebración del trato, partiría a casa nuevamente. Se sentó en
la cama y apartó las sábanas mientras pensaba en Harry y en lo mu-
cho que lo extrañaba ya, en lo ansioso que estaba de verlo. Empezó
a tiritar por el intenso frío, y se puso en pie para encender la chi-
menea de su habitación, que seguramente se había apagado durante
la madrugada, para luego meterse en el baño, una ducha muy ca-
liente le haría bien, lo despertaría por completo.
La noche anterior, luego de unas cuantas copas más, Gael y él
habían vuelto al hotel; Gael parecía un poco más bebido de lo usual,
pero eso no le preocupó a Draco, pues seguramente se iría derechi-
to a la cama y sin problemas.
Pensando en despertar a Gael antes de que se hiciera dema-
siado tarde, se terminó de vestir y arreglar, tomó el maletín de tra-
bajo, el abrigo, los guantes y la bufanda, y salió hacia el pasillo. La
habitación de Gael quedaba solamente a dos puertas de la suya, y
arqueó una ceja cuando vio un pequeño letrero colgado que decía
en búlgaro «no molestar». Negó con la cabeza y sonrió; seguramen-
te que Gael estaría demasiado resaqueado para levantarse, pero no
le importaba mucho, él ya le había advertido que no bebiera esa úl-
tima copa de licor, además tenía que aprender que ante todo estaba

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

el trabajo y que no era correcto andar de fiestas en los viajes de ne-


gocios.
Empujó la puerta, pero estaba cerrada con un hechizo, suspi-
ró fastidiado y volvió a empujar, esta vez murmurando un hechizo
que Harry le había enseñado un tiempo atrás, para abrir cerraduras
fácilmente, en el momento en que la puerta se abrió hubo un gran
revuelo de sábanas, Draco se quedó con la boca abierta observando
a un sonrojado Gael, de pie y cubierto precariamente por una man-
ta que sujetaba a la cintura con sus manos y, a su lado y camino al
baño, a un chico desnudo… el chico de cabello castaño que le había
estado sonriendo durante toda la noche en el bar.
—¡Draco! —protestó Gael.
—¿Acaso no viste en la puerta el letrero de «No Molestar»?
—preguntó algo mal humorado el chico hacia Draco en un rudo
búlgaro mientras cogía uno de los edredones que había caído al piso
y se cubría. Draco tardó un instante en procesar lo que el chico le
había dicho antes de mirar de vuelta a Gael.
—¿Ni siquiera habla inglés? —preguntó, no sabía qué más
podía decir o preguntar.
—Pues… —empezó Gael, pero el chico lo interrumpió.
—Sí que lo hablo —respondió el chico en un inglés bastante
primitivo—, y te decía que no deberías entrar sin tocar.
—Evidentemente —afirmó Draco hacia Gael, que desvió la
mirada hacia uno de los ventanales, sus mejillas estaban sonrojadas
y Draco sabía que era de vergüenza.
—Te espero en quince minutos en el vestíbulo, sino me iré
sin ti —dijo finalmente antes de darse la vuelta y salir, vio por el
suelo las túnicas y abrigos tirados, y negó con la cabeza antes de dar
un sonoro portazo.
Una vez estuvo en la puerta, se dio el tiempo de tomar una
profunda bocanada de aire antes de caminar hacia el vestíbulo, no

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

quería encontrarse con ese chico saliendo de la habitación de Gael,


y sabía que luego tendría una gran, pero muy gran discusión con su
amigo. ¿Cómo era posible que engañara a Mikel de esa manera?
¿Acaso Gael era ese tipo de personas que aprovechaban los viajes de
negocios, lejos de la pareja, para pasarla bien? Y peor aún, ¿cómo
podría él no decírselo a Harry? Harry, que era tan amigo de Mikel.
Sentado en la mesa recordó que Gael no había estado tan be-
bido como para no saber lo que hacía, y más aún, Gael tuvo que
haber vuelto a ese bar por ese chico que le había estado rondando
toda la noche. Un amargo sabor comenzó a subir por su garganta.
¿Sería la primera vez que Gael engañaba a Mikel de esa manera?
Sentía deseos de darle un golpe en la cabeza, de gritarle, de prohi-
birle volver a hacer lo mismo, pero sabía en el fondo que, por más
amigo que se considerara de él, no tenía derecho a hacerlo.
Exactamente quince minutos después, cuando Draco ya be-
bía lo último de su taza de café, no había podido comer nada más,
apareció Gael, recién duchado y con una mirada esquiva.
—Hola —saludó a la vez que se sentaba en la mesa y el mozo
ponía una taza de café caliente y oloroso delante de él.
—Hola —respondió Draco con gesto adusto mientras apar-
taba su taza vacía y negaba al ofrecimiento del mozo de servirle más
café.
El silencio se alargó por un instante más, mientras el em-
pleado terminaba de recoger todo lo que quedaba en la mesa y Gael
agregaba algo de azúcar a su café, cuando el mozo se retiró, Gael se
inclinó hacia Draco.
—Escucha, Draco, sobre lo que pasó esta mañana…
—No quiero oírlo —interrumpió rápidamente Draco con
un siseo—, no quiero saber nada del asunto.
—Pero, Draco…

821
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—No, no me interesa ser cómplice en un comportamiento


tan inadecuado.
—No es… —Gael suspiró y colocó los codos sobre la mesa y
la cabeza entre las manos—, no es lo que crees.
—Soy lo suficientemente mayorcito para saber lo que vi: un
tipo desnudo en tu habitación, por la mañana, es una situación muy
clara para mí.
Gael levantó la vista, lucía ahora sonrojado y culpable.
—Y lo cierto es que tú, de entre todos, que siempre hablaba
de fidelidades y confianzas, hayas traicionado así a Mikel, haberlo
engañado de esa manera tan simple… —Draco negó con la cabeza y
se puso en pie—, me decepcionas. Te veré afuera, el chofer no debe
tardar en llegar por nosotros.
No se giró para ver a Gael ni agregó nada más, con su male-
tín en una mano y el abrigo en la otra, salió del comedor hacia la
entrada, prefería esperar en el frío la llegada del chofer que escuchar
las explicaciones de Gael, explicaciones que sabía en realidad le de-
bía a Mikel, pero él se sentía tan traicionado y desilusionado de su
amigo... Siempre lo había visto tan enamorado de Mikel, tan co-
rrecto en todas sus acciones… ahora simplemente ya no sabía qué
pensar.

–|– 

Harry arrugó la nariz y negó con la cabeza:


—Me niego a creer que estos pequeños puedan hacer esas
cosas tan… ¡agh!
Andrómeda soltó una carcajada y asintió rápidamente.
—Debiste ayudarme más cuando Teddy era pequeño para
que vieras que sí lo hacen, todo el tiempo.

822
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry frunció el ceño y miró hacia el pequeño que corría por


la sala de estar, con un avioncito muggle que le había regalado Ar-
thur, persiguiendo a un invisible enemigo, y luego volvió su vista
hacia el libro que Andrómeda había traído esa tarde para él y para
Draco, respecto a la forma correcta de cambiar pañales, las ilustra-
ciones mágicas eran en movimiento y representaban todo el proce-
so. Harry agradeció que no transmitieran también el olor.
—Sigo creyéndolo imposible.
—Bueno, Draco y tú se pueden turnar para cambiar un niño
cada vez.
—Estoy seguro de que él encontrará hechizos para evitar ha-
cerlo —afirmó Harry con entusiasmo mientras colocaba una mano
en su vientre, puesto que empezaba a sentir algunas pataditas.
—Seguramente… pero esto no es opcional, viene con el pa-
quete de ser padres —reprendió Andrómeda mientras Harry seguía
negando con la cabeza y pensando en que debieron haber pregun-
tado mejor «¿qué venía con el paquete?» antes de animarse a ser pa-
dres.
—El almuerzo está listo, señor —informó Winky aparecien-
do de improviso, Teddy soltó una carcajada divertida y corrió hacia
la elfina, que retrocedió unos cuantos pasos, algo atemorizada por el
niño.
—Teddy —reprendió Andrómeda suavemente—, ya te he
dicho que no debes molestar a Winky, ella no desea jugar contigo.
—Sí, abuela —suspiró Teddy mirando hacia Harry y su
enorme barriga.
—En cuanto nazcan te prometo jugar contigo —se apresuró
a prometer Harry, ya conociendo esa expresión en el rostro de su
ahijado.
—Vamos a comer entonces —llamó Andrómeda, poniéndose
en pie, Harry asintió complacido, pues realmente ya tenía hambre.

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

–|– 

El resto de la mañana Gael se mostró perturbado, pero se en-


cargó de actuar correctamente delante de sus nuevos socios e inver-
sionistas, incluso durante la hora del almuerzo, cuando el ambiente
era ya mucho más relajado, se entretuvo conversando con un par de
señores, bastante mayores, acerca de las virtudes de determinadas
plantas en las sales relajantes.
Draco y él no intercambiaron palabra alguna durante el ca-
mino a las reuniones, ni tampoco mientras el chofer los llevaba al
hotel a recoger sus cosas, y de allí a la estación de trasladores.
Cuando, luego del habitual mareo que le ocasionaba viajar de
esa manera, Draco salió de la sala de apariciones en Londres, suspi-
ró aliviado por estar de vuelta en casa.
—Draco, escucha —pidió Gael acercándose a él, que ya em-
pezaba a caminar levitando su maleta hacia la salida.
—No se lo diré a Mikel, si es lo que quieres pedirme, pero
no quiero escuchar más del asunto porque ya me siento suficiente-
mente mal cubriéndote en algo como esto; siento que no te conoz-
co, tus acciones no son congruentes con lo que siempre dices. Y al-
go más, personalmente creo que deberías plantearte seriamente qué
tan comprometido estás con él —respondió Draco fríamente, sintió
a Gael detenerse, pero aún así no se paró y caminó solo hasta la sala
de chimeneas, para aparecer en casa de una vez por todas.
Gael se quedó en pie, mirando cómo Draco se alejaba y lue-
go suspiró sonoramente, antes de hacer levitar su propia maleta y
meterse a una de las cafeterías que habían a lo largo del pasillo, se
pidió un café y se quedó allí un buen rato más, mirando a la gente,
familias y parejas pasar, no se le apetecía llegar a casa todavía.

824
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Luego de que Andrómeda y Teddy se marcharan, Harry se


había metido en la tina con agua caliente, esperaba poder terminar
su baño antes de la llegada de Draco, para luego poder cenar y con-
versar tranquilamente; como solamente se había ausentado por día
y medio, no habían intercambiado cartas, y además tenía cierta cu-
riosidad por saber cómo le había ido, según tenía entendido, era
una negociación bastante dura, pero que si resultaba sería grandiosa
para la fábrica, por eso iba con Gael.
Estiró los brazos un poco más en la tina, y suspiro tranqui-
lamente, su cabeza estaba apoyada en uno de los bordes, que tenía
una almohada especial, sentía que podía quedarse dormido muy
pronto. Ojala y pudiera dormir hasta que llegara el momento del
alumbramiento, estaba agotado de todas las restricciones que el es-
tar embarazado le daba, como la gran cantidad de pociones que de-
bía tomar, la poca magia que podía hacer, sin contar el poder des-
plazarse con la agilidad habitual e incluso salir de casa.
—Eso me gusta, llegar a casa y encontrarte desnudo en una
tina caliente —dijo Draco, haciendo que Harry abriera los ojos so-
bresaltado.
—¡Draco! —exclamó Harry, sentándose un poco mejor y
mirando a Draco que ya se quitaba la túnica, seguramente para me-
terse con él a la tina.
—Espera, yo puedo salir —le atajó Harry, apoyando los bra-
zos a los lados de la tina para poder levantarse.
—¿Por qué? Allí te ves muy bien —contestó Draco despren-
diéndose del resto de su ropa.
—Pero no cabremos aquí y… —empezó a protestar Harry
mientras Draco se desprendía ya de la ropa interior y se mostraba
desnudo ante él con una mirada predadora.

825
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—No sabes lo que te he extrañado —murmuró acercándose


y dándole un beso en los labios, antes de meterse a la tina. Se arro-
dilló delante de él y lo volvió a besar suavemente, acariciando su
rostro y sus cabellos, suspirando de alivio y de placer.
Harry rápidamente pasó sus brazos hacia la espalda de Draco,
y empezó a acariciarlo con lentitud, bajando hasta las nalgas y las
piernas y subiendo de vuelta, mientras el beso de Draco se hacia
mucho más pasional. Sus lenguas entrelazándose, sus bocas aho-
gando pequeños gemidos.
Las manos de Draco rápidamente bajaron hasta los hombros
y el pecho de Harry, acariciando con lentitud toda su húmeda piel,
sus dedos se encargaron de pellizcar un par de veces más las tetillas
antes de llegar al abultado vientre y acariciarlo con la punta de los
dedos, la magia de sus niños se manifestó suavemente, y no pudo
evitar sonreír por aquello.
—Draco… —intentó detenerlo Harry, no sabía muy bien
qué pretendía Draco, pero cualquier cosa que intentara en esa tina
no sería muy cómodo para él.
—Shh… —Draco le dio otro suave beso en los labios antes
de empezar a mordisquearle el cuello—, relájate un poco —pidió
mientras su mano bajaba incluso más, y se hacía de la erección de
Harry, que soltó un pequeño gemido por el contacto.
Las manos del moreno se apoderaron de sus nalgas y las
apretaron con fuerza un momento antes de que una de ellas pasara
al frente, a acariciara la ya muy patente erección de Draco, que soltó
un suspiro contra la piel de su cuello antes de seguir mordiendo y
lamiendo.
—Mmm… Draco —suspiró Harry tratando de empujarse
contra ese puño que apresaba su erección con fuerza y a un ritmo
demasiado lento.

826
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Te amo —susurró Draco acercándose un poco más a él, lo


suficiente para que sus cuerpos se tocasen, pero sin aplastarlo—, te
he extrañado…
—También yo… —jadeó Harry mientras aceleraba el ritmo
de sus caricias hacia Draco, con la otra mano apretaba mucho más
fuerte una de sus nalgas, haciéndolo gemir sonoramente y logrando
también que esos dientes se clavasen en su hombro de aquella ma-
nera que tanto le gustaba.
—Harry —gimió Draco mientras sentía el cuerpo del chico
tensarse y esa erección en su mano mucho más dura aún—, oh,
Harry —continuó gimiendo mientras empujaba sus caderas contra
el puño cerrado, y finalmente culminaba con un grito ahogado, es-
cuchando también el gemido de Harry.
—Vaya —suspiró el ojiverdes algo agitado mientras Draco
descansaba sólo su cabeza sobre su hombro, evitando poner el peso
de su cuerpo sobre el de él.
Draco se removió un poco y se elevó hasta darle un beso en
los labios a Harry, antes de dejarse caer nuevamente sobre su hom-
bro.
—Deberíamos tener una tina más grande —declaró final-
mente.
—Ya antes hemos cabido los dos en esta tina —le recordó
Harry con una chispa de humor en la voz, mientras con una mano
acariciaba la platinada y larga cabellera.
—Cierto… entonces cuando nazcan los bebés, probaremos
nuevamente si es que cabemos los dos aquí, y si no… compraremos
un jacuzzi o algo más grande que esto.
—Claro —suspiró Harry—, pero por lo pronto, ¿podemos ir
a la cama? Realmente estoy empezando a arrugarme como una pasa.

–|– 

827
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

Después de dos tazas más de café y una visita sorpresa a la


fábrica, para cerciorarse de que todo marchara de la manera adecua-
da, Gael decidió volver a casa, a esa casa a la que ya no le gustaba
volver desde hacía algún tiempo.
Llegó por vía flú, como era su costumbre y, aún en la oscuri-
dad, pudo notar que faltaban algunas cosas más, era de esperarse,
sabía que sería así, después de todo, Mikel ya sabía de antemano
que él se iría de viaje ese par de días. Aunque sinceramente esperaba
que no le tomara la palabra y que no se llevara nada más, cada obje-
to o prenda que salía de ese lugar era como dar un paso más lejos de
él.
Dejó tirada la maleta en el piso y caminó rápidamente hacia
el pequeño bar, sirvió una excesiva cantidad de whisky de fuego sin
hielo en un vaso grande, y brindó hacia la nada antes de dar un tra-
go largo, mirando hacia el resto de la habitación, recordando como
si se tratara de un recuerdo muy lejano, cuando ambos habían lle-
gado allí, cuando la habían amueblado, cuando habían inaugurado
cada rincón y habitación.
Y se sintió mucho más solo que antes de partir a Bulgaria,
antes de acostarse con ese chico… ni siquiera podía ya recordar su
nombre.
Torció el gesto, había pensado que ese chico le haría sentir
un poco mejor, al menos sentir algo diferente al dolor que sentía en
ese momento, que parecía una constante en su vida, pero se había
equivocado, el dolor seguía allí, el sentimiento de soledad seguía
allí. Era tan desdichado…

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828
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No se supone que dabas comer demasiados de esos —re-


prochó Draco mientras observaba a Harry, ambos sobre la cama,
devorando la segunda porción de helado de vainilla con pastel de
chocolate.
—Pero quiero comerlo —contestó Harry, metiendo la cu-
chara en la boca con un poco de helado para luego sacarla lenta-
mente, lamiendo la parte interna de la misma, Draco inclinó el ros-
tro hacia un lado y sonrió maliciosamente.
—Si piensas que provocándome de esa manera tan barata…
Harry soltó una carcajada.
—Eres un pervertido que piensa que cualquier acción mía es
para provocarte.
—¿Y no lo es? —preguntó Draco, a pesar de todo metiendo
su propia cuchara en el plato del postre de Harry.
—No, por supuesto que no, y búscate tu propio helado.
—Que egoísta —retó Draco quitándole un gran trozo de
pastel de chocolate y metiéndoselo a la boca rápidamente.
—Niño —le dijo Harry sacándole la lengua.
—Y fue el burro a hablar de orejas.
—No, definitivamente tú eres más niño que yo —continuó
Harry mientras le daba el último bocado a su postre, y dejaba el pla-
to sobre la mesa de noche, éste, inmediatamente, gracias a un he-
chizo de Winky, desapareció.
—Aún es temprano… ¿ya te apetece dormir? —preguntó
Draco pegándose a Harry un poco más y sintiendo su tibia piel.
—Aunque parezca mentira, sí, es lo único que hago última-
mente, ya ves…
—No lo único —ronroneó Draco sobre su oído y luego hizo
un movimiento de varita para que las luces de las antorchas bajara
suavemente.

829
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—Aunque de eso quisiera poder hacer más —confesó Harry


girándose y buscando la posición más cómoda para dormir, la cual
variaba de acuerdo al humor de sus pequeños—, pero por lo pron-
to, hasta que nazcan te las tendrás que apañar sin mí.
—No digas eso —reprochó Draco, dándole un beso en el
hombro y abrazándose finalmente a la espalda de Harry, esperando
que pudiera dormir bien en esa posición, aunque por lo general se
apartaba durante la noche, preocupado con poder golpear o de al-
guna manera incomodar a Harry y a sus hijos—. Nos las apañamos
muy bien juntos.
—Sí, pero —Harry bostezó y se acurrucó un poco más con-
tra Draco, frotando su trasero contra la pelvis de este—, en cuanto
ellos nazcan, ya te digo que te tendré contra la cama por mucho, pe-
ro mucho tiempo.
—Ah… promesas y más promesas, Potter —se burló Draco,
por un momento más todo estuvo en silencio hasta que Harry vol-
vió a hablar:
—¿Draco? ¿Ya estás dormido?
—Sí, Harry, estoy dormido —respondió él con algo de sorna.
—Draco —protestó Harry.
—Ya, lo siento, no me pude aguantar, ¿te sientes mal?
—No… es que me acabo de acordar… ¿cómo está Gael?
Draco se soltó de Harry y subió las luces de la habitación, in-
trigado por la razón por la cual le hubiera preguntado por él. Harry
se giró para ver a Draco con una mirada interrogante.
—¿Por qué preguntas cómo está Gael?
—Pues… es que no lo has nombrado en toda la noche, pese
a que han ido juntos a ese viaje.
—¿Sólo por eso?
—¿Se han peleado?, ¿tú y Gael?

830
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Draco arrugó la nariz y negó con la cabeza, había meditado


un poco sobre lo de Gael, y no se sentía del todo seguro de contarle
a Harry lo que había visto.
—Ron vino ayer —empezó Harry, suspirando y sentándose
completamente en la cama—, y me ha dicho que ha visto a Mikel,
el otro día, en el centro comercial, comprando víveres y esas co-
sas…
—¿En serio? —preguntó de mal humor Draco, sin entender
a dónde iba a parar la conversación y por qué Harry le había tenido
que recordar aquello precisamente cuando estaba ya a punto de
dormirse.
—Bien, definitivamente te debes haber peleado con él, el
punto es que Ron dice que Mikel no parecía verse bien, y Lucka y
Ethan, que también vinieron esta mañana, me dijeron que no han
logrado hablar con él por más de dos minutos, que aparentemente
anda demasiado ocupado, y es más, ahora que lo pienso, en el últi-
mo mes y medio, Mikel tampoco ha venido a casa, solamente Gael
unas cuantas veces.
—¿Estás usando tus dotes de auror para investigar a nuestros
amigos, aún desde la cama? —preguntó distraídamente Draco, pro-
cesando la información de Harry y sumándolo a lo que había visto
esa mañana.
—No, es sólo que pensé que si Mikel no se veía bien y pare-
cía tan alejado y distante… algo le debería estar pasando, esta noche
llamé a su móvil y no ha contestado… pensé que sabrías algo más
por Gael, tal vez está enfermo o…
—O tal vez ya no estén juntos —razonó Draco.
—No creo que…
—¡Oh, demonios!, y yo le dije a Gael que no quería escuchar
lo que tuviera que decir —suspiró poniéndose en pie y empezando
a buscar la ropa del armario para vestirse.

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—¿De qué hablas?


—Gael, él… —Draco dudó un instante más y luego le contó
a Harry lo que había pasado y visto, Harry lucía sorprendido por
ello, tanto como Draco.
—Y entonces… ¿él no te dijo nada de nada?
—Es que no lo dejé, Harry —Draco se sentó en la cama para
ponerse las zapatillas—, creo que él me quería decir qué pasaba, y
yo sólo le dije que era un traidor, que lo desconocía como amigo, y
que no quería saber nada al respecto.
—Oh…
—Iré a verlo —declaró poniéndose en pie y dándole un beso
en los labios a Harry, salió con pasos rápidos y cerró la puerta, aun-
que un instante después volvió a entrar.
—¿Qué pasa? —preguntó Harry preocupado.
—No quiero dejarte solo… no he estado en dos días y cada
vez falta menos para que nazcan los bebés y no quiero…
—Vamos, Draco, estás a sólo una chimenea de aquí, si pasa
algo enviaré a Winky inmediatamente, ve a ver qué le pasa a Gael,
tal vez tenga problemas.
—De acuerdo… Gracias —asintió antes de darle un beso
más en los labios y salir.
Harry suspiró cansado, y pensó que al día siguiente tendría
que contactar a Lucka y Ethan para comentarles lo que pasaba y que
trataran de encontrar a Mikel, y al menos verificar que se encontra-
ra bien. Era una lástima estar embarazado y no poder desplazarse a
voluntad, sino él mismo lo haría. Él ya sabía la forma como Draco,
Lucka y Ethan habían logrado juntar a Mikel y Gael, mucho tiempo
atrás, y tenía esperanzas en que esta vez también pudieran ayudar-
los, si no era a volver, al menos a que superaran cada uno por su la-
do lo que fuera que estuviera ocurriendo en aquella relación. Aun-
que ya de por sí, se sentía extrañado de que hubieran roto, de entre

832
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

todas las parejas que conocían, ellos parecían una de las parejas más
firmes.

–|– 

Draco entró por la chimenea, se alegró que Gael no le hubie-


ra quitado el acceso a su casa, en cuanto pisó la sala comprendió que
algo andaba mal, debía admitirse que llevaba mucho tiempo sin vi-
sitar aquel lugar y que ahora lucía completamente diferente.
Todo estaba a oscuras, en la esquina, donde se encontraba el
pequeño bar, había un par de botellas de whisky vacías, y algunos
vasos y copas rotas, los muebles parecían haber sido empujados por
todos lados, y faltaban la mayoría de fotos y adornos que había visto
anteriormente.
—Gael… —llamó sin levantar mucho la voz, no quería asus-
tar a su amigo, mientras encendía las antorchas, la sala era un total
desastre, pero Gael no estaba allí. Caminó hacia el pasillo, pensando
en si buscarlo en su habitación o en la cocina, pero antes de siquiera
terminar de cruzar el pasillo, encontró a Gael, acurrucado sobre los
primeros escalones que llevaban al segundo piso, abrazando a sus
rodillas y con una copa de whisky en la mano.
Aún a la media luz del pasillo pudo ver que estaba llorando.
Draco lo había visto llorar muy pocas veces, una vez Gael lo había
ido a buscar a su habitación en la universidad, estaba borracho y ha-
bía llorado, la segunda fue cuando Jocelyn murió. Le dolía tanto
verlo llorar.
—Gael —repitió en un susurro, caminando hacia él y sen-
tándose a su lado en los escalones. Gael levantó la mirada hacia él,
aún en la penumbra pudo ver el dolor en sus ojos azules, su mirada
era tan triste.

833
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

Draco suspiró profundamente y pasó un brazo alrededor de


sus hombros, Gael se dejó abrazar y recostó su cabeza en el hombro
de Draco, empezando a sollozar más fuerte.
—Oh, Gael —masculló Draco, acariciándole la cabeza y
abrazándolo más fuerte todavía.
—Él se fue… y se ha llevado ya todas sus cosas… pensé
que… —Gael hipó y luego le dio un sorbo al vaso de whisky, aun-
que Draco se lo quitó después de eso, no era cuestión de emborra-
charlo más, después de todo.
—Calma… no te preocupes —le consoló mientras sentía al
chico temblar entre sus brazos. Se sentía tan mal amigo en ese mo-
mento, además de Harry, el único al que él consideraba su verdade-
ro amigo y le tenía mucho cariño era a Gael, y él no había sabido
leer las señales, no había querido escuchar; su amigo estaba sufrien-
do y él no se había percatado. Recordó cuando estuvo internado en
San Mungo luego de la explosión en el supermercado, o más ade-
lante, cuando fue envenenado, Gael siempre había estado allí, lo
había ayudado y cuidado, lo había escuchado e incluso más, a su
manera hasta consolado. Gael por lo general era una persona feliz,
casi nunca tenía problemas, por eso tal vez Draco se había descui-
dado de él, suponiendo que nada nunca lo fastidiaría o entristecería,
sin embargo, la única vez que Gael parecía realmente necesitarlo, él
no se había dado por aludido. Que mal amigo podía ser a veces.
—Él dijo… —Gael negó con la cabeza y luego levantó la vis-
ta hacia Draco—… ¿cómo supiste…?
—Me acabo de dar cuenta —explicó Draco, obviando por el
momento lo que Harry le había dicho—, até cabos y me di cuenta
de que algo malo estaba pasando… aunque no esperaba que esto
fuera tan serio.
Gael pareció conforme con la explicación y asintió, recostán-
dose nuevamente contra él.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Él se ha llevado más cosas estos días, cuando estábamos de


viaje —le contó en un murmullo.
—Pero… ¿qué fue lo que pasó? —preguntó Draco—. No
puedo creer que simplemente haya tomado sus cosas y se haya lar-
gado.
—Fue mi culpa —susurró Gael, su voz se escuchaba quebra-
da—. Yo le dije… —negó con la cabeza y soltó otro sollozo.
—Gael… vamos, trata de calmarte.
—Le dije que me iría… que no podía estar más aquí… pen-
sé… pensé que entendería, que recapacitaría.
—¿Tú lo ibas a dejar? —preguntó extrañado Draco, confun-
dido porque fuera Gael quien se hubiera quedado en la casa, pese a
todo.
—No… o sí, no lo sé —suspiró—, no podía soportarlo más,
y quise que se diera cuenta… que entendiera que me perdería, pero
entonces… él dijo que no, que me quedara yo, y se fue.
—Oh… —Draco recordó la época en que Mikel se quedó
sin empleo, en la forma como Gael lo había amenazado con dejarlo
si no empezaban a actuar como una pareja real, y cómo aquello ha-
bía funcionado; sin embargo, ahora las cosas parecían mucho más
complicadas—. No entiendo… ¿Por qué…?
—Él dijo —interrumpió Gael— que no era posible seguir
aquí conmigo, que habían cosas contra las que no podía luchar y
que estaba cansado de seguir compitiendo, que se daba por venci-
do…
—¿De qué hablas? —interrogó Draco, no muy seguro de lo
que el chico le decía—. ¿Compitiendo? ¿Con qué competía?
—Contigo —afirmó Gael con voz ahogada, antes de romper
a sollozar una vez más, Draco lo abrazó con fuerza, sintiéndose más
y más confundido, pero no queriendo llenar de preguntas a su ami-

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

go, mientras recordaba todas las miradas desaprobatorias que Mikel


le había dado cuando Gael se notaba demasiado efusivo con él.

–|– 

Harry terminó de recorrer la habitación de los niños una vez


más antes de volver a la cama, convencido ya de que Draco tardaría
mucho más en regresar, supuso que las cosas con Gael realmente
debían andar mal, puesto que de lo contrario no hubiera tardado
tanto.
Se cubrió con las mantas y se sintió algo solo al no sentir el
cuerpo de Draco al lado, pero se contuvo de llamarlo o apresurarlo,
después de todo, debía comprender que Draco quería mucho a
Gael, ambos se querían bastante, y si lo que necesitaban en ese
momento era hablar y estar juntos, él no debía ser tan egoísta y no
permitírselo.
Cerró los ojos y casi inmediatamente se quedó dormido.

–|– 

—Simplemente no es correcto —repitió Gael.


—Pero si eso es lo que él necesita para volver y estar seguro a
tu lado…
—Ahora es solamente que no quiere que tenga ningún con-
tacto más contigo, mañana encontrará otra razón más y no puedo
andar renunciando a las cosas que quiero solamente porque él no se
siente seguro de lo que siento por él… Ya le he dicho que lo amo, se
lo he jurado, pero él simplemente… —Gael suspiró profundamen-
te y negó con la cabeza. Draco no supo qué contestar y encendió un
cigarro más, Gael lo imitó.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Pero… ¿él acaso no lo vale? ¿No vale la pena los pequeños


sacrificios?
—Yo pensaba que sí, que él valía todo lo que pudiera hacer,
pero… ¿Qué tal si un día discute con mi padre, o mi madre y dice
que no quiere que me contacte más con ellos porque cree que son
malas personas?
—Es distinto, estamos hablando de tu familia, yo solamente
soy un amigo y…
—No —negó Gael con la cabeza, dándole una calada más al
cigarro—: tú eres mi hermano, una mezcla entre un hermano ma-
yor y menor, de acuerdo a tu estado de ánimo —comentó arrugan-
do la nariz—… pero mi hermano al fin.
Draco se quedó en silencio un instante, impresionado por la
declaración de su amigo, puso una mano en su hombro y asintió.
—Gracias… yo nunca tuve hermanos, pero definitivamente
tú eres como si tuviera uno… uno menor —agregó con una sonrisa
que Gael correspondió.
—Eso es porque soy menor.
—No… yo diría que porque eres más niño e infantil.
—Menos mal que me quieres —bufó Gael cruzándose de
brazos y Draco le sonrió también.
—Te quiero, y por eso te digo que si para que seas feliz debes
dejar de verme, perder comunicación conmigo, lo entenderé, a ve-
ces las parejas no están dispuestas a compartir con los amigos…
—Yo no soy un objeto, ni algo para compartir, y si Mikel no
puede… —Gael perdió el brillo en sus ojos y negó con la cabeza,
Draco temió porque volviera a llorar, pero no lo hizo, le dio un
sorbo largo a su botella de cerveza, la única bebida alcohólica que
Draco le había permitido continuar bebiendo, y cuando volvió a
hablar lo hizo con voz temblorosa—. Si él no puede darse cuenta de
que lo amo, si lo que yo hago no le basta, honestamente, ya no sé

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

qué más hacer. Pero no me dirá a quienes debo querer y a quienes


no.
—Gael…
—En serio, le he dicho que eres como mi hermano, que al-
guna vez pudiste gustarme, pero fue hace tiempo, estábamos en la
universidad, pasábamos tiempo juntos, y no conocíamos a nadie
más, ahora, sin embargo, ya hemos madurado… ¡Mírate! Vas a ser
papá, y tenemos la fábrica, y tanto trabajo… ¿cómo cree que estoy
esperando la mejor oportunidad para enredarme contigo?
—Eso no sonó agradable… ¿es lo que él cree? ¿Qué esperas
la menor oportunidad para meterte en mi cama? ¿Te lo ha dicho
así?
—Sí, exactamente así —Gael terminó su botella de cerveza y
convocó un par más, pese a que la de Draco aún estaba por la mi-
tad.
Ambos se quedaron en silencio, cada uno sumergido en sus
pensamientos, luego de que Gael se desahogara llorando por un
buen rato, había empezado a contarle a Draco la cantidad de discu-
siones que habían tenido con respecto a ese tema, cómo los celos de
Mikel habían sido una constante en su relación casi desde el inicio,
como éstos habían ido creciendo con el paso del tiempo, hasta que
ambos habían perdido ya el control, hasta que había sido imposible
dejar de discutir cada día, y finalmente la forma cómo Mikel se ha-
bía ido de casa, dejándolo solo.
—Había pensado… —empezó a hablar Gael—, no estoy se-
guro aún, pero, ¿qué tal si buscamos un local en Philadelphia, o en
cualquier otro sitio de Estados Unidos, sé que por la llegada de los
nenes no podrás estar fuera, así que lo puedo negociar yo y mante-
nerte al tanto de todo y… —Gael se detuvo al ver la mirada incré-
dula de Draco—. ¿Qué?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Gael Eytinge, ¿verdaderamente crees que me engañarás


con eso de que quieres ir a buscar nuevos negocios a casa?
—Pues… ¿sí?
—No, cuando te mudaste aquí lo hiciste huyendo del idiota
ese, ya ni me acuerdo cómo se llama, el que te engañó y trató muy
mal, y ahora no volverás allá huyendo de Mikel, debes aprender a
afrontar las cosas, andar escapando de los problemas no es la solu-
ción.
—Mira quién lo dice.
—Justamente por eso —afirmó Draco antes de darle otro
sorbo a su botella de cerveza—, debes quedarte aquí y, o bien bus-
car la forma de traer a Mikel de vuelta o bien la forma de olvidarlo,
pero aquí, aquí estás en casa.
Gael bajó la mirada y dio un largo sorbo a su botella de cer-
veza antes de encarar a Draco.
—Pero tengo miedo… y duele mucho, Draco, no tienes idea
de…
—Sí la tengo —afirmó Draco—; sentir que en cualquier
momento te derrumbarás, que nunca podrás sonreír o dejar de sen-
tir esa sensación de ahogo en el pecho… en lo placentero que sería
dormir por días para no sentir nada en absoluto —Draco sonrió
tristemente hacia Gael—. Lo recuerdo bastante bien… —y Draco
no sólo se refería a Harry, sino también a lo que había sentido
cuando Yarik había sido arrancado de su lado, llevaba mucho tiem-
po sin recordar aquella época, aquellas sensaciones.
—Quisiera creer que alguna vez dejará de doler… que sim-
plemente una mañana despertaré y será un recuerdo más… algo
que pasó y que ya no me afecta…
—Y yo quisiera prometerte que así será, pero no puedo…
Gael y Draco se dieron una mirada triste más, antes de con-
tinuar bebiendo en silencio.

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

Draco vio cómo el sol ya salía por el horizonte, habían pasa-


do toda la noche hablando…

–|– 

Harry escuchó el ruido de la puerta abrirse, y con pereza se


giró para ver a Draco caminando dentro de la habitación, parecía no
querer hacer ruido.
—Hola —dijo con un bostezo y sentándose en la cama.
—Hola —respondió Draco, quitándose las zapatillas de cual-
quier forma, y luego el resto de la ropa—, no quise despertarte, lo
lamento, vuelve a dormirte.
—No… ya es de día de todas formas y —Harry arrugó la na-
riz cuando Draco pasó delante de la cama rumbo al baño—, estu-
viste fumando —acusó en voz alta para que Draco lo pudiera escu-
char aún dentro del baño.
Draco, dentro del cuarto de baño, se lavó la cara y los dientes
antes de retornar a la habitación, sólo en bóxers y metiéndose en la
cama.
—Lo siento… es que Gael…
—Y bebiendo, vaya —suspiró Harry, recostándose nueva-
mente y dejando que Draco se abrazase a él.
—Lo lamento, te digo que Gael…
—No te preocupes, no lo decía en serio, supongo que real-
mente debe estar pasando algo… ¿cómo está?
—Acabo de dejar a Gael durmiendo —informó Draco con
los ojos cerrados, se sentía tan cansado, y había estado tentado a
quedarse a dormir un poco en casa de Gael, pero no quería dejar a
Harry más tiempo solo—, está destrozado… Mikel se ha ido de ca-
sa.
—¿Tan grave es?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Mucho —Draco se acurrucó un poco más junto a él y


bostezó—. Tendré que encontrar a Mikel y aclararle ciertos puntos.
—¿Cómo el qué Gael no está enamorado de ti? —preguntó
Harry suavemente, acariciando el brazo que Draco había puesto so-
bre sus caderas y también con los ojos cerrados.
—¿Tú también lo crees? —Draco se apartó de Harry, apo-
yando un codo sobre la cama y mirándolo asombrado. Harry abrió
los ojos y suspiró cansado.
—Todos lo creen, es más, pensé que tú lo sabías…
—Él no está enamorado de mí —reprochó con fastidio, sen-
tándose completamente.
—De acuerdo, no lo está, solamente digo que es lo que mu-
chos creen…
—¿Y cómo es que tú nunca me has dicho ni reprochado na-
da al respecto?
—Porque confío en ti, y además es él quien parece estar
enamorado de ti, no tú quien pareces estar enamorado de él.
—Lo mismo podría decirte de Hermione, siempre andas se-
creteando con ella, quedan para almorzar varias veces y salen juntos
todo el tiempo…
—También hago eso con Ron —respondió Harry no muy
seguro de no haberse metido, sin querer, en una discusión de ce-
los—, y con los chicos… aunque Hermione es más sensata, por eso
le pregunto cosas y…
—Ya, pero ella te mira con adoración, seguramente también
siente algo por ti.
—No, en absoluto, nos queremos como hermanos y… ¿Aca-
so estás celoso? ¿Estamos discutiendo? —preguntó Harry cruzán-
dose de brazos.
—¡Por supuesto que no!, pero… —Draco suspiró vencido, y
con una mano se acomodó el cabello antes de dejarse caer en la ca-

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

ma—, lo siento, intentaba aclarar un punto, pero estoy diciendo


tonterías, me siento agotado, Harry, y debo dormir… es unas cuan-
tas horas llegará Zettie para tu revisión y quiero estar atento… ¿po-
demos dormir y luego discutirlo?
—De acuerdo —aceptó Harry recostándose junto a él y bus-
cando nuevamente la mejor posición para dormir—, pero para que
quede claro, no creo que Hermione esté enamorada de mí, ni nada
parecido… la quiero como a una hermana, igual que a Ron.
—Ese es el punto en esta situación, es lo mismo que Gael
siente por mí y que yo siento por él, sentimientos de hermanos,
también sólo para que quede claro —replicó Draco con los ojos ce-
rrados y rogando para que Harry dejara el tema de una buena vez.
—¿Él te lo ha dicho?
—Sí, aunque no necesitaba hacerlo, y es lo que yo siento por
él también, es como un hermano.
Harry suspiró profundamente, y se obligó a no decir nada
más, cierto era que siempre había pensado que Gael estaba un tanto
enamorado de Draco, cuando lo conoció varios años atrás, incluso
antes de encontrarse cara a cara con un Draco conciente, supo que
ese chico quería a Draco, sin embargo, habían pasado tantas cosas…
tanto tiempo, Draco podía tener razón, al fin solamente se querían
como amigos o hermanos, aunque comprendía en algo a Mikel, pe-
ro no lo apoyaba, Gael era demasiado bueno como para hacerlo su-
frir…

–|– 

—Buenos días, chicos —saludó Zettie entrando por la puerta


de la cocina con una sonrisa radiante mientras Draco y Harry aún
estaban desayunando, se habían levantado mucho más tarde de lo
esperado, y apenas habían bajado cuando la mujer había llegado.

842
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Hola —saludaron los dos a la vez.


—¿Qué tal van los pequeños?
—Moviéndose, pateando y pesando cada vez más —informó
Harry con pereza mientras él y Draco se ponían de pie.
—Oh… ya solamente quedan unas cuantas semanas más,
normalmente los embarazos de gemelos terminan antes del tiempo,
aunque debemos estar agradecidos de que estos pequeños…
—O pequeñas —corrigió Draco automáticamente, era diver-
tido andar haciendo esas correcciones, no lo podía negar.
—O pequeñas —aceptó Zettie—, estén aparentemente en el
peso y tamaño adecuado, al ser un lugar tan pequeño, existe posibi-
lidades de que cuando nazcan los tengamos que poner en incuba-
doras, al menos por unos días.
—Claro… espacio es lo que más están buscando —farfulló
Harry mientras, en el estudio donde habían habilitado una camilla,
se recostaba con ayuda de Draco, que le sonrió condescendiente-
mente.
—Pronto nacerán…
—Lo sé —suspiró Harry, listo para empezar con el examen
de Zettie.
La medibruja seguía el embarazo de Harry con bastante deta-
lle, llegaba todos los días para revisarlo, revisar los niveles de magia
tanto de él como de los bebés, asegurarse de que tomara todas las
pociones necesarias, fabricadas por Draco, que parecía un poseso
haciéndolas y dejando horarios de tomas en cualquier rincón de la
casa por donde estuviera Harry, y asegurarse de que todo marchara
perfectamente.
Después de más de una hora de exámenes, donde tanto la
medibruja como Draco tomaban notas para luego compilarlo en un
solo estudio, Harry respiró aliviado y subió a la habitación de los
bebés a ocupar su posición ya acostumbrada, en una de las mecedo-

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

ras, frente a la ventana, mirando cómo el clima iba cambiando


mientras leía los libros que habían conseguido para los nombres de
los bebés y sus cuidados. Esa era su rutina ya establecida; Draco ha-
bía salido hacia la fábrica, antes de llegar a casa se pasaría por la Es-
cuela de Defensa, para revisar que todo estuviera conforme y solu-
cionar cualquier problema menor antes de regresar a casa. No ha-
bían podido seguir conversando acerca de Gael y Mikel, pero Harry
ya estaba seguro de que Draco buscaría a Mikel para aclararle esos
puntos de los que le había hablado en la mañana. Suspiró y decidió
que esperaría a ver qué noticias le traía Draco antes de ponerse en
contacto con sus amigos para que se cercioraran de que Mikel estu-
viera bien.

–|– 

Su día había sido más complicado de lo que esperaba, él y


Gael habían mantenido una acalorada discusión con Zubizarrieta &
Asociados, donde ellos les habían tratado de hacer entender que
lamentablemente tendrían que esperar un poco más de tiempo an-
tes de siquiera intentar las nuevas pociones que solicitaban, aquello
estaba en el contrato que habían firmado y renovado hacía poco, pe-
ro ellos eran muy insistentes, hasta que finalmente Draco había ce-
dido en acortar el tiempo de espera, pero no prometido que se haría
algo inmediatamente.
Luego de eso habían tenido que discutir con Tyrone acerca
de la nueva línea de producción, y por ende, sobre un nuevo proce-
so de reclutamiento de más personal que contratar para las cuentas
de Bulgaria e Italia, y eso sólo implicaba más gastos, buscar más es-
pacio en la fábrica y tal vez empezar a trabajar también de noche.
La Escuela de Defensa era la que menos problemas le daba,
los profesores trabajaban sus horarios ya establecidos y la afluencia

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

de alumnos era la adecuada. Por otro lado, en cuanto a la agencia de


investigación, era una norma que antes de aceptar cualquier caso se
tenía que dejar en claro que Harry tenía una licencia médica, y que
aunque investigaría y coordinaría todo desde casa, no actuaría direc-
tamente en la acción; Draco se sorprendió de que pese a eso los
magos siguieran contratando los servicios de la agencia, más que
nada por recomendaciones de clientes satisfechos con el servicio.
Estuvo allí cerca de una hora, coordinando los pagos con
Clémence, la que había resultado ser una muy eficaz asistente, y
luego con Cleave, que se había quedado a cargo los casos y consul-
tas pendientes, para luego llevar alguna información que necesita-
ban que Harry aclarara a casa. En la escuela de defensa solamente
Clémence y Cleave estaban al tanto del estado de Harry, so pena de
no mencionárselo a nadie, incluso una noche habían ido a cenar a
casa y visitar a su jefe. Habían lucido asombrados por la noticia, pe-
ro se lo estaban tomando bien.
Harry y él aún no tenían en claro qué harían cuando los ni-
ños nacieran, puesto que no lo podrían mantener en secreto por
mucho tiempo, ya que había que registrarlos… eso era uno de los
temas que habían decidido no discutir aún, hasta que sucediera y
luego… ya verían qué hacer y cómo proceder.
Pese a que era tarde, se logró comunicar con Zettie, luego de
tranquilizarla y decirle que nada pasaba con Harry, le pidió el hora-
rio de Mikel y se alegró de saber que tenía suerte, pues si se apresu-
raba lo encontraría de salida en su turno en la clínica.
Se apareció en la Clínica del Buen Merlín, en la parte de
emergencias, y caminó hacia la recepción, allí estaba de turno una
de las enfermeras que ya conocía y que no dudó en indicarle en qué
tópico se encontraba Mikel.
Se quedó de pie, apoyado contra la pared, esperando a que el
paciente que atendía Mikel saliera, y cuando finalmente una pareja

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

anciana de magos salió, sin esperar a que Mikel siquiera saliera a ve-
rificar si tenía algún paciente más que atender, entró y cerró la
puerta con algo de fuerza.
—Buenas noches —saludó Mikel girándose hacia la puerta y
con una sonrisa amable que se borró en cuanto vio a Draco.
—Hola —respondió educadamente Draco mientras se sen-
taba sobre la camilla, ya que no había ninguna silla disponible.
—¿Estás enfermo? —preguntó Mikel frunciendo el ceño.
—No, realmente no, vine para que hablemos.
—Pues Draco, lo lamento pero estoy trabajando, y no tengo
tiempo para que hablemos.
—Alice me ha dicho que tu turno ya terminaba con los pa-
cientes que salieron hace un momento —respondió Draco.
—Como sea, no tenemos nada de que hablar.
Draco inclinó el rostro hacia un lado, mirando atentamente a
Mikel, sus ojeras y su piel pálida, se veía cansado e incluso más del-
gado. Gael le había dicho que era ya un mes desde que se había ido,
entendió que la separación en verdad le estaba resultando muy difí-
cil.
—Tenemos que hablar de Gael.
—No, no tenemos. Gael es un tema que tú y yo no tenemos
que tocar.
—¡Claro que lo es! —reprochó Draco poniéndose en pie, se
sentía molesto y frustrado—. La forma como lo dejaste, ¡lo abando-
naste!
—Otra vez, Draco, ese tema es solamente mío y de Gael, tú
no tienes nada que ver con eso.
—Gael es mi amigo, y lo que le pase sí me incumbe.
—Ambos decidimos dejarlo —se excusó Mikel, recostándose
sobre el escritorio y cruzándose de brazos—, tenemos diferencias
que no podemos arreglar…

846
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Diferencias que tú no quieres arreglar —aclaró Draco—.


He hablado con él esta mañana y me lo ha explicado todo.
—¿Ah sí? ¿Te dijo que está enamorado de ti?
—No seas ridículo.
—No lo soy, cuando lo conocí sabía que le gustabas, que tal
vez estaba enamorado de ti, y pese a eso, decidí arriesgarme y man-
tener una relación con él, pero él no ha logrado dejar de quererte…
se le nota, salta de emoción cada vez que llegas, cuando está triste o
tiene un problema acude a ti, realmente, si eso no es estar enamo-
rado de ti, entonces no sé qué cosa es.
—Quiero a Gael —declaró Draco, apretando un poco los
puños, pensó que podría tener una conversación civilizada con él,
demostrarle que Gael no estaba enamorado de él, pero se lo estaba
poniendo tan difícil—, y Gael me quiere, estoy seguro de eso.
Mikel abrió los ojos un poco más, y su piel pareció palidecer.
—¿Eso es lo que has venido a decirme?
—Sí —admitió Draco—, ambos nos queremos, pero no de la
manera que tú crees. Gael y yo nos conocemos desde la universi-
dad, hemos pasado un montón de cosas juntos, el inicio de la fábri-
ca fue difícil, con los estudios aún encima y demás problemas y ca-
lamidades… es imposible que no sintamos cariño el uno por el
otro, pero de allí a creer que puede engañarte durante tanto tiempo,
diciendo que te ama mientras me ama a mí es bastante ruin, no
puedo creer que declares quererlo y amarlo si tienes un concepto
tan bajo de él.
—No tengo un concepto bajo de él —se defendió Mikel—,
simplemente digo lo que veo, y lo que veo es que te quiere, de una
manera diferente al cariño que tú dices sienten el uno por el otro…
es tan claro, todos lo saben.
—Eres tan idiota —suspiró Draco cansado—, en verdad pen-
saba que Gael te importaba, que le querías, que no le harías daño,

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

pero me he equivocado, definitivamente él estará mucho mejor sin


ti, sin tus tontas acusaciones.
—¡Claro! —bufó Mikel poniéndose de pie y acercándose a
él, parecía de pronto furioso—. Tú siempre haces eso, decides qué
es lo mejor para él y qué no lo es, y él va y te hace caso…
—¡Sólo pienso en su bienestar! —exclamó más enojado aún.
—¡Sí, cómo no! Su bienestar —rezongó Mikel—. Al fin es lo
que quieres, ¿no? Tener a Gael libre para manejarlo a tu antojo,
como siempre haces… ¡Merlín sabe que sólo te hace caso a ti! y
quién sabe, para tenerlo de repuesto en caso de que Harry se aburra
finalmente de ti y tu desmedida ambición de… —Mikel no termi-
nó de hablar, Draco elevó el puño y le dio de lleno en la mandíbula,
haciendo que el chico tropezara y cayera finalmente hacia atrás.
—Eres un jodido idiota, no tienes derecho a decir semejantes
estupideces, y te lo repito, Gael estará bien sin ti, es un gran chico y
pronto encontrará a alguien mil veces mejor que tú —dijo Draco,
apretando los dientes y conteniendo el dolor en sus nudillos. Sin
esperar respuesta alguna de Mikel, que solamente lo miraba asom-
brado, con una mano en la mandíbula, salió dando un sonoro por-
tazo.
—Hasta luego, señor Malfoy —se despidió Alice cuando
Draco salió caminando con pasos rápidos y con el corazón acelera-
do.
—Hasta luego —rumió a prisa mientras llegaba a la zona de
las chimeneas para poder aparecer en casa.

–|– 

Harry dormitaba sobre el sillón de la sala cuando Draco fi-


nalmente llegó, abrió los ojos un poco alertado, y se puso en pie
confundido cuando su esposo pasó diciendo un «buenas noches» y

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

pasó de largo, sin siquiera mirarlo. Podía sentir que estaba furioso e
intuyó que la conversación con Mikel no había salido del todo bien.
Con pasos lentos llegó a la habitación, Draco estaba en el ba-
ño, aunque con la puerta abierta, y lo vio colocando una poción so-
bre su mano derecha.
—Debo suponer que no has tenido un buen día.
—No, sinceramente no.
—Ya, y… ¿Le has pegado a alguien? —preguntó alarmado
cuando Draco se giró, su puño derecho lucía rojo y ligeramente
hinchado, aún bajo la poción que se había aplicado.
—Sí, eso hice —aceptó Draco, sentándose en la cama, Harry
se sentó a su lado y pese a la reticencia de Draco, tomó su mano y la
elevó un poco para verla mejor.
—¿Le pegaste a Mikel?
—Ajá.
—¡Merlín! —exclamó mirando con más atención el rostro
de Draco—. ¿Y él te golpeó a ti?
—Por supuesto que no —replicó Draco ofendido—, no le di
la oportunidad.
—Draco, esa no es la forma de solucionar las cosas, sé que
estás enfadado por el modo en que se han dado las cosas con Gael,
pero ir y golpearlo…
—¡Intenté hablar con él! —protestó Draco en voz alta, Harry
arqueó una ceja, con esa expresión que Draco ya conocía muy bien:
«no te las vas a pagar conmigo si sabes lo que te conviene»—. Lo
siento —murmuró por lo bajo.
—¿No te hizo caso? ¿Qué le dijiste exactamente?
—Que Gael no me ama de la forma que él cree, y que por
supuesto yo tampoco lo amo así, que está peleando con fantasmas
que no existen, y que es tonto que se comporte de esa manera.
—Ah… y supongo que no se lo tomó muy bien.

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—No, dijo… —Draco le dio una mirada a Harry y luego ne-


gó—, olvídalo, no vale la pena, Gael estará mejor sin él.
—Pero Mikel no es malo, Draco, lo conozco desde hace mu-
cho, y seguro que tiene dudas y todo eso, pero no es una mala per-
sona…
—Puede que tengas razón, y además luce devastado, más que
Gael, creo, pero aún así, si no lo quiere entender, nadie le rogará
para que vuelva, menos Gael.
—No tomes decisiones por Gael —le recomendó Harry,
dándole un beso en la mejilla y luego pasando un brazo sobre su
hombro para abrazarlo—, ellos sabrán lo que hacen, ya son grande-
citos después de todo.
—No estoy tomando decisiones por Gael, pero en verdad
Harry… él dijo cosas muy feas, con tanta desconfianza no va poder
seguir junto a Gael sin lastimarlo más, y no quiero ver a Gael su-
friendo, tú no lo has visto anoche… era como si se tratara de otra
persona, no quiero que salga más herido de lo que ya está.

–|– 

Los siguientes días pasaron bastante rápido, entre la gran


cantidad de trabajo, luego de aquella madrugada en que Gael se ha-
bía derrumbado delante de Draco, y le había contado todo lo que
pasaba, el chico lucía mejor, si bien era cierto no tenía la alegría que
normalmente le caracterizaba, por lo menos no estaba hosco ni ca-
llado. Draco no le mencionó nada sobre la visita a Mikel, ni mucho
menos que lo había golpeado, pero tampoco animó más a Gael a
que fuera a verlo e intentara arreglar las cosas.
Trataba de no dejarlo solo mucho tiempo, lo invitaba a cenar
a casa, donde Harry los recibía con una sonrisa, y conversaban bas-

850
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tante, hasta que se hacía tarde y Harry declaraba que tendría que
subir o caería dormido sobre la mesa.
Por su lado, Harry trataba de avanzar todo lo posible de los
trabajos e investigaciones en casa, además había contactado con Lu-
cka y Ethan, para que se encargaran de buscar a Mikel; al principio
el chico estuvo reticente a dejarse encontrar o hablar con sus ami-
gos, pero por la, seguramente excesiva, insistencia de Lucka y E-
than, finalmente aceptó almorzar con ellos. Luego de eso supo que
se encontraban más continuamente, para ir a comer o tomar unas
copas, trataban también de dejarlo el menor tiempo posible a solas,
en post de que se recuperara de la ruptura amorosa. Mikel tampoco
había mencionado el encuentro que había tenido con Draco, y tra-
taba de hablar lo menos posible de Gael o del fin de su relación, y
tanto Lucka como Ethan lo entendían y no lo presionaban.
Incluso una tarde lograron hacer que, en compañía de ellos,
fuera a visitar a Harry; el ambiente estuvo un poco tenso durante
toda la conversación, pero Mikel, decidió Harry, estaba más aver-
gonzado que molesto, seguramente por algunas de las cosas que le
había dicho a Draco el día de su discusión. Cuando Harry le contó
esa noche a Draco que Mikel había venido, su esposo se mostró
adusto y no quiso saber mucho más del asunto, Harry sabía que
Draco aún estaba resentido con él, no sólo por la discusión que ha-
bían tenido, sino porque sabía que había lastimado a Gael, y eso era
algo que no perdonaría tan fácilmente.
Ya estaba a mitad del séptimo mes de su embarazo cuando
aquella mañana se despertó mucho más temprano de lo usual. Se
movió sólo un poco, para ver a Draco acurrucado al otro lado de la
cama, casi al borde, sonrió por eso, Draco siempre se alejaba por las
noches, temiendo lastimarlos de alguna manera. Tenía una sensa-
ción extraña, aunque no podía especificar exactamente de qué se

851
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

trataba. Se masajeó el abultado vientre un par de veces, sólo por


costumbre, antes de ponerse en pie.
—¿Te sientes mal? —preguntó Draco sentándose rápida-
mente en la cama, lucía despeinado y algo alarmado.
—No, sólo quiero ir al baño, vuelve a dormir —respondió
Harry mientras caminaba con pasos lentos hacia el baño.
—¿Estás seguro? Es muy temprano… —comentó mientras
miraba el reloj en la mesa de noche, eran las cinco y treinta de la
mañana.
—Sí, si pasa algo te avisaré, ahora descansa, que lo necesitas
—le tranquilizó antes de cerrar la puerta.
Draco se quedó sentado un momento más antes de rendirse
y dejarse caer sobre la cama, se estiró un poco para luego acurrucar-
se nuevamente, dispuesto a dormir la hora que aún le quedaba de
sueño antes de tener que ponerse en movimiento. Estaba a punto
de dormirse cuando escuchó el sonido del agua cayendo en la du-
cha. Frunció el ceño, pero supuso que Harry estaría bien, tal vez so-
lamente le apetecía tomar un baño.

–|– 

Bajo el agua caliente Harry empezó a sentir aquellos dolores,


su vientre se iba endureciendo cada vez más, como si se estuviera
convirtiendo en una roca. Con una mano se sujetó de la pared
mientras que con la otra sujetaba su vientre y apretaba los dientes
por el dolor, hasta que, luego de lo que a él le pareció una eterni-
dad, el dolor se detuvo.
Terminó de ducharse rápidamente y se abrigó con una bata,
de pronto le había dado demasiado frío. Cuando estaba ya por salir
a la habitación el dolor se repitió, junto con una pequeña manifes-
tación de magia desde su vientre.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ah… eso dolió —reprochó hacia su vientre.


Antes de intentar siquiera abrir la puerta para llegar a la habi-
tación, Draco ya lo estaba haciendo, mirándolo alarmado.
—¿Estás bien? —había sentido una aprensión extraña en el
pecho y había corrido a ver si Harry realmente se encontraba bien.
—No lo sé —jadeó Harry mientras se dejaba llevar de vuelta
a la cama.
—Algo está pasando —comentó Draco, ayudándolo a recos-
tarse y abrigándolo con los cobertores, murmuró un hechizo de ca-
lentamiento sobre la cama y Harry sonrió agradecido.
—Se siente mejor —aceptó—. Supongo que ahora que Zet-
tie venga le podemos decir que… —se detuvo y sus manos volvie-
ron al vientre mientras apretaba los dientes.
—¿Te duele? ¿Es eso?
—Sí… es raro, no me ha dolido así antes… Creo que…
—Oh —Draco se quedó en pie un instante mirando a Harry
y su vientre, y luego negó con la cabeza, no era el momento de
quedarse petrificado—. Mandaré por Zettie.
—Sería buena idea.
—Winky —llamó Draco, inmediatamente la elfina, luciendo
está vez un delantal celeste, apareció delante de ellos.
—Buenos días, señores, ¿llamaron?
—Hola —saludó Harry antes de apretar su vientre nueva-
mente, había leído sobre el parto y estaba seguro de que las contrac-
ciones no aparecían de un momento a otro ni se hacían tan seguidas
así de rápido. Empezó a sentir cierto pánico por la idea de que algo
estuviera mal.
—¿Recuerdas…? —empezó a decir Draco, pero percibió el
temor en Harry, y se interrumpió para tomarlo de las manos y arro-
dillarse a un lado de la cama—. Hey, tranquilo, nada malo está pa-
sando, ¿de acuerdo?

853
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—De acuerdo —asintió Harry, aunque no muy convencido.


—¿Recuerdas que hicimos el ensayo y la forma cómo debías
ir por Zettie y traerla aquí? —preguntó hacia Winky que asintió fer-
vorosamente.
—Sí, señor, Winky recuerda, Winky practicó muchas veces.
—Bien, ahora debemos hacerlo en serio, ¿de acuerdo? Ve por
ella y dile que Harry no se siente bien, que tiene algunos dolores y
que necesitamos que venga inmediatamente, la traes contigo, ¿en-
tendido?
—Sí, señor, inmediatamente, Winky traerá a la medibruja
Zettie —dijo la elfina haciendo una pequeña reverencia antes de
desaparecer.
Harry volvió a gruñir suavemente, y Draco le dio un beso en
la frente.
—Está bien, verás que todo sale como debe salir.
—Pero aún faltan unas semanas y… —Harry cerró los ojos
un instante, y luego los volvió a abrir, cuando la contracción pasó—
… ven, pon tu mano aquí —le pidió mientras retiraba los coberto-
res y dejaba su vientre expuesto.
—¿Así? —preguntó Draco en un susurro mientras sentía la
onda de magia sobre su mano al contacto con la piel de Harry, au-
que está vez era mucho más poderosa y nítida—. Vaya…
—¿Lo sientes? Es más fuerte… desean salir, pero… no se su-
pone que sea así, es decir, leí los libros, debe haber más tiempo y…
El ligero sonido de la aparición los hizo girar a ambos, Zettie,
luciendo con el cabello suelto, pero con su túnica de medibruja,
apareció junto a Winky.
—Chicos, ¿ya?
—Gracias, Winky —dijeron los dos a la vez, la elfina hizo
una reverencia más y desapareció.
—Creo, pero es raro, se ha puesto así en tan sólo media hora.

854
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Quizá menos —comentó Harry.


—Bien… veamos —suspiró Zettie mientras apartaba un po-
co más los cobertores y empezaba a lanzar hechizos y murmurar
palabras, luego de solamente unos momentos de observación negó
con la cabeza.
—¿Qué pasa?
—Ya es hora, está avanzando muy rápido, necesito que ayu-
des a vestir a Harry mientras yo preparo la sala en la clínica, después
de eso coge el traslador que tenemos listo para esto y aparézcanse en
la clínica, los llevará directo a la sala de partos, traigan la maleta que
les dije que preparan para Harry y los bebés.
—¿Pero ya? —jadeó Harry aún disconforme con la respues-
ta, no estaba listo para que fuera ya mismo—. Las contracciones son
demasiado seguidas, pero no pueden avanzar tan rápido y… —se
abstuvo de continuar por un nuevo dolor.
—Con este embarazo no tenemos todo claro, pero no te
preocupes, todo saldrá bien —le tranquilizó la mujer antes de to-
mar un traslador de su bolso y desaparecer.
Draco no se demoró ni un instante más, y rápidamente estu-
vo en movimiento, yendo de un lado a otro, sacando las dos peque-
ñas maletas, una con lo que Harry podría necesitar y otra con lo que
los niños, o niñas, necesitarían, y dejó todo al pie de la cama para
ayudar a Harry a vestirse, le puso una pijama bastante holgada y en
último momento jaló una bata.
—No creo que necesitemos nada más —meditó en voz alta.
—Hay que avisarle a Hermione, que le diga a los demás para
que estén al tanto, la señora Weasley y Andrómeda me matarían si
no les avisamos —jadeó Harry.
—De acuerdo, lo haré desde la clínica, ¿te puedes tener en
pie?

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—Creo que sí —masculló Harry—, sólo dame un minuto —


pidió mientras el dolor iba desapareciendo nuevamente. Se puso en
pie con ayuda de Draco, que cargaba con todo lo necesario.
—De acuerdo, entonces…
—¡Espera! —lo detuvo Harry antes de que activara el trasla-
dor.
—¿Qué pasa?
—Estoy seguro de que querrás ponerte algo diferente a ese
pijama —le dijo con una media sonrisa.
Draco frunció el ceño y ladeó el rostro, no comprendiendo
por un instante, cuando por fin lo hizo soltó una risita nerviosa y
caminó por la habitación, desprendiéndose el pijama y poniéndose
unos pantalones vaqueros y una sudadera, junto con los zapatos
que, ni siquiera había notado, no tenía puestos. Harry sonrió medio
burlón, aún entre los dolores.
—Ahora sí… no quisiera escuchar las burlas de Ron por esto,
gracias.
—Claro, todo sea porque Ron no se burle de ti —rio Harry
mientras Draco lo tomaba de un brazo y se debatía entre molestarlo
por burlarse de él o por apresurarle.
—¿Ahora sí?
—Ahora sí.

–|– 

—¡Ron! —gritó Hermione mientras entraba a la cocina don-


de Ron trataba de hacer que Jules comiera la papilla sin terminar
bañado en comida en el intento.
—¿Qué, qué pasa? —preguntó girando hacia su esposa, Jules
decidió que era el mejor momento para llenar el rojo cabello de su
padre con papilla, y empezó a lanzarla con la cuchara por toda la co-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cina, aunque acertó unas pocas veces a la cabeza de su padre, tam-


bién lo hizo hacia a su túnica y a la mesa, ¡oh!, y al piso.
—Jules —reprochó Hermione mientras Ron se giraba mo-
lesto.
—No, Jules, la papilla no es para jugar… —suspiró cansado
quitándole la cuchara y sacando la varita para limpiar todo de nue-
vo—… ahora tendré que tomar otro baño.
—Olvídalo —atajó Hermione mientras con un movimiento
de varita limpiaba al niño y lo sacaba de la silla alta.
—Definitivamente ir oliendo a papilla al trabajo no es algo
que me apetezca —informó Ron con el ceño fruncido.
—Harry está en la clínica —informó la chica mientras se
movía de un lado a otro de la cocina, cogiendo cosas, aún con Jules,
que reía divertido, en brazos.
—¿Por qué? ¿Le pasa algo? ¿Por qué no lo dijiste antes?
—Eso intentaba, vamos, que dejaremos a Jules con Angelina
e iremos por tus padres y Andrómeda.

–|– 

—Bien, esto está más avanzado de lo que esperábamos —


informó Zettie, que lucía mucho más seria y profesional en el qui-
rófano, junto con ella habían un par de enfermeras más, necesarias,
según había dicho Zettie, ante las protestas de Draco.
—Pero… ¿no hay ningún problema, verdad? —preguntó
Draco mientras aún tomaba la mano de Harry, de pie a su lado.
—Ninguno, además será muy fácil, en este momento pon-
dremos una anestesia local —empezó a informar lentamente, para
que Harry, que parecía algo alarmado por los dolores, la compren-
diera—, eso quiere decir que dejarás de sentir dolor, o cualquier co-

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LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

sa de la cintura para abajo, pero no debes alarmarte, es parte del


proceso, ¿de acuerdo?
—Ajá —contestó Harry, esperando que se apurasen con la
parte en que ya no sentiría más dolor, y apretando la mano de Dra-
co, sabía que demasiado fuerte, aunque éste no se quejaba ni pro-
testaba.
—Y una vez eso ocurra, empezaremos con la cesárea, como
les expliqué, haremos un pequeño corte para dejar que los niños
salgan, será muy sencillo. ¿Listos?
—Sí —asintió Harry mientras otra contracción más le hacía
cerrar los ojos, sintió los labios de Draco sobre la frente y una cari-
cia en la mejilla, lo que le ayudó a tolerar el dolor.
Zettie les hizo un gesto a las enfermeras, y éstas acercaron las
mesas de trabajo y los instrumentales mientras la medibruja levan-
taba la varita y apuntaba al abdomen de Harry, primero una peque-
ña cortina se elevó evitándole a ambos ver lo que ocurría allí, y lue-
go murmuró:
—Luctusabsentia.
Harry sintió una corriente caliente recorrer su vientre y el
resto de sus piernas, y efectivamente, el dolor se detuvo. Suspiró li-
geramente aliviado, aunque ahora se sentía un poco más adormeci-
do.
—¿Bien? —preguntó Draco preocupado mientras se inclina-
ba hacia delante para ver lo que la mujer hacía.
—Se siente raro… ¿Por qué ha puesto eso? —le preguntó a
la medibruja.
—Es lo mejor, no queremos impresionar a nadie ni ver gente
desmayada aquí, ¿verdad?
—Supongo —respondió Harry, dándole una mirada nerviosa
a Draco, que seguía mirando hacia el otro lado de la cortina.

858
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No pasa nada, Harry, pronto tendremos a los niños en


brazos.
—Bien, ¿sentiste esto? —preguntó Zettie, aunque Harry no
pudo ver a lo que ella se refería.
—No… ¿Qué hizo?
—Oh, nada, Harry, no te preocupes —se adelantó a contestar
Draco, retornando a su sitio junto a Harry, había visto ya el peque-
ño corte que Zettie había hecho, y tenía razón, no era cuestión de
ver nada impresionable. Apretó un poco más la mano de Harry y le
sonrió—; ya falta poco.
—Que bueno —suspiró Harry, obligándose, tal como Zettie
le había recomendado, a no cerrar los ojos; empezó a sentir algunos
extraños movimientos en su abdomen, pero no protestó, no era do-
lor, sino la sensación de que algo estaba pasando allí.
Zettie sonrió y, antes de que pudiera decir nada, el llanto de
un niño inundó la habitación, Draco y Harry sonrieron expectantes
mientras ella le entregaba la pequeña criatura a una de las enferme-
ras, vieron embelezados cómo esa enfermera la colocaba con cuida-
do sobre la mesa y la empezaba a limpiar y revisar.
—Allí tenemos una niña —informó la mujer sonriente
mientras seguía trabajando en el abdomen de Harry, un instante
después sostuvo en alto a otra criatura más, igual de roja que la an-
terior y que ya empezaba a llorar—. Y claro, otra niña.
—¿Niñas? —preguntó Draco, mirando atentamente hacia las
dos pequeñas criaturas, ahora cubiertas por muchas mantas, y llo-
rando quedamente, mientras eran cargadas por las enfermeras y las
acercaban hacia ellos.
—Niñas, dos niñas sanas y fuertes —respondió Zettie mien-
tras se inclinaba para cerrar el corte en el abdomen de Harry, pero
éste no le prestó atención a ella ni a las sensaciones en su vientre,
sólo a las dos pequeñas que lloraban no muy fuerte y que las en-

859
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

fermeras dejaban sobre él—. Ahora, para el registro —continuó Ze-


ttie hacia una de las enfermeras—, las niñas Potter Malfoy nacieron
el catorce de enero del año dos mil seis, a las diez y cuarenta de la
mañana.
—Son muy lindas —susurró suavemente.
Draco se inclinó un poco más y las miró más de cerca, eran
tan pequeñas… y a la vez tan…
—Son perfectas, Harry, mira… —le dijo mientras con un
dedo acariciaba una de las manitas chiquitas.
—Es momento de alimentarlas —informó una de las enfer-
meras hacia Zettie, que asintió suavemente.
—¿Ahora? ¿No las pueden alimentar aquí? —protestó Dra-
co, no muy dispuesto a que se llevasen a sus pequeñas a ningún la-
do lejos de ellos.
—Sí, aún debemos asearlas y alimentarlas, estarán de vuelta
en un par de horas.
—Pero… —Harry parpadeó confundido y sintió cómo todo
el cansancio le caía encima.
—¿Harry? —preguntó alarmado Draco.
—No te preocupes, él debe descansar, dormirá una hora más
o menos, cuando despierte ya las niñas estarán listas para que se
queden con ustedes.
Draco miró hacia sus pequeñas, que ya eran llevadas en bra-
zos por las enfermeras y luego hacia Harry, que respiraba tranqui-
lamente y asintió.
—Ahora, mientras llevamos a Harry a la habitación, ¿por qué
no sales a ver a todos tus amigos? Están afuera desde hace mucho
rato, y por lo que sé, no dejan de hacer preguntas —le recomendó
Zettie con una sonrisa mientras desaparecía la cortina que cubría el
vientre de Harry.
—¿En serio? ¿Hay muchos?

860
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí… honestamente sí, y… Draco —dijo seriamente—, te


felicito, ahora ya son papás, y además has probado la eficacia de las
fórmulas.
—Gracias —sonrió orgulloso, no por las fórmulas, sino por
el término, ahora era papá.

–|– 

—Sí sólo se trata de una cesárea, ¿por qué demoran tanto? —


preguntó Hermione, caminando de un lado a otro, Ron negó con la
cabeza, sentado junto a Gael, Lucka y Ethan.
—Cariño —dijo la señora Weasley—, es normal que tarden
un poco cuando el parto se realiza de esa manera, no te preocupes,
estoy segura de que pronto tendremos noticias.
—Sí, Hermione —apoyó Andrómeda—, siéntate, sino ter-
minarán echándonos a todos por escandalosos.
—Pero… —Hermione le dio una mirada a Gael—; tal vez
Mikel sepa algo, seguramente él puede entrar y averiguar…
—No creo que… —Gael negó con la cabeza, sabía que algu-
nos de sus amigos estaban al tanto de la ruptura, supuso que Her-
mione y Ron no; no había tenido que admitirlo en voz alta ante na-
die a parte de Draco, y no estaba seguro de que fuera posible hacer-
lo.
—¿Sí? —le apuró Hermione, y Gael abrió la boca para res-
ponder en el momento en que Mikel llegaba corriendo por uno de
los pasillos.
—Mikel —exclamó Lucka poniéndose en pie.
—Hola chicos —saludó sin mirar a Gael, no era capaz de ha-
cerlo sin sentirse mal—, recién me entero, iré a ver qué sucede —
les dijo, pasando de largo y entrando por uno de los pasillos permi-
tidos sólo para medimagos y medibrujas.

861
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

Gael soltó el aire lentamente y sintió su corazón recobrar la


velocidad normal, mientras seguían esperando.

–|– 

Mikel no necesitó llegar muy lejos para averiguar sobre Ha-


rry, pues, al girar el pasillo, se encontró con Draco, que caminaba
con una gran sonrisa en los labios, una que se congeló en cuanto se
miraron.
—Draco… hola —saludó Mikel avergonzado, aún recordaba
claramente el golpe en su mandíbula, y lo mal que se había portado
al decir todas esas cosas.
—Mikel —replicó Draco en tono adusto, cruzándose de bra-
zos.
—Los chicos están fuera… también la señora Weasley y la
señora Tonks, están esperando por saber…
—Justo iba para verlos —respondió Draco, continuando con
su camino.
—¿Él está bien? —preguntó Mikel antes de que Draco se
alejara demasiado—. Me refiero a Harry —agregó.
—Sí, lo está, gracias.
—¿Y los niños?
—Niñas —aclaró Draco girando y sonriendo un poco, era
imposible que las mencionase sin sonreír—, ambas están muy bien,
y fuertes, ni siquiera necesitarán que las pongamos en incubadoras,
en un par de horas estarán en la habitación de Harry, si gustas, pue-
des darte una vuelta, a Harry le gustaría.
—Claro, gracias —respondió antes de que Draco se diera la
vuelta y caminara hacia el pasillo.
Se sintió algo desplazado, le hubiera gustado estar en el pasi-
llo, con Lucka y Ethan, y con Gael, pero no podía, no se sentía ca-

862
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

paz de hacerlo, de ver a Gael a la cara… por momentos se sentía


culpable, deseoso de buscarlo y pedirle perdón, pero también ha-
bían momentos en los que se sentía enfadado, ni siquiera lo tenía
en claro para él mismo, no podía acercarse a Gael en ese estado,
perturbarlo o molestarlo. Pese a todo, no le gustaba verlo sufrir.

–|– 

Harry abrió los ojos un tanto confundido, inmediatamente


sintió que algo le faltaba, y por instinto llevó ambas manos al ab-
domen, notando que ya no estaba hinchado.
—Hey, ya despertaste —le susurró la voz de Draco, y Harry
se giró rápidamente para verlo.
—Eso creo… —suspiró recordando que había sido sometido
a la cesárea—. ¿Las niñas?
—En un momento más las traen, las he ido a ver, están ali-
mentándose y ya las bañaron y todo… son preciosas.
—Lo son —suspiró Harry, tratando de levantarse y sintiendo
cierto dolor en el abdomen, pero Draco lo detuvo.
—Espera, no te debes mover aún, Zettie ha dicho que des-
canses y que te quedes en cama.
—Ah… estoy cansado de estar en cama.
—Sólo por un par de día más, la cicatriz que tienes debe ce-
rrar completamente, sino te puede traer problemas.
—Oh… dime que no has estado mirando —protestó su-
biendo más las sábanas.
—Por supuesto, quería estar seguro que todo estaba bien.
—¿Y todo estaba bien?
—Mejor que bien, diría yo —le dijo inclinándose para darle
un beso en los labios.
Harry sonrió ante el gesto y se relajó un poco más.

863
LIBRO V|Familia
[9] Lazos de Amistad y Familia

—Habrá que avisarle a los demás…


—Ya están al tanto, están afuera esperando que los dejemos
pasar.
En ese momento entraron las dos enfermeras con dos pe-
queñas bebés, envueltas en mantitas rosadas.
—Aquí están —dijo una de ellas—, sus pequeñas.
Harry y Draco sonrieron complacidos mientras cada una
acomodaba a una pequeña en sus brazos.
Draco tuvo cierto pánico al verlas tan pequeñas y delicadas, y
escuchó atentamente todos los consejos que le daba la enfermera
sobre la forma correcta de cargar a su niña, Harry a su lado, ya sen-
tado en la cama, hacía lo propio con la otra pequeña. Ambas dor-
mían profundamente.
—Vaya… —suspiró Harry.
—Eso es, señores, no se preocupen, que lo hacen muy bien
—les felicitó la segunda enfermera, apreciando la forma en que am-
bos cargaban a las niñas.
—Gracias —masculló Draco mirando a Harry, ambos com-
partieron una mirada, mezcla de alegría y pánico.
—La medibruja Zettie ha dicho que viene en un momento
más —les informó la otra enfermera—; las niñas dormirán por un
buen rato más, así que no se preocupen.
Draco asintió y se movió lentamente hasta poder sentarse
junto a Harry.
—Y también necesitamos los nombres de las niñas, si es que
ya los tienen.
Harry y Draco compartieron una mirada más, ya habían bus-
cado los nombres, tanto de niños como de niñas.
—Ella —dijo refiriéndose a la pequeña que cargaba él—, es
12
Sofía .
12
Sofía. De origen griego, significa sabiduría.

864
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y ella Zoe 13 —completó Draco.


—De acuerdo, veremos de hacer los papeles para que los
puedan firmar —asintió la enfermera—, son lindos nombres.
—Ahora los dejaremos solos, cualquier cosa nos pueden lla-
mar, allí está el intercomunicador —les informó la segunda enfer-
mera antes de dejarlos al fin solos.
—¿Puedes creer lo pequeñas que son? —preguntó Draco en
un susurro.
—Sí… Me pregunto de qué color serán sus ojos.
—O su cabello —Draco se las arregló para poder destapar un
poco más a la niña que traía en brazos, y ambos sonrieron al ver la
suave pelusa de cabello oscuro.
—Ah, eso es mío —declaró Harry.
—Sí, vaya que lo es… —Draco suspiró contento y ayudó a
Harry a destapar también un poco más a la bebé que tenía en bra-
zos, y como esperaban, tenía también la misma pelusa de cabello
oscuro.
—Gemelas idénticas —comentó Harry.
—Cierto —ambos se quedaron en silencio un momento
más, viendo a sus niñas dormir, apenas haciendo uno que otro mo-
vimiento con los bracitos o las manitas cerradas, maravillándose de
cada pequeño gesto o cambio.
—Soy tan feliz —declaró Draco, pegándose un poco más a
Harry.
—Lo somos —corroboró Harry—. ¿Verdad, pequeñas?

13
Zoe. De origen griego, significa vida.

865
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

10
Un claro panorama

“El porvenir pertenece a los innovadores.”


Andre Gide (1869-1951), escritor francés

Inglaterra, 2006

H
arry y Draco tuvieron unos cuantos días de calma,
durante su estadía en la clínica, aclimatándose a las
niñas, mientras ellas eran medicadas con todas las
pociones necesarias por haber nacido antes de tiempo, y para poder
volver a casa, y Harry se recuperaba de la operación que había sido
necesaria para que ellas nacieran.
Durante esos días ni Harry ni Draco se preocuparon ni se
extrañaron por no recibir los diarios que normalmente leían, y nin-
guno de sus amigos, que estuvieron permanentemente en la clínica,
pendientes de todo lo que pudieran necesitar, sobre todo para que
Draco no tuviera que alejarse de Harry y las niñas, mencionó nada
respecto a la gran batahola que se estaba formando en la comunidad
mágica, que parecía no tener paz, puesto que recientemente habían
aceptado la unión legal de las parejas del mismo sexo, para ahora, a
sólo unos meses, enfrentarse a que estas parejas estaban en condi-
ciones de concebir y tener niños propios.

866
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

En cuanto regresaron a casa, luego de una pequeña fiesta que


Hermione y Gael les organizaron, a la que un esquivo Mikel tam-
bién asistió un momento, para saludarlos, Draco fue llevado al es-
tudio por unos preocupados Hermione, Ethan y Boris. A todos sus
amigos les encantaba mencionar a ese trío como «el área legal».
Ellos le explicaron que al nacer las niñas, automáticamente se
genera en el Ministerio, en el área de inscripciones y registros, una
partida de nacimiento para cada uno, para que luego los padres fue-
ran a firmarla, al parecer, cuando se generó la partida de nacimiento
de sus niñas, los empleados estuvieron muy asombrados, pensando
que se trataba de algún error, puesto que no era lógico que creyeran
que las niñas hubieran nacido de Draco Malfoy y Harry Potter; el
que la noticia se filtrara fue algo que no pudieron aclarar, obvia-
mente alguien le había escrito a los periodistas y luego todo se había
desatado.
Se quedó sorprendido al ver la gran cantidad de cartas, dia-
rios y documentos que tenían, todos respecto a su reciente paterni-
dad, además de que Boris, usando las influencias de Aarón, había
conseguido sacar el acta de nacimiento de ambas niñas, para que
Harry y él la pudieran firmar y así evitar el que ellos tuvieran que ir
al Ministerio, donde los periodistas acechaban día y noche en busca
de una exclusiva o al menos una fotografía de ellos.
El Ministro Kingsley, por respeto a su situación, no los había
llamado aún, pero Hermione sabía, porque había hablado con él,
que para la semana siguiente tendrían que reunirse con él y con un
gran grupo de jefes del Ministerio, en busca de una explicación a su
recientemente incrementada familia.
Draco les agradeció el haberles ocultado la información du-
rante el tiempo que estuvieron en la clínica, tiempo en el que am-
bos, nerviosos y algo asustados, aprendían cómo alimentar a sus hi-
jas, cambiarlas de pañal, bañarlas y todos los cuidados que podrían

867
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

necesitar en el futuro; puesto que no hubiera tenido cabeza para


pensar en nada más.
Sabía que no decirle a Harry lo que pasaba no era una op-
ción, así que esa noche, luego de que sus amigos se marcharan y
ellos se quedaran solos por primera vez con sus niñas, le contó todo
lo que estaba pasando, y la forma como sus tres amigos le habían
recomendado actuar.
Por suerte Draco, con ayuda de Zettie, ya tenía todo docu-
mentado y preparado para defender el caso ante cualquier inconve-
niente, y ahora sólo era cuestión de organizarse. En el fondo no era
como si Draco no hubiera esperado que el Ministerio y el área de
Patentes del mismo no objetaran y evaluaran su trabajo, sólo que
estaba pasando mucho más rápido de lo que había esperado.
A ambos le supo mal que tuvieran que preocuparse por eso
en un momento como ese, en que se estaban adaptando a sus pe-
queñas, pero no tenían otra opción, así que, luego de reunirse nue-
vamente con Boris, Ethan y Hermione, además de Aarón, quien di-
jo que, de el Ministerio querer quitarles a sus hijas, podrían levantar
a toda la comunidad en protestas, se enfrentaron a la realidad.
Las reuniones con el Ministerio se llevaron a cabo en su casa,
ambos argumentaron que era imposible que salieran y se dieran el
tiempo que eso implicaba, que no podían apartarse de sus recién
nacidas por lo pronto, y si era que el Ministerio estaba tan interesa-
do en hablar con ellos, tendría que ser bajo sus reglas.
Llegaron tantos jefes del Ministerio que Harry no pudo re-
cordar ya ni la cantidad ni sus nombres, incluso el director de San
Mungo estuvo presente, todos estaban asombrados de lo que ha-
bían logrado, y por supuesto, la mayoría se oponía a dejar que eso se
repitiera.
Kingsley había ido a visitarlos unas noches antes, le habían
dejado ver a las niñas y el hombre estaba asombrado, pero maravi-

868
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

llado también, y en el buen sentido de la palabra; felicitó a Draco


por su capacidad para crear pociones de ese calibre, y a ambos por
su nueva paternidad, además que les aseguró que estaría de su parte
durante todo el proceso que se iniciaría.
La prensa no los dejaba en paz, publicaba todos los días notas
sobre ellos, sobre sus vidas y sus logros, recogiendo además opinio-
nes de la calle y de gente conocida, sobre si era o no correcto per-
mitir que más magos o brujas (aunque aún no existía una poción de
ese tipo, pero Draco ya la estaba pensando) tuvieran a sus hijos de
esa manera; no les decepcionó descubrir que eran pocos los que se
oponían y muchos los que estaban a favor. Dasha Ogden, quien
siempre se empeñaba en molestar, inició una campaña de firmas pa-
ra exigir al Ministerio que ni siquiera considerara el hacer legal
aquella poción, para regocijo de todos los amigos de Harry y Draco,
la bruja no tuvo nada de éxito, puesto que casi nadie quería estam-
par su firma en un documento que criticara tan abiertamente la
elección y el proceder de quien, después de todo, seguía siendo el
«Salvador del mundo mágico». Sus amigos alegaban que el hecho de
que hubiera sido Harry el que lo hubiera hecho era algo que defini-
tivamente hacía mucho peso en la situación.
Todas las cartas de fanáticos y amigos fueron desviadas a la
Escuela de Defensa de Harry, donde una paciente Clemence, junto
con Cleave, se encargaban de clasificarlas para que luego Hermione
o Gael las pudieran llevar a casa de Harry y Draco.
Por la casa de Harry, además, desfilaron muchos de sus ami-
gos, la profesora McGonagall fue una de las primeras en llegar, con
una canasta muy chistosa con ropitas para las niñas, y el asombro
dibujado en el rostro; Harry se sintió extraño cuando la mujer le
pidió que le contara la forma como habían nacido, sentía que era al-
go demasiado íntimo como para hablar sobre ello, y se sintió asom-
brado cuando la directora se abrazó a Draco, murmurando que ella

869
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

ya le había dicho que estaba segura de que lograría cosas grandiosas;


Draco, por su lado, se sintió agradecido por el gesto, y claro que re-
cordaba el día en que se había marchado de la escuela, antes de la
ceremonia de graduación, al final, tenía que reconocerlo, la mujer
había sido muy amable con él.
Después de ella empezaron a llegar más y más amigos, sobre
todo de Harry; Draco tuvo que mantenerse en calma mientras un
gran desfile de Gryffindors se iniciaba, empezando por Neville,
Seamos y Dean, que se pusieron de acuerdo para ir juntos, luego si-
guieron Lavender Padma y Parvati; Draco y Harry no estaban segu-
ros de si lo que miraban con más asombro era a las niñas o a ellos
dos juntos. Draco se alegró mucho cuando el profesor Monroe
también llegó a visitarlos, ambos se carteaban regularmente y se
mandaban tarjetas de felicitaciones para navidad y cumpleaños, pero
no se habían visto desde la escuela, el hombre ahora lucía mayor,
pero seguía igual de jovial y amigable, se pasaron una tarde entera
conversando sobre pociones, descubrimientos y patentes. Draco no
dejó de agradecerle, una vez más, que aquella tarde le hubiera dado
los formularios de ingreso a la Universidad, o todas las horas que se
las pasó estudiando junto a él, realmente si había alguien que tenía
mucho mérito en lo que él era ahora, era ese profesor.
Harry y Draco, mientras tanto, trataban de llevar todo de la
mejor manera posible, siguiendo el horario de las niñas, que des-
pertaban al menos dos veces durante la noche, y además prepararse
para defender su caso, frente al Wizengamot de ser necesario, aun-
que sinceramente esperaban que no fuera necesario.
Al final, luego de tres semanas de reuniones casi diarias en
casa de Harry y Draco, frente a una junta evaluadora del área de
Creaciones de Pociones del Ministerio, a la junta evaluadora de San
Mungo y de los jefes de hechizos, y el mismo Ministro, con ayuda
de sus amigos y de Zettie, se decidió que se emitiría un comunica-

870
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

do a la prensa donde se indicaría que ellos ya estaban al tanto del


trabajo de Draco Malfoy, el cual era admirable, y que ahora pasarían
a evaluar seriamente la poción, antes de otorgar la patente y la res-
pectiva autorización para su fabricación y venta, junto con todos los
requisitos y procedimientos que se debían seguir para conseguirla;
todos tenían en claro que no era un poción de venta libre, y que el
procedimiento a seguir con respecto a ella sería algo que se debía
tomar con mucha calma.
Y así fue como, un mes y tres días después de que el mundo
se conmocionara por la llegada de las primeras niñas nacidas de un
mago, se dio a conocer que la poción estaba en evaluación, y que se
anunciaría cuando estuvieran autorizados para la venta al público.
Qué decir de la cantidad de pedidos anticipados que la fábri-
ca venía recibiendo desde ese entonces, creándose una muy larga
lista de espera que aún no podría ser atendida.
Draco conocía los procedimientos del Ministerio, y sabía que
aquello tardaría aún muchísimo tiempo, pero lo bueno era que el
Ministerio no había cerrado la posibilidad de realizarlo, y eso ya era
bastante.
Harry se sorprendió cuando Draco le comentó que ya tenía
la idea de crear una clínica propia, con ayuda de Zettie, exclusiva
para el tratamiento de la fertilidad, donde poder hacer las evalua-
ciones que el Ministerio seguramente exigiría, administrar la po-
ción y vigilar los embarazos; Harry siempre admiraba la versatilidad
y la forma como Draco sabía sacarle provecho a todo, aunque pensó
que era demasiado trabajo, suspiró aliviado porque al menos aque-
llo era algo que pasaría aún en mucho, pero mucho tiempo, cuando
el resultado de las evaluaciones estuviera listo.

–|– 

871
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

Inglaterra, junio de 2006

Draco se estiró suavemente, buscando el calor del cuerpo de


Harry, un pequeño ruido se coló entre sus sueños, ese pequeño
ruido se hizo más y más fuerte hasta que finalmente comprendió,
una de las niñas… no, las dos niñas estaban llorando. Se sentó y se
dio cuenta que estaba solo en la habitación; seguramente Harry ya
había acudido al llanto de las pequeñas. Se puso las pantuflas mien-
tras miraba en el reloj de mesa, que ya eran más de las seis y treinta,
hora en que normalmente se despertaban. Se había quedado dor-
mido.
Entró en la habitación de las pequeñas y encontró a Harry
con una de ellas en brazos y con la otra en el pequeño balancín, el
cual agitaba con un pie, precariamente, tratando de entretenerla.
—Lo siento —se excusó Draco rápidamente mientras llegaba
a sacar a Sofía del balancín y la cargaba.
—Oh, no hay problema, Winky traerá en un minuto los bi-
berones —contestó Harry con cara de sueño, meciendo a Zoe en
brazos.
—Ya, a ver, niñas, en un minuto estará la leche, ¿acaso alguna
vez las hemos dejado de alimentar como para que hagan tanto es-
cándalo? —preguntó Draco mientras mecía a Sofía, que no dejaba
de llorar, aunque se iba calmando, al igual que Zoe.
Harry soltó una pequeña carcajada, hablando sobre el llanto
de sus hijas.
—Claro, cariño, ellas te contestarán.
—Ja, ja —resopló Draco, pero luego sonrió, él siempre le
hablaba así a sus hijas, le parecía correcto hacerlo, por lo menos más
correcto que la forma en que Gael y sus demás amigos lo hacían,
como si fueran retrazados del lenguaje o algo por el estilo—, cuan-
do sean grandes y hablen correctamente me lo agradecerás.

872
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Ya te lo agradezco —susurró Harry con cariño, balancean-


do a Zoe de un lado a otro, Draco no contestó, pero le sonrió más
ampliamente, y ambos continuaron esperando por Winky mientras
las mecían de un lado al otro.
—¿Te las llevarás hoy en la mañana? —preguntó Harry en el
momento que Winky, luciendo algo agitada, aparecía con una ban-
deja y los dos biberones para las niñas.
—Sí, pero no olvides que… Buen día Winky —saludó Draco
tomando una de las botellas y sentándose en una de las mecedoras.
—Oh, al fin, gracias Winky —suspiró Harry a la vez, toman-
do también una de los biberones y sentándose en la segunda mece-
dora, al lado de Draco, junto a la ventana.
—De nada, señores, Winky lamenta haber demorado y que
las amitas hayan llorado tanto.
—No digas eso —le tranquilizó Harry con una sonrisa
mientras observaba cómo Zoe se apoderaba del chupón y dejaba al
fin de llorar—, todo está bien, ya se están calmando, ¿ves? Bajare-
mos a desayunar en un momento más.
—Sí, señores —Winky hizo una reverencia y se desapareció,
dejando en la habitación solamente el sonido de ambas niñas ali-
mentándose, y el suspiro de alivio de Draco.
Harry y Draco se dieron una mirada más y se acercaron lo
suficiente para rozar sus manos mientras las niñas seguían alimen-
tándose.
—Podríamos conseguir una mecedora amplia, ya sabes para
que quepamos los dos con las dos niñas, así estaríamos más juntos
—murmuró Harry, sin evitar ahogar un bostezo.
—Cierto… dijimos que lo haríamos y… —Draco arqueó
una ceja, claro, recordaba haber dicho que él lo conseguiría.

873
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—Fonteius —dijo Draco, y en ese momento apareció un pe-


queño pergamino y una vuela pluma—. Pedirle a Marly que busque
la mecedora amplia para las niñas —dictó con voz firme.
—Vaya… ahora está en pendientes —se burló Harry, se bur-
laba de Draco cada vez que usaba aquel toma notas que Hermione
le había regalado a las pocas semanas de nacidas las niñas, cuando
parecía que no encontrarían la forma de organizarse, más aún con
las empresas de ambos y las reuniones con el Ministerio. Al inicio
todo había sido bastante difícil, sin dormir noches enteras, hasta
que por fin habían logrado encontrar el método para ordenarse.
—Deberías usarlo, es muy práctico, no se te olvida nada.
—Yo aún confío en mi memoria.
—Claro, claro… —negó Draco con la cabeza—. ¿Qué no
preguntabas hace un momento si me tocaba a mí llevarlas hoy?
—Sí, bueno, se me había olvidado, o mejor dicho, me había
confundido —se excusó Harry mientras le quitaba el biberón ya va-
cío a Zoe y la levantaba lentamente, ya había aprendido que levan-
tarlas muy rápido podía concluir en él lleno de vómito, lamenta-
blemente había arruinado una gran cantidad de pijamas y túnicas
aprendiéndolo.
—Ya… Ron y Hermione las usan, ¿por qué tú no?
—Hermione la usa, y también anota cosas en la de Ron, que
lamentablemente no conoce el hechizo para hacerla desaparecer.
Me refiero a la agenda —aclaró Harry ante la sonrisa de Draco—, y
yo sí, así que ya ni siquiera la tengo como para usarla.
—Yo puedo comprarte otra —afirmó Draco mientras levan-
taba ahora él a Sofía y la ponía contra su pecho, masajeándola sua-
vemente para que eliminara todos los gases.
—Ah… Dios, me acabo de dar cuenta —declaró Harry con
tono afectado mientras se ponía en pie, era hora de empezar a mo-
verse hacia las cómodas de ropa.

874
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿De qué? —preguntó Draco imitando a Harry.


Ambos se movieron por la habitación con toda la sincroniza-
ción que cinco meses de padres les proporcionaban, pasándose los
pañales limpios, pañitos húmedos y la ropa que les pondrían el día
de hoy, cada uno en una de las cunas encargándose de una de las
niñas.
—Eres la Hermione de esta relación —se burló Harry mien-
tras levantaba unas chaquetitas azules y verdes, para que Draco die-
ra su aprobación.
—¡Oh, por D…! —Draco le dio una mirada divertida a So-
fía—. ¿Has escuchado las cosas que dice papi Harry?
—Draco.
—Yo quiero la verde —declaró extendiendo una mano para
que Harry le pasase la chaquetita verde.
—De acuerdo, pero mañana me toca ponerle a mí la ropa a
Sofía, siempre la andas vistiendo de verde.
—Uy, que mandón, ¿no? —siguió bromeando hacia Sofía,
que soltaba pequeñas carcajadas adormilada, luego de haber tomado
el biberón pronto ambas se quedarían dormidas, lo que les daría
tiempo a ellos para tomar una fugaz ducha, desayunar, llegar al tra-
bajo y avanzar todo lo posible antes de que la siguiente toma de bi-
berón llegara—. No importa, además, ya le toca a Zoe vestirse de
verde.
Harry negó con la cabeza.
—No se preocupen, niñas, en cuanto pueda me escaparé a
comprarles cositas rosadas, que es lo que se supone las niñas deben
usar.
—Eso es un estereotipo —refunfuñó Draco—. Y ya tienen
cosas rosadas.
—Pero muy pocas, además se ven muy bonitas de rosado —
dijo dándole un besito en la mano a Zoe, que se removió contenta.

