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El primer í
DE LA DECLARACIÓN DE PAZ DE ITAMARATY ción directa ent
HASTA EL ACUERDO DE SANTIAGO las señales, volu
diata a nivel di~
1. La paz de ltamaraty tunidad ofrecid;
ser aprovechada
Las gestiones diplomáticas para superar a través del diálogo el enfrentamiento mili que ya había UI1
tar comenzaron prácticamente al propio tiempo que se producían los incidentes, pero el ministro Gol
más por iniciativa ecuatoriana que por interés peruano. La Cancillería de Quito, a tra de Fujimori coa
vés de la Embajada en Lima, presentó ya el 12 de enero de 1995 una nota de protesta zas Armadas pel
por "la violación de la soberanía nacional y la provocación de las fuerzas militares perua la fuerza el dife
nas, ocurridas en los días 9 y 11 de ese mes", según reza un documento oficial ecuato nal entre los da
riano. Y cuatro días más tarde hizo saber sobre su disposición a celebrar conversaciones la divergencia tJ
con autoridades peruanas para adoptar medidas que impidieran la repetición de acon o varios tercero
tecimientos similares que pudieran afectar las relaciones entre los dos países, que aspi Yprecisam
raba se mantuvieran dentro de un espíritu de buena vecindad y de convivencia pacífi activar el más in
ca. Esta manifestación del Ecuador no mereció respuesta del Perú. El Ecuador pensaba Ecuador y el Pe!
equivocadamente que éste sería un incidente fronterizo más -aunque serio-- en las 1942, cuya vigel
relaciones con su vecino. Sixto Durán Bal
Sin que la tensión en la frontera tuviera visos de disminuir -por el contrario, pare de Janeiro para ~
cía por horas que el conflicto recrudecía-, se realizó en Santa Cruz de la Sierra, Boli medio, la inteN
via, el 23 de enero, la periódica reunión del Consejo Andino de Ministros de Relacio
nes Exteriores. Ésta fue ocasión propicia para que los cancilleres del Ecuador y el Perú con deSl
u •••
uesta y más 76 Leoro, Galo, Informe a la Nación 1994-1995, Ministerio de Relaciones Exteriores, Quito, Vol. 11, pág. 11.
11 4 PRIMERA PARTE
estaban doblemente equivocadas. Por un lado, el Ecuador, de conformidad con el pro
pio sistema de Naciones Unidas, debía poner a consideración primero del organismo
regional, esto es la OEA, para que la controversia fuera resuelta a ese nivel, antes de
someterla al organismo mundial. Y por otro y por sobre todo, el Ecuador, no obstante
la anterior disposición y considerando que por encima estaba el interés nacional, sí se
había dirigido a la organización mundial en otras ocasiones en las cuales un enfrenta
miento militar se había producido, como en el caso de la guerra de Paquisha, pero la
gestión había sido bloqueada por el Perú y el desinterés de la propia ONU había sido
manifiesto.
En este caso, como en anteriores con otros ministros de Relaciones Exteriores en
situaciones similares, el canciller Galo Leoro solicitó, el 27 de enero de 1995, al Secre
tario General de la ONU que trasladara a conocimiento del Consejo de Seguridad "la
agresión de la que estaba siendo víctima el Ecuador (... ) para que dicho órgano adop
a vez más tara las medidas previstas para situaciones como ésta en el Programa de Paz del propio
e el Ecua Secretario General". El pedido era concreto y conforme a los propósitos de asegurar la
del Proto paz y la seguridad internacionales invocados por la Carta de las Naciones Unidas. Los
lomáticos países miembros del Consejo fueron también de manera directa informados por el Minis
ty. tro de Relaciones Exteriores ecuatoriano sobre los acontecimientos. Lamentablemen
te, una vez más la reacción no tuvo ni el nivel ni la relevancia que debía tener y que el
Ecuador esperaba de la comunidad internacional.
