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Lecturas de Historia de La Psicologia PDF
Lecturas de Historia de La Psicologia PDF
LECTURAS DE HISTORIA
DE LA
PSICOLOGÍA
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-ADRID
WWWUNEDESPUBLICACIONES
!LEJANDRA&ERR·NDIZ,LORET%NRIQUE,AFUENTE.IÅOY*OS½#ARLOS,OREDO.ARCIANDI
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN ...................................................................................................... 11
1. PLATÓN
El alma, las ideas y el conocimiento (c. 370 a.c.) ..................................... 15
2. ARISTÓTELES
Definición del alma (s. IV a.c.) .................................................................... 21
3. LUCIO ANNEO SÉNECA
El ideal del sabio (c. 58).............................................................................. 25
4. PLOTINO
La naturaleza del alma (s. III) .................................................................... 29
5. SAN AGUSTÍN
Sobre la memoria (c. 400) .......................................................................... 33
6. SANTO TOMÁS DE AQUINO
Alma y entendimiento agente (c. 1270) ..................................................... 39
7. GUILLERMO DE OCKHAM
La «navaja de Ockham» y el conocimiento (c. 1337) ............................... 43
8. MICHEL DE MONTAIGNE
La inteligencia de los animales (1595)....................................................... 47
9. FRANCIS BACON
Hacia una nueva lógica de las ciencias (1620).......................................... 51
10. GALILEO GALILEI
Matemática y objetividad (1623)................................................................ 55
11. RENÉ DESCARTES
El alma humana y el animal máquina (1637) ........................................... 59
12. THOMAS HOBBES
Mecánica del hombre artificial y del hombre natural (1651) .................. 63
13. BARUCH SPINOZA
La teoría del doble aspecto (1677) ............................................................. 67
14. JOHN LOCKE
El origen de las ideas (1690) ...................................................................... 73
15. GEORGE BERKELEY
Las cosas sólo existen en la mente (1710) ................................................. 79
8 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
[PLATÓN, &EDRO.
En J. Marías, %LTEMADELHOMBRE. Madrid: Revista de Occidente, 1943
(pp. 47-52). Trad., S. Fernández Ramírez.]
ARISTÓTELES
(384-322 a. C.)
Aristóteles es, sin duda, uno de los más grandes filósofos de la antigüe-
dad. Nació en Estagira (Tracia) y fue discípulo de Platón durante unos vein-
te años. Sin embargo, descontento con el matematicismo de la Academia pla-
tónica (la explicación del mundo basada en las puras formas abstractas),
decidió viajar a la costa jonia para estudiar biología marina. Tras esta expe-
riencia, que imprimió a su pensamiento un naturalismo evidente, trabajó
como preceptor de Alejandro Magno y fundó en Atenas el Liceo. En este cen-
tro reunió una extraordinaria cantidad de material científico y dictó los cur-
sos en cuyos apuntes se basan los libros que hoy conservamos.
Puede considerarse a Aristóteles como el fundador de la filosofía tal
como la entendemos en occidente, esto es, como un cuerpo de doctrina sis-
temática y perteneciente a una tradición que tiene continuidad académica a
lo largo de la historia. Aristóteles culminó lo que muchos autores denomi-
nan el paso del MITO al LOGOS, o lo que es lo mismo, la superación del pensa-
miento mitológico y la progresiva implantación de formas de pensamiento
racional.
El sistema aristotélico incluye además la primera «psicología» explícita,
articulada en torno a una idea naturalista del alma como función orgánica.
Esta perspectiva aparece desarrollada en un escrito titulado !CERCADELALMA,
que es posible tomar como el primer tratado de psicología de la historia.
Extraemos un fragmento donde podemos ver cómo su autor definía el alma
alrededor de dos rasgos: es privativa de los seres vivos y expresa en acto lo
que éstos son en potencia.
Pero antes de enfrentarnos al texto es preciso hacer una aclaración sobre
una de las ideas que aparecen en él. Aristóteles indica que existen dos grados
en la transformación de la potencia en acto, equivalentes a dos maneras de
entender el conocimiento. Se puede entender éste como posesión de conoci-
miento o bien como ejercicio o empleo de ese conocimiento. La posesión de
conocimiento equivale a la transformación de la potencia en acto de un
modo más general que el correspondiente al conocimiento en ejercicio, por-
que en el primer caso aún existe un abanico de posibilidades para que la
potencia termine de transformarse en acto (el conocimiento en cuanto tal
22 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
ARISTÓTELES, !CERCADELALMA Madrid: Gredos, 1983. Versión española completa
que incluye dos recomendables estudios introductorios de Tomás Calvo, uno
de ellos sobre la obra completa del filósofo griego y otro sobre su tratado
acerca del alma.
CONILL, J. y CORTINA, A., «La psicología de Aristóteles». En E. Quiñones, F. Torto-
sa y H. Carpintero (eds.), (ISTORIA DELAPSICOLOGÁA . 4EXTOS YCOMENTARIOS .
Madrid: Tecnos, 1993 (pp. 65-75). Interesante comentario a un fragmento del
tratado aristotélico de donde procede nuestro texto.
JAEGER, W., !RISTÆTELES"ASESPARALAHISTORIADESUDESARROLLOINTELECTUAL . Madrid:
Fondo de Cultura Económica, 1993. Un clásico que recorre la biografía inte-
lectual de Aristóteles mediante un documentado y riguroso análisis de sus
escritos.
ROBINSON, D., (ISTORIADELAPSICOLOGÁA. Barcelona: Salvat, 1982. Este manual hace
particular hincapié en la significación de la filosofía antigua en la historia de
la psicología. En el capítulo 3 se analiza la obra de Aristóteles.
Solemos decir que uno de los géneros del ser es la entidad. Pero la
entidad puede entenderse, en primer lugar, como materia —aquello que
por sí mismo no es algo determinado—; en segundo lugar, como estruc-
tura y forma —en virtud de la cual se dice que la materia es ya algo con-
creto—; y, en tercer lugar, como compuesto de materia y forma. Por lo
demás, la materia es potencia, mientras que la forma es entelequia o
acto, término este que puede entenderse en dos sentidos, igual que con-
sideramos el conocimiento como ciencia en cuanto tal o bien como el
ejercicio del conocimiento.
Entidades se consideran preeminentemente los cuerpos y, entre
ellos, los cuerpos naturales, pues éstos constituyen los principios de
ARISTÓTELES 23
que nacen los demás. Ahora bien, de entre los cuerpos naturales unos
tienen vida y otros no la tienen. Con el término «vida» hacemos re-
ferencia al hecho de nutrirse por sí mismo, crecer y envejecer. Así
pues, todo cuerpo natural que posee vida debe ser entidad, y entidad
de tipo compuesto. Claro que, puesto que se trata de tal clase de cuer-
po (con vida), el cuerpo no puede ser el alma, porque el cuerpo no es
algo que se predique de un sujeto, sino que más bien es el cuerpo mis-
mo lo que se considera como sustrato del sujeto. Por tanto, el alma
debe ser entidad, en el sentido de ser la forma de un cuerpo natural
que en potencia tiene vida. Y, puesto que en este sentido la entidad es
entelequia o acto, el alma es la entelequia de la clase de cuerpo que
hemos descrito.
(*) Es decir, la distinción entre materia y forma es una operación del pensamiento. En
la realidad son inseparables.
24 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
del hacha sería aquello que hace de esa herramienta un hacha; sería su
alma. Supóngase que este alma se separa. Entonces la herramienta no
sería ya un hacha, a no ser de palabra. Con todo, al margen de nuestra
suposición, sigue tratándose de una simple hacha. Y es que el alma no
es esencia definitoria de un cuerpo de este tipo, sino de un cuerpo natu-
ral de tal índole que posee en sí mismo los principios del movimiento y
el reposo.
Apliquemos ahora lo que hemos dicho a las diversas partes del cuer-
po viviente. Si el ojo fuera un ser vivo, su alma sería la vista. Ella es, sin
duda, la entidad definitoria [o forma] del ojo. Por su parte, el ojo es la
materia de la vista. Si se pierde la vista, el ojo no es tal ojo a no ser de
palabra, como cuando denominamos así a un ojo pintado o esculpido
en piedra. Pues bien, lo que se aplica a las partes del cuerpo viviente de-
bemos aplicarlo también a la totalidad de éste, puesto que entre la
potencia [órgano] sensorial considerada en su totalidad y el conjunto
del cuerpo que siente considerado como tal, debe existir la misma rela-
ción que hay entre sus respectivas partes. Por lo demás, lo que posee en
potencia la capacidad de vivir no es el cuerpo que ha perdido el alma,
sino el que la conserva. Tampoco poseen tal capacidad la semilla y el
fruto, que sólo potencialmente constituyen un cuerpo de esta clase. El
estado de vigilia es entelequia en el mismo sentido en que lo son la
visión o el acto de cortar con el hacha, mientras que el alma es entele-
quia en el mismo sentido en que lo son la vista o la capacidad de la
herramienta para cortar. El cuerpo es lo que es sólo potencialmente,
pero igual que la pupila del ojo y la vista constituyen el ojo, así en el otro
caso el alma y el cuerpo constituyen un ser vivo.
[ARISTOTLE, /NTHESOUL.
Cambridge y Londres: Harvard Univ. Press y William Heinemann Ltd.,
1936 (pp. 67-73). Ed. bilingüe griego-inglés. Trad. española de J. C.
Loredo, apoyada en las de F. de P. Samaranch (Madrid, Aguilar, 1982)
y T. Calvo Martínez (Madrid, Gredos, 1983).]
LUCIO ANNEO SÉNECA
(4 a. C. - 65 d. C.)
Lecturas recomendadas
los cuales se deleitará, no como bienes, sino como frutos del propio
bien.
Puesto que he empezado a tratar la cuestión con amplitud, puede
llamarse feliz al que, gracias a la razón, ni desea ni teme; pues las pie-
dras también carecen de temor y de tristeza, e igualmente los animales,
pero no por ello dice nadie que son felices los que no tienen conciencia
de la felicidad. Pon en el mismo lugar a los hombres a quienes una índo-
le obtusa y la ignorancia de sí mismos reducen al número de los ani-
males y de las cosas inanimadas. Ninguna diferencia hay entre éstos y
aquéllos, pues éstos carecen de razón y la de aquéllos está corrompida
y sólo sirve para su mal y para pervertirlos; pues nadie puede llamarse
feliz fuera de la verdad. [...].
6. 0LACERYFELICIDAD.— «Pero también el alma —se dice— tendrá sus
placeres». Téngalos en buena hora, y eríjase en árbitro de la sensualidad
y de los placeres, llénese de todas las cosas que suelen encantar los sen-
tidos, después vuelva los ojos al pretérito y, al acordarse de los placeres
pasados, embriáguese con los anteriores y anticipe ya los futuros, apres-
te sus esperanzas y, mientras el cuerpo se abandona a los festines pre-
sentes, ponga el pensamiento en los futuros; tanto más desdichada me
parecerá por ello, pues tomar lo malo por lo bueno es locura. Y sin cor-
dura nadie es feliz, ni es cuerdo aquel a quien apetecen las cosas daño-
sas como si fueran las mejores. Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio
recto; es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean
las que quieran, y es amigo de lo que tiene; es feliz aquel para quien la
razón es quien da valor a todas las cosas de su vida. [...].
8. 6IVIRSEGËNLANATURALEZA.— ¿Qué importa que el placer se dé tan-
to entre los buenos como entre los malos y no deleite menos a los infa-
mes su deshonra que a los virtuosos su mérito? Por esto los antiguos
recomendaron seguir la vida mejor, no la más agradable, de modo que
el placer no sea el guía, sino el compañero de la voluntad recta y buena.
Pues es la naturaleza quien tiene que guiarnos; la razón la observa y la
consulta.
Es lo mismo, por tanto, vivir felizmente o según la naturaleza. Voy a
explicar qué quiere decir esto: si conservamos con cuidado y sin temor
nuestras dotes corporales y nuestras aptitudes naturales, como bienes
fugaces y dados para un día, si no sufrimos su servidumbre y no nos
dominan las cosas externas; si los placeres fortuitos del cuerpo tienen
para nosotros el mismo puesto que en campaña los auxiliares y las tro-
pas ligeras (tienen que servir, no mandar), sólo así son útiles para el
alma. Que el hombre no se deje corromper ni dominar por las cosas
28 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
MEHLIS, J., 0LOTINO. Madrid: Revista de Occidente, 1931. Una sencilla aproxima-
ción a su vida y pensamiento.
PLOTINO, %LALMALABELLEZAYLACONTEMPLACIÆN. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1950.
Una útil antología de escritos plotinianos. Incluye un apunte biográfico de
Plotino así como una síntesis de su filosofía realizados por el compilador, I.
Quiles.
WERNER, C., ,A FILOSOFÁAGRIEGA . Barcelona: Labor, 1970 (3.ª ed.). Contiene unas
rigurosas páginas de síntesis del pensamiento neoplatónico (pp. 181-202).
30 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
res, las cualidades y cada una de las formas; pues la forma puede
encontrarse toda entera a la vez en varios cuerpos separados, sin que
ocupe ninguna parte de un cuerpo que experimente lo que cualquier
otro. De modo que aceptaremos que esta esencia se halla toda ella
dividida. Al lado de la esencia indivisible, e inmediata a ella, se dará
una esencia que proviene de aquélla. Y esta esencia recibe la invisibi-
lidad de la esencia indivisible, pero como, en su avance, tiende hacia
la esencia divisible, resulta ser intermedia entre la esencia indivisible
primera y la esencia que se divide en los cuerpos y se encuentra entre
ellos. [...].
[...] Así pues, el alma es una y múltiple; y por su parte, las formas
que se dan en los cuerpos son múltiples y unas. Los cuerpos, por consi-
32 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
[PLOTINO, %N½ADACUARTA.
Buenos Aires: Aguilar, 1980 (3.ª ed.) (pp. 47-48 y 50-54). Trad.,
J. A. Míguez. (Se han eliminado las notas del traductor).]
SAN AGUSTÍN
(354-430)
Suele considerarse a San Agustín como el autor que llevó a cabo por pri-
mera vez de una forma plena la integración de la filosofía griega (funda-
mentalmente de corte neoplatónico) y la religión cristiana. Nacido en Tagas-
te (Numidia), estudió retórica en Cartago, y a la enseñanza de esta disciplina
se dedicó durante buena parte de sus años de juventud y primera madurez.
La predicación de San Ambrosio y la lectura de Plotino le aproximan al cris-
tianismo, al que se convierte en 386. Inicia entonces una intensa actividad
como escritor de la que brotará una obra ingente: 3OBRELA4RINIDAD,ACIU
DADDE$IOS las #ONFESIONES Ordenado sacerdote en 391, es consagrado al
poco tiempo obispo de Hipona. Y en esta ciudad norteafricana moriría años
más tarde, tras más de treinta de incansable labor episcopal.
En la historia del pensamiento psicológico, la figura de San Agustín
representa un importante punto de inflexión. En él se produce, en efecto, el
descubrimiento del alma como intimidad, como reducto interior subjetivo
susceptible de observación, descripción y análisis (de todo ello ofrecen las
#ONFESIONES numerosos y finos ejemplos). Puede decirse, así, que la obra
agustiniana ha contribuido decisivamente a sentar las bases de una tradición
introspectiva y de índole fenomenológica que, con mayor o menor presencia
según las épocas y los lugares, se ha mantenido viva en psicología hasta nues-
tros días. El reconocimiento de que la unidad del alma no es incompatible
con la diversidad de sus funciones, además, ha hecho también a San Agustín
acreedor al título de iniciador de la psicología de las facultades, otra tradi-
ción de amplios y fecundos desarrollos.
El fragmento que sigue se ocupa precisamente de una de estas funciones
o facultades, la memoria, e ilustra bien el carácter introspectivo y fenome-
nológico del pensamiento agustiniano. Extraído del Libro X de las #ONFESIO
NES, el texto pasa revista a los distintos objetos de la memoria y a sus varios
modos de presentación subjetiva. Nos recuerda asimismo que el interés últi-
mo de este tipo de indagación no era para San Agustín otro que el de facili-
tar el camino al conocimiento de Dios.
34 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
Sobre la memoria
[c. 400]
los colores y las formas de los cuerpos, que entran por la vista. Toda la
gama de los sonidos por el oído; todos los olores por la nariz y todos los
sabores por la boca. Lo duro y lo blando, lo caliente y lo frío, lo suave y
lo áspero, lo pesado y lo ligero, sea interior sea exterior al cuerpo, por
el sentido del tacto que cubre todo el organismo. Todas estas sensacio-
nes son retenidas en el gran almacén de la memoria, que las archiva en
no sé qué inefables y secretos fondos suyos. Pueden ser traídas y recor-
dadas cuando fuere menester, pero cada una de ellas entra por su pro-
pia puerta para ser allí almacenada.
No son las cosas que sentimos las que entran en la memoria, sino
sus imágenes, siempre dispuestas a presentarse a la llamada del pensa-
miento que las recuerda. Pero ¿podrá alguno explicar cómo se forma-
ron estas imágenes, aunque esté claro por qué sentido fueron captadas
y grabadas en el interior? En la misma oscuridad y en el silencio puedo,
si quiero, evocar los colores. Puedo distinguir entre el blanco y el negro
y los demás colores que quiera. Y mientras los evoco, los sonidos no tur-
ban ni se confunden con las imágenes del color que llegaron a mí a tra-
vés de los ojos. No obstante, mi memoria también graba los sonidos, si
bien los almacena aparte. Si quiero, también a ellos los llamo y al pun-
to acuden y puedo cantar cuanto quiera, aun cuando mi lengua esté
quieta y mi garganta no emita sonido alguno. Y cuando recuerdo en mi
interior esta reserva de sonidos, que entró en mi memoria a través de
los oídos, las imágenes del dolor que están también en mi memoria no
se interfieren ni perturban.
Del mismo modo puedo evocar a voluntad todas las demás cosas que
mis sentidos trajeron a mi memoria y las depositaron en ella. Puedo dis-
tinguir el perfume de los lirios del de las violetas sin que huela nada en
mi nariz. Y, con sólo acudir a la memoria, puedo reconocer que me gus-
ta más la miel que el arrope y lo dulce que lo áspero, aunque en ese
momento ni guste ni toque nada.
[...]