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—De acuerdo, anota en tu agenda que las debes comprar —


se burló Draco, poniendo finalmente a Sofía, ya vestida y lista sobre
una de las sillas para transportarla.
—Que gracioso, no necesito hacerlo.
—Sí, porque si tú dices que yo soy la Hermione de esta rela-
ción, implica que tú seas el Ron, y entonces se te olvidará hacerlo.
—Eso no fue gracioso —reclamó Harry acomodando a Zoe
en una silla similar, pero con un pequeño osito como adorno al
frente que decía «Zoe». Les gustaba que sus amigos y todos los que
se acercaran a ellas las llamaran por sus nombres, no que les andu-
vieran diciendo bebitas y nenas y cosas así, o tratando de adivinar
cuál era cuál, querían que cada una tuviera su propia identidad, aún
desde recién nacidas, eso lo habían leído en un libro. Harry y Draco
leían muchos libros al respecto, incluso desde antes que nacieran las
niñas.
—Tampoco decirme Hermione, créeme, cariño —contestó
Draco.
Ambos se quedaron quietos un instante, cada uno levitando
una de las sillas donde las niñas ya estaban a punto de dormirse, y
mirándose.
—Buenos días —le dijo Draco acercándose a darle un beso
en los labios, Harry uso una mano para acercarlo más por la cintura
e intensificar el beso por un instante más antes de, con pesar, apar-
tarse.
—Buenos días —suspiró Harry, ahora sí listo para iniciar lo
que era ya un día rutinario en su vida, ajetreada, cansada, a veces
con muy poco tiempo para él o para la intimidad, pero su vida al
fin, y su vida feliz.

–|– 

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Gael se metió debajo del chorro caliente de agua, dejando


que éste se llevase los restos de jabón; suspiro aliviado mientras el
agua caliente seguía masajeando sus músculos, cuando sintió una
mano sobre su abdomen, por un instante, un tonto y, denominado
por él mismo, estúpido segundo, se imaginó que se trataba de Mi-
kel. A Mikel siempre le gustaba meterse en la ducha con él.
—¿Ya te tienes que ir? —preguntó el chico metiéndose en la
ducha y pegándose un poco más a Gael.
—Sí —suspiró Gael, girándose para darle un beso en los la-
bios, antes de alejarse un poco de él, era bastante guapo, lástima que
no tuviera mucho cerebro, pensó, mientras terminaba de quitar el
shampoo de su cabello—. Debo ir al trabajo, si no mi jefe se enfa-
dará y me despedirá, no puedo permitírmelo —mintió, siempre
usaba ese tipo de mentiras, no le gustaba ir diciendo ni siquiera su
apellido real, puesto que, aunque nunca se lo hubiera imaginado,
todos lo relacionaban rápidamente con el fabricante de perfumes
socio de Draco Malfoy, y eso lo incomodaba, porque por lo general
parecían más interesados en saber si era verdad que tenía mucho
oro por las ganancias de la fábrica, y si era que no quería fabricarles
perfumes únicos y exclusivos. Era más simple mentir, siempre lo
era. Le dio un beso más en la mejilla y salió de la ducha, tomando
algunas toallas para envolverse.
—Te entiendo, mi jefe es igual —comentó el chico—, no en-
tiende que a veces uno tiene más cosas que hacer que solamente
trabajar… es como si no tuviera vida, aunque con lo gordo que está
no lo culpo, seguramente su esposa ya ni caso le hace, y por eso vive
tan amargado…
Gael puso los ojos en blanco por el canturreo del chico, era la
tercera vez que salía con él, pero ya no lo haría más, estaba cansado
de su cháchara sinsentido.

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—Claro —masculló mientras a punta de varita y hechizo de


aire caliente terminaba de secarse el cabello y empezaba a vestirse,
estaban en el departamento de Rudy, por supuesto, no llevaría a na-
die a casa, por lo general sus encuentros se limitaban a una discote-
ca o un hotel, nada personal, aunque Rudy en un inicio le había
gustado más que los demás, pero sólo en un inicio.
—Pero no importa, por suerte en unas semanas más se irá de
vacaciones, creo que tomará un crucero para no sé donde con su
mujer y sus hijos… el restaurante estará mucho más tranquilo y…
—Escucha, Rudy —le interrumpió Gael, mirando hacia el
reloj de pulsera que usaba, regalo de Draco, y calculando que no
tenía tiempo para seguir escuchándolo—, tendré que salir de via-
je… aún no estoy seguro de cuando he de volver, en cuanto lo haga
te llamaré, ¿de acuerdo? —preguntó mirando hacia la puerta de vi-
drio cerrada. Rudy detuvo sus movimientos y pronto la puerta se
abrió.
—¿Te vas? —preguntó el chico con una mirada fastidiada.
—Pues…
—No soy un crío, ¿sabes? Si no quieres quedar más, no pasa
nada, ni que fueras la séptima maravilla del mundo.
—Octava en realidad, pero bueno, ya lo tienes claro. Nos ve-
remos por allí —respondió Gael algo aliviado.
—O no, quién sabe —ironizó Rudy, metiéndose en la ducha
nuevamente.
Gael puso los ojos en blanco y se miró delante del espejo una
vez más antes de caminar hacia la sala, recordándose que no debía
andar con chicos tan jóvenes, siempre eran tan inmaduros. Draco
ya le había dicho que dejara de andar de fiestas y se concentrara en
el trabajo, y tal vez en algún chico maduro y responsable, es más,
Harry le había presentado poco tiempo atrás a Manfred Kilbride,
exitoso abogado y dueño de su propio bufete en las afueras de Not-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tingham, era bastante atractivo, no lo podía negar, y podían mante-


ner conversaciones más gratificantes que cuál era el último escánda-
lo del vocalista de «Los hipogrifos descarriados» o si era que había
escuchado la nueva canción de «Sacheverell y sus Calderos Cantan-
tes», pero no despertaba en él ese tipo de excitación que un chico
como Rudy sí hacía, además su nombre empezaba con M, detestaba
los nombres que empezaban con M porque recordaba al dueño de
la gran M.
Finalmente dejó de cavilar al respecto, y apareció en la sala de
la casa de Harry y Draco, recordando que Draco tenía que llevar a
las niñas con él a la fábrica, y que había dicho que lo ayudaría.
—Buenos días —saludó con alegría caminando hacia la coci-
na, solamente estaba Harry; Draco brillaba por su ausencia, aunque
las dos pequeñas estaban dormidas y listas en sus sillas de transpor-
te, así como los dos maletincitos ya habituales. Era muy gracioso
que Draco siempre hiciera combinar los colores de la ropa de las
pequeñas, hasta con sus maletincitos de bebé.
—Hola, Gael. Draco bajará en un momento más, está termi-
nando de vestirse —le informó Harry mientras disfrutaba del olor a
café antes de darle un trago más al contenido de su taza.
—Buen día, señor Gael, ¿desea café? —preguntó Winky apa-
reciendo y hablando lo más calladamente posible, puesto que las
niñas dormían.
—Hola, Winky, sería buena idea, gracias.
—Déjame adivinar, era muy joven y guapo e insustancial-
mente aburrido —comentó Draco, entrando en ese momento, ya
listo para salir hacia la oficina.
—Más o menos, pero lo he intentado, que quede claro —se
defendió Gael mientras Winky aparecía con una taza de humeante y
oloroso café delante de él—, pero simplemente… ¿qué les enseñan

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

en las escuelas ahora? No saber que las maravillas del mundo son
siete…
—¿Qué? —preguntó Harry soltando una carcajada mientras
Draco se sentaba a su lado y negaba con la cabeza.
—Pues eso —respondió Gael—, en fin… lo he intentado,
tres citas, incluso he ido a su departamento, simplemente no fun-
ciona.
—Manfred ha preguntado por ti —le soltó Draco de pronto,
Gael se encogió de hombros—, es un buen chico, creo que es lo
que necesitas, tiene su propio negocio y…
—Ya, que parece que le estás vendiendo al chico —se quejó
Harry mientras daba un mordisco a sus tostadas.
—Prácticamente, sí, eso hacía —contestó Draco, y Gael negó
con la cabeza.
—No estoy en época de buscar una relación con nadie, así
estoy bien, salgo, la paso bien, me divierto… —le dio una mirada
cómplice a Harry, sabía, porque él mismo se lo había contado, que
cuando Draco lo había dejado, Harry había hecho lo mismo, aun-
que le había recomendado que no lo hiciera, puesto que al final,
uno no se sentía tan bien con ese ritmo. Aunque Gael, por supuesto
había obviado esa parte del consejo.
—Tiene razón de nuevo, Draco, déjalo, lo que se tenga que
dar se dará, y lo que no, pues… no —comentó Harry poniéndose
en pie.
—Vaya, me sorprende como filosofas —se burló Draco, y
Harry le dio un golpe en el brazo como respuesta.
—¿Ya te vas? —preguntó Gael sonriendo de la pequeña dis-
cusión.
—Sí, tengo que dar una clase en media hora —Harry se in-
clinó y le dio un beso a cada una de sus niñas y luego uno a Dra-
co—. Los veré para la hora del biberón.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No te olvides que las tienes que llevar contigo luego de


eso, tengo que ir a una reunión y no sé…
—Sí, cariño me acuerdo, no necesito una agenda —le inte-
rrumpió Harry algo divertido mientras tomaba el pequeño maletín
y caminaba hacia la sala, Draco negó con la cabeza.
—Igual le compraré una agenda.
—¡No lo harás! —gritó la voz de Harry desde el pasillo, y
Draco negó con la cabeza.
—Sí lo haré —le aseguró hacia Gael en voz muy baja.
Gael rio divertido y pensó en lo bonito que sería tener una
familia como la que Draco tenía, muchas veces los veía discutir de
aquella manera, casi siempre se veían agotados cuidando a las niñas,
corriendo para todos lados y coordinando sus horarios de la mejor
manera para no dejarlas al cuidado de nadie más, y aún así, pese a
todo, tan felices. El hubiera dado mucho por tener tal vez sólo la
mitad de lo que ellos tenían, con Mikel. Pero Mikel había desapare-
cido de su vida, o más o menos lo había hecho, aún estaba en sus
recuerdos, en sus sueños, en los calientes y los no tan calientes, y en
el dolor en su pecho… Mikel. Sabía que nunca lo olvidaría, a pesar
de todo.
—Ya —le llamó la atención Draco—, no entiendo para que
quieres salir con otros chicos y todo eso si luego te la vas a pasar re-
cordándolo.
—No estaba recordándolo —protestó Gael mientras hacía
levitar la silla de Zoe, y Draco hacía lo mismo con la silla de Sofía,
ambas completamente dormidas y ajenas a todo el trajín.
—Te apuesto a que sí.
—Bueno, sí, un poco, pero no tiene nada de malo, sólo han
pasado seis meses… aún es pronto.
—Si te consuela saberlo —comentó Draco en voz más ba-
ja—, creo que él también piensa en ti.

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—¿Lo dices por la cena del último fin de semana? —pre-


guntó Gael; habían asistido a una cena, por el cumpleaños de Boris
en la casa de Aarón, y claro, Mikel estaba allí, no se veían muy se-
guido, pero en esos últimos seis meses de separación habían coinci-
dido en más de una ocasión, aunque nunca habían permanecido
tanto tiempo en una sola habitación, como esa noche.
—Por supuesto.
—Estaba incómodo, al igual que yo, se nos hace raro vernos
y no estar juntos.
—Ya… yo sigo creyendo que él estaba pensando en ti, y se lo
merece, que se de cuenta de lo que se pierde, después de todo.
—Draco —advirtió Gael, que no le gustaba que Draco hicie-
ra esos comentarios, en realidad, dependiendo de su humor, incluso
llegaba a pelear con Draco cuando éste atacaba a Mikel de esa ma-
nera.
—De acuerdo, no quiero pelear contigo hoy, tenemos un
largo día con los tontos de Sabatini & Manfredi, será suficiente
amargura.
—Cierto —afirmó Gael, ambos de pie delante de la chime-
nea—, debemos hacer un frente unido.
—Exacto —Draco sonrió hacia Gael y luego hacia sus pe-
queñas—, después de ti.

–|– 

Andrómeda sonrió amablemente y se puso en pie en cuanto


Harry llegó a la oficina, con las dos pequeñas, ahora despiertas y al-
go bulliciosas sobre sus sillitas para transportarlas.
—Hola, Andrómeda, lo siento, se me hizo tarde —saludó
mientras depositaba a ambas niñas en la cuna agrandada que tenía

882
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

en una esquina de la oficina, para que pudieran jugar y distraerse


mientras él terminaba de trabajar.
—No hay problema —Andrómeda se acercó a la cuna y les
sonrió a las niñas—. Ah… pero cada día están más hermosas.
—Sí, lo sé —afirmó Harry dejando las sillas a un lado de su
escritorio y con una sonrisa orgullosa—, y más grandes.
—Se parecen mucho a Draco, ¿sabes?
—Sí, sobre todo en los ojos —comentó Harry sirviéndose
una taza de café—, aunque tienen lo mío también.
—Sí, ya lo creo… son tercas —rio Andrómeda recordando
cuando las había visto llorando en alguna ocasión.
—Y aunque no lo creas, eso también lo sacaron de Draco.
Andrómeda soltó otra carcajada y negó con la cabeza mien-
tras volvía a sentarse frente a Harry.
—Entonces dime, para no quitarte más tiempo, ¿para que
soy buena?
—Ah… el lunes es el cumpleaños de Draco —comentó Ha-
rry.
—Lo sabemos, haremos una cena, ¿recuerdas? Molly dijo
que ya les había avisado y todo.
—Sí, pero el domingo quería llevar a Draco a celebrar, noso-
tros solos, y quería…
—Por supuesto, encantada, ¿deseas dejarlas en casa? Así pue-
den tomarse todo el tiempo del mundo, las pueden recoger en la
mañana.
—Pues… Pensaba que tal vez podrías quedarte con Teddy en
casa, así, cuando volvamos, no tendrías que cuidarlas más.
—Oh, por favor Harry —suspiró Andrómeda—. ¿Qué pla-
neas hacer?
—Ah… —Harry trató de apartar de su mente las cosas que
pretendía hacer con Draco una vez estuvieran solos, y tomó un tra-

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

go de café, fingió no ver la ceja levantada de Andrómeda y cuando


habló lo hizo con voz clara—. He pensado llevarlo a cenar, por su-
puesto, y luego… Hermione me está ayudando a hacer una peque-
ña fiesta, en un bar, una fiesta entre los chicos, hace tanto tiempo
que no nos juntamos todos, y sé que Draco también lo extraña.
—Te entiendo, yo también recuerdo los primeros tiempos
con Ted luego de que nació Nymphadora, los días se iban tan rápi-
do… es bueno que traten de mantenerse juntos, que no caigan en la
tediosa rutina.
—Eso intentamos, de verdad… —Harry le dio una mirada a
sus niñas, Zoe estaba jugando con un pequeño Dragón que Gael les
había regalado, metiéndoselo a la boca y mordisqueándolo mientras
Sofía jalaba la mantita, como tratando de abrazarla por completo—;
aunque a veces realmente es agotador…
Andrómeda suspiró.
—Lo sé, pero la recompensa lo vale.
—Ciertamente —afirmó Harry.
—Entonces no te preocupes, déjalas en casa, así ustedes po-
drán estar tranquilos hasta la mañana siguiente, en que vendrían
por ellas…
Harry dudó un instante, se le hacía difícil pensar en no ver a
sus hijas durante tanto tiempo, pero finalmente, ante la sonrisa
calmada de Andrómeda, asintió.
—Sí, sería genial… No sabes cuanto te lo agradezco —sonrió
Harry.

–|– 

Mikel suspiró cansado mientras firmaba la historia del últi-


mo paciente que había atendido durante el día, después de eso po-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

dría irse a casa a dormir. Seguramente aún quedaba algo de pizza y


cerveza para la cena.
—Y allí está, el medimago más guapo de toda Inglaterra —
dijo Lucka con entusiasmo entrando al pequeño consultorio.
—¡Qué va!, de toda Europa —apoyó Ethan, ambos sonreían
de esa manera que Mikel ya había sabido interpretar tan bien.
—Vamos chicos, estoy cansado, y no me convencerán —les
respondió Mikel agitando la varita para que la historia médica llega-
ra a «Archivos» y empezando a recoger sus cosas.
—Pero aún no sabes de lo que te queremos convencer —se
quejó Lucka con aquella mirada de perrito abandonado que usaba
cada vez que Mikel se resistía a algo.
—No tengo interés en ir a ningún club ni bar esta noche, es-
toy agotado —Mikel se terminó de poner el abrigo y miró a sus
amigos esperando a que se dieran por vencidos y se marcharan.
—Esta vez te equivocas, no queremos ir a un club, por favor,
hablas como si lo único que supiéramos hacer es ir de fiestas… —
reprochó Ethan con aire ofendido.
—Pese a que eras tú el que antes andaba de fiestas casi todo
el tiempo, incentivándonos a nosotros —continuó Lucka tomándo-
lo de un brazo, Ethan hizo lo propio con su otro brazo, y ambos ti-
raron de él hacia la salida.
—Eso era antes… las cosas cambian, ¿saben?
—Nos lo dirás a nosotros, es decir Harry y Draco, casados y
con niños, ya nunca de los nunca salen, y eso que Harry era el que
nunca faltaba a una buena fiesta, y luego estás tú, que te pones ex-
quisito con nosotros, te estamos perdiendo, amigo.
—Vamos, Lucka, deja de ser tan melodramático —suspiró
Mikel haciendo un gesto de despedida a Alice en la recepción y sa-
liendo con ellos a la calle, donde, aunque ya no estaba lloviendo, sí
corría un poco de aire frío.

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—De todas maneras, lo que queríamos era invitarte a cenar


—le dijo Ethan con una sonrisa, señalando hacia su auto.
—¿A cenar?
—Claro, cenar, ingerir alimentos, puedes haber cambiado,
pero definitivamente eso es algo que no debes dejar de hacer.
—Menos ahora que luces tan flaco… creo que pediremos
doble postre para ti —opinó Lucka abriendo la puerta del asiento
trasero e indicándole que entrara. Resignado, Mikel asintió y se
acomodó atrás, mientras sus dos amigos lo hacían adelante.
Durante quince minutos más escuchó el parloteo de sus
amigos mientras miraba por la ventanilla las luces y las diferentes
calles, hasta que aparcaron delante de un restaurante que parecía
bastante tranquilo, las mesitas con sus manteles a cuadros y sus pe-
queñas lamparitas en el centro le daban un ambiente bastante aco-
gedor.
Como era su costumbre, se acomodaron en una de las mesas
del fondo y pidieron una botella de vino, y como plato fuerte pidie-
ron carne. Mikel tenía que admitir que se sentía a gusto, mucho
más de lo que se hubiera sentido en su departamento, comiendo a
solas el pedazo de pizza recalentado y las cervezas que quedaban en
el refrigerador.
—El tema es este —le informó Lucka cuando ya casi habían
terminado de comer e iban por su segunda botella de vino—: Harry
está haciendo una pequeña fiesta para Draco, el lunes es su cum-
pleaños, por si lo has olvidado.
—Ah... ¿en serio?
—Estoy seguro que no lo has olvidado, tú y Gael no han fal-
tado a ninguno de sus cumpleaños… —le comentó Ethan dándole
un sorbo a su copa—, hasta lo debes tener anotado.
—Ya… sí, me acuerdo, pero ahora las cosas son diferentes.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Pero Harry quiere que vayas, nos ha mandado a invitarte,


dice que le gustaría que estuvieras allí, que casi nunca te ve.
—He estado ocupado, además, es el cumpleaños de Draco,
no de Harry.
—¿Tampoco te hablas con Draco?
—¿Cómo hacerlo?, después de todo lo que ha pasado sería
incómodo…
—¿Qué ha pasado? Es decir —aclaró Ethan levantando las
manos para que Mikel lo dejara continuar—, sabemos de tus teo-
rías… estúpidas teorías, debo agregar, sobre que Gael está enamora-
do de Draco —Mikel frunció el ceño, pero Ethan continuó de todas
maneras—, sin embargo Draco no te ha hecho nada.
—¿No se los ha contado entonces? —preguntó sorprendido,
supuso que Draco les diría a todos cómo lo había golpeado y dejado
tirado en el piso de su oficina, advirtiéndole que no se acercara más
a Gael.
—No… ¿Qué más hay que contar? —preguntó Lucka sir-
viéndole un poco más de vino a su copa y a la de Mikel.
—Increíble… pensé que lo andaría presumiendo —mascu-
lló.
—¿Qué? ¿Qué tiene que presumir? —le apuró Ethan.
—En enero, cuando todos se enteraron de que Gael y yo ha-
bíamos roto, fue a la clínica, quería hablar conmigo, discutimos y el
muy cabrón me dio un derechazo.
—¿Te golpeó?
—Lo hizo —afirmó Mikel hacia Lucka que parecía impre-
sionado.
—¡No! —negó rápidamente Ethan—. ¿Draco Malfoy?; ¿el
Draco de Harry?
—¿Pues cuál otro hay?

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—Es que Draco… —Lucka frunció el ceño y pareció dudar


un instante antes de hablar—, no parece de los que golpean, se ve
muy… o menos rudo, eso es todo.
—Pues no lo es, claro que golpea, y duro —rememoró Mikel
acariciándose la barbilla instintivamente.
—Vaya, vaya, sí que es una sorpresa, ¿no? —se rio Ethan.
—Para mí lo fue más, créeme. En todo caso, no creo que sea
adecuado que vaya a esa fiesta, por más que Harry quiera invitarme,
es el cumpleaños de Draco, después de todo.
—Pero no es correcto dejar las cosas así con Draco —opinó
Lucka.
—No me interesa mucho arreglar las cosas con él —mur-
muró Mikel, dándole un sorbo más a su copa, lo cierto era que du-
rante todo el tiempo que se pasaba solo, había pensado bastante, no
sólo en Gael, sino también en lo ofensivo que había sido con Draco
aquella vez.
—Estoy seguro que sí, es la pareja de Harry, no puedes dejar
las cosas así y punto —resolvió Ethan—; y sería genial que fueras
porque Harry estaría contento de que hagan las paces, Noah tam-
bién irá, pasará por Londres este fin de semana, camino a América,
la pasaremos genial, como antes, y…
—Y Gael también estará —declaró Mikel antes de terminar
el contenido de su copa de un solo trago.
—¡Exacto!
—Pero, Lucka…
—No, Mikel, ya basta —le interrumpió seriamente Lucka—.
Es suficiente, ¿no crees? ¿Cuánto tiempo más necesitas para admitir
que deseas volver a casa?
—No es tan simple como eso…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí que lo es —le dijo está vez Ethan—, reconoce que te


equivocaste, que estás enamorado de él y que deseas volver. Gael te
quiere, estoy seguro de eso, se le nota, y te extraña.
—Han pasado casi seis meses —les recordó Mikel, él podría
decirles exactamente la cantidad de días que llevaban separados, los
había sufrido uno por uno—, he escuchado que estuvo saliendo
con un par de chicos hace poco…
—Tú lo dejaste, tenía derecho a hacerlo, o a hacer cualquier
cosa que desee hacer, y ese no es el punto aquí.
—¿Entonces cuál?
—Que el domingo en la noche Gael estará allí, tú estarás allí
y le dirás que aún lo quieres y que quieres volver con él, intentarlo
una vez más, que te equivocaste y que quieres que te perdone; que
estás dispuesto a intentarlo.
—¿Quieren que reconozca que me equivoqué?
—Eso es obvio —comentó Lucka elevando la mano para pe-
dir una botella más de vino—. Y por si no te has enterado, Gael no
está enamorado de Draco.
—Pero lo parecía.
—Pero no lo está —gruñó Ethan, Mikel arqueó una ceja ter-
camente—, y tú, más que nadie lo sabe, y puede que lo hayas creído
en el pasado, pero ahora no lo crees, ahora estás seguro de que no es
así, y así como fuiste lo suficientemente hombrecito para tirarle to-
das esas absurdas acusaciones encima, debes ser lo suficientemente
hombrecito para admitir que te has equivocado y disculparte.
—¿Y si él ya no quiere…? —Mikel suspiró y hundió un poco
los hombros, se sentía tan agotado emocionalmente, algunas veces
pensando en las miles de formas de disculparse, y otras tratando de
convencerse de que no se había equivocado, pero siempre llegaba a
la misma conclusión: no podía vivir sin Gael en su vida.

889
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

Después de dos horas más, Mikel llegó a su departamento,


ligeramente achispado por el licor, recordaba vagamente haber
prometido ir, es más, recordaba que Lucka y Ethan lo buscarían la
noche del domingo para que no dejara de asistir. Negó con la cabe-
za mientras se desprendía de la ropa de cualquier manera, había ha-
blado demasiado, por efecto del vino, llevaba mucho tiempo sin
tomar tanto, y definitivamente, ya iba perdiendo el hábito, les había
contado a sus amigos demasiados de sus temores y dudas, y estos se
los habían refutado de la misma forma que, en el pasado, Gael lo
había hecho.
Se acostó en la cama y cogió la única foto que había en el lu-
gar, una de Gael, estaba en la Fábrica de Pociones, era una de las
primeras fotos que habían tomado cuando la fábrica se había inau-
gurado, en ella estaba Gael preparando algo, Mikel no podía recor-
dar qué era, Gael sonreía a la cámara y a Mikel de manera feliz antes
de agregar un ingrediente más al caldero.
—El domingo —se dijo con un suspiro—, el domingo le pe-
diré perdón y veremos qué pasa…

–|– 

El domingo en la mañana Draco despertó de manera muy


diferente a como solía despertar últimamente, sintiendo el peso y
los jugueteos de sus dos pequeñas sobre él.
Abrió los ojos asombrado, mirándolas ya vestidas y listas para
salir.
—Hola, preciosas —saludó sentándose mejor y sonriéndole
a Harry, mientras tomaba a una en brazos para que él pudiera cargar
a la otra; y también tratando de recordar si era que tenían algún
plan para ese día y él lo había olvidado.

890
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Buenos días, dormilón —se burló Harry dándole un beso


en los labios.
—¿Por qué no me despertaste?
—No hay problema, Andrómeda me ayudó.
—¿En serio? ¿Está aquí?
—Sí, abajo —Harry levantó un poco más a Sofía, y la acercó
a Draco—. Ahora dale un beso de despedida a tus hijas, le he pedi-
do a Andrómeda que se quede con ellas y ha aceptado.
—¿Todo el día?
—Hasta mañana en realidad —informó Harry, mirando de
reojo a Draco y su reacción.
—Pero, Harry, son muy pequeñas. ¿Qué tal si les pasa algo?
¿Si les da fiebre o dolor de estómago?
—Andrómeda sabe muy bien cómo cuidarlas, y además tiene
nuestro número, y Winky irá con ella, nada malo pasará —Harry se
sentó junto a él, aún con Sofía en brazos mientras Draco sostenía
posesivamente a Zoe—, quiero pasar el día contigo, tengo algunas
cosas planeadas, y pensé que sería buena idea poder estar solos des-
pués de tanto tiempo, pero si no estás seguro… no pasa nada —
concluyó encogiéndose de hombros.
Draco se mordió el labio, sabía que Harry tenía razón, él
amaba a sus hijas, pero reconocía que necesitaban un poco de tiem-
po para ellos, al menos un respiro.
—¿Winky irá con ellas?
—Sí, y ya sabes que la señora Weasley no se resistirá a pasarse
por allí también, créeme que a mí también me cuesta hacerlo, pero
realmente quiero estar contigo hoy…
Finalmente convencido, Draco le dio un beso a Zoe y otro
más a Sofía, y de acuerdo al pedido de Harry, se quedó en cama es-
perando mientras él bajaba a entregárselas a Andrómeda.

891
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

Harry no tardó mucho en llegar, y cuando lo hizo tenía esa


mirada depredadora que no le había visto en algún tiempo, su
miembro dio un tirón de anticipación mientras veía a Harry despo-
jarse de la camiseta y las pantuflas, y lo sentía meterse en la cama.
—Ya se han ido, prometí llamar en dos horas para saber si
todo estaba bien —le comentó Harry con voz suave mientras lo
empujaba sobre la cama hasta tenerlo completamente recostado, sus
manos subieron por la delgada camisa del pijama y comenzaron a
desabotonar uno a uno los botones.
—Eso está bien… llamar en dos horas —jadeó Draco mien-
tras sentía los pequeños besos que Harry iba dejando sobre su pe-
cho conforme iba abriendo la camisa.
—Aunque Andrómeda ha dicho que no nos preocupemos y
que no es necesario —Harry finalmente terminó de abrir la camisa,
y Draco se elevó lo suficiente para ayudar a sacarla—, igual lo ha-
remos.
—De acuerdo —respondió Draco, acariciando lentamente el
pecho desnudo de Harry; como siempre, se entretuvo un poco más
en el lado izquierdo, en el tatuaje del dragón que le llamaba tanto la
atención.
Harry suspiró suavemente, y con una mano terminó de ha-
cer caer al piso las mantas, antes de inclinarse y darle un suave beso
en los labios a Draco. Poco a poco fue bajando por las mejillas y la
mandíbula, sus labios acariciando la piel facial, lentamente, sus ma-
nos bajando por el pecho pálido, llegando a la cinturilla del panta-
lón del pijama y deteniéndose allí.
—Oh, Harry —suspiró Draco, abriendo más las piernas para
dejar que Harry se arrodillase entre ellas, sus manos acariciaron las
caderas del moreno y el, ahora nuevamente, plano abdomen, su-
biendo por el pecho, pellizcando un poco más duro las tetillas, mi-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

rando fijamente los ojos de Harry, que se mantenían firmes en él, se


veían tan anhelantes…
Harry se inclinó lo suficiente para abrir los pantalones de
Draco y dejar el espacio justo para que su erección encontrara cierta
liberación, le encantó sentir la forma como Draco se removió y ten-
só cuando con una mano se hizo de ella y empezó a acariciarla len-
tamente. Se adelantó lo suficiente para besarlo, para encontrarse
con sus labios ansiosos y ardientes.
Draco sujetó con fuerza a Harry de la nuca con una mano,
jalándolo y obligándolo a no detener el beso, ansiaba tanto besar a
Harry de esa manera, sus propios gemidos, ocasionados por las len-
tas, pero eficaces, caricias que Harry estaba dándole en su parte in-
ferior, ahogados entre ambas bocas.
Harry se apartó luego de un instante más, pese a la reticencia
de Draco; bajó dejando pequeños besos y ahora mordiscos por aquí
y por allá, repasando con más entusiasmo los sitios donde sabía,
Draco era más sensible, hasta que llegó al abdomen, pasó la lengua
sobre el ombligo un par de veces antes de introducirla en el.
—Oh, por Merlín —jadeó Draco quedamente mientras se
arqueaba por el placer.
Harry sonrió.
Si había algo que a Harry le gustaba escuchar era al siempre
correcto Draco Malfoy jadeando y perdiendo el control gracias a él.
Se entretuvo un poco más allí, sintiendo cómo los dedos de Draco
se enredaban en su cabello, y bajó un poco más, con las manos ja-
lando los pantalones, Draco elevó las caderas ansioso mientras sen-
tía los dedos de Harry acariciando ahora sus piernas conforme la in-
cómoda prenda abandonaba su piel.
Harry hizo el recorrido de vuelta, dejando besos y mordidas
en las piernas abiertas, sintiendo a Draco estremecerse y escuchan-
do cómo sus gemidos sonaban cada vez más fuerte.

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—Eres tan hermoso —le dijo dando pequeños mordiscos al


interior de sus muslos, antes de subir lo suficiente para poder lamer
muy lentamente el miembro erecto, brillante y algo húmedo ya.
—¡Oh, Dios! —gimió Draco sin ningún tipo de pudor, sobre
todo ahora que sabía que no estaban las niñas en casa, mientras sen-
tía la lengua de Harry envolver su miembro, subiendo y bajando.
Sus dedos volvieron a la cabellera oscura, y apretaron con fuerza a
la vez que levantaba las caderas buscando más contacto aún.
Harry mordisqueó la base del miembro de Draco antes de
finalmente abrir la boca y dejarlo entrar todo lo posible, Draco se
quedó completamente quieto por un instante, a la vez que un ronco
gemido escapaba de su boca. Se esmeró en abarcar todo a lo largo,
chupando y apretando los labios, logrando que Draco perdiera
completamente el control, removiéndose contra él y pidiendo por
más.
Estaba tan cerca de llegar al final, él lo sabía, lo podía sentir, y
Harry parecía no tener intenciones de detenerse, sin embargo, de
pronto esa boca caliente y húmeda se alejó, haciéndolo gruñir des-
contento.
—Voltea —le pidió Harry mientras se alejaba de él lo sufi-
ciente para darle espacio a hacerlo.
—Harry —protestó Draco a pesar de todo.
—Prometo que te gustará —le respondió Harry, dándole una
palmada en la pierna, algo reticente y frustrado Draco se giró; las
manos y labios de Harry rápidamente estuvieron sobre su espalda,
acariciándolo y besándolo, mordiéndolo y bajando cada vez más.
—Harry… —gimoteó Draco cuando sintió las manos del
moreno separando sus nalgas. Levantó un poco más las caderas y su
piel se erizó completamente cuando sintió el cálido aliento de Ha-
rry sobre su entrada—. ¡Oh… Dios!

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry no replicó, se inclinó un poco más hacia adelante y


con la lengua delineó toda su raja, presionando muy suavemente
sobre la entrada antes de bajar hasta los testículos, juguetear con
ellos un poco y volver a subir, sentía las caderas de Draco empuján-
dose contra él cada vez que se detenía un poco más sobre su entra-
da. Sus dedos pulgares llegaron hasta el centro y presionaron un
poco más sobre la fruncida entrada mientras su lengua trataba de
colarse en su interior, escuchó a Draco lloriqueando aunque no era
capaz de entender lo que decía. Seguía introduciendo su lengua, al
igual que sus dedos, cada vez más profundo, lamiendo, chupando e
incluso algunas veces mordiendo, hasta que supo que Draco no
aguantaría mucho tiempo más.
Draco presionaba con fuerza las manos contra las sábanas,
sintiendo la urgencia de acariciarse, pero sabía que si lo hacía, no se
podría detener, y no quería que eso acabara tan pronto, sentía cómo
Harry lo iba abriendo poco a poco, cómo su interior iba cediendo
ante la intromisión y… ¡Demonios, estaba tan ansioso!
Harry se apartó finalmente de él, sólo lo necesario para coger
la varita y murmurar los hechizos lubricantes, Draco zigzagueó un
poco más ante la sensación del gel frío sobre su entrada, y elevó las
caderas más aún, hasta poder sostenerse sobre sus rodillas y manos,
sintió las manos de Harry sujetándolo y sus labios sobre su hom-
bro.
—Te amo —le susurró al oído Harry, sintiendo toda la piel
caliente y sudada de la espalda de Draco pegarse a su pecho.
—También yo… y mucho, Harry —pudo contestar, a pesar
de todo Draco, mientras empujaba las caderas un poco más, sentía
el miembro resbaloso de Harry friccionarse contra su entrada una y
otra vez, pero no parecía tener intensiones de querer entrar.
Harry le dio un beso más en el hombro y se enderezó, con
una mano guió su miembro hacia la entrada de Draco y empezó a

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

empujar. Debía ser honesto, últimamente, entre el trabajo y las ni-


ñas apenas y habían disfrutado de algo de tiempo para estar juntos
de manera tan íntima, por lo general cuando llegaba la hora de acos-
tarse, por más intensiones que tuvieran, la mayoría de las veces am-
bos terminaban con algunos besos y caricias antes de caer rendidos
al sueño. Se trató de controlar lo mejor posible mientras sentía el
cuerpo de Draco ceder y acogerlo en esa estrechez tan caliente.
Draco apretó los dientes por el dolor, demasiado excitado y
ansioso como para detenerse, y soltó un jadeo más cuando sintió a
Harry completamente en su interior.
—Oh, Dios, Draco… —jadeó Harry presionando con más
fuerza sus manos contra las caderas del chico, apretando también
los dientes por la sensación tan apabullante, sentía que si se movía
tan sólo un poco se liberaría irremediablemente—. Te sientes tan
increíblemente bien…
—Harry… —contestó Draco, incapaz de decir más, se agitó
un poco contra Harry, sintiendo al chico temblando y sacudiéndose
un poco—. Por favor…
—Draco —gimió Harry haciendo eco con el gemido del ru-
bio cuando salió casi por completo de él y se volvió a introducir con
más fuerza, lo sintió temblar y vio cómo toda su espalda se arquea-
ba.
—Eso es… —gimoteó Draco, dejando caer su pecho contra
la cama, y con una mano bajando hasta su propia erección, mientras
Harry empezaba a entrar y salir de él con la misma fuerza, rozando
en cada embestida los puntos exactos para hacerlo lloriquear y ge-
mir de la manera en que lo estaba haciendo.
Ambos se agitaban el uno contra el otro a un ritmo que, les
fascinó descubrir, no habían perdido, mientras la habitación se lle-
naba de gemidos, palabras entrecortadas y el ruido de sus cuerpos
chocando, cada vez más rápido y fuerte.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Draco… Oh —gritó Harry mientras se quedaba comple-


tamente quieto, clavando sus uñas en las caderas de Draco y dejan-
do finalmente su orgasmo fluir, sintió el cuerpo del rubio agitarse
debajo de él y su interior apretándolo con tal fuerza, que incremen-
tó incluso más su propio placer.
—¡Ahhh! —Draco tuvo la deliciosa y placentera sensación de
todos sus músculos tensarse mientras su orgasmo se disparaba, so-
bre su mano y las sábanas, y rendido se dejó caer completamente,
sintiendo como Harry abandonaba su interior y se dejaba caer a un
lado. Levantó el rostro lo suficiente para darle un beso en el hom-
bro al moreno y se volvió a dejar caer con una sonrisa satisfecha, la
misma que tenía Harry en ese momento.
—Wow —dijo luego de un momento más, cuando estuvo
seguro de que su voz saldría lo suficientemente firme.
Harry le sonrió en respuesta y se acercó lo suficiente para
darle un beso en los labios, mordiéndole el labio inferior antes de
alejarse.

–|– 

Mikel se dio una mirada más en el espejo, y escuchó el soni-


do del timbre. Sabía que se trataba de Lucka y Ethan, se apresuró a
abrir la puerta para encontrarse con sus dos amigos, ya listos para la
fiesta.
—Vaya, pero si ya hasta te vestiste.
—Dije que lo haría, ¿no?
—Claro, claro —contestó Lucka mientras le daba una mirada
más a sus ropas.
—¿Qué? ¿No estoy bien?

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—Pues… —Ethan frunció el ceño y negó con la cabeza—,


menos mal que aún tenemos tiempo —respondió mientras lo em-
pujaba al interior del departamento.

–|– 

Gael terminó de hacer levitar el gran letrero que decía «¡Feliz


día Draco!» a la altura que Hermione le había indicado, y se alejó
unos pasos para apreciarlo mejor.
—Creo que ahora sí está derecho —le comentó Ron dándole
una botella de cerveza.
—Gracias. Pensé que Hermione había dicho que las bebidas
eran para la hora en que Draco llegara.
—Ya, pero si tú no se lo dices, yo tampoco lo haré —le con-
testó Ron guiñándole un ojo.
—Bueno —aceptó Gael dándole un sorbo a su bebida—. De
todas maneras, no falta mucho para que lleguen.
—¡Chicos! —llamó la voz de Hermione detrás de ellos, que
se sobresaltaron y se giraron escondiendo las botellas en la espal-
da—. ¿En verdad no creerán que no me he dado cuenta, o si?
—Vamos, cariño —intentó razonar Ron con ella mientras
Gael decidía que era el mejor momento para alejarse.
—Hola, Gael —saludó la voz de George, el socio de Ron, se-
gún sabía Gael, quien había perdido a su hermano gemelo durante
la guerra.
—Hola, ¿qué tal?
—Bien… ¿Qué tal va la fábrica? He escuchado que tienen
un montón de pedidos.
—Ah… sí, pues la verdad es que a veces no nos damos ni
abasto, pero se hace lo que se puede… ahora es más difícil, con las
niñas de Draco, él tiene menos tiempo para las creaciones…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Te entiendo, a mí me pasa lo mismo desde que Fred, mi


hijo, nació, apenas y tengo un momento de paz, igual le pasó a Ron,
ahora con Jules tiene que estar más en casa… en el fondo está bien,
¿sabes? Los niños, son mucho mejor que el trabajo.
—Lo sé —afirmó Gael—. Supongo que valen la pena.
—Oh, sí, y mucho —intervino Angelina llegando en ese
momento con una gran bandeja de gorritos y luces mágicas—. Ho-
la.
—Hola —saludó Gael, también tomando un par de luces y
obviando los gorritos, a él definitivamente no le iban bien los gorri-
tos.
—Te entiendo, nadie se los quiere poner —luego Angelina se
acercó un poco más hacia Gael y George—. Trataré de esconderlos
para que Hermione no siga dando la lata con esto.
Los tres se giraron a ver hacia el otro lado del salón, donde
Ron ya había perdido su botella de cerveza y escuchaba resignado
un discurso de Hermione.

–|– 

Estuvieron en la cama por muchas más horas, llamaron a


Andrómeda y ésta les confirmó que todo iba bien y que no se preo-
cuparan en absoluto.
Tomaron un tardío desayuno-almuerzo, aún en la cama,
conversando y riendo de algunos recuerdos y anécdotas para luego
tomar un largo baño, comprobando que definitivamente aún ambos
cabían y podían hacer muchas cosas en la tina.
Para la hora de la cena, Draco se sentía satisfecho y descansa-
do, listo para traer a las niñas de vuelta, y retomar la vida de padre
responsable, sin embargo, Harry tenía otros planes.

899
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

Lo sorprendió cuando le dijo que había hecho reservaciones


en Dans Le Noir, su restaurante favorito. Así que ambos, cerca de
las nueve de la noche, se apartaron el uno del otro el tiempo sufi-
ciente para vestirse y salir, vía red flú, al fino restaurante.
La cena pasó igual que el día, ambos riendo, conversando y
recordándose cuanto se querían y se amaban, hablando de las niñas,
haciendo planes para ellas y para la familia en general.
Harry ya le había comentado que todo eso era por su cum-
pleaños, y aunque Draco argumentaba que su cumpleaños era al día
siguiente, estaba feliz, y agradecido por toda la celebración.
Estuvieron allí hasta cerca de la medianoche, cuando el res-
taurante ya iba a cerrar, Draco conocía la costumbre de Harry de
hacerle soplar las velas a medianoche, y pensó que partirían a casa
para culminar el día, sin embargo, se sorprendió cuando Harry le
sugirió ir a tomar una copa.
—¿No estás cansado? —le preguntó Draco, mientras ambos
caminaban por la ancha calle que llevaba hacia la zona de bares y
discotecas que acostumbraban frecuentar, bueno, antes de que las
niñas nacieran.
—No, ni un poco. ¿Por qué? ¿Tú sí?
—Nah… supongo que es la falta de costumbre —le respon-
dió mirando los locales cerrados, entonces recordó, era domingo,
los domingos esos sitios no abrían—. Harry, hoy no abren.
—Sí, claro que lo hacen.
—No, ¿no ves que todo está cerrado?
—Son sólo ideas tuyas, vamos —le respondió jalándolo de
una mano hacia uno de los bares pequeños, y que estaba con las lu-
ces apagadas.
—Harry —le recriminó Draco dejándose guiar pese a todo—
no podemos entrar allí, está cerrado, no tiene luces…
—A veces olvido lo testarudo que eres.

900
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No soy testarudo, solamente… —se interrumpió cuando


Harry empujó la puerta y ésta cedió como si efectivamente el lugar
estuviera abierto.
No tuvo tiempo de continuar protestando o preguntando
qué pasaba allí, puesto que en el instante en que puso un pie den-
tro, todas las luces se prendieron mientras un enorme pastel, con
muchas velas encendidas, levitaba hacia ellos, alrededor todos sus
amigos gritando:
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, DRACO!
—Oh… que embustero —le reprochó Draco a Harry, sin
poder borrar la sonrisa de su rostro.
—Ya es medianoche, ya es tu cumpleaños —le respondió
Harry, dándole un corto beso en los labios, sus demás amigos
aplaudieron contentos y empezaron a entonar el conocido «Cum-
pleaños feliz» mientras las luces de las velas brillaban con más fuer-
za.
—Ahora pide un deseo —le dijo Gael desde una esquina con
una copa en la mano y brindando hacia él.
Draco se mordió el labio un instante antes de soplar y tratar
de apagar todas las velas, cuando por fin lo consiguió, sus amigos
estallaron en aplausos nuevamente mientras las luces del local em-
pezaban a cambiar, parpadeando, bajando y subiendo al ritmo de la
canción, que ya comenzaba a sonar.
Por mucho rato más, Draco se la pasó recibiendo abrazos y
apretones de manos de muchos de sus amigos y conocidos, acep-
tando brindis y posando para muchas fotografías. Se sorprendió
mucho al encontrarse a Noah, que lo abrazó y felicitó, no sólo por
su cumpleaños, sino también por el nacimiento de las niñas, pese a
que él les había mandado una linda carta diciendo que no hablaba
en serio cuando había dicho que estaban locos y que estaba feliz con
el nacimiento de las mellizas, no lo habían visto desde que los jui-

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

cios habían terminado. Noah prometió pasarse de todas maneras


por casa un momento antes de partir, para conocer a las pequeñas.
Suspiró aliviado cuando finalmente se dejó caer en una mesa
junto a Harry, que ya tenía un par de tragos listo para brindar con
él.
—Feliz cumpleaños —le dijo con una sonrisa, levantando la
copa hacia él.
—Gracias… Por todo el día, Harry —respondió Draco, dán-
dole un beso en los labios y sinceramente agradecido por todo lo
que había planeado para él.
—Vamos, vamos, que esto no es un hotel —dijo Lucka bur-
lonamente, Draco le dio una mirada de falso fastidio, pero se quedó
completamente quieto en cuanto vio que con él no sólo venía E-
than, como era su costumbre, sino también Mikel.
—Hola —masculló Mikel un tanto avergonzado.
—Hola —respondió fríamente Draco mientras Harry son-
reía algo culpable.
—Yo, pues… —Lucka le dio un golpe en las costillas, y Mi-
kel dio un paso más hacia el frente—. Feliz cumpleaños.
—Gracias.
—Y también quería decirte que… sobre lo que pasó la última
vez, creo que me excedí, lo siento.
Draco parpadeó confuso hacia Lucka y Ethan, que simple-
mente asintieron.
Mikel le dio una mirada culpable a Harry y supo, como ya
había intuido en el pasado, que Draco no le había comentado nada
de lo que había dicho cuando habían discutido, y realmente agrade-
ció que así fuera, no le gustaría perder la amistad de Harry por cosas
que había dicho sin querer, por sentirse tan furioso.
—Creo que dije cosas que no sentía realmente, estaba moles-
to, y lamento haberlas dicho, no tenía derecho a hacerlo.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, no tenías derecho —contestó Draco, poniéndose de


pie finalmente—. Y creo que también yo lamento la forma como
respondí a eso —dijo refiriéndose al golpe que le había dado.
—Creo que me lo merecía —afirmó Mikel extendiendo la
mano hacia él.
Draco se mordió el labio inferior un momento antes de
aceptar su mano en respuesta.
Mikel soltó un pequeño suspiro y apretó su mano con fuerza
antes de asentir.
—Yo estaré por aquí, y espero que pronto podamos seguir
conversando —comentó antes de alejarse.
Lucka y Ethan sonrieron satisfechos ante Draco antes de dar-
le cada uno un abrazo de feliz cumpleaños, comentando que Mikel
había recapacitado mucho durante ese tiempo sobre lo que había
pasado con Gael, y que estaba cada vez más animado a pedirle una
nueva oportunidad. Luego de conversar por un rato más con Harry
y Draco ellos también se alejaron, en busca de Noah y sus demás
amigos.
—¿Tú crees que de verdad le pida a Gael volver con él? —
preguntó Draco encendiendo un cigarro cuando al fin se quedaron
solos.
—Pues… si lo quiere hacer espero que no sea en este mo-
mento —respondió Harry mirando hacia el otro extremo del salón.
Draco siguió su mirada y se dio cuenta de que Gael no estaba solo,
sino con ese chico Manfred.
—¿Tú lo has invitado?
—No, claro que no —se apresuró a aclarar Harry—, pero
supongo que Gael sí.
—Oh, esto no saldrá bien…
—Bueno, Mikel tiene que entender, además Gael no está ha-
ciendo nada malo, sólo conversando con él.

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

Draco negó con la cabeza, y ambos se quedaron mirando a


Gael y ese chico, y a Mikel que se acercaba lentamente hacia ellos.

–|– 

—Es un caso muy interesante, muy valiente de parte de us-


tedes —comentó Manfred con tono pomposo mientras bebía de su
cerveza—, justamente ayer en la mañana le he dicho a Aarón que
no tengo problemas en poner el bufete a su disposición para cual-
quier cosa que necesiten.
—Claro... aunque yo ya no estoy muy implicado en este pro-
ceso, la primera ley fue otra cosa; ahora es más fácil, o eso dicen
Hermione y Boris, después de todo, sólo tienen que terminar de
estudiar la poción de Draco para hacerla legal.
—Lo sé —le dijo el chico acercándose un poco más a él—,
seguí la historia de la primera ley muy de cerca, lamentablemente
no pude hacer mucho más, ustedes eran un grupo cerrado, aunque
lo comprendo, con todo lo que había pasado… —se apresuró a
aclarar cuando Gael ya abría la boca para replicar—, es una pena,
que tenga que llegar la sangre al río para que la comunidad se ponga
en pie y actúe.
—Sí, te entiendo, pero al menos las cosas están mejor ahora,
ya sabes, con las nuevas leyes…
—Y con las que vendrán, creo que pronto todo será más fá-
cil, Aarón ya ha conseguido la unión entre las parejas del mismo se-
xo y además tus amigos, Harry y Draco, han abierto una nueva po-
sibilidad para las parejas que quieran tener bebés, y de forma legal,
¡el Ministerio ni siquiera se vio venir esa!
—Ni muchos de nosotros, créeme —contestó Gael mirando
hacia la pista, donde algunas parejas ya bailaban.
—¿Lo has pensado alguna vez?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Qué?
—Tener familia, hijos, casarte… ¿alguna vez lo has pensado?
Gael dejó de mirar a la pista y se centró en Manfred, ese día
lucía mucho mejor que otros días en que lo había visto, pues había
dejado de lado la formal túnica de trabajo y estaba simplemente con
unos pantalones vaqueros y una camiseta ajustada que dejaba ver un
buen cuerpo.
—Sí, realmente sí. Algún día quisiera poder hacerlo.
—También yo, Gael —le dijo Manfred acercándose un poco
más a él—. Esta noche en realidad vine con una sola intención.
—¿Ah sí?
—Sí —le respondió más cerca aún, y Gael sabía, antes de que
el chico se inclinara más hacia él, que lo iba a besar. Se apartó un
poco de él, tratando de poner distancia entre ambos.
—Escucha, Manfred…
—Lo siento, es que me gustas mucho, eres un chico tan gua-
po y lleno de vida, y a la vez tan inteligente… nunca había conocido
a alguien con toda esa combinación de virtudes —Manfred lo tomó
de las manos y se acercó a él nuevamente—. Si tu quisieras darte la
oportunidad, yo te demostraría que lo que siento por ti es serio, que
no tengo ninguna intención de lastimarte, todo lo contrario, yo
también pienso en lo maravilloso que sería poder tener una familia,
un esposo…
—Esto es… no sé qué decir.
—No tienes que responder ahora, podemos salir, ver qué pa-
sa… ¿qué dices? —le preguntó.
Gael se mordió el labio indeciso, y Manfred, no esperando
otra respuesta, se inclinó hacia él y lo besó; Gael se quedó quieto un
instante antes de responder a ese beso con entusiasmo, cuando se
apartaron, Manfred sonreía, pero eso no fue lo que llamó la aten-

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LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

ción de Gael, sino la mirada dolida y devastada de Mikel, a sólo


unos pasos de ellos.
—Mikel —susurró Gael, no lo había visto y había pensado
que el medimago no iba a asistir a la fiesta.
—¿Cómo dices? —preguntó Manfred mirando preocupado a
Gael.
—Que debo… discúlpame un momento —se excusó soltán-
dose de él y caminando hacia Mikel, pero éste simplemente negó
con la cabeza y giró, caminando con pasos largos hasta la entrada.
Gael no se dejó desanimar y lo siguió, hasta que ambos estuvieron
en la puerta de la calle, bajo el frío viento que corría por la avanzada
hora.
—¡Mikel! —le llamó nuevamente Gael, el chico finalmente
se detuvo, y cuando se giró su mirada se veía diferente, no parecía el
mismo Mikel de siempre.
—Dime.
—Yo… —Gael se removió incómodo, ni siquiera sabía qué
era lo que quería decirle, ni para qué le había seguido.
—Si solamente querías saludar, no hay problema, tu novio
está adentro, no deberías hacerlo esperar —le dijo con los puños
apretados. Sus amigos habían tenido razón cuando le decían que si
no se apresuraba lo perdería. Ahora ya era tarde, lo había perdido y
todo era su culpa, se sentía tan tonto y tan mal… ¿cómo había po-
dido ser tan ciego y estúpido?, ¿cómo pudo haberse marchado de
casa y abandonarlo de esa manera? No confiar en él… Apretó un
poco más la mandíbula, tratando de permanecer firme delante de él.
—Él no… ¿Ya te vas?
—Sí, solamente pasé a saludar, tengo turno temprano.
—¿Cómo estás?
—Mejor —afirmó Mikel—. Anda, regresa con tu novio, no
tienes que estar congelándote aquí.

906
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Gael le dio una mirada resentida.


—¿Te vas porqué crees que estoy con mi novio?
—No —mintió Mikel—, para mí hace tiempo que el mundo
dejó de girar en torno a ti, es más, me alegra que ya tengas uno, que
te estés recuperando tan bien. Por lo que he escuchado te va muy
bien con eso.
—¿Es lo que crees? ¿No te interesa que esté con otros? ¿Na-
da de lo que esté haciendo?
—Sinceramente, ¿por qué debería de importarme?; eres libre
de hacer lo que te plazca, después de todo, tú y yo rompimos, ¿no?
Gael apretó los labios, tragándose su rabia y también sus lá-
grimas y afirmó.
—Sí, después de todo, tú y yo rompimos —respondió antes
de darse la vuelta y entrar nuevamente al bar.
Mikel se quedó en pie allí un rato más, observando la puerta
cerrada.
—Sí, después de todo, tú y yo rompimos —repitió con un
susurro antes de regresar a su casa, sintiéndose miserable y mucho
más triste que antes.

–|– 

—¿Estás bien? —preguntó Manfred alcanzándolo cerca de la


puerta.
—Sí, vi a alguien y quería saludarlo.
—Ah… ¿Quieres bailar?, seguramente que te gusta bailar —
le dijo mientras pasaba una mano por su cintura y lo dirigía a la pis-
ta.
Gael asintió distraídamente e intentó seguirle el ritmo mien-
tras miraba la puerta cerrada, esperando que Mikel entrara, que di-

907
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

jera que sí le importaba con quién estaba, que aún no lo había olvi-
dado; pero eso no sucedió, y en el fondo sabía que no sucedería.
—Sobre lo que dijiste hace un momento —le dijo Gael a
Manfred luego de un largo rato más, el chico le sonrió y asintió—,
que quieres que salgamos…
—Y seamos novios —interrumpió Manfred con entusiasmo.
—Sí, y que seamos novios —suspiró Gael.
—Sigue en pie, por supuesto —le respondió Manfred incli-
nándose un poco más hacia él, jalándolo por las caderas para que
sus cuerpos estuvieran más juntos.
—De acuerdo, acepto —afirmó Gael, antes de terminar la
distancia que los separaba y besarlo nuevamente. Era el momento
de olvidar a Mikel, de seguir con su vida, y no de cama en cama
como había andado últimamente, sino aprovechar las oportunida-
des y enfocarse en una persona que valiera la pena, y ese era Man-
fred.
Desde el otro lado de la pista de baile Lucka, Ethan, Matías,
Giles, Tyrone, Aarón, Boris y Noah miraban la escena mientras be-
bían una copa de licor, cada uno sintiéndose demasiado sorprendi-
do por lo visto, bien era cierto que la noticia de que Gael y Mikel
habían terminado había conmocionado al grupo, pero ver a Gael,
que siempre había estado con Mikel, besándose y refregándose con
otro que no era Mikel era algo que los dejaba sin palabras.
—No puedo creer que haya pasado así —negó Ethan.
—La próxima vez deberían tener más cuidado —reprochó
Noah—, pudieron haberle dicho a Gael que Mikel vendría.
—Estaba enterado de que había sido invitado —se defendió
Lucka.
—Claro, claro —suspiró Boris encendiendo un cigarro, Aa-
rón le dio una mirada reprobadora, pero él no le hizo caso, sabía
que a Aarón no le gustaba que fumara, y no que lo hiciera mucho,

908
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

sólo cuando salían a festejar—, pero no que había aceptado venir;


honestamente ninguno pensó que vendría, después de todo es el
cumpleaños de Draco, de quien supuestamente Mikel está celoso.
—Ya no lo está tanto —opinó Ethan mirando hacia Gael y
ese chico que ninguno conocía.
—Vaya momento para no estarlo —negó Tyrone—, creo que
ya es tarde.
—¡Claro que no lo es! —reprochó Aarón con voz de mando,
Boris arqueó una ceja y pensó en si ya era necesario restringirle el
alcohol a su novio, al menos de momento—. ¿No vieron acaso la
forma como Gael salió tras Mikel? Si no le importara no lo hubiera
hecho.
—¡Pero volvió solo! —suspiró Giles—, seguro que Mikel,
con lo cerrado que es, lo mandó al diablo o algo por el estilo.
—Bueno, para la próxima vez deberíamos… —empezó E-
than, pero Matías lo interrumpió.
—No creo que sea correcto seguir insistiendo, es decir, yo
también quiero que estén juntos, los conocemos juntos desde in-
cluso antes que a Harry y Draco —apuntó hacia el otro lado de la
pista de baile, donde la pareja estaba meciéndose al compás de la
música mientras se besaban y acariciaban lentamente—, y se me ha-
ce de lo más raro no verlos más como pareja, pero no es correcto
intervenir. Mikel tuvo su tiempo, la oportunidad de hablar con él;
coincidieron en el cumpleaños de Boris, en el de Tyrone, y en la
fiesta que hicieron cuando Sofía y Zoe nacieron —enumeró—, sin
contar que pudo hablar con él en cualquier momento, no es como
si no supiera dónde encontrarlo, y si no lo hizo antes, sería injusto
que ahora que Gael por fin parece empezar a recuperarse, lo quiera
de vuelta, o que nosotros intervengamos; Gael también es nuestro
amigo, creo yo, y debemos aceptar que, así como Mikel se fue y lo
dejó, él ahora está tratando de hacer andar su vida de nuevo.

909
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

Todos miraron de vuelta a la pista de baile, donde aquel des-


conocido se abrazaba a Gael mientras le susurraba cosas al oído, y
asintieron, en el fondo sabían que Matías tenía razón, no había mu-
cho que se pudiera hacer, la situación, al fin y al cabo estaba así por
culpa de Mikel, y lo correcto era estar allí para apoyar a sus amigos.

–|– 

Draco y Harry bailaban muy pegados el uno contra el otro


en la pista de baile, Noah y Matías estaban cerca, haciendo bastante
escándalo junto con George y Angelina, que reían por las gracias de
los chicos; Ron y Hermione estaban en una de las esquinas, conver-
sando muy de cerca, mientras sus demás amigos seguían bailando y
disfrutando del momento.
Draco se apretó un poco más contra Harry, demostrándole lo
excitado que estaba ya con los ligeros roces del baile.
—Vaya —suspiró Harry sobre su oído v, eo que no estás tan
cansado, después de todo.
—En lo absoluto —respondió Draco acariciando con su
mano la espalda de Harry, deteniéndose justo en el inicio de sus
nalgas—, es más, quiero demostrártelo.
Harry soltó una pequeña carcajada antes de darle un beso en
los labios, sus lenguas entraron en contacto, peleando por tener el
control, y cuando ambos se apartaron lo hicieron jadeando.
—A casa, ahora mismo, Potter —le exigió Draco acercándose
a darle una mordida en el cuello, Harry se arqueó un poco por ello
y asintió distraídamente.
—Sí, a casa —masculló mientras lo tomaba de la mano y lo
jalaba hacia la salida, para poder aparecerse en casa.

–|– 

910
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La historia de Theodore Nott

Nott era pobre. Mucho más que pobre, era desdichado, de-
cidió, mientras miraba en la portada de El Profeta, que había encon-
trado en uno de los barriles de basura, la fotografía de Malfoy y Po-
tter. ¿Cómo demonios había pasado eso?, se preguntó, por enésima
vez en su vida, mientras se recostaba contra la pared del mugriento
callejón y se dejaba resbalar hasta el (algo húmedo) piso. Él ya esta-
ba acostumbrado a sentarse en pisos mojados, y su túnica ya no era
nueva ni de buena calidad como para que le preocupara arruinarla.
—Quién lo diría del mortífago maricón —dijo con burla ha-
cia el aire. Buscó de entre sus ropas la pequeña botellita de ron ba-
rato que había conseguido no hacía mucho, lamentó no recordar
dónde había perdido su varita y no poder intentar usar algunos he-
chizos contra los muggles y así conseguir más licor. Era inaudito
que él se quedara sin licor, o sin oro, ¿cómo su padre fue capaz de
dejarlo con tan poco oro? Ellos siempre habían tenido oro, y ahora,
bueno, desde hacía mucho tiempo, que ya no lo tenía y era tan in-
justo.
Dio un largo trago al aguardiente, y éste le quemó un poco la
garganta, sus ojos se pusieron vidriosos por un instante, y Nott son-
río, no había nada mejor que el licor por las mañanas, o por las tar-
des, y también por las noches. La foto de El Profeta volvió a llamar
su atención, en ella se veía a Harry Potter y Draco Malfoy con unos
pequeños cochecitos caminando por uno de los jardines de la man-
sión de Aarón Bonaccord, que había celebrado el cumpleaños de su
pareja, Boris Belkin, el fin de semana con una gran cena y una fies-
ta. Soltó una carcajada y bebió un poco más de licor.
—¿En que tonto momento el mundo se volvió loco? —pre-
guntó al aire, últimamente le gustaba hablar solo, le reconfortaba

911
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

escuchar el sonido de su voz alrededor, ya que nadie le hablaba


nunca.
—Maricones, y además tienen hijos —bufó leyendo la edito-
rial del diario, donde se explicaba que esas niñas eran el resultado
de un complicado conjunto de hechizos y pociones, y además que,
probablemente, la fábrica de Draco podría tenerla a disposición del
público el año entrante, previa cita y evaluación.
—Fábrica de Pociones —continuó Nott—. Menuda estupi-
dez, el mundo está loco… ¡loco! —bramó poniéndose de pie a du-
ras penas, le dio un trago más a su botellita de ron, y se dio cuenta
que estaba ya casi terminada.
—Yo debería tener más licor y ellos deberían morirse por
desviados… es una pena que hayan condenado a esos… —Nott
arrugó el ceño y trató de recordar, pero su memoria ya no era lo de
antes, luego de dudar un momento más continuó hablando—, esos
que decían que ellos eran unos desviados, parecían estar haciendo
un buen trabajo…
Se balanceó lentamente hasta el final del callejón, donde
unas cajas de cartón aplastadas lucían mucho mejor que el piso
húmedo, y apretando el diario contra su pecho, se dejó caer pesa-
damente, golpeando su cabeza contra la pared, aunque no sintió
ningún tipo de dolor por ello.
—Bebés nacidos de maricones; Malfoy, el hijo de uno de los
mortífagos más importantes, con una fábrica exitosa, con una for-
tuna y una familia, ¿es que la vida puede ser más injusta? —empezó
a lloriquear, como hacía cada vez que era conciente del estado en
que se encontraba y más aún, del estado en que se encontraban
otros, como Malfoy, que pese a todo, no había terminado tan mal
como la mayoría habían vaticinado luego de la guerra.
—Sí, la vida puede ser más injusta —informó la voz de un
chico apareciendo delante de él, usaba una túnica vieja y gastada,

912
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

pero su rostro y su cabello claro estaban limpios, y sus ojos brilla-


ban de forma malévola.
—Aunque si lo piensas de la manera adecuada, en realidad
ahora empezará a ser justa, al menos para ti —le dijo una chica apa-
reciendo junto al chico.
—Ahora descansarás; ya no más lloriquear por la vida fantás-
tica que otros tienen —le dijo un tercer hombre, éste era un poco
más mayor que los otros dos, apareciendo delante de ellos.
Nott parpadeó confundido.
—¿Por qué? Yo nunca… ¿Qué insinúan? Yo no les he hecho
nada.
—Pero tu padre sí.
—Mi padre está muerto —replicó tratando de ponerse en
pie, fallando miserablemente, no debería haber tomado tanto.
—Pero estás tú, y si no está él para vengarnos, pues tú, como
buen hijo aceptarás la culpa —le dijo la chica, mirándolo asqueada y
arrugando la nariz—. ¡Demonios, apestas! ¿Hace cuanto no tomas
un baño?
Nott se pudo poner de pie y trató de correr, sus brazos fue-
ron sujetados por los dos chicos y la chica con una mirada burlona
se acercó a él.
—Eres un borracho que no puede ni mantenerse en pie, de-
beríamos dejarte vivo, para que mueras de frío en alguno de estos
callejones abandonados, o de cirrosis, lenta y dolorosamente —
empezó a decir mientras sacaba un cuchillo plateado de la capa.
Nott comenzó a llorar—, porque es así como acabarás tus días, ¿no?
Sucio, borracho, sin oro, sin mujer ni familia… ¿alguna vez tuviste
familia?, ¿o una mujer al menos? —preguntó con voz inusitada-
mente suave—. No… te gastaste todo el oro al salir de la escuela —
razonó la chica, con el revés del cuchillo recorría suavemente el
rostro de Nott, sin cortarlo o lastimarlo siquiera.

913
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

—Es triste, ¿sabes? —continuó ella hablando, Nott no podía


ni quería detener sus lágrimas—, un sangre pura, un acaudalado
sangre pura que tenía más oportunidades que nosotros, y que acabe
así: alcohólico, solo… Porque estás solo, ¿eres conciente de eso? —
preguntó, apretando un poco más el cuchillo contra la mejilla de
Nott—. ¿De que nadie te quiere ni te querrá? Que has malgastado
la oportunidad que tuviste, y que nosotros no pudimos tener…
Que nadie va llorar tu muerte… a nadie le importará —dijo ella en-
cogiéndose de hombros, Nott, a pesar de las lágrimas, asintió.
Entonces la chica pareció conforme y se apartó, los otros dos
chicos se alejaron también, dejándolo caer pesadamente al piso.
—¿No me van a matar? —jadeó Nott, la chica inclinó el ros-
tro un poco y levantó el cuchillo hacia él, parecía amenazarlo, pero
finalmente no hizo nada, sólo dejó el cuchillo en el piso, delante de
él.
—No, no vales la pena, no vales nada, porque ya no eres na-
da —le recriminó la chica, los otros dos hombres le dieron miradas
de pena antes de desaparecer junto a ella.
Por un instante, Nott se quedó quieto, mirando hacia la na-
da, luego hacia el cuchillo tirado delante de él, y finalmente hacia el
diario que aún permanecía en el piso.
«No eres nada, nadie llorara tu muerte, nadie te extrañara…»
todo resonaba en su cabeza, y era tan cierto…
Las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas cuando le
dio el último sorbo que le quedaba a la botella de ron; antes de to-
mar el cuchillo, le dio una mirada más a la fotografía, mirándola
con más detalle: Malfoy y Potter sonreían entre ellos, como si se es-
tuvieran contando algo muy gracioso, ambos iban bien vestidos, las
dos pequeñas en los carritos también parecían usar ropa fina, aun-
que no se podía ver sus rostros, por un hechizo de confidencialidad,
sí se alcanzaba a ver los mechones de cabello oscuro de ambas. En

914
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

el fondo estaba la casa de ese político, y ellos pisaban el césped ver-


de y llamativo.
Sí, eran felices, muy felices; y él no era nada.
Tomó el cuchillo con manos temblorosas. La muerte no po-
día doler más que eso, nada podía doler más que la verdad. Se arras-
tró contra una de las paredes, el piso seguía siendo húmedo y frío,
pero no le interesó; tomó una pequeña bocanada de aire y antes de
detenerse a pensárselo, el cuchillo, más filoso de lo que él suponía,
estaba atravesando la piel de su muñeca izquierda, antes de pararse a
analizar cómo escocía la piel por la sangre tibia que resbalaba por su
mano, trató de tomar el puñal con la mano izquierda, para cortar la
muñeca derecha, pero su mano parecía haber perdido cualquier in-
tensión de moverse.
—¡Ah, tonto! —reprochó la voz de la chica, apareciendo
nuevamente delante de él—, te has cortado muy profundo, has lle-
gado hasta los ligamentos —le explicó con tono amable, como si
impartiera una clase mientras se arrodillaba delante de él, y con
cuidado le quitaba el cuchillo de la mano derecha—. Tú mano no
responderá más, aunque de todas formas eso no es algo muy im-
portante, ¿verdad? —preguntó, mientras cerraba los dedos de Nott
alrededor del cuchillo y lo ayudaba a levantar la mano para que hi-
ciera el corte en la mano derecha, el cuchillo entró limpió y apenas
sintió un pequeño ardor.
Nott la miró fijamente mientras sentía sus brazos caer y gol-
pear el piso frío, y percibía la tibia sangre empapando sus manos y
parte de su túnica, mientras sentía cómo hacía cada vez más y más
frío, y todo se iba desvaneciendo.
—Míralo por el lado amable, tú tuviste suerte, hubo y habrá
otros que sufrirán más —le dijo la chica en el último momento, pe-
ro Nott ya no contestó. Ella hizo un gesto de conformidad antes de
desaparecer y dejarlo solo.

915
LIBRO V|Familia
[10] Un claro panorama

Luego de lo que le pareció una eternidad, cerró los ojos y se


dejó llevar por el arrullo del viento, ya no sentía dolor, ni pena, ni
rabia…

916
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

1
Un nuevo grupo entra en escena

Cuando oigas a un niño preguntar


por qué el sol viene y se va,
dile: porque en esta vida no hay
luz sin oscuridad.
Canción: Danza del Fuego
Mago de Oz, banda española de rock

Londres, Inglaterra

E
ra increíble lo rápido que pasaba el tiempo. A los diez
meses de que Sofía y Zoe hubieran nacido, el Minis-
terio finalmente facilitó la aprobación para la venta de
las pociones de fertilidad, tanto para magos como para brujas, lo
que desató una gran conmoción en el mundo mágico, los pedidos
en la fábrica se incrementaron en casi un doscientos por ciento, y su
fama creció a nivel mundial. Draco sabía que era el momento para
crecer aún más, y estuvo muy aliviado de que Harry lo apoyara de la
manera en que lo hizo, mientras organizaba no sólo las nuevas lí-
neas de producción, sino también mientas se embarcaba finalmente
en la creación de su nuevo proyecto: una clínica para la fertilidad

920
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

llamada Navia 14, la cual, desde antes de su inauguración, unos me-


ses luego de que el Ministerio decretara la aprobación de la poción,
ya tenía muchas citas reservadas.
La primera pareja en ser atendida, tal como Draco les había
prometido, habían sido Ethan y Lucka, quienes se habían enlazado
unos meses antes de someterse al tratamiento; Draco nunca olvida-
ría la cara de alegría que ambos tenían cuando finalmente el resul-
tado fue positivo, al tercer intento. De ellos nació Patrick, un niño
bastante guapo que había sido portado por Lucka, y de quien él era
padrino.
Harry por su lado fue contratando más asistentes y profeso-
res para su Escuela de Defensa, Draco siempre estaba ayudándolo
con los asuntos de las finanzas, y más de una vez le sugirió abrir una
sucursal más en Escocia, aunque no estaba muy seguro de que pu-
dieran manejarla tan bien por la falta de tiempo. La agencia de in-
vestigación, donde disfrutaba de investigar y capturar delincuentes
de poca monta, iba también bastante bien, incluso había llegado a
recibir contratos de otras partes de Europa, Draco siempre lo animó
a aceptarlos, y no se quejó ni una sola vez cuando tuvo que irse y
dejarlo solo con las niñas por algunos días, e incluso semanas.
Gael seguía manteniendo una relación con Manfred, el único
realmente animado a que Gael continuara con él era Draco, puesto
que sus demás amigos, e incluso Harry, no lo toleraban mucho, les
parecía demasiado arrogante y suntuoso, pero, tal como habían di-
cho antes, si Gael estaba feliz con él, ellos no se inmiscuirían.

14
Navia: Es una diosa precéltica de origen indoeuropeo. Se discute su origen y pertenencia a al-
gún grupo étnico (cultura campaniforme, cultura de los campos de urnas o cultura de La Tène).
De género femenino, se la suele considerar una diosa de la fecundidad. Se han encontrado ofren-
das de espadas en su honor en los cauces de los ríos europeos. Se desconocen más datos de su fi-
gura, procedencia, a qué grupo de dioses pertenecía, tipo de rituales o ciclo de mitos asociado a
ella. Fuente: Wikipedia.

921
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

Además, una mañana Gael había sorprendido gratamente a


Draco, comentándole que tenía entre manos un nuevo proyecto, el
de crear una tienda de pociones de belleza, más que nada por la
cantidad de pedidos que recibía para crear aromas exclusivos; y así
fue que fundó «Alma», una tienda dedicada exclusivamente a per-
fumes y fragancias, donde se podía conseguir desde aromas exclusi-
vos hasta perfumes ya conocidos por todos. Gael además recibió ese
año, el premio al Perfumista del Año, por una de las creaciones para
una condesa alemana; y, según Corazón de Bruja, también ganó un
premio a uno de los Personajes Más Populares de la Comunidad
Mágica de Reino Unido, nadie mencionaba que en realidad Gael
no era inglés, sino americano. Gael se mostró muy orgulloso con
sus nuevos premios, y mencionó que él ya había vaticinado aquello,
cuando todos se burlaban de sus experimentos. Gael recordó, aun-
que no lo dijo en voz alta, que Mikel siempre estaba animándolo a
que siguiera experimentando, y se preguntó, como hacía seguido,
dónde estaría Mikel, y sobre todo, si estaría bien y sería feliz.
Mikel desapareció de la vista de sus amigos un par de sema-
nas después del cumpleaños de Draco. Gael tardó un par de meses
más en enterarse de que el chico había renunciado a su empleo en
la clínica, y que en realidad nadie sabía dónde estaba. Tuvo una gran
discusión con Draco por habérselo ocultado, aunque Matías y Ty-
rone le dijeron que sabían que el chico estaba bien, y que simple-
mente ahora necesitaba tiempo y alejarse; que había ido a despedir-
se de ellos, diciendo que tomaría unas vacaciones, y que confiaban
en que todo estuviera bien. Ocasionalmente Gael escuchaba que
Mikel había mandado un saludo de cumpleaños o de navidad, pero
nada más, no se atrevía a preguntar nada al respecto, y sus amigos
siempre evitaban el tema delante de él.
Como padres, Draco y Harry tuvieron que aprender muchas
cosas en el camino: como aplicar pociones para cuando los dientes

922
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

comenzaron a salirles, sin contar la cantidad de tiempo que perma-


necieron despiertos durante esa época, arrullando y consolando a
sus niñas; también a tener calma cuando, por ejemplo, durante un
invierno ambas se resfriaron y tuvieron fiebres altas; aprendieron
cómo enseñarles a dejar los pañales y a comer; y qué decir del mie-
do que les provocó cuando Zoe empezó a caminar; Sofía, que em-
pezaba a hablar un poco más, la seguía gateando y repitiendo su
nombre una y otra vez; algunas veces se colgaba de ella, aunque de
esa manera no llegaban muy lejos, pues ambas terminaban en el pi-
so y llorando, hasta que Sofía fue capaz de seguir a su hermana en
las correrías, allí sí que no tuvieron más tranquilidad: tuvieron que
llenar la casa de hechizos de protección para las niñas, que se escu-
rrían por cualquier sitio, evitando que subieran las escaleras o que
se golpearan con algún mueble con punta, entraran a la cocina o
trataran de salir al jardín.
Jules, el hijo de Ron y Hermione, aunque era algunos meses
mayor, fue un gran compañero de juegos para ellas, y los tres se pa-
saban tardes enteras jugando en la sala, vigilados por sus padres,
mientras ellos conversaban o trataban de ponerse al día en algunos
trabajos. Sortilegios Weasley era ahora una de las tiendas de bromas
más conocidas de Europa, y Ron y Fred se turnaban para poder ha-
cer constantemente los viajes que éstas sucursales requerían, inclu-
so Fleur ayudaba visitando la sucursal en Francia. En algún punto,
que Harry no pudo ubicar, Ron y Draco se acercaron un poco más;
Draco ayudaba a Ron con algunos contactos y con algunos consejos
financieros, aunque la mayoría del tiempo ambos actuaban como si
con las justas se toleraran, Harry sabía que de alguna manera se ha-
bían hecho más amigos ahora; lo cual era gratificante.
Las vidas de sus amigos habían cambiado también: Aarón y
Boris finalmente se enlazaron, aunque no parecían muy dispuestos
a tener hijos, ambos parecían disfrutar de su vida en pareja a tal

923
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

punto que no querían siquiera considerar la idea. Noah seguía via-


jando, pasó una temporada en Francia, donde se hizo de un novio,
pero al final, las cosas no funcionaron y volvió a emprender el viaje,
se detuvo unas cuantas veces en Londres, llevando regalos para Zoe,
Sofía, Jules y Patrick, a quienes llamaba cariñosamente sobrinos, y a
quienes también enviaba una tarjeta y un presente en sus cumplea-
ños y navidad. Tyrone se dedicaba más que a nada a trabajar; con
ayuda de la fábrica tomó varios cursos extra en la universidad, y
aprendió a hacerse cargo de las líneas de producción y del personal,
ayudando de esa manera a Draco y Gael.
Su ritmo de vida fue cambiando, dejando de lado las fiestas a
las que estaban acostumbrados para reunirse en el cumpleaños de
alguno de los niños, y aunque aquello demostraba cuánto habían
cambiado y madurado, también los hacía sentirse felices y realiza-
dos.
La relación de Harry y Draco no era perfecta, ambos lo sa-
bían, y aún así intentaban todo lo posible por hacer que funcionara,
que el ajetreo de la vida diaria, de la rutina, no los desestabilizara ni
alejara tanto, aunque había épocas en que parecía imposible…

–|– 

Inglaterra, agosto de 2008


26 meses después…

Harry sintió un pequeño dolor en el estómago, acompañado


por el sonido de las risas de sus pequeñas. Abrió los ojos con caute-
la, para ver a las dos niñas dando saltos sobre su cama, y claro, dán-
dole ocasionalmente uno que otro golpe en el abdomen.
—¡Hora! —gritó una de ellas, dando saltitos cada vez más al-
tos.

924
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Hora! — gritó la segunda.


Harry se movió lentamente, y antes de que sus niñas se die-
ran cuenta ya saltaba y las sujetaba a cada una con un brazo.
Ambas gritaron sorprendidas y comenzaron a soltar carcaja-
das mientras Harry las levantaba y las dejaba caer contra la cama.
—Las atrapé.
—Te felicito, ahora quizá podamos bajar a desayunar —co-
mentó Draco entrando a la habitación, ya completamente vestido
para la oficina.
—¡Papá! —gritaron las dos a la vez, tratando de soltarse del
agarre de Harry y soltando carcajadas por las cosquillas.
—Oh, vamos Draco, sólo un momento más —le pidió Harry
sin alejarse de las niñas ni mirar al rubio.
Draco suspiró y luego sonrió.
—Estas niñas traviesas que se andan escapando de la cama…
—comentó, lanzándose a la cama también y empezando a hacerle
cosquillas a Zoe.
Harry tenía que reconocer que no había nada más gratifican-
te que escuchar las risas de sus niñas por la mañana, era lo único
que necesitaba para ponerse en movimiento. Y Draco lo apoyaba
también.
Media hora después, tiempo en el cual Harry se había du-
chado y Draco había vestido a las pequeñas, los cuatro se encontra-
ban en el comedor, donde una atenta Winky les servía el desayuno.
Draco vigilaba a Zoe y Harry a Sofía, ambas ya comían casi solas,
aunque por lo general, gran parte del desayuno terminaba en el sue-
lo o en sus ropas.
—Luego de la guardería, las recogeré y las llevaré a la fábrica
—comentó Draco sujetando la muñeca de Zoe para que la cuchara-
da de cereal llegara a su boca y no a su cabello.

925
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—De acuerdo, ¿crees que podrás tenerlas hasta las siete? —


preguntó Harry, dándole un sorbo a su taza de café—. Sofía, no
puedes tomar eso —reprochó mientras alejaba la azucarera que,
tontamente, había dejado a su alcance.
—¿Por qué hasta las siete? —preguntó Draco, tratando de
darle una mordida a su tostada antes de que Zoe intentara nueva-
mente tirar el cereal.
—Joel ha escrito, quiere tener una reunión conmigo, dice
que es sobre trabajo —aclaró Harry en el momento que la azucarera
empezaba a arrastrarse hacia Sofía—. Sofía, te he dicho que… —
ladeó la cabeza y le dio una mirada desconcertada a Draco, que
también había dejado de moverse y veía la azucarera avanzar hacia
la niña.
—¡Oh, Dios! Sofía —jadeó Draco emocionado mientras se
ponía en pie y le daba un beso en la cabeza a la niña.
—¿Eso es una demostración de magia? —le preguntó Harry
a Sofía con cariño mientras le daba un beso en la mejilla. La niña
soltó una pequeña carcajada y luego frunció el ceño, acentuando
más aún su parecido con Draco y mirando la azucarera alejarse.
—Harry, no se la quites, se la ha ganado —le reprochó Draco
mientras se sentaba junto a Zoe nuevamente.
—Yo no se la he quitado —susurró Harry mirando a Zoe,
también con el ceño fruncido y su manita apretando la cuchara.
—Que competitivas —se burló Draco acariciando la manita
de Zoe y dándole un besito—. Muy bien pequeña, tú también has
hecho tu primera demostración de magia.
—Es genial —le felicitó Harry acercándose a Zoe y dándole
un beso en la cabeza también.
Vieron la azucarera moverse de un lado a otro de la mesa du-
rante mucho rato más, mientras las niñas se negaban a seguir co-

926
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

miendo, y finalmente tuvieron que sacarla de la vista para terminar


con el desayuno.
—Y creo que han tenido su primera discusión seria también
—comentó Harry con algo de burla.
—Genial, empiezan por una azucarera, ¿en qué terminaran?
—Ya… que trágico —rio Harry poniéndose en pie—. De
acuerdo niñas, les espera un gran día en la guardería.
—¿Para qué quiere Joel hablar contigo? No se acerca otra
reunión de promoción, ¿o sí? —preguntó Draco, refiriéndose a la
reunión que una vez al año hacían los de la promoción de Harry, en
donde todos hacían un montón de locuras, como si aún se encon-
traran en la Academia, y donde bebían alcohol como vikingos. Dra-
co no le reprochaba ni le ponía mala cara sobre eso, pero sí se ale-
graba de que la reunión fuera solamente una vez al año.
—No, ya la tuvimos en febrero —contestó Harry mientras
hacía bajar a Zoe de la silla alta—; y eso es lo más extraño, le he ad-
vertido que si se trata de montar una fiesta no ando con tiempo, pe-
ro dice que no, que es algo muy importante.
—Tal vez quiera dejar a los aurores y trabajar para ti.
—Nah, nada de eso, él es feliz allí, en serio; así que no me
imagino que será. En todo caso en la noche te cuento.
—A ver, niñas —dijo Draco mientras asentía como respuesta
a Harry—, se portan bien, nada de pelearse entre ustedes ni moles-
tar a nadie, ¿de acuerdo?
—Sí, papi —dijeron las dos a la vez con sonrisas inocentes,
Draco supo que no le harían caso, nunca lo hacían.
—Vayan de una vez, las quiero —Draco se inclinó para darle
un beso a cada una y luego uno más a Harry—; cuídate.
—Te veo en la noche —le respondió Harry sonriente—. Ni-
ñas, despídanse de papá Draco.

927
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—¡Ciao! —repitieron las dos a la vez, agitando las manitas li-


bres mientras Harry las guiaba hacia la cochera.
Harry las llevaría en auto, como cada mañana, hasta una pe-
queña guardería que habían encontrado en las afueras de Gi-
llingham, era para niños magos y niñas brujas; en un inicio ambos
habían estado reacios a ello, a dejar sus niñas al cuidado de extraños,
pero la forma como ellas dos se relacionaban sólo entre ellas, ne-
gándose a jugar con ningún otro niño más, les dio las luces de que
debían hacerlas socializar un poco más. Incluso Hermione les con-
siguió un libro muy interesante donde se decía que era bueno dedi-
carlas a actividades diferentes durante el día para que cortaran el
pequeño círculo exclusivo entre ellas. Llevaban yendo a la guardería
cerca de seis meses ya, en clases separadas, y aunque había costado
llanto, berrinches e inclusos patadas y golpes, (no sólo a Harry y
Draco, sino también a las pobres profesoras de la guardería) final-
mente se habían adaptado a estar separadas por una parte del día.
Draco le dio una mirada más al diario que estaba abandonado
sobre la mesa, con una foto suya y de Harry en la portada, el titular
hablaba sobre la fiesta que habían realizado unos días antes, por el
cumpleaños de Harry, y le alegraba saber que no había ningún co-
mentario mal intencionado sobre ellos o sus pequeñas. Negó con la
cabeza, esos diarios deberían ocuparse de cosas más interesantes
que si Harry celebraba o no su cumpleaños.
—Winky, ya me voy —anunció. La pequeña elfina apareció
con un ligero crac y asintió.
—De acuerdo, señor Malfoy —dijo la elfina con su voz agu-
da.
—Regresaremos para el almuerzo las niñas y yo, Harry creo
que tiene cosas que hacer.
—Sí, señor. Winky tendrá listo el almuerzo.

928
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Se fue por vía flú hacia la fábrica; en lugar de ir directamente


a su oficina caminó hacia la zona de producción, tenía un par de
pociones que revisar antes de que los chicos comenzaran con la fa-
bricación en grande.
—Buenos días —le saludó Gael desde uno de los extremos,
mientras agitaba un caldero y vertía una sustancia rosada.
—¿Qué tal? —le preguntó Draco pasando directamente has-
ta la otra esquina.
—Supongo que bien, ¿Harry llevó hoy a las niñas?
—Ajá… ¿Qué tal tu cena con Manfred? ¿Qué era eso tan
importante que quería decirte? —preguntó Draco levitado el calde-
ro en el que había estado trabajando la noche anterior para poder
observar los resultados. Gael no contestó, pero sucedió algo que no
pasaba hacía mucho tiempo en esa fábrica: Gael hizo estallar su cal-
dero.
—Demonios —jadeó Gael, alejándose de la mesa y tapándo-
se la nariz con una mano, Draco lo imitó.
—Pero, ¿qué carajos estabas mezclando allí?
—Era un perfume —contestó Gael agitando la varita para
que el caldero desapareciera—, lo siento.
—Ya… —Draco arrugó la nariz—, tendremos que esperar a
que el olor desaparezca.
—Lo siento —repitió Gael agitando su varita y usando todos
los hechizos que se sabía para que el olor desapareciera—. No re-
cuerdo la última vez que pasó algo así, que tonto.
—Pues lo de tonto, sí, nadie te lo niega… ¿Por qué estás dis-
traído?
—No lo estoy.
—Sí que lo estás, vamos, necesito algo de aire —Draco lo ja-
ló de un brazo y lo llevó hacia fuera del laboratorio. Gael dio un
suspiro de alivio en el pasillo, donde el olor ya no se sentía.

929
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—Necesito un café —declaró Gael caminando hacia una de


las máquinas de café que habían instalado un tiempo atrás por toda
la fábrica—. ¿Quieres?
—No, paso… —Draco igualmente caminó con él hasta la
máquina, y lo observó usar el hechizo para hacer que la máquina le
diera el café, hasta que finalmente el chico tuvo el pequeño vaso de
plástico en la mano y aspiró profundamente su olor.
—¿No has dormido? —le preguntó Draco observando sus
ojeras, ahora que lo tenía más cerca era posible notarlas.
—No, casi nada.
—Vaya, debe haber sido una buena cita.
—Más o menos… he llegado a casa a las once.
—Oh… no necesito esos detalles —le reprochó Draco.
—Solo, llegué solo.
—¿Se han peleado?
—No… —Gael arrugó la nariz y le dio un trago a su café—
… esto quema.
—Siempre te quejas de lo mismo. ¿No me quieres contar
qué ha pasado?
—Me ha propuesto el enlace, formalmente y todo… hasta
tengo un anillo —contestó Gael como si estuviera hablando del
clima.
—¿Un anillo? Vaya… Te felicito, me alegra mucho y…
—No te adelantes a felicitar —le interrumpió Gael en voz
baja—, aún no le he dado una respuesta.
—Oh…
—Y Manfred me ha dicho que me lo puedo pensar, que él
me esperará, que… pues, que me ama, eso ha dicho.
—Eso es grande.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo es; es decir, Manfred es un chico responsable, tiene su


propio negocio, es atento, le caes bien tú, no es tan celoso, ni tiene
ningún vicio, o defecto importante…
—Pero…
—Pero —suspiró Gael, cansado de pensar en ese gran «pero».
—Gael… ya han pasado dos años…
—Dos años y nueve meses —le aclaró el chico.
Draco se mordió el labio un instante y luego suspiró, pasan-
do un brazo por los hombros de su amigo, lo empezó a hacer cami-
nar hacia el elevador, para ir a las oficinas.
—Es mucho tiempo.
—Y aún así… —Gael le dio un trago más a su taza de café,
sin hacer ninguna mueca de descontento ya—… es que me siento
tan estúpido… Manfred es un chico perfecto, no hay ninguna razón
para siquiera estármelo pensando…
—Pero Manfred no es Mikel, ¿verdad? —susurró Draco
apretando un poco más a su amigo, Gael suspiró profundamente y
asintió.
—No. No es Mikel.