En efecto, el Secretario General ante este requerimiento se limitó a emitir un escue
to comunicado de prensa, eso sí al día siguiente del planteamiento formulado por el Minis
marco del tro de Relaciones Exteriores ecuatoriano. En el documento se manifestaba "gravemen
la ONU y te preocupado por la actual tensión entre el Ecuador y el Perú" e informaba que "seguía
de interve con atención la evolución del conflicto". Por lo demás, solamente "aplaudía" los esfuer
o. Bajo tal zos realizados por los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro y por el Secreta
rio General de la OEA, aunque se manifestaba "listo a proporcionar cualquier ayuda
to de la para que los dos países, así como aquellos que les están ayudando, puedan resolver este
tey polé problema de larga duración". Nada más. Ningún compromiso de llevar al Consejo de
istas yopi Seguridad el asunto ni de involucrar a la organización directamente en él. Ningún con
no haber dicionamiento para una eventual intervención. Un simple y burocrático texto intras
Ílliera con cendente.
radicales Hay que decir que el gobierno del Perú, como era previsible, pero en todo caso
considerar con posterioridad al requerimiento ecuatoriano, hizo llegar también al Consejo de Segu
1. Habían ridad su versión de los hechos reiterando su tradicional posición de respeto al Protoco
el asunto lo de Río de Janeiro y su tesis de la inexistencia de la controversia territorial con el Ecua
dor. Como era de suponer, describía que los acontecimientos ocurridos en la frontera
eran resultado de supuestas incursiones ecuatorianas a su territorio y que éstas debieron
Gaviria, tomó 77 Nota de 29 de enero de 1995 dirigida por el representante permanente del Ecuador ante la üEA, Blasco Peñaherrera,
entrevistarse al Presidente del Consejo Permanente.
PRIMERA PARTE 11 7
EIZ8 de enero Gaviria llegó a Quito para reunirse con el presidente Durán Ballén. riesgo de una gen.
En el encuentro participaron el canciller Galo Leoro, el vicecanciller Marcelo Fer enero, aniversario
nández de Córdoba y máximas autoridades militares. Recibió información pormeno tradicionalmente l
rizada de la situación y, de labios del propio Presidente de la República, la ratifica mientos nacional~
ción ecuatoriana formal en aceptar el cese del fuego inmediato y la constitución de manifestaciones p
una misión de observadores militares de los países garantes para que actuaran en cali más que nunca Ul1
dad de tales en la zona en conflicto. El Secretario de la OEA viajó el mismo día a dad interna.
Lima para transmitir la propuesta ecuatoriana al presidente Fujimori y a sus más altos En efecto, en
colaboradores. La respuesta del Perú fue negativa. Gaviria regresó nuevamente a Qui de los representan:
to y planteó una fórmula propia que implicaba un compromiso de "cese de fuego táci al conflicto. Propu
to junto con el retiro de los efectivos militares" de ambos países. La propuesta difícil 31 de enero en R~
mente podía ser satisfactoria y fue rechazada por las partes. La intervención directa ro" para que a tra1
del titular de la OEA terminó en un fracaso. ciones militares el
El siguiente pronunciamiento de la organización regional, siempre tibia y recelo del Ecuador y del,
sa, fue el 30 de enero a través de una resolución del Consejo Permanente reunido a ins fue designado para
tancias del Ecuador. En tal declaración que expresaba "su profunda preocupación por dez de Córdoba. S
las circunstancias que perturban la amistad y la solidaridad de dos pueblos hermanos y dor del Ecuador el
en tal sentido exhortar a los gobiernos de Ecuador y Perú al cese inmediato de hostili bién aceptó intenl
dades". Reconocía, no obstante, las gestiones aún sin éxito hechas por los garantes del Eduardo Ponce Vil
Protocolo de Río de Janeiro para obtener la suspensión de los combates. Además, expre gación.
