PROJIMO, pero de boca, PERO con los hechos demuestran lo contrario. Cuando un grupo de fariseos le preguntaron a Jesús cuál era el mayor de los mandamientos, él aprovechó para darles una enseñanza fundamental sobre el tema: "El mayor mandamiento es: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, no hay otro mandamiento mayor que éstos" por favor Leed (Marcos 12). Solo le preguntaron por uno, pero el Señor les dio un segundo que era tan importante como el primero. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", citando un pasaje del Antiguo Testamento Leed (Levítico 19).
Entonces.
¿Por qué respondió con dos mandamientos si solo le
pidieron uno?
¿No era suficiente con decir que amar a Dios era el
mandamiento más importante de todos?
Según leemos. desde la óptica de Jesús no lo era. El
Señor conocía muy bien la tendencia del ser humano a ser "religioso". Hoy día es muy común ver en las Iglesias o en las comunidades de iglesia a católicos participando fielmente de reuniones de adoración, hacen oraciones y le cantan a Dios canciones que ciertamente buscan amarlo, pero más tarde regresan a sus egocéntricas vidas. Muchas de estas personas están convencidas de que con solo amar a Dios es suficiente, y poco les importa si dañan a otros. A veces los más devotos son los más viles en sus relaciones, maltratan a sus familiares y con frecuencia hieren a sus amigos más cercanos.
Jesús nos enseña que amar a Dios y amar al prójimo
está profundamente relacionado. Está claro. amar a Dios es el más importante de los mandamientos, pero si realmente le amamos es inevitable que ese amor no se desborde a los demás. La forma más sencilla de saber cuánto amas a Dios es cuestionándote que tanto amas a las personas. Estas dos clases de amor no pueden ir separadas, están íntimamente vinculadas, y es imposible tener una sino tienes la otra.
¡Oh, Jesús, Redentor del hombre!, que tanto sufriste
por el amor y la salvación de los pecadores, sabiendo que no todos iban a aceptar tu Sacrificio… SIN NINGUN MERITO POR MI PARTE...Yo quiero unirme a esos Tus sentimientos de Amor, de Perdón y Misericordia, y pedirte en este día la salvación de mil pecadores por cada latido de mi pobre corazón, unidos a los latidos del vuestro y a los del Corazón Inmaculado de María, vuestra Santísima Madre y nuestra, que nos disteis al pie de la Cruz. Os lo suplico, por vuestra Preciosa Sangre y vuestra Divina Misericordia. Amén San Francisco de Sales decía: - Si eres débil debes comulgar para volverte fuerte. - Si has pecado mucho te conviene comulgar (después de confesarte bien) para que la presencia de Jesucristo te traiga fuerzas para no seguir pecando tanto. - Si te domina el mal genio, al recibir en la comunión al que es "manso y humilde de corazón", Él te irá contagiando de su bondad y su buen genio. - Si tienes inclinación a la impureza y al vicio, la presencia en tu alma de Cristo el Cordero Inmaculado que jamás tuvo la más mínima mancha de pecado te irá dando fortaleza hacia todo lo que es impuro, y amor por la virtud. - Si te vence el orgullo, Jesús que es humilde te irá haciendo semejante a Él. No comulgas porque ya eres santo, sino porque deseas llegar a la santidad. ¡Y sin comulgar no lo lograrías quizá jamás!
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VE AL SANTISIMO, ORA POR EL PAPA FRANCISCO, POR
EL CLERO, POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO, POR NICARAGUA, VENEZUELA, Y EL RESTO DEL MUNDO Y NO OLVIDES QUE CON DIOS Y LA SANTISIMA VIRGEN MARIA SOMOS INVENCIBLES
Afectuosamente en JESÚS Y MARIA SANTISIMA.
JUAN CARLOS HERNÁNDEZ
Gracias por leerme. Dios te bendiga y derrame sobre ti su gracia y su amor.