–|– 

Lo único que no le gustaba del verano era que trabajar era


mucho más cansado. Limpió con el dorso de la mano el sudor de su
frente y se obligó a respirar profundamente, aunque tratando de ha-
cer el menor ruido posible; localizó una vez más a Cleave en frente,
cerca de los arbustos altos, estaba sonrojado y también un poco su-
dado, supuso que estaría maldiciendo el calor de la misma manera
que él.
Se removió incómodo, recordando la última conversación
que había tenido con Draco la noche anterior, antes de dormirse,

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LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

una que llevaban teniendo demasiadas veces; aquella en la que Dra-


co le había recordado su grandiosa idea, más de dos años atrás, de
tener tres niños cuanto menos. Sentía que no podrían manejar tres
niños, a duras penas habían podido manejar a Zoe y Sofía, y aún es-
taban aprendiendo a hacerlo, no que se quejara, jamás, pero sentía
que con un niño más, se ahogarían. Así era como había tratado de
explicárselo a Draco; pero él no había entendido, hablaba de sueños
y de presentimientos, de que sabía que debían tener a ese niño, y
Harry se había excusado diciendo que podían esperar algunos años
a que las niñas fueran más grandes y responsables, y no dependie-
ran tanto de ellos para intentarlo. Harry había sentido la tristeza y la
decepción en Draco, cuando se había girado para dormirse final-
mente, pero no había sido capaz de ceder por hacerlo feliz.
El sonido de unos pasos, amortiguados por el pasto, lo hizo
salir de esas cavilaciones y agacharse un poco más entre los árboles;
en frente Cleave lo imitó, y ambos esperaron muy quietos, conte-
niendo el aliento hasta que la tan esperada criatura apareció:
El pequeño duende caminaba contento, silbando una tonada
que se le hacía conocida, tenía entre las manos un atado de ropa, pa-
recía ropa sucia. Se detuvo en el pequeño claro, entre los árboles
donde Cleave y Harry se ocultaban, miró a ambos lados e incluso
hacia el cielo antes de soltar el atado de sábanas al suelo, que cayó
haciendo un ruido metálico e inconfundible.
El duende agitó las manos un par de veces, y una porción del
jardín donde se encontraba parado se removió, dejando ver un pro-
fundo y oscuro hueco. Harry y Cleave, aún en la distancia, inter-
cambiaron miradas de entendimiento, y aguardaron viendo cómo el
duende iba jalando la manta con los objetos metálicos hacia el inte-
rior del agujero. En cuanto lo perdieron de vista, Harry saltó de su
escondite, lanzándose un hechizo de camuflaje y corriendo para se-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

guir al duende, mientras Cleave lanzaba las luces de auxilio y se co-


nectaba con la central de aurores.
Harry entró arrastrándose hacia el escondite, era bastante ba-
jo para que cupiera un duende y no un mago adulto, así que no ha-
bía forma de que pudiera levantarse, y debía ser cuidadoso, porque
si era descubierto no se podría defender muy bien desde esa posi-
ción. Apretó con fuerza la varita en una mano, y sacó un pequeño
cuchillo de un bolsillo, que tenía oculto en el brazo, sujetándolo
con fuerza. Los duendes eran muy tramposos, así que, mientras
más armas tuviera a mano para defenderse, sería mejor. Observó,
conforme se arrastraba por los escalones iluminados por las antor-
chas, lo que era al parecer una cámara abovedada, mucho más am-
plia que ese pasillo, llena de anaqueles con objetos brillantes. El
duende, ajeno a todo lo que pasaba alrededor, continuó silbando
mientras seguía arrastrando la sábana, que hacía un ruido metálico
conforme chocaba con las pequeñas piedras del piso.
Tomó una profunda bocanada de aire más en cuanto pudo
ponerse en cuclillas al final de la escalera, y dio una mirada hacia
arriba, la entrada por donde había bajado estaba empezando a ce-
rrarse lentamente, podía ver cómo la línea que dejaba pasar el sol y
el aire se iba acortando cada vez más. Frunció el ceño y miró hacia
el frente de nuevo, el duende estaba a varios metros de él, demasia-
do ocupado colocando copas y bandejas en los anaqueles como para
notarlo, además tenía el hechizo de camuflaje, aunque no estaba
muy seguro del alcance de la magia de los duendes. Todas sus expe-
riencias anteriores con ellos no habían sido buenas, así que tenía ra-
zones de sobra para estar tan tenso. Volvió a darle una mirada a la
entrada, ya solamente era una línea casi inexistente.
El duende, que continuaba moviéndose por los estantes, de-
tuvo su silbido un segundo, antes de continuar. Harry supo que ha-
bía notado algo, quizá a él, y se pegó más contra la pared, pensando

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LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

en que tal vez los aurores no habían llegado a tiempo o que a Clea-
ve le había pasado algo. Se quiso dar un golpe en la cabeza en el
momento en que se le ocurrió que tal vez el duende, pese a su na-
turaleza, no estaba solo, Cleave y él habían pensado en esa hipóte-
sis, incluso habían investigado con varios más de su equipo, pero no
habían encontrado nada, y la habían descartado, tal vez se habían
equivocado y habían caído en una emboscada de duendes.
En ese momento notó que el silbido se había detenido, había
estado tan metido en sus suposiciones, que ni siquiera lo había no-
tado, el duende ya no estaba de espaldas sino de frente, mirando al-
rededor con el ceño fruncido, sus pequeños ojos oscuros escanean-
do todo con atención. Harry contuvo el aliento mientras lo vio
acercarse más y más, dio una mirada más hacia la parte de la salida,
ya estaba completamente cerrada. Tomando una decisión precipita-
da empezó a recular por las escaleras, sabía que tendría que arras-
trarse para poder salir, pero no le hacía nada de gracia tener que dar-
le la espalda al duende.
Antes de siquiera alejarse un par de escalones, el duende dio
un salto hasta las escaleras, con un objeto extraño en la mano que
Harry ni siquiera había notado, era un pica-hielo, y trató de darle al
aire varias veces. Harry empezó a retroceder más, tratando de man-
tenerse lo más alejado del punzón, pero el duende saltaba y se mo-
vía tanto que era imposible esquivarlo, hasta que finalmente sintió
el ardor del objeto clavándose en su brazo.
—¡Demonios! —gritó furioso mientras llevaba una mano al
brazo, el hechizo de camuflaje se estaba desvaneciendo, lo podía
sentir, mientras el duende daba un paso hacia atrás.
—¡Aja! —bramó el duende—. Te quieres llevar mi fortuna,
¿no es así? Pero no te dejaré, es mía, yo la hice y me pertenece… a
nadie más pertenece.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry entrecerró los ojos y se puso de pie lentamente, estaba


muy enojado, con Cleave por tardar tanto, con los aurores por no
llegar a tiempo, y con el estúpido duende por haber roto una de sus
túnicas de trabajo favorita y herirlo.
—No, no son tuyas, son de sus dueños, que pagaron oro, en
algunos casos mucho oro, por tenerlas.
—No, eso era un alquiler, lo que un duende hace…
—Ya, me aburres —le interrumpió Harry levantando la vari-
ta—. Petrificus totalus.
El duende había abierto la boca, para contestar, pero antes de
que una palabra saliera de su boca ya caía al piso completamente pe-
trificado.
—Ah… ustedes y sus ideas —rumió Harry sacando del bol-
sillo un pañuelo largo y, usando la mano sana y la boca, atándoselo
al brazo para que la herida dejara de sangrar al menos un poco.
—Levicorpus —masculló agitando la varita, y volvió a las esca-
leras, arrastrándose y sintiendo detrás de él cómo el cuerpo del
duende iba golpeando los escalones. Cuando llegó al final del ca-
mino usó un par de hechizos para poder derrumbar la salida. Frun-
ció el ceño por la luz y sintió un par de brazos ayudándolo a salir,
—Jefe.
—Jefe y un demonio —gruñó Harry—, no me jales el bra-
zo…
—Diablos, lo han herido.
—Sí, Cleave, eres muy deductivo —respondió sarcástica-
mente Harry mientras hacía levitar el cuerpo del duende, había vis-
to alrededor el grupo de aurores, pero ninguno parecía muy intere-
sado en querer ayudarlos.
—Lo siento, jefe, es que ellos… o mejor dicho —empezó a
mascullar cerca de Harry, mientras éste dejaba caer el cuerpo inmó-

935
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

vil del duende sobre la hierba, pero fue interrumpido por una voz
que Harry conocía muy bien.
—Así que era cierto, en verdad había un duende en ese agu-
jero.
—Dashiell —replicó Harry con los labios apretados—. De
todos los aurores que hay en el Ministerio tenías que ir por
Dashiell.
—Es que Joel no estaba, ni Chris, ni ninguno que conociera,
y en cuanto dije su nombre…
Harry negó con la cabeza mientras giraba para ver a Dashiell,
lucía realmente como siempre, musculoso, alto, fuerte y petulante.
—Pues sí, había un duende en el interior de esa cueva —le
respondió con fastidio mientras le señalaba al duende petrificado en
el piso.
—Oh, ¿y te ha dado en el brazo un duende tan pequeño?
—No me hubiera dado si los aurores hubieran entrado en el
momento en que Cleave les pidió que lo hicieran.
—Es que los aurores no trabajan para Cleave, Potter, ni para
ti.
—Ya, pero a mí me pagan por hacer el trabajo que ustedes no
hacen.
—¿Es tu forma frustrada de pretender ser auror? —preguntó
con burla Dashiell. Cleave observaba todo de manera atónita, no
conocía a ese tal Dashiell, no lo había visto antes ni había visto a su
jefe discutir tanto con alguno de los aurores, por lo general estos se
llevaban muy bien con él.
—No, es una forma más divertida de vivir que ser un simple
auror.
—Auror Prior —corrigió Dashiell.
—Oh, ¿Prior? ¿Y estás en medio de la captura de un duende
ladrón? Es un alivio saber que los delitos han bajado tanto que el

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

que un duende se meta a las casas para robar sea un caso tan impor-
tante, como para que lo vea un Auror Prior.
Dashiell entrecerró los ojos, furioso, mientras Harry espera-
ba su respuesta, pero Cleave lo interrumpió antes de que el hombre
replicara.
—Jefe, está sangrando, vamos a que lo revisen…
—Sí, Potter, no te vayas a desangrar —se burló Dashiell. Ha-
rry le sonrió petulantemente.
—Cleave, trae a los demás y a los señores Norwik, para que
reconozcan sus cosas y hagan la denuncia delante del auror Prior.
—Pero… —Cleave se detuvo al ver la mirada de fastidio de
Harry y asintió, desapareciendo por entre los árboles, ya que habían
acordonado la zona para que nadie pudiera aparecer y desaparecer.
—Dentro de la cueva encontrarás todo lo que el duende ha
estado robando por los últimos dos años, según hemos podido in-
vestigar, las últimas víctimas fueron el matrimonio Norwik, que
fueron los que, luego de ir al Ministerio y que éste no diera con sus
objetos desaparecidos, decidieron ir a la agencia, ellos llegaran en
cualquier momento para reconocer sus pertenencias y poner la de-
nuncia formal, nuevamente.
—Interesante, Potter —replicó Dashiell, mirando con fasti-
dio al duende y luego a su equipo, que aguardaba por órdenes alre-
dedor de ellos—, pero como sabes, todo debe ir en un informe, y
ninguno de mis muchachos es una secretaria para andar tomando
notas.
Harry sonrió altaneramente y Dashiell lució desconcertado
por eso, aunque no tuvo tiempo de preguntar, pues en ese momen-
to ya cruzaban el jardín Cleave, junto a su equipo de trabajo, y
acompañando al matrimonio Norwik.
—Informe —ordenó Harry, señalando con la cabeza a
Dashiell. Laurent, uno de los chicos nuevos que había contratado, y

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LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

que al parecer había sido puesto en sobreaviso por Cleave acerca del
comportamiento del auror, avanzó más a prisa los últimos pasos y le
puso de mala manera en el pecho a Dashiell un archivo bastante
abultado que habían elaborado durante las últimas dos semanas de
investigación.
—Oh… que repugnante —masculló la señora Norwik, mi-
rando al duende tirado en el piso.
—Ahora, el auror Prior, Dashiell McDowell, muy amable-
mente se encargará de ayudarlos a hacer la denuncia, él mismo se
ha ofrecido a auxiliarles en todo lo que necesiten —les explicó Ha-
rry cortésmente.
—Oh, pero muchacho, te han herido —exclamó el señor
Norwik, mirando con algo de admiración hacia Harry.
—¿Ha sido este horrible duende? —preguntó la señora
Norwik, mirando con temor la herida de Harry.
—No es nada, en serio, iré a curarme en un momento más.
—Gracias, pensé que no recuperaríamos nuestras cosas —le
dijo el señor Norwik mientras apretaba su hombro, el del lado
sano.
—No tiene de qué, ya sabe, para servirles, como siempre —
Harry les sonrió a ambos y luego a Dashiell.
—Cleave, te quedas a cargo; que Laurent y Edelstein ayuden
a los señores Norwik a reconocer sus cosas y a dar los datos extras
que los aurores del equipo de Dashiell puedan necesitar.
—Sí, jefe —dijeron los tres a la vez, Dashiell le dio una mi-
rada burlona.
—¿Hasta te crees jefe?
—No me lo creo, lo soy —farfulló Harry, alejándose hacia
los árboles para poder aparecerse en la clínica y curarse, el dolor en
el brazo se estaba haciendo cada vez más agudo, y además no tenía
ganas de seguir escuchando al idiota de Dashiell.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

—La solución es muy simple —le dijo Draco en cuanto


Gael, que había sido llamado por el mismo Draco, entró a su ofici-
na.
—¿Qué? —preguntó desconcertado Gael antes de acercarse a
la esquina donde las gemelas jugaban, ambas acostadas sobre la al-
fombra, garabateando con crayones gruesos sobre cuadernos con
hojas en blanco.
—“Gal” —gritó Sofía arrodillándose para darle un beso a
Gael.
—“Tíyo” —dijo Zoe imitando a su hermanita y besando
también a Gael, sólo que ella se entretuvo un poco más jalando la
cabellera castaña.
—¡Pelo! —nombró con entusiasmo Sofía tirando del otro la-
do del cabello de Gael.
—¡Auch!
—Zoe, Sofía —llamó Draco desde su escritorio—. ¿Qué
hemos dicho de jalarle el cabello a las personas?
Las dos niñas se detuvieron y miraron hacia Draco con esa
carita de disculpa que solían poner y que le recordaban a Harry
cuando hacía algo malo, antes de tirarse nuevamente en el piso a
pintar.
—No seas tan rudo con ellas, no era para tanto —las defen-
dió Gael mientras les acariciaba las oscuras y largas cabelleras antes
alejarse para saber a qué se refería Draco cuando había entrado a la
oficina.
—No soy rudo con ellas —se defendió Draco—, simple-
mente hay que decirles qué está bien y qué no, y andar jalándole el
cabello a los demás no está bien.

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LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

Gael puso los ojos en blanco y jaló la silla delante del escrito-
rio de Draco, sentándose con las piernas cruzadas y apoyando los
codos sobre la mesa.
—Entonces… ¿De qué solución me estabas hablando?
—Del problema con Manfred, por supuesto.
—Ah —la sonrisa se borró del rostro de Gael, y Draco suspi-
ró cansado; estaba harto de ver a su amigo así, tan triste, fingiendo
que todo estaba bien, que estaba conforme con lo que pasaba,
cuando por dentro estaba sufriendo por la ausencia de Mikel. En el
fondo había tenido la esperanza de que lo olvidara, que con el tiem-
po quisiera a alguien más, si no era Manfred, no importaba, a algún
otro que fuera bueno, pero al parecer Gael no olvidaba—. Aún no
estoy seguro de qué es lo que le voy a responder, y casi había apar-
tado el tema de mi cabeza, ¿por qué me lo tienes que recordar?
—Porque necesitas arreglarlo, ¿te das cuenta de lo que pasa-
ría si te enlazas a Manfred sin quererlo verdaderamente?
—¿Crees que no lo sé? ¿Qué no lo he pensado?
—Entonces no lo quieres —suspiró vencido Draco.
—Yo no he dicho eso.
—No lo quieres para enlazarte con él —aclaró Draco.
—No lo sé, es decir, él es…
—Bueno, amable, cariñoso —interrumpió Draco agitando
una mano—; ya me sé todo eso, me lo has dicho más de una vez,
¿te lo estás pensando en serio?
—¡Claro que sí! Él ha preguntado, tengo que darle una res-
puesta —replicó Gael cruzándose de brazos, estaba tan confuso, no
sabía qué decirle a Manfred.
—Creo que… —Draco se mordió el labio un momento an-
tes de asentir, convenciéndose de que aquello era lo mejor—. Antes
de tomar una decisión necesitas hacer las paces con tu pasado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Puff —resopló Gael—; eso sonó a psicoterapeuta —Draco


arqueó una ceja, fastidiado, y Gael agachó la mirada y se aclaró la
garganta—. ¿Y cómo se supone que uno hace las paces con su pasa-
do?
—En tu caso, hablando con Mikel, por supuesto, verlo y de-
cidir; ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo viste, no
sabes si lo que sientes por él es simplemente un sentimiento ideali-
zado, ni siquiera sabes si él tal vez ya tiene una nueva relación, in-
cluso si es que ya se enlazó a alguien —lo último lo dijo lentamen-
te, pudo ver cómo el rostro de Gael se ponía mucho más triste to-
davía.
—¿Enlazado?
—Ajá.
—No… es decir —Gael negó con la cabeza y empezó a jugar
con las plumas que habían sobre el escritorio de Draco, cosa que
Draco detestaba en sobremanera, pero esta vez lo dejó hacer—; ni
siquiera sé donde está Mikel —musitó.
—Ah… —Draco abrió uno de los cajones con aire ceremo-
nial—. ¿Qué tal si yo te digo que sí sé dónde está?
—¿Lo sabes? —Gael dejó de jugar con las plumas y le dio
una mirada de reproche a Draco—. ¿Desde hace cuánto lo sabes?
¿Por qué no me lo has dicho?
—Bien… son muchas preguntas, ¿verdad? —contestó diver-
tido mientras sacaba un pergamino enrollado y lo ponía en el escri-
torio—. Primero: sí, lo sé; segundo: desde hace muy poco en reali-
dad, y tercero: no sabía si era información que quisieras saber, pero
dadas las circunstancias…
—¿Dónde está? ¿Está bien? ¿Qué es lo que…?
—De acuerdo, basta —reprochó Draco poniéndose en pie,
sus hijas voltearon a verlo con los ojitos grises brillando, expectan-
tes, seguramente creyendo que era posible algún paseo o tal vez un

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LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

dulce antes de la cena—. No, niñas, lo siento, sigan con eso…


pronto nos iremos a casa, ¿sí?
Ambas asintieron y se miraron desilusionadas, pero luego de
un instante continuaron pintando, una en el cuaderno de la otra,
como si nada hubiera pasado. Draco soltó un pequeño suspiro de
alivio, no tenía deseos de una rabieta de sus pequeñas en ese mo-
mento.
—¿Decías?
—Ah, lo siento, es que me fastidias con tantas preguntas; te
puedo contar lo que sé, y luego pienso que deberías ir a verlo y ha-
blar con él, no sé si está o no enlazado, o qué es lo que pasa en su
vida en este momento, pero pienso que no puedes tener un pano-
rama claro sobre la respuesta a Manfred si no has resuelto eso pri-
mero.
Gael se mordió el labio un momento, meditando acerca de la
información que podía conseguir, queriendo saber si realmente era
bueno para él remover esas heridas aunque, decidió, esas heridas
nunca habían sanado del todo. Tal vez Draco tenía razón, tenía que
verlo, tenía que saber…
—¿No te enfadarías tú si es que lo veo y decido que lo quie-
ro aún?
Draco se encogió de hombros y luego negó con la cabeza.
—Lo importante aquí es que tú seas feliz. Yo… yo siempre
he querido que seas feliz —susurró con cariño. Gael le devolvió
una sonrisa agradecida antes de asentir.
—Quiero saber —respondió finalmente—. ¿Dónde está Mi-
kel? Si me das la dirección, tal vez esta tarde pueda ir a verlo y…
—En realidad —interrumpió Draco—, nunca dije que esta-
ría en Inglaterra, ¿o sí?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry apareció en la sala de emergencias de la nueva clínica


para el tratamiento de fertilidad que Draco, con apoyo de Zettie,
habían inaugurado más de un año atrás, cuando la poción de fertili-
dad de Draco había sido finalmente patentada y permitida. El Mi-
nisterio había sido muy estricto al respecto: no era una poción que
se pudiera vender en cualquier tienda ni por catálogo, sino que se
tenía que someter a los interesados a una pequeña evaluación mági-
co-psicológica y física, mantener los registros siempre al día, y un
sin fin más de papeleos que Harry no entendía muy bien. Draco
había dicho que el que aprobaran la poción en menos de un año era
más de lo que podía esperar, y que estaba seguro que poco a poco,
con los casos que fueran sumando, las exigencias y auditorias del
Ministerio se irían relajando.
Harry aún recordaba, dos años atrás, la tarde en que Mikel se
había aparecido por su oficina, para despedirse; habían charlado
bastante ese día, y a él le dio pena por como habían terminado las
cosas, pero lo comprendió cuando le dijo que necesitaba alejarse,
tomar unas vacaciones y despejarse. Mikel sabía, porque Ethan y
Lucka se lo habían dicho, que Gael tenía un novio formal, y pese a
que Harry había insistido en que tratara de hablar con él, Mikel no
había cedido, se sentía demasiado inseguro y triste por ello.
Desde ese entonces, Draco y él habían tenido que buscar
otros medimagos, para las niñas y para ellos mismos, así habían co-
nocido a Anthony Rush, el medimago Rush, un hombre mayor, de
modales muy amables y sonrisa fácil y grácil, era muy paciente con
ellos, sobre todo con Draco, que había demostrado ser un paranoi-
co redomado cuando se trataba de las niñas y su salud. El medima-
go Rush se especializaba en magipediatría y seguía el desarrollo de
los que nacían en la clínica, sin embargo, no tenía muchos proble-
mas en tratar ciertos casos de emergencia menor, como el que un

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LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

duende le hubiera dado en el brazo a una persona tratando de esca-


par.
—Señor Potter —saludó la recepcionista de la pequeña clíni-
ca, mirando un poco alarmada a Harry, aunque no tanto, puesto
que no era la primera vez que llegaba herido, aunque nunca grave-
mente.
—Hola Betsie —saludó Harry con una sonrisa tranquila—.
¿Está Rush?
—En el comedor, está de descanso.
—Yo lo busco —le dijo en cuanto la chica ya tomaba el me-
gáfono para llamar al medimago—, nos vemos.
—Sí, señor —se despidió Betsie en el momento que una pa-
reja joven de chicos entraba tomada de la mano, Harry les sonrió
mientras se alejaba, recordando que en su caso, el embarazo lo ha-
bía tenido que hacer desde casa, alejado de todo el mundo y, aun-
que ahora el embarazo masculino tenía sus detractores, ya no era
tan extraño ver a algún hombre con la túnica abultada y esperando
bebé.
Caminó por el pequeño pasillo blanco que llevaba hacia el
comedor para el personal, saludando a algunos de los trabajadores
con que se encontraba en el camino, los cuales le daban miradas
alarmadas, hasta que finalmente se detuvo delante de la puerta que
decía «Cafetería». Empujó la puerta con cuidado, muchas veces ha-
bía encontrado a uno que otro medimago o medibruja dormitando
allí, sobre todo después de algún parto, y había aprendido a no ser
tan bullicioso en aquel lugar.
En el comedor, compuesto por cuatro mesas largas, una me-
sa extra donde había una cafetera y una alacena con hechizos de
conservación, además de una radio que casi nunca estaba prendida,
solamente estaba Rush, apoyado sobre sus codos y rellenando el
crucigrama que traía el Londres Hoy.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Hola —saludó Harry, sentándose delante de él, notando


recién que se encontraba demasiado cansado.
—Harry, muchacho, ¿cómo estás? —saludó el hombre ape-
nas dándole una mirada.
—Pues…
—Mira, aquí ponen Fabricante de Pociones, a que no adivi-
nas cuál es la respuesta.
—¿Draco Malfoy?
—Exacto —respondió con una sonrisa el medimago mirando
con atención a Harry, su sonrisa se desvaneció cuando vio la manga
ensangrentada y rota, y el brazo atado por un pañuelo—. Oh, no
me había dado cuenta.
—Sí, eso —resopló Harry—, me encontré con un duende
particularmente agresivo.
—Ya veo… vayamos al consultorio para curarte eso cuanto
antes… no queremos que se infecte.
—No se apresure, puedo esperar a que su descanso termine
—ofreció Harry amablemente, pensando en la posibilidad de to-
marse una taza de café.
—No, nada de eso. Además no quiero ni pensar en lo que
diría Draco si se entera que he dejado que su esposo se desangre
mientras terminaba el crucigrama.
—Está exagerando —replicó Harry, pero el hombre negó y le
señaló hacia el brazo, Harry le dio una mirada y se dio cuenta que
efectivamente, pese al pañuelo atado, sangraba demasiado, entendió
por qué Betsie y los demás le habían lanzado esas miradas tan preo-
cupadas.
El medimago le hizo tomar un par de desagradables pocio-
nes, y le untó una pomada que olía a rayos, indicándole que al pare-
cer, el objeto con que lo habían herido posiblemente tenía algún ti-
po de encantamiento de defensa, que era una situación muy común

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LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

y que sólo necesitaba tomar las pociones nuevamente en la mañana,


procurar no golpearse ni hacer grandes esfuerzos como para reabrir
la herida y que en dos días no sería más que un golpe, y quizá una
nueva cicatriz.
—Aunque Draco tiene una pomada muy buena contra esas
cicatrices —le recordó el hombre, Harry se encogió de hombros.
—Ya, seguro le pido un poco, aunque se pone un poco…
—¿Maniático?
—Exacto —aceptó Harry el comentario—, cuando salgo he-
rido o algo así, aunque no sea nada.
—Y lo comprendo. En todo caso, aquí tienes las dos pocio-
nes para mañana, y la pomada para el golpe, si tienes fiebre, dolor, o
algún síntoma extraño, te pido me avises, no hay que arriesgarnos
sólo por no enfadar a Draco.
—Por supuesto —contestó Harry, cargando en una mano la
camiseta rota y manchada, y usando una nueva que había creado
con las sábanas de una de las camillas, agradeció tener la previsión
de tener en la oficina un poco de ropa extra por si acaso.
—Y muchas gracias.
—No tienes de qué, salúdame a esas dos lindas niñas.
—Gracias —sonrió Harry más ampliamente, si había algo
que le hacía sonreír era recordar a sus pequeñas.

–|– 

—¿Tan lejos? ¿Qué ha ido a hacer tan lejos?


—Intuyo que olvidarte, aunque no debemos apresurarnos —
contestó Draco con paciencia—; Erin dice que está allí desde hace
año y medio, antes de eso no sabemos dónde se metió, ella me ha
dado todos los datos, simplemente debes ir allá y encararlo, resolver
todas las dudas que tengas y luego tomar una decisión.

946
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Dicho así suena tan fácil.


—Lo sé, lo siento, pero solamente quiero ser práctico, si vas
a estar volando calderos por esto, nos vas a llevar a la quiebra.
—Exagerado —le reprochó Gael, aunque Draco no se lo
admitiera, sí entendía que era la preocupación por él lo que lo había
movido a darle esa información.
—Mira, si partes esta noche, en un par de días podrás estar
de vuelta; además que de paso le das una visita a Erin, hace tiempo
que no la vemos.
—Cierto —Gael recordaba haberla visto por última vez para
la reunión que hicieron para recordar a Jocelyn, hacía unos meses
atrás—; ella no me dijo nada de Mikel la última vez que vino.
—No, no lo hizo, pero… supongo que Mikel se lo pidió, él
tampoco se ha puesto en contacto con ningún otro, creo que sola-
mente escribe para mandar tarjetas de cumpleaños.
—A casi todos… a mí no —replicó Gael, parecía herido, y
Draco se arrepintió del último comentario—. Tal vez eso significa
que ya no siente nada por mí, que como dices, está enlazado o algo
así y…
—O tal vez que no sabe qué te puede decir —le interrumpió
Draco—, y deja de ser tan negativo.
—Mira quién habla.
—Yo no soy negativo.
—Lo eres.
—No, Gael, soy realista, eso es diferente.
—Negativo —empezaron a gritar Sofía y Zoe, aparentemen-
te aburridas de tener que estar pintando y comenzando a dar salti-
tos.
Draco sonrió a sus niñas
—Sí, muy bien, una nueva palabra.

947
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

Las niñas siguieron repitiendo «Negativo» y «Palabra» duran-


te mucho rato más, mientras Draco le entregaba a Gael el ticket del
traslador que había comprado para él esa mañana, tenía que estar en
la salida de la Sala de Transportes del Ministerio Inglés en solamen-
te tres horas, Draco lo había preferido así para no dejarle a Gael
mucho margen de tiempo, así no se arrepentiría ni lo pensaría de-
masiado.
—De acuerdo —aceptó finalmente Gael—, terminaré unas
cosas en la oficina e iré a verlo…
—Suerte —le deseó Draco seriamente. Gael asintió y salió
corriendo. Un instante después volvió, y antes de que Draco reac-
cionara, se abrazó a él con fuerza.
—Gracias.

–|– 

Luego de comer un emparedado y una gran taza de café, Ha-


rry estaba en su oficina, firmando los papeles del caso Norwik, para
llevarlos al Ministerio, cuando Clémence tocó la puerta de su des-
pacho.
—Señor Potter, Joel Zimmerman y Christopher Chandler,
han venido a verlo —informó.
Harry frunció el ceño.
—¿Joel y Chris?
—Sí, tienen cita, recuerda que ayer dijo que…
—Sí, claro, es sólo que pensé que venía solamente Joel —
negó con la cabeza—. De acuerdo, déjalos pasar y tráenos algo de
café, por favor.
Joel y Chris llegaron usando sus túnicas de aurores, se veían
tensos cuando ambos le dieron la mano y se sentaron delante de él,

948
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

el silencio se expandió mientras Clémence servía las tazas de café;


cuando la mujer se fue, Harry se inclinó un poco hacia delante.
—Si vienes a decirme que haremos una reunión más este
año, desde ya te digo que no.
Joel soltó una carcajada nerviosa y Chris sonrió suavemente,
negando con la cabeza.
—Deja de pensar en las fiestas, Harry; tenemos un problema
—su voz sonó bastante seria, lo suficiente para darle a entender a
Harry que de verdad tenían un asunto delicado por resolver.
—¿Ustedes? ¿Es personal?
—Bueno… el tema es que en realidad lo creemos personal,
pero también lo podemos catalogar como problema de la comuni-
dad mágica —respondió Joel, sacando un cigarro y levantándolo un
poco, como preguntando si era que podía fumar allí, Harry asintió
esperando más información, fue Chris el que se la dio:
—Ante todo, ¿recuerdas que en la Academia, los problemas
de uno eran los problemas de todos?
—Por supuesto —contestó pasándole un cenicero a Joel—,
siempre fue así, incluso ahora ustedes ayudan si es que alguno está
en problemas.
—Sabemos que dejaste el cuerpo de aurores porque…
bueno, por lo de Draco y todo eso, y que sería de alguna manera
demasiado pedirte que nos ayudes, considerando lo mal que termi-
nó todo allí, pero…
—No fue exactamente por lo de Draco, fue todo, no me
gustaba estar allí, no era lo que yo quería, las misiones sin tiempo
de fin, la prepotencia… la intolerancia.
—Y tienes toda la razón, sobre todo en eso, la intolerancia.
—¿Qué ha pasado? Me están empezando a preocupar. ¿Al-
guno ha sido tratado injustamente? ¿Han despedido a alguien?
—No —negó Chris.

949
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

Harry les dio una mirada impaciente, y Joel dejó el cigarro


encendido sobre el cenicero
—Sebastian se ha enamorado.
Harry inclinó la cabeza hacia un lado, casi esperando que sus
amigos rieran o alguien saltara gritando «broma», como nadie lo hi-
zo, fue él el que soltó dicha carcajada, pero Joel y Chris no parecie-
ron nada divertidos.
—Oh, vamos, ¿planean hacerle una despedida de solteros?
Realmente… ustedes saben que no nos llevamos bien, nunca lo
hemos hecho; si quieren ayuda, deberían tratar con Dashiell, lo he
visto esta mañana, igual de prepotente y engreído, si es que me pre-
guntan, con su título de auror Prior…
—No, no, nada de eso… lo hemos dicho mal —interrumpió
Joel.
—Sebastian se ha enamorado de Thea Lancel.
La mirada interrogante debió darle a entender a Chris que no
sabía de qué estaba hablando.
—Ya, no me extraña que no te suene el nombre, a nosotros
tampoco, pero hicimos averiguaciones…
—¿Han espiado a la novia de Sebastian?
—No. Fue Sebastian el que nos pidió ayuda… —Joel se in-
clinó hacia delante, hablando en un tono más confidencial—… en
un inicio le pidió ayuda a Dashiell, pero no quiso echarle una
mano, es más, se han peleado.
—Eres conciente de que en verdad no me estás diciendo na-
da, ¿cierto?
Chris tomó una profunda bocanada de aire, y para sorpresa
de Harry, que casi nunca lo había visto fumar, encendió un cigarri-
llo.

950
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Thea Lancel es hija de una de las personas que delató mor-


tífagos durante la guerra, es hija de un soplón, por así decirlo, aun-
que a Sebastian no le gusta el término —aclaró.
—¿Soplón?
—Claro, ve y dile que el término no le gusta para que él lo
repita —le reprochó Joel, y Harry negó con la cabeza.
—Es que no entiendo, ¿hubieron informantes durante la
guerra?
—Siempre hay informantes durante las guerras —aclaró
Chris.
—¿Y cuál es el problema? No me dirás ahora que el Área de
Aurores anda prohibiendo casarse con informantes también.
—No, esa es otra historia, el asunto es que alguien está ma-
tando a los informantes —informó Joel con seriedad.

–|– 

Draco sonrió y saludó a sus niñas, estaban en el jardín trase-


ro, cercado y con un hechizo para que estuviera completamente
iluminado, aprovechando que era verano y que no corría viento he-
lado. Sus hijas jugaban alrededor de la casa para muñecas más gran-
de que Draco había visto en su vida, aunque claro, no había visto
muchas en realidad. Esta era una mágica, por supuesto, se las ha-
bían regalado Ron y Hermione por el segundo cumpleaños de las
niñas, era tan grande que las niñas podían entrar y salir de ella como
si se tratase de una casa real, aunque el hechizo de agrandamiento
sólo serviría unos cuantos años más.
Estaba sentado en una silla de plástico, cerca de la casa de
muñecas, releyendo unos contratos, cuando se percató de que pasa-
ban de las siete y media, se preguntó cuál sería la razón para que
Harry se demorara tanto, aunque no tenía ningún sentimiento de

951
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

ansiedad o miedo, lo que indicaba que Harry estaba bien, aunque


retrazado.
—Sofía, Zoe —llamó poniéndose en pie—, vamos, hora de
cenar.
—¡No! —gritaron las dos a la vez mientras corrían a escon-
derse dentro de la casita de muñecas.
—Vamos, no hagan que entre por ustedes —reprochó Draco,
con un movimiento de muñeca desapareció los documentos y se
acercó con pasos lentos hacia ellas, que se escondían tras una de las
paredes plásticas.
—No hambre —gritó Sofía sacando la cabeza por lo que era
una ventana.
—Sí, sí hambre, si no comes te quedarás enana —le respon-
dió Draco mientras se arrodillaba en el piso y se acercaba más—.
Vamos, de una vez.
Finalmente Draco tuvo que recurrir al viejo truco, desapare-
cer la casa de muñecas para que las niñas no tuvieran otro escondi-
te, luego cargar a ambas hacia la casa, prometiendo que al día si-
guiente, siempre y cuando comieran todos sus vegetales, la casita
estaría de vuelta en su sitio.
Durante los siguientes cuarenta y cinco minutos Draco hizo
acopio de toda la paciencia que podía tener, intentando darle de
comer a las dos niñas a la vez, Winky lo ayudó, aunque tanto Sofía
como Zoe competían en llamar la atención de Draco, pues ambas
querían ser alimentadas por él, a falta de Harry.
Cuando las niñas ya habían terminado de comer, Draco las
entretuvo un rato más, esperando aún por Harry, hasta que llegó la
hora del baño, esta vez se las ingenió para bañar a una por una,
mientras la otra, acompañada de Winky, esperaba en pie delante de
la bañera, el baño duró mucho menos de lo acostumbrado, y estuvo
acompañado de sonoros llantos de una u otra, por la misma razón,

952
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

todos los días Harry y él bañaban a las niñas a la vez, en la bañera


que tenían para ellas, y esta vez no era posible hacerlo porque Harry
seguía brillando por su ausencia.
Finalmente, cada una metida en su cama, se quedaron dor-
midas.
Draco se quedó junto a ellas, aún con el libro de cuentos en
las manos, mirando cómo dormían durante un rato más, hasta que
escuchó el sonido de la puerta abriéndose, se giró para ver a Harry,
lucía un poco pálido y sentía que algo le preocupaba.
—Lo lamento, lo lamento mucho —se disculpó Harry en
cuanto entró, el tiempo se le había pasado volando y no se había
dado cuenta de la hora hasta muy tarde, sabía que Draco estaría li-
geramente enojado con él por eso, puesto que era toda una odisea
tratar de hacer que ambas niñas comieran, se bañaran y se metieran
a la cama; le había tocado hacerlo más de una vez cuando Draco
había tenido que viajar, y tampoco era la primera vez que Draco lo
hacía durante sus ausencias, pero siempre habían tenido la previsión
de pedir ayuda a Hermione o a la Señora Weasley.
—Vamos afuera, acabo de hacerlas dormir —susurró Draco,
dejando el libro de cuentos en uno de los estantes y acariciando el
cabello de Zoe antes de salir.
Harry le dio una mirada a las niñas, y sonrió al verlas tan
quietas y tranquilas, era muy difícil conseguir eso teniéndolas des-
piertas, luego apagó las luces, dejando encendidas las lámparas gira-
torias que recreaban estrellas y planetas en el techo, y salió de la ha-
bitación juntando la puerta muy despacio.
Draco no estaba en el pasillo, suspiró resignado a lo que sería
una reprimenda, y bajó a la cocina donde Draco se estaba preparan-
do un té. La cena para ambos estaba ya servida.
—¿Tampoco cenaste?

953
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—No, imposible hacerlo. Winky trató de ayudarme a darles


de comer, pero un poco más y se empiezan a tirar comida entre
ellas, era un caos.
—¿En serio? —preguntó Harry, sacando de uno de los estan-
tes una botella de vino y dos copas—. Suena divertido.
—Sí, estoy seguro de que me parecerá divertido en unos
veinte o treinta años —respondió Draco algo cansado, arqueó una
ceja cuando vio que Harry traía la botella de vino y las copas.
—¿Estamos celebrando algo?
—No, lamentablemente no —suspiró Harry sentándose jun-
to a su esposo y sirviendo un poco de vino en cada copa—, todo lo
contrario…
—A ver, ¿es por la visita de Joel?
—Joel y Chris —informó Harry cansadamente, había medi-
tado mucho si contarle o no a Draco lo que ocurría, pero luego de
ver los casos y escuchar toda la información que sus amigos habían
traído, supo que sería imposible trabajar en ese caso sin que Draco
se enterase, es más, ya presagiaba muchas peleas con él por no po-
der estar en las noches para ayudarlo con las niñas.
—¿Ambos?
—Sí.
—¿Planean otra fiesta? —preguntó, no queriendo lucir enfa-
dado porque Harry hubiese llegado tarde solamente por eso.
—No, casi hubiera deseado que lo hicieran…
—Me estás preocupando.
—Sí, lo siento… Escucha, Draco, esto que te voy a contar es
muy delicado, y quiero que me entiendas…
—Oh, Merlín —jadeó Draco, dejando el tenedor sobre el
plato de manera ruidosa y mirando a Harry con temor—. ¿Te has
metido en algo muy peligroso, verdad? Harry no debes hacerlo, re-

954
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cuerda lo que dijimos, las niñas necesitan a sus dos papás, y nin-
guno se va arriesgar a hacer nada tonto ni heroico, sobre todo tú.
—Draco —suspiró Harry, realmente estaba agotado—. Toda-
vía no te he dicho nada sobre lo que te quiero hablar, además, no
expondré mi vida ni nada por el estilo, sólo que es un asunto com-
plicado.
—Te escucho —respondió Draco seriamente, conocía a Ha-
rry, más de lo que el mismo Harry se atrevía a admitir, y podía oler
el peligro en ese nuevo caso por todos lados.
—Según me enteré hoy, y no sé si tú has estado al tanto de
esto antes… y no es un reproche, ni siquiera una pregunta, es que
yo no tenía ni idea… —Harry le dio un sorbo más a su copa de
vino antes de continuar.
—Durante la guerra, mientras Hermione, Ron y yo íbamos
por todos lados buscando los horrocruxes, pasaron muchas más co-
sas, gente que se dedicó a esconder a los sangre muggle, gente que
trató de cambiarse de bando, gente que por alguna razón se hizo de
información de los mortífagos y luego la entregó a la Orden y a al-
gunos aurores que no estaban bajo el dominio de Thicknesse y Vol-
demort, gente que se arriesgó por ayudar…
—Soplones —masculló Draco.
—Exacto, aunque preferimos no usar ese término —corrigió
Harry, recordando lo que Joel le había dicho.
—No lo dije como insulto —aclaró Draco—, era la forma
como los mortífagos los denominaban, más de una vez escuché que
agarraban a uno… —Draco dejó de hablar, la guerra y toda aquella
época era algo que ya no aparecía en su mente nunca.
—Lo imagino —le dijo Harry tomándolo de la mano, Draco
simplemente suspiró, indicándole a Harry que continuase.
—Hubieron muchos que sí se libraron de ser atrapados por
los mortífagos en esa época, hasta donde tenemos entendido, la Or-

955
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

den del Fenix y los aurores que te mencioné, los reubicaron en lu-
gares muggles, ocultos de los mortífagos, varios de esos informantes
han salido del país en cuanto la guerra acabó, pero muchos otros se
quedaron aquí, sin embargo permanecieron la mayoría en el mun-
do muggle.
—Si la guerra ya había acabado, ¿por qué no volvieron?
—Algunos no tenían por qué volver, o mejor dicho por
quién volver, otros se acostumbraron a vivir entre muggles, y otros
pues… creo que tenían miedo.
—¿Miedo?
—A ser atrapados, creo…
—¿De qué hablas?
—Los están matando, Draco —respondió Harry en voz bas-
tante baja—. Uno a uno, no es una masacre en gran escala, uno,
máximo dos crímenes por año, siempre al estilo muggle, sobre todo
a los que viven en el lado muggle, lo hacen parecer un asalto, nin-
guna nota, ningún recordatorio, nada. Es más, ni siquiera se en-
cuentra relación entre uno y otro asesinato, en el lado muggle al
menos, pues esta gente está dispersa por todos lados y…
—Espera —lo interrumpió Draco poniéndose en pie—. ¿Me
dices que hay mortífagos afuera ajusticiando gente?
—Sí, más o menos es eso.
—¿Y piensas ir por ellos?
—Pues…
—No, definitivamente no, Harry —negó Draco en voz alta.
—Draco, cálmate.
—No me digas «Draco cálmate», piensas salir a exponerte pa-
ra capturar a un grupo de exmortífagos locos que te pueden matar,
¿cómo demonios pides que me calme?
—No grites, las niñas…

956
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Insonorus —gritó Draco agitando la varita, para insonorizar


la cocina—. ¿Contento ahora? —preguntó en voz más alta.
—No.
Draco entrecerró los ojos, estaba furioso, más que furioso, la
guerra había terminado, diez años atrás había decidido olvidar toda
esa época, y había costado… pensar en todo lo que había perdido,
en quienes había perdido, supuso que ese capítulo en su vida, así
como en la de Harry, estaría cerrado, y no era justo que ahora Harry
decidiera traerlo nuevamente.
—Escucha, no podemos dejar que los mortífagos, o quienes
sean los que están haciendo esto, continúen.
—No, yo no he dicho que deban dejarlos, pero para eso es-
tán los aurores, son los que se encargan de eso, no tú.
—Ellos han matado gente que ayudó a los de la Orden y a los
que trataban de, a su manera, derrotar a Voldemort, ¡los están ma-
tando! Ellos les encuentran donde viven, donde están ocultos, y van
y los degüellan como si se tratase de animales. Es más que seguro
que tienen vínculos en el Ministerio, y hacer una investigación
abierta en este momento sería ponerlos en sobreaviso.
Por un instante, un pequeño instante, Draco recordó a su
madre, a su madre asesinada. Se giró, incapaz de seguir mirando a
Harry a la cara, de seguir discutiendo ¿Por qué él era tan tozudo?
¿Por qué no se daba cuenta?
Harry suspiró profundamente, no había querido decir lo úl-
timo, tampoco quería decirle que Joel, Chris y él mismo creían que
el primer asesinato de ese grupo de vengadores había sido el de
Narcissa Malfoy.
El silencio se expandió entre ellos, y Harry estaba ya por le-
vantarse y tratar de acercarse a Draco, cuando este se volteó, su mi-
rada era tan fría que, por un instante, se sintió desconcertado.
—¿Qué pasará con lo que hemos estado hablando?

957
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—¿Qué pasará con qué?


—Con el niño, por supuesto.
—Ah… —y allí el tema del niño otra vez, Harry se sentía
egoísta por no querer hacerlo ahora, porque después de que él había
sido el que había insistido en un inicio con que tuvieran muchos
hijos, ahora no estuviera listo o dispuesto para hacerlo. Si tan sólo
Draco comprendiera que sentía que un niño más desarreglaría todo
el orden que a duras penas estaban logrando mantener en casa.
—Ya veo.
—No, no, escucha… podremos hacerlo, ¿de acuerdo? Pero
más adelante, después, cuando las niñas sean más grandes y todo es-
to pase…
—No lo quieres hacer, ¿verdad? —susurró Draco con temor;
esa discusión la habían tenido desde unos meses atrás, en que él ha-
bía empezado a soñar con ese niño. Si le preguntaban qué aspecto
tenía, él no lo sabría explicar, pero los sueños eran muy similares,
entraba a casa y no estaban solamente las niñas, estaba ese niño,
sonriéndole y abrazándolo. En otro estaba en su despacho, y era
Harry quien llegaba con los tres niños, eran una familia, era como
si recién se hubiera dado cuenta que era lo que faltaba para que su
familia estuviese completa. Se lo había dicho a Harry, y éste había
resuelto que tal vez era simplemente la ansiedad por tener a un be-
bé más lo que lo hacía soñar. Draco tendía a enfadarse mucho con
él por eso, sobre todo porque llevaban semanas conversando acerca
de lo mismo, y Harry siempre le daba largas con: «podemos hacerlo
más adelante» o su respuesta de casi siempre: «no nos lo podemos
tomar a la ligera, déjame pensarlo». No lo había pensado mucho
cuando se trató de las niñas, no hicieron planes ni mucho menos,
todo lo fueron arreglando sobre la marcha. En cambio en esta oca-
sión sería mucho más simple, más fácil… Pero Harry no quería.

958
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No es eso —respondió Harry poniéndose de pie y alcan-


zándolo—. No empieces a pensar en tonterías —le reprochó con
voz suave mientras lo tomaba de los hombros—, cuando acabemos
este asunto de los vengadores, podremos darnos el tiempo de anali-
zarlo a conciencia.
—¿Y qué es lo que hemos estado haciendo las últimas sema-
nas? —preguntó irritado, por un instante pensó en soltarse de Ha-
rry, alejarse de él y buscar calmarse pero no, Harry se la estaba po-
niendo muy difícil—, ni siquiera he dicho que tienes que ser tú, yo
lo puedo hacer, no me molestaría hacerlo, llevar al bebé, lo arregla-
ría todo yo, tú no tendrías mayores problemas.
—¿Me usas como un banco de esperma?
—No seas ridículo.
—Y además —levantó la voz un poco más Harry—. ¿Cómo
demonios se supone que podré estar tranquilo trabajando e investi-
gando si sé que estás en casa, con las dos niñas y además esperando
a uno más?
—Ya has tomado el caso, ¿no es así?
—Ya te dije, no puedo quedarme de brazos cruzados mien-
tras…
—Pues yo no quiero esperar —interrumpió Draco desafian-
te—, no me apetece esperar, y si lo que tengo que hacer es encar-
garme de las dos niñas y esperar al tercero mientras su padre está
jugando en las calles a que aún es el bendito héroe de la comunidad
mágica, lo haré.
—Te estás pasando, Draco —advirtió Harry, apretando los
dientes y apartándose de él.
—¿Yo lo estoy haciendo? ¿Y qué se supone que estás hacien-
do tú? No me extrañaría saber que te hubieras alegrado cuando te
propusieron ese caso, otra excusa más para seguir dando largas a es-
te tema del nuevo bebé.

959
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—¿Y tú qué estás haciendo? Quieres alterar nuestra vida,


nuestro equilibrio, y además ordenarme que no tome un caso so-
lamente por un niño con el que has soñado, por algo que ni siquie-
ra existe.
—Claro, a este paso no existirá, ¿cierto? Tal vez cuando las
niñas vayan a Hogwarts y tu preciosa rutina no se vea tan afectada
lo pensarás, pero entonces seguramente, ya será muy tarde.
—¿Por qué dices eso?
—Porque no pienso esperar a que te decidas, por eso —bra-
mó Draco furioso, con un movimiento de varita desactivó el hechi-
zo de silencio y sin tocar su comida, aunque agarrando su copa de
vino, caminó fuera de la cocina, rumbo a su habitación.
Harry miró por un instante el espacio donde Draco había es-
tado, y también tomó su copa de vino, pero caminó hacia el lado
opuesto.
Se sentó en los escalones que daban al jardín interior, donde
la casita de muñecas había desaparecido y dejaba ver todo el paisaje
verdoso, a ellos les encantaba tener fiestas allí; la de su cumpleaños,
hacía muy pocos días había sido en ese jardín, con Patrick, el bebé
de Ethan y Lucka; con Jules, Teddy; con los hijos de George, de Bill
y las gemelas. También habían asistido Noah y su nuevo novio;
Gael y Manfred, Aarón y Boris… había sido una gran fiesta. Le gus-
taba creer que después de todo, sí había logrado tener una gran fa-
milia… Y quería cuidarla, tener un niño en ese momento no era
viable, por muchas razones: ese grupo no era ningún aficionado,
tras diez años de ejecuciones sabían lo que hacían, tenían medios
para encontrar a sus víctimas, tenían información y eran peligrosos.
Además no quería que Draco pasara el embarazo solo, si era que en
verdad fuera él quien se embarazase, si resultase que él (Harry) se
embarazase nuevamente no podría seguir con el trabajo y no estaba
dispuesto a parar en ese momento.

960
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Dio un trago largo a su copa de vino y convocó con la varita


el resto de la botella, se sirvió otra copa más mientras miraba hacia
el oscuro cielo, salpicado de estrellas por ser verano, le gustaba su
vida así, no quería cambiarla, pero tampoco quería que ese grupo de
vengadores ganara más fuerza, la comunidad mágica, pese a todo el
asunto de la intolerancia gay, se había mantenido en una forzada paz
durante esos años, y sabía que debían hacer todo lo posible por
mantenerla.

–|– 

Draco salió de la ducha aún enfadado, se miró en el espejo


mientras acomodaba su cabello y abrió uno de sus cajones, para ver
si aún le quedaba poción para el dolor de cabeza, entonces la vio, el
frasquito de la poción de fertilidad: ahora modificada, tras tanto
tiempo de investigación, con duración más larga y mejores efectos.
Levantó el frasco y lo vio a contra luz, su brillo dorado era invitador
y también desafiante. Pensó en el niño que quería tener, en el niño
que, él sabía, debía tener, y luego miró hacia el frasco nuevamente,
la discusión con Harry aún bailando en su cabeza…

–|– 

No terminó con la botella de vino, era conciente de que de-


bía levantarse temprano al día siguiente, tenía unas cuantas cosas
que hacer, además de preparar a las niñas para ir a la guardería, era
su turno de hacerlo, para que Draco las pudiera llevar.
Pasó por la cocina, donde los platos con la comida casi sin to-
car habían desaparecido al igual que los cubiertos y cualquier otro
utensilio. Winky era muy efectiva en la casa, siempre estaba atenta a
todo lo que ellos necesitasen, y administraba la casa de tal manera

961
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

que lo único que a ellos les preocupaba, además de trabajar, era cui-
dar a las niñas.
Pese a no haber comido mucho durante el día, ya no tenía
hambre, la discusión se la había quitado. Dejó sobre la mesa limpia
de la cocina la botella media llena y la copa, y antes de salir escuchó
el sonido de ambas desapareciendo.
Subió con calma por el pasillo, y antes de llegar a su habita-
ción se detuvo en la de las niñas, abrió la puerta y sonrió al verlas
aún dormidas, cada una en su pequeña camita, iluminadas suave-
mente por las luces de las lamparitas giratorias.
Cuando llegó a su habitación las luces ya estaban apagadas,
Draco estaba sobre la cama, dándole la espalda y completamente
cubierto por las mantas, pese a ser verano. No dijo nada ni hizo
ademán de querer despertarlo, se desprendió de la ropa y pasó de
largo hacia el baño, se duchó rápidamente, y cuando volvió a la ca-
ma se dio cuenta que Draco no se había movido ni un centímetro.
Mientras se secaba observó la espalda rígida de su esposo, era obvio
que no estaba dormido. Se puso unos boxers y se metió a la cama,
abrazándose inmediatamente a la espalda desnuda de Draco, que se
tensó un poco por el toque, pero no se alejó.
—Hey… —suspiró Harry mientras una de sus manos acari-
ciaba lentamente la cadera de Draco, sintió su cuerpo estremecerse
por el toque, y sonrió antes de darle un beso en el cuello.
—Hola —respondió Draco con voz lenta, una de sus manos
fue hacia atrás, buscando las caderas de Harry, y oprimiéndolo un
poco más contra su cuerpo.
—Lo lamento, ¿de acuerdo? No deberíamos discutir, no nos
hace bien.
—Yo tampoco quiero discutir, yo también lo lamento —
Draco sintió el aliento cálido de Harry sobre el cuello, seguido por
la presión de esos labios, haciendo que su piel cosquilleara y se es-

962
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tremeciera, refregó un poco más sus caderas contra la pelvis de Ha-


rry, sintiendo aún bajo la tela de la ropa interior, la erección cre-
ciendo.
La mano de Harry serpenteó hacia delante, mientras sus la-
bios eran reemplazados por gentiles mordiscos. Sus dedos llegaron
hasta la cinturilla del bóxer, y luego se colaron en el interior, sólo
un poco, acariciando únicamente la punta del erecto miembro de
Draco.
—Mmm… Harry… vamos —le apuró Draco, empujándose
hacia delante y tratando de hacer que esa mano se hiciera comple-
tamente de su erección.
Harry no contestó, retiró su mano y antes de que Draco se
diera cuenta ya estaba tirando de su ropa interior hacia abajo, Draco
ayudó levantando las caderas, aún sin girarse, y sintió la tela resba-
lando hasta la mitad de sus piernas, apresándolas de alguna manera,
pero no le importó mucho cuando sintió esa mano sujetando com-
pletamente su erección. Se agitó hacia arriba tratando de poner ma-
yor velocidad mientras Harry continuaba con sus besos y mordidas,
esta vez en la oreja y refregando su cada vez más dura erección, cu-
bierta por la ropa interior, contra sus nalgas desnudas.
—Te amo —susurró Harry en su oído, antes de apartarse de
él. Draco lo sintió moverse en la cama y aprovechó para mover las
piernas y deshacerse de la ropa interior. Las sábanas que lo cubrían
habían desaparecido también, sintió a Harry apoderarse de su erec-
ción nuevamente, acariciándola de la misma manera que unos ins-
tantes antes, solamente que esta vez se refregaba entre sus nalgas la
erección resbalosa de Harry.
Draco se arqueó y jadeó, tratando de apurar a Harry mientras
éste se elevaba un poco y le levantaba la pierna, Draco se dejó aco-
modar y sintió la presión en su entrada, y a Harry entrando poco a
poco en él.

963
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

La mano de Harry fue rápidamente hasta su miembro, mien-


tras mordisqueaba los hombros y el cuello, fue Draco quien se co-
menzó a empujar contra él, demostrándole su necesidad.
Sus movimientos se hicieron coordinados rápidamente, Dra-
co se empujaba contra ese puño cerrado y contra la ardiente inva-
sión, que lo llenaba de placer en cada estocada, sus hombros y cue-
llo eran mordidos deliciosamente y escuchaba a Harry gemir con-
forme en su oído.
Harry sintió cómo Draco lo apretaba con fuerza en su inte-
rior, podía sentir su propio miembro siendo absorbido y devorado
por esa caliente estrechez, la espalda de Draco arqueándose, las uñas
de Draco sobre su cadera, clavándose y enviándole oleadas de pla-
cer, de necesidad.
Se movieron el uno contra el otro con fuerza, ambos sabien-
do que no podrían aguantar más tiempo. Draco dio un empuje más
contra la mano de Harry y gritó roncamente, sintiendo su orgasmo
tensar sus músculos y luego relajarlos; sintió a Harry empujarse con
fuerza contra él, con tanta fuerza que lo hizo girar un poco contra la
cama, el peso reconfortante de Harry contra sus espalda, su respira-
ción agitada y ese gemido de placer… oh, cuanto amaba escuchar
ese gemido de placer de Harry.
—Oh, Dios… —jadeó Harry dándole un beso en la nuca, y
luego con una mano temblorosa acariciando su cabello, ordenándo-
lo un poco hacia un lado.
—Mmm —suspiró Draco demasiado relajado para moverse,
si Harry continuaba acariciando su cabeza de esa manera, se queda-
ría dormido en cualquier momento, y Harry lo sabía.
Harry se apartó con lentitud de él, Draco no se movió ni un
poco mientras él aplicaba un hechizo de limpieza sobre ambos y ja-
laba las ropas interiores y los cobertores a la cama. Volvió a acariciar
la espalda y el cabello de Draco, repartiendo pequeños besos por

964
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

aquí y por allá tranquilamente mientras sentía el cuerpo de Draco


cada vez más relajado, hasta que su respiración se hizo pausada y
rítmica. Sólo entonces se apartó un poco y se acomodó sobre la ca-
ma, abrazándose a Draco y suspirando contento. Sabía que la discu-
sión no había terminado, en realidad no habían arreglado nada, tan
solo habían dejado de pelear, por el momento. Esperaba que por lo
pronto Draco dejara de pensar en todos los reproches por el nuevo
bebé y la nueva misión, al menos por un tiempo, para darle la tran-
quilidad que necesitaba para investigar.

–|– 

—Hey, ¿encontraste algo? —preguntó Leonard Attanasio, un


chico de treinta años, con el cabello oscuro y sujeto en una coleta
con un lazo verde, del mismo tono que el color de su túnica.
—Hay una pareja de muggles en la calle siete de Whitehall
Quay que saldrán de viaje a Bermudas dentro de cinco días, creo
que sería un buen botín —contestó Darío Wren dejando de lado el
diario que estaba leyendo.
—Ah… ¿has investigado la casa?
—Sólo un poco, ya sabes, lo de siempre: alarmas, sensores de
movimiento… Espero que a la mujer no se le ocurra dejar sus joyas
en el banco como a la anterior.
—Igual sacamos buena cantidad de oro de la anterior.
—Pero las joyas hubieran sido mejor, hay que ver que no lo
hagan, sólo para saber porqué vamos realmente —dijo la voz de
Leyla Browning, que llegaba en ese momento.
—¿Qué tal el trabajo? —le preguntó Leonard, sonriendo de
manera coqueta. Leyla puso los ojos en blanco y negó, mientras se
dejaba caer en una de las sillas libres.

965
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—Asqueroso, no tiene nada de divertido el servir mesas a


magos y brujas que se creen superiores a ti, solamente porque pue-
den pagar esa comida.
—A ninguno nos gusta trabajar de esa manera; es decir, yo
pude ser un medimago, de hecho estaba por terminar la carrera, an-
tes de que… —Leonard frunció el ceño, no le gustaba recordar
aquello.
—Bueno, bueno —llamó la atención William Hurston, en-
trando en ese momento, traía una pipa vieja y gastada entre los
dientes—, ¿qué hemos dicho acerca de andar lamentándonos?
—No nos lamentábamos —aclaró Wren—, sólo recordába-
mos viejos tiempos.
—Lo mismo es —refunfuñó Hurston, sentándose junto a
ellos en la desgastada mesa de madera, estaban en esa cabaña aban-
donada que habían conseguido muchos años atrás, cuando el Mi-
nisterio había levantado a algunos sus condenas de firmar ante ellos,
y los había echado de los condados mágicos creados para mantener-
los vigilados. Desde esa época era muy difícil mantenerse, puesto
que los trabajos escaseaban, sobre todo si tenías como antecedente
ser un exonerado. Algunos de ellos habían tenido que conseguir
trabajo en el lado muggle, lo cual era en extremo vergonzoso, algu-
nos otros como Leyla, habían tenido algo de suerte y lo habían con-
seguido en el lado mágico. Aunque sólo era un poco de suerte,
puesto que el sueldo no era para reventar cohetes y los trabajos eran
sin mucho futuro, como ella, que servía mesas en uno de los res-
taurantes más exclusivos del callejón Diagon.
—Ya, no peleemos —pidió Leonard—. De todas formas,
Wren ya tiene una casa.
—Ah, que genial —rio Hurston—. En cuanto lleguen los
demás podremos ver el plan y qué tan accesible es.

966
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—De acuerdo —respondió Wren, levantando el diario para


cambiar de página, en ese momento Leyla extendió una mano para
tomar la primera página, pues había visto algo que le había llamado
la atención.
—Ah… sí, Potter y Malfoy, salieron en los diarios toda la
semana, era el cumpleaños de Potter y dicen que le han hecho una
fiesta —le comentó Hurston con fastidio.
Leyla asintió.
Los había visto una vez, a Potter y a Malfoy, en el restaurante
en el que trabajaba, para el cumpleaños también de alguien, de uno
de sus amigos, sentados todos ellos en una mesa enorme, y ella los
había visto allí, llegaron tomados de la mano, y pasaron la velada
riendo y conversando, se veían tan felices… Malfoy ni siquiera dio
muestras de reconocerla, tal vez no lo había hecho, tal vez ya no se
acordaba de su rostro.
¿Quién diría lo que ese chico había logrado? Solamente por-
que se había metido con Potter, porque no encontraba otra explica-
ción para que ese muchacho, en peor posición que ellos mismos,
fuera ahora el dueño de una gran fábrica, como decía el artículo,
además padre y esposo.
—Definitivamente odio las hamburguesas —protestó Dan,
apareciendo en ese momento, con el uniforme muggle rojo y blan-
co, manchado de grasa—, son asquerosas.
—Ya, yo lo puedo limpiar —le tranquilizó Leyla mientras le
extendía el diario a Dan, que arqueó una ceja mirando interrogan-
temente de la fotografía hacia su hermana.
—¡Es que no es justo! —respondió ella a la muda interpela-
ción—, ¿no te parece que es injusto que ese niño, pese a todo, haya
salido con bien?
—¿Hablan de Malfoy? —preguntó Leonard levantando un
poco el rostro para ver la página del diario que Dan sostenía.

967
LIBRO VI|Vida
[1] Un nuevo grupo entra en escena

—Honestamente, yo siempre supuse que acabaría como


Nott, ya saben, en un callejón abandonado y sin dónde caerse
muerto, sobre todo después de acabar con Narcissa, el niño parecía
no poder hacer nada sin ella —opinó Wren.
—Sigo pensando que no es justo, él era uno de ellos, un
mortífago, y está mejor que nosotros, que ni siquiera matamos a al-
guien en aquel entonces.
—En teoría él no mató a nadie —corrigió Hurston—, es lo
que dice su expediente.
—Pero Leyla tiene razón, no es justo, él merecía estar preso,
no tener todo lo que tiene ahora —protestó Dan
—Yo los apoyo —intervino Leonard; Hurston le dio una mi-
rada interrogante a Wren, que asintió rápidamente.
—De acuerdo… —suspiró, casi vencido, ellos tomaban las
decisiones por votación, no tenían un jefe, y ninguno quería ocupar
esa posición, ya habían aprendido que eso de los jefes y Lores no
funcionaba apropiadamente, además ellos sólo buscaban vengarse,
no dominar a ningún mundo ni crear una nueva sociedad, y el mé-
todo les estaba funcionando bastante bien—… cuando lleguen los
demás lo conversaremos.
Leyla sonrió complacida y tomó la página del diario que le
había entregado a su hermano, sentándose nuevamente y mirando
con atención la fotografía, era una que habían sacado de la pareja sa-
liendo de algún sitio, no era del cumpleaños de Potter, porque no
habían dejado ingresar a ningún periodista en casa de los Potter-
Malfoy, es más, supuso que esa casa estaría mucho más que prote-
gida para que los periodistas no se colasen. En la fotografía salía
Malfoy tomando la mano de Potter, y murmurándole algo en el oí-
do, Potter sonreía, Malfoy sonreía. No le gustaba ver a Malfoy son-
reír. Después de todo lo que él y su familia habían hecho, no era
justo que sonriera.

968
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

2
Los informantes

There's something in your eyes // Makes me wanna lose my self,


Makes me wanna lose myself in your heart, // There's something in your voice
That makes my heart beat fast // Hope this feeling lastsFor the rest of my life
Canción: Feels Like Home 15
Chantal Kreviazuk, cantante y compositora canadiense

Agosto de 2008, entre Francia e Inglaterra

«E
n la región centro de Francia, en el departamento
de Eure y Loir, en el distrito de Nogent-le-
Rotrou, en el “cantón” 16 de La Loupe. Una vez
llegues a la Terminal de Apariciones, debes salir por la puerta norte,
estarás en Rue du Chemin Vert, sigue de frente hasta Rue Bernard
Bourlier, camina unas cinco calles y te encontrarás con una gran
avenida: Rue de L`Eglise, busca una casa rosada de dos pisos, el
número 42856, Erin vive allí, ella te llevará hasta Mikel». Gael apre-

15
Se siente como en casa: Hay algo en tus ojos // Que me hace querer perderme // Me hace querer
perderme en tu corazón, // Hay algo en tu voz // Que hace a mi corazón latir más fuerte // Espero
que este sentimiento dure // Por el resto de mi vida…
16
En Francia, un cantón es una división administrativa. El número de cantones varía en cada de-
partamento. El número total de cantones existentes en Francia es de 4.039 ( cifras al año 2004), de
los cuales 156 están situados en los departamentos de ultramar. Fuente: Wikipedia.

969
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tó con fuerza el pergamino donde Draco le había escrito todas las


instrucciones.
Llevaba una mochila en la espalda, una camiseta de mangas
largas y bastante fresca, unos pantalones vaqueros y zapatillas. Se
había peinado y revisado su imagen antes de salir de la estación, só-
lo por si Erin lo podía llevar esa misma noche a ver a Mikel. Aún no
estaba seguro de lo qué le diría, o de lo que haría, esperaba que el
sólo verlo le diera las respuestas que tanto estaba esperando, si era
que estaba enamorado de él, o si, como le decía Draco algunas ve-
ces, solamente idealizaba su imagen y ya no existía nada que los
uniera.
Se detuvo en una esquina, y miró hacia el pequeño letrero
que había en un poste, tratando de entender lo que decía: Rue Ber-
nard Bourlier; supo que iba por buen camino. Al menos Draco ha-
bía sido bastante amable dándole todas las referencias de esa mane-
ra, se preguntó cuánto tiempo su amigo habría tenido guardado ese
mapa y esas indicaciones, y si era que había pensado realmente de-
cirle algún día dónde se encontraba Mikel.
Avanzó sin prisas, atento a todos los letreros e indicaciones,
no hablaba francés, era negado para ello, incluso había ido con Dra-
co un par de veces a Paris a cerrar algunos negocios, pero nunca ha-
bía siquiera aprendido a pronunciar correctamente el saludo en
francés, así que sabía que si se perdía sufriría mucho tratando de
pedir ayuda.
Pese a ser ya de noche sentía mucho calor, en parte, sabía él,
por el nerviosismo, pero también porque el clima allí era un poco
más caliente que en Inglaterra. Sujetó con fuerza su mochila mien-
tras cruzaba la enorme avenida que esperó fuera Rue de L`Eglise, y
empezó a buscar el número que Draco le había indicado.
—Al menos la numeración sí la entiendo —se dijo con pesar
mientras llegaba al número que Draco le había escrito. Efectiva-

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

mente era una casa rosada, bastante amplía y de dos pisos, con una
cerca en frente y un jardín pequeño, pero bien cuidado.
—A Jocelyn le hubiera encantado estar aquí —declaró, mien-
tras abría la reja blanca de madera y avanzaba por el caminito de
piedras. Suspiró profundamente y tocó al timbre. Draco dijo que le
escribiría a Erin, pero las lechuzas internacionales tardaban unos
cuantos días en llegar, así que era improbable que su amiga estuvie-
ra enterada de su llegada. Esperó nerviosamente en la puerta duran-
te lo que le pareció una eternidad, finalmente se animó a tocar el
timbre por segunda vez, rogando para que su amiga se encontrase
en casa, de lo contrario se tendría que quedar en la puerta esperan-
do quién sabe cuánto tiempo más.
—Un temps, d’attendre —dijo la voz de una mujer que él no
conocía; frunció el ceño y se preguntó si era que acaso se había
equivocado de dirección. Un instante después, una muy guapa se-
ñorita de cabellos largos y castaños, usando un vestido liviano con
tirantes en color celeste y con pequeñas flores blancas abrió la puer-
ta.
—Bonne nuit —le saludó ella con una sonrisa afable—,
comment vous pouvez aider.
Gael miró hacia ambos lados.
—Lo siento… no la entiendo —la mujer inclinó el rostro ha-
cia un lado y lo miró expectante—. Erin Urvoy —respondió con lo
único que se le ocurrió.
—Bien sûr —respondió la mujer apartándose un poco de la
puerta y abriéndola más—, se passe, s’il vous plaît.
—Eh… ¿Erin Urvoy vive aquí?
—Sí… —la mujer frunció el ceño un poco y luego sonrió—.
Perdón, mi inglés es malo.
—Oh… De acuerdo —asintió Gael nerviosamente mientras
entraba a la casa. La mujer lo guió por un pequeño pasillo hasta una

971
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

sala de estar, bastante amplia; sobre la chimenea vio unas cuantas


fotografías, suspiró aliviado cuando en una de ellas distinguió a su
amiga.
—Erin… trabajando, en un poco de tiempo vuelve, ¿deseas
esperar?
—Sí, por favor —respondió Gael, dejando la mochila sobre
el piso y acercándose a la chimenea, desde un extremo podía ver las
fotos de Erin, una donde aparecía bastante más joven, con el uni-
forme de una escuela, supuso que el equivalente a Hogwarts para
Francia, otra más cuando recibía un título de un mago mayor, en la
universidad y en el centro…
—¿Bebida? —le preguntó la mujer con amabilidad, Gael giró
para verla a ella, e hizo un torpe asentimiento mientras giraba nue-
vamente para mirar la fotografía; efectivamente, se trataba de esa
mujer, tomaba de la mano a Erin, ambas vestían túnicas de gala en
color blanco, el sol estaba en todo lo alto, delante de ellas un mago
mayor hacía un movimiento con varita mientras un lazo las unía de
las muñecas. ¿Un enlace? ¿Erin se había enlazado? ¿Acaso ella ya
había dejado de amar a Jocelyn? Recordaba claramente haber estado
bebiendo una copa en honor a Jocelyn el año pasado, cuando se ha-
bía cumplido un año más de que Jocelyn partiera, y haberla escu-
chado decir que nunca la dejaría de amar. ¿Erin les había mentido?
El ruido de la puerta abriéndose lo hizo girar. Un instante
después aparecía Erin, en compañía de quien menos había espera-
do: Mikel, los dos venían hablando y riendo, hasta que lo vieron.
La mujer que lo había atendido, la que sería la esposa de Erin,
se dijo con amargura, llegó en ese momento con una pequeña ban-
deja y un gran vaso de lo que al parecer era una soda, inmediata-
mente saludó a Erin con un beso en los labios, hablando en rápido
francés y señalándolo. Gael supuso que le estaría diciendo que pa-
recía inglés y que había preguntado por ella.

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

Mikel se había quedado completamente quieto, era concien-


te de su mirada sobre él, pero no podía mirarlo, no por el momen-
to, solamente miraba a Erin y a esa mujer, y se sentía descorazona-
do.
—Gael… ¡Que sorpresa!, tú aquí —le dijo Erin finalmente.
—¿Cuándo has llegado? —preguntó Mikel.
Pero Gael no respondió inmediatamente, miró nuevamente
hacia la fotografía y luego hacia Erin, que lucía ligeramente aver-
gonzada.
—Te has enlazado.
—Hace poco más de un año —afirmó ella con un susurro—.
Con Marie Juliette, Marie-Juliette Auteuil.
—Marie Juliette, él es Gael —le dijo a la mujer que le sonrió
con amabilidad, Gael no pudo contestar a esa sonrisa, asintió pesa-
damente y se inclinó para tomar su mochila. Antes que alguno más
pudiera reaccionar, él ya cruzaba la estancia rumbo a la puerta.
—¡Gael! —le llamó Mikel, pero Gael no le hizo caso, no es-
taba listo para encararlo, no cuando sabía que Erin se había enlaza-
do con esa mujer, y que no se los había dicho antes, que había deja-
do de amar a Jocelyn.
Escuchó el revuelo detrás de él, incluso a Erin llamarlo, pero
igual siguió corriendo, logró abrir la puerta y salir al fresco de la no-
che. Corrió por el caminito de piedra, y de allí por la gran avenida,
corrió y corrió, sintiendo cómo el aire le faltaba en sus pulmones y
cómo el corazón se le agitaba cada vez más, pero no le importó,
hasta que sus piernas empezaron a fallarle, y casi cae un par de ve-
ces. Sólo entonces se detuvo, agitado y sudoroso. Se inclinó un po-
co apoyando las manos en sus rodillas, tratando de recuperar el
aliento, mirando de reojo alrededor, no tenía la menor idea de dón-
de estaba ni cómo había llegado allí.

973
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Gael —jadeó alguien detrás de él, se giró lentamente, co-


nocía su voz, nunca la podría confundir.
—Mikel.
—Lo que has hecho es muy descortés —le reprochó Mikel
con algo de cautela, mientras se acercaba un poco más a él, sentía
que debía estar en un sueño, pues no imaginaba a Gael, en Francia,
ni siquiera había imaginado verlo nuevamente.
—¡No molestes! —reprochó Gael agitado, sus manos ahora
sujetando mucho más fuerte la mochila, ver a Mikel, frente a él, a
pesar del tiempo y los pequeños cambios (como que llevaba el ca-
bello mucho más corto o que lucía un poco más musculoso que an-
tes bajo esa camiseta ajustada…). Se mordió los labios para evitar
decir o hacer algo inapropiado, si al llegar tenía dudas respecto a sus
sentimientos acerca de él, éstas habían quedado resueltas. Lamenta-
blemente resueltas, aún sentía algo, o mucho por él.
—Lamento que te hayas enterado así —Mikel dio un par de
pasos hacia él, y Gael se quedó completamente quieto y reteniendo
el aliento—, ella no estaba segura de que ustedes, tú y Draco, en-
tendieran esto.
—Pues tiene razón, no lo entiendo… nosotros, es decir, yo
no quería que ella se quedara sola por el resto de su vida o algo así,
pero debió decirnos… ¿Por qué se escondió? ¿Cuánto tiempo pasó
desde que Jocelyn… antes de que… estuviera con ella? Estuvo el
año pasado en Londres y no… —Gael negó con la cabeza, sentía
que no podría hacerle entender lo que sentía.
—Vamos —le pidió Mikel, y Gael supo reconocer la timidez
y el miedo en su voz.
—No… yo necesito… no puedo aún.
Mikel asintió y se quedó en silencio por un momento más
mientras Gael miraba alrededor, hacia las luces de los edificios y las
casas, para evitar mirarlo a él.

974
LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—Si quieres —comenzó Mikel, hablando lentamente—, tal


vez te haría bien una copa, antes de volver.
—Yo pues… Sí —afirmó firmemente, al fin había venido a
verlo a él, a hablarle, a saber…—, de acuerdo.
Caminaron en silencio, uno junto al otro. Gael podía sentir
la tensión en el ambiente, él mismo se sentía extraño, por un lado
se sentía fuera de lugar y hasta un tanto traidor, caminando junto a
él, aspirando su aroma y apreciando sus movimientos de esa manera
tan descarada, cuando en casa tenía a un hombre esperando por una
respuesta. Recordó entonces: no le había dicho nada a Manfred, no
le había avisado que saldría de viaje. No le interesó, lo cierto era
que en ese momento, en el que había visto a Mikel en la calle, pro-
nunciando su nombre, había despejado todas sus dudas, no se po-
dría enlazar con Manfred, no sería justo. Manfred era bueno y
amable, y no era justo que aceptara su proposición solamente para
no sentirse solo, como había hecho durante esos dos últimos años,
no sería justo que lo condenase a la infelicidad sólo porque él no
podía tener al hombre que amaba.
Arquearon por una de las calles y entraron a un pequeño bar,
Gael no encontró mucha diferencia entre ese lugar y los que había
en Inglaterra, Mikel le obsequió una sonrisa nerviosa y lo llevó has-
ta una de las mesas redondas, pegadas a la pared.
—¿Qué quieres tomar? —preguntó el medimago mirando
nuevamente hacia Gael, por un instante se perdió en sus ojos azu-
les, en la forma como sus mejillas aún estaban sonrojadas, y en su
cabello desordenado cayendo sobre la frente y casi tapando sus ojos,
siempre le provocaba apartar esos mechones de allí para poder apre-
ciar su rostro. El sonrojo en Gael creció, Mikel creyó que por el es-
crutinio tan detallado que le estaba dando, y aún así no se quiso
contener, estiró la mano lentamente hasta la frente de Gael, y apartó
ese par de mechones castaños con delicadeza.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Gael cerró los ojos un instante, conteniendo el aliento mien-


tras sentía esos dedos en su frente, en una caricia tan íntima y a la
vez tan simple.
—Siempre he dicho que se te ve mejor con el cabello hacia
atrás, sin ocultar tu rostro —susurró Mikel con cariño. Sí, Gael po-
día sentir el cariño en la voz de Mikel, en la forma como pronun-
ciaba las palabras, en la forma como lo miraba.
—Gracias.
—¿Qué quieres tomar? —repitió la pregunta Mikel en el
momento que una señorita, vestida enteramente de negro, se acercó
a ellos.
—No lo sé… elige tú —se encogió de hombros Gael, verda-
deramente no era muy bueno escogiendo bebidas.
Escuchó a Mikel hablar, en rápido y entonado francés con la
mujer, y sus manos comenzaron a sudar, su mente, aún sin ningún
estimulo más que la presencia de Mikel, podía recrear tardes calu-
rosas, calurosas como el verano de Francia, acostados en una cama,
desnudos, Mikel murmurándole palabras en francés al oído, y él,
excitándose y excitándose mientras sentía sus manos calientes sobre
su piel…
—Gael —llamó Mikel. Gael sintió sus mejillas enrojecer
más, y jugó con la mochila, que había dejado en una de las sillas de
los lados, fingiendo buscar algo.
—¿Mmm?
—Nada. Parecías ausente, y no te preocupes por esto, yo in-
vito —le atajó Mikel al momento que Gael encontraba la billetera,
agradeciendo haber tenido la previsión de haber comprado euros en
la estación de Transportes del Ministerio.
—No tienes porqué, después de todo, soy yo el que ha he-
cho todo el galimatías, llegando sin avisar, y el que ha ocasionado
que tengas que estar aquí en lugar de en casa…

976
LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—No me siento obligado a estar aquí en lugar de en casa, al


contrario —susurró Mikel, ambos se quedaron en silencio, dema-
siado incómodos para verse o decir más, por suerte en ese momen-
to llegó la mesera, cargando en una gran bandeja una botella de
vino y una tabla con quesos.
—Supuse que no habías comido nada…
—No, la verdad que no, gracias —respondió Gael mirando
hacia la tabla de quesos un tanto extrañado—. ¿Tantos quesos?
Mikel soltó una pequeña carcajada mientras le servía una co-
pa de vino.
—Sí, tablas de quesos y vino, es ideal.
—Ah… Gracias —dijo Gael levantando su copa hacia Mikel,
que retribuyó el gesto para luego, cada uno darle un sorbo a su co-
pa—. Está muy bueno.
—Lo está, vamos prueba algo de esto… éste de aquí es queso
banquete de Tandil, es muy rico, creo que te va gustar —empezó
Mikel visiblemente más relajado, señalando sobre la tablilla—, y és-
te es el Gruyere, no puedes dejar de probarlo, ah… y si lo comes
con las galletas o las rodajas de manzana….
—Vaya… —interrumpió Gael, probando una de las tajadas
que Mikel le indicaba—, está muy rico, no sabía que te gustaran es-
tas cosas.
—Oh, no me gustaban, sólo que aquí es algo muy común,
no puedes vivir en Francia y no saber de vinos, y por ende, de que-
sos.
—¿Y hace mucho que estás aquí?
—¿En La Loupe?
—Ajá.
—Será año y medio más o menos, tal vez casi dos años.
—¿Y antes?
Mikel suspiró y le dio un sorbo más a su copa.

977
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Antes estuve en Rusia, en Chelyabinsk, unos seis meses y


luego vine aquí.
—Ah… —Gael dejó de mordisquear una tajada de queso
particularmente rica e inclinó la cabeza—. ¿Rusia? ¿No es de allí de
donde Noah es?
—Sí, ciertamente…
—Vaya, al parecer todos sabían dónde andabas.
—No, en realidad… —Mikel lució algo más incómodo
mientras se interrumpía para beber un poco más.
—Si no quieres decirlo…
—No es eso… claro que te lo quiero contar, no creas que al-
guien trató de ocultar nada… yo simplemente necesitaba apartarme.
Noah lo entendió, y me ayudó cuando le dije que quería irme lejos,
entonces él habló con su hermano, Roger, y este me consiguió un
trabajo pequeño, de voluntariado más que nada, en un hospital al
norte de Chelyabinsk, era un sitio muggle, aprendí un montón de
cosas, aunque yo sabía que sólo era un voluntariado y que pronto
me tendría que plantear seriamente qué hacer con mi vida, ese tra-
bajo sirvió para distraerme —quiso agregar, para intentar olvidar,
pero obvió ese detalle, y soltó una pequeña carcajada—; además el
ruso se me da fatal, nunca podré aprender a pronunciar correcta-
mente las palabras en ese idioma… en fin, Erin y yo siempre hemos
estado en contacto, ya sabes, supongo que al igual que con ustedes,
nos carteábamos de vez en cuando; ella estaba trabajando en un
herbario aquí, y tenía muchos amigos pocionistas y medimagos, en
una de las clínicas estaban ampliando los consultorios y pronto ne-
cesitarían más medimagos, así que en realidad solamente vine para
la entrevista, el francés lo hablo desde que iba en la escuela, gracias
a mis padres, así que no fue tan difícil entenderme con ellos, les
gustó el trabajo en Rusia, dijeron que era interesante y me contrata-

978
LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

ron. Así terminé aquí, en la clínica en la que trabajo, es un horario


simple, aunque te seré honesto, extraño el área de emergencias.
—Y ya estás hecho todo un frances.
Mikel soltó una pequeña carcajada.
—No, créeme que uno nunca se vuelve francés, es algo con
lo que naces… tendrías que salir con los amigos de Erin y Marie Ju-
liette para que lo comprendieras.
Gael torció el gesto.
—Marie Juliette —suspiró, y dio un largo, demasiado largo,
trago a su copa. Mikel la rellenó mirándolo atentamente—. ¿Tú es-
tuviste allí, cierto? Si estás aquí hace casi dos años, y ellas están en-
lazadas hace año y medio…
—Sí, estuve aquí en la ceremonia de enlace. Cuando llegué,
ellas me dejaron vivir en su casa, hasta que pudiera conseguir un
departamento y sentirme cómodo, ambas fueron muy amables y…
—Dos años, ¿cuánto tiempo más han estado juntas?
—Hace tres años, ellas se conocen de la universidad, aunque
Marie Juliette no es Herbóloga, ella estudio Ciencias Naturales,
eran amigas desde esa época, sin embargo, Erin tuvo que irse a Áfri-
ca, con el profesor Dahl, y Marie Juliette estuvo haciendo prácticas
en Beauxbatons, no se vieron hasta un año después de que Erin
volviera de Inglaterra, ya sabes que ella, por más que pareciera estar
bien, sufría mucho por esa época.
—Todos extrañábamos a Jocelyn, aún lo hacemos.
—Y ella también, ella nunca ha mentido ni engañado, sim-
plemente supo que debía seguir adelante con su vida; no sabes lo
culpable que se sentía al inicio, cuando empezaba a sentir cosas di-
ferentes por Marie Juliette, ella la visitaba seguido, desde que se en-
teró que había vuelto a Francia, y además, por la mamá de Erin, que
estaba preocupada por la actitud de su hija, de la muerte de Jocelyn.
Al inicio fue difícil, Erin no estaba dispuesta a poner de su parte,

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y el Fabricante de Pociones 2

pero Marie Juliette era muy insistente, la hacía salir, ir al cine, al


teatro, a comer, a tomar algo, la obligaba a salir con los amigos, a no
permanecer encerrada ni compadeciéndose. Creo que al fin ella fue
la que, de alguna manera, hizo que Erin se recuperara. Cuando Erin
se fue de Londres, luego del juicio a la MACH, tú mismo viste que
no era la misma de antes, estaba más delgada, menos viva, sus ojos,
su sonrisa… era peor de como había estado cuando regresó luego
de la muerte de Jocelyn, pero cuando llegué, y conocí a Marie Ju-
liette, vi su esfuerzo y lo mucho que la quería, vi cómo Erin se ha-
bía recuperado, cómo había vuelto a ser la Erin que conocimos, la
que reía y bromeaba, la que te contagiaba alegría…
Gael desvió la mirada, sintiendo demasiadas cosas en el pe-
cho, la opresión por el recuerdo de Jocelyn, de su mejor amiga… él
no había pasado antes por una guerra ni por ninguna etapa violenta,
él no sabía lo que era perder a alguien hasta el día que había pasado
lo de Jocelyn, no había sabido lo que era un ataque hasta esa tarde
en que ese grupo había irrumpido en la fábrica y los había casi ma-
tado. No había visto nunca tanto dolor como en los ojos de Erin
aquella noche, cuando lloraba para que la dejasen ir junto a ella, an-
tes de que Draco pudiera obligarla a tomar las pociones para dor-
mir, y al día siguiente en el entierro… ¿Cómo podía ser tan egoísta?
No tenía derecho, ninguno, Jocelyn debía estar tan contenta por ver
a Erin feliz…
—Hey —susurró Mikel apretándole el brazo—, te estás per-
diendo de nuevo en recuerdos.
Gael negó con la cabeza, se sintió tan confortado por sólo ese
gesto, por la mano de Mikel haciendo cierta presión en su brazo.
—Ella… ¿ella es feliz?
—Mucho —afirmó Mikel.
—Debería alegrarme por eso entonces.

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—Lo estarás, a mí también se me hizo extraño verla con ella


al inicio, pero luego me di cuenta que era correcto, que estaban
bien. Deberíamos volver, deberías ver lo bien que se llevan, lo bien
que está ella a su lado…
—Lo haré, pero no ahora, en este momento no me quiero ir
aún —susurró Gael. Necesitaba saber más de Mikel, saber si era
que aún tenía una oportunidad, tal vez pedirla.
—De acuerdo —susurró Mikel en respuesta, y con algo de
pesar alejó su mano del brazo de Gael.
Permanecieron en silencio un momento más, tomando y
comiendo, hasta que Mikel se animó a hablar nuevamente.
—Finalmente no me has dicho, ¿qué haces por aquí? Y no es
que no me guste que hayas venido, al contrario, sólo que ha sido
una gran sorpresa…
Gael sonrió perezosamente, sabía que no debía tomar dema-
siado vino, sin embargo...
—¿Podemos pedir otra botella de vino?
—¿Estás seguro? Mira que el vino no te sienta bien y…
—¿Por favor?
Mikel le sonrió, como antaño, a esa mueca de cachorrito tris-
te que Gael sabía poner, incrédulo de que Gael tuviera aún en los
recuerdos esas armas para hacerlo ceder.
Una nueva botella de vino fue abierta y servida, mientras
ambos se contemplaban en silencio, Gael reuniendo el valor para
hablar, para decir lo que tenía que decir, para pedir y esperar una
respuesta, y Mikel ansioso, esperando que Gael se decidiese a decir-
le algo, cualquier cosa, y luchando contra sus propios deseos de de-
cirle cuánto lo extrañaba, cuanto lo necesitaba de vuelta.
—Te extraño —dijo por fin Gael, su voz sonó algo pastosa, y
sabía que era por el vino, se metió un trozo de queso a la boca y se
aseguró de no ver a Mikel a la cara, no quería que viera su sonrojo,

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y el Fabricante de Pociones 2

que nada tenía que ver con el exceso de vino—, te sigo extrañando,
esa es la verdad.
—Gael…
—¡Y esto es tan estúpido! —suspiró—, tú tienes tu vida aquí,
ni siquiera sé si vives solo o si tienes un tonto novio francés muy
guapo, o si ya ni siquiera piensas en nosotros, pero después de tanto
tiempo… más de dos años —Gael soltó una risita tonta—, es más,
te puedo decir la cantidad exacta de tiempo, hasta con días y horas,
y asegurarte que por más que lo he intentado… por más que he tra-
tado y tratado, no hay forma en que deje de pensar en ti, ¡y debería
estar tan molesto por eso contigo!, tú fuiste el que se fue, el que de-
cidió que no podía más, y el que me dejó solo en esa enorme casa
y…
—Y nunca he lamentado algo en mi vida tanto como eso —
reconoció Mikel, interrumpiéndolo y sujetando las manos de Gael,
que jugaban nerviosamente con los cuchillos para el queso.
Gael levantó la vista hacia Mikel, sentía que en cualquier
momento podría echarse a llorar, se sentía tan vulnerable bajo esa
mirada, Mikel siempre lograba hacerle sentir así.
—No hay ningún tonto y guapo novio francés, Gael… nun-
ca habrá nadie que pueda reemplazarte. Yo sé… siempre he sabido
que el peor error que he cometido fue el dejarte, el no saber enten-
der, y sobre todo el no saber luchar… yo quería pedírtelo, que lo
intentaramos de nuevo, pero tenía tanto miedo de que te negaras,
que me dijeras que ya era tarde… Además que sabía del daño que te
había causado, y muchas veces pensé que estarías mejor sin mí; por
los demás siempre supe que estabas bien, y eso me alegraba, saber
que estabas siguiendo adelante… ganando premios, volviéndote
más famoso y teniendo tanto éxito… siempre sigo lo que haces, y
me conformo con eso, con saber que eres feliz, porque sé que no
merezco nada más, no después de todas las tonterías que hice.

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—Mikel —jadeó Gael acercándose más a él, su pecho siendo


golpeado violentamente por su acelerado corazón, sus manos algo
temblorosas y sus labios ansiosos por unirse a él, y por demostrarle
que por más premios y éxitos que tuviera, no podía ser feliz sin él,
que no concebía la felicidad sin él en su vida—. Yo… te extraño, no
hay forma en que deje de hacerlo.
Mikel se acercó más a él, pegando su silla a la de Gael, con-
ciente de lo simple que sería besarlo, pero quería que fuera él quien
lo hiciera, quien diera ese último paso, quien tomara la decisión.
Y Gael así lo hizo, se acercó más a él y lo besó. Sus labios sa-
bían a vino, dulces y apetitosos; rememoró el primer beso que se
habían dado, muchos años atrás, lo fantástico que le había parecido,
lo fantástico que le seguía pareciendo…
Mientras sus lenguas se encontraban, Mikel reconoció cuán-
to lo extrañaba cada día, cuán cobarde había sido en no ir a buscar-
lo, en no ir a luchar por él, en no pedir perdón por lo que había he-
cho.
—Lo siento —masculló Mikel apartando a Gael y mirándolo
a los ojos, por un instante la expresión de Gael cambió a una de pá-
nico—. Perdóname… yo nunca quise alejarte de mi vida, yo nun-
ca…
Gael no lo dejó terminar, y se abrazó a él antes de volver a
besarlo con el mismo ímpetu de antes, sus manos acariciándose las
piernas y los brazos, subiendo y bajando por sus cuerpos. Esta vez
fue Gael quien se apartó:
—Sácame de aquí, llévame a cualquier sitio, a tu casa, a un
hotel, a donde quieras, no importa… te necesito… te necesito tan-
to.
Mikel se inclinó y le dio un beso más en los labios, tratando
de demostrarle cuánto lo necesitaba él también, antes de ponerse de
pie.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Sacó del bolsillo algunos billetes arrugados y los dejó sobre la


mesa, tomó a Gael de una mano, y con la otra jaló la mochila, avan-
zando torpemente entre las mesas del restaurante, ahora con más
gente que cuando habían llegado.
Ambos respiraban agitadamente, tomados de la mano mien-
tras caminaban por la calle sin mirarse ni hablarse, hasta que llega-
ron a lo que al parecer era un callejón, aunque no parecía un calle-
jón común, era de alguna manera mágico, Gael podía detectar la
magia en aquel lugar, se preguntó si los muggles lo podrían ver si-
quiera.
El tirón que Mikel le dio fue mucho más rudo de lo espera-
do, mientras lo pegaba contra la pared y lo volvía a besar, esta vez
sus cuerpos entraron completamente en contacto; incluso bajo la
tela de los ásperos pantalones vaqueros, Gael podía sentir la erec-
ción de Mikel refregarse contra la suya, se arqueó y frotó mucho
más fuerte, gimiendo entrecortadamente en medio del beso. Vaga-
mente se preguntó si era que Mikel había decidido hacerlo en me-
dio de ese lugar que parecía tan a la vista de todos. Antes de que
pudiera protestar, o preguntar siquiera, Mikel se apartó, agitado y
sonrojado. ¡Oh, cuánto le gustaba verlo sonrojado!
Mikel sacó del bolsillo de sus pantalones lo que al parecer era
una moneda muggle de Inglaterra, y la extendió hacia Gael, que
comprendió inmediatamente que se trataba de un traslador.
En cuanto la tocó tuvo la horrible y mareante sensación de
ser agitado hacia todos lados, apretándolo y soltándolo, hasta que
finalmente sus pies tocaron el suelo. Por supuesto que cayó hacia
delante por el impulso, con las justas pudo poner las manos en el
piso para no golpearse el rostro. Sentado delante de él, apareció Mi-
kel, con la mochila colgada en un hombro y una mirada temerosa.
Gael no esperó a que Mikel se replanteara lo que estaba pa-
sando allí, no podía ni quería arriesgarse a eso, se lanzó sobre él y

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

comenzó a besarlo mientras se sentaba con las piernas a los lados,


logrando que su erección, la cual había llegado ya a un punto dolo-
roso, se refregara contra la de Mikel.
Las manos de Mikel se colaron debajo de su camiseta acari-
ciando su espalda con desesperación, mientras gemía su nombre en
medio de besos y mordiscos por todo su cuello, y quería que fuera
mucho más fuerte, que Mikel lo marcara y lo reclamara como suyo,
y quería hacer lo mismo con él, que nadie jamás se le acercara ya,
que fuera suyo y sólo suyo…
Desprenderse de las camisetas fue simple, luego de eso Mi-
kel lo levantó, y en medio de besos, tropiezos y más gemidos fue-
ron desprendiéndose de lo que les quedaba de ropa, cuando caye-
ron en la cama, ambos estaban completamente desnudos.
Gael abrió las piernas y apresó la cintura de Mikel con ellas,
mientras levantaba el rostro lo suficiente para alcanzar el hombro
de Mikel y lo mordía con fuerza, le encantó sentir al chico gemir y
arquearse, y aprovechó eso para empujarlo y tenderlo sobre la cama.
—Gael… Dios —gimió Mikel cuando sintió la boca de Gael
apoderarse de su miembro, sus manos fueron a acariciar la suave y
larga cabellera castaña, jalando con algo de fuerza cada vez que Gael
hacía algo particularmente bueno con su lengua o sus dientes.
Su lengua y sus dientes recorrían el miembro enhiesto, apre-
tando los labios de la manera que, recordaba, le gustaba a su com-
pañero, mientras sus manos se perdieron acariciando las piernas y el
torso de Mikel, su piel se estremecía con los gemidos que el chico
lanzaba, sintió un jalón mucho más fuerte en su cabello y se apartó
con algo de resignación. Sintió las manos de Mikel en sus hombros,
empujándolo hacia el colchón y se dejó recostar, dejó que Mikel pa-
seara por su cuerpo, que lo mordisqueara en las tetillas, que lamiera
su ombligo, que llenara de besos la tierna piel entre sus piernas y
sus testículos antes de empezar a lamer más abajo todavía, soltó un

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

suspiro desesperado cuando una mano se sujetó de su erección y la


acarició con lentitud mientras esa lengua se paseaba bajo la piel de
sus testículos, insinuándose y haciéndolo delirar tan sólo con ima-
ginar todas las cosas que Mikel le podría hacer. Nadie nunca jamás
podría hacerlo vibrar de esa manera, estaba seguro de ello. Exhaló
profundamente, mordiéndose la lengua para no decir todas aquellas
cosas que sentía, mientras las manos de Mikel abandonaban su
erección y se hacían de sus nalgas, separándolas con los dedos pul-
gares, empujando sobre su entrada, una lengua sobre ella lo hizo
gritar de placer y sorpresa, de deseo e insuficiencia.
Mikel empujó su lengua contra aquella pequeña y rosada en-
trada, disfrutando de la forma como las piernas de Gael se tensaban
y levantaban, tratando de darle más espacio, de la forma como su
cuerpo se arqueaba, de la forma como Gael suplicaba que lo toma-
ra, que lo hiciera suyo de una vez por todas.
Gael soltó un suspiro ansioso mientras sentía a Mikel apar-
tarse, no abrió los ojos, podía imaginar a Mikel inclinándose hacia la
mesa de noche y sacando el frasco de lubricante, como en casa, mu-
cho tiempo antes. Abrió los ojos, sorprendido, cuando sintió esa va-
rita sobre su entrada y el efecto de los hechizos de protección
murmurados. Había olvidado que ellos ya no usaban esos hechizos
antes, cuando habían comenzado a vivir juntos, cuando sabían que
ya no estarían con nadie más que no fuera ellos. Era una muestra de
confianza que sólo habían tenido entre ellos. Ahora, claro que no
podían seguir haciéndolo de esa manera, ambos habían tenido una
vida separada, y seguramente Mikel también había conocido otras
camas.
Las manos de Mikel subieron lentamente por sus piernas,
acariciando con suavidad sus muslos, antes de hacerle doblar las ro-
dillas y elevarlas con los brazos, dejándolo más abierto y expuesto.
Mikel apoyó las manos en el colchón y refregó su erección resbalo-

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

sa entre las nalgas de Gael mientras se inclinaba a darle un beso más


en los labios.
Gael lo aprisionó con ambas manos, no queriendo soltarlo,
ya nunca más, no queriendo dejar de sentir su sabor y su calor. Pero
Mikel finalmente se apartó, y le dio un beso más en el pecho antes
de arrodillarse y jalar sus piernas, elevándolas un poco más, su erec-
ción presionando contra él.
Ambos gimieron con alivio. Gael se mordió el labio, y su mi-
rada turbia y vidriosa se quedó en la de Mikel, en la forma como lo
miraba de esa manera tan… tan como antes, tan honesta, y también
tan anhelante…
—Oh, Merlín —gimió Mikel empujándose nuevamente
contra él, una de sus manos soltó la pierna de Gael y le acarició la
mejilla caliente con cariño, mientras se volvía a empujar contra él.
Gael, sin dejar de mirarlo volteó un poco el rostro, tratando
de apresar esa mano, de hacer que nunca lo dejase de acariciar y de
cuidar como en ese momento. Que nunca lo dejase de amar.
Y Mikel entendió. Entendió lo que ya había sabido mucho
tiempo atrás, prácticamente el día que se había ido de casa definiti-
vamente, lo que no había sido capaz de admitir por orgullo, por te-
mor a ser rechazado. Pero lo veía allí tan claramente, tan nítido co-
mo una mañana de verano, y se sintió tonto y estúpido de haberlo
dudado alguna vez: Gael lo amaba, lo amaba solamente a él, y él se
había pasado dos años, casi tres, llorando por él, sufriendo por su
propia estupidez, cuando pudo ser honesto y admitir su error desde
el inicio.
Gael se arqueó, el placer estallando en todos los rincones de
su cuerpo, sus manos buscando las de Mikel, apoyadas sobre el col-
chón, entrelazando los dedos. El cuerpo de Mikel pegándose más a
él, su erección presa entre la presión de ambos cuerpos, recibiendo
la fricción necesaria para hacerlo sentir mucho más cerca del final,

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

los dientes de Mikel clavándose en su hombro mientras el ritmo


aumentaba más y más.
—Te amo —susurró con un sollozo Gael, incapaz de conte-
nerlo más, su orgasmo a punto de estallar, y unas lágrimas incontro-
lables escapando de sus ojos. Cuánto había dolido no tenerlo, no
sentirlo, no poder tocarlo, escucharlo o mirarlo.
Mikel besó las lágrimas de Gael, sintiendo cómo el corazón
se le estrujaba por la certeza de haberlo hecho sufrir tanto, sintió su
orgasmo llegar con fuerza mientras respondía con un «Te amo».
Gael lo escuchó mientras sentía su orgasmo desatarse, mien-
tras sentía su miembro apresado entre ambos cuerpos estallar y lan-
zar chorros de líquido caliente.
Ambos se quedaron tal como estaban, abrazados y enredados,
sudorosos y húmedos por mucho tiempo más, los «te amo», la ver-
dad absoluta y simple bailando sobre ellos.