saba su decisión de convocar a una Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones A partir del J
Exteriores para tratar la situación fronteriza entre el Ecuador y el Perú y facultaba al llaron incesantes,
Presidente del Consejo Permanente a fijar la fecha en función de las circunstancias y gaciones ecuatori~
de las gestiones que se llevasen a cabo. Esta última disposición, que podía interpretar cidas por los repres
se como relevante y proactiva, dejaba en la práctica sin sustento jurídico la posibilidad mitidas por su coa
de una Reunión de Consulta inmediata, puesto que no fijaba ninguna fecha y deposi queos, ultimátu~
taba en la Presidencia del Consejo la decisión de hacerlo. Nuevamente la organización tro días, ningún a1
regional adoptaba una postura cómoda, retórica y de no involucramiento directo en la En lo que tie
solución de un problema fronterizo de la región a instancias de las presiones de una de tacado antes- eIl
las partes, la más fuerte, el Perú. Fuerzas Armadas ~
negociaban en Br¡
como lo he destaG
1.2. Otras gestiones diplomáticas, unidad interna y continuación de los combates de unión y hasta d
Mientras estos y otros esfuerzos diplomáticos se sucedían en las capitales del Ecua
78 Sobre las circunsranc
dor y del Perú, en la frontera seguían los combates. Reportes del Ministerio de Defen revisar la obra ya cirada i
sa en Quito informaban de incursiones peruanas por tierra en la zona del conflicto y ta con detalle las presio¡
por aire en el sur en el sector de la frontera en la provincia ecuatoriana de El Oro. El días por la paz. Quito, l~
del Ecua
78 Sobre las circunstancias y hasta peripecias sufridas durante la compleja negociación de Rfo y de Brasilia, resulta útil
de Defen revisar la obra ya citada de Marcelo Fernández de Córdoba, protagonista de este capítulo clave en el proceso y que rela
nflicto y ta con detalle las presiones, desafíos y circunstancias. Fernández de Córdoba, Marcelo, ltamaraty, seiscientos veintisiete
lOro. El días por la paz, Quito, 1998.
o se quiera,
81 Prado Vallejo, Julio, De la guerra a la paz, negociaciones del Alto Cenepa, Quito, Ciespal, 2003, pág. 45.
desde 1942.
Este ánimo impositivo y de presión, que se percibió desde el comienzo por parte
de los países garantes sobre el Ecuador y el Perú, con Washington a la cabeza, se haría
patente de diversas formas y con matices en varias ocasiones durante todo el proceso
de negociación.
PRIMERA PARTE 12 7
Brasil, Colombia, Chile, Paraguay y Uruguay, presentes en los actos, ante quienes hizo para consegu
hincapié en lo que resultaba imprescindible: el cumplimiento de la Declaración de Paz ducir a la sol
de Itamaraty y el consiguiente inmediato cese del fuego que permitiera propiciar a con Laque
tinuación fórmulas de avenimiento para superar las diferencias. ta por los ca
En el contexto de estas ceremonias, el Canciller de Chile, consciente de que el docu vamente, YI
mento de Brasilia no había alejado ni mucho menos el fantasma de una conflagración, Brasil Luiz Fl
tomó la iniciativa de promover una reunión de los cancilleres de la garantía la víspera de tos Latinoal
los encuentros presidenciales, con el propósito de tratar de disipar dudas sobre la aplica siguiente:
ción de la Declaración de Paz de Itamaraty, acercar a las partes en conflicto y consolidar
el proceso. El marco de un evento esencialmente democrático para toda la región, como ULos ca
era la transmisión del mando presidencial en un país amigo de las partes y de los garan Monte,
tes, no podía ser mejor para encontrar buena voluntad y el más alto nivel político. La ini Ecuadol
ciativa chilena fue sin duda un acierto. El Ecuador la secundó de inmediato. l.Lasp
Sin embargo, las circunstancias de política interna que imperaban en el Ecuador deo cu~
y el Perú, caracterizadas por la falta de credibilidad, y la coyuntura político-militar en objetiva
el terreno no eran las mejores para la realización de una reunión de estas característi maratye
cas. La tensión y la desconfianza subsistían. Según fuentes militares ecuatorianas, el cese 2. Lasp
del fuego no estaba siendo plenamente respetado por el Perú. Para esa fecha, la MOMEP doend
aún no había podido hacer presencia efectiva en la zona del conflicto, por lo que no 3. Lasp
había forma de verificar el cese de hostilidades. Hasta el 27 de febrero, del lado ecua de sus o
toriano habían llegado solamente a Patuca los agregados militares de los países garan así COffij
tes acreditados en Quito, sin poder acceder a la base de Tiwintza. Simultáneamente, del 4. Los I
lado peruano, similar misión proveniente de Lima llegó sólo al destacamento de Bagua, para en
bastante alejado del lugar del conflicto. No se disponía aún de la Definición de Proce las paro
dimientos, prevista en la Declaración de Paz que permitiría asegurar la integridad de los Monte,
miembros de la misión. La crispación militar era todavía sensible y las opiniones públi
cas, sobre todo la peruana, aún mantenían una actitud beligerante. El mini
A pesar de ese ambiente, el encuentro se realizó finalmente en la sede de la Emba como un m..