36 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
memoria por los sentidos del cuerpo, pues no tienen color, ni sonido, ni
olor, ni han sido gustados o tocados. Cierto que oigo los sonidos de las
palabras que expresan su significado, cuando se discute sobre los núme-
ros, pero una cosa son las palabras y otra los principios de los mismos.
Porque los números suenan de un modo en griego y de otro en latín,
pero los principios y leyes no son griegos ni latinos ni de ninguna otra
lengua. Veo las líneas trazadas por arquitectos y, a veces, son tan finas
como un hilo de araña. Pero los axiomas de las matemáticas son dife-
rentes. No son imágenes de cosas que me entran por los ojos de mi cuer-
po. Las conoce quien las reconoce interiormente sin referencia a pen-
samiento alguno material. [...]
[...]
Grande es el poder de la memoria. Algo que me horroriza, Dios mío,
en su profundidad e infinita complejidad. Y esto es el alma. Y esto soy
yo mismo. ¿Qué soy, pues, Dios mío? ¿Cuál es mi naturaleza? Una vida
siempre cambiante, multiforme e inabarcable. Aquí están los campos de
mi memoria y sus innumerables antros y cavernas, llenos de toda clase
de cosas imposibles de contar. Aquí las cosas materiales por medio de
sus imágenes, o por sí mismas, como las artes, o por no sé qué nociones
o notas específicas, como las pasiones del alma, pues la memoria las
retiene aun cuando el alma no las padezca. Pues todo lo que está en la
memoria se halla también en el alma. Discurro por todas estas cosas y
vuelo de una parte a otra. Penetro cuanto puedo en ellas, sin llegar nun-
ca hasta el fin. ¡Tan grande es el poder de la memoria! ¡Y tanta la fuer-
za de la vida en un hombre que tiene una vida mortal!
¿Qué hacer, pues, Dios mío, mi auténtica vida? Trascenderé, pues,
esta fuerza que hay en mí y que llamamos memoria. Sí, la trascenderé
para poder llegar a ti, mi dulzura y mi luz. [...]
Trascenderé, pues, la memoria para poder llegar a aquel Dios que
me hizo distinto de los cuadrúpedos y más sabio que las aves del cie-
lo. Trascenderé, pues, la memoria para encontrarte a ti, mi verdadero
Bien y mi suavidad segura. Pero ¿dónde me llevará tu búsqueda?
¿Dónde encontrarte? Si te encuentro fuera de mi memoria, es que me
he olvidado de ti. ¿Cómo, entonces, podré encontrarte si ya no me
acuerdo de ti?
Lecturas recomendadas
BRENNAN, R. E., (ISTORIA DELAPSICOLOGÁA . Madrid: Morata, 1969 (2.ª ed.). El
autor de este libro es buen conocedor del pensamiento medieval. En el capí-
tulo 8 puede encontrarse un análisis de la significación de Santo Tomás
para la psicología.
CHESTERTON, G. K., 3ANTO4OM·SDE!QUINO. Buenos Aires. Espasa-Calpe, 1938
(2.ª ed.). Una amena lectura introductoria a la figura y obra del filósofo
medieval.
40 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
z.UESTROENTENDIMIENTOENTIENDELASCOSASCORPÆREASYMATERIALESPOR
LAABSTRACCIÆNDELASIM·GENESSENSIBLES — Según lo dicho, el objeto del
conocimiento es proporcionado a la facultad cognoscitiva, la cual tiene
TRES grados: 1° #IERTA fuerza cognoscitiva es el acto de un órgano cor-
poral, cual es el sentido, por lo cual, el objeto de cada una de las poten-
cias sensitivas es forma, en cuanto que existe en la materia corporal. Y
como esta materia es el principio de individuación, síguese que toda
potencia de la parte sensitiva puede conocer sólo cosas particulares. 2°
/TRA potencia cognoscitiva hay, que ni es acto de órgano corporal, ni
está unida de modo alguno a la materia corpórea, como el entendi-
miento angélico; el objeto de esta virtud cognoscitiva es la forma pura
subsistente sin materia, porque aunque los ángeles conozcan las cosas
materiales, no las ven, no obstante, sino en las cosas inmateriales o en
sí mismos o en Dios. 3° %L ENTENDIMIENTOHUMANO ocupa un término
medio, pues no es acto de algún órgano, pero sí cierta potencia del
alma, que es la forma del cuerpo [...]; por lo tanto, su función propia es
conocer la forma que existe individualmente en la materia corporal,
mas no tal como es en esta materia. Conocer lo que existe en la materia
individual no tal como se halla en ella, es abstraer la forma de la mate-
ria individual que representan las imágenes. %S PUESNECESARIODECIR
QUENUESTROENTENDIMIENTOENTIENDELASCOSASMATERIALESABSTRAYENDODE
LASIM·GENES, y por medio de las materiales así consideradas, alcanza-
mos algún conocimiento de las inmateriales, al contrario de los ángeles,
que por las inmateriales conocen las materiales. [...]
Lecturas recomendadas
[...]
[...] Según lo dicho, se niega que hay especies impresas en la sensa-
ción y en el entendimiento y en general toda representación por la cual
se diga que una cosa representa a otra de manera que lleve a su conoci-
miento, primero aunque una cosa haga que nos acordemos de otra
conocida primeramente. La razón es porque no debe admitirse la plu-
ralidad sin necesidad. Para el conocimiento intuitivo bastan la facultad
dispuesta y el objeto presente con las causas extrínsecas, porque expe-
rimentamos que no se requiere nada más para ello, ni la razón pide más
ni la autoridad nos obliga a ello. Por lo tanto, para el conocimiento
intuitivo no conviene poner estas especies; ni tampoco para el conoci-
miento abstracto, pues para esto basta el hábito creado por la intuición
precedente con la facultad y causas extrínsecas. Pues experimentamos
esto: después de que hemos visto algo, podemos pensar de aquello, aun-
que esté ausente.
De acuerdo con esto, se enseña que con relación al mismo objeto hay
dos conocimientos distintos en especie, esto es, el abstractivo y el intui-
tivo. Que se distinguen específicamente se demuestra por esto: que
siempre que se procura uno de ellos, no puede procurarse al mismo
tiempo el acto del otro. Mas el conocimiento intuitivo es aquel por el
cual asentimos a las verdades contingentes de la cosa intuida; por ejem-
plo, que tal cosa está aquí o allí, que es blanca o negra, dulce o ácida, y
otras similares. El conocimiento abstracto es aquel por el cual no asen-
timos a lo predicho, cuantas veces se forme o se intente. Ejemplo: si veo
una pared presente, sé que es una pared y, una vez formado este com-
plejo: «es una pared», inmediatamente asiento; si gusto de la miel, for-
mado este complejo: «aquello es dulce», inmediatamente asiento; si
toco fuego, formado este complejo: «el fuego es cálido», inmediatamen-
te asiento; y estos conocimientos incomplejos que hacen asentir a tal
complejo formado, se distinguen específicamente de aquellos conoci-
mientos incomplejos que no hacen asentir así.
De ahí que, por bien que conozca una pared, si está separada de mí,
por bien que sepa su tamaño y calidad, pero si no sé que existe ahora y,
por consiguiente, si es tanta o tal, éste se denomina conocimiento abs-
tracto. Estos conocimientos tienen diversas causas eficientes, porque el
primero es ocasionado por el objeto y el segundo por el hábito dejado
por el conocimiento intuitivo. Sin embargo, se dice que Dios puede cau-
sar inmediatamente en la mente entrambas como causa total y así Dios
puede ocasionar el conocimiento intuitivo sin estar el objeto presente y
el conocimiento causado por el objeto Dios puede conservarlo sin el
46 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
[OCKHAM, 4RATADOSOBRELOSPRINCIPIOSDELATEOLOGÁA .
Madrid: Aguilar, 1972 (3.ª ed.) (pp. 119-120 y 126-129).
Trad., L. Farré.]
MICHEL DE MONTAIGNE
(1533-1592)
Lecturas recomendadas
BURKE, P., -ONTAIGNE. Madrid: Alianza, 1985. Un breve y esclarecedor estudio
sobre los %NSAYOS y su autor. Uno de sus capítulos aborda específicamente la
significación de «Montaigne como psicólogo» (pp. 50-59).
48 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
partes, ¿qué importa que el perro lo sepa por sí mismo o por el de Tre-
bizonda?
Lecturas recomendadas
marias» y «secundarias», según las bautizaría Locke más adelante), que sería
decisiva en el rumbo seguido por el pensamiento psicológico posterior.
Lecturas recomendadas
BUTTERFIELD, H., ,OS ORÁGENESDELACIENCIAMODERNA . Madrid: Taurus, 1971 (2.ª
ed.). Excelente marco para situar la contribución de Galileo en la historia del
pensamiento científico moderno.
DRAKE, S., 'ALILEO. Madrid: Alianza, 1980. Un breve y claro estudio de la evolu-
ción del pensamiento de Galileo, en el que se analiza con particular detalle
su conflicto con los filósofos aristotélicos y la Inquisición.
GALILEO GALILEI, %LENSAYADOR. Madrid: Sarpe, 1984. Texto completo del escrito
en el que Galileo expone los principios de su nuevo método experimental.
KOYRÉ, A., %STUDIOSGALILEANOS. Madrid: Siglo XXI, 1980. Estudios fundamentales
sobre la contribución de Galileo a la revolución científica moderna.
Matemática y objetividad
[1623]
so, que está o no en contacto con otro cuerpo, que es una, pocas o
muchas; ni con gran imaginación puedo separarla de estas condiciones;
pero que deba ser blanca o roja, amarga o dulce, sonora o muda, de olor
agradable o desagradable, no me siento en la necesidad de forzar mi
mente para tener que representármela acomodada con tales condicio-
nes; más bien, si los sentidos no las hubieran advertido, tal vez la razón
o la imaginación por sí mismas no lo hubieran logrado nunca. Por todo
ello pienso que estos sabores, olores, colores, etc., por parte del sujeto
en el que parece que residen, no son más que meros nombres, y tienen
únicamente su residencia en el cuerpo sensitivo, de manera que elimi-
nado el animal sensitivo, se eliminan todas estas cualidades; sin embar-
go, nosotros, puesto que les hemos puesto nombres particulares y dife-
rentes de aquellos primeros y reales accidentes, quisiéramos creer que
también éstos son verdadera y realmente diferentes de aquéllos.
Creo que explicaré más claramente mi idea con algún ejemplo. Voy
pasando mi mano sobre una estatua de mármol, o sobre un hombre vivo.
En cuanto a la acción que viene de la mano, respecto a esa mano, es la
misma sobre uno u otro sujeto, pues pertenece a esos primeros acciden-
tes, es decir, movimiento y tacto; no la solemos llamar con otros nom-
bres. Pero el cuerpo animado que recibe tales operaciones, siente diver-
sas sensaciones, según sea tocado por ejemplo en las plantas de los pies,
sobre las rodillas o bajo las axilas, siente aparte de la común sensación
táctil, otra sensación a la que hemos puesto un nombre particular: cos-
quillas; esta sensación es totalmente nuestra, y no de la mano, y me pare-
ce que se equivocaría en grado sumo quien quisiese decir que la mano,
aparte del movimiento y del tacto, tiene en sí otra facultad diferente a
éstas, es decir, el cosquillear, como si las cosquillas fuesen un accidente
que residiese en ella. Un trozo de papel o una pluma, estregada ligera-
mente sobre cualquier parte de nuestro cuerpo, hace en cuanto a sí mis-
ma, la misma operación, cual es la de moverse y tocar, pero en nosotros,
al tocarnos entre los ojos, o en la nariz, o dentro de las narices, excita un
cosquilleo casi insoportable, mientras que en otras partes apenas se deja
sentir. Ahora bien, ese cosquilleo es totalmente nuestro, y no de la plu-
ma; eliminado el cuerpo animado y sensitivo, de esa sensación no queda
más que un mero nombre. Así pues, de igual y no mayor existencia creo
yo que puedan ser muchas cualidades que son atribuidas a los cuerpos
naturales, como los sabores, los olores, los colores y otras.
Lecturas recomendadas
[...] Así, puesto que nuestros sentidos en ocasiones nos engañan, qui-
se suponer que no había nada que fuese tal como ellos nos lo hacen ima-
ginar. Y como hay hombres que se equivocan al razonar, incluso sobre
las cuestiones más simples de geometría [...], juzgando que estaba ex-
puesto a errar como cualquier otro, rechacé como falsas todas las razo-
nes que antes había aceptado por demostraciones. Y, en fin, conside-
rando que los mismos pensamientos que tenemos estando despiertos
pueden también sobrevenirnos cuando dormimos, sin que entonces
haya ninguno que sea verdadero, resolví fingir que todas las cosas que
hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas
que las ilusiones de mis sueños.
Pero inmediatamente después advertí que, mientras quería pensar
así que todo era falso, era preciso necesariamente que yo, que lo pensa-
ba, fuese alguna cosa. Y, reparando en que esta verdad: «pienso, luego
soy», era tan firme y tan segura que todas las suposiciones más extra-
vagantes de los escépticos no eran capaces de conmoverla, juzgué que
podía aceptarla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía
que buscaba.
Luego, al examinar con atención lo que yo era y al ver que podía fin-
gir que no tenía cuerpo alguno, y que no había mundo ni lugar alguno
en el que yo me hallase, pero que no podía fingir por eso que no era
nada, y que, por el contrario, de esto mismo que pensaba de dudar de
la verdad de las demás cosas, se deducía muy evidente y ciertamente
RENÉ DESCARTES 61
que yo era, mientras que, si hubiera tan sólo dejado de pensar, aunque
todo el resto de lo que había imaginado hubiera sido verdadero, no
tenía razón alguna para creer que yo fuese, conocí por esto que yo era
una sustancia cuya esencia o naturaleza es pensar y que, para ser, no
necesita de lugar alguno ni depende de ninguna cosa material. De
modo que este yo, es decir, el alma por la cual soy lo que soy, es ente-
ramente distinta del cuerpo, e incluso más fácil de conocer que él y
que, aunque él no fuese, (el alma) no dejaría en modo alguno de ser
todo lo que es.
[...]
[...] (M)e contenté con suponer que Dios había formado el cuerpo de
un hombre enteramente semejante a uno de los nuestros, tanto en la
figura exterior de sus miembros como en la configuración interna de
sus órganos, sin componerlo de otra materia que de aquella que había
descrito y sin poner en él, al principio, alma racional alguna, ni ningu-
na otra cosa que sirviese de alma vegetativa o sensitiva, sino que Él exci-
taba en su corazón uno de esos fuegos sin luz que ya había explicado y
que no concebía de otra naturaleza más que de aquella que calienta el
heno cuando se lo ha enterrado antes de secarse, o la que hace fermen-
tar los vinos nuevos cuando se los deja en la cuba con su hollejo. Por-
que [...], examinando las funciones que podían hallarse en este cuerpo,
encontraba en él exactamente todas las que pueden existir en nosotros
sin que nosotros las pensemos, ni que, por consiguiente, contribuya a
ellas nuestra alma [...]; y que se puede decir [que] nos asemejan a los
animales irracionales, sin que en ellas pudiera encontrar ninguna de
aquéllas otras que, por depender del pensamiento, son las únicas que
nos pertenecen en cuanto hombres; en cambio, todas éstas las encon-
traba enseguida si suponía que un Dios había creado un alma racional
y que la añadió a este cuerpo [...].
[...] Y, en fin, lo más notable de todo esto es la generación de los espí-
ritus animales, que son como un viento muy sutil, o más bien como una
llama muy pura y muy viva que asciende continuamente del corazón al
cerebro con gran abundancia, y de allí vuelve por los nervios a los mús-
culos y pone en movimiento todos los miembros, sin que sea preciso
imaginar otra causa que haga que las partes de la sangre que, siendo las
más agitadas y las más penetrantes, y por ello las más aptas para com-
poner estos espíritus, vayan al cerebro mejor que a otros lugares, sino
que las arterias que allí los llevan son las que vienen del corazón más en
línea recta de todas, y que, según las reglas de la mecánica, que son las
mismas de la naturaleza, cuando varias cosas tienden a moverse con-
62 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
HOBBES, T., $EL CIUDADANOY,EVIAT·N . Madrid: Tecnos, 1999 (5.ª ed.). Una útil
antología de textos hobbesianos, con una amplia selección de los que el autor
dedica a la consideración de la naturaleza humana en la primera parte del
,EVIAT·N.
64 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
HAMPSHIRE, S., 3PINOZA. Madrid: Alianza, 1982. Una clara y rigurosa visión de
conjunto del pensamiento espinosista.
ROBINSON, D., (ISTORIACRÁTICADELAPSICOLOGÁA Barcelona: Salvat, 1982. El capítu-
lo 8 contiene un útil resumen del pensamiento psicológico de Spinoza.
SPINOZA, B., ¤TICA DEMOSTRADASEGËNELORDENGEOM½TRICO Madrid: Orbis, 1980.
Texto completo de la obra capital de Spinoza, con una breve pero excelente
introducción de su traductor, V. Peña, buen conocedor de su pensamiento.
Paso ahora a explicar aquellas cosas que han debido seguirse nece-
sariamente de la esencia de Dios, o sea, del Ser eterno e infinito. Pero
no las explicaré todas [...], sino sólo las que pueden llevarnos, como de
la mano, al conocimiento del alma humana y de su suprema felicidad
DEFINICIONES
I. Entiendo por CUERPOun modo que expresa de cierta y determina-
da manera la esencia de Dios, en cuanto se la considera como una cosa
extensa [...].
II. Digo que pertenece a la ESENCIAde una cosa aquello dado lo cual
la cosa resulta necesariamente dada, y quitado lo cual la cosa necesa-
riamente no se da; o sea, aquello sin lo cual la cosa —y viceversa, aque-
llo que sin la cosa— no puede ni ser ni concebirse.
BARUCH SPINOZA 69
III. Entiendo por IDEA un concepto del alma, que el alma forma por
ser una cosa pensante.
EXPLICACIÓN: Digo concepto, más bien que percepción, porque la
palabra «percepción» parece indicar que el alma padece por obra del
objeto; en cambio, «concepto» parece expresar una acción del alma [...].
AXIOMAS
I. La esencia del hombre no implica la existencia necesaria, esto es:
en virtud del orden de la naturaleza, tanto puede ocurrir que este o
aquel hombre exista como que no exista.