–|– 

Harry bajó las escaleras tomando de una mano a cada una de


las niñas, cuando habían ido a la habitación a despertar a Draco, éste
ya no estaba allí. Esperaba que estuviera en la cocina. No había ha-
blado con él desde la madrugada anterior, luego de hacer el amor.
Cuando había despertado, de acuerdo a lo que le tocaba ese día, se
metió rápidamente a la ducha y luego fue a despertar a ambas niñas
y prepararlas para la guardería, por lo general Draco aprovechaba
ese momento para dormir un poco más, pero esta vez parecía ha-
berse levantado temprano.
—¡Hola! —gritaron las dos niñas a la vez, soltándose de Ha-
rry y corriendo hacia Draco, que estaba ya a la mesa, tomando una
gran taza de té. Harry se sorprendió de ello, Draco siempre bebía
café, por lo menos en las mañanas.

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—Hola, preciosas —saludó Draco, dándole un beso a cada


una y tomando a Sofía en brazos para ponerla en la silla alta.
Harry tomó a Zoe y la puso también en la silla alta junto a él.
—Hola —saludó Harry inclinándose para darle un beso en
los labios—, te has levantado temprano.
—Ajá —Draco empezó con la misión de hacer que Sofía
comiese lo suficiente, antes de llevarlas a la guardería.
Winky apareció en ese momento, con una bandeja de tosta-
das y una jarra de jugo, además de los vasos con leche para las niñas.
—Buenos días, señor Potter, buenos días, damitas Sofía y
Zoe.
Las niñas soltaron pequeñas carcajadas y empezaron a repli-
car «damitas», «días» y «hola» mientras la elfina iba acomodando to-
do en la mesa.
—¿Estás bien? —preguntó Harry, acercando el vaso de leche
a Zoe.
—Sí, sólo estaba pensando… tengo mucho trabajo que hacer
hoy, Gael ha tenido que salir de viaje, y no estoy seguro de cuándo
vuelva, tengo que organizar un par de contratos que ha dejado a
medias…
—No sabía que Gael iba a viajar.
—Salió de improviso, en todo caso, necesito que te quedes
con las niñas en la tarde para poder avanzar más a prisa todo eso.
—Ah… —Harry arrugó un poco el ceño y le dio la cuchara a
Zoe para que empezara con el cereal antes de encarar a Draco—. Lo
siento, tengo trabajo.
—¿En serio?
—Es… tengo una reunión, no será en la oficina, sino en Ty-
ne & Wear, en una parte muggle, no creo que sea adecuado llevar a
las niñas.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Tiene algo que ver con eso que hablamos anoche? —pre-
guntó Draco, tratando de permanecer tranquilo delante de las ni-
ñas—. Sofía, debes terminar de comer eso, vamos…
—Sí, iremos a ver unas cosas por allá.
—¿Iremos?
—Joel y… Sebastian.
—¿Sebastian? ¿Sebastian Leighton?
—Ajá, ese mismo… ¿lo recuerdas?
—Vagamente, ¿no era un presumido, amigo de Dashiell; al
que le diste un golpe el día del ataque de la MACH?
—Sí, lo recuerdas entonces —afirmó Harry, haciendo que
Zoe bajase la cuchara para darle un poco más de leche.
—Pensé que habías dicho que se trataba de Joel y Chris.
—También Sebastian, sólo que aún no he hablado con él,
tiene algo de información que nos puede servir de ayuda.
Draco no contestó, y durante el resto del desayuno solamen-
te hablaron con las niñas. Harry podía sentir la molestia de Draco,
pero no se animaba a hacer ningún comentario, no delante de las
niñas al menos.
Cuando Draco fue con ellas hacia el garaje para poder llevar-
las a la guardería, Harry lo siguió y lo ayudó a sentarlas en sus sillas
de viaje, cerró la puerta y antes de que Draco se metiera al auto lo
encaró.
—Draco, espera.
—Estoy con prisas, Harry, ¿podemos hablar luego?
—No, escucha, sé que te molesta esto, pero tienes que en-
tender que es algo que tengo que hacer.
—No, Harry —replicó Draco apretando los dientes—. No
es algo que tengas que hacer, es algo que quieres hacer.
—Vamos, Draco…

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—No quiero hablar contigo ahora, ya te dije lo que pensaba


anoche.
—Pero…
—Simplemente no lo quiero saber, me quedaré con las niñas
por la tarde, Marly las puede cuidar, te veo en la noche —respondió
abriendo la puerta para subir al auto.
—Suerte, niñas —les dijo Harry agitando la mano, las niñas
imitaron su gesto mientras salían del garaje y se perdían de vista.
Harry suspiró cansado, le esperaban semanas, por demás ten-
sas con Draco; y con exceso de trabajo además, se recordó, sabiendo
que si no se apresuraba llegaría tarde a la primera clase del día.

–|– 

Gael frunció los ojos y se giró completamente, apartándose


de la luz del día mientras que con las piernas alejaba las sábanas que
lo cubrían, hacía demasiado calor como para tener una sábana en-
cima. Suspiró aliviado por sentir su piel desnuda un poco más fres-
ca. Había un sonido… un fastidioso sonido que se le hacía conoci-
do de algún lado, pero no estaba seguro de recordar de dónde… Si
tan sólo pudiera seguir durmiendo un poco más… pero entonces lo
reconoció: el sonido del móvil.
Abrió los ojos y se sentó rápidamente, notando muchas cosas
a la vez, primero el dolorcito de cabeza, mezcla del exceso de vino y
de sueño, segundo, seguía desnudo, en la cama de Mikel, o en la
que creía debía ser la cama de Mikel, las sábanas estaban en el piso,
y el móvil, que la noche anterior había dejado dentro de la mochila,
estaba ahora sobre la mesa de noche, resonando y vibrando insis-
tentemente. Trató de poner en orden su mente, lo primero era ver
quién era el que lo estaba llamando, aunque podía estar ya seguro
de eso. Se inclinó hacia delante para alcanzarlo en el momento que

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

la puerta se abría y entraba Mikel, levitando una bandeja con café,


tostadas y varias cosas más.
—Buenos días —saludó Mikel, vistiendo unos anchos panta-
lones de algodón grises como única prenda, y con una sonrisa.
Aunque Gael conocía esa sonrisa, no era de completa alegría sino de
nerviosismo, hasta de temor.
—Hola —le correspondió el saludo Gael mirando la pantalli-
ta: «Manfred llama», un instante después se apagó ese aviso y apare-
ció otro «11 llamadas perdidas».
—Ha estado sonando todo el día, no quise revisar tus cosas
ni nada de eso, pero era muy insistente, así que abrí la mochila y lo
encontré, como salía un nombre que no conocía, preferí no res-
ponder ni apagarlo… tal vez era importante.
—No lo era tanto, lo siento —le respondió Gael, apagando el
teléfono—. ¿Ves? Ya no molestará.
—Tengo café —sonrió Mikel mientras ponía la bandeja en la
cama y se sentaba al otro extremo.
—Y tostadas con queso —soltó una pequeña carcajada Ga-
el—. Realmente te has vuelto adicto al queso.
—Solo un poco, pero hay más que queso, tienes mermelada
y huevos y…
—No tenías que esmerarte tanto.
—No lo he hecho, solamente fui a la panadería de aquí abajo
y lo compré, ellos siempre tienen muy buenos desayunos, tal vez
podamos ir otro día —lo último lo dijo con cuidado, tentando el te-
rreno. Gael sonrió ampliamente. ¿Podía haber muerto y estar en el pa-
raíso? Él y Mikel haciendo planes como antes, como si nada hubiera
pasado… pero muchas cosas habían pasado, demasiadas.
—Me encantaría hacerlo, tal vez está tarde pueda ir a ver a
Erin y Marie Juliette, disculparme con ellas, incluso creo que debe-

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

ría llamarlas ahora mismo y… —la pequeña carcajada de Mikel lo


interrumpió—. ¿Qué?
—Bueno es que, primero: ya es de tarde, cerca de las cuatro
en realidad, segundo: ya las llamé, están aliviadas de saber que te
encontré y que nada te ha pasado, y tercero: te han invitado a cenar,
les he dicho que tengo que preguntarte, así que están esperando tu
respuesta.
—Vaya… ¿las cuatro? ¿Cómo pude haber dormido tanto?
—Te dije que el vino no te sentaría bien —canturreó Mikel.
—Es cierto, aún recuerdas esas cosas —contestó Gael incli-
nándose para tomar una tostada, la mano de Mikel lo detuvo y lo
hizo elevar la vista.
—Cuando se trata de ti, no hay forma de que olvide nada.
Gael sonrió suavemente.
—Tampoco yo.
Mikel pareció dispuesto a decir algo más, pero el sonido de
un timbre largo y agudo los interrumpió.
—Lo siento, es el teléfono —informó Mikel poniéndose de
pie y moviéndose hasta el otro lado de la habitación, donde un telé-
fono antiguo replicaba sin parar. Se recostó de lado sobre la pared
mientras tomaba el auricular, y habló unas cuantas palabras en fran-
cés antes de cambiar al inglés.
Gael supo que era Erin, pero no se detuvo a escuchar sus pa-
labras, se quedó mirando el perfil de Mikel, sus músculos marcados
suavemente, su piel bronceada, supuso que por el verano, la forma
como el sol hacía brillar su cabello, la elevación de sus nalgas... Su
erección dio un pequeño tirón mientras se obligaba a dar un sorbo
más a su taza de café, para quitarse el dolorcito de cabeza.
—¿A las siete estará bien? —preguntó Mikel girando hacia
Gael en ese momento, se sonrió al descubrirlo mirando, y eso pro-
vocó que Gael se sonrojara, pero a pesar de eso asintió.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Cuando colgó el teléfono, Mikel parecía mucho más seguro


que un momento antes.
—Te puedo llevar a su casa esta noche, y si quieres puedes
quedarte allí, es decir, ellas tienen varias habitaciones y no es nece-
sario que busques un hotel, o si deseas…
—¿No vendrás conmigo? —interrumpió Gael dejando la ta-
za de café sobre la mesa y decidiendo que no quería desayunar más,
al parecer Mikel estuvo de acuerdo con él también, porque la ban-
deja desapareció.
—¿Quieres que vaya contigo? —le susurró insinuante mien-
tras se acercaba más a él, Gael agradeció estar ya desnudo, estaba
demasiado ansioso como para entretenerse en quitarse la ropa.
—Sí —asintió lentamente Gael.
—Entonces iré.
—Y quiero —continuó Gael—, volver aquí contigo en la no-
che.
La sonrisa de Mikel se hizo más amplia.
—Eso me gustaría.
—Pero antes de eso… de volver en la noche —le dijo Gael
apartándose un poco de sus labios—, necesitamos hablar de muchas
cosas…
Mikel asintió suavemente, y se acercó a darle un beso en los
labios. Contrario a lo que Gael esperaba, no fue un beso deman-
dante ni incitante, simplemente un casto beso, sus labios apenas y
se rozaron un instante antes de apartarse, y aún así fue delicioso.
—Te amo —declaró Mikel—. Eso es lo que quiero que se-
pas, sé que ya te lo dije anoche, pero quiero repetírtelo: no hay nada
de lo que me arrepienta más que haberme ido de casa hace tanto
tiempo.
—Yo también te amo. Y sé que también hice cosas que no es-
tuvieron correctas en el pasado —levantó la mano para evitar que

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

Mikel lo interrumpiera—, debí haber tomado más en serio nuestras


discusiones, buscar la forma de hacerte ver, de que comprendieras
que…
—No tenías que hacerlo —interrumpió Mikel—, no tenías
que hacerme entender nada, yo debí darme cuenta de lo tonto que
estaba siendo.
—Pero aún así, fui yo el que dijo que se iría de casa.
—Y yo el que decidió que se marchaba, pude haberte dicho
que no te fueras, pude no haberme ido, proponerte buscar ayuda, o
simplemente empezar a confiar más en ti, no dejar que el orgullo
me ganara, y simplemente hacerme a un lado.
Gael y Mikel se sonrieron por un instante antes de que Gael
se aclarara la garganta y hablara:
—Ha pasado mucho tiempo, han pasado muchas cosas…
—Lo sé —la mirada de Mikel se tornó un poco más cautelo-
sa—, pero estás aquí, fuiste capaz de hacer lo que yo no me animé a
hacer, buscarte y encararte, decirte lo que sentía… la última vez que
te vi… —Mikel negó con la cabeza—, yo supe luego que tenías un
novio, y creí que…
—Aún tengo ese novio —declaró Gael, interrumpiéndolo,
sabía que podía mentir, ocultar a Manfred y luego terminar con él,
que no sería tan difícil hacerlo, sin embargo, no pensaba mentir, era
justo que Mikel supiera todo.
—¿Aún es tu novio? —preguntó Mikel en un susurro, apar-
tándose un poco de él. Las manos de Gael lo sujetaron de los hom-
bros y lo obligaron a quedarse en la cama.
—Sí, aún lo es, y me ha pedido que me enlace con él, lo ha
hecho antes de ayer en la noche, me ha dado un anillo y todo eso.
—¿Por qué has hecho esto si es que te vas a enlazar? —re-
prochó Mikel ahora enfadado, no entendiendo en absoluto la charla
que estaban teniendo, por la forma como hablaban parecía que las

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y el Fabricante de Pociones 2

cosas se podían arreglar entre ellos, sin embargo, ahora Gael le de-
cía que se enlazaría—. ¿Por qué me has dicho todas estas cosas si es
que… si al final…? ¿Estás engañando a tu novio?
—Es complicado —suspiró Gael, luego frunció el ceño, pre-
sionando con más fuerza sus hombros—. O no lo es tanto. Yo nece-
sitaba saber, estar seguro.
—¿Saber? —bufó Mikel—. ¿Qué necesitabas saber?
—Vine hasta aquí para que tú me dijeras —continuó Gael,
sin dejarse amedrentar por el tono de Mikel—: si me debo o no en-
lazar con él.
—¿Cómo podría yo…? —Mikel negó con la cabeza, las ma-
nos de Gael lo soltaron, y sintió la necesidad de sentir el calor de su
toque nuevamente, pero no se movió—. No te comprendo, no hay
forma en que yo…
—Puedes hacerlo, dime que tengo una esperanza, que lo
nuestro puede suceder, que no me dejarás más… dime… —Gael
jadeó tratando de detener la emoción en su pecho, y apretó con una
mano las sábanas a la vez que levantaba la mirada y la fijaba en Mi-
kel—, dime cualquier cosa que me haga creer que puedo volver
contigo, que estarás dispuesto a intentarlo, y le diré que no.
—Gael —susurró Mikel inclinándose un poco más hacia él.
—Dímelo —exigió Gael adelantándose en la cama—; dijiste
que aún me amas, que aún sientes lo mismo que siento yo por ti…
dijiste…
Mikel no lo dejó terminar y terminó la distancia que los se-
paraba para besarlo, lenta y cariñosamente, tratando de impregnar el
beso de toda su necesidad, de todo su amor, de todo lo que se le ha-
cía tan difícil decir.
—Te amo —declaró en cuanto se apartaron, su mano acari-
ciando con cariño la mejilla de Gael—, no sabes cuánto, y no me
cansaré de repetir que lamento haber sido tan inseguro en el pasa-

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

do. Yo nunca imaginé que volverías, que podría tener esta oportu-
nidad, la oportunidad de no sólo decirte lo que siento, sino también
de demostrártelo, pensé que te había perdido para siempre.
—No lo has hecho —susurró Gael acercándolo y besándolo
nuevamente.
—Soy yo el que te pide otra oportunidad, una esperanza de
que me perdonarás, de que me dejarás demostrarte cuán arrepenti-
do estoy de haberme ido, de demostrarte cuánto te amo —declaró
Mikel al momento en que se apartaron nuevamente.
Gael negó con la cabeza, luchando por no volver a llorar,
como la noche anterior, y lo besó con fuerza y más frenesí, antes de
levantarse y empujarlo contra la cama.
—Ambos nos la merecemos, una segunda oportunidad… —
susurró contra sus labios.
Mikel jadeó suavemente mientras con sus manos recorría la
espalda desnuda de Gael y sus caderas.
—Te amo… —continuó Gael—, y no vamos a dejar que na-
da nos separe de nuevo, ¿de acuerdo? Esta vez no te apartarás de mí
y yo no te dejaré ir. ¿Me lo prometes?
—Sí, te lo prometo —suspiró Mikel antes de ser besado
nuevamente.
Y aunque ambos sabían que aún les quedaba un largo camino
que recorrer, horas enteras de conversaciones y aclaraciones, sabían
que esta vez iba a funcionar…
«Tiene que funcionar», pensó Gael mientras se hundía len-
tamente en él, mientras lo besaba y acariciaba, mientras le hacía el
amor por primera vez en mucho tiempo, sintiéndose más completo
y feliz que en los últimos años, sintiéndose en el lugar correcto una
vez más.

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y el Fabricante de Pociones 2

Harry avanzó lentamente entre las calles conglomeradas de


Sunderland, el sol estaba en todo lo alto, y parecía que el verano se
quería despedir con toda la fuerza posible.
Empezó a bajar más la velocidad ante el semáforo en rojo, y
buscó con la mirada la dirección que le había indicado Chris, ese
día tendría que ver a Sebastian por primera vez para ese trabajo.
Aún le parecía increíble que Sebastian, quien pareciera tan frío y
calculador, tan sin corazón, estuviera enamorado de una chica y es-
tuviera dispuesto a tanto por ella. A veces no entendía a la gente,
pero en el fondo se alegraba por él, no había nada mejor que estar
enamorado y ser correspondido para obtener fortaleza y hacerle
frente al mundo si fuera posible.
El semáforo cambió a verde y avanzó con lentitud; giró a la
derecha y se encontró frente a un condominio de departamentos.
Aparcó y, mirando a todos lados antes de hacerlo, activó los hechi-
zos de seguridad de su motocicleta antes de acercarse a la reja y pre-
sionar el intercomunicador que indicaba la letra «E»:
—¿Sí?
—Hola… soy Harry, busco a Thea.
—De acuerdo —contestó la voz de la chica, y la reja se abrió.
Harry dio una mirada alrededor antes de entrar.
Avanzó por el camino de piedra que cruzaba el enorme jar-
dín con la mano en la cintura, en donde tenía escondida la varita,
no estaba de más tomar previsiones después de todo.
Era un lugar amplio, de pequeñas casitas de dos piso en colo-
res pastel, rodeadas por un jardín, y al fondo podía distinguir una
piscina y unas sillas adirondack plásticas; incluso había una chica
muy guapa tendida bajo el sol, al parecer, por la forma como agitaba
la cabeza, escuchando música.

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

La casa de Thea quedaba al final, en la puerta estaba esperán-


dolo Sebastian; luego de aquella tarde, muchos años atrás en que
Harry le había dado un golpe por burlarse de él, no se habían vuelto
a hablar, se habían visto en más de una fiesta, él siempre al lado de
Dashiell, en la reunión que hacían cada año, pero no habían inter-
cambiado el saludo siquiera, era un acuerdo tácito para pretender
que el otro no existía.
—Potter —saludó Sebastian con la espalda recta y exten-
diendo la mano, parecía mucho más tenso de lo que jamás lo había
visto, ni siquiera en épocas de exámenes en la Academia.
—Leighton —correspondió Harry apretando su mano.
Sebastian se apartó y pareció dudar antes de negar con la ca-
beza.
—Quiero que hablemos antes —pidió, su tono de voz era
distinto, mucho más calmado que antes, quizá más relajado.
—De acuerdo, hablemos.
Sebastian dio una mirada hacia la puerta de la casa y después
señaló el jardín, ambos caminaron en silencio unos cuantos pasos.
—Escucha, sé que Joel y Chris te han dicho casi todo lo que
necesitabas saber, y que además te han dicho que… que la familia
de Thea es una de esas que delató mortífagos en determinado mo-
mento.
—Lo han hecho, y lo entiendo; es decir, yo no te juzgo por
enamorarte de ella ni mucho menos —aclaró Harry, refiriéndose a
lo que sabía al respecto, a la razón por la cual Sebastian no hablaba
más con Dashiell, porque había dicho que enamorarse de ella había
sido estúpido y que la dejara a su suerte para evitarse mayores pro-
blemas. Le resultó hasta irónico que Sebastian aprendiera de esa
manera lo que era ser dejado de lado por enamorarse de la persona
que otros consideraban incorrecta.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Gracias —sonrió Sebastian a pesar de todo—, quería que


supieras que ella era muy joven cuando eso pasó, en realidad no
tiene la culpa, pero está metida en medio de todo ese asunto sólo
por ser hija de quien es… y tengo miedo de que le pase algo, al
igual que le ha estado pasando a los demás… que alguien la ataque.
—De acuerdo, tengo que hablar con ella, y con sus padres,
luego de eso podremos juntarnos en mi oficina y ver todo el pano-
rama, tenemos que empezar buscando las cosas comunes entre to-
dos los asesinatos, después tratar de encontrar los expedientes para
relacionar a quiénes delató cada uno de los atacados, tal vez por allí
podamos sacar alguna cosa en claro, aunque no es muy probable.
Tenemos que investigar también la forma como ellos, los vengado-
res, están obteniendo información, esto de los informantes era algo
no muy publicitado, y estoy seguro de que los aurores Guarda de-
ben estar a cargo de eso también; no me extrañaría que alguno esté
vendiendo información, es más probable eso a que se trate de un
infiltrado que esté pasando la información solamente por amor a la
causa.
—Bien… me parece que es un buen plan.
—Mandaré a dos de los chicos de mi grupo para que hagan
guardia a la casa, para que estés más tranquilo.
—Tu grupo —comentó Sebastian—, quién diría que al final
tendrías un grupo así.
—Supongo que nadie… lamento que no podamos confiar en
el Ministerio o en los aurores para esto.
—No importa… mientras logremos parar a esos vengadores
y mantener a salvo a Thea…
—¿Cómo estás tan seguro de que ellos pueden ser los si-
guientes? Quiero decir, los padres de tu novia.

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—En el Ministerio, Violet me ayudó a colarme en los archi-


vos, el de sus padres ha sido copiado, aunque no hay forma de saber
por quien…
—¿Ella sabe que estás enamorado de Thea?
—Ajá. No ha dicho nada malo, es más, dice que si encuentra
algo me avisará, ella se ha distanciado mucho de Dashiell.
—Ah… lo supuse —comentó recordando haberlo visto la
tarde anterior, y lo pedante que lucía, mucho más que en la Acade-
mia.
—Y, Potter —agregó Sebastian—, muchas gracias por poner
a alguien al cuidado de la casa, eso me da mucho alivio.
Harry se encogió de hombros, dándole a entender que no era
necesario agradecerle.
Luego de un instante más de silencio, ambos regresaron a la
casa, para que Harry pudiera hablar con Thea y sus padres, para que
ellos le diesen un poco más de información antes de regresar a la
oficina y trabajar en ella.

–|– 

—Tengo algunas cosas que contarte, pero lo haré personal-


mente —le dijo la voz de Gael desde el otro lado de la línea, en el
fondo podía escuchar algo de bullicio y algazara.
—Pero, ¿tú estás bien?
—Más que bien y… tengo un montón de cosas que decirte,
lo haré cuando regrese.
—Genial ¿eso será pronto? Necesito que…
—Pues… te quería decir que tengo que desconectar el móvil,
al menos por unos días.
—¿Qué? Pero, Gael, no puedes ser tan irresponsable y…

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y el Fabricante de Pociones 2

—Tyrone tiene todo en orden para ayudarte mientras no es-


toy y…
—¡Gael! —reprochó Draco—; no creo que sea correcto…
—Te veo pronto —le interrumpió Gael, el alboroto creció al
fondo y lo escuchó decir «Un momento»—, cuídate Draco, dale be-
sos a las princesas.
—Gracias, pero…
Y entonces Gael colgó y Draco suspiró fastidiado.
—…pero tengo problemas aquí y me gustaría que me escu-
charas —masculló, sabiendo que Gael no lo escucharía, y luego de-
jó el móvil sobre el escritorio con un sonoro porrazo. Al menos su
amigo se escuchaba feliz, había algo en su tono que le indicaba que
todo estaba saliendo bien.
—Que les parece, niñas, el tío Gael la está pasando genial sin
nosotros —le dijo a sus pequeñas mellizas, sentadas en el piso, en la
misma esquina de siempre, ahora con un grupo de cubos mágicos,
tratando de armar un edificio, o lo que fuera que estuvieran inten-
tando armar.
Sofía y Zoe miraron a Draco y sonrieron de esa manera que
tan bien le hacía sentir.
—“Tiyo Gal” —dijo una.
—¿Dónde “tiyo Gal”? —preguntó la otra, mirando alrede-
dor.
—Sí, eso mismo quiero saber yo —dijo una voz desde la
puerta. Draco no se había dado cuenta de que ésta había sido abier-
ta, dando paso a un furioso Manfred.
—Lo siento, señor Malfoy, es que él… —se excusó Marly
tras ellos.
—Déjalo, no hay problema; ¿deseas algo de tomar, Manfred?
—preguntó con educación, el hombre negó con la cabeza. Draco

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

nunca lo había visto enfadado antes, y realmente no parecía tan


bueno con esa nueva actitud.
—Solamente quiero saber dónde está Gael.
—“Tiyo Gal” no ‘ta —respondió Sofía con una sonrisa
—No Gael —replicó Zoe.
Draco no pudo evitar sonreír.
—Ellas ya te lo han dicho.
—Eso ya lo sé. He ido a su departamento, a las tiendas e in-
cluso a esa enorme casa en la que no quiere vivir, no está por nin-
gún lado, ni siquiera Lucka o Ethan, o ninguno de sus otros amigos
saben algo de él, lo he llamado todo el día, pero ha apagado el mó-
vil.
—Sí, lo supuse, a mí tampoco me contesta.
—¿Y estás tan tranquilo? Gael ha desaparecido y tú como si
nada.
—No, no —negó rápidamente Draco, avanzando hasta Man-
fred—. No te alteres, que asustas a las niñas, y no es que Gael haya
desaparecido, Gael ha salido, es decir, dijo que necesitaba aclararse y
se ha marchado, pronto volverá, estoy seguro.
—¿Aclararse? ¿Es por lo que le dije antes de ayer?
—Supongo… no te puedo decir más, sólo que sé que está
bien y que necesitaba pensar.
Manfred entrecerró los ojos y negó con la cabeza.
—Tú siempre le sirves de tapadera, no creas que no lo sé.
Seguramente que sabes dónde está y no se te da la gana decirme.
Draco endureció su expresión.
—Tal vez lo sepa, como sea, el punto es que Gael no quería
que tú lo supieras, así que no hay nada más que puedas hacer aquí.
Manfred negó con la cabeza y se dio la vuelta, saliendo con
pasos luengos y firmes, en cuanto Draco lo dejó de escuchar por el
pasillo, llamó a Marly a través del intercomunicador.

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y el Fabricante de Pociones 2

—Señor —sonó la voz de Marly en toda la oficina, parecía


algo temerosa.
—Da aviso para que no dejen entrar más a Manfred a la fá-
brica, al menos hasta que Gael regrese y remueva esa orden.
La mujer pareció dudar un momento, seguramente confun-
dida por ello, Manfred era el amoroso y siempre considerado novio
de Gael
—Claro, señor, lo que ordene.

–|– 

Harry dio una calada profunda al cigarro antes de encarar a


sus compañeros, estaban Cleave y Laurent, además de Joel, Chris,
Sebastian, Violet, Brian Selick y Emma Wilkie. Dos de los chicos de
su propio equipo se encontraban cuidando la casa de Thea, y se
quedarían allí hasta que supieran que estaban a salvo, y varios de sus
compañeros de promoción, así como algunos de sus amigos hechos
durante su época de auror habían prometido ayudar en el momento
que pudieran. No era una gran promesa, pero era mejor de lo que
habían podido esperar.
—A ver, chicos —dijo Harry aclarándose la garganta y seña-
lando el pizarrón blanco que tenía delante, los demás dejaron de
hablar y le prestaron atención para que continuara hablando:
—Según hemos encontrado, por las copias no autorizadas
hechas a los expedientes de los informantes y exmortífagos, tene-
mos una gran cantidad de nombres, y aún tenemos algunos archi-
vos más qué investigar. Sin embargo, hasta donde tenemos enten-
dido, contamos ya estos crímenes:
Harry se sintió un poco triste viendo el primer nombre, pero
igual lo leyó:

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

Narcissa Malfoy, 3 de abril de 1999.

Robert Wischnia, 17 de junio de 2000.

Dylan McCutcheon, 28 de diciembre de 2000.

Candace Refson, 5 de julio de 2001.

Yolanda Creel, 23 de marzo de 2002.

Dennis Sabella, 13 de enero de 2003.

Stanley Shunpike, 29 de diciembre de 2003.

Catherine Kennar, 24 de septiembre de 2004.

Tamara Clarke, 8 de julio de 2005 —en un asilo.

Theodore Nott, 30 de junio de 2006 —aparente suicidio.

Julieta Landon, 25 de enero de 2007.

Scotty Browne, 15 de agosto de 2007.

Marissa Ford, 19 de marzo de 2008.

—No hay ninguna relación de fechas entre ellos —murmuró


Brian.
—Y tampoco de lugares, en el plano vemos que tampoco hay
ninguna relación entre ellos, casi todos fueron en el mundo mug-

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y el Fabricante de Pociones 2

gle, pero en distintas ciudades, excepto por Nott y Kennar —aportó


Violet.
—Yo supongo —empezó Cleave, con voz pausada y hasta
cierto punto algo temerosa, se sentía abrumado por la presencia de
tantos aurores—, que los que lo hacen, porque debe ser más de
uno, deben tardar mucho en encontrar la información de la si-
guiente víctima y luego en tratar de establecer su rutina, antes de
atacar.
—Eso quiere decir —apoyó Chris—, que los que lo hacen
deben trabajar.
—Si es que son exmortífagos, como suponemos, sólo que-
dan dos caminos, o son quienes no pudieron ser juzgados, es decir
mortífagos no conocidos, o son algunos de los exonerados, ningún
mortífago condenado ha salido de Azkaban —dijo Emma.
—Y los exonerados ganan muy poco oro —pensó Sebastian
en voz alta.
—¿Cuánto costaría obtener esa información? —razonó Ha-
rry en voz alta también.
—Mucho —respondió Joel—, es decir, tienes que encontrar
a alguien dispuesto a meterse en los archivadores y copiar sin dejar
casi ningún rastro, ni identificarse.
—Un auror Guarda —exclamó Violet—, nosotros podemos
entrar a los archivos, es más, nos encargamos de cuidarlos, es parte
de nuestras funciones.
—Entonces podemos suponer que un auror guarda está en-
tregando esta información, obviamente a cambio de oro.
—No creo que lo hagan de gratis, Harry —contestó sucinta,
Violet—, no habría ninguna razón para que haya resentimiento en-
tre los aurores guarda y los que sirvieron de informantes durante la
última guerra.

1006
LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

—Bien, creo que debemos dividirnos; primero investigar los


lugares donde esta gente murió. Violet, creo que para ti será más
simple empezar a investigar en el Ministerio, buscar a quién puede
ser capaz de pasar esta información.
—Pero jefe —protestó Laurent—, hay asesinatos desde mil
novecientos noventa y nueve, las pistas y cualquier otro rastro de-
ben haber desaparecido ya.
—Pero de todas maneras se pueden sacar algunas deduccio-
nes —interrumpió Sebastian antes de que Harry pudiera contes-
tar—, lugares donde pudieron haberse escondido, visitas, vecinos,
los vecinos siempre saben cosas, es sólo cuestión de saber pregun-
tar.
—Pues Sebastian tiene razón, Laurent —apoyó Harry.
—Yo tengo que salir de misión en cuatro días, tal vez tarde
un par de semanas —informó Chris antes de que todos comenza-
ran a levantar los documentos con la información.
—Bien, lo importante aquí es mantener la comunicación,
¿de acuerdo? —inquirió Harry, los demás asintieron—, cuando
Chris vuelva podrá ayudarnos un poco más, pero si alguno tiene un
problema o algo por el estilo, debe avisar al resto, debemos mante-
ner siempre la información en manos de todos, por si algo se nos
escapa.
—Nos reuniremos aquí dentro de tres días, ¿qué les parece?
—preguntó Joel, los demás dieron su conformidad y se fueron des-
pidiendo uno a uno de Harry, de Cleave y de Laurent, hasta que só-
lo se quedaron los tres chicos solos.
—Dan un poquito de miedo —murmuró Laurent, y Harry
soltó una pequeña carcajada—; sobre todo esa Violet. ¿Por qué tiene
el cabello teñido de ese color… morado?
—Es violeta… me refiero al color del cabello —aclaró Ha-
rry—, y por supuesto que no dan miedo.

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y el Fabricante de Pociones 2

—Ya, lo dice usted porque los conoce, parecen mirar todo


como si tuvieran rayos X o algo así —secundó Cleave.
—No, simplemente observan, cosa que deberían hacer uste-
des —masculló Harry mirando hacia la pizarra una vez más y, luego
de meditarlo un poco, decidió borrar el nombre de Narcissa Mal-
foy.
—¿Por qué lo ha borrado?
—Porque no quiero que Draco entre y lo vea… Aún recuer-
do cuando pasó. Draco entonces solamente tenía a su madre y… —
negó con la cabeza, no quería recordar mucho esos días.
—Fueron muy crueles —masculló Laurent.
—Sí, aún lo son, así que hay que ponernos a esto cuanto an-
tes —ordenó Harry con voz más firme, mirando hacia las demás
notas sobre los asesinatos:
Un cuchillo plateado, ordinario, sin hechizos ni rastros, ni
huellas muggles o mágicas. Al lado de eso estaba escrito: «Asesina-
tos sin magia».

–|– 

Harry llegó a casa para la hora de la cena, encontró a Draco


jugando con las niñas y sus rompecabezas en la sala, los tres tirados
sobre la alfombra. Draco lo saludó con un beso, como si no existie-
ra una discusión entre ellos.
Harry le entregó una pequeña canasta llena de chocolates, los
favoritos de Draco, que le sonrió condescendiente.
—Ya no estamos en la escuela, Potter —masculló, dejando
fuera del alcance de las niñas los dulces.
—Lo sé —respondió Harry, un tanto decepcionado de que
Draco no tomara en cuenta su detalle.

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LIBRO VI|Vida
[2] Los informantes

Harry también se quedó en la alfombra, los cuatro jugando


con los rompecabezas, hasta que llegó la hora de la cena, siguieron
con su rutina habitual: dieron de comer a las niñas, las hicieron ju-
gar un rato más, y luego las bañaron y prepararon para dormir.
Incontinenti de que Draco terminara de hacer algunas cosas
más en el estudio, caminó hacia la habitación, Harry no se encon-
traba allí, supuso que estaría en el jardín fumando, o en la sala le-
yendo; no se preocupó por su ausencia y se metió a la ducha, medi-
tando acerca de todo lo que tendría que hacer al día siguiente, y ro-
gando para que Gael decidiera volver pronto. Podía intuir que Mi-
kel y él se encontraban en alguna especie de luna de miel, y no que
los quisiera interrumpir, pero realmente el trabajo se le estaba jun-
tando, peor con Harry cada vez más ocupado, como aparentemente
estaba, para ayudarlo con las niñas.
No le molestaba quedarse con ellas y cuidarlas, en realidad lo
que le molestaba era que Harry hiciera ese trabajo, justo ahora. No
dejaba de darle vueltas a lo peligroso que era, y le daba rabia que
Harry no lo notara.
Cuando Harry llegó a la habitación ya era bastante tarde, lo
había hecho a propósito, durante la cena y el baño Draco se había
mostrado distante, sin ganas de escuchar lo que tuviera que decirle
del trabajo, conversando únicamente con las niñas, y contestándole
a él con monosílabos. Detestaba cuando Draco adoptaba esa actitud,
era tan infantil, incluso le hacía recordar sus días de colegio, y algu-
nas de sus peleas de esa época. Vio el cuerpo acurrucado de Draco a
un lado de la cama y, sin hacer mucho ruido, fue a darse una ducha;
cuando volvió, envuelto solamente en una toalla, Draco estaba de
pie, junto a la puerta del baño, lo que lo hizo sobresaltarse un poco.
—Lo siento, no quería despertarte —se disculpó Harry.

1009
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No lo has hecho, ven —respondió Draco, jalando la toalla


que Harry tenía alrededor de la cintura, y empujándolo hacia la ca-
ma.
Antes de que Harry pudiera objetar nada, Draco lo había de-
jado sobre la piltra y estaba entre sus piernas, arrodillado en el piso,
su boca alrededor de su miembro, cada vez más dispuesto a partici-
par de aquello, por las caricias y lamidas que el rubio le estaba apor-
tando.
—Mmm… Draco… —jadeó empujando las caderas hacia
arriba, mientras se sentía cada vez más cerca del orgasmo.
—No tan rápido —le detuvo Draco, presionando con fuerza
la base de su erección y levantándose del piso, hizo un gesto con la
cabeza, indicándole que se metiera más a la cama mientras él se
despojaba con velocidad de la ropa interior, que era lo único que
usaba.
Harry lo miró evaluativamente mientras el chico gateaba so-
bre la cama hacia él; contrario a lo que había esperado Draco se sen-
tó sobre él, con una pierna a cada lado y lo besó con fuerza mientras
sentía su dura hombría refregándose entre las nalgas de Draco.
—Te amo —le dijo Draco con un susurro mientras se hacía
del miembro de Harry con una mano y se balanceaba lo suficiente
para acomodarlo en su entrada.
—Draco —gimió Harry, sintiendo el caliente interior de
Draco absorbiéndolo.
—Oh, Dios —jadeó Draco tratando de controlar su propia
respiración, Harry se adelantó y comenzó a besarlo con desespera-
ción mientras sus manos lo ayudaban a levantarse y caer una y otra
vez, las caderas de Harry, ayudadas por sus piernas dobladas, dándo-
le el encuentro. Cada vez más rápido y cada vez más fuerte.

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[2] Los informantes

—Sí, Draco, sí —le dijo apartándose de sus labios y con una


mano tomando su dura y resbalosa erección, subiendo y bajando
con un ritmo acelerado.
Draco se estremeció por completo y se arqueó hacia atrás,
apretando con fuerza el pecho de Harry mientras su orgasmo esta-
llaba.
Harry lo sujetó en un fuerte abrazo, sintiendo sus pieles re-
fregarse con la sustancia caliente de Draco mientras daba las últimas
estocadas y gritaba su propio orgasmo.
Harry lo siguió sujetando con fuerza, dejándose caer contra
el respaldo de la cama y acariciando su espalda con ternura.
—Te amo —le susurró suavemente.
Draco se apartó un poco.
—¿Tanto como para dejar esa tonta misión si es que te lo pi-
diera?
—Sabes que no puedo hacerlo —suspiró Harry mientras lo
sentía moverse, y alejarse hacia uno de los lados.
Draco se recostó en silencio e invocó a su varita, con sólo un
movimiento de su muñeca ambos estaban ya limpios. Suspiró ali-
viado y cerró los ojos, dispuesto a dormir.
—Draco —le llamó Harry con cautela, pegándose a él.
Draco aceptó el abrazo, y su mano se sujetó de la que Harry
había pasado por su vientre.
—Duerme, no quiero pelear —le pidió Draco.
—Pero… esto no va desaparecer sólo por no hablarlo.
—No, no lo hará, pero es obvio que cada uno tiene su punto
de vista, y el tratar de hablar sólo hará que derive en una pelea, y no
quiero pelear contigo, en verdad que no lo quiero.
Harry se quedó en silencio un rato más, antes de darle un
beso en el hombro y cerrar los ojos.

1011
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y el Fabricante de Pociones 2

—Y yo también te amo —sonó adormecida la voz de Draco.


Harry, aún con los ojos cerrados sonrió y se pegó más al cuerpo de
su esposo, y pronto ambos se quedaron dormidos.

–|– 

—No tienes que ser así de agresivo —replicó Gael, con el


ceño fruncido, a la sarta de insultos que Manfred le había dicho,
cierto era que había decidido apagar el móvil y alejarse de todos, in-
cluso de Draco, por unos días, pero sabía que no sería justo no res-
ponderle a Manfred, aunque en ese momento se arrepentía de ha-
berlo hecho.
—Hemos estado juntos por más de dos años, y ahora me
vienes con esas estupideces —contestó Manfred, su voz sonaba de
una manera muy ruda. Gael, en todo el tiempo que habían estado
juntos, no lo había escuchado jamás así—. ¿Qué te crees que eres
para burlarte así de mí?
—No me estoy burlando de ti —Gael dio una calada más al
cigarrillo, tratando de calmarse—. Lo lamento, no sería justo que…
—¿Y crees que es justo que me dejes después de todo el
tiempo que hemos invertido en esta relación?
—No, yo no he dicho que sea justo, pero…
—¡Tú y yo teníamos planes! —gritó Manfred.
—Tú tenías planes —reprochó Gael, recordando las veces
que Manfred le había ofrecido unir sus empresas y crear sociedades
nuevas, aunque eso era dejar de lado un poco a la fábrica y a Draco,
y Gael no estaba dispuesto a ello—; yo nunca te dije que estaba de
acuerdo con ellos, y te dije que me dejaras pensar lo del enlace, y
accediste, y ya me he decidido, y la respuesta es no.

1012
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[2] Los informantes

—¿Dónde estás? —preguntó Manfred, tal como había hecho


al inicio de la conversación—. Iré ahora mismo allí, y hablaremos
cara a cara, de la manera correcta, no como a ti se te da la gana.
—No estoy a tu alcance, estoy fuera de Inglaterra, y por su-
puesto que no te diré dónde estoy, es obvio que no es bueno que
me veas.
—¡Qué sabrás tú de lo que es o no bueno!
—¡Manfred! —gritó Gael, harto ya de toda la conversación.
—Seguramente que tus amiguitos te han dicho que no acep-
tes, ¿verdad? Ellos siempre se andan entrometiendo, ya sé que des-
de el principio no les agradaba, y tú como siempre vas y les haces
caso, le haces caso a cualquiera, sobre todo a Draco; lo he visto hoy
y tampoco me ha querido decir dónde estás… pero en cuanto te
encuentre ya verás que…
—¡Basta! —interrumpió con un grito—. No te metas con
Draco, es como meterte con mi familia, ¿y sabes qué? Mejor que
esto haya pasado así, ahora sé la clase de persona que eres, todo este
tiempo te has comportado muy correctamente, pero evidentemen-
te, no eres la persona que creía.
—¡Gael, no te atrevas a…!
Pero Gael no continuó escuchando lo que el chico tenía que
decir, colgó el móvil y luego lo apagó, antes de suspirar profunda-
mente, tratando de calmar los latidos de su corazón, acelerados por
el miedo que le había dejado el hablar con Manfred. Sintió unos
brazos rodeando su cintura, y se apoyó sobre el cuerpo de Mikel,
que le dio un beso en el cuello. Estaba en el balcón del departamen-
to de Mikel, observando la ciudad y disfrutando de la brisa.
—Lo lamento —susurró Mikel, no había querido escuchar la
conversación, sabía que no era correcto, que si Gael había dicho
que terminaría con su novio lo haría, y él no tenía que estar allí para
cerciorarse de que fuera así; sin embargo, había escuchado los gritos

1013
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

de Gael. Gael casi nunca gritaba y aquello lo preocupó y había ido a


ver si es que se encontraba bien.
—No… todo es mi culpa, no debí haberle dado esperanzas.
—Pero… ¿Qué te ha dicho?
Gael negó con la cabeza y se giró para encarar a Mikel.
—Nada… nada que no mereciera, creo…
—¿Te gritó? ¿Te amenazó? Nadie tiene derecho a hacerlo.
—No quiero hablar de eso, él ya tiene claro que hemos ter-
minado, eso es lo importante —le dijo, sintiéndose un poco nervio-
so por lo que le esperaba cuando llegara a casa, pero no queriendo
preocupar a Mikel con eso de momento—; y ahora… —se acercó y
le dio un beso en los labios—… alguien prometió enseñarme La
Loupe de noche.
—Por supuesto —sonrió Mikel, tomándolo de la mano y ja-
lándolo hacia el interior de la habitación, para poder salir a recorrer
la ciudad, tal como le había ofrecido.

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

3
La investigación empieza a dar frutos

“Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que po-
ne a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio.”
Paulo Coelho, novelista, dramaturgo y letrista brasileño

Septiembre de 2008, Inglaterra

G
ael apretó más fuerte la mano de Mikel mientras
avanzaban por el pasillo y saludaba a los que se cru-
zaba en el camino.
—Está mucho más grande de lo que recuerdo.
—No está más grande —le corrigió Gael—, es que ha cam-
biado mucho, eso es todo. El tamaño sigue siendo el mismo.
—Ah…
—Hola, Marly, ¿cómo estás?
—¡Señor Eytinge! —exclamó la mujer poniéndose en pie y
saludando a Gael con entusiasmo—, cuánto gusto de verle, el jefe
está asfixiándose con tanto trabajo.
—Ya me lo temía, ¿recuerdas a Mikel?
—Por supuesto, señor Hayman, es un gusto verlo nueva-
mente —le saludó la mujer educadamente, Mikel le sonrió en res-
puesta.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—A mí también me da gusto.
—¿Y entonces, Draco sí está?
—Sí, con las mellizas.
—Genial, ahora espera un segundo nada más, que quiero
sorprender a Draco —le pidió a Mikel.
—¿Sorprenderlo? Yo que tú, entro protegido, creo que te
lanzará lo primero que tenga en el escritorio, mira que desaparecer-
te un mes…
—Tres semanas —corrigió Gael y le dio un beso en los la-
bios—; y las usé sabiamente.
—No sé si sabiamente sea el nombre, pero las usamos muy
bien —sonrió Mikel antes de soltarlo.
Gael asintió con la cabeza, recordando el tiempo en Francia,
no se había sentido tan feliz ni tranquilo en mucho, pero mucho
tiempo; esperó que siendo Draco el que lo envió en primer lugar,
entendiera que había necesitado ese tiempo sólo para ellos dos.
Empujó la puerta con cierta cautela. Solamente él tenía el
privilegio de poder entrar sin tocar, la mayoría de las veces, si Draco
no estaba de mal humor, entonces no decía nada al respecto.
—Hola, hola —canturreó Gael desde la puerta.
Draco, que en ese momento revisaba un contrato alemán, le-
vantó la mirada hacia él y sonrió ampliamente, ya estaba preocupa-
do por su amigo; luego de esa comunicación, al día siguiente de su
partida, no habían vuelto a comunicarse, tenía algo de información
gracias a Erin, quien le había escrito a los pocos días de que Gael
hubiera llegado, contándole que Gael y Mikel estaban bien, y que
habían emprendido el proyecto de estar juntos nuevamente; pero
eso no hacía que dejase de preocuparse por él. No hasta que lo tu-
viera en frente. Por un momento dejó de lado la rabia que sentía pa-
ra con su amigo por ser tan desconsiderado, y se puso en pie para
recibirlo.

1016
LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—¡Allí estás! —dijo con alegría.


—¡Tío Gael! —gritaron las dos niñas a la vez, mientras Dra-
co también se acercaba al recién llegado.
Gael sonrió a las dos niñas y las alzó en brazos, dándole un
beso a cada una, se alegró de que no lo hubiesen olvidado.
—Eres un irresponsable —le reprochó Draco abrazándose a
él—. ¿Tres semanas y ni una carta? ¡Te desheredaré!
Gael soltó otra carcajada mientras Sofía y Zoe empezaba a in-
tentar repetir esa última palabra.
—No seas tan dramático, además que me he traído algo de
Francia que te hará feliz.
—¿Para mí? —preguntó Draco dudoso.
—No, para mí, pero me mantiene de tan buen humor, que
tú lo agradecerás —explicó con una sonrisa radiante mientras ter-
minaba de abrir la puerta y jalaba a Mikel, que lucía un tanto aver-
gonzado, al interior.
—¡Mikel! —exclamó Draco asombrado, no pensó que regre-
sarían juntos, incluso estuvo muy preocupado acerca de cómo lle-
varían su relación estando en dos países diferentes, es más, hasta es-
tuvo haciéndose a la idea de que tal vez Gael se mudase para allá.
—Hola —respondió Mikel mientras le daba la mano cere-
moniosamente.
—Vamos, chicos —resopló Gael algo divertido.
Ambos se dieron una mirada más, y finalmente se dieron un
corto abrazo. Y fue corto porque Sofía y Zoe patearon, a la vez y en
ambas canillas, a Mikel.
—¡Niñas! —reprochó Draco, agachándose hasta sus hijas
que no parecían muy arrepentidas por lo que habían hecho.
—Vaya, eso lo sacaron de ti —resopló Mikel algo agitado.
—Nah, fue de Harry —garantizó Draco—. Lo lamento —
murmuró hacia Mikel y luego se centró en las mellizas.

1017
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—A ver, ¿por qué han pateado a Mikel?


—Él no papi —explicó Sofía con firmeza.
—Él no Harry —replicó Zoe, y Draco enrojeció ligeramente
ante la manifestación de celos por parte de sus hijas, pero la risa de
Gael lo hizo levantar la vista, para ver a su amigo bastante divertido.
—No, pero él es el tío Mikel, igual que yo.
—Y ustedes pedirán disculpas por haberlo golpeado —or-
denó Draco arqueando una ceja, ambas miraron seriamente a Draco
y no respondieron.
—Oh, eso sí que es tuyo —murmuró Mikel mientras sacaba
algunos dulces del bolsillo.
—Lo mismo pienso —opinó Gael.
—Vamos, saben que deben hacerlo —continuó Draco, igno-
rando a Mikel y a Gael por el momento—, ya hablamos de que no
es correcto patear a nadie, así que empiecen a disculparse.
La respuesta fue el silencio, ambas frunciendo el ceño; Draco
siempre se asombraba de que, aún en esos momentos, fueran tan
idénticas.
—De acuerdo —suspiró dramáticamente Draco, cosa que
asombró a Mikel—. Mikel es el tío Mikel, ustedes no lo recuerdan
porque se fue de viaje cuando aún eran más pequeñas, y golpearlo
no es la forma correcta de recibirlo, han herido sus sentimientos —
concluyó firmemente mientras le hacía un gesto a Mikel, que por
un instante no supo qué hacer, el golpe de Gael en el costado le hi-
zo entender y afirmó.
—Sí, han herido mis sentimientos —repitió, conteniendo las
ganas de reír.
Ambas parecieron flaquear ante esas palabras, Draco se le-
vantó y cruzó los brazos, esperando. Y entonces las niñas finalmen-
te cedieron, levantando la mirada hacia Mikel, ahora no parecían
enfadadas sino algo tristes.

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—Lo siento —balbuceó una, Mikel no las podía distinguir.


—Perdón —balbuceó la segunda.
—Oh, no importa —contestó Mikel agachándose hacia
ellas—, ya no me siento tan mal. Y además les he traído algo, ¿quie-
ren ver?
Ambas se dieron miradas interrogantes y luego giraron hacia
Draco, pidiendo permiso, en cuanto éste asintió ellas levantaron las
manitas esperando lo prometido.
Mikel depositó unos cuantos dulces en cada manita.
—¿Qué se dice, niñas?
—Gracias —dijeron ambas, aproximándose hacia Mikel y
dándole un beso en cada mejilla.
—Sabía que funcionaría —suspiró Mikel poniéndose en pie
nuevamente y haciéndoles un gesto de cariño en la cabeza.
—Siempre funciona, par de vendidas —replicó Draco—; va-
yan a seguir jugando, sus tíos y yo tenemos que hablar, ¿de acuer-
do?
Ambas asintieron y fueron nuevamente hacia una de las es-
quinas, donde había una alfombra llena de figuras para armar pe-
queños rompecabezas mientras abrían e intercambiaban los dulces
que Mikel les había regalado.
—Y entonces… ¿cuándo llegaron? —preguntó Draco bastan-
te curioso mientras se recostaba sobre el escritorio.
—Anoche en realidad —contestó Gael mientras se sentaba
junto a Mikel en las sillas frente al escritorio de Draco.
—¿Anoche? —Draco arqueó una ceja—. Vaya, al menos pu-
diste llamar.
—Fuimos a la casa —explicó Gael, ignorando su reproche.
—Oh…

1019
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Hemos planeado todo para arreglarla —continuó Mikel—;


por lo pronto el departamento quedará cerrado, a Gael no le apetece
volver allí.
Luego de que Mikel se marchara, Gael había comprado un
departamento en Londres, declarando que no podía vivir en la casa
que había comprado con Mikel. A Draco le sorprendió que Mikel
lo supiera, y se preguntó si era que sabía acerca de Manfred y su pe-
tición de enlace.
—Hablé con Manfred un par de noches después de llegar a
Francia —explicó Gael, adivinando la mirada de Draco.
—¿En serio? ¿Se lo tomó muy mal?
—Pues, honestamente, sí. Se alteró mucho.
—Me lo imagino —suspiró Draco.
—¿Por qué te lo imaginas? —preguntó Mikel un poco preo-
cupado, sabía que Manfred no había tomado muy bien la separa-
ción.
—Porque estuvo aquí, buscándote, Gael; se veía alterado,
nunca lo había visto así.
—Oh… —Gael frunció el ceño.
—¿Qué fue lo que te dijo? —preguntó Draco preocupado
hacia Gael.
—Nada que no esperara escuchar… bueno, me sorprendió
que viniera de él, con lo calmado que era, pero al final no se espera-
ba que le diera un “no” por respuesta, y supongo que se alteró.
—Eso no me gusta —comentó Draco.
—Ni a mí —lo secundó Mikel; Draco se preguntó nueva-
mente en qué términos habrían quedado ellos con respecto a la re-
lación que tenía con Gael, si era que Mikel ya había aprendido y en-
tendido cómo eran las cosas entre ellos dos.
—Tal vez le pueda decir a Boris que investigue en el Minis-
terio sobre él…

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—No creo que sea necesario —contestó Gael, pero Mikel se


adelantó un poco hacia Draco.
—Mejor sería que lo hiciera Harry… ya sabes, tiene más ex-
periencia y esos asuntos.
—Cierto, si tan sólo pudiera… —empezó a hablar Draco,
pero Gael lo interrumpió.
—¡Oigan! ¿Qué no me escuchan? He dicho que no es nece-
sario que…
—¿Tú crees entonces que sea factible? —preguntó Mikel, a
pesar de todo. Gael se puso en pie cuando Draco ya se disponía a
contestar.
—¿Es acaso esto un complot? Les he dicho que no tienen
que hacerlo.
—¡Pero Gael! —exclamó Mikel—, sólo queremos asegurar-
nos de que el tipo no haga alguna tontería, que alguien te amenace
de esa manera es incorrecto.
—Cierto —afirmó Draco. Gael entrecerró los ojos y los se-
ñaló con un dedo.
—¡Ni hablar! Antes no se soportaban y ahora se ponen de
acuerdo y para darme la contra.
Draco y Mikel empezaron a reír, lo que hizo que Sofía y Zoe
comenzaran a aplaudir y gritar «bravo» una y otra vez.
—¿Dónde está Harry? —preguntó entonces Gael, obviando
el alboroto de las niñas—, estoy seguro que él sí me apoyará.
La sonrisa del rostro de Draco se desvaneció y negó con la
cabeza.
—Es una buena pregunta, no lo sé.
—¿No lo sabes?
—No, Gael, no lo sé. No sabía dónde estabas tú, ni donde
está Harry —reprochó, no conteniéndose ahora que su amigo había
tocado el tema.

1021
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Vamos.
—Lo siento —suspiró Draco.
—Si quieren yo puedo volver en un rato, para que puedan
hablar tranquilamente —se apresuró a decir Mikel, poniéndose en
pie.
—No, no. No es necesario —le atajó rápidamente Draco.
—¿Se han peleado? —preguntó Gael, sentándose nuevamen-
te junto a Mikel.
—Más o menos, él está trabajando en una tonta y horrible
misión, y yo le he pedido que no lo haga, pero es más terco que una
mula, y no me ha hecho caso, por lo pronto nos hablamos lo míni-
mamente necesario y ya.
—Ah… ¿le están pagando bien por esa misión? Tal vez por
eso es que…
—No, Mikel —suspiró Draco—, lo hace por amor a sus
amigos, o eso creo al menos; lo cierto es que no sé mucho sobre la
misión, sólo que hay un grupo de exmortífagos ajusticiando a quie-
nes de alguna manera ayudaron durante la guerra… o algo así. No
hablamos mucho al respecto, para serte honesto.
—Hermione puede hacerle entrar en razón, ella siempre lo-
gra…
—¡Ella lo está ayudando! —resopló frustrado—. Ella y Ron
lo ayudan también, mejor dicho, estoy solo en mi causa.
—Ya… no te preocupes, no ha de ser muy peligroso después
de todo… él sabe lo que hace, mató a ese Voldemort, ¿no? Y sólo
tenía diecisiete años en ese entonces.
—Pero ahora tiene una familia y yo… —Draco negó con la
cabeza, no le podría contar eso a Gael aún, ni siquiera aunque estu-
vieran solos—… él no me entiende, y me está sacando de quicio.
—Lo lamento…

1022
LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—Ya pasará. Harry atrapará a los malos, y si es que lo lasti-


man en el camino, no habrá quien lo salve de mi reprimenda, y
luego volveremos a la normalidad, en serio lo imagino así, sólo ne-
cesitaba alguien a quien decírselo.
—Ah… —Gael empezó a sentirse un poco culpable por ha-
berse ido tantos días sin dar señales de vida.
—No importa… es decir, me alegra que estés aquí, que am-
bos hayan regresado —se apresuró a decir Draco, poniendo una
mano sobre el hombro de Gael, y no refiriéndose únicamente al
hecho que hubieran vuelto al país, sino como pareja.
—Pudiste haber escrito y yo hubiera vuelto —masculló Gael.
—No es para tanto, como te dije, sólo necesitaba decírselo a
alguien.
—Pronto pasará, ya verás —le animó Mikel, sonriéndole de
manera amistosa; Draco asintió, queriendo creerles.
—Y entonces ustedes… —dijo Draco, luego de un momento
más de silencio, queriendo apartar la conversación de Harry y sus
problemas—… ¿ya han hecho planes?, ¿te quedarás por mucho
tiempo, Mikel?

–|– 

—Esto es increíble —dijo Violet con una sonrisa en los la-


bios mientras entraba a la oficina en la que trabajaba Harry y los
demás chicos; en ese momento solamente estaban Cleave, Laurent,
Harry, Emma y Joel.
—¿Qué es increíble? —preguntó Laurent poniéndose de pie
rápidamente para saludar a la chica. Harry puso los ojos en blanco y
Joel y Emma soltaron pequeñas carcajadas, mientras Violet se sen-
taba en uno de los sillones, como si no notara todo el jaleo que ar-
maba.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Pues, he conseguido el expediente de… —el sonido agudo


de un timbre de teléfono la interrumpió. Todos consultaron sus
móviles, pero era el de Harry el que sonaba.
—Sólo un segundo —pidió hacia Violet mientras presionaba
el botón de contestar, en la pantalla se leía «Draco te llama».
—Hola —saludó mientras veía a Laurent cruzar de un lado a
otra de la estancia para llevarle una soda a Violet. En el fondo no
entendía si la chica solamente estaba jugando con él porque sabía
que le gustaba o si le gustaba el chico en realidad.
—Harry, ¿te molesto?
—Por supuesto que no, dime.
—Necesito que llegues a casa a cenar a las siete —informó Draco.
—Pero…
—Gael y Mikel han vuelto y vendrán a cenar, quieren verte también
—se apresuró a decir Draco, sin dejarlo terminar de contestar.
—¿Gael ha vuelto? ¿Con Mikel? ¿Cómo es que eso es posi-
ble?
—Es una larga historia, pero cuando digo que han vuelto me refiero a
todo…
—¿En serio? —preguntó asombrado Harry—. ¿Y qué pasó
con Manfred?
—Te lo contarán en la cena, por lo pronto están atiborrando de dulces
a las niñas —se quejó Draco en voz alta, y Harry escuchó la incon-
fundible carcajada de Gael, Draco se apartó un poco del teléfono—.
Gael, si sigues dándoles chocolates, serás tú el que se quede despierto toda la
noche cuidándolas.
—Draco… —llamó Harry caminando hacia fuera de la sala
de trabajo.
—Lo siento, te veo en la cena.
—Pero es que no sé si podré, tenemos algo de trabajo y…

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—Ya veo —interrumpió Draco bruscamente, su voz cambió a


gélida—. ¿Con cuánto tiempo de antelación necesito avisarte para conseguir
que estés presente durante la cena?
—No es eso, Draco; sabes que estoy en medio de algo y…
—Yo también lo estoy, se llama la crianza de las niñas, las últimas
semanas no has llegado casi nunca a cenar con nosotros, a veces ni siquiera a
ayudarme a bañarlas, tal como habías prometido. No eres el único con un
empleo o cosas que hacer, ¿sabes?
—Vamos, no quiero que discutamos, menos delante de Gael
y Mikel o las niñas —le interrumpió Harry, sabiendo que había sido
buena idea ir fuera después de todo.
—Ya no estoy delante de ellos, estoy fuera de la oficina.
—¿Por qué no me esperas allí un momento? Yo puedo alcan-
zarte y tomaremos un café, conversemos…
—¿Me dirás que no llegarás a la cena y qué no dejarás esa misión?
—Bueno, yo…
—Entonces no, déjalo, si puedes llegar a la cena, genial, sino no im-
porta; Gael y Mikel tendrán muchas oportunidades de verte en el futuro,
igual que las niñas.
—De acuerdo, trataré de… —pero la comunicación ya se
había cortado.
Por un instante pensó en ir a buscarlo, estaban a tan corta
distancia que a veces llamarse por móvil o chimenea le parecía ri-
dículo, podía recorrer el pasillo que dividía la escuela de la fábrica y
verlo, pero Draco tenía razón, ¿para seguir discutiendo sobre el
mismo tema?
No valía la pena.
Seguramente Draco tendría derecho a estar molesto, estaba
faltando bastante a sus obligaciones últimamente. Draco se estaba
haciendo cargo de las niñas casi todo el tiempo, mientras él llegaba
tarde y cansado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Bien —suspiró volviendo a la sala de trabajo, Laurent se


había sentado sobre la alfombra, delante de Violet, y le sonreía ton-
tamente, mientras ella hablaba.
—Jefe —dijo Laurent poniéndose en pie—. Violet ha sacado
el archivo de…
—¡Laurent! —le reprendió la chica poniéndose en pie tam-
bién.
—¿Qué? —preguntó Harry confundido, y para que negarlo,
algo enfadado, las discusiones con Draco nunca le sentaban bien.
—Es que no sé cómo decirlo, sé que te vas a enfadar —
explicó Violet, aquellos eran uno de los cambios de la chica, desde
la Academia que no trabajaba con ella, y aunque parecía igual de
arrogante que siempre, ahora, al momento de trabajar, parecía más
dispuesta y amable que antes, se preguntó qué cosas habría tenido
que pasar para cambiar de esa manera.
—Si me voy a enfadar dispara de una vez, así me enfado más
rápido y acabamos con esto pronto.
—Saqué el expediente de Draco Malfoy —admitió ella ten-
diéndole un archivo enorme. Enorme era poco, era gigante, Harry
frunció el ceño hacia la chica.
—¿Todo esto es de Draco? ¿Por qué sacaste el expediente de
Draco? Él no tiene nada que ver en esto…
—Porque investigué el de Narcissa, no estaba en el área de
informantes, sino de exonerados, por eso demoré tanto en conse-
guirlo. En el expediente de Narcissa —continuó Violet sacando de
la mochila ahora un expediente igual de grande que el de Draco—
se habla de amenazas, de cartas dirigidas hacia ella en donde se hacía
mención de tomar venganza contra ella y su familia por haberte
ayudado a vencer a Ryddle.

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—Nunca supe de esas amenazas… —masculló Harry dejan-


do los dos archivos que Violet le daba, sobre la mesa y sentándose a
estudiarlos.
—Nosotros tampoco, el caso es que se me ocurrió que lo
que discordaba en toda la relación de crímenes que teníamos eran
los Malfoy; mejor dicho Narcissa, ella no salió libre de sus cargos,
ni mucho menos quedó protegida por el Ministerio, o económica-
mente bien, como Nott; es más, hasta su muerte estaba en una de
esas ciudadelas que el Ministerio creó para los exonerados. Ni si-
quiera sabía por qué la habíamos puesto en la lista en primer lugar.
—Porque su forma de asesinato, con el cuchillo de plata mu-
ggle, fue similar a los otros crímenes —intervino Emma.
—Exacto, pero no habíamos revisado su expediente todavía,
y no por falta de cuidado, es que ella no era un informante sino un
exonerado. Como sea, revisé su expediente mientras lo copiaba y
descubrí las amenazas, y al final había una mención sobre que las
amenazas llegaban para el resto de la familia también y que se detu-
vieron el día anterior a que ella muriera.
—¿Draco recibía amenazas?
—¿Bromeas?, es toda una enciclopedia, igual que la madre
—contestó Violet abriendo el expediente de Draco—. No sé cómo
pueden haber gastado tanto pergamino y tinta en esto, y eso sin
contar las lechuzas…
—Un momento —detuvo Harry—. Si Draco hubiese reci-
bido esto, hubiese sido en la escuela, y en esa época solamente reci-
bía una lechuza cada dos días, y eran cartas de su madre traídas por
lechuzas del colegio; después de eso, Alba, nuestra lechuza, nos ha-
cía la correspondencia, y no duró mucho… ya saben, ella murió, y
de allí no hubieron más lechuzas. Si hubieran escrito esta cantidad
de cartas, se hubiese notado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No necesariamente —continuó Violet—, aquí… a ver es-


pera —pidió mientras removía el expediente de Narcissa—. Sí, aquí
está —dijo jalando un pergamino—: esta carta se la envió Narcissa a
la directora McGonagall, donde le dice que ha hablado con el de-
partamento de aurores, y les ha pedido que interfieran sus lechuzas,
y le pide a ella hacer lo mismo con las de Draco, que comprendiera
que era un niño que no tenía la culpa de los errores cometidos por
sus padres, y que recibir esas amenazas no le harían nada bien.
—Pero debió recibir alguna al menos —opinó Joel, comen-
zando a hojear el archivo de Draco, Harry se sintió mal por ello, no
quería que nadie estuviera explorando la vida de su esposo de esa
manera, pero se contuvo, sabía que no era como si ellos fueran a
utilizar esa información para fastidiarlos, se recordó que ya no esta-
ban en la escuela.
—No. McGonagall respondió que ella ya había tomado me-
didas al respecto, que sabía muy bien que algunas veces la gente se
excedía y que, aunque no estuviera a favor de la estadía de Draco en
el colegio, no permitiría que la paz se estropeara por esa imposición.
—Eso no fue amable —opinó Emma.
—Bueno, supuestamente él era un exmortífago que estaba
siendo obligado a volver a la escuela, donde había una gran cantidad
de adolescentes y jóvenes que habían perdido a algún miembro de
su familia durante la guerra, no necesariamente todos eran del ban-
do de la Orden del Fenix, se sabía que habían también familiares de
mortífagos que no habían podido ser enjuiciados ni nada por el esti-
lo, parecía una bomba de tiempo… era de esperarse que hubieran
problemas… Los hubieron de hecho —explicó Harry—, además al
final, ella fue muy amable con Draco, creo que comprendió que él
no tenía la culpa… pasaron muchas cosas en esa época —se encogió
de hombros, recordando las campañas anti gays de Ginny y los in-
sultos a Draco—, ahora McGonagall es muy amiga de Draco, se lle-

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

van muy bien y conversan bastante… se escriben para sus cumplea-


ños y Navidad, incluso estuvo en la fiesta de las mellizas.
—Ah… ¿la señora del gorro gracioso? —preguntó Cleave.
—Ajá, ella.
—Te dije que parecía directora de escuela —le dijo a Lau-
rent, que soltó una pequeña carcajada.
—En fin… ¿cuál es el punto en todo esto, Violet? —pre-
guntó Harry sintiéndose mal, no le gustaba mucho recordar esa
época, por lo menos no esa parte del último año.
—Este grupo amenazaba a Narcissa, y finalmente cumplió su
promesa, la mataron —lo dijo fríamente, eso era algo que no había
cambiado mucho en ella—, pero en cuanto lo hizo, las amenazas a
Draco cesaron, prueba que el grupo que le escribía a Draco y Nar-
cissa era el mismo que mató a Narcissa.
—De acuerdo —asintieron los demás.
—Prueba además, que son ellos los que buscamos por el cu-
chillo de plata y la forma en que la mujer murió, desangrada y de-
gollada.
—Ajá…
—Y que luego de ese asesinato, ellos entendieron algunas co-
sas, como que el amenazar y hacer un gran alboroto como poner
«Traidora» en la puerta de…
—«Aquí yace una traidora», decía en realidad —interrumpió
Harry con voz algo apenada.
—Bueno, eso; que dejar títulos en las puertas de sus víctimas
y todo lo demás, era negativo y peligroso porque haría que los auro-
res investigaran en su determinado momento.
—¿Realmente lo hicieron? —preguntó asombrado Harry.
—No es que se pusieran a hacer la tarea con entusiasmo,
tengo sus informes aquí, su conclusión, después de preguntarle a
todos los habitantes de Rútland… —Violet se detuvo y le dio una

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

mirada de disculpa a Harry—, ¡es que es tan ridículo! —se quejó—.


Fueron de puerta en puerta preguntando si era que alguno la había
asesinado, o visto a quién la había matado, concluyeron que no ha-
bían pistas suficientes y dieron por cerrado el caso.
—Es más de lo que esperé que hicieran…
—Como sea, tenemos los siguientes hechos —explicó Violet
acercándose al pizarrón blanco, que había sido agrandado y rellena-
do de más datos durante las últimas tres semanas—: Amenazas que
culminaron con el día de su muerte, un grupo que aprendió que no
debía llamar la atención de los aurores ni de ningún otra entidad de
seguridad mágica para no tener problemas. El crimen fue perpetra-
do aparentemente durante el cambio de turno al amanecer; por ello
podemos deducir que se trataba de gente de Rútland, puesto que a
menos que tengan un trabajo nocturno, ninguno de ellos podía pa-
sar la noche fuera, ¡ah!, excepto Draco, que tenía que estar en el co-
legio.
—Espera, ¿dijiste trabajo?
—Sí, Joel, dije trabajo —replicó Violet mirándolo enfurru-
ñada.
—Volvamos a eso de las lechuzas —pidió Joel—. ¿Cuál es el
costo de enviar una carta vía lechuza?
—No lo sé, por lo general cada mago o bruja tiene una,
¿verdad? —comentó Laurent.
—Ciertamente… pero estos magos no enviarían a su propia
lechuza… —contestó Joel.
—No tenían una, es decir, no creo que las tuvieran… —ra-
zonó Harry.
—A ver, el sueldo en ese momento para los exonerados era
de treinta galeones por mes —explicó Emma, sacando un docu-
mento de otro de los expedientes que estaban sobre el escritorio—,
imposible que con eso hayan podido comprar algo decente, menos

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

una lechuza, considerando todos los otros gastos e impuestos que


tenían que pagar…
—Eso es lo que aún ganan por mes —masculló Violet, Harry
le dio una mirada confusa.
—¿De qué hablas?
—Es lo que siguen ganando por mes, en promedio… lo ave-
rigüé porque a mí también me pareció muy poco oro.
—Con razón andan tan molestos, ¿quién puede vivir con
eso?
—Sí se puede… Sobrevivir —aclaró Joel, de pronto todos se
sentían incómodos por aquello.
—Entonces hemos encontrado la razón del porqué están tan
enfadados, ahora necesitamos encontrarlos —suspiró Harry luego
de un momento de silencio.
—Si me permiten, yo tenía algo más que agregar —dijo Vio-
let.
—Claro —sonrió Laurent, y Harry estuvo tentado a darle un
golpe en la cabeza para hacerlo reaccionar.
—Decía que los que lo hicieron debieron ser de Rútland, por
lo del permiso, todos los condados creados por esa época para los
exonerados tenían las mismas reglas, nadie podía pasar la noche
fuera. Ahora, además tenían que ingeniárselas para mandar una
gran cantidad de lechuzas durante el día, y evitar el coste por eso…
—¡Trabajaban en una lechucería! —gritó Laurent con entu-
siasmo.
—Exacto.
—Pero… ¿tienes idea de cuantas lechucerías hay en Reino
Unido? —preguntó desanimada Emma.
—Trescientas veintisiete —respondió Violet sonriente.
—Demonios —masculló Joel.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Pero —se apresuró a cuestionar Harry—, ¿en cuántas de


ellas trabajaron exonerados durante mil novecientos noventa y ocho
y noventa y nueve?
—Nuevamente, ¡exacto! —exclamó Violet—, exonerados de
Rútland para ser más precisos, aunque ese dato aún no lo consigo.
—Oh…
—Chris ha dicho que me ayudará a conseguirlo —aclaró rá-
pidamente—. Esta tarde ha tenido redada, pero para mañana en la
tarde volverá.
—Bien, creo que mañana debemos juntarnos todos para ha-
blar, tenemos muchos datos ahora, y debemos ponernos de acuerdo
y compartir la información directamente —ordenó Harry—. Lau-
rent, tal vez puedas ayudar a Cleave y fijar una hora para hacerlo, no
importa si es de madrugada, en el momento en que todos nos po-
damos juntar, debemos hacerlo.
—Sí, jefe, yo lo coordino.
—Bien. Ahora, yo quiero seguir estudiando estos archivos —
le pidió a Violet, que asintió.
—He hecho copias para todos; por cierto, aún sigue sin ser
posible identificar al «copiador».
—Ya, bueno seguiremos intentando —suspiró Harry miran-
do hacia los expedientes, había una fotografía de Narcissa, estaba
sola, con el cabello un tanto desarreglado, aunque su mirada brilla-
ba de manera desafiante, era del día que la habían detenido. El día
que detuvieron a todos los Malfoy.
Uno a uno, sus amigos se fueron despidiendo, mientras él se
enfrascaba el la lectura del expediente de Draco, la transcripción de
su juicio, observando la fotografía que le habían sacado cuando fue
detenido, y las cartas, no eran cartas de amenazas como las de Nar-
cissa, eran más bien insultos; en algunas le decían que su madre pa-
garía por lo que había hecho, pero en ninguna lo amenazaban direc-

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

tamente. Cuando vio el reloj, descubrió que ya eran más de las


ocho de la noche. Draco lo mataría, no había querido dejarle plan-
tado, es más, había estado dispuesto a terminar con la reunión tem-
prano, o a irse y dejarlos trabajando a ellos, con tal de cumplir. Ya se
imaginaba lo que le esperaría al llegar a casa.
Se puso de pie rápidamente, y selló con varios hechizos de
protección los archivos y las oficinas antes de cruzar por red flú ha-
cia su casa.

–|– 

—No, en serio que deberíamos ir a esos sitios —comentó


Gael con una sonrisa—. La vida nocturna de Paris es genial.
—La vida muggle nocturna de Paris —aclaró Mikel.
—Ya, sería genial. Tal vez para las próximas vacaciones que
tomaré, en las cuales me marcharé sin avisarte y desapareceré por al
menos un mes, lo haga —respondió Draco mirando hacia Gael.
—¡Oh, vamos! —suspiró Gael. Draco lo había molestado
por eso toda la tarde—. Tú me enviaste en primer lugar.
—Gracias por eso —se apresuró a decir Mikel antes de que
Draco pudiera contestar.
—De nada; pero fue para que fueras, preguntaras y regresa-
ras.
Gael soltó una carcajada.
—Sí pregunté, pero quería estar seguro de la respuesta, e hi-
ce todo un cuestionario.
—¡Oh, por Merlín! —replicó Draco dramáticamente—, las
cosas que debo…
—Hola —dijo un agitado y sonrojado Harry llegando a la sa-
la de estar, interrumpiendo la conversación.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Harry, amigo —se apresuró a decir Mikel mientras se po-


nía en pie para saludarlo. Gael se puso en pie también y le dio una
mirada de advertencia a Draco, que sólo se encogió de hombros.
—Vaya, no puedo creer que estés aquí… ¿Dónde estabas? —
saludó Harry abrazando a Mikel.
—Me alegra verte —respondió Mikel apartándose un poco.
—Yo que tú no lo abrazo delante de las niñas —le comentó
Gael abrazando a Harry también.
—¿Y eso por qué? —preguntó tratando de parecer normal
mientras caminaba hacia Draco, que, para desconcierto suyo, le
sonrió con amabilidad y le dio un beso en los labios antes de jalarlo
para que se sentase junto a él.
—Tus hijas son unas celosas, y hoy han tenido su primer ata-
que —le informó Draco; parecía algo divertido por ello, mientras
hacía levitar una copa de vino—. Han pateado a Mikel, las dos a la
vez.
—Bromeas —replicó Harry, lamentando haberse perdido la
escena.
—No, no lo hace, aún me duelen las canillas —comentó
Mikel soltando una carcajada—. Son muy lindas.
—Verdaderamente lo son, lamento que te hayan pateado…
—replicó Harry, dándole una mirada más a Draco, que nuevamente
le sonrió antes de terminar el contenido de su copa.
—Ya les he explicado que Mikel es el tío Mikel, hasta donde
sé —Gael y Mikel sonrieron asintiendo, lo que hizo que Harry se
sintiera más confuso—, y que no deben patearlo.
—Sí, además las soborné con dulces —replicó Mikel—. Erin
me había mostrado sus fotos hace un tiempo, de la última vez que
vino, no podía creer lo grandes que estaban, y ahora lo están más.
—Sí, pronto tendrán que irse a Hogwarts —intervino Gael.

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—El hijo de Lucka y Ethan también está muy grande, debe-


mos juntarnos todos una tarde, tal vez el fin de semana sería más
fácil, ya saben, por los empleos y eso —comentó Draco, sonrió un
poco más cuando sintió la mano de Harry sobre su espalda:
—¿Más vino?
—No, no estoy tomando vino, sólo jugo de arándano.
—¿Y eso? —preguntó Harry extrañado.
—Pues por las niñas, por supuesto. Prefiero no beber si estoy
solo con ellas —y ese comentario lo dijo a modo de reproche, lo-
grando lo que quería: Harry se sonrojó y no insistió con el tema
mientras se giraba a prestar atención a Gael y Mikel, que ya planea-
ban una fiesta de reinauguración de su casa, para saludar a todos sus
demás amigos.
Harry escuchó, asombrado, cómo Gael había ido a Francia,
por instrucciones de Draco, en busca de Mikel, se sintió algo ex-
cluido porque Draco no le había contado nada respecto a eso, que
Gael no había viajado por negocios o que había ido en busca de una
respuesta a la propuesta de enlace que Manfred le había hecho, pero
se contuvo de hacer ningún comentario inapropiado o reproche ha-
cia su esposo, sabiendo que la respuesta a sus reclamos sería el poco
tiempo que pasaba en casa.
—Hay algo más que tenemos que decirte —dijo Gael con
voz seria, luego de que hubieran planificado la fiesta en casa de am-
bos para el fin de semana siguiente.
—No me digas que te has enlazado en Francia, eso sí que no
se los voy a perdonar —replicó Draco en broma.
—Pues…
Harry arqueó una ceja y esperó que no fuera verdad.
—Lo cierto es que no, pero hay alguien que sí.
—¿A qué te refieres? —preguntó Draco frunciendo el ceño y
tomando a su amigo más en serio.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Mira —dijo Mikel, extendiendo una fotografía de Erin y


Marie Juliette, ambas estaban abrazadas y sonreían y saludaban en la
entrada de la que, suponía, era la casa de Erin.
—¿Ella es? —interrogó Draco mientras inclinaba la foto para
que Harry la pudiera ver también.
—Ellas se han enlazado —informó Gael, midiendo las reac-
ciones de su amigo.
—¿Ellas?
—Marie Juliette —explicó Mikel—; se enlazó con Erin hace
año y medio… más o menos.
—Oh.
Harry rápidamente tomó la mano de Draco, mirándolo con
atención, esperando su reacción y sintiéndose un tanto asombrado
también por la noticia.
—A mí también me costó un poco aceptarlo —farfulló Gael,
parecía más tímido que de costumbre.
—Ella… ¿Ella es buena? —preguntó al fin Draco, pudiendo
despegar la vista de la fotografía y mirando con atención a Gael, pa-
recía como si estuvieran teniendo una charla silenciosa.
—Sí, lo es, y ella es feliz… Draco —suspiró Gael—; ella aho-
ra ríe y bromea y… —negó con la cabeza—, es como si fuera la
misma Erin de antes.
—Eso es… —Draco volvió a mirar la fotografía de Erin y
aquella chica, y por un instante imaginó la imagen de Jocelyn… se
le hacía extraño ver a Erin con alguien que no fuera Jocelyn…—.
Me alegro mucho por ella, tendré que escribirle mañana mismo.
—Además que es muy guapa —opinó Harry, un poco más
tranquilo, no se había sentido con derecho a dar una opinión hasta
que Draco diera la suya—; ambas se ven felices.

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—¿Verdad que sí? —preguntó Draco hacia él, levantando


más la fotografía—; Jocelyn debe estar muy contenta por esto…
porque ella sea feliz.
—Ya lo creo —afirmó Gael.

–|– 

—Es un niño precioso, Draco —dijo la voz de su madre; Draco son-


rió en respuesta mientras observaba al niño, aún bastante pequeño, sentado
sobre la alfombra e intentando gatear. Sofía y Zoe estaban al otro lado del sa-
lón, jugando con unas figuras gigantes, parecían hechas de papel.
—Lo es —asintió Draco—, es muy listo además.
—Y se parece tanto a ti —suspiró Narcissa, mirando ahora hacia él,
Draco se perdió mirando sus ojos y sus rasgos, extendió la mano y le acarició
la mejilla y el cabello, rememorando lo bien que se sentía estar en su compa-
ñía, entre sus brazos, la seguridad que aquello le proporcionaba.
—Gracias —murmuró inclinándose para darle un beso en la frente.
—Esa es tu familia completa —afirmó Narcissa en el momento que
Harry aparecía por una puerta, parecía contento y tranquilo, y le obsequió
una sonrisa.

Draco abrió los ojos asombrado, su corazón estaba agitado y


sentía que sus manos temblaban un poco, lo cual era raro, porque
no estaba teniendo una pesadilla, sino un sueño agradable, un sue-
ño con su madre, llevaba mucho tiempo sin soñar con su madre…
Se dio cuenta que eran ya más de las tres de la mañana, Ha-
rry ya le había advertido lo tarde que llegaría ese día, o temprano,
según desde donde se mirase, y, aunque no le había hecho ninguna
recriminación por ello, en ese momento se sintió solo y algo triste,
deseó que Harry estuviera allí, a su lado, para poder abrazarlo y

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

contarle su sueño, para convencerlo de que lo que estaba haciendo


era correcto, que era lo que debía ser.

–|– 

—Tendremos que distribuir todo esto —informó Harry de


pie, tenía en una mano una taza de café y en la otra un cigarro, los
ojos le ardían y estaba realmente agotado. Eran las tres de la maña-
na—. Se ha hecho una separación por condados de las lechucerías,
sé que es ilegal, pero beneficiarnos de que ustedes son aurores y
que esto es una misión del Ministerio, nos aligeraría mucho las co-
sas. Lo harán por parejas —continuó Harry mientras daba una mi-
rada de reojo al reloj, todos lucían también cansados, y se preguntó
si había sido buena idea reunirse en plena madrugada.
—De acuerdo. Aunque creo que yo podré solo —comentó
Sebastian.
—Eso está bien, yo podría ir con Laurent —dijo Violet son-
riéndole al chico, que enrojeció bastante. Chris soltó una pequeña
carcajada, pero no dijo más.
—Yo iré a investigar estos cuchillos —dijo Harry, levantando
uno de ellos, que habían conseguido a través de Frances Simak,
aunque no había podido llegar a reunirse con ellos directamente—;
Hermione me ha conseguido un contacto muggle desde donde
puedo empezar a investigar, tal vez podamos encontrar a un com-
prador.
—¿Alguna referencia sobre lo que los símbolos tallados re-
presentan? —preguntó Joel.
—Ninguna —contestó Brian—, pero podría apostar a que no
significan nada, esta gente no quiere mandar un aviso, ni una adver-
tencia, solamente busca vengarse de los soplo… —se interrumpió al
ver la mirada iracunda de Sebastian y resopló—. De los informantes

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—aclaró—, porque los culpan de haber propiciado de alguna mane-


ra, la caída de Ryddle, y por ende, que vivan así, como parias de la
sociedad.
—He hablado con los forenses, me tienen prometidos para
mañana los expedientes de Theodore Nott, Narcissa Malfoy y Ca-
therine Kennar —informó Posey, que se había unido al grupo re-
cientemente—. Son los únicos que fueron examinados por ellos,
para lo otro, lo de los muggles, es más complicado, espero tener al-
go pronto también.
—Cleave y yo no hemos encontrado nada anormal en las ca-
sas de los atacados —informó Chris—. Es decir, esta gente trabaja
completamente al modo muggle, supongo que usan guantes y cosas
así, porque no emplean hechizos anti rastreo ni nada de eso, y en
ninguno de los casos había señales de haber forzado puertas, venta-
nas, cerraduras o cualquier otra cosa, nada…
—También pensamos que pueden repararlo antes de mar-
charse —comentó Cleave, a lo que Chris asintió.
—Es decir, rompen una ventana para entrar, pero luego la
reparan y la cambian; por lo general demoran dos o tres días en en-
contrar a algunas de las víctimas, así que tienen tiempo de hacerlo.
—Eso es más complicado, quiere decir que tenemos que en-
contrar gente que trabaje en el lado muggle, y cambiar una ventana,
o una cerradura… es bastante simple, es decir, muchos lo saben ha-
cer —razonó Harry.
—Honestamente, yo no lo sé hacer —intervino Joel. Los
demás negaron con la cabeza, apoyando el punto de Joel.
—Bien, bien, ¿algo más?
—Trataron de hacer que la muerte de Nott pareciera un sui-
cidio —comentó Emma.
—Ah, cierto —suspiró Harry, no sabía que Nott había muer-
to hasta que había empezado a trabajar en ese caso.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Pero eso me hace cavilar un poco… —continuó Emma—,


¿por qué querrían que pareciera un suicidio?
—¿Por qué crees que no fue un suicidio? —preguntó Sebas-
tian, que opinaba que definitivamente aquello no era parte de los
homicidios, pese a haber encontrado el cuchillo en la escena—, es
decir, él no era un informante, ni nada por el estilo.
—Pero es una muerte vergonzosa —objetó Violet—. Nott
era un chico con mucho oro, su padre perdió todo eso durante la
guerra, y lo dejó más o menos con una cantidad apropiada para que
pudiera empezar un negocio, pero nadie quería hacer negocios con
él porque era el hijo de un mortífago, el muy tonto, en lugar de
buscar fortuna en el mundo muggle, se dio a la bebida y la vida di-
vertida, incluso algunos pensaban que consumía alucinógenos.
—Ya, razón de sobra para suicidarse —comentó Sebastian,
defendiendo su punto.
—Exacto, ¿quién sospecharía que no había sido un suicidio?
—continuó Emma—, aunque sus huellas estaban en el cuchillo, y
es más, es el único caso en el que se han encontrado huellas en el
cuchillo.
—Lo que demuestra que se suicidó.
—¿Con una navaja similar al que usan los vengadores? —
preguntó Violet—. ¿No crees que es mucha coincidencia?
—A ver… —les detuvo Laurent—, yo soy un vengador, re-
sentido porque el mundo y la sociedad me detestan, porque me han
quitado toda fortuna y posibilidad de salir adelante, y tengo delante
a Theodore Nott, un tipo que no fue enjuiciado y que, aunque su
padre fue un mortífago, pudo conseguir que el chico tuviera una
pequeña fortuna para sobrevivir; en lugar de hacer algo provechoso
con su vida, con la oportunidad que el la Comunidad Mágica le dio,
él va y lo tira todo por la borda, se vuelve alcohólico y despilfarra
todo el oro que tiene. ¿No me daría rabia? Es decir, el mismo tipo

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

de rabia que me dan los informantes, que ese chico haya tenido la
oportunidad que yo no tuve y la haya echado a perder.
—Es un buen punto —opinó Harry, y los demás parecieron
de acuerdo.
—En fin, lo tendré mañana en la noche —contestó Posey.
Eran cerca de las cinco de la mañana cuando Harry por fin
pudo irse a casa, era un alivio que esa mañana no tuviera que dar
clases, ese mes había optado por no impartirlas, para dedicarse de
lleno a la investigación.
Agotado y con sueño entró a su habitación. Draco estaba
durmiendo, sin hacer el menor ruido se metió a la ducha y se dio
un rápido baño, tratando de relajarse y pensar en algo diferente a
toda la información que tenía en la cabeza, sabía que faltaba poco,
que pronto podría tener algunos nombres, solamente era cuestión
de tirar de los hilos adecuados…
Se tendió en la cama con cuidado, a Draco no le gustaba que
lo despertasen en medio de su sueño, y menos en momentos como
los que estaban enfrentando, en los que no podían estar de acuerdo
en nada. Se cubrió con las mantas, y antes de que siquiera cerrara
los ojos, las manos de Draco lo destaparon por completo.
—Draco —jadeó por la sorpresa.
—Es tarde —suspiró Draco, empezando a repartir pequeños
besos por el cuello y el pecho de Harry.
—Lo es, lo siento —masculló Harry acariciando la cabellera
de Draco—. No quería despertarte.
—No importa… —Draco se apoyó sobre sus manos y se ele-
vó para darle un beso en los labios, sus lenguas y dientes chocando
y encontrándose.
—Draco…
—Hazme el amor —pidió con un gemido Draco, mientras
tomaba una de las manos de Harry y la llevaba hasta su erección.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Oh… vaya —suspiró Harry empujando a Draco sobre la


cama—. ¿De verdad quieres que te joda…?
—No dije que me jodieras, sino «hazme el amor», pero…
Oh, sí, por favor, Harry —gimió Draco bajito mientras Harry lo
desprendía de los pantalones, y se desprendía de los suyos también.
—Draco… —Harry se inclinó y lo besó profundamente
mientras se hundía lentamente en él, ambos suspirando y gimiendo
entrecortadamente por la sensación.
Fue rápido y rudo; después de eso Draco le dio un beso en la
mejilla y se acurrucó para dormir, repitiéndole que no quería saber
nada respecto a la investigación ni a los informantes, que simple-
mente quería seguir durmiendo y no discutir.
Y Harry le daba la razón, no discutían sobre eso, pero bási-
camente porque no hablaban sobre el asunto, podían tener una ten-
sa paz si hablaban de los amigos, de las compras, de la casa y de las
niñas, pero nunca hablaban del caso, porque Harry sabía que pelea-
rían y porque Draco evitaba el tema, y aunque pareciese que las co-
sas no iban bien entre ellos, cada noche al irse a la cama, Draco y él
terminaban, de alguna manera, haciendo el amor y durmiendo
abrazados.
A veces esa cuestión del enlace y la familia era verdadera-
mente un asunto muy complicado, decidió mientras, finalmente,
abrazado a Draco, se quedaba dormido.

–|– 

—No es plata en realidad —les dijo el hombre. Era grande,


gordo y la gran cantidad de tatuajes en los brazos y músculos inti-
midaba un poco, aunque no tanto considerando que era un muggle
y ellos podían hacer magia—, es una aleación, se le llama Plata de

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

Ruoltz y está formada de veinte partes de plata, cincuenta de cobre


y treinta de níquel.
—Ah… ¿y eso es malo? —preguntó algo inseguro Posey, con
el que había ido Harry esa tarde.
—Depende, ¿se los vendieron como plata?
—No… queríamos saber dónde los hacen —contestó Harry.
El hombre frunció el ceño y elevó el cuchillo para verlo a la
luz de la lámpara.
—Aquí está la firma, estaba seguro que era de él… —mas-
culló.
—¿Entonces sí lo sabe?
—Sí, pero el que los hace es un tipo muy raro… Me pregun-
to para qué lo estarán buscando, si su libertad está en juego… ya sa-
ben, eso tiene un precio.
—No me diga —replicó Harry algo enfadado.
—Vamos, hombre, que no le conviene andar cobrándole a
todo el mundo —señaló Posey sacando del bolsillo de la chaqueta
una muy convincente placa de policía muggle, Harry trató de no
lucir asombrado mientras el hombre palidecía un poco.
—Ah… ustedes los oficiales, cada vez los hacen más creíbles
—murmuró el hombre anotando algo sobre un papel sobre el mos-
trador—. De acuerdo, no le digan que yo los he enviado, ¿trato?
—Trato —respondió Posey tomando la nota y leyéndola, y
antes de que Harry se diera cuenta, el chico ya tenía la varita afuera
y susurraba un par de palabras. Pese a todo el tiempo que llevaba sin
ser auror, Harry las reconocía.
—¿Alguna pieza en la que estén interesados? —preguntó el
hombre con la mirada un tanto confundida en cuanto Posey guardó
la varita en el bolsillo.

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y el Fabricante de Pociones 2

—No… sólo mirábamos —respondió Posey y, haciéndole un


gesto a Harry, ambos salieron de aquella tiendita en mitad de Co-
ventry; el día estaba nublado y al parecer pronto empezaría a llover.
—Vaya… llevaba tiempo sin ver ese hechizo —comentó Ha-
rry, caminando con las manos en los bolsillos, junto a Posey, y avan-
zando por la ancha avenida central, hacia el punto seguro de desa-
parición.
—Lo imaginé por tu cara… y eso que si el tipo se ponía más
pesado pensaba usar Legeremancia; francamente, se equivocó de
personas si pensaba que nos iba a sacar algo de oro.
—Pues yo no habría tenido problemas en dárselo, no sería la
primera vez que le pago a alguien por información.
—Y así llegarás a la ruina. Además, no habrá forma de que el
tipo nos delate o chantajee, incluso que nos reconozca si alguno de
los vengadores lo interroga; en el fondo lo estamos protegiendo y
debería agradecérnoslo —declaró con entusiasmo. Harry rodó los
ojos.
—Claro… en caso de que se acordara…

–|– 

Hugh Baker llegó hasta la abandonada cabaña, resoplando


por el esfuerzo.
—Creo que deberíamos plantearnos el comprar la conexión
flú.
—Si lo hacemos nos ubicaran más fácilmente —protestó la
señora Julia Foreman, mientras dejaba sobre la mesa un tazón con
ensalada—; además, el ejercicio siempre es bueno para la salud.
Baker puso los ojos en blanco y se dejó caer en una de las
bancas.
—¿Alguna novedad de Attanasio?

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—No, cariño, ninguna —respondió la mujer maternalmente.


Ella había perdido a su esposo y sus dos hijos durante la guerra,
eran mortífagos, por supuesto; al igual que los demás, ella había
ayudado a los mortífagos, aunque había perdido bastante por estar
en ese bando. Todos estaban seguros de que nunca dejaría de extra-
ñar a su familia, y que la forma tan maternal que tenía de dirigirse a
todos era por eso—, pero aún es temprano, mientras más demore es
mejor, así al menos sabemos que no lo han botado de principio.
—Sigo creyendo que Dan era mejor para eso —protestó Ley-
la entrando en ese momento, tenía el turno más tarde en el restau-
rante, y ya lucía su túnica de trabajo.
—Pero Malfoy lo hubiera reconocido, al igual que a ti, o a mí
—contestó por la señora Foreman, Wren, dejando El Profeta sobre
la mesa y dándole una ligera mirada al guiso.
—Ni que se dignara a pasearse entre sus empleados más
humildes —murmuró Leyla.
El sonido de la puerta abriéndose interrumpió cualquier co-
mentario, Attanasio entró con aire triunfal, dejando el abrigo sobre
el remedo de percha que había en la entrada.
—¿Y? —preguntó ansioso Wren.
—Me lo han dado —sonrió Attanasio sentándose en uno de
los bancos—. Era cierto, ellos ofrecen empleo a los exonerados.
—Genial —sonrió Leyla.
—Ha sido muy simple, aunque claro, no es más que para
ayudar a limpiar los calderos, pero algo es algo, ¿no?
—Claro, claro —susurró Wren—, entonces… ¿desde maña-
na?
—Desde mañana.
—Bien, debes ser cuidadoso, que no te noten demasiado, y
memorizar cada detalle, por pequeño que te parezca.
—Por supuesto.

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y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Pasaba ya del mediodía cuando al fin se pudo desocupar, de


todas maneras no planeaba faltar a la fiesta que Gael y Mikel ofre-
cían, sobre todo porque le había prometido a Draco asistir y no es-
taba en sus planes fallarle, sabía que últimamente lo estaba haciendo
mucho, y que eso era lo que tenía a Draco de tan mal humor.
Llegó a casa y no se sorprendió de no encontrar a Draco ni a
las mellizas, después de todo, éste le había dicho que irían a visitar a
Andrómeda y Teddy antes de ir a casa de Gael y Mikel. Aprovechó
el tiempo en soledad para darse una larga ducha y dormir un poco,
casi cerca de las tres de la tarde, hora en que habían quedado de re-
unirse, se terminó de vestir y se encaminó, vía flú, a la que era la ca-
sa de sus amigos, a la que había dejado de visitar luego de que Mi-
kel se marchara.
Definitivamente no esperó encontrarse con lo que vio:
Manfred estaba a un lado del salón, sonrojado y agitado,
Gael, Mikel, Ethan y Lucka también estaban allí, los cuatro lo mira-
ban de manera amenazadora.
—¿Qué…? —preguntó extrañado llegando al lado de sus
amigos, escuchaba en el patio las risas de los niños y una suave mú-
sica.
—Que Manfred ya se iba —explicó Mikel con los dientes
apretados—. ¿No es así?
Manfred entrecerró los ojos y miró hacia Harry con rabia.
—¿Qué ha pasado? —pudo preguntar Harry esta vez.
—El idiota ha venido a amenazarnos —explicó Lucka, Harry
casi nunca lo había visto así de molesto.
—¿Qué? —preguntó Harry poniendo una mano en la cintu-
ra, sobre la varita oculta—. ¿Cómo te atreves?