jada brasileña en Montevideo. El clima fue tenso y las negociaciones complejas y pro acontecido,
longadas. Tras cinco horas de deliberaciones, los representantes, cancilleres de las par
tes y de los países garantes convinieron en hacer pública una corta Declaración, en la u ••• rea6
cual el Ecuador y el Perú comprometían nuevamente su disposición al diálogo y a la condud
consolidación de la paz, a través de la aplicación de la Declaración de Paz de Brasilia. obtenel
Por su lado, los garantes se comprometían a seguir cumpliendo con las obligaciones ema taron al
nadas del Protocolo de Río y de la misma Declaración de ltamaraty, a través de la inme docum~
diata puesta en práctica del operativo para hacer efectiva la presencia y la actuación de
la MOMEP. En resumen, el documento de Montevideo reiteró la voluntad de las par
tes y de los garantes de dar cumplimiento a lo acordado dos semanas atrás en Brasilia 84 Leoro, Galo,¡
El ministro ecuatoriano, Galo Leoro, tras considerar este episodio -no sin razón
de la Emba como un nuevo triunfo diplomático de su país, sostuvo con convicción, para describir lo
plejas y pro acontecido, que la Declaración de Montevideo había sido de suma importancia, ya que:
de las par
ación, en la "... reafirmó los compromisos contraídos por las partes en ltamaraty, en circunstancias en que la
iálogo ya la conducta peruana trataba de burlarlos, y dejó de manifiesto la determinación de los garantes de
de Brasilia. obtener que se los cumpliera a cabalidad, aparte de que los gobiernos de los cuatro países acep
cionesema taron acudir inmediatamente a la zona del conflicto con sus observadores. Sería así un nuevo
sde la inme documento con el que se buscó, una vez más, dar viabilidad a los esfuerzos de pacificación".84
actuación de
d de las par
en Brasilia 84 Leoro, Galo, Informe a la Nación 1994-1995, Ministerio de Relaciones Exteriores, Quito, Vol. Il, pág. 31.
3. Demostró, una vez más, la voluntad seria de los garantes de exigir al Ecuador y al
Perú el cese de hostilidades, así corno su decisión de involucrarse con mayor deter La negocia(
minación en la definitiva solución de la controversia. conversaciones s
Durante el encuentro presidencial en la capital uruguaya, se produjo un hecho sin adquirió después
gular -hay quienes lo califican erradamente corno una simple anécdota- que pudo tiempo inevitabl
afectar gravemente el proceso de negociaciones y que fue ampliamente difundido por vencidos de cuál
la prensa, por lo que vale la pena citarlo. El presidente ecuatoriano Sixto Durán Ballén nativa que segun
se negó, en público, a estrechar la mano de su homólogo peruano Alberto Fujimori. En contrapuestos y
efecto, antes de participar en un acto social previsto dentro del programa, el Mandata internacional, L
rio del Perú, al saludar a sus colegas en una sala donde departían los invitados antes de voluntad polític
pasar a la cena que ofrecía el presidente saliente Luis Alberto Lacalle, extendió su mano Varios y en
a Durán Ballén quien, en gesto sorpresivo, no la estrechó. teriales y de vice
El acontecimiento, corno era previsible, generó numerosos comentarios tanto en el siguieron a la 1)
Ecuador corno en el Perú. Se trataba, qué duda cabía, de un mayúsculo incidente diplo mejor ambiente
mático. Fue tachado de inmadurez, de excesivo patriotismo, de descortés, de innecesario, algunos casos, se
de altivo, de congruente, de comprensible, todo ello en función de quien lo calificara. En de menor rango,
mi criterio fue fundamentalmente una actitud espontánea que finalmente se consideró que buscaban ro
que tenía corno intención congraciarse con la opinión pública ecuatoriana, pero que tra Acomiem
jo consecuencias negativas al acercamiento que, por encima de las personas, debían los nión cumbre del
estados acometer si se quería propiciar un adecuado ambiente para la negociación. Conoz sidencial Andin
co que el agravio chocó fuertemente la personalidad fría y sensible de Fujimori y que su peruano Albem
actitud futura hacia Durán Ballén sería todavía más desconfiada y distante. nes bilaterales y
Éste es un ejemplo de cómo, en cualquier negociación y más aún si es difícil y deli cedida, como er.