II. El hombre piensa.
III. Los modos de pensar, como el amor, el deseo o cualquier otro de
los que son denominados «afectos del ánimo», no se dan si no se da en
el mismo individuo la idea de la cosa amada, deseada, etc. Pero puede
darse una idea sin que se dé ningún otro modo de pensar.
IV. Tenemos conciencia de que un cuerpo es afectado de muchas
maneras.
V. No percibimos ni tenemos conciencia de ninguna cosa singular
más que los cuerpos y los modos de pensar. [...]
0ROPOSICIÆN)
0ROPOSICIÆN))
0ROPOSICIÆN6))
%LORDENYCONEXIÆNDELASIDEASESELMISMOQUEELORDENYCONEXIÆN
DELASCOSAS
Lecturas recomendadas
CIONA TODOSLOSMATERIALESDELPENSAMIENTOANUESTROENTENDIMIENTO .
Estas son las dos fuentes del conocimiento, y de ellas brotan todas las
IDEASque tenemos o podemos tener de manera natural.
3. En primer lugar, NUESTROSSENTIDOS, al ocuparse de los objetos sen-
sibles concretos, TRANSMITENALAMENTE varias PERCEPCIONESdistintas de
las cosas de acuerdo con los diversos modos en que esos objetos les
afectan. Así accedemos a las IDEASque tenemos de LO AMARILLOLOBLAN
COLOCALIENTELOFRÁOLOBLANDOLODUROLOAMARGOLODULCE y a todas las
llamadas cualidades sensibles. Al decir que los sentidos las transmiten
a la mente, lo que quiero decir es que ellos, desde los objetos externos,
transmiten a la mente lo que produce en ella esas PERCEPCIONES. A esta
gran fuente de la mayor parte de las IDEAS que tenemos, que dependen
totalmente de nuestros sentidos y son enviadas por ellos al entendi-
miento, la llamo SENSACIÓN.
4. En segundo lugar, la otra fuente desde la que la experiencia sumi-
nistra IDEAS al entendimiento es la PERCEPCIÆNDELASOPERACIONESDENUES
TRAPROPIAMENTE en nuestro interior cuando se ocupa de las IDEAS que
ella tiene. Estas operaciones, cuando el alma las considera y reflexio-
na sobre ellas, proporcionan al entendimiento otro conjunto de IDEAS
que no se pueden obtener de las cosas externas. Tales son LAPERCEPCIÆN
ELPENSAMIENTOLADUDALACREENCIAELRAZONAMIENTOELCONOCIMIENTOLA
VOLUNTAD y todas las diferentes actividades de nuestra mente. Al ser
conscientes y observarlas en nosotros mismos, de ellas recibimos IDEAS
tan distintas en nuestro entendimiento como las que recibimos de los
cuerpos que afectan a nuestros sentidos. Todos los hombres tienen esta
fuente de IDEAS íntegramente en sí mismos; y aunque no es un sentido
(ya que no tiene nada que ver con los objetos externos) se parece mucho
a un sentido, y se la podría denominar con bastante propiedad sentido
interno. Pero ya que a la otra la llamo SENSACIÆN, a ésta la llamaré
REFLEXIÓN, puesto que las ideas que ella proporciona sólo se obtie-
nen cuando la mente reflexiona internamente sobre sus propias opera-
ciones. Así, en lo que sigue de este discurso, se entenderá que por
REFLEXIÓN quiero significar la noticia que la mente tiene de sus pro-
pias operaciones y del modo como se realizan, en virtud de la cual llega
a haber IDEAS de estas operaciones en el entendimiento. Estas dos fuen-
tes, digo (a saber: las cosas materiales externas como objetos de la SEN-
SACIÓN, y las operaciones internas de nuestra propia mente como obje-
tos de la REFLEXIÓN), son para mí las únicas fuentes originales de
donde surgen todas nuestras IDEAS. Utilizo aquí el término OPERACIONES
en un sentido amplio, para englobar no sólo las acciones de la mente
sobre sus IDEAS, sino cierto tipo de pasiones que brotan a veces de ellas,
76 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
blanco y el negro hasta hacerse mayor, no tendría más IDEAS del rojo o
del verde que la que tiene del sabor de la ostra o de la piña quien no las
ha probado nunca en la infancia.
Lecturas recomendadas
BERKELEY, G., 4RATADO SOBRELOSPRINCIPIOSDELCONOCIMIENTOHUMANO . Madrid:
Alianza, 1992. Este es el libro completo del que se ha extraído el texto. Su lec-
80 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
AYER, A. J., (UME. Madrid: Alianza, 1988. Presentación de la biografía intelectual
de Hume y su contribución al pensamiento filosófico. El autor de este libro
es, además, uno de los máximos representantes contemporáneos del deno-
minado «empirismo lógico».
CASSIRER, E., %L PROBLEMADELCONOCIMIENTO . Vol. II. México: Fondo de Cultura
Económica, 1956. El pensamiento de Hume se trata en el capítulo V del
Libro Quinto (pp. 289-332).
HUME, D., )NVESTIGACIÆN SOBREELCONOCIMIENTOHUMANO . Madrid: Alianza, 1980.
Exposición madura de sus ideas. Recomendable prólogo de J. de Salas.
HUME, D., -IVIDA. Madrid: Alianza, 1985. Un breve y sencillo relato de su propia
vida realizado por un Hume al borde de la muerte.
nuestra vida, ya que se supone que el yo existe de ese modo. Pero no hay
ninguna impresión que sea constante e invariable. El dolor y el placer,
la pena y la alegría, las pasiones y las sensaciones, se suceden unas a
otras, y no existen nunca todas al mismo tiempo. No puede ser de éstas,
pues, ni de ninguna otra impresión de donde se derive la idea del yo; en
consecuencia, no hay tal idea.
Pero además, ¿qué pasaría con todas nuestras percepciones concre-
tas, según esta hipótesis? Todas ellas son diferentes, distinguibles y
separables unas de otras, y pueden ser consideradas separadamente, y
pueden existir separadamente, y no tienen necesidad de nada que las
sostenga en la existencia. ¿De qué modo pertenecen al yo entonces, y
cómo están conectadas con él? Por mi parte, cuando entro íntimamen-
te en lo que llamo MIYO, siempre tropiezo con una u otra percepción
concreta de calor o frío, luz o sombra, amor u odio, dolor o placer. En
ningún momento puedo sorprenderme a MÁMISMO (a MIYO) sin alguna
percepción, y nunca puedo observar nada sino la percepción. Cuando
mis percepciones desaparecen por algún tiempo, como durante el sue-
ño profundo, en ese tiempo soy insensible de MÁ MISMO (de MI YO), y
puede decirse con verdad que no existo. Y si todas mis percepciones
desapareciesen con la muerte, y no pudiese ni pensar, ni sentir, ni ver, ni
amar, ni odiar después de la desintegración de mi cuerpo, estaría total-
mente aniquilado, y no concibo qué más se necesita para convertirme
en una perfecta inexistencia. Si después de una reflexión seria y sin pre-
juicios hay alguien que cree tener una noción diferente de SUYO, debo
confesar que ya no puedo seguir razonando más con él. Todo lo que
puedo concederle es que acaso esté tan en lo cierto como yo, y que
somos esencialmente diferentes a este respecto. Quizá él perciba algo
simple y continuo a lo que llama su YO, aunque yo estoy seguro de que
no hay tal principio en mí.
Pero dejando a un lado a algunos metafísicos de esta clase, puedo
atreverme a afirmar del resto de la humanidad que no son sino un haz
o colección de distintas percepciones que se suceden unas a otras con
inconcebible rapidez y están en perpetuo flujo y movimiento. Nuestros
ojos no pueden girar en su órbitas sin que varíen nuestras percepciones.
Nuestro pensamiento es aún más variable que nuestra vista, y todos
nuestros sentidos y facultades restantes contribuyen a este cambio; y no
hay ni una sola potencia del alma que permanezca inalterablemente
idéntica, quizá ni por un momento. La mente es una especie de teatro
donde varias percepciones hacen su entrada sucesivamente; pasan,
vuelven a pasar, se deslizan y se mezclan en una variedad infinita de dis-
posiciones y situaciones. No hay en ella propiamente ni SIMPLICIDAD en
86 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
BOAKES, R. A., (ISTORIADELAPSICOLOGÁAANIMAL$E$ARWINALCONDUCTISMO . Ma-
drid: Alianza, 1989. Sobre La Mettrie véase el capítulo 4.
LA METTRIE, J. O., %LHOMBREM·QUINA. Madrid: Alhambra, 1987. Ed. a cargo de
J. L. Pérez Calvo. Esta edición es particularmente útil porque contiene un
buen material didáctico complementario (véanse sobre todo la «Presenta-
ción», la «Cronología» y el «Dossier informativo»).
TOULMIN, S. y GOODFIELD, J., 4HEARCHITECTUREOFMATTERHarmondsworth, Middle-
sex: Penguin, 1965. Uno de sus capítulos trata sobre el mecanicismo en biolo-
gía. En él se analiza la obra de La Mettrie, entre otras (véanse las pp. 349-384).
88 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
[...] (P)uesto que todas las facultades del alma dependen de la pro-
pia organización del cerebro y de todo el cuerpo hasta el punto de que
ellas no son más que esta misma organización, ¡ved aquí una máquina
bien ilustrada! Pues bien, aunque solamente el hombre hubiese recibi-
do como herencia la ley natural, ¿sería por ello menos máquina? Unas
ruedas, algunos resortes más que en los animales más perfectos, el cere-
bro proporcionalmente más cercano al corazón, y recibiendo también
más sangre por la misma razón; en fin, ¿qué sé yo?, causas desconoci-
das producirían esta conciencia delicada, tan fácil de herir, estos remor-
dimientos que no son extraños a la materia como tampoco lo es el pen-
samiento, y en una palabra, todas las diferencias que supongamos.
¿Bastaría la organización para [explicar] todo? Sí, una vez más. Puesto
que el pensamiento se desarrolla visiblemente con los órganos, ¿por qué
la materia de la que están hechos no sería también susceptible de tener
remordimientos, una vez que ella ha adquirido con el tiempo la facul-
tad de sentir?
El alma no es, pues, más que una palabra vacía de la que no se tie-
ne idea y de la que una buena inteligencia no debe servirse más que para
nombrar la parte que piensa en nosotros. Dado el más pequeño princi-
pio de movimiento, los cuerpos animados tendrán todo lo que les hace
falta para moverse, sentir, pensar, arrepentirse y conducirse, en una
palabra, en lo físico y en lo moral [que depende de lo físico].
No suponemos nada. Los que crean que no han sido superadas
todas las dificultades encontrarán experiencias que acabarán de satis-
facerles:
1) Todas las carnes de los animales palpitan después de la muerte,
tanto más tiempo cuanto más frío sea el animal y menos trans-
pire. Las tortugas, lagartos, serpientes, etc., dan fe de ello.
2) Los músculos separados del cuerpo se contraen cuando se los
pincha.
3) Las entrañas conservan largo tiempo su movimiento peristáltico
o vermicular.
4) Una simple inyección de agua caliente reanima el corazón y los
músculos [...].
JULIEN OFFRAY DE LA METTRIE 89
[...]
¿Es necesario todavía más [...] para probar que el hombre no es más
que un animal, o un ensamblaje de resortes, que se encajan los unos con
los otros, sin que se pueda decir por qué punto del círculo humano ha
comenzado la naturaleza? Si estos resortes difieren entre ellos no es
más que por el lugar que ocupan y por algunos grados de fuerza, pero
nunca por su naturaleza; y por consiguiente el alma no es más que un
principio de movimiento o una parte material sensible del cerebro, que
se puede mirar (sin temor a error) como un resorte principal de toda la
máquina, que tiene influencia sobre todos los otros, e incluso parece
haber sido hecho el primero, de manera que todos los otros no serían
más que una emanación [...].
Lecturas recomendadas
BORING, E. G., (ISTORIADELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL. México: Trillas, 1978. El gran
historiador de la psicología experimental estudia la figura de Hartley como
culminación del empirismo británico (pp. 216-222).
92 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
0ROPOSICIÆN)6,OSOBJETOSEXTERNOSIMPRESOSENLOSSENTIDOSCAUSAN
PRIMEROENLOSNERVIOSSOBRELOSQUESEHANGRABADOYLUEGOENELCERE
BROVIBRACIONESDELASPEQUEÅASYPODRÁAMOSDECIRINFINITESIMA
LESPARTÁCULASMEDULARES
0ROPOSICIÆN)8#UANDOLASVIBRACIONESSENSORIALESSEREPITENAMENU
DOPRODUCENENLASUSTANCIAMEDULARDELCEREBROUNADISPOSICIÆNALAS
VIBRACIONESDIMINUTASQUEPUEDENLLAMARSETAMBI½NVIBRACIËNCULASY
MINIATURAS QUESECORRESPONDENRESPECTIVAMENTEASÁMISMAS
algo que acompañe a las ideas de manera semejante; y esto no puede ser
sino vibraciones más débiles que concuerden en clase, lugar y orienta-
ción con las vibraciones sensoriales productoras. [...]
con que empieza una frase bien conocida trae en orden a nuestra
memoria la parte restante, siendo la asociación de las partes sincrónica
en el primer caso y sucesiva en el segundo. [...].
Debe observarse también que el poder de la asociación se va debili-
tado a medida que aumenta el número de impresiones sincrónicas o
sucesivas, y que no se extiende con la debida fuerza más que a un núme-
ro pequeño de impresiones en los casos iniciales y más sencillos. Pero
en los casos complejos, o en las asociaciones de asociaciones en que la
memoria en toda su extensión consiste, se hallará que las facultades de
la mente [...] son mucho mayores de lo que cualquier persona que
empieza a introducirse en estas investigaciones podría imaginar.
Lecturas recomendadas
CONDILLAC, E. B., ,ÆGICAY%XTRACTORAZONADODEL4RATADODELASSENSACIONES. Bue-
nos Aires: Aguilar, 1982 (5.ª ed.). El %XTRACTOes un resumen de la obra más
importante de Condillac, redactado por el propio autor y añadido como
apéndice a ella en su edición de 1788.
98 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
) $E LOSPRIMEROSCONOCIMIENTOSDEUNHOMBRELIMITADOALSENTIDODEL
OLFATO
)) $ELASOPERACIONESDELENTENDIMIENTODEUNHOMBRELIMITADOALSENTI
DODELOLFATOYDECÆMOLOSDIFERENTESGRADOSDEPLACERYDOLORSONEL
PRINCIPIODEESTASOPERACIONES
6) $ELYOODELAPERSONALIDADDEUNHOMBRELIMITADOALOLFATO
6)) #ONCLUSIÆNDELOSCAPÁTULOSPRECEDENTES
1. Habiendo probado que nuestra estatua es capaz de dar su aten-
ción, de acordarse, de comparar, de juzgar, de discernir, de imaginar;
que tiene nociones abstractas, ideas de número y de duración; que
conoce verdades generales y particulares; que forma deseos, siente
pasiones, ama, odia, quiere; que es capaz de esperanza, de temor, de
extrañeza; y que, en fin, contrae costumbres, debemos llegar a la con-
clusión de que, con un solo sentido, el entendimiento tiene tantas facul-
tades como con los cinco reunidos. Ya veremos que lo que parece ser-
nos particular no es más que las mismas facultades que se aplican a un
mayor número de objetos.
2. Si consideramos que recordar, comparar, juzgar, discernir, imagi-
nar, extrañarse, tener ideas abstractas, tenerlas de número y de dura-
ción, conocer verdades generales y particulares, no son más que mane-
ras de estar atento; que tener pasiones, amar, odiar, esperar, temer y
querer no son más que diferentes modos de desear; y por último, estar
atento y desear no son más, en su origen, que sentir, llegaremos a la con-
clusión de que la sensación abarca todas las facultades del alma.
3. Si consideramos, en fin, que no hay sensaciones absolutamente
indiferentes, llegaremos de nuevo a la conclusión de que los diferentes
grados de placer y de dolor son la ley, siguiendo la cual se ha desarro-
llado el germen de todo lo que somos, para producir todas nuestras
facultades.
Lecturas recomendadas
CHÂTEAU, J., ET AL, ,AS GRANDESPSICOLOGÁASMODERNAS . Barcelona: Herder, 1979.
Contiene un capítulo sobre la significación psicológica del ensayista francés
(pp. 91-112).
GRIMSLEY, R., ,AFILOSOFÁADE2OUSSEAU. Madrid: Alianza, 1973. Una visión de con-
junto del pensamiento de Rousseau.
ROUSSEAU, J. J., %MILIO ODELAEDUCACIÆN . Barcelona: Fontanella, 1973. Texto
completo de la obra de Rousseau con dos interesantes introducciones de
104 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
CARPINTERO, H., (ISTORIADELASIDEASPSICOLÆGICAS. Madrid: Pirámide, 1996. Exce-
lente recorrido por la historia intelectual de la psicología. Sobre Leibniz, ver
pp. 106-111.
ECHEVERRÍA, J., ,EIBNIZ. Barcelona: Barcanova, 1981Un claro estudio introduc-
torio que atiende por igual a las facetas de filósofo y científico del autor estu-
diado. Incluye una útil bibliografía de y sobre Leibniz tanto en español como
en otros idiomas.
HOLZ, H. H., ,EIBNIZ. Madrid: Tecnos, 1970. Una visión de conjunto de la filoso-
fía leibniziana.
LEIBNIZ, G. W., $ISCURSODEMETAFÁSICA. Madrid: Alianza, 1982. Con un excelente
estudio preliminar de J. Marías.
Lecturas recomendadas
El magnetismo animal
[1779]
20. El imán natural o artificial, al igual que los otros cuerpos, es muy
sensible al Magnetismo animal e incluso a la virtud opuesta, sin
que en ninguno de los dos casos su acción sobre el hierro y la
aguja sufra alteración alguna; lo que prueba que el principio del
Magnetismo animal difiere esencialmente del mineral.
23. Se reconocerá por los hechos, de acuerdo con las reglas prácti-
cas que voy a establecer, que este principio puede curar inme-
diatamente las enfermedades de los nervios y mediatamente las
demás.
24. Que con su ayuda el médico comprende mejor el uso de los me-
dicamentos, cuya acción perfecciona, y provoca y dirige crisis
saludables hasta llegar a controlarlas.
Lecturas recomendadas
BORING, E. G., (ISTORIADELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL. México: Trillas, 1978. Sitúa
la aportación de Reid en el marco de la Escuela Escocesa (capítulo 11).