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—Es obvio que no te atreverás más, ¿no es así? —preguntó


Gael—. Si es que no quieres que te denuncie por destrozar el de-
partamento.
—¿Destrozaste el departamento de Gael? —increpó Harry
un poco más molesto, sabía algo ya de la historia de Manfred y Gael
y la forma como lo había amenazado por teléfono.
—¡Tenía derecho! —replicó Manfred—. Él se burló de mí.
Harry avanzó unos cuantos pasos más hacia él.
—Estoy seguro que pagarás todos los destrozos, y que no te
aparecerás más, si en realidad no quieres a los aurores y al Ministe-
rio sobre tu oficina, inspeccionando todo lo que haces.
—¿Ahora tú me amenazas?
—Todos lo hacemos —respondió Mikel, los demás asintie-
ron firmemente.
Manfred les dio una mirada enfadada y luego se acomodó un
poco más la túnica antes de avanzar con pasos firmes hasta la puerta
de la calle, todos lo observaron hasta que salió, dando un sonoro
portazo.
—Con eso tendrá —suspiró Ethan, luciendo más relajado.
—Sí —asintió Lucka mientras miraba a Harry—, por cierto,
hola, Harry.
—¿Hizo algo malo aquí? ¿Los demás están bien? —preguntó
Harry preocupado.
—Sí, lo están —suspiró Gael dejándose caer sobre el sofá—;
lamento que esto haya pasado… no sabía que podía ser tan violento
—explicó señalando hacia una de las esquinas, donde el pequeño
bar estaba ahora destrozado.
—¡Demonios! —exclamó Harry—. No me había dado cuen-
ta que… ¿cómo es que pasó esto?
—Estábamos llegando —explicó Ethan—, y Manfred vino
detrás de nosotros, por vía flú; en cuanto aterrizó aquí empezó a

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

gritar e insultar a Gael, y destrozó el bar, ya iba a seguir con el patio


cuando aparecieron Mikel y Gael, y lo pusimos en su sitio, justo
cuando tú llegaste.
—¿Los demás no se dieron cuenta?
—No… puse un hechizo de silencio, no quería tener más
problemas —afirmó Mikel.
—Menos mal que los otros no se dieron cuenta —afirmó
Gael, que recibía una cerveza de manos de Mikel.
—Sí, no quiero ni imaginar lo que Draco le hubiera hecho si
lo escuchaba —suspiró Mikel.
—O lo que Manfred le hubiera podido hacer a él, o a cual-
quiera de nosotros.
—No… Draco se sabe defender muy bien, eso no es un pro-
blema, ahora lo importante es asegurarnos de que no moleste más
—le tranquilizó Mikel.
—No lo hará —afirmó Ethan—, si sabe lo que le conviene,
se desaparecerá.
—Eso espero, realmente —asintió Gael.
—Aunque hubiera sido buena idea dejar que Draco viniera
también —comentó un momento después Lucka, sonriendo y apa-
rentemente más relajado.
—Sí, seguro que le hubiera dado un buen golpe —se burló
Ethan, todos comenzaron a reír menos Gael, que los miraba con el
ceño fruncido.
—Draco no golpea a la gente —reprochó Harry.
—Ja —replicó Mikel—. ¿Ya olvidaste que sí sabe golpear?
Gael frunció el ceño y Harry se dio cuenta, ni Draco ni nadie
le había dicho a Gael que Draco había golpeado a Mikel.
—Bueno… creo que mejor iré… —empezó a decir ponién-
dose de pie, pero Gael no lo dejó terminar.
—¿A qué te refieres?

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

Los demás se dieron miradas culpables, y finalmente Mikel


fue el que se animó a hablar.
—Lo siento, pensé que te había contado, o que él te lo había
dicho… sobre la pelea que tuvimos hace tiempo, cuando termina-
mos… él me golpeó en esa ocasión.
—¿Él te…? ¡Oh, por Merlín! —exclamó Gael, poniéndose
de pie y caminando hacia el patio, los demás se dieron miradas inte-
rrogantes y rápidamente lo siguieron.
En cuanto la puerta del patio se abrió, Gael exclamó con voz
fuerte:
—¡Draco Malfoy, estás en serios problemas!
Draco, que estaba en ese momento conversando con Giles y
Tyrone, dio un respingo y se giró para ver a su amigo, que ya cami-
naba a grandes pasos hacia él.
—Yo mejor me quedo aquí —farfulló Harry hacia los demás,
quedándose cerca de la puerta y viendo a lo lejos a Draco y a Gael
discutir.
—Iremos a ver a Patrick —dijo Lucka y pronto Ethan, Mikel
y él se movieron hacia el otro extremo del patio, donde Ron y
Hermione jugaban con el pequeño, y miraban de reojo hacia Draco
y Gael.
Harry se quedó observando a Gael y Draco, preguntándose
cuánto tiempo más duraría la discusión, y entonces escuchó las risas
de las niñas, que venían corriendo en ese momento desde el otro
extremo del jardín, hacia él.
—¡Papi! —gritaron las dos a la vez, abrazando sus piernas
con fuerza.
—Hola, princesas, ¿se están divirtiendo?
—Yo no princesa, yo Sofía —reprochó una apartándose.
—Yo Zoe, papi —reprochó la otra.

1049
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Lo sé, pero también son mis princesas —respondió Harry,


agachándose para darle un beso a cada una.
El grito de otro niño las hizo sobresaltar, y pronto las vio a
ambas alejarse gritando «Jules» en medio de carcajadas y escapando
de Jules, que era un poco mayor que ellas y las perseguía.
Harry se quedó allí un rato más, observando a sus niñas co-
rrer, con sus largos cabellos lacios y oscuros flotando al viento, y sus
grises ojos brillando; ambas iban por todo el jardín gritando mien-
tras trataban de no ser alcanzadas por Jules. Draco las había vestido
a ambas con vestidos similares en color negro, sin mangas y con un
cinturón ancho en la cintura, el de Zoe era verde y el de Sofía era
azul, el color iba bastante bien con sus pálidas pieles. Recordó, con
una sonrisa, la obsesión de Draco por no ponerles cosas rosadas, pe-
se a todo lo que la señora Weasley e incluso Hermione hacían por
hacerlo cambiar de opinión.
—Papi —gritó Sofía, pasando cerca de él en ese momento,
Harry las saludó con una mano, y un instante después pasó Zoe,
haciéndole un gesto de saludo también.
Vio a Gael y Draco apartarse finalmente, y pensó en si era
prudente el acercarse a su esposo en ese momento.
Draco negó con la cabeza, lo que le faltaba era a un Gael mo-
lesto por algo que había ocurrido varios años atrás, entonces se dio
cuenta de la presencia de Harry; sabía que estaba de buen humor y
le sonrió, esperando que eso fuera suficiente para que se acercara.
—Hola —sonrió Harry en cuanto lo alcanzó.
—Hola —respondió Draco antes de inclinarse y darle un be-
so en los labios—. ¿Llevas mucho tiempo aquí?
—No mucho, estaba viendo a las niñas, me gustan esos ves-
tidos, ¿son nuevos?
—Ajá —Draco asintió mientras lo tomaba de una mano y lo
jalaba a la larga banca donde había estado sentado junto a Giles y

1050
LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

Tyrone, antes de que Gael lo interrumpiera—. Fuimos de compras


esta mañana, a ellas les gustó también.
—¿Y no había uno con color rojo? —preguntó divertido
mientras recibía una cerveza de manos de Tyrone.
—No… el rojo no pega, cariño —resopló Draco.
—¡Oh, vamos! —reprochó Harry, acercándose más a él y pa-
sando un brazo sobre sus hombros, se sentía tan feliz y en un am-
biente familiar, con las niñas corriendo a su alrededor y con Draco
actuando de manera normal. Pensó por un instante en la misión y
en todo lo que le estaba quitando, perdiéndose pasar más de esos
momentos, pero entonces se recordó que la madre de Draco había
muerto por ellos, que había más gente muriendo, y que no podría
tener esa tan ansiada tranquilidad hasta que se librase de aquellos
asesinos.
—¿En qué piensas? —le preguntó Draco algo preocupado.
—En lo gracioso que resulta todo cuando Gael te reprende
—le contestó antes de darle un beso en la mejilla.
—¡Oh, no molestes! —exclamó Draco, en el fondo algo di-
vertido, pero no queriendo admitirlo; sabía que Gael no estaría en-
fadado con él por mucho rato, y que al fin y al cabo eso era algo que
había pasado hacía mucho tiempo ya.

–|– 

Harry conocía Derby porque varias veces había estado por


allí con sus compañeros de la Academia, en sus tiempos locos, co-
mo los denominaba Draco. Aún así Grey Street, debía reconocerlo,
lucía mucho más cambiado de lo que había esperado, ahora las
tiendas eran mucho más oscuras, y la gente que pululaba por allí
daba hasta cierto temor, con sus millones de perforaciones por to-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

dos lados, tatuajes y cabellos en extraños peinados, la música que


sonaba era mucho más estridente.
—Vaya —susurró Chris, con quien había ido en esta ocasión.
—Eso mismo digo.
—Empiezo a sentirme viejo —comentó Chris, viendo a una
chica que podría ser bastante atractiva si no fuera por la cantidad de
maquillaje oscuro sobre los ojos, o eso pensó Harry.
—Somos más maduros, no viejos —le animó Harry.
—Ya, seguro eso te lo dijo Draco está mañana para hacerte
sentir mejor.
Harry no contestó, lo cierto era que Draco no le había dicho
nada en absoluto esa mañana.
—Ah… ese debe ser el lugar —le dijo Chris jalando de su
manga y señalando una pequeña tienda que tenía en la ventana cor-
tinas de color negro, la puerta era también una cortina oscura, y so-
bre la puerta estaba escrito con letras mayúsculas y minúsculas Ta-
tuering 17.
—Sí, ese debe ser… De acuerdo, ¿traes una placa de oficial
de policía como Posey? O piensas hacer algún hechizo.
—Ya veremos… —masculló Chris peinándose el cabello ha-
cia atrás y dando un pequeño suspiro.
Ambos entraron con pasos decididos a la pequeña tienda, en
el interior había un chico bastante guapo, Harry le calculaba unos
veintinueve años, bronceado y con el cabello muy rubio, sus ojos
eran celestes y vestía una camiseta verde y unos pantalones de algo-
dón oscuros que le apretaban las caderas.
—Hola —dijo el chico, levantando la mirada de la espalda de
una chica bastante guapa, a la cual le estaba haciendo un tatuaje, ba-
jo la mancha de tinta y sangre Harry podía adivinar unas cuantas es-
trellas.
17
Tatuering: Tatuaje en Sueco.

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—¿Qué hay? —preguntó Chris haciendo un asentimiento.


—¿Quieren un tatuaje? —Harry notó recién su acento mar-
cado, si se trataba del dueño del local, tal como habían investigado,
se trataba de un chico sueco.
—Ya veremos —respondió esta vez Harry—. Daremos una
mirada mientras terminas.
—De acuerdo, no falta mucho —contestó el chico, el sonido
de la pequeña máquina trabajando en la espalda de la chica llenó el
lugar mientras Harry y Chris le daban una mirada a los diferentes
diseños de tatuajes que habían sobre las paredes, la mayoría fotogra-
fiados en los mismos cuerpos tatuados.
—¿Sólo te quedaste con uno? —preguntó Chris inclinando
la cabeza un poco para ver la fotografía del tatuaje en la espalda de
una chica, era un ángel femenino cargando una cruz.
—Sí, ¿y tú?
—Ya llevo cuatro, pero no continuaré, el último lo hice des-
pués de que me pillaron en una misión, por poco me matan.
—Ah… claro, fui a verte a San Mungo.
—Ajá, durante esa misión tuve que hacerme uno que no me
gustaba tanto, una enorme cruz en el brazo, lástima que me haya
tomado desprevenido, sino hubiera hecho algún hechizo para evitar
que se grabara realmente… —Chris frunció el ceño—. Aunque ya
me acostumbré a tener ese, y ahora me gusta.
—¿Y entonces por qué te hiciste el otro?
—Ya sabes, lo mismo, por que casi me matan, y quiero estar
seguro de que si algún día me asesinan, sabrán que soy yo y no otro
que se hace pasar por mí… —Chris se encogió de hombros y Harry
sonrió, aún recordaba esas tontas conversaciones en la Academia,
cuando todos pensaban que estarían siempre en temibles misiones
donde podrían perder la vida y era necesario ser reconocidos, aun-
que fueran destrozados en pedacitos, literalmente.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry se entretuvo mirando las demás fotografías, también


habían de pirsins, algunos se veían muy dolorosos, hasta que final-
mente la mujer soltó un suspiro de alivio a la vez que el sonido de
la máquina trabajando se detuvo.
—Gracias —comentó la chica mirándose por un juego de
espejos la espalda—, ha quedado divino —le dio una sonrisa coque-
ta a Harry y Chris—. ¿Les gusta, chicos?
—Oh, sí, es muy sexy —replicó Chris con una sonrisa en-
cantadora, Harry asintió distraídamente mientras estudiaba el mos-
trador donde el chico estaba guardando el dinero que la chica le ha-
bía dado.
—Ahora, ¿qué puedo hacer por ustedes? —preguntó el chico
mientras la chica se ponía una chaqueta y salía del lugar.
—Buscamos a Lars Erik —dijo Chris con un poco más de
seriedad.
—¿Y para qué exactamente lo buscan? No son polis, ¿o sí?
—Eso depende, tenemos esto —informó Harry, sacando la
navaja y colocándola sobre el mostrador donde el chico estaba—,
nos dijeron que tú los hacías en una época, que tiene tu firma.
El chico pareció algo preocupado.
—No es ilegal hacer cuchillos para vender, lo que hagan con
ellos no es mi asunto.
—Nadie te está culpando, pero necesitamos de tu coopera-
ción… —contestó Chris inclinándose un poco hacia delante, Harry
pensó que le lanzaría un hechizo en cualquier momento.
—De acuerdo… —el chico dio un suspiro afectado y tomó el
cuchillo por el mango, poniéndolo bajo una lámpara—. Ah… sí,
claro que es mío, lo recuerdo, tardé mucho tiempo en hacerles esos
grabados…
—¿Hacerles? —preguntó Harry.

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—Ajá, lástima que no los pude vender, estoy seguro que la


gente hubiera pagado su buena pasta por tenerlos.
—¿Por qué no los vendiste?
—Me los robaron. Fue cuando recién empecé mi negocio
aquí, hace años, creo que fue el tipo que contraté para que me ayu-
dara con la tienda, pero la policía nunca lo pudo encontrar, y segu-
ramente el valor de los cuchillos no era tanto como para hacer una
gran búsqueda.
—¿Qué tipo?
—¿Por qué lo quieren saber? ¿Se usó para algo malo? —pre-
guntó preocupado el chico, mientras dejaba la navaja sobre el apa-
rador nuevamente, con un gesto de asco.
—Algo así, pero nadie te culpa, sólo queremos saber qué ti-
po.
—Tengo su nombre: Steward Cohen —respondió el chico
con seguridad—, aunque fue hace mucho tiempo… no creo que él
haya tenido algo que ver en cualquier cosa que se haya hecho con
ese cuchillo…
—¿Cuántos cuchillos se llevó?
—Veinticuatro, lo recuerdo porque los estaba numerando,
éste es el número diecisiete, lo sé por esta marca de aquí —dijo se-
ñalando a una pequeña línea en el grabado, que ninguno de ellos
había notado.
—¿Los otros también están enumerados? —preguntó Harry
inclinándose lo suficiente para ver el grabado que el chico les seña-
laba.
—Sí, cada uno tiene una línea más, este tiene diecisiete en
total.
—Ah…
—¿Cuánto estuvo Steward aquí?

1055
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Unos seis meses, era un poco raro al inicio, ¿saben? Como


si fuera extranjero, aunque decía que era de aquí, pero yo sabía más
cosas de la ciudad que él…
—¿Tienes una foto?
—No, nada de fotos… aunque recuerdo su rostro a la per-
fección…
Y entonces Harry sí sintió la magia fluyendo, ni siquiera ne-
cesitó mirar a Chris, con ver la mirada desenfocada del muggle lo
supo. Un instante después Lars Erik parpadeó algo confuso.
—Bien, nos has sido de mucha ayuda, muchas gracias —le
dijo Chris con una sonrisa mientras envolvía el cuchillo y se lo me-
tía en la chaqueta.
Lars Erik les dio una mirada extrañada y negó con la cabeza.
—Ya, de acuerdo, si se animan por un tatuaje me dicen.

–|– 

Draco dio un resoplido de frustración mientras veía el resul-


tado del hechizo en su propio cuerpo. Escuchó el ruido de la chi-
menea anunciando la llegada de alguien, supuso que Harry, aunque
era demasiado temprano, por lo general Harry llegaba últimamente
en las madrugadas, no antes de medianoche. Se vistió rápidamente,
y antes de salir a recibirlo dio una mirada más en el cajón, habían
pasado cuatro semanas ya… eso debía significar algo, tal vez no era
el momento…
Cerró los ojos, recordando al niño con el que no había deja-
do de soñar, con las palabras de su madre… y sonrió antes de estirar
la mano y sacar otro frasquito más de sustancia dorada.

–|– 

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

Harry le dio una mirada a las mellizas, ya estaban dormidas,


al día siguiente le tocaría a él llevarlas a la guardería, Draco se había
estado ocupando de eso los últimos días, pero tampoco era dejar ti-
radas sus responsabilidades de padre ni mucho menos, él más que
nadie sabía lo importante que era para un niño tener a sus padres
siempre cerca.
—Hola —le saludó Draco entrando a la cocina, lucía un po-
co agitado, pero Harry no quiso preguntar, las conversaciones con
Draco no se daban bien últimamente y no quería arriesgarse a ini-
ciar una pelea.
—Hola… lamento llegar tarde.
—Ya estoy acostumbrado —dijo mientras se sentaba a la me-
sa y servía lo que quedaba de guiso en un plato para él; Harry se
mordió el labio y lo imitó, agradeciendo la comida caliente, real-
mente moría de hambre.
—Mañana llevaré a las niñas a la guardería.
—Que bueno, ya están preguntando por ti en el auto.
—Lamento eso también.
—No importa, es decir, cada uno tiene sus prioridades, lo
entiendo, y sé que las niñas deben entender también.
—Me estás haciendo sentir mal con eso, ¿sabes?
—¿En serio? —preguntó calmado Draco, encogiéndose de
hombros—, no ha sido mi intención hacerlo.
—Mejor cuéntame qué tal tu día —pidió Harry después de
tomar una profunda bocanada de aire y obligándose a recordar que
no quería discutir con Draco.
—Genial, hay una nueva fábrica interesada en algunas de
nuestras fórmulas, pero les hemos dicho que esperen un poco.
—¿Y eso?
—Está en Asia, aún no queremos llegar tan lejos… es decir,
ni siquiera sé hablar japonés o mandarín o nada por el estilo.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Vaya, Asia…
—Ajá, y como sea, no tenemos tiempo, es decir, estamos so-
bresaturados de trabajo, hace unos días hemos tenido que contratar
más gente para ayudar a los pocionistas, y mañana tengo toda la
mañana de entrevistas para nuevos fabricantes… —Draco se metió
un trozo de comida a la boca y negó con la cabeza—, de solo pensar
lo que nos espera, ya me siento agotado.
—Claro… ¿Gael y Mikel?
—Bien. Mikel vuelve a Francia en tres días, está terminando
de arreglar todo para el traslado, le han ofrecido una plaza en San
Mungo.
—Pensé que ya no quería trabajar más en San Mungo.
—No, eso era antes que el jefe… No recuerdo el nombre…
se retirara; ahora le han ofrecido una plaza en emergencias, que es
lo que más le gusta.
—Sí, le encanta estar bajo presión —comentó Harry mien-
tras comía a prisa.
—¿No has almorzado?
—Casi nada… mucho trabajo, ya sabes —suspiró Harry.
El resto de la cena transcurrió en medio de tensos silencios y
conversaciones poco interesantes, cuando finalmente ambos fueron
a la cama, Draco le saltó encima una vez más, y rápidamente esta-
ban nuevamente haciendo el amor, para luego quedarse dormidos
abrazados.

–|– 

—Hola a todos —saludó Hermione con una sonrisa mien-


tras entraba tomada de la mano de Ron.

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LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

Todos retribuyeron al saludo, pues ya la conocían de las


reuniones anteriores y su presencia indicaba que tenía algo de in-
formación.
—¿Quieres tomar algo? —le preguntó solícito Laurent
mientras aproximaba dos sillas hasta los recién llegados.
—No, sólo vinimos un momento… tenemos algo que les
puede interesar.
—Adelante —pidió Harry, todos los demás se quedaron en
silencio y Hermione agitó la varita sobre ellos, creando en el centro
una imagen similar a la de un pensadero, pero para que todos la pu-
dieran ver. Era un hechizo que usaban bastante en el reconocimien-
to de testigos o criminales en los juicios, según sabía Harry.
La imagen que Chris le había dado a la chica una semana an-
tes apareció en medio de ellos.
—Steward Cohen. Nombre ficticio, por supuesto —empezó
ella—, en el mundo muggle no se conoce nada sobre él, pero hice
un seguimiento por su rostro a través de los archivos que tenemos
de los exonerados que habitaron Rútland durante los primeros siete
años y me encontré con esto:
La imagen cambió un poco; los rasgos, el cabello castaño se
oscureció un poco más y se alargó, en la nueva imagen salía vistien-
do una túnica color azul.
—Hugh Baker —explicó ella—; treinta y cinco años en la ac-
tualidad, sus padres están muertos, cuando salió de Hogwarts traba-
jó en el Caldero Chorreante sirviendo mesas durante un par de
años, luego de eso empezó a trabajar en el mundo muggle y en el
mágico, nada glorioso, ayudante de tiendas y restaurantes, no es
sangre pura, sus abuelos maternos eran muggles, formó las filas de
Voldemort durante la guerra, y fue atrapado antes de la batalla final,
en una misión, sus compañeros lo dejaron porque cayó herido… es

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

de Rútland y estuvo trabajando bajo las órdenes de Goyle padre, se-


gún atestiguó él mismo.
—¿Y dónde está ahora?
—Es difícil saberlo, Harry —respondió ella—; el Ministerio
ha dejado de seguir a los exonerados con pocos crímenes, él no tie-
ne cargos por asesinato, tampoco hizo nada realmente grande, así
que es considerado un exonerado de rango menor, aunque por re-
ferencias, sabemos que salió de Rútland hace tres años, que vivía
con un chico…
La imagen cambió por el nuevo movimiento de varita, y la
imagen de un chico guapo, con el cabello castaño apareció:
—Leonard Attanasio, treinta años en la actualidad, casi la
misma historia, aunque él tenía a sus padres vivos, no participaron
en la guerra, estudiaba Medimagia y dejó su carrera cuando la gue-
rra se desató, tampoco es sangre pura, sus padres murieron poco
después de que lo condenaran, hasta donde sé, no volvió a verlos
desde la condena, seguramente no hicieron las paces nunca. Es pro-
bable que tras convivir tantos años con Hugh Baker hayan conti-
nuado igual al terminar su estadía forzada en Rútland.
—Y déjame adivinar —comentó Cleave—; tampoco saben
dónde está.
—No… tampoco, pero tenemos aún el compromiso que fir-
maron —contestó ella.
Violet se puso en pie.
—¡Se les puede llamar!
—¿Aún? —preguntó Harry consternado, no había visto el
dichoso compromiso de Draco en muchos años.
—Más o menos —comentó Violet—; es decir, habría que ver
si al dejarlos en libertad se les dijo que tenían que cargar con el do-
cumento o no, cuando las libertades comenzaron a ser entregadas a
muchos se les dijo que ya no era necesario que lo cargasen.

1060
LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—No tengo esa información —se lamentó Hermione.


—Es de aurores Guarda —le tranquilizó Violet—; yo lo bus-
caré —dijo sacando una libreta y anotando los nombres que la chica
había dado.
—Bien, ¿algo más? —preguntó Harry.
—Sí —aceptó Posey mirando a Ron—. Él y yo hemos hecho
una lista de las lechucerías que visitamos, tenemos muchos nom-
bres de magos que estuvieron exonerados y que trabajaron allí.
—Bien, Cleave y Laurent se pueden poner a comparar datos,
tal vez vecinos cercanos a Draco o a Attanasio y Baker…
—A la orden.
—Nosotros también tenemos algo de eso… es mucha in-
formación —dijo Emma levantando un expediente, Cleave frunció
el ceño, pero igual lo recibió.
—Esto tardará.
—Al menos no hemos tenido ningún tipo de movimiento
extraño alrededor de la casa de Thea —tranquilizó Harry a Sebas-
tian.
—Sí, pero mientras más rápido acabemos con esto… —
Sebastian negó con la cabeza y luego se puso en pie—. Tengo los re-
sultados forenses muggles, he hecho una copia para cada uno, hay
cosas que no entiendo, pero casi todo es igual, se adjunta también la
copia de la parte policial, al parecer les robaron, se llevaron perte-
nencias de valor, les cortaron el cuello y dejaron la casa cerrada por
dentro y el cuchillo junto al cuerpo.
—De la casa de Narcissa no sacaron nada —comentó Ron.
—No, era su primer crimen, tenían además el tiempo justo,
no se habrían arriesgado, se han ido perfeccionando con el tiempo.
—Las imágenes de los cuchillos coinciden con las marcas
que te explicó ese tal Lars Erik, tiene diferentes marcas al final de
uno de los grabados.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Entonces podemos relacionar las armas homicidas con


Baker —concluyó Harry.

–|– 

Draco aprovechó la mañana para bajar a la planta, siempre


trataba de darse un tiempo para hacerlo; al inicio, varios años atrás,
en Grimmauld Place, recordaba solamente una pequeña mesa, y él
y Gael trabajando contra el tiempo, cuando Tyrone había llegado le
pareció que era un gran logro, ahora, viendo las veintisiete mesas
largas con muchos y muchas trabajando en ellas sintió un gran re-
gocijo, realmente ahora sí habían avanzado, y bastante.
—Hey, ¿qué tal Draco —saludó Tyrone, lucía un poco can-
sado y Draco recordó que aún tenía pendiente darle vacaciones.
—Cansado. ¿Cómo van los pedidos para Italia?
—Genial —dijo señalando hacia la mesa número cuatro—,
en tan sólo dos días más los tendremos listos, un día antes de lo es-
perado.
—No los estarás haciendo trabajar demasiado, ¿no? —pre-
guntó mientras, junto a Tyrone, caminaba al lado de la mesa, los
pocionistas sonreían al verlo pasar y le daban saludos amables, al
igual que los nuevos ayudantes, que se encargaban de limpiar calde-
ros, enfrascar contenidos y pegar etiquetas.
—Por supuesto que no, además en la noche tenemos el
turno de control de calidad, es mucho más simple así, no hay cho-
ques de opinión ni nada de eso.
Draco se inclinó sobre uno de los calderos, la chica que tra-
bajaba en el se apartó un poco, al igual que su ayudante, el rostro
del ayudante le pareció conocido, pero no lo pudo ubicar, arrugó un
poco la nariz por el olor y asintió.

1062
LIBRO VI|Vida
[3] La investigación empieza a dar frutos

—Te está quedando muy bien —felicitó a la chica antes de


darse la vuelta y caminar con Tyrone hacia las otras mesas.
—¿Ese era Draco Malfoy? —preguntó Attanasio mientras
cortaba las hojas que la chica le había indicado.
—Sí, él y el señor Eytinge son los dueños, creo que son pro-
pietarios cincuenta y cincuenta.
—Ah, que raro verlo por aquí…
—Nah, nada de eso, él siempre viene a ver cómo van las po-
ciones, nos explica cómo hacer algunas cosas, sobre todo cuando se
trata de pociones nuevas… es muy amable, el señor Eytinge tam-
bién lo es.
—Cualquiera pensaría que la fama se le ha subido a la cabeza
—comentó Attanasio sin dejar de parecer inocente.
—No, no lo creo. Además con todo el trabajo que tiene, el
que siempre baje a ver cómo vamos en el proceso de creación es al-
go bueno…
—¿Mucho trabajo? Si ya tiene una fortuna.
—Sí, pero siempre está creando pociones nuevas, tiene mu-
chas patentadas, el otro día lo leí, son más de sesenta, y aún conti-
núa haciendo investigación para realizar otras creaciones… sus hijas
le quitan algo de tiempo, por eso está algunas noches hasta tarde en
su despacho creando nuevas cosas, verdaderamente que lo admiro.
—¿En serio?
—Por supuesto, se encarga de la casa, también maneja algu-
nas finanzas de su esposo… El señor Potter también es muy lindo y
guapo, siempre anda ayudándolo… y bueno, además de atender la
familia, es un fabricante de pociones. Siempre anda inventando pó-
cimas nuevas. Dicen que es el mejor pocionista que ha existido en
Reino Unido desde hacía quinientos años.
—Oh… ¿Y se queda todas las noches?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, no todas, depende, ahora está trabajando en un pedi-


do para España, así que se queda más tiempo arriba, creo que los
días viernes sobre todo.
—Ah, que interesante —masculló Attanasio, tomando notas
mentales de toda la información que le facilitaba la chica, había te-
nido suerte de que lo pusieran a trabajar con una habladora.

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

4
Culminación

Aún no estoy preparado para no tenerte y sólo recordarte...


Aún no estoy preparado para no poder oírte o no poder hablarte, no estoy preparado
para que no me abraces y para no poder abrazarte.
Aún te necesito y aún no estoy preparado para caminar por el mundo preguntándo-
me ¿por qué? No estoy preparado hoy ni nunca lo estaré. Te necesito.
Pablo Neruda (1904-1973), poeta chileno

Viernes 16 de octubre de 2008, casa de Harry y Draco: 4:00 AM

-¿
Qué hora es? —masculló Draco abriendo los ojos
algo sobresaltado, no se había dado cuenta en qué
momento se había quedado dormido.
—Tarde, lo siento —susurró Harry tendiéndose a su lado en
la cama, y abrazándose a él.
—¿Recién llegas?
—Sí, pero dentro de poco tengo que volver a salir, quería
abrazarte un rato, hasta que amaneciera.
—¿Por qué te tienes que ir de nuevo? —le preguntó Draco,
mientras se giraba hacia él y comenzaba a repartir pequeños besos
por el cuello, sus manos acariciando lentamente el pecho.
—Porque creo que hemos encontrado algo importante y re-
cién lo podremos verificar más tarde, aunque parezca tonto es así, y
1065
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

verdaderamente… —Harry soltó un bostezo y sujetó una de las


muñecas de Draco, que ya empezaba a acariciar más abajo—, estoy
muerto. Draco, ahora no.
—¿Ahora no? —preguntó Draco con voz resentida—. ¿Qué
quiere decir eso?
—Quiere decir que estoy cansado y vine para dormir un ra-
to, no para que lo hagamos.
—Ah, perdone el señor —le respondió Draco alzando la voz
una octava—. Si no está de humor, pues entonces no se hace.
—Draco —suspiró Harry, girándose hacia Draco que se ha-
bía dado la vuelta—, vamos.
—No.
—Pero… ¿Qué es lo que te pasa? ¿No podemos sólo dormir
esta noche?
—Madrugada —aclaró Draco—, es de madrugada, son las
cuatro de la mañana, vienes y me despiertas y luego no quieres ha-
cer nada.
—Es que estoy cansado, y no quería despertarte. Además, no
sería la primera vez que nos dormimos sin hacer nada… no siempre
tenemos que… ya sabes… —explicó Harry, pensando en si no sería
buena idea sólo tenderse a dormir y ya, sin tratar de dar más expli-
caciones, podía percibir la terquedad en Draco.
—¿Lo has hecho con alguien más? —preguntó Draco girán-
dose hacia él.
—¡¿Qué?! No, por supuesto que no. No seas idiota.
—Sólo lo preguntaba, como ya casi nunca te veo…
—Por favor, Draco, no digas eso; sabes que siempre…
Draco negó con la cabeza y lo interrumpió:
—Ya nunca estás aquí, jamás. Cuando dejaste los aurores di-
jiste que lo hacías porque no querías dedicar tu vida a ese trabajo,
porque querías estar más tiempo aquí en casa, cuando las niñas na-

1066
LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

cieron dijiste que había valido la pena, que no te arrepentías de ha-


berlo hecho, de haberlo dejado, porque te ilusionaba más tener que
cuidar y pasar tiempo con las niñas, y verlas crecer, que andar persi-
guiendo malhechores, sin embargo, ahora… —Draco tomó una
pequeña bocanada de aire—, ahora es como si fueras nuevamente
un auror, y antes no es que no me importara, es que lo tenía acepta-
do, el que fueras un auror y que no estarías siempre en casa, que
tendría que adaptarme a tus horarios; pero ahora, después de tanto
tiempo, después de haber tenido a las niñas… Y sé que no soy el
más adecuado para hablar sobre poner el trabajo delante de todo lo
demás; en el pasado lo he hecho, pero eso fue en el pasado…
Cuando nos enlazamos decidimos no dejar que los trabajos se ante-
pusieran a nosotros, y cuando las niñas nacieron… ¿Recuerdas la
primera noche que las trajimos a casa? —Harry asintió, incapaz de
decir nada más—; ese día juramos que estaríamos aquí para ellas
siempre, que no haríamos nada que pusiera en riesgo a ninguno de
los dos, que ellas eran lo más importante para ambos.
—Yo no me estoy poniendo en riesgo —farfulló Harry, pero
Draco no pareció escucharlo.
—Yo quiero otro niño, ¿sabes? Lo deseo mucho… aunque
pienses que es una tontería, aunque creas que es sólo frustración o
capricho, no lo es. Ese niño debe nacer. No me imagino cómo po-
dremos seguir o intentarlo siquiera si es que nunca estás en casa, si
nunca te tengo cerca, si ellas no te tienen cerca; sé que tratas de ha-
cerlo: de llevarlas a la guardería, de desayunar con ellas o recogerlas,
pero siempre lo haces todo con premura… no creo que sea sufi-
ciente para ellas, no te ven nunca durante las cenas, o cuando hay
que bañarlas, ni siquiera durante las tardes…o en el parque, ¡nada!.
Cada día te conviertes más en un invitado en sus vidas que en su
padre.
—Draco, no…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No te lo dije esperando una respuesta, simplemente creo


que era hora de que te dijera lo que siento… lo que pienso —
suspiró Draco, dejándose caer en la cama nuevamente—. Te amo,
Harry, eso nunca va a cambiar, pero lo que haces ahora… me hace
pensar que tal vez amas más ese tipo de trabajo que a nosotros, tu
familia —su sonrisa fue triste, se acercó y le dio un beso en la meji-
lla.
Harry lo atrapó con sus brazos y lo abrazó con fuerza.
—Nunca pienses que hay algo que yo ame más que a ti o a
las niñas, jamás —le susurró antes de darle un beso en los labios.
—Harry… —suspiró Draco, dispuesto a rebatir su punto
nuevamente. Los brazos de Harry lo apretaron con más fuerza.
—Debes confiar en mí, sé lo que hago, y esto terminará
pronto, y entonces podremos ver lo de hacer otro bebé, tomar unas
vacaciones… darnos ese tiempo que necesitamos para hacerlo.
—¿Estás diciendo que…? ¿Aceptarías tener otro bebé? —
preguntó Draco en voz baja.
—Creo que sí —Harry bostezó y le dio un beso en la cabe-
za—, duerme Draco, tendremos tiempo para hablar y para mucho
más, pero ahora mismo estoy agotado. Por favor, amor.
Draco no contestó, simplemente se dejó abrazar, sintiéndose
de pronto demasiado sobrepasado por todos esos sentimientos que
provenían de Harry, y así, abrazados, se quedaron dormidos hasta el
amanecer.
Harry pensando en que nunca nada valdría la pena más que
su familia, y que Draco tenía razón en algo: él los estaba haciendo a
un lado, estaba más empecinado en ese trabajo que en estar con
ellos, pero también sabía que no era porqué extrañara las misiones y
a los Aurores, solamente era ese caso: vengadores asesinando a in-
formantes, vengadores que durante un tiempo habían amenazado a
Draco y que habían acabado con la vida de Narcissa… el recuerdo

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

estaba claro en su mente, como si fuera algo que hubiera ocurrido


ayer: recordaba haberse abrazado a Draco cuando el profesor
Cummings y la profesora McGonagall le habían ido a dar la noticia,
haber tomado su mano en el cementerio, haberlo visto sufrir. Co-
mo si la vida no le hubiera dado ya suficiente sufrimiento… Sólo
era ese caso, porque se trataba de algo personal, porque se trataba de
la madre de Draco.

–|– 

Viernes 16 de octubre de 2008, callejón Diagon: 8:45 AM

Harry podía sentir la adrenalina fluyendo por su sangre, la


emoción de estar haciendo algo no muy legal y la sensación de que
algo más estaba pasando, el corazón golpeando con fuerza contra su
pecho y todos los músculos en tensión.
Al fondo pudieron ver al hombre que buscaban: Hugh Ba-
ker, caminando con pasos lentos por el callejón Diagon hasta la le-
chucería; era una tienda relativamente nueva en comparación con la
mayoría de negocios que habían en el callejón, estaba al final de to-
da la hilera de tiendas, cerradas aún por ser tan temprano.
Frente a él, cruzando la avenida, divisó a Laurent y Cleave,
listos con las varitas en la mano, esperando solamente su señal.
Aunque Harry no estaba seguro. Lo que harían en realidad sería un
secuestro, ya que no tenían ninguna autorización del Ministerio pa-
ra detenerlo. Ni siquiera se habían detenido a pedir autorización.
Había sido un golpe de suerte ubicar al hombre, puesto que Lau-
rent y Cleave habían pasado días enteros, con ayuda de Harry y to-
do el que pudiera, cruzando datos entre la lista de los habitantes de
Rútland y los que trabajaban en lechucerías en todo el Reino Uni-
do, y al fin habían descubierto que había alguien que seguía traba-

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

jando en una lechucería, y que había trabajado en varias lechucerías


más, desde su tiempo de exonerado, en un puesto asignado por el
Ministerio: Hugh Baker.
El sonido de un móvil hizo que Harry pegara un brinco en el
piso, le lanzó a Sebastian una mirada enfadada, pensando en un
inicio que se trataba de su móvil.
—Es el tuyo, Potter —aclaró Sebastian arqueando las cejas.
—Oh —Harry sacó el aparato con fastidio, mirando aún ha-
cia el callejón; Baker parecía no notar ningún alboroto alrededor.
Por un instante pensó que se trataba de Draco, pero el número que
salía en la pantalla no estaba almacenado. Dudó un instante antes de
por fin presionar la tecla de contestar.
—Diga —gruñó con fastidio.
—Harry —dijo la voz de una chica, a Harry le costó un poco
reconocerla—, lo he encontrado… estoy camino a tu oficina, me ha
costado horrores, pero Jacques, de Archivos, siempre me anda son-
riendo y hacía tiempo que no bajaba por allí… recién lo recordé… y
entonces he bajado y…
—Violet —interrumpió Harry impaciente—, ¿sabes que es-
tamos perdiendo tiempo?
—De acuerdo, es que no lo pude creer, el idiota de Desai ha
estado… —la voz de Violet se detuvo.
—¿Violet? —preguntó Harry, preocupado, mientras escu-
chaba lo que inconfundiblemente eran ruidos de pelea en el fon-
do—. ¡Mierda, Violet!
—¿Qué le pasa a Violet? —preguntó Sebastian asustado.
—¡Invení! —apuntó Harry hacia el teléfono, era un hechizo
de localización que venía incorporado con algunos móviles mági-
cos, sobre todo los de los aurores, aunque el propietario tenía que
autorizar su uso. Violet y los demás habían echo eso la semana pa-
sada en previsión de que algo así ocurriera.

1070
LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—¡Sebastián, todos aquí! —gritó corriendo hacia el centro


del callejón, Baker había ya entrado a la tienda y no se había perca-
tado de nada.
Cleave y Laurent se lanzaron sobre Harry, mientras Sebastian
lo sujetaba de un brazo con fuerza. Durante un largo instante los
cuatro, aferrados el uno al otro y Harry al móvil, sintieron cómo
eran empujados y jaloneados por todos lados, sus piernas y brazos
chocando y enredándose. Harry sentía la larga cabellera de Sebas-
tian en el rostro, imposibilitado de apartarla, hasta que los cuatro
cayeron en medio de lo que era, al parecer, una calle muggle. Lo
supieron por el grito que soltó una mujer al verlos aparecer de la
nada.
—No es lo que parece —gritó Sebastian, poniéndose de pie
en un salto y apuntando a la mujer con la varita.
—Sebastian, olvídalo —le dijo Laurent arrastrándose a un la-
do por la vereda, y ubicando en el piso, lo que al parecer era el mó-
vil de Violet.
—Demonios… —suspiró Cleave ya de pie junto a Harry y
mirando a todos lados.
—¡Oh, Dios mío! —jadeó la mujer—. El mundo se ha vuel-
to loco, va a terminar… es el Apocalipsis… ¡Oh Dios mío!
Harry hizo el intento de no escucharla, concentrándose en
las marcas de magia que pudiera encontrar alrededor de donde el
móvil había caído, y esperando así, tener un indicio de lo que le ha-
bía pasado a Violet. Tardó un poco en darse cuenta de que todo el
mundo se había quedado callado. Cuando giró vio a Sebastian y
Laurent, espalda con espalda, ambos tenían el ceño fruncido y las
varitas levantadas, había un pequeño grupo de muggles, liderados
por la mujer gritona, de pie delante de ellos, alrededor, recién advir-
tió, ya nadie se movía. Seguramente habían creado un campo de
protección.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Laurent soltó un quejido y cayó al piso de rodillas mientras


Sebastian se relajaba, y el mundo pareció volver a girar, la mujer
gritona les dio una mirada desconcertada y siguió andando al igual
que los demás muggles, aunque todos los miraban extrañados.
—Deberíamos sacarnos las túnicas —razonó Cleave ayudan-
do a Laurent a ponerse en pie.
—Desai la tiene, la montó en grande; lo mejor será mover-
nos, no sé por qué los del Departamento de Accidentes Mágicos y
Catástrofes o los desmemorizantes no están aquí —comentó Sebas-
tian, tomando del suelo el móvil púrpura de Violet y dando una mi-
rada más alrededor.
—Allí hay un bar —informó Harry. Estaban en la zona don-
de quedaba la fábrica, el centro de apoyo y sus oficinas, pero apare-
cerse directamente desde allí no era buena idea, puesto que podrían
ser seguidos por los del Ministerio, si era que aparecían, claro esta-
ba.
Los cuatro caminaron con pasos rápidos, y pretendiendo no
estar perturbados, hasta el pequeño bar, cuando entraron la puerta
hizo un ligero tintineo. El bar estaba oscuro, el hombre que estaba
tras la barra les dio una mirada divertida.
—Cuatro cervezas —pidió Laurent con voz seria mientras se
metían al baño.
—¡Hey, hey! —les llamó el hombre—, nada de cosas raras
por aquí, que no es de ese tipo de bares.
—Cuatro cervezas —repitió esta vez Harry, dejando una gran
cantidad de billetes muggles sobre la barra—. Y deje de ser tan
quisquilloso que no haremos nada.
El hombre miró los billetes sobre la mesa y luego la mirada
fiera de Harry, y asintió rápidamente.
Tardaron menos de dos minutos en deshacerse de las túnicas
y quedar vestidos como muggles; mojaron sus rostros y trataron de

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

calmarse antes de salir nuevamente. Se acomodaron en una mesa


pegada a la ventana, y Cleave abrió una esquina de la cortina, recién
entonces vieron a los del departamento de Accidentes Mágicos y
Catástrofes llegar, vistiendo de muggles, aunque era fácil identifi-
carlos, todos vestían igual, dando vueltas por la acera y mirando ha-
cia todos lados.
—Me pregunto si es que Desai habrá hecho algo para retra-
zarlos.
—¿Fue él? —preguntó Laurent—. ¿Qué es lo que ha pasado
jefe? —Harry recién notó que no les había dicho mucho de lo que
recientemente había pasado a sus compañeros, simplemente habían
saltado del callejón hacia esa calle muggle, y de allí al bar. Le dio un
largo trago a su cerveza, ignorando que apenas eran las nueve de la
mañana.
—¿Quién es Desai? —preguntó Cleave—. ¿Él es el que ha
ocasionado esto?
—Auror Guarda, antiguo, un poco odioso y presumido; se-
gún Violet, es de su unidad, obviamente está allí más tiempo que
ella, es el segundo al mando —informó rápidamente Sebastian—,
ella siempre se anda quejando de él —respondió, encogiéndose de
hombros a la mirada interrogante que le daba Laurent.
—Según Violet, él es el que ha estado pasando información,
o eso creo; ella dijo que Jacques le había notificado algo, que habían
encontrado a Desai como el pasante de la información, y luego se
cortó la comunicación, o mejor dicho, sonó como si ella fuera ata-
cada.
—Maldito hijo de p… ¡lo mataré! —rugió Laurent en voz al-
ta, el barman les dio una mirada preocupada y Harry negó con la
cabeza.
—No lo puedes matar, va en contra de las reglas —recriminó
Sebastian.

1073
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Y deja de llamar la atención, no debemos hacerlo hasta que


los del Ministerio se vayan —aportó Harry.
—Pero le puede estar haciendo algo en este momento —pro-
testó Laurent, aunque ya en voz baja—, estoy seguro que eso tam-
bién va contra las leyes.
—Sí, pero Desai será castigado y… —Cleave negó con la ca-
beza—. ¿En verdad necesitas que te expliquemos todo esto? ¿El dis-
curso de «alterándote no ganarás nada» y que hay que calmarnos pa-
ra poder ayudarla? —inquirió haciendo referencia a lo que ellos le
decían en algunos casos a los clientes con los que trabajaban.
—Lo siento, pero…
—Mira, si no vas a estar al cien por ciento en esto, ve a la ofi-
cina y ayúdanos desde allá —le dijo Harry con voz firme, Laurent
palideció ligeramente—. Si te quedas, ya te digo, no más bataola, ni
errores, ni nada.
—Sí, jefe —masculló el chico.
Sebastian le dio una mirada de aprobación mientras sacaba el
móvil color morado de Violet y lo dejaba sobre la mesa, Cleave le
dio una mirada de reojo al aparato antes de volver a mirar hacia la
calle. Los de Accidentes Mágicos y Catástrofes habían acordonado
la calle, a lo muggle, argumentando una fuga de gas, estaban espe-
rando encontrar un rastro de magia de donde sujetarse para encon-
trar a los que habían roto el Estatuto del Secreto de los Magos.
—Se han tardado ¿qué? ¿Quince minutos al menos? —mas-
culló Cleave mirando hacia la calle—; además, parecen torpes, nin-
guno cruza para este lado, es como si no supieran cruzar la calle.
—Pienso que Desai debe haber hecho algo para que ellos no
llegaran a tiempo, es un auror después de todo, debe tener méto-
dos.
—Violet también lo es, debería haberse defendido mejor.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—No lo sabemos. Y por lo pronto, guarda ese móvil, Sebas-


tian, no haremos nada aquí, debemos esperar a que ellos se mar-
chen.
—Pero… —empezó a objetar Sebastian.
—Nada —masculló Harry, a punto de soltarle la misma ad-
vertencia que a Laurent—; si nos pillan con el móvil de Violet, pa-
sará mucho hasta que nos crean que lo encontramos en la calle y
que no tenemos nada que ver con su desaparición. Lucka me habló
de los móviles que habían pedido los aurores, el lugar en que traba-
ja los hizo y los conoce muy bien, y sé que tienen muchos hechizos
de ubicación y de protección. Lo llamaré en cuánto lleguemos a la
oficina y él nos ayudará a encontrar cualquier cosa que se le pueda
sacar al teléfono.
—De acuerdo.
—No entiendo —suspiró Laurent, dándole un sorbo a su
cerveza.
—Es tan típico de ti —bromeó Cleave tratando de aligerar la
conversación.
—Ya… es que nosotros pudimos llegar hasta el móvil por el
hechizo que ella le dio, jefe.
—Sí, así es.
—¿Por qué soltó el móvil? ¿No hubiera sido mejor que se
quedara con el teléfono y así hubiéramos caído donde ella está aho-
ra y no donde la habían atacado.
—Es cierto, jefe —apoyó Cleave.
—Tal vez no pudo sujetar el móvil, estaba hablando conmigo
cuando él debió atacarla, tal vez se le cayó.
—O tal vez no quería que la siguiéramos por lo pronto —
agregó Sebastian.
—Claro, porque preferiría pasar un rato a solas con el tonto
ese que dicen, en lugar de que la rescatemos —masculló Laurent, y

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

antes de que Harry pudiera decir cualquier cosa, ya Cleave le daba


un golpe en la cabeza y una mirada amenazante.
Los cuatro esperaron por mucho rato más, hasta que los del
Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes se marcharon.

–|– 

Viernes 16 de octubre de 2008, lugar desconocido, 10:00 AM

Violet jadeó, sentía un agudo dolor en el costado izquierdo,


del último hechizo que Desai había logrado acertarle, y se sentía tan
cansada. Miró alrededor, estaba en una especie de bunker, o eso pa-
recía al menos, todo oscuro, sin ventanas ni cortinas. Simplemente
sabía que era de día porque tenía aún una leve noción de la hora.
—Vamos, Violet, deja de destrozar mi casa y sal de una buena
vez —canturreó la voz de Desai desde algún punto de la habitación.
Apenas habían caído en la estancia, Violet se había lanzado a correr
y a intercambiar hechizos con él, había andado por toda la casa, es-
condiéndose tras los muebles, esperando que sus amigos no demo-
rasen mucho en activar los hechizos de seguridad del móvil. Acari-
ció, distraídamente, un instante la nueva pulsera de plata que usaba,
antes de sentir la magia pasando de largo, muy cerca de su cabello.
Apretó los dientes por el dolor y comenzó a gatear hacia la izquier-
da, mirando alrededor y lamentando que el dolor fuera tal que no le
dejara manipular correctamente el brazo, pues un hechizo espejo
sería lo mejor.
Se detuvo de pronto. Su corazón más agitado. Un hechizo
espejo. Tal vez Desai estaba usando uno. No debía olvidar que se
enfrentaba a un auror, no a un criminal cualquiera.
—Violet, Violet —tarareó el hombre bastante cerca. Ella se
agachó completamente, apoyando las manos en el piso de madera y

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

sintió algo extraño en uno de los tablones. Miró a ambos lados y


apretó los labios con fuerza para evitar el quejido mientras murmu-
raba al fin un hechizo espejo, la estancia parecía vacía, Desai estaba
en la puerta del otro extremo. Con algo de suerte decidiría que ella
no estaba allí y buscaría en la siguiente habitación.
Sus manos empujaron despacio la tabla suelta hasta que ésta
cedió. Contrario a lo que pensaba, no era el inicio de una salida,
sino un pequeño escondite. Que tonto, pensó ella, porque aquel es-
condite ni siquiera estaba protegido por magia. Sacó con cuidado
un grupo pequeño de pergaminos, no tenía tiempo de leerlos en ese
momento, así que los escondió en su bota; eso le encantaba de usar
las botas del uniforme, había encontrado la forma de esconder cosas
más grandes que la varita en ellas. Volvió a poner en su lugar el ta-
blón y suspiró imperceptiblemente. La voz de Desai había dejado
de sonar.
Miró hacia el techo, nada ocurría, y aquello era malo, empe-
zaba a sentirse con más temor. En una persecución, que no hubiera
más ruido, nunca era un buen augurio.
El hechizo en el techo parpadeó y Violet vio con cierto alivio
a su compañero de unidad, Terrence, que avanzaba mirando todo el
lugar distraídamente.
—¿Violet? —llamó el chico con voz preocupada.
Violet sonrió, sus amigos habían podido ya usar el hechizo
de ubicación del móvil, e incluso habían pedido ayuda.
—Aquí —llamó, poniéndose en pie rápidamente, pese al
permanente dolor en el lado izquierdo.
—Violet —suspiró Terrence alcanzándola y sonriéndole.
—Desai se ha vendido —contó ella rápidamente—. ¿Los
demás están aquí? —preguntó mirando hacia la puerta y esperando
que Laurent o Harry aparecieran en cualquier momento.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, querida Violet —le respondió el hombre, Violet giró a


verlo confundida, pero no pudo formular pregunta alguna, pues un
hechizo le atinó por la espalda.
—Al fin, ¡que escurridiza! —se quejó Desai mientras Terren-
ce la sostenía en brazos y la llevaba hasta una de las sillas.
—Se te escurrió a ti, que ya estás fuera de forma —replicó
Terrence con fastidio.
—No seas tan presumido, que tú sólo la has atrapado porque
ella ha pensado que venías a ayudarla.
—Es que si uno quiere atrapar a los gatitos, no lo hace asus-
tándolos, sino atrayéndolos con un tazón de leche caliente —mas-
culló Terrence, acariciando la mejilla de Violet.
—Que filósofo —se burló Desai.
—No tenemos tiempo para esto, de todas formas —argu-
mentó el chico—. Ella preguntó por los demás.
—¿Cuáles demás?
—Eso es lo que debemos averiguar, ¿no crees? —preguntó
Terrence antes de darle una bofetada a Violet, que abrió los ojos
asustada.

–|– 

Viernes 16 de octubre de 2008, Glóucester, 10:50 AM

—Ésta es la versión más nueva de los móviles —comentó


Lucka, al final habían tenido que trasladarse todos hasta la oficina
del chico, pues no había forma de que pudiera salir de allí, pero si
prometió ayudarlos si llegaban, incluso dijo que sería mucho más
simple hacerlo.
—Ya… lo supusimos por el color —masculló Chris, que se
les había unido en la Escuela de Defensa.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—No que va, el color lo puso ella después, supongo —Lucka


inclinó el rostro hacia un lado—, se ven muy lindos.
—Lucka…
—Ya, ya —masculló poniéndose en pie y llevando el equipo
hasta una mesa de trabajo, los demás chicos lo siguieron rápida-
mente, rodeándolo.
—Hemos estado estudiando la posibilidad de usar un tipo de
sistema de posicionamiento global, ya saben, como el muggle —
comentó antes de agitar la varita y empezar a desarmar el equipo.
—Ya, un GPS. ¿Y para qué lo desarmas?
—Porque tiene una memoria protegida, hay que desactivar el
hechizo sobre ella misma para ver lo último que guardó.
—Eso es fácil, ya te dije, estaba hablando conmigo y luego…
—No, no, me refiero a la cámara, este móvil, como dije, fue
hecho para los aurores, por eso el Ministerio insistió en que todos
tuvieran uno, en situaciones de peligro graba lo que está pasando.
—¿Cómo puede saber que hay una situación de peligro? —
preguntó Laurent.
—Bueno, por las reacciones del cuerpo: acaloramiento, cora-
zón agitado, músculos en tensión… una serie de cosas más.
—Pero así… podría grabar cualquier cosa —masculló Lau-
rent sonrojándose un poco.
—Sí, es cierto —convino Lucka—, pero si se tratase de cual-
quier cosa, no tendríamos que abrir el teléfono, ¿cierto?, además el
último recuerdo borra el anterior y etcétera, eso es algo en lo que
aún trabajamos —comentó arrugando la nariz—. La cantidad de re-
cuerdos que se puedan grabar, es una cuestión de no confundir,
¿sabes? Lo intentamos, pero siempre terminaba mezclándose todo.
—Ajá —asintió Harry desinteresadamente, mientras veía la
pequeña esfera con sustancia plateada en el núcleo del teléfono,
efectivamente parecía un recuerdo.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—De acuerdo, ¿todos quieren verlo? —preguntó mirando


hacia los cinco chicos.
—Claro, ¿por qué?
—Bueno, es algo que tenía que preguntar… supongo que es-
to no está autorizado por el Ministerio —aclaró mirando a Chris,
sabía que era auror.
—No, pero si te ayuda a sentirte mejor, no sabemos en quié-
nes exactamente del Ministerio confiar, uno de los aurores al pare-
cer se ha llevado a Violet.
—Violet —replicó Lucka sonriendo y mirando al móvil—.
De acuerdo, háganse para atrás —pidió mientras levitaba con la va-
rita la pequeña esfera y la llevaba hasta el centro del salón, hubieron
un par de segundos en que nada pasó, hasta que Harry se dio cuen-
ta que la pequeña esfera en realidad estaba girando a gran velocidad,
poco a poco fue ganando tamaño hasta que quedó del tamaño de un
televisor, con una imagen cuadrada siendo proyectada en forma de
holograma:
Un impulso, al parecer un hechizo, hizo que el móvil cayera
de costado, en la misma forma en que lo habían encontrado, o eso
parecía por el ángulo de visión. Tuvieron una pequeña visión del
cabello violáceo y negro de Violet, saltando a un lado, y luego una
patada que hizo que el móvil se levantara un poco más, por una
fracción de segundo, quizá menos, pudieron ver un rostro…
—Detenlo allí —pidió Sebastian. Lucka hizo un asentimien-
to y la escena regresó lentamente hasta detenerse en el rostro del
hombre.
—Sí, ese es Desai —afirmó Chris—. Violet pateó el móvil
para que enfocara su rostro al menos un momento, lo dejó para que
estuviéramos seguros de que se trataba de Desai.
—De acuerdo, continúa, por favor —pidió Harry.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

La imagen siguió avanzando, sólo se veían las llantas de los


coches pasar, ningún muggle se había cruzado delante, y eso ya de
por sí era extraño…
—Un momento —pidió Laurent—; ¿hay forma de aislar so-
nidos? Es decir… se escucha a ellos dos gritando, pero no se en-
tiende nada por los autos que pasan.
—Mmm… dame un segundo —murmuró Lucka, parecien-
do muy concentrado, luego de agitar la varita unas cuantas veces,
retrocedió la escena hasta el inicio, escuchando ahora las voces cla-
ras de Violet y del otro hombre que debía ser Desai.
—Impedimenta —gritó él en el momento que el teléfono vo-
ló, seguramente ella lo había podido evitar lanzándose a un lado.
—¿Qué te pasa? —preguntó ella jadeante.
—Estúpida, no creas que me engañas, Jaques ha hablado
conmigo y me lo ha dicho.
—Ah… entonces deberías estar enojado con él, no conmigo
—le respondió ella.
—¡Confutavi! —gritó Desai, se vio la mata de cabello violeta y
negro flotando por la imagen por un instante.
—¿Piensas detenerme? —jadeó ella—, ¿delante de los mug-
gles? Los de control llegarán y…
—Ellos no llegarán. ¡Desmaius!
—Elusum —replicó ella a la vez, mientras creaba un campo
de protección, o eso suponían—. ¿Qué, también los has comprado?
—Sólo alquilado su tiempo —rugió Desai, y entonces al pa-
recer se lanzó sobre ella—; me tienes harto de tus impertinencias y
niñerías —jadeó el hombre mientras se escuchaba el sonido de lu-
cha, Violet gritaba también, pero no se entendía bien lo qué decía,
para luego escuchar un sonido estridente y quedar todo en silencio.
—No soy auror ni mucho menos, pero supongo que ese so-
nido quiere decir que se desaparecieron.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí, al menos sabemos que tienen a alguien en el Departa-


mento de Accidentes Mágicos y Catástrofes, eso explica por qué
tardaron tanto en llegar —comentó Chris negando con la cabeza—,
en momentos como estos me da asco ser auror.
—Y a mí —agregó Sebastian, mirando hacia la imagen vacía
que había captado el móvil de Violet.
—Los entiendo chicos, supongo que en todos lados pasa
eso… —intentó animar Lucka mientras se giraba para seguir traba-
jando con el móvil.
—¿Ahora qué haces? —le preguntó Harry, caminando hacia
él, no quería pensar en qué era lo que le podía estar pasando a Vio-
let en ese momento.
—Ah… te lo comenté, el hechizo de rastreo, esta chica pare-
ce astuta, activó el traslador de emergencia y te puso en su lista y
fue a ti a quien llamó, pateó el teléfono para que enfocara a su ata-
cante al menos un instante… debe haberse leído el manual al dere-
cho y al revés.
—¿Eso no viene ya activado? —preguntó Chris extrañado,
sacando su móvil.
—No, a veces la magia del móvil interfiere con la magia de
protección de algunos sitios, el jefe de Aurores se reunió con mi je-
fe y le dijo que los pondría en peligro si los mantenían todo el
tiempo activados, dicho sea de pasó, tardé dos meses más ideando la
forma cómo desactivarlos y activarlos de manera simple.
—Ah… ¿en dónde dice eso? —preguntó Chris, curioso.
—¡Y para que ni lo lean en el manual! —suspiró dramática-
mente Lucka.
—¿Viene con manual? —preguntó esta vez Sebastian.
—Bueno, espero que Violet lo haya hecho —comentó Lau-
rent, no muy interesado en aquella charla.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—Eso espero yo también, denme un momento más y lo en-


contraré, si es que lo activo, claro.

–|– 

Viernes 16 de octubre, Londres, Fábrica de Pociones, 1:00 PM

—Te acompaño —dijo Gael con entusiasmo, alcanzando a


Draco, que subía por las escaleras desde producción rumbo a su
oficina.
—¿De cuándo acá te gusta acompañarme?
—Pues… quiero tomar un poco de aire fresco y ver a mis
ahijadas, hace mucho que no lo hago.
—Las ves todas las tardes, Gael, pero vamos, es más, si tanto
te gustan deberías cuidarlas alguna noche —sugirió Draco, a lo que
Gael negó con la cabeza.
—No, será para que estés… —ambos se interrumpieron
cuando vieron al hombre salir de uno de los extremos, agitando el
trapeador de un lado a otro y sonreírles amablemente.
—Buenas tardes, señores —les dijo el hombre.
—¿Cómo le va? —contestó Draco educadamente, mientras
Gael mascullaba un «hola».
El hombre hizo una reverencia y se alejó por el lado opuesto.
—Cada vez tenemos más y más empleados, deberíamos
mandar a hacer gafetes con sus nombres —sugirió Draco, llegando
hasta su oficina.
—Hablaré con Tyrone, no creo que sea muy difícil ni com-
plicado.
Desde el fondo del pasillo el hombre sacó una pequeña bote-
lla, aparentemente de agua, y dio un largo trago, evitando poner ca-
ra de asco, antes de continuar, con ayuda de la varita, limpiando el

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

piso y silbando suavemente, y sobre todo tratando de no llamar la


atención.

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Viernes 16 de octubre, 2008, Escuela de Defensa, Londres, 1:42 PM.

Antes de lo que Harry podía esperar ya estaban reunidos casi


todos en su oficina de la Escuela de Defensa, aunque faltaban algu-
nos de sus ex compañeros de la Academia, que estaban de misión o
guardia en ese momento, y otros de su propio equipo, que estaban
en ese momento cuidando tanto la casa donde Violet vivía con sus
padres, así como la casa de Thea; aún así, eran un buen número y
estaba seguro que además confiable. Nada tenía porqué salir mal.
—Según el mapa que nos ha enseñado Lucka, Violet está en
algún lugar que, de acuerdo a los registros del Ministerio, no es la
casa de Desai.
—Tal vez es un refugio —opinó Posey.
—Sí, es lo que suponemos, aunque no lo sabemos, tal vez
tenga dos casas.
—El asunto es que debemos ir por Violet ¿cierto? —in-
tervino esta vez Laurent, Harry le dio una mirada impaciente y
asintió.
—Claro, ese el asunto, ella descubrió que Desai es el que está
vendiendo información a los Vengadores, tal vez no sea el único, no
lo sabemos, pero sí que tiene a Violet, por la imagen que vimos en
su móvil, así que, aunque la prioridad, por supuesto es sacar a Vio-
let de allí, también debemos procurar atrapar a Desai, nos dará pis-
tas sobre los vengadores, si acaso hasta los nombres.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—Pero jefe, no es por nada —intervino Edelstein desde uno


de los extremos del salón—, pero, ¿por qué no llamamos a los auro-
res?
—Aquí hay aurores —respondió Joel poniéndose en pie.
—Ya, pero no lo hacen legalmente, es decir, esta investiga-
ción no es un procedimiento nomotético.
—Lo será en el momento en que la presentemos, no estamos
haciendo nada ilegal —se defendió Joel.
—Edelstein, siéntate —ordenó Harry algo enfadado—. Aho-
ra escuchen, por lo mucho que demoraron en llegar a la calle mu-
ggle donde Violet fue atacada, deducimos que hay más gente metida
en esto, o simplemente gente que es fácil de comprar para alterar
ciertas cosas, no nos vamos a arriesgar a caer en las manos equivo-
cadas y que algo malo le pase a Violet, así que sin más interrupcio-
nes, nos ponemos a esto y punto.
Un pequeño asentimiento llenó la sala, y Harry suspiró, el
día iba para largo y ni siquiera había tenido tiempo de almorzar…
—En la ciudad de Léicester, junto al río Soar, en las afueras
del National Forest, según nos indica el mapa que Lucka nos ha en-
tregado, en el distrito de Mowmacre Hill —explicó señalando al
mapa ampliado que había pegado sobre la pizarra—, hay lo que al
parecer es un enorme bosque en el que, de acuerdo a las investiga-
ciones de Emma, no debe haber nada, es decir, ninguna casa, caba-
ña, nada, sin embargo, la zona tiene una protección contra la apari-
ción, así que o la casa es inmarcable…
—Lo cual está prohibido de hacer ahora —intervino Sebas-
tian.
—… Exacto, o está oculta en algún lugar… probablemente
bajo los árboles…
—Entonces vamos, ¿no? No deberíamos estar aquí perdien-
do el tiempo cuando Violet…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Sí, Laurent, vamos a ir, tú en el equipo de Sebastian, ¿de


acuerdo?
—Pero, jefe…
—Ya, ¿qué esperas? Laurent para este lado, yo voy además
con Emma y Posey —ordenó rápidamente Sebastian.
—De acuerdo, Cleave, Brian, Joel y Chris conmigo —dijo
Harry.
—¿Cómo se supone que iremos si no tenemos tiempo de sa-
car los permisos para trasladores? —preguntó Brian caminando con
los demás a la salida.
—Como en la Academia —informó Sebastian—, en auto,
por supuesto.

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Viernes 16 de octubre, 2008, afueras de Gillingham: 2:20 PM

Draco miraba con atención el camino mientras Gael jugaba


con los controles de la radio, buscando al parecer, alguna melodía
entretenida.
—Entonces… —comentó Gael luego de un momento.
—¿Entonces?
—Sí, entonces, ¿qué has estado haciendo?
—Gael, trabajamos juntos, si verdaderamente no sabes qué
he estado haciendo, empezaré a preguntarme si el decirte dónde es-
taba Mikel fue buena idea.
—No me refiero a la fábrica, por supuesto, me refiero a Ha-
rry.
—Ah… ¿con él? Nada, últimamente siempre está trabajando.
—Ya… y tú has estado haciendo algo, ¿no es así?
—¿Trabajando?

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—No, me refiero a otra cosa…


—Mejor dime de una buena vez qué piensas, ¿sí? Me mareas
con tantas vueltas.
—¡Qué carácter! ¿Sabes que no debes conducir irritado? Eso
es peligroso, peor si piensas llevar a las niñas de regreso…
—Gael —gruñó Draco.
—¿Qué tan mal están? —preguntó Gael seriamente. Draco
le dio una mirada de reojo y se detuvo ante el semáforo.
—¿A qué te refieres?
—Los conozco, ¿sí? Te conozco a ti y a él, y sé cuando algo
malo les pasa, Harry no se ha pasado por la fábrica ni una sola vez
desde que he vuelto, ni lo mencionas, y además hay esa… esa mira-
da en tu cara… no sé cómo decirlo, algo les sucede y me preocupas,
tú siempre tiendes a guardarte todo de tal manera que… un día de
estos vas a explotar, y antes de que lo hagas, mejor me lo cuentas.
—Nada pasa con Harry, Gael —susurró Draco avanzando
nuevamente.
—Vamos…
—Eso es lo que pasa, nada de nada.
—Oh —Gael arrugó la nariz, parecía incómodo, lo cual era
raro en él—, supongo que por la misión debe estar agotado y…
—¡No me refiero a eso! —exclamó—. Todas las noches lo
hacemos, si es lo que tu pervertida curiosidad quería saber —Draco
sintió cómo la presión de las últimas semanas estallaba, y empezó a
hablar mucho más fuerte y sin detenerse siquiera para respirar—.
Me refiero a que es lo único que hacemos, y sé que es mi culpa, que
yo lo empujo a eso, pero es que… no está nunca en el día, ni en las
cenas, siempre está trabajando; además, no quiero saber qué es lo
que está haciendo cuando expresamente le dije que no quería que
lo hiciera, que quería un niño más, de eso debería estar pendiente

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry en este momento, de ayudarme a buscar ropitas y muebles


nuevos para el bebé, no de atrapar a resentidos exvengadores que…
—¿Estás encinta? ¡Draco! —interrumpió Gael compren-
diendo en algo lo que su amigo le decía.
—¡No lo sé!, ¿de acuerdo? Mañana puedo hacer otro hechi-
zo comprobatorio y… no lo sé, es muy probable —admitió final-
mente, no se lo había dicho a nadie, ni siquiera a Harry.
—Pero ¿cómo…? Es decir, Harry debió saber… ¡Oh, De-
monios, Draco! —gritó en el momento en que aparcaban delante
de la guardería.
—No lo quiero oír —se quejó Draco abriendo la puerta para
bajar.
—Pero esto está mal. ¿Por qué lo has hecho sin él?
—Él participó, Gael, créeme.
—Sabes a lo que me refiero.
—Sueño con él —suspiró Draco, deteniéndose en el pasillo
por donde salían las mellizas, habían ya varios padres y madres alre-
dedor, formando círculos pequeños y cuchicheando. Draco saludó
con una inclinación de cabeza a algunos de ellos mientras Gael lo
miraba expectante—; hace meses que lo hago, es un presentimien-
to, yo debo tener ese bebé, es como si llegaras a un lugar y notases
que falta alguien, falta él, lo sé, y se lo dije a Harry y no me hacía
caso, decía que era mi propia frustración la que me hacía soñar eso.
Me cansé de esperar a que creyera que su rutina no se vería afectada
por un nuevo bebé, eso es todo; prácticamente estoy cuidando a las
niñas solo, puedo tener uno más y nada cambiará —declaró agitado.
—Pero sí cambiará… Harry se enfadará y…
—Hablé con él esta madrugada, y parecía más dispuesto a
hacerlo —se excusó Draco. Por supuesto que sabía que Harry se
enfadaría, nunca se hubiera creído capaz de hacer algo así sin con-
sultárselo, y estaba asustado por la posible reacción de su esposo,

1088
LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

pero el que estuviera cediendo un poco significaba que tal vez no se


enfadaría demasiado.
—De todas maneras, tomaste una decisión sin él y…
—Ya, Gael, no quiero seguir hablando de esto; no delante de
las niñas —interrumpió al momento que las puertas de los salones
se abrían.
—De acuerdo —suspiró Gael mientras de un lado del pasillo
venía corriendo Zoe, y del otro Sofía, ambas listas para abrazar a
Draco—, pero Harry se enfadará, no es correcto.
Draco no contestó, estaba ya demasiado ocupado abrazando a
sus hijas como para prestar atención a las palabras de Gael.

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Viernes 16 de octubre de 2008, Mowmacre Hill, 3:07 P.M.

Harry había olvidado que no le gustaba ir en el auto de


Chris, siempre corría mucho más de lo que haría él, y además no
podía tener el control, no le gustaba cederle el control a nadie. Hu-
bieran ido en su camioneta, pero sabía que Draco la usaría para ir a
recoger a las niñas; además que estaba en su casa en Gillingham, y
ellos no tenían tiempo para ir hasta allá a recogerla.
Finalmente, luego de lo que le pareció un viaje demasiado
largo, llegaron hasta las afueras de un bosque. El auto de Sebastian
aparcó detrás de ellos en el momento que Harry miraba hacia su
móvil, quería llamar a Draco y escucharlo un momento, pero se dio
cuenta de que no sería buena idea, que simplemente acabarían dis-
cutiendo y no era lo que necesitaba en ese momento. Pese a ello, te-
cleó rápidamente un mensaje de texto y lo envío. Simplemente de-
cía «Te amo», y esperó que Draco lo comprendiera. Que cediera un
poco en su posición y que las cosas se arreglaran pronto entre ellos.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Ya, Harry? —preguntó Chris abriéndole la puerta para


que bajara.
—Lo siento, me distraje —se disculpó guardando el móvil en
el bolsillo del pantalón.
Una vez fuera del auto miró a los que habían ido con él y
asintió.
—De acuerdo, no podemos usar magia todavía porque se da-
rían cuenta, no sabemos si Desai está solo o tiene más gente, e in-
cluso si los vengadores están allí.
—Sí es un lugar protegido, no pueden aparecerse directa-
mente dentro, tienen que hacerlo fuera, así que creo que debemos
explorar el terreno —sugirió Sebastian.
—Sí, es buena idea, por parejas, es un bosque amplio —em-
pezó a indicar Harry mientras sus demás compañeros se ponían en
parejas.
Pronto cuatro parejas, con las varitas en alto y una copia del
mapa de ubicación que les había dado Lucka, comenzaron a avanzar
entre la hierba y los árboles.
El mapa que les había proporcionado Lucka era muy útil,
puesto que podrían ubicar el punto exacto donde Violet se encon-
traba cuando pasasen por allí, ahora simplemente había que llegar
hasta ese punto.
—¿Crees que Desai sepa la verdadera identidad de los Ven-
gadores? —preguntó Chris en un susurro mientras avanzaban sor-
teando raíces y troncos con la mirada en el mapa.
—Espero que así sea, quiero terminar con esto de una buena
vez…
—Sí, me imagino que debes extrañar pasar tiempo con tu
familia.
—Mucho, la verdad. Incluso estábamos pensando en tener
otro bebé.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—¿En serio?
—Sí. La idea está desde hace un tiempo, y creo que me gus-
taría intentarlo; Draco también quiere y le entusiasma el poder ha-
cerlo —reconoció, y no mentía, durante la madrugada, e incluso
antes, ya había empezado a darle vueltas al asunto, y estaba casi se-
guro de que un niño más sería bueno para ellos, de que sería genial
tener una familia más grande, que Sofía y Zoe tuvieran un herma-
nito al cual cuidar… sí, la idea le gustaba cada vez más, esperaba
que cuando la misión acabase pudiera ponerse de acuerdo con Dra-
co para hacerlo.
—Tres… wow, es un gran número.
—Lo dices ahora, porque no estás casado, cuando sepas lo
que es tener uno, entenderás y querrás tener más.
—Tal vez… no lo sé, éste trabajo no deja mucho tiempo para
eso, ¿sabes?
—Lo sé…
—Aunque si encuentro a una chica que esté dispuesta a en-
tender esto…
—Las debe haber —le animó Harry.
—Claro, de lo contrario los aurores nunca tendrían hijos.
Harry soltó una pequeña carcajada.
—No, sino no se reproducirían, es cierto.
—Mira —jadeó Chris de pronto, el mapa empezaba a vibrar
de manera notoria.
—¿Tú crees? —preguntó Harry, mirando alrededor y luego
hacia el piso.
—¿Subterráneo?
Chris dio una mirada alrededor, prendiendo un encendedor
y agitándolo en el aire, para llamar la atención de sus compañeros,
de acuerdo a lo que habían planeado.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Eso no es ilegal, tener una casa bajo el bosque —le comen-


tó Chris mientras Harry se tendía en el piso y comenzaba a tocar el
pasto lentamente con las manos, tratando de encontrar alguna for-
ma de entrar.
—Igual lo es si no está declarada, y Hermione llamó cuando
veníamos en camino, y me dijo que no estaba registrada ninguna
vivienda mágica ni muggle aquí.
—¿Qué hay? —preguntó Laurent agitado mientras llegaba
corriendo, al igual que los demás.
Chris en respuesta les enseñó el mapa, rápidamente todos
llegaron a la misma conclusión y se lanzaron al piso, tratando de
encontrar la forma de entrar.
—Es imposible —murmuró Sebastian—. Hay que usar ma-
gia.
—Pero los alertaremos —respondió Laurent.
—Anti-desapariciones primero —sugirió Harry.
—A la vez —masculló Joel poniéndose de rodillas.
—De acuerdo, ustedes dos van con los de desarme —dijo
hacia Joel y Posey—, nosotros buscamos la entrada —explicó Harry
señalando a Chris—, y ustedes dos las anti-desapariciones —fina-
lizó hacia Brian y Emma.
—¿Y nosotros? —preguntó Cleave por él y Laurent, que eran
los que no habían recibido ninguna instrucción.
—Ustedes correrán lo más a prisa que puedan hasta el inte-
rior, si son muchos ahí dentro, se armará un gran jaleo, nosotros
nos encargaremos de ellos, y ustedes de encontrar a Violet.
Luego de un instante más, Harry apuntó su varita hacia el pi-
so, al igual que Chris, y a una sola voz empezaron a murmurarse los
hechizos, Harry podía sentir el campo de energía anti-desaparición
rodeándolo mientras escuchaba los diferentes hechizos rebotando

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

en el suelo hasta que un muy suave clic se impuso a los demás soni-
dos.
Sin pararse a coordinar nada más, Harry se lanzó al piso al
igual que Chris, y encontraron lo que al parecer era la puerta, una
gran entrada cubierta de húmedo pasto que daba al interior de una
cueva.
Antes de que Laurent y Cleave se lanzasen hacia delante, ya
estaban Chris y Harry bajando las escaleras, sus pasos, por suerte,
no resonaban sobre la alfombrada escalera. Escucharon el claro rui-
do de alguien golpeando a otra persona. Por instinto Harry giró un
poco para ver a Laurent, con los puños apretados y el rostro, aún en
la semi oscuridad, rojo de ira.
—Tranquilo —le recomendó sin hacer ningún sonido, re-
cordando a aquella tarde en que habían sido capturados y llevados a
la Mansión Malfoy, y la forma cómo Ron parecía haberse vuelto lo-
co por los gritos de Hermione. Se le encogía el pecho de sólo re-
cordarlo.
Laurent hizo un asentimiento forzado, y continuaron la mar-
cha hasta el final de los escalones.
—¿Quién más está metido en esto? —gritaba una voz al fon-
do, seguido por un jadeo y el sonido de un golpe. Estaban torturan-
do a Violet, decidió Harry mientras indicaba a su grupo que se acer-
caran más a las habitaciones.
La casa tenía, aparentemente, algunos hechizos que evitaban
percibir de qué lugar exactamente provenían los sonidos, sin contar
la posibilidad de que hubiera más personas aguardando por ellos;
además, al parecer Desai estaba tan ocupado en tratar de sacar in-
formación a Violet, que no se daba cuenta que alguien más había
irrumpido en su guarida. Rápidamente se distribuyeron las habita-
ciones que tuvieron a la vista, sin hacer ningún sonido, y listos para
atacar.

1093
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

A Harry le recordó el escondite del duende que había atrapa-


do unos de meses atrás, todo estaba lleno de objetos brillantes, de
monedas de oro y de algunos artículos que se veían peligrosos.
Chris iba a su lado, y ambos estaban bastante tensos. Entraron en
una habitación que al parecer servía de comedor, con unas alacenas
al fondo y una mesa circular bastante fina en el centro. Las sillas ha-
cían juego con la mesa, al igual que los demás muebles. Definitiva-
mente parecía la casa de Desai.
Antes de llegar a las alacenas para abrirlas y comprobar que
no había nadie allí, escucharon el rugido inconfundible de Laurent:
—¡Maldito bastardo! —seguido del inconfundible sonido de
hechizos de desarme y más gritos.
—Genial, se acabó el agarrarlos por sorpresa —jadeó Chris
corriendo de vuelta al pasillo, Harry lo siguió de cerca, la casa no
era muy grande y los hechizos confundidores de sonido habían caí-
do, por lo que no fue difícil saber que estaban en una de las habita-
ciones del fondo.
Laurent estaba sobre un hombre mayor, por la imagen del
móvil de Violet dedujo que era Desai, y lo estaba golpeando a lo
muggle, dándole con los puños en el rostro. En el otro lado del sa-
lón había otro hombre atado e inconciente. Cleave trataba de apar-
tar a Laurent de Desai, pero, por más que lo intentaba, no lo conse-
guía.
Sebastian, mientras tanto, estaba desatando a Violet, que lu-
cía un par de golpes en el rostro y estaba despeinada, aunque no pa-
recía tan alterada. Harry pasó de largo y fue donde Laurent.
—¡Basta! —gritó, uniéndose a Cleave para tratar de separar-
lo. Laurent parecía completamente fuera de control—. Si no paras
te hechizaré —advirtió. Pero no escuchó la respuesta de Laurent,
pues un hechizo le dio de lleno al chico en el pecho y cayó incon-
ciente hacia un lado.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—Con eso tendrá —dijo Posey sin ninguna intensión de es-


conder que había sido él quien había dejado inconciente a Laurent.
Harry, jadeante, se puso en pie, al igual que Cleave.
—Anda, llévalo para allá —le pidió a Cleave mientras levan-
taba a un sangrante y casi inconciente Desai.
—Suéltenme —exigió a pesar de eso Desai, jadeando—. Es-
tán atacando a un… a un auror del Ministerio Inglés…
—No me digas —masculló Joel ayudando a Harry, y sentán-
dolo en la silla donde Violet había estado instantes antes.
—¿Estás bien? —le preguntó Harry mientras Joel terminaba
de sujetar al hombre con sogas mágicas.
—Nada que no haya pasado antes —respondió ella, aunque
su voz era temblorosa.
Harry se mordió el labio un instante antes de susurrar:
—Lo siento.
—No, fue mi culpa, ¿no es así? No debí descuidarme…
—Vamos a que tomes algo y te limpie esas heridas —le dijo
Emma suavemente, tomándola de un brazo. Violet asintió, y cuan-
do ya estaba por irse recordó.
—Tengo algo —se agachó e hizo un pequeño gesto de dolor
antes de desatar su bota y sacar el pequeño grupo de cartas—. Esta-
ba oculto, creo que es algo importante… de lo contrario no lo hu-
biera tenido oculto.
Chris tomó el fajo de cartas y le dio un apretón en el brazo.
—Estoy bien, en verdad lo estoy —aseguró mientras cami-
naba lentamente con Emma. Pero Harry y sus demás compañeros
sabían que no estaba bien, lo habían estudiado en la Academia,
aunque solamente se tratara de unas horas, el estar secuestrado y
sometido de esa manera estresaba demasiado.

1095
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Son cartas, al parecer de la gente que le pedía la informa-


ción… —comentó Chris enseñándole una de las cartas, escrita sim-
plemente con números.
—¿Y eso qué quiere decir? —preguntó extrañado hacia
Chris, que se encogió de hombros.
—¿Qué quiere decir? —preguntó hacia Desai, parecía más
conciente ahora.
—No lo sé, no tienen permiso para entrar aquí, ni licencia…
es un secuestro y un abuso y…
—Cállate, cabrón —rugió Joel presionando la varita contra el
cuello del hombre, que jadeó y se removió—. Nadie sabe que estás
aquí, ni siquiera de la existencia de este sitio, tu móvil está ahora
apagado, así que tampoco te podrán encontrar por eso —informó
levantando el aparato hasta el rostro de Desai—. Ahora, yo sé que
eres listo, sabes lo que te conviene, sabes que si no nos dices lo que
necesitamos saber, te mataremos y nadie se enterará, todos lo he-
mos hecho antes, ¿sabes? Somos aurores entrenados, y créeme que
sabemos cómo solucionar esto para que nadie siquiera se pregunte
por ti o tu paradero.
—Déjame ver eso —pidió Brian a Chris, y llevando las cartas
a la mesa que había al centro, esparciéndolas sobre ésta y observan-
do de reojo cómo Joel continuaba amenazando a Desai.
—Todos los demás, vayan a ver qué más encontramos. Clea-
ve, despierta a Laurent, que los ayude.
—Sí, jefe —respondió el chico, saliendo rápidamente mien-
tras los demás se ponían a buscar entre los muebles y cajones de esa
habitación y del resto de la casa.
—Ahora tú —susurró Harry cerca de Desai—, ¿nos dirás
quiénes son los que te estaban pagando para que les dieras esta in-
formación?

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—No sé de qué hablan, no tengo la menor idea… —empezó


a defenderse Desai, pero un hechizo, que Harry no conocía, le dio
de lleno en el pecho, haciéndolo gritar mucho más fuerte, pero de
dolor.
—Ahora —suspiró Joel, que era el que había lanzado el he-
chizo, Harry prácticamente desconocía a su amigo cuando adoptaba
esa postura de «torturador sin compasión»—, ¿tu memoria mejora?
—Es ilegal… —gritó el hombre.
—Demándame —se burló Joel—. Ah, no podrás, estarás in-
capacitado de hablar —advirtió antes de lanzar otro hechizo más.
Harry apretó los labios y desvió la mirada, había olvidado esa
parte del trabajo, aunque sabía que podría hacerla, nunca le había
agradado en realidad.

–|– 

Viernes 16 de octubre de 2008, La Fábrica de Pociones, 5:15 P.M.

—Ah, aquí está —suspiró Draco, seguido muy de cerca de


sus hijas, no encontraba el móvil, como era una costumbre muy
habitual en él.
—¡Está! —gritó Zoe dando saltitos y jalando la pierna de
Draco, Sofía trató de imitarla, pero jaló a Zoe y pronto las dos estu-
vieron en el piso, una sobre otra, y comenzaron a llorar.
—Oh, niñas —les dijo Draco, arrodillándose delante de
ellas—. Ya les he dicho lo que puede pasar si andan jaloneándose, se
terminan cayendo… —sacó uno de los muchos pañuelos que car-
gaba desde que se había hecho padre, y comenzó a limpiarles las ca-
ritas a ambas—, no lloren, ninguna se ha hecho daño de verdad.
—Limpio —dijo Sofía, agachándose para recoger el móvil de
Draco, que había caído al piso por el alboroto.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, Sofía, no creo que el móvil haya estado llorando —rio


Draco mientras observaba la pantalla.
—Ah, miren, papi Harry nos ha escrito.
—Papi Harry —canturrearon las dos mirando la pantalla
como si pudieran ver allí a Harry.
Decía «Te amo» y Draco sonrió.
—Dice que nos quiere y nos extraña mucho, que tratará de
llegar a desayunar mañana con nosotros. ¿Qué les parece?
Sofía y Zoe sonrieron y se abrazaron a él. Draco agradeció el
gesto, no había nada que lo consolara más en ese momento que ese
abrazo.
—Papá Harry —sonrió Sofía señalando el móvil.
—Sí —Draco asintió, apartándose con pesar de sus niñas, y
un instante después sonrió también—. Vamos a contestarle, ¿de
acuerdo?
Ambas niñas asintieron y miraron interesadamente la panta-
lla, casi como si supieran lo que decía en ella, mientras Draco te-
cleaba rápidamente una respuesta.

–|– 

Viernes 16 de octubre de 2008, Mowmacre Hill, 6:49 P.M.

—Otra vez, desde el inicio, para ver si te entendimos —le


exigió Joel a Desai. Ya casi todos estaban en la misma habitación,
habían encontrado más cartas y expedientes que definitivamente, el
hombre no debía tener allí, y finalmente había confesado todo.
—Iré a ver a Violet —dijo Harry, necesitando respirar un po-
co tras toda la algarada. No llegó muy lejos, apenas a unos metros
de la puerta, en el piso del pasillo, estaba Laurent, y sentada en su

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

regazo Violet, se estaban besando. No lo podía creer. ¿De verdad


pasaba algo entre ellos dos?
Regresó sin hacer ruido hacia la habitación, y Cleave le son-
rió.
—Ya lo sabía, jefe.
—Pobre Laurent —suspiró Harry.
—No sé quiénes son los vengadores… —jadeó Desai, su voz
sonaba bastante baja, pero igual nadie lo interrumpió—. Una mu-
jer, se acercó a mi cuando custodiaba en Rútland… ella dijo que ne-
cesitaba la información para aclarar cuentas…
—Bastardo —masculló Emma, aunque el hombre no se de-
tuvo.
—Me dijo que pagarían bien, pero nunca he visto a los otros,
solamente a ella… ella paga, escribe al Ministerio con esos códigos
y luego, cuando tiene el oro, le doy el archivo que pidió.
—Nombre —preguntó fríamente Joel.
—Ya se los he dicho… yo se los dije hace un momento…
—De nuevo.
—Julia Foreman —susurró Desai.
—¿Cuándo les entregaste el último archivo?
—Hace algunos meses, ellos tardan en contactarme… se lo
toman con calma.
—De acuerdo, hay que dejarlos aquí y volver, necesitamos
encontrar a esa Julia Foreman, probablemente tendremos algo de
ella ya, entre las cosas que investigamos —sugirió Harry, haciendo
ruido como para que Violet y Laurent se diesen por advertidos.
—Esperen… ¿Qué harán conmigo?
—Por lo pronto no hay tiempo para ti —le respondió Joel,
haciendo un par de hechizos más y dejándolo inconciente, reforzó
el hechizo sobre su otro compañero—. Ninguno despertará hasta
mañana al atardecer…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Genial —masculló Cleave, mirando la escena con cierto


asco.
—¿Cómo sigues? —preguntó Chris caminando hasta Violet
y mirándola con pena.
—Bien… ¿confesó?
—Sí, pero, ¿no crees que deberías ir…? —inquirió Sebastian.
—Ni lo pienses, Sebastian; me he dejado sangre en esto, y no
voy a retirarme ahora porque un tipejo se la ha dado por golpearme
—interrumpió ella con voz fiera. Harry se sintió mal al ver los gol-
pes en su mejilla, pero no se animó a decir nada, y rápidamente se
organizaron para volver a Londres.
Cuando salieron nuevamente hacia el bosque, estaba oscuro,
como no querían llamar la atención del Ministerio, se alejaron en
los vehículos que habían venido, una gran distancia antes de inten-
tar aparecerse en la Escuela de Defensa; durante el trayecto, Harry
se dio cuenta que Draco también le había escrito:
«Yo también te amo, mucho, Harry. Todo estará bien, lo sé».
Harry sonrió por sus palabras y se abstuvo de contestar, e in-
cluso, de ir a casa a buscarlo, besarlo y abrazarlo. Sabía que estaban
cerca, demasiado cerca, que pronto todo acabaría.

–|– 

Viernes 16 de octubre, 2008. Escuela de Defensa, Londres, 7:35 P.M.

—Estoy saliendo para allá —dijo la voz de Hermione desde


el otro lado de la línea.
—De acuerdo, gracias —contestó Harry antes de cerrar la
comunicación.
—Jefe, aquí está —informó Laurent mientras agitaba una de
las listas.

1100
LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—Te escuchamos —pidió Chris, sentado al otro lado del sa-


lón, fumando un cigarrillo y también buscado entre un gran grupo
de pergaminos.
—Ella estuvo en Rútland hasta hace tres años, es considerada
peligrosa, creo… porque la dejaron más tiempo allí que a muchos.
—¿Ubicación?
—Vecina de Malfoy y de los hermanos Browning; estaban
ubicados en la misma calle. Nada más.
—De acuerdo… Hermione ha pasado por el archivo, Violet,
ha usado tu nombre, esperemos que consiga algo más de informa-
ción.
—De acuerdo…
—Tendremos que ir por ella ésta noche —comentó Joel
mientras caminaba de un lado al otro del lugar, también fumando.
—Es preferible, no quiero que nada se filtre y que se pongan
en sobreaviso.
—Cierto —apoyó Emma—, la rapidez aquí es fundamental.
Hermione apareció en menos de cinco minutos después, lu-
cía cansada, pero sonrió hacia Harry.
—Hemos corrido con suerte —informó.
—¿Y eso?
—Es una de las que aún carga el formulario, solamente nece-
sitan un auror que la convoque para que nos lleve hasta ella.
—¿Y que esperamos? —preguntó impaciente Sebastian le-
vantando la varita mientras Hermione sacaba la copia del formula-
rio.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Viernes 16 de octubre, 2008. Fábrica de Pociones, Londres, 7:58 P.M.

Draco apareció en el vestíbulo por la red flú, se sentía un


tanto cansado, e intuía que se debía no solamente a haber estado ju-
gando con sus niñas durante toda la tarde. Las había dejado en ma-
nos de la señora Weasley y Andrómeda, junto a Teddy; era bueno
saber que podía contar con la ayuda de las mujeres, siempre que
fuera necesario. Tenía ya, demasiado trabajo atrasado y no podía
darse el lujo de seguir descansando.
Caminó por la silenciosa fábrica hasta su laboratorio personal
y, antes de empezar a trabajar, invocó nuevamente el hechizo que se
sabía ya de memoria. No había tenido tiempo ni paciencia suficien-
te los días anteriores para hacerlo, y aprovechó la tranquilidad de la
fábrica para intentarlo.
Los rayos rosados no traspasaron su cuerpo esta vez, sino que
rebotaron contra su vientre, y se perdieron contra las paredes.
—Oh… allí estás… —susurró feliz, mientras ponía una
mano sobre su vientre, aún no podía sentir la interacción de magia,
pero supuso que era porque todavía no tenía mucho tiempo, y por-
que a diferencia de las gemelas, que tenían el doble de magia, este
bebé era sólo uno… o porque Harry no estaba allí con él.
Sonrió mientras empezaba a destapar los calderos que tenía
ya listos con pociones a medio avanzar, pensando en que al día si-
guiente tendría que ir a ver a Zettie, y empezar a tomarse eso de de-
cirle a Harry lo del bebé seriamente... Sabía que seguramente Harry
se enfadaría mucho con él por no haber planeado juntos aquello,
pero por el momento se sentía demasiado contento como para
preocuparse por su reacción.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

Tres pisos abajo, un hombre salió de uno de los armarios, se


tenía estudiada la rutina del lugar de memoria. A las siete todos los
empleados salían, y como era viernes, ese día no había turno noctí-
vago, y todos los empleados ya se habían retirado, incluso había vis-
to a Eyting yéndose con un tipo más que había pasado por él.
Avanzó con la varita en alto, mirando hacia todos lados y
prestando atención por si escuchaba algún ruido fuera de lugar. No
era la primera vez que se quedaba allí de noche y se tenía explorado
todo el lugar. Era enorme, pero no infranqueable. Llegó hasta uno
de los armarios de limpieza del primer piso y tocó suavemente con
los nudillos, un instante después Attanasio salía de su escondite
también, con la varita en alto y la mirada ansiosa.
Juntos caminaron hasta la entrada de proveedores y luego de
dar una mirada más alrededor, Wren agitó la varita, era un hechizo
muy simple, cualquier creería que tratándose de la fábrica de la pa-
reja del Gran Salvador del mundo mágico, tendría más seguridad.
Cinco personas, luciendo abrigos oscuros y con capuchas
que les cubrían el rostro, esperaban ya afuera, Attanasio les hizo una
señal con la mano, y ellos, mirando a todos lados, entraron rápida-
mente.
—¿Listos? —preguntó en un susurro Matilda Benford.
—Sí, debe estar arriba, siempre se queda hasta tarde los vier-
nes, está avanzando no sé que contrato… —explicó en un susurro
Attanasio.
—Te seguimos entonces —le dijo Leyla con la varita en alto
también.
Las siete personas avanzaron despacio, uno detrás de otro, si-
guiendo a Attanasio y Wren, rumbo a las oficinas del tercer piso.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Viernes 16 de octubre, Berks, refugio de los Vengadores: 7:58 P.M.