cada corno la que comentarnos, en la que juegan mucho también los símbolos abstrac laciones sobre si
tos e intangibles corno patriotismo, soberanía, dignidad ---que se confunden con los inte que sería recibi<
reses concretos-, una reacción emotiva aunque humana entre actores principalísimos durante el confli
puede afectar gravemente el curso de un proceso transaccional que involucra a estados. an transformade
Finalmente, quienes negocian son seres humanos, con sus virtudes y sus defectos, con el Presidente pe
sus alcances y limitaciones, con sus personalidades y sentimientos. Aunque, imperativo presente en los (
es decirlo, tales protagonistas y responsables políticos están llamados a guardar la mayor fue recibido con
La negociación, respecto a fijar los procedimientos de lo que debía ser el fondo de las
conversaciones sustantivas contenido en el punto 6 de la Declaración de Paz de Itamaraty,
hecho sin adquirió después de Montevideo una dinámica propia, incierta e inestable, pero al mismo
que pudo tiempo inevitable. No estoy muy seguro de que las partes ni los garantes estuvieran con
ifundido por vencidos de cuál sería el final del proceso emprendido en Brasilia, pero no tenían otra alter
Durán Ballén nativa que seguir. Había aún una marcada desconfianza, heridas no cicatrizadas, intereses
Fuj imori. En contrapuestos y no resueltos, en fin, el inevitable ambiente posbélico. Pero la presión
el Mandata internacional, la de los garantes, la de la opinión pública de los dos países y la propia
dos antes de voluntad política de los gobiernos forzaban a continuar.
iósu mano Varios y en diferentes niveles, desde presidenciales hasta militares pasando por minis
teriales y de vicecancilleres, fueron los encuentros de responsables de los dos países que
siguieron a la Declaración de Paz en las siguientes semanas, con el propósito de crear un
mejor ambiente para una normalización de las relaciones entre el Ecuador y el Perú. En
e innecesario, algunos casos, se aprovechó la celebración de reuniones multilaterales y en otros, aunque
calificara. En de menor rango, fueron directa y específicamente concertadas por las partes. Fueron hitos
se consideró que buscaban marcar y apuntalar el camino de una transacción consistente.
pero que tra A comienzos de septiembre de 1995, se celebró en la capital ecuatoriana la IX reu
,debían los nión cumbre del Grupo de Río y, concomitantemente, la VII reunión del Consejo Pre
ción. Conoz sidencial Andino. Por invitación del presidente Durán Ballén, asistió el jefe de Estado
peruano Alberto Fujimori en una muestra más de la voluntad de reencauzar las relacio
nes bilaterales y de dar un respaldo al proceso de paz. La visita de Fujimori estuvo pre
difícil y deli cedida, como era previsible por el ambiente de desconfianza aún imperante, de especu
los abstrac laciones sobre si viajaría o no a Quito y de no menos preocupaciones sobre la forma en
con los inte que sería recibido por la opinión pública ecuatoriana. El comportamiento de Fujimori
. cipalísimos durante el conflicto, sus declaraciones desafiantes y en algunos casos hasta cínicas, lo habí
cra a estados. an transformado en un personaje poco grato para los ecuatorianos. De cualquier forma,
defectos, con el Presidente peruano decidió, como reflejo de su personalidad resuelta y frontal, estar
presente en los dos encuentros y desplazarse a Quito, donde, para sorpresa de muchos, no
fue recibido con la hostilidad esperada. Al contrario, con la habilidad política y mediática
PRIMERA PARTE 13 1
que lo caracterizó durante buena parte de su mandato, Fujimori supo transmitir su men alojaban. E
saje conciliador y éste fue bien recibido en el Ecuador. Ha y Harrv
Con motivo de la visita y como manifestación de buena voluntad, Fujimori dis ciosamentl
puso reabrir la frontera terrestre para el comercio con el Ecuador, que había estado ción de Pa:
interrumpida desde el enfrentamiento bélico. Si bien oficialmente se dio a conocer fecha para
que los mandatarios no habían abordado el tema de las negociaciones, no cabe duda ximadaspa
de que al menos informalmente y en términos generales lo habrán comentado y que formaríanl
los cancilleres, por su lado, habrán intercambiado así mismo opiniones al respecto. importand
No podía desaprovecharse una oportunidad como ésta para hacer una evaluación, aun dentes en I
que fuera generala superficial, sobre el proceso y su futuro. En todo caso, la sola pre declaraci6r
sencia del Presidente del Perú en suelo ecuatoriano, sin importar que fuera en el con blecieron I
texto de una reunión multilateral, significaba un gesto importante de distensión, sobre semanas y
todo si se considera que habían transcurrido sólo pocos meses de un traumático con En el
flicto bélico. bres de Qu
De la reunión cumbre de Quito salió, además, otra manifestación alentadora. Fuji al Perú, pre
mori invitó a Durán Ballén a participar en la siguiente reunión del Consejo Presidencial ñarse dada
Andino, prevista para comienzos de 1996 en el Perú, por convocatoria del gobierno de Acor
ese país en su calidad de Secretario Pro Témpore del Grupo Andino, calidad que asu • LaMl
miría a partir de enero siguiente. Si bien la invitación tenía que hacerse, si se querían plienc
respetar los acuerdos y las tradiciones de los países de la subregión, fue significativo que te la 1
el anuncio se realizara precisamente en la capital ecuatoriana, por el propio Presiden ci6n(
te peruano y con la presencia de otros jefes de Estado. Acertadamente, Durán Ballén la que
aceptó y comprometió su asistencia a la reunión que se realizaría en Trujillo, en fecha marat
que se fijaría oportunamente. tituyó
Hubo otro gesto que merece citarse. Durante el mismo encuentro de Quito, el can raciór
ciller peruano Francisco Tudela formuló una invitación a su colega ecuatoriano para que zada.
realice una visita oficial a Lima a mediados de enero del año siguiente. Esta invitación • Con E
fue aceptada por el ministro Galo Leoro y anunciada a la prensa. Si bien en una visita 5y6
de este tipo usualmente se tratan diversos temas de la agenda bilateral, en este caso el lo Fer
asunto esencial, por no decir el único, era avanzar en la definición de los procedimien altos l
tos que se aplicarían en el proceso de paz y, con las condiciones adecuadas, aunque del de ha
lado ecuatoriano había dudas al respecto, en la fijación e intercambio de los impases sub Decla
sistentes conforme lo dispuesto en la Declaración de Paz de ltamaraty. final e
De las diversas reuniones celebradas en este período debo destacar la que infor clima
malmente se llevó a cabo el 15 de octubre de 1995 en Bariloche, Argentina, de los lo dip
ministros de Relaciones Exteriores del Ecuador y el Perú, en el contexto de la V Con
ferencia Cumbre Iberoamericana. Con esta ocasión hubo una conversación crucial para
esta primera parte del proceso entre Leoro y Tudela en el Hotel Llao Llao donde se 85 Entrevista,
13 4 PRIMERA PARTE
ecanismo gobierno de avanzar en el proceso que debía llevar a los dos países a una paz definitiva.
lleres para Eran quizás más gestos en la misma dirección -probablemente simbólicos--, pero que el
Galo Leo Ecuador esperaba se tradujeran en acciones concretas en el futuro inmediato.
de Segu Participaron en el encuentro, así mismo, los altos funcionarios de los países garan
iama. El tes, cuya presencia resultaba indispensable para poder continuar con la negociación. Sub
sistían obstáculos y, sobre todo, inevitable desconfianza para alcanzar entendimientos,
Medidas inclusive en esta etapa preliminar aún de carácter procesal. Asistieron a las reuniones
laOEA, de Lima los embajadores Sebastii:lo do Rego Barros de Brasil, Juan José Uranga de Argen
motivo de tina, Fabio Vía Ugarte de Chile y Luigi Einaudi de Estados Unidos.