REID, T., ,OSPRINCIPIOSDELAACCIÆN . Madrid: Universidad Complutense, 1996.
Una de las pocas traducciones españolas del filósofo escocés.
ROBINSON, D. N., (ISTORIA CRÁTICADELAPSICOLOGÁA Barcelona: Salvat, 1982. El
capítulo 7 de este libro contiene unas páginas de síntesis sobre Reid y la
filosofía escocesa del sentido común en el marco de la historia de la psico-
logía.
Percepción y realidad
[1785]
estas tres cosas. 0RIMEROalguna concepción o noción del objeto perci-
bido; SEGUNDO, una convicción poderosa e irresistible de su existencia
presente; y TERCERO, que esta convicción y creencia son inmediatas, y no
un resultado del razonamiento.
0RIMERO: es imposible percibir un objeto sin tener alguna noción o
concepción de aquello que percibimos. Podemos, ciertamente, concebir
un objeto que no percibimos; pero, cuando percibimos el objeto, tene-
mos que tener al mismo tiempo alguna concepción de él; y, por lo gene-
ral, tenemos una noción más clara y estable del objeto mientras lo per-
cibimos. Sin embargo, incluso en la percepción, la noción que del
objeto nos dan nuestros sentidos puede ser más o menos clara, más o
menos distinta, en todos los grados posibles.
Así, vemos con mayor distinción un objeto a una distancia pequeña
que a una distancia grande. A mucha distancia, el objeto se ve con
mayor distinción en un día claro que en un día brumoso. Un objeto que
en razón de su pequeñez no se ve con distinción a simple vista, puede
verse distintamente con un microscopio. Los objetos de esta habitación
se verán cada vez con menor nitidez a medida que vaya disminuyendo
la luz del día; pasan por todos los grados de distinción en función del
grado de luz que haya, hasta que, por último, en la oscuridad total no
se los ve en absoluto. Lo que hemos dicho de los objetos de la visión se
aplica tan fácilmente a los objetos de los otros sentidos que esta aplica-
ción puede dejarse al lector. [...].
3EGUNDO, en la percepción no tenemos sólo una noción más o
menos distinta del objeto percibido, sino que también tenemos una
convicción y una creencia irresistibles en la existencia de ese objeto.
Esto siempre es así cuando estamos seguros de que lo percibimos. Pue-
de haber una percepción tan débil e indistinta que nos haga dudar de
si percibimos el objeto o no. Así, cuando una estrella comienza a bri-
llar mientras cae la luz del sol, puede uno pensar por un momento que
la ve, sin estar seguro hasta que la percepción no adquiere una cierta
fuerza y estabilidad. Justo cuando un barco empieza a aparecer por la
línea misma del horizonte podemos dudar al principio de si lo percibi-
mos o no; pero cuando la percepción tiene un grado determinado de
claridad y firmeza no cabe duda de su realidad; y cuando se determina
la realidad de la percepción, ya no se puede dudar de la existencia del
objeto percibido.
En las leyes de todas las naciones, en los procesos judiciales más
solemnes (donde la fortuna y la vida de los hombres están en juego)
se dicta sentencia de acuerdo con el testimonio de los testigos ocula-
122 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
res o auditivos fidedignos. Un juez recto oirá todas las objeciones que
se le puedan hacer sobre la integridad de los testigos, y admitirá la
posibilidad de que éstos estén corrompidos; pero ningún juez supon-
drá nunca que los testigos puedan engañarse por confiar en sus ojos
y oídos. [...]. ¿Puede darse una prueba más sólida de que, según el cri-
terio universal de la humanidad, la evidencia de los sentidos es una
clase de evidencia a la que podemos confiar con seguridad los más
graves intereses de la humanidad; que es una clase de evidencia con-
tra la que no deberíamos admitir razonamiento alguno; y que, por
tanto, razonar a favor o en contra de ella es un insulto al sentido
común? [...].
Parece, pues, que el claro y distinto testimonio de nuestros sentidos
comunica una irresistible convicción a todo hombre que esté en su sano
juicio.
4ERCEROhe señalado que esta convicción no es sólo irresistible sino
inmediata; esto es, que no es a través de una cadena de razonamientos
y argumentaciones como llegamos a convencernos de la existencia de lo
que percibimos; no pedimos más argumento sobre la existencia del
objeto que el percibirlo; la percepción gobierna nuestras creencias con
autoridad propia, desdeñando derivar esta autoridad de un razona-
miento cualquiera.
La convicción de una verdad puede ser irresistible y sin embargo no
ser inmediata. Así, mi convicción de que los tres ángulos de un triángu-
lo ordinario son iguales a dos ángulos rectos es irresistible, pero no es
inmediata; estoy convencido de ella por un razonamiento demostrativo.
Hay otras verdades en matemáticas de las que tenemos una convicción
no sólo irresistible sino inmediata. Por ejemplo, los axiomas. Nuestra
creencia en los axiomas de las matemáticas no se basa en argumenta-
ciones: los argumentos se basan en ellos, pero el entendimiento huma-
no distingue inmediatamente su evidencia.
No cabe duda de que una cosa es tener una convicción inmediata de
un axioma evidente, y otra tener una convicción inmediata de lo que
vemos; pero la convicción es igual de inmediata e irresistible en ambos
casos. Nadie piensa en buscar una razón para creer lo que ve; y no depo-
sitamos menos confianza en nuestros sentidos antes de ser capaces de
razonar que después. El salvaje más rudo está tan plenamente conven-
cido de lo que ve, oye y siente, como el lógico más experto. [...] Hablo
de la facultad de percibir de quienes son adultos y poseen una mente
sana; de quienes creen que hay algunas cosas que realmente existen y
muchas otras que, concebidas por ellos mismos y por otros, no tienen
THOMAS REID 123
Lecturas recomendadas
BENTHAM, J., )NTRODUCCIÆN ALOSPRINCIPIOSDELAMORALYLALEGISLACIÆN . En J. M.
Colomer, "ENTHAM Barcelona: Península, 1991. Se trata de una selección de
textos de Bentham, interesante para aquellos alumnos que deseen ampliar
las lecturas de este autor.
126 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
DINWIDDY, J., "ENTHAM. Madrid, Alianza Editorial, 1995. Este libro ofrece una
visión general del pensamiento de Bentham.
FERRATER MORA, J., $ICCIONARIO DE&ILOSOFÁA . Madrid: Alianza, 1981 (6.ª ed.). El
uso de este diccionario es fundamental para una completa comprensión del
término «utilitarismo», así como de otros términos y autores con implica-
ciones filosóficas.
MILL, J. S., %LUTILITARISMO. Madrid: Alianza, 1984. Una excelente presentación de
la moral utilitarista a cargo de uno de sus más eminentes defensores.
Kant nació en Königsberg (Prusia) y pasó toda su vida en este lugar tra-
bajando como profesor, sin acontecimientos dignos de mención y con apenas
un par de viajes fuera de su ciudad natal. Sin embargo, dotado de una nota-
ble y minuciosa capacidad de estudio, explicó materias tan diversas como
mecánica, física e historia natural, lógica y metafísica, geografía o matemá-
ticas. Sus obras, concernientes a todas las áreas de la filosofía, componen un
formidable sistema filosófico que encarna en grado máximo el espíritu de la
Ilustración.
Kant reconstruye la filosofía intentando superar el escepticismo a que
parecía abocar la perspectiva empirista de Hume, para quien el conocimien-
to se reducía a un mero conjunto de asociaciones mentales y la creencia en
la causalidad no era más que un hábito útil. Kant elabora así una teoría que
preserva los principios universales e innatos del conocimiento característicos
de la filosofía racionalista, pero que al mismo tiempo acepta el hecho de que
no hay conocimiento que vaya más allá de la experiencia, es decir, de los
FENÆMENOS, tal como defendían los empiristas. Ahora bien, en la teoría kan-
tiana del conocimiento no hay lugar para la psicología, al menos tal como la
entendemos hoy.
La negación kantiana de la psicología —argumentada en el texto selec-
cionado— se relaciona con su rechazo del empirismo y con su teoría del
conocimiento como construcción de verdades universales. Por un lado, Kant
desconfía de cualquier fundamentación del conocimiento que —como la de
Hume— se base en las asociaciones de ideas que se producen en la mente
individual, pues éstas son en realidad meras asociaciones nerviosas que tie-
nen lugar en el cerebro y pertenecen, por tanto, al funcionamiento fisiológi-
co del cuerpo, no a los procesos de conocimiento propiamente dichos.
Por otro lado, Kant afirma que la conciencia (el yo) es condición de
toda experiencia, de modo que no puede ser ella misma objeto de expe-
riencia fenoménica. Y si no puede haber experiencia de la conciencia, tam-
poco puede existir una ciencia —la psicología— que estudie la conciencia,
ya que el conocimiento científico requiere la experiencia fenoménica como
130 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
CASSIRER, E., +ANT6IDAYDOCTRINA. México: Fondo de Cultura Económica, 1948.
Un clásico sobre la vida y obra de Kant, escrito por uno de los filósofos neo-
kantianos más conocidos.
CORTINA, A. y CONILL, J., «La psicología kantiana». En E. Quiñones ETAL. (eds.).
(ISTORIADELAPSICOLOGÁA4EXTOSYCOMENTARIOS. Madrid: Tecnos, 1993 (pp. 163-
172). Interesante comentario a un texto de Kant que explica el significado de
los conceptos psicológicos en el conjunto de su sistema filosófico.
GARCÍA MORENTE, M., ,A FILOSOFÁADE+ANT . Madrid: Espasa-Calpe, 1975. Buena
exposición introductoria a la filosofía kantiana.
QUINCEY, Th. de, ,OSËLTIMOSDÁASDE%MMANUEL+ANT . Madrid: Valdemar, 2000.
Nos permitimos recomendar un libro que no pertenece al terreno científico,
sino al literario. Es una biografía apócrifa y, sin embargo, muy interesante
como semblanza del carácter de Kant. Esta edición española —a cargo de J.
R. Hernández Arias— incluye un anexo titulado «Anecdotario kantiano» y
otro que recoge un análisis frenológico del cráneo de Kant que, de paso, pue-
de servir como curioso ejemplo de aplicación de las teorías de Gall y Spurz-
heim (véase el siguiente texto).
0RÆLOGO
$ELOBSERVARSEASÁMISMO
que crea sin proponérselo), es —porque entonces los principios del pen-
sar no van delante (como deben ir), sino que siguen detrás— una inver-
sión del orden natural en la facultad de conocer, y o es ya una enferme-
dad del espíritu (visionarismo) o conduce a ella y al manicomio. El que
gusta de contar muchas cosas sobre EXPERIENCIAS INTERIORES [...] está
expuesto en su viaje de exploración y busca de sí mismo a no arribar
más que a las costas de Anticyra. Pues no pasa con estas experiencias
interiores como con las EXTERIORES sobre los objetos del espacio, en que
los objetos suministran experiencias coincidentes y DURADERAS. El senti-
do interno ve las relaciones entre sus determinaciones sólo en el tiem-
po; por tanto, en un fluir en que no cabe prolongar la observación,
como, sin embargo, es necesario para la experiencia (*).
(*) Los dos siguientes párrafos pertenecen a una nota a pie de página insertada por el
propio autor en este lugar del texto.
IMMANUEL KANT 133
$ELASREPRESENTACIONESQUETENEMOSSINSERCONSCIENTESDEELLAS
Lecturas recomendadas
BORING, E. G., (ISTORIADELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL . México: Trillas, 1978. Una
exposición breve, aunque completa, sobre la contribución de la frenología a
la psicología puede hallarse en el capítulo 3 (pp. 71-81).
YOUNG, R. M., «Gall and phrenology: Speculation VERSUS observation VERSUS expe-
riment». En -IND BRAINANDADAPTATIONINTHENINETEENTHCENTURYCEREBRAL
136 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
La frenología
[1825]
Lecturas recomendadas
BORING, E. G., (ISTORIA DELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL . México: Trillas, 1978. En
esta historia clásica de la psicología puede encontrarse una clara exposición
de la contribución de los asociacionistas británicos (consúltese en particular
el capítulo 12).
STUART MILL, J., !UTOBIOGRAFÁA. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1939. Los primeros
capítulos contienen un interesante retrato intelectual y personal de James
Mill realizado por su hijo.
La mecánica mental
[1829]
5. [...] Una idea puede ser excitada por una sensación o por una
idea. La visión del perro de mi amigo es una sensación, y ella
excita la idea de mi amigo. La idea del Profesor Dugald Stewart
pronunciando una conferencia recuerda la idea del placer con
que lo escuché [...].
6. Igual que hay grados en las sensaciones y grados en las ideas (por-
que una sensación es más viva que otra sensación, una idea más
viva que otra idea), hay grados en la asociación. Decimos que una
asociación es más fuerte que otra: primero, cuando es más per-
manente que la otra; segundo, cuando se ejecuta con mayor cer-
teza; tercero, cuando se ejecuta con mayor facilidad. [...].
7. Todas las causas de la fuerza de la asociación parecen resolver-
se en dos: la vivacidad de los sentimientos asociados y la fre-
cuencia de la asociación. [...].
8. Cuando dos o más ideas se han repetido juntas con frecuencia y
la asociación se ha hecho muy fuerte, a veces se dan en una com-
binación tan estrecha que no pueden distinguirse una de otra.
Algunos casos de sensaciones son análogos. Por ejemplo, cuan-
do se hace girar rápidamente una rueda en cuyas siete partes
están pintados respectivamente los siete colores del prisma, no
aparecen los siete colores, sino un único color uniforme, el blan-
co. Por la rapidez de la sucesión, las distintas sensaciones dejan
de poder distinguirse; convergen, por así decirlo, y el resultado
es una nueva sensación, compuesta de las siete pero aparente-
mente simple. Las ideas que han estado juntas tan a menudo que
cuando existe una de ellas en la mente las otras existen inme-
diatamente junto a ella, parecen también meterse una en otra,
soldarse —por así decirlo— y, a partir de muchas ideas, formar
una sola; la cual, aunque compleja en realidad, no parece menos
simple que cualquiera de las que está compuesta. [...].
10. En nuestros sentimientos asociados no es infrecuente que el
antecedente [sensación o idea evocadora] no tenga más impor-
tancia que la de introducir el consiguiente [sensación o idea
evocada]. En estos casos, el consiguiente absorbe toda la aten-
ción, y el antecedente es olvidado al instante. Lo que sucede en
el discurso ordinario proporciona una ilustración muy clara de
ello. Llega un amigo de un país lejano y me trae las primeras
noticias de la última enfermedad, las últimas palabras, los últi-
mos actos y la muerte de mi hijo. El sonido de la voz, la articu-
lación de cada palabra, produce su sensación en mi oído; pero
JAMES MILL 143
Hijo mayor de James Mill, John Stuart Mill recibió de su padre una rigu-
rosa educación clásica, filosófica, política, económica y matemática basada
en los principios asociacionistas y utilitaristas que éste defendía. Aunque
esta formación sin duda le facilitó el camino de sus notables logros intelec-
tuales, más adelante el propio John Stuart llegaría a considerarla sumamen-
te insuficiente desde los puntos de vista afectivo y práctico.
Fue autor de numerosos escritos filosóficos de carácter social y político
(0RINCIPIOSDEECONOMÁAPOLÁTICA, 1848; 3OBRELALIBERTAD, 1859; %LUTILITARISMO,
1863...) donde desarrolló, refinándolos, los grandes supuestos del utilitaris-
mo benthamiano que había absorbido desde niño en su inmediato entorno
familiar. Estos trabajos le acreditan como uno de los máximos representan-
tes del pensamiento liberal del siglo XIX.
Su contribución más significativa para la psicología se contiene en el
libro 3ISTEMADE,ÆGICA, de 1843. En él, aun reconociéndose inserto en la tra-
dición de pensamiento asociacionista propia del pensamiento británico, J. S.
Mill proponía una nueva noción de asociación (entendida más como síntesis
que como mero agregado de componentes) que no sólo chocaba frontalmen-
te con la de su padre sino que anticipaba algunos aspectos clave de psicolo-
gías tan poco asociacionistas como las de Wundt y los psicólogos de la Ges-
talt. El carácter emergente del resultado asociativo, por otra parte, hacía que
éste fuera difícilmente previsible sin una indagación empírica y sistemática
previa capaz de determinarlo en virtud de los distintos modos de fusionarse
que tienen las ideas simples. El punto de vista de J. S. Mill conducía así al
reconocimiento de la necesidad de abordar experimentalmente el estudio de
los fenómenos mentales.
Esta nueva concepción del proceso asociativo, que por su analogía con
los procesos químicos J. S. Mill caracterizó como «química mental», es la
que aparece reflejada en este texto.
146 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
BORING, E. G., (ISTORIA DELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL . México: Trillas, 1978. En
esta historia clásica de la psicología puede encontrarse una clara exposición
de la contribución de los asociacionistas británicos (consúltese en particular
el capítulo 12).
MILL, J. S., !UTOBIOGRAFÁA. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1939. Un interesantísimo
recorrido autobiográfico en que J. S. Mill no incluye sólo consideraciones in-
telectuales, sino también otras sumamente personales sobre sí mismo, su
entorno inmediato y la época que le tocó vivir.
PASSMORE, J., AÅOSDEFILOSOFÁA . Madrid: Alianza, 1981. La aproximación de
Passmore a la filosofía contemporánea toma precisamente la obra de J. S.
Mill como punto de partida.
La química mental
[1843]
color, una cierta forma, un cierto sabor y olor, etc., porque interrogan-
do a nuestra conciencia podemos percibir todos estos elementos en la
idea. Pero en una percepción aparentemente tan sencilla como la que
obtenemos por los ojos de la forma de un objeto, no podemos percibir
toda la multitud de ideas derivadas de los otros sentidos, sin las cuales
es bien sabido que esta percepción visual no tendría existencia; ni en
nuestra idea de Extensión podemos descubrir las ideas elementales de
resistencia derivadas de nuestra estructura muscular, en las cuales se ha
demostrado concluyentemente que aquella idea TIENE su origen. Por lo
tanto, éstos son casos de química mental, en los que es apropiado decir
que las ideas simples generan, mejor que componen, las complejas.