Aparecieron en medio de un campo abandonado, el pasto


que quedaba en medio de la tierra húmeda era amarillento, una fina
lluvia, que presagiaba una mucho más fuerte, comenzó a caer.
Todos se pusieron las capuchas y ajustaron un poco más sus
abrigos mientras empezaban a caminar hacia la única casucha que
había en el medio de todo ese lugar, por las ventanas se podía ver
una suave luz. La mujer: Julia Foreman debía estar en el interior.
Sebastian había usado un hechizo de prevención, eso significaba
que les permitía aparecerse a unos metros alrededor del lugar don-
de la exonerada se encontraba, sin levantar mucho tiberio, servía
sobre todo, si era que el auror en cuestión tenía la sospecha de que
se estaba realizando un delito, y no quería poner de sobreaviso al
delincuente.
Sin necesitar coordinar siquiera, algunos de ellos instalaron
los hechizos de protección alrededor de la casa mientras Joel y
Chris, sin ningún tipo de reparo, lanzaban un hechizo para volar la
puerta.
Se escuchó el grito de una mujer mientras Harry corría junto
a Joel y Chris, en el interior de la casa, sentada en una larga banca y
frente a una mesa llena de recortes de diarios, estaba Julia Foreman,
que los miraba con temor. Antes de que la mujer siquiera intentara
levantar su varita, ya Joel la tomaba con una mano, dejándola fuera
de su alcance.
—¿Qué es lo que quieren? —gritó furiosa poniéndose en
pie.
—¿Julia Foreman? —preguntó Chris, indicándole con la va-
rita que se volviera a sentar.
La mujer asintió lentamente mientras se sentaba, mirando a
todo el grupo que se había metido en su casa.

1104
LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

Joel y Chris usaban las túnicas de auror.


—Tenemos que hablar, señora —le dijo Emma caminando
hacia ella, su expresión dulce había cambiado por una más dura.
—Revisen el resto de la casa —ordenó Harry; Violet, Cleave
y Laurent asintieron y desaparecieron por las demás puertas.
La mujer inclinó el rostro, y le dio una sonrisa algo maniática
a Harry.
—Tú eres Potter.
—Y usted está en problemas —le contestó Harry, sintiendo
de pronto algo muy extraño en el pecho.
—Oh… ya es tan tarde —replicó la mujer soltando una car-
cajada y mirando hacia el reloj, que sonaba sobre la chimenea—,
muy tarde, héroe.
Harry trató de enfocar la mirada en el reloj, pasaban de las
ocho, pero eso no le importaba mucho, tampoco lo entendía, algo
en su pecho estaba presionando mucho más fuerte, no necesitó que
la mujer se lo confesara, tenía la certeza de que algo malo le pasaba
a Draco, tal como aquella vez en la intervención a la clínica donde
Ginny estaba.
—¡Mierda! —gritó sujetándose con fuerza el pecho, su respi-
ración agitándose y el sudor bañando su frente.
—¿Harry, qué pasa? —preguntó preocupado Joel.
—La fábrica, están en la fábrica, ¿no es así? —gritó lanzándo-
se sobre la mujer, que rio nuevamente.
—¿Qué quieres…? —preguntó Emma.
—¡¿Están allí, no es cierto?! —bramó Harry, zarandeando a
la mujer por los hombros e importándole muy poco el mantener las
formas.
—Ya es tarde —contestó ella con voz calmada pese a todo.
—No hay nadie más —informó Violet apareciendo en ese
momento, se detuvo al ver la escena.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Draco! Están atacando a Draco, en la fábrica —dijo Harry


antes de empujar a la mujer con fuerza, dar la vuelta y salir corrien-
do.

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Viernes 16 de octubre, Fábrica de Pociones, Londres, 8:03 P.M.

Draco estaba sentado frente a la mesa de trabajo, mientras


agitaba la varita y se concentraba en encontrar la cantidad perfecta
de Descurainia Sophia que se necesitaba para esa poción, cuando el
ruido de la puerta abriéndose con fuerza lo hizo sobresaltar y tirar
el caldero.
—Buenas noches, Malfoy —saludó la voz de un chico.
Draco sujetó la varita con fuerza y se puso en pie.
—¿Qué demonios…?
—Oh, esa no es forma de saludar a los amigos, ¿o sí? —in-
terrumpió Dan, dando un par de pasos hacia el frente, dejando que
el resto del grupo entrara.
Draco jadeó, asombrado por la gran cantidad de personas en
su oficina, mientras sujetaba la varita con más fuerza y retrocedía
unos cuantos pasos, tratando de idear una escapatoria.
—¿No te acuerdas de mí?
—Browning —susurró Draco.
—¿Qué les dije? Qué sí se iba a acordar.
—Expeliarmus —gritó con fuerza Draco, el rayo le dio a una
mujer, a Matilda Benford, haciéndola soltar la varita y dar un grito
ahogado.
Antes de que pudiera siquiera repetir el hechizo, un grupo de
rayos cayeron sobre él y la mesa, haciéndolo volar contra la pared, y
perdiendo la varita en el proceso.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

—Ahora, exmortífago dis que reformado —le habló la voz de


una chica, Draco no podía ver bien, se sentía aturdido por el gol-
pe—, vamos a terminar contigo de una buena vez.
Fue conciente de las manos que jalaron sus piernas y lo deja-
ron completamente recostado sobre el piso, trató de moverse, pero
una patada bastante fuerte en el abdomen le hizo perder el aire, se
aovilló, tratando de proteger a ese niño del que nadie sabía aún, y
escuchó vagamente cómo uno de ellos le decía a otro que deberían
darse prisa.
Vio de reojo el filo plateado de lo que era un cuchillo y le-
vantó las manos, sacando fuerzas de quién sabía dónde, y trató de
defenderse, dando golpes a ciegas, pero ellos eran demasiados, sin-
tió la hoja sobre su brazo, dejando un pequeño ardor y la sensación
de que algo tibio brotaba, no se detuvo y pateó y trató de poner re-
sistencia, pero el cuchillo seguía entrando en su piel, ya no sólo en
su brazo sino en el resto de su cuerpo, rasguñando e hiriendo de
manera dolorosa...

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Viernes 16 de octubre de 2008, Mansión Potter-Malfoy, 8:04 P.M.

El móvil vibró unas cuantas veces más mientras Sofía y Zoe


le daban miradas curiosas, lo tenían escondido entre sus rompeca-
bezas, lejos de las miradas de Andrómeda y la señora Weasley.
—Papá Harry —dijo Sofía.
—Sí —sonrió Zoe—, vendrá.
Ambas aplaudieron emocionadas mientras el móvil seguía
vibrando.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Viernes 16 de octubre de 2008, Shaftesbury Ave, a diez calles de La


Fábrica de Pociones y la Escuela de Defensa, 8:04 P.M.

—¡Por favor, contesta! —gritó Harry frustrado, había apare-


cido lo más cerca posible a la fábrica; antes de siquiera levantarse
del piso, donde había caído por las prisas en aparecerse, ya tenía el
móvil en la mano, y aunque llamaba y llamaba, Draco no contesta-
ba.
Se le hacía más difícil correr por la falta de aire y lo acelerado
que estaba su corazón, todo su cuerpo se sentía extraño, era como si
de pronto sus piernas se hubiesen vuelto de plomo; sintió a sus
amigos aparecer detrás y correr junto a él, pero ninguno hablaba,
todos entendían: Draco estaba en peligro.
Con el móvil en la mano y sin dejar de correr, marcó el nú-
mero de Ron.
—Hola, compañero, justo… —saludó Ron con alegría.
—¡Ron! —jadeó Harry—. ¡Ron!, escúchame bien…
—¿Qué pasa? Hermione recién llegó y me ha dicho que…
—Necesito que vayas a la fábrica por red flú —interrumpió
gritando Harry.
—Pero…
—Ellos están en la fábrica, no logro… —jadeó tratando de
tomar una bocanada de aire, sentía como si se estuviera muriendo,
no quiso pensar en eso.
—Carajo, no…
—¡Ve a la fábrica! —concluyó Harry.
—Ahora mismo —gritó Ron desde el otro lado de la línea,
Harry no esperó a saber si Ron agregaría algo más y cortó, insis-
tiendo nuevamente en el número de Draco.

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

Pudo ver el edificio antiguo que era la fábrica, por los hechi-
zos anti muggles lucía con algunas luces encendidas.
Sintió como perdía la fuerza en los brazos mientras rompía
los hechizos de seguridad y se internaba en el oscuro lugar. Escuchó
los gritos provenientes del tercer piso y corrió con la varita en alto, a
los lados, sus amigos corrieron mucho más rápido que él, y de
pronto, se vio inmerso en una batalla.
Ni siquiera notó cómo logró llegar al tercer piso. Divisó a lo
lejos, o eso le pareció a él, una cabellera pelirroja mientras él, tal
como lo decía su instinto, se abría paso hasta la oficina de Draco.
Un hechizo le dio en el brazo y lo hizo caer, no se puso en
pie, comenzó a gatear los pocos metros que quedaban de distancia,
esquivando piernas y algunos hechizos perdidos, su cuerpo tem-
blando de pánico y desesperación, y una única idea en su mente:
llegar hasta Draco. Sólo eso.
Escuchó a lo lejos la voz de Joel gritando algo sobre que los
tenían controlados, pero no se alegró por eso, ni siquiera le intere-
saba ya, mientras llegaba a la puerta y se ponía en pie finalmente.
—¡Draco! —gritó, su garganta ardía, se preguntó si era que
acaso habría estado gritando su nombre todo el tiempo mientras
trataba de llegar hasta él.
Una sensación de nauseas subió por su estómago, debido al
dolor y la impresión de la escena: Draco estaba en medio del lugar,
había sangre por todos lados, en el piso y en sus ropas, en sus bra-
zos… y un cuchillo de plata tirado a un lado.
—Draco… no… —jadeó mientras negaba con la cabeza y
caminaba hacia él—. ¡Ayuda! ¡Llamen a alguien, auxilio! —gritó
con fuerza dejándose caer de rodillas junto a él, algo le decía que
aún estaba vivo, pero que no por mucho.
—Draco… —susurró, apartando el cabello de la frente del
chico.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Harry… —llamó Ron entrando en ese momento—. De-


monios…
—Llama a alguien, hay que abrir un portal y… —Harry se
detuvo cuando sintió la presión sobre su muñeca, miró asustado
hacia Draco que había abierto los ojos.
—Harry —susurró Draco, presionando su mano contra la de
Harry, le hacía bien sentirlo cerca, el dolor desplazándose lejos.
—Vas a estar bien, no te preocupes —le tranquilizó Harry,
inclinándose hacia él y dándole un beso en la frente—. Pronto… —
levantó la vista, ya no estaba Ron, pero sí Violet y Laurent—. ¡El
portal!
—En eso están, jefe… —susurró Laurent.
—Tranquilo… —le dijo Harry a Draco, sentía en su propio
corazón el dolor, y era imposible respirar de tanto que dolía. Se ne-
gaba a creerlo.
—Yo… Harry… —trató de hablar Draco, de decirle que lo
amaba, que lo quería, que no sufriera por él, pero las palabras se le
atragantaban.
—Estarás bien —repitió Harry.
Draco negó suavemente con la cabeza. En el fondo sabía que
no podría estar bien. Sintió el pánico que provenía de Harry y quiso
consolarlo, abrazarlo y calmarlo, pero no podía, no podía moverse,
el dolor era demasiado.
—Te amo —suspiró.
—No te atrevas, Draco —jadeó Harry con voz más amena-
zante, y levantando un poco el cuerpo de Draco para abrazarlo, lo
sintió frío y tembloroso. La sangre alrededor era demasiada. Draco
le devolvió una mirada brillosa, por un instante pareció querer decir
algo, pero nada salió de su garganta antes de cerrar los ojos.
Draco se sintió sumergir poco a poco en la oscuridad, escu-
chaba la voz de Harry cada vez más lejos, sufrida y dolida. ¿Por qué

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LIBRO VI|Vida
[4] Culminación

Harry estaba sufriendo? Él no quería hacer sufrir a Harry… no


más… pero la oscuridad absorbía todo, incluso los sentimientos
que provenían de Harry, y los ruidos se hacían más lejanos… todo
iba desapareciendo.
—¡No! —gritó Harry en el momento en que Hermione lle-
gaba hasta ellos para poder trasladar a Draco—. No puedes… Me lo
prometiste, Draco. No…
Sintió perfectamente como la mano de Draco soltaba su bra-
zo, y el horrible dolor en su pecho se hizo mucho más agudo...

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

5
Justicia

“Quien procede injustamente es más desgraciado que la víctima de su injusticia.”


Demócrito

E
l diecisiete de octubre del año dos mil ocho, los dia-
rios informaron sobre un terrible ataque, perpetrado
por un grupo al que se denominó «Los Vengadores»,
formado por Dan Browning, Leyla Browning, Darío Wren, Matilda
Benford, William Hurston, Leonard Attanasio, Julia Foreman, y
Hugh Baker; los cuales fueron detenidos como resultado de una
investigación privada —aunque con el apoyo de algunos aurores del
Ministerio Inglés— de la Agencia Privada de Harry Potter.
Los juicios fueron rápidos y cortos, tras la documentación
presentada por la Agencia Privada de Potter y los testigos, todos sa-
bían que eran culpables, y querían terminar con el trámite lo más
pronto posible. Finalmente los integrantes del grupo de vengadores
fueron condenados a cadena perpetua en Azkaban por asesinar con
premeditación y alevosía a un grupo de magos y brujas durante los
pasados diez años.
Debido a esto el mundo mágico entró en una nueva crisis, se
destapó no sólo una gran mafia de corrupción en el Ministerio: au-
rores y funcionarios, que vendían información, sino que además

1112
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

cobraban para dejar a muchos de los exonerados en paz, o que les


creaban crímenes y faltas falsas para poder castigarlos. Salió a la luz
pública también: las crudas cicatrices de la guerra que todos pensa-
ban ya olvidada, pero que se resistían a dejar pasar. Una gran revo-
lución, encabezada por una fiera Hermione Granger, que defendía,
aunque nadie lo creyera, los derechos de los que habían sido per-
donados, inició con la exigencia de un trato similar para ellos, es de-
cir, no más trabajos menos remunerados por ser exonerados, no
más negaciones a las becas u oportunidades de estudio, no más ne-
gación a que abandonasen el país o pusieran un negocio. Fue un
trabajo de ley arduo, y demandó mucho tiempo, pero ella tenía una
clara motivación, habían lastimado a su familia, porque Draco des-
de hacía mucho tiempo que había pasado a formar parte de su fami-
lia, al igual que los Weasley y Harry.
Luego de terribles y estresantes sesiones, el Wizengamot
aprobó la creación de un nuevo departamento de fiscalización:
«Quejas y Reclamos para Tratos Injustos y Discriminación», la jefa,
por supuesto, Hermione Granger, y un equipo de cinco asesores
que se mostraron descorazonados cuando las primeras tres semanas
no tuvieron ningún visitante. Eso no la desanimó, supo que sería
difícil que alguien confiara en el Ministerio, así que mudó la oficina
al callejón Diagon, y junto con sus asesores partió en busca de ma-
gos y brujas maltratados (si ellos no vienen a ti, tú ve a ellos). Y así
fue: se encargaron de buscar casos, entrevistar exonerados y de col-
gar pancartas y entregar panfletos y avisos en todos los sitios posi-
bles, con lemas como: «Una nueva oportunidad significa una ver-
dadera oportunidad» o «Ser exonerado no es sinónimo de no tener
derechos»; además de los que estaban destinados a cualquiera, fuera
exonerado o no, que tuviera una queja de maltrato: «¿Buscando un
trato justo? Es tu momento de hablar». Y en cuanto el rumor de
que en verdad aquel departamento trataba de ayudarlos y no era

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LIBRO VI|Vida
[5] Justicia

ninguna trampa establecida por las ya conocidas corruptelas del


Ministerio, Hermione tuvo que contratar más asesores y pasar mu-
cho más tiempo en la oficina con una pequeña Jenell en brazos para
darse abasto entre el trabajo y la maternidad, que la había sorpren-
dido en medio de la conmoción.
Tras el primer año de funcionamiento, el Ministerio le otor-
gó un premio por «Servicio a la Comunidad» y una nueva orden de
Merlín. El resultado de su Departamento era increíble y a la vez te-
rrible: en doce meses se tuvo que sacar a un treinta por ciento de
los aurores y un porcentaje similar entre burócratas y funcionarios
administrativos.
Mucha gente la detestó por aquello, sobre todo los que se
habían quedado sin trabajo y sin sus familias, pero ella no bajó la
cabeza ante nadie, había aprendido mucho, sobre todo después de la
guerra; había leído la historia de los Vengadores, sabía qué les había
motivado a actuar con furia y resarcimiento, y también conocía la
historia de Draco y lo difícil que había sido para él salir adelante en
un mundo que lo condenaba una y otra vez por un error del pasado
que ya había pagado. El trago amargo pasó, y poco a poco la gente
entendió, y tanto los exonerados, como parientes de estos, fueron
saliendo adelante, ya podían estudiar y hacer todas las cosas que no
habían podido hacer tras ser marginados por el antiguo sistema. En
su cumpleaños aún recibe tarjetas de todo tipo y de gente que no
conoce, agradeciéndole el impulso que le dio a esas leyes, y el haber
propiciado el medio para proporcionarles una vida mejor.
Los vengadores había sido un claro ejemplo de lo que pasaría
si la comunidad no cambiaba su forma de pensar y si insistían en
discriminar y negar derechos, y Hermione no se cansó de repetirlo
hasta que las cosas cambiaron para bien. ¿Si habían vengadores y
gente resentida por allí?, seguramente, pero no les darían más razo-
nes para sentirse víctimas. No más.

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Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

6
Nueva vida

Go to sleep, may your sweet dreams come true // Just lay back in my arms for one more night
I've this crazy old notion that calls me sometimes // Saying this one's the love of our lives.
Cause I know a love that will never grow old // And I know a love that will never grow old.
When you wake up the world may have changed // But trust in me, I'll never falter or fail
Just the smile in your eyes, it can light up the night, // And your laughter's like wind in my sails.
Lean on me, let our hearts beat in time, // Feel strength from the hands that have held you so long.
Who cares where we go on this rutted old road // In a world that may say that we're wrong.
Canción: A Love That Will Never Grow Old 18
Emmylou Harris, cantautora de country estadounidense

31 de agosto de 2019, Condado de Gillingham, Mansión Potter-


Malfoy, fiesta antes del inicio de clases en Hogwarts, 3971 días des-
pués del ataque de “Los Vengadores”…

H
arry levantó la vista hacia el cielo, era mediodía y el
sol, pese a estar en finales de agosto, había decidido
brillar con toda la fuerza del verano. Era agradable
sentir el sol sobre su rostro y sobre su piel, lo hacía sentir bien.

18
Un amor que nunca envejece: Ve a dormir, puede que tus dulces sueños se hagan realidad // Sólo
descansa en mis brazos una noche más // Tengo esta loca y vieja idea que a veces me asalta // Di-
ciéndome que este es el amor de nuestras vidas. // Porque conozco un amor que nunca envejecerá
// Y sé de un amor que nunca envejecerá. //

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

El sonido de los niños, ahora no tan niños —como ellos se


empeñaban en aclarar— corriendo por el jardín le hizo recordar
que tenía que apurarse con lo que estaba haciendo: parrillada al esti-
lo muggle. Esos eran los efectos de relacionar a los chicos con el
mundo muggle, de dejarlos ver que había mucho más que su redu-
cido mundo mágico. Los que habían escogido el motivo o la forma
de celebración ese día habían sido Kay, Mauro, Erick y Jenell, los
últimos niños de la gran pandilla, y que ya entraban a Hogwarts al
día siguiente. 19
—Hola padrino —saludó la voz de un chico a su derecha.
Harry se giró, aún con la espátula en la mano, para ver a Teddy, a
quien ya no le gustaba que le llamaran de esa manera, y que venía
tomado de la mano de una hermosa Victoire, Harry siempre se sor-
prendía de lo bella y además inteligente que era la chica.
—Hola tío Harry —saludó la chica dándole un beso en la
mejilla.
—¿Qué tal chicos? ¿Andrómeda ha venido con ustedes?
—No, se ha quedado con mis abuelos —explicó Victoire.
—Oh… bueno, supongo que no tardaran.
—No, padrino, ¿necesitas que te ayudemos en algo?
—No se preocupen, Winky me está echando una mano.
—Genial… entonces nosotros estaremos por allí —dijo Vic-
toire jalando del brazo a Teddy hacia uno de los lados del jardín,
donde un grupo de troncos funcionaban de asientos.
—Claro, chicos, claro… no se alejen mucho —recomendó
Harry, recordando lo iracundo que había estado Bill cuando había
descubierto que su pequeña niña se había hecho novia de Teddy,

18
Cuando despiertes el mundo puede haber cambiado. // Pero confía en mí, nunca me cansaré o
fallaré // Sólo la sonrisa en tus ojos puede iluminar la noche, // Y tu risa es como el viento que
mueve mi barca. // Apóyate en mí, deja latir nuestros corazones a la vez // Siente la fuerza de mis
manos que te han sostenido por tanto tiempo. // A quién le importa dónde vayamos en esta vieja
carretera llena de caminos // En un mundo que dice que nosotros estamos equivocados.

1116
LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

aunque en el fondo había sido muy gracioso; había sido durante las
últimas navidades, cuando ambos habían desaparecido durante la
fiesta en la casa de Andrómeda; los habían descubierto en el patio,
en una situación bastante comprometedora.
—No hay problema —replicó Teddy—; siempre a la vista —
lo último lo dijo poniendo los ojos en blanco, aunque realmente
creía que había corrido con mucha suerte después de haber sido
descubierto, no sólo por el padre de Victoire, sino por sus tíos, uno
más celoso que el otro, y haber salido con vida.
—Mi padre es un exagerado —masculló Victoire, y Harry
asintió, aunque no se imaginaba la forma en que reaccionaría él
cuando Sofía o Zoe le dijeran que tenían un novio.
Trató de sacar esas ideas de su cabeza, ambas ahora eran ma-
yores, y sabía que en cualquier momento le podían llegar con aque-
lla noticia, y que el hacer un escándalo por eso no era adecuado ni
recomendable.
—Señor, ¿ya puedo servir las demás cosas? —preguntó
Winky apareciendo en ese momento, lucia un delantal rojo y una
pañoleta haciéndole juego en la cabeza. Sabía que Sofía y Zoe le ha-
bían regalado ambas prendas.
—Creo que tardarán un poco más —opinó Harry mientras
miraba la carne cocinarse en la parrilla; la elfina, que había estado
algo resentida porque Harry cocinara cuando aquella era su labor,
arrugó un poco la nariz mirando también hacia la comida.
—Entonces esperaré a que el señor ordene servir.
—Estoy seguro que esto no quedará ni la mitad de rico que si
lo hubieras preparado tú —dijo entonces Harry, mirando con fasti-
dio hacia la carne y luego hacia Winky, que sonrió contenta.
—¿El señor lo cree?
—Por supuesto.
—Oh… vaya…

1117
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Por qué no vas por los cubiertos y todo lo demás para ir-
nos adelantando?
—¡Buena idea, señor! —exclamó la elfina de mejor humor
antes de desaparecer, Harry suspiró aliviado y divertido, lo último
que necesitaba era que ella se enfadase.
—¡Dios!, ¿cómo puede hacer tanto calor? —protestó Her-
mione saliendo por la puerta de la casa que llevaba al patio, y entre-
cerrando los ojos, usaba aún la túnica del trabajo, pese a ser sábado.
—Porque es verano —contestó Harry, dejando el fuego con-
trolándose con un hechizo y acercándose a su amiga para darle un
beso en la mejilla.
—Lo sé, pero se supone que casi acaba el verano —negó ella
con la cabeza a la vez que se sentaba junto a Harry en una de las
bancas largas, habían puesto varias de esas bancas y mesas igual de
largas para la fiesta de esa tarde.
—No seas gruñona, que no te queda —canturreó una voz
detrás de ellos, y antes de siquiera poder girar, ya Gael estaba sobre
ambos, abrazándolos con cariño.
—Ya decía yo… qué raro que no andabas cerca —suspiró
Hermione mientras Mikel se inclinaba a darle un beso en la mejilla
también.
—Hola, chicos —saludó Harry, dándole un ligero apretón de
manos a cada uno.
—Hola… ¿Qué tal ha ido todo? ¿Necesitas ayuda? —saludó
Mikel.
—Bien, y ya casi está todo listo.
—¿Y Mauro? —preguntó Mikel mirando alrededor.
—Por allá —señaló Harry mientras volvía a prestar atención
a la carne, Gael se puso a su lado y empezó a trincharla, para com-
probar que estuviera bien cocida.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—Ah… —Mikel hizo un gesto con la mano, saludando al


niño, que dejó de jugar un instante para corresponder.
—¿No te ha dado problemas, verdad?
—Por supuesto que no, Mikel, cómo crees. Los cuatro ya es-
tán grandes como para hacer travesuras.
Hermione soltó una carcajada.
—¿No fue acaso durante tu cumpleaños, hace sólo dos me-
ses, en que decidieron cambiar el color del ponche usando unas
cuantas pociones de la tienda de bromas, y resultó en una gran ex-
plosión?
Esta vez Gael soltó una carcajada, recordando la escena.
—Creo recordar que Jenell estaba en medio de eso —afirmó
Harry, rememorando el mal olor que quedó en la casa durante días.
—Oh, sí —suspiró Mikel—; y ella dijo que fue idea de Mau-
ro, y Mauro que de Erick, y Erick que de Kay y Kay…
—Que de Jenell… ¿No son listos? —suspiró Gael, ayudando
a Harry a poner hechizos de conservación sobre la carne ya lista, y
poniendo un poco más en la parrilla.
—Pues sí… creo que la profesora McGonagall la tendrá difí-
cil con ellos ahora —asintió Harry, mirando nuevamente hacia el
cuarteto de párvulos, los cuatro corrían cerca de unos árboles, per-
diéndose de vista por momentos.
—No negarás que será divertido —comentó Hermione.
—Aunque difícil —suspiró Gael, poniéndose a su lado nue-
vamente—, en casa, al otro lado del charco, mis padres creen que
un internado es demasiado, no hay muchos por allá… es raro estar
apartados de Mauro tanto tiempo.
—Te entiendo —afirmó Hermione—. Incluso nosotros, que
hemos estudiado en uno, extrañamos a Jules, sobre todo cuando re-
cién se fue.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿De qué hablan? —preguntó Ron llegando en ese mo-


mento junto a un chico bastante alto y delgado, sus cabellos rojos y
ensortijados caían casi sobre sus hombros y fruncía ligeramente sus
marrones ojos por el sol.
—Hola —saludó Jules con educación, apretando las manos
de todos y dándole un beso en la mejilla a su madre.
—De qué mañana empieza el curso, por supuesto —contestó
Gael.
—Ah —Ron suspiró y miró hacia el jardín donde su hija y
los demás niños jugaban.
—¿Sofía y Zoe aún no han regresado? —preguntó Jules ha-
cia Harry, y mirando alrededor.
—No, pero no deben tardar —le respondió Harry.
—Iré entonces a ver a Ted —comentó Jules, girándose y ca-
minando hacia donde la pareja se encontraba.
Ron lo vio alejarse y sonrió hacia su esposa, que asintió im-
perceptiblemente.
—¿Entonces ya listos para mañana? —preguntó hacia Mikel
y Gael, que eran los únicos que no tenían aún niños en Hogwarts.
—Eso creo… tiene ya todo listo —se encogió de hombros
Mikel.
—Sí, incluso le hemos comprado una lechuza —comentó
Gael.
—¿Difícil, eh? —les dijo Ron, poniéndole una mano sobre el
hombro a Mikel, que asintió imperceptiblemente.
—Justamente decíamos que Gael nunca fue a un internado,
casi no los hay en Estados Unidos, y yo seguí mi educación en casa
y en una escuela privada, todas las noches cenaba con mis padres…
—Pero Mauro quiere ir… tampoco podemos negárselo, des-
pués de todo, los demás estarán allí —completó la explicación Gael.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—Estarán bien, ellos saben cuidarlos, no hay nada que temer,


sin considerar que le podrán escribir cada vez que quieran —les
animó Harry con una sonrisa.
—Gracias —asintió Mikel, sonriéndole.
—Y si no nos damos prisa, pronto todos empezaran a protes-
tar —comentó Harry luego de un momento, acercándose a la parri-
lla una vez más, Gael y Hermione también lo hicieron, ayudándolo
con el trabajo; mientras Mikel los observaba, era gratificante que,
después de todo lo que había pasado en sus vidas, pudieran estar
allí, como la familia que eran, sonriendo y pasando un buen mo-
mento…

Estaba muerto.
Lo sabía.
En cuanto lo vio lo supo. Aún así se arrodilló a su lado, en el piso
manchado de sangre, sacando del camino y de mala manera a Harry y a
Hermione, apartándolos para que lo dejaran trabajar: levantó la varita y co-
menzó a lanzar hechizos, tratando de hacerlo volver a la vida.
—Coagmentatum— dijo con fuerza, agitando la varita por el
cuerpo mientras las heridas dejaban de sangrar. Escuchó el sollozo de Her-
mione y no quiso voltear a mirar a Harry, no podría verlo así.
—Caedo —el cuerpo de Draco se agitó, levantándose un poco del
piso para luego caer nuevamente. Presionó un par de dedos contra su cuello,
buscando el pulso, pero no había tal.
En ese momento, un par de medimagos más, Mikel supuso que de la
clínica de Draco, aparecieron; no se necesitó mucha coordinación, inmediata-
mente uno proyectó una imagen del corazón de Draco y el otro una de sus
signos vitales, mientras él insistía una vez más.
—Caedo —el cuerpo de Draco se agitó por segunda vez.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¿Cuánto tiempo lleva así? —preguntó uno de los medimagos


mientras observaba la línea que representaba que no había actividad en el
cuerpo de Draco.
—Más de… —la voz de Harry sonaba rota, Mikel agachó la cabeza,
le partía el alma escucharlo hablar de esa manera. Al fondo, fuera de la ofici-
na donde se encontraban, estaban los demás compañeros de Harry, todos mi-
rando silenciosamente la escena—… más de dos minutos.
—Aún hay tiempo —bramó Mikel, lanzando una vez más el hechi-
zo.
—Sabe usted que… —empezó a hablar el otro medimago, parecía
resignado, pero Mikel no lo dejó terminar.
—¡Aún hay tiempo! —gritó, aunque no estaba muy convencido de
ello, lanzando el hechizo por cuarta vez, viendo el cuerpo de Draco agitarse y
susurrando silenciosamente una plegaria: «Vamos, Draco, no te rindas ahora,
no después de todo. Vamos, Draco…»

–|– 

—Ya ha llegado Jules —declaró Mauro, deteniendo el juego.


Jenell, Erick y Kay se detuvieron y dieron una mirada hacia
la esquina donde Ted estaba con Victoire y Jules, que se había sen-
tado entre ellos. A lo lejos, de espaldas a ellos y junto a Harry,
Hermione, Mikel y Gael, vieron a Ron, parecían muy entretenidos
riendo.
—¿Por qué tío Ron lo ha llevado sólo a él a hacer las com-
pras? —preguntó Kay curioso.
—No lo sé, mamá dijo que era tiempo de ellos, o algo así…
—comentó Jenell encogiéndose de hombros.
—¿Y eso qué quiere decir? —preguntó Erick, mirando con
más curiosidad a Jules, para ver si había algo diferente en él.
—Yo lo sé —contestó Mauro sonriendo presumido.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—¿Y cómo lo sabes tú? —preguntó Kay.


—Porque Fred me lo ha contado.
—¿Fred te lo ha contado? —preguntó Kay arqueando una
ceja en claro signo de incredulidad. Erick soltó una carcajada.
—No te creo.
—Bueno… —el chico tomó una rama del piso y empezó a
juguetear con ella, los demás chicos se acercaron más a él, forman-
do un círculo—, en realidad lo he escuchado mientras lo comenta-
ba con Ted, que se lo había escuchado a tío Ron y a tío George. Di-
jo que le daría “La Charla”.
—¿Qué charla? —preguntó confuso Kay, Erick y Jenell tam-
bién lo miraron ansiosos, pero finalmente Mauro se encogió de
hombros.
—No lo sé, ustedes preguntaron por qué tío Ron se ha lleva-
do a Jules, y lo he averiguado.
—Vaya… ¿Será alguna charla obligatoria cuando entras al
cuarto curso? —preguntó entonces Mauro.
—Si le pregunto a mis padres, tal vez ellos me digan —pensó
Kay en voz alta.
—O tal vez mamá, ella siempre me dice todo —meditó Je-
nell.
Los cuatro se quedaron en silencio un momento más, sope-
sando si era o no adecuado preguntar, pues tendrían que confesar
que Mauro había estado escuchando a escondidas una charla que
no debía escuchar.
—Ya tengo hambre —declaró Erick luego de un instante
más.
—Y yo… ¿Demorarán mucho más? —preguntó Mauro mi-
rando alrededor, en ese momento vieron a Ron, que caminaba hacia
ellos lentamente.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Enanos! —saludó efusivamente Ron, aún en la distancia,


y apresurando más el paso.
Los cuatro suspiraron casi a la vez, a Ron le gustaba moles-
tarlos de esa manera todo el tiempo, incluso cuando estaban rodea-
dos de muchas personas.
—Ya iremos a Hogwarts —reclamó Jenell cuando su padre
llegó hasta ellos y le dio un beso en la frente.
—Y ya estamos grandes —continuó Mauro.
—Sí, mis papás dicen que hemos crecido mucho en estos úl-
timos meses —garantizó Erick.
—Y mis papás dicen que no soy enano —manifestó Kay—.
Es más, dicen que soy más grande que tú cuando fuiste a Hogwarts
—respondió de manera retadora.
Ron soltó una carcajada y negó con la cabeza, aquello era
cierto, pero no lo admitiría en voz alta.
—¿Entonces ya están listos para convertirse en leones?
—Pues… —ninguno de los cuatro llegó a contestar, en ese
momento una voz los interrumpió.
—Ni lo pienses, comadreja.
—Y llegó el hurón —suspiró Ron con falso fastidio mientras
se ponía en pie.
Kay corrió hasta su padre y le dio un pequeño abrazo de sa-
ludo.
—Sí, ya llegué. Hola, chicos ¿disfrutando la tarde?
—Hola, tío Draco —respondieron Jenell y Erick, acercándo-
se para darle un abrazo también.
—Hola, padrino —saludó Mauro, también abrazándolo—.
¿Dónde estabas?
—Con Sofía y Zoe, fuimos a comprar unas cosas de última
hora —informó Draco despeinando la castaña cabellera, Mauro,

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

que detestaba aquello, frunció el ceño y se apartó, Draco soltó una


carcajada divertida.
—¿Y dónde están ellas? —preguntó Kay, buscando por el
jardín a sus hermanas.
—Cambiándose arriba —informó Draco sin apartarse de
Kay.
—¿Otra vez? —preguntó el niño frunciendo el ceño.
—Otra vez —suspiró Draco. La adolescencia definitivamente
era muy diferente en las chicas que en los chicos, sus hijas habían
cambiado mucho durante ese verano… De alguna manera lo hacía
sentir que las estaba perdiendo.
—¿Ya vamos a comer, padrino? —preguntó Mauro entonces.
—Sí, para eso he venido, para que Ron deje de influenciarlos
y se puedan alimentar de una vez por todas, Harry dice que la co-
mida ya está lista.
—¡Genial! —exclamaron Erick y Jenell, elevándose sobre las
puntas de sus pies para ver mejor hacia la zona en que la parrilla es-
taba colocada, humeando un agradable olor.
—Yo no los influencio —replicó Ron—, sólo les doy las op-
ciones.
—Y Slytherin es una muy buena opción —rebatió Draco di-
vertido, la casa dónde quedarían Kay, luego del sorteo, era algo de lo
que habían conversado antes, ya que Sofía había asignada en Gryf-
findor y Zoe en Slytherin, y considerando que Harry era Gryffin-
dor y él Slytherin, el marcador estaba, de alguna manera, empatado.
—Vamos, papá —le apuró Kay, jalándolo un poco hacia la ca-
sa.
—Diez galeones a que Kay es Gryffindor —le apostó Ron,
capturando su atención nuevamente.
—Cincuenta a que es Slytherin —replicó rápidamente Dra-
co.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Draco! —gritó Harry.


—¡Ron! —gritó a la vez Hermione, ambos se habían acerca-
do hasta donde ellos estaban.
—Ni de broma, ya deja de apostar con a qué casa irá Kay —le
reprendió Harry, Kay soltó una carcajada divertida al igual que los
demás niños, ver a los cuatro discutir de esa manera tan graciosa era
el pan de cada día.
—No, cariño, ¿cómo crees? —mintió Draco, dándole un be-
so en los labios. Hermione arqueó una ceja y Ron asintió.
—Para nada —aseguró Ron.
Harry y Hermione negaron con la cabeza.
—Vamos a empezar a comer, Sofía y Zoe ya han bajado —
informó Harry.
Draco asintió y lo tomó de la mano, en el momento que se
giraban le dio una mirada a Ron, que dijo sin soltar sonido alguno:
—Cincuenta.
—Hecho —replicó Draco también en silencio.
Kay, Jenell, Erick y Mauro soltaron otra carcajada antes de
correr hacia el centro del jardín, donde las mesas ya estaban puestas.

–|– 

—¡Padrino! —saludó efusivamente Kay, llegando hasta don-


de Mikel y Gael estaban y abrazándose a éste último—. Papá Draco
me ha comprado una lechuza, es blanca, ¡completamente blanca!
—¿En serio? Es genial —contestó Gael mirando al niño con
cariño.
—Sí, y me ha dicho que también la puedo usar para escribir-
te… o para escribir a quién quiera desde la escuela —comentó con
alegría.
—¿Y ya tiene nombre?

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—Ajá, se llama Canum —asintió el niño mientras ya todos se


sentaban a la mesa—. Es muy dócil, más que la lechuza de Zoe, que
le gusta picotear a todo el mundo.
—Ah… sí, Rabi es bastante agresiva algunas veces —recordó
Gael, la lechuza de Zoe era bastante adictiva a picotear a quien no le
diera dulces cuando entregaba una carta.
—Te escribiré desde la escuela —aseguró el niño mientras se
alejaba de él para saludar a Patrick, que llegaba junto a Lucka y E-
than.
Gael inclinó el rostro y sonrió mientras lo miraba saludar a
los recién llegados con bastante euforia. Kay siempre sonreía, le en-
cantaba eso de él…

Aquella noche él estaba en casa, como los últimos días, haciendo pla-
nes, él y Mikel, durante su estadía en Francia, habían decidido, entre otras
cosas, comenzar con una familia pronto, incluso ya había solicitado las pocio-
nes, aunque no se lo había dicho a Draco, tenía intenciones de decírselo, pero
como su amigo estaba inmerso en tantos problemas, no creyó adecuado hacer-
lo; además quería esperar a que las cosas funcionaran primero. El frasco con
la sustancia dorada estaba ya a la mitad, habían empezado a tomarla una
semana antes, pero aún no era posible que tuvieran un resultado claro.
Entonces Hermione había llamado al móvil, estaba llorando, le había
dicho que los Vengadores habían entrado a la fábrica y que era muy probable
que hubieran atacado a Draco.
Gael dejó caer el móvil al piso, ni siquiera pudo contestó nada más,
simplemente corrió hacia la chimenea y llegó a su oficina. Sentía cómo sus
piernas temblaban mientras corría por el pasillo hasta la oficina de Draco.
Delante de la puerta había un grupo de personas, él conocía sólo a algunos,
no se paró a preguntar ni a pedir permiso, los empujó bruscamente y se quedó
congelado un instante en el marco de la puerta, ante la horrenda imagen:

1127
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Harry estaba sentado en el piso, con la espalda contra la pared y abra-


zando sus rodillas, sus ojos, rojos y brillantes, estaban fijos en el centro de la
oficina, donde un gran charco de sangre rodeaba el cuerpo de Draco, que se
agitaba bajo los hechizos que Mikel aplicaba en él, mientras dos hombres más
negaban con la cabeza.
—Está embarazado —informó con voz fuerte. Pensó que era correcto
advertirlo.
—¡¿Qué?! —exclamó Mikel volteando a mirarlo.
—¿Embarazado? —preguntó Harry a la vez, mirando de Gael ha-
cia Draco con pánico.

–|– 

Hermione iba haciendo levitar las jarras con jugo de calabaza


y los vasos hacia las mesas, para que todos se pudieran servir; giró a
ver hacia la parrilla, donde Harry y Draco estaban sirviendo la co-
mida a los chicos, que hacían una fila con su plato vacío delante de
ellos, inclinó un poco el rostro y sonrió cuando vio a Draco pasar
un brazo por la cintura de Harry y susurrarle algo al oído, al parecer
fue muy chistoso porque Harry soltó una carcajada y negó con la
cabeza. Draco asintió y se volvió a inclinar para seguir susurrando,
entonces ambos rieron divertidos… Era bueno verlos reír diverti-
dos, si Draco reía, Harry lo hacía, así eran ellos, siempre juntos…

—El tipo de enlace que tienen es de intercambio y unión de magias


—informó Hermione con voz temblorosa, tenía el libro en el que había en-
contrado el enlace entre las manos y sentía sus ojos arder por tantas lágrimas
que había derramado.
—Pero entonces, eso quiere decir que si Draco…
—Draco va sobrevivir —interrumpió de manera agresiva Gael a Bo-
ris.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—Gael… —suspiró la señora Weasley, acercándose a él y poniendo


una mano sobre su hombro.
—No —negó Gael, pero sin apartarse de la mujer—, Draco va a so-
brevivir, Harry siempre ha dicho que él es muy fuerte y… y tiene porqué lu-
char. Draco no se va ir.
Hermione apretó los ojos y trató, inútilmente, de evitar que sus lágri-
mas cayeran. Ron, que estaba sentado a su lado, pasó su mano por la espalda
y la consoló silenciosamente, él también parecía incapaz de decir mucho, como
todos los que estaban allí.
—El vínculo —carraspeó Aarón, su voz sonaba ahogada—, ¿se pue-
de anular?
—No —Hermione tomó una profunda bocanada de aire, tratando de
calmarse—. El vínculo que hicieron es indestructible, es íntimo, eterno y cer-
cano, lo que siente uno lo siente el otro, por eso Harry…
—Por eso está así de afectado —aseguró Ethan, todos desviaron la
mirada hacia la puerta cerrada de la habitación, como si pudieran ver a través
de ella a Harry.
—Si pasa algo y… —Hermione le dio una mirada de pena a Gael
antes de continuar—… Harry sentirá cómo su magia muere… como cuan-
do… cuando…
—… Como cuando Draco estuvo muerto —comentó Mikel llegando
en ese momento y sentándose al otro lado de Gael, que se inclinó sobre él.
Hermione asintió, fijándose en el hombre, llevaban cuarentiocho horas
allí, y parecía que él no hubiera dormido ni una sola de ellas.
—Lo que sintió en ese momento perdurará por algún tiempo más…
no se sabe con certeza por cuánto, las referencias que he conseguido hablan de
que las parejas mueren siempre juntas… o por lo mucho con un par de sema-
nas de diferencia, por razones naturales; en caso de… asesinato, el que queda
con vida puede necesitar mucho tiempo para recuperarse…
—Harry tiene a las niñas —afirmó la señora Weasley—. Nos tiene a
nosotros, y no vamos a dejar que le pase nada malo.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Es cierto —afirmó Lucka con voz suave—, todos nos encargaremos
de hacer que se sienta bien y…
—¡Dejen de hablar como si Draco se hubiera muerto! —bramó de
pronto Gael poniéndose de pie y luciendo furioso—. ¿Por qué tenemos que
pensar en qué pasará con Harry cuando Draco se haya ido? Draco no se irá y
punto.
Avanzó unos pasos más hacia la salida de la sala de espera, incapaz
de continuar en ese sitio, escuchándolos hablar de esa manera, pero Andróme-
da, que había permanecido silenciosa en una esquina, se puso en pie y lo de-
tuvo.
—Él tiene razón —afirmó mientras se abrazaba a él; Gael nunca
había tenido tanto contacto con ella, durante el enlace de Harry y Draco ha-
bían conversado un poco, y luego en algunas otras reuniones, aunque no eran
tan cercanos, sí sabía que ella era el único pariente vivo que le quedaba a
Draco—. Si Draco se va… entonces veremos qué hacer, ahora no es correcto
ponernos a hablar de esto cuando mi sobrino está debatiéndose entre la vida y
la muerte. Él aún lucha, nosotros no tenemos derecho a asumir que va perder
la batalla.
Gael la estrechó un poco más contra él y suspiró, asintiendo lenta-
mente.
—Y tú… —le pidió Andrómeda apartándose de él, sus ojos estaban
brillantes, y Gael sabía que en cualquier momento volvería a llorar—, Draco
siempre me ha dicho que eres como un hermano para él, necesitas ser fuerte,
¿de acuerdo? Con eso lo ayudarás, con tu fortaleza.
Gael asintió y endureció un poco su expresión, tratando de controlarse
y parecer más sereno, mientras Hermione se abrazaba a Ron y rompía a llo-
rar nuevamente, no sabía qué hacer, y a ella le disgustaba eso, el no tener el
control, el no poder ayudar para que Draco viviera…

—¿Mamá? —preguntó Jules capturando su atención nueva-


mente.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—¿Sí, cariño?
—¿Me pasas más jugo de calabaza, por favor? —pidió Jules
extendiendo su vaso, Hermione asintió rápidamente.

–|– 

La fiesta de inicio de curso era una tradición que se llevaba a


cabo desde que Teddy había iniciado Hogwarts, luego se fue reali-
zando especialmente para los que empezaban el curso cada año;
como decía Harry: la pandilla era grande, y a ellos les encantaba te-
ner una razón más para reunirse y pasar el tiempo juntos, al igual
que a sus hijos.
—Me siento realmente admirado de que hayas conseguido
hacer todo esto —afirmó Draco mientras pasaba las manos por las
caderas de Harry y se abrazaba a su espalda, apoyando su cabeza so-
bre el hombro del chico y aspirando su aroma.
—Gracias —asintió Harry mirando hacia el jardín, comple-
tamente lleno, con todos riendo y conversando en pequeños gru-
pos.
—¡Y sin envenenar a nadie!
—Ja, que cómico —reprochó Harry dándole un golpe en las
manos sobre sus caderas—, es la envidia lo que te hace hablar.
Draco soltó una carcajada y se apretó más fuerte contra Ha-
rry.
—¿Envidia? ¿Por haber estado todo el día aquí asando esa
carne en la parrilla muggle que, dicho sea de paso, ni siquiera sé
cómo funciona?
—No —negó Harry con la cabeza, girándose lo suficiente
para darle un pequeño beso en el cuello—; porque lo hice yo, y
cuando todos terminen será a mí a quién alaben por la comida, lo
que hará que tu vena narcisista se resienta.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—¡Yo no tengo una vena narcisista! —protestó Draco.


—Por supuesto que no, cariño.
—Detesto cuando dices «cariño» —se quejó Draco, entre
ambos ese término siempre era en tono sarcástico.
—Lo sé —sonrió Harry ampliamente.
—Papá Harry —llamó Kay, poniéndose en pie sobre la banca,
lo cual Draco consideró innecesario, pero no lo regañó.
—¡Vamos, papi! —llamó ésta vez Sofía, levantándose tam-
bién.
—¡Ya vamos! —respondió rápidamente Draco, y luego se gi-
ró un poco hacia Harry—. Vamos, Potter, nuestros hijos nos recla-
man.
—Por supuesto, Malfoy —asintió ceremonialmente antes de
tomarlo de la mano y caminar por el jardín hasta la mesa donde sus
hijos, junto con Gael, Mikel y Mauro, estaban ya comiendo.
—¡Está muy bueno! —alabó Kay antes de meterse un pedazo
de carne más a la boca—. ¡Muy rico! —continuó aún con la comida
en la boca.
—Kay… —reprochó Draco por la forma como su hijo estaba
comiendo, el niño le dio una mirada de disculpa y comenzó a mas-
ticar más despacio. Harry soltó una carcajada y sirvió un poco de
carne para Draco y para él, mientras seguía observando a su hijo reír
por una de las bromas de Mauro… Kay siempre reía, era muy ale-
gre; incluso desde que era un bebé, a diferencia de Sofía y Zoe, que
habían sido lloronas, era muy calmado y amigable.
Kay…

—Kay —dijo Draco con voz suave por el efecto de las medicinas
aquella tarde de mayo. Afuera estaba lloviendo. Harry lo recordaba perfecta-
mente, mientras las enfermeras hacían levitar la silla de ruedas de Draco has-
ta la sala de incubadoras.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—¿Kay? —preguntó Harry mirando al niño, era demasiado peque-


ño, parecía que se podría perder entre las mantas, Harry siempre tenía la ne-
cesidad de vigilarlo y asegurarse que se encontrara bien, puesto que dadas las
condiciones en que había nacido, era todo un milagro que estuviera allí, junto
a ellos.
—Significa luchador —explicó Draco mientras acariciaba el delgado
vidrio, su mano estaba pálida y Harry siempre se asustaba de verla así.
—Luchador —repitió Harry en un susurro, su garganta cerrándose
nuevamente, durante esos casi ocho meses había llorado más de lo que había
llorado en toda su vida.
—Lo es, ¿no lo crees?
—Claro que lo es —respondió, pese a lo doloroso de la declaración,
enlazando su mano a la que Draco tenía sobre el vidrio, el niño se removió
un poco, como aceptando el nombre—. Ambos lo son —ratificó.
Y claro que lo era, él era el responsable de que Draco estuviera allí, de
que su magia no hubiera muerto del todo, de que Draco hubiera vuelto a la
vida, de que él mismo no hubiera muerto de dolor. Habían sido los tres mi-
nutos más largos de su vida, el momento en que Draco había muerto, clíni-
camente lo había hecho, explicó Mikel cansado esa madrugada, pero la magia
de Kay lo había mantenido anclado a este mundo.

–|– 

—¿Qué apostaremos? —preguntó divertido Ron mientras se


ponía los guantes.
—Empiezo a creer que tienes un serio problema con las
apuestas —comentó Harry, preparando su escoba también.
—¿Y recién lo notas? —preguntó George pasando a su lado,
iba con Draco.

1133
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Tal vez es el inconciente deseo de tener siempre la razón lo


que lo obliga a apostar una y otra vez —comentó Draco con serie-
dad.
—¡Cierto! —afirmó George.
—¡Merlín y Morgana bendita! —gritó Ron con tono afecta-
do—; no puedo creer que haya llegado el día en que mi hermano,
mi propio hermano, sangre de mi sangre, se pusiera de acuerdo con
el hurón albino.
—¡Oh, me conmueves! —rio George poniéndose una mano
al pecho—, pero qué quieres que te diga, Draco juega mejor que tú.
—Ja —exclamó Draco con suficiencia.
—No puedo seguir escuchándolos —rebatió Ron mientras
Harry se mordía los labios para no reír—. ¡Arriba, ya mismo!
—Curioso… es lo que Harry siempre me dice —le comentó
Draco a George en voz alta.
Harry dejó de reír y lo miró molesto.
—¡Oye! —protestó algo abochornado, mientras Ron y Geor-
ge soltaban una carcajada—. ¿Y yo qué te hice?
—Pues no defenderme del ataque de tu amigo, por supuesto
—respondió Draco con tono ofendido, aunque Harry sabía que no
lo estaba realmente.
—Dejen la cháchara y vamos a jugar —apuró Mikel, que ve-
nía con la escoba en mano también, los cuatro asintieron y se mon-
taron en las escobas, sobrevolando el jardín y tomando sus posicio-
nes para el partido. Como sólo eran once los que jugaban, Ron se
colocó como portero para ambos equipos mientras los dos equipos
se formaban con sólo cinco jugadores: de un lado Harry, Mikel, E-
than, Lucka y Jules; y del otro: Draco, Gael, George, Victoire y Ted.
—¿Listos? —gritó Ethan con alegría, señalando hacia el piso,
donde Zoe y Sofía tenían ya listas la Quaffle, las dos Bludger y la
snitch dorada.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—¿Para ganarle al hurón? ¡Por supuesto! —exclamó Ron.


—Ya quisieras, comadreja —retó Draco volando cerca de él.
Mientras Zoe y Sofía soltaban al fin la snitch, y los demás ni-
ños aplaudían con alegría, Harry puso los ojos en blanco, era intere-
sante la forma como siempre ellos dos estaban discutiendo, aunque
claro, en momentos importantes se comportaban como grandes
amigos, como lo que eran en el fondo, aunque ninguno lo quisiera
admitir.

—He traído la comida —explicó Ron en un susurro mientras entraba


a la habitación. Harry se giró a mirarlo asustado un instante, antes de negar
con la cabeza.
—No tengo hambre —su voz sonaba rasposa y cansada.
Ron dio una mirada desde la cama de Draco, pasando por los hechi-
zos y pantallas proyectadas y luego se detuvo en su amigo. Dejó la comida en
la mesa y se sentó a su lado, poniendo su mano en el hombro de Harry.
—La única forma que tienes de ayudarlo es cuidándote —le dijo con
calma, llevaban más de ocho días allí, y no había forma de hacer que Harry
saliera de la habitación, apenas y lo podían hacer comer un poco.
—No, Ron —respondió Harry, parecía de pronto más agresivo—,
no hay forma en qué pueda ayudarlo, no hay nada que pueda hacer, no soy
capaz de hacer que él vuelva, que él y nuestro bebé se mantengan con vida…
no puedo hacerlo, el que coma o no coma no hará la diferencia, ni siquiera sé
si es que va volver algún día —la voz de Harry había ido subiendo de volu-
men conforme hablaba.
—Harry, cálmate, mira que…
—¡No! —gritó Harry poniéndose en pie—. ¡Estoy harto de que to-
dos vengan y me digan que me calme! ¡No me voy a calmar!
En ese momento la puerta de la habitación se abrió y una enfermera
entró con cara de pánico.
—¿Está todo bien?

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Déjenos solos, por favor —pidió Ron sin dejar de mirar a su ami-
go, con los puños apretados, sonrojado y la mirada brillante.
—Pero, señor…
—Que nos deje solos —repitió Ron mirándola un momento, la en-
fermera pareció asustare más y salió rápidamente.
—Ahora escúchame, Harry…
—No, Ron, no quiero escucharte, ni a ninguno de ustedes, qué dere-
cho creen todos ustedes que tienen, pasando por aquí y repitiendo una y otra
vez que todo estará bien, que no debo desanimarme ni desalentarme cuando
ninguno de ustedes entiende… —Harry jadeó y avanzó un par de pasos has-
ta Ron—. ¡Ninguno lo sabe! —gritó, clavando un dedo en el pecho de su
amigo—. ¡No saben lo que es…! —empujó con fuerza a Ron, pero, contra-
rio a lo que esperaba recibir, los brazos de su amigo lo rodearon con fuerza,
apretándolo.
—Harry —masculló Ron con voz queda.
—Él es… él… yo nunca podría… Ron, no puedo, sin él no puedo,
Draco es… es lo que más amo en mi vida, no puedo siquiera imaginar que…
—continuó Harry, con voz entrecortada y agitada.
—Está bien, tienes toda la razón de sentirte así —le consoló Ron
apretándolo más fuerte todavía.
—No es justo… ¿Por qué…? ¡No es justo! —gritó Harry apretán-
dose más contra el cuerpo de Ron y empezando a llorar, no le importó lo débil
que se veía ante su amigo, quebrantándose delante de él, lo necesitaba, necesi-
taba que su amigo lo abrazase, lo consolase…
—No te diré que estará bien —le dijo Ron, apartándose de él un po-
co, no hizo ningún comentario o gesto por sus ojos rojos o las lágrimas en sus
mejillas—; no te mentiré así, ambos sabemos que está vivo de milagro, gracias
al bebé, pero sí te diré que él es fuerte, no es la primera vez que sale con bien
de una situación peligrosa, siempre ha tenido a alguien allá arriba cuidándo-
lo, y debes confiar en que ese alguien lo hará esta vez también.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

Harry negó con la cabeza y miró hacia el cuerpo inconciente de su es-


poso, más pálido de lo que jamás lo había visto, sus labios resecos y entre-
abiertos, rodeado de sonidos y luces, era como si estuviera suspendido en el
tiempo, en espera de un veredicto.
—Draco te ha dado a dos niñas preciosas, Harry —continuó Ron, su
mirada también estaba fija en Draco—, y si es que esta vez la vida quiere ser
así de cruel y decide llevárselo, debes cuidar lo que él te ha dado, lo que él qui-
so para ambos… a esas niñas que te necesitan.
Harry asintió, mordiéndose el labio y recordando cuando Draco se lo
había explicado: «una huella de nosotros en este mundo, nuestro legado».
—Ven —lo jaló Ron con delicadeza, para sentarlo nuevamente en la
silla en la que permanecía desde que habían trasladado a Draco a esa habita-
ción, y poniendo la bandeja de comida delante de él—. Debes comer y luego
dormir un poco.
—No creo que…
—Yo lo cuidaré por ti, estaré aquí mientras duermes un poco, para
que cuando vuelvas lo puedas cuidar mejor, sin estar tan cansado.
—Ron…
—En verdad lo haré —afirmó Ron poniendo una mano sobre su
brazo y apretándola suavemente—; lo cuidaré por ti.
Harry le dio una mirada más a Ron y luego a Draco, antes de asentir
y empezar a cortar la carne del guiso con patatas que su amigo le había traído.

—¡Ja, anotación! —gritó Gael cruzándose en el vuelo con


Draco, y dándose las felicitaciones mientras Ron resoplaba molesto.
—¡Hey, padrino, no te distraigas! —gritó Jules señalando ha-
cia el otro lado de la cancha, a la pequeña snitch dorada, Harry asin-
tió y giró la escoba, al tiempo que alcanzaba a Victoire, que compe-
tía contra él como buscadora y que al parecer había visto también la
pelotita.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

–|– 

Desde las bancas en el jardín, los que no habían querido, o


podido jugar, como los más pequeños, miraban todo con alegría,
dando saltos y gritando para apoyar a sus padres, esposos y amigos.
La señora Weasley sonrió mirando hacia el cielo, haciendo vi-
sera con la mano sobre su frente por el sol, y disfrutando del parti-
do, de escuchar a todos reír y volar, haciendo piruetas y bromeando
entre ellos.
—Cada día son más grandes —comentó Andrómeda sentada
a su lado, mirando con cariño a su nieto.
—Lo son —suspiró el señor Weasley mirando a Victoire, su
primera nieta, y que luchaba codo a codo contra Harry por la sni-
tch.
La señora Weasley asintió y tomó de una mano a su esposo,
sonriéndole con cariño, en ese momento Zoe y Sofía se acercaron.
—¿Les servimos más jugo de calabaza? —preguntó una de
ellas, la señora Weasley y Andrómeda, pese a haberlas cuidado cien-
tos de veces, eran incapaces de reconocer cuál era cual, si era que se
vestían de la misma manera. Ese era un privilegio solamente de Ha-
rry y Draco.
—Por supuesto, querida —afirmó.
Ambas niñas miraron a los otros dos adultos, que asintieron
y rápidamente se alejaron hacia la mesa donde las jarras con jugo de
calabaza estaban colocadas, sirviendo un poco en cada vaso.
La señora Weasley inclinó un poco el rostro, mirando ahora a
las niñas… Sí, definitivamente han crecido mucho; suspiró conten-
ta, ambas estaban con unos vestidos de color azul y sin mangas, se
notaban bastante frescos, usaban sus largos cabellos negros sueltos,
y no usaban ningún adorno más, cuando giraron, cargando los va-

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

sos con jugo, pudo ver sus ojos grises brillantes, ambas eran muy
parecidas a Draco, sobre todo en los ojos…

La señora Weasley tocó la puerta con suavidad, una voz en el interior


la invitó a pasar; en cuanto entró a la habitación se sintió enferma, viendo el
cuerpo de Draco rodeado de tantos aparatos, luces y sonidos.
—Mikel cree que no… que no siente ningún tipo de dolor —comentó
Harry, que se había puesto de pie y la miraba con atención.
—Eso espero —jadeó la mujer, apartando finalmente la mirada de
Draco—. ¿Estás seguro que esto es buena idea?
—Es probable que nos escuche —respondió Harry encogiéndose de
hombros—; además las niñas necesitan verlo, al menos un momento.
—De acuerdo, Andrómeda aguarda con ellas afuera… ella no entra-
rá.
—Lo sé —asintió Harry, Andrómeda había estado a su lado el pri-
mer día, luego de que trajeran a Draco, sin embargo, había declarado no so-
portar verlo así. Harry sabía que venía todos los días a la clínica, y que pasa-
ba horas en la sala de espera, junto a sus demás amigos que pasaban también
diariamente a saber del estado de Draco, sabía que estaba muy preocupada
por él, pero que no era capaz de aguantar el verlo así. Harry la entendía.
Tomó una profunda bocanada de aire y acarició el torso de la mano de
Draco.
—Draco, las niñas han venido, sólo podrán quedarse un momento,
¿de acuerdo? —le dijo de manera inútil, pues Draco no podría responder, an-
tes de soltarlo y caminar hacia la puerta, para dejar pasar a las pequeñas.
—¡Papá! —gritaron las dos a la vez en cuanto lo vieron, soltándose
de Andrómeda, que le dio una mirada de pena, y corriendo hacia él. Harry se
arrodilló y dejó que las dos se abrazaran a él y le dieran un par de besos en las
mejillas, sintiendo la calidez y el amor de ellas como el mejor consuelo.
—Las he extrañado —admitió mientras se apartaba para mirarlas,
habían pasado un par de días desde la última vez que las había visto, y no

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y el Fabricante de Pociones 2

podía estar más que agradecido hacia Andrómeda y la señora Weasley por en-
cargarse de ellas durante todo ese tiempo.
—¿Dónde papá Draco? —preguntó Sofía mirando a todos lados.
—¿Papá Draco? —repitió Zoe, poniéndose en puntitas y tratando de
ver a espaldas de Harry, como si él estuviera escondiendo a su otro padre.
—Han estado preguntando por él —le dijo Andrómeda, su voz so-
naba nasal y Harry supuso que habría estado llorando—. Se les hace difícil,
ayer fue muy complicado hacerlas dormir.
—¿Les dijeron…?
—¡Papá Draco! —gritó Sofía de pronto, como llamándolo, Zoe in-
mediatamente la imitó, ambas gritando una y otra vez «¡Papá Draco!», lo
que hizo que el corazón de Harry se encogiera.
—Les dijimos que papá Draco se sentía un poco mal y por eso estaba
durmiendo —explicó la señora Weasley. Andrómeda se había dejado caer so-
bre una de las sillas, y escondía el rostro entre las manos.
Harry asintió hacia la señora Weasley, que rápidamente se sentó junto
a Andrómeda, antes de mirar a sus niñas, que seguían gritando.
—Pequeñas… escuchen —dijo tratando de captar su atención—, pa-
pá Draco se ha sentido un poquito malito…
—¿Le duele panza? —preguntó Zoe frunciendo el ceño.
—Sí… algo así —asintió Harry, recordando las palabras de Ron, él
debía ser fuerte para ellas, porque ellas eran lo que Draco le había dado, lo
que más querían los dos en la vida—, y por eso está durmiendo, no lo pode-
mos despertar aún, así que no deben hacer ruido, iremos a verlo un ratito, ¿de
acuerdo?
—¿Le duele mucho? —preguntó Sofía mientras Harry se ponía en
pie y tomaba a cada niña de una manita.
—Espero que no… entraremos y le diremos que lo queremos mucho,
¿de acuerdo?

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—Aquí tienes, nana —dijo Zoe extendiendo un vaso de jugo


de calabaza hacia la señora Weasley, a quien todos los que no eran
sus nietos consanguíneos llamaban nana, sobre todo por la cantidad
de veces que los había cuidado.
—Gracias, cariño —agradeció la mujer, sonriendo hacia la
niña—. ¿Y qué equipo quieren que gane entonces?
—Pues… Sofía quiere que gane el equipo en el que está Ju-
les —afirmó con una sonrisa, lo que ocasionó que Sofía se sonroja-
ra.
—¡Eso no es cierto! —negó mientras jalaba a su hermana.
—¡Claro que sí!
—Zoe —advirtió Sofía con el mismo tono que Harry usaba
para molestar a Draco, lo que hizo que los tres adultos soltaran una
carcajada, a lo que las niñas los miraron confusas y algo ofendidas.
—Es increíble como se pueden parecer tanto a ambos, a Ha-
rry y Draco —explicó Andrómeda.
—Oh… no es cierto —protestó Sofía poniendo los ojos en
blanco.
Ninguno siguió molestándolas, porque en ese momento
Victoire por fin se hacía de la snitch mientras gritaba emocionada y
todos empezaban a hacer algazara.
—¡Vamos! —jaló Sofía a Zoe, para alcanzar a Jules, que ya
venía bajando y lucía algo fastidiado.

–|– 

La noche ya estaba llegando, y como le pasaba cada vez que


se sentía demasiado contento, se apartó un poco, caminando por el
sendero que llevaba hasta la playa, se sentó en una de las piedras
enormes, a muchos metros de la orilla, mirando hacia el mar y el
cielo que cambiaba de color lentamente. Cada día de su vida, cada

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

vez que reía y disfrutaba tanto, se sentía en la necesidad de agrade-


cer la vida que tenía…

Sentía un dolor agudo en su pecho, miró hacia Draco, sobre el charco


de sangre, y las palabras se ahogaron en su garganta. No podía hablar. No
podía respirar. Sintió a Hermione, estaba casi seguro que se trataba de ella,
lanzándose a su lado, mientras zarandeaba el cuerpo de Draco, gritando una
y otra vez su nombre, pero él lo sabía. Lo sentía. Su corazón se había deteni-
do, no podía percibir su magia, su pánico… su vida.
Un empujón lo lanzó hacia un lado, levantó la vista para darse cuen-
ta de que se trataba de Mikel, decía algo de que debían apartarse para que
pudiera trabajar. Él no se movió. No había forma de que sus músculos y su
cuerpo obedecieran. Sintió las manos temblorosas de Hermione jalarlo, y se
dejó hacer, hasta llegar a una pared, apoyó la espalda en ella y se abrazó a sus
rodillas, dándose cuenta recién de que su cara estaba húmeda por las lágrimas.
Lágrimas tibias que bajaban por sus mejillas. Miró hacia el cuerpo de Draco,
sabía que él no estaba más allí. Su corazón había empezado a latir lentamen-
te, empezaba a tener frío, y la sensación de ausencia estrujaba su corazón.
Llegaron más personas.
Y él no podía quitar la vista del cuerpo de Draco, y lo seguía sintiendo
vacío, sin él.
—¿Cuánto tiempo lleva así? —preguntó una voz. Harry ni siquiera
buscó al dueño de esa voz, sabía exactamente cuánto tiempo había pasado,
cada segundo era una nueva marca en su piel, un nuevo ardor y dolor.
—Mas de… —su garganta le dolía—. Más de dos minutos.
Mikel gritó que aún había tiempo.
Harry no le creyó.
Su piel empezó a sentirse más fría, y en su mente el rostro de Draco,
sonriéndole como cada mañana al despertar, inundó todo su pensamiento.
Él no se podía haber ido.
Pero lo había hecho.

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

Harry apretó un poco más fuerte sus rodillas contra su pecho, lo que
sentía era indescriptible; podía decir que le dolía todo, pero no era cierto, era
peor que cualquier dolor, la ausencia de Draco lo hacía sentir vacío e incom-
pleto.
—¡Está embarazado! —gritó una voz desde la puerta.
Harry salió de su letargo, mirando hacia Gael, que era el que había
gritado, y luego hacia Draco.
—¿Embarazado? —murmuró.
Embarazado.
Un niño.
El niño.
El niño que Draco quería.
Y entonces lo sintió.
Sintió como si alguien lo hubiera estado aplastando con un gran peso
contra el piso, presionando su pecho y sus pulmones, incapacitándolo para
respirar o siquiera gritar, y de pronto lo hubiera soltado. El aire entró rápida-
mente a sus pulmones, y fue conciente de cómo su corazón latía con más fuer-
za, mientras que en uno de los hechizos que esos hombres habían hecho sobre
el cuerpo de Draco, una luz anaranjada aparecía.
Y él lo supo.
No necesitó el grito de Mikel, ni el suspiro de esos hombres.
Él lo sabía.
Estaba vivo.
Había vuelto.

Escuchó a la distancia, cómo los primeros fuegos artificiales,


cortesía de George y Ron, empezaban a detonar, y se apuró para
volver a la fiesta, corriendo por el camino y sonriendo.
En cuanto llegó al jardín ubicó a sus hijas, estaban de espal-
das a él, junto a Jules y Ted, mirando hacia el cielo, a las primeras
figuras de mariposas multicolores que aparecían.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

Sin contenerse llegó hasta ellas y levantó a una del suelo, ha-
ciéndola gritar por la sorpresa, mientras Ted, Jules y Sofía, que era
la que se había quedado en el piso, empezaban a reír divertidos.
—¡Papá! —protestó Zoe algo sonrojada en cuanto Harry la
dejó en el piso—. Ya no soy una niña —reprochó acomodándose el
vestido.
—¡Oh, vamos! —retó con una sonrisa, el enfado de su hija
duró un instante más, antes de poner los ojos en blanco y sonreír.
Zoe sabía que su padre, ambos en realidad, eran así, les gustaba
bromear con ellas, jugar y tratarlas de esa manera tan cariñosa, y sa-
bía que eso sólo demostraba cuánto las querían, y en el fondo, a ella
también le gustaba mucho que fueran así.

–|– 

Cuando la fiesta hubo terminado, mientras Harry se encar-


gaba de revisar que los niños estuvieran ya en la cama, él bajó hasta
la sala de estar y, en lugar de dejarse caer en el sofá, recorrió con
cierta nostalgia la pared de los recuerdos, que era como denomina-
ban al lugar donde tenían enmarcadas las mejores fotografías de la
familia. Vio la fotografía de cuando Harry y él se habían mudado
allí, parecía como si hubiera pasado una vida desde entonces, recor-
dó que Harry ya llevaba a Sofía y Zoe en el interior en ese momen-
to, ambos habían estado algo asustados debido a su próxima pater-
nidad, pero también bastante emocionados y contentos. La siguien-
te era la fotografía del primer cumpleaños de las niñas. Ron había
traído unos nuevos fuegos artificiales, seguros para usar en interio-
res, en lugar de dragones y serpientes estos eran de flores y maripo-
sas, las niñas, que recién habían empezado a caminar, habían estado
persiguiéndolos por toda la sala hasta muy tarde esa noche. Luego
estaba la fotografía del segundo cumpleaños de ellas, en el jardín,

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LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

con un gran grupo de personas, incluso habían invitado a la profe-


sora McGonagall y al profesor Monroe, que seguía hasta ahora
dando clases en Hogwarts. La tercera fotografía no era del cum-
pleaños de las niñas, no había habido celebración ese año, esa foto-
grafía era de él cargando un pequeño bultito en los brazos, en la
cama de la clínica, Harry a su lado sonreía, aunque se veía ligera-
mente asustado y pálido. Los dos estaban asustados, recordó, no
creyendo haber salido vivo de esa…

Había sentido como si estuviera en el medio de un océano, nadando


entre las voces de las niñas y de Harry, ocasionalmente escuchaba las voces de
sus amigos. También escuchaba la voz de su padre y de su madre...
Sabía que su madre le decía algo, pero no estaba seguro de qué, no en-
tendía nada de lo que pasaba, sólo que no era tan desagradable estar así, se
sentía pacifico y relajante.
Sin embargo, había momentos en que sentía cómo algo le oprimía el
pecho. Era ansiedad, terror… no estaba seguro, en esos momentos luchaba
por salir a flote, por abandonar ese océano, y regresar a tierra firme, y nunca
lo conseguía, hasta que la sensación desaparecía y se relajaba nuevamente.
Hasta que un día lo logró.
Hasta que un día fue conciente.
La primera vez que abrió los ojos lo hizo con dificultad, parpadeó un
par de veces y miró sólo un instante, sintió la presencia de Harry, y fue con-
ciente de la forma como su mano era presionada, trató de mirar hacia abajo,
hacia donde sabía que Harry estaba, pero no tenía fuerzas suficientes, y sus
ojos se cerraron una vez más.
Mientras dormía, una sensación completamente diferente a la que ha-
bía estado sintiendo antes lo embargó, fue conciente de algunas cosas, de algu-
nos dolores y sensaciones que no conocía.

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

La segunda vez que abrió los ojos era ya de madrugada, aunque eso lo
había sabido luego, cuando Harry se lo había explicado algún tiempo des-
pués.
Sus ojos, pese a que la habitación no estaba tan iluminada, tardaron
un poco en acostumbrarse a la luz, escuchó los sonidos rítmicos de hechizos y
supo que estaba en una cama que no era la suya. Lo siguiente que escuchó fue
el chillido de Harry, que seguía presionando su mano.
—Draco —exclamó Harry sin soltar su mano y poniéndose de pie,
quedando frente a su rostro.
Draco abrió la boca, pero no pudo emitir ningún sonido, parpadeó
confuso mientras intentaba moverse, inclinar el rostro, levantarse, hacer cual-
quier cosa, pero su cuerpo parecía no querer responder.
—¡Dios, Draco! —jadeó Harry acercándose a él—. Draco… —
repitió una vez más mientras le besaba la frente y las mejillas.
Draco parpadeó nuevamente, asombrado y asustado, no entendiendo
absolutamente nada de lo que pasaba.
—¡Muy bien! —dijo la voz de otra persona en ese momento, Draco
tardó un momento en darse cuenta de que se trataba de Mikel.
Sin entender nada aún, sintió cómo Harry soltaba su mano y se ale-
jaba, aunque permanecía a la vista, mientras Mikel y algunas personas más
comenzaban a manipular aquellos hechizos que hacían ruido alrededor de él,
y podía sentir la magia alrededor, desplazándose con más intensidad.
Las manos de Mikel, de manera gentil, le hicieron girar el rostro un
poco, Draco enfocó su vista en él, parecía cansado, pero sonreía ampliamente.
—Muy bien, Draco, lo has hecho muy bien —le dijo Mikel con voz
apretada, y Draco quiso poder usar su propia voz para preguntar de qué esta-
ba hablando. ¿Qué había hecho él? Es más… ¿Qué era lo que estaba pasan-
do?
En cuanto Mikel lo soltó, giró el rostro nuevamente, le costó hacerlo,
pero necesitaba seguir mirando a Harry, se dio cuenta de que el chico estaba al
fondo de la pared, en la misma posición que minutos antes, pero su rostro re-

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[6] Nueva vida

flejaba muchas cosas, cansancio y alivio, y Draco pensó que tal vez se echaría
a llorar.
—No… —Draco tosió un poco, y escuchó a Mikel decir algo sobre
que estaban desactivando los hechizos mientras Harry se acercaba más a él,
aparentemente sorprendido por escucharlo—. No estés triste —le dijo final-
mente.
Los ojos de Harry parecieron volverse más brillantes mientras sonreía
aliviado.
—No lo estoy —respondió Harry con voz ahogada—, ya no lo estoy
—afirmó colocándose a su lado, al parecer, los que estaban alrededor ya casi
estaban terminando, pues no protestaron por su cercanía.
Draco se asustó más, no sabía qué estaba pasando, se sentía extraño,
empezaba a ser conciente de su cuerpo, de sus brazos y piernas, del frío que
tenía y… había algo más, pero no estaba seguro de qué.
—Bien… Harry —dijo entonces la voz de Mikel, Draco se obligó a
girar el rostro nuevamente para enfocarlo—, Draco —sonrió Mikel nueva-
mente, mirándolo—, hemos desactivado los hechizos de monitoreo de magia,
ahora que has vuelto, estos interferirían con la magia de ambos; por lo pronto
te daremos unas cuantas pociones para que te restablezcas, dada tu condición
no podemos darte nada para dormir, ni para el dolor, lo lamento, pero segu-
ramente estarás agotado, y pronto podrás dormir un poco más, está bien que lo
hagas, ¿de acuerdo? —Draco lo miró interrogantemente: ¿De acuerdo?, ¿la
magia de ambos?—. No queremos que te desgastes.
—¿Qué pasará ahora? —preguntó entonces Harry. Draco se sintió
algo excluido de la conversación, pero no protestó, no tenía forma de hacerlo,
después de todo, no podía hablar.
—Dormirá dentro de poco, lo cual es correcto. No tenemos indicios de
que su magia se pueda desestabilizar nuevamente e iniciar el coma otra vez,
algunos hechizos permanecerán puestos para revisar sus signos vitales. Creo
que el peligro ya ha pasado; ahora hay que preocuparnos de que todo siga bien
hasta que sea el momento del alumbramiento.

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—¿Puedo…? ¿Puedo quedarme aquí con él, verdad?


—Por supuesto, por supuesto —asintió Mikel.
—¿Podrá hablar y…?
—Tienes que darle tiempo. Draco —llamó Mikel acercándose lo sufi-
ciente para que Draco lo pudiera ver sin moverse demasiado—, tienes que te-
ner paciencia, Harry te explicará todo, pero como medimago te digo que todo
estará bien, aunque tomará algo de tiempo. ¿Me comprendes?
Draco asintió suavemente, su cuello se sentía agarrotado.
—Iré a decirle a los demás —sonrió Mikel, dándole una palmada a
Harry en el hombro, y luego de un instante se escuchó el sonido de la puerta
cerrándose.
—Draco —suspiró entonces Harry, jalando la silla, en la que había
permanecido durante esos casi seis meses, más cerca de Draco y tomando sus
manos con cariño.
Draco inclinó el rostro un poco, observándolo, demasiado confundido
para empezar siquiera a preguntar, y algo asustado por la forma como los ojos
de Harry se estaban llenando de lágrimas.
—Oh, Draco —continuó Harry, dándole un torpe beso a sus manos,
que se sintieron húmedas por las lágrimas que ya estaban cayendo.
—No llores —consiguió decir al fin. Harry asintió y apretó los labios
un momento. Draco sabía que estaba tratando de calmarse.
—¿Te sientes...? Dios, ni siquiera sé por dónde empezar… —dijo
Harry luego de un momento más.
—¿Las niñas? —preguntó al fin Draco.
—En casa, con Andrómeda… Draco —Harry suspiró y se acercó un
poco más a él, dándole un beso en la frente antes de, con manos un tanto tem-
blorosas, apartar su cabello—. ¿Recuerdas lo que pasó?
Draco frunció el ceño, tratando de recordar, hasta que lo hizo, un gru-
po en su oficina, un cuchillo, sangre… ¡el bebé!
—El bebé —exclamó, su voz sonó más ronca, pero la garganta ya no
le dolía tanto, aunque se empezaba a sentir completamente cansado—. Ha-

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[6] Nueva vida

rry… yo… —trató de explicar rápidamente. Harry colocó una mano sobre su
vientre y entonces la magia fluyó através de él, lo cual lo hizo jadear.
—Está aquí, con nosotros, él está bien… Ambos estarán bien.
Draco abrió la boca y no supo qué decir. Con esfuerzo logró levantar
un brazo y lo dejó caer sobre su vientre… ahora era abultado, lo cual lo sor-
prendió, y claramente sintió un cosquilleo en cuanto lo tocó. Jadeó por la sor-
presa, su bebé estaba allí… nada le había pasado, ¡estaba allí!

Draco sonrió y miró hacia la cuarta fotografía, aquella era de


otro cumpleaños de las niñas, él aún estaba algo débil, pero, al igual
que Harry, sonreía, estaban en el jardín, sentados sobre el pasto con
un muy pequeño Kay; sólo los cinco, su familia completa…
—¿Una copa? —le preguntó Harry sorprendiéndolo mien-
tras dejaba descansar su cabeza en el hombro y lo abrazaba por la
cintura.
—¿Una más, Potter? —preguntó, empujando su cuerpo ha-
cia atrás—. ¿No te estarás emborrachando?
—Para nada… —Harry dio un suspiro, y su mirada se perdió
viendo la fotografía de ellos y Kay, la primera fotografía—, es in-
creíble que mañana se vaya a Hogwarts.
—Lo es —admitió Draco—, aún me parece que fuera ayer
cuando nació.
—Estaba muy asustado ese día —confesó Harry, recordando
el pavor que había sentido mientras acompañaba a Draco en la ca-
milla hasta la sala de operaciones, y Zettie comenzaba con el proce-
so. Ambos habían estado demasiado asustados por esa época.
—Lo sé —Draco colocó una mano sobre las de Harry y la
apretó suavemente—. ¿Quién viera, con lo pequeño que era cuan-
do nació? —continuó, queriendo apartar los malos momentos de su
mente.

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y el Fabricante de Pociones 2

—Es un gran niño, Draco, y cada día agradezco el tenerlo


aquí con nosotros, el tenerte a ti y a las niñas…
—Yo también —Draco se giró y lo encaró, sonriendo, que-
riendo animar a Harry también—. ¿Dijiste algo sobre una copa
más?
—Por supuesto —asintió Harry, dándole un beso en los la-
bios y jalándolo hasta el sofá, para luego servir dos copas de vino.
—¿Los niños te dieron problemas para dormir? —preguntó
Draco recibiendo la copa de manos de Harry y haciéndose a un la-
do para dejar que se sentara a su lado.
—No mucho, estaban muy entretenidos jugando con el pro-
totipo de robot a control remoto por voz que les trajo Lucka esta
tarde.
—Ah… Bueno, seguramente pronto se levantarán de nuevo
—asintió Draco, chocando su copa de vino con la de Harry y dán-
dole un sorbo.
—Sí, están muy emocionados por mañana, les será difícil
dormirse.
—Será algo extraño no tener ya ningún niño en casa —co-
mentó Draco luego de un momento más.
—Cierto, el verano me ha parecido demasiado corto… al
menos volverán a casa en navidad —suspiró Harry.
—Oh, sí, y en pascua también —Draco pasó una mano sobre
los hombros de Harry y lo acercó más a él—. No estés triste, sabes
que es normal que esto pase, cada día están más grande, en algunos
años Sofía y Zoe terminarán la escuela y después escogerán sus ca-
rreras, probablemente tengan que salir de casa para vivir en alguna
universidad… es la ley de la vida.
—Vaya, menos mal que intentas alegrarme.
—Conozco otras formas de alegrarte —ronroneó Draco
hundiendo su nariz en el cuello de Harry y aspirando su aroma.

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[6] Nueva vida

Amaba su aroma, cuando había estado inconciente recordaba haber


escuchado fragmentos de conversaciones, voces de sus amigos y sus
hijas, pero sobre todo eso, siempre el aroma de Harry; era como si
sólo esa sensación le indicase que se encontraba en casa, a salvo.
—Ya lo creo… pero no aquí, ya sabes que los niños proba-
blemente bajarán de un momento a otro.
Draco soltó una pequeña carcajada y se apartó.
—Pero cuando lleguemos a la habitación no te escaparás…
Harry le sonrió en respuesta.
—No pensaba hacerlo…
—Ya lo imagino —suspiró Draco dándole un sorbo a su copa
de vino.
—¿Conseguiste todo lo que necesitaban en el callejón Dia-
gon? —preguntó Harry, recostándose sobre Draco y mirando hacia
las fotografías.
—Sí, y debo decirte, Harry, que ahora somos pobres.
—¿Pobres? —preguntó medio divertido Harry mirando ha-
cia su esposo.
—Oh, sí, completamente; tendré que empezar a vender po-
ciones en la universidad nuevamente, tal vez el trabajo del super-
mercado aún esté disponible…
—¿Te volviste loco?
—Y tú tendrás que volver a los largos turnos de auror…
—¡Draco!
—¡Es que esas niñas gastan más oro del que tenemos! —pro-
testó Draco.
—Me pregunto de quién habrán aprendido ese hábito.
—De mí, definitivamente no, tal vez de Ron —opinó arru-
gando la nariz—. Ya te he dicho que es mala influencia para ellas.
—¡Oh, por Merlín! —rugió Harry antes de soltar una carca-
jada—. Habla el que compró un equipo de quidditch…

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Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Eso fue un regalo y una inversión —objetó Draco jalando


a Harry para darle un beso—, y lo hice con mucho gusto.
Harry negó con la cabeza.
—Cuando una vez dijiste que me darías un asombroso rega-
lo de cumpleaños, nunca imaginé que fuera eso.
—Para que veas que aún te puedo sorprender, y que además
siempre cumplo mis promesas —replicó Draco con orgullo, recor-
dando la expresión tan chistosa que Harry había puesto cuando
unos años atrás, Draco le había regalado por su cumpleaños los do-
cumentos que lo hacían propietario de las Avispas de Wimbourne.
—Lo sé —asintió Harry, no recordando sólo aquel regalo,
sino también la promesa que le había hecho Draco mucho tiempo
atrás, la de permanecer a su lado para siempre.
—¿Papá? —llamó la voz algo nerviosa de un niño. Harry y
Draco se sonrieron con entendimiento antes de dejar las copas a un
lado, ponerse de pie y caminar hacia la puerta de la sala.
—¿Pasó algo? —le preguntó Harry.
—Es que me preguntaba si quedaba algo del pastel que trajo
la señora Fleur —preguntó el niño con mirada inocente.
—Pues vayamos a ver —contestó Draco, ni a él ni a Harry
les extrañó que Sofía y Zoe estuvieran escondidas a un lado, espe-
rando por ellos.
—¿Ustedes tampoco pueden dormir? —preguntó Harry, pa-
sando los brazos sobre los hombros de sus hijas, aunque eran altas,
no lo alcanzaban aún.
—No… es que Kay no deja de molestar —protestó Zoe.
—Yo no las molesto —aseguró Kay hacia Draco, que asintió,
sabía que en realidad no se molestaban, al menos ya no tanto como
cuando eran más pequeños; en ese entonces la casa parecía algunas
veces una batalla campal.
—Bueno… queríamos pastel —sonrió Sofía.

1152
LIBRO VI|Vida
[6] Nueva vida

—Sí, eso también —asintió Zoe arrugando un poco la nariz.


—Entonces vamos por pastel —sugirió Harry, mirando de
reojo a Draco, que sonreía también.
Pronto los cinco se instalaron en la cocina. Winky apareció y
les sirvió té mientras ellos comían pastel, y Harry y Draco respon-
dían, una vez más, a todas las preguntas que Kay hacía sobre la es-
cuela y los cursos que llevaría, y Sofía y Zoe lo molestaban por estar
asustado. En realidad era una típica noche más en casa, y Draco y
Harry atesoraban mucho esos momentos.

–|– 

Kay no fue a Gryffindor, tampoco a Slytherin, sino a Raven-


claw, fue toda una sorpresa, pero no tanta como lo fue para Ron y
Hermione donde había quedado Jenell. Ella fue la primera Weasley
en muchas generaciones en ir a Slytherin. Draco y Ron decidieron
invertir el oro que habían apostado en una salida, denominada por
Harry y Hermione como «la borrachera de sus vidas», las de Draco
y Ron, por supuesto. Harry aún sonríe cuando recuerda a Draco
abrazado a Ron aquella noche, y Hermione y él aún conservan al-
gunas fotografías, que no son exhibidas so pena de ser abandonados
por sus respectivas parejas, pero que tienen a bien mostrar de vez
en cuando, sobre todo cuando tienen ganas de molestarlos.
Y la vida transcurrió así, entre risas, bromas, buenos momen-
tos, algunas peleas, quizás lágrimas y malos momentos también, pe-
ro Harry y Draco podían decirse felices.
Ellos aún recordaban el final de la guerra; Harry recordaba
no saber qué hacer con su vida tras despertar aquella mañana luego
de derrotar a Voldemort; y Draco el miedo que tenía ante un futuro
incierto tras ser liberado de la prisión de Azkaban por el Ministerio;
ambos habían estado de pie ante una vida que no sabían cómo con-

1153
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

tinuar, y aunque había costado mucho llegar a ese punto: a ambos,


juntos, ninguno cambiaría nada, porque el camino que habían reco-
rrido realmente había valido la pena.

1154
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

EPÍLOGO
Exequias y reencuentro

“Lo que hagas en la vida, tendrá eco en la eternidad.”


De la película: “El Gladiador” (2000)
Director: Ridley Scott

Londres, ciudad de la ahora “Nueva Europa”, diciembre de 2100


Muchos, pero muchos años después…

-A
sí es, Roderick, según podemos ver, hay una gran
cantidad de personas en las afueras de la célebre y
prestigiosa «Fábrica de Pociones», rindiendo sus
respetos a quien fuese uno de los más grandes fabricantes de pocio-
nes de la historia —informó la chica mientras la cámara enfocaba
hacia una larga fila de magos y brujas que caminaban lentamente,
depositando flores y encendiendo velas en la puerta principal del
antiguo edificio.
—¿Los aurores han dicho algo al respecto? —preguntó la voz
de Roderick.
—Sólo que han acordonado el lugar de tal manera que los
muggles no puedan ver lo que sucede…
—¿Los hijos del señor Malfoy han salido?

1155
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—No, pero nos han dado una declaración bastante emotiva


—explicó la bruja sacando de uno de los bolsillos de su abrigo un
pergamino arrugado—: nos dicen que agradecen a todos los que se
han acercado a demostrar de una u otra manera su apoyo en este
momento de duelo, y que ellos están tranquilos, pues saben que su
padre tuvo una vida plena y feliz, junto a su otro padre, el fallecido
recientemente Harry Potter.
—Realmente es una lástima, Ximena —contestó el hombre
desde el estudio.
—Y lo es, la comunidad mágica está de luto en estas navida-
des; según sabemos, muchas fiestas en el Ministerio se han cancela-
do y se ha dado el día de mañana como libre para que todos los que
deseen puedan ir a dar sus respetos y condolencias al cementerio,
que se encuentra en las afueras de la ciudad de Gillingham, donde
el matrimonio Potter-Malfoy tenía su residencia desde hace mu-
chos años.
—Efectivamente, Ximena —comentó el hombre sacando al-
gunas notas más sobre su escritorio—: Draco Malfoy, quien fuese
galardonado por primera vez con el premio: «Pocionista del Año»
cuando tan sólo tenía treinta y dos años, siendo hasta la actualidad
el fabricante más joven en obtener dicho reconocimiento; logrando
también incalculables cantidades de premios alrededor del mundo,
no solamente por sus creaciones, sino por su aporte a múltiples
causas, como curar diversas epidemias en otros continentes, y que
además, tiene en su haber, doscientas cincuenta y siete pociones pa-
tentadas con su nombre; era uno de los miembros más queridos en
nuestra comunidad. Hace tan sólo unas semanas el mundo se vio
entristecido por la muerte del que fuera siempre nuestro Salvador,
durante la guerra contra Riddle: Harry Potter, y ahora tenemos esta
trágica noticia. Definitivamente es un fin de año muy triste.

1156
LIBRO VI|Vida
[EPÍLOGO] Exequias y reencuentro

—Ambos, Potter y Malfoy fueron muy queridos por el


mundo —continuó la mujer—, y ambos demostraron mucha forta-
leza, no hay que olvidar que ellos fueron los impulsadores de varias
leyes de tolerancia y de la lucha por la discriminación, por el año
dos mil tres, todo un ejemplo de vida, y la comunidad lo entien-
de… hay que ver la gran cantidad de personas que están aquí, pese a
que pronto empezará a nevar, dispuestos a presentar sus respetos a
la familia….

–|– 

Abrió los ojos y parpadeó un poco por la luz del sol, se sentó
lentamente, el viento traía el olor de hierba fresca en un día de pri-
mavera, delante de él, a pocos metros había una banca, y en ella, a
contra luz podía ver la silueta de un hombre, sonrió y se puso de
pie.
—Al fin —dijo mientras llegaba hasta la banca, Harry lo mi-
ró y sonrió, parecía tan joven como cuando la guerra había termi-
nado, algo asombrado miró a sus propias manos para verlas sin
manchas ni arrugas, supuso que allí sería así.
—Te he esperado…
—Lo sé —respondió Draco, sentándose al lado de Harry, el
cual colocó la cabeza sobre su hombro.
Draco miró el paisaje, estaban en una especie de colina, a lo
lejos se podía ver varios pequeños pueblos y algunos bosques. Pese
a saber que había sido diciembre, ahora el clima era mucho más
agradable y fresco. Era perfecto.
—Te ves muy joven…— le dijo Harry suavemente mientras
una de sus manos se enlazaba con la de él.
—También tú…

1157
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones 2

—Esto es… supongo que la eternidad… —afirmó Harry le-


vantando el rostro para ver a Draco.
—Si tú estás aquí, me gustaría que fuera la eternidad —ad-
mitió Draco acercándose y dándole un pequeño beso en los labios.
—A mí también —sonrió Harry, y luego se levantó un poco
para señalar hacia una de las colinas.
Draco parpadeó confuso mientras la imagen que tenía delan-
te iba cambiando, pudo reconocer claramente el camino que llevaba
desde su casa a la playa, en el iban los cinco: Harry cargando sobre
los hombros a Kay, de cinco años, que aplaudía y gritaba contento,
mientras Sofía y Zoe corrían varios pasos adelante, ambas luciendo
vestidos blancos y veraniegos, aún vestidas de manera idéntica él las
podía diferenciar. Draco iba tomado de la mano de Harry, mientras
el sol de verano calentaba su piel… Era un típico fin de semana en
casa, aquellos en que les gustaba pasar las tardes bajo el sol, en la
playa, simplemente conversando, siendo enteramente felices…
—Lo hicimos bien ¿No crees? —preguntó Harry, dejando
caer su cabeza en el hombro de Draco una vez más,
—Verdaderamente —respondió Draco.
—Y valió la pena….
—Tú siempre lo has valido —aseguró Draco mientras se pe-
gaban más el uno al otro.
—Sí, la vida junto a ti valió la pena… —suspiró Harry con-
tento.
Ambos se quedaron en silencio, disfrutando de tenerse el
uno al otro y viendo como el viento agitaba las hojas lentamente…

–|– 

El imperio Potter-Malfoy se mantiene hasta hoy como uno


de los más grandes y poderosos de Europa y de varias partes del

1158
LIBRO VI|Vida
[EPÍLOGO] Exequias y reencuentro

mundo, pero sobre todo sobrevive la imagen de los fundadores:


Harry Potter y Draco Malfoy, luchadores y sobrevivientes de una
guerra y precursores de la igualdad de derechos. Como conmemo-
ración del año de fallecimiento de ambos, se creó en la entrada de
Gillingham un monumento dedicado a los dos, con una inscrip-
ción:

«HARRY POTTER: SALVADOR DEL MUNDO MÁGICO Y


DRACO MALFOY: EL FABRICANTE DE POCIONES:

EJEMPLOS DE VIDA.»

Fin

1159
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

¿QUÉ FUE DE…?


Los Aurores

Violet y Laurent: Luego del ataque de «Los Vengadores» comen-


zaron a salir formalmente. Tras cuatro años de noviazgo que incluía
algunas idas y venidas, finalmente se casaron una tarde de septiem-
bre. Tuvieron tres niñas, ninguna de ellas quiso seguir la profesión
de su madre. Cuando Violet se jubiló lo hizo siendo jefe encargada
de los Aurores Guarda. Laurent continuó trabajando en la Escuela
de Defensa y la Agencia Privada de Investigación de Harry, llegando
incluso a impartir clases tras algunos años.

Joel Zimmerman: En la boda de Violet y Laurent conoció a una


prima de la chica: Abby, con la cual se casó y tuvo dos hijos. Llegó a
ser Auror Prior y uno de los más fervientes defensores de las leyes
de protección contra trato injusto a magos y brujas. Uno de sus hi-
jos también se convirtió en auror, y comprendió por qué su padre
se había opuesto tanto a que él lo fuera cuando era joven.

Christopher Chandler: (Chris) Lamentablemente murió ocho


años después del ataque de los Vengadores, durante una misión en-
cubierto que salió mal, no se casó ni tuvo hijos, durante sus funera-
les sus compañeros de la Academia, del trabajo y sus amigos estu-

1163
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

vieron de acuerdo en que había muerto en su ley: sirviendo al


Cuerpo de Aurores.

Dashiell McDowell: Fue uno de los primeros en recibir el despi-


do por malos tratos a diversos exonerados y a magos y brujas que
iban buscando ser atendidos por los aurores. Pasó el resto de su vida
trabajando en un pequeño bar que abrió tras varios años de mante-
nerse oculto.

Sebastian Leighton: Él y Thea Lancel se casaron un año después


del ataque a los Vengadores, tuvieron dos niñas y dos niños, Sebas-
tian continuó como Auror y llegó hasta el nombramiento de Auror
Adalid. Ambos fueron muy felices juntos, y aún le envían tarjetas
por sus cumpleaños a Harry y Draco y los invitan a las celebracio-
nes familiares.

John Daniel Posey: Continuó encargándose de organizar la


reunión anual de la promoción de la Academia, hasta que se retiró
para pasar su vejez junto a su esposa —una bruja que había conoci-
do en una fiesta, y que había por fin logrado hacerle sentar cabeza—
sus hijos y sus nietos.

Joseph Benoit: (El auror joven que ayuda a Harry a cruzar el ves-
tíbulo del ministerio el primer día que sale del encierro) También
fue expulsado del cuerpo de aurores por malos tratos a los exonera-
dos, no se sabe que pasó con él luego de eso.

Desai: Al igual que los Vengadores, fue condenado a pasar el resto


de sus días como prisionero en Azkaban, puesto que fue considera-
do cómplice directo de las muertes ocasionadas por ese grupo. Mu-

1164
ANEXOS|Documentación
¿Qué fue de…?

rió unos años después de haber entrado a prisión, nunca se supo la


causa de su muerte, pero se cree que pudo ser un ajusticiamiento.