a destacar Conscientes de la necesidad e importancia de su participación, los garantes hicie
de la sus ron público un comunicado que marcaba no sólo el ánimo con que asistían a las reu
de disten- niones sino sus expectativas, su compromiso y, de alguna manera, sus condiciones. Mani
e venían festaban en el documento su satisfacción por la celebración de las conversaciones de
a la reu alto nivel que se celebraban entre el Ecuador y el Perú, para acordar los procedimien
nstatación tos para abordar los impases subsistentes, en el entendido de "que el clima de distensión
ones en el y normalización progresiva de las relaciones, que propició el avance en la implementa
ción del proceso de paz, refleja el espíritu constructivo y la disposición para el diálogo
, el 14 de en el marco del Protocolo de Río de Janeiro". Añadían los representantes de los países
garantes que consideraban de "suma importancia en la dinámica de la paz" las conver
saciones que se iniciaban en Lima, pues debían contribuir a "superar la confrontación
militar y hacer prevalecer la vía de la negociación", pero recordaban, así mismo, el com
promiso asumido por el Ecuador y el Perú de "evitar nuevos enfrentamientos armados
recíproco o de cualquier naturaleza", para lo cual era fundamental que eliminaran los riesgos de
la Decla emprender una carrera armamentista. Y el mensaje culminaba con el siguiente recor
datorio:
ían califi
, en Torre u ••• los países garantes están seguros de que los compromisos asumidos en la Declaración
ial, la Pri de Paz de ltamaraty serán plenamente implementados, a fin de encaminar una solución
de los dos definitiva para los impases subsistentes entre los dos pueblos hermanos".
integrada,
canciller Durante las reuniones, la delegación ecuatoriana propuso que las conversaciones
'en el can se centraran en dos temas concretos: establecer las normas de procedimiento para empren
zy Fabián der a la brevedad posible las negociaciones sobre el fondo de las divergencias, en apli
cación del punto 6 de la Declaración de Itamaraty, y convenir en las medidas que per
mitan desarrollar y promover la confianza mutua. Bajo este criterio, el Ecuador -recuer
da el canciller Galo Leoro en su Informe a la Nación- reiteró la propuesta hecha al
gobierno peruano, en diciembre de 1995, de limitar la compra de material bélico y de
asumir el compromiso de no recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza en sus relaciones,
PRIMERA PARTE 13 5
considerando el momento especial por el que atravesaban las relaciones de los dos paí por el pn
ses, luego de un grave conflicto militar. Planteó, al mismo tiempo, la necesidad de que desplega(
se cumplan las obligaciones previstas en la Declaración de Paz de Itamaraty en lo rela días 22 y
tivo a culminar el proceso de desmovilización, que aún no se había completado, como por las at
requisito previo para iniciar el tratamiento de los temas de fondo, esto es la solución de Elv
los impases subsistentes. ficar la VI
De su lado, la delegación del Perú aceptó avanzar en la fijación de los procedi El procesi
mientos de la negociación y en la profundización de las medidas de confianza. Sobre minado.
este último tema, y en concreto sobre el planteamiento ecuatoriano de limitar la adqui cos delia
sición de armamento, entregó una propuesta para contribuir a la promoción de las medi No podía
das de confianza recíproca, a fin de que sea analizada por el Ecuador. Empero, la dele te, con v
gación peruana se opuso radicalmente a discutir sobre un acuerdo que comprometa a que estaL
las partes a no apelar a la fuerza o a la amenaza de su uso en sus relaciones bilaterales cer la cap
argumentando, como había sido su posición tradicional en otras ocasiones en las que tativas dI
el Ecuador había planteado el tema, que ya existían compromisos vigentes bilaterales guió en l
y multilaterales con ese propósito. Por supuesto, se refería al propio Protocolo de Paz,
Amistad y Límites de Río de Janeiro, a las Cartas de la ONU y de la OEA. Esta posi
ción no debía llamar la atención: el Perú difícilmente cambiaría una actitud que pudie
ra interpretarse --de manera equivocada- como una revisión del alcance del Proto 4. Segw¡
colo de Río. y Acuer.
Además, la delegación peruana se empeñó en obtener del Ecuador la presentación,
en la misma reunión de Lima, de la lista de los impases subsistentes, algo que fue acer .1
tadamente rechazado considerando que, antes de fijar el objeto materia de la contro nes Exte
versia, debían establecerse los procedimientos generales bajo los cuales serían resueltos del cont!