Lecturas recomendadas
.ATURALEZARELATIVADELESPÁRITUPOSITIVO
$ESTINODELASLEYESPOSITIVAS0REVISIÆNRACIONAL
nunca procuran otra cosa que materiales indispensables. [...] (L)a ver-
dadera ciencia, lejos de estar formada de meras observaciones, tiende
siempre a dispensar, en cuanto es posible, de la exploración directa, sus-
tituyéndola por aquella previsión racional que constituye, por todos
aspectos, el principal carácter del espíritu positivo [...].
%XTENSIÆNUNIVERSALDELDOGMAFUNDAMENTALDELAINVARIABILIDADDELAS
,EYESNATURALES
Lecturas recomendadas
BOAKES, R. A., (ISTORIADELAPSICOLOGÁAANIMAL$E$ARWINALCONDUCTISMO . Ma-
drid: Alianza, 1989. Una de las mejores historias de la psicología comparada,
excelentemente traducida. La contribución de Spencer se aborda en diferen-
tes epígrafes distribuidos en los tres primeros capítulos.
BORING, E. G., (ISTORIADELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL. México: Trillas, 1978. En su
capítulo sobre el asociacionismo británico se incluye un epígrafe sobre el
asociacionismo evolucionista, donde se analiza la significación de la obra de
Spencer en este contexto.
154 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
ca también esos casos. Aunque sea indudable que las secuencias refle-
jas e instintivas no están determinadas por la experiencia del organismo
INDIVIDUAL que las manifiesta, sigue siendo verosímil la hipótesis de que
están determinadas por la experiencia de la ESPECIE formada por los
antepasados del organismo, los cuales han fijado esas secuencias como
relaciones orgánicas a través de infinitas repeticiones durante innume-
rables generaciones. Todos los hechos disponibles apoyan esta hipóte-
sis. La transmisión hereditaria —que se manifiesta en todas las plantas
que cultivamos, en todos los animales que criamos y en la especie hu-
mana— no sólo se aplica a las peculiaridades físicas, sino también a las
psíquicas. Las generaciones futuras no reciben simplemente el legado
de una forma o un tipo de constitución modificada a causa de nuevos
hábitos de vida. Reciben además el legado de las tendencias nerviosas
modificadas que han sido producidas por tales hábitos de vida. Y si los
nuevos hábitos de vida terminan por ser permanentes, entonces esas
tendencias también se hacen permanentes. Esto se ejemplifica en cada
criatura respecto a la cual tengamos la experiencia necesaria, desde el
ser humano hacia atrás. Sin embargo, entre las familias de una socie-
dad civilizada, los cambios de ocupación y hábito que tienen lugar de
generación en generación, así como los matrimonios entre familias con
diferentes ocupaciones y hábitos, nos confunden enormemente respec-
to a la evidencia de la transmisión psíquica. Pero, a pesar de ello, basta
con tomar en consideración el carácter nacional, donde tales causas
perturbadoras se neutralizan mutuamente, para ver con claridad que
las peculiaridades mentales producidas por el hábito acaban siendo
hereditarias. [...]
[...]
¿Pero será suficiente la hipótesis de la experiencia para explicar la
evolución de las formas superiores de racionalidad, y no sólo las infe-
riores? Ha de serlo. Partiendo del razonamiento que va de lo particular
a lo particular —propio de niños, animales domésticos y mamíferos
superiores en libertad—, el progreso hacia el razonamiento inductivo y
deductivo es igualmente continuo, y está igualmente determinado por
la acumulación de experiencias [...].
Si no fuera a causa de la habitual impaciencia por instaurar alguna
diferencia concreta entre la inteligencia animal y la humana, apenas
haría falta presentar ninguna prueba de ello [...]. Todo el mundo debe
admitir que, no siendo mayor la racionalidad de un niño que la de un
animal doméstico —si es que la alcanza—, y siendo a través de pasos
imperceptibles como tiene lugar el progreso desde la racionalidad in-
156 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
fantil hasta la del hombre adulto, también existe una serie de pasos
imperceptibles a través de los cuales la racionalidad de los brutos se
convierte en racionalidad humana. Más aún: debe admitirse que, así
como la asimilación de experiencias cada vez más complejas es por sí
sola suficiente para que la razón se manifieste en el ser humano indivi-
dual, así también debe ser suficiente para la evolución de la razón en
general.
Igualmente concluyente es el argumento respecto a la historia de la
civilización o la comparación entre las diferentes razas humanas exis-
tentes [...].
Lecturas recomendadas
BOAKES, R. A., (ISTORIA DELAPSICOLOGÁAANIMAL$E$ARWINALCONDUCTISMO .
Madrid: Alianza, 1989. Una de las mejores historias de la psicología com-
158 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Las afinidades entre todos los seres de la misma clase se han repre-
sentado algunas veces mediante un gran árbol. Creo que este símil
expresa buena parte de la verdad. Las ramitas verdes que están brotan-
do pueden representar las especies existentes, y las ramas surgidas
durante años anteriores pueden representar la larga sucesión de espe-
cies extinguidas. En cada período de desarrollo, todas las ramitas, al
crecer, han intentado ramificarse por todas partes y acabar con los bro-
tes y ramas de su alrededor para prevalecer sobre ellos, del mismo
modo que las especies y los grupos de especies han dominado siempre
otras a especies en la gran batalla por la vida. Las propias ramas prin-
cipales, que arrancan del tronco y se dividen en grandes ramas que se
subdividen en ramas cada vez menores, fueron una vez, cuando el árbol
era joven, ramitas que brotaban. Esta relación entre los brotes viejos y
nuevos a través de las ramificaciones bien puede representar la clasifi-
cación de todas las especies —vivientes y extinguidas— en grupos
subordinados unos a otros. De entre los muchos brotes que florecieron
cuando el árbol era un mero arbusto, sólo dos o tres sobreviven aún,
convertidos ahora en grandes ramas y sirviendo de soporte a las otras
ramas. Lo mismo ocurre con las especies que vivieron durante largos
períodos geológicos del pasado: muy pocas de ellas han dejado descen-
dientes vivos y que hayan sufrido transformaciones. Desde el desarrollo
inicial del árbol, muchas de las principales ramas y de las grandes se
han secado y caído. Estas ramas caídas, de varios tamaños, pueden
representar los órdenes, familias y géneros que carecen por entero de
representantes vivos en la actualidad, y que nos son conocidos tan sólo
en estado fósil. Igual que vemos de vez en cuando una ramita perdida
160 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
que, habiendo brotado de una horcadura muy baja del árbol, por algu-
na circunstancia ha sido favorecida y permanece viva y alzada, así
vemos ocasionalmente a algún animal como el ornitorrinco o el ,EPIDO
SIREN, los cuales, dadas sus afinidades, constituyen en cierta medida una
conexión entre dos grandes ramas de la vida, y parece que han sido sal-
vados de la fatal competencia por haber habitado un lugar protegido. Y
así como los arbustos originan, al crecer, nuevos brotes de arbustos y
éstos, si son vigorosos, se ramifican y se imponen por todas partes a
numerosas ramas más débiles, de la misma manera —por generación—
creo que ha actuado el gran árbol de la vida, que llena la corteza terres-
tre de ramas muertas y rotas, cubriendo su superficie con hermosas
ramificaciones en constante proliferación.
Lecturas recomendadas
BORING, E. G., (ISTORIA DELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL . México: Trillas, 1978. El
capítulo 15 está íntegramente dedicado a Helmholtz, a quien Boring consi-
dera como uno de los fundadores de la moderna psicología experimental.
HATFIELD, G., 4HENATURALANDTHENORMATIVE4HEORIESOFSPATIALPERCEPTIONFROM
+ANTTO(ELMHOLTZ. Cambridge, Mass.: MIT Press, 1990 (cap. 5). En este libro
puede encontrarse una excelente aproximación a las teorías de la percepción
de Helmholtz y otros fisiólogos del siglo XIX.
MOULINES, U., «La percepción en Herman von Helmholtz». En E. Quiñones ETAL.
(eds.), (ISTORIA DELAPSICOLOGÁA . 4EXTOS YCOMENTARIOS . Madrid: Tecnos, 1993
(pp. 210-217). Interesante comentario de un texto sobre este tema tan crucial
en la obra de Helmholtz.
Lecturas recomendadas
LÓPEZ CEREZO, J. A. y LUJÁN LÓPEZ, J. L., %LARTEFACTODELAINTELIGENCIA . Madrid:
Anthropos, 1989. Un análisis histórico y crítico de las teorías hereditaristas
de la inteligencia y sus consecuencias sociales. Entre los autores tratados se
encuentra Galton.
GALTON, F., (ERENCIAYEUGENESIA. Madrid: Alianza, 1988. Edición española de uno
de los libros más importantes del autor.
GONDRA, J. M., (ISTORIADELAPSICOLOGÁA Vol. I. Madrid: Síntesis, 1997. En las pági-
nas 211 a 222 se encuentra una completa exposición de las aportaciones de
Galton a la psicología diferencial.
168 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
cas influencias que generan las diferencias entre chico y chico, o entre
hombre y hombre, son el trabajo diligente y el esfuerzo moral. Es des-
de el punto de vista menos cualificado desde donde cuestiono las pre-
tensiones de igualdad natural. Las experiencias en el cuarto de los
niños, el colegio, la universidad y las carreras profesionales, constitu-
yen una sucesión de pruebas de lo contrario. No soy cicatero a la hora
de reconocer el gran poder de la educación y los influjos sociales en
el desarrollo de las capacidades activas de la mente, precisamente del
mismo modo que reconozco los efectos del uso en el desarrollo de los
músculos del brazo de un herrero, sin ir más lejos. Aunque el herrero se
afane en trabajar todo cuanto quiera, hallará que ciertas proezas supe-
ran sus capacidades y más bien son propias para la fuerza del brazo de
un hombre con vestigios hercúleos, incluso si éste ha llevado una vida
sedentaria. [...]
Cualquiera que se haya entrenado en algún tipo de ejercicio físico
habrá descubierto perfectamente el alcance de su potencia muscular.
Cuando comienza a practicar la marcha, remar, hacer pesas o correr,
queda encantado al comprobar cómo sus músculos se fortalecen y su
resistencia a la fatiga aumenta día a día. Mientras es un principiante, es
probable que se sienta muy satisfecho de sí mismo creyendo que apenas
existe límite para la educación de sus músculos; pero no tarda en des-
cubrir que sus progresos diarios son cada vez más pequeños y terminan
por desaparecer: su rendimiento máximo aparece como una cantidad
rígidamente determinada. Cuando ha alcanzado el tope de su entrena-
miento, llega a saber con una exactitud milimétrica cuál es la altura o
longitud de sus saltos, y llega a saber con una exactitud de gramos qué
fuerza es capaz de ejercer sobre el dinamómetro al comprimirlo. Puede
dar puñetazos a la máquina utilizada para medir el impacto de sus gol-
pes y hacer que la aguja ascienda hasta una determinada graduación,
pero no más arriba. Lo mismo le ocurrirá en la carrera, el remo, la mar-
cha y demás ejercicios físicos. Las capacidades musculares de cada ser
humano tienen un límite determinado que ni el entrenamiento ni la
educación permiten superar.
Tal experiencia es análoga a la que tiene cada estudiante con el fun-
cionamiento de sus capacidades mentales. El chico aplicado que va por
vez primera a la escuela y afronta retos intelectuales se queda asom-
brado de sus progresos. Se vanagloria de su firmeza mental recién de-
sarrollada y de su creciente capacidad de trabajo, y quizá crea, en su
inocencia, que está a su alcance el llegar a ser uno de esos héroes que
han dejado huella en la historia del mundo. Pasan los años, el chico
compite repetidamente con sus compañeros en los exámenes de la es-
170 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
las demás. El texto analiza varias aproximaciones a esta cuestión, de las que
sólo la última, la que reconoce en la INTENCIONALIDAD el carácter esencial de lo
psíquico, le resulta aceptable a su autor. (Conviene reparar en la significación
que se da en estas páginas de Brentano al término «inexistencia», que no
equivale a «no-existencia» sino a «existencia en»).
Lecturas recomendadas
BRENTANO, F., 0SICOLOGÁA. Madrid: Revista de Occidente, 1935 (2.ª ed.). En esta
edición se reúnen dos textos fundamentales de Brentano procedentes de ,A
PSICOLOGÁADESDEELPUNTODEVISTAEMPÁRICO (1874) y $ELACLASIFICACIÆNDELOS
FENÆMENOSPSÁQUICOS (1911).
CRUZ HERNÁNDEZ, M., &RANCISCO"RENTANO. Salamanca: Universidad de Salaman-
ca, 1953. Breve y claro estudio de la vida y obra de Brentano.
GARCÍA BARÓ, M., «La psicología empirista de F. Brentano». En E. Quiñones, F.
Tortosa y H. Carpintero (eds.), (ISTORIADELAPSICOLOGÁA4EXTOSYCOMENTARIOS.
Madrid: Tecnos, 1993. Comentario a un fragmento de su 0SICOLOGÁADESCRIP
TIVA.
Caracterización de lo psíquico
[1874]
Lecturas recomendadas
ATO GARCÍA, M., «Gustav T. Fechner y la psicofísica». En E. Quiñones ETAL (eds.),
(ISTORIA DELAPSICOLOGÁA4 EXTOS YCOMENTARIOS . Madrid: Tecnos, 1993 (pp.
192-200). Interesante comentario a un pasaje de la misma obra de donde
hemos extraído el texto seleccionado.
BORING, E. G., 3ENSATIONANDPERCEPTIONINTHEHISTORYOFPSYCHOLOGY . Nueva York:
Appleton, 1942. La historia de la psicología de la percepción por excelencia,
elaborada por el decano de los historiadores de la psicología. Pese al tiempo
transcurrido desde su publicación, mantiene vigencia como obra de consulta.
MÜLBERGER, A., «Elementos de psicofísica: Los experimentos con pesos de G. T.
Fechner». En M. Saiz, D. Saiz y A. Mülberger, (ISTORIADELAPSICOLOGÁA-A
NUALDEPR·CTICAS. Barcelona: Eduard Fabregat Editor, s.a. (pp. 93-103). Resu-
me con brevedad las nociones básicas de la psicofísica fechneriana y explica
sus procedimientos experimentales.
Lecturas recomendadas
DARWIN, C., !UTOBIOGRAFÁA. Madrid: Alianza, 1977. Una amena lectura que mues-
tra el minucioso trabajo de Darwin a partir de su viaje en el "EAGLE.
DARWIN, C., %NSAYOSOBREELINSTINTOy !PUNTEBIOGR·FICODEUNNIÅO. Madrid: Tec-
nos, 1983. Aunque la traducción es algo descuidada, merece la pena leer
estos dos breves escritos psicológicos de Darwin. El segundo de ellos, ade-
más, le convierte en uno de los primeros psicólogos evolutivos, precursor de
las observaciones de Freud o Piaget.
DARWIN, C., ,AEXPRESIÆNDELASEMOCIONESENLOSANIMALESYENELHOMBRE. Madrid:
Alianza, 1984. Esta es la obra psicológica por antonomasia de Darwin. En las
«Consideraciones preliminares» de T. R. Fernández Rodríguez, traductor de
la obra, se pone de manifiesto que la preocupación por la actividad psicoló-
gica de los organismos era esencial para Darwin.
RICHARDS, R. J., $ARWIN ANDTHEEMERGENCEOFEVOLUTIONARYTHEORIESOFMINDAND
BEHAVIOR. Chicago: Chicago University Press, 1987. Tal vez la mejor historia
de la psicología comparada y sus raíces en la obra darwiniana.
182 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
nadas entre sí, aun situadas en dos partes distantes del mundo y rode-
adas de condiciones de vida totalmente diferentes, tienen mucho en
común en lo que se refiere a sus instintos. Y es que estos hechos son
explicados por la teoría, mientras que si consideramos cada instinto
como una creación especial, entonces sólo podemos decir que es como
es. Las imperfecciones y errores del instinto dejan de ser sorprenden-
tes en nuestra teoría. En realidad, lo extraño sería que no se pudieran
detectar bastantes más casos flagrantes, si no fuera porque una especie
que no hubiera conseguido modificarse y perfeccionar hasta este
momento sus instintos lo bastante como para ser capaz de continuar
luchando con quienes viven junto a ella en la misma zona, simplemen-
te sería una más añadida a la miríada de especies que se han extin-
guido.
Quizá no sea lógico, pero es mucho más satisfactorio para mi ima-
ginación considerar que la cría del cuco expulsando a sus hermanos
adoptivos, las larvas de las )CHNEUMONIDA alimentándose dentro de los
cuerpos vivos de sus presas, los gatos jugando con ratones o las nutrias
y cormoranes con peces vivos, no han sido dotados de instintos espe-
ciales por el Creador, sino que constituyen partes muy pequeñas de una
ley general que gobierna el desarrollo evolutivo del conjunto de los cuer-
pos orgánicos —Multiplicaos, Variad, que se mantenga con Vida el más
fuerte y Muera el más débil—.
Lecturas recomendadas
CAPARRÓS, A., (%BBINGHAUSUNFUNCIONALISTAINVESTIGADORTIPODOMINIO . Barce-
lona: Universitat de Barcelona, 1986. Un detenido estudio sobre la significa-
186 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
3ERIESDESÁLABASSINSENTIDO
6ENTAJASDELMATERIAL
0RODUCCIÆNDELASCONDICIONESEXPERIMENTALESLOM·SCONSTANTESPOSIBLES
Lecturas recomendadas
Apariencia y realidad
[1886]
Lecturas recomendadas
BLANCO, F., «Los orígenes de la psicología norteamericana: William James». En
M. Saiz, D. Saiz y A. Mülberger, (ISTORIADELAPSICOLOGÁA-ANUALDEPR·CTI
CAS. Barcelona: Eduard Fabregat Editor, s.a. (pp. 239-250). Una compacta
exposición de la psicología de William James dentro de su contexto intelec-
tual.
FEINSTEIN, H. M., ,A FORMACIÆNDE7 ILLIAM *AMES. Buenos Aires: Paidós, 1987.
Estudio psicológico-biográfico de James desde el punto de vista del desarro-
llo de una personalidad creativa en el entorno familiar. Incluye numerosas
fotografías.
JAMES, W., 0RINCIPIOSDEPSICOLOGÁA México: F.C.E., 1989. Cuidada edición espa-
ñola de la obra más importante de James.
PERRY, R.B., %L PENSAMIENTOYLAPERSONALIDADDE7 ILLIAM *AMES. Buenos Aires:
Paidós, 1973. Una clásica biografía de James muy consultada por los histo-
riadores.