Terrence: Considerado también cómplice de los Vengadores, fue


condenado a cadena perpetúa. Pasó el resto de su vida, que fue lar-
ga, en prisión.

Los amigos de Harry y Draco

Aarón Bonaccord y Boris Belkin: Un año después de que Aarón


y su equipo consiguiesen la autorización del Ministerio para la
unión legal y mágica de parejas del mismo sexo, se enlazaron. Aa-
rón mantuvo su puesto en el Wizengamot por muchos años más, y
Boris ascendió hasta jefe de Departamento Legal del Ministerio,
cuando ambos se retiraron de sus respectivos puestos, iniciaron un
viaje alrededor del mundo. No tuvieron ni adoptaron niños, y Aa-
rón nunca más volvió a engañar a Boris.

Lucka y Ethan: Tuvieron dos niños: Patrick y Erick. Lucka siguió


adelante con sus diversos experimentos, creando más de un artefac-
to que se usa hasta ahora en el mundo mágico; junto a un grupo
más de inventores llegó a perfeccionar la «magicvisión», un aparato
similar a la televisión muggle, pero para magos, se hizo mucho más
rico con la venta de la patente. Ethan se hizo socio del bufete de
abogados donde trabajaba, llegando a ser muy reconocido y famoso.
Tras su jubilación, ambos pasaron los últimos días de su vida en una
tranquila viña Italiana.

1165
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Noah: Tras varios años de seguir viajando por el mundo, luego de


la muerte de su padre, regresó a vivir a Rusia, a ayudar a su her-
mano con algunos negocios, conoció a un chico allí: Ivan Innoken-
tiy, con el que se casó y adoptó tres niños; finalmente encontró la
estabilidad que buscaba en su propio país. Cada vez que visita Lon-
dres hace un recorrido por la casa de sus amigos, en primer lugar
Draco y Harry.

Mikel y Gael: Gael mantuvo la Fábrica de Pociones hasta que, al


mismo tiempo que Draco, se jubiló, dejando todo en manos de Kay,
su ahijado. Mikel trabajó en San Mungo hasta el momento de su
jubilación, como jefe del hospital. Ambos asistieron a todos los re-
citales que Mauro, su único hijo, realizaba. Vivieron varios años,
tras su jubilación, en Estados Unidos, haciendo un recorrido por
todo el país antes de volver a Londres, donde permanecieron hasta
el final de sus días.

Giles y Matías: luego de varios traspiés sentimentales, cada uno


encontró al fin en el otro el compañero ideal, se mudaron juntos y
convivieron sin llegar a hacer un enlace formal. Tampoco tuvieron
niños.

Ron Weasley: Junto a George lograron llevar la idea de Sortilegios


Weasley por toda Europa y América. Draco los asesoró respecto a
las inversiones y cifras. Aunque ninguno de los dos lo admitiera
abiertamente, ambos se hicieron muy amigos a través de los años.
Celebraron juntos la unión de sus hijos (Kay y Jenell) y rieron de lo
impensable que parecía que un Weasley y un Malfoy se enlazaran.

Hermione Granger: Llegó a ocupar un puesto en el Wizengamot


y, aún desde el retiro, levantaba la voz cuando se trataba de defender

1166
ANEXOS|Documentación
¿Qué fue de…?

alguna causa justa. Su opinión siempre fue muy respetada en la co-


munidad, siendo sinónimo de justicia y ecuanimidad. Sus padres
finalmente si se separaron, pero eso no le afectó demasiado, ya es-
perando aquello.

Tyrone: Se hizo cargo del personal de la fábrica durante toda su vi-


da, como jefe de Recursos Humanos y Producción de la misma,
siendo una de las personas de confianza de la empresa, e incluso
obteniendo acciones de la compañía unos años después. Se enamo-
ró de uno de los fabricantes de pociones contratados para la fábrica
y se casó con él, tuvo dos niñas, y patentó algunas pociones durante
su vida. Siempre le gustaba molestar a Draco y Gael, llegó a ser un
gran amigo de ambos.

Harry y Draco

Harry Potter: Conservó la Escuela de Defensa y la Agencia de In-


vestigación Privada, y aunque no volvió a embarcarse en otra mi-
sión riesgosa, sí coordinaba todo desde su escritorio. A menudo de-
cía que tenía suficiente aventura cuidando de su familia. Tras varios
años de enseñar, la Academia de Aurores lo llamó para que impar-
tiera el curso de Defensa, y lo hizo durante muchos años, llegando
a ser director de la institución.

Draco Malfoy: Cuando pudo al fin volver a la fábrica cambió de


oficina, destinando la anterior a un almacén más, por más que el
tiempo hubiera pasado, no podía dejar de sentir cierto pánico al es-
tar en ese sitio. Se concentró en las creaciones de pociones curativas

1167
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

y participó en varios programas de ayuda social. Mantuvo siempre


un horario riguroso de tal forma que, a menos que tuviera que estar
de viaje, no dejara de ir a cenar a casa, junto a Harry, que había he-
cho la misma promesa. Disfrutó mucho enseñándole a Kay el ma-
nejo y control de la fábrica, y a Sofía el manejo de la clínica. Jenell,
quien se dedicó a la fabricación de pociones, fue su pupila y única
aprendiz, y a quien le enseñó todos los secretos de pociones que
conocía, incluso le heredó su cuaderno de pociones, el que iniciara
cuando aún estaba en la escuela.

Cuando el profesor Monroe se retiró de Hogwarts, le ofrecieron el


empleo de Profesor, pero Draco declinó amablemente la oferta.
Nunca más volvieron a mencionar que él había sido un exmortífa-
go o un exonerado, y se convirtió en uno de los miembros más
queridos de la sociedad mágica, ganando diversos premios y reco-
nocimientos a lo largo de los años.

Los niños

Victoire Weasley y Teddy (Ted) Lupín: Se casaron y tuvieron


tres niños y una niña, Teddy se especializó en Herbología y creó un
herbario, donde trabajó durante toda su vida, mientras Victoire se
dedicaba a la crianza de los niños y a cuidar el hogar.

Jules Weasley: Trabajó ayudando a su padre, y cuando George y


Ron se retiraron, él, junto a su primo Fred, se hicieron cargo de las
tiendas. Jules se enamoró en Estados Unidos de Valentín, un chico
dulce y amable con el que luego se casó y tuvo dos niñas. Cuando

1168
ANEXOS|Documentación
¿Qué fue de…?

Jules llevó a casa a Valentín, fue el día que aceptó abiertamente ante
sus padres que era gay, algo ya conocido por la mayoría de sus ami-
gos. Ambos se mostraron sorprendidos, pero lo apoyaron, por su-
puesto.

Fred Weasley Jr.: Se casó con una compañera de Jenell de la uni-


versidad, a la cual conoció en la fiesta de graduación de ésta. Tuvie-
ron seis niños, todos hombres. Se dedicó, junto a su primo Jules, a
cuidar y administrar la tienda de bromas y sucursales Sortilegios
Weasley.

Zoe Potter-Malfoy: De aire más aventurero, estudió en la Aca-


demia para Aurores, Harry y Draco la apoyaron en la decisión, pese
a no estar muy convencidos de eso. Ella trató de demostrar siempre
que la fama que la precedía no era lo único bueno que tenía, y ter-
minó la Academia con el primer lugar de su promoción. Tras ser
auror Prior y, posteriormente Adalid, ascendió a Jefe de Aurores, se
casó bastante tarde, con Eliezer Thompson, compañero de Sofía
cuando hacía sus prácticas en San Mungo. Tuvieron un par de ni-
ños: gemelos.

Sofía Potter-Malfoy: Varios veranos, aún en la escuela, trabajó


medio tiempo con Hermione en el «Área de Quejas y Maltratos»;
también trabajó apoyando a Mikel en San Mungo, cuando terminó
la escuela pasó un año repartida entre ambos voluntariados, hasta
que finalmente decidió seguir la carrera de Medimagia. Contrario a
lo que todos esperaban, no trabajó en la clínica propiedad de la fa-
milia, sino que se enlistó en el cuerpo de paz muggle y estuvo via-
jando durante cinco años alrededor del mundo, ayudando y curan-
do enfermos. Luego de eso regresó a casa, dispuesta a ayudar a su
padre con la clínica para después, cuando éste se jubiló, hacerse car-

1169
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

go de la misma. Se casó con un mago australiano, que conoció


mientras hacía el voluntariado, con el que tuvo cuatro niñas.

Kay Potter-Malfoy: Fue a Ravenclaw; desde pequeño demostró


ser un niño inteligente, además de muy noble y jovial, terminó la
escuela con el primer lugar y estudió en La Escuela de Leyes Barbe-
rus Bragge y luego Administración de Negocios, en la misma es-
cuela. Durante el colegio fue novio de Jenell, pero se separaron va-
rias veces, hasta que el colegio terminó y cada uno se dedicó a su
propia carrera, aunque nunca dejaron de ser amigos.

Empezaron a verse más continuamente cuando Kay comenzó a tra-


bajar junto a su padre en La Fábrica de Pociones, donde Jenell era
fabricante y discípula de Draco. Para ninguno de la familia fue una
sorpresa el que ellos retomaran su noviazgo y luego se casaran. Tu-
vieron tres niños.

Jenell Weasley: Fue a Slytherin. Junto a Mauro, Erick y Kay hicie-


ron mil y un travesuras durante su estadía en la escuela, a menudo
sus padres bromeaban diciendo que los merodeadores habían reen-
carnado en ellos cuatro. Se destacó en Pociones y estudió en la
Universidad Mágica de Gunhilda De Gorsemoor; donde obtuvo
muy buenas calificaciones, luego de eso, Draco le propuso trabajar
en La Fábrica, convencido de su gran capacidad y talento. Se encar-
gó de la fabricación de pociones una vez que Draco se hubo retira-
do, y administró junto a Kay, la fábrica hasta que ambos se jubila-
ron. Tuvieron tres niños.

Mauro Eytinge-Hayman: Tras muchos años de vida bohemia


como músico, conoció a una hermosa bailarina de ballet, con la cual
se casó, tuvo un hijo y se separó tras diez años de tormentoso ma-

1170
ANEXOS|Documentación
¿Qué fue de…?

trimonio. La segunda vez que se casó, lo hizo con una enfermera


que conoció en San Mungo, una tarde que esperaba a su padre, tu-
vieron dos hijas y con ella vivió el resto de su vida, dedicándose
hasta el final, a hacer composiciones y creaciones musicales. Es re-
conocido como uno de los más grandes músicos de los últimos
tiempos, aunque ninguno de sus hijos heredó el gusto por la músi-
ca, sí lo hicieron dos de sus nietos.

Patrick Courcy-Feeley: Hijo mayor de Lucka y Ethan, cuando


terminó la escuela se convirtió en Rompedor de Maldiciones para
Gringotts, estuvo fuera de Inglaterra durante varios años, trabajan-
do en lugares alejados y misteriosos, a donde lo envíaba Gringotts, y
fue como un héroe para su hermano pequeño, Erick, durante mu-
cho tiempo. Finalmente se instaló en Londres, en la central del
banco; allí conoció a un cliente del mismo, Alonso, de quien se
enamoró y con quien se casó un año después. Ambos adoptaron
cinco niños: tres niñas y dos niños. A Lucka le encantaba fabricar
juguetes y nuevas craciones para todos sus nietos, y muchos de esos
juguetes se siguen atesorando hasta ahora.

Erick Courcy-Feeley: Hijo de Lucka y Ethan, fue a Gryffindor,


cuando terminó la escuela estudió cocina y se volvió un gran chef,
en la escuela de cocina conoció a Keneth O'Meara, quien se volvie-
ra el amor de su vida y con el cual abrió un restaurante en el norte
de Inglaterra. Este restaurante es uno de los más famosos y finos del
norte de Inglaterra. Tuvieron tres niñas y un niño.

Erick, Mauro, Jenell y Kay mantuvieron su amistad a través de los


años, pasando juntos los momentos felices y dándose apoyo durante
los tristes.

1171
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

El imperio Potter-Malfoy

El imperio Potter-Malfoy: Se mantiene a través de los años como


uno de los más grandes y poderosos de Europa y de varias partes del
mundo, pero sobre todo sobrevive la imagen de los fundadores:
Harry y Draco, luchadores y sobrevivientes de una guerra y precur-
sores de la igualdad de derechos. Como conmemoración del año de
fallecimiento de ambos, se creo en la entrada de Gillingham, una
estatua de ambos, con una inscripción:

“Harry Potter: Salvador del mundo mágico y Draco Malfoy: El Fabricante


de Pociones. Ejemplos de vida.”

A la inauguración asistieron sus hijos, nietos y bisnietos.

La autora de este fic

Zafy: Lloró al terminar esta historia, que le llevó en ser escrita cer-
ca de ocho meses, y que tenía en mente desde hacía varios años
atrás. La historia de Harry Potter y el Fabricante de Pociones co-
menzó a tomar verdadera forma entre enero y agosto de 2009 por
Zafy, y fue terminada ese mismo año.

1172
Zafy|HARRY POTTER
Y el fabricante de pociones

HISTORIAS CORTAS
Dentición decidua

Octubre de 2009

E
l llanto se hizo más agudo y Draco movió su cuello
de izquierda a derecha, tratando de relajarse, mien-
tras agitaba con rapidez la varita sobre el caldero y
miraba de reojo el pequeño monitor que tenía levitando a un lado,
donde podía ver la imagen de Harry, con un lloroso Kay en brazos,
y moviéndose de un lado a otro, aunque aquello no estaba consi-
guiendo ningún resultado, puesto que el pequeño seguía llorando.
—Vamos —suspiró Draco, agregando el último ingrediente
a la poción, y viendo cómo la sustancia se iba poniendo más clara a
cada instante, consultó el reloj de pared que tenía en frente y supo
que aún le quedaban al menos unos quince minutos de cocción.
Golpeteó con los dedos sobre el escritorio, mirando nue-
vamente hacia el monitor. Harry seguía caminando de un lado al
otro de la habitación, meciendo a Kay y susurrando cosas mientras
el llanto del niño no cesaba.
—Aún le queda veinte minutos —informó tocando uno de
los botones, para que Harry lo pudiera escuchar en la habitación del
bebé. Harry giró el rostro y Draco pudo ver mejor la carita roja de

1173
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Kay, surcada de lágrimas, y el cabello rubio pegado a la frente por el


sudor.
—De acuerdo —asintió Harry levantando un poco más a
Kay para que lo viera a la cara—. Kay, ¿has escuchado a papá Draco?
En veinte minutos vendrá con la medicina.
—Pócima —corrigió Draco automáticamente. Harry, sobre
el llanto de Kay, que no había cesado en ningún momento, arqueó
una ceja.
—Lo que sea —masculló Harry.
—Lo siento… —suspiró Draco, mirando un momento ha-
cia la poción y luego hacia el reloj. Aún faltaba para que estuviera
lista.
—Vamos, Kay… —gimoteó Harry, dando más vueltas a la
habitación, se detuvo y miró directo hacia el monitor, aunque no
podía ver a Draco—. No importa, no es tu culpa que…
—¿Kay llora? —preguntó una voz, Draco suspiró, agotado,
cuando notó que Zoe y Sofía estaban en la puerta, ambas tomadas
de la mano y luciendo sus pijamas azules, con sus largos cabellos
negros despeinados y sus grises ojos somnolientos, mirando hacia
Harry y Kay con curiosidad.
—Niñas —dijo Harry girándose para encarar a sus peque-
ñas, y tratando de controlar a Kay, que se agitaba de un lado a otro.
—¿Kay llora? —preguntó nuevamente Sofía.
—¿Por qué Kay llora? —preguntó Zoe, inclinando la cabeza
y mirando hacia el niño, que, pese a que las miraba fijamente con
sus ojos verdes, no dejaba de llorar.
—Papá Draco tendrá lista la medicina para Kay en…
—Pócima —corrigió la voz de Draco desde el monitor, y
Harry negó con la cabeza.

1174
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Lo que sea, papá Draco lo tendrá listo en un momento


—explicó Harry meciendo a Kay, que había empezado a gritar con
más fuerza.
—¿Por qué Kay necesita medicina?
—¿Pócima? —preguntó Zoe, imitando a Draco, quien son-
rió al otro lado de la pantalla, observando la escena.
—Pues…
—¿Por qué no intentas darle nuevamente el juguete conge-
lado? Tal vez ahora sí esté con ánimos de tenerlo —interrumpió
Draco, mirando hacia un lado de la cuna, dónde había quedado el
pequeño juguete para morder, era de color verde, se lo había rega-
lado Hermione, y tenía pequeños pedacitos de hielo en el interior,
lo que hacía que las encías de Kay se sintieran, de alguna manera,
aliviadas. O al menos eso era lo que decían que hacía.
—Cierto —afirmó Harry, caminando hacia el otro extremo
de la habitación, y recuperando el juguete. Sofía y Zoe seguían de
pie, observando con atención la escena.
Harry se inclinó un poco y sacó el juguete, levantándolo
con una mano hasta ponerlo delante del cada vez más rojo rostro de
Kay:
—Mira lo que tía Hermione nos ha dejado por aquí; ¡y éste
sí te lo puedes meter a la boca! —le dijo con entusiasmo al peque-
ño, mientras lo acercaba más, instándolo a tomarlo. Kay dejó de llo-
rar por un instante, fue perceptible el pequeño momento de silen-
cio, mientras tomaba el juguete entre las dos regordetas manos y lo
observaba con detenimiento.
Draco y Harry contuvieron el aliento durante un momen-
to, hasta que Kay decidió que el sabor de aquel trasto no era agrada-
ble y lo hizo volar hacia el otro lado de la habitación, cayendo a los
pies de Sofía y Zoe, que permanecían tomadas de la mano y muy
juntas observando toda la escena con curiosidad.

1175
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—No, Kay, no —reprochó Sofía, mientras se agachaba a re-


coger el juguete, arrugando su pequeña nariz cuando se dio cuenta
de que estaba mojado.
—Papá no quiere que botemos cosas. No, no botar cosas —
continuó Zoe, tomando el juguete que su hermana le pasaba y ca-
minando hasta la mecedora, dejando por fin el juguete sobre ella.
—¿A Kay le duele la panza? —preguntó entonces Zoe,
acercándose para alcanzar a Harry, que daba vueltas nuevamente, ya
que Kay había vuelto con más energía a berrear.
—No, princesa, no le duele la panza —respondió Harry
tratando de no perder de vista a sus hijas mientras paseaba a Kay de
un lado al otro, aunque sabía que era inútil—; le están saliendo los
dientes, pronto tendrá tantos dientes como tú y tu hermana, y po-
drá comer muchas cosas… pero ahora le duele un poco y por eso
llora.
—Papá Draco sabe curar dolor de panza —comentó Zoe,
siguiendo con la mirada a Kay, y luciendo aún confundida.
—Sí, papá Draco nos cura, que cure a Kay —decidió Sofía
levantando una mano, y con una sonrisa triunfante.
—Y eso intento, cariño —intervino desde el monitor Dra-
co, mirando de reojo la poción y el reloj, ya le faltaba sólo unos
cuantos minutos.
—¿Por qué papá Draco no aquí? —preguntó Zoe mirando
hacia el monitor.
—Porque está preparando la medicina…
—¡Pócima, Potter!
—Lo que sea, lo está preparando ahora mismo, porque el
frasco que teníamos listo se cayó hace unas horas cuando…
—¡No Harry, no les digas que…!
—… ustedes estaban jugando con Jules a los fantasmas mis-
teriosos —concluyó Harry, escuchó claramente el sonido de un

1176
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

golpe en la mesa del otro lado del monitor, y luego miró hacia sus
niñas, que se habían quedado quietas, mirándolo con los ojos muy
abiertos y… ¡Oh, Demonios! Esa expresión de…
—… fueron ellas las que lo botaron al piso —terminó de
hablar Draco en un susurro, sabía que ya era demasiado tarde.
Empezó Zoe, apenas botando unas lágrimas y arrugando la
frente.
—A Kay le duele panza porque jugamos con Jules…
Y luego Sofía hizo aquel mohín con los labios:
—Y se cayó su medicina…
—Y… —y Zoe no pudo continuar, ambas empezaron a llo-
rar sonoramente mientras corrían a abrazarse a las piernas de Harry,
que se quedó congelado en el medio de la habitación, con Kay agi-
tándose de un lado a otro sobre sus brazos, y sus dos hijas aferradas
a sus piernas y mojando sus pantalones con las lágrimas mientras
también gimoteaban algo acerca de que no habían querido hacer
llorar a Kay.
—¡Oh, vamos! —se quejó Harry, no creyendo que en ver-
dad le estuviera pasando aquello.
—Te dije que te detuvieras, Potter —se medio burló en ese
momento Draco, entrando al fin por la puerta con el frasco de po-
ción para Kay en una mano, y el monitor en la otra.
—Vamos, toma a Kay y yo me encargo de las niñas —aceptó
Harry extendiendo a Kay hacia Draco, las niñas miraron a Draco y
parecían dispuestas a saltar sobre él también, pero Harry las detuvo,
sosteniéndolas por el hombro, mientras ellas seguían llorando y ob-
servando a Draco llevar a Kay a la cuna, y aplicarle la poción en las
encías.
—Ya está, niñas, papá Draco tiene la poción y Kay dejará de
llorar —trató de consolar Harry mientras levantaba a cada niña con
un brazo y ellas recostaban sus cabezas sobre los hombros de Harry.

1177
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—¿Ya no le dolerá? —preguntó una, ahogando su voz con-


tra el cuello de Harry.
—No, cariño, ya no —respondió Draco, mientras trataba
de aplicar la poción a un muy enojado y aún lloroso Kay.
—Niñas… vamos, ya es tarde, no deberían estar despiertas
—continuó Harry, mientras suspiraba al dejar de escuchar los llan-
tos del más pequeño de sus hijos.
Draco, que ya estaba calmando a Kay, lo observó en silen-
cio, siempre le gustaba lo fuerte que Harry era, como para poder
cargar a ambas niñas sin parecer que fuera demasiado esfuerzo.
Sus hijas seguían hipando, pero cada vez más suavemente,
clara señal de que pronto caerían dormidas.
Harry le sonrió de medio lado, balanceándose un poco,
mientras las niñas por fin se iban durmiendo.
—Ya casi están dormidas.
—Lo sé —Draco asintió, tomó a Kay en brazos y se acercó a
él, el niño lucía un poco más relajado.
—Debemos tener más de esa poción a mano.
—Le di un poco esta mañana a Gael… Mauro aún sigue
fastidiado, pensé que en la noche podría hacer más, no que las ni-
ñas… —susurraba Draco, pero fue interrumpido por un beso de
Harry en los labios.
—Te apuesto lo que quieras a que aquella noche en que me
besaste, en tu habitación de Slytherin, luego de las vacaciones de
navidad, no imaginaste que acabaríamos así —comentó cuando se
apartó de él.
—¿Con tres niños con excelentes pulmones?
Harry soltó una carcajada, aunque la acalló rápidamente,
sintiendo a sus hijas removerse un poco.
—Me refería a felices —corrigió Harry.

1178
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Siempre tuve un buen presentimiento acerca de ti —res-


pondió Draco, apartando con cariño un par de rubios mechones del
rostro de Kay, que ya empezaba a dormirse también.
—Mentiroso —rebatió Harry, Draco bufó burlonamente—.
Iré a dejarlas en su habitación.
—De acuerdo, lo cargaré un rato más, hasta que esté com-
pletamente dormido.
—Yo regreso en cuanto Sofía y Zoe estén en sus camas.
—No, no te preocupes, ya debes estar cansado por haber
estado cargando a Kay tanto rato… yo te alcanzo en la habitación.
Harry asintió y salió caminando lentamente de la habita-
ción, cargando a ambas niñas en brazos.
Cuando Draco lo alcanzó en su habitación, había pasado ya
cerca de media hora, lucía cansado, al igual que él.
—Despertó hace un rato, pero ya se volvió a dormir —
susurró Draco, metiéndose en la cama y pegándose al cuerpo de
Harry.
—Oh… Es tarde. Supongo que mañana dormirán hasta
tarde —suspiró Harry, envolviendo a Draco entre sus brazos y mi-
rando hacia el reloj de la mesa de noche, era más de la una de la
mañana.
—¡Oh, que iluso eres, Potter! —rio Draco, levantando la
cabeza para darle un beso en los labios a Harry y luego recostarse
nuevamente sobre su pecho—, descansa. Nos faltará energía maña-
na.
—Cierto —contestó Harry, sabía que sus hijos, no impor-
taba que tan tarde se acostaran la noche anterior, siempre estaban de
pie a las seis de la mañana, muchas veces se preguntaba si lo ma-
drugador lo habrían heredado de Draco.
—Y otra cosa —dijo de pronto Draco, levantando el rostro
y mirando hacia Harry, aún en la oscuridad podía ver perfectamente

1179
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

sus rasgos, su mirada cansada y su sonrisa—, tienes razón, hace


años, luego de las vacaciones de navidad, cuando te besé en mi ha-
bitación, no me imaginé terminar así contigo.
—Lo sé, yo tampoco.
—Pero que bueno que fue así, ¿cierto?
—Cierto —afirmó Harry con una sonrisa, inclinándose pa-
ra besarlo nuevamente, sus labios reconociéndose y saboreándose,
sus lenguas persiguiéndose, Harry siempre se asombraba de la ma-
nera como el besar a Draco lo hacía sentir, tan maravillado, como si
fuera la primera vez que lo besaba, y a la vez extasiado, como si se
tratara de un viajero sediento luego de haber encontrado una gran
fuente de agua.
Se apartaron lentamente, y se miraron con cariño una vez
más, antes de dejarse caer completamente en la cama y abrazarse;
sabían que al día siguiente tendrían muchas cosas que hacer, sobre
todo con los tres niños, que Kay lloraría de nuevo por los dientes
que le estaban saliendo, y que las gemelas probablemente rompe-
rían algo también, pero esa era su vida, la que habían elegido y la
que los hacía ir cada noche, aunque agotados, con una sonrisa en el
rostro, a la cama.

1180
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

A casa

5 de junio de 2009

D
raco se miró en el espejo, acomodando su cabello
—demasiado largo— según le pareció, y la túnica
nueva que Harry le había traído la tarde anterior.
El espejo le devolvía la imagen de un hombre delgado, algo pálido,
pero saludable al fin y al cabo, y eso era, tal como todos se empeña-
ban en repetir, lo importante.
Debería ser un karma divino que el día en el que al fin le
permitieran llevar a Kay a casa fuera el día de su cumpleaños, nunca
hubiera deseado algo más en la vida que eso. Aunque él hubiera
podido largarse unos días antes, no lo había hecho porque no se
imaginaba regresando a casa sin su pequeño. Y no que no extrañara
a sus hijas y la vida del hogar, pero dejar a Kay, que lo había salvado
y acompañado durante casi ocho meses en el interior, solo en la clí-
nica, tan siquiera por unas horas, le parecía una gran deslealtad.
Tampoco se había desatendido de sus hijas, las que por ahora esta-
ban al cuidado de Andrómeda y Winky, y que pasaban las tardes,
luego de volver de la escuela, en la habitación de la clínica, por su-
puesto que, al ser él el dueño, contaba con algunos beneficios, co-
mo el casi haber creado un mini departamento en ese sitio.
Decidió que al fin y al cabo sí lucía bien, y se dedicó a mirar
alrededor, en una esquina había una pequeña mesa con cuatro sillas
igual de pequeñas, sobre ellas aún habían unas cuantas crayolas y
cartulinas, al lado de eso había un diminuto estante, con unos cuan-
tos cuentos y un par de juguetes plásticos, tendría que recordar re-

1181
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

coger todo aquel desorden luego, tal vez mandaría a Winky al día
siguiente.
Abrió uno de los armarios, la ropa que hasta esa mañana
había estado allí, la mayoría perteneciente a Harry, había sido lleva-
da a casa también, al parecer ya todo estaba en orden, sólo faltaba…
—Mira a quién tenemos aquí —anunció Harry, empujando
la puerta en ese momento, Draco se giró rápidamente para verlo
entrar con un pequeño bulto entre brazos.
—Allí están —Draco avanzó rápidamente hasta Harry y le
dio un beso en la frente antes de tomar al niño entre sus brazos, no
que no confiara en Harry y sus cuidados, pero después de haber es-
tado tanto tiempo pendiente de su bebé, se le hacía extraño estar
alejado de él durante tanto tiempo.
—Sí… todo salió bien, ya le dieron el alta oficialmente —
explicó Harry, mirando por un momento hacia el niño y Draco, y
luego recorriendo con la mirada la habitación. Se refería a que el
medimago, en este caso, Zetie, le había hecho el último chequeo a
Kay y había firmado los papeles de alta. Draco no los había acom-
pañado porque Harry había insistido en que se quedara en la habi-
tación, descansando y preparándose para poder partir rápidamente.
—No esperaba menos —sonrió Draco hacia el pequeño,
ahora despierto y mirando alrededor con curiosidad, a ambos les
admiraba la atención que parecía poner siempre a su entorno.
—Falta cambiar el pañal —comentó Harry, haciendo una
pequeña mueca y alejándose unos cuantos pasos.
—¡Oh, pues! —exclamó Draco arrugando un poco la nariz
y levantando un poco más al niño, para tener su sonrojado rostro
más cerca, sus ojos, de un color verde claro, que no dudaba pronto
tomarían el mismo color que los de Harry, parecían mirarlo con al-
go de diversión—. Veo que no has estado tan tranquilito, después
de todo.

1182
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Aparentemente —intervino Harry.


—Tú siempre has dicho que estoy muy débil y debo des-
cansar y todas esas cosas… —comentó con una sonrisa inocente ha-
cia Harry, que soltó una carcajada mientras tomaba al niño nueva-
mente entre los brazos y lo llevaba a la cama para hacerle el cambio
de pañal.
—No te aproveches, que según tú, ya no estás para nada
débil.
—Creo que ya he demostrado que no estoy débil —con-
testó Draco, en voz baja, Harry soltó una risita y negó con la cabeza,
recordando la noche anterior.
—Si nos basamos en lo de anoche…. Ya no tendrás excusas.
—Bueno, entonces porque es mi cumpleaños —argumentó
Draco.
No hubo una réplica inmediata, sólo silencio, mientras Ha-
rry retiraba el pañal sucio y Draco lo ayudaba, tomándolo y arroján-
dolo al bote de basura. Se extrañó de la falta de respuesta de Harry.
—¿Tu cumpleaños? —cuestionó por fin Harry, levantando
la mirada hacia Draco por un instante, antes de continuar con la
crema para evitar escaldaduras.
—Sí, mi cumpleaños —respondió Draco, alcanzándole los
pantaloncitos que le pondrían al niño.
El silencio se hizo entre ellos nuevamente, mientras Harry
iba vistiendo al niño y éste haciendo algunos sonidos de, según
creían ellos, conformidad.
—¿Hoy es cinco? —preguntó Harry, levantando al pequeño
y poniéndolo en brazos de Draco nuevamente.
Draco arqueó una ceja, y estudió la expresión de Harry, lu-
cía francamente confundido.
—Sí —asintió Draco—, ¿no lo viste cuando firmaste el alta
o algo así?

1183
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Probablemente —Harry negó con la cabeza y levantó de


la cama la pequeña maleta con las cosas de Kay, y miró nuevamente
hacia Draco—. Lo lamento, debo haberlo visto pero no… no me di
cuenta que era ese cinco de junio.
Draco frunció el ceño y luego negó con la cabeza, abrazan-
do un poco más a Kay, que parecía dispuesto a tomar otra de esas
enormes siestas que acostumbraba tomar a esa hora de la tarde.
—No importa. Vamos, tenemos que ir a casa, muero de ga-
nas de ver a las niñas y empezar a actuar un poco como antes —
dijo, sonriendo nuevamente y dirigiéndose hacia la puerta, listo pa-
ra partir. La mano de Harry sobre su brazo lo detuvo.
—Draco —Harry se pegó a su espalda y apoyó la cabeza so-
bre el hombro de su esposo—, real, pero realmente, lo lamento.
Con todo lo que ha pasado, y Hermione y el juicio y su embarazo y
luego Gael y…
—Vamos —interrumpió Draco, girándose para encarar a
Harry y hablando en voz más baja, pues Kay estaba ya casi comple-
tamente dormido—, tú mismo lo has dicho, han pasado demasiadas
cosas… no es para tanto, ¿sabes? Más de una vez he olvidado mi
cumpleaños, una vez incluso ni lo celebré porque lo recordé tres
días después.
—Lo sé —Harry suspiró y pegó su frente a la de Draco—,
pero no es justo, y comprendería si estuvieras enfadado por… —fue
interrumpido por un beso de Draco.
—No lo estoy —negó Draco—, y tengo mi cumpleaños fe-
liz —explicó—: Estás aquí, las niñas en casa y Kay a salvo, en un
momento los cinco estaremos juntos, como la familia que somos,
¿ves? Ya tengo mi cumpleaños feliz.
Harry asintió y se mordió los labios por un momento, antes
de suspirar profundamente y tomarlo de la mano.
—A casa entonces.

1184
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—¿Escuchaste Kay? —susurró Draco, para no despertar al


niño—. Al fin vamos a casa.
La clínica estaba a media hora de camino en auto de la casa
de Harry y Draco, como Kay aún era demasiado pequeño, no qui-
sieron transportarlo por red flú o por aparición, además querían
aprovechar para que Draco viera un poco el mundo exterior, pues,
pese a ya estar completamente recuperado, no había abandonado la
clínica en todo ese tiempo.
Draco iba en el asiento de atrás, junto a Kay, mientras Harry
conducía bastante lento, verificando a cada instante, por el espejo
retrovisor, que sus pasajeros se encontraran bien.
El día estaba algo gris, aunque aparentemente no llovería, lo
cual era un gran alivio. Draco estaba entretenido, apreciando las ca-
lles y las personas avanzar por las avenidas, mientras miraba cada
cierto tiempo a Kay durmiendo apaciblemente.
—Creo que él es más calmado que Sofía y Zoe —comentó
Harry, girando en una esquina y deteniéndose un momento ante el
semáforo en rojo.
—Definitivamente —contestó Draco—, por lo pronto llora
menos. ¿Recuerdas las madrugadas con ellas los primeros meses?
—¡Por supuesto! —exclamó Harry, desde que Kay había
abandonado la incubadora, unas semanas atrás, ellos se habían he-
cho total cargo del niño, comprobando que era mucho más tran-
quilo de lo que habían sido las niñas—, no que me esté quejando…
pero será bueno que no lloré tanto.
—Creo que en el caso de las niñas, como eran las dos jun-
tas, si una lloraba, la otra también.
—Pues sí, ahora será mucho más fácil, parece más sencillo
de cuidar.
Draco asintió y continuó mirando por la ventanilla, mien-
tras se desviaban por una de las autopistas, ya bastante cerca de casa.

1185
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Por un momento se sintió extraño, llevaba demasiado


tiempo ausente de casa, y era raro volver, sobre todo después de lo
que había pasado.
—Te ayudaré con Kay —informó Harry una vez entraron al
garaje de la gran casa, por fuera lucía casi como la última vez que la
había visto, aunque el jardín estaba mucho más grande que antes.
—Claro —Draco asintió y le pasó a Kay antes de bajar y ce-
rrar la puerta del coche.
—¿Listo?
—¿No te parece raro? —preguntó Draco mirando hacia la
puerta que conectaba el garaje con la casa.
—¿Raro?
—El silencio. No se escucha nada.
—Las niñas deben estar durmiendo la siesta, ya casi es hora,
después de todo —explicó Harry, indicándole con la cabeza a Draco
que abriera la puerta para que pudieran entrar de una vez.
Draco frunció el ceño ligeramente, esperaba que sus niñas
estuvieran despiertas cuando llegaran al fin con Kay a casa.
En cuanto empujó la puerta y puso un pie en el pasillo supo
que algo raro pasaba, tanta tranquilidad era demasiado extraña.
—Andrómeda debe estar en el salón —comentó Harry
mientras avanzaba con él por el pasillo.
—Ah… —Draco empujó la puerta del salón y entonces se
encontró con algunos más que Andrómeda.
En el interior estaban todos, de pie, esperándolos; en cuan-
to se asomó por la puerta gritaron un muy fuerte «¡Feliz Cumplea-
ños!», lo que provocó que Kay se moviera algo incómodo en los
brazos de Harry mientras las gemelas corrían entre los adultos para
llegar hasta su papá.
Draco se quedó mirando todo asombrado, mientras sus hi-
jas se abrazaban a sus piernas y los demás aplaudían, no habían he-

1186
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

cho una gran decoración, apenas un pequeño cartel que decía


«BIENVENIDOS A CASA», que flotaba al fondo, cerca de una
mesa larga con algunos bocaditos, bebidas y un enorme pastel.
—¿Verdaderamente creíste que no me acordaría? —le pre-
guntó Harry al oído mientras Draco recorría con la mirada a sus
amigos.
—¡Tú! —exclamó, luego soltó una carcajada y negó con la
cabeza—. En verdad no entiendo cómo es que me lo creí.
—Estuve a punto de delatarme cuando dijiste que no te
importaba demasiado, me hiciste sentir muy culpable —explicó
Harry.
—¡Oh! Debo estar perdiendo la destreza para hacerte con-
fesar entonces —suspiró dramáticamente Draco.
—Nah, sólo estabas cansado.
—Cierto —aceptó Draco, dándole un beso en la mejilla a
Harry—, así que ya te puedes ir preparando para ser descubierto si
vuelves a planear este tipo de cosas. Y gracias —agregó, dándole un
beso en los labios y apretando su brazo con cariño.
Aunque todos ellos ya lo habían visto antes, durante su re-
cuperación en la clínica y luego del nacimiento de Kay, fue agrada-
ble poder verlos allí, en casa, abrazarlos y besarlos, escuchar sus pa-
labras de felicitaciones y de ánimos.
—Nos alegra mucho que al fin estén en casa —le dijo
Hermione, apretándole el brazo con cariño, ella, que ahora tenía
unos cuantos meses de embarazo, ya usaba las túnicas sueltas que
revelaban su muy pequeña barriga.
—A mí también —contestó Draco. Ella y él habían mante-
nido charlas bastante largas y reveladoras durante algunas noches,
luego de que él se sintiera con suficiente energía para ello. Sabía
que ella se había encargado de llevar las acusaciones contra los Ven-
gadores, quienes fueron condenados antes de que él despertará y

1187
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

que además, lo que él le había contado después, había servido de


mucho para el argumento de la creación del Área de Quejas y Re-
clamos.
—¿Cómo van las cosas?
—Avanzando —comentó ella, no muy contenta al recordar
que aún no conseguían que nadie se acercara a su oficina para hacer
los reclamos—. Nos mudaremos al callejón Diagon en sólo tres
días.
—Estoy seguro de que eso sí funcionará —le animó Draco,
a lo que la chica sonrió.
Luego de abrazar a su tía Andrómeda y a Teddy, y saludar a
los Weasley y a sus amigos, Draco, con Sofía y Zoe sujetas de cada
mano y Jules siguiéndolos por instancia de las dos niñas, se acercó
hasta el enorme sofá, donde un muy embarazado Gael estaba senta-
do.
—¿No se supone que deberían estar en casa descansando o
algo así? —preguntó Draco un tanto divertido mientras se acomo-
daba a su lado y miraba por un instante a Harry, que estaba son-
riendo y mirando con orgullo a Kay, mientras la señora Weasley y
Fleur lo rodeaban.
—¿Y perderme esto? Jamás —dijo, sonriendo alegremente.
Draco sabía que Gael estaba ya en la última semana de embarazo,
cuando había despertado del coma, unos meses atrás, no sólo se ha-
bía encontrado con su propio embarazo, sino con el de Gael tam-
bién.
—-Mientas no se te ocurra alumbrar en este sofá —le dijo
algo divertido mientras Sofía y Zoe se soltaban de él.
—¡Pronto tendremos otro Kay! —exclamó Sofía, señalando
hacia la barriga de Gael.
—No, pequeña, será Mauro —corrigió Gael sonriente.
Zoe frunció el ceño y negó con la cabeza.

1188
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Ella es Sofía, no pequeña —aclaró.


—Cierto, cierto —afirmó Draco—. ¿Cuándo aprenderás,
Gael?
—Ja, ja —se burló Gael, mientras los niños corrían, llama-
dos por Andrómeda, hacia la mesa de dulces.
—En serio, no quiero que te canses ni nada por el estilo —
dijo más seriamente Draco.
—Por supuesto que no —respondió Gael—, además tengo
mi propio medimago —agregó, mirando hacia Mikel, que estaba en
ese momento con Lucka y Ethan.
—Es curioso como todos nos pusimos de acuerdo para te-
ner bebés en esta época —le comentó Draco a Gael mientras Mikel
les sonreía por un instante. A su lado, con una barriga más pequeña,
estaba Ethan.
—Creo que todo se trató de un complot cósmico o algo así
—concordó Gael, recordando que en realidad había empezado a
tomar la poción de fertilidad, al igual que Ethan, antes del ataque de
los Vengadores y que ambos habían pensado que era buena idea
mantenerlo en privado de sus amigos hasta que tuvieran un resulta-
do positivo. Lo de Hermione, que estaba al otro lado del salón, aho-
ra junto a Andrómeda y los niños, había sido una verdadera e ines-
perada sorpresa.
—¿Listo para el pastel? —preguntó Harry apareciendo de
pronto. A su lado flotaba un pequeño moisés, donde Kay permane-
cía dormido y ajeno a la algazara.
—Por supuesto —asintió Draco, dándole una palmada en el
brazo a Gael, antes de ponerse en pie.
Al igual que cuando Sofía y Zoe habían nacido, habían
acomodado la pequeña cuna de Kay en su dormitorio, lo cual había
ocasionado una pequeña queja de parte de sus hijas mayores. La
primera muestra de recelo porque el niño nuevo sí durmiera con

1189
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

ellos y ellas no. Luego de tratar, inútilmente de convencerlas, ha-


bían accedido a dejarlas dormir en su cama, con ellos; cuando al fin
ambas estuvieron profundamente dormidas, las transportaron de
vuelta a su habitación, rogando para que no se despertaran en me-
dio de la noche y se pusieran a llorar.
La salida de la clínica, la pequeña fiesta y luego la faena de
cuidar a sus hijas había dado como resultado, que para el momento
en que su cabeza tocara la almohada, se quedara profundamente
dormido.
Sin embargo, en medio de la madrugada, se había girado un
poco, buscando el calor del cuerpo de Harry, quien dormía en su
cama de la clínica casi desde que Kay había nacido, y se había en-
contrado solo. Se sentó un tanto asustado, acostumbrando sus ojos
a la oscuridad, hasta que lo pudo ver, sentado frente a la cuna de
Kay, mirando al niño con atención y dándole la espalda.
En completo silencio se puso en pie y caminó hasta colo-
carse a su lado.
—Hey —lo llamó, revolviendo su oscura en indómita ca-
bellera.
—¿No puedes dormir? —preguntó Harry, mirándolo preo-
cupadamente.
—Me di cuenta que no estabas en la cama. ¿Qué haces?
Harry se encogió de hombros y miró de nuevo hacia el pe-
queño, sus mejillas estaban sonrojadas, y sus puñitos estaban cerra-
dos firmemente.
—Es sólo que a veces no me creo que esté aquí, y quería…
cuidarlo.
Draco le sonrió suavemente y jaló, con ayuda de un hechi-
zo, una silla más y una de las mantas de la cama, sentándose junto a
Harry y apoyándose en él.

1190
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—A veces a mí también me parece mentira —comentó


Draco luego de un momento, mientras Kay permanecía durmien-
do.
Harry le sonrió y le dio un beso en los labios, antes de vol-
tear a mirar a su pequeño nuevamente. Y así ambos se quedaron
juntos, con las manos entrelazadas, y sentados delante de la cuna,
observando a su «pequeño milagro» dormir por el resto de la noche,
agradeciendo silenciosamente que estuviera allí, que la vida los hu-
biera dejado disfrutar de eso.

1191
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Intrépidas aventuras

1 de septiembre de 2017

-P
apá Draco, Kay no deja de moverse —protestó
Zoe con fastidio, mientras trataba de hacer que
Kay, que estaba sentado entre ella y Sofía, se
sentara correctamente en el asiento, y dejara de estar volteando ha-
cia atrás.
—Kay —suspiró Draco, girando para ver a sus hijos, los tres
iban en el asiento trasero de la camioneta, Harry conducía y en ese
momento atravesaban en el muy concurrido centro de Londres, tra-
tando de encontrar un sitio donde aparcar.
—Es que creo que he visto a Jenell allí —informó mientras
señalaba hacia la calle.
—Pero la veremos en un momento más —intervino Harry,
sonriendo por al fin haber encontrado un lugar—, y podrás conver-
sar con ella, por lo pronto debes quedarte tranquilo, o la próxima
vez te dejaremos en casa con Winky.
—Pero… —Kay miró hacia sus hermanas con fastidio, y
luego se sentó correctamente, cruzando los brazos, Harry, por el es-
pejo retrovisor, pudo ver claramente su parecido con Draco en ese
gesto.
—Vamos, no es para que te enojes —le trató de tranquilizar
Draco—. Sólo debes quedarte quieto un ratito más, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —afirmó el niño enfurruñado, mientras sus
hermanas miraban, con algo más de pánico, la entrada a la estación
King Cross.

1192
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Ya estaban acostumbrados a moverse con ellos tres y con


todo el equipaje que aquello representaba, así que no fue muy difí-
cil conseguir un par de carritos y cargar los dos baúles y las lechuzas
en ellos, para luego caminar por el interior de la enorme estación,
asegurándose de que ninguno de los niños se perdiera de vista, has-
ta el andén 9 ¾.
Sus hijas se mostraron asombradas, pese a que ellos ya les
habían explicado cuál era el procedimiento, cuando vieron pasar a
una familia entera a través de una de las columnas, sin embargo,
ambas rechazaron el cruzar acompañadas de sus padres, y luego de
que Draco desapareciera, se tomaron de la mano y entraron tam-
bién.
—¿Quieres venir conmigo? —preguntó Harry hacia Kay,
que permanecía silencioso junto a él.
—No, yo también puedo solo —afirmó Kay, levantando un
poco más el rostro y mirando hacia la columna, como si se tratara
de un gran reto.
—De acuerdo, yo te sigo —asintió Harry, acostumbrado a
ese comportamiento en el niño. En cuanto cruzó, apretando los
ojos y los puños, se vio envuelto por el sonido del silbato del tren,
de niños gritando y corriendo por todos lados, de maullidos y ulu-
lares; retrocedió un paso, sorprendido, y por qué negarlo, asustado,
para chocar con su padre Harry, que le puso una mano en el hom-
bro. Levantó la vista para verlo mejor, parecía bastante contento.
—Allí están, ¿ves? —le dijo luego de un momento, seña-
lando hacia el otro extremo de la estación. Kay se empinó lo más
posible, pero aún no fue posible verlos.
—Harry, vamos para allá —indicó Draco, que estaba unos
pasos delante de ellos, sujetando a Sofía y a Zoe, que parecían tam-
bién haberse quedado sin palabras.

1193
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—No los veo —resopló Kay, cansado de ser el más pequeño


siempre. Al menos entre su familia.
—Oh, ese no es problema —afirmó Harry, y tomándolo
por sorpresa, le puso las manos bajo las axilas y lo levantó hasta casi
la altura de su cuello. Kay enrojeció completamente, mientras agi-
taba las piernas y gritaba para que su padre lo soltara. Jenell, que pa-
ra ese punto, ya lo había visto, soltó una risita y sus hermanas, Sofía
y Zoe se giraron también y sonrieron hacia él.
—Harry, bájalo —pidió cansadamente Draco, soltando a
sus hijas, que ya se reunían con Ron y Hermione y caminando ha-
cia ellos de vuelta.
—¡Oh, vamos! —protestó Harry, aún así bajando a su hijo
lentamente—. Es que no podía ver dónde estaba Jenell. ¿No es
cierto? —preguntó hacia Kay, que lucía completamente abochorna-
do en el piso.
—Voy a saludar —masculló Kay, alejándose rápidamente.
—Harry —suspiró Draco, tomando a Harry de un brazo y
deteniéndolo, para hablar con él antes de saludar a los demás.
—¿Qué?
—No me digas ¿qué? Con esa carita que no engaña a nadie
—se defendió Draco rápidamente.
Harry ensayó su mejor cara de incredulidad.
—¡Pero si no he hecho nada!
—Claro que sí, sabes muy bien que a Kay no le gusta que lo
andes cargando delante de sus amigos.
—¡Pero no podía ver nada!
—Ya, pero estoy seguro que no pidió que lo cargaras —
Draco negó con la cabeza e intercambió una mirada de disculpa con
Hermione, mientras alejaba a Harry un poco más.
—No lo hice por molestarlo, bien que lo sabes —suspiró
Harry, dejándose llevar por Draco.

1194
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Y tú bien que sabes que lo avergonzaste.


—Pero fue sin querer.
—Pero él ya no es pequeño, no le gusta. ¿Por qué no dejas
de insistir siempre con eso?
Harry frunció el ceño y volteó sobre su hombro, en el fon-
do Kay y Jenell conversaban animadamente. Kay agitaba las manos
de un lado al otro, como si explicara algo muy interesante, mientras
Jenell asentía seriamente.
—Es que no lo imagino… Es nuestro pequeño, ¿sabes?
—Nuestro pequeño tiene ya nueve años, no es más un be-
bé, y no le gusta que lo trates como si aún tuviera tres años.
—Era divertido cuando tenía tres años —suspiró Harry—,
se dejaba cargar y dar vueltas por el aire… Era muy intrépido, ahora
que lo pienso.
—Ya, y Sofía y Zoe también lo eran, pero no creo que te de-
jen hacer eso ahora.
Harry soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza,
entendiendo el punto de Draco, su bebé, ya no era más un bebé,
sino un niño grande, que no quería ser cargado ni abochornado de-
lante de sus amigos. O de Jenell…
—Vamos, Harry, ¿acaso extrañas tener un bebé en casa? —
ronroneó Draco, acercándose más a él.
Harry le sonrió, y con una mano lo jaló un poco más hacia
él.
—Sólo si te estás ofreciendo…
—Ni hablar —Draco soltó una carcajada, negando con la
cabeza—, si eres tú el que quiere un niño en casa, entonces eres tú
el que lo carga.
Harry entrecerró los ojos y luego negó con la cabeza, mi-
rando hacia sus amigos, Kay estaba junto a Jenell, ahora escuchando
lo que ella decía, mientras Sofía y Zoe miraban hacia el expreso de

1195
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Hogwarts, junto a Jules, que parecía explicarles algo, ellas lucían


bastante pálidas.
—Creo que tenemos la familia que queremos —dijo final-
mente hacia Draco, pasando una mano sobre su hombro, y guián-
dolo hacia el grupo—; y que tengo que entender que ya no son be-
bés.
—¡Y demos gracias a Merlín por eso! —agradeció Draco
con exagerada alegría—, esta parte también tiene su parte divertida,
ya verás.
—Lo sé —asintió Harry, soltándolo para poder saludar a
Ron y Hermione, así como a Ted y Andrómeda.
Pronto un montón de gente, además de todos sus tíos y
primos, los rodeaba; Kay veía a su padre Harry extender la mano y
saludar a todos, señalándolo luego a él y a sus hermanas, su papá
Draco parecía menos contento, pero igual saludaba a todo el mun-
do y contestaba cortésmente algunas preguntas, los tíos Hermione y
Ron estaban también sonrientes, mientras hablaban con esa gente
que ellos no conocían.
—Seguramente que estudiaron con ellos —comentó Jenell
luego de un momento más, mirando con el ceño fruncido hacia
una chica regordeta y de cabello oscuro, que venía seguida de dos
chicos más grandes que Jules, y que hablaba aceleradamente hacia
sus padres.
—Eso es bueno —sonrió Kay mientras un amigo de sus pa-
pás, Neville, si es que no se equivocaba, pasaba a su lado y le agitaba
el cabello rubio, cosa que detestaba, pero no quería llamar la aten-
ción.
—¿Crees que se queden aquí hasta el final? —preguntó Je-
nell, mirando nuevamente hacia su madre, que sonreía forzada-
mente hacia esa mujer regordeta, y asentía con la cabeza.

1196
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Supongo —Kay se encogió de hombros y desvío la mira-


da hacia el enorme reloj colgado en una de las columnas, faltaban
diez minutos para abordar.
—Hola, soy Nathaly Pritchard —se presentó una niña de
cabello rubio y largo, sujeto en una coleta alta, era bastante linda y
su voz era muy suave—. Mi papá dijo que podía jugar con ustedes
si querían.
Jenell y Kay miraron a la niña, y luego al hombre que seña-
laban, lucía una túnica azul y conversaba muy animadamente con
Harry y Draco, mientras una señora, rubia y bastante guapa estaba
junto a ellos, supusieron que era la mamá de Nathaly.
Antes de darse cuenta, habían ya varios niños más allí, cerca
de ellos, hablando animadamente y comentando todo lo que habían
escuchado sobre el tren de Hogwarts; algunos eran más pequeños
que ellos, y parecían algo recelosos de acercárseles, pero aún así eso
no los desanimó y esperaron pacientemente a que sus padres se
despidieran de Sofía y Zoe y de Jules, para ponerse en movimiento.
—De haber sabido que habría tanta gente aquí, hubiera exi-
gido otro medio de transporte —protestó Draco en voz baja, tenía
una mano apoyada sobre el brazo de Harry y miraba hacia el tren,
tratando de alejar el nudo en el estómago por la partida de sus dos
pequeñas, que ya estaban subidas en el enorme tren escarlata, aso-
mándose por la ventana, con los cabellos oscuros y lacios al aire, y
agitando las manos para despedirse, junto a ellas estaba también Ju-
les, y un par de niños más que eran amigos del chico, del curso an-
terior.
—Sabes que eso no sería adecuado para ellas —suspiró Ha-
rry, mirando un instante a Draco, sus labios apretados, su mirada
fría, no necesitaba ningún hechizo de enlace para leer sus gestos—,
yo también las voy a extrañar mucho —agregó, poniendo su mano
libre sobre la de Draco y apretándola fuerte.

1197
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Sólo será hasta diciembre —dijo Draco, como si quisiera


consolar a Harry, aunque en realidad estaba tratando de acostum-
brarse a la idea, la casa sería muy extraña ahora sin ellas dos.
—¿Recuerdas cuando las dejamos en la escuela, cuando te-
nían sólo dos años?
Draco soltó una carcajada y asintió, mirando hacia Harry un
instante, antes de agitar con más fuerza la mano, sus hijas se despe-
dían también de sus tíos Ron y Hermione.
—No pudimos siquiera volver a casa, volvimos a mitad del
camino para ver que en verdad estuvieran bien.
—Creo que fue más difícil para nosotros que para ellas.
—Con Kay hubiera sido más simple si no fuera por… —
Draco se interrumpió un momento y miró alrededor—. ¿Dónde
está Kay?
—Jugando con Jenell, con los niños de Graham y… —enu-
meró, mirando alrededor, al pequeño grupo que habían armado los
niños pequeños que no irían a Hogwarts, y no pudo encontrar la
cabellera rubia de su hijo, ni la castaña de Jenell.
—¡Demonios! —exclamó Draco, alarmado, ellos siempre
sabían cuidar de los niños, no se les habían perdido nunca, pese a
estar en lugares muy llenos de gente.
—¿Ron, dónde está Jenell? —preguntó Harry, soltando a
Draco y llamando a su amigo.
—Con Kay en… —señaló hacia el grupo de niños, y se
quedó quieto, seguramente notando recién la ausencia de la niña.
—¡Jenell! —llamó más fuerte Hermione, mirando a todos
lados y también ya asustada.
Nadie les prestaba demasiada atención, entre el bullicio de
los padres y familiares despidiéndose de los niños, que ya estaban
dentro del tren, asomando las cabezas por cualquier espacio dispo-
nible y agitando las manos.

1198
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Se empezaron a mover, empujando y llamando a sus hijos,


y entonces Ron escuchó el llamado de Ted.
—¡Ron, oye, Ron! —gritó el chico desde una de las venta-
nas más alejada de las puertas.
Ron giró rápidamente hacia él, Teddy lucía el cabello casta-
ño claro y tenía una mirada preocupada.
—No encontramos a Jenell y a Kay —respondió Ron,
mientras el tren soltaba los primeros vapores que indicaban que
pronto partiría.
—Están aquí —acusó, aunque se notaba que se sentía cul-
pable por eso.
—¡Oh, genial! —resopló Ron, abriéndose camino hacia las
puertas del tren. En el camino pudo llamar la atención de Harry,
que lo siguió rápidamente.
Harry trepó detrás de Ron por la puerta del tren, las escali-
natas ya habían sido subidas, y el tren estaba a punto de empezar a
moverse, lo cual los hizo asustarse un poco, no podrían detener el
ferrocarril sólo por bajar a los niños.
Se armó un gran guirigay en cuanto aparecieron por el es-
trecho pasillo del tren, los niños que se despedían de sus padres se
giraron para verlos, señalándolos y murmurando; Sofía y Zoe, junto
a Jules los miraban curiosamente, mientras Ted avanzaba jalando a
Jenell y Kay con cada brazo.
—Lo siento, enanos —dijo sentidamente—. Abuela An-
drómeda me mataría si se entera que los vi y no les avisé.
—¡Qué traidor! —bufó Jenell, mientras miraba a su padre,
los ojos azules de Ron refulgían y sabía que estaba en graves pro-
blemas.
—¿Es que se volvieron locos? —bramó Harry en cuanto al-
canzó a Ted, escuchó el primer silbato del tren y jadeó.

1199
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Vamos —apuró Ron, tomando a Jenell de un brazo y


luego, sin mucho esfuerzo, levantándola en peso, mientras empeza-
ba a caminar con largos pasos hacia la salida, tratando de llegar antes
de que el tren realmente se pusiera en marcha.
—Gracias —asintió Harry, jalando a Kay de un brazo, y si-
guiendo a Ron, Kay miraba extrañado como todos se apartaban y
miraban a su padre de manera rara, casi estaba seguro que reveren-
cial.
—¡Apresúrate! —gritó Ron, hacia Harry.
Harry no se lo pensó mucho y cargó a Kay, poniéndolo so-
bre su hombro y sujetándolo de las piernas, las manos de su hijo
golpearon su espalda un par de veces mientras ya veía la puerta del
tren.
—Papá, bájame, esto es humillante —protestó Kay, con la
cara roja y tratando de esconderse de todos esos chicos que ahora lo
miraban divertido.
—Ya verás tú en casa —reprochó Harry, saltando fuera del
tren, Ron lo había hecho un instante antes.
Puso los pies sobre el piso de cemento y escuchó un silba-
tazo mucho más largo, giró, aún con un avergonzado Kay en brazos
y vio como un momento después el ferrocarril empezaba a avanzar
desapareciendo rápidamente, mientras sus hijas lo miraban curio-
samente, pero aún así no dejaban de despedirse.
—¿Ya me puedes bajar? —masculló Kay un momento des-
pués, cuando el sonido del tren se dejó de escuchar, mientras veía a
su papá Draco caminar hacia ellos, él también parecía enojado.
—Vaya par de genios —se burló el tío George, pasando jun-
to a ellos y dándole un golpe en la espalda. Kay entrecerró los ojos
un poco más, demasiado humillado y avergonzado. George y Ange-
lina se despidieron de ellos rápidamente, imaginando que Harry no
estaba de humor para bromas.

1200
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—¿Por favor? —preguntó en un murmullo más bajo.


—¡Kay! —reprochó Draco en el momento que Harry ya lo
dejaba en el piso.
—Sólo queríamos… —Kay buscó con la mirada a Jenell,
pero ella se encontraba demasiado ocupada escuchando los recla-
mos de su madre, como para hacerle caso.
—¿Acaso pensaban que en verdad los dejarían entrar a
Hogwarts, o que nadie se daría cuenta de su ausencia? —le pregun-
tó Harry seriamente. Kay bajó la mirada, bastante incómodo, mien-
tras las personas en la estación comenzaban a alejarse, seguramente
volviendo a casa. En un inicio aquella idea no había parecido tan
mala.
—Hablaremos de esto en casa —resolvió Draco, indicándo-
le con la cabeza que comenzara a caminar hacia la salida.
Pasaron junto a Ron y Hermione, y se despidieron rápida-
mente, comentando la suerte que habían tenido al poder bajarlos
antes de que el tren iniciara su marcha, recordando que eran mu-
chas horas de viaje las que tendrían que haber hecho antes de volver
a casa.
Jenell agitó la mano suavemente, cuando sus padres la lle-
vaban fuera de la estación, y murmuró un inaudible «nos vemos en
la escuela» antes de que Kay subiera al asiento trasero de la camio-
neta.

—¡Y era enorme! —continuó Kay, dos días después, en la


escuela, estaban en la hora de recreo y Mauro, Erick, Jenell y él
conversaban animadamente junto a varios compañeros más, mien-
tras devoraban unos emparedados.
—Sí, y habían chicos muy grandes, más grandes que Ted —
explicó Jenell—, y algunos hacían magia, magia de verdad, haciendo
que sus baúles se elevaran solos.

1201
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Papá Mikel dijo que a los diecisiete te dejan hacer magia


—intervino Mauro.
—Ellos seguramente tenían esa edad —argumentó Eliza,
una niña de cabello oscuro, que también estaba sentada en el patio,
escuchando la historia.
—¿Y entonces qué pasó? —preguntó Erick, ansioso.
—Entonces Fred le dijo a Ted que nos había visto en el
fondo —suspiró Kay, vencido.
—¡Oh, no! —exclamaron algunos más de los niños que es-
taban allí.
—Sí —suspiró Jenell.
—Y Ted le dijo a nuestros papás, y ellos se metieron en el
tren y nos sacaron… ¡saltamos cuando el tren ya se estaba movien-
do! —Kay dijo lo último con más entusiasmo.
—¡Vaya! —exclamó Mateo, otro niño más—; tu papá es
muy valiente.
—Pero me hubiera gustado que nos dejaran allí —negó con
la cabeza Jenell.
—Tal vez el año que viene sí se pueda —animó Eliza, po-
niéndose en pie.
—Cierto… tal vez no se den cuenta la próxima vez —le di-
jo Roberth, otro de los niños.
Jenell y Kay se encogieron de hombros, mientras sus demás
compañeros se alejaban, hasta que sólo quedaron ellos y Erick y
Mauro.
—¿Se molestó mucho tío Harry? —preguntó Mauro en un
susurro.
—Sí —suspiró Kay—, pero me he dado cuenta de algo —
explicó, su mirada brillaba; era la primera vez, desde que había pa-
sado lo del tren, que podía hablar con sus amigos, puesto que sus

1202
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

padres le habían prohibido ir a jugar, e invitar a jugar a nadie a casa


por un mes.
—¿De cómo los miraban? —preguntó Jenell, mirándolo
atentamente.
—¡Exacto! —exclamó Kay, animado por la idea de ocupar
su mente en algo más que en estar castigado.
—¿Los miraban? ¿Cómo los miraban? —preguntó Erick,
mirando alternativamente a uno y a otro.
—Raro —explicó Kay—. Era como si todos los conocie-
ran… se apartaban de papá y de tío Ron y murmuraban…
—Tal vez porque era raro ver a dos adultos y dos niños allí.
—¡Ya no somos tan niños, Mauro! —protestó Jenell—, y no
era eso, era algo más.
—¿Algo más? —preguntó Erick.
—Ajá —Kay asintió nuevamente y se metió el último trozo
de emparedado que le quedaba en la boca—, tendremos que averi-
guarlo —resolvió finalmente.
—¿Pero acaso no te basta un mes castigado? —preguntó
Mauro, sabiendo de antemano la respuesta de su amigo.
—Ya… el tiempo se pasa —se encogió de hombros Jenell—
… él tiene razón, podemos investigarlo.
El timbre que daba por finalizado el recreo sonó, y pronto
los cuatro se apresuraron a caminar hacia sus salones, Jenell y Erick
estaban en uno, y Mauro y Kay en otro diferente, se detuvieron en
el sitio dónde siempre se separaban.
—¿Mañana entonces? —preguntó Mauro, sabiendo que el
que sus dos amigos estuvieran castigados los dejaba sin posibilida-
des de juntarse en la tarde a idear alguna cosa.
—Mañana —asintió Jenell; Kay afirmó también con la ca-
beza y miró hacia Erick.

1203
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Erick pareció dudar un momento y luego asintió resignado;


al fin, no sería la primera, ni la última travesura, en la que se vería
inmiscuido junto a sus amigos, pero no podía negar que se la pasaba
genial con ellos.

1204
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

El primer beso

Hogwarts, junio de 2023

Aclaraciones previas:
Jules estudia el séptimo año.
Sofía y Zoe estudia el sexto año.
Patrick estudia el quinto año.
Kay, Jenell, Mauro y Erick estudian el tercer año.


Y dicen que se estaban besando! —exclamó Jenell,
mirando de reojo hacia el otro lado del jardín, don-
de Sofía permanecía quieta, con un libro entre las
manos, y junto a Ana y Justine, dos de sus amigas más cercanas, que
la miraban cautelosamente.
Zoe miró hacia su hermana, por el gesto sabía que estaba
enojada, y también que no era recomendable acercase a ella, no
ahora por lo menos.
—Britanny es muy bonita —comentó Nathaly, mirando al-
rededor, como si era que así pudiera encontrar a la chica de la que
hablaban.
—Pues a mí me parece algo sosa —suspiró Zoe, encogién-
dose de hombros.
—Y nada inteligente —asintió Jenell—, pero al parecer eso
a Jules no le importa mucho.
—Todos los chicos son así —suspiró Zoe, pareciendo muy
segura de sí misma, las demás niñas la miraron atentamente—. Sólo
se fijan en eso.

1205
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—¿En qué cosa? —preguntó Kay, llegaba junto a Mauro y


Erick, y rápidamente se sentaron junto a ellas, disfrutando de los úl-
timos días de clases.
—En que una chica sea sólo bonita —explicó Jenell. Kay se
sonrojó un poco y apartó la mirada, mientras sus amigos negaban
con la cabeza.
—Pues… —Erick pareció algo incómodo—. ¡Hey, Patrick!
—llamó, viendo a su hermano caminar hacia ellos, no parecía muy
contento cuando se acercó.
—¿Qué pasa, enanos? —dijo con algo de fastidio. Jenell ar-
queó una ceja, un tanto confundida.
—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó Zoe.
—Nada.
—¿Estás enfadado? —preguntó Erick, mirándolo con aten-
ción.
—No, claro que no —contestó él de mala gana.
—Entonces dinos si es cierto que un hombre sólo se fija en
una chica porque es bonita —preguntó Nathaly, ajena al mal humor
del chico—, como Jules, que se anda besando con Britanny, aunque
no sea muy lista...
Patrick entrecerró los ojos, y Kay le dio una mirada interro-
gante.
—¿Tú los has visto besarse? —preguntó en un siseo.
—Pues no, pero dicen que…
—Ya, qué sabré yo si es que le gustan sólo las chicas bonitas
—escupió, antes de darse la vuelta y caminar hacia el castillo.
—Vaya, parece que hoy todos andan alterados —suspiró
Mauro, dejándose caer sobre el pasto y cerrando los ojos—. Sofía
también está imposible… creo que hay demasiadas hormonas albo-
rotadas en el ambiente —dijo con burla, sintió el golpe en el abdo-

1206
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

men y se sentó sobresaltado, había sido Jenell, que lo miraba fasti-


diada.
—Eres un tonto.
—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó Mauro, extrañado.
—Que tu comentario es inadecuado —replicó ella, miran-
do hacia Kay y Erick, esperando que le dieran la razón, pero ellos
sólo se encogieron de hombros.
—Como sea —dijo Zoe, poniéndose en pie de un salto—.
Me voy, tanto enano cerca me hace daño —dijo con sorna, los chi-
cos giraron a ver cuando se alejaba y notaron que Sofía estaba espe-
rándola cerca de unos árboles, al otro lado del jardín.
—Lo dicho, cada día los entiendo menos —resopló Mauro,
volviéndose a tirar sobre el pasto; Nathaly soltó una risita y se ten-
dió a su lado, mientras sus amigos seguían hablando de si Jules y
Britanny verdaderamente eran novios, sobre todo porque nunca
habían escuchado a Jules hablar de alguna chica antes.
Corrió por el pasillo que lo llevaba a la sala común de Gry-
ffindor, con el corazón martillándole con fuerza, mientras se repetía
una y otra vez que no le importaba que Jules se anduviera besando
con chicas; tenía todo el derecho de hacerlo, al fin y al cabo ellos
sólo eran amigos, no era como si estuviera esperando que Jules se
fijara en él ni mucho menos… pero honestamente, tampoco había
esperado que Jules se fijara en ninguna chica.
Giró por el último pasillo, y el golpe fue inevitable, salió
volando hacia un lado, y dio contra la pared, mientras emitía un ja-
deo por la sorpresa.
Tardó sólo un instante en darse cuenta que había chocado
justamente con aquel que le robaba los pensamientos últimamente.
Jules, que era más alto que él, y que casi todos los de su cla-
se, lo miraba asombrado, mientras se rascaba la cabeza, agitando la
larga y ondulada cabellera pelirroja.

1207
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—¡Patrick! —exclamó con sorpresa Jules, acercándose a su


amigo y tendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse—, no sa-
bes cuánto lo lamento, no pensé que vendría alguien por el otro la-
do, como todos están… —se detuvo cuando Patrick rechazó su
mano y se puso en pie de un salto, sus ojos castaños brillaban peli-
grosamente, parecía realmente enojado.
—Ya, lo que sea, no te entretengas; ve a buscar a tu novieci-
ta —farfulló molesto, mientras se alejaba de él.
—¿Qué? —preguntó Jules, confundido, pero Patrick no le
hizo caso, simplemente siguió caminando hacia la entrada de la sala
común.
Varios días después, el rumor de que Jules había besado a
Britanny y que eran novios había sido olvidado, luego de que am-
bos, cada uno por su lado, negaran aquella teoría, lo cual era un ali-
vio, pues los Huflepuff, la casa a la que la chica pertenecía, parecían
algo molestos porque los leones se tomaran el atrevimiento de con-
quistar a sus chicas.
Por suerte, todo terminó rápidamente, antes de que la di-
rectora los pudiera castigar por andar peleando en los pasillos.
Sofía, se había sentido un poco más aliviada al saber que
aquello no era cierto, ya que Jules le había confesado su pequeño
secreto unos meses antes, y el enterarse de que de todas maneras se
andaba besando con otras chicas habría sido demasiado duro para su
aún enamorado corazón.
Por su lado, Patrick estaba avergonzado por haberse portado
mal con Jules, basándose sólo en un rumor, pero sabía que eran los
celos lo que lo hacían sentir así, y no se sentía capaz de reconocerlo
frente a él, así que se la pasó los últimos dos días, evitándolo y es-
condiéndose, hasta que por fin llegó el momento de ir a casa.
Para su suerte, en el tren se armó tanto fárrago, con todos
sus amigos entrado y saliendo del vagón que ocupaba, que no hubo

1208
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

ocasión de que se quedara a solas con Jules; además, como el chico


estaba en su último año, y ese era el último viaje para él en el expre-
so de Hogwarts, sus compañeros estaban un tanto emocionados,
festejando, y divirtiéndose, así que, pese a que había notado la mi-
rada de Jules a la distancia un par de veces, logró evitarlo durante el
viaje también.
Cuando llegó a su casa, sus padres: Lucka y Ethan, lo mira-
ron preocupados, mientras se negaba a comer y se metía a su habi-
tación, escucharon a Erick explicar que tal vez sólo se sentía cansa-
do, antes de pedir la porción de postre que no comería para él mis-
mo.
No fue hasta dos días después, mientras estaba sobre la ca-
ma, con un libro sobre el pecho, que alguien llamó a su puerta. Por
un instante no contestó, generalmente sus padres tocaban a su
puerta y, sin esperar respuesta entraban. Como nadie entró, frunció
el ceño y se sentó un poco:
—¿Sí?
—¿Podemos hablar? —preguntó una voz desde fuera, el
corazón de Patrick se agitó con fuerza mientras saltaba de la cama y
hacía caer el libro al suelo, notando recién el tremendo desorden en
que todo se encontraba.
—Yo… —jadeó, no sabía qué decir o cómo actuar.
—¿Por favor?
—Es que está todo hecho un desastre y… —empezó a ex-
plicar mientras pateaba la ropa y los libros bajo la cama; se inte-
rrumpió cuando la puerta se abrió y Jules asomó la cabeza.
—He visto esto en peor estado —se burló, entrando y sen-
tándose sobre la cama, fijando sus azules ojos en Patrick, que per-
manecía de pie, a un lado y con el cabello castaño despeinado.
—Ya, es cierto —suspiró vencido, maldiciendo que sus pa-
dres lo hubieran dejado subir sin avisarle antes.

1209
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—¿Qué es lo que pasa? —le preguntó Jules finalmente, ar-


queando una ceja.
—Nada. ¿Por qué tendría que pasar algo? —respondió Pa-
trick, hablando con rapidez y tratando de no moverse demasiado—.
Nada está pasando.
—Estás enfadado. ¿Por qué lo estás? —cuestionó Jules, in-
clinando la cabeza hacia un lado; Patrick se sonrojó un poco por la
intensa mirada que le daba el chico, y negó con la cabeza.
—Por nada, yo no estoy enfadado —negó rápidamente.
—¿En serio?
—Ajá, claro —Patrick avanzó con lentitud y se sentó a su
lado—. ¿Por qué habría de estar enfadado? Por nada, por supuesto.
—Ah… —Jules pareció dudar un momento y luego se en-
cogió de hombros—, me dio esa sensación… me estuviste evitando
los últimos días y dijiste…
—Nada, en verdad no es nada —interrumpió Patrick, ha-
blando en voz más alta—. Son sólo ideas tuyas.
Jules pareció algo incómodo y luego miró alrededor, había
varias fotografías de ellos y de sus demás amigos pegadas por todas
las paredes y en desorden.
—Por un momento pensé que te habías enfadado por lo
que dijeron sobre Britanny y yo… que éramos novios y eso…
Patrick bufó y negó con la cabeza.
—¿Por qué habría de enojarme por eso? Si te gusta una chi-
ca… es tu problema, no el mío.
—Ya… es que pensé que estarías… —Jules negó con la ca-
beza y se alejó un poco, dejando la frase inconclusa.
—¿Estaría qué? —preguntó rápidamente Patrick.
—No sé…
—¿No lo sabes?

1210
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—… Celoso —masculló Jules, sus mejillas se sonrojaron


un poco, y Patrick abrió más los ojos, no sabiendo qué responder al
respecto.
—Claro que fue una tontería pensar eso… —continuó Ju-
les luego de un momento, poniéndose en pie.
Patrick lo vio caminar hacia la puerta y su corazón volvió a
agitarse, sus manos comenzaron a sudar y su boca dejó salir las pa-
labras sin siquiera pensarlo:
—¿Y qué si lo estaba?
Jules se quedó quieto un instante, y se luego giró hacia él,
su mirada era diferente ahora, brillaba un poco más.
—¿Lo estabas?
—¿Importa? —preguntó, encogiéndose un poco más en su
sitio, conforme Jules avanzaba hacia él.
—Sí —respondió Jules, arrodillándose delante de él para
quedar a la misma altura.
—¿Por qué?
Jules no contestó, simplemente lo miró por un instante, an-
tes de extender una mano y tomarlo por la nuca, mientras sus labios
se acercaban a él. Patrick jadeó suavemente, pero no opuso resisten-
cia, dejando que Jules lo siguiera jalando hasta que sus labios se en-
contraron, con bastante timidez. Sentía que sus mejillas ardían y sus
manos sudaban más aún, mientras los labios de Jules acariciaban
con lentitud los suyos.
Se apartaron con suavidad, con la misma lentitud con que
se habían acercado. Jules parecía un poco incómodo y abochornado,
y él no era capaz de mantenerle la mirada, demasiado alucinado por
lo que había pasado, porque Jules finalmente lo hubiera besado.
—Debo irme a casa, mis padres me esperan para ir a casa de
los abuelos —comentó Jules, luego de un largo silencio.
—Claro… yo supongo que…

1211
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Sí —asintió Jules, poniéndose en pie.


—Nos vemos —dijo finalmente Patrick.
—Nos vemos por ahí —se despidió Jules, saliendo de la
habitación y cerrando la puerta.
Sólo entonces Patrick se dejó caer sobre la cama, sonriendo
de manera boba, mientras que con una mano acariciaba sus labios,
rememorando el beso que Jules le había dado. El primer beso que
le habían dado.

1212
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Aquello que nunca pasó

Enero de 2001

-V
en… —susurró suavemente sentándolo sobre la
cama para quitarle las botas de cuero y las me-
dias, dejó todo a un lado y levantó la vista, Gael
lo observó atentamente, sus ojos grises, su piel pálida y sus labios
rojos, apetitosamente rojos.
Draco se inclinó hacia él, arrodillándose entre sus piernas y
dejando un suave y cariñoso, a su parecer, beso en la rodilla. Gael
contuvo el aliento un instante, entonces Draco se irguió un poco
más y depositó un suave beso en sus labios. Cuando esos labios se
apartaron, Gael reaccionó rápidamente, una de sus manos lo atrapó
por la nuca y lo jaló de vuelta, presionando sus bocas nuevamente.
Draco pareció contenerse por un momento, mientras él insistía,
acariciando sus labios con lentitud y gentileza, mordisqueando el
labio inferior e instando a esa boca a abrirse para él. El cuerpo de
Draco quiso resistirse, o eso le pareció a él, mientras su otra mano
atrapaba la cintura del rubio y lo jalaba, la sorpresa hizo que Draco
reaccionara y exclamara, aprovechó ese momento para introducir su
lengua en esa cavidad cálida y apetitosa, mientras sus manos presio-
naban con más fuerza el cuerpo de Draco.
La reacción no se hizo esperar, un pequeño gemido escapó
de la boca de Draco cuando Gael chupó su lengua con deliberada
fuerza, soltándola y volviéndola a atrapar un par de veces más, las
manos de Draco, que había permanecido sobre sus piernas, quietas,
durante todo ese tiempo; se comenzaron a mover lentamente, aca-

1213
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

riciándolo y estremeciéndolo. Entonces gimió con desesperación,


con la desesperación que tantos meses de espera le habían propicia-
do.
—Draco —gimoteó cuando Draco se apartó de él. Sus ojos
azules se encontraron con esos grises, que se veían de una manera
completamente diferente. Oscurecidos y brillosos por el deseo. Por
la lujuria.
—Draco —repitió, lanzándose nuevamente sobre sus la-
bios, con más seguridad que antes, mordisqueándolo y besándolo
con fuerza, tratando de hacerle entender su deseo, su cariño… su
amor.
Las manos de Draco, sobre sus piernas, se apretaron un ins-
tante, antes de retomar las suaves caricias, subiendo cada vez más,
hasta dar con la, ahora, apretada tela de su ropa interior.
En cuanto Draco se apartó sintió cierto temor a que el chi-
co se rehusara, tal como había hecho antes, pero aquello no ocurrió;
sus manos continuaron avanzando con lentitud por la tela del bó-
xer, llegando hasta su creciente erección, mientras los labios de
Draco se movían ahora por su cuello. Gael inclinó la cabeza hacia
un lado, dándole más acceso, mientras una de sus manos se apoyaba
en el hombro de Draco y la otra en el colchón, tratando de estabili-
zarse, el alcohol había provocado que se sintiera demasiado marea-
do e inestable minutos antes, y no estaba dispuesto a hacer un pape-
lón delante de él.
Los besos de Draco fueron gentiles, y no por eso menos an-
siosos y urgentes, bajando por su clavícula y su pecho, mordis-
queando su piel y sus pezones, lamiéndolos después de haberlos
torturado.
—Gael —gimió Draco entrecortadamente, mientras se
apartaba una vez más de él, Gael no perdió el ritmo, e inmediata-
mente se apresuró a abrir el abrigo de Draco, maldiciendo por los

1214
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

enormes y difíciles botones; Draco se quedó quieto por un instante,


parecía debatirse. Gael no le quería dar chance a pensar, a sopesar lo
que estaban haciendo, así que se inclinó nuevamente hacia él, y
mientras que, con ambas manos finalmente lograba deshacerse del
abrigo, lo volvió a besar.
—Te deseo —admitió Gael, colando su mano bajo la enor-
me sudadera y la camiseta que cubrían esa piel caliente. Draco se
agitó un poco más bajo su toque y pareció finalmente decidirse,
apartando las manos de la ropa interior de Gael y sacándose las
prendas que le cubrían el pecho.
Gael, asombrado por encontrar algunas cicatrices en una
piel tan etérea, jadeó suavemente, y sus manos se dirigieron direc-
tamente al pecho, acariciando con la palma y de manera casi imper-
ceptible, ambos pezones. Se deleitó con la imagen de Draco tirando
su cabeza hacia atrás, su cabello largo y rubio agitándose y brillando.
Entonces, lo pellizcó con fuerza, y eso pareció ser un botón
de activación en el cuerpo de Draco, que rugió de satisfacción y le-
vantó el rostro, a la vez que lo empujaba sobre la cama, poniéndose
en pie.
Gael reculó un poco sobre el colchón, mientras observaba a
Draco hacer volar los zapatos de cualquier manera por la habitación
y quitarse los pantalones, su piel pálida hacía contraste con la ropa
interior azul, aunque Gael no se detuvo en apreciar eso, sino su
evidente excitación.
—Oh, Gael —suspiró Draco, arrodillándose entre las pier-
nas abiertas de Gael y empujándolo más al fondo de la cama toda-
vía, hasta que su cabeza casi golpeó contra el cabecero.
—Draco… —Gael jadeó, y separó más las piernas cuando
sintió la piel de Draco cubrirlo completamente, sus manos se diri-
gieron a la espalda del chico, acariciándolo suavemente, mientras
sus caderas se elevaban y frotaban contra la dureza de Draco.

1215
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Oh… ¡Dios! —exclamó entonces Draco, presionando


con una mano la cadera de Gael y apartándose de él nuevamente.
Su mirada, cada vez más insinuante y lasciva se dirigió a su entre-
pierna, una ceja se arqueó, parecía algo divertido mientras sus pul-
gares jalaban el elástico de la única prenda que lo cubría ahora.
—Por favor —lloriqueó Gael cuando uno de los pulgares
de Draco acarició la punta, mucho más que húmeda y ansiosa—.
¡Por favor! —repitió en voz alta, sintiendo su piel arder.
Draco no se hizo de rogar y tiró de la prenda, acariciando
sus piernas en el proceso, hasta lograr deshacerse de ella. Gael jadeó
al sentir el contacto de su pene contra el aire frío, y se mordió un
labio cuando Draco se inclinó y depositó un pequeño beso en su
vientre, antes de que con una mano, tomara su erección y lo co-
menzara a masturbar.
—Mañana nos arrepentiremos de esto —susurró Draco,
imponiendo una mayor velocidad, mientras Gael levantaba las ca-
deras contra él, rogando para que se apresurara.
—No importa —respondió Gael, agitándose un poco más,
llevaba demasiado tiempo sin sentir las caricias de nadie más en su
cuerpo, sin sentir cómo alguien lo tocaba y besaba de la manera en
que Draco lo estaba haciendo en ese momento.
—Importa. Eres mi amigo —dijo Draco, antes de inclinarse
hasta él y darle un beso en los labios, en ningún momento las cari-
cias de Draco sobre su endurecido miembro se detuvieron, y final-
mente Gael tuvo que usar una mano para sujetarlo por la muñeca y
detenerlo.
—Si sigues, me correré —informó, algo avergonzado ante
la mirada interrogante que Draco le había obsequiado.
—Está bien si lo haces —le susurró Draco, inclinándose
sobre su oído y mordisqueándole el lóbulo; sus dientes presionando
la suave piel, enviándole señales de placer y dolor.

1216
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Quiero que me jodas —ronroneó Gael, separando más


las piernas, insinuándose a él.
Draco pareció tensarse por un instante, antes de alejarse, y
luego, ante la atenta mirada de Gael, desprenderse de la ropa inte-
rior, su hombría, sonrojada y brillosa, estaba completamente erecta.
Gael no resistió la tentación de inclinarse hacia delante un poco y
tomarla con una mano. Pudo ver la forma como Draco cerraba los
ojos y se mordía un labio, conteniendo un gemido, mientras sus
caderas se inclinaban hacia delante, su mano se esmeró en apretarla
y acariciarla con más fuerza, sintiendo cómo a cada momento el pe-
ne de Draco se ponía más y más duro, y la sola idea de tenerlo den-
tro, de por fin lograr que Draco lo notará, lograba ponerlo más ca-
liente aún.
—Jódeme —repitió con voz ronca, mientras lo soltaba y
doblaba las piernas, levantando las caderas y ofreciéndose comple-
tamente a él.
Draco no respondió, lo miró a través del cabello que le cu-
bría la frente y se inclinó hacia un lado, convocando su varita.
Gael jadeó y levantó más las caderas cuando sintió la punta
de la varita de Draco sobre su entrada, invadiéndola apenas un po-
co. Los hechizos fueron susurrados casi en silencio mientras una
fría sensación se instalaba en su interior.
—Dime que de verdad no es la primera vez —pidió enton-
ces Draco, dejando caer la varita a un lado y refregando su húmedo
miembro contra la entrada de Gael, resbalosa por el hechizo lubri-
cante.
—No… —Gael se arqueó un poco más, y levantó las pier-
nas, hasta ponerlas sobre el pecho de Draco—. No lo es —aseguró.
Draco pareció conforme con la respuesta y se inclinó un poco más
hacia delante, acomodándole las piernas sobre su hombro. Un ins-
tante después se presionó lentamente dentro de él.

1217
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Gael apretó los labios y giró el rostro un poco, tratando de


respirar y de no gritar, de contener el dolor que aquella intromisión
le causaba. Cierto que no era su primera vez, pero aquello había
ocurrido mucho tiempo antes, demasiado tiempo atrás.
—Gael —jadeó Draco, deteniéndose, pudo sentir su cuerpo
temblar por el esfuerzo de detenerse, su voz sonaba preocupada y
hasta algo temerosa.
—Sigue —instó. Se sorprendió de que su voz sonara segu-
ra, sin muestras del dolor que le estaba causando. Una de las manos
de Draco acarició su pierna, tratando de consolarlo, mientras se
empujaba una vez contra él, logrando entrar por completo.
—¡Oh…! —Draco se mordió los labios, y cerró los ojos,
quedándose completamente quieto, Gael, pese al dolor y el fastidio,
pudo apreciar su rostro, concentrado; su cabello rubio cayendo ha-
cia los lados; sus mejillas sonrojadas y sus labios rojos.
—Draco… —exhaló lentamente—. Muévete… por favor…
sólo… muévete —lo último sonó como un quejido ahogado, pero
aún así, Draco le hizo caso, saliendo casi por completo para clavarse
una vez más en él, con tal fuerza que la cama chirrió debajo de
ellos.
—Gael… —Draco tenía los ojos cerrados, mientras se mo-
vía contra él, entrando y saliendo casi por completo, el ardor en su
culo se hizo mucho más fuerte y tuvo que apretar las sábanas para
evitar quejarse, pero entonces Draco, que lo tenía ahora sujeto por
las caderas, lo levantó un poco más, y todo estalló en su interior, la
intensa sensación de placer fue acompañada por un ronco gemido.
—Sí, Dios, sí, sigue allí —exclamó sin ningún tipo de pu-
dor, una de sus manos se movió hasta poder tocarse, tratando de no
acariciarse con rapidez, puesto que sabía que si lo hacía se correría
casi inmediatamente. Draco soltó una pequeña risita, Gael no en-

1218
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

tendió de qué, mientras embestía con más fuerza aún contra su cu-
lo.
La habitación se llenó de gemidos y lloriqueos, del sonido
de sus cuerpos chocando, cada vez más rápido, cada vez más segui-
do, hasta que fue consciente de que no podría contenerse más.
—Eres tan… ¡Oh, Merlín! —gritó Draco, una gota de su-
dor resbalaba por su sien, mientras sus ojos se fijaban en él, Gael
pudo estar seguro de que un momento después se correría, ar-
queándose una vez más, apretó más fuerte la manta.
—Más… —pidió—. Más fuerte… sí… más —ordenó, ar-
queándose y sintiendo cómo los dedos de sus pies se curvaban hasta
lo imposible.
—Sí… córrete —dijo Draco, inclinándose un poco más ha-
cia delante y embistiendo erráticamente contra él.
Y Gael lo obedeció, liberó su orgasmo con fuerza, sintiendo
cómo aquel líquido caliente mojaba su pecho y su mano, a la vez
que su interior se apretaba y sus piernas comenzaban a temblar. Pe-
se a todas aquellas sensaciones, se obligó a no despegar la mirada de
su amigo. Draco embistió contra él un par de veces más, y entonces
se quedó completamente quieto, apretando sus labios y cerrando
los ojos mientras se corría en su interior.
Dejó caer las piernas con lentitud a ambos lados de la cama,
y sintió la mano gentil de Draco sobre su cadera, abrazándola con
algo de cariño, sonrió conforme un instante, antes de jalarlo y abra-
zarlo, sintiendo su aroma y la calidez de su piel. Aquel tipo de con-
tacto que siempre anhelaba poder tener con él.
—Draco… —suspiró, enterrando su cabeza en el cuello del
chico, llenándose de su presencia.
—Nada será igual ahora —le escuchó decir a Draco, había
un poco de pena y decepción en su voz.

1219
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Está bien, estará bien —contestó Gael. Draco levantó la


mirada e inclinó el rostro un poco,
Gael pensó que lo besaría, pero no fue así.
—No, no es cierto —masculló Draco empezando a alejarse.
Gael trató de jalarlo, pero entonces el sonido de una puerta siendo
golpeada lo alertó.
Abrió los ojos asustado.
El sonido de la puerta se repitió.
Entonces Gael se dio cuenta, no estaba en la habitación de
Draco, ni acababan de hacer el amor, estaba soñando, nuevamente,
con lo que hubiera podido pasar aquella noche si hubiera sido que
Draco no hubiese actuado de forma racional o él hubiese podido
ser más insistente.
—¡Gael! —gritó la voz fuera de su puerta. Gael sabía que se
trataba de Draco, y se sentó de golpe, no le extrañó descubrir que
sus pantalones estaban mojados. Se había venido—. Abre, que te-
nemos clases, y créeme que no me quedaré a esperarte.
—Sí, sí, un minuto —pidió, mientras buscaba la varita y
aplicaba un hechizo de limpieza sobre sus ropas. Se puso en pie,
cubrió la cama con las sábanas que habían caído al piso, y se aco-
modó el cabello mientras abría la puerta. La imagen de Draco,
completamente vestido y recién bañado, lo miró con curiosidad.
—¿Ni siquiera te has vestido?
—Me quedé dormido —se justificó Gael mientras se hacía
a un lado para dejarlo pasar.
Draco se sentó con elegancia en la silla tras el escritorio y
miró alrededor.
—¡Vamos! —exclamó un momento después, al ver que
Gael no se movía—. Sólo tenemos veinte minutos para desayunar.
—Sí —respondió Gael, dando un respingo y girando hacia
el baño, jalando con él las prendas que usaría ese día; meditando

1220
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

que tal vez Draco había tenido razón; después de todo, ellos no po-
drían ser los mismos si algo así ocurriera, aunque le doliera, sabía
que Draco no era para él, era para otro, para el chico de la fotografía
en el cajón izquierdo de su escritorio.

1221
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

¡La moto vuela!

Verano de 2020


Me aburro! —se quejó Zoe, entrando a la sala, don-
de Sofía y Jules estaban sentados, cerca de las venta-
nas abiertas.
—Tal vez, si hicieras la tarea de Binns, no te aburrirías tanto
—masculló Sofía, dejando de escribir en el pergamino que tenía so-
bre el piso.
—¿Bromeas? —se burló Jules—. Es imposible que no te
aburras haciendo la tarea de Binns.
—Me refiero al hecho de que si hiciera sus tareas en lugar
de pasearse por la casa lloriqueando, le haría un bien al mundo en-
tero —contestó Sofía.
—Ya, no hables como si yo no estuviera aquí —protestó
Zoe, sentándose en el piso, junto a su hermana y Jules—, además,
tenemos todo el verano para hacerla, recién hace un par de días que
salimos de vacaciones. Creo que me merezco un descanso.
—Siempre estás corriendo con las tareas a última hora, y
desde ya te digo que no te dejaré copiar de las mías —comentó So-
fía, regresando a escribir en el largo pergamino.
—Ese es un buen punto —asintió Jules, sin dejar de mirar
el libro de pociones.
—Eso no es cierto. No espero a la última hora, y no te
quiero copiar tampoco.
Jules puso los ojos en blanco.

1222
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Zoe y Sofía siempre le habían parecido muy raras, pues


siempre estaban peleando, pero también ayudándose.
—En todo caso, podrías avanzar un poco, en una semana
más nuestros padres nos llevarán de vacaciones, y no tendrás tiem-
po luego —dijo al cabo de un rato Sofía, al parecer contenta con lo
que había escrito, y enrollando el pergamino.
—Falta tanto —suspiró Zoe, dejándose caer en la alfombra,
el sol le dio de lleno en la cara y arrugó un poco la nariz por eso.
—No es tanto como parece —respondió Jules, dejándose
caer a su lado. Sofía rápidamente los imitó, dejándose caer junto a
él—, mamá recién podrá salir de vacaciones en tres semanas. ¡Eso sí
que es mucho tiempo!
—Pero estoy segura de que el viaje a Italia estará muy
bueno —le alentó Sofía.
—Seeh… —Jules se encogió de hombros y se quedó mi-
rando hacia el techo—. Lástima que Patrick y Erick ya se hayan ido.
—Seguro que mañana nos escriben —pensó Zoe en voz al-
ta, recordando que ellos habían salido el mismo día que habían
vuelto de Hogwarts, hacia Grecia.
Los tres se quedaron en silencio por un rato más, simple-
mente dejando el tiempo pasar, hasta que el sonido de unos pasos,
caminando a prisa hacia ellos, los hizo sobresaltarse.
—¿Cuántas veces les he dicho que no deben dejarse caer
por el piso de esa manera? —regañó Draco mientras los tres se mo-
vían hacia el enorme sofá.
—Sólo queríamos que el sol nos diera un poco —se defen-
dió Sofía, mientras su hermana fruncía el ceño y Jules parecía un
poco sonrojado.
—Para eso está el jardín —negó con la cabeza Draco, mien-
tras levantaba el frasco de polvos flú.
—¿Saldrás? —preguntó Zoe.

1223
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Sí, pero vuelvo en un instante, los niños están en el jar-


dín, así que estén pendientes de ellos —recomendó, refiriéndose a
Kay, Mauro y Jenell.
—¡Claro! —asintió Sofía con falso entusiasmo; Draco, de-
masiado apurado y preocupado, dejó de pensar en regañarla por su
mal contestar, y rápidamente se metió a la chimenea, indicando la
dirección de Andrómeda.
—¿Qué habrá pasado? —preguntó Jules, en cuanto Draco
desapareció.
—Papá lo ha llamado —explicó Mauro, entrando en ese
momento, seguido de Jenell y Kay.
—¿Desde Polonia? —preguntó Sofía hacia Mauro.
—No, desde Neptuno —contestó Mauro, sarcásticamente.
—¡Oye! —protestó Sofía
—Por supuesto que desde Polonia, al fin es allí donde está
papá —se encogió de hombros Mauro, pensando en lo incongruen-
te de la pregunta.
—¿Por qué lo ha llamado? —apuró Jules, haciéndole sitio a
los niños en el sofá para que se sentaran y ganándole la respuesta a
Sofía.
—Ah… eso no lo sé —negó con la cabeza—, de todas for-
mas pensábamos en si querían jugar un rato con nosotros.
—¡Oh vamos! —se quejó Zoe.
—Te dije que no querrían —suspiró Kay hacia su amigo.
—Ya… pero tenía que tratar —resolvió, cruzándose de bra-
zos—. Antes sí jugaban con nosotros todo el tiempo.
Sofía y Zoe hicieron soniditos de incredulidad, pensando
en lo ridículo que se vería que chicos de quince años jugaran a la
guerra con niños de apenas doce años; sin considerar que no hacía
muchos años atrás sí lo hacían, y con gusto además.