los impases, para no caer en la peligrosa eventualidad de fijar procedimientos dedicados en la pnl
a solucionar uno específico y no la totalidad. tal ecuat
El encuentro ministerial de Lima consiguió, no obstante, algunos logros que fue la otra p
ron recogidos en un documento que tuvo el formato de un comunicado de prensa con troversia
junto, fechado el 18 de enero. En él, las partes anunciaron haber acordado confirmar na y a ci:
su voluntad de continuar con el proceso de paz, establecer la sede de las conversacio tar el pr(
nes, la estructura de las delegaciones, el carácter reservado de las mismas, el papel que pensablt;1
jugarían los garantes y la necesidad de prorrogar el funcionamiento de la MOMEP. El nes. La (
documento destacó que los cancilleres del Ecuador y el Perú, aparte de manifestar su poner fi~
complacencia por "el alto grado de progreso alcanzado", expresaron "su convencimien fijar sus i
to de que alcanzar una solución definitiva a los problemas de los dos países es un impe La¡
rativo para la paz y el bienestar de los pueblos peruano y ecuatoriano y para la unidad doresA1J
de América Latina". García \1
La versión integral del comunicado incluía una referencia a la audiencia concedida do traba¡
PRIMERA PARTE 13 7
tomaron en cuenta las realidades, se revisaron la historia, la geografía, el derecho, pero La priJ
sobre todo estuvo presente y prevaleció la voluntad firme de preservar los intereses nacio el incumplil
nales al elaborar la lista de los impases que el Ecuador plantearía para ser resueltos con to 5 de la D
forme la Declaración de Paz de Itamaraty. No era tarea sencilla, había que delimitar las el retomo a,
aspiraciones ecuatorianas dentro del contexto jurídico y político en el cual se encon tares". En e
traban las relaciones entre los dos países y las negociaciones en curso. Había una incues del PY-l, el
tionable circunstancia favorable, una suerte de salvaguardia, resultante de una hábil nego mantengan
ciación por parte de la delegación ecuatoriana hasta ese momento: los impases presen ban todavíll
tados no podían ser vetados por la otra parte. desmoviliza
Resultaba indispensable que la redacción fuera extremadamente cuidadosa. Debía tos, que se h
recoger los anhelos históricos del Ecuador de manera explícita, pero al mismo tiempo via para adr
tener la flexibilidad implícita suficiente como para poder entrar en una negociación. El tes", como!
no poder ser vetados no significaba que se podía poner cualquier cosa. Había que estar Cono~
conscientes de las limitaciones impuestas por la realidad. Una realidad que podía ser desconfiarn
factual y jurídica. En cuanto a esta última, debía tenerse presente un factor fundamen el Perú no l
tal: el reconocimiento de la vigencia del Protocolo de Río de Janeiro y, como conse dos antes....;
cuencia de ello, la solución de la controversia debía sujetarse de manera ineluctable a to-- duranl
10 que disponía este instrumento. Lo había aceptado el Ecuador a través del propio pre comunicaci
sidente de la República Sixto Durán Ballén y ello había permitido iniciar las negocia mente, con
ciones, detener la confrontación bélica y comprometer a los garantes. un tema se1
En consideración a la trascendencia del paso que la diplomacia ecuatoriana debía ciones.
dar, se hicieron consultas en diversos niveles e instancias institucionales sobre el con Noobl
tenido de los impases. La Cancillería auscultó criterios de autoridades y de persona consistía en
lidades. Sin dejar de asumir la responsabilidad que le correspondía, quiso compartir ses subsisted
la para que sus resultados fueran 10 más beneficiosos para el Ecuador. El propio Pri encuentro t
mer Mandatario, cuando le fueron presentados los textos, dispuso someter el asun do de Quite
to al Consejo de Seguridad Nacional. En ese organismo estaban representadas las prin en la constl
cipales autoridades del Estado: el Presidente de la República, el Presidente del Con les comproll
greso Nacional, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, los ministros de Gobier 1. Entreg
no, de Relaciones Exteriores, de Defensa Nacional y los más altos mandos militares. represe
Con su aprobación, la lista de impases contaría con un conocimiento y respaldo sóli que sel
do y representativo al más alto nivel. Además, tendría la legitimidad institucional 2. RecoO!
que requería. partes;
Tal como lo convinieron en Lima, los ministros Leoro y Tudela junto con sus dele tituía j
gaciones retomaron las negociaciones en Quito los días 22 y 23 de febrero. El ánimo de Itat
tenso y la desconfianza se mantenían en esta Segunda Ronda, pero la voluntad de pro 3. Perú,d
gresar en el proceso, expresadas en especial por los garantes, atenuaban de alguna mane ria de I
ra los resquemores de las partes. ficado