La corriente de conciencia
[1890]
[...] La mayor parte de los libros empiezan con los hechos menta-
les más simples, las sensaciones, y proceden sintéticamente, constru-
yendo cada estadio superior a partir de los inferiores. Pero esto impli-
ca un abandono del método empírico de investigación. Nadie tuvo
nunca una simple sensación en cuanto tal. La conciencia, desde el mo-
mento de nuestro nacimiento, es conciencia de una fecunda multipli-
cidad de objetos y relaciones, y las que llamamos simples sensaciones
son resultados de la atención discriminativa, muy frecuentemente lle-
vada a extremos muy altos. Es asombroso el estrago causado en la psi-
cología cuando se admiten presupuestos al principio aparentemente
inocentes, pero que llevan en su interior ciertos fallos. Posteriormente
estas consecuencias nocivas se desarrollan y llegan a ser irremediables
al quedar insertas en la totalidad del entramado de la obra. La noción
de que las sensaciones, al ser las cosas más simples, son las primeras
que deben ser consideradas por la psicología, es una de estas suposi-
ciones. Lo único que la psicología tiene derecho a postular desde el
principio es precisamente el hecho del pensamiento, y este hecho tie-
ne que ser examinado y analizado en primer lugar. Si después resulta
que las sensaciones están entre los elementos del pensamiento, éstas
no saldrán peor paradas que en el caso de haberlas presupuesto desde
el principio.
WILLIAM JAMES 195
#INCOCARACTERESDELPENSAMIENTO
$ENTRODECADACONCIENCIAPERSONALELPENSAMIENTOESSENSIBLEMENTE
CONTINUO
culado; fluye. Un «río» o una «corriente» son las metáforas que mejor
la describen. !SÁ PUESENLOSUCESIVOCUANDOHABLEMOSDEELLALALLA
MAREMOSCORRIENTEDELPENSAMIENTODELACONCIENCIAODELAVIDASUBJE
TIVA.
Pero ahora surge, incluso dentro de los límites de un mismo sí mis-
mo, y entre pensamientos con este mismo sentido de pertenencia con-
junta, una clase de juntura y separación entre las partes que, al parecer,
no hemos tenido en cuenta en la anterior afirmación. Me refiero a las
interrupciones debidas a repentinos CONTRASTES ENLACUALIDAD de los
sucesivos momentos de la corriente del pensamiento. [...] Una sonora
explosión, ¿no romperá en dos a la conciencia en la que haya irrumpi-
do repentinamente? Todo sobresalto repentino, toda aparición de un
nuevo objeto o cambio en una sensación, ¿no crean una interrupción
real, sensiblemente sentida en cuanto tal, que parte a la corriente de la
conciencia en el momento en que aparece? ¿No hieren todas las horas
de nuestras vidas estas interrupciones? Entonces, ¿cómo podemos decir
que nuestra conciencia es una corriente continua?
Esta objeción se basa en parte en una confusión y en parte en una
idea introspectiva superficial.
La confusión afecta a los pensamientos, tomados como hechos obje-
tivos, y a las cosas presentes en nuestra conciencia. Es una confusión
natural, pero puede evitarse fácilmente si es que nos ponemos en guar-
dia. Las cosas son discretas y discontinuas; pasan delante de nosotros
en trenes o en cadenas, frecuentemente irrumpiendo en apariciones
explosivas y divididas en dos. Pero sus idas, venidas y contrastes no
rompen el flujo del pensamiento que las piensa, como tampoco rompen
el tiempo y el espacio en los cuales están. Un silencio puede quedar que-
brantado por el estrépito de un trueno, y nosotros quedar tan ensorde-
cidos y confusos por el choque que no seamos capaces de explicarnos lo
sucedido en ese momento. Pero esta confusión es un estado mental, y
un estado que no hace pasar directamente del silencio al sonido. La
transición del pensar en un objeto al pensar en otro no es una interrup-
ción del PENSAMIENTO mayor que la que introduce la juntura del bambú
dentro de un bosque. Es una parte de la CONCIENCIA lo mismo que la jun-
tura es una parte del BAMBË.
[...]
198 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
,ACONCIENCIASIEMPRESEINTERESAPORUNASPARTESDELOBJETOM·SQUE
POROTRASYLESDALABIENVENIDAYLASRECHAZAODICHOCONOTRASPALA
BRASESCOGEALMISMOTIEMPOQUEPIENSA
Lecturas recomendadas
BELOFF, J., 0ARAPSYCHOLOGYACONCISEHISTORY. London: Atholone Press, 1993. Una
breve historia de la parapsicología que ayuda a contextuar la significación de
la obra de Myers.
ELLENBERGER, H. F., %L DESCUBRIMIENTODELINCONSCIENTE Madrid: Gredos, 1979.
Una historia admirable de la evolución de la psiquiatría dinámica anclada en
el entorno político, social, cultural y médico de las corrientes psiquiátricas.
Muy útil para contextuar el pensamiento de Myers.
EYSENCK, H. J. y SARGENT, C., %XPLICANDOLOINEXPLICADO-ISTERIOSDELOPARANOR
MAL. Madrid: Debate, 1993. Interesante introducción a los problemas de la
parapsicología y a su investigación, apadrinada por uno de los más impor-
tantes representantes modernos de la ciencia de la conducta.
La conciencia subliminal
[1892]
los cuales algunos son al menos igual de conscientes que los que cono-
cemos empíricamente. Yo no concedo primacía a mi yo despierto,
excepto en el sentido de que entre mis yoes potenciales éste se ha mos-
trado como el más preparado para afrontar las necesidades de la vida
diaria. Sostengo que es perfectamente posible que otros pensamientos,
sensaciones y recuerdos, tanto aislados como en continua conexión,
puedan ahora ser activamente conscientes —digamos «dentro de mí»—
en alguna clase de coordinación con mi organismo y formando parte de
mi individualidad total. Concibo la posibilidad de que en el futuro, y en
distintas condiciones, pueda recordarlos todos. Yo puedo asumir estas
distintas personalidades bajo una única conciencia en la cual la con-
ciencia completa, la conciencia empírica que en este momento dirige mi
mano, sea sólo un elemento entre muchos.
Lecturas recomendadas
BOAKES, R. A., (ISTORIADELAPSICOLOGÁAANIMAL$E$ARWINALCONDUCTISMO . Ma-
drid: Alianza, 1989. Especialmente el capítulo 2.
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T. R. y SÁNCHEZ GONZÁLEZ, J. C., «Morgan y su herencia
objetiva». 2EVISTA DE(ISTORIADELA0SICOLOGÁA , XV (34), 1994, pp. 71-78. Se
hace eco de la critica a la interpretación reduccionista del Canon de Morgan
planteada por algunos historiadores actuales y extrae las implicaciones que
ello tiene para la historia de la psicología.
204 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
Lecturas recomendadas
BORING, E. G., (ISTORIA DELAPSICOLOGÁAEXPERIMENTAL . México: Trillas, 1978. El
capítulo 16 de esta historia clásica ha contribuido de manera decisiva a fijar
una imagen estructuralista y «titcheneriana» de Wundt que ha sido muy
cuestionada por la historiografía de la psicología más reciente.
CARPINTERO, H., «Wilhelm Wundt y la psicología científica». En E. Quiñones, F.
Tortosa y H. Carpintero (eds.), (ISTORIADELAPSICOLOGÁA4EXTOSYCOMENTARIOS.
Madrid: Tecnos, 1993 (pp. 231-244). Excelente comentario a un texto de
Wundt.
PETERSEN, P., 'UILLERMO7UNDT. Madrid: Revista de Occidente, 1932. Una visión
general del pensamiento psicológico y filosófico de Wundt.
RIEBER, R. W. (ed.), 7ILHELM7UNDTANDTHEMAKINGOFSCIENTIFICPSYCHOLOGY . New
York: Plenum Press, 1980. Un conjunto de trabajos representativos del nue-
vo enfoque historiográfico sobre la contribución wundtiana.
WUNDT, W., #OMPENDIODEPSICOLOGÁA. Madrid: La España Moderna, s.a. Versión
española completa del libro del que procede el fragmento aquí seleccionado.
Una selección algo más amplia de textos procedente de esta misma obra
puede encontrarse en J. M. Gondra (ed.), ,APSICOLOGÁAMODERNA4EXTOSB·SI
COSPARASUG½NESISYDESARROLLOHISTÆRICO . Bilbao: Desclée de Brouwer, 1982
(pp. 181-196).
El objeto de la psicología
[1896]
Lecturas recomendadas
COLE, M., 0SICOLOGÁACULTURAL. Madrid: Morata, 1999. Este autor es representativo
del resurgimiento actual de lo que Wundt bautizó como «psicología de los
pueblos».
ROSA, A., «Entre la explicación del comportamiento y el esfuerzo por el signifi-
cado: una mirada al desarrollo de las relaciones entre el comportamiento
individual y la cultura». 2EVISTADE(ISTORIADELA0SICOLOGÁA , 21 (4), 2000, pp.
77-114. Una exposición actual de la historia de la psicología cultural, uno de
cuyos referentes es el Wundt de la 0SICOLOGÁADELOSPUEBLOS.
WUNDT, W., %LEMENTOS DEPSICOLOGÁADELOSPUEBLOS . Barcelona: Alta Fulla, 1990.
Edición española actual de la obra donde Wundt aplica su método histórico-
comparativo.
216 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
del fenómeno. Son, pues, necesarias para distinguir entre sí las diversas
partes de un fenómeno complejo, porque esto, en la mayor parte de los
casos, solamente puede suceder cuando arbitrariamente se pasan por
alto algunas condiciones o se le agregan otras, o también cuando se
modifica su importancia.
Cosa muy diferente sucede en lo que respecta a los OBJETOSNATURALES,
los cuales, relativamente, son objetos permanentes que no necesitan
producirse en un momento determinado, sino que a cualquier hora se
hallan a disposición del observador. Generalmente, tratándose de tales
objetos solamente se requiere una investigación experimental cuando
queremos indagar los procesos de su nacimiento y variaciones; en este
caso encuentran aplicación las mismas consideraciones hechas en el
estudio de los procesos naturales, porque los objetos naturales se con-
sideran como productos o como partes de procesos naturales. Cuando,
en lugar de esto, únicamente se trata de la naturaleza real de los obje-
tos, sin tener para nada en cuenta su formación y sus variaciones, bas-
ta entonces la simple observación. En este caso se encuentran, por
ejemplo, la mineralogía, la botánica, la zoología, la anatomía, la geo-
grafía y otras ciencias semejantes que son de mera observación mien-
tras en ellas no se introduzcan, como sucede a menudo, problemas físi-
cos, químicos o fisiológicos; en una palabra: los problemas que se
refieren a procesos naturales.
2. Si transportamos estas consideraciones a la psicología, aparece
desde luego manifiesto que, por su propio contenido, se halla, sin duda,
constreñida a seguir el mismo camino de las ciencias en las cuales sólo
es posible una observación exacta bajo la forma de observación experi-
mental, y que, por este motivo, nunca puede ser una ciencia de mera
observación. En efecto, el contenido de la psicología consiste en PROCE
SOS y no en objetos persistentes. Para indagar la aparición y el curso
exacto de estos procesos, su composición y las recíprocas relaciones de
sus diversas partes, tenemos, antes de nada, que producir a nuestra
voluntad aquellas apariciones y poder variar las condiciones según
nuestros propósitos, lo que únicamente es posible mediante el experi-
mento y no por la mera observación. A esta razón general se agrega una
especial para la psicología que no es igualmente aplicable a los fenó-
menos naturales. Puesto que en éstos hacemos abstracción del sujeto
cognoscente, nos es posible servirnos, bajo ciertas condiciones, de la
simple observación; sobre todo si ésta, como en la astronomía, se halla
favorecida por la regularidad de los fenómenos, en cuyo caso es dado
determinar con suficiente seguridad el contenido objetivo de los fenó-
menos. Pero la psicología, no pudiendo por principio hacer abstracción
218 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
Lecturas recomendadas
HEIDBREDER, E., 0SICOLOGÁASDELSIGLO 88. Buenos Aires: Paidós, 1971. Una exposi-
ción clásica de las principales orientaciones teóricas de la psicología de prin-
cipios del siglo XX. Su primer capítulo está dedicado al estructuralismo de
Titchener (pp. 93-118).
TITCHENER, E. B., «Los postulados de una psicología estructural». En J. M. Gondra
(ed.), ,APSICOLOGÁAMODERNA. Textos básicos para su génesis y desarrollo histó-
rico. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1982. Texto íntegro del artículo de Titchener
al que pertenece nuestro fragmento (pp. 209-219).
TORTOSA, F. y QUIÑONES, E., «Los postulados de la psicología estructural de E. B.
Titchener». En E. Quiñones, F. Tortosa y H. Carpintero (eds.), (ISTORIADELA
PSICOLOGÁA4EXTOSYCOMENTARIOS. Madrid: Tecnos, 1993. Comentario histórico
de un fragmento procedente del mismo artículo que el nuestro (pp. 322-331).
quía de los «yoes» psicológicos, la mente típica de las clases sociales (los
artistas, los soldados, los hombres de letras), etc. 5) La psicología fun-
cional de la mente colectiva se halla, como era de esperar, en una con-
dición muy rudimentaria. Podemos delimitar su esfera e indicar sus
problemas; pueden encontrarse contribuciones menores a esta psicolo-
gía desperdigadas en las páginas de obras de psicología, lógica, ética,
estética, sociología y antropología; y algunos puntos destacados (por
ejemplo, la cuestión del papel desempeñado por el sentimiento estético
en la constitución de la mentalidad nacional) han sido abordados en
ensayos. Pero tenemos que tener una fisiología experimental de la men-
te individual antes de que se pueda progresar mucho. 6) Por último, la
labor de la escuela evolucionista ha establecido la psicología filogenéti-
ca sobre bases bastante sólidas, y el número de sus investigadores
garantiza que nuestra comprensión del desarrollo mental avanzará
rápidamente.
Lecturas recomendadas
BOAKES, R. A., «La psicología comparada y el comienzo del conductismo». En
(ISTORIA DELAPSICOLOGÁAANIMAL . Madrid: Alianza, 1989 (pp. 251-319). Este
capítulo sirve como marco para contextualizar histórica y científicamente la
aportación de Yerkes.
WOZNIAK, R. H. (ed.), 4HEORETICAL ROOTSOFEARLYBEHAVIORISM Gran Bretaña:
Routledge/Thoemmes Press, 1993. En su introducción (pp. 9-53), Wozniak
estudia las aportaciones científicas más notables que tuvieron lugar en el
momento histórico en el que Yerkes desarrolla sus investigaciones en psi-
cología comparada.
234 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Criterios estructurales:
Criterios funcionales:
(*) La MODIFICABILIDAD, tal como aquí es utilizada, incluye varios tipos de aprendizaje
como el asociativo, el imitativo y el racional. [Nota del autor.]
ROBERT YERKES 235
Lecturas recomendadas
ANGELL, J. R., «La provincia de la psicología funcional». En J. M. Gondra (ed.),
,A PSICOLOGÁAMODERNA4 EXTOS B·SICOSPARASUG½NESISYDESARROLLOHISTÆRICO .
Bilbao: Desclée de Brouwer, 1982 (pp. 327-347). Artículo completo de donde
procede el fragmento que presentamos.
TORTOSA, F. M., «Estructuralismo y funcionalismo». En J. Arnau y H. Carpintero
(eds.), (ISTORIATEORÁAYM½TODO . Madrid: Alhambra, 1989 (pp. 133-165). Un
texto clarificador de estas dos orientaciones psicológicas contrapuestas.
238 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
El credo funcionalista
[1907]
[...]
Por otra parte, las funciones son algo persistente, tanto en la vida
mental como en la vida psíquica. Jamás podemos tener dos veces una
misma idea, considerada desde la perspectiva de la estructura y com-
posición sensorial. Pero nada nos impide tener tan frecuentemente
como queramos contenidos de conciencia que SIGNIFIQUEN una misma
cosa. [...]
Sustancialmente idéntica a esta primera concepción de la psicología
funcionalista, aunque expresada con términos un tanto distintos, es la
opinión que dice que el problema funcional es descubrir el cómo y el
por qué de los procesos conscientes, más que determinar los elementos
irreductibles de la conciencia y sus modos característicos de combina-
ción. [...]
II
III
IV
Lecturas recomendadas
El hecho de que una palabra pudiese ser entendida sin imágenes susci-
tadoras, que una frase se pudiese entender y juzgar aunque aparente-
mente sólo se hallasen presentes a la conciencia sus sonidos, nunca dio
motivo a estos psicólogos para postular o establecer contenidos sin imá-
genes además de los que sí se daban con imágenes [...].
Lo que finalmente nos llevó en psicología a otra teoría fue la APLICA
CIÆNSISTEM·TICADELAAUTO
OBSERVACIÆN. Anteriormente, lo normal era no
pedir el informe sobre las experiencias habidas durante un experimen-
to nada más terminar éste, sino tan sólo obtener algún que otro infor-
me en los casos excepcionales o anormales. Sólo cuando concluía una
serie completa de experimentos se pedía un informe general sobre los
hechos principales que aún se recordasen. De esta manera, sólo los
aspectos más llamativos salían a la luz. Además, el compromiso con las
concepciones tradicionales de las sensaciones, los sentimientos y las
imágenes impedía observar o conceptuar lo que no era ni sensación, ni
sentimiento, ni imagen. Sin embargo, en cuanto se permitió que las per-
sonas adiestradas en observar sus propias experiencias hiciesen infor-
mes completos y sin prejuicios inmediatamente después de terminado
el experimento, se hizo evidente la necesidad de ampliar los conceptos
y definiciones anteriores. Descubrimos en nosotros mismos procesos,
estados, direcciones y actos que no encajaban en el esquema de la psi-
cología anterior. Los sujetos empezaron a hablar en lenguaje cotidiano,
y a dar a las imágenes sólo una importancia secundaria en su mundo
privado. Sabían, pensaban, juzgaban y entendían, captaban significados
e interpretaban conexiones, sin apoyarse en realidad en ninguno de los
acontecimientos sensoriales que aparecían de vez en cuando. Conside-
remos el siguiente ejemplo [...].