1224
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—De todas maneras, esperaremos a que tío Draco vuelva


—explicó Jenell, hacia Zoe, Sofía y Jules, mirando a la chimenea fi-
jamente—, queremos saber qué pasa.
—Claro, como si él fuera a discutir lo que pasa con un trío
de enanos —se burló Jules, soltando una carcajada.
—No somos enanos —se quejó Kay—, somos pequeños, y
creceremos, y según las estadísticas, es probable que seamos mucho
más altos de lo que ustedes serán.
—¡Sí! —secundó Mauro—. Y entonces veremos quiénes
son los enanos.
Jules puso los ojos en blanco y Jenell abrió la boca para pro-
testar, pero la llamarada de la chimenea, con Draco apareciendo
nuevamente, la interrumpió.
—¿Pasó algo papá? —preguntó rápidamente Sofía.
—Sí —asintió Draco, caminando hacia la salida de la sala y
haciendo un gesto con la mano para que lo siguieran por las escale-
ras, hasta su habitación.
—¿Qué fue lo pasó? —preguntó Mauro, corriendo junto a
su padrino.
—Nada, nada, es sólo que debo ir a Polonia, necesito ayu-
dar a Gael con unas cosas. Pero tía Andrómeda no está, y no sé
dónde está o si volverá esta noche; Angelina ha salido con sus hijos
a ver a su familia; los señores Weasley están en Rumania; Mikel en-
trará a cirugía en un rato más, y no se sabe a qué hora podrá de-
socuparse, Hermione está en una audiencia desde la mañana y pro-
bablemente estará hasta el anochecer allí; y Harry no vuelve hasta
mañana en la mañana.
—¿Y? —preguntó Sofía, de brazos cruzados y apoyada en el
marco de la puerta, mientras observaba a su padre meter unas cuan-
tas cosas en la maleta que siempre usaba para sus viajes.
—Ese tono… —reprendió Draco, sin detenerse.

1225
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Lo siento, papá —se excusó rápidamente Sofía, sonroján-


dose un poco.
Draco puso los ojos en blanco y trató de no molestarse, úl-
timamente Sofía y Zoe, al igual que Jules según Ron y Hermione,
se habían vuelto más rebeldes y respondones, aunque todos le de-
cían que simplemente era una etapa, a él no le hacía nada de gracia,
sin embargo, no tenía tiempo para eso en ese momento.
—No hay quién se quede con ustedes —explicó, cerrando
la maleta al fin y mirando alrededor, para ver si era que algo se le
olvidaba.
—¡Pero, papá! —se quejó esta vez Zoe, sobre el ruido de
protestas de los demás niños—, ya somos grandes, podemos que-
darnos solos hasta que papá Harry vuelva.
—Claro, claro —asintió Draco, mirando hacia los más pe-
queños—, pero la pregunta es si es que, cuando papá Harry vuelva,
encontrará la casa en pie.
—No haremos nada malo —aseguró Mauro.
—Nada de nada —garantizó Kay.
—No, nos lo guardamos para Hogwarts —rio bajito Jenell.
Draco arqueó una ceja, ese cuarteto, incluido Erick, eran
realmente una pesadilla para los profesores de la escuela, era como
si los gemelos Weasley hubieran reencarnado en ellos, y sido dupli-
cados además.
—Sofía, Zoe —llamó Draco, volviendo hacia la sala—, us-
tedes estarán a cargo hasta que papá Harry vuelva, yo iré a verlo en
un momento, tal vez pueda dejar de lado las clases de la noche y re-
gresar antes, pero mientras tanto, quiero que se comporten y estén
al pendiente de los niños.
—Papá —se quejó Kay, haciendo un puchero—, tengo do-
ce, ya no soy un niño.

1226
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Sí que lo eres —aseguró Draco, revolviendo su cabello


rubio—, uno muy listo y travieso, que es lo que más me preocupa.
—¡Oh, vamos!
—Está bien ser niño —afirmó Draco—. Tendrás toda la vi-
da para ser un adulto, así que no discutas.
—Sí, papá —suspiró Kay, si no supiera todo lo que había
descubierto acerca de sus padres unos años atrás, tal vez no le hu-
biera dado mucho crédito a ese argumento, pero cómo sí lo sabía,
en el fondo casi los podía entender con eso de que debían ser niños
todo el tiempo posible.
—¿Cuándo volverás? —preguntó Zoe, mientras le daba un
beso de despedida a su padre.
—Mañana en la noche, sólo es un problema con unos con-
tratos, nada grave, pero es necesario que esté presente.
—Todo estará bien —prometió Sofía besándolo también—,
nos encargaremos hasta que llegue papá Harry.
—Bien… —Draco miró a los seis chicos y negó con la ca-
beza, no era que no confiara en ellos, no era que fueran malos chi-
cos, pero normalmente, durante el verano, todos se juntaban en ca-
sa de alguno de ellos, esta vez le había tocado a ellos, considerando
lo ocupados que estaban los demás, y siempre era preferible que al-
guien les echara un ojo, puesto que tendían a tener «grandiosas
ideas» cuando se juntaban sin muchas cosas que hacer, las cuales era
necesario ser detenidas, antes de que el chiste les costara alguna
puerta, mueble, mascota o incluso cambios de color en el cabello,
piel, y, recordando a Patrick y Fred Jr., hasta intercambio de piernas.
—¡Oh, vamos papá! —suspiró Zoe, arqueando una ceja de
manera muy similar a él, cuando quería convencer a Harry—. Ya
estamos grandecitos.

1227
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Lo sé… —Draco asintió y se despidió de los más peque-


ños y de Jules, y se metió en la chimenea, está vez rumbo a la Aca-
demia de Aurores del Ministerio Inglés.
Los chicos se quedaron en silencio un momento más, nun-
ca los dejaban solos, tenían que admitir que habían hecho, a lo largo
de su vida, demasiadas travesuras como para que lo hicieran.
—Volvamos al jardín —dijo entonces Kay, hacia Jenell y
Mauro, y rápidamente se perdieron por la puerta de la sala.
Jules, Sofía y Zoe se dejaron caer nuevamente sobre la al-
fombra, en silencio, hasta que Zoe volvió a hablar.
—Realmente me aburro.

Draco apareció por la chimenea de visitas de la Academia,


habilitada para los profesores y sus familiares, saludó con una incli-
nación de cabeza a la recepcionista, que siempre era muy amable
con él, y luego le comentó que le urgía encontrar a Harry.
—Está en el jardín número cuatro —dijo ella, mirando ha-
cia un horario con motitas de colores, algunas de ellas se movían de
acuerdo al cambio de clases de algunos profesores.
—¿Dónde queda eso? —preguntó, mirando hacia ambos
lados, había recorrido ese lugar un par de veces, cuando Harry re-
cién había sido contratado, asombrado de lo enorme que era, y es-
cuchando cómo Harry le narraba algunas de las historias que había
vivido allí, o le comentaba dónde se habían desarrollado determina-
dos eventos que ya le había relatado en su momento, cuando era es-
tudiante y se veían sólo un par de fines de semana al mes; pese a lo
dura que la educación era allí, Draco estaba seguro que Harry ama-
ba ese sitio y todas las experiencias, buenas o malas, que había com-
partido junto a sus compañeros.

1228
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Por el pasillo de visitas, hacia el lado izquierdo, hasta la


puerta número siete, luego doble a la derecha y siga de frente, no se
pierde.
—Gracias —asintió Draco, agradecido por no tener que
cruzar por los pasillos de alumnos, encantados para lanzar hechizos.
Siempre le hizo gracia aquello de los alumnos corriendo para evitar
ser hechizados y descalificados.
Caminó hacia el jardín, de acuerdo a lo que la señorita le
había explicado, y ubicó a Harry sobre la escoba, con un silbato col-
gado al cuello y una tablilla en la mano; observando a dos grupos de
chicos, unos con camisetas blancas y otros con camisetas negras,
que volaban a toda velocidad mientras muros y extrañas construc-
ciones aparecían en el aire de la nada, frenando sus vuelos o hacién-
dolos hacer maniobras temerarias para evitarlos; seguramente en un
ejercicio de rastreo.
Se quedó un momento admirando a Harry sobre la escoba,
sus fuertes brazos, descubiertos completamente por la camiseta sin
mangas que usaba, y brillando a la luz del sol de verano; sus tornea-
das piernas, apreciables aún debajo del pantalón que usaba, apretan-
do el palo de la escoba, mientras su cabello, ahora un poco más cor-
to, se movía con el viento.
—Coupland —gritó Harry—. ¡Eso no está permitido! —
reprochó volando hacia el chico, que se había detenido en el aire
con la varita en la mano, lucía sonrojado y cansado—, dijimos que
nada de hechizos de congelamiento.
—Pero, profesor Potter…
—Nada de «pero, profesor Potter» —interrumpió Harry,
con voz firme y fuerte; Draco sintió cierto estremecimiento al es-
cucharlo hablar así, le encantaba cuando lo hacía en la habitación—,
te quedarás, luego de que el ejercicio termine, practicando sobre el

1229
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

jardín, mientras piensas en por qué se supone que debes hacer lo


que los profesores te indican y no lo que se te venga en gana.
—De acuerdo, profesor —musitó el chico, volviendo a ha-
cer avanzar la escoba, y saliendo tras un par de chicos del equipo
contrario.
Harry negó con la cabeza y miró alrededor, inmediatamente
pudo ver la rubia cabellera a lo lejos y bajó con velocidad hacia el
pasto, asombrado por la presencia de su esposo en el lugar.
—¿Draco? —preguntó jadeando, mientras Draco sonreía
un poco y se acercaba a él, dejando la maleta a un lado.
—Hola, Harry. Disculpa que te interrumpa, pero tenía que
verte un momento.
—¿Pasó algo malo? ¿Los niños están bien? —preguntó Ha-
rry, inclinando el rostro hacia un lado, ya que sus alumnos estaban
cerca, no podía acercarse a besarlo ni mucho menos.
—Claro que están bien, pero tengo una contrariedad, Gael
necesita que esté en Polonia esta noche, tenemos un problema con
los contratos, nada grave, pero no puedo rehusarme a ir.
—Ah... ¿Tardarás mucho en volver? —preguntó Harry, dio
una mirada al cielo, donde varios de sus alumnos se habían deteni-
do y lo miraban curiosamente—. ¿Quién quiere acompañar a Cou-
pland está noche? ¡Todos a lo suyo!
Los alumnos que se habían detenido dieron un respingo,
casi todos a la vez, lo cual le pareció gracioso a Draco, y continua-
ron volando.
—Vaya… ese tonito, Potter —ronroneó Draco, Harry ar-
queó una ceja y sonrió, tomó de un brazo a Draco y lo jaló con len-
titud hacia el pasillo por donde había venido. No bien se perdieron
de la vista de sus alumnos, empujó a Draco contra una de las pare-
des y lo besó con fuerza.

1230
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Supongo que tienes mucha prisa… —suspiró Harry ale-


jándose de Draco, pero sin soltarlo.
—Lamentablemente —asintió Draco. Le dio un beso más
en los labios y luego le explicó que los niños se habían quedado so-
los, que había sido imposible ubicar a nadie para que los cuidara, y
que probablemente Hermione los llevaría a su casa al anochecer,
pero que tenía que estar al pendiente de eso, puesto que estaba en
una audiencia y era imposible comunicarse con ella por el momen-
to; o que mejor aún sería que pudiera dejar las clases nocturnas y
volver antes para estar en casa.
—No creo que pueda dejar la clase de la noche —meditó
Harry—, pero estoy seguro que los niños no se meterán en pro-
blemas; tú mismo dices que ya son grandes y que debemos dejar de
tratarlos como niños de preescolar. Me contactaré con Hermione
para que se los lleve a su casa en la noche.
—Sí, pero ya sabes cómo son…
—Confío en que se comportarán —asintió Harry, aunque
en el fondo no estaba muy seguro de ello.
—Eso espero yo también… —Draco le dio un abrazo y un
beso más en la mejilla—… como sea, debo irme. Tengo poco tiem-
po para llegar a la Central de Transportes, cualquier cosa me llamas,
estaré de vuelta para mañana en la noche.
—Bien. Te esperaremos para cenar entonces.
—Cuídate —susurró Draco, acomodando la camiseta de
Harry y pasando una mano por sus cabellos, era increíble cómo,
luego de tantos años (más de veinte), Harry podía provocar en él las
mismas sensaciones que cuando recién habían empezado a estar
juntos, en la escuela.
—También tú —Harry le sonrió y se pegó a él—, cuando
vuelvas continuaremos con esto —dijo, dejando un beso sobre su
cuello.

1231
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Oh, sí, de eso que no te quepa duda —sonrió Draco,


apartándose ya de él y caminando hacia la salida, debía darse prisa
para poder tomar uno de los trasladores y llegar hasta Polonia.

—Estoy segura de que esto es mala, muy, pero muy mala


idea —dijo Sofía, alertada y mirando alrededor.
—No sabía que tío Harry tuviera una de estas —susurró
Jules, sinceramente emocionado, mientras que con sus manos aca-
riciaba el timón de la motocicleta.
—Papá tiene muchas cosas que no nos ha contado —ex-
plicó Zoe mientras terminaba de sacar la lona que cubría la motoci-
cleta.
—¿Cómo la encontraste? —preguntó Sofía, sin atreverse a
dar más pasos hacia el vehículo; estaban en el garaje, luego de que
Zoe declarara, por enésima vez en la tarde, que se aburría, había di-
cho recordar algo que había descubierto durante las vacaciones de
navidad, cuando sus padres le habían llamado fuertemente la aten-
ción por no ordenar su habitación; la discusión había terminado
cuando ella, en lugar de ir a su habitación, se había ido al garaje,
quién sabía por qué, y había permanecido por horas allí, hasta que
se tuvo que rendir y pedir disculpas, y por supuesto, limpiar su ha-
bitación.
—Curioseando, es raro que papá no la tenga con un hechi-
zo de seguridad o algo así —meditó, pateando la lona para alejarla y
rodeando la motocicleta.
—Tal vez sí los tiene y no lo sabemos —se alarmó Sofía, re-
trocediendo más aún—. Tal vez él ya sabe que nosotros estamos
aquí destapándola.
—¡Oh, vamos! —suspiró Jules, mientras pasaba las manos
por el asiento de cuero con admiración—, lo lógico sería que pusie-

1232
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

ra un hechizo para que no se acercaran, no para que la descubrieran


y luego las pudiera regañar.
—¿Qué hacen? —preguntó Kay, entrando en ese momento.
—Wow… ¿Es una moto de verdad? —preguntó Mauro,
avanzando hacia ellos, con los ojos brillantes.
—No, es una ilusión óptica —resopló Jenell.
—¿De quién es esa moto? —preguntó Kay, alcanzando a
sus amigos también.
—De papá Harry, estoy segura —respondió Zoe con orgu-
llo—. La encontré hace tiempo, pero no había tenido tiempo como
para probarla.
—¿Planeas probarla justo ahora? —preguntó Sofía, asusta-
da.
—Papá Harry no volverá hasta mañana, le daremos una
vuelta y luego la guardaremos, nadie tiene por qué enterarse.
—¿Daremos? —exclamó Sofía, cada vez más asustada.
—Bueno, yo la daré, y Jules probablemente…
—¡De hecho! —exclamó el chico, sonriendo.
—Yo también quiero —dijo entonces Kay, mientras Sofía
negaba con la cabeza.
—Tú no llegas a los pedales —criticó Zoe, tratando de su-
birse en la motocicleta, aunque los demás hacían tanto alboroto al-
rededor, que era imposible; Sofía soltó un jadeo y retrocedió un po-
co.
—No necesitas llegar a los pedales más que para arrancarla
—informó Jenell mientras miraba el panel de control—. Todo lo
demás está aquí, mira…
—¿Eso dice? —preguntó Mauro, inclinando la cabeza y só-
lo viendo señales extrañas en el panel.
—Eso creo —contestó Jules en lugar de su hermana.

1233
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Zoe, finalmente apartando a los demás, se montó sobre la


motocicleta y apoyó las manos en el manubrio, sonriendo de mane-
ra triunfal.
—¡Estás loca! —jadeó Sofía, apartándose un poco más.
—Cierto —dijo Kay, interrumpiendo la protesta de Zoe—,
no la puedes probar aquí, dañarías la camioneta; hay que llevarla al
jardín.
Sofía le dio una mirada de incredulidad mientras Zoe asen-
tía, convencida, y pronto, con ayuda de Jules, empujaron la motoci-
cleta hasta el jardín frontal.
—Bien… no debe ser muy difícil —comentó Zoe, sentada
nuevamente sobre la motocicleta, la mansión quedaba bastante
apartada del resto de las otras casas en la zona, así que no había nin-
gún adulto que los pudiera ver y delatar; tomó una bocanada de aire
y giró una de las manivelas, lo que provocó que el motor hiciera un
ruido y la motocicleta saltara un poco.
—Creo que debes darle a eso —señaló Mauro hacia uno de
los pedales.
—Papá se enfadara… se va a enfadar tanto —masculló So-
fía, con los brazos cruzados y mordiéndose el labio inferior. Jules
soltó una carcajada y le pasó un brazo por los hombros.
—Vamos, deja de sentirte tan culpable, nada malo pasará.
Zoe pateó el pedal y el motor volvió a sonar, en cuanto giró
uno de los manubrios, la motocicleta avanzó un poco, dando trom-
picones; Zoe, algo asustada, mientras los demás exclamaban por la
sorpresa, logró girar el otro manubrio y entonces la moto se detuvo.
—Vaya…
—¡Déjame probar! —exigió Kay, corriendo tras de ella.
—No. Espera —pidió su hermana.

1234
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Luego de varios intentos, pudieron deducir cómo hacerla


funcionar, pese a todos los botones que Jenell había señalado en el
panel frontal, parecía sólo funcionar con los manubrios.
Zoe dio una vuelta completa, consiguiendo llevar la moto-
cicleta hasta el jardín trasero; entonces fue el turno de Jules, que dio
un par de vueltas, a muy baja velocidad, e incluso Sofía, declarando
que ya que estaban en problemas de todas maneras, no había razón
como para no sacarle provecho a la situación, dio unas cuantas vuel-
tas.
—¡No es justo! —exclamó Mauro, parecía a punto de llo-
rar, Jenell y Kay, junto a él, protestaban también.
—Pero no llegan a los pedales —se burló Jules, agitando el
cabello de su hermana pequeña.
—Si no nos dejas subir le diré a nuestros papás —dijo fi-
nalmente Kay, con mirada firme, Sofía y Zoe intercambiaron una
mirada de pánico; cierto que Kay no era de los que acusaban a na-
die, pero sabían que cuando estaba molesto era alguien de temer.
—Bien, yo pasearé a Jenell —dijo Jules, suspirando fasti-
diado, asumiendo que su hermanita también haría lo mismo que
Kay si no se salían con la suya, delatarle con sus padres—, porque
no llegas a los pedales —canturreó mientras se subía a la moto y ha-
cía que Jenell subiera delante.
Dieron unas cuantas vueltas más y luego subió Mauro, esta
vez acompañado de Sofía, que andaba a menor velocidad aún, pese
a las insistencias del niño.
Para cuando llegó su turno, Kay estaba más que impaciente,
mientras se trepaba a, según su parecer, el enorme vehículo, y mi-
raba con atención los botones del panel frontal, ninguno se había
vuelto a preguntar para qué podían servir, perdidos en la novedad
de, en verdad poder hacerla avanzar.

1235
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Sujeta la manivela —le pidió Zoe, mientras pasaba las


manos hacia delante, sujetando las manos de Kay y haciendo arran-
car la motocicleta.
La primera vuelta fue emocionante para Kay, se sentía raro
porque parecía que podrían perder el equilibrio en cualquier mo-
mento, pero para la segunda vuelta su curiosidad pudo más y, sobre
el ruido del motor, giró un poco el rostro hacia su hermana, que te-
nía los labios fruncidos y los ojos serios, mientras el viento agitaba
su larga cabellera oscura.
—¿Para qué son esos botones?
—Ni idea —declaró ella, mientras Kay soltaba una de sus
manos y la ponía sobre el panel—, y no los vayas a… —pero no pu-
do terminar de hablar, pues Kay presionó uno de color azul cielo, y
entonces la motocicleta hizo algo extraño, un pequeño salto, antes
de empezar a elevarse rápidamente hacia el cielo.
—¡Demonios! —gritó Zoe, agarrando con más fuerza el
manubrio y apretando las piernas, mientras el vértigo de subir a to-
da velocidad le hacía sentir algo extraño en el estómago.
—¡La moto vuela! —exclamó Kay, con pánico mientras se
agarraba nuevamente de las manos de su hermana, y miraba hacia
abajo—. ¡La moto vuela!
—¡Mierda! —jadeó Zoe, entrando en pánico, el jardín y los
chicos se alejaban cada vez más; podía ver a los demás corriendo y
persiguiéndolos, conforme se hacían más y más pequeños.
—¡Haz algo! —gritó Kay, cerrando los ojos y doblándose
hacia delante.
—Te dije que no tocaras nada —gritó Zoe como respuesta,
girando los manubrios con desesperación, pero nada ocurría—. Su-
jétate, por favor, Kay, agárrate —pidió, contemplando la posibilidad
de que su hermano pudiera caer con mucha más facilidad que ella.

1236
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—¡Zoe, Kay! —gritó Sofía, corriendo por el jardín, seguida


por los demás, que también los llamaban, y entrando en pánico.
—¿Qué haremos? —preguntó Jules, mientras la moto se
hacía más y más pequeña—, ni siquiera llevan cascos…
—¡Oh, Morgana! —gimoteó Jenell, agarrándose de Mauro
y mirando hacia el cielo, entrecerrando los ojos por el sol.
—Aprieta ese botón de nuevo —ordenó Zoe, presionando
una mano de Kay contra la manivela para que no se soltara, y de-
jándole libre la otra mano.
—¿El celeste? —preguntó Kay, sus manos temblaban y el
calor del verano había sido reemplazado por el viento frío de la al-
tura.
—¡El que sea!
Presionó el botón celeste, pero nada ocurrió, desesperado
empezó a jugar con todos los botones, hasta que de pronto la moto-
cicleta se tambaleó y dio un giro completo. Los gritos de él y Zoe
hicieron eco a los de sus amigos abajo, mientras la moto giraba
completamente, como pudo se sujetó de su hermana, mientras ella
apretaba las piernas en torno al vehículo y agachaba la cabeza, se pu-
sieron derechos nuevamente, no sabiendo siquiera cómo no habían
caído al piso, pero eso no fue todo lo que pasó, la moto se zarandeó
de un lado al otro, y de pronto empezó a bajar en picada.
—¡Rayos! —gritó Jules, levantando a Jenell en brazos y co-
rriendo hacia un lado del jardín, mientras Mauro y Sofía se aparta-
ban hacia el otro lado.
La moto dio varias vueltas y Zoe sintió las uñas de Kay cla-
vándose en su brazo mientras el mareo por dar tantas vueltas se in-
crementaba, el verde jardín se hacía más y más cercano y sabía que
si caían con la moto, entonces ambos terminarían aplastados; sin
embargo, por alguna razón que atribuyó a la magia, le era imposible
separarse del vehículo, hasta que fue demasiado tarde, y sólo atinó a

1237
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

girar lo suficiente para levantar un poco a Kay, mientras sentía el


golpe en el brazo, dando contra el duro piso, y la pierna siendo pre-
sionada en ambas direcciones.
Durante unos segundos el ruido de las ruedas aún girando
fue lo único que se escuchó tras el golpe, para luego seguir el jadeó
de Sofía y Jules, que corrían hacia Zoe y Kay, que parecían incons-
cientes bajo la moto.
—¡Chicos, chicos! —jadeó Sofía, Jules la ayudó a levantar la
moto y Jenell y Mauro se apartaron de un salto cuando ésta avanzó
unos metros, antes de volver a caer.
—Auch —se quejó Kay, sintiendo el pasto sobre sus labios y
un ardor en los brazos y piernas.
—¡Oh, Merlín! —exclamó Jenell, corriendo hacia ellos y
arrodillándose junto a Mauro para verlos mejor.
—¿Zoe? —llamó Sofía, apartando el cabello de la cara, tenía
un golpe feo en la mejilla y los ojos cerrados—. ¿Zoe? Dios… por
favor, Zoe.
—Duele —masculló Zoe, con los ojos cerrados y hablando
con dificultad.
—Hay que llamar a alguien… —masculló Jules—, no creo
que sea buena idea moverlos, no sé… creo que lo vi en algún la-
do…
—¿A quién llamaremos? —preguntó Jenell, mirando a Kay,
que había abierto los ojos por un momento, pero parecía incapaz de
moverse también, su brazo mostraba golpes e incluso una gran he-
rida abierta y sangrante.
—A papá Mikel, él sabrá que… —Mauro se detuvo—, no,
él está en cirugía…
—¡Al medimago Rush! —exclamó Sofía, recordando al
medimago que las atendía normalmente.
—¿Quién? —preguntó Jenell.

1238
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Trabaja en la clínica de papá Draco, algunas veces nos


atiende él.
—Es buena idea… tenemos que traerlo rápido —aceptó
Mauro, mientras apartaba un poco el cabello rubio de Kay, que te-
nía los ojos entre abiertos.
—Estoy bien —jadeó Kay, pero sentía que no podía mover-
se, le dolía hasta el cabello y no quería ponerse a llorar delante de
los demás, pese a que sentía un nudo en la garganta, por el pánico
de su posible e inminente muerte.
—No te muevas —le recomendó Jenell.
—Tú tampoco, Zoe —advirtió Sofía, hacia su hermana,
que asintió con mucho esfuerzo.
—Yo iré —declaró Jules, poniéndose en pie.
—Mejor voy contigo, yo lo conozco —se apresuró a decir
Sofía, poniéndose en pie, le dio una mirada a Jenell y Mauro, que
parecían a punto de vomitar.
—¡A prisa! —le apremió Jenell, mientras se movía para
quedar a la altura de Zoe y examinaba su pierna, cada vez más roja e
hinchada.
Sofía tomó de la mano a Jules y lo llevó hasta la chimenea,
sus manos temblaban mientras arrojó los polvos flú y recitaba la di-
rección de la clínica.
En el mostrador de entrada estaba Emily, la recepcionista
que siempre era muy amable con ellos, y rápidamente, seguramente
alertada por la expresión de ambos, llamó al medimago Rush, que
los saludó con una sonrisa.
Sofía ni siquiera le explicó qué era lo que pasaba, lo jaló de
un brazo y le dijo que necesitaba que fuera con ellos inmediata-
mente.
—Oh… ¿pero, qué les ha pasado? —preguntó el hombre,
su sonrisa había desaparecido, mientras se acercaba a ellos; bastó

1239
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

una mirada alrededor para encontrar la moto, que aún zumbaba,


agitó la varita y el ruido terminó.
—Estábamos jugando —explicó rápidamente Mauro, que
también lo conocía—, y se cayeron desde muy alto.
—De acuerdo, de acuerdo —dijo el hombre con la voz
calmada que siempre utilizaba—, está bien, no se preocupen, han
hecho lo correcto…

—¡Bombarda! —gritó Harry con fuerza, a su alrededor los


alumnos se movieron por la habitación, tratando de esquivar el he-
chizo, pegándose a las paredes y refugiándose tras los pupitres.
El sonido de alguien tocando a la puerta detuvo su siguiente
ataque, los alumnos, poco acostumbrados a que alguien interrum-
piera la clase, giraron curiosos para ver a Melissa, la secretaria del
director, en la puerta.
—¿Señor Potter? —llamó la chica, arqueando una ceja por
ver a algunos de los alumnos escondidos entre los pupitres y con las
varitas en alto.
—¿Sí? —preguntó Harry, bajando la varita y caminando ha-
cia ella.
—Lamento interrumpir, pero, el director desea que vaya a
su oficina inmediatamente.
—¿Qué? ¿Por qué? Estoy en medio de una clase y….
—Se trata de sus hijos —explicó ella simplemente.
Harry no necesitó que se lo repitiera, y sin siquiera dedicar-
les una mirada más a sus alumnos, caminó rápidamente hacia la sa-
lida y luego hacia la oficina del director.

Habían habilitado una habitación para Kay y Zoe, siendo


los hijos del dueño del lugar, no escatimarían en comodidades para
ellos, alrededor de las dos camas había cuatro sillones más, donde

1240
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Jules, Sofía, Mauro y Jenell, esperaban silenciosos y cabizbajos; de-


lante de ellos, en una mesa de centro había cuatro tazas con té, las
cuales ni siquiera habían tocado, demasiado asustados.
Harry observaba todo desde una de las ventanas amplias,
que usaban para observar a los pacientes, con los labios apretados y
los ojos entrecerrados, mientras escuchaba a Mikel y Rush, que ha-
bían atendido a sus hijos.
—Zoe tiene la pierna y un brazo rotos; quemaduras y varios
golpes en el rostro y el cuerpo; le hemos dado la poción crecehue-
sos; una pomada para las quemaduras y algunas pociones para el
dolor y los otros golpes, no quedará ninguna cicatriz ni secuela, só-
lo necesita una noche de descanso; para mañana en la mañana podrá
estar en casa nuevamente —informó Mikel, parecía también enoja-
do.
—Kay ha tenido también fracturas en el brazo izquierdo y
la clavícula, un corte particularmente grande en el brazo izquierdo,
además de otros cortes y golpes, seguimos el mismo procedimiento
que con Zoe —continuó con el diagnóstico el medimago Rush.
—Les hemos hecho además un chequeo completo, no hay
daño interno, ningún órgano se ha visto comprometido… Estarán
bien, Harry —completó Mikel, apoyando una mano sobre su hom-
bro.
—Según los demás, cayeron desde una gran altura, han co-
rrido con suerte —admitió el medimago Rush, negando con la ca-
beza.
—Sólo hasta que despierten, luego de eso necesitarán del
mismo Merlín en persona para salir de esta —masculló, demasiado
enfadado con ellos por haber hecho algo tan insensato.
—Ya sabes cómo son los niños, Harry —suspiró el medi-
mago Rush—; estaban muy asustados, pero han actuado sabiamen-
te, pues buscaron ayuda de inmediato.

1241
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Por lo que respecta a Mauro, ya se puede ir preparando


para un largo castigo —negó con la cabeza Mikel.
—¡Oh, y espera a que…! —empezó a exclamar Harry, en el
momento que Hermione y Ron llegaban, ambos parecían bastante
enfadados también.
—Harry —dijo Ron, poniéndose a su lado y mirando la
imagen.
—¿Están bien? —preguntó Hermione.
—Lo estarán —asintió Mikel—, sólo Zoe y Kay se han las-
timado, Jules y Jenell no sufrieron ningún golpe.
Rápidamente Mikel y el medimago Rush les repitieron los
diagnósticos, explicándoles que habían sacado la motocicleta del ga-
raje y habían estado jugando con ella, pero que no la habían podido
controlar. El reproche de Hermione, de porqué Harry tenía un
vehículo como ese tan a mano no se hizo esperar, y Harry sabía que
era cierto, lo había utilizado un par de días antes, y no había usado
los hechizos de protección de siempre para guardarlo porque había
regresado demasiado cansado. Casi podía escuchar los mismos re-
clamos en Draco cuando volviera, pero tampoco se iba a echar toda
la culpa, nadie le había pedido a los niños que decidieran usarla.

El silencio era incómodo, pero ninguno se atrevía a decir


nada, todos sabían que estaban en muy graves problemas, que en
cuanto sus padres fueran llamados, si era que no habían sido llama-
dos ya, les caería la reprimenda del milenio por su comportamiento.
Sofía miró hacia sus hermanos nuevamente. El medimago
Rush le había dicho que no debía preocuparse por ellos, que dor-
mirían toda la noche y que luego los golpes, cicatrices y huesos ro-
tos desaparecerían. Pese a eso, había estado llorando por un rato,
asustada de lo que podría haber pasado en verdad, pues era cons-
ciente de que la altura desde donde habían caído sus hermanos era

1242
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

asaz, y que el desenlace pudo haber sido otro mucho más funesto...
mucho más funesto.
La puerta se abrió rompiendo el silencio, todos levantaron
la vista a la vez. Estaban Mikel, Hermione, Ron y Harry, acompa-
ñados del medimago Rush; bastó verlos a la cara para saber que el
problema era incluso mayor.
—Mauro, vamos —dijo Mikel, apenas dándole una mirada
a los otros niños. Mauro se puso un poco más pálido y se levantó
lentamente, dándole una mirada aterrorizada a Jenell, pero ella es-
taba demasiado ocupada observando a sus padres, al brillo en los
ojos de su madre y el sonrojo en las mejillas de su padre.
—Sí —asintió el niño—, ya nos vemos… —masculló a sus
amigos, aunque ninguno atinó a contestar.
—Jenell, Jules, ustedes también, deben dejar descansar a
Zoe y Kay, y además tenemos una conversación pendiente —dijo
Hermione, luego de dar una mirada más a los dos niños que per-
manecían dormidos en la cama.
Ambos se pusieron de pie, y Jules le dio un apretón en el
hombro a Sofía, que permanecía rígida, sujetando con fuerza los
brazos del sillón en el que se encontraba sentada.
En cuanto todos se fueron, Harry, que había ido hacia el es-
pacio entre las dos camas y observaba a sus hijos dormir, levantó la
mirada hacia ella.
—Papá, lo siento mucho, nosotros no… —empezó a dis-
culparse Sofía, al mal tiempo darle prisa.
—Ahora no quiero oírlo —le interrumpió Harry con voz
suave. Sofía sabía que sus padres no acostumbraban a gritarles, ha-
bían sido contadas las ocasiones en que les habían levantado la voz,
y eso ocurría sólo cuando les habían colmado la paciencia, el tono
de voz de su padre le dio a entender que en ese momento estaba
mucho más furioso de lo que nunca lo había visto.

1243
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Pero…
—Ya le he dejado un mensaje a Andrómeda, pasarás la no-
che con ella mientras yo me quedo con tus hermanos —concluyó
Harry; luego de revisar que ambos permanecían dormidos, se dejó
caer en el sillón más alejado de ella, y se masajeó el puente de la na-
riz.
Sofía quiso seguir insistiendo, contarle que sabían que se
habían equivocado, pero que se habían asustado mucho, que no ha-
bía sido intención de ninguno que la moto se elevara o que resulta-
ran heridos, pero no insistió.
Cerca de una hora después llegó Ted, tocando la puerta con
delicadeza.
—Abuela me envía, padrino —dijo acercándose a él, y mi-
rando algo alarmado las camas de Zoe y Kay.
—Gracias, necesito que te lleves a Sofía y que se quede con
ustedes esta noche, iré por ella mañana cerca del medio día, cuando
Zoe y Kay ya estén en casa —respondió, dándole un pequeño abra-
zo de saludo.
—Vaya… menos mal que están bien.
—Sí, es un alivio —suspiró Harry, indicándole a Sofía, con
un movimiento de cabeza, que se pusiera en pie.
—Pero yo me quiero quedar con ellos —protestó Sofía, no
queriendo alejarse de sus hermanos.
—Irás con Teddy y no se discute más el asunto, Sofía —
respondió Harry, arqueando un poco las cejas, Sofía le dio una mi-
rada resignada y luego miró hacia sus hermanos.
—Yo…
—Vamos, Sofía —le dijo Teddy, pasando un brazo sobre sus
hombros, él también estaba seguro de lo furioso que Harry se en-
contraba en ese instante, y la chica parecía que se pondría a llorar en
cualquier momento.

1244
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Hasta mañana, papá —susurró, Harry sólo le respondió


con un movimiento de cabeza y, triste y sintiéndose peor aún, salió
con Teddy hacia el pasillo, y de allí a la casa de tía Andrómeda.

Ellos estaban acostumbrados a que sus padres, al igual que


con sus tíos, bromearan con el tema de las discusiones, que siempre
anduviesen molestándose y tomándose el pelo; sin embargo, nunca
los habían escuchado discutir. No eran tan pequeños o tan tontos
como para no saber que sí discutían, como todos los padres, e in-
cluso algunas veces se habían dado cuenta de que no se hablaban o
se evitaban por una tarde o una noche, pero nunca los habían escu-
chado realmente gritarse el uno al otro, y aquella noche, sentados
en los últimos escalones de la escalera trasera que daba a la cocina,
los tres acurrucados, los escucharon, culpándose y recriminándose
por el accidente.
Cuando Zoe y Kay habían despertado aquella mañana, re-
cibieron el mismo trato frío que Sofía había recibido la noche ante-
rior, su padre estuvo junto a ellos mientras les hacían los exámenes
y demás estudios, y en cuanto les dieron de alta, los llevó a casa y les
ordenó que se metieran en sus habitaciones y que no tenían permi-
so para moverse de allí.
Unos cuarenta minutos después llegó Sofía, pese a la adver-
tencia de su padre, los tres se las arreglaron para encontrarse en el
cuarto de las gemelas y en murmullos, atentos a que su padre pu-
diera subir a revisar que estuvieran cumpliendo con el castigo, se
pusieron al tanto de lo ocurrido.
Tía Andrómeda había estado bastante enojada también, y le
había dado una larga charla acerca de ser responsable, y además ga-
narse la confianza de sus padres, que no había forma de que ellos
creyeran que ella y sus hermanos eran de fiar si hacían esas cosas a
la primera oportunidad que les dejaban solos.

1245
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Zoe había tratado también de disculparse, de argumentar


que todo había sido su culpa, pero su papá Harry no la había deja-
do, y Kay, viendo aquello, ni siquiera lo había intentado, no quería
que lo mandaran a callar también.
Para cuando fue de noche, escucharon la chimenea que
anunciaba que papá Draco había vuelto, pero ninguno tenía autori-
zación para bajar, así que se quedaron en sus habitaciones esperan-
do a que viniera a saludarlos, o a echarles el sermón del siglo, en ese
momento eso era preferible al horrible silencio que se había instau-
rado en casa; sin embargo, eso no ocurrió, y luego de mucho rato se
juntaron nuevamente y bajaron por las escaleras traseras, donde se
encontraban ahora, escuchándolos por primera vez en su vida, le-
vantar la voz:
—Te lo dije, una y mil veces, Potter. ¡Debes tener cuidado
con las cosas que dejas por allí!
—Y lo sé, Draco, lo sé, no creas que no me lo he recrimi-
nado, pero de todas maneras, yo no les dije que la tomaran y se pu-
sieran a volar.
—No hubiera pasado si tan solo le hubieras puesto los he-
chizos de seguridad.
—No me voy a culpar por esto —insistió Harry, Draco es-
taba furioso, aunque Harry sabía que estaba también asustado—.
¡Yo no soy quién les dijo que podían hacerla funcionar!
—¡Son niños! —gritó Draco, agitando las manos furioso—.
¡Niños! Debemos vigilarlos, cuidar que no tengan a mano cosas
como estas que los pueden lastimar.
—¿Me pedirás que instaure los hechizos de seguridad que
pusimos cuando empezaron a caminar, para que ni siquiera se to-
pen con los muebles?
—No te pases de listo.

1246
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Y tú no me culpes, ya me siento lo suficientemente mal


como para tener que escucharte.
—¡Ah, qué genial! —bufó Draco—. ¿Ahora me dirás que
eres una víctima en todo esto?
—No. Pero tampoco voy a disculpar esto sólo porque son
curiosos y yo dejé a mano la motocicleta.
Ambos se miraron enojados y se alejaron unos cuantos pa-
sos, tratando de calmarse, normalmente no discutían sobre sus hi-
jos, generalmente sabían ponerse de acuerdo, pero esta vez, tras
aquel accidente y lo peligroso de la situación, se sentían sobrepasa-
dos.
—No es posible que no podamos confiar en ellos. Una tar-
de, una sola y maldita tarde y mira lo que pasa —suspiró Draco, no
queriendo discutir más con Harry.
—Ellos tienen que aprender que lo que hacen trae conse-
cuencias —masculló Harry, sentándose en una de las sillas, y dejan-
do su cabeza caer hacia atrás—. No entiendo cómo pudieron ser así
de irresponsables.
—Es nuestra culpa —exhaló Draco, sentándose a su lado y
poniendo una mano en su pierna, luego del susto por lo ocurrido y
haberle gritado a Harry por dejar algo tan peligroso al alcance de los
niños, entendía que no era justo que se la pagara con él, después de
todo, los niños ya no eran tan niños.
—Es culpa de ellos —respondió Harry, mirándolo seria-
mente.
—Lamento haber levantado la voz —dijo entonces Draco,
pegándose un poco más a él y dándole un beso en los labios—. Por
supuesto que sé que no es tu culpa… ellos debieron saber que ese
cacharro era peligroso.
—Esta travesura sobrepasa cualquier otra que hayan hecho,
pudieron haber muerto por andar de curiosos.

1247
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Draco resopló y negó con la cabeza.


—Bien, calmémonos, así no conseguiremos nada…
En cuanto los gritos se dejaron de escuchar, los tres regresa-
ron a sus habitaciones, mucho más apesadumbrados que antes, sa-
biendo que no sólo les llegaría un enorme castigo, sino que sus pa-
dres habían discutido, y que además estaban decepcionados de
ellos.
Durante la noche, la cena se las llevó Winky, a cada uno, de-
clarando que tampoco tenían autorización para bajar, al día siguien-
te, mucho más temprano de lo que acostumbraban a levantarse en
verano, fueron despertados por un potente grito, era un hechizo
que sus padres usaban para hacerlos levantar cuando dormían hasta
muy tarde, esta vez les indicaban que bajaran inmediatamente.
—Están castigados durante todo el verano —declaró Draco,
en cuanto los niños se sentaron a la mesa del comedor, Harry, a su
lado, asintió firmemente.
—No habrá visitas de sus amigos, ni salidas a ningún lado
—continuó Harry—; ayudarán a Winky a limpiar la casa, diaria-
mente, además de las tareas que tienen que completar para la escue-
la.
—Está de más decirles lo decepcionados que nos sentimos
ambos por este comportamiento, de que no midan los resultados de
sus acciones.
Los tres niños, con la cabeza baja, asintieron lentamente,
cada uno a punto de llorar.
—Y por supuesto que no habrá viaje tampoco, nos queda-
remos en casa durante el verano, y ustedes meditarán sobre lo que
han hecho.
Un jadeo de parte de los tres se escuchó tras las palabras de
Harry, pero las miradas de sus padres bastaron para que ninguno
protestara.

1248
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Ahora, quiero que desayunen y se pongan a trabajar, no


quiero escuchar bulla, gritos ni juegos —culminó Draco, que era el
que se quedaba en casa por esos días, antes de que Harry terminara
con las clases en la Academia de Aurores.
—Sí, papá —mascullaron los tres a la vez, mientras el desa-
yuno aparecía frente a ellos.
Fue un largo y duro verano. Apenas y se pudieron cartear
un poco con sus amigos, también castigados, y descubrieron lo du-
ro que era mantener la casa limpia y ordenada. Pero sobre todo
aprendieron que sus acciones podían tener consecuencias, y muy
graves si era que no meditaban bien antes de actuar, y no sólo por
haber perdido el viaje a Egipto, sino también porque pudieron que-
dar heridos más seriamente de lo que habían quedado.
El enojo se les pasó a sus padres sólo unos días después,
aunque los tres estaban consientes de que tendrían que esforzarse
mucho para demostrar que en verdad habían aprendido la lección y
eran dignos de confianza.
Cuando el primero de septiembre llegó, sus padres los
abrazaron con el mismo cariño de siempre, recomendándoles que
se cuidaran mucho, que estudiasen y se comportasen correctamen-
te, y aunque no fue la última travesura que hicieron, en la escuela, o
en casa, sí que aprendieron que había cosas demasiado peligrosas
para tentar, como el subirse a una motocicleta voladora sin saber
cómo hacerla funcionar realmente.

1249
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Para siempre…

Abril de 2009

D
raco estaba recostado de lado, era la única posición
confortable ese día, pues su bebé, el cual ya sabían
que sería niño, aunque esa noticia no los asombró
para nada, parecía con muchas ganas de moverse esa tarde.
—¿Te sientes bien? —preguntó Harry, levantando la mirada
de los pergaminos que estaba leyendo, eran documentos de la Es-
cuela de Defensa, aunque Ron y Laurent lo ayudaban en todo lo
posible, aún necesitaba firmar algunas cosas, sobre todo los contra-
tos de seguros e informes de algunos casos que ascendían a juicio.
—Sí —masculló Draco, a quien en realidad no le gustaba
quejarse, muchas veces respondía de manera hosca ante toda la
atención que Harry le brindaba, pero no porque estuviera harto de
la sobreprotección, sino porque se sentía inútil, tirado en esa cama
sin siquiera poder jugar un poco con sus hijas, permaneciendo lar-
gos periodos dormido y sin hacer nada más.
—Te siento fastidiado —murmuró Harry, poniéndose en
pie y caminando hacia la cama.
—Ya sabes cómo es esto —le dijo Draco, con voz apagada.
—Sí, lo sé, pero pronto nacerá y tú estás cada vez más recu-
perado —Harry se inclinó hacia él y le dio un beso en la frente,
Draco arrugó el ceño y negó, tratando de apartarse de él.
—¿Te duele la espalda? —preguntó entonces Harry, solíci-
to, mientras se apartaba y daba la vuelta a la piltra, para poder sen-
tarse a su lado; la cama de aquella habitación era bastante amplia, y

1250
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Draco le había pedido más de una vez que durmiera con él, que ex-
trañaba sentirlo durante las noches. Harry no podía hacerlo porque
temía lastimarlos a él o a su bebé, aunque sí se recostaba a su lado y
lo acompañaba hasta que se quedaba dormido.
—Para que me duela la espalda tendría que estar en pie, y
eso es algo que no hago —refunfuñó Draco, a veces se sentía mal
por ser tan cabrón con Harry en algunas ocasiones, pero era algo
que no podía controlar realmente. Sabía que se trataba de la frustra-
ción que sentía por la situación.
—Pronto, Draco, pronto podrás ponerte en pie, jugar con
las niñas, y con el bebé, y hacer todo lo que hacías antes —animó
Harry, ya conociendo de sobra esos ataques de rabia y frustración de
Draco, y no tomándolos a pecho. Él se había sentido igual durante
su embarazo, y ese había sido miles de veces más sencillo.
—Ajá.
Harry se acercó un poco más a él y acarició con lentitud su
cabello, lo tenía bastante largo, pero sin intenciones aparentes de
cortarlo, su mano bajó hasta los hombros, sintiéndolo tenso y de-
morándose un poco en tratar de relajarlo; sintió cómo Draco suspi-
raba profundamente y eso lo animó a seguir, bajando ahora por la
espalda, hasta llegar a la cintura, masajeando con cariño y siendo
consciente de cómo el cuerpo de Draco se iba relajando cada vez
más.
—Eso se siente bien —murmuró Draco, mientras hundía
más la cabeza en la almohada y con una mano instaba a Harry a
acercarse.
Harry, temeroso como siempre, se terminó de subir a la
cama, y se recostó a su lado, continuando con sus caricias por la es-
palda, cubierta sólo por la delgada bata de la clínica, llegando hasta
la cintura y subiendo nuevamente.

1251
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—¿Sabes hace cuanto que no hacemos el amor? —preguntó


de pronto Draco, mientras las manos de Harry se habían anclado
ahora a sus hombros y rotaban sobre ellos, relajándolos cada vez
más.
—¿Crees que he llevado un conteo? —preguntó Harry, di-
vertido, pegándose más al cuerpo de Draco, aún medio cubierto por
las sábanas y hundiendo su nariz en el cuello del rubio, aspirando y
disfrutando de su tibieza.
—¿No lo has hecho acaso? —jadeó suavemente Draco,
mientras pasaba una mano hacia atrás, para acariciar cualquier parte
de Harry que pudiera alcanzar, lo que resultó ser su pierna, cubierta
por aquellos pantalones de algodón que usaba por esa época, decla-
rando que eran más cómodos, pese a que Draco los detestaba.
—Algo como siete meses, una semana, tres días y… —
Harry miró hacia el reloj de pared—… trece horas.
—Vaya… —Draco, pese a lo cómodo de su posición, no
pudo evitar el empujarse un poco hacia atrás, la sensación de la res-
piración de Harry contra su cuello estaba enviando sensaciones de
placer al resto de su cuerpo, haciéndolo sentirse excitado, mucho
más excitado que en los últimos días, en que parecía recobrar un
poco más las fuerzas y su libido había ido en aumento, aunque no
se animaba a hacer nada, ni proponerlo porque… Primero: sabía
que tal vez sería peligroso, y segundo: estaba seguro de que Harry
se negaría, por miedo a poner en riesgo cualquier cosa.
—Y aún tendremos que esperar un poco más —se quejó
Harry, sin preocuparse en esconder las ansias que él también sentía.
—Lo sé, pero… —Draco jadeó un poco, cuando los labios
de Harry empezaron a acariciar su cuello y nuca, pequeños besos
que hacían que su piel se encendiera.
—… Pero no podemos —negó Harry, sin apartarse del
cuerpo de Draco y pasando una mano hacia el frente, acarició el

1252
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

vientre abultado, y sonrió al sentir el poderoso golpe de magia, an-


tes de bajar un poco más.
—Harry —chilló Draco, algo avergonzado de que Harry
descubriera que, pese a que las caricias de Harry no habían preten-
dido ser el preludio a algo más, lo habían excitado demasiado rápi-
do.
—Oh… —Harry vaciló un instante, sintiendo la erección
de Draco cubierta por la bata de la clínica, sabía que debajo de ella
no había nada más.
—Lo lamento —dijo Draco, hundiendo más la cabeza en la
almohada, dándole más sitio para que pudiera seguir besándolo—,
yo quisiera…
—No podemos —repitió Harry, lamentándolo verdadera-
mente, pero sin estar dispuesto a arriesgar nada por algo que sabía,
podía esperar.
—Es que…
—¿Hace cuanto que quieres…?, ya sabes.
Draco soltó una risita.
—¿Te has vuelto un remilgado? —se burló, mientras em-
pujaba un poco las caderas hacia la mano de Harry, que aún perma-
necía sobre su erección, aunque sin hacer ningún movimiento.
—… hacer el amor —se corrigió Harry, no aguantando la
tentación de delinear la erección de Draco, sobre la tela de la bata,
lo que provocó que Draco soltara un suave gemido.
—La puerta —advirtió Draco, mirando hacia la puerta y
notando que en cualquier momento alguna persona podía entrar.
Harry invocó su varita y lanzó un hechizo de sellado, y uno
más de silencio, sólo por si acaso, aunque no pensaba hacer mucho
más.
—No está bien, Draco, piensa que podrías…

1253
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Sólo… —Draco soltó la pierna de Harry y subió su bata


lo suficiente para dejar que la mano de Harry se colara en el inte-
rior—, prometo recompensarte, pero no dejes de… de hacer eso.
—No estoy seguro de…
—No hagas que te ruegue, no lo haré —replicó Draco, con
voz molesta, mientras colaba su mano hacia delante y apartaba la de
Harry para poder acariciarse.
—Shh… —Harry sopló sobre su cuello, sintiendo el cuer-
po de Draco estremecerse por la caricia, su mano sujetó la de Draco
y empezó a ayudarlo a acariciarse, mientras seguía repartiendo besos
sobre su cuello y hombros.
—Sí… hace tanto que no… estoy muy cerca —gimoteó
Draco, sintiéndose algo tonto por saber que no duraría mucho más
tiempo.
—Está bien… no hagas nada —pidió Harry, su propia erec-
ción estaba apretando sus pantalones, pero no tenía intensiones de
hacer nada más que complacer a Draco. Su mano apartó la de Dra-
co con delicadeza y lo sintió sujetarse de su pierna, clavándole las
uñas, mientras su mano comenzaba a ganar velocidad.
Draco gimoteó un poco más fuerte, la mano de Harry se
sentía de maravilla sobre él, empujándolo al clímax a gran veloci-
dad, mientras su cuello y hombros eran mordisqueados y besados
con cariño, sus propias caderas se empujaban cortamente, tratando
de darle el encuentro a ese puño, que cada vez se apretaba más en
torno a él.
Sintió cómo el cuerpo de Draco se tensaba un instante, an-
tes de convulsionarse, mientras una sustancia caliente se escurría
entre sus dedos, y no detuvo sus caricias hasta que Draco hubiera
terminado completamente, dejándolo jadeante y relajado.

1254
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—¿Te sientes mejor ahora? —preguntó en un murmullo,


apartando la mano del miembro ahora flácido de Draco y acaricián-
dole una pierna.
—Oh… sí, vaya que sí, casi ni recordaba lo bien que se sen-
tía —afirmó Draco, girando el rostro lo suficiente para alcanzar los
labios de Harry, que le devolvió el beso con cariño y algo de ansie-
dad.
—Mmm…
—¿Tú no…?
—Estaré bien —interrumpió Harry. Pese a eso Draco lo
empujó y se giró lentamente, tratando de acomodarse lo mejor po-
sible para verlo a la cara, sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos
brillosos.
—Quiero que te corras —instó, con voz provocadora.
—No tienes que hacerlo.
—Claro, porque es un gran sacrificio para mí —se burló
Draco, moviéndose un poco más hasta que encontró la posición
más cómoda, y poniendo una mano sobre la entrepierna de Harry,
sintiendo claramente el bulto que había allí.
—Es en serio…
—Entonces sólo compláceme —animó Draco, metiendo
una mano en el pantalón de Harry y sujetando su erección con
fuerza.
—¡Draco! —gimió Harry, mientras dejaba caer su cabeza en
la almohada.
—Hazlo… para mí —le pidió, sacando la mano de los pan-
talones de Harry y apretando su cadera.
—Yo…
—¿Por favor?
Harry se sonrojó un poco más y luego de durar un instante,
se bajó los pantalones y la ropa interior lo suficiente para liberar su

1255
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

miembro. Draco le sonrió y se pegó más a él, todo lo que su vientre


abultado le permitió, para comenzar a besarlo en los labios con len-
titud y delicadeza, mientras su mano tomaba el miembro de Harry
y lo empezaba a acariciar, de arriba hacia abajo y de vuelta, acari-
ciando ocasionalmente la punta húmeda y resbalosa.
—Draco… —gimoteó Harry, luego de darle una mordida
en la mandíbula, y respirando entrecortadamente.
Draco continuó con sus caricias, contento de que, pese a
toda la situación y el tiempo de alejamiento, Harry aún reaccionara
así ante sus atenciones.
Harry no tardó mucho más en liberar su orgasmo, gimo-
teando el nombre de Draco en medio de un beso apasionado y du-
ro.
Se dejó caer a un lado y soltó una risita cuando se dio cuen-
ta que Draco trataba de subirle los pantalones nuevamente.
—Espera —pidió, mientras invocaba a su varita y hacía un
hechizo de limpieza sobre ambos.
Incontinenti Draco se giró, hacia una posición mucho más
cómoda.
Harry se abrazó a él y pasó una de sus manos por el vientre,
la magia del bebé volvió a hacerse sentir y soltó una risita, feliz de
estar allí con ellos en ese momento, de que no se los hubieran arre-
batado.
—Cuando nazca el bebé te juró que te encerraré en una
habitación y no te dejaré salir de la cama en por lo menos una se-
mana.
—¿Sólo una semana? —preguntó Harry, un tanto divertido
por la declaración.
—Bueno… ya veremos, por mí y que sea más tiempo, pero
tenemos obligaciones que cumplir.

1256
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Harry soltó otra risita y le dio un beso en el cuello, mientras


lo apretaba un poco más contra él, no tan fuerte como hubiera
deseado, porque temía ocasionar algún malestar en él.
—Hoy ha sido un buen día —dijo luego de un momento
Harry.
—Sí, hoy no me he sentido mal en ningún momento —
afirmó Draco, con los ojos cerrados y sintiendo cómo el sueño lo
vencía, había días en que se sentía demasiado agotado, o adolorido,
como para pensar en nada más que dormir y esperar a que todo
terminara para volver a su vida normal.
—Te amo, Draco, eres lo que más amo en el mundo.
Draco, aún con los ojos cerrados soltó una pequeña carca-
jada.
—Eres un soso.
—Un soso que ama a otro soso —replicó Harry, sabiendo
que Draco solía decir esas cosas cuando sentía que las cosas se po-
nían demasiado sentimentales para su gusto.
—Yo también te amo, Harry, mucho… demasiado —dijo
Draco luego de un momento más.
—Gracias por volver, por no dejarme —continuó Harry,
con voz ahogada, la respiración tranquila y rítmica de Draco le dio a
entender que su esposo se había quedado ya dormido.
Acarició con cariño el cabello rubio y hundió su cabeza en
el cuello de Draco, disfrutando de su calor, sintiendo como la mú-
sica más maravillosa, su respiración pausada y la certeza de que su
corazón seguía latiendo, y sabiendo que Draco no se iría, que no lo
dejaría solo, esperaba que nunca.
—Gracias… —masculló una vez más, con voz cada vez más
entrecortada, intentando que sus lágrimas no se asomaran nueva-
mente, nunca había llorado tanto en su vida como en ese tiempo,

1257
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

de pena, de rabia, de alegría—… Gracias, mi amor —repitió, la


mano de Draco se apretó un poco más sobre su brazo.
—Dije para siempre, Harry, y un Malfoy siempre cumple
sus promesas —respondió Draco, aún medio dormido, y apretando
su brazo con más fuerza—, para siempre.
Harry asintió y se quedó allí, abrazado al cuerpo de su espo-
so por mucho rato más, hasta que ambos se quedaron dormidos,
mientras la tarde iba muriendo lentamente, dejando todo a oscuras.

1258
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Sueños

Enero de 2010

L
a primera fotografía era de su tía Bellatrix, junto a su
tía Andrómeda y su madre, Draco calculaba que su
madre no tenía más de diez años en ese entonces.
—Narcissa siempre salía muy bien en las fotografías —co-
mentó Andrómeda, inclinándose un poco más para poder apreciar
la misma foto que Draco miraba—, en ese entonces nos llevábamos
muy bien.
—Las tres salen muy bien —asintió Draco, mirando con
cariño a su madre de niña, levantó la mirada para ver a Kay, que es-
taba sentado sobre la alfombra, a sólo unos metros de ellos, levan-
tando una gran torre de cubos, Zoe y Sofía estaban cerca también,
tiradas sobre la alfombra pintando los cuadernos de dibujo que les
daban en la escuela.
—Aquí hay otra más —animó Andrómeda, percibiendo la
tristeza en Draco, no había sido su intención entristecerlo, sino to-
do lo contrario.
Draco sonrió hacia su tía, pensando en su madre y en lo
mucho que le hubiera gustado tenerla cerca, que hubiera conocido
a sus nietos, y a Harry, que le hubiera podido demostrar que, efecti-
vamente, no se dejó vencer ni mucho menos, sino que había salido
adelante, tal como ella le había pedido tantos años atrás.
—Fue su primer baile, conoció a tu padre allí —explicó
Andrómeda, mientras acariciaba con cariño el vestido color azul

1259
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

que su madre lucía, sonreía a la cámara de manera educada y apaci-


ble.
—Salió muy bien aquí —admitió Draco, viendo sus ojos
azules brillar y combinar perfectamente con el vaporoso vestido, su
cabello rubio estaba en un moño alto, con algunos mechones suel-
tos cayendo sobre los hombros desnudos.
—Ella era muy guapa, siempre pensé que era la más guapa
de las tres, a Bella le daba mucha riña eso —negó Andrómeda,
mientras avanzaba una página más al álbum que le había traído a
Draco esa tarde.
—Oh… yo tenía una de estas —afirmó Draco, viendo la fo-
tografía del matrimonio de sus padres. Lucius lucía una túnica os-
cura y formal, pese a que el día parecía ser muy caluroso, tomada de
su brazo y con una sonrisa educada estaba Narcissa, con un vestido
blanco y largo, que remarcaba su estrecha cintura y su grandiosa fi-
gura.
—¿En serio? Lo supuse… yo la conseguí después —Andró-
meda soltó una risita—. En ese tiempo ya me había casado con Ted,
así que como comprenderás, no me invitaron a la boda, pero conse-
guí la foto porque Ted le pagó a uno de los periodistas que asistió al
matrimonio, le compró la fotografía.
Draco sonrió hacia su tía también.
—Gracias, después del juicio sólo me quedó la fotografía
donde estamos los tres, cuando estaba en tercer año… me gusta
mucho tener más fotografías de ellos.
—Ni siquiera recordaba que las tenía —negó Andróme-
da—, fue hasta hace poco, que estuve ordenando el ático que en-
contré las fotografías, tardé un poco en poder hacer copias, pero
Harry me contactó con un buen profesional y ya ves, ahora ambos
podemos tener un juego de fotografías.
—¿Harry?

1260
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

—Le comenté de las fotografías, y si sería adecuado dárte-


las… ya sabes, no quiero ponerte triste —suspiró Andrómeda,
mientras acariciaba su brazo con cariño, gesto que Draco había des-
cubierto en ella luego de despertar del coma, Harry le había conta-
do que ella se había sentido incapaz de entrar a verlo en ese estado,
que estaba destrozada, cosa que lo asombró mucho, pues bien era
cierto que entre ellos se había creado una buena relación, pero que
lo quisiera tanto era algo que no dejaba de asombrarlo.
—Gracias —agradeció Draco nuevamente—, es algo muy
valioso para mí, podré enseñarle a los niños quiénes eran sus abue-
los, que sepan un poco más de ellos.
—Es un niño precioso, Draco —dijo Andrómeda, Draco
tuvo un pequeño estremecimiento, un dèjá vu de un sueño que ha-
bía tenido mucho tiempo atrás.
—Lo es —asintió lentamente Draco—, es muy listo ade-
más.
—Y se parece tanto a ti —suspiró Andrómeda—, todos te lo
deben decir —suspiró la mujer, mirando hacia Draco e inclinando
el rostro por la expresión de él.
—Se parece a mi madre —afirmó Draco, luego de un ins-
tante.
—Es cierto, se parece bastante a Narcissa… —admitió An-
drómeda, observando el puchero que el niño estaba haciendo por-
que la torre de cubos había caído—. ¿Estás bien? —preguntó hacia
Draco, que se había quedado silencioso.
—Sí… sólo recordaba…
—Espero que no cosas tristes, no tienes porqué enlazar tus
recuerdos a la tristeza… estoy segura que Narcissa no le gustaría
verte triste.
—No lo estoy —negó Draco, sonriendo—. Estoy feliz por
tenerlo a él, y a ellas y todo lo demás…

1261
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Ya lo creo, esa es tu familia completa —afirmó Andró-


meda, en el momento que Harry aparecía por una puerta, parecía
contento y tranquilo, y le dio una sonrisa.
Draco abrió la boca asombrado, esa era exactamente la for-
ma en que su sueño terminaba, sólo que no era su madre, sino An-
drómeda la que estaba allí, pero era cierto, esa era su familia com-
pleta.
—Sí, vaya que lo son —asintió mientras se ponía en pie pa-
ra alcanzar a Harry, que ya estaba saludando a las niñas con un beso
en la frente.

1262
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Porque Harry también se pone celoso algunas


veces…

2 de Junio de 2011, Inglaterra

H
arry agachó la cabeza justo a tiempo, sintiendo
como el objeto lanzado le pasaba demasiado cer-
ca, frunció el ceño y se obligó a calmarse.
—Kay —reprochó Harry, tratando de sujetar la manita de
Kay, que ya tenía, ahora una pequeña cuchara en la mano, listo para
otro ataque.
—Key puede tirar comida, yo quiero tirar comida —dijo
entonces Sofía, levantando el plato hondo en el que le habían servi-
do la cena esa noche.
—Señorita Sofía, no debe hacer eso… —murmuró Winky,
de pie en una de las sillas entre Sofía y Zoe, y levantando las manos
para impedir que Sofía tirase al suelo el plato.
—¡Sí! ¡Guerra de comidas! —gritó entonces Zoe, Harry in-
tentó alcanzarla, pero ni todos sus años de auror e investigador le
dieron la pericia suficiente para detenerla, un instante después
Winky tenía el delantal rosado manchado con salsa roja de tomate,
el piso y la pared también estaba salpicados y Harry sentía que le es-
taban saliendo canas más pronto de lo normal.
—¡Bavo! —exclamó Kay, aplaudiendo y lanzando su plato,
ahora libre sin la supervisión de Harry.
—Sí, bravo —bramó Sofía, lanzando también el contenido
de su plato, esta vez contra Zoe, que comenzó a llorar y a tratar de

1263
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

limpiarse, lanzando los espaguetis hacia su hermana, mientras


Winky desaparecía de la silla y aparecía en el suelo, con una escoba
y un recogedor, negando con la cabeza.
Harry trataba de recordar en qué momento había pensado
que tener una casa llena de niños era una buena idea.
—Niños, papá Draco y yo ya les hemos dicho que con la
comida no se juega —recriminó Harry, quitándole el plato del al-
cance a Sofía, y con la varita apartando uno de los platos de plástico
que Kay había empezado a atraer, usando las pequeñas muestras de
magia que exhibía por esos días.
Winky, en tanto, moviendo las manos, hacía que la salsa de
tomate de la pared desapareciera.
—Daco no ta —rugió Kay entonces, mirando alrededor
como para demostrar su punto—. Daco no viene.
Harry suspiro profundamente, Draco le había dicho que
debía llegar de Alemania un par de horas atrás, luego le había dicho
que había surgido algo y tardaría aún más, que le diera de comer a
los niños con ayuda de Winky porque tal vez no llegaba a la cena.
Le aseguró que no era nada preocupante, pero igual Harry no deja-
ba de pensar en él y de, pese a sólo haber estado apartados dos días,
extrañarlo, sobre todo a la hora de darle de comer a los niños, lo
cual era toda una aventura, incluso con Winky como ayudante. La
noche anterior la señora Weasley lo había ayudado, pero esta noche
se suponía que Draco estaría allí.
Los gritos de sus hijos lo hicieron fruncir el ceño, en medio
segundo de distracción, Zoe ya estaba con la cara embardunada de
salsa de tomate, Kay trataba de usar un tazón (con tallarines dentro)
como sombrero, y Sofía seguía intentando lanzar comida. Y en eso,
su móvil comenzó a sonar con el sonido que Hermione le había
configurado un tiempo atrás y que le indicaba un mensaje de texto.

1264
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

―Niños, deben calmarse… ―pidió Harry, mientras abría


el móvil para leer el mensaje de texto de Draco.

Ya volví, pero tuve que ir a la oficina por algo, te alcanzo al rato.

En ese momento un vaso de plástico con jugo de manzana


le dio en la frente, y eso acabó con la paciencia de Harry, mientras
Zoe, la que lo había lanzado, aplaudía contenta.
―Así que en la oficina ―rumió, mientras guardaba el telé-
fono y se agachaba a recoger el vaso ahora vacío―. Como si no lo
conociera, lo más probable es que tarde horas y… ―negó con la
cabeza y miró el espectáculo: sus hijos estaban llenos de vitalidad,
definitivamente Draco debía «disfrutar» de ello también.
―¿Sonó papá Draco? ―preguntó Sofía, mirando a Harry
con sus ojitos grises y brillantes.
―Sí… vamos a buscar a su padre ―respondió Harry, lim-
piándose con un pañuelo el rostro por el zumo de manzana y cami-
nando hacia ellos.
―¿Saldrá el señor? ―preguntó Winky, que seguía limpian-
do el piso, Harry vio que había esperanza en su mirada.
―Iremos por Draco ―informó, mientras comenzaba a pa-
sar pañuelos húmedos sobre el rostro de Zoe y Sofía.
―Prepararé la cena para el señor entonces ―asintió la elfi-
na, desapareciendo.
―Muy bien niños, quédense quietos para poder ir a ver a
papá Draco ―les dijo Harry a sus niños, tres pares de manos empe-
zaron a aplaudir y los niños comenzaron a saltar, haciendo cual-
quier cosa, menos quedarse quietos.

Draco agitó la varita un par de veces y el cuadro de un cen-


tauro, colocado en la pared detrás de su escritorio, se movió. Con

1265
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

cuidado removió algunas cosas y luego sacó una gruesa carpeta,


suspiró aliviado al ver que no la había perdido y volteó con una
sonrisa educada.
―Aquí está ―informó a sus dos visitantes.
―Oh, es un gran alivio, por un momento pensamos que
podía haberse perdido.
―Nada de eso, señor Curt, simplemente la olvidé… Creo
que la confundí ―explicó Draco, dejándola sobre su escritorio y
abriéndola, la carpeta guardaba una gran cantidad de contratos de
confidencialidad, así como fórmulas e incluso diseño de empaques
y frascos.
―Sólo nos tomará unos minutos entonces ―asintió Frank,
el asistente del señor Curt.
Draco asintió distraídamente, sin prestarle mucha atención
al asistente del señor Curt, lo conocía desde la primera vez que ha-
bía ido a Alemania, y siempre lo había mirado con la misma adora-
ción, pese a todos los gestos fríos y displicentes de Draco.
―Aprovecharé para pasear un poco, ya que estamos aquí
―le comentó el señor Curt, mientras Frank ejecutaba algunos he-
chizos para copiar los contratos, puesto que habían tenido un des-
afortunado incendio y habían perdido gran parte de esa informa-
ción.
―Por supuesto, es una buena idea, puedo acompañarlos a
visitar algunos lugares, si lo desean ―respondió Draco de manera
educada, aunque maldiciendo que el hombre y su asistente hubie-
sen pedido acompañarlo a última hora, deseaba ponerse al día con
algunos pendientes y pasar tiempo con su familia. Al menos sería
por solo un día.
―No será necesario, no es la primera vez que estoy en In-
glaterra, pero quisiera que me hiciera el honor de acompañarnos a

1266
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

cenar, por favor también avísele a Gael, estoy seguro que pasaremos
un buen momento.
―Encantado, aunque Gael anda de viaje por América en
estos momentos, visitando a la familia…
―Ah, entiendo, hágale llegar mis saludos entonces.
―Por supuesto.
―Sobre la cena… De todas maneras espero que nos pueda
acompañar.
―Claro. ―A Draco no se le pasó por alto la sonrisa entu-
siasmada de Frank, el asistente, y suspiró―. El lugar donde los he-
mos alojado cuenta con conexión Flú hacia aquí, mañana puede de-
cirle a nuestra asistente en caso no me encuentre, el lugar y la hora
más conveniente, estaré allí sin falta.
―Ya está listo, señor Curt ―dijo entonces el asistente, lla-
mando la atención de ambos hombres.
―Genial, Frank, genial ―asintió el hombre con una sonri-
sa―. Vamos entonces, realmente estoy agotado, y seguramente que
usted también, Draco; deberá estar ansioso por…
Pero entonces el ruido de unos llantos y de unas pisadas
llegó hasta ellos, los tres voltearon a ver hacia la puerta en el mo-
mento en que ésta se abría y por ella aparecía Harry, cargando a un
lloroso Kay, y de una mano traía a Zoe, mientras Sofía se sujetaba a
la mano de Zoe.
―¡Harry! ―exclamó Draco, preocupado, mientras cami-
naba hacia ellos.
Harry, mientras soltaba a Zoe y Sofía, que saltaban y grita-
ban para alcanzar a Draco, observó a los acompañantes de Draco.
No había entendido que tendría visitas y aquello era algo vergonzo-
so, sobre todo ahora que recordaba que ni siquiera había puesto
mucho empeño en limpiar a los niños.

1267
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

―Lo siento, no sabía que… ―negó con la cabeza, empe-


zando a excusarse, mientras Draco abrazaba a las niñas y Kay grita-
ba: «Daco sí aquí».
―No pasa nada ―le animó Draco, caminando hacia él y
tomando a Kay en brazos mientras le daba un beso en la comisura
de los labios.
―Ejem… ―se aclaró la garganta en ese momento el señor
Curt, y Draco recordó que, lamentablemente, no estaban solos.
―Disculpen ―dijo entonces Draco, girando, con Kay en
los brazos y Sofía y Zoe saltando a su alrededor―, les presento a mi
pareja, el señor Harry Potter, estas son nuestras pequeñas, Sofía y
Zoe, y este es Kay ―explicó rápidamente. El señor Curt, desde su
primera entrevista había dejado ver su intención de conocer a Ha-
rry, invitándolo incluso más de una vez a que fuera durante los via-
jes de negocios, pero Draco siempre había sabido darle encontrona-
zos para que no sucediera, porque sabía cuánto Harry detestaba que
la gente se maravillara con él.
―Mucho gusto, señor Potter, es todo un honor conocerlo,
el señor Malfoy siempre lo ha mantenido oculto… me alegra por
fin conocerlo ―dijo el señor Curt, apretando efusivamente la mano
de Harry, que sonreía tensamente.
―Este es Frank, el asistente del señor Curt ―continuó
Draco, mientras Frank sonreía de manera burlona hacia Harry y le
apretaba la mano un instante.
―Un gusto ―dijo el chico, mirando de arriba hacia abajo a
Harry.
Harry se dio cuenta que, en comparación a Draco y sus vi-
sitantes, que lucían sus finas túnicas de color oscuro, él tenía pues-
tos unos viejos pantalones de algodón de esos que Draco siempre
amenazaba con tirar a la basura, y una camiseta negra con algunas
manchas de salsa de tomate.

1268
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

―Bien, señor Malfoy ―dijo entonces Curt―, vemos que


la familia lo reclama, y no hay nada mejor que la familia, ¿verdad,
Frank? ―Frank asintió con aquella sonrisa burlona y miró hacia
Harry y luego hacia Draco―. Nosotros nos vamos, ha sido muy
amable en acogernos durante este inesperado viaje.
―Cuando guste, señor Curt, ya se lo he dicho ―respondió
Draco, con Kay en los brazos, mientras los guiaba hacia la chimenea
del pasillo, detrás de él iban Sofía y Zoe, jalándole la túnica y mu-
cho más atrás Harry.
―Oh, y será un placer que también nos acompañe el señor
Potter mañana en la noche…
―No sé si… ―empezó a excusarse Draco, mirando de
reojo a Harry, que lucía claramente incómodo.
―Por favor, insisto, me encantaría poder platicar con él, es-
toy seguro que podrán conseguir a alguien que se encargue de los
pequeños…
―Claro, no creo que el señor Potter se quede todo el día en
casa con los niños ―dijo Frank en inglés, con un tono rudo―, se-
guro tienen a alguien ―le dijo al señor Curt.
Draco suspiró y observó a Harry, sus ojos verdes esplen-
dentes, y vencido asintió.
―Será un placer, nos vemos mañana en la noche.
―Sí, hasta luego ―atinó a decir Harry, con voz ronca, mi-
rando hacia Frank y sus sonrisas idiotas, no se le había pasado por
alto la manera en que miraba a Draco.
Un fogonazo verde que hizo a los niños aplaudir y los dos
hombres desaparecieron rumbo a un departamento que La Fábrica
de Pociones tenía en Londres, era pequeño pero muy acogedor, y lo
habían comprado mucho tiempo atrás, para poder hospedar a los
clientes que vinieran del exterior. Una atención para ellos y que les
garantizaría que no se apartaran mucho de la fábrica.

1269
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

―Lo siento, Harry, no quería que el señor Curt insistiera


tanto con la cena… ―se justificó Draco en cuanto los hombres
desaparecieron.
―No importa, ha sido mi culpa por aparecer así, además
que ya me habías dicho de la cantidad de veces que ha insistido con
conocerme…
―¿Está todo bien? Te ves…
―Estoy agotado ―reconoció Harry, haciendo una mueca
hacia los niños, sólo entonces Draco se dio cuenta de las manchas
en la camiseta de Harry, y de algunas manchas más sobre los niños.
―¡Por Merlín!, ¿qué fue lo que pasó? ―exclamó Draco.
―¡Po Melín! ¡Po Melín! ¡Po Melín! ―empezó a canturrear
Kay, agitándose un poco, mientras Harry ponía los ojos en blanco,
pensó en que repetirle a Draco que debían tener cuidado con lo que
decían delante de los niños no era ideal en ese momento.
―Ayer la señora Weasley vino a ayudarme a darles la cena,
pero hoy no he querido molestarla, pensé que llegarías a tiempo y
luego…
―Lo siento ―dijo Draco, interrumpiéndolo y dejando a
Kay en el suelo antes de acercarse a él y apretarle el brazo.
―Papi Draco y Papi Harry van a besarse ―dijo entonces
Zoe hacia Sofía, ambas hicieron muecas de descontento y se cubrie-
ron los ojos. Harry y Draco se rieron.
―Así que con esas, eh… ―bramó Draco, caminando hacia
sus hijas, que inmediatamente comenzaron a correr, soltando carca-
jadas, mientras Kay comenzaba a saltar repitiendo «Po Melín» una y
otra vez.
Harry sonrió un instante, despojándose de sus insegurida-
des, antes de seguirle el juego a Draco y comenzar a seguir a las ni-
ñas también.

1270
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Durante la noche Harry y Draco pasaron mucho rato con


sus niños, luego de hacerlos cenar, esta vez de verdad y, para alivio
de Winky, sin que ninguno lanzara ninguna porción de comida por
la cocina, los hicieron tomar un baño y les leyeron un cuento, era
más de media noche cuando por fin se quedaron dormidos.
Fue entonces que se sentaron en el estudio, con una copa
de whisky, a conversar; Harry le contó las pocas novedades de esos
dos días, y Draco sobre el incendio que habían tenido en Bixintxo
& Asociados, el cual habían mantenido en secreto y que era por esa
razón que habían convocado a esa reunión tan importante y miste-
riosa. Draco, que no sabía exactamente a qué iba y había tenido que
salir de improviso, había olvidado unos contratos, y el señor Curt
estaba tan ansioso por recuperarlos que no había dudado un instan-
te en acompañarlo a recogerlos a Inglaterra.
―Si mañana no quieres ir, puedo inventar una excusa ―le
dijo Draco mucho rato después, cuando ambos estaban ya en la ca-
ma, luego de hacer el amor. Harry reposaba sobre su pecho y Draco
le acariciaba la espalda lentamente.
―Está bien, quiero ir ―asintió Harry, no pensando en la
mirada de fanatismo que le había obsequiado el señor Curt, sino en
la que Frank, el asistente, le había dirigido a Draco.
―Te advierto que el señor Curt te hará muchas preguntas
que seguramente hasta te resultarán molestas.
―Lo sé, no importa… supongo que su asistente también
estará allí, ¿no?
―Sí, supongo que sí ―masculló Draco, a quien tampoco le
simpatizaba el asistente ese; Gael siempre se burlaba de él por ello,
aunque nunca se lo había mencionado a Harry.
Harry no respondió, poco a poco se fue quedado dormido,
al igual que Draco.

1271
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Durante el día siguiente Tyrone se encargó de el señor Curt


y su asistente, mientras Draco se encargaba de poner al día algunas
cosas. Harry por su lado habló con Hermione y Ron, y les pidió
que cuidaran a los niños durante la noche.
―¿Seguro que es eso nada más? ―preguntó Hermione,
mirando un momento a Harry, antes de retomar la lectura de unos
documentos, estaban en la oficina de ella.
―Sí, una aburrida cena de negocios con uno de los socios
de Draco y su asistente ―aseguró Harry, jugando con una de las
plumas dejada sobre el escritorio.
―¿Asistente? ¿Qué asistente? ¿Maly? ―preguntó ella dis-
traídamente, refiriéndose a la asistente de Draco.
―No, al asistente del señor Curt, un tipito que parece
creerse muy guapo ―rumió Harry, y Hermione levantó la vista, ar-
queó una ceja y luego soltó una carcajada.
―Oh, Harry Potter ―exclamó sin dejar de sonreír, ante la
mirada enfadada de Harry.
―¿Qué?
―Estás celoso… no lo puedo creer.
Harry entrecerró los ojos y negó con la cabeza.
―No es cierto.
―Ya, claro, no te conoceré… anda, no hay problema con
los niños, puedes dejarlos en casa, y si quieren se pueden tardar to-
do lo necesario. Incluso pienso que sería buena idea que los dejaras
en casa hasta mañana.
―Gracias, ya veremos cómo van las cosas y te aviso sobre
eso de quedarse a dormir ―dijo Harry, levantándose y sintiéndose
enfadado porque Hermione se burlara de él. Después de todo, no
estaba celoso, es decir, sabía que había muchos que miraban a Dra-
co, siempre había sido así, y eso no le provocaba celos, era solo que

1272
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

la noche anterior había estado tan cansado y frustrado, y ese tipo se


veía tan genial y burlón que…
―Oye, Hermione ―dijo desde la puerta, antes de salir.
―¿Sí?
―¿No te apetece ir a tomar un helado? ―propuso.
―¿Un helado?, ¿justo ahora?
―Ajá, y tal vez a comprar algunas cosas…
―Oh… ―Hermione miró hacia Harry y luego hacia los
pergaminos que tenía que leer y suspiró.
Harry nunca compraba ropa solo, siempre lo hacía con
Draco, y debía reconocer que el chico había conseguido que algu-
nas veces Harry dejara de lado ese aspecto desaliñado y se viera mu-
cho más imponente y guapo, pero esta vez Harry le pedía ayuda a
Hermione porque sabía que Draco no estaba disponible para acom-
pañarlo a comprar… o tal vez quería impresionar al asistente ese del
que tanto se quejaba.
―De acuerdo ―dijo finalmente, poniéndose en pie y pre-
parándose para salir.

Draco detestaba las cenas de negocios, pues era alargar el


trabajo más tiempo del establecido, por lo menos para él, que desde
que Kay había nacido había marcado bien sus prioridades, y el tra-
bajo no era una de ellas, no tanto como dejar de pasar tiempo con
sus hijos y Harry. Al menos Harry lo acompañaría esa noche.
Había estado donde Ron y Hermione, a los cuales Harry
había conseguido convencer para cuidar a los niños, pese a ellos te-
ner a Jules y Jenell, ya se imaginaba que un fin de semana próximo
ellos le cobrarían el favor y tendrían que encargarse de cinco revol-
tosos niños.
Suspiró, cansado antes de siquiera empezar con la tediosa
reunión, el señor Curt era de por sí un hablador empedernido y

1273
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

cuando le daban cuerda… no había quien lo detuviera, y estaba se-


guro que esa noche nada lo detendría en su interrogatorio a Harry.
Se sirvió una copa de whisky y se acomodó la túnica de gala
oscura, esa noche irían a un restaurante bastante elegante en las
afueras del callejón Diagon, era mágico, aunque estaba en medio de
una calle muggle, tenía hechizos para que los muggles no se acerca-
ran y sólo los magos podían cruzar por la puerta. Por supuesto que
ellos, teniendo reservaciones, usarían una de las chimeneas para en-
trar, una que se activaría en diez minutos. Preocupado, Draco dejó
el vaso medio vacío de whisky y salió del salón, dispuesto a encon-
trar a Harry, quien debía volver del trabajo media hora antes y estar
ya listo.
Harry alisó la túnica azul con bordados plateados mientras
bajaba las escaleras; no era muy amante de las túnicas ni la ropa má-
gica, y mucho menos tenía tino para escogerla, pero no tenía pro-
blemas en usar una cuando era necesario. Esta vez estaba estrenan-
do una que Draco no le había visto antes y reconocía que le queda-
ba bastante bien, esperaba por lo menos resarcir su imagen ante el
señor Curt y ese asistente de pacotilla.
Cuando estaba ya casi en el primer piso, Draco apareció por
el pasillo, luciendo tan guapo y elegante como siempre, y sonrió de
satisfacción al ver que se quedaba completamente quieto, admirán-
dolo.
―Vaya… te ves… genial ―sonrió Draco, mientras Harry lo
alcanzaba.
―Tú también ―asintió Harry, sin querer parecer demasia-
do contento, mientras lo guiaba hacia el salón de vuelta―. Debe-
mos apresurarnos, ya sólo faltan cinco minutos para tomar la chi-
menea ―comentó distraídamente, sabiendo que Draco no le quita-
ba la mirada de encima.

1274
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

El restaurante era encantador, decorado en color oro viejo,


con hechizos especiales para mantener las conversaciones en priva-
do, con una cara carta de vinos y licores, y platos exquisitos.
Mientras el señor Curt hacía todo un pequeño interrogato-
rio a Harry acerca de si todas esas historias que habían escuchado en
Alemania sobre un niño de diecisiete años que había vencido a un
terrible Lord eran ciertas, Draco no despegaba la mirada de Harry,
incluso en algunos momentos había sentido la mano de Harry aca-
riciándole la pierna, provocándolo un poco con sus sonrisas y sus
miradas.
Harry por su lado trataba de ser lo más amable posible con
el señor Curt, uno de los más importantes y antiguos socios de
Draco, respondiendo a sus preguntas e incluso contándole algunas
historias, mientras aprovechaba cualquier oportunidad para tocar a
Draco, ya fuera tomándolo de la mano delante del cada vez más
aburrido asistente, o por debajo de la mesa, provocándolo y hacién-
dolo desear el momento en que estuvieran solos.
La cena se prolongó durante varias horas, Harry sonreía de
manera inocente hacia el asistente, que incluso bostezaba disimula-
damente algunas veces, pues casi no tenía cabida en la conversación,
hasta que el señor Curt les hizo prometer aceptar una invitación a
Alemania durante el festival de octubre, donde los recibiría encan-
tado en casa, junto a los niños, incluso hizo que Frank tomara nota
de ello para mandar la invitación en el momento adecuado.
Draco, por otro lado, podía ver claramente cómo las mira-
das fascinadas de Frank sobre él se tornaban desesperanzadas, ante-
riormente no se había contenido en mirarlo y sonreírle coqueta-
mente, pero ahora, con Harry irradiando tanto control y poder, sa-
bía que el chico comenzaba a sentirse un poco atemorizado. Y Dra-
co no era ningún tonto, podía ver claramente que esa era la inten-
ción de Harry, y lejos de sentirse ofendido por ello, se sentía hasta

1275
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

un tanto halagado, el que Harry se tomara tantas molestias como


comprar una túnica nueva (él detestaba ir de compras y más aún
comprar túnicas mágicas), soportar al señor Curt, y una cena tan
larga…
Realmente esperaba ansioso el llegar a casa para poder estar
a solas con él.
Se despidieron cerca de la medianoche, Harry había habla-
do con Hermione por móvil unas horas antes, en el momento que
se había excusado para ir a los servicios, pidiéndole que los niños se
quedaran esa noche allí, puesto que sería muy tarde cuando volvie-
ran y no querían tener que despertarlos.
Draco había deseado seguirlo al baño y arrinconarlo en uno
de los cubículos, recordando su época de más jóvenes (no que sin-
tiera que ahora no lo eran, por supuesto), cuando nada los detenía
para tener sexo en cualquier lugar, sobre todo en las discotecas a las
que Harry le había pegado la costumbre de asistir.
Demasiado ansioso, Draco apenas y se despidió del señor
Curt y le hizo un asentimiento de cabeza a Frank, mientras desapa-
recían por la chimenea, apareciendo en el salón de su casa.
No necesitaron intercambiar palabra alguna. En cuanto pu-
sieron los pies en el salón, ambos se lanzaron el uno contra el otro.
La habitación estaba a media luz y sabían que nadie los interrumpi-
ría.
Draco empezó a desabotonar la túnica de gala de Harry,
mientras mordía su cuello y sus hombros, ansioso y demasiado ca-
liente ya.
Harry por su lado lo imitaba, tratando también de deshacer-
se de la túnica de Draco, acariciando su cabello y su espalda, dejan-
do que éste tomara el control, hasta dar de espaldas sobre el sofá
amplio y cómodo que estaba frente a la chimenea.

1276
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

―No sabes lo que te he deseado esta noche… ―murmuró


Draco, abriendo por completo la túnica y dejando por fin ver el pe-
cho desnudo de Harry. Con una mano acarició casi reverencial-
mente el dragón tatuado en el lado izquierdo, antes de inclinarse y
comenzar a besar y mordisquear una de las tetillas, mientras sus
manos se encargaban, de manera experta, de abrir la hebilla de la
correa y seguir con el botón y la cremallera. Puso una mano, apre-
tando solo un poco, la erección de Harry, mientras lo sentía estre-
mecerse y agitarse.
―Draco… por favor… ―pidió Harry con un siseo, mien-
tras clavaba las manos en los hombros de Draco y lo empujaba hacia
el sur.
―Has sido muy malo esta noche ―respondió Draco, ba-
jando lentamente y mordisqueando el firme abdomen de Harry
―sonriendo y provocándome de esa manera…
La respuesta de Harry fue un gemido más sonoro cuando
llegó a la cinturilla de la ropa interior, y mordisqueó justo allí, en el
límite.
―Has puesto a prueba mi autocontrol ―continuó Draco,
jalando los pantalones, pero no la ropa interior, mordisqueando en
el hueso de la cadera y pasando por alto su erección, y pasando a los
muslos―. No sabes lo que he tenido que aguantarme para no jalar-
te hasta uno de los baños y… ―dejó en el aire la frase y apartó los
pantalones de Harry, junto con los zapatos y los calcetines, para lue-
go arrodillarse entre sus piernas y lamer la erección aún bajo la ropa
interior.
―¿Sí? ―Harry jadeó y se trató de acomodar mejor en el
sofá, pero las manos de Draco lo sujetaron de las caderas, impidién-
dole cualquier movimiento―. Hubiera sido divertido ver la cara de
Curt si es que desaparecíamos hacia el baño…

1277
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

―Seguro que hubiera tenido una historia más tuya que


contar ―se burló Draco, jalando al fin de la ropa interior de Harry.
―Draco… ―gimoteó Harry en cuanto Draco tomó su
erección con una mano, subiendo y bajando con inusitada lentitud.
―Te deseo… te deseo justo ahora ―le dijo Draco, susu-
rrando prácticamente sobre su erección, Harry no pudo contestar,
sintió esa cálida boca acogiendo su miembro, succionando, mordis-
queando y lamiendo, y perdió las nociones, gimoteando y empu-
jando con fuerza, sin ningún tipo de recato, hasta que estuvo al
borde del orgasmo, pero entonces Draco se detuvo.
―Merlín, no te pares ahora ―pidió con voz ahogada; Dra-
co le sonrió burlonamente, y se apartó un poco.
Harry arqueó una ceja y abrió más las piernas.
―Ahora. Tómame ahora ―exigió.
Draco sintió su pecho rugir de deseo, mientras se desabo-
tonaba de manera ruda el pantalón y se bajaba los pantalones y la
ropa interior de cualquier manera, hasta la altura de sus rodillas.
―Eres un endemoniado provocador ―susurró, inclinán-
dose hacia él para besarlo. Harry se dejó besar un instante, antes de
apartarse de él y girarse completamente, apoyándose con las rodillas
en el piso y las manos en el mueble, ofreciéndose completamente a
él.
―Fuerte, te quiero sentir dentro aún mañana ―pidió con
voz ronca e insinuante, con esa voz desinhibida que sabía muy bien
que provocaba a Draco.
―Oh… vaya que lo harás ―respondió Draco, empujándo-
lo un poco más contra el sofá e invocando su varita.
Un instante después Harry sentía a Draco abrirse paso en
su interior, mientras sus hombros, desnudos eran mordisqueados
con ansiedad.

1278
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

―Mmm… ―suspiró cuando sintió que Harry lo absorbía


por completo, se quedó quieto un instante, respirando agitadamen-
te, y fueron las caderas de Harry, agitándose un poco, las que le die-
ron la pauta para empezar a moverse.
La sala se llenó del sonido de sus cuerpos jadeando y gi-
miendo, golpeteando el uno contra el otro, y ocasionalmente el rui-
do del sofá resbalando un poco contra el piso de piedra, sus cuer-
pos, apenas iluminados por las llamas de la chimenea, brillaban por
el sudor, y sus palabras y gemidos eran interrumpidos por besos
torpes, hasta que el orgasmo los golpeó a ambos con fuerza, man-
chando el piso, el sofá y las túnicas de gala.
Sólo entonces, respirando agitadamente y sonriendo boba-
mente, se dejaron caer sobre la alfombra, disfrutando de poder te-
ner esa noche, la casa sólo para ellos dos.
―Te amo ―murmuró Draco, aún sonrojado y apoyado so-
bre el pecho de Harry.
―Lo sé ―replicó Harry, y en tono presumido agregó―:
eres muy evidente, ¿sabes?
Draco soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza,
mientras se levantaba para observar a Harry, con los ojos verdes ra-
diantes, su cabello alborotado y las mejillas sonrojadas, pensó en
decirle que más evidente era él y el numerito que había montado
frente a Frank, el asistente coqueto, o que no era necesario que lo
hiciera, que él nunca podría mirar a ninguno que no fuera él, pero
sabía que Harry no quería oír aquello, o no de esa manera al menos.
―Es cierto ―aceptó finalmente, dejándose caer nuevamen-
te y besando el dragón tatuado―, no sé disimular que estoy enamo-
rado de ti.
―Y yo también te amo, Draco ―replicó Harry, acaricián-
dole el cabello y suspirando contento.

1279
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

Durante un largo rato ambos se quedaron en silencio, la


chimenea les proporcionaba calor y no sentían la necesidad de mo-
verse.
―Y entonces… ¿cuándo crees que el señor Curt vuelva a
Inglaterra? ―preguntó Harry, sólo por hacer conversación.
―Si es que su llegada está ligada a esto, pues por mí y que
se quede en Inglaterra por siempre ―replicó Draco, refiriéndose
más que nada a la presencia del asistente, que a la de su socio.
―Idiota ―contestó Harry, dándole un golpe en el hombro.
―Así que ya estás repuesto ―murmuró entonces Draco,
apartándose un poco y sin lucir ofendido por el golpe.
―Probablemente ―asintió Harry, sabiendo a qué venía
aquel comentario, pero aún así preguntó―. ¿Por?
―Porque ya que los niños no están…
Harry sonrió ampliamente, mientras jalaba a Draco por los
hombros para volver a besarlo, esperaba que Hermione no se enfa-
dara mucho si llegaban al día siguiente más tarde de lo acordado por
los niños; después de todo, una noche en casa solos era algo que te-
nían que aprovechar al máximo….

1280
ANEXOS|Documentación
Historias Cortas

Experto en pociones

T
res vueltas en el sentido contrario de las agujas del reloj,
agregas las hojas de cerezo frescas y luego esperas dos minu-
tos a que el vapor se torne rojizo, sólo entonces agregas el
ajenjo y cocinas por tres minutos y medio más, esta vez gi-
rando en el mismo sentido que las agujas del reloj.
Harry, que no había sido muy bueno en pociones durante la
escuela, había aprendido mucho más de pociones durante esos úl-
timos años en que había visto a Draco hacer poción tras poción en
su fábrica.
Draco muchas veces le preguntaba si era que no se aburría
de acompañarlo algunas madrugadas, cuando tenía que trabajar para
entregar algún pedido, y Harry respondía que no, que no había
forma en que se aburriera de observarlo.
Le gustaba ver sus manos seguras cortar los ingredientes,
agregar lo que hacía falta, y mover de acuerdo a lo estipulado. Le
gustaba ver su mirada atenta, el brillo en los ojos plateados cuando
se producía alguna reacción inesperada que podía desencadenar en
algún descubrimiento mayor. También le gustaba ver cómo Draco
se mordía el labio inferior cuando se encontraba algo que le costaba
trabajo entender. Entonces sus manos pálidas y delgadas, se movían
entre las páginas de los libros, tratando de hallar una solución.
Draco, que por ese entonces tenía el cabello más largo que
en la escuela, se lo sujetaba en una cola cuando trabajaba, y aún así
se veía brillante y sedoso. A Harry siempre le provocaba meter sus
dedos entre las rubias hebras y desordenarlo. Romper la disciplina y
la seriedad de Draco Malfoy, el experto en pociones.

1281
Zafy|HARRY POTTER
y el Fabricante de Pociones

—Un hervor más y… —dijo Draco, levantando la vista del


caldero y pillando a Harry observándolo con algo de adoración.
—Y agregarás las raíces de artemisa; entonces tendremos un
buen relajante preparado —completó Harry. Decidió que era mejor
dejar de fingir que estaba leyendo y se puso en pie, dejando el libro
a un lado y caminando hasta la mesa donde Draco estaba trabajan-
do.
—Pero mira tú, casi te estás volviendo un experto en po-
ciones —bromeó Draco, sin dejar de prestar atención al caldero,
pero sonriendo un poco.
—No —susurró Harry, envolviendo a Draco con sus bra-
zos, y apoyando la cabeza en su hombro—, me estoy volviendo un
experto en El Fabricante de Pociones —susurró, dejando un beso
en la piel bajo la oreja.
Draco se estremeció por aquella caricia, y deseó que el úl-
timo hervor llegara con rapidez, para poder agregar las raíces de ar-
temisa y ser libre de ocupar sus manos y su atención en algo más
que el caldero..

1282
Acerca del
Autor
Zafy comenzó su carrera de escritora a muy temprana edad. Cuando
tenía 12 años, leyó 100 Años de Soledad y descubrió que le encantaba leer.
Gabriel García Marquez, Isabel Allende, son algunos de sus escritores
favoritos. Un libro que le encanta es La Ladrona de Libros. Y una de las
películas que nunca volvería a ver porque el final le deprimió demasiado
es El niño del Pijama a Rayas. Sin embargo, le encanta el cine.

Zafy es una mujer que atraviesa la treintena, vive en Lima, Perú.


Actualmente estudia en la universidad y trabaja a tiempo completo, y
aunque no tiene mucho tiempo de sobra, nunca deja de escribir historias,
siempre tiene cosas rondando en su cabeza esperando por salir y ser
contadas.

Aunque últimamente, en su mente están construyéndose constante-


mente historias originales (algunas más grandes, otras más pequeñas), ella
lleva muy claro que el DRARRY no lo deja de lado por nada del mundo.

Visita las páginas de la autora y descubre qué nuevas historias está


preparando para ti.

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