Se le pregunta al sujeto: «¿Entiende Vd. la frase: Pensar es tan extra-
ordinariamente difícil que muchos prefieren opinar?». En el protocolo
se lee: «En cuanto terminó la frase me di cuenta de su sentido. Pero el
pensamiento no estaba claro todavía. Para aclararlo, repetí lentamente
la frase, y cuando terminé el pensamiento era tan claro que puedo repe-
tirlo ahora: opinar implica aquí hablar sin pensar y eludir el tema, en
contraste con la actividad investigadora del pensamiento. Aparte de las
palabras de la frase que oí y que luego reproduje, no hubo nada pareci-
do a imágenes en mi conciencia». Este no es simplemente un sencillo
proceso de pensamiento sin imágenes. Lo interesante es que los sujetos
afirmaban que la comprensión procedía generalmente de esta manera
en las frases difíciles. No es, pues, un producto artificial de laboratorio,
sino la vida de la realidad misma en todo su esplendor, lo que se ha
hecho accesible en estos experimentos [...].
246 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
PÉREZ, A. y TORTOSA, F., «La psicología tal como la ve John B. Watson». En E. Qui-
ñones, F. Tortosa y H. Carpintero (eds.), (ISTORIA DELAPSICOLOGÁA4 EXTOS Y
COMENTARIOS. Madrid: Tecnos, 1993. Comentario a un fragmento del «mani-
fiesto conductista» watsoniano, realizado por dos buenos conocedores de su
obra (pp. 366-377).
248 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
2ESUMEN
barrera que existe entre la psicología y las demás ciencias. Los resulta-
dos de la psicología se convierten en los correlatos funcionales de la
estructura y se prestan a ser explicados en términos físico-químicos.
5. Después de todo, la psicología como [ciencia de la] conducta sólo
tendrá que ignorar unos pocos problemas realmente esenciales de los
atendidos hoy por la psicología como ciencia introspectiva. Con toda
probabilidad, hasta estos problemas residuales podrán ser reformula-
dos de tal modo que puedan resolverse con unos refinados métodos
conductuales (que, ciertamente, tendrán que llegar).
Lecturas recomendadas
quien nos diga que esto sólo prueba la inteligencia grande de un chim-
pancé, que por un acto de la misma advierte la relación abstracta entre
colores. Veámoslo. Como un animal de una estupidez increíble, pero
muy adecuado para los experimentos, se nos recomienda la buena galli-
na. Con ella hemos repetido el experimento, y el resultado ha sido exac-
tamente como en el mono. Aquí no cabe hablar de inteligencia. Mucho
menos aún de una comprensión de relaciones abstractas. Se trata, por
tanto, de un carácter fenoménico primitivo de los dos grises que ya en
la gallina forman UN par, UNcontraste en el cual se determina el papel
que representa cada matiz. Este experimento se ha realizado en forma
decisiva, en Tenerife, con niños, con monos y con gallinas. Lo mismo se
ha repetido en los Estados Unidos, en Alemania y en Holanda, con
resultado idéntico.
Lecturas recomendadas
FERRÁNDIZ, A., «El psicoanálisis después de Freud». En F. M. Tortosa (ed.), 5NA
HISTORIADELAPSICOLOGÁAMODERNA . Madrid: McGraw Hill, 1998 (pp. 494-500).
Clara y breve exposición sistemática de los últimos desarrollos psicoanalíti-
cos, entre ellos el del psicoanálisis cultural.
MARCUSE, H., %ROS YCIVILIZACIÆN . Barcelona: Ariel, 1989. Una muy interesante
investigación filosófica sobre Freud y particularmente sobre %LMALESTARENLA
CULTURA.
SCHELLENBERG, J. A., ,OSFUNDADORESDELAPSICOLOGÁASOCIAL. Madrid: Alianza, 1981
(pp. 19-44). El psicoanálisis freudiano considerado como uno de los marcos
de referencia teóricos básicos de la psicología social.
260 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Sobre la agresión
[1930]
Lecturas recomendadas
%DADONCEMESESYTRESDÁAS
%DADONCEMESESYDIEZDÁAS :
Lecturas recomendadas
HILGARD, E. R. y BOWER, G. H., 4EORÁASDELAPRENDIZAJE. México: Trillas, 1976. Una
revisión clásica de las principales orientaciones teóricas en el estudio del
aprendizaje, incluida la de Tolman.
LAFUENTE, E., «La significación del Tolman para el cognitivismo». 2EVISTADE(IS
TORIADELA0SICOLOGÁA7, 1986 (pp. 15-30). Un recorrido por la obra de Tolman
que subraya su dimensión cognitiva.
LAFUENTE, E., «El conductismo propositivo de E. C. Tolman». En E. Quiñones, F.
Tortosa y H. Carpintero (eds.), (ISTORIADELAPSICOLOGÁA4EXTOSYCOMENTARIOS.
Madrid: Tecnos, 1993 (pp. 412-421). Comentario a un fragmento de un tem-
prano artículo de Tolman donde éste propone su idea de un conductismo
molar superador del watsoniano.
TOLMAN, E. C., «La conducta, un fenómeno molar». En J. M. Gondra (ed.), ,APSI
COLOGÁAMODERNA4EXTOSB·SICOSPARASUG½NESISYDESARROLLOHISTÆRICO Bilbao:
Desclée de Brouwer, 1982 (2.ª ed.) (pp. 561-576). Selección más amplia que
la recogida en estas páginas del libro fundamental de Tolman.
Un conductismo molar
[1932]
2. #ONDUCTISMOSYCONDUCTISMOS
3. 7ATSONLADEFINICIÆNMOLECULAR
4. ,ADEFINICIÆNMOLAR
12. 2ECAPITULACIÆN
Lecturas recomendadas
PAVLOV, I. P., &ISIOLOGÁAYPSICOLOGÁA Madrid: Alianza, 1968. Reúne los textos más
representativos y accesibles del autor. Incluye una breve autobiografía y una
conferencia pronunciada en Madrid en 1903. La traducción no desmerece de
la excelente prosa de Pavlov.
que relaciona todo el organismo, como sistema complejo, con las innu-
merables influencias externas. [...]
Apoyándonos en lo que acabamos de enunciar, ESLÁCITOLLAMARREFLE
JOINCONDICIONALALACONEXIÆNPERMANENTEENTREELAGENTEEXTERNOCONLA
ACTIVIDAD DELORGANISMODETERMINADAPOR½STEYREFLEJOCONDICIONALALA
CONEXIÆNTEMPORAL. [...] El equilibro de un organismo determinado o de
su especie, y consecuentemente su integridad, lo aseguran tanto los
reflejos incondicionales más simples (así la tos cuando un cuerpo extra-
ño se extravía en los órganos respiratorios) como los más complicados,
llamados generalmente instintos (alimenticio, defensivo, procreador,
etc.). [...] Sin embargo, el equilibro asegurado por estos reflejos sólo
sería perfecto si el medio exterior permaneciese constante. Pero como
éste, además de su extrema diversidad, se halla en estado de continua
variación, los reflejos incondicionales —conexiones permanentes— no
son suficientes para asegurar este equilibrio y deben completarse con
reflejos condicionales —conexiones temporales—.
Lecturas recomendadas
ELLENBERGER, H. F., %L DESCUBRIMIENTODELINCONSCIENTE . Madrid: Gredos, 1970.
Una obra imprescindible para conocer a Freud, a sus más inmediatos segui-
dores, a los llamados neopsicoanalistas y la «psicología del inconsciente» en
general.
FERRÁNDIZ, A., «Las escuelas de psicología profunda». En J. Arnau y H. Carpin-
tero (eds.), (ISTORIATEORÁAYM½TODO. Madrid: Alhambra, 1989 (pp. 167-203).
Una visión general, clara y bien estructurada, del pensamiento y del impacto
actual de Freud, Adler y Jung.
278 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
GAY, P., &REUD. Barcelona: Paidós, 1990 (2.ª ed.). Una rigurosa visión de Freud
hecha a finales del siglo XX.
HALL, C. S., #OMPENDIODEPSICOLOGÁAFREUDIANA . Buenos Aires: Paidós, 1978 (8.ª
ed.). Clara y breve exposición sistemática de la psicología de Freud.
JONES, E., 6IDAYOBRADE3IGMUND&REUD . Barcelona: Anagrama, 1970. Este libro
ocupa un lugar único entre las biografías de Freud. Su autor fue durante toda
su vida un íntimo amigo de Freud y fiel colaborador, lo que le permitió el
acceso a gran cantidad de material inédito.
LAPLANCHE, J. y PONTALIS, J. B., $ICCIONARIO DEPSICOAN·LISIS . Barcelona: Labor,
1971. Este diccionario aporta una buena comprensión, contextualizada, de
los conceptos psicoanalíticos.
El aparato psíquico
[1940]
#ARACTERÁSTICASPRINCIPALESDELiYOw
que —como él mismo afirma en el texto que sigue— sólo las formulaciones
rigurosas son susceptibles de crítica, y es la crítica a su vez la que hace posi-
ble el avance de la ciencia. El sistema de Hull no fue capaz de resistir la ava-
lancha crítica que suscitó, pero a la luz de su concepción del progreso cien-
tífico, tal vez quepa considerar este «fracaso» como su mayor éxito.
Lecturas recomendadas
GONDRA, J. M., «Hull y los mecanismos del hábito». En E. Quiñones, F. Tortosa
y H. Carpintero (eds.), (ISTORIA DELAPSICOLOGÁA4 EXTOS YCOMENTARIOS .
Madrid: Tecnos, 1993. Esclarecedor comentario a un fragmento del artículo
de Hull «Conocimiento y propósito como mecanismos del hábito», de 1930
(pp. 397-411).
GONDRA, J. M., (ISTORIADELAPSICOLOGÁA))%SCUELASTEORÁASYSISTEMASCONTEMPO
R·NEOS. Madrid: Síntesis, 1998 (pp. 271-295). Sintética y excelente exposición
del sistema de Hull en el marco del neoconductismo, realizada por un desta-
cado especialista en su obra.
HILGARD, E. R. y BOWER, G. H., 4EORÁASDELAPRENDIZAJE. México: Trillas, 1976. Una
revisión clásica de las principales orientaciones teóricas en el estudio del
aprendizaje, incluida la de Hull.
HULL, C. L., 0RINCIPIOSDECONDUCTA. Madrid: Debate, 1986. Traducción española
de la obra fundamental de Hull.
HULL, C. L. «Conocimiento y propósito como mecanismos del hábito» y «Mente,
mecanismo y conducta adaptativa». En J. M. Gondra (ed.), ,A PSICOLOGÁA
MODERNA4EXTOSB·SICOSPARASUG½NESISYDESARROLLOHISTÆRICOBilbao: Desclée
de Brouwer, 1982 (2.ª ed.). Texto completo de dos importantes trabajos teó-
ricos de Hull (pp. 547-559 y 619-646).
Lecturas recomendadas
MCCORDUCK, P., -·QUINASQUEPIENSAN5NAINCURSIÆNPERSONALENLAHISTORIAYLAS
PERSPECTIVASDELAINTELIGENCIAARTIFICIAL . Madrid: Tecnos, 1991. Una muy ase-
quible lectura que, fiel al subtítulo, recorre la historia de la inteligencia arti-
ficial, incluyendo sus orígenes remotos.
RIVIÈRE, A., /BJETOSCONMENTE. Madrid: Alianza, 1991. Uno de los mejores ensa-
yos sobre los orígenes e implicaciones del cognitivismo. Interesan especial-
mente los capítulos 2 al 5.
288 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
El juego de la imitación
[1950]
Lecturas recomendadas
FUENTES, J. B. y LAFUENTE, E., «Los neoconductismos». En J. Arnau y H. Carpin-
tero (eds.), (ISTORIATEORÁAYM½TODO. Madrid: Alhambra, 1989 (pp. 251-279).
Explica brevemente la manera como los distintos neoconductistas entienden
la conducta y analiza las definiciones que de la misma ofrecen el conduc-
tismo metodológico (Tolman, Hull y Guthrie) y el conductismo radical de
Skinner.
RICHELLE, M., 3KINNEROELPELIGROBEHAVIORISTA. Barcelona: Herder, 1981. Un rigu-
roso y lúcido análisis de la contribución de Skinner a la psicología.
SKINNER, B. F., #IENCIAYCONDUCTAHUMANA. Barcelona: Fontanella, 1981 (5.ª ed.).
Skinner es probablemente el mejor expositor de su propia obra. Esta que
aquí recomendamos es una de las más populares y constituye un primer
acercamiento de su autor a las amplias implicaciones que para el comporta-
miento humano tienen sus puntos de vista. A ella pertenece el fragmento
seleccionado.
SKINNER, B. F., 3OBREELCONDUCTISMO. Barcelona: Fontanella, 1975. Una madura
reflexión skinneriana sobre el sentido del conductismo entendido como filo-
sofía de la ciencia de la conducta.
El condicionamiento operante
[1953]
Seleccionamos una fracción de conducta relativamente simple, que
pueda ser repetida libre y rápidamente, y que sea susceptible de ser
observada y registrada con facilidad. Si el sujeto del experimento es una
paloma, por ejemplo, la conducta de levantar la cabeza por encima de
una altura dada es adecuada. Podemos observarla mirando la cabeza de
la paloma sobre una escala colocada en la pared opuesta de la caja. Pri-
mero estudiamos la altura a que se mantiene normalmente la cabeza y
fijamos en la escala un punto que se alcanza sólo raramente; al tiempo
que observamos la escala empezamos a abrir el depósito de la comida
muy rápidamente cada vez que la cabeza se levanta por encima de la
línea. Si el experimento se efectúa de acuerdo con las especificaciones,
el resultado es invariable: observamos un cambio inmediato en la fre-
cuencia con que la cabeza sube por encima de la línea; también obser-
vamos, y esto tiene en teoría cierta importancia, que ahora se sobrepa-
san líneas más altas. Podemos pasar casi inmediatamente a una línea
BURRHUS F. SKINNER 293
Lecturas recomendadas
FESTINGER, L., 4EORÁA DELADISONANCIACOGNITIVA . Madrid: Instituto de Estudios
Políticos, 1975. A este texto corresponde el fragmento seleccionado.
MORALES, F., «Teoría de la disonancia cognitiva». En F. Morales y C. Huici (eds.),
0SICOLOGÁA SOCIAL Madrid: McGraw Hill, 1999 (pp. 235-250). Este capítulo
presenta una clara exposición de la teoría de la disonancia cognitiva y sus
implicaciones sociales.
296 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
La disonancia cognitiva
[1957]
Lecturas recomendadas
CELA-CONDE, C. J. y MARTY, G., «Entrevista a Noam Chomsky». 0SICOTHEMA, IX
(3), 1997, pp. 569-585. Chomsky resume lo esencial de su pensamiento acer-
ca de la mente y el lenguaje.
CHOMSKY, N., «Crítica de “Verbal behavior”, de B. F. Skinner». En R. Bayés
(comp.), z#HOMSKYO3KINNER,AG½NESISDELLENGUAJE. Barcelona: Fontanella,
1980 (pp. 29-31 y 84-85). Texto completo de donde hemos extraído el frag-
mento seleccionado.
300 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
DOLLARD, J. y MILLER, N. E., 0ERSONALIDADYPSICOTERAPIA. Bilbao: Desclée de Brou-
wer, 1977. Traducción española del libro a que se hace referencia en el texto.
ROMERO, A., «Neal E. Miller». En E. Quiñones, F. Tortosa y H. Carpintero (eds.),
(ISTORIADELAPSICOLOGÁA4EXTOSYCOMENTARIOS. Madrid: Tecnos, 1993. Comen-
tario a un fragmento del libro 0ERSONALIDADYPSICOTERAPIA, de Dollard y Miller
(pp. 366-377).
WOLMAN, B. B., 4EORÁASYSISTEMASCONTEMPOR·NEOSENPSICOLOGÁABarcelona: Mar-
tínez Roca, 1968. En su capítulo sobre el neoconductismo, este libro clásico
de Wolman incluye un epígrafe específico sobre la «teoría del aprendizaje
influida por el psicoanálisis» en el que, como no podía ser menos, la figura
de N. E. Miller ocupa un lugar destacado (pp. 197-202).
[...]
306 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
GONDRA, J. M., ,APSICOTERAPIADE#22OGERS. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1975.
Este libro constituye un profundo estudio sobre la concepción terapéutica
del psicólogo americano.
ROGERS, C. R., «Psicoterapia centrada en el cliente». En A. M. Freedman, H. I.
Kaplan y B. J. Sadock (eds.), 4RATADODEPSIQUIATRÁA Vol. II. Barcelona: Salvat,
1982 (pp. 2014-2027). Resumen realizado por el propio Rogers de su enfoque
terapéutico.
308 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
#ONDICIONESDELPROCESOTERAP½UTICO
%LPROCESODELATERAPIA
10. Los SENTIMIENTOS que expresa se relacionan cada vez más con el
estado de INCONGRUENCIA existente entre algunas de sus EXPERIEN
CIAS y su CONCEPTODELYO.
11. Llega a experimentar CONSCIENTEMENTE la amenaza de tal INCON
GRUENCIA.
12. %XPERIMENTA con plena conciencia sentimientos que, hasta
entonces, habían sido NEGADOS ALACONCIENCIAODISTORSIONADOS
CONSCIENTEMENTE.
13. ,AIMAGENDELYO se reorganiza para integrar las experiencias que
había sido DISTORSIONADAS CONSCIENTEMENTE o negadas a la con-
ciencia.
14. A medida que prosigue la reorganización de la ESTRUCTURADELYO,
la CONGRUENCIA entre su CONCEPTODELYO y la EXPERIENCIA aumenta
cada vez más: el YO es capaz ahora de admitir EXPERIENCIAS que
anteriormente eran demasiado AMENAZANTES para ser admitidas
en la CONCIENCIA [...]. La DEFENSIVIDAD disminuye.
15. El cliente se vuelve cada vez más capaz de experimentar la CON
SIDERACIÆNPOSITIVAINCONDICIONAL que el terapeuta le manifiesta.
16. Siente cada vez más una CONSIDERACIÆN POSITIVAINCONDICIONAL
HACIASÁMISMO.
17. Se experimenta progresivamente como el CENTRODEVALORACIÆN.
%FECTOSENLAPERSONALIDADYLACONDUCTA
Lecturas recomendadas
El conductismo subjetivo
[1960]
Lecturas recomendadas
AGUADO, L., «Tendencias actuales en la psicología del aprendizaje animal». En L.
Aguado (ed.), ,ECTURAS SOBREAPRENDIZAJEANIMAL . Madrid: Debate, 1983 (pp.
12-37). Exposición clara y precisa de los derroteros que tomó la psicología
animal tras la época de crisis del conductismo representada por el artículo de
los Breland.
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T. R. y LÓPEZ RAMÍREZ, M., «Adaptación, cognición y lími-
tes biológicos del aprendizaje». En L. Aguado (ed.), #OGNICIÆN COMPARADA.
316 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Madrid: Alianza, 1990. Analiza las implicaciones teóricas del debate sobre los
límites biológicos en el contexto de la discusión entre psicólogos compara-
dos, etólogos y psicólogos del aprendizaje.
Parece que los psicólogos cada vez se están dando más cuenta de
que la rata blanca quizá no pueda revelar todo lo que hay que saber
sobre la conducta. Entre las voces que se han alzado a propósito de este
asunto, Beach ha subrayado la necesidad de ampliar la gama de espe-
cies que se someten a las técnicas y condiciones experimentales. Sin
embargo, los psicólogos en su conjunto no parecen prestar atención a
estas advertencias [...].
Es probable que parte de esa resistencia se deba a alguna oscura pre-
monición de lo que podrían descubrir en tales investigaciones. Y es que
los etólogos Lorenz y Tinbergen han advertido de que si los psicólogos
han de comprender y predecir la conducta de los organismos, es esen-
cial que se familiaricen a fondo con los patrones de conducta instinti-
vos de cada una de las nuevas especies que intenten estudiar. Desde lue-
go, el investigador de orientación watsoniana o neoconductista se siente
autorizado a considerar «instinto» como una palabra desagradable.
Tiende a clasificarla junto a las demás «nociones sediciosas» de Hebb
que fueron descartadas durante la revolución conductista, y puede que
tenga la premonición de encontrar tal bestia negra si amplía la gama de
las especies y situaciones estudiadas.
Nosotros podemos asegurarle que su recelo está bien fundado. En
nuestro intento de extender un enfoque de orientación conductista a la
ingeniería de control de la conducta animal mediante técnicas de con-
dicionamiento operante, hemos librado una batalla constante contra la
sediciosa noción de instinto. Podría resultar interesante para los psicó-
logos saber cómo va la batalla y aprender algo sobre la naturaleza del
adversario con el que probablemente vayan a encontrarse cuando
manejen especies nuevas en nuevas situaciones de aprendizaje. [...]
[...]
Cuando comenzamos nuestro trabajo, teníamos como objetivo ave-
riguar si la ciencia funcionaría más allá del laboratorio, a fin de deter-
minar si la psicología animal podría mantenerse por su propio pie como
KELLER BRELAND Y MARIAN BRELAND 317
ducta hasta tal punto que la aplicación práctica que teníamos pensada
—el espectáculo de mostrar a un mapache introduciendo dinero en una
hucha— simplemente no era factible. La conducta de frotar llegó a
acentuarse cada vez más a medida que pasaba el tiempo, a pesar de la
ausencia de reforzamiento.
[...]
[...] (E)stas conductas singulares hacia las que derivan los animales
constituyen ejemplos nítidos de conductas instintivas relacionadas con
las conductas naturales de obtención de alimento propias de la especie
de que se trate [...].
[...] El mapache exhibe la denominada «conducta de aseo». La res-
puesta de frotar y lavar puede tener como efecto, por ejemplo, quitar el
exoesqueleto de los cangrejos de río [...].
[...]
Parece obvio que los animales se encuentran atrapados por podero-
sas conductas instintivas. Aquí tenemos una clara demostración de la
preponderancia de tales patrones conductuales sobre aquellos que han
sido condicionados.
Nosotros hemos denominado a este fenómeno «deriva instintiva». El
principio general parece ser este: siempre que un animal posea podero-
sas conductas instintivas en el mismo ámbito a que pertenece la res-
puesta condicionada, tras un entrenamiento continuado el organismo
se desviará hacia la conducta instintiva en detrimento de la conducta
condicionada, incluso si ello retrasa o impide el reforzamiento. De una
forma muy reducida y simplificada, podría afirmarse que «la conducta
aprendida deriva hacia conducta instintiva».
Todo ello, por supuesto, no desacredita el uso de las técnicas de con-
dicionamiento, sino que se entiende como una demostración de que la
filosofía subyacente a esas técnicas tiene un punto débil muy claro.
Poner de manifiesto tal debilidad debería posibilitar una revisión pro-
vechosa de la teoría conductista.
Lecturas recomendadas
ASPRAY, W., *OHNVON.EUMANNYLOSORÁGENESDELACOMPUTACIÆNMODERNA . Barce-
lona: Gedisa, 1993. Narra la historia de la ingeniería informática en el siglo
XX. Sirve para contextuar la inteligencia artificial y estudiar los conceptos
psicológicos implícitos en la formulación de los modelos computacionales
por parte de los ingenieros informáticos.
PYLYSHYN, Z. W., #OMPUTACIÆNYCONOCIMIENTO(ACIAUNAFUNDAMENTACIÆNDELA
CIENCIACOGNITIVA. Madrid: Debate, 1988. Uno de los clásicos de las denomi-
nadas «ciencias cognitivas».
SIMON, H. A. y NEWELL, A., «Proceso de la información en el computador y en el
hombre». En Z. W. Pylyshyn (ed.), 0ERSPECTIVASDELAREVOLUCIÆNDELOSCOM
320 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
El procesamiento de la información
[1967]
Lecturas recomendadas
Lecturas recomendadas
FORTI, L. (ed.), ,AOTRALOCURA-APAANTOLÆGICODELAPSIQUIATRÁAALTERNATIVA . Bar-
celona: Tusquets, 1976. Reúne escritos representativos de varios autores rela-
cionados con la antipsiquiatría y los movimientos ideológicos afines (Laing,
Basaglia, Deleuze, Goffman...).
SZASZ, T., )DEOLOGÁAYENFERMEDADMENTAL. Buenos Aires: Amorrortu, 1976. Es una
recopilación de trabajos donde Szasz expone —con una claridad y contun-
dencia que son características de su estilo— sus principales ideas en torno a
la psiquiatría y al tratamiento psiquiátrico.
332 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
ras históricas, desde Jesús hasta Castro y desde Job hasta Hitler, se les
diagnosticó haber sufrido tal o cual enfermedad psiquiátrica.
Por último, el mito de la enfermedad mental fomenta nuestra cre-
encia en su corolario lógico: que la interacción social sería armoniosa y
gratificante y serviría de base firme para una buena vida si no fuera por
la influencia disruptiva de la enfermedad mental, o de la psicopatología.
Sin embargo, la felicidad humana universal, al menos en esta forma, no
es sino una expresión más de deseos fantasiosos. Creo en la posibilidad
de la felicidad o bienestar humanos, no sólo para una selecta minoría,
sino en una escala hasta ahora inimaginable; pero esto sólo se podrá
lograr si muchos hombres, y no un puñado únicamente, son capaces de
hacer frente con franqueza a sus conflictos éticos, personales y sociales
y están dispuestos a salirles valientemente al paso. Esto implica tener el
coraje y la integridad necesarios para dejar de librar batallas en falsos
frentes y de encontrar soluciones para problemas vicarios —p. ej.,
luchar contra la acidez estomacal y la fatiga crónica en vez de enfrentar
un conflicto conyugal—.
Nuestros adversarios no son demonios, brujas, el destino o la enfer-
medad mental. No tenemos ningún enemigo contra el cual combatir
mediante la «cura» o al cual podamos exorcizar o disipar por esta vía.
Lo que tenemos son problemas de la vida, ya sean biológicos, económi-
cos, políticos o psicosociales. [...] Mi argumentación se ha restringido a
proponer que la enfermedad mental es un mito cuya función consiste en
disfrazar y volver más asimilable la amarga píldora de los conflictos
morales en las relaciones humanas.
Lecturas recomendadas
MASLOW, A., ,APERSONALIDADCREADORA, Barcelona: Kairós, 1983. Se trata de una
recopilación de varios ensayos de Maslow que resumen su posición, y que
fueron recogidos por su esposa y publicados póstumamente. El fragmento
seleccionado pertenece a este libro.
ZALBIDEA, M. A., «La autorrealización humana según Maslow». En E. Quiñones,
F. Tortosa y H. Carpintero (eds.), (ISTORIADELAPSICOLOGÁA4EXTOSYCOMENTA
RIOS. Madrid: Tecnos, 1993 (pp. 489-495). Comentario de un texto de Maslow
realizado por una especialista en su perspectiva psicológica.
336 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
pasos. Cada vez que uno se responsabiliza hay una realización del sí
mismo.
1UINTO, hasta ahora hemos hablado de vivenciar sin timidez, de ele-
gir la opción del crecimiento y no la del temor, de escuchar las voces
del impulso, de ser sinceros y de responsabilizarnos. Todos esos son
pasos hacia la autorrealización, y todos garantizan mejores opciones
de vida. Quien haga cada una de estas pequeñas cosas cada vez que lle-
ga el punto de decisión, descubrirá que configuran mejores opciones
acerca de lo que está constitucionalmente bien para él. Sabrá cuál es su
destino, quién será su cónyuge, cuál será su misión en la vida. No se
puede escoger sabiamente para toda una vida a menos que uno se atre-
va a escucharse a sí mismo, ASUPROPIOSÁMISMOSELF , a cada instan-
te de la vida, y a decir con alma: «No, esto y aquello no me gustan». [...]
Expresar algo sinceramente implica atreverse a ser diferente, impopu-
lar, inconformista.
3EXTO, la autorrealización no es únicamente un estado final, sino
también un proceso de actualización de las propias potencialidades, en
cualquier momento, en cualquier grado. Es, por ejemplo, cuestión de
hacernos más despiertos mediante el estudio, si somos inteligentes. La
autorrealización significa usar la propia inteligencia. No significa, nece-
sariamente, hacer algo fuera de lo común [...]. Supone hacer bien aque-
llo que uno quiere hacer. Convertirse en un médico de segunda no es un
buen camino hacia la autorrealización. Hay que ser de primera, o tan
bueno como uno pueda ser.
3½PTIMO, las experiencias cumbre son momentos transitorios de
autorrealización. Se trata de momentos de éxtasis que no pueden com-
pararse, garantizarse, ni siquiera buscarse. Debemos dejar, como escri-
bió C. S. Lewis, «que el gozo nos sorprenda». Pero podemos establecer
las condiciones para que las experiencias cumbre sean más probables,
o podemos establecer perversamente las condiciones para que sean
menos probables [...]
Prácticamente todo el mundo tiene experiencias cumbre, pero no
todos lo saben. Algunos restan importancia a esas pequeñas experien-
cias místicas. Ayudar a la gente a reconocer esos breves momentos de
éxtasis cuando suceden es parte de la tarea del consejero o metaconse-
jero. Sin embargo, ¿cómo logra nuestra propia psique, sin ninguna
señal externa como referencia —ahí no hay pizarra—, mirar dentro de
la psique oculta de otra persona y luego tratar de comunicarse? Tene-
mos que elaborar una forma de comunicación nueva. He intentado una
que describo en otro apéndice [...].
338 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
/CTAVO, descubrir quién es uno, qué es, qué le gusta, qué no le gus-
ta, qué es bueno o malo para uno, hacia dónde va y cuál es su misión
—abrirse para sí mismo—, significa desenmascarar la psicopatología.
Quiere decir identificar las defensas, y después de haberlas identifica-
do, significa encontrar coraje para renunciar a ellas. Eso es doloroso
porque las defensas se erigen contra algo desagradable. Pero vale la
pena renunciar a las defensas. Si la bibliografía psicoanalítica nos ha
enseñado algo, ha sido que la represión no es un buen modo de resol-
ver los problemas.
Lecturas recomendadas
CHOMSKY, N., 0ROCESO CONTRA3KINNER . Barcelona: Anagrama, 1975 (2.ª ed.). El
célebre lingüista crítico de las ideas skinnerianas sobre el lenguaje arremete
aquí contra las expresadas por Skinner en su -·SALL·DELALIBERTADYLADIG
NIDAD.
PINILLOS, J. L., «Skinner: ¿Más allá del hombre libre?». En ,APSICOLOGÁAYELHOM
BREDEHOY. México: Trillas, 1983 (pp. 136-140). Un lúcido análisis crítico de
340 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
DELCLAUX, I. y SEOANE, J. (eds.), 0SICOLOGÁACOGNITIVAYPROCESAMIENTODELAINFOR
MACIÆN. Madrid: Pirámide, 1982. Una recopilación de trabajos que da idea de
la acogida de la psicología cognitiva en España a principios de los 80.
FODOR, J. A., «El problema cuerpo-mente». )NVESTIGACIÆNY#IENCIA, 54, 1981 (pp.
62-75). Exposición estándar y clara del punto de vista funcionalista en filo-
sofía de la mente. Esta perspectiva constituye el respaldo filosófico de la psi-
cología cognitiva basada en la idea de procesamiento de información.
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, T. R., «Sobre ciertas coordenadas históricas del cogniti-
vismo». 2EVISTA DE(ISTORIADELA0SICOLOGÁA , 17 (3-4), 1996 (pp. 312-316).
Remite los planteamientos cognitivistas sobre la mente a las discusiones
entre racionalistas y empiristas y su superación por parte de Kant.
GARDNER, H., ,A NUEVACIENCIADELAMENTE(ISTORIADELAREVOLUCIÆNCOGNITIVA .
Barcelona: Paidós, 1984. Aunque la traducción es deficiente, quizá sea el
libro más completo sobre la historia de la psicología cognitiva.
344 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Lecturas recomendadas
La habitación china
[1984]
[...] Tener una mente es algo más que tener procesos formales o sin-
tácticos. Nuestros estados mentales internos tienen, por definición,
ciertos tipos de contenido. [...] Esto es, incluso si mis pensamientos se
me presentan en cadenas de símbolos tiene que haber más que las cade-
nas abstractas, puesto que las cadenas por sí mismas no pueden tener
significado alguno. Si mis pensamientos han de ser SOBRE algo, entonces
la cadenas tienen que tener un SIGNIFICADO que hace que sean los pensa-
mientos sobre esas cosas. En una palabra, la mente tiene más que una
sintaxis, tiene una semántica. La razón por la que un programa de com-
putador no pueda jamás ser una mente es simplemente que un progra-
ma de computador es solamente sintáctico, y las mentes son más que
sintácticas. Las mentes son semánticas, en el sentido de que tienen algo
más que una estructura formal: tienen un contenido.
Para ilustrar este punto he diseñado un cierto experimento de pen-
samiento. Imaginemos que un grupo de programadores de computador
ha escrito un programa que capacita a un computador para simular que
entiende chino. Así, por ejemplo, si al computador se le hace una pre-
gunta en chino, confrontará la pregunta con su memoria o su base de
datos, y producirá respuestas adecuadas a las preguntas en chino. Su-
pongamos, por mor del argumento, que las respuestas del computador
son tan buenas como las de un hablante nativo del chino. Ahora bien,
¿entiende el computador, según esto, chino? ¿Entiende literalmente chi-
no, de la manera en que los hablantes del chino entienden chino? Bien,
imaginemos que se le encierra a usted en una habitación y que en esta
habitación hay diversas cestas llenas de símbolos chinos. Imaginemos
que usted [...] no entiende chino, pero que se le da un libro de reglas en
castellano para manipular esos símbolos chinos. Las reglas especifican
las manipulaciones de los símbolos de manera puramente formal, en
términos de su sintaxis, no de su semántica. Así la regla podría decir:
«toma un signo changyuan-changyuan de la cesta número uno y ponlo
al lado de un signo chongyuon-chongyuon de la cesta número dos».
Supongamos ahora que son introducidos en la habitación algunos otros
símbolos chinos, y que se le dan reglas adicionales para devolver sím-
bolos chinos fuera de la habitación. Supóngase que usted no sabe que
los símbolos introducidos en la habitación son denominados «pregun-
tas» de la gente que está fuera de la habitación, y que los símbolos que
usted devuelve fuera de la habitación son denominados «respuestas a
las preguntas». Supóngase, además, que los programadores son tan
JOHN SEARLE 349
Lecturas recomendadas
RUMELHART, D. E., MCCLELLAND, J. L. y el Grupo PDP, )NTRODUCCIÆN ALPROCESA
MIENTODISTRIBUIDOENPARALELO. Madrid: Alianza, 1992. A modo de «manifies-
to» del grupo PDP, este libro expone las bases teóricas y metodológicas del
conexionismo e incluye investigaciones realizadas desde esta perspectiva en
muy diversos ámbitos, como el aprendizaje, la percepción, la memoria o el
lenguaje.
RIVIÈRE, A., /BJETOSCONMENTE. Madrid: Alianza, 1991. Magnífico recorrido por la
evolución de la psicología cognitiva hasta llegar a las actuales perspectivas
352 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
conexionistas, que el autor comenta y valora al final del libro (véase el últi-
mo epígrafe del capítulo 10, pp. 220-227).
,OSMODELOS0$0zCIENCIACOGNITIVAONEUROCIENCIA
,AMICROESTRUCTURADELCONOCIMIENTO
%JEMPLOSDEMODELOS0$0
Lecturas recomendadas
BRUNER, J. S., !CCIÆNPENSAMIENTOYLENGUAJE . Madrid: Alianza, 1984. Recopila-
ción de artículos de Bruner que ofrecen una buena muestra de su contribu-
ción a la psicología actual.
BRUNER, J. S., !CTOS DESIGNIFICADO-·SALL·DELAREVOLUCIÆNCOGNITIVA . Madrid:
Alianza,1995 (2.ª ed.). Libro de donde hemos extraído el texto seleccionado.
358 LECTURAS DE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
Se han hecho todas las gestiones posibles para obtener los permisos de
reproducción o, en su caso, traducción, de los textos aquí utilizados que así
lo requerían. La desaparición de algunas de las editoriales de procedencia no
ha contribuido a facilitar esta tarea. Cualquier duda que pudiese surgir sobre
el uso de alguno de los materiales incluidos en este libro o cualquier error en
que se pudiera haber incurrido inadvertidamente a este respecto, será gusto-
samente reconocido y corregido en futuras impresiones.
La siguiente lista contiene las referencias de todos los textos contenidos
en esta antología. Agradecemos a las editoriales correspondientes su autori-
zación para incluirlos en ella.
9 788436